CORPUS CHRISTI, 22/6/2014 Deuteronomio 8, 2-3.14b-16a; Salmo 147; 1ªCorintios 10, 16-17; Juan 6, 51-58. Celebramos este domingo la fiesta del Corpus Christi, una fuesta que nos invita a recordar y a no olvidar, como Moisés pide a su pueblo: recordar el camino de la vida, no olvidar lo que Dios ha ido haciendo en ese camino. Hoy es un día para mirar hacia atrás y hacer balance de nuestra vida como creyentes, como cristianos, como seguidores de Cristo que nos alimentamos del mismo Cristo al participar en la Eucaristía. Una mirada que nos debe llevar a la alabanza, como hacemos en el slamo 147 y al compromiso, como nos recuerda la segunda lectura, en la que claramente Pablo escribe que el participar del mismo pan y del mismo vino, es decir, del Cuerpo y la Sangre de Cristo, nos compromete a ser uno con todos los que que participan de ese pan y vino, y también, con todos por los que ese cuerpo fue entregado y esa sangre derramada: celebrar el Corpus Christi nos lleva a sentirnos uno con toda la humanidad, a la que Dios ama. Por esto, comer el Cuerpo y la Sangre de Cristo no es solo realizar un rito o alimentarnos para una necesidad determinada, sino hacer algo que nos va transformando en el mismo Cristo que nos alimenta, y que, por tanto, nos lleva a vivir realizando lo mismo que hizo Jesús, por ello, la celebración de esta fiesta va unida a la celebración nacional de Cáritas, del amor hacia el hermanos necesitado. La contemplación del misterio de Cristo que por nosotros se hace Pan y Vino para alimentarnos y seguir dándose cada día totalmente a nosotros, no será completa ni sincera, si esta no nos lleva a entregarnos como él a favor del que nos necesita. Que la comunión con Cristo nos ayude a crecer en la vida en el amor.