Reseñas - Revista de Antropología y Sociología Virajes

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Revista de Antropología y Sociología
VIRAJES
Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Universidad de Caldas
Manizales, Colombia
antropol.sociol.
Manizales
Colombia
Vol. 15
No. 1
392 p.
enero - junio
2013
ISSN 0123-4471
ISSN 0123-4471
-Fundada 1997Periodicidad: Anual
Tiraje: 300 ejemplares
enero - junio de 2013
Vol. 15 No. 1, 392 p.
Editado por:
Vicerrectoría de Investigaciones y Postgrados
Universidad de Caldas
Manizales - Colombia
UNIVERSIDAD DE CALDAS
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Vicerrector Académico
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Vicerrector Administrativo
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Vicerrector de Investigaciones y Postgrados
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Vicerrectora de Proyección
Fanny Osorio Giraldo
Decano Facultad de
Ciencias Jurídicas y Sociales
Javier Gonzaga Valencia Hernández
Indexada por:
PUBLINDEX Categoría B
LATINDEX
La revista de Antropología y Sociología: VIRAJES,
es una publicación de carácter científico adscrita
a la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
de la Universidad de Caldas; esta dirigida a
investigadores, profesionales y estudiantes de
pre y postgrado, interesados en el análisis de
temas sociales.
Se propone como un espacio
de socialización de artículos originales producto
de proyectos de investigación, artículos de
reflexión, de revisión y reportes de caso, sobre las
problemáticas mencionadas.
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Foto: Juan M. Castellanos
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[email protected]
Manizales, Colombia
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Departamento de Antropología y Sociología,
Universidad de Caldas.
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(Doctor en Ciencias Sociales, niñez y juventud),
Departamento de Antropología y Sociología,
Universidad de Caldas.
COMITÉ EDITORIAL
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(Ph.D. en Economía)
Departamento de Economía,
Universidad de Caldas.
Jesús Alfonso Flórez López
(Doctor en Antropología)
Fundación Universitaria Claretiana.
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(Doctora en Sociología)
Universidad Autónoma de Occidente
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Ph.D.(c)
Universidad del Rosario
COMITÉ EDITORIAL INVITADO
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(IDAES/UNSAM - IDH/UNGS Argentina)
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(Laboratório de Estudos do Poder e da Política.
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(IEGG/UBA Argentina)
Ernesto Seidl
(Universidad Federal de Sergipe. UFS. Brasil).
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La responsabilidad de lo expresado en cada artículo es exclusiva del autor y no expresa ni compromete
la posición de la revista. El contenido de esta publicación puede reproducirse citando la fuente.
CONTENIDO
CONTENIDO
EDITORIAL
7
SON CINCO MINUTOS
Octavio Escobar Giraldo
13
PERSPECTIVAS
Pensar los movimientos sociales en américa latina. Perspectivas sobre las
movilizaciones a partir de los años setenta.
Camille Goirand
Artículo de investigación.
21
TRAYECTOS MILITANTES
“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política, adesão à causa e
itinerários de militância na comissão de anistia
João Baptista Alvares Rosito
Artículo de investigación.
55
Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007
frente a los “momentos militantes”.
Pía V. Rius
Artículo de investigación.
85
Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista
gremial.
Sandra Wolanski
Artículo de reflexión.
115
“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de
militancia y formación de sociólogos en la UNLP, Argentina.
Cecilia Carrera
Artículo de investigación.
145
MILITAR POR UNA CAUSA
El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos
religiosos para la acción política en Manizales (Colombia).
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco, Carlos Arturo Gallego, David
Osorio García, Santiago Urrea Yela, Luis Hernando Orozco, Juanita Espeleta
Artículo de investigación.
antropol.sociol.
Manizales
Colombia
Vol. 15
No. 1
392 p.
enero - junio
2013
175
ISSN 0123-4471
Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante
los sesenta en Uruguay.
Ana Laura De Giorgi
Artículo de investigación.
209
Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre
utopía cívica y pragmática política.
Omar Alonso Urán Arenas
Artículo de investigación.
237
ESTUDIOS DE REGIÓN
Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes: un estado
de la cuestión como punto de partida para abordar la militancia oficialista en
Argentina y Brasil desde Kirchner y Lula.
Dolores Rocca Rivarola
Artículo de investigación.
267
La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y
conformación de una nueva causa en torno a la infancia
Julieta Grinberg
Artículo de investigación.
299
El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos
José Rubén Castillo García
Artículo de investigación.
327
RESEÑAS
Sobre las formas de protesta contra la violencia policial
Reseñado por: Alicia Irene Rebollar
353
Militando y habitando el sinsentido de la catástrofe. El mundo de los detenidosdesaparecidos.
Reseñado por: María Jazmín Ohanian
359
Mestizos heraldos de dios: la ordenación de sacerdotes descendientes de españoles
e indígenas en el nuevo reino de granada y la racialización de la diferencia, 15731590
Reseñado por: Rodrigo Santofimio Ortiz
365
AUTORES VIRAJES Vol.15 No.1
EVALUADORES
CONVOCATORIA VIRAJES Vol.16 No.1
CONVOCATORIA VIRAJES Vol.16 No.2
NORMAS EDITORIALES
CONTENTS
CONTENTS
EDITORIAL
7
IT IS FIVE MINUTES
Octavio Escobar Giraldo
13
PERSPECTIVES
Thinking social movements in Latin America. Perspectives on demonstrations as
of the 1960s
Camille Goirand
Artículo de investigación.
21
ACTIVISM ROUTES
“Siblings in dreams and utopias”: political ancestry, adherence to the cause, and
militancy itineraries at the amnesty commission.
João Baptista Alvares Rosito
Artículo de investigación.
55
Unemployed workers’ organizations in Argentina facing “militant moments”
between 2003 and 2007.
Pía V. Rius
Artículo de investigación.
85
A historic activist and his disputes. Analysis of a trade union activist career.
Sandra Wolanski
Artículo de reflexión.
115
“We want to transmit a militant spirit from sociology”. Ways of militancy and
sociologists training at unlp, Argentina.
Cecilia Carrera
Artículo de reflexión.
145
BEING ACTIVE FOR A CAUSE
The “movimiento independiente de renovación absoluta” (independent absolute
renovation movement) and the production of religious incentives for political
action in Manizales, Colombia.
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco, Carlos Arturo Gallego, David
Osorio Garcíasantiago Urrea Yela, Luis Hernando Orozco, Juanita Espeleta
Artículo de investigación.
antropol.sociol.
Manizales
Colombia
Vol. 15
No. 1
392 p.
January - June
2012
175
ISSN 0123-4471
Beyond focus or party: communist and tupamaros militancy in the sixties.
Ana Laura De Giorgi
Artículo de investigación.
209
Citizen committment political movement in the city of Medellin:
Between civic utopia and potitical pragmatic
Omar Alonso Urán Arenas
Artículo de investigación.
237
REGIONAL STUDIES
Being a government-supporting activist in times of fluctuating political ties: a
state of the art as a starting point to deal with governmemt supporters militancy
in Argentina and Brazil from Kirchner and Lula.
Dolores Rocca Rivarola
Artículo de investigación.
267
The reception of “children’s rights” in Argentina: activists’, careers and the
emergence of a new cause around childhood
Julieta Grinberg
Artículo de investigación.
299
The democracy dream and alternative political actions of colombian youth
José Rubén Castillo García
Artículo de investigación.
327
REVIEWS
About protest forms against police violence
Reseñado por: Alicia Irene Rebollar
353
Being active and inhabiting the catastrophe absurdity. The world of detaineemissing people
Reseñado por: María Jazmín Ohanian
359
God’s herald mestizos: priestly ordination for spaniard and indigenous
descendents in the new kingdom of granada and the racism influence difference,
1573-1590
Reseñado por: Rodrigo Santofimio Ortiz
365
AUTHORS - VIRAJES Vol.15 No.1
EVALUATORS
CALL FOR PAPERS - VIRAJES Vol.16 No.1
CALL FOR PAPERS - VIRAJES Vol.16 No.2
NORMAS EDITORIALES
EDITORIAL
EDITORIAL
“MILITAR POR UNA CAUSA”
UN ANÁLISIS COMPRENSIVO DEL ACTIVISMO Y DEL
COMPROMISO POLÍTICO DESDE LAS CIENCIAS SOCIALES
Este número de la Revista Virajes reúne artículos que aportan a la
comprensión de las complejas condiciones sociales, políticas y culturales
que posibilitan la movilización y defensa militante de una causa. En la
integración del dossier hemos buscado reunir trabajos que den cuenta de
las dinámicas involucradas en la construcción de causas militantes, esto es
los perfiles y las trayectorias de los militantes; las lógicas del compromiso;
las representaciones sobre los motivos del activismo; la formación de
disposiciones para la acción colectiva; las etapas en la construcción de
“carreras militantes” la formación y adquisición de saberes; la construcción
de repertorios de acción; sus dinámicas de emergencia y de organización;
los procesos de consagración de categorías sociales como recursos de
movilización colectiva (como es el caso de la categoría “víctima” analizado
en el trabajo de João Baptista Alvares Rosito); el uso de dispositivos estatales
y expertos (como en el trabajo de Pia V. Rius) y las apropiaciones militantes
del trabajo histórico, las empresas de memorialización y patrimonialización
del pasado y de la cultura.
Para ello, se han seleccionado artículos que se interesan por analizar
el panorama de los estudios sobre movilizaciones colectivas en América
Latina –como es el caso del artículo inaugural de Camille Goirand–, por
presentar los dilemas metodológicos que supone el análisis del compromiso
militante en general y, en particular, el estudio de las trayectorias de
los militantes –como es el caso de Sandra Wolanski –, y por analizar en
profundidad diversos casos empíricos que contribuyen al conocimiento de
las modalidades que adquiere la movilización colectiva y la participación
política en el actual contexto latinoamericano.
VIRAJES
7
Los artículos aquí reunidos promueven la reflexión y el debate sobre
diversos aspectos del complejo trabajo de construcción del compromiso
militante, contribuyendo a reflexionar, además, sobre los modelos teóricos
y las formas de abordaje metodológico de estos fenómenos. El análisis en
profundidad de estos diversos casos resulta productivo para la comprensión
de las formas novedosas de articulación entre activismo, Estado, expertise y
espacio transnacional. La puesta en común de casos empíricos disímiles
vinculados a la construcción de causas colectivas, dispositivos estatales
y transnacionales, se presenta aquí como una oportunidad inédita para
el estudio comparado de los procesos de constitución de colectivos de
militantes y de creación de nuevas formas de articulación entre Estado y
sociedad civil y entre el espacio nacional y transnacional.
Mediante la organización de este dosier esperamos contribuir al debate
en torno a las relaciones entre causas colectivas, modos de reivindicación,
propiedades sociales de los sujetos movilizados, trayectorias militantes
y formas de reestructuración del campo de poder del Estado y la esfera
transnacional.
En primer lugar, la pertinencia de un número sobre estas diversas
dimensiones se justifica si tenemos en cuenta que, mientras que en las
academias francesas y angloparlantes, los estudios sobre el compromiso
militante constituyen un terreno significativamente fértil de investigación
empírica –que resulta en una profusa publicación de trabajos, volúmenes
temáticos, secciones especializadas en encuentros académicos, etc.–, en
América Latina esta perspectiva de trabajo todavía resulta poco explorada
entre académicos locales. Uno de los propósitos centrales del presente
dossier es el de contribuir a la difusión y consolidación de estas perspectivas
de análisis y a profundizar en su debate y reflexión a la luz de los desafíos
que presenta nuestra región.
La oportunidad de un dossier de este tipo se justifica, en segundo
lugar, si tenemos en cuenta la larga duración de las trayectorias militantes
de quienes ingresaron a la vida política a partir del retorno a la democracia
en los años ochenta de numerosos países de la región. Desde este punto de
vista, nos encontramos en un momento propicio para realizar un examen
minucioso de la trama de estas experiencias de compromiso militante y de
sus transformaciones en el tiempo, así como de las perspectivas teóricas
que han sido utilizadas en la región para dar cuenta de estos fenómenos,
como propone particularmente el texto de Camille Goirand que, como
se mencionó, da inicio a este dossier. Las altas expectativas sobre la
participación popular y el posterior desencanto de los científicos sociales
respecto de las transformaciones sociales impulsadas al calor de las nuevas
democracias establecidas en la región, requieren ser repensadas desde una
8
Revista de Antropología y Sociología
mirada analítica y comprensiva, que eluda la lectura moral (laudatoria
o condenatoria) de estas experiencias y las trampas que acechan en la
reificación y/o personificación de los colectivos sociales y políticos.
Quienes convocamos a la conformación de este dossier integramos
el Grupo Interdisciplinario de Estudios sobre Compromiso y Participación
Política (GIEEPP), compuesto por investigadores provenientes de distintas
disciplinas sociales y con inserciones académicas diversas que abarcan:
en Argentina, el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad
Nacional de San Martín (IDAES-UNSAM) y el Instituto de Investigaciones
Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires (IIGG-UBA); en Brasil,
el Laboratório de Estudos do Poder e da Política, Universidad Federal
de Sergipe (LEPP-UFS); y en Colombia, el Grupo de Investigación
‘Comunicación, Cultura y Sociedad’ de la Universidad de Caldas.
Comprender el compromiso militante
A lo largo de estas tres décadas, se registran importantes
transformaciones del compromiso militante que han dado a luz formas
innovadoras en la construcción de causas públicas, como es el protagonismo
creciente de la esfera transnacional y sus agencias, el uso creciente de
saberes profesionales y técnicos en la construcción de espacios militantes,
la simultaneidad de los compromisos políticos (asociativos, partidarios
y expertos, entre otros), la conversión de demandas sociales y políticas
en dispositivos de gestión estatal, el ingreso de activistas y militantes al
Estado y la reconversión al activismo de profesionales y técnicos a partir
de su inscripción en la implementación de políticas públicas, como son,
notoriamente, los casos de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile y Uruguay. Todos
estos fenómenos nos advierten sobre la existencia de transformaciones
en las maneras en que se entienden las formas del activismo partidario,
asociativo y experto y de la necesidad de asumir estos desafíos por parte de
los cientistas sociales.
Las mencionadas transformaciones, han repercutido también en la
mirada que las ciencias sociales desarrollaron sobre el compromiso político
a la largo de los años. El interés por el análisis del activismo tuvo un fuerte
impulso entre investigadores que se propusieron entender sociológicamente
el compromiso político desde un punto de vista alternativo al de la teoría
del comportamiento colectivo, a las aproximaciones estructuralistas y a
las perspectivas centradas en la elección racional. Estos trabajos iniciales
se interesaron, básicamente, por el análisis de la militancia obrera y sus
alianzas con los partidos de izquierda. Es decir, formas de activismo que
actualmente se definen como “clásicas”.
VIRAJES
9
La perspectiva sobre los Nuevos Movimientos Sociales introdujo
relevantes reflexiones acerca del cambio en las modalidades que asume
la acción colectiva a partir de las décadas del sesenta y del setenta,
mostrando por ejemplo las condiciones de emergencia de nuevas formas
de acción colectiva como también de nuevos grupos, demandas y formas
organizativas que no necesariamente se ajustan a la forma partido o
sindicato. La perspectiva, centrada en la identificación de formas no clásicas
de participación política tuvo su límite en el tratamiento de los movimientos
sociales en tanto colectivos dotados de agencia propia, en desmedro de la
comprensión más fina de sus activistas, de las propiedades sociales de sus
activistas y de las modalidades en que desarrollan sus carreras militantes.
Logramos reunir para este monográfico un conjunto de producciones
que enriquecen las perspectivas actuales de investigación sobre la sobre
la acción colectiva y el activismo. Los artículos seleccionados para este
número de la revista fueron organizados en tres secciones: PERSPECTIVAS,
TRAYECTORIAS, MILITAR POR UNA CAUSA y ESTUDIOS DE REGIÓN.
Si bien esto altera el orden habitual de la revista, esta se reforma para acoger
de manera más precisa su contenido.
Abre la colección un breve texto del escritor Octavio Escobar, quien
reflexiona de manera un tanto irónica sobre la música y la movilización en
la generación políticamente sensible de los años setenta en Latinoamérica.
Presenta la música de protesta y la constitución de un espacio simbólico de
la rebelión, la creación de utopías de participación y compromiso.
Luego de ello, en la sección de PERSPECTIVAS, incorporamos la
traducción del texto de Camille Goirand “Pensar los movimientos sociales
en América Latina acercamientos a las movilizaciones desde los años
setenta. Este artículo tiene el valor de proponer no solamente un marco
comparativo entre las perspectivas de investigación en Norteamérica y
Europa sobre los movimientos sociales, sino de incorporar un panorama de
estas investigaciones en América Latina.
En la sección de TRAYECTORIAS hemos incorporado cuatro
artículos. Abre esta sección el trabajo de Joao Rosito “Somos irmãos em
sonhos e em utopias”: ancestralidade política, adesão à causa e itinerários de
militância na comissão de anistia”, investigador del grupo de investigación
Constitucionalismos en América Latina de la Facultad de Derecho de la
UFRGS, el cual trata de comprender las trayectorias, los capitales y las
posiciones subjetivas de los abogados que hacen parte de las comisiones de
reparación y amnistía en Brasil.
El trabajo de Pia V. Rius, post-doctorante en el CLERSE de la
Universidad de Lille 1 e investigadora asociada al CEMS (EHESS-CNRS),
se titula “Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre
10
Revista de Antropología y Sociología
los años 2003-2007 frente a los “momentos militantes”. A continuación
encontrarán el artículo de Sandra Wolanski, becaria doctoral del CONICET
con sede en el Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, con un trabajo titulado “Un
militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista
gremial”. Cierra esta sección el trabajo de la profesora en Ciencias de la
Educación (UNLP) Cecilia Carrera, quien reflexiona sobre la formación en
sociología con tu texto: “Queremos transmitir un espíritu militante desde
la sociología”. Modos de militancia y formación de sociólogos en la UNLP,
Argentina”.
La sección MILITAR POR UNA CAUSA incluye tres trabajos, el
primero de ellos es un proyecto de investigación de la Universidad de
Caldas titulado “El movimiento independiente de renovación absoluta y
la producción de incentivos religiosos para la acción política en Manizales
(Colombia)”, en el cual participan siete autores de distintas disciplinas.
A continuación encontrarán el artículo de Ana Laura de Giorgi socente e
investigadora del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias
Sociales en la Universidad de la República, titulado “Mucho más que foco
o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta
en Uruguay”. Cierra esta sección el trabajo de Omar Alonso Urán Arenas,
Sociólogo, titulado: “Entre utopía cívica y pragmática política: sentido de
la acción y racionalidad política en el movimiento Compromiso Ciudadano
de la ciudad de Medellín”.
En la sección ESTUDIOS DE REGION, encontrarán tres artículos que
presentan reflexiones localizadas espacialmente. Abre la sección el trabajo
de Dolores Rocca Rivarola, investigadora del Instituto de Investigaciones
Gino Germani, titulado “Militando con el gobierno en tiempos de lazos
políticos fluctuantes: Un estado del arte como punto de partida para
abordar la militancia oficialista en Argentina y Brasil desde Kirchner y
Lula”. A continuación encontrarán el texto de Julieta Grinberg, Doctoranda
en Antropología de la École des Hautes Études Sciences Sociales (EHESS),
“La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de
activistas y conformación de una nueva causa en torno a la infancia”.
Cierra esta sección el artículo del profesor de la Universidad Autónoma
de Manizales José Rubén Castillo García, “El sueño de democracia y las
acciones políticas alternativas de los jóvenes colombianos”.
Finalmente en este número se incorporan tres RESEÑAS. La primera
de ellas refiere a libro Formas de vivir y formas de morir. El activismo contra
la violencia policial. Buenos Aires, Editores del Puerto/Cels (2010), de María
Victoria Pita, realizada por Alicia Irene Rebollar. La segunda analiza el libro
de Gabriel Gatti (2011): Identidades desaparecidas. Peleas por el sentido en los
VIRAJES
11
mundos de la desaparición forzada, Buenos Aires: Prometeo Libros, realizada
por María Jazmín Ohanian. Finalmente cierra este número la reseña del
libro de Juan Fernando Cobo Betancourt (2012): Mestizos heraldos de Dios: la
ordenación de sacerdotes descendientes de españoles e indígenas en el Nuevo Reino
de Granada y la racialización de la diferencia, 1573-1590. Colección Cuadernos
Coloniales. Bogotá: ICANH, realizada por el profesor Rodrigo Santofimio
Ortiz, Director del departamento de Antropología y Sociología de la
Universidad de Caldas.
Esperamos que este número monográfico tenga una segunda versión,
que logre mostrar la continuidad y la dinámica en esta discusión propuesta.
Los editores
12
Revista de Antropología y Sociología
SON CINCO MINUTOS
OCTAVIO ESCOBAR GIRALDO*
En una filmación en blanco y negro que cualquiera puede hallar en
youtube, el cantautor chileno Víctor Jara (1932-1973), notoria víctima de
la dictadura militar de Augusto Pinochet, se refiere a la canción de la que
procede el título de este artículo: “Es una canción que habla del amor de
dos obreros, dos obreros de ahora, de esos que usted mismo ve por las
calles, y a veces no se da cuenta de lo que existe dentro del alma de dos
obreros de cualquier fábrica, en cualquier ciudad, en cualquier lugar de
nuestro continente”.
Décadas después, un disco que recopila lo que la carátula pregona
como música social-protesta, incluye clásicos del “género” como Me gustan
los estudiantes, de Violeta Parra (1917-1967), interpretado por Mercedes
Sosa (1935-2009), y Si se calla el cantor de Horacio Guarany (1925), pero
también la Cantata de la planificación familiar de Les Luthiers. Es innegable
que cualquier iniciativa que fomente el coito responsable y, en ese orden de
ideas, la práctica de la sexualidad por motivos diferentes a la reproducción
de la especie, tiene un efecto emancipador, pero tal elección induciría
desconfianza en muchos de los aficionados a lo que algunos denominan
“música de primer semestre”, y los haría pensar que la presencia del
grupo argentino tiene fines mercadotécnicos, y es poco probable que estén
equivocados. Lo que sí es probable es que en sociedades cerradas, en las
que existan serias limitaciones para el desarrollo personal autónomo, nada
exótico en Latinoamérica, su desopilante mensaje pueda ser tan liberador
como, por ejemplo, Palabras para Julia, interpretación de Paco Ibáñez (1934)
de un poema de José Agustín Goytisolo (1928-1999) dedicado, con cierto
* Profesor Universidad de Caldas. Departamento de Lingüística y Literatura. Escritor.
E-mail: [email protected]
VIRAJES
13
propósito didáctico, a su hija (“Un hombre solo, una mujer/ así tomados
de uno en uno/ son como polvo, no son nada”). Goytisolo e Ibáñez fueron
antifranquistas declarados y se asume entonces que detrás de cada una de
sus expresiones artísticas hay un impulso contestatario, mientras algunas
personas pueden recordar que al general Videla le gustaba ir a ver los
espectáculos de Les Luthiers y pasaba a los camerinos a saludar, para disgusto
de los integrantes del grupo. En la selección de la que estoy hablando hay
dos canciones colombianas, Campesino de ciudad, composición de Eduardo
Cabas de la Espriella que llevó a Leonor González Mina, la Negra Grande
de Colombia, al Festival de la OTI de 1975. Tan bien intencionada como
rígida (“campesino naciste, campesino serás”), tal vez muchos preferirían
que su lugar lo ocupara alguno de los “temas” –nunca mejor dicho– de Ana
y Jaime. La otra es Cinco balas más de Pablus Gallinazus, pero interpretada
por el mexicano Oscar Chávez, años después simpatizante del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional y a quien el gobierno conservador de
Felipe Calderón concedió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área
de Artes y Tradiciones Populares en 2011.
El espectro de lo social-protesta es tan amplio y tan subjetivo como
cualquier otro, podría decirse que tan democrático, y una u otro licencia
autoriza, por ejemplo, el que muchos grupos de rock, pese a ser desde su
origen manifestaciones del Imperio, representen también una reivindicación
válida, vía rebeldía juvenil, contracultura y oposición a la guerra de
Vietnam y al intervencionismo norteamericano. Por ese camino una vasta
lista de nombres: Joan Baez, Rolling Stones, The Doors, Cat Stevens (o
Yusuf Islam), Grateful Dead, Carole King, Simon and Garfunkel y un largo
etcétera que incluye hasta óperas –Hair (Ragni, Rado y MacDermot, 1968),
Jesus Christ Superstar (Webber y Rice, 1971)–, comparten escenario con Silvio
Rodríguez o los integrantes de Quilapayún, los ya poco citados intérpretes
de la Cantata de Santa María de Iquique del músico Luis Advis (1935-2004),
que narra el genocidio perpetrado por el gobierno chileno a principios del
siglo XX contra miles de trabajadores del salitre, en ese momento en huelga.
Semejante complacencia puede abarcar incluso a The Beatles, gracias a que
una de sus canciones, Give Peace a Chance, forma parte de la banda sonora de
The Strawberry Statement (1970), la más célebre de las películas que narran
las revueltas estudiantiles en las universidades norteamericanas en los
años sesenta, y que también contribuyó a la popularidad entre los grupos
militantes latinoamericanos de Crosby, Still, Nash and Young y la cantautora
Joni Mitchell, y que se extiende a los protagonistas de lo que algunos
denominan “la década prodigiosa”, omnipresente gracias a fenómenos
tan publicitados como el Mayo Francés, relacionados con o sin razón con
14
Revista de Antropología y Sociología
figuras icónicas como Ernesto Che Guevara (1928-1967)1, inmortalizado
en consignas, afiches y rimas tan consonantes como la de Carlos Puebla
(1917-1989): “Aquí se queda la clara,/ la entrañable transparencia,/ de tu
querida presencia,/ Comandante Che Guevara”, que han sido interpretadas
por figuras disímiles como Compay Segundo, Enrique Bunbury y Celso
Piña. Curiosamente la valoración de Charly García (1951), el rockero
argentino que sobrevivió a la dictadura militar sin dejar de fustigarla, a
través de canciones influidas por los movimientos literarios vanguardistas
de principios del siglo XX –revolucionarios en el más profundo de los
sentidos–, no es tan unánime, y si uno pregunta a la antigua juventud
comprometida por Los Prisioneros, el grupo de rock chileno activo desde
1979 con composiciones poco complacientes con la fase tardía del gobierno
Pinochet, es probable que el gesto sea de indiferencia o desagrado.
Como cada revolución, cada protesta, es esencialmente individual,
pese al énfasis en lo social y a las marchas y los coros a voz en cuello2,
reconocer las canciones que acompañaron y siguen acompañando el
compromiso, resulta difícil. En el disco del que he hablado también está
Piero (1945), con un reclamo obviamente combativo, Qué se vayan ellos,
pero un amplio grupo de aficionados a lo social-protesta odia al cantautor
argentino, y otros muchos detestan a su compatriota Alberto Cortez
(1940) por cantarle a un perro callejero con una sensibilidad que bordea
la sensiblería o la rebasa. Para muchos es igualmente difícil aceptar que
Melina, una canción de Camilo Sesto (1946) que enaltece a Melina Mercouri
(1920-1994), la actriz griega ganadora de premio en el Festival de Cannes
en 1960, y una luchadora incansable contra la junta militar que gobernó a
su país entre 1967 y 1974, represente un gesto de protesta, cuando suena
noche tras noche en los retrobares, gritada por los adolescentes de hoy que
quieren revivir los éxitos del pasado. El caso contrario es el de Joan Manuel
1
El cantautor español Ismael Serrano (1974) se refiere así a él: “Papa, cuéntame otra vez, esa historia tan
bonita,/ de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,/ y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de
nuevo/ y cómo desde aquel día todo parece más feo”, en una canción (Papa cuéntame otra vez, incluida en
el CD Atrapados en azul, Polygram Ibérica S.A., 1997) que escribió junto a su hermano Daniel, en la que
se burla del Mayo Francés y los sesenta.
2
A la capacidad alienante de la música se refiere el escritor francés Pascal Quignard en un tratado que
recuerda cómo la usaban los nazis en los campos de concentración: “La música viola el cuerpo humano.
Hace poner de pie. Los ritmos musicales fascinan los ritmos corporales. Cuando se encuentra con la música, la oreja no puede taparse. La música, al ser un poder, se asocia de hecho a todo poder. Su esencia
es la desigualdad”, y se apoya en los recuerdos de Primo Levi de los presos del Tercer Reich: “Sus almas
están muertas y es la música la que los empuja, otorgándoles voluntad, como el viento lo hace con las
hojas secas”. También cita a Tolstoi: “Allí donde se quiera tener esclavos, es necesaria la mayor cantidad
de música posible”, y al historiador griego Tucídides: “La música no está destinada para inspirar a los
hombres en trance, sino para permitirles marchar y permanecer en estrecho orden”. (Extractos de Pascal
Quignard, “El odio de la música”, Revista Universidad de Antioquia 268, abril-junio de 2002. Traducción de
Pablo Montoya).
VIRAJES
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Serrat (1943). Cuando le escribe al Mediterráneo, nadie considera su canción
una expresión eurocentrista, y cuando es inequívocamente romántico
conserva la aureola revolucionaria, en parte por su alta calidad literaria.
Responsable de la difusión de los poemas de dos figuras emblemáticas de la
cultura española de la primera mitad del siglo XX, Antonio Machado (19751939) y Miguel Hernández (1910-1942), ambos víctimas del franquismo,
su inspiración y su vigencia son indiscutibles. Un caso similar, aunque de
muy distinto ritmo, es el de Rubén Blades (1948), capaz de dar a lo socialprotesta la gozosa cadencia de la salsa3.
Si se aceptara la explicación de Víctor Jara como una especie de poética
del género, creo que el cantautor carioca Chico Buarque (1944) consiguió su
más artístico momento en Construcción, poema que forma parte del disco
del mismo nombre, prensado en 1971, en plena dictadura militar brasileña.
Su primera parte dice así:
Amó aquella vez como si fuese última
besó a su mujer como si fuese última
y a cada hijo suyo cual si fuese el único
y atravesó la calle con su paso tímido
subió a la construcción como si fuese máquina
alzó en el balcón cuatro paredes sólidas
ladrillo con ladrillo en un diseño mágico
sus ojos embotados de cemento y lágrimas
sentóse a descansar como si fuese sábado
comió su pan con queso cual si fuese un príncipe
bebió y sollozó como si fuese un náufrago
danzó y se rió como si oyese música
y tropezó en el cielo con su paso alcohólico
y flotó por el aire cual si fuese un pájaro
y terminó en el suelo como un bulto flácido
y agonizó en el medio del paseo público
murió a contramano entorpeciendo el tránsito
He aquí al obrero incomprendido del cantautor chileno, descrito a través
de los versos traducidos por el también cantautor uruguayo Daniel Viglietti
(1939). El subsiguiente juego de variaciones y transposiciones, también
desprovistas de puntuación y de mayúsculas, da al conjunto, profundamente
rítmico, una carga irónica que multiplica sus posibles interpretaciones.
Ya en 1954 otro ritmo de estirpe caribeña había llevado la “protesta” al extremo, subvirtiendo incluso
la ilusión proletaria: “A mí me llaman el negrito del batey/ Porque el trabajo para mí es un enemigo/ El
trabajar yo se lo dejo todo al buey/ Porque el trabajo lo hizo Dios como castigo”, cantó Alberto Beltrán el
merengue de Medardo Guzmán, que agrega en el coro: “Porque eso de trabajar/ A mí me causa dolor”.
3
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Revista de Antropología y Sociología
amó aquella vez como si fuese el último
besó a su mujer como si fuese única
y a cada hijo suyo cual si fuese el pródigo
y atravesó la calle con su paso alcohólico
subió a la construcción como si fuese sólida
alzó en el balcón cuatro paredes mágicas
ladrillo con ladrillo en un diseño lógico
sus ojos embotados de cemento y tránsito
sentóse a descansar como si fuese un príncipe
comió su pan con queso cual si fuese el máximo
bebió y sollozó como si fuese máquina
danzó y se rió como si fuese el próximo
y tropezó en el cielo cual si oyese música
y flotó por el aire cual si fuese sábado
y terminó en el suelo como un bulto tímido
agonizó en el medio del paseo náufrago
murió a contramano entorpeciendo el público
amó aquella vez como si fuese máquina
besó a su mujer como si fuese lógico
alzó en el balcón cuatro paredes flácidas
sentóse a descansar como si fuese un pájaro
y flotó en el aire cual si fuese un príncipe
y terminó en el suelo como un bulto alcohólico
murió a contramano entorpeciendo el sábado
Artísticamente incuestionable, esta elaboración literaria en la que se
alternan y sustituyen circunstancias y taras sociales, sirve a Chico Buarque
para condenar al obrero a la locura y la muerte, debido a las presiones y
la insensibilidad del sistema capitalista, ese que todavía deben combatir
los cantautores que quedan a uno y otro lado del Atlántico4. Como
composiciones de muchos otros: León Gieco, Víctor Manuel, Patxi Andion,
Ana Belén, Alfredo Zitarrosa, Pablo Milanés, Carlos Mejía Godoy, Isabel
Parra, Lluís Llach, Atahualpa Yupanqui, Construcción suena cada vez menos
y en contextos cada vez más específicos.
Uno de ellos, el extremeño Luis Pastor (1952), escribió en su reciente éxito ¿Qué fue de los cantautores?:
“¿Qué fue de los cantautores?/ aquí me tienen señores/ aún vivito y coleando/ y en estos versos cantando/ nuestras verdades de ayer/ que salpican el presente/ y la mierda pestilente/ que trepa por nuestros
pies”.
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VIRAJES
17
Víctor Jara escribió en Te recuerdo Amanda: “Son cinco minutos,/ la
vida es eterna en cinco minutos”. También la revolución y la esperanza. Y
la canción.
18
Revista de Antropología y Sociología
Perspectivas
Autor: Oscar Palacio
Técnica: Fotografía
VIRAJES
PENSAR LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN
AMÉRICA LATINA. PERSPECTIVAS SOBRE
LAS MOVILIZACIONES A PARTIR DE LOS
AÑOS SETENTA.*
CAMILLE GOIRAND**
Recibido: 30 de agosto de 2012
Aprobado: 11 de septiembre de 2012
Artículo de Investigación
* Traducción autorizada del original publicado en: Revue Française de Science Politique, No. 3, Vol. 60,
2010, p. 445-466. Traductor: Andrés Ocampo Giraldo y Virginia Vecchioli.
** Profesora de Ciencia Política en la Universidad Paris III Sorbonne-Nouvelle, Institut des Hautes
d’Amérique Latine. Investigadora asociada en el CERAPS (CNRS-Université Lille 2). Sus trabajos tratan
sobre la sociología política del Brasil, en particular los comportamientos políticos de las clases populares.
Asimismo, investiga actualmente sobre la protesta política durante el periodo de la dictadura en Brasil y
sobre el compromiso asociativo y partidista. E-mail: [email protected]
VIRAJES
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52
Camille Goirand
H
acia finales de los años sesenta, en el mundo occidental en
su conjunto, se multiplicaron movimientos sociales a los
que la sociología no tardó en reconocerles su “novedad”.
Tanto Europa como Estados Unidos o América Latina vieron nacer “nuevos
movimientos sociales”, que impugnaron el orden social en Europa occidental
y en Estados Unidos a partir de 1968, o que fueron actores opositores a
los regímenes autoritarios de Europa del Este y de América Latina a partir
de finales de los años setenta y comienzos de los años ochenta. Si bien
difieren en su organización y en sus reivindicaciones, los movimientos
pacifistas o de defensa de los derechos humanos, los movimientos de
mujeres, de homosexuales, de negros, de ecologistas, de vecinos presentan
características comunes que incitaron a algunos sociólogos a construir
una categoría de análisis distinta, aquella de los “nuevos” movimientos
sociales. Sin embargo, dependiendo de los lugares y los períodos, son
extraordinarias las especificidades propias de cada uno de los movimientos
incluidos en esta categoría. En Estados Unidos, el movimiento por los
derechos cívicos se desarrolló a partir de 19551; posteriormente este dio
lugar a los movimientos identitarios más violentos de los años setenta,
construidos alrededor de la afirmación del orgullo y de la dignidad de
ser negro, mientras que se endurecía la oposición a la guerra de Vietnam
en las universidades. Al mismo tiempo, en América Latina, después del
fracaso de la mayoría de las guerrillas marxistas-leninistas de inspiración
cubana2, cuya derrota simbólica estuvo marcada por la muerte del Che
Guevara en Bolivia en octubre de 1967, las iglesias católicas de la teología
de la liberación apoyaron las movilizaciones que, afirmando la dignidad
de los pobres y de los humildes frente al poder político, contribuyeron a
estructurar progresivamente las oposiciones a los regímenes militares. En
Europa occidental, fue principalmente a partir de 1968 que se consolidaron
diferentes movimientos, sobre todo feministas y ecologistas, mientras que el
pacifismo conoció su apogeo en Alemania con las grandes manifestaciones
de octubre de 1981, mientras que las “sociedades civiles” trataban de
estructurar las oposiciones a los regímenes de las democracias populares,
por ejemplo en Polonia desde 19813. ¿Qué hay en común entre todos estos
“nuevos movimientos sociales”? La aspiración común al cambio social y
político no los dis­tingue en nada de los movimientos sociales más clásicos
y más antiguos, como los movimientos obreros, que, en su tiempo, también
fueron portadores de valores y de proyectos alternativos de sociedad.
1
Sobre la cuestión vinculada a la fecha de origen de este movimiento, ver las observaciones de McAdam
(1988: 117).
2
Ver, por ejemplo, Wickham-Crowley (1991: 82-109).
3
Ver, por ejemplo, Dalton y Kuechler (1990). Sobre el movimiento pacifista alemán, ver Walle (2003).
22
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52
Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
En realidad, detrás de la categoría de “nuevos movimientos sociales”
se vislumbra una doble heterogeneidad, que una comparación entre
Estados Unidos o Europa y América Latina permite esclarecer. En primer
lugar, esta categoría se aplica a espacios políticos y sociales de una extrema
diversidad. En América Latina la oposición se desarrolló en la mayoría de
los casos en confrontación con regímenes autoritarios y represivos, en un
contexto de desigualdades sociales crecientes y de crisis económica de gran
magnitud. Además, el fracaso de las oposiciones armadas, asociado a un
proceso de reevaluación del reformismo y de la socialdemocracia4, originó
una recomposición de las izquierdas y de los sistemas de partidos y abrió
así, un espacio político que no existía anteriormente para la expresión de
la oposición salida de los movimientos sociales. Este contexto presenta
diferencias evidentes con el de las sociedades liberales del Norte, que hacia
finales de los años treinta habrían presentado un continuado crecimiento
económico.
En segundo lugar, las perspectivas adoptadas a partir de los años
setenta por las ciencias sociales de América Latina se distinguen claramente
de aquellas que fueron privilegiadas entonces tanto en América del Norte
como en el Viejo Continente. Si los observadores han recalcado en todas
partes el tema de valores y las demandas de cambio social, sus análisis se
han apoyado sobre marcos conceptuales bien diferentes. Desde los años
sesenta, la sociología de las movilizaciones en Estados Unidos y en Europa
ha conocido, de un lado, un crecimiento significativo de investigaciones
empíricas que vino acompañado de la construcción de modelos de análisis
innovadores y, por otro lado, de agitados debates entre los defensores de
diferentes modelos de análisis y de investigación, oponiendo la perspectiva
sobre la movilización de recursos a aquella de los “nuevos movimientos
sociales”, presente sobre todo en Europa (Klandermans, 1986 citado en
Fillieule y Péchu, 1993). Se generalizaron los cuestionamientos en torno al
análisis estratégico y de la racionalidad de los actores5, de la movilización
de recursos6 e incluso de la estructura organizacional de los movimientos
sociales (Inglehart, 1977; Melucci, 1985).
La investigación sobre los movimientos sociales de América Latina
fue particularmente importante entre los años 1980 y 1990, pero esta no
fue sino un eco bastante débil de aquellos debates venidos desde Estados
Unidos. No solamente la perspectiva sobre los “nuevos movimientos
Lo que evocaba, por ejemplo, Norbert Lechner desde los años ochenta en Los patios interiores de la democracia: subjetividades y política (1988).
5
Pensamos, sobre todo, a los trabajos de Mancur Olson (1992) o de J. G. March y Herbert Simon sobre la
acción colectiva y las organizaciones (1988).
6
Ver, principalmente, Oberschall (1973), MacCarthy y Zald (1977) y Tilly (1978).
4
VIRAJES
23
Camille Goirand
sociales” (NMS) fue omnipresente, sino que las otras visiones, ignoradas,
no fueron prácticamente ni enmendadas, ni enriquecidas, ni discutidas.
Al mismo tiempo, la sociología de los movimientos sociales de Europa
occidental, después de haber forjado los análisis en términos de NMS,
también debatió extensamente y luego retomó el aporte de trabajos
generalmente producidos, inicialmente, en Estados Unidos7.
Esos debates, aunque trillados, e incluso fatigantes para una parte
de los analistas de la acción colectiva y de la protesta, no han perdido
su sentido hoy en día. En efecto, el recurso a las viejas categorías como
aquellas de las identidades, de los valores o de los NMS podría parecer
acabado, en la medida en que dichas categorías han sido tantas veces
discutidas e inclusive pueden ser consideradas hoy como pasadas de
moda. Sin embargo, estos “casos” nos parecen útiles para entender por qué,
a propósito de América Latina, algunas de estas perspectivas dominaron
mientras que otras fueron explícitamente y, con desdén, dejadas de lado.
En efecto, hasta un periodo reciente, la sociología política desarrollada en
el continente latinoamericano, aunque también presente, muy a menudo,
en el caso de los latinoamericanistas de Europa o de América del Norte,
estructuró su visión de las movilizaciones a partir de la problemática y de
los retos asociados a la perspectiva de los “nuevos movimientos sociales”8.
Un vistazo rápido al corpus bibliográfico de los trabajos publicados sobre
las moviliza­ciones latinoamericanas podría darle una primera idea al
lector, quien tendría que esmerarse mucho para encontrar allí referencias
a trabajos tan famosos como los de Charles Tilly o Sidney Tarrow9. De este
modo, la atención se enfocó sobre la relación entre el cambio sociopolítico y
el nacimiento de estos movimientos, al mismo tiempo que sobre su supuesta
“novedad”. Esta mirada ha sido inseparable del posicionamiento político
y del compromiso de aquellos que lo asumieron, volviendo a la frontera
entre sociología y acción política, muy difícil de identificar o prácticamente
inexistente.
7
El objetivo de este texto no consiste en proponer una revisión de la literatura sobre los movimientos
sociales y la acción colectiva desde los años sesenta. Es por eso que no son citados, en las notas
siguientes, más que algunos autores o trabajos destacados, sin ninguna pretensión de exhaustividad.
Las referencias propuestas aquí, así como las breves evocaciones sobre las temáticas de investigación,
no constituyen entonces sino indicaciones alusivas.
8
Sobre este tema, a partir de los años 80, se desarrollaron numerosos trabajos sobre este tema que
dieron lugar a publicaciones comparativas de gran amplitud. Por ejemplo, Álvarez y Escobar (1992).
Entre los trabajos publicados fuera de América Latina y que optaron por perspectivas semejantes, ver
especialmente aquellos dirigidos por David Slater (1985) y luego en dos dossier de la revista Latin
American Perspectives [21(2) y 21(3), 1994]: “Social Movements and Political Change in Latin America”.
9
Para citarlos de manera arbitraria, por ejemplo, es el caso de los trabajos publicados por Elizabeth Jelin,
Evelina Dagnino, Wilhem Assies, o inclusive por Fernando Calderón.
24
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52
Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
La observación de las movilizaciones, a propósito de los casos
norteamericano o europeo, permite mostrar la importancia de las
características organizacionales de los movimientos sociales, inclusive en los
“nuevos”, construidos alrededor de valores, como así también de su entorno
y sus cambios. En América Latina, el análisis de las organizaciones suscitó
menos interés que el del discurso, de las reivindicaciones o de los valores,
que nos dirigen de manera más amplia a la significación política y social de
estos movimientos. Sin embargo, tanto en el mundo Occidental como en
América Latina a partir de los años setenta, la acción colectiva contestataria
ha presentado especificidades comparables, ligadas a una organización
a menudo fragmentaria, territorializada y asociativa10. De este modo, el
descontento creado por los “nuevos” movimientos sociales se construyó,
generalmente, fuera de los espacios tradicionales de la movi­lización,
sobre todo aquellos del trabajo, tanto aquí como allá. Frecuentemente
evocada, esta temática ha sido, en el caso de América Latina, más objeto de
afirmaciones generales que de investigaciones sistemáticas11.
En un primer momento, el objetivo de este artículo consistirá en
subrayar esta ausencia de concordancia, de un continente al otro, entre los
debates y los enfoques científicos, sobre un objeto sin embargo cercano.
El objetivo no es tanto proponer una com­paración sistemática, sino
interrogarse sobre la ausencia de referencias a la movilización de recursos.
Algunas tentativas de explicación, a manera de hipótesis, serán propuestas
a continuación. Finalmente serán indicados, no solo los caminos tomados
en la actualidad a partir de esta divergencia científica, sino también los
riesgos que ella puede significar para la comprensión o la interpretación de
las movilizaciones en América Latina12. En particular, evocaremos el debate
abierto por la actual institucionalización de los movimientos sociales
en este conti­nente; debate cuyos límites permiten subrayar la urgencia
por renovar los modelos disponibles en la actualidad para observar los
movimientos sociales de América Latina. Revisitar la manera como han
sido pensados y observados desde los años setenta constituye, a nuestro
juicio, un paso esencial y necesario para el análisis y la comprensión de las
movilizaciones que se desarrollan allí a partir de los años dos mil: piqueteros
en Argentina desde 1996, movimientos indígenas posteriores al primer
Levantamiento indígena en Ecuador en 1990, la creación del Movimiento al
10
En Francia, esta cuestión ha sido abordada, por ejemplo, por Barthélémy (2000); o por Jacques Ion
(1997). Es lo que hemos constatado también para la década de los noventa en un campo empírico totalmente diferente como el de Río de Janeiro. Ver Goirand (2000).
11
Notemos algunas excepciones como en los trabajos de Paulo Sérgio da Costa Neves (1999).
12
Aquí, son considerados los trabajos que tienen por objeto las movilizaciones en América Latina, ya sea
que hayan sido producidos tanto en el lugar como fuera y ya sea por latinoamericanos o no.
VIRAJES
25
Camille Goirand
Socialismo (MAS) en 1999 en Bolivia, el Movimiento de los Sin Tierra en
Brasil, cuyas movilizaciones se intensificaron después de las represiones
violentas de 1995 y 199613, oposiciones transnacionales al proyecto de Zona
de Libre Comercio de las Américas o al Plan Puebla Panamá entre 2001 y
2004, movilizaciones postelecto­rales y oposición a la apertura del capital
de la PEMEX en México después de 2006, mo­vimiento regionalista en el
oriente de Bolivia, peticiones de depuración del pasado y de reapertura
de los procesos judiciales en Argentina y Chile a partir de 1998… tantas
movilizaciones para observar, que ameritan, desde nuestro punto de vista,
una revisión de los modelos de análisis disponibles14.
La observación de los “nuevos movimientos
sociales”, desde Europa a América Latina
El “basismo” en América Latina de los años setenta a noventa
Para evocar las movilizaciones en América Latina, el término
“movimiento popular” ha sido preferido al de “nuevos movimientos
sociales”. Designando con esos términos al mismo tiempo a las organizaciones
de clases medias como a las obreras y campesinas o, incluso, a aquellas
de los habitantes de los barrios populares y humildes; mediante su uso,
militantes e investigadores evocarían la idea de una construcción del tejido
social “por lo bajo”. La noción de “popular” resultó preferida a aquellas
de “proletariado” o de “pueblo”, ya que ellas conducen menos hacia una
representación de las sociedades en “clases”, definidas por una posición
en el sistema de producción, que hacia su estructuración en términos de
poderes, pero también de representaciones. Si “popular” hace a veces el
papel de sinónimo de “pueblo”, es sobre todo en el sentido de “pobres”,
ocupantes de una posición baja en la jerarquía social de los poderes y de
los ingresos; es a esto a lo que conduce de manera explícita la expresión
inglesa “grassroot”. La expresión “movimiento popular de base” designa
así las movilizaciones principalmente llevadas a cabo por citadinos pobres,
a veces por los campesinos, cuyas reivindicaciones muy heterogéneas se
organizaron alrededor de cuestiones como las condiciones de vida, los
servicios públicos y los derechos sociales15.
13
Ver Ondetti (2006).
El presente texto adopta en general un modo de datación amplio. Hace referencia a periodos definidos
por décadas, más que a hechos claramente fechados, ya que no se pretende reconstituir una cronología.
En efecto, el análisis presentado aquí no trata ni sobre movilizaciones precisas, ni sobre ningún sistema
político en particular, sino más bien, trata sobre la manera como ellos fueron analizados.
15
Willem Assies (1994) muestra cómo los enfoques sobre las movilizaciones se estructuraron alrededor
14
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antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52
Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
El surgimiento del “basismo” en América Latina se inscribió en
un doble proceso. Primero, la liberalización de los sistemas políticos a
partir de fines de los años setenta hizo posible la expresión de demandas.
Pero sobre todo, estas últimas se apoyaron sobre la construcción de un
marco de comprensión y de interpretación de las desigualdades sociales y
políticas, llevado adelante por los movimientos “de base” que redefinieron
las privaciones de derechos sociales como discriminaciones ilegítimas16.
Debatiendo sobre qué sentido dar a las desigualdades sociales y polí­ticas,
estas movilizaciones contribuyeron a un trabajo de reinterpretación de
las injusticias. La acción colectiva de base se apoyó, de un lado, sobre la
politización de cuestiones concretas e inmediatas como el alojamiento o la
infraestructura urbana; de otro lado, sobre la percepción de la comunidad
de posición de los grupos populares frente a necesidades o falencias,
carencias, es decir, sobre la construcción de un “marco de injusticia” a través
de la toma de conciencia de la ilegitimidad de la privación. La noción de
“espoliación urbana”, propuesta, en ese entonces, por el brasilero Renato
Boschi, designa así la injusticia de la posición ocupada en las ciudades por
las poblaciones menos favorecidas, cuya marginalidad fue así asociada a la
negación ilegítima de derechos (Boschi, 1987) 17.
Recordar algunos elementos nos permitirá aportar precisiones
rápidas sobre el pro­ceso histórico de construcción de estos movimientos.
A partir de finales de los años setenta, en la totalidad del continente, los
movimientos de oposición se organizaron en el seno de los medios populares,
en diferentes sectores: guarderías asociativas, cooperativas alimentarias u
hoyas populares, generalmente organizadas por mujeres; protestas contra
el costo de la vida y demandas de acceso a la atención médica en Brasil;
oposición a la política de des­trucción de las barriadas suburbanas a partir
de 1977; demandas de reconocimiento de la propiedad de la tierra por parte
de los habitantes de lotes urbanos no regularizados o por grupos indígenas
en zonas rurales o, incluso, por el Movimiento de los Sin Tierra a partir de
1981 en Brasil. En el seno de las clases medias, otros movimientos pusieron
el acento en problemáticas diferentes, como los movimientos de defensa de
de ésta noción de “movimiento popular. En la medida en que toman en cuenta la composición social y
las demandas de las movilizaciones, estas definiciones son más restrictivas que aquella propuesta, por
ejemplo, por François Chazel en 1992. Él definía un “movimiento social” como una “empresa colectiva
de protesta y de oposición que aspira a imponer cambios - de una importancia variable - en la estructura
social y/o política por el recurso frecuente - pero no necesariamente exclusivo - a medios no institucionalizados” (1975).
16
David Snow et al. mostraron que los miembros de un movimiento social realizan un trabajo de definición de una situación que reposa, en parte, sobre su interpretación como inaceptable, cuestionable,
injusta: “Al dar sentido a los acontecimientos, las disposiciones del espíritu permiten organizar la experiencia y guiar la acción, sea individualmente o colectivamente” (1986, pág. 464).
17
Para la noción de “marco de injusticia”, ver William Gamson et al. (1982).
VIRAJES
27
Camille Goirand
los derechos humanos en los países del Cono Sur; como los movimientos
feministas que dieron prioridad a los derechos reproductivos y a la paridad
en la política; o incluso el movimiento de denuncia del fraude electoral en
México… 18.
Varios factores pueden ser evocados para explicar el ascenso de estas
movilizaciones en este periodo. En primer lugar, el papel de las iglesias
católicas fue fundamental para la estructu­ración de las oposiciones a los
regímenes autoritarios, pero también para la formación y la politización
de los jóvenes militantes que pusieron en marcha las organizaciones
locales del movimiento social. A partir de 1968 y de la conferencia de los
obispos latinoamericanos de Medellín que, en agosto de ese año, asumió
“la opción por los pobres”, las iglesias nacionales abrieron un espacio de
oposición política, inexistente hasta entonces. En parte bajo la influencia de
la teología de la liberación, las iglesias católicas participaron, primero en la
construcción y luego en el sostén de las reivindicaciones de las pob­laciones
indígenas, al tiempo que algunos de sus miembros confirmaban su apoyo
activo a las guerrillas, como en el caso del obispo Ernesto Cardenal, en
primer lugar, miembro activo de la organización sandinista, luego ministro
de la Cultura de Nicaragua entre 1979 y 1987. Tanto en las barriadas de
las grandes ciudades como en las zonas rurales más pobres, los sacerdotes
suscitaron la politización de los militantes y ayudaron a estructurar sus
primeras acciones19. Las comunidades eclesiales de base (CEB), espacios de
reunión y de discusión organizados por sacerdotes cercanos a la teología
de la liberación, constituyeron espacios de socialización y de politización
que contribuyeron ampliamente a impulsar los valores de participación, de
respeto y de justicia, muy presentes en el “basismo” de los años ochenta, en
particular en el seno de los movimientos barriales, como lo señalaba Paulo
Krischke en 1991 20.
En segundo lugar, la asociación entre la liberalización progresiva de
una parte de los regímenes auto­ritarios, el agotamiento de las ideologías
y de los grupos revolucionarios que defendían la lucha armada y la crisis
económica que se desencadenó brutalmente a partir de 1982 explica que
18
Sobre los feminismos y los derechos reproductivos, ver Bérengère Marques-Pereira, Florence Raes
(2002). Sobre el movimiento contra el fraude electoral en México, ver Hélène Combes (2004, pág. capítulo
1). Para un panorama amplio de las movilizaciones de la década de 1980, ver Susan Eckstein (2001).
19
Con ocasión de nuestras propias investigaciones sobre las trayectorias individuales de los dirigentes
asociativos en Rio de Janeiro, y luego sobre aquellas de los militantes del Partido de los Trabajadores
en el Nordeste de Brasil, constatamos la frecuencia de la socialización política en el seno de las
organizaciones católicas como la Pastoral de las favelas o la Pastoral rural, en los años 1970. Para una
comparación del papel de las iglesias católicas según los países, ver Daniel Levine y Scott Mainwaring,
(2001).
20
“El proceso de resocialización iniciado por las CEB ha constituido la base de las motivaciones que han
impulsado la acción y la conciencia democrática de los dirigentes vecinales” (Krischke, 1991).
28
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52
Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
las movilizaciones hayan inaugurado nuevas formas de organización aun
cuando presentan una fuerte heterogeneidad. Estas transformaciones se
tradujeron primero en una fragilización, luego en el desmantelamiento
de los corporativismos del Estado, que habían constituido durante largo
tiempo los ins­trumentos de control de las movilizaciones por los dirigentes
de los regímenes nacionales-populares 21. En paralelo, las asociaciones y
las ONG se convirtieron en canalizadores importantes de la participación
social y política para las clases medias y populares, a menudo apoyadas
por miembros de las profesiones liberales como trabajadores sociales y
educadores, abogados o médicos.
Para este período, Susan Eckstein destacó la coexistencia de
repertorios de acción colectiva fuertemente diversificados. Ella distingue,
de un lado, las protestas del hambre, los robos y las invasiones de tierras y,
de otro lado, las huelgas organizadas por los grandes sindicatos, los grandes
meetings políticos, incluso el compromiso dentro de los nuevos partidos
de izquierda como el PT brasilero o el PRD mexicano. Para explicar esta
oposición, Susan Eckstein estima que las formas adoptadas por la protesta
dependieron, en los años ochenta, del grado de industrialización, de la
estructura del sistema sindical y de las desigualdades sociales, así como
del grado de apertura del sistema político, en cada país del continente.
Ella mostró cómo la poli­tización de las demandas varía según la posición
social ocupada por los grupos movilizados. Así, fueron las clases medias
y superiores las que condujeron las reivindicaciones institucionales y las
demandas de democratización política, mientras que las clases populares
dieron prioridad a los asuntos económicos y a las condiciones de vida.
Estas diferencias encontraron una traducción en los repertorios de
acción colectiva disponibles para esos diferentes grupos. A partir de los
ejemplos de Bolivia, Perú o México, Susan Eckstein muestra que los grupos
populares, dominados desde un punto de vista económico, tuvieron una
tendencia más marcada que los demás a organizar la protesta “en las
calles”, en la medida en que su capacidad a influenciar la política reposaba
sobre movilizaciones sobre el terreno más que sobre mediaciones formales,
por ejemplo partidarias (Eckstein, 2001: cap. 1). Marcando su desacuerdo
con la perspectiva de clase adoptada por Susan Eckstein, David Slater
subrayaba en 1994 ciertas especificidades de las luchas llevadas a cabo por
los grupos populares en América Latina, que daban una dimensión fuerte­
mente territorial y social al compromiso democrático, más allá de la arena
electoral (Slater, 1994).
Para un análisis comparado del pasaje de los corporativismos del Estado a los sistemas pluralistas ver
(Oxhorn, 1998; Levitsky & Mainwaring, 2006).
21
VIRAJES
29
Camille Goirand
¿Algunas “novedades”? Sociología de los valores y de las
identidades.
En relación a Europa y América del Norte, la observación de los
movimientos sociales de los años sesenta a ochenta se organizó alrededor
de algunas cuestiones principales, cuya presencia es irregular en América
Latina: primero, aquella de sus recursos y de sus estra­tegias; luego, aquella
de los valores fundadores de las reivindicaciones y de su relación con el
cambio social; finalmente, aquella de la heterogeneidad y de la fluidez de
las organizaciones de acción colectiva y del espacio social ocupado por las
movilizaciones. En efecto, en una primera aproximación, la “novedad” de
estos movimientos sociales pareció residir en sus características a la vez
organizacionales e ideológicas. Menos estructurados que los movimientos
obreros tradicio­nales, afirmando su voluntad de autonomía con respecto
al Estado, a los partidos y a la mayoría de los sindicatos, no se fundaban
exclusivamente sobre las relaciones de producción o de clase sino que
cuestionaban también el orden social existente sobre el fundamento de
reivindicaciones no materiales. Este enfoque, por los valores y por las
identidades fue adoptado ampliamente por los analistas de América Latina,
fuertemente inspirados por las categorías surgidas de la perspectiva de los
“nuevos movimientos sociales”. La observación de estas movilizaciones
puso así el acento sobre el cambio de los valores y de las divisiones
sociales dominantes que ellos expre­saban, así como sobre la afirmación de
identidades específicas que ellos promovían.
En primer lugar, algunos analistas europeos y norteamericanos de
los nuevos movimientos sociales recalcaron su vinculación estrecha con
los procesos de transformación de fondo de las sociedades occidentales y
las especificidades de los modos de organización de estas movilizaciones,
a veces inestables, a menudo localizadas y fragmentarias, la mayor parte
del tiempo situadas a distancia de las formas tradicionales de compromiso.
Según la perspectiva abierta por Ronald Inglehart (1984), la característica
esencial de estos movimientos estuvo constituida por el acento puesto sobre
valores como la identidad, el reconocimiento social, el respeto del individuo,
los derechos humanos, las condiciones de vida, así como por la prioridad
acordada a las demandas de parti­cipación en la toma de decisiones. Mientras
que las reivindicaciones materiales, y en particular la cuestión salarial,
perdieron en parte su centralidad a partir de estas movilizaciones, estas
últimas, al mismo tiempo, contribuyeron a politizar la vida cotidiana y las
relaciones sociales, constituyéndolas en objeto legítimo de reivindicación.
Alrededor de cuestiones ligadas, por ejemplo, a la pro­tección del medio
ambiente, al género, a las relaciones sexuales o a la moralidad, estas
30
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52
Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
reivindicaciones apuntaron a temáticas directamente políticas como la
de las libertades de expresión y de asociación, del reconocimiento de los
derechos sociales y de la lucha contra las discriminaciones.
Ronald Inglehart mostró así que el punto común y la “novedad” de
estos movimientos sociales reposaban sobre una aspiración a la construcción
de una nueva sociedad, sobre el rechazo de los valores materiales asociados
a la producción, al ingreso o al consumo, y sobre la afir­mación de valores
tales como la autonomía y las libertades del individuo. Esos movimientos,
cuya composición social heterogénea no impidió un cierto predominio
de las clases medias22 , fueron cimentados por construcciones identitarias
que pretendieron romper con las pertenencias de clase para dar un lugar
central a las identidades transversales como el género, el color de la piel
o las prácticas sexuales. Alrededor de esas identidades, la búsqueda de
la autoestima y de la dignidad, así como los discursos participativos,
constituyeron los temas fundadores del compromiso (Offe, 1985). Según los
trabajos muy citados de Ronald Inglehart, la consolidación de estos tipos de
movilización expresa la redefinición de las rupturas fundamentales de las
sociedades contemporáneas23 . Este autor mostró también que la dimensión
que opone el materialismo al postmate­rialismo podía dar cuenta, a partir
de los años sesenta, de la inclusión en la agenda política de nuevos temas,
hecho que estaba asociado, a la vez, con los realineamientos de los partidos
políticos. Así Ronald Inglehart mostró cómo, en Europa occidental, “la
ascensión del postmaterialismo colocó a los alineamientos partidarios bajo
una tensión crónica”, imponiendo una restructuración de los sistemas de
partidos –cambios cuyas características son bien conocidas hoy al menos en
lo que concierne a Europa occidental– (Inglehart, 1984: 68)24.
Las investigaciones llevadas a cabo por Ronald Inglehart indican con claridad que los grupos que
defienden los valores post-materialistas están en su mayoría compuestos por individuos que siempre
han conocido la seguridad física y económica. A la luz de esa constatación, las divisiones que atraviesan
ciertos movimientos sociales latinoamericanos encuentran un primer factor de explicación. Por ejemplo,
en el seno de los feminismos, la oposición es evidente entre las aspiraciones defendidas por las mujeres
de clases medias y superiores, que tienen bien relación con el post-materialismo y las reivindicaciones
formuladas por los grupos surgidos de las clases populares, mucho más materiales e inmediatas. Puede
distinguirse, por ejemplo, la defensa de la paridad en política y la lucha contra las discriminaciones
de género, de un lado, y las demandas de mejoramiento de los cuidados maternos e infantiles o de los
sistemas de guardería de infantes, de otro lado. Ver Marques-Pereira & Raes (2002).
23
Según él, “el hecho que estos movimientos hayan ocupado el centro de la escena de la política
contemporánea refleja un desplazamiento importante en las prioridades de las poblaciones occidentales
en términos de valores” (Inglehart, 1984, pág. 26) .
24
Se trata de una tesis discutida por ejemplo por Peter Mair, Wolfgang Müller y Fritz Plasser (2004).
Notemos que los sistemas partidarios de América Latina vieron la emergencia de nuevos partidos social-demócratas en los años ochenta y luego su consolidación en los años noventa. Con sus victorias
electorales de los años dos mil, una parte de sus dirigentes reafirmó su apego a los valores que habían
fundado las movilizaciones de las décadas precedentes, con la instalación de instituciones de la democracia “participativa”.
22
VIRAJES
31
Camille Goirand
En segundo lugar, los analistas de América Latina han acompañado
a menudo a sus colegas europeos en la atención otorgada a la estructura
heterogénea, inestable e incluso fluida de las movilizaciones. Según
las palabras de Alberto Melucci, estas han generado la construcción de
amplios “espacios de movimiento”, en el seno de la “nebulosa de bordes
imperfectos” de los simpatizantes ocasionales, mucho más extendida que
el corazón bastante restringido de los activistas comprometidos25. Apoyada
sobre organizaciones descentralizadas y poco rígidas, la participación en
los nue­vos movimientos sociales presentó un carácter cambiante, poco
homogéneo, a menudo informal o discontinuo, marcado por el rechazo de los
sistemas dominantes de representación de los intereses. Estos movimientos
sociales descansaron así sobre una multiplicidad de microorganiza­ciones,
de asociaciones de proximidad, de “unidades diversificadas y autónomas”
de carácter “dis­perso, compuesto, fluido”, ocupando un espacio social “con
fronteras inciertas y densidad variable” (Melucci, 1983). Sobre el fundamento
de demandas, a veces muy localizadas, formuladas por cada organización,
así como sobre aquel de la circulación de individuos y de grupos en el seno
de sistemas de movilización entrecruzados, se fue constituyendo poco a
poco un amplio “espacio de movimiento”26.
En el seno de estos espacios, constituidos de redes informales y
fluidos que vinculaban entre sí individuos y microorganizaciones locales,
los acercamientos estratégicos o la simple solidaridad permanecieron a
veces limitados, casi problemáticos. Según este análisis, la influencia de
ese tipo de movilizaciones sobre los sistemas sociales y políticos se ejerció
de manera muy indirecta, por medio de la difusión aleatoria de modelos
de comportamiento comunes o de repre­sentaciones compartidas. En esta
perspectiva, Alberto Melucci definía, a mediados de los años ochenta, a
los movimientos sociales como “sistemas de acción y de oportunidades,
y campos de posibilidades y de límites”27. De manera general, detrás
de la cohesión aparente de un movimiento social, las motivaciones, las
representaciones y los comportamientos colectivos están marcados por el
carácter heterogéneo, incluso contradictorio de los modos de acción política,
25
Esta expresión es tomada de Alberto Melucci (1983). La noción de espacio de movimiento fue retomada
y profundizada por Mathieu (2002).
26
Según esta perspectiva, el espacio de movimiento “engloba no solamente las organizaciones "formales"
sino también la red de las relaciones "informales" que une a los individuos del centro entre si y los
grupos al espacio más amplio de los participantes y de los "usuarios" de servicios y de bienes culturales
producidos por el movimiento” Alberto Melucci (1983, pág. 14).
27
Para Alberto Melucci, incluso, “lo que se nombra de manera empírica como un "movimiento social"
es un sistema de acción que comunica entre ellas orientaciones y significaciones plurales”, inclusive
divergentes (1985, pág. 794).
32
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Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
en particular en el contexto de los sectores populares28 . Así la puesta en
forma política de estas acciones a menudo heteróclitas puede presentar un
carácter aleatorio.
En la misma época, Jean-François Bayart recalcaba, a partir de una
perspectiva diferente y a propósito del África, que el peso no despreciable
de los movimientos sociales “de abajo” imponía la pregunta sobre
“la unificación problemática de esos modos de acción heterogéneos y
puntuales en un movimiento social que cubría la superficie del sistema de
acción histórico” (Bayart, Mbembe y Toulabor, 1992: 83). En relación a la
América Latina de los años dos mil, las movilizaciones, como por ejemplo
de los piqueteros argentinos desde 1996, confirman esta organización en
“nebulosa”, continúan siendo actuales la problemática de la unificación del
movimiento social y de su sentido político29 . Denis Merklen mostró que la
heterogeneidad y la territorialización de este movimiento se aso­cian a la
difusión de un conjunto de representaciones y de prácticas políticas que
dibujan una nueva “politicidad” de las clases populares (Merklen, 2006)30.
El movimiento social saca aquí su unidad del hecho de que individuos y
grupos que gravitan en un mismo sistema de acción, es decir que persiguen
objetivos comunes, comparten símbolos, confirman una identidad común
y circulan en un espacio militante compartido. A pesar de la fragmentación
de las organiza­ciones y de los símbolos, los intercambios individuales y
las reuniones puntuales fundan entonces una unidad inestable, a la vez de
representaciones y de redes sociales de interacción.
Si se acepta seguir esta perspectiva, las asociaciones de los barrios
pobres de Brasil de los años ochenta son constitutivas de un verdadero
movimiento social. En efecto, en un primer análisis, el observador es
sorprendido por la gran heterogeneidad de modos de acción política de sus
dirigentes, por la ausencia de unidad en esta nebulosa asociativa y por la
impo­sibilidad de identificar su impacto político (Goirand, 2000). El recurso
a la noción de “sistema de acción” permite, justamente, rendir cuenta de
ello. Los vínculos interindividuales tejidos entre esas micro­organizaciones,
su representación común de su posición en la ciudad, los usos co­munes
de los discursos del derecho y de la justicia social o, incluso, el recurso a
un repertorio compartido de acción colectiva, permiten evocar aquí un
movimiento social.
Es lo que pudimos constatar en los suburbios de Rio de Janeiro, en los años 1990 (Goirand, 2000, pág.
Capítulos 9 y 10).
29
A propósito de ese movimiento, ver los trabajos de Maristella Svampa y Sebastián Pereyra (Svampa
& Pereyra, 2003).
30
Por “politicidad”, el autor designa formas de acción colectiva, construidas por las clases populares,
que se relacionan a la vez con estrategias de supervivencia, de protesta contra las instituciones y la clase
política, y con la participación política democrática.
28
VIRAJES
33
Camille Goirand
De manera más general, los movimientos sociales que se
afirmaron en América Latina a partir de finales de los años setenta fueron
presentados como “nuevos” y comparados a aquellos del Norte, en razón
de su proximidad con el postmaterialismo y de su recurso a los discursos
construidos alrededor de las demandas de dignidad y de respeto, de
rechazo a las discriminaciones y a la invocación de la “participación”.
Pero, esos movimientos latinoamericanos se distinguieron también
por reivindicaciones prioritariamente concretas y materiales, por una
composición social popular, así como por sus efectos limitados sobre los
alineamientos partidarios, inclusive hasta los años dos mil31. El punto común
entre estas diferentes movilizaciones, que incumbe a su estructura y a su
modo de organización, fue finalmente considerado como secundario para
la construcción de los análisis. En efecto, la inestabilidad, la fragmentación
y la heterogeneidad de los movimientos latinoamericanos han sido más
cuestionadas que observadas de manera sistemática, por ejemplo en
términos de recursos, de modos de acción o de oportunidades. Además,
la atención, habiéndose inclinado hacia la cuestión de los valores y de las
identidades, se desvió del contenido material de las reivindicaciones, aun
cuando estas constituyeron un factor estructurante esencial en la mayoría
de las movilizaciones32. Es así que, en el contexto político y científico de
la construcción de los gobiernos representativos, el análisis de estos
movimientos sociales tomó un camino diferente del que siguió en otros
lugares.
Las ciencias sociales latinoamericanas frente
a los nuevos movimientos sociales
Muy citados por los latinoamericanistas, al lado de Alberto Melucci,
Manuel Castells o Claus Offe, los trabajos de Jürgen Habermas de un lado,
y, los de Alain Touraine del otro, marcaron en forma duradera a las ciencias
sociales y, en particular, la investigación sobre los movimientos sociales
de América del Sur. Sobre todo esta hizo énfasis en la evaluación de su
potencial “transformador”, en el análisis de su relación con la estructura
social de las economías dependientes y sobre su oposición a los aparatos
de los Estados autoritarios. Alain Touraine dudaba de la existencia de
31
Es lo que han realzado varias publicaciones recientes sobre las izquierdas en América Latina:
monográfico “Gauches de gouvernement, gauches de rejet”, Problèmes d'Amérique Latine (20042005); monográfico “État des lieux des gauches en Amérique latine”, Revue internationale de politique
comparée (2005).
32
Es lo que demuestran muy claramente Timothy Wickham-Crowley y Susan Eckstein (2010, págs.
29-52).
34
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52
Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
“movimientos” urbanos, en la medida en que no se apoyaban en ninguna
organización unitaria, no participaban en la construcción de una conciencia
de clase y no podían entonces, a su juicio, promover un cambio político
profundo (Touraine, 1985, 1988). Junto con esta reflexión sobre los límites
del cambio político derivado de estos movimientos, la investigación sobre
los movimientos sociales en América Latina se organizó en torno a la
cuestión de la autonomía con respecto a las estructuras sociales y políticas
del autoritarismo. Y es sobre el fundamento de esta cuestión que se propuso
evaluar la capacidad de los mismos para cambiar los sistemas políticos y las
sociedades.
La cuestión de la autonomía
Las represiones llevadas a cabo por los gobiernos autoritarios a
partir de los años sesenta 33, el fin de las guerrillas castristas y la fragilización
de los partidos comunistas no solo dejaron un vacío político a la izquierda,
sino que también han estado asociadas a la desconfianza hacia los actores de
las moviliza­ciones frente a los corporativismos de Estado, a los populismos
y, más ampliamente, a toda tentativa de “instrumentalización”. Este
contexto llevó a las organizaciones del movimiento social a presentar la
autonomía, no solo como una estrategia sino también como un valor
en sí misma. A menudo hostiles a las organizaciones tradicionales de
movilización, en particular a los sindicatos y a los partidos políticos, los
movimientos asociativos valorizaron las organizaciones presentadas como
“comunitarias”. En gran medida, la sociología política latinoamericana se
apropió de esta cuestión. La atención se orientó prioritariamente hacia la
relación entre movimientos sociales e instituciones políticas, la autonomía
fue pre­sentada no solamente como una especificidad de los “nuevos
movimientos”, como un objetivo propuesto por sus propios actores, sino
también como una necesidad política. En busca de una vía alternativa
entre autoritarismo, populismo y revolución, muchos analistas vieron en
los movimientos autónomos de la sociedad civil una fuente posible de
innovación social 34. En general, se privilegió el debate sobre las cuestiones
concernientes a los movimientos sociales en sí mismos; debate impuesto
por la urgencia del momento político, en el cual los intelectuales estaban
inmersos y se dejó de lado el cuestionamiento, la observación y las
perspectivas abiertas en otros lugares por las teorías de las movilizaciones.
Tres asuntos fueron los que dominaron. Primero, la participación política
33
34
Para indicaciones históricas precisas ver Olivier Dabène (1994).
Como Judith Hellman (1992); o incluso de Eder Sader (1991).
VIRAJES
35
Camille Goirand
fue objeto, a la vez, de reivindicación por parte de los movimientos sociales,
así como de propuestas para la renovación de la acción pública local; son
escasas las observaciones desprovistas de una perspectiva normativa sobre
la temática. En segundo lugar, la voluntad de los movimientos sociales de
cuestionar las mediaciones tradicionales operadas por los partidos y los
sindicatos fue pensada como un factor necesario a la democratización de las
prácticas políticas. Y por último, la organización de los movimientos sociales
sobre un fundamento local reforzó los discursos sobre las “comunidades”;
discursos difundidos, a la vez, por los actores locales, por los poderes
públicos en varios niveles y por los observadores.
Según Ruth Cardoso en 1983, cuyo análisis nos parece bastante
representativo, la apuesta que representan estos movimientos, en ausencia
de objetivos revolucionarios explícitos o al menos de reivindicaciones
democráticas explícitas, no residía en una transformación radical de los
sistemas políticos y de las sociedades, sino en el proceso de inclusión
política al que contribuían.
Dada su dimensión reivindicativa, los movimientos barriales no parecen
capaces de grandes transformaciones, pero si los miramos como la expresión
de una nueva identidad, es posible pensar que se van a convertir en una nueva
pieza en el juego político (Cardoso Correa Leite, 1983).
Las cuestiones identitarias
La evaluación del cambio introducido por los movimientos “de
base” puso el énfasis entonces sobre su aporte en términos no tanto políticos
como socioculturales. Su inscripción en el espacio de las sociedades civiles
y su autonomía de cara a los poderes políticos fue así entendida como
fundada sobre una afirmación identitaria, así como por su capacidad
para inventar nuevas relaciones sociales en la vida cotidiana. Según los
análisis propuestos por Willem Assies o Tillman Evers, por ejemplo, esos
“fragmentos de nuevas prácticas sociales”, participaron en la construcción
de una dignidad emancipadora para las categorías populares, cualquiera
que haya podido ser la fragilidad de sus organizaciones. “La esencia de
esos mo­vimientos es, en mi opinión, su capacidad para generar una nueva
subjetividad social; nueva tanto por su contenido como por la conciencia de
ella misma”, estimaba Tillman Evers en 1985. Según esta perspectiva, esas
movilizaciones descansaron sobre la afirmación de un conjunto de valores
nuevos en política, como la igualdad, la ciudadanía o la participación,
apoyadas en la construcción de autoestima para sus participantes.
Mientras que los actores locales de los movimientos sociales
rechazaban la mayoría del tiempo ir más allá de una formulación material,
36
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52
Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
concreta y territorializada de sus demandas, sus observadores prefirieron
resaltar su contenido ético implícito, conjugado en una triple demanda:
reconocimiento de la dignidad de los pobres, adopción de derechos sociales
y participación ciudadana. El conjunto suscitó una proliferación de discursos
sobre la ciudadanía y la parti­cipación, apoyada en una sociología del sujeto,
que vio en los movimientos sociales “de base” un factor de afirmación de
los pobres como “sujetos” sociales autónomos y portadores de derechos.
Por ejemplo, en 1994, Evelina Dagnino consideraba que los nuevos
movimientos sociales contribuían a “la invención de una nueva sociedad” y
a la construcción de una “nueva concepción de la ciudadanía” (1994, 2003);
y que la afirmación acerca del “derecho a tener derechos” había “servido
de fundamento al surgimiento de un nuevo sujeto social [...] que lucha por
el reconocimiento”. Asimismo, en 1989, Eder Sader anunciaba la entrada
en escena de “nuevos sujetos políticos” autónomos e independientes
(Sader, 1991)35. Fue en esta perspectiva, inspirada en los trabajos de Jürgen
Habermas, que estos movimientos sociales fueron considerados como par­
ticipantes en la democratización de las sociedades, ya que ellos hacían
posible la circulación de las ideas en el seno “de un espacio público no
controlado por el poder”, donde las “prácticas asociativas formaron el
substrato social de la esfera pública” (Habermas, 1993: XXXI).
Marcada por la búsqueda de “otra” democracia, entre el liberalismo
y el marxismo, por la urgencia de la reflexión sobre los derechos y por una
fuerte tradición de intervención política de los intelectuales, la sociología de
América Latina adoptó un enfoque interpretativo, que no fue completado
sino muy recientemente. Por ejemplo, en 2003, Evelina Dagnino todavía
remarcaba los aspectos culturales de la construcción ciudadana, si bien ya
destacaba el carácter estraté­gico de los discursos de la ciudadanía36. Trabajos
más recientes sobre la “construcción” de las identidades, inclusive sobre la
invención de la memoria y de los orígenes se desmarcaron de este enfoque,
para mostrar cómo ellas han estructurado las estrategias de movilización
desde los años ochenta. Es el caso, como lo mostró Jean-François Véran,
de los campesinos del interior de Brasil que, ya movilizados en el seno de
sindicatos, se descubrieron descendientes de esclavos cimarrones en los
años noventa después que la Constitución hubiera reconocido un derecho a
la propiedad de la tierra para esta categoría de población. Los campesinos
Hasta hoy, los análisis en términos de sujeto, de identidad y de cultura permanecen muy presentes,
como en el análisis propuesto por Alicia C. S. Swords (2007); o incluso en Manuel Antonio Garretón
(2002).
36
No llegando hasta la evocación de un recurso, ella reconoce que “la referencia a la ciudadanía procuró
un fundamento común y un principio de articulación a una inmensa diversidad de movimientos
sociales”, para los -cuales ella constituyó “un instrumento útil” y “un poderoso vínculo” (Dagnino,
1994, págs. 3-4).
35
VIRAJES
37
Camille Goirand
bolivianos entendieron también todo el interés que para ellos tendría
el hecho de movilizarse como indígenas, después de varias décadas de
movilizaciones sindicales (Véran, 2005).
La producción de las ciencias sociales, entre
la observación y la intervención
Si los sociólogos de América Latina no han sido todos ellos
militantes, su producción ha sido a menudo el eco directo de las luchas
y de las demandas formuladas por los movimientos sociales. En el
momento de los cambios de régimen, valorizar las cuestiones políticas
representadas por las movilizaciones ha significado a menudo hacer un
llamado a la democratización de las instituciones y a la puesta en marcha
de procedimientos participativos37. Como lo remarcaba en 1983 la socióloga
Ruth Cardoso:
[…] en el momento en que los teóricos franceses, nuestros inspiradores,
hablaban de los cambios cualitativos en las funciones del Estado [...], nosotros,
Latinoamericanos, para explicar fenómenos similares, estabamos estancados
en la crítica del autoritarismo de nuestros gobiernos, dejando de lado las
transformaciones substanciales del aparato de Estado (Cardoso Correa Leite,
1983: 219).
Las transiciones democráticas han dado un carácter urgente al
análisis en términos de cambios socioculturales que podían dar un sentido
a las intervenciones y al compromiso de los intelectuales y universitarios
en las luchas políticas. Estos últimos ligaban la construcción de las nuevas
instituciones políticas y el liberalismo económico vinculadas con la apertura
a las “sociedades civiles”, encarnadas en las organizaciones de movimientos
sociales nacidos durante la década precedente. Maria da Glória Gohn
estima que, para universitarios ávidos de tomar parte en los procesos de
democratización, el análisis cultural de los movimientos sociales constituyó
una “guía para la acción”. Es así como ellos los definieron como “elementos
estratégicos de una redemocratización del Estado”, en un contexto donde
“la producción de conocimiento y la elaboración de estrategias políticas se
cruzaron”. Frente a esta exigencia creada por la acción política, un enfoque
como el de la movilización de recursos “no tenía el más mínimo sentido”,
concluye Maria da Glória Gohn para explicar la ausencia de diálogo entre
las dos sociologías de la acción colectiva, que permanecieron ajenas una de
la otra (2008: 215-218).
37
Ver, por ejemplo, Fernando Calderón (1995).
38
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52
Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
Para explicar la pregnancia de estos enfoques, otros fragmentos de
hipótesis pueden ser propuestos, aun cuando merezcan ser profundizados
en otro momento. Durante el periodo autoritario, el exilio de numerosos
universitarios e intelectuales podría haber favorecido la formación de
redes sociales que se descubrieron enseguida propicios a la difusión de
este posicionamiento, a mitad de camino entre el análisis y la intervención
política. Este fenómeno parece haber sido acentuado por la centralidad de
ciertas instituciones, consagradas a la investigación, a la enseñanza o a la
reflexión sobre las políticas públicas, y que tuvieron un papel central para la
difusión del “pensamiento del desarrollo”, en particular en lo que concierne
a la relación entre democracia y sociedades civiles. Varios indicios dispersos
pueden ser identificados con este propósito. Es notable por ejemplo el papel
que, desde los años setenta hasta hoy, ha jugado la École des Hautes Études
en Sciences Sociales (EHESS) de París en la formación de universitarios y
en la consolidación de los doctorados en ciencias sociales en los países del
Cono Sur, por ejemplo con la puesta a punto de una cooperación de larga
duración con la Universidad de Buenos Aires (UBA). Inspirándonos en la
perspectiva abierta por Yves Dezalay y Bryant Garth, se podría hacer la
hipótesis, que queda por verificar empíricamente, de que los universitarios
que pasaron por esta Escuela abordaron ampliamente los movimientos
sociales con las herramientas conceptuales de la sociología que allí habían
aprendido (Dezalay y Garth, 2002). Se trata entonces de pensar menos en
la construcción de “tradiciones nacionales” que en los problemas relativos
a la manera como la circulación de las élites universitarias, y su paso por
ciertas instituciones, pudo favorecer el predominio de un enfoque científico
sobre una cuestión y una región del mundo38.
La inscripción organizacional de los sociólogos que produjeron
esta reflexión sobre los movimientos sociales de América Latina quedó
marcada, hasta hoy, por la centralidad de la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales (FLACSO)39, pero sobre todo por la Comisión
Económica para América Latina (CEPAL), importantes lugares de paso y
de socialización para esas élites. Desde su creación en 1948 en Santiago de
Chile, la CEPAL ha influenciado fuertemente el pensamiento sociológico
Ver (Heilbron, 2008; Della Faille, 2008). La noción de “tradición nacional” parece poco adecuada aquí
donde los universitarios circulan entre el norte y el sur del continente de manera regular. Además
algunos de ellos ejercen en los Estados Unidos después de haber vivido en otros lugares. Por ejemplo,
Sonia Alvarez, de origen cubano, enseña en la Universidad de Massachussetts, mientras que Arturo
Escobar, que enseña en la Universidad de Minnesota, es a la vez colombiano y estadounidense.
39
Creada por la UNESCO en 1957, FLACSO es un organismo de investigación y enseñanza superior,
Implantado en 17 países de América latina (<http://www.flacso.org>). En 1967, la UNESCO creó el
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, encargado de promover investigación y
enseñanza superior, y de construir vínculos entre centros de investigación en todo el continente (<http://
www.clacso.edu.ar>).
38
VIRAJES
39
Camille Goirand
y las políticas de desarrollo sobre el continente latinoamericano. A partir
de comienzos de los años noventa, participó en la difusión de políticas
liberales asentadas en una “gobernabilidad democrática”. Esta última
asocia las democratizaciones y las reformas de los Estados al refuerzo de las
sociedades civiles por la participación y la consolidación del capital social.
El vínculo es así directo con un enfoque de los movimientos sociales que
los concibe como portadores de un cambio social por lo bajo y por fuera
del Estado. Cuna de la sociología latinoamericana, la CEPAL ha constituido
un punto de encuentro para numerosos soció­logos, que, como Fernando
Henrique Cardoso, trabajaron allí antes del golpe de Estado de 1973 o que
pudieron regresar después de 1989. La CEPAL y la red FLACSO pudieron
entonces participar en la constitución de una comunidad epistémica, en
la construcción de un pensamiento homogéneo sobre los movimientos
sociales y, así, en la definición de la agenda y de las opciones políticas40.
Posicionados en la frontera entre investigación y acción política,
muchos sociólogos y cientistas políticos de renombre, cuyo pensamiento
sobre los movimientos sociales ha sido ampliamente difundido, pasaron
por la CEPAL y por FLACSO. Es por ejemplo el caso del chileno Manuel
Antonio Garretón. Salido de una familia influyente en política, él mismo
militante de la demo­cracia cristiana antes de 1973, este sociólogo de la
Universidad de Chile formado en el EHESS ha sido bastante publicado
por la CEPAL y actualmente escribe frecuentemente en la prensa cotidiana
chilena. Él estimaba aún en el año 2002 que las movilizaciones en el
continente latinoamericano reposaban sobre “nuevas” formas de acción
social, participaban en la “redefinición de un modelo de modernidad”,
en la afirmación de “sujetos” y se estructuraban alrededor de objetivos
democráticos (Garretón, 2002). De su lado, el sociólogo boliviano Fernando
Calderón ha trabajado tanto como investigador para CLACSO y como
experto en la CEPAL, publicando al mismo tiempo numerosos textos muy
citados sobre los movimientos sociales en América Latina, y que se inscriben
en un enfoque similar (Calderón, 1995). En cuanto a Ruth Cardoso, esposa
del expresidente brasilero, ella enseñó en FLACSO antes de ocupar una
plaza en la Universidad de São Paulo (USP), dirigiendo al mismo tiempo el
Centro Brasileño de Análisis y de Planificación (CEBRAP), centro privado
de investigación y de intervención política. Muy conocida por sus trabajos
sobre los movimientos populares, esta socióloga –que ha colaborado
en forma destacada con Sonia Álvarez y Arturo Escobar– asumió la
dirección, durante la presidencia de su esposo, del programa federal “co­
40
Este extracto debe mucho a las sugerencias e informaciones proporcionadas por Camila Gutierrez
Ruiz, a quien doy gracias aquí cordialmente. Sobre las comunidades epistémicas ver Ernst B. Haas
(1990).
40
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52
Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
munidad solidaria” que puso en marcha una política de lucha contra la
pobreza apoyada sobre las organizaciones del movimiento popular. Por
último, nótese que el informe publicado por el PNUD sobre la democracia
latinoamericana en 2004 (Esteves, 2004), que resaltaba la participación
ciudadana de las asociaciones independientes de la sociedad civil como
condición de la democratización y de la gobernabilidad, fue producido por
un grupo de sociólogos entre los cuales se encuentran los nombres citados
más arriba, incluyendo las contribuciones de Fernando Calderón, Manuel
Antonio Carretón y Alain Touraine, entre otros.
Estos apuntes dispersos e incompletos, a los cuales habría que
agregar un análisis de la cir­culación de los universitarios entre las
universidades del norte y del sur de las Américas, sugieren en qué sentido
ciertas instituciones como la CEPAL o FLACSO son el corazón de redes
sociales multiposicionadas, entre producción científica y acción pública, y
participan en la difusión de enfoques conceptuales, de problemáticas y de
interpretaciones homogéneas. Indican quizás también en parte por qué los
esfuerzos de teorización han sido tan parciales y, finalmente, tan limitados41.
El predominio de este enfoque de los movimientos sociales en
términos de autonomía, de transformación social o de afirmación identitaria
tuvo por consecuencia que la baja en la intensidad de las movilizaciones
callejeras, a partir de mediados de los años noventa, haya sido entendida
como un “reflujo”, mientras que el acercamiento a los partidos de izquierda
fuera interpretado como una pérdida de autonomía42. Sin embargo, la
observación puede indicar también que las movi­lizaciones que aparecieron
a partir de los años setenta no introdujeron siempre rupturas brutales en
los sistemas políticos y que a menudo se construyeron en función de una
proximidad con las orga­nizaciones militantes “clásicas”. En efecto, por
detrás de la cuestión de la autonomía y de las identidades, la hipótesis de
una dinámica de interacciones múltiples entre los diferentes actores de la
“política contestataria” es la que fundamentalmente parece confirmada,
tanto por las trayectorias individuales de los militantes como por su
multiposicionalidad o por la convergencia de la protesta hacia ciertas
organizaciones 43. El predominio de los enfoques identitarios y culturales
tuvo por consecuencia que otros procesos fueran poco explorados, tales
como la profesionalización política de los militantes, el distanciamiento
Según las precisiones de Joe Foweraker (1995, Introducción).
“Los movimientos de base pueden desaparecer - y es el caso a menudo - de la escena como actores
autónomos una vez que ellos acuerden su apoyo, que hagan alianzas de manera formal, o que, de una u
otra manera, dejen su destino entre las manos de los partidos políticos”, estimaba así J. Hellman (1992,
pág. 59).
43
Ver Doug MacAdam, Sidney Tarrow, Charles Tilly (2001).
41
42
VIRAJES
41
Camille Goirand
entre dirigentes y simples adherentes en el seno de las organizaciones, las
trayectorias de ascenso social de los militantes, e incluso la desmovilización
y los caminos de salida de las organizaciones44. Es así que la sociología de
las organizaciones de la acción colectiva de América Latina está, aún hoy,
por enriquecer.
Movimientos sociales, partidos políticos e instituciones
En efecto, la autonomía de los nuevos movimientos sociales, si ella
fue real, constituyó más bien una situación temporal, ligada al contexto
muy específico y transitorio creado por los cambios de régimen político.
Situadas por fuera de los marcos ofrecidos por las izquierdas revolucionarias
fragilizadas, inexistentes o descreditadas, las movilizaciones se organizaron
inicialmente por fuera, en oposición a las instituciones políticas existentes.
En un contexto aún autoritario, pero ya en proceso de liberalización, los
movimientos sociales permitieron la expresión de demandas sociales en
un contexto en que los sistemas de partidos en proceso de construcción
no podían aún asegurar la mediación. La creación de nuevos partidos
políticos de izquierda, lejos de constituir una pérdida de autonomía para
esos movimientos sociales, ha descansado a menudo sobre su iniciativa.
La fabricación de los “partidos-movimientos” como en los casos del Frente
Amplio en Uruguay, del PT brasileño, del PRD mexicano e incluso del MAS
boliviano, respectivamente a partir de 1971, 1980, 1988 y 1999, permitió a
ciertos movimientos sociales pasar a la política, sea como organizaciones,
sea a través de los recorridos individuales de sus militantes.
A partir de 2001, Doug McAdam, Sidney Tarrow y Charles Tilly, a
través de varias publicaciones, propusieron ampliar el campo de observación
de la sociología de las movilizaciones teniendo como fundamento la
noción de “política contestataria” o de “política del conflicto”, que toma
en cuenta las interacciones incesantes entre las esferas institucionales y
no institucionales, el entrecruzamiento de los actores, de las identidades
y de las movilizaciones, así como los procesos individuales de entrada y
de salida de las organizaciones (MacAdam, Tarrow y Tilly, 2001; Tilly y
Tarrow, 2008). La acción colectiva se inscribe entonces en un continuum,
tanto en términos de redes sociales y de relación entre institu­ciones, como
en términos históricos. Partidos y organizaciones “amigas” forman así un
“espacio de movilización” de contornos sociales imprecisos, constituido
por redes militantes, en el seno de las cuales los individuos circulan. En su
investigación sobre el PRD, Hélène Combes mostró así que la creación de ese
44
Para una perspectiva comparada, ver los trabajos reunidos por Olivier Fillieule (dir (2005).
42
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Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
partido en 1989 reposó sobre el acercamiento de actores militantes, venidos
de organizaciones diversas: “Más que por difusión territorial, el PRD se
construyó por ‘agregación’ territorial alrededor de organizaciones sociales,
que se transformaron en verdaderas estructuras de reclutamiento de
militantes” (Combes, 2006: 151). Así los militantes salidos de organizaciones
opositoras constituían en los años noventa una proporción importante del
personal de este partido, ya que, según la autora, en el momento de su
creación, solo un cuarto de los dirigentes del PRD no había militado en el
periodo anterior y, hasta 1994, el porcentaje de militantes salidos de los
movimientos sociales aumentó hasta constituir la mitad de los dirigentes
de ese partido. En adelante, la organización, sacudida por intensas luchas
entre sus diferentes corrientes, buscó re­forzar su cohesión, por ejemplo
por la introducción de elecciones internas, con el objetivo de hacer “tomar
cuerpo al partido” (Combes, 2006: 237-240 y 340).
En muchos aspectos, la construcción del Partido de los Trabajadores,
en Brasil, siguió modalidades comparables a la del PRD. Reunión de
múltiples organizaciones del mo­vimiento social y de pequeños partidos
de extrema izquierda que se volvieron “tendencias” en su interior, el PT
estuvo marcado durante sus veinte primeros años de existencia por grandes
dificultades para unificar sus estrategias, sus discursos y su organización.
Este partido no surgió de una escisión del único partido de oposición
tolerado por el régimen militar hasta la reintroducción del multi­partismo
en diciembre de 1979, sino de un proyecto político pensado como nuevo 45.
Rechazando el regreso al sistema partidario del periodo republicano de los
años 1945-64, los fundadores del PT buscaron traducir, en la acción política,
las reivindicaciones pluralistas de los sindicatos independientes nacidos de
las huelgas de 1978 y 1979, así como reunir a actores que habían hecho su
entrada a la política durante el periodo autoritario. Concebido como un
medio estratégico para unir a los opositores más que como un instrumento
de mediación de demandas, este partido fue pensado por sus fundadores
como un recurso necesario para reunir movimientos fragmentados y para
trasladar sus luchas al plan político. Nuestras investigaciones realizadas
en el nivel local, en el Estado de Pernambuco en Brasil, confirman que la
fundación del PT siguió un proceso “de agregación territorial” comparable
a aquel evocado por Hélène Combes a propósito del PRD 46. Llegando al
partido a partir del activismo social, los adherentes del PT conservaron a lo
Sobre la creación de ese partido ver Margareth E. Keck (1986-1987); sobre la trayectoria seguida por
ciertos dirigentes de la oposición legal al régimen militar, ver las entrevistas publicadas por Marieta de
Moraes Ferreira et al. (2001).
46
Para esta investigación, en el noreste de Brasil, se asociaron entrevistas semi-directivas, archivos de
consulta y observación realizada entre 2006 y 2010.
45
VIRAJES
43
Camille Goirand
largo de toda su vida militante, un doble compromiso partidario y social.
En el caso de los sindi­calistas de la compañía regional de hidroelectricidad
o de la metalurgia, por ejemplo, el activismo partidario se ancló en
movilizaciones llevadas a cabo en el medio profesional y descansó, para su
organización, sobre los recursos provistos por los sindicatos, en términos
de adhesiones, de logística o de legitimidad. De manera más amplia, se
destaca que la organi­zación del PT, con “células” (núcleos) implantadas
en los lugares de trabajo, reflejó durante sus primeros años, entre 1980 y
1991, el compromiso sindical prioritario de sus miembros. La fundación
del PT a comienzos de los años ochenta es evocada por estos sindicalistas
como un medio “de ir más lejos”, es decir, de un lado, como manera de
reforzar la movilización en el lugar de trabajo a partir de reivindicaciones
políticas de orden más general, de otro lado, como medio de ganar
representatividad en las instituciones con el fin de acrecentar los recursos
disponibles para la acción colectiva. Con relación a este tema, las hipótesis
de la “multiposicionalidad” de los militantes y del “continuum” de la acción
colectiva dan cuenta de las estrategias de los movimientos sociales “de
base”, así como de las trayectorias de sus militantes. Ellas sugieren también
que la cuestión de la autonomía resulta menos de la estrategia histórica de
las organizaciones de protesta que de los discursos, expertos o militantes.
Reflujo y renacimiento de los nuevos movimientos sociales
en América Latina. ¿La institucionalización es un fracaso?
A partir de mediados de los años noventa, los observadores
de los movimientos sociales latinoame­ricanos fueron sorprendidos no
solamente por la baja en la intensidad de las movilizaciones sino también
por las limitaciones importantes de sus conquistas. En efecto, la puesta en
marcha de gobiernos representativos no descansó, de inmediato, sobre una
democratización profunda de las sociedades, cada vez más y más violentas
y desiguales47. Una vez que sus demandas materiales fueron satis­fechas,
las microorganizaciones locales, nacidas en los años ochenta, perdieron,
para muchos, su capacidad reivindicativa y movilizadora. Este proceso de
desmovilización puede explicarse por múltiples factores, que, por nuestra
parte, hemos observado en las barriadas de Río de Janeiro. Primero, la
satisfacción de ciertas demandas materiales, expresada por ejemplo por la
idea de “ahora, tenemos todo”... En segundo lugar, también cuentan, las
fatigas y hastíos asociados a la voluntad de consagrarse más a los asuntos
47
Esto es lo que muestran los trabajos publicados por Juan E. Mendel, Guillermo O’Donnel, Paulo Sérgio
Pinheiro (Eds) (2000).
44
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Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
privados48. A partir de un trabajo de investigación cuantitativo sobre la
producción documental de las organizaciones de movimiento social en
Brasil, Ana Maria Doimo mostró que la década del noventa había conocido
menos movilizaciones que la precedente (Doimo, 1995: cap. 4). Frente
a esta erosión, observadores, intelectuales y universitarios de izquierda
expresaron desencanto y una desilusión equivalente a las esperanzas
que habían puesto, algunos años antes, en las movilizaciones popu­lares.
Subrayando sus fracasos y sus fragilidades, muchos lamentaron los límites
del cambio social impuesto por “el movimiento popular” (en singular),
finalmente efímero y marcado por su “espíritu provinciano” (Jacobi, 1990).
Considerado como una pérdida de autonomía y de identidad, incluso
como una inflexión del compromiso, la institucionalización de los nuevos
movimientos sociales fue interpretada como su fracaso.
El “reflujo” de los nuevos movimientos sociales ha hecho así
gastar mucha tinta a partir de mediados de los años noventa. A pesar de
la pertinencia de la baja de intensidad de las movilizaciones opositoras
nacidas en los años ochenta, este análisis lamentablemente no está completo,
al menos por dos razones. Primero, porque descansa sobre la idea de
una oposición radical entre movimientos sociales y política institucional;
idea que no toma en cuenta ni los logros de los trabajos clásicos sobre la
participación política que indican que los individuos comprometidos son
también aquellos que tienen la más grande propensión a participar en la
política convencional, ni los de la “complementariedad de la protesta y de la
acción polí­tica convencional”, como lo mostró por ejemplo Jack Goldstone
(2003: 7). Además, porque una mirada a las trayectorias individuales de
los militantes, y a los espacios sociales y políticos que ellos atraviesan,
permite atenuar el diagnóstico del “reflujo” o del fracaso. Indican en qué
medida el ciclo de protesta nacido en los años ochenta, de un lado ocasionó
la formación de un nuevo personal político y administrativo49, de otro lado
permitió el reconocimiento de ciertos derechos fundamentales. Además,
los años dos mil mostraron que sin duda ese ciclo de protesta no estaba
cerrado.
Remarcamos que el sentido que tomó la institucionalización de
los movimientos sociales en los años setenta no es uniforme. En relación
a las asociaciones barriales, por ejemplo, dos interpretaciones compiten
entre sí. La primera subraya el carácter poco o nada politizado, volátil y
heterogéneo de estas microorganizaciones, enfocadas prioritariamente
hacia la satisfacción de reivindicaciones materiales localizadas y en
Esto es lo que nosotros mostramos en Goirand (2000, capítulo 6).
Problèmes d'Amérique Latine publicó un dossier sobre ese tema: “Le renouvellement du personnel
politique (2005-2006).
48
49
VIRAJES
45
Camille Goirand
beneficio único de sus miembros. En esta perspectiva, institucionalización
pudo significar clientelización, casi desmovilización. Pero además, esas
organizaciones se insertan en un sistema de acción amplio, construido por
la intensa circulación de militantes y por sus posiciones múltiples, entre
movimiento social, partidos políticos, administraciones públicas locales y
profesionales de ayuda social. Por otra parte, Sydney Tarrow mostró que
los ciclos de protesta comienzan, pero también avanzan con cambios en la
estructura de las oportunidades políticas. Según él, el fin de los ciclos de
protesta está marcado por recomposiciones de la política institucional y,
notablemente, por la integración de los dirigentes de los grupos opositores a
los sistemas políticos (1994: cap. 1), ya que su nuevo posicionamiento no les
impide automáticamente conservar sus antiguas lealtades militantes. Jack
Goldstone estima así que “comprender cómo los movimientos sociales dan
nacimiento a partidos, diseñan los alineamientos políticos e interactúan con
las instituciones de la política ‘normal’; todo esto es esen­cial para entender
las dinámicas políticas” (2003: 12).
En la América Latina de los años dos mil, las victorias electorales de
partidos de izquierda construidos en la protesta desde los años ochenta se
inscriben en este tipo de proceso (Varios, 2005; Dabène, 2007). En realidad,
las dinámicas de esas recomposiciones son múltiples. En primer lugar,
una parte de las demandas de derechos de los movimientos populares han
sido incorporadas a las agendas políticas nacionales y son objeto, hoy en
día, de políticas públicas. Es el caso por ejemplo de las reivindicaciones
indigenistas en los países andinos que han adoptado, todos ellos, nuevas
constituciones en los años noventa o dos mil y reconocido el carácter
“multicultural” de sus naciones (Gros, 2003). En segundo lugar, un número
importante de militantes surgidos de movimientos populares entró en la
política. Dos exsindicalistas famosos, Evo Morales y Luis Inácio Lula da
Silva, dirigen hoy Bolivia y Brasil, por ejemplo. A nivel local, los dirigentes
de los partidos de la izquierda se benefician, con el ejercicio de sus mandatos
legislativos, con un fuerte arraigo en el seno de los medios asociativos y
sindicales50. En tercer lugar, una parte de los dirigentes asociativos pudo
convertir las competencias adquiridas en las movilizaciones en recursos
profesionales, por ejemplo en el seno de las administraciones municipales
de izquierda. En la ciudad de Recife en Brasil, que es dirigida desde 2001
por el PT, los antiguos militantes asociativos son numerosos en los servicios
municipales encargados de la vivienda social, del planeamiento urbano,
o incluso de la elaboración participativa del presupuesto. En fin, en todo
50
En lo que concierne al PT brasilero, en la región del Noroeste, nosotros evocamos esas cuestiones en
Goirand (2007).
46
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Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
el continente, la introducción genera­lizada de las políticas municipales
llamadas “participativas” se inscribe también en esta dinámica de
recomposición, ya que ella institucionalizó nuevos canales de mediación
de las demandas sociales y acentuó la rutinización de los movimientos.
Sin embargo, las investigaciones continúan siendo insuficientes sobre la
manera como esos dispositivos de participación y de consulta contribuyen
a transformar las lógicas del poder local y abren nuevos espacios para la
acción política. En suma, las dinámicas de la movilización pasan por esas
recon­figuraciones de las relaciones de fuerza locales, por esta doble historia
donde las construcciones institucionales se encuentran con las trayectorias
individuales, dinámicas cuya observación precisa, a nivel local, todavía
queda por hacer.
El análisis de la protesta en los años dos mil
Las publicaciones en ciencias sociales sobre los movimientos
sociales de América Latina vieron bajar su ritmo desde fines de los años
noventa, al momento mismo que las movilizaciones volvieron a tener una
fuerte intensidad y que el ambiente político y social se transformaba radica­
lmente. Con la liberalización de los regímenes políticos pero también de
las economías, no solamente los intereses sino también el marco de las
movilizaciones fueron redefinidos. Es esto lo que subrayan precisamente
algunos trabajos colectivos publicados desde 2000. Con Susan Eckstein se
pueden diferenciar las dinámicas de erosión de aquellas del refuerzo de la
protesta. Las primeras conciernen sobre todo el movimiento obrero, que
ha seguido su descenso, como lo prueba la baja del número de huelgas a
lo largo de los años noventa51. Mientras que las movilizaciones continúan
alejándose de la esfera del trabajo, territorializándose y construyéndose
alrededor de la afirmación de identidades culturales (Merklen, 2002), las
invasiones de tierra en medio urbano pierden su frecuencia y la Iglesia
católica efectúa un regreso hacia la fe y la acción religiosa. Sin embargo,
al mismo tiempo, otras movilizaciones parecen seguir dinámicas
diferentes y cobrar fuerza: los repertorios de acción colectiva continúan
enriqueciéndose, con las largas marchas pacíficas hacia las capitales, como
aquella hacia Quito en noviembre de 2002; los movimientos de defensa de
los derechos no disminuyen en Chile, ni en Argentina donde obtuvieron
la anulación de las leyes de amnistía entre 2003 y 2005; las organizaciones
indigenistas mostraron su capacidad de movilización en Bolivia, primero
Para una visión general sobre las movilizaciones en los años 2000, ver Susan Eckstein (2001, págs. 351406). Ver igualmente el monográfico “The New Politics of Social Movements in Latin America” (2007).
51
VIRAJES
47
Camille Goirand
durante la “guerra del agua” en Cochabamba en 2000, luego durante la
“guerra del gas” en El Alto en 2003 y después de la elección de Evo Morales
a la presidencia en 2006; el descontento con las clases políticas quebrantó
los regímenes políticos argentino en 2001 y ecuatoriano en 2004 y en 2007
al grito “¡Que se vayan todos!”, mientras que los mexicanos ocupaban las
plazas públicas para manifestar su descontento con el resultado de la elec­
ción presidencial o la legitimidad del gobernador del Estado de Oaxaca a
partir de julio de 2006... El conjunto de estas movilizaciones se desarrolla en
un ambiente renovado, que ofrece múltiples recursos a las organizaciones
de acción colectiva. Primero, a pesar de los límites de las democratizaciones,
los sistemas políticos nacionales son más favorables a la expresión de
sus reivindicaciones y a la mediación de sus demandas, como lo hemos
mencionado. Luego, los movimientos nacidos después de los años setenta
se insertan cada vez más en redes transnacionales que contribuyen a su
legitimación, a la difusión de sus principios y a la construcción de alianzas
a múltiples niveles52.
En la segunda mitad de los años dos mil, esas movilizaciones fueron
objeto de algunas publicaciones, que muestran que la perspectiva identitaria
no ha perdido su fuerza. Así como lo deploraba Jon Shefner en 2004 en la
revista Mobilization, “el modelo de la política de protesta no ha penetrado
todavía los trabajos actuales sobre la América Latina” (Schefner, 2004: 220)53,
y el enfoque cultural “basista”, defendido por ejemplo por Sonia Álvarez
y Arturo Escobar, es aún “tenaz”, cualquiera que haya podido ser el daño
impuesto por las políticas neoliberales para la construcción de los derechos
sociales, como lo indica el dossier publicado por ejemplo por Latin American
Perspectives en 2007 o incluso la reciente obra de Yvon Le Bot (Le Bot, 2009;
Varios, 2007). Sin embargo, los enfoques teóricos diversificados reemplazan
poco a poco al precedente, por ejemplo en los trabajos llevados a cabo
por Joe Foweraker y Todd Landman sobre la relación entre movimientos
sociales y derechos ciudadanos, por Javier Auyero sobre los saqueos
de almacenes en Argentina en 2001 o incluso en el dossier publicado en
2004 por la revista Mobilization (Foweraker y Landman, 1997; Eckstein y
Wickham-Crowley, 2003; Varios, 2004; Auyero, 2006; Varios, 2010). Para
observar estas movilizaciones, parece indispensable no limitarse más a la
52
Kathryn Sikkink propone un modelo de análisis a partir de la observación de las movilizaciones
alrededor de la justicia transicional en Argentina y en España ( (2005). Su perspectiva es enriquecida de
manera interesante a partir de un estudio de caso, realizado por Julie Stewart (2004).
53
En nuestra práctica pedagógica hemos observado la fuerza de seducción de esta perspectiva para los
estudiantes; perspectiva que responde a menudo a su desarraigo frente a la dureza y la violencia de la
realidad social en América latina, pero que, al mismo tiempo, refuerza en ellos las confusiones entre
discursos militantes y observación científica.
48
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Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones...
evaluación del impacto, del aporte o del sentido de la protesta y recurrir
a otros instrumentos concep­tuales y metodológicos de la sociología de la
acción colectiva: no solamente la identificación de los recursos y de las
estrategias movilizadas por los actores, la observación de las prácticas de
la protesta, el análisis de las lógicas de las organizaciones, sino también
una mirada a las trayectorias militantes, la reconstitución del espacio social
y político ocupado por los movimientos... tantas entradas necesarias para
renovar nuestra manera de aprehender los movimientos sociales de Amé­
rica Latina.
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52
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52
Trayectos militantes
Autor: Andrés Luna
Técnica: Fotografía
VIRAJES
“SOMOS IRMÃOS EM SONHOS E EM UTOPIAS”:
ANCESTRALIDADE POLÍTICA, ADESÃO À
CAUSA E ITINERÁRIOS DE MILITÂNCIA NA
COMISSÃO DE ANISTIA
JOÃO BAPTISTA ALVARES ROSITO*
Recibido: 15 de julio de 2013
Aprobado: 19 de octubre de 2013
Artículo de Investigación
* Graduado em Comunicação Social pela Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul (2004),
especialista em Direitos Humanos pela Escola Superior do Ministério Público da União e Universidade
Federal do Rio Grande do Sul (2008) e mestre em Antropologia Social pela Universidade Federal do
Rio Grande do Sul (2010). Integra o Núcleo de Pesquisa sobre Culturas Contemporâneas (NUPECS)
do PPGAS-UFRGS e o Grupo de Estudos sobre Justiça de Transição e Internacionalização do Direito
(IDEJUST), do Instituto de Relações Internacionais da Universidade de São Paulo. É pesquisador do
Grupo de Pesquisa Constitucionalismo na América Latina da Faculdade de Direito da UFRGS. E-mail:
[email protected]
VIRAJES
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84
“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política...
Resumo
Este artigo analisa a implementação de uma política reparatória por
perseguições políticas empreendidas durante a ditadura militar brasileira
(1964-1985). A partir de uma etnografia na Comissão de Anistia, órgão do
Ministério da Justiça do Brasil responsável por analisar os requerimentos
de reparação baseados na lei 10559 de 2002, busca-se compreender como
os integrantes da referida agência estatal, responsáveis por emitir decisões
sobre o assunto, significam o trabalho que desenvolvem e atenta-se para
os capitais e trajetórias que credenciam esses sujeitos para os postos que
ocupam.
Através de observação participante em sessões de julgamentos
de requerimentos de reparação econômica e anistia política e por meio
de entrevistas semidirigidas com integrantes do órgão, identificou-se
um conjunto de atributos relevantes para a inserção destes sujeitos na
Comissão de Anistia. Neste sentido, destacam-se, de um lado, a trajetória
acadêmica com altos níveis de instrução, da qual resulta o manejo de um
saber jurídico especializado; de outro, a experiência junto a movimentos
sociais e/ou a participação em grupos universitários de assessoria jurídica
popular, o que lhes confere uma perspectiva militante. Igualmente, emerge
a questão geracional, visto que é possível identificar um perfil etário entre
os integrantes da Comissão que os distancia geracionalmente em relação às
vítimas da ditadura militar.
A partir da ideia de “itinerários de militância”, busca-se analisar
a circulação destes agentes entre a universidade, o campo estatal e os
movimentos sociais e as estratégias discursivas construídas para enfrentar
as tensões e conflitos resultantes do trabalho que desenvolvem e do trânsito
entre estes diferentes espaços de atuação. Identifica-se uma construção
narrativa de significação e de legitimação fundada nas concepções de
“ancestralidade política” e de “adesão à causa”.
Palabras clave: antropologia, anistia, militância, ditadura militar, direitos
humanos, vítimas.
VIRAJES
57
João Baptista Alvares Rosito
“SIBLINGS IN DREAMS AND UTOPIAS”: POLITICAL
ANCESTRY, ADHERENCE TO THE CAUSE, AND
MILITANCY ITINERARIES AT THE AMNESTY
COMMISSION
Abstract
In this article the implementation of restorative policies for the
political persecutions carried out during the Brazilian military government
(1964-1985) is analyzed. Based on an ethnography carried out at the
“Amnesty Commission”, a division of the Ministry of Justice in Brazil that is
responsible for the analysis of the reparation demands based on Law 10559
of 2001, it is intended to understand how its members, who are responsible
for issuing decisions, related with the work they carry out, understand their
activity, as well as to identify which are the assets and previous careers that
make them deserve their positions.
Through participant observation of the opinion sessions of economic
and political amnesty reparatory demands and through semi-directed
interviews to this body, a set of important characteristics for their inclusion
in the “Amnesty Commission” were identified. On one hand, their
significant academic careers with high levels of instruction which gives
them a command of specialized legal knowledge, and on the other hand the
participation in social movements and/or free legal assistance belonging
to universities which confers them a militant perspective. Similarly, an
important age profile which separates them from the dictatorship victims
emerges.
From the notion of ‘militancy itineraries’, the circulation of such
agents amongst the academic environments, the State sphere and the social
movements are analyzed as discursive strategies built in order to face the
tensions and conflicts resulting from their work and from their mobility
through the diverse fields of action. A narrative construction of signification
and legitimacy arises, founded on the concepts of ‘political ancestry’ and
‘adherence to the cause’.
Key words: restorative policies, amnesty commission, dictatorship victims,
political ancestry, adhesion to cause, militancy itineraries
58
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84
“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política...
E
ste artigo1 baseia-se em um dos capítulos de minha dissertação
de mestrado, intitulada “O Estado pede perdão: a reparação
por perseguição política e os sentidos da anistia no Brasil”,
defendida em agosto de 2010 junto ao Programa de Pós-graduação em
Antropologia Social da Universidade Federal do Rio Grande do Sul. A
pesquisa desenvolvida teve uma abrangência maior do que o recorte aqui
apresentado e buscou analisar os sentidos articulados e tecidos ao longo da
execução de uma política de reparação a vítimas de perseguição política
durante a ditadura militar brasileira, entre os anos de 1964 e 1985, por meio
do estudo da operação de uma lei que concedia reparação econômica a
atingidos pelos atos do governo ditatorial.
Para tanto, o trabalho de campo que resultou na dissertação de
mestrado privilegiou atividades públicas da Comissão de Anistia, órgão
do Ministério da Justiça responsável por analisar e decidir sobre os
requerimentos de reparação econômica baseados na Lei 10559 de 2012.
Neste artigo, reproduzo um dos eixos de análise desenvolvidos na pesquisa,
atendo-me à discussão acerca das trajetórias e itinerários de militâncias dos
integrantes desta agência estatal incumbida da aplicação do diploma legal
que regulamenta a concessão de anistia política e reparação econômica a
vítimas de perseguição política no Brasil. Parto, pois, da pergunta “quem
pede perdão?” – que deriva de um dado do trabalho de campo que indica,
justamente, uma ressignificação do conceito de “anistia política” em uma
esfera dos campos político e jurídico brasileiros a partir da atuação da
Comissão de Anistia, concedendo a tal instituto jurídico o sentido de um
pedido de perdão por parte do Estado àqueles que sofreram perseguições e
violações de direitos humanos por motivações políticas. Busco entender
quem são os atores sociais responsáveis pela operação da referida lei em
um determinado contexto e período, de que forma entendem e significam o
trabalho que desenvolvem e quais os percursos que os levaram à condição
que oram detêm – qual seja, a de integrantes de dita Comissão.
A ditadura militar brasileira que vigorou entre os anos de 1964 e 1985
insere-se em um processo político regional mais amplo, do qual resultaram
regimes do mesmo formato em outros países da América do Sul, como
Argentina, Chile e Uruguai. Por sua longa duração (21 anos), pelas
especificidades de seu aparelho repressivo e a articulação deste com o campo
jurídico, pelo número de vítimas fatais, de exilados e dos que tiveram seus
mandatos cassados e pelo modo com que se organizaram os movimentos
de resistência e de defesa dos presos políticos, o caso brasileiro difere-se
1
Versão anterior deste artigo foi apresentada na X Reunión de Antropología del Mercosul, realizada de
10 a 13 de julho de 2013, em Córdoba, Argentina, no GT 23 – Antropología, Compromiso Militante y
Participación Política.
VIRAJES
59
João Baptista Alvares Rosito
substancialmente dos de seus países limítrofes, embora, como hoje se saiba,
a repressão e a violência política muitas vezes foram pensadas e praticadas
de forma articulada, em ações de cooperação internacional dos órgãos
de repressão da região. De acordo com o III Plano Nacional de Direitos
Humanos, lançado em 2009, entre cujas propostas estava a criação de uma
Comissão Nacional da Verdade, estimam-se em 50 mil os presos no período
logo posterior ao golpe de 1964 e em 20 mil os submetidos a tortura ao longo
da ditadura. Calcula-se ainda a ocorrência de cerca de quase 5.000 cassações
de mandatos políticos, uma centena e meia de banimentos e milhares de
refugiados e exilados, cujo universo ainda não foi possível determinar.
Estimam-se ainda em cerca de 500 mortos e desaparecidos – entre estes, o
próprio Estado brasileiro reconheceu sua responsabilidade em pelo menos
cerca de 350 casos.
Os números acima citados são as cifras atualizadas e constam de
documentos oficiais publicados nos últimos anos, fruto de uma retomada do
debate público e de políticas públicas voltadas ao tema da ditadura militar
no Brasil. Tanto a transição da ditadura para a democracia, no final dos
anos 1970, quanto as políticas de reparação às vítimas, gestadas ao longo
da década de 1990 e início dos anos 2000, tiveram base legal específica,
cada qual levando para as respectivas leis o contexto político em que
foram forjadas. Aqui, importante citar a Lei 6.683 de 1979, que, ao tornar
inimputáveis os crimes políticos estabelecidos pelo próprio regime militar,
possibilitou o retorno de milhares de lideranças e militantes políticos que,
perseguidos pela ditadura, haviam deixado o país nos anos anteriores e, com
isso, viabilizou a reorganização dos partidos políticos; a Lei 9.140 de 1995,
que reconheceu a responsabilidade do Estado na morte e desaparecimento
de 136 pessoas e criou a Comissão Especial sobre Mortos e Desaparecidos
Políticos, com a responsabilidade de analisar outros casos; e, por fim, a Lei
10559 de 2002, que estabeleceu os critérios de reparação econômica para as
vítimas de perseguição política2, entre os anos de 1946 a 19883.
2
Não abordo o processo de mobilização e negociação políticas que resultaram na elaboração e aprovação destas leis. Para este aspecto, os trabalhos de Mezarobba (2006, 2007) são os que, até o momento,
enfrentam a questão com maior fôlego analítico e documental. Mais recentemente, o trabalho de Rodeghero, Dienstmann e Trindade (2011) traz importante contribuição, agregando as especificidades dos
debates políticos e movimentos sociais que tiveram protagonismo no Sul do Brasil.
3
Ainda que a lei preveja este lapso temporal para a concessão da reparação econômica, que integra um
período de regime democrático (entre os anos de 1946 a 1964), a pesquisa teve como objeto de estudo
as reparações concedidas em decorrência das perseguições políticas perpetradas durante a ditadura
militar (entre 1964 e 1985, portanto), bem como as demais atividades da Comissão alusivas às violências
cometidas no mesmo período. Tal recorte temporal para a pesquisa, ainda que tenha sido estabelecido
a priori, contemplando o interesse do pesquisador, não deixou de emergir como dado do trabalho de
campo, visto que todos os eventos públicos, sessões de julgamento, entrevistas com informantes e documentos analisados sublinhavam a atuação do órgão como uma política de reparação e memória acerca
da ditadura militar. Assim, tal recorte temporal também foi estabelecido a partir de uma visão êmica, a
60
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“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política...
O texto legal define o regime do “anistiado político”, estabelecendo
o direito à “declaração de anistiado político”; à “reparação econômica,
de caráter indenizatório, em prestação única, ou em prestação mensal
permanente e continuada [...]”; à “contagem, para todos os efeitos, do
tempo em que o anistiado político esteve compelido ao afastamento de suas
atividades profissionais, em virtude de punição ou de fundada ameaça de
punição por motivos exclusivamente políticos [...]”; à “conclusão do curso
[...] para o punido na condição de estudante [...], ou o registro do respectivo
diploma para os que concluíram curso em instituições de ensino no exterior
[...]”; e à “reintegração dos servidores públicos civis e dos empregados
públicos punidos [...]”. São elencadas 17 situações que, confirmadas a
“motivação exclusivamente política”, configuram o direito à anistia política,
entre elas as punições por atos institucionais, o afastamento de atividades
remuneradas “em virtude de pressões ostensivas ou expedientes oficiais
sigilosos”, as punições a estudantes, as demissões por participação em
greve, entre outras. Em todas elas, destacam-se a perseguição política
e os reflexos dela na atividade profissional do perseguido. A reparação
econômica de caráter indenizatório é prevista em duas modalidades,
conforme a legislação. A “prestação única” é garantida “aos anistiados
políticos que não puderem comprovar vínculo com a atividade laboral” e
consiste no pagamento de trinta salários mínimos por ano de punição com o
valor máximo de R$ 100 mil. A “prestação mensal permanente continuada”
é destinada aos anistiados que “comprovarem vínculo com a atividade
laboral”, e o valor “será igual ao da remuneração que o anistiado político
receberia se na ativa estivesse”. No segundo caso, os beneficiários recebem
o valor retroativo a cinco anos, a partir da data em que protocolaram o
requerimento.
À Comissão de Anistia cabe deliberar sobre os requerimentos de
anistia política e reparação econômica embasados em tal dispositivo legal.
Tal deliberação fica a cargo dos conselheiros, que realizam sessões semanais
de apreciação dos requerimentos e decidem em forma colegiada, com a
participação de pelo menos três conselheiros. Os conselheiros4 são nomeados
pelo ministro da Justiça e desenvolvem a atividade sem remuneração.
partir da qual os próprios sujeitos da pesquisa narram e entendem os trabalhos da Comissão da Anistia
como destinados a reparação das perseguições políticas ocorridas entre 1964 e 1985. Com respeito ainda
ao lapso temporal adotado pela lei, importante mencionar que a amplitude de abrangência sempre foi
um ponto controverso, principalmente pela oposição de setores mais identificados com o regime de
1964 a fixar como marcos as datas referentes ao início e término da ditadura, como registram os trabalhos de Mezarobba (2006, 2007). Assim, o deslocamento para 1946 como marco inicial aponta para os
embates sobre o conteúdo político de uma periodização histórica em um texto legal.
4
Em agosto de 2010, época da finalização desta pesquisa, a Comissão da Anistia era composta por 24
conselheiros.
VIRAJES
61
João Baptista Alvares Rosito
A Comissão também é composta por assessores e funcionários, que
trabalham em variadas áreas, como atividades administrativas, assessoria
aos conselheiros, análise dos requerimentos propriamente e redação de
proposta de votos até o desenvolvimento de projetos específicos na área de
memória, como ver-se-á na sequência.
A pesquisa de campo foi realizada entre 2008 e 2010 e teve
como espaço prioritário as Caravanas da Anistia, sessões itinerantes de
julgamento dos requerimentos em diferentes cidades do país, das quais
estive presente em Caxias do Sul, Porto Alegre, São Leopoldo, Charqueadas
e Pelotas, no Rio Grande do Sul; em Brasília e em Florianópolis5. Também
participei de outras atividades promovidas pela Comissão de Anistia,
como uma audiência pública, uma oficina em um congresso acadêmico
e um seminário internacional sobre Comissões de Verdade e Reparação
Ainda foram realizadas nove entrevistas6 semidirigidas com integrantes da
Comissão: com o presidente, quatro conselheiros e com quatro assessores,
que trabalhavam em diferentes funções.
Os sentidos da anistia
Em 2007, assume a Comissão de Anistia o advogado e professor
universitário Paulo Abrão, à época 32 anos de idade. Graduado e mestre em
Direito, atuava como professor em uma universidade no Rio Grande do Sul.
É convidado para presidir a Comissão de Anistia pelo ministro da Justiça,
que o incumbe de conceber um projeto educacional em direitos humanos,
de memória e de patrimônio cultural a ser desenvolvido no âmbito da
Comissão, a fim de que o órgão não abordasse a temática da perseguição
política apenas pelo viés da reparação econômica.
O momento coincide com o início do segundo mandato de Luiz
Inácio Lula da Silva como presidente da República (2007-2010) e com
a mudança de ministro da Justiça. Também ocorre em um contexto em
que as reparações econômicas baseadas na Lei 10559 de 2002 ganham
destaque na cobertura jornalística nacional em virtude da notoriedade
de alguns beneficiários – jornalistas e escritos de renome nacional – e dos
valores atribuídos a título de reparação, narrados na imprensa como cifras
5
As Caravanas da Anistia são detalhadamente abordadas na dissertação de minha autoria “O Estado
pede perdão: a reparação por perseguição política e os sentidos da anistia no Brasil”, disponível online
em http://www.lume.ufrgs.br/bitstream/handle/10183/27498/000764739.pdf?sequence=1
6
Os nomes dos conselheiros e dos assessores com quem realizei entrevistas foram alterados, à exceção
do presidente da Comissão. Nas referências aos conselheiros que não foram entrevistas, os nomes verdadeiros foram mantidos.
62
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“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política...
vultuosas7.
Criada em 2001, até então a Comissão de Anistia dedicava-se à
apreciação dos requerimentos de reparação econômica por perseguição
política baseados na Lei 10559. Com a nomeação de Paulo, quarto8 presidente
desde que o órgão entrou em funcionamento, a equipe da Comissão é
alterada – há a nomeação de novos conselheiros e de assessores em cargos
de confiança para o desenvolvimento de projetos específicos na área de
educação em direitos humanos e de memória e patrimônio cultural. Nesse
cenário, opera-se uma espécie de refundação da Comissão, vinculada aos
sujeitos que passam a integrar o órgão, visto que a pauta e a atuação do
órgão são profundamente alteradas.
Neste contexto, surgem as Caravanas da Anistia, sessões itinerantes
de apreciação dos requerimentos em diferentes cidades do país realizadas
preferencialmente em universidades e entidades identificadas de alguma
forma com a luta contra a ditadura. Além das Caravanas, audiências
públicas, promoção de seminários e participação em eventos acadêmicos,
os conselheiros da Comissão dedicam-se a teorizar sobre as questões
relativas à reparação de violações de direitos humanos, isto é, para além
da aplicação da lei, inicia-se um processo de atualização daquela prática
jurídica estatal e de produção bibliográfica, que é lida agora a partir de
uma gramática internacional dos direitos humanos. Assim, o conceito de
anistia política, que possui um significado particular na história brasileira9,
é articulado junto com o de justiça de transição10, numa inserção do primeiro
em uma doutrina internacional.
7
SEQUEIRA, Cláudio e VALENTE, Rubens. Comissão aprovou R$2,9 bi de indenização a anistiados.
Folha de São Paulo, São Paulo, p. A4, 12 de abril de 2008.
8
Os anteriores foram: Petrônio Calmon Filho, José Alves Paulino, Marcello Lavenère Machado. Paulo
Abrão Pires Júnior assume o cargo em abril/2007.
9
Como referido anteriormente, a anistia política estabelecida pela Lei 6.683 de 1979 tornou inimputáveis
os crimes políticos estabelecidos pela ditadura militar e seu resultado imediato foi o retorno ao Brasil
de milhares de exilados. A aprovação da lei foi antecedida por amplas mobilizações populares. Destes,
destacam-se o Movimento Feminino pela Anistia e os Comitê Brasileiro pela Anistia, sobre os quais indica-se a leitura dos trabalhos de Grecco (2003) e Rodeghero, Dienstann e Trindade (2011). O importante
de ressaltar neste ponto é a historicidade deste termo no contexto político brasileiro que, para além do
instituto jurídico que representa, ganha diferentes sentidos ao longo o tempo. Sob este ponto de vista, a
anistia de 1979, ainda que tenha sido imediatamente depois de sua aprovação lida também como uma
anistia aos torturadores e agentes do regime militar, representou uma primeira mobilização de massas
contra a ditadura e, por isso, aglutinou entre seus defensores representantes de distintos setores, de
diferentes matizes ideológicas, mas unidos pela mobilização em torno da redemocratização do país.
10
Como explica Glenda Mezarobba: “[...] a justiça de transição inclui processos judiciais contra acusados
de violações de direitos humanos, que podem ocorrer na esfera doméstica, internacional ou mesmo
desenvolver-se de forma híbrida; a revelação da verdade; a adoção de medidas de reparação (não apenas financeiras); as reformas institucionais (que vão de expurgos no aparato estatal a transformações
em instituições como o Judiciário);a promoção de reconciliação entre as principais partes envolvidas no
conflito e a preservação da memória do período, por intermédio da instalação, por exemplo, de museus
e monumentos” (Mezarobba, 2007: 18-19).
VIRAJES
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João Baptista Alvares Rosito
É possível observar, então, a articulação de três categorias políticas e
jurídicas na concepção e implementação desta política reparatória no Brasil
que ora se analisa –a anistia política, a reparação e a justiça de transição–, forjadas
desde as mobilizações pelo fim da ditadura, nos anos 70, até o presente, cada
qual, para além de sentidos jurídicos petrificados em doutrinas, ganhando
sentido na ação e contextos históricos em que são evocados. Assim, se a
anistia política de 1979 significou o retorno dos exilados ao país e propiciou a
reorganização partidária, ainda que executada nos moldes dos projetos da
ditadura (Grecco, 2003; Mezarobba, 2006), e se as legislações reparatórias
que asseguraram a reparação econômica pelas violência protagonizadas
pelo Estado colocaram o Brasil entre os Estados com uma agenda política
consolidada de Direitos Humanos (Mezarobba, 2007), é a partir da
internacionalização do debate, lançando mão de saberes especializados
da doutrina do Direito Internacional, e mesmo no cotejamento de outras
experiências latino-americanas, que o Brasil se volta para um debate
acerca da elucidação dos crimes e da responsabilização dos torturadores,
inaugurando, pois, uma nova etapa de tal processo.
Aqui, o que quero pontuar é que determinados conhecimentos são
trazidos para a interpretação das questões da anistia política e reparação
econômica no Brasil. Assim, ao mesmo tempo em que se desenvolvem
projetos na área da educação em direitos humanos, a entrada de professores
universitários e militantes de defesa dos direitos humanos11, com inserção no
campo do direito internacional, acabam redefinindo a política da Comissão.
De uma gestão pautada para dar um contorno educativo ao órgão pelo
ministro da Justiça, a Comissão de Anistia, no desenvolvimento desses
projetos, coloca em cena novos saberes e articula outras pautas políticas,
passando a ser um lócus de formulação de reivindicação, mobilização e
11
Importante destacar que o termo “direitos humanos” é tomado, pelos entrevistados e pelos discursos
que informam sobre a política reparatória, de duas maneiras. De um lado, a concepção de “violação de
direitos humanos” é acionada como sinônimo e, em certo sentido, em substituição a, de “perseguição
política” e “tortura”. De outra parte, quando acionado para referir-se à militância dos próprios integrantes da Comissão de Anistia, o termo “direitos humanos” e especialmente “militância em direitos
humanos” designa uma pauta e uma série de atuações políticas que dialogam uma pauta política tradicionalmente atribuída aos movimentos de esquerda, como o movimento estudantil, a defesa de reforma
agrária, a defesa das populações pobres, etc. Em termos mais gerais, o termo “defesa dos direitos humanos” adere-se aos movimentos pelos direitos dos presos comuns e de denúncia da situação do sistema
carcerário. Paulatinamente, seu sentido alarga-se para abranger outros direitos, especialmente aqueles
classicamente entendidos como “direitos fundamentais”, que versam sobre direitos políticos, civis, individuais e, mais recentemente, direitos sociais. Por isso, em algumas passagens, os entrevistados afirmam, em alusão a si próprios e aos seus pares, serem engajados na “defesa dos direitos humanos”, ao
mesmo tempo em que declaram nunca antes terem integrado um coletivo cuja militância tivesse como
pauta a repressão da ditadura militar. Neste sentido, o contexto e os sentidos diferem-se radicalmente
da realidade argentina, na qual “direitos humanos” tem um sentido bastante preciso e vinculado à
questão dos desaparecidos políticos.
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“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política...
articulação em torno de projetos políticos que envolvem diferentes sujeitos.
Desse modo, a Comissão torna-se uma das protagonistas na discussão
acerca da responsabilização dos torturadores e, por outro lado, empreende
uma reconfiguração da concepção de anistia política no Brasil, conectada a
outras experiências internacionais.
Dispostos a alinhar aos procedimentos burocráticos da aplicação
da legislação outros sentidos – tanto porque acreditam que o dinheiro
não cumpriria a finalidade de reparação, quanto como forma de exaltar
a trajetória política de ex-perseguidos políticos –, os conselheiros da
Comissão de Anistia passam a formular um pedido de desculpas por parte
do Estado brasileiro pelas perseguições políticas perpetradas nos anos da
ditadura. O objetivo do “pedido de desculpas oficiais do Estado”, segundo
os conselheiros entrevistados, é agregar “valor simbólico” à estrita aplicação
da lei que vinha até então sendo feita.
A dialética de sentido contida no conceito da anistia política no Brasil
é abordada em trabalhos que enfatizaram os processos sociais e políticos
nos quais os termos da anistia brasileira de 1979 e seus desdobramentos
foram tecidos (Greco, 2003; Mezarobba, 2006; Teles, 2007; Rodeghero, 2011).
Ao agregar à condição de anistiado político um “pedido oficial de perdão
do Estado brasileiro frente ao ex-perseguido político pelas violências
cometidas”, constrói-se um novo conceito de anistia, inédito no Brasil,
já que, até então, a ideia era circunscrita às questões de punibilidade dos
crimes e reparação de perdas. Essa ressignificação é, inclusive, narrada
pelos integrantes como a “disputa pelo instituto da anistia política”.
A atualização do conceito de anistia política, articulado com a
noção de justiça de transição, e a formulação de um pedido de desculpas em
nome do Estado pelas violências às vítimas de perseguição política estão
diretamente relacionados com os conselheiros que passam a integrar o
órgão a partir de 2007. Dito de outra forma, as concepções que são tecidas
no espaço da Comissão de Anistia e a ressignificação do conceito de anistia
política são, na realidade, fruto de determinadas concepções de mundo
e de posicionamento político dos sujeitos que implementam tal política
reparatória. Neste ponto, proponho um olhar para o Estado que reconhece
a abstração deste conceito, as descontinuidades e as disputadas travadas em
seu interior, e, por isso, uma perspectiva de estudo voltada aos sujeitos que
operam os aparatos estatais e, dentro deste cenário, disputam concepções e
práticas jurídicas e políticas. É por isso que faz sentido diante da formulação
“o Estado pede perdão”, ter como pergunta central de pesquisa “quem
pede perdão?”.
VIRAJES
65
João Baptista Alvares Rosito
Quem pede perdão?
A reconfiguração da política reparatória brasileira por perseguição política,
a partir de 2007, pode ser sintetizada pela formulação de um pedido oficial
de desculpas do Estado brasileiro frente ao ex-perseguido político. A partir
de então, a anistia política é entendida pelos sujeitos que operam a lei 10559
– e praticada – como a formulação de um pedido de desculpas do Estado
pelas violências cometidas às vítimas da perseguição política.
Reconhecendo que o Estado não se trata de uma entidade monolítica
e homogênea e interessado nos agentes que compõem este Estado – e que
nele disputam –, busco analisar as narrativas dos integrantes da Comissão de
Anistia acerca de suas trajetórias de vida, sobre como chegaram à Comissão
de Anistia e qual o impacto em suas vidas do trabalho que realizam no
órgão. Aqui, o objetivo é identificar os circuitos em que transitam e que os
conduzem até a Comissão, atentando para as experiências anteriores que
tiveram política, pessoal e profissionalmente, bem como para as possíveis
novas inserções e atividades que decorrem do trabalho na Comissão.
Trata-se, assim, também, de entender a partir de quais saberes formulam
determinada concepção de anistia política, buscando estabelecer relações
entre os diferentes conhecimentos que dispõem e que vão acumulando
ao longo do tempo. Assim, busco identificar os capitais desses agentes e
os projetos que eles desenvolvem ao longo de suas trajetórias, bem como
identificar os espaços sociais e políticos em que estiveram e que passam a
ocupar a partir da Comissão de Anistia.
Professores e intelectuais orgânicos
Ainda que a composição do conselho da Comissão contenha
integrantes de outras faixas etárias – entre 40 e 60 anos, isto é, fora do que
se poderia enquadrar na categoria “jovem” – e com trajetórias diversas das
aqui apresentadas, realizei entrevistas com os integrantes que considero
fundamentais no redirecionamento da pauta política da Comissão e, segundo
identifiquei, com perfis e experiências bastante similares, que podem ser
tomados como protagonistas das políticas implementadas na Comissão a
partir de 2007. Note-se também que, no período de realização da pesquisa,
quase a totalidade dos conselheiros havia ingressado na Comissão após
2007, por nomeação de Paulo Abrão. Estão aqui analisados os depoimentos
de conselheiros e de assessores ligados diretamente à concepção e execução
das Caravanas da Anistia. São pessoas que se enquadram no perfil descrito
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“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política...
pelo presidente da Comissão, de onde pode-se afirmar que existe um “perfil
ideal” para integrar o órgão:
Então era necessário que se forjasse um conselho que estivesse formado por
pessoas que acreditavam nessas causas: na necessidade de educar o povo
para os direitos humanos, na necessidade de se promover reparações em uma
dimensão que não fosse meramente econômica, na necessidade da preservação
da memória histórica. Na própria concepção de mundo que valoriza o direito
de resistência enquanto um ato legítimo do cidadão diante de um regime
opressor. Não vou trazer aqui pra anistiar pessoas que foram resistentes
pessoas que acham que o ato do resistente é um ato que não é um ato legítimo
e válido, política e socialmente dizendo. Então, ai eu alcancei esse perfil
de pessoas mais jovens, professores, acadêmicos ou militantes de direitos
humanos pra poder tocar a tarefa. (Paulo)
Na descrição do presidente, a composição do conselho deveria
buscar pessoas com uma determinada visão de mundo, alinhada à crítica à
ditadura e com um manejo de concepções de direitos humanos. Ao utilizar
o termo “acreditar em causas”, Paulo indica um perfil militante e engajado,
que ultrapassa a questão meramente da técnica jurídica – embora o saber
especializado seja valorizado –, indicando uma ideia de adesão e mesmo
de disposição para empreender “lutas”, conceito tão caro ao universo dos
militantes políticos. Tal entendimento é compartilhado por Henrique12,
conselheiro da Comissão, ao descrever o perfil desejado aos membros
do conselho – segundo ele analisa, o objetivo da gestão iniciada em 2007
era que “[...] professores e intelectuais orgânicos estivessem também ali
integrando para poder dar uma qualificada nessa questão mais conceitual
mesmo da Comissão”. A fala dele, respondendo à pergunta sobre como
chegara à Comissão, exprime as categorias nas quais ele mesmo se autoidentifica: “professor e intelectual orgânico”.
A descrição de Paulo e de Henrique, ao caracterizarem quem seriam
os conselheiros “ideais” para as políticas que deveriam ser implementadas
na Comissão remetem a uma série de atributos, que mesclam tanto
conhecimentos especializados, um conjunto de crenças e um perfil político
de adesão a uma causa, mas, principalmente, a disposição de “educar o
povo para os direitos humanos”. São descritos a partir de características
que se relacionam com os atos de “resistir”, “insurgir-se”.
Henrique, 41 anos, é graduado, mestre e doutor em Direito. É professor universitário e ingressou na
Comissão como conselheiro em maio de 2007. Atualmente, integra um grupo de pesquisa sobre Justiça
de Transição e Direito à Verdade e à Memória. Participou, quando era estudante de graduação, de projetos de assessoria jurídica popular.
12
VIRAJES
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João Baptista Alvares Rosito
A mesma descrição utilizada por Paulo e Henrique para descrever o perfil
ideal de conselheiros pode ser observada nos assessores responsáveis pelos
principais projetos da gestão, as Caravanas da Anistia e o Memorial da
Anistia Política no Brasil. A descrição é bastante semelhante e, dessa vez, a
vinculação ao universo acadêmico é enfatizada:
No setor de análise (dos requerimentos de reparação econômica), ele (o
processo) cai na mão de pessoas que são formadas em Direito, que são em
grande parte pessoas bem jovens, que acabaram de se formar ou se formaram
há pouco tempo, mas que tem também uma vinculação com a questão dos
direitos humanos. E o contato que se tem com esse pessoal vem muito dos
conselheiros e conselheiras e membros da Comissão que têm um pé muito
forte no universo acadêmico e que conhecem alunos, bolsistas de iniciação
cientifica, alunos que participam de projeto de extensão, que atuam nessa
questão e são talhados pro tema. (Henrique)
Além de pessoas com quem Paulo manteve contato pessoal direto na
militância estudantil nos anos 90 ou na docência, outros conselheiros são
convidados pelo perfil militante e de identificação com a biografia daqueles
que se insurgiram contra a ditadura, alguns deles que já estavam na
Comissão antes da nova gestão. Aqui, quero frisar que não se trata apenas
de pessoas que mantiveram relações políticas e pessoais diretas com a nova
gestão, mas de um conjunto de atributos que compõem um perfil desejado.
São por indicações de outras pessoas que chegam à Comissão, na primeira
nomeação de novos conselheiros, em maio de 2007, pessoas como Luciana
Garcia13, advogada que trabalha em uma organização não-governamental
com atuação internacional em direitos humanos; Jovelino Strozacke,
advogado, integrante do MST14 e descrito como “o primeiro sem terra
doutor”. E é por esse perfil que outros conselheiros que já participavam
da Comissão permanecem, como Sueli Bellato, religiosa, advogada, em
cuja biografia estão trabalhos desenvolvidos junto à Central Única dos
Trabalhadores, nos anos 80, e a atuação como assistente de acusação, ao
lado de Márcio Thomaz Basto15, no julgamento dos assassinos do líder
seringueiro Chico Mendes, assassinado em 1989 em Xapuri, no Pará. Sueli
passa a exercer o cargo de vice-presidente da Comissão em 2007.
13
Nessas referências aos conselheiros, mantenho o nome verdadeiro, já que não se tratam de entrevistados.
14
Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra, um dos maiores movimentos sociais em torno da
questão agrágria, surgido no Brasil nos anos 80 e com intensa atuação e visibilidade política ao longo
dos anos 90, por meio de intervenções públicas com cortes de estradas e ocupações de latifúndios e
realização de marchas.
15
Advogado criminalista. Foi ministro da Justiça durante o primeiro mandato de Luiz Inácio Lula da
Silva na presidência da República (2003-2006).
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“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política...
Assim, é possível, pois, identificar um capital militante16 específico que será
fundamental para a elaboração dos projetos dentro da Comissão de Anistia,
bem como na seleção dos circuitos em que vão buscar apoio na sociedade.
Como asseveram Matonti e Poupeau (2004), capital militante é um conceito
que remete a determinados saberes, dos quais resultam mobilizações, lutas
travadas dentro de determinadas organizações, ou entre organizações, mas
principalmente capacidades passíveis de serem manejadas em diferentes
ambientes, que propiciam “reconversões”. Uma determinada “visão de
mundo”, unido a “saberes especializados” levam esses “militantes” que
acreditam na “educação do povo”, “professores” e “intelectuais orgânicos” a
integrar a Comissão de Anistia. Estas “reconversões” podem ser entendidas
como trânsitos entre diferentes espaços de atuação política. Assim, seria
uma mobilidade capaz de gerar “itinerários de militância”, percursos que
levam de posições a outras dentro de um determinado campo.
Entre os conselheiros entrevistados, por exemplo, uma participa
do Conselho Penitenciário do estado em que mora, função que passou a
desenvolver após concluir o mestrado, e já participou de atividades em
um organismo de defesa “do acesso à Justiça”; a chegada dela à Comissão
de Anistia deveu-se a “essas redes que vão se formando”, conforme me
explicou. Outra conselheira, professora universitária, conciliou as atividades
docentes, o trabalho na Comissão de Anistia e o cargo de procuradora-geral
de um município na Região Metropolitana de Porto Alegre durante o ano de
2009. Dois dos assessores entrevistados saíram da Comissão – um assumiu
o cargo de secretário-adjunto de Segurança e Direitos Humanos em um
município do Rio Grande do Sul, enquanto que o outro passou a trabalhar
em um programa nacional do Ministério da Justiça.
Sonhos irmãos em sonhos e em utopias
Dos nove integrantes da Comissão de Anistia que entrevistei, seis
descreveram algum tipo de engajamento político na época de estudantes
universitários, ainda que com a ressalva, explicita no caso de um deles,
de que não se tratava da “militância tradicional”, mas sim de atividades
“extensionistas de assessoria jurídica popular”, de um movimento
Tomo como “capital militante” o conceito de Matonti e Poupeau: “Le capital militante se distinguerait
donc du capital politique qui est, por une bonne part, um capital de function né de l´autorité reconnue
par la groupe et à ce titre ‘instable’: incorpore sous forme de techniques, de disposition à agir, intervenir,
ou tout simplesment obéir, il recouvre um ensemble de savoirs et de savoir-faire mobilisables lors de actions collectives, des luttes inter ou intra-partisanes, mais aussi exportables, convertibles dans d´autres
univers, et aussi susceptibles de faciliter certaines ‘reconversiones’” (Matonti e Poupeau, 2004: 8).
16
VIRAJES
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João Baptista Alvares Rosito
estudantil de “novo tipo”, vinculado a outras atividades acadêmicas,
como a participação em grupos de pesquisa na área do Direito. Do total de
entrevistados, apenas uma afirmou ser filiada a algum partido – o Partido
dos Trabalhadores –, mas o vínculo partidário foi descrito como secundário
diante da militância realizada junto a movimentos sociais. Ainda assim, três
deles ressaltaram a proximidade ideológica com o PT17, mas frisaram que
não se tratava de uma militância institucionalizada.
A universidade aparece como lócus central da atividade política desses
agentes, espaço ao mesmo tempo de formação e de encontros com outros
militantes, de organização e planejamento de atividades. Seja no caso do
movimento estudantil de reivindicação de melhores condições de ensino,
seja no caso da participação das assessorias jurídicas populares de que falam.
Neste último caso, a militância tem na universidade a fonte de um saber
especializado, que será colocado em prática na “defesa dos movimentos
sociais”. A centralidade da universidade na vida desses entrevistados não
está apenas no fato de que militaram em algum momento no movimento
estudantil, ou de que participaram de programas de extensão. São pessoas
que desenvolvem suas carreiras a partir de uma estreita ligação com o campo
universitário, seja no permanente vínculo como alunos de cursos de pósgraduação, o que gerará um alto nível de instrução e cuja decorrência será,
em muitos casos, o exercício da docência de ensino superior. Dos cinco18
conselheiros que entrevistei, quatro são professores universitários – três são
doutores em Direito e uma cursava doutorado na época da entrevista. Dos
quatro assessores entrevistados, um já era mestre também em Direito, uma
cursava mestrado e duas eram alunas de cursos de especialização na época
em que as entrevistas foram realizadas. Dos 24 conselheiros, pelo menos
nove lecionam em faculdades de Direito.
A universidade é, portanto, o local privilegiado de encontros e
formação de grupos alinhados política e teoricamente. Foi a partir de
um encontro no universo acadêmico – no caso, com um aluno –, que
Paulo chegaria à Comissão de Anistia. Segundo ele, foi através de sua
atividade docente que seu nome foi indicado ao ministro da Justiça para
desenvolver projetos na área jurídica da pasta do governo federal. A ida
para o ministério, então, é narrada por Paulo como uma decorrência de
seu perfil de acadêmico e não de uma atuação partidária – o que mostra a
possibilidade de “reconversões” do capital militante.
Também foi na universidade que ele conheceu Júlia19, na década
Partido dos Trabalhadores.
Aqui incluo na soma a entrevista realizada com o presidente da Comissão, pois ele também desempenha a função de conselheiro e participação das sessões de apreciação dos requerimentos.
19
Júlia, 31 anos, é graduada, mestre e doutora em Direito. Integra a Comissão de Anistia como conse17
18
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“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política...
de 1990, época em que os dois eram alunos da graduação em Minas
Gerais. Juntos, fundaram a Federação Nacional dos Estudantes de Direito
(FENED)20 e militaram no “movimento estudantil de área”. Finalizado curso,
mudaram-se para o Rio Grande do Sul, também por um objetivo acadêmico:
a realização de um curso de mestrado. A ida para o Sul deveu-se à escolha
por um programa de pós-graduação que tivesse uma “linha crítica do
Direito”. Nos anos seguintes, exercendo a docência em Direito, Paulo e Júlia
conheceriam Pedro, Gabriela, Sofia, Ana e André21 nas atividades acadêmicas
de extensão e pesquisa, então alunos da universidade em que lecionavam,
cujas militâncias dar-se-iam também no âmbito da universidade, mas desta
vez a partir de projetos de extensão, como as assessoria jurídicas populares
e grupos de estudo. Ângela22 e Laís23 – conselheiras da Comissão desde 2007
e 2008, respectivamente – viriam de outros contatos, ligados principalmente
à área de defesa de direitos humanos. Henrique seria convidado a integrar
a Comissão devido à atuação conjunta com Paulo também na docência em
Direito e em atividades na Ordem dos Advogados do Brasil.
Gabriela, 33 anos, é formada em Direito – a segunda graduação
dela; antes, finalizou um curso na área das ciências da saúde. Atualmente,
cursa mestrado também em Direito. Antes de ingressar na Comissão, em
2007, realizou pós-graduação na área de Direitos Humanos em Portugal.
Foi convidada para desenvolver projetos educativos no órgão, dos quais
resultou a realização das Caravanas. Como aluna de graduação, participou
lheira desde maio de 2007. É professora universitária, militou no movimento estudantil nos anos 90 e
participou da fundação da Federação Nacional dos Estudantes de Direito.
20
“A FENED foi fundada durante o XVII ENED (Encontro Nacional dos Estudantes de Direito), ocorrido
em julho de 1996 na cidade de Niterói/RJ. [...] É a entidade que congrega e representa todos os estudantes de direito do país. Tem como objetivo organizar e representar os estudantes do curso de Direito,
fazendo parte desta todo estudante regularmente matriculado nos cursos de Direito do país em faculdades credenciadas pelo MEC, onde existam entidades representativas associadas”. Texto disponível em
http://www.fened.com.br [Acesso em 01/08/2010].
21
Com idades entre 25 e 32 anos, os cinco integram a Comissão de Anistia como assessores. Aqui, utilizo
o termo “assessor”, no lugar de descrever cada cargo específico, para designar o trabalho deles, que
desempenham funções diferenciadas no órgão a partir de nomeação da presidência – Cargo de confiança. Quatro deles trabalham no Gabinete da Presidência, enquanto uma no setor de análise, atividade
descrita como mais “técnica” do que “política”. São os “jovens recém-formados” em Direito e “talhados
para os Direitos Humanos” a que Henrique faz referência no início do capítulo. Pedro, Gabriela, Sofia
e Ana foram entrevistados; com André não realizei uma entrevista formal, gravada e transcrita, mas
mantive uma interlocução freqüente com ele no período da pesquisa, seja nas observações participantes,
seja por contato por email.
22
Ângela, 36 anos, é graduada em Direito. Possui mestrado e atualmente cursa doutorado. É professora
universitária e integra a Comissão como conselheira desde 2008. Participa de projetos de extensão na
universidade em que trabalha.
23
Laís, 56 anos, é graduada em Direito e Defensora Pública da União. Ingressou na Comissão em maio
de 2007. Trabalhou como oficial de Justiça, escrivã e delegada da Polícia até assumir a vaga na Defensoria, no final da década de 80, função na qual dedica-se, principalmente, à defesa de soldados em
processos da Justiça Militar.
VIRAJES
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João Baptista Alvares Rosito
de projetos de assessoria jurídica popular, junto a colegas de faculdade,
que também acabariam trabalhando na Comissão. Ela descreve da seguinte
maneira sua trajetória de estudante e de engajamento político:
A minha militância era vinculada aos movimentos sociais. Nesse meio tempo,
eu me filio ao Partido dos Trabalhadores, mas não chego a fazer uma militância
orgânica dentro do partido. É mais um espaço de inserção, de politização e
tal, de contatos, mas a minha militância mesmo foi dentro dos movimentos
sociais. Durante o tempo em que eu fui estudante de Direito, eu atuei muito
dentro da RENAP (Rede de Advogados e Advogadas Populares), comecei a
me tornar articuladora da rede [...] e trabalhei muito de perto com o MST.
(Gabriela)
Um dos colegas de faculdade e de atuação em projetos de assessoria
jurídica popular é Pedro, 27 anos. Terminado a graduação em Direito,
ingressou no curso de mestrado, em uma universidade cujo programa de
pós-graduação na área é reconhecimento por uma abordagem progressista
das ciências jurídicas, com ênfase no pluralismo jurídico. Após terminar
as disciplinas do curso, ingressou na Comissão, em 2008, trabalhando no
projeto do Memorial da Anistia Política no Brasil. Enquanto esteve no
órgão, ainda desenvolvia sua pesquisa de pós-graduação. Ao descrever
seu engajamento estabelece um divisor entre o que seriam “os movimentos
sociais tradicionais” e os “de novo tipo”, inserindo-se nos segundo. Além
disso, ele enfatiza a vinculação a grupos de pesquisa e demais atividades
acadêmicas, de onde, mais uma vez, reforça-se a importância da experiência
universitária e dos saberes especializados.
Meu envolvimento com os movimentos sociais não se deu pela via tradicional,
que são os sindicatos e partidos, mas pelos chamados novos movimentos
sociais, sobretudo no âmbito da universidade. Também não no movimento
estudantil tradicional, mas pelo que a gente também pode considerar de
também um movimento estudantil, que é a Assessoria Jurídica Popular.
Que é na realidade um trabalho de educação em direitos humanos, educação
popular em direitos humanos, de assessoria a comunidades pobres e de
empoderamento comunitário, popular. E tinha uma militância que era mais
acadêmica, no âmbito da pesquisa e das atividades internas da universidade,
os grupos de pesquisa. (Pedro)
Gabriela e Pedro participavam do projeto de assessoria jurídica
popular, enquanto estudantes de Direito, em que também estavam
envolvidos Sofia, 26 anos, e André, 25. Ana, 27, foi contemporânea a eles
na faculdade, mas dedicava-se a grupos estritamente de pesquisa. Sobre o
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“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política...
fato de todos trabalharem na Comissão, Pedro analisa da seguinte forma:
“De fato, é um grupo que tem afinidade do ponto de vista afetivo e também
o político. E muito provavelmente esse seja o fator de encontro naquele
espaço também”.
Os assessores que aqui mencionados e entrevistados graduaram-se
em Direito entre 2000 e 2007 na mesma faculdade e foram alunos e/ou
orientandos de professores que integram a Comissão de Anistia como
conselheiros. Apesar de terem um vínculo direto com esses professores,
outros assessores, com o mesmo perfil – de outros estados e universidades
–, passaram a integrar a Comissão após 2007. Assim, ainda que para o
caso acima descrito o vínculo pessoal e direto pareça ter sido relevante
para os convites, em outros casos, “recém-formados” também chegaram à
Comissão devido a percursos e militância similares, do que se infere que os
entrevistados podem ser tomados como “integrantes ideais”, por deterem
determinados atributos.
Júlia descreve o trabalho na Comissão como o “reencontro de três gerações”:
pessoas que ela conheceu nos anos de faculdade, nos anos 90; colegas nos
cursos de pós-graduação e de docência e, por fim, alunos que teve a partir
dos anos 2000. A descrição que faz das relações que mantêm com essas
pessoas tem o “político” como categoria central.
O mais importante é isso, eles [os reencontros] não estão acontecendo por
laços pessoais que as pessoas têm, eles acontecem pelos laços políticos e
ideológicos que as pessoas têm. E isso é muito importante. Então, a gente se
reencontra em um espaço político, e esse reencontro só é possível pelas opções
políticas que nós fizemos um dia. E que nós não deixamos de fazer ao longo
das nossas trajetórias. E que nos levaram, então, a ter um grande projeto, que
é a Comissão de Anistia. O sucesso da Comissão de Anistia, dessa gestão,
para mim, está vinculado a isso. Ao reencontro de todas essas trajetórias, a
transformar aquilo em um espaço de reconstrução histórico, num espaço de
dignidade. [...] Porque esse é um laço, um comprometimento político que tem
um início e que não tem fim, na verdade, é um caminho sem volta. O laço
que você tem com as pessoas de militância ele é um laço de identidade tão
profundo que ele não se abala por qualquer coisa. (Júlia)
A ênfase que Júlia dá à categoria “político” mais do que atestar que
é apenas a partir de militâncias e afinidades ideológicas que tais relações
sustentam-se aponta uma superposição dos campos pessoal e profissional e
por um conjunto de entendimentos – e aí sim a prevalência do “ideológico”
e de “engajamento” – que organiza e nomeia as demais relações que
estabelece. Remete ainda a um ideário do “militante ideal”, em que a “luta”,
através do “sacrifício” e da “adesão total à causa”, são as características
VIRAJES
73
João Baptista Alvares Rosito
mais valorizadas, que devem prevalecer diante dos desejos pessoais e das
relações íntimas, e mesmo nas quais se assentam sua legitimidade. Percebese, ainda, a ideia de uma escolha de vida – é “um comprometimento sem
fim” e “um caminho que não tem volta”. Como se viu, os engajamentos
aqui descritos dão-se de diferentes formas e em espaços distintos – como
a universidade, junto a movimentos sociais e, agora, em esferas do Estado,
desempenhadas, inclusive, em atividades profissionais –, de modo que a
ideia daquele militante ideal de dedicação exclusiva à causa trata-se mais
de projeção e identificação. Tem-se, aí, um conjunto de referenciais que
servem para organizar, nesse conjunto de valores narrados, a experiência
vivida.
Gabriela – assim como Pedro, que falou dos “laços afetivos do
grupo” – permite-se ser um pouco mais poética ao descrever as relações
entre os integrantes da Comissão: “Eu me sinto muito em casa com a maior
parte das pessoas que atuam na Comissão de Anistia. Somos irmãos em
sonhos e em utopias lá dentro”.
Em comum, as falas de Pedro, Júlia e Gabriela apontam para um
“projeto político” compartilhado pelo “grupo”, pelos “irmãos”, por
pessoas de “gerações” distintas, mas que “fizeram as mesmas escolhas”.
Essa idéia de pertencimento a um coletivo que partilha idéias e “visões de
mundo” também aparece na fala de Sofia: “O que me motivava era este
viés esquerdista”. Ela pontua que, apesar de as relações pessoais terem sido
relevantes nos convites para integrar a Comissão, outras pessoas foram
somando-se ao grupo, por indicações que levavam em conta principalmente
o perfil – que aqui chamo “capital militante” – e exemplifica citando o nome
de colegas oriundos de assessorias jurídicas de outras regiões do país. Se a
visão dela ajuda a evidenciar o sentimento de pertencimento a um grupo
e a partilha de ideais, ela também reforça essa identidade coletiva a partir
do contraste com o que chama de “carreiristas” do Ministério da Justiça
e mesmo de “alienados”. Os “carreiristas e os alienados” são as pessoas
que trabalham na Comissão sem partilhar a causa, que pensam apenas em
“passar em um concurso” para ingressar na carreira pública, isto é, que
não dão “conotação política” ao trabalho desempenhado e não vivenciam a
experiência como parte de uma “luta”.
Mesmo sendo entendida como um prolongamento da militância
em outros espaços, a entrada em um órgão do Estado é narrada como um
importante ponto de alteração na forma no tipo de participação política
que realizavam até então. Ao mesmo tempo em que a ocupação de espaços
oficiais – ministérios, órgãos governamentais – e a operação de uma política
pública é descrita como a possibilidade de democratizar estes órgãos,
nas palavras de Pedro, por outro lado a adesão à burocracia estatal foi
vivenciada com certa hesitação, como declara Gabriela.
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“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política...
Sempre foi muito simbólico isso, estar no prédio do Ministério da Justiça,
alunos do Direito, acabando de sair da universidade, trazendo e conectando
pautas que eram pautas e agendas do movimento estudantil, sobretudo o corte
dos direitos humanos, em instituições e espaços que sempre nos pareceram
muito inacessíveis. E mais do que isso, que esses espaços pudessem, de alguma
forma, ser popularizados, né? (Pedro)
Eu tinha um certo preconceito em trabalhar para o governo federal, porque
eu achava que tinha feito todo o meu curso de Direito voltado para a área da
advocacia popular, a minha formação era essa, e eu queria militar só para os
movimentos sociais. Mas aquele convite vindo de uma pessoa [...] que eu já
conhecia [...], já tinha tido contato [...] na academia, me fez repensar esse préconceito de trabalhar para o governo. Aí eu decido passar por essa experiência.
Digo “não, então vamos lá. Vamos mexer com política pública um pouquinho,
vamos ver se dá certo dentro do Estado”. (Gabriela)
Nota-se, portanto, que os espaços de militância nos movimentos
sociais, em partidos políticos e a atuação na estrutura burocrático-estatal
são categorizadas de formas diferentes pelos entrevistados. Ainda que
frisem a distinção entre espaços de inserção, ora dizendo que a filiação ou
a proximidade ideológica com um partido não implicava uma “militância
orgânica” ou dando mais relevância em suas narrativas às experiências
junto aos movimento social, a atuação nesses diferentes espaços – partido,
governo, movimento social, universidade – demonstram o grau de
intersecção e a possibilidade real de circulação entre esses agentes políticos.
Se são as “escolhas políticas” e as afinidades manifestadas ao
longo desse “caminho sem volta” que é a militância e experienciadas em
outros espaços como a universidade, a advocacia popular, que conferem
uma identificação a estes integrantes, a ponto de a relação pessoal ser
relativizada, o trabalho na Comissão implicará em dois processos: a adesão
à causa da reparação aos ex-perseguidos políticos e a atualização de um
ideário de esquerda a partir da gramáticas dos direitos humanos. E tais
processos ocorrem, em parte, pelo estabelecimento de uma relação de
“ancestralidade política” com os militantes dos anos 60 e 70.
Antes de passar para o próximo tópico, em que analiso as concepções
de ancestralidade política que os integrantes da Comissão de Anistia tecem
em relação aos perseguidos durante a ditadura militar, sistematizo algumas
informações sobre os entrevistados, destacando idade, formação e função
na Comissão.
VIRAJES
75
João Baptista Alvares Rosito
NOME
Paulo
IDADE
34
Henrique
41
Ângela
36
Júlia
31
Laís
56
Gabriela
Pedro
André
Sofia
Ana
33
27
23
26
27
FORMAÇÃO / PROFISSÃO1
Doutor em Direito – professor
universitário
Doutor em Direito – professor
universitário
Doutoranda em Direito – professora
universitária
Doutora em Direito – professora
universitária
Graduada em Direito – funcionária
pública
Mestranda em Direito
Mestre em Direito
Mestrando em Direito
Mestranda em Direito
Aluna de Especialização
FUNÇÃO
Presidente
Conselheiro
Conselheira
Conselheira
Conselheira
Assessora
Assessor
Assessor
Assessora
Assessor
Aqui, pode-se perceber que os trânsitos decorrentes dos capitais
militantes que possibilitam as reconversões, isto é, que autorizam e
credenciam esses sujeitos a ocupar espaços diferentes dos anteriores,
operam em sentidos diversos para estes integrantes da Comissão. A entrada
na Comissão para os conselheiros significa a participação em uma política
de Estado, que é significada por eles como uma militância, mas que também
terá impactos distintivos em suas carreiras profissionais. Para os assessores,
este grupo de “recém-formados”, o ingresso na Comissão representa o
primeiro emprego, que se configura como resultado da atuação que tiveram
na universidade e dos contatos que lá travaram com seus professores.
A cabeça pensa onde os pés pisam
Nenhum dos entrevistados relatou uma experiência pessoal com a
temática da ditadura militar anterior ao trabalho na Comissão de Anistia,
seja através de contatos com ex-perseguidos políticas, ou por envolvimento
de algum parente com os aparelhos repressivos do Estado. Laís, a única cuja
idade permitiria ter vivenciado um contato direto com o contexto político da
época, diz que viveu o período, mas “não sabia o que estava acontecendo”.
Assim, a Comissão de Anistia é descrita por todos como o espaço em que,
a partir do contato com os requerimentos por reparação por perseguição
política, conselheiros e assessores aprofundam os conhecimentos acerca do
período histórico e dos mecanismos de violência do Estado entre os anos
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“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política...
1964 e 1985. O trabalho no órgão é vivenciado também como uma adesão à
causa, que terá fortes impactos nas atuações profissionais de cada um deles
fora da Comissão.
Os relatos de Gabriela e de Paulo, presidente da Comissão, sintetizam:
Eu venho de uma família de pessoas militantes, de esquerda. Meu padrasto
é filiado ao PC do B, minha mãe militou também no PC do B, mas não é
filiada. Eu tenho uma família politizada, mas sem nenhum envolvimento
diretamente com a temática da ditadura militar. A paixão pelo tema surgiu
trabalhando dentro da Comissão de Anistia. [...] O Frei Beto tem uma frase
que eu acho excepcional, é meu lema de militância e dentro da Comissão de
Anistia é isso também: ‘A cabeça pensa onde os pés pisam’. Então, eu acho
que a nossa cabeça também começou a pensar diferentemente, começou a
olhar para a história do país de forma diferente, quando a gente começou a
entrar literalmente nela. A gente passou a pisar dentro dela e a se envolver
emocionalmente com ela. (Gabriela)
Aqui dentro da Comissão de Anistia que eu vou conhecer a fundo, já sendo
presidente, os temas do direito a reparação, do direito à justiça, da justiça de
transição, do direito à memória, do direito à verdade. [...] Então, a Comissão
da Anistia é um espaço de conhecimento da historia extraordinário e acho que
talvez as transformações que ela promoveu pra mim, eu quis que o restante
da sociedade também tivesse. Então, as Caravanas foram um pouco isso.
[...] Então, tudo isso foi se forjando enquanto uma formação com o tema,
mas eu lhe digo de um modo muito franco que uma coisa é você se apropriar
teoricamente de uma pauta, outra coisa é você transformá-la numa ação
política e querer evidentemente se transformar enquanto um agente dessa
ação política. (Paulo)
O trabalho realizado na Comissão de Anistia é descrito por
conselheiros e assessores como uma experiência impactante em suas vidas,
capaz de propiciar-lhes novos entendimentos do mundo e novas orientações
em suas atividades profissionais. Júlia conta que a partir do relato das
torturas e das violências dos órgãos de repressão do regime militar teve
uma “indignação moral”. Henrique narra uma sensação de tornar-se ao
mesmo tempo “testemunha” e “responsável” pelas violências que a cada
processo lido tomava conhecimento. Nos dois casos, são sensações sentidas
no campo subjetivo, com fortes implicações éticas e morais, que balizarão a
atividade profissional de ambos.
Assim, se estes dois conselheiros chegam à Comissão de Anistia por
conta de seu capital militante e de seus conhecimentos especializados,
forjados nos ambientes universitários, a experiência de trabalho no órgão
será determinante, segundo seus relatos, em suas atividades profissionais.
VIRAJES
77
João Baptista Alvares Rosito
Eu fui me dando conta de algumas coisas que eu não teria me dado conta sem
a Comissão. [...] Eu fui me dando conta do quanto nós não tínhamos feito
a ruptura dentro do Direito mesmo. O Direito brasileiro não fez a ruptura
da ditadura militar, o Judiciário brasileiro foi conivente, e essa conivência
demonstrada nos processos me ajudou a construir uma indignação moral tal
que eu passei a entrar em sala de aula, em todos esses momentos, a partir de
2007, levando essa indignação moral junto comigo. [...]. É como se cada vez
que eu entrasse em sala de aula, eu soubesse que eu tenho um papel muito
importante de mostrar para aqueles jovens, que provavelmente seus pais não
vão contar para eles o que aconteceu [...] e que eu tenho um papel importante
ali, de sempre que eu puder explicar para eles o que foi. E dar relatos inclusive
sobre torturas, assim. (Júlia)
É uma coisa que muda a nossa perspectiva de vida mesmo. Porque quando
você ouve alguém testemunhar alguma coisa como essa [a violência sofrida],
e uma coisa que é tão velada na nossa sociedade hoje em dia, [...] você passa a
ser testemunha também. Você deixa de ser um expectador, você se sente um
responsável. Não por ter feito as barbaridades que a gente está conhecendo,
mas por fazer parte de uma sociedade que permitiu que isso acontecesse e
que continua negando que isso tenha acontecido e continua negando que isso
continue acontecendo. (Henrique)
A experiência na Comissão de Anistia, assim, é vivenciada como
algo transformador, seja do ponto de vista pessoal, ou profissional,
reorientando práticas e criando novos “compromissos”, no caso, de acordo
com Júlia, o de transmitir as informações a que ela tem acesso aos alunos.
Para profissionais do Direito, que têm na legislação e nas relações sociais a
matéria-prima de seu trabalho, “justiça”, “direito”, “lei”, “democracia” são
organizadores das representações que fazem do mundo e, mais do que isso,
são categorias a partir da qual orientam a sua prática. Sem necessariamente
romper de forma definitiva com essas referenciais, o contato com os
requerimentos por reparação que, obrigatoriamente contêm descrições de
violências sofridas, geralmente de torturas, propicia novos entendimentos
dessas categorias – são preenchidas, pois, com novos significados. O uso
do termo “testemunha” por Henrique sugere um deslocamento do papel
esperado dos envolvidos no ato de julgar: se como conselheiro, a ele caberia
a posição de magistrado, ao entender-se, primeiro como “testemunha” e,
em seguida, agregar a figura de “responsável”, evidencia-se um sentimento
de profunda transformação interna que o contato com as narrativas acerca
da ditadura causa-lhe. Assim, pode-se pensar em um tipo de escuta da
violência que, motivando algum tipo de identificação ou solidariedade,
acarreta também uma mudança no sentimento de pertencimento e posição
naquela configuração.
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“Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política...
Entre companheiros
A relação com a ditadura para esses atores “mais jovens” que integram a
Comissão de Anistia a partir de 2007 se dá exatamente por uma identificação
com o campo político em que atuaram os que foram perseguidos pela
ditadura militar. São trajetórias que os inspiram esses militantes, cuja
opção política é localizada no chamado “campo da esquerda”, mas que
contemporaneamente é descrita como uma militância em defesa dos direitos
humanos. Assim, essa identificação propicia o entendimento do trabalho
na Comissão uma dupla continuação: por um lado, uma continuação da
militância das pessoas que viveram o período ditatorial; por outro, trata-se
da extensão da militância desses próprios agentes, cujas trajetórias, como
foi demonstrado, está ligada a atividades políticas dentro de movimentos
sociais e nos ambientes universitários.
O senso de pertencimento não se dá apenas, então, entre o grupo de
trabalho que compartilha o espaço do Ministério da Justiça e que já esteve
reunido em outros ambientes dado aos percursos políticos. Mais que isso –
e talvez por isso a força da “adesão à causa” –, os entrevistados manifestam
uma identificação com as opções políticas de alguns ex-perseguidos
políticos. O tom genérico com que são referidos, na maioria das vezes,
sugere que se trata de um perfil de militante tido como ideal e idealizado.
Sofia conta que ao analisar os requerimentos por reparação encontrava a
história de “companheiros”. Perguntada se analisara o processo de alguém
com quem militara diretamente, a resposta negativa vem sucedida de uma
explicação. O termo “companheiro” é utilizado para designar a afinidade
ideológica, de visão de mundo, de perspectiva política: “O peso que essa
palavra tem para a esquerda, sabe?”, complementa.
É um momento meio mágico para a gente que ainda acredita num outro mundo
possível. Porque aí tu vês que as pessoas que de fato militaram por outro
mundo possível, algumas morreram, mas outras estão ali e continuam dando
sua contribuição, continuam acreditando. [...] Tem uma música que sempre
me remete à Comissão de Anistia, que é aquela “Sonhos não Envelhecem”. É
uma coisa que me remete à Comissão de Anistia. (Sofia)
Pode-se dizer que estabelecem com os militantes das décadas de 60 e
70 uma relação de “ancestralidade política”. É por isso que Sofia chama os
requerentes de “companheiros” e Gabriela afirma ter “orgulho” de poder
conviver com pessoas que combateram a ditadura.
VIRAJES
79
João Baptista Alvares Rosito
Nós sofremos um preconceito geracional
A afinidade política e a manifestada admiração que sentiam pelos
que viveram os anos de repressão nos anos 60 e 70 não foram suficientes
para que os novos integrantes da Comissão de Anistia fossem considerados
oradores autorizados (Bourdieu, 2008) pela geração que vivenciou a
ditadura. Ana conta que, no início da gestão, Paulo sofreu preconceito por
“ser muito jovem”, e Henrique recorda mais de uma manifestação de expresos políticos e de integrantes dos movimentos de familiares de mortos
e desaparecidos caracterizando a atuação da Comissão “uma disputa pelo
protagonismo” no processo de efetivação das políticas reparatórias. A
mesma situação é narrada também por Júlia.
Nós sofremos de cara um preconceito, um preconceito geracional. Porque o
fato de nós não termos vivido a ditadura era jogado na nossa cara como um
fato que nos deslegitimava para fazer aquele trabalho. (Júlia)
Ainda que causadora de tensão, a diferença de idade é analisada
por Júlia como um aspecto positivo para a realização do julgamento dos
processos de reparação previstos na Lei 10559. Segundo ela, o fato de não
terem vivenciado a ditadura militar possibilita uma relação, ainda que
emocional com o tema, mas não marcada de forma tão brutal pela violência
da tortura.
Há uma distância intergeracional no nosso trabalho que é muito importante
para que ele aconteça. A nossa distância, o nosso distanciamento histórico, ele
permitiu que a gente visse as coisas com um vínculo emocional diferente. Existe
um vínculo emocional, mas ele é diferente do das pessoas que participaram
daquilo. Então, esse papel que a gente conseguiu cumprir ele está muito
vinculado ao fato de nós assumirmos essa luta como se ele fosse nossa, mas
nós não vivemos as agruras da ditadura, nós não fomos torturados, nós não
temos as seqüelas terríveis que as pessoas que viveram têm. E quando você vê
um torturado, por exemplo, uma pessoa que diz que a reconciliação no país é
impossível é muito compreensível. Quem foi torturado é muito compreensível
que não queira reconciliação no país. Porque se eu tivesse sido torturada
talvez eu também não quisesse. Então, esse distanciamento eu acho que ele é
muito importante para o nosso trabalho. (Júlia)
Dois aspectos destacam-se nesses relatos: o debate sobre a quem
caberia julgar o passado e a incidência da violência sofrida na operação de
uma política de Estado, representada pelo ideal da “reconciliação”. Quanto
ao primeiro, “protagonismo”, “geração” e “vivência” são acionados agora
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como forma de deslegitimar esses jovens advogados. Pois exatamente o
senso de “protagonismo”, de “vivência” na militância e a ideia de uma
comunidade que partilha ideais – “grupos”, “irmãos”, “geração” – que
os levam a interpretar o trabalho na Comissão como uma extensão do
engajamento deles e, ao mesmo, é tido como tributário e herdeiro da geração
de militantes que viveu a ditadura militar.
Se para os integrantes da Comissão a idéia de geração é acionada
como unidade, apontando para o sentido de partilha, no plano simbólico, de
uma mesma visão de vida, para os requerentes que questionam o trabalho
deles a “vivência fática do período” é entendida como essencial para julgar
os processos – logo, é um ponto de cisão, diferenciação e exclusividade.
Considerações finais
Como se depreende das entrevistas, a universidade é um espaço
central na experiência de militância política desses integrantes da Comissão
de Anistia. É a partir dela que eles mantêm contato com movimentos
sociais, estabelecendo percursos de circulação a partir do manejo de saberes
especializados e experiências de engajamento político que lhe conferem
“capital militante”. Além disso, a mobilidade que experimentam entre a
academia, movimentos sociais e instituições do governo demonstram
a permeabilidade desses espaços e os circuitos por onde esses sujeitos
transitam, muitas vezes prescindindo de uma vinculação partidária formal.
Todavia, esses diferentes espaços, que se mostram complementares dada a
própria mobilidade desses sujeitos, é narrado por eles, muitas vezes, como
lócus antagônicos – por isso, o vínculo partidário “não é orgânico”, a atuação
no governo é vista com alguma ressalva dada à trajetória vinculada aos
movimentos sociais e, finalmente, quando se entra na estrutura burocráticoestatal sublinha-se o objetivo de “popularizar esses espaços”.
Outro aspecto a destacar é o estabelecimento de uma “ancestralidade
política” que liga a atuação desses jovens advogados, cujas experiências
políticas dão-se na contemporaneidade, às trajetórias dos militantes políticos
da década de 60. Todavia, o senso de pertencimento a um mesmo campo
sentido por esses jovens não garante que a atuação deles diante da temática
da ditadura dê-se com sem tensões, já que serão questionados quanto à sua
legitimidade de julgar requerimentos que aludem a um período histórico
que não vivenciaram. Aqui, evidencia-se a existência de diferentes “capitais
militantes” vinculados necessariamente a uma questão etária: se, por um
lado, a vinculação a movimentos de direitos humanos é um fator de escolha
VIRAJES
81
João Baptista Alvares Rosito
para ingressar na Comissão de Anistia, por outro, a diferença etária, que
determina vivências políticas necessariamente distintas, é muitas vezes
utilizadas para questionar a legitimidade desses agentes políticos frente à
Comissão de Anistia.
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84
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84
VIRAJES
ORGANIZACIONES DE TRABAJADORES
DESOCUPADOS EN ARGENTINA ENTRE LOS
AÑOS 2003-2007 FRENTE A LOS “MOMENTOS
MILITANTES”.*
PÍA V. RIUS**
Recibido: 15 de febrero de 2013
Aprobado: 19 de mayo de 2013
Artículo de Investigación
* El presente artículo es resultado parcial de la investigacion desarrollada en el marco de mi tesis
doctoral intitulada Faire valoir sa légitimité. Radicalité et banalité des mouvements de desocupados en Argentine
des années 1990 à 2007 y defendida en 2010 en la EHESS. La misma fue distinguida por la Escuela de
Altos Estudios en Ciencias Sociales con el premio a la investigación Saint-Simon en 2006 y financiada
con una beca doctoral del Instituto de Investigacion y Desarrollo (IRD)
**Doctora en sociología, (EHESS), post-doctorante en el marco del programa de la Agencia Nacional
de Investigacion (ANR) PORQUE Pratiques d’organisation quotidiennes étudiées en milieux
populaires en el Centro de Estudios e Investigaciones Sociologicas y Economicas de Lille CLERSE de
la Universidad de Lille 1 e investigadora asociada al Centro de Estudios de Movimientos Sociales en el
Instituto Marcel Mauss CEMS (EHESS-CNRS) Docente en la Especialidad « Recherche comparative sur
le développement » de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales EHESS.
VIRAJES
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 85-114
Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007...
Resumen
El artículo estudia organizaciones de trabajadores desocupados
en Argentina entre 2003 y 2007. A través de un trabajo de observación
etnográfica y entrevistas semi-estructuradas, se analizan las actividades
donde participan militantes, referentes y compañeros delimitando las
características de cada una de ellas. La confrontación de dichas categorías
permite situar la especificidad de cada una así como las dimensiones
compartidas. Lejos de una polarización entre militantes comprometidos
y miembros beneficiarios se observan distintos aprendizajes políticos y la
aparición de “momentos militantes” a partir de la acción desarrollada en el
barrio.
Palabras clave: organizaciones sociales, desocupados, militancia, etnografía,
Argentina.
UNEMPLOYED WORKERS’ ORGANIZATIONS IN
ARGENTINAFACING “MILITANT MOMENTS”
BETWEEN 2003 AND 2007
Abstract
This article studies unemployed workers’ organizations (MTDMovimiento de Trabajadores Desocupados) –Unemployed Workers
Movement- in Argentina, between 2003 and 2007. By means of an
ethnographic observation work and semi-structured interviews, activities
in which militants, referents, and compañeros participate are analyzed
delimiting the particular features of each category. The comparison of
such categories allows locating each of their specificities as well as their
shared dimensions. Away from a polarization between committed militants
and beneficiary members, several political learnings and the appearance
of “militant moments” can be observed from the action carried out in the
neighborhood.
Key words: social organizations, unemployed, militancy, ethnography.
Argentina.
VIRAJES
87
Pía V. Rius
L
Introducción
as movilizaciones sociales pueden ser consideradas como
fenómenos que forman parte de la vida ordinaria de las
sociedades democráticas1. Conceptos como el de “actor
colectivo” o “movimiento social” invitan a dejar de lado una visión
negativa de la movilización de sectores populares2, visión que tendería a
negar el carácter político, por ejemplo, al relacionar dicha movilización con
la desestabilización institucional de “clases peligrosas” o considerándola
como infra-política3. Sin embargo, estos conceptos agrupan fenómenos
heterogéneos y vehiculan otros inconvenientes como la tendencia a la
homogeneización y reificación de los colectivos estudiados. Estos parecen
encarnar un único objetivo político o perspectiva ideológica por ejemplo
a partir de la definición de un enemigo compartido. Para evitar esas
tendencias, resulta pertinente mostrar los movimientos sociales desde un
punto de vista interno que permita comprender los diversos modos de
pertenencia albergados en esos colectivos. Un claro ejemplo de ello es el
estudio de las relaciones entre militantes, compañeros y referentes que
aparecen poco estudiadas en el seno del llamado movimiento piquetero4
surgido en Argentina durante los años 1990. Estas categorizaciones
califican diferentemente a los miembros de ese colectivo. Aunque no se
excluyen mutuamente, ya que la utilización de los términos compañero,
militante o referente puede recaer sobre la misma persona, confrontar
estas categorizaciones se presenta como una manera de comprender
1
Deseo agradecer a los dos evaluadores de la Revista por los comentarios realizados que me permitieron mejorar el artículo. La reflexiones que avanzamos aquí forman parte de un trabajo más amplio de
investigación en el marco de la tesis doctoral realizada (Rius, 2010).
2
Los marcos conceptuales de la teorías de la acción colectiva, han sido reunidos y comparados en diversos trabajos que permiten constatar la definición de múltiples objetos de estudios: movimientos sociales, manifestaciones de multitudes o modelizaciones inspiradas de las teorías de juego: Fillieule (1993),
Neveu (2002), Cefaï, (2007). Hernández et al. (2007), Jelin (2007), Rossi (2007), Cefaï (2007), Grimson y
Pereyra (2010) subrayan además la necesidad de encontrar métodos pertinentes para el estudio de la
acción colectiva contemporánea.
3
El término infra-político ha sido utilizado en Francia en referencia a los disturbios de 2005 en las
periferias de las grandes ciudades francesas (Hériard Dubreuil, 2007) caracterizados por la quema de
vehículos y distintos espacios institucionales.
4
Las organizaciones de desocupados reciben este nombre en referencia a los primeros cortes de ruta
o piquetes realizados en 1996 en Neuquén, y posteriormente en Salta en distintos enclaves petroleros.
Varios autores estudiaron estas movilizaciones (Scribano, 1999; Auyero, 2002; Klachko, 2002; Svampa &
Pereira, 2003). Svampa y Pereyra (2003) establecen tres líneas principales en el surgimiento del llamado
movimiento piquetero: la línea política, de distintos partidos de izquierda, la línea sindical y la línea
territorial. La adopción de esta modalidad de protesta fue evolucionando, sobre todo al localizarse
en el Gran Buenos Aires (GBA) (Masetti, 2004; Grimson & Cerruti; 2005; Couso, 2006; Manzano, 2009;
D’Amico, 2009; Di Marco, 2007, 2010), sin embargo los colectivos creados en torno a la desocupación
han seguido recibiendo el nombre de piquetero asociado en ciertos contextos a una forma de estigmatización (Frederic, 2010).
88
antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114
Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007...
la forma en que los sectores populares involucrados se vinculan con lo
político. Los términos en sí mismos no son exclusivos de los movimientos
de desocupados y están presentes en la escena política más amplia. Las
observaciones detalladas aquí proceden de organizaciones de desocupados
pero los usos se encuentran presentes en el medio popular, en la inscripción
territorial (Merklen, 2000) de la política5 y en distintos contextos históricos6.
Las movilizaciones de trabajadores desocupados en Argentina en los
años1990 permiten observar las relaciones entre militantes, referentes y
compañeros en ese medio. ¿Cómo son evaluadas las distintas formas de
compromiso en el seno de un Movimiento de Trabajadores Desocupados
(MTD) a lo largo del tiempo? ¿Qué jerarquías se establecen en función
de esos criterios? ¿Cómo aparecen los vecinos7 que no son miembros del
MTD? A través de esos múltiples cuestionamientos, el artículo permitirá
restituir los efectos de la participación de los sectores populares en estas
organizaciones sobre la manera en que los grupos estudiados se involucran
en lo político. Ello implica cuestionar la manera en que la sociología permite
abordar los espacios de menor visibilidad. El artículo se basa en un trabajo
de observación participante y no participante desarrollado entre 2003 y 2007
mediante estadías de cuatro a ocho semanas en distintos MTD, observando
la continuidad de esos colectivos y no solamente los momentos más visibles
de la acción colectiva. El sentido de esas categorizaciones puede tornarse
visible a través de las trayectorias de distintos miembros en el seno del
colectivo. La confrontación de diferentes escenas donde las categorías locales
son movilizadas permitirá entrever las relaciones de unos y otros. Evitamos
así confrontar, a priori, el compromiso de un lado y la apatía o el desinterés
del otro para dar cuenta de las modalidades particulares de compromiso. En
su artículo sobre el “nuevo militantismo” Lillian Mathieu (2008) cuestiona
la oposición entre “viejos”8 militantes por ejemplo sindicales y “nuevos”
militantes, que corresponderían por ejemplo al álter-mundialismo. Se trata,
en realidad, de abandonar una mirada panorámica para poder dar cuenta
del uso de categorías locales, es decir aquello que cuenta para los miembros
(Cottereau & Moktar, 2012). Ese desplazamiento se puede realizar a partir
de una perspectiva fenomenológica privilegiando la actividad, es decir la
militancia y la manera en que se desarrolla en distintas situaciones.
5
Merklen (2000) define la inscripción territorial en el caso de las movilizaciones por la vivienda en
La Matanza (GBA) desde los años 1980. La misma refiere a la reconstrucción de la sociabilidad y de
la relación a lo político a través de lo local. Esas organizaciones también dieron lugar a la creación de
una organización de desocupados en los años 90, la Federación Tierra, Vivienda y Hábitat (FTV), cuyo
dirigente Luis D’Elía fue electo diputado provincial por el Polo Social (2001-2005).
6
Lobato (2004) releva la importancia del barrio en las formas de organizar la actividad política desde
principios del siglo XX.
7
González Bombal (1988) señala la fuerza que adquiere esa categoría durante los últimos años de la
dictadura militar (1974-1983) en tanto vehicula una movilización no partidaria.
8
Traducción propia del francés de anciens militants.
VIRAJES
89
Pía V. Rius
Los estudios a partir de la teoría de la movilización de recursos
(McCarthy & Zald, 1977) distinguen entre los miembros activos de un
movimiento social por un lado, y por el otro aquellos que se benefician
directamente con la satisfacción de las reivindicaciones del grupo. Esa
descripción tiende a mostrar en forma polarizada los miembros “de
conciencia”, activistas que ponen su savoir-faire militante y recursos
personales al servicio del colectivo o de una causa desinteresada, quienes,
en el polo opuesto, concentran ciertos atributos faltantes a los miembros
beneficiarios que participan por interés. La sociología francesa ha recibido
esta noción con cierta precaución en cuanto importa un condicionamiento
de la movilización y de los apoyos externos, sin tener en cuenta los vínculos
establecidos a través del proceso de movilización (Agrikoliansky, 2001).
Cefaï (2007, 2009), por su parte, deplora la omnipresencia de la metáfora
del mercado y de la empresa en los análisis de la acción colectiva. Recurrir
sistemáticamente a explicaciones en términos de racionalidad utilitarista o
estratégica, impide reconocer la complejidad del compromiso establecido.
La oposición que presenta ese esquema entre el interés altruista y el
beneficio material, no parece dar cuenta de las múltiples modalidades
de compromiso observadas a través del trabajo etnográfico que permite
comprender las modalidades de pertenencia, que se articulan en torno al
afecto y a distintas experiencias compartidas y, como será mostrado en el
artículo, produce distintos efectos sobre las modalidades de compromiso
político de los sectores populares.
La sociología de la acción colectiva se ha interesado por el
militantismo y el savoir-faire militante a partir de la recomposición del
repertorio de acción de los movimientos sociales (Mathieu, 2004). Los
estudios sobre los movimientos de desocupados en Argentina han
enfatizado la importancia de la experiencia de los trabajadores en el
desarrollo de los repertorios de acción colectiva, así como la utilización
de cortes de ruta y de asambleas como modo de expresión y organización
(Svampa & Pereyra, 2003; Merklen, 2005; Schuster, 2005; Varela, 2009). La
movilización social también ha sido analizada retomando la noción de “la
lucha por el reconocimiento” propuesta por Honneth (2000). Este autor
sostiene que no es solo la experiencia de la necesidad económica lo que da
lugar a la confrontación social sino también la de falta de reconocimiento.
Sin embargo, a partir del análisis etnográfico vemos que la distinción misma
entre razones materiales y razones identitarias para movilizarse, no permite
comprender las prácticas locales en las cuales se apoyan esos procesos.
Como señala Quirós (2006) en su etnografía Cruzando la Sarmiento, el interés
predominante en el lugar y el posicionamiento de los dirigentes deja de lado
el estudio de los compromisos establecidos localmente por los miembros
90
antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114
Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007...
que dan continuidad a las organizaciones en el marco de un universo
social más amplio. Esta tensión excede el estudio de las organizaciones
de trabajadores desocupados. A partir del estudio etnográfico de una
fábrica recuperada en la ciudad de Buenos Aires, Fernández Álvarez (2007)
argumenta sobre el riesgo que existe de introducir una jerarquía entre las
luchas por el reconocimiento y el sentido de la acción colectiva por sobre
las dimensiones materiales. Se trata de evitar una separación entre, por un
lado, la acción (política), y la supervivencia, por el otro, en la que la primera
queda vinculada al reconocimiento social y la segunda a las condiciones
materiales. Una versión extrema de esta simplificación llevaría a atribuir
las capacidades políticas a militantes y dirigentes, estudiados de manera
privilegiada y a reducir los demás miembros a la manipulación por su falta
de conciencia política.
En el debate francés sobre la accion colectiva, la sociología del
compromiso se extiende para acoger la noción de “carrera” (Hughes,
1996) utilizada en el marco del estudio de la evolución de las profesiones
y adaptada para dar cuenta de las carreras de militantes (Agrikoliansky,
2001; Mayer & Fillieule, 2001; Demazière, 2003; Cucchetti, 2013). Lejos
de rutinas durables, las formas de compromiso observadas aquí pueden
comprenderse mejor a partir de lo que se esboza bajo la noción de momentos
militantes, adoptados tanto por militantes como por compañeros en
referencia a prácticas y discursos de compromiso que emergen de maneras
diferentes según el contexto de acción. Las reflexiones propuestas forman
parte de una investigación en el seno de organizaciones de trabajadores
desocupados en la región sur del Gran Buenos Aires y del Gran La Plata9.
El MTD analizado aquí, se moviliza bajo la consigna “trabajo
dignidad y cambio social”. Distintos grupos defienden esa bandera y
diversas maneras de interpretarla. En este caso se realizan cortes de ruta
y calles, así como marchas para negociar planes, es decir la inclusión de los
miembros en distintos programas gubernamentales de trabajo temporario,
como el programa Jefes y Jefas de Hogar Desocupados (JJHD). El acceso
a estas prestaciones sociales puede realizarse a través del gobierno local
o de ONG. Quienes se involucran en este MTD a menudo han intentado
esas posibilidades y frente a las respuestas negativas la acción colectiva
suele tornarse como una alternativa legítima para quienes la realizan. La
9
Aquí nos basamos en el estudio realizado en el MTD de Berisso. El distrito de Berisso se sitúa a 8
kilómetros de la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, hacia el noreste. Posee
80.000 habitantes (INDEC, 2001). En mayo de 2002, la tasa de desocupación alcanzó un 22 por ciento.
Para entonces, el índice de pobreza era de 42,7 por ciento de los hogares y el de indigencia, de 20,4 por
ciento de los hogares (INDEC, 2003, datos del primer semestre). La evolución de estos indicadores en
el transcurso de la investigación fue favorable. La desocupación pasó a 20,4 en 2003; 14,4 en 2004; 13 en
2005; 11,4 en 2006 y 9,7 en 2007 (INDEC, 2010, datos del primer trimestre).
VIRAJES
91
Pía V. Rius
política social aparece asociada a ese proceso de movilización social y de
negociación entre piqueteros y autoridades (Iñigo Carrera & Cotarelo, 2000;
Hintze, 2006).
Desde fines de 2002, después de la represión que resultó en la
muerte de dos jóvenes y el llamado anticipado a elecciones presidenciales
del Presidente Interino Eduardo Duhalde (2002-2003), la mayoría de los
miembros del MTD recibe un subsidio. Las organizaciones se desarrollan
en torno a la gestión de distintos recursos estatales, bajo la modalidad de
transferencias directas de dinero (150 pesos), entonces 50 dolares, o de
subsidios de maquinaria o mejora de locales. Proveen así un espacio para la
realización de las contraprestaciones laborales establecidas como requisito
por las políticas sociales (organización de cantinas populares, merenderos,
talleres de carpintería, serigrafía, textiles). Buena parte de las actividades de
referentes locales y de las discusiones en los espacios colectivos (asambleas,
mesa, reunión de productivos) refieren a las condiciones, cambiantes,
establecidas por las autoridades y las posibilidades de ignorarlas,
adaptarlas, o modificarlas según criterios que son considerados legítimos
en las organizaciones. Dichas actividades son organizadas de acuerdo a las
decisiones colectivas, dentro de los límites impuestos, y constituyen espacios
de interacción entre distintos miembros en los que participan compañeros,
referentes, militantes y vecinos. Durante la presidencia de Néstor Kirchner
(2003-2007) la compleja y fragmentada variedad de planes sociales permite
reorientar los beneficiarios hacia distintos espacios institucionales y reducir
la importancia del programa heredado de la gestión anterior (JJHD). El
espacio de este artículo no permite caracterizar todas esas modalidades
en detalle pero cabe señalar que el programa Manos a la Obra, erigido en
símbolo de una nueva modalidad de intervención, ha aprobado distintos
proyectos presentados por los grupos de MTD para financiar la compra de
maquinarias y materiales para poner en marcha actividades en el marco de
la economía social. La gestión de los mismos recae sobre los compañeros
del barrio que se erigen como responsables de las distintas actividades.
La creación de un nuevo barrio: el lugar de militantes,
referentes y compañeros
Detallemos brevemente ciertos rasgos de estos grupos situados en
un distrito históricamente ligado al peronismo. El MTD de Berisso comienza
a funcionar como tal a comienzos de 200210. Los nuevos referentes, en su
10
Múltiples redes de sociabilidad sirven de antecedente para la formación de este MTD. Los primeros
92
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Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007...
mayoría jóvenes, se vuelcan a la acción colectiva con el apoyo de militantes
experimentados cuyas trayectorias se vinculan con la militancia de base de
origen peronista o sindical. Los grupos de trabajo se orientan en función de los
recursos disponibles en los distintos barrios y de sus miembros (experiencias
laborales, formaciones, espacio físico propio, acceso al servicio de luz, etc.).
El término barrio es utilizado aquí en el sentido dado por los actores, es
decir que representa el espacio de acción de la organización; no reproduce
las divisiones administrativas locales11. Tempranamente, la necesidad de
generar mayores recursos que los obtenidos a través de la movilización,
en principio los planes12 de 150 pesos y los alimentos distribuidos para el
funcionamiento de comedores, motiva la creación de distintos proyectos
productivos13 con la idea de generar ingresos provenientes de un “trabajo
digno” y distribuirlos entre los miembros (y no miembros) que allí trabajan.
Gerardo, un militante experimentado que ha participado en la
creación del MTD de Berisso procura la creación de un nuevo espacio del
MTD. Ha llegado a casa de Marita acompañado por dos jóvenes miembros
referentes14 de otros barrios. Define esas iniciativas como una voluntad
de “abrir nuevos barrios”. Anteriormente, en Berisso, había convencido a
Andrés de convocar a sus amigos y vecinos del barrio para crear un MTD.
Quería crear un MTD en Berisso15. Había reunido todos los medios a su
alcance para lograrlo: su camioneta, con la que conducía a los miembros
del MTD de Berisso hasta los distintos lugares donde se desarrollaban
los piquetes; su savoir-faire militante, adquirido en lo que él denomina
jóvenes referentes se conocían entre sí por haber participado en un taller cultural. Berisso tiene una
importante tradición peronista y es considerado como la “cuna” de ese movimiento. Quiero agradecer
aquí a los miembros de esas organizaciones y sus familias que me acogieron generosamente, sus
nombres han sido modificados para preservar el anonimato.
11
El MTD comienza a funcionar en dos barrios. El de la calle Nueva York y el de Villa Progreso. Pronto
se extiende a la zona limítrofe con La Plata, y se relaciona fuertemente con la Universidad Nacional de
La Plata y distintas agrupaciones estudiantiles y territoriales. Los nuevos barrios creados proponen
actividades locales en seis lugares diferentes. En 2005 se ha extendido hacia tres nuevos barrios y varios
talleres funcionan en La Plata.
12
Designamos aquí los planes en forma genérica como lo realizan los propios miembros de las organizaciones de desocupados, sin distinguir las variaciones de los mismos a lo largo del tiempo (Trabajar, Jefes
y Jefas de hogar desocupados, Barrios Bonaerenses, etc.) ni en función de las autoridades involucradas
(distintos ministerios, autoridades nacionales o provinciales).
13
Nos referimos a los espacios de actividad económica desarrollados por el MTD. Utilizamos las cursivas para señalar un espacio de la organización.
14
En el contexto evocado, el término referente se diferencia del de dirigente, es decir que apunta a la
proximidad territorial y social en tanto experiencia compartida de la desocupación.
15
El término barrio responde a un uso local que designa un medio de intercambios e interacciones de
proximidad y no a una división administrativa. Los primeros espacios donde se crea el MTD de Berisso
acceden a los distintos servicios urbanos. Posteriormente serán creados nuevos “barrios” en los límites
de la urbanización.
VIRAJES
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Pía V. Rius
peronismo de base16 en tanto estudiante y obrero durante los años 197017.
Esa experiencia la comparte con los más jóvenes del MTD como Andrés,
Martín y Bruno, miembros que lo acompañan en sus recorridos y que
al mismo tiempo le permiten acceder a distintas redes locales. Ellos se
inscriben en el mismo camino que él ha trazado. En su presencia, animan
las discusiones de la asamblea, proponen soluciones y modos de proceder
para desarrollar el espacio del MTD en el barrio. Del mismo modo, explica a
Marita cómo desarrollar su actividad en el barrio, quien, con más de 50 años,
se ha lanzado en una primera actividad barrial: crear un grupo de MTD18,
cuyas actividades (reuniones, asamblea, panadería, huerta) funcionan en
su propia casa.
Durante el estudio de terreno de 2003, en el que se constituye el
grupo, la actividad es incipiente. Las asambleas funcionan en presencia
de Gerardo a quien recurren para resolver los problemas más acuciantes
(cómo organizar una nueva actividad, qué hacer ante el incumplimiento
de los criterios de organización del MTD19). El grupo, de algo más de 20
personas, está formado mayoritariamente por jóvenes entre 18 y 22 años
con estudios secundarios incompletos, y un pequeño grupo de adultos
con vínculos de parentesco y vecindad. Las discusiones en torno a los
problemas del grupo que se está creando son planteadas con Gerardo y
los otros jóvenes. Una joven reacciona con mayor fervor frente a lo que ella
considera injusto, la participación desigual o escasa de una parte de los
miembros en las tareas que exigen llevar adelante la formación del grupo.
Gerardo nos dirá luego que, junto con otros jóvenes, ella aparece como una
referente potencial, portadora de posibilidades de aprender y desarrollar el
grupo. Andrés primero, Martín y Bruno después, y a continuación Marita
y los jóvenes de los “nuevos barrios”, aparecen como los destinatarios del
esfuerzo militante, una forma de aprendizaje a través de la acción en su
propio ámbito.
La actividad de Gerardo se realiza bajo el modo de una transmisión de
competencias. Sin embargo, su presencia es necesaria para el funcionamiento
16
Gerardo describe el peronismo de base como una actividad militante que se consagra a la defensa de
“reivindicaciones” de trabajadores que tendría continuidad en la militancia territorial en tanto “autónoma” de las luchas electorales del partido justicialista y del sindicalismo. Esa posición ha sido definida en
la década del 70 a partir de la “alternativa”, presentada por un conjunto de organizaciones peronistas, a
la “burocracia sindical”, ver Ortiz (2010).
17
Ha abandonado sus estudios universitarios prefiriendo su actividad militante en el interior de una
fábrica.
18
Marita ha realizado estudios primarios. Su última experiencia laboral ha sido en la economía informal
en un puesto de mantenimiento dentro de un laboratorio.
19
Participación en la asamblea, en las marchas, en las actividades en el barrio (sociales o productivas) y
contribuir con un fondo común de entre cuatro y seis pesos a partir del momento en que se cobra el plan
para el funcionamiento del comedor y del grupo.
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Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007...
de la asamblea. Se espera su llegada para comenzar, se exponen los
problemas que presenta el grupo esperando que él aporte soluciones. De
hecho, permite establecer criterios de lo que se puede hacer o no en el
grupo, lo que se puede esperar o pedir al gobierno, y aquello que debe
resolverse localmente. La jerarquía que se observa en el funcionamiento de
la asamblea, el horizonte de funcionamiento en el cual parece proyectarse,
pone la asamblea barrial como origen de la legitimidad de las decisiones.
De ese modo, los militantes más experimentados tienden a diferenciarse
de un rol de dirigentes. Una figura que sirve de contraste con la manera de
intervenir en los espacios locales, generando capacidades de organización20.
Desde la perspectiva militante se trata de instalar organizaciones solidarias
entre sí para crear poder popular21, funcionando bajo los mismos criterios
capaces de movilizarse frente a distintas situaciones y no solamente por la
cuestión del desempleo22. En la asamblea del barrio de Marita observamos
que Gerardo es esperado para comenzar la reunión. A él se dirigen las
distintas interrogaciones sobre los problemas encontrados y las maneras
de resolverlos. Sin embargo, las respuestas de Gerardo parecen relanzar los
principios de la organización para que sean adoptados localmente. ¿Qué
hacer con los miembros que cobran el plan y no participan de las asambleas
ni trabajan en los proyectos productivos?23 ¿Se los puede dar de baja? ¿Cómo
incluir a los jóvenes adolecentes que se acercan al MTD pero no pueden
cobrar el plan por ser menores de 18 años24? El sentimiento de injusticia
frente al incumplimiento de los principios dados por el movimiento es
escuchado y justificado, dar de baja a esos miembros no parece posible.
Gerardo plantea que hay que convocarlos, establecer una actividad con los
recursos disponibles. Marita enumera distintas tentativas, parece estar al
Esta perspectiva no es exclusiva de este MTD (Bidaseca, 2006; Bottaro, 2012) sino que es compartida
por un conjunto de organizaciones agrupadas en la red del Frente Popular Darío Santillán (FPDS). Creado en 2004, este colectivo reúne buena parte de los MTD que fomentan la autonomía y se articulan con
cooperativas de trabajo, asociaciones feministas, estudiantiles y agrupaciones sindicales. Un testimonio
de esta perspectiva puede verse en Pacheco (2004).
21
Distintas reflexiones de militantes son presentadas en Mazeo et al. (2007).
22
Esta concepción de la militancia se ve plasmada en la participación del MTD como un actor local junto
con vecinos y por cuestiones variadas como el mejoramiento del hábitat, la búsqueda de justicia frente
a la represión policial o la propuesta de actividades culturales.
23
En cada barrio se organizan espacios de trabajo; por ejemplo, talleres de carpintería, textiles, de serigrafía, etc. Estos son considerados como talleres productivos. Los mismos son presentados como espacios
para realizar la actividad de contrapartida de sus planes.
24
Los planes exigen que los beneficiarios hayan cumplido los 16 años de edad. A partir de 2004 los beneficiarios del programa JJHD son reorientados a distintos espacios institucionales, por ejemplo de acuerdo a la edad. El Programa Joven fomenta la realización de formaciones o la finalización de los estudios
por lo que la prestación es considerada una beca. Implica también la apertura a nuevos beneficiarios, los
jóvenes que se inscriben no son miembros del MTD pero pueden acceder a través del mismo que los da
a conocer como nuevos planes en el espacio local. Quiros (2006) relata los avatares de una organización
de desocupados para obtener dichas becas.
20
VIRAJES
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tanto de las propuestas de Gerardo pero se impacienta porque “ni siquiera
vinieron a la asamblea”. Para Gerardo, es lo propio de un grupo que
comienza, hasta que encuentre su dinámica; lo que significa, quizás, hasta
que se formen los referentes locales.
En efecto, Andrés se formó como referente dentro del MTD de un
modo similar. También ha participado en casi todos los talleres de trabajo25.
Ha realizado cada actividad en el momento inicial, como lo hace aquí
Gerardo, con la idea de acompañar a sus compañeros hasta que puedan
continuar con la actividad sin su presencia. De ese modo, la capacidad
de transmitir las modalidades de decisión y de organización del grupo
implica formar a nuevos miembros, lo que lo acerca al rol de militantes
como Gerardo; de la misma manera que Gerardo lo había hecho en el barrio
de Andrés, al cual este vuelve con menos frecuencia. Su labor consistiría
en explicitar las consignas de la organización, en el caso de este MTD: el
cambio social. Así, lo vemos participar de la asamblea, de la carpintería
o del grupo de trabajo del comedor, aunque no forma parte de ellos, en
momentos en que estos atraviesan dificultades (falta de fondos, deserción
de algunos miembros o tensiones). A diferencia de Gerardo, no necesita que
lo acompañen otros referentes en el barrio. Su presencia en cada actividad
es bienvenida pero no es siempre necesaria para la realización de las
mismas. Al menos ese es el objetivo al cual él tiende y con el cual se maneja
el principio de rotación de cada uno de los puestos. Este principio está lejos
de ser aplicado en forma perfecta y a menudo los responsables o referentes
de las actividades no varían, Andrés expresa la necesidad de que todos los
miembros del barrio puedan realizar las tareas necesarias para el grupo.
La rotación participa en el objetivo de formar nuevos miembros en
las distintas actividades y favorecer el principio de horizontalidad al cual
remite este grupo. En otro momento, Andrés se queja de la ausencia de
sus compañeros de barrio en las reuniones de productivos diciendo que si
él “no va, no va nadie”. El ejercicio de la representación se desarrolla así
en los barrios y en los grupos de trabajo entre compañeros y se confronta
luego a otras organizaciones, con las autoridades locales y provinciales.
La participación de los miembros del barrio en las distintas actividades de
la organización parece instituir una forma de aprendizaje. Ello permitirá
en algún momento a miembros como Marita llegar a ser responsables de
una actividad o referentes de un barrio. En 2005 encontramos a Marita
participando en el seno de una reunión de productivos, dando cuenta de
25
La “administración”, llevar al día los documentos exigidos por la administración pública, también
es un espacio de trabajo. Suele recaer sobre los referentes o miembros que han realizado más estudios.
Andrés no duda en privilegiar su presencia en un corte o en una manifestación en lugar de trabajar en
los talleres.
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las actividades del barrio y reportando las actividades realizadas en el
marco de los programas para jóvenes. Allí puede hablar en nombre de sus
compañeros del barrio frente a los referentes de otros barrios y productivos;
también suele hacerlo ante no miembros frente a quienes ella justifica su
presencia en el MTD por “todo lo que hacen”26.
Andrés está convencido de la necesidad de la movilización para ser
escuchados por las autoridades. Sin embargo, el MTD implica también la
posibilidad de aprender un oficio. En cuanto aparece un taller de serigrafía
él se propone participar. Comienza a formarse para tener un oficio que le
permita trabajar y no tener que volver a embarcarse, la actividad estable en
la que trabajó durante 10 años antes de conformar el MTD.
Militantes, referentes, compañeros del barrio comparten actividades
locales en cantinas, talleres de trabajo y su gestión cotidiana. Frente a las
autoridades locales y provinciales a las que se solicitan y rinden cuentas
sobre los recursos recibidos para el funcionamiento de los mismos27, se
hacen presentes miembros de distinto estatuto que fuera de los barrios,
hablan y actúan en nombre de ese colectivo.
Relaciones entre referentes y militantes;
relaciones situadas
Los lugares donde interviene cada categoría de miembro pueden permitir
aprehender mejor sus respectivos roles. Andrés y Heroldo participan en
reuniones con las autoridades provinciales. Durante la negociación de un
contrato para la realización de muebles en el que participará la carpintería
del MTD de Berisso, Andrés asiste junto con Heroldo, militante del MTD.
Andrés no es el coordinador28 de la carpintería, sin embargo por su
presencia en el barrio conoce el funcionamiento y, en tanto referente, suele
opinar en asambleas y reuniones de productivos sobre lo que allí sucede; está
Siendo menor abandonó la ciudad para trabajar “en los barcos”. Empezó como aprendiz a los 16 años,
realizó una formación y trabajó como marinero durante más de 10 años. De esa manera “conoció todo
el país” viajando.
27
De la misma manera que los espacios asociativos y cooperativas formadas en el marco del programa
Manos a la Obra (Ministerio de Desarrollo Social), los movimientos administran diferentes programas
sociales que tienen por principio de funcionamiento “la participación y el empoderamiento de la sociedad civil”. Nora Goren (2005) detalla la formulación del programa Manos a la Obra en clave de género.
28
Utilizamos el término de coordinación, ya que el mismo permite dar cuenta de una división del trabajo cuyas consecuencias relevan de un relativo consenso del resto de los participantes del taller que
aprueban o rectifican los presupuestos, plazos, etc. El coordinador no es el único que decide sino que la
responsabilidad que él ejerce debe ser ratificada por los trabajadores del taller. Como se dijo, el término
de dirigente no se utiliza en esta organización por la jerarquía que el mismo impone entre los distintos
miembros.
26
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97
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perfectamente informado pero no es un miembro activo en ese espacio: no
trabaja allí y no toma decisiones en el grupo. Heroldo por su parte, coordina
el taller. Sin embargo, durante una reunión de productivos en la que se
evocaba dicha audiencia, Selma29, una militante con experiencia, le recordó
a Heroldo que debería asistir al encuentro acompañado de un compañero
del barrio. Andrés, presente en ese espacio se propuso para ir con él. La
participación de Andrés en la reunión no resulta de sus competencias en
tanto trabajador ya que él no forma parte del taller de serigrafía. Si bien
está informado de lo que sucede en ese espacio su presencia en tanto
compañero del barrio parece garantizar, en ese momento, la presencia de esa
organización en el barrio. Heroldo por su parte, participa de las decisiones
del taller, puede hablar en nombre del grupo frente a sus compañeros en
la reunión de productivos y comprometerse frente a las autoridades para
tomar un pedido en los tiempos necesarios para llevarlo a cabo. En tanto ser
militante parece insuficiente para ejercer la representación de la carpintería
frente a las autoridades30 ya que debe ir acompañado de un compañero del
barrio.
Heroldo no ha finalizado sus estudios universitarios en Ciencia Política.
Durante los mismos ha tomado conciencia de las diferencia entre sus ideales
políticos ligados a “la lucha” y los de sus camaradas de la universidad que
según dijo solo deseaban “ser funcionarios”. Entonces decidió consagrarse
por completo al trabajo militante que realizaba en el seno de una agrupación
estudiantil31. A través de la misma, compartía su presencia en el FPDS y
desde hace varias semanas se ha puesto al frente de la carpintería del MTD
de Berisso ya que el coordinador precedente, un compañero del barrio32,
había renunciado.
Luego del encuentro con las autoridades, Heroldo transmite los
resultados frente a sus compañeros. Andrés está allí, como lo están también
los miembros de distintos talleres productivos, representantes de otros
barrios y MTD cercanos. Ese espacio se presenta como una posibilidad de
acercar experiencias, de poner en común dificultades y las soluciones que
29
Selma conoce a Andrés y otros de los actuales referentes del MTD porque participaba de una asociación cultural con talleres para jóvenes a los cuales asistieron.
30
En particular, durante esa reunión también estaba presente un representante de otro taller de carpintería que forma parte de la misma red de organizaciones, el FPDS. Gracias a esa colaboración las distintas carpinterías pueden responder a un pedido importante como el realizado por el Estado.
31
Dichas agrupaciones no se focalizan solamente en reivindicaciones estudiantiles sino que desarrollan
una actividad militante en barrios populares, como animación de actividades culturales, bibliotecas
populares, apoyo escolar para niños y jóvenes y como en este caso, apoyar los movimientos de desocupados.
32
Las razones de su partida no son completamente explícitas. El coordinador considera que su manera
de trabajar “perfeccionista” no fue aceptada por los demás compañeros. El mismo sigue participando
en el MTD.
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se pueden considerar así como las estrategias más o menos exitosas que
han intentado otros talleres. Heroldo comparte su optimismo en cuanto a
los resultados de la reunión con la autoridad provincial. Da cuenta de la
misma en voz alta frente a los compañeros de los demás productivos. En
ese momento bromea: “fuimos a ver al amigo de Andrés”, M. Rosso. La
broma se refiere a la proximidad entre ambos ya que el funcionario es
originario de Berisso. En este contexto la red de pertenencia local puede
extenderse más allá de la proximidad geográfica propia de los compañeros
del barrio. Decir que el funcionario es un amigo de Andrés no constituye
un elogio sino más bien una manera de poner distancia con los límites que
representa la proximidad, un riesgo de que estos compañeros abandonen
la organización33. Una proximidad que Andrés justifica como algo del
pasado34.
Resulta menos evidente, sin embargo, la proximidad sociológica que
existe entre el Sr. Rosso y los militantes como Heroldo, Gerardo o Selma.
Los cuatro han realizado estudios universitarios en la Universidad Nacional
de La Plata y los han abandonado. Selma, Gerardo y el Sr. Rosso pertenecen
además a una misma generación y han realizado su primera experiencia
militante en el Peronismo.
Esta misma reunión será restituida delante de la asamblea del MTD de
Berisso. En esa oportunidad será Andrés quien se encargará de transmitir
el resultado, Heroldo no está presente. En efecto, la misma funciona sin
necesidad de la presencia de Heroldo, sin ningún integrante exterior al
barrio y en presencia de algunos vecinos. La asamblea comienza y Andrés
constituye el orden del día a medida que los temas se van tratando (no tiene
cuaderno ni notas con él). Heroldo llegará más tarde cuando la asamblea ya
ha terminado. Viene a tratar cuestiones de la carpintería, sus compañeros
lo esperan para decidir sobre un presupuesto y la fabricación de muebles35.
Al llegar, Andrés y Heroldo conversan sobre el desarrollo de la asamblea.
Heroldo se disculpa por su ausencia. Quiere saber si han podido tratar
la cuestión del uso de los espacios comunes por los compañeros de la
carpintería. Dado que algunos estaban ausentes el tema no fue tratado,
explica Andrés mientras trabaja en la computadora situada en la pieza
contigua. Está ocupado editando un video realizado por el propio grupo.
En realidad, a la vez que lo edita, un estudiante de Bellas Artes de La Plata le
Esos riesgos son denunciados a menudo por los referentes como una tentativa de los mediadores
partidarios de “romper el barrio” y se transforman en tema de conversación recurrente en los momentos
de campaña electoral.
34
En la reunión no se justifica, acepta la broma y no parece importarle. En los días siguientes evoca sus
relaciones con Rosso, refiriéndose a la época cuando este era funcionario de la localidad de Berisso y
Andrés era más joven.
35
Durante ese terreno la asamblea del MTD se desarrollaba en el local de la carpintería.
33
VIRAJES
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enseña a manejar el programa. Heroldo pasa rápidamente pues lo esperan
los miembros de la carpintería.
Los momentos y las maneras de actuar juntos, asociando diferentes
categorías de miembros, permiten comprender lo que caracteriza a cada
una de ellas y las actividades a las cuales se las vincula. La comparación
de dos grupos diferentes que se encuentran en distintos momentos de
desarrollo, permite suponer que en la medida en que los referentes del
barrio emergen los militantes pueden eclipsarse. Los militantes no son
indispensables para el desarrollo de una asamblea lo cual da muestras
del desarrollo del grupo de acuerdo a los principios que este profesa. En
este sentido la diferencia entre militantes y referentes da cuenta que estos,
como tales, son militantes y tienen una pertenencia local. La pertenencia
local parece opacar el carácter militante de su actividad. La actuación como
referente lleva a los compañeros del barrio a desplazarse del mismo para
ejercer su representación. Su presencia resulta relevante como indicador del
desarrollo del proyecto del grupo.
Sin embargo, la intervención de Heroldo en la carpintería muestra
que ese proceso no es lineal y que las dificultades de sostener múltiples
actividades en el espacio local requieren la intervención de militantes. La
dimensión territorial parece poner de relieve una forma de exterioridad por
el hecho de no vivir en el lugar donde se realizan las actividades del grupo.
En este sentido, los jóvenes que acompañan a Gerardo al barrio de Marita y
animan la asamblea realizarían una actividad militante.
La pertenencia al territorio parece naturalizar el compromiso político
de los referentes. En el barrio el referente aparece como directamente
involucrado por lo que allí sucede. En la asamblea del barrio de Andrés la
presencia de Gerardo ya no es necesaria. Su funcionamiento es semanal y los
miembros del MTD toman la palabra, exponiendo sus argumentos. Algunos
vecinos que no son miembros también están presentes. Al preguntar sobre
su participación en la asamblea ellos me explican que son parientes de
otros miembros y vienen porque es importante “estar informados”. Lo que
sucede en las asambleas del barrio constituye la información valorada que
estos familiares cercanos llevarán a los miembros que por distintas razones
no han podido asistir.
El tratamiento privilegiado entre Andrés y Heroldo (este se dirige a
aquel en primer lugar) muestra la proximidad que los une en la organización.
Si sus recorridos son diferentes y la manera en que “llegan” al MTD difiere
(Andrés forma parte de los miembros que lo crearon y Heroldo se ha unido
al mismo a través del FPDS), las reuniones y asambleas compartidas en
distintos espacios (en el barrio, en productivos, con las autoridades) los
muestra como figuras indiferenciadas; sin embargo, cada uno aporta
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capacidades diferentes y en algunos momentos la presencia de uno y no del
otro resulta indispensable. Heroldo, en tanto coordinador de la carpintería
está involucrado en su gestión cotidiana. Toma pedidos, compra materiales,
negocia presupuestos. Estas competencias él las ha adquirido en contacto
con sus compañeros de la carpintería y ellos le “tienen confianza”36.
La presencia de Andrés no es necesaria. Al exterior, en relación con las
autoridades, la pertenencia como militante es insuficiente para ejercer una
representación. El vecino parece estar acreditado de plena legitimidad a la
hora de tomar la palabra, la intervención del militante parece ser pertinente
entre compañeros pero sujeta a las relaciones de confianza que aparecen
con la mediación de los referentes del barrio y que se establecen con el trato
cotidiano. En las relaciones con las autoridades locales el militante aparece
como desprovisto de la legitimidad necesaria para hablar en nombre de los
miembros y vecinos.
La permanencia a lo largo del tiempo: Conseguir un trabajo y seguir estando presente
En 2005, los miembros de los barrios de la organización han
comenzado a disminuir. Si volvemos al ejemplo de la carpintería, vemos
que Heroldo ha tomado la coordinación como resultado de tensiones que se
han saldado con la dimisión del excoordinador, miembro del barrio. Otros
alejamientos son fruto de la inserción en un trabajo formal declarado. En
efecto, los compañeros del barrio se acercan al MTD en momentos de altos
niveles de desocupación. Si bien estos grupos desarrollan actividades cuyas
condiciones tienden al ideal del “trabajo digno”, promoviendo los espacios
donde los propios trabajadores pueden expresarse (asamblea, productivos,
mesa, etc.) y decidir sobre las modalidades de trabajo, los recursos generados
por estos medios no dejan de ser insuficientes. Recordemos que el monto de
los planes se ha mantenido a 150 pesos después de la devaluación de enero
de 2002 y los ingresos producidos a partir del trabajo de los productivos son
escasos ya que no llegan a cubrir el salario mínimo37.
Así evalúa un antiguo miembro la manera en que Heroldo coordina el grupo.
Para dar un parámetro de la actividad de los mismos podemos mencionar que, según los espacios
de trabajo y las organizaciones involucradas, pueden ser de 50 pesos (panadería), de 150 pesos (en un
taller textil), o de 300 pesos en la carpintería. El salario mínimo es renegociado en 2004 a 400 pesos. De
acuerdo a la experiencia de otros MTD, una carpintería o un taller textil pueden llegar a producir ingresos del orden de los 700 u 800 pesos para cada uno de sus miembros, aunque estos casos considerados
exitosos son escasos. Si los planes permanecen estables, el cambio a nuevos programas promovido por
las autoridades (Programa Más y mejor trabajo o Programa Familias orientados a los jóvenes y a las
mujeres con hijos a cargo, respectivamente) puede llevar la prestación a los 250 pesos según los casos.
36
37
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Para las personas con familiares a cargo, la diferencia en términos
económicos puede ser muy importante ya que en ese momento solo los
trabajadores declarados tienen derecho a la asignaciones familiares que son
del orden de 150 pesos por persona a cargo. En 2005, Emilia, una exreferente
del barrio, ha limitado su presencia en el MTD porque ha conseguido un
trabajo formal. Toda actividad declarada implica la pérdida del plan. Su
salario de 400 pesos se ve completado por el salario familiar que cobra
por tener sus tres hijos a cargo y que es de un total de 450 pesos38. Desde
entonces ha colaborado en la gestión del comedor y asiste a las ferias y
actividades culturales que se realizan en el barrio, pero ya no es referente
ni tiene responsabilidades. De ese modo, la “salida” de la organización se
relaciona en su caso, con el ingreso en el mercado laboral a través de un
trabajo declarado, sin embargo no implica una desvinculación total. Está
ausente de los espacios decisivos como asambleas y reuniones pero continúa
participando en las manifestaciones expresivas de la esfera local y cuando
conversamos vemos que está informada de las tensiones que atraviesan
los espacios de trabajo como el cambio de coordinador de la carpintería, el
cambio del lugar donde funciona el comedor, etc.
Heroldo comenzó a ir a Berisso para volver a lanzar la actividad
de la carpintería, sin tener un conocimiento previo de su funcionamiento.
Los militantes parecen circular en los distintos espacios de la red según
las necesidades del colectivo y sus disponibilidades. Esa circulación puede
ser positiva permitiendo el intercambio de información, de experiencia y la
extensión de la red. Andrés reconoce los aportes pero admite la diferencia
que puede existir entre militantes y compañeros del barrio. Por momentos
se presenta como un militante39 y actúa como Gerardo hacia los compañeros
del barrio cuando lo acompañan a las reuniones y citas con las autoridades.
Sin embargo, se queja de la falta de fiabilidad de los estudiantes. Considera
que su presencia es de corto plazo y que conviene aprovechar de los
proyectos “cuando están”. Por momentos, parece privilegiar la pertenencia
al barrio.
En el transcurso de 2005 el Consejo del salario negocia el aumento progresivo del salario mínimo vital
y móvil hasta 630 pesos; 800 pesos en 2006 y 980 pesos en 2007.
38
Esta situación ha cambiado desde fines de 2008 cuando se creó la “Asignación universal por hijo” que
extiende las asignaciones familiares a los trabajadores informales. Para un análisis de esta política social
ver Goren (2010).
39
Cuando explica su rol en la formación del MTD de Berisso también se presenta como un militante, ya
que antes de que el grupo existiera ya participaba de las acciones colectivas.
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Cuando están los compañeros del barrio me engancho pero si están solo los
estudiantes, no. Dejan todo por la mitad, me embola. Por ejemplo el video del
barrio… ¡queremos editarlo! 40
Vivir o no en el barrio aparece como una distinción que es válida no
solo desde un punto de vista exterior, sino también en las organizaciones,
en las actividades que son asignadas a cada uno, en las ocasiones en que
Andrés decide comprometerse, “engancharse” o no a lo largo del tiempo. En
el relato, Andrés insiste en la disponibilidad en términos de una presencia
prolongada y durable, como la suya propia y la de los compañeros del
barrio. La pertenencia al barrio es entonces decisiva. Si Andrés se queja
de los estudiantes que “dejan todo por la mitad” también reconoce que
son vector de savoir-faire, como la posibilidad de editar un video. Andrés
sabe que podrá contar con los vecinos para realizar una feria, o trabajar
en el local; pero los estudiantes, que son militantes, aparecen en esta queja
como poco fiables. La salida de un militante puede estar relacionada con
sus circunstancias personales o laborales del mismo modo como se dijo en
el caso de Emilia cuando encontró un empleo. La diferencia que imprime la
proximidad territorial en las maneras de comprometerse, permite también
dar continuidad al compromiso bajo distintas modalidades.
Circulación en el barrio y hacia otros espacios
La tensión que genera la menor disponibilidad de los militantes
parece disolverse cuando permite “aprovechar” la presencia de los militantes
en los proyectos. Pero también “aprovechar” la circulación que implica
formar parte de una red de organizaciones que son consideradas como
parte integrante de un mismo colectivo extendido. El vecino, el compañero
del barrio, está anclado en ese territorio. Andrés como militante participaba
de manifestaciones antes de que existiera el MTD de Berisso. Sin embargo
su presencia en el barrio, como la de otros referentes, permanece a lo largo
de los 10 años que han seguido a la formación del colectivo y reconoce esa
pertenencia como la posibilidad de dar continuidad a su compromiso.
Los militantes y estudiantes, sumamente presentes en las reuniones,
se desplazan de barrio en barrio actuando como vectores de difusión de
Andrés. MTD Berisso. Conversación de diciembre de 2005. Andrés quiere seguir una formación en un
programa de edición para poder trabajar ese material. Comienza a aprender a manejarlo a medida que
va realizando pequeñas operaciones en el material mismo. Podrá editar el video mencionado en 2007.
Entonces habrá un espacio de trabajo y un ordenador comprado gracias a la solidaridad de grupos de
apoyo situados en Italia y España.
40
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informaciones, conocimiento, habilidades y universos sociales diferentes
en el barrio. Su circulación entre los barrios y su participación en distintos
espacios de decisión posibilita el acceso a saberes, por ejemplo, en el caso
mencionado anteriormente, a la posibilidad de editar un video. Para
Andrés, vimos que eso no resuelve cierta desconfianza. En relación con otros
compañeros del barrio Andrés tiene mayores responsabilidades, frente a
las autoridades puede hablar en nombre del barrio. En tanto referente su
presencia en otros barrios es recurrente. También, es convocado por vecinos
que no son miembros del MTD cuando resulta necesario interpelar a las
autoridades. Así, me explica en relación a un grupo de familiares de un joven
victima de la represión policial, que “fueron a invitarlo” y él les propuso
que hablen frente a la mesa, “no es lo mismo que vayan ellos y expliquen, a
que hable yo”. Esta distinción, que para Andrés forma parte de su relación
con compañeros y vecinos, no era en principio percibida por estos últimos.
Señala que las razones para movilizarse no son definidas de antemano a
partir de un sentido común compartido en el barrio o establecidas por un
dirigente o por la organización, sino que requieren de una explicación por
los protagonistas y de una argumentación en los espacios comunes, como
la mesa o la asamblea. Estos procesos muestran la relación con el barrio y
las maneras como las prácticas militantes circulan y son desplegadas por
quienes no son habitualmente considerados militantes. También permiten
vislumbrar los límites de esa representación, Andrés puede hablar frente a
la mesa o la asamblea de la represión policial pero los efectos serán limitados
a la hora de conseguir el apoyo del colectivo.
La distinción entre “militante” y “compañero del barrio” como si
fueran dos polos opuestos, perpetúa un imaginario político local según
el cual los militantes aparecen como figuras externas sin vinculación con
el grupo que tendrían cierta capacidad de movilizarlos como recursos
propios. El mismo expresa, por un lado, las disputas entre organizaciones
cuya versión explícita puede verse en las declaraciones por ejemplo del
dirigente de la FTV 41 Luis D’Elia, que reivindica su “historia en el barrio” y
se diferencia de lo que él denomina “vanguardia iluminada”. Lejos de ser
una excepción en este sentido, Ferraudi Curto (2011), a partir del estudio
de otra organización piquetera, releva el riesgo que existe en la postura
de dirigentes de separar la “vanguardia” del movimiento y “mayorías”
seguidoras. Refiriéndose al desarrollo de de los intelectuales en los años
1970, Sigal (1996) argumentaba sobre las dificultades de los militantes
de clases medias para reclamar la representación “del pueblo”. Estas
caracterizaciones parecen basarse en una mirada exterior o centrada solo
41
La Federación Tierra, Vivienda y Hábitat (evocada en la nota 5), Clarín, 26-09-2002.
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en los discursos de dirigentes en la arena pública, que deja poco espacio a
la observación de las actividades cotidianas que sostienen esos colectivos y
las formas de representación practicadas. El trato que se dan los miembros
entre sí, presenta formas de reconocimiento mutuo que podemos notar
desde la designación del compañero de barrio como alguien con quien
se comparte una pertenencia a la organización. La sociología de la acción
colectiva y particularmente la distinción entre activistas desinteresados y
poblaciones beneficiarias referida anteriormente, no permite comprender
la proximidad que existe por ejemplo entre Heroldo y Andrés o bien entre
Heroldo y sus compañeros de la carpintería y el hecho de que cada uno
de ellos se ha tenido que enfrentar a la desocupación. Su presencia en el
taller le permite aprender la gestión de esa actividad y ganarse un lugar
en el barrio, dichas capacidades suelen quedar asociadas como propias del
compañero del barrio.
Además, impide ver las distintas trayectorias de acercamientos
y alejamientos más o menos parciales señalados, así como las diferentes
formas de compromiso que pueden establecer los militantes. Recubre así
la diversidad de las biografías, las diferencias que hay según las edades y
experiencias laborales u organizativas así como las actividades militantes
que pueden realizar los compañeros del barrio más allá de la participación
a la acción colectiva, intentando dar forma a una organización de los
desocupados en tanto trabajadores hecha por ellos y no para ellos. Esta
tentativa actúa como un horizonte que permite el desarrollo en distintos
espacios y de acuerdo a experiencias dispares de momentos militantes.
Gerardo, a partir de su experiencia, intenta multiplicar los grupos
del MTD en distintos barrios; una vez que están desarrollados, se ausenta
de la asamblea. En efecto, lo vemos poco en los barrios más antiguos como
el de Andrés pero sigue en contacto con las actividades culturales y ve a los
compañeros en las manifestaciones. Los vecinos lo conocen, los miembros
saben de su apoyo. En los inicios de estos grupos el rol del militante parece
ser más importante. Sin embargo, esa importancia la notamos nuevamente
a partir de 2005, ya que los militantes se tornan más visibles en los espacios
colectivos de coordinación. En la mesa, el espacio regional en el que se
reúnen todas las semanas los referentes de distintos barrios y distritos, la
mitad de los participantes son militantes que no viven en el barrio, pero
militan allí. Son considerados como compañeros y su presencia no es
cuestionada por los referentes y miembros del barrio. Si la categorización en
términos de militante - no militante cristaliza las diferencias biográficas en
términos de lugares de residencia, años de estudios, o diplomas obtenidos,
la confrontación a actividades y presencias en distintos espacios permite
comprender la militancia como una habilidad que es compartida por
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105
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miembros de distintas categorías sociales, que se reconocen a sí mismos
como pares en el marco de los espacios de coordinación. De modo que
la militancia no pierde su especificidad sino que deja de ser un atributo
específico de un grupo o clase social. La militancia aparece entonces como
un conjunto de actividades y habilidades que son relevantes explícitamente
en las organizaciones, cuya observación da cuenta de relaciones de
interdependencia.
Relaciones interpersonales que orientan
las actividades en los barrios
La proximidad social y geográfica del referente parece contribuir
a una forma de relacionarse con lo político y de acceder a las autoridades
que redefine las relaciones con las mismas. Así Andrés explicita la manera
en que los vecinos recurren a él, gracias a la visibilidad que ha adquirido
en el barrio:
Andrés: En la Comisaria Primera mataron a un pibe y dijeron que se había
ahorcado. Le hicieron una autopsia y nada que ver, estaba todo golpeado,
encima no se puede ahorcar si en el lugar no tiene nada, ni de dónde colgarse,
y los chicos del barrio de él, el Villa Nueva, le hicieron una marcha
Pía: ¿Era parte del movimiento?
A: No, no, lo hicieron los familiares y amigos y conocían al MTD y siempre
nos invitaban, me decían a mí porque yo soy conocido pero yo le decía en las
reuniones: “vos tenés que ir un martes a la reunión de mesa y le comentás
a todo el MTD de Berisso porque no es lo mismo que yo les cuente, a que le
cuenten ustedes que son los familiares”. Bueno, fueron, comentaron, y se
armó un escrache, ahí, en la comisaria y, bueno, estuvo bien42.
El comentario de Andrés sobre la participación solidaria a un
escrache frente a la Comisaria Primera de Berisso, permite comprender
las relaciones con los vecinos en un entorno de proximidad. La violencia
policial puede ser una razón para movilizarse pero para hacerse efectiva
se conjuga también con la proximidad, del círculo de familiares y amigos,
y con el diálogo directo con estos. La presencia en el lugar parece en cierta
forma afectar al público interpelado43. La explicación de Andrés da cuenta
de las relaciones con el barrio y sus organizaciones en la medida en que
Entrevista en casa de Andrés. MTD Berisso, 2005.
Esta participación nos lleva a indagar sobre el lugar de los afectos en esa proximidad. Esta cuestión
excede el espacio de este artículo, para el caso argentino ver Scribano (2009) y Scribano & Cabral (2009).
42
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el MTD se torna visible y es reconocido en el entramado de sociabilidad
local como un interlocutor válido para interpelar a las autoridades y no
solamente para reclamar planes. Andrés, en tanto referente, puede ser
identificado con el colectivo; sin embargo, él evita expresarse en nombre del
grupo. La convocatoria tendrá que hacerse en forma directa por los propios
interesados frente al conjunto de referentes, militantes y compañeros
del barrio que participan de la mesa. Esa respuesta muestra también las
relaciones de interdependencia con el espacio local en el que las distintas
pertenencias se superponen dando lugar a experiencias compartidas. La
distinción entre in-group y out-group propuesta por Schutz (1974) permite
comprender esta relación en el marco de un sistema de tipificaciones
socialmente validadas como el modo de vida del in-group, es decir el grupo
considerado a partir de un “nosotros” en una situación dada. El nosotros
de “nos invitaban” incluye en este contexto a Andrés y “todo el MTD”.
Aunque solamente él aceptaba las invitaciones, a partir de la presencia de
los familiares en la mesa y la invitación directa, sin la intermediación de
Andrés, se organizó un escrache. El “nosotros” que adquiere forma en la
acción de organizar un escrache superpone el colectivo del MTD con el de
familiares y amigos de la víctima. El filósofo propone el mundo del in-group
como un mundo de situaciones comunes en el que los problemas comunes
emergen en el marco de un horizonte común, problemas que apelan a
soluciones típicas por medios típicos para desarrollar fines también típicos.
En ese sentido, en los espacios colectivos, como la mesa o las reuniones de
productivos, se comparten experiencias que fundamentan las decisiones. El
escrache44, aparece como una respuesta típica a aportar a una manifestación
por la defensa frente a la represión policial.
Para el entorno, al dirigirse a quienes identifican como referentes
locales, el colectivo brinda la posibilidad de interpelar a las autoridades.
De cierta manera, el MTD es movilizado por los familiares y se puede
transformar en un recurso local. Esta relación no parece ser unidireccional,
el MTD interviene en un proceso de interpretación de la situación para
organizar más precisamente un “escrache” y no cualquier forma de
solidaridad. De ese modo parecería que la apuesta al cambio social produjera
ciertos efectos, quizás no aquellos enunciados como transformaciones
radicales, sino desplazamientos sutiles en la dimensión cotidiana de
El término ‘escrache’ refiere a una forma simbólica de condena a los individuos que han cometido violaciones de derechos humanos. Fue popularizada por la organización de derechos humanos H.I.J.O.S.
contra los condenados por violaciones de derechos humanos durante la última dictadura cívico-militar
argentina (1976-1983), perdonados por un decreto de indulto o acusados que carecieron de proceso por
las leyes de punto final y de obediencia debida. Consiste en movilizaciones que condenan pública y
simbólicamente a la persona en cuestión. En este caso el dispositivo es ampliado para señalar las violaciones de derechos humanos presentes.
44
VIRAJES
107
Pía V. Rius
política. Aquí, el barrio, las relaciones interpersonales, los miembros con
distintas trayectorias, se comprenden mejor en una trama relacional;
reducirlos a recursos u objetos de intercambio movilizados o manipulados
–según la postura del intérprete–, implica dejar de lado los sentidos que
adquieren esos intercambios y las formas de instituir lo político en los
sectores populares.
Como referente Andrés circula en espacios donde el FPDS está
presente, es miembro activo, con sus compañeros participa de reuniones
de productivos o de mesa y su red de solidaridad se extiende por fuera de los
límites del barrio y de la organización. El medio social en el que circula le
permite tener una legitimidad que desborda el barrio. Lo que aparece como
la diferencia más importante con un militante, en el sentido vehiculado por
las expresiones que postulan que allí “no hay militantes”, es una forma
de representatividad dada en los mismos orígenes sociales que aparece
naturalizada, porque supone que el referente comparte ciertas trayectorias
con los vecinos, lo que le permite comprender, por ejemplo, la relación
con la policía, lo que pasa cuando llueve o el problema de los perros en la
calle. También tiene las competencias para preparar un “power point”, para
explicar qué se vota en las próximas elecciones locales y colectivamente
investigar los antecedentes, o “el prontuario” en términos de Andrés, de los
candidatos.
En 2006 cuando ya se ha observado la reducción de la cantidad de
movilizaciones, la propuesta del recurso a las marchas para los distintos
objetivos surge en forma casi automática en los espacios de mesa o reuniones
de productivos. Sin embargo, estas propuestas no se hacen efectivas
sistemáticamente dado el cambio en la relación entre las organizaciones,
más fragmentadas, y con el gobierno que constituye ciertas organizaciones
en interlocutores privilegiados.
Una división taxativa impide comprender las formas de
representación que ejerce el compañero del barrio frente a las autoridades
o en tanto militante. La militancia queda, por su parte, reducida a la
exterioridad de la persona y de las consignas, carente de toda legitimidad
local. Cuestionarla permite precisar las capacidades y experiencias que
aportan los distintos miembros e integrar la categoría de referente como
una figura intermedia cuyos límites son establecidos según prácticas de
cada grupo y en función del lugar que los mismos ocupan.
Reflexiones finales
El debate en torno a la participación política de las clases populares
ha estado vinculado a la cuestión del clientelismo, y las organizaciones
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de desocupados no han sido una excepción. Los propios actores conciben
sus prácticas en rechazo a esa categorización. Bajo esa caracterización,
la proximidad, suele ser relacionada con el afecto o como forma de
subordinación contraria al ideal de la autonomía individual. En contraste,
la ciudadanía y a la distancia de la racionalidad en sus formas jurídicas. El
riesgo es fuerte de reducir la acción política al cálculo instrumental o de
desvincular, como señala Merklen (2005), movilización social y movilización
ciudadana.
El estudio en clave etnográfica de los vínculos de los miembros del
MTD en los distintos espacios (barriales, organizativos y en relación con la
autoridades) sugiere que la accesibilidad y disponibilidad de los mismos
permite comprender las maneras de vincularse con lo político desde los
sectores aquí estudiados. Para Gerardo eso implica la construcción de un
“verdadero” movimiento de desocupados debido al protagonismo de los
referentes y compañeros locales. Heroldo, en tanto estudiante universitario
en ruptura de carrera, también es un compañero en quien tienen confianza
los trabajadores de la carpintería, pero su disponibilidad y su presencia no
son cotidianas, deberían ser, de acuerdo a Gerardo, provisorias.
Así, resulta problemático representar la acción colectiva como
la consecuencia directa de intereses de un grupo dado –clases sociales,
comunidades, etnias, sindicatos– sin preguntarse seriamente sobre las
relaciones entre el grupo que actúa y la población que dice representar. En
este sentido, Boltanski (1982: 53) destaca que la constitución de un grupo
es en sí misma, al menos parcialmente, el producto de un trabajo social de
unificación, comparable al trabajo de movilización. De modo que el lugar de
los militantes, referentes, compañeros del barrio, vecinos u otras categorías
pertinentes en la acción no puede ser definido a priori sino que adquiere
su sentido localmente. En esta dirección se orientan también los estudios
sobre fábricas recuperadas, desarrollados en perspectiva etnográfica como
lo muestra el análisis de Fernández Álvarez (2007) en relación a la noción
de trabajo definida en contraste con la desocupación.
La división taxativa entre militante y no militante muestra un juego
de posicionamientos que varía según los distintos contextos e interlocutores.
Desde un punto de vista exterior, como el de las autoridades, el militante
debe dar pruebas de la legitimidad de su actividad, por ejemplo, actuando
en compañía de los compañeros del barrio. Una consecuencia de privilegiar
metodológicamente las intervenciones en los espacios institucionales, es el
desconocimiento de la manera en que los militantes se forman en relación a los
referentes, compartiendo espacios de representación. Desde la perspectiva
de esta organización, la militancia también puede ser desarrollada por los
compañeros del barrio, que adquieren responsabilidades en las distintas
VIRAJES
109
Pía V. Rius
actividades, defienden las mismas frente a las autoridades y se forman
como referentes. Con el propósito de avanzar en la comprensión, la postura
analítica permite abandonar categorizaciones dicotómicas para dejar lugar
a una serie de compromisos que se pueden comprender como momentos
militantes en tanto actividades y posicionamientos propios de la militancia
susceptibles de ser desarrollados por distintas categorías sociales. Eso
permite también estudiar tanto los espacios institucionales característicos de
la representación política y en un sentido más amplio aquellos compromisos
que se observan en el barrio, entre amigos, en la familia, que de otro modo
corren el riesgo de quedar relegados a la esfera privada.
Desde la perspectiva de la ciencia política, Peruzzotti (2003) advierte
el surgimiento de una sociedad civil sofisticada que exige la rendición de
cuentas de los gobernantes, estableciendo de este modo nuevos patrones
de representación. El discurso y la política de derechos humanos habrían
actuado en Argentina como catalizadores de procesos de aprendizaje político
que llevaron a una profunda renovación de las tradiciones democráticas del
país. Lejos de un “cheque en blanco” a las autoridades, esta ciudadanía
se acerca a sus representantes esgrimiendo su obligación de rendirle
cuentas. Desde una perspectiva etnográfica podemos señalar la búsqueda
de antecedentes sobre distintos candidatos a las elecciones de autoridades
locales como un aprendizaje democrático. El mismo involucra referentes
locales y responsables de actividades y permite vislumbrar efectos de la
proximidad en la política formal que intentan redefinir la relación entre
gobernantes y gobernados.
El MTD logra negociar la participación en distintos programas
existentes y en la medida en que gestiona recursos estatales puede, de
acuerdo a la observación, redefinir ciertas condiciones como la edad a la
que se accede a los planes, la duración y el carácter de la contrapartida o el
acceso a múltiples planes. En efecto, si los cortes se han reducido a partir
de 2004 y las manifestaciones callejeras requieren de un uso estratégico, la
gestión de recursos por parte de las organizaciones de desocupados no ha
mermado.
La dualidad entre militantes y compañeros del barrio parece
conformarse a una distinción moral de valoración de ciertas formas de
compromisos frente a otras. Esta dimensión normativa se encuentra en
el corazón de las evaluaciones sobre las clases populares observadas en
otros contextos (Frederic, 2010) y ha sido señalada como una dificultad
para comprender la cooperación con las autoridades y la interdependencia
resultante si se las analiza exclusivamente a partir del conflicto (Manzano,
2009). Al caracterizar las relaciones de estos sectores con lo político resulta
necesario integrar aquellas dimensiones menos visibles. En este sentido,
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Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007...
desde una perspectiva analítica la oposición entre interés material y
altruismo resulta limitada para tener en cuenta las distintas modalidades
de compromiso observadas a través de un trabajo etnográfico capaz de
restituir la pertenencia a una organización de desocupados en las relaciones
sociales y afectivas fundadas en experiencias compartidas.
Becker sugiere el compromiso como un proceso por el cual una
persona “normal” se encuentra progresivamente implicada en instituciones
y conductas convencionales. El término de compromiso remite a un proceso
en el cual diversos tipos de intereses orientan el comportamiento (Becker,
1966). El sociólogo propone el concepto de “carrera” para construir modelos
secuenciales. Ello, nos advierte el autor, no debe llevar a interesarnos
solamente por quienes completan tal carrera y terminan adoptando un
modo de vida radical. Esta conceptualización permite aprehender distintas
formas de compromiso sin que se inscriban necesariamente en una carrera
militante. La propuesta de considerar los distintos momentos militantes
permite comprender el compromiso de los vecinos, de Emilia, de Marita,
de los compañeros del barrio que trabajan en la carpintería u otros espacios
sin definirlos por características ausentes o como una carrera incompleta a
partir de un ideal normativo, sino en función de las características propias
que adoptan en cada momento.
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antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114
VIRAJES
UN MILITANTE HISTÓRICO Y SUS DISPUTAS.
ANÁLISIS DE LA TRAYECTORIA DE UN
ACTIVISTA GREMIAL.*
SANDRA WOLANSKI**
Recibido: 23 de marzo de 2013
Aprobado: 19 de mayo de 2013
Artículo de Reflexión
* Este artículo es producto del trabajo realizado para mi tesis doctoral, con base en el Proyecto Doctoral:
“Organización, demanda y acción político-sindical. Etnografía de las prácticas organizativas de
trabajadores/as telefónicos de la Ciudad de Buenos Aires”. Directora: Dra. Mabel Grimberg. Agradezco
los comentarios de Juan José Gregoric y Soledad Cutuli a versiones previas de este trabajo.
** Licenciada en Antropología (UBA, 2010), y doctoranda de la Facultad de Filosofía y Letras de la
UBA. Es becaria doctoral del CONICET con sede en el Instituto de Ciencias Antropológicas de la
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Trabaja en temas vinculados a las prácticas
políticas de trabajadores/as, trayectorias y tradiciones de movilización gremial y las relaciones entre
trabajadores/as en el marco de la vida cotidiana en los espacios laborales. Desde 2007 realiza trabajo
de campo con los trabajadores/as telefónicos de la Ciudad de Buenos Aires. Integra los proyectos de
investigación PIP-Conicet 0599: “Políticas, desigualdad social y vida cotidiana. Un estudio etnográfico
en grupos subalternos del Área Metropolitana de Buenos Aires”, y el UBACyT 273: “Política, políticas
y politización de la vida cotidiana. Un estudio etnográfico de los modos de relación entre Estado y
conjuntos subalternos en el Área Metropolitana de Buenos Aires”, dirigidos por Mabel Grimberg.
E-mail: [email protected]
VIRAJES
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143
Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
Resumen
En este artículo me propongo aportar a los estudios sobre sindicatos
y sindicalismo a partir de un foco sobre los militantes que de manera
cotidiana llevan adelante, disputan y activan las organizaciones gremiales.
Me centro específicamente en las prácticas y los sentidos del activismo
de aquellos militantes considerados históricos, a través del análisis de las
prácticas de activismo y la reconstrucción de la trayectoria de vida de un
activista telefónico histórico. A partir de ellas, analizo la construcción que
realiza de sí mismo como activista, como un militante “de toda la vida”,
sosteniendo que esta construcción se produce en diálogo y vinculación con
las tramas de relaciones y disputas en que está y estuvo comprometido. Esta
reconstrucción permite iluminar los sentidos de las prácticas de militancia
de activistas históricos, en tanto activa vinculación entre pasado y presente.
Palabras clave: sindicalismo, militancia, movimiento obrero, generaciones.
A HISTORIC ACTIVIST AND HIS DISPUTES.
ANALYSIS OF A TRADE UNIONIST’S LIFE COURSE.
Abstract
This paper intends to contribute to studies on unions and unionism,
through a focus on activists they carry on, dispute and activate union
organizations daily. I center specifically on the practices and meanings
of the activism of those considered militantes históricos (historic activists),
through the analysis of practices and the life course of a historic telephone
company’s worker. Thereon, I analyze his self construction as an activist,
as a “lifelong activist”, contending that this construction is produced in a
dialogue and correlation with connection networks and disputes in which
he is and was engaged. This reconstruction allows to elucidate the meanings
of activist practices of historic activists, as an active link between past and
present.
Key words: trade unionism, militancy, labour movement, generations.
VIRAJES
117
Sandra Wolanski
E
Introducción
n este artículo me propongo aportar a los estudios sobre
sindicatos y sindicalismo a partir de un foco sobre los
militantes que de manera cotidiana llevan adelante, disputan
y activan las organizaciones gremiales. Analizaré, en particular, las
prácticas y los sentidos del activismo de aquellos militantes considerados
históricos, indagando su lugar en las organizaciones gremiales y procesos
de movilización, en particular en el caso del Sindicato Telefónico de Buenos
Aires (FOETRA Buenos Aires), un sindicato que construye una memoria
particular de su historia como “una historia de lucha”1.
Mientras que en mi trabajo de campo constantemente me eran
señalados quiénes eran delegados históricos, y en los eventos de militancia
intervenían militantes históricos (hombres y mujeres ya jubilados, que
continuaban participando de los actos, asambleas y eventos sindicales), en
las investigaciones de las ciencias sociales, sin embargo, ellos aparecían en
otros términos. Para la historia, y especialmente para la historia oral, estos
militantes eran claves a la hora de aportar su testimonio sobre épocas pasadas:
en particular en Argentina la Historia Oral tuvo un intenso desarrollo en los
estudios respecto de la militancia armada y de base de los años 60 y 70, así
como de la última dictadura militar (Pozzi, 2011). En las investigaciones
de la Sociología del Trabajo, en cambio, el análisis del sindicalismo estaba
marcado por las enormes transformaciones vividas en los espacios de
trabajo durante los años 90, que incluyeron el crecimiento del desempleo
y el incremento inédito de formas de flexibilización y tercerización laboral,
posibilitadas por reformas legales. Los años 90 aparecían como un abismo
–particularmente entre los trabajadores/as telefónicos–, en el que la realidad
de muchos espacios de trabajo había cambiado radicalmente, conllevando
una brecha entre jóvenes y viejos en los espacios de trabajo (Pierbattisti, 2008)
producto del “debilitamiento y la desaparición de los marcos sociales y
culturales del antiguo mundo obrero” (Svampa, 2000: 152). El viejo militante
sindical histórico, ausente en la mayor parte de los trabajos, era para Svampa
una figura social en la cual convergían la positividad de la memoria de
una experiencia histórica de luchas políticas y sociales, contrapuestas a la
negatividad del momento –de fragmentación del peronismo y pérdida de los
derechos y conquistas laborales– (Svampa, 2000: 129).
1
Así, por ejemplo, FOETRA presenta su historia en la página web del sindicato relatando el conflicto desarrollado por nueve operarios a fines de siglo XIX, y concluyendo que a pesar de haber sido ignorado
durante mucho tiempo, este episodio “es un buen ejemplo de lo que serían los 130 años posteriores: el
compromiso de los trabajadores con su dignidad no era negociable” (FOETRA, 2013: párr. 3).
118
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Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
En ambas aproximaciones, los militantes históricos aparecían como
depositarios de una memoria de los trabajadores/as, aunque desligados
del presente de las prácticas sindicales. Busco entonces resituarlos en
las prácticas actuales de militancia gremial, aunque dando cuenta de
los modos en que el pasado informa sus acciones, anima las discusiones
y sostiene sus construcciones del yo. Frente a las hipótesis centradas en
la ruptura generacional, mostraré cómo las experiencias y modalidades
históricas de organización son puestas en juego, actualizadas y disputadas
en la actividad gremial actual.
Para dar cuenta cabal de la especificidad de las prácticas y los sentidos
del activismo de estos militantes, mi estrategia metodológica consistirá en
centrarme en un activista telefónico, Joaquín. Esta labor está enmarcada
en un enfoque desde la antropología política, que busca entender a los
procesos de movilización y organización en su doble carácter de procesos
históricos y experiencias de vida, mostrando cómo esos procesos se insertan
en trayectorias y modos de vida (Grimberg, 2009). En primer lugar, a través
de una breve referencia etnográfica a un evento donde tuvo participación,
muestro los modos en que presentarse como militante histórico legitima
y permite a Joaquín participar en disputas gremiales actuales. Luego,
reconstruyo resumidamente la trayectoria de vida de Joaquín, para analizar
cómo esta fundamenta la construcción de sí mismo como militante “de toda
la vida”, y la vinculación de esta construcción con líneas de tensión en la
militancia política y gremial argentina.
Eso ya lo hicimos.
La experiencia como saber legitimador.
En octubre de 2011 asistí al encuentro Octubre y los trabajadores,
coordinado por un conjunto de organizaciones de trabajadores/as de distinta
envergadura, situadas todas ellas en la oposición de izquierda al gobierno
nacional. Realizado en el Sindicato de Farmacia de la Ciudad de Buenos
Aires, la consigna de este evento era discutir y recordar la significación del
mes de octubre para los trabajadores, en torno a tres eventos históricos:
octubre de 1917 (la Revolución Rusa), el 17 de octubre de 1945 (la masiva
movilización que exigió la liberación de Perón) y el 8 de octubre de 1967 (el
asesinato de Ernesto “Che” Guevara).
Llegué a ese evento invitada por Joaquín, un trabajador telefónico
que en los últimos meses se había tornado un interlocutor central de mi
investigación. Él era uno de los organizadores del encuentro, como parte
VIRAJES
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Sandra Wolanski
de una Agrupación Cultural de trabajadores telefónicos que con otros
compañeros –en su mayor parte jubilados o retirados– estaban impulsando.
En su turno de hablar, como primer orador, hizo una extensa referencia al
significado que dos fechas habían tenido para los trabajadores de Argentina
y el mundo, octubre de 1917 y octubre de 1945, buscando dejar sentada una
posición política: que constituyeron victorias de los trabajadores.
Pero, hacia la mitad de su presentación, se desvió de los octubres
propuestos para mencionar la experiencia de lucha y resistencia que “terminó
de ser derrotada con la masacre del año 76 [haciendo referencia a la última
dictadura militar en Argentina] y por si quedaba algo, con lo que significó
la década del 90”. Significativamente, terminó su intervención expresando
una vinculación deseada entre aquel proyecto de lucha y resistencia y el
encuentro del que estábamos participando: “Que todos estos encuentros
y otros que nos proponemos seguir haciendo sirvan para humildemente
comenzar a construir la gran alternativa independiente que fue uno de
nuestros objetivos que también fue frustrado por la gran matanza del 76”.
De este modo, en su intervención, Joaquín remarcaba su participación
en experiencias de movilización que señalaban su pertenencia generacional
en la política de nuestro país: para él, como para otros participantes del
evento, la resistencia peronista y las experiencias de movilización de las
décadas de 1960-1970 aparecían como las experiencias de movilización
distintivas de su generación; y la dictadura de 1976 como la experiencia de
derrota2.
Las relaciones intergeneracionales permeaban el debate esa noche,
ya que los participantes se dividían, de manera notoria, según dos rangos
etarios alejados: jóvenes, de entre 18 y 30 años; y viejos, la mayoría de
quienes superaban los 70 años. En este contexto, el discurso de Joaquín
fue inmediatamente contestado por el siguiente orador que, en cambio,
buscando valorizar las experiencias actuales de jóvenes trabajadores/as –así
como de su organización, el Frente Popular Darío Santillán3–, se posicionaba
desde las luchas del presente, resaltando que su historia, en comparación
con las de otros compañeros, era más breve: “Como teniendo 30 años me
faltan un poco de años de historia, o no haber pasado algunos momentos
2
La centralidad de la dimensión de la movilización política en el reconocimiento y autorreconocimiento
de determinados grupos de edad como generaciones ha sido trabajada por Kropff (2011), a partir del
planteo de Lewkowicz (2003). Precisamente, este autor señala la existencia de dos generaciones diferenciadas dentro del peronismo, según su “experiencia originaria” de movilización: el peronismo en el
Estado (hasta 1955) o el peronismo de la proscripción (1955-1972).
3
La disputa para este orador era doble. Por un lado, porque el FPDS surgió en el año 2005 como coordinación de movimientos de trabajadores desocupados, y solo en los últimos años ha comenzado a
desarrollar una actividad de organización de trabajadores “ocupados”. Por el otro, porque esta organización se posiciona como no-peronista, frente al discurso de Joaquín que postuló una defensa del
carácter clasista del peronismo.
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Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
históricos, a mí lo que me sirve es la historia reciente. Yo soy delegado del
Ministerio de Trabajo. Ganamos la Junta Interna hace poquito”.
En resumen, en ese evento se hallaban en disputa los fundamentos
de la legitimidad de viejos y jóvenes militantes, que a su vez eran parte de
una disputa por la dirección que tomaría el intento de coordinación entre
organizaciones distintas. En efecto, en las intervenciones posteriores
comenzó a perfilarse un debate entre distintas posiciones sobre qué hacer
para “generar otro octubre” desde los trabajadores/as, para “lograr la
unidad”. Cuando Joaquín tomó la palabra en este debate, se refirió a la
larga experiencia del peronismo en la integración de frentes policlasistas. Su
intervención se centró en cómo el policlasismo había resultado, desde el
mismo inicio del peronismo, a la vez una grandeza y una contradicción,
para luego concluir:
Entonces no se trata de si estar o no a favor de conformar un frente, juntar
las fuerzas contra la oligarquía o el imperialismo. Eso ya lo hicimos. Se trata
de hacerlo de manera tal que no nos pase otro 16 de septiembre4. Porque si
de algo estoy seguro –y ese fue el gran aporte que tuvimos los laburantes
[trabajadores]– es que eso al principio no lo veíamos, porque creíamos que
éramos todos argentinos, todos patriotas, todos cristianos, que el problema
era de traiciones individuales… No, el problema es de intereses de clase. Eso
lo aprendimos en la lucha y nos costó mucho sacrificio. Entonces, este gran
movimiento que es necesario que se organice, que tenga en cuenta eso. […]
Bueno, yo un poco porque si de algo podemos hablar es de experiencia de los
frentes de clase.
La primera impresión que me dejó el encuentro, en ese momento,
respecto de las relaciones que estaban en juego, era la existencia de múltiples
registros tras las palabras de los oradores, y especialmente de aquellas de
Joaquín. Por un lado, sus reflexiones tomaban el carácter de una enseñanza,
a partir de la propia experiencia, del sacrificio, y de un conocimiento de
la historia a partir de haberla vivido, de haber tomado parte en luchas
consideradas históricas. Con el tiempo, acompañándolo a otras diversas
actividades, pude ver que esta presentación de sí mismo a través de su
experiencia de activismo era un hecho central de su militancia actual. Así,
por ejemplo, había dado su testimonio en una película documental sobre
la resistencia peronista5, y se dedicaba a presentarla en distintos espacios de
4
Se refiere al 16 de septiembre de 1955, día en que comenzó la sublevación autodenominada “Revolución Libertadora”, que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón.
5
Se llamó “La Resistencia”, según reconstruye James (2006), a la lucha defensiva en los espacios de
trabajo, frente al empeoramiento de las condiciones de trabajo y la represión sobre los trabajadores
que siguió al golpe de Estado de la autodenominada Revolución Libertadora. Al mismo tiempo, según
VIRAJES
121
Sandra Wolanski
militancia; al mismo tiempo, comenzó a participar en carácter de “militante
de la resistencia y activista telefónico” en encuentros de formación de una
agrupación de estudiantes secundarios y universitarios. En esas actividades,
Joaquín tenía un papel protagónico narrando y respondiendo preguntas
del público –en general, más joven–.
Pero además, la experiencia –una categoría que para los participantes
del evento condensaba el saber que se desprendía de haber transitado
luchas– permitía a Joaquín legitimar sus prácticas y posicionamientos
actuales. En este sentido, las palabras de Joaquín señalaban otra tensión
palpable, en el evento, entre quienes se identificaban como peronistas y
quienes no lo hacían. La apelación a la experiencia (de lucha y resistencia,
de conformación de frentes) le permitía a Joaquín sostener a la vez un
posicionamiento clasista, sin dejar de reivindicarse peronista –aunque en el
debate parecían presentarse como opuestos polarizados–.
En suma, en las actividades de militancia de Joaquín, el relato de
su trayectoria de compromiso político y gremial formaba parte del trabajo
discursivo realizado para justificar sus posicionamientos, parte de la
presentación que realizaba de sí mismo y de la argumentación desarrollada
para valorizar sus compromisos6. En este sentido, sostengo que la experiencia
–entendida como categoría de uso en esos espacios de militancia– condensa
un tipo de saber legitimado en esos espacios, el saber que se desprende
de haber transitado luchas. Mostrar la experiencia para fundamentar sus
intervenciones y posicionamientos suponía por parte de Joaquín una
performance de apelación a esas luchas, de exhibición de la propia trayectoria.
Tanto la antropología como la sociología han colocado el foco en los
militantes que forjan las organizaciones sociales como forma de distanciarse
y complejizar el abordaje que toma como objeto de estudio a “el” o “los”
movimientos, el cual tiende tanto a homogeneizar los puntos de vista de
quienes los conforman como a aislar la actividad en el movimiento respecto
del conjunto de la vida cotidiana de las personas (Quirós, 2006; Manzano,
James: “El término ‘la Resistencia’, que llegó a constituir un punto de referencia decisivo en la cultura
política peronista, tenía connotaciones más amplias […]. En el folklore del movimiento –folklore que
integró la ideología de la clase obrera después de 1955– la resistencia en las fábricas estuvo indisolublemente ligada a la resistencia en otros terrenos […] incluyó un variado conjunto de respuestas que iban
de la protesta individual en el plano público hasta el sabotaje individualmente efectuado y la actividad
clandestina, sin excluir la tentativa de sublevación militar” (James, 2006: 112-113).
6
Tomo la noción de trabajo discursivo de Tissot et al. (2004), quienes sostienen que los procesos de reconversión de militantes requieren de un trabajo discursivo “que implica encontrar las palabras para
reconstruir una identidad, desarrollar una argumentación que permita valorizar de otra manera el compromiso [pasado]” (Tissot et al., 2004: 14, traducción propia). En el caso de Joaquín, y de otros militantes
telefónicos históricos, sostengo que ese trabajo discursivo de valorización, legitimación y argumentación a través de los compromisos pasados se halla presente, de manera cotidiana, en sus actividades de
militancia.
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Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
2007; Vázquez, 2010). Dirigir la mirada hacia los militantes históricos permite
dar cuenta del particular lugar que ocupan en las organizaciones gremiales,
tramando conexiones entre el pasado y el presente; así como también
iluminar a la experiencia como legitimadora de su palabra, que permite a los
históricos posicionarse tanto frente a la acción de los jóvenes como en relación
a la generación que hoy conforma la dirigencia sindical.
El tema era pelear. La trayectoria de vida de Joaquín.
Propongo entonces, para indagar en los sentidos de ese vínculo
entre pasado y presente, reconstruir la trayectoria de vida de Joaquín.
La reconstrucción de trayectorias de vida, como concepto de carácter
metodológico, consiste en la recuperación, a partir del relato biográfico,
de los hitos significativos de la vida de un sujeto relacionados con áreas
estratégicas de la práctica social (Grimberg et al., 1998: 232). En este sentido,
la trayectoria de vida permite dar cuenta de los significados que los sujetos
otorgan a su vida cotidiana y el sentido de sus interacciones cotidianas.
Por ende, la trayectoria de vida como estrategia metodológica
se posiciona en el seno de una tensión –señalada en extensos debates en
historia, antropología y sociología– entre la atención a la especificidad de
una vida individual, con sus grados de originalidad y creatividad, y el
interés en su pertenencia a un grupo, su inserción en campos sociales, en
suma, su vinculación con los flujos más generales de la vida social (Passeron,
1989; Levi, 1996-97; Pereira Fernández, 2011). Sostengo, siguiendo a las
corrientes de la denominada microhistoria, que, a partir de la atención a un
personaje singular, es posible acceder a las prácticas sociales, a las normas
y regularidades pero en estado de continuo movimiento y sometidas a
“lo imprevisible, incoherente y plural que hay en las personas” (Pereira
Fernández, 2011: 116). Esta perspectiva se ubica necesariamente alejada de
una concepción de la trayectoria social como una serie de determinaciones
cronológicamente ordenadas (Bourdieu, 2007: 98), en tanto en estas
propuestas “el acento parece ponerse más sobre los aspectos deterministas
e inconscientes, sobre las ‘estrategias’ que no son el resultado ‘de una
verdadera intención estratégica’” (Levi, 1996-97: 19), y sobre las primeras
experiencias de socialización.
En términos de metodología, entonces, no reproduzco aquí un
relato textual de Joaquín, sino un texto elaborado a partir del mismo, en
tanto esto supone reconocer que se trata de una producción dialógica y
VIRAJES
123
Sandra Wolanski
situada, producto de la relación que entablamos a partir de mi propuesta
de investigación y su voluntad de afrontarla: en consecuencia, se trata
necesariamente de una reconstrucción fragmentaria (ver: Ochs & Capps,
1996; Ferraroti, 2007; Bataillon, 2008). En estos términos, una primera
versión de este texto fue leída y corregida con Joaquín.
Los inicios: Perón, Evita, el barrio y la resistencia
Nacido en 1937, el primer hito en el relato que Joaquín organiza
sobre su vida es la muerte de su madre, en 1944. A partir de ese momento,
recuerda, él y su hermana se hicieron cargo de su casa del barrio de Flores
Sur, ya que el padre trabajaba en la fábrica de Piccardo (industria del
tabaco) y regresaba tarde en la noche. En 1949, cuando tenía 12 años, falleció
también su padre. En ese momento, Joaquín quedó a cargo de su tío, quien
decidió inscribirlo en una escuela-fábrica de la compañía Transportes de
Buenos Aires7, donde comenzó los estudios secundarios –pero lo echaron
en primer año por hacerse la rata (salir de clase)–.
Un año después, otra tía, hermana de su madre, realizó los trámites
para ser nombrada tutora de Joaquín y su hermana y ambos se mudaron
con ella. A instancias de esa tía y su marido, Joaquín volvió a ingresar en
esa escuela. Allí, terminó el primer año de la secundaria8. Recuerda que
la escuela les daba los mamelucos, la comida, los apuntes, un pase para
viajar gratis y “una especie de beca” para la compra de útiles. Pero como
“no le gustaba estudiar”, solía hacerse la rata con algunos compañeros, para
–gracias al pase gratuito– frecuentar el puerto, jugar al fútbol en Palermo
o asistir a los entrenamientos de Boca. Joaquín aclara que fue este motivo
el que generó –nuevamente– su expulsión, a comienzos de segundo año;
no era que tuviera problemas, simplemente no quería estudiar, pero “leía
de todo”: “A los ocho, nueve años, después que había muerto mi mamá,
que mi viejo venía tarde de trabajar, trabajaba en Piccardo, venía como a
las dos, tres de la mañana, estaba en maestranza. Yo me la pasaba leyendo.
Novelas, porque había una revista, la revista Leoplán, que era una revista de
actualidad, que traía novelas completas”. Recuerda que así leyó novelas de
Dumas, Víctor Hugo, Balzac y Tolstoi.
7
La compañía Transportes de Buenos Aires (TBA) fue fundada en 1948 como resultado de la nacionalización de la Corporación de Transportes de Buenos Aires. Incluía dentro de su injerencia los ómnibus,
tranvías y subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires.
8
El régimen de esta escuela, como el de otras escuelas-fábrica que funcionaron en este período, incluía el
cursado de tres años de las materias teóricas del secundario, sumados a la actividad como aprendices en
los talleres de la empresa. Luego de esos tres años, los estudiantes eran incorporados como trabajadores
en la empresa, con la opción del cursado nocturno de otros tres años para obtener el título de Técnico.
124
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Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
La escuela-fábrica fue el espacio del primer contacto de Joaquín
con la militancia: la UTA convocaba a los alumnos de la escuela a las
movilizaciones del gremio, incluyendo, rememora, el velorio de Evita y
la movilización contra el intento de golpe del 51. El 16 de junio de 19559
aparece como otro hito altamente significativo en la trayectoria de Joaquín:
ese día “fue mi bautismo de militancia, porque me mandé solo a la plaza
[de Mayo]”, luego de escuchar en la radio la convocatoria realizada por el
Secretario General de la CGT10 y frente a la oposición de su tía. Sus conflictos
con ella habían comenzado con el abandono de la escuela y su oposición a
que Joaquín consiguiera un trabajo. En 1954, a los 17 años, sin embargo,
ya había comenzado a desempeñarse como cadete de una fábrica de joyas
de fantasía. Abandonaría la casa de su tía y el trabajo de cadete durante el
gobierno de Aramburu, hacia 1956, porque ya estaba haciendo “militancia
peronista”.
“Y así empezó la militancia más intensa”. Después del 16 de junio de
1955, buscando quienes “hicieran cosas”, salieran a la calle “a pedir justicia”,
Joaquín se afilió a la Alianza Popular Nacionalista, un grupo “nacionalista
de tinte católico” que se reivindicaba peronista11. Joaquín busca aclarar que
no fue una afinidad ideológica –con excepción del antiimperialismo, que
sí compartía– lo que lo llevó a afiliarse, sino el hecho de que en la Alianza
“hacían cosas”, a diferencia del Partido Peronista o la UES (Unión de
Estudiantes Secundarios), que era solo un “aparato burocrático”.
Y [la Alianza Popular Nacionalista] se definen como peronistas y no
solamente, sino que hacen lo que no hacía el Partido Peronista, ¡empiezan a
ganar la calle! Contra de los que habían dado, pidiendo que se hiciera justicia,
que los fusilaran ¡y todo! O sea, ¡hacían cosas!
Así, el día del golpe de Estado de la Revolución Libertadora, el 16 de
septiembre de 1955, se fue a ofrecer a la Alianza “a ver qué hacíamos”, y lo
enviaron a defender la Secretaría de Prensa, con la consigna de defender los
9
El 16 de junio de 1955, en un intento por derrocar y asesinar al presidente Juan D. Perón, las fuerzas
de la aviación naval argentina bombardearon la Plaza de Mayo, la Casa de Gobierno y otros edificios
públicos de la Ciudad de Buenos Aires, con un saldo de más de 300 muertos.
10
La Confederación General del Trabajo (CGT), fundada en 1930, es “la central sindical histórica y tradicional del movimiento obrero argentino” (Novick, 2001: 36). A lo largo de su historia, sin embargo, tuvo
diversas escisiones y en numerosos períodos coexistieron centrales sindicales de distinto sello político.
11
La Alianza Popular Nacionalista fue fundada en 1951 por Patricio Kelly, sobre la base de la anterior
Alianza Libertadora Nacionalista, que hasta ese momento había sido liderada por J.E.R. Queraltó. A
partir de ese momento, este grupo nacionalista católico se definió como “popular” y peronista. Cabe
resaltar la mirada de Joaquín sobre Kelly, una figura altamente controversial: “era un tránsfuga, un
mercenario, pero iba al frente”, “era un tipo jodido pero de acción”, y recuerda que “estaba en la calle,
todos los días, después del bombardeo”. De este modo, destacaba la acción como valor por sobre los
modos e ideologías sobre los que estaba fundada.
VIRAJES
125
Sandra Wolanski
edificios públicos frente a los Comandos Civiles12. Por otra parte, de esos días,
recuerda que los pasaba “dando vueltas”, viendo qué hacer, encontrando en
la calle a otros “que ni los conocías”, “tratando de hacer algo”, perseguidos
por los grupos de Comandos Civiles que desde autos identificados con telas
blancas baleaban a las personas en la calle.
Hasta que a fines de septiembre de 1955, Joaquín se alejó de la
Alianza Popular Nacionalista por el apoyo que esta dio al general Lonardi.
Sin embargo, encontró en su barrio, Flores, el lugar donde “hacer”: “Y
bueno, un poco ya, el centro… sí, uno siempre andaba pero no encontraba
puntos de referencia. Y en el barrio también ahí, hablar y qué se podía hacer
y qué se podía hacer y se empezó a armar un Comando de la Resistencia”.
Joaquín comenzó a participar como el miembro más joven del comando. Su
rol era la coordinación –la comunicación con otros núcleos de la Resistencia–,
“porque una de las grandes cosas de ese momento era estar informados
qué pasaba con otros, qué pasaba en otros lados”. Llevando y trayendo
mensajes, era “el ‘che Pibe’ de la Resistencia”, afirma riendo.
En el comando había, “además de los del barrio”, compañeros de
distintos gremios, “todos laburantes, ¿no?”. Una de las tareas que tenían
como miembros de la Resistencia y en los primeros años de la Juventud
Peronista13, era precisamente recuperar los sindicatos que habían sido
intervenidos. Así, Joaquín recuerda que colaboró con Armando Cavalieri14,
que en ese momento era un delegado de base del Sindicato de Empleados
de Comercio y había creado una agrupación gremial combativa, para
“desbancar” a la burocracia “socialista o radical, era”. Los relatos de Joaquín
sobre esa época están permeados de referencias a compañeros de la Resistencia
que luego participaron de gobiernos, fueron dirigentes gremiales, etc. –
Cavalieri constituye así un ejemplo significativo, para Joaquín, de compañeros
que luego fueron burócratas–.
Entre 1957 y 1959, Joaquín cumplió con el servicio militar, de
manera extendida porque a los tres meses se había hecho desertor. Cuando
regresó, se incorporó a los primeros grupos de la Juventud Peronista, que
12
En los primeros días después del 16 de septiembre, recorrían las calles los “Comandos Civiles”, o Comandos Civiles Revolucionarios, grupos paramilitares que perseguían a los simpatizantes peronistas,
buscando asegurar el triunfo de la Revolución Libertadora.
13
La Juventud Peronista fue fundada en 1957 por Gustavo Rearte, como parte de las organizaciones
clandestinas que se opusieron al régimen del general Lonardi y se propusieron luchar por el retorno
de Perón. En sus primeros años, agrupó a reconocidos militantes como Jorge Rulli, Envar “El Cacho”
Kadri, Susana Valle y Felipe Vallese.
14
Armando Cavalieri es el actual Secretario General de la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios, cargo en el que se desempeña hace 25 años, desde 1988. Rodeado de acusaciones de
enriquecimiento y colaboración con la última dictadura militar, el gremio que dirige es considerado un
ejemplo de sindicalismo empresarial. Para un estudio de las prácticas de este sindicato en el sector supermercadista ver Abal Medina (2011).
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Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
continuaban la resistencia –aunque con “problemas de personalismo” –.
Frente a eso contrapone la actividad de los sindicatos, que estaban “más
por la integración”, y recomienda leer a Daniel James que muestra bien esa
contraposición. Sin embargo, desde la Juventud Peronista, además de buscar
recuperar los sindicatos, utilizaban los locales sindicales –entre ellos el de los
trabajadores telefónicos– como espacio de reunión. “Y una de las cosas que
se hacía desde el sindicato, una agrupación, era tratar de enganchar a través
de la Bolsa de Trabajo a compañeros, ¿no? que estuviesen sin trabajo”. Así
ingresaron a trabajar en ENTel militantes de esas agrupaciones y, también,
por ejemplo, muchos de los trabajadores que habían sido despedidos
tras la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre, en 1959, y trabajadores
metalúrgicos despedidos a raíz de su enfrentamiento con la conducción de
la Unión Obrera Metalúrgica.
De este modo, en 1964, a través de compañeros telefónicos que conocía
por su militancia, Joaquín fue anotado en la Bolsa de Trabajo de la Empresa
Nacional de Telecomunicaciones (ENTel), la cual era manejada en un
50% por el sindicato telefónico, FOETRA. En esa ocasión, un conflicto del
sindicato con la dirección de la empresa –ligada al gobierno radical– impidió
que entrara. Así fue que, hasta 1967, siguió recorriendo los más diversos
trabajos –aunque “por lo general, por la misma militancia y demás, duraron
poco los trabajos”–, en una florería, en un frigorífico, embarcado, en un
restaurante, una bodega...
Activismo gremial, militancia armada: “La Marrón”, el PB y las FAP
Recién el 14 de febrero de 1967 Joaquín comenzó a trabajar en ENTel,
en una cuadrilla de construcción de la zona de Flores. Dos semanas después,
en el primer paro de la CGT frente al gobierno militar de Onganía15, se unió
a la huelga y fue suspendido durante un mes. Pero “al final me benefició,
no por el mes de suspensión, sino cuando volvemos a trabajar me sacaron
de ahí, me mandaron a la otra sección, donde estuve muchos años que, la
más combativa del gremio”. Desde ese momento comenzó a desempeñarse
en la sección de Mantenimiento, en la parte de Conservación de Cables,
tanto aéreos como en cámaras, cubriendo con su cuadrilla la zona oeste de
la Ciudad de Buenos Aires. Su trabajo entrañaba conocimientos técnicos y
también riesgos, ya que implicaba trepar a los postes para reparar cámaras
Luego de una sucesión de gobiernos electos, aunque en elecciones signadas por la proscripción del
peronismo, el 28 de junio de 1966 nuevamente se produjo en Argentina un golpe de Estado, que designó
como presidente de facto al general Juan Carlos Onganía. Esta dictadura militar duraría hasta la elección
del 11 de marzo de 1973, en la que resultó electo Héctor Cámpora, en la primera elección en la que el
peronismo pudo presentar una lista oficial desde 1955.
15
VIRAJES
127
Sandra Wolanski
y cables, así como entrar en las cámaras subterráneas. En ambos casos, los
trabajadores corrían grandes peligros a causa de descargas eléctricas y/o
filtraciones de gas.
Como consecuencia de la huelga, se le había retirado la personería
gremial a FOETRA, y “no nos reconocían delegados, pero igual elegimos
delegados”. Y así, Joaquín fue elegido delegado de su sección ese mismo
año. A partir de su vinculación con la Lista Marrón, liderada por Julio
Guillán, dos años después participó en la lista conducción como parte de la
Comisión Administrativa Suplente del sindicato y, a raíz del fallecimiento
del Tesorero del gremio, pasó a desempeñarse como Secretario de Prensa
de FOETRA Buenos Aires, “con dos años [de antigüedad]… Pero claro,
digamos, yo, había un conocimiento, además uno estaba… metido”. Ese
cargo duró poco: en 1970 el gremio fue nuevamente intervenido por el
gobierno (militar) de Levingston.
Bajo la conducción de esa agrupación, en 1968, FOETRA tomó parte
de la formación de la CGT de los Argentinos16. Poco tiempo después, sin
embargo, el gremio decidió retirarse de ese proyecto. Joaquín, sin embargo,
junto a otros compañeros de la Agrupación Marrón –“los calamares”,
como los llamaban sus compañeros– siguió tomando parte activa hasta
que esa experiencia se disolvió, e incluso participaron “políticamente”
(“no gremialmente”, porque en la Agrupación se votó en contra) de los
congresos de la Tendencia Revolucionaria en 196917. Es que la Agrupación
Marrón era, siempre recalca Joaquín, “muy democrática”, al punto de
incluir en su seno tendencias divergentes: “El gremio nuestro era de los
que habían estado en lo que se llamaba ‘las 62 de pie’, o sea, estaban en
En el Congreso Normalizador de la CGT Amado Olmos, realizado entre los días 28 y 30 de mayo de
1968, resultó electa una conducción combativa, cuyo Secretario General fue Raimundo Ongaro, del Sindicato Gráfico. Un breve extracto de su programa inicial, el Programa del 1º de Mayo, permite dar cuenta
de la definición de esta central como combativa, de oposición al régimen militar, y mostrar su relación
con las grandes rebeliones de fines de los años 60: “Las direcciones indignas deben ser barridas desde
las bases. En cada comisión interna, cada gremio, cada federación, cada regional, los trabajadores deben
asumir su responsabilidad histórica hasta que no quede un vestigio de colaboracionismo”. Los gremios
conocidos como partipacionistas, ligados a la figura de A. Vandor, se retiraron de ese cuerpo y fundaron
una central rival, la CGT Azopardo. El 30 de junio de 1969, a partir del allanamiento y encarcelamiento
de cuatro miembros de su Consejo Directivo y numerosos militantes, la CGT de los Argentinos pasó a
desempeñarse en la clandestinidad.
17
La Tendencia Revolucionaria estaba conformada por distintas agrupaciones identificadas con el peronismo revolucionario y el socialismo nacional como proyecto político: la Juventud Peronista Regionales (JPR), el Movimiento Villero Peronista (MVP), la Juventud Universitaria Peronista (JUP), la Juventud de Trabajadores Peronistas
(JTP), la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), y el Movimiento de Inquilinos Peronistas (MIP) –todas ellas
organizaciones de superficie de Montoneros–, junto con otras agrupaciones como las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y el Peronismo de Base (PB). A fines del 68 y en enero
16
del 69 se realizaron dos congresos en los que se discutieron las estrategias y métodos de
lucha del peronismo revolucionario.
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Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
contra del vandorismo18, pero dentro de todo, como nuestra agrupación era
muy participativa y democrática había de todo ahí adentro”. Mientras “los
calamares” permanecieron en la experiencia de la CGT de los Argentinos,
otras líneas dentro de la Agrupación fueron paulatinamente separándose y
armando sus listas propias: la Lista Celeste, la Lista Gris, la Azul y Blanca…
“En FOETRA hubo elecciones de seis, siete listas”, remarca Joaquín,
para mostrar el carácter democrático del gremio. Y en la Agrupación, en
particular, “eran solidarios, se apoyaban todos”, incluso compañeros que,
aun dentro de la Agrupación, simpatizaban con la CGT en ese momento:
“Esto te lo cuento para ver toda la potencia que había y… a pesar de las
discusiones”.
Por su parte, a partir de su ingreso en ENTel, Joaquín remarca una
inflexión en su trayectoria de militancia: “Ahí empecé. Ahí sí que asumí
a fondo, la importancia de no solamente hablar de la revolución [se ríe]
[…] Bueno, yo hasta ese momento cambié como veinte trabajos y nunca
me planteé una cosa así de… Era militante de afuera, haciendo cosas
clandestinas y demás, pero ahí sí, hice cosas básicas que no son tan difíciles
sino de sentido común”, como –pone por ejemplo– negociar derechos
de los trabajadores/as basándose en el Convenio Colectivo, “a ver qué
palabra, qué punto podés utilizar en lo que a vos te interesa. Tu campo
es el del laburante”. En su práctica como delegado, resume, “el tema era
pelear. La peleabas primero tratando, bueno, de jugar con estas cosas [las
imprecisiones del Convenio] y después, si la cosa se ponía pesada, llegaba
a un conflicto”.
En ese momento, además, Joaquín comenzó a militar cada vez más
activamente en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP)19, y esto lo llevó a
plantearle a Julio Guillán (el Secretario General de FOETRA) la renuncia
como Secretario de Actas, cargo para el que había sido electo en 1971.
“Cuando yo ya voy teniendo más compromiso, un día voy y le digo: ‘mirá,
yo voy a renunciar como Secretario de Actas’. Él ya sabía, porque él, si bien
Augusto Timoteo Vandor, dirigente metalúrgico “simbolizó” “el proceso de integración del aparato
sindical al sistema político e institucional de la Argentina y su corolario de burocratización, así como el
creciente empleo de métodos autocráticos para regular la vida interna de los gremios, proceso que llegó
a su apogeo en el período 1962-1966” (James, 2006: 220). Sostiene James que el “vandorismo”: “llegó a
ser sinónimo, tanto en el plano político como en el sindical, de negociación, pragmatismo” (James, 2006:
220). En 1966 un conjunto de federaciones, organizaciones y agrupaciones gremiales firmó una solicitada de denuncia a estas prácticas, autodenominándose las “62 organizaciones de pie junto a Perón”.
19
Las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) fueron la primera organización guerrillera peronista: su aparición pública fue en septiembre de 1968 en una fracasada operación armada en Taco Ralo, Tucumán.
A partir de 1969 desarrollaron también operaciones en áreas urbanas. Las discusiones en el seno de las
FAP llevaron a múltiples escisiones en su seno, especialmente en 1971 a raíz del llamado “Proceso de
Homogeneización Política Compulsiva”. Producto de esas escisiones grupos de militantes de las FAP
se fueron sumando a otras organizaciones armadas en ascenso, como Montoneros o el ERP (Ejército
Revolucionario del Pueblo).
18
VIRAJES
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Sandra Wolanski
no compartía una parte de la cosa, era muy solidario. A pesar de lo que
hizo después, ¿no? Entonces, más o menos sabía. Y me dice: ‘¡nooo, qué vas
a renunciar! Vos hacé lo que tengas que hacer, acá te cubrimos’. Le digo:
‘No, es un despelote, además de ser un compromiso para el gremio, no está
bien eso, yo voy a estar ahí’. ‘Nooo, pero acá te cubrimos’”. Joaquín, sin
embargo, se mantuvo firme en su decisión.
Guillán aparece, en el relato de Joaquín, como una figura central.
Por un lado, como líder de la Agrupación, “era muy solidario” y “siempre
fue un abanderado de la democratización”. Por el otro, “con él siempre
tuvimos muchas discusiones”, porque dentro del binomio lucha armada/
insurrección, Guillán se inclinaba por esta última: “Nosotros nos burlábamos
y decíamos que Perón, Perón decía que él era un león herbívoro y nosotros le
decíamos a Guillán que era un león herbívoro [risas]”. Guillán fue padrino
del casamiento de Joaquín, en 1970 y, aunque su figura es controvertida
por “lo que hizo después”, Joaquín se ocupa de marcar la distancia entre el
antes y el después que para él estuvo sellado por la cárcel:
Cuando fue en plena época de la CGT de los Argentinos, ¡mirá vos! […]
Guillán era Secretario Gremial. Funcionaba ahí en la calle Paseo Colón, donde
está el Sindicato Gráfico. Salíamos de ahí –yo todavía no la había conocido a
mi mujer– y nos íbamos a la casa [de Guillán] ¡La mujer [de Guillán] estaba
ya [cansada]! Éramos como seis, o siete, qué sé yo. Para seguir charlando,
eran como las diez de la noche, once. […] Y él se ponía a cocinar, se ponía a
cocinar… Por eso, no es tan fácil, a veces, con algunos compañeros. Pero el
que lo vio antes, el que lo vio después, adentro de la cárcel ¡lo hicieron mierda!
A pesar de que se alejó de las responsabilidades como dirigente,
Joaquín siguió siendo delegado de su oficina, y su vida seguía permeada por
su pertenencia al gremio telefónico. Vivía en un edificio, frente a la estación
de Liniers, donde también habitaban muchos otros compañeros telefónicos.
Conoció a su mujer, abogada, en las actividades de la Comisión de ayuda
a los presos políticos que funcionaba en la sede gremial. Se casaron en
1970, con un cura salesiano, que trabajaba en La Cava, un asentamiento del
norte del conurbano bonaerense, y era solidario en su práctica, colaborando
con las organizaciones e incluso “bancando” a militantes. En esa época,
además, con otros compañeros telefónicos, comenzaron a proyectar, de
manera clandestina, “La Hora de los Hornos”, de Pino Solanas, “fácil, en
200 lugares”. Las proyecciones incluyeron desde locales gremiales hasta
casas de compañeros, y siempre estuvieron acompañadas de debates. En
la actualidad, Joaquín buscaba replicar esta experiencia organizando
proyecciones de la película sobre la resistencia peronista en la que participó
en los últimos años.
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Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
Pero además, a partir de la formación del Peronismo de Base20,
Joaquín “estaba tan o más metido que antes en lo gremial”, en particular
en la práctica de su sección gremial. Entre finales de la dictadura y durante
los gobiernos de Perón e Isabel (1973-1976), llevó adelante, desde ese
lugar, distintos proyectos. Por un lado, en su sección se había formado
una comisión gremio-empresa, en la que había participación gremial en la
dirección de la sección. Joaquín era uno de los tres delegados del gremio
en esa comisión. Al mismo tiempo, durante los últimos años de Onganía,
desde FOETRA comenzaron a elaborar una propuesta de participación
en la conducción de la empresa, que terminaron durante el gobierno de
Isabel Perón (1974-1976). Una propuesta similar resultó en una experiencia
de cogestión entre la empresa estatal de electricidad (SEGBA) y Luz y
Fuerza (el sindicato del servicio eléctrico), pero en el caso de ENTel fue
denegada. Según Joaquín, esto fue así porque coincidió con otro conflicto,
por la anulación de los contratos de producción de equipos que ENTel tenía
con la firma Siemens Standard, firmados en la época de Onganía: “[…] le
dimos vuelta un contrato que era, qué sé yo, multimillonario. ¡Fue toda una
lucha!”.
Joaquín evalúa que en ese período –en el que él además fue electo
a cargo del Fondo Compensador21 telefónico– se hicieron “varias cosas
bastante piolas, discutir algunas cosas paritariamente… Pero duramos
poco”. A partir de enero de 1975, luego de la muerte de Perón, las relaciones
entre el gremio telefónico y el gobierno de Isabel comenzaron a tensarse.
Además de negarles el proyecto de cogestión de ENTel, la empresa dispuso
un plan de racionalización del personal que supuso más de 600 cesantes,
prescindibles. La posible respuesta a este plan supuso una división en el
gremio: algunos no querían desarrollar un conflicto y preferían la negociación,
al tratarse de “un gobierno popular”. Desde el Peronismo de Base, Joaquín
sostuvo la necesidad de medidas que afectaran la producción, y finalmente,
desarrollaron un retiro de colaboración. En el marco de ese conflicto, la
Secretaría de Comunicaciones pidió el desafuero como delegado de Joaquín.
La esposa de Joaquín litigó el pedido de desafuero que finalmente resultó
favorable 15 días antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Desde las FAP se impulsó el Peronismo de Base, desde donde se buscaba disputar con el sindicalismo
peronista burocrático. Se trataba de un “frente de masas”, que impulsaba en el terreno sindical conquistar las conducciones para las bases, con base en premisas de democracia obrera y consulta continua a
las bases. Una fuente rica para el abordaje del Peronismo de Base se encuentra en el número 30 de la
Revista Cristianismo y Revolución, publicada en Septiembre de 1971. Se encuentra disponible en: http://
www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrporquesomosperonistasdebase3030/
21
El Fondo Compensador Telefónico era un fondo mutual creado en 1973, por un decreto de López Rega
como Ministro de Bienestar Social. Se constituía con el aporte del 1% del salario de los empleados de
menos de 25 años de antigüedad, 2% de aquellos con mayor antigüedad, y 6% de la empresa, y estaba
principalmente destinado al financiamiento de viviendas.
20
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Sandra Wolanski
Este golpe de Estado puso un término a otras tensiones en
FOETRA y la Lista Marrón. Ya en las elecciones de 1973, esta había ganado
muy estrechamente las elecciones gremiales frente a la Lista Gris, un
desprendimiento de la Marrón que afirmaba tener el apoyo del general
Perón. Antes de las elecciones se desató un escándalo por un enfrentamiento
armado entre activistas de la Lista Marrón y otros ligados a Rucci, dirigente
de la Unión Obrera Metalúrgica y Secretario General de la CGT, que en ese
entonces estaban enfrentados, por el cual casi pierden las elecciones. Lo cual,
destaca Joaquín, fue aún más peligroso porque dirigentes de la Lista Gris
luego estuvieron ligados a López Rega, “terminaron siendo colaboradores
de los milicos, y algunos integraron la Triple A”22. En las elecciones de 1975,
por otra parte, el principal opositor a la Lista Marrón era la JTP (Juventud
Trabajadora Peronista).
Finalmente, Joaquín también se había enfrentado con sus compañeros,
“los calamares”, en torno a las discusiones desde el Peronismo de Base
sobre una Alternativa Independiente: la disputa se centraba en definir
si esta implicaba también una independencia respecto de Perón. “Y yo
prácticamente me quedé solo”, recuerda Joaquín, al sostener esa posición.
Se armó la podrida cuando salieron en el 73 porque el tema de que tenía que
ser independiente de Perón […] lo que yo siempre discuto es que por un lado
está bien. Yo por ahí sí, afectivamente, yo soy más dependiente, por todo lo que
vivimos, toda la lucha juntos, las cosas que nos pasaron, de Perón, pero yo, no
me parece muy coherente por un lado decir lo que decimos de las limitaciones
de Perón y después no plantearnos ser independientes ¿para qué?, para tener
a alguien a quien echarle la culpa. Yo creo que la gran responsabilidad es del
activismo. Y entre ellos estoy yo.
Para Joaquín esta disputa en torno a la posibilidad de formar una
“alternativa independiente” y el significado de la independencia –que aparece
en sus palabras ligada a la responsabilidad del activismo– sigue siendo una
preocupación central hoy.
Derrota y reconstrucción: después de 1976
Con el golpe de Estado de 1976, Joaquín fue declarado cesante, y fue
preso –en marzo mismo– junto con otros sesenta compañeros telefónicos. A
22
José López Rega fue Ministro de Bienestar Social de los gobiernos de Héctor Cámpora, Juan D. Perón
y de Isabel Perón. Desde allí organizó la Alianza Anticomunista Argentina (más conocida como Triple
A), una organización parapolicial de extrema derecha que llevó adelante asesinatos, ejecuciones sumarias y desapariciones forzadas de peronistas de izquierda, luchadores sociales, intelectuales, artistas y
miembros de organizaciones de izquierda.
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Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
lo largo de ese año, la mayoría de ellos fueron liberados; con la excepción de
Guillán, que permaneció preso seis años. Joaquín, en cambio, fue liberado a
los dos meses y en mayo de 1976 colaboró con una campaña en contra de la
modificación de la ley de contratos de trabajo que estaba llevando adelante
el gobierno militar. Un año después, en 1977, aunque seguía cesante,
Joaquín tomó parte de un conflicto gremial –organizado clandestinamente,
ya que FOETRA estaba intervenido– contra la modificación de la jornada
de trabajo en ENTel. En el curso de ese conflicto, secuestraron a seis o siete
trabajadores telefónicos, recuerda –aunque después los soltaron– y lo fueron
a buscar también a él, aunque no lo encontraron.
Durante la dictadura, “la cuestión pasó a ser sobrevivir”, realizando
los trabajos que se presentaran, desde ayudante en un estudio jurídico
hasta manejar un taxi. Mientras tanto, crió a sus tres hijas, nacidas entre
1974 y 1980. En 1978 en su casa de Liniers sufrieron un allanamiento en
el que fueron encontrados libros prohibidos. “Yo creí que íbamos a estar
jodidos”, afirma Joaquín, pero en realidad “fue bastante liviana la cosa”:
él y su mujer fueron presos “sólo” por tres días. La consecuencia más
importante fue que a su esposa la echaron del trabajo, en el Consejo Agrario
Nacional, del Ministerio de Agricultura. Luego de este incidente, Joaquín y
su familia se mudaron a un barrio del norte del conurbano de Buenos Aires,
donde él trabajó en una fábrica de tubos fluorescentes y luego, a partir de
1979, en una tintorería industrial. En esos años también retomó sus estudios
secundarios, aunque quedó adeudando inglés, que solo pudo aprobar años
después, en la década de 1990.
Otra vez un 14 de febrero, pero de 1984, Joaquín volvió a trabajar
en ENTel. Ya desde antes de las elecciones, algunos de los más de 600
trabajadores/as cesantes habían sido reincorporados, especialmente
aquellos que no portaban en su legajo el título “presunto subversivo”, que
sí tenía Joaquín. Este fue un momento de fuertes tensiones para su pareja:
su mujer se oponía a que él reingresara a ENTel, porque “sabía” que eso iba
a significar su retorno a la militancia gremial. Ella había decidido alejarse de
la militancia y pretendía que Joaquín la siguiera. Él sostiene que, en cambio,
“tampoco podía dejar de intentar”. Cuando le ofrecieron la oportunidad,
decidió entonces regresar a ENTel. Fue asignado a la misma sección en la
que trabajaba antes, pero pidió su traslado, para hallarse cerca de su hogar.
Mientras tanto, su mujer abrió un estudio como abogada, dedicándose
principalmente a demandas laborales. Sus clientes provenían en su mayoría
de la villa La Cava, donde había militado en su juventud.
Durante 1984 Joaquín fue elegido delegado de su sección –esas
elecciones de delegados supusieron el primer paso en la normalización
del sindicato–. Recién a fines de ese año, se realizaron las elecciones para
VIRAJES
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Sandra Wolanski
designar una Comisión Administrativa en la que fue elegida nuevamente la
Lista Marrón, liderada por Julio Guillán. Joaquín recuerda que se trataba de
una lista “pluralista”, con representantes de distintas tendencias políticas
–con lo que él estaba de acuerdo–. Sin embargo, afirma que allí comenzaron
a notarse los cambios en Guillán, que era ahora muy cercano al presidente
electo, Raúl Alfonsín: “era un asesor de Alfonsín”. Joaquín lo justifica
como consecuencia de lo vivido en la cárcel y, además, de la bronca hacia
la cúpula del peronismo. Pero, recuerda, en ese momento Guillán comenzó
a plantear que había que cambiar, que “ahora no se puede” (tener las
mismas prácticas combativas), empezó a “resignar algunas cosas, a hablar
de los microemprendimientos” y “de a poquito”, a acercarse a la idea de
privatizar ENTel. El armado de una patota para defender las decisiones de la
conducción del gremio marcaba para Joaquín un quiebre en la historia del
sindicato y de la Agrupación Marrón:
J: Arma una patota, cosa que nunca había pasado en el gremio... Telefónicos,
pero corría de todo. Una patota para defenderse, porque él, la mayoría de la
militancia se le había puesto en contra.
S: La mayoría de los que venían de militar con él antes…
J: - ¡Todos! Toda la lista que había llevado siempre una línea combativa, que
varios, había habido varios desprendimientos por mantener siempre una línea
coherente, antivandorista. ¡Él mismo! Él siempre fue un poco la imagen de
todo eso.
Mientras comenzaba a discutirse la posibilidad de privatización
de toda ENTel, Joaquín tomó parte de una experiencia de autogestión del
área de conservación de cables, a partir de un proyecto impulsado por los
trabajadores/as que supuso la re-estatización del sector, que ya había sido
privatizado. En 1987, cuando se formó la Lista Celeste y Blanca, Joaquín
se sumó a este movimiento de oposición a la Lista Marrón y su política
favorable a la privatización. El compromiso con esa agrupación y su
actuación en la Junta Electoral en 1988 supuso renovar el conflicto con su
mujer en torno a la militancia y, como consecuencia, Joaquín se fue por un
tiempo de su casa.
En 1989, frente a la Lista Marrón, encabezada por Guillán, se
presentó una coalición de oposición, donde se unieron distintos grupos de
la izquierda partidaria con los activistas que se habían distanciado de la
Lista Marrón por su apoyo a los proyectos de privatización: “una bolsa de
gatos, decía Guillán. Y era cierto”. Precisamente en 1989, el Poder Ejecutivo
ordenó la preparación de los pliegos y condiciones para la privatización
de ENTel; a comienzos de 1990 la empresa fue intervenida, como fase
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Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
preparatoria para la privatización, que incluyó la reforma del Convenio
Colectivo del sector. Mientras que la Lista Marrón y la Federación Nacional
(hoy FOEESITRA) se declararon a favor de la privatización y colaboraron
activamente con la misma, la conducción del Sindicato Buenos Aires, la
Lista Celeste y Blanca, llevó adelante una activa resistencia, que incluyó
40 días de huelga en agosto/septiembre de 199023: “Y bancamos, ¡fueron
varios meses! De estar prácticamente todos los días en la primera plana
de los diarios, porque hacíamos movilizaciones, con los camiones, había
tremendo despelote con… la Alsogaray manejaba eso. Y tuvimos como 600,
700 cesantes”. Sin embargo, la movilización se llevó a cabo en un contexto
de conflictos, tanto dentro del Frente de Gremios Estatales que había
comenzado la resistencia a la privatización de manera conjunta, como en la
Comisión Directiva electa el año anterior.
La derrota de la movilización fue inmediatamente seguida por
transformaciones de profundas consecuencias para los trabajadores/as
telefónicos. Con la división de ENTel, Joaquín pasó a desempeñarse en
Telecom, y continuaba siendo delegado, a pesar de que las condiciones
eran sumamente adversas: “La cuestión que fue terrible ese período por
los retiros voluntarios. Los facilitaban, incidían… Y algunos delegados,
que estábamos, tratábamos de hacerle pata al compañero que no se quería
ir, pero era medio una situación media jodida”. La división en cinco listas
distintas de la Lista Celeste y Blanca llevó, en 1993, a un nuevo triunfo de
la Lista Marrón, encabezada por Guillán. Esta coyuntura adversa para
la actividad gremial coincidió con importantes problemas de salud para
Joaquín: a partir de 1993 se sometió a tres cirugías de bypass. Si bien regresó
a trabajar en cada una de las ocasiones, fue transferido a tareas internas:
Cuando a mí me operan de acá, si era por ellos me jubilaban, ya era Telecom.
Yo seguí trabajando hasta que me jubilé […] Yo estaba en la calle. Y no, no
voy más a subir a postes, pero bueno, trabajo adentro.
En este contexto, en septiembre de 1997, días antes de la elección en
que una nueva coalición opositora triunfara sobre la Lista Marrón, Guillán
falleció. En los últimos años, Joaquín se había distanciado definitivamente
Ante la inminente privatización de ENTel, los trabajadores del Sindicato Buenos Aires de FOETRA se
declararon en huelga por tiempo indeterminado en agosto de 1990. El gobierno reaccionó restringiendo
su derecho a huelga, extendiendo la jornada de trabajo y, ante la continuidad de la medida, decretando
la ilegalidad de la misma y quitando la personería jurídica al Sindicato Buenos Aires. La continuidad de
la huelga llevó a la interventora a extremar las medidas: suspendió 50 de los 110 artículos del Convenio
telefónico, utilizó a las Fuerzas Armadas para garantizar el servicio y, finalmente, despidió a más de
400 trabajadores. El 17 de septiembre de 1990, finalmente, la huelga fue levantada; y solo 90 de los 400
despidos fueron reconsiderados.
23
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Sandra Wolanski
de él: además de su apoyo decidido al proyecto privatizador, que le
valió el nombramiento como Secretario de Telecomunicaciones, Joaquín
recuerda que estaba “mal, destruido físicamente… anímicamente…” y
tenía graves problemas de alcoholismo. Joaquín dudó sobre si asistir o no
al velorio y finalmente decidió ir, para encontrarse con un compañero de
la vieja Agrupación Marrón –también luego opositor– al que la mujer de
Guillán había echado de la ceremonia. Pero el momento más destacado de
ese velorio, relata Joaquín, fue la aparición de María Julia Alsogaray, ex
interventora de ENTel, quien arribó al lugar afirmando: “vengo a despedir
a un gran amigo”.
A partir de 1997, entonces, una nueva lista, la Azul y Blanca, ocupó
la conducción del gremio. Aunque Joaquín, debido en parte a sus problemas
de salud, ya no formaba parte del grupo dirigente, destaca los logros de esta
nueva conducción en sus primeros años. Entretanto, en 2003, a los 65 años,
Joaquín se jubiló de Telecom. Cuando me mostró el pequeño diploma que
firmaron en su despedida los compañeros de su sector y del gremio, recordó
su discurso de despedida: “y yo ahí dije ‘yo me jubilo de Telecom pero sigo
siendo telefónico’”. Ese mismo año, además, se separó definitivamente de
su mujer, después de 33 años juntos: el detonante de la separación fue la
negativa de Joaquín a abandonar la militancia gremial al retirarse. Por el
contrario, tomó responsabilidades en la nueva Obra Social (servicio médico)
que FOETRA Buenos Aires estaba armando. Ante su persistencia en esa
tarea, su mujer abandonó la casa y se mudó. En 2003, entonces, Joaquín
concluía entre risas: “Me jubilé doble, me jubilé de telefónico y me jubilé de
mi mujer”.
Su actividad como síndico en la Obra Social duró hasta 2007, cuando
lo “echaron”, por su oposición a algunas demandas de la conducción. Quedó
entonces por fuera del sindicato, aunque siempre siguió activando. En los
últimos años, tomó parte, con otros extelefónicos, de la Agrupación Cultural
Cátulo Castillo, a través de la cual no solo realizaron peñas y encuentros
de (ex) trabajadores/as sino que tomaron parte de actos y espacios como
el que describí al comienzo de este trabajo. Participó de un documental
sobre la Resistencia Peronista y tomó como iniciativa personal proyectarlo
en la mayor cantidad de espacios, buscando replicar las proyecciones de
“La Hora de los Hornos” que realizaban en los 70. Finalmente, emprendió
una serie de colaboraciones y diálogos con una organización de estudiantes
secundarios, armando la Cátedra “John William Cooke” de discusión sobre
la historia argentina del siglo XX.
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Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
Yo sigo pensando siempre igual.
Un militante “de toda la vida”.
Tal como ha sido presentada, la trayectoria de vida de Joaquín es
susceptible de ser analizada en tanto que narrativa, y por ende, a la vez en
el plano del discurso y en su referencia a la realidad, como expresión del
mundo (Alves & Rabelo, 2009); al tiempo que, en cuanto discurso, incluye
no solo elementos figurativos, sino también categorizaciones, evaluaciones,
conceptualizaciones y emociones (Ibíd.: 61). Susceptible de múltiples
acercamientos, en este apartado realizaré un análisis centrado en cómo la
trayectoria de vida de Joaquín sustenta una construcción de sí mismo como
militante, interrogando los sentidos y relaciones a los que ella apunta.
Para comenzar, en la reconstrucción se destacan algunos períodos
de su vida que Joaquín relata con mayor detalle y extensión. Estos
corresponden, notoriamente, a experiencias de movilización: los comienzos
de su militancia en la resistencia peronista y la participación como activista
gremial/militante político a partir de su ingreso a ENTel en 1967 y hasta la
dictadura militar que comenzó en 1976. Estos momentos de movilización
intensa fueron relatados por Joaquín con lujo de detalles, recordando
compañeros, situaciones, discusiones, actividades -muchos de los cuales
por razones de extensión quedaron fuera de este artículo–. En cambio,
otras experiencias que de hecho marcaron su trayectoria, supusieron
reacomodamientos y redefiniciones incluso traumáticas –como la dictadura
de 1976 o la privatización de ENTel– fueron relatadas de manera más
sintética, remitiendo sucintamente a los principales cambios que entrañaron
para su vida.
Es precisamente la militancia –entendida como hacer, intentar,
pelear– el eje en torno al cual se estructura el relato de Joaquín. En este
sentido, puede ser pensado como un patrón clave de la estructura narrativa
del relato, “el elemento que reproduce en toda la narración una matriz
reconocible de conducta que impone una coherencia a la experiencia de vida
del hablante, la coherencia del yo” (Chanfrault-Duchet, citado por James,
2004: 164). Desde ya, no fue este el único núcleo temático que abordamos en
nuestros encuentros. Sin embargo, sí fue el núcleo del registro más personal
del relato de Joaquín, abarcando sus más de 70 años de vida. Para dar un
ejemplo, Joaquín dedicó horas a su descripción de la vida en el barrio de
Flores, las relaciones con los vecinos, la relación barrio-centro; pero este
relato, limitado al período de su infancia y adolescencia, parecía ligado
a una voluntad de recuperar el recuerdo de una dinámica social barrial
perdida con el tiempo –entre la nostalgia y el interés sociológico–.
VIRAJES
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Sandra Wolanski
La trayectoria de vida de Joaquín, entonces, permite acceder a la
construcción que realiza de sí mismo como activista, precisamente porque
es este el eje de su relato: la imagen resultante es aquella de un militante “de
toda la vida”. Esta construcción, por un lado, refiere a un registro personal,
otorga una coherencia a la presentación que Joaquín hace de sí mismo y
de su trayectoria. Esta búsqueda de coherencia puede verse, en particular,
en el trabajo de reflexión y significación que Joaquín realiza para saldar
algunas áreas problemáticas que tensionan su presentación como activista
–y en algunos casos, tensionaron su compromiso en el pasado–. Así, los
inicios de su militancia en el nacionalismo peronista, vinculado a la derecha
del peronismo, entran en tensión con su construcción como un activista de
izquierda, que entiende el peronismo desde la lucha de clases y desde los
trabajadores. Para lidiar con esa tensión, se distancia ideológicamente, y
destaca, en cambio, la voluntad de hacer, de defender a Perón, que compartía
con esa organización. También las disputas con su esposa en torno al
trabajo y la militancia se vislumbran como una tensión para Joaquín, en
tanto esa distancia con quien fue su pareja durante 33 años se le presenta
como problemática. Las demandas de ella de reencauzar sus energías le
permiten sin embargo resaltar que él “tampoco podía dejar de intentar”,
reafirman su compromiso y presentan a la militancia como una forma de
ser fiel a sí mismo –al punto de preferir mantener su espacio en la Obra
Social y separarse de su esposa–.
Distintos teóricos del compromiso militante han desarrollado el
concepto de carreras militantes para el análisis del compromiso militante
como un proceso, vinculado al tiempo biográfico y organizacional, y situado
en el conjunto del ciclo de vida de las personas; interrogándose sobre las
predisposiciones a la militancia, el pasaje al acto, las formas diferenciadas y
variables en el tiempo tomadas por los compromisos, así como la retracción
o extensión de los mismos (Fillieule, 2001). El análisis narrativo de la
trayectoria de vida de Joaquín permite ver cómo, más allá de la serie de
reajustes subjetivos que supone la redefinición de sus compromisos (Ibíd.:
203), Joaquín otorga al conjunto de su trayectoria de vida un sentido
unificador, presentándose –más allá de los cambios en espacios, formas y
compañeros– como un militante “de toda la vida”.
Las disputas de un militante y las tensiones en las organizaciones
Yendo un paso más allá, propongo que esa construcción de sí mismo
como militante debe ser comprendida en diálogo y vinculación con las
138
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Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
tramas de relaciones y disputas en que Joaquín está y estuvo comprometido.
Aquí abarcaré el análisis de dos de estas disputas, que refieren y señalan la
centralidad de otros significativos –excompañeros y/o compañeros actuales–
para esa autoconstrucción. A la vez, permean y permiten vislumbrar los
sentidos que adquieren las prácticas actuales de militancia de Joaquín,
iluminando algunas de las formas en que relaciones, disputas y tradiciones
son puestas en juego en las prácticas actuales de los militantes históricos.
En primer lugar, a lo largo de nuestros encuentros, Joaquín muchas
veces señalaría a compañeros/as de la época de la resistencia o del activismo
gremial combativo, resaltando sus trayectorias posteriores, divergentes de
la propia. Primero, de aquellos que hoy son dirigentes sindicales a los
que acusa de burócratas: el caso de Armando Cavalieri, como señalé en la
reconstrucción, es central, pero también el de los actuales dirigentes de
FOETRA Buenos Aires, o de Raimundo Ongaro, exSecretario General de
la CGT de los Argentinos. Con mayor perplejidad aún, señala a compañeros
devenidos colaboradores del gobierno militar en 1976 y que incluso
integraron organizaciones paramilitares como la Triple A. Finalmente,
identifica a aquellos compañeros que apoyaron la privatización de ENTel
y colaboraron en el proceso: el caso de Guillán, por la relación afectiva y
política que Joaquín tenía con él, es la figura límite que pone en evidencia
el carácter problemático de esas conversiones24. Es destacable que, a pesar de
“lo que hizo después”, Joaquín busque resaltar lo solidario y democrático que
era Guillán antes de 1976, la experiencia de la cárcel y los maltratos, y evite
calificar de “traición” a sus acciones durante la década de 1990, aunque así
fue visto por las agrupaciones en las que Joaquín tomó parte a partir de
1989.
En uno de nuestros primeros encuentros, precisamente, Joaquín me
contó que había reencontrado, en la presentación de la película sobre la
resistencia, a un antiguo compañero del Peronismo de Base, que ahora era
Secretario de la Unión Obrera Metalúrgica y directivo de una seccional de la
CGT “oficialista”, alineada con el gobierno nacional. En esa ocasión, Joaquín
me comentó que: “el aparato hoy [en referencia al lugar de su ex compañero
en la UOM y la CGT] fue en algún tiempo del Peronismo de Base, que se
supone la Alternativa Independiente, el ala izquierda del peronismo”.
24
Hago aquí referencia al concepto de reconversiones militantes utilizado por Tissot et al. (2004) para abordar las transformaciones de las disposiciones militantes formadas antes o en el curso del involucramiento político (Tissot et al., 2004: 10, traducción propia). El objetivo de esa compilación es complejizar las
miradas sobre los militantes de mayo de 1968 que han seguido trayectorias aparentemente alejadas de
este compromiso, los “renegados”. El carácter radical, y problemático –especialmente para contemporáneos como Joaquín– de algunas trayectorias de cambio hacen que desde su punto de vista aparezcan
como auténticas conversiones, retomando el sentido religioso original de este término, transformaciones
en las maneras de ser y pensar (Tissot et al., 2004: 15).
VIRAJES
139
Sandra Wolanski
Contraponiendo sus opciones a las de este dirigente, y a otros que hoy “son
todos funcionarios”, Joaquín sostuvo: “yo sigo pensando siempre igual”.
En este sentido, la construcción de Joaquín como un militante “de
toda la vida”, que siempre se ha mantenido haciendo, y que no ha variado
en sus ideales desde al menos el comienzo de su activismo gremial, cobra
sentido en una trama de relaciones que incluye de manera central a sus
compañeros de agrupaciones y/u organizaciones del pasado. De este modo
se pone de relevancia una trama de relaciones que se extiende hacia atrás
en el tiempo, así como formas de juzgar las opciones desplegadas por
otros excompañeros que informan las prácticas y sentidos del activismo de
militantes como Joaquín.
En segundo lugar, dentro de la trayectoria de vida de Joaquín se
destaca un punto de quiebre dentro de su militancia, donde prácticamente
se quedó solo: la discusión dentro del Peronismo de Base sobre los alcances
de la “alternativa independiente” –concretamente, si esta independencia
involucraba también a Perón–. El posicionamiento de Joaquín respecto a
una independencia de Perón tensionó los vínculos con sus compañeros más
cercanos, “los calamares”, y supuso una importante ruptura que aún hoy,
en espacios que comparte con sus excompañeros, sale a la luz. El relato de
ese momento de su trayectoria evidencia las tensiones que atraviesan su
posición como peronista: por un lado, su vinculación afectiva con Perón,
“por todo lo que vivimos, toda la lucha juntos, las cosas que nos pasaron”
–que permea su relato del primer peronismo, su recuerdo de Evita y de la
defensa de Perón en 1955–. Por el otro, su apreciación de las limitaciones que
implicaba la dependencia de Perón en 1973, que se vincula con su apuesta
por la militancia clasista y su posición favorable a la lucha armada como
camino revolucionario.
La discusión expresada en el binomio dependencia/independencia y el
alcance de una alternativa independiente marcó la trayectoria de militancia
de Joaquín, al punto que he presenciado en paneles de debate cómo otros
militantes le recordaban la existencia de este quiebre y su distanciamiento
del Peronismo de Base como resultado de él. Retornando al evento descripto
al comienzo de este trabajo, cobra otros sentidos el llamado que realiza
Joaquín a “comenzar a construir la gran alternativa independiente que fue
uno de nuestros objetivos que también fue frustrado por la gran matanza
del 76”. En octubre de 2011, sin embargo, los sentidos de la independencia
resultaban menos claros: independencia de la burocracia, independencia
del gobierno, independencia pero peronismo –todas estas definiciones
eran provisorias en el intento de conformación de una coordinación de
organizaciones–. Sin embargo, para Joaquín –y para otros militantes que
compartían el espacio– los dilemas a enfrentar, las discusiones y resoluciones
140
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Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial.
posibles remitían a aquellos otros de aproximadamente 40 años antes.
Incluso las caracterizaciones respecto del peronismo como movimiento
de los trabajadores y del policlasismo como limitación, replicaban análisis
producidos en documentos de esa época por las FAP (ver: Duhalde & Pérez,
2003: 181).
Así, el análisis de la trayectoria de vida de Joaquín y de su
construcción como militante ilumina dos disputas en el campo político y
gremial argentino que perduran hasta hoy, en particular en el sector que
constituyó el Peronismo de Base, y en general el peronismo “de izquierda”.
La primera, aquella referida al binominio dependencia/independencia de
Perón, y en general a la posibilidad de un peronismo que se defina como
alternativa “de los trabajadores”, y que tome un carácter clasista. La segunda
refleja las tensiones entre excompañeros producidas por sus trayectorias
políticas, de modo que se cuestiona y disputa la legitimidad de algunas
de ellas. De modo que la construcción de Joaquín como un militante “de
toda la vida” que ha permanecido fiel a sus compromisos, cobra sentido
en contraposición a los traidores, los burócratas, el aparato constituido de
excompañeros.
Para finalizar: la práctica de vincular pasado y presente
Retomo aquí algunos puntos del argumento que desarrollé. Primero,
en las actividades de militancia de Joaquín, el relato de su trayectoria de
compromiso político y gremial y la apelación a la experiencia forman parte
del trabajo discursivo realizado para fundamentar, legitimar y argumentar
sus posicionamientos en las disputas de los espacios en que participa. En
este sentido, sostengo que la experiencia constituye una categoría utilizada
por los militantes que condensa un tipo de saber legitimado en esos espacios,
el saber que se desprende de haber transitado luchas, y que supone una
performance constante de apelación a esas luchas, de exhibición de la propia
trayectoria. Segundo, al mismo tiempo, al reconstruir la trayectoria de
vida de Joaquín se pone de manifiesto que, lejos de ser simplemente una
actuación para un auditorio, su trayectoria fundamenta una imagen de sí
mismo que otorga coherencia al conjunto de su vida. Esta coherencia proviene
precisamente de una construcción de sí mismo como un militante “de toda
la vida”. Tercero, finalmente, la trayectoria de Joaquín y los modos en que se
construye como militante en ella cobran sentido en diálogo con las tramas
de relaciones y disputas en que Joaquín está y estuvo comprometido: su
reconstrucción ilumina disputas que perduran hoy día en el campo político
y gremial argentino.
VIRAJES
141
Sandra Wolanski
Para concluir, el análisis presentado permite dar cuenta de los
sentidos puestos en acto en las actividades de los militantes históricos: lejos
de tratarse de meras recuperaciones testimoniales de historias de luchas
pasadas, en los espacios sindicales estos militantes disputan tanto las
lecturas de ese pasado como las opciones del presente, vinculan ambas y
transmiten de manera activa una memoria obrera, “una historia incorporada
para la posibilidad de creación de lo nuevo” (Leite Lopes, 2011: 588).
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VIRAJES
143
VIRAJES
“QUEREMOS TRANSMITIR UN ESPÍRITU
MILITANTE DESDE LA SOCIOLOGÍA”.
MODOS DE MILITANCIA Y FORMACIÓN DE
SOCIÓLOGOS EN LA UNLP, ARGENTINA.
CECILIA CARRERA*
Recibido: 15 de Febrero de 2013
Aprobado: 19 de septiembre de 2013
Artículo de Investigación
* Profesora en Ciencias de la Educación (UNLP). Maestranda en Ciencias Sociales (FAHCE-UNLP) y
Doctoranda en Ciencias Sociales (UBA). Becaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas
y Técnicas con sede de trabajo en el Programa de Antropología Social del Centro de Investigaciones
Sociales del Instituto de Desarrollo Económico y Social (CONICET/PAS-CIS-IDES), Argentina. Correo
electrónico: [email protected]
VIRAJES
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172
“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación...
Resumen
El artículo surge como parte de una investigación etnográfica sobre
la formación de sociólogos en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Mediante la
descripción y análisis de aquello que los estudiantes de Sociología llaman
militar en la carrera, exploro la configuración de vínculos entre la formación
de sociólogos, la militancia y la universidad pública. Para dar cuenta de ello,
historizaré las perspectivas que se construyeron entre las décadas de 1960 y
1970 en la Facultad, en torno a la sociología y su relación con la militancia.
Luego, trazaré algunas características del mapa político-estudiantil actual
en la Facultad, para situar allí a los estudiantes que militan en la carrera.
Finalmente, exploraré de qué maneras las relaciones entre formación
de sociólogos y modos de militancia, si bien fueron cambiando, siguen
asociadas a algunos sentidos que los actores dan al “ser sociólogo”.
Palavras chave: militancia, universidad, formación de sociólogos,
comunidad de práctica.
“WE WANT TO TRANSMIT A MILITANT SPIRIT
FROM SOCIOLOGY”.WAYS OF MILITANCY AND
SOCIOLOGISTS TRAINING AT UNLP, ARGENTINA.
Abstract
This article emergesas part of an ethnographic research on sociologists’
training processes at the School of Humanities and Educational Sciences
fromNational University of La Plata, Argentina. Through the description
and analysis of what Sociology students called militar en la carrera (Be active
in the Career),ways in which links between sociologists training, militancy
and public University are explored. To account for this, perspectives that
were built in the Facultyduring the decades of 1960 and 1970, regarding
Sociology and its relationship with militancywill be historicized. Then, the
main features of the current political-student map in the Faculty in order
to locate in it students who are active in the careerwill be outlined. Finally,
the ways in which the links between sociologists’ training processes and
modes of militancy, though have beenchanging, are still connected to some
meaningsthe actors give to “being a sociologist”will beexplored.
Key words: militancy, university, sociologists training, community of
practice
VIRAJES
147
Cecilia Carrera
E
Introducción
ste artículo se enmarca en la investigación que llevo a cabo para
realizar mi tesis de Maestría. Se trata de una etnografía sobre
la formación de sociólogos en la Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (FAHCEUNLP), Argentina.
Mi propósito para esta investigación es comprender la formación de
los sociólogos1, como un proceso de incorporación de grupos y sujetos a lo que
denominaré, de manera provisoria, grupo de “sociólogos platenses”. Este
proceso de formación es parte de la constitución permanente y conflictiva
de este grupo que, como mostraré más adelante, entiendo como comunidad
de práctica (Lave & Wenger, 1991). En su artículo “Ethnography as a logic
of inquiry”, Green, Dixon y Zaharlick (2002) sostienen que una parte
medular de la lógica de investigación etnográfica la constituye el hecho
de que el etnógrafo busca comprender lo que los miembros de un grupo
social necesitan saber, entender, producir y predecir en orden de participar
en él de maneras social y culturalmente apropiadas. De ahí mi interés por
conocer y entender qué saberes y prácticas es necesario desarrollar para
“pertenecer” a esta comunidad de práctica.
En este sentido, procuro entender cómo se configura la formación de
los sociólogos en la carrera de Sociología de la UNLP, es decir, en un escenario
particular: la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de esa
universidad. Durante mi trabajo de campo2 rápidamente advertí que me
1
Utilizo la expresión “los sociólogos”, en consonancia con el uso que hacen de ella actores de la carrera
de Sociología y de otras carreras en la Facultad de Humanidades, para referirme tanto a estudiantes,
graduados, como a docentes de la carrera. En los casos en que específicamente me refiera a alguno de
estos actores (estudiantes, graduados, profesionales, profesores), será aclarado.
Empleo la itálica para destacar expresiones nativas y la itálica entrecomillada para las expresiones textuales.
2
Inicié el trabajo de campo etnográfico a fines de marzo de 2011. Durante ese año realicé observación
participante en clases teóricas y de trabajos prácticos (tal como se denominan en la FAHCE-UNLP) de
cuatro asignaturas de la carrera de Sociología (una del primer año, dos de segundo y otra de quinto).
A raíz de compartir las clases y otros espacios en la Facultad, establecí contactos con distintos actores,
como estudiantes en distintas etapas de la carrera, graduados, ayudantes diplomados, docentes titulares y adjuntos, personal de gestión de la carrera. Participé también en otras actividades académicas
como reuniones de la Comisión de Estudiantes de Sociología o el ENES (Encuentro Nacional de Estudiantes
de Sociología) realizado en 2011 en La Plata; así como congresos y coloquios. Realicé, además, entrevistas a estudiantes, graduados y docentes. He recorrido pasillos de la Facultad, pasado tiempo en la sala
de estudio de la biblioteca, en mesas de exámenes finales, mantenido conversaciones con sociólogos de
otras universidades, con estudiantes y docentes de otras carreras de la Facultad que comparten espacios
con sociólogos o estudiantes de Sociología, efectuado recolección de documentos y materiales escritos y
publicados por actores de la carrera (estos van desde documentos curriculares como el plan de estudios
o programas de materias, informes de gestión de anteriores directores del Departamento, publicaciones
académicas sobre la carrera, informes de asesores externos, entrevistas realizadas por profesores actuales a sociólogos que participaron en algún momento de la historia de la carrera, hasta revistas y textos
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“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación...
resultaba muy difícil separar la vida cotidiana y las significaciones de lo que
pasaba en la carrera de Sociología y entre sus actores, por fuera o de manera
separada de lo que pasaba en Humanidades3. Entonces, entendí que conocer
y sumergirse en el mundo de los sociólogos de La Plata sin adentrarse en el
mundo de Humanidades era probablemente imposible.
En el presente escrito, me concentro en uno de los aspectos que
durante mi trabajo de campo se mostró con más fuerza y al mismo tiempo con
más aristas y complejidades. Se trata de aquello que los propios estudiantes
de Sociología llaman militar en la carrera. En las universidades argentinas
existe una fuerte tradición de participación estudiantil en agrupaciones
políticas universitarias, estrechamente vinculada a la intervención de los
alumnos en el co-gobierno de la institución. Los espacios de militancia en
la carrera no se constituyen como agrupaciones4 que compiten en elecciones,
pero forman parte del mapa político-estudiantil de la Facultad y en los
últimos años han ganado visibilidad y capacidad de intervención no solo en
lo relacionado con la conducción académica de la carrera sino también en
lo referente a la política gremial estudiantil. De ahí que la participación de
los estudiantes de la carrera de Sociología en estos espacios resultó fecunda
para explorar las maneras en que se configuran vínculos entre la formación
de sociólogos, la militancia y la universidad pública.
Para dar cuenta de la configuración de esa relación, historizó las
perspectivas que se construyeron entre las décadas de 1960 y 1970 en
Humanidades, en torno a la sociología y su relación con la militancia. Si
bien en ese momento no existía en la Facultad una carrera de Sociología,
había tres cátedras que funcionaban como espacios que ofrecían lecturas,
temas y conocimientos sobre la disciplina y que, a partir de mediados de
los 50, comenzaron a ejercer gran atractivo entre estudiantes y graduados
publicados por los estudiantes o trabajos elaborados para ser evaluados en alguna asignatura), revisado
páginas web (tanto la página oficial del Departamento dentro de la de la FAHCE, como páginas y blogs
elaborados por estudiantes y docentes en forma particular), y participado de redes sociales en internet
de las que forman parte estudiantes.
En 2012 realicé observación participante en las actividades relacionadas con el primer curso de ingreso
de la carrera, entre principios de febrero y mediados de marzo. Además de dialogar con ayudantes y
responsables del curso en contextos laborales e informales, participé en charlas para ingresantes, reuniones de trabajo con docentes a cargo de comisiones del curso de ingreso y en los talleres diarios en
una de las comisiones en el turno tarde. Desde mediados de marzo hasta la actualidad tuve encuentros
aislados con algunos estudiantes y participé de actividades puntuales organizadas por la comisión de
sociología.
3
La itálica refiere a que se trata de una denominación nativa. Humanidades es la manera en que estudiantes, docentes, no docentes y habitantes de la ciudad en general denominan a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (FAHCE).
4
Las agrupaciones están conformadas por estudiantes de diversas carreras de la Facultad, que en su mayoría también militan en movimientos sociales, partidos o agrupaciones políticos de alcance nacional o
regional. Muchas agrupaciones tienen presencia en otras Facultades de la UNLP.
VIRAJES
149
Cecilia Carrera
jóvenes de variadas carreras en Humanidades. Estas cátedras eran: Sociología
Argentina, dependiente del Departamento de Historia; Sociología
General, del Departamento de Filosofía y Sociología de la Educación, del
Departamento de Ciencias de la Educación. Me ocuparé de reconstruir la
experiencia de las dos últimas cátedras.
A continuación, trazo algunas de las principales características
del mapa político-estudiantil actual en Humanidades, para situar allí a
los estudiantes de Sociología que militan en la carrera y sus relaciones
con otros actores y grupos políticos y académicos. En relación a esto me
pregunto: ¿De qué manera ellos relacionan su condición de estudiantes
de Sociología con la experiencia de militancia? ¿Cómo viven esa relación?
En este punto, planteo que la militancia en la carrera es una forma que los
estudiantes encuentran para disputar sentidos sobre el para qué de la
sociología y qué es ser sociólogo, con otros actores en la universidad. A
través de estas tareas de militancia, estos estudiantes desarrollan prácticas
y estrategias de cuestionamiento y disputa por la formación sociológica.
Lo hacen en el espacio público, convocando a otros estudiantes (de esta y
otras universidades del país) y participando en los espacios de discusión,
representación y toma de decisiones establecidos institucionalmente, o
creando nuevos espacios.
Finalmente, vuelvo al planteo inicial de este texto para explorar
de qué maneras las relaciones entre formación de sociólogos y modos de
militancia se fueron modificando. A través de este análisis intento dar
cuenta de los vínculos que pueden establecerse entre las militancias (que
procuro mostrar como variadas) y la constitución de una “comunidad de
práctica” de sociólogos platenses.
Asimismo, a través de la comprensión de la variedad de modos
militantes y la diversidad de sentidos que la militancia puede adquirir en un
mismo espacio, procuro mostrar la necesidad de pensar la militancia como
una construcción que debe analizarse “en cada caso, tiempo y lugar” (Guber,
2008: 71). En el caso del que me ocupo aquí, la militancia debe ser entendida
en sus relaciones con otros procesos sociales, como la formación universitaria
y la propia constitución del campo de la sociología en Argentina. Veremos,
además, que estas prácticas militantes no quedan encerradas en el reducido
espacio de un Departamento universitario, sino que sus actores mantienen
vínculos permanentes con agrupaciones estudiantiles y partidos políticos
más amplios, organizaciones y movimientos sociales y de trabajadores que
exceden el espacio universitario5.
5
Muchos de los estudiantes de Sociología con los que dialogué militan en agrupaciones que adscriben,
entre otros, al Frente Popular Darío Santillán, la Juventud Guevarista, el Partido de los Trabajadores
Socialistas, así como partidos peronistas y kirchneristas. Estas adscripciones muestran que en Argentina
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“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación...
En este sentido, vale explicitar que el artículo aborda prácticas de
militancia que no se constituyen en los objetos y espacios sobre los que
las ciencias sociales mayoritariamente han analizado la militancia política,
tales como movimientos sociales, organizaciones de derechos humanos,
partidos políticos, movimientos revolucionarios de los años 60 y 706. En
este escrito describiré y analizaré la militancia estudiantil en una carrera
universitaria y pretendo argumentar la necesidad de entender a la militancia
política en su diversidad de sentidos y modos de actuarla, sin asumir de
antemano las prácticas y espacios que deben quedar incluidos o excluidos
de su definición.
Las cátedras y la militancia. Sociología en Humanidades
durante los 60 y 70.
Mi objetivo en este escrito no es reconstruir toda la historia de
la carrera de Sociología de la UNLP, sino historizar las perspectivas y
experiencias que se relacionan con el tema que planteo aquí. La carrera de
Sociología es la más joven de la Facultad de Humanidades; se creó en 1985
como una licenciatura dirigida a graduados o alumnos avanzados de otras
carreras, que por diversas dificultades7 cerró en 1990. La carrera de grado
que hoy funciona abrió la inscripción en 1993.
Sin embargo, la instalación de la sociología en la Facultad es muy
anterior. Desde mediados de la década del 50, la sociología ingresó a
Humanidades a partir del discurso modernizador de la “sociología científica”
(empírica y objetiva). En este periodo, los titulados en otras disciplinas
de la Facultad buscaron en la sociología (en su concepción moderna o
germaniana) una perspectiva según la cual la sociedad es un objeto que
merece ser estudiado científicamente. Alfredo Pucciarelli8 definió el aporte
nunca la política estudiantil universitaria ha quedado encerrada en los claustros académicos. Los análisis sobre el movimiento estudiantil argentino desde principios de siglo XX abordan esta cuestión (Toer,
1988; Bonavena, Califa & Millan, 2007; Buchbinder, 2010).
6
En referencia a estos análisis se encuentran, entre muchos otros autores en América Latina: Revilla
Blanco (1996), Tortti (1999), Zibechi (2003), Svampa y Pereyra (2004), Vecchioli (2005, 2009, 2012), Ferreira de Oliveira (2008).
7
Las dificultades se relacionaron con falta de recursos y profesores para dar continuidad al dictado de
las asignaturas y con objeciones que desde el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación se realizaron al plan de estudios propuesto.
8
Alfredo Pucciarelli fue egresado de Filosofía en la Facultad. Siendo estudiante avanzado de esta carrera, ingresó como ayudante a la cátedra de Sociología General en 1961. Permaneció allí hasta 1974, cuando, siendo adjunto de la cátedra, fue expulsado de su cargo por la intervención del gobierno de Isabel
Perón. Al regreso de la democracia y luego de su exilio a México durante la última dictadura, Pucciarelli
fue el primer coordinador de la carrera de Sociología, en cuya creación participó, y se convirtió en uno
VIRAJES
151
Cecilia Carrera
de la sociología en ese momento y lugar como parte del “panorama de la
modernización, de introducción de perspectivas nuevas e innovadoras a las formas
tradicionales de las Humanidades” (Tortti & Chama, 2003: 139).
El signo del debate sociológico del momento era la fuerte crítica y
enfrentamiento a las características de la sociología que se enseñaba en las
cátedras universitarias (lo que se ha llamado “sociología tradicional” e incluso
“pre-sociología”), y el levantamiento de una concepción de la “sociología
científica” que se vinculó a la investigación empírica. Gino Germani (figura
central en la creación del Departamento de Sociología y su respectiva
licenciatura en la Universidad de Buenos Aires-UBA)9 se había colocado
al frente de esa disputa (Neiburg, 1998; Blanco, 2006; Pereyra, 2007) y su
presencia como profesor titular de la cátedra de Sociología General en
Humanidades entre 1957 y 1960, puso en evidencia el reconocimiento e
impacto que tuvieron en la Facultad las “nuevas ciencias sociales” frente
a “las viejas humanidades” (Suasnábar, 2004). La cátedra de Sociología
General operó entonces como difusora de las líneas de interpretación
ofrecidas por la “sociología científica” (Turkenich, 2003: 37), que articulaba
la disciplina al trabajo empírico estadístico y la concebía como un saber
necesario para el desarrollo de la sociedad y el Estado modernos.
A esta concepción de la sociología como ciencia moderna se sumó
desde mediados de los 60 la cuestión polémica de la ideología y la política en
relación al conocimiento científico y a la academia, que se constituyó en un
objeto de debate entre los universitarios. En las expresiones que ese debate
tuvo en la Facultad, las cátedras de sociología y sus actores cumplieron un
papel de gran importancia y protagonismo.
Los años que van desde 1955 a principios de los 70 y las
transformaciones, disputas y actores que los caracterizaron en las
universidades argentinas fueron definidos por numerosos investigadores
a partir de la presencia, la tensión y el entrelazamiento entre el proceso de
modernización académica impulsado en el marco de la “desperonización”
de la universidad que se inicia con la “Revolución Libertadora”, y el de
radicalización política agudizado a partir de la década del 60 (González,
2000; Prego & Tortti, 2002; Suasnábar, 2004; Buchbinder, 2010; Garatte,
2012). El proyecto de modernización académica se inscribió en un proceso
más amplio de modernización cultural10, incluyendo de manera creciente
de los referentes reconocidos de la instalación de la sociología en Humanidades.
Recupero aquí su voz a través de una entrevista publicada en el año 2003 por Cristina Tortti y Mauricio
Chama en Cuestiones de Sociología, revista del Departamento de Sociología de la FAHCE.
9
Para un análisis pormenorizado de la figura de Germani y su actuación en el proceso de institucionalización de la sociología ver: Neiburg (1998), González (2000), Blanco (2006), Pereyra (2007).
10
Como parte del programa político y económico “desarrollista”.
152
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172
“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación...
elementos indicativos de una incipiente profesionalización académica.
La progresiva agudización de la radicalización política tuvo entre sus
primeros indicios los cuestionamientos de parte del movimiento estudiantil
visiblemente, pero gradualmente por parte del cuerpo docente y de gestión
de las universidades, en relación a las concepciones del desarrollo y de la
relación de las universidades con el Estado nacional y con la sociedad y
sobre todo con los sectores populares. En este marco se pusieron en tela
de juicio los criterios de definición de la política de profesionalización
académica y las fuentes de financiamiento de las investigaciones, a partir
de lo cual surgirían las críticas al “cientificismo” (Prego & Estevanéz, 2002;
Suasnábar, 2004; Guber, 2008; Garatte, 2012), la creciente radicalización del
discurso académico y la denuncia de la universidad como instrumento de
convalidación de la dominación social.
Para pensar sobre las formas en que la radicalización política empezó
a tomar fuerza a medida que avanzaba la década del 60, en los mismos
espacios en que el proyecto de renovación científica había arraigado, resulta
interesante señalar, por ejemplo, que el reemplazante de Germani en la
cátedra de Sociología General, Juan Carlos Marín, trabajaba con él en la
UBA, lo que en la Facultad dio continuidad a la perspectiva de la sociología
científica. Pero, al mismo tiempo, Marín planteó de manera prematura11,
una postura de radicalización política en la cátedra (Turkenich, 200312).
De acuerdo con un relato de Pucciarelli, en sus primeras clases Marín dijo
que él era “un militante socialista de ideología marxista. Y que el trabajo en la
cátedra [iba] a estar guiado por ese enfoque teórico”. Sobre esto, Pucciarelli
agregó: “La adopción de un criterio académico, que a nivel de profesor titular era
desconocida hasta ese momento en la Facultad dio lugar al primer acto explícito de
discriminación ideológica con la gente de izquierda que yo tenga conocimiento”
(Tortti & Chama, 2003: 142-143).
En este relato, la sociología enseñada quedaba vinculada a la
militancia política. En la adopción de un criterio académico quedaba
implicada la adscripción ideológica en vinculación con la militancia. En
el relato, el marxismo se presentaba al mismo tiempo como un enfoque
teórico, una ideología política y un posicionamiento dentro de un mapa
político y militante que excede el espacio universitario. La perspectiva
sociológica quedaba definida por este cruce.
El proceso de radicalización política en Humanidades se produce claramente hacia fines de los 60 y
principios de los 70. Marín se hace cargo brevemente de la cátedra en 1960.
12
El mismo Marín dice en una entrevista citada en el trabajo de Turkenich: “Soy cooptado por el oficialismo científico de la Sociología como una persona emblemática de lo que es capaz de construir en ese
período la investigación científica, la vida académica y la carrera de Sociología de Bs.As., pero en realidad mi identidad tenía cualidades impensadas. Entonces yo estoy dando clases en el 61 y el que está
dando clases ahí es un cuadro político, no sólo un cuadro científico” (Turkenich, 2003: 38).
11
VIRAJES
153
Cecilia Carrera
Durante la década del 60, la convivencia entre la perspectiva de la
“sociología científica” que se encontraba en pleno auge y la de la sociología
radicalizada o asociada al marxismo que estaba en crecimiento, caracterizó
a la disciplina, su enseñanza y sus docentes, en las cátedras de sociología
de la Facultad. Para el caso de Sociología General, Turkenich (2003) sostiene
que, de esa combinación, el ingrediente de la “sociología científica” estaba
vinculado a la “importación” de la impronta de la carrera de la UBA. A
su vez, la autora plantea que el “perfil académico propio” (2003: 39) de la
cátedra estaba dado por una forma de trabajo en el equipo, asociada a la
discusión interna sobre perspectivas distintas y a una renovación de los
contenidos que se desarrollaban en las clases. Estas diferentes perspectivas
se presentaban entre los docentes: el titular, Horacio Pereyra, adscribía
a una perspectiva desarrollista mientras muchos de los ayudantes se
inclinaban hacia el marxismo. Estas características se articulaban a una
creciente radicalización política, que tuvo lugar en un marco de continuidad
institucional luego del golpe de Estado del 66, amigable o al menos no
antagónico a la politización de graduados jóvenes y estudiantes (Turkenich
2003; Suasnábar, 2004). Se trató también de un contexto de masificación de
la universidad, en el que la cátedra recibió un incrementado número de
estudiantes debiendo incorporar, desde 1963, clases de trabajos prácticos a
las clases teóricas que ya se dictaban.
Los ayudantes egresados de otras carreras tenían en ese momento
un interés particular por la disciplina y la asociación de ella con la formación
política. “Varios éramos marxistas y nos interesaba la teoría social marxista con la
anexa ciencia social marxista […] entrar en la cátedra fue una manera de canalizar
esa ansiedad por hacer estudios sociales, muy vinculado por otro lado con la práctica
política (muchos de la cátedra eran militantes activos de distintas agrupaciones
de izquierda)” (Sazbón, citado en Turkenich, 2003: 42). Se configuró así una
articulación, que se fue transformando en tensión, entre la enseñanza de
la sociología en la cátedra, la investigación sociológica o realización de
estudios sociales y la sociología como herramienta para la denuncia social
y la militancia política.
En cuanto a la cátedra de Sociología de la Educación, esta se
organizó en 1961 como parte de la recientemente creada carrera de Ciencias
de la Educación13. Guillermo Savloff, un maestro normal y titulado en
Filosofía y Pedagogía, fue su titular desde ese año y hasta 1974. También,
desde diciembre de 1963, Savloff dirigió la Sección de Sociología y Política
13
En realidad, tal como sostiene Suasnábar (2004), no se trató de la creación de una carrera de manera
fundacional, sino de la transformación del preexistente Profesorado de Pedagogía en carrera de Ciencias de la Educación, en el año 1959. Esta transformación supuso un cambio curricular, en el que se
incluyó por primera vez la asignatura Sociología de la Educación.
154
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“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación...
Educacional del Instituto de Pedagogía de la FAHCE (Garatte, 2012), donde
se desempeñó por un periodo Pucciarelli como investigador.
En el programa de Sociología de la Educación14 se tomaban
investigaciones y textos de autores distintivos de la sociología científica en
Argentina, como el mismo Germani, así como materiales de sociología del
conocimiento y textos de enfoque marxista y estructural funcionalista. La
sociología era entendida y presentada en esta cátedra como ciencia empírica,
pero principalmente como herramienta de denuncia social. Se difundía
allí una perspectiva crítica de la relación entre clases sociales y educación,
anticipando en parte los planteos de las teorías de la reproducción que
llegaron más tarde (Silber, 2004).
De esta manera, desde fines de los 60, como marcan Pucciarelli (Tortti
& Chama, 2003) y Turkenich (2003), se hizo visible el creciente atractivo que
la sociología (en las cátedras de Sociología General y de Sociología de la
Educación) alcanzó para los estudiantes, por la significación que adquirió
la disciplina “como herramienta de análisis e interpretación de la realidad
social, y por el perfil [político militante] que asumió” (Turkenich, 2003: 44).
Es necesario tener en cuenta que el proceso de radicalización política y el
entusiasmo de los jóvenes con la sociología y la militancia se desarrolló en
un contexto influido por el impacto de la Revolución Cubana en el resto de
América Latina, que se presentaba como una realidad que hacía posible la
construcción del socialismo.
La cátedra de Sociología General, que junto con Antropología
Cultural e Introducción a las Ciencias de la Educación (también a cargo de
Savloff) se había establecido como obligatoria para todos los profesorados
en 1967, llegó a tener 1300 alumnos y 40 ayudantes y se transformó para el
grupo de interesados en un espacio de formación en sociología. En el trabajo
de Turkenich (2003: 47) se transcribe la voz de una persona entrevistada, sin
incluir su nombre; dice: “nos convertimos realmente en un lugar importante, yo
diría que a pesar de la negativa de las autoridades por crear la carrera de Sociología
la llegamos a reemplazar en el proceso de formación de cuadros”. Es notable que la
formación en sociología sea pensada como formación de cuadros, mostrando
ya la fuerza del vínculo que se había construido entre sociología y acción
política, al punto de pensar la formación académica en los términos de la
formación política.
Al mismo tiempo, en este periodo la actividad en estas cátedras
estuvo acompañada de un planteo cada vez más generalizado entre
estudiantes y graduados jóvenes que, en su crítica a la posición social de
14
Para cursar esta asignatura, los estudiantes de Ciencias de la Educación debían aprobar antes Sociología General.
VIRAJES
155
Cecilia Carrera
la institución universitaria, discutían con la “concepción neutralista” que
tanto humanistas como modernizadores asignaban a la actividad científica
(Suasnábar, 2004). Esto supuso cuestionamientos a la perspectiva de la
“sociología científica” promovida por Germani, que ya tenía sus críticos en
la UBA15 y que había producido inicialmente el interés de estos jóvenes en
la Facultad.
Como adelanté, la convivencia entre enseñar sociología, investigar
en terreno y usar la sociología como arma para la denuncia y la actividad
política generó una tensión. Para mostrar el alcance de esta tensión
recupero el análisis de Sidicaro sobre la UBA; este sociólogo sostiene que
durante los 60 y 70 la “politización de la sociología” supuso la dilución y
debilitamiento de la disciplina, que adquirió un estilo de desenvolvimiento
que “[…] invitaba a confrontaciones más parecidas a las de la política que
a las propias de la ciencia” (Sidicaro, 1993: 71). No creo pertinente hablar
de dilución para el caso platense16, pero sí mostrar hasta qué punto se dio
una relación conflictiva entre distintas prácticas con las que los sociólogos
del periodo ligaron a la sociología: la investigación empírica, el trabajo
académico y la militancia.
Prácticas y espacios de militancia estudiantil en Humanidades
Hoy, la UNLP posee 17 facultades; Humanidades se encuentra entre
las cinco más grandes, en términos de cantidad de estudiantes, y la más
grande en términos de la cantidad de carreras que se cursan allí. En 2010
contaba con 8524 estudiantes, que se distribuyen disparmente entre las
diversas carreras existentes17. En la actualidad, se dictan en Humanidades 30
carreras, nucleadas en 10 Departamentos Docentes.
La universidad es jerárquica y co-gobernada; los grupos –o claustros–
que participan del co-gobierno son aquellos definidos por la estructura
jerárquica de la cátedra: profesores (aquellos con cargo de titular, asociado
o adjunto en alguna cátedra), graduados, estudiantes y, desde 2008,
15
“Nosotros veníamos de una posición políticamente ‘radical’ y empezamos a generar una radicalización en términos académicos. Empezamos a hacer propuestas académicas radicalizadas, que combinaban marxismo con teoría de la liberación y esa impronta tercermundista que se venía desarrollando.
Y empezamos a darle un perfil muy fuerte al enfrentamiento con el funcionalismo y con esa idea de
la ‘sociología científica’ que era, desde el punto de vista académico, la nutriente de Horacio Pereyra”
(Pucciarelli, citado en Tortti & Chama, 2003: 147).
16
Seguramente puede discutirse también esta afirmación para el caso de la UBA.
17
Datos provenientes del Anuario Estadístico 2011 de la UNLP.
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“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación...
trabajadores no docentes (personal administrativo, de mantenimiento y
limpieza, etc.).
Las elecciones estudiantiles se hacen todos los años y son
obligatorias. En ellas los estudiantes de todas las carreras votan para
elegir dos cosas: representantes estudiantiles en los Consejos Superior y
Directivo –máximos órganos de gobierno de la Universidad y la Facultad
respectivamente, compuestos por representantes de todos los claustros–
y agrupación encargada de la conducción del Centro de Estudiantes. Es
decir, por un lado se trata de la elección de representantes en la estructura
de co-gobierno universitario y por otro de la elección de los grupos que
conducirán los gremios estudiantiles, como el Centro de Estudiantes de la
Facultad (que representa a los estudiantes de todas las carreras) y la FULP18.
En el paisaje cotidiano de Humanidades, un elemento siempre
presente son las agrupaciones estudiantiles y las maneras que encuentran de
hacerse visibles y dejar huellas en el espacio material. Además de los carteles
colgantes en el hall del primer piso del edificio, del color que identifica
a cada una, las agrupaciones tienen locaciones específicas en el edificio de
la Facultad. Estas locaciones son denominadas mesas. Así, desde que se
ingresa al edificio y hasta el hall del primer piso se van sucediendo las mesas
de agrupaciones como Aule, Utopía, Franja Morada, Unite, La Jauretche, Ya
Basta, Cienfuegos, Lupas, Pisando Charcos, Tesis XI, Colectivo de Trabajo,
La Freire, entre otras19. En las mesas casi siempre hay al menos un estudiante
militante de la agrupación, además de volantes, folletos, afiches elaborados
por la misma agrupación.
Parte de la vida político-estudiantil de la Facultad también está
caracterizada por las asambleas estudiantiles que se realizan varias veces
al año. En ellas participan los estudiantes que militan en agrupaciones y
Federación Universitaria de La Plata, espacio gremial estudiantil encargado de defender y negociar
aspectos que atañen a los estudiantes de toda la UNLP, por ejemplo el comedor y el albergue universitarios.
19
La mayoría de las agrupaciones estudiantiles forman parte de organizaciones (partidos, frentes, movimientos) de alcance mayor, ya sea universitario o nacional. Entre las agrupaciones de Humanidades
existe una gran diversidad de extracciones políticas. Según las definiciones de las propias agrupaciones,
encontramos: peronistas, kirchneristas (agrupaciones articuladas al Frente Para la Victoria, a La Cámpora, a la Juventud Peronista); izquierda independiente (se trata de una variedad de agrupaciones que se
ubican a sí mismas en este espectro; se definen como de izquierda pero no adscriben a ningún partido
de izquierda constituido como tal, sino a movimientos o frentes que fueron generados luego de la crisis
del 2001, como el Frente Popular Darío Santillán o la Juventud Guevarista; incluso hay agrupaciones que
no adscriben a ningún movimiento mayor); izquierda vinculada a partidos políticos de diversas orientaciones, como trotskistas (Partido de los Trabajadores Socialistas, Movimiento Al Socialismo, Partido
Obrero, Partido Socialista de los Trabajadores Unificado) o maoístas (Partido Comunista Revolucionario); radicales (Unión Cívica Radical), socialistas (Frente Amplio Progresista); nacional-populares y
latinoamericanistas (Movimiento Nacional Latinoamericanista Estudiantil). Estas articulaciones y pertenencias explican que las actividades de los militantes no se desarrollen solo en el ámbito universitario,
sino también en otros espacios y luchas políticas a escalas regional y nacional.
18
VIRAJES
157
Cecilia Carrera
también algunos que no pertenecen a ninguna agrupación, los llamados
independientes. Estas asambleas pueden ser muy numerosas, aunque la
fuerza de la convocatoria depende del temario a tratar y de la agrupación o
conjunto de agrupaciones que convoquen.
También es muy común, especialmente en épocas previas a
elecciones estudiantiles, que haya militantes de las agrupaciones parados y
paradas en las escaleras o entradas (al edificio, al hall del primer piso, a los
pasillos) repartiendo volantes, boletines, folletos, plataformas electorales para
difundir sus ideas o invitar a actividades organizadas por las agrupaciones o
las organizaciones y partidos más amplios que las nuclean.
Otras elecciones que se realizan en Humanidades son para votar
representantes en Juntas Asesoras Departamentales. Estas se constituyen
en cada Departamento Docente y son órganos asesores del Consejo
Directivo. Están compuestas por profesores, graduados y estudiantes,
además del director o directora del Departamento, que las preside. Entre
los temas que tratan hay aspectos de gestión de las carreras, concursos y
selecciones docentes, programas de materias, cursos de ingreso, planes
de estudio, relaciones con agencias estatales y profesionales, entre otros.
Estas elecciones no son obligatorias y se realizan cada dos años. En ellas no
compiten las agrupaciones sino que se conforman listas de estudiantes para
cada carrera, que se someten a elecciones para ser representantes en Junta20.
En este caso, los estudiantes votan solo los representantes para la Junta del
Departamento al que pertenece la carrera que cursan.
Estas listas de candidatos para conformar las Juntas emanan de las
comisiones de estudiantes que se organizan por carreras. Como parte de una
tradición de participación política que se remonta al menos a los años 80,
los estudiantes de Humanidades han conformado de manera variable en
distintos momentos históricos las llamadas comisiones de estudiantes.
La conformación de las comisiones no es obligatoria y tampoco es
reconocida en las normativas de la Facultad, a diferencia del Centro de
Estudiantes. Son sostenidas por estudiantes, que las consideran desde hace
años espacios legítimos de participación, gozando de reconocimiento variable
por parte de otros actores como profesores, ayudantes y autoridades, según
la carrera. En la práctica, se ha establecido que los delegados estudiantiles
en Junta deben participar de la comisión de su carrera, ya que es el espacio
donde se discute sobre su rol y objetivos en las reuniones de Junta y donde
informan al resto de los estudiantes sobre lo tratado y decidido allí.
Además de la comisión de sociología, los estudiantes de Sociología
20
A diferencia de las elecciones para Consejo Directivo y Superior, estas elecciones se realizan en todos
los casos cada dos años, ya que los representantes en Juntas Asesoras Departamentales de todos los
claustros se renuevan con esa periodicidad.
158
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“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación...
reconocen como espacio de participación y militancia en la carrera al ENES
(Encuentro Nacional de Estudiantes de Sociología). El ENES fue realizado
por primera vez en el año 2007 en Santa Fe. Se trata de un encuentro que
cada año cambia de sede y que reúne a estudiantes de sociología de diversas
universidades nacionales para debatir y proponer acciones sobre temas de
interés para los estudiantes. El V ENES, realizado en septiembre de 2011 en
La Plata durante cuatro días, tuvo entre sus consignas de convocatoria la
siguiente: “Para poner en común algunas ideas sobre política académica, y discutir
sobre formas de participación estudiantil y organización estudiantil, funciones y
rol de la Universidad, planes de estudio, estructuras de gobierno”.
Además del encuentro anual, el ENES funciona como espacio
permanente donde un grupo de estudiantes realizan actividades no solo
para la organización del evento –en el caso en que se hizo en La Plata– o
del viaje –para cuando se hace en otra ciudad–, sino que también realizan
durante el año talleres sobre temáticas específicas como género, educación,
medios de comunicación, trabajo, organizaciones y movimientos sociales,
seguridad y control social, entre otros –que ellos llaman “encuentros pre
ENES” – o fiestas para recaudar dinero.
Los estudiantes hablan de la participación en estos espacios como
estar en el ENES, estar en la comisión; o militar en el ENES, militar en la comisión.
Si bien se trata de dos espacios diferenciados, que los mismos estudiantes
se encargan de distinguir, existen relaciones entre ellos. Muchos de los
que militan en la comisión también lo hacen en el ENES. Asimismo, ambos
grupos se autodefinen como espacios independientes, por no responder a
ninguna agrupación en particular y en los cuales “participan y militan tanto
estudiantes agrupados como no agrupados de nuestra Facultad”21. En el ENES la
cantidad de participantes oscila según el momento del año, ya que aumenta
significativamente a medida que se acerca la fecha del próximo Encuentro.
En ambas instancias militan estudiantes de entre el segundo y el quinto año
de la carrera22.
La experiencia de militancia en la carrera marca una particularidad
que adquieren las relaciones sociales y políticas en la carrera de Sociología
de la UNLP en comparación con otras carreras de Sociología del país. Por
ejemplo en la UBA, según se destaca en la investigación realizada por el
Grupo Taller Pensar la Facultad (2009), el trayecto de los estudiantes de
21
Palabras citadas del Comunicado titulado “Borrón y ¿Foro nuevo?”, emitido por el grupo del ENES a
mediados del año 2012, y difundido por mail y en redes sociales.
22
La carrera de Sociología prevé 5 años de cursada, más una tesina en el caso de la licenciatura y prácticas de enseñanza en el caso del profesorado. Quienes se encuentran participando en la comisión o el
ENES están todavía cursando alguna asignatura o taller y quienes finalizaron sus cursadas y se encuentran realizando la tesina, tienden a dejar de participar de ambas instancias.
VIRAJES
159
Cecilia Carrera
sociología encuentra una marcada ruptura entre una primera parte (los tres
años iniciales) y una segunda parte de la carrera, vinculada al cambio en
la modalidad de cursada entre uno y otro tramo. Los autores resaltan el
enfriamiento que se produce en la relación de los estudiantes de la segunda
etapa con la vida política de la Facultad (y en muchos casos con la política
en general) y la creciente individualización de los recorridos y decisiones,
que va debilitando las fuertes redes sociales que en los primeros años se
construyen entre estudiantes.
Para los estudiantes de La Plata, el “militar en la carrera” constituye
un espacio desde el cual buscan construir y vivir experiencias colectivas
que ellos asocian a la política (y que caracterizan como “experiencias de
organización”) y a su formación como sociólogos, a lo largo de todo el
recorrido curricular23.
Militar en la carrera
Desde el inicio de mi trabajo de campo aparecieron, en distintos
diálogos con docentes y estudiantes de sociología o de otras carreras
de Humanidades, referencias a la militancia en distintos espacios y su
importancia. Un estudiante de otra carrera (Ciencias de la Educación24) me
recomendó ir a las reuniones de la comisión de socio, ya que:
“[…] ahí se junta gente que le interesa su formación, que discute sobre la
carrera […] Ellos hacen muchas cosas, incluso tienen un curso de ingreso
23
Si bien en Humanidades los grupos y espacios de participación política son variados y se trata de una
Facultad que suele ser caracterizada por la alta participación política de sus estudiantes, al igual que
la carrera de Sociología, no son todos los estudiantes los que militan, ni siquiera la mayoría. Existe una
multiplicidad de experiencias estudiantiles y variadas formas de relacionarse e implicarse con la Facultad y con la carrera. Aparte de los militantes, quienes suelen pasar mucho tiempo en la Facultad y dedicar energías a las actividades de militancia además de estudiar, están quienes asisten principalmente
a cursar, rendir exámenes y estudiar o “hacer grupo” con compañeros en la biblioteca y se involucran
escasamente en actividades que excedan el recorrido estrictamente curricular. La enorme variación en
los niveles de implicación con la vida institucional, las agrupaciones y otros grupos, hace imposible dar
cuenta de la totalidad de esas realidades. El Grupo Taller Pensar la Facultad indicó que las maneras en
que los estudiantes usan y se apropian del espacio físico puede ser un indicio de esos grados de implicación con la vida institucional. En su investigación sobre la carrera de sociología de la UBA afirma:
“podría establecerse una primera clasificación de la multiplicidad de experiencias estudiantiles según
hayan tenido oportunidad o no de pegar algún cartel en las paredes de la Facultad. Las diferencias que
se expresan en esa simple práctica son suficientes para constatar que las paredes no están igualmente
disponibles para todos” (2009: 141).
24
Cabe aclarar que yo soy egresada de la carrera de Ciencias de la Educación, que se dicta también
en la FAHCE, y soy docente y alumna de posgrado de esa institución. Por ello, mi trabajo de campo
estuvo muy marcado por relaciones que yo había construido con anterioridad a la investigación y que
imprimieron ciertas características tanto a mi entrada como a la construcción de relaciones en el campo.
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“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación...
que sostienen ellos. Está bueno porque aparte hay chicos de Utopía, Aule, La
Llamarada, Pisando Charcos, de todo. […] Después otro espacio que tienen
es el encuentro de estudiantes de sociología. Ahí son una banda, están re
organizados y piden plata y la consiguen.” (Nota de campo, 11/05/2011)
También Soledad, una ayudante diplomada de una asignatura del
segundo año de la carrera, me dijo:
[…] “el de la comisión de alumnos es un espacio clave para pensar la carrera.
Porque es un espacio importante por el que transitan muchos estudiantes,
donde se juega mucho de la formación, también la formación política. Aparte
porque les da visibilidad, los representantes en junta salen de ahí, eso les da
visibilidad y trato con profesores y graduados, que de otra manera por ahí no
habría tanto contacto. Entonces después abre puertas en cátedras, institutos
[…]”. (Registro de campo, 18/05/2011)
La relación entre “formación” y “formación política” empezaba a
plantearse como un lugar importante desde el cual comprender algunos
sentidos que los actores otorgan a su formación como sociólogos. Cuando
mantuve esa conversación con Soledad, ya había iniciado contacto con
Agustín, un estudiante avanzado que estaba dejando de militar para
graduarse. Con él sostuve una entrevista extensa en la que charlamos sobre
su experiencia en la carrera, en la comisión y en el ENES. Agustín me dijo,
cuando comenzábamos nuestra charla:
“Sí tengo algo bien pensado, que el año pasado solía pensarlo, que cómo la
militancia en la carrera, no la militancia en una agrupación, sino militancia
en la carrera, en la comisión, organizando el encuentro de sociología, como
me ancló en la sociología”. (Entrevista, 20/05/2011)
Agustín había hablado de la militancia en la carrera como algo que
lo “ancló en la sociología”. Ahora bien, para definirse, esa militancia necesita
ser diferenciada de otras formas de militancia que, como se evidencia en el
consejo del estudiante de Ciencias de la Educación, están muy relacionadas
porque son practicadas en muchos casos por los mismos actores, que se
desenvuelven en diversos espacios.
Para Agustín, militar en la carrera no es militar en una agrupación25.
¿Qué significa, entonces, militar en la carrera y qué diferencias tiene con
militar en una agrupación? Desde la comisión y el ENES se convoca a
25
Agustín militaba, también, en una agrupación que participaba en elecciones estudiantiles. Esto muestra que no se trata de formas de militancia excluyentes entre sí, sino de espacios y grupos por los que
transitan los actores.
VIRAJES
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Cecilia Carrera
estudiantes de sociología que estén interesados en pensar y replantear
“el sentido de la formación académica”; ya sea a través de las actividades de
reflexión, debate y organización que se realizan en el ENES o a través
de la participación en la toma de decisiones que afectan directamente al
desarrollo de la carrera, como el caso de la comisión, en la que se discute lo
tratado en Junta Departamental.
En este sentido, es importante precisar que los estudiantes definen
estos espacios desde la vinculación con su proceso de formación como
sociólogos y a partir de ellos construyen posiciones que disputan los
sentidos de esa formación con otros actores de la carrera y de la Facultad.
Esta disputa es expresada por los estudiantes a través de preguntas
o tópicos que se repiten en diferentes circunstancias y bajo formas que
pueden variar, como “¿sociología para qué?” o “¿cuál debería ser el rol de
los sociólogos y sociólogas en nuestra sociedad?” o “¿qué hace un sociólogo?”.
También se desarrolla de manera cotidiana a través de peleas en distintos
espacios institucionales (como la Junta o el centro de estudiantes) que se
dan en torno a temas sobre los que hay que tomar decisiones.
La pugna con otros actores se concentra principalmente en dos
direcciones: una jerárquica, que pelea con la visión, acciones y posicionamientos
de profesores y graduados respecto de las orientaciones de la carrera, el perfil
de sociólogo buscado y sus formas y espacios de intervención profesional,
los espacios de cursada ofrecidos, las características del curso de ingreso a la
carrera o de las tesinas requeridas para licenciarse, etc.
Pude ver que en el espacio de la comisión gran parte de las energías
y del tiempo de las reuniones se las lleva esta pugna. Las reuniones de
comisión suelen consistir principalmente en la reconstrucción por parte
de los delegados de lo tratado en la última reunión de Junta, la discusión
de posiciones respecto de los temas que se tratan allí, la formulación de
estrategias para ser escuchados o lograr que se tome alguna decisión que
ellos proponen y/o la planificación de alguna actividad destinada al conjunto
de los estudiantes26. En varias reuniones los estudiantes que representan al
claustro en la Junta plantearon una dificultad respecto de cómo intervenir
en ese espacio, ante docentes y graduados. En una ocasión, uno de ellos dijo
que los docentes y graduados “ya tienen bien definido lo que quieren y que si los
dejás avanzan y te pasan por arriba”. Una de las estudiantes replicó a eso que
ellos tienen que poder “plantarse como un actor que quiere participar, como un
actor legítimo” (nota de campo, 23/06/2011).
Desde que comencé mi trabajo de campo hasta ahora, la comisión organizó actividades como: debate
previo a las elecciones entre las agrupaciones de la Facultad; charlas informativas sobre materias optativas, tesinas, curso de ingreso; proyección de películas y debate; talleres sobre historia del movimiento
estudiantil y sobre educación.
26
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“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación...
Las diferencias con otros claustros se manifestaron claramente
cuando se iniciaron en la Junta las discusiones para la elaboración de
un curso de ingreso a la carrera, durante el año 2011. Los estudiantes
de la comisión venían organizando, desde hacía unos años, un “taller de
ingresantes” de cuatro días de duración, que ellos mismos conducían. La
decisión del Departamento de Sociología de implementar un curso como
parte de una política general de la Facultad, supuso la eliminación de ese
taller y la formulación de otro proyecto.
En el caso del ENES, la tensión con profesores y graduados no se
manifiesta con esta apertura por tratarse de un espacio que manejan los
estudiantes. Pero tanto en la comisión como en el ENES se hace evidente
la otra dirección en la que se disputa, que es el mismo escenario político
estudiantil de la Facultad. Allí existen tensiones muchas veces solapadas
con las agrupaciones estudiantiles, donde entran en conflicto tanto los
sentidos sobre el para qué de la sociología como la legitimidad de los
mismos espacios de lucha. En este caso, el escenario es complejo porque
muchos de los estudiantes que militan en la comisión o el ENES, también
lo hacen en alguna agrupación. Esta es una característica de la que suelen
jactarse ambos grupos pero que, lejos de darse sin tensiones, constituye una
fuente de conflicto latente. Es que, si bien la comisión y el ENES son grupos
abiertos, en los que puede participar cualquier estudiante de sociología
interesado, en algunas circunstancias los intereses de estos grupos y los de
las agrupaciones no son fácilmente compatibles.
Las tensiones con las agrupaciones, sobre todo con las que concentran
mayor cantidad de votos en las elecciones, se manifiestan alrededor de los
asuntos en los que cada grupo (comisión, agrupación, centro de estudiantes)
considera legítimo intervenir. Durante el 2011 y 2012, se desataron
conflictos entre la comisión y el ENES con algunas agrupaciones, así como
conflictos dentro de esos espacios de militancia en la carrera, entre militantes
de agrupaciones.
En reuniones de comisión estos conflictos se manifestaron a través
de peleas entre militantes de distintas agrupaciones en torno a las maneras
con que debería llevarse adelante la comunicación entre los representantes
estudiantiles en el Consejo Directivo y las comisiones de estudiantes.
En el grupo del ENES los conflictos se revelaron a raíz de la creación,
por parte de Utopía, la agrupación que condujo el Centro de Estudiantes
hasta 2012, del Primer “Foro de Sociología de la FAHCE”. Los militantes del
ENES emitieron un comunicado que difundieron a través de Facebook y
correo electrónico en el que repudiaban la organización de ese Foro. Allí
manifestaron que el Foro replicaba los temas que desde hace años se tratan
en el ENES, pero desconociendo esta experiencia. Según el comunicado,
titulado “Borrón y ¿Foro nuevo?”, la agrupación en cuestión ha desconocido:
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Cecilia Carrera
“[…] la construcción política de los espacios independientes de nuestra
carrera. Han apostado a vaciar de contenido y participación a espacios
legítimos de organización que se basan en el trabajo conjunto, plural y
horizontal. Y lo hacen sabiendo que de esta manera rechazan de hecho toda
voluntad de acumular discusiones como claustro y como estudiantes de
sociología.”
Si bien estas tensiones con la agrupación se venían dando hacía
tiempo, esta fue la primera vez que el grupo del ENES decidió manifestar
públicamente su posición crítica hacia las maneras en que Utopía venía
conduciendo el Centro de Estudiantes y la relación con “los espacios
independientes”.
Estas disputas, que expusieron algunas tensiones en el escenario
político-estudiantil de Humanidades, no fueron episodios aislados sino
que se acumularon y culminaron a fin del año 2012 con la conformación
de una alianza electoral entre varias agrupaciones y algunos estudiantes
independientes (muchos militantes del ENES y la comisión). Esa coalición,
que se llamó “El Frente”, logró ganar las elecciones de 2012 y con ello la
conducción del Centro de Estudiantes (que venía conduciendo Utopía desde
2011). Es la primera vez que los estudiantes independientes se unen como tales
a una alianza para elecciones, lo que muestra el crecimiento y visibilidad de
los grupos de militancia en la carrera y su intervención en asuntos de política
gremial (recordemos que, al menos hasta estos acontecimientos, la comisión
y el ENES venían siendo definidos como grupos que no disputaban en
elecciones la conducción del Centro de Estudiantes o la representación en el
Consejo Directivo, sino que se caracterizaban por ocuparse de la discusión
sobre temas de la carrera y la formación académica).
¿Sociología para qué? ¿Qué es ser sociólogo?
Al revisar mi experiencia de campo con los estudiantes encuentro
que, tanto durante el V ENES como a lo largo de la discusión que se dio en
la Junta Departamental en torno al proyecto del curso de ingreso, y también
en el “Taller de ingresantes” que la comisión organizó durante varios años, se
mantuvieron los cuestionamientos acerca de ¿sociología para qué?, ¿qué es
ser sociólogo? A través de sostener estos cuestionamientos los estudiantes
buscan tensionar las posiciones de otros actores en relación con la dirección
y contenido que debería adquirir la formación de los sociólogos en la
Facultad.
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“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación...
Los estudiantes que militan en la carrera marcan y critican ciertas
características de la manera en que se organizan la universidad, la profesión
académica y la inserción laboral de los sociólogos. A través de esas críticas
buscan discutir cuál es y debería ser el “rol del sociólogo en nuestra sociedad”.
En el módulo IV del “Taller de Ingresantes” del 2010 puede leerse:
“¿Sociología para qué? ¿Cómo? ¿Desde dónde? […] Nos interesan las
prácticas sociológicas construidas colectivamente y protagonistas en la
comprensión y transformación de nuestra realidad. Creemos que la sociología
es una construcción cotidiana, o mejor dicho una deconstrucción de lo cotidiano,
que se realiza día a día, así que muchachas y muchachos a no dormirse! Van
a ver desfilar escépticos y utópicos, ratones de departamentos y cazadores de
variables, pero no desesperen, no estamos solos en la duda sincera… al fin
y al cabo en eso consiste gran parte de la disputa por el sentido de nuestras
prácticas y teorías: como diría Baumann (sic), en incomodar(nos)”.
Se explicitan en este texto ciertas perspectivas respecto de qué
es ser sociólogo que, según la visión de los estudiantes, son dominantes
entre graduados y profesores. A estas oponen otras formas de concebir y
“practicar la sociología”: la “democratización del conocimiento” en contra de, tal
como expresó una estudiante durante el V ENES, la “lógica nefastoide que es
la del perfil académico de la ciencia por la ciencia y el saber por el saber”.
También, la sociología académica limitada a la investigación
individual versus las prácticas sociológicas, que ellos definen como colectivas
y que se pueden desarrollar incluso antes de tener el título de sociólogo.
Estos estudiantes explicitan que se llaman a sí mismos “sociólogos”
aunque todavía no lo sean, por que plantean que se pueden desarrollar
prácticas sociológicas sin el título. Mediante estos planteos intentan
cuestionar también una visión según la cual ser sociólogo es sinónimo de
profesional titulado.
“Si bien aún no tenemos nuestros “títulos” (que no son más que eso: títulos),
nosotros gustamos de llamarnos sociólogos y sociólogas. En este sentido,
entendemos que es posible practicar la sociología desde ahora, a partir de los
conocimientos que traemos y los que vamos adquiriendo; es por eso que la
frontera entre “estudiante de sociología” y “graduado en sociología” se nos
vuelve difusa y nos permite plantear esta charla a través de un eje más amplio
que nos interpela: sociología para qué? Cómo? Desde dónde?” (Módulo IV
del Taller de Ingresantes 2010)
En discusión con estas otras perspectivas los participantes de la
comisión y el ENES buscan, como me dijo Agustín, “transmitir un espíritu
VIRAJES
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Cecilia Carrera
militante desde la sociología. O sea, transmitir la idea de que la sociología es una
herramienta para la transformación; o que queremos que sea eso”.
Lo que me interesa destacar es que los cuestionamientos y
argumentos de los estudiantes y sus proposiciones de una “sociología para
la transformación”27 muestran que las preguntas “¿sociología para qué?” y
“¿qué es ser sociólogo?” atraviesan de diversas maneras a los actores de la
carrera. También sugieren que la militancia en sus distintos modos forma
parte, en la Facultad de Humanidades, de los sentidos asociados a qué es
ser sociólogo. Me propongo desplegar esta idea en el siguiente apartado.
Las militancias en la constitución de una “comunidad de
sociólogos platenses”
En este punto ya no es posible hablar de militancia en singular, sino
que es apropiado hablar de variadas formas de militancia entre los sociólogos
de Humanidades. Durante mi trabajo de campo se mostró con fuerza el
componente militante entre los estudiantes y también se manifestó así al
indagar en la historia de la instalación de la sociología en Humanidades.
Al mismo tiempo, al explorar las prácticas de militancia allí
desarrolladas aparecen no solo organizaciones políticas constituidas como
agrupaciones, sino también otros modos y grupos, como la comisión y el ENES,
que además son vinculados por los mismos estudiantes con su proceso de
formación como sociólogos. Se trata, entonces, de militancias variadas y
variados grupos que definen su militancia, sus prácticas y objetivos de
manera diferente.
Ahora bien, ¿de qué manera juegan las militancias en la constitución
permanente y conflictiva de una “comunidad de sociólogos platenses”,
entendida esta como comunidad de práctica (Lave & Wenger, 1991), en la
que se construye una perspectiva nativa del ser sociólogo?
Para desarrollar el análisis que propone este interrogante, es
necesario detenerse en el concepto de comunidad de práctica. Este fue
propuesto por Jean Lave y Etienne Wenger en su libro Situated learning.
Legitimate peripheral participation (1991); allí, estos autores desarrollan una
teoría del aprendizaje entendiéndolo como una dimensión constitutiva
de cualquier práctica social. En este sentido, aprender no es el acto de
27
Escuché hablar de la sociología como herramienta de transformación de la realidad no solo de parte
de estos estudiantes. Otros estudiantes, que no participan de los grupos aquí descriptos, y graduados
(algunos docentes en la Facultad y otros no) también me hablaron de la sociología como herramienta de
transformación, en general cuando me contaban por qué habían elegido la carrera.
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“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación...
internalizar un conocimiento exterior en su forma y desarrollo, sino el
proceso de incorporación creciente de “recién llegados”, a través de lo que
los autores llaman la “participación periférica legítima”, a comunidades
de práctica que manejan conocimientos, valores, relaciones, actividades
específicos.
[El uso del término comunidad] no implica [entenderla como] una entidad
primordial que comparte una cultura. Asumimos que los miembros tienen
diferentes intereses, hacen diversas contribuciones a la actividad, y sostienen
variados puntos de vista. Desde nuestra perspectiva, la participación en
múltiples niveles está implicada en la pertenencia a una comunidad de
práctica. El término comunidad no implica necesariamente co-presencia, o un
grupo bien definido e identificable, ni fronteras socialmente visibles. Implica
participación en un sistema de actividad sobre el cual los participantes
comparten formas de entender qué están haciendo y qué significa en sus vidas
[…] La comunidad de práctica supone mucho más que habilidades técnicas
basadas en conocimientos específicos. Una comunidad de práctica incluye un
juego de relaciones entre personas, actividad y mundo, a través del tiempo y
en relación con otras comunidades de práctica, tangenciales y superpuestas.
(Lave & Wenger, 1991: 98)28
Es justamente a través de la participación periférica que los recién
llegados van consiguiendo una participación y un entendimiento más
plenos respecto a qué se hace en la comunidad y cuáles son sus sentidos.
Según Lave y Wenger, es a través de la participación en el mundo social que
las personas aprenden y al mismo tiempo esta participación forma parte
del contenido de lo que se aprende. Por ello, la participación periférica de
los recién llegados sugiere una apertura, una manera de ganar acceso a
recursos para la comprensión a través del creciente involucramiento en la
práctica y la comunidad.
Los autores enfatizan que el entendimiento, comprensión y
aprendizaje involucran a toda la persona. Más que recibir un cuerpo de
conocimiento factual sobre el mundo, se trata de la constitución mutua de
los actores, la actividad y el mundo social:
La participación es siempre basada en la negociación y renegociación situada
del sentido del mundo. Esto implica que entendimiento y experiencia están
en constante interacción– por tanto, son mutuamente constitutivos. La
noción de participación entonces disuelve las dicotomías entre actividad
intelectual y actividad corporal, entre contemplación e involucramiento,
entre abstracción y experiencia: personas, acciones y mundo están implicados
28
Itálica en el original. La traducción de este y todos los pasajes transcriptos es propia.
VIRAJES
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Cecilia Carrera
en todo pensamiento, discurso, conocimiento y aprendizaje. (Lave & Wenger,
1991: 51-52)
En relación a la pregunta planteada antes, el concepto de
comunidad de práctica es una herramienta para entender la complejidad
que supone aprender a ser sociólogo en la carrera Sociología de la Facultad
de Humanidades de la UNLP. Allí se despliegan prácticas, maneras de
relacionarse, valores, roles, saberes, actividades que construyen u organizan
un proceso de formación en el que las militancias quedan articuladas al ser
sociólogo.
De esta manera, aprender a ser sociólogo supone no solo el
manejo de conocimientos específicos y necesarios para la titulación y el
desempeño profesional. Como un aspecto de la práctica social, aprender
implica no solo una relación con actividades específicas, sino una relación
con una comunidad social, implica convertirse en un participante pleno,
un miembro, un tipo de persona. En la perspectiva que retomo aquí,
aprender implica solo parcialmente involucrarse adecuadamente en
nuevas actividades, realizar nuevas tareas y funciones, manejar nuevos
conocimientos. Actividades, tareas, funciones y conocimientos no existen
aisladamente; son parte de sistemas más amplios de relaciones en los que
adquieren sentido. Estos sistemas de relaciones surgen y son reproducidos
y desarrollados dentro de comunidades sociales, que son en parte sistemas
de relaciones entre personas. Desde este enfoque, aprender supone la
construcción de identidades.
Así, la “participación periférica legítima” refiere al mismo tiempo al
desarrollo de identidades específicas y a la reproducción y transformación
de comunidades de práctica. Por eso la formación es el proceso por el
cual las personas se van involucrando en una comunidad de práctica en
permanente y conflictiva constitución y, en ese movimiento, forman parte
del cambio y reproducción de esas comunidades.
¿Por qué militar en la carrera es, para los estudiantes, parte de su
formación como sociólogos? En el desarrollo de las actividades que llevan
a cabo y de las relaciones que construyen en ese desarrollo, aprenden
cosas: a discutir con profesores y graduados sobre aspectos del currículum
(materias optativas, talleres de investigación, condiciones para las tesinas
finales, curso de ingreso, entre otros), de la designación de docentes, de
las relaciones del Departamento con asociaciones profesionales y agencias
estatales; aprenden a expresar sus posiciones y argumentos por escrito (en
comunicados a otros estudiantes y boletines), a escribir proyectos (como
el proyecto de curso de ingreso a la carrera), informes y balances (de los
delegados en Junta, de los encuentros del ENES); aprenden a organizar
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“Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación...
debates, talleres, encuentros, jornadas; aprenden sobre la situación e historia
de otras carreras y universidades, sobre políticas y medidas de gobierno en
la universidad y a actuar en el terreno de la política universitaria. También,
como parte de las actividades de militancia, conocen a diversos actores de
la carrera, de la Facultad, la universidad y otras organizaciones políticas y
sociales vinculadas, sus posiciones y relaciones.
Las actividades que los estudiantes realizan como parte de la
militancia en la carrera configuran relaciones, saberes e identidades asociadas
a un grupo, una comunidad de práctica donde formación y militancia recorren
caminos muy cercanos.
Algunos autores (Ferreira de Oliveira, 2008; Vecchioli, 2009, 2012)
han destacado la imbricación entre formación universitaria y compromiso
político al analizar el uso de la expertise profesional como recurso militante en
diversas causas políticas en Latinoamérica (ambiental, derechos humanos).
Lo que en este caso me he propuesto iluminar es la manera en que las
prácticas de militancia pueden convertirse en recursos de la formación
universitaria y la necesidad de considerar el contexto universitario como
espacio en el que se desarrollan prácticas militantes.
Por ello, lo importante aquí es que, en el caso de la formación de
sociólogos en la UNLP, la política y la militancia no son prácticas y relaciones
“anexas” o laterales a la formación sociológica, sino parte de ella, ya que a
través de esa militancia en la carrera los estudiantes disputan sentidos del
ser sociólogo, así como dónde y de qué maneras un sociólogo o socióloga
puede y debe intervenir.
Militando, estos estudiantes aprenden a militar, pero también a ser
sociólogos y sociólogas. Ellos reivindican a la militancia como parte de la
sociología, proponiendo a la sociología como recurso militante.
Además, la militancia se convierte aquí en un recurso de formación,
una formación que está atravesada por estas prácticas militantes. Pero
disputan no solo por su propia formación académica, sino por darle a la
sociología un espíritu militante. Y lo que hacen es, justamente, militar para
poner en el debate público esa noción.
Conclusiones
Lave y Wenger destacan que en cualquier comunidad de práctica
concreta el proceso de reproducción –una estructuración históricamente
construida, permanente, conflictiva, de las actividades y relaciones entre
los actores– debe ser descifrado en orden de entender las formas específicas
de participación periférica legítima a través del tiempo.
VIRAJES
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Cecilia Carrera
Entre los “sociólogos platenses”, las militancias, si bien fueron
cambiando las maneras en que se manifiestan, así como las prácticas que
las constituyen, siguen asociadas a un sentido que los actores le dan a
la sociología y al ser sociólogo. Ese sentido es definido hoy por muchos
estudiantes y graduados jóvenes como el de transformar la realidad. En los 60
y 70, la relación entre sociología y militancia estaba articulada al marxismo
y a la revolución.
Hoy, en el marco de una carrera de grado que expide títulos
profesionales (lo que no ocurría en los 60) y que se constituye a partir de
objetivos académicos, se conforman grupos de estudiantes que discuten
esos objetivos (con mayor o menor grado de eficacia) a través de la militancia
en la carrera. En los 60 la impronta militante impulsó el cuestionamiento a la
concepción de la sociología científica que había logrado instalarse.
Las concepciones de la sociología como herramienta para la
militancia entran en tensión con otras formas de entender el para qué de
la sociología y qué es ser sociólogo. El proceso de formación y constitución
permanente de la “comunidad de sociólogos platenses” está atravesado por
estas luchas.
En el caso de la militancia en la carrera lo que aparece es no solo el
planteo de la sociología para la transformación de la realidad, sino también
una vuelta: la de la militancia para la sociología o, mejor, para transformar
la carrera de sociología, el uso de la sociología y el rol de los sociólogos en
la sociedad.
Las militancias se constituyen en formas de disputa sobre el sentido
de la sociología y el ser sociólogo; y, al mismo tiempo, en formas de
participación a través de las cuales los estudiantes aprenden algo sobre en
qué consiste ser sociólogo en esta carrera, en esta Facultad.
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Militar por una causa
Autor: Oscar Palacio
Técnica: Fotografía
VIRAJES
EL MOVIMIENTO INDEPENDIENTE
DE RENOVACIÓN ABSOLUTA Y LA
PRODUCCIÓN DE INCENTIVOS RELIGIOSOS
PARA LA ACCIÓN POLÍTICA EN MANIZALES
(COLOMBIA)*
JUAN MANUEL CASTELLANOS OBREGÓN**
OMAR TAPASCO***
CARLOS ARTURO GALLEGO****
DAVID OSORIO GARCÍA*****
SANTIAGO URREA YELA******
LUIS HERNANDO OROZCO*******
JUANITA ESPELETA********
Recibido: 20 de agosto de 2012
Aprobado: 11 de septiembre de 2012
Artículo de Investigación
* El presente artículo hace parte de los resultados parciales del proyecto “Políticas del desinterés: el
juego de las disposiciones y los incentivos en la movilización al Concejo de Manizales 2011”, inscrito
desde marzo de 2012 con código 0172212 en la Vicerrectoría de Investigaciones y Posgrados (VIP) de la
Universidad de Caldas.
** Profesor del Departamento de Antropología y Sociología de la Universidad de Caldas, juan.
[email protected].
*** Profesor del departamento de Matemáticas de la Universidad de Caldas, omar.tapasco@ucaldas.
edu.co.
**** Profesor del Departamento de Jurídicas de la Universidad de Caldas, [email protected].
co.
***** Estudiante de antropología de la Universidad de Caldas, [email protected].
****** Estudiante de sociología de la Universidad de Caldas, [email protected].
******* Estudiante de sociología de la Universidad de Caldas, [email protected].
******** Estudiante de sociología de la Universidad de Caldas, [email protected]
VIRAJES
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208
El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
Resumen
En este escrito se analiza la producción de incentivos para la
movilización política de un grupo de candidatos al Concejo de la ciudad de
Manizales en 2011. Para ello se revisa la dinámica del campo y el mercado
político en el cual se movilizaron, un conjunto de cualidades objetivas en
contraste con el total de los candidatos (151) de ese episodio electoral, en
relación con las cualidades subjetivas y las producciones discursivas de
algunos de ellos. Con esta estrategia se trata de hacer comprensibles las
diferencias en la formación de las carreras políticas en relación con las
dinámicas espacio-temporales del mercado político y de los procesos de
reorganización de los ordenamientos jurídico-políticos.
Palabras clave: movilización política, acción política, movimientos políticos,
compromiso militante, elecciones, Colombia, Manizales, MIRA.
THE “MOVIMIENTO INDEPENDIENTE DE
RENOVACIÓN ABSOLUTA” (INDEPENDENT
ABSOLUTE RENOVATION MOVEMENT) AND THE
PRODUCTION OF RELIGIOUS INCENTIVES FOR
POLITICAL ACTION IN MANIZALES, COLOMBIA
Abstract
In this writing the production of incentivesfor political mobilization
of a group of candidates to the City Council of Manizales in 2011 is
analyzed. For this purpose, the dynamics in the field and the political
market where they moved areanalyzed as well as a group of objective
qualities in contrast withthe total candidates (151) of that polling episode
regarding subjective qualities and discursive productions of some of them.
With such strategy, it is intended to make understandable the differences
in the formation of political careers concerning spatial-temporaldynamics
of the political market and the reorganization processes of the legal and
political regulation.
Key words: political mobilization, political action, political movements,
militant commitment, elections, Colombia, Manizales, MIRA.
VIRAJES
177
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
L
Introducción
as dinámicas de la política y de la democracia como régimen
están fuertemente determinadas por la dinámica propia de los
partidos que la componen, y en estos, por las características y
las prácticas de quienes hacen parte de él. Pero esta lógica práctica local e
histórica de la política es un momento de una tradición de largo plazo que
ha producido el conjunto de posibilidades, posiciones y oposiciones que
articulan los propósitos y las acciones de sus agentes. La forma misma de
las trayectorias y carreras políticas, en tanto carreras morales, se vuelven
comprensibles no solo en la huella de su devenir, sino también en relación
con los otros que siguen por la misma senda y, de esta, en relación con la
sociedad y la historia de su trasegar.
Para hacer comprensible la relación campo-trayectoria-disposición,
analizamos las particulares condiciones del espacio de la política en el
momento de formación y actuación de un movimiento político religioso.
Luego comparamos sus cualidades en relación con la cohorte de candidatos
en las elecciones al Concejo de la ciudad de Manizales (Colombia) en 2011,
y finalmente analizamos las razones, las justificaciones y las motivaciones
que anuncian algunos de ellos.
Dinámicas del campo político local
La movilización hacia la acción política electoral ha estado fuertemente
limitada en Colombia por un campo ampliamente dominado por un
bipartidismo producido por el orden político republicado del siglo XIX y
transformado por la oposición entre liberalismo y comunismo en la segunda
mitad del siglo XX. Estas transformaciones del orden político se pueden
resumir en tres momentos: republicanismo bipartidista, bipartidismo
reaccionario y dispersión partidaria (Tabla 1). El momento de aparición y
actuación del Movimiento Independiente de Renovación Absoluta (MIRA)
corresponde al tercero, el cual se caracteriza por la dispersión organizativa
del bipartidismo, la polarización del campo político mediante coaliciones
de izquierda y derecha, la emergencia de nuevos movimientos minoritarios
con diversidad de doxas articulatorias y el pliegue temporal de la “clase
dominante” para apoyar y frenar procesos de democratización y ampliación
de derechos de minorías religiosas, políticas y mayorías excluidas en sus
derechos socioeconómicos.
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
Tabla 1. Estados del campo político electoral en Colombia
(2 últimos siglos) y su relación con la religión
Estado del
campo
Política
republicana
Momento
Bipartidismo
reaccionario
Segunda mitad del
siglo XX.
Alianza Conservador
para combatir
emergencias de
izquierda.
Dispersión y
relocalización de
bipartidismo, izquierda
y nuevos agentes de la
política electoral.
Dispersión
partidaria
Segunda mitad del
siglo XIX.
Orden político
republicano hasta 1950.
Oposición
dominante
LiberalesConservadores
Frente nacional
(coalición LiberalConservador)
versus emergentes
de izquierda
electoral y armada
Dispersión de
coaliciones,
fisiones y fusiones
microelectorales
Principales
agentes
Partido Liberal.
Partido
Conservador.
Partidos de
izquierda
emergentes.
Bipartidismo
asociado.
Coaliciones de
izquierda.
Religión y
política
Oposición
explícita
Bipartidismo
debilitado.
Coaliciones
bipartidistas y de
izquierdas.
Nuevos partidos
y movimientos
partidarios
heterodoxos.
Desacuerdo
ambivalente
Acuerdo
implícito
Fuente: modificado de Castellanos (2011: 97).
Durante la segunda mitad del siglo XX la concentración bipartidista
se debilitó con la aparición de nuevos partidos y coaliciones de izquierda,
movimientos comunitarios y algunos partidos de filiación explícitamente
religiosa. La coalición de gobierno de los dos partidos tradicionales en el
Frente Nacional, durante las décadas de 1960 y 1970, se prolongó en los
ochentas en un escenario con nuevos agentes políticos, la reaparición de los
dos partidos tradicionales, algunas divisiones en estos (MRL en el Liberal
y Salvación Nacional entre los conservadores), así como la pervivencia
de la ANAPO (Alianza Nacional Popular, liderada por seguidores del
militar exgolpista Gustavo Rojas Pinilla), el Partido Comunista (fundado
en la década de 1950), el MOIR (Movimiento Obrero Independiente
Revolucionario, de corte maoísta, fundado a finales de la década de 1960), y
algunos partidos confesionales como Laicos por Colombia11 y C42.
1
Laicos por Colombia: Organización católica presidida por el senador Carlos Corsi Otálora. El 9 de julio
de 2011 celebró 20 años de su fundación.
2
C4: Compromiso cívico cristiano con la comunidad. Fundado en 1992 por Jimmy Chamorro, líder
cristiano, en Bogotá.
VIRAJES
179
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
En este marco de acción, la movilización política ha estado fuertemente
controlada y dominada por la presencia de dos estructuras políticas tradicionales:
el Partido Liberal y el Conservador. Un ejemplo de ello lo podemos encontrar
en la dinámica de las votaciones nacionales a lo largo del siglo XX, en la cual los
dos partidos tradicionales concentran el 96% de los votos y otros partidos los 4%
restantes. Estos otros partidos minoritarios han sido divisiones de la izquierda y
pequeñas escisiones de los partidos tradicionales. A nivel local, por ejemplo en
1974, había cerca de treinta listas de otros partidos que participaron por los votos
a las asambleas departamentales3, estas listas o movimientos locales fueron más
de 120 en las elecciones para Concejos y Alcaldías de 2011, pero se reducen a unos
pocos en las elecciones de Presidencia y Senado.
En la primera década del 2000, la organización política partidaria ha sido
simplificada, con la pervivencia de los dos partidos decimonónicos y seis partidos
de reciente creación y distinta raigambre: Partido de la U, Partido Verde, Polo
Democrático Alternativo, MIRA, PIN, Cambio Radical, ASI y MIO. En este contexto
de movilización política es que el MIRA participa en las elecciones municipales,
departamentales y nacionales por más de una década. Vamos a revisar sus cifras
luego de un breve análisis del conjunto de los partidos minoritarios.
Si bien en el espacio político fuertemente constituido por el predominio
electoral de los partidos tradicionales dominantes, siempre existieron pequeñas
disidencias y movimientos que trataron de hacer contrapeso, esto no se consolidó
sino hasta la última década del siglo XX con nuevas coaliciones de disidencias en
el seno de los partidos tradicionales. Es el caso del Partido de la U, una coalición de
segmentos radicales de derecha de los partidos Liberal y Conservador que logró tres
presidencias seguidas y amplio dominio en los cargos de elección popular de la
primera década del 2000: Presidencia, mayoría en el Senado, en las Gobernaciones
y Alcaldías.
En este contexto, el marco de acción de los partidos minoritarios estaba
determinado por la lucha electoral en dos escalas: los Concejos Municipales
y las Asambleas Departamentales, en el nivel regional y a nivel nacional por la
Cámara y el Senado. Es posible identificar un número importante de candidatos
a la Presidencia de la República en los sucesivos episodios electorales, quienes
obtuvieron, en la mayoría de los casos, votaciones marginales, siendo más una
jugada de publicidad y marketing que una verdadera opción de poder. Así lo
muestran, por ejemplo, las cifras de las elecciones a Concejos Municipales en 1982:
3
Partidos correspondientes a las casillas “otros” de los cuadros de votación: Confraternidad Política,
Movimiento Cívico Comunitario, Liga Marxista Leninista, Movimiento Unión Revolucionaria Socialista, Socialista Popular Cristiano, Movimiento Bloque Socialista, Marxista Leninista, Social Demócrata
Cristiano, Bloque Socialista, Unión Revolucionaria Socialista, Movimiento Social Laborista Nacional,
Movimiento Social Obrero Colombiano, Movimiento Nacional Popular de las Reservas, Movimiento
Tecnocracia, Movimiento Nacionalista Campesino, Frente Socialista Obrero y Campesino, Movimiento
Libre Artesanal “Molar”, Frepar, Movimiento no Comprometido, Acción Regional del Magdalena Medio, Reintegración Común Democrática, Movimiento Progresista del Orito, Movimiento Comunal del
Pueblo (Registraduría Nacional del Estado Civil, República de Colombia, 1974).
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
Tabla 2. Votaciones Concejos Municipales 1982
Partidos
Votos
%
% acumulado
Liberales
3’096.540
57,0%
57,0%
Conservadores
2’215.779
40,8%
97,8%
Frente Democrático
81.832
1,5%
99,3%
Frente Unidad del Pueblo
19.575
0,4%
99,6%
Unidad Democrática
7.764
0,1%
99,8%
Liberal Frente Democrático
9.237
0,2%
99,9%
Mov. Izquierda Democrática
3.334
0,1%
100,0%
Total
5’434.061
100%
Fuente: Autores.
La reformulación de este orden político por la Constitución Política
de 1991, permitió la reorganización y emergencia organizada de un conjunto
de expresiones sociales minoritarias que han tratado de desmarcarse de
las prácticas y las estructuras políticas anteriores. Entre ellas encontramos
a los partidos de minorías étnico-culturales y religiosas, especialmente
cristianas, expresiones de movimientos sociales y comunitarios, nuevas
agrupaciones de izquierda y disidencias de los partidos republicanos. En
este marco es que surge en el año 2000 un partido asociado a un conjunto
de iglesias cristianas, el MIRA, y que se constituye en el eje de análisis que
sigue, luego de una breve revisión a las reglas del juego político en que
actúan y sus últimas transformaciones.
La reforma política y los partidos minoritarios
Las instituciones que estableció la Constitución de 1991, compusieron
lo que varios analistas denominaron “una revolución política” (Cepeda,
2002: 6). Sin embargo, como veremos, la “revolución política” no ha
sido tal y aunque puede afirmarse que la C.P. del 91 amplió los espacios
democráticos de participación, el legislativo no los reglamentó o lo hizo
de modo tal que fue imposible su ejercicio político (Ley 134/94). Otras
modificaciones a las “reglas del juego político” no han tenido los resultados
esperados, especialmente por la debilidad del Consejo Nacional Electoral
que no ha cumplido a cabalidad su función (financiación de campañas,
regulación de los partidos políticos, su misma composición derivada del
poder mayoritario del Congreso).
VIRAJES
181
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
La reforma política contenida en la Constitución de 1991 incluyó también
a los partidos, a los movimientos políticos y a las agrupaciones o “grupos
significativos de ciudadanos que postulen candidatos”. Se refiere también al uso
de los medios masivos de comunicación y al acceso que tendrán los candidatos
a esos medios y considera específicamente el estatuto de la oposición (artículo
112), así como la representación de los partidos y movimientos minoritarios en
las mesas directivas de los cuerpos colegiados (Cepeda, 2002: 7). Se introdujo
una reforma al Congreso, tanto en el número de sus miembros como en el
sistema electoral para la elección de Senado, la circunscripción nacional que
favorecía a las minorías y el Consejo Nacional Electoral, para asegurar la
transparencia democrática. El Acto Legislativo 3 de 1993, reformó la C.P. del
91 y adoptó un sistema de suplencias en las corporaciones públicas que ha
sido calificado como peor que el sistema anterior a 1991, el de las suplencias
personales. Al decir de Cepeda (2002), con esa modificación se implantó un
sistema de suplencias colectivas de acuerdo con cada lista electoral que se ha
prestado para las más deplorables tácticas.
Luego del proceso electoral del 10 de marzo de 2002, la reforma política
adquirió una nueva vigencia. La proliferación de listas (321 para Senado con
2.979 candidatos y 906 para Cámara) evidenció una vez más el desbarajuste del
sistema colombiano de partidos. Esta reforma incorporó medidas de carácter
electoral para contrarrestar el elevado número de organizaciones políticas y de
listas a candidatos por la competencia al Congreso. Estableció obligatoriedad
de lista única por partido o movimiento, umbral electoral y cifra repartidora. Se
optó por un régimen de funcionamiento en bancadas e introdujo el sistema del
“voto preferente opcional”. Se cambió la fórmula de cocientes y residuos para
el reparto de curules por una cifra repartidora que premiara a las colectividades
más grandes, generando en la práctica un regreso al bipartidismo vigente
hasta la década anterior. Se incluyeron otros cambios que han sido sin duda
importantes como el funcionamiento de partidos por bancadas, la eliminación
de la doble militancia política, la definición de períodos institucionales de
mandatarios locales, departamentales y no personales.
Algunos de los resultados de esta reforma constitucional de las reglas del
juego político fueron, por ejemplo, la reducción del número de partidos de cerca
de 60 que existían antes a no más de 12 que actualmente tienen representación
en el Congreso. En ese aspecto, la reforma ha cumplido su cometido, pero
estos logros no son sinónimo de una mayor calidad en nuestra democracia.
La lista única combinada con el voto preferente generó un nuevo esquema
en el cual predomina el más puro y elemental cálculo de aritmética electoral.
Votaciones en el Congreso como la ley de igualdad de derechos para las parejas
del mismo sexo o sobre la propia reforma política, dejaron ver las fisuras de
este nuevo esquema. Los órganos de poder electoral siguen estando en manos
182
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208
El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
de las fuerzas mayoritarias en el Congreso, como si fuera una extensión de
los intereses de los políticos tradicionales. La financiación de las campañas ha
sido acusada de corrupción y tráfico de influencias. Una serie consecutiva de
reformas políticas ha transformado el conjunto de las reglas de participación,
tratando en un primer momento de ampliar el panorama de la exclusión y luego
de restringirlo. La última de ellas, el Acto Legislativo 01 de 2003 establece, entre
las medidas más importantes, el aumento del umbral electoral4, la adopción de
la cifra repartidora o sistema D’Hondt y la prohibición a los partidos políticos
de presentar más de una lista por cada elección (listas únicas). Esta reforma
permite a los partidos ir a elecciones con listas cerradas o abiertas; en el caso
de listas abiertas se implementa el voto preferente, el ciudadano o ciudadana
escoge libremente al candidato o candidata que más le guste de la lista, sin
importar el orden en el que aparece. De la misma forma, establece los criterios de
la democracia interna de los partidos políticos como la selección de candidatos
o candidatas y las consultas populares o internas de estas organizaciones.
La reforma política de 2001 pretendía impactar en la composición partidista
y en el funcionamiento del Congreso de la República, a través de la reducción del
número de colectividades con representación en el Legislativo y de la implantación
de un régimen de bancadas; asimismo tenía como propósito garantizar mayor
representatividad en el sistema electoral para lo cual cambió sustancialmente
las reglas de juego para el reconocimiento de la personería jurídica de los
partidos políticos: ahora esta solo le es reconocida a las organizaciones políticas
que satisfagan al menos una de las siguientes condiciones en las elecciones
legislativas: 1) Haber obtenido una votación nacional no inferior al 2% del total
de sufragios válidos depositados en todo el país para Senado de la República
o Cámara de Representantes y, 2) Haber obtenido curul en representación de
al menos una de las circunscripciones especiales (de comunidades indígenas y
afrodescendientes y de minorías políticas). La reforma logró efectivamente una
disminución considerable del número de partidos o movimientos políticos con
representación en los cuerpos colegiados. Antes, quienes querían competir en
las contiendas electorales podían fundar sus propios movimientos con avales
relativamente fáciles de obtener, hoy la exigencia del umbral y la obligación
de cada fuerza de presentar una lista única, fuerza a quienes quieran entrar
a la competencia, a ponerse de acuerdo con copartidarios y aunar esfuerzos
con los más cercanos para alcanzar el umbral. Así se aumentó la competencia
intrapartidista para acceder a la posibilidad de participar en las contiendas
electorales. Todos los candidatos, incluidas las mujeres, tuvieron que competir
por un puesto en un número de listas más restringido.
4
Entendido como el establecimiento de un porcentaje mínimo de votos para acceder a las corporaciones
de elección popular.
VIRAJES
183
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
Al revisar las votaciones para el Concejo de Manizales entre 1998 y
2011, hubo una variación significativa entre 27 y 9 partidos que participan
en las elecciones (Tabla 3). En este contexto de reducción de los partidos y
movimientos es que el MIRA ha participado, logrando consolidarse como
una minoría política significativa, tiempo durante el cual ha participado en
tres elecciones municipales, aumentando su participación del 2% al 7% de las
votaciones.
Tabla 3. Votaciones (%) Concejo Manizales 1998-2011
Porcentaje de votos partido-total partidos
1998
2000
MIRA
2003
2007
2011
2%
4%
7%
Conservador Colombiano - PCC
17%
16%
14%
18%
24%
Liberal Colombiano - PLC
46%
33%
19%
19%
18%
Otros partidos y movimientos1
37%
51%
67%
63%
58%
Número de partidos por elección
18
27
23
13
9
Fuente: Autores.
En este contexto, movimientos políticos minoritarios como el MIRA, se
encuentran con un sinfín de desigualdades prácticas e históricas para cumplir
los umbrales definidos en la reforma. Estas nuevas reglas, si bien sirven para
eliminar a la multitud de aventureros electorales, establecen topes muy altos
y difíciles de alcanzar para aquellos movimientos que representan intereses
minoritarios.
Prácticas políticas singulares
Lo que trataremos a continuación es el comportamiento en el campo
electoral, en relación con los partidos políticos religiosos cristianos, desde dos
focos, por una parte refiriéndonos al contexto local de Manizales y, segundo,
desde un contexto nacional, haciendo énfasis en el movimiento político MIRA.
La aparición del MIRA, como parte de los movimientos políticos cristianos, lo
enfrenta con fuerzas electorales incubadas en la historia política colombiana;
con su presentación en 2000 se encuentra con los partidos C4 (fundado en 1992),
Unión Cristiana (fundado en 1991) y el Partido Nacional Cristiano (fundado
en 1989). Estos partidos habían logrado un pequeño caudal electoral, que fue
complementado con los nuevos votos del MIRA. El MIRA se estrenará en el
campo electoral en 2001 con las votaciones a autoridades locales. En 2002 se
consolida con la participación electoral en Senado y Cámara de la Republica
de Colombia. Con ello el MIRA se constituyó en un Movimiento Político
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
Independiente de carácter nacional, y con proyección internacional, conforme
a lo dispuesto en la Constitución Política de Colombia y en las leyes 130 de 1994
y 974 de 2005. Desde su fundación ha declarado que la única postura política
del partido es el Miraísmo, que se define como:
El Miraísmo® por la Renovación Absoluta® es una ideología humana y
política basada en valores y en su aplicación.
Se orienta a la globalización de ideas políticas, mediante la integración de
plataformas de Miraísmo a nivel mundial, de las que hacen parte millones de
personas que desean la aplicación de valores.
El Miraísmo® es un modelo de conducta humana, social y política que
tiene como punto de partida el interior del ser, y se hace manifiesto
en hechos individuales y colectivos. Individuales, con cada ser que
procura la Renovación Absoluta® y, colectivos, producto de esa
sumatoria de logros particulares que dan como resultado la calidad
de convivencia, la convivencia con respeto, en el entorno ampliado de
la sociedad, la comunidad y la cultura.
El camino para alcanzar estos hechos conductuales renovados, tanto en el
ámbito privado como en el público, es el de la experiencia. El individuo es el
centro de la Renovación, ya que ésta propone la consolidación de una sociedad
armónica, basada en la unidad, a partir de su transformación y mejora.
(MIRA, 2013: párr. 1-4).
En el contexto nacional alcanzó la representación en el año 2001 de un
diputado en Quindío y representaciones en los Concejos Municipales, pese a
esto no será hasta el 2002 que se fortalezca en el campo electoral tras quedar
elegida como senadora Alexandra Moreno Piraquive, su fundadora. Hasta
las elecciones de 2006 la competencia de los partidos religiosos cristianos
seguirá por parte de los cuatro partidos mencionados, sin embargo en este
año, el subcampo cambiará dejando al MIRA como único representante de
los partidos políticos cristianos pues perdieron su personería jurídica los
otros tres partidos: el C4 porque no alcanzó el 2% de votos válidos en el
territorio nacional para Senado de la Republica o Cámara de Representantes,
Unión Cristiana y el Partido Nacional Cristiano no inscribieron listas de
candidatos al Congreso de la República. Este notable cambio y simplificación
de la representación partidaria religiosa, va a coincidir con el crecimiento
de la representación política del MIRA, que a nivel electoral logra constituir
bancada en el Congreso de la República con la ratificación de la senadora
Piraquive, la elección por voto preferente del senador Manuel Virgüez y la
representante a la Cámara por Bogotá, Gloria Stella Díaz Ortiz.
VIRAJES
185
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
En 2007 el MIRA amplió su representación con un Alcalde electo, tres
diputadas en las Asambleas Departamentales y 35 Concejales Municipales.
Para el 2010 se ratifica la Bancada en el Congreso y se suma Carlos Alberto
Baena a la representación al Senado. En el año 2011 se incrementará
notablemente su representación en las diferentes corporaciones: cuatro
congresistas, siete diputados, una gobernación, una alcaldía, 45 concejales y
317 JAL5. En una década este partido ha tenido un progresivo crecimiento,
que lo consolida como una de las minorías decisorias en el Congreso de la
República.
El crecimiento del MIRA ha sido particularmente rápido en
comparación con los otros partidos políticos. Por ejemplo, al comparar el
crecimiento entre las elecciones de 2007 y 2011, este partido creció un 500%
en las votaciones obtenidas a nivel nacional (Barrera, 2011), en comparación
con otros partidos políticos que crecieron alrededor del 20% de sus
votaciones, cuando no decrecen. Este comportamiento especial se colige
con una estrategia electoral específica en comparación con otros partidos.
Por ejemplo, en las elecciones de 2006, en las cuales el MIRA presentó un
número muy elevado de listas:
[…] a pesar de haber incluido 91 renglones en su lista sólo alcanzó 2 curules
–recordemos que los otros partidos que incluyeron más de noventa renglones
en sus listas, obtuvieron en total el 53% de los escaños otorgados (PU: 99,
PL: 100, CR: 100)–. Esto nos permite ver que en este caso no existe relación
directa entre el número de candidatos presentados y el éxito electoral, aunque
hay que hacer la salvedad de que la lista tuvo éxito en cuanto obtuvo 2 curules
obteniendo un total de 237.512 votos. (Cardozo & Hernández, 2006: 173)
Ahora bien, en un ámbito local, en Caldas y especialmente en Manizales,
sus dinámicas han logrado hacerle un lugar efectivo en el campo electoral,
evidencia de lo cual es que en un transcurso de 11 años (2000-2011) alcanzaran
dos curules en el Concejo Municipal de Manizales (2007 y 2011) y una curul
en la Asamblea Departamental. En 2002, frente a las elecciones por el Senado,
hubo una participación significativa con 4671 votos para la elegida Senadora
Piraquive, de mismo modo que en la lista a Asamblea en 2003, la cual fue sin
voto preferente, y acumuló 6065 votos. Pese a esto en el ámbito municipal de
Manizales es mesurada la participación, pues su caudal electoral corresponde
al 7% del total municipal. Sus listas al Concejo en 2003 sin voto preferente
alcanzaron 1748 votos, y no logró representación en esta corporación.
Como podemos observar en la Tabla 4, el porcentaje de la votación de
los partidos con alguna filiación religiosa explícita ha aumentado levemente,
5
JAL: Juntas Administradoras Locales.
186
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208
El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
en relación con los resultado anteriores, pero en general se mantiene una
representación entre el 6% y 7%. La competencia interna entre estos partidos se
eliminó en las elecciones de 2007 y 2011, en la cual es claro cómo este partido
logra recoger niveles de votación de los partidos religiosos, en un contexto de
aumento de abstención y del voto de opinión reactivo (tarjetas blancas y nulas
en Tabla 4).
Tabla 4. Participación subcampo electoral religioso en votos Concejo
Manizales 1998-2011
Partidos y movimientos/años elecciones
1998
2000
2003
Movimiento Unitario Metapolítico
0,1%
Mov. C4
Mov. Político Laicos por Colombia
1,3%
1,7%
3,1%
1,0%
1,9%
Movimiento Unión Cristiana - UC
0,9%
Movimiento “MIRA”
2007
2011
1,7%
4,1%
7,3%
1,6%
Acumulado % votos subcampo religioso
2,4%
4,5%
6,3%
4,1%
7,3%
Total votos partidos religiosos
2.453
5.276
6.720
5.191
8.127
Total votos partidos
101.366
118.121
105.847
127.697
111.388
Total votos partidos + blancos + nulos
111.939
133.097
126.418
154.470
143.180
% de tarjetas blancas y nulas
9%
11%
16%
17%
22%
Fuente: Autores.
Política y religión
La relación entre política y religión ha tenido dos orientaciones básicas
en la reciente historia democrática liberal en Colombia: las prácticas políticas
asociadas al carácter confesional del Estado y las acciones de resistenciarestauración asociadas a ellas. Esta dinámica ha tenido momentos de
desequilibrio que no es posible detallar en el marco de este escrito, pero que
pueden ser resumidos para contextualizar las últimas dos décadas, que es el
marco de actuación de los partidos políticos religiosos protestantes, objeto
de este análisis. En términos gruesos, podemos decir que la Constitución
Política de 1991 recogió el clamor de un conjunto de colectividades sociales
y políticas que no se veían representadas en un marco normativo de más de
100 años (la Constitución Política de 1886), que tenía como base esencial la
consagración de un orden social excluyente: blanco hispanista, centralista,
católico y andrógeno. Ello presionó la apertura del espacio de participación
política a minorías étnicas, sexuales, religiosas y sociales que habían estado
subrogadas por el bipartidismo o simplemente aisladas y separadas de
cualquier participación política directa.
VIRAJES
187
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
Entre los partidos con explícita filiación religiosa, no solamente católica o
cristiana, que es el subespacio de acción del partido MIRA, se han presentado
una serie de organizaciones partidarias que representarían la emergencia de
nuevas iglesias no católicas, especialmente a lo largo de la década de 1990, las
cuales desaparecieron paulatinamente durante la primera década del siglo XXI,
para dejar como principal adalid de la representación política de las iglesias
y congregaciones cristianas al MIRA (un ejemplo de ello en la Tabla 4). Una
parte importante de iglesias y congregaciones cristianas firmaron acuerdos
de representación con políticos de los partidos y coaliciones tradicionales,
endosando sus votos a estos, como había sido usual.
El Movimiento Independiente de Renovación Absoluta (MIRA) fue creado
en el año 2000 a partir, dicen sus militantes, de “la profecía” recibida por María
Luisa Piraquive de Moreno miembro fundadora de la Iglesia de Dios Ministerial
de Jesucristo Internacional (IDMJI, en lo sucesivo “la iglesia”). En esta profecía se
prescribe la creación de un movimiento político que renueve los espacios políticos
en Colombia y a nivel internacional. Apoyados en ello, los integrantes del MIRA
participarán en los procesos electorales de forma independiente, pues es la
manera de “dar testimonio” como hijos de Dios (Ortega Gómez, 2010: 17). En
esos términos, el MIRA nace de un propósito religioso (profecía) y se alimenta
principalmente con los creyentes de la IDMJI. Los miembros de la iglesia son sus
militantes principales6.
La iglesia IDMJI promueve un “renacimiento” como forma de reconocer
el pecado. Como mencionan Moreno y Moreno, el neonato en la religión debe
tener un encuentro personal con Cristo el cual ayuda a liberarse, implicando con
ello una renuncia a una vida pecaminosa como las fiestas, el consumo de licor
y licencias sexuales, denotando públicamente un proceso de resocialización
mediante una conversión (Moreno & Moreno, 2009: 194). De forma semejante
el MIRA proclama una renuncia a las formas tradicionales de hacer política,
donde se incluye el clientelismo y la corrupción, expresión de lo cual deberían
ser sus prácticas políticas.
En los tiempos recientes ha habido una multiplicación geométrica del
pentecostalismo, según lo señalan Moreno y Moreno (2009), especialmente en
las clases medias. En esta confesión hay una fuerte formación carismática y
emotiva, desarrollada por una pastoral popular. Esta comunidad religiosa hace
énfasis en la conversión vía apropiación de diversas expresiones culturales,
música y oraciones entre otras, que acercan a una forma de religiosidad
paroxística, en la que es típico el uso de medios virtuales y materiales
audiovisuales.
6
Esta oportunidad, de una “clientela” relativamente cautiva le permitió crecer rápidamente al principio.
Al final del periodo de observación se convierte en un límite a su crecimiento, dado que dependería
del crecimiento de las iglesias para su crecimiento electoral, es por eso en parte que sus militantes y el
partido tratan de deslindarse de la relación directa partido-iglesia-religión-política.
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
Otras confesiones religiosas cristianas, en comparación a la IDMJI, han
sido asépticas en términos políticos. Tal es el caso de los Testigos de Jehová,
quienes se autodefinen como “neutrales” en la participación política, es decir,
no tendrían bandera política alguna. Esto incluye no votar en las contiendas
electorales, no hacer parte de algún ejército armado, no entrar en discusiones
políticas o rendir alguna clase de lealtad a los gobiernos humanos. Todo esto es
producto de una interpretación religiosa de los textos sagrados que dicta una
relación de total fidelidad con el gobierno que no es de este mundo, es decir,
con el gobierno de Jehová. Por otro lado, existe otra confesión religiosa cristina
que se podría ubicar en medio de la IDMJI y los Testigos de Jehová. Dicha
confesión es el Catolicismo, que en los últimos años ha tenido una participación
política “indirecta” como institución. La Doctrina Social de la Iglesia (Católica)
promulga el derecho de los laicos a participar en la vida política, pues ellos
son los llamados a dirigir la sociedad. En esta medida, la Iglesia católica, por
medio de sus fieles, participa en las instituciones gubernamentales, pero no lo
hace a nombre propio como institución. No existen partidos políticos católicos
dirigidos por sacerdotes o líderes de la iglesia, como sí ocurre en la IDMJI.
El MIRA es un movimiento que podemos definir como “cerrado hacia
afuera” (Weber, 2004), en tanto niega la posibilidad de hacer alianzas con otros
partidos, empero permiten la incorporación en sus filas a nuevos miembros
que no tengan relación con la misma. La relación MIRA-IDMJI se hace clara
cuando cruzamos los resultados en las contiendas electorales al Senado,
Cámara, Asamblea, Gobernación, Alcandía y Concejo en 2011 con los espacios
de presencia de la iglesia. En el año 2011 el MIRA presentó listas en 270
municipios de Colombia y la iglesia IDMJI tenía presencia con templos en 322
municipios. La relación entre iglesia-partido-votación se traslapa en el 94% de
los municipios. Tan solo en 15 municipios hay presencia del partido y no de
la iglesia, lo que puede estar siendo disminuido por la cercanía o contigüidad
urbana (por ejemplo, el caso de Manizales y Villamaría). La siguiente tabla
resume lo anterior:
VIRAJES
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Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
Tabla 5. De contingencia. Presencia del MIRA con candidatos al Concejo
2011 y presencia de templos de la IDMJI a nivel municipal en Colombia7.
Presencia IDMJI
NO Presencia IDMJI
Totales Horizontal
Presencia MIRA
% Horizontal
% Vertical
255
15
270
94%
6%
100%
79%
2%
NO Presencia MIRA
% Horizontal
% Vertical
67
786
853
8%
92%
100%
21%
98%
Totales Vertical
322
801
100%
100%
1123
Fuente: Autores.
La dimensión subjetiva: dos miradas
Una vez descritas la dinámica, el estado y la estructura del campo
político en el que participa el MIRA como partido, vamos a revisar las cualidades
de sus candidatos a la elección del Concejo Manizales 2011 y sus disposiciones
a través de los discursos de algunos de ellos. Para ello, realizamos en primera
instancia un análisis de las diferencias existentes entre los perfiles de los
candidatos al Concejo de Manizales 2011 del partido MIRA en comparación
con los candidatos de los otros partidos en relación con el origen la condición
social y su trayectoria. Para acercarnos a estas características comparativas
tendremos en cuenta la información aportada por el periódico La Patria8 acerca
de la edad, el género, la escolaridad, la trayectoria académica, política y pública
y los gastos en campaña.
En la segunda parte de este acápite, revisaremos los discursos de algunos
de ellos, para poner en relación la potencial homología entre las posiciones
7
La información anterior corresponde al número de municipios con templos de la IDMJI al mes de
marzo de 2013, y la presencia del MIRA en tanto al número de municipios en donde había candidatos
al Concejo en 2011. En total son 337 municipios que tienen alguna de las dos condiciones: presencia del
MIRA o presencia de la IDMJI. Además, fueron 1.227 candidatos al Concejo en 2011 que se lanzaron
por el MIRA en estos municipios, y un total de 418 templos de la IDMJI. Así pues, con esta información
se crearon cuatro posibles relaciones: Presencia IDMJI-Presencia MIRA, No Presencia IDMJI-Presencia
MIRA, Presencia MIRA-No Presencia IDMJI y No Presencia MIRA-No Presencia IDMJI. Fuente: http://
www.idmji.org/es/direccionesyhorarios y datos Registraduría de 2011.
8
01 de septiembre: Listas de todos los partidos, información general, 29 de septiembre: Cambio Radical
-CR-, 05 de octubre: Alianza Social independiente -ASI-, 06 de octubre: Movimiento Independiente de
Renovación Absoluta -MIRA-, 07 de octubre: Polo Democrático Alternativo -PDA-, 13 de octubre: Movimiento de Inclusión y Oportunidad -MIO-, 15 de octubre: Partido Conservador Colombiano., 18 de
octubre: Partido Verde, 20 de octubre: Partido Liberal Colombiano, 28 de octubre: Partido de Unidad
Nacional –UL.
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
y las disposiciones, la cual estaría en la base de la posible explicación de la
particularidad de sus prácticas de movilización política.
Semblanza de una cohorte
En relación al lugar de procedencia, los aspirantes del partido MIRA
son predominantemente manizaleños con el 76,9% nacidos en la ciudad,
mientras que en los demás partidos este valor es del 67,4%. Este carácter más
local de los candidatos del MIRA está asociado a una estrategia particular
de este partido, la presentación de muchas listas locales y de participantes
nuevos en la política, cooptados de la iglesia asociada, principalmente.
En relación al género se presenta una marcada diferencia, con una
participación femenina del 61,5% para el MIRA y del 32,6% en los demás
partidos, lo que evidencia una convincente participación de la mujer en
este partido, más allá del cumplimiento de una normativa electoral de
cuota de participación femenina de la tercera parte. Esta cualidad puede
estar asociada al carácter conservador de la iglesia, pero y sobre todo a
la composición mayoritariamente femenina de sus fieles. Las mujeres
aparecen en las encuestas de cultura política con una mayor participación
en las reuniones comunitarias y religiosas. Por ejemplo, al revisar las
encuestas sobre cultura política, encontramos que, frente a la frecuencia
de participación en las iglesias, la participación de las mujeres es mayor
en las reuniones de la comunidad, cuando estas se declararon protestantes
(Figura 1; análisis propio de LAPOP 2011).
Fuente: Autores.
Figura 1. Participación de protestantes en reuniones.
VIRAJES
191
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
Entre tanto, en relación a la participación de los aspirantes según
rangos de edad, el 31,8% de los candidatos de los otros partidos tienen
edades inferiores a 40 años y el 34,1% edades superiores a 50 años, mientras
que para los candidatos del MIRA el 46,2% tienen edades inferiores al 40
años y 7,7% edades superiores a 50 años. Los miembros del MIRA en general
son más jóvenes y con menos experiencia, expresando o valorando lo que
ellos y ellas anuncian como cualidad profética: la renovación. De igual
forma, se detectan diferencias importantes en lo referente a la experiencia
adquirida por los aspirantes al Concejo en procesos electorales anteriores,
dado que aproximadamente la cuarta parte de los aspirantes de otros
partidos (el 27,6%) han participado en contiendas electorales anteriormente,
mientras que solo el 7,7% de los aspirantes del MIRA lo han hecho (Figura
2). Estas cuatro cualidades no permiten delinear una primera condición
especial de los aspirantes y militantes del MIRA: jóvenes locales en proceso
de formación con poca experiencia pública. En lo referente al capital académico
de los aspirantes, llama la atención que el 61,4% de los candidatos de los
otros partidos sean profesionales, mientras que en el MIRA se observa un
comportamiento contrario con un 69,2% de candidatos no profesionales. El
capital fundamental que ponen en juego los militantes de este partido es de
carácter confesional, y como veremos más adelante, su trayectoria de “labor
social”.
Fuente: Autores.
Figura 2. Diagrama de perfiles del número de aspiraciones
al Concejo según partido político.
En cuanto a la fidelidad partidaria de los candidatos estimada según el
tiempo de afiliación a los partidos, se observa un comportamiento claramente
distinto entre los dos grupos de estudio, ya que en el partido MIRA se registra
que el 84,6% de los aspirantes llevan más de 5 años de militancia en el partido,
mientras que para los demás partidos este valor es de solo el 29,1%, y cerca de
192
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
la mitad de los candidatos de los otros partidos son nuevos en sus respectivos
partidos, con 50,4% de candidatos con menos de un año de militancia (Figura 3).
Por el contrario, en el MIRA todos sus candidatos llevaban más de un año en él.
Complementario con ello, y en lo concerniente a la carrera política del aspirante,
entre los candidatos del MIRA el 84,6% han militado únicamente en dicho
partido, entretanto los candidatos de los otros partidos registran que solo el 38%
ha militado únicamente en el partido y el 18,6% en más de dos partidos (Figura 4).
Fuente: Autores.
Figura 3. Diagrama de perfiles de años de militancia
en el partido según partido político.
Fuente: Autores.
Figura 4. Diagrama de perfiles de participación en distintos
partidos según partido político.
VIRAJES
193
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
Por otra parte y en procura de hacerle un seguimiento a los candidatos
para determinar el nivel de cumplimiento de los compromisos asumidos en
relación a mantener las cuentas claras a la luz de los gastos de campaña, se
recurrió a la obtención de datos de la página web del Consejo Nacional Electoral,
en donde se dispone de información de conocimiento público acerca de dichos
rubros, lo que conlleva a la construcción de indicadores cuyos resultados se
sintetizan a continuación. La totalidad de los candidatos del MIRA reportó los
gastos de campaña con un promedio de $3,74 millones, mientras que entre los
candidatos de los otros partidos se tiene que aproximadamente dos de cada
tres aspirantes reporta gastos (65,9%) con un promedio de $7,04 millones, es
decir casi el doble del promedio de gastos de los candidatos del MIRA. Dos
características sobresalen de estas cifras: la legalidad del comportamiento
electoral y el bajo costo o inversión directa en las campañas de este partido.
Con el propósito de analizar el comportamiento de todas las anteriores
variables de manera conjunta, se recurre al Método de Correspondencias
Múltiples (ACM) para reducir el número de variables explicativas, apoyándose
en la búsqueda de interdependencias entre variables de tipo categórico. De
la aplicación de la técnica ACM a los datos, se extraen algunos resultados
estadísticos comentados a continuación:
Fuente: Autores.
Figura 5. Diagrama de individuos.
194
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
El anterior diagrama de puntos o de individuos arroja que los
aspirantes del partido MIRA (puntos resaltados) se ubican en su mayoría
alrededor del eje positivo de la dimensión dos, información que será de
utilidad en la interpretación abordada más adelante, en tanto, se expresa
cierta homogeneidad de los candidatos, excepto por dos candidatos
distantes9. El diagrama de variables (Figura 6) muestra que la dimensión
2 está más relacionada con las variables: partido político, grupos de edad,
carrera política en términos de haber militado en más de un partido y
al lugar de procedencia. Mientras que la dimensión 1 está más asociada
al capital académico en términos de tenencia de un título profesional,
género, el haber sido elegido para un cargo de elección popular, el haber
desempeñado cargos públicos, el tener más de una aspiración y el haber
reportado gastos de campaña.
Fuente: Autores.
Figura 6. Diagrama de variables.
Cuando revisamos la conjugación de las cualidades descritas
anteriormente, los miembros del MIRA aparecen con propiedades
caracterizantes como la juventud, la inexperiencia, la militancia continua y
la alta participación de las mujeres en sus listas. Ello vislumbra un partido
7
Las personas entrevistadas han sido señaladas en la Figura para no aislar su “posición” de sus “tomas
de posición”.
VIRAJES
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Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
con propiedades específicas, de reciente aparición y organización a nivel
local, y que articula una trayectoria de emergencia en el campo político
local y nacional. Vamos ahora a revisar los discursos, posiciones subjetivas
y racionalizaciones de tres candidatos al Concejo de Manizales 2011, para
tratar de establecer la potencial correspondencia entre las condiciones del
campo, el lugar o la posición y las disposiciones. Como siempre esta es una
hipótesis de trabajo que trata de dar cuenta de la doble objetividad de las
prácticas.
Su propio discurso racionalizador
Un modelo de análisis de los discursos y las prácticas expresa una
relación íntima entre las formas de movilización política, la articulación
de móviles expresados en compromisos y la articulación de ideologías
formalizados en slogans de campaña y en discursos propiamente políticos.
Los partidos, en tanto estructuras de movilización, logran articular
estrategias que capitalizan disposiciones políticas en la forma de lógicas
prácticas. Los esquemas de movilización de los militantes de cada partido
serán, en el mejor de los escenarios, dados por la coincidencia entre las
capacidades, las tenencias y las aptitudes, las cuales podrán ser más o menos
articuladas y más o menos coherentes de acuerdo a la propia trayectoria
del sujeto en relación con el campo de la política y del colectivo con que
se mueve y hace política. Vamos pues a revisar, brevemente, algunas de
estas articulaciones productivas para el caso del partido Movimiento
Independiente de Renovación Absoluta (MIRA).
Renovación como movilización
Una de las principales afirmaciones de este escrito, es que los valores
del creyente de la iglesia se mimetizan con los del militante del MIRA, aunque
de forma no evidente por lo menos en los valores enunciados oficialmente
en el movimiento político. De esta manera, encontramos disposiciones del
creyente que se traslapan con las características de un militante político. El
partido se caracteriza para uno de sus integrantes porque: “[…] siempre
se ha enmarcado en principios y valores como la honestidad, el respecto,
la lealtad, el compromiso, la coherencia y la autodidaxia, y ante ellos
jamás ha cedido” (MIRA05H, 2012, 5). Las cualidades que anuncia este
candidato como valores que caracterizan al partido son a su vez actitudes
que se relacionan con las propiedades del creyente de la iglesia: sinceridad
y obediencia. Estos atributos serían características que hacen parte de “Un
196
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
aire nuevo para todos” como dicta el eslogan de campaña del MIRA para
el Concejo de Manizales en 2011. La íntima relación del partido y la iglesia
la expresan dos de los candidatos al Concejo de Manizales en 2011, de la
siguiente manera:
El aporte que le hace la religión a la persona es muy importante y si la persona
va a ejercer en la política sus ideales, pues va por muy buen camino, sea
del movimiento político MIRA o no sea del movimiento político MIRA.
Una persona que quiera en su vida abanderar cualquier valor va muy
bien, entonces, la relación entre iglesia y política es que en la religión que
se obtienen esos valores y van a hacer que haya una política limpia, van a
hacer que en ningún momento el movimiento político MIRA o alguno de
sus integrantes se doblegue ante algún ofrecimiento, buscando algo personal.
(MIRA05H, 2012, 063)
El movimiento está integrado por personas, también, que de una u otra
manera, tienen algún vínculo en una misma ideología religiosa. Yo disfruto,
comparto la misma ideología. (MIRA01H01, 2012: 29)
Ahora bien, en términos de las reglas del partido, se expresa que
una militancia de cuatro años es necesaria para que la persona incorpore
la filosofía del MIRA, el “miraísmo”. En este tiempo la persona tiene que
colaborar en “reuniones periódicas de militantes de MIRA con personas
interesadas en conocer del mismo. En estas reuniones se ofrecen beneficios
sociales del movimiento como talleres, cursos y asesorías gratuitas” (López,
2012: 10). Posterior a este tiempo, la persona puede pasar a representar al
partido en cargos públicos, pues habría una trasformación del estado de
iniciado a militante: habría con ello un afianzamiento de los valores y se
asegura una no tergiversación de los mismos, pues además, en la mayoría
de los casos hace parte de la iglesia y encuentra una estrecha relación entre
su militancia y fe.
JMC: Un asunto, el MIRA está fuertemente asociado con algunas
iglesias.
DC: Sí, es correcto.
JMC: Usted ingresó al MIRA ¿antes de ser parte de la iglesia o fue
después?
DC: Sí, fue después. Primero, mi experiencia fue con la parte
espiritual, entonces yo en la iglesia, en la Iglesia de Dios Ministerial
de Jesús Internacional llevo 10 años. Precisamente, producto de ese
vínculo con la congregación fue que conocí al movimiento político.
Entonces, por eso fue mi inclinación a hacer parte de él porque sé que
allí se practican los principios y valores, la doctrina que nos enseñan
VIRAJES
197
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
en la iglesia. Es muy amplío el tema, muy amplio, pero yo se lo
resumo en una frasecita, la Biblia dice muy claro que: “Amar a Dios
sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. (MIRAM10,
2012, 102:105)
La pertenencia a la iglesia es un antecedente común a los candidatos
entrevistados. La estructura de movilización es la iglesia. La conversión
religiosa, no tanto como transformación efectiva en términos morales, en
tanto que la tradición católica y protestante reposan sobre la misma matriz
normativa, sino en términos de las prácticas y maneras institucionales
alternas de las confesiones: evitar la intermediación, relación directa e
independiente con Dios, la construcción de ministerios personales y la
santificación de todos los participantes, no solo de los intermediarios, sería
lo específico de esta coalición iglesia-partido. Esta certidumbre se expresa
en un conjunto de evaluadores prácticos: ser coherentes, demostrar la
continuidad entre el creer, el decir y el pensar, todos ellos relacionados
con una doctrina general, prescrita y conocida. Es, además, el principal
mecanismo de control y autocontrol de los militantes de este movimiento.
Lo anuncia una de sus militantes de una manera sencilla: “estar en buena
onda con Dios” (MIRAM10, 2012, 105:106).
Llama la atención como se anuncia, por ejemplo para el caso de
la campaña al Concejo, que su compromiso es igual por su campaña que
por otras campañas en las que ha estado participando, siendo enfático en
el desinterés que lo mueve, orientado por “el amor”, como valor religioso
cristiano (MIRA05H, 2012, 33:33). Ahínco, empuje, ganas son algunos de los
calificativos del compromiso que se debe expresar o se quiere expresar
por el proyecto colectivo, porque “cualquiera de nosotros llegue”,
independientemente de su trayectoria política anterior, anunciada como
ausencia.
La trayectoria política de los militantes del MIRA tiene la cualidad
de ser exclusiva en el movimiento, en términos comparativos con los
candidatos de los otros partidos. Esta es una característica que anuncian
además como cualidad no solo de los miembros, sino del partido mismo,
en tanto no hace coaliciones ni alianzas. Para mantener y lograr esta
cualidad anuncian una serie de requisitos y procedimientos legales para ser
candidatos del movimiento: además de la militancia de cuatro años, trabajo
y contacto con la comunidad, ayuda a las comunidades, filtros de varios
comités y requisitos legales como ausencia de investigaciones en ningún
órgano de control público. Además de formación específica en “una escuela
de gobierno”, en donde aprenden los “principios y valores” del movimiento,
que resumen como: “dar ejemplo, ser honestos, transparentes, correctos,
198
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
poner siempre lo general por encima de lo particular” (MIRAM10, 2012,
47:49).
Si bien, como se anuncia, hay una continuidad entre la iglesia y
el partido, no manifiestan la existencia de mecanismos al interior de esta
para el proceso de selección o paso al partido. Este sería un mecanismo
de autoselección que se va haciendo en la medida en que se inscriben en
actividades de “labor social” del partido, van haciendo carrera, acumulando
experiencia, reconocimiento y capital político para que en algún momento
alguien mencione su nombre10. Al respecto, uno de los candidatos narró
cómo fue su incorporación como candidato en la lista al Concejo:
Entonces, desde el 2010, a finales, el director político departamental
que digamos que estrenaba en Manizales, empezó a mencionarnos,
por ejemplo, el grupo de trabajo en la comuna 3 cuando estaba en ese
momento, […] parece que nos va a acompañar en la candidatura al
Concejo, la verdad todo lo hemos hecho de manera completamente
desinteresada, en lo absoluto, o sea, nuestro mayor interés, uno lo
dice con mucho orgullo, pero la tristeza que queda es que de pronto
a uno no le vayan a creer, nuestro mayor interés, de verdad, es el
beneficio a la comunidad, el beneficio a la comunidad es el interés
de todas las personas que están aspirando a las curules del MIRA.
Bueno, así se fue consolidando ese proceso, nos hicieron una serie de
entrevistas, cumplíamos con los requisitos que es mínimo cuatro años
de militancia comprobada, pues yo, incluso, antes de la personería
jurídica; estar de acuerdo con la ideología del movimiento y, pues
sinceramente, cien por ciento de acuerdo, así llegamos a hacer parte
de la lista al Concejo de Manizales. (MIRA05H, 2012, 33:33)
La incorporación formal en las listas del partido se anuncia como
un proceso de cooptación, de movilización desde la estructura, en el cual
el director regional del partido “empieza a mencionarlo”. Esta manera de
narrar oculta un doble movimiento: la acción de cooptación explícita y la
acción de hacerse ver, de hacer ver el interés, al decir “parece que nos va
a acompañar”. La candidatura es presentada como un premio, como un
reconocimiento al trabajo “en equipo” que se hace en las reuniones, en cada
comuna y alrededor de las congregaciones. La cooptación, la elección por
parte de la jerarquía, a través de la palabra, “él mencionó”, se convierte
en un acto de institución (Bourdieu, 2001), una magia ritual que reconoce
y valida lo dado: estaba trabajando para ello. Dice, un poco para ampliar
este acto de designación: “después me preguntaron, que si deseaba, que si
No se puede decir “alguien les haga el guiño”, porque para los militantes de este partido “la palabra”,
“mencionar su nombre” tiene un valor especial, como expresión de verdad y revelación.
10
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Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
aspiraba”; práctica y modo que habría sido común para los otros candidatos,
por lo menos esa sería la “costumbre, el modo adecuado y establecido”.
La elección sería la confirmación del “gran” aporte que habría hecho el
potencial candidato y no un ejercicio de autoproclamación. La candidatura
es, desde su punto de vista, la consecuencia de un compromiso y un modo
de actuar responsable, “porque ahora no asumir ese compromiso”, dice,
“pidiéndole el voto al amigo, al familiar, a las personas que han creído en
uno” (MIRA05H, 2012, 28:26). Cuando le preguntamos a otra candadita
que ha sido promovida para participar en una elección de circunscripción
nacional, reitera este proceso doble de cooptación y construcción de una
carrera, la cual es sometida a una “revisión meritocrática”:
JMC: ¿Por qué acepta ser candidata a la Cámara?
DC: […] en el movimiento político no se ven situaciones de rosca,
situaciones de que ah no este me dio tal regalo, me dio tal premio,
entonces venga lo pongo aquí, no. El movimiento político me encanta
porque se ve el trabajo, si yo trabajo, incluso, yo en este momento,
actualmente soy delegada del Comité de Movilidad. Hace poco
en octubre, no, perdón, en septiembre, 30 de septiembre hubo una
consulta a nivel nacional donde se eligieron delegados para los
diferentes comités temáticos y poblacionales de nuestro movimiento
político. […] Entonces, gracias a mi alta votación, fue la tercera
votación más alta del país, entonces yo puedo también llegar […].
(MIRAM10, 2012, 125:128)
La autodefinición como voluntario es una de las características
de la movilización política. Cualidad que se hace más fuerte y se resalta
enfáticamente entre los militantes de este partido. La articulación de un
esquema de movilización política profético, a veces casi mesiánica, les señala
un decálogo de “virtudes” y patrones de acción reveladas y aprendidas en
la iglesia y ejecutadas en el movimiento, la cual les sirve como modelo de
contraste para la acción. Veamos primero cómo se expresa la condición de
voluntariedad:
Vale la pena resaltar que todos los militantes del movimiento
político MIRA somos voluntarios, o sea, en el MIRA no hay pago
de sueldo porque se supone que nosotros estamos es para servir a
la comunidad, haciendo méritos para, lo que les comenté ahorita,
manejar una carrera espiritual. Entonces, todos esos aspectos van muy
de la mano. Nosotros hacemos en la iglesia, aprendemos doctrina y
en el MIRA la practicamos, ¿cierto? Aparte de eso también tenemos
otras congregaciones, otros grupos como, por ejemplo, la Fundación,
200
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
que también existen voluntarios allí trabajando en la Fundación, pues,
ese es otro cuento. (MIRAM10, 2012, 125:128)
Se presentan como un movimiento de voluntarios, que “querían
venir y hacer las cosas”, “aportar”. Su esquema de movilización es
especialmente reactivo y crítico a prácticas que dicen recurrentes como
la corrupción, de los políticos y de los votantes. Eso cierra el margen de
actuación a nuevas prácticas de “revelación” por y mediante la política, en
la cual el papel casi mágico “de la palabra”, el ejemplo y el servicio serían
sus principales “armas”.
Entonces, uno dice imposible que sea una persona tan buena, tan caritativa
que vaya a dar pérdida, entonces no tiene lógica, ahí es donde comienza como
el tema de la corrupción. Corruptos también están, lamentablemente, las
personas que venden sus votos, son corruptos, son personas que no están
pensando en el bien general sino en el particular, a la persona se le dio 20
mil pesos, 30 mil pesos, hasta 50 mil pesos he escuchado que les dan por ir a
votar por una persona y ¿esa persona será que va a gobernar correctamente?
(MIRAM10, 2012, 51:51)
Otro candidato de este mismo partido narra su cooptación y
movilización como el “reconocimiento” por su labor por los “servicios
públicos”, lo cual motivó a “presentarse”, con el apoyo del movimiento:
“entonces me dijeron ‘láncese, lo apoyamos’”. Plantea que su principal
interés es hacer un “ejercicio de control político”, verificar que se “cumpla
la ley”. Esa tarea, dice, le ha permitido “visibilizarse”, que es el capital
político principal de un político.
Cuando yo conocí el movimiento estaba haciendo una labor social
asesorando a las comunidades en temas de servicios públicos y me
ofrecieron la oportunidad, al ver un buen resultado en el apoyo de
la gente y la buena aceptación de la gente hacia nosotros. Y entonces
me dijeron “láncese, lo apoyamos”. Y me motivó mucho llegar
aquí y hacer un ejercicio de control político, verificar que realmente
nuestra administración sí estuviera cumpliendo con sus obligaciones
de ley. Y yo realmente me he concentrado mucho en eso […] hemos
logrado adelantar mucho de control político y eso nos ha permitido
visibilizarnos más. Y ese control político es vigilar que estén haciendo
lo que deberían de hacer. (MIRA01H01, 2012, 28:28)
Otro entrevistado narra su incorporación al movimiento como el
resultado de una “vocación compartida” con un grupo de amigos. Anuncia
que está desde el comienzo de un movimiento que se organizó por firmas
VIRAJES
201
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
y cuyo principal cometido era actuar de manera independiente de las
prácticas históricas de corrupción y clientelismo, ante lo cual anteponen
una disposición moral que la expresa como “vocación de servicio” y
“compartir la tristeza del malestar del otro”. Pero para “poner en práctica”
esta “vocación de servicio” necesitan una estructura de movilización,
en este caso, consolidar un movimiento político con personería jurídica
(MIRA05H, 2012, 30:33).
La coincidencia, que da muestra de la unidad doctrinaria de los
candidatos entrevistados, resalta como cualidad específica de los militantes
de este partido. Frente a la pregunta sobre: ¿Cómo llegaron a candidatisarse
en el Concejo de Manizales en el 2011?
Tome la decisión de meterme como candidato al Concejo por una
razón específica: es que pensaba que desde el Concejo de la ciudad
podía movilizar a la gente del Concejo y a la ciudadanía para luchar
contra la corrupción. Entonces, de hecho la base de mi campaña fue
“cerocorrupción.com”; era un esquema de movilización “que nos
importe lo público”. La forma de resolver cualquier problemática
pública es resolver el asunto de trasparencia primero. Ese fue el
fundamental móvil. (MIRAM10, 2012, 28:29)�
Los militantes de este partido anuncian un conjunto de móviles
genéricos y notorios, no de clase, como la defensa y vocería de los
motociclistas, los servicios públicos, el control político o el abuso sexual.
Denuncian que algunas de las iniciativas legislativas sobre estos habrían
salido de la “agenda” del movimiento, pero habrían sido utilizadas por
otros movimientos en la visibilidad y publicidad de esos temas. Temas
y preocupaciones que estarían en la base de sus propias experiencias
personales (MIRA05H, 2012, 125:127).
Al final de una entrevista nos invitaron a votar por el movimiento
asegurando que es una “experiencia que se siente en el cuerpo”, una alegría
somática. Nos prometen una felicidad que recorre el cuerpo. Esa puede ser
en parte la gimnasia espiritual de la práctica pentecostal: activa, corporal y
no solo racional y legal. Nos anuncian una retribución personal:
“Va a sentir que es primera vez que no se sienta engañado”, porque no voto
por una dádiva o un intercambio directo, como un puesto, una promesa de
mover una hoja de vida. Luego de ello salta la sencillez que encara su principal
representante, la senadora Piraquive, quien ahora da la cara, denuncia y
habla en el Senado, sin “temor a las amenazas”, sin ceder, sin “importar[le]
ser parte de la minoría”. (MIRA05H, 2012, 110:118)
202
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
La estructura moral prescrita en su movilización política anuncia
una acción moral sacra: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo
como a ti mismo”. El móvil del “amor” anuncia la profetización del
desinterés como medio y como fin, en tanto la articulación de una voluntad
política estaría ligada a una movilización general y sagrada: la defensa de
una moral universalista, defendida como verdadera y única. Proponen una
reconfiguración de un habitus político “divino”; fundado en las escrituras, en
la cual el amor es el antídoto del egoísmo, que sería el denominador común
de las prácticas políticas que denuncian:
“Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Al prójimo
como a ti mismo, lamentablemente, el ser humano no lo practica, ¿cierto?,
porque primero estoy yo, segundo estoy yo y tercero yo. (MIRAM10, 2012,
105:105).
La moral cristiana11, es presentada como el marco moral que
incita a la movilización política, como disposición para la ayuda, para
la preocupación por el vecino, como construcción y constitución de una
propensión al trabajo voluntario y a la generosidad. Esta acción política
es entonces la manera de mostrar cómo, en la práctica, un marco moral
acogido y venerado puede mostrarse en la acción pública. Es además una
crítica implícita a la doble moral católica, en la cual las prácticas políticas
tradicionales de corrupción serían comunes en políticos de esa confesión.
Hacer política para estos militantes del MIRA, es hacer religión por otros
medios, en la esfera pública. Hacer proselitismo religioso de manera velada,
aunque explícita, dando ejemplo.
Pero a contrario sensu, lo que los activistas del MIRA resaltan como
una cualidad, su coherencia y seguridad moral, la mayoría anunciaría como
un estigma: la relación política-religión. Esta relación, dicen los activistas
del MIRA, se convierte en una sombra para ellos. Relación que les parece
injustificada, pero que se explicaría porque, desde el parecer común, dicen,
“unas cosas son las de Dios y otras las de los hombres”. Esta característica
división entre el creer y el decir, y la mampara en una supuesta ética pública
laica que se resiste a explicitar el marco de mínimos morales desde el cual
evaluarla, es lo que le cerraría las puertas al crecimiento, más allá de la
iglesia. Ante ello, los militantes del MIRA anuncian y reiteran el carácter
confesional de todos los órdenes políticos, lo que desde su interpretación
debería tener como consecuencia lo contrario: la generación de la política por
la religión, en tanto el desarrollo práctico, cotidiano de principios morales
11
Asociada a las interpretaciones de la moral protestante en Weber (1998).
VIRAJES
203
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
superiores revelados y escritos en libros sagrados. En consecuencia, su
papel político se propone como una suerte de acción moralizadora: acaso,
dicen:
[…] una persona es mala porque se acerca a Dios, porque sigue los principios
que están consignados en la Biblia, ¿yo por qué voy a decir que esa persona
es mala?, todo lo contrario, que le hace falta hoy día a la política, le hace falta
principios y valores. (MIRAM10, 2012, 105:105)
La cimentación y la orientación para la acción de una ética moral
práctica, característicamente confesional, no solo al orden moral, sino y
sobre todo al orden político, genera esquemas de movilización típicamente
conservadores. Solo se crítica las acciones que van en contra de ese orden
comportamental cristiano. Dos tipos de relación política establecen los
militantes de este partido: un distanciamiento de las “costumbre políticas”
centradas en el egoísmo y los intereses particulares, con sus colegas
políticos, y una “vocación de servicio” con la “comunidad de votantes”. En
medio de la conversión, cuando están narrando sus estrategias de campaña
una de ellas se preguntó y respondió a la vez: “¿Qué se ofrece? No se
puede prometer nada”. Si bien reconocen que la relación entre el político
y el votante potencial es una típica relación de intercambio y reciprocidad
esperada, ellos, dicen: “yo no podía prometer nada [...] en el Concejo no se
promete [...] se ofrece honestidad en el momento de hacer control político”
(MIRAM10, 2012, 60:73).
Los militantes del MIRA no resaltan a la iglesia como una estructura
de movilización importante. Expresan que solamente influyen sobre
los allegados, con las personas cercanas, armando una red de familiares
y amigos de los amigos a partir de los cuales recolectar los votos. Es a
partir de la red de relaciones personales y familiares de la iglesia que se
articulan las oportunidades para el proselitismo y la propaganda. Eso no es
radicalmente distinto a los otros partidos, lo específico en este partido, es
que la relación está mediada por la autoridad y la confianza que produce la
iglesia y el pastor en los feligreses. Es con ellos que se les “habla” a quienes
les “queda sonando la musiquita”. Esta manera analógica con la acción
doctrinal y ritual del culto evangélico sirve de modelo del accionar político
en tanto “dar la palabra”, hablar y predicar. La disposición y el habitus
religioso se transfieren y asumen como modelos de acción y proselitismo
político. Encontrar adeptos para la iglesia, es equivalente a encontrar
“simpatizantes” del movimiento político.
Si bien la actividad proselitista tiene un núcleo principal en la iglesia,
no se pude concentrar solo en ella porque limita el crecimiento potencial
204
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
del partido. Además, al crecer el partido es posible que crezca la iglesia,
por lo cual el trabajo político se convierte en una vía de llevar la “palabra
de Dios” a otros. Frente a la pregunta sobre si es más difícil ampliar la
influencia del partido en una zona de tradición católica, consideran que no
es más difícil que en otras partes y que, aquí, como en otros lugares, se ha
venido creciendo por la manera de hacer política no centrada en dádivas o
promesas sino en servicios.
Para un entrevistado, la relación entre la iglesia ministerial y el
movimiento no es cerrada, pues este es “pluralista”, nos dijo. Menciona
el ejemplo de una candidata al Concejo que era del partido pero no de la
iglesia, pues la condición para ser candidato es cumplir un tiempo básico
de militancia en el movimiento. ¿Qué es el pluralismo desde el punto de
vista de este candidato?: compartir los principios y valores del MIRA, que
se asumen como universales, estar por ejemplo en contra de la corrupción,
que sería la versión bíblica de “no robar”.
JMC: ¿Cuántas personas hacen parte de su iglesia?
DB: No, la verdad no sabría decirlo, yo me congrego en la iglesia,
ahora me estoy congregando aquí en la iglesia de La Enea, ya tenemos
una sede aquí en La Enea, pues muy importante que la tuviéramos
por el desplazamiento hacia el Centro, entonces ya la tenemos aquí
y está en crecimiento, van aquí a La Enea alrededor de 250 personas,
quizás 300, bueno algo así. Ya, de […] no le tendría datos, muchísima
gente.
JMC: ¿En el MIRA es una congregación de muchas iglesias?
DB: No, no, el movimiento político MIRA es un movimiento político,
no es una congregación de iglesias. Le cuento que ahora, no recuerdo
el número de…
JMC: Mejoro mi pregunta, entonces, ¿los militantes del MIRA vienen
de distintas iglesias?
DB: El movimiento político MIRA es pluralista, con eso yo le
respondo, le cuento, ahora en el listado, en la lista que el movimiento
político MIRA tuvo al Concejo, sino que no tengo ni el teléfono de
ella, es Valderrama, Estela Valderrama, ella fue candidata al Concejo
por el movimiento político MIRA, cuando ella empezó a militar en el
movimiento político MIRA como simpatizante, pues, de esa ideología
tan hermosa, tan bonita, que tuvo un grupo de adulto mayor, creo, con
muchos adultos mayores, bueno, no recuerdo muy bien todo lo que
ella empezó a participar, no conocía ni a la iglesia, tenía su religión,
no sé si la tenía o no, pero ella fue del movimiento MIRA y no, y
fue candidata al Concejo, ¿sí ve?, porque cumplía con la militancia,
¿cierto? El pluralismo es muy bonito por eso, yo por qué le voy a
decir a usted que no porque usted me diga que no comparte muchas
VIRAJES
205
Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al.
cosas de mi religión si usted es una persona bien en sus principios
y valores, que está en contra de la corrupción, en contra de lo mal
hecho. (MIRA05H, 2012, 85:91)
Para ampliar esta idea de la relación partido-iglesia-creyentemilitante, revisamos cómo una entrevistada presenta la idea de la
movilización como doble movimiento, bajo la idea de la dupla: movilizador
movilizado.
¿Cuál es la dupleta?, que el movimiento político que a mí me
esté respaldando sea igualmente bueno, porque yo no me gano
absolutamente nada con ser buena y llegar a contaminarme, llegar
para que esos jefes políticos, de esos caciques, de esos politiqueros,
lo que hoy en día ya conocemos en el argot popular ‘politiqueros’, me
hagan decidir a favor o en contra de un proyecto , digan es que usted
tiene que votar en contra de ese proyecto sabiendo que es bueno, o
usted tenga que votar a favor de ese proyecto sabiendo que es malo,
no, eso iría contra mis principios morales, contra mi ser, contra
todo lo que yo he recogido durante todos estos años, no voy a decir
cuántos, pero estos años que llevo de recorrido, ¿cierto?, entonces,
no estoy de acuerdo. (MIRAM10, 2012, 45:45)
Candidato y movimiento, dicen, deben ser “igualmente buenos”.
Utilizan contantemente en su discurso una lógica de contraste negativo con
prácticas que denuncian de otros partidos y políticos: caciques, politiqueros
que se dejan mandar por sus jefes, que no tienen criterio. Anuncian este
contraste como potencial contaminador de sus principios morales, que
irían, dicen, contra su ser, contra todo su recorrido que sería evidencia
material de ello. Se anuncian como una posibilidad de limpiar la política.
En síntesis, esta coherencia externa que muestran parece ser el
resultado de la iluminación profética de la fe, de la verdad que les revelaron,
es el “secreto”, dicen, que les permite y ha permitido el relativo éxito y
ascenso político que han tenido en una década: “Entonces, vamos a estar
firmes, precisamente, porque nosotros tenemos eso que muchos otros no
tienen, yo lo denomino como un secreto” (MIRAM10, 2012, 105:106).
Conclusiones
El partido MIRA ejemplifica la consolidación de un partido
minoritario de corte religioso y confesional, distribuido por toda la geografía
nacional, e íntimamente relacionado con una iglesia pentecostal. Su fuerza
electoral ha estado soportada en una iglesia, aunque recoge parte de las
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El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos...
votaciones de otros partidos religiosos que lo precedieron. Sus estrategias
políticas actuales anuncian la preocupación por desmarcarse de este nicho
político, proponiendo y gestionando agendas políticas genéricas.
Su condición de partido minoritario emergente lo acerca a otros
partidos en la misma situación como el Partido Verde, especialmente
porque sus integrantes no han tenido experiencia pública, vienen del sector
privado y, aunque tienen continuidad y militancia exclusiva en el partido,
no se han presentado en otros episodios electorales (ver Figura 8). Esto se ha
presentado en un contexto de disminución de la concentración del poder en
el bipartidismo, su dispersión interna y la generación de nuevas alianzas,
movimientos y coaliciones que logran representar más de la tercera parte
de los votos en el 2011, cuando 15 años antes solo alcanzaban un 3%.
Esta condición de partido minoritario y emergente se hace explícita
en la conformación y reclutamiento de sus integrantes, señalando cualidades
particulares de este partido-movimiento político: la juventud, como cualidad
relativa, con ello viene atada la inexperiencia, poca calificación profesional
o en proceso, la fidelidad o experiencia política circunscrita a este partido,
escasa experiencia pública, resultado de su condición emergente (no haber
tenido el poder nunca). Una cualidad particularmente característica de este
partido es la alta participación femenina en sus listas. Esta sigue siendo
hasta este momento de la investigación una pregunta sin resolver, sobre la
cual se han anunciado algunas hipótesis en el texto (ver Figura 8).
La situación descrita se relaciona con sus discursos: critican las
prácticas políticas tradicionales, pero y sobre todo la moral egoísta,
pragmática y personalista que las orientaría. Ante ello, se proponen
orientados por una ética universal, profética y confesional, confiada en
una “verdad revelada y divina” que sirve para evaluar las actuaciones de
sus agentes. La continuidad entre iglesia y partido les permite asumir la
acción política como una acción reveladora de su acción purificadora por la
palabra. Esta conexión expresa de manera más directa su acción voluntaria
y comprometida.
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antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208
VIRAJES
MUCHO MÁS QUE FOCO O PARTIDO:
LAS MILITANCIAS DE COMUNISTAS Y
TUPAMAROS DURANTE LOS SESENTA EN
URUGUAY
ANA LAURA DE GIORGI*
Recibido: 28 de marzo de 2013
Aprobado: 29 de mayo de 2013
Artículo de Investigación
* Licenciada y Magíster en Ciencia Política por la Facultad de Ciencias Sociales de la UdelaR-Uruguay,
cursando el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional General Sarmiento y el Instituto
de Desarrollo Económico y Social (UNGS-IDES) en Argentina. Docente e Investigadora del Instituto
de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad de la República. analaura.
[email protected]
VIRAJES
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236
Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta...
Resumen
En América Latina, en la década del 60 múltiples organizaciones
surgieron o se transformaron en aras de una profunda transformación
política y social. Un importante contingente de personas pasó a dedicar
gran parte de su vida a la militancia guiado por el espíritu de construcción
del hombre nuevo. Sin embargo, a pesar de las generalizaciones que se
suelen realizar, no todas las militancias se configuraron a partir de los
mismos códigos de pertenencia. Este trabajo pretende mostrar cómo dos
organizaciones de izquierda opuestas en términos ideológicos fueron
habitadas por quienes construyeron trayectorias militantes también en
términos antagónicos. Un repertorio de valores y prácticas políticas nos
permite hacer inteligible distintas formas de militar en la izquierda y
comprender este proceso en el marco de una disputa cultural.
Palabras clave: militancia, comunistas, tupamaros, años sesenta, Uruguay.
BEYOND FOCUS OR PARTY: COMMUNIST AND
TUPAMAROS MILITANCY IN THE SIXTIES.
Abstract
Multipleorganizations emerged or were transformed in Latin
America during the sixties in honor of a deep social and political
transformation. An important group of people decided to devote a great
part of their lives to militancy guided by the spirit of the construction of the
new man. However, in spite of generalizations that are usually made, not
all militancy was configured from the same belongings codes. This work
pretends to show how two oppositeleftist organizations as far as ideological
terms is concerned, were inhabited by those building militancycourses in
antagonistic terms. A repertoire of values and political practices allows
making understandable different forms of leftist militancy,and also allows
understanding this process within the framework of a cultural dispute.
Key words: militancy, communists, tupamaros, the sixties, Uruguay
VIRAJES
211
Ana Laura de Giorgi
Introducción
En la década del 60, en gran parte de América Latina y también
en Uruguay, las distintas organizaciones de izquierda discutieron e
implementaron diversas modalidades que conducirían a la transformación
social y política.
La izquierda tradicional legal representada por los partidos
socialistas y los partidos comunistas se vio interpelada por el fenómeno de
la Revolución Cubana, la cual fundamentalmente vulneró la interpretación
de las etapas del proceso revolucionario que los partidos comunistas
habían elaborado. En dicha interpretación, la revolución debía darse por
etapas y para el caso de América Latina en la que el capitalismo no se había
desarrollado plenamente sobreviviendo estructuras feudales, antes que la
revolución socialista, debía producirse una revolución antiimperialista que
tuviera como principal aliada a una burguesía nacional. Sin embargo, como
describe Carnovale (2011: 31), el guevarismo insistía en que la burguesía era
una aliada del imperialismo norteamericano y que la revolución debía ser
antiimperialista y socialista de forma simultánea.
A su vez, la experiencia de la lucha armada en Cuba había mostrado
cómo un grupo de hombres podía conducir la revolución. No parecía
imprescindible esperar a que estuvieran creadas todas las condiciones sino
que el foco podía crearlas1. El foco además, argumentaba Guevara, sería
menos vulnerable al ataque de las fuerzas represoras al estar descentralizado
y lejos de las concentraciones urbanas.
Con el peso de las palabras de Ernesto “Che” Guevara y el ejemplo de
la Revolución Cubana, los años 60 serían acompañados de un florecimiento
de grupos guerrilleros en América Latina. Uruguay no quedaría ajeno a
este contexto y la izquierda tradicional debería encontrar las fórmulas para
adaptarse a la vez que retener a su contingente de militantes.
En este contexto de discusión estratégica tuvieron lugar distintas
experiencias militantes en la izquierda latinoamericana. Distintas
organizaciones, alojaron un gran contingente de militantes dispuestos
a luchas por la revolución ya fuera a través del partido o del foco. Sin
embargo, las diferencias entre estas organizaciones no solo se registraron
en los medios para alcanzar la transformación socio-política sino en las
experiencias militantes.
Este artículo presenta las características de la militancia en Uruguay
durante la década del 60, en dos colectivos que fueron fundamentales en la
1
Ver en Carnovale (2011: 32), “Ernesto Che Guevara, Guerra de Guerrillas”.
212
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Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta...
disputa sobre las vías a la revolución2, el Partido Comunista del Uruguay
(PCU) y el Movimiento Nacional de Liberación - Tupamaros (MLN-T).
El Partido Comunista del Uruguay, uno de los más antiguos de
América Latina surgió a partir de los lineamientos de la Tercera Internacional
Comunista. En 1921 se votó en el Partido Socialista (PS)3 las 21 condiciones
de la Internacional y el partido fue refundado como Partido Comunista.
Quienes no habían votado el ingreso a la Internacional, fueron expulsados
y se mantuvieron agrupados bajo el antiguo lema del PS. Este giro
internacionalista se dio de la mano de Eugenio Gómez quien se mantuvo
como dirigente hasta 1956. En estos años, el proceso de desestalinización
iniciado a partir del XX Congreso del PCUS (Partido Comunista de la
Unión Soviética), impactó fuertemente dentro del PCU conduciendo a
una profunda renovación cristalizada en el recambio de su líder. Rodney
Arismendi condujo este proceso y se transformó en el nuevo Secretario
General hasta luego de la dictadura uruguaya.
El PCU fue un partido extremadamente disciplinado ante los
mandatos de la URSS, respaldó todas las decisiones tomadas por el PCUS,
incluso aquellas más controversiales como la invasión a Checoslovaquia,
cuya justificación fue difícil de aceptar para el movimiento estudiantil
de 1968. Sin embargo, a partir del liderazgo de Arismendi el PCU buscó
inscribir el marxismo-leninismo en una realidad nacional y latinoamericana.
La revisión del pasado realizada por los historiadores comunistas así como
algunos textos de Arismendi (1970) reflejan claramente este proceso.
El PCU de los años 60 definió que el camino hacia la revolución debía
iniciarse a partir de la conformación de un Frente Democrático de Liberación
Nacional liderado por la clase obrera unificada. Para conformar dicho
Frente era necesario apostar a la unificación con otras fuerzas de izquierda
y contar con un Partido Comunista fortalecido que condujera tal proceso. El
Partido Comunista sería la vanguardia del proceso revolucionario, y si bien
Cuba era una realidad insoslayable, la Revolución Cubana era leída desde
una mirada particular que mostraba siempre la necesidad de la existencia
de un partido.
Los primeros intentos de alianzas políticas dieron lugar a la
conformación del Frente de Izquierda de Liberación (FIDEL), una alianza
entre el PCU y otros grupos políticos. El FIDEL compitió en las elecciones
de 1962, teniendo un desempeño radicalmente diferente al de la Unión
2
Otras organizaciones de izquierda conformaron el mapa político de la época como socialistas, anarquistas y democratacristianos. En este artículo se ha optado por analizar las dos organizaciones más
antagónicas entre sí.
3
Sobre la trayectoria del Partido Socialista en los 60 y sus pautas culturales militantes en comparación
con comunistas y tupamaros ver De Giorgi 2011.
VIRAJES
213
Ana Laura de Giorgi
Popular, la alianza liderada por el PS. Este último perdió la representación
parlamentaria mientras que el Partido Comunista se vio fortalecido, no
solo por el aumento del caudal electoral sino por su capacidad de construir
alianzas con otros sectores (Rey Tristán, 2006: 89).
Durante estos años el Partido Comunista centró su estrategia en la
ampliación y crecimiento de su base de apoyo, fortaleciendo su presencia
no solo en el ámbito sindical sino también a nivel estudiantil, barrial y en
el medio artístico-intelectual. En 1971 se fundó el partido Frente Amplio
contando con el PCU como uno de sus principales fundadores.
La estrategia principal del PCU en los 60 estuvo centrada en
el crecimiento del partido. Para los comunistas uruguayos, en dicho
momento no estaban dadas las condiciones subjetivas para la revolución.
Consideraban que los partidos revolucionarios debían aprovechar la
legalidad para desarrollar la conciencia popular, mediante los métodos
tradicionales (movilización sindical, acción parlamentaria). En los años
de mayor polarización previos al golpe de Estado, el PCU tampoco
abandonaría el ámbito parlamentario sino que desde ese ámbito realizaría
fuertes denuncias a las medidas gubernamentales que iniciarían la senda
del autoritarismo (De Giorgi, 2010).
En este sentido, las prácticas políticas que se desplegarían dentro del
PCU y de la UJC (Unión de Juventudes Comunistas) estarían estrechamente
relacionadas con el crecimiento del partido y la ampliación de una gran
alianza opositora4.
Radicalmente distinto al lento y continuo proceso de acumulación de
fuerzas del PCU, fue la conformación y rápido crecimiento del Movimiento
Nacional de Liberación - Tupamaros (MLN-T). Esta organización emergió
en el contexto de la gran movilización de los años 60 donde una pluralidad
de grupos hizo evidente el fin de la izquierda bipartidista5.
El MLN-T tuvo como antecedente al Coordinador y se nutrió de
algunos integrantes del PS que luego serían importantes figuras6. Además,
reclutó a militantes del MIR, del MRO, anarquistas, independientes y
trabajadores rurales, que realizaron acciones de gran visibilidad e impacto
como el robo de armas del Club de Tiro Suizo, atentados contra empresas
multinacionales y la expropiación y reparto de alimentos en barrios pobres
de Montevideo.
Sobre el movimiento estudiantil y la experiencia particular de la UJC ver Markarian 2012.
Algunos de estos grupos eran la Federación Anarquista Uruguaya (FAU), el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR), el Movimiento de Unidad Socialista Proletario (MUSP), el Movimiento Revolucionario Oriental (MRO), el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), los Grupos de Acción
Unificadora (GAU), el Movimiento de Apoyo al Campesinado (MAC), entre otros.
6
Raúl Sendic, Jorge Manera, Julio Marenales, Edith Moraes, Tabaré Rivero, Jesús Recalde, Pedro Lerena,
Héctor Amodio Pérez y Alicia Rey.
4
5
214
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Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta...
A fines de 1965 el Coordinador se diluyó y se creó una nueva
organización a partir de aproximadamente dos tercios de los integrantes
del Coordinador (Aldrighi, 2001: 74) provenientes del PS, el MAC y el MIR,
más los cañeros. Se designó un Comité Ejecutivo conformado por Raúl
Sendic, Tabaré Rivero, Eleuterio Fernández Huidobro y un integrante del
MIR, organización que finalmente se terminó retirando.
A diferencia del Partido Comunista, el MLN-T no tenía una única
doctrina que orientara su accionar al estilo del marxismo-leninismo. Se
inspiraron en la heterodoxia marxista, leyeron a Lenin pero también a Rosa
Luxemburgo, Engels, Mao, Mandel, Kautsky, Trotsky (Aldrighi, 2001: 97).
La inspiración fundamental fue la Revolución Cubana. El “Che” Guevara
y Régis Debray fueron las referencias a la hora de adoptar la perspectiva
foquista que ubicaba a un número reducido de personas, motivadas por
un espíritu revolucionario, como responsables de la aceleración del
conflicto, para luego –una vez generadas las condiciones– incorporar a las
grandes masas en la revolución para conquistar el poder. Tomando esta
perspectiva, los tupamaros la adaptaban a las condiciones del Uruguay, y
se orientaron a crear el foco no en el ámbito rural como había sucedido en
Cuba, sino en el medio urbano. El MLN-T rechazaba la estrategia legalista
de la izquierda tradicional, siendo muy críticos con la concepción del
Partido Comunista sobre la lenta y continua acumulación de fuerzas y el
rol protagónico otorgado al partido en el proceso revolucionario.
El MLN-T acompañó sus acciones desarrollando lo que ellos llamaban
“propaganda armada”, una estrategia de visibilización y propaganda ante
la opinión pública orientada a captar la simpatía de la ciudadanía y que en
cierto momento puso en jaque al gobierno de Jorge Pacheco Areco7. Este
tipo de acciones desarrolladas sobre todo en una primera etapa, fueron
parte de lo que se ha denominado el período Robin Hood; la divulgación de
las irregularidades en la Financiera Monty o la distribución de alimentos en
zonas de pobreza son claro ejemplo de una épica que buscaban construir en
aras de conseguir el apoyo popular y ser identificados como una propuesta
novedosa de la izquierda uruguaya.
Sus acciones más impactantes consistieron en la detención de
personas que eran representativas del orden que se buscaba derribar o que
podían llegar a ser útiles para demandas específicas8. Algunas acciones
7
El 5 de junio de 1969 se prohibirá mediante decreto toda divulgación en la prensa referida directa o
indirectamente a grupos delictivos, y el 1º de septiembre se prohíbe el uso de palabras como: célula,
comando, delincuente político, delincuente subversivo, extremista y terrorista.
8
Pereyra Reverbel Presidente de UTE, Geoffrey Jackson embajador de Gran Bretaña, G. Pellegrini Giamprieto de la Asociación de Bancos, el Juez Pereira Manelli, Días Gomide Cónsul de Brasil, son algunos
de las figuras que pasaron por un lugar llamado Cárcel del Pueblo.
VIRAJES
215
Ana Laura de Giorgi
serían estrictamente violentas, dando lugar a lo que ha sido considerado
como una tendencia militarista a partir de cambios en la dirección del
movimiento. En 1970 el MLN-T realizaría las primeras “ejecuciones”9. El 14
abril de 1972 el MLN-T asesinó a Armando Acosta y Lara exsubsecretario
del Interior, el capitán Ernesto Motto y el subcomisario Oscar Delegado
acusados de integrar el Escuadrón de la Muerte, y al policía Carlos Leites.10
El mismo 14 de abril se decretó el Estado de guerra interno y la suspensión de
la seguridad individual. A fines de 1972 el MLN-T había sido desarticulado
y sus integrantes (y muchos de sus simpatizantes) fueron mantenidos en
terribles condiciones de reclusión hasta el fin de la dictadura.
Claramente la matriz ideológica del PCU y el MLN-T era diferente así
como su estrategia política en torno a la revolución socialista. Sin embargo,
las diferencias no solo abarcaban a las clásicas dimensiones estudiadas por
la ciencia política, sino que se traducían en otros elementos como los valores
y las prácticas políticas desplegadas en la cotidianeidad militante.
El PCU y el MLN-T eran habitados por personas que realizaron
una experiencia particular de la militancia sesentista. Dicha experiencia
se produjo en un colectivo dotado de ciertos códigos compartidos donde
diversos valores y prácticas políticas eran incorporadas y reproducidas
por quienes habitaban dichos mundos. En ese proceso dinámico se iba
conformando cierta cultura y cierto sentido de pertenencia.
El objetivo de este artículo es presentar las características de la
militancia en el colectivo comunista y en el colectivo tupamaro, para
exponer dos de los distintos modos de experimentar la militancia en
la izquierda uruguaya de los 60. Esto nos permitirá deconstruir algunas
miradas homogéneas sobre la militancia sesentista así como comprender
las razones y las racionalidades particulares que conducían a desarrollar
prácticas distintas que solo se comprenden en el marco de códigos internos
al colectivo.
Se propone entonces una mirada distinta a las organizaciones
políticas de izquierda, porque se busca estudiar aspectos que no se tratan a
través de los estudios clásicos de la ciencia política. Este artículo no pretende
realizar un análisis del contenido ideológico ni de las reglas formales de la
organización, tampoco es un relato de sucesos ni un análisis del desempeño
político o electoral. Desde un enfoque interpretativo se indagará en
9
El comisario Morán Charquero y el asesor estadounidense Dan Mitrione, ambos acusados de practicar
la tortura o instruir para practicarla como en el último caso.
10
Los asesinatos de Zembrano, Mitrione, Morán Charquero, los tres integrantes del Escuadrón de la
Muerte y el policía, fueron realizados por el MLN-T pero no sin diferencias a su interna. La bibliografía
dedicada al MLN-T muestra cómo estas acciones fueron las más controvertidas dentro del movimiento
(Aldrighi 2001; Labrousse, 2009; Blixen, 2000).
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Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta...
las valoraciones y las prácticas buscando aquel elemento identitario,
aglutinador, significante que delineó el fenómeno de la militancia en cada
colectivo aquí presentado.
La mirada está puesta en los sujetos que habitaban y construían el
colectivo de pertenencia, no en las instituciones ni en sus reglas formales
de funcionamiento. Es a través de los relatos que conoceremos valores y
prácticas de los militantes.
El análisis de la experiencia vivida de quienes integraron esas
organizaciones, es lo que permite hacer inteligibles los motivos de las
prácticas militantes de comunistas y tupamaros. Este abordaje de la
experiencia vivida conduce a romper con la arbitraria división conceptual
de lo público y lo privado. La militancia de comunistas y tupamaros es
abordada de forma integral, indagando en la experiencia cotidiana tanto
dentro de las organizaciones políticas como en su vida particular.11
El análisis aquí presentado se desarrolla desde la ciencia política y
específicamente desde la cultura política. Sin embargo, este enfoque no es el
de la “definición clásica” heredera de los estudios de “The Civic Cutlure”12,
que centran su atención en las actitudes de los ciudadanos respecto a la
estabilidad democrática y que contienen un importante ingrediente de
etnocentrismo13. Se parte de una visión que hace hincapié en la importancia
de los significados compartidos, en la construcción colectiva de la cultura
y en una forma de abordaje, el análisis de la experiencia de las personas
involucradas.
Más allá de que las personas que ingresan a las organizaciones de
izquierda en los 60 pueden tener un “interés” general en querer cambiar
el mundo o ser parte de alguna iniciativa para cambiarlo, el cómo quieran
promover ese cambio seguramente estará en gran parte influido por
un aprendizaje que realizarán dentro de cierto colectivo. Como señala
Wildavsky, la racionalidad tiene que ver con las lógicas internas y en este
trabajo puede llegar a ser tan racional un militante que desconoce jerarquías
11
La academia uruguaya ha indagado poco este aspecto, un interesante artículo es el de Esther Ruiz y
Juana Paris (1998): “Ser militante en los 60”, en Barrán, Caetano y Porzecanski, Historias de la vida privada, Tomo III, Individuo y Soledades. A diferencia del caso uruguayo, en Argentina se han realizado
un número importante de investigaciones de calidad que centran su atención en las décadas del 60 y
70 mirando la política y la vida privada de forma conjunta, especialmente desde una perspectiva de
género. Ver Andújar et al. (2009): De minifaldas, militancias y revoluciones. Exploraciones sobre los 70 en la
Argentina; Cosse, Isabella (2008): “Una revolución discreta: el nuevo paradigma sexual en la Argentina
(1960-1975)”; Diana, Marta (1996): Mujeres Guerrilleras. Sus testimonios en la militancia de los setenta; Martínez, Paola (2009): Género, política y revolución en los años setenta. Las mujeres del PRT-ERP.
12
Sus autores referentes son Bingham Powell, Gabriel Almond y Sidney Verba y sus obras más conocidas, Política Comparada (Almond & Powell, 1972) y The Civic Culture (Almond & Verba, 1965). Otras referencias en esta corriente son el texto de Putnam (1993): Making Democracy Work, y los diversos trabajos
de Inglehart , en los cuales se estudia el cambio de valores en las democracias desarrolladas.
13
Ver Pateman (1971) y Ross (1997).
VIRAJES
217
Ana Laura de Giorgi
como uno que las respeta y venera; todo depende de en dónde se encuentre
ese militante. Pero, como sostiene Ann Swidler (1986), esto no es suficiente
para entender cómo las personas actúan. Las acciones también tienen que
ver con hábitos, con rutinas y con prácticas.
Para conocer y comprender las distintas militancias de las
organizaciones de izquierda, debemos comprender cómo sus integrantes
estructuran sus preferencias (Wildavsky, 1987) de acuerdo a particulares
escalas de valores, y cómo actúan dentro de ciertos códigos culturales de
comportamiento (Swidler, 1986), cómo producen y reproducen ciertas
prácticas.
Desde esta perspectiva, se entiende que la militancia de quienes
ingresaron al PCU o al MLN-T se fue configurando en torno a un repertorio
de valores y prácticas, producto de un continuo proceso de construcción
colectiva, no de una socialización primaria ni de la psicología individual de
los militantes.
Militar en El Partido
Los militantes de los años 60 no eran todos iguales a pesar de que
todos querían un mundo mejor y estaban dispuestos a luchar por él. Las
organizaciones recibían importantes contingentes de personas dispuestas a
brindar gran parte de su tiempo e incluso su vida a la causa política.
Las prácticas de reclutamiento dicen mucho sobre a qué organización
se entraba y qué cualidades se debía tener. No en todos los casos pero en
su mayoría, el recorrido comunista se iniciaba con la entrevista de afiliación
y el entrevistado sellaba el compromiso completando la ficha que podía
realizarse en ese mismo momento o posteriormente. La entrevista de
afiliación, el llenado de la ficha, el carné, la estampilla y en algunos casos el
discurso de Rodney Arismendi o José Luis Massera realizados para recibir
a los nuevos afiliados, componían el ritual de reclutamiento comunista que
daba garantías sobre el ingreso, ordenado, a una organización importante
por su estructura y solidez.
Muchos de los que se afiliaban eran promovidos desde la Unión
de Juventudes Comunistas (UJC), seleccionados como los mejores
candidatos para integrar el partido. Una vez incorporados podían asistir
como delegados a un congreso o integrar el órgano de dirección a nivel
seccional. La participación plena era aquella que se traducía en algún
escalafón de la estructura jerárquica del partido, por más mínimo nivel de
importancia que tuviera este. Esto no implicaba que quienes no ocuparan
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Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta...
cargos de responsabilidad no participaran, sino solamente que la estructura
organizativa jerárquica era el camino que se debía recorrer para aumentar
los niveles de participación.
Una vez dentro del Partido Comunista o dentro de la UJC, los
comunistas iniciaban un recorrido que tenía una dimensión individual y
a la vez fuertemente marcada por lo colectivo donde incorporarían ciertos
valores y reproducirían ciertas prácticas que le irían dando sentido a su
militancia comunista. Los comunistas eran parte de una organización
donde ciertas personas, al servicio del partido instruían a otras, y todo el
partido, al servicio de la sociedad instruía a esta. Los líderes eran las correas
de transmisión, a través de ellos se transmitía la “línea política”, a través de
ellos era posible comprender el mundo y cómo actuar en él.
El reconocimiento a la labor del militante se hacía principalmente
a través de la promoción que implicaba otorgar cierta responsabilidad
específica en la compleja estructura organizativa del partido. Ser promovido
implicaba acceder a un cargo de mayor responsabilidad, secretario político,
secretario de organización, secretario de finanzas, secretario de propaganda,
secretario de unidad política, secretario de educación a nivel de la estructura
organizativa permanente, delegado para las convenciones y congresos,
integrantes de las comisiones centrales (transversales a la estructura del
partido), frente de educación, frente de propaganda, entre otros cargos.
Luego del ingreso, el afiliado dedicaba tiempo a su propia formación
política. Las Escuelas Elementales eran espacios de formación en donde los
recién afiliados adquirían los conocimientos básicos. Dentro del partido
aquellos militantes que pretendieran un mayor nivel de inserción asistían
luego a las Escuelas Vespertinas en donde se leían y discutían textos teóricos
y se realizaban instancias de evaluación. Estos espacios estaban destinados
a la formación de cuadros que era lo que garantizaba una fuerte estructura
organizativa.
Además, el partido contaba la revista Estudios, el diario El Popular, la
audición de Enrique Rodríguez en CX 30, los libros escritos por Arismendi
y otros libros editados por la editorial Pueblos Unidos que conformaban
un conjunto de productos comunicacionales e informativos destinados a la
formación continua de los militantes.
La lectura y la formación teórica no solo eran importantes como
herramienta para la concientización sino que eran estratégicas en la
concepción ideológica del Partido Comunista y de las vías para la
revolución, un elemento que el partido destacaba para diferenciarse de otras
propuestas de izquierda revolucionaria de la época, fundamentalmente de
los tupamaros.
VIRAJES
219
Ana Laura de Giorgi
Las grandes acciones de las masas en el camino de su emancipación definitiva,
si no se apoyan en la teoría revolucionaria de vanguardia, el marxismoleninismo, es ya se ha dicho un barco sin brújula: la acción por enérgica y
heroica que se manifieste jamás conducirá al puerto anhelado. Recordamos
esto con el propósito de destacar que la revista Estudios, por el excelente
material que contiene ayuda a armar ideológicamente no solo a los cuadros
partidarios de todas las instancias a la masa partidaria misma, también a
una buena parte de los hombres y mujeres que simpatizan con el Partido
Comunista pero aun no se han abierto paso hasta sus filas.14
La capacidad discursiva y argumentativa de los militantes se aprendía
y ensayaba en las discusiones en las cuales los comunistas debían conducir
un debate ordenado, reflexionar, utilizar argumentos teóricos y estudiar el
momento de la intervención.
Así como se valoraba positivamente la existencia de una discusión y
la participación en esta instancia, también esta participación estaba acotada
por otro gran valor de los comunistas, la disciplina15. Disciplina a la línea y
al partido: “era como una pirámide y ninguno de nosotros cuestionábamos
la línea política, podíamos cuestionar la idea de afiliar tantos afiliados en
un mes, pero otra cosa no”.16 Aquel militante que planteara una duda o
algún cuestionamiento debía tener mucha capacidad para mantener una
discusión con otros militantes que estaban mejor preparados o mejor
dispuestos para defender la línea: “Nunca vi que alguien dijera esto no lo
acepto, me levanto y me voy. Tenías que seguir discutiendo y seguramente
perdías porque te tiraban 585 razones y vos tenías 3 para discutir”17.
El informe ocupaba un lugar central al estilo de verdad revelada, lo
que se presentaba en el informe existía y se respetaba: “la huelga general un
sentimiento horrible y el informe que decía que venía otra etapa, pasamos
una etapa de duelo terrible pero tenías que creer o reventar, confiar en el
informe”18. Mientras que lo que no estaba en el informe no era considerado
como verdadero: “se decía de un aparato de autodefensa o algo así pero eso
nunca se presentó en el informe”19.
El informe y la discusión ordenada en torno a él, eran la oportunidad
para estudiar la agenda política y planificar las acciones pertinentes que en
términos generales eran definidas en dicho documento. Los procedimientos
para el Partido Comunista eran importantes y había que cuidarlos, todo
estaba muy planificado y la espontaneidad era mal vista.
14
Francisco Pintos, El Popular, 20 de mayo de 1964, p. 3.
Sobre disciplina, autoridad y jerarquía en PCU y MLN-T, ver: De Giorgi (2012).
16
Elena.
17
Isabel.
18
Elena.
19
Eduardo.
15
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Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta...
¿Vamos a creer que sólo la lucha de la juventud, sus movilizaciones le harán
tomar conciencia de que hay que cambiar la situación, le harán tomar una
concepción comunista del mundo, le harán en definitiva, revolucionarios?¿Es
que la espontaneidad del movimiento juvenil hará a éste revolucionario?
Dejemos que conteste Lenin a esta interrogante: “Todo lo que sea inclinarse
ante la espontaneidad del movimiento obrero, todo lo que sea rebajar el papel
del elemento consciente”, equivale (independientemente de la voluntad de
quien lo hace) a fortalecer la influencia de la ideología burguesa sobre los
obreros.20
Innovar no era un criterio máximo en el Partido Comunista, si se
innovaba era porque la estrategia innovadora podría dar más resultados,
de lo contrario se continuaba con los métodos tradicionales. A nivel barrial
el Partido Comunista desarrollaba por ejemplo estrategias de recaudación
similares a la de los partidos tradicionales o a las de cualquier otra
organización social: kermeses, rifas, venta de ropa económica, entre otros,
eran estrategias que en el barrio eran bien recibidas.
Sin embargo, en el ámbito estudiantil y en el calor de las movilizaciones
el orden, el control y la mesura comunista quedaban ciertas veces relegadas.
Lo importante era estar insertos en el ámbito que se actuara, marcar
presencia, conocer a la gente y que lo conocieran.
Los integrantes se dedicaban a la tarea cotidiana de la acumulación
de fuerzas: “tenías que tener presencia física, el partido tenía que estar
siempre ahí, tenías que sin imponer convencer a la gente”21, “Vos tenías que
convencer al compañero que salir a vender el diario era lo más importante y
éramos como los Testigos de Jehová, no parábamos nunca”22.
Se realizaba una diversidad de tareas, orientados por un criterio
productivista de la militancia (Silva, 2009: 60). Los comunistas rendían
cuentas y mostraban qué hacían y sus resultados, así por ejemplo quien
trabajara en el frente de educación y participara de los espacios de
formación partidaria, debía llevar un registro detallado de los destinatarios,
la frecuencia, el rendimiento, el temario y los resultados. Aquellos que
trabajaban en el frente de finanzas debían planificar la recaudación, realizar
las campañas y elaborar los informes que mostraran cuánto había crecido
el partido.
Se medía el trabajo por medio de la emulación, que implicaba una
evaluación por desempeño a partir de la cual se reconocía el trabajo de las
seccionales. Se realizaba un acto en donde se reconocía públicamente a
20
Informe de Tomás Rivero a la 1ª Conferencia Nacional de Organización de la UJC, realizada el 10 de
agosto de 1963.
21
Raúl.
22
Omar.
VIRAJES
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Ana Laura de Giorgi
aquellos con mejor desempeño y se les entregaba la bandera del partido, el
premio era simbólico pero el reconocimiento muy significativo23.
Además de la formación, se valoraba la entrega y el espíritu de
sacrificio del comunista por el partido. El Partido Comunista se definía
como un partido de cuadros y de masas, no todos los comunistas tenían
dedicación completa al partido, una gran formación teórica ni estaban en
la primera línea de las movilizaciones. Algunos cumplían con algunas de
las condiciones, otros con ninguna, sin embargo, en el imaginario colectivo
los cuadros eran el ejemplo y de ser posible había que parecerse a ellos.
Aquellos afiliados sin militancia activa eran llamados desasimilados,
desencuadrados, les faltaba asimilarse y encuadrarse para realizar un
aporte importante al desarrollo revolucionario.
Los cuadros debían dar el mayor esfuerzo al partido sacrificando
algunas cosas. Sin embargo, el valor del sacrificio se traducía de forma
diferente de acuerdo a los ámbitos de inserción de los militantes. El sacrificio
personal que los jóvenes comunistas realizaban estaba relacionado con ser
los mejores estudiantes sin descuidar la militancia. Además, el sacrificio
también debía reflejarse en el compromiso con la revolución y en la valentía
que se requería para ella.
¿Cómo elegir para promover los cuadros en la UJC? Con una condición:
primero que nada, por su espíritu revolucionario, el más arrojado, el más
dispuesto a entregar la vida a la revolución y al Partido; el que no se siente
atado por nada, ese hay que promover. […] Creemos que se pueden dar tres
elementos para la formación de los cuadros de la UJC: Uno, la abnegación
y espíritu de sacrificio […] el joven comunista debe estar siempre al frente,
sea una manifestación, huelga, defensa de la Universidad, etc.; pero también
en la diaria tarea, en la venta de El Popular y en las pegatinas. Otro: en
trabajo por frentes, el trabajo periódico desde el secretariado de cada frente
[…] el trabajo personal con los camaradas de los círculos, los activos […] Y
el tercer elemento es la educación, por medio de lecturas comentadas […] las
conferencias que siempre son un medio eficaz pues enseñan y despiertan el
interés por el estudio; y la escuela vespertina del Partido, que en el día de hoy
inicia sus cursos a los cuales asisten camaradas de la UJC.24
El coraje, la valentía, el arrojo, fueron cualidades que se valoraron
prácticamente en todas las organizaciones de la izquierda sesentista. La
diferencia se daba en los referentes que se tomaban como ejemplo y en el
23
Luego de 1985, se volvería a realizar la emulación y se entregaría como premio la bandera del partido,
la bandera del Frente Amplio y la bandera uruguaya.
24
Informe de Tomás Rivero a la 1ª Conferencia Nacional de Organización de la UJC, realizada el 10 de
agosto de 1963.
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Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta...
grado de lealtad que se esperaba de los militantes. En la medida en que
la violencia y la represión aumentaban en Uruguay, las condiciones para
mantener la disciplina se hacían más difíciles y para esto los comunistas
debieron nutrirse de ejemplos de resistencia y construir un tipo ideal de
comunista. “Todos leíamos a Fucik, se iba conformando una ética en torno
a eso”25; “teníamos la trilogía de Jorge Amado, Los subterráneos de la tierra, y
aprendíamos de los comunistas brasileros”26. Como señala Torrejón (2007:
27), los movimientos opositores a la ocupación alemana e italiana así como
la oposición clandestina a la dictadura franquista jugarían también un rol
muy importante como referentes de una resistencia. Se leían libros con
testimonios, se recibía personalmente a quienes se consideraba héroes de la
resistencia, llegaban las noticias de la prensa, las fotos y hasta las canciones
de la resistencia europea eran cantadas por los comunistas uruguayos.
Por supuesto que además de todas las lecturas que pueden haber
realizado los militantes de la izquierda en los 60 sobre experiencias de
reclusión y clandestinidad, se fue realizando un aprendizaje en la práctica en
el marco de las movilizaciones y la represión consiguiente. Esta produciría
los primeros mártires que se transformarían en referentes para toda la
izquierda, pero más para los comunistas: “Cuando había que estar al frente
se estaba, los primeros que murieron fueron comunistas”27.
La cultura como difusora de ideas jugó un papel muy importante
en estos años para toda la izquierda. Sin embargo, esto fue especialmente
relevante para el colectivo de los comunistas, el cual contaba con un
aparato cultural muy importante. La militancia cotidiana comunista estaba
rodeada no solo de materiales teóricos sino de productos culturales que
conformaban también una mística especial. El partido editaba discos,
la revista Estudios realizaba crítica de arte y cultura, El Popular difundía
actividades culturales asociadas a los artistas de izquierda como los
espectáculos de teatro en El Galpón, las películas de Cinemateca del Tercer
Mundo o del Instituto Cultural Uruguayo-Soviético, los recitales de música
popular, las exposiciones de arte, las presentaciones de libros, las lecturas
de poesía, entre otros.
Cuánto se leía a Antonio Gramsci en el Partido Comunista es tema
de debate y que merece un estudio específico, pero no parecen quedar
dudas de que cierta concepción gramsciana respaldaba el esfuerzo que se
25
Eduardo. La referencia es a la obra de Julius Fucik, Reportaje al pie del patíbulo, publicada en 1945 y escrita en prisión por quien fuera capturado por la Gestapo en Checoslovaquia y asesinado en Alemania.
Integrante del Partido Comunista de Checoslovaquia, relata en su texto la tortura a la que es sometido
y la disciplina mantenida para no dar información.
26
Omar.
27
Marta.
VIRAJES
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Ana Laura de Giorgi
realizaba en aras de atraer a los sectores intelectuales e incidir en la cultura
y la comunicación.
El militante comunista absorbía y reproducía ciertos valores que
también se trasladaban a su vida privada. La vida de estos militantes fue
interpelada por la política y el límite conceptual entre lo público y privado se
tornó difuso. La moral del hombre nuevo variaba según a qué organización
se perteneciera y las razones de por qué cuidar la vida privada también.
En una organización donde las jerarquías y la disciplina ocupaba un
lugar muy importante en la estructura de valores y donde ciertos dirigentes
eran valorados como superiores por su capacidad intelectual, era coherente
esperar la disciplina de esos dirigentes en otros ámbitos, como el de la vida
privada y que estos fueran ejemplos de toda la militancia. En el Partido
Comunista, el ejemplo lo debían dar los cuadros, estos debían ser: “un espejo
para todos los afiliados, para aquellos que llegan a nuestras filas y deben
formarse ideológica y moralmente, adquiriendo experiencia, disciplina y
hábitos”28.
Los grados de la endogamia en las organizaciones variaban y las
razones que justificaban a esta también. En el caso del Partido Comunista,
la familia era un camino para ampliar la fuerza del partido, los hijos y
las mujeres eran parte de la vida política y se generaban espacios para
involucrarlos como: kermeses infantiles, eventos en el día de la madre,
entre otros. El partido estaba compuesto por muchas familias comunistas
que cumplían la función de educar generaciones enteras, la familia era la
primer puerta de entrada al marxismo-leninismo. “Nosotros decíamos que
200 familias gobernaban el país pero 20 familias gobernaban el partido, los
fundadores eran como mis primos más grandes”29.
El partido crecía desde la familia y las familias comunistas se sentían
responsables de esto. El partido involucraba tanto a las familias comunistas
como a aquellos militantes que no tenían una. Para este último caso tenían
a la familia o familia grande, denominación que era utilizada para referirse
al partido y con esa familia el militante podía contar. Los comunistas
sentían que: “en el círculo vos tenías todo, era tu cumpleaños y aparecía la
torta, necesitabas ayuda y la pedías”30, y esto generaba un sentimiento de
pertenencia muy fuerte, de los comunistas con la familia comunista.
Más allá de los 60 y del hombre nuevo, los comunistas no buscaban
un nuevo modo de vida. El partido debía estar inserto en la sociedad y esto
implicaba moverse con los códigos de la idiosincrasia uruguaya: “Había
que ser lo mas uruguayo posible, ser de Peñarol o de Nacional como todo el
28
Rodney Arismendi, Informe de Balance presentado al CC, agosto 1966.
Ana.
30
Isabel.
29
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Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta...
mundo, me acuerdo de compañeros escuchando el partido, las tradiciones
uruguayas se conservaban y se consideraba necesario eso”31. Los rituales
domésticos no se suspendían, no solo porque se tratara de un partido legal
sino porque constituían la sociedad en la que había que insertarse como
algo natural, no un pecado pequeño burgués.32
Militar en La Orga
“No alcanza que tenga [el militante] una ideología revolucionaria
debe vivir como un revolucionario”, así reza el Reglamento del MLN-T
dejando en claro que pertenecer a esta organización implicaba un esfuerzo
particular.
El ingreso al MLN-T era bien distinto al del Partido Comunista. No
había un procedimiento formal, ni ficha ni carné. Una persona consultaba
individualmente al candidato sobre su voluntad de ingreso a la organización
y luego venía el contacto. En algunos casos la incorporación era precedida
de una puesta a prueba. El ingreso y el ascenso se daban a partir de la
asignación de una tarea que debía ser cumplida con responsabilidad:
El MLN-T no era una organización horizontal, tenía su estructura
jerárquica: Convención Nacional, Comité Ejecutivo, columnas, células,
grupos de acción (GA), grupos de acción en formación (GAF), comités
de apoyo a los tupamaros (CAT), ámbitos que iban de un mayor nivel de
inserción a uno muy menor como eran los grupos periféricos o los CAT,
donde participaban personas sin funcionamiento orgánico. Existía una
estructura jerárquica que en su denominación era aún más jerárquica que
la del Partido Comunista. Comandantes y subcomandantes, no secretarios,
conducían el proceso revolucionario. Pero más allá de las condiciones
institucionales, los liderazgos no eran en general valorados como algo
importante o necesario. En el MLN-T, los liderazgos y la autoridad se
construían a partir de la acción, de la fuerza de voluntad, del coraje y
atrevimiento, de la capacidad de “salir de una situación difícil”33, de la
cercanía con la acción directa.
31
Marta.
Llama la atención una sección de El Popular editada a principios del 60 denominada: “El Popular para
el hogar y la mujer”. En la edición del 17 de mayo de 1964, p. 8, en dicho sección hay varios recuadros:
“Elija su peinado”, “El rincón de la costura”, “Rico y económico”, eran algunas de las notas de esta
sección que como señala Leibner (2011) más que un indicador de pautas androcéntricas en el PCU,
podría reflejar la preocupación del partido por comunicarse con ciertos sectores populares a los cuales
la organización buscaba convocar.
33
Pedro.
32
VIRAJES
225
Ana Laura de Giorgi
La formación teórica no era central aunque esto no significaba que los
tupamaros no leyeran teoría. Sí leían, o habían leído antes de ingresar a la
organización, pero no hacían de ella el centro de su militancia ni valoraban
más a unos que otros por su capacidad intelectual, como sí sucedía con los
comunistas.
El lugar que tenía la formación teórica en el Partido Comunista, lo
tenía el arrojo y la capacidad de resolver una situación en el MLN-T. El
aprendizaje no se centraba en la teoría sino en la práctica, se leían manuales,
testimonios y se veían películas que se transformaban en referencias.
Nosotros habíamos visto la Batalla de Argelia y estábamos dispuestos a
reclutar de esa manera, probando a la gente, en la Batalla de Argelia le dan
un revólver a un tipo y otro que es del movimiento viene y hace como que es
el enemigo y hace como que le tira y el revólver estaba descargado pero se lo
prueba para ver qué hacía, si aflojaba o no, bueno nosotros probábamos a la
gente también.34
La formación existía pero no era para la discusión o la acumulación
de fuerzas en el terreno legal, sino para realizar acciones y aprender a
moverse con los criterios de la guerrilla. En el documento “Organización
y Seguridad” (MLN-T, 1969b), se realizan recomendaciones prácticas sobre
como evadir la vigilancia, cómo realizar los contactos en la calle y sobre
manejo y cuidado de las armas. En el documento “Manual de Interrogatorios”
(MNL-T, 1969a) se establecen pautas sobre qué contestar y cómo contestar
en caso de resultar capturados. Así como la literatura teórica no había sido
la fuente principal de inspiración para los tupamaros, tampoco la literatura
heroica ocuparía un rol central en este aspecto como lo había ocupado para
los comunistas. El “Manual de Interrogatorios” con 18 recomendaciones y
algunos simulacros de estos en las casas conformaban la preparación para
la resistencia. Tampoco se erigían líderes de la resistencia como sí sucedía
en el Partido Comunista. No se le daba una importancia a esto en términos
de formación, algunos incluso rechazaban tener información al respecto.
Las discusiones eran vistas como una pérdida de tiempo que no
conducían a lograr los cambios ansiados. “En lugar de las palabras
revolucionarias nosotros proponemos cambiar a la gente con hechos
revolucionarios”35. Los informes, eran un instrumento para la planificación,
no tenían el valor de verdad revelada que tenían para los comunistas porque
la verdad no era teórica sino práctica. La disciplina en el MLN-T, era una
disciplina de la acción, un instrumento para lograr las acciones planificadas.
34
35
Mateo.
MLN-T. (1968). Documento No. 3.
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Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta...
Los tupamaros se fueron formando a través de los documentos
prácticos y de la participación en diversos niveles de acción en la medida
en que iban asumiendo responsabilidades. Se podía comenzar siendo un
periférico y finalizar siendo comandante.36 El pasaje en la estructura jerárquica
podía ser más o menos rápido, dependía de las circunstancias, por ejemplo,
de la caída sucesiva de las direcciones, pero también de las cualidades de
los militantes para ser promovidos. Respecto a estas últimas, la evaluación
por desempeño no era en términos de argumentos teóricos esgrimidos,
capacidad de oratoria o de reclutamiento como en el Partido Comunista.
Se evaluaba la participación en acciones, más o menos periféricas. Lo
importante era cuánto aportaba el militante en el terreno de la guerrilla
urbana de acuerdo a la función que cumplía.
La promoción implicaba pasar de las tareas de apoyo, cobertura,
enlace y logística, a ser un “combatiente propiamente dicho”. Consistía en
participar en una acción, prepararse o tener los recursos materiales para
ella. Tener la posibilidad de hacer un “curso de fierros, algo que a todos nos
entusiasmaba”37.
A diferencia del Partido Comunista, no se generaba un culto al estudio
en la educación formal. No era necesario ser una persona estudiosa. Los
tupamaros debían dedicarse por completo a la organización y esto implicaba
renunciar a algunas cosas, entre ellas al estudio. Lo mismo sucedía con la
cultura. Los tupamaros no tenían por qué tener una formación cultural.
Más allá de que muchos de ellos tuvieran un nivel cultural e intelectual
importante, no hacían uso y mucho menos ostentación de él. Por este motivo,
tampoco había un aparato cultural como el de los comunistas en el sentido
de iniciativas directas de la organización para promover un apoyo explícito
de la cultura a pesar de que contaban con referentes culturales en la música
popular como Daniel Viglietti y Los Olimareños. Sus canciones y poemas
hablaban de un sujeto revolucionario específico, con ciertas cualidades que
son valoradas por la izquierda sesentista de la época en términos generales
pero con características específicas que describían cualidades o aptitudes
especialmente valoradas por los tupamaros. Tiene “Sangre y coraje”, traen
“lanzas y sables”, “salen de los poblados” “y del “monte”, “dejaron sus
vidas, sus amigos y sus bienes”, son “rebeldes y valientes”38.
Una fuente importante a partir de la cual se pueden analizar las
cualidades que eran mejor apreciadas dentro de cierta organización
36
Además una inmensa cantidad de gente realizaba actividades “logísticas”, trabajos de albañilería para
construcción de berretines, documentos falsos, costura de ropa con capacidad de esconder documentos,
tareas de “cobertura”, entre otros.
37
Pedro.
38
“Los orientales”, poema de Idea Vilariño musicalizado por Los Olimareños.
VIRAJES
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Ana Laura de Giorgi
política, son las descripciones de los mártires de los cuales se describen
sus principales virtudes. En el documento “Nuestro muertos” (MLN-T,
1970), referido a 13 integrantes fallecidos, se reiteran de forma continua
ciertos aspectos de la personalidad considerados como virtudes innatas y
construidas o reforzadas dentro de la organización y que daban una imagen
particular a ella.
Había ganado esa autoridad moral, predicando con su tra­bajo, con su completa
entrega a la tarea militante. No era raro verlo hacer esfuerzos enormes por
man­tenerse despierto en una reunión nocturna […] autocontrol que siempre
logró mantener. […] no tuvo dudas en afrontar las conse­cuencias, a pesar
de que debía separarse de su com­pañera y de una hija de pocos meses de
edad. […] Vivía en una choza de paja y cuidaba un criadero de aves […] Era
común oírle decir, refiriéndose a sus es­casas pertenencias: “Aquí lo que hay
no es mío, es de todos” […] Murió humildemente como un buen soldado de
la Revolución […] jamás dictó pautas a ninguno de sus tres hijos, tratando
que vivieran su propia experiencia y se formaran con ella. […] Jamás dejó de
militar y jamás dejó de reír […] Dejó las comodidades que le podía brin­dar
su situación económica desahogada y puso a disposición de sus compañeros,
todos los medios ma­teriales a que tenía acceso […] Se educó en la práctica
revolucionaria y tuvo siempre una inclinación determinante por la acción.
No le entusiasmaban las discusiones políticas […] Siendo dirigente actuaba
en el trabajo físico a la par de los militantes de base, los impulsaba y los
superaba […] férrea disciplina y seriedad en el trabajo […].39
Dedicación al trabajo, entrega, seriedad, autocontrol, sacrificio
personal, confianza, serenidad, iniciativa, humildad, austeridad, alegría,
solidaridad, rechazo a los dogmas y disciplina eran los valores que guiaban
la militancia tupamara.
Para el caso del MLN-T su estrategia de propaganda armada implicaba
ser muy creativos e innovar constantemente. Había que generar impacto y
para eso “había que golpear primero”40. Tanto los hechos simpáticos, como
los no simpáticos (secuestros, ejecuciones) tenían la innovación por detrás
que buscaba tanto generar impacto como establecer diferencias claras con
otras izquierdas.
Toda la teoría del doble poder, había que consolidarlo, si la oligarquía tienen
cárceles nosotros también, ellos allanan las casas de los luchadores sociales
nosotros también vamos a allanar la casa de los de la represión, y entramos a
la casa de los coraceros, de la metropolitana. Así como ellos llevan la violencia
39
40
La cita está compuesta por fragmentos de los trece integrantes fallecidos.
Pedro.
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Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta...
al seno del pueblo, el pueblo va a llevar la violencia al seno de la oligarquía,
entonces no van a poder divertirse tranquilos le vamos a poner una bomba en
el bowling, en la boite Zum Zum.41
Al igual que en otras izquierdas de la época, los militantes tupamaros
realizarían sacrificios. Uno de ellos estaría relacionado al tema de los hijos,
sobre todo para aquellos y aquellas que deseaban tenerlos pero renunciaban
a esta posibilidad por su entrega a la revolución42. Este era un tema que
trascendía a toda la izquierda y que era más significativo cuánto más
entrega se le solicitara al militante. Tanto en el Partido Comunista como en
el MLN-T el tema se había discutido, en esta última organización tanto se
había discutido que se habían formado corrientes.
En un momento se discutía en el MLN-T el hijo sí, el hijo no, estaba aquello
de que se precisan niños para amanecer43, que era todo una posición, una
teoría, pero yo siempre tuve claro que no, aún con la necesidad imperiosa que
tenía de tener hijos.44
Los tupamaros buscaban vivir de otra manera, el hombre nuevo: “un
tupamaro de esos barbudos y en chancletas, me hacía bromas y me decía
pequeña burguesa”45. Diferenciarse significaba por una parte renuncia
material. “[…] criticábamos las actitudes burguesas, tomar helado, salir a
emborracharte, salir a bailar, gastar en lo superfluo, darle más importancia a
la ropa”46. Más allá de la acción, en otros aspectos en el MLN-T no había que
destacarse porque la diferenciación y la ambición teórica eran mal vistas. Una
clara diferencia con el Partido Comunista era el espíritu igualitarista de los
tupamaros a partir del cual se rechazaba la idea de la diferenciación: “todos
iguales”, todos en la lucha revolucionaria eran uno más, no importando
de donde provinieran. La indiferenciación no solo tenía que ver con que
cualquier militante podía transformarse en comandante más allá de su
formación teórica e intelectual, si cumplía con las cualidades tupamaras,
sino con que no era bien visto que algún integrante se diferenciara por su
nivel intelectual o por su posición socioeconómica.
Esta valoración extrema de la igualdad, traducida a prácticas
implicaba la renuncia a los bienes culturales o materiales con los que
41
Oscar.
Esta discusión fue característica en otras organizaciones de la izquierda armada, en América Latina
también. Ver: Carnovale (2011: 210).
43
La entrevistada hace referencia a la letra de la canción de Daniel Viglietti: “Gurisito”.
44
Teresa.
45
Leticia.
46
Rafael.
42
VIRAJES
229
Ana Laura de Giorgi
algunos contaban. Igualar implicaba para algunos tratar de no ser más
de lo que eran y para otros renunciar a lo que eran porque había que ser
“personas desinteresadas”47. Abandonar la vida burguesa, abandonar las
comodidades y vivir de otra manera: “no se podía ser un mantenido, había
que trabajar en lo que fuera”48. “[…] queríamos vivir como los más pobres,
que eran nuestro ejemplo” (Zerpa, citado por Aldrighi, 2009: 313).
Se debía sacrificar el estudio, las comodidades y la seguridad, había
que estar dispuesto a arriesgar la vida, tener coraje y valentía. Cualidades
que todo tupamaro y tupamara debía tener, aún no siendo para estas
últimas parte de su socialización de género y por lo tanto un desafío mayor.
[…] las que hacían carrera en el MLN-T no eran precisamente las más
femeninas. Las que se comportaban como hombres, que tenían rasgos viriles,
eran las que más rápido progresaban. Las que más se asemejaban al hombre.
(Alemañy, citado por Aldrighi, 2009: 322)
Quienes estaban dispuestas a asumir el costo de la integración en el
MLN-T, que se traducía en un acercamiento por parte de las tupamaras a las
pautas de la masculinidad de la época, eran beneficiarias de cierto sentido
de protección en la medida en que el MLN-T era un espacio desde el cual
era posible contestar los roles tradicionales de género que la sociedad les
asignaba.
Nosotros no éramos como ellos, nos sentíamos distintos, éramos dueños de
nuestra vida y la salida de la cárcel fue muy dura, fue muy feo, la presión de
la sociedad, bueno ahora ya está casáte y tené nenes.49
Militancias encontradas
En los 60, asistimos a la construcción de un nuevo imaginario, el
hombre nuevo. Sin embargo, más allá de esta figura compartida, el sujeto
revolucionario no era el mismo si miramos a la interna de la izquierda en los
60. No solo se diferenciaba por tener un arma en el hombro para impulsar la
revolución o por una doctrina que lo respaldara. Posee valores diferentes, le
importan y desea cosas distintas, cuida y descuida sus comportamientos de
acuerdo a una escala específica de principios. Realiza prácticas diferentes,
tanto en su vida pública como en su vida privada porque es parte de una
47
Mónica.
Leticia.
49
Mariela.
48
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Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta...
comunidad política donde aprendió en conjunto con los demás y construyó
símbolos y rituales que daban sentido al colectivo.
Comunistas y tupamaros, sostenían ideas diferentes y desplegaron
distintas militancias, porque tenían diversos valores, porque desarrollaban
distintas prácticas, porque compartían un colectivo distinto.
“Crece desde el pie la semana, crece desde el pie, no hay revoluciones
tempranas, crecen desde el pie”, cantaba Zitarrosa50. Los comunistas
comprendían que el proceso revolucionario era lento y acumulativo, y
que lo más importante era fortalecerse como militantes y fortalecer a la
organización política de la que eran parte. Para esto se requería formación,
paciencia, solidez, dedicación, seguridad, confianza y apertura a la sociedad.
Por eso estudiaban, para entender cómo funcionaba el mundo y también
para enseñarles a otros, y por eso valoraban la capacidad de oratoria para
convencer mediante la palabra. Y gran parte del sacrificio de comunistas
estaba en las horas dedicadas al crecimiento del partido, en los círculos,
en el seccional, en el departamental, en toda la estructura organizativa.
La militancia comunista estaba regida por una cultura, credencialista,
planificadora y productivista.51
En el MLN-T la situación fue diferente. Para crear las condiciones
subjetivas de la revolución se necesitaban militantes con otras cualidades,
fundamentalmente voluntad y coraje, capacidad de entrega, desinterés,
creatividad, sencillez. La lectura de materiales teóricos no era algo bien
visto. Lo deseable era que, si se iba a leer, en tiempos de paz, se hiciera
sobre literatura útil, desde la cual tomar ejemplos. La formación teórica y
la capacidad discursiva quedaban en un segundo o tercer plano, no eran
valoradas como las cualidades que el tupamaro debía tener, por más que
muchos las tuvieran. Mientras que los comunistas aprendieron a razonar
dialécticamente, los tupamaros aprendieron a moverse como clandestinos.
Los tupamaros admiraban y recordaban a quienes tenían ingenio, inventiva,
se probaban de esa manera. La militancia tupamara debía ser innovadora,
también planificadora solo que para el corto plazo y también productivista,
no de acciones para el crecimiento del partido, sino de acciones de
crecimiento del foco.
Los sentimientos también se veían interpelados por la pertenencia
al colectivo comunista o tupamaro. Para los comunistas la familia sí era
algo deseable, no la familia burguesa, otra familia, la familia comunista. La
estructura de la familia valorada era la del modelo tradicional occidental
pero una familia para el partido. En la estructura de valores de los tupamaros
50
51
Alfredo Zitarrosa, “Crece desde el pie”, 1984.
La caracterización de productivista la realiza Marisa Silva (2009).
VIRAJES
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la familia, la pareja y los hijos era un tema importante, importante y no
saldado. Lo deseable era la entrega total a la vía armada y esto implicaba
la postergación de la decisión de tener hijos, estos eventualmente llegarían
en otra etapa. La familia tupamara no era un objetivo, no había objetivos
a largo plazo, no había que acumular fuerzas lentamente y educar a los
hijos en el mundo tupamaro. Los hijos llegarían a otro mundo, una vez
que hubiera triunfado la revolución. En la militancia tupamara la familia
tradicional no entraba en el terreno de lo deseable, ni era funcional a
los objetivos finales. En términos de parejas, lo deseable se confundía
con lo necesario. La clandestinidad imponía fuertes restricciones, se
entablaban relaciones entre tupamaros o de lo contrario se debía ocultar
la participación en el movimiento. El colectivo tupamaro debía respetar
ciertos códigos, había que llevar una vida verdadera, no de mentiras. Así
como denunciaban las libras de Mailhos denunciaban la doble moral y
sancionaban la infidelidad. Así como había que comprometerse seriamente
con la revolución había que tener el mismo cuidado con la compañera, y
no cambiar a cada rato. A diferencia de lo que se considera en el sentido
común, que los tupamaros no tenían reglas morales y que integraban un
Movimiento de Liberación Nacional que, por añadidura, también permitía
la liberación de la vida privada, en realidad los tupamaros se preocupaban
especialmente de los comportamientos en esta esfera. Incluso habían escrito
un documento específico (VIB), algo que las culturas letradas no habían
hecho. Un documento que por general y ambiguo que fuera expresaba la
preocupación por el tema.
Las coordenadas de la militancia de comunistas y tupamaros se
fueron conformando intersubjetivamente, desde la experiencia subjetiva de
cada militante y en interacción con los demás. Pero las comunidades de
pertenencia no eran iguales, se era parte de ella de una forma particular.
El MLN-T tal vez era la organización más heterogénea, así lo han
referido varios autores, entre ellos Garcé (2006) que ha realizado hincapié
en este aspecto, señalando que el MLN-T había incorporado estudiantes,
obreros, trabajadores rurales, anarquistas, católicos, trotskistas, intelectuales,
nacionalistas, personas provenientes de diversos estratos socioeconómicos,
entre otros. Sin embargo, a pesar de que de “todas partes vienen sangre y
coraje”, en términos de valores se fue transformando en una organización
homogénea, en donde el militante no debía diferenciarse más que por
su nivel de inserción y su valentía. Todos debían ser personas sencillas y
austeras. El espíritu igualitarista seguramente es una de las características
más importantes de la militancia tupamara.52
52
Para reflexionar mejor sobre este tema, sería adecuado contar con estudios que analizaran profundamente la relación entre clase y pertenencia en estos partidos y movimientos, algo de lo que carecemos
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Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta...
La comunidad comunista era diferente, su composición era
heterogénea aunque no tanto como la tupamara. La cultura comunista
tenía valores consistentes con prácticas muy fuertes. Jerarquías, disciplina,
militancia constante, estudio, teoría, son elementos que pueden encontrarse
fácilmente en la forma de hacer política de un comunista. Sin embargo,
el colectivo comunista tenía una particularidad que era la de permitir
ciertas diferencias o ciertas adscripciones. A diferencia de los tupamaros,
los comunistas no eran tan igualitaristas. Lo deseable no era borrar las
diferencias, sino por el contrario admitirlas.53 No era entendido que para
ser un buen comunista había que renunciar al trabajo, al estudio, a una
situación económica particular. Lo deseable era justamente contar con
comunistas en diferentes lugares para que reclutaran diferentes personas
y así poder conformar un frente opositor. Aquellas actividades que
requirieran del esfuerzo, no debían abandonarse por el partido, ni el estudio
ni el trabajo, los mejores estudiantes, los mejores trabajadores tenían que ser
los comunistas. Todos desde su lugar, eran importantes porque cumplían
una función. La militancia comunista estaba ordenada por un régimen
estamental y meritocrático.
En la militancia comunista se permitía cierta diversidad también
porque “había que ser lo más uruguayo posible”. Lo deseable no era
mostrarse diferentes de la sociedad, sino mostrarse iguales. Así como no
planteaban una nueva forma de hacer política para captar adhesiones
tampoco proclamaban una nueva forma de vivir, aunque en la práctica,
con disciplina y militancia a tiempo completo de por medio, esto quedara
en cuestión. Lo deseable era acercarse a la sociedad con los códigos de la
época, sea porque los suscribieran o porque los utilizaran. No había que
mostrarse diferente o alternativo: “amamos el pan y el vino, la alegría
de vivir, las mujeres…”, así rezaba el carné comunista. No buscaban
diferenciarse, sino integrarse, o más bien integrar al comunismo desde los
códigos de la sociedad, posiblemente desde la preocupación de reducir la
caracterización de sovietismo que se solía aplicar al PCU. En este sentido, la
cultura comunista era una cultura populista integradora.
Este no era el caso de los tupamaros quienes, para disputar el
espacio público, proponían una contracultura, conformaron una “cultura
hoy en día en Uruguay. La formación teórica y el culto a esta, distingue a las culturas pero hay que
analizar cuánto pesa el hecho de que desde el Partido Comunista el referente sea la clase obrera a la que
hay que esclarecer y ayudarla a comprender a través del marxismo-leninismo y el partido, mientras que
en el MLN-T algunos pueden despreciar la formación teórica porque la tienen, o creen tenerla.
53
La descripción que Marisa Silva realiza de la ubicación de las personas en el acto aniversario, también refleja la conservación de las diferencias de la composición del partido. Los militantes se ubican
por sector laboral, barrio o departamento, hay un lugar reservado a las mujeres y a los jubilados (Silva,
2009: 38).
VIRAJES
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Ana Laura de Giorgi
rupturista” según Bayce (1989), propusieron un “antisistema de valores”
según Costa Bonino (1995: 197). Para el MLN-T el sujeto de la revolución no
era el proletariado y no buscaron proletarizarse. El imaginario tupamaro no
estaba compuesto por el proletario sacrificado sino por el pobre, el peludo.
Aquellos provenientes del sector socioeconómico medio o universitario
tenían que aprender de los peludos, no de los proletarios. A pesar de haber
recibido el MLN-T personas provenientes de diferentes ámbitos y de
decirse un movimiento abierto y heterogéneo, el igualitarismo para abajo, la
cultura del pobrismo imprimió una pauta bastante homogénea en términos
de valores y prácticas.
Las experiencias militantes de comunistas y tupamaros, nos permiten
aprehender dos modalidades antagónicas de militar en la izquierda
sesentista. Por supuesto que otras militancias quedan pendientes de ser
estudiadas, pero estas dos reflejan de forma clara cómo organizaciones
políticas con ideas y estrategias en disputa también construyeron modos
alternativos de vivir la revolución.
A pesar de conformar la izquierda sesentista y décadas más tarde
confluir en una única opción partidaria como sería la del Frente Amplio,
queda claro y debe ser estudiado en profundidad a futuro, que las
organizaciones armadas de América Latina compartieron muchos elementos
en común así como también los partidos comunistas. Pero también debe
considerarse que los procesos militantes se dieron un espacio particular,
en este caso la militancia dentro del MLN-T contó con una figura en el
imaginario muy importante como la de los peludos y el PCU se preocupó
especialmente por uruguayizarse lo mejor posible, por mencionar solo dos
aspectos que dan cuenta de elementos particulares.
Por otra parte, este trabajo pretendió comprender las distintas
experiencias militantes desde una perspectiva relacional, no podemos
entender la propuesta tupamara sino tenemos en cuenta a la izquierda
tradicional y fundamentalmente a los comunistas. No podemos entender
a estos últimos en los 60, si no damos cuenta del desafío que implicó el
fenómeno tupamaro en la izquierda uruguaya. Como se vio en esta
propuesta de análisis, la disputa entre estos dos colectivos no solo fue
ideológica o estratégica, sino político-cultural, se transmitió a las diferentes
formas de militar en la izquierda e interpeló la vida integral de quienes
habitaron las organizaciones.
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antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236
VIRAJES
MOVIMIENTO POLÍTICO COMPROMISO
CIUDADANO DE LA CIUDAD DE MEDELLÍN:
ENTRE UTOPÍA CÍVICA Y PRAGMÁTICA
POLÍTICA*
OMAR ALONSO URÁN ARENAS**
Recibido: 23 de marzo de 2013
Aprobado: 19 de mayo de 2013
Artículo de Investigación
* Este trabajo es realizado con base en la información procesada en la investigación “División políticoadministrativa del territorio urbano, representación y participación ciudadana en el gobierno de ciudad”
(investigación en curso), además de la información y conclusión de dos investigaciones previas en las
cuales hemos participado y cuya información empírica y analítica releemos en función de los objetivos
del presente trabajo: Globalización, cadenas productivas y redes de acción colectiva en Medellín y el
Valle de Aburrá (Betancur, Stienen & Urán, 2003) y La ciudad en Movimiento: movimientos sociales
y democracia en Medellín y el Valle de Aburrá (Urán, 2000). Fuera de ello, el para este artículo en
específico, se realizaron 10 entrevistas y 1 grupo de discusión con activistas de este movimiento.
** Sociólogo, magister y candidato a doctor en Investigación y Planeación Urbano-Regional. Docente de
sociología urbana de la Universidad de Antioquia. Miembro de los grupos de investigación: (i) Cultura
Política y Desarrollo Social, y (ii) Investigación Urbano - Regional en Democracia, Desarrollo y Conflicto.
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antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264
Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica...
Resumen
Este trabajo versa sobre los orígenes, evolución y disolución del Movimiento
Político Compromiso Ciudadano que por dos periodos consecutivos de 4 años
(de 2004 a 2011) gobernó en la Ciudad de Medellín. El escrito avanza en: (i)
mostrar cómo gran parte del “éxito” – y de otros buenos resultados menos
publicitados – de los gobiernos recientes en la ciudad de Medellín se deben
en gran parte a un doble proceso colectivo de (a) de movimientos sociales y
de resistencia social frente al miedo y la violencia y (b) de interacción social
amplia y creativa entre diferentes sectores de clase que articuló y resignificó
lo utópico y lo pragmático de la acción política en el gobierno de la ciudad,
particularmente en sus versiones de izquierda democrática y republicanismo
liberal, y (ii) indicar las dificultades, límites y potencialidades de ambas
racionalidades (utópica y pragmática) en la construcción de un proyecto
político democrático de ciudad y desarrollo urbano en un contexto nacional
de realineamientos partidistas que eventualmente conducen a la dispersión
política de los miembros de este movimiento en torno a las diferentes ofertas
de centro-izquierda y centro-derecha que desde siempre les rodearon.
Palabras clave: Acción Colectiva, Racionalidad Política, Movimientos Políticos,
Participación Ciudadana, Medellín.
CITIZEN COMMITTMENT POLITICAL MOVEMENT
IN THE CITY OF MEDELLIN.: BETWEEN CIVIC
UTOPIA AND POTITICAL PRAGMATIC
Abstract
This work deals with the origins, evolution and dissolution of the political
movement Compromiso Ciudadano (Citizen Commitment), which ruled the city
of Medellin for two consecutive periods from 2004 to 2011. The article progress
in: i) showing how great part of the ‘success’ –and other less publicized results–
of the recent Government in the city of Medellin are due in large part to a
double collective process: a) social movements and social resistance before fear
and violence and b) comprehensive and creative social interaction between
different sectors of social classes that articulated and redefined the utopic and
the pragmatic of the political action in the City Government, particularly in
its versions of democratic left and liberal republicanism; and ii) indicating the
difficulties, limits and potential of both rationalities (utopic and pragmatic)
in building a democratic city and urban development political project in a
national context of political realignments that, eventually, lead to the spread
of this movement members around the different center-left and center-right
offerings that have always surrounded it.
Key words: collective action, political rationality, political movements, citizen
involvement, Medellín.
VIRAJES
239
Omar Alonso Urán Arenas
Objetivos e hipótesis del presente trabajo
M
edellín es hoy reconocida en gran parte del mundo por ser
una ciudad que, en un relativo corto periodo de tiempo, ha
pasado “del miedo a la esperanza”1, dejando de ser sinónimo
de violencia urbana para ser considerada como un ejemplo de recuperación
social y desarrollo urbano alternativo. Como suele suceder en los análisis
realizados desde los mass media, el éxito de estas transformaciones es
atribuido al alcalde y, en mucha menor dimensión, al movimiento político
del cual toma parte, sin referencia alguna al proceso histórico dentro del cual
se inscriben y toman un sentido más pleno las acciones realizadas. Pero no
todo ha sido tan fácil ni tan simplemente dependiente de una persona, por
relevante que su rol haya sido dentro de los marcos político-administrativos
de la ciudad. Igual, nada garantiza que el éxito y los resultados obtenidos en
8 años seguidos de gobierno se mantengan en los periodos siguientes, bien
sea desde el punto de vista político-administrativo, como desde el ideario
ciudadano y utópico del movimiento del movimiento que dio origen a estas
transformaciones.
De acuerdo a lo anterior, son objetivos de nuestro trabajo: (i)
mostrar cómo gran parte del “éxito” – y de otros buenos resultados menos
publicitados – de los gobiernos recientes en Medellín se debe en gran
parte a un doble proceso colectivo de (a) resistencia social frente al miedo
y la violencia y (b) de interacción social amplia y creativa que articuló y
resignificó lo utópico y lo pragmático de la acción política en el gobierno
de la ciudad; y (ii) indicar las dificultades, límites y potencialidades de
ambas racionalidades (utópica y pragmática) en la construcción de un
proyecto político democrático de ciudad y desarrollo urbano. De acuerdo
a la investigación realizada nos permitimos formular las siguientes
hipótesis: En escenarios urbanos inicialmente adversos, pequeñas acciones
de resistencia social frente al miedo y la violencia puede coadyuvar al
surgimiento y desarrollo de dinámicas amplias de acción colectiva que
se re-plantean la conducción política de la ciudad y el significado de los
proyectos de desarrollo urbano. Para el caso de Medellín, una dinámica
sostenida de resistencia y participación cívica y ciudadana, ejercida desde
múltiples espacios a inicios de los años de 1990, contribuyó a la construcción
de una agenda propia de ciudad y a la cristalización de un movimiento
político que la representara y ejecutase, en interacción y sin reducirse a los
meros intereses y necesidades de acumulación de los grupos empresariales.
1
Eslogan publicitario utilizado por la Alcaldía de Medellín al final del primer periodo de gobierno del
movimiento Compromiso Ciudadano (2004 – 2007) en cabeza de Sergio Fajardo Valderrama.
240
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264
Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica...
Empero, es necesario resaltar cómo además de las fuerzas internas en el
ámbito municipal, impulsos y esfuerzos realizados desde otros ámbitos
nacionales e internacionales, ayudaron enormemente a nuclear y acelerar
estos procesos de construcción política de la ciudad, tal como lo fue la
creación de una Consejería Presidencial para Medellín en el año de 1990 y el
apoyo sostenido por múltiples agencias de cooperación a la acción políticosocial de diferentes ONGs de la ciudad (Betancur, Stienen y Urán, 2003:
239 – 263).
Frente al agotamiento de los discursos y prácticas políticas tradicionales,
la construcción de agendas y movimientos políticos alternativos con
potencial utópico exige la transformación de las representaciones y actitudes
dominantes frente a diversos temas y problemas, entre ellos: la práctica
política electoral, el papel del estado local, el ejercicio de la violencia, la
organización ciudadana, el desarrollo local y el conflicto social. En el caso
de Medellín, aunque algunos dirigentes del movimiento provenían de
variadas organizaciones de izquierda y del liberalismo socialdemócrata, el
grueso del movimiento no había pertenecido antes a algún partido político
ni se identificaba con alguno. De esta manera, lo que el movimiento asumió
como ganancia política, se volvió una dificultad para los analistas políticos
en cuánto a clasificaciones ideológicas se trata.
Gran parte de la proyección y sostenibilidad en el tiempo de este
tipo de movimientos y coaliciones políticas con contenido transformador
y utópico radica en la ampliación real de los escenarios de participación y
decisión ciudadana, en la potencialización de una nueva institucionalidad
auto-instituyente en la cual no sólo se tomen decisiones democráticas sino
que se amplíe el horizonte de reflexividad de las mismas. En este sentido
el contenido utópico no se reduce a la toma democrática de decisiones,
sino que incluye los procedimientos mediante los cuales estas decisiones se
construyen, son aprobadas, monitoreadas y evaluadas.
Breves consideraciones teóricas
Para este trabajo nos referenciamos teóricamente en el concepto de
acción social de Max Weber, a la vez que lo asumimos en gran parte codeterminado y limitado por la estructura social de producción económica,
en términos de Karl Marx, y procuramos hacer del mismo, en su desarrollo
amplio y extenso, una lectura en perspectiva de movimiento social,
siguiendo en lo fundamental el enfoque y las categorías clásicas de Alain
Touraine (1999: 53-80). Sin embargo, como telón de fondo, mantenemos
VIRAJES
241
Omar Alonso Urán Arenas
la preocupación planteada por Whitebook (1996) de cómo evitar que el
desarrollo institucional y procedimental-democrático cosifique y anule el
potencial utópico y transformativo de la subjetividad humana.
Siguiendo a Max Weber, la acción social (incluyendo omisión o
tolerancia) significa una acción, que en cuanto a su sentido observado por
el agente o sus agentes, “se orienta por el comportamiento de otros, sea
este pasado, presente o esperado como futuro (…). Los otros pueden ser
individuos y conocidos, o una multiplicidad indeterminada de personas
completamente desconocidas…”, (1994: 3, 14), teniendo en cuenta, como
afirma más adelante, que “para la sociología, como para la historia (sic),
el objeto a ser investigado es precisamente la conexión de sentido de las
acciones” (1994: 9). Es decir, el sentido de una acción no se descubre y
comprende en su inmediatez del presente, sino que se hace necesario
vincularla a otras acciones realizadas en el pasado de las cuales es
consecuencia. De este modo, preguntarse por el sentido de la acción es
preguntarse por una cadena de motivaciones, por el proceso mediante el
cual se vinculan una serie de eventos y acontecimientos del pasado con
las acciones del presente, no sólo desde la perspectiva del actor/sujeto de
la acción, sino también desde la perspectiva de los otros sobre los cuales la
acción recae.
“La acción social, como toda acción, puede ser determinada: 1) de modo
racional con respecto a fines: por expectativas en cuanto al comportamiento
de objetos del mundo exterior y de otras personas, utilizando esas expectativas
como ‘condiciones’ o ‘medios’ para alcanzar fines propios, ponderados y
perseguidos racionalmente como éxito; 2) de modo racional con respecto a
valores: por la creencia consciente en el valor – ético, estético, religioso, o
cualquiera que sea su interpretación – absoluto e inherente a determinado
comportamiento como tal, independiente del resultado; 3) de modo afectivo,
especialmente emocional: por afecto o estados emocionales actuales; 4) de
modo tradicional: por costumbre arraigada” (Weber, 1994: 15).
Desde esta perspectiva, mostraremos a lo largo de este trabajo que,
en lo principal, el movimiento Compromiso Ciudadano expresa una
acción social racional, orientada primariamente por valores (transparencia,
equidad, autonomía, p.ej.) y luego, para la concreción y realización de
los mismos, orientada con respecto a fines. De donde, en la dinámica
cotidiana del movimiento, ambas racionalidades tendrán lugar, unas veces
convergiendo, otras conflictuando. Por otro lado, Compromiso Ciudadano
como movimiento político expresa una “relación social asociativa abierta
hacia afuera”, orientada tanto por valores como por fines, en cuanto que, y
siguiendo a Weber (1994: 25), expresa una relación social no comunitaria de
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Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica...
sus miembros, basada en una unión de intereses racionalmente motivados:
racional con respecto a valores por la creencia en el compromiso propio;
racional con respecto a fines por la expectativa de lealtad de la otra parte. El
movimiento Compromiso Ciudadano no expresa una relación comunitaria
en la medida que los vínculos y actitudes de sus miembros no reposan en el
sentimiento subjetivo de pertenecer (afectiva o tradicionalmente) al mismo
grupo o comunidad. Y es precisamente esta apertura en principio sólo regida
por el compartir valores lo que distingue a un movimiento político de un
movimiento social o de un partido político en sentido estricto. Los partidos
se caracterizan por su mayor cerramiento organizativo (no cualquiera puede
ser miembro del partido sin la autorización previa de alguna autoridad
interna), por una mayor jerarquización y estructuración de roles, y por
una clara orientación de ser una organización que busca ocupar el poder
político del estado de manera y modo indefinido. Orientación bajo la cual,
muchas veces, los valores o principios iníciales dan paso a la pragmática de
los fines, en el juego de alianzas y coaliciones por llegar a ocupar el lugar
de mando. Fuera de ello, los partidos se caracterizan por tener también un
programa político, en el cual se reflejan su visión y propuesta para los más
variados temas y problemas de la sociedad, en función de una ideología o
visión del mundo determinada que los agrupa y da sentido.
Por su parte, los movimientos sociales se caracterizan, desde el punto
de vista de la organización de la acción, por ser abiertos, con una muy
baja estructuración de roles (no tienen por decir algo así como una junta
directiva o un presidente) y con una gran dificultad para el establecimiento
de acciones planificadas de largo plazo. Desde el punto de vista de los
contenidos, los movimientos sociales tienden a cerrarse en un campo muy
delimitado de temas, problemas o motivaciones y desde allí provocar o
introducir cambios, bien sea en la cultura o en la estructura social (Uran
2004). Ejemplos son los movimientos feministas, el movimiento indígena,
el movimiento ambiental o el movimiento de los sin tierra, etc., los cuales se
caracterizan por cierta inflexibilidad en cuanto a poner en juego los valores
o principios que los orientan, en tanto constituyen el súmmum mismo de
su identidad. Por tal razón, tienden a ser monotemáticos, persistentes,
duraderos y sin fronteras político-administrativas.
Es necesario entonces entender que cuando nos referimos a
Compromiso Ciudadano como movimiento político no lo hacemos ni
como movimiento social ni como partido. Esta categoría es una suerte
de fenómeno que combina y excluye elementos que caracterizan estas
dos. Los movimientos políticos tienden a ser fuertemente territoriales y
en correspondencia con divisiones político administrativas. A diferencia
de los movimientos sociales, se orientan al poder político e incluyen un
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243
Omar Alonso Urán Arenas
amplio repertorio de temas y propuestas en su agenda, aunque, en su
estructuración inicial como movimientos, es la orientación por valores
la que prima. A diferencia de los partidos políticos, y acercándose a los
movimientos sociales, poseen una baja organización y estructuración de
roles, lo que facilita el ejercicio de la autonomía y creatividad individual
pero igualmente facilita el escenario para la actuación personalista o
caudillista, en tanto no existen instancias muy claras de dirección y control,
todo lo cual dificulta el diseño y ejecución de complejas tareas políticas.
El movimiento político, más que las otras dos categorías, vive con mayor
frecuencia e intensidad la tensión de estar entre dos campos (el político y
el social) y el de orientarse con arreglo a dos tipos de racionalidades (por
valores y por fines), todo lo cual coadyuva a que este tipo de movimientos
sean de corta duración, bien porque transitan o se integran en a otra forma
(tipo partido político) o porque se disuelven, bien sea que se logren o no sus
objetivos más inmediatos.
Teniendo en cuenta a su vez que tanto partidos como movimientos
son formas de sociabilidad, integración y reproducción social, lo interesante
de los movimientos políticos en su cercanía conceptual a los movimientos
sociales, es que permiten construir y vivir con mayor intensidad la experiencia
individual-utópica del ejercicio de la política e incluso experimentar una
sublimación no represiva en el ejercicio de la misma, que en el caso que
nos concierne, es también un experimentar político-subjetivo del espacio
urbano y construcción de sentido de ciudad a partir de la dinámica que el
propio movimiento convoca. Todo lo cual poco permiten y posibilitan los
partidos, en su necesaria disciplina, según la racionalidad que los orienta,
lo que a su vez en gran parte explica la reluctancia que entre muchas
personas ellos inspiran. Tanto los partidos como las grandes corporaciones
(privadas o públicas) suponen un gran control del decir-actuar individual
y una negación de grandes componentes de la subjetividad, en especial, de
aquellos aspectos considerados más expresivos o “irracionales”. En parte,
es este esfuerzo exigido, represión y disciplinamiento no compensado del
individuo – ni siquiera en términos de un mañana utópico – al interior
de los partidos contemporáneos, lo que ha coadyuvado a una gran apatía
ciudadana y a una reducción de su militancia, siendo estos en su mayoría
movidos o integrados por aquellos que tienen algún tipo de expectativas
sobre cargos públicos o contratos, para sí mismos o su entorno familiar.
Como lacónicamente lo expresara Weber (2004: 68) en su texto de La política
como vocación: “las luchas partidarias no son, por tanto, apenas luchas
para la consecución de metas objetivas, mas son, a la par de eso, y sobre
todo, rivalidades para controlar la distribución de empleo”.
Lo anterior es traído a colación porque la mayor parte de la acción de
movimientos sociales y movimientos políticos es voluntaria y realmente
244
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264
Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica...
pocos piensan obtener beneficios económicos directos de su involucramiento.
Sin embargo, cuando se plantea el problema de la sostenibilidad política
de los logros obtenidos por el movimiento, emerge la necesidad de formas
más “solidas” de organización política, con jerarquías y roles establecidos,
solidez que adviene más funcional a lo político-estatal pero que tiende a
aniquilar las energías utópicas autónomas y creativas del movimiento. La
piedra de toque para los movimientos políticos es avanzar en resolver esa
dialéctica existente entre la organización estratégica, que es la que hace
realidad la política pública, y la acción individual expresiva y orientada por
valores que es la que le da un sentido vital no represivo a la política. Trayendo
la reflexión de Withebook (1996: 219)2, el problema de la acción política y
de los procesos de participación ciudadana, desde una perspectiva crítica,
transformadora y creativa, no se reduce solamente al ajuste y alineamiento
de objetivos y procesos, de ganar elecciones y ejecutar políticas públicas,
sino que también es el plantearse en sí misma como escenario de libertad
y liberación (sublimación) de los individuos que integran el movimiento y
realizan las políticas, y para nuestro caso, en condiciones adversas como las
colombianas.
El contexto social y marco histórico del surgimiento del movimiento
político “Compromiso Ciudadano”.
Para inicios de los años de 1980 Medellín se observa como una
urbe que ocupa lugares centrales en los procesos y acontecimientos
políticos nacionales. El auge paralelo de movimientos cívicos populares y
organizaciones guerrilleras durante gran parte de esta década y en gran
parte del territorio nacional va a encontrar en Medellín un territorio propicio
y singular donde se combinan tradición obrera, movimiento estudiantil
y un creciente número de organizaciones barriales y sociales, contando
también con un amplio antecedente de organizaciones de asistencia y
beneficencia, tanto de la iglesia católica como de algunos empresarios.
Se trata pues de una ciudad con una alta densidad social y organizativa
que, dadas las condiciones históricas de desindustrialización (Betancur et
alt, 2003), cerramiento de espacios políticos nacionales e influjo de luchas
y procesos democráticos en gran parte de los países latinoamericanos,
orientará su acción colectiva a cambios profundos en el sistema político,
social y económico del país, movilizando de manera masiva a amplias
capas de la sociedad, configurándose de este modo, para mediados de
2
“Si el fin de la filosofía aún se mantiene, como argumentó Merleau-Ponty, como integración de lo
irracional dentro de una concepción expandida de racionalidad, entonces la sublimación es un proceso
central a través del cual la integración [puede] avanzar”. Traducción propia.
VIRAJES
245
Omar Alonso Urán Arenas
esta década, lo que muchas organizaciones de izquierda caracterizaron en
sus documentos políticos como un periodo pre-revolucionario (tanto por
los altos niveles de organización y protesta social como por la capacidad
militar alcanzada por las organizaciones guerrilleras). Lo cierto es que el
establecimiento también reaccionaría con la ayuda táctica y logística de los
Estados Unidos, utilizando incluso procedimientos considerados no legales
y violatorios de los derechos humanos, contando además con los propios
errores estratégicos y operativos de las organizaciones guerrilleras (CNMH,
135 – 148), van a descarrilar este tren de la insurrección y dejar por fuera
del camino “cierto” de la historia y de la utopía a cientos de personas, en su
mayoría jóvenes urbanos.
Paralelo a esta historia, desde mediados de los años de 1970 y de
manera un poco soterrada, venía el narcotráfico, el cual va encontrar su
máxima visibilidad con el Cartel de Medellín, a finales de la década de 1980,
en el momento en que la estrategia militar guerrillera de la Coordinadora
Nacional Guerrillera (CNG) entra en crisis y en el mundo se derrumba el
“socialismo realmente existente” en la antigua URSS y Europa del Este.
Momento de confusión política, ideológica y de rápida transformación
cultural en que los valores “paisa” de trabajo y austeridad fueron
reemplazados por el lujo y el enriquecimiento rápido. En tal coyuntura la
ciudad sólo se sostiene de manera inercial, a nuestra manera de ver, por dos
grandes acumulados del pasado (i) las Empresas Públicas de Medellín y
una meridiana burocracia técnica al interior de la administración municipal
, y (ii) una construcción simbólica, aún en parte funcional, del mito de la
antioqueñidad y la pujanza paisa, que permiten minimizar subjetivamente
el conflicto y sus consecuencias.
La intervención de la Consejería Presidencial para Medellín, a inicios
de los años 1990, basándose en los acumulados de organización social y
formas precarias de integración simbólica, va a procurar reunir la ciudad,
en cuanto totalidad y diversidad de clases, organizaciones y ciudadanos que
moran y actúan en ella, para que se piensen a sí mismos por primera vez en
su historia de modo colectivo (Echeverría & Bravo, 2009). Muchos debates se
dieron, fundamentalmente entre organizaciones obreras y algunas barriales
de si compartir o no este escenario con actores, como los empresarios o la
propia policía, considerados históricamente como enemigos. Igual del lado
de los empresarios, en sus gremios y organizaciones, se dieron discusiones
de cómo compartir espacios sobre el futuro de la ciudad con personajes
que hacía poco eran considerados enemigos. Empero, en medios de estas
dificultades se fue construyendo una agenda que se visibilizaría en 1996 en
el Plan Estratégico para Medellín y el Valle de Aburrá, proceso y documento
que se constituirán en referentes obligados del primer programa de gobierno
246
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264
Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica...
del movimiento Compromiso Ciudadano. En este periodo se destacan tres
grandes grupos de personas que irán a estar de algún modo soportando
gran parte de este proceso de aglutinación socio-política y que confluirán
en la configuración inicial de Compromiso Ciudadano. Son ellos: (i) las
organizaciones sociales y políticas derivadas del proceso de negociación
con el M-19 y el EPL, mas algunas otras, que sin ser parte de este proceso
lo apoyaban y compartían su horizonte ideológico, (ii) individualidades o
personalidades, tanto académicas, políticas como empresariales que en gran
parte se adscribían a sí mismas como herederas o integrantes del extinto
campo del Nuevo Liberalismo, y (iii) una red de organizaciones barriales
y comunitarias, sin muy clara delimitación político partidista, identificadas
fundamentalmente en cuanto a reivindicar la autonomía y la participación
ciudadana en el desarrollo local así como en la defensa de las empresas
públicas de la ciudad.
Una periodización rápida de la génesis y evolución de Compromiso
Ciudadano
(i) Proto-movimiento, fase en la que se constituyen las relaciones
sociales y confianzas básicas, los pros y contra que nuclearan el discurso
político de esta acción colectiva, la cual inicia en 1990 con los Seminarios de
Alternativas de Futuro para Medellín y culmina en 1998, año en el cual se
efectúan las primeras reuniones entre distintos actores3 que acordaran dar
vida e impulso a un movimiento político alternativo al bipartidismo y que
recoja la agenda social y política construida durante los últimos años.
(ii) Presentación en sociedad, que va desde 1999 hasta 2003, y que
inicia con una reunión amplia, en la cual asistieron más de 200 personas
de diferentes sectores sociales y geográficos de la ciudad y en la cual se
decide de manera colectiva denominar al movimiento de Compromiso
Ciudadano. Esta etapa incluye la primera presentación a elecciones, que a
pesar de no haber sido ganadas permitieron la consolidación programática
y organizativa del movimiento, así como de los valores y principios que
orientaran el movimiento.
(iii) Aprendizaje del gobierno, que inicia con la elección de Sergio
Fajardo4, en el segundo intento, como alcalde de Medellín y con el mayor
3
Nos referimos a personas y organizaciones, entre las que se destacan personalidades académicas e
intelectuales, dirigentes cooperativos, directivos de ONGs, directivos gremiales y sindicales.
4
Hijo de uno de los más reconocidos arquitectos y constructores de Medellín, Sergio Fajardo Valderrama es Doctor en matemáticas: Antes de ser alcalde de Medellín y gobernador de Antioquia fue miembro
del Consejo Nacional de Ciencias Básicas, de la Comisión Nacional de Maestrías y Doctorados, de la
Comisión Facilitadora de Paz de Antioquia. Además de Exdirector del Centro de Ciencia y Tecnología
de Antioquia y Subdirector del periódico el Colombiano, principal periódico de esta ciudad.
VIRAJES
247
Omar Alonso Urán Arenas
índice de participación electoral registrado hasta el momento en la
historia de la ciudad. En esta etapa muchos de las y los dirigentes sociales,
gremiales y comunitarios que hacían parte del movimiento pasan a hacer
parte del equipo de gobierno, así como muchos otros que sin haber sido
parte activa del movimiento eran reconocidos por sus capacidades técnicas
e intelectuales, proviniendo de variados lugares y sectores sociales,
académicos y empresariales. La concentración en el ejercicio de gobierno, y
la obsesión de casi todos los nuevos funcionarios en ser un mejor gobierno
que los anteriores, lleva a una pérdida de comunicación con el movimiento
original pero también a una ganancia de mayor interacción y comunicación
con otros sectores, incluso de la oposición, muchos de los cuales a lo último
se adherirán al movimiento.
(iv) Prueba de consistencia, la cual inicia a principios del 2007 con la
campaña del periodista y escritor Alonso Salazar a la Alcaldía de Medellín,
como continuidad del proyecto político de Compromiso Ciudadano y
sucesión de Sergio Fajardo y en la cual el movimiento se verá exigido en
su creatividad y convocatoria, en tanto gran parte de sus miembros se
encuentran ejerciendo funciones político-administrativas, lo que para el
caso colombiano significa la prohibición de hacer campaña electoral o de
expresar publicas afecciones por candidato alguno. De consistencia por dos
cosas: una, frente a los principios y la continúa tentación e invitación para
hacer alianzas con candidatos reconocidos como clientelistas y como modo
de asegurar las elecciones, y la otra, frente al carácter abierto y de amplia
convocatoria que ha caracterizado el movimiento. Esta etapa continúa
con la elección de Salazar a la alcaldía, superando incluso la participación
electoral frente a la elección anterior de Fajardo, y preparando a este último
para una iniciativa nacional a la presidencia.
(v) Disolución, debido entre otras cosas, a una orientación nacional
sin claridad sobre las políticas de crecimiento y de alianzas que, sumado
a la ausencia de liderazgo interno más allá de Sergio Fajardo, y debido
en gran parte a la ocupación burocrático-administrativa de muchos de
sus fundadores, llevó a un debilitamiento interno que no pudo asumir
con madurez política los retos que representó la coyuntura política de
la llamada “ola verde” para la presidencia nacional en 2010, la cual de
una máxima euforia inicial dejó a la “militancia” con el grande sabor de
derrota y desorientación política. Práctica y militancia política que se tratan
de reconstruir al momento con variados colectivos populares al interior
del Partido Verde y colectivos académicos al interior de la ASI, las dos
agrupaciones que recogieron el grueso de participantes de Compromiso
Ciudadano.
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Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica...
Con la descripción realizada arriba se puede percibir que para finales
de lo que hemos llamando la primera fase el movimiento se nuclea y articula
inicialmente frente a dos tipos actores: individuos y organizaciones sociales.
Entre los individuos se destacan profesionales y académicos que durante
sus tiempos más juveniles hicieron parte de organizaciones políticas de
izquierda o de movimientos como el Nuevo Liberalismo. Por su parte, entre
las organizaciones se destacan ONGs de promoción del desarrollo, derechos
humanos y sociales, empresas cooperativas, asociaciones sindicales (CUT
Antioquia), algunos gremios como CAMACOL (Cámara de Construcción)
y FENALCO (Federación de Comerciantes), además de las organizaciones
políticas Alianza Social Indígena y la Asociación de Ciudadanos por la
Democracia (que luego se transformaría en un proceso de convergencia
nacional en el Polo Democrático Independiente). Es preciso resaltar que
entre los actores fundadores individuales se encuentran los dos alcaldes
que ha tenido el movimiento, representando ambos esa convergencia y
transformación de tradiciones y corrientes políticas.
En su segunda fase de crecimiento y presentación en sociedad, y
siguiendo la lógica de la etapa anterior, son muchos y diverso actores los que
ingresan al movimiento, sobresaliendo, por un lado, un grueso número de
organizaciones sociales y comunitarias, algunas con fuerte base territorial,
como las articuladas en una especie de sub-movimiento denominado
Compromiso Comunitario (y que en esencia era la transfiguración de
otras redes como la Red de Planes Zonales y la Red de Organizaciones
Comunitarias de Medellín), y por el otro lado, un gran de número
voluntarios profesionales vinculados a la empresa privada, profesionales
jubilados de empresas estatales y profesores universitarios y académicos
en ejercicio, sin dejar de mencionar un grande y significativo número de
jóvenes estudiantes, provenientes en lo principal de universidades públicas
y privadas, que ingresaron y le imprimieron una dinámica bastante alegre al
movimiento, permitiendo que este fuera un espacio de mayor creatividad y
construcción inter-generacional, a tal punto, que esta etapa también puede
ser considerada como la del “caos creativo”5. Un papel menos protagónico,
pero no menos importante lo cumplen algunos empresarios6, que a título
individual aportarán recursos económicos y logísticos al movimiento, fuera
de los que el propio movimiento consigue a partir de donaciones en dinero
y especie de todos sus miembros.
En la tercera fase no hay un crecimiento significativo en cuanto a los
actores, pero si algunas salidas y transformaciones en la composición del
Expresión en 1999 del entonces candidato Sergio Fajardo.
Empresarios que de alguna manera son una disidencia dentro de la élite empresarial, en su mayoría
perteneciente al partido conservador.
5
6
VIRAJES
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Omar Alonso Urán Arenas
movimiento, debido principalmente a dos hechos que convergen: primero,
el reagrupamiento político nacional en torno a partidos emergentes como el
Polo Democrático Alternativo y el Partido de Unidad Nacional, los cuales, a
su vez en alianza con los otros dos grandes partidos tradicionales (Liberal y
Conservador) impulsaran el segundo hecho, la reforma política de 2003, la
cual buscará facilitar una democracia de pocos y grandes partidos políticos.
Lo cierto es que la mayoría de miembros del movimiento permanecen sin
tomar una opción partidista clara, pero, teniendo en cuenta que algunos de
los fundadores de Compromiso Ciudadano son a su vez impulsores de estos
procesos partidistas, se les planteará el dilema de fortalecer sus respectivos
partidos y acatar la disciplina de los mismos, o fortalecer el movimiento en
reconocimiento de una historia común y compartir espacios con quienes
son considerados la oposición política.
Quienes más padecen esta tensión son las organizaciones sociales,
obreras y comunitarias que hacen parte del movimiento, la mayoría de
las cuales impulsó el proceso de construcción del Polo Democrático, no
sólo en la región, sino también en el país, lo que conducirá, en algunos
casos, al distanciamiento con el movimiento, como el caso de la dirigencia
cooperativa, o a la fractura político-electoral de sub-movimientos como
Compromiso Comunitario, en la medida que casi que la mitad de los mismos
se decide apoyar sin ambigüedades al Polo Democrático y la otra mitad
a Compromiso Ciudadano, pero sin romper sus otros vínculos sociales y
políticos cono red de organizaciones comunitarias y red de planes zonales.
Para otros individuos se plantea un asunto considerado en la reforma
política de partidos de 2003 como de doble militancia, pues en tanto en lo
nacional siguen las directrices de su partido en lo local se apartan de las
mismas.
La última fase es también bastante confusa, en la medida que llegan
nuevos actores, muchos de los cuales hacían antes parte de partidos
tradicionales, bien sea como dirigentes políticos o lideres de base y que
se declaran ahora miembros del movimiento, algo considerado positivo
desde el punto de vista electoral, pero considerado por muchos miembros
del movimiento como actitud oportunista que puso a los valores éticos que
sustentan esta construcción histórica. Sin embrago, este apoyo se manifestó
en las urnas en la contienda electoral de 2008, cuando, además de elegir
alcalde al periodista y escritor Alonso Salazar, se eligieron 3 concejales (de
un Concejo Municipal de 21), a diferencia de la primera elección donde
se eligieron 2, uno de los cuales antes de iniciar periodos ya se había
declarado del partido liberal. En esta nueva situación política y normativa
(ley de bancadas) los tres concejales7 se deciden a impulsar más de lleno la
7
Dos elegidos bajo la lista del Partido Alianza Social Indígena y otro bajo un movimiento legalizado por
firmas y llamado Jóvenes con Compromiso. De los tres concejales uno repite.
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Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica...
construcción del movimiento político y a reunirse más con la base social
del movimiento para esta tarea. Como resultado sorprendente de esta
orientación el enorme salto en Juntas de Acción Comunal cuyas directivas y
dignatarios fueron elegidas a nombre del movimiento en 35 juntas, cuando
antes no pasaban de 5.
Los actores del movimiento y la relación con sus opositores.
De las entrevistas y observaciones realizadas se puede concluir
que fueron tres los actores (reales e imaginados) considerados como los
opositores a vencer: los dirigentes corruptos y clientelistas, ubicados sobre
todo al interior de los partidos tradicionales; las bandas delincuenciales y
grupos paramilitares; y por último las guerrillas y grupos de milicias en la
ciudad. Aquí se hace necesario aclarar tres cosas. Primero, que el movimiento,
excepto cuando se refiere a la corrupción, la violencia y la politiquería de
manera general y abstracta, se ha abstenido de personalizar o concretar
en un grupo determinado el foco de sus críticas. Segundo, que si bien los
actores vinculados a la delincuencia y el paramilitarismo aparecen, junto
con los actores politiqueros, como quienes más concentran la enemistad y
oposición del movimiento, en el ejercicio de gobierno las relaciones se han
orientado en lo fundamental por criterios jurídicos y bajo los acuerdos del
proceso de negociación, por lo que a veces, y con relativa frecuencia, muchos
integrantes del movimiento se sintieron incómodos cuando sus dirigentes
en el gobierno comparten silla o escenario con los representantes de estos
grupos y no ejecutan una política de deslegitimación y judicialización
más directa. Y tercero, con respecto a las milicias es necesario decir que
aquellas que se desmovilizaron en diferentes procesos de negociación
con el gobierno nacional, durante los años 1990 e inicios de los años del
2000, pertenecían al viejo EPL y a la Corriente de renovación Socialista del
ELN, las cuales, en su mayoría, ya reconvertidas en organizaciones civiles,
apoyaron la constitución del movimiento y la campaña de Sergio Fajardo a
la alcaldía.
Contradicciones de base, valores y discursos que nuclean el
movimiento.
La situación de la ciudad al momento de configurarse el movimiento
en su segunda etapa y que motivó fuertemente el ingreso o participación
en el mismo, fueron, según su orden de importancia para los propios
VIRAJES
251
Omar Alonso Urán Arenas
protagonistas los siguientes: (i) politiquería8, clientelismo, escándalos
políticos y cansancio con la forma de gobernar, (ii) altos niveles de
corrupción, (iii) delincuencia, violencia generalizada y conflicto urbano
militar, (iv) cansancio de sólo criticar y no hacer nada, (v) ansiedad de
cambio, combinado con deseos de participar pero sin saber cómo. (vi)
buscar una forma de superar el miedo y encontrar esperanza. Aunada
a esta “perspectiva cívica”, que hunde sus raíces en la propia historia de
la ciudad en la primera mitad del siglo XX (Botero, 1996) y que buscó
concretarse en el primer lema compartido y creado colectivamente por el
movimiento (“con todo el espíritu cívico de Medellín”), se unían también
otras consignas, como la de la red de organizaciones comunitarias y red de
planes zonales, agrupadas en Compromiso Comunitario, y que decía “sin
poder político no hay desarrollo”; pero también las consignas de la Central
Unitaria de Trabajadores (CUT) en torno a la concertación y la defensa del
derecho al sindicalismo en un momento de alta debilidad y reducción de
sus afiliados (Buitrago, 2006: 245), y la de múltiples ONGs9 y centros de
promoción del desarrollo en torno a la movilización ciudadana por la paz y
la construcción de una esfera pública en el país.
Es decir, a pesar de vivirse una situación bastante dramática en
términos del conflicto armado, y en parte motivada por ella, existía una
dinámica y movilización social bastante fuerte, la cual se incrementó y
radicalizó políticamente ante la administración municipal en el periodo de
1998 – 2003 dada su incapacidad de coordinar o dirigir las fuerzas sociales
y ayudar a superar esta situación. El conflicto fue tan violento y las víctimas
tantas que otras contradicciones, como las del capital-trabajo, en el caso de
los sindicalistas, quedó en un segundo plano, mucho más cuando la crisis y
transformación económica iniciada en los años de 1970 obligó a los grupos
empresariales dominantes, para finales de los años de 1970 y comienzos
de la siguiente, a reconvertir, reducir y cerrar sus mayores fabricas, lo cual
provocó que el sindicalismo, precisamente el correspondiente a la industria
privada, se redujera ostensiblemente, perdiendo este en conjunto el gran
peso de convocatoria y movilización que tenía hasta entonces, mucho más
cuando debido a su marcado corporativismo no construyó lazos estrechos y
solidarios con otros grupos y movimientos sociales. Es precisamente en este
escenario movimentista que se da una de las primeras oportunidades que
los representantes del sindicalismo tienen de interactuar y llegar a acuerdos
Politiquería es un colombianismo que denota la perversión de la práctica política. Según la Real Academia de la Lengua: “Tratar de política con superficialidad o ligereza; hacer política de intrigas y bajezas”.
9
A este respecto es importante señalar la participación de las ONGs asociadas y agrupadas en torno
a Viva la Ciudadanía, una figura de segundo nivel que reunía política y operativamente varías ONGs
del país y de la ciudad, y cuyo apoyo político y logístico fue fundamental para la constitución del movimiento.
8
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de ciudad con otros actores que nos sean sus tradicionales interlocutores, el
estado o los empresarios10.
Y aunque no aparece en primer lugar dentro de las motivaciones mas
explícitas de los actores e integrantes del movimiento la equidad y la
generación de riqueza para la ciudad, lo cierto es que también existe una
creciente preocupación con el asunto del empleo, lo cual se puede observar
de manera más evidente y con mayor centralidad cuando se observan y
analizan los documentos-resultado de los procesos en los cuales estos actores
también se encuentran e interactúan (o han interactuado). Nos referimos,
por ejemplo, al Plan Estratégico de Medellín y el Área Metropolitana, los
Planes de Desarrollo Zonal y los informes de la Veeduría Ciudadana al
Plan de Desarrollo Municipal. Esto nos indica, que aunque el problema
estaba siendo tratado y considerado como importante, no era la cuestión
que concitará las mayores preocupaciones y provocará un amplio y variado
encuentro de personas más allá de los expertos académicos de algunas
universidades y ONGs, los sindicatos, y algunos gremios empresariales,
los cuales en conjunto observaban con preocupación la tendencia desindustrializante de la ciudad y su poca capacidad para generar empleos.
Asuntos que quedaran plasmados en las actas y documentos de un espacio
como la Mesa Ciudadana de Empleo, cuyos análisis y recomendaciones
alimentarán en gran parte el programa económico del movimiento.
Serán fundamentalmente valores como el respeto por la vida, la honestidad,
la equidad social y la participación en los asuntos públicos los que
entren en juego y cumplan papel de ayudar a integrar el movimiento y
facilitar su acción, en la medida que expresan y representan lo que para el
movimiento eran los problemas principales: (i) el irrespeto por la vida y
por la diferencia, representado en el gran número de homicidios cometidos
por organizaciones paramilitares, guerrilleras, narcotraficantes y bandas
delictivas, (ii) la captura y apropiación de los recursos públicos con fines
privados, especialmente por parte de agentes de los partidos políticos en
connivencia también con organizaciones sociales y empresas privadas, (iii)
el creciente número de personas consideradas pobres en la ciudad, y (iv) la
exclusión de los espacios de decisión política a las mayorías y de ejerció de
la ciudanía, especialmente a las mujeres. Estos valores se dejan ver en los 10
principios que de manera colectiva y abierta elaboró el movimiento en sus
Siguiendo a Buitrago (2006: 244) esto también es consecuencias de las decisiones de la CUT en 1996 de
pasar no sólo a centrarse en movilizaciones reivindicativas sino también a buscar espacios de acción y
reconocimiento político en otras esferas de la sociedad como estrategia de contención y superación de
su crisis interna.
10
VIRAJES
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Omar Alonso Urán Arenas
inicios en 1998:
Valores consensuados del movimiento Compromiso Ciudadano.
Tomado de: de: www.compromisociudadano.org.co
Con base en el desarrollo de la conflictividad socio-política en la región,
y teniendo en cuenta estos principios, podemos afirmar que en conjunto se
trata más de un movimiento político con una fuerte orientación cultural
que de un movimiento social, en el sentido tradicional, que desarrolla una
oposición o contradicción económica o de clases. Se trata de un movimiento
que emerge sobre las contradicciones y vacíos de la cultura paisa tradicional,
qua aunque fundada en un ethos del trabajo, con gran apego a la familia y
valorización ideal de la madre, será una cultura que (i) comportará gran
valorización de la picardía y la astucia como medios para hacer dinero,
así ello signifique el engaño del otro, no importa que para ello haya que
romper o transgredir la norma, (ii) le dará más valor a la permanencia y
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Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica...
establecimiento de relaciones familiares y de amistad que a la construcción
y comportamiento según códigos y normas públicas, lo que permite explicar
en gran parte el establecimiento de relaciones clientelistas y de compadrazgo
en la política, más allá de principios ideológicos o fines políticos mismos,
sino como un código de conducta esperado en cualquier situación pública o
privada, y (iii) se fundará en valores patriarcales y aristocráticos, según los
cuales, entre menos democracia y mayor concentración del poder en pocas
personas (oligarquía), mucho mejor.
Este movimiento se pondrá en la perspectiva de cuestionar
profundamente el modelo de desarrollo traído en la región hasta entonces
– sin plantearse necesariamente una discusión sobre la transformación
en el modo de producción regional – radicalizando en su imaginario la
valoración de lo público, sin ser necesariamente equiparado a lo estatal,
aunque lo incluye. Esto es observable en varios puntos que sirvieron de
aglutinación al movimiento: (i) la defensa de la propiedad de la Empresas
Públicas de Medellín (EPM)11 y otras empresas municipales, como factor de
desarrollo regional y equidad social, (ii) las rentas e ingresos municipales
como dinero público que debe ser considerado sagrado y no apropiado u
orientado con fines privados, (iii) el espacio público, la calle, los parques,
plazas y equipamientos colectivos como lugares de encuentro, nivelación
social y ejercicio de ciudadanía, y (iv) la deliberación y participación
ciudadana como procedimiento para la construcción de políticas públicas
y el mantenimiento de un espacio público autónomo de la sociedad con
respecto al estado. Estos puntos, más lo expresado en los 10 principios,
coinciden en gran parte con lo que es considerado como la utopía o sueño
de muchos de las y los integrantes al ingresar al movimiento, revelado en
frases12 como:
EPM surge a mediados del siglo XX como integración de las empresas municipales de agua, energía
y teléfonos. Las EPM, además de factor y plataforma productiva que servirá a las necesidades industriales de la ciudad va a cumplir un papel de liderazgo fundamental en la planeación y estructuración
socio-espacial del territorio urbano-regional, y en particular, en servir en factor de mejoramiento de la
calidad de vida e integración social de una vasta población de inmigrantes que venían a poblar las laderas de la ciudad, en la medida que, no importaba cual fuera el método de urbanización (formal, pirata u
ocupación) las EPM conectaba con eficiencia esta nuevas unidades de vivienda a las redes de servicios
públicos, dando para muchos un reconocimiento de facto de su posesión y de su condición de morador
de la ciudad, lo que también se va a traducir en un gran sentimiento de apoyo y respaldo a esta empresa.
12
Estas frases y las que se transcriben más adelante son extraídas de entrevistas estructuradas a
diverso miembros del movimiento, en los cuales se incluyen tanto activistas de base como algunos que
ocuparon cargos públicos, en su mayoría profesionales de clase media.
11
VIRAJES
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Omar Alonso Urán Arenas
“Compromiso Ciudadano es, en mi pequeño mundo, el cumplimiento
de esa gran utopía que significa un gobierno limpio y amplio”.
“El gobierno de la juventud, de la academia, de interés por lo social;
sobre todo una ciudad gobernada por gente que si le interesa la ciudad,
la población, el desarrollo humano”.
“Una ciudad gobernada por políticos de verdad, que se sientan
orgullosos de ser políticos !no corruptos!”
“Una ciudad en desarrollo, activa, con inclusión”.
“… que la ciudad fuera manejada de otra manera, que los problemas
reales fueran atacados, que los recursos públicos fueran bien utilizados
y no usados para fines privados y personales, por supuesto que hubiera
mas inversión social y una mejor lucha contra la violencia”.
“En una perspectiva a mediano y largo plazo, la recuperación de la
política como la preocupación por lo común, lo que es de todos y por
lo tanto de un marco ético y filosófico que permita avanzar hacia el
socialismo del siglo XXI”.
“Participar para construir una ciudad abierta, democrática, justa y
libre”.
El encuentro, interpenetración y co-modificación en la Medellín de
los años de 1980 de cuatro grandes vectores de acción y sentido como la
lucha armada guerrillera, los movimientos cívicos urbanos, la economía del
narcotráfico y la reconversión industrial, será el crisol espacio-temporal en
el cual se recrearan identidades y valores colectivos, generando, a nuestro
modo de ver dos grandes matrices socio-mórficas y axiológicas: por un
lado las estructuras socio-militares convergentes de paramilitarismo y
narcotráfico – con capacidad de subordinar otros grupos delincuenciales
y pervertir la acción de una fuerza pública que a veces los tolera y busca
funcionalizarlos en el combate contra-insurgente, y por otro lado, un
entramado más o menos difuso y policéntrico de pequeños grupos,
organizaciones y redes sociales, culturales y comunitarias, buscando, en
primer lugar una acción colectiva de resistencia y protección a la escalada
de violencia y miedo administrado, y en segundo lugar un replanteamiento
de sus valores tradicionales (patriarcal y mercantilmente orientados), de
cara a una política que articule inclusión social y desarrollo económico.
Es desde esta segunda matriz que empieza a salir para los años de 1990
el gran grueso de personas e iniciativas que más adelante configuran, en su
primera y segunda etapa, el movimiento Compromiso Ciudadano, con la
ayuda catalítica de la crisis ideológica de 1989 (caída del Muro de Berlín)
– que llevó a que muchos obviaran y evitaran las discusiones ideológicas,
sobre todo aquellos provenientes de organizaciones y movimientos de
izquierda, y centraran su actuación sobre valores, acciones y proyectos
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Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica...
específicos. A ello ayudó también la Constitución Política de 1991, que, en
cuanto resultado legítimo de un proceso político de negociación gobiernoguerrillas y de convocatoria ciudadana (movimiento ciudadano por la
séptima papeleta), de amplia participación electoral y abierta deliberación
política, permitió la nucleación de valores y discursos en torno a las nociones
como las de estado social de derecho, ciudadanía, concertación, diversidad
y desarrollo humano.
Principales logros durante los primeros cuatro años de
gobierno del Movimiento Compromiso Ciudadano
Después de 8 años de gobierno y 12 de aparición pública en sociedad
del movimiento se pueden observar cuáles han ido sus logros, tanto desde
una perspectiva subjetiva a partir de los propios integrantes del movimiento,
como desde una perspectiva objetiva externa. Desde la perspectiva de
subjetiva de los integrantes, y en sus propias palabras, destacamos:
* Haber demostrado que si se podía, que por fuera de los partidos
tradicionales en Colombia si se podía lograr gobernar, y además
hacerlo muy bien.
* Ganar dos certámenes electorales y el manejo por dos períodos
consecutivos de una de las Alcaldías más importantes del país,
y desde allí, diseñar, planear y ejecutar, un modelo de gestión
pública que ha sido innovador e impactante.
* Convencer y comprometer a la ciudadanía de manera responsable
con el futuro de la ciudad, del país y de la sociedad.
* Demostrar una forma de gobernar con inteligencia y
participación.
* Re-dignificar la política en la ciudad y mostrar que hay caminos
para ser feliz mas allá que el dinero o el poder.
* Agrupar en un mismo movimiento a viejos y jóvenes, gentes de
izquierda y de derecha, clases medias y populares, a partir no de
ideologías sino de principios de vida y comportamiento.
Como se puede observar la gran mayoría de logros no se califican en
términos de resultados materiales sino en términos de la propia subjetividad
de la acción colectiva: el poder constituirse, demostrarse a sí mismo y a otros
que si se podía llegar al poder local sin recurrir a “viejas” prácticas políticas
(clientelismo, falsas promesas, compra de votos) y desde allí implementar
un modelo de gestión pública basado en honestidad, transparencia y
participación. La percepción de estos hechos como logros es altamente
VIRAJES
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Omar Alonso Urán Arenas
coherente con la orientación racional de acuerdo a valores en la que se funda
este movimiento y que en su núcleo fundamental se pueden sintetizar con
la combinación de las respuestas de dos entrevistados: “re-dignificar la
política” y “comprometer a la ciudadanía de manera responsable con el
futuro de la ciudad”. En términos un poco más concretos, estos valores se
traducen y dejan ver en acciones y proyectos como el de planeación local y
presupuesto participativo, ferias de la contratación pública y rendición de
cuentas a la ciudadanía y los proyectos de urbanismo social.
Críticas y dificultades que enfrenta este movimiento
de cara a su discurso y potencial utópico.
La mayor dificultad que observan las y los integrantes del movimiento
radica en ciertas ingenuidades y personalismos que opacan la necesidad una
organización política más clara y estructurada que permita permanencia,
acción política y proyección nacional sin caer en el caudillismo. En otros
términos, lo que se observa es una búsqueda y un reclamo por dejar de ser
simplemente movimiento y pasar a ser algo mas estructurado, algo más
cercano a la figura del partido político.
Dificultades percibidas por integrante del movimiento
La falta de una estructura más organizada… de mas lideres que puedan
ser reconocidos, para no caer en el caudillismo y que permita darle
continuidad al movimiento, para que no sea cosa de una o dos
alcaldías y chao.
La falta de estructura organizativa permanente y un esfuerzo
sistemático de formación política que de mayor efectividad a la
conciencia y la participación política como medio y fin del proyecto
o movimiento, antes, durante y después de las elecciones, desde o
por fuera del gobierno; como ejercicio permanente y expresión de
ciudadanía emancipada y activa.
Demasiado desapego por lo político, lo que ha dificultado la labor de
organización política.
No hemos dado pasos importantes hacia la constitución de un gran
movimiento nacional (o al menos regional) y damos la imagen de ser
una estructura meramente electoral.
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Errores percibidos por integrante del movimiento
Durante el gobierno de Fajardo cerramos las puertas, cada quién se
dedicó a lo suyo, y nos dio mucha dificultad salir del aperezamiento
para apoyar la candidatura de Alonso Salazar. Fue un error que nos
puso a trastabillar.
No ocuparnos de ser un Movimiento
… sobre todo que no nos hemos organizado, creo que estamos
viviendo de las figuras, y así no se puede…
No haberle dedicado más tiempo y más energía a lo anterior [la
organización], que sigue siendo nuestro gran talón de Aquiles.
Algunos de los aliados [para la segunda campaña electoral] fueron
empoderados sin mayor responsabilidad ni compromiso con el
proyecto, ni con la ciudad. La presencia de partidos que no se
identifican con los principios fundamentales del movimiento y que
de manera pragmática y utilitarista adhirieron o hicieron parte de la
“coalición”.
Dejar que pocos vayan tomando decisiones sin control alguno, sólo
porque se confía en ellos.
Podemos ver cómo los errores coinciden fuertemente con las dificultades,
lo que quiere decir que la dificultad no se percibe como algo externo sino
como algo propio y relativo al propio movimiento, A su vez nos muestran
la dificultad de la coherencia frente a coaliciones o alianzas, algo propio
a la lógica de partidos políticos, lo cual se produce desencuentros e desidentificaciones que algunos califican como violación de los propios
principios constitutivos del movimiento. Ello refleja una enorme tensión
de desarrollo al interior del movimiento: como crecer y proyectarse
políticamente como una organización con roles estructurados, tipo
partido, pero evitar los peligros que todo crecimiento político encierra,
principalmente en el campo electoral y asociado al problema de con quién
se alía el movimiento. Vamos a ver si con la pregunta en torno a los retos
del movimiento de cara al futuro se puede avanzar en pistas de desarrollo
y despliegue de esta tensión
Retos percibidos por integrante del movimiento
Definir su estructura de secretariados, mandos locales y regionales,
asambleas, representantes, etc., que ayude a la constitución de un
partido.
VIRAJES
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Omar Alonso Urán Arenas
Consolidarse como un movimiento político nacional, crear una
estructura local democrática, representativa, descentralizada, con
comisiones temáticas, responsabilidades permanentes, seguimiento
y soporte técnico y académico oportunos. Construir un programa o
agenda nacional y un plan de organización (de masas, como decíamos
antes).
Construir un movimiento más orgánico, más regional y nacional,
con instancias claras para tomar decisiones, con voceros públicos
reconocidos, para poder empezar a sumar toda la gente que quiere
que esto continúe.
.. dejar de creer que con lo que hemos ganado lo tenemos ya, siento a
veces una actitud triunfalista que no ayuda.
Identificar y promover uno o dos líderes del corte de Sergio Fajardo:
jóvenes, talentosos, ejecutivos, brillantes, conciliadores.
Honrar y reforzar los principios aprobados y que nos convocaron
a muchos ciudadanos. Tomar clara distancia de la clase política
tradicional. Profundizar y Desarrollar las Bases Populares del
Movimiento. Formular participativamente un Plan Estratégico a 10
años.
Afinar el proyecto económico para la ciudad. Fortalecer su visón
cultural sobre el sentido de la vida y el desarrollo humano.
Se observa pues que, en su mayoría, los retos percibidos son coherentes
con la formulación anterior de errores y dificultades, en especial en cuanto
a la construcción de una organización política nacional mas estructurada,
el desarrollo del programa y la observancia de los principios y valores
primordiales. Sin embargo, la recurrencia a la cuestión organización/
valores refleja una auto-referenciación del movimiento y cierta incapacidad
(¿o desprecio?) en la lectura de los adversarios políticos y su entorno, que
se resume, la mayoría de veces, a una lectura crítico-moral de los partidos
políticos tradicionales. No aparece, tanto en las entrevistas como en otros
documentos producidos por el movimiento, el accionar presente y futuro
de actores políticos y armados con grandes cuotas de poder en la ciudad
y el país, y en especial, en lo que respecta precisamente a la continuidad y
crecimiento del movimiento.
A nuestro modo de ver, fuera de las tensiones y dificultades internas
y cotidianas, normales en cualquier movimiento o acción colectiva, está el
reto de cómo enfrentar o hacerle el quite al otro, al opositor frente al cual el
movimiento construye gran parte de su identidad. Nos referimos en especial
a las estructuras del narcotráfico, del paramilitarismo, las organizaciones
guerrilleras y a la maquinaria política todavía existente. Y aunque frente
al paramilitarismo y la guerrilla parece estar un poco claro lo estratégico260
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Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica...
político (negociación y ejercicio del monopolio de la fuerza), no aparece
claro en lo táctico-cotidiano del movimiento el cómo enfrentar los riesgos y
posibles amenazas derivadas de estar confrontado estos poderes, los cuáles
sin duda no van a estar quietos y, desde la historia del país, y su periódica
emergencia de “fuerzas oscuras”, lo más probable es que ejerzan algún tipo
de coacción violenta contra el movimiento.
Y es aquí donde una de las dificultades/errores planteados por
algunos de los participantes cobra sentido más allá de la crítica al proceso
político interno y deviene factor de riesgo: la tendencia al caudillismo y la
falta de una más o menos estable y redundante organización (en el sentido
topológico del término) fragiliza y compromete el futuro político del
movimiento de cara a las tareas que se plantea y los enemigos/opositores
reales que su ideario y acciones políticas enfrentan. Algo de esto ya se empezó
a evidenciar con la denuncia de un complot armado contra la imagen (e
incluso contra la vida) del alcalde Alonso Salazar y detrás del cual parece
estar una coalición de algunos reinsertados y personajes del clientelismo
político tradicional. Al respecto son dicientes las palabras de un concejal
liberal que apoyó al alcalde en su elección, reconocido por su seguimiento y
denuncias a actividades de corrupción dentro de la administración pública
municipal y departamental:
“Esa clase política corrupta no permite ni va a permitir que este proyecto
político continúe por 12 años. Lo toleró 4 años, otros 4 lo aguanta, pero 12 no
lo van a permiten… Mientras en la ciudad exista Carlos Pesebre, Douglas,
Gancho, Ferney y Yiyo, el alcalde no puede dormir tranquilo”13.
De suerte tal que si desde las estructuras de oportunidad simbólica14,
de acuerdo a los cambios culturales que han venido ocurriendo en el país
urbano en los últimos años, el ambiente se muestra favorable para el
futuro del movimiento, no se puede decir lo mismo desde las estructuras
de oportunidad política, donde, de acuerdo a los acontecimientos relativos
a la “parapolítica15” gran parte del congreso y del mismo ejecutivo se
encuentra controlado por una coalición que integra a la clase política
tradicional clientelista con hacendados terratenientes, ambos con fuertes
y demostrados nexos con grupos paramilitares y narcotraficante, y
Bernardo Alejandro Guerra. El Colombiano. Medellín, 16 de octubre de 2008. Douglas, Pesebre y otros
son nombres de reconocidos criminales narcotraficantes y mafiosos de la ciudad.
14
En el sentido dado por Uran (2000: 20) de “el conjunto dinámico de relaciones que posibilita o no, la
creación de un circuito más o menos estable de signos y significados, materializados y puestos en escena
a través de estilos de vida particulares”.
15
Con el término de parapolítica se conoce el esacndolo y proceso jurídico en el que se vincula a reconocidos políticos del país con grupos y agentes paramilitares (narcotraficantes y de extrema derecha).
13
VIRAJES
261
Omar Alonso Urán Arenas
legitimados políticamente en su discurso y guerra contra las FARC y que
no está para nada interesada en un cambio generalizado ni de estructuras
ni de cultura política, en lo que Garay (2008) ha denominado “la captura y
reconfiguración cooptada del estado en Colombia”.
Llegados a este punto tenemos que reconsiderar un poco nuestra
hipótesis en términos de que la proyección y sostenibilidad del contenido
utópico y transformador del movimiento no sólo radica en una
ampliación real de los escenarios de participación y decisión ciudadana,
en la potencialización de una nueva institucionalidad reflexiva y autoinstituyente, sino que también radica en la capacidad de contención, quite y
superación de las estrategias de desarticulación del movimientos por parte
de sus opositores declarados, los cuales no sólo recurren a instrumentos
legales sino también a estrategias violentas y clandestinas. De allí que, desde
una opción por la civilidad y la democracia como la que ha adoptado el
movimiento, su reto mayor consiste en movilizar e integrar en su dinámica
el mayor número de ciudadanos haciéndolos conscientes de este riesgo, no
instrumentalizando o cosificando los escenarios creados de participación
ciudadana, sino por lo contrario, permitiendo que de allí emerjan nuevos
liderazgos, que aunque a veces con necesarias posturas críticas frente a la
administración, reciban de esta todo su apoyo y protección, en la medida que
ellos y ellas son el resultado y producto de la misma acción intencionada de
las políticas públicas de renovación política del movimiento y garantía de
su sostenibilidad no como mero instrumento electoral sino como vehículo
político de transformación social.
A modo de conclusiones
En el movimiento Compromiso Ciudadano de la Ciudad de
Medellín, que aparece en la escena público-política en el año de 1998,
no expresa solamente una inconformidad coyuntural sino también,
y fundamentalmente, la trayectoria resultante de un complejo de
interacciones políticas datadas desde inicios de los años de 1980 en las
que se pasa por momentos de movilización revolucionaria, hornadas de
acciones contrainsurgentes, caos y terror narcotraficante, negociación
política, movilización pro-societaria, barbarie paramilitar y acciones de
compromiso ciudadano. La violencia política y del narcotráfico, así como
el clientelismo y la corrupción administrativa, serán las constantes sobre la
que se configuraran los valores y sentidos de la acción de este movimiento
en el que se encuentran y co-modifican ideales revolucionarios, reformistas
262
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264
Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica...
y humanistas del pasado con actitudes éticas y pragmáticas del presente
que buscan provocar y articular cambios en la cultura política a la vez que
avanzar en la equidad social.
Compromiso Ciudadano permitió en su época de surgimiento llenar
un vacío de sociabilidad política, de acción y utopía, que había quedado
desde finales de los años de 1980, bien fuera por la desaparición de grandes
organizaciones de izquierda (A Luchar, El Frente Amplio, M-19, etc.), el
debilitamiento de los movimientos cívicos urbanos, o por el descabezamiento
de movimientos político-reformistas como el Nuevo Liberalismo, en cabeza
de Carlos Galán. Este contenido utópico se refleja fuertemente en los valores
y principios que orientan el movimiento, así como en el gran contenido de
acción y trabajo voluntario desinteresado que el movimiento ha sido capaz
de atraer e incorporar. En esta dirección, el éxito y reconocimiento de un
alcalde como Sergio Fajardo al frente de la Alcaldía de Medellín, además
de su convicción, carisma y capacidad profesional, se debe en gran parte a
la puesta en juego, tanto a la producción social acumulada existente en la
ciudad (Seminarios de Alternativas de Futuro, Plan Estratégico, Mesas de
Trabajo Ciudadano, Veeduría Ciudadana, entre otros) como a las confianzas
e identidades previamente construidas que el movimiento Compromiso
Ciudadano supo recoger y transformar en su programa de gobierno y
que, junto a un equipo proveniente en su mayoría del mismo movimiento,
ejecutó el alcalde Sergio Fajardo y continúo en alto grado la administración
de Alonso Salazar.
Sin embargo, el vaciamiento interno de liderazgos, en gran medida
por su incorporación a la administración pública, dejaron al movimiento sin
personas con experiencia y proyección política, reforzando la centralidad
de Sergio Fajardo y debilitando la nucleación simbólica y política del
movimiento que, una vez enfrentado a procesos y coyunturas nacionales,
no fue capaz de mantener su identidad orgánica, diluyéndose en dos
partidos políticos de un campo ideológico similar, debilitando la coalición
social y política de base. Ello nos lleva a decir, que en una estructura de
oportunidad política como la de Colombia, depender de liderazgos fuertes
y carismáticos, si bien facilita la acción mediático-electoral, es a su vez un
riesgo para el desarrollo estratégico y a largo plazo del movimiento, tal
como la mayoría de los miembros de este movimiento así mismo lo han
expresado.
VIRAJES
263
Omar Alonso Urán Arenas
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264
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264
Estudios de Región
María Soledad Rodríguez, becaria de la Fototeca de la Universidad Nacional de General
Sarmiento colaboró en el contacto con los fotógrafos y la búsqueda de fotos.
Autor: Jose Curto
Técnica: Fotografía
VIRAJES
MILITANDO CON EL GOBIERNO
EN TIEMPOS DE LAZOS POLÍTICOS
FLUCTUANTES: UN ESTADO DE LA
CUESTIÓN COMO PUNTO DE PARTIDA
PARA ABORDAR LA MILITANCIA
OFICIALISTA EN ARGENTINA Y BRASIL
DESDE KIRCHNER Y LULA
DOLORES ROCCA RIVAROLA*
Recibido: 12 de febrero de 2013
Aprobado: 30 de mayo de 2013
Artículo de revisión
* Becaria de investigación posdoctoral en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –
CONICET–, con sede de trabajo en el Instituto de Investigaciones Gino Germani –IIGG– (UBA-Argentina),
en el equipo de investigación “Las Nuevas Formas Políticas”. Actualmente, desarrollando el proyecto
“La militancia política desde sus propios protagonistas en tiempos de fluctuación de las identidades
políticas: concepciones sobre la militancia en organizaciones oficialistas en Brasil (2002-2009) y Argentina
(2003-2009)”. Docente de Historia Contemporánea en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
de Buenos Aires. Licenciada en Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires. Doctora en Ciencias
Sociales en la Universidad de Buenos Aires. Título de la tesis doctoral, defendida en agosto de 2011: En
torno al líder: Relaciones y definiciones de pertenencia dentro de los conjuntos oficialistas de Luiz Inácio
Lula da Silva (2002-2006) y Néstor Kirchner (2003-2007). E-mail: [email protected]
VIRAJES
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298
Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:...
Resumen
El presente trabajo recorre dos líneas básicas de investigación en las ciencias sociales, con el
objetivo de construir un estado de la cuestión con un doble carácter. En primer lugar, presenta
diferentes estudios que han advertido cambios significativos en la representación política,
mostrando una considerable fluctuación en el comportamiento electoral y una declinación
en la membresía de los partidos y en lo que solían ser sus electorados constantes. En segundo
lugar, delinea un bosquejo de las discusiones e investigación sobre la militancia política,
principalmente del campo académico anglosajón, el francés, el brasilero y el argentino.
Esta revisión de dos partes se propone como un punto de partida desde el cual abordar,
en posteriores trabajos, las concepciones presentes en militantes oficialistas en Argentina
y Brasil acerca de su propio activismo político, en un contexto de intensa fluctuación de las
identidades políticas y del comportamiento electoral. El doble carácter de este estado de la
cuestión se funda en la idea de que esas condiciones en la representación política impactan
sobre los modos en los que estos militantes conciben y llevan adelante su propia actividad
política. A lo largo de la presente revisión, por tanto, se resaltan interrogantes y argumentos
por parte de autores considerados fundamentales para un desarrollo futuro de nuestras
propias hipótesis.
Palabras clave: militancia política, gobierno, identidades, Brasil, Argentina.
BEING A GOVERNMENT-SUPPORTING ACTIVIST
IN TIMES OF FLUCTUATING POLITICAL TIES:
A STATE OF THE ART AS A STARTING POINT
TO DEAL WITH GOVERNMEMT SUPPORTERS
MILITANCY IN ARGENTINA AND BRAZIL FROM
KIRCHNER AND LULA.
Abstract
This paper revisits two basic lines of research within Social Sciences, in order to build a
double-character state of the art. First, it presents different studies that have observed
significant changes in political representation, showing considerable fluctuation in
electoral behavior and a decline in political parties’ membership and in what used to be
their regular voters. Second, it draws an outline of discussions and research on political
activism, mainly from the Anglo-Saxon, French, Brazilian and Argentinian academic fields.
This two-part state of the art is set to be a starting point from which to approach, in future
work, the conceptions held by government-supporter militants in Argentina and Brazil on
their own political activism in a context of intense fluctuation in political identities and
electoral behavior. The double character of this state of the art is based on the idea that those
conditions in political representation have an impact on the way these militants conceive
and carry out their own political activity. Therefore,throughout this review, unanswered
questions and arguments by authors that have been considered fundamental for a future
development of our own hypotheses are highlighted.
Key words: political activism, government, identities, Brazil, Argentina.
VIRAJES
269
Dolores Rocca Rivarola
Introducción
Los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner, y luego
los de Dilma Rousseff y Cristina Fernández de Kirchner, han exhibido un
escenario en cierto modo paradójico. En términos de los distintos procesos
electorales que tuvieron lugar durante el período, podían observarse
notables fenómenos de fluctuación en las candidaturas, las alianzas y
el comportamiento electoral entre los distintos comicios, todos ellos
enmarcados en tendencias generales de desafección ciudadana respecto de
los partidos, tendencias analizadas por estudios que serán mencionados
más adelante en este trabajo. Paralelamente, sin embargo, las bases de
sustentación activa de estos gobiernos –conjuntos que he denominado
oficialismos1– vieron desarrollarse y consolidarse en su seno redes de
militancia sostenida en el tiempo y organizada de distintos orígenes,
trayectorias y perfiles, aglutinadas fundamentalmente en torno a su apoyo
a la figura presidencial. Esa paradoja suscita algunos interrogantes. En
primer lugar, cómo construyen y reconstruyen los dirigentes y militantes
de organizaciones políticas y sociales oficialistas sus concepciones
sobre la militancia política en un escenario de intensa fluctuación de las
identidades2 políticas, y de partidos que han perdido su capacidad de
1
El uso del término oficialismo (Rocca Rivarola, 2011) ha sido un modo de abordar las bases de sustentación organizada de los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil (primer mandato), y Néstor
Kirchner, en Argentina, distinguible de las nociones de partido oficial y de coaliciones partidarias. Ello
porque, dadas las particularidades del escenario político en esos años, pensar esos conjuntos en términos de partidos gobernantes implicaba una reducción forzada de la amplia heterogeneidad de sectores
que conformaban la órbita política de ambos presidentes. El oficialismo refiere, así, al conglomerado
de sectores organizados que fueron confluyendo, alejándose y realineándose en torno de las figuras de
Kirchner y Lula (y luego de Fernández de Kirchner, y Rousseff); la base organizativa en la que se sostenía el presidente, y cuyas organizaciones y espacios políticos desarrollaron manifestaciones públicas de
apoyo a la política oficial o a la figura misma del primer mandatario.
2
Cabe aclarar en este punto que este trabajo toma, para definir las identidades, una perspectiva conceptual que las concibe no como un conjunto de cualidades predeterminadas, sino como una construcción
nunca acabada, abierta a la contingencia, inmersa en el juego de las diferencias e íntimamente vinculada a la cuestión de la representación (Arfuch, 2002). Se trata, entonces, de identidades descentradas y
vinculadas con los significados que los actores van elaborando de su propia experiencia (Elliot, 2001);
identidades como fuentes de significado para los mismos actores, y construidas por ellos mismos, y
que, más allá de cuál sea su origen, se constituyen como identidades cuando y si los actores sociales
las internalizan y construyen su significado alrededor de esa internalización (Castells, 1997). Específicamente, la identidad colectiva delineada a partir de puntos de similitud –no importa cuán vagos, poco
importantes o ilusorios parezcan– que definen la pertenencia de personas a una colectividad (Jenkins,
1996). Similitud que, a su vez, no puede ser reconocida sin simultáneamente evocar la diferenciación:
definir el criterio para la membresía es también crear una frontera, más allá de la cual no hay pertenencia. Se entiende así a la identificación colectiva no solo como una cuestión interna del grupo sino como
emergente en el contexto de las relaciones intergrupales (Ibíd.). Svampa (2009) resume este estado de las
identidades, para el contexto de las “sociedades periféricas”, señalando la progresiva desestructuración
de los antiguos marcos colectivos de socialización y del consecuente “fin de las identidades ‘fuertes’ y
el ingreso a una era en la cual las identidades son más efímeras, más centradas en la subjetividad de
los actores, quienes desarrollan así compromisos políticos y sociales más parciales” (Svampa, 2009: 21).
270
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298
Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:...
generar lazos identitarios duraderos con el electorado. En segundo lugar,
cómo experimentan esos mismos actores la militancia en el marco de su
propia presencia institucional en el Estado (y de qué modo esta presencia
incide sobre la posibilidad de desarrollar la militancia, o contribuye, en el
caso de esos actores colectivos, a sobrellevar los desafíos del escenario antes
mencionado de fluctuación y autonomización del electorado respecto de los
partidos). Este trabajo no se propone responder a esos interrogantes sino,
a través de una revisión bibliográfica de doble vertiente, constituirse como
punto de partida para un futuro abordaje de aquellos. Se recorrerán, por
tanto, distintos estudios acerca de las transformaciones en los lazos políticos
y partidarios en las últimas décadas (a nivel general pero con énfasis en
Argentina y Brasil, los dos casos de la investigación en curso) y, luego, se
revisarán trabajos acerca de la militancia como actividad (especialmente
la concepción de sus propios protagonistas) procurando construir así
un estado de la cuestión doble, que constituya una base para reflexionar
y abrir discusiones acerca de las modalidades y transformaciones de la
militancia organizada en un contexto de identidades políticas y electorados
fluctuantes. También se apunta a identificar, con el mismo, qué aspectos se
han indagado ya acerca de la militancia, como por ejemplo, las motivaciones
detrás del compromiso militante, y qué aspectos aún resta por observar con
más detalle, como ser las formas en que los propios militantes conciben
su actividad en comparación con lo que suponen tenía lugar en el pasado
en aquel ámbito y cómo adaptan esa actividad a las condiciones políticas
actuales.
En primer lugar, entonces, se organizarán los trabajos que han
reflexionado –a nivel general pero también, y especialmente, para
Argentina y Brasil, identificando los contrastes entre ambos escenarios–
acerca de la declinación de los partidos políticos, no sólo en las dimensiones
de su conjunto de afiliados, sino también en su capacidad de suscitar en
el electorado identidades partidarias y un voto constante. Esa revisión
constituye una de las dos patas de lo que procura ser un estado del arte que
vincule las condiciones actuales del vínculo representantes-representados
en Argentina y Brasil con las concepciones acerca de la militancia en ese
contexto presentes en sus propios protagonistas. Con vistas a esa articulación
es que, en segundo lugar, se recorrerán investigaciones (y estados del arte
sobre las mismas) que han examinado el compromiso militante y la militancia
como actividad, tanto en el campo académico francés y anglosajón como
desde las ciencias sociales en Argentina y Brasil, los dos casos de nuestra
propia indagación. Se resaltarán, en ese recorrido algunos argumentos
e interrogantes considerados fundamentales como disparadores para
estudiar las concepciones sobre la militancia, sobre sus transformaciones
VIRAJES
271
Dolores Rocca Rivarola
respecto del pasado y sobre sus modalidades y características tratándose
de organizaciones insertas en las bases de sustentación activa y organizada
de un gobierno.
La transformación del lazo político: los escenarios
brasilero y argentino
A fines de los años ochenta y principios de los noventa, distintos
trabajos abordaron lo que consideraban un fenómeno de crisis en el vínculo
de representación de los partidos políticos con la ciudadanía. Lawson y Merkl
(1988), por ejemplo, compilaban una serie de estudios de casos nacionales
(europeos y fuera de Europa, como India, Estados Unidos, Inglaterra,
Japón, Alemania, etc.) que se interrogaban sobre la posible declinación de
grandes partidos tradicionales y la emergencia de nuevos grupos políticos
como sustitutos. Lawson argumentaba que los nuevos grupos emergían
donde la función articuladora e integradora de los partidos no era bien
desempeñada, y Merkl agregaba que ese fracaso de los partidos no derivaba
necesariamente en la muerte o desaparición de éstos. Otros autores de la
misma compilación, Rose y Mackie, en cambio, consideraban que la única
definición adecuada de crisis partidaria era la desaparición del partido en
cuestión. La información sobre los casos nacionales era valiosa, pero no se
lograba demostrar con claridad un fenómeno de crisis generalizada de los
partidos.
Para los Estados Unidos, Burnham (1970) era uno de los primeros
autores en resaltar la crisis de los partidos, remarcando incluso una tendencia
hacia la desaparición gradual de los partidos políticos en ese país. En su
ensayo “¿Realmente importan los partidos políticos?” (traducción propia),
Craig (1988), por otro lado, sostenía para el escenario estadounidense la
ausencia de lazos partidarios generalizados en el electorado, y postulaba
dudas sobre la vitalidad de instituciones, como lo eran los partidos, que
eran percibidas, según él, por un gran segmento del electorado, como
irrelevantes, poco confiables o equivocadas en la mayoría de los temas
en agenda. Para Craig, se había alcanzado un punto en el que muchos
ciudadanos no se estaban relacionando ni afectiva ni cognitivamente con
los partidos.
En respuesta explícita a trabajos de Craig,3 Wattenberg (1987)
argumentaba que en los Estados Unidos no había habido centralmente
3
También en discusión con otros trabajos, como Nie, Verba y Petrocik (1976), que explicaban el declive
en la identificación partidaria como resultado de una creciente negatividad hacia los partidos.
272
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Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:...
una erosión de la confianza de los electores en los partidos, que su actitud
hacia los mismos no era más negativa, sino simplemente más neutral hacia
ellos. Para el autor, esa neutralidad y desafección indicaba una declinación
o crisis de los partidos en las últimas décadas, y llamaba incluso a una
concientización del público sobre la problemática y sobre la necesidad de
una revitalización de los partidos.
En una retrospectiva de los estudios sobre partidos políticos
norteamericanos de las últimas décadas, Fiorina (2002) volvía sobre los
estudios de los años sesenta y setenta que diagnosticaban una caída de la
influencia partidaria en el electorado y una erosión del voto partidario.
Luego, cuestionaba las lecturas posteriores de un supuesto resurgimiento
de los partidos. Para Fiorina, los indicadores de la crisis de los partidos
identificados en los años sesenta y setenta seguían vigentes.
En América Latina, según Novaro (1995), las interpretaciones de
una crisis de los partidos y de la propia representación política empezaban
a plantearse en los años ochenta, en medio de procesos de democratización
en varios países de la región (Novaro, 1995: 154), y con estudios específicos
de cada país.
Sin embargo, la lectura de crisis o declinación de los partidos
será discutida desde una perspectiva que plantea transformaciones más
que la progresiva desaparición o sustitución de los partidos por otras
organizaciones.
Desde Europa, pero con gran influencia en la academia
latinoamericana, y especialmente argentina, Manin (1992) ha reflexionado
sobre la mutación sufrida por los partidos y sobre la pérdida de su capacidad
de configurar y mantener vínculos políticos identitarios con la sociedad,
pero no ha caracterizado esas transformaciones como una crisis sino como
una metamorfosis en el formato de representación política. En primer lugar,
Manin descarta la idea de crisis de representación, para inclinarse más bien
por la de “desplazamientos y reacomodos” (Manin, 1992: 40), es decir, por
la constatación de una metamorfosis en los lazos representativos entre los
partidos y la ciudadanía, una mutación no necesariamente irreversible:
A menudo se afirma que la representación experimenta actualmente una
crisis en los países occidentales. A lo largo de décadas parecía fundarse en
una relación de confianza, fuerte y estable, entre los electores y los partidos
políticos; la gran mayoría de los electores se identificaba con algún partido
político y le era fiel por largo tiempo. Hoy, un número creciente de electores
vota de manera diferente en cada elección, y las encuestas de opinión revelan
que aquellos que se niegan a identificarse con algún partido político también
aumentan. (Manin, 1992: 9)
VIRAJES
273
Dolores Rocca Rivarola
Luego de presentar esa idea de crisis, rápidamente Manin toma
distancia de la misma, e introduce su propia interpretación del contexto a
través de la noción de metamorfosis, de desacomodos y desplazamientos, y
de la emergencia de un nuevo formato de representación política.
De acuerdo con Manin, la sensación de pertenencia impresa en
el voto por determinado partido durante el período previo denominado
“democracia de partidos” queda, en el nuevo contexto, diluida. La estrategia
electoral se basa, por el contrario, en la construcción de imágenes vagas
basadas centralmente en la personalidad de los candidatos, los cuales, una vez
elegidos, ni siquiera permanecerán necesariamente en contacto con el sello
partidario por el cual han sido electos. Este contexto, que Manin denomina
“democracia de lo público”, se caracteriza, asimismo, como veíamos antes,
por niveles considerables de volatilidad en el comportamiento electoral:
Todos los estudios subrayan la importancia numérica creciente de un
electorado flotante que no vota en función de una identificación partidaria
estable, transmitida de generación en generación, sino que cambia su voto
según la trama y los problemas de cada elección. (Manin, 1992: 39)
La orientación del voto no solo cambia, según el autor, entre cada
proceso electoral sino también, en una misma elección, entre los diferentes
niveles de cargos (nacional y local, ejecutivo y legislativo, etc.). Si definimos
a la identificación partidaria en directa relación con la vigencia de un voto
constante (y unificado entre los distintos niveles) al partido de preferencia
a lo largo de sucesivos procesos electorales, la escasa manifestación de
fenómenos como la defección partidaria, y la nutrida participación en actos
políticos de esa fuerza (Greene, 2004), puede advertirse que todos esos
supuestos indicadores son los que precisamente han sido sacudidos por las
mutaciones en el formato representativo.
Otros autores, como Montero y Gunther (2002) han sostenido,
en similar sentido, que los niveles de afiliación a los partidos y a sus
organizaciones afines han caído significativamente (Montero y Gunther,
2002: 13)4, y han afirmado que ha habido un debilitamiento de “los vínculos
estructurales y psicológicos entre los partidos y los ciudadanos, como queda
reflejado en los menores niveles de identificación partidista y en el incremento
de los sentimientos de insatisfacción, de cinismo e incluso de alienación
política” (2002: 14). También estiman, del mismo modo que lo hará Manin
(1992: 30), que el contacto virtualmente directo entre los ciudadanos y sus
4
Esta afirmación también aparece en Gunther y Diamond (2003: 174). En el caso argentino se ve, por
ejemplo, cómo incluso muchos de los que permanecen formalmente afiliados a un partido político votan
a otra fuerza en cada elección sin por ello desafiliarse.
274
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Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:...
líderes políticos, posibilitado por los desarrollos tecnológicos en materia
de comunicación masiva supone que esos dirigentes ya no necesiten a los
cauces partidistas tradicionales, o al menos no los precisen en el mismo
sentido que antes.
En ese escenario de transformaciones en los partidos políticos y en
el ambiente en el que éstos actúan, asistimos a la emergencia de líderes que
establecen con el electorado vínculos fuera de sus partidos y condicionan la
relación liderazgo-partido. Líderes que construyen un lazo representativo
teniendo como destinatario directo a la ciudadanía, con independencia
de las mediaciones partidarias (Cheresky, 2007: 27). Fabbrini (2009), por
ejemplo, estudió el fenómeno de apariciones recientes de nuevos tipos de
líderes populares que actuaban por encima de sus propios partidos en cuatro
países (Estados Unidos, Francia, Inglaterra e Italia). El autor relacionaba
ese fenómeno –de emergencia de líderes con esas características– con la
debilidad de los históricos actores colectivos (partidos, sindicatos) y con
los procesos de individuación del electorado, y la menor confianza de la
ciudadanía en los partidos.
Para América Latina, por su parte, Novaro (1994), hablaba del traspaso
de confianza desde las identidades tradicionales a líderes carismáticos
desprendidos de los partidos a los que originalmente pertenecían, o incluso
advenedizos en el terreno de la política. Estos líderes, según Armesto y
Adrogué (2001), flexibilizaban la relación que mantenían con sus propios
partidos, y trazaban alianzas y acuerdos con mayor autonomía. Para estos
dos autores:
[…] con el desarrollo y la extensión del proceso de personalización de la
política, será la elaboración minuciosa de liderazgos políticos basados en la
imagen, más que los partidos que ellos representan, el nudo decisivo al que
apelen los ciudadanos a la hora de enfrentar procesos electorales. (Armesto &
Adrogué, 2001: 623)
Desde América Latina, entonces, y con planteos similares a Manin
(1992), distintos autores han sostenido que la respuesta a la pregunta
por la crisis o desaparición de los partidos políticos era negativa. Para
Novaro (1994), Armesto y Adrogué (2001) y Pousadela (2004), los partidos
no habían desaparecido de la vida política ni habían sido reemplazados
por grupos de interés u organizaciones de otro tipo. Pero sí había habido
transformaciones significativas en los mismos y en el ambiente en que
actuaban. Para Pousadela tan profundas habían sido esas transformaciones
que los partidos eran algo muy distinto a lo que habían sido en el pasado:
VIRAJES
275
Dolores Rocca Rivarola
Bien podría argumentarse que esos objetos que llamamos y se llaman con
el rótulo de partidos en realidad no son los mismos que solíamos designar
con ese nombre, sino alguna otra cosa que ha venido a reemplazarlos, y a
apropiarse incluso de su denominación. (Pousadela, 2004: 112)
Ahora bien, ¿cómo se manifestaban estas transformaciones
generales en Argentina y Brasil? Los escenarios de asunción y mandato de
los presidentes Lula y Kirchner (2003) no han escapado a esos fenómenos.
Más que partidos de masas fuertes y comportamientos electorales e
identidades políticas estables, la escena político-electoral en ambos casos
estaba caracterizada por la volatilidad electoral, la fluctuación política de
los propios dirigentes (defecciones partidarias, reconstitución frecuente de
los bloques parlamentarios por el ingreso y salida de legisladores de sus
respectivos espacios políticos) y la personalización de la oferta electoral. Se
trataba de dos contextos que no se caracterizaban por lo que Veiga (2007)
denomina una “identidad partidaria” en la población; o por aquello que
Paiva, Braga y Pimentel (2007) llamaron “sentimientos partidarios” en los
votantes.
Distintos trabajos centrados en las transformaciones del Partido de
los Trabajadores (PT) y del Partido Justicialista (PJ) en los años previos e
inmediatamente posteriores a la asunción de Lula y Kirchner han funcionado
como una base para entender las condiciones (diferentes, por cierto) en las
que estos líderes llegaron al poder en términos de recursos organizativos
y territoriales, las transformaciones previamente experimentadas por sus
partidos de origen, y su apelación a nuevos sectores políticos más allá
de aquellos (para Argentina: Svampa y Martucelli, 1997; Gutiérrez, 1998;
Levistky, 2003; Altamirano, 2004; y, para Brasil, entre muchos otros: Freire
de Lacerda, 2002; Guidry, 2003; Palermo, 2003; Samuels, 2004; Meneguello
& Amaral, 2008; Power, 2008; Amaral, 2010a, 2010b; Souza, 2010; Terron y
Soares, 2010).
En términos de análisis de las transformaciones antes descriptas
en el formato de representación y en las identidades políticas, han sido
de especial utilidad determinadas contribuciones acerca de ambos casos
nacionales.
Para el contexto argentino, las perspectivas de Palermo y Novaro
(1996), Cheresky (2006, 2007, y otros), Pousadela (2007) y Svampa (2009).
Para Brasil, numerosos estudios sobre la cuestión de las identidades políticas
y los partidos –Mainwaring (1999); Kinzo (2005); Paiva, Braga y Pimentel
(2007); Veiga (2007); Carreirão (2008); Hochstetler y Friedman (2008)– han
permitido construir un diagnóstico específico sobre ese caso nacional.
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Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:...
En Argentina, aunque el peronismo se caracterizó a lo largo de
su historia por autodefinirse a través de un formato organizativo más
movimientista que partidario (Levitsky, 2003; Perón, 2006 [1952]) –luego,
en los años 80 la fracción autodenominada “renovadora” abogaría por
su institucionalización en tanto “partido” (García y Montenegro, 1986;
Gordillo y Lavagno, 1987; Altamirano, 2004)–, la capacidad del PJ para
configurar identidades políticas duraderas, para mantener un electorado
propio y estable a lo largo de los años y asegurar ciertos niveles de disciplina
interna no era, en el pasado, menor que la descripta por los autores
clásicos para los partidos de masas tradicionales (Duverger, 1957; Michels,
1972; Sartori, 1980 [1976]). Todo ello, sin embargo, ha ido experimentado
profundos cambios, iniciados en forma incipiente a partir del retorno a la
democracia (1983), e intensificados con la crisis de 2001. Y el kirchnerismo,
asimismo, especialmente desde 2004, se postularía como un lazo político
que trascendía ampliamente al PJ. Su convocatoria ni siquiera apelaba a
sus seguidores en los primeros años en términos centralmente peronistas
(Altamirano, entrevistado por Natanson, 2004). Y se ha caracterizado
al gobierno kirchnerista como “un gobierno de líder sin partido”, frente
a la virtual ausencia de un partido político oficialista (Sidicaro, 2010). La
apelación y convocatoria política, por parte del presidente, a sectores por
fuera de su propia fuerza partidaria de origen ha sido observada tanto en
Argentina (Natanson, 2004; Mocca, 2008; Cheresky, 2009; Montero, 2009;
para la transversalidad kirchnerista) como en Brasil (Sallum Jr., 2003; Lucca,
2004; Nogueira, 2006; Goldfrank y Wampler, 2008; Rennó y Cabello, 2010;
para la estrategia coalicional de Lula y el fenómeno del “lulismo”).
Por supuesto, es ineludible el contraste entre los legados
organizativos con los que Kirchner y Lula llegaban al poder, que incluso
amerita una conceptualización diferenciada para referirnos al Partido de
los Trabajadores y al Partido Justicialista durante ambos gobiernos (Rocca
Rivarola, 2011). Mientras que la noción de partido puede resultar adecuada
para caracterizar al PT durante la administración de Lula, es el concepto de
redes disgregadas, en cambio el que más se aproxima a la situación en la que
se encontraba el PJ durante el gobierno de Néstor Kirchner, dado el impasse
institucional de aquél, dadas sus dinámicas internas y su imposibilidad
de constituirse como un actor unificado que pudiera negociar un lugar
de privilegio dentro del conjunto oficialista. El PJ fue intervenido por la
Justicia en 2005 y desde entonces permaneció acéfalo y sin reuniones de
sus autoridades provinciales. Ya en 2003, tres candidatos que provenían
del mismo –y que no se habían desafiliado– se presentaron a elecciones
presidenciales bajo distintos sellos, sin haber usado ninguno de ellos el
sello del partido. Luego, durante el gobierno de Kirchner se produjeron
VIRAJES
277
Dolores Rocca Rivarola
diferentes (y hasta opuestas) manifestaciones y pronunciamientos públicos
de grupos y redes identificadas como parte del partido. La utilización
del sello PJ no tuvo tampoco una continuidad ni pautas coherentes y
sostenidas entre los distintos procesos electorales durante el período: fue
utilizado en algunas provincias u ocasiones como el sello oficialista, como
sello opositor a Kirchner, y también como actor, entre otros, dentro del
sello oficialista “Frente para la Victoria”. Durante el mandato de Cristina
Fernández de Kirchner se llevó adelante un proceso que suponía, en teoría,
una normalización del partido, con la designación de Néstor Kirchner
como su presidente y procesos de internas partidarias en la provincia de
Buenos Aires. Sin embargo, esos eventos no derivaron en una reactivación
y reposicionamiento del PJ en el esquema del oficialismo kirchnerista.5
Utilizar, en cambio, la noción de partido para referirnos al PT,
aunque no significa negar el fenómeno de identidades políticas fluctuantes
y de partidos poco capaces de configurar y sostener en el tiempo una
identificación en el electorado, sí equivale a advertir determinadas
condiciones mínimas que ha mantenido el PT. El mismo ha sostenido una
vida partidaria interna, un funcionamiento de sus autoridades (y procesos
de selección de las mismas), pronunciamientos públicos como unidad
política –y en ese sentido, la afiliación tiene consecuencias concretas, lo cual
se vio en la expulsión del partido de parlamentarios del PT que habían
devenido oposición al gobierno–, una continuidad de su sello en todo el
territorio nacional brasilero para los distintos procesos electorales y para el
funcionamiento de su bloque parlamentario, etc. Esta nominación, entonces,
no se basa tanto en la efectiva identidad partidaria que el PT haya logrado
suscitar en el electorado, es decir, el voto na legenda, o voto por el sello, más
allá del candidato que se presente por el partido, que puede ser relativizado
mirando los resultados del PT a nivel legislativo y también estadual y local.
Se refiere más bien a sus características organizativas y funcionamiento
interno.
Cabe establecer otra distinción sustantiva entre el caso argentino
y el brasilero. La fisonomía de la representación descripta para Argentina
como producto de transformaciones recientes (electorado disociado de
los partidos políticos, identidades políticas fluctuantes, sellos partidarios
cambiantes, etc.), en Brasil, en cambio, ha sido presentada como asociada
íntimamente al propio sistema (Mainwaring, 1999;6 Pousadela, 2007), es
5
El reclamo del vicepresidente del PJ de la provincia de Buenos Aires, Hugo Moyano, en diciembre de
2011, de que éste se había convertido en una “cáscara vacía” daba cuenta no sólo de la distancia entre
este dirigente y el gobierno sino también entre las expectativas de las redes del PJ respecto del proceso
de reorganización del partido y sus resultados.
6
Pero Mainwaring caracterizaba ese contexto como de “subdesarrollo partidario”, conceptualización
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Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:...
decir, como presente incluso en las décadas previas a la redemocratización
de 1985.
El perfil que construyó Mainwaring, por ejemplo, del sistema
político brasilero daba cuenta de una marcada debilidad de los vínculos
entre organizaciones partidarias y electorado. La inestabilidad en los
patrones de competencia electoral, el débil enraizamiento de los partidos
en la sociedad, la escasa legitimidad de los mismos y su carencia de una
efectiva influencia sobre sus propios representantes parlamentarios eran
indicadores, para el autor, de una significativa debilidad partidaria. En ese
contexto, los políticos individuales –y no las organizaciones partidarias–
se convertían en el principal vehículo para la representación popular en el
país. Mainwaring describía al caso brasilero, por tanto, como un sistema
en el que los sellos partidarios cambiaban con frecuencia, los principales
partidos desaparecían y otros entraban en escena, los políticos cambiaban
de filiación partidaria sin repercusiones de peso, la disciplina partidaria era
limitada y las alianzas electorales interpartidarias eran frecuentes pero no a
nivel nacional, y tampoco eran duraderas.
En un sentido similar, Inés Pousadela (2007) afirma que la fisonomía
de representación conocida como “democracia de partidos” nunca llegó a
materializarse en Brasil de la forma en que lo hizo en la Argentina en el
pasado.
Por tanto, mientras que en Argentina, las organizaciones partidarias,
en palabras de Cheresky (2006b) se habían ido convirtiendo desde los años
ochenta, y especialmente después de 2001, en depositarias de lazos de
identificación meramente circunstanciales, en meros dispositivos electorales
funcionales a un candidato para competir en elecciones, luego de muchos
años de comportamiento electoral estable y repartido entre los dos grandes
partidos nacionales (Unión Cívica Radical y Partido Justicialista), en Brasil,
en cambio, esa debilidad en los lazos entre los partidos y el electorado
no era algo novedoso (Mainwaring, 1999; Kinzo, 2005). De todos modos,
distintos autores han sostenido que desde la transición democrática (1985)
se habría producido una progresiva profundización de esas tendencias en el
caso brasilero. No tendría, así lugar, una estabilización del comportamiento
electoral (Kinzo, 2005), y disminuiría el número de electores que exhibían
preferencias o sentimientos partidarios (Carreirão, 2008), desarrollándose
vínculos menos ideológicos y programáticos entre los partidos y el
discutible, porque hace difícil entender otros contextos como el argentino, en el que esos fenómenos
antes descriptos tuvieron lugar después de un período de identidades políticas más estables, y no antes.
Los rasgos de las fuerzas políticas brasileras han sido asumidos con los años también por las de otros
países, con lo cual hablar de un continuo de subdesarrollo-desarrollo genera más confusión que comprensión.
VIRAJES
279
Dolores Rocca Rivarola
electorado (Mainwaring y Torcal, 2005). La escena partidaria se habría
caracterizado por su contingencia, con grandes y rápidas variaciones
(Palermo, 2000). Como manifestaciones de esos fenómenos, se asiste, por
tanto, a campañas electorales centradas en los candidatos individuales y no
en las fuerzas políticas, altos niveles de volatilidad electoral, migraciones
partidarias en las bancadas parlamentarias, un desconocimiento en el
electorado respecto de a qué partido pertenecen los principales líderes
políticos, e incluso sobre cuáles son los partidos brasileros (Kinzo, 2005).
Mientras que algunos autores han anunciado en los últimos años una
institucionalización y consolidación del sistema de partidos (Santos &
Vilarouca, 2008), otros trabajos han señalado, en cambio, una intensificación
de esas tendencias, especialmente desde 2002, momento de llegada de Lula
al poder, advirtiendo una creciente desafección con los partidos en general.
Así, distintos autores han afirmado que los denominados “sentimientos
partidarios” o “identidades partidarias” continuaron disminuyendo
durante el gobierno de Lula (Paiva, Braga y Pimentel, 2007; Veiga, 2007;77
Carreirão, 2008; Hochstetler y Friedman, 2008).
Incluso el propio PT, sindicado en distintos trabajos (Mainwaring,
1999; Freire de Lacerda, 2002; Kinzo, 2005; Carreirão, 2008; y otros) como una
suerte de excepción, como un partido que lograba una efectiva identificación
del electorado en términos de un voto por el sello PT [legenda], no sólo sufrió
desde los años 90 transformaciones sustantivas que acortarían en varios
aspectos esa distancia respecto del funcionamiento de los demás partidos
brasileros. Tampoco pudo lograr que el apoyo electoral a la figura de Lula
–46,4% en 2002– se tradujera en su propio caudal de votos como partido en
los demás niveles (en el Congreso, los gobiernos estaduales y los municipios),
que fue menor al 20% (Ribeiro, 2008). De todos modos, a diferencia de la
mayoría de los demás partidos brasileros, el PT seguía manteniendo una
vida interna en términos organizativos y sostenidas redes de activismo
orgánico a nivel nacional –aunque pudiese constatarse una declinación del
“vínculo militante” (Rocha, 2008) –. De ese modo, se producía la paradoja
de militantes actuando en el seno partidario y siguiendo lógicas propias
del mismo pero a la vez en un ambiente de volatilidad electoral y con un
presidente mucho más popular que la organización a la que pertenecía. Esa
articulación paradójica entre dos lógicas disímiles es uno de los intereses
detrás de estudiar la militancia oficialista como actividad en las condiciones
actuales en Argentina y Brasil.
Los escenarios hasta aquí analizados constituyen el contexto en el que las
7
Veiga incluso enmarca esa disminución de la identidad partidaria en un fenómeno más general, citando a Dalton (2002), que observó una caída de esa identidad en países desarrollados y con sistemas
democráticos estables a partir de los años 80.
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distintas organizaciones y espacios que integran los conjuntos oficialistas
desarrollan la militancia política a favor del gobierno. La segunda parte de la
presente revisión, a continuación, se dedica a recorrer estudios acerca de la
actividad militante, el involucramiento u opción por el compromiso político
activo, exhibiendo los énfasis que estas elaboraciones han privilegiado
y aquello sobre lo que no se han interrogado. Y, para Argentina y Brasil,
específicamente, se revisarán los aportes en torno a las organizaciones
oficialistas.
Estudios sobre la militancia política como actividad
Las bases francesas y anglosajonas
La militancia política en tanto actividad no sólo ha recibido una vasta
atención por parte de la academia anglosajona y francesa, sino que se han
desarrollado incluso intentos de revisión y sistematización de aquellos
estudios, como lo han hecho Norris (2007), para el primer ámbito, y
Willemez (2004), Pudal (2011) y Sawicki y Siméant (2011), para el segundo.
Aunque refiere más a la participación ciudadana que a la militancia
organizada y con cierta continuidad en el tiempo, en su capítulo sobre
activismo político para el Oxford Handbook of Comparative Politics, Norris
(2007) revisa distintos estudios anglosajones acerca del activismo, desde los
pioneros de la psicología social –como Almond y Verba (1989) [1963]–, y sus
detractores de la escuela del Rational Choice, hasta aquellos trabajos que han
argumentado la declinación de los partidos políticos en su relación con los
votantes y en las dimensiones de su membresía y sus militantes (Mair y Van
Bliezen, 2001; Scarrow, 2001) –fenómeno al que ya me he referido en este
artículo–. Norris sostendrá, en ese sentido, que hay considerable evidencia
acerca de una erosión glacial en la fuerza de la identificación partidaria en el
electorado, reduciéndose la proporción de los leales habituales que apoyan a
su partido pase lo que pase; y que también se ha observado una contracción
en la afiliación. A partir de ese diagnóstico, su pregunta es muy sugerente:
cómo interpretar esos fenómenos y sus consecuencias de modo de poder
dar cuenta de las fronteras más difusas, los nuevos modos más informales
de pertenencia, de activismo, y de participación política sin subestimar, en
la comparación con el pasado, el compromiso o involucramiento.
En cuanto al segundo ámbito, la academia francesa, el trabajo de
Willemez (2004) gira sobre distintos estudios que han analizado la opción
por la militancia y, específicamente, el desinvolucramiento, es decir, sobre
VIRAJES
281
Dolores Rocca Rivarola
el momento de ruptura del hasta entonces militante con la organización
de referencia. Interesándose, como la mayor parte del campo francés de
estudios sobre militancia, por la cuestión de las motivaciones, el autor
argumentará, por su parte, que además de los beneficios materiales que
pueden obtenerse del compromiso militante, la fidelidad aporta beneficios
simbólicos, tan importantes como aquéllos. Permite a los militantes pensar
y presentar su existencia en la linealidad y continuidad de ésta. Así,
el involucramiento se vuelve un elemento central de su identidad y la
perseverancia militante, una condición de posibilidad de la fidelidad hacia
sí mismos y de la conservación de la estima de sí mismos (Willemez, 2004).
Ese último supuesto cobra relevancia para pensar las concepciones sobre la
militancia dado el contexto de fluctuación antes descripto en la Argentina
y el Brasil actuales.
También con un énfasis en los trabajos franceses, Pudal (2011)
propone un bosquejo de las distintas modalidades que ha asumido el
análisis de la militancia, presentando cuatro “configuraciones” en orden
cronológico. La primera, que denomina “heroica” (desde el fin de la
Segunda Guerra Mundial hasta mediados de la década del 70), se centra
en la clase obrera organizada y en la militancia en el marco del Partido
Comunista Francés (PCF), con un predominio del método biográfico y
descripciones de los activistas en términos de su pertenencia a un grupo
social que es a la vez tomado como un héroe colectivo.8 La segunda
configuración, o período del “militante retribuido” (1975-1990), implicó,
según Pudal, un desplazamiento cognitivo, científico y también político,
apareciendo una crítica a un supuesto sustancialismo del paradigma
previo (no sólo en torno a la clase, sino a categorías de análisis como la del
militante y el propio partido u organización). Este período no se caracterizó
por un paradigma unificado sino por la multiplicidad de puntos de vista y
modos de análisis, todos ellos, de todos modos, compartiendo un propósito
de desacralización del movimiento obrero así como una interrogación
acerca de las motivaciones detrás del compromiso militante (retribuciones
simbólicas, terapéuticas, financieras, culturales, en términos de capital
social, etc.). Uno de los problemas o derivas que Pudal asocia a estas
investigaciones sobre los determinantes sociales del compromiso militante,
es una suerte de reducción instrumental del mismo y una explícita aversión
hacia el objeto (el activista).9 La tercera configuración, de los “nuevos
8
Pudal toma como referencias aquí los trabajos de Perrot, Trempé, Agulhon, Willard, Dommanget y el
Diccionario Biográfico del Movimiento Obrero Francés.
9
En esta segunda configuración, Pudal ubica los trabajos de Furet (1955), Thompson (1963), Kriegel
(1968), Mothé (1973), Bourdet (1976), Gaxie (1977), Quadruppani (1979), Charle (1996). Para el detalle de
estas referencias, ver Pudal (2011).
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militantes” o del “militante distanciado” (1990-2005), involucrará, en
términos de Pudal, novedades respecto de las dos primeras: incorporará
nuevas luchas y militancias y nuevas referencias teóricas (principalmente
las teorías de los nuevos movimientos sociales provenientes de Estados
Unidos). Pero también implicará, en términos de Pudal (2011) y también
de Collovald (2002), una dicotomía entre lo que se define como el militante
del pasado y el nuevo militante “distanciado” detrás de la cual subyace
un punto de vista normativo, que elogia los nuevos compromisos más
puntuales, menos intensos y más informales y demoniza el antiguo
activismo, visto como totalizador.10 Finalmente, la cuarta configuración
recoge las discusiones previas, sigue ampliando las militancias estudiadas
y también el “cuestionario” y pone el foco menos en la oposición entre
un pasado totalizante y un nuevo estado de distanciamiento, y más en
análisis procesuales. También aspira a comprender mejor la combinación
entre lo reflexivo y lo no-reflexivo.11 Una de las preguntas en juego en esta
configuración es, a la vez, fundamental para los interrogantes que han sido
mencionados al inicio de nuestro artículo y de los cuales este estado de la
cuestión procura ser un punto de partida: la incidencia de los procesos de
individuación de las últimas décadas sobre las prácticas militantes.12
Para terminar con las revisiones de la academia francesa, tenemos a
Sawicki y Siméant (2011). Los autores se proponen un análisis crítico del
campo de investigación francés denominado “la sociología del compromiso
militante” y, entre sus observaciones, advierten acerca de la tendencia –a
partir de los estudios sobre movimientos no partidarios– a caracterizar
como nuevas formas de militancia fenómenos que “solo tenían de nuevo
su nombre”. La revisión realizada por estos autores toma como eje
especialmente a trabajos que se han dedicado a las razones o motivaciones
que explicarían la militancia –incentivos selectivos (Olson, 1992 [1966])
y su adaptación particular francesa en la versión de las retribuciones de la
militancia (Gaxie, 1977), factores externos al cálculo individual, entorno,
carreras militantes (Filleule, 2001), etc.–, más que a las concepciones de los
militantes sobre su propia actividad. Una de sus críticas más interesantes
10
En la tercera configuración hallaríamos, según Pudal a autores como Filleule (1997) –a quien, sin
embargo, Pudal ubica en la cuarta configuración en relación con un trabajo más reciente de este autor (2005)–, Siméant (1998), Sommier (1998), Filleule y Mayer (2001), Mathieu (2001) y Agrikoliansky
(2002),. Para el detalle de estas referencias, ver Pudal (2011).
11
En línea con ese objetivo, e introduciéndose también en el debate sobre las motivaciones detrás de la
militancia, en Argentina, Fernández Álvarez (2011) propone un desplazamiento respecto de la discusión centrada en la racionalidad o irracionalidad del compromiso militante (argumentando que la dicotomía acción racional vs emociones es un falso dualismo), para proponer pensar las emociones como
prácticas políticas y a estas como experiencia encarnada.
12
Pudal coloca algunos ejemplos para la cuarta configuración, como Matonti y Poupeau (2004), y Damamme et al. (2008). Para detalles de esas referencias, ver Pudal (2011).
VIRAJES
283
Dolores Rocca Rivarola
se centra en lo que los autores consideran una excesiva fascinación por el
análisis biográfico, frente a la cual plantean que la atención dedicada a las
lógicas y trayectorias individuales no debería nunca olvidar que las lógicas
de compromiso (engagement) se inscriben muchas veces en trayectorias
colectivas. Asimismo, Sawicki y Siméant recorren estudios que analizan las
nuevas identidades personales que la propia actividad militante termina
construyendo (“militante del medio ambiente” o “sindicalista”, por
ejemplo), identidades que parecen costosas de asumir y luego difíciles de
abandonar.
En relación con esas identidades nacidas al calor de la actividad
militante, hay dos aportes anglosajones que podrían ser de utilidad para
pensar a aquéllas en un contexto como el que he venido describiendo,
de intensa fluctuación y de dificultad para las organizaciones políticas a
la hora de constituir bases electorales y de membresía persistentes en el
tiempo. Passy y Giugni (2001) sostienen que las redes de sociabilidad son
fundamentales para la explicación del compromiso militante dado que
crean una estructura de significados compartida que ayuda a sustentarlo.
Del mismo modo, y procurando, en sus propios términos, dar cuenta
del “proceso fluido y contingente de la formación de identidades en la
interacción dinámica entre el ciclo de vida de la persona, la participación
en el movimiento y las transformaciones históricas de la época”,
Mische (1997) –retomada por Silva y Ruskowski (2010) para estudiar el
compromiso militante en la organización brasilera “Levante Popular da
Juventude”– reelabora el concepto de identidad en relación con procesos de
movilización y activismo, proponiendo tres dimensiones: la identidad como
reconocimiento (como construcción intersubjetiva en la redes en las que los
individuos se insertan), como experiencia (es en los espacios de experiencia
en esas redes que los individuos establecen compromisos, lazos sociales,
significados colectivos, etc.) y como orientación (la identidad termina siendo
un mecanismo usado selectivamente por los actores para orientar la acción
futura).
Aportes en Argentina y Brasil
En Argentina y Brasil en los últimos años, numerosas líneas de
investigación han centrado su atención en la cuestión de la militancia. Se
recuperarán a continuación aquellos aportes que han puesto el foco en
la militancia por parte de actores colectivos que han formado o forman
parte de las bases de sustentación del gobierno desde las presidencias de
Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva hasta la actualidad. En otros
términos, trabajos que se han dedicado a observar la militancia dentro de
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Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:...
organizaciones que, según ha sido afirmado en trabajos propios previos
(Rocca Rivarola, 2007, 2011) integran los conjuntos oficialistas desde la
asunción de Lula y Kirchner13, y con especial foco en los testimonios de sus
propios protagonistas.
Para el caso brasilero, por ejemplo, Fortes y Ferreira (2008) han
recabado y analizado testimonios de militantes y dirigentes del Partido
de los Trabajadores (PT), partido de origen de Lula, desde el retorno de
la democracia. Rocha (2009) ha estudiado los contrastes y los puntos de
confluencia entre la militancia del PT en el pasado y la actual a través de la
observación de los jóvenes del partido en el Estado de Brasilia. Comparando
los jóvenes militantes de los años de fundación del PT con los del período
posterior a la llegada de Lula al poder (ámbitos de militancia, formas de
vinculación inicial con el partido, compromiso ideológico, etc.) Rocha
observa una creciente fragmentación y diversidad en los vínculos actuales,
pero critica, a la vez, la idea de una crisis del militantismo partidario en la
juventud, argumentando que la adherencia continúa, aunque con cambios
sustantivos en sus modalidades. En otro trabajo también enfocado en el
PT de Brasilia (PT-DF) y que involucró encuestas a afiliados y entrevistas
a militantes y dirigentes, Rocha (2008) describe algunas tendencias
significativas en las lógicas organizativas producto de la llegada al poder:
la diversificación de los modos de adhesión al partido, sobre la base de
vínculos más individualizados con líderes y candidatos específicos y el
declive, en cambio, de vínculos y recursos colectivos.14
En su tesis acerca de las transformaciones organizativas del PT a partir
de la década del noventa –y observando particularmente los denominados
núcleos de base15 y el proceso de elecciones directas de autoridades
partidarias (PED)–, Amaral (2010b) argumenta un crecimiento en la base de
afiliados del PT paralelamente a alteraciones en las formas de militancia,
y la construcción de prácticas de militancia de menor intensidad (aunque
más inclusivas) que las halladas en el período de formación del partido.16
Ya ha sido provista en este artículo una definición de la noción de oficialismo.
Las transformaciones experimentadas por el PT hasta su llegada al poder han recibido mucha atención en las ciencias sociales brasileras. Para un estado del arte sobre trabajos que han abordado esas
transformaciones, ver Amaral (2010a).
15
Los núcleos de base empezaron como pequeños grupos de personas (desde 21) que podían organizarse
por barrio, por lugar de trabajo, por categoría de trabajo, o por movimiento social. Según Guidry (2003)
no funcionaban como células de un partido de izquierda, transmitiendo las directivas de las autoridades
a la base sino que se convirtieron en cuerpos consultivos, discutiendo –aunque sin posibilidad de imponer desde abajo– asuntos de relevancia para el partido (Guidry, 2003: 91) y concibiéndose como una
forma de ligar al partido con la sociedad y con los movimientos sociales (Roma, 2006; Amaral, 2010a).
16
En trabajos previos (Rocca Rivarola, 2011) he sostenido, valiéndome del testimonio de militantes y dirigentes del PT de San Pablo y del PT de Río de Janeiro, que los núcleos existentes allí habían disminuido la intensidad y la frecuencia de su actividad. Asimismo, podríamos interpretar las cifras que provee
Amaral (2010b), con datos provistos por el propio PT, sobre la cantidad de núcleos de base del partido
13
14
VIRAJES
285
Dolores Rocca Rivarola
En relación con otras organizaciones oficialistas, el trabajo de Lerrer
(2009) ha examinado las trayectorias de algunos de los primeros militantes del
Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) para caracterizar
lo que considera un estilo muy particular de militancia.17 En su tesis, en la
que argumenta centralmente que el MST ha asumido una forma similar a
la de un partido político aunque no electoral, Oliveira (2008), por su parte,
ha analizado las formas organizativas del movimiento, el reclutamiento y
las prácticas militantes, sosteniendo que aquél ha llegado a adquirir una
“forma política”. Silva y Ruskowski (2010), ya mencionados en este artículo,
han estudiado la construcción y modalidades del compromiso militante –y
la centralidad, en éste, de los lazos emocionales y afectivos desarrollados
y reproducidos en la mística18– en Levante Popular da Juventude (LPJ),
organización que aglutina jóvenes de distintos movimientos sociales,
estudiantiles y culturales, y vinculada directamente con Consulta Popular,
espacio fundado por la propia dirigencia política del MST.19
Partiendo de la noción de que asistimos a transformaciones en las
formas y modalidades de la acción política respecto de lo que habían sido
los espacios tradicionales de involucramiento (partidos, sindicatos, etc.), en
su tesis, Brenner (2011) ha indagado la experiencia militante de aquellos
jóvenes que han optado por el activismo partidario tradicional (tanto en
el PT como en fuerzas políticas aliadas y otras opositoras), examinando en
esos casos cómo han incidido los cambios sobre sus propias prácticas.
Para el caso argentino, el nutrido conjunto de trabajos dedicados al
estudio de los movimientos sociales kirchneristas (devenidos en algunos
casos movimientos políticos) –a modo de ejemplo: Svampa y Pereyra (2003),
que había en cada ciudad en el Estado de San Pablo en 2010, como una muestra de que los núcleos habían dejado de ser grupos por barrio o lugar de trabajo, como lo eran en los años 80, y como los definía
Guidry (2003). En 20 ciudades del Estado de San Pablo había sólo un núcleo por ciudad. Las ciudades
con más núcleos eran Diadema, Mauá y San Pablo (68, 48 y 28, respectivamente). El resto tenían entre
dos y cuatro por ciudad (14 ciudades).
17
La decisión de incluir al MST entre las organizaciones que han formado parte de la base de sustentación de los gobiernos de Lula y Rousseff se ha basado en la relación histórica del MST con el PT, su
vinculación con el Estado durante estas administraciones y su posicionamiento en apoyo al gobierno en
momentos clave en los cuales la dirección del movimiento interpretó que estaba en juego la continuidad
de aquel. Para una argumentación detallada de por qué es pertinente incluir al MST dentro del oficialismo, ver Rocca Rivarola (2009a, 2009b, 2011).
18
Los autores definen la mística –término nativo– como “el espacio en el cual la organización construye
sus símbolos identificadores e incentiva la continuidad de la lucha a partir de la intensificación y expresión de sentimientos vividos en el grupo” (Silva & Ruskowski, 2010: 44). (Traducción propia).
19
Consulta Popular surge en 1999 en el propio seno dirigencial del MST como organización política
que se proponía la formulación y debate nacional, aunque no la participación en elecciones. En las entrevistas realizadas para un trabajo anterior (Rocca Rivarola, 2011), la relación entre el MST y Consulta
Popular aparecía caracterizada de forma algo ambigua, reconociendo que la Consulta estaba integrada
por varios dirigentes del movimiento pero negando que fuese un brazo político del MST. Esa opacidad
aumentaba al agregar a la ecuación la relación histórica del MST y el PT.
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Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:...
Delamata (2004), Delamata y Armesto (2005), Armelino (2008), Cortés (2008,
2009), Natalucci (2008a, 2008b, 2012a, 2012b)20, Rocca (2009a), Da Silva
(2012)– se ha abocado más bien a la relación de esas organizaciones con el
gobierno y sólo en limitadas ocasiones ha versado acerca de las nociones
que los propios militantes elaboran sobre su actividad en el presente y cómo
ésta se desarrollaba en el pasado. Un acercamiento preliminar a esa cuestión,
pero para una agrupación política, es el trabajo de Vázquez y Vommaro
(2012) en referencia a la recientemente notoria agrupación La Cámpora. En
lo que denominan “una aproximación exploratoria a las formas de militar y
de dar sentido a la militancia entre los activistas de La Cámpora” (Vázquez
& Vommaro, 2012: 151), los autores abordan los significados elaborados
desde la agrupación sobre el peronismo en el pasado (las organizaciones
armadas revolucionarias así como el peronismo durante el alfonsinismo y
el gobierno de Menem), sobre el advenimiento del kirchnerismo y el modo
en que todo ello se articula –no sin tensiones– con su propia experiencia
militante individual y colectiva. Tomando la noción, de los propios
dirigentes, de que la llegada de Néstor Kirchner al poder en 2003 inauguró
discusiones, rupturas en espacios preexistentes y transformaciones en cómo
se desarrollaba la militancia, Vázquez y Vommaro se interrogan, también,
acerca de las modalidades de autodefinición, formación interna, crecimiento
y elaboración de un relato histórico propio por parte de la agrupación.
Por otro lado, Auyero (2001), Levitsky (2003), Ferraudi (2011, 2012),
aunque también Gaztañaga (2008) y Vommaro y Quirós (2010) –estos
últimos dos estudios, a través de la categoría de “trabajo político”–, y
algunas contribuciones propias (Rocca Rivarola, 2006, 2009b) se han volcado
a comprender diversos aspectos, prácticas y particularidades específicas de
la militancia política en las redes territoriales del Partido Justicialista en los
últimos años.
En relación con el vínculo que las organizaciones oficialistas establecen
con el Estado (en algunos casos, se trata de un vínculo de origen, dado
que algunas de ellas, en el caso argentino, por ejemplo, se fundaban luego
de la llegada de Kirchner al poder, como el Frente Transversal Nacional
y Popular, creado por Edgardo Depetri), Goldstone (2003) ha afirmado la
necesidad, de parte de los estudios sobre movimientos sociales, de prestar
mayor atención a la militancia institucionalizada. Aunque el autor se refiere
a ésta en un sentido amplio, pensando en el Estado pero también en los
partidos políticos, es la militancia llevada a cabo desde el Estado o en íntima
relación con éste el foco más sugerente para esta revisión.21 En un sentido
Asimismo, Natalucci y Schuttenberg (2010) han elaborado un estado del arte de los estudios sobre
organizaciones sociales kirchneristas y el movimientismo en Argentina.
21
Uno de los argumentos en su compilación es que la frontera entre la política institucionalizada y no
20
VIRAJES
287
Dolores Rocca Rivarola
similar algunas investigaciones desde Argentina se han preguntado por la
militancia en el marco del ejercicio de la función pública o de la presencia
institucional en el Estado (Auyero, 2001; Fornillo, 2008; Perelmiter, 2010; y
otros), elemento clave para los propios interrogantes. Para Brasil, Dagnino,
Olvera y Panfichi (2006), argumentan que existe una doble transformación
en el caso de los actores de movimientos sociales que participan del Estado:
por un lado, para sus propias organizaciones, los riesgos de pertenecer al
Estado y la exigencia de abogar por intereses que antes no habrían tenido que
defender. Por otro, su presencia en el Estado conduce a una transformación
de éste, por ejemplo, con la promoción de ciertas políticas públicas o de
instancias de ampliación de la participación institucionalizada. Silva y
Oliveira (2011), por su parte, analizan las trayectorias de militantes del
Movimiento de Economía Solidaria en Río Grande do Sul, identificando
un proceso organizativo que en gran medida es fomentado por agentes y
políticas estatales.
El propósito detrás de una revisión de doble vertiente y
algunas observaciones preliminares sobre las concepciones de la militancia en actores oficialistas
La construcción, en el presente artículo, de una revisión de doble
vertiente se ha relacionado con la noción de que ambos elementos –
las condiciones actuales del vínculo representantes-representados y
las concepciones sobre la militancia en organizaciones oficialistas– se
encuentran íntimamente vinculados. A modo de ejemplo, si la relación
entre el presidente, devenido líder de popularidad, y su partido de origen
aparece flexibilizada, y aquél construye un lazo representativo directo con
la ciudadanía, un lazo bastante despojado de mediaciones partidarias,
todo ello tiene un cierto impacto sobre el desarrollo de la militancia en esa
organización, y en otras que también forman parte del conjunto oficialista
sin ser el partido de origen del presidente.
De ese modo, en Brasil, los militantes del PT advertían22 la
imposibilidad de que, a la par del ascenso en la popularidad personal de
Lula como presidente, se produjera un correlato de crecimiento similar
del PT (es decir, constataban que aunque el “petismo” había crecido en los
años del primer mandato de Lula, no lo había hecho proporcionalmente al
institucionalizada es difusa y permeable.
22
Entrevistas realizadas para tesis doctoral a militantes y dirigentes del PT en San Pablo y Río de Janeiro
en 2008 y 2009, respectivamente.
288
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Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:...
avance del “lulismo”). Ello se observaba, asimismo, en la notable distancia
entre los votos obtenidos en el nivel presidencial en cada región y el caudal
electoral recibido por los candidatos del PT en los cargos legislativos o en
los niveles estaduales y locales en esos mismos distritos, diferencia de la
que ha dado cuenta Ribeiro (2008), como ya vimos.23
Y en Argentina el PJ como organización no ha experimentado un
crecimiento (en cantidad de afiliados, presencia barrial y territorial, etc.)
que vaya de la mano de la popularidad presidencial durante los hasta ahora
tres gobiernos kirchneristas. Incluso, la revitalización del apoyo al gobierno
y de la popularidad de Cristina Fernández de Kirchner luego de la muerte
de Néstor Kirchner24 se tradujo más bien en un crecimiento sideral de otras
organizaciones, sobre todo de La Cámpora en términos de sus dimensiones,
presencia territorial, presencia en cargos estatales.
Otro fenómeno ilustrativo de aquella vinculación entre los
dos elementos que estructuran el presente estado de la cuestión (las
transformaciones en el formato de representación política y las concepciones
sobre la militancia como actividad política entre sus propios protagonistas)
es que en el contexto de fluctuación descripto, los actores del oficialismo
habrían experimentado una adaptación a esas condiciones de la vida política
en sus propias prácticas políticas cotidianas (militancia bajo la forma de
espacios reticentes a conformarse como partidos políticos, en Argentina;
cibermilitancia, en ambos países; desarrollo de vínculos y compromisos
flexibilizados o más efímeros como parte de transformaciones más generales
en las lógicas organizativas, también en ambos países, etc.). Esa adaptación,
sin embargo, no se observaría del mismo modo en su discurso de cara
al resto de lo que podríamos llamar el mundo político activo (militantes
y dirigentes políticos) o en las futuras entrevistas individuales. En ese
discurso o testimonios, aparecerían, en cambio, definiciones nostálgicas y
apelaciones a un pasado de identidades políticas arraigadas, de partidos
En 2002, mientras que Lula era votado por un 46,4% del electorado (en la primera vuelta), sólo un
18,4% votaba al PT para diputados nacionales, y sólo un 25,3% a la alianza electoral que acompañaba al
presidente. En 2006, Lula se llevaba un 48,6% de los votos en el primer turno, mientras que el PT obtenía
un 15% a diputados nacionales, y la alianza electoral oficialista un 17,3%. Y en cuanto a los gobernadores petistas, sólo había tres después de 2002 y cinco después de 2006 –sobre un total de 27 Estados–.
Las cifras fueron obtenidas de cuadros elaborados por Santos y Vilarouca (2008) y también por Ribeiro
(2008), a partir de datos suministrados por el Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil.
24
En torno a esa revitalización, uno de los directores de la consultora de opinión pública Poliarquía decía: “En la presidencia de Cristina Kirchner le quitó muchos puntos la crisis del campo, la recuperación
de 2010-2011 le sumó 15 puntos de imagen positiva y la muerte de Néstor Kirchner le dio en un mes un
salto de 20 puntos de popularidad” (Alejandro Catterberg, entrevistado por seccionpolitica.com.ar, 6 de
septiembre de 2012).
El Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), dirigido por Roberto Bacman, por otro lado, colocaba
la imagen positiva de la presidenta en un 55,3% en octubre de 2010 (antes del fallecimiento de Néstor
Kirchner el 27 de ese mes), y en un 65,7% en noviembre de ese mismo año.
23
VIRAJES
289
Dolores Rocca Rivarola
(o de su propio partido) que tenían una intensa vida orgánica y con un
sostenido y permanente vínculo con el electorado.
En el caso argentino, por un lado, la referencia nostálgica apuntaría
a un pasado de identidades partidarias, aun en un contexto de normalidad
institucional intermitente. A un pasado en el que el peronismo, como ya
vimos, podía configurar identidades políticas duraderas vinculadas al
movimiento, mantenía un electorado propio y estable a lo largo de los años,
etc. Todo ello fue experimentado profundos cambios, iniciados en forma
incipiente a partir del retorno a la democracia (1983), e intensificados con
la crisis de 2001.
Aunque en Brasil, como ya vimos, los períodos previos a la transición
democrática no pueden ser descriptos del mismo modo que en Argentina,
con identidades partidarias afincadas en los votantes, el pasado al que las
referencias nostálgicas de militantes y dirigentes pueden aludir es el propio
pasado del PT, período de intensa militancia barrial, sindical, intelectual
(y hasta parroquial, en el marco de las comunidades eclesitásticas de
base o CEB, que apoyaban activamente al PT), en el marco de un partido
heterogéneo de tendencias internas, de organización en núcleos de base25, y
que apuntaba a generar en el electorado un lazo identitario que el resto de
las fuerzas políticas no estaban generando con la transición democrática.
Es decir, en ambos casos nacionales, existe un pasado, al menos
para algunos de los actores del oficialismo, en el que la militancia parecía
desarrollarse en otras condiciones (no sólo para quienes la vivieron
personalmente como generación sino para quienes imaginan o han tenido
acceso a un relato de la misma).
Así, y posiblemente como resultado de una idealización de la
militancia en el pasado, aparece un contraste recurrente en el discurso en el
ambiente militante entre el supuesto estado de la militancia en la actualidad
y el modo en que se recuerda o se piensa que la misma era hace tres décadas
o más, con la casi mítica figura del “militante de antes”, dispuesto a hacer
cualquier actividad (desde ocupar un cargo estatal decisivo y representar
a su organización en reuniones clave con otros sectores, hasta pintar una
pared o repartir volantes de la organización en algún ámbito de base).
25
Los núcleos de base empezaron como pequeños grupos de personas (desde 21) que podían organizarse
por barrio, por lugar de trabajo, por categoría de trabajo, o por movimiento social. Según Guidry (2003)
no funcionaban como células de un partido de izquierda, trasmitiendo las directivas de las autoridades
a la base sino que se convirtieron en cuerpos consultivos, discutiendo –aunque sin posibilidad de imponer desde abajo– asuntos de relevancia para el partido (Guidry, 2003: 91) y concibiéndose como una
forma de ligar al partido con la sociedad y con los movimientos sociales (Roma, 2006; Amaral, 2010a).
290
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Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:...
Reflexiones finales: Un estado de la cuestión como base
para analizar las concepciones sobre la militancia en organizaciones oficialistas en Argentina y Brasil
Este artículo ha tenido como propósito la construcción de un estado
del arte de doble vertiente.
Por un lado, repasando distintos trabajos que han advertido
transformaciones sustantivas en el vínculo entre la ciudadanía y los partidos
políticos en las últimas décadas –y las modalidades que asumían, por tanto,
las identidades políticas–, tanto en Europa y en Estados Unidos como en
América Latina, recogiendo especialmente estudios que han observado los
escenarios político-electorales brasilero y argentino en los que asumían sus
mandatos Lula y Kirchner en tanto momentos de profundización de esos
fenómenos. Por supuesto, se trata de un diagnóstico al cual este trabajo
adhiere.
Por otro lado, se han revisado investigaciones (y sistematizaciones de
las mismas por parte de otros autores) acerca del activismo y el compromiso
militante, tanto en el campo francés y anglosajón como en Argentina y Brasil,
observando cuestiones que han predominado –las motivaciones detrás de
la militancia, sobre todo– y que no constituyen un eje de interés de nuestras
propias indagaciones, pero también poniendo especial foco en algunos
interrogantes y argumentos que resultan particularmente sugerentes para
analizar la militancia oficialista en un contexto de pertenencias informales,
desafección ciudadana, e intensa fluctuación de las identidades políticas y
del comportamiento electoral.
La recuperación y agrupamiento de esos aportes y discusiones
se propone como plataforma desde la cual abordar aspectos que no han
sido aún explorados. A diferencia de varios de los estudios existentes
mencionados anteriormente en este trabajo acerca del compromiso militante,
el análisis de las concepciones acerca de la militancia en organizaciones
que han constituido las bases de sustentación activa y organizada de los
gobiernos argentinos y brasileros desde Lula y Kirchner no tiene como
propósito descubrir las motivaciones o razones psicológicas, sociológicas o
de cálculo instrumental detrás de la decisión de asumir la militancia política
como actividad. Se propone, en cambio, abordar las concepciones sobre la
militancia oficialista (sobre lo que esta implica y significa conceptualmente
pero también sobre las modalidades prácticas en las que se desarrolla
cotidianamente) que aparecen entre los propios protagonistas, en el marco
de una pregunta más amplia sobre las transformaciones en los formatos de
representación y sobre el modo de funcionamiento de las organizaciones
VIRAJES
291
Dolores Rocca Rivarola
políticas en la actualidad, especialmente aquellas con una presencia directa
en el Estado en razón de su vínculo político con un determinado gobierno.
Se considera aquí, como parte de las hipótesis para abordar los temas
propuestos, que las transformaciones sobre el formato representativo
descriptas con anterioridad han impactado sobre las visiones que militantes
y dirigentes políticos y sociales oficialistas tienen sobre la militancia. Esos
actores han experimentado una adaptación a esas condiciones de la vida
política en sus propias prácticas políticas cotidianas. Esa adaptación, sin
embargo, no se observaría del mismo modo en su discurso de cara al
resto de lo que podríamos llamar el mundo político activo (militantes y
dirigentes políticos). En ese discurso aparecerían, en cambio, definiciones
nostálgicas y apelaciones a un pasado de identidades políticas arraigadas,
de partidos (o de su propio partido) que tenían una intensa vida orgánica
y con un sostenido y permanente vínculo con el electorado. Un segundo
conjunto de hipótesis podría agruparse bajo la idea de que al pertenecer
al oficialismo, y al traducirse ese vínculo político con el gobierno en una
inserción y presencia institucional en el Estado (cargos, recursos, etc.), la
militancia política –territorial y no territorial– se perfila como íntimamente
amalgamada con la función pública, lo que impacta, en la visión de los
dirigentes y militantes, sobre las propias características que asume esa
actividad y ese compromiso. Esa interacción entre militancia y estructura
estatal, y también entre la militancia del pasado (tal como la conciben
los propios protagonistas) y la del presente es la que será interrogada y
analizada en futuros trabajos.
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VIRAJES
LA RECEPCIÓN DE “LOS DERECHOS DEL
NIÑO” EN ARGENTINA: TRAYECTORIAS DE
ACTIVISTAS Y CONFORMACIÓN DE UNA
NUEVA CAUSA EN TORNO A LA INFANCIA
JULIETA GRINBERG*
Recibido: 5 de febrero de 2013
Aprobado: 19 de mayo de 2013
Artículo de Investigación
* Doctoranda en Antropología de la École des Hautes Études Sciences sociales y el Institut de recherche
interdisciplinaire sur les enjeux sociaux (Sciences sociales, Politique, Santé) de París, Magíster en
Ciencias Sociales, mención en Antropología por la EHESS y Licenciada en Ciencias Antropológicas,
FFyL-UBA. [email protected].
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antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325
La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación...
Resumen
Hacia fines de la década del 80, en Argentina, una causa en
torno a la infancia, conformada por actores sociales exteriores al Estado
y extranjeros al campo de las instituciones de protección de la infancia,
comienza a corporizarse tras la nueva figura del “niño sujeto de derechos”.
En el marco de esta nueva causa, el discurso de los derechos del niño
será utilizado para derrumbar el andamiaje jurídico-burocrático existente
fundando sobre la Ley 10903 de Patronato de Menores de principios del
siglo XX. Este artículo se interesa por la conformación de esta nueva causa
y plantea tres cuestionamientos iniciales sobre los cuales intenta echar luz:
primero, quiénes eran los actores que se involucraron en ella; segundo,
cuáles eran los argumentos y los tópicos principales sobre los cuales se
construyó; y finalmente, a qué grupo de actores estos nuevos activistas por
los derechos del niño buscaban oponerse y por qué.
Palabras clave: derechos del niño, políticas de protección de la infancia,
causa, activismo, trayectorias, campo.
THE RECEPTION OF “CHILDREN’S RIGHTS”
IN ARGENTINA: ACTIVISTS’, CAREERS AND
THE EMERGENCE OF A NEW CAUSE AROUND
CHILDHOOD
Abstract
A cause around childhood, shaped by social actors outside the
State and external institutions in the field of child protection, began to
take place in Argentina under the new figure of ‘child subject of rights’by
the late 1980s. In the context of this new initiative, the discourse of
children’s rights would be used to demolish the existing bureaucraticlegal structure based on the 10903 Law of Patronage of Minors from the
early twentieth century. This article focuses on the conformation of this
new cause and raises three initial questions on which it attempts to shed
light: first, who the actors involved in it were; second, which were the main
topics and arguments on which it was built; and, finally, which group of
actors these new activists of children’s rights sought to oppose and why.
Key words: Children’s Rights, child protection policies, cause, activism,
careers, field.
VIRAJES
301
Julieta Grinberg
Introducción1
Hacia finales de la década de los 80, la campaña a favor de una
nueva Convención sobre los derechos del niño ha sido lanzada a nivel
internacional. Desde diversos espacios, diferentes actores y organizaciones
se movilizan para lograr que el conjunto de los países ratifique un nuevo
tratado internacional de carácter normativo a favor de los derechos de
la infancia2. En América Latina el momento coincide con el derrumbe de
las dictaduras militares y la emergencia de nuevos estados democráticos.
En Argentina, puntualmente, el período está marcado por la presencia
creciente en el espacio público de un nuevo movimiento por los derechos
humanos, que denuncia la violencia y el autoritarismo desplegados por el
gobierno dictatorial, al mismo tiempo que reclama justicia por los crímenes
cometidos por este último. En este contexto, una nueva causa a favor de la
infancia, conformada por actores sociales exteriores al Estado y extranjeros
al campo de las instituciones jurídico-burocráticas de protección de la
infancia3, comenzará a corporizarse progresivamente tras la nueva figura
del “niño sujeto de derechos”, promovida en el marco de la mencionada
Agradezco a Carla Villalta y a los evaluadores de la Revista por sus valiosas críticas y comentarios.
Con el fin de otorgar inteligibilidad al contexto que dio origen a la Convención de los Derechos del
Niño de 1989, Claudia Fonseca (2004) retoma los aportes de Philip Alston (1994). De acuerdo con este
autor, ha sido hacia fines de los años 70, en plena guerra fría, que la representación Polaca ante la ONU
propone transformar la Declaración de los Derechos del Niño de 1959 (un documento no normativo) en
un contrato normativo que a partir de entonces implicara para los Estados firmantes el compromiso de
adecuar sus legislaciones y políticas a los lineamientos del nuevo texto. Al borrador inicial presentado
por el bloque soviético, que privilegiaba los derechos económicos, sociales y culturales, le sucedieron las
propuestas de países como Estados Unidos, Francia e Inglaterra que colocaron el eje sobre los derechos
civiles y políticos. Así, a la propuesta inicial le sucedieron 10 años de agitados debates, de los cuales
participaron diversas organizaciones no gubernamentales de raigambre internacional y representantes
de los diversos países. Sobre este proceso véase también Llobet (2011).
3
El concepto de campo propuesto por Pierre Bourdieu (1995), permite echar luz sobre la trama de
relaciones que se despliegan entre los distintos actores e instituciones abocadas a la protección de la
infancia, en disputa por establecer quién es el actor legítimo para detentar su monopolio. En la ciudad
de Buenos Aires –donde he centrado mis investigaciones–, en aquel entonces, en virtud de la Ley 10903
de Patronato de Menores de 1919, las intervenciones de protección de la infancia eran desplegadas de
forma conjunta por los jueces de menores del fuero penal, los defensores de menores del Ministerio
Público y el Consejo Nacional del Menor y la Familia. A través de la “disposición tutelar” prescripta
por la mencionada ley, los primeros tenían competencias para suspender a los padres en el ejercicio de
la patria potestad y disponer la internación de los “menores” en hogares, instituciones o en guarda, durante períodos ilimitados, cuando estos fueran “víctimas” o “autores” de delitos o simplemente cuando
ellos se encontraran en “peligro o abandono moral o material”. Por otra parte, gracias a un movimiento
jurisprudencial impulsado desde comienzos de los años 80 por un grupo de defensores de menores del
Ministerio Público y algunos jueces civiles preocupados por el problema del “maltrato infantil” (Grinberg, 2010, 2012), estos últimos, tenían también competencias para implementar guardas cuando los
menores estuviesen “maltratados por sus padres”, “inducidos por ellos a actos ilícitos o deshonestos”,
“expuestos a graves riesgos físicos o morales” y “abandonados” (Artículo 234 de Protección de persona,
Código de Procedimiento Civil y Comercial de la Nación). Sobre esta figura jurídica véase también el
trabajo de Karina Valobra (2001).
1
2
302
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325
La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación...
campaña internacional. Activistas por los derechos humanos, profesionales
y académicos, muchos comprometidos con la militancia política durante los
años 70, algunos de ellos exiliados y de regreso al país, otros con experiencia
adquirida en organizaciones no gubernamentales de carácter internacional,
comienzan a denunciar las arbitrariedades del sistema de protección de
la infancia, fundado sobre la Ley de Patronato de Menores sancionada a
comienzos del siglo XX. Estos actores que critican fuertemente el andamiaje
jurídico-burocrático de protección de la infancia y a los actores que lo
encarnan4, abogan para que el Estado argentino ratifique la Convención
de los Derechos del Niño y adecúe sus leyes locales a los preceptos de la
misma5.
Este artículo se interesa por la conformación de esta nueva causa
en torno a la infancia, intentando responder a tres líneas de indagación.
Primero, quiénes eran los actores que, hacia fines de la década del 80, se
involucraron en torno a la misma. Segundo, cuáles eran los argumentos y los
tópicos principales sobre los cuales esta causa fue construida, y finalmente,
a qué grupo de actores sus defensores se opusieron y por qué. Así pues, en
un primer momento, el artículo explora a través de algunas trayectorias de
actores clave, el perfil de estos nuevos activistas de la infancia, así como
el modo en el que los mismos se fueron involucrando con la causa por los
derechos del niño. En un segundo momento, este trabajo aborda el abanico
de críticas que sustentaron el nuevo movimiento e indaga acerca del uso
4
La falta de espacio me impide describir en detalle quiénes eran los actores que hasta la fecha habían
detentado el monopolio sobre la protección de la infancia. Sin embargo, es preciso mencionar dos características que a mi entender permiten describirlos al menos someramente. Por un lado, la participación
de varios defensores de menores y jueces civiles en la “cruzada contra el maltrato infantil” que se venía
desplegando desde comienzos de los 80, en el marco de la cual se buscaba ampliar el poder de intervención sobre las familias consideradas “maltratadoras” (Grinberg, 2012). Por el otro, es preciso hacer
mención a una característica que transciende el plano de la protección de la infancia y que refiere al
conjunto de la institución judicial en Argentina. Como señalan distintos autores (Sarrabayrouse, 2004;
Sarrabayrouse & Villalta, 2004; Villalta, 2004), las relaciones de lealtad y parentesco, y el “espíritu de
cuerpo”, son características propias de este colectivo, que además se encuentra fuertemente imbuido de
valores católicos (Grinberg, 2006).
5
La Argentina ratifica la Convención de los Derechos del Niño en 1990. En 1994, con la reforma constitucional, dicho tratado internacional es incorporado a la Constitución Nacional. Esto no implicó sin
embargo, ni la inmediata derogación del marco jurídico preexistente, ni la sanción de una nueva ley
nacional acorde a los principios del tratado internacional de la ONU. En efecto, esto último ocurrió
recién en 2005 con la sanción de la Ley 26061 de protección integral de los derechos de las niñas, niños
y adolescentes –durante la presidencia de Néstor Kirchner–. No obstante, al ser la Argentina un país federal, algunas provincias emprendieron la reforma de sus marcos normativos en materia de protección
a la infancia, sancionando nuevas leyes acordes a los preceptos de la mencionada Convención. De todos
modos, al continuar vigente la Ley de Patronato de Menores de 1919, en algunos casos la aplicación
de las leyes locales resultó sumamente conflictiva. Así ocurrió por ejemplo en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, la cual en 1998 –durante la gestión de Aníbal Ibarra– sancionó la Ley 114 de Protección
de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, pero cuya aplicación encontró fuertes resistencias de
parte de los actores judiciales.
VIRAJES
303
Julieta Grinberg
particular que estos nuevos actores hicieron de la defensa y garantía de
los derechos de los niños como argumento para derrumbar el andamiaje
jurídico-burocrático existente, fundando principalmente sobre la Ley
10903 de Patronato de Menores de 1919. Finalmente, el artículo se interesa
por la construcción de la figura del “adversario” en el marco de la nueva
causa y muestra que los actores considerados en estos términos, también
interpretaron y se apropiaron del discurso de los derechos del niño, aún
cuando su uso respondiese a la defensa de otros intereses y motivaciones. A
través de este recorrido, este trabajo se propone echar luz sobre la recepción
y reelaboración del discurso de los derechos del niño en Argentina y sobre
la conformación del campo contemporáneo de protección de la infancia en
la Ciudad de Buenos Aires.
El material de campo sobre el cual el presente análisis se funda,
ha sido fundamentalmente obtenido a través de entrevistas realizadas a
activistas por los derechos del niño, del análisis de documentos producidos
por estos actores y complementado de entrevistas realizadas a magistrados
y funcionarios judiciales. Pero el mismo debe ser contextualizado en el
marco de un trabajo de investigación más amplio, que comporta de modo
articulado una perspectiva socio-histórica con una dimensión etnográfica
del campo de las instituciones de protección de la infancia en la Ciudad de
Buenos Aires, y cuyo eje central es el tratamiento estatal de la categoría de
“maltrato infantil”6.
6
En mi tesis doctoral abordo la política de protección de la “infancia maltratada” desplegada en
la Ciudad de Buenos Aires, en el marco de la institucionalización de la causa por los derechos del
niño. En este contexto, marcado a grandes rasgos por el desplazamiento de una política centrada
en la protección judicial y la separación del niño de la “familia problema” a otra que privilegia la
intervención administrativa y la preservación del mismo en su medio familiar originario, me intereso
particularmente por los modos en los que se significan y tratan las violencias, los malos tratos y los
descuidos hacia los niños, en el seno del dispositivo jurídico-burocrático implementado para dar
cumplimiento a la Ley 26061 de protección de los derechos de los niños/as y adolescentes de 2005. Busco
enriquecer la dimensión etnográfica a través de una perspectiva socio-histórica ya que entiendo que
solo problematizando la emergencia de las categorías de “maltrato infantil” y “derechos del niño” en el
contexto local, y analizando estos procesos de modo articulado, es posible comprender las formas en las
que se despliega el tratamiento político y moral contemporáneo del “niño maltratado” en la Argentina.
Este trabajo se apoya sobre un conjunto de pesquisas de carácter etnográfico realizadas en instituciones
judiciales y administrativas de la Ciudad de Buenos Aires, escalonados durante el año 2005, 2007, 2008
y comienzos de 2009. El mismo se complementa de un abordaje socio-histórico para lo cual, además de
estudiar diversas fuentes, se realizaron entrevistas a dos grupos de actores: por un lado, a “expertos” y
funcionarios judiciales de larga trayectoria comprometidos desde comienzos de la década del 80 con la
causa a favor del “niño maltratado”; por el otro, a activistas por los “derechos del niño”. Puntualmente,
las tres entrevistas realizadas a estos activistas que cito en este artículo, fueron realizadas conjuntamente
con Carla Villalta durante el año 2012, en el marco de nuestras investigaciones individuales y del
proyecto de investigación a su cargo, “Las dimensiones tutelares del Estado. Etnografía de las tensiones
locales entre lo público y lo privado en la gestión de la infancia y las familias”, alojado en el ICA-FFyLUBA (Argentina).
304
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La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación...
Los nuevos defensores de la infancia: trayectorias
y acercamiento a la causa
Sin pretender brindar un cuadro exhaustivo acerca del grupo de
actores que se han comprometido con esta nueva causa en torno a la infancia,
en este apartado me centraré en algunos tramos de las trayectorias, de tres
actores, que a mi entender iluminan sobre la conformación del incipiente
movimiento local a favor de los derechos del niño. Este grupo de activistas
estaba conformado por actores diversos, cuyas trayectorias, inscripciones
profesionales e institucionales, también han sido diversas. Como veremos,
si bien gran parte de ellos eran abogados, muchos otros provenían de otros
campos disciplinarios, y si bien no es extensiva a todas estas trayectorias,
la militancia política y exilio son experiencias que aparecen repetidamente
en unas y otras trayectorias. Aunque no exclusivamente, la primera de ellas
está marcada por el paso por organizaciones no gubernamentales locales
y el movimiento de derechos humanos; la segunda, por la vinculación
con este último y las organizaciones internacionales de defensa de los
derechos del niño; y la tercera con este ámbito internacional y el académico.
Exponer algunos elementos de parte de estas trayectorias y visibilizar las
motivaciones e intereses que estos actores persiguieron, permitirá echar
luz sobre su extracción social y política y su inscripción profesional e
institucional.
Un caso de actores ligados al movimiento de derechos humanos
que se involucran en la causa por los derechos del niño, es el de la
abogada, docente universitaria, Alicia Pierini. Desde su participación en el
Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH)7, durante los
primeros años de democracia, esta abogada se aboca a la defensa jurídica
de presos políticos que permanecían aún detenidos en cárceles comunes8. Y
es desde esta práctica que la misma toma contacto con la situación jurídica
de los niños y adolescentes “privados de libertad”:
[…] nosotros empezamos a trabajar el tema chicos en conflicto con la ley
[…] en el 85, 86 […] La cosa empieza porque, por un lado, nosotros como
organismo de derechos humanos asesorábamos a las Abuelas [de Plaza de
7
El MEDH es un organismo de derechos humanos, conformado por diversas iglesias cristinas y creado
en febrero de 1976, en vísperas de la dictadura militar.
8
Como es bien sabido, pero vale la pena recordar para el lector no argentino, al restablecerse la
democracia, se encontraban en las cárceles comunes numerosos presos políticos detenidos años antes de
iniciarse la dictadura militar. Asimismo, existieron casos de personas que habiendo sido secuestradas
por el gobierno militar durante esta última, luego de haber estado privadas ilegítimamente de su
libertad en lugares de detención clandestina, fueron puestas a disposición del Poder Ejecutivo Nacional
(PEN) y trasladadas a lugares de retención reconocidos legalmente.
VIRAJES
305
Julieta Grinberg
Mayo] en la parte de identidad […] Para el trabajo en derechos humanos
específico, teníamos diversos ejes de funcionamiento y yo, particularmente,
tenía un eje que era la resocialización […] de los presos políticos, los que iban
saliendo y que tenían en parte, muchos problemas ellos para ubicarse en la
sociedad y en el trabajo y por otra parte, muchos problemas de familia, civiles
[…] Esa era una línea de trabajo por un lado, y por otro lado, empezamos
a ver el tema de la ausencia absoluta de control jurídico sobre el tema de
los chicos de la calle y de los chicos que estaban sometidos a algún nivel de
medida judicial, no obstante ser inimputables. Incluso hay una visita que
hago yo con un juez, con el padre de García Méndez9 […] hacemos una visita
[…] a una cárcel, y encontramos que había menores de 18 [años] privados de
libertad. Los sacamos con habeas corpus […]. (Entrevista a Alicia Pierini,
junio de 2012)
Es entonces a través de sus visitas a cárceles, como abogada defensora
de presos políticos, que Alicia Pierini comienza a advertir la situación de
indefensión jurídica en la que se encuentran los “menores en conflicto
con la ley penal”. Esta preocupación lleva a Pierini y a algunos de sus
compañeros a proponer ante la coordinación del MEDH, la creación en 1987
del Servicio Solidario de Defensoría de Menores. Para su implementación el
proyecto contó con el apoyo financiero de la agencia sueca Rädda Barnen10.
“La Defensoría” tenía pues como objetivo proporcionar a los chicos bajo
“disposición” del juez de menores, internados en institutos penales, una
defensa jurídica que por aquel entonces, el “sistema tutelar”, fundado
sobre la Ley de Patronato de Menores de 1919, no les proporcionaba:
[…] armo un equipito […] para empezar a analizar cómo era la situación
jurídica de los chicos, porque resulta que eran inimputables pero estaban
encerrados. El juez hacía lo que quería, con la figura del buen padre de
familia […] Y ahí empezamos a elaborar que teníamos otras herramientas
para defender a los chicos, ¡porque los chicos no tenían abogado defensor!
La primera vez que nos presentamos en un juzgado, el juez poco menos que
nos sacó a patadas […]: ‘-Cómo se les ocurre, acá el que tiene la guarda y la
patria potestad es el sistema judicial’ […]. (Entrevista a Alicia Pierini, junio
de 2012)
Pero además de iniciar acciones destinadas a defender los derechos de
los “menores con causas penales”, y privados de libertad incluso siendo
La trayectoria de Emilio García Méndez será expuesta en tercer lugar.
Rädda Barnen es la sede en Suecia de Save The Children, una organización de defensa de los derechos
del niño de raigambre internacional. Fundada en Inglaterra en 1919, esta organización fue la impulsora
de la Declaración de Ginebra sobre los derechos del niño de 1924, adoptada por la entonces Sociedad
de Naciones. Se trata del primer texto en el que se reconocen derechos específicos de la infancia y la
obligación de los adultos respecto de su cumplimiento.
9
10
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La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación...
inimputables, el equipo del MEDH se aboca poco a poco a la situación de
los niños internados en hogares e instituciones por motivos de “asistencia
y protección”. Puesto que como sostiene Pierini, estos chicos a los que el
Estado debía proteger estaban también “privados de libertad”:
Algunos estaban [institucionalizados] porque no tenían familia y otros había
que hacer el contacto con la familia. Había chicos que estaban dispuestos por
los jueces pero que no tenían ningún delito cometido […] lo que pasa [es]
que a los privados de familia los metían en hogares cerrados. Y comenzar a
trabajar con hogares abiertos requería otra mecánica de funcionamiento y de
[otras] cabezas […]. (Entrevista a Alicia Pierini, junio de 2012)
Con el tiempo gracias a la perseverancia de los abogados implicados
en el proyecto, la “defensoría” del MEDH, fue creciendo y especializándose
en la defensa jurídica de “menores privados de libertad”, fuera por motivos
de control, protección y/o asistencia. Sin duda más allá del compromiso y las
buenas intenciones de aquellos abogados, el financiamiento otorgado por la
agencia Rädda Barnen fue fundamental a la hora de darle sustentabilidad y
legitimidad al proyecto. Pero también fueron importantes las relaciones de
apoyo mutuo mantenidas con otros activistas por la causa de los derechos
del niño. Al menos así quedó expresado en el reconocimiento que Alicia
Pierini hizo de Norberto Liwski, otro actor clave cuya trayectoria abordaré
en segundo lugar:
Bueno en ese marco la defensoría siguió funcionando, tuvimos mucho apoyo
de Norberto Liwski, que fue un excelente compañero-maestro en muchas
cosas, y nos fuimos especializando, casi te diría sin haberlo planificado
demasiado […]. (Entrevista a Alicia Pierini, junio de 2012).
Por otra parte, Alicia Pierini señala que la batalla por los derechos
de los chicos tuvo dos etapas. Una primera, anterior a la Convención de
los derechos de los niños, durante la cual se lleva a cabo el proyecto de
defensoría del MEDH y una segunda que se abre a partir de 1990, cuando la
Argentina ratifica la Convención de los derechos del niño de 1989 y el trabajo
consiste entonces en abogar por el cumplimiento del tratado internacional y
adecuar las leyes y políticas públicas a los preceptos de la misma:
Después del 90, ya con la convención vigente, la pelea era otra, era adentro
del Estado para el cumplimiento de la Convención, entonces la defensoría de
menores (del MEDH) no tenía razón de ser como proyecto y prácticamente
los compañeros se fueron integrando a las estructuras del Estado […] todos
se fueron metiendo en el Estado y todos seguimos en el Estado. (Entrevista a
Alicia Pierini, junio de 2012)
VIRAJES
307
Julieta Grinberg
En efecto, Pierini fue nombrada a cargo de la Subsecretaría de
derechos humanos del Ministerio del Interior, función que ejerció a partir
de 1991 y el cual mantuvo hasta ser diputada de la Ciudad de Buenos Aires
entre 1997 y 2003. A partir de entonces hasta la fecha, se ha desempeñado
como Defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires11. El ingreso de
los abogados defensores de derechos humanos a la burocracia estatal ha
sido señalado por Virginia Vecchioli (2007) en sus trabajos sobre la causa
militante por los derechos humanos en Argentina. Para esta autora, la
incorporación a la burocracia estatal de los abogados comprometidos en la
década del 60 con la defensa de los trabajadores y de los presos políticos,
y su reconversión en “expertos en derechos humanos”, debe ser pensada
también como parte de un cambio en el compromiso militante y en el perfil
de los profesionales del derecho reunidos en torno a esta causa:
Si en los años sesenta, los abogados dedicados a la defensa de los trabajadores
y los presos políticos evocan la figura heroica del profesional que se entrega
desinteresadamente a la causa, a partir de su posterior inserción en un campo
profesional y transnacional del activismo jurídico, estos abogados de derechos
humanos aparecen asimilados a la figura del “experto”, llegando, inclusive
a ocupar espacios de importancia dentro de la esfera del propio Estado.
(Vecchioli, 2007: 145)
Las observaciones realizadas Virginia Vecchioli permiten, con
algunos matices, echar luz sobre las trayectorias de los activistas por los
derechos del niño, no solo de los abogados implicados en la causa sino
también de otros profesionales, cuya reconversión en “expertos” parece
haberse dado a través de dos vías: por un lado, de su incorporación a
organismos internacionales de defensa de los derechos del niño, y por el
otro, como resultado de su incorporación al Estado, fundamentalmente
en los nuevos organismos estatales que resultan de la progresiva
institucionalización de la causa.
En relación con esto último, Howard Becker sostiene que “la
consecuencia más evidente del éxito de una cruzada, es la creación de
un nuevo conjunto de leyes” junto con las cuales “se ve frecuentemente
establecerse un nuevo dispositivo de instituciones y agentes encargados”
de aplicar la nueva norma; es así que, “con la puesta en marcha de estas
organizaciones especializadas, la cruzada se institucionaliza” (Becker, 1985:
11
Resulta interesante mencionar que, a comienzos de los 90, Noris Pignata, una joven abogada, que
había trabajado como voluntaria junto con Alicia Pierini en el Servicio Solidario de Defensoría de Menores del MEDH, implementa en el ámbito de la Municipalidad de Buenos Aires, un programa similar
al desarrollado por dicho organismo no gubernamental. En efecto, las actuales defensorías zonales del
Consejo de derechos de los niños, niñas y adolescentes, son un desenvolvimiento de dicha experiencia.
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La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación...
179)12. La falta de espacio me impide desarrollar las características que
asume este proceso en el contexto estudiado. Sin embargo, es importante
destacar, que las leyes de Protección de la infancia de 1998 y 2005 son
resultado de la causa por los derechos del niño y constituyen momentos
clave de su proceso de institucionalización13.
Pero volvamos sobre el eje de este apartado, y centrémonos sobre
la trayectoria del mencionado Norberto Liwski y su acercamiento a la
causa por los derechos del niño. Su implicación en la misma está también
ligada a su militancia en el movimiento de derechos humanos, pero en este
caso, la trayectoria del activista, está marcada además por la inserción en
el campo del activismo internacional por los derechos del niño. Maestro
de escuela, dirigente estudiantil durante sus años de formación en plena
dictadura del general Onganía (1966-1970), durante la década del 70, el
pediatra Norberto Liwski se involucra en la lucha de sectores populares del
conurbano bonaerense. Con el golpe militar iniciado en 1976, es perseguido
políticamente, siendo secuestrado en abril de 1978 por el gobierno de facto,
torturado, y meses más tarde puesto a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional, hasta finalmente ser liberado en 1982. Es a partir de ese momento
que Liwski establece un fuerte vínculo con el movimiento de Derechos
Humanos:
Esta traducción, al igual que el resto de las citas de textos en francés e inglés que conforman la bibliografía final son de mi autoría.
13
La Ley 114 de Protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes de la Ciudad de
Buenos Aires, sancionada en 1998 crea en el ámbito local un nuevo organismo administrativo –el Consejo de los derechos de los niños, niñas y adolescentes– provocando el ingreso de nuevos actores sociales
al campo de la protección de la infancia local. María Elena Nadeo, una de las legisladoras que había
impulsado con fervor la sanción de dicha ley, es designada por el entonces jefe de gobierno, Aníbal
Ibarra, como presidenta del nuevo organismo. No obstante, dicha ley será desestimada por los actores
que históricamente han detentado el monopolio de su protección. En este contexto caracterizado por la
coexistencia de leyes antagónicas operando sobre el mismo territorio, por la presencia de facciones con
enfoques divergentes acerca de lo que debería ser la política de protección de la infancia, se despliegan
circuitos de intervención paralelos y superpuestos. Particulares relaciones entre instituciones judiciales
y administrativas se irán tramando, haciendo de la protección de la infancia, un campo de fuertes disputas y luchas de poder (Grinberg, 2004, 2006). La Ley 26061 de Protección integral de los derechos de
los niños, niñas y adolescentes de alcance nacional, sancionada en 2005, deroga la Ley de Patronato de
Menores de 1919 y modifica el artículo 234 de Protección de persona del Código de Procedimiento Civil
y Comercial de la Nación, el cual ya no podrá ser utilizado en materia de protección de la infancia. Dicha Ley reconfigura el campo jurídico-burocrático de la protección de la infancia, asignándole mayores
competencias a los organismos administrativos en detrimento de los judiciales. Un nuevo dispositivo
que privilegia el trabajo de los primeros y restringe la intervención de los segundos a los casos más
graves, se pone en marcha a partir de entonces. Pero la nueva ley no resuelve los conflictos históricos
ni homogeneiza las miradas divergentes a cerca del cómo debe ser la política de protección de la infancia. Por el contrario, estas cuestiones continúan siendo objeto de apasionados debates (Grinberg, 2011;
Villalta, 2010).
12
VIRAJES
309
Julieta Grinberg
La primer visita que hago cuando salgo en libertad, es ir a verla a Hebe14,
yo no la conocía… […] Y ahí ella me plantea si no quería darle una mano
en algo que se estaba organizando […] en una parroquia, para darle un
apoyo a los hijos de desaparecidos […] Era la parroquia de Nuestra Señora
de los Remedios, de Mataderos, y era el padre Mario Leonfanti, del MEDH
[Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos], el que lo estaba
organizando. Y entonces fui para ahí. Fue todo en simultáneo, primero la
visito a Hebe, después le hago el apoyo médico a Adolfo que estaba de huelga
de hambre […]15. (Entrevista a Norberto Liwski, junio de 2012)
Así pues, es entonces a partir de la circulación por estos diversos
espacios y de las relaciones que en los mismos se van tejiendo, que Norberto
Liwski conoce a Chicha Mariani, una de las fundadoras y por entonces
presidenta, de Abuelas de Plaza de Mayo. Y, según la reconstrucción que
el mismo actor realiza, es a partir de su colaboración con dicha asociación
que comienza a vincularse con organizaciones de defensa de derechos de
los niños de raigambre internacional:
En el año 84, con Chicha Mariani viajamos invitados a Colombia, promovidos
por Adolfo [Pérez Esquivel], para una primera reunión que se hacía en
América Latina de la organización Defensa de los Niños Internacional
[DNI]. Nos enteramos juntos ahí que había nacido esa organización
en Ginebra, en el año 1979, que había nacido junto con la decisión de la
Asamblea General de Naciones Unidas de poner en marcha un mecanismo
de elaboración de la Convención de los Derechos del Niño, a partir de la
iniciativa de Polonia, acompañada por un grupo de países; y que DNI se
había constituido básicamente para, desde las organizaciones de la Sociedad
Civil, acompañar el proceso de elaboración de la Convención16, y que tenía la
intención de avanzar en la creación de secciones en América Latina. Así que
esa reunión en Colombia puso en marcha, en la Argentina la creación de DNI
[…] DNI se funda con un grupo bastante heterogéneo de dirigentes sociales y
profesionales y tiene como finalidad primera poner el debate de la Convención
[…]. (Entrevista a Norberto Liwski, junio de 2012)
Luego de este primer acercamiento, hacia fines de los años 80 Liwski
tiene la posibilidad de participar en el último período de redacción del
documento de la Convención de los Derechos del Niño. Por un lado, porque
para la época además de ser el responsable de la sede local de DNI, ha sido
Como es bien sabido, Hebe de Bonafini, es la referente principal de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
Adolfo Pérez Esquivel es otro de los reconocidos referentes del movimiento de derechos humanos,
fundador el Servicio de Paz y Justicia y acreedor del Premio Novel de la Paz en 1980. A mediados del
año 1983, ya siendo reconocido mundialmente, Pérez Esquivel realiza una huelga de hambre como
modo de protesta ante la sistemática violación de los derechos humanos en Argentina.
16
A este proceso me he referido en la nota al pié de página número 3.
14
15
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La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación...
designado vice-presidente de DNI central, cargo que lo lleva a representar
a la organización ante el comité de redacción de la Convención. Por el
otro, porque desde Naciones Unidas, se lo convoca también como asesor
para la redacción del texto final. Desde su participación en dicho espacio
promueve la incorporación del debate en torno al derecho a la identidad,
impulsado por las Abuelas de Plaza de Mayo, que posteriormente habría de
plasmarse en los artículos séptimo y octavo de la Convención Internacional
de los Derechos del Niño.
Del mismo modo que Alicia Pierini, durante la década de los 90,
Norberto Liwski llega a ocupar distintos cargos públicos como responsable
de diversas áreas de infancia a nivel provincial y nacional, entre otros,
llega a ser Subsecretario de Infancia, Familia y Desarrollo Humano de la
Provincia de Buenos Aires (1992-1994) y presidente del Consejo Nacional
de Niñez, Adolescencia y familia (2002-2003). La trayectoria de este activista
devenido experto, alcanza la cima cuando en 2003 es nombrado “miembrovicepresidente” del Comité de Derechos del Niño en Ginebra, cargo que
desempeña hasta 2007. Pero los recorridos son diversos, y devenir experto
no implica siempre abandonar el mundo asociativo como espacio de lucha
y transformación. En efecto, es común observar en este tipo de trayectorias
un fluido ir y venir entre el Estado y la Sociedad Civil17.
Por último, otra figura emblemática de la causa por los derechos
del niño ha sido el abogado Emilio García Méndez, quien debió exiliarse
durante la dictadura militar y luego de una estadía en Venezuela, terminó
instalándose en Alemania y doctorándose en leyes:
En diciembre del 74 mataron al secretario estudiantil de la Universidad
de Bahía Blanca. En enero del 75 mataron al secretario estudiantil de la
Universidad de la Plata y yo era el secretario estudiantil de la Universidad
de Lomas. Yo me fui en abril. Me fui a Venezuela […] trabajé en el Instituto
de Criminología de la Facultad de Derecho del Sur […] cuatro años. En el 80
yo gané una beca en Alemania y me fui. Y ahí trabajé e hice mi doctorado con
Alessandro Baratta18 […]. Yo estuve del 80 al 85 en Alemania y en el 85 gané
un concurso de Naciones Unidas en Roma y entré a trabajar en el Instituto
de Política Criminal de Naciones Unidas […] trabajé ahí entre el 85 y el 90.
(Entrevista a Emilio García Méndez, agosto de 2012)
Sobre otro aspecto de las porosas fronteras entre el Estado y la Sociedad Civil que caracterizan el campo las instituciones de protección de la infancia, véase el trabajo de Carolina Ciordia (2011).
18
Alessandro Baratta ha sido un reconocido criminólogo y penalista italiano, profesor en la Universität
des Saarlandes y autor de numerosas publicaciones en el ámbito de la criminología, el derecho penal
y los derechos humanos, entre otros. En diversas compilaciones realizadas por Emilio García Méndez,
pueden encontrarse artículos de Baratta en torno a la infancia.
17
VIRAJES
311
Julieta Grinberg
Es a través de su participación como experto en un proyecto de
cooperación llevado a cabo desde el Instituto lnterregional de Naciones
Unidas para la Investigación sobre el Delito y la Justicia (UNICRI), situado
en Roma, que Emilio García Méndez regresa nuevamente a Buenos Aires,
hacia fines de la década del 80, para crear junto a María del Carmen Bianchi,
otro actor clave de este movimiento, el proyecto “Pibes Unidos”:
Para mí estos proyectos [“Pibes Unidos” y su versión uruguaya “Gurises
Unidos”] tenían como objetivo desarrollar una especie de crítica en acto para
poder establecer las bases de una reforma legal. Nunca me imaginé, yo trabajé
en todos los procesos de reforma legal en todos los países de América Latina y
en todos los países del Caribe de habla inglesa, nunca me imaginé que el único
lugar en donde no iba a poder hacer eso era en la Argentina […]. (Entrevista
a Emilio García Méndez, agosto de 2012)
En 1990 el abogado ingresa a la oficina de Unicef en Brasil, donde
trabaja durante algunos años hasta asumir el cargo de Asesor regional en el
área derechos del niño de la oficina de Unicef para Latinoamérica y el Caribe
–cargo en el que se desempeñó hasta 1999–. Como él refiere en el extracto
citado, desde dicho espacio aboga por la reforma jurídica de las leyes de
infancia en los distintos países de la región. Durante este período, publica
números trabajos llegando a ser considerado en la región como uno de los
referentes teóricos más destacados de la llamada “doctrina de la protección
integral” de derechos. Este lugar de prestigio, es alimentado a su vez por las
relaciones tendidas con el campo de la criminología crítica en Italia. En los
años siguientes, Emilio García Méndez alterna el trabajo de asesoramiento
a diversos organismos internacionales, la docencia universitaria y un cargo
como diputado nacional durante el período 2005-2009.
Semejanzas y divergencias pueden ser observadas en las trayectorias
de estos activistas por los derechos del niño. En el caso de Alicia Pierini y
Norberto Liwski el interés y el compromiso por la cuestión de la infancia
no puede ser desligada de su participación en el movimiento de derechos
humanos post-dictadura. Mientras tanto, en el caso de Emilio García Méndez
su interés por la misma parece más bien haberse forjado a la luz de los debates
internacionales, a los cuales posiblemente accede a partir de su experiencia
en el exilio, de su paso por organismos internaciones como Unicef y de su
inserción académica. Dicha incursión en el plano internacional se observa
igualmente en la trayectoria de Norberto Liwski, quien sin embargo arriba
a dicho ámbito a través del movimiento de derechos humanos. Por otra
parte, resulta interesante mencionar que a excepción de Alicia Pierini cuya
carrera se vuelca hacia el ámbito más amplio de los derechos humanos,
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La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación...
del cual efectivamente provenía, en los otros dos casos, como sucede en
la mayoría de las trayectorias de estos activistas, los mismos permanecen
“fieles a la infancia”.
Sally Engle Merry (2006) explora el lugar y los modos en que los
conceptos e instituciones de derechos humanos son producidos y cómo
estos circulan y modelan las vidas y acciones cotidianas de las comunidades
locales. Para dar cuenta de estos procesos, la autora propone una categoría
analítica sumamente rica para analizar las prácticas de aquellos actores que
circulan en el plano internacional y participan de la producción, circulación
y elaboración de ideas locales en torno a los derechos humanos:
A medida que las ideas de origen transnacional viajan a las comunidades
pequeñas, por lo general estas se vernaculizan, o adaptan a los significados
y a las instituciones locales […] Una dimensión clave del proceso de
vernacularización es la gente del medio: aquellos que traducen los discursos
y prácticas del ámbito del derecho internacional y las instituciones jurídicas
a situaciones concretas de sufrimiento y vulneración. Los intermediarios o
traductores trabajan a distintos niveles entre los sistemas de significados
locales, regionales, nacionales y globales. Los traductores recrean los reclamos
locales en términos de principios globales y actividades de los derechos
humanos. (Merry, 2006: 39)
De acuerdo con esta autora, entran dentro de esta categoría,
activistas locales, abogados de derechos humanos, académicos y todos
aquellos que “tienen un pie en la comunidad internacional y el otro en casa”
y que traducen haciendo accesible la comunicación en ambas direcciones.
Estos “traductores de derechos humanos” tienen entonces una doble tarea:
“ellos transforman las ideas transnacionales en términos locales. Al mismo
tiempo, ellos reinterpretan ideas y reclamos locales en el lenguaje nacional e
internacional de los derechos humanos” (Merry, 2006: 42). Sin lugar a dudas,
la caracterización hecha por Merry es ilustrativa de la labor desempeñada,
por los tres actores durante aquellos años, y sobre todo por Emilio García
Méndez y Norberto Liwski, quienes a través de su participación en
espacios transnacionales, como Unicef, DNI internacional o el Comité de
redacción de la Convención de los Derechos del Niño, tomaron contacto
con los debates internacionales. Estos tres actores participaron activamente
en la difusión del discurso de los derechos del niño en el plano local. Pero
esta difusión no fue pasiva, por el contrario como veremos en el próximo
apartado, ellos interpretaron y reelaboraron la discusión dada en el ámbito
global en función de la coyuntura local, de sus propias motivaciones e
intereses, y paralelamente transformaron el problema local al lenguaje de
los derechos del niño fabricado en el plano internacional.
VIRAJES
313
Julieta Grinberg
Argumentos y tópicos principales de la causa por los
derechos del niño: el “sistema tutelar” en cuestión
Así pues, de la mano de activistas próximos al movimiento de
derechos humanos y/o expertos con experiencias de circulación en el plano
internacional, una nueva causa que preconiza la Convención Internacional
de los Derechos del Niño de 1989 como horizonte normativo y que ataca
al mismo tiempo el andamiaje legal e institucional de tratamiento de la
“minoridad”, se va consolidando en la esfera local. Las críticas esgrimidas
hacia las instituciones de protección de la infancia, por estos nuevos
actores exteriores a las mismas, que emergen de la sociedad civil, recubren
un amplio y variado abanico argumentativo. La política erigida sobre la
separación ente “niños” y “menores”, que implica intervenciones libradas
exclusivamente sobre los niños de sectores populares19, el tratamiento
indiferenciado desplegado sobre los “menores abandonados” y los
“menores delincuentes”, los poderes ilimitados conferidos a los jueces
por la ley de Patronato de Menores de 1919, la impronta moralizadora de
la noción de “abandono o peligro moral o material” sobre la cual dicha
ley habilita la intervención estatal en el seno familia, y la concepción del
niño como “objeto de tutela” y no como “sujeto de derechos”, son tan solo
algunas de las críticas que los nuevos activistas dirigen al “Patronato”
o “sistema tutelar” de protección de la infancia, fundado sobre la ley de
Patronato de Menores de principios del siglo XX.
Algunas de estas cuestiones quedan expresadas en el siguiente
párrafo, extraído de un artículo que Alicia Pierini escribe en la época:
[…] el actual sistema tutelar confiere a los jueces un poder tan omnímodo que
pueden privar de su libertad a menores sin cumplir ninguno de los requisitos
procesales que, en caso de los adultos serían imprescindibles. La facultad de
disposición de los Jueces de Menores no tiene ningún límite legal […] La
libertad de cualquier menor de 21 años está en riesgo y sin garantías. Basta
que el Juez considere su situación como de “peligro moral” para que pueda ser
dispuesto por tiempo indeterminado y hasta los 21 años. (Pierini, 1991: 164)
19
Numerosos autores sostienen que entre 1880 y 1920, el término menor se instala en el espacio público
local, utilizándose diferenciado de aquel de niño. Progresivamente, un sistema clasificatorio que divide
la infancia en dos categorías se cristaliza: por un lado, la niñez, la cual denota una infancia inscripta en
el sistema de educación pública, educada y protegida por su familia, y del otro lado, la minoridad, esta
infancia pobre, “en peligro” o “peligrosa” que comienza a ser percibida por la élite político-intelectual
como un problema que necesita de una intervención pública específica (García Méndez, 1991; Daroqui
& Guemureman, 2001; Carli, 2002; Villalta, 2006; Zapiola, 2006, 2010).
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La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación...
Respecto del tratamiento penal de los “menores” en particular,
los nuevos defensores de los derechos del niño sostendrán que el Estado
argentino viola las normas internacionales. De modo sintético, los
procedimientos son arbitrarios, los menores no tienen acceso a una verdadera
defensa jurídica y las instituciones donde los mismos son dispuestos,
no solo no cumplen con el objetivo de la rehabilitación sino que además
encierran menores inimputables e incluso a aquellos que no han cometido
delitos20. En relación al plano de la protección y asistencia, las críticas son
también contundentes. Por un lado, los cuestionamientos se dirigen a la
“judicialización de la pobreza”, dicho de otro modo, la criminalización de las
dificultades económicas de las familias, que deberían ser objeto de políticas
sociales y no de una intervención judicial, fundada sobre la adopción y la
institucionalización. Esta última, concebida como la internación de niños en
macro-instituciones, o eventualmente hogares, de características cerradas,
es también objeto de fuertes críticas. Por un lado, se trata de una práctica
que se realiza de modo masivo en lugar de restringirse a los casos más
graves. Pero por el otro, la falta de trabajo tendiente a posibilitar el regreso
de los niños a sus familias, la impersonalidad en los cuidados propios de
este tipo de estructuras, el hermetismo y la violencia institucional, así como
las secuelas que la experiencia de la institucionalización deja en los niños,
son también denunciadas en el marco del nuevo movimiento.
Sin lugar a dudas, varias de estas críticas y las orientaciones que
de ellas se desprenden, traducen en el plano local transformaciones
que, desde hacía algunas décadas, venían atravesando las políticas de
protección a la infancia, en la mayoría de los países occidentales, incluso
mucho antes de la ratificación de la Convención de 1989. En efecto, la
política de institucionalización de niños había sido ya puesta en cuestión en
la década del 40, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la figura de
“niño privado de cuidados parentales” aparece en el espacio público (Rose,
1999)21. Como sugiere Anne Daguerre (1999) en su trabajo comparativo
sobre Francia e Inglaterra, luego de la Segunda Guerra Mundial, la familia
de origen comienza a ser concebida como el medio más apropiado para
En efecto, en aquella época era común encontrar en este tipo de instituciones: niños en situación de
calle, niños detenidos en situación de “merodeo” o vendiendo objetos, todas situaciones consideradas
de “abandono moral o material”, así como niños que si bien habían cometido delitos, al ser menores de
18 años, resultaban inimputables para el Régimen Penal de Menores (Ley 22.278/80 y 22.803/83).
21
Las investigaciones desarrolladas por Anna Freud en aquel contexto daban cuenta de los efectos nefastos que la experiencia de separación de los niños de sus familias y el posterior cuidado institucional,
tenían sobre el desarrollo posterior de los niños pequeños. Para la misma época, John Bowlby habían
afirmado, basándose en el estudio de las experiencias de “jóvenes delincuentes”, que la temprana separación de los niños de sus familias, llegaba a causar afecciones que podían derivar en el desarrollo de
“comportamientos antisociales” (Rose, 1999: 166). Estas investigaciones habían llevado entonces a privilegiar los vínculos entre los niños y sus familias de origen, sobre todo durante los primeros años de vida.
20
VIRAJES
315
Julieta Grinberg
el desarrollo del niño. Las agencias de protección de la infancia apuntan
a partir de entonces, tanto a promover el trabajo socio-educativo con los
padres a fin de evitar la separación del niño de su familia de origen, como
a buscar alternativas al cuidado institucional para aquellos casos en los que
los niños no puedan continuar a su cuidado22.
Por otro lado, el intervencionismo de los servicios sociales
desplegado sobre las familias pobres había sido también objeto de fuertes
críticas en ambos países. En Francia, durante la década del 70, la crítica al
“control social” que emerge en el mundo académico, fundamentalmente
con los trabajos de Michel Foucault y trabajos de orientación foucaultiana,
como aquellos desarrollados por Jacques Donzelot y Philippe Meyer,
son rápidamente retomados y aplicados en el mundo del trabajo social
(Lenoir, 1997; Serre, 2009). En Argentina, las críticas al “institucionalismo”
u “hospitalismo” habían comenzado a propagarse hacia fines de la década
del 60 y las mismas habían dado origen a la creación de programas de
pequeños hogares y familias sustitutas. Sin embargo, es posible pensar
que estas críticas se potencian luego del restablecimiento del sistema
democrático, cuando además, el intervencionismo estatal desplegado sobre
las familias pobres, comienza a ser problematizado. Estas cuestiones se
despliegan articuladas y con fuerza en el mismo momento que en el plano
internacional se discute acerca de la infancia y sus derechos. En este contexto,
los nuevos defensores de los derechos del niño, concebirán a la Convención
Internacional de 1989, como el marco normativo, político y moral desde el
cual desterrar las enraizadas prácticas de judicialización de la pobreza e
institucionalización de niños pobres, instauradas desde comienzos de siglo
XX por la Ley 10903 de Patronato de Menores.
Este escenario posibilitará la emergencia de una producción teórica,
fundamentalmente jurídica, a cerca de las políticas de protección a la
infancia en Argentina, de su historia y sus cambios. La mirada que se irá
forjando a la luz de dicha producción, revestirá también a la Convención de
los Derechos del Niño de una significación bien particular. La perspectiva
en cuestión afirmará la existencia de dos doctrinas jurídicas contrapuestas.
Por un lado, la doctrina de la “situación irregular”, representada en América
Latina por las leyes de principios del siglo XX, y, por el otro, la “doctrina de
la protección integral”, que tiene sus raíces en la Declaración de Derechos
22
Mientras que en Francia este paradigma continuará siendo dominante, en Inglaterra el mismo será
puesto en cuestión a mediados de la década del 70, cuando el problema del “maltrato infantil” irrumpa
en el espacio público (Nelson, 1984; Pfhol, 1993; Hacking, 1988, 2001). Rápidamente la familia de origen
será percibida como nociva y patológica. Pero dado que la institucionalización ha demostrado causar
también efectos nocivos sobre el futuro desarrollo del niño, otras formas alternativas al cuidado institucional, tales como las familias de acogimiento y la adopción, serán a partir de entonces valorizadas en
Inglaterra (Daguerre, 1999).
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La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación...
del Niño de 1959 y que comprende la Convención Internacional de 1989 y
las tres normas de Naciones Unidas que rigen la administración de justicia
y el tratamiento institucional de “menores infractores a la ley penal”,
concebidas hacia fines de los años 8023 (García Méndez, 1997: 28).
De acuerdo con García Méndez, uno de los exponentes máximos de
esta corriente de pensamiento, las leyes de principios del siglo XX basadas
en la “doctrina de la situación irregular” han apuntado al “tratamiento
institucional de una conducta o condición que implica un desvío de las
normas sociales […] que se suponen mayoritariamente aceptadas” (García
Méndez, 1991: 14). De acuerdo con este autor, esta doctrina jurídica, o más
bien las leyes enmarcadas en ella, comprende una serie de características,
dentro de las cuales pueden mencionarse a modo de ejemplo, la
diferenciación que establecen entre niños y menores, la habilitación a los
jueces de poderes omnímodos y discrecionales, la judicialización de la
pobreza, y el tratamiento de los niños como objetos (García Méndez, 1997:
21-22).
Así pues, la Ley 10903 de Patronato de Menores de 1919, había sido
construida en torno a la “doctrina de la situación irregular”, y por ende
resultaba completamente antagónica a la Convención de los Derechos del
Niño de 1989, construida sobre la “doctrina de la protección integral”. En
consecuencia, para modificar las denostadas prácticas que daban vida al
“sistema tutelar”, resultaba imperioso y necesario, la derogación de aquella
y la sanción de nuevas leyes acordes a esta última doctrina jurídica. Desde
esta perspectiva, ambas doctrinas fueron concebidas entonces como dos
paradigmas opuestos e inconmensurables que se suceden en el tiempo,
nutriendo modelos de intervención con la infancia sustancialmente
diferentes. En esta configuración, la Convención fue concebida, como un
momento histórico sin precedentes, un antes y un después en la historia
de las políticas de protección de la infancia. En palabras de Emilio García
Méndez: “la Convención Internacional cancela definitivamente la imagen
del ‘menor’ como objeto de compasión-represión, convirtiéndolo en el
niño-adolescente sujeto pleno de derechos” (1991: 16).
Ahora bien, el paso del tiempo y la distancia recorrida nos permite
hoy en día reflexionar sobre esta construcción teórica forjada, a la luz de la
perspectiva jurídica, en el seno de la causa por los derechos del niño, y sobre
algunos estereotipos y lugares comunes a los cuales la misma nos condujo.
Como se desprende de los párrafos anteriores, desde esta perspectiva
que opuso “el Patronato” a “la Convención”, mientras que lo previo fue
Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia Juvenil (reglas de Beijing) de 1985, Directrices de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia Juvenil (directrices de Riad) de 1988 y Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para los jóvenes privados de libertad
de 1990.
23
VIRAJES
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Julieta Grinberg
homogenizado bajo el rótulo de “doctrina de la situación irregular” (Villalta,
2010: 82), descalificado y etiquetado de “control social”, “lo nuevo” fue visto
como superador y emancipador. Demonización de lo anterior e idealización
de lo nuevo24, se articularon en esta nueva perspectiva que al centrar el foco
en la sanción de nuevas normas, planteó una lectura parcial de los cambios
en las políticas de protección de la infancia. Desde esta lectura idealizada, la
sanción de una nueva ley acorde a la Convención Internacional, permitiría
reemplazar un modelo anterior y vetusto por uno nuevo y respetuoso de
los derechos de los niños. Cual varita mágica la nueva normativa daría el
puntapié inicial al cambio cultural sin precedentes.
Ahora bien, además de movilizar una lectura dicotómica, esta
perspectiva construyó a estas dos doctrinas como compartimentos estancos
y los definió taxativamente, atribuyéndoles características negativas a una
doctrina y positivas a la otra, contraponiendo así “el bien” y “el mal”. Y
en este sentido, esta construcción desdobló un análisis de alto contenido
moral. Pero las críticas no se referían exclusivamente a “la doctrina” sino
también a las instituciones y agentes “del Patronato”. Pesó así sobre los
jueces de menores y demás actores judiciales una mirada fuertemente
negativa. Acusados de criminalizar la pobreza, de institucionalizar o dar
en adopción a hijos de pobres, de juzgar los abandonos y negligencias
con base en valores de clase media-alta, estos actores, “los defensores del
patronato”, fueron construidos por los activistas de la nueva causa, como
sus adversarios políticos e ideológicos. Y así, como sostiene Carla Villalta
(2010), para aquellos el debate quedó reducido a una oposición entre
“buenos” y “malos”. Pero por otra parte, esta construcción del problema
que opuso dos paradigmas inconmensurables, se vio reflejada en gran
parte de los trabajos académicos sobre la cuestión:
[…] la producción teórica respecto del tema de la intervención jurídico-estatal
sobre los “menores” estuvo fuertemente teñida por los límites conceptuales de
este debate que oponía el Patronato –como sinónimo del enfoque paternalista,
coactivo, selectivo y discrecional que había caracterizado a las variadas
intervenciones sobre un sector de la infancia– a la Convención sobre los
Derechos del Niño y a la denominada “doctrina de la protección integral”
inspirada en ella. (Villalta, 2010: 82)
24
A comienzos de la década del 90, la socióloga francesa Irène Théry (1993) observaba con un tono crítico la idealización que los nuevos defensores de los derechos del niño realizaban de la Convención Internacional de los Derechos del Niño en el contexto francés, y remarcaba al mismo tiempo la demonización
que los mismos hacían del derecho de menores, un derecho que, a su entender, no resultaba contrario a
las prescripciones de la ONU. Si bien el caso argentino no es comparable al francés, puesto que sin lugar
a dudas el derecho de menores en este país era contrario a los preceptos de la mencionada Convención,
es interesante constatar la misma operación estratégica de diabolización de lo previo e idealización de
lo nuevo mencionada por Théry.
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La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación...
Aún más, con esta perspectiva nos hemos formando e identificado
en nuestros comienzos muchas de las personas que en Argentina hoy
investigamos sobre estos temas. En efecto, en nuestro contexto local, fueron
los trabajos insertos en esta corriente los que comenzaron a despertar el
interés de las ciencias sociales por el estudio de los dispositivos jurídicoburocráticos destinados a la minoridad, en particular, y por los estudios
de infancia en general. En este sentido, al lograr, visibilizar un tema que
hasta entonces había sido menor e instalar el debate alrededor del mismo,
tanto en el espacio de la política como en el ámbito de las ciencias sociales,
las acciones desplegadas por estos activistas de los derechos del niño
resultaron ampliamente productivas.
Defensores y adversarios: apuntes para una relectura
crítica
Ahora bien, los activistas por los derechos del niño, en su
desempeño como traductores (Merry, 2006), realizaron una interpretación
y movilizaron un uso particular de la Convención de Derechos del Niño
producido en la escena internacional. En el marco de este proceso, la
defensa y garantía de dichos derechos fue convirtiéndose en un “frente
discursivo”25 (Fonseca & Cardarello, 2005), cuyos tópicos centrales, como
sostiene Carla Villalta, fueron la “desjudicialización de las situaciones
de pobreza”, la “desinstitucionalización de los niños”, y la “restitución,
protección y exigibilidad de derechos”. Con este nuevo “frente discursivo”,
se fueron, a partir de entonces, identificando muchos de los agentes de este
campo de las instituciones de protección de la infancia y también parte de
los actores interesados en este incipiente campo de estudios (Villalta, 2010:
82).
Sin embargo, esta movilización de la Convención Internacional y
del discurso de los derechos del niño, no fue la única. En efecto, aunque
la adhesión respondió a la defensa de tópicos diferentes, muchos de los
llamados “defensores del Patronato”, abrazaron el tratado internacional
y a su modo lo utilizaron para enmarcar sus propias intervenciones. El
siguiente extracto de entrevista realizada a un juez civil con competencia
en asuntos de familia, que ejerce funciones desde fines de la década del 80,
Claudia Fonseca y Andrea Cardarello (2005) señalan –siguiendo a Joan Scott (1996)– que la cuestión
de los derechos de la infancia, puede ser analizada en términos de procesos discursivos, que producen
sujetos y dan forma a sus blancos privilegiados de acción. En este sentido proponen la noción de “frente
discursivo”, el cual resulta de la negociación entre diversos grupos de interés trabajando en torno de
un mismo tema.
25
VIRAJES
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Julieta Grinberg
permite visualizar otro tipo de interpretaciones y usos que se hicieron del
tratado internacional. En el marco de una discusión en torno a los cambios
acaecidos respecto del tratamiento jurídico del “maltrato infantil”, dicho
juez se refiere a la Convención de los Derechos del Niño como un verdadero
“quiebre”:
Esto [la Convención] sí marca realmente un quiebre en lo que es el compromiso
de la Argentina en relación a los niños. Hasta allí, los niños eran considerados
como un objeto que necesitaban una protección especial; que no tenían voz,
que no tenían o que si tenían derechos, [estos] estaban establecidos por sus
padres y no existían límites en esa autoridad paterna, y todo lo que el chico
podía hacer era establecido por sus padres. (Entrevista a un juez civil con
competencia en asuntos de familia, mayo de 2008)
Así pues, en este caso, la ratificación de la Convención por parte del
Estado argentino, es significada también como un hito en la historia de la
infancia. Sin embargo, el tratado internacional no es visto aquí como el inicio
de un camino que conduce a la reforma jurídica que permitirá limitar las
intervenciones arbitrarias del Estado sobre los niños pobres y sus familias,
sino más bien, como una herramienta jurídica que permite proteger mejor
a los niños de sus propios padres. En otros términos, como un paso hacia
adelante respecto de la capacidad del Estado de cercenar el poder de patria
potestad “ilimitado” del cual –según estos actores– los padres habían gozado
hasta entonces. Este ejemplo permite ilustrar someramente que el discurso
de los derechos del niño fue acogido y reelaborado en el contexto local de
diversos modos. Por un lado, los nuevos defensores de los derechos del
niño, vieron en la Convención un instrumento desde el cual luchar contra el
sistema tutelar, considerado como anacrónico y avasallante respecto de los
derechos de los niños y las familias pobres. Dicho de otro modo, concibieron
a la Convención un instrumento liberador y emancipador a partir del
cual se podría cercenar el poder ilimitado del Estado, detentado hasta
entonces por los jueces y defensores de menores. Por el otro, estos últimos,
resaltaron también las virtudes del tratado internacional. En efecto, si bien
existieron diferencias en este colectivo, el uso que estos actores hicieron de
la Convención colocó el foco sobre la oposición entre los derechos del niño
y los derechos de los padres. Y al hacerlo, reactualizaron la antigua matriz
a partir de la cual la familia pobre era percibida como la culpable de todos
los males.
En este contexto, como señala Valeria Llobet (2011), “el niño sujetode-derechos” se instaló como un “significante vacío” cuya indefinición
habilita la pervivencia de múltiples definiciones de infancia y de diversas
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La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación...
demandas en torno a ellas, permitiendo sin embargo que tal heterogeneidad
quede cubierta (2011: 452)26. Pareciera ser entonces, como señala Franck
Bachelet respecto de la noción de “maltrato infantil”, que los “derechos del
niño” también se han transformado en una “noción imprecisa e incierta
que es objeto de operaciones de definición, de construcción y entonces de
apropiaciones múltiples, donde cada uno parece hablar de la misma cosa,
hablando al mismo tiempo de una realidad muy diferente” (Bachelet, 1991:
91).
Así pues, durante la década del 90, el campo de las políticas de
protección de la infancia hizo coincidir en el mismo escenario dos facciones
conformadas por categorías de actores sociológicamente diferentes, con
miradas divergentes sobre la intervención del Estado en la vida familiar
y concepciones diferentes a cerca de las competencias que debían ser
atribuidas a los mundos burocrático y jurídico. Por un lado, un grupo de
“extranjeros” a la burocracia estatal, muchos políticamente comprometidos
en la década del 70 y/o próximos al movimiento de derechos humanos,
quienes promovieron la “doctrina de la protección integral” y asimilaron
la lucha por los derechos del niño a la necesidad de limitar la intervención
judicial sobre las familias populares. Por el otro, una facción conformada
por funcionarios judiciales de larga trayectoria, caracterizada por el
“espíritu de cuerpo”, los lazos de parentesco y lealtad, y cuyos actores
asimilaron el discurso de los derechos del niño a la defensa del “niño
maltratado”. Mientras los primeros buscaron aumentar su poder ganando
nuevos territorios dentro del campo de las instituciones de protección de
la infancia, los segundos se resistieron a perder su histórico monopolio
desplegado sobre la gestión de la infancia pobre.
Pero el análisis se vuelve más interesante si observamos que estas
diferencias concretas y marcadas, además de preexistir han sido recreadas y
reproducidas por los activistas de los derechos del niño. La construcción de
una imagen de juez de menores “conservador”, “retrógrado”, “arbitrario” e
“intervencionista”, permitió a los “nuevos defensores” de los derechos del
niño construir una imagen de sí opuesta a aquella y forjar así una identidad
propia que se definió como “progresista”, “garantista”, no intervencionista,
respetuosa de los derechos de los niños y de sus familias, etc. Así pues, la
idea de un escenario conformado por facciones antagónicas fue también
promovida por los nuevos activistas en el marco de la construcción de la
causa por los derechos del niño.
26
Sobre el concepto de « significante vacío » movilizado por Llobet (2011), véase Laclau & Mouffe (1996).
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Comentarios finales
Hacia fines de la década del 80 un grupo heterogéneo de actores
“extranjeros” al campo de las instituciones de protección a la infancia,
vinculados al movimiento de derechos humanos, a las organizaciones
internacionales de defensa de los derechos de los niños y al mundo
académico, comienza a movilizarse en torno a una nueva causa. Estos
activistas que critican el andamiaje jurídico-burocrático de tratamiento de
la minoridad, fundado principalmente sobre la Ley 10903 de Patronato
de Menores de 1919, encontrarán en la Convención Internacional de los
Derechos del Niño de 1989, un marco legítimo desde cual fundamentar la
necesidad de derogar de forma urgente de la citada ley.
En el marco de la construcción de esta causa, que aboga por la
reforma del “sistema tutelar” de protección de la infancia, movilizando la
figura del “niño sujeto de derechos” promovida por la citada Convención,
se va forjando durante la década de los 90, una lectura particular de las
políticas e instituciones de protección de la infancia. Desde esta perspectiva,
se homogeniza bajo el rótulo de la “doctrina de la situación irregular” todo
lo previo y al mismo tiempo se lo demoniza. En paralelo, se lo contrapone a
la “doctrina de la protección integral” construida sobre la Convención de los
Derechos del Niño. Se construye así una mirada dicotómica, estereotipada y
al mismo tiempo moralizante, que comporta no solo a los sistemas jurídicos
sino también a las instituciones y agentes que les dan vida. En este contexto,
los jueces y magistrados judiciales serán construidos por los activistas de la
nueva causa como sus “adversarios”.
En efecto, activista y “adversarios” conforman dos categorías de
agentes sociológicamente diferenciados, con trayectorias, inscripciones
institucionales y modos de socialización que los diferencian. Ambas
facciones posen miradas diferentes sobre la familia y la intervención del
Estado; y como hemos visto, ambos grupos de actores interpretaron e
hicieron usos diferentes de la Convención de los niños. Pero estas diferencias,
además de preexistir a la causa fueron construidas en el marco de esta. Esta
construcción antagónica contribuyó al mismo tiempo a forjar una imagen
de sí y una identidad propia a un conjunto de actores, que además de
ser heterogéneo, intentaba legitimarse en el campo de la protección de la
infancia.
En efecto, este activismo fue altamente productivo. No solo logró
visibilizar el tema de los dispositivos jurídico-burocráticos destinados
a la minoridad, sino que también instaló y difundió el discurso de los
derechos del niño en el plano local. Muchos fueron los actores que desde
las instituciones se identificaron con la nueva causa y los cambios que esta
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La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación...
promovía. Esto ocurrió también en el ámbito de las ciencias sociales, en
donde si bien la oposición entre “el Patronato” y “la Convención”, tiñó el
debate teórico (Villalta, 2010), a partir de ese momento estos temas, hasta
entonces poco abordados, comenzaron a ser problematizados. El tiempo
transcurrido nos permite hoy intentar romper con lecturas dicotómicas,
formular nuevas líneas de indagación y complejizar el período en cuestión.
Este artículo ha intentado avanzar en esa dirección.
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VIRAJES
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VIRAJES
EL SUEÑO DE DEMOCRACIA Y ACCIONES
POLÍTICAS ALTERNATIVAS DE JÓVENES
COLOMBIANOS*,**
JOSÉ RUBÉN CASTILLO GARCÍA***
Recibido: 28 de septiembre de 2012
Aprobado: 3 de abril de 2013
Artículo de Investigación
* Este artículo es uno de los productos que resultan de la investigación: “Experiencias Alternativas de
acción política con participación de jóvenes en Colombia”, realizada por Sara Victoria Alvarado, Patricia
Botero, Héctor Fabio Ospina, José Rubén Castillo, Martha Cardona, Julián Loaiza, María Camila Ospina,
Johana Patiño, Juliana Santacoloma, Sandra Muñoz, Álvaro Díaz, Mónica Vega, Mauricio Orozco, Erika
Muñoz, Cristian Uribe y Angélica Castillo, y publicada: ISSN 978-958-8467-09-2. Marzo de 2011.
** Los contenidos básicos se socializaron mediante una ponencia presentada en el “V Seminario
Internacional. Reforma del Estado y ciudadanía en América Latina. Educación para la democracia,
la ciudadanía y la sociedad civil en América Latina: Límites, retos y desafíos contemporáneos”, en
Huatulco e Ixtepec (México), noviembre 12 al 16 de 2012.
*** Profesor titular y Docente investigador de la Universidad Autónoma de Manizales (Colombia),
Trabajador Social, Magíster en Desarrollo Educativo y Social y Doctor en ciencias sociales, niñez y
juventud, miembro del grupo de investigación en “Ética y Política” de la Universidad Autónoma de
Manizales. Miembro del grupo “Juventud y Prácticas políticas en América Latina”, adscrito al Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales –Clacso-. Miembro del grupo “Jóvenes, culturas y poderes”.
Dirección electrónica: [email protected] y [email protected]
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antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349
El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos
Resumen
Este artículo se origina de la investigación realizada en Colombia desde
2009 hasta 2011 denominada: “Experiencias Alternativas de acción política con
participación de jóvenes en Colombia”.
Los resultados de dicha investigación se analizan e interpretan en tres
categorías: 1) concepto de democracia, 2) propuestas que diseñan los jóvenes para
modificar las circunstancias que afectan sus condiciones de vida, y 3) acciones que
realizan, buscando construir formas alternativas de convivencia, que les permitan
realizarse como seres humanos y alcanzar una vida digna.
Se concluye que los jóvenes colombianos contemporáneos ven la democracia
como la posibilidad de establecer relaciones armónicas entre la cultura y la política,
para que sus formas de ver y de ordenar el mundo se hagan realidad tanto en lo
público como en lo privado. Ello haría posible construir vínculos sociales justos
entre los escenarios de poder, las necesidades de inclusión y el reconocimiento
social tanto de las personas como de los colectivos.
Palabras clave: jóvenes, democracia, acción política, Colombia.
THE DEMOCRACY DREAM AND ALTERNATIVE
POLITICAL ACTIONS OF COLOMBIAN YOUTH
Abstract
This articleoriginates in the research carried out in Colombia between 2009
and 2011 called: “Political Action Alternative Experiences with the participation
of Colombian youth”.
The results of this research are analyzed and interpreted in three categories:
1) democracy concept, 2) proposals youngsters design to modify circumstances
that affect their life conditions, and 3) actions they carry outsearching to construct
alternative coexistence ways which allow them to find themselves as human
beings and to reach decent living.
It concludes that contemporary Colombian youth see democracy as the
possibility forestablishing harmonic relationships between culture and politicsso
that their ways to see and order the world become a reality both in the private
and the governmental scenarios. This would make possible to build fair social
ties betweenpower scenarios, inclusion needs and social recognition both
forpeopleand collectives.
Key words: youth, democracy, political action, Colombia.
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José Rubén Castillo García
Preámbulo
Con base en algunas experiencias políticas de jóvenes colombianos,
consideradas como alternativas, se seleccionaron siete colectivos de
diferentes regiones del país que expresan distintos énfasis en sus apuestas
políticas1: Red Juvenil de Medellín (antimilitarismo); Movimiento Juvenil
Indígena Álvaro Ulcué Chocué, norte del Cauca (defensa de la autonomía
étnica y cultural); Ruta Pacífica de las Mujeres, Risaralda (género); Colectivo
de Comunicación Alternativa, Manizales (contracultural y comunicativo);
Colectivo de jóvenes universitarios Minga, Universidad del Valle, Cali
(resistencia social y comunitaria); Jóvenes Constructores y Constructoras de
Paz, Lorica, norte del país (procesos de socialización política intencionados);
y Ecoclub Blue Planet, Bogotá (ambientalistas).
En el texto, se inicia con los conceptos que utilizan los jóvenes de
los colectivos, y desde allí se definen tres aspectos que orientan la reflexión:
1) el concepto de democracia, 2) las propuestas con que buscan modificar
las circunstancias que afectan sus condiciones de vida, y 3) las acciones
que realizan, buscando construir formas alternativas de convivencia, en la
perspectiva de alcanzar una vida digna.
Conceptos de los jóvenes acerca de la democracia
Los jóvenes de la Red Juvenil de Medellín emiten varios conceptos
sobre lo que consideran que es la democracia, de los cuales se destacan dos
líneas de reflexión (cf.: Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 60):
1) Piensan la democracia como formas y mecanismos de participación,
y en razón de ello, plantean que hay que confrontar todo aquello que
limita e impide la participación de las comunidades. Para obviar esas
dificultades, proponen que las comunidades participen directamente
en la toma de decisiones.
2) La democracia la ven como un escenario donde se gestionan y desarrollan
Estas siete experiencias de acción política, se seleccionaron con base en un mapeo general que cubrió a
todo el país en donde se habían incluido 68 experiencias, consideradas representativas de la participación política de los jóvenes y visibilizadas como alternativas. Con base en ello se procedió a identificar
los acontecimientos políticos que los indujeron a organizarse y a participar en la vida pública en el país,
luego se caracterizaron sus formas de acción política; esto se hizo mediante talleres, grupos focales
integrados por colectivos de entre 10 y 20 jóvenes y dos entrevistas a profundidad en cada una de las
siete experiencias. Más adelante, con base en los resultados, se realizaron encuentros con estos grupos
de jóvenes, orientados a validar las afirmaciones que se derivaron de lo obtenido, y a partir de ello, se
procedió a desarrollar procesos de construcción colectiva del significado de las experiencias.
1
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los asuntos políticos, por tanto, buscan que las comunidades se
empoderen de sus propios aconteceres, construyan sus organizaciones
y desarrollen sus proyectos, esto se lograría con base en la democracia
directa.
En sus propios términos, un joven de la Red Juvenil de Medellín
(citado por Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 60), indica que:
Nosotros no creemos en la democracia liberal que implementa los Estados
liberales, creemos que es posible el empoderamiento de las comunidades; que
sean ellas las que comiencen a construir sus propios proyectos de visión de su
propia organización, más como una democracia directa.
Llama la atención su motivación por eliminar las fronteras
nacionales y por construir la ciudadanía universal. Por ello, afirman que no
tienen interés en las nacionalidades particulares, de ahí que un joven de la
Red Juvenil de Medellín (citado por Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 60),
plantee que “[…] acá nadie se siente orgulloso de ser colombiano, y sí hay
una reivindicación muy fuerte por lo latinoamericano”.
Con respecto del Estado proponen dos líneas de pensamiento, una
se refiere al deseo de eliminarlo, mientras que la otra propone enfrentar
las prácticas políticas que respaldan las maneras, intereses y sentidos con
los cuales esta organización política funciona. Un joven de la Red Juvenil
de Medellín (citado por Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 59), plantea que:
“Lo que queremos transformar no es el Estado, sino el modelo cultural,
político, económico que se impone a través de ese aparato funcional que se
ha llamado Estado […]”, e insisten:
“En lugar de buscar su eliminación lo que se desea es fortalecer las
relaciones que se dan en la vida cotidiana […]” (Ibíd.). Un poco más adelante,
son tajantes cuando expresan que “[…] por el hecho de ser antimilitaristas,
objetores por conciencia […] desobedientes al Estado, lo que queremos es
no validarlo […]” (Ibíd.).
Se podría decir que estos jóvenes proponen evitar prácticas que
legitimen el Estado, aunque reconocen que la realidad en la cual viven está
sojuzgada por la presencia de esta organización política de la sociedad, y
por tanto, es necesario aprovechar los instrumentos que este ente ofrece.
Según esto, se trata de confrontarlo debidamente, hacer valer los derechos
y conseguir las reivindicaciones que requieren los sectores marginados.
Para el Movimiento Juvenil Indígena Álvaro Ulcué Chocué, la
democracia, apunta también a dos aspectos. Conciben dos necesidades (cf.:
Alvarado, Loaiza & Patiño, 2011: 20):
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1) Que la organización del Estado colombiano reconozca que la base de su
estructuración es la multiculturalidad.
2) Velar por la reivindicación de los actores sociales que han sido
invisibilizados, es decir, que los ciudadanos sean partícipes en la toma
de decisiones. Con base en esto, ellos promueven que se les reconozca,
visibilice y que les brinden protección jurídica y social a los pueblos
indígenas, y a otros colectivos minoritarios, como los afrodescendientes,
las mujeres, niños y niñas.
Este movimiento indígena ve necesario que se mantengan unidos e
inseparables los asuntos culturales y políticos, mediante lo que denominan
“el plan de vida”. Al parecer sienten que la individualidad lleva a la
exclusión, al desconocimiento y al marginamiento de las personas, por
eso cada uno puede lograr reconocimiento y aceptación por parte de
la comunidad si hacen parte del movimiento colectivo, dado que en ese
escenario pueden ser sujetos en condiciones dignas, puesto que como
dicen Alvarado, Loaiza y Patiño (2011: 25): “Estos jóvenes se vinculan y
permanecen en el movimiento porque encuentran en él, un espacio de
encuentro e intercambio entre pares en el cual pueden expresar y sentir a
través del cuerpo, la palabra y la memoria”.
Según ellos, se trata de cuidar, preservar y ampliar lo que tenga que
ver con la vida, bajo el supuesto de que se debe comprender que la cultura
es vida, y por tanto, que la política como forma de conducir los colectivos,
debe orientarse a reivindicar la vida, en condiciones dignas, y se podría
decir, que de lograrlo estaríamos ante la verdadera democracia.
Al plantear la necesidad de establecer relaciones armónicas entre
la cultura y la política, centran su atención en la realización de “rituales
de sanación, de limpieza y de protección”. En este sentido, para ellos (cf.:
Alvarado, Loaiza & Patiño, 2011: 40), es muy importante reconocer la
“corporalidad, la mentalidad y la espiritualidad”, y que estos componentes
tengan un equilibrio adecuado.
Conciben que el sujeto político es aquella persona que “es capaz de
llevar a lo privado las luchas de lo público”, por tanto, buscan que cada
persona sea coherente al decir y al hacer, y que logre hacer conciencia
sobre lo que significa lo político y las relaciones que ello implica. Al asumir
que el valor primordial es la vida, se crean alternativas de resistencia para
garantizar que se establezca el equilibrio ideal entre diferentes dimensiones
que tocan su mundo y su ser, tales como: la naturaleza, la comunidad, la
cultura, la política, las necesidades y las condiciones de existencia.
Entienden y proponen que la política debe garantizar la renovación
de la cultura y permitir el cambio de las instituciones, para que los sujetos
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y los colectivos humanos puedan ejercer la vida en condiciones dignas.
En general, entienden la vida como el escenario adecuado para realizar
la política, y por ello asumen que el movimiento social en el cual se
desenvuelven, se debe comportar como un sujeto político, dado que allí se
encarnan los procesos de organización y la responsabilidad de conducir la
sociedad.
Otro colectivo de jóvenes, los que hacen parte de la organización
denominada Comunicación Alternativa, se consideran como una apuesta de
resistencia que se interesa por plantear formas diferentes de hacer política,
basados en expresiones estéticas y políticas, para ello, intentan incidir en
las subjetividades políticas de las personas. Según sus posturas, se infiere
que ven la necesidad de modificar los conceptos y las vivencias en que se
respalda la democracia que prevalece entre nosotros.
Estos jóvenes consideran que el capitalismo, los medios de
comunicación masiva y otros agentes sociales, son responsables de la
inequidad en que vive la población, dado que ellos ejercen mecanismos
de dominación y de control que enajenan a los sujetos, en razón de que
los sectores que se han apropiado del poder en la sociedad hacen uso de la
cultura y de los contenidos simbólicos para mantener el control sobre ella.
De ahí que su apuesta se orienta a develar y transformar los mecanismos y
contenidos que enajenan a las personas.
Lo indicado por estos jóvenes, permite inferir que la democracia
apunta a ser un escenario donde se den posibilidades de construir buena
calidad de vida, y en general, el estilo con que se ejerce la política debe
garantizarlo. Por ello, plantean que una tarea muy importante es garantizar
una mejor existencia, para ello, las personas deben comprometerse con el
logro de construir lo colectivo con responsabilidad y ética.
Estos jóvenes consideran que para optimizar su labor, es importante
que se democratice la información, retomando las diversas opiniones de los
sujetos en el marco de sus acciones cotidianas, reconociendo la existencia de
organizaciones diferentes y diversas, lo cual en sus palabras, según Botero
et al. (2011: 78), se trata de:
Ampliar in-formación y retomar opiniones plurales en la construcción de
país con sujetos cotidianos y en escenarios a partir de la pluralidad de las
organizaciones para democratizar la información, como “ir a la esquina a dar
el punto de vista”, mejor dicho, hacerlo de viva voz.
La Ruta Pacífica de las Mujeres es un movimiento feminista que realiza
sus prácticas políticas en el departamento de Risaralda (Eje Cafetero
de Colombia). Se denomina genéricamente como Ruta Joven, y cuenta
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José Rubén Castillo García
fundamentalmente con la participación de mujeres. Centra su atención en
evitar la existencia de la guerra y sus consecuencias, proponen el diálogo
político, salidas no violentas a los conflictos y el fin del militarismo. En
razón de esto, plantean la necesidad de construir una propuesta política
democrática, que se preocupe por interrumpir la guerra y rechazar la
existencia de relaciones sociales que se respalden en la fuerza.
En general, es dable expresar que su propuesta se orienta a incidir no solo
en los ámbitos de lo público y de lo privado, sino que en particular conciben
que se debe garantizar el respeto por el cuerpo de las mujeres, que entienden
como el escenario de lo íntimo. En sus propias palabras, retomado por Vega,
Díaz y Cardona (2011: 93-94) de la página www.rutapacifica.org.co, se trata
de un movimiento político que se orienta a buscar condiciones de equidad
social, básicamente para las mujeres, en los siguientes términos:
La Ruta Pacífica de las Mujeres es un movimiento feminista que trabaja por la
tramitación negociada del conflicto armado en Colombia, por la visibilización
de los efectos de la guerra en la vida de las mujeres y por la exigibilidad de
los derechos a la Verdad, la Justicia, la Reparación y la Reconstrucción de la
memoria histórica individual y colectiva para la No repetición.
[…] En esta dirección, se podría decir que centra su atención en: promover los
acuerdos y la negociación política ante la violencia armada que vive el país;
evidenciar los efectos de la guerra en el cuerpo y en la vida de las mujeres, de
tal forma que se objetiven acciones por parte del Estado y de la sociedad a favor
de la promoción y protección de sus derechos; y exigir la desmilitarización de
los territorios y de la vida de la población civil.
En general, se puede decir que la democracia pensada desde y para
los jóvenes que han sido consultados, se comprende de diferentes maneras:
como escenario, mecanismos de participación, como perspectiva de vida
y/o como utopía.
La democracia como escenario, se configura en las circunstancias
donde se ejerce la vida de los grupos humanos, por ello se instituye,
constituye y construye a partir de la vida cotidiana, en razón de que allí
se da el espacio de encuentro e intercambios entre las personas como
particulares y de los colectivos. En ese marco, se trata de evidenciar si
la vida que tenemos es realmente digna, o si se requiere transformar la
realidad para que ello sea así.
La democracia pensada con base en la calidad de los mecanismos
de participación, busca percibir si en la sociedad se generan procesos de
inclusión, participación, posibilidades de incidir en la toma de decisiones
y en el acceso a los derechos y deberes de los ciudadanos. Al respecto,
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consideran los jóvenes que el capitalismo, las instituciones que lo respaldan
y los medios de comunicación que están a su servicio, se han convertido en
agentes que han desvirtuado el sentido de la equidad en el cual se apoya la
democracia, y que sus prácticas generan exclusión y limitantes para que los
ciudadanos del común sean voceros de sí mismos y puedan llegar a incidir
en la toma de decisiones en los colectivos.
La democracia como perspectiva de vida, es pensada como la
posibilidad de que los colectivos y sus miembros se empoderen de sus
vidas. Orientan sus acciones en la perspectiva de que las personas sean
sujetos en la construcción de su propio destino, consolidando relaciones
sociales justas. Para lograr esto, consideran que se debe modificar la
cultura, los imaginarios y las formas de comprender el mundo que llevan a
la discriminación.
Plantean la importancia de confrontar las instituciones que generan
prácticas injustas e impiden que los colectivos se beneficien de los esfuerzos
de la sociedad en su conjunto. En razón de lo anterior, los jóvenes conciben la
necesidad de que la sociedad reconozca la diferencia, la multiculturalidad,
lo cual implica que se tenga en cuenta que los colectivos tienen proyectos de
vida diversos, propios de sus formas específicas de ser, hacer y de pensar
el mundo. Por eso, se hace necesario que la información cumpla la función
de estar al servicio de la producción del bien común, no de intereses
particulares.
Luego de evidenciar los conceptos que tienen los jóvenes acerca de
la democracia, se pasa a mostrar las propuestas que han elaborado en los
diferentes colectivos para superar las limitaciones que encuentran para que
esta se haga efectiva, lo cual se expresa cuando ellos proponen acciones con
el fin de adecuar la realidad a sus pretensiones y demandas, a efectos de
tratar de hacer las transformaciones que consideran necesarias para que sus
vidas no se conviertan en recorridos enajenantes, veamos:
Las propuestas con que buscan lograr
la democracia que sueñan
Los jóvenes colombianos estudiados, plantean distintas estrategias
para lograr el deber ser de sus circunstancias de vida digna. Indican
maneras de superar las dificultades que les limitan el óptimo desarrollo
como personas. Este aspecto, los lleva por el camino de las añoranzas y de
las utopías.
Con base en esto, se identifican varios aspectos que orientan sus
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esfuerzos tendientes a mejorar sus condiciones de existencia, ello se concreta
en los siguientes aspectos:2
Fomentar el empoderamiento y liderazgo de sus integrantes.
Crear conciencia, responsabilidad social y movilización en las poblaciones
con las que trabajan.
Denunciar el rol de los actores armados en el conflicto colombiano.
Crear y difundir formas no violentas para el abordaje de las problemáticas
sociales que los afectan.
Evitar el reclutamiento forzado de los jóvenes.
Generar espacios de reivindicación de derechos particulares (colectivos e
individuales).
Contrarrestar la influencia de los medios de comunicación masivos.
Fomentar vínculos y formas diferentes de relación del ser humano consigo
mismo, con los otros y con la naturaleza.
Fortalecer la identidad y la autonomía.
Recuperar la memoria colectiva y construir relatos de mundo posibles.
Desmilitarizar la sociedad.
Con base en lo planteado, los jóvenes proponen diversas maneras
de solucionar los conflictos que se presentan en sus vidas, unas vidas que
se ejercen en los colectivos donde comparten su existencia. Para ello, se
plantean la necesidad de enfrentar los paradigmas que orientan sus vidas, a
manera de ejemplo, el caso de los niños3, los cuales en principio en el mundo
adulto se les concibe como seres incapaces de intervenir en procesos de
participación social, por ello los jóvenes proponen que se trata de fortalecer,
movilizar y configurar sus subjetividades políticas para que ellos puedan
superar su dependencia con respecto de los demás y puedan construir su
propia autonomía. Así se contribuye, para que los niños puedan pensar
por sí mismos, eso sí reconociendo varias cosas, entre ellas, la existencia
del otro, la diferencia, la importancia de realizar prácticas cotidianas donde
predomine la equidad y la flexibilidad, y se preparen para que de manera
responsable duden de los prejuicios, superen los paradigmas que los
enajenan y elaboren nuevos sentidos de construcción de la realidad social,
2
Estos 11 aspectos, han sido retomados de la presentación que elaboró y compartió el Grupo de Trabajo
de Manizales, denominada: “Experiencias alternativas de acción política con participación de jóvenes
en Colombia. Mapeo. Hipótesis iniciales”. Presentada en el marco del 5º Encuentro Internacional del
Grupo de Trabajo Juventud y Nuevas Prácticas Políticas en América Latina –abril 21 a 23 de 2010– dentro del grupo de trabajo de CLACSO.
3
Estas ideas expresadas en este párrafo, son parafraseadas del texto acerca de la experiencia del programa Niños, Niñas y Jóvenes Constructores y Constructoras de Paz: Una experiencia de acción desde
la socialización y la subjetividad política. Sistematizada por Sara Victoria Alvarado, Julián Loaiza de la
Pava y Juliana Santacoloma Alvarán, y que aparecen en el texto que nos ha servido de referencia.
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ampliando sus marcos de comprensión, y así orienten sus esfuerzos hacia
construcción de alteridad.
Se trata de elaborar y evidenciar otras formas de ver, sentir, y
transformar la realidad, generar nuevas representaciones (género, raza,
clase social), producir nuevos imaginarios acerca de sus creencias, las
ideologías y los sentidos acerca de lo político, lo cual les debe servir para
que los demócratas contribuyan para que se logre el empoderamiento de
los niños.
Los jóvenes de la Red Juvenil de Medellín, proponen transformar
culturalmente las lógicas verticales de organización y funcionamiento social,
ello, mediante acciones que lleven a realizar prácticas sociales y políticas
que resistan al patriarcado, en las cuales se lleven a cabo actividades de
desobediencia tanto frente a este paradigma como al militarismo, dado
que según ellos, esas son las formas dominantes en la sociedad y son las
que generan violencia e injusticia. Su postura política los lleva a plantear
la necesidad de ejercer vivencias donde se materialice la no violencia, el
antimilitarismo y la objeción por conciencia.
Según estos jóvenes, se trata de desaprender la cultura del
patriarcado, que se ha instituido en la sociedad y que le da permanencia,
piensan que se debe desmontar esa visión del mundo, dado que enajena y
somete las voluntades de las personas e impide la crítica del sistema social.
Al respecto, se podría afirmar que ellos consideran que los imaginarios que
se han inculcado a las personas en los procesos de socialización, llevan a
que dichas personas se interesen por defender los intereses particulares,
la obediencia hacia las ideas, las personas e instituciones, en términos de
mantener el estado de cosas que los sojuzga. Por lo tanto, los miembros
de esta Red plantean que es necesario dar paso a la construcción de unos
principios fundantes donde predomine la defensa de la vida, la libertad,
solidaridad y cooperación, en otras palabras, se trata de cuestionar el
militarismo, dado que este está directamente relacionado con la violencia,
lo cual incluso trasciende el uso de las armas.
En su perspectiva de establecer relaciones equitativas, defienden
la pluralidad de las fuerzas políticas, el reconocimiento de las diferencias,
a tal punto que puedan convivir las diferentes tendencias ideológicas
y políticas tales como: anarquistas, comunistas, demócratas y demás
expresiones políticas que se preocupen por la posibilidad de construir
otros mundos, que según ellos, son posibles. Estos jóvenes se comprometen
y están interesados y dispuestos a ayudar a construirlos, para ello desde
ahora se generen acciones basadas en la no violencia activa. Al respecto, las
indagaciones de Ospina, Muñoz y Castillo (2011: 46) acerca de la realidad
que viven los jóvenes de esta Red, les ha llevado a concluir que:
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José Rubén Castillo García
[…] la resistencia y la desobediencia a las expresiones de injusticia social,
el antimilitarismo y la lucha contra el patriarcado, el reconocimiento de las
diferencias y la no violencia activa son los ejes filosóficos y metodológicos que
le dan cohesión a la diversidad de propuestas políticas de los hombres, mujeres
y grupos que se encuentran en la Red Juvenil de Medellín. Es desde este
pensamiento crítico al interior de la Red, que surgen posiciones feministas y
antimilitaristas […].
Además, los jóvenes de la Red Juvenil de Medellín, piensan que
deben desarrollar procesos de desobediencia y de resistencia, que empiecen
por su propio cuerpo, dado que desde allí se rebelan frente a la situación
de injusticia que se vive en la actualidad. Así el antimilitarismo y la lucha
contra el patriarcado parten de que las personas tienen soberanía sobre su
propio cuerpo, y desde allí, deciden acerca de lo que acontece y que debe
ocurrir en los diferentes ámbitos: sexual, estético, espacio del trabajo.
Los miembros de la Red Juvenil de Medellín, basados en su forma
de pensar e interpretar el mundo, deducen que para superar las deficiencias
que impiden la justicia social en esta realidad social, se hace imperativo que
se construyan procesos de formación en cada sujeto, para efectos de que
ellos se hagan autónomos y se preparen para dirigir sus propias vidas, eso
sí, que eviten la destrucción del otro y la exclusión. Para ello, consideran
importante que se genere conciencia crítica sobre la realidad, para que
puedan transformarla en la perspectiva de eliminar el poder alienante y
volverlo liberador.
En este marco, tiene pertinencia lo expresado por Dussel (2006
citado por Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 54), cuando este autor plantea:
La ratio política en tanto crítica, debe asumir discursiva y democráticamente,
desde actores diferenciados y excluidos, la responsabilidad, a: de enjuiciar
negativamente el orden político como “causa” de sus víctimas; b: organizar
los movimientos sociales necesarios; y c: proyectar positivamente alternativas
a los sistemas políticos, del derecho, económico, ecológico, educativo.
Otro aspecto importante en la perspectiva de la construcción de la
democracia, para estos jóvenes, es el relacionado con la educación, pero
que sea de índole de la educación popular, la cual debe orientarse al
derrumbamiento de los modelos y discursos hegemónicos en los que se
fundamentan el capitalismo y el patriarcalismo. Según ellos, se debe partir
de la realidad vivida, buscando la transformación social, la equidad y la
dignidad humana. De la misma manera, por su sentido de popular, debe
preocuparse por mantener vínculos con las organizaciones que hacen
parte de las comunidades. Debe hacerse realidad la tríada: comunidad,
organización y acción colectiva.
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El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos
Al respecto, precisan que lo popular debe ser una construcción
que se hace en el marco de una comunidad, para lo cual se parafrasea lo
indicado por un joven de la Red (citado por Ospina, Muñoz & Castillo,
2011: 54), cuando este plantea que para alcanzar procesos de educación
popular, se deben lograr varias cosas:
1) Que los sujetos entiendan su historia, 2) reconstruyan su realidad
y su vida, 3) elaboren y desarrollen proyectos propios, y 4) luchen por
garantizar la dignidad de las personas y lograr la justicia con equidad. Ese
podría ser el marco de su anhelada democracia, una democracia pensada
desde lo popular.
Lo anterior, permite comprender las acciones que deben realizar
los sectores excluidos, dominados y sometidos, para que puedan hacer uso
de sus capacidades en la búsqueda de su dignificación como sujetos, entre
ellas destacamos: 1) transformar la realidad, para que ella se acomode a
sus condiciones de existencia, a sus intereses y motivaciones; 2) que pueda
cuestionar, confrontar, desafiar y enfrentar lo establecido, no simplemente
obedecer las orientaciones de quienes están en el poder; 3) cuestionar lo
institucional, ello implica, confrontar los paradigmas, mitos, ideologías
y fundamentos conceptuales en los cuales se enraíza lo social; 4) aportar
su capacidad de ejercer como seres colectivos, ello indica que están en
capacidad de cooperarse, dialogar y buscar el bien común. En ese sentido, se
hace vigente lo planteado por un joven de la Red (citado por Ospina, Muñoz
& Castillo, 2011: 54) cuando indica que las acciones deben ir orientadas a
que las comunidades asumidas como populares se hagan:
[…] conscientes de sus necesidades, se juntan y reflexionan para proponer
estrategias de mejoramiento frente a determinada problemática que les
afecte, esos procesos reflexivos les permiten descubrir desde el diálogo y la
concientización que muchos de sus necesidades inmediatas tiene fundamento
o fueron generadas por problemáticas, intensiones, intereses y acciones más
estructurales, que no pueden tolerarse y no queda otro camino que organizarse
para transformarlas.
Para el Movimiento Juvenil Indígena Álvaro Ulcué Chocué
(departamento del Cauca, Colombia), apoyados en la Constitución Política
de 1991 de Colombia, sienten que la Carta Magna los reconoce en dos
direcciones: como indígenas y como jóvenes. En razón de ello, expresan sus
puntos de vista.
En principio, se ubican como indígenas y luego se ven como jóvenes,
desde allí se organizan política y metodológicamente, y lo plasman en su
plan de vida colectivo. Ven la necesidad de trabajar comunitariamente,
apoyados en que tienen identidad cultural y que esta es colectiva. Se asumen
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José Rubén Castillo García
como organización política y con base en ello definen sus posibilidades de
actuar en el ámbito de la toma de decisiones de la comunidad a la cual
pertenecen. Por ello, para estos jóvenes es fundamental que sus acciones
públicas, se respalden en acciones comunitarias, participativas y buscando
el bien común.
Desde allí, establecen las posibilidades de construir una democracia
que incluya a todos los miembros del colectivo en la sociedad en general.
Al decir de Alvarado, Loaiza y Patiño (2011: 25-26), entre las motivaciones
políticas de estos jóvenes se encuentran:
[…] el reconocimiento de la violación constante de derechos humanos, hacia
su etnia, el interés en los procesos de formación que el movimiento ofrece, en
temas de liderazgo, derechos humanos, participación y derecho ancestral, la
necesidad de trabajar con la comunidad para generar un bienestar colectivo, la
búsqueda del fortalecimiento de su identidad cultural como pueblo indígena,
la conciencia del ser colectivos históricos, la necesidad de crear espacios de
reconocimiento ínter-generacional en los que emergiera la diferencia de los
jóvenes y que pudieran ser aprovechados para disminuir el desempleo, el
analfabetismo, el consumo de alcohol, el reclutamiento forzado y la migración
juvenil.
El grupo de jóvenes de Comunicación Alternativa, propone otras
formas de pensar y de hacer organización política. Se plantean la necesidad
de fomentar la comunicación contrahegemónica y desde dicha postura,
realizan denuncias sobre varios tópicos: las prácticas sexistas excluyentes,
la dominación irracional que ejerce el ser humano sobre la naturaleza,
las formas perversas de administrar el Estado, la explotación laboral
enajenante para los trabajadores y la cultura del consumismo promovida
por las multinacionales, estimulada por sus intereses y en detrimento
de la naturaleza y de las personas. En general, pretenden controvertir y
cuestionar las instituciones y/o personas que atenten contra la dignidad
humana y contra la naturaleza.
Sus posturas, invitan a generar procesos de educación que lleven a
que las personas sean agentes que confronten las situaciones que afecten a
las poblaciones que sufren los estragos que produce la violencia y que han
sido desarraigadas de su tierra. Estos jóvenes de Comunicación Alternativa,
según lo expresado por Botero et al. (2011: 81), en asuntos de organización
política tienen en cuenta que:
La conformación de la red como experiencia de acción política ha tenido vida a
partir de los sentimientos y emocionalidades que han dado lugar en la historia de
los participantes. Un ejemplo de ello es su indignación frente a las represiones e
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El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos
injusticias que se presentan en la sociedad. Esta afectación, dada por la ira y la
impotencia, coexiste junto a la esperanza y la utopía; y es desde allí que emerge
la necesidad, tanto individual como colectiva, de agenciar una acción política
movilizada por el deseo y la pasión por construir otros mundos posibles.
Además, el colectivo de jóvenes de Comunicación Alternativa,
plantea que se trata de evidenciar posturas alternativas frente a situaciones
enajenantes. Se trata de penetrar en las subjetividades políticas que emergen
de las prácticas que se vivencian en lo cotidiano. Botero et al. (2011: 63),
expresan este punto de vista cuando los jóvenes dicen:
[…] narramos una experiencia de resistencia, tejida de creaciones estéticas
y políticas agenciadas desde colectivos de comunicación alternativa, desde
acciones directas en red y desde la puesta en escena de subjetividades políticas
que dialogan en ámbitos privados y público de la vida cotidiana.
Así, los jóvenes que hacen parte de las experiencias estudiadas,
responden de manera sistemática a los procesos de exclusión y de
indignidad con que son tratados, y por ello, realizan procesos orientados
a lograr el empoderamiento de las comunidades para lograr que ellos se
conviertan en sujetos de su propio destino. Buscan confrontar las prácticas
violentas, promovidas desde diferentes esferas de la institucionalidad
pública, incluidos los factores de alienación y de heteronomía agenciados
por la cultura tradicional.
Para estos jóvenes, es importante que puedan contribuir para que sus
colectivos reivindiquen sus identidades, recuperen su memoria histórica y
fomenten vínculos armónicos con otros seres humanos y con la naturaleza.
Estas relaciones, según ellos, deben permitir la convivencia, la equidad, la
autonomía, así tengan que realizar procesos de resistencia y desobediencia.
En general, estas experiencias nos han mostrado las realidades
de los colectivos de jóvenes, las formas como las conciben, sus apuestas.
Ahora, centraremos la atención en evidenciar lo que realizan, para efectos
de construir sociedades que contribuyan a dignificar su existencia como
seres humanos.
Las acciones que realizan los jóvenes para configurar un
mundo mejor
Los tipos de acciones que realizan los jóvenes colombianos para
construir los mundos, que consideran posibles, se desarrollan en el marco
VIRAJES
341
José Rubén Castillo García
de sus apuestas políticas y de sus estrategias de gestión, organización y
comunicación. Se pueden expresar como4:
Auto-organización y gestión: recaudación de recursos, convocatoria de
nuevos integrantes, asambleas para la toma de decisiones.
Formación: escuelas de liderazgo, capacitaciones, seminarios, foros.
Comunicación, sensibilización y denuncia: campañas, congresos, asambleas,
marchas, tomas del espacio público, conciertos, jornadas culturales y
deportivas.
Investigación: encuentros regionales y nacionales, formación de alianzas
con instituciones, redes y otros movimientos sociales para la actuación
colectiva.
Trabajo comunitario: actividades colectivas, con los grupos familiares, con
las comunidades…
Al respecto, se indica la manera como cada uno de los colectivos
estudiados plantea sus formas de acción para lograr sus propósitos.
El Movimiento Juvenil Indígena Álvaro Ulcué Chocué, propone
acciones, que según lo sistematizado por Alvarado, Loaiza y Patiño (2011:
29), se respaldan en su cosmovisión y plan de vida; se orientan a:
[…] configurar procesos colectivos de creación de lo público, desde los cuales
puedan defender la vida digna en consideración a los sentidos y valores propios
de su cultura. En este sentido sus procesos de organización y resistencia se
oponen a las prácticas de reclutamiento forzado de niños, niñas y jóvenes,
por parte de cualquier actor armado, al narcotráfico que genera el mal uso
de la planta sagrada (coca) y el desplazamiento forzado de sus tierras como
política de expropiación de los territorios y derechos de los pueblos indígenas
y afrodescendientes.
Finalmente reconocen que sus luchas como movimiento también están
ancladas al rechazo de la discriminación social, cultural, económica y política
causada por las diferencias de pensamiento y acción ligadas a la etnia, credo,
el rol social y la clase.
Para ello, realizan distintos tipos de acciones que pueden ser
consideradas de formación, arte y resistencia, entre estas últimas se destacan
las siguientes (cf.: Alvarado, Loaiza & Patiño, 2011: 30-34):
4
Estas ideas que van en el siguiente listado, son retomadas de la sistematización que se hizo para elaborar la presentación que hizo el Grupo de Trabajo de Manizales, denominada: “Experiencias alternativas
de acción política con participación de jóvenes en Colombia. Mapeo. Hipótesis iniciales”. Presentada en
el marco del 5º Encuentro Internacional del Grupo de Trabajo Juventud y Nuevas Prácticas Políticas en
América Latina –abril 21 a 23 de 2010– dentro del grupo de trabajo de CLACSO.
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El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos
1) Las mingas juveniles. Estrategias políticas en las cuales combinan
diversas acciones tales como marchas, denuncias y visitas a las familias,
además realizan diagnósticos permanentes acerca de las necesidades,
expectativas, posibilidades y los recursos que disponen.
2) Asambleas locales. Espacios donde se realizan debates, orientados a
la organización y gestión en los resguardos. Esos escenarios les sirven
para expresar sus ideas, visiones del mundo, propuestas, y para tomar
decisiones.
3) Las asambleas zonales. Espacios de encuentro, discusión y creación
colectiva. En estas actividades realizan capacitaciones, recreación, y
comparten sus puntos de vista y las propuestas ante líderes, autoridades
y comunidades, además incluyen acciones que apuntan a la defensa de
la vida, de los derechos humanos y al fortalecimiento de la identidad
cultural.
4) Los congresos juveniles. Se efectúan a nivel nacional y regional. Sirven
para estimular la conformación de redes entre colectivos indígenas que
se preocupan por su identidad cultural y la defensa de los derechos
humanos.
5) La red estudiantil. Organización mediante la cual buscan preparar a
los jóvenes para que se habiliten en procesos reflexión, el respeto a la
diversidad, el valor de la identidad propia.
6) Los grupos juveniles. Se organizan en los resguardos. Realizan
actividades de capacitación y trabajo comunitario en las zonas rurales.
Convocan a todos los jóvenes del colectivo que estén interesados en
transformar las condiciones de vida de las comunidades, y a realizar
actividades culturales, recreativas y formativas. Además, desarrollan
habilidades comunicativas, reflexivas, éticas, tendientes a potenciar la
vinculación e incidencia en otros espacios.
7) Encuentros recreativos. Espacios de visibilización del trabajo
comunitario, con ello buscan fomentar el uso sano del tiempo libre,
las relaciones armónicas de las comunidades, para efectos de que sus
prácticas contribuyan con la prevención de problemáticas sociales tales
como el consumo de sustancias psicoactivas, el reclutamiento forzado y
la violencia intrafamiliar.
VIRAJES
343
José Rubén Castillo García
Otro tipo de actividades las realiza el colectivo de jóvenes
Comunicación Alternativa. Sus acciones se basan en la convicción de que
los discursos y las prácticas que son hegemónicas en nuestra sociedad, son
las responsables de muchas de las inequidades e injusticias que se viven
en ella, por tanto, se trata de develarlas y desmontarlas mediante procesos
comunicativos orientados a generar visiones diferentes y críticas que
permitan emancipar a los colectivos.
El pensamiento de Nietzsche (1886/2000 citado por Botero et al.,
2011: 87) respalda este punto de vista, cuando dice que “es necesario que
cambiemos nuestra manera de ver, para llegar por fin, quizá demasiado
tarde, a renovar nuestra manera de sentir”. Al respecto, Botero et al. (2011:
79-80) plantean que esta experiencia se apoya en procesos de crítica y
deconstrucción de los discursos dominantes:
[…] capacidad de disolver los discursos dominantes: la red deconstruye los
sentidos imperantes frente a la cultura de la represión; así mismo, asume una
postura radical de inconformidad y rechazo hacia las expresiones del discurso
hegemónico tanto de los medios de comunicación, como de los partidos
políticos, la academia y el mercado.
[…] en la red, la resistencia no sólo es oposición; también es la posibilidad
de construir otros sentidos y valoraciones de lo que pasa. Se convierte en
la oportunidad de crear modos otros de ser, de estar y de pensar el mundo.
Estas resistencias creativas dan cuenta de la deconstrucción de un orden y del
agenciamiento de otro, desde y para el poder popular.
En razón de estos planteamientos, realizan diversas acciones, por
ello, llevan a cabo jornadas antiimperialistas, conmemoran el día de la
mujer revolucionaria, denuncian el desplazamiento forzado en Colombia,
aprovechando la fecha que se asignó para ello, septiembre de 2008.
Realizan un noticiero con estilo irónico, lo denominan:
“Desinformando para el mundo… vive Colombia viaja por ella”. En el cual,
a manera de parodia de la publicidad de turismo oficial que se hace en
Colombia, donde se muestran las bondades del país, se dan a la tarea de
denunciar la infamia que viven algunas comunidades que han recorrido el
país, no por intereses turísticos sino por causa del desplazamiento forzado.
Los indígenas, se movilizan mediante lo que denominan la minga
social y comunitaria, colectivo que busca a través de esta actividad contribuir
para que se dé el reconocimiento que merecen las comunidades indígenas,
y a su vez develar ante la sociedad colombiana las múltiples violencias a las
que se enfrentan cotidianamente. Su estrategia, enfrentar y confrontar las
distorsiones que realizan los medios de comunicación, cuando se refieren a
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El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos
las circunstancias que viven estos sectores de población.
Con motivo del denominado bicentenario de la independencia
colombiana de España, celebrada el 20 de julio de 2010, esta fecha se
aprovechó para realizar manifestaciones donde se confronta la información
oficial, por ello, denuncian la manipulación con que se ha orientado
la historia, y en su noticiero confrontan las visiones que se han tejido al
respecto.
Realizan el Congreso de los Pueblos. Actividad que llevan a cabo
en todo el país, y la han instituido a la manera de un tejido donde hacen
presencia diferentes actores sociales y propuestas políticas. Lo entienden
como un conjunto de acciones alternativas políticas tendientes a legislar
acerca de los pueblos de Colombia. Otro caso específico, corresponde a lo
que han realizado en Manizales (Colombia), con motivo de las demoliciones
de viviendas que ha realizado la administración municipal dentro del Plan
de Reordenamiento y Renovación Urbana de la Comuna San José. Allí,
los jóvenes de Comunicación Alternativa, acompañan a la población para
que las personas sean conscientes de las circunstancias en que viven y sus
situaciones problemáticas. Además, denuncian la violación de derechos e
invitan a que los habitantes de esos sectores conozcan sus fortalezas y las
aprovechen para beneficio propio.
Los miembros de la Red Juvenil de Medellín asumen su perspectiva
de no violencia activa, la cual va acompañada de procedimientos orientados
a realizar “la objeción por conciencia, antimilitarismo, la solidaridad, la
diversidad, el apoyo mutuo…”. Los jóvenes de la Red puntualizan sus
ideas cuando se expresan, según lo planteado por Ospina, Muñoz y Castillo
(2011: 58):
En este marco se ubican las denuncias que han realizado desde 1998 con el
antimili sonoro, en 2009 con motivo de los mal llamados falsos positivos,
en 2008 y 2009 contra el reclutamiento, actividades donde se promovió
fehacientemente la objeción por conciencia, y en 2010, confrontando la
decisión del presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, al otorgar espacios
en nuestro país para que pudiesen establecer siete bases militares de Estados
Unidos en Colombia, y las denuncias ante la promoción que se ha hecho a la
guerra en nuestro país.
De manera similar, y orientados por los mismos propósitos, entre 2008 y
2009, se dieron a la tarea de mostrarle a la opinión pública las implicaciones
que tienen las relaciones de poder agenciadas por las instituciones militares,
lo cual se hizo mediante actos de denuncia en diversos lugares públicos de la
ciudad, que ellos denominaron los “Hilos de la guerra”, “No seas payaso de
la guerra”.
VIRAJES
345
José Rubén Castillo García
Los jóvenes de la Red, realizaron diversas movilizaciones
aprovechando distintos eventos donde ha participado la población. Es
el caso de algunas efemérides, que sirvieron para mostrar la voz de los
desobedientes, denunciando los asuntos ideológicos que motivan dichos
eventos, allí se ubican las actividades en 2008, en el marco de los desfiles
de mitos y leyendas, de silleteros y en 2009 con motivo de la caravana de la
salud, donde ocuparon tres hospitales de la ciudad de Medellín, y en ambos
años, por las conmemoraciones del 20 de julio (en razón del denominado
bicentenario de independencia Colombia con respecto de España).
Los jóvenes de la Red no comparten el criterio de que los consideren
como movimiento alternativo, puesto que piensan que se trata de construir
alternativas a las prácticas tradicionales. Es el caso de la resistencia, la
cual consideran como la construcción de alternativas de resistencia, ello se
deduce y se respalda cuando se hace lectura comprensiva acerca de lo que
piensan y expresan en torno de lo que significa la ciudad para ellos: “no
queremos un espacio paralelo a la ciudad… queremos habitar la ciudad,
tomarnos los espacios de la ciudad, transformar esta sociedad, no otra, no
pretendemos construir una alternativa de sociedad diferente” (joven de la
Red citado por Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 52).
Han realizado actividades coyunturales que confrontan algunos
eventos desarrollados por la institucionalidad tradicional, es el caso de las
Asambleas de la Organización de Estados Americanos –OEA– y del Banco
Interamericano de Desarrollo –BID–, que se realizaron en nuestro país
(Colombia), en 2008 y 2009, en donde los sectores dominantes de nuestras
sociedades definieron planes de acción y políticas que iban en detrimento de
las poblaciones desfavorecidas. Allí se informó y denunció las pretensiones
de dichos eventos.
Por lo visto, se podría afirmar que en la base de estas posturas,
se identifica la pretensión de estos jóvenes en el sentido de lograr que la
sociedad se convierta en un escenario donde se posibilite el ejercicio de
la conciencia crítica, de reivindicar la acción comunicativa, el desarrollo
equitativo y la resolución justa de los conflictos, la satisfacción de los deseos,
de acuerdo con los intereses y las voluntades de la población.
A manera de conclusión
Tres aspectos evidencian las posturas de los jóvenes colombianos de
las experiencias consultadas, acerca de la democracia y las maneras que ellos
conciben para hacerla realidad: 1) los conceptos acerca de la democracia; 2)
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antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349
El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos
las propuestas para adquirirla, tal como la sueñan; y 3) las acciones que
realizan para lograr un mundo mejor.
De los conceptos sobre democracia. Sus puntos de vista, pasan por
definirla mediante tres tendencias diferentes: 1) desde las formas y
mecanismos de participación; 2) como escenario donde se gestionan
los asuntos públicos, lo cual les sirve para plantear que esta debe ser
directa, para que permita superar las dificultades de exclusión social que
caracterizan nuestras sociedades; y 3) como perspectiva de vida.
Se percibe que para los jóvenes contemporáneos se hace necesario
que se establezcan relaciones armónicas entre la cultura y la política, para
efectos de que sus formas de ver y de ordenar el mundo se hagan realidad
tanto en lo público como en lo privado. De esta manera, se haría posible que
se alcanzaran vínculos justos entre los escenarios de poder y las necesidades
de inclusión y de reconocimiento social tanto de las personas como de los
colectivos.
Frente a estas intenciones, se impone la necesidad de que los jóvenes
promuevan procesos de organización que propendan por hacer realidad
sus sueños. Ahí se ubica el segundo aspecto sobre el cual podemos expresar
sus conclusiones.
Propuestas que invitan a lograr la democracia de sus sueños. También son
diversas las maneras como los jóvenes colombianos pretenden modificar
las circunstancias que los enajena y sojuzga, las cuales se pueden percibir
en tres tipos de planteamientos: 1) confrontar la situación, 2) generar
procesos de formación de los colectivos para que puedan responder ante
la situación que los afecta, y 3) construir espacios y escenarios donde se
puedan desenvolver dignamente.
En el primer caso, se preocupan por confrontar el patriarcado,
la militarización, la cultura enajenante y la injusticia social. Entienden
que estos factores son la causa de la exclusión, por tanto se proponen
desarrollar acciones de denuncia, resistencia y desobediencia, frente aquello
que los margina. Cuestionan los mecanismos de dominación, control
y sojuzgamiento que sostienen modelos sociales como el capitalismo.
Confrontan las instituciones y/o personas que atentan contra la dignidad
humana y contra la naturaleza. En general, según ellos, se hace necesario que
la democracia sea una perspectiva de vida que trascienda los mecanismos y
escenarios donde se realiza.
En el segundo aspecto, plantean críticas a la realidad y contribuyen
para que las personas adquieran la solvencia social y cultural que les permita
desarrollar liderazgo competente, fomentar su desempeño basado en el
empoderamiento que requieren para actuar con autonomía, para lo cual se
hace necesario que se genere conciencia, responsabilidad social, identidad,
VIRAJES
347
José Rubén Castillo García
se recupere la memoria colectiva y se propenda por el respeto de la especie.
Como tercer aspecto buscan construir escenarios de reivindicación social,
fomentar vínculos, organizaciones colectivas, ambientes donde predomine
la inclusión, basados en lógicas de acción diferentes a las tradicionales y
que posibiliten producir proyectos sociales, y de vida propios y dignos.
Las acciones que realizan los jóvenes buscando un mundo mejor. Buscan
configurar procesos colectivos de creación de lo público basados en maneras
y concepciones diferentes a lo tradicional y lo existente. Tratan de evitar las
violencias y de prevenir las problemáticas que les afectan no solo a ellos sino
a la sociedad en general. Plantean diferentes procesos de acciones sociales,
entre las cuales destacamos: la conformación de redes que permitan acceder
al conocimiento de la realidad en la que viven develando sus relaciones y
manejos enajenantes; preparase para desempeñarse óptimamente frente
a los retos que demandan las nuevas realidades, desarrollar procesos
comunitarios que permitan deconstruir el orden imperante y que busquen
el reconocimiento y la inclusión de las personas como sujetos dignos, para lo
cual se valen de actividades como las mingas, las asambleas, los congresos
y demás formas de participación de los colectivos donde se les garantice la
inclusión social.
Bibliografía
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en Colombia (pp. 91-114). Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud Cinde Universidad de Manizales. Manizales: Editorial Zapata.
VIRAJES
349
Reseñas
María Soledad Rodríguez, becaria de la Fototeca de la Universidad Nacional de General Sarmiento
colaboró en el contacto con los fotógrafos y la búsqueda de fotos.
Autor: Gustavo Giusti
Técnica: Fotografía
VIRAJES
SOBRE LAS FORMAS DE PROTESTA CONTRA
LA VIOLENCIA POLICIAL
ALICIA IRENE REBOLLAR*
Reseña**
* Tesista de la Licenciatura en Antropología Social y Cultural de la Universidad de San Martín en Buenos
Aires. E-mail: [email protected]
** Pita, María Victoria. (2010) Formas de vivir y formas de morir. El activismo contra la violencia
policial. Buenos Aires: Editores del Puerto/Cels
VIRAJES
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 353-358
Alicia Irene Rebollar
“Formas de vivir y formas de morir” ahonda en la experiencia de los
familiares de víctimas en su lucha, con los recursos disponibles, contra la
violación de los Derechos Humanos, y el impacto transformador que se
desprende de sus acciones. El trabajo etnográfico realizado por Pita está
centrado en diversos casos de muerte por violencia de Estado principalmente
por policías y fuerzas de seguridad (casos que en Argentina se conocen
como “gatillo fácil”). La mayor parte de estas víctimas son jóvenes, varones,
de sectores populares en barrios pobres, con trabajos precarios, ocasionales
o sin empleo. La particularidad del fenómeno es que no parecen muertes
políticas, sin embargo, la protesta, la denuncia, la impugnación de la
violencia de Estado por la intervención de los familiares producen una
fuerte politización de las muertes. Este proceso que pone en relieve la figura
de los “familiares” como un tipo particular de activista político es el punto
nodal del libro.
El libro comienza con una extensa pero útil introducción que consta
de siete apartados. En los siguientes seis capítulos la autora entreteje las
narraciones de los actores con aportes teóricos de otros autores y sus propias
reflexiones para dar cuenta de sus observaciones en el campo.
“Sobre qué se trata el libro” expone la hipótesis de su trabajo:
quienes devienen familiares han ido construyendo un campo de protesta
contra la violencia policial, contra la violencia de Estado, y al hacerlo han
politizado estas muertes de muertos no políticos. Para la autora el tema
está naturalizado y ha sido poco tratado por la literatura académica. Un
breve estado de la cuestión sobre las diversas perspectivas sobre la protesta
contra la violencia policial ha sido abordado como “legado” de las formas
de acción colectiva desarrolladas por el movimiento histórico de los
derechos humanos. Por otro lado, el tema ha sido analizado desde el marco
de discusión que examina procesos de construcción de derechos humanos,
o de nuevas formas de hacer política por parte de la ciudadanía. La autora
destaca que compartir formas de protesta semejantes no quiere decir que
las organizaciones denominadas “antirrepresivas”, de “derechos humanos”
o “asociaciones civiles”, que integran el campo de la protesta contra la
violencia policial, también compartan mundos iguales e equivalentes. Bajo
apariencias semejantes se ocultan mundos particulares y diversos.
En el segundo apartado, “Muertos y Epitafios”, los muertos cobran
centralidad en tanto hablan de las relaciones entre los vivos. El análisis de
las narraciones, en las que los familiares describen y dan significado a las
muertes de las víctimas, permite “considerar los modos particulares en que
son vividas e impugnadas las situaciones de violencia”.
Cuando los familiares narran las muertes de estos jóvenes se están
narrando sus vidas, y al mismo tiempo las vidas de quienes las narran. En
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antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 353-358
Reseña - Sobre las formas de protesta contra la violencia policial
este sentido, el epitafio otorga identidad al cadáver, y su tono querellante
tiene el valor de la interpelación. En el tercer apartado, “La figura del
familiar”, se explicita que la categoría nativa familiar no refiere a familiares
en términos de relación de parentesco con una persona muerta a manos
de la policía, sino que tal denominación corresponde exclusivamente a
aquellos que se han convertido en activistas o miembros de organizaciones
de protesta contra la violencia policial, y que además interpelan al Estado.
Pita deja en claro que no todas aquellas personas unidas por lazos de
parentesco con una víctima se han organizado. En “La politización de las
muertes”, el cuarto apartado de la Introducción, la autora se pregunta si es
posible definir estas muertes como apolíticas en tanto es la policía, el rostro
descubierto del poder del Estado, quien las ha producido. Desde un marco
filosófico, despliega los conceptos de nuda vida y homo sacer para explicar
cómo estas muertes de vidas no políticas se convierten en muertes políticas.
Agamben señala que el homo sacer -una antigua figura del derecho romanoes la expresión de la nuda vida, una forma de existencia reducida al despojo
y a la pura entrega al poder soberano. El estado de nuda vida hace del homo
sacer un ser matable o inmolable, frente a cuya muerte hay impunidad. La
autora destaca que los familiares hacen esfuerzos para sacar a las víctimas
de ese lugar profano donde los ubicó la muerte en manos de los agentes del
Estado. El primer movimiento es convertir a la víctima en sagrada, por lo
tanto los familiares reclaman por la sacralidad de la vida. En este proceso,
los familiares develan el estado de nuda vida que hizo de las víctimas seres
matables para el poder estatal. Los familiares reclamando y aludiendo a
sus derechos rechazan su propia condición de matables y pretenden poner
límite al poder de la policía. De manera que, muertes de vidas no políticas
que no han elegido morir confrontando o resistiendo al poder soberano, se
convierten en políticas por el hecho de ser seres a quienes el Estado puede
matar por pura sujeción a su poder soberano.
Pita explica cómo construyó su trabajo con técnicas propias de la
antropología eficaces para abordar problemáticas antropológicas dentro
de la propia sociedad del investigador. La observación participante, las
entrevistas, las situaciones conversacionales, se combinaron con el trabajo de
archivo y con la construcción de un mapa de los actores con sus obligaciones
y reciprocidades. Por otro lado, la oralidad ocupó un lugar central en la
investigación, las entrevistas, las conversaciones en distintas circunstancias
no solo le permitieron el acceso a las formas de pensar el mundo y a las
formas de hacer, sino que le posibilitaron registrar un particular modo de
narrar los acontecimientos. Esta narrativa fue complementada con registros
fotográficos de actos, movilizaciones, de marchas, de la vida familiar, que
fueron provistos por los familiares. De esta manera, los jóvenes muertos
VIRAJES
355
Alicia Irene Rebollar
aparecían en las imágenes como personas: practicaban deportes, habían
tomado la comunión, tenían amigos.
Este campo de protesta se fue definiendo como un movimiento
con entidad propia desde principios de los años 90. Pita menciona dos
organizaciones como las más antiguas surgidas de ese campo: CORREPI
(Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) resultante de la
confluencia de abogados con trayectoria en el tema antirrepresivo, familias
de víctimas de “gatillo fácil” y grupos militantes, y COFAVI (Comisión de
Familiares de Víctimas Indefensas de la Violencia Social), que se define
como una organización de familiares exclusivamente. Simultáneamente a
la emergencia de este mundo de los familiares, en los años 90 comienza el
trabajo del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), que había sido
creado en plena dictadura militar (1979) para denunciar las violaciones a los
derechos humanos, e incorpora estas muertes por “gatillo fácil” a su agenda
de trabajo. Se propone la producción de un corpus documental y crítico que
permitiera incidir en la discusión pública en un nuevo contexto democrático
donde el tema de la “inseguridad urbana” se instaló en forma creciente en
la agenda pública. De acuerdo con Pita, el discurso sobre la “seguridad
urbana” terminó obstruyendo el cuestionamiento de las organizaciones de
protesta a la expansión del poder policial y sus correlativos abusos. Así es
que, en este nuevo escenario ganó la expansión del poder policial que pasó
a ser tolerada y propiciada con el fin de garantizar la seguridad pública.
En los dos primeros capítulos la antropóloga refiere, en dos tiempos,
a “Las formas de vivir”. En el primero logra reconstruir a partir de las
narraciones de personas de carne y hueso, en sentido malinowskiano, la
trama preexistente a las muertes. Aquí está la clave que permite acceder al
conocimiento de lo sucedido al momento de las muertes. En general, los
responsables de las mismas tienden a ocultar las pruebas de lo sucedido, sin
embargo los familiares -y también la antropóloga- pueden reconstruir lo que
ocurrió reconstruyendo la vida y las relaciones de los jóvenes que resultan
muertos. Este conocimiento permitió a los familiares organizar la denuncia
y la impugnación de la violencia. Así es que el seguimiento de “lo narrado”
termina develando las relaciones sociales y la vida cotidiana de personas
para quienes la violencia de Estado y la violencia social no eran ajenas ni
lejanas sino parte constitutiva de su sociabilidad. En el segundo capítulo,
Pita establece la incidencia de los elementos emocionales, manifestados en
los relatos, en la construcción de mundos morales que hacen tanto a las
formas de pensar el mundo como a las formas de actuar en él. Así es que,
por ejemplo, el “no tener miedo” es una cualidad que posibilita enfrentar a
la policía. Los familiares explican que en virtud de las obligaciones creadas
por los lazos de sangre deberían actuar, pero solo lo hacen aquellos que en
356
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 353-358
Reseña - Sobre las formas de protesta contra la violencia policial
virtud de su “no tener miedo” consiguen legitimar su derecho a reclamar.
Entonces, para la autora pareciera que es en este punto desde donde es
posible dar el salto hacía lo político. El “no tener miedo” opera como la
fuerza moral que les permite no solo reclamar sino exigir justicia, apelar a la
dignidad y hacerse respetar. Todas estas expresiones funcionan eficazmente
para inscribir a los familiares en el campo de la política.
En el tercer capítulo, “Las formas de morir”, Pita analiza las
formas en que los familiares operan para restituir la humanidad a estas
víctimas que han “muerto como un perro”. Describe el trabajo simbólico
que los familiares ejercen sobre sus muertos: una labor que se orienta a
la humanización de esos difuntos, a devolverles su dignidad, y al mismo
tiempo, los familiares reafirman su propia humanidad. Este proceso de
dignificación se ve objetivado en los retratos de las pancartas que reproducen
escenas cotidianas de las vidas pasadas de los muertos. Así es que puestos
en presencia, esos muertos encabezan manifestaciones, reciben homenajes
y denuncian públicamente la injusticia. Puestos en escena forman parte de
un proceso de politización que tiene como consecuencia el surgimiento de
un tipo de particular de activista: los familiares.
En “Las formas de protesta”, el cuarto capítulo de este libro, se
develan las claves morales a través de las cuales se expresa la protesta y
los modos en que son pensados las víctimas y el poder policial. Rituales de
humillación, escarches, insultos y burlas son parte del repertorio habitual
en la protesta. La presencia mayoritaria de mujeres agrega un plus de
significado a los insultos y las burlas. Los familiares mujeres enfatizan
su carácter de madres y en una especie de venganza ritual diferida, en
nombre de sus hijos, buscan humillar y deshonrar por medio del insulto
y la burla a los policías, y en consecuencia al cuerpo institucional. Por otro
lado, el dolor y el sufrimiento ubicaron a los familiares en un nuevo estatus
que legitima su posición de denuncia y protesta. La participación en los
juicios orales es también una forma de protesta, un policía “sometido” al
tribunal es apreciado por los familiares como un “territorio ganado”. Tanto
los familiares cuyo caso se está dirimiendo como el resto de los familiares,
todos saben de la importancia de estar acompañados en esos momentos en
que hay que hacer el “aguante”, “hay que bancar”. Estas formas de poner el
cuerpo junto a formas de identificación (remeras con fotos de las víctimas,
carteles, prendedores, pancartas), a los modos de hablar y de comportarse
construyen la vereda que enfrenta al grupo y a la policía.
En el último capítulo, “El mundo de los familiares de gatillo fácil”,
una de las tantas cuestiones que se aborda es la diferencia entre familiares
y militantes. A partir de un caso la investigadora muestra que para ser un
familiar no basta con estar unido por lazos de sangre al muerto, ni basta el
VIRAJES
357
Alicia Irene Rebollar
sufrimiento por esa muerte. Lo que parece definir al familiar como activista
político es lo que hace con esos lazos, con ese dolor y cómo lo hace. Para
la militancia es “natural” que un familiar se movilice y participe de la
protesta, y a la vez objeta al familiar porque se moviliza como consecuencia
de la obligación derivada del lazo de sangre, y no de una libre elección y
convencimiento. El plus de voluntad, valor y falta de miedo que se suma
a la obligación del parentesco distingue a los familiares que se politizan de
aquellos otros familiares que no se movilizan. Esto no parece ser advertido
por la militancia. Sin embargo, hay que reconocer que son los muertos
puestos en juego la razón que lleva a los militantes a la lucha y quienes les
otorgan a estos la identidad de familiar. Aunque, para lograr esta legitimidad
el militante tiene que constituirse como parte de esa comunidad moral y
emotiva que se expresa en la categoría de familiar.
El libro cierra con “Epílogo: la intervención del Estado”. En este
capítulo final la autora propone un cambio de escena, aquí se muestra
cómo la intervención del Estado, por medio de la creación en el año 2004 del
Programa Nacional Anti-Impunidad, bajo la jurisdicción del Ministerio de
Justicia y Seguridad, convoca a los familiares para que integren un Consejo
Asesor. Este programa es propuesto por el gobierno nacional como política
pública en respuesta a las numerosas movilizaciones populares contra la
in-seguridad. Esta acción del Estado pone al mundo de los familiares de
gatillo fácil en una situación de máxima tensión que obliga a los familiares
a definir y explicitar sus posiciones políticas. Al poco tiempo de comenzar
a funcionar el Programa empezaron a presentarse algunos conflictos entre
los familiares que integraban el Consejo Asesor y aquellos que decidieron
no integrarse. En este sentido, Pita destaca que no es el Estado quien creó el
conflicto, sino que operó como el agente que posibilitó que las posiciones
políticas divergentes y latentes dentro de un campo que se presenta como
homogéneo se develaran.
A modo de cierre, se puede afirmar que “Formas de vivir y formas
de morir” incrementa el conocimiento sobre el campo de la protesta contra
la violencia de Estado y el activismo político que deriva de ella. A partir
de una forma ágil de escritura y apelando a las citas al pie de página para
explicar conceptos teóricos y categorías nativas, Pita transforma este texto
surgido de la ciencia antropológica en una fuente de conocimiento accesible
para cualquier interesado en el tema independientemente de su formación
académica.
358
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 353-358
VIRAJES
MILITANDO Y HABITANDO EL SINSENTIDO
DE LA CATÁSTROFE. EL MUNDO DE LOS
DETENIDOS-DESAPARECIDOS.*
MARÍA JAZMÍN OHANIAN**
Reseña
* Reseña de: Gatti, Gabriel. (2011). Identidades desaparecidas. Peleas por el sentido en los mundos de la
desaparición forzada. Buenos Aires: Prometeo Libros.
Este libro es una revisión aumentada de la edición publicada en Montevideo en 2008 por Trilce con el
título: El detenido-desaparecido. Narrativas posibles para una catástrofe de la identidad.
** Profesora en enseñanza media y superior de Cs. Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires.
Actualmente finalizando la Maestría en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural, de la Universidad
Nacional de San Martín. Integrante de diversos equipos de investigación de la Universidad Nacional de
General Sarmiento y de la Universidad de Buenos Aires. Realiza investigaciones sobre formas de “ser
sobreviviente” del terrorismo de Estado. E-mail: jaz.ohanian @gmail.com
VIRAJES
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 359-363
María Jazmín Ohanian
El libro de Gabriel Gatti invita a pensar la problemática de los
desaparecidos desde un complejo e incómodo punto de vista que atraviesa
la subjetividad más personal del escritor: se presenta como Doctor en
Sociología y como hijo, hermano, cuñado y primo de desaparecidos. Este
escrito desde sus tripas constituye un estudio sobre cómo habitar el mundo
de la desaparición forzada de personas.
El autor se propone dar cuenta de distintos mecanismos y vehículos
de construcción de identidad y sentido después del quiebre de los marcos
interpretativos que trae consigo la figura del desaparecido. Su hipótesis
principal es que la desaparición forzada es una catástrofe para la identidad
y para el lenguaje, pero que existe un lugar para vivirla y es el “mundo
del detenido-desaparecido”. En función de su objetivo de pensar distintas
formas de representar y vivir esa catástrofe, Gatti construye dos tipos
ideales: por un lado analiza las “narrativas del sentido” desde la vocación
explicativa transicional, mientras que por otro lado problematiza a “las
narrativas de la ausencia de sentido” con aspiraciones de habitar una
ausencia institucionalizada gracias a la invención de lenguajes que hospedan
realidades catastróficas e incómodas.
En todo su recorrido, se apoyará en un exhaustivo trabajo analítico
de sus registros de campo para dar cuenta de esas sensaciones o palabras
que no puede decir de otra forma. Son esas expresiones personales a la
salida de un excentro clandestino o la angustia de ver cajas apiladas sin
nombres, las que promueven la reflexión y permiten a Gatti pensar sobre las
batallas del sentido que se libran en el mismo territorio del lenguaje.
Su trabajo habilita el análisis de nuevos lugares de enunciación
desde el agujero de la catástrofe. Para delimitar ese agujero desde el cual
pensar y pensarse, utiliza la definición de campo de Pierre Bourdieu y
expresa que lo importante es la fuerza de los agentes intervinientes y las
relaciones sociales que entre estos se construyen. Define entonces al “campo
del detenido-desaparecido” como un mundo complejo y singular creado y
recreado desde la década del setenta con la extraña figura del desaparecido
en el centro rodeado de instituciones, retóricas y movimientos sociales que
le son propios y le habilitan una cotidianidad. Explica que a través de estos
mecanismos narrativos “el campo brota y empieza a haber vida en él” y en
esa misma vida, los agentes protagonistas luchan por imponer verdades,
limitar contenido y estandarizar cotidianidades.
Propone entonces, una nueva tarea: “¿Por qué, en lugar de explicar
y racionalizar, no iba la sociología a poder acompañar en sus paseos por lo
que no tiene sentido a las cosas que analiza?”.
En su primer capítulo “Una catástrofe para el sentido”, Gatti sienta
las bases de su hipótesis principal al explicar cómo el concepto de catástrofe
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antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 359-363
Reseña - Militando y habitando el sinsentido de la catástrofe...
referido al lenguaje y a la identidad se sitúa en una América Latina “civilizada
y letrada” que posibilitó la creación de un individuo pensado y destrozado
por el mismo Estado. Afirma que la desaparición forzada de personas es
una catástrofe ya que se produce un distanciamiento entre los hechos y su
sentido. Es la no-palabra, el hecho indecible. Pero advierte que debe ser
entendido en el marco de un proceso moderno de civilización donde lo que
no tiene nombre queda por fuera sin identidad. Esta misma maquinaria
moderna de producción de sentido, es la responsable del proyecto de
disciplinamiento de la sociedad. Sugiere así, que la desaparición forzada
de personas es modernidad exacerbada y explica cómo la eliminación del
individuo por parte del Estado funciona como paradoja originaria de la
catástrofe, donde la ausencia y el quiebre de sentidos son los protagonistas.
Avanzando en su explicación sobre la máquina desaparecedora,
en su segundo capítulo Gatti reconstruye cómo el dispositivo destrozó
al producto moderno del individuo-ciudadano y con ello las formas de
expresarlo. La desaparición forzada de personas impidió ambas cosas: la
identidad y el lenguaje. Gatti promueve la reflexión del lector al presentar
al detenido-desaparecido como individuo retaceado ya que su nombre está
separado de su cuerpo despropiándolo de su ciudadanía y asaltando su
identidad por su pérdida de nombre. Por eso lo considera una catástrofe:
“las cosas no tienen ya palabras para darles consistencia”. Invita a pensar
esta catástrofe como un terremoto del sentido, dislocando significaciones
y cosas, contemplando la perfección represiva en el cuerpo e identidad del
detenido-desaparecido, mientras se desmorona la arquitectura moderna
y la posibilidad de representar. En este sentido, y para dar cuenta de
este desmoronamiento introduce la problemática de los exdetenidosdesaparecidos y su fatídica relación con la imposibilidad del lenguaje
para dar cuenta de una experiencia y un lugar donde las palabras rebotan.
Desde esta perspectiva, utiliza la experiencia relatada por Primo Levi en
los campos de exterminio nazi para hablar de la paradoja del exdetenidodesaparecido ya que este puede testimoniar por los que no tienen palabra.
El testimonio, expresa así, lo sucedido y la imposibilidad de contar lo que
los desaparecidos vivieron. En esta tensión del lenguaje es donde Gatti
ubica la catástrofe.
Cómo y quiénes narran y dan sentido a ese mundo desordenado que
desgarró al sujeto en tanto identidad y lenguaje será el objetivo de su tercer
capítulo titulado “Los militantes del sentido”. Aunque su objetivo no es el
de realizar un estudio sobre las políticas de la memoria, en este capítulo
destaca que las narraciones de los sujetos reconstructores de identidad están
marcadas por el mandato de la memoria. Primera alerta que realiza el autor:
existe el riesgo de desnaturalizar esas figuras, esos sujetos desprendidos y
VIRAJES
361
María Jazmín Ohanian
deshechos que aparecen como sujetos sin fisuras y completos. Si, tal como
Gatti desarrolla, la catástrofe deshace, quiebra y expulsa al lenguaje a los
límites de lo irrepresentable, ¿cómo hacer para convertir a ese campo,
innombrable, en algo representable? Propone entonces, que hilando los
sucesos y “desvirtuando la desaparición” puede realizarse una cadena de
sentidos. La paradoja es que si la catástrofe deja el mundo del sinsentido,
deja de ser una catástrofe.
Desde este marco de análisis construye cuidadosamente los
mecanismos de cuatro prácticas profesionales que integran el campo de los
“militantes de la recuperación del sentido”. Encuentra que los arqueólogos
son responsables de limpiar escombros y ver qué hay debajo de ellos ya que
considera los centros clandestinos como operadores de la devastación, hoy
en ruinas. Y desde ahí, recorre dos posibles prácticas en relación con esos
sitios que se convierten en ruinas en tanto espacios carentes de sentido: por
un lado se pueden dejar en ese estado, pero por otro lado Gatti plantea que
existe la posibilidad de llenarlo de representación, darle sentido a ese vacío
reconstruyendo la historia, iluminando y dándole identidad y continuidad
al espacio. A su vez, identifica en los archiveros la tarea de ordenar, limpiar
y mostrar las tripas del monstruo a través de la creación de archivos,
documentos y registros burocráticos. Las prácticas de recomposición de
los cuerpos y las mentes, quedan en manos de los antropólogos forenses
y los psicólogos. Mientras que unos rearman los cuerpos retaceados para
devolverles la identidad y retornarlos al sentido, los otros recomponen la
psique sometida al trauma de los individuos doloridos.
Se inspira en el caso de las Abuelas de Plaza de Mayo en su cuarto
capítulo como una práctica exitosa que sintetiza la militancia en búsqueda
del sentido y la identidad en dos ejes: familia y genética. Para hablar de
la maquinaria simbólica de las Abuelas de Plaza de Mayo y su búsqueda
de identidad como pilar esencial del sentido, refiere a la creación de la
Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) y el Archivo
Biográfico Familiar como espacios para la reconstrucción del vínculo con
sus nietos y resistir así, a la separación del sentido. Según Gatti, el ADN se
convierte en tótem de la identidad, donde la huella genética se suma a la
poderosa retórica de la autenticidad familiar. Segunda alarma del autor: “La
identidad, convertida en arma para regenerar sentido cuando la catástrofe
lo deshizo, tiene ciertamente consecuencias no intencionadas”.
Para dar inicio a sus últimos dos capítulos, el autor reconstruye las
condiciones de producción de las narrativas de la ausencia del sentido,
aquellas que hacen explícita la catástrofe abrazando ese lugar incómodo
para construir identidad. Adoptando una mirada comprensiva, Gatti brinda
una descripción minuciosa sobre cómo algunos artistas han desplegado
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antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 359-363
Reseña - Militando y habitando el sinsentido de la catástrofe...
discursos que normalizan la catástrofe al convertirla en lugares estables
y habitables para gestionar el desastre. Afrontar lo no representable.
Introduce así, la problemática del arte ante lo irrepresentable y diferencia
dos opciones: reingresar el estado de las cosas antes que estas hayan perdido
sentido o aceptar la imposibilidad misma de representar. La posibilidad de
construir nuevos lenguajes para afrontar esa paradoja de lo indecible es,
según Gatti, donde radica la eficacia del arte.
Más allá de los militantes de recuperación del sentido, incluye a
otros habitantes del mundo del detenido-desaparecido: son los afectados
más directamente por la catástrofe, esos sujetos que despliegan lenguajes y
prácticas desde sus zapatos. Para ello, expone dos tipos ideales relacionados
a los ya elaborados en su libro: los que bregan por la recuperación del
sentido y los que nadan en la ausencia. Los primeros los entiende dentro
de un paradigma de “familia rota” donde se intenta recomponer un
sentido quebrado, y donde existe y se vive un dolor sin fin. El segundo
grupo, nombrado como “post-huerfanitos” lo entiende como un paradigma
novedoso acostumbrado a la ausencia y a la catástrofe, donde desde el
vacío brotan estrategias que lo hacen habitable. Estos post-huerfanitos le
permiten a Gatti pensar y reflexionar sobre figuras de identidad límite,
retomando marcos teóricos de Judith Butler para superar el concepto de
anomia de Emile Durkheim donde se habita lo invisible. En el mundo del
detenido-desaparecido, la normalidad es la ausencia.
En sus conclusiones, Gatti resuelve que el desaparecido es un
paradigma exitoso que permite pensar a los fuera de serie, a las paradojas del
lenguaje del sinsentido más allá de la experiencia argentina. Los militantes
del sentido han logrado un vehículo para aproximarse a lo irrepresentable
y parece, tal como expresa Gatti, que se ha vencido la batalla y se ha
construido un lenguaje para decir lo imposible.
Quizás el principal mérito del autor es afirmar que la palabra
puede expandirse mientras haya sujetos conviviendo con la paradoja de
lo indecible; actuando sobre el vacío sin desnaturalizarlo. En este caso,
Gatti presenta estrategias puntuales que permiten repensar la práctica
profesional en cuanto gestión de cuerpos desarticulados, de archivos
sin datos, de espacios en ruinas y de tipologías jurídicas inexistentes. A
través de su enfoque novedoso, podemos formular nuevas preguntas que
permitan ilustrar otros mundos narrativos para ayudar a entender en sus
propios términos, a la catástrofe, ya que en el sinsentido puede estar el
sentido de estos fenómenos.
VIRAJES
363
VIRAJES
MESTIZOS HERALDOS DE DIOS:
LA ORDENACIÓN DE SACERDOTES
DESCENDIENTES DE ESPAÑOLES E
INDÍGENAS EN EL NUEVO REINO DE
GRANADA Y LA RACIALIZACIÓN DE LA
DIFERENCIA, 1573-1590
RODRIGO SANTOFIMIO ORTIZ**
Reseña
* Cobo Betancourt, Juan Fernando. (2012). Mestizos heraldos de Dios: la ordenación de sacerdotes
descendientes de españoles e indígenas en el Nuevo Reino de Granada y la racialización de la diferencia,
1573-1590. Colección Cuadernos Coloniales. Bogotá: ICANH.
** Profesor Asociado, Departamento de Antropología y Sociología, Universidad de Caldas, Manizales,
Colombia. [email protected].
VIRAJES
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 365-371
Rodrigo Santofimio Ortiz
El libro Mestizos heraldos de Dios: la ordenación de sacerdotes descendientes
de españoles e indígenas en el Nuevo Reino de Granada y la racialización de la
diferencia, 1573-1590, del historiador Juan Fernando Cobo Betancourt, es, a
mi modo de ver, un ensayo que suscita diversas conjeturas en el amplísimo
panorama de la alta colonia, la cual además de seguir siendo inacabada
en inquietudes y preocupaciones académico-científicas, delata una carencia
de estudios sistemáticos, en un período que desbrozaría los grandes trazos
o “cuadros epistémicos” (como denomina el autor), referidos a las ideas
(imaginarios), el poder civil y eclesiástico, la cristalización de los grupos
sociales y el ensamble económico que adquiere plenitud y que solo en el
quiebre de principios del siglo XIX, se pondrían en cuestión; en efecto,
Mestizos heraldos de Dios, es un ensayo que a partir de algunas situaciones
particulares, que el autor expone al inicio de la obra, por ejemplo, del
canónigo García Zorro, mestizo, al cual se le negara la canonjía, es decir,
sus posibilidades de pertenecer a la colegiatura arquidiocesana de Santafé,
explora la emergencia de la categoría de diferencia racial en este período.
Es cierto que el tema de la raza no es nuevo en la historiografía colombiana
y latinoamericana, Mörner (1963, 1969) nos alertaba sobre el tema y su
incidencia en la sociedad colonial y, en esa dirección, pero como formas
de respuesta a esas condiciones socio-raciales, estarían los trabajos de
Rodríguez (1991) y más reciente de Gutiérrez y Pineda (1999), los cuales
trazan la incómoda situación que le plantea al mestizo una sociedad
solidificada alrededor de dos repúblicas únicamente: la república de los
indios y la república de los españoles, así pues, el tema del mestizo y, por
qué no, el del mulato y la esclavitud serían, como se sabe, la piedra de
toque en el contexto del proyecto independentista, así que en retrospectiva
siglos previos a dicho proyecto, no deja de resultar alentador el tema en
la perspectiva de observar cómo se fueron constituyendo los temas de la
diferencia racial, ligados eso sí, a la pureza de sangre, el marco epistémico
y la actitud de los diversos actores allí vinculados.
La excusa para abordar el tema en la alta colonia, de acuerdo a
Cobo Betancourt, tiene que ver con la posición que asumiera tanto la
corona española como el papado, en la autorización para la designación de
sacerdotes en el vastísimo universo territorial que comprendía sus dominios
en el siglo XVI; analizado el tema en ese contexto, hemos de llevarnos
una que otra sorpresa: en el caso de la corona portuguesa que colonizara
el occidente y oriente de África, se tolerará la admisión de nativos como
prelados y en las órdenes menores, siendo una actitud más acentuada en
la parte occidental que oriental; en la América española, el Patronato Regio
–esto es, las concesiones de privilegios hechas por los pontífices a la corona
(española en nuestro caso, pero también para el caso de Portugal), para
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antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 365-371
Reseña - Mestizos heraldos de Dios: la ordenación de sacerdotes descendientes de españoles...
que emprendieran los procesos de evangelización y la administración de
los territorios recientemente conquistados–, plantearía dos presupuestos
de importancia; de un lado, el gobierno imperial español en el período
pre-moderno, funcionaba de acuerdo al concepto de gobierno de rescriptum
o administración por respuesta, es decir, la respuesta a las peticiones
individuales desde las colonias eran despachadas a los interesados,
dejándoles la mayor parte de la iniciativa y responsabilidad, para que
resolviesen sus problemas locales; esta fórmula interpretativa no solo
acerca del Estado monárquico, su carácter pre-moderno sino también un
esquema residual de la corona respecto a las colonias, aunque ya invocado
y reiterado por autores como Jaramillo Uribe (1963, 1965), Colmenares
(1973), Martínez Garnica (1992), a través de la retórica “se obedece, pero se
suplica el cumplimiento”, esto es, la posibilidad de resistir el cumplimiento
bien fuera de una cédula u ordenanza real, dado el enquistamiento de los
grupos sociales encomenderos, comerciantes, el clero oficial, las órdenes
menores y la oficialidad real “conforme a justicia y razón”.
De otro lado, en lo que concierne a la América española, la
conceptualización del nativo, esto es, del indio, asume una forma distinta
que pesa, entonces, en las consideraciones que habría que tener a propósito
no solo del acceso de las culturas nativas y mestizas a los puestos en las
parroquias eclesiásticas, sino también en la emergencia del tema de la
diferencia racial en las colonias: esto tiene que ver con “la retórica de la
miserableza” que llegó a dominar la actitud de las autoridades coloniales
frente a los indios y a justificar y definir la misión civilizadora del
proyecto colonial español; en ese caso, la conceptualización presupone al
amerindio como una persona miserable, por naturaleza débil y corruptible
que necesitaba ser protegida y orientada, asimismo, la presunción fue
expuesta por las primeras misiones que llegaron a América, especialmente
franciscanas, advirtiendo que no solo al indio se lo concibe miserable,
sino también como infantes, los cuales “faltándoles el azote como niños
son perdidos”. En este contexto analítico se debe plantear la cuestión, de
acuerdo a Cobo Betancourt, sobre las posibilidades de acceso de los nativos,
no europeos, a los cargos eclesiásticos, y también lo sensible que empieza a
plantearse el tema de la diferencia racial y, especialmente, el significado del
mestizo en la sociedad colonial: la legislación para el período, no obstante
ser clara en la exclusión que se hacía a los mestizos para ser promovidos
a las órdenes sacro, por ejemplo, véase las Constituciones Sinodales de
1556, expuestas por el obispo Juan de los Barrios para el Nuevo Reino de
Granada, dejaba también un amplísimo campo de iniciativas en manos de
la corona, el papado, incluso de los arzobispos, y si bien algunos de estos
prebendados optarían por cerrar filas frente a la promoción de mestizos,
VIRAJES
367
Rodrigo Santofimio Ortiz
como así ocurrió en el Perú y en México no obstante la resistencia en ciertos
casos de la misma población, Luis Zapata de Cárdenas, recién nombrado
arzobispo del Nuevo Reino de Granada, llegó a transformar el panorama
eclesiástico, no solo por el impulso que le diera al proceso de evangelización
al nombrar incisivamente sacerdotes seculares por encima de los misioneros,
y también por el número relativamente alto de sacerdotes mestizos que
ayudó a promocionar al tenor de la resistencia que encontrara en la Real
Audiencia, el cabildo episcopal, en las órdenes religiosas, incluso frente a la
misma corona. Correlativamente a la resistencia que encuentra Zapata de
Cárdenas en su insistencia para “encarnar la nueva dirección que tomara la
evangelización”, y contrario a lo que se pudiera pensar espontáneamente, no
existe en la posición de Zapata de Cárdenas el ánimo de fungir reivindicando
una posición de tolerancia racial, pero sí una salida oportuna de cara a la
situación propia del Nuevo Reino de Granada y que supo aprovechar: bien
sea por la carencia estructural de un clero secular que limitaba el proceso
de evangelización y que en ese período estuvo apoyado en las órdenes
menores (franciscanos, dominicos y agustinos), todas ellas fuertemente
cuestionadas, incluso desde el arzobispado de Barrios, que llegó a calificar a
muchos de sus miembros como “escoria y heces por no vivir en observancia,
clausura, ni religión” (Freire, 1975: 206), o bien sea en la imposibilidad que
tuvo el arzobispo Zapata de Cárdenas para convocar Concilios Provinciales
(reuniones de obispos), como si fue posible en realidades como Perú y
México; en su caso, se hizo imposible para Zapata de Cárdenas por las
disputas entre diócesis que persistían en el Reino de Granada, así también
el prelado supo aprovechar la legislación lingüística (1580), en la que se urgía
la necesidad de conocer las lenguas nativas que garantizasen la conversión,
y que Zapata de Cárdenas potencializaría a través del “Catecismo e
Instrucciones” (1576), la organización de las doctrinas y nuevos pueblos
indígenas, así como un ejército de sacerdotes seculares y un seminario para
entrenarlos; queda claro que fue en un contexto de condiciones materiales,
el que Zapata de Cárdenas supo aprovechar para insistir en la promoción
de sacerdotes mestizos, por encima de otras consideraciones; ahora bien, si
la posición del arzobispo Zapata de Cárdenas no retrae una consideración
distinta, por no decir avanzadísima para la época a propósito del tema
de la diferencia racial por los argumentos ya expuestos: ¿Por qué resulta
interesante la inquietud acerca de la diferencia racial, que plantea el ensayo
del profesor Cobo Betancourt? Se trataría, entonces, de acuerdo al autor,
de observar no únicamente el proceso de la ordenación de sacerdotes
mestizos intrínsecamente, sino la resistencia que se operaba frente a la
actitud, incluso tozuda en algunos casos del arzobispo para llevar a cabo
las ordenaciones; allí, entonces, en esa acción de resistencia operarían los
368
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 365-371
Reseña - Mestizos heraldos de Dios: la ordenación de sacerdotes descendientes de españoles...
grupos sociales de uno u otro lado, y en ese caso, observar asimismo, el
tema de la identidad como un concepto que requiere ser puntualizado
para insistir, como lo sostiene el autor, en que la identidad no es un asunto
que compromete únicamente a los actores en sí mismos, sino que también
se requiere plantear la identidad referida a las percepciones que los otros
tienen de nosotros; con esa consideración, entonces, la identidad de todos
y cada uno de los grupos devienen en actos más que definitorios, el que los
actores deben negociar su lugar en un orden social cada vez más rígido, a
medida que la sociedad tiende a su cristalización; en ese orden de ideal,
en el arzobispo Zapata de Cárdenas la paradoja es evidente, toda vez que
al admitir, incluso resistiendo a la oposición, la promoción de sacerdotes
mestizos no logra evitar etiquetar a ese mismo mestizo para excluirlo de
una posición de preeminencia, ese fue el caso, si mencionamos situaciones
puntuales, acontecido frente a la solicitud que García Zorro hiciera para
alcanzar la canonjía, y solo le permitirá que se conforme con una parroquia.
Sin embargo, la actitud paradojal del arzobispo Zapata de Cárdenas
no termina allí, pues al insistir en su deseo del “servicio de Dios, nuestro
señor y el de vuestra majestad”, y de recordarle a los indios su condición
de miserables, curiosamente Zapata de Cárdenas justificaba la ordenación
de mestizos para el sacerdocio, no solo por la necesidad de la conversión
y de obtener más catecúmenos para la Iglesia, sino porque lo impulsaba la
idea de ilustrar, al reconocer que ellos –los Indios– eran “suficientemente
educados, capaces y merecedores”, además de su talento con las lenguas
indígenas y porque también “era más fácil disciplinarlos”, sin embargo ¿por
qué la controversia que se suscitaría desde diversos grupos sociales por la
ordenación de mestizos? Digamos, entonces, siguiendo a Cobo Betancourt,
que ello tenía que ver con la insistencia para poner al indígena en condición
de subalterno cuando se los acusaba de “tan indios (o monas –persona
ebria–), como los mismos indígenas y siguen las mismas costumbres de sus
antecesores, yendo a las borracheras en traje de indios”; objetiva o no esta
conducta que pretendía generalizarse desde las órdenes religiosas, porque
de acuerdo a Cobo Betancourt, estaban perdiendo protagonismo en los
procesos de conversión, y ello mismo significaba caer en condición de mera
sobrevivencia, ¿podríamos, entonces, derivar de toda esta confrontación, la
génesis de ideas de diferencia racial? se pregunta Cobo Betancourt: lo que es
claro para el autor es que la categoría mestizo ya extendida, planteaba una
condición social cada vez más específica, esto es, una posición intersticial,
restringida a todos sus miembros, con un lugar específico en la sociedad y esto
queda claro a través de la legislación indiana, tanto eclesiástica como civil,
la cual buscaba relegarlos a su propia diferencia, dado que ni los concebía
como indios y tampoco gozarían de las oportunidades de los españoles,
VIRAJES
369
Rodrigo Santofimio Ortiz
peninsulares o criollos; en esa condición el mestizo estaría correlativo al
escenario social, definido racialmente y, por supuesto, discriminado, de
acuerdo a la posición y las pruebas que trae Cobo Betancourt, condición
subalterna que se unía a la que ya se le planteaba al Indio. Así las cosas, la
conjetura que derivaríamos de estas premisas, asientan la condición de los
grupos subalternos, uno de ellos, el mestizo en su imposibilidad de mostrar
su pureza, y de otro lado, al indio en su adscripción a la encomienda y la mita,
y por supuesto la explotación y la dominación consecuente, que acentúan
para el indígena como extraño en su propia hábitat y como alternativa de
sobrevivencia tendrá que buscar nuevos territorios de asentamiento, eso sí,
buscando evitar todo contacto con el “blanco”; el mestizo, por su parte, una
vez que la discriminación empezó a definirse en términos de naturaleza,
de algo que aún el bautizo no borraba, para convertirse en hereditaria,
y de cara al estrechamiento o la imposición de una identidad de grupo
sobre las variadas identidades de diferentes grupos, hubo de reclamar “ser
hijo de español y de indígena”, aunque esos empeños serán vanos, toda
vez que la sociedad reclama su validación desde lo racial; para terminar,
entonces, considerar que esta condición intersticial en la que se ubica al
mestizo, expresa interesantes conjeturas alrededor de los problemas que
ha de planteárseles a los intelectuales y líderes de la gesta independentista,
incluso, la condición mestiza o mulata1, si se lo quiere, propicia elementos
que explicarían en parte los dilemas y las ambigüedades que dicha gesta
independentista supone en sus primeras etapas, y quizá el que finalmente
logra cavilar sensatamente la situación, es a mi modo de ver, el libertador
Simón Bolívar (1783-1830), de cara a una serie de inquietudes y dilemas
sobre el origen de la identidad y su expresión la nacionalidad de aquellos
que habían decidido rebelarse contra la “madre patria”; la Carta de Jamaica
(1815), es un documento síntesis que le apuesta a proponer salidas a esas
inquietudes y dilemas, y no resulta casual el que deriven de allí y del
libertador una interesante y afinada concepción del ser latinoamericano.
1
“Andando el tiempo, a las tres castas originales de españoles, indios y negros se fueron añadiendo
las clasificaciones de castizo, mestizo, mulato, zambaigo (hijo de negro e india), mestindio, lobo, coyote, jarocho, cambujo, chino jarocho, chamiso, albarazado, gíbaro, barcino, cuatralbo… hasta llegar a
recurrir, en una ‘evidente muestra de desesperación’ del funcionario, como escribe Aguirre Beltrán, a
expresiones como las de ‘torna atrás’, ‘tente en el aire’, ‘ahí te estás’ y ‘no te entiendo’ para nombrar a
las mezclas que ofrecían mayor complicación” (Prados, 2013: párr. 12). Véase este interesante artículo
de Luis Prados publicado en el periódico El País (España), del 26 de julio de 2013, que acota sobre los
negros en la sociedad mexicana intitulado: “Las raíces negras de Veracruz”.
370
antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 365-371
Reseña - Mestizos heraldos de Dios: la ordenación de sacerdotes descendientes de españoles...
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en la colombia colonial: 1750 – 1810 (Santafé de Bogotá: Colciencias, U. de los Andes,
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la segunda mitad del siglo XVIII, Anuario colombiano de historia social y de la cultura,
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del gobierno del Nuevo Reino de Granada. Santafé de Bogotá: Banco de la República.
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http://elpais.com/elpais/2013/07/25/eps/1374766765_208709.html
RODRÍGUEZ, Pablo Seducción, amancebamiento y abandono en la Colonia (Medellín:
Fundación Simón y Lola Guberek, 1991).
VIRAJES
371
AUTORES VIRAJES Vol. 15 No. 1
Alicia Irene Rebollar, Universidad de San Martín, Argentina
Ana Laura de Giorgi, Universidad Nacional General Sarmiento, Argentina.
Camillo Goirand, Universidad Paris III, Sorbone-Nouvelle, Francia
Carlos Arturo Gallego, Universidad de Caldas, Colombia
Cecilia Carrera, Universidad Nacional de La Plata, Argentina.
David Osorio, Universidad de Caldas, Colombia
Dolores Rocca Rivarola, Instituto de Investigaciones Gino Germani,
Argentina.
Joao Rosito, Universidad de Sao Paulo, Brasil.
José Ruben Castillo García, Universidad Autónoma de Manizales, Colombia
Juan Manuel Castellanos, Universidad de Caldas, Colombia
Juanita Espeleta, Universidad de Caldas, Colombia
Julieta Grinberg, EHESS, Francia.
Luis Hernando Orozco, Universidad de Caldas, Colombia
María Jazmin Ohanian, , Universidad de San Martín, Argentina
Octavio Escobar, Universidad de Caldas, Colombia
Omar Alonso Urán Arenas, Universidad de Antioquia, Colombia
Omar Tapasco, Universidad de Caldas, Colombia
Pia V. Rius, Universidad de Lille, Francia
Rodrigo Santofimio, Universidad de Caldas, Colombia
Sandra Wolanski, Universidad de Buenos Aires, Argentina
Santiago Urrea Yela, Universidad de Caldas, Colombia
372
Revista de Antropología y Sociología
EVALUADORES
Alexa Agudelo
Ernesto Seidel
Franck Marcon
Gabriel Vommaro
José Raúl Ruiz
Juan Carlos Celis
Marcela Kunrath
Nicolás Aguilar
Sebastián Pereyra
Mario Hernan López
VIRAJES
373
CONVOCATORIA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y
SOCIOLOGÍA: VIRAJES
Volumen 16, Fascículo 1, Enero-julio de 2014
Editores invitados: Marta PANAIA (CONICET, UBA Argentina), Carlos
Leopoldo Piedrahita (Departamento de Antropología y Sociología,
Universidad de Caldas, Colombia).
Editores responsables:
Juan M Castellanos ([email protected])
Cesar Moreno Baptista ([email protected])
Profesores Departamento Antropología y Sociología, Universidad de
Caldas. Colombia.
Toda comunicación a: [email protected]
Fecha de recepción de artículos: hasta el 15 de Noviembre de 2013.
Requisitos:
Los artículos deben cumplir con lo planteado en las normas para autores de
la REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA: VIRAJES, disponibles
en el siguiente link: http://virajes.ucaldas.edu.co
Lugar de recepción: Los artículos deben ser enviados por correo electrónico
a los editores y al correo electrónico de la Revista; revistavirajes@ucaldas.
edu.co.
Temática del Dossier:
“ESTUDIOS SOCIALES DE LOS OFICIOS, LAS OCUPACIONES
Y LAS PROFESIONES”
Presentación:
La Revista de Antropología y Sociología Virajes convoca para su número
16(1) Año 2014, a especialistas en ciencias sociales interesados en el análisis
de los oficios, las profesiones y las ocupaciones. El modelo de profesiones
ha sido considerado como uno de los fundamentos de las sociedades
democráticas modernas y también como una ideología que sirve para
legitimar los privilegios y los monopolios. Para revisar las ventajas y los
374
Revista de Antropología y Sociología
límites de ese modelo, conviene considerar esas dos perspectivas de manera
complementaria. Ello facilita la comprensión de los cuestionamientos que
subyacen a la noción de profesionalismo y cómo se actualizan estos y otros
conceptos en la sociedad globalizada actual. En nuestros países las teorías
de las profesiones han sido poco revisitadas y sin embargo, son muchos los
cambios ocurridos en estos grupos de trabajo. Por otro lado es importante
mencionar que en otros países el concepto de profesión ha sido objeto de
un debate intenso en razón de las diferencias existentes entre distintas
escuelas de pensamiento como el funcionalismo parsoniano o las corrientes
neoweberianas representadas por autores diversos como Freidson, Larson,
Abbott y otros.
En nuestros días las profesiones tienen que enfrentarse a los
cambios en la organización del trabajo, a los cambios tecnológicos, al
nuevo management, a la globalización, al liberalismo, al desempleo, a
los cambios ocurridos en la división sexual del trabajo, en la composición
de género y en las diferencias al surgimiento de nuevas ocupaciones, a
los cambios generacionales y a cambios regulatorios significativos. Estas
transformaciones han arrojado una gran dosis de incertidumbre que ha
impulsado a algunos estudiosos a hablar incluso del fin de las profesiones.
Las revisiones estructurales no se focalizan solo en la autonomía
de los profesionales y la forma específica de regulación que representa el
profesionalismo, sino también en la formación profesional, el desarrollo de
las trayectorias personales y de las carreras, las culturas y las identidades
profesionales. Paralelamente, la autonomía profesional y el porvenir de
ciertas profesiones pueden igualmente interpelar a actores tan diversos
como el Estado, la democracia, el público o los clientes. Los profesionales
pueden convertirse en asalariados precarizados, desaparecer, fusionarse,
feminizarse o masculinizarse, entrar en conflicto, etc. El análisis de estos
desafíos, así como la reflexión sobre los diversos aportes y límites propios
del modelo de las profesiones, requieren una renovación de las perspectivas
teóricas, de los modelos de investigación y de los datos e interpretaciones
empíricas. Con ese criterio, las comparaciones internacionales y entre grupos
profesionales son particularmente útiles en el contexto latinoamericano,
tanto a nivel micro como macro social.
¿Qué cruza las profesiones...? ¿Son las disciplinas exentas?, ¿son
teorías sobre el mundo social en sí o delimitaciones particulares de
ella? ¿Cuál es el espacio de encuentro y superposición? ¿Las disciplinas
se entrecruzan en un espacio común epistémico y metodológico? ¿Las
disciplinas comparten espacios comunes, pero son en sí miradas sustantivas
de las cosas? ¡Son mundo exentos, maneras de ver, el mundo, mundos, a
manera del Weltanschauung?, como lo planteara Geertz.
VIRAJES
375
El primero de esos presupuestos, y el más importante, es que las
diversas disciplinas (o matrices disciplinares) humanísticas, de las ciencias
naturales y también de las ciencias sociales que componen el difuso discurso
de la erudición moderna no son meras posiciones intelectuales ventajosas,
sino maneras de ser en el mundo, por invocar una fórmula heideggeriana,
formas de vida, por utilizar una fórmula de origen wittgensteniano, o
variedades de una experiencia noética, por adaptar, esta vez, una fórmula
jamesiana. De la misma manera que los papuas y los amazonios habitan
el mundo que imaginan, igualmente lo hacen los físicos de alta energía o
los historiadores del Mediterráneo en la época de Felipe II —o, al menos,
así lo imagina un antropólogo—. Es cuando empezamos a comprender
esto, a comprender que ponerse a desconstruir el imaginario de Yeats,
ensimismarse en los agujeros negros o medir el efecto de la escolarización
en el éxito económico no sólo significa dedicarse a una tarea técnica, sino
asumir un marco cultural que define gran parte de nuestra vida, cuando una
etnografía del pensamiento moderno se convierte en un proyecto urgente.
Esos roles que nos parece que ocupamos se convierten así en mentalidades
que descubrimos en nosotros mismos (Geertz, 1996, pág. 183).
Las derivas vitales entre titulaciones, ocupaciones, oficios y profesiones
ejercidas o no, la demanda contante de actualización, migración profesional
y reciclaje en contextos de trabajo altamente desregulados y flexibles, invita
a pensar sobre lo que está pasando en el mundo del trabajo a través de
una de las estrategias más comunes de organización: las ocupaciones, las
profesiones y los oficios.
Así mismo, el movimiento constante de la actividad productiva y
creativa del capitalismo posfordista ha generado nuevos conjuntos de
formas de organización, experimentación y articulación entre el trabajo y
la vida, formas de trabajo de cuidado, trabajo inmaterial, trabajo cognitivo
y nuevas maneras de producción del trabajo manual, corporal y sexual.
El universo de ocupaciones, profesiones y oficios en las cuales se autoencapsula y clasifica el mundo de la producción material e inmaterial, para
describir y localizar lo que hace y dice que hacen las personas, es parte de
nuestro interés comprensivo. Nuevas morfologías del mundo productivo
se anuncian en las transformaciones de las profesiones y los oficios. Es
nuestro interés acercarnos a su complejidad. Serán considerados trabajos
que, basados en investigaciones empíricas sobre alguno de los siguientes
ejes temáticos:
1. Trayectorias profesionales, ocupacionales y maneras de
2. Ocupaciones y oficios del capitalismo postfordista.
3. Nuevos modelos profesionales.
376
Revista de Antropología y Sociología
4.
5.
6.
7.
Transformaciones de la educación, mercado laboral y nuevas profesiones
Género, etnicidad, clase e identidades profesionales.
Cuerpos y subjetivaciones profesionales.
Los mundos profesionales como maneras de ser en el mundo.
Requisitos para la presentación de artículos
• Se recibirán textos en inglés, francés, portugués y español.
• Se espera que los artículos sean resultado de investigaciones avanzadas
o finalizadas.
• Extensión: Los artículos no deben superar las 9.000 palabras.
• Los artículos serán evaluados según la modalidad de evaluación por
pares ciegos. El proceso de evaluación consistirá en:
- Una primera ronda de evaluación editorial sobre la relación con la
convocatoria y cumplimiento de las normas editoriales.
- Una segunda ronda de evaluación por pares ciegos.
- Una tercera ronda de aceptación de las modificaciones sugeridas por los evaluadores.
- Una cuarta ronda de corrección de estilo
- Una quinta ronda de prueba de galeras.
Criterios de publicación de la revista en: http://virajes.ucaldas.edu.co/
Recepción permanente de artículos
La revista de ANTROPOLOGIA Y SOCIOLOGIA VIRAJES recibe
de manera permanente artículos para evaluación, los cuales pueden estar
asociados a las temáticas específicas de los diferentes números o resultados
de investigación en cualquier área temática asociada con las ciencias sociales,
especialmente la Antropología y la Sociología. Para someterlos a evaluación
puede enviarlos al correo electrónico: [email protected].
VIRAJES
377
CONVOCATORIA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y
SOCIOLOGÍA: VIRAJES
Volumen 16, Fascículo 2, Agosto-Diciembre de 2014
Tiempo de recepción de artículos: del 1 de noviembre al 28 de febrero de 2014
Editores invitados: Los profesores de la universidad de Caldas: Mario
Bermúdez, Juan Manuel Álzate, Margot Andrade, Edwin Monsalvo, Miguel
Suarez, Camilo Lozano.
Editores responsables Cesar Moreno Baptista (cmorenobaptista@gmail.
com) y Juan M Castellanos ([email protected]), Profesores
Departamento Antropología y Sociología, Universidad de Caldas
Requisitos: Los artículos deben cumplir con lo planteado en las normas
para autores de la revista ANTROPOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA: VIRAJES,
disponibles en el siguiente link: http://virajes.ucaldas.edu.co/index.
php?option=com_content&task=view&id=23&Itemid=17
Lugar de recepción: Departamento de Antropología y Sociología de la Facultad
de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Caldas: carrera 23 N°
58-65, teléfono (6)8781500 ext. 22108 o aal correo electrónico: revistavirajes@
ucaldas.edu.co
Temática del volumen 16(2): ESTUDIOS SOCIALES DEL CENTRO
OCCIDENTE DE COLOMBIA
La Revista de Antropología y Sociología Virajes convoca para su número 16(2) Año
2014, a especialistas en ciencias sociales interesados en el análisis arqueológico,
etnohistórico, histórico y socioantropologico sobre los estudios sociales del
centro-occidente de Colombia.
La Revista de Antropología y Sociología: VIRAJES volumen 16 (2), como
siempre pretende compilar trabajos que sean el resultado, bien sea de
investigación, revisión o reflexión que contribuyan a pensar esta temática
específica. . Las aportaciones pueden estar relacionadas con:
-
-
-
-
378
Investigaciones empíricas de corte cualitativo o cuantitativo
Análisis del impacto de las políticas
Reflexiones a partir de proyectos de investigación, intervención o
aplicación…
Propuestas metodológicas validadas especialmente en áreas de
antropología, sociología, etnografía, historia, arqueología.
Revista de Antropología y Sociología
-
-
-
a) Artículo de investigación científica y tecnológica. Documento que
presenta, de manera detallada, los resultados originales de proyectos
terminados de investigación. La estructura generalmente utilizada contiene
cuatro apartes importantes: introducción, metodología, resultados y
conclusiones.
b) Artículo de reflexión. Documento que presenta resultados de
investigación terminada desde una perspectiva analítica, interpretativa o
crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a fuentes originales.
c) Artículo de revisión. Documento resultado de una investigación
terminada donde se analizan, sistematizan e integran los resultados de
investigaciones publicadas o no publicadas, sobre un campo en ciencia
o tecnología, con el fin de dar cuenta de los avances y las tendencias
de desarrollo. Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión
bibliográfica de por lo menos 50 referencias.
Requisitos para la presentación de artículos
• Se recibirán textos en inglés, francés, portugués y español.
• Se espera que los artículos sean resultado de investigaciones avanzadas o
finalizadas.
• Extensión: Los artículos no deben superar las 9.000 palabras.
• Los artículos serán evaluados según la modalidad de evaluación por pares
ciegos. El proceso de evaluación consistirá en:
- Una primera ronda de evaluación editorial sobre la relación con la
convocatoria y cumplimiento de las normas editoriales.
- Una segunda ronda de evaluación por pares ciegos.
- Una tercera ronda de aceptación de las modificaciones sugeridas por los evaluadores.
- Una cuarta ronda de corrección de estilo
- Una quinta ronda de prueba de galeras.
Criterios de publicación de la revista en: http://virajes.ucaldas.edu.co/
Recepción permanente de artículos
La revista de ANTROPOLOGIA Y SOCIOLOGIA VIRAJES recibe
de manera permanente artículos para evaluación, los cuales pueden estar
asociados a las temáticas específicas de los diferentes números o resultados
de investigación en cualquier área temática asociada con las ciencias sociales,
especialmente la Antropología y la Sociología. Para someterlos a evaluación
puede enviarlos al correo electrónico: [email protected].
VIRAJES
379
NORMAS EDITORIALES
La revista de Antropología y Sociología: Virajes, recibe colaboraciones
originales en forma de artículos y reseñas. La naturaleza de los artículos
es triple, ya que pueden ser de investigación, de reflexión o de revisión.
Todos los artículos serán sometidos a evaluación anónima y los autores
serán notificados de la decisión de los árbitros en los 60 días siguientes a la
recepción de sus propuestas. Sólo se publicarán los artículos que superen
satisfactoriamente el proceso de evaluación y cumplan con los requisitos
aquí expuestos.
La revista de Antropología y Sociología: Virajes se reserva los derechos
de impresión, reproducción total o parcial del material, así como el de
aceptarlo o rechazarlo. Igualmente, se reserva el derecho de hacer cualquier
modificación editorial que estime conveniente. En tal caso, el autor recibirá
por escrito recomendaciones de los evaluadores. Si las acepta, deberá
entregar el artículo con los ajustes sugeridos dentro de las fechas fijadas por
la revista para garantizar su publicación dentro del número programado.
Un artículo sometido a consideración del comité editorial no se debe haber
publicado previamente, ni debe estar sometido a otra publicación. Si el
artículo es aceptado, no deberá publicarse en otra revista.
Los artículos de esta revista se pueden reproducir total o parcialmente,
citando la fuente y el autor. Las colaboraciones que aparecen aquí no
reflejan necesariamente el pensamiento de la revista. Se publican bajo
responsabilidad de los autores.
El autor que desee enviar artículos para consideración por parte del comité
editorial de nuestra publicación deberá:
1. Entregar original y copia del artículo en los correos electrónicos de los
editores o en oficina de la revista ubicada en la carrera 23 N° 58-65,
Manizales, Colombia. Telefax 88627220 ext. 22108 –prefijos nacionales
(68) e internacionales (57) (68)–, correos electrónicos: revistavirajes@
ucaldas.edu.co
2. Entregar el trabajo vía email o en CD-ROM en formatos Word. Se debe
incluir: título del artículo, autor o autores y dirección del contacto
(correo electrónico y dirección postal). El texto debe estar digitado a
espacio y medio, letra arial, tamaño 12.
380
Revista de Antropología y Sociología
3. Especificar en diferentes notas al pie: a) los datos centrales del curriculum
vitae del autor o autores, el cual debe incluir los títulos universitarios,
la filiación institucional y el correo electrónico; b) la naturaleza del
artículo, es decir, si se trata de un artículo de investigación, de reflexión
o de revisión, o si se trata de una reseña.
4. Escribir su artículo con una extensión máxima de 25 hojas (folios o
cuartillas tamaño carta), el cual debe ir precedido de un breve resumen
del trabajo en castellano y en inglés que no sobrepase las 150 palabras.
Inmediatamente después de este resumen, se debe poner de cuatro a
seis palabras clave para identificar las principales temáticas abordadas.
5. Redactar las críticas y reseñas de libros con una extensión máxima de 10
hojas (folios o cuartillas tamaño carta), la cual debe ir precedida de los
nombres, apellidos y profesión de quien realiza la crítica o reseña, así
como de los elementos bibliográficos completos (nombres y apellidos
del autor, título completo del libro, número de edición, ciudad de
publicación, editorial, año de publicación).
6. Entregar artículos inéditos, salvo que hayan sido publicados en el
extranjero, en cuyo caso podrá considerarse su publicación. Si se trata
de un artículo traducido se debe indicar con claridad las fuentes y
procedencias del texto original.
7. Enviar los gráficos, mapas y fotografías en una resolución mínima de
266 dpi en formato jpg o gif. Junto a los cuadros deben ir los anexos al
artículo, indicando el lugar donde se pondrán dentro del texto. Todos
estos recursos se deben enumerar consecutivamente e indicar con
claridad la(s) fuente(s) correspondiente(s).
8. Citar las fuentes bibliográficas dentro del texto del siguiente modo:
(autor, año: página).
Ejemplo: (Muñoz, 1996: 30).
9. Las notas al pie de página numeradas en orden consecutivo, se utilizaran
para aclaraciones, comentarios, discusiones, envíos por parte del autor,
y deben ir en su correspondiente página, con el fin de facilitar al lector
el seguimiento de la lectura del texto.
10. Referenciar la Bibliografía teniendo en cuenta las normas APA, pero con
algunas modificaciones. Así:
VIRAJES
381
Libro:
APELLIDO, Nombre del autor. (Año). Título del libro. Lugar de
publicación: Editorial.
SABINE, George. (1998). Historia de la teoría política. México: Fondo de
Cultura Económica.
Capítulo de libro:
APELLIDO, Nombre del autor. (Año). “Título capítulo”. En: APELLIDO,
Nombre del editor o compilador. (Ed.) o (comp.). Título del libro. Lugar
de publicación: Editorial.
GARRISON, C.; SCHOENBACH, V. & KAPLAN, B. (1985). “Depressive
symptoms in early adolescence”. En: DEAN, A. (Ed.). Depression in
multidisciplinary perspective. New York, NY: Brunner/Mazel.
Artículo revista:
APELLIDO, Nombre del autor. (Año). “Título artículo”. En: Nombre
de la revista, No., Vol./Año. Lugar de publicación: Editorial o Centro
editorial.
SANDOVAL, Mary Luz. (2006). “Teoría sociológica, conflicto y
terrorismo”. En: Virajes, No. 8, Año 8. Manizales: Universidad de
Caldas.
Artículo de periódico:
APELLIDO, Nombre del autor. (Año, Fecha de circulación). “Título
artículo”. En: Nombre del periódico. Lugar de publicación. letra p.
Número de la página consultada.
MARTÍNEZ, Liliana. (2002, Diciembre 8). “Cuando el trópico llegó a
Estocolmo”. En: El Tiempo. Bogotá. p. 2-2.
SIERRA, Orlando. (2001, Mayo 6). “Los carros oficiales”. En: La Patria.
Manizales. p. 2A.
Tesis de grado o postgrado:
APELLIDO, Nombre del autor. (Año). Título Tesis. Tesis de grado para
optar al título de… Escuela o Departamento, Universidad. Ciudad, país.
382
ALAMOS, F. (1992). Maltrato infantil en la familia: tratamiento y
Revista de Antropología y Sociología
prevención. Tesis de grado para optar al título de Psicólogo. Escuela de
Psicología, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile.
VENEGAS, P. (1993). Conflits socio cognitifs et changement de
représentations en formation d’adultes: une étude de cas. Tesis de grado
para optar al título de Doctor en Psicología. Faculté de Psychologie et
des Sciences de l’ Education, Université Catholique de Louvain. Louvain,
Francia.
Internet:
APELLIDO, Nombre del autor. (Año –si lo tiene-–). “Título artículo”.
En: dirección electrónica. [Fecha de consulta].
BIGLAN, A. & SMOLKOWSKI, K. (2002, Enero 15). “The role of the
community psychologist in the 21st century”. En: http://journals.apa.org/
prevention/volume5/pre0050002a.html [Enero 31 de 2002].
Cordialmente,
COMITÉ EDITORIAL
REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA: VIRAJES
VIRAJES
383
AUTHOR GUIDELINES
The Journal of Anthropology and Sociology: Virajes receives original
collaborations in article form and reviews. The nature of articles is triple,
since they can be research, reflection or revision. All the articles will be
placed under anonymous evaluation and the authors will be notified of
the decision of the evaluators in the 60 days after the reception of their
proposals. Only the articles that surpass the evaluation process satisfactorily
and fulfill the requirements exposed here will be published.
The journal of Anthropology and Sociology: Virajes, reserves the
impression rights, the total or partial reproduction of the material, as
well as accepting it or rejecting it. It also reserves the right to make any
publishing modification that it considers advisable. In such case, the author
will receive recommendations of the evaluators in writing. If the author
accepts these, he/she will have to return the article with the adjustments
suggested within the dates fixed by the journal to guarantee its publication
within the programmed issue.
An article submitted under consideration of the publishing committee must
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publication. If the article is accepted, it should not be published in another
journal.
The articles of this journal can be reproduced total or partially, mentioning
the source and the author. The collaborations that appear here necessarily
do not reflect the thought of the journal. They are published under
responsibility of the authors.
The author who wishes to send articles for consideration by the publishing
committee of our publication should:
1. Hand in original and copies of the article in the secretariat of the
Department of Anthropology and Sociology of the Facultad de Ciencias
Jurídicas y Sociales of the Universidad de Caldas: Carrera 23 N° 58-65,
telefax 88627220 ext. 22158 - national area codes (68) and international
(57) (68)-, electronic mails: [email protected]
2. Hand in the work in paper form and on CD in Word or RTF formats.
The title of the article, author or authors and contact address (electronic
384
Revista de Antropología y Sociología
mail and mailing dress) should be included. The text must be typed at
1.5 space, Arial, font size 12.
3. The following information must be specified in different footnotes: a)
the central data of the curriculum vitae of the author(s), which must
include professional titles, institutional affiliation and electronic mail;
b) the nature of the article, that is to say, if it is a revision, reflection, or
research article, or if it is a review.
4. The article must not exceed the extension of 25 sheets (letter size),
which must be preceded by a brief summary of the work in Spanish
and English, not exceeding 150 words. Immediately after this summary,
four to six key words identifying the main themes treated by the article
must be included.
5. The critics and reviews of books must not exceed 10 sheets (letter size),
which must be preceded by the names, last names and profession of
the person carrying out the critic or review, as well as of the complete
bibliographical elements (full name of the author, complete title
of the book, number of edition, city of publication, editorial, year of
publication).
6. Hand in unpublished articles, unless they have been published abroad,
in which case they will be considered for publication. If it is a translated
article, the sources and origins of the original text must be indicated
with clarity.
7. Send the graphs, maps and photographs in a minimum resolution of
266 dpi in jpg or GIF format. The graphs should include the annexes
to the article, indicating the place where they should be located within
the text. All these resources should be numbered consecutively and the
corresponding source(s) should be clearly indicated.
8. The bibliographical sources should be cited within the text in the
following way: (author, year: page). Example: (Muñoz, 1996: 30).
9.  The footnotes numbered in consecutive order, should be used for
explanations, commentaries, discussions by the author, and must go in
their corresponding page, with the purpose of facilitating to flow of the
text to the reader.
VIRAJES
385
10. Reference the Bibliography taking into account the APA norms, but with
some modifications. Thus:
Book:
LAST NAME, Name of the author. (Year). Title of the book. Publication
place: Editorial.
 
SABINE, George. (1998). History of the political theory. Mexico: Fondo
de Cultura Económica.
Book chapter:
LAST NAME, Name of the author. (Year). “Title of the chapter”. In: LAST
NAME, Name of the publisher or compiler. (Ed.) or (comp.). Title of the
book. Publication place: Editorial.
GARRISON, C.; SCHOENBACH, V. & KAPLAN, B. (1985). “Depressive
symptoms in early adolescence”. In: DEAN, A. (Ed.). Depression in
multidisciplinary perspective. New York, NY: Brunner/Mazel.
Journal article:
LAST NAME, Name of the author. (Year). “Title article”. In: Name of the
journal, No, Vol. /Year. Publication place: Editorial or publishing Center.
SANDOVAL, Mary Luz. (2006). “Sociological Theory, conflict and
terrorism”. In: Virajes, No. 8, Year 8. Manizales: Universidad de Caldas.
Newspaper article:
LAST NAME, Name of the author. (Year, Date of circulation). “Title of
the article”. In: Name of the newspaper. Publication place. Number of the
consulted page.
MARTINEZ, Liliana. (2002, December 8). “When the tropic arrived at
Stockholm”. In: El Tiempo. Bogota. p. 2-2.
SIERRA, Orlando. (2001, May 6). “The official cars”. In: La Patria.
Manizales. p. 2A.
Undergraduate or postgraduate thesis:
LAST NAME, Name of the author. (Year). Title of the Thesis. Degree
thesis to obtain the title of… School or Department, University. City,
country.
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Degree thesis to obtain the title of Psychologist. School of Psychology,
Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile.
VENEGAS, P. (1993). Conflits socio cognitifs et changement of
représentations en formation d’adultes: une étude de cas. Degree thesis
to obtain the title of Doctor in Psychology. Faculté de Psychologie et des
Sciences de l’ Education, Université Catholique de Louvain. Louvain,
France.
Internet:
LAST NAME, Name of the author. (Year - if available). “Title of the
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BIGLAN, A. & SMOLKOWSKI, K. (2002, January 15). “The role of the
community psychologist in the 21st century”. In: http://journals.apa.
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Sincerely,
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JOURNAL OF ANTHROPOLOGY AND SOC IOLOGY: VIRAJES
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