Revista de Antropología y Sociología VIRAJES Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Universidad de Caldas Manizales, Colombia antropol.sociol. Manizales Colombia Vol. 15 No. 1 392 p. enero - junio 2013 ISSN 0123-4471 ISSN 0123-4471 -Fundada 1997Periodicidad: Anual Tiraje: 300 ejemplares enero - junio de 2013 Vol. 15 No. 1, 392 p. Editado por: Vicerrectoría de Investigaciones y Postgrados Universidad de Caldas Manizales - Colombia UNIVERSIDAD DE CALDAS Rector Ricardo Gómez Giraldo Vicerrector Académico Luz Amalia Ríos Escobar Vicerrector Administrativo Fabio Hernando Arias Orozco Vicerrector de Investigaciones y Postgrados Carlos Emilio García Duque Vicerrectora de Proyección Fanny Osorio Giraldo Decano Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Javier Gonzaga Valencia Hernández Indexada por: PUBLINDEX Categoría B LATINDEX La revista de Antropología y Sociología: VIRAJES, es una publicación de carácter científico adscrita a la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Caldas; esta dirigida a investigadores, profesionales y estudiantes de pre y postgrado, interesados en el análisis de temas sociales. Se propone como un espacio de socialización de artículos originales producto de proyectos de investigación, artículos de reflexión, de revisión y reportes de caso, sobre las problemáticas mencionadas. Imágenes Carátula Mural, Universidad de Caldas Foto: Juan M. Castellanos E-mail: [email protected] [email protected] Manizales, Colombia http://virajes.ucaldas.edu.co DIRECTORES César Moreno Baptista (Doctor en Antropología), Departamento de Antropología y Sociología, Universidad de Caldas. Juan Manuel Castellanos (Doctor en Ciencias Sociales, niñez y juventud), Departamento de Antropología y Sociología, Universidad de Caldas. COMITÉ EDITORIAL Edgar David Serrano Moya (Ph.D. en Economía) Departamento de Economía, Universidad de Caldas. Jesús Alfonso Flórez López (Doctor en Antropología) Fundación Universitaria Claretiana. Elizabeth Gómez Etayo (Doctora en Sociología) Universidad Autónoma de Occidente Éric Lair Ph.D.(c) Universidad del Rosario COMITÉ EDITORIAL INVITADO Virginia Vecchioli (IDAES/UNSAM - IDH/UNGS Argentina) Wilson Ferreira de Oliveira (Laboratório de Estudos do Poder e da Política. Universidad Federal de Sergipe, UFS. Brasil), Melina Vázquez (IEGG/UBA Argentina) Ernesto Seidl (Universidad Federal de Sergipe. UFS. Brasil). COMITÉ TÉCNICO Juan David Giraldo Márquez Coordinador comité técnico Gerardo Quintero Castro Correctores de estilo Silvia L. Spaggiari Traductora Jorge Andrés Valencia Diagramador Carlos Eduardo Tavera Pinzón Soporte tecnológico CANJE Solicitamos Canje. We request exchange. Nous solicitions échange Universidad de Caldas Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Departamento de Antropología y Sociología Carrera 23 No. 58-65 Tel: (57)(6)8781500 ext. 11222 Fax: 8781500 ext. 11622 La responsabilidad de lo expresado en cada artículo es exclusiva del autor y no expresa ni compromete la posición de la revista. El contenido de esta publicación puede reproducirse citando la fuente. CONTENIDO CONTENIDO EDITORIAL 7 SON CINCO MINUTOS Octavio Escobar Giraldo 13 PERSPECTIVAS Pensar los movimientos sociales en américa latina. Perspectivas sobre las movilizaciones a partir de los años setenta. Camille Goirand Artículo de investigación. 21 TRAYECTOS MILITANTES “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política, adesão à causa e itinerários de militância na comissão de anistia João Baptista Alvares Rosito Artículo de investigación. 55 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007 frente a los “momentos militantes”. Pía V. Rius Artículo de investigación. 85 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. Sandra Wolanski Artículo de reflexión. 115 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación de sociólogos en la UNLP, Argentina. Cecilia Carrera Artículo de investigación. 145 MILITAR POR UNA CAUSA El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos para la acción política en Manizales (Colombia). Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco, Carlos Arturo Gallego, David Osorio García, Santiago Urrea Yela, Luis Hernando Orozco, Juanita Espeleta Artículo de investigación. antropol.sociol. Manizales Colombia Vol. 15 No. 1 392 p. enero - junio 2013 175 ISSN 0123-4471 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta en Uruguay. Ana Laura De Giorgi Artículo de investigación. 209 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica y pragmática política. Omar Alonso Urán Arenas Artículo de investigación. 237 ESTUDIOS DE REGIÓN Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes: un estado de la cuestión como punto de partida para abordar la militancia oficialista en Argentina y Brasil desde Kirchner y Lula. Dolores Rocca Rivarola Artículo de investigación. 267 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación de una nueva causa en torno a la infancia Julieta Grinberg Artículo de investigación. 299 El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos José Rubén Castillo García Artículo de investigación. 327 RESEÑAS Sobre las formas de protesta contra la violencia policial Reseñado por: Alicia Irene Rebollar 353 Militando y habitando el sinsentido de la catástrofe. El mundo de los detenidosdesaparecidos. Reseñado por: María Jazmín Ohanian 359 Mestizos heraldos de dios: la ordenación de sacerdotes descendientes de españoles e indígenas en el nuevo reino de granada y la racialización de la diferencia, 15731590 Reseñado por: Rodrigo Santofimio Ortiz 365 AUTORES VIRAJES Vol.15 No.1 EVALUADORES CONVOCATORIA VIRAJES Vol.16 No.1 CONVOCATORIA VIRAJES Vol.16 No.2 NORMAS EDITORIALES CONTENTS CONTENTS EDITORIAL 7 IT IS FIVE MINUTES Octavio Escobar Giraldo 13 PERSPECTIVES Thinking social movements in Latin America. Perspectives on demonstrations as of the 1960s Camille Goirand Artículo de investigación. 21 ACTIVISM ROUTES “Siblings in dreams and utopias”: political ancestry, adherence to the cause, and militancy itineraries at the amnesty commission. João Baptista Alvares Rosito Artículo de investigación. 55 Unemployed workers’ organizations in Argentina facing “militant moments” between 2003 and 2007. Pía V. Rius Artículo de investigación. 85 A historic activist and his disputes. Analysis of a trade union activist career. Sandra Wolanski Artículo de reflexión. 115 “We want to transmit a militant spirit from sociology”. Ways of militancy and sociologists training at unlp, Argentina. Cecilia Carrera Artículo de reflexión. 145 BEING ACTIVE FOR A CAUSE The “movimiento independiente de renovación absoluta” (independent absolute renovation movement) and the production of religious incentives for political action in Manizales, Colombia. Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco, Carlos Arturo Gallego, David Osorio Garcíasantiago Urrea Yela, Luis Hernando Orozco, Juanita Espeleta Artículo de investigación. antropol.sociol. Manizales Colombia Vol. 15 No. 1 392 p. January - June 2012 175 ISSN 0123-4471 Beyond focus or party: communist and tupamaros militancy in the sixties. Ana Laura De Giorgi Artículo de investigación. 209 Citizen committment political movement in the city of Medellin: Between civic utopia and potitical pragmatic Omar Alonso Urán Arenas Artículo de investigación. 237 REGIONAL STUDIES Being a government-supporting activist in times of fluctuating political ties: a state of the art as a starting point to deal with governmemt supporters militancy in Argentina and Brazil from Kirchner and Lula. Dolores Rocca Rivarola Artículo de investigación. 267 The reception of “children’s rights” in Argentina: activists’, careers and the emergence of a new cause around childhood Julieta Grinberg Artículo de investigación. 299 The democracy dream and alternative political actions of colombian youth José Rubén Castillo García Artículo de investigación. 327 REVIEWS About protest forms against police violence Reseñado por: Alicia Irene Rebollar 353 Being active and inhabiting the catastrophe absurdity. The world of detaineemissing people Reseñado por: María Jazmín Ohanian 359 God’s herald mestizos: priestly ordination for spaniard and indigenous descendents in the new kingdom of granada and the racism influence difference, 1573-1590 Reseñado por: Rodrigo Santofimio Ortiz 365 AUTHORS - VIRAJES Vol.15 No.1 EVALUATORS CALL FOR PAPERS - VIRAJES Vol.16 No.1 CALL FOR PAPERS - VIRAJES Vol.16 No.2 NORMAS EDITORIALES EDITORIAL EDITORIAL “MILITAR POR UNA CAUSA” UN ANÁLISIS COMPRENSIVO DEL ACTIVISMO Y DEL COMPROMISO POLÍTICO DESDE LAS CIENCIAS SOCIALES Este número de la Revista Virajes reúne artículos que aportan a la comprensión de las complejas condiciones sociales, políticas y culturales que posibilitan la movilización y defensa militante de una causa. En la integración del dossier hemos buscado reunir trabajos que den cuenta de las dinámicas involucradas en la construcción de causas militantes, esto es los perfiles y las trayectorias de los militantes; las lógicas del compromiso; las representaciones sobre los motivos del activismo; la formación de disposiciones para la acción colectiva; las etapas en la construcción de “carreras militantes” la formación y adquisición de saberes; la construcción de repertorios de acción; sus dinámicas de emergencia y de organización; los procesos de consagración de categorías sociales como recursos de movilización colectiva (como es el caso de la categoría “víctima” analizado en el trabajo de João Baptista Alvares Rosito); el uso de dispositivos estatales y expertos (como en el trabajo de Pia V. Rius) y las apropiaciones militantes del trabajo histórico, las empresas de memorialización y patrimonialización del pasado y de la cultura. Para ello, se han seleccionado artículos que se interesan por analizar el panorama de los estudios sobre movilizaciones colectivas en América Latina –como es el caso del artículo inaugural de Camille Goirand–, por presentar los dilemas metodológicos que supone el análisis del compromiso militante en general y, en particular, el estudio de las trayectorias de los militantes –como es el caso de Sandra Wolanski –, y por analizar en profundidad diversos casos empíricos que contribuyen al conocimiento de las modalidades que adquiere la movilización colectiva y la participación política en el actual contexto latinoamericano. VIRAJES 7 Los artículos aquí reunidos promueven la reflexión y el debate sobre diversos aspectos del complejo trabajo de construcción del compromiso militante, contribuyendo a reflexionar, además, sobre los modelos teóricos y las formas de abordaje metodológico de estos fenómenos. El análisis en profundidad de estos diversos casos resulta productivo para la comprensión de las formas novedosas de articulación entre activismo, Estado, expertise y espacio transnacional. La puesta en común de casos empíricos disímiles vinculados a la construcción de causas colectivas, dispositivos estatales y transnacionales, se presenta aquí como una oportunidad inédita para el estudio comparado de los procesos de constitución de colectivos de militantes y de creación de nuevas formas de articulación entre Estado y sociedad civil y entre el espacio nacional y transnacional. Mediante la organización de este dosier esperamos contribuir al debate en torno a las relaciones entre causas colectivas, modos de reivindicación, propiedades sociales de los sujetos movilizados, trayectorias militantes y formas de reestructuración del campo de poder del Estado y la esfera transnacional. En primer lugar, la pertinencia de un número sobre estas diversas dimensiones se justifica si tenemos en cuenta que, mientras que en las academias francesas y angloparlantes, los estudios sobre el compromiso militante constituyen un terreno significativamente fértil de investigación empírica –que resulta en una profusa publicación de trabajos, volúmenes temáticos, secciones especializadas en encuentros académicos, etc.–, en América Latina esta perspectiva de trabajo todavía resulta poco explorada entre académicos locales. Uno de los propósitos centrales del presente dossier es el de contribuir a la difusión y consolidación de estas perspectivas de análisis y a profundizar en su debate y reflexión a la luz de los desafíos que presenta nuestra región. La oportunidad de un dossier de este tipo se justifica, en segundo lugar, si tenemos en cuenta la larga duración de las trayectorias militantes de quienes ingresaron a la vida política a partir del retorno a la democracia en los años ochenta de numerosos países de la región. Desde este punto de vista, nos encontramos en un momento propicio para realizar un examen minucioso de la trama de estas experiencias de compromiso militante y de sus transformaciones en el tiempo, así como de las perspectivas teóricas que han sido utilizadas en la región para dar cuenta de estos fenómenos, como propone particularmente el texto de Camille Goirand que, como se mencionó, da inicio a este dossier. Las altas expectativas sobre la participación popular y el posterior desencanto de los científicos sociales respecto de las transformaciones sociales impulsadas al calor de las nuevas democracias establecidas en la región, requieren ser repensadas desde una 8 Revista de Antropología y Sociología mirada analítica y comprensiva, que eluda la lectura moral (laudatoria o condenatoria) de estas experiencias y las trampas que acechan en la reificación y/o personificación de los colectivos sociales y políticos. Quienes convocamos a la conformación de este dossier integramos el Grupo Interdisciplinario de Estudios sobre Compromiso y Participación Política (GIEEPP), compuesto por investigadores provenientes de distintas disciplinas sociales y con inserciones académicas diversas que abarcan: en Argentina, el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín (IDAES-UNSAM) y el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires (IIGG-UBA); en Brasil, el Laboratório de Estudos do Poder e da Política, Universidad Federal de Sergipe (LEPP-UFS); y en Colombia, el Grupo de Investigación ‘Comunicación, Cultura y Sociedad’ de la Universidad de Caldas. Comprender el compromiso militante A lo largo de estas tres décadas, se registran importantes transformaciones del compromiso militante que han dado a luz formas innovadoras en la construcción de causas públicas, como es el protagonismo creciente de la esfera transnacional y sus agencias, el uso creciente de saberes profesionales y técnicos en la construcción de espacios militantes, la simultaneidad de los compromisos políticos (asociativos, partidarios y expertos, entre otros), la conversión de demandas sociales y políticas en dispositivos de gestión estatal, el ingreso de activistas y militantes al Estado y la reconversión al activismo de profesionales y técnicos a partir de su inscripción en la implementación de políticas públicas, como son, notoriamente, los casos de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile y Uruguay. Todos estos fenómenos nos advierten sobre la existencia de transformaciones en las maneras en que se entienden las formas del activismo partidario, asociativo y experto y de la necesidad de asumir estos desafíos por parte de los cientistas sociales. Las mencionadas transformaciones, han repercutido también en la mirada que las ciencias sociales desarrollaron sobre el compromiso político a la largo de los años. El interés por el análisis del activismo tuvo un fuerte impulso entre investigadores que se propusieron entender sociológicamente el compromiso político desde un punto de vista alternativo al de la teoría del comportamiento colectivo, a las aproximaciones estructuralistas y a las perspectivas centradas en la elección racional. Estos trabajos iniciales se interesaron, básicamente, por el análisis de la militancia obrera y sus alianzas con los partidos de izquierda. Es decir, formas de activismo que actualmente se definen como “clásicas”. VIRAJES 9 La perspectiva sobre los Nuevos Movimientos Sociales introdujo relevantes reflexiones acerca del cambio en las modalidades que asume la acción colectiva a partir de las décadas del sesenta y del setenta, mostrando por ejemplo las condiciones de emergencia de nuevas formas de acción colectiva como también de nuevos grupos, demandas y formas organizativas que no necesariamente se ajustan a la forma partido o sindicato. La perspectiva, centrada en la identificación de formas no clásicas de participación política tuvo su límite en el tratamiento de los movimientos sociales en tanto colectivos dotados de agencia propia, en desmedro de la comprensión más fina de sus activistas, de las propiedades sociales de sus activistas y de las modalidades en que desarrollan sus carreras militantes. Logramos reunir para este monográfico un conjunto de producciones que enriquecen las perspectivas actuales de investigación sobre la sobre la acción colectiva y el activismo. Los artículos seleccionados para este número de la revista fueron organizados en tres secciones: PERSPECTIVAS, TRAYECTORIAS, MILITAR POR UNA CAUSA y ESTUDIOS DE REGIÓN. Si bien esto altera el orden habitual de la revista, esta se reforma para acoger de manera más precisa su contenido. Abre la colección un breve texto del escritor Octavio Escobar, quien reflexiona de manera un tanto irónica sobre la música y la movilización en la generación políticamente sensible de los años setenta en Latinoamérica. Presenta la música de protesta y la constitución de un espacio simbólico de la rebelión, la creación de utopías de participación y compromiso. Luego de ello, en la sección de PERSPECTIVAS, incorporamos la traducción del texto de Camille Goirand “Pensar los movimientos sociales en América Latina acercamientos a las movilizaciones desde los años setenta. Este artículo tiene el valor de proponer no solamente un marco comparativo entre las perspectivas de investigación en Norteamérica y Europa sobre los movimientos sociales, sino de incorporar un panorama de estas investigaciones en América Latina. En la sección de TRAYECTORIAS hemos incorporado cuatro artículos. Abre esta sección el trabajo de Joao Rosito “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política, adesão à causa e itinerários de militância na comissão de anistia”, investigador del grupo de investigación Constitucionalismos en América Latina de la Facultad de Derecho de la UFRGS, el cual trata de comprender las trayectorias, los capitales y las posiciones subjetivas de los abogados que hacen parte de las comisiones de reparación y amnistía en Brasil. El trabajo de Pia V. Rius, post-doctorante en el CLERSE de la Universidad de Lille 1 e investigadora asociada al CEMS (EHESS-CNRS), se titula “Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre 10 Revista de Antropología y Sociología los años 2003-2007 frente a los “momentos militantes”. A continuación encontrarán el artículo de Sandra Wolanski, becaria doctoral del CONICET con sede en el Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, con un trabajo titulado “Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial”. Cierra esta sección el trabajo de la profesora en Ciencias de la Educación (UNLP) Cecilia Carrera, quien reflexiona sobre la formación en sociología con tu texto: “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación de sociólogos en la UNLP, Argentina”. La sección MILITAR POR UNA CAUSA incluye tres trabajos, el primero de ellos es un proyecto de investigación de la Universidad de Caldas titulado “El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos para la acción política en Manizales (Colombia)”, en el cual participan siete autores de distintas disciplinas. A continuación encontrarán el artículo de Ana Laura de Giorgi socente e investigadora del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad de la República, titulado “Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta en Uruguay”. Cierra esta sección el trabajo de Omar Alonso Urán Arenas, Sociólogo, titulado: “Entre utopía cívica y pragmática política: sentido de la acción y racionalidad política en el movimiento Compromiso Ciudadano de la ciudad de Medellín”. En la sección ESTUDIOS DE REGION, encontrarán tres artículos que presentan reflexiones localizadas espacialmente. Abre la sección el trabajo de Dolores Rocca Rivarola, investigadora del Instituto de Investigaciones Gino Germani, titulado “Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes: Un estado del arte como punto de partida para abordar la militancia oficialista en Argentina y Brasil desde Kirchner y Lula”. A continuación encontrarán el texto de Julieta Grinberg, Doctoranda en Antropología de la École des Hautes Études Sciences Sociales (EHESS), “La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación de una nueva causa en torno a la infancia”. Cierra esta sección el artículo del profesor de la Universidad Autónoma de Manizales José Rubén Castillo García, “El sueño de democracia y las acciones políticas alternativas de los jóvenes colombianos”. Finalmente en este número se incorporan tres RESEÑAS. La primera de ellas refiere a libro Formas de vivir y formas de morir. El activismo contra la violencia policial. Buenos Aires, Editores del Puerto/Cels (2010), de María Victoria Pita, realizada por Alicia Irene Rebollar. La segunda analiza el libro de Gabriel Gatti (2011): Identidades desaparecidas. Peleas por el sentido en los VIRAJES 11 mundos de la desaparición forzada, Buenos Aires: Prometeo Libros, realizada por María Jazmín Ohanian. Finalmente cierra este número la reseña del libro de Juan Fernando Cobo Betancourt (2012): Mestizos heraldos de Dios: la ordenación de sacerdotes descendientes de españoles e indígenas en el Nuevo Reino de Granada y la racialización de la diferencia, 1573-1590. Colección Cuadernos Coloniales. Bogotá: ICANH, realizada por el profesor Rodrigo Santofimio Ortiz, Director del departamento de Antropología y Sociología de la Universidad de Caldas. Esperamos que este número monográfico tenga una segunda versión, que logre mostrar la continuidad y la dinámica en esta discusión propuesta. Los editores 12 Revista de Antropología y Sociología SON CINCO MINUTOS OCTAVIO ESCOBAR GIRALDO* En una filmación en blanco y negro que cualquiera puede hallar en youtube, el cantautor chileno Víctor Jara (1932-1973), notoria víctima de la dictadura militar de Augusto Pinochet, se refiere a la canción de la que procede el título de este artículo: “Es una canción que habla del amor de dos obreros, dos obreros de ahora, de esos que usted mismo ve por las calles, y a veces no se da cuenta de lo que existe dentro del alma de dos obreros de cualquier fábrica, en cualquier ciudad, en cualquier lugar de nuestro continente”. Décadas después, un disco que recopila lo que la carátula pregona como música social-protesta, incluye clásicos del “género” como Me gustan los estudiantes, de Violeta Parra (1917-1967), interpretado por Mercedes Sosa (1935-2009), y Si se calla el cantor de Horacio Guarany (1925), pero también la Cantata de la planificación familiar de Les Luthiers. Es innegable que cualquier iniciativa que fomente el coito responsable y, en ese orden de ideas, la práctica de la sexualidad por motivos diferentes a la reproducción de la especie, tiene un efecto emancipador, pero tal elección induciría desconfianza en muchos de los aficionados a lo que algunos denominan “música de primer semestre”, y los haría pensar que la presencia del grupo argentino tiene fines mercadotécnicos, y es poco probable que estén equivocados. Lo que sí es probable es que en sociedades cerradas, en las que existan serias limitaciones para el desarrollo personal autónomo, nada exótico en Latinoamérica, su desopilante mensaje pueda ser tan liberador como, por ejemplo, Palabras para Julia, interpretación de Paco Ibáñez (1934) de un poema de José Agustín Goytisolo (1928-1999) dedicado, con cierto * Profesor Universidad de Caldas. Departamento de Lingüística y Literatura. Escritor. E-mail: [email protected] VIRAJES 13 propósito didáctico, a su hija (“Un hombre solo, una mujer/ así tomados de uno en uno/ son como polvo, no son nada”). Goytisolo e Ibáñez fueron antifranquistas declarados y se asume entonces que detrás de cada una de sus expresiones artísticas hay un impulso contestatario, mientras algunas personas pueden recordar que al general Videla le gustaba ir a ver los espectáculos de Les Luthiers y pasaba a los camerinos a saludar, para disgusto de los integrantes del grupo. En la selección de la que estoy hablando hay dos canciones colombianas, Campesino de ciudad, composición de Eduardo Cabas de la Espriella que llevó a Leonor González Mina, la Negra Grande de Colombia, al Festival de la OTI de 1975. Tan bien intencionada como rígida (“campesino naciste, campesino serás”), tal vez muchos preferirían que su lugar lo ocupara alguno de los “temas” –nunca mejor dicho– de Ana y Jaime. La otra es Cinco balas más de Pablus Gallinazus, pero interpretada por el mexicano Oscar Chávez, años después simpatizante del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y a quien el gobierno conservador de Felipe Calderón concedió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Artes y Tradiciones Populares en 2011. El espectro de lo social-protesta es tan amplio y tan subjetivo como cualquier otro, podría decirse que tan democrático, y una u otro licencia autoriza, por ejemplo, el que muchos grupos de rock, pese a ser desde su origen manifestaciones del Imperio, representen también una reivindicación válida, vía rebeldía juvenil, contracultura y oposición a la guerra de Vietnam y al intervencionismo norteamericano. Por ese camino una vasta lista de nombres: Joan Baez, Rolling Stones, The Doors, Cat Stevens (o Yusuf Islam), Grateful Dead, Carole King, Simon and Garfunkel y un largo etcétera que incluye hasta óperas –Hair (Ragni, Rado y MacDermot, 1968), Jesus Christ Superstar (Webber y Rice, 1971)–, comparten escenario con Silvio Rodríguez o los integrantes de Quilapayún, los ya poco citados intérpretes de la Cantata de Santa María de Iquique del músico Luis Advis (1935-2004), que narra el genocidio perpetrado por el gobierno chileno a principios del siglo XX contra miles de trabajadores del salitre, en ese momento en huelga. Semejante complacencia puede abarcar incluso a The Beatles, gracias a que una de sus canciones, Give Peace a Chance, forma parte de la banda sonora de The Strawberry Statement (1970), la más célebre de las películas que narran las revueltas estudiantiles en las universidades norteamericanas en los años sesenta, y que también contribuyó a la popularidad entre los grupos militantes latinoamericanos de Crosby, Still, Nash and Young y la cantautora Joni Mitchell, y que se extiende a los protagonistas de lo que algunos denominan “la década prodigiosa”, omnipresente gracias a fenómenos tan publicitados como el Mayo Francés, relacionados con o sin razón con 14 Revista de Antropología y Sociología figuras icónicas como Ernesto Che Guevara (1928-1967)1, inmortalizado en consignas, afiches y rimas tan consonantes como la de Carlos Puebla (1917-1989): “Aquí se queda la clara,/ la entrañable transparencia,/ de tu querida presencia,/ Comandante Che Guevara”, que han sido interpretadas por figuras disímiles como Compay Segundo, Enrique Bunbury y Celso Piña. Curiosamente la valoración de Charly García (1951), el rockero argentino que sobrevivió a la dictadura militar sin dejar de fustigarla, a través de canciones influidas por los movimientos literarios vanguardistas de principios del siglo XX –revolucionarios en el más profundo de los sentidos–, no es tan unánime, y si uno pregunta a la antigua juventud comprometida por Los Prisioneros, el grupo de rock chileno activo desde 1979 con composiciones poco complacientes con la fase tardía del gobierno Pinochet, es probable que el gesto sea de indiferencia o desagrado. Como cada revolución, cada protesta, es esencialmente individual, pese al énfasis en lo social y a las marchas y los coros a voz en cuello2, reconocer las canciones que acompañaron y siguen acompañando el compromiso, resulta difícil. En el disco del que he hablado también está Piero (1945), con un reclamo obviamente combativo, Qué se vayan ellos, pero un amplio grupo de aficionados a lo social-protesta odia al cantautor argentino, y otros muchos detestan a su compatriota Alberto Cortez (1940) por cantarle a un perro callejero con una sensibilidad que bordea la sensiblería o la rebasa. Para muchos es igualmente difícil aceptar que Melina, una canción de Camilo Sesto (1946) que enaltece a Melina Mercouri (1920-1994), la actriz griega ganadora de premio en el Festival de Cannes en 1960, y una luchadora incansable contra la junta militar que gobernó a su país entre 1967 y 1974, represente un gesto de protesta, cuando suena noche tras noche en los retrobares, gritada por los adolescentes de hoy que quieren revivir los éxitos del pasado. El caso contrario es el de Joan Manuel 1 El cantautor español Ismael Serrano (1974) se refiere así a él: “Papa, cuéntame otra vez, esa historia tan bonita,/ de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,/ y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo/ y cómo desde aquel día todo parece más feo”, en una canción (Papa cuéntame otra vez, incluida en el CD Atrapados en azul, Polygram Ibérica S.A., 1997) que escribió junto a su hermano Daniel, en la que se burla del Mayo Francés y los sesenta. 2 A la capacidad alienante de la música se refiere el escritor francés Pascal Quignard en un tratado que recuerda cómo la usaban los nazis en los campos de concentración: “La música viola el cuerpo humano. Hace poner de pie. Los ritmos musicales fascinan los ritmos corporales. Cuando se encuentra con la música, la oreja no puede taparse. La música, al ser un poder, se asocia de hecho a todo poder. Su esencia es la desigualdad”, y se apoya en los recuerdos de Primo Levi de los presos del Tercer Reich: “Sus almas están muertas y es la música la que los empuja, otorgándoles voluntad, como el viento lo hace con las hojas secas”. También cita a Tolstoi: “Allí donde se quiera tener esclavos, es necesaria la mayor cantidad de música posible”, y al historiador griego Tucídides: “La música no está destinada para inspirar a los hombres en trance, sino para permitirles marchar y permanecer en estrecho orden”. (Extractos de Pascal Quignard, “El odio de la música”, Revista Universidad de Antioquia 268, abril-junio de 2002. Traducción de Pablo Montoya). VIRAJES 15 Serrat (1943). Cuando le escribe al Mediterráneo, nadie considera su canción una expresión eurocentrista, y cuando es inequívocamente romántico conserva la aureola revolucionaria, en parte por su alta calidad literaria. Responsable de la difusión de los poemas de dos figuras emblemáticas de la cultura española de la primera mitad del siglo XX, Antonio Machado (19751939) y Miguel Hernández (1910-1942), ambos víctimas del franquismo, su inspiración y su vigencia son indiscutibles. Un caso similar, aunque de muy distinto ritmo, es el de Rubén Blades (1948), capaz de dar a lo socialprotesta la gozosa cadencia de la salsa3. Si se aceptara la explicación de Víctor Jara como una especie de poética del género, creo que el cantautor carioca Chico Buarque (1944) consiguió su más artístico momento en Construcción, poema que forma parte del disco del mismo nombre, prensado en 1971, en plena dictadura militar brasileña. Su primera parte dice así: Amó aquella vez como si fuese última besó a su mujer como si fuese última y a cada hijo suyo cual si fuese el único y atravesó la calle con su paso tímido subió a la construcción como si fuese máquina alzó en el balcón cuatro paredes sólidas ladrillo con ladrillo en un diseño mágico sus ojos embotados de cemento y lágrimas sentóse a descansar como si fuese sábado comió su pan con queso cual si fuese un príncipe bebió y sollozó como si fuese un náufrago danzó y se rió como si oyese música y tropezó en el cielo con su paso alcohólico y flotó por el aire cual si fuese un pájaro y terminó en el suelo como un bulto flácido y agonizó en el medio del paseo público murió a contramano entorpeciendo el tránsito He aquí al obrero incomprendido del cantautor chileno, descrito a través de los versos traducidos por el también cantautor uruguayo Daniel Viglietti (1939). El subsiguiente juego de variaciones y transposiciones, también desprovistas de puntuación y de mayúsculas, da al conjunto, profundamente rítmico, una carga irónica que multiplica sus posibles interpretaciones. Ya en 1954 otro ritmo de estirpe caribeña había llevado la “protesta” al extremo, subvirtiendo incluso la ilusión proletaria: “A mí me llaman el negrito del batey/ Porque el trabajo para mí es un enemigo/ El trabajar yo se lo dejo todo al buey/ Porque el trabajo lo hizo Dios como castigo”, cantó Alberto Beltrán el merengue de Medardo Guzmán, que agrega en el coro: “Porque eso de trabajar/ A mí me causa dolor”. 3 16 Revista de Antropología y Sociología amó aquella vez como si fuese el último besó a su mujer como si fuese única y a cada hijo suyo cual si fuese el pródigo y atravesó la calle con su paso alcohólico subió a la construcción como si fuese sólida alzó en el balcón cuatro paredes mágicas ladrillo con ladrillo en un diseño lógico sus ojos embotados de cemento y tránsito sentóse a descansar como si fuese un príncipe comió su pan con queso cual si fuese el máximo bebió y sollozó como si fuese máquina danzó y se rió como si fuese el próximo y tropezó en el cielo cual si oyese música y flotó por el aire cual si fuese sábado y terminó en el suelo como un bulto tímido agonizó en el medio del paseo náufrago murió a contramano entorpeciendo el público amó aquella vez como si fuese máquina besó a su mujer como si fuese lógico alzó en el balcón cuatro paredes flácidas sentóse a descansar como si fuese un pájaro y flotó en el aire cual si fuese un príncipe y terminó en el suelo como un bulto alcohólico murió a contramano entorpeciendo el sábado Artísticamente incuestionable, esta elaboración literaria en la que se alternan y sustituyen circunstancias y taras sociales, sirve a Chico Buarque para condenar al obrero a la locura y la muerte, debido a las presiones y la insensibilidad del sistema capitalista, ese que todavía deben combatir los cantautores que quedan a uno y otro lado del Atlántico4. Como composiciones de muchos otros: León Gieco, Víctor Manuel, Patxi Andion, Ana Belén, Alfredo Zitarrosa, Pablo Milanés, Carlos Mejía Godoy, Isabel Parra, Lluís Llach, Atahualpa Yupanqui, Construcción suena cada vez menos y en contextos cada vez más específicos. Uno de ellos, el extremeño Luis Pastor (1952), escribió en su reciente éxito ¿Qué fue de los cantautores?: “¿Qué fue de los cantautores?/ aquí me tienen señores/ aún vivito y coleando/ y en estos versos cantando/ nuestras verdades de ayer/ que salpican el presente/ y la mierda pestilente/ que trepa por nuestros pies”. 4 VIRAJES 17 Víctor Jara escribió en Te recuerdo Amanda: “Son cinco minutos,/ la vida es eterna en cinco minutos”. También la revolución y la esperanza. Y la canción. 18 Revista de Antropología y Sociología Perspectivas Autor: Oscar Palacio Técnica: Fotografía VIRAJES PENSAR LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN AMÉRICA LATINA. PERSPECTIVAS SOBRE LAS MOVILIZACIONES A PARTIR DE LOS AÑOS SETENTA.* CAMILLE GOIRAND** Recibido: 30 de agosto de 2012 Aprobado: 11 de septiembre de 2012 Artículo de Investigación * Traducción autorizada del original publicado en: Revue Française de Science Politique, No. 3, Vol. 60, 2010, p. 445-466. Traductor: Andrés Ocampo Giraldo y Virginia Vecchioli. ** Profesora de Ciencia Política en la Universidad Paris III Sorbonne-Nouvelle, Institut des Hautes d’Amérique Latine. Investigadora asociada en el CERAPS (CNRS-Université Lille 2). Sus trabajos tratan sobre la sociología política del Brasil, en particular los comportamientos políticos de las clases populares. Asimismo, investiga actualmente sobre la protesta política durante el periodo de la dictadura en Brasil y sobre el compromiso asociativo y partidista. E-mail: [email protected] VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Camille Goirand H acia finales de los años sesenta, en el mundo occidental en su conjunto, se multiplicaron movimientos sociales a los que la sociología no tardó en reconocerles su “novedad”. Tanto Europa como Estados Unidos o América Latina vieron nacer “nuevos movimientos sociales”, que impugnaron el orden social en Europa occidental y en Estados Unidos a partir de 1968, o que fueron actores opositores a los regímenes autoritarios de Europa del Este y de América Latina a partir de finales de los años setenta y comienzos de los años ochenta. Si bien difieren en su organización y en sus reivindicaciones, los movimientos pacifistas o de defensa de los derechos humanos, los movimientos de mujeres, de homosexuales, de negros, de ecologistas, de vecinos presentan características comunes que incitaron a algunos sociólogos a construir una categoría de análisis distinta, aquella de los “nuevos” movimientos sociales. Sin embargo, dependiendo de los lugares y los períodos, son extraordinarias las especificidades propias de cada uno de los movimientos incluidos en esta categoría. En Estados Unidos, el movimiento por los derechos cívicos se desarrolló a partir de 19551; posteriormente este dio lugar a los movimientos identitarios más violentos de los años setenta, construidos alrededor de la afirmación del orgullo y de la dignidad de ser negro, mientras que se endurecía la oposición a la guerra de Vietnam en las universidades. Al mismo tiempo, en América Latina, después del fracaso de la mayoría de las guerrillas marxistas-leninistas de inspiración cubana2, cuya derrota simbólica estuvo marcada por la muerte del Che Guevara en Bolivia en octubre de 1967, las iglesias católicas de la teología de la liberación apoyaron las movilizaciones que, afirmando la dignidad de los pobres y de los humildes frente al poder político, contribuyeron a estructurar progresivamente las oposiciones a los regímenes militares. En Europa occidental, fue principalmente a partir de 1968 que se consolidaron diferentes movimientos, sobre todo feministas y ecologistas, mientras que el pacifismo conoció su apogeo en Alemania con las grandes manifestaciones de octubre de 1981, mientras que las “sociedades civiles” trataban de estructurar las oposiciones a los regímenes de las democracias populares, por ejemplo en Polonia desde 19813. ¿Qué hay en común entre todos estos “nuevos movimientos sociales”? La aspiración común al cambio social y político no los dis­tingue en nada de los movimientos sociales más clásicos y más antiguos, como los movimientos obreros, que, en su tiempo, también fueron portadores de valores y de proyectos alternativos de sociedad. 1 Sobre la cuestión vinculada a la fecha de origen de este movimiento, ver las observaciones de McAdam (1988: 117). 2 Ver, por ejemplo, Wickham-Crowley (1991: 82-109). 3 Ver, por ejemplo, Dalton y Kuechler (1990). Sobre el movimiento pacifista alemán, ver Walle (2003). 22 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... En realidad, detrás de la categoría de “nuevos movimientos sociales” se vislumbra una doble heterogeneidad, que una comparación entre Estados Unidos o Europa y América Latina permite esclarecer. En primer lugar, esta categoría se aplica a espacios políticos y sociales de una extrema diversidad. En América Latina la oposición se desarrolló en la mayoría de los casos en confrontación con regímenes autoritarios y represivos, en un contexto de desigualdades sociales crecientes y de crisis económica de gran magnitud. Además, el fracaso de las oposiciones armadas, asociado a un proceso de reevaluación del reformismo y de la socialdemocracia4, originó una recomposición de las izquierdas y de los sistemas de partidos y abrió así, un espacio político que no existía anteriormente para la expresión de la oposición salida de los movimientos sociales. Este contexto presenta diferencias evidentes con el de las sociedades liberales del Norte, que hacia finales de los años treinta habrían presentado un continuado crecimiento económico. En segundo lugar, las perspectivas adoptadas a partir de los años setenta por las ciencias sociales de América Latina se distinguen claramente de aquellas que fueron privilegiadas entonces tanto en América del Norte como en el Viejo Continente. Si los observadores han recalcado en todas partes el tema de valores y las demandas de cambio social, sus análisis se han apoyado sobre marcos conceptuales bien diferentes. Desde los años sesenta, la sociología de las movilizaciones en Estados Unidos y en Europa ha conocido, de un lado, un crecimiento significativo de investigaciones empíricas que vino acompañado de la construcción de modelos de análisis innovadores y, por otro lado, de agitados debates entre los defensores de diferentes modelos de análisis y de investigación, oponiendo la perspectiva sobre la movilización de recursos a aquella de los “nuevos movimientos sociales”, presente sobre todo en Europa (Klandermans, 1986 citado en Fillieule y Péchu, 1993). Se generalizaron los cuestionamientos en torno al análisis estratégico y de la racionalidad de los actores5, de la movilización de recursos6 e incluso de la estructura organizacional de los movimientos sociales (Inglehart, 1977; Melucci, 1985). La investigación sobre los movimientos sociales de América Latina fue particularmente importante entre los años 1980 y 1990, pero esta no fue sino un eco bastante débil de aquellos debates venidos desde Estados Unidos. No solamente la perspectiva sobre los “nuevos movimientos Lo que evocaba, por ejemplo, Norbert Lechner desde los años ochenta en Los patios interiores de la democracia: subjetividades y política (1988). 5 Pensamos, sobre todo, a los trabajos de Mancur Olson (1992) o de J. G. March y Herbert Simon sobre la acción colectiva y las organizaciones (1988). 6 Ver, principalmente, Oberschall (1973), MacCarthy y Zald (1977) y Tilly (1978). 4 VIRAJES 23 Camille Goirand sociales” (NMS) fue omnipresente, sino que las otras visiones, ignoradas, no fueron prácticamente ni enmendadas, ni enriquecidas, ni discutidas. Al mismo tiempo, la sociología de los movimientos sociales de Europa occidental, después de haber forjado los análisis en términos de NMS, también debatió extensamente y luego retomó el aporte de trabajos generalmente producidos, inicialmente, en Estados Unidos7. Esos debates, aunque trillados, e incluso fatigantes para una parte de los analistas de la acción colectiva y de la protesta, no han perdido su sentido hoy en día. En efecto, el recurso a las viejas categorías como aquellas de las identidades, de los valores o de los NMS podría parecer acabado, en la medida en que dichas categorías han sido tantas veces discutidas e inclusive pueden ser consideradas hoy como pasadas de moda. Sin embargo, estos “casos” nos parecen útiles para entender por qué, a propósito de América Latina, algunas de estas perspectivas dominaron mientras que otras fueron explícitamente y, con desdén, dejadas de lado. En efecto, hasta un periodo reciente, la sociología política desarrollada en el continente latinoamericano, aunque también presente, muy a menudo, en el caso de los latinoamericanistas de Europa o de América del Norte, estructuró su visión de las movilizaciones a partir de la problemática y de los retos asociados a la perspectiva de los “nuevos movimientos sociales”8. Un vistazo rápido al corpus bibliográfico de los trabajos publicados sobre las moviliza­ciones latinoamericanas podría darle una primera idea al lector, quien tendría que esmerarse mucho para encontrar allí referencias a trabajos tan famosos como los de Charles Tilly o Sidney Tarrow9. De este modo, la atención se enfocó sobre la relación entre el cambio sociopolítico y el nacimiento de estos movimientos, al mismo tiempo que sobre su supuesta “novedad”. Esta mirada ha sido inseparable del posicionamiento político y del compromiso de aquellos que lo asumieron, volviendo a la frontera entre sociología y acción política, muy difícil de identificar o prácticamente inexistente. 7 El objetivo de este texto no consiste en proponer una revisión de la literatura sobre los movimientos sociales y la acción colectiva desde los años sesenta. Es por eso que no son citados, en las notas siguientes, más que algunos autores o trabajos destacados, sin ninguna pretensión de exhaustividad. Las referencias propuestas aquí, así como las breves evocaciones sobre las temáticas de investigación, no constituyen entonces sino indicaciones alusivas. 8 Sobre este tema, a partir de los años 80, se desarrollaron numerosos trabajos sobre este tema que dieron lugar a publicaciones comparativas de gran amplitud. Por ejemplo, Álvarez y Escobar (1992). Entre los trabajos publicados fuera de América Latina y que optaron por perspectivas semejantes, ver especialmente aquellos dirigidos por David Slater (1985) y luego en dos dossier de la revista Latin American Perspectives [21(2) y 21(3), 1994]: “Social Movements and Political Change in Latin America”. 9 Para citarlos de manera arbitraria, por ejemplo, es el caso de los trabajos publicados por Elizabeth Jelin, Evelina Dagnino, Wilhem Assies, o inclusive por Fernando Calderón. 24 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... La observación de las movilizaciones, a propósito de los casos norteamericano o europeo, permite mostrar la importancia de las características organizacionales de los movimientos sociales, inclusive en los “nuevos”, construidos alrededor de valores, como así también de su entorno y sus cambios. En América Latina, el análisis de las organizaciones suscitó menos interés que el del discurso, de las reivindicaciones o de los valores, que nos dirigen de manera más amplia a la significación política y social de estos movimientos. Sin embargo, tanto en el mundo Occidental como en América Latina a partir de los años setenta, la acción colectiva contestataria ha presentado especificidades comparables, ligadas a una organización a menudo fragmentaria, territorializada y asociativa10. De este modo, el descontento creado por los “nuevos” movimientos sociales se construyó, generalmente, fuera de los espacios tradicionales de la movi­lización, sobre todo aquellos del trabajo, tanto aquí como allá. Frecuentemente evocada, esta temática ha sido, en el caso de América Latina, más objeto de afirmaciones generales que de investigaciones sistemáticas11. En un primer momento, el objetivo de este artículo consistirá en subrayar esta ausencia de concordancia, de un continente al otro, entre los debates y los enfoques científicos, sobre un objeto sin embargo cercano. El objetivo no es tanto proponer una com­paración sistemática, sino interrogarse sobre la ausencia de referencias a la movilización de recursos. Algunas tentativas de explicación, a manera de hipótesis, serán propuestas a continuación. Finalmente serán indicados, no solo los caminos tomados en la actualidad a partir de esta divergencia científica, sino también los riesgos que ella puede significar para la comprensión o la interpretación de las movilizaciones en América Latina12. En particular, evocaremos el debate abierto por la actual institucionalización de los movimientos sociales en este conti­nente; debate cuyos límites permiten subrayar la urgencia por renovar los modelos disponibles en la actualidad para observar los movimientos sociales de América Latina. Revisitar la manera como han sido pensados y observados desde los años setenta constituye, a nuestro juicio, un paso esencial y necesario para el análisis y la comprensión de las movilizaciones que se desarrollan allí a partir de los años dos mil: piqueteros en Argentina desde 1996, movimientos indígenas posteriores al primer Levantamiento indígena en Ecuador en 1990, la creación del Movimiento al 10 En Francia, esta cuestión ha sido abordada, por ejemplo, por Barthélémy (2000); o por Jacques Ion (1997). Es lo que hemos constatado también para la década de los noventa en un campo empírico totalmente diferente como el de Río de Janeiro. Ver Goirand (2000). 11 Notemos algunas excepciones como en los trabajos de Paulo Sérgio da Costa Neves (1999). 12 Aquí, son considerados los trabajos que tienen por objeto las movilizaciones en América Latina, ya sea que hayan sido producidos tanto en el lugar como fuera y ya sea por latinoamericanos o no. VIRAJES 25 Camille Goirand Socialismo (MAS) en 1999 en Bolivia, el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, cuyas movilizaciones se intensificaron después de las represiones violentas de 1995 y 199613, oposiciones transnacionales al proyecto de Zona de Libre Comercio de las Américas o al Plan Puebla Panamá entre 2001 y 2004, movilizaciones postelecto­rales y oposición a la apertura del capital de la PEMEX en México después de 2006, mo­vimiento regionalista en el oriente de Bolivia, peticiones de depuración del pasado y de reapertura de los procesos judiciales en Argentina y Chile a partir de 1998… tantas movilizaciones para observar, que ameritan, desde nuestro punto de vista, una revisión de los modelos de análisis disponibles14. La observación de los “nuevos movimientos sociales”, desde Europa a América Latina El “basismo” en América Latina de los años setenta a noventa Para evocar las movilizaciones en América Latina, el término “movimiento popular” ha sido preferido al de “nuevos movimientos sociales”. Designando con esos términos al mismo tiempo a las organizaciones de clases medias como a las obreras y campesinas o, incluso, a aquellas de los habitantes de los barrios populares y humildes; mediante su uso, militantes e investigadores evocarían la idea de una construcción del tejido social “por lo bajo”. La noción de “popular” resultó preferida a aquellas de “proletariado” o de “pueblo”, ya que ellas conducen menos hacia una representación de las sociedades en “clases”, definidas por una posición en el sistema de producción, que hacia su estructuración en términos de poderes, pero también de representaciones. Si “popular” hace a veces el papel de sinónimo de “pueblo”, es sobre todo en el sentido de “pobres”, ocupantes de una posición baja en la jerarquía social de los poderes y de los ingresos; es a esto a lo que conduce de manera explícita la expresión inglesa “grassroot”. La expresión “movimiento popular de base” designa así las movilizaciones principalmente llevadas a cabo por citadinos pobres, a veces por los campesinos, cuyas reivindicaciones muy heterogéneas se organizaron alrededor de cuestiones como las condiciones de vida, los servicios públicos y los derechos sociales15. 13 Ver Ondetti (2006). El presente texto adopta en general un modo de datación amplio. Hace referencia a periodos definidos por décadas, más que a hechos claramente fechados, ya que no se pretende reconstituir una cronología. En efecto, el análisis presentado aquí no trata ni sobre movilizaciones precisas, ni sobre ningún sistema político en particular, sino más bien, trata sobre la manera como ellos fueron analizados. 15 Willem Assies (1994) muestra cómo los enfoques sobre las movilizaciones se estructuraron alrededor 14 26 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... El surgimiento del “basismo” en América Latina se inscribió en un doble proceso. Primero, la liberalización de los sistemas políticos a partir de fines de los años setenta hizo posible la expresión de demandas. Pero sobre todo, estas últimas se apoyaron sobre la construcción de un marco de comprensión y de interpretación de las desigualdades sociales y políticas, llevado adelante por los movimientos “de base” que redefinieron las privaciones de derechos sociales como discriminaciones ilegítimas16. Debatiendo sobre qué sentido dar a las desigualdades sociales y polí­ticas, estas movilizaciones contribuyeron a un trabajo de reinterpretación de las injusticias. La acción colectiva de base se apoyó, de un lado, sobre la politización de cuestiones concretas e inmediatas como el alojamiento o la infraestructura urbana; de otro lado, sobre la percepción de la comunidad de posición de los grupos populares frente a necesidades o falencias, carencias, es decir, sobre la construcción de un “marco de injusticia” a través de la toma de conciencia de la ilegitimidad de la privación. La noción de “espoliación urbana”, propuesta, en ese entonces, por el brasilero Renato Boschi, designa así la injusticia de la posición ocupada en las ciudades por las poblaciones menos favorecidas, cuya marginalidad fue así asociada a la negación ilegítima de derechos (Boschi, 1987) 17. Recordar algunos elementos nos permitirá aportar precisiones rápidas sobre el pro­ceso histórico de construcción de estos movimientos. A partir de finales de los años setenta, en la totalidad del continente, los movimientos de oposición se organizaron en el seno de los medios populares, en diferentes sectores: guarderías asociativas, cooperativas alimentarias u hoyas populares, generalmente organizadas por mujeres; protestas contra el costo de la vida y demandas de acceso a la atención médica en Brasil; oposición a la política de des­trucción de las barriadas suburbanas a partir de 1977; demandas de reconocimiento de la propiedad de la tierra por parte de los habitantes de lotes urbanos no regularizados o por grupos indígenas en zonas rurales o, incluso, por el Movimiento de los Sin Tierra a partir de 1981 en Brasil. En el seno de las clases medias, otros movimientos pusieron el acento en problemáticas diferentes, como los movimientos de defensa de de ésta noción de “movimiento popular. En la medida en que toman en cuenta la composición social y las demandas de las movilizaciones, estas definiciones son más restrictivas que aquella propuesta, por ejemplo, por François Chazel en 1992. Él definía un “movimiento social” como una “empresa colectiva de protesta y de oposición que aspira a imponer cambios - de una importancia variable - en la estructura social y/o política por el recurso frecuente - pero no necesariamente exclusivo - a medios no institucionalizados” (1975). 16 David Snow et al. mostraron que los miembros de un movimiento social realizan un trabajo de definición de una situación que reposa, en parte, sobre su interpretación como inaceptable, cuestionable, injusta: “Al dar sentido a los acontecimientos, las disposiciones del espíritu permiten organizar la experiencia y guiar la acción, sea individualmente o colectivamente” (1986, pág. 464). 17 Para la noción de “marco de injusticia”, ver William Gamson et al. (1982). VIRAJES 27 Camille Goirand los derechos humanos en los países del Cono Sur; como los movimientos feministas que dieron prioridad a los derechos reproductivos y a la paridad en la política; o incluso el movimiento de denuncia del fraude electoral en México… 18. Varios factores pueden ser evocados para explicar el ascenso de estas movilizaciones en este periodo. En primer lugar, el papel de las iglesias católicas fue fundamental para la estructu­ración de las oposiciones a los regímenes autoritarios, pero también para la formación y la politización de los jóvenes militantes que pusieron en marcha las organizaciones locales del movimiento social. A partir de 1968 y de la conferencia de los obispos latinoamericanos de Medellín que, en agosto de ese año, asumió “la opción por los pobres”, las iglesias nacionales abrieron un espacio de oposición política, inexistente hasta entonces. En parte bajo la influencia de la teología de la liberación, las iglesias católicas participaron, primero en la construcción y luego en el sostén de las reivindicaciones de las pob­laciones indígenas, al tiempo que algunos de sus miembros confirmaban su apoyo activo a las guerrillas, como en el caso del obispo Ernesto Cardenal, en primer lugar, miembro activo de la organización sandinista, luego ministro de la Cultura de Nicaragua entre 1979 y 1987. Tanto en las barriadas de las grandes ciudades como en las zonas rurales más pobres, los sacerdotes suscitaron la politización de los militantes y ayudaron a estructurar sus primeras acciones19. Las comunidades eclesiales de base (CEB), espacios de reunión y de discusión organizados por sacerdotes cercanos a la teología de la liberación, constituyeron espacios de socialización y de politización que contribuyeron ampliamente a impulsar los valores de participación, de respeto y de justicia, muy presentes en el “basismo” de los años ochenta, en particular en el seno de los movimientos barriales, como lo señalaba Paulo Krischke en 1991 20. En segundo lugar, la asociación entre la liberalización progresiva de una parte de los regímenes auto­ritarios, el agotamiento de las ideologías y de los grupos revolucionarios que defendían la lucha armada y la crisis económica que se desencadenó brutalmente a partir de 1982 explica que 18 Sobre los feminismos y los derechos reproductivos, ver Bérengère Marques-Pereira, Florence Raes (2002). Sobre el movimiento contra el fraude electoral en México, ver Hélène Combes (2004, pág. capítulo 1). Para un panorama amplio de las movilizaciones de la década de 1980, ver Susan Eckstein (2001). 19 Con ocasión de nuestras propias investigaciones sobre las trayectorias individuales de los dirigentes asociativos en Rio de Janeiro, y luego sobre aquellas de los militantes del Partido de los Trabajadores en el Nordeste de Brasil, constatamos la frecuencia de la socialización política en el seno de las organizaciones católicas como la Pastoral de las favelas o la Pastoral rural, en los años 1970. Para una comparación del papel de las iglesias católicas según los países, ver Daniel Levine y Scott Mainwaring, (2001). 20 “El proceso de resocialización iniciado por las CEB ha constituido la base de las motivaciones que han impulsado la acción y la conciencia democrática de los dirigentes vecinales” (Krischke, 1991). 28 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... las movilizaciones hayan inaugurado nuevas formas de organización aun cuando presentan una fuerte heterogeneidad. Estas transformaciones se tradujeron primero en una fragilización, luego en el desmantelamiento de los corporativismos del Estado, que habían constituido durante largo tiempo los ins­trumentos de control de las movilizaciones por los dirigentes de los regímenes nacionales-populares 21. En paralelo, las asociaciones y las ONG se convirtieron en canalizadores importantes de la participación social y política para las clases medias y populares, a menudo apoyadas por miembros de las profesiones liberales como trabajadores sociales y educadores, abogados o médicos. Para este período, Susan Eckstein destacó la coexistencia de repertorios de acción colectiva fuertemente diversificados. Ella distingue, de un lado, las protestas del hambre, los robos y las invasiones de tierras y, de otro lado, las huelgas organizadas por los grandes sindicatos, los grandes meetings políticos, incluso el compromiso dentro de los nuevos partidos de izquierda como el PT brasilero o el PRD mexicano. Para explicar esta oposición, Susan Eckstein estima que las formas adoptadas por la protesta dependieron, en los años ochenta, del grado de industrialización, de la estructura del sistema sindical y de las desigualdades sociales, así como del grado de apertura del sistema político, en cada país del continente. Ella mostró cómo la poli­tización de las demandas varía según la posición social ocupada por los grupos movilizados. Así, fueron las clases medias y superiores las que condujeron las reivindicaciones institucionales y las demandas de democratización política, mientras que las clases populares dieron prioridad a los asuntos económicos y a las condiciones de vida. Estas diferencias encontraron una traducción en los repertorios de acción colectiva disponibles para esos diferentes grupos. A partir de los ejemplos de Bolivia, Perú o México, Susan Eckstein muestra que los grupos populares, dominados desde un punto de vista económico, tuvieron una tendencia más marcada que los demás a organizar la protesta “en las calles”, en la medida en que su capacidad a influenciar la política reposaba sobre movilizaciones sobre el terreno más que sobre mediaciones formales, por ejemplo partidarias (Eckstein, 2001: cap. 1). Marcando su desacuerdo con la perspectiva de clase adoptada por Susan Eckstein, David Slater subrayaba en 1994 ciertas especificidades de las luchas llevadas a cabo por los grupos populares en América Latina, que daban una dimensión fuerte­ mente territorial y social al compromiso democrático, más allá de la arena electoral (Slater, 1994). Para un análisis comparado del pasaje de los corporativismos del Estado a los sistemas pluralistas ver (Oxhorn, 1998; Levitsky & Mainwaring, 2006). 21 VIRAJES 29 Camille Goirand ¿Algunas “novedades”? Sociología de los valores y de las identidades. En relación a Europa y América del Norte, la observación de los movimientos sociales de los años sesenta a ochenta se organizó alrededor de algunas cuestiones principales, cuya presencia es irregular en América Latina: primero, aquella de sus recursos y de sus estra­tegias; luego, aquella de los valores fundadores de las reivindicaciones y de su relación con el cambio social; finalmente, aquella de la heterogeneidad y de la fluidez de las organizaciones de acción colectiva y del espacio social ocupado por las movilizaciones. En efecto, en una primera aproximación, la “novedad” de estos movimientos sociales pareció residir en sus características a la vez organizacionales e ideológicas. Menos estructurados que los movimientos obreros tradicio­nales, afirmando su voluntad de autonomía con respecto al Estado, a los partidos y a la mayoría de los sindicatos, no se fundaban exclusivamente sobre las relaciones de producción o de clase sino que cuestionaban también el orden social existente sobre el fundamento de reivindicaciones no materiales. Este enfoque, por los valores y por las identidades fue adoptado ampliamente por los analistas de América Latina, fuertemente inspirados por las categorías surgidas de la perspectiva de los “nuevos movimientos sociales”. La observación de estas movilizaciones puso así el acento sobre el cambio de los valores y de las divisiones sociales dominantes que ellos expre­saban, así como sobre la afirmación de identidades específicas que ellos promovían. En primer lugar, algunos analistas europeos y norteamericanos de los nuevos movimientos sociales recalcaron su vinculación estrecha con los procesos de transformación de fondo de las sociedades occidentales y las especificidades de los modos de organización de estas movilizaciones, a veces inestables, a menudo localizadas y fragmentarias, la mayor parte del tiempo situadas a distancia de las formas tradicionales de compromiso. Según la perspectiva abierta por Ronald Inglehart (1984), la característica esencial de estos movimientos estuvo constituida por el acento puesto sobre valores como la identidad, el reconocimiento social, el respeto del individuo, los derechos humanos, las condiciones de vida, así como por la prioridad acordada a las demandas de parti­cipación en la toma de decisiones. Mientras que las reivindicaciones materiales, y en particular la cuestión salarial, perdieron en parte su centralidad a partir de estas movilizaciones, estas últimas, al mismo tiempo, contribuyeron a politizar la vida cotidiana y las relaciones sociales, constituyéndolas en objeto legítimo de reivindicación. Alrededor de cuestiones ligadas, por ejemplo, a la pro­tección del medio ambiente, al género, a las relaciones sexuales o a la moralidad, estas 30 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... reivindicaciones apuntaron a temáticas directamente políticas como la de las libertades de expresión y de asociación, del reconocimiento de los derechos sociales y de la lucha contra las discriminaciones. Ronald Inglehart mostró así que el punto común y la “novedad” de estos movimientos sociales reposaban sobre una aspiración a la construcción de una nueva sociedad, sobre el rechazo de los valores materiales asociados a la producción, al ingreso o al consumo, y sobre la afir­mación de valores tales como la autonomía y las libertades del individuo. Esos movimientos, cuya composición social heterogénea no impidió un cierto predominio de las clases medias22 , fueron cimentados por construcciones identitarias que pretendieron romper con las pertenencias de clase para dar un lugar central a las identidades transversales como el género, el color de la piel o las prácticas sexuales. Alrededor de esas identidades, la búsqueda de la autoestima y de la dignidad, así como los discursos participativos, constituyeron los temas fundadores del compromiso (Offe, 1985). Según los trabajos muy citados de Ronald Inglehart, la consolidación de estos tipos de movilización expresa la redefinición de las rupturas fundamentales de las sociedades contemporáneas23 . Este autor mostró también que la dimensión que opone el materialismo al postmate­rialismo podía dar cuenta, a partir de los años sesenta, de la inclusión en la agenda política de nuevos temas, hecho que estaba asociado, a la vez, con los realineamientos de los partidos políticos. Así Ronald Inglehart mostró cómo, en Europa occidental, “la ascensión del postmaterialismo colocó a los alineamientos partidarios bajo una tensión crónica”, imponiendo una restructuración de los sistemas de partidos –cambios cuyas características son bien conocidas hoy al menos en lo que concierne a Europa occidental– (Inglehart, 1984: 68)24. Las investigaciones llevadas a cabo por Ronald Inglehart indican con claridad que los grupos que defienden los valores post-materialistas están en su mayoría compuestos por individuos que siempre han conocido la seguridad física y económica. A la luz de esa constatación, las divisiones que atraviesan ciertos movimientos sociales latinoamericanos encuentran un primer factor de explicación. Por ejemplo, en el seno de los feminismos, la oposición es evidente entre las aspiraciones defendidas por las mujeres de clases medias y superiores, que tienen bien relación con el post-materialismo y las reivindicaciones formuladas por los grupos surgidos de las clases populares, mucho más materiales e inmediatas. Puede distinguirse, por ejemplo, la defensa de la paridad en política y la lucha contra las discriminaciones de género, de un lado, y las demandas de mejoramiento de los cuidados maternos e infantiles o de los sistemas de guardería de infantes, de otro lado. Ver Marques-Pereira & Raes (2002). 23 Según él, “el hecho que estos movimientos hayan ocupado el centro de la escena de la política contemporánea refleja un desplazamiento importante en las prioridades de las poblaciones occidentales en términos de valores” (Inglehart, 1984, pág. 26) . 24 Se trata de una tesis discutida por ejemplo por Peter Mair, Wolfgang Müller y Fritz Plasser (2004). Notemos que los sistemas partidarios de América Latina vieron la emergencia de nuevos partidos social-demócratas en los años ochenta y luego su consolidación en los años noventa. Con sus victorias electorales de los años dos mil, una parte de sus dirigentes reafirmó su apego a los valores que habían fundado las movilizaciones de las décadas precedentes, con la instalación de instituciones de la democracia “participativa”. 22 VIRAJES 31 Camille Goirand En segundo lugar, los analistas de América Latina han acompañado a menudo a sus colegas europeos en la atención otorgada a la estructura heterogénea, inestable e incluso fluida de las movilizaciones. Según las palabras de Alberto Melucci, estas han generado la construcción de amplios “espacios de movimiento”, en el seno de la “nebulosa de bordes imperfectos” de los simpatizantes ocasionales, mucho más extendida que el corazón bastante restringido de los activistas comprometidos25. Apoyada sobre organizaciones descentralizadas y poco rígidas, la participación en los nue­vos movimientos sociales presentó un carácter cambiante, poco homogéneo, a menudo informal o discontinuo, marcado por el rechazo de los sistemas dominantes de representación de los intereses. Estos movimientos sociales descansaron así sobre una multiplicidad de microorganiza­ciones, de asociaciones de proximidad, de “unidades diversificadas y autónomas” de carácter “dis­perso, compuesto, fluido”, ocupando un espacio social “con fronteras inciertas y densidad variable” (Melucci, 1983). Sobre el fundamento de demandas, a veces muy localizadas, formuladas por cada organización, así como sobre aquel de la circulación de individuos y de grupos en el seno de sistemas de movilización entrecruzados, se fue constituyendo poco a poco un amplio “espacio de movimiento”26. En el seno de estos espacios, constituidos de redes informales y fluidos que vinculaban entre sí individuos y microorganizaciones locales, los acercamientos estratégicos o la simple solidaridad permanecieron a veces limitados, casi problemáticos. Según este análisis, la influencia de ese tipo de movilizaciones sobre los sistemas sociales y políticos se ejerció de manera muy indirecta, por medio de la difusión aleatoria de modelos de comportamiento comunes o de repre­sentaciones compartidas. En esta perspectiva, Alberto Melucci definía, a mediados de los años ochenta, a los movimientos sociales como “sistemas de acción y de oportunidades, y campos de posibilidades y de límites”27. De manera general, detrás de la cohesión aparente de un movimiento social, las motivaciones, las representaciones y los comportamientos colectivos están marcados por el carácter heterogéneo, incluso contradictorio de los modos de acción política, 25 Esta expresión es tomada de Alberto Melucci (1983). La noción de espacio de movimiento fue retomada y profundizada por Mathieu (2002). 26 Según esta perspectiva, el espacio de movimiento “engloba no solamente las organizaciones "formales" sino también la red de las relaciones "informales" que une a los individuos del centro entre si y los grupos al espacio más amplio de los participantes y de los "usuarios" de servicios y de bienes culturales producidos por el movimiento” Alberto Melucci (1983, pág. 14). 27 Para Alberto Melucci, incluso, “lo que se nombra de manera empírica como un "movimiento social" es un sistema de acción que comunica entre ellas orientaciones y significaciones plurales”, inclusive divergentes (1985, pág. 794). 32 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... en particular en el contexto de los sectores populares28 . Así la puesta en forma política de estas acciones a menudo heteróclitas puede presentar un carácter aleatorio. En la misma época, Jean-François Bayart recalcaba, a partir de una perspectiva diferente y a propósito del África, que el peso no despreciable de los movimientos sociales “de abajo” imponía la pregunta sobre “la unificación problemática de esos modos de acción heterogéneos y puntuales en un movimiento social que cubría la superficie del sistema de acción histórico” (Bayart, Mbembe y Toulabor, 1992: 83). En relación a la América Latina de los años dos mil, las movilizaciones, como por ejemplo de los piqueteros argentinos desde 1996, confirman esta organización en “nebulosa”, continúan siendo actuales la problemática de la unificación del movimiento social y de su sentido político29 . Denis Merklen mostró que la heterogeneidad y la territorialización de este movimiento se aso­cian a la difusión de un conjunto de representaciones y de prácticas políticas que dibujan una nueva “politicidad” de las clases populares (Merklen, 2006)30. El movimiento social saca aquí su unidad del hecho de que individuos y grupos que gravitan en un mismo sistema de acción, es decir que persiguen objetivos comunes, comparten símbolos, confirman una identidad común y circulan en un espacio militante compartido. A pesar de la fragmentación de las organiza­ciones y de los símbolos, los intercambios individuales y las reuniones puntuales fundan entonces una unidad inestable, a la vez de representaciones y de redes sociales de interacción. Si se acepta seguir esta perspectiva, las asociaciones de los barrios pobres de Brasil de los años ochenta son constitutivas de un verdadero movimiento social. En efecto, en un primer análisis, el observador es sorprendido por la gran heterogeneidad de modos de acción política de sus dirigentes, por la ausencia de unidad en esta nebulosa asociativa y por la impo­sibilidad de identificar su impacto político (Goirand, 2000). El recurso a la noción de “sistema de acción” permite, justamente, rendir cuenta de ello. Los vínculos interindividuales tejidos entre esas micro­organizaciones, su representación común de su posición en la ciudad, los usos co­munes de los discursos del derecho y de la justicia social o, incluso, el recurso a un repertorio compartido de acción colectiva, permiten evocar aquí un movimiento social. Es lo que pudimos constatar en los suburbios de Rio de Janeiro, en los años 1990 (Goirand, 2000, pág. Capítulos 9 y 10). 29 A propósito de ese movimiento, ver los trabajos de Maristella Svampa y Sebastián Pereyra (Svampa & Pereyra, 2003). 30 Por “politicidad”, el autor designa formas de acción colectiva, construidas por las clases populares, que se relacionan a la vez con estrategias de supervivencia, de protesta contra las instituciones y la clase política, y con la participación política democrática. 28 VIRAJES 33 Camille Goirand De manera más general, los movimientos sociales que se afirmaron en América Latina a partir de finales de los años setenta fueron presentados como “nuevos” y comparados a aquellos del Norte, en razón de su proximidad con el postmaterialismo y de su recurso a los discursos construidos alrededor de las demandas de dignidad y de respeto, de rechazo a las discriminaciones y a la invocación de la “participación”. Pero, esos movimientos latinoamericanos se distinguieron también por reivindicaciones prioritariamente concretas y materiales, por una composición social popular, así como por sus efectos limitados sobre los alineamientos partidarios, inclusive hasta los años dos mil31. El punto común entre estas diferentes movilizaciones, que incumbe a su estructura y a su modo de organización, fue finalmente considerado como secundario para la construcción de los análisis. En efecto, la inestabilidad, la fragmentación y la heterogeneidad de los movimientos latinoamericanos han sido más cuestionadas que observadas de manera sistemática, por ejemplo en términos de recursos, de modos de acción o de oportunidades. Además, la atención, habiéndose inclinado hacia la cuestión de los valores y de las identidades, se desvió del contenido material de las reivindicaciones, aun cuando estas constituyeron un factor estructurante esencial en la mayoría de las movilizaciones32. Es así que, en el contexto político y científico de la construcción de los gobiernos representativos, el análisis de estos movimientos sociales tomó un camino diferente del que siguió en otros lugares. Las ciencias sociales latinoamericanas frente a los nuevos movimientos sociales Muy citados por los latinoamericanistas, al lado de Alberto Melucci, Manuel Castells o Claus Offe, los trabajos de Jürgen Habermas de un lado, y, los de Alain Touraine del otro, marcaron en forma duradera a las ciencias sociales y, en particular, la investigación sobre los movimientos sociales de América del Sur. Sobre todo esta hizo énfasis en la evaluación de su potencial “transformador”, en el análisis de su relación con la estructura social de las economías dependientes y sobre su oposición a los aparatos de los Estados autoritarios. Alain Touraine dudaba de la existencia de 31 Es lo que han realzado varias publicaciones recientes sobre las izquierdas en América Latina: monográfico “Gauches de gouvernement, gauches de rejet”, Problèmes d'Amérique Latine (20042005); monográfico “État des lieux des gauches en Amérique latine”, Revue internationale de politique comparée (2005). 32 Es lo que demuestran muy claramente Timothy Wickham-Crowley y Susan Eckstein (2010, págs. 29-52). 34 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... “movimientos” urbanos, en la medida en que no se apoyaban en ninguna organización unitaria, no participaban en la construcción de una conciencia de clase y no podían entonces, a su juicio, promover un cambio político profundo (Touraine, 1985, 1988). Junto con esta reflexión sobre los límites del cambio político derivado de estos movimientos, la investigación sobre los movimientos sociales en América Latina se organizó en torno a la cuestión de la autonomía con respecto a las estructuras sociales y políticas del autoritarismo. Y es sobre el fundamento de esta cuestión que se propuso evaluar la capacidad de los mismos para cambiar los sistemas políticos y las sociedades. La cuestión de la autonomía Las represiones llevadas a cabo por los gobiernos autoritarios a partir de los años sesenta 33, el fin de las guerrillas castristas y la fragilización de los partidos comunistas no solo dejaron un vacío político a la izquierda, sino que también han estado asociadas a la desconfianza hacia los actores de las moviliza­ciones frente a los corporativismos de Estado, a los populismos y, más ampliamente, a toda tentativa de “instrumentalización”. Este contexto llevó a las organizaciones del movimiento social a presentar la autonomía, no solo como una estrategia sino también como un valor en sí misma. A menudo hostiles a las organizaciones tradicionales de movilización, en particular a los sindicatos y a los partidos políticos, los movimientos asociativos valorizaron las organizaciones presentadas como “comunitarias”. En gran medida, la sociología política latinoamericana se apropió de esta cuestión. La atención se orientó prioritariamente hacia la relación entre movimientos sociales e instituciones políticas, la autonomía fue pre­sentada no solamente como una especificidad de los “nuevos movimientos”, como un objetivo propuesto por sus propios actores, sino también como una necesidad política. En busca de una vía alternativa entre autoritarismo, populismo y revolución, muchos analistas vieron en los movimientos autónomos de la sociedad civil una fuente posible de innovación social 34. En general, se privilegió el debate sobre las cuestiones concernientes a los movimientos sociales en sí mismos; debate impuesto por la urgencia del momento político, en el cual los intelectuales estaban inmersos y se dejó de lado el cuestionamiento, la observación y las perspectivas abiertas en otros lugares por las teorías de las movilizaciones. Tres asuntos fueron los que dominaron. Primero, la participación política 33 34 Para indicaciones históricas precisas ver Olivier Dabène (1994). Como Judith Hellman (1992); o incluso de Eder Sader (1991). VIRAJES 35 Camille Goirand fue objeto, a la vez, de reivindicación por parte de los movimientos sociales, así como de propuestas para la renovación de la acción pública local; son escasas las observaciones desprovistas de una perspectiva normativa sobre la temática. En segundo lugar, la voluntad de los movimientos sociales de cuestionar las mediaciones tradicionales operadas por los partidos y los sindicatos fue pensada como un factor necesario a la democratización de las prácticas políticas. Y por último, la organización de los movimientos sociales sobre un fundamento local reforzó los discursos sobre las “comunidades”; discursos difundidos, a la vez, por los actores locales, por los poderes públicos en varios niveles y por los observadores. Según Ruth Cardoso en 1983, cuyo análisis nos parece bastante representativo, la apuesta que representan estos movimientos, en ausencia de objetivos revolucionarios explícitos o al menos de reivindicaciones democráticas explícitas, no residía en una transformación radical de los sistemas políticos y de las sociedades, sino en el proceso de inclusión política al que contribuían. Dada su dimensión reivindicativa, los movimientos barriales no parecen capaces de grandes transformaciones, pero si los miramos como la expresión de una nueva identidad, es posible pensar que se van a convertir en una nueva pieza en el juego político (Cardoso Correa Leite, 1983). Las cuestiones identitarias La evaluación del cambio introducido por los movimientos “de base” puso el énfasis entonces sobre su aporte en términos no tanto políticos como socioculturales. Su inscripción en el espacio de las sociedades civiles y su autonomía de cara a los poderes políticos fue así entendida como fundada sobre una afirmación identitaria, así como por su capacidad para inventar nuevas relaciones sociales en la vida cotidiana. Según los análisis propuestos por Willem Assies o Tillman Evers, por ejemplo, esos “fragmentos de nuevas prácticas sociales”, participaron en la construcción de una dignidad emancipadora para las categorías populares, cualquiera que haya podido ser la fragilidad de sus organizaciones. “La esencia de esos mo­vimientos es, en mi opinión, su capacidad para generar una nueva subjetividad social; nueva tanto por su contenido como por la conciencia de ella misma”, estimaba Tillman Evers en 1985. Según esta perspectiva, esas movilizaciones descansaron sobre la afirmación de un conjunto de valores nuevos en política, como la igualdad, la ciudadanía o la participación, apoyadas en la construcción de autoestima para sus participantes. Mientras que los actores locales de los movimientos sociales rechazaban la mayoría del tiempo ir más allá de una formulación material, 36 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... concreta y territorializada de sus demandas, sus observadores prefirieron resaltar su contenido ético implícito, conjugado en una triple demanda: reconocimiento de la dignidad de los pobres, adopción de derechos sociales y participación ciudadana. El conjunto suscitó una proliferación de discursos sobre la ciudadanía y la parti­cipación, apoyada en una sociología del sujeto, que vio en los movimientos sociales “de base” un factor de afirmación de los pobres como “sujetos” sociales autónomos y portadores de derechos. Por ejemplo, en 1994, Evelina Dagnino consideraba que los nuevos movimientos sociales contribuían a “la invención de una nueva sociedad” y a la construcción de una “nueva concepción de la ciudadanía” (1994, 2003); y que la afirmación acerca del “derecho a tener derechos” había “servido de fundamento al surgimiento de un nuevo sujeto social [...] que lucha por el reconocimiento”. Asimismo, en 1989, Eder Sader anunciaba la entrada en escena de “nuevos sujetos políticos” autónomos e independientes (Sader, 1991)35. Fue en esta perspectiva, inspirada en los trabajos de Jürgen Habermas, que estos movimientos sociales fueron considerados como par­ ticipantes en la democratización de las sociedades, ya que ellos hacían posible la circulación de las ideas en el seno “de un espacio público no controlado por el poder”, donde las “prácticas asociativas formaron el substrato social de la esfera pública” (Habermas, 1993: XXXI). Marcada por la búsqueda de “otra” democracia, entre el liberalismo y el marxismo, por la urgencia de la reflexión sobre los derechos y por una fuerte tradición de intervención política de los intelectuales, la sociología de América Latina adoptó un enfoque interpretativo, que no fue completado sino muy recientemente. Por ejemplo, en 2003, Evelina Dagnino todavía remarcaba los aspectos culturales de la construcción ciudadana, si bien ya destacaba el carácter estraté­gico de los discursos de la ciudadanía36. Trabajos más recientes sobre la “construcción” de las identidades, inclusive sobre la invención de la memoria y de los orígenes se desmarcaron de este enfoque, para mostrar cómo ellas han estructurado las estrategias de movilización desde los años ochenta. Es el caso, como lo mostró Jean-François Véran, de los campesinos del interior de Brasil que, ya movilizados en el seno de sindicatos, se descubrieron descendientes de esclavos cimarrones en los años noventa después que la Constitución hubiera reconocido un derecho a la propiedad de la tierra para esta categoría de población. Los campesinos Hasta hoy, los análisis en términos de sujeto, de identidad y de cultura permanecen muy presentes, como en el análisis propuesto por Alicia C. S. Swords (2007); o incluso en Manuel Antonio Garretón (2002). 36 No llegando hasta la evocación de un recurso, ella reconoce que “la referencia a la ciudadanía procuró un fundamento común y un principio de articulación a una inmensa diversidad de movimientos sociales”, para los -cuales ella constituyó “un instrumento útil” y “un poderoso vínculo” (Dagnino, 1994, págs. 3-4). 35 VIRAJES 37 Camille Goirand bolivianos entendieron también todo el interés que para ellos tendría el hecho de movilizarse como indígenas, después de varias décadas de movilizaciones sindicales (Véran, 2005). La producción de las ciencias sociales, entre la observación y la intervención Si los sociólogos de América Latina no han sido todos ellos militantes, su producción ha sido a menudo el eco directo de las luchas y de las demandas formuladas por los movimientos sociales. En el momento de los cambios de régimen, valorizar las cuestiones políticas representadas por las movilizaciones ha significado a menudo hacer un llamado a la democratización de las instituciones y a la puesta en marcha de procedimientos participativos37. Como lo remarcaba en 1983 la socióloga Ruth Cardoso: […] en el momento en que los teóricos franceses, nuestros inspiradores, hablaban de los cambios cualitativos en las funciones del Estado [...], nosotros, Latinoamericanos, para explicar fenómenos similares, estabamos estancados en la crítica del autoritarismo de nuestros gobiernos, dejando de lado las transformaciones substanciales del aparato de Estado (Cardoso Correa Leite, 1983: 219). Las transiciones democráticas han dado un carácter urgente al análisis en términos de cambios socioculturales que podían dar un sentido a las intervenciones y al compromiso de los intelectuales y universitarios en las luchas políticas. Estos últimos ligaban la construcción de las nuevas instituciones políticas y el liberalismo económico vinculadas con la apertura a las “sociedades civiles”, encarnadas en las organizaciones de movimientos sociales nacidos durante la década precedente. Maria da Glória Gohn estima que, para universitarios ávidos de tomar parte en los procesos de democratización, el análisis cultural de los movimientos sociales constituyó una “guía para la acción”. Es así como ellos los definieron como “elementos estratégicos de una redemocratización del Estado”, en un contexto donde “la producción de conocimiento y la elaboración de estrategias políticas se cruzaron”. Frente a esta exigencia creada por la acción política, un enfoque como el de la movilización de recursos “no tenía el más mínimo sentido”, concluye Maria da Glória Gohn para explicar la ausencia de diálogo entre las dos sociologías de la acción colectiva, que permanecieron ajenas una de la otra (2008: 215-218). 37 Ver, por ejemplo, Fernando Calderón (1995). 38 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... Para explicar la pregnancia de estos enfoques, otros fragmentos de hipótesis pueden ser propuestos, aun cuando merezcan ser profundizados en otro momento. Durante el periodo autoritario, el exilio de numerosos universitarios e intelectuales podría haber favorecido la formación de redes sociales que se descubrieron enseguida propicios a la difusión de este posicionamiento, a mitad de camino entre el análisis y la intervención política. Este fenómeno parece haber sido acentuado por la centralidad de ciertas instituciones, consagradas a la investigación, a la enseñanza o a la reflexión sobre las políticas públicas, y que tuvieron un papel central para la difusión del “pensamiento del desarrollo”, en particular en lo que concierne a la relación entre democracia y sociedades civiles. Varios indicios dispersos pueden ser identificados con este propósito. Es notable por ejemplo el papel que, desde los años setenta hasta hoy, ha jugado la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París en la formación de universitarios y en la consolidación de los doctorados en ciencias sociales en los países del Cono Sur, por ejemplo con la puesta a punto de una cooperación de larga duración con la Universidad de Buenos Aires (UBA). Inspirándonos en la perspectiva abierta por Yves Dezalay y Bryant Garth, se podría hacer la hipótesis, que queda por verificar empíricamente, de que los universitarios que pasaron por esta Escuela abordaron ampliamente los movimientos sociales con las herramientas conceptuales de la sociología que allí habían aprendido (Dezalay y Garth, 2002). Se trata entonces de pensar menos en la construcción de “tradiciones nacionales” que en los problemas relativos a la manera como la circulación de las élites universitarias, y su paso por ciertas instituciones, pudo favorecer el predominio de un enfoque científico sobre una cuestión y una región del mundo38. La inscripción organizacional de los sociólogos que produjeron esta reflexión sobre los movimientos sociales de América Latina quedó marcada, hasta hoy, por la centralidad de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)39, pero sobre todo por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), importantes lugares de paso y de socialización para esas élites. Desde su creación en 1948 en Santiago de Chile, la CEPAL ha influenciado fuertemente el pensamiento sociológico Ver (Heilbron, 2008; Della Faille, 2008). La noción de “tradición nacional” parece poco adecuada aquí donde los universitarios circulan entre el norte y el sur del continente de manera regular. Además algunos de ellos ejercen en los Estados Unidos después de haber vivido en otros lugares. Por ejemplo, Sonia Alvarez, de origen cubano, enseña en la Universidad de Massachussetts, mientras que Arturo Escobar, que enseña en la Universidad de Minnesota, es a la vez colombiano y estadounidense. 39 Creada por la UNESCO en 1957, FLACSO es un organismo de investigación y enseñanza superior, Implantado en 17 países de América latina (<http://www.flacso.org>). En 1967, la UNESCO creó el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, encargado de promover investigación y enseñanza superior, y de construir vínculos entre centros de investigación en todo el continente (<http:// www.clacso.edu.ar>). 38 VIRAJES 39 Camille Goirand y las políticas de desarrollo sobre el continente latinoamericano. A partir de comienzos de los años noventa, participó en la difusión de políticas liberales asentadas en una “gobernabilidad democrática”. Esta última asocia las democratizaciones y las reformas de los Estados al refuerzo de las sociedades civiles por la participación y la consolidación del capital social. El vínculo es así directo con un enfoque de los movimientos sociales que los concibe como portadores de un cambio social por lo bajo y por fuera del Estado. Cuna de la sociología latinoamericana, la CEPAL ha constituido un punto de encuentro para numerosos soció­logos, que, como Fernando Henrique Cardoso, trabajaron allí antes del golpe de Estado de 1973 o que pudieron regresar después de 1989. La CEPAL y la red FLACSO pudieron entonces participar en la constitución de una comunidad epistémica, en la construcción de un pensamiento homogéneo sobre los movimientos sociales y, así, en la definición de la agenda y de las opciones políticas40. Posicionados en la frontera entre investigación y acción política, muchos sociólogos y cientistas políticos de renombre, cuyo pensamiento sobre los movimientos sociales ha sido ampliamente difundido, pasaron por la CEPAL y por FLACSO. Es por ejemplo el caso del chileno Manuel Antonio Garretón. Salido de una familia influyente en política, él mismo militante de la demo­cracia cristiana antes de 1973, este sociólogo de la Universidad de Chile formado en el EHESS ha sido bastante publicado por la CEPAL y actualmente escribe frecuentemente en la prensa cotidiana chilena. Él estimaba aún en el año 2002 que las movilizaciones en el continente latinoamericano reposaban sobre “nuevas” formas de acción social, participaban en la “redefinición de un modelo de modernidad”, en la afirmación de “sujetos” y se estructuraban alrededor de objetivos democráticos (Garretón, 2002). De su lado, el sociólogo boliviano Fernando Calderón ha trabajado tanto como investigador para CLACSO y como experto en la CEPAL, publicando al mismo tiempo numerosos textos muy citados sobre los movimientos sociales en América Latina, y que se inscriben en un enfoque similar (Calderón, 1995). En cuanto a Ruth Cardoso, esposa del expresidente brasilero, ella enseñó en FLACSO antes de ocupar una plaza en la Universidad de São Paulo (USP), dirigiendo al mismo tiempo el Centro Brasileño de Análisis y de Planificación (CEBRAP), centro privado de investigación y de intervención política. Muy conocida por sus trabajos sobre los movimientos populares, esta socióloga –que ha colaborado en forma destacada con Sonia Álvarez y Arturo Escobar– asumió la dirección, durante la presidencia de su esposo, del programa federal “co­ 40 Este extracto debe mucho a las sugerencias e informaciones proporcionadas por Camila Gutierrez Ruiz, a quien doy gracias aquí cordialmente. Sobre las comunidades epistémicas ver Ernst B. Haas (1990). 40 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... munidad solidaria” que puso en marcha una política de lucha contra la pobreza apoyada sobre las organizaciones del movimiento popular. Por último, nótese que el informe publicado por el PNUD sobre la democracia latinoamericana en 2004 (Esteves, 2004), que resaltaba la participación ciudadana de las asociaciones independientes de la sociedad civil como condición de la democratización y de la gobernabilidad, fue producido por un grupo de sociólogos entre los cuales se encuentran los nombres citados más arriba, incluyendo las contribuciones de Fernando Calderón, Manuel Antonio Carretón y Alain Touraine, entre otros. Estos apuntes dispersos e incompletos, a los cuales habría que agregar un análisis de la cir­culación de los universitarios entre las universidades del norte y del sur de las Américas, sugieren en qué sentido ciertas instituciones como la CEPAL o FLACSO son el corazón de redes sociales multiposicionadas, entre producción científica y acción pública, y participan en la difusión de enfoques conceptuales, de problemáticas y de interpretaciones homogéneas. Indican quizás también en parte por qué los esfuerzos de teorización han sido tan parciales y, finalmente, tan limitados41. El predominio de este enfoque de los movimientos sociales en términos de autonomía, de transformación social o de afirmación identitaria tuvo por consecuencia que la baja en la intensidad de las movilizaciones callejeras, a partir de mediados de los años noventa, haya sido entendida como un “reflujo”, mientras que el acercamiento a los partidos de izquierda fuera interpretado como una pérdida de autonomía42. Sin embargo, la observación puede indicar también que las movi­lizaciones que aparecieron a partir de los años setenta no introdujeron siempre rupturas brutales en los sistemas políticos y que a menudo se construyeron en función de una proximidad con las orga­nizaciones militantes “clásicas”. En efecto, por detrás de la cuestión de la autonomía y de las identidades, la hipótesis de una dinámica de interacciones múltiples entre los diferentes actores de la “política contestataria” es la que fundamentalmente parece confirmada, tanto por las trayectorias individuales de los militantes como por su multiposicionalidad o por la convergencia de la protesta hacia ciertas organizaciones 43. El predominio de los enfoques identitarios y culturales tuvo por consecuencia que otros procesos fueran poco explorados, tales como la profesionalización política de los militantes, el distanciamiento Según las precisiones de Joe Foweraker (1995, Introducción). “Los movimientos de base pueden desaparecer - y es el caso a menudo - de la escena como actores autónomos una vez que ellos acuerden su apoyo, que hagan alianzas de manera formal, o que, de una u otra manera, dejen su destino entre las manos de los partidos políticos”, estimaba así J. Hellman (1992, pág. 59). 43 Ver Doug MacAdam, Sidney Tarrow, Charles Tilly (2001). 41 42 VIRAJES 41 Camille Goirand entre dirigentes y simples adherentes en el seno de las organizaciones, las trayectorias de ascenso social de los militantes, e incluso la desmovilización y los caminos de salida de las organizaciones44. Es así que la sociología de las organizaciones de la acción colectiva de América Latina está, aún hoy, por enriquecer. Movimientos sociales, partidos políticos e instituciones En efecto, la autonomía de los nuevos movimientos sociales, si ella fue real, constituyó más bien una situación temporal, ligada al contexto muy específico y transitorio creado por los cambios de régimen político. Situadas por fuera de los marcos ofrecidos por las izquierdas revolucionarias fragilizadas, inexistentes o descreditadas, las movilizaciones se organizaron inicialmente por fuera, en oposición a las instituciones políticas existentes. En un contexto aún autoritario, pero ya en proceso de liberalización, los movimientos sociales permitieron la expresión de demandas sociales en un contexto en que los sistemas de partidos en proceso de construcción no podían aún asegurar la mediación. La creación de nuevos partidos políticos de izquierda, lejos de constituir una pérdida de autonomía para esos movimientos sociales, ha descansado a menudo sobre su iniciativa. La fabricación de los “partidos-movimientos” como en los casos del Frente Amplio en Uruguay, del PT brasileño, del PRD mexicano e incluso del MAS boliviano, respectivamente a partir de 1971, 1980, 1988 y 1999, permitió a ciertos movimientos sociales pasar a la política, sea como organizaciones, sea a través de los recorridos individuales de sus militantes. A partir de 2001, Doug McAdam, Sidney Tarrow y Charles Tilly, a través de varias publicaciones, propusieron ampliar el campo de observación de la sociología de las movilizaciones teniendo como fundamento la noción de “política contestataria” o de “política del conflicto”, que toma en cuenta las interacciones incesantes entre las esferas institucionales y no institucionales, el entrecruzamiento de los actores, de las identidades y de las movilizaciones, así como los procesos individuales de entrada y de salida de las organizaciones (MacAdam, Tarrow y Tilly, 2001; Tilly y Tarrow, 2008). La acción colectiva se inscribe entonces en un continuum, tanto en términos de redes sociales y de relación entre institu­ciones, como en términos históricos. Partidos y organizaciones “amigas” forman así un “espacio de movilización” de contornos sociales imprecisos, constituido por redes militantes, en el seno de las cuales los individuos circulan. En su investigación sobre el PRD, Hélène Combes mostró así que la creación de ese 44 Para una perspectiva comparada, ver los trabajos reunidos por Olivier Fillieule (dir (2005). 42 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... partido en 1989 reposó sobre el acercamiento de actores militantes, venidos de organizaciones diversas: “Más que por difusión territorial, el PRD se construyó por ‘agregación’ territorial alrededor de organizaciones sociales, que se transformaron en verdaderas estructuras de reclutamiento de militantes” (Combes, 2006: 151). Así los militantes salidos de organizaciones opositoras constituían en los años noventa una proporción importante del personal de este partido, ya que, según la autora, en el momento de su creación, solo un cuarto de los dirigentes del PRD no había militado en el periodo anterior y, hasta 1994, el porcentaje de militantes salidos de los movimientos sociales aumentó hasta constituir la mitad de los dirigentes de ese partido. En adelante, la organización, sacudida por intensas luchas entre sus diferentes corrientes, buscó re­forzar su cohesión, por ejemplo por la introducción de elecciones internas, con el objetivo de hacer “tomar cuerpo al partido” (Combes, 2006: 237-240 y 340). En muchos aspectos, la construcción del Partido de los Trabajadores, en Brasil, siguió modalidades comparables a la del PRD. Reunión de múltiples organizaciones del mo­vimiento social y de pequeños partidos de extrema izquierda que se volvieron “tendencias” en su interior, el PT estuvo marcado durante sus veinte primeros años de existencia por grandes dificultades para unificar sus estrategias, sus discursos y su organización. Este partido no surgió de una escisión del único partido de oposición tolerado por el régimen militar hasta la reintroducción del multi­partismo en diciembre de 1979, sino de un proyecto político pensado como nuevo 45. Rechazando el regreso al sistema partidario del periodo republicano de los años 1945-64, los fundadores del PT buscaron traducir, en la acción política, las reivindicaciones pluralistas de los sindicatos independientes nacidos de las huelgas de 1978 y 1979, así como reunir a actores que habían hecho su entrada a la política durante el periodo autoritario. Concebido como un medio estratégico para unir a los opositores más que como un instrumento de mediación de demandas, este partido fue pensado por sus fundadores como un recurso necesario para reunir movimientos fragmentados y para trasladar sus luchas al plan político. Nuestras investigaciones realizadas en el nivel local, en el Estado de Pernambuco en Brasil, confirman que la fundación del PT siguió un proceso “de agregación territorial” comparable a aquel evocado por Hélène Combes a propósito del PRD 46. Llegando al partido a partir del activismo social, los adherentes del PT conservaron a lo Sobre la creación de ese partido ver Margareth E. Keck (1986-1987); sobre la trayectoria seguida por ciertos dirigentes de la oposición legal al régimen militar, ver las entrevistas publicadas por Marieta de Moraes Ferreira et al. (2001). 46 Para esta investigación, en el noreste de Brasil, se asociaron entrevistas semi-directivas, archivos de consulta y observación realizada entre 2006 y 2010. 45 VIRAJES 43 Camille Goirand largo de toda su vida militante, un doble compromiso partidario y social. En el caso de los sindi­calistas de la compañía regional de hidroelectricidad o de la metalurgia, por ejemplo, el activismo partidario se ancló en movilizaciones llevadas a cabo en el medio profesional y descansó, para su organización, sobre los recursos provistos por los sindicatos, en términos de adhesiones, de logística o de legitimidad. De manera más amplia, se destaca que la organi­zación del PT, con “células” (núcleos) implantadas en los lugares de trabajo, reflejó durante sus primeros años, entre 1980 y 1991, el compromiso sindical prioritario de sus miembros. La fundación del PT a comienzos de los años ochenta es evocada por estos sindicalistas como un medio “de ir más lejos”, es decir, de un lado, como manera de reforzar la movilización en el lugar de trabajo a partir de reivindicaciones políticas de orden más general, de otro lado, como medio de ganar representatividad en las instituciones con el fin de acrecentar los recursos disponibles para la acción colectiva. Con relación a este tema, las hipótesis de la “multiposicionalidad” de los militantes y del “continuum” de la acción colectiva dan cuenta de las estrategias de los movimientos sociales “de base”, así como de las trayectorias de sus militantes. Ellas sugieren también que la cuestión de la autonomía resulta menos de la estrategia histórica de las organizaciones de protesta que de los discursos, expertos o militantes. Reflujo y renacimiento de los nuevos movimientos sociales en América Latina. ¿La institucionalización es un fracaso? A partir de mediados de los años noventa, los observadores de los movimientos sociales latinoame­ricanos fueron sorprendidos no solamente por la baja en la intensidad de las movilizaciones sino también por las limitaciones importantes de sus conquistas. En efecto, la puesta en marcha de gobiernos representativos no descansó, de inmediato, sobre una democratización profunda de las sociedades, cada vez más y más violentas y desiguales47. Una vez que sus demandas materiales fueron satis­fechas, las microorganizaciones locales, nacidas en los años ochenta, perdieron, para muchos, su capacidad reivindicativa y movilizadora. Este proceso de desmovilización puede explicarse por múltiples factores, que, por nuestra parte, hemos observado en las barriadas de Río de Janeiro. Primero, la satisfacción de ciertas demandas materiales, expresada por ejemplo por la idea de “ahora, tenemos todo”... En segundo lugar, también cuentan, las fatigas y hastíos asociados a la voluntad de consagrarse más a los asuntos 47 Esto es lo que muestran los trabajos publicados por Juan E. Mendel, Guillermo O’Donnel, Paulo Sérgio Pinheiro (Eds) (2000). 44 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... privados48. A partir de un trabajo de investigación cuantitativo sobre la producción documental de las organizaciones de movimiento social en Brasil, Ana Maria Doimo mostró que la década del noventa había conocido menos movilizaciones que la precedente (Doimo, 1995: cap. 4). Frente a esta erosión, observadores, intelectuales y universitarios de izquierda expresaron desencanto y una desilusión equivalente a las esperanzas que habían puesto, algunos años antes, en las movilizaciones popu­lares. Subrayando sus fracasos y sus fragilidades, muchos lamentaron los límites del cambio social impuesto por “el movimiento popular” (en singular), finalmente efímero y marcado por su “espíritu provinciano” (Jacobi, 1990). Considerado como una pérdida de autonomía y de identidad, incluso como una inflexión del compromiso, la institucionalización de los nuevos movimientos sociales fue interpretada como su fracaso. El “reflujo” de los nuevos movimientos sociales ha hecho así gastar mucha tinta a partir de mediados de los años noventa. A pesar de la pertinencia de la baja de intensidad de las movilizaciones opositoras nacidas en los años ochenta, este análisis lamentablemente no está completo, al menos por dos razones. Primero, porque descansa sobre la idea de una oposición radical entre movimientos sociales y política institucional; idea que no toma en cuenta ni los logros de los trabajos clásicos sobre la participación política que indican que los individuos comprometidos son también aquellos que tienen la más grande propensión a participar en la política convencional, ni los de la “complementariedad de la protesta y de la acción polí­tica convencional”, como lo mostró por ejemplo Jack Goldstone (2003: 7). Además, porque una mirada a las trayectorias individuales de los militantes, y a los espacios sociales y políticos que ellos atraviesan, permite atenuar el diagnóstico del “reflujo” o del fracaso. Indican en qué medida el ciclo de protesta nacido en los años ochenta, de un lado ocasionó la formación de un nuevo personal político y administrativo49, de otro lado permitió el reconocimiento de ciertos derechos fundamentales. Además, los años dos mil mostraron que sin duda ese ciclo de protesta no estaba cerrado. Remarcamos que el sentido que tomó la institucionalización de los movimientos sociales en los años setenta no es uniforme. En relación a las asociaciones barriales, por ejemplo, dos interpretaciones compiten entre sí. La primera subraya el carácter poco o nada politizado, volátil y heterogéneo de estas microorganizaciones, enfocadas prioritariamente hacia la satisfacción de reivindicaciones materiales localizadas y en Esto es lo que nosotros mostramos en Goirand (2000, capítulo 6). Problèmes d'Amérique Latine publicó un dossier sobre ese tema: “Le renouvellement du personnel politique (2005-2006). 48 49 VIRAJES 45 Camille Goirand beneficio único de sus miembros. En esta perspectiva, institucionalización pudo significar clientelización, casi desmovilización. Pero además, esas organizaciones se insertan en un sistema de acción amplio, construido por la intensa circulación de militantes y por sus posiciones múltiples, entre movimiento social, partidos políticos, administraciones públicas locales y profesionales de ayuda social. Por otra parte, Sydney Tarrow mostró que los ciclos de protesta comienzan, pero también avanzan con cambios en la estructura de las oportunidades políticas. Según él, el fin de los ciclos de protesta está marcado por recomposiciones de la política institucional y, notablemente, por la integración de los dirigentes de los grupos opositores a los sistemas políticos (1994: cap. 1), ya que su nuevo posicionamiento no les impide automáticamente conservar sus antiguas lealtades militantes. Jack Goldstone estima así que “comprender cómo los movimientos sociales dan nacimiento a partidos, diseñan los alineamientos políticos e interactúan con las instituciones de la política ‘normal’; todo esto es esen­cial para entender las dinámicas políticas” (2003: 12). En la América Latina de los años dos mil, las victorias electorales de partidos de izquierda construidos en la protesta desde los años ochenta se inscriben en este tipo de proceso (Varios, 2005; Dabène, 2007). En realidad, las dinámicas de esas recomposiciones son múltiples. En primer lugar, una parte de las demandas de derechos de los movimientos populares han sido incorporadas a las agendas políticas nacionales y son objeto, hoy en día, de políticas públicas. Es el caso por ejemplo de las reivindicaciones indigenistas en los países andinos que han adoptado, todos ellos, nuevas constituciones en los años noventa o dos mil y reconocido el carácter “multicultural” de sus naciones (Gros, 2003). En segundo lugar, un número importante de militantes surgidos de movimientos populares entró en la política. Dos exsindicalistas famosos, Evo Morales y Luis Inácio Lula da Silva, dirigen hoy Bolivia y Brasil, por ejemplo. A nivel local, los dirigentes de los partidos de la izquierda se benefician, con el ejercicio de sus mandatos legislativos, con un fuerte arraigo en el seno de los medios asociativos y sindicales50. En tercer lugar, una parte de los dirigentes asociativos pudo convertir las competencias adquiridas en las movilizaciones en recursos profesionales, por ejemplo en el seno de las administraciones municipales de izquierda. En la ciudad de Recife en Brasil, que es dirigida desde 2001 por el PT, los antiguos militantes asociativos son numerosos en los servicios municipales encargados de la vivienda social, del planeamiento urbano, o incluso de la elaboración participativa del presupuesto. En fin, en todo 50 En lo que concierne al PT brasilero, en la región del Noroeste, nosotros evocamos esas cuestiones en Goirand (2007). 46 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... el continente, la introducción genera­lizada de las políticas municipales llamadas “participativas” se inscribe también en esta dinámica de recomposición, ya que ella institucionalizó nuevos canales de mediación de las demandas sociales y acentuó la rutinización de los movimientos. Sin embargo, las investigaciones continúan siendo insuficientes sobre la manera como esos dispositivos de participación y de consulta contribuyen a transformar las lógicas del poder local y abren nuevos espacios para la acción política. En suma, las dinámicas de la movilización pasan por esas recon­figuraciones de las relaciones de fuerza locales, por esta doble historia donde las construcciones institucionales se encuentran con las trayectorias individuales, dinámicas cuya observación precisa, a nivel local, todavía queda por hacer. El análisis de la protesta en los años dos mil Las publicaciones en ciencias sociales sobre los movimientos sociales de América Latina vieron bajar su ritmo desde fines de los años noventa, al momento mismo que las movilizaciones volvieron a tener una fuerte intensidad y que el ambiente político y social se transformaba radica­ lmente. Con la liberalización de los regímenes políticos pero también de las economías, no solamente los intereses sino también el marco de las movilizaciones fueron redefinidos. Es esto lo que subrayan precisamente algunos trabajos colectivos publicados desde 2000. Con Susan Eckstein se pueden diferenciar las dinámicas de erosión de aquellas del refuerzo de la protesta. Las primeras conciernen sobre todo el movimiento obrero, que ha seguido su descenso, como lo prueba la baja del número de huelgas a lo largo de los años noventa51. Mientras que las movilizaciones continúan alejándose de la esfera del trabajo, territorializándose y construyéndose alrededor de la afirmación de identidades culturales (Merklen, 2002), las invasiones de tierra en medio urbano pierden su frecuencia y la Iglesia católica efectúa un regreso hacia la fe y la acción religiosa. Sin embargo, al mismo tiempo, otras movilizaciones parecen seguir dinámicas diferentes y cobrar fuerza: los repertorios de acción colectiva continúan enriqueciéndose, con las largas marchas pacíficas hacia las capitales, como aquella hacia Quito en noviembre de 2002; los movimientos de defensa de los derechos no disminuyen en Chile, ni en Argentina donde obtuvieron la anulación de las leyes de amnistía entre 2003 y 2005; las organizaciones indigenistas mostraron su capacidad de movilización en Bolivia, primero Para una visión general sobre las movilizaciones en los años 2000, ver Susan Eckstein (2001, págs. 351406). Ver igualmente el monográfico “The New Politics of Social Movements in Latin America” (2007). 51 VIRAJES 47 Camille Goirand durante la “guerra del agua” en Cochabamba en 2000, luego durante la “guerra del gas” en El Alto en 2003 y después de la elección de Evo Morales a la presidencia en 2006; el descontento con las clases políticas quebrantó los regímenes políticos argentino en 2001 y ecuatoriano en 2004 y en 2007 al grito “¡Que se vayan todos!”, mientras que los mexicanos ocupaban las plazas públicas para manifestar su descontento con el resultado de la elec­ ción presidencial o la legitimidad del gobernador del Estado de Oaxaca a partir de julio de 2006... El conjunto de estas movilizaciones se desarrolla en un ambiente renovado, que ofrece múltiples recursos a las organizaciones de acción colectiva. Primero, a pesar de los límites de las democratizaciones, los sistemas políticos nacionales son más favorables a la expresión de sus reivindicaciones y a la mediación de sus demandas, como lo hemos mencionado. Luego, los movimientos nacidos después de los años setenta se insertan cada vez más en redes transnacionales que contribuyen a su legitimación, a la difusión de sus principios y a la construcción de alianzas a múltiples niveles52. En la segunda mitad de los años dos mil, esas movilizaciones fueron objeto de algunas publicaciones, que muestran que la perspectiva identitaria no ha perdido su fuerza. Así como lo deploraba Jon Shefner en 2004 en la revista Mobilization, “el modelo de la política de protesta no ha penetrado todavía los trabajos actuales sobre la América Latina” (Schefner, 2004: 220)53, y el enfoque cultural “basista”, defendido por ejemplo por Sonia Álvarez y Arturo Escobar, es aún “tenaz”, cualquiera que haya podido ser el daño impuesto por las políticas neoliberales para la construcción de los derechos sociales, como lo indica el dossier publicado por ejemplo por Latin American Perspectives en 2007 o incluso la reciente obra de Yvon Le Bot (Le Bot, 2009; Varios, 2007). Sin embargo, los enfoques teóricos diversificados reemplazan poco a poco al precedente, por ejemplo en los trabajos llevados a cabo por Joe Foweraker y Todd Landman sobre la relación entre movimientos sociales y derechos ciudadanos, por Javier Auyero sobre los saqueos de almacenes en Argentina en 2001 o incluso en el dossier publicado en 2004 por la revista Mobilization (Foweraker y Landman, 1997; Eckstein y Wickham-Crowley, 2003; Varios, 2004; Auyero, 2006; Varios, 2010). Para observar estas movilizaciones, parece indispensable no limitarse más a la 52 Kathryn Sikkink propone un modelo de análisis a partir de la observación de las movilizaciones alrededor de la justicia transicional en Argentina y en España ( (2005). Su perspectiva es enriquecida de manera interesante a partir de un estudio de caso, realizado por Julie Stewart (2004). 53 En nuestra práctica pedagógica hemos observado la fuerza de seducción de esta perspectiva para los estudiantes; perspectiva que responde a menudo a su desarraigo frente a la dureza y la violencia de la realidad social en América latina, pero que, al mismo tiempo, refuerza en ellos las confusiones entre discursos militantes y observación científica. 48 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Pensar los movimientos sociales en América Latina. Perspectivas sobre las movilizaciones... evaluación del impacto, del aporte o del sentido de la protesta y recurrir a otros instrumentos concep­tuales y metodológicos de la sociología de la acción colectiva: no solamente la identificación de los recursos y de las estrategias movilizadas por los actores, la observación de las prácticas de la protesta, el análisis de las lógicas de las organizaciones, sino también una mirada a las trayectorias militantes, la reconstitución del espacio social y político ocupado por los movimientos... tantas entradas necesarias para renovar nuestra manera de aprehender los movimientos sociales de Amé­ rica Latina. Bibliografía ÁLVAREZ, S. y ESCOBAR, A. (Eds.). (1992). The Making of Social Movements in Latin America. Identity, Strategy and Democracy. Boulder: Wesview Press. ASSIES, W. (1994). “Urban Social Movements in Brazil: A Debate and its Dynamics”. En: Latin American Perspectives, No. 2, Vol. 21, p. 81-105. AUYERO, J. 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Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 21-52 Trayectos militantes Autor: Andrés Luna Técnica: Fotografía VIRAJES “SOMOS IRMÃOS EM SONHOS E EM UTOPIAS”: ANCESTRALIDADE POLÍTICA, ADESÃO À CAUSA E ITINERÁRIOS DE MILITÂNCIA NA COMISSÃO DE ANISTIA JOÃO BAPTISTA ALVARES ROSITO* Recibido: 15 de julio de 2013 Aprobado: 19 de octubre de 2013 Artículo de Investigación * Graduado em Comunicação Social pela Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul (2004), especialista em Direitos Humanos pela Escola Superior do Ministério Público da União e Universidade Federal do Rio Grande do Sul (2008) e mestre em Antropologia Social pela Universidade Federal do Rio Grande do Sul (2010). Integra o Núcleo de Pesquisa sobre Culturas Contemporâneas (NUPECS) do PPGAS-UFRGS e o Grupo de Estudos sobre Justiça de Transição e Internacionalização do Direito (IDEJUST), do Instituto de Relações Internacionais da Universidade de São Paulo. É pesquisador do Grupo de Pesquisa Constitucionalismo na América Latina da Faculdade de Direito da UFRGS. E-mail: [email protected] VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... Resumo Este artigo analisa a implementação de uma política reparatória por perseguições políticas empreendidas durante a ditadura militar brasileira (1964-1985). A partir de uma etnografia na Comissão de Anistia, órgão do Ministério da Justiça do Brasil responsável por analisar os requerimentos de reparação baseados na lei 10559 de 2002, busca-se compreender como os integrantes da referida agência estatal, responsáveis por emitir decisões sobre o assunto, significam o trabalho que desenvolvem e atenta-se para os capitais e trajetórias que credenciam esses sujeitos para os postos que ocupam. Através de observação participante em sessões de julgamentos de requerimentos de reparação econômica e anistia política e por meio de entrevistas semidirigidas com integrantes do órgão, identificou-se um conjunto de atributos relevantes para a inserção destes sujeitos na Comissão de Anistia. Neste sentido, destacam-se, de um lado, a trajetória acadêmica com altos níveis de instrução, da qual resulta o manejo de um saber jurídico especializado; de outro, a experiência junto a movimentos sociais e/ou a participação em grupos universitários de assessoria jurídica popular, o que lhes confere uma perspectiva militante. Igualmente, emerge a questão geracional, visto que é possível identificar um perfil etário entre os integrantes da Comissão que os distancia geracionalmente em relação às vítimas da ditadura militar. A partir da ideia de “itinerários de militância”, busca-se analisar a circulação destes agentes entre a universidade, o campo estatal e os movimentos sociais e as estratégias discursivas construídas para enfrentar as tensões e conflitos resultantes do trabalho que desenvolvem e do trânsito entre estes diferentes espaços de atuação. Identifica-se uma construção narrativa de significação e de legitimação fundada nas concepções de “ancestralidade política” e de “adesão à causa”. Palabras clave: antropologia, anistia, militância, ditadura militar, direitos humanos, vítimas. VIRAJES 57 João Baptista Alvares Rosito “SIBLINGS IN DREAMS AND UTOPIAS”: POLITICAL ANCESTRY, ADHERENCE TO THE CAUSE, AND MILITANCY ITINERARIES AT THE AMNESTY COMMISSION Abstract In this article the implementation of restorative policies for the political persecutions carried out during the Brazilian military government (1964-1985) is analyzed. Based on an ethnography carried out at the “Amnesty Commission”, a division of the Ministry of Justice in Brazil that is responsible for the analysis of the reparation demands based on Law 10559 of 2001, it is intended to understand how its members, who are responsible for issuing decisions, related with the work they carry out, understand their activity, as well as to identify which are the assets and previous careers that make them deserve their positions. Through participant observation of the opinion sessions of economic and political amnesty reparatory demands and through semi-directed interviews to this body, a set of important characteristics for their inclusion in the “Amnesty Commission” were identified. On one hand, their significant academic careers with high levels of instruction which gives them a command of specialized legal knowledge, and on the other hand the participation in social movements and/or free legal assistance belonging to universities which confers them a militant perspective. Similarly, an important age profile which separates them from the dictatorship victims emerges. From the notion of ‘militancy itineraries’, the circulation of such agents amongst the academic environments, the State sphere and the social movements are analyzed as discursive strategies built in order to face the tensions and conflicts resulting from their work and from their mobility through the diverse fields of action. A narrative construction of signification and legitimacy arises, founded on the concepts of ‘political ancestry’ and ‘adherence to the cause’. Key words: restorative policies, amnesty commission, dictatorship victims, political ancestry, adhesion to cause, militancy itineraries 58 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... E ste artigo1 baseia-se em um dos capítulos de minha dissertação de mestrado, intitulada “O Estado pede perdão: a reparação por perseguição política e os sentidos da anistia no Brasil”, defendida em agosto de 2010 junto ao Programa de Pós-graduação em Antropologia Social da Universidade Federal do Rio Grande do Sul. A pesquisa desenvolvida teve uma abrangência maior do que o recorte aqui apresentado e buscou analisar os sentidos articulados e tecidos ao longo da execução de uma política de reparação a vítimas de perseguição política durante a ditadura militar brasileira, entre os anos de 1964 e 1985, por meio do estudo da operação de uma lei que concedia reparação econômica a atingidos pelos atos do governo ditatorial. Para tanto, o trabalho de campo que resultou na dissertação de mestrado privilegiou atividades públicas da Comissão de Anistia, órgão do Ministério da Justiça responsável por analisar e decidir sobre os requerimentos de reparação econômica baseados na Lei 10559 de 2012. Neste artigo, reproduzo um dos eixos de análise desenvolvidos na pesquisa, atendo-me à discussão acerca das trajetórias e itinerários de militâncias dos integrantes desta agência estatal incumbida da aplicação do diploma legal que regulamenta a concessão de anistia política e reparação econômica a vítimas de perseguição política no Brasil. Parto, pois, da pergunta “quem pede perdão?” – que deriva de um dado do trabalho de campo que indica, justamente, uma ressignificação do conceito de “anistia política” em uma esfera dos campos político e jurídico brasileiros a partir da atuação da Comissão de Anistia, concedendo a tal instituto jurídico o sentido de um pedido de perdão por parte do Estado àqueles que sofreram perseguições e violações de direitos humanos por motivações políticas. Busco entender quem são os atores sociais responsáveis pela operação da referida lei em um determinado contexto e período, de que forma entendem e significam o trabalho que desenvolvem e quais os percursos que os levaram à condição que oram detêm – qual seja, a de integrantes de dita Comissão. A ditadura militar brasileira que vigorou entre os anos de 1964 e 1985 insere-se em um processo político regional mais amplo, do qual resultaram regimes do mesmo formato em outros países da América do Sul, como Argentina, Chile e Uruguai. Por sua longa duração (21 anos), pelas especificidades de seu aparelho repressivo e a articulação deste com o campo jurídico, pelo número de vítimas fatais, de exilados e dos que tiveram seus mandatos cassados e pelo modo com que se organizaram os movimentos de resistência e de defesa dos presos políticos, o caso brasileiro difere-se 1 Versão anterior deste artigo foi apresentada na X Reunión de Antropología del Mercosul, realizada de 10 a 13 de julho de 2013, em Córdoba, Argentina, no GT 23 – Antropología, Compromiso Militante y Participación Política. VIRAJES 59 João Baptista Alvares Rosito substancialmente dos de seus países limítrofes, embora, como hoje se saiba, a repressão e a violência política muitas vezes foram pensadas e praticadas de forma articulada, em ações de cooperação internacional dos órgãos de repressão da região. De acordo com o III Plano Nacional de Direitos Humanos, lançado em 2009, entre cujas propostas estava a criação de uma Comissão Nacional da Verdade, estimam-se em 50 mil os presos no período logo posterior ao golpe de 1964 e em 20 mil os submetidos a tortura ao longo da ditadura. Calcula-se ainda a ocorrência de cerca de quase 5.000 cassações de mandatos políticos, uma centena e meia de banimentos e milhares de refugiados e exilados, cujo universo ainda não foi possível determinar. Estimam-se ainda em cerca de 500 mortos e desaparecidos – entre estes, o próprio Estado brasileiro reconheceu sua responsabilidade em pelo menos cerca de 350 casos. Os números acima citados são as cifras atualizadas e constam de documentos oficiais publicados nos últimos anos, fruto de uma retomada do debate público e de políticas públicas voltadas ao tema da ditadura militar no Brasil. Tanto a transição da ditadura para a democracia, no final dos anos 1970, quanto as políticas de reparação às vítimas, gestadas ao longo da década de 1990 e início dos anos 2000, tiveram base legal específica, cada qual levando para as respectivas leis o contexto político em que foram forjadas. Aqui, importante citar a Lei 6.683 de 1979, que, ao tornar inimputáveis os crimes políticos estabelecidos pelo próprio regime militar, possibilitou o retorno de milhares de lideranças e militantes políticos que, perseguidos pela ditadura, haviam deixado o país nos anos anteriores e, com isso, viabilizou a reorganização dos partidos políticos; a Lei 9.140 de 1995, que reconheceu a responsabilidade do Estado na morte e desaparecimento de 136 pessoas e criou a Comissão Especial sobre Mortos e Desaparecidos Políticos, com a responsabilidade de analisar outros casos; e, por fim, a Lei 10559 de 2002, que estabeleceu os critérios de reparação econômica para as vítimas de perseguição política2, entre os anos de 1946 a 19883. 2 Não abordo o processo de mobilização e negociação políticas que resultaram na elaboração e aprovação destas leis. Para este aspecto, os trabalhos de Mezarobba (2006, 2007) são os que, até o momento, enfrentam a questão com maior fôlego analítico e documental. Mais recentemente, o trabalho de Rodeghero, Dienstmann e Trindade (2011) traz importante contribuição, agregando as especificidades dos debates políticos e movimentos sociais que tiveram protagonismo no Sul do Brasil. 3 Ainda que a lei preveja este lapso temporal para a concessão da reparação econômica, que integra um período de regime democrático (entre os anos de 1946 a 1964), a pesquisa teve como objeto de estudo as reparações concedidas em decorrência das perseguições políticas perpetradas durante a ditadura militar (entre 1964 e 1985, portanto), bem como as demais atividades da Comissão alusivas às violências cometidas no mesmo período. Tal recorte temporal para a pesquisa, ainda que tenha sido estabelecido a priori, contemplando o interesse do pesquisador, não deixou de emergir como dado do trabalho de campo, visto que todos os eventos públicos, sessões de julgamento, entrevistas com informantes e documentos analisados sublinhavam a atuação do órgão como uma política de reparação e memória acerca da ditadura militar. Assim, tal recorte temporal também foi estabelecido a partir de uma visão êmica, a 60 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... O texto legal define o regime do “anistiado político”, estabelecendo o direito à “declaração de anistiado político”; à “reparação econômica, de caráter indenizatório, em prestação única, ou em prestação mensal permanente e continuada [...]”; à “contagem, para todos os efeitos, do tempo em que o anistiado político esteve compelido ao afastamento de suas atividades profissionais, em virtude de punição ou de fundada ameaça de punição por motivos exclusivamente políticos [...]”; à “conclusão do curso [...] para o punido na condição de estudante [...], ou o registro do respectivo diploma para os que concluíram curso em instituições de ensino no exterior [...]”; e à “reintegração dos servidores públicos civis e dos empregados públicos punidos [...]”. São elencadas 17 situações que, confirmadas a “motivação exclusivamente política”, configuram o direito à anistia política, entre elas as punições por atos institucionais, o afastamento de atividades remuneradas “em virtude de pressões ostensivas ou expedientes oficiais sigilosos”, as punições a estudantes, as demissões por participação em greve, entre outras. Em todas elas, destacam-se a perseguição política e os reflexos dela na atividade profissional do perseguido. A reparação econômica de caráter indenizatório é prevista em duas modalidades, conforme a legislação. A “prestação única” é garantida “aos anistiados políticos que não puderem comprovar vínculo com a atividade laboral” e consiste no pagamento de trinta salários mínimos por ano de punição com o valor máximo de R$ 100 mil. A “prestação mensal permanente continuada” é destinada aos anistiados que “comprovarem vínculo com a atividade laboral”, e o valor “será igual ao da remuneração que o anistiado político receberia se na ativa estivesse”. No segundo caso, os beneficiários recebem o valor retroativo a cinco anos, a partir da data em que protocolaram o requerimento. À Comissão de Anistia cabe deliberar sobre os requerimentos de anistia política e reparação econômica embasados em tal dispositivo legal. Tal deliberação fica a cargo dos conselheiros, que realizam sessões semanais de apreciação dos requerimentos e decidem em forma colegiada, com a participação de pelo menos três conselheiros. Os conselheiros4 são nomeados pelo ministro da Justiça e desenvolvem a atividade sem remuneração. partir da qual os próprios sujeitos da pesquisa narram e entendem os trabalhos da Comissão da Anistia como destinados a reparação das perseguições políticas ocorridas entre 1964 e 1985. Com respeito ainda ao lapso temporal adotado pela lei, importante mencionar que a amplitude de abrangência sempre foi um ponto controverso, principalmente pela oposição de setores mais identificados com o regime de 1964 a fixar como marcos as datas referentes ao início e término da ditadura, como registram os trabalhos de Mezarobba (2006, 2007). Assim, o deslocamento para 1946 como marco inicial aponta para os embates sobre o conteúdo político de uma periodização histórica em um texto legal. 4 Em agosto de 2010, época da finalização desta pesquisa, a Comissão da Anistia era composta por 24 conselheiros. VIRAJES 61 João Baptista Alvares Rosito A Comissão também é composta por assessores e funcionários, que trabalham em variadas áreas, como atividades administrativas, assessoria aos conselheiros, análise dos requerimentos propriamente e redação de proposta de votos até o desenvolvimento de projetos específicos na área de memória, como ver-se-á na sequência. A pesquisa de campo foi realizada entre 2008 e 2010 e teve como espaço prioritário as Caravanas da Anistia, sessões itinerantes de julgamento dos requerimentos em diferentes cidades do país, das quais estive presente em Caxias do Sul, Porto Alegre, São Leopoldo, Charqueadas e Pelotas, no Rio Grande do Sul; em Brasília e em Florianópolis5. Também participei de outras atividades promovidas pela Comissão de Anistia, como uma audiência pública, uma oficina em um congresso acadêmico e um seminário internacional sobre Comissões de Verdade e Reparação Ainda foram realizadas nove entrevistas6 semidirigidas com integrantes da Comissão: com o presidente, quatro conselheiros e com quatro assessores, que trabalhavam em diferentes funções. Os sentidos da anistia Em 2007, assume a Comissão de Anistia o advogado e professor universitário Paulo Abrão, à época 32 anos de idade. Graduado e mestre em Direito, atuava como professor em uma universidade no Rio Grande do Sul. É convidado para presidir a Comissão de Anistia pelo ministro da Justiça, que o incumbe de conceber um projeto educacional em direitos humanos, de memória e de patrimônio cultural a ser desenvolvido no âmbito da Comissão, a fim de que o órgão não abordasse a temática da perseguição política apenas pelo viés da reparação econômica. O momento coincide com o início do segundo mandato de Luiz Inácio Lula da Silva como presidente da República (2007-2010) e com a mudança de ministro da Justiça. Também ocorre em um contexto em que as reparações econômicas baseadas na Lei 10559 de 2002 ganham destaque na cobertura jornalística nacional em virtude da notoriedade de alguns beneficiários – jornalistas e escritos de renome nacional – e dos valores atribuídos a título de reparação, narrados na imprensa como cifras 5 As Caravanas da Anistia são detalhadamente abordadas na dissertação de minha autoria “O Estado pede perdão: a reparação por perseguição política e os sentidos da anistia no Brasil”, disponível online em http://www.lume.ufrgs.br/bitstream/handle/10183/27498/000764739.pdf?sequence=1 6 Os nomes dos conselheiros e dos assessores com quem realizei entrevistas foram alterados, à exceção do presidente da Comissão. Nas referências aos conselheiros que não foram entrevistas, os nomes verdadeiros foram mantidos. 62 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... vultuosas7. Criada em 2001, até então a Comissão de Anistia dedicava-se à apreciação dos requerimentos de reparação econômica por perseguição política baseados na Lei 10559. Com a nomeação de Paulo, quarto8 presidente desde que o órgão entrou em funcionamento, a equipe da Comissão é alterada – há a nomeação de novos conselheiros e de assessores em cargos de confiança para o desenvolvimento de projetos específicos na área de educação em direitos humanos e de memória e patrimônio cultural. Nesse cenário, opera-se uma espécie de refundação da Comissão, vinculada aos sujeitos que passam a integrar o órgão, visto que a pauta e a atuação do órgão são profundamente alteradas. Neste contexto, surgem as Caravanas da Anistia, sessões itinerantes de apreciação dos requerimentos em diferentes cidades do país realizadas preferencialmente em universidades e entidades identificadas de alguma forma com a luta contra a ditadura. Além das Caravanas, audiências públicas, promoção de seminários e participação em eventos acadêmicos, os conselheiros da Comissão dedicam-se a teorizar sobre as questões relativas à reparação de violações de direitos humanos, isto é, para além da aplicação da lei, inicia-se um processo de atualização daquela prática jurídica estatal e de produção bibliográfica, que é lida agora a partir de uma gramática internacional dos direitos humanos. Assim, o conceito de anistia política, que possui um significado particular na história brasileira9, é articulado junto com o de justiça de transição10, numa inserção do primeiro em uma doutrina internacional. 7 SEQUEIRA, Cláudio e VALENTE, Rubens. Comissão aprovou R$2,9 bi de indenização a anistiados. Folha de São Paulo, São Paulo, p. A4, 12 de abril de 2008. 8 Os anteriores foram: Petrônio Calmon Filho, José Alves Paulino, Marcello Lavenère Machado. Paulo Abrão Pires Júnior assume o cargo em abril/2007. 9 Como referido anteriormente, a anistia política estabelecida pela Lei 6.683 de 1979 tornou inimputáveis os crimes políticos estabelecidos pela ditadura militar e seu resultado imediato foi o retorno ao Brasil de milhares de exilados. A aprovação da lei foi antecedida por amplas mobilizações populares. Destes, destacam-se o Movimento Feminino pela Anistia e os Comitê Brasileiro pela Anistia, sobre os quais indica-se a leitura dos trabalhos de Grecco (2003) e Rodeghero, Dienstann e Trindade (2011). O importante de ressaltar neste ponto é a historicidade deste termo no contexto político brasileiro que, para além do instituto jurídico que representa, ganha diferentes sentidos ao longo o tempo. Sob este ponto de vista, a anistia de 1979, ainda que tenha sido imediatamente depois de sua aprovação lida também como uma anistia aos torturadores e agentes do regime militar, representou uma primeira mobilização de massas contra a ditadura e, por isso, aglutinou entre seus defensores representantes de distintos setores, de diferentes matizes ideológicas, mas unidos pela mobilização em torno da redemocratização do país. 10 Como explica Glenda Mezarobba: “[...] a justiça de transição inclui processos judiciais contra acusados de violações de direitos humanos, que podem ocorrer na esfera doméstica, internacional ou mesmo desenvolver-se de forma híbrida; a revelação da verdade; a adoção de medidas de reparação (não apenas financeiras); as reformas institucionais (que vão de expurgos no aparato estatal a transformações em instituições como o Judiciário);a promoção de reconciliação entre as principais partes envolvidas no conflito e a preservação da memória do período, por intermédio da instalação, por exemplo, de museus e monumentos” (Mezarobba, 2007: 18-19). VIRAJES 63 João Baptista Alvares Rosito É possível observar, então, a articulação de três categorias políticas e jurídicas na concepção e implementação desta política reparatória no Brasil que ora se analisa –a anistia política, a reparação e a justiça de transição–, forjadas desde as mobilizações pelo fim da ditadura, nos anos 70, até o presente, cada qual, para além de sentidos jurídicos petrificados em doutrinas, ganhando sentido na ação e contextos históricos em que são evocados. Assim, se a anistia política de 1979 significou o retorno dos exilados ao país e propiciou a reorganização partidária, ainda que executada nos moldes dos projetos da ditadura (Grecco, 2003; Mezarobba, 2006), e se as legislações reparatórias que asseguraram a reparação econômica pelas violência protagonizadas pelo Estado colocaram o Brasil entre os Estados com uma agenda política consolidada de Direitos Humanos (Mezarobba, 2007), é a partir da internacionalização do debate, lançando mão de saberes especializados da doutrina do Direito Internacional, e mesmo no cotejamento de outras experiências latino-americanas, que o Brasil se volta para um debate acerca da elucidação dos crimes e da responsabilização dos torturadores, inaugurando, pois, uma nova etapa de tal processo. Aqui, o que quero pontuar é que determinados conhecimentos são trazidos para a interpretação das questões da anistia política e reparação econômica no Brasil. Assim, ao mesmo tempo em que se desenvolvem projetos na área da educação em direitos humanos, a entrada de professores universitários e militantes de defesa dos direitos humanos11, com inserção no campo do direito internacional, acabam redefinindo a política da Comissão. De uma gestão pautada para dar um contorno educativo ao órgão pelo ministro da Justiça, a Comissão de Anistia, no desenvolvimento desses projetos, coloca em cena novos saberes e articula outras pautas políticas, passando a ser um lócus de formulação de reivindicação, mobilização e 11 Importante destacar que o termo “direitos humanos” é tomado, pelos entrevistados e pelos discursos que informam sobre a política reparatória, de duas maneiras. De um lado, a concepção de “violação de direitos humanos” é acionada como sinônimo e, em certo sentido, em substituição a, de “perseguição política” e “tortura”. De outra parte, quando acionado para referir-se à militância dos próprios integrantes da Comissão de Anistia, o termo “direitos humanos” e especialmente “militância em direitos humanos” designa uma pauta e uma série de atuações políticas que dialogam uma pauta política tradicionalmente atribuída aos movimentos de esquerda, como o movimento estudantil, a defesa de reforma agrária, a defesa das populações pobres, etc. Em termos mais gerais, o termo “defesa dos direitos humanos” adere-se aos movimentos pelos direitos dos presos comuns e de denúncia da situação do sistema carcerário. Paulatinamente, seu sentido alarga-se para abranger outros direitos, especialmente aqueles classicamente entendidos como “direitos fundamentais”, que versam sobre direitos políticos, civis, individuais e, mais recentemente, direitos sociais. Por isso, em algumas passagens, os entrevistados afirmam, em alusão a si próprios e aos seus pares, serem engajados na “defesa dos direitos humanos”, ao mesmo tempo em que declaram nunca antes terem integrado um coletivo cuja militância tivesse como pauta a repressão da ditadura militar. Neste sentido, o contexto e os sentidos diferem-se radicalmente da realidade argentina, na qual “direitos humanos” tem um sentido bastante preciso e vinculado à questão dos desaparecidos políticos. 64 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... articulação em torno de projetos políticos que envolvem diferentes sujeitos. Desse modo, a Comissão torna-se uma das protagonistas na discussão acerca da responsabilização dos torturadores e, por outro lado, empreende uma reconfiguração da concepção de anistia política no Brasil, conectada a outras experiências internacionais. Dispostos a alinhar aos procedimentos burocráticos da aplicação da legislação outros sentidos – tanto porque acreditam que o dinheiro não cumpriria a finalidade de reparação, quanto como forma de exaltar a trajetória política de ex-perseguidos políticos –, os conselheiros da Comissão de Anistia passam a formular um pedido de desculpas por parte do Estado brasileiro pelas perseguições políticas perpetradas nos anos da ditadura. O objetivo do “pedido de desculpas oficiais do Estado”, segundo os conselheiros entrevistados, é agregar “valor simbólico” à estrita aplicação da lei que vinha até então sendo feita. A dialética de sentido contida no conceito da anistia política no Brasil é abordada em trabalhos que enfatizaram os processos sociais e políticos nos quais os termos da anistia brasileira de 1979 e seus desdobramentos foram tecidos (Greco, 2003; Mezarobba, 2006; Teles, 2007; Rodeghero, 2011). Ao agregar à condição de anistiado político um “pedido oficial de perdão do Estado brasileiro frente ao ex-perseguido político pelas violências cometidas”, constrói-se um novo conceito de anistia, inédito no Brasil, já que, até então, a ideia era circunscrita às questões de punibilidade dos crimes e reparação de perdas. Essa ressignificação é, inclusive, narrada pelos integrantes como a “disputa pelo instituto da anistia política”. A atualização do conceito de anistia política, articulado com a noção de justiça de transição, e a formulação de um pedido de desculpas em nome do Estado pelas violências às vítimas de perseguição política estão diretamente relacionados com os conselheiros que passam a integrar o órgão a partir de 2007. Dito de outra forma, as concepções que são tecidas no espaço da Comissão de Anistia e a ressignificação do conceito de anistia política são, na realidade, fruto de determinadas concepções de mundo e de posicionamento político dos sujeitos que implementam tal política reparatória. Neste ponto, proponho um olhar para o Estado que reconhece a abstração deste conceito, as descontinuidades e as disputadas travadas em seu interior, e, por isso, uma perspectiva de estudo voltada aos sujeitos que operam os aparatos estatais e, dentro deste cenário, disputam concepções e práticas jurídicas e políticas. É por isso que faz sentido diante da formulação “o Estado pede perdão”, ter como pergunta central de pesquisa “quem pede perdão?”. VIRAJES 65 João Baptista Alvares Rosito Quem pede perdão? A reconfiguração da política reparatória brasileira por perseguição política, a partir de 2007, pode ser sintetizada pela formulação de um pedido oficial de desculpas do Estado brasileiro frente ao ex-perseguido político. A partir de então, a anistia política é entendida pelos sujeitos que operam a lei 10559 – e praticada – como a formulação de um pedido de desculpas do Estado pelas violências cometidas às vítimas da perseguição política. Reconhecendo que o Estado não se trata de uma entidade monolítica e homogênea e interessado nos agentes que compõem este Estado – e que nele disputam –, busco analisar as narrativas dos integrantes da Comissão de Anistia acerca de suas trajetórias de vida, sobre como chegaram à Comissão de Anistia e qual o impacto em suas vidas do trabalho que realizam no órgão. Aqui, o objetivo é identificar os circuitos em que transitam e que os conduzem até a Comissão, atentando para as experiências anteriores que tiveram política, pessoal e profissionalmente, bem como para as possíveis novas inserções e atividades que decorrem do trabalho na Comissão. Trata-se, assim, também, de entender a partir de quais saberes formulam determinada concepção de anistia política, buscando estabelecer relações entre os diferentes conhecimentos que dispõem e que vão acumulando ao longo do tempo. Assim, busco identificar os capitais desses agentes e os projetos que eles desenvolvem ao longo de suas trajetórias, bem como identificar os espaços sociais e políticos em que estiveram e que passam a ocupar a partir da Comissão de Anistia. Professores e intelectuais orgânicos Ainda que a composição do conselho da Comissão contenha integrantes de outras faixas etárias – entre 40 e 60 anos, isto é, fora do que se poderia enquadrar na categoria “jovem” – e com trajetórias diversas das aqui apresentadas, realizei entrevistas com os integrantes que considero fundamentais no redirecionamento da pauta política da Comissão e, segundo identifiquei, com perfis e experiências bastante similares, que podem ser tomados como protagonistas das políticas implementadas na Comissão a partir de 2007. Note-se também que, no período de realização da pesquisa, quase a totalidade dos conselheiros havia ingressado na Comissão após 2007, por nomeação de Paulo Abrão. Estão aqui analisados os depoimentos de conselheiros e de assessores ligados diretamente à concepção e execução das Caravanas da Anistia. São pessoas que se enquadram no perfil descrito 66 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... pelo presidente da Comissão, de onde pode-se afirmar que existe um “perfil ideal” para integrar o órgão: Então era necessário que se forjasse um conselho que estivesse formado por pessoas que acreditavam nessas causas: na necessidade de educar o povo para os direitos humanos, na necessidade de se promover reparações em uma dimensão que não fosse meramente econômica, na necessidade da preservação da memória histórica. Na própria concepção de mundo que valoriza o direito de resistência enquanto um ato legítimo do cidadão diante de um regime opressor. Não vou trazer aqui pra anistiar pessoas que foram resistentes pessoas que acham que o ato do resistente é um ato que não é um ato legítimo e válido, política e socialmente dizendo. Então, ai eu alcancei esse perfil de pessoas mais jovens, professores, acadêmicos ou militantes de direitos humanos pra poder tocar a tarefa. (Paulo) Na descrição do presidente, a composição do conselho deveria buscar pessoas com uma determinada visão de mundo, alinhada à crítica à ditadura e com um manejo de concepções de direitos humanos. Ao utilizar o termo “acreditar em causas”, Paulo indica um perfil militante e engajado, que ultrapassa a questão meramente da técnica jurídica – embora o saber especializado seja valorizado –, indicando uma ideia de adesão e mesmo de disposição para empreender “lutas”, conceito tão caro ao universo dos militantes políticos. Tal entendimento é compartilhado por Henrique12, conselheiro da Comissão, ao descrever o perfil desejado aos membros do conselho – segundo ele analisa, o objetivo da gestão iniciada em 2007 era que “[...] professores e intelectuais orgânicos estivessem também ali integrando para poder dar uma qualificada nessa questão mais conceitual mesmo da Comissão”. A fala dele, respondendo à pergunta sobre como chegara à Comissão, exprime as categorias nas quais ele mesmo se autoidentifica: “professor e intelectual orgânico”. A descrição de Paulo e de Henrique, ao caracterizarem quem seriam os conselheiros “ideais” para as políticas que deveriam ser implementadas na Comissão remetem a uma série de atributos, que mesclam tanto conhecimentos especializados, um conjunto de crenças e um perfil político de adesão a uma causa, mas, principalmente, a disposição de “educar o povo para os direitos humanos”. São descritos a partir de características que se relacionam com os atos de “resistir”, “insurgir-se”. Henrique, 41 anos, é graduado, mestre e doutor em Direito. É professor universitário e ingressou na Comissão como conselheiro em maio de 2007. Atualmente, integra um grupo de pesquisa sobre Justiça de Transição e Direito à Verdade e à Memória. Participou, quando era estudante de graduação, de projetos de assessoria jurídica popular. 12 VIRAJES 67 João Baptista Alvares Rosito A mesma descrição utilizada por Paulo e Henrique para descrever o perfil ideal de conselheiros pode ser observada nos assessores responsáveis pelos principais projetos da gestão, as Caravanas da Anistia e o Memorial da Anistia Política no Brasil. A descrição é bastante semelhante e, dessa vez, a vinculação ao universo acadêmico é enfatizada: No setor de análise (dos requerimentos de reparação econômica), ele (o processo) cai na mão de pessoas que são formadas em Direito, que são em grande parte pessoas bem jovens, que acabaram de se formar ou se formaram há pouco tempo, mas que tem também uma vinculação com a questão dos direitos humanos. E o contato que se tem com esse pessoal vem muito dos conselheiros e conselheiras e membros da Comissão que têm um pé muito forte no universo acadêmico e que conhecem alunos, bolsistas de iniciação cientifica, alunos que participam de projeto de extensão, que atuam nessa questão e são talhados pro tema. (Henrique) Além de pessoas com quem Paulo manteve contato pessoal direto na militância estudantil nos anos 90 ou na docência, outros conselheiros são convidados pelo perfil militante e de identificação com a biografia daqueles que se insurgiram contra a ditadura, alguns deles que já estavam na Comissão antes da nova gestão. Aqui, quero frisar que não se trata apenas de pessoas que mantiveram relações políticas e pessoais diretas com a nova gestão, mas de um conjunto de atributos que compõem um perfil desejado. São por indicações de outras pessoas que chegam à Comissão, na primeira nomeação de novos conselheiros, em maio de 2007, pessoas como Luciana Garcia13, advogada que trabalha em uma organização não-governamental com atuação internacional em direitos humanos; Jovelino Strozacke, advogado, integrante do MST14 e descrito como “o primeiro sem terra doutor”. E é por esse perfil que outros conselheiros que já participavam da Comissão permanecem, como Sueli Bellato, religiosa, advogada, em cuja biografia estão trabalhos desenvolvidos junto à Central Única dos Trabalhadores, nos anos 80, e a atuação como assistente de acusação, ao lado de Márcio Thomaz Basto15, no julgamento dos assassinos do líder seringueiro Chico Mendes, assassinado em 1989 em Xapuri, no Pará. Sueli passa a exercer o cargo de vice-presidente da Comissão em 2007. 13 Nessas referências aos conselheiros, mantenho o nome verdadeiro, já que não se tratam de entrevistados. 14 Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra, um dos maiores movimentos sociais em torno da questão agrágria, surgido no Brasil nos anos 80 e com intensa atuação e visibilidade política ao longo dos anos 90, por meio de intervenções públicas com cortes de estradas e ocupações de latifúndios e realização de marchas. 15 Advogado criminalista. Foi ministro da Justiça durante o primeiro mandato de Luiz Inácio Lula da Silva na presidência da República (2003-2006). 68 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... Assim, é possível, pois, identificar um capital militante16 específico que será fundamental para a elaboração dos projetos dentro da Comissão de Anistia, bem como na seleção dos circuitos em que vão buscar apoio na sociedade. Como asseveram Matonti e Poupeau (2004), capital militante é um conceito que remete a determinados saberes, dos quais resultam mobilizações, lutas travadas dentro de determinadas organizações, ou entre organizações, mas principalmente capacidades passíveis de serem manejadas em diferentes ambientes, que propiciam “reconversões”. Uma determinada “visão de mundo”, unido a “saberes especializados” levam esses “militantes” que acreditam na “educação do povo”, “professores” e “intelectuais orgânicos” a integrar a Comissão de Anistia. Estas “reconversões” podem ser entendidas como trânsitos entre diferentes espaços de atuação política. Assim, seria uma mobilidade capaz de gerar “itinerários de militância”, percursos que levam de posições a outras dentro de um determinado campo. Entre os conselheiros entrevistados, por exemplo, uma participa do Conselho Penitenciário do estado em que mora, função que passou a desenvolver após concluir o mestrado, e já participou de atividades em um organismo de defesa “do acesso à Justiça”; a chegada dela à Comissão de Anistia deveu-se a “essas redes que vão se formando”, conforme me explicou. Outra conselheira, professora universitária, conciliou as atividades docentes, o trabalho na Comissão de Anistia e o cargo de procuradora-geral de um município na Região Metropolitana de Porto Alegre durante o ano de 2009. Dois dos assessores entrevistados saíram da Comissão – um assumiu o cargo de secretário-adjunto de Segurança e Direitos Humanos em um município do Rio Grande do Sul, enquanto que o outro passou a trabalhar em um programa nacional do Ministério da Justiça. Sonhos irmãos em sonhos e em utopias Dos nove integrantes da Comissão de Anistia que entrevistei, seis descreveram algum tipo de engajamento político na época de estudantes universitários, ainda que com a ressalva, explicita no caso de um deles, de que não se tratava da “militância tradicional”, mas sim de atividades “extensionistas de assessoria jurídica popular”, de um movimento Tomo como “capital militante” o conceito de Matonti e Poupeau: “Le capital militante se distinguerait donc du capital politique qui est, por une bonne part, um capital de function né de l´autorité reconnue par la groupe et à ce titre ‘instable’: incorpore sous forme de techniques, de disposition à agir, intervenir, ou tout simplesment obéir, il recouvre um ensemble de savoirs et de savoir-faire mobilisables lors de actions collectives, des luttes inter ou intra-partisanes, mais aussi exportables, convertibles dans d´autres univers, et aussi susceptibles de faciliter certaines ‘reconversiones’” (Matonti e Poupeau, 2004: 8). 16 VIRAJES 69 João Baptista Alvares Rosito estudantil de “novo tipo”, vinculado a outras atividades acadêmicas, como a participação em grupos de pesquisa na área do Direito. Do total de entrevistados, apenas uma afirmou ser filiada a algum partido – o Partido dos Trabalhadores –, mas o vínculo partidário foi descrito como secundário diante da militância realizada junto a movimentos sociais. Ainda assim, três deles ressaltaram a proximidade ideológica com o PT17, mas frisaram que não se tratava de uma militância institucionalizada. A universidade aparece como lócus central da atividade política desses agentes, espaço ao mesmo tempo de formação e de encontros com outros militantes, de organização e planejamento de atividades. Seja no caso do movimento estudantil de reivindicação de melhores condições de ensino, seja no caso da participação das assessorias jurídicas populares de que falam. Neste último caso, a militância tem na universidade a fonte de um saber especializado, que será colocado em prática na “defesa dos movimentos sociais”. A centralidade da universidade na vida desses entrevistados não está apenas no fato de que militaram em algum momento no movimento estudantil, ou de que participaram de programas de extensão. São pessoas que desenvolvem suas carreiras a partir de uma estreita ligação com o campo universitário, seja no permanente vínculo como alunos de cursos de pósgraduação, o que gerará um alto nível de instrução e cuja decorrência será, em muitos casos, o exercício da docência de ensino superior. Dos cinco18 conselheiros que entrevistei, quatro são professores universitários – três são doutores em Direito e uma cursava doutorado na época da entrevista. Dos quatro assessores entrevistados, um já era mestre também em Direito, uma cursava mestrado e duas eram alunas de cursos de especialização na época em que as entrevistas foram realizadas. Dos 24 conselheiros, pelo menos nove lecionam em faculdades de Direito. A universidade é, portanto, o local privilegiado de encontros e formação de grupos alinhados política e teoricamente. Foi a partir de um encontro no universo acadêmico – no caso, com um aluno –, que Paulo chegaria à Comissão de Anistia. Segundo ele, foi através de sua atividade docente que seu nome foi indicado ao ministro da Justiça para desenvolver projetos na área jurídica da pasta do governo federal. A ida para o ministério, então, é narrada por Paulo como uma decorrência de seu perfil de acadêmico e não de uma atuação partidária – o que mostra a possibilidade de “reconversões” do capital militante. Também foi na universidade que ele conheceu Júlia19, na década Partido dos Trabalhadores. Aqui incluo na soma a entrevista realizada com o presidente da Comissão, pois ele também desempenha a função de conselheiro e participação das sessões de apreciação dos requerimentos. 19 Júlia, 31 anos, é graduada, mestre e doutora em Direito. Integra a Comissão de Anistia como conse17 18 70 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... de 1990, época em que os dois eram alunos da graduação em Minas Gerais. Juntos, fundaram a Federação Nacional dos Estudantes de Direito (FENED)20 e militaram no “movimento estudantil de área”. Finalizado curso, mudaram-se para o Rio Grande do Sul, também por um objetivo acadêmico: a realização de um curso de mestrado. A ida para o Sul deveu-se à escolha por um programa de pós-graduação que tivesse uma “linha crítica do Direito”. Nos anos seguintes, exercendo a docência em Direito, Paulo e Júlia conheceriam Pedro, Gabriela, Sofia, Ana e André21 nas atividades acadêmicas de extensão e pesquisa, então alunos da universidade em que lecionavam, cujas militâncias dar-se-iam também no âmbito da universidade, mas desta vez a partir de projetos de extensão, como as assessoria jurídicas populares e grupos de estudo. Ângela22 e Laís23 – conselheiras da Comissão desde 2007 e 2008, respectivamente – viriam de outros contatos, ligados principalmente à área de defesa de direitos humanos. Henrique seria convidado a integrar a Comissão devido à atuação conjunta com Paulo também na docência em Direito e em atividades na Ordem dos Advogados do Brasil. Gabriela, 33 anos, é formada em Direito – a segunda graduação dela; antes, finalizou um curso na área das ciências da saúde. Atualmente, cursa mestrado também em Direito. Antes de ingressar na Comissão, em 2007, realizou pós-graduação na área de Direitos Humanos em Portugal. Foi convidada para desenvolver projetos educativos no órgão, dos quais resultou a realização das Caravanas. Como aluna de graduação, participou lheira desde maio de 2007. É professora universitária, militou no movimento estudantil nos anos 90 e participou da fundação da Federação Nacional dos Estudantes de Direito. 20 “A FENED foi fundada durante o XVII ENED (Encontro Nacional dos Estudantes de Direito), ocorrido em julho de 1996 na cidade de Niterói/RJ. [...] É a entidade que congrega e representa todos os estudantes de direito do país. Tem como objetivo organizar e representar os estudantes do curso de Direito, fazendo parte desta todo estudante regularmente matriculado nos cursos de Direito do país em faculdades credenciadas pelo MEC, onde existam entidades representativas associadas”. Texto disponível em http://www.fened.com.br [Acesso em 01/08/2010]. 21 Com idades entre 25 e 32 anos, os cinco integram a Comissão de Anistia como assessores. Aqui, utilizo o termo “assessor”, no lugar de descrever cada cargo específico, para designar o trabalho deles, que desempenham funções diferenciadas no órgão a partir de nomeação da presidência – Cargo de confiança. Quatro deles trabalham no Gabinete da Presidência, enquanto uma no setor de análise, atividade descrita como mais “técnica” do que “política”. São os “jovens recém-formados” em Direito e “talhados para os Direitos Humanos” a que Henrique faz referência no início do capítulo. Pedro, Gabriela, Sofia e Ana foram entrevistados; com André não realizei uma entrevista formal, gravada e transcrita, mas mantive uma interlocução freqüente com ele no período da pesquisa, seja nas observações participantes, seja por contato por email. 22 Ângela, 36 anos, é graduada em Direito. Possui mestrado e atualmente cursa doutorado. É professora universitária e integra a Comissão como conselheira desde 2008. Participa de projetos de extensão na universidade em que trabalha. 23 Laís, 56 anos, é graduada em Direito e Defensora Pública da União. Ingressou na Comissão em maio de 2007. Trabalhou como oficial de Justiça, escrivã e delegada da Polícia até assumir a vaga na Defensoria, no final da década de 80, função na qual dedica-se, principalmente, à defesa de soldados em processos da Justiça Militar. VIRAJES 71 João Baptista Alvares Rosito de projetos de assessoria jurídica popular, junto a colegas de faculdade, que também acabariam trabalhando na Comissão. Ela descreve da seguinte maneira sua trajetória de estudante e de engajamento político: A minha militância era vinculada aos movimentos sociais. Nesse meio tempo, eu me filio ao Partido dos Trabalhadores, mas não chego a fazer uma militância orgânica dentro do partido. É mais um espaço de inserção, de politização e tal, de contatos, mas a minha militância mesmo foi dentro dos movimentos sociais. Durante o tempo em que eu fui estudante de Direito, eu atuei muito dentro da RENAP (Rede de Advogados e Advogadas Populares), comecei a me tornar articuladora da rede [...] e trabalhei muito de perto com o MST. (Gabriela) Um dos colegas de faculdade e de atuação em projetos de assessoria jurídica popular é Pedro, 27 anos. Terminado a graduação em Direito, ingressou no curso de mestrado, em uma universidade cujo programa de pós-graduação na área é reconhecimento por uma abordagem progressista das ciências jurídicas, com ênfase no pluralismo jurídico. Após terminar as disciplinas do curso, ingressou na Comissão, em 2008, trabalhando no projeto do Memorial da Anistia Política no Brasil. Enquanto esteve no órgão, ainda desenvolvia sua pesquisa de pós-graduação. Ao descrever seu engajamento estabelece um divisor entre o que seriam “os movimentos sociais tradicionais” e os “de novo tipo”, inserindo-se nos segundo. Além disso, ele enfatiza a vinculação a grupos de pesquisa e demais atividades acadêmicas, de onde, mais uma vez, reforça-se a importância da experiência universitária e dos saberes especializados. Meu envolvimento com os movimentos sociais não se deu pela via tradicional, que são os sindicatos e partidos, mas pelos chamados novos movimentos sociais, sobretudo no âmbito da universidade. Também não no movimento estudantil tradicional, mas pelo que a gente também pode considerar de também um movimento estudantil, que é a Assessoria Jurídica Popular. Que é na realidade um trabalho de educação em direitos humanos, educação popular em direitos humanos, de assessoria a comunidades pobres e de empoderamento comunitário, popular. E tinha uma militância que era mais acadêmica, no âmbito da pesquisa e das atividades internas da universidade, os grupos de pesquisa. (Pedro) Gabriela e Pedro participavam do projeto de assessoria jurídica popular, enquanto estudantes de Direito, em que também estavam envolvidos Sofia, 26 anos, e André, 25. Ana, 27, foi contemporânea a eles na faculdade, mas dedicava-se a grupos estritamente de pesquisa. Sobre o 72 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... fato de todos trabalharem na Comissão, Pedro analisa da seguinte forma: “De fato, é um grupo que tem afinidade do ponto de vista afetivo e também o político. E muito provavelmente esse seja o fator de encontro naquele espaço também”. Os assessores que aqui mencionados e entrevistados graduaram-se em Direito entre 2000 e 2007 na mesma faculdade e foram alunos e/ou orientandos de professores que integram a Comissão de Anistia como conselheiros. Apesar de terem um vínculo direto com esses professores, outros assessores, com o mesmo perfil – de outros estados e universidades –, passaram a integrar a Comissão após 2007. Assim, ainda que para o caso acima descrito o vínculo pessoal e direto pareça ter sido relevante para os convites, em outros casos, “recém-formados” também chegaram à Comissão devido a percursos e militância similares, do que se infere que os entrevistados podem ser tomados como “integrantes ideais”, por deterem determinados atributos. Júlia descreve o trabalho na Comissão como o “reencontro de três gerações”: pessoas que ela conheceu nos anos de faculdade, nos anos 90; colegas nos cursos de pós-graduação e de docência e, por fim, alunos que teve a partir dos anos 2000. A descrição que faz das relações que mantêm com essas pessoas tem o “político” como categoria central. O mais importante é isso, eles [os reencontros] não estão acontecendo por laços pessoais que as pessoas têm, eles acontecem pelos laços políticos e ideológicos que as pessoas têm. E isso é muito importante. Então, a gente se reencontra em um espaço político, e esse reencontro só é possível pelas opções políticas que nós fizemos um dia. E que nós não deixamos de fazer ao longo das nossas trajetórias. E que nos levaram, então, a ter um grande projeto, que é a Comissão de Anistia. O sucesso da Comissão de Anistia, dessa gestão, para mim, está vinculado a isso. Ao reencontro de todas essas trajetórias, a transformar aquilo em um espaço de reconstrução histórico, num espaço de dignidade. [...] Porque esse é um laço, um comprometimento político que tem um início e que não tem fim, na verdade, é um caminho sem volta. O laço que você tem com as pessoas de militância ele é um laço de identidade tão profundo que ele não se abala por qualquer coisa. (Júlia) A ênfase que Júlia dá à categoria “político” mais do que atestar que é apenas a partir de militâncias e afinidades ideológicas que tais relações sustentam-se aponta uma superposição dos campos pessoal e profissional e por um conjunto de entendimentos – e aí sim a prevalência do “ideológico” e de “engajamento” – que organiza e nomeia as demais relações que estabelece. Remete ainda a um ideário do “militante ideal”, em que a “luta”, através do “sacrifício” e da “adesão total à causa”, são as características VIRAJES 73 João Baptista Alvares Rosito mais valorizadas, que devem prevalecer diante dos desejos pessoais e das relações íntimas, e mesmo nas quais se assentam sua legitimidade. Percebese, ainda, a ideia de uma escolha de vida – é “um comprometimento sem fim” e “um caminho que não tem volta”. Como se viu, os engajamentos aqui descritos dão-se de diferentes formas e em espaços distintos – como a universidade, junto a movimentos sociais e, agora, em esferas do Estado, desempenhadas, inclusive, em atividades profissionais –, de modo que a ideia daquele militante ideal de dedicação exclusiva à causa trata-se mais de projeção e identificação. Tem-se, aí, um conjunto de referenciais que servem para organizar, nesse conjunto de valores narrados, a experiência vivida. Gabriela – assim como Pedro, que falou dos “laços afetivos do grupo” – permite-se ser um pouco mais poética ao descrever as relações entre os integrantes da Comissão: “Eu me sinto muito em casa com a maior parte das pessoas que atuam na Comissão de Anistia. Somos irmãos em sonhos e em utopias lá dentro”. Em comum, as falas de Pedro, Júlia e Gabriela apontam para um “projeto político” compartilhado pelo “grupo”, pelos “irmãos”, por pessoas de “gerações” distintas, mas que “fizeram as mesmas escolhas”. Essa idéia de pertencimento a um coletivo que partilha idéias e “visões de mundo” também aparece na fala de Sofia: “O que me motivava era este viés esquerdista”. Ela pontua que, apesar de as relações pessoais terem sido relevantes nos convites para integrar a Comissão, outras pessoas foram somando-se ao grupo, por indicações que levavam em conta principalmente o perfil – que aqui chamo “capital militante” – e exemplifica citando o nome de colegas oriundos de assessorias jurídicas de outras regiões do país. Se a visão dela ajuda a evidenciar o sentimento de pertencimento a um grupo e a partilha de ideais, ela também reforça essa identidade coletiva a partir do contraste com o que chama de “carreiristas” do Ministério da Justiça e mesmo de “alienados”. Os “carreiristas e os alienados” são as pessoas que trabalham na Comissão sem partilhar a causa, que pensam apenas em “passar em um concurso” para ingressar na carreira pública, isto é, que não dão “conotação política” ao trabalho desempenhado e não vivenciam a experiência como parte de uma “luta”. Mesmo sendo entendida como um prolongamento da militância em outros espaços, a entrada em um órgão do Estado é narrada como um importante ponto de alteração na forma no tipo de participação política que realizavam até então. Ao mesmo tempo em que a ocupação de espaços oficiais – ministérios, órgãos governamentais – e a operação de uma política pública é descrita como a possibilidade de democratizar estes órgãos, nas palavras de Pedro, por outro lado a adesão à burocracia estatal foi vivenciada com certa hesitação, como declara Gabriela. 74 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... Sempre foi muito simbólico isso, estar no prédio do Ministério da Justiça, alunos do Direito, acabando de sair da universidade, trazendo e conectando pautas que eram pautas e agendas do movimento estudantil, sobretudo o corte dos direitos humanos, em instituições e espaços que sempre nos pareceram muito inacessíveis. E mais do que isso, que esses espaços pudessem, de alguma forma, ser popularizados, né? (Pedro) Eu tinha um certo preconceito em trabalhar para o governo federal, porque eu achava que tinha feito todo o meu curso de Direito voltado para a área da advocacia popular, a minha formação era essa, e eu queria militar só para os movimentos sociais. Mas aquele convite vindo de uma pessoa [...] que eu já conhecia [...], já tinha tido contato [...] na academia, me fez repensar esse préconceito de trabalhar para o governo. Aí eu decido passar por essa experiência. Digo “não, então vamos lá. Vamos mexer com política pública um pouquinho, vamos ver se dá certo dentro do Estado”. (Gabriela) Nota-se, portanto, que os espaços de militância nos movimentos sociais, em partidos políticos e a atuação na estrutura burocrático-estatal são categorizadas de formas diferentes pelos entrevistados. Ainda que frisem a distinção entre espaços de inserção, ora dizendo que a filiação ou a proximidade ideológica com um partido não implicava uma “militância orgânica” ou dando mais relevância em suas narrativas às experiências junto aos movimento social, a atuação nesses diferentes espaços – partido, governo, movimento social, universidade – demonstram o grau de intersecção e a possibilidade real de circulação entre esses agentes políticos. Se são as “escolhas políticas” e as afinidades manifestadas ao longo desse “caminho sem volta” que é a militância e experienciadas em outros espaços como a universidade, a advocacia popular, que conferem uma identificação a estes integrantes, a ponto de a relação pessoal ser relativizada, o trabalho na Comissão implicará em dois processos: a adesão à causa da reparação aos ex-perseguidos políticos e a atualização de um ideário de esquerda a partir da gramáticas dos direitos humanos. E tais processos ocorrem, em parte, pelo estabelecimento de uma relação de “ancestralidade política” com os militantes dos anos 60 e 70. Antes de passar para o próximo tópico, em que analiso as concepções de ancestralidade política que os integrantes da Comissão de Anistia tecem em relação aos perseguidos durante a ditadura militar, sistematizo algumas informações sobre os entrevistados, destacando idade, formação e função na Comissão. VIRAJES 75 João Baptista Alvares Rosito NOME Paulo IDADE 34 Henrique 41 Ângela 36 Júlia 31 Laís 56 Gabriela Pedro André Sofia Ana 33 27 23 26 27 FORMAÇÃO / PROFISSÃO1 Doutor em Direito – professor universitário Doutor em Direito – professor universitário Doutoranda em Direito – professora universitária Doutora em Direito – professora universitária Graduada em Direito – funcionária pública Mestranda em Direito Mestre em Direito Mestrando em Direito Mestranda em Direito Aluna de Especialização FUNÇÃO Presidente Conselheiro Conselheira Conselheira Conselheira Assessora Assessor Assessor Assessora Assessor Aqui, pode-se perceber que os trânsitos decorrentes dos capitais militantes que possibilitam as reconversões, isto é, que autorizam e credenciam esses sujeitos a ocupar espaços diferentes dos anteriores, operam em sentidos diversos para estes integrantes da Comissão. A entrada na Comissão para os conselheiros significa a participação em uma política de Estado, que é significada por eles como uma militância, mas que também terá impactos distintivos em suas carreiras profissionais. Para os assessores, este grupo de “recém-formados”, o ingresso na Comissão representa o primeiro emprego, que se configura como resultado da atuação que tiveram na universidade e dos contatos que lá travaram com seus professores. A cabeça pensa onde os pés pisam Nenhum dos entrevistados relatou uma experiência pessoal com a temática da ditadura militar anterior ao trabalho na Comissão de Anistia, seja através de contatos com ex-perseguidos políticas, ou por envolvimento de algum parente com os aparelhos repressivos do Estado. Laís, a única cuja idade permitiria ter vivenciado um contato direto com o contexto político da época, diz que viveu o período, mas “não sabia o que estava acontecendo”. Assim, a Comissão de Anistia é descrita por todos como o espaço em que, a partir do contato com os requerimentos por reparação por perseguição política, conselheiros e assessores aprofundam os conhecimentos acerca do período histórico e dos mecanismos de violência do Estado entre os anos 76 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... 1964 e 1985. O trabalho no órgão é vivenciado também como uma adesão à causa, que terá fortes impactos nas atuações profissionais de cada um deles fora da Comissão. Os relatos de Gabriela e de Paulo, presidente da Comissão, sintetizam: Eu venho de uma família de pessoas militantes, de esquerda. Meu padrasto é filiado ao PC do B, minha mãe militou também no PC do B, mas não é filiada. Eu tenho uma família politizada, mas sem nenhum envolvimento diretamente com a temática da ditadura militar. A paixão pelo tema surgiu trabalhando dentro da Comissão de Anistia. [...] O Frei Beto tem uma frase que eu acho excepcional, é meu lema de militância e dentro da Comissão de Anistia é isso também: ‘A cabeça pensa onde os pés pisam’. Então, eu acho que a nossa cabeça também começou a pensar diferentemente, começou a olhar para a história do país de forma diferente, quando a gente começou a entrar literalmente nela. A gente passou a pisar dentro dela e a se envolver emocionalmente com ela. (Gabriela) Aqui dentro da Comissão de Anistia que eu vou conhecer a fundo, já sendo presidente, os temas do direito a reparação, do direito à justiça, da justiça de transição, do direito à memória, do direito à verdade. [...] Então, a Comissão da Anistia é um espaço de conhecimento da historia extraordinário e acho que talvez as transformações que ela promoveu pra mim, eu quis que o restante da sociedade também tivesse. Então, as Caravanas foram um pouco isso. [...] Então, tudo isso foi se forjando enquanto uma formação com o tema, mas eu lhe digo de um modo muito franco que uma coisa é você se apropriar teoricamente de uma pauta, outra coisa é você transformá-la numa ação política e querer evidentemente se transformar enquanto um agente dessa ação política. (Paulo) O trabalho realizado na Comissão de Anistia é descrito por conselheiros e assessores como uma experiência impactante em suas vidas, capaz de propiciar-lhes novos entendimentos do mundo e novas orientações em suas atividades profissionais. Júlia conta que a partir do relato das torturas e das violências dos órgãos de repressão do regime militar teve uma “indignação moral”. Henrique narra uma sensação de tornar-se ao mesmo tempo “testemunha” e “responsável” pelas violências que a cada processo lido tomava conhecimento. Nos dois casos, são sensações sentidas no campo subjetivo, com fortes implicações éticas e morais, que balizarão a atividade profissional de ambos. Assim, se estes dois conselheiros chegam à Comissão de Anistia por conta de seu capital militante e de seus conhecimentos especializados, forjados nos ambientes universitários, a experiência de trabalho no órgão será determinante, segundo seus relatos, em suas atividades profissionais. VIRAJES 77 João Baptista Alvares Rosito Eu fui me dando conta de algumas coisas que eu não teria me dado conta sem a Comissão. [...] Eu fui me dando conta do quanto nós não tínhamos feito a ruptura dentro do Direito mesmo. O Direito brasileiro não fez a ruptura da ditadura militar, o Judiciário brasileiro foi conivente, e essa conivência demonstrada nos processos me ajudou a construir uma indignação moral tal que eu passei a entrar em sala de aula, em todos esses momentos, a partir de 2007, levando essa indignação moral junto comigo. [...]. É como se cada vez que eu entrasse em sala de aula, eu soubesse que eu tenho um papel muito importante de mostrar para aqueles jovens, que provavelmente seus pais não vão contar para eles o que aconteceu [...] e que eu tenho um papel importante ali, de sempre que eu puder explicar para eles o que foi. E dar relatos inclusive sobre torturas, assim. (Júlia) É uma coisa que muda a nossa perspectiva de vida mesmo. Porque quando você ouve alguém testemunhar alguma coisa como essa [a violência sofrida], e uma coisa que é tão velada na nossa sociedade hoje em dia, [...] você passa a ser testemunha também. Você deixa de ser um expectador, você se sente um responsável. Não por ter feito as barbaridades que a gente está conhecendo, mas por fazer parte de uma sociedade que permitiu que isso acontecesse e que continua negando que isso tenha acontecido e continua negando que isso continue acontecendo. (Henrique) A experiência na Comissão de Anistia, assim, é vivenciada como algo transformador, seja do ponto de vista pessoal, ou profissional, reorientando práticas e criando novos “compromissos”, no caso, de acordo com Júlia, o de transmitir as informações a que ela tem acesso aos alunos. Para profissionais do Direito, que têm na legislação e nas relações sociais a matéria-prima de seu trabalho, “justiça”, “direito”, “lei”, “democracia” são organizadores das representações que fazem do mundo e, mais do que isso, são categorias a partir da qual orientam a sua prática. Sem necessariamente romper de forma definitiva com essas referenciais, o contato com os requerimentos por reparação que, obrigatoriamente contêm descrições de violências sofridas, geralmente de torturas, propicia novos entendimentos dessas categorias – são preenchidas, pois, com novos significados. O uso do termo “testemunha” por Henrique sugere um deslocamento do papel esperado dos envolvidos no ato de julgar: se como conselheiro, a ele caberia a posição de magistrado, ao entender-se, primeiro como “testemunha” e, em seguida, agregar a figura de “responsável”, evidencia-se um sentimento de profunda transformação interna que o contato com as narrativas acerca da ditadura causa-lhe. Assim, pode-se pensar em um tipo de escuta da violência que, motivando algum tipo de identificação ou solidariedade, acarreta também uma mudança no sentimento de pertencimento e posição naquela configuração. 78 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... Entre companheiros A relação com a ditadura para esses atores “mais jovens” que integram a Comissão de Anistia a partir de 2007 se dá exatamente por uma identificação com o campo político em que atuaram os que foram perseguidos pela ditadura militar. São trajetórias que os inspiram esses militantes, cuja opção política é localizada no chamado “campo da esquerda”, mas que contemporaneamente é descrita como uma militância em defesa dos direitos humanos. Assim, essa identificação propicia o entendimento do trabalho na Comissão uma dupla continuação: por um lado, uma continuação da militância das pessoas que viveram o período ditatorial; por outro, trata-se da extensão da militância desses próprios agentes, cujas trajetórias, como foi demonstrado, está ligada a atividades políticas dentro de movimentos sociais e nos ambientes universitários. O senso de pertencimento não se dá apenas, então, entre o grupo de trabalho que compartilha o espaço do Ministério da Justiça e que já esteve reunido em outros ambientes dado aos percursos políticos. Mais que isso – e talvez por isso a força da “adesão à causa” –, os entrevistados manifestam uma identificação com as opções políticas de alguns ex-perseguidos políticos. O tom genérico com que são referidos, na maioria das vezes, sugere que se trata de um perfil de militante tido como ideal e idealizado. Sofia conta que ao analisar os requerimentos por reparação encontrava a história de “companheiros”. Perguntada se analisara o processo de alguém com quem militara diretamente, a resposta negativa vem sucedida de uma explicação. O termo “companheiro” é utilizado para designar a afinidade ideológica, de visão de mundo, de perspectiva política: “O peso que essa palavra tem para a esquerda, sabe?”, complementa. É um momento meio mágico para a gente que ainda acredita num outro mundo possível. Porque aí tu vês que as pessoas que de fato militaram por outro mundo possível, algumas morreram, mas outras estão ali e continuam dando sua contribuição, continuam acreditando. [...] Tem uma música que sempre me remete à Comissão de Anistia, que é aquela “Sonhos não Envelhecem”. É uma coisa que me remete à Comissão de Anistia. (Sofia) Pode-se dizer que estabelecem com os militantes das décadas de 60 e 70 uma relação de “ancestralidade política”. É por isso que Sofia chama os requerentes de “companheiros” e Gabriela afirma ter “orgulho” de poder conviver com pessoas que combateram a ditadura. VIRAJES 79 João Baptista Alvares Rosito Nós sofremos um preconceito geracional A afinidade política e a manifestada admiração que sentiam pelos que viveram os anos de repressão nos anos 60 e 70 não foram suficientes para que os novos integrantes da Comissão de Anistia fossem considerados oradores autorizados (Bourdieu, 2008) pela geração que vivenciou a ditadura. Ana conta que, no início da gestão, Paulo sofreu preconceito por “ser muito jovem”, e Henrique recorda mais de uma manifestação de expresos políticos e de integrantes dos movimentos de familiares de mortos e desaparecidos caracterizando a atuação da Comissão “uma disputa pelo protagonismo” no processo de efetivação das políticas reparatórias. A mesma situação é narrada também por Júlia. Nós sofremos de cara um preconceito, um preconceito geracional. Porque o fato de nós não termos vivido a ditadura era jogado na nossa cara como um fato que nos deslegitimava para fazer aquele trabalho. (Júlia) Ainda que causadora de tensão, a diferença de idade é analisada por Júlia como um aspecto positivo para a realização do julgamento dos processos de reparação previstos na Lei 10559. Segundo ela, o fato de não terem vivenciado a ditadura militar possibilita uma relação, ainda que emocional com o tema, mas não marcada de forma tão brutal pela violência da tortura. Há uma distância intergeracional no nosso trabalho que é muito importante para que ele aconteça. A nossa distância, o nosso distanciamento histórico, ele permitiu que a gente visse as coisas com um vínculo emocional diferente. Existe um vínculo emocional, mas ele é diferente do das pessoas que participaram daquilo. Então, esse papel que a gente conseguiu cumprir ele está muito vinculado ao fato de nós assumirmos essa luta como se ele fosse nossa, mas nós não vivemos as agruras da ditadura, nós não fomos torturados, nós não temos as seqüelas terríveis que as pessoas que viveram têm. E quando você vê um torturado, por exemplo, uma pessoa que diz que a reconciliação no país é impossível é muito compreensível. Quem foi torturado é muito compreensível que não queira reconciliação no país. Porque se eu tivesse sido torturada talvez eu também não quisesse. Então, esse distanciamento eu acho que ele é muito importante para o nosso trabalho. (Júlia) Dois aspectos destacam-se nesses relatos: o debate sobre a quem caberia julgar o passado e a incidência da violência sofrida na operação de uma política de Estado, representada pelo ideal da “reconciliação”. Quanto ao primeiro, “protagonismo”, “geração” e “vivência” são acionados agora 80 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 55-84 “Somos irmãos em sonhos e em utopias”: ancestralidade política... como forma de deslegitimar esses jovens advogados. Pois exatamente o senso de “protagonismo”, de “vivência” na militância e a ideia de uma comunidade que partilha ideais – “grupos”, “irmãos”, “geração” – que os levam a interpretar o trabalho na Comissão como uma extensão do engajamento deles e, ao mesmo, é tido como tributário e herdeiro da geração de militantes que viveu a ditadura militar. Se para os integrantes da Comissão a idéia de geração é acionada como unidade, apontando para o sentido de partilha, no plano simbólico, de uma mesma visão de vida, para os requerentes que questionam o trabalho deles a “vivência fática do período” é entendida como essencial para julgar os processos – logo, é um ponto de cisão, diferenciação e exclusividade. Considerações finais Como se depreende das entrevistas, a universidade é um espaço central na experiência de militância política desses integrantes da Comissão de Anistia. É a partir dela que eles mantêm contato com movimentos sociais, estabelecendo percursos de circulação a partir do manejo de saberes especializados e experiências de engajamento político que lhe conferem “capital militante”. Além disso, a mobilidade que experimentam entre a academia, movimentos sociais e instituições do governo demonstram a permeabilidade desses espaços e os circuitos por onde esses sujeitos transitam, muitas vezes prescindindo de uma vinculação partidária formal. Todavia, esses diferentes espaços, que se mostram complementares dada a própria mobilidade desses sujeitos, é narrado por eles, muitas vezes, como lócus antagônicos – por isso, o vínculo partidário “não é orgânico”, a atuação no governo é vista com alguma ressalva dada à trajetória vinculada aos movimentos sociais e, finalmente, quando se entra na estrutura burocráticoestatal sublinha-se o objetivo de “popularizar esses espaços”. Outro aspecto a destacar é o estabelecimento de uma “ancestralidade política” que liga a atuação desses jovens advogados, cujas experiências políticas dão-se na contemporaneidade, às trajetórias dos militantes políticos da década de 60. Todavia, o senso de pertencimento a um mesmo campo sentido por esses jovens não garante que a atuação deles diante da temática da ditadura dê-se com sem tensões, já que serão questionados quanto à sua legitimidade de julgar requerimentos que aludem a um período histórico que não vivenciaram. Aqui, evidencia-se a existência de diferentes “capitais militantes” vinculados necessariamente a uma questão etária: se, por um lado, a vinculação a movimentos de direitos humanos é um fator de escolha VIRAJES 81 João Baptista Alvares Rosito para ingressar na Comissão de Anistia, por outro, a diferença etária, que determina vivências políticas necessariamente distintas, é muitas vezes utilizadas para questionar a legitimidade desses agentes políticos frente à Comissão de Anistia. Referências bibliográficas ABÉLÈS, Marc. (1990). Anthropologie de l’État. Paris: Armand Colin Editeur. ________. (2001). Um ethnologue à l’Assemblée. Paris: Éditions Odile Jacob. AYDOS, Valéria. (2002). Vidas marcadas: experiências de tortura nas trajetórias de presos políticos no período da Ditadura Militar em Porto Alegre, Rio Grande do Sul. Dissertação de Mestrado, Antropologia Social. Porto Alegre: UFRGS. BENSA, A. e FASSIN, E. (2002). “Les sciences sociales face à l’événement”. In: Terrain, No. 38. 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La misma fue distinguida por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales con el premio a la investigación Saint-Simon en 2006 y financiada con una beca doctoral del Instituto de Investigacion y Desarrollo (IRD) **Doctora en sociología, (EHESS), post-doctorante en el marco del programa de la Agencia Nacional de Investigacion (ANR) PORQUE Pratiques d’organisation quotidiennes étudiées en milieux populaires en el Centro de Estudios e Investigaciones Sociologicas y Economicas de Lille CLERSE de la Universidad de Lille 1 e investigadora asociada al Centro de Estudios de Movimientos Sociales en el Instituto Marcel Mauss CEMS (EHESS-CNRS) Docente en la Especialidad « Recherche comparative sur le développement » de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales EHESS. VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... Resumen El artículo estudia organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre 2003 y 2007. A través de un trabajo de observación etnográfica y entrevistas semi-estructuradas, se analizan las actividades donde participan militantes, referentes y compañeros delimitando las características de cada una de ellas. La confrontación de dichas categorías permite situar la especificidad de cada una así como las dimensiones compartidas. Lejos de una polarización entre militantes comprometidos y miembros beneficiarios se observan distintos aprendizajes políticos y la aparición de “momentos militantes” a partir de la acción desarrollada en el barrio. Palabras clave: organizaciones sociales, desocupados, militancia, etnografía, Argentina. UNEMPLOYED WORKERS’ ORGANIZATIONS IN ARGENTINAFACING “MILITANT MOMENTS” BETWEEN 2003 AND 2007 Abstract This article studies unemployed workers’ organizations (MTDMovimiento de Trabajadores Desocupados) –Unemployed Workers Movement- in Argentina, between 2003 and 2007. By means of an ethnographic observation work and semi-structured interviews, activities in which militants, referents, and compañeros participate are analyzed delimiting the particular features of each category. The comparison of such categories allows locating each of their specificities as well as their shared dimensions. Away from a polarization between committed militants and beneficiary members, several political learnings and the appearance of “militant moments” can be observed from the action carried out in the neighborhood. Key words: social organizations, unemployed, militancy, ethnography. Argentina. VIRAJES 87 Pía V. Rius L Introducción as movilizaciones sociales pueden ser consideradas como fenómenos que forman parte de la vida ordinaria de las sociedades democráticas1. Conceptos como el de “actor colectivo” o “movimiento social” invitan a dejar de lado una visión negativa de la movilización de sectores populares2, visión que tendería a negar el carácter político, por ejemplo, al relacionar dicha movilización con la desestabilización institucional de “clases peligrosas” o considerándola como infra-política3. Sin embargo, estos conceptos agrupan fenómenos heterogéneos y vehiculan otros inconvenientes como la tendencia a la homogeneización y reificación de los colectivos estudiados. Estos parecen encarnar un único objetivo político o perspectiva ideológica por ejemplo a partir de la definición de un enemigo compartido. Para evitar esas tendencias, resulta pertinente mostrar los movimientos sociales desde un punto de vista interno que permita comprender los diversos modos de pertenencia albergados en esos colectivos. Un claro ejemplo de ello es el estudio de las relaciones entre militantes, compañeros y referentes que aparecen poco estudiadas en el seno del llamado movimiento piquetero4 surgido en Argentina durante los años 1990. Estas categorizaciones califican diferentemente a los miembros de ese colectivo. Aunque no se excluyen mutuamente, ya que la utilización de los términos compañero, militante o referente puede recaer sobre la misma persona, confrontar estas categorizaciones se presenta como una manera de comprender 1 Deseo agradecer a los dos evaluadores de la Revista por los comentarios realizados que me permitieron mejorar el artículo. La reflexiones que avanzamos aquí forman parte de un trabajo más amplio de investigación en el marco de la tesis doctoral realizada (Rius, 2010). 2 Los marcos conceptuales de la teorías de la acción colectiva, han sido reunidos y comparados en diversos trabajos que permiten constatar la definición de múltiples objetos de estudios: movimientos sociales, manifestaciones de multitudes o modelizaciones inspiradas de las teorías de juego: Fillieule (1993), Neveu (2002), Cefaï, (2007). Hernández et al. (2007), Jelin (2007), Rossi (2007), Cefaï (2007), Grimson y Pereyra (2010) subrayan además la necesidad de encontrar métodos pertinentes para el estudio de la acción colectiva contemporánea. 3 El término infra-político ha sido utilizado en Francia en referencia a los disturbios de 2005 en las periferias de las grandes ciudades francesas (Hériard Dubreuil, 2007) caracterizados por la quema de vehículos y distintos espacios institucionales. 4 Las organizaciones de desocupados reciben este nombre en referencia a los primeros cortes de ruta o piquetes realizados en 1996 en Neuquén, y posteriormente en Salta en distintos enclaves petroleros. Varios autores estudiaron estas movilizaciones (Scribano, 1999; Auyero, 2002; Klachko, 2002; Svampa & Pereira, 2003). Svampa y Pereyra (2003) establecen tres líneas principales en el surgimiento del llamado movimiento piquetero: la línea política, de distintos partidos de izquierda, la línea sindical y la línea territorial. La adopción de esta modalidad de protesta fue evolucionando, sobre todo al localizarse en el Gran Buenos Aires (GBA) (Masetti, 2004; Grimson & Cerruti; 2005; Couso, 2006; Manzano, 2009; D’Amico, 2009; Di Marco, 2007, 2010), sin embargo los colectivos creados en torno a la desocupación han seguido recibiendo el nombre de piquetero asociado en ciertos contextos a una forma de estigmatización (Frederic, 2010). 88 antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... la forma en que los sectores populares involucrados se vinculan con lo político. Los términos en sí mismos no son exclusivos de los movimientos de desocupados y están presentes en la escena política más amplia. Las observaciones detalladas aquí proceden de organizaciones de desocupados pero los usos se encuentran presentes en el medio popular, en la inscripción territorial (Merklen, 2000) de la política5 y en distintos contextos históricos6. Las movilizaciones de trabajadores desocupados en Argentina en los años1990 permiten observar las relaciones entre militantes, referentes y compañeros en ese medio. ¿Cómo son evaluadas las distintas formas de compromiso en el seno de un Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) a lo largo del tiempo? ¿Qué jerarquías se establecen en función de esos criterios? ¿Cómo aparecen los vecinos7 que no son miembros del MTD? A través de esos múltiples cuestionamientos, el artículo permitirá restituir los efectos de la participación de los sectores populares en estas organizaciones sobre la manera en que los grupos estudiados se involucran en lo político. Ello implica cuestionar la manera en que la sociología permite abordar los espacios de menor visibilidad. El artículo se basa en un trabajo de observación participante y no participante desarrollado entre 2003 y 2007 mediante estadías de cuatro a ocho semanas en distintos MTD, observando la continuidad de esos colectivos y no solamente los momentos más visibles de la acción colectiva. El sentido de esas categorizaciones puede tornarse visible a través de las trayectorias de distintos miembros en el seno del colectivo. La confrontación de diferentes escenas donde las categorías locales son movilizadas permitirá entrever las relaciones de unos y otros. Evitamos así confrontar, a priori, el compromiso de un lado y la apatía o el desinterés del otro para dar cuenta de las modalidades particulares de compromiso. En su artículo sobre el “nuevo militantismo” Lillian Mathieu (2008) cuestiona la oposición entre “viejos”8 militantes por ejemplo sindicales y “nuevos” militantes, que corresponderían por ejemplo al álter-mundialismo. Se trata, en realidad, de abandonar una mirada panorámica para poder dar cuenta del uso de categorías locales, es decir aquello que cuenta para los miembros (Cottereau & Moktar, 2012). Ese desplazamiento se puede realizar a partir de una perspectiva fenomenológica privilegiando la actividad, es decir la militancia y la manera en que se desarrolla en distintas situaciones. 5 Merklen (2000) define la inscripción territorial en el caso de las movilizaciones por la vivienda en La Matanza (GBA) desde los años 1980. La misma refiere a la reconstrucción de la sociabilidad y de la relación a lo político a través de lo local. Esas organizaciones también dieron lugar a la creación de una organización de desocupados en los años 90, la Federación Tierra, Vivienda y Hábitat (FTV), cuyo dirigente Luis D’Elía fue electo diputado provincial por el Polo Social (2001-2005). 6 Lobato (2004) releva la importancia del barrio en las formas de organizar la actividad política desde principios del siglo XX. 7 González Bombal (1988) señala la fuerza que adquiere esa categoría durante los últimos años de la dictadura militar (1974-1983) en tanto vehicula una movilización no partidaria. 8 Traducción propia del francés de anciens militants. VIRAJES 89 Pía V. Rius Los estudios a partir de la teoría de la movilización de recursos (McCarthy & Zald, 1977) distinguen entre los miembros activos de un movimiento social por un lado, y por el otro aquellos que se benefician directamente con la satisfacción de las reivindicaciones del grupo. Esa descripción tiende a mostrar en forma polarizada los miembros “de conciencia”, activistas que ponen su savoir-faire militante y recursos personales al servicio del colectivo o de una causa desinteresada, quienes, en el polo opuesto, concentran ciertos atributos faltantes a los miembros beneficiarios que participan por interés. La sociología francesa ha recibido esta noción con cierta precaución en cuanto importa un condicionamiento de la movilización y de los apoyos externos, sin tener en cuenta los vínculos establecidos a través del proceso de movilización (Agrikoliansky, 2001). Cefaï (2007, 2009), por su parte, deplora la omnipresencia de la metáfora del mercado y de la empresa en los análisis de la acción colectiva. Recurrir sistemáticamente a explicaciones en términos de racionalidad utilitarista o estratégica, impide reconocer la complejidad del compromiso establecido. La oposición que presenta ese esquema entre el interés altruista y el beneficio material, no parece dar cuenta de las múltiples modalidades de compromiso observadas a través del trabajo etnográfico que permite comprender las modalidades de pertenencia, que se articulan en torno al afecto y a distintas experiencias compartidas y, como será mostrado en el artículo, produce distintos efectos sobre las modalidades de compromiso político de los sectores populares. La sociología de la acción colectiva se ha interesado por el militantismo y el savoir-faire militante a partir de la recomposición del repertorio de acción de los movimientos sociales (Mathieu, 2004). Los estudios sobre los movimientos de desocupados en Argentina han enfatizado la importancia de la experiencia de los trabajadores en el desarrollo de los repertorios de acción colectiva, así como la utilización de cortes de ruta y de asambleas como modo de expresión y organización (Svampa & Pereyra, 2003; Merklen, 2005; Schuster, 2005; Varela, 2009). La movilización social también ha sido analizada retomando la noción de “la lucha por el reconocimiento” propuesta por Honneth (2000). Este autor sostiene que no es solo la experiencia de la necesidad económica lo que da lugar a la confrontación social sino también la de falta de reconocimiento. Sin embargo, a partir del análisis etnográfico vemos que la distinción misma entre razones materiales y razones identitarias para movilizarse, no permite comprender las prácticas locales en las cuales se apoyan esos procesos. Como señala Quirós (2006) en su etnografía Cruzando la Sarmiento, el interés predominante en el lugar y el posicionamiento de los dirigentes deja de lado el estudio de los compromisos establecidos localmente por los miembros 90 antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... que dan continuidad a las organizaciones en el marco de un universo social más amplio. Esta tensión excede el estudio de las organizaciones de trabajadores desocupados. A partir del estudio etnográfico de una fábrica recuperada en la ciudad de Buenos Aires, Fernández Álvarez (2007) argumenta sobre el riesgo que existe de introducir una jerarquía entre las luchas por el reconocimiento y el sentido de la acción colectiva por sobre las dimensiones materiales. Se trata de evitar una separación entre, por un lado, la acción (política), y la supervivencia, por el otro, en la que la primera queda vinculada al reconocimiento social y la segunda a las condiciones materiales. Una versión extrema de esta simplificación llevaría a atribuir las capacidades políticas a militantes y dirigentes, estudiados de manera privilegiada y a reducir los demás miembros a la manipulación por su falta de conciencia política. En el debate francés sobre la accion colectiva, la sociología del compromiso se extiende para acoger la noción de “carrera” (Hughes, 1996) utilizada en el marco del estudio de la evolución de las profesiones y adaptada para dar cuenta de las carreras de militantes (Agrikoliansky, 2001; Mayer & Fillieule, 2001; Demazière, 2003; Cucchetti, 2013). Lejos de rutinas durables, las formas de compromiso observadas aquí pueden comprenderse mejor a partir de lo que se esboza bajo la noción de momentos militantes, adoptados tanto por militantes como por compañeros en referencia a prácticas y discursos de compromiso que emergen de maneras diferentes según el contexto de acción. Las reflexiones propuestas forman parte de una investigación en el seno de organizaciones de trabajadores desocupados en la región sur del Gran Buenos Aires y del Gran La Plata9. El MTD analizado aquí, se moviliza bajo la consigna “trabajo dignidad y cambio social”. Distintos grupos defienden esa bandera y diversas maneras de interpretarla. En este caso se realizan cortes de ruta y calles, así como marchas para negociar planes, es decir la inclusión de los miembros en distintos programas gubernamentales de trabajo temporario, como el programa Jefes y Jefas de Hogar Desocupados (JJHD). El acceso a estas prestaciones sociales puede realizarse a través del gobierno local o de ONG. Quienes se involucran en este MTD a menudo han intentado esas posibilidades y frente a las respuestas negativas la acción colectiva suele tornarse como una alternativa legítima para quienes la realizan. La 9 Aquí nos basamos en el estudio realizado en el MTD de Berisso. El distrito de Berisso se sitúa a 8 kilómetros de la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, hacia el noreste. Posee 80.000 habitantes (INDEC, 2001). En mayo de 2002, la tasa de desocupación alcanzó un 22 por ciento. Para entonces, el índice de pobreza era de 42,7 por ciento de los hogares y el de indigencia, de 20,4 por ciento de los hogares (INDEC, 2003, datos del primer semestre). La evolución de estos indicadores en el transcurso de la investigación fue favorable. La desocupación pasó a 20,4 en 2003; 14,4 en 2004; 13 en 2005; 11,4 en 2006 y 9,7 en 2007 (INDEC, 2010, datos del primer trimestre). VIRAJES 91 Pía V. Rius política social aparece asociada a ese proceso de movilización social y de negociación entre piqueteros y autoridades (Iñigo Carrera & Cotarelo, 2000; Hintze, 2006). Desde fines de 2002, después de la represión que resultó en la muerte de dos jóvenes y el llamado anticipado a elecciones presidenciales del Presidente Interino Eduardo Duhalde (2002-2003), la mayoría de los miembros del MTD recibe un subsidio. Las organizaciones se desarrollan en torno a la gestión de distintos recursos estatales, bajo la modalidad de transferencias directas de dinero (150 pesos), entonces 50 dolares, o de subsidios de maquinaria o mejora de locales. Proveen así un espacio para la realización de las contraprestaciones laborales establecidas como requisito por las políticas sociales (organización de cantinas populares, merenderos, talleres de carpintería, serigrafía, textiles). Buena parte de las actividades de referentes locales y de las discusiones en los espacios colectivos (asambleas, mesa, reunión de productivos) refieren a las condiciones, cambiantes, establecidas por las autoridades y las posibilidades de ignorarlas, adaptarlas, o modificarlas según criterios que son considerados legítimos en las organizaciones. Dichas actividades son organizadas de acuerdo a las decisiones colectivas, dentro de los límites impuestos, y constituyen espacios de interacción entre distintos miembros en los que participan compañeros, referentes, militantes y vecinos. Durante la presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007) la compleja y fragmentada variedad de planes sociales permite reorientar los beneficiarios hacia distintos espacios institucionales y reducir la importancia del programa heredado de la gestión anterior (JJHD). El espacio de este artículo no permite caracterizar todas esas modalidades en detalle pero cabe señalar que el programa Manos a la Obra, erigido en símbolo de una nueva modalidad de intervención, ha aprobado distintos proyectos presentados por los grupos de MTD para financiar la compra de maquinarias y materiales para poner en marcha actividades en el marco de la economía social. La gestión de los mismos recae sobre los compañeros del barrio que se erigen como responsables de las distintas actividades. La creación de un nuevo barrio: el lugar de militantes, referentes y compañeros Detallemos brevemente ciertos rasgos de estos grupos situados en un distrito históricamente ligado al peronismo. El MTD de Berisso comienza a funcionar como tal a comienzos de 200210. Los nuevos referentes, en su 10 Múltiples redes de sociabilidad sirven de antecedente para la formación de este MTD. Los primeros 92 antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... mayoría jóvenes, se vuelcan a la acción colectiva con el apoyo de militantes experimentados cuyas trayectorias se vinculan con la militancia de base de origen peronista o sindical. Los grupos de trabajo se orientan en función de los recursos disponibles en los distintos barrios y de sus miembros (experiencias laborales, formaciones, espacio físico propio, acceso al servicio de luz, etc.). El término barrio es utilizado aquí en el sentido dado por los actores, es decir que representa el espacio de acción de la organización; no reproduce las divisiones administrativas locales11. Tempranamente, la necesidad de generar mayores recursos que los obtenidos a través de la movilización, en principio los planes12 de 150 pesos y los alimentos distribuidos para el funcionamiento de comedores, motiva la creación de distintos proyectos productivos13 con la idea de generar ingresos provenientes de un “trabajo digno” y distribuirlos entre los miembros (y no miembros) que allí trabajan. Gerardo, un militante experimentado que ha participado en la creación del MTD de Berisso procura la creación de un nuevo espacio del MTD. Ha llegado a casa de Marita acompañado por dos jóvenes miembros referentes14 de otros barrios. Define esas iniciativas como una voluntad de “abrir nuevos barrios”. Anteriormente, en Berisso, había convencido a Andrés de convocar a sus amigos y vecinos del barrio para crear un MTD. Quería crear un MTD en Berisso15. Había reunido todos los medios a su alcance para lograrlo: su camioneta, con la que conducía a los miembros del MTD de Berisso hasta los distintos lugares donde se desarrollaban los piquetes; su savoir-faire militante, adquirido en lo que él denomina jóvenes referentes se conocían entre sí por haber participado en un taller cultural. Berisso tiene una importante tradición peronista y es considerado como la “cuna” de ese movimiento. Quiero agradecer aquí a los miembros de esas organizaciones y sus familias que me acogieron generosamente, sus nombres han sido modificados para preservar el anonimato. 11 El MTD comienza a funcionar en dos barrios. El de la calle Nueva York y el de Villa Progreso. Pronto se extiende a la zona limítrofe con La Plata, y se relaciona fuertemente con la Universidad Nacional de La Plata y distintas agrupaciones estudiantiles y territoriales. Los nuevos barrios creados proponen actividades locales en seis lugares diferentes. En 2005 se ha extendido hacia tres nuevos barrios y varios talleres funcionan en La Plata. 12 Designamos aquí los planes en forma genérica como lo realizan los propios miembros de las organizaciones de desocupados, sin distinguir las variaciones de los mismos a lo largo del tiempo (Trabajar, Jefes y Jefas de hogar desocupados, Barrios Bonaerenses, etc.) ni en función de las autoridades involucradas (distintos ministerios, autoridades nacionales o provinciales). 13 Nos referimos a los espacios de actividad económica desarrollados por el MTD. Utilizamos las cursivas para señalar un espacio de la organización. 14 En el contexto evocado, el término referente se diferencia del de dirigente, es decir que apunta a la proximidad territorial y social en tanto experiencia compartida de la desocupación. 15 El término barrio responde a un uso local que designa un medio de intercambios e interacciones de proximidad y no a una división administrativa. Los primeros espacios donde se crea el MTD de Berisso acceden a los distintos servicios urbanos. Posteriormente serán creados nuevos “barrios” en los límites de la urbanización. VIRAJES 93 Pía V. Rius peronismo de base16 en tanto estudiante y obrero durante los años 197017. Esa experiencia la comparte con los más jóvenes del MTD como Andrés, Martín y Bruno, miembros que lo acompañan en sus recorridos y que al mismo tiempo le permiten acceder a distintas redes locales. Ellos se inscriben en el mismo camino que él ha trazado. En su presencia, animan las discusiones de la asamblea, proponen soluciones y modos de proceder para desarrollar el espacio del MTD en el barrio. Del mismo modo, explica a Marita cómo desarrollar su actividad en el barrio, quien, con más de 50 años, se ha lanzado en una primera actividad barrial: crear un grupo de MTD18, cuyas actividades (reuniones, asamblea, panadería, huerta) funcionan en su propia casa. Durante el estudio de terreno de 2003, en el que se constituye el grupo, la actividad es incipiente. Las asambleas funcionan en presencia de Gerardo a quien recurren para resolver los problemas más acuciantes (cómo organizar una nueva actividad, qué hacer ante el incumplimiento de los criterios de organización del MTD19). El grupo, de algo más de 20 personas, está formado mayoritariamente por jóvenes entre 18 y 22 años con estudios secundarios incompletos, y un pequeño grupo de adultos con vínculos de parentesco y vecindad. Las discusiones en torno a los problemas del grupo que se está creando son planteadas con Gerardo y los otros jóvenes. Una joven reacciona con mayor fervor frente a lo que ella considera injusto, la participación desigual o escasa de una parte de los miembros en las tareas que exigen llevar adelante la formación del grupo. Gerardo nos dirá luego que, junto con otros jóvenes, ella aparece como una referente potencial, portadora de posibilidades de aprender y desarrollar el grupo. Andrés primero, Martín y Bruno después, y a continuación Marita y los jóvenes de los “nuevos barrios”, aparecen como los destinatarios del esfuerzo militante, una forma de aprendizaje a través de la acción en su propio ámbito. La actividad de Gerardo se realiza bajo el modo de una transmisión de competencias. Sin embargo, su presencia es necesaria para el funcionamiento 16 Gerardo describe el peronismo de base como una actividad militante que se consagra a la defensa de “reivindicaciones” de trabajadores que tendría continuidad en la militancia territorial en tanto “autónoma” de las luchas electorales del partido justicialista y del sindicalismo. Esa posición ha sido definida en la década del 70 a partir de la “alternativa”, presentada por un conjunto de organizaciones peronistas, a la “burocracia sindical”, ver Ortiz (2010). 17 Ha abandonado sus estudios universitarios prefiriendo su actividad militante en el interior de una fábrica. 18 Marita ha realizado estudios primarios. Su última experiencia laboral ha sido en la economía informal en un puesto de mantenimiento dentro de un laboratorio. 19 Participación en la asamblea, en las marchas, en las actividades en el barrio (sociales o productivas) y contribuir con un fondo común de entre cuatro y seis pesos a partir del momento en que se cobra el plan para el funcionamiento del comedor y del grupo. 94 antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... de la asamblea. Se espera su llegada para comenzar, se exponen los problemas que presenta el grupo esperando que él aporte soluciones. De hecho, permite establecer criterios de lo que se puede hacer o no en el grupo, lo que se puede esperar o pedir al gobierno, y aquello que debe resolverse localmente. La jerarquía que se observa en el funcionamiento de la asamblea, el horizonte de funcionamiento en el cual parece proyectarse, pone la asamblea barrial como origen de la legitimidad de las decisiones. De ese modo, los militantes más experimentados tienden a diferenciarse de un rol de dirigentes. Una figura que sirve de contraste con la manera de intervenir en los espacios locales, generando capacidades de organización20. Desde la perspectiva militante se trata de instalar organizaciones solidarias entre sí para crear poder popular21, funcionando bajo los mismos criterios capaces de movilizarse frente a distintas situaciones y no solamente por la cuestión del desempleo22. En la asamblea del barrio de Marita observamos que Gerardo es esperado para comenzar la reunión. A él se dirigen las distintas interrogaciones sobre los problemas encontrados y las maneras de resolverlos. Sin embargo, las respuestas de Gerardo parecen relanzar los principios de la organización para que sean adoptados localmente. ¿Qué hacer con los miembros que cobran el plan y no participan de las asambleas ni trabajan en los proyectos productivos?23 ¿Se los puede dar de baja? ¿Cómo incluir a los jóvenes adolecentes que se acercan al MTD pero no pueden cobrar el plan por ser menores de 18 años24? El sentimiento de injusticia frente al incumplimiento de los principios dados por el movimiento es escuchado y justificado, dar de baja a esos miembros no parece posible. Gerardo plantea que hay que convocarlos, establecer una actividad con los recursos disponibles. Marita enumera distintas tentativas, parece estar al Esta perspectiva no es exclusiva de este MTD (Bidaseca, 2006; Bottaro, 2012) sino que es compartida por un conjunto de organizaciones agrupadas en la red del Frente Popular Darío Santillán (FPDS). Creado en 2004, este colectivo reúne buena parte de los MTD que fomentan la autonomía y se articulan con cooperativas de trabajo, asociaciones feministas, estudiantiles y agrupaciones sindicales. Un testimonio de esta perspectiva puede verse en Pacheco (2004). 21 Distintas reflexiones de militantes son presentadas en Mazeo et al. (2007). 22 Esta concepción de la militancia se ve plasmada en la participación del MTD como un actor local junto con vecinos y por cuestiones variadas como el mejoramiento del hábitat, la búsqueda de justicia frente a la represión policial o la propuesta de actividades culturales. 23 En cada barrio se organizan espacios de trabajo; por ejemplo, talleres de carpintería, textiles, de serigrafía, etc. Estos son considerados como talleres productivos. Los mismos son presentados como espacios para realizar la actividad de contrapartida de sus planes. 24 Los planes exigen que los beneficiarios hayan cumplido los 16 años de edad. A partir de 2004 los beneficiarios del programa JJHD son reorientados a distintos espacios institucionales, por ejemplo de acuerdo a la edad. El Programa Joven fomenta la realización de formaciones o la finalización de los estudios por lo que la prestación es considerada una beca. Implica también la apertura a nuevos beneficiarios, los jóvenes que se inscriben no son miembros del MTD pero pueden acceder a través del mismo que los da a conocer como nuevos planes en el espacio local. Quiros (2006) relata los avatares de una organización de desocupados para obtener dichas becas. 20 VIRAJES 95 Pía V. Rius tanto de las propuestas de Gerardo pero se impacienta porque “ni siquiera vinieron a la asamblea”. Para Gerardo, es lo propio de un grupo que comienza, hasta que encuentre su dinámica; lo que significa, quizás, hasta que se formen los referentes locales. En efecto, Andrés se formó como referente dentro del MTD de un modo similar. También ha participado en casi todos los talleres de trabajo25. Ha realizado cada actividad en el momento inicial, como lo hace aquí Gerardo, con la idea de acompañar a sus compañeros hasta que puedan continuar con la actividad sin su presencia. De ese modo, la capacidad de transmitir las modalidades de decisión y de organización del grupo implica formar a nuevos miembros, lo que lo acerca al rol de militantes como Gerardo; de la misma manera que Gerardo lo había hecho en el barrio de Andrés, al cual este vuelve con menos frecuencia. Su labor consistiría en explicitar las consignas de la organización, en el caso de este MTD: el cambio social. Así, lo vemos participar de la asamblea, de la carpintería o del grupo de trabajo del comedor, aunque no forma parte de ellos, en momentos en que estos atraviesan dificultades (falta de fondos, deserción de algunos miembros o tensiones). A diferencia de Gerardo, no necesita que lo acompañen otros referentes en el barrio. Su presencia en cada actividad es bienvenida pero no es siempre necesaria para la realización de las mismas. Al menos ese es el objetivo al cual él tiende y con el cual se maneja el principio de rotación de cada uno de los puestos. Este principio está lejos de ser aplicado en forma perfecta y a menudo los responsables o referentes de las actividades no varían, Andrés expresa la necesidad de que todos los miembros del barrio puedan realizar las tareas necesarias para el grupo. La rotación participa en el objetivo de formar nuevos miembros en las distintas actividades y favorecer el principio de horizontalidad al cual remite este grupo. En otro momento, Andrés se queja de la ausencia de sus compañeros de barrio en las reuniones de productivos diciendo que si él “no va, no va nadie”. El ejercicio de la representación se desarrolla así en los barrios y en los grupos de trabajo entre compañeros y se confronta luego a otras organizaciones, con las autoridades locales y provinciales. La participación de los miembros del barrio en las distintas actividades de la organización parece instituir una forma de aprendizaje. Ello permitirá en algún momento a miembros como Marita llegar a ser responsables de una actividad o referentes de un barrio. En 2005 encontramos a Marita participando en el seno de una reunión de productivos, dando cuenta de 25 La “administración”, llevar al día los documentos exigidos por la administración pública, también es un espacio de trabajo. Suele recaer sobre los referentes o miembros que han realizado más estudios. Andrés no duda en privilegiar su presencia en un corte o en una manifestación en lugar de trabajar en los talleres. 96 antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... las actividades del barrio y reportando las actividades realizadas en el marco de los programas para jóvenes. Allí puede hablar en nombre de sus compañeros del barrio frente a los referentes de otros barrios y productivos; también suele hacerlo ante no miembros frente a quienes ella justifica su presencia en el MTD por “todo lo que hacen”26. Andrés está convencido de la necesidad de la movilización para ser escuchados por las autoridades. Sin embargo, el MTD implica también la posibilidad de aprender un oficio. En cuanto aparece un taller de serigrafía él se propone participar. Comienza a formarse para tener un oficio que le permita trabajar y no tener que volver a embarcarse, la actividad estable en la que trabajó durante 10 años antes de conformar el MTD. Militantes, referentes, compañeros del barrio comparten actividades locales en cantinas, talleres de trabajo y su gestión cotidiana. Frente a las autoridades locales y provinciales a las que se solicitan y rinden cuentas sobre los recursos recibidos para el funcionamiento de los mismos27, se hacen presentes miembros de distinto estatuto que fuera de los barrios, hablan y actúan en nombre de ese colectivo. Relaciones entre referentes y militantes; relaciones situadas Los lugares donde interviene cada categoría de miembro pueden permitir aprehender mejor sus respectivos roles. Andrés y Heroldo participan en reuniones con las autoridades provinciales. Durante la negociación de un contrato para la realización de muebles en el que participará la carpintería del MTD de Berisso, Andrés asiste junto con Heroldo, militante del MTD. Andrés no es el coordinador28 de la carpintería, sin embargo por su presencia en el barrio conoce el funcionamiento y, en tanto referente, suele opinar en asambleas y reuniones de productivos sobre lo que allí sucede; está Siendo menor abandonó la ciudad para trabajar “en los barcos”. Empezó como aprendiz a los 16 años, realizó una formación y trabajó como marinero durante más de 10 años. De esa manera “conoció todo el país” viajando. 27 De la misma manera que los espacios asociativos y cooperativas formadas en el marco del programa Manos a la Obra (Ministerio de Desarrollo Social), los movimientos administran diferentes programas sociales que tienen por principio de funcionamiento “la participación y el empoderamiento de la sociedad civil”. Nora Goren (2005) detalla la formulación del programa Manos a la Obra en clave de género. 28 Utilizamos el término de coordinación, ya que el mismo permite dar cuenta de una división del trabajo cuyas consecuencias relevan de un relativo consenso del resto de los participantes del taller que aprueban o rectifican los presupuestos, plazos, etc. El coordinador no es el único que decide sino que la responsabilidad que él ejerce debe ser ratificada por los trabajadores del taller. Como se dijo, el término de dirigente no se utiliza en esta organización por la jerarquía que el mismo impone entre los distintos miembros. 26 VIRAJES 97 Pía V. Rius perfectamente informado pero no es un miembro activo en ese espacio: no trabaja allí y no toma decisiones en el grupo. Heroldo por su parte, coordina el taller. Sin embargo, durante una reunión de productivos en la que se evocaba dicha audiencia, Selma29, una militante con experiencia, le recordó a Heroldo que debería asistir al encuentro acompañado de un compañero del barrio. Andrés, presente en ese espacio se propuso para ir con él. La participación de Andrés en la reunión no resulta de sus competencias en tanto trabajador ya que él no forma parte del taller de serigrafía. Si bien está informado de lo que sucede en ese espacio su presencia en tanto compañero del barrio parece garantizar, en ese momento, la presencia de esa organización en el barrio. Heroldo por su parte, participa de las decisiones del taller, puede hablar en nombre del grupo frente a sus compañeros en la reunión de productivos y comprometerse frente a las autoridades para tomar un pedido en los tiempos necesarios para llevarlo a cabo. En tanto ser militante parece insuficiente para ejercer la representación de la carpintería frente a las autoridades30 ya que debe ir acompañado de un compañero del barrio. Heroldo no ha finalizado sus estudios universitarios en Ciencia Política. Durante los mismos ha tomado conciencia de las diferencia entre sus ideales políticos ligados a “la lucha” y los de sus camaradas de la universidad que según dijo solo deseaban “ser funcionarios”. Entonces decidió consagrarse por completo al trabajo militante que realizaba en el seno de una agrupación estudiantil31. A través de la misma, compartía su presencia en el FPDS y desde hace varias semanas se ha puesto al frente de la carpintería del MTD de Berisso ya que el coordinador precedente, un compañero del barrio32, había renunciado. Luego del encuentro con las autoridades, Heroldo transmite los resultados frente a sus compañeros. Andrés está allí, como lo están también los miembros de distintos talleres productivos, representantes de otros barrios y MTD cercanos. Ese espacio se presenta como una posibilidad de acercar experiencias, de poner en común dificultades y las soluciones que 29 Selma conoce a Andrés y otros de los actuales referentes del MTD porque participaba de una asociación cultural con talleres para jóvenes a los cuales asistieron. 30 En particular, durante esa reunión también estaba presente un representante de otro taller de carpintería que forma parte de la misma red de organizaciones, el FPDS. Gracias a esa colaboración las distintas carpinterías pueden responder a un pedido importante como el realizado por el Estado. 31 Dichas agrupaciones no se focalizan solamente en reivindicaciones estudiantiles sino que desarrollan una actividad militante en barrios populares, como animación de actividades culturales, bibliotecas populares, apoyo escolar para niños y jóvenes y como en este caso, apoyar los movimientos de desocupados. 32 Las razones de su partida no son completamente explícitas. El coordinador considera que su manera de trabajar “perfeccionista” no fue aceptada por los demás compañeros. El mismo sigue participando en el MTD. 98 antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... se pueden considerar así como las estrategias más o menos exitosas que han intentado otros talleres. Heroldo comparte su optimismo en cuanto a los resultados de la reunión con la autoridad provincial. Da cuenta de la misma en voz alta frente a los compañeros de los demás productivos. En ese momento bromea: “fuimos a ver al amigo de Andrés”, M. Rosso. La broma se refiere a la proximidad entre ambos ya que el funcionario es originario de Berisso. En este contexto la red de pertenencia local puede extenderse más allá de la proximidad geográfica propia de los compañeros del barrio. Decir que el funcionario es un amigo de Andrés no constituye un elogio sino más bien una manera de poner distancia con los límites que representa la proximidad, un riesgo de que estos compañeros abandonen la organización33. Una proximidad que Andrés justifica como algo del pasado34. Resulta menos evidente, sin embargo, la proximidad sociológica que existe entre el Sr. Rosso y los militantes como Heroldo, Gerardo o Selma. Los cuatro han realizado estudios universitarios en la Universidad Nacional de La Plata y los han abandonado. Selma, Gerardo y el Sr. Rosso pertenecen además a una misma generación y han realizado su primera experiencia militante en el Peronismo. Esta misma reunión será restituida delante de la asamblea del MTD de Berisso. En esa oportunidad será Andrés quien se encargará de transmitir el resultado, Heroldo no está presente. En efecto, la misma funciona sin necesidad de la presencia de Heroldo, sin ningún integrante exterior al barrio y en presencia de algunos vecinos. La asamblea comienza y Andrés constituye el orden del día a medida que los temas se van tratando (no tiene cuaderno ni notas con él). Heroldo llegará más tarde cuando la asamblea ya ha terminado. Viene a tratar cuestiones de la carpintería, sus compañeros lo esperan para decidir sobre un presupuesto y la fabricación de muebles35. Al llegar, Andrés y Heroldo conversan sobre el desarrollo de la asamblea. Heroldo se disculpa por su ausencia. Quiere saber si han podido tratar la cuestión del uso de los espacios comunes por los compañeros de la carpintería. Dado que algunos estaban ausentes el tema no fue tratado, explica Andrés mientras trabaja en la computadora situada en la pieza contigua. Está ocupado editando un video realizado por el propio grupo. En realidad, a la vez que lo edita, un estudiante de Bellas Artes de La Plata le Esos riesgos son denunciados a menudo por los referentes como una tentativa de los mediadores partidarios de “romper el barrio” y se transforman en tema de conversación recurrente en los momentos de campaña electoral. 34 En la reunión no se justifica, acepta la broma y no parece importarle. En los días siguientes evoca sus relaciones con Rosso, refiriéndose a la época cuando este era funcionario de la localidad de Berisso y Andrés era más joven. 35 Durante ese terreno la asamblea del MTD se desarrollaba en el local de la carpintería. 33 VIRAJES 99 Pía V. Rius enseña a manejar el programa. Heroldo pasa rápidamente pues lo esperan los miembros de la carpintería. Los momentos y las maneras de actuar juntos, asociando diferentes categorías de miembros, permiten comprender lo que caracteriza a cada una de ellas y las actividades a las cuales se las vincula. La comparación de dos grupos diferentes que se encuentran en distintos momentos de desarrollo, permite suponer que en la medida en que los referentes del barrio emergen los militantes pueden eclipsarse. Los militantes no son indispensables para el desarrollo de una asamblea lo cual da muestras del desarrollo del grupo de acuerdo a los principios que este profesa. En este sentido la diferencia entre militantes y referentes da cuenta que estos, como tales, son militantes y tienen una pertenencia local. La pertenencia local parece opacar el carácter militante de su actividad. La actuación como referente lleva a los compañeros del barrio a desplazarse del mismo para ejercer su representación. Su presencia resulta relevante como indicador del desarrollo del proyecto del grupo. Sin embargo, la intervención de Heroldo en la carpintería muestra que ese proceso no es lineal y que las dificultades de sostener múltiples actividades en el espacio local requieren la intervención de militantes. La dimensión territorial parece poner de relieve una forma de exterioridad por el hecho de no vivir en el lugar donde se realizan las actividades del grupo. En este sentido, los jóvenes que acompañan a Gerardo al barrio de Marita y animan la asamblea realizarían una actividad militante. La pertenencia al territorio parece naturalizar el compromiso político de los referentes. En el barrio el referente aparece como directamente involucrado por lo que allí sucede. En la asamblea del barrio de Andrés la presencia de Gerardo ya no es necesaria. Su funcionamiento es semanal y los miembros del MTD toman la palabra, exponiendo sus argumentos. Algunos vecinos que no son miembros también están presentes. Al preguntar sobre su participación en la asamblea ellos me explican que son parientes de otros miembros y vienen porque es importante “estar informados”. Lo que sucede en las asambleas del barrio constituye la información valorada que estos familiares cercanos llevarán a los miembros que por distintas razones no han podido asistir. El tratamiento privilegiado entre Andrés y Heroldo (este se dirige a aquel en primer lugar) muestra la proximidad que los une en la organización. Si sus recorridos son diferentes y la manera en que “llegan” al MTD difiere (Andrés forma parte de los miembros que lo crearon y Heroldo se ha unido al mismo a través del FPDS), las reuniones y asambleas compartidas en distintos espacios (en el barrio, en productivos, con las autoridades) los muestra como figuras indiferenciadas; sin embargo, cada uno aporta 100 antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... capacidades diferentes y en algunos momentos la presencia de uno y no del otro resulta indispensable. Heroldo, en tanto coordinador de la carpintería está involucrado en su gestión cotidiana. Toma pedidos, compra materiales, negocia presupuestos. Estas competencias él las ha adquirido en contacto con sus compañeros de la carpintería y ellos le “tienen confianza”36. La presencia de Andrés no es necesaria. Al exterior, en relación con las autoridades, la pertenencia como militante es insuficiente para ejercer una representación. El vecino parece estar acreditado de plena legitimidad a la hora de tomar la palabra, la intervención del militante parece ser pertinente entre compañeros pero sujeta a las relaciones de confianza que aparecen con la mediación de los referentes del barrio y que se establecen con el trato cotidiano. En las relaciones con las autoridades locales el militante aparece como desprovisto de la legitimidad necesaria para hablar en nombre de los miembros y vecinos. La permanencia a lo largo del tiempo: Conseguir un trabajo y seguir estando presente En 2005, los miembros de los barrios de la organización han comenzado a disminuir. Si volvemos al ejemplo de la carpintería, vemos que Heroldo ha tomado la coordinación como resultado de tensiones que se han saldado con la dimisión del excoordinador, miembro del barrio. Otros alejamientos son fruto de la inserción en un trabajo formal declarado. En efecto, los compañeros del barrio se acercan al MTD en momentos de altos niveles de desocupación. Si bien estos grupos desarrollan actividades cuyas condiciones tienden al ideal del “trabajo digno”, promoviendo los espacios donde los propios trabajadores pueden expresarse (asamblea, productivos, mesa, etc.) y decidir sobre las modalidades de trabajo, los recursos generados por estos medios no dejan de ser insuficientes. Recordemos que el monto de los planes se ha mantenido a 150 pesos después de la devaluación de enero de 2002 y los ingresos producidos a partir del trabajo de los productivos son escasos ya que no llegan a cubrir el salario mínimo37. Así evalúa un antiguo miembro la manera en que Heroldo coordina el grupo. Para dar un parámetro de la actividad de los mismos podemos mencionar que, según los espacios de trabajo y las organizaciones involucradas, pueden ser de 50 pesos (panadería), de 150 pesos (en un taller textil), o de 300 pesos en la carpintería. El salario mínimo es renegociado en 2004 a 400 pesos. De acuerdo a la experiencia de otros MTD, una carpintería o un taller textil pueden llegar a producir ingresos del orden de los 700 u 800 pesos para cada uno de sus miembros, aunque estos casos considerados exitosos son escasos. Si los planes permanecen estables, el cambio a nuevos programas promovido por las autoridades (Programa Más y mejor trabajo o Programa Familias orientados a los jóvenes y a las mujeres con hijos a cargo, respectivamente) puede llevar la prestación a los 250 pesos según los casos. 36 37 VIRAJES 101 Pía V. Rius Para las personas con familiares a cargo, la diferencia en términos económicos puede ser muy importante ya que en ese momento solo los trabajadores declarados tienen derecho a la asignaciones familiares que son del orden de 150 pesos por persona a cargo. En 2005, Emilia, una exreferente del barrio, ha limitado su presencia en el MTD porque ha conseguido un trabajo formal. Toda actividad declarada implica la pérdida del plan. Su salario de 400 pesos se ve completado por el salario familiar que cobra por tener sus tres hijos a cargo y que es de un total de 450 pesos38. Desde entonces ha colaborado en la gestión del comedor y asiste a las ferias y actividades culturales que se realizan en el barrio, pero ya no es referente ni tiene responsabilidades. De ese modo, la “salida” de la organización se relaciona en su caso, con el ingreso en el mercado laboral a través de un trabajo declarado, sin embargo no implica una desvinculación total. Está ausente de los espacios decisivos como asambleas y reuniones pero continúa participando en las manifestaciones expresivas de la esfera local y cuando conversamos vemos que está informada de las tensiones que atraviesan los espacios de trabajo como el cambio de coordinador de la carpintería, el cambio del lugar donde funciona el comedor, etc. Heroldo comenzó a ir a Berisso para volver a lanzar la actividad de la carpintería, sin tener un conocimiento previo de su funcionamiento. Los militantes parecen circular en los distintos espacios de la red según las necesidades del colectivo y sus disponibilidades. Esa circulación puede ser positiva permitiendo el intercambio de información, de experiencia y la extensión de la red. Andrés reconoce los aportes pero admite la diferencia que puede existir entre militantes y compañeros del barrio. Por momentos se presenta como un militante39 y actúa como Gerardo hacia los compañeros del barrio cuando lo acompañan a las reuniones y citas con las autoridades. Sin embargo, se queja de la falta de fiabilidad de los estudiantes. Considera que su presencia es de corto plazo y que conviene aprovechar de los proyectos “cuando están”. Por momentos, parece privilegiar la pertenencia al barrio. En el transcurso de 2005 el Consejo del salario negocia el aumento progresivo del salario mínimo vital y móvil hasta 630 pesos; 800 pesos en 2006 y 980 pesos en 2007. 38 Esta situación ha cambiado desde fines de 2008 cuando se creó la “Asignación universal por hijo” que extiende las asignaciones familiares a los trabajadores informales. Para un análisis de esta política social ver Goren (2010). 39 Cuando explica su rol en la formación del MTD de Berisso también se presenta como un militante, ya que antes de que el grupo existiera ya participaba de las acciones colectivas. 102 antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... Cuando están los compañeros del barrio me engancho pero si están solo los estudiantes, no. Dejan todo por la mitad, me embola. Por ejemplo el video del barrio… ¡queremos editarlo! 40 Vivir o no en el barrio aparece como una distinción que es válida no solo desde un punto de vista exterior, sino también en las organizaciones, en las actividades que son asignadas a cada uno, en las ocasiones en que Andrés decide comprometerse, “engancharse” o no a lo largo del tiempo. En el relato, Andrés insiste en la disponibilidad en términos de una presencia prolongada y durable, como la suya propia y la de los compañeros del barrio. La pertenencia al barrio es entonces decisiva. Si Andrés se queja de los estudiantes que “dejan todo por la mitad” también reconoce que son vector de savoir-faire, como la posibilidad de editar un video. Andrés sabe que podrá contar con los vecinos para realizar una feria, o trabajar en el local; pero los estudiantes, que son militantes, aparecen en esta queja como poco fiables. La salida de un militante puede estar relacionada con sus circunstancias personales o laborales del mismo modo como se dijo en el caso de Emilia cuando encontró un empleo. La diferencia que imprime la proximidad territorial en las maneras de comprometerse, permite también dar continuidad al compromiso bajo distintas modalidades. Circulación en el barrio y hacia otros espacios La tensión que genera la menor disponibilidad de los militantes parece disolverse cuando permite “aprovechar” la presencia de los militantes en los proyectos. Pero también “aprovechar” la circulación que implica formar parte de una red de organizaciones que son consideradas como parte integrante de un mismo colectivo extendido. El vecino, el compañero del barrio, está anclado en ese territorio. Andrés como militante participaba de manifestaciones antes de que existiera el MTD de Berisso. Sin embargo su presencia en el barrio, como la de otros referentes, permanece a lo largo de los 10 años que han seguido a la formación del colectivo y reconoce esa pertenencia como la posibilidad de dar continuidad a su compromiso. Los militantes y estudiantes, sumamente presentes en las reuniones, se desplazan de barrio en barrio actuando como vectores de difusión de Andrés. MTD Berisso. Conversación de diciembre de 2005. Andrés quiere seguir una formación en un programa de edición para poder trabajar ese material. Comienza a aprender a manejarlo a medida que va realizando pequeñas operaciones en el material mismo. Podrá editar el video mencionado en 2007. Entonces habrá un espacio de trabajo y un ordenador comprado gracias a la solidaridad de grupos de apoyo situados en Italia y España. 40 VIRAJES 103 Pía V. Rius informaciones, conocimiento, habilidades y universos sociales diferentes en el barrio. Su circulación entre los barrios y su participación en distintos espacios de decisión posibilita el acceso a saberes, por ejemplo, en el caso mencionado anteriormente, a la posibilidad de editar un video. Para Andrés, vimos que eso no resuelve cierta desconfianza. En relación con otros compañeros del barrio Andrés tiene mayores responsabilidades, frente a las autoridades puede hablar en nombre del barrio. En tanto referente su presencia en otros barrios es recurrente. También, es convocado por vecinos que no son miembros del MTD cuando resulta necesario interpelar a las autoridades. Así, me explica en relación a un grupo de familiares de un joven victima de la represión policial, que “fueron a invitarlo” y él les propuso que hablen frente a la mesa, “no es lo mismo que vayan ellos y expliquen, a que hable yo”. Esta distinción, que para Andrés forma parte de su relación con compañeros y vecinos, no era en principio percibida por estos últimos. Señala que las razones para movilizarse no son definidas de antemano a partir de un sentido común compartido en el barrio o establecidas por un dirigente o por la organización, sino que requieren de una explicación por los protagonistas y de una argumentación en los espacios comunes, como la mesa o la asamblea. Estos procesos muestran la relación con el barrio y las maneras como las prácticas militantes circulan y son desplegadas por quienes no son habitualmente considerados militantes. También permiten vislumbrar los límites de esa representación, Andrés puede hablar frente a la mesa o la asamblea de la represión policial pero los efectos serán limitados a la hora de conseguir el apoyo del colectivo. La distinción entre “militante” y “compañero del barrio” como si fueran dos polos opuestos, perpetúa un imaginario político local según el cual los militantes aparecen como figuras externas sin vinculación con el grupo que tendrían cierta capacidad de movilizarlos como recursos propios. El mismo expresa, por un lado, las disputas entre organizaciones cuya versión explícita puede verse en las declaraciones por ejemplo del dirigente de la FTV 41 Luis D’Elia, que reivindica su “historia en el barrio” y se diferencia de lo que él denomina “vanguardia iluminada”. Lejos de ser una excepción en este sentido, Ferraudi Curto (2011), a partir del estudio de otra organización piquetera, releva el riesgo que existe en la postura de dirigentes de separar la “vanguardia” del movimiento y “mayorías” seguidoras. Refiriéndose al desarrollo de de los intelectuales en los años 1970, Sigal (1996) argumentaba sobre las dificultades de los militantes de clases medias para reclamar la representación “del pueblo”. Estas caracterizaciones parecen basarse en una mirada exterior o centrada solo 41 La Federación Tierra, Vivienda y Hábitat (evocada en la nota 5), Clarín, 26-09-2002. 104 antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... en los discursos de dirigentes en la arena pública, que deja poco espacio a la observación de las actividades cotidianas que sostienen esos colectivos y las formas de representación practicadas. El trato que se dan los miembros entre sí, presenta formas de reconocimiento mutuo que podemos notar desde la designación del compañero de barrio como alguien con quien se comparte una pertenencia a la organización. La sociología de la acción colectiva y particularmente la distinción entre activistas desinteresados y poblaciones beneficiarias referida anteriormente, no permite comprender la proximidad que existe por ejemplo entre Heroldo y Andrés o bien entre Heroldo y sus compañeros de la carpintería y el hecho de que cada uno de ellos se ha tenido que enfrentar a la desocupación. Su presencia en el taller le permite aprender la gestión de esa actividad y ganarse un lugar en el barrio, dichas capacidades suelen quedar asociadas como propias del compañero del barrio. Además, impide ver las distintas trayectorias de acercamientos y alejamientos más o menos parciales señalados, así como las diferentes formas de compromiso que pueden establecer los militantes. Recubre así la diversidad de las biografías, las diferencias que hay según las edades y experiencias laborales u organizativas así como las actividades militantes que pueden realizar los compañeros del barrio más allá de la participación a la acción colectiva, intentando dar forma a una organización de los desocupados en tanto trabajadores hecha por ellos y no para ellos. Esta tentativa actúa como un horizonte que permite el desarrollo en distintos espacios y de acuerdo a experiencias dispares de momentos militantes. Gerardo, a partir de su experiencia, intenta multiplicar los grupos del MTD en distintos barrios; una vez que están desarrollados, se ausenta de la asamblea. En efecto, lo vemos poco en los barrios más antiguos como el de Andrés pero sigue en contacto con las actividades culturales y ve a los compañeros en las manifestaciones. Los vecinos lo conocen, los miembros saben de su apoyo. En los inicios de estos grupos el rol del militante parece ser más importante. Sin embargo, esa importancia la notamos nuevamente a partir de 2005, ya que los militantes se tornan más visibles en los espacios colectivos de coordinación. En la mesa, el espacio regional en el que se reúnen todas las semanas los referentes de distintos barrios y distritos, la mitad de los participantes son militantes que no viven en el barrio, pero militan allí. Son considerados como compañeros y su presencia no es cuestionada por los referentes y miembros del barrio. Si la categorización en términos de militante - no militante cristaliza las diferencias biográficas en términos de lugares de residencia, años de estudios, o diplomas obtenidos, la confrontación a actividades y presencias en distintos espacios permite comprender la militancia como una habilidad que es compartida por VIRAJES 105 Pía V. Rius miembros de distintas categorías sociales, que se reconocen a sí mismos como pares en el marco de los espacios de coordinación. De modo que la militancia no pierde su especificidad sino que deja de ser un atributo específico de un grupo o clase social. La militancia aparece entonces como un conjunto de actividades y habilidades que son relevantes explícitamente en las organizaciones, cuya observación da cuenta de relaciones de interdependencia. Relaciones interpersonales que orientan las actividades en los barrios La proximidad social y geográfica del referente parece contribuir a una forma de relacionarse con lo político y de acceder a las autoridades que redefine las relaciones con las mismas. Así Andrés explicita la manera en que los vecinos recurren a él, gracias a la visibilidad que ha adquirido en el barrio: Andrés: En la Comisaria Primera mataron a un pibe y dijeron que se había ahorcado. Le hicieron una autopsia y nada que ver, estaba todo golpeado, encima no se puede ahorcar si en el lugar no tiene nada, ni de dónde colgarse, y los chicos del barrio de él, el Villa Nueva, le hicieron una marcha Pía: ¿Era parte del movimiento? A: No, no, lo hicieron los familiares y amigos y conocían al MTD y siempre nos invitaban, me decían a mí porque yo soy conocido pero yo le decía en las reuniones: “vos tenés que ir un martes a la reunión de mesa y le comentás a todo el MTD de Berisso porque no es lo mismo que yo les cuente, a que le cuenten ustedes que son los familiares”. Bueno, fueron, comentaron, y se armó un escrache, ahí, en la comisaria y, bueno, estuvo bien42. El comentario de Andrés sobre la participación solidaria a un escrache frente a la Comisaria Primera de Berisso, permite comprender las relaciones con los vecinos en un entorno de proximidad. La violencia policial puede ser una razón para movilizarse pero para hacerse efectiva se conjuga también con la proximidad, del círculo de familiares y amigos, y con el diálogo directo con estos. La presencia en el lugar parece en cierta forma afectar al público interpelado43. La explicación de Andrés da cuenta de las relaciones con el barrio y sus organizaciones en la medida en que Entrevista en casa de Andrés. MTD Berisso, 2005. Esta participación nos lleva a indagar sobre el lugar de los afectos en esa proximidad. Esta cuestión excede el espacio de este artículo, para el caso argentino ver Scribano (2009) y Scribano & Cabral (2009). 42 43 106 antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... el MTD se torna visible y es reconocido en el entramado de sociabilidad local como un interlocutor válido para interpelar a las autoridades y no solamente para reclamar planes. Andrés, en tanto referente, puede ser identificado con el colectivo; sin embargo, él evita expresarse en nombre del grupo. La convocatoria tendrá que hacerse en forma directa por los propios interesados frente al conjunto de referentes, militantes y compañeros del barrio que participan de la mesa. Esa respuesta muestra también las relaciones de interdependencia con el espacio local en el que las distintas pertenencias se superponen dando lugar a experiencias compartidas. La distinción entre in-group y out-group propuesta por Schutz (1974) permite comprender esta relación en el marco de un sistema de tipificaciones socialmente validadas como el modo de vida del in-group, es decir el grupo considerado a partir de un “nosotros” en una situación dada. El nosotros de “nos invitaban” incluye en este contexto a Andrés y “todo el MTD”. Aunque solamente él aceptaba las invitaciones, a partir de la presencia de los familiares en la mesa y la invitación directa, sin la intermediación de Andrés, se organizó un escrache. El “nosotros” que adquiere forma en la acción de organizar un escrache superpone el colectivo del MTD con el de familiares y amigos de la víctima. El filósofo propone el mundo del in-group como un mundo de situaciones comunes en el que los problemas comunes emergen en el marco de un horizonte común, problemas que apelan a soluciones típicas por medios típicos para desarrollar fines también típicos. En ese sentido, en los espacios colectivos, como la mesa o las reuniones de productivos, se comparten experiencias que fundamentan las decisiones. El escrache44, aparece como una respuesta típica a aportar a una manifestación por la defensa frente a la represión policial. Para el entorno, al dirigirse a quienes identifican como referentes locales, el colectivo brinda la posibilidad de interpelar a las autoridades. De cierta manera, el MTD es movilizado por los familiares y se puede transformar en un recurso local. Esta relación no parece ser unidireccional, el MTD interviene en un proceso de interpretación de la situación para organizar más precisamente un “escrache” y no cualquier forma de solidaridad. De ese modo parecería que la apuesta al cambio social produjera ciertos efectos, quizás no aquellos enunciados como transformaciones radicales, sino desplazamientos sutiles en la dimensión cotidiana de El término ‘escrache’ refiere a una forma simbólica de condena a los individuos que han cometido violaciones de derechos humanos. Fue popularizada por la organización de derechos humanos H.I.J.O.S. contra los condenados por violaciones de derechos humanos durante la última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983), perdonados por un decreto de indulto o acusados que carecieron de proceso por las leyes de punto final y de obediencia debida. Consiste en movilizaciones que condenan pública y simbólicamente a la persona en cuestión. En este caso el dispositivo es ampliado para señalar las violaciones de derechos humanos presentes. 44 VIRAJES 107 Pía V. Rius política. Aquí, el barrio, las relaciones interpersonales, los miembros con distintas trayectorias, se comprenden mejor en una trama relacional; reducirlos a recursos u objetos de intercambio movilizados o manipulados –según la postura del intérprete–, implica dejar de lado los sentidos que adquieren esos intercambios y las formas de instituir lo político en los sectores populares. Como referente Andrés circula en espacios donde el FPDS está presente, es miembro activo, con sus compañeros participa de reuniones de productivos o de mesa y su red de solidaridad se extiende por fuera de los límites del barrio y de la organización. El medio social en el que circula le permite tener una legitimidad que desborda el barrio. Lo que aparece como la diferencia más importante con un militante, en el sentido vehiculado por las expresiones que postulan que allí “no hay militantes”, es una forma de representatividad dada en los mismos orígenes sociales que aparece naturalizada, porque supone que el referente comparte ciertas trayectorias con los vecinos, lo que le permite comprender, por ejemplo, la relación con la policía, lo que pasa cuando llueve o el problema de los perros en la calle. También tiene las competencias para preparar un “power point”, para explicar qué se vota en las próximas elecciones locales y colectivamente investigar los antecedentes, o “el prontuario” en términos de Andrés, de los candidatos. En 2006 cuando ya se ha observado la reducción de la cantidad de movilizaciones, la propuesta del recurso a las marchas para los distintos objetivos surge en forma casi automática en los espacios de mesa o reuniones de productivos. Sin embargo, estas propuestas no se hacen efectivas sistemáticamente dado el cambio en la relación entre las organizaciones, más fragmentadas, y con el gobierno que constituye ciertas organizaciones en interlocutores privilegiados. Una división taxativa impide comprender las formas de representación que ejerce el compañero del barrio frente a las autoridades o en tanto militante. La militancia queda, por su parte, reducida a la exterioridad de la persona y de las consignas, carente de toda legitimidad local. Cuestionarla permite precisar las capacidades y experiencias que aportan los distintos miembros e integrar la categoría de referente como una figura intermedia cuyos límites son establecidos según prácticas de cada grupo y en función del lugar que los mismos ocupan. Reflexiones finales El debate en torno a la participación política de las clases populares ha estado vinculado a la cuestión del clientelismo, y las organizaciones 108 antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... de desocupados no han sido una excepción. Los propios actores conciben sus prácticas en rechazo a esa categorización. Bajo esa caracterización, la proximidad, suele ser relacionada con el afecto o como forma de subordinación contraria al ideal de la autonomía individual. En contraste, la ciudadanía y a la distancia de la racionalidad en sus formas jurídicas. El riesgo es fuerte de reducir la acción política al cálculo instrumental o de desvincular, como señala Merklen (2005), movilización social y movilización ciudadana. El estudio en clave etnográfica de los vínculos de los miembros del MTD en los distintos espacios (barriales, organizativos y en relación con la autoridades) sugiere que la accesibilidad y disponibilidad de los mismos permite comprender las maneras de vincularse con lo político desde los sectores aquí estudiados. Para Gerardo eso implica la construcción de un “verdadero” movimiento de desocupados debido al protagonismo de los referentes y compañeros locales. Heroldo, en tanto estudiante universitario en ruptura de carrera, también es un compañero en quien tienen confianza los trabajadores de la carpintería, pero su disponibilidad y su presencia no son cotidianas, deberían ser, de acuerdo a Gerardo, provisorias. Así, resulta problemático representar la acción colectiva como la consecuencia directa de intereses de un grupo dado –clases sociales, comunidades, etnias, sindicatos– sin preguntarse seriamente sobre las relaciones entre el grupo que actúa y la población que dice representar. En este sentido, Boltanski (1982: 53) destaca que la constitución de un grupo es en sí misma, al menos parcialmente, el producto de un trabajo social de unificación, comparable al trabajo de movilización. De modo que el lugar de los militantes, referentes, compañeros del barrio, vecinos u otras categorías pertinentes en la acción no puede ser definido a priori sino que adquiere su sentido localmente. En esta dirección se orientan también los estudios sobre fábricas recuperadas, desarrollados en perspectiva etnográfica como lo muestra el análisis de Fernández Álvarez (2007) en relación a la noción de trabajo definida en contraste con la desocupación. La división taxativa entre militante y no militante muestra un juego de posicionamientos que varía según los distintos contextos e interlocutores. Desde un punto de vista exterior, como el de las autoridades, el militante debe dar pruebas de la legitimidad de su actividad, por ejemplo, actuando en compañía de los compañeros del barrio. Una consecuencia de privilegiar metodológicamente las intervenciones en los espacios institucionales, es el desconocimiento de la manera en que los militantes se forman en relación a los referentes, compartiendo espacios de representación. Desde la perspectiva de esta organización, la militancia también puede ser desarrollada por los compañeros del barrio, que adquieren responsabilidades en las distintas VIRAJES 109 Pía V. Rius actividades, defienden las mismas frente a las autoridades y se forman como referentes. Con el propósito de avanzar en la comprensión, la postura analítica permite abandonar categorizaciones dicotómicas para dejar lugar a una serie de compromisos que se pueden comprender como momentos militantes en tanto actividades y posicionamientos propios de la militancia susceptibles de ser desarrollados por distintas categorías sociales. Eso permite también estudiar tanto los espacios institucionales característicos de la representación política y en un sentido más amplio aquellos compromisos que se observan en el barrio, entre amigos, en la familia, que de otro modo corren el riesgo de quedar relegados a la esfera privada. Desde la perspectiva de la ciencia política, Peruzzotti (2003) advierte el surgimiento de una sociedad civil sofisticada que exige la rendición de cuentas de los gobernantes, estableciendo de este modo nuevos patrones de representación. El discurso y la política de derechos humanos habrían actuado en Argentina como catalizadores de procesos de aprendizaje político que llevaron a una profunda renovación de las tradiciones democráticas del país. Lejos de un “cheque en blanco” a las autoridades, esta ciudadanía se acerca a sus representantes esgrimiendo su obligación de rendirle cuentas. Desde una perspectiva etnográfica podemos señalar la búsqueda de antecedentes sobre distintos candidatos a las elecciones de autoridades locales como un aprendizaje democrático. El mismo involucra referentes locales y responsables de actividades y permite vislumbrar efectos de la proximidad en la política formal que intentan redefinir la relación entre gobernantes y gobernados. El MTD logra negociar la participación en distintos programas existentes y en la medida en que gestiona recursos estatales puede, de acuerdo a la observación, redefinir ciertas condiciones como la edad a la que se accede a los planes, la duración y el carácter de la contrapartida o el acceso a múltiples planes. En efecto, si los cortes se han reducido a partir de 2004 y las manifestaciones callejeras requieren de un uso estratégico, la gestión de recursos por parte de las organizaciones de desocupados no ha mermado. La dualidad entre militantes y compañeros del barrio parece conformarse a una distinción moral de valoración de ciertas formas de compromisos frente a otras. Esta dimensión normativa se encuentra en el corazón de las evaluaciones sobre las clases populares observadas en otros contextos (Frederic, 2010) y ha sido señalada como una dificultad para comprender la cooperación con las autoridades y la interdependencia resultante si se las analiza exclusivamente a partir del conflicto (Manzano, 2009). Al caracterizar las relaciones de estos sectores con lo político resulta necesario integrar aquellas dimensiones menos visibles. En este sentido, 110 antropol.sociol. Vol. 15 No. 21, enero - junio 2013, págs. 85-114 Organizaciones de trabajadores desocupados en Argentina entre los años 2003-2007... desde una perspectiva analítica la oposición entre interés material y altruismo resulta limitada para tener en cuenta las distintas modalidades de compromiso observadas a través de un trabajo etnográfico capaz de restituir la pertenencia a una organización de desocupados en las relaciones sociales y afectivas fundadas en experiencias compartidas. Becker sugiere el compromiso como un proceso por el cual una persona “normal” se encuentra progresivamente implicada en instituciones y conductas convencionales. El término de compromiso remite a un proceso en el cual diversos tipos de intereses orientan el comportamiento (Becker, 1966). El sociólogo propone el concepto de “carrera” para construir modelos secuenciales. Ello, nos advierte el autor, no debe llevar a interesarnos solamente por quienes completan tal carrera y terminan adoptando un modo de vida radical. Esta conceptualización permite aprehender distintas formas de compromiso sin que se inscriban necesariamente en una carrera militante. La propuesta de considerar los distintos momentos militantes permite comprender el compromiso de los vecinos, de Emilia, de Marita, de los compañeros del barrio que trabajan en la carpintería u otros espacios sin definirlos por características ausentes o como una carrera incompleta a partir de un ideal normativo, sino en función de las características propias que adoptan en cada momento. Bibliografía AGRIKOLIANSKY, Éric. (2001). “Carrières militantes et vocation à la morale: les militants de la LDH dans les années 1980”. En: Revue française de science politique, No. 1, Vol. 51, pp. 27-46. BECKER, Howard S. (1966). Outsiders, studies in the sociology of deviance. London: The Free Press. BIDASECA, Karina. (2006). “Piqueteras: Identidad, política y resistencia. La protesta social en la Argentina en la década del noventa”. En: Realidad económica, IADE, 17-17-06. En: www.iade.org.ar [Febrero de 2008]. BOLTANSKI, Luc. (1982). Les cadres: La formation d’un groupe social. Paris: Minuit. 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Agradezco los comentarios de Juan José Gregoric y Soledad Cutuli a versiones previas de este trabajo. ** Licenciada en Antropología (UBA, 2010), y doctoranda de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Es becaria doctoral del CONICET con sede en el Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Trabaja en temas vinculados a las prácticas políticas de trabajadores/as, trayectorias y tradiciones de movilización gremial y las relaciones entre trabajadores/as en el marco de la vida cotidiana en los espacios laborales. Desde 2007 realiza trabajo de campo con los trabajadores/as telefónicos de la Ciudad de Buenos Aires. Integra los proyectos de investigación PIP-Conicet 0599: “Políticas, desigualdad social y vida cotidiana. Un estudio etnográfico en grupos subalternos del Área Metropolitana de Buenos Aires”, y el UBACyT 273: “Política, políticas y politización de la vida cotidiana. Un estudio etnográfico de los modos de relación entre Estado y conjuntos subalternos en el Área Metropolitana de Buenos Aires”, dirigidos por Mabel Grimberg. E-mail: [email protected] VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. Resumen En este artículo me propongo aportar a los estudios sobre sindicatos y sindicalismo a partir de un foco sobre los militantes que de manera cotidiana llevan adelante, disputan y activan las organizaciones gremiales. Me centro específicamente en las prácticas y los sentidos del activismo de aquellos militantes considerados históricos, a través del análisis de las prácticas de activismo y la reconstrucción de la trayectoria de vida de un activista telefónico histórico. A partir de ellas, analizo la construcción que realiza de sí mismo como activista, como un militante “de toda la vida”, sosteniendo que esta construcción se produce en diálogo y vinculación con las tramas de relaciones y disputas en que está y estuvo comprometido. Esta reconstrucción permite iluminar los sentidos de las prácticas de militancia de activistas históricos, en tanto activa vinculación entre pasado y presente. Palabras clave: sindicalismo, militancia, movimiento obrero, generaciones. A HISTORIC ACTIVIST AND HIS DISPUTES. ANALYSIS OF A TRADE UNIONIST’S LIFE COURSE. Abstract This paper intends to contribute to studies on unions and unionism, through a focus on activists they carry on, dispute and activate union organizations daily. I center specifically on the practices and meanings of the activism of those considered militantes históricos (historic activists), through the analysis of practices and the life course of a historic telephone company’s worker. Thereon, I analyze his self construction as an activist, as a “lifelong activist”, contending that this construction is produced in a dialogue and correlation with connection networks and disputes in which he is and was engaged. This reconstruction allows to elucidate the meanings of activist practices of historic activists, as an active link between past and present. Key words: trade unionism, militancy, labour movement, generations. VIRAJES 117 Sandra Wolanski E Introducción n este artículo me propongo aportar a los estudios sobre sindicatos y sindicalismo a partir de un foco sobre los militantes que de manera cotidiana llevan adelante, disputan y activan las organizaciones gremiales. Analizaré, en particular, las prácticas y los sentidos del activismo de aquellos militantes considerados históricos, indagando su lugar en las organizaciones gremiales y procesos de movilización, en particular en el caso del Sindicato Telefónico de Buenos Aires (FOETRA Buenos Aires), un sindicato que construye una memoria particular de su historia como “una historia de lucha”1. Mientras que en mi trabajo de campo constantemente me eran señalados quiénes eran delegados históricos, y en los eventos de militancia intervenían militantes históricos (hombres y mujeres ya jubilados, que continuaban participando de los actos, asambleas y eventos sindicales), en las investigaciones de las ciencias sociales, sin embargo, ellos aparecían en otros términos. Para la historia, y especialmente para la historia oral, estos militantes eran claves a la hora de aportar su testimonio sobre épocas pasadas: en particular en Argentina la Historia Oral tuvo un intenso desarrollo en los estudios respecto de la militancia armada y de base de los años 60 y 70, así como de la última dictadura militar (Pozzi, 2011). En las investigaciones de la Sociología del Trabajo, en cambio, el análisis del sindicalismo estaba marcado por las enormes transformaciones vividas en los espacios de trabajo durante los años 90, que incluyeron el crecimiento del desempleo y el incremento inédito de formas de flexibilización y tercerización laboral, posibilitadas por reformas legales. Los años 90 aparecían como un abismo –particularmente entre los trabajadores/as telefónicos–, en el que la realidad de muchos espacios de trabajo había cambiado radicalmente, conllevando una brecha entre jóvenes y viejos en los espacios de trabajo (Pierbattisti, 2008) producto del “debilitamiento y la desaparición de los marcos sociales y culturales del antiguo mundo obrero” (Svampa, 2000: 152). El viejo militante sindical histórico, ausente en la mayor parte de los trabajos, era para Svampa una figura social en la cual convergían la positividad de la memoria de una experiencia histórica de luchas políticas y sociales, contrapuestas a la negatividad del momento –de fragmentación del peronismo y pérdida de los derechos y conquistas laborales– (Svampa, 2000: 129). 1 Así, por ejemplo, FOETRA presenta su historia en la página web del sindicato relatando el conflicto desarrollado por nueve operarios a fines de siglo XIX, y concluyendo que a pesar de haber sido ignorado durante mucho tiempo, este episodio “es un buen ejemplo de lo que serían los 130 años posteriores: el compromiso de los trabajadores con su dignidad no era negociable” (FOETRA, 2013: párr. 3). 118 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. En ambas aproximaciones, los militantes históricos aparecían como depositarios de una memoria de los trabajadores/as, aunque desligados del presente de las prácticas sindicales. Busco entonces resituarlos en las prácticas actuales de militancia gremial, aunque dando cuenta de los modos en que el pasado informa sus acciones, anima las discusiones y sostiene sus construcciones del yo. Frente a las hipótesis centradas en la ruptura generacional, mostraré cómo las experiencias y modalidades históricas de organización son puestas en juego, actualizadas y disputadas en la actividad gremial actual. Para dar cuenta cabal de la especificidad de las prácticas y los sentidos del activismo de estos militantes, mi estrategia metodológica consistirá en centrarme en un activista telefónico, Joaquín. Esta labor está enmarcada en un enfoque desde la antropología política, que busca entender a los procesos de movilización y organización en su doble carácter de procesos históricos y experiencias de vida, mostrando cómo esos procesos se insertan en trayectorias y modos de vida (Grimberg, 2009). En primer lugar, a través de una breve referencia etnográfica a un evento donde tuvo participación, muestro los modos en que presentarse como militante histórico legitima y permite a Joaquín participar en disputas gremiales actuales. Luego, reconstruyo resumidamente la trayectoria de vida de Joaquín, para analizar cómo esta fundamenta la construcción de sí mismo como militante “de toda la vida”, y la vinculación de esta construcción con líneas de tensión en la militancia política y gremial argentina. Eso ya lo hicimos. La experiencia como saber legitimador. En octubre de 2011 asistí al encuentro Octubre y los trabajadores, coordinado por un conjunto de organizaciones de trabajadores/as de distinta envergadura, situadas todas ellas en la oposición de izquierda al gobierno nacional. Realizado en el Sindicato de Farmacia de la Ciudad de Buenos Aires, la consigna de este evento era discutir y recordar la significación del mes de octubre para los trabajadores, en torno a tres eventos históricos: octubre de 1917 (la Revolución Rusa), el 17 de octubre de 1945 (la masiva movilización que exigió la liberación de Perón) y el 8 de octubre de 1967 (el asesinato de Ernesto “Che” Guevara). Llegué a ese evento invitada por Joaquín, un trabajador telefónico que en los últimos meses se había tornado un interlocutor central de mi investigación. Él era uno de los organizadores del encuentro, como parte VIRAJES 119 Sandra Wolanski de una Agrupación Cultural de trabajadores telefónicos que con otros compañeros –en su mayor parte jubilados o retirados– estaban impulsando. En su turno de hablar, como primer orador, hizo una extensa referencia al significado que dos fechas habían tenido para los trabajadores de Argentina y el mundo, octubre de 1917 y octubre de 1945, buscando dejar sentada una posición política: que constituyeron victorias de los trabajadores. Pero, hacia la mitad de su presentación, se desvió de los octubres propuestos para mencionar la experiencia de lucha y resistencia que “terminó de ser derrotada con la masacre del año 76 [haciendo referencia a la última dictadura militar en Argentina] y por si quedaba algo, con lo que significó la década del 90”. Significativamente, terminó su intervención expresando una vinculación deseada entre aquel proyecto de lucha y resistencia y el encuentro del que estábamos participando: “Que todos estos encuentros y otros que nos proponemos seguir haciendo sirvan para humildemente comenzar a construir la gran alternativa independiente que fue uno de nuestros objetivos que también fue frustrado por la gran matanza del 76”. De este modo, en su intervención, Joaquín remarcaba su participación en experiencias de movilización que señalaban su pertenencia generacional en la política de nuestro país: para él, como para otros participantes del evento, la resistencia peronista y las experiencias de movilización de las décadas de 1960-1970 aparecían como las experiencias de movilización distintivas de su generación; y la dictadura de 1976 como la experiencia de derrota2. Las relaciones intergeneracionales permeaban el debate esa noche, ya que los participantes se dividían, de manera notoria, según dos rangos etarios alejados: jóvenes, de entre 18 y 30 años; y viejos, la mayoría de quienes superaban los 70 años. En este contexto, el discurso de Joaquín fue inmediatamente contestado por el siguiente orador que, en cambio, buscando valorizar las experiencias actuales de jóvenes trabajadores/as –así como de su organización, el Frente Popular Darío Santillán3–, se posicionaba desde las luchas del presente, resaltando que su historia, en comparación con las de otros compañeros, era más breve: “Como teniendo 30 años me faltan un poco de años de historia, o no haber pasado algunos momentos 2 La centralidad de la dimensión de la movilización política en el reconocimiento y autorreconocimiento de determinados grupos de edad como generaciones ha sido trabajada por Kropff (2011), a partir del planteo de Lewkowicz (2003). Precisamente, este autor señala la existencia de dos generaciones diferenciadas dentro del peronismo, según su “experiencia originaria” de movilización: el peronismo en el Estado (hasta 1955) o el peronismo de la proscripción (1955-1972). 3 La disputa para este orador era doble. Por un lado, porque el FPDS surgió en el año 2005 como coordinación de movimientos de trabajadores desocupados, y solo en los últimos años ha comenzado a desarrollar una actividad de organización de trabajadores “ocupados”. Por el otro, porque esta organización se posiciona como no-peronista, frente al discurso de Joaquín que postuló una defensa del carácter clasista del peronismo. 120 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. históricos, a mí lo que me sirve es la historia reciente. Yo soy delegado del Ministerio de Trabajo. Ganamos la Junta Interna hace poquito”. En resumen, en ese evento se hallaban en disputa los fundamentos de la legitimidad de viejos y jóvenes militantes, que a su vez eran parte de una disputa por la dirección que tomaría el intento de coordinación entre organizaciones distintas. En efecto, en las intervenciones posteriores comenzó a perfilarse un debate entre distintas posiciones sobre qué hacer para “generar otro octubre” desde los trabajadores/as, para “lograr la unidad”. Cuando Joaquín tomó la palabra en este debate, se refirió a la larga experiencia del peronismo en la integración de frentes policlasistas. Su intervención se centró en cómo el policlasismo había resultado, desde el mismo inicio del peronismo, a la vez una grandeza y una contradicción, para luego concluir: Entonces no se trata de si estar o no a favor de conformar un frente, juntar las fuerzas contra la oligarquía o el imperialismo. Eso ya lo hicimos. Se trata de hacerlo de manera tal que no nos pase otro 16 de septiembre4. Porque si de algo estoy seguro –y ese fue el gran aporte que tuvimos los laburantes [trabajadores]– es que eso al principio no lo veíamos, porque creíamos que éramos todos argentinos, todos patriotas, todos cristianos, que el problema era de traiciones individuales… No, el problema es de intereses de clase. Eso lo aprendimos en la lucha y nos costó mucho sacrificio. Entonces, este gran movimiento que es necesario que se organice, que tenga en cuenta eso. […] Bueno, yo un poco porque si de algo podemos hablar es de experiencia de los frentes de clase. La primera impresión que me dejó el encuentro, en ese momento, respecto de las relaciones que estaban en juego, era la existencia de múltiples registros tras las palabras de los oradores, y especialmente de aquellas de Joaquín. Por un lado, sus reflexiones tomaban el carácter de una enseñanza, a partir de la propia experiencia, del sacrificio, y de un conocimiento de la historia a partir de haberla vivido, de haber tomado parte en luchas consideradas históricas. Con el tiempo, acompañándolo a otras diversas actividades, pude ver que esta presentación de sí mismo a través de su experiencia de activismo era un hecho central de su militancia actual. Así, por ejemplo, había dado su testimonio en una película documental sobre la resistencia peronista5, y se dedicaba a presentarla en distintos espacios de 4 Se refiere al 16 de septiembre de 1955, día en que comenzó la sublevación autodenominada “Revolución Libertadora”, que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón. 5 Se llamó “La Resistencia”, según reconstruye James (2006), a la lucha defensiva en los espacios de trabajo, frente al empeoramiento de las condiciones de trabajo y la represión sobre los trabajadores que siguió al golpe de Estado de la autodenominada Revolución Libertadora. Al mismo tiempo, según VIRAJES 121 Sandra Wolanski militancia; al mismo tiempo, comenzó a participar en carácter de “militante de la resistencia y activista telefónico” en encuentros de formación de una agrupación de estudiantes secundarios y universitarios. En esas actividades, Joaquín tenía un papel protagónico narrando y respondiendo preguntas del público –en general, más joven–. Pero además, la experiencia –una categoría que para los participantes del evento condensaba el saber que se desprendía de haber transitado luchas– permitía a Joaquín legitimar sus prácticas y posicionamientos actuales. En este sentido, las palabras de Joaquín señalaban otra tensión palpable, en el evento, entre quienes se identificaban como peronistas y quienes no lo hacían. La apelación a la experiencia (de lucha y resistencia, de conformación de frentes) le permitía a Joaquín sostener a la vez un posicionamiento clasista, sin dejar de reivindicarse peronista –aunque en el debate parecían presentarse como opuestos polarizados–. En suma, en las actividades de militancia de Joaquín, el relato de su trayectoria de compromiso político y gremial formaba parte del trabajo discursivo realizado para justificar sus posicionamientos, parte de la presentación que realizaba de sí mismo y de la argumentación desarrollada para valorizar sus compromisos6. En este sentido, sostengo que la experiencia –entendida como categoría de uso en esos espacios de militancia– condensa un tipo de saber legitimado en esos espacios, el saber que se desprende de haber transitado luchas. Mostrar la experiencia para fundamentar sus intervenciones y posicionamientos suponía por parte de Joaquín una performance de apelación a esas luchas, de exhibición de la propia trayectoria. Tanto la antropología como la sociología han colocado el foco en los militantes que forjan las organizaciones sociales como forma de distanciarse y complejizar el abordaje que toma como objeto de estudio a “el” o “los” movimientos, el cual tiende tanto a homogeneizar los puntos de vista de quienes los conforman como a aislar la actividad en el movimiento respecto del conjunto de la vida cotidiana de las personas (Quirós, 2006; Manzano, James: “El término ‘la Resistencia’, que llegó a constituir un punto de referencia decisivo en la cultura política peronista, tenía connotaciones más amplias […]. En el folklore del movimiento –folklore que integró la ideología de la clase obrera después de 1955– la resistencia en las fábricas estuvo indisolublemente ligada a la resistencia en otros terrenos […] incluyó un variado conjunto de respuestas que iban de la protesta individual en el plano público hasta el sabotaje individualmente efectuado y la actividad clandestina, sin excluir la tentativa de sublevación militar” (James, 2006: 112-113). 6 Tomo la noción de trabajo discursivo de Tissot et al. (2004), quienes sostienen que los procesos de reconversión de militantes requieren de un trabajo discursivo “que implica encontrar las palabras para reconstruir una identidad, desarrollar una argumentación que permita valorizar de otra manera el compromiso [pasado]” (Tissot et al., 2004: 14, traducción propia). En el caso de Joaquín, y de otros militantes telefónicos históricos, sostengo que ese trabajo discursivo de valorización, legitimación y argumentación a través de los compromisos pasados se halla presente, de manera cotidiana, en sus actividades de militancia. 122 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. 2007; Vázquez, 2010). Dirigir la mirada hacia los militantes históricos permite dar cuenta del particular lugar que ocupan en las organizaciones gremiales, tramando conexiones entre el pasado y el presente; así como también iluminar a la experiencia como legitimadora de su palabra, que permite a los históricos posicionarse tanto frente a la acción de los jóvenes como en relación a la generación que hoy conforma la dirigencia sindical. El tema era pelear. La trayectoria de vida de Joaquín. Propongo entonces, para indagar en los sentidos de ese vínculo entre pasado y presente, reconstruir la trayectoria de vida de Joaquín. La reconstrucción de trayectorias de vida, como concepto de carácter metodológico, consiste en la recuperación, a partir del relato biográfico, de los hitos significativos de la vida de un sujeto relacionados con áreas estratégicas de la práctica social (Grimberg et al., 1998: 232). En este sentido, la trayectoria de vida permite dar cuenta de los significados que los sujetos otorgan a su vida cotidiana y el sentido de sus interacciones cotidianas. Por ende, la trayectoria de vida como estrategia metodológica se posiciona en el seno de una tensión –señalada en extensos debates en historia, antropología y sociología– entre la atención a la especificidad de una vida individual, con sus grados de originalidad y creatividad, y el interés en su pertenencia a un grupo, su inserción en campos sociales, en suma, su vinculación con los flujos más generales de la vida social (Passeron, 1989; Levi, 1996-97; Pereira Fernández, 2011). Sostengo, siguiendo a las corrientes de la denominada microhistoria, que, a partir de la atención a un personaje singular, es posible acceder a las prácticas sociales, a las normas y regularidades pero en estado de continuo movimiento y sometidas a “lo imprevisible, incoherente y plural que hay en las personas” (Pereira Fernández, 2011: 116). Esta perspectiva se ubica necesariamente alejada de una concepción de la trayectoria social como una serie de determinaciones cronológicamente ordenadas (Bourdieu, 2007: 98), en tanto en estas propuestas “el acento parece ponerse más sobre los aspectos deterministas e inconscientes, sobre las ‘estrategias’ que no son el resultado ‘de una verdadera intención estratégica’” (Levi, 1996-97: 19), y sobre las primeras experiencias de socialización. En términos de metodología, entonces, no reproduzco aquí un relato textual de Joaquín, sino un texto elaborado a partir del mismo, en tanto esto supone reconocer que se trata de una producción dialógica y VIRAJES 123 Sandra Wolanski situada, producto de la relación que entablamos a partir de mi propuesta de investigación y su voluntad de afrontarla: en consecuencia, se trata necesariamente de una reconstrucción fragmentaria (ver: Ochs & Capps, 1996; Ferraroti, 2007; Bataillon, 2008). En estos términos, una primera versión de este texto fue leída y corregida con Joaquín. Los inicios: Perón, Evita, el barrio y la resistencia Nacido en 1937, el primer hito en el relato que Joaquín organiza sobre su vida es la muerte de su madre, en 1944. A partir de ese momento, recuerda, él y su hermana se hicieron cargo de su casa del barrio de Flores Sur, ya que el padre trabajaba en la fábrica de Piccardo (industria del tabaco) y regresaba tarde en la noche. En 1949, cuando tenía 12 años, falleció también su padre. En ese momento, Joaquín quedó a cargo de su tío, quien decidió inscribirlo en una escuela-fábrica de la compañía Transportes de Buenos Aires7, donde comenzó los estudios secundarios –pero lo echaron en primer año por hacerse la rata (salir de clase)–. Un año después, otra tía, hermana de su madre, realizó los trámites para ser nombrada tutora de Joaquín y su hermana y ambos se mudaron con ella. A instancias de esa tía y su marido, Joaquín volvió a ingresar en esa escuela. Allí, terminó el primer año de la secundaria8. Recuerda que la escuela les daba los mamelucos, la comida, los apuntes, un pase para viajar gratis y “una especie de beca” para la compra de útiles. Pero como “no le gustaba estudiar”, solía hacerse la rata con algunos compañeros, para –gracias al pase gratuito– frecuentar el puerto, jugar al fútbol en Palermo o asistir a los entrenamientos de Boca. Joaquín aclara que fue este motivo el que generó –nuevamente– su expulsión, a comienzos de segundo año; no era que tuviera problemas, simplemente no quería estudiar, pero “leía de todo”: “A los ocho, nueve años, después que había muerto mi mamá, que mi viejo venía tarde de trabajar, trabajaba en Piccardo, venía como a las dos, tres de la mañana, estaba en maestranza. Yo me la pasaba leyendo. Novelas, porque había una revista, la revista Leoplán, que era una revista de actualidad, que traía novelas completas”. Recuerda que así leyó novelas de Dumas, Víctor Hugo, Balzac y Tolstoi. 7 La compañía Transportes de Buenos Aires (TBA) fue fundada en 1948 como resultado de la nacionalización de la Corporación de Transportes de Buenos Aires. Incluía dentro de su injerencia los ómnibus, tranvías y subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires. 8 El régimen de esta escuela, como el de otras escuelas-fábrica que funcionaron en este período, incluía el cursado de tres años de las materias teóricas del secundario, sumados a la actividad como aprendices en los talleres de la empresa. Luego de esos tres años, los estudiantes eran incorporados como trabajadores en la empresa, con la opción del cursado nocturno de otros tres años para obtener el título de Técnico. 124 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. La escuela-fábrica fue el espacio del primer contacto de Joaquín con la militancia: la UTA convocaba a los alumnos de la escuela a las movilizaciones del gremio, incluyendo, rememora, el velorio de Evita y la movilización contra el intento de golpe del 51. El 16 de junio de 19559 aparece como otro hito altamente significativo en la trayectoria de Joaquín: ese día “fue mi bautismo de militancia, porque me mandé solo a la plaza [de Mayo]”, luego de escuchar en la radio la convocatoria realizada por el Secretario General de la CGT10 y frente a la oposición de su tía. Sus conflictos con ella habían comenzado con el abandono de la escuela y su oposición a que Joaquín consiguiera un trabajo. En 1954, a los 17 años, sin embargo, ya había comenzado a desempeñarse como cadete de una fábrica de joyas de fantasía. Abandonaría la casa de su tía y el trabajo de cadete durante el gobierno de Aramburu, hacia 1956, porque ya estaba haciendo “militancia peronista”. “Y así empezó la militancia más intensa”. Después del 16 de junio de 1955, buscando quienes “hicieran cosas”, salieran a la calle “a pedir justicia”, Joaquín se afilió a la Alianza Popular Nacionalista, un grupo “nacionalista de tinte católico” que se reivindicaba peronista11. Joaquín busca aclarar que no fue una afinidad ideológica –con excepción del antiimperialismo, que sí compartía– lo que lo llevó a afiliarse, sino el hecho de que en la Alianza “hacían cosas”, a diferencia del Partido Peronista o la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), que era solo un “aparato burocrático”. Y [la Alianza Popular Nacionalista] se definen como peronistas y no solamente, sino que hacen lo que no hacía el Partido Peronista, ¡empiezan a ganar la calle! Contra de los que habían dado, pidiendo que se hiciera justicia, que los fusilaran ¡y todo! O sea, ¡hacían cosas! Así, el día del golpe de Estado de la Revolución Libertadora, el 16 de septiembre de 1955, se fue a ofrecer a la Alianza “a ver qué hacíamos”, y lo enviaron a defender la Secretaría de Prensa, con la consigna de defender los 9 El 16 de junio de 1955, en un intento por derrocar y asesinar al presidente Juan D. Perón, las fuerzas de la aviación naval argentina bombardearon la Plaza de Mayo, la Casa de Gobierno y otros edificios públicos de la Ciudad de Buenos Aires, con un saldo de más de 300 muertos. 10 La Confederación General del Trabajo (CGT), fundada en 1930, es “la central sindical histórica y tradicional del movimiento obrero argentino” (Novick, 2001: 36). A lo largo de su historia, sin embargo, tuvo diversas escisiones y en numerosos períodos coexistieron centrales sindicales de distinto sello político. 11 La Alianza Popular Nacionalista fue fundada en 1951 por Patricio Kelly, sobre la base de la anterior Alianza Libertadora Nacionalista, que hasta ese momento había sido liderada por J.E.R. Queraltó. A partir de ese momento, este grupo nacionalista católico se definió como “popular” y peronista. Cabe resaltar la mirada de Joaquín sobre Kelly, una figura altamente controversial: “era un tránsfuga, un mercenario, pero iba al frente”, “era un tipo jodido pero de acción”, y recuerda que “estaba en la calle, todos los días, después del bombardeo”. De este modo, destacaba la acción como valor por sobre los modos e ideologías sobre los que estaba fundada. VIRAJES 125 Sandra Wolanski edificios públicos frente a los Comandos Civiles12. Por otra parte, de esos días, recuerda que los pasaba “dando vueltas”, viendo qué hacer, encontrando en la calle a otros “que ni los conocías”, “tratando de hacer algo”, perseguidos por los grupos de Comandos Civiles que desde autos identificados con telas blancas baleaban a las personas en la calle. Hasta que a fines de septiembre de 1955, Joaquín se alejó de la Alianza Popular Nacionalista por el apoyo que esta dio al general Lonardi. Sin embargo, encontró en su barrio, Flores, el lugar donde “hacer”: “Y bueno, un poco ya, el centro… sí, uno siempre andaba pero no encontraba puntos de referencia. Y en el barrio también ahí, hablar y qué se podía hacer y qué se podía hacer y se empezó a armar un Comando de la Resistencia”. Joaquín comenzó a participar como el miembro más joven del comando. Su rol era la coordinación –la comunicación con otros núcleos de la Resistencia–, “porque una de las grandes cosas de ese momento era estar informados qué pasaba con otros, qué pasaba en otros lados”. Llevando y trayendo mensajes, era “el ‘che Pibe’ de la Resistencia”, afirma riendo. En el comando había, “además de los del barrio”, compañeros de distintos gremios, “todos laburantes, ¿no?”. Una de las tareas que tenían como miembros de la Resistencia y en los primeros años de la Juventud Peronista13, era precisamente recuperar los sindicatos que habían sido intervenidos. Así, Joaquín recuerda que colaboró con Armando Cavalieri14, que en ese momento era un delegado de base del Sindicato de Empleados de Comercio y había creado una agrupación gremial combativa, para “desbancar” a la burocracia “socialista o radical, era”. Los relatos de Joaquín sobre esa época están permeados de referencias a compañeros de la Resistencia que luego participaron de gobiernos, fueron dirigentes gremiales, etc. – Cavalieri constituye así un ejemplo significativo, para Joaquín, de compañeros que luego fueron burócratas–. Entre 1957 y 1959, Joaquín cumplió con el servicio militar, de manera extendida porque a los tres meses se había hecho desertor. Cuando regresó, se incorporó a los primeros grupos de la Juventud Peronista, que 12 En los primeros días después del 16 de septiembre, recorrían las calles los “Comandos Civiles”, o Comandos Civiles Revolucionarios, grupos paramilitares que perseguían a los simpatizantes peronistas, buscando asegurar el triunfo de la Revolución Libertadora. 13 La Juventud Peronista fue fundada en 1957 por Gustavo Rearte, como parte de las organizaciones clandestinas que se opusieron al régimen del general Lonardi y se propusieron luchar por el retorno de Perón. En sus primeros años, agrupó a reconocidos militantes como Jorge Rulli, Envar “El Cacho” Kadri, Susana Valle y Felipe Vallese. 14 Armando Cavalieri es el actual Secretario General de la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios, cargo en el que se desempeña hace 25 años, desde 1988. Rodeado de acusaciones de enriquecimiento y colaboración con la última dictadura militar, el gremio que dirige es considerado un ejemplo de sindicalismo empresarial. Para un estudio de las prácticas de este sindicato en el sector supermercadista ver Abal Medina (2011). 126 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. continuaban la resistencia –aunque con “problemas de personalismo” –. Frente a eso contrapone la actividad de los sindicatos, que estaban “más por la integración”, y recomienda leer a Daniel James que muestra bien esa contraposición. Sin embargo, desde la Juventud Peronista, además de buscar recuperar los sindicatos, utilizaban los locales sindicales –entre ellos el de los trabajadores telefónicos– como espacio de reunión. “Y una de las cosas que se hacía desde el sindicato, una agrupación, era tratar de enganchar a través de la Bolsa de Trabajo a compañeros, ¿no? que estuviesen sin trabajo”. Así ingresaron a trabajar en ENTel militantes de esas agrupaciones y, también, por ejemplo, muchos de los trabajadores que habían sido despedidos tras la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre, en 1959, y trabajadores metalúrgicos despedidos a raíz de su enfrentamiento con la conducción de la Unión Obrera Metalúrgica. De este modo, en 1964, a través de compañeros telefónicos que conocía por su militancia, Joaquín fue anotado en la Bolsa de Trabajo de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel), la cual era manejada en un 50% por el sindicato telefónico, FOETRA. En esa ocasión, un conflicto del sindicato con la dirección de la empresa –ligada al gobierno radical– impidió que entrara. Así fue que, hasta 1967, siguió recorriendo los más diversos trabajos –aunque “por lo general, por la misma militancia y demás, duraron poco los trabajos”–, en una florería, en un frigorífico, embarcado, en un restaurante, una bodega... Activismo gremial, militancia armada: “La Marrón”, el PB y las FAP Recién el 14 de febrero de 1967 Joaquín comenzó a trabajar en ENTel, en una cuadrilla de construcción de la zona de Flores. Dos semanas después, en el primer paro de la CGT frente al gobierno militar de Onganía15, se unió a la huelga y fue suspendido durante un mes. Pero “al final me benefició, no por el mes de suspensión, sino cuando volvemos a trabajar me sacaron de ahí, me mandaron a la otra sección, donde estuve muchos años que, la más combativa del gremio”. Desde ese momento comenzó a desempeñarse en la sección de Mantenimiento, en la parte de Conservación de Cables, tanto aéreos como en cámaras, cubriendo con su cuadrilla la zona oeste de la Ciudad de Buenos Aires. Su trabajo entrañaba conocimientos técnicos y también riesgos, ya que implicaba trepar a los postes para reparar cámaras Luego de una sucesión de gobiernos electos, aunque en elecciones signadas por la proscripción del peronismo, el 28 de junio de 1966 nuevamente se produjo en Argentina un golpe de Estado, que designó como presidente de facto al general Juan Carlos Onganía. Esta dictadura militar duraría hasta la elección del 11 de marzo de 1973, en la que resultó electo Héctor Cámpora, en la primera elección en la que el peronismo pudo presentar una lista oficial desde 1955. 15 VIRAJES 127 Sandra Wolanski y cables, así como entrar en las cámaras subterráneas. En ambos casos, los trabajadores corrían grandes peligros a causa de descargas eléctricas y/o filtraciones de gas. Como consecuencia de la huelga, se le había retirado la personería gremial a FOETRA, y “no nos reconocían delegados, pero igual elegimos delegados”. Y así, Joaquín fue elegido delegado de su sección ese mismo año. A partir de su vinculación con la Lista Marrón, liderada por Julio Guillán, dos años después participó en la lista conducción como parte de la Comisión Administrativa Suplente del sindicato y, a raíz del fallecimiento del Tesorero del gremio, pasó a desempeñarse como Secretario de Prensa de FOETRA Buenos Aires, “con dos años [de antigüedad]… Pero claro, digamos, yo, había un conocimiento, además uno estaba… metido”. Ese cargo duró poco: en 1970 el gremio fue nuevamente intervenido por el gobierno (militar) de Levingston. Bajo la conducción de esa agrupación, en 1968, FOETRA tomó parte de la formación de la CGT de los Argentinos16. Poco tiempo después, sin embargo, el gremio decidió retirarse de ese proyecto. Joaquín, sin embargo, junto a otros compañeros de la Agrupación Marrón –“los calamares”, como los llamaban sus compañeros– siguió tomando parte activa hasta que esa experiencia se disolvió, e incluso participaron “políticamente” (“no gremialmente”, porque en la Agrupación se votó en contra) de los congresos de la Tendencia Revolucionaria en 196917. Es que la Agrupación Marrón era, siempre recalca Joaquín, “muy democrática”, al punto de incluir en su seno tendencias divergentes: “El gremio nuestro era de los que habían estado en lo que se llamaba ‘las 62 de pie’, o sea, estaban en En el Congreso Normalizador de la CGT Amado Olmos, realizado entre los días 28 y 30 de mayo de 1968, resultó electa una conducción combativa, cuyo Secretario General fue Raimundo Ongaro, del Sindicato Gráfico. Un breve extracto de su programa inicial, el Programa del 1º de Mayo, permite dar cuenta de la definición de esta central como combativa, de oposición al régimen militar, y mostrar su relación con las grandes rebeliones de fines de los años 60: “Las direcciones indignas deben ser barridas desde las bases. En cada comisión interna, cada gremio, cada federación, cada regional, los trabajadores deben asumir su responsabilidad histórica hasta que no quede un vestigio de colaboracionismo”. Los gremios conocidos como partipacionistas, ligados a la figura de A. Vandor, se retiraron de ese cuerpo y fundaron una central rival, la CGT Azopardo. El 30 de junio de 1969, a partir del allanamiento y encarcelamiento de cuatro miembros de su Consejo Directivo y numerosos militantes, la CGT de los Argentinos pasó a desempeñarse en la clandestinidad. 17 La Tendencia Revolucionaria estaba conformada por distintas agrupaciones identificadas con el peronismo revolucionario y el socialismo nacional como proyecto político: la Juventud Peronista Regionales (JPR), el Movimiento Villero Peronista (MVP), la Juventud Universitaria Peronista (JUP), la Juventud de Trabajadores Peronistas (JTP), la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), y el Movimiento de Inquilinos Peronistas (MIP) –todas ellas organizaciones de superficie de Montoneros–, junto con otras agrupaciones como las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y el Peronismo de Base (PB). A fines del 68 y en enero 16 del 69 se realizaron dos congresos en los que se discutieron las estrategias y métodos de lucha del peronismo revolucionario. 128 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. contra del vandorismo18, pero dentro de todo, como nuestra agrupación era muy participativa y democrática había de todo ahí adentro”. Mientras “los calamares” permanecieron en la experiencia de la CGT de los Argentinos, otras líneas dentro de la Agrupación fueron paulatinamente separándose y armando sus listas propias: la Lista Celeste, la Lista Gris, la Azul y Blanca… “En FOETRA hubo elecciones de seis, siete listas”, remarca Joaquín, para mostrar el carácter democrático del gremio. Y en la Agrupación, en particular, “eran solidarios, se apoyaban todos”, incluso compañeros que, aun dentro de la Agrupación, simpatizaban con la CGT en ese momento: “Esto te lo cuento para ver toda la potencia que había y… a pesar de las discusiones”. Por su parte, a partir de su ingreso en ENTel, Joaquín remarca una inflexión en su trayectoria de militancia: “Ahí empecé. Ahí sí que asumí a fondo, la importancia de no solamente hablar de la revolución [se ríe] […] Bueno, yo hasta ese momento cambié como veinte trabajos y nunca me planteé una cosa así de… Era militante de afuera, haciendo cosas clandestinas y demás, pero ahí sí, hice cosas básicas que no son tan difíciles sino de sentido común”, como –pone por ejemplo– negociar derechos de los trabajadores/as basándose en el Convenio Colectivo, “a ver qué palabra, qué punto podés utilizar en lo que a vos te interesa. Tu campo es el del laburante”. En su práctica como delegado, resume, “el tema era pelear. La peleabas primero tratando, bueno, de jugar con estas cosas [las imprecisiones del Convenio] y después, si la cosa se ponía pesada, llegaba a un conflicto”. En ese momento, además, Joaquín comenzó a militar cada vez más activamente en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP)19, y esto lo llevó a plantearle a Julio Guillán (el Secretario General de FOETRA) la renuncia como Secretario de Actas, cargo para el que había sido electo en 1971. “Cuando yo ya voy teniendo más compromiso, un día voy y le digo: ‘mirá, yo voy a renunciar como Secretario de Actas’. Él ya sabía, porque él, si bien Augusto Timoteo Vandor, dirigente metalúrgico “simbolizó” “el proceso de integración del aparato sindical al sistema político e institucional de la Argentina y su corolario de burocratización, así como el creciente empleo de métodos autocráticos para regular la vida interna de los gremios, proceso que llegó a su apogeo en el período 1962-1966” (James, 2006: 220). Sostiene James que el “vandorismo”: “llegó a ser sinónimo, tanto en el plano político como en el sindical, de negociación, pragmatismo” (James, 2006: 220). En 1966 un conjunto de federaciones, organizaciones y agrupaciones gremiales firmó una solicitada de denuncia a estas prácticas, autodenominándose las “62 organizaciones de pie junto a Perón”. 19 Las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) fueron la primera organización guerrillera peronista: su aparición pública fue en septiembre de 1968 en una fracasada operación armada en Taco Ralo, Tucumán. A partir de 1969 desarrollaron también operaciones en áreas urbanas. Las discusiones en el seno de las FAP llevaron a múltiples escisiones en su seno, especialmente en 1971 a raíz del llamado “Proceso de Homogeneización Política Compulsiva”. Producto de esas escisiones grupos de militantes de las FAP se fueron sumando a otras organizaciones armadas en ascenso, como Montoneros o el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). 18 VIRAJES 129 Sandra Wolanski no compartía una parte de la cosa, era muy solidario. A pesar de lo que hizo después, ¿no? Entonces, más o menos sabía. Y me dice: ‘¡nooo, qué vas a renunciar! Vos hacé lo que tengas que hacer, acá te cubrimos’. Le digo: ‘No, es un despelote, además de ser un compromiso para el gremio, no está bien eso, yo voy a estar ahí’. ‘Nooo, pero acá te cubrimos’”. Joaquín, sin embargo, se mantuvo firme en su decisión. Guillán aparece, en el relato de Joaquín, como una figura central. Por un lado, como líder de la Agrupación, “era muy solidario” y “siempre fue un abanderado de la democratización”. Por el otro, “con él siempre tuvimos muchas discusiones”, porque dentro del binomio lucha armada/ insurrección, Guillán se inclinaba por esta última: “Nosotros nos burlábamos y decíamos que Perón, Perón decía que él era un león herbívoro y nosotros le decíamos a Guillán que era un león herbívoro [risas]”. Guillán fue padrino del casamiento de Joaquín, en 1970 y, aunque su figura es controvertida por “lo que hizo después”, Joaquín se ocupa de marcar la distancia entre el antes y el después que para él estuvo sellado por la cárcel: Cuando fue en plena época de la CGT de los Argentinos, ¡mirá vos! […] Guillán era Secretario Gremial. Funcionaba ahí en la calle Paseo Colón, donde está el Sindicato Gráfico. Salíamos de ahí –yo todavía no la había conocido a mi mujer– y nos íbamos a la casa [de Guillán] ¡La mujer [de Guillán] estaba ya [cansada]! Éramos como seis, o siete, qué sé yo. Para seguir charlando, eran como las diez de la noche, once. […] Y él se ponía a cocinar, se ponía a cocinar… Por eso, no es tan fácil, a veces, con algunos compañeros. Pero el que lo vio antes, el que lo vio después, adentro de la cárcel ¡lo hicieron mierda! A pesar de que se alejó de las responsabilidades como dirigente, Joaquín siguió siendo delegado de su oficina, y su vida seguía permeada por su pertenencia al gremio telefónico. Vivía en un edificio, frente a la estación de Liniers, donde también habitaban muchos otros compañeros telefónicos. Conoció a su mujer, abogada, en las actividades de la Comisión de ayuda a los presos políticos que funcionaba en la sede gremial. Se casaron en 1970, con un cura salesiano, que trabajaba en La Cava, un asentamiento del norte del conurbano bonaerense, y era solidario en su práctica, colaborando con las organizaciones e incluso “bancando” a militantes. En esa época, además, con otros compañeros telefónicos, comenzaron a proyectar, de manera clandestina, “La Hora de los Hornos”, de Pino Solanas, “fácil, en 200 lugares”. Las proyecciones incluyeron desde locales gremiales hasta casas de compañeros, y siempre estuvieron acompañadas de debates. En la actualidad, Joaquín buscaba replicar esta experiencia organizando proyecciones de la película sobre la resistencia peronista en la que participó en los últimos años. 130 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. Pero además, a partir de la formación del Peronismo de Base20, Joaquín “estaba tan o más metido que antes en lo gremial”, en particular en la práctica de su sección gremial. Entre finales de la dictadura y durante los gobiernos de Perón e Isabel (1973-1976), llevó adelante, desde ese lugar, distintos proyectos. Por un lado, en su sección se había formado una comisión gremio-empresa, en la que había participación gremial en la dirección de la sección. Joaquín era uno de los tres delegados del gremio en esa comisión. Al mismo tiempo, durante los últimos años de Onganía, desde FOETRA comenzaron a elaborar una propuesta de participación en la conducción de la empresa, que terminaron durante el gobierno de Isabel Perón (1974-1976). Una propuesta similar resultó en una experiencia de cogestión entre la empresa estatal de electricidad (SEGBA) y Luz y Fuerza (el sindicato del servicio eléctrico), pero en el caso de ENTel fue denegada. Según Joaquín, esto fue así porque coincidió con otro conflicto, por la anulación de los contratos de producción de equipos que ENTel tenía con la firma Siemens Standard, firmados en la época de Onganía: “[…] le dimos vuelta un contrato que era, qué sé yo, multimillonario. ¡Fue toda una lucha!”. Joaquín evalúa que en ese período –en el que él además fue electo a cargo del Fondo Compensador21 telefónico– se hicieron “varias cosas bastante piolas, discutir algunas cosas paritariamente… Pero duramos poco”. A partir de enero de 1975, luego de la muerte de Perón, las relaciones entre el gremio telefónico y el gobierno de Isabel comenzaron a tensarse. Además de negarles el proyecto de cogestión de ENTel, la empresa dispuso un plan de racionalización del personal que supuso más de 600 cesantes, prescindibles. La posible respuesta a este plan supuso una división en el gremio: algunos no querían desarrollar un conflicto y preferían la negociación, al tratarse de “un gobierno popular”. Desde el Peronismo de Base, Joaquín sostuvo la necesidad de medidas que afectaran la producción, y finalmente, desarrollaron un retiro de colaboración. En el marco de ese conflicto, la Secretaría de Comunicaciones pidió el desafuero como delegado de Joaquín. La esposa de Joaquín litigó el pedido de desafuero que finalmente resultó favorable 15 días antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Desde las FAP se impulsó el Peronismo de Base, desde donde se buscaba disputar con el sindicalismo peronista burocrático. Se trataba de un “frente de masas”, que impulsaba en el terreno sindical conquistar las conducciones para las bases, con base en premisas de democracia obrera y consulta continua a las bases. Una fuente rica para el abordaje del Peronismo de Base se encuentra en el número 30 de la Revista Cristianismo y Revolución, publicada en Septiembre de 1971. Se encuentra disponible en: http:// www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrporquesomosperonistasdebase3030/ 21 El Fondo Compensador Telefónico era un fondo mutual creado en 1973, por un decreto de López Rega como Ministro de Bienestar Social. Se constituía con el aporte del 1% del salario de los empleados de menos de 25 años de antigüedad, 2% de aquellos con mayor antigüedad, y 6% de la empresa, y estaba principalmente destinado al financiamiento de viviendas. 20 VIRAJES 131 Sandra Wolanski Este golpe de Estado puso un término a otras tensiones en FOETRA y la Lista Marrón. Ya en las elecciones de 1973, esta había ganado muy estrechamente las elecciones gremiales frente a la Lista Gris, un desprendimiento de la Marrón que afirmaba tener el apoyo del general Perón. Antes de las elecciones se desató un escándalo por un enfrentamiento armado entre activistas de la Lista Marrón y otros ligados a Rucci, dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica y Secretario General de la CGT, que en ese entonces estaban enfrentados, por el cual casi pierden las elecciones. Lo cual, destaca Joaquín, fue aún más peligroso porque dirigentes de la Lista Gris luego estuvieron ligados a López Rega, “terminaron siendo colaboradores de los milicos, y algunos integraron la Triple A”22. En las elecciones de 1975, por otra parte, el principal opositor a la Lista Marrón era la JTP (Juventud Trabajadora Peronista). Finalmente, Joaquín también se había enfrentado con sus compañeros, “los calamares”, en torno a las discusiones desde el Peronismo de Base sobre una Alternativa Independiente: la disputa se centraba en definir si esta implicaba también una independencia respecto de Perón. “Y yo prácticamente me quedé solo”, recuerda Joaquín, al sostener esa posición. Se armó la podrida cuando salieron en el 73 porque el tema de que tenía que ser independiente de Perón […] lo que yo siempre discuto es que por un lado está bien. Yo por ahí sí, afectivamente, yo soy más dependiente, por todo lo que vivimos, toda la lucha juntos, las cosas que nos pasaron, de Perón, pero yo, no me parece muy coherente por un lado decir lo que decimos de las limitaciones de Perón y después no plantearnos ser independientes ¿para qué?, para tener a alguien a quien echarle la culpa. Yo creo que la gran responsabilidad es del activismo. Y entre ellos estoy yo. Para Joaquín esta disputa en torno a la posibilidad de formar una “alternativa independiente” y el significado de la independencia –que aparece en sus palabras ligada a la responsabilidad del activismo– sigue siendo una preocupación central hoy. Derrota y reconstrucción: después de 1976 Con el golpe de Estado de 1976, Joaquín fue declarado cesante, y fue preso –en marzo mismo– junto con otros sesenta compañeros telefónicos. A 22 José López Rega fue Ministro de Bienestar Social de los gobiernos de Héctor Cámpora, Juan D. Perón y de Isabel Perón. Desde allí organizó la Alianza Anticomunista Argentina (más conocida como Triple A), una organización parapolicial de extrema derecha que llevó adelante asesinatos, ejecuciones sumarias y desapariciones forzadas de peronistas de izquierda, luchadores sociales, intelectuales, artistas y miembros de organizaciones de izquierda. 132 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. lo largo de ese año, la mayoría de ellos fueron liberados; con la excepción de Guillán, que permaneció preso seis años. Joaquín, en cambio, fue liberado a los dos meses y en mayo de 1976 colaboró con una campaña en contra de la modificación de la ley de contratos de trabajo que estaba llevando adelante el gobierno militar. Un año después, en 1977, aunque seguía cesante, Joaquín tomó parte de un conflicto gremial –organizado clandestinamente, ya que FOETRA estaba intervenido– contra la modificación de la jornada de trabajo en ENTel. En el curso de ese conflicto, secuestraron a seis o siete trabajadores telefónicos, recuerda –aunque después los soltaron– y lo fueron a buscar también a él, aunque no lo encontraron. Durante la dictadura, “la cuestión pasó a ser sobrevivir”, realizando los trabajos que se presentaran, desde ayudante en un estudio jurídico hasta manejar un taxi. Mientras tanto, crió a sus tres hijas, nacidas entre 1974 y 1980. En 1978 en su casa de Liniers sufrieron un allanamiento en el que fueron encontrados libros prohibidos. “Yo creí que íbamos a estar jodidos”, afirma Joaquín, pero en realidad “fue bastante liviana la cosa”: él y su mujer fueron presos “sólo” por tres días. La consecuencia más importante fue que a su esposa la echaron del trabajo, en el Consejo Agrario Nacional, del Ministerio de Agricultura. Luego de este incidente, Joaquín y su familia se mudaron a un barrio del norte del conurbano de Buenos Aires, donde él trabajó en una fábrica de tubos fluorescentes y luego, a partir de 1979, en una tintorería industrial. En esos años también retomó sus estudios secundarios, aunque quedó adeudando inglés, que solo pudo aprobar años después, en la década de 1990. Otra vez un 14 de febrero, pero de 1984, Joaquín volvió a trabajar en ENTel. Ya desde antes de las elecciones, algunos de los más de 600 trabajadores/as cesantes habían sido reincorporados, especialmente aquellos que no portaban en su legajo el título “presunto subversivo”, que sí tenía Joaquín. Este fue un momento de fuertes tensiones para su pareja: su mujer se oponía a que él reingresara a ENTel, porque “sabía” que eso iba a significar su retorno a la militancia gremial. Ella había decidido alejarse de la militancia y pretendía que Joaquín la siguiera. Él sostiene que, en cambio, “tampoco podía dejar de intentar”. Cuando le ofrecieron la oportunidad, decidió entonces regresar a ENTel. Fue asignado a la misma sección en la que trabajaba antes, pero pidió su traslado, para hallarse cerca de su hogar. Mientras tanto, su mujer abrió un estudio como abogada, dedicándose principalmente a demandas laborales. Sus clientes provenían en su mayoría de la villa La Cava, donde había militado en su juventud. Durante 1984 Joaquín fue elegido delegado de su sección –esas elecciones de delegados supusieron el primer paso en la normalización del sindicato–. Recién a fines de ese año, se realizaron las elecciones para VIRAJES 133 Sandra Wolanski designar una Comisión Administrativa en la que fue elegida nuevamente la Lista Marrón, liderada por Julio Guillán. Joaquín recuerda que se trataba de una lista “pluralista”, con representantes de distintas tendencias políticas –con lo que él estaba de acuerdo–. Sin embargo, afirma que allí comenzaron a notarse los cambios en Guillán, que era ahora muy cercano al presidente electo, Raúl Alfonsín: “era un asesor de Alfonsín”. Joaquín lo justifica como consecuencia de lo vivido en la cárcel y, además, de la bronca hacia la cúpula del peronismo. Pero, recuerda, en ese momento Guillán comenzó a plantear que había que cambiar, que “ahora no se puede” (tener las mismas prácticas combativas), empezó a “resignar algunas cosas, a hablar de los microemprendimientos” y “de a poquito”, a acercarse a la idea de privatizar ENTel. El armado de una patota para defender las decisiones de la conducción del gremio marcaba para Joaquín un quiebre en la historia del sindicato y de la Agrupación Marrón: J: Arma una patota, cosa que nunca había pasado en el gremio... Telefónicos, pero corría de todo. Una patota para defenderse, porque él, la mayoría de la militancia se le había puesto en contra. S: La mayoría de los que venían de militar con él antes… J: - ¡Todos! Toda la lista que había llevado siempre una línea combativa, que varios, había habido varios desprendimientos por mantener siempre una línea coherente, antivandorista. ¡Él mismo! Él siempre fue un poco la imagen de todo eso. Mientras comenzaba a discutirse la posibilidad de privatización de toda ENTel, Joaquín tomó parte de una experiencia de autogestión del área de conservación de cables, a partir de un proyecto impulsado por los trabajadores/as que supuso la re-estatización del sector, que ya había sido privatizado. En 1987, cuando se formó la Lista Celeste y Blanca, Joaquín se sumó a este movimiento de oposición a la Lista Marrón y su política favorable a la privatización. El compromiso con esa agrupación y su actuación en la Junta Electoral en 1988 supuso renovar el conflicto con su mujer en torno a la militancia y, como consecuencia, Joaquín se fue por un tiempo de su casa. En 1989, frente a la Lista Marrón, encabezada por Guillán, se presentó una coalición de oposición, donde se unieron distintos grupos de la izquierda partidaria con los activistas que se habían distanciado de la Lista Marrón por su apoyo a los proyectos de privatización: “una bolsa de gatos, decía Guillán. Y era cierto”. Precisamente en 1989, el Poder Ejecutivo ordenó la preparación de los pliegos y condiciones para la privatización de ENTel; a comienzos de 1990 la empresa fue intervenida, como fase 134 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. preparatoria para la privatización, que incluyó la reforma del Convenio Colectivo del sector. Mientras que la Lista Marrón y la Federación Nacional (hoy FOEESITRA) se declararon a favor de la privatización y colaboraron activamente con la misma, la conducción del Sindicato Buenos Aires, la Lista Celeste y Blanca, llevó adelante una activa resistencia, que incluyó 40 días de huelga en agosto/septiembre de 199023: “Y bancamos, ¡fueron varios meses! De estar prácticamente todos los días en la primera plana de los diarios, porque hacíamos movilizaciones, con los camiones, había tremendo despelote con… la Alsogaray manejaba eso. Y tuvimos como 600, 700 cesantes”. Sin embargo, la movilización se llevó a cabo en un contexto de conflictos, tanto dentro del Frente de Gremios Estatales que había comenzado la resistencia a la privatización de manera conjunta, como en la Comisión Directiva electa el año anterior. La derrota de la movilización fue inmediatamente seguida por transformaciones de profundas consecuencias para los trabajadores/as telefónicos. Con la división de ENTel, Joaquín pasó a desempeñarse en Telecom, y continuaba siendo delegado, a pesar de que las condiciones eran sumamente adversas: “La cuestión que fue terrible ese período por los retiros voluntarios. Los facilitaban, incidían… Y algunos delegados, que estábamos, tratábamos de hacerle pata al compañero que no se quería ir, pero era medio una situación media jodida”. La división en cinco listas distintas de la Lista Celeste y Blanca llevó, en 1993, a un nuevo triunfo de la Lista Marrón, encabezada por Guillán. Esta coyuntura adversa para la actividad gremial coincidió con importantes problemas de salud para Joaquín: a partir de 1993 se sometió a tres cirugías de bypass. Si bien regresó a trabajar en cada una de las ocasiones, fue transferido a tareas internas: Cuando a mí me operan de acá, si era por ellos me jubilaban, ya era Telecom. Yo seguí trabajando hasta que me jubilé […] Yo estaba en la calle. Y no, no voy más a subir a postes, pero bueno, trabajo adentro. En este contexto, en septiembre de 1997, días antes de la elección en que una nueva coalición opositora triunfara sobre la Lista Marrón, Guillán falleció. En los últimos años, Joaquín se había distanciado definitivamente Ante la inminente privatización de ENTel, los trabajadores del Sindicato Buenos Aires de FOETRA se declararon en huelga por tiempo indeterminado en agosto de 1990. El gobierno reaccionó restringiendo su derecho a huelga, extendiendo la jornada de trabajo y, ante la continuidad de la medida, decretando la ilegalidad de la misma y quitando la personería jurídica al Sindicato Buenos Aires. La continuidad de la huelga llevó a la interventora a extremar las medidas: suspendió 50 de los 110 artículos del Convenio telefónico, utilizó a las Fuerzas Armadas para garantizar el servicio y, finalmente, despidió a más de 400 trabajadores. El 17 de septiembre de 1990, finalmente, la huelga fue levantada; y solo 90 de los 400 despidos fueron reconsiderados. 23 VIRAJES 135 Sandra Wolanski de él: además de su apoyo decidido al proyecto privatizador, que le valió el nombramiento como Secretario de Telecomunicaciones, Joaquín recuerda que estaba “mal, destruido físicamente… anímicamente…” y tenía graves problemas de alcoholismo. Joaquín dudó sobre si asistir o no al velorio y finalmente decidió ir, para encontrarse con un compañero de la vieja Agrupación Marrón –también luego opositor– al que la mujer de Guillán había echado de la ceremonia. Pero el momento más destacado de ese velorio, relata Joaquín, fue la aparición de María Julia Alsogaray, ex interventora de ENTel, quien arribó al lugar afirmando: “vengo a despedir a un gran amigo”. A partir de 1997, entonces, una nueva lista, la Azul y Blanca, ocupó la conducción del gremio. Aunque Joaquín, debido en parte a sus problemas de salud, ya no formaba parte del grupo dirigente, destaca los logros de esta nueva conducción en sus primeros años. Entretanto, en 2003, a los 65 años, Joaquín se jubiló de Telecom. Cuando me mostró el pequeño diploma que firmaron en su despedida los compañeros de su sector y del gremio, recordó su discurso de despedida: “y yo ahí dije ‘yo me jubilo de Telecom pero sigo siendo telefónico’”. Ese mismo año, además, se separó definitivamente de su mujer, después de 33 años juntos: el detonante de la separación fue la negativa de Joaquín a abandonar la militancia gremial al retirarse. Por el contrario, tomó responsabilidades en la nueva Obra Social (servicio médico) que FOETRA Buenos Aires estaba armando. Ante su persistencia en esa tarea, su mujer abandonó la casa y se mudó. En 2003, entonces, Joaquín concluía entre risas: “Me jubilé doble, me jubilé de telefónico y me jubilé de mi mujer”. Su actividad como síndico en la Obra Social duró hasta 2007, cuando lo “echaron”, por su oposición a algunas demandas de la conducción. Quedó entonces por fuera del sindicato, aunque siempre siguió activando. En los últimos años, tomó parte, con otros extelefónicos, de la Agrupación Cultural Cátulo Castillo, a través de la cual no solo realizaron peñas y encuentros de (ex) trabajadores/as sino que tomaron parte de actos y espacios como el que describí al comienzo de este trabajo. Participó de un documental sobre la Resistencia Peronista y tomó como iniciativa personal proyectarlo en la mayor cantidad de espacios, buscando replicar las proyecciones de “La Hora de los Hornos” que realizaban en los 70. Finalmente, emprendió una serie de colaboraciones y diálogos con una organización de estudiantes secundarios, armando la Cátedra “John William Cooke” de discusión sobre la historia argentina del siglo XX. 136 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. Yo sigo pensando siempre igual. Un militante “de toda la vida”. Tal como ha sido presentada, la trayectoria de vida de Joaquín es susceptible de ser analizada en tanto que narrativa, y por ende, a la vez en el plano del discurso y en su referencia a la realidad, como expresión del mundo (Alves & Rabelo, 2009); al tiempo que, en cuanto discurso, incluye no solo elementos figurativos, sino también categorizaciones, evaluaciones, conceptualizaciones y emociones (Ibíd.: 61). Susceptible de múltiples acercamientos, en este apartado realizaré un análisis centrado en cómo la trayectoria de vida de Joaquín sustenta una construcción de sí mismo como militante, interrogando los sentidos y relaciones a los que ella apunta. Para comenzar, en la reconstrucción se destacan algunos períodos de su vida que Joaquín relata con mayor detalle y extensión. Estos corresponden, notoriamente, a experiencias de movilización: los comienzos de su militancia en la resistencia peronista y la participación como activista gremial/militante político a partir de su ingreso a ENTel en 1967 y hasta la dictadura militar que comenzó en 1976. Estos momentos de movilización intensa fueron relatados por Joaquín con lujo de detalles, recordando compañeros, situaciones, discusiones, actividades -muchos de los cuales por razones de extensión quedaron fuera de este artículo–. En cambio, otras experiencias que de hecho marcaron su trayectoria, supusieron reacomodamientos y redefiniciones incluso traumáticas –como la dictadura de 1976 o la privatización de ENTel– fueron relatadas de manera más sintética, remitiendo sucintamente a los principales cambios que entrañaron para su vida. Es precisamente la militancia –entendida como hacer, intentar, pelear– el eje en torno al cual se estructura el relato de Joaquín. En este sentido, puede ser pensado como un patrón clave de la estructura narrativa del relato, “el elemento que reproduce en toda la narración una matriz reconocible de conducta que impone una coherencia a la experiencia de vida del hablante, la coherencia del yo” (Chanfrault-Duchet, citado por James, 2004: 164). Desde ya, no fue este el único núcleo temático que abordamos en nuestros encuentros. Sin embargo, sí fue el núcleo del registro más personal del relato de Joaquín, abarcando sus más de 70 años de vida. Para dar un ejemplo, Joaquín dedicó horas a su descripción de la vida en el barrio de Flores, las relaciones con los vecinos, la relación barrio-centro; pero este relato, limitado al período de su infancia y adolescencia, parecía ligado a una voluntad de recuperar el recuerdo de una dinámica social barrial perdida con el tiempo –entre la nostalgia y el interés sociológico–. VIRAJES 137 Sandra Wolanski La trayectoria de vida de Joaquín, entonces, permite acceder a la construcción que realiza de sí mismo como activista, precisamente porque es este el eje de su relato: la imagen resultante es aquella de un militante “de toda la vida”. Esta construcción, por un lado, refiere a un registro personal, otorga una coherencia a la presentación que Joaquín hace de sí mismo y de su trayectoria. Esta búsqueda de coherencia puede verse, en particular, en el trabajo de reflexión y significación que Joaquín realiza para saldar algunas áreas problemáticas que tensionan su presentación como activista –y en algunos casos, tensionaron su compromiso en el pasado–. Así, los inicios de su militancia en el nacionalismo peronista, vinculado a la derecha del peronismo, entran en tensión con su construcción como un activista de izquierda, que entiende el peronismo desde la lucha de clases y desde los trabajadores. Para lidiar con esa tensión, se distancia ideológicamente, y destaca, en cambio, la voluntad de hacer, de defender a Perón, que compartía con esa organización. También las disputas con su esposa en torno al trabajo y la militancia se vislumbran como una tensión para Joaquín, en tanto esa distancia con quien fue su pareja durante 33 años se le presenta como problemática. Las demandas de ella de reencauzar sus energías le permiten sin embargo resaltar que él “tampoco podía dejar de intentar”, reafirman su compromiso y presentan a la militancia como una forma de ser fiel a sí mismo –al punto de preferir mantener su espacio en la Obra Social y separarse de su esposa–. Distintos teóricos del compromiso militante han desarrollado el concepto de carreras militantes para el análisis del compromiso militante como un proceso, vinculado al tiempo biográfico y organizacional, y situado en el conjunto del ciclo de vida de las personas; interrogándose sobre las predisposiciones a la militancia, el pasaje al acto, las formas diferenciadas y variables en el tiempo tomadas por los compromisos, así como la retracción o extensión de los mismos (Fillieule, 2001). El análisis narrativo de la trayectoria de vida de Joaquín permite ver cómo, más allá de la serie de reajustes subjetivos que supone la redefinición de sus compromisos (Ibíd.: 203), Joaquín otorga al conjunto de su trayectoria de vida un sentido unificador, presentándose –más allá de los cambios en espacios, formas y compañeros– como un militante “de toda la vida”. Las disputas de un militante y las tensiones en las organizaciones Yendo un paso más allá, propongo que esa construcción de sí mismo como militante debe ser comprendida en diálogo y vinculación con las 138 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. tramas de relaciones y disputas en que Joaquín está y estuvo comprometido. Aquí abarcaré el análisis de dos de estas disputas, que refieren y señalan la centralidad de otros significativos –excompañeros y/o compañeros actuales– para esa autoconstrucción. A la vez, permean y permiten vislumbrar los sentidos que adquieren las prácticas actuales de militancia de Joaquín, iluminando algunas de las formas en que relaciones, disputas y tradiciones son puestas en juego en las prácticas actuales de los militantes históricos. En primer lugar, a lo largo de nuestros encuentros, Joaquín muchas veces señalaría a compañeros/as de la época de la resistencia o del activismo gremial combativo, resaltando sus trayectorias posteriores, divergentes de la propia. Primero, de aquellos que hoy son dirigentes sindicales a los que acusa de burócratas: el caso de Armando Cavalieri, como señalé en la reconstrucción, es central, pero también el de los actuales dirigentes de FOETRA Buenos Aires, o de Raimundo Ongaro, exSecretario General de la CGT de los Argentinos. Con mayor perplejidad aún, señala a compañeros devenidos colaboradores del gobierno militar en 1976 y que incluso integraron organizaciones paramilitares como la Triple A. Finalmente, identifica a aquellos compañeros que apoyaron la privatización de ENTel y colaboraron en el proceso: el caso de Guillán, por la relación afectiva y política que Joaquín tenía con él, es la figura límite que pone en evidencia el carácter problemático de esas conversiones24. Es destacable que, a pesar de “lo que hizo después”, Joaquín busque resaltar lo solidario y democrático que era Guillán antes de 1976, la experiencia de la cárcel y los maltratos, y evite calificar de “traición” a sus acciones durante la década de 1990, aunque así fue visto por las agrupaciones en las que Joaquín tomó parte a partir de 1989. En uno de nuestros primeros encuentros, precisamente, Joaquín me contó que había reencontrado, en la presentación de la película sobre la resistencia, a un antiguo compañero del Peronismo de Base, que ahora era Secretario de la Unión Obrera Metalúrgica y directivo de una seccional de la CGT “oficialista”, alineada con el gobierno nacional. En esa ocasión, Joaquín me comentó que: “el aparato hoy [en referencia al lugar de su ex compañero en la UOM y la CGT] fue en algún tiempo del Peronismo de Base, que se supone la Alternativa Independiente, el ala izquierda del peronismo”. 24 Hago aquí referencia al concepto de reconversiones militantes utilizado por Tissot et al. (2004) para abordar las transformaciones de las disposiciones militantes formadas antes o en el curso del involucramiento político (Tissot et al., 2004: 10, traducción propia). El objetivo de esa compilación es complejizar las miradas sobre los militantes de mayo de 1968 que han seguido trayectorias aparentemente alejadas de este compromiso, los “renegados”. El carácter radical, y problemático –especialmente para contemporáneos como Joaquín– de algunas trayectorias de cambio hacen que desde su punto de vista aparezcan como auténticas conversiones, retomando el sentido religioso original de este término, transformaciones en las maneras de ser y pensar (Tissot et al., 2004: 15). VIRAJES 139 Sandra Wolanski Contraponiendo sus opciones a las de este dirigente, y a otros que hoy “son todos funcionarios”, Joaquín sostuvo: “yo sigo pensando siempre igual”. En este sentido, la construcción de Joaquín como un militante “de toda la vida”, que siempre se ha mantenido haciendo, y que no ha variado en sus ideales desde al menos el comienzo de su activismo gremial, cobra sentido en una trama de relaciones que incluye de manera central a sus compañeros de agrupaciones y/u organizaciones del pasado. De este modo se pone de relevancia una trama de relaciones que se extiende hacia atrás en el tiempo, así como formas de juzgar las opciones desplegadas por otros excompañeros que informan las prácticas y sentidos del activismo de militantes como Joaquín. En segundo lugar, dentro de la trayectoria de vida de Joaquín se destaca un punto de quiebre dentro de su militancia, donde prácticamente se quedó solo: la discusión dentro del Peronismo de Base sobre los alcances de la “alternativa independiente” –concretamente, si esta independencia involucraba también a Perón–. El posicionamiento de Joaquín respecto a una independencia de Perón tensionó los vínculos con sus compañeros más cercanos, “los calamares”, y supuso una importante ruptura que aún hoy, en espacios que comparte con sus excompañeros, sale a la luz. El relato de ese momento de su trayectoria evidencia las tensiones que atraviesan su posición como peronista: por un lado, su vinculación afectiva con Perón, “por todo lo que vivimos, toda la lucha juntos, las cosas que nos pasaron” –que permea su relato del primer peronismo, su recuerdo de Evita y de la defensa de Perón en 1955–. Por el otro, su apreciación de las limitaciones que implicaba la dependencia de Perón en 1973, que se vincula con su apuesta por la militancia clasista y su posición favorable a la lucha armada como camino revolucionario. La discusión expresada en el binomio dependencia/independencia y el alcance de una alternativa independiente marcó la trayectoria de militancia de Joaquín, al punto que he presenciado en paneles de debate cómo otros militantes le recordaban la existencia de este quiebre y su distanciamiento del Peronismo de Base como resultado de él. Retornando al evento descripto al comienzo de este trabajo, cobra otros sentidos el llamado que realiza Joaquín a “comenzar a construir la gran alternativa independiente que fue uno de nuestros objetivos que también fue frustrado por la gran matanza del 76”. En octubre de 2011, sin embargo, los sentidos de la independencia resultaban menos claros: independencia de la burocracia, independencia del gobierno, independencia pero peronismo –todas estas definiciones eran provisorias en el intento de conformación de una coordinación de organizaciones–. Sin embargo, para Joaquín –y para otros militantes que compartían el espacio– los dilemas a enfrentar, las discusiones y resoluciones 140 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 115-143 Un militante histórico y sus disputas. Análisis de la trayectoria de un activista gremial. posibles remitían a aquellos otros de aproximadamente 40 años antes. Incluso las caracterizaciones respecto del peronismo como movimiento de los trabajadores y del policlasismo como limitación, replicaban análisis producidos en documentos de esa época por las FAP (ver: Duhalde & Pérez, 2003: 181). Así, el análisis de la trayectoria de vida de Joaquín y de su construcción como militante ilumina dos disputas en el campo político y gremial argentino que perduran hasta hoy, en particular en el sector que constituyó el Peronismo de Base, y en general el peronismo “de izquierda”. La primera, aquella referida al binominio dependencia/independencia de Perón, y en general a la posibilidad de un peronismo que se defina como alternativa “de los trabajadores”, y que tome un carácter clasista. La segunda refleja las tensiones entre excompañeros producidas por sus trayectorias políticas, de modo que se cuestiona y disputa la legitimidad de algunas de ellas. De modo que la construcción de Joaquín como un militante “de toda la vida” que ha permanecido fiel a sus compromisos, cobra sentido en contraposición a los traidores, los burócratas, el aparato constituido de excompañeros. Para finalizar: la práctica de vincular pasado y presente Retomo aquí algunos puntos del argumento que desarrollé. Primero, en las actividades de militancia de Joaquín, el relato de su trayectoria de compromiso político y gremial y la apelación a la experiencia forman parte del trabajo discursivo realizado para fundamentar, legitimar y argumentar sus posicionamientos en las disputas de los espacios en que participa. En este sentido, sostengo que la experiencia constituye una categoría utilizada por los militantes que condensa un tipo de saber legitimado en esos espacios, el saber que se desprende de haber transitado luchas, y que supone una performance constante de apelación a esas luchas, de exhibición de la propia trayectoria. Segundo, al mismo tiempo, al reconstruir la trayectoria de vida de Joaquín se pone de manifiesto que, lejos de ser simplemente una actuación para un auditorio, su trayectoria fundamenta una imagen de sí mismo que otorga coherencia al conjunto de su vida. Esta coherencia proviene precisamente de una construcción de sí mismo como un militante “de toda la vida”. Tercero, finalmente, la trayectoria de Joaquín y los modos en que se construye como militante en ella cobran sentido en diálogo con las tramas de relaciones y disputas en que Joaquín está y estuvo comprometido: su reconstrucción ilumina disputas que perduran hoy día en el campo político y gremial argentino. VIRAJES 141 Sandra Wolanski Para concluir, el análisis presentado permite dar cuenta de los sentidos puestos en acto en las actividades de los militantes históricos: lejos de tratarse de meras recuperaciones testimoniales de historias de luchas pasadas, en los espacios sindicales estos militantes disputan tanto las lecturas de ese pasado como las opciones del presente, vinculan ambas y transmiten de manera activa una memoria obrera, “una historia incorporada para la posibilidad de creación de lo nuevo” (Leite Lopes, 2011: 588). Bibliografía ABAL MEDINA, Paula. (2011). “La correa despolitizadora del sindicalismo empresarial. Un abordaje sobre el colectivo de delegados del supermercado Coto en la Ciudad de Buenos Aires”. En: Apuntes de Investigación del CECYP, No. 20, pp. 65-92. ALVES, Paulo César & RABELO, María Cristina. (2009). “Nervios, proyectos e identidades: narrativas de la experiencia”. En: GRIMBERG, Mabel (ed.). Experiencias y narrativas de padecimientos cotidianos. 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CECILIA CARRERA* Recibido: 15 de Febrero de 2013 Aprobado: 19 de septiembre de 2013 Artículo de Investigación * Profesora en Ciencias de la Educación (UNLP). Maestranda en Ciencias Sociales (FAHCE-UNLP) y Doctoranda en Ciencias Sociales (UBA). Becaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con sede de trabajo en el Programa de Antropología Social del Centro de Investigaciones Sociales del Instituto de Desarrollo Económico y Social (CONICET/PAS-CIS-IDES), Argentina. Correo electrónico: [email protected] VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación... Resumen El artículo surge como parte de una investigación etnográfica sobre la formación de sociólogos en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Mediante la descripción y análisis de aquello que los estudiantes de Sociología llaman militar en la carrera, exploro la configuración de vínculos entre la formación de sociólogos, la militancia y la universidad pública. Para dar cuenta de ello, historizaré las perspectivas que se construyeron entre las décadas de 1960 y 1970 en la Facultad, en torno a la sociología y su relación con la militancia. Luego, trazaré algunas características del mapa político-estudiantil actual en la Facultad, para situar allí a los estudiantes que militan en la carrera. Finalmente, exploraré de qué maneras las relaciones entre formación de sociólogos y modos de militancia, si bien fueron cambiando, siguen asociadas a algunos sentidos que los actores dan al “ser sociólogo”. Palavras chave: militancia, universidad, formación de sociólogos, comunidad de práctica. “WE WANT TO TRANSMIT A MILITANT SPIRIT FROM SOCIOLOGY”.WAYS OF MILITANCY AND SOCIOLOGISTS TRAINING AT UNLP, ARGENTINA. Abstract This article emergesas part of an ethnographic research on sociologists’ training processes at the School of Humanities and Educational Sciences fromNational University of La Plata, Argentina. Through the description and analysis of what Sociology students called militar en la carrera (Be active in the Career),ways in which links between sociologists training, militancy and public University are explored. To account for this, perspectives that were built in the Facultyduring the decades of 1960 and 1970, regarding Sociology and its relationship with militancywill be historicized. Then, the main features of the current political-student map in the Faculty in order to locate in it students who are active in the careerwill be outlined. Finally, the ways in which the links between sociologists’ training processes and modes of militancy, though have beenchanging, are still connected to some meaningsthe actors give to “being a sociologist”will beexplored. Key words: militancy, university, sociologists training, community of practice VIRAJES 147 Cecilia Carrera E Introducción ste artículo se enmarca en la investigación que llevo a cabo para realizar mi tesis de Maestría. Se trata de una etnografía sobre la formación de sociólogos en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (FAHCEUNLP), Argentina. Mi propósito para esta investigación es comprender la formación de los sociólogos1, como un proceso de incorporación de grupos y sujetos a lo que denominaré, de manera provisoria, grupo de “sociólogos platenses”. Este proceso de formación es parte de la constitución permanente y conflictiva de este grupo que, como mostraré más adelante, entiendo como comunidad de práctica (Lave & Wenger, 1991). En su artículo “Ethnography as a logic of inquiry”, Green, Dixon y Zaharlick (2002) sostienen que una parte medular de la lógica de investigación etnográfica la constituye el hecho de que el etnógrafo busca comprender lo que los miembros de un grupo social necesitan saber, entender, producir y predecir en orden de participar en él de maneras social y culturalmente apropiadas. De ahí mi interés por conocer y entender qué saberes y prácticas es necesario desarrollar para “pertenecer” a esta comunidad de práctica. En este sentido, procuro entender cómo se configura la formación de los sociólogos en la carrera de Sociología de la UNLP, es decir, en un escenario particular: la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de esa universidad. Durante mi trabajo de campo2 rápidamente advertí que me 1 Utilizo la expresión “los sociólogos”, en consonancia con el uso que hacen de ella actores de la carrera de Sociología y de otras carreras en la Facultad de Humanidades, para referirme tanto a estudiantes, graduados, como a docentes de la carrera. En los casos en que específicamente me refiera a alguno de estos actores (estudiantes, graduados, profesionales, profesores), será aclarado. Empleo la itálica para destacar expresiones nativas y la itálica entrecomillada para las expresiones textuales. 2 Inicié el trabajo de campo etnográfico a fines de marzo de 2011. Durante ese año realicé observación participante en clases teóricas y de trabajos prácticos (tal como se denominan en la FAHCE-UNLP) de cuatro asignaturas de la carrera de Sociología (una del primer año, dos de segundo y otra de quinto). A raíz de compartir las clases y otros espacios en la Facultad, establecí contactos con distintos actores, como estudiantes en distintas etapas de la carrera, graduados, ayudantes diplomados, docentes titulares y adjuntos, personal de gestión de la carrera. Participé también en otras actividades académicas como reuniones de la Comisión de Estudiantes de Sociología o el ENES (Encuentro Nacional de Estudiantes de Sociología) realizado en 2011 en La Plata; así como congresos y coloquios. Realicé, además, entrevistas a estudiantes, graduados y docentes. He recorrido pasillos de la Facultad, pasado tiempo en la sala de estudio de la biblioteca, en mesas de exámenes finales, mantenido conversaciones con sociólogos de otras universidades, con estudiantes y docentes de otras carreras de la Facultad que comparten espacios con sociólogos o estudiantes de Sociología, efectuado recolección de documentos y materiales escritos y publicados por actores de la carrera (estos van desde documentos curriculares como el plan de estudios o programas de materias, informes de gestión de anteriores directores del Departamento, publicaciones académicas sobre la carrera, informes de asesores externos, entrevistas realizadas por profesores actuales a sociólogos que participaron en algún momento de la historia de la carrera, hasta revistas y textos 148 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación... resultaba muy difícil separar la vida cotidiana y las significaciones de lo que pasaba en la carrera de Sociología y entre sus actores, por fuera o de manera separada de lo que pasaba en Humanidades3. Entonces, entendí que conocer y sumergirse en el mundo de los sociólogos de La Plata sin adentrarse en el mundo de Humanidades era probablemente imposible. En el presente escrito, me concentro en uno de los aspectos que durante mi trabajo de campo se mostró con más fuerza y al mismo tiempo con más aristas y complejidades. Se trata de aquello que los propios estudiantes de Sociología llaman militar en la carrera. En las universidades argentinas existe una fuerte tradición de participación estudiantil en agrupaciones políticas universitarias, estrechamente vinculada a la intervención de los alumnos en el co-gobierno de la institución. Los espacios de militancia en la carrera no se constituyen como agrupaciones4 que compiten en elecciones, pero forman parte del mapa político-estudiantil de la Facultad y en los últimos años han ganado visibilidad y capacidad de intervención no solo en lo relacionado con la conducción académica de la carrera sino también en lo referente a la política gremial estudiantil. De ahí que la participación de los estudiantes de la carrera de Sociología en estos espacios resultó fecunda para explorar las maneras en que se configuran vínculos entre la formación de sociólogos, la militancia y la universidad pública. Para dar cuenta de la configuración de esa relación, historizó las perspectivas que se construyeron entre las décadas de 1960 y 1970 en Humanidades, en torno a la sociología y su relación con la militancia. Si bien en ese momento no existía en la Facultad una carrera de Sociología, había tres cátedras que funcionaban como espacios que ofrecían lecturas, temas y conocimientos sobre la disciplina y que, a partir de mediados de los 50, comenzaron a ejercer gran atractivo entre estudiantes y graduados publicados por los estudiantes o trabajos elaborados para ser evaluados en alguna asignatura), revisado páginas web (tanto la página oficial del Departamento dentro de la de la FAHCE, como páginas y blogs elaborados por estudiantes y docentes en forma particular), y participado de redes sociales en internet de las que forman parte estudiantes. En 2012 realicé observación participante en las actividades relacionadas con el primer curso de ingreso de la carrera, entre principios de febrero y mediados de marzo. Además de dialogar con ayudantes y responsables del curso en contextos laborales e informales, participé en charlas para ingresantes, reuniones de trabajo con docentes a cargo de comisiones del curso de ingreso y en los talleres diarios en una de las comisiones en el turno tarde. Desde mediados de marzo hasta la actualidad tuve encuentros aislados con algunos estudiantes y participé de actividades puntuales organizadas por la comisión de sociología. 3 La itálica refiere a que se trata de una denominación nativa. Humanidades es la manera en que estudiantes, docentes, no docentes y habitantes de la ciudad en general denominan a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (FAHCE). 4 Las agrupaciones están conformadas por estudiantes de diversas carreras de la Facultad, que en su mayoría también militan en movimientos sociales, partidos o agrupaciones políticos de alcance nacional o regional. Muchas agrupaciones tienen presencia en otras Facultades de la UNLP. VIRAJES 149 Cecilia Carrera jóvenes de variadas carreras en Humanidades. Estas cátedras eran: Sociología Argentina, dependiente del Departamento de Historia; Sociología General, del Departamento de Filosofía y Sociología de la Educación, del Departamento de Ciencias de la Educación. Me ocuparé de reconstruir la experiencia de las dos últimas cátedras. A continuación, trazo algunas de las principales características del mapa político-estudiantil actual en Humanidades, para situar allí a los estudiantes de Sociología que militan en la carrera y sus relaciones con otros actores y grupos políticos y académicos. En relación a esto me pregunto: ¿De qué manera ellos relacionan su condición de estudiantes de Sociología con la experiencia de militancia? ¿Cómo viven esa relación? En este punto, planteo que la militancia en la carrera es una forma que los estudiantes encuentran para disputar sentidos sobre el para qué de la sociología y qué es ser sociólogo, con otros actores en la universidad. A través de estas tareas de militancia, estos estudiantes desarrollan prácticas y estrategias de cuestionamiento y disputa por la formación sociológica. Lo hacen en el espacio público, convocando a otros estudiantes (de esta y otras universidades del país) y participando en los espacios de discusión, representación y toma de decisiones establecidos institucionalmente, o creando nuevos espacios. Finalmente, vuelvo al planteo inicial de este texto para explorar de qué maneras las relaciones entre formación de sociólogos y modos de militancia se fueron modificando. A través de este análisis intento dar cuenta de los vínculos que pueden establecerse entre las militancias (que procuro mostrar como variadas) y la constitución de una “comunidad de práctica” de sociólogos platenses. Asimismo, a través de la comprensión de la variedad de modos militantes y la diversidad de sentidos que la militancia puede adquirir en un mismo espacio, procuro mostrar la necesidad de pensar la militancia como una construcción que debe analizarse “en cada caso, tiempo y lugar” (Guber, 2008: 71). En el caso del que me ocupo aquí, la militancia debe ser entendida en sus relaciones con otros procesos sociales, como la formación universitaria y la propia constitución del campo de la sociología en Argentina. Veremos, además, que estas prácticas militantes no quedan encerradas en el reducido espacio de un Departamento universitario, sino que sus actores mantienen vínculos permanentes con agrupaciones estudiantiles y partidos políticos más amplios, organizaciones y movimientos sociales y de trabajadores que exceden el espacio universitario5. 5 Muchos de los estudiantes de Sociología con los que dialogué militan en agrupaciones que adscriben, entre otros, al Frente Popular Darío Santillán, la Juventud Guevarista, el Partido de los Trabajadores Socialistas, así como partidos peronistas y kirchneristas. Estas adscripciones muestran que en Argentina 150 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación... En este sentido, vale explicitar que el artículo aborda prácticas de militancia que no se constituyen en los objetos y espacios sobre los que las ciencias sociales mayoritariamente han analizado la militancia política, tales como movimientos sociales, organizaciones de derechos humanos, partidos políticos, movimientos revolucionarios de los años 60 y 706. En este escrito describiré y analizaré la militancia estudiantil en una carrera universitaria y pretendo argumentar la necesidad de entender a la militancia política en su diversidad de sentidos y modos de actuarla, sin asumir de antemano las prácticas y espacios que deben quedar incluidos o excluidos de su definición. Las cátedras y la militancia. Sociología en Humanidades durante los 60 y 70. Mi objetivo en este escrito no es reconstruir toda la historia de la carrera de Sociología de la UNLP, sino historizar las perspectivas y experiencias que se relacionan con el tema que planteo aquí. La carrera de Sociología es la más joven de la Facultad de Humanidades; se creó en 1985 como una licenciatura dirigida a graduados o alumnos avanzados de otras carreras, que por diversas dificultades7 cerró en 1990. La carrera de grado que hoy funciona abrió la inscripción en 1993. Sin embargo, la instalación de la sociología en la Facultad es muy anterior. Desde mediados de la década del 50, la sociología ingresó a Humanidades a partir del discurso modernizador de la “sociología científica” (empírica y objetiva). En este periodo, los titulados en otras disciplinas de la Facultad buscaron en la sociología (en su concepción moderna o germaniana) una perspectiva según la cual la sociedad es un objeto que merece ser estudiado científicamente. Alfredo Pucciarelli8 definió el aporte nunca la política estudiantil universitaria ha quedado encerrada en los claustros académicos. Los análisis sobre el movimiento estudiantil argentino desde principios de siglo XX abordan esta cuestión (Toer, 1988; Bonavena, Califa & Millan, 2007; Buchbinder, 2010). 6 En referencia a estos análisis se encuentran, entre muchos otros autores en América Latina: Revilla Blanco (1996), Tortti (1999), Zibechi (2003), Svampa y Pereyra (2004), Vecchioli (2005, 2009, 2012), Ferreira de Oliveira (2008). 7 Las dificultades se relacionaron con falta de recursos y profesores para dar continuidad al dictado de las asignaturas y con objeciones que desde el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación se realizaron al plan de estudios propuesto. 8 Alfredo Pucciarelli fue egresado de Filosofía en la Facultad. Siendo estudiante avanzado de esta carrera, ingresó como ayudante a la cátedra de Sociología General en 1961. Permaneció allí hasta 1974, cuando, siendo adjunto de la cátedra, fue expulsado de su cargo por la intervención del gobierno de Isabel Perón. Al regreso de la democracia y luego de su exilio a México durante la última dictadura, Pucciarelli fue el primer coordinador de la carrera de Sociología, en cuya creación participó, y se convirtió en uno VIRAJES 151 Cecilia Carrera de la sociología en ese momento y lugar como parte del “panorama de la modernización, de introducción de perspectivas nuevas e innovadoras a las formas tradicionales de las Humanidades” (Tortti & Chama, 2003: 139). El signo del debate sociológico del momento era la fuerte crítica y enfrentamiento a las características de la sociología que se enseñaba en las cátedras universitarias (lo que se ha llamado “sociología tradicional” e incluso “pre-sociología”), y el levantamiento de una concepción de la “sociología científica” que se vinculó a la investigación empírica. Gino Germani (figura central en la creación del Departamento de Sociología y su respectiva licenciatura en la Universidad de Buenos Aires-UBA)9 se había colocado al frente de esa disputa (Neiburg, 1998; Blanco, 2006; Pereyra, 2007) y su presencia como profesor titular de la cátedra de Sociología General en Humanidades entre 1957 y 1960, puso en evidencia el reconocimiento e impacto que tuvieron en la Facultad las “nuevas ciencias sociales” frente a “las viejas humanidades” (Suasnábar, 2004). La cátedra de Sociología General operó entonces como difusora de las líneas de interpretación ofrecidas por la “sociología científica” (Turkenich, 2003: 37), que articulaba la disciplina al trabajo empírico estadístico y la concebía como un saber necesario para el desarrollo de la sociedad y el Estado modernos. A esta concepción de la sociología como ciencia moderna se sumó desde mediados de los 60 la cuestión polémica de la ideología y la política en relación al conocimiento científico y a la academia, que se constituyó en un objeto de debate entre los universitarios. En las expresiones que ese debate tuvo en la Facultad, las cátedras de sociología y sus actores cumplieron un papel de gran importancia y protagonismo. Los años que van desde 1955 a principios de los 70 y las transformaciones, disputas y actores que los caracterizaron en las universidades argentinas fueron definidos por numerosos investigadores a partir de la presencia, la tensión y el entrelazamiento entre el proceso de modernización académica impulsado en el marco de la “desperonización” de la universidad que se inicia con la “Revolución Libertadora”, y el de radicalización política agudizado a partir de la década del 60 (González, 2000; Prego & Tortti, 2002; Suasnábar, 2004; Buchbinder, 2010; Garatte, 2012). El proyecto de modernización académica se inscribió en un proceso más amplio de modernización cultural10, incluyendo de manera creciente de los referentes reconocidos de la instalación de la sociología en Humanidades. Recupero aquí su voz a través de una entrevista publicada en el año 2003 por Cristina Tortti y Mauricio Chama en Cuestiones de Sociología, revista del Departamento de Sociología de la FAHCE. 9 Para un análisis pormenorizado de la figura de Germani y su actuación en el proceso de institucionalización de la sociología ver: Neiburg (1998), González (2000), Blanco (2006), Pereyra (2007). 10 Como parte del programa político y económico “desarrollista”. 152 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación... elementos indicativos de una incipiente profesionalización académica. La progresiva agudización de la radicalización política tuvo entre sus primeros indicios los cuestionamientos de parte del movimiento estudiantil visiblemente, pero gradualmente por parte del cuerpo docente y de gestión de las universidades, en relación a las concepciones del desarrollo y de la relación de las universidades con el Estado nacional y con la sociedad y sobre todo con los sectores populares. En este marco se pusieron en tela de juicio los criterios de definición de la política de profesionalización académica y las fuentes de financiamiento de las investigaciones, a partir de lo cual surgirían las críticas al “cientificismo” (Prego & Estevanéz, 2002; Suasnábar, 2004; Guber, 2008; Garatte, 2012), la creciente radicalización del discurso académico y la denuncia de la universidad como instrumento de convalidación de la dominación social. Para pensar sobre las formas en que la radicalización política empezó a tomar fuerza a medida que avanzaba la década del 60, en los mismos espacios en que el proyecto de renovación científica había arraigado, resulta interesante señalar, por ejemplo, que el reemplazante de Germani en la cátedra de Sociología General, Juan Carlos Marín, trabajaba con él en la UBA, lo que en la Facultad dio continuidad a la perspectiva de la sociología científica. Pero, al mismo tiempo, Marín planteó de manera prematura11, una postura de radicalización política en la cátedra (Turkenich, 200312). De acuerdo con un relato de Pucciarelli, en sus primeras clases Marín dijo que él era “un militante socialista de ideología marxista. Y que el trabajo en la cátedra [iba] a estar guiado por ese enfoque teórico”. Sobre esto, Pucciarelli agregó: “La adopción de un criterio académico, que a nivel de profesor titular era desconocida hasta ese momento en la Facultad dio lugar al primer acto explícito de discriminación ideológica con la gente de izquierda que yo tenga conocimiento” (Tortti & Chama, 2003: 142-143). En este relato, la sociología enseñada quedaba vinculada a la militancia política. En la adopción de un criterio académico quedaba implicada la adscripción ideológica en vinculación con la militancia. En el relato, el marxismo se presentaba al mismo tiempo como un enfoque teórico, una ideología política y un posicionamiento dentro de un mapa político y militante que excede el espacio universitario. La perspectiva sociológica quedaba definida por este cruce. El proceso de radicalización política en Humanidades se produce claramente hacia fines de los 60 y principios de los 70. Marín se hace cargo brevemente de la cátedra en 1960. 12 El mismo Marín dice en una entrevista citada en el trabajo de Turkenich: “Soy cooptado por el oficialismo científico de la Sociología como una persona emblemática de lo que es capaz de construir en ese período la investigación científica, la vida académica y la carrera de Sociología de Bs.As., pero en realidad mi identidad tenía cualidades impensadas. Entonces yo estoy dando clases en el 61 y el que está dando clases ahí es un cuadro político, no sólo un cuadro científico” (Turkenich, 2003: 38). 11 VIRAJES 153 Cecilia Carrera Durante la década del 60, la convivencia entre la perspectiva de la “sociología científica” que se encontraba en pleno auge y la de la sociología radicalizada o asociada al marxismo que estaba en crecimiento, caracterizó a la disciplina, su enseñanza y sus docentes, en las cátedras de sociología de la Facultad. Para el caso de Sociología General, Turkenich (2003) sostiene que, de esa combinación, el ingrediente de la “sociología científica” estaba vinculado a la “importación” de la impronta de la carrera de la UBA. A su vez, la autora plantea que el “perfil académico propio” (2003: 39) de la cátedra estaba dado por una forma de trabajo en el equipo, asociada a la discusión interna sobre perspectivas distintas y a una renovación de los contenidos que se desarrollaban en las clases. Estas diferentes perspectivas se presentaban entre los docentes: el titular, Horacio Pereyra, adscribía a una perspectiva desarrollista mientras muchos de los ayudantes se inclinaban hacia el marxismo. Estas características se articulaban a una creciente radicalización política, que tuvo lugar en un marco de continuidad institucional luego del golpe de Estado del 66, amigable o al menos no antagónico a la politización de graduados jóvenes y estudiantes (Turkenich 2003; Suasnábar, 2004). Se trató también de un contexto de masificación de la universidad, en el que la cátedra recibió un incrementado número de estudiantes debiendo incorporar, desde 1963, clases de trabajos prácticos a las clases teóricas que ya se dictaban. Los ayudantes egresados de otras carreras tenían en ese momento un interés particular por la disciplina y la asociación de ella con la formación política. “Varios éramos marxistas y nos interesaba la teoría social marxista con la anexa ciencia social marxista […] entrar en la cátedra fue una manera de canalizar esa ansiedad por hacer estudios sociales, muy vinculado por otro lado con la práctica política (muchos de la cátedra eran militantes activos de distintas agrupaciones de izquierda)” (Sazbón, citado en Turkenich, 2003: 42). Se configuró así una articulación, que se fue transformando en tensión, entre la enseñanza de la sociología en la cátedra, la investigación sociológica o realización de estudios sociales y la sociología como herramienta para la denuncia social y la militancia política. En cuanto a la cátedra de Sociología de la Educación, esta se organizó en 1961 como parte de la recientemente creada carrera de Ciencias de la Educación13. Guillermo Savloff, un maestro normal y titulado en Filosofía y Pedagogía, fue su titular desde ese año y hasta 1974. También, desde diciembre de 1963, Savloff dirigió la Sección de Sociología y Política 13 En realidad, tal como sostiene Suasnábar (2004), no se trató de la creación de una carrera de manera fundacional, sino de la transformación del preexistente Profesorado de Pedagogía en carrera de Ciencias de la Educación, en el año 1959. Esta transformación supuso un cambio curricular, en el que se incluyó por primera vez la asignatura Sociología de la Educación. 154 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación... Educacional del Instituto de Pedagogía de la FAHCE (Garatte, 2012), donde se desempeñó por un periodo Pucciarelli como investigador. En el programa de Sociología de la Educación14 se tomaban investigaciones y textos de autores distintivos de la sociología científica en Argentina, como el mismo Germani, así como materiales de sociología del conocimiento y textos de enfoque marxista y estructural funcionalista. La sociología era entendida y presentada en esta cátedra como ciencia empírica, pero principalmente como herramienta de denuncia social. Se difundía allí una perspectiva crítica de la relación entre clases sociales y educación, anticipando en parte los planteos de las teorías de la reproducción que llegaron más tarde (Silber, 2004). De esta manera, desde fines de los 60, como marcan Pucciarelli (Tortti & Chama, 2003) y Turkenich (2003), se hizo visible el creciente atractivo que la sociología (en las cátedras de Sociología General y de Sociología de la Educación) alcanzó para los estudiantes, por la significación que adquirió la disciplina “como herramienta de análisis e interpretación de la realidad social, y por el perfil [político militante] que asumió” (Turkenich, 2003: 44). Es necesario tener en cuenta que el proceso de radicalización política y el entusiasmo de los jóvenes con la sociología y la militancia se desarrolló en un contexto influido por el impacto de la Revolución Cubana en el resto de América Latina, que se presentaba como una realidad que hacía posible la construcción del socialismo. La cátedra de Sociología General, que junto con Antropología Cultural e Introducción a las Ciencias de la Educación (también a cargo de Savloff) se había establecido como obligatoria para todos los profesorados en 1967, llegó a tener 1300 alumnos y 40 ayudantes y se transformó para el grupo de interesados en un espacio de formación en sociología. En el trabajo de Turkenich (2003: 47) se transcribe la voz de una persona entrevistada, sin incluir su nombre; dice: “nos convertimos realmente en un lugar importante, yo diría que a pesar de la negativa de las autoridades por crear la carrera de Sociología la llegamos a reemplazar en el proceso de formación de cuadros”. Es notable que la formación en sociología sea pensada como formación de cuadros, mostrando ya la fuerza del vínculo que se había construido entre sociología y acción política, al punto de pensar la formación académica en los términos de la formación política. Al mismo tiempo, en este periodo la actividad en estas cátedras estuvo acompañada de un planteo cada vez más generalizado entre estudiantes y graduados jóvenes que, en su crítica a la posición social de 14 Para cursar esta asignatura, los estudiantes de Ciencias de la Educación debían aprobar antes Sociología General. VIRAJES 155 Cecilia Carrera la institución universitaria, discutían con la “concepción neutralista” que tanto humanistas como modernizadores asignaban a la actividad científica (Suasnábar, 2004). Esto supuso cuestionamientos a la perspectiva de la “sociología científica” promovida por Germani, que ya tenía sus críticos en la UBA15 y que había producido inicialmente el interés de estos jóvenes en la Facultad. Como adelanté, la convivencia entre enseñar sociología, investigar en terreno y usar la sociología como arma para la denuncia y la actividad política generó una tensión. Para mostrar el alcance de esta tensión recupero el análisis de Sidicaro sobre la UBA; este sociólogo sostiene que durante los 60 y 70 la “politización de la sociología” supuso la dilución y debilitamiento de la disciplina, que adquirió un estilo de desenvolvimiento que “[…] invitaba a confrontaciones más parecidas a las de la política que a las propias de la ciencia” (Sidicaro, 1993: 71). No creo pertinente hablar de dilución para el caso platense16, pero sí mostrar hasta qué punto se dio una relación conflictiva entre distintas prácticas con las que los sociólogos del periodo ligaron a la sociología: la investigación empírica, el trabajo académico y la militancia. Prácticas y espacios de militancia estudiantil en Humanidades Hoy, la UNLP posee 17 facultades; Humanidades se encuentra entre las cinco más grandes, en términos de cantidad de estudiantes, y la más grande en términos de la cantidad de carreras que se cursan allí. En 2010 contaba con 8524 estudiantes, que se distribuyen disparmente entre las diversas carreras existentes17. En la actualidad, se dictan en Humanidades 30 carreras, nucleadas en 10 Departamentos Docentes. La universidad es jerárquica y co-gobernada; los grupos –o claustros– que participan del co-gobierno son aquellos definidos por la estructura jerárquica de la cátedra: profesores (aquellos con cargo de titular, asociado o adjunto en alguna cátedra), graduados, estudiantes y, desde 2008, 15 “Nosotros veníamos de una posición políticamente ‘radical’ y empezamos a generar una radicalización en términos académicos. Empezamos a hacer propuestas académicas radicalizadas, que combinaban marxismo con teoría de la liberación y esa impronta tercermundista que se venía desarrollando. Y empezamos a darle un perfil muy fuerte al enfrentamiento con el funcionalismo y con esa idea de la ‘sociología científica’ que era, desde el punto de vista académico, la nutriente de Horacio Pereyra” (Pucciarelli, citado en Tortti & Chama, 2003: 147). 16 Seguramente puede discutirse también esta afirmación para el caso de la UBA. 17 Datos provenientes del Anuario Estadístico 2011 de la UNLP. 156 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación... trabajadores no docentes (personal administrativo, de mantenimiento y limpieza, etc.). Las elecciones estudiantiles se hacen todos los años y son obligatorias. En ellas los estudiantes de todas las carreras votan para elegir dos cosas: representantes estudiantiles en los Consejos Superior y Directivo –máximos órganos de gobierno de la Universidad y la Facultad respectivamente, compuestos por representantes de todos los claustros– y agrupación encargada de la conducción del Centro de Estudiantes. Es decir, por un lado se trata de la elección de representantes en la estructura de co-gobierno universitario y por otro de la elección de los grupos que conducirán los gremios estudiantiles, como el Centro de Estudiantes de la Facultad (que representa a los estudiantes de todas las carreras) y la FULP18. En el paisaje cotidiano de Humanidades, un elemento siempre presente son las agrupaciones estudiantiles y las maneras que encuentran de hacerse visibles y dejar huellas en el espacio material. Además de los carteles colgantes en el hall del primer piso del edificio, del color que identifica a cada una, las agrupaciones tienen locaciones específicas en el edificio de la Facultad. Estas locaciones son denominadas mesas. Así, desde que se ingresa al edificio y hasta el hall del primer piso se van sucediendo las mesas de agrupaciones como Aule, Utopía, Franja Morada, Unite, La Jauretche, Ya Basta, Cienfuegos, Lupas, Pisando Charcos, Tesis XI, Colectivo de Trabajo, La Freire, entre otras19. En las mesas casi siempre hay al menos un estudiante militante de la agrupación, además de volantes, folletos, afiches elaborados por la misma agrupación. Parte de la vida político-estudiantil de la Facultad también está caracterizada por las asambleas estudiantiles que se realizan varias veces al año. En ellas participan los estudiantes que militan en agrupaciones y Federación Universitaria de La Plata, espacio gremial estudiantil encargado de defender y negociar aspectos que atañen a los estudiantes de toda la UNLP, por ejemplo el comedor y el albergue universitarios. 19 La mayoría de las agrupaciones estudiantiles forman parte de organizaciones (partidos, frentes, movimientos) de alcance mayor, ya sea universitario o nacional. Entre las agrupaciones de Humanidades existe una gran diversidad de extracciones políticas. Según las definiciones de las propias agrupaciones, encontramos: peronistas, kirchneristas (agrupaciones articuladas al Frente Para la Victoria, a La Cámpora, a la Juventud Peronista); izquierda independiente (se trata de una variedad de agrupaciones que se ubican a sí mismas en este espectro; se definen como de izquierda pero no adscriben a ningún partido de izquierda constituido como tal, sino a movimientos o frentes que fueron generados luego de la crisis del 2001, como el Frente Popular Darío Santillán o la Juventud Guevarista; incluso hay agrupaciones que no adscriben a ningún movimiento mayor); izquierda vinculada a partidos políticos de diversas orientaciones, como trotskistas (Partido de los Trabajadores Socialistas, Movimiento Al Socialismo, Partido Obrero, Partido Socialista de los Trabajadores Unificado) o maoístas (Partido Comunista Revolucionario); radicales (Unión Cívica Radical), socialistas (Frente Amplio Progresista); nacional-populares y latinoamericanistas (Movimiento Nacional Latinoamericanista Estudiantil). Estas articulaciones y pertenencias explican que las actividades de los militantes no se desarrollen solo en el ámbito universitario, sino también en otros espacios y luchas políticas a escalas regional y nacional. 18 VIRAJES 157 Cecilia Carrera también algunos que no pertenecen a ninguna agrupación, los llamados independientes. Estas asambleas pueden ser muy numerosas, aunque la fuerza de la convocatoria depende del temario a tratar y de la agrupación o conjunto de agrupaciones que convoquen. También es muy común, especialmente en épocas previas a elecciones estudiantiles, que haya militantes de las agrupaciones parados y paradas en las escaleras o entradas (al edificio, al hall del primer piso, a los pasillos) repartiendo volantes, boletines, folletos, plataformas electorales para difundir sus ideas o invitar a actividades organizadas por las agrupaciones o las organizaciones y partidos más amplios que las nuclean. Otras elecciones que se realizan en Humanidades son para votar representantes en Juntas Asesoras Departamentales. Estas se constituyen en cada Departamento Docente y son órganos asesores del Consejo Directivo. Están compuestas por profesores, graduados y estudiantes, además del director o directora del Departamento, que las preside. Entre los temas que tratan hay aspectos de gestión de las carreras, concursos y selecciones docentes, programas de materias, cursos de ingreso, planes de estudio, relaciones con agencias estatales y profesionales, entre otros. Estas elecciones no son obligatorias y se realizan cada dos años. En ellas no compiten las agrupaciones sino que se conforman listas de estudiantes para cada carrera, que se someten a elecciones para ser representantes en Junta20. En este caso, los estudiantes votan solo los representantes para la Junta del Departamento al que pertenece la carrera que cursan. Estas listas de candidatos para conformar las Juntas emanan de las comisiones de estudiantes que se organizan por carreras. Como parte de una tradición de participación política que se remonta al menos a los años 80, los estudiantes de Humanidades han conformado de manera variable en distintos momentos históricos las llamadas comisiones de estudiantes. La conformación de las comisiones no es obligatoria y tampoco es reconocida en las normativas de la Facultad, a diferencia del Centro de Estudiantes. Son sostenidas por estudiantes, que las consideran desde hace años espacios legítimos de participación, gozando de reconocimiento variable por parte de otros actores como profesores, ayudantes y autoridades, según la carrera. En la práctica, se ha establecido que los delegados estudiantiles en Junta deben participar de la comisión de su carrera, ya que es el espacio donde se discute sobre su rol y objetivos en las reuniones de Junta y donde informan al resto de los estudiantes sobre lo tratado y decidido allí. Además de la comisión de sociología, los estudiantes de Sociología 20 A diferencia de las elecciones para Consejo Directivo y Superior, estas elecciones se realizan en todos los casos cada dos años, ya que los representantes en Juntas Asesoras Departamentales de todos los claustros se renuevan con esa periodicidad. 158 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación... reconocen como espacio de participación y militancia en la carrera al ENES (Encuentro Nacional de Estudiantes de Sociología). El ENES fue realizado por primera vez en el año 2007 en Santa Fe. Se trata de un encuentro que cada año cambia de sede y que reúne a estudiantes de sociología de diversas universidades nacionales para debatir y proponer acciones sobre temas de interés para los estudiantes. El V ENES, realizado en septiembre de 2011 en La Plata durante cuatro días, tuvo entre sus consignas de convocatoria la siguiente: “Para poner en común algunas ideas sobre política académica, y discutir sobre formas de participación estudiantil y organización estudiantil, funciones y rol de la Universidad, planes de estudio, estructuras de gobierno”. Además del encuentro anual, el ENES funciona como espacio permanente donde un grupo de estudiantes realizan actividades no solo para la organización del evento –en el caso en que se hizo en La Plata– o del viaje –para cuando se hace en otra ciudad–, sino que también realizan durante el año talleres sobre temáticas específicas como género, educación, medios de comunicación, trabajo, organizaciones y movimientos sociales, seguridad y control social, entre otros –que ellos llaman “encuentros pre ENES” – o fiestas para recaudar dinero. Los estudiantes hablan de la participación en estos espacios como estar en el ENES, estar en la comisión; o militar en el ENES, militar en la comisión. Si bien se trata de dos espacios diferenciados, que los mismos estudiantes se encargan de distinguir, existen relaciones entre ellos. Muchos de los que militan en la comisión también lo hacen en el ENES. Asimismo, ambos grupos se autodefinen como espacios independientes, por no responder a ninguna agrupación en particular y en los cuales “participan y militan tanto estudiantes agrupados como no agrupados de nuestra Facultad”21. En el ENES la cantidad de participantes oscila según el momento del año, ya que aumenta significativamente a medida que se acerca la fecha del próximo Encuentro. En ambas instancias militan estudiantes de entre el segundo y el quinto año de la carrera22. La experiencia de militancia en la carrera marca una particularidad que adquieren las relaciones sociales y políticas en la carrera de Sociología de la UNLP en comparación con otras carreras de Sociología del país. Por ejemplo en la UBA, según se destaca en la investigación realizada por el Grupo Taller Pensar la Facultad (2009), el trayecto de los estudiantes de 21 Palabras citadas del Comunicado titulado “Borrón y ¿Foro nuevo?”, emitido por el grupo del ENES a mediados del año 2012, y difundido por mail y en redes sociales. 22 La carrera de Sociología prevé 5 años de cursada, más una tesina en el caso de la licenciatura y prácticas de enseñanza en el caso del profesorado. Quienes se encuentran participando en la comisión o el ENES están todavía cursando alguna asignatura o taller y quienes finalizaron sus cursadas y se encuentran realizando la tesina, tienden a dejar de participar de ambas instancias. VIRAJES 159 Cecilia Carrera sociología encuentra una marcada ruptura entre una primera parte (los tres años iniciales) y una segunda parte de la carrera, vinculada al cambio en la modalidad de cursada entre uno y otro tramo. Los autores resaltan el enfriamiento que se produce en la relación de los estudiantes de la segunda etapa con la vida política de la Facultad (y en muchos casos con la política en general) y la creciente individualización de los recorridos y decisiones, que va debilitando las fuertes redes sociales que en los primeros años se construyen entre estudiantes. Para los estudiantes de La Plata, el “militar en la carrera” constituye un espacio desde el cual buscan construir y vivir experiencias colectivas que ellos asocian a la política (y que caracterizan como “experiencias de organización”) y a su formación como sociólogos, a lo largo de todo el recorrido curricular23. Militar en la carrera Desde el inicio de mi trabajo de campo aparecieron, en distintos diálogos con docentes y estudiantes de sociología o de otras carreras de Humanidades, referencias a la militancia en distintos espacios y su importancia. Un estudiante de otra carrera (Ciencias de la Educación24) me recomendó ir a las reuniones de la comisión de socio, ya que: “[…] ahí se junta gente que le interesa su formación, que discute sobre la carrera […] Ellos hacen muchas cosas, incluso tienen un curso de ingreso 23 Si bien en Humanidades los grupos y espacios de participación política son variados y se trata de una Facultad que suele ser caracterizada por la alta participación política de sus estudiantes, al igual que la carrera de Sociología, no son todos los estudiantes los que militan, ni siquiera la mayoría. Existe una multiplicidad de experiencias estudiantiles y variadas formas de relacionarse e implicarse con la Facultad y con la carrera. Aparte de los militantes, quienes suelen pasar mucho tiempo en la Facultad y dedicar energías a las actividades de militancia además de estudiar, están quienes asisten principalmente a cursar, rendir exámenes y estudiar o “hacer grupo” con compañeros en la biblioteca y se involucran escasamente en actividades que excedan el recorrido estrictamente curricular. La enorme variación en los niveles de implicación con la vida institucional, las agrupaciones y otros grupos, hace imposible dar cuenta de la totalidad de esas realidades. El Grupo Taller Pensar la Facultad indicó que las maneras en que los estudiantes usan y se apropian del espacio físico puede ser un indicio de esos grados de implicación con la vida institucional. En su investigación sobre la carrera de sociología de la UBA afirma: “podría establecerse una primera clasificación de la multiplicidad de experiencias estudiantiles según hayan tenido oportunidad o no de pegar algún cartel en las paredes de la Facultad. Las diferencias que se expresan en esa simple práctica son suficientes para constatar que las paredes no están igualmente disponibles para todos” (2009: 141). 24 Cabe aclarar que yo soy egresada de la carrera de Ciencias de la Educación, que se dicta también en la FAHCE, y soy docente y alumna de posgrado de esa institución. Por ello, mi trabajo de campo estuvo muy marcado por relaciones que yo había construido con anterioridad a la investigación y que imprimieron ciertas características tanto a mi entrada como a la construcción de relaciones en el campo. 160 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación... que sostienen ellos. Está bueno porque aparte hay chicos de Utopía, Aule, La Llamarada, Pisando Charcos, de todo. […] Después otro espacio que tienen es el encuentro de estudiantes de sociología. Ahí son una banda, están re organizados y piden plata y la consiguen.” (Nota de campo, 11/05/2011) También Soledad, una ayudante diplomada de una asignatura del segundo año de la carrera, me dijo: […] “el de la comisión de alumnos es un espacio clave para pensar la carrera. Porque es un espacio importante por el que transitan muchos estudiantes, donde se juega mucho de la formación, también la formación política. Aparte porque les da visibilidad, los representantes en junta salen de ahí, eso les da visibilidad y trato con profesores y graduados, que de otra manera por ahí no habría tanto contacto. Entonces después abre puertas en cátedras, institutos […]”. (Registro de campo, 18/05/2011) La relación entre “formación” y “formación política” empezaba a plantearse como un lugar importante desde el cual comprender algunos sentidos que los actores otorgan a su formación como sociólogos. Cuando mantuve esa conversación con Soledad, ya había iniciado contacto con Agustín, un estudiante avanzado que estaba dejando de militar para graduarse. Con él sostuve una entrevista extensa en la que charlamos sobre su experiencia en la carrera, en la comisión y en el ENES. Agustín me dijo, cuando comenzábamos nuestra charla: “Sí tengo algo bien pensado, que el año pasado solía pensarlo, que cómo la militancia en la carrera, no la militancia en una agrupación, sino militancia en la carrera, en la comisión, organizando el encuentro de sociología, como me ancló en la sociología”. (Entrevista, 20/05/2011) Agustín había hablado de la militancia en la carrera como algo que lo “ancló en la sociología”. Ahora bien, para definirse, esa militancia necesita ser diferenciada de otras formas de militancia que, como se evidencia en el consejo del estudiante de Ciencias de la Educación, están muy relacionadas porque son practicadas en muchos casos por los mismos actores, que se desenvuelven en diversos espacios. Para Agustín, militar en la carrera no es militar en una agrupación25. ¿Qué significa, entonces, militar en la carrera y qué diferencias tiene con militar en una agrupación? Desde la comisión y el ENES se convoca a 25 Agustín militaba, también, en una agrupación que participaba en elecciones estudiantiles. Esto muestra que no se trata de formas de militancia excluyentes entre sí, sino de espacios y grupos por los que transitan los actores. VIRAJES 161 Cecilia Carrera estudiantes de sociología que estén interesados en pensar y replantear “el sentido de la formación académica”; ya sea a través de las actividades de reflexión, debate y organización que se realizan en el ENES o a través de la participación en la toma de decisiones que afectan directamente al desarrollo de la carrera, como el caso de la comisión, en la que se discute lo tratado en Junta Departamental. En este sentido, es importante precisar que los estudiantes definen estos espacios desde la vinculación con su proceso de formación como sociólogos y a partir de ellos construyen posiciones que disputan los sentidos de esa formación con otros actores de la carrera y de la Facultad. Esta disputa es expresada por los estudiantes a través de preguntas o tópicos que se repiten en diferentes circunstancias y bajo formas que pueden variar, como “¿sociología para qué?” o “¿cuál debería ser el rol de los sociólogos y sociólogas en nuestra sociedad?” o “¿qué hace un sociólogo?”. También se desarrolla de manera cotidiana a través de peleas en distintos espacios institucionales (como la Junta o el centro de estudiantes) que se dan en torno a temas sobre los que hay que tomar decisiones. La pugna con otros actores se concentra principalmente en dos direcciones: una jerárquica, que pelea con la visión, acciones y posicionamientos de profesores y graduados respecto de las orientaciones de la carrera, el perfil de sociólogo buscado y sus formas y espacios de intervención profesional, los espacios de cursada ofrecidos, las características del curso de ingreso a la carrera o de las tesinas requeridas para licenciarse, etc. Pude ver que en el espacio de la comisión gran parte de las energías y del tiempo de las reuniones se las lleva esta pugna. Las reuniones de comisión suelen consistir principalmente en la reconstrucción por parte de los delegados de lo tratado en la última reunión de Junta, la discusión de posiciones respecto de los temas que se tratan allí, la formulación de estrategias para ser escuchados o lograr que se tome alguna decisión que ellos proponen y/o la planificación de alguna actividad destinada al conjunto de los estudiantes26. En varias reuniones los estudiantes que representan al claustro en la Junta plantearon una dificultad respecto de cómo intervenir en ese espacio, ante docentes y graduados. En una ocasión, uno de ellos dijo que los docentes y graduados “ya tienen bien definido lo que quieren y que si los dejás avanzan y te pasan por arriba”. Una de las estudiantes replicó a eso que ellos tienen que poder “plantarse como un actor que quiere participar, como un actor legítimo” (nota de campo, 23/06/2011). Desde que comencé mi trabajo de campo hasta ahora, la comisión organizó actividades como: debate previo a las elecciones entre las agrupaciones de la Facultad; charlas informativas sobre materias optativas, tesinas, curso de ingreso; proyección de películas y debate; talleres sobre historia del movimiento estudiantil y sobre educación. 26 162 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación... Las diferencias con otros claustros se manifestaron claramente cuando se iniciaron en la Junta las discusiones para la elaboración de un curso de ingreso a la carrera, durante el año 2011. Los estudiantes de la comisión venían organizando, desde hacía unos años, un “taller de ingresantes” de cuatro días de duración, que ellos mismos conducían. La decisión del Departamento de Sociología de implementar un curso como parte de una política general de la Facultad, supuso la eliminación de ese taller y la formulación de otro proyecto. En el caso del ENES, la tensión con profesores y graduados no se manifiesta con esta apertura por tratarse de un espacio que manejan los estudiantes. Pero tanto en la comisión como en el ENES se hace evidente la otra dirección en la que se disputa, que es el mismo escenario político estudiantil de la Facultad. Allí existen tensiones muchas veces solapadas con las agrupaciones estudiantiles, donde entran en conflicto tanto los sentidos sobre el para qué de la sociología como la legitimidad de los mismos espacios de lucha. En este caso, el escenario es complejo porque muchos de los estudiantes que militan en la comisión o el ENES, también lo hacen en alguna agrupación. Esta es una característica de la que suelen jactarse ambos grupos pero que, lejos de darse sin tensiones, constituye una fuente de conflicto latente. Es que, si bien la comisión y el ENES son grupos abiertos, en los que puede participar cualquier estudiante de sociología interesado, en algunas circunstancias los intereses de estos grupos y los de las agrupaciones no son fácilmente compatibles. Las tensiones con las agrupaciones, sobre todo con las que concentran mayor cantidad de votos en las elecciones, se manifiestan alrededor de los asuntos en los que cada grupo (comisión, agrupación, centro de estudiantes) considera legítimo intervenir. Durante el 2011 y 2012, se desataron conflictos entre la comisión y el ENES con algunas agrupaciones, así como conflictos dentro de esos espacios de militancia en la carrera, entre militantes de agrupaciones. En reuniones de comisión estos conflictos se manifestaron a través de peleas entre militantes de distintas agrupaciones en torno a las maneras con que debería llevarse adelante la comunicación entre los representantes estudiantiles en el Consejo Directivo y las comisiones de estudiantes. En el grupo del ENES los conflictos se revelaron a raíz de la creación, por parte de Utopía, la agrupación que condujo el Centro de Estudiantes hasta 2012, del Primer “Foro de Sociología de la FAHCE”. Los militantes del ENES emitieron un comunicado que difundieron a través de Facebook y correo electrónico en el que repudiaban la organización de ese Foro. Allí manifestaron que el Foro replicaba los temas que desde hace años se tratan en el ENES, pero desconociendo esta experiencia. Según el comunicado, titulado “Borrón y ¿Foro nuevo?”, la agrupación en cuestión ha desconocido: VIRAJES 163 Cecilia Carrera “[…] la construcción política de los espacios independientes de nuestra carrera. Han apostado a vaciar de contenido y participación a espacios legítimos de organización que se basan en el trabajo conjunto, plural y horizontal. Y lo hacen sabiendo que de esta manera rechazan de hecho toda voluntad de acumular discusiones como claustro y como estudiantes de sociología.” Si bien estas tensiones con la agrupación se venían dando hacía tiempo, esta fue la primera vez que el grupo del ENES decidió manifestar públicamente su posición crítica hacia las maneras en que Utopía venía conduciendo el Centro de Estudiantes y la relación con “los espacios independientes”. Estas disputas, que expusieron algunas tensiones en el escenario político-estudiantil de Humanidades, no fueron episodios aislados sino que se acumularon y culminaron a fin del año 2012 con la conformación de una alianza electoral entre varias agrupaciones y algunos estudiantes independientes (muchos militantes del ENES y la comisión). Esa coalición, que se llamó “El Frente”, logró ganar las elecciones de 2012 y con ello la conducción del Centro de Estudiantes (que venía conduciendo Utopía desde 2011). Es la primera vez que los estudiantes independientes se unen como tales a una alianza para elecciones, lo que muestra el crecimiento y visibilidad de los grupos de militancia en la carrera y su intervención en asuntos de política gremial (recordemos que, al menos hasta estos acontecimientos, la comisión y el ENES venían siendo definidos como grupos que no disputaban en elecciones la conducción del Centro de Estudiantes o la representación en el Consejo Directivo, sino que se caracterizaban por ocuparse de la discusión sobre temas de la carrera y la formación académica). ¿Sociología para qué? ¿Qué es ser sociólogo? Al revisar mi experiencia de campo con los estudiantes encuentro que, tanto durante el V ENES como a lo largo de la discusión que se dio en la Junta Departamental en torno al proyecto del curso de ingreso, y también en el “Taller de ingresantes” que la comisión organizó durante varios años, se mantuvieron los cuestionamientos acerca de ¿sociología para qué?, ¿qué es ser sociólogo? A través de sostener estos cuestionamientos los estudiantes buscan tensionar las posiciones de otros actores en relación con la dirección y contenido que debería adquirir la formación de los sociólogos en la Facultad. 164 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación... Los estudiantes que militan en la carrera marcan y critican ciertas características de la manera en que se organizan la universidad, la profesión académica y la inserción laboral de los sociólogos. A través de esas críticas buscan discutir cuál es y debería ser el “rol del sociólogo en nuestra sociedad”. En el módulo IV del “Taller de Ingresantes” del 2010 puede leerse: “¿Sociología para qué? ¿Cómo? ¿Desde dónde? […] Nos interesan las prácticas sociológicas construidas colectivamente y protagonistas en la comprensión y transformación de nuestra realidad. Creemos que la sociología es una construcción cotidiana, o mejor dicho una deconstrucción de lo cotidiano, que se realiza día a día, así que muchachas y muchachos a no dormirse! Van a ver desfilar escépticos y utópicos, ratones de departamentos y cazadores de variables, pero no desesperen, no estamos solos en la duda sincera… al fin y al cabo en eso consiste gran parte de la disputa por el sentido de nuestras prácticas y teorías: como diría Baumann (sic), en incomodar(nos)”. Se explicitan en este texto ciertas perspectivas respecto de qué es ser sociólogo que, según la visión de los estudiantes, son dominantes entre graduados y profesores. A estas oponen otras formas de concebir y “practicar la sociología”: la “democratización del conocimiento” en contra de, tal como expresó una estudiante durante el V ENES, la “lógica nefastoide que es la del perfil académico de la ciencia por la ciencia y el saber por el saber”. También, la sociología académica limitada a la investigación individual versus las prácticas sociológicas, que ellos definen como colectivas y que se pueden desarrollar incluso antes de tener el título de sociólogo. Estos estudiantes explicitan que se llaman a sí mismos “sociólogos” aunque todavía no lo sean, por que plantean que se pueden desarrollar prácticas sociológicas sin el título. Mediante estos planteos intentan cuestionar también una visión según la cual ser sociólogo es sinónimo de profesional titulado. “Si bien aún no tenemos nuestros “títulos” (que no son más que eso: títulos), nosotros gustamos de llamarnos sociólogos y sociólogas. En este sentido, entendemos que es posible practicar la sociología desde ahora, a partir de los conocimientos que traemos y los que vamos adquiriendo; es por eso que la frontera entre “estudiante de sociología” y “graduado en sociología” se nos vuelve difusa y nos permite plantear esta charla a través de un eje más amplio que nos interpela: sociología para qué? Cómo? Desde dónde?” (Módulo IV del Taller de Ingresantes 2010) En discusión con estas otras perspectivas los participantes de la comisión y el ENES buscan, como me dijo Agustín, “transmitir un espíritu VIRAJES 165 Cecilia Carrera militante desde la sociología. O sea, transmitir la idea de que la sociología es una herramienta para la transformación; o que queremos que sea eso”. Lo que me interesa destacar es que los cuestionamientos y argumentos de los estudiantes y sus proposiciones de una “sociología para la transformación”27 muestran que las preguntas “¿sociología para qué?” y “¿qué es ser sociólogo?” atraviesan de diversas maneras a los actores de la carrera. También sugieren que la militancia en sus distintos modos forma parte, en la Facultad de Humanidades, de los sentidos asociados a qué es ser sociólogo. Me propongo desplegar esta idea en el siguiente apartado. Las militancias en la constitución de una “comunidad de sociólogos platenses” En este punto ya no es posible hablar de militancia en singular, sino que es apropiado hablar de variadas formas de militancia entre los sociólogos de Humanidades. Durante mi trabajo de campo se mostró con fuerza el componente militante entre los estudiantes y también se manifestó así al indagar en la historia de la instalación de la sociología en Humanidades. Al mismo tiempo, al explorar las prácticas de militancia allí desarrolladas aparecen no solo organizaciones políticas constituidas como agrupaciones, sino también otros modos y grupos, como la comisión y el ENES, que además son vinculados por los mismos estudiantes con su proceso de formación como sociólogos. Se trata, entonces, de militancias variadas y variados grupos que definen su militancia, sus prácticas y objetivos de manera diferente. Ahora bien, ¿de qué manera juegan las militancias en la constitución permanente y conflictiva de una “comunidad de sociólogos platenses”, entendida esta como comunidad de práctica (Lave & Wenger, 1991), en la que se construye una perspectiva nativa del ser sociólogo? Para desarrollar el análisis que propone este interrogante, es necesario detenerse en el concepto de comunidad de práctica. Este fue propuesto por Jean Lave y Etienne Wenger en su libro Situated learning. Legitimate peripheral participation (1991); allí, estos autores desarrollan una teoría del aprendizaje entendiéndolo como una dimensión constitutiva de cualquier práctica social. En este sentido, aprender no es el acto de 27 Escuché hablar de la sociología como herramienta de transformación de la realidad no solo de parte de estos estudiantes. Otros estudiantes, que no participan de los grupos aquí descriptos, y graduados (algunos docentes en la Facultad y otros no) también me hablaron de la sociología como herramienta de transformación, en general cuando me contaban por qué habían elegido la carrera. 166 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación... internalizar un conocimiento exterior en su forma y desarrollo, sino el proceso de incorporación creciente de “recién llegados”, a través de lo que los autores llaman la “participación periférica legítima”, a comunidades de práctica que manejan conocimientos, valores, relaciones, actividades específicos. [El uso del término comunidad] no implica [entenderla como] una entidad primordial que comparte una cultura. Asumimos que los miembros tienen diferentes intereses, hacen diversas contribuciones a la actividad, y sostienen variados puntos de vista. Desde nuestra perspectiva, la participación en múltiples niveles está implicada en la pertenencia a una comunidad de práctica. El término comunidad no implica necesariamente co-presencia, o un grupo bien definido e identificable, ni fronteras socialmente visibles. Implica participación en un sistema de actividad sobre el cual los participantes comparten formas de entender qué están haciendo y qué significa en sus vidas […] La comunidad de práctica supone mucho más que habilidades técnicas basadas en conocimientos específicos. Una comunidad de práctica incluye un juego de relaciones entre personas, actividad y mundo, a través del tiempo y en relación con otras comunidades de práctica, tangenciales y superpuestas. (Lave & Wenger, 1991: 98)28 Es justamente a través de la participación periférica que los recién llegados van consiguiendo una participación y un entendimiento más plenos respecto a qué se hace en la comunidad y cuáles son sus sentidos. Según Lave y Wenger, es a través de la participación en el mundo social que las personas aprenden y al mismo tiempo esta participación forma parte del contenido de lo que se aprende. Por ello, la participación periférica de los recién llegados sugiere una apertura, una manera de ganar acceso a recursos para la comprensión a través del creciente involucramiento en la práctica y la comunidad. Los autores enfatizan que el entendimiento, comprensión y aprendizaje involucran a toda la persona. Más que recibir un cuerpo de conocimiento factual sobre el mundo, se trata de la constitución mutua de los actores, la actividad y el mundo social: La participación es siempre basada en la negociación y renegociación situada del sentido del mundo. Esto implica que entendimiento y experiencia están en constante interacción– por tanto, son mutuamente constitutivos. La noción de participación entonces disuelve las dicotomías entre actividad intelectual y actividad corporal, entre contemplación e involucramiento, entre abstracción y experiencia: personas, acciones y mundo están implicados 28 Itálica en el original. La traducción de este y todos los pasajes transcriptos es propia. VIRAJES 167 Cecilia Carrera en todo pensamiento, discurso, conocimiento y aprendizaje. (Lave & Wenger, 1991: 51-52) En relación a la pregunta planteada antes, el concepto de comunidad de práctica es una herramienta para entender la complejidad que supone aprender a ser sociólogo en la carrera Sociología de la Facultad de Humanidades de la UNLP. Allí se despliegan prácticas, maneras de relacionarse, valores, roles, saberes, actividades que construyen u organizan un proceso de formación en el que las militancias quedan articuladas al ser sociólogo. De esta manera, aprender a ser sociólogo supone no solo el manejo de conocimientos específicos y necesarios para la titulación y el desempeño profesional. Como un aspecto de la práctica social, aprender implica no solo una relación con actividades específicas, sino una relación con una comunidad social, implica convertirse en un participante pleno, un miembro, un tipo de persona. En la perspectiva que retomo aquí, aprender implica solo parcialmente involucrarse adecuadamente en nuevas actividades, realizar nuevas tareas y funciones, manejar nuevos conocimientos. Actividades, tareas, funciones y conocimientos no existen aisladamente; son parte de sistemas más amplios de relaciones en los que adquieren sentido. Estos sistemas de relaciones surgen y son reproducidos y desarrollados dentro de comunidades sociales, que son en parte sistemas de relaciones entre personas. Desde este enfoque, aprender supone la construcción de identidades. Así, la “participación periférica legítima” refiere al mismo tiempo al desarrollo de identidades específicas y a la reproducción y transformación de comunidades de práctica. Por eso la formación es el proceso por el cual las personas se van involucrando en una comunidad de práctica en permanente y conflictiva constitución y, en ese movimiento, forman parte del cambio y reproducción de esas comunidades. ¿Por qué militar en la carrera es, para los estudiantes, parte de su formación como sociólogos? En el desarrollo de las actividades que llevan a cabo y de las relaciones que construyen en ese desarrollo, aprenden cosas: a discutir con profesores y graduados sobre aspectos del currículum (materias optativas, talleres de investigación, condiciones para las tesinas finales, curso de ingreso, entre otros), de la designación de docentes, de las relaciones del Departamento con asociaciones profesionales y agencias estatales; aprenden a expresar sus posiciones y argumentos por escrito (en comunicados a otros estudiantes y boletines), a escribir proyectos (como el proyecto de curso de ingreso a la carrera), informes y balances (de los delegados en Junta, de los encuentros del ENES); aprenden a organizar 168 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 “Queremos transmitir un espíritu militante desde la sociología”. Modos de militancia y formación... debates, talleres, encuentros, jornadas; aprenden sobre la situación e historia de otras carreras y universidades, sobre políticas y medidas de gobierno en la universidad y a actuar en el terreno de la política universitaria. También, como parte de las actividades de militancia, conocen a diversos actores de la carrera, de la Facultad, la universidad y otras organizaciones políticas y sociales vinculadas, sus posiciones y relaciones. Las actividades que los estudiantes realizan como parte de la militancia en la carrera configuran relaciones, saberes e identidades asociadas a un grupo, una comunidad de práctica donde formación y militancia recorren caminos muy cercanos. Algunos autores (Ferreira de Oliveira, 2008; Vecchioli, 2009, 2012) han destacado la imbricación entre formación universitaria y compromiso político al analizar el uso de la expertise profesional como recurso militante en diversas causas políticas en Latinoamérica (ambiental, derechos humanos). Lo que en este caso me he propuesto iluminar es la manera en que las prácticas de militancia pueden convertirse en recursos de la formación universitaria y la necesidad de considerar el contexto universitario como espacio en el que se desarrollan prácticas militantes. Por ello, lo importante aquí es que, en el caso de la formación de sociólogos en la UNLP, la política y la militancia no son prácticas y relaciones “anexas” o laterales a la formación sociológica, sino parte de ella, ya que a través de esa militancia en la carrera los estudiantes disputan sentidos del ser sociólogo, así como dónde y de qué maneras un sociólogo o socióloga puede y debe intervenir. Militando, estos estudiantes aprenden a militar, pero también a ser sociólogos y sociólogas. Ellos reivindican a la militancia como parte de la sociología, proponiendo a la sociología como recurso militante. Además, la militancia se convierte aquí en un recurso de formación, una formación que está atravesada por estas prácticas militantes. Pero disputan no solo por su propia formación académica, sino por darle a la sociología un espíritu militante. Y lo que hacen es, justamente, militar para poner en el debate público esa noción. Conclusiones Lave y Wenger destacan que en cualquier comunidad de práctica concreta el proceso de reproducción –una estructuración históricamente construida, permanente, conflictiva, de las actividades y relaciones entre los actores– debe ser descifrado en orden de entender las formas específicas de participación periférica legítima a través del tiempo. VIRAJES 169 Cecilia Carrera Entre los “sociólogos platenses”, las militancias, si bien fueron cambiando las maneras en que se manifiestan, así como las prácticas que las constituyen, siguen asociadas a un sentido que los actores le dan a la sociología y al ser sociólogo. Ese sentido es definido hoy por muchos estudiantes y graduados jóvenes como el de transformar la realidad. En los 60 y 70, la relación entre sociología y militancia estaba articulada al marxismo y a la revolución. Hoy, en el marco de una carrera de grado que expide títulos profesionales (lo que no ocurría en los 60) y que se constituye a partir de objetivos académicos, se conforman grupos de estudiantes que discuten esos objetivos (con mayor o menor grado de eficacia) a través de la militancia en la carrera. En los 60 la impronta militante impulsó el cuestionamiento a la concepción de la sociología científica que había logrado instalarse. Las concepciones de la sociología como herramienta para la militancia entran en tensión con otras formas de entender el para qué de la sociología y qué es ser sociólogo. El proceso de formación y constitución permanente de la “comunidad de sociólogos platenses” está atravesado por estas luchas. En el caso de la militancia en la carrera lo que aparece es no solo el planteo de la sociología para la transformación de la realidad, sino también una vuelta: la de la militancia para la sociología o, mejor, para transformar la carrera de sociología, el uso de la sociología y el rol de los sociólogos en la sociedad. Las militancias se constituyen en formas de disputa sobre el sentido de la sociología y el ser sociólogo; y, al mismo tiempo, en formas de participación a través de las cuales los estudiantes aprenden algo sobre en qué consiste ser sociólogo en esta carrera, en esta Facultad. Bibliografía BLANCO, Alejandro. (2006). Razón y modernidad. Gino Germani y la sociología en la Argentina. 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Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 145-172 Militar por una causa Autor: Oscar Palacio Técnica: Fotografía VIRAJES EL MOVIMIENTO INDEPENDIENTE DE RENOVACIÓN ABSOLUTA Y LA PRODUCCIÓN DE INCENTIVOS RELIGIOSOS PARA LA ACCIÓN POLÍTICA EN MANIZALES (COLOMBIA)* JUAN MANUEL CASTELLANOS OBREGÓN** OMAR TAPASCO*** CARLOS ARTURO GALLEGO**** DAVID OSORIO GARCÍA***** SANTIAGO URREA YELA****** LUIS HERNANDO OROZCO******* JUANITA ESPELETA******** Recibido: 20 de agosto de 2012 Aprobado: 11 de septiembre de 2012 Artículo de Investigación * El presente artículo hace parte de los resultados parciales del proyecto “Políticas del desinterés: el juego de las disposiciones y los incentivos en la movilización al Concejo de Manizales 2011”, inscrito desde marzo de 2012 con código 0172212 en la Vicerrectoría de Investigaciones y Posgrados (VIP) de la Universidad de Caldas. ** Profesor del Departamento de Antropología y Sociología de la Universidad de Caldas, juan. [email protected]. *** Profesor del departamento de Matemáticas de la Universidad de Caldas, omar.tapasco@ucaldas. edu.co. **** Profesor del Departamento de Jurídicas de la Universidad de Caldas, [email protected]. co. ***** Estudiante de antropología de la Universidad de Caldas, [email protected]. ****** Estudiante de sociología de la Universidad de Caldas, [email protected]. ******* Estudiante de sociología de la Universidad de Caldas, [email protected]. ******** Estudiante de sociología de la Universidad de Caldas, [email protected] VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... Resumen En este escrito se analiza la producción de incentivos para la movilización política de un grupo de candidatos al Concejo de la ciudad de Manizales en 2011. Para ello se revisa la dinámica del campo y el mercado político en el cual se movilizaron, un conjunto de cualidades objetivas en contraste con el total de los candidatos (151) de ese episodio electoral, en relación con las cualidades subjetivas y las producciones discursivas de algunos de ellos. Con esta estrategia se trata de hacer comprensibles las diferencias en la formación de las carreras políticas en relación con las dinámicas espacio-temporales del mercado político y de los procesos de reorganización de los ordenamientos jurídico-políticos. Palabras clave: movilización política, acción política, movimientos políticos, compromiso militante, elecciones, Colombia, Manizales, MIRA. THE “MOVIMIENTO INDEPENDIENTE DE RENOVACIÓN ABSOLUTA” (INDEPENDENT ABSOLUTE RENOVATION MOVEMENT) AND THE PRODUCTION OF RELIGIOUS INCENTIVES FOR POLITICAL ACTION IN MANIZALES, COLOMBIA Abstract In this writing the production of incentivesfor political mobilization of a group of candidates to the City Council of Manizales in 2011 is analyzed. For this purpose, the dynamics in the field and the political market where they moved areanalyzed as well as a group of objective qualities in contrast withthe total candidates (151) of that polling episode regarding subjective qualities and discursive productions of some of them. With such strategy, it is intended to make understandable the differences in the formation of political careers concerning spatial-temporaldynamics of the political market and the reorganization processes of the legal and political regulation. Key words: political mobilization, political action, political movements, militant commitment, elections, Colombia, Manizales, MIRA. VIRAJES 177 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. L Introducción as dinámicas de la política y de la democracia como régimen están fuertemente determinadas por la dinámica propia de los partidos que la componen, y en estos, por las características y las prácticas de quienes hacen parte de él. Pero esta lógica práctica local e histórica de la política es un momento de una tradición de largo plazo que ha producido el conjunto de posibilidades, posiciones y oposiciones que articulan los propósitos y las acciones de sus agentes. La forma misma de las trayectorias y carreras políticas, en tanto carreras morales, se vuelven comprensibles no solo en la huella de su devenir, sino también en relación con los otros que siguen por la misma senda y, de esta, en relación con la sociedad y la historia de su trasegar. Para hacer comprensible la relación campo-trayectoria-disposición, analizamos las particulares condiciones del espacio de la política en el momento de formación y actuación de un movimiento político religioso. Luego comparamos sus cualidades en relación con la cohorte de candidatos en las elecciones al Concejo de la ciudad de Manizales (Colombia) en 2011, y finalmente analizamos las razones, las justificaciones y las motivaciones que anuncian algunos de ellos. Dinámicas del campo político local La movilización hacia la acción política electoral ha estado fuertemente limitada en Colombia por un campo ampliamente dominado por un bipartidismo producido por el orden político republicado del siglo XIX y transformado por la oposición entre liberalismo y comunismo en la segunda mitad del siglo XX. Estas transformaciones del orden político se pueden resumir en tres momentos: republicanismo bipartidista, bipartidismo reaccionario y dispersión partidaria (Tabla 1). El momento de aparición y actuación del Movimiento Independiente de Renovación Absoluta (MIRA) corresponde al tercero, el cual se caracteriza por la dispersión organizativa del bipartidismo, la polarización del campo político mediante coaliciones de izquierda y derecha, la emergencia de nuevos movimientos minoritarios con diversidad de doxas articulatorias y el pliegue temporal de la “clase dominante” para apoyar y frenar procesos de democratización y ampliación de derechos de minorías religiosas, políticas y mayorías excluidas en sus derechos socioeconómicos. 178 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... Tabla 1. Estados del campo político electoral en Colombia (2 últimos siglos) y su relación con la religión Estado del campo Política republicana Momento Bipartidismo reaccionario Segunda mitad del siglo XX. Alianza Conservador para combatir emergencias de izquierda. Dispersión y relocalización de bipartidismo, izquierda y nuevos agentes de la política electoral. Dispersión partidaria Segunda mitad del siglo XIX. Orden político republicano hasta 1950. Oposición dominante LiberalesConservadores Frente nacional (coalición LiberalConservador) versus emergentes de izquierda electoral y armada Dispersión de coaliciones, fisiones y fusiones microelectorales Principales agentes Partido Liberal. Partido Conservador. Partidos de izquierda emergentes. Bipartidismo asociado. Coaliciones de izquierda. Religión y política Oposición explícita Bipartidismo debilitado. Coaliciones bipartidistas y de izquierdas. Nuevos partidos y movimientos partidarios heterodoxos. Desacuerdo ambivalente Acuerdo implícito Fuente: modificado de Castellanos (2011: 97). Durante la segunda mitad del siglo XX la concentración bipartidista se debilitó con la aparición de nuevos partidos y coaliciones de izquierda, movimientos comunitarios y algunos partidos de filiación explícitamente religiosa. La coalición de gobierno de los dos partidos tradicionales en el Frente Nacional, durante las décadas de 1960 y 1970, se prolongó en los ochentas en un escenario con nuevos agentes políticos, la reaparición de los dos partidos tradicionales, algunas divisiones en estos (MRL en el Liberal y Salvación Nacional entre los conservadores), así como la pervivencia de la ANAPO (Alianza Nacional Popular, liderada por seguidores del militar exgolpista Gustavo Rojas Pinilla), el Partido Comunista (fundado en la década de 1950), el MOIR (Movimiento Obrero Independiente Revolucionario, de corte maoísta, fundado a finales de la década de 1960), y algunos partidos confesionales como Laicos por Colombia11 y C42. 1 Laicos por Colombia: Organización católica presidida por el senador Carlos Corsi Otálora. El 9 de julio de 2011 celebró 20 años de su fundación. 2 C4: Compromiso cívico cristiano con la comunidad. Fundado en 1992 por Jimmy Chamorro, líder cristiano, en Bogotá. VIRAJES 179 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. En este marco de acción, la movilización política ha estado fuertemente controlada y dominada por la presencia de dos estructuras políticas tradicionales: el Partido Liberal y el Conservador. Un ejemplo de ello lo podemos encontrar en la dinámica de las votaciones nacionales a lo largo del siglo XX, en la cual los dos partidos tradicionales concentran el 96% de los votos y otros partidos los 4% restantes. Estos otros partidos minoritarios han sido divisiones de la izquierda y pequeñas escisiones de los partidos tradicionales. A nivel local, por ejemplo en 1974, había cerca de treinta listas de otros partidos que participaron por los votos a las asambleas departamentales3, estas listas o movimientos locales fueron más de 120 en las elecciones para Concejos y Alcaldías de 2011, pero se reducen a unos pocos en las elecciones de Presidencia y Senado. En la primera década del 2000, la organización política partidaria ha sido simplificada, con la pervivencia de los dos partidos decimonónicos y seis partidos de reciente creación y distinta raigambre: Partido de la U, Partido Verde, Polo Democrático Alternativo, MIRA, PIN, Cambio Radical, ASI y MIO. En este contexto de movilización política es que el MIRA participa en las elecciones municipales, departamentales y nacionales por más de una década. Vamos a revisar sus cifras luego de un breve análisis del conjunto de los partidos minoritarios. Si bien en el espacio político fuertemente constituido por el predominio electoral de los partidos tradicionales dominantes, siempre existieron pequeñas disidencias y movimientos que trataron de hacer contrapeso, esto no se consolidó sino hasta la última década del siglo XX con nuevas coaliciones de disidencias en el seno de los partidos tradicionales. Es el caso del Partido de la U, una coalición de segmentos radicales de derecha de los partidos Liberal y Conservador que logró tres presidencias seguidas y amplio dominio en los cargos de elección popular de la primera década del 2000: Presidencia, mayoría en el Senado, en las Gobernaciones y Alcaldías. En este contexto, el marco de acción de los partidos minoritarios estaba determinado por la lucha electoral en dos escalas: los Concejos Municipales y las Asambleas Departamentales, en el nivel regional y a nivel nacional por la Cámara y el Senado. Es posible identificar un número importante de candidatos a la Presidencia de la República en los sucesivos episodios electorales, quienes obtuvieron, en la mayoría de los casos, votaciones marginales, siendo más una jugada de publicidad y marketing que una verdadera opción de poder. Así lo muestran, por ejemplo, las cifras de las elecciones a Concejos Municipales en 1982: 3 Partidos correspondientes a las casillas “otros” de los cuadros de votación: Confraternidad Política, Movimiento Cívico Comunitario, Liga Marxista Leninista, Movimiento Unión Revolucionaria Socialista, Socialista Popular Cristiano, Movimiento Bloque Socialista, Marxista Leninista, Social Demócrata Cristiano, Bloque Socialista, Unión Revolucionaria Socialista, Movimiento Social Laborista Nacional, Movimiento Social Obrero Colombiano, Movimiento Nacional Popular de las Reservas, Movimiento Tecnocracia, Movimiento Nacionalista Campesino, Frente Socialista Obrero y Campesino, Movimiento Libre Artesanal “Molar”, Frepar, Movimiento no Comprometido, Acción Regional del Magdalena Medio, Reintegración Común Democrática, Movimiento Progresista del Orito, Movimiento Comunal del Pueblo (Registraduría Nacional del Estado Civil, República de Colombia, 1974). 180 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... Tabla 2. Votaciones Concejos Municipales 1982 Partidos Votos % % acumulado Liberales 3’096.540 57,0% 57,0% Conservadores 2’215.779 40,8% 97,8% Frente Democrático 81.832 1,5% 99,3% Frente Unidad del Pueblo 19.575 0,4% 99,6% Unidad Democrática 7.764 0,1% 99,8% Liberal Frente Democrático 9.237 0,2% 99,9% Mov. Izquierda Democrática 3.334 0,1% 100,0% Total 5’434.061 100% Fuente: Autores. La reformulación de este orden político por la Constitución Política de 1991, permitió la reorganización y emergencia organizada de un conjunto de expresiones sociales minoritarias que han tratado de desmarcarse de las prácticas y las estructuras políticas anteriores. Entre ellas encontramos a los partidos de minorías étnico-culturales y religiosas, especialmente cristianas, expresiones de movimientos sociales y comunitarios, nuevas agrupaciones de izquierda y disidencias de los partidos republicanos. En este marco es que surge en el año 2000 un partido asociado a un conjunto de iglesias cristianas, el MIRA, y que se constituye en el eje de análisis que sigue, luego de una breve revisión a las reglas del juego político en que actúan y sus últimas transformaciones. La reforma política y los partidos minoritarios Las instituciones que estableció la Constitución de 1991, compusieron lo que varios analistas denominaron “una revolución política” (Cepeda, 2002: 6). Sin embargo, como veremos, la “revolución política” no ha sido tal y aunque puede afirmarse que la C.P. del 91 amplió los espacios democráticos de participación, el legislativo no los reglamentó o lo hizo de modo tal que fue imposible su ejercicio político (Ley 134/94). Otras modificaciones a las “reglas del juego político” no han tenido los resultados esperados, especialmente por la debilidad del Consejo Nacional Electoral que no ha cumplido a cabalidad su función (financiación de campañas, regulación de los partidos políticos, su misma composición derivada del poder mayoritario del Congreso). VIRAJES 181 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. La reforma política contenida en la Constitución de 1991 incluyó también a los partidos, a los movimientos políticos y a las agrupaciones o “grupos significativos de ciudadanos que postulen candidatos”. Se refiere también al uso de los medios masivos de comunicación y al acceso que tendrán los candidatos a esos medios y considera específicamente el estatuto de la oposición (artículo 112), así como la representación de los partidos y movimientos minoritarios en las mesas directivas de los cuerpos colegiados (Cepeda, 2002: 7). Se introdujo una reforma al Congreso, tanto en el número de sus miembros como en el sistema electoral para la elección de Senado, la circunscripción nacional que favorecía a las minorías y el Consejo Nacional Electoral, para asegurar la transparencia democrática. El Acto Legislativo 3 de 1993, reformó la C.P. del 91 y adoptó un sistema de suplencias en las corporaciones públicas que ha sido calificado como peor que el sistema anterior a 1991, el de las suplencias personales. Al decir de Cepeda (2002), con esa modificación se implantó un sistema de suplencias colectivas de acuerdo con cada lista electoral que se ha prestado para las más deplorables tácticas. Luego del proceso electoral del 10 de marzo de 2002, la reforma política adquirió una nueva vigencia. La proliferación de listas (321 para Senado con 2.979 candidatos y 906 para Cámara) evidenció una vez más el desbarajuste del sistema colombiano de partidos. Esta reforma incorporó medidas de carácter electoral para contrarrestar el elevado número de organizaciones políticas y de listas a candidatos por la competencia al Congreso. Estableció obligatoriedad de lista única por partido o movimiento, umbral electoral y cifra repartidora. Se optó por un régimen de funcionamiento en bancadas e introdujo el sistema del “voto preferente opcional”. Se cambió la fórmula de cocientes y residuos para el reparto de curules por una cifra repartidora que premiara a las colectividades más grandes, generando en la práctica un regreso al bipartidismo vigente hasta la década anterior. Se incluyeron otros cambios que han sido sin duda importantes como el funcionamiento de partidos por bancadas, la eliminación de la doble militancia política, la definición de períodos institucionales de mandatarios locales, departamentales y no personales. Algunos de los resultados de esta reforma constitucional de las reglas del juego político fueron, por ejemplo, la reducción del número de partidos de cerca de 60 que existían antes a no más de 12 que actualmente tienen representación en el Congreso. En ese aspecto, la reforma ha cumplido su cometido, pero estos logros no son sinónimo de una mayor calidad en nuestra democracia. La lista única combinada con el voto preferente generó un nuevo esquema en el cual predomina el más puro y elemental cálculo de aritmética electoral. Votaciones en el Congreso como la ley de igualdad de derechos para las parejas del mismo sexo o sobre la propia reforma política, dejaron ver las fisuras de este nuevo esquema. Los órganos de poder electoral siguen estando en manos 182 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... de las fuerzas mayoritarias en el Congreso, como si fuera una extensión de los intereses de los políticos tradicionales. La financiación de las campañas ha sido acusada de corrupción y tráfico de influencias. Una serie consecutiva de reformas políticas ha transformado el conjunto de las reglas de participación, tratando en un primer momento de ampliar el panorama de la exclusión y luego de restringirlo. La última de ellas, el Acto Legislativo 01 de 2003 establece, entre las medidas más importantes, el aumento del umbral electoral4, la adopción de la cifra repartidora o sistema D’Hondt y la prohibición a los partidos políticos de presentar más de una lista por cada elección (listas únicas). Esta reforma permite a los partidos ir a elecciones con listas cerradas o abiertas; en el caso de listas abiertas se implementa el voto preferente, el ciudadano o ciudadana escoge libremente al candidato o candidata que más le guste de la lista, sin importar el orden en el que aparece. De la misma forma, establece los criterios de la democracia interna de los partidos políticos como la selección de candidatos o candidatas y las consultas populares o internas de estas organizaciones. La reforma política de 2001 pretendía impactar en la composición partidista y en el funcionamiento del Congreso de la República, a través de la reducción del número de colectividades con representación en el Legislativo y de la implantación de un régimen de bancadas; asimismo tenía como propósito garantizar mayor representatividad en el sistema electoral para lo cual cambió sustancialmente las reglas de juego para el reconocimiento de la personería jurídica de los partidos políticos: ahora esta solo le es reconocida a las organizaciones políticas que satisfagan al menos una de las siguientes condiciones en las elecciones legislativas: 1) Haber obtenido una votación nacional no inferior al 2% del total de sufragios válidos depositados en todo el país para Senado de la República o Cámara de Representantes y, 2) Haber obtenido curul en representación de al menos una de las circunscripciones especiales (de comunidades indígenas y afrodescendientes y de minorías políticas). La reforma logró efectivamente una disminución considerable del número de partidos o movimientos políticos con representación en los cuerpos colegiados. Antes, quienes querían competir en las contiendas electorales podían fundar sus propios movimientos con avales relativamente fáciles de obtener, hoy la exigencia del umbral y la obligación de cada fuerza de presentar una lista única, fuerza a quienes quieran entrar a la competencia, a ponerse de acuerdo con copartidarios y aunar esfuerzos con los más cercanos para alcanzar el umbral. Así se aumentó la competencia intrapartidista para acceder a la posibilidad de participar en las contiendas electorales. Todos los candidatos, incluidas las mujeres, tuvieron que competir por un puesto en un número de listas más restringido. 4 Entendido como el establecimiento de un porcentaje mínimo de votos para acceder a las corporaciones de elección popular. VIRAJES 183 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. Al revisar las votaciones para el Concejo de Manizales entre 1998 y 2011, hubo una variación significativa entre 27 y 9 partidos que participan en las elecciones (Tabla 3). En este contexto de reducción de los partidos y movimientos es que el MIRA ha participado, logrando consolidarse como una minoría política significativa, tiempo durante el cual ha participado en tres elecciones municipales, aumentando su participación del 2% al 7% de las votaciones. Tabla 3. Votaciones (%) Concejo Manizales 1998-2011 Porcentaje de votos partido-total partidos 1998 2000 MIRA 2003 2007 2011 2% 4% 7% Conservador Colombiano - PCC 17% 16% 14% 18% 24% Liberal Colombiano - PLC 46% 33% 19% 19% 18% Otros partidos y movimientos1 37% 51% 67% 63% 58% Número de partidos por elección 18 27 23 13 9 Fuente: Autores. En este contexto, movimientos políticos minoritarios como el MIRA, se encuentran con un sinfín de desigualdades prácticas e históricas para cumplir los umbrales definidos en la reforma. Estas nuevas reglas, si bien sirven para eliminar a la multitud de aventureros electorales, establecen topes muy altos y difíciles de alcanzar para aquellos movimientos que representan intereses minoritarios. Prácticas políticas singulares Lo que trataremos a continuación es el comportamiento en el campo electoral, en relación con los partidos políticos religiosos cristianos, desde dos focos, por una parte refiriéndonos al contexto local de Manizales y, segundo, desde un contexto nacional, haciendo énfasis en el movimiento político MIRA. La aparición del MIRA, como parte de los movimientos políticos cristianos, lo enfrenta con fuerzas electorales incubadas en la historia política colombiana; con su presentación en 2000 se encuentra con los partidos C4 (fundado en 1992), Unión Cristiana (fundado en 1991) y el Partido Nacional Cristiano (fundado en 1989). Estos partidos habían logrado un pequeño caudal electoral, que fue complementado con los nuevos votos del MIRA. El MIRA se estrenará en el campo electoral en 2001 con las votaciones a autoridades locales. En 2002 se consolida con la participación electoral en Senado y Cámara de la Republica de Colombia. Con ello el MIRA se constituyó en un Movimiento Político 184 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... Independiente de carácter nacional, y con proyección internacional, conforme a lo dispuesto en la Constitución Política de Colombia y en las leyes 130 de 1994 y 974 de 2005. Desde su fundación ha declarado que la única postura política del partido es el Miraísmo, que se define como: El Miraísmo® por la Renovación Absoluta® es una ideología humana y política basada en valores y en su aplicación. Se orienta a la globalización de ideas políticas, mediante la integración de plataformas de Miraísmo a nivel mundial, de las que hacen parte millones de personas que desean la aplicación de valores. El Miraísmo® es un modelo de conducta humana, social y política que tiene como punto de partida el interior del ser, y se hace manifiesto en hechos individuales y colectivos. Individuales, con cada ser que procura la Renovación Absoluta® y, colectivos, producto de esa sumatoria de logros particulares que dan como resultado la calidad de convivencia, la convivencia con respeto, en el entorno ampliado de la sociedad, la comunidad y la cultura. El camino para alcanzar estos hechos conductuales renovados, tanto en el ámbito privado como en el público, es el de la experiencia. El individuo es el centro de la Renovación, ya que ésta propone la consolidación de una sociedad armónica, basada en la unidad, a partir de su transformación y mejora. (MIRA, 2013: párr. 1-4). En el contexto nacional alcanzó la representación en el año 2001 de un diputado en Quindío y representaciones en los Concejos Municipales, pese a esto no será hasta el 2002 que se fortalezca en el campo electoral tras quedar elegida como senadora Alexandra Moreno Piraquive, su fundadora. Hasta las elecciones de 2006 la competencia de los partidos religiosos cristianos seguirá por parte de los cuatro partidos mencionados, sin embargo en este año, el subcampo cambiará dejando al MIRA como único representante de los partidos políticos cristianos pues perdieron su personería jurídica los otros tres partidos: el C4 porque no alcanzó el 2% de votos válidos en el territorio nacional para Senado de la Republica o Cámara de Representantes, Unión Cristiana y el Partido Nacional Cristiano no inscribieron listas de candidatos al Congreso de la República. Este notable cambio y simplificación de la representación partidaria religiosa, va a coincidir con el crecimiento de la representación política del MIRA, que a nivel electoral logra constituir bancada en el Congreso de la República con la ratificación de la senadora Piraquive, la elección por voto preferente del senador Manuel Virgüez y la representante a la Cámara por Bogotá, Gloria Stella Díaz Ortiz. VIRAJES 185 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. En 2007 el MIRA amplió su representación con un Alcalde electo, tres diputadas en las Asambleas Departamentales y 35 Concejales Municipales. Para el 2010 se ratifica la Bancada en el Congreso y se suma Carlos Alberto Baena a la representación al Senado. En el año 2011 se incrementará notablemente su representación en las diferentes corporaciones: cuatro congresistas, siete diputados, una gobernación, una alcaldía, 45 concejales y 317 JAL5. En una década este partido ha tenido un progresivo crecimiento, que lo consolida como una de las minorías decisorias en el Congreso de la República. El crecimiento del MIRA ha sido particularmente rápido en comparación con los otros partidos políticos. Por ejemplo, al comparar el crecimiento entre las elecciones de 2007 y 2011, este partido creció un 500% en las votaciones obtenidas a nivel nacional (Barrera, 2011), en comparación con otros partidos políticos que crecieron alrededor del 20% de sus votaciones, cuando no decrecen. Este comportamiento especial se colige con una estrategia electoral específica en comparación con otros partidos. Por ejemplo, en las elecciones de 2006, en las cuales el MIRA presentó un número muy elevado de listas: […] a pesar de haber incluido 91 renglones en su lista sólo alcanzó 2 curules –recordemos que los otros partidos que incluyeron más de noventa renglones en sus listas, obtuvieron en total el 53% de los escaños otorgados (PU: 99, PL: 100, CR: 100)–. Esto nos permite ver que en este caso no existe relación directa entre el número de candidatos presentados y el éxito electoral, aunque hay que hacer la salvedad de que la lista tuvo éxito en cuanto obtuvo 2 curules obteniendo un total de 237.512 votos. (Cardozo & Hernández, 2006: 173) Ahora bien, en un ámbito local, en Caldas y especialmente en Manizales, sus dinámicas han logrado hacerle un lugar efectivo en el campo electoral, evidencia de lo cual es que en un transcurso de 11 años (2000-2011) alcanzaran dos curules en el Concejo Municipal de Manizales (2007 y 2011) y una curul en la Asamblea Departamental. En 2002, frente a las elecciones por el Senado, hubo una participación significativa con 4671 votos para la elegida Senadora Piraquive, de mismo modo que en la lista a Asamblea en 2003, la cual fue sin voto preferente, y acumuló 6065 votos. Pese a esto en el ámbito municipal de Manizales es mesurada la participación, pues su caudal electoral corresponde al 7% del total municipal. Sus listas al Concejo en 2003 sin voto preferente alcanzaron 1748 votos, y no logró representación en esta corporación. Como podemos observar en la Tabla 4, el porcentaje de la votación de los partidos con alguna filiación religiosa explícita ha aumentado levemente, 5 JAL: Juntas Administradoras Locales. 186 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... en relación con los resultado anteriores, pero en general se mantiene una representación entre el 6% y 7%. La competencia interna entre estos partidos se eliminó en las elecciones de 2007 y 2011, en la cual es claro cómo este partido logra recoger niveles de votación de los partidos religiosos, en un contexto de aumento de abstención y del voto de opinión reactivo (tarjetas blancas y nulas en Tabla 4). Tabla 4. Participación subcampo electoral religioso en votos Concejo Manizales 1998-2011 Partidos y movimientos/años elecciones 1998 2000 2003 Movimiento Unitario Metapolítico 0,1% Mov. C4 Mov. Político Laicos por Colombia 1,3% 1,7% 3,1% 1,0% 1,9% Movimiento Unión Cristiana - UC 0,9% Movimiento “MIRA” 2007 2011 1,7% 4,1% 7,3% 1,6% Acumulado % votos subcampo religioso 2,4% 4,5% 6,3% 4,1% 7,3% Total votos partidos religiosos 2.453 5.276 6.720 5.191 8.127 Total votos partidos 101.366 118.121 105.847 127.697 111.388 Total votos partidos + blancos + nulos 111.939 133.097 126.418 154.470 143.180 % de tarjetas blancas y nulas 9% 11% 16% 17% 22% Fuente: Autores. Política y religión La relación entre política y religión ha tenido dos orientaciones básicas en la reciente historia democrática liberal en Colombia: las prácticas políticas asociadas al carácter confesional del Estado y las acciones de resistenciarestauración asociadas a ellas. Esta dinámica ha tenido momentos de desequilibrio que no es posible detallar en el marco de este escrito, pero que pueden ser resumidos para contextualizar las últimas dos décadas, que es el marco de actuación de los partidos políticos religiosos protestantes, objeto de este análisis. En términos gruesos, podemos decir que la Constitución Política de 1991 recogió el clamor de un conjunto de colectividades sociales y políticas que no se veían representadas en un marco normativo de más de 100 años (la Constitución Política de 1886), que tenía como base esencial la consagración de un orden social excluyente: blanco hispanista, centralista, católico y andrógeno. Ello presionó la apertura del espacio de participación política a minorías étnicas, sexuales, religiosas y sociales que habían estado subrogadas por el bipartidismo o simplemente aisladas y separadas de cualquier participación política directa. VIRAJES 187 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. Entre los partidos con explícita filiación religiosa, no solamente católica o cristiana, que es el subespacio de acción del partido MIRA, se han presentado una serie de organizaciones partidarias que representarían la emergencia de nuevas iglesias no católicas, especialmente a lo largo de la década de 1990, las cuales desaparecieron paulatinamente durante la primera década del siglo XXI, para dejar como principal adalid de la representación política de las iglesias y congregaciones cristianas al MIRA (un ejemplo de ello en la Tabla 4). Una parte importante de iglesias y congregaciones cristianas firmaron acuerdos de representación con políticos de los partidos y coaliciones tradicionales, endosando sus votos a estos, como había sido usual. El Movimiento Independiente de Renovación Absoluta (MIRA) fue creado en el año 2000 a partir, dicen sus militantes, de “la profecía” recibida por María Luisa Piraquive de Moreno miembro fundadora de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional (IDMJI, en lo sucesivo “la iglesia”). En esta profecía se prescribe la creación de un movimiento político que renueve los espacios políticos en Colombia y a nivel internacional. Apoyados en ello, los integrantes del MIRA participarán en los procesos electorales de forma independiente, pues es la manera de “dar testimonio” como hijos de Dios (Ortega Gómez, 2010: 17). En esos términos, el MIRA nace de un propósito religioso (profecía) y se alimenta principalmente con los creyentes de la IDMJI. Los miembros de la iglesia son sus militantes principales6. La iglesia IDMJI promueve un “renacimiento” como forma de reconocer el pecado. Como mencionan Moreno y Moreno, el neonato en la religión debe tener un encuentro personal con Cristo el cual ayuda a liberarse, implicando con ello una renuncia a una vida pecaminosa como las fiestas, el consumo de licor y licencias sexuales, denotando públicamente un proceso de resocialización mediante una conversión (Moreno & Moreno, 2009: 194). De forma semejante el MIRA proclama una renuncia a las formas tradicionales de hacer política, donde se incluye el clientelismo y la corrupción, expresión de lo cual deberían ser sus prácticas políticas. En los tiempos recientes ha habido una multiplicación geométrica del pentecostalismo, según lo señalan Moreno y Moreno (2009), especialmente en las clases medias. En esta confesión hay una fuerte formación carismática y emotiva, desarrollada por una pastoral popular. Esta comunidad religiosa hace énfasis en la conversión vía apropiación de diversas expresiones culturales, música y oraciones entre otras, que acercan a una forma de religiosidad paroxística, en la que es típico el uso de medios virtuales y materiales audiovisuales. 6 Esta oportunidad, de una “clientela” relativamente cautiva le permitió crecer rápidamente al principio. Al final del periodo de observación se convierte en un límite a su crecimiento, dado que dependería del crecimiento de las iglesias para su crecimiento electoral, es por eso en parte que sus militantes y el partido tratan de deslindarse de la relación directa partido-iglesia-religión-política. 188 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... Otras confesiones religiosas cristianas, en comparación a la IDMJI, han sido asépticas en términos políticos. Tal es el caso de los Testigos de Jehová, quienes se autodefinen como “neutrales” en la participación política, es decir, no tendrían bandera política alguna. Esto incluye no votar en las contiendas electorales, no hacer parte de algún ejército armado, no entrar en discusiones políticas o rendir alguna clase de lealtad a los gobiernos humanos. Todo esto es producto de una interpretación religiosa de los textos sagrados que dicta una relación de total fidelidad con el gobierno que no es de este mundo, es decir, con el gobierno de Jehová. Por otro lado, existe otra confesión religiosa cristina que se podría ubicar en medio de la IDMJI y los Testigos de Jehová. Dicha confesión es el Catolicismo, que en los últimos años ha tenido una participación política “indirecta” como institución. La Doctrina Social de la Iglesia (Católica) promulga el derecho de los laicos a participar en la vida política, pues ellos son los llamados a dirigir la sociedad. En esta medida, la Iglesia católica, por medio de sus fieles, participa en las instituciones gubernamentales, pero no lo hace a nombre propio como institución. No existen partidos políticos católicos dirigidos por sacerdotes o líderes de la iglesia, como sí ocurre en la IDMJI. El MIRA es un movimiento que podemos definir como “cerrado hacia afuera” (Weber, 2004), en tanto niega la posibilidad de hacer alianzas con otros partidos, empero permiten la incorporación en sus filas a nuevos miembros que no tengan relación con la misma. La relación MIRA-IDMJI se hace clara cuando cruzamos los resultados en las contiendas electorales al Senado, Cámara, Asamblea, Gobernación, Alcandía y Concejo en 2011 con los espacios de presencia de la iglesia. En el año 2011 el MIRA presentó listas en 270 municipios de Colombia y la iglesia IDMJI tenía presencia con templos en 322 municipios. La relación entre iglesia-partido-votación se traslapa en el 94% de los municipios. Tan solo en 15 municipios hay presencia del partido y no de la iglesia, lo que puede estar siendo disminuido por la cercanía o contigüidad urbana (por ejemplo, el caso de Manizales y Villamaría). La siguiente tabla resume lo anterior: VIRAJES 189 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. Tabla 5. De contingencia. Presencia del MIRA con candidatos al Concejo 2011 y presencia de templos de la IDMJI a nivel municipal en Colombia7. Presencia IDMJI NO Presencia IDMJI Totales Horizontal Presencia MIRA % Horizontal % Vertical 255 15 270 94% 6% 100% 79% 2% NO Presencia MIRA % Horizontal % Vertical 67 786 853 8% 92% 100% 21% 98% Totales Vertical 322 801 100% 100% 1123 Fuente: Autores. La dimensión subjetiva: dos miradas Una vez descritas la dinámica, el estado y la estructura del campo político en el que participa el MIRA como partido, vamos a revisar las cualidades de sus candidatos a la elección del Concejo Manizales 2011 y sus disposiciones a través de los discursos de algunos de ellos. Para ello, realizamos en primera instancia un análisis de las diferencias existentes entre los perfiles de los candidatos al Concejo de Manizales 2011 del partido MIRA en comparación con los candidatos de los otros partidos en relación con el origen la condición social y su trayectoria. Para acercarnos a estas características comparativas tendremos en cuenta la información aportada por el periódico La Patria8 acerca de la edad, el género, la escolaridad, la trayectoria académica, política y pública y los gastos en campaña. En la segunda parte de este acápite, revisaremos los discursos de algunos de ellos, para poner en relación la potencial homología entre las posiciones 7 La información anterior corresponde al número de municipios con templos de la IDMJI al mes de marzo de 2013, y la presencia del MIRA en tanto al número de municipios en donde había candidatos al Concejo en 2011. En total son 337 municipios que tienen alguna de las dos condiciones: presencia del MIRA o presencia de la IDMJI. Además, fueron 1.227 candidatos al Concejo en 2011 que se lanzaron por el MIRA en estos municipios, y un total de 418 templos de la IDMJI. Así pues, con esta información se crearon cuatro posibles relaciones: Presencia IDMJI-Presencia MIRA, No Presencia IDMJI-Presencia MIRA, Presencia MIRA-No Presencia IDMJI y No Presencia MIRA-No Presencia IDMJI. Fuente: http:// www.idmji.org/es/direccionesyhorarios y datos Registraduría de 2011. 8 01 de septiembre: Listas de todos los partidos, información general, 29 de septiembre: Cambio Radical -CR-, 05 de octubre: Alianza Social independiente -ASI-, 06 de octubre: Movimiento Independiente de Renovación Absoluta -MIRA-, 07 de octubre: Polo Democrático Alternativo -PDA-, 13 de octubre: Movimiento de Inclusión y Oportunidad -MIO-, 15 de octubre: Partido Conservador Colombiano., 18 de octubre: Partido Verde, 20 de octubre: Partido Liberal Colombiano, 28 de octubre: Partido de Unidad Nacional –UL. 190 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... y las disposiciones, la cual estaría en la base de la posible explicación de la particularidad de sus prácticas de movilización política. Semblanza de una cohorte En relación al lugar de procedencia, los aspirantes del partido MIRA son predominantemente manizaleños con el 76,9% nacidos en la ciudad, mientras que en los demás partidos este valor es del 67,4%. Este carácter más local de los candidatos del MIRA está asociado a una estrategia particular de este partido, la presentación de muchas listas locales y de participantes nuevos en la política, cooptados de la iglesia asociada, principalmente. En relación al género se presenta una marcada diferencia, con una participación femenina del 61,5% para el MIRA y del 32,6% en los demás partidos, lo que evidencia una convincente participación de la mujer en este partido, más allá del cumplimiento de una normativa electoral de cuota de participación femenina de la tercera parte. Esta cualidad puede estar asociada al carácter conservador de la iglesia, pero y sobre todo a la composición mayoritariamente femenina de sus fieles. Las mujeres aparecen en las encuestas de cultura política con una mayor participación en las reuniones comunitarias y religiosas. Por ejemplo, al revisar las encuestas sobre cultura política, encontramos que, frente a la frecuencia de participación en las iglesias, la participación de las mujeres es mayor en las reuniones de la comunidad, cuando estas se declararon protestantes (Figura 1; análisis propio de LAPOP 2011). Fuente: Autores. Figura 1. Participación de protestantes en reuniones. VIRAJES 191 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. Entre tanto, en relación a la participación de los aspirantes según rangos de edad, el 31,8% de los candidatos de los otros partidos tienen edades inferiores a 40 años y el 34,1% edades superiores a 50 años, mientras que para los candidatos del MIRA el 46,2% tienen edades inferiores al 40 años y 7,7% edades superiores a 50 años. Los miembros del MIRA en general son más jóvenes y con menos experiencia, expresando o valorando lo que ellos y ellas anuncian como cualidad profética: la renovación. De igual forma, se detectan diferencias importantes en lo referente a la experiencia adquirida por los aspirantes al Concejo en procesos electorales anteriores, dado que aproximadamente la cuarta parte de los aspirantes de otros partidos (el 27,6%) han participado en contiendas electorales anteriormente, mientras que solo el 7,7% de los aspirantes del MIRA lo han hecho (Figura 2). Estas cuatro cualidades no permiten delinear una primera condición especial de los aspirantes y militantes del MIRA: jóvenes locales en proceso de formación con poca experiencia pública. En lo referente al capital académico de los aspirantes, llama la atención que el 61,4% de los candidatos de los otros partidos sean profesionales, mientras que en el MIRA se observa un comportamiento contrario con un 69,2% de candidatos no profesionales. El capital fundamental que ponen en juego los militantes de este partido es de carácter confesional, y como veremos más adelante, su trayectoria de “labor social”. Fuente: Autores. Figura 2. Diagrama de perfiles del número de aspiraciones al Concejo según partido político. En cuanto a la fidelidad partidaria de los candidatos estimada según el tiempo de afiliación a los partidos, se observa un comportamiento claramente distinto entre los dos grupos de estudio, ya que en el partido MIRA se registra que el 84,6% de los aspirantes llevan más de 5 años de militancia en el partido, mientras que para los demás partidos este valor es de solo el 29,1%, y cerca de 192 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... la mitad de los candidatos de los otros partidos son nuevos en sus respectivos partidos, con 50,4% de candidatos con menos de un año de militancia (Figura 3). Por el contrario, en el MIRA todos sus candidatos llevaban más de un año en él. Complementario con ello, y en lo concerniente a la carrera política del aspirante, entre los candidatos del MIRA el 84,6% han militado únicamente en dicho partido, entretanto los candidatos de los otros partidos registran que solo el 38% ha militado únicamente en el partido y el 18,6% en más de dos partidos (Figura 4). Fuente: Autores. Figura 3. Diagrama de perfiles de años de militancia en el partido según partido político. Fuente: Autores. Figura 4. Diagrama de perfiles de participación en distintos partidos según partido político. VIRAJES 193 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. Por otra parte y en procura de hacerle un seguimiento a los candidatos para determinar el nivel de cumplimiento de los compromisos asumidos en relación a mantener las cuentas claras a la luz de los gastos de campaña, se recurrió a la obtención de datos de la página web del Consejo Nacional Electoral, en donde se dispone de información de conocimiento público acerca de dichos rubros, lo que conlleva a la construcción de indicadores cuyos resultados se sintetizan a continuación. La totalidad de los candidatos del MIRA reportó los gastos de campaña con un promedio de $3,74 millones, mientras que entre los candidatos de los otros partidos se tiene que aproximadamente dos de cada tres aspirantes reporta gastos (65,9%) con un promedio de $7,04 millones, es decir casi el doble del promedio de gastos de los candidatos del MIRA. Dos características sobresalen de estas cifras: la legalidad del comportamiento electoral y el bajo costo o inversión directa en las campañas de este partido. Con el propósito de analizar el comportamiento de todas las anteriores variables de manera conjunta, se recurre al Método de Correspondencias Múltiples (ACM) para reducir el número de variables explicativas, apoyándose en la búsqueda de interdependencias entre variables de tipo categórico. De la aplicación de la técnica ACM a los datos, se extraen algunos resultados estadísticos comentados a continuación: Fuente: Autores. Figura 5. Diagrama de individuos. 194 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... El anterior diagrama de puntos o de individuos arroja que los aspirantes del partido MIRA (puntos resaltados) se ubican en su mayoría alrededor del eje positivo de la dimensión dos, información que será de utilidad en la interpretación abordada más adelante, en tanto, se expresa cierta homogeneidad de los candidatos, excepto por dos candidatos distantes9. El diagrama de variables (Figura 6) muestra que la dimensión 2 está más relacionada con las variables: partido político, grupos de edad, carrera política en términos de haber militado en más de un partido y al lugar de procedencia. Mientras que la dimensión 1 está más asociada al capital académico en términos de tenencia de un título profesional, género, el haber sido elegido para un cargo de elección popular, el haber desempeñado cargos públicos, el tener más de una aspiración y el haber reportado gastos de campaña. Fuente: Autores. Figura 6. Diagrama de variables. Cuando revisamos la conjugación de las cualidades descritas anteriormente, los miembros del MIRA aparecen con propiedades caracterizantes como la juventud, la inexperiencia, la militancia continua y la alta participación de las mujeres en sus listas. Ello vislumbra un partido 7 Las personas entrevistadas han sido señaladas en la Figura para no aislar su “posición” de sus “tomas de posición”. VIRAJES 195 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. con propiedades específicas, de reciente aparición y organización a nivel local, y que articula una trayectoria de emergencia en el campo político local y nacional. Vamos ahora a revisar los discursos, posiciones subjetivas y racionalizaciones de tres candidatos al Concejo de Manizales 2011, para tratar de establecer la potencial correspondencia entre las condiciones del campo, el lugar o la posición y las disposiciones. Como siempre esta es una hipótesis de trabajo que trata de dar cuenta de la doble objetividad de las prácticas. Su propio discurso racionalizador Un modelo de análisis de los discursos y las prácticas expresa una relación íntima entre las formas de movilización política, la articulación de móviles expresados en compromisos y la articulación de ideologías formalizados en slogans de campaña y en discursos propiamente políticos. Los partidos, en tanto estructuras de movilización, logran articular estrategias que capitalizan disposiciones políticas en la forma de lógicas prácticas. Los esquemas de movilización de los militantes de cada partido serán, en el mejor de los escenarios, dados por la coincidencia entre las capacidades, las tenencias y las aptitudes, las cuales podrán ser más o menos articuladas y más o menos coherentes de acuerdo a la propia trayectoria del sujeto en relación con el campo de la política y del colectivo con que se mueve y hace política. Vamos pues a revisar, brevemente, algunas de estas articulaciones productivas para el caso del partido Movimiento Independiente de Renovación Absoluta (MIRA). Renovación como movilización Una de las principales afirmaciones de este escrito, es que los valores del creyente de la iglesia se mimetizan con los del militante del MIRA, aunque de forma no evidente por lo menos en los valores enunciados oficialmente en el movimiento político. De esta manera, encontramos disposiciones del creyente que se traslapan con las características de un militante político. El partido se caracteriza para uno de sus integrantes porque: “[…] siempre se ha enmarcado en principios y valores como la honestidad, el respecto, la lealtad, el compromiso, la coherencia y la autodidaxia, y ante ellos jamás ha cedido” (MIRA05H, 2012, 5). Las cualidades que anuncia este candidato como valores que caracterizan al partido son a su vez actitudes que se relacionan con las propiedades del creyente de la iglesia: sinceridad y obediencia. Estos atributos serían características que hacen parte de “Un 196 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... aire nuevo para todos” como dicta el eslogan de campaña del MIRA para el Concejo de Manizales en 2011. La íntima relación del partido y la iglesia la expresan dos de los candidatos al Concejo de Manizales en 2011, de la siguiente manera: El aporte que le hace la religión a la persona es muy importante y si la persona va a ejercer en la política sus ideales, pues va por muy buen camino, sea del movimiento político MIRA o no sea del movimiento político MIRA. Una persona que quiera en su vida abanderar cualquier valor va muy bien, entonces, la relación entre iglesia y política es que en la religión que se obtienen esos valores y van a hacer que haya una política limpia, van a hacer que en ningún momento el movimiento político MIRA o alguno de sus integrantes se doblegue ante algún ofrecimiento, buscando algo personal. (MIRA05H, 2012, 063) El movimiento está integrado por personas, también, que de una u otra manera, tienen algún vínculo en una misma ideología religiosa. Yo disfruto, comparto la misma ideología. (MIRA01H01, 2012: 29) Ahora bien, en términos de las reglas del partido, se expresa que una militancia de cuatro años es necesaria para que la persona incorpore la filosofía del MIRA, el “miraísmo”. En este tiempo la persona tiene que colaborar en “reuniones periódicas de militantes de MIRA con personas interesadas en conocer del mismo. En estas reuniones se ofrecen beneficios sociales del movimiento como talleres, cursos y asesorías gratuitas” (López, 2012: 10). Posterior a este tiempo, la persona puede pasar a representar al partido en cargos públicos, pues habría una trasformación del estado de iniciado a militante: habría con ello un afianzamiento de los valores y se asegura una no tergiversación de los mismos, pues además, en la mayoría de los casos hace parte de la iglesia y encuentra una estrecha relación entre su militancia y fe. JMC: Un asunto, el MIRA está fuertemente asociado con algunas iglesias. DC: Sí, es correcto. JMC: Usted ingresó al MIRA ¿antes de ser parte de la iglesia o fue después? DC: Sí, fue después. Primero, mi experiencia fue con la parte espiritual, entonces yo en la iglesia, en la Iglesia de Dios Ministerial de Jesús Internacional llevo 10 años. Precisamente, producto de ese vínculo con la congregación fue que conocí al movimiento político. Entonces, por eso fue mi inclinación a hacer parte de él porque sé que allí se practican los principios y valores, la doctrina que nos enseñan VIRAJES 197 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. en la iglesia. Es muy amplío el tema, muy amplio, pero yo se lo resumo en una frasecita, la Biblia dice muy claro que: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. (MIRAM10, 2012, 102:105) La pertenencia a la iglesia es un antecedente común a los candidatos entrevistados. La estructura de movilización es la iglesia. La conversión religiosa, no tanto como transformación efectiva en términos morales, en tanto que la tradición católica y protestante reposan sobre la misma matriz normativa, sino en términos de las prácticas y maneras institucionales alternas de las confesiones: evitar la intermediación, relación directa e independiente con Dios, la construcción de ministerios personales y la santificación de todos los participantes, no solo de los intermediarios, sería lo específico de esta coalición iglesia-partido. Esta certidumbre se expresa en un conjunto de evaluadores prácticos: ser coherentes, demostrar la continuidad entre el creer, el decir y el pensar, todos ellos relacionados con una doctrina general, prescrita y conocida. Es, además, el principal mecanismo de control y autocontrol de los militantes de este movimiento. Lo anuncia una de sus militantes de una manera sencilla: “estar en buena onda con Dios” (MIRAM10, 2012, 105:106). Llama la atención como se anuncia, por ejemplo para el caso de la campaña al Concejo, que su compromiso es igual por su campaña que por otras campañas en las que ha estado participando, siendo enfático en el desinterés que lo mueve, orientado por “el amor”, como valor religioso cristiano (MIRA05H, 2012, 33:33). Ahínco, empuje, ganas son algunos de los calificativos del compromiso que se debe expresar o se quiere expresar por el proyecto colectivo, porque “cualquiera de nosotros llegue”, independientemente de su trayectoria política anterior, anunciada como ausencia. La trayectoria política de los militantes del MIRA tiene la cualidad de ser exclusiva en el movimiento, en términos comparativos con los candidatos de los otros partidos. Esta es una característica que anuncian además como cualidad no solo de los miembros, sino del partido mismo, en tanto no hace coaliciones ni alianzas. Para mantener y lograr esta cualidad anuncian una serie de requisitos y procedimientos legales para ser candidatos del movimiento: además de la militancia de cuatro años, trabajo y contacto con la comunidad, ayuda a las comunidades, filtros de varios comités y requisitos legales como ausencia de investigaciones en ningún órgano de control público. Además de formación específica en “una escuela de gobierno”, en donde aprenden los “principios y valores” del movimiento, que resumen como: “dar ejemplo, ser honestos, transparentes, correctos, 198 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... poner siempre lo general por encima de lo particular” (MIRAM10, 2012, 47:49). Si bien, como se anuncia, hay una continuidad entre la iglesia y el partido, no manifiestan la existencia de mecanismos al interior de esta para el proceso de selección o paso al partido. Este sería un mecanismo de autoselección que se va haciendo en la medida en que se inscriben en actividades de “labor social” del partido, van haciendo carrera, acumulando experiencia, reconocimiento y capital político para que en algún momento alguien mencione su nombre10. Al respecto, uno de los candidatos narró cómo fue su incorporación como candidato en la lista al Concejo: Entonces, desde el 2010, a finales, el director político departamental que digamos que estrenaba en Manizales, empezó a mencionarnos, por ejemplo, el grupo de trabajo en la comuna 3 cuando estaba en ese momento, […] parece que nos va a acompañar en la candidatura al Concejo, la verdad todo lo hemos hecho de manera completamente desinteresada, en lo absoluto, o sea, nuestro mayor interés, uno lo dice con mucho orgullo, pero la tristeza que queda es que de pronto a uno no le vayan a creer, nuestro mayor interés, de verdad, es el beneficio a la comunidad, el beneficio a la comunidad es el interés de todas las personas que están aspirando a las curules del MIRA. Bueno, así se fue consolidando ese proceso, nos hicieron una serie de entrevistas, cumplíamos con los requisitos que es mínimo cuatro años de militancia comprobada, pues yo, incluso, antes de la personería jurídica; estar de acuerdo con la ideología del movimiento y, pues sinceramente, cien por ciento de acuerdo, así llegamos a hacer parte de la lista al Concejo de Manizales. (MIRA05H, 2012, 33:33) La incorporación formal en las listas del partido se anuncia como un proceso de cooptación, de movilización desde la estructura, en el cual el director regional del partido “empieza a mencionarlo”. Esta manera de narrar oculta un doble movimiento: la acción de cooptación explícita y la acción de hacerse ver, de hacer ver el interés, al decir “parece que nos va a acompañar”. La candidatura es presentada como un premio, como un reconocimiento al trabajo “en equipo” que se hace en las reuniones, en cada comuna y alrededor de las congregaciones. La cooptación, la elección por parte de la jerarquía, a través de la palabra, “él mencionó”, se convierte en un acto de institución (Bourdieu, 2001), una magia ritual que reconoce y valida lo dado: estaba trabajando para ello. Dice, un poco para ampliar este acto de designación: “después me preguntaron, que si deseaba, que si No se puede decir “alguien les haga el guiño”, porque para los militantes de este partido “la palabra”, “mencionar su nombre” tiene un valor especial, como expresión de verdad y revelación. 10 VIRAJES 199 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. aspiraba”; práctica y modo que habría sido común para los otros candidatos, por lo menos esa sería la “costumbre, el modo adecuado y establecido”. La elección sería la confirmación del “gran” aporte que habría hecho el potencial candidato y no un ejercicio de autoproclamación. La candidatura es, desde su punto de vista, la consecuencia de un compromiso y un modo de actuar responsable, “porque ahora no asumir ese compromiso”, dice, “pidiéndole el voto al amigo, al familiar, a las personas que han creído en uno” (MIRA05H, 2012, 28:26). Cuando le preguntamos a otra candadita que ha sido promovida para participar en una elección de circunscripción nacional, reitera este proceso doble de cooptación y construcción de una carrera, la cual es sometida a una “revisión meritocrática”: JMC: ¿Por qué acepta ser candidata a la Cámara? DC: […] en el movimiento político no se ven situaciones de rosca, situaciones de que ah no este me dio tal regalo, me dio tal premio, entonces venga lo pongo aquí, no. El movimiento político me encanta porque se ve el trabajo, si yo trabajo, incluso, yo en este momento, actualmente soy delegada del Comité de Movilidad. Hace poco en octubre, no, perdón, en septiembre, 30 de septiembre hubo una consulta a nivel nacional donde se eligieron delegados para los diferentes comités temáticos y poblacionales de nuestro movimiento político. […] Entonces, gracias a mi alta votación, fue la tercera votación más alta del país, entonces yo puedo también llegar […]. (MIRAM10, 2012, 125:128) La autodefinición como voluntario es una de las características de la movilización política. Cualidad que se hace más fuerte y se resalta enfáticamente entre los militantes de este partido. La articulación de un esquema de movilización política profético, a veces casi mesiánica, les señala un decálogo de “virtudes” y patrones de acción reveladas y aprendidas en la iglesia y ejecutadas en el movimiento, la cual les sirve como modelo de contraste para la acción. Veamos primero cómo se expresa la condición de voluntariedad: Vale la pena resaltar que todos los militantes del movimiento político MIRA somos voluntarios, o sea, en el MIRA no hay pago de sueldo porque se supone que nosotros estamos es para servir a la comunidad, haciendo méritos para, lo que les comenté ahorita, manejar una carrera espiritual. Entonces, todos esos aspectos van muy de la mano. Nosotros hacemos en la iglesia, aprendemos doctrina y en el MIRA la practicamos, ¿cierto? Aparte de eso también tenemos otras congregaciones, otros grupos como, por ejemplo, la Fundación, 200 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... que también existen voluntarios allí trabajando en la Fundación, pues, ese es otro cuento. (MIRAM10, 2012, 125:128) Se presentan como un movimiento de voluntarios, que “querían venir y hacer las cosas”, “aportar”. Su esquema de movilización es especialmente reactivo y crítico a prácticas que dicen recurrentes como la corrupción, de los políticos y de los votantes. Eso cierra el margen de actuación a nuevas prácticas de “revelación” por y mediante la política, en la cual el papel casi mágico “de la palabra”, el ejemplo y el servicio serían sus principales “armas”. Entonces, uno dice imposible que sea una persona tan buena, tan caritativa que vaya a dar pérdida, entonces no tiene lógica, ahí es donde comienza como el tema de la corrupción. Corruptos también están, lamentablemente, las personas que venden sus votos, son corruptos, son personas que no están pensando en el bien general sino en el particular, a la persona se le dio 20 mil pesos, 30 mil pesos, hasta 50 mil pesos he escuchado que les dan por ir a votar por una persona y ¿esa persona será que va a gobernar correctamente? (MIRAM10, 2012, 51:51) Otro candidato de este mismo partido narra su cooptación y movilización como el “reconocimiento” por su labor por los “servicios públicos”, lo cual motivó a “presentarse”, con el apoyo del movimiento: “entonces me dijeron ‘láncese, lo apoyamos’”. Plantea que su principal interés es hacer un “ejercicio de control político”, verificar que se “cumpla la ley”. Esa tarea, dice, le ha permitido “visibilizarse”, que es el capital político principal de un político. Cuando yo conocí el movimiento estaba haciendo una labor social asesorando a las comunidades en temas de servicios públicos y me ofrecieron la oportunidad, al ver un buen resultado en el apoyo de la gente y la buena aceptación de la gente hacia nosotros. Y entonces me dijeron “láncese, lo apoyamos”. Y me motivó mucho llegar aquí y hacer un ejercicio de control político, verificar que realmente nuestra administración sí estuviera cumpliendo con sus obligaciones de ley. Y yo realmente me he concentrado mucho en eso […] hemos logrado adelantar mucho de control político y eso nos ha permitido visibilizarnos más. Y ese control político es vigilar que estén haciendo lo que deberían de hacer. (MIRA01H01, 2012, 28:28) Otro entrevistado narra su incorporación al movimiento como el resultado de una “vocación compartida” con un grupo de amigos. Anuncia que está desde el comienzo de un movimiento que se organizó por firmas VIRAJES 201 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. y cuyo principal cometido era actuar de manera independiente de las prácticas históricas de corrupción y clientelismo, ante lo cual anteponen una disposición moral que la expresa como “vocación de servicio” y “compartir la tristeza del malestar del otro”. Pero para “poner en práctica” esta “vocación de servicio” necesitan una estructura de movilización, en este caso, consolidar un movimiento político con personería jurídica (MIRA05H, 2012, 30:33). La coincidencia, que da muestra de la unidad doctrinaria de los candidatos entrevistados, resalta como cualidad específica de los militantes de este partido. Frente a la pregunta sobre: ¿Cómo llegaron a candidatisarse en el Concejo de Manizales en el 2011? Tome la decisión de meterme como candidato al Concejo por una razón específica: es que pensaba que desde el Concejo de la ciudad podía movilizar a la gente del Concejo y a la ciudadanía para luchar contra la corrupción. Entonces, de hecho la base de mi campaña fue “cerocorrupción.com”; era un esquema de movilización “que nos importe lo público”. La forma de resolver cualquier problemática pública es resolver el asunto de trasparencia primero. Ese fue el fundamental móvil. (MIRAM10, 2012, 28:29)� Los militantes de este partido anuncian un conjunto de móviles genéricos y notorios, no de clase, como la defensa y vocería de los motociclistas, los servicios públicos, el control político o el abuso sexual. Denuncian que algunas de las iniciativas legislativas sobre estos habrían salido de la “agenda” del movimiento, pero habrían sido utilizadas por otros movimientos en la visibilidad y publicidad de esos temas. Temas y preocupaciones que estarían en la base de sus propias experiencias personales (MIRA05H, 2012, 125:127). Al final de una entrevista nos invitaron a votar por el movimiento asegurando que es una “experiencia que se siente en el cuerpo”, una alegría somática. Nos prometen una felicidad que recorre el cuerpo. Esa puede ser en parte la gimnasia espiritual de la práctica pentecostal: activa, corporal y no solo racional y legal. Nos anuncian una retribución personal: “Va a sentir que es primera vez que no se sienta engañado”, porque no voto por una dádiva o un intercambio directo, como un puesto, una promesa de mover una hoja de vida. Luego de ello salta la sencillez que encara su principal representante, la senadora Piraquive, quien ahora da la cara, denuncia y habla en el Senado, sin “temor a las amenazas”, sin ceder, sin “importar[le] ser parte de la minoría”. (MIRA05H, 2012, 110:118) 202 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... La estructura moral prescrita en su movilización política anuncia una acción moral sacra: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. El móvil del “amor” anuncia la profetización del desinterés como medio y como fin, en tanto la articulación de una voluntad política estaría ligada a una movilización general y sagrada: la defensa de una moral universalista, defendida como verdadera y única. Proponen una reconfiguración de un habitus político “divino”; fundado en las escrituras, en la cual el amor es el antídoto del egoísmo, que sería el denominador común de las prácticas políticas que denuncian: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Al prójimo como a ti mismo, lamentablemente, el ser humano no lo practica, ¿cierto?, porque primero estoy yo, segundo estoy yo y tercero yo. (MIRAM10, 2012, 105:105). La moral cristiana11, es presentada como el marco moral que incita a la movilización política, como disposición para la ayuda, para la preocupación por el vecino, como construcción y constitución de una propensión al trabajo voluntario y a la generosidad. Esta acción política es entonces la manera de mostrar cómo, en la práctica, un marco moral acogido y venerado puede mostrarse en la acción pública. Es además una crítica implícita a la doble moral católica, en la cual las prácticas políticas tradicionales de corrupción serían comunes en políticos de esa confesión. Hacer política para estos militantes del MIRA, es hacer religión por otros medios, en la esfera pública. Hacer proselitismo religioso de manera velada, aunque explícita, dando ejemplo. Pero a contrario sensu, lo que los activistas del MIRA resaltan como una cualidad, su coherencia y seguridad moral, la mayoría anunciaría como un estigma: la relación política-religión. Esta relación, dicen los activistas del MIRA, se convierte en una sombra para ellos. Relación que les parece injustificada, pero que se explicaría porque, desde el parecer común, dicen, “unas cosas son las de Dios y otras las de los hombres”. Esta característica división entre el creer y el decir, y la mampara en una supuesta ética pública laica que se resiste a explicitar el marco de mínimos morales desde el cual evaluarla, es lo que le cerraría las puertas al crecimiento, más allá de la iglesia. Ante ello, los militantes del MIRA anuncian y reiteran el carácter confesional de todos los órdenes políticos, lo que desde su interpretación debería tener como consecuencia lo contrario: la generación de la política por la religión, en tanto el desarrollo práctico, cotidiano de principios morales 11 Asociada a las interpretaciones de la moral protestante en Weber (1998). VIRAJES 203 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. superiores revelados y escritos en libros sagrados. En consecuencia, su papel político se propone como una suerte de acción moralizadora: acaso, dicen: […] una persona es mala porque se acerca a Dios, porque sigue los principios que están consignados en la Biblia, ¿yo por qué voy a decir que esa persona es mala?, todo lo contrario, que le hace falta hoy día a la política, le hace falta principios y valores. (MIRAM10, 2012, 105:105) La cimentación y la orientación para la acción de una ética moral práctica, característicamente confesional, no solo al orden moral, sino y sobre todo al orden político, genera esquemas de movilización típicamente conservadores. Solo se crítica las acciones que van en contra de ese orden comportamental cristiano. Dos tipos de relación política establecen los militantes de este partido: un distanciamiento de las “costumbre políticas” centradas en el egoísmo y los intereses particulares, con sus colegas políticos, y una “vocación de servicio” con la “comunidad de votantes”. En medio de la conversión, cuando están narrando sus estrategias de campaña una de ellas se preguntó y respondió a la vez: “¿Qué se ofrece? No se puede prometer nada”. Si bien reconocen que la relación entre el político y el votante potencial es una típica relación de intercambio y reciprocidad esperada, ellos, dicen: “yo no podía prometer nada [...] en el Concejo no se promete [...] se ofrece honestidad en el momento de hacer control político” (MIRAM10, 2012, 60:73). Los militantes del MIRA no resaltan a la iglesia como una estructura de movilización importante. Expresan que solamente influyen sobre los allegados, con las personas cercanas, armando una red de familiares y amigos de los amigos a partir de los cuales recolectar los votos. Es a partir de la red de relaciones personales y familiares de la iglesia que se articulan las oportunidades para el proselitismo y la propaganda. Eso no es radicalmente distinto a los otros partidos, lo específico en este partido, es que la relación está mediada por la autoridad y la confianza que produce la iglesia y el pastor en los feligreses. Es con ellos que se les “habla” a quienes les “queda sonando la musiquita”. Esta manera analógica con la acción doctrinal y ritual del culto evangélico sirve de modelo del accionar político en tanto “dar la palabra”, hablar y predicar. La disposición y el habitus religioso se transfieren y asumen como modelos de acción y proselitismo político. Encontrar adeptos para la iglesia, es equivalente a encontrar “simpatizantes” del movimiento político. Si bien la actividad proselitista tiene un núcleo principal en la iglesia, no se pude concentrar solo en ella porque limita el crecimiento potencial 204 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... del partido. Además, al crecer el partido es posible que crezca la iglesia, por lo cual el trabajo político se convierte en una vía de llevar la “palabra de Dios” a otros. Frente a la pregunta sobre si es más difícil ampliar la influencia del partido en una zona de tradición católica, consideran que no es más difícil que en otras partes y que, aquí, como en otros lugares, se ha venido creciendo por la manera de hacer política no centrada en dádivas o promesas sino en servicios. Para un entrevistado, la relación entre la iglesia ministerial y el movimiento no es cerrada, pues este es “pluralista”, nos dijo. Menciona el ejemplo de una candidata al Concejo que era del partido pero no de la iglesia, pues la condición para ser candidato es cumplir un tiempo básico de militancia en el movimiento. ¿Qué es el pluralismo desde el punto de vista de este candidato?: compartir los principios y valores del MIRA, que se asumen como universales, estar por ejemplo en contra de la corrupción, que sería la versión bíblica de “no robar”. JMC: ¿Cuántas personas hacen parte de su iglesia? DB: No, la verdad no sabría decirlo, yo me congrego en la iglesia, ahora me estoy congregando aquí en la iglesia de La Enea, ya tenemos una sede aquí en La Enea, pues muy importante que la tuviéramos por el desplazamiento hacia el Centro, entonces ya la tenemos aquí y está en crecimiento, van aquí a La Enea alrededor de 250 personas, quizás 300, bueno algo así. Ya, de […] no le tendría datos, muchísima gente. JMC: ¿En el MIRA es una congregación de muchas iglesias? DB: No, no, el movimiento político MIRA es un movimiento político, no es una congregación de iglesias. Le cuento que ahora, no recuerdo el número de… JMC: Mejoro mi pregunta, entonces, ¿los militantes del MIRA vienen de distintas iglesias? DB: El movimiento político MIRA es pluralista, con eso yo le respondo, le cuento, ahora en el listado, en la lista que el movimiento político MIRA tuvo al Concejo, sino que no tengo ni el teléfono de ella, es Valderrama, Estela Valderrama, ella fue candidata al Concejo por el movimiento político MIRA, cuando ella empezó a militar en el movimiento político MIRA como simpatizante, pues, de esa ideología tan hermosa, tan bonita, que tuvo un grupo de adulto mayor, creo, con muchos adultos mayores, bueno, no recuerdo muy bien todo lo que ella empezó a participar, no conocía ni a la iglesia, tenía su religión, no sé si la tenía o no, pero ella fue del movimiento MIRA y no, y fue candidata al Concejo, ¿sí ve?, porque cumplía con la militancia, ¿cierto? El pluralismo es muy bonito por eso, yo por qué le voy a decir a usted que no porque usted me diga que no comparte muchas VIRAJES 205 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. cosas de mi religión si usted es una persona bien en sus principios y valores, que está en contra de la corrupción, en contra de lo mal hecho. (MIRA05H, 2012, 85:91) Para ampliar esta idea de la relación partido-iglesia-creyentemilitante, revisamos cómo una entrevistada presenta la idea de la movilización como doble movimiento, bajo la idea de la dupla: movilizador movilizado. ¿Cuál es la dupleta?, que el movimiento político que a mí me esté respaldando sea igualmente bueno, porque yo no me gano absolutamente nada con ser buena y llegar a contaminarme, llegar para que esos jefes políticos, de esos caciques, de esos politiqueros, lo que hoy en día ya conocemos en el argot popular ‘politiqueros’, me hagan decidir a favor o en contra de un proyecto , digan es que usted tiene que votar en contra de ese proyecto sabiendo que es bueno, o usted tenga que votar a favor de ese proyecto sabiendo que es malo, no, eso iría contra mis principios morales, contra mi ser, contra todo lo que yo he recogido durante todos estos años, no voy a decir cuántos, pero estos años que llevo de recorrido, ¿cierto?, entonces, no estoy de acuerdo. (MIRAM10, 2012, 45:45) Candidato y movimiento, dicen, deben ser “igualmente buenos”. Utilizan contantemente en su discurso una lógica de contraste negativo con prácticas que denuncian de otros partidos y políticos: caciques, politiqueros que se dejan mandar por sus jefes, que no tienen criterio. Anuncian este contraste como potencial contaminador de sus principios morales, que irían, dicen, contra su ser, contra todo su recorrido que sería evidencia material de ello. Se anuncian como una posibilidad de limpiar la política. En síntesis, esta coherencia externa que muestran parece ser el resultado de la iluminación profética de la fe, de la verdad que les revelaron, es el “secreto”, dicen, que les permite y ha permitido el relativo éxito y ascenso político que han tenido en una década: “Entonces, vamos a estar firmes, precisamente, porque nosotros tenemos eso que muchos otros no tienen, yo lo denomino como un secreto” (MIRAM10, 2012, 105:106). Conclusiones El partido MIRA ejemplifica la consolidación de un partido minoritario de corte religioso y confesional, distribuido por toda la geografía nacional, e íntimamente relacionado con una iglesia pentecostal. Su fuerza electoral ha estado soportada en una iglesia, aunque recoge parte de las 206 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 175-208 El movimiento independiente de renovación absoluta y la producción de incentivos religiosos... votaciones de otros partidos religiosos que lo precedieron. Sus estrategias políticas actuales anuncian la preocupación por desmarcarse de este nicho político, proponiendo y gestionando agendas políticas genéricas. Su condición de partido minoritario emergente lo acerca a otros partidos en la misma situación como el Partido Verde, especialmente porque sus integrantes no han tenido experiencia pública, vienen del sector privado y, aunque tienen continuidad y militancia exclusiva en el partido, no se han presentado en otros episodios electorales (ver Figura 8). Esto se ha presentado en un contexto de disminución de la concentración del poder en el bipartidismo, su dispersión interna y la generación de nuevas alianzas, movimientos y coaliciones que logran representar más de la tercera parte de los votos en el 2011, cuando 15 años antes solo alcanzaban un 3%. Esta condición de partido minoritario y emergente se hace explícita en la conformación y reclutamiento de sus integrantes, señalando cualidades particulares de este partido-movimiento político: la juventud, como cualidad relativa, con ello viene atada la inexperiencia, poca calificación profesional o en proceso, la fidelidad o experiencia política circunscrita a este partido, escasa experiencia pública, resultado de su condición emergente (no haber tenido el poder nunca). Una cualidad particularmente característica de este partido es la alta participación femenina en sus listas. Esta sigue siendo hasta este momento de la investigación una pregunta sin resolver, sobre la cual se han anunciado algunas hipótesis en el texto (ver Figura 8). La situación descrita se relaciona con sus discursos: critican las prácticas políticas tradicionales, pero y sobre todo la moral egoísta, pragmática y personalista que las orientaría. Ante ello, se proponen orientados por una ética universal, profética y confesional, confiada en una “verdad revelada y divina” que sirve para evaluar las actuaciones de sus agentes. La continuidad entre iglesia y partido les permite asumir la acción política como una acción reveladora de su acción purificadora por la palabra. Esta conexión expresa de manera más directa su acción voluntaria y comprometida. Bibliografía BARRERA, Víctor. (2011). “Reflexión sobre las consecuencias del nuevo mapa político local y regional para el devenir político nacional”. En: http://www.cinep.org.co/ (Mayo 3 de 2013). BOURDIEU, Pierre. (2001). ¿Qué significa hablar? 3a. ed. Madrid: Akal. CARDOZO GARCÍA, Diana & HERNÁNDEZ, Rodolfo Andrés. (2006). “Las estrategias electorales en las elecciones legislativas del 12 de marzo”. En: Colombia Internacional, No. 64, pp. 168-181. VIRAJES 207 Juan Manuel Castellanos Obregón, Omar Tapasco et al. CASTELLANOS, Juan Manuel. (2011). 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Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... Resumen En América Latina, en la década del 60 múltiples organizaciones surgieron o se transformaron en aras de una profunda transformación política y social. Un importante contingente de personas pasó a dedicar gran parte de su vida a la militancia guiado por el espíritu de construcción del hombre nuevo. Sin embargo, a pesar de las generalizaciones que se suelen realizar, no todas las militancias se configuraron a partir de los mismos códigos de pertenencia. Este trabajo pretende mostrar cómo dos organizaciones de izquierda opuestas en términos ideológicos fueron habitadas por quienes construyeron trayectorias militantes también en términos antagónicos. Un repertorio de valores y prácticas políticas nos permite hacer inteligible distintas formas de militar en la izquierda y comprender este proceso en el marco de una disputa cultural. Palabras clave: militancia, comunistas, tupamaros, años sesenta, Uruguay. BEYOND FOCUS OR PARTY: COMMUNIST AND TUPAMAROS MILITANCY IN THE SIXTIES. Abstract Multipleorganizations emerged or were transformed in Latin America during the sixties in honor of a deep social and political transformation. An important group of people decided to devote a great part of their lives to militancy guided by the spirit of the construction of the new man. However, in spite of generalizations that are usually made, not all militancy was configured from the same belongings codes. This work pretends to show how two oppositeleftist organizations as far as ideological terms is concerned, were inhabited by those building militancycourses in antagonistic terms. A repertoire of values and political practices allows making understandable different forms of leftist militancy,and also allows understanding this process within the framework of a cultural dispute. Key words: militancy, communists, tupamaros, the sixties, Uruguay VIRAJES 211 Ana Laura de Giorgi Introducción En la década del 60, en gran parte de América Latina y también en Uruguay, las distintas organizaciones de izquierda discutieron e implementaron diversas modalidades que conducirían a la transformación social y política. La izquierda tradicional legal representada por los partidos socialistas y los partidos comunistas se vio interpelada por el fenómeno de la Revolución Cubana, la cual fundamentalmente vulneró la interpretación de las etapas del proceso revolucionario que los partidos comunistas habían elaborado. En dicha interpretación, la revolución debía darse por etapas y para el caso de América Latina en la que el capitalismo no se había desarrollado plenamente sobreviviendo estructuras feudales, antes que la revolución socialista, debía producirse una revolución antiimperialista que tuviera como principal aliada a una burguesía nacional. Sin embargo, como describe Carnovale (2011: 31), el guevarismo insistía en que la burguesía era una aliada del imperialismo norteamericano y que la revolución debía ser antiimperialista y socialista de forma simultánea. A su vez, la experiencia de la lucha armada en Cuba había mostrado cómo un grupo de hombres podía conducir la revolución. No parecía imprescindible esperar a que estuvieran creadas todas las condiciones sino que el foco podía crearlas1. El foco además, argumentaba Guevara, sería menos vulnerable al ataque de las fuerzas represoras al estar descentralizado y lejos de las concentraciones urbanas. Con el peso de las palabras de Ernesto “Che” Guevara y el ejemplo de la Revolución Cubana, los años 60 serían acompañados de un florecimiento de grupos guerrilleros en América Latina. Uruguay no quedaría ajeno a este contexto y la izquierda tradicional debería encontrar las fórmulas para adaptarse a la vez que retener a su contingente de militantes. En este contexto de discusión estratégica tuvieron lugar distintas experiencias militantes en la izquierda latinoamericana. Distintas organizaciones, alojaron un gran contingente de militantes dispuestos a luchas por la revolución ya fuera a través del partido o del foco. Sin embargo, las diferencias entre estas organizaciones no solo se registraron en los medios para alcanzar la transformación socio-política sino en las experiencias militantes. Este artículo presenta las características de la militancia en Uruguay durante la década del 60, en dos colectivos que fueron fundamentales en la 1 Ver en Carnovale (2011: 32), “Ernesto Che Guevara, Guerra de Guerrillas”. 212 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... disputa sobre las vías a la revolución2, el Partido Comunista del Uruguay (PCU) y el Movimiento Nacional de Liberación - Tupamaros (MLN-T). El Partido Comunista del Uruguay, uno de los más antiguos de América Latina surgió a partir de los lineamientos de la Tercera Internacional Comunista. En 1921 se votó en el Partido Socialista (PS)3 las 21 condiciones de la Internacional y el partido fue refundado como Partido Comunista. Quienes no habían votado el ingreso a la Internacional, fueron expulsados y se mantuvieron agrupados bajo el antiguo lema del PS. Este giro internacionalista se dio de la mano de Eugenio Gómez quien se mantuvo como dirigente hasta 1956. En estos años, el proceso de desestalinización iniciado a partir del XX Congreso del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), impactó fuertemente dentro del PCU conduciendo a una profunda renovación cristalizada en el recambio de su líder. Rodney Arismendi condujo este proceso y se transformó en el nuevo Secretario General hasta luego de la dictadura uruguaya. El PCU fue un partido extremadamente disciplinado ante los mandatos de la URSS, respaldó todas las decisiones tomadas por el PCUS, incluso aquellas más controversiales como la invasión a Checoslovaquia, cuya justificación fue difícil de aceptar para el movimiento estudiantil de 1968. Sin embargo, a partir del liderazgo de Arismendi el PCU buscó inscribir el marxismo-leninismo en una realidad nacional y latinoamericana. La revisión del pasado realizada por los historiadores comunistas así como algunos textos de Arismendi (1970) reflejan claramente este proceso. El PCU de los años 60 definió que el camino hacia la revolución debía iniciarse a partir de la conformación de un Frente Democrático de Liberación Nacional liderado por la clase obrera unificada. Para conformar dicho Frente era necesario apostar a la unificación con otras fuerzas de izquierda y contar con un Partido Comunista fortalecido que condujera tal proceso. El Partido Comunista sería la vanguardia del proceso revolucionario, y si bien Cuba era una realidad insoslayable, la Revolución Cubana era leída desde una mirada particular que mostraba siempre la necesidad de la existencia de un partido. Los primeros intentos de alianzas políticas dieron lugar a la conformación del Frente de Izquierda de Liberación (FIDEL), una alianza entre el PCU y otros grupos políticos. El FIDEL compitió en las elecciones de 1962, teniendo un desempeño radicalmente diferente al de la Unión 2 Otras organizaciones de izquierda conformaron el mapa político de la época como socialistas, anarquistas y democratacristianos. En este artículo se ha optado por analizar las dos organizaciones más antagónicas entre sí. 3 Sobre la trayectoria del Partido Socialista en los 60 y sus pautas culturales militantes en comparación con comunistas y tupamaros ver De Giorgi 2011. VIRAJES 213 Ana Laura de Giorgi Popular, la alianza liderada por el PS. Este último perdió la representación parlamentaria mientras que el Partido Comunista se vio fortalecido, no solo por el aumento del caudal electoral sino por su capacidad de construir alianzas con otros sectores (Rey Tristán, 2006: 89). Durante estos años el Partido Comunista centró su estrategia en la ampliación y crecimiento de su base de apoyo, fortaleciendo su presencia no solo en el ámbito sindical sino también a nivel estudiantil, barrial y en el medio artístico-intelectual. En 1971 se fundó el partido Frente Amplio contando con el PCU como uno de sus principales fundadores. La estrategia principal del PCU en los 60 estuvo centrada en el crecimiento del partido. Para los comunistas uruguayos, en dicho momento no estaban dadas las condiciones subjetivas para la revolución. Consideraban que los partidos revolucionarios debían aprovechar la legalidad para desarrollar la conciencia popular, mediante los métodos tradicionales (movilización sindical, acción parlamentaria). En los años de mayor polarización previos al golpe de Estado, el PCU tampoco abandonaría el ámbito parlamentario sino que desde ese ámbito realizaría fuertes denuncias a las medidas gubernamentales que iniciarían la senda del autoritarismo (De Giorgi, 2010). En este sentido, las prácticas políticas que se desplegarían dentro del PCU y de la UJC (Unión de Juventudes Comunistas) estarían estrechamente relacionadas con el crecimiento del partido y la ampliación de una gran alianza opositora4. Radicalmente distinto al lento y continuo proceso de acumulación de fuerzas del PCU, fue la conformación y rápido crecimiento del Movimiento Nacional de Liberación - Tupamaros (MLN-T). Esta organización emergió en el contexto de la gran movilización de los años 60 donde una pluralidad de grupos hizo evidente el fin de la izquierda bipartidista5. El MLN-T tuvo como antecedente al Coordinador y se nutrió de algunos integrantes del PS que luego serían importantes figuras6. Además, reclutó a militantes del MIR, del MRO, anarquistas, independientes y trabajadores rurales, que realizaron acciones de gran visibilidad e impacto como el robo de armas del Club de Tiro Suizo, atentados contra empresas multinacionales y la expropiación y reparto de alimentos en barrios pobres de Montevideo. Sobre el movimiento estudiantil y la experiencia particular de la UJC ver Markarian 2012. Algunos de estos grupos eran la Federación Anarquista Uruguaya (FAU), el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el Movimiento de Unidad Socialista Proletario (MUSP), el Movimiento Revolucionario Oriental (MRO), el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), los Grupos de Acción Unificadora (GAU), el Movimiento de Apoyo al Campesinado (MAC), entre otros. 6 Raúl Sendic, Jorge Manera, Julio Marenales, Edith Moraes, Tabaré Rivero, Jesús Recalde, Pedro Lerena, Héctor Amodio Pérez y Alicia Rey. 4 5 214 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... A fines de 1965 el Coordinador se diluyó y se creó una nueva organización a partir de aproximadamente dos tercios de los integrantes del Coordinador (Aldrighi, 2001: 74) provenientes del PS, el MAC y el MIR, más los cañeros. Se designó un Comité Ejecutivo conformado por Raúl Sendic, Tabaré Rivero, Eleuterio Fernández Huidobro y un integrante del MIR, organización que finalmente se terminó retirando. A diferencia del Partido Comunista, el MLN-T no tenía una única doctrina que orientara su accionar al estilo del marxismo-leninismo. Se inspiraron en la heterodoxia marxista, leyeron a Lenin pero también a Rosa Luxemburgo, Engels, Mao, Mandel, Kautsky, Trotsky (Aldrighi, 2001: 97). La inspiración fundamental fue la Revolución Cubana. El “Che” Guevara y Régis Debray fueron las referencias a la hora de adoptar la perspectiva foquista que ubicaba a un número reducido de personas, motivadas por un espíritu revolucionario, como responsables de la aceleración del conflicto, para luego –una vez generadas las condiciones– incorporar a las grandes masas en la revolución para conquistar el poder. Tomando esta perspectiva, los tupamaros la adaptaban a las condiciones del Uruguay, y se orientaron a crear el foco no en el ámbito rural como había sucedido en Cuba, sino en el medio urbano. El MLN-T rechazaba la estrategia legalista de la izquierda tradicional, siendo muy críticos con la concepción del Partido Comunista sobre la lenta y continua acumulación de fuerzas y el rol protagónico otorgado al partido en el proceso revolucionario. El MLN-T acompañó sus acciones desarrollando lo que ellos llamaban “propaganda armada”, una estrategia de visibilización y propaganda ante la opinión pública orientada a captar la simpatía de la ciudadanía y que en cierto momento puso en jaque al gobierno de Jorge Pacheco Areco7. Este tipo de acciones desarrolladas sobre todo en una primera etapa, fueron parte de lo que se ha denominado el período Robin Hood; la divulgación de las irregularidades en la Financiera Monty o la distribución de alimentos en zonas de pobreza son claro ejemplo de una épica que buscaban construir en aras de conseguir el apoyo popular y ser identificados como una propuesta novedosa de la izquierda uruguaya. Sus acciones más impactantes consistieron en la detención de personas que eran representativas del orden que se buscaba derribar o que podían llegar a ser útiles para demandas específicas8. Algunas acciones 7 El 5 de junio de 1969 se prohibirá mediante decreto toda divulgación en la prensa referida directa o indirectamente a grupos delictivos, y el 1º de septiembre se prohíbe el uso de palabras como: célula, comando, delincuente político, delincuente subversivo, extremista y terrorista. 8 Pereyra Reverbel Presidente de UTE, Geoffrey Jackson embajador de Gran Bretaña, G. Pellegrini Giamprieto de la Asociación de Bancos, el Juez Pereira Manelli, Días Gomide Cónsul de Brasil, son algunos de las figuras que pasaron por un lugar llamado Cárcel del Pueblo. VIRAJES 215 Ana Laura de Giorgi serían estrictamente violentas, dando lugar a lo que ha sido considerado como una tendencia militarista a partir de cambios en la dirección del movimiento. En 1970 el MLN-T realizaría las primeras “ejecuciones”9. El 14 abril de 1972 el MLN-T asesinó a Armando Acosta y Lara exsubsecretario del Interior, el capitán Ernesto Motto y el subcomisario Oscar Delegado acusados de integrar el Escuadrón de la Muerte, y al policía Carlos Leites.10 El mismo 14 de abril se decretó el Estado de guerra interno y la suspensión de la seguridad individual. A fines de 1972 el MLN-T había sido desarticulado y sus integrantes (y muchos de sus simpatizantes) fueron mantenidos en terribles condiciones de reclusión hasta el fin de la dictadura. Claramente la matriz ideológica del PCU y el MLN-T era diferente así como su estrategia política en torno a la revolución socialista. Sin embargo, las diferencias no solo abarcaban a las clásicas dimensiones estudiadas por la ciencia política, sino que se traducían en otros elementos como los valores y las prácticas políticas desplegadas en la cotidianeidad militante. El PCU y el MLN-T eran habitados por personas que realizaron una experiencia particular de la militancia sesentista. Dicha experiencia se produjo en un colectivo dotado de ciertos códigos compartidos donde diversos valores y prácticas políticas eran incorporadas y reproducidas por quienes habitaban dichos mundos. En ese proceso dinámico se iba conformando cierta cultura y cierto sentido de pertenencia. El objetivo de este artículo es presentar las características de la militancia en el colectivo comunista y en el colectivo tupamaro, para exponer dos de los distintos modos de experimentar la militancia en la izquierda uruguaya de los 60. Esto nos permitirá deconstruir algunas miradas homogéneas sobre la militancia sesentista así como comprender las razones y las racionalidades particulares que conducían a desarrollar prácticas distintas que solo se comprenden en el marco de códigos internos al colectivo. Se propone entonces una mirada distinta a las organizaciones políticas de izquierda, porque se busca estudiar aspectos que no se tratan a través de los estudios clásicos de la ciencia política. Este artículo no pretende realizar un análisis del contenido ideológico ni de las reglas formales de la organización, tampoco es un relato de sucesos ni un análisis del desempeño político o electoral. Desde un enfoque interpretativo se indagará en 9 El comisario Morán Charquero y el asesor estadounidense Dan Mitrione, ambos acusados de practicar la tortura o instruir para practicarla como en el último caso. 10 Los asesinatos de Zembrano, Mitrione, Morán Charquero, los tres integrantes del Escuadrón de la Muerte y el policía, fueron realizados por el MLN-T pero no sin diferencias a su interna. La bibliografía dedicada al MLN-T muestra cómo estas acciones fueron las más controvertidas dentro del movimiento (Aldrighi 2001; Labrousse, 2009; Blixen, 2000). 216 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... las valoraciones y las prácticas buscando aquel elemento identitario, aglutinador, significante que delineó el fenómeno de la militancia en cada colectivo aquí presentado. La mirada está puesta en los sujetos que habitaban y construían el colectivo de pertenencia, no en las instituciones ni en sus reglas formales de funcionamiento. Es a través de los relatos que conoceremos valores y prácticas de los militantes. El análisis de la experiencia vivida de quienes integraron esas organizaciones, es lo que permite hacer inteligibles los motivos de las prácticas militantes de comunistas y tupamaros. Este abordaje de la experiencia vivida conduce a romper con la arbitraria división conceptual de lo público y lo privado. La militancia de comunistas y tupamaros es abordada de forma integral, indagando en la experiencia cotidiana tanto dentro de las organizaciones políticas como en su vida particular.11 El análisis aquí presentado se desarrolla desde la ciencia política y específicamente desde la cultura política. Sin embargo, este enfoque no es el de la “definición clásica” heredera de los estudios de “The Civic Cutlure”12, que centran su atención en las actitudes de los ciudadanos respecto a la estabilidad democrática y que contienen un importante ingrediente de etnocentrismo13. Se parte de una visión que hace hincapié en la importancia de los significados compartidos, en la construcción colectiva de la cultura y en una forma de abordaje, el análisis de la experiencia de las personas involucradas. Más allá de que las personas que ingresan a las organizaciones de izquierda en los 60 pueden tener un “interés” general en querer cambiar el mundo o ser parte de alguna iniciativa para cambiarlo, el cómo quieran promover ese cambio seguramente estará en gran parte influido por un aprendizaje que realizarán dentro de cierto colectivo. Como señala Wildavsky, la racionalidad tiene que ver con las lógicas internas y en este trabajo puede llegar a ser tan racional un militante que desconoce jerarquías 11 La academia uruguaya ha indagado poco este aspecto, un interesante artículo es el de Esther Ruiz y Juana Paris (1998): “Ser militante en los 60”, en Barrán, Caetano y Porzecanski, Historias de la vida privada, Tomo III, Individuo y Soledades. A diferencia del caso uruguayo, en Argentina se han realizado un número importante de investigaciones de calidad que centran su atención en las décadas del 60 y 70 mirando la política y la vida privada de forma conjunta, especialmente desde una perspectiva de género. Ver Andújar et al. (2009): De minifaldas, militancias y revoluciones. Exploraciones sobre los 70 en la Argentina; Cosse, Isabella (2008): “Una revolución discreta: el nuevo paradigma sexual en la Argentina (1960-1975)”; Diana, Marta (1996): Mujeres Guerrilleras. Sus testimonios en la militancia de los setenta; Martínez, Paola (2009): Género, política y revolución en los años setenta. Las mujeres del PRT-ERP. 12 Sus autores referentes son Bingham Powell, Gabriel Almond y Sidney Verba y sus obras más conocidas, Política Comparada (Almond & Powell, 1972) y The Civic Culture (Almond & Verba, 1965). Otras referencias en esta corriente son el texto de Putnam (1993): Making Democracy Work, y los diversos trabajos de Inglehart , en los cuales se estudia el cambio de valores en las democracias desarrolladas. 13 Ver Pateman (1971) y Ross (1997). VIRAJES 217 Ana Laura de Giorgi como uno que las respeta y venera; todo depende de en dónde se encuentre ese militante. Pero, como sostiene Ann Swidler (1986), esto no es suficiente para entender cómo las personas actúan. Las acciones también tienen que ver con hábitos, con rutinas y con prácticas. Para conocer y comprender las distintas militancias de las organizaciones de izquierda, debemos comprender cómo sus integrantes estructuran sus preferencias (Wildavsky, 1987) de acuerdo a particulares escalas de valores, y cómo actúan dentro de ciertos códigos culturales de comportamiento (Swidler, 1986), cómo producen y reproducen ciertas prácticas. Desde esta perspectiva, se entiende que la militancia de quienes ingresaron al PCU o al MLN-T se fue configurando en torno a un repertorio de valores y prácticas, producto de un continuo proceso de construcción colectiva, no de una socialización primaria ni de la psicología individual de los militantes. Militar en El Partido Los militantes de los años 60 no eran todos iguales a pesar de que todos querían un mundo mejor y estaban dispuestos a luchar por él. Las organizaciones recibían importantes contingentes de personas dispuestas a brindar gran parte de su tiempo e incluso su vida a la causa política. Las prácticas de reclutamiento dicen mucho sobre a qué organización se entraba y qué cualidades se debía tener. No en todos los casos pero en su mayoría, el recorrido comunista se iniciaba con la entrevista de afiliación y el entrevistado sellaba el compromiso completando la ficha que podía realizarse en ese mismo momento o posteriormente. La entrevista de afiliación, el llenado de la ficha, el carné, la estampilla y en algunos casos el discurso de Rodney Arismendi o José Luis Massera realizados para recibir a los nuevos afiliados, componían el ritual de reclutamiento comunista que daba garantías sobre el ingreso, ordenado, a una organización importante por su estructura y solidez. Muchos de los que se afiliaban eran promovidos desde la Unión de Juventudes Comunistas (UJC), seleccionados como los mejores candidatos para integrar el partido. Una vez incorporados podían asistir como delegados a un congreso o integrar el órgano de dirección a nivel seccional. La participación plena era aquella que se traducía en algún escalafón de la estructura jerárquica del partido, por más mínimo nivel de importancia que tuviera este. Esto no implicaba que quienes no ocuparan 218 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... cargos de responsabilidad no participaran, sino solamente que la estructura organizativa jerárquica era el camino que se debía recorrer para aumentar los niveles de participación. Una vez dentro del Partido Comunista o dentro de la UJC, los comunistas iniciaban un recorrido que tenía una dimensión individual y a la vez fuertemente marcada por lo colectivo donde incorporarían ciertos valores y reproducirían ciertas prácticas que le irían dando sentido a su militancia comunista. Los comunistas eran parte de una organización donde ciertas personas, al servicio del partido instruían a otras, y todo el partido, al servicio de la sociedad instruía a esta. Los líderes eran las correas de transmisión, a través de ellos se transmitía la “línea política”, a través de ellos era posible comprender el mundo y cómo actuar en él. El reconocimiento a la labor del militante se hacía principalmente a través de la promoción que implicaba otorgar cierta responsabilidad específica en la compleja estructura organizativa del partido. Ser promovido implicaba acceder a un cargo de mayor responsabilidad, secretario político, secretario de organización, secretario de finanzas, secretario de propaganda, secretario de unidad política, secretario de educación a nivel de la estructura organizativa permanente, delegado para las convenciones y congresos, integrantes de las comisiones centrales (transversales a la estructura del partido), frente de educación, frente de propaganda, entre otros cargos. Luego del ingreso, el afiliado dedicaba tiempo a su propia formación política. Las Escuelas Elementales eran espacios de formación en donde los recién afiliados adquirían los conocimientos básicos. Dentro del partido aquellos militantes que pretendieran un mayor nivel de inserción asistían luego a las Escuelas Vespertinas en donde se leían y discutían textos teóricos y se realizaban instancias de evaluación. Estos espacios estaban destinados a la formación de cuadros que era lo que garantizaba una fuerte estructura organizativa. Además, el partido contaba la revista Estudios, el diario El Popular, la audición de Enrique Rodríguez en CX 30, los libros escritos por Arismendi y otros libros editados por la editorial Pueblos Unidos que conformaban un conjunto de productos comunicacionales e informativos destinados a la formación continua de los militantes. La lectura y la formación teórica no solo eran importantes como herramienta para la concientización sino que eran estratégicas en la concepción ideológica del Partido Comunista y de las vías para la revolución, un elemento que el partido destacaba para diferenciarse de otras propuestas de izquierda revolucionaria de la época, fundamentalmente de los tupamaros. VIRAJES 219 Ana Laura de Giorgi Las grandes acciones de las masas en el camino de su emancipación definitiva, si no se apoyan en la teoría revolucionaria de vanguardia, el marxismoleninismo, es ya se ha dicho un barco sin brújula: la acción por enérgica y heroica que se manifieste jamás conducirá al puerto anhelado. Recordamos esto con el propósito de destacar que la revista Estudios, por el excelente material que contiene ayuda a armar ideológicamente no solo a los cuadros partidarios de todas las instancias a la masa partidaria misma, también a una buena parte de los hombres y mujeres que simpatizan con el Partido Comunista pero aun no se han abierto paso hasta sus filas.14 La capacidad discursiva y argumentativa de los militantes se aprendía y ensayaba en las discusiones en las cuales los comunistas debían conducir un debate ordenado, reflexionar, utilizar argumentos teóricos y estudiar el momento de la intervención. Así como se valoraba positivamente la existencia de una discusión y la participación en esta instancia, también esta participación estaba acotada por otro gran valor de los comunistas, la disciplina15. Disciplina a la línea y al partido: “era como una pirámide y ninguno de nosotros cuestionábamos la línea política, podíamos cuestionar la idea de afiliar tantos afiliados en un mes, pero otra cosa no”.16 Aquel militante que planteara una duda o algún cuestionamiento debía tener mucha capacidad para mantener una discusión con otros militantes que estaban mejor preparados o mejor dispuestos para defender la línea: “Nunca vi que alguien dijera esto no lo acepto, me levanto y me voy. Tenías que seguir discutiendo y seguramente perdías porque te tiraban 585 razones y vos tenías 3 para discutir”17. El informe ocupaba un lugar central al estilo de verdad revelada, lo que se presentaba en el informe existía y se respetaba: “la huelga general un sentimiento horrible y el informe que decía que venía otra etapa, pasamos una etapa de duelo terrible pero tenías que creer o reventar, confiar en el informe”18. Mientras que lo que no estaba en el informe no era considerado como verdadero: “se decía de un aparato de autodefensa o algo así pero eso nunca se presentó en el informe”19. El informe y la discusión ordenada en torno a él, eran la oportunidad para estudiar la agenda política y planificar las acciones pertinentes que en términos generales eran definidas en dicho documento. Los procedimientos para el Partido Comunista eran importantes y había que cuidarlos, todo estaba muy planificado y la espontaneidad era mal vista. 14 Francisco Pintos, El Popular, 20 de mayo de 1964, p. 3. Sobre disciplina, autoridad y jerarquía en PCU y MLN-T, ver: De Giorgi (2012). 16 Elena. 17 Isabel. 18 Elena. 19 Eduardo. 15 220 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... ¿Vamos a creer que sólo la lucha de la juventud, sus movilizaciones le harán tomar conciencia de que hay que cambiar la situación, le harán tomar una concepción comunista del mundo, le harán en definitiva, revolucionarios?¿Es que la espontaneidad del movimiento juvenil hará a éste revolucionario? Dejemos que conteste Lenin a esta interrogante: “Todo lo que sea inclinarse ante la espontaneidad del movimiento obrero, todo lo que sea rebajar el papel del elemento consciente”, equivale (independientemente de la voluntad de quien lo hace) a fortalecer la influencia de la ideología burguesa sobre los obreros.20 Innovar no era un criterio máximo en el Partido Comunista, si se innovaba era porque la estrategia innovadora podría dar más resultados, de lo contrario se continuaba con los métodos tradicionales. A nivel barrial el Partido Comunista desarrollaba por ejemplo estrategias de recaudación similares a la de los partidos tradicionales o a las de cualquier otra organización social: kermeses, rifas, venta de ropa económica, entre otros, eran estrategias que en el barrio eran bien recibidas. Sin embargo, en el ámbito estudiantil y en el calor de las movilizaciones el orden, el control y la mesura comunista quedaban ciertas veces relegadas. Lo importante era estar insertos en el ámbito que se actuara, marcar presencia, conocer a la gente y que lo conocieran. Los integrantes se dedicaban a la tarea cotidiana de la acumulación de fuerzas: “tenías que tener presencia física, el partido tenía que estar siempre ahí, tenías que sin imponer convencer a la gente”21, “Vos tenías que convencer al compañero que salir a vender el diario era lo más importante y éramos como los Testigos de Jehová, no parábamos nunca”22. Se realizaba una diversidad de tareas, orientados por un criterio productivista de la militancia (Silva, 2009: 60). Los comunistas rendían cuentas y mostraban qué hacían y sus resultados, así por ejemplo quien trabajara en el frente de educación y participara de los espacios de formación partidaria, debía llevar un registro detallado de los destinatarios, la frecuencia, el rendimiento, el temario y los resultados. Aquellos que trabajaban en el frente de finanzas debían planificar la recaudación, realizar las campañas y elaborar los informes que mostraran cuánto había crecido el partido. Se medía el trabajo por medio de la emulación, que implicaba una evaluación por desempeño a partir de la cual se reconocía el trabajo de las seccionales. Se realizaba un acto en donde se reconocía públicamente a 20 Informe de Tomás Rivero a la 1ª Conferencia Nacional de Organización de la UJC, realizada el 10 de agosto de 1963. 21 Raúl. 22 Omar. VIRAJES 221 Ana Laura de Giorgi aquellos con mejor desempeño y se les entregaba la bandera del partido, el premio era simbólico pero el reconocimiento muy significativo23. Además de la formación, se valoraba la entrega y el espíritu de sacrificio del comunista por el partido. El Partido Comunista se definía como un partido de cuadros y de masas, no todos los comunistas tenían dedicación completa al partido, una gran formación teórica ni estaban en la primera línea de las movilizaciones. Algunos cumplían con algunas de las condiciones, otros con ninguna, sin embargo, en el imaginario colectivo los cuadros eran el ejemplo y de ser posible había que parecerse a ellos. Aquellos afiliados sin militancia activa eran llamados desasimilados, desencuadrados, les faltaba asimilarse y encuadrarse para realizar un aporte importante al desarrollo revolucionario. Los cuadros debían dar el mayor esfuerzo al partido sacrificando algunas cosas. Sin embargo, el valor del sacrificio se traducía de forma diferente de acuerdo a los ámbitos de inserción de los militantes. El sacrificio personal que los jóvenes comunistas realizaban estaba relacionado con ser los mejores estudiantes sin descuidar la militancia. Además, el sacrificio también debía reflejarse en el compromiso con la revolución y en la valentía que se requería para ella. ¿Cómo elegir para promover los cuadros en la UJC? Con una condición: primero que nada, por su espíritu revolucionario, el más arrojado, el más dispuesto a entregar la vida a la revolución y al Partido; el que no se siente atado por nada, ese hay que promover. […] Creemos que se pueden dar tres elementos para la formación de los cuadros de la UJC: Uno, la abnegación y espíritu de sacrificio […] el joven comunista debe estar siempre al frente, sea una manifestación, huelga, defensa de la Universidad, etc.; pero también en la diaria tarea, en la venta de El Popular y en las pegatinas. Otro: en trabajo por frentes, el trabajo periódico desde el secretariado de cada frente […] el trabajo personal con los camaradas de los círculos, los activos […] Y el tercer elemento es la educación, por medio de lecturas comentadas […] las conferencias que siempre son un medio eficaz pues enseñan y despiertan el interés por el estudio; y la escuela vespertina del Partido, que en el día de hoy inicia sus cursos a los cuales asisten camaradas de la UJC.24 El coraje, la valentía, el arrojo, fueron cualidades que se valoraron prácticamente en todas las organizaciones de la izquierda sesentista. La diferencia se daba en los referentes que se tomaban como ejemplo y en el 23 Luego de 1985, se volvería a realizar la emulación y se entregaría como premio la bandera del partido, la bandera del Frente Amplio y la bandera uruguaya. 24 Informe de Tomás Rivero a la 1ª Conferencia Nacional de Organización de la UJC, realizada el 10 de agosto de 1963. 222 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... grado de lealtad que se esperaba de los militantes. En la medida en que la violencia y la represión aumentaban en Uruguay, las condiciones para mantener la disciplina se hacían más difíciles y para esto los comunistas debieron nutrirse de ejemplos de resistencia y construir un tipo ideal de comunista. “Todos leíamos a Fucik, se iba conformando una ética en torno a eso”25; “teníamos la trilogía de Jorge Amado, Los subterráneos de la tierra, y aprendíamos de los comunistas brasileros”26. Como señala Torrejón (2007: 27), los movimientos opositores a la ocupación alemana e italiana así como la oposición clandestina a la dictadura franquista jugarían también un rol muy importante como referentes de una resistencia. Se leían libros con testimonios, se recibía personalmente a quienes se consideraba héroes de la resistencia, llegaban las noticias de la prensa, las fotos y hasta las canciones de la resistencia europea eran cantadas por los comunistas uruguayos. Por supuesto que además de todas las lecturas que pueden haber realizado los militantes de la izquierda en los 60 sobre experiencias de reclusión y clandestinidad, se fue realizando un aprendizaje en la práctica en el marco de las movilizaciones y la represión consiguiente. Esta produciría los primeros mártires que se transformarían en referentes para toda la izquierda, pero más para los comunistas: “Cuando había que estar al frente se estaba, los primeros que murieron fueron comunistas”27. La cultura como difusora de ideas jugó un papel muy importante en estos años para toda la izquierda. Sin embargo, esto fue especialmente relevante para el colectivo de los comunistas, el cual contaba con un aparato cultural muy importante. La militancia cotidiana comunista estaba rodeada no solo de materiales teóricos sino de productos culturales que conformaban también una mística especial. El partido editaba discos, la revista Estudios realizaba crítica de arte y cultura, El Popular difundía actividades culturales asociadas a los artistas de izquierda como los espectáculos de teatro en El Galpón, las películas de Cinemateca del Tercer Mundo o del Instituto Cultural Uruguayo-Soviético, los recitales de música popular, las exposiciones de arte, las presentaciones de libros, las lecturas de poesía, entre otros. Cuánto se leía a Antonio Gramsci en el Partido Comunista es tema de debate y que merece un estudio específico, pero no parecen quedar dudas de que cierta concepción gramsciana respaldaba el esfuerzo que se 25 Eduardo. La referencia es a la obra de Julius Fucik, Reportaje al pie del patíbulo, publicada en 1945 y escrita en prisión por quien fuera capturado por la Gestapo en Checoslovaquia y asesinado en Alemania. Integrante del Partido Comunista de Checoslovaquia, relata en su texto la tortura a la que es sometido y la disciplina mantenida para no dar información. 26 Omar. 27 Marta. VIRAJES 223 Ana Laura de Giorgi realizaba en aras de atraer a los sectores intelectuales e incidir en la cultura y la comunicación. El militante comunista absorbía y reproducía ciertos valores que también se trasladaban a su vida privada. La vida de estos militantes fue interpelada por la política y el límite conceptual entre lo público y privado se tornó difuso. La moral del hombre nuevo variaba según a qué organización se perteneciera y las razones de por qué cuidar la vida privada también. En una organización donde las jerarquías y la disciplina ocupaba un lugar muy importante en la estructura de valores y donde ciertos dirigentes eran valorados como superiores por su capacidad intelectual, era coherente esperar la disciplina de esos dirigentes en otros ámbitos, como el de la vida privada y que estos fueran ejemplos de toda la militancia. En el Partido Comunista, el ejemplo lo debían dar los cuadros, estos debían ser: “un espejo para todos los afiliados, para aquellos que llegan a nuestras filas y deben formarse ideológica y moralmente, adquiriendo experiencia, disciplina y hábitos”28. Los grados de la endogamia en las organizaciones variaban y las razones que justificaban a esta también. En el caso del Partido Comunista, la familia era un camino para ampliar la fuerza del partido, los hijos y las mujeres eran parte de la vida política y se generaban espacios para involucrarlos como: kermeses infantiles, eventos en el día de la madre, entre otros. El partido estaba compuesto por muchas familias comunistas que cumplían la función de educar generaciones enteras, la familia era la primer puerta de entrada al marxismo-leninismo. “Nosotros decíamos que 200 familias gobernaban el país pero 20 familias gobernaban el partido, los fundadores eran como mis primos más grandes”29. El partido crecía desde la familia y las familias comunistas se sentían responsables de esto. El partido involucraba tanto a las familias comunistas como a aquellos militantes que no tenían una. Para este último caso tenían a la familia o familia grande, denominación que era utilizada para referirse al partido y con esa familia el militante podía contar. Los comunistas sentían que: “en el círculo vos tenías todo, era tu cumpleaños y aparecía la torta, necesitabas ayuda y la pedías”30, y esto generaba un sentimiento de pertenencia muy fuerte, de los comunistas con la familia comunista. Más allá de los 60 y del hombre nuevo, los comunistas no buscaban un nuevo modo de vida. El partido debía estar inserto en la sociedad y esto implicaba moverse con los códigos de la idiosincrasia uruguaya: “Había que ser lo mas uruguayo posible, ser de Peñarol o de Nacional como todo el 28 Rodney Arismendi, Informe de Balance presentado al CC, agosto 1966. Ana. 30 Isabel. 29 224 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... mundo, me acuerdo de compañeros escuchando el partido, las tradiciones uruguayas se conservaban y se consideraba necesario eso”31. Los rituales domésticos no se suspendían, no solo porque se tratara de un partido legal sino porque constituían la sociedad en la que había que insertarse como algo natural, no un pecado pequeño burgués.32 Militar en La Orga “No alcanza que tenga [el militante] una ideología revolucionaria debe vivir como un revolucionario”, así reza el Reglamento del MLN-T dejando en claro que pertenecer a esta organización implicaba un esfuerzo particular. El ingreso al MLN-T era bien distinto al del Partido Comunista. No había un procedimiento formal, ni ficha ni carné. Una persona consultaba individualmente al candidato sobre su voluntad de ingreso a la organización y luego venía el contacto. En algunos casos la incorporación era precedida de una puesta a prueba. El ingreso y el ascenso se daban a partir de la asignación de una tarea que debía ser cumplida con responsabilidad: El MLN-T no era una organización horizontal, tenía su estructura jerárquica: Convención Nacional, Comité Ejecutivo, columnas, células, grupos de acción (GA), grupos de acción en formación (GAF), comités de apoyo a los tupamaros (CAT), ámbitos que iban de un mayor nivel de inserción a uno muy menor como eran los grupos periféricos o los CAT, donde participaban personas sin funcionamiento orgánico. Existía una estructura jerárquica que en su denominación era aún más jerárquica que la del Partido Comunista. Comandantes y subcomandantes, no secretarios, conducían el proceso revolucionario. Pero más allá de las condiciones institucionales, los liderazgos no eran en general valorados como algo importante o necesario. En el MLN-T, los liderazgos y la autoridad se construían a partir de la acción, de la fuerza de voluntad, del coraje y atrevimiento, de la capacidad de “salir de una situación difícil”33, de la cercanía con la acción directa. 31 Marta. Llama la atención una sección de El Popular editada a principios del 60 denominada: “El Popular para el hogar y la mujer”. En la edición del 17 de mayo de 1964, p. 8, en dicho sección hay varios recuadros: “Elija su peinado”, “El rincón de la costura”, “Rico y económico”, eran algunas de las notas de esta sección que como señala Leibner (2011) más que un indicador de pautas androcéntricas en el PCU, podría reflejar la preocupación del partido por comunicarse con ciertos sectores populares a los cuales la organización buscaba convocar. 33 Pedro. 32 VIRAJES 225 Ana Laura de Giorgi La formación teórica no era central aunque esto no significaba que los tupamaros no leyeran teoría. Sí leían, o habían leído antes de ingresar a la organización, pero no hacían de ella el centro de su militancia ni valoraban más a unos que otros por su capacidad intelectual, como sí sucedía con los comunistas. El lugar que tenía la formación teórica en el Partido Comunista, lo tenía el arrojo y la capacidad de resolver una situación en el MLN-T. El aprendizaje no se centraba en la teoría sino en la práctica, se leían manuales, testimonios y se veían películas que se transformaban en referencias. Nosotros habíamos visto la Batalla de Argelia y estábamos dispuestos a reclutar de esa manera, probando a la gente, en la Batalla de Argelia le dan un revólver a un tipo y otro que es del movimiento viene y hace como que es el enemigo y hace como que le tira y el revólver estaba descargado pero se lo prueba para ver qué hacía, si aflojaba o no, bueno nosotros probábamos a la gente también.34 La formación existía pero no era para la discusión o la acumulación de fuerzas en el terreno legal, sino para realizar acciones y aprender a moverse con los criterios de la guerrilla. En el documento “Organización y Seguridad” (MLN-T, 1969b), se realizan recomendaciones prácticas sobre como evadir la vigilancia, cómo realizar los contactos en la calle y sobre manejo y cuidado de las armas. En el documento “Manual de Interrogatorios” (MNL-T, 1969a) se establecen pautas sobre qué contestar y cómo contestar en caso de resultar capturados. Así como la literatura teórica no había sido la fuente principal de inspiración para los tupamaros, tampoco la literatura heroica ocuparía un rol central en este aspecto como lo había ocupado para los comunistas. El “Manual de Interrogatorios” con 18 recomendaciones y algunos simulacros de estos en las casas conformaban la preparación para la resistencia. Tampoco se erigían líderes de la resistencia como sí sucedía en el Partido Comunista. No se le daba una importancia a esto en términos de formación, algunos incluso rechazaban tener información al respecto. Las discusiones eran vistas como una pérdida de tiempo que no conducían a lograr los cambios ansiados. “En lugar de las palabras revolucionarias nosotros proponemos cambiar a la gente con hechos revolucionarios”35. Los informes, eran un instrumento para la planificación, no tenían el valor de verdad revelada que tenían para los comunistas porque la verdad no era teórica sino práctica. La disciplina en el MLN-T, era una disciplina de la acción, un instrumento para lograr las acciones planificadas. 34 35 Mateo. MLN-T. (1968). Documento No. 3. 226 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... Los tupamaros se fueron formando a través de los documentos prácticos y de la participación en diversos niveles de acción en la medida en que iban asumiendo responsabilidades. Se podía comenzar siendo un periférico y finalizar siendo comandante.36 El pasaje en la estructura jerárquica podía ser más o menos rápido, dependía de las circunstancias, por ejemplo, de la caída sucesiva de las direcciones, pero también de las cualidades de los militantes para ser promovidos. Respecto a estas últimas, la evaluación por desempeño no era en términos de argumentos teóricos esgrimidos, capacidad de oratoria o de reclutamiento como en el Partido Comunista. Se evaluaba la participación en acciones, más o menos periféricas. Lo importante era cuánto aportaba el militante en el terreno de la guerrilla urbana de acuerdo a la función que cumplía. La promoción implicaba pasar de las tareas de apoyo, cobertura, enlace y logística, a ser un “combatiente propiamente dicho”. Consistía en participar en una acción, prepararse o tener los recursos materiales para ella. Tener la posibilidad de hacer un “curso de fierros, algo que a todos nos entusiasmaba”37. A diferencia del Partido Comunista, no se generaba un culto al estudio en la educación formal. No era necesario ser una persona estudiosa. Los tupamaros debían dedicarse por completo a la organización y esto implicaba renunciar a algunas cosas, entre ellas al estudio. Lo mismo sucedía con la cultura. Los tupamaros no tenían por qué tener una formación cultural. Más allá de que muchos de ellos tuvieran un nivel cultural e intelectual importante, no hacían uso y mucho menos ostentación de él. Por este motivo, tampoco había un aparato cultural como el de los comunistas en el sentido de iniciativas directas de la organización para promover un apoyo explícito de la cultura a pesar de que contaban con referentes culturales en la música popular como Daniel Viglietti y Los Olimareños. Sus canciones y poemas hablaban de un sujeto revolucionario específico, con ciertas cualidades que son valoradas por la izquierda sesentista de la época en términos generales pero con características específicas que describían cualidades o aptitudes especialmente valoradas por los tupamaros. Tiene “Sangre y coraje”, traen “lanzas y sables”, “salen de los poblados” “y del “monte”, “dejaron sus vidas, sus amigos y sus bienes”, son “rebeldes y valientes”38. Una fuente importante a partir de la cual se pueden analizar las cualidades que eran mejor apreciadas dentro de cierta organización 36 Además una inmensa cantidad de gente realizaba actividades “logísticas”, trabajos de albañilería para construcción de berretines, documentos falsos, costura de ropa con capacidad de esconder documentos, tareas de “cobertura”, entre otros. 37 Pedro. 38 “Los orientales”, poema de Idea Vilariño musicalizado por Los Olimareños. VIRAJES 227 Ana Laura de Giorgi política, son las descripciones de los mártires de los cuales se describen sus principales virtudes. En el documento “Nuestro muertos” (MLN-T, 1970), referido a 13 integrantes fallecidos, se reiteran de forma continua ciertos aspectos de la personalidad considerados como virtudes innatas y construidas o reforzadas dentro de la organización y que daban una imagen particular a ella. Había ganado esa autoridad moral, predicando con su tra­bajo, con su completa entrega a la tarea militante. No era raro verlo hacer esfuerzos enormes por man­tenerse despierto en una reunión nocturna […] autocontrol que siempre logró mantener. […] no tuvo dudas en afrontar las conse­cuencias, a pesar de que debía separarse de su com­pañera y de una hija de pocos meses de edad. […] Vivía en una choza de paja y cuidaba un criadero de aves […] Era común oírle decir, refiriéndose a sus es­casas pertenencias: “Aquí lo que hay no es mío, es de todos” […] Murió humildemente como un buen soldado de la Revolución […] jamás dictó pautas a ninguno de sus tres hijos, tratando que vivieran su propia experiencia y se formaran con ella. […] Jamás dejó de militar y jamás dejó de reír […] Dejó las comodidades que le podía brin­dar su situación económica desahogada y puso a disposición de sus compañeros, todos los medios ma­teriales a que tenía acceso […] Se educó en la práctica revolucionaria y tuvo siempre una inclinación determinante por la acción. No le entusiasmaban las discusiones políticas […] Siendo dirigente actuaba en el trabajo físico a la par de los militantes de base, los impulsaba y los superaba […] férrea disciplina y seriedad en el trabajo […].39 Dedicación al trabajo, entrega, seriedad, autocontrol, sacrificio personal, confianza, serenidad, iniciativa, humildad, austeridad, alegría, solidaridad, rechazo a los dogmas y disciplina eran los valores que guiaban la militancia tupamara. Para el caso del MLN-T su estrategia de propaganda armada implicaba ser muy creativos e innovar constantemente. Había que generar impacto y para eso “había que golpear primero”40. Tanto los hechos simpáticos, como los no simpáticos (secuestros, ejecuciones) tenían la innovación por detrás que buscaba tanto generar impacto como establecer diferencias claras con otras izquierdas. Toda la teoría del doble poder, había que consolidarlo, si la oligarquía tienen cárceles nosotros también, ellos allanan las casas de los luchadores sociales nosotros también vamos a allanar la casa de los de la represión, y entramos a la casa de los coraceros, de la metropolitana. Así como ellos llevan la violencia 39 40 La cita está compuesta por fragmentos de los trece integrantes fallecidos. Pedro. 228 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... al seno del pueblo, el pueblo va a llevar la violencia al seno de la oligarquía, entonces no van a poder divertirse tranquilos le vamos a poner una bomba en el bowling, en la boite Zum Zum.41 Al igual que en otras izquierdas de la época, los militantes tupamaros realizarían sacrificios. Uno de ellos estaría relacionado al tema de los hijos, sobre todo para aquellos y aquellas que deseaban tenerlos pero renunciaban a esta posibilidad por su entrega a la revolución42. Este era un tema que trascendía a toda la izquierda y que era más significativo cuánto más entrega se le solicitara al militante. Tanto en el Partido Comunista como en el MLN-T el tema se había discutido, en esta última organización tanto se había discutido que se habían formado corrientes. En un momento se discutía en el MLN-T el hijo sí, el hijo no, estaba aquello de que se precisan niños para amanecer43, que era todo una posición, una teoría, pero yo siempre tuve claro que no, aún con la necesidad imperiosa que tenía de tener hijos.44 Los tupamaros buscaban vivir de otra manera, el hombre nuevo: “un tupamaro de esos barbudos y en chancletas, me hacía bromas y me decía pequeña burguesa”45. Diferenciarse significaba por una parte renuncia material. “[…] criticábamos las actitudes burguesas, tomar helado, salir a emborracharte, salir a bailar, gastar en lo superfluo, darle más importancia a la ropa”46. Más allá de la acción, en otros aspectos en el MLN-T no había que destacarse porque la diferenciación y la ambición teórica eran mal vistas. Una clara diferencia con el Partido Comunista era el espíritu igualitarista de los tupamaros a partir del cual se rechazaba la idea de la diferenciación: “todos iguales”, todos en la lucha revolucionaria eran uno más, no importando de donde provinieran. La indiferenciación no solo tenía que ver con que cualquier militante podía transformarse en comandante más allá de su formación teórica e intelectual, si cumplía con las cualidades tupamaras, sino con que no era bien visto que algún integrante se diferenciara por su nivel intelectual o por su posición socioeconómica. Esta valoración extrema de la igualdad, traducida a prácticas implicaba la renuncia a los bienes culturales o materiales con los que 41 Oscar. Esta discusión fue característica en otras organizaciones de la izquierda armada, en América Latina también. Ver: Carnovale (2011: 210). 43 La entrevistada hace referencia a la letra de la canción de Daniel Viglietti: “Gurisito”. 44 Teresa. 45 Leticia. 46 Rafael. 42 VIRAJES 229 Ana Laura de Giorgi algunos contaban. Igualar implicaba para algunos tratar de no ser más de lo que eran y para otros renunciar a lo que eran porque había que ser “personas desinteresadas”47. Abandonar la vida burguesa, abandonar las comodidades y vivir de otra manera: “no se podía ser un mantenido, había que trabajar en lo que fuera”48. “[…] queríamos vivir como los más pobres, que eran nuestro ejemplo” (Zerpa, citado por Aldrighi, 2009: 313). Se debía sacrificar el estudio, las comodidades y la seguridad, había que estar dispuesto a arriesgar la vida, tener coraje y valentía. Cualidades que todo tupamaro y tupamara debía tener, aún no siendo para estas últimas parte de su socialización de género y por lo tanto un desafío mayor. […] las que hacían carrera en el MLN-T no eran precisamente las más femeninas. Las que se comportaban como hombres, que tenían rasgos viriles, eran las que más rápido progresaban. Las que más se asemejaban al hombre. (Alemañy, citado por Aldrighi, 2009: 322) Quienes estaban dispuestas a asumir el costo de la integración en el MLN-T, que se traducía en un acercamiento por parte de las tupamaras a las pautas de la masculinidad de la época, eran beneficiarias de cierto sentido de protección en la medida en que el MLN-T era un espacio desde el cual era posible contestar los roles tradicionales de género que la sociedad les asignaba. Nosotros no éramos como ellos, nos sentíamos distintos, éramos dueños de nuestra vida y la salida de la cárcel fue muy dura, fue muy feo, la presión de la sociedad, bueno ahora ya está casáte y tené nenes.49 Militancias encontradas En los 60, asistimos a la construcción de un nuevo imaginario, el hombre nuevo. Sin embargo, más allá de esta figura compartida, el sujeto revolucionario no era el mismo si miramos a la interna de la izquierda en los 60. No solo se diferenciaba por tener un arma en el hombro para impulsar la revolución o por una doctrina que lo respaldara. Posee valores diferentes, le importan y desea cosas distintas, cuida y descuida sus comportamientos de acuerdo a una escala específica de principios. Realiza prácticas diferentes, tanto en su vida pública como en su vida privada porque es parte de una 47 Mónica. Leticia. 49 Mariela. 48 230 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... comunidad política donde aprendió en conjunto con los demás y construyó símbolos y rituales que daban sentido al colectivo. Comunistas y tupamaros, sostenían ideas diferentes y desplegaron distintas militancias, porque tenían diversos valores, porque desarrollaban distintas prácticas, porque compartían un colectivo distinto. “Crece desde el pie la semana, crece desde el pie, no hay revoluciones tempranas, crecen desde el pie”, cantaba Zitarrosa50. Los comunistas comprendían que el proceso revolucionario era lento y acumulativo, y que lo más importante era fortalecerse como militantes y fortalecer a la organización política de la que eran parte. Para esto se requería formación, paciencia, solidez, dedicación, seguridad, confianza y apertura a la sociedad. Por eso estudiaban, para entender cómo funcionaba el mundo y también para enseñarles a otros, y por eso valoraban la capacidad de oratoria para convencer mediante la palabra. Y gran parte del sacrificio de comunistas estaba en las horas dedicadas al crecimiento del partido, en los círculos, en el seccional, en el departamental, en toda la estructura organizativa. La militancia comunista estaba regida por una cultura, credencialista, planificadora y productivista.51 En el MLN-T la situación fue diferente. Para crear las condiciones subjetivas de la revolución se necesitaban militantes con otras cualidades, fundamentalmente voluntad y coraje, capacidad de entrega, desinterés, creatividad, sencillez. La lectura de materiales teóricos no era algo bien visto. Lo deseable era que, si se iba a leer, en tiempos de paz, se hiciera sobre literatura útil, desde la cual tomar ejemplos. La formación teórica y la capacidad discursiva quedaban en un segundo o tercer plano, no eran valoradas como las cualidades que el tupamaro debía tener, por más que muchos las tuvieran. Mientras que los comunistas aprendieron a razonar dialécticamente, los tupamaros aprendieron a moverse como clandestinos. Los tupamaros admiraban y recordaban a quienes tenían ingenio, inventiva, se probaban de esa manera. La militancia tupamara debía ser innovadora, también planificadora solo que para el corto plazo y también productivista, no de acciones para el crecimiento del partido, sino de acciones de crecimiento del foco. Los sentimientos también se veían interpelados por la pertenencia al colectivo comunista o tupamaro. Para los comunistas la familia sí era algo deseable, no la familia burguesa, otra familia, la familia comunista. La estructura de la familia valorada era la del modelo tradicional occidental pero una familia para el partido. En la estructura de valores de los tupamaros 50 51 Alfredo Zitarrosa, “Crece desde el pie”, 1984. La caracterización de productivista la realiza Marisa Silva (2009). VIRAJES 231 Ana Laura de Giorgi la familia, la pareja y los hijos era un tema importante, importante y no saldado. Lo deseable era la entrega total a la vía armada y esto implicaba la postergación de la decisión de tener hijos, estos eventualmente llegarían en otra etapa. La familia tupamara no era un objetivo, no había objetivos a largo plazo, no había que acumular fuerzas lentamente y educar a los hijos en el mundo tupamaro. Los hijos llegarían a otro mundo, una vez que hubiera triunfado la revolución. En la militancia tupamara la familia tradicional no entraba en el terreno de lo deseable, ni era funcional a los objetivos finales. En términos de parejas, lo deseable se confundía con lo necesario. La clandestinidad imponía fuertes restricciones, se entablaban relaciones entre tupamaros o de lo contrario se debía ocultar la participación en el movimiento. El colectivo tupamaro debía respetar ciertos códigos, había que llevar una vida verdadera, no de mentiras. Así como denunciaban las libras de Mailhos denunciaban la doble moral y sancionaban la infidelidad. Así como había que comprometerse seriamente con la revolución había que tener el mismo cuidado con la compañera, y no cambiar a cada rato. A diferencia de lo que se considera en el sentido común, que los tupamaros no tenían reglas morales y que integraban un Movimiento de Liberación Nacional que, por añadidura, también permitía la liberación de la vida privada, en realidad los tupamaros se preocupaban especialmente de los comportamientos en esta esfera. Incluso habían escrito un documento específico (VIB), algo que las culturas letradas no habían hecho. Un documento que por general y ambiguo que fuera expresaba la preocupación por el tema. Las coordenadas de la militancia de comunistas y tupamaros se fueron conformando intersubjetivamente, desde la experiencia subjetiva de cada militante y en interacción con los demás. Pero las comunidades de pertenencia no eran iguales, se era parte de ella de una forma particular. El MLN-T tal vez era la organización más heterogénea, así lo han referido varios autores, entre ellos Garcé (2006) que ha realizado hincapié en este aspecto, señalando que el MLN-T había incorporado estudiantes, obreros, trabajadores rurales, anarquistas, católicos, trotskistas, intelectuales, nacionalistas, personas provenientes de diversos estratos socioeconómicos, entre otros. Sin embargo, a pesar de que de “todas partes vienen sangre y coraje”, en términos de valores se fue transformando en una organización homogénea, en donde el militante no debía diferenciarse más que por su nivel de inserción y su valentía. Todos debían ser personas sencillas y austeras. El espíritu igualitarista seguramente es una de las características más importantes de la militancia tupamara.52 52 Para reflexionar mejor sobre este tema, sería adecuado contar con estudios que analizaran profundamente la relación entre clase y pertenencia en estos partidos y movimientos, algo de lo que carecemos 232 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... La comunidad comunista era diferente, su composición era heterogénea aunque no tanto como la tupamara. La cultura comunista tenía valores consistentes con prácticas muy fuertes. Jerarquías, disciplina, militancia constante, estudio, teoría, son elementos que pueden encontrarse fácilmente en la forma de hacer política de un comunista. Sin embargo, el colectivo comunista tenía una particularidad que era la de permitir ciertas diferencias o ciertas adscripciones. A diferencia de los tupamaros, los comunistas no eran tan igualitaristas. Lo deseable no era borrar las diferencias, sino por el contrario admitirlas.53 No era entendido que para ser un buen comunista había que renunciar al trabajo, al estudio, a una situación económica particular. Lo deseable era justamente contar con comunistas en diferentes lugares para que reclutaran diferentes personas y así poder conformar un frente opositor. Aquellas actividades que requirieran del esfuerzo, no debían abandonarse por el partido, ni el estudio ni el trabajo, los mejores estudiantes, los mejores trabajadores tenían que ser los comunistas. Todos desde su lugar, eran importantes porque cumplían una función. La militancia comunista estaba ordenada por un régimen estamental y meritocrático. En la militancia comunista se permitía cierta diversidad también porque “había que ser lo más uruguayo posible”. Lo deseable no era mostrarse diferentes de la sociedad, sino mostrarse iguales. Así como no planteaban una nueva forma de hacer política para captar adhesiones tampoco proclamaban una nueva forma de vivir, aunque en la práctica, con disciplina y militancia a tiempo completo de por medio, esto quedara en cuestión. Lo deseable era acercarse a la sociedad con los códigos de la época, sea porque los suscribieran o porque los utilizaran. No había que mostrarse diferente o alternativo: “amamos el pan y el vino, la alegría de vivir, las mujeres…”, así rezaba el carné comunista. No buscaban diferenciarse, sino integrarse, o más bien integrar al comunismo desde los códigos de la sociedad, posiblemente desde la preocupación de reducir la caracterización de sovietismo que se solía aplicar al PCU. En este sentido, la cultura comunista era una cultura populista integradora. Este no era el caso de los tupamaros quienes, para disputar el espacio público, proponían una contracultura, conformaron una “cultura hoy en día en Uruguay. La formación teórica y el culto a esta, distingue a las culturas pero hay que analizar cuánto pesa el hecho de que desde el Partido Comunista el referente sea la clase obrera a la que hay que esclarecer y ayudarla a comprender a través del marxismo-leninismo y el partido, mientras que en el MLN-T algunos pueden despreciar la formación teórica porque la tienen, o creen tenerla. 53 La descripción que Marisa Silva realiza de la ubicación de las personas en el acto aniversario, también refleja la conservación de las diferencias de la composición del partido. Los militantes se ubican por sector laboral, barrio o departamento, hay un lugar reservado a las mujeres y a los jubilados (Silva, 2009: 38). VIRAJES 233 Ana Laura de Giorgi rupturista” según Bayce (1989), propusieron un “antisistema de valores” según Costa Bonino (1995: 197). Para el MLN-T el sujeto de la revolución no era el proletariado y no buscaron proletarizarse. El imaginario tupamaro no estaba compuesto por el proletario sacrificado sino por el pobre, el peludo. Aquellos provenientes del sector socioeconómico medio o universitario tenían que aprender de los peludos, no de los proletarios. A pesar de haber recibido el MLN-T personas provenientes de diferentes ámbitos y de decirse un movimiento abierto y heterogéneo, el igualitarismo para abajo, la cultura del pobrismo imprimió una pauta bastante homogénea en términos de valores y prácticas. Las experiencias militantes de comunistas y tupamaros, nos permiten aprehender dos modalidades antagónicas de militar en la izquierda sesentista. Por supuesto que otras militancias quedan pendientes de ser estudiadas, pero estas dos reflejan de forma clara cómo organizaciones políticas con ideas y estrategias en disputa también construyeron modos alternativos de vivir la revolución. A pesar de conformar la izquierda sesentista y décadas más tarde confluir en una única opción partidaria como sería la del Frente Amplio, queda claro y debe ser estudiado en profundidad a futuro, que las organizaciones armadas de América Latina compartieron muchos elementos en común así como también los partidos comunistas. Pero también debe considerarse que los procesos militantes se dieron un espacio particular, en este caso la militancia dentro del MLN-T contó con una figura en el imaginario muy importante como la de los peludos y el PCU se preocupó especialmente por uruguayizarse lo mejor posible, por mencionar solo dos aspectos que dan cuenta de elementos particulares. Por otra parte, este trabajo pretendió comprender las distintas experiencias militantes desde una perspectiva relacional, no podemos entender la propuesta tupamara sino tenemos en cuenta a la izquierda tradicional y fundamentalmente a los comunistas. No podemos entender a estos últimos en los 60, si no damos cuenta del desafío que implicó el fenómeno tupamaro en la izquierda uruguaya. Como se vio en esta propuesta de análisis, la disputa entre estos dos colectivos no solo fue ideológica o estratégica, sino político-cultural, se transmitió a las diferentes formas de militar en la izquierda e interpeló la vida integral de quienes habitaron las organizaciones. 234 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 Mucho más que foco o partido: las militancias de comunistas y tupamaros durante los sesenta... Bibliografía ALDRIGHI, Clara. (2001). La izquierda armada. Ideología, ética e identidad en el MLN-Tupamaros. Montevideo: Ediciones Trilce. ________. (2009). Memorias de insurgencia. Historias de vida y militancia en el MLN-Tupamaros. 1965-1975. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental. ALMOND, Gabriel & VERBA, Sindey. (1965). The Civic Culture. Canada: Little, Brown and Company. ________.(1972). 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TORREJÓN, Carolina (2007): 1973-1983: dix ans de clandestinité des partis politiques de la gauche chilienne, DEA, Université Paris I Panthéon-Sorbonne Master II Recherche « Histoire contemporaine des mondes étrangers et des relations internationales », Paris. WILDAVSKY, Aaron. (1987). “Choosing Preferences by Constructing Institutions: A Cultural Theory of Preferences Formation”. In: The American Political Science Review, No. 1, Vol. 81, pp. 3-22. 236 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 209-236 VIRAJES MOVIMIENTO POLÍTICO COMPROMISO CIUDADANO DE LA CIUDAD DE MEDELLÍN: ENTRE UTOPÍA CÍVICA Y PRAGMÁTICA POLÍTICA* OMAR ALONSO URÁN ARENAS** Recibido: 23 de marzo de 2013 Aprobado: 19 de mayo de 2013 Artículo de Investigación * Este trabajo es realizado con base en la información procesada en la investigación “División políticoadministrativa del territorio urbano, representación y participación ciudadana en el gobierno de ciudad” (investigación en curso), además de la información y conclusión de dos investigaciones previas en las cuales hemos participado y cuya información empírica y analítica releemos en función de los objetivos del presente trabajo: Globalización, cadenas productivas y redes de acción colectiva en Medellín y el Valle de Aburrá (Betancur, Stienen & Urán, 2003) y La ciudad en Movimiento: movimientos sociales y democracia en Medellín y el Valle de Aburrá (Urán, 2000). Fuera de ello, el para este artículo en específico, se realizaron 10 entrevistas y 1 grupo de discusión con activistas de este movimiento. ** Sociólogo, magister y candidato a doctor en Investigación y Planeación Urbano-Regional. Docente de sociología urbana de la Universidad de Antioquia. Miembro de los grupos de investigación: (i) Cultura Política y Desarrollo Social, y (ii) Investigación Urbano - Regional en Democracia, Desarrollo y Conflicto. VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... Resumen Este trabajo versa sobre los orígenes, evolución y disolución del Movimiento Político Compromiso Ciudadano que por dos periodos consecutivos de 4 años (de 2004 a 2011) gobernó en la Ciudad de Medellín. El escrito avanza en: (i) mostrar cómo gran parte del “éxito” – y de otros buenos resultados menos publicitados – de los gobiernos recientes en la ciudad de Medellín se deben en gran parte a un doble proceso colectivo de (a) de movimientos sociales y de resistencia social frente al miedo y la violencia y (b) de interacción social amplia y creativa entre diferentes sectores de clase que articuló y resignificó lo utópico y lo pragmático de la acción política en el gobierno de la ciudad, particularmente en sus versiones de izquierda democrática y republicanismo liberal, y (ii) indicar las dificultades, límites y potencialidades de ambas racionalidades (utópica y pragmática) en la construcción de un proyecto político democrático de ciudad y desarrollo urbano en un contexto nacional de realineamientos partidistas que eventualmente conducen a la dispersión política de los miembros de este movimiento en torno a las diferentes ofertas de centro-izquierda y centro-derecha que desde siempre les rodearon. Palabras clave: Acción Colectiva, Racionalidad Política, Movimientos Políticos, Participación Ciudadana, Medellín. CITIZEN COMMITTMENT POLITICAL MOVEMENT IN THE CITY OF MEDELLIN.: BETWEEN CIVIC UTOPIA AND POTITICAL PRAGMATIC Abstract This work deals with the origins, evolution and dissolution of the political movement Compromiso Ciudadano (Citizen Commitment), which ruled the city of Medellin for two consecutive periods from 2004 to 2011. The article progress in: i) showing how great part of the ‘success’ –and other less publicized results– of the recent Government in the city of Medellin are due in large part to a double collective process: a) social movements and social resistance before fear and violence and b) comprehensive and creative social interaction between different sectors of social classes that articulated and redefined the utopic and the pragmatic of the political action in the City Government, particularly in its versions of democratic left and liberal republicanism; and ii) indicating the difficulties, limits and potential of both rationalities (utopic and pragmatic) in building a democratic city and urban development political project in a national context of political realignments that, eventually, lead to the spread of this movement members around the different center-left and center-right offerings that have always surrounded it. Key words: collective action, political rationality, political movements, citizen involvement, Medellín. VIRAJES 239 Omar Alonso Urán Arenas Objetivos e hipótesis del presente trabajo M edellín es hoy reconocida en gran parte del mundo por ser una ciudad que, en un relativo corto periodo de tiempo, ha pasado “del miedo a la esperanza”1, dejando de ser sinónimo de violencia urbana para ser considerada como un ejemplo de recuperación social y desarrollo urbano alternativo. Como suele suceder en los análisis realizados desde los mass media, el éxito de estas transformaciones es atribuido al alcalde y, en mucha menor dimensión, al movimiento político del cual toma parte, sin referencia alguna al proceso histórico dentro del cual se inscriben y toman un sentido más pleno las acciones realizadas. Pero no todo ha sido tan fácil ni tan simplemente dependiente de una persona, por relevante que su rol haya sido dentro de los marcos político-administrativos de la ciudad. Igual, nada garantiza que el éxito y los resultados obtenidos en 8 años seguidos de gobierno se mantengan en los periodos siguientes, bien sea desde el punto de vista político-administrativo, como desde el ideario ciudadano y utópico del movimiento del movimiento que dio origen a estas transformaciones. De acuerdo a lo anterior, son objetivos de nuestro trabajo: (i) mostrar cómo gran parte del “éxito” – y de otros buenos resultados menos publicitados – de los gobiernos recientes en Medellín se debe en gran parte a un doble proceso colectivo de (a) resistencia social frente al miedo y la violencia y (b) de interacción social amplia y creativa que articuló y resignificó lo utópico y lo pragmático de la acción política en el gobierno de la ciudad; y (ii) indicar las dificultades, límites y potencialidades de ambas racionalidades (utópica y pragmática) en la construcción de un proyecto político democrático de ciudad y desarrollo urbano. De acuerdo a la investigación realizada nos permitimos formular las siguientes hipótesis: En escenarios urbanos inicialmente adversos, pequeñas acciones de resistencia social frente al miedo y la violencia puede coadyuvar al surgimiento y desarrollo de dinámicas amplias de acción colectiva que se re-plantean la conducción política de la ciudad y el significado de los proyectos de desarrollo urbano. Para el caso de Medellín, una dinámica sostenida de resistencia y participación cívica y ciudadana, ejercida desde múltiples espacios a inicios de los años de 1990, contribuyó a la construcción de una agenda propia de ciudad y a la cristalización de un movimiento político que la representara y ejecutase, en interacción y sin reducirse a los meros intereses y necesidades de acumulación de los grupos empresariales. 1 Eslogan publicitario utilizado por la Alcaldía de Medellín al final del primer periodo de gobierno del movimiento Compromiso Ciudadano (2004 – 2007) en cabeza de Sergio Fajardo Valderrama. 240 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... Empero, es necesario resaltar cómo además de las fuerzas internas en el ámbito municipal, impulsos y esfuerzos realizados desde otros ámbitos nacionales e internacionales, ayudaron enormemente a nuclear y acelerar estos procesos de construcción política de la ciudad, tal como lo fue la creación de una Consejería Presidencial para Medellín en el año de 1990 y el apoyo sostenido por múltiples agencias de cooperación a la acción políticosocial de diferentes ONGs de la ciudad (Betancur, Stienen y Urán, 2003: 239 – 263). Frente al agotamiento de los discursos y prácticas políticas tradicionales, la construcción de agendas y movimientos políticos alternativos con potencial utópico exige la transformación de las representaciones y actitudes dominantes frente a diversos temas y problemas, entre ellos: la práctica política electoral, el papel del estado local, el ejercicio de la violencia, la organización ciudadana, el desarrollo local y el conflicto social. En el caso de Medellín, aunque algunos dirigentes del movimiento provenían de variadas organizaciones de izquierda y del liberalismo socialdemócrata, el grueso del movimiento no había pertenecido antes a algún partido político ni se identificaba con alguno. De esta manera, lo que el movimiento asumió como ganancia política, se volvió una dificultad para los analistas políticos en cuánto a clasificaciones ideológicas se trata. Gran parte de la proyección y sostenibilidad en el tiempo de este tipo de movimientos y coaliciones políticas con contenido transformador y utópico radica en la ampliación real de los escenarios de participación y decisión ciudadana, en la potencialización de una nueva institucionalidad auto-instituyente en la cual no sólo se tomen decisiones democráticas sino que se amplíe el horizonte de reflexividad de las mismas. En este sentido el contenido utópico no se reduce a la toma democrática de decisiones, sino que incluye los procedimientos mediante los cuales estas decisiones se construyen, son aprobadas, monitoreadas y evaluadas. Breves consideraciones teóricas Para este trabajo nos referenciamos teóricamente en el concepto de acción social de Max Weber, a la vez que lo asumimos en gran parte codeterminado y limitado por la estructura social de producción económica, en términos de Karl Marx, y procuramos hacer del mismo, en su desarrollo amplio y extenso, una lectura en perspectiva de movimiento social, siguiendo en lo fundamental el enfoque y las categorías clásicas de Alain Touraine (1999: 53-80). Sin embargo, como telón de fondo, mantenemos VIRAJES 241 Omar Alonso Urán Arenas la preocupación planteada por Whitebook (1996) de cómo evitar que el desarrollo institucional y procedimental-democrático cosifique y anule el potencial utópico y transformativo de la subjetividad humana. Siguiendo a Max Weber, la acción social (incluyendo omisión o tolerancia) significa una acción, que en cuanto a su sentido observado por el agente o sus agentes, “se orienta por el comportamiento de otros, sea este pasado, presente o esperado como futuro (…). Los otros pueden ser individuos y conocidos, o una multiplicidad indeterminada de personas completamente desconocidas…”, (1994: 3, 14), teniendo en cuenta, como afirma más adelante, que “para la sociología, como para la historia (sic), el objeto a ser investigado es precisamente la conexión de sentido de las acciones” (1994: 9). Es decir, el sentido de una acción no se descubre y comprende en su inmediatez del presente, sino que se hace necesario vincularla a otras acciones realizadas en el pasado de las cuales es consecuencia. De este modo, preguntarse por el sentido de la acción es preguntarse por una cadena de motivaciones, por el proceso mediante el cual se vinculan una serie de eventos y acontecimientos del pasado con las acciones del presente, no sólo desde la perspectiva del actor/sujeto de la acción, sino también desde la perspectiva de los otros sobre los cuales la acción recae. “La acción social, como toda acción, puede ser determinada: 1) de modo racional con respecto a fines: por expectativas en cuanto al comportamiento de objetos del mundo exterior y de otras personas, utilizando esas expectativas como ‘condiciones’ o ‘medios’ para alcanzar fines propios, ponderados y perseguidos racionalmente como éxito; 2) de modo racional con respecto a valores: por la creencia consciente en el valor – ético, estético, religioso, o cualquiera que sea su interpretación – absoluto e inherente a determinado comportamiento como tal, independiente del resultado; 3) de modo afectivo, especialmente emocional: por afecto o estados emocionales actuales; 4) de modo tradicional: por costumbre arraigada” (Weber, 1994: 15). Desde esta perspectiva, mostraremos a lo largo de este trabajo que, en lo principal, el movimiento Compromiso Ciudadano expresa una acción social racional, orientada primariamente por valores (transparencia, equidad, autonomía, p.ej.) y luego, para la concreción y realización de los mismos, orientada con respecto a fines. De donde, en la dinámica cotidiana del movimiento, ambas racionalidades tendrán lugar, unas veces convergiendo, otras conflictuando. Por otro lado, Compromiso Ciudadano como movimiento político expresa una “relación social asociativa abierta hacia afuera”, orientada tanto por valores como por fines, en cuanto que, y siguiendo a Weber (1994: 25), expresa una relación social no comunitaria de 242 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... sus miembros, basada en una unión de intereses racionalmente motivados: racional con respecto a valores por la creencia en el compromiso propio; racional con respecto a fines por la expectativa de lealtad de la otra parte. El movimiento Compromiso Ciudadano no expresa una relación comunitaria en la medida que los vínculos y actitudes de sus miembros no reposan en el sentimiento subjetivo de pertenecer (afectiva o tradicionalmente) al mismo grupo o comunidad. Y es precisamente esta apertura en principio sólo regida por el compartir valores lo que distingue a un movimiento político de un movimiento social o de un partido político en sentido estricto. Los partidos se caracterizan por su mayor cerramiento organizativo (no cualquiera puede ser miembro del partido sin la autorización previa de alguna autoridad interna), por una mayor jerarquización y estructuración de roles, y por una clara orientación de ser una organización que busca ocupar el poder político del estado de manera y modo indefinido. Orientación bajo la cual, muchas veces, los valores o principios iníciales dan paso a la pragmática de los fines, en el juego de alianzas y coaliciones por llegar a ocupar el lugar de mando. Fuera de ello, los partidos se caracterizan por tener también un programa político, en el cual se reflejan su visión y propuesta para los más variados temas y problemas de la sociedad, en función de una ideología o visión del mundo determinada que los agrupa y da sentido. Por su parte, los movimientos sociales se caracterizan, desde el punto de vista de la organización de la acción, por ser abiertos, con una muy baja estructuración de roles (no tienen por decir algo así como una junta directiva o un presidente) y con una gran dificultad para el establecimiento de acciones planificadas de largo plazo. Desde el punto de vista de los contenidos, los movimientos sociales tienden a cerrarse en un campo muy delimitado de temas, problemas o motivaciones y desde allí provocar o introducir cambios, bien sea en la cultura o en la estructura social (Uran 2004). Ejemplos son los movimientos feministas, el movimiento indígena, el movimiento ambiental o el movimiento de los sin tierra, etc., los cuales se caracterizan por cierta inflexibilidad en cuanto a poner en juego los valores o principios que los orientan, en tanto constituyen el súmmum mismo de su identidad. Por tal razón, tienden a ser monotemáticos, persistentes, duraderos y sin fronteras político-administrativas. Es necesario entonces entender que cuando nos referimos a Compromiso Ciudadano como movimiento político no lo hacemos ni como movimiento social ni como partido. Esta categoría es una suerte de fenómeno que combina y excluye elementos que caracterizan estas dos. Los movimientos políticos tienden a ser fuertemente territoriales y en correspondencia con divisiones político administrativas. A diferencia de los movimientos sociales, se orientan al poder político e incluyen un VIRAJES 243 Omar Alonso Urán Arenas amplio repertorio de temas y propuestas en su agenda, aunque, en su estructuración inicial como movimientos, es la orientación por valores la que prima. A diferencia de los partidos políticos, y acercándose a los movimientos sociales, poseen una baja organización y estructuración de roles, lo que facilita el ejercicio de la autonomía y creatividad individual pero igualmente facilita el escenario para la actuación personalista o caudillista, en tanto no existen instancias muy claras de dirección y control, todo lo cual dificulta el diseño y ejecución de complejas tareas políticas. El movimiento político, más que las otras dos categorías, vive con mayor frecuencia e intensidad la tensión de estar entre dos campos (el político y el social) y el de orientarse con arreglo a dos tipos de racionalidades (por valores y por fines), todo lo cual coadyuva a que este tipo de movimientos sean de corta duración, bien porque transitan o se integran en a otra forma (tipo partido político) o porque se disuelven, bien sea que se logren o no sus objetivos más inmediatos. Teniendo en cuenta a su vez que tanto partidos como movimientos son formas de sociabilidad, integración y reproducción social, lo interesante de los movimientos políticos en su cercanía conceptual a los movimientos sociales, es que permiten construir y vivir con mayor intensidad la experiencia individual-utópica del ejercicio de la política e incluso experimentar una sublimación no represiva en el ejercicio de la misma, que en el caso que nos concierne, es también un experimentar político-subjetivo del espacio urbano y construcción de sentido de ciudad a partir de la dinámica que el propio movimiento convoca. Todo lo cual poco permiten y posibilitan los partidos, en su necesaria disciplina, según la racionalidad que los orienta, lo que a su vez en gran parte explica la reluctancia que entre muchas personas ellos inspiran. Tanto los partidos como las grandes corporaciones (privadas o públicas) suponen un gran control del decir-actuar individual y una negación de grandes componentes de la subjetividad, en especial, de aquellos aspectos considerados más expresivos o “irracionales”. En parte, es este esfuerzo exigido, represión y disciplinamiento no compensado del individuo – ni siquiera en términos de un mañana utópico – al interior de los partidos contemporáneos, lo que ha coadyuvado a una gran apatía ciudadana y a una reducción de su militancia, siendo estos en su mayoría movidos o integrados por aquellos que tienen algún tipo de expectativas sobre cargos públicos o contratos, para sí mismos o su entorno familiar. Como lacónicamente lo expresara Weber (2004: 68) en su texto de La política como vocación: “las luchas partidarias no son, por tanto, apenas luchas para la consecución de metas objetivas, mas son, a la par de eso, y sobre todo, rivalidades para controlar la distribución de empleo”. Lo anterior es traído a colación porque la mayor parte de la acción de movimientos sociales y movimientos políticos es voluntaria y realmente 244 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... pocos piensan obtener beneficios económicos directos de su involucramiento. Sin embargo, cuando se plantea el problema de la sostenibilidad política de los logros obtenidos por el movimiento, emerge la necesidad de formas más “solidas” de organización política, con jerarquías y roles establecidos, solidez que adviene más funcional a lo político-estatal pero que tiende a aniquilar las energías utópicas autónomas y creativas del movimiento. La piedra de toque para los movimientos políticos es avanzar en resolver esa dialéctica existente entre la organización estratégica, que es la que hace realidad la política pública, y la acción individual expresiva y orientada por valores que es la que le da un sentido vital no represivo a la política. Trayendo la reflexión de Withebook (1996: 219)2, el problema de la acción política y de los procesos de participación ciudadana, desde una perspectiva crítica, transformadora y creativa, no se reduce solamente al ajuste y alineamiento de objetivos y procesos, de ganar elecciones y ejecutar políticas públicas, sino que también es el plantearse en sí misma como escenario de libertad y liberación (sublimación) de los individuos que integran el movimiento y realizan las políticas, y para nuestro caso, en condiciones adversas como las colombianas. El contexto social y marco histórico del surgimiento del movimiento político “Compromiso Ciudadano”. Para inicios de los años de 1980 Medellín se observa como una urbe que ocupa lugares centrales en los procesos y acontecimientos políticos nacionales. El auge paralelo de movimientos cívicos populares y organizaciones guerrilleras durante gran parte de esta década y en gran parte del territorio nacional va a encontrar en Medellín un territorio propicio y singular donde se combinan tradición obrera, movimiento estudiantil y un creciente número de organizaciones barriales y sociales, contando también con un amplio antecedente de organizaciones de asistencia y beneficencia, tanto de la iglesia católica como de algunos empresarios. Se trata pues de una ciudad con una alta densidad social y organizativa que, dadas las condiciones históricas de desindustrialización (Betancur et alt, 2003), cerramiento de espacios políticos nacionales e influjo de luchas y procesos democráticos en gran parte de los países latinoamericanos, orientará su acción colectiva a cambios profundos en el sistema político, social y económico del país, movilizando de manera masiva a amplias capas de la sociedad, configurándose de este modo, para mediados de 2 “Si el fin de la filosofía aún se mantiene, como argumentó Merleau-Ponty, como integración de lo irracional dentro de una concepción expandida de racionalidad, entonces la sublimación es un proceso central a través del cual la integración [puede] avanzar”. Traducción propia. VIRAJES 245 Omar Alonso Urán Arenas esta década, lo que muchas organizaciones de izquierda caracterizaron en sus documentos políticos como un periodo pre-revolucionario (tanto por los altos niveles de organización y protesta social como por la capacidad militar alcanzada por las organizaciones guerrilleras). Lo cierto es que el establecimiento también reaccionaría con la ayuda táctica y logística de los Estados Unidos, utilizando incluso procedimientos considerados no legales y violatorios de los derechos humanos, contando además con los propios errores estratégicos y operativos de las organizaciones guerrilleras (CNMH, 135 – 148), van a descarrilar este tren de la insurrección y dejar por fuera del camino “cierto” de la historia y de la utopía a cientos de personas, en su mayoría jóvenes urbanos. Paralelo a esta historia, desde mediados de los años de 1970 y de manera un poco soterrada, venía el narcotráfico, el cual va encontrar su máxima visibilidad con el Cartel de Medellín, a finales de la década de 1980, en el momento en que la estrategia militar guerrillera de la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG) entra en crisis y en el mundo se derrumba el “socialismo realmente existente” en la antigua URSS y Europa del Este. Momento de confusión política, ideológica y de rápida transformación cultural en que los valores “paisa” de trabajo y austeridad fueron reemplazados por el lujo y el enriquecimiento rápido. En tal coyuntura la ciudad sólo se sostiene de manera inercial, a nuestra manera de ver, por dos grandes acumulados del pasado (i) las Empresas Públicas de Medellín y una meridiana burocracia técnica al interior de la administración municipal , y (ii) una construcción simbólica, aún en parte funcional, del mito de la antioqueñidad y la pujanza paisa, que permiten minimizar subjetivamente el conflicto y sus consecuencias. La intervención de la Consejería Presidencial para Medellín, a inicios de los años 1990, basándose en los acumulados de organización social y formas precarias de integración simbólica, va a procurar reunir la ciudad, en cuanto totalidad y diversidad de clases, organizaciones y ciudadanos que moran y actúan en ella, para que se piensen a sí mismos por primera vez en su historia de modo colectivo (Echeverría & Bravo, 2009). Muchos debates se dieron, fundamentalmente entre organizaciones obreras y algunas barriales de si compartir o no este escenario con actores, como los empresarios o la propia policía, considerados históricamente como enemigos. Igual del lado de los empresarios, en sus gremios y organizaciones, se dieron discusiones de cómo compartir espacios sobre el futuro de la ciudad con personajes que hacía poco eran considerados enemigos. Empero, en medios de estas dificultades se fue construyendo una agenda que se visibilizaría en 1996 en el Plan Estratégico para Medellín y el Valle de Aburrá, proceso y documento que se constituirán en referentes obligados del primer programa de gobierno 246 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... del movimiento Compromiso Ciudadano. En este periodo se destacan tres grandes grupos de personas que irán a estar de algún modo soportando gran parte de este proceso de aglutinación socio-política y que confluirán en la configuración inicial de Compromiso Ciudadano. Son ellos: (i) las organizaciones sociales y políticas derivadas del proceso de negociación con el M-19 y el EPL, mas algunas otras, que sin ser parte de este proceso lo apoyaban y compartían su horizonte ideológico, (ii) individualidades o personalidades, tanto académicas, políticas como empresariales que en gran parte se adscribían a sí mismas como herederas o integrantes del extinto campo del Nuevo Liberalismo, y (iii) una red de organizaciones barriales y comunitarias, sin muy clara delimitación político partidista, identificadas fundamentalmente en cuanto a reivindicar la autonomía y la participación ciudadana en el desarrollo local así como en la defensa de las empresas públicas de la ciudad. Una periodización rápida de la génesis y evolución de Compromiso Ciudadano (i) Proto-movimiento, fase en la que se constituyen las relaciones sociales y confianzas básicas, los pros y contra que nuclearan el discurso político de esta acción colectiva, la cual inicia en 1990 con los Seminarios de Alternativas de Futuro para Medellín y culmina en 1998, año en el cual se efectúan las primeras reuniones entre distintos actores3 que acordaran dar vida e impulso a un movimiento político alternativo al bipartidismo y que recoja la agenda social y política construida durante los últimos años. (ii) Presentación en sociedad, que va desde 1999 hasta 2003, y que inicia con una reunión amplia, en la cual asistieron más de 200 personas de diferentes sectores sociales y geográficos de la ciudad y en la cual se decide de manera colectiva denominar al movimiento de Compromiso Ciudadano. Esta etapa incluye la primera presentación a elecciones, que a pesar de no haber sido ganadas permitieron la consolidación programática y organizativa del movimiento, así como de los valores y principios que orientaran el movimiento. (iii) Aprendizaje del gobierno, que inicia con la elección de Sergio Fajardo4, en el segundo intento, como alcalde de Medellín y con el mayor 3 Nos referimos a personas y organizaciones, entre las que se destacan personalidades académicas e intelectuales, dirigentes cooperativos, directivos de ONGs, directivos gremiales y sindicales. 4 Hijo de uno de los más reconocidos arquitectos y constructores de Medellín, Sergio Fajardo Valderrama es Doctor en matemáticas: Antes de ser alcalde de Medellín y gobernador de Antioquia fue miembro del Consejo Nacional de Ciencias Básicas, de la Comisión Nacional de Maestrías y Doctorados, de la Comisión Facilitadora de Paz de Antioquia. Además de Exdirector del Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia y Subdirector del periódico el Colombiano, principal periódico de esta ciudad. VIRAJES 247 Omar Alonso Urán Arenas índice de participación electoral registrado hasta el momento en la historia de la ciudad. En esta etapa muchos de las y los dirigentes sociales, gremiales y comunitarios que hacían parte del movimiento pasan a hacer parte del equipo de gobierno, así como muchos otros que sin haber sido parte activa del movimiento eran reconocidos por sus capacidades técnicas e intelectuales, proviniendo de variados lugares y sectores sociales, académicos y empresariales. La concentración en el ejercicio de gobierno, y la obsesión de casi todos los nuevos funcionarios en ser un mejor gobierno que los anteriores, lleva a una pérdida de comunicación con el movimiento original pero también a una ganancia de mayor interacción y comunicación con otros sectores, incluso de la oposición, muchos de los cuales a lo último se adherirán al movimiento. (iv) Prueba de consistencia, la cual inicia a principios del 2007 con la campaña del periodista y escritor Alonso Salazar a la Alcaldía de Medellín, como continuidad del proyecto político de Compromiso Ciudadano y sucesión de Sergio Fajardo y en la cual el movimiento se verá exigido en su creatividad y convocatoria, en tanto gran parte de sus miembros se encuentran ejerciendo funciones político-administrativas, lo que para el caso colombiano significa la prohibición de hacer campaña electoral o de expresar publicas afecciones por candidato alguno. De consistencia por dos cosas: una, frente a los principios y la continúa tentación e invitación para hacer alianzas con candidatos reconocidos como clientelistas y como modo de asegurar las elecciones, y la otra, frente al carácter abierto y de amplia convocatoria que ha caracterizado el movimiento. Esta etapa continúa con la elección de Salazar a la alcaldía, superando incluso la participación electoral frente a la elección anterior de Fajardo, y preparando a este último para una iniciativa nacional a la presidencia. (v) Disolución, debido entre otras cosas, a una orientación nacional sin claridad sobre las políticas de crecimiento y de alianzas que, sumado a la ausencia de liderazgo interno más allá de Sergio Fajardo, y debido en gran parte a la ocupación burocrático-administrativa de muchos de sus fundadores, llevó a un debilitamiento interno que no pudo asumir con madurez política los retos que representó la coyuntura política de la llamada “ola verde” para la presidencia nacional en 2010, la cual de una máxima euforia inicial dejó a la “militancia” con el grande sabor de derrota y desorientación política. Práctica y militancia política que se tratan de reconstruir al momento con variados colectivos populares al interior del Partido Verde y colectivos académicos al interior de la ASI, las dos agrupaciones que recogieron el grueso de participantes de Compromiso Ciudadano. 248 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... Con la descripción realizada arriba se puede percibir que para finales de lo que hemos llamando la primera fase el movimiento se nuclea y articula inicialmente frente a dos tipos actores: individuos y organizaciones sociales. Entre los individuos se destacan profesionales y académicos que durante sus tiempos más juveniles hicieron parte de organizaciones políticas de izquierda o de movimientos como el Nuevo Liberalismo. Por su parte, entre las organizaciones se destacan ONGs de promoción del desarrollo, derechos humanos y sociales, empresas cooperativas, asociaciones sindicales (CUT Antioquia), algunos gremios como CAMACOL (Cámara de Construcción) y FENALCO (Federación de Comerciantes), además de las organizaciones políticas Alianza Social Indígena y la Asociación de Ciudadanos por la Democracia (que luego se transformaría en un proceso de convergencia nacional en el Polo Democrático Independiente). Es preciso resaltar que entre los actores fundadores individuales se encuentran los dos alcaldes que ha tenido el movimiento, representando ambos esa convergencia y transformación de tradiciones y corrientes políticas. En su segunda fase de crecimiento y presentación en sociedad, y siguiendo la lógica de la etapa anterior, son muchos y diverso actores los que ingresan al movimiento, sobresaliendo, por un lado, un grueso número de organizaciones sociales y comunitarias, algunas con fuerte base territorial, como las articuladas en una especie de sub-movimiento denominado Compromiso Comunitario (y que en esencia era la transfiguración de otras redes como la Red de Planes Zonales y la Red de Organizaciones Comunitarias de Medellín), y por el otro lado, un gran de número voluntarios profesionales vinculados a la empresa privada, profesionales jubilados de empresas estatales y profesores universitarios y académicos en ejercicio, sin dejar de mencionar un grande y significativo número de jóvenes estudiantes, provenientes en lo principal de universidades públicas y privadas, que ingresaron y le imprimieron una dinámica bastante alegre al movimiento, permitiendo que este fuera un espacio de mayor creatividad y construcción inter-generacional, a tal punto, que esta etapa también puede ser considerada como la del “caos creativo”5. Un papel menos protagónico, pero no menos importante lo cumplen algunos empresarios6, que a título individual aportarán recursos económicos y logísticos al movimiento, fuera de los que el propio movimiento consigue a partir de donaciones en dinero y especie de todos sus miembros. En la tercera fase no hay un crecimiento significativo en cuanto a los actores, pero si algunas salidas y transformaciones en la composición del Expresión en 1999 del entonces candidato Sergio Fajardo. Empresarios que de alguna manera son una disidencia dentro de la élite empresarial, en su mayoría perteneciente al partido conservador. 5 6 VIRAJES 249 Omar Alonso Urán Arenas movimiento, debido principalmente a dos hechos que convergen: primero, el reagrupamiento político nacional en torno a partidos emergentes como el Polo Democrático Alternativo y el Partido de Unidad Nacional, los cuales, a su vez en alianza con los otros dos grandes partidos tradicionales (Liberal y Conservador) impulsaran el segundo hecho, la reforma política de 2003, la cual buscará facilitar una democracia de pocos y grandes partidos políticos. Lo cierto es que la mayoría de miembros del movimiento permanecen sin tomar una opción partidista clara, pero, teniendo en cuenta que algunos de los fundadores de Compromiso Ciudadano son a su vez impulsores de estos procesos partidistas, se les planteará el dilema de fortalecer sus respectivos partidos y acatar la disciplina de los mismos, o fortalecer el movimiento en reconocimiento de una historia común y compartir espacios con quienes son considerados la oposición política. Quienes más padecen esta tensión son las organizaciones sociales, obreras y comunitarias que hacen parte del movimiento, la mayoría de las cuales impulsó el proceso de construcción del Polo Democrático, no sólo en la región, sino también en el país, lo que conducirá, en algunos casos, al distanciamiento con el movimiento, como el caso de la dirigencia cooperativa, o a la fractura político-electoral de sub-movimientos como Compromiso Comunitario, en la medida que casi que la mitad de los mismos se decide apoyar sin ambigüedades al Polo Democrático y la otra mitad a Compromiso Ciudadano, pero sin romper sus otros vínculos sociales y políticos cono red de organizaciones comunitarias y red de planes zonales. Para otros individuos se plantea un asunto considerado en la reforma política de partidos de 2003 como de doble militancia, pues en tanto en lo nacional siguen las directrices de su partido en lo local se apartan de las mismas. La última fase es también bastante confusa, en la medida que llegan nuevos actores, muchos de los cuales hacían antes parte de partidos tradicionales, bien sea como dirigentes políticos o lideres de base y que se declaran ahora miembros del movimiento, algo considerado positivo desde el punto de vista electoral, pero considerado por muchos miembros del movimiento como actitud oportunista que puso a los valores éticos que sustentan esta construcción histórica. Sin embrago, este apoyo se manifestó en las urnas en la contienda electoral de 2008, cuando, además de elegir alcalde al periodista y escritor Alonso Salazar, se eligieron 3 concejales (de un Concejo Municipal de 21), a diferencia de la primera elección donde se eligieron 2, uno de los cuales antes de iniciar periodos ya se había declarado del partido liberal. En esta nueva situación política y normativa (ley de bancadas) los tres concejales7 se deciden a impulsar más de lleno la 7 Dos elegidos bajo la lista del Partido Alianza Social Indígena y otro bajo un movimiento legalizado por firmas y llamado Jóvenes con Compromiso. De los tres concejales uno repite. 250 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... construcción del movimiento político y a reunirse más con la base social del movimiento para esta tarea. Como resultado sorprendente de esta orientación el enorme salto en Juntas de Acción Comunal cuyas directivas y dignatarios fueron elegidas a nombre del movimiento en 35 juntas, cuando antes no pasaban de 5. Los actores del movimiento y la relación con sus opositores. De las entrevistas y observaciones realizadas se puede concluir que fueron tres los actores (reales e imaginados) considerados como los opositores a vencer: los dirigentes corruptos y clientelistas, ubicados sobre todo al interior de los partidos tradicionales; las bandas delincuenciales y grupos paramilitares; y por último las guerrillas y grupos de milicias en la ciudad. Aquí se hace necesario aclarar tres cosas. Primero, que el movimiento, excepto cuando se refiere a la corrupción, la violencia y la politiquería de manera general y abstracta, se ha abstenido de personalizar o concretar en un grupo determinado el foco de sus críticas. Segundo, que si bien los actores vinculados a la delincuencia y el paramilitarismo aparecen, junto con los actores politiqueros, como quienes más concentran la enemistad y oposición del movimiento, en el ejercicio de gobierno las relaciones se han orientado en lo fundamental por criterios jurídicos y bajo los acuerdos del proceso de negociación, por lo que a veces, y con relativa frecuencia, muchos integrantes del movimiento se sintieron incómodos cuando sus dirigentes en el gobierno comparten silla o escenario con los representantes de estos grupos y no ejecutan una política de deslegitimación y judicialización más directa. Y tercero, con respecto a las milicias es necesario decir que aquellas que se desmovilizaron en diferentes procesos de negociación con el gobierno nacional, durante los años 1990 e inicios de los años del 2000, pertenecían al viejo EPL y a la Corriente de renovación Socialista del ELN, las cuales, en su mayoría, ya reconvertidas en organizaciones civiles, apoyaron la constitución del movimiento y la campaña de Sergio Fajardo a la alcaldía. Contradicciones de base, valores y discursos que nuclean el movimiento. La situación de la ciudad al momento de configurarse el movimiento en su segunda etapa y que motivó fuertemente el ingreso o participación en el mismo, fueron, según su orden de importancia para los propios VIRAJES 251 Omar Alonso Urán Arenas protagonistas los siguientes: (i) politiquería8, clientelismo, escándalos políticos y cansancio con la forma de gobernar, (ii) altos niveles de corrupción, (iii) delincuencia, violencia generalizada y conflicto urbano militar, (iv) cansancio de sólo criticar y no hacer nada, (v) ansiedad de cambio, combinado con deseos de participar pero sin saber cómo. (vi) buscar una forma de superar el miedo y encontrar esperanza. Aunada a esta “perspectiva cívica”, que hunde sus raíces en la propia historia de la ciudad en la primera mitad del siglo XX (Botero, 1996) y que buscó concretarse en el primer lema compartido y creado colectivamente por el movimiento (“con todo el espíritu cívico de Medellín”), se unían también otras consignas, como la de la red de organizaciones comunitarias y red de planes zonales, agrupadas en Compromiso Comunitario, y que decía “sin poder político no hay desarrollo”; pero también las consignas de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) en torno a la concertación y la defensa del derecho al sindicalismo en un momento de alta debilidad y reducción de sus afiliados (Buitrago, 2006: 245), y la de múltiples ONGs9 y centros de promoción del desarrollo en torno a la movilización ciudadana por la paz y la construcción de una esfera pública en el país. Es decir, a pesar de vivirse una situación bastante dramática en términos del conflicto armado, y en parte motivada por ella, existía una dinámica y movilización social bastante fuerte, la cual se incrementó y radicalizó políticamente ante la administración municipal en el periodo de 1998 – 2003 dada su incapacidad de coordinar o dirigir las fuerzas sociales y ayudar a superar esta situación. El conflicto fue tan violento y las víctimas tantas que otras contradicciones, como las del capital-trabajo, en el caso de los sindicalistas, quedó en un segundo plano, mucho más cuando la crisis y transformación económica iniciada en los años de 1970 obligó a los grupos empresariales dominantes, para finales de los años de 1970 y comienzos de la siguiente, a reconvertir, reducir y cerrar sus mayores fabricas, lo cual provocó que el sindicalismo, precisamente el correspondiente a la industria privada, se redujera ostensiblemente, perdiendo este en conjunto el gran peso de convocatoria y movilización que tenía hasta entonces, mucho más cuando debido a su marcado corporativismo no construyó lazos estrechos y solidarios con otros grupos y movimientos sociales. Es precisamente en este escenario movimentista que se da una de las primeras oportunidades que los representantes del sindicalismo tienen de interactuar y llegar a acuerdos Politiquería es un colombianismo que denota la perversión de la práctica política. Según la Real Academia de la Lengua: “Tratar de política con superficialidad o ligereza; hacer política de intrigas y bajezas”. 9 A este respecto es importante señalar la participación de las ONGs asociadas y agrupadas en torno a Viva la Ciudadanía, una figura de segundo nivel que reunía política y operativamente varías ONGs del país y de la ciudad, y cuyo apoyo político y logístico fue fundamental para la constitución del movimiento. 8 252 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... de ciudad con otros actores que nos sean sus tradicionales interlocutores, el estado o los empresarios10. Y aunque no aparece en primer lugar dentro de las motivaciones mas explícitas de los actores e integrantes del movimiento la equidad y la generación de riqueza para la ciudad, lo cierto es que también existe una creciente preocupación con el asunto del empleo, lo cual se puede observar de manera más evidente y con mayor centralidad cuando se observan y analizan los documentos-resultado de los procesos en los cuales estos actores también se encuentran e interactúan (o han interactuado). Nos referimos, por ejemplo, al Plan Estratégico de Medellín y el Área Metropolitana, los Planes de Desarrollo Zonal y los informes de la Veeduría Ciudadana al Plan de Desarrollo Municipal. Esto nos indica, que aunque el problema estaba siendo tratado y considerado como importante, no era la cuestión que concitará las mayores preocupaciones y provocará un amplio y variado encuentro de personas más allá de los expertos académicos de algunas universidades y ONGs, los sindicatos, y algunos gremios empresariales, los cuales en conjunto observaban con preocupación la tendencia desindustrializante de la ciudad y su poca capacidad para generar empleos. Asuntos que quedaran plasmados en las actas y documentos de un espacio como la Mesa Ciudadana de Empleo, cuyos análisis y recomendaciones alimentarán en gran parte el programa económico del movimiento. Serán fundamentalmente valores como el respeto por la vida, la honestidad, la equidad social y la participación en los asuntos públicos los que entren en juego y cumplan papel de ayudar a integrar el movimiento y facilitar su acción, en la medida que expresan y representan lo que para el movimiento eran los problemas principales: (i) el irrespeto por la vida y por la diferencia, representado en el gran número de homicidios cometidos por organizaciones paramilitares, guerrilleras, narcotraficantes y bandas delictivas, (ii) la captura y apropiación de los recursos públicos con fines privados, especialmente por parte de agentes de los partidos políticos en connivencia también con organizaciones sociales y empresas privadas, (iii) el creciente número de personas consideradas pobres en la ciudad, y (iv) la exclusión de los espacios de decisión política a las mayorías y de ejerció de la ciudanía, especialmente a las mujeres. Estos valores se dejan ver en los 10 principios que de manera colectiva y abierta elaboró el movimiento en sus Siguiendo a Buitrago (2006: 244) esto también es consecuencias de las decisiones de la CUT en 1996 de pasar no sólo a centrarse en movilizaciones reivindicativas sino también a buscar espacios de acción y reconocimiento político en otras esferas de la sociedad como estrategia de contención y superación de su crisis interna. 10 VIRAJES 253 Omar Alonso Urán Arenas inicios en 1998: Valores consensuados del movimiento Compromiso Ciudadano. Tomado de: de: www.compromisociudadano.org.co Con base en el desarrollo de la conflictividad socio-política en la región, y teniendo en cuenta estos principios, podemos afirmar que en conjunto se trata más de un movimiento político con una fuerte orientación cultural que de un movimiento social, en el sentido tradicional, que desarrolla una oposición o contradicción económica o de clases. Se trata de un movimiento que emerge sobre las contradicciones y vacíos de la cultura paisa tradicional, qua aunque fundada en un ethos del trabajo, con gran apego a la familia y valorización ideal de la madre, será una cultura que (i) comportará gran valorización de la picardía y la astucia como medios para hacer dinero, así ello signifique el engaño del otro, no importa que para ello haya que romper o transgredir la norma, (ii) le dará más valor a la permanencia y 254 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... establecimiento de relaciones familiares y de amistad que a la construcción y comportamiento según códigos y normas públicas, lo que permite explicar en gran parte el establecimiento de relaciones clientelistas y de compadrazgo en la política, más allá de principios ideológicos o fines políticos mismos, sino como un código de conducta esperado en cualquier situación pública o privada, y (iii) se fundará en valores patriarcales y aristocráticos, según los cuales, entre menos democracia y mayor concentración del poder en pocas personas (oligarquía), mucho mejor. Este movimiento se pondrá en la perspectiva de cuestionar profundamente el modelo de desarrollo traído en la región hasta entonces – sin plantearse necesariamente una discusión sobre la transformación en el modo de producción regional – radicalizando en su imaginario la valoración de lo público, sin ser necesariamente equiparado a lo estatal, aunque lo incluye. Esto es observable en varios puntos que sirvieron de aglutinación al movimiento: (i) la defensa de la propiedad de la Empresas Públicas de Medellín (EPM)11 y otras empresas municipales, como factor de desarrollo regional y equidad social, (ii) las rentas e ingresos municipales como dinero público que debe ser considerado sagrado y no apropiado u orientado con fines privados, (iii) el espacio público, la calle, los parques, plazas y equipamientos colectivos como lugares de encuentro, nivelación social y ejercicio de ciudadanía, y (iv) la deliberación y participación ciudadana como procedimiento para la construcción de políticas públicas y el mantenimiento de un espacio público autónomo de la sociedad con respecto al estado. Estos puntos, más lo expresado en los 10 principios, coinciden en gran parte con lo que es considerado como la utopía o sueño de muchos de las y los integrantes al ingresar al movimiento, revelado en frases12 como: EPM surge a mediados del siglo XX como integración de las empresas municipales de agua, energía y teléfonos. Las EPM, además de factor y plataforma productiva que servirá a las necesidades industriales de la ciudad va a cumplir un papel de liderazgo fundamental en la planeación y estructuración socio-espacial del territorio urbano-regional, y en particular, en servir en factor de mejoramiento de la calidad de vida e integración social de una vasta población de inmigrantes que venían a poblar las laderas de la ciudad, en la medida que, no importaba cual fuera el método de urbanización (formal, pirata u ocupación) las EPM conectaba con eficiencia esta nuevas unidades de vivienda a las redes de servicios públicos, dando para muchos un reconocimiento de facto de su posesión y de su condición de morador de la ciudad, lo que también se va a traducir en un gran sentimiento de apoyo y respaldo a esta empresa. 12 Estas frases y las que se transcriben más adelante son extraídas de entrevistas estructuradas a diverso miembros del movimiento, en los cuales se incluyen tanto activistas de base como algunos que ocuparon cargos públicos, en su mayoría profesionales de clase media. 11 VIRAJES 255 Omar Alonso Urán Arenas “Compromiso Ciudadano es, en mi pequeño mundo, el cumplimiento de esa gran utopía que significa un gobierno limpio y amplio”. “El gobierno de la juventud, de la academia, de interés por lo social; sobre todo una ciudad gobernada por gente que si le interesa la ciudad, la población, el desarrollo humano”. “Una ciudad gobernada por políticos de verdad, que se sientan orgullosos de ser políticos !no corruptos!” “Una ciudad en desarrollo, activa, con inclusión”. “… que la ciudad fuera manejada de otra manera, que los problemas reales fueran atacados, que los recursos públicos fueran bien utilizados y no usados para fines privados y personales, por supuesto que hubiera mas inversión social y una mejor lucha contra la violencia”. “En una perspectiva a mediano y largo plazo, la recuperación de la política como la preocupación por lo común, lo que es de todos y por lo tanto de un marco ético y filosófico que permita avanzar hacia el socialismo del siglo XXI”. “Participar para construir una ciudad abierta, democrática, justa y libre”. El encuentro, interpenetración y co-modificación en la Medellín de los años de 1980 de cuatro grandes vectores de acción y sentido como la lucha armada guerrillera, los movimientos cívicos urbanos, la economía del narcotráfico y la reconversión industrial, será el crisol espacio-temporal en el cual se recrearan identidades y valores colectivos, generando, a nuestro modo de ver dos grandes matrices socio-mórficas y axiológicas: por un lado las estructuras socio-militares convergentes de paramilitarismo y narcotráfico – con capacidad de subordinar otros grupos delincuenciales y pervertir la acción de una fuerza pública que a veces los tolera y busca funcionalizarlos en el combate contra-insurgente, y por otro lado, un entramado más o menos difuso y policéntrico de pequeños grupos, organizaciones y redes sociales, culturales y comunitarias, buscando, en primer lugar una acción colectiva de resistencia y protección a la escalada de violencia y miedo administrado, y en segundo lugar un replanteamiento de sus valores tradicionales (patriarcal y mercantilmente orientados), de cara a una política que articule inclusión social y desarrollo económico. Es desde esta segunda matriz que empieza a salir para los años de 1990 el gran grueso de personas e iniciativas que más adelante configuran, en su primera y segunda etapa, el movimiento Compromiso Ciudadano, con la ayuda catalítica de la crisis ideológica de 1989 (caída del Muro de Berlín) – que llevó a que muchos obviaran y evitaran las discusiones ideológicas, sobre todo aquellos provenientes de organizaciones y movimientos de izquierda, y centraran su actuación sobre valores, acciones y proyectos 256 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... específicos. A ello ayudó también la Constitución Política de 1991, que, en cuanto resultado legítimo de un proceso político de negociación gobiernoguerrillas y de convocatoria ciudadana (movimiento ciudadano por la séptima papeleta), de amplia participación electoral y abierta deliberación política, permitió la nucleación de valores y discursos en torno a las nociones como las de estado social de derecho, ciudadanía, concertación, diversidad y desarrollo humano. Principales logros durante los primeros cuatro años de gobierno del Movimiento Compromiso Ciudadano Después de 8 años de gobierno y 12 de aparición pública en sociedad del movimiento se pueden observar cuáles han ido sus logros, tanto desde una perspectiva subjetiva a partir de los propios integrantes del movimiento, como desde una perspectiva objetiva externa. Desde la perspectiva de subjetiva de los integrantes, y en sus propias palabras, destacamos: * Haber demostrado que si se podía, que por fuera de los partidos tradicionales en Colombia si se podía lograr gobernar, y además hacerlo muy bien. * Ganar dos certámenes electorales y el manejo por dos períodos consecutivos de una de las Alcaldías más importantes del país, y desde allí, diseñar, planear y ejecutar, un modelo de gestión pública que ha sido innovador e impactante. * Convencer y comprometer a la ciudadanía de manera responsable con el futuro de la ciudad, del país y de la sociedad. * Demostrar una forma de gobernar con inteligencia y participación. * Re-dignificar la política en la ciudad y mostrar que hay caminos para ser feliz mas allá que el dinero o el poder. * Agrupar en un mismo movimiento a viejos y jóvenes, gentes de izquierda y de derecha, clases medias y populares, a partir no de ideologías sino de principios de vida y comportamiento. Como se puede observar la gran mayoría de logros no se califican en términos de resultados materiales sino en términos de la propia subjetividad de la acción colectiva: el poder constituirse, demostrarse a sí mismo y a otros que si se podía llegar al poder local sin recurrir a “viejas” prácticas políticas (clientelismo, falsas promesas, compra de votos) y desde allí implementar un modelo de gestión pública basado en honestidad, transparencia y participación. La percepción de estos hechos como logros es altamente VIRAJES 257 Omar Alonso Urán Arenas coherente con la orientación racional de acuerdo a valores en la que se funda este movimiento y que en su núcleo fundamental se pueden sintetizar con la combinación de las respuestas de dos entrevistados: “re-dignificar la política” y “comprometer a la ciudadanía de manera responsable con el futuro de la ciudad”. En términos un poco más concretos, estos valores se traducen y dejan ver en acciones y proyectos como el de planeación local y presupuesto participativo, ferias de la contratación pública y rendición de cuentas a la ciudadanía y los proyectos de urbanismo social. Críticas y dificultades que enfrenta este movimiento de cara a su discurso y potencial utópico. La mayor dificultad que observan las y los integrantes del movimiento radica en ciertas ingenuidades y personalismos que opacan la necesidad una organización política más clara y estructurada que permita permanencia, acción política y proyección nacional sin caer en el caudillismo. En otros términos, lo que se observa es una búsqueda y un reclamo por dejar de ser simplemente movimiento y pasar a ser algo mas estructurado, algo más cercano a la figura del partido político. Dificultades percibidas por integrante del movimiento La falta de una estructura más organizada… de mas lideres que puedan ser reconocidos, para no caer en el caudillismo y que permita darle continuidad al movimiento, para que no sea cosa de una o dos alcaldías y chao. La falta de estructura organizativa permanente y un esfuerzo sistemático de formación política que de mayor efectividad a la conciencia y la participación política como medio y fin del proyecto o movimiento, antes, durante y después de las elecciones, desde o por fuera del gobierno; como ejercicio permanente y expresión de ciudadanía emancipada y activa. Demasiado desapego por lo político, lo que ha dificultado la labor de organización política. No hemos dado pasos importantes hacia la constitución de un gran movimiento nacional (o al menos regional) y damos la imagen de ser una estructura meramente electoral. 258 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... Errores percibidos por integrante del movimiento Durante el gobierno de Fajardo cerramos las puertas, cada quién se dedicó a lo suyo, y nos dio mucha dificultad salir del aperezamiento para apoyar la candidatura de Alonso Salazar. Fue un error que nos puso a trastabillar. No ocuparnos de ser un Movimiento … sobre todo que no nos hemos organizado, creo que estamos viviendo de las figuras, y así no se puede… No haberle dedicado más tiempo y más energía a lo anterior [la organización], que sigue siendo nuestro gran talón de Aquiles. Algunos de los aliados [para la segunda campaña electoral] fueron empoderados sin mayor responsabilidad ni compromiso con el proyecto, ni con la ciudad. La presencia de partidos que no se identifican con los principios fundamentales del movimiento y que de manera pragmática y utilitarista adhirieron o hicieron parte de la “coalición”. Dejar que pocos vayan tomando decisiones sin control alguno, sólo porque se confía en ellos. Podemos ver cómo los errores coinciden fuertemente con las dificultades, lo que quiere decir que la dificultad no se percibe como algo externo sino como algo propio y relativo al propio movimiento, A su vez nos muestran la dificultad de la coherencia frente a coaliciones o alianzas, algo propio a la lógica de partidos políticos, lo cual se produce desencuentros e desidentificaciones que algunos califican como violación de los propios principios constitutivos del movimiento. Ello refleja una enorme tensión de desarrollo al interior del movimiento: como crecer y proyectarse políticamente como una organización con roles estructurados, tipo partido, pero evitar los peligros que todo crecimiento político encierra, principalmente en el campo electoral y asociado al problema de con quién se alía el movimiento. Vamos a ver si con la pregunta en torno a los retos del movimiento de cara al futuro se puede avanzar en pistas de desarrollo y despliegue de esta tensión Retos percibidos por integrante del movimiento Definir su estructura de secretariados, mandos locales y regionales, asambleas, representantes, etc., que ayude a la constitución de un partido. VIRAJES 259 Omar Alonso Urán Arenas Consolidarse como un movimiento político nacional, crear una estructura local democrática, representativa, descentralizada, con comisiones temáticas, responsabilidades permanentes, seguimiento y soporte técnico y académico oportunos. Construir un programa o agenda nacional y un plan de organización (de masas, como decíamos antes). Construir un movimiento más orgánico, más regional y nacional, con instancias claras para tomar decisiones, con voceros públicos reconocidos, para poder empezar a sumar toda la gente que quiere que esto continúe. .. dejar de creer que con lo que hemos ganado lo tenemos ya, siento a veces una actitud triunfalista que no ayuda. Identificar y promover uno o dos líderes del corte de Sergio Fajardo: jóvenes, talentosos, ejecutivos, brillantes, conciliadores. Honrar y reforzar los principios aprobados y que nos convocaron a muchos ciudadanos. Tomar clara distancia de la clase política tradicional. Profundizar y Desarrollar las Bases Populares del Movimiento. Formular participativamente un Plan Estratégico a 10 años. Afinar el proyecto económico para la ciudad. Fortalecer su visón cultural sobre el sentido de la vida y el desarrollo humano. Se observa pues que, en su mayoría, los retos percibidos son coherentes con la formulación anterior de errores y dificultades, en especial en cuanto a la construcción de una organización política nacional mas estructurada, el desarrollo del programa y la observancia de los principios y valores primordiales. Sin embargo, la recurrencia a la cuestión organización/ valores refleja una auto-referenciación del movimiento y cierta incapacidad (¿o desprecio?) en la lectura de los adversarios políticos y su entorno, que se resume, la mayoría de veces, a una lectura crítico-moral de los partidos políticos tradicionales. No aparece, tanto en las entrevistas como en otros documentos producidos por el movimiento, el accionar presente y futuro de actores políticos y armados con grandes cuotas de poder en la ciudad y el país, y en especial, en lo que respecta precisamente a la continuidad y crecimiento del movimiento. A nuestro modo de ver, fuera de las tensiones y dificultades internas y cotidianas, normales en cualquier movimiento o acción colectiva, está el reto de cómo enfrentar o hacerle el quite al otro, al opositor frente al cual el movimiento construye gran parte de su identidad. Nos referimos en especial a las estructuras del narcotráfico, del paramilitarismo, las organizaciones guerrilleras y a la maquinaria política todavía existente. Y aunque frente al paramilitarismo y la guerrilla parece estar un poco claro lo estratégico260 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... político (negociación y ejercicio del monopolio de la fuerza), no aparece claro en lo táctico-cotidiano del movimiento el cómo enfrentar los riesgos y posibles amenazas derivadas de estar confrontado estos poderes, los cuáles sin duda no van a estar quietos y, desde la historia del país, y su periódica emergencia de “fuerzas oscuras”, lo más probable es que ejerzan algún tipo de coacción violenta contra el movimiento. Y es aquí donde una de las dificultades/errores planteados por algunos de los participantes cobra sentido más allá de la crítica al proceso político interno y deviene factor de riesgo: la tendencia al caudillismo y la falta de una más o menos estable y redundante organización (en el sentido topológico del término) fragiliza y compromete el futuro político del movimiento de cara a las tareas que se plantea y los enemigos/opositores reales que su ideario y acciones políticas enfrentan. Algo de esto ya se empezó a evidenciar con la denuncia de un complot armado contra la imagen (e incluso contra la vida) del alcalde Alonso Salazar y detrás del cual parece estar una coalición de algunos reinsertados y personajes del clientelismo político tradicional. Al respecto son dicientes las palabras de un concejal liberal que apoyó al alcalde en su elección, reconocido por su seguimiento y denuncias a actividades de corrupción dentro de la administración pública municipal y departamental: “Esa clase política corrupta no permite ni va a permitir que este proyecto político continúe por 12 años. Lo toleró 4 años, otros 4 lo aguanta, pero 12 no lo van a permiten… Mientras en la ciudad exista Carlos Pesebre, Douglas, Gancho, Ferney y Yiyo, el alcalde no puede dormir tranquilo”13. De suerte tal que si desde las estructuras de oportunidad simbólica14, de acuerdo a los cambios culturales que han venido ocurriendo en el país urbano en los últimos años, el ambiente se muestra favorable para el futuro del movimiento, no se puede decir lo mismo desde las estructuras de oportunidad política, donde, de acuerdo a los acontecimientos relativos a la “parapolítica15” gran parte del congreso y del mismo ejecutivo se encuentra controlado por una coalición que integra a la clase política tradicional clientelista con hacendados terratenientes, ambos con fuertes y demostrados nexos con grupos paramilitares y narcotraficante, y Bernardo Alejandro Guerra. El Colombiano. Medellín, 16 de octubre de 2008. Douglas, Pesebre y otros son nombres de reconocidos criminales narcotraficantes y mafiosos de la ciudad. 14 En el sentido dado por Uran (2000: 20) de “el conjunto dinámico de relaciones que posibilita o no, la creación de un circuito más o menos estable de signos y significados, materializados y puestos en escena a través de estilos de vida particulares”. 15 Con el término de parapolítica se conoce el esacndolo y proceso jurídico en el que se vincula a reconocidos políticos del país con grupos y agentes paramilitares (narcotraficantes y de extrema derecha). 13 VIRAJES 261 Omar Alonso Urán Arenas legitimados políticamente en su discurso y guerra contra las FARC y que no está para nada interesada en un cambio generalizado ni de estructuras ni de cultura política, en lo que Garay (2008) ha denominado “la captura y reconfiguración cooptada del estado en Colombia”. Llegados a este punto tenemos que reconsiderar un poco nuestra hipótesis en términos de que la proyección y sostenibilidad del contenido utópico y transformador del movimiento no sólo radica en una ampliación real de los escenarios de participación y decisión ciudadana, en la potencialización de una nueva institucionalidad reflexiva y autoinstituyente, sino que también radica en la capacidad de contención, quite y superación de las estrategias de desarticulación del movimientos por parte de sus opositores declarados, los cuales no sólo recurren a instrumentos legales sino también a estrategias violentas y clandestinas. De allí que, desde una opción por la civilidad y la democracia como la que ha adoptado el movimiento, su reto mayor consiste en movilizar e integrar en su dinámica el mayor número de ciudadanos haciéndolos conscientes de este riesgo, no instrumentalizando o cosificando los escenarios creados de participación ciudadana, sino por lo contrario, permitiendo que de allí emerjan nuevos liderazgos, que aunque a veces con necesarias posturas críticas frente a la administración, reciban de esta todo su apoyo y protección, en la medida que ellos y ellas son el resultado y producto de la misma acción intencionada de las políticas públicas de renovación política del movimiento y garantía de su sostenibilidad no como mero instrumento electoral sino como vehículo político de transformación social. A modo de conclusiones En el movimiento Compromiso Ciudadano de la Ciudad de Medellín, que aparece en la escena público-política en el año de 1998, no expresa solamente una inconformidad coyuntural sino también, y fundamentalmente, la trayectoria resultante de un complejo de interacciones políticas datadas desde inicios de los años de 1980 en las que se pasa por momentos de movilización revolucionaria, hornadas de acciones contrainsurgentes, caos y terror narcotraficante, negociación política, movilización pro-societaria, barbarie paramilitar y acciones de compromiso ciudadano. La violencia política y del narcotráfico, así como el clientelismo y la corrupción administrativa, serán las constantes sobre la que se configuraran los valores y sentidos de la acción de este movimiento en el que se encuentran y co-modifican ideales revolucionarios, reformistas 262 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 237-264 Movimiento político compromiso ciudadano de la ciudad de Medellín: entre utopía cívica... y humanistas del pasado con actitudes éticas y pragmáticas del presente que buscan provocar y articular cambios en la cultura política a la vez que avanzar en la equidad social. Compromiso Ciudadano permitió en su época de surgimiento llenar un vacío de sociabilidad política, de acción y utopía, que había quedado desde finales de los años de 1980, bien fuera por la desaparición de grandes organizaciones de izquierda (A Luchar, El Frente Amplio, M-19, etc.), el debilitamiento de los movimientos cívicos urbanos, o por el descabezamiento de movimientos político-reformistas como el Nuevo Liberalismo, en cabeza de Carlos Galán. Este contenido utópico se refleja fuertemente en los valores y principios que orientan el movimiento, así como en el gran contenido de acción y trabajo voluntario desinteresado que el movimiento ha sido capaz de atraer e incorporar. En esta dirección, el éxito y reconocimiento de un alcalde como Sergio Fajardo al frente de la Alcaldía de Medellín, además de su convicción, carisma y capacidad profesional, se debe en gran parte a la puesta en juego, tanto a la producción social acumulada existente en la ciudad (Seminarios de Alternativas de Futuro, Plan Estratégico, Mesas de Trabajo Ciudadano, Veeduría Ciudadana, entre otros) como a las confianzas e identidades previamente construidas que el movimiento Compromiso Ciudadano supo recoger y transformar en su programa de gobierno y que, junto a un equipo proveniente en su mayoría del mismo movimiento, ejecutó el alcalde Sergio Fajardo y continúo en alto grado la administración de Alonso Salazar. Sin embargo, el vaciamiento interno de liderazgos, en gran medida por su incorporación a la administración pública, dejaron al movimiento sin personas con experiencia y proyección política, reforzando la centralidad de Sergio Fajardo y debilitando la nucleación simbólica y política del movimiento que, una vez enfrentado a procesos y coyunturas nacionales, no fue capaz de mantener su identidad orgánica, diluyéndose en dos partidos políticos de un campo ideológico similar, debilitando la coalición social y política de base. Ello nos lleva a decir, que en una estructura de oportunidad política como la de Colombia, depender de liderazgos fuertes y carismáticos, si bien facilita la acción mediático-electoral, es a su vez un riesgo para el desarrollo estratégico y a largo plazo del movimiento, tal como la mayoría de los miembros de este movimiento así mismo lo han expresado. VIRAJES 263 Omar Alonso Urán Arenas Referencias AMNESTY INTERNATIONAL. 1994. 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Autor: Jose Curto Técnica: Fotografía VIRAJES MILITANDO CON EL GOBIERNO EN TIEMPOS DE LAZOS POLÍTICOS FLUCTUANTES: UN ESTADO DE LA CUESTIÓN COMO PUNTO DE PARTIDA PARA ABORDAR LA MILITANCIA OFICIALISTA EN ARGENTINA Y BRASIL DESDE KIRCHNER Y LULA DOLORES ROCCA RIVAROLA* Recibido: 12 de febrero de 2013 Aprobado: 30 de mayo de 2013 Artículo de revisión * Becaria de investigación posdoctoral en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – CONICET–, con sede de trabajo en el Instituto de Investigaciones Gino Germani –IIGG– (UBA-Argentina), en el equipo de investigación “Las Nuevas Formas Políticas”. Actualmente, desarrollando el proyecto “La militancia política desde sus propios protagonistas en tiempos de fluctuación de las identidades políticas: concepciones sobre la militancia en organizaciones oficialistas en Brasil (2002-2009) y Argentina (2003-2009)”. Docente de Historia Contemporánea en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Licenciada en Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires. Doctora en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires. Título de la tesis doctoral, defendida en agosto de 2011: En torno al líder: Relaciones y definiciones de pertenencia dentro de los conjuntos oficialistas de Luiz Inácio Lula da Silva (2002-2006) y Néstor Kirchner (2003-2007). E-mail: [email protected] VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:... Resumen El presente trabajo recorre dos líneas básicas de investigación en las ciencias sociales, con el objetivo de construir un estado de la cuestión con un doble carácter. En primer lugar, presenta diferentes estudios que han advertido cambios significativos en la representación política, mostrando una considerable fluctuación en el comportamiento electoral y una declinación en la membresía de los partidos y en lo que solían ser sus electorados constantes. En segundo lugar, delinea un bosquejo de las discusiones e investigación sobre la militancia política, principalmente del campo académico anglosajón, el francés, el brasilero y el argentino. Esta revisión de dos partes se propone como un punto de partida desde el cual abordar, en posteriores trabajos, las concepciones presentes en militantes oficialistas en Argentina y Brasil acerca de su propio activismo político, en un contexto de intensa fluctuación de las identidades políticas y del comportamiento electoral. El doble carácter de este estado de la cuestión se funda en la idea de que esas condiciones en la representación política impactan sobre los modos en los que estos militantes conciben y llevan adelante su propia actividad política. A lo largo de la presente revisión, por tanto, se resaltan interrogantes y argumentos por parte de autores considerados fundamentales para un desarrollo futuro de nuestras propias hipótesis. Palabras clave: militancia política, gobierno, identidades, Brasil, Argentina. BEING A GOVERNMENT-SUPPORTING ACTIVIST IN TIMES OF FLUCTUATING POLITICAL TIES: A STATE OF THE ART AS A STARTING POINT TO DEAL WITH GOVERNMEMT SUPPORTERS MILITANCY IN ARGENTINA AND BRAZIL FROM KIRCHNER AND LULA. Abstract This paper revisits two basic lines of research within Social Sciences, in order to build a double-character state of the art. First, it presents different studies that have observed significant changes in political representation, showing considerable fluctuation in electoral behavior and a decline in political parties’ membership and in what used to be their regular voters. Second, it draws an outline of discussions and research on political activism, mainly from the Anglo-Saxon, French, Brazilian and Argentinian academic fields. This two-part state of the art is set to be a starting point from which to approach, in future work, the conceptions held by government-supporter militants in Argentina and Brazil on their own political activism in a context of intense fluctuation in political identities and electoral behavior. The double character of this state of the art is based on the idea that those conditions in political representation have an impact on the way these militants conceive and carry out their own political activity. Therefore,throughout this review, unanswered questions and arguments by authors that have been considered fundamental for a future development of our own hypotheses are highlighted. Key words: political activism, government, identities, Brazil, Argentina. VIRAJES 269 Dolores Rocca Rivarola Introducción Los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner, y luego los de Dilma Rousseff y Cristina Fernández de Kirchner, han exhibido un escenario en cierto modo paradójico. En términos de los distintos procesos electorales que tuvieron lugar durante el período, podían observarse notables fenómenos de fluctuación en las candidaturas, las alianzas y el comportamiento electoral entre los distintos comicios, todos ellos enmarcados en tendencias generales de desafección ciudadana respecto de los partidos, tendencias analizadas por estudios que serán mencionados más adelante en este trabajo. Paralelamente, sin embargo, las bases de sustentación activa de estos gobiernos –conjuntos que he denominado oficialismos1– vieron desarrollarse y consolidarse en su seno redes de militancia sostenida en el tiempo y organizada de distintos orígenes, trayectorias y perfiles, aglutinadas fundamentalmente en torno a su apoyo a la figura presidencial. Esa paradoja suscita algunos interrogantes. En primer lugar, cómo construyen y reconstruyen los dirigentes y militantes de organizaciones políticas y sociales oficialistas sus concepciones sobre la militancia política en un escenario de intensa fluctuación de las identidades2 políticas, y de partidos que han perdido su capacidad de 1 El uso del término oficialismo (Rocca Rivarola, 2011) ha sido un modo de abordar las bases de sustentación organizada de los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil (primer mandato), y Néstor Kirchner, en Argentina, distinguible de las nociones de partido oficial y de coaliciones partidarias. Ello porque, dadas las particularidades del escenario político en esos años, pensar esos conjuntos en términos de partidos gobernantes implicaba una reducción forzada de la amplia heterogeneidad de sectores que conformaban la órbita política de ambos presidentes. El oficialismo refiere, así, al conglomerado de sectores organizados que fueron confluyendo, alejándose y realineándose en torno de las figuras de Kirchner y Lula (y luego de Fernández de Kirchner, y Rousseff); la base organizativa en la que se sostenía el presidente, y cuyas organizaciones y espacios políticos desarrollaron manifestaciones públicas de apoyo a la política oficial o a la figura misma del primer mandatario. 2 Cabe aclarar en este punto que este trabajo toma, para definir las identidades, una perspectiva conceptual que las concibe no como un conjunto de cualidades predeterminadas, sino como una construcción nunca acabada, abierta a la contingencia, inmersa en el juego de las diferencias e íntimamente vinculada a la cuestión de la representación (Arfuch, 2002). Se trata, entonces, de identidades descentradas y vinculadas con los significados que los actores van elaborando de su propia experiencia (Elliot, 2001); identidades como fuentes de significado para los mismos actores, y construidas por ellos mismos, y que, más allá de cuál sea su origen, se constituyen como identidades cuando y si los actores sociales las internalizan y construyen su significado alrededor de esa internalización (Castells, 1997). Específicamente, la identidad colectiva delineada a partir de puntos de similitud –no importa cuán vagos, poco importantes o ilusorios parezcan– que definen la pertenencia de personas a una colectividad (Jenkins, 1996). Similitud que, a su vez, no puede ser reconocida sin simultáneamente evocar la diferenciación: definir el criterio para la membresía es también crear una frontera, más allá de la cual no hay pertenencia. Se entiende así a la identificación colectiva no solo como una cuestión interna del grupo sino como emergente en el contexto de las relaciones intergrupales (Ibíd.). Svampa (2009) resume este estado de las identidades, para el contexto de las “sociedades periféricas”, señalando la progresiva desestructuración de los antiguos marcos colectivos de socialización y del consecuente “fin de las identidades ‘fuertes’ y el ingreso a una era en la cual las identidades son más efímeras, más centradas en la subjetividad de los actores, quienes desarrollan así compromisos políticos y sociales más parciales” (Svampa, 2009: 21). 270 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:... generar lazos identitarios duraderos con el electorado. En segundo lugar, cómo experimentan esos mismos actores la militancia en el marco de su propia presencia institucional en el Estado (y de qué modo esta presencia incide sobre la posibilidad de desarrollar la militancia, o contribuye, en el caso de esos actores colectivos, a sobrellevar los desafíos del escenario antes mencionado de fluctuación y autonomización del electorado respecto de los partidos). Este trabajo no se propone responder a esos interrogantes sino, a través de una revisión bibliográfica de doble vertiente, constituirse como punto de partida para un futuro abordaje de aquellos. Se recorrerán, por tanto, distintos estudios acerca de las transformaciones en los lazos políticos y partidarios en las últimas décadas (a nivel general pero con énfasis en Argentina y Brasil, los dos casos de la investigación en curso) y, luego, se revisarán trabajos acerca de la militancia como actividad (especialmente la concepción de sus propios protagonistas) procurando construir así un estado de la cuestión doble, que constituya una base para reflexionar y abrir discusiones acerca de las modalidades y transformaciones de la militancia organizada en un contexto de identidades políticas y electorados fluctuantes. También se apunta a identificar, con el mismo, qué aspectos se han indagado ya acerca de la militancia, como por ejemplo, las motivaciones detrás del compromiso militante, y qué aspectos aún resta por observar con más detalle, como ser las formas en que los propios militantes conciben su actividad en comparación con lo que suponen tenía lugar en el pasado en aquel ámbito y cómo adaptan esa actividad a las condiciones políticas actuales. En primer lugar, entonces, se organizarán los trabajos que han reflexionado –a nivel general pero también, y especialmente, para Argentina y Brasil, identificando los contrastes entre ambos escenarios– acerca de la declinación de los partidos políticos, no sólo en las dimensiones de su conjunto de afiliados, sino también en su capacidad de suscitar en el electorado identidades partidarias y un voto constante. Esa revisión constituye una de las dos patas de lo que procura ser un estado del arte que vincule las condiciones actuales del vínculo representantes-representados en Argentina y Brasil con las concepciones acerca de la militancia en ese contexto presentes en sus propios protagonistas. Con vistas a esa articulación es que, en segundo lugar, se recorrerán investigaciones (y estados del arte sobre las mismas) que han examinado el compromiso militante y la militancia como actividad, tanto en el campo académico francés y anglosajón como desde las ciencias sociales en Argentina y Brasil, los dos casos de nuestra propia indagación. Se resaltarán, en ese recorrido algunos argumentos e interrogantes considerados fundamentales como disparadores para estudiar las concepciones sobre la militancia, sobre sus transformaciones VIRAJES 271 Dolores Rocca Rivarola respecto del pasado y sobre sus modalidades y características tratándose de organizaciones insertas en las bases de sustentación activa y organizada de un gobierno. La transformación del lazo político: los escenarios brasilero y argentino A fines de los años ochenta y principios de los noventa, distintos trabajos abordaron lo que consideraban un fenómeno de crisis en el vínculo de representación de los partidos políticos con la ciudadanía. Lawson y Merkl (1988), por ejemplo, compilaban una serie de estudios de casos nacionales (europeos y fuera de Europa, como India, Estados Unidos, Inglaterra, Japón, Alemania, etc.) que se interrogaban sobre la posible declinación de grandes partidos tradicionales y la emergencia de nuevos grupos políticos como sustitutos. Lawson argumentaba que los nuevos grupos emergían donde la función articuladora e integradora de los partidos no era bien desempeñada, y Merkl agregaba que ese fracaso de los partidos no derivaba necesariamente en la muerte o desaparición de éstos. Otros autores de la misma compilación, Rose y Mackie, en cambio, consideraban que la única definición adecuada de crisis partidaria era la desaparición del partido en cuestión. La información sobre los casos nacionales era valiosa, pero no se lograba demostrar con claridad un fenómeno de crisis generalizada de los partidos. Para los Estados Unidos, Burnham (1970) era uno de los primeros autores en resaltar la crisis de los partidos, remarcando incluso una tendencia hacia la desaparición gradual de los partidos políticos en ese país. En su ensayo “¿Realmente importan los partidos políticos?” (traducción propia), Craig (1988), por otro lado, sostenía para el escenario estadounidense la ausencia de lazos partidarios generalizados en el electorado, y postulaba dudas sobre la vitalidad de instituciones, como lo eran los partidos, que eran percibidas, según él, por un gran segmento del electorado, como irrelevantes, poco confiables o equivocadas en la mayoría de los temas en agenda. Para Craig, se había alcanzado un punto en el que muchos ciudadanos no se estaban relacionando ni afectiva ni cognitivamente con los partidos. En respuesta explícita a trabajos de Craig,3 Wattenberg (1987) argumentaba que en los Estados Unidos no había habido centralmente 3 También en discusión con otros trabajos, como Nie, Verba y Petrocik (1976), que explicaban el declive en la identificación partidaria como resultado de una creciente negatividad hacia los partidos. 272 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:... una erosión de la confianza de los electores en los partidos, que su actitud hacia los mismos no era más negativa, sino simplemente más neutral hacia ellos. Para el autor, esa neutralidad y desafección indicaba una declinación o crisis de los partidos en las últimas décadas, y llamaba incluso a una concientización del público sobre la problemática y sobre la necesidad de una revitalización de los partidos. En una retrospectiva de los estudios sobre partidos políticos norteamericanos de las últimas décadas, Fiorina (2002) volvía sobre los estudios de los años sesenta y setenta que diagnosticaban una caída de la influencia partidaria en el electorado y una erosión del voto partidario. Luego, cuestionaba las lecturas posteriores de un supuesto resurgimiento de los partidos. Para Fiorina, los indicadores de la crisis de los partidos identificados en los años sesenta y setenta seguían vigentes. En América Latina, según Novaro (1995), las interpretaciones de una crisis de los partidos y de la propia representación política empezaban a plantearse en los años ochenta, en medio de procesos de democratización en varios países de la región (Novaro, 1995: 154), y con estudios específicos de cada país. Sin embargo, la lectura de crisis o declinación de los partidos será discutida desde una perspectiva que plantea transformaciones más que la progresiva desaparición o sustitución de los partidos por otras organizaciones. Desde Europa, pero con gran influencia en la academia latinoamericana, y especialmente argentina, Manin (1992) ha reflexionado sobre la mutación sufrida por los partidos y sobre la pérdida de su capacidad de configurar y mantener vínculos políticos identitarios con la sociedad, pero no ha caracterizado esas transformaciones como una crisis sino como una metamorfosis en el formato de representación política. En primer lugar, Manin descarta la idea de crisis de representación, para inclinarse más bien por la de “desplazamientos y reacomodos” (Manin, 1992: 40), es decir, por la constatación de una metamorfosis en los lazos representativos entre los partidos y la ciudadanía, una mutación no necesariamente irreversible: A menudo se afirma que la representación experimenta actualmente una crisis en los países occidentales. A lo largo de décadas parecía fundarse en una relación de confianza, fuerte y estable, entre los electores y los partidos políticos; la gran mayoría de los electores se identificaba con algún partido político y le era fiel por largo tiempo. Hoy, un número creciente de electores vota de manera diferente en cada elección, y las encuestas de opinión revelan que aquellos que se niegan a identificarse con algún partido político también aumentan. (Manin, 1992: 9) VIRAJES 273 Dolores Rocca Rivarola Luego de presentar esa idea de crisis, rápidamente Manin toma distancia de la misma, e introduce su propia interpretación del contexto a través de la noción de metamorfosis, de desacomodos y desplazamientos, y de la emergencia de un nuevo formato de representación política. De acuerdo con Manin, la sensación de pertenencia impresa en el voto por determinado partido durante el período previo denominado “democracia de partidos” queda, en el nuevo contexto, diluida. La estrategia electoral se basa, por el contrario, en la construcción de imágenes vagas basadas centralmente en la personalidad de los candidatos, los cuales, una vez elegidos, ni siquiera permanecerán necesariamente en contacto con el sello partidario por el cual han sido electos. Este contexto, que Manin denomina “democracia de lo público”, se caracteriza, asimismo, como veíamos antes, por niveles considerables de volatilidad en el comportamiento electoral: Todos los estudios subrayan la importancia numérica creciente de un electorado flotante que no vota en función de una identificación partidaria estable, transmitida de generación en generación, sino que cambia su voto según la trama y los problemas de cada elección. (Manin, 1992: 39) La orientación del voto no solo cambia, según el autor, entre cada proceso electoral sino también, en una misma elección, entre los diferentes niveles de cargos (nacional y local, ejecutivo y legislativo, etc.). Si definimos a la identificación partidaria en directa relación con la vigencia de un voto constante (y unificado entre los distintos niveles) al partido de preferencia a lo largo de sucesivos procesos electorales, la escasa manifestación de fenómenos como la defección partidaria, y la nutrida participación en actos políticos de esa fuerza (Greene, 2004), puede advertirse que todos esos supuestos indicadores son los que precisamente han sido sacudidos por las mutaciones en el formato representativo. Otros autores, como Montero y Gunther (2002) han sostenido, en similar sentido, que los niveles de afiliación a los partidos y a sus organizaciones afines han caído significativamente (Montero y Gunther, 2002: 13)4, y han afirmado que ha habido un debilitamiento de “los vínculos estructurales y psicológicos entre los partidos y los ciudadanos, como queda reflejado en los menores niveles de identificación partidista y en el incremento de los sentimientos de insatisfacción, de cinismo e incluso de alienación política” (2002: 14). También estiman, del mismo modo que lo hará Manin (1992: 30), que el contacto virtualmente directo entre los ciudadanos y sus 4 Esta afirmación también aparece en Gunther y Diamond (2003: 174). En el caso argentino se ve, por ejemplo, cómo incluso muchos de los que permanecen formalmente afiliados a un partido político votan a otra fuerza en cada elección sin por ello desafiliarse. 274 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:... líderes políticos, posibilitado por los desarrollos tecnológicos en materia de comunicación masiva supone que esos dirigentes ya no necesiten a los cauces partidistas tradicionales, o al menos no los precisen en el mismo sentido que antes. En ese escenario de transformaciones en los partidos políticos y en el ambiente en el que éstos actúan, asistimos a la emergencia de líderes que establecen con el electorado vínculos fuera de sus partidos y condicionan la relación liderazgo-partido. Líderes que construyen un lazo representativo teniendo como destinatario directo a la ciudadanía, con independencia de las mediaciones partidarias (Cheresky, 2007: 27). Fabbrini (2009), por ejemplo, estudió el fenómeno de apariciones recientes de nuevos tipos de líderes populares que actuaban por encima de sus propios partidos en cuatro países (Estados Unidos, Francia, Inglaterra e Italia). El autor relacionaba ese fenómeno –de emergencia de líderes con esas características– con la debilidad de los históricos actores colectivos (partidos, sindicatos) y con los procesos de individuación del electorado, y la menor confianza de la ciudadanía en los partidos. Para América Latina, por su parte, Novaro (1994), hablaba del traspaso de confianza desde las identidades tradicionales a líderes carismáticos desprendidos de los partidos a los que originalmente pertenecían, o incluso advenedizos en el terreno de la política. Estos líderes, según Armesto y Adrogué (2001), flexibilizaban la relación que mantenían con sus propios partidos, y trazaban alianzas y acuerdos con mayor autonomía. Para estos dos autores: […] con el desarrollo y la extensión del proceso de personalización de la política, será la elaboración minuciosa de liderazgos políticos basados en la imagen, más que los partidos que ellos representan, el nudo decisivo al que apelen los ciudadanos a la hora de enfrentar procesos electorales. (Armesto & Adrogué, 2001: 623) Desde América Latina, entonces, y con planteos similares a Manin (1992), distintos autores han sostenido que la respuesta a la pregunta por la crisis o desaparición de los partidos políticos era negativa. Para Novaro (1994), Armesto y Adrogué (2001) y Pousadela (2004), los partidos no habían desaparecido de la vida política ni habían sido reemplazados por grupos de interés u organizaciones de otro tipo. Pero sí había habido transformaciones significativas en los mismos y en el ambiente en que actuaban. Para Pousadela tan profundas habían sido esas transformaciones que los partidos eran algo muy distinto a lo que habían sido en el pasado: VIRAJES 275 Dolores Rocca Rivarola Bien podría argumentarse que esos objetos que llamamos y se llaman con el rótulo de partidos en realidad no son los mismos que solíamos designar con ese nombre, sino alguna otra cosa que ha venido a reemplazarlos, y a apropiarse incluso de su denominación. (Pousadela, 2004: 112) Ahora bien, ¿cómo se manifestaban estas transformaciones generales en Argentina y Brasil? Los escenarios de asunción y mandato de los presidentes Lula y Kirchner (2003) no han escapado a esos fenómenos. Más que partidos de masas fuertes y comportamientos electorales e identidades políticas estables, la escena político-electoral en ambos casos estaba caracterizada por la volatilidad electoral, la fluctuación política de los propios dirigentes (defecciones partidarias, reconstitución frecuente de los bloques parlamentarios por el ingreso y salida de legisladores de sus respectivos espacios políticos) y la personalización de la oferta electoral. Se trataba de dos contextos que no se caracterizaban por lo que Veiga (2007) denomina una “identidad partidaria” en la población; o por aquello que Paiva, Braga y Pimentel (2007) llamaron “sentimientos partidarios” en los votantes. Distintos trabajos centrados en las transformaciones del Partido de los Trabajadores (PT) y del Partido Justicialista (PJ) en los años previos e inmediatamente posteriores a la asunción de Lula y Kirchner han funcionado como una base para entender las condiciones (diferentes, por cierto) en las que estos líderes llegaron al poder en términos de recursos organizativos y territoriales, las transformaciones previamente experimentadas por sus partidos de origen, y su apelación a nuevos sectores políticos más allá de aquellos (para Argentina: Svampa y Martucelli, 1997; Gutiérrez, 1998; Levistky, 2003; Altamirano, 2004; y, para Brasil, entre muchos otros: Freire de Lacerda, 2002; Guidry, 2003; Palermo, 2003; Samuels, 2004; Meneguello & Amaral, 2008; Power, 2008; Amaral, 2010a, 2010b; Souza, 2010; Terron y Soares, 2010). En términos de análisis de las transformaciones antes descriptas en el formato de representación y en las identidades políticas, han sido de especial utilidad determinadas contribuciones acerca de ambos casos nacionales. Para el contexto argentino, las perspectivas de Palermo y Novaro (1996), Cheresky (2006, 2007, y otros), Pousadela (2007) y Svampa (2009). Para Brasil, numerosos estudios sobre la cuestión de las identidades políticas y los partidos –Mainwaring (1999); Kinzo (2005); Paiva, Braga y Pimentel (2007); Veiga (2007); Carreirão (2008); Hochstetler y Friedman (2008)– han permitido construir un diagnóstico específico sobre ese caso nacional. 276 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:... En Argentina, aunque el peronismo se caracterizó a lo largo de su historia por autodefinirse a través de un formato organizativo más movimientista que partidario (Levitsky, 2003; Perón, 2006 [1952]) –luego, en los años 80 la fracción autodenominada “renovadora” abogaría por su institucionalización en tanto “partido” (García y Montenegro, 1986; Gordillo y Lavagno, 1987; Altamirano, 2004)–, la capacidad del PJ para configurar identidades políticas duraderas, para mantener un electorado propio y estable a lo largo de los años y asegurar ciertos niveles de disciplina interna no era, en el pasado, menor que la descripta por los autores clásicos para los partidos de masas tradicionales (Duverger, 1957; Michels, 1972; Sartori, 1980 [1976]). Todo ello, sin embargo, ha ido experimentado profundos cambios, iniciados en forma incipiente a partir del retorno a la democracia (1983), e intensificados con la crisis de 2001. Y el kirchnerismo, asimismo, especialmente desde 2004, se postularía como un lazo político que trascendía ampliamente al PJ. Su convocatoria ni siquiera apelaba a sus seguidores en los primeros años en términos centralmente peronistas (Altamirano, entrevistado por Natanson, 2004). Y se ha caracterizado al gobierno kirchnerista como “un gobierno de líder sin partido”, frente a la virtual ausencia de un partido político oficialista (Sidicaro, 2010). La apelación y convocatoria política, por parte del presidente, a sectores por fuera de su propia fuerza partidaria de origen ha sido observada tanto en Argentina (Natanson, 2004; Mocca, 2008; Cheresky, 2009; Montero, 2009; para la transversalidad kirchnerista) como en Brasil (Sallum Jr., 2003; Lucca, 2004; Nogueira, 2006; Goldfrank y Wampler, 2008; Rennó y Cabello, 2010; para la estrategia coalicional de Lula y el fenómeno del “lulismo”). Por supuesto, es ineludible el contraste entre los legados organizativos con los que Kirchner y Lula llegaban al poder, que incluso amerita una conceptualización diferenciada para referirnos al Partido de los Trabajadores y al Partido Justicialista durante ambos gobiernos (Rocca Rivarola, 2011). Mientras que la noción de partido puede resultar adecuada para caracterizar al PT durante la administración de Lula, es el concepto de redes disgregadas, en cambio el que más se aproxima a la situación en la que se encontraba el PJ durante el gobierno de Néstor Kirchner, dado el impasse institucional de aquél, dadas sus dinámicas internas y su imposibilidad de constituirse como un actor unificado que pudiera negociar un lugar de privilegio dentro del conjunto oficialista. El PJ fue intervenido por la Justicia en 2005 y desde entonces permaneció acéfalo y sin reuniones de sus autoridades provinciales. Ya en 2003, tres candidatos que provenían del mismo –y que no se habían desafiliado– se presentaron a elecciones presidenciales bajo distintos sellos, sin haber usado ninguno de ellos el sello del partido. Luego, durante el gobierno de Kirchner se produjeron VIRAJES 277 Dolores Rocca Rivarola diferentes (y hasta opuestas) manifestaciones y pronunciamientos públicos de grupos y redes identificadas como parte del partido. La utilización del sello PJ no tuvo tampoco una continuidad ni pautas coherentes y sostenidas entre los distintos procesos electorales durante el período: fue utilizado en algunas provincias u ocasiones como el sello oficialista, como sello opositor a Kirchner, y también como actor, entre otros, dentro del sello oficialista “Frente para la Victoria”. Durante el mandato de Cristina Fernández de Kirchner se llevó adelante un proceso que suponía, en teoría, una normalización del partido, con la designación de Néstor Kirchner como su presidente y procesos de internas partidarias en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, esos eventos no derivaron en una reactivación y reposicionamiento del PJ en el esquema del oficialismo kirchnerista.5 Utilizar, en cambio, la noción de partido para referirnos al PT, aunque no significa negar el fenómeno de identidades políticas fluctuantes y de partidos poco capaces de configurar y sostener en el tiempo una identificación en el electorado, sí equivale a advertir determinadas condiciones mínimas que ha mantenido el PT. El mismo ha sostenido una vida partidaria interna, un funcionamiento de sus autoridades (y procesos de selección de las mismas), pronunciamientos públicos como unidad política –y en ese sentido, la afiliación tiene consecuencias concretas, lo cual se vio en la expulsión del partido de parlamentarios del PT que habían devenido oposición al gobierno–, una continuidad de su sello en todo el territorio nacional brasilero para los distintos procesos electorales y para el funcionamiento de su bloque parlamentario, etc. Esta nominación, entonces, no se basa tanto en la efectiva identidad partidaria que el PT haya logrado suscitar en el electorado, es decir, el voto na legenda, o voto por el sello, más allá del candidato que se presente por el partido, que puede ser relativizado mirando los resultados del PT a nivel legislativo y también estadual y local. Se refiere más bien a sus características organizativas y funcionamiento interno. Cabe establecer otra distinción sustantiva entre el caso argentino y el brasilero. La fisonomía de la representación descripta para Argentina como producto de transformaciones recientes (electorado disociado de los partidos políticos, identidades políticas fluctuantes, sellos partidarios cambiantes, etc.), en Brasil, en cambio, ha sido presentada como asociada íntimamente al propio sistema (Mainwaring, 1999;6 Pousadela, 2007), es 5 El reclamo del vicepresidente del PJ de la provincia de Buenos Aires, Hugo Moyano, en diciembre de 2011, de que éste se había convertido en una “cáscara vacía” daba cuenta no sólo de la distancia entre este dirigente y el gobierno sino también entre las expectativas de las redes del PJ respecto del proceso de reorganización del partido y sus resultados. 6 Pero Mainwaring caracterizaba ese contexto como de “subdesarrollo partidario”, conceptualización 278 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:... decir, como presente incluso en las décadas previas a la redemocratización de 1985. El perfil que construyó Mainwaring, por ejemplo, del sistema político brasilero daba cuenta de una marcada debilidad de los vínculos entre organizaciones partidarias y electorado. La inestabilidad en los patrones de competencia electoral, el débil enraizamiento de los partidos en la sociedad, la escasa legitimidad de los mismos y su carencia de una efectiva influencia sobre sus propios representantes parlamentarios eran indicadores, para el autor, de una significativa debilidad partidaria. En ese contexto, los políticos individuales –y no las organizaciones partidarias– se convertían en el principal vehículo para la representación popular en el país. Mainwaring describía al caso brasilero, por tanto, como un sistema en el que los sellos partidarios cambiaban con frecuencia, los principales partidos desaparecían y otros entraban en escena, los políticos cambiaban de filiación partidaria sin repercusiones de peso, la disciplina partidaria era limitada y las alianzas electorales interpartidarias eran frecuentes pero no a nivel nacional, y tampoco eran duraderas. En un sentido similar, Inés Pousadela (2007) afirma que la fisonomía de representación conocida como “democracia de partidos” nunca llegó a materializarse en Brasil de la forma en que lo hizo en la Argentina en el pasado. Por tanto, mientras que en Argentina, las organizaciones partidarias, en palabras de Cheresky (2006b) se habían ido convirtiendo desde los años ochenta, y especialmente después de 2001, en depositarias de lazos de identificación meramente circunstanciales, en meros dispositivos electorales funcionales a un candidato para competir en elecciones, luego de muchos años de comportamiento electoral estable y repartido entre los dos grandes partidos nacionales (Unión Cívica Radical y Partido Justicialista), en Brasil, en cambio, esa debilidad en los lazos entre los partidos y el electorado no era algo novedoso (Mainwaring, 1999; Kinzo, 2005). De todos modos, distintos autores han sostenido que desde la transición democrática (1985) se habría producido una progresiva profundización de esas tendencias en el caso brasilero. No tendría, así lugar, una estabilización del comportamiento electoral (Kinzo, 2005), y disminuiría el número de electores que exhibían preferencias o sentimientos partidarios (Carreirão, 2008), desarrollándose vínculos menos ideológicos y programáticos entre los partidos y el discutible, porque hace difícil entender otros contextos como el argentino, en el que esos fenómenos antes descriptos tuvieron lugar después de un período de identidades políticas más estables, y no antes. Los rasgos de las fuerzas políticas brasileras han sido asumidos con los años también por las de otros países, con lo cual hablar de un continuo de subdesarrollo-desarrollo genera más confusión que comprensión. VIRAJES 279 Dolores Rocca Rivarola electorado (Mainwaring y Torcal, 2005). La escena partidaria se habría caracterizado por su contingencia, con grandes y rápidas variaciones (Palermo, 2000). Como manifestaciones de esos fenómenos, se asiste, por tanto, a campañas electorales centradas en los candidatos individuales y no en las fuerzas políticas, altos niveles de volatilidad electoral, migraciones partidarias en las bancadas parlamentarias, un desconocimiento en el electorado respecto de a qué partido pertenecen los principales líderes políticos, e incluso sobre cuáles son los partidos brasileros (Kinzo, 2005). Mientras que algunos autores han anunciado en los últimos años una institucionalización y consolidación del sistema de partidos (Santos & Vilarouca, 2008), otros trabajos han señalado, en cambio, una intensificación de esas tendencias, especialmente desde 2002, momento de llegada de Lula al poder, advirtiendo una creciente desafección con los partidos en general. Así, distintos autores han afirmado que los denominados “sentimientos partidarios” o “identidades partidarias” continuaron disminuyendo durante el gobierno de Lula (Paiva, Braga y Pimentel, 2007; Veiga, 2007;77 Carreirão, 2008; Hochstetler y Friedman, 2008). Incluso el propio PT, sindicado en distintos trabajos (Mainwaring, 1999; Freire de Lacerda, 2002; Kinzo, 2005; Carreirão, 2008; y otros) como una suerte de excepción, como un partido que lograba una efectiva identificación del electorado en términos de un voto por el sello PT [legenda], no sólo sufrió desde los años 90 transformaciones sustantivas que acortarían en varios aspectos esa distancia respecto del funcionamiento de los demás partidos brasileros. Tampoco pudo lograr que el apoyo electoral a la figura de Lula –46,4% en 2002– se tradujera en su propio caudal de votos como partido en los demás niveles (en el Congreso, los gobiernos estaduales y los municipios), que fue menor al 20% (Ribeiro, 2008). De todos modos, a diferencia de la mayoría de los demás partidos brasileros, el PT seguía manteniendo una vida interna en términos organizativos y sostenidas redes de activismo orgánico a nivel nacional –aunque pudiese constatarse una declinación del “vínculo militante” (Rocha, 2008) –. De ese modo, se producía la paradoja de militantes actuando en el seno partidario y siguiendo lógicas propias del mismo pero a la vez en un ambiente de volatilidad electoral y con un presidente mucho más popular que la organización a la que pertenecía. Esa articulación paradójica entre dos lógicas disímiles es uno de los intereses detrás de estudiar la militancia oficialista como actividad en las condiciones actuales en Argentina y Brasil. Los escenarios hasta aquí analizados constituyen el contexto en el que las 7 Veiga incluso enmarca esa disminución de la identidad partidaria en un fenómeno más general, citando a Dalton (2002), que observó una caída de esa identidad en países desarrollados y con sistemas democráticos estables a partir de los años 80. 280 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:... distintas organizaciones y espacios que integran los conjuntos oficialistas desarrollan la militancia política a favor del gobierno. La segunda parte de la presente revisión, a continuación, se dedica a recorrer estudios acerca de la actividad militante, el involucramiento u opción por el compromiso político activo, exhibiendo los énfasis que estas elaboraciones han privilegiado y aquello sobre lo que no se han interrogado. Y, para Argentina y Brasil, específicamente, se revisarán los aportes en torno a las organizaciones oficialistas. Estudios sobre la militancia política como actividad Las bases francesas y anglosajonas La militancia política en tanto actividad no sólo ha recibido una vasta atención por parte de la academia anglosajona y francesa, sino que se han desarrollado incluso intentos de revisión y sistematización de aquellos estudios, como lo han hecho Norris (2007), para el primer ámbito, y Willemez (2004), Pudal (2011) y Sawicki y Siméant (2011), para el segundo. Aunque refiere más a la participación ciudadana que a la militancia organizada y con cierta continuidad en el tiempo, en su capítulo sobre activismo político para el Oxford Handbook of Comparative Politics, Norris (2007) revisa distintos estudios anglosajones acerca del activismo, desde los pioneros de la psicología social –como Almond y Verba (1989) [1963]–, y sus detractores de la escuela del Rational Choice, hasta aquellos trabajos que han argumentado la declinación de los partidos políticos en su relación con los votantes y en las dimensiones de su membresía y sus militantes (Mair y Van Bliezen, 2001; Scarrow, 2001) –fenómeno al que ya me he referido en este artículo–. Norris sostendrá, en ese sentido, que hay considerable evidencia acerca de una erosión glacial en la fuerza de la identificación partidaria en el electorado, reduciéndose la proporción de los leales habituales que apoyan a su partido pase lo que pase; y que también se ha observado una contracción en la afiliación. A partir de ese diagnóstico, su pregunta es muy sugerente: cómo interpretar esos fenómenos y sus consecuencias de modo de poder dar cuenta de las fronteras más difusas, los nuevos modos más informales de pertenencia, de activismo, y de participación política sin subestimar, en la comparación con el pasado, el compromiso o involucramiento. En cuanto al segundo ámbito, la academia francesa, el trabajo de Willemez (2004) gira sobre distintos estudios que han analizado la opción por la militancia y, específicamente, el desinvolucramiento, es decir, sobre VIRAJES 281 Dolores Rocca Rivarola el momento de ruptura del hasta entonces militante con la organización de referencia. Interesándose, como la mayor parte del campo francés de estudios sobre militancia, por la cuestión de las motivaciones, el autor argumentará, por su parte, que además de los beneficios materiales que pueden obtenerse del compromiso militante, la fidelidad aporta beneficios simbólicos, tan importantes como aquéllos. Permite a los militantes pensar y presentar su existencia en la linealidad y continuidad de ésta. Así, el involucramiento se vuelve un elemento central de su identidad y la perseverancia militante, una condición de posibilidad de la fidelidad hacia sí mismos y de la conservación de la estima de sí mismos (Willemez, 2004). Ese último supuesto cobra relevancia para pensar las concepciones sobre la militancia dado el contexto de fluctuación antes descripto en la Argentina y el Brasil actuales. También con un énfasis en los trabajos franceses, Pudal (2011) propone un bosquejo de las distintas modalidades que ha asumido el análisis de la militancia, presentando cuatro “configuraciones” en orden cronológico. La primera, que denomina “heroica” (desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta mediados de la década del 70), se centra en la clase obrera organizada y en la militancia en el marco del Partido Comunista Francés (PCF), con un predominio del método biográfico y descripciones de los activistas en términos de su pertenencia a un grupo social que es a la vez tomado como un héroe colectivo.8 La segunda configuración, o período del “militante retribuido” (1975-1990), implicó, según Pudal, un desplazamiento cognitivo, científico y también político, apareciendo una crítica a un supuesto sustancialismo del paradigma previo (no sólo en torno a la clase, sino a categorías de análisis como la del militante y el propio partido u organización). Este período no se caracterizó por un paradigma unificado sino por la multiplicidad de puntos de vista y modos de análisis, todos ellos, de todos modos, compartiendo un propósito de desacralización del movimiento obrero así como una interrogación acerca de las motivaciones detrás del compromiso militante (retribuciones simbólicas, terapéuticas, financieras, culturales, en términos de capital social, etc.). Uno de los problemas o derivas que Pudal asocia a estas investigaciones sobre los determinantes sociales del compromiso militante, es una suerte de reducción instrumental del mismo y una explícita aversión hacia el objeto (el activista).9 La tercera configuración, de los “nuevos 8 Pudal toma como referencias aquí los trabajos de Perrot, Trempé, Agulhon, Willard, Dommanget y el Diccionario Biográfico del Movimiento Obrero Francés. 9 En esta segunda configuración, Pudal ubica los trabajos de Furet (1955), Thompson (1963), Kriegel (1968), Mothé (1973), Bourdet (1976), Gaxie (1977), Quadruppani (1979), Charle (1996). Para el detalle de estas referencias, ver Pudal (2011). 282 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:... militantes” o del “militante distanciado” (1990-2005), involucrará, en términos de Pudal, novedades respecto de las dos primeras: incorporará nuevas luchas y militancias y nuevas referencias teóricas (principalmente las teorías de los nuevos movimientos sociales provenientes de Estados Unidos). Pero también implicará, en términos de Pudal (2011) y también de Collovald (2002), una dicotomía entre lo que se define como el militante del pasado y el nuevo militante “distanciado” detrás de la cual subyace un punto de vista normativo, que elogia los nuevos compromisos más puntuales, menos intensos y más informales y demoniza el antiguo activismo, visto como totalizador.10 Finalmente, la cuarta configuración recoge las discusiones previas, sigue ampliando las militancias estudiadas y también el “cuestionario” y pone el foco menos en la oposición entre un pasado totalizante y un nuevo estado de distanciamiento, y más en análisis procesuales. También aspira a comprender mejor la combinación entre lo reflexivo y lo no-reflexivo.11 Una de las preguntas en juego en esta configuración es, a la vez, fundamental para los interrogantes que han sido mencionados al inicio de nuestro artículo y de los cuales este estado de la cuestión procura ser un punto de partida: la incidencia de los procesos de individuación de las últimas décadas sobre las prácticas militantes.12 Para terminar con las revisiones de la academia francesa, tenemos a Sawicki y Siméant (2011). Los autores se proponen un análisis crítico del campo de investigación francés denominado “la sociología del compromiso militante” y, entre sus observaciones, advierten acerca de la tendencia –a partir de los estudios sobre movimientos no partidarios– a caracterizar como nuevas formas de militancia fenómenos que “solo tenían de nuevo su nombre”. La revisión realizada por estos autores toma como eje especialmente a trabajos que se han dedicado a las razones o motivaciones que explicarían la militancia –incentivos selectivos (Olson, 1992 [1966]) y su adaptación particular francesa en la versión de las retribuciones de la militancia (Gaxie, 1977), factores externos al cálculo individual, entorno, carreras militantes (Filleule, 2001), etc.–, más que a las concepciones de los militantes sobre su propia actividad. Una de sus críticas más interesantes 10 En la tercera configuración hallaríamos, según Pudal a autores como Filleule (1997) –a quien, sin embargo, Pudal ubica en la cuarta configuración en relación con un trabajo más reciente de este autor (2005)–, Siméant (1998), Sommier (1998), Filleule y Mayer (2001), Mathieu (2001) y Agrikoliansky (2002),. Para el detalle de estas referencias, ver Pudal (2011). 11 En línea con ese objetivo, e introduciéndose también en el debate sobre las motivaciones detrás de la militancia, en Argentina, Fernández Álvarez (2011) propone un desplazamiento respecto de la discusión centrada en la racionalidad o irracionalidad del compromiso militante (argumentando que la dicotomía acción racional vs emociones es un falso dualismo), para proponer pensar las emociones como prácticas políticas y a estas como experiencia encarnada. 12 Pudal coloca algunos ejemplos para la cuarta configuración, como Matonti y Poupeau (2004), y Damamme et al. (2008). Para detalles de esas referencias, ver Pudal (2011). VIRAJES 283 Dolores Rocca Rivarola se centra en lo que los autores consideran una excesiva fascinación por el análisis biográfico, frente a la cual plantean que la atención dedicada a las lógicas y trayectorias individuales no debería nunca olvidar que las lógicas de compromiso (engagement) se inscriben muchas veces en trayectorias colectivas. Asimismo, Sawicki y Siméant recorren estudios que analizan las nuevas identidades personales que la propia actividad militante termina construyendo (“militante del medio ambiente” o “sindicalista”, por ejemplo), identidades que parecen costosas de asumir y luego difíciles de abandonar. En relación con esas identidades nacidas al calor de la actividad militante, hay dos aportes anglosajones que podrían ser de utilidad para pensar a aquéllas en un contexto como el que he venido describiendo, de intensa fluctuación y de dificultad para las organizaciones políticas a la hora de constituir bases electorales y de membresía persistentes en el tiempo. Passy y Giugni (2001) sostienen que las redes de sociabilidad son fundamentales para la explicación del compromiso militante dado que crean una estructura de significados compartida que ayuda a sustentarlo. Del mismo modo, y procurando, en sus propios términos, dar cuenta del “proceso fluido y contingente de la formación de identidades en la interacción dinámica entre el ciclo de vida de la persona, la participación en el movimiento y las transformaciones históricas de la época”, Mische (1997) –retomada por Silva y Ruskowski (2010) para estudiar el compromiso militante en la organización brasilera “Levante Popular da Juventude”– reelabora el concepto de identidad en relación con procesos de movilización y activismo, proponiendo tres dimensiones: la identidad como reconocimiento (como construcción intersubjetiva en la redes en las que los individuos se insertan), como experiencia (es en los espacios de experiencia en esas redes que los individuos establecen compromisos, lazos sociales, significados colectivos, etc.) y como orientación (la identidad termina siendo un mecanismo usado selectivamente por los actores para orientar la acción futura). Aportes en Argentina y Brasil En Argentina y Brasil en los últimos años, numerosas líneas de investigación han centrado su atención en la cuestión de la militancia. Se recuperarán a continuación aquellos aportes que han puesto el foco en la militancia por parte de actores colectivos que han formado o forman parte de las bases de sustentación del gobierno desde las presidencias de Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva hasta la actualidad. En otros términos, trabajos que se han dedicado a observar la militancia dentro de 284 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:... organizaciones que, según ha sido afirmado en trabajos propios previos (Rocca Rivarola, 2007, 2011) integran los conjuntos oficialistas desde la asunción de Lula y Kirchner13, y con especial foco en los testimonios de sus propios protagonistas. Para el caso brasilero, por ejemplo, Fortes y Ferreira (2008) han recabado y analizado testimonios de militantes y dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT), partido de origen de Lula, desde el retorno de la democracia. Rocha (2009) ha estudiado los contrastes y los puntos de confluencia entre la militancia del PT en el pasado y la actual a través de la observación de los jóvenes del partido en el Estado de Brasilia. Comparando los jóvenes militantes de los años de fundación del PT con los del período posterior a la llegada de Lula al poder (ámbitos de militancia, formas de vinculación inicial con el partido, compromiso ideológico, etc.) Rocha observa una creciente fragmentación y diversidad en los vínculos actuales, pero critica, a la vez, la idea de una crisis del militantismo partidario en la juventud, argumentando que la adherencia continúa, aunque con cambios sustantivos en sus modalidades. En otro trabajo también enfocado en el PT de Brasilia (PT-DF) y que involucró encuestas a afiliados y entrevistas a militantes y dirigentes, Rocha (2008) describe algunas tendencias significativas en las lógicas organizativas producto de la llegada al poder: la diversificación de los modos de adhesión al partido, sobre la base de vínculos más individualizados con líderes y candidatos específicos y el declive, en cambio, de vínculos y recursos colectivos.14 En su tesis acerca de las transformaciones organizativas del PT a partir de la década del noventa –y observando particularmente los denominados núcleos de base15 y el proceso de elecciones directas de autoridades partidarias (PED)–, Amaral (2010b) argumenta un crecimiento en la base de afiliados del PT paralelamente a alteraciones en las formas de militancia, y la construcción de prácticas de militancia de menor intensidad (aunque más inclusivas) que las halladas en el período de formación del partido.16 Ya ha sido provista en este artículo una definición de la noción de oficialismo. Las transformaciones experimentadas por el PT hasta su llegada al poder han recibido mucha atención en las ciencias sociales brasileras. Para un estado del arte sobre trabajos que han abordado esas transformaciones, ver Amaral (2010a). 15 Los núcleos de base empezaron como pequeños grupos de personas (desde 21) que podían organizarse por barrio, por lugar de trabajo, por categoría de trabajo, o por movimiento social. Según Guidry (2003) no funcionaban como células de un partido de izquierda, transmitiendo las directivas de las autoridades a la base sino que se convirtieron en cuerpos consultivos, discutiendo –aunque sin posibilidad de imponer desde abajo– asuntos de relevancia para el partido (Guidry, 2003: 91) y concibiéndose como una forma de ligar al partido con la sociedad y con los movimientos sociales (Roma, 2006; Amaral, 2010a). 16 En trabajos previos (Rocca Rivarola, 2011) he sostenido, valiéndome del testimonio de militantes y dirigentes del PT de San Pablo y del PT de Río de Janeiro, que los núcleos existentes allí habían disminuido la intensidad y la frecuencia de su actividad. Asimismo, podríamos interpretar las cifras que provee Amaral (2010b), con datos provistos por el propio PT, sobre la cantidad de núcleos de base del partido 13 14 VIRAJES 285 Dolores Rocca Rivarola En relación con otras organizaciones oficialistas, el trabajo de Lerrer (2009) ha examinado las trayectorias de algunos de los primeros militantes del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) para caracterizar lo que considera un estilo muy particular de militancia.17 En su tesis, en la que argumenta centralmente que el MST ha asumido una forma similar a la de un partido político aunque no electoral, Oliveira (2008), por su parte, ha analizado las formas organizativas del movimiento, el reclutamiento y las prácticas militantes, sosteniendo que aquél ha llegado a adquirir una “forma política”. Silva y Ruskowski (2010), ya mencionados en este artículo, han estudiado la construcción y modalidades del compromiso militante –y la centralidad, en éste, de los lazos emocionales y afectivos desarrollados y reproducidos en la mística18– en Levante Popular da Juventude (LPJ), organización que aglutina jóvenes de distintos movimientos sociales, estudiantiles y culturales, y vinculada directamente con Consulta Popular, espacio fundado por la propia dirigencia política del MST.19 Partiendo de la noción de que asistimos a transformaciones en las formas y modalidades de la acción política respecto de lo que habían sido los espacios tradicionales de involucramiento (partidos, sindicatos, etc.), en su tesis, Brenner (2011) ha indagado la experiencia militante de aquellos jóvenes que han optado por el activismo partidario tradicional (tanto en el PT como en fuerzas políticas aliadas y otras opositoras), examinando en esos casos cómo han incidido los cambios sobre sus propias prácticas. Para el caso argentino, el nutrido conjunto de trabajos dedicados al estudio de los movimientos sociales kirchneristas (devenidos en algunos casos movimientos políticos) –a modo de ejemplo: Svampa y Pereyra (2003), que había en cada ciudad en el Estado de San Pablo en 2010, como una muestra de que los núcleos habían dejado de ser grupos por barrio o lugar de trabajo, como lo eran en los años 80, y como los definía Guidry (2003). En 20 ciudades del Estado de San Pablo había sólo un núcleo por ciudad. Las ciudades con más núcleos eran Diadema, Mauá y San Pablo (68, 48 y 28, respectivamente). El resto tenían entre dos y cuatro por ciudad (14 ciudades). 17 La decisión de incluir al MST entre las organizaciones que han formado parte de la base de sustentación de los gobiernos de Lula y Rousseff se ha basado en la relación histórica del MST con el PT, su vinculación con el Estado durante estas administraciones y su posicionamiento en apoyo al gobierno en momentos clave en los cuales la dirección del movimiento interpretó que estaba en juego la continuidad de aquel. Para una argumentación detallada de por qué es pertinente incluir al MST dentro del oficialismo, ver Rocca Rivarola (2009a, 2009b, 2011). 18 Los autores definen la mística –término nativo– como “el espacio en el cual la organización construye sus símbolos identificadores e incentiva la continuidad de la lucha a partir de la intensificación y expresión de sentimientos vividos en el grupo” (Silva & Ruskowski, 2010: 44). (Traducción propia). 19 Consulta Popular surge en 1999 en el propio seno dirigencial del MST como organización política que se proponía la formulación y debate nacional, aunque no la participación en elecciones. En las entrevistas realizadas para un trabajo anterior (Rocca Rivarola, 2011), la relación entre el MST y Consulta Popular aparecía caracterizada de forma algo ambigua, reconociendo que la Consulta estaba integrada por varios dirigentes del movimiento pero negando que fuese un brazo político del MST. Esa opacidad aumentaba al agregar a la ecuación la relación histórica del MST y el PT. 286 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:... Delamata (2004), Delamata y Armesto (2005), Armelino (2008), Cortés (2008, 2009), Natalucci (2008a, 2008b, 2012a, 2012b)20, Rocca (2009a), Da Silva (2012)– se ha abocado más bien a la relación de esas organizaciones con el gobierno y sólo en limitadas ocasiones ha versado acerca de las nociones que los propios militantes elaboran sobre su actividad en el presente y cómo ésta se desarrollaba en el pasado. Un acercamiento preliminar a esa cuestión, pero para una agrupación política, es el trabajo de Vázquez y Vommaro (2012) en referencia a la recientemente notoria agrupación La Cámpora. En lo que denominan “una aproximación exploratoria a las formas de militar y de dar sentido a la militancia entre los activistas de La Cámpora” (Vázquez & Vommaro, 2012: 151), los autores abordan los significados elaborados desde la agrupación sobre el peronismo en el pasado (las organizaciones armadas revolucionarias así como el peronismo durante el alfonsinismo y el gobierno de Menem), sobre el advenimiento del kirchnerismo y el modo en que todo ello se articula –no sin tensiones– con su propia experiencia militante individual y colectiva. Tomando la noción, de los propios dirigentes, de que la llegada de Néstor Kirchner al poder en 2003 inauguró discusiones, rupturas en espacios preexistentes y transformaciones en cómo se desarrollaba la militancia, Vázquez y Vommaro se interrogan, también, acerca de las modalidades de autodefinición, formación interna, crecimiento y elaboración de un relato histórico propio por parte de la agrupación. Por otro lado, Auyero (2001), Levitsky (2003), Ferraudi (2011, 2012), aunque también Gaztañaga (2008) y Vommaro y Quirós (2010) –estos últimos dos estudios, a través de la categoría de “trabajo político”–, y algunas contribuciones propias (Rocca Rivarola, 2006, 2009b) se han volcado a comprender diversos aspectos, prácticas y particularidades específicas de la militancia política en las redes territoriales del Partido Justicialista en los últimos años. En relación con el vínculo que las organizaciones oficialistas establecen con el Estado (en algunos casos, se trata de un vínculo de origen, dado que algunas de ellas, en el caso argentino, por ejemplo, se fundaban luego de la llegada de Kirchner al poder, como el Frente Transversal Nacional y Popular, creado por Edgardo Depetri), Goldstone (2003) ha afirmado la necesidad, de parte de los estudios sobre movimientos sociales, de prestar mayor atención a la militancia institucionalizada. Aunque el autor se refiere a ésta en un sentido amplio, pensando en el Estado pero también en los partidos políticos, es la militancia llevada a cabo desde el Estado o en íntima relación con éste el foco más sugerente para esta revisión.21 En un sentido Asimismo, Natalucci y Schuttenberg (2010) han elaborado un estado del arte de los estudios sobre organizaciones sociales kirchneristas y el movimientismo en Argentina. 21 Uno de los argumentos en su compilación es que la frontera entre la política institucionalizada y no 20 VIRAJES 287 Dolores Rocca Rivarola similar algunas investigaciones desde Argentina se han preguntado por la militancia en el marco del ejercicio de la función pública o de la presencia institucional en el Estado (Auyero, 2001; Fornillo, 2008; Perelmiter, 2010; y otros), elemento clave para los propios interrogantes. Para Brasil, Dagnino, Olvera y Panfichi (2006), argumentan que existe una doble transformación en el caso de los actores de movimientos sociales que participan del Estado: por un lado, para sus propias organizaciones, los riesgos de pertenecer al Estado y la exigencia de abogar por intereses que antes no habrían tenido que defender. Por otro, su presencia en el Estado conduce a una transformación de éste, por ejemplo, con la promoción de ciertas políticas públicas o de instancias de ampliación de la participación institucionalizada. Silva y Oliveira (2011), por su parte, analizan las trayectorias de militantes del Movimiento de Economía Solidaria en Río Grande do Sul, identificando un proceso organizativo que en gran medida es fomentado por agentes y políticas estatales. El propósito detrás de una revisión de doble vertiente y algunas observaciones preliminares sobre las concepciones de la militancia en actores oficialistas La construcción, en el presente artículo, de una revisión de doble vertiente se ha relacionado con la noción de que ambos elementos – las condiciones actuales del vínculo representantes-representados y las concepciones sobre la militancia en organizaciones oficialistas– se encuentran íntimamente vinculados. A modo de ejemplo, si la relación entre el presidente, devenido líder de popularidad, y su partido de origen aparece flexibilizada, y aquél construye un lazo representativo directo con la ciudadanía, un lazo bastante despojado de mediaciones partidarias, todo ello tiene un cierto impacto sobre el desarrollo de la militancia en esa organización, y en otras que también forman parte del conjunto oficialista sin ser el partido de origen del presidente. De ese modo, en Brasil, los militantes del PT advertían22 la imposibilidad de que, a la par del ascenso en la popularidad personal de Lula como presidente, se produjera un correlato de crecimiento similar del PT (es decir, constataban que aunque el “petismo” había crecido en los años del primer mandato de Lula, no lo había hecho proporcionalmente al institucionalizada es difusa y permeable. 22 Entrevistas realizadas para tesis doctoral a militantes y dirigentes del PT en San Pablo y Río de Janeiro en 2008 y 2009, respectivamente. 288 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:... avance del “lulismo”). Ello se observaba, asimismo, en la notable distancia entre los votos obtenidos en el nivel presidencial en cada región y el caudal electoral recibido por los candidatos del PT en los cargos legislativos o en los niveles estaduales y locales en esos mismos distritos, diferencia de la que ha dado cuenta Ribeiro (2008), como ya vimos.23 Y en Argentina el PJ como organización no ha experimentado un crecimiento (en cantidad de afiliados, presencia barrial y territorial, etc.) que vaya de la mano de la popularidad presidencial durante los hasta ahora tres gobiernos kirchneristas. Incluso, la revitalización del apoyo al gobierno y de la popularidad de Cristina Fernández de Kirchner luego de la muerte de Néstor Kirchner24 se tradujo más bien en un crecimiento sideral de otras organizaciones, sobre todo de La Cámpora en términos de sus dimensiones, presencia territorial, presencia en cargos estatales. Otro fenómeno ilustrativo de aquella vinculación entre los dos elementos que estructuran el presente estado de la cuestión (las transformaciones en el formato de representación política y las concepciones sobre la militancia como actividad política entre sus propios protagonistas) es que en el contexto de fluctuación descripto, los actores del oficialismo habrían experimentado una adaptación a esas condiciones de la vida política en sus propias prácticas políticas cotidianas (militancia bajo la forma de espacios reticentes a conformarse como partidos políticos, en Argentina; cibermilitancia, en ambos países; desarrollo de vínculos y compromisos flexibilizados o más efímeros como parte de transformaciones más generales en las lógicas organizativas, también en ambos países, etc.). Esa adaptación, sin embargo, no se observaría del mismo modo en su discurso de cara al resto de lo que podríamos llamar el mundo político activo (militantes y dirigentes políticos) o en las futuras entrevistas individuales. En ese discurso o testimonios, aparecerían, en cambio, definiciones nostálgicas y apelaciones a un pasado de identidades políticas arraigadas, de partidos En 2002, mientras que Lula era votado por un 46,4% del electorado (en la primera vuelta), sólo un 18,4% votaba al PT para diputados nacionales, y sólo un 25,3% a la alianza electoral que acompañaba al presidente. En 2006, Lula se llevaba un 48,6% de los votos en el primer turno, mientras que el PT obtenía un 15% a diputados nacionales, y la alianza electoral oficialista un 17,3%. Y en cuanto a los gobernadores petistas, sólo había tres después de 2002 y cinco después de 2006 –sobre un total de 27 Estados–. Las cifras fueron obtenidas de cuadros elaborados por Santos y Vilarouca (2008) y también por Ribeiro (2008), a partir de datos suministrados por el Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil. 24 En torno a esa revitalización, uno de los directores de la consultora de opinión pública Poliarquía decía: “En la presidencia de Cristina Kirchner le quitó muchos puntos la crisis del campo, la recuperación de 2010-2011 le sumó 15 puntos de imagen positiva y la muerte de Néstor Kirchner le dio en un mes un salto de 20 puntos de popularidad” (Alejandro Catterberg, entrevistado por seccionpolitica.com.ar, 6 de septiembre de 2012). El Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), dirigido por Roberto Bacman, por otro lado, colocaba la imagen positiva de la presidenta en un 55,3% en octubre de 2010 (antes del fallecimiento de Néstor Kirchner el 27 de ese mes), y en un 65,7% en noviembre de ese mismo año. 23 VIRAJES 289 Dolores Rocca Rivarola (o de su propio partido) que tenían una intensa vida orgánica y con un sostenido y permanente vínculo con el electorado. En el caso argentino, por un lado, la referencia nostálgica apuntaría a un pasado de identidades partidarias, aun en un contexto de normalidad institucional intermitente. A un pasado en el que el peronismo, como ya vimos, podía configurar identidades políticas duraderas vinculadas al movimiento, mantenía un electorado propio y estable a lo largo de los años, etc. Todo ello fue experimentado profundos cambios, iniciados en forma incipiente a partir del retorno a la democracia (1983), e intensificados con la crisis de 2001. Aunque en Brasil, como ya vimos, los períodos previos a la transición democrática no pueden ser descriptos del mismo modo que en Argentina, con identidades partidarias afincadas en los votantes, el pasado al que las referencias nostálgicas de militantes y dirigentes pueden aludir es el propio pasado del PT, período de intensa militancia barrial, sindical, intelectual (y hasta parroquial, en el marco de las comunidades eclesitásticas de base o CEB, que apoyaban activamente al PT), en el marco de un partido heterogéneo de tendencias internas, de organización en núcleos de base25, y que apuntaba a generar en el electorado un lazo identitario que el resto de las fuerzas políticas no estaban generando con la transición democrática. Es decir, en ambos casos nacionales, existe un pasado, al menos para algunos de los actores del oficialismo, en el que la militancia parecía desarrollarse en otras condiciones (no sólo para quienes la vivieron personalmente como generación sino para quienes imaginan o han tenido acceso a un relato de la misma). Así, y posiblemente como resultado de una idealización de la militancia en el pasado, aparece un contraste recurrente en el discurso en el ambiente militante entre el supuesto estado de la militancia en la actualidad y el modo en que se recuerda o se piensa que la misma era hace tres décadas o más, con la casi mítica figura del “militante de antes”, dispuesto a hacer cualquier actividad (desde ocupar un cargo estatal decisivo y representar a su organización en reuniones clave con otros sectores, hasta pintar una pared o repartir volantes de la organización en algún ámbito de base). 25 Los núcleos de base empezaron como pequeños grupos de personas (desde 21) que podían organizarse por barrio, por lugar de trabajo, por categoría de trabajo, o por movimiento social. Según Guidry (2003) no funcionaban como células de un partido de izquierda, trasmitiendo las directivas de las autoridades a la base sino que se convirtieron en cuerpos consultivos, discutiendo –aunque sin posibilidad de imponer desde abajo– asuntos de relevancia para el partido (Guidry, 2003: 91) y concibiéndose como una forma de ligar al partido con la sociedad y con los movimientos sociales (Roma, 2006; Amaral, 2010a). 290 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 Militando con el gobierno en tiempos de lazos políticos fluctuantes:... Reflexiones finales: Un estado de la cuestión como base para analizar las concepciones sobre la militancia en organizaciones oficialistas en Argentina y Brasil Este artículo ha tenido como propósito la construcción de un estado del arte de doble vertiente. Por un lado, repasando distintos trabajos que han advertido transformaciones sustantivas en el vínculo entre la ciudadanía y los partidos políticos en las últimas décadas –y las modalidades que asumían, por tanto, las identidades políticas–, tanto en Europa y en Estados Unidos como en América Latina, recogiendo especialmente estudios que han observado los escenarios político-electorales brasilero y argentino en los que asumían sus mandatos Lula y Kirchner en tanto momentos de profundización de esos fenómenos. Por supuesto, se trata de un diagnóstico al cual este trabajo adhiere. Por otro lado, se han revisado investigaciones (y sistematizaciones de las mismas por parte de otros autores) acerca del activismo y el compromiso militante, tanto en el campo francés y anglosajón como en Argentina y Brasil, observando cuestiones que han predominado –las motivaciones detrás de la militancia, sobre todo– y que no constituyen un eje de interés de nuestras propias indagaciones, pero también poniendo especial foco en algunos interrogantes y argumentos que resultan particularmente sugerentes para analizar la militancia oficialista en un contexto de pertenencias informales, desafección ciudadana, e intensa fluctuación de las identidades políticas y del comportamiento electoral. La recuperación y agrupamiento de esos aportes y discusiones se propone como plataforma desde la cual abordar aspectos que no han sido aún explorados. A diferencia de varios de los estudios existentes mencionados anteriormente en este trabajo acerca del compromiso militante, el análisis de las concepciones acerca de la militancia en organizaciones que han constituido las bases de sustentación activa y organizada de los gobiernos argentinos y brasileros desde Lula y Kirchner no tiene como propósito descubrir las motivaciones o razones psicológicas, sociológicas o de cálculo instrumental detrás de la decisión de asumir la militancia política como actividad. Se propone, en cambio, abordar las concepciones sobre la militancia oficialista (sobre lo que esta implica y significa conceptualmente pero también sobre las modalidades prácticas en las que se desarrolla cotidianamente) que aparecen entre los propios protagonistas, en el marco de una pregunta más amplia sobre las transformaciones en los formatos de representación y sobre el modo de funcionamiento de las organizaciones VIRAJES 291 Dolores Rocca Rivarola políticas en la actualidad, especialmente aquellas con una presencia directa en el Estado en razón de su vínculo político con un determinado gobierno. Se considera aquí, como parte de las hipótesis para abordar los temas propuestos, que las transformaciones sobre el formato representativo descriptas con anterioridad han impactado sobre las visiones que militantes y dirigentes políticos y sociales oficialistas tienen sobre la militancia. Esos actores han experimentado una adaptación a esas condiciones de la vida política en sus propias prácticas políticas cotidianas. Esa adaptación, sin embargo, no se observaría del mismo modo en su discurso de cara al resto de lo que podríamos llamar el mundo político activo (militantes y dirigentes políticos). En ese discurso aparecerían, en cambio, definiciones nostálgicas y apelaciones a un pasado de identidades políticas arraigadas, de partidos (o de su propio partido) que tenían una intensa vida orgánica y con un sostenido y permanente vínculo con el electorado. Un segundo conjunto de hipótesis podría agruparse bajo la idea de que al pertenecer al oficialismo, y al traducirse ese vínculo político con el gobierno en una inserción y presencia institucional en el Estado (cargos, recursos, etc.), la militancia política –territorial y no territorial– se perfila como íntimamente amalgamada con la función pública, lo que impacta, en la visión de los dirigentes y militantes, sobre las propias características que asume esa actividad y ese compromiso. Esa interacción entre militancia y estructura estatal, y también entre la militancia del pasado (tal como la conciben los propios protagonistas) y la del presente es la que será interrogada y analizada en futuros trabajos. Bibliografía ALMOND, Gabriel A. and VERBA, Sidney. (1989 [1963]). The Civic Culture: Political Attitudes and Democracy in Five Nations. Thousand Oaks, California: Sage. ALTAMIRANO, Carlos. (2004). “‘La lucha por la idea’: el proyecto de la renovación peronista”. 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Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 267-298 VIRAJES LA RECEPCIÓN DE “LOS DERECHOS DEL NIÑO” EN ARGENTINA: TRAYECTORIAS DE ACTIVISTAS Y CONFORMACIÓN DE UNA NUEVA CAUSA EN TORNO A LA INFANCIA JULIETA GRINBERG* Recibido: 5 de febrero de 2013 Aprobado: 19 de mayo de 2013 Artículo de Investigación * Doctoranda en Antropología de la École des Hautes Études Sciences sociales y el Institut de recherche interdisciplinaire sur les enjeux sociaux (Sciences sociales, Politique, Santé) de París, Magíster en Ciencias Sociales, mención en Antropología por la EHESS y Licenciada en Ciencias Antropológicas, FFyL-UBA. [email protected]. VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación... Resumen Hacia fines de la década del 80, en Argentina, una causa en torno a la infancia, conformada por actores sociales exteriores al Estado y extranjeros al campo de las instituciones de protección de la infancia, comienza a corporizarse tras la nueva figura del “niño sujeto de derechos”. En el marco de esta nueva causa, el discurso de los derechos del niño será utilizado para derrumbar el andamiaje jurídico-burocrático existente fundando sobre la Ley 10903 de Patronato de Menores de principios del siglo XX. Este artículo se interesa por la conformación de esta nueva causa y plantea tres cuestionamientos iniciales sobre los cuales intenta echar luz: primero, quiénes eran los actores que se involucraron en ella; segundo, cuáles eran los argumentos y los tópicos principales sobre los cuales se construyó; y finalmente, a qué grupo de actores estos nuevos activistas por los derechos del niño buscaban oponerse y por qué. Palabras clave: derechos del niño, políticas de protección de la infancia, causa, activismo, trayectorias, campo. THE RECEPTION OF “CHILDREN’S RIGHTS” IN ARGENTINA: ACTIVISTS’, CAREERS AND THE EMERGENCE OF A NEW CAUSE AROUND CHILDHOOD Abstract A cause around childhood, shaped by social actors outside the State and external institutions in the field of child protection, began to take place in Argentina under the new figure of ‘child subject of rights’by the late 1980s. In the context of this new initiative, the discourse of children’s rights would be used to demolish the existing bureaucraticlegal structure based on the 10903 Law of Patronage of Minors from the early twentieth century. This article focuses on the conformation of this new cause and raises three initial questions on which it attempts to shed light: first, who the actors involved in it were; second, which were the main topics and arguments on which it was built; and, finally, which group of actors these new activists of children’s rights sought to oppose and why. Key words: Children’s Rights, child protection policies, cause, activism, careers, field. VIRAJES 301 Julieta Grinberg Introducción1 Hacia finales de la década de los 80, la campaña a favor de una nueva Convención sobre los derechos del niño ha sido lanzada a nivel internacional. Desde diversos espacios, diferentes actores y organizaciones se movilizan para lograr que el conjunto de los países ratifique un nuevo tratado internacional de carácter normativo a favor de los derechos de la infancia2. En América Latina el momento coincide con el derrumbe de las dictaduras militares y la emergencia de nuevos estados democráticos. En Argentina, puntualmente, el período está marcado por la presencia creciente en el espacio público de un nuevo movimiento por los derechos humanos, que denuncia la violencia y el autoritarismo desplegados por el gobierno dictatorial, al mismo tiempo que reclama justicia por los crímenes cometidos por este último. En este contexto, una nueva causa a favor de la infancia, conformada por actores sociales exteriores al Estado y extranjeros al campo de las instituciones jurídico-burocráticas de protección de la infancia3, comenzará a corporizarse progresivamente tras la nueva figura del “niño sujeto de derechos”, promovida en el marco de la mencionada Agradezco a Carla Villalta y a los evaluadores de la Revista por sus valiosas críticas y comentarios. Con el fin de otorgar inteligibilidad al contexto que dio origen a la Convención de los Derechos del Niño de 1989, Claudia Fonseca (2004) retoma los aportes de Philip Alston (1994). De acuerdo con este autor, ha sido hacia fines de los años 70, en plena guerra fría, que la representación Polaca ante la ONU propone transformar la Declaración de los Derechos del Niño de 1959 (un documento no normativo) en un contrato normativo que a partir de entonces implicara para los Estados firmantes el compromiso de adecuar sus legislaciones y políticas a los lineamientos del nuevo texto. Al borrador inicial presentado por el bloque soviético, que privilegiaba los derechos económicos, sociales y culturales, le sucedieron las propuestas de países como Estados Unidos, Francia e Inglaterra que colocaron el eje sobre los derechos civiles y políticos. Así, a la propuesta inicial le sucedieron 10 años de agitados debates, de los cuales participaron diversas organizaciones no gubernamentales de raigambre internacional y representantes de los diversos países. Sobre este proceso véase también Llobet (2011). 3 El concepto de campo propuesto por Pierre Bourdieu (1995), permite echar luz sobre la trama de relaciones que se despliegan entre los distintos actores e instituciones abocadas a la protección de la infancia, en disputa por establecer quién es el actor legítimo para detentar su monopolio. En la ciudad de Buenos Aires –donde he centrado mis investigaciones–, en aquel entonces, en virtud de la Ley 10903 de Patronato de Menores de 1919, las intervenciones de protección de la infancia eran desplegadas de forma conjunta por los jueces de menores del fuero penal, los defensores de menores del Ministerio Público y el Consejo Nacional del Menor y la Familia. A través de la “disposición tutelar” prescripta por la mencionada ley, los primeros tenían competencias para suspender a los padres en el ejercicio de la patria potestad y disponer la internación de los “menores” en hogares, instituciones o en guarda, durante períodos ilimitados, cuando estos fueran “víctimas” o “autores” de delitos o simplemente cuando ellos se encontraran en “peligro o abandono moral o material”. Por otra parte, gracias a un movimiento jurisprudencial impulsado desde comienzos de los años 80 por un grupo de defensores de menores del Ministerio Público y algunos jueces civiles preocupados por el problema del “maltrato infantil” (Grinberg, 2010, 2012), estos últimos, tenían también competencias para implementar guardas cuando los menores estuviesen “maltratados por sus padres”, “inducidos por ellos a actos ilícitos o deshonestos”, “expuestos a graves riesgos físicos o morales” y “abandonados” (Artículo 234 de Protección de persona, Código de Procedimiento Civil y Comercial de la Nación). Sobre esta figura jurídica véase también el trabajo de Karina Valobra (2001). 1 2 302 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación... campaña internacional. Activistas por los derechos humanos, profesionales y académicos, muchos comprometidos con la militancia política durante los años 70, algunos de ellos exiliados y de regreso al país, otros con experiencia adquirida en organizaciones no gubernamentales de carácter internacional, comienzan a denunciar las arbitrariedades del sistema de protección de la infancia, fundado sobre la Ley de Patronato de Menores sancionada a comienzos del siglo XX. Estos actores que critican fuertemente el andamiaje jurídico-burocrático de protección de la infancia y a los actores que lo encarnan4, abogan para que el Estado argentino ratifique la Convención de los Derechos del Niño y adecúe sus leyes locales a los preceptos de la misma5. Este artículo se interesa por la conformación de esta nueva causa en torno a la infancia, intentando responder a tres líneas de indagación. Primero, quiénes eran los actores que, hacia fines de la década del 80, se involucraron en torno a la misma. Segundo, cuáles eran los argumentos y los tópicos principales sobre los cuales esta causa fue construida, y finalmente, a qué grupo de actores sus defensores se opusieron y por qué. Así pues, en un primer momento, el artículo explora a través de algunas trayectorias de actores clave, el perfil de estos nuevos activistas de la infancia, así como el modo en el que los mismos se fueron involucrando con la causa por los derechos del niño. En un segundo momento, este trabajo aborda el abanico de críticas que sustentaron el nuevo movimiento e indaga acerca del uso 4 La falta de espacio me impide describir en detalle quiénes eran los actores que hasta la fecha habían detentado el monopolio sobre la protección de la infancia. Sin embargo, es preciso mencionar dos características que a mi entender permiten describirlos al menos someramente. Por un lado, la participación de varios defensores de menores y jueces civiles en la “cruzada contra el maltrato infantil” que se venía desplegando desde comienzos de los 80, en el marco de la cual se buscaba ampliar el poder de intervención sobre las familias consideradas “maltratadoras” (Grinberg, 2012). Por el otro, es preciso hacer mención a una característica que transciende el plano de la protección de la infancia y que refiere al conjunto de la institución judicial en Argentina. Como señalan distintos autores (Sarrabayrouse, 2004; Sarrabayrouse & Villalta, 2004; Villalta, 2004), las relaciones de lealtad y parentesco, y el “espíritu de cuerpo”, son características propias de este colectivo, que además se encuentra fuertemente imbuido de valores católicos (Grinberg, 2006). 5 La Argentina ratifica la Convención de los Derechos del Niño en 1990. En 1994, con la reforma constitucional, dicho tratado internacional es incorporado a la Constitución Nacional. Esto no implicó sin embargo, ni la inmediata derogación del marco jurídico preexistente, ni la sanción de una nueva ley nacional acorde a los principios del tratado internacional de la ONU. En efecto, esto último ocurrió recién en 2005 con la sanción de la Ley 26061 de protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes –durante la presidencia de Néstor Kirchner–. No obstante, al ser la Argentina un país federal, algunas provincias emprendieron la reforma de sus marcos normativos en materia de protección a la infancia, sancionando nuevas leyes acordes a los preceptos de la mencionada Convención. De todos modos, al continuar vigente la Ley de Patronato de Menores de 1919, en algunos casos la aplicación de las leyes locales resultó sumamente conflictiva. Así ocurrió por ejemplo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la cual en 1998 –durante la gestión de Aníbal Ibarra– sancionó la Ley 114 de Protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, pero cuya aplicación encontró fuertes resistencias de parte de los actores judiciales. VIRAJES 303 Julieta Grinberg particular que estos nuevos actores hicieron de la defensa y garantía de los derechos de los niños como argumento para derrumbar el andamiaje jurídico-burocrático existente, fundando principalmente sobre la Ley 10903 de Patronato de Menores de 1919. Finalmente, el artículo se interesa por la construcción de la figura del “adversario” en el marco de la nueva causa y muestra que los actores considerados en estos términos, también interpretaron y se apropiaron del discurso de los derechos del niño, aún cuando su uso respondiese a la defensa de otros intereses y motivaciones. A través de este recorrido, este trabajo se propone echar luz sobre la recepción y reelaboración del discurso de los derechos del niño en Argentina y sobre la conformación del campo contemporáneo de protección de la infancia en la Ciudad de Buenos Aires. El material de campo sobre el cual el presente análisis se funda, ha sido fundamentalmente obtenido a través de entrevistas realizadas a activistas por los derechos del niño, del análisis de documentos producidos por estos actores y complementado de entrevistas realizadas a magistrados y funcionarios judiciales. Pero el mismo debe ser contextualizado en el marco de un trabajo de investigación más amplio, que comporta de modo articulado una perspectiva socio-histórica con una dimensión etnográfica del campo de las instituciones de protección de la infancia en la Ciudad de Buenos Aires, y cuyo eje central es el tratamiento estatal de la categoría de “maltrato infantil”6. 6 En mi tesis doctoral abordo la política de protección de la “infancia maltratada” desplegada en la Ciudad de Buenos Aires, en el marco de la institucionalización de la causa por los derechos del niño. En este contexto, marcado a grandes rasgos por el desplazamiento de una política centrada en la protección judicial y la separación del niño de la “familia problema” a otra que privilegia la intervención administrativa y la preservación del mismo en su medio familiar originario, me intereso particularmente por los modos en los que se significan y tratan las violencias, los malos tratos y los descuidos hacia los niños, en el seno del dispositivo jurídico-burocrático implementado para dar cumplimiento a la Ley 26061 de protección de los derechos de los niños/as y adolescentes de 2005. Busco enriquecer la dimensión etnográfica a través de una perspectiva socio-histórica ya que entiendo que solo problematizando la emergencia de las categorías de “maltrato infantil” y “derechos del niño” en el contexto local, y analizando estos procesos de modo articulado, es posible comprender las formas en las que se despliega el tratamiento político y moral contemporáneo del “niño maltratado” en la Argentina. Este trabajo se apoya sobre un conjunto de pesquisas de carácter etnográfico realizadas en instituciones judiciales y administrativas de la Ciudad de Buenos Aires, escalonados durante el año 2005, 2007, 2008 y comienzos de 2009. El mismo se complementa de un abordaje socio-histórico para lo cual, además de estudiar diversas fuentes, se realizaron entrevistas a dos grupos de actores: por un lado, a “expertos” y funcionarios judiciales de larga trayectoria comprometidos desde comienzos de la década del 80 con la causa a favor del “niño maltratado”; por el otro, a activistas por los “derechos del niño”. Puntualmente, las tres entrevistas realizadas a estos activistas que cito en este artículo, fueron realizadas conjuntamente con Carla Villalta durante el año 2012, en el marco de nuestras investigaciones individuales y del proyecto de investigación a su cargo, “Las dimensiones tutelares del Estado. Etnografía de las tensiones locales entre lo público y lo privado en la gestión de la infancia y las familias”, alojado en el ICA-FFyLUBA (Argentina). 304 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación... Los nuevos defensores de la infancia: trayectorias y acercamiento a la causa Sin pretender brindar un cuadro exhaustivo acerca del grupo de actores que se han comprometido con esta nueva causa en torno a la infancia, en este apartado me centraré en algunos tramos de las trayectorias, de tres actores, que a mi entender iluminan sobre la conformación del incipiente movimiento local a favor de los derechos del niño. Este grupo de activistas estaba conformado por actores diversos, cuyas trayectorias, inscripciones profesionales e institucionales, también han sido diversas. Como veremos, si bien gran parte de ellos eran abogados, muchos otros provenían de otros campos disciplinarios, y si bien no es extensiva a todas estas trayectorias, la militancia política y exilio son experiencias que aparecen repetidamente en unas y otras trayectorias. Aunque no exclusivamente, la primera de ellas está marcada por el paso por organizaciones no gubernamentales locales y el movimiento de derechos humanos; la segunda, por la vinculación con este último y las organizaciones internacionales de defensa de los derechos del niño; y la tercera con este ámbito internacional y el académico. Exponer algunos elementos de parte de estas trayectorias y visibilizar las motivaciones e intereses que estos actores persiguieron, permitirá echar luz sobre su extracción social y política y su inscripción profesional e institucional. Un caso de actores ligados al movimiento de derechos humanos que se involucran en la causa por los derechos del niño, es el de la abogada, docente universitaria, Alicia Pierini. Desde su participación en el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH)7, durante los primeros años de democracia, esta abogada se aboca a la defensa jurídica de presos políticos que permanecían aún detenidos en cárceles comunes8. Y es desde esta práctica que la misma toma contacto con la situación jurídica de los niños y adolescentes “privados de libertad”: […] nosotros empezamos a trabajar el tema chicos en conflicto con la ley […] en el 85, 86 […] La cosa empieza porque, por un lado, nosotros como organismo de derechos humanos asesorábamos a las Abuelas [de Plaza de 7 El MEDH es un organismo de derechos humanos, conformado por diversas iglesias cristinas y creado en febrero de 1976, en vísperas de la dictadura militar. 8 Como es bien sabido, pero vale la pena recordar para el lector no argentino, al restablecerse la democracia, se encontraban en las cárceles comunes numerosos presos políticos detenidos años antes de iniciarse la dictadura militar. Asimismo, existieron casos de personas que habiendo sido secuestradas por el gobierno militar durante esta última, luego de haber estado privadas ilegítimamente de su libertad en lugares de detención clandestina, fueron puestas a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) y trasladadas a lugares de retención reconocidos legalmente. VIRAJES 305 Julieta Grinberg Mayo] en la parte de identidad […] Para el trabajo en derechos humanos específico, teníamos diversos ejes de funcionamiento y yo, particularmente, tenía un eje que era la resocialización […] de los presos políticos, los que iban saliendo y que tenían en parte, muchos problemas ellos para ubicarse en la sociedad y en el trabajo y por otra parte, muchos problemas de familia, civiles […] Esa era una línea de trabajo por un lado, y por otro lado, empezamos a ver el tema de la ausencia absoluta de control jurídico sobre el tema de los chicos de la calle y de los chicos que estaban sometidos a algún nivel de medida judicial, no obstante ser inimputables. Incluso hay una visita que hago yo con un juez, con el padre de García Méndez9 […] hacemos una visita […] a una cárcel, y encontramos que había menores de 18 [años] privados de libertad. Los sacamos con habeas corpus […]. (Entrevista a Alicia Pierini, junio de 2012) Es entonces a través de sus visitas a cárceles, como abogada defensora de presos políticos, que Alicia Pierini comienza a advertir la situación de indefensión jurídica en la que se encuentran los “menores en conflicto con la ley penal”. Esta preocupación lleva a Pierini y a algunos de sus compañeros a proponer ante la coordinación del MEDH, la creación en 1987 del Servicio Solidario de Defensoría de Menores. Para su implementación el proyecto contó con el apoyo financiero de la agencia sueca Rädda Barnen10. “La Defensoría” tenía pues como objetivo proporcionar a los chicos bajo “disposición” del juez de menores, internados en institutos penales, una defensa jurídica que por aquel entonces, el “sistema tutelar”, fundado sobre la Ley de Patronato de Menores de 1919, no les proporcionaba: […] armo un equipito […] para empezar a analizar cómo era la situación jurídica de los chicos, porque resulta que eran inimputables pero estaban encerrados. El juez hacía lo que quería, con la figura del buen padre de familia […] Y ahí empezamos a elaborar que teníamos otras herramientas para defender a los chicos, ¡porque los chicos no tenían abogado defensor! La primera vez que nos presentamos en un juzgado, el juez poco menos que nos sacó a patadas […]: ‘-Cómo se les ocurre, acá el que tiene la guarda y la patria potestad es el sistema judicial’ […]. (Entrevista a Alicia Pierini, junio de 2012) Pero además de iniciar acciones destinadas a defender los derechos de los “menores con causas penales”, y privados de libertad incluso siendo La trayectoria de Emilio García Méndez será expuesta en tercer lugar. Rädda Barnen es la sede en Suecia de Save The Children, una organización de defensa de los derechos del niño de raigambre internacional. Fundada en Inglaterra en 1919, esta organización fue la impulsora de la Declaración de Ginebra sobre los derechos del niño de 1924, adoptada por la entonces Sociedad de Naciones. Se trata del primer texto en el que se reconocen derechos específicos de la infancia y la obligación de los adultos respecto de su cumplimiento. 9 10 306 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación... inimputables, el equipo del MEDH se aboca poco a poco a la situación de los niños internados en hogares e instituciones por motivos de “asistencia y protección”. Puesto que como sostiene Pierini, estos chicos a los que el Estado debía proteger estaban también “privados de libertad”: Algunos estaban [institucionalizados] porque no tenían familia y otros había que hacer el contacto con la familia. Había chicos que estaban dispuestos por los jueces pero que no tenían ningún delito cometido […] lo que pasa [es] que a los privados de familia los metían en hogares cerrados. Y comenzar a trabajar con hogares abiertos requería otra mecánica de funcionamiento y de [otras] cabezas […]. (Entrevista a Alicia Pierini, junio de 2012) Con el tiempo gracias a la perseverancia de los abogados implicados en el proyecto, la “defensoría” del MEDH, fue creciendo y especializándose en la defensa jurídica de “menores privados de libertad”, fuera por motivos de control, protección y/o asistencia. Sin duda más allá del compromiso y las buenas intenciones de aquellos abogados, el financiamiento otorgado por la agencia Rädda Barnen fue fundamental a la hora de darle sustentabilidad y legitimidad al proyecto. Pero también fueron importantes las relaciones de apoyo mutuo mantenidas con otros activistas por la causa de los derechos del niño. Al menos así quedó expresado en el reconocimiento que Alicia Pierini hizo de Norberto Liwski, otro actor clave cuya trayectoria abordaré en segundo lugar: Bueno en ese marco la defensoría siguió funcionando, tuvimos mucho apoyo de Norberto Liwski, que fue un excelente compañero-maestro en muchas cosas, y nos fuimos especializando, casi te diría sin haberlo planificado demasiado […]. (Entrevista a Alicia Pierini, junio de 2012). Por otra parte, Alicia Pierini señala que la batalla por los derechos de los chicos tuvo dos etapas. Una primera, anterior a la Convención de los derechos de los niños, durante la cual se lleva a cabo el proyecto de defensoría del MEDH y una segunda que se abre a partir de 1990, cuando la Argentina ratifica la Convención de los derechos del niño de 1989 y el trabajo consiste entonces en abogar por el cumplimiento del tratado internacional y adecuar las leyes y políticas públicas a los preceptos de la misma: Después del 90, ya con la convención vigente, la pelea era otra, era adentro del Estado para el cumplimiento de la Convención, entonces la defensoría de menores (del MEDH) no tenía razón de ser como proyecto y prácticamente los compañeros se fueron integrando a las estructuras del Estado […] todos se fueron metiendo en el Estado y todos seguimos en el Estado. (Entrevista a Alicia Pierini, junio de 2012) VIRAJES 307 Julieta Grinberg En efecto, Pierini fue nombrada a cargo de la Subsecretaría de derechos humanos del Ministerio del Interior, función que ejerció a partir de 1991 y el cual mantuvo hasta ser diputada de la Ciudad de Buenos Aires entre 1997 y 2003. A partir de entonces hasta la fecha, se ha desempeñado como Defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires11. El ingreso de los abogados defensores de derechos humanos a la burocracia estatal ha sido señalado por Virginia Vecchioli (2007) en sus trabajos sobre la causa militante por los derechos humanos en Argentina. Para esta autora, la incorporación a la burocracia estatal de los abogados comprometidos en la década del 60 con la defensa de los trabajadores y de los presos políticos, y su reconversión en “expertos en derechos humanos”, debe ser pensada también como parte de un cambio en el compromiso militante y en el perfil de los profesionales del derecho reunidos en torno a esta causa: Si en los años sesenta, los abogados dedicados a la defensa de los trabajadores y los presos políticos evocan la figura heroica del profesional que se entrega desinteresadamente a la causa, a partir de su posterior inserción en un campo profesional y transnacional del activismo jurídico, estos abogados de derechos humanos aparecen asimilados a la figura del “experto”, llegando, inclusive a ocupar espacios de importancia dentro de la esfera del propio Estado. (Vecchioli, 2007: 145) Las observaciones realizadas Virginia Vecchioli permiten, con algunos matices, echar luz sobre las trayectorias de los activistas por los derechos del niño, no solo de los abogados implicados en la causa sino también de otros profesionales, cuya reconversión en “expertos” parece haberse dado a través de dos vías: por un lado, de su incorporación a organismos internacionales de defensa de los derechos del niño, y por el otro, como resultado de su incorporación al Estado, fundamentalmente en los nuevos organismos estatales que resultan de la progresiva institucionalización de la causa. En relación con esto último, Howard Becker sostiene que “la consecuencia más evidente del éxito de una cruzada, es la creación de un nuevo conjunto de leyes” junto con las cuales “se ve frecuentemente establecerse un nuevo dispositivo de instituciones y agentes encargados” de aplicar la nueva norma; es así que, “con la puesta en marcha de estas organizaciones especializadas, la cruzada se institucionaliza” (Becker, 1985: 11 Resulta interesante mencionar que, a comienzos de los 90, Noris Pignata, una joven abogada, que había trabajado como voluntaria junto con Alicia Pierini en el Servicio Solidario de Defensoría de Menores del MEDH, implementa en el ámbito de la Municipalidad de Buenos Aires, un programa similar al desarrollado por dicho organismo no gubernamental. En efecto, las actuales defensorías zonales del Consejo de derechos de los niños, niñas y adolescentes, son un desenvolvimiento de dicha experiencia. 308 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación... 179)12. La falta de espacio me impide desarrollar las características que asume este proceso en el contexto estudiado. Sin embargo, es importante destacar, que las leyes de Protección de la infancia de 1998 y 2005 son resultado de la causa por los derechos del niño y constituyen momentos clave de su proceso de institucionalización13. Pero volvamos sobre el eje de este apartado, y centrémonos sobre la trayectoria del mencionado Norberto Liwski y su acercamiento a la causa por los derechos del niño. Su implicación en la misma está también ligada a su militancia en el movimiento de derechos humanos, pero en este caso, la trayectoria del activista, está marcada además por la inserción en el campo del activismo internacional por los derechos del niño. Maestro de escuela, dirigente estudiantil durante sus años de formación en plena dictadura del general Onganía (1966-1970), durante la década del 70, el pediatra Norberto Liwski se involucra en la lucha de sectores populares del conurbano bonaerense. Con el golpe militar iniciado en 1976, es perseguido políticamente, siendo secuestrado en abril de 1978 por el gobierno de facto, torturado, y meses más tarde puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, hasta finalmente ser liberado en 1982. Es a partir de ese momento que Liwski establece un fuerte vínculo con el movimiento de Derechos Humanos: Esta traducción, al igual que el resto de las citas de textos en francés e inglés que conforman la bibliografía final son de mi autoría. 13 La Ley 114 de Protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires, sancionada en 1998 crea en el ámbito local un nuevo organismo administrativo –el Consejo de los derechos de los niños, niñas y adolescentes– provocando el ingreso de nuevos actores sociales al campo de la protección de la infancia local. María Elena Nadeo, una de las legisladoras que había impulsado con fervor la sanción de dicha ley, es designada por el entonces jefe de gobierno, Aníbal Ibarra, como presidenta del nuevo organismo. No obstante, dicha ley será desestimada por los actores que históricamente han detentado el monopolio de su protección. En este contexto caracterizado por la coexistencia de leyes antagónicas operando sobre el mismo territorio, por la presencia de facciones con enfoques divergentes acerca de lo que debería ser la política de protección de la infancia, se despliegan circuitos de intervención paralelos y superpuestos. Particulares relaciones entre instituciones judiciales y administrativas se irán tramando, haciendo de la protección de la infancia, un campo de fuertes disputas y luchas de poder (Grinberg, 2004, 2006). La Ley 26061 de Protección integral de los derechos de los niños, niñas y adolescentes de alcance nacional, sancionada en 2005, deroga la Ley de Patronato de Menores de 1919 y modifica el artículo 234 de Protección de persona del Código de Procedimiento Civil y Comercial de la Nación, el cual ya no podrá ser utilizado en materia de protección de la infancia. Dicha Ley reconfigura el campo jurídico-burocrático de la protección de la infancia, asignándole mayores competencias a los organismos administrativos en detrimento de los judiciales. Un nuevo dispositivo que privilegia el trabajo de los primeros y restringe la intervención de los segundos a los casos más graves, se pone en marcha a partir de entonces. Pero la nueva ley no resuelve los conflictos históricos ni homogeneiza las miradas divergentes a cerca del cómo debe ser la política de protección de la infancia. Por el contrario, estas cuestiones continúan siendo objeto de apasionados debates (Grinberg, 2011; Villalta, 2010). 12 VIRAJES 309 Julieta Grinberg La primer visita que hago cuando salgo en libertad, es ir a verla a Hebe14, yo no la conocía… […] Y ahí ella me plantea si no quería darle una mano en algo que se estaba organizando […] en una parroquia, para darle un apoyo a los hijos de desaparecidos […] Era la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, de Mataderos, y era el padre Mario Leonfanti, del MEDH [Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos], el que lo estaba organizando. Y entonces fui para ahí. Fue todo en simultáneo, primero la visito a Hebe, después le hago el apoyo médico a Adolfo que estaba de huelga de hambre […]15. (Entrevista a Norberto Liwski, junio de 2012) Así pues, es entonces a partir de la circulación por estos diversos espacios y de las relaciones que en los mismos se van tejiendo, que Norberto Liwski conoce a Chicha Mariani, una de las fundadoras y por entonces presidenta, de Abuelas de Plaza de Mayo. Y, según la reconstrucción que el mismo actor realiza, es a partir de su colaboración con dicha asociación que comienza a vincularse con organizaciones de defensa de derechos de los niños de raigambre internacional: En el año 84, con Chicha Mariani viajamos invitados a Colombia, promovidos por Adolfo [Pérez Esquivel], para una primera reunión que se hacía en América Latina de la organización Defensa de los Niños Internacional [DNI]. Nos enteramos juntos ahí que había nacido esa organización en Ginebra, en el año 1979, que había nacido junto con la decisión de la Asamblea General de Naciones Unidas de poner en marcha un mecanismo de elaboración de la Convención de los Derechos del Niño, a partir de la iniciativa de Polonia, acompañada por un grupo de países; y que DNI se había constituido básicamente para, desde las organizaciones de la Sociedad Civil, acompañar el proceso de elaboración de la Convención16, y que tenía la intención de avanzar en la creación de secciones en América Latina. Así que esa reunión en Colombia puso en marcha, en la Argentina la creación de DNI […] DNI se funda con un grupo bastante heterogéneo de dirigentes sociales y profesionales y tiene como finalidad primera poner el debate de la Convención […]. (Entrevista a Norberto Liwski, junio de 2012) Luego de este primer acercamiento, hacia fines de los años 80 Liwski tiene la posibilidad de participar en el último período de redacción del documento de la Convención de los Derechos del Niño. Por un lado, porque para la época además de ser el responsable de la sede local de DNI, ha sido Como es bien sabido, Hebe de Bonafini, es la referente principal de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Adolfo Pérez Esquivel es otro de los reconocidos referentes del movimiento de derechos humanos, fundador el Servicio de Paz y Justicia y acreedor del Premio Novel de la Paz en 1980. A mediados del año 1983, ya siendo reconocido mundialmente, Pérez Esquivel realiza una huelga de hambre como modo de protesta ante la sistemática violación de los derechos humanos en Argentina. 16 A este proceso me he referido en la nota al pié de página número 3. 14 15 310 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación... designado vice-presidente de DNI central, cargo que lo lleva a representar a la organización ante el comité de redacción de la Convención. Por el otro, porque desde Naciones Unidas, se lo convoca también como asesor para la redacción del texto final. Desde su participación en dicho espacio promueve la incorporación del debate en torno al derecho a la identidad, impulsado por las Abuelas de Plaza de Mayo, que posteriormente habría de plasmarse en los artículos séptimo y octavo de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Del mismo modo que Alicia Pierini, durante la década de los 90, Norberto Liwski llega a ocupar distintos cargos públicos como responsable de diversas áreas de infancia a nivel provincial y nacional, entre otros, llega a ser Subsecretario de Infancia, Familia y Desarrollo Humano de la Provincia de Buenos Aires (1992-1994) y presidente del Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia y familia (2002-2003). La trayectoria de este activista devenido experto, alcanza la cima cuando en 2003 es nombrado “miembrovicepresidente” del Comité de Derechos del Niño en Ginebra, cargo que desempeña hasta 2007. Pero los recorridos son diversos, y devenir experto no implica siempre abandonar el mundo asociativo como espacio de lucha y transformación. En efecto, es común observar en este tipo de trayectorias un fluido ir y venir entre el Estado y la Sociedad Civil17. Por último, otra figura emblemática de la causa por los derechos del niño ha sido el abogado Emilio García Méndez, quien debió exiliarse durante la dictadura militar y luego de una estadía en Venezuela, terminó instalándose en Alemania y doctorándose en leyes: En diciembre del 74 mataron al secretario estudiantil de la Universidad de Bahía Blanca. En enero del 75 mataron al secretario estudiantil de la Universidad de la Plata y yo era el secretario estudiantil de la Universidad de Lomas. Yo me fui en abril. Me fui a Venezuela […] trabajé en el Instituto de Criminología de la Facultad de Derecho del Sur […] cuatro años. En el 80 yo gané una beca en Alemania y me fui. Y ahí trabajé e hice mi doctorado con Alessandro Baratta18 […]. Yo estuve del 80 al 85 en Alemania y en el 85 gané un concurso de Naciones Unidas en Roma y entré a trabajar en el Instituto de Política Criminal de Naciones Unidas […] trabajé ahí entre el 85 y el 90. (Entrevista a Emilio García Méndez, agosto de 2012) Sobre otro aspecto de las porosas fronteras entre el Estado y la Sociedad Civil que caracterizan el campo las instituciones de protección de la infancia, véase el trabajo de Carolina Ciordia (2011). 18 Alessandro Baratta ha sido un reconocido criminólogo y penalista italiano, profesor en la Universität des Saarlandes y autor de numerosas publicaciones en el ámbito de la criminología, el derecho penal y los derechos humanos, entre otros. En diversas compilaciones realizadas por Emilio García Méndez, pueden encontrarse artículos de Baratta en torno a la infancia. 17 VIRAJES 311 Julieta Grinberg Es a través de su participación como experto en un proyecto de cooperación llevado a cabo desde el Instituto lnterregional de Naciones Unidas para la Investigación sobre el Delito y la Justicia (UNICRI), situado en Roma, que Emilio García Méndez regresa nuevamente a Buenos Aires, hacia fines de la década del 80, para crear junto a María del Carmen Bianchi, otro actor clave de este movimiento, el proyecto “Pibes Unidos”: Para mí estos proyectos [“Pibes Unidos” y su versión uruguaya “Gurises Unidos”] tenían como objetivo desarrollar una especie de crítica en acto para poder establecer las bases de una reforma legal. Nunca me imaginé, yo trabajé en todos los procesos de reforma legal en todos los países de América Latina y en todos los países del Caribe de habla inglesa, nunca me imaginé que el único lugar en donde no iba a poder hacer eso era en la Argentina […]. (Entrevista a Emilio García Méndez, agosto de 2012) En 1990 el abogado ingresa a la oficina de Unicef en Brasil, donde trabaja durante algunos años hasta asumir el cargo de Asesor regional en el área derechos del niño de la oficina de Unicef para Latinoamérica y el Caribe –cargo en el que se desempeñó hasta 1999–. Como él refiere en el extracto citado, desde dicho espacio aboga por la reforma jurídica de las leyes de infancia en los distintos países de la región. Durante este período, publica números trabajos llegando a ser considerado en la región como uno de los referentes teóricos más destacados de la llamada “doctrina de la protección integral” de derechos. Este lugar de prestigio, es alimentado a su vez por las relaciones tendidas con el campo de la criminología crítica en Italia. En los años siguientes, Emilio García Méndez alterna el trabajo de asesoramiento a diversos organismos internacionales, la docencia universitaria y un cargo como diputado nacional durante el período 2005-2009. Semejanzas y divergencias pueden ser observadas en las trayectorias de estos activistas por los derechos del niño. En el caso de Alicia Pierini y Norberto Liwski el interés y el compromiso por la cuestión de la infancia no puede ser desligada de su participación en el movimiento de derechos humanos post-dictadura. Mientras tanto, en el caso de Emilio García Méndez su interés por la misma parece más bien haberse forjado a la luz de los debates internacionales, a los cuales posiblemente accede a partir de su experiencia en el exilio, de su paso por organismos internaciones como Unicef y de su inserción académica. Dicha incursión en el plano internacional se observa igualmente en la trayectoria de Norberto Liwski, quien sin embargo arriba a dicho ámbito a través del movimiento de derechos humanos. Por otra parte, resulta interesante mencionar que a excepción de Alicia Pierini cuya carrera se vuelca hacia el ámbito más amplio de los derechos humanos, 312 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación... del cual efectivamente provenía, en los otros dos casos, como sucede en la mayoría de las trayectorias de estos activistas, los mismos permanecen “fieles a la infancia”. Sally Engle Merry (2006) explora el lugar y los modos en que los conceptos e instituciones de derechos humanos son producidos y cómo estos circulan y modelan las vidas y acciones cotidianas de las comunidades locales. Para dar cuenta de estos procesos, la autora propone una categoría analítica sumamente rica para analizar las prácticas de aquellos actores que circulan en el plano internacional y participan de la producción, circulación y elaboración de ideas locales en torno a los derechos humanos: A medida que las ideas de origen transnacional viajan a las comunidades pequeñas, por lo general estas se vernaculizan, o adaptan a los significados y a las instituciones locales […] Una dimensión clave del proceso de vernacularización es la gente del medio: aquellos que traducen los discursos y prácticas del ámbito del derecho internacional y las instituciones jurídicas a situaciones concretas de sufrimiento y vulneración. Los intermediarios o traductores trabajan a distintos niveles entre los sistemas de significados locales, regionales, nacionales y globales. Los traductores recrean los reclamos locales en términos de principios globales y actividades de los derechos humanos. (Merry, 2006: 39) De acuerdo con esta autora, entran dentro de esta categoría, activistas locales, abogados de derechos humanos, académicos y todos aquellos que “tienen un pie en la comunidad internacional y el otro en casa” y que traducen haciendo accesible la comunicación en ambas direcciones. Estos “traductores de derechos humanos” tienen entonces una doble tarea: “ellos transforman las ideas transnacionales en términos locales. Al mismo tiempo, ellos reinterpretan ideas y reclamos locales en el lenguaje nacional e internacional de los derechos humanos” (Merry, 2006: 42). Sin lugar a dudas, la caracterización hecha por Merry es ilustrativa de la labor desempeñada, por los tres actores durante aquellos años, y sobre todo por Emilio García Méndez y Norberto Liwski, quienes a través de su participación en espacios transnacionales, como Unicef, DNI internacional o el Comité de redacción de la Convención de los Derechos del Niño, tomaron contacto con los debates internacionales. Estos tres actores participaron activamente en la difusión del discurso de los derechos del niño en el plano local. Pero esta difusión no fue pasiva, por el contrario como veremos en el próximo apartado, ellos interpretaron y reelaboraron la discusión dada en el ámbito global en función de la coyuntura local, de sus propias motivaciones e intereses, y paralelamente transformaron el problema local al lenguaje de los derechos del niño fabricado en el plano internacional. VIRAJES 313 Julieta Grinberg Argumentos y tópicos principales de la causa por los derechos del niño: el “sistema tutelar” en cuestión Así pues, de la mano de activistas próximos al movimiento de derechos humanos y/o expertos con experiencias de circulación en el plano internacional, una nueva causa que preconiza la Convención Internacional de los Derechos del Niño de 1989 como horizonte normativo y que ataca al mismo tiempo el andamiaje legal e institucional de tratamiento de la “minoridad”, se va consolidando en la esfera local. Las críticas esgrimidas hacia las instituciones de protección de la infancia, por estos nuevos actores exteriores a las mismas, que emergen de la sociedad civil, recubren un amplio y variado abanico argumentativo. La política erigida sobre la separación ente “niños” y “menores”, que implica intervenciones libradas exclusivamente sobre los niños de sectores populares19, el tratamiento indiferenciado desplegado sobre los “menores abandonados” y los “menores delincuentes”, los poderes ilimitados conferidos a los jueces por la ley de Patronato de Menores de 1919, la impronta moralizadora de la noción de “abandono o peligro moral o material” sobre la cual dicha ley habilita la intervención estatal en el seno familia, y la concepción del niño como “objeto de tutela” y no como “sujeto de derechos”, son tan solo algunas de las críticas que los nuevos activistas dirigen al “Patronato” o “sistema tutelar” de protección de la infancia, fundado sobre la ley de Patronato de Menores de principios del siglo XX. Algunas de estas cuestiones quedan expresadas en el siguiente párrafo, extraído de un artículo que Alicia Pierini escribe en la época: […] el actual sistema tutelar confiere a los jueces un poder tan omnímodo que pueden privar de su libertad a menores sin cumplir ninguno de los requisitos procesales que, en caso de los adultos serían imprescindibles. La facultad de disposición de los Jueces de Menores no tiene ningún límite legal […] La libertad de cualquier menor de 21 años está en riesgo y sin garantías. Basta que el Juez considere su situación como de “peligro moral” para que pueda ser dispuesto por tiempo indeterminado y hasta los 21 años. (Pierini, 1991: 164) 19 Numerosos autores sostienen que entre 1880 y 1920, el término menor se instala en el espacio público local, utilizándose diferenciado de aquel de niño. Progresivamente, un sistema clasificatorio que divide la infancia en dos categorías se cristaliza: por un lado, la niñez, la cual denota una infancia inscripta en el sistema de educación pública, educada y protegida por su familia, y del otro lado, la minoridad, esta infancia pobre, “en peligro” o “peligrosa” que comienza a ser percibida por la élite político-intelectual como un problema que necesita de una intervención pública específica (García Méndez, 1991; Daroqui & Guemureman, 2001; Carli, 2002; Villalta, 2006; Zapiola, 2006, 2010). 314 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación... Respecto del tratamiento penal de los “menores” en particular, los nuevos defensores de los derechos del niño sostendrán que el Estado argentino viola las normas internacionales. De modo sintético, los procedimientos son arbitrarios, los menores no tienen acceso a una verdadera defensa jurídica y las instituciones donde los mismos son dispuestos, no solo no cumplen con el objetivo de la rehabilitación sino que además encierran menores inimputables e incluso a aquellos que no han cometido delitos20. En relación al plano de la protección y asistencia, las críticas son también contundentes. Por un lado, los cuestionamientos se dirigen a la “judicialización de la pobreza”, dicho de otro modo, la criminalización de las dificultades económicas de las familias, que deberían ser objeto de políticas sociales y no de una intervención judicial, fundada sobre la adopción y la institucionalización. Esta última, concebida como la internación de niños en macro-instituciones, o eventualmente hogares, de características cerradas, es también objeto de fuertes críticas. Por un lado, se trata de una práctica que se realiza de modo masivo en lugar de restringirse a los casos más graves. Pero por el otro, la falta de trabajo tendiente a posibilitar el regreso de los niños a sus familias, la impersonalidad en los cuidados propios de este tipo de estructuras, el hermetismo y la violencia institucional, así como las secuelas que la experiencia de la institucionalización deja en los niños, son también denunciadas en el marco del nuevo movimiento. Sin lugar a dudas, varias de estas críticas y las orientaciones que de ellas se desprenden, traducen en el plano local transformaciones que, desde hacía algunas décadas, venían atravesando las políticas de protección a la infancia, en la mayoría de los países occidentales, incluso mucho antes de la ratificación de la Convención de 1989. En efecto, la política de institucionalización de niños había sido ya puesta en cuestión en la década del 40, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la figura de “niño privado de cuidados parentales” aparece en el espacio público (Rose, 1999)21. Como sugiere Anne Daguerre (1999) en su trabajo comparativo sobre Francia e Inglaterra, luego de la Segunda Guerra Mundial, la familia de origen comienza a ser concebida como el medio más apropiado para En efecto, en aquella época era común encontrar en este tipo de instituciones: niños en situación de calle, niños detenidos en situación de “merodeo” o vendiendo objetos, todas situaciones consideradas de “abandono moral o material”, así como niños que si bien habían cometido delitos, al ser menores de 18 años, resultaban inimputables para el Régimen Penal de Menores (Ley 22.278/80 y 22.803/83). 21 Las investigaciones desarrolladas por Anna Freud en aquel contexto daban cuenta de los efectos nefastos que la experiencia de separación de los niños de sus familias y el posterior cuidado institucional, tenían sobre el desarrollo posterior de los niños pequeños. Para la misma época, John Bowlby habían afirmado, basándose en el estudio de las experiencias de “jóvenes delincuentes”, que la temprana separación de los niños de sus familias, llegaba a causar afecciones que podían derivar en el desarrollo de “comportamientos antisociales” (Rose, 1999: 166). Estas investigaciones habían llevado entonces a privilegiar los vínculos entre los niños y sus familias de origen, sobre todo durante los primeros años de vida. 20 VIRAJES 315 Julieta Grinberg el desarrollo del niño. Las agencias de protección de la infancia apuntan a partir de entonces, tanto a promover el trabajo socio-educativo con los padres a fin de evitar la separación del niño de su familia de origen, como a buscar alternativas al cuidado institucional para aquellos casos en los que los niños no puedan continuar a su cuidado22. Por otro lado, el intervencionismo de los servicios sociales desplegado sobre las familias pobres había sido también objeto de fuertes críticas en ambos países. En Francia, durante la década del 70, la crítica al “control social” que emerge en el mundo académico, fundamentalmente con los trabajos de Michel Foucault y trabajos de orientación foucaultiana, como aquellos desarrollados por Jacques Donzelot y Philippe Meyer, son rápidamente retomados y aplicados en el mundo del trabajo social (Lenoir, 1997; Serre, 2009). En Argentina, las críticas al “institucionalismo” u “hospitalismo” habían comenzado a propagarse hacia fines de la década del 60 y las mismas habían dado origen a la creación de programas de pequeños hogares y familias sustitutas. Sin embargo, es posible pensar que estas críticas se potencian luego del restablecimiento del sistema democrático, cuando además, el intervencionismo estatal desplegado sobre las familias pobres, comienza a ser problematizado. Estas cuestiones se despliegan articuladas y con fuerza en el mismo momento que en el plano internacional se discute acerca de la infancia y sus derechos. En este contexto, los nuevos defensores de los derechos del niño, concebirán a la Convención Internacional de 1989, como el marco normativo, político y moral desde el cual desterrar las enraizadas prácticas de judicialización de la pobreza e institucionalización de niños pobres, instauradas desde comienzos de siglo XX por la Ley 10903 de Patronato de Menores. Este escenario posibilitará la emergencia de una producción teórica, fundamentalmente jurídica, a cerca de las políticas de protección a la infancia en Argentina, de su historia y sus cambios. La mirada que se irá forjando a la luz de dicha producción, revestirá también a la Convención de los Derechos del Niño de una significación bien particular. La perspectiva en cuestión afirmará la existencia de dos doctrinas jurídicas contrapuestas. Por un lado, la doctrina de la “situación irregular”, representada en América Latina por las leyes de principios del siglo XX, y, por el otro, la “doctrina de la protección integral”, que tiene sus raíces en la Declaración de Derechos 22 Mientras que en Francia este paradigma continuará siendo dominante, en Inglaterra el mismo será puesto en cuestión a mediados de la década del 70, cuando el problema del “maltrato infantil” irrumpa en el espacio público (Nelson, 1984; Pfhol, 1993; Hacking, 1988, 2001). Rápidamente la familia de origen será percibida como nociva y patológica. Pero dado que la institucionalización ha demostrado causar también efectos nocivos sobre el futuro desarrollo del niño, otras formas alternativas al cuidado institucional, tales como las familias de acogimiento y la adopción, serán a partir de entonces valorizadas en Inglaterra (Daguerre, 1999). 316 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación... del Niño de 1959 y que comprende la Convención Internacional de 1989 y las tres normas de Naciones Unidas que rigen la administración de justicia y el tratamiento institucional de “menores infractores a la ley penal”, concebidas hacia fines de los años 8023 (García Méndez, 1997: 28). De acuerdo con García Méndez, uno de los exponentes máximos de esta corriente de pensamiento, las leyes de principios del siglo XX basadas en la “doctrina de la situación irregular” han apuntado al “tratamiento institucional de una conducta o condición que implica un desvío de las normas sociales […] que se suponen mayoritariamente aceptadas” (García Méndez, 1991: 14). De acuerdo con este autor, esta doctrina jurídica, o más bien las leyes enmarcadas en ella, comprende una serie de características, dentro de las cuales pueden mencionarse a modo de ejemplo, la diferenciación que establecen entre niños y menores, la habilitación a los jueces de poderes omnímodos y discrecionales, la judicialización de la pobreza, y el tratamiento de los niños como objetos (García Méndez, 1997: 21-22). Así pues, la Ley 10903 de Patronato de Menores de 1919, había sido construida en torno a la “doctrina de la situación irregular”, y por ende resultaba completamente antagónica a la Convención de los Derechos del Niño de 1989, construida sobre la “doctrina de la protección integral”. En consecuencia, para modificar las denostadas prácticas que daban vida al “sistema tutelar”, resultaba imperioso y necesario, la derogación de aquella y la sanción de nuevas leyes acordes a esta última doctrina jurídica. Desde esta perspectiva, ambas doctrinas fueron concebidas entonces como dos paradigmas opuestos e inconmensurables que se suceden en el tiempo, nutriendo modelos de intervención con la infancia sustancialmente diferentes. En esta configuración, la Convención fue concebida, como un momento histórico sin precedentes, un antes y un después en la historia de las políticas de protección de la infancia. En palabras de Emilio García Méndez: “la Convención Internacional cancela definitivamente la imagen del ‘menor’ como objeto de compasión-represión, convirtiéndolo en el niño-adolescente sujeto pleno de derechos” (1991: 16). Ahora bien, el paso del tiempo y la distancia recorrida nos permite hoy en día reflexionar sobre esta construcción teórica forjada, a la luz de la perspectiva jurídica, en el seno de la causa por los derechos del niño, y sobre algunos estereotipos y lugares comunes a los cuales la misma nos condujo. Como se desprende de los párrafos anteriores, desde esta perspectiva que opuso “el Patronato” a “la Convención”, mientras que lo previo fue Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia Juvenil (reglas de Beijing) de 1985, Directrices de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia Juvenil (directrices de Riad) de 1988 y Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para los jóvenes privados de libertad de 1990. 23 VIRAJES 317 Julieta Grinberg homogenizado bajo el rótulo de “doctrina de la situación irregular” (Villalta, 2010: 82), descalificado y etiquetado de “control social”, “lo nuevo” fue visto como superador y emancipador. Demonización de lo anterior e idealización de lo nuevo24, se articularon en esta nueva perspectiva que al centrar el foco en la sanción de nuevas normas, planteó una lectura parcial de los cambios en las políticas de protección de la infancia. Desde esta lectura idealizada, la sanción de una nueva ley acorde a la Convención Internacional, permitiría reemplazar un modelo anterior y vetusto por uno nuevo y respetuoso de los derechos de los niños. Cual varita mágica la nueva normativa daría el puntapié inicial al cambio cultural sin precedentes. Ahora bien, además de movilizar una lectura dicotómica, esta perspectiva construyó a estas dos doctrinas como compartimentos estancos y los definió taxativamente, atribuyéndoles características negativas a una doctrina y positivas a la otra, contraponiendo así “el bien” y “el mal”. Y en este sentido, esta construcción desdobló un análisis de alto contenido moral. Pero las críticas no se referían exclusivamente a “la doctrina” sino también a las instituciones y agentes “del Patronato”. Pesó así sobre los jueces de menores y demás actores judiciales una mirada fuertemente negativa. Acusados de criminalizar la pobreza, de institucionalizar o dar en adopción a hijos de pobres, de juzgar los abandonos y negligencias con base en valores de clase media-alta, estos actores, “los defensores del patronato”, fueron construidos por los activistas de la nueva causa, como sus adversarios políticos e ideológicos. Y así, como sostiene Carla Villalta (2010), para aquellos el debate quedó reducido a una oposición entre “buenos” y “malos”. Pero por otra parte, esta construcción del problema que opuso dos paradigmas inconmensurables, se vio reflejada en gran parte de los trabajos académicos sobre la cuestión: […] la producción teórica respecto del tema de la intervención jurídico-estatal sobre los “menores” estuvo fuertemente teñida por los límites conceptuales de este debate que oponía el Patronato –como sinónimo del enfoque paternalista, coactivo, selectivo y discrecional que había caracterizado a las variadas intervenciones sobre un sector de la infancia– a la Convención sobre los Derechos del Niño y a la denominada “doctrina de la protección integral” inspirada en ella. (Villalta, 2010: 82) 24 A comienzos de la década del 90, la socióloga francesa Irène Théry (1993) observaba con un tono crítico la idealización que los nuevos defensores de los derechos del niño realizaban de la Convención Internacional de los Derechos del Niño en el contexto francés, y remarcaba al mismo tiempo la demonización que los mismos hacían del derecho de menores, un derecho que, a su entender, no resultaba contrario a las prescripciones de la ONU. Si bien el caso argentino no es comparable al francés, puesto que sin lugar a dudas el derecho de menores en este país era contrario a los preceptos de la mencionada Convención, es interesante constatar la misma operación estratégica de diabolización de lo previo e idealización de lo nuevo mencionada por Théry. 318 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación... Aún más, con esta perspectiva nos hemos formando e identificado en nuestros comienzos muchas de las personas que en Argentina hoy investigamos sobre estos temas. En efecto, en nuestro contexto local, fueron los trabajos insertos en esta corriente los que comenzaron a despertar el interés de las ciencias sociales por el estudio de los dispositivos jurídicoburocráticos destinados a la minoridad, en particular, y por los estudios de infancia en general. En este sentido, al lograr, visibilizar un tema que hasta entonces había sido menor e instalar el debate alrededor del mismo, tanto en el espacio de la política como en el ámbito de las ciencias sociales, las acciones desplegadas por estos activistas de los derechos del niño resultaron ampliamente productivas. Defensores y adversarios: apuntes para una relectura crítica Ahora bien, los activistas por los derechos del niño, en su desempeño como traductores (Merry, 2006), realizaron una interpretación y movilizaron un uso particular de la Convención de Derechos del Niño producido en la escena internacional. En el marco de este proceso, la defensa y garantía de dichos derechos fue convirtiéndose en un “frente discursivo”25 (Fonseca & Cardarello, 2005), cuyos tópicos centrales, como sostiene Carla Villalta, fueron la “desjudicialización de las situaciones de pobreza”, la “desinstitucionalización de los niños”, y la “restitución, protección y exigibilidad de derechos”. Con este nuevo “frente discursivo”, se fueron, a partir de entonces, identificando muchos de los agentes de este campo de las instituciones de protección de la infancia y también parte de los actores interesados en este incipiente campo de estudios (Villalta, 2010: 82). Sin embargo, esta movilización de la Convención Internacional y del discurso de los derechos del niño, no fue la única. En efecto, aunque la adhesión respondió a la defensa de tópicos diferentes, muchos de los llamados “defensores del Patronato”, abrazaron el tratado internacional y a su modo lo utilizaron para enmarcar sus propias intervenciones. El siguiente extracto de entrevista realizada a un juez civil con competencia en asuntos de familia, que ejerce funciones desde fines de la década del 80, Claudia Fonseca y Andrea Cardarello (2005) señalan –siguiendo a Joan Scott (1996)– que la cuestión de los derechos de la infancia, puede ser analizada en términos de procesos discursivos, que producen sujetos y dan forma a sus blancos privilegiados de acción. En este sentido proponen la noción de “frente discursivo”, el cual resulta de la negociación entre diversos grupos de interés trabajando en torno de un mismo tema. 25 VIRAJES 319 Julieta Grinberg permite visualizar otro tipo de interpretaciones y usos que se hicieron del tratado internacional. En el marco de una discusión en torno a los cambios acaecidos respecto del tratamiento jurídico del “maltrato infantil”, dicho juez se refiere a la Convención de los Derechos del Niño como un verdadero “quiebre”: Esto [la Convención] sí marca realmente un quiebre en lo que es el compromiso de la Argentina en relación a los niños. Hasta allí, los niños eran considerados como un objeto que necesitaban una protección especial; que no tenían voz, que no tenían o que si tenían derechos, [estos] estaban establecidos por sus padres y no existían límites en esa autoridad paterna, y todo lo que el chico podía hacer era establecido por sus padres. (Entrevista a un juez civil con competencia en asuntos de familia, mayo de 2008) Así pues, en este caso, la ratificación de la Convención por parte del Estado argentino, es significada también como un hito en la historia de la infancia. Sin embargo, el tratado internacional no es visto aquí como el inicio de un camino que conduce a la reforma jurídica que permitirá limitar las intervenciones arbitrarias del Estado sobre los niños pobres y sus familias, sino más bien, como una herramienta jurídica que permite proteger mejor a los niños de sus propios padres. En otros términos, como un paso hacia adelante respecto de la capacidad del Estado de cercenar el poder de patria potestad “ilimitado” del cual –según estos actores– los padres habían gozado hasta entonces. Este ejemplo permite ilustrar someramente que el discurso de los derechos del niño fue acogido y reelaborado en el contexto local de diversos modos. Por un lado, los nuevos defensores de los derechos del niño, vieron en la Convención un instrumento desde el cual luchar contra el sistema tutelar, considerado como anacrónico y avasallante respecto de los derechos de los niños y las familias pobres. Dicho de otro modo, concibieron a la Convención un instrumento liberador y emancipador a partir del cual se podría cercenar el poder ilimitado del Estado, detentado hasta entonces por los jueces y defensores de menores. Por el otro, estos últimos, resaltaron también las virtudes del tratado internacional. En efecto, si bien existieron diferencias en este colectivo, el uso que estos actores hicieron de la Convención colocó el foco sobre la oposición entre los derechos del niño y los derechos de los padres. Y al hacerlo, reactualizaron la antigua matriz a partir de la cual la familia pobre era percibida como la culpable de todos los males. En este contexto, como señala Valeria Llobet (2011), “el niño sujetode-derechos” se instaló como un “significante vacío” cuya indefinición habilita la pervivencia de múltiples definiciones de infancia y de diversas 320 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación... demandas en torno a ellas, permitiendo sin embargo que tal heterogeneidad quede cubierta (2011: 452)26. Pareciera ser entonces, como señala Franck Bachelet respecto de la noción de “maltrato infantil”, que los “derechos del niño” también se han transformado en una “noción imprecisa e incierta que es objeto de operaciones de definición, de construcción y entonces de apropiaciones múltiples, donde cada uno parece hablar de la misma cosa, hablando al mismo tiempo de una realidad muy diferente” (Bachelet, 1991: 91). Así pues, durante la década del 90, el campo de las políticas de protección de la infancia hizo coincidir en el mismo escenario dos facciones conformadas por categorías de actores sociológicamente diferentes, con miradas divergentes sobre la intervención del Estado en la vida familiar y concepciones diferentes a cerca de las competencias que debían ser atribuidas a los mundos burocrático y jurídico. Por un lado, un grupo de “extranjeros” a la burocracia estatal, muchos políticamente comprometidos en la década del 70 y/o próximos al movimiento de derechos humanos, quienes promovieron la “doctrina de la protección integral” y asimilaron la lucha por los derechos del niño a la necesidad de limitar la intervención judicial sobre las familias populares. Por el otro, una facción conformada por funcionarios judiciales de larga trayectoria, caracterizada por el “espíritu de cuerpo”, los lazos de parentesco y lealtad, y cuyos actores asimilaron el discurso de los derechos del niño a la defensa del “niño maltratado”. Mientras los primeros buscaron aumentar su poder ganando nuevos territorios dentro del campo de las instituciones de protección de la infancia, los segundos se resistieron a perder su histórico monopolio desplegado sobre la gestión de la infancia pobre. Pero el análisis se vuelve más interesante si observamos que estas diferencias concretas y marcadas, además de preexistir han sido recreadas y reproducidas por los activistas de los derechos del niño. La construcción de una imagen de juez de menores “conservador”, “retrógrado”, “arbitrario” e “intervencionista”, permitió a los “nuevos defensores” de los derechos del niño construir una imagen de sí opuesta a aquella y forjar así una identidad propia que se definió como “progresista”, “garantista”, no intervencionista, respetuosa de los derechos de los niños y de sus familias, etc. Así pues, la idea de un escenario conformado por facciones antagónicas fue también promovida por los nuevos activistas en el marco de la construcción de la causa por los derechos del niño. 26 Sobre el concepto de « significante vacío » movilizado por Llobet (2011), véase Laclau & Mouffe (1996). VIRAJES 321 Julieta Grinberg Comentarios finales Hacia fines de la década del 80 un grupo heterogéneo de actores “extranjeros” al campo de las instituciones de protección a la infancia, vinculados al movimiento de derechos humanos, a las organizaciones internacionales de defensa de los derechos de los niños y al mundo académico, comienza a movilizarse en torno a una nueva causa. Estos activistas que critican el andamiaje jurídico-burocrático de tratamiento de la minoridad, fundado principalmente sobre la Ley 10903 de Patronato de Menores de 1919, encontrarán en la Convención Internacional de los Derechos del Niño de 1989, un marco legítimo desde cual fundamentar la necesidad de derogar de forma urgente de la citada ley. En el marco de la construcción de esta causa, que aboga por la reforma del “sistema tutelar” de protección de la infancia, movilizando la figura del “niño sujeto de derechos” promovida por la citada Convención, se va forjando durante la década de los 90, una lectura particular de las políticas e instituciones de protección de la infancia. Desde esta perspectiva, se homogeniza bajo el rótulo de la “doctrina de la situación irregular” todo lo previo y al mismo tiempo se lo demoniza. En paralelo, se lo contrapone a la “doctrina de la protección integral” construida sobre la Convención de los Derechos del Niño. Se construye así una mirada dicotómica, estereotipada y al mismo tiempo moralizante, que comporta no solo a los sistemas jurídicos sino también a las instituciones y agentes que les dan vida. En este contexto, los jueces y magistrados judiciales serán construidos por los activistas de la nueva causa como sus “adversarios”. En efecto, activista y “adversarios” conforman dos categorías de agentes sociológicamente diferenciados, con trayectorias, inscripciones institucionales y modos de socialización que los diferencian. Ambas facciones posen miradas diferentes sobre la familia y la intervención del Estado; y como hemos visto, ambos grupos de actores interpretaron e hicieron usos diferentes de la Convención de los niños. Pero estas diferencias, además de preexistir a la causa fueron construidas en el marco de esta. Esta construcción antagónica contribuyó al mismo tiempo a forjar una imagen de sí y una identidad propia a un conjunto de actores, que además de ser heterogéneo, intentaba legitimarse en el campo de la protección de la infancia. En efecto, este activismo fue altamente productivo. No solo logró visibilizar el tema de los dispositivos jurídico-burocráticos destinados a la minoridad, sino que también instaló y difundió el discurso de los derechos del niño en el plano local. Muchos fueron los actores que desde las instituciones se identificaron con la nueva causa y los cambios que esta 322 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 299-325 La recepción de “los derechos del niño” en Argentina: trayectorias de activistas y conformación... promovía. Esto ocurrió también en el ámbito de las ciencias sociales, en donde si bien la oposición entre “el Patronato” y “la Convención”, tiñó el debate teórico (Villalta, 2010), a partir de ese momento estos temas, hasta entonces poco abordados, comenzaron a ser problematizados. El tiempo transcurrido nos permite hoy intentar romper con lecturas dicotómicas, formular nuevas líneas de indagación y complejizar el período en cuestión. Este artículo ha intentado avanzar en esa dirección. Bibliografía ALSTON, Philip. (1994).”The best interest principle : towards a reconciliation of culture and human rights”. International Journal of Law and the Family, V 8, nº1, pp.1-26. 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VIRAJES 325 VIRAJES EL SUEÑO DE DEMOCRACIA Y ACCIONES POLÍTICAS ALTERNATIVAS DE JÓVENES COLOMBIANOS*,** JOSÉ RUBÉN CASTILLO GARCÍA*** Recibido: 28 de septiembre de 2012 Aprobado: 3 de abril de 2013 Artículo de Investigación * Este artículo es uno de los productos que resultan de la investigación: “Experiencias Alternativas de acción política con participación de jóvenes en Colombia”, realizada por Sara Victoria Alvarado, Patricia Botero, Héctor Fabio Ospina, José Rubén Castillo, Martha Cardona, Julián Loaiza, María Camila Ospina, Johana Patiño, Juliana Santacoloma, Sandra Muñoz, Álvaro Díaz, Mónica Vega, Mauricio Orozco, Erika Muñoz, Cristian Uribe y Angélica Castillo, y publicada: ISSN 978-958-8467-09-2. Marzo de 2011. ** Los contenidos básicos se socializaron mediante una ponencia presentada en el “V Seminario Internacional. Reforma del Estado y ciudadanía en América Latina. Educación para la democracia, la ciudadanía y la sociedad civil en América Latina: Límites, retos y desafíos contemporáneos”, en Huatulco e Ixtepec (México), noviembre 12 al 16 de 2012. *** Profesor titular y Docente investigador de la Universidad Autónoma de Manizales (Colombia), Trabajador Social, Magíster en Desarrollo Educativo y Social y Doctor en ciencias sociales, niñez y juventud, miembro del grupo de investigación en “Ética y Política” de la Universidad Autónoma de Manizales. Miembro del grupo “Juventud y Prácticas políticas en América Latina”, adscrito al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales –Clacso-. Miembro del grupo “Jóvenes, culturas y poderes”. Dirección electrónica: [email protected] y [email protected] VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349 El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos Resumen Este artículo se origina de la investigación realizada en Colombia desde 2009 hasta 2011 denominada: “Experiencias Alternativas de acción política con participación de jóvenes en Colombia”. Los resultados de dicha investigación se analizan e interpretan en tres categorías: 1) concepto de democracia, 2) propuestas que diseñan los jóvenes para modificar las circunstancias que afectan sus condiciones de vida, y 3) acciones que realizan, buscando construir formas alternativas de convivencia, que les permitan realizarse como seres humanos y alcanzar una vida digna. Se concluye que los jóvenes colombianos contemporáneos ven la democracia como la posibilidad de establecer relaciones armónicas entre la cultura y la política, para que sus formas de ver y de ordenar el mundo se hagan realidad tanto en lo público como en lo privado. Ello haría posible construir vínculos sociales justos entre los escenarios de poder, las necesidades de inclusión y el reconocimiento social tanto de las personas como de los colectivos. Palabras clave: jóvenes, democracia, acción política, Colombia. THE DEMOCRACY DREAM AND ALTERNATIVE POLITICAL ACTIONS OF COLOMBIAN YOUTH Abstract This articleoriginates in the research carried out in Colombia between 2009 and 2011 called: “Political Action Alternative Experiences with the participation of Colombian youth”. The results of this research are analyzed and interpreted in three categories: 1) democracy concept, 2) proposals youngsters design to modify circumstances that affect their life conditions, and 3) actions they carry outsearching to construct alternative coexistence ways which allow them to find themselves as human beings and to reach decent living. It concludes that contemporary Colombian youth see democracy as the possibility forestablishing harmonic relationships between culture and politicsso that their ways to see and order the world become a reality both in the private and the governmental scenarios. This would make possible to build fair social ties betweenpower scenarios, inclusion needs and social recognition both forpeopleand collectives. Key words: youth, democracy, political action, Colombia. VIRAJES 329 José Rubén Castillo García Preámbulo Con base en algunas experiencias políticas de jóvenes colombianos, consideradas como alternativas, se seleccionaron siete colectivos de diferentes regiones del país que expresan distintos énfasis en sus apuestas políticas1: Red Juvenil de Medellín (antimilitarismo); Movimiento Juvenil Indígena Álvaro Ulcué Chocué, norte del Cauca (defensa de la autonomía étnica y cultural); Ruta Pacífica de las Mujeres, Risaralda (género); Colectivo de Comunicación Alternativa, Manizales (contracultural y comunicativo); Colectivo de jóvenes universitarios Minga, Universidad del Valle, Cali (resistencia social y comunitaria); Jóvenes Constructores y Constructoras de Paz, Lorica, norte del país (procesos de socialización política intencionados); y Ecoclub Blue Planet, Bogotá (ambientalistas). En el texto, se inicia con los conceptos que utilizan los jóvenes de los colectivos, y desde allí se definen tres aspectos que orientan la reflexión: 1) el concepto de democracia, 2) las propuestas con que buscan modificar las circunstancias que afectan sus condiciones de vida, y 3) las acciones que realizan, buscando construir formas alternativas de convivencia, en la perspectiva de alcanzar una vida digna. Conceptos de los jóvenes acerca de la democracia Los jóvenes de la Red Juvenil de Medellín emiten varios conceptos sobre lo que consideran que es la democracia, de los cuales se destacan dos líneas de reflexión (cf.: Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 60): 1) Piensan la democracia como formas y mecanismos de participación, y en razón de ello, plantean que hay que confrontar todo aquello que limita e impide la participación de las comunidades. Para obviar esas dificultades, proponen que las comunidades participen directamente en la toma de decisiones. 2) La democracia la ven como un escenario donde se gestionan y desarrollan Estas siete experiencias de acción política, se seleccionaron con base en un mapeo general que cubrió a todo el país en donde se habían incluido 68 experiencias, consideradas representativas de la participación política de los jóvenes y visibilizadas como alternativas. Con base en ello se procedió a identificar los acontecimientos políticos que los indujeron a organizarse y a participar en la vida pública en el país, luego se caracterizaron sus formas de acción política; esto se hizo mediante talleres, grupos focales integrados por colectivos de entre 10 y 20 jóvenes y dos entrevistas a profundidad en cada una de las siete experiencias. Más adelante, con base en los resultados, se realizaron encuentros con estos grupos de jóvenes, orientados a validar las afirmaciones que se derivaron de lo obtenido, y a partir de ello, se procedió a desarrollar procesos de construcción colectiva del significado de las experiencias. 1 330 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349 El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos los asuntos políticos, por tanto, buscan que las comunidades se empoderen de sus propios aconteceres, construyan sus organizaciones y desarrollen sus proyectos, esto se lograría con base en la democracia directa. En sus propios términos, un joven de la Red Juvenil de Medellín (citado por Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 60), indica que: Nosotros no creemos en la democracia liberal que implementa los Estados liberales, creemos que es posible el empoderamiento de las comunidades; que sean ellas las que comiencen a construir sus propios proyectos de visión de su propia organización, más como una democracia directa. Llama la atención su motivación por eliminar las fronteras nacionales y por construir la ciudadanía universal. Por ello, afirman que no tienen interés en las nacionalidades particulares, de ahí que un joven de la Red Juvenil de Medellín (citado por Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 60), plantee que “[…] acá nadie se siente orgulloso de ser colombiano, y sí hay una reivindicación muy fuerte por lo latinoamericano”. Con respecto del Estado proponen dos líneas de pensamiento, una se refiere al deseo de eliminarlo, mientras que la otra propone enfrentar las prácticas políticas que respaldan las maneras, intereses y sentidos con los cuales esta organización política funciona. Un joven de la Red Juvenil de Medellín (citado por Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 59), plantea que: “Lo que queremos transformar no es el Estado, sino el modelo cultural, político, económico que se impone a través de ese aparato funcional que se ha llamado Estado […]”, e insisten: “En lugar de buscar su eliminación lo que se desea es fortalecer las relaciones que se dan en la vida cotidiana […]” (Ibíd.). Un poco más adelante, son tajantes cuando expresan que “[…] por el hecho de ser antimilitaristas, objetores por conciencia […] desobedientes al Estado, lo que queremos es no validarlo […]” (Ibíd.). Se podría decir que estos jóvenes proponen evitar prácticas que legitimen el Estado, aunque reconocen que la realidad en la cual viven está sojuzgada por la presencia de esta organización política de la sociedad, y por tanto, es necesario aprovechar los instrumentos que este ente ofrece. Según esto, se trata de confrontarlo debidamente, hacer valer los derechos y conseguir las reivindicaciones que requieren los sectores marginados. Para el Movimiento Juvenil Indígena Álvaro Ulcué Chocué, la democracia, apunta también a dos aspectos. Conciben dos necesidades (cf.: Alvarado, Loaiza & Patiño, 2011: 20): VIRAJES 331 José Rubén Castillo García 1) Que la organización del Estado colombiano reconozca que la base de su estructuración es la multiculturalidad. 2) Velar por la reivindicación de los actores sociales que han sido invisibilizados, es decir, que los ciudadanos sean partícipes en la toma de decisiones. Con base en esto, ellos promueven que se les reconozca, visibilice y que les brinden protección jurídica y social a los pueblos indígenas, y a otros colectivos minoritarios, como los afrodescendientes, las mujeres, niños y niñas. Este movimiento indígena ve necesario que se mantengan unidos e inseparables los asuntos culturales y políticos, mediante lo que denominan “el plan de vida”. Al parecer sienten que la individualidad lleva a la exclusión, al desconocimiento y al marginamiento de las personas, por eso cada uno puede lograr reconocimiento y aceptación por parte de la comunidad si hacen parte del movimiento colectivo, dado que en ese escenario pueden ser sujetos en condiciones dignas, puesto que como dicen Alvarado, Loaiza y Patiño (2011: 25): “Estos jóvenes se vinculan y permanecen en el movimiento porque encuentran en él, un espacio de encuentro e intercambio entre pares en el cual pueden expresar y sentir a través del cuerpo, la palabra y la memoria”. Según ellos, se trata de cuidar, preservar y ampliar lo que tenga que ver con la vida, bajo el supuesto de que se debe comprender que la cultura es vida, y por tanto, que la política como forma de conducir los colectivos, debe orientarse a reivindicar la vida, en condiciones dignas, y se podría decir, que de lograrlo estaríamos ante la verdadera democracia. Al plantear la necesidad de establecer relaciones armónicas entre la cultura y la política, centran su atención en la realización de “rituales de sanación, de limpieza y de protección”. En este sentido, para ellos (cf.: Alvarado, Loaiza & Patiño, 2011: 40), es muy importante reconocer la “corporalidad, la mentalidad y la espiritualidad”, y que estos componentes tengan un equilibrio adecuado. Conciben que el sujeto político es aquella persona que “es capaz de llevar a lo privado las luchas de lo público”, por tanto, buscan que cada persona sea coherente al decir y al hacer, y que logre hacer conciencia sobre lo que significa lo político y las relaciones que ello implica. Al asumir que el valor primordial es la vida, se crean alternativas de resistencia para garantizar que se establezca el equilibrio ideal entre diferentes dimensiones que tocan su mundo y su ser, tales como: la naturaleza, la comunidad, la cultura, la política, las necesidades y las condiciones de existencia. Entienden y proponen que la política debe garantizar la renovación de la cultura y permitir el cambio de las instituciones, para que los sujetos 332 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349 El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos y los colectivos humanos puedan ejercer la vida en condiciones dignas. En general, entienden la vida como el escenario adecuado para realizar la política, y por ello asumen que el movimiento social en el cual se desenvuelven, se debe comportar como un sujeto político, dado que allí se encarnan los procesos de organización y la responsabilidad de conducir la sociedad. Otro colectivo de jóvenes, los que hacen parte de la organización denominada Comunicación Alternativa, se consideran como una apuesta de resistencia que se interesa por plantear formas diferentes de hacer política, basados en expresiones estéticas y políticas, para ello, intentan incidir en las subjetividades políticas de las personas. Según sus posturas, se infiere que ven la necesidad de modificar los conceptos y las vivencias en que se respalda la democracia que prevalece entre nosotros. Estos jóvenes consideran que el capitalismo, los medios de comunicación masiva y otros agentes sociales, son responsables de la inequidad en que vive la población, dado que ellos ejercen mecanismos de dominación y de control que enajenan a los sujetos, en razón de que los sectores que se han apropiado del poder en la sociedad hacen uso de la cultura y de los contenidos simbólicos para mantener el control sobre ella. De ahí que su apuesta se orienta a develar y transformar los mecanismos y contenidos que enajenan a las personas. Lo indicado por estos jóvenes, permite inferir que la democracia apunta a ser un escenario donde se den posibilidades de construir buena calidad de vida, y en general, el estilo con que se ejerce la política debe garantizarlo. Por ello, plantean que una tarea muy importante es garantizar una mejor existencia, para ello, las personas deben comprometerse con el logro de construir lo colectivo con responsabilidad y ética. Estos jóvenes consideran que para optimizar su labor, es importante que se democratice la información, retomando las diversas opiniones de los sujetos en el marco de sus acciones cotidianas, reconociendo la existencia de organizaciones diferentes y diversas, lo cual en sus palabras, según Botero et al. (2011: 78), se trata de: Ampliar in-formación y retomar opiniones plurales en la construcción de país con sujetos cotidianos y en escenarios a partir de la pluralidad de las organizaciones para democratizar la información, como “ir a la esquina a dar el punto de vista”, mejor dicho, hacerlo de viva voz. La Ruta Pacífica de las Mujeres es un movimiento feminista que realiza sus prácticas políticas en el departamento de Risaralda (Eje Cafetero de Colombia). Se denomina genéricamente como Ruta Joven, y cuenta VIRAJES 333 José Rubén Castillo García fundamentalmente con la participación de mujeres. Centra su atención en evitar la existencia de la guerra y sus consecuencias, proponen el diálogo político, salidas no violentas a los conflictos y el fin del militarismo. En razón de esto, plantean la necesidad de construir una propuesta política democrática, que se preocupe por interrumpir la guerra y rechazar la existencia de relaciones sociales que se respalden en la fuerza. En general, es dable expresar que su propuesta se orienta a incidir no solo en los ámbitos de lo público y de lo privado, sino que en particular conciben que se debe garantizar el respeto por el cuerpo de las mujeres, que entienden como el escenario de lo íntimo. En sus propias palabras, retomado por Vega, Díaz y Cardona (2011: 93-94) de la página www.rutapacifica.org.co, se trata de un movimiento político que se orienta a buscar condiciones de equidad social, básicamente para las mujeres, en los siguientes términos: La Ruta Pacífica de las Mujeres es un movimiento feminista que trabaja por la tramitación negociada del conflicto armado en Colombia, por la visibilización de los efectos de la guerra en la vida de las mujeres y por la exigibilidad de los derechos a la Verdad, la Justicia, la Reparación y la Reconstrucción de la memoria histórica individual y colectiva para la No repetición. […] En esta dirección, se podría decir que centra su atención en: promover los acuerdos y la negociación política ante la violencia armada que vive el país; evidenciar los efectos de la guerra en el cuerpo y en la vida de las mujeres, de tal forma que se objetiven acciones por parte del Estado y de la sociedad a favor de la promoción y protección de sus derechos; y exigir la desmilitarización de los territorios y de la vida de la población civil. En general, se puede decir que la democracia pensada desde y para los jóvenes que han sido consultados, se comprende de diferentes maneras: como escenario, mecanismos de participación, como perspectiva de vida y/o como utopía. La democracia como escenario, se configura en las circunstancias donde se ejerce la vida de los grupos humanos, por ello se instituye, constituye y construye a partir de la vida cotidiana, en razón de que allí se da el espacio de encuentro e intercambios entre las personas como particulares y de los colectivos. En ese marco, se trata de evidenciar si la vida que tenemos es realmente digna, o si se requiere transformar la realidad para que ello sea así. La democracia pensada con base en la calidad de los mecanismos de participación, busca percibir si en la sociedad se generan procesos de inclusión, participación, posibilidades de incidir en la toma de decisiones y en el acceso a los derechos y deberes de los ciudadanos. Al respecto, 334 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349 El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos consideran los jóvenes que el capitalismo, las instituciones que lo respaldan y los medios de comunicación que están a su servicio, se han convertido en agentes que han desvirtuado el sentido de la equidad en el cual se apoya la democracia, y que sus prácticas generan exclusión y limitantes para que los ciudadanos del común sean voceros de sí mismos y puedan llegar a incidir en la toma de decisiones en los colectivos. La democracia como perspectiva de vida, es pensada como la posibilidad de que los colectivos y sus miembros se empoderen de sus vidas. Orientan sus acciones en la perspectiva de que las personas sean sujetos en la construcción de su propio destino, consolidando relaciones sociales justas. Para lograr esto, consideran que se debe modificar la cultura, los imaginarios y las formas de comprender el mundo que llevan a la discriminación. Plantean la importancia de confrontar las instituciones que generan prácticas injustas e impiden que los colectivos se beneficien de los esfuerzos de la sociedad en su conjunto. En razón de lo anterior, los jóvenes conciben la necesidad de que la sociedad reconozca la diferencia, la multiculturalidad, lo cual implica que se tenga en cuenta que los colectivos tienen proyectos de vida diversos, propios de sus formas específicas de ser, hacer y de pensar el mundo. Por eso, se hace necesario que la información cumpla la función de estar al servicio de la producción del bien común, no de intereses particulares. Luego de evidenciar los conceptos que tienen los jóvenes acerca de la democracia, se pasa a mostrar las propuestas que han elaborado en los diferentes colectivos para superar las limitaciones que encuentran para que esta se haga efectiva, lo cual se expresa cuando ellos proponen acciones con el fin de adecuar la realidad a sus pretensiones y demandas, a efectos de tratar de hacer las transformaciones que consideran necesarias para que sus vidas no se conviertan en recorridos enajenantes, veamos: Las propuestas con que buscan lograr la democracia que sueñan Los jóvenes colombianos estudiados, plantean distintas estrategias para lograr el deber ser de sus circunstancias de vida digna. Indican maneras de superar las dificultades que les limitan el óptimo desarrollo como personas. Este aspecto, los lleva por el camino de las añoranzas y de las utopías. Con base en esto, se identifican varios aspectos que orientan sus VIRAJES 335 José Rubén Castillo García esfuerzos tendientes a mejorar sus condiciones de existencia, ello se concreta en los siguientes aspectos:2 Fomentar el empoderamiento y liderazgo de sus integrantes. Crear conciencia, responsabilidad social y movilización en las poblaciones con las que trabajan. Denunciar el rol de los actores armados en el conflicto colombiano. Crear y difundir formas no violentas para el abordaje de las problemáticas sociales que los afectan. Evitar el reclutamiento forzado de los jóvenes. Generar espacios de reivindicación de derechos particulares (colectivos e individuales). Contrarrestar la influencia de los medios de comunicación masivos. Fomentar vínculos y formas diferentes de relación del ser humano consigo mismo, con los otros y con la naturaleza. Fortalecer la identidad y la autonomía. Recuperar la memoria colectiva y construir relatos de mundo posibles. Desmilitarizar la sociedad. Con base en lo planteado, los jóvenes proponen diversas maneras de solucionar los conflictos que se presentan en sus vidas, unas vidas que se ejercen en los colectivos donde comparten su existencia. Para ello, se plantean la necesidad de enfrentar los paradigmas que orientan sus vidas, a manera de ejemplo, el caso de los niños3, los cuales en principio en el mundo adulto se les concibe como seres incapaces de intervenir en procesos de participación social, por ello los jóvenes proponen que se trata de fortalecer, movilizar y configurar sus subjetividades políticas para que ellos puedan superar su dependencia con respecto de los demás y puedan construir su propia autonomía. Así se contribuye, para que los niños puedan pensar por sí mismos, eso sí reconociendo varias cosas, entre ellas, la existencia del otro, la diferencia, la importancia de realizar prácticas cotidianas donde predomine la equidad y la flexibilidad, y se preparen para que de manera responsable duden de los prejuicios, superen los paradigmas que los enajenan y elaboren nuevos sentidos de construcción de la realidad social, 2 Estos 11 aspectos, han sido retomados de la presentación que elaboró y compartió el Grupo de Trabajo de Manizales, denominada: “Experiencias alternativas de acción política con participación de jóvenes en Colombia. Mapeo. Hipótesis iniciales”. Presentada en el marco del 5º Encuentro Internacional del Grupo de Trabajo Juventud y Nuevas Prácticas Políticas en América Latina –abril 21 a 23 de 2010– dentro del grupo de trabajo de CLACSO. 3 Estas ideas expresadas en este párrafo, son parafraseadas del texto acerca de la experiencia del programa Niños, Niñas y Jóvenes Constructores y Constructoras de Paz: Una experiencia de acción desde la socialización y la subjetividad política. Sistematizada por Sara Victoria Alvarado, Julián Loaiza de la Pava y Juliana Santacoloma Alvarán, y que aparecen en el texto que nos ha servido de referencia. 336 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349 El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos ampliando sus marcos de comprensión, y así orienten sus esfuerzos hacia construcción de alteridad. Se trata de elaborar y evidenciar otras formas de ver, sentir, y transformar la realidad, generar nuevas representaciones (género, raza, clase social), producir nuevos imaginarios acerca de sus creencias, las ideologías y los sentidos acerca de lo político, lo cual les debe servir para que los demócratas contribuyan para que se logre el empoderamiento de los niños. Los jóvenes de la Red Juvenil de Medellín, proponen transformar culturalmente las lógicas verticales de organización y funcionamiento social, ello, mediante acciones que lleven a realizar prácticas sociales y políticas que resistan al patriarcado, en las cuales se lleven a cabo actividades de desobediencia tanto frente a este paradigma como al militarismo, dado que según ellos, esas son las formas dominantes en la sociedad y son las que generan violencia e injusticia. Su postura política los lleva a plantear la necesidad de ejercer vivencias donde se materialice la no violencia, el antimilitarismo y la objeción por conciencia. Según estos jóvenes, se trata de desaprender la cultura del patriarcado, que se ha instituido en la sociedad y que le da permanencia, piensan que se debe desmontar esa visión del mundo, dado que enajena y somete las voluntades de las personas e impide la crítica del sistema social. Al respecto, se podría afirmar que ellos consideran que los imaginarios que se han inculcado a las personas en los procesos de socialización, llevan a que dichas personas se interesen por defender los intereses particulares, la obediencia hacia las ideas, las personas e instituciones, en términos de mantener el estado de cosas que los sojuzga. Por lo tanto, los miembros de esta Red plantean que es necesario dar paso a la construcción de unos principios fundantes donde predomine la defensa de la vida, la libertad, solidaridad y cooperación, en otras palabras, se trata de cuestionar el militarismo, dado que este está directamente relacionado con la violencia, lo cual incluso trasciende el uso de las armas. En su perspectiva de establecer relaciones equitativas, defienden la pluralidad de las fuerzas políticas, el reconocimiento de las diferencias, a tal punto que puedan convivir las diferentes tendencias ideológicas y políticas tales como: anarquistas, comunistas, demócratas y demás expresiones políticas que se preocupen por la posibilidad de construir otros mundos, que según ellos, son posibles. Estos jóvenes se comprometen y están interesados y dispuestos a ayudar a construirlos, para ello desde ahora se generen acciones basadas en la no violencia activa. Al respecto, las indagaciones de Ospina, Muñoz y Castillo (2011: 46) acerca de la realidad que viven los jóvenes de esta Red, les ha llevado a concluir que: VIRAJES 337 José Rubén Castillo García […] la resistencia y la desobediencia a las expresiones de injusticia social, el antimilitarismo y la lucha contra el patriarcado, el reconocimiento de las diferencias y la no violencia activa son los ejes filosóficos y metodológicos que le dan cohesión a la diversidad de propuestas políticas de los hombres, mujeres y grupos que se encuentran en la Red Juvenil de Medellín. Es desde este pensamiento crítico al interior de la Red, que surgen posiciones feministas y antimilitaristas […]. Además, los jóvenes de la Red Juvenil de Medellín, piensan que deben desarrollar procesos de desobediencia y de resistencia, que empiecen por su propio cuerpo, dado que desde allí se rebelan frente a la situación de injusticia que se vive en la actualidad. Así el antimilitarismo y la lucha contra el patriarcado parten de que las personas tienen soberanía sobre su propio cuerpo, y desde allí, deciden acerca de lo que acontece y que debe ocurrir en los diferentes ámbitos: sexual, estético, espacio del trabajo. Los miembros de la Red Juvenil de Medellín, basados en su forma de pensar e interpretar el mundo, deducen que para superar las deficiencias que impiden la justicia social en esta realidad social, se hace imperativo que se construyan procesos de formación en cada sujeto, para efectos de que ellos se hagan autónomos y se preparen para dirigir sus propias vidas, eso sí, que eviten la destrucción del otro y la exclusión. Para ello, consideran importante que se genere conciencia crítica sobre la realidad, para que puedan transformarla en la perspectiva de eliminar el poder alienante y volverlo liberador. En este marco, tiene pertinencia lo expresado por Dussel (2006 citado por Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 54), cuando este autor plantea: La ratio política en tanto crítica, debe asumir discursiva y democráticamente, desde actores diferenciados y excluidos, la responsabilidad, a: de enjuiciar negativamente el orden político como “causa” de sus víctimas; b: organizar los movimientos sociales necesarios; y c: proyectar positivamente alternativas a los sistemas políticos, del derecho, económico, ecológico, educativo. Otro aspecto importante en la perspectiva de la construcción de la democracia, para estos jóvenes, es el relacionado con la educación, pero que sea de índole de la educación popular, la cual debe orientarse al derrumbamiento de los modelos y discursos hegemónicos en los que se fundamentan el capitalismo y el patriarcalismo. Según ellos, se debe partir de la realidad vivida, buscando la transformación social, la equidad y la dignidad humana. De la misma manera, por su sentido de popular, debe preocuparse por mantener vínculos con las organizaciones que hacen parte de las comunidades. Debe hacerse realidad la tríada: comunidad, organización y acción colectiva. 338 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349 El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos Al respecto, precisan que lo popular debe ser una construcción que se hace en el marco de una comunidad, para lo cual se parafrasea lo indicado por un joven de la Red (citado por Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 54), cuando este plantea que para alcanzar procesos de educación popular, se deben lograr varias cosas: 1) Que los sujetos entiendan su historia, 2) reconstruyan su realidad y su vida, 3) elaboren y desarrollen proyectos propios, y 4) luchen por garantizar la dignidad de las personas y lograr la justicia con equidad. Ese podría ser el marco de su anhelada democracia, una democracia pensada desde lo popular. Lo anterior, permite comprender las acciones que deben realizar los sectores excluidos, dominados y sometidos, para que puedan hacer uso de sus capacidades en la búsqueda de su dignificación como sujetos, entre ellas destacamos: 1) transformar la realidad, para que ella se acomode a sus condiciones de existencia, a sus intereses y motivaciones; 2) que pueda cuestionar, confrontar, desafiar y enfrentar lo establecido, no simplemente obedecer las orientaciones de quienes están en el poder; 3) cuestionar lo institucional, ello implica, confrontar los paradigmas, mitos, ideologías y fundamentos conceptuales en los cuales se enraíza lo social; 4) aportar su capacidad de ejercer como seres colectivos, ello indica que están en capacidad de cooperarse, dialogar y buscar el bien común. En ese sentido, se hace vigente lo planteado por un joven de la Red (citado por Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 54) cuando indica que las acciones deben ir orientadas a que las comunidades asumidas como populares se hagan: […] conscientes de sus necesidades, se juntan y reflexionan para proponer estrategias de mejoramiento frente a determinada problemática que les afecte, esos procesos reflexivos les permiten descubrir desde el diálogo y la concientización que muchos de sus necesidades inmediatas tiene fundamento o fueron generadas por problemáticas, intensiones, intereses y acciones más estructurales, que no pueden tolerarse y no queda otro camino que organizarse para transformarlas. Para el Movimiento Juvenil Indígena Álvaro Ulcué Chocué (departamento del Cauca, Colombia), apoyados en la Constitución Política de 1991 de Colombia, sienten que la Carta Magna los reconoce en dos direcciones: como indígenas y como jóvenes. En razón de ello, expresan sus puntos de vista. En principio, se ubican como indígenas y luego se ven como jóvenes, desde allí se organizan política y metodológicamente, y lo plasman en su plan de vida colectivo. Ven la necesidad de trabajar comunitariamente, apoyados en que tienen identidad cultural y que esta es colectiva. Se asumen VIRAJES 339 José Rubén Castillo García como organización política y con base en ello definen sus posibilidades de actuar en el ámbito de la toma de decisiones de la comunidad a la cual pertenecen. Por ello, para estos jóvenes es fundamental que sus acciones públicas, se respalden en acciones comunitarias, participativas y buscando el bien común. Desde allí, establecen las posibilidades de construir una democracia que incluya a todos los miembros del colectivo en la sociedad en general. Al decir de Alvarado, Loaiza y Patiño (2011: 25-26), entre las motivaciones políticas de estos jóvenes se encuentran: […] el reconocimiento de la violación constante de derechos humanos, hacia su etnia, el interés en los procesos de formación que el movimiento ofrece, en temas de liderazgo, derechos humanos, participación y derecho ancestral, la necesidad de trabajar con la comunidad para generar un bienestar colectivo, la búsqueda del fortalecimiento de su identidad cultural como pueblo indígena, la conciencia del ser colectivos históricos, la necesidad de crear espacios de reconocimiento ínter-generacional en los que emergiera la diferencia de los jóvenes y que pudieran ser aprovechados para disminuir el desempleo, el analfabetismo, el consumo de alcohol, el reclutamiento forzado y la migración juvenil. El grupo de jóvenes de Comunicación Alternativa, propone otras formas de pensar y de hacer organización política. Se plantean la necesidad de fomentar la comunicación contrahegemónica y desde dicha postura, realizan denuncias sobre varios tópicos: las prácticas sexistas excluyentes, la dominación irracional que ejerce el ser humano sobre la naturaleza, las formas perversas de administrar el Estado, la explotación laboral enajenante para los trabajadores y la cultura del consumismo promovida por las multinacionales, estimulada por sus intereses y en detrimento de la naturaleza y de las personas. En general, pretenden controvertir y cuestionar las instituciones y/o personas que atenten contra la dignidad humana y contra la naturaleza. Sus posturas, invitan a generar procesos de educación que lleven a que las personas sean agentes que confronten las situaciones que afecten a las poblaciones que sufren los estragos que produce la violencia y que han sido desarraigadas de su tierra. Estos jóvenes de Comunicación Alternativa, según lo expresado por Botero et al. (2011: 81), en asuntos de organización política tienen en cuenta que: La conformación de la red como experiencia de acción política ha tenido vida a partir de los sentimientos y emocionalidades que han dado lugar en la historia de los participantes. Un ejemplo de ello es su indignación frente a las represiones e 340 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349 El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos injusticias que se presentan en la sociedad. Esta afectación, dada por la ira y la impotencia, coexiste junto a la esperanza y la utopía; y es desde allí que emerge la necesidad, tanto individual como colectiva, de agenciar una acción política movilizada por el deseo y la pasión por construir otros mundos posibles. Además, el colectivo de jóvenes de Comunicación Alternativa, plantea que se trata de evidenciar posturas alternativas frente a situaciones enajenantes. Se trata de penetrar en las subjetividades políticas que emergen de las prácticas que se vivencian en lo cotidiano. Botero et al. (2011: 63), expresan este punto de vista cuando los jóvenes dicen: […] narramos una experiencia de resistencia, tejida de creaciones estéticas y políticas agenciadas desde colectivos de comunicación alternativa, desde acciones directas en red y desde la puesta en escena de subjetividades políticas que dialogan en ámbitos privados y público de la vida cotidiana. Así, los jóvenes que hacen parte de las experiencias estudiadas, responden de manera sistemática a los procesos de exclusión y de indignidad con que son tratados, y por ello, realizan procesos orientados a lograr el empoderamiento de las comunidades para lograr que ellos se conviertan en sujetos de su propio destino. Buscan confrontar las prácticas violentas, promovidas desde diferentes esferas de la institucionalidad pública, incluidos los factores de alienación y de heteronomía agenciados por la cultura tradicional. Para estos jóvenes, es importante que puedan contribuir para que sus colectivos reivindiquen sus identidades, recuperen su memoria histórica y fomenten vínculos armónicos con otros seres humanos y con la naturaleza. Estas relaciones, según ellos, deben permitir la convivencia, la equidad, la autonomía, así tengan que realizar procesos de resistencia y desobediencia. En general, estas experiencias nos han mostrado las realidades de los colectivos de jóvenes, las formas como las conciben, sus apuestas. Ahora, centraremos la atención en evidenciar lo que realizan, para efectos de construir sociedades que contribuyan a dignificar su existencia como seres humanos. Las acciones que realizan los jóvenes para configurar un mundo mejor Los tipos de acciones que realizan los jóvenes colombianos para construir los mundos, que consideran posibles, se desarrollan en el marco VIRAJES 341 José Rubén Castillo García de sus apuestas políticas y de sus estrategias de gestión, organización y comunicación. Se pueden expresar como4: Auto-organización y gestión: recaudación de recursos, convocatoria de nuevos integrantes, asambleas para la toma de decisiones. Formación: escuelas de liderazgo, capacitaciones, seminarios, foros. Comunicación, sensibilización y denuncia: campañas, congresos, asambleas, marchas, tomas del espacio público, conciertos, jornadas culturales y deportivas. Investigación: encuentros regionales y nacionales, formación de alianzas con instituciones, redes y otros movimientos sociales para la actuación colectiva. Trabajo comunitario: actividades colectivas, con los grupos familiares, con las comunidades… Al respecto, se indica la manera como cada uno de los colectivos estudiados plantea sus formas de acción para lograr sus propósitos. El Movimiento Juvenil Indígena Álvaro Ulcué Chocué, propone acciones, que según lo sistematizado por Alvarado, Loaiza y Patiño (2011: 29), se respaldan en su cosmovisión y plan de vida; se orientan a: […] configurar procesos colectivos de creación de lo público, desde los cuales puedan defender la vida digna en consideración a los sentidos y valores propios de su cultura. En este sentido sus procesos de organización y resistencia se oponen a las prácticas de reclutamiento forzado de niños, niñas y jóvenes, por parte de cualquier actor armado, al narcotráfico que genera el mal uso de la planta sagrada (coca) y el desplazamiento forzado de sus tierras como política de expropiación de los territorios y derechos de los pueblos indígenas y afrodescendientes. Finalmente reconocen que sus luchas como movimiento también están ancladas al rechazo de la discriminación social, cultural, económica y política causada por las diferencias de pensamiento y acción ligadas a la etnia, credo, el rol social y la clase. Para ello, realizan distintos tipos de acciones que pueden ser consideradas de formación, arte y resistencia, entre estas últimas se destacan las siguientes (cf.: Alvarado, Loaiza & Patiño, 2011: 30-34): 4 Estas ideas que van en el siguiente listado, son retomadas de la sistematización que se hizo para elaborar la presentación que hizo el Grupo de Trabajo de Manizales, denominada: “Experiencias alternativas de acción política con participación de jóvenes en Colombia. Mapeo. Hipótesis iniciales”. Presentada en el marco del 5º Encuentro Internacional del Grupo de Trabajo Juventud y Nuevas Prácticas Políticas en América Latina –abril 21 a 23 de 2010– dentro del grupo de trabajo de CLACSO. 342 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349 El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos 1) Las mingas juveniles. Estrategias políticas en las cuales combinan diversas acciones tales como marchas, denuncias y visitas a las familias, además realizan diagnósticos permanentes acerca de las necesidades, expectativas, posibilidades y los recursos que disponen. 2) Asambleas locales. Espacios donde se realizan debates, orientados a la organización y gestión en los resguardos. Esos escenarios les sirven para expresar sus ideas, visiones del mundo, propuestas, y para tomar decisiones. 3) Las asambleas zonales. Espacios de encuentro, discusión y creación colectiva. En estas actividades realizan capacitaciones, recreación, y comparten sus puntos de vista y las propuestas ante líderes, autoridades y comunidades, además incluyen acciones que apuntan a la defensa de la vida, de los derechos humanos y al fortalecimiento de la identidad cultural. 4) Los congresos juveniles. Se efectúan a nivel nacional y regional. Sirven para estimular la conformación de redes entre colectivos indígenas que se preocupan por su identidad cultural y la defensa de los derechos humanos. 5) La red estudiantil. Organización mediante la cual buscan preparar a los jóvenes para que se habiliten en procesos reflexión, el respeto a la diversidad, el valor de la identidad propia. 6) Los grupos juveniles. Se organizan en los resguardos. Realizan actividades de capacitación y trabajo comunitario en las zonas rurales. Convocan a todos los jóvenes del colectivo que estén interesados en transformar las condiciones de vida de las comunidades, y a realizar actividades culturales, recreativas y formativas. Además, desarrollan habilidades comunicativas, reflexivas, éticas, tendientes a potenciar la vinculación e incidencia en otros espacios. 7) Encuentros recreativos. Espacios de visibilización del trabajo comunitario, con ello buscan fomentar el uso sano del tiempo libre, las relaciones armónicas de las comunidades, para efectos de que sus prácticas contribuyan con la prevención de problemáticas sociales tales como el consumo de sustancias psicoactivas, el reclutamiento forzado y la violencia intrafamiliar. VIRAJES 343 José Rubén Castillo García Otro tipo de actividades las realiza el colectivo de jóvenes Comunicación Alternativa. Sus acciones se basan en la convicción de que los discursos y las prácticas que son hegemónicas en nuestra sociedad, son las responsables de muchas de las inequidades e injusticias que se viven en ella, por tanto, se trata de develarlas y desmontarlas mediante procesos comunicativos orientados a generar visiones diferentes y críticas que permitan emancipar a los colectivos. El pensamiento de Nietzsche (1886/2000 citado por Botero et al., 2011: 87) respalda este punto de vista, cuando dice que “es necesario que cambiemos nuestra manera de ver, para llegar por fin, quizá demasiado tarde, a renovar nuestra manera de sentir”. Al respecto, Botero et al. (2011: 79-80) plantean que esta experiencia se apoya en procesos de crítica y deconstrucción de los discursos dominantes: […] capacidad de disolver los discursos dominantes: la red deconstruye los sentidos imperantes frente a la cultura de la represión; así mismo, asume una postura radical de inconformidad y rechazo hacia las expresiones del discurso hegemónico tanto de los medios de comunicación, como de los partidos políticos, la academia y el mercado. […] en la red, la resistencia no sólo es oposición; también es la posibilidad de construir otros sentidos y valoraciones de lo que pasa. Se convierte en la oportunidad de crear modos otros de ser, de estar y de pensar el mundo. Estas resistencias creativas dan cuenta de la deconstrucción de un orden y del agenciamiento de otro, desde y para el poder popular. En razón de estos planteamientos, realizan diversas acciones, por ello, llevan a cabo jornadas antiimperialistas, conmemoran el día de la mujer revolucionaria, denuncian el desplazamiento forzado en Colombia, aprovechando la fecha que se asignó para ello, septiembre de 2008. Realizan un noticiero con estilo irónico, lo denominan: “Desinformando para el mundo… vive Colombia viaja por ella”. En el cual, a manera de parodia de la publicidad de turismo oficial que se hace en Colombia, donde se muestran las bondades del país, se dan a la tarea de denunciar la infamia que viven algunas comunidades que han recorrido el país, no por intereses turísticos sino por causa del desplazamiento forzado. Los indígenas, se movilizan mediante lo que denominan la minga social y comunitaria, colectivo que busca a través de esta actividad contribuir para que se dé el reconocimiento que merecen las comunidades indígenas, y a su vez develar ante la sociedad colombiana las múltiples violencias a las que se enfrentan cotidianamente. Su estrategia, enfrentar y confrontar las distorsiones que realizan los medios de comunicación, cuando se refieren a 344 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349 El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos las circunstancias que viven estos sectores de población. Con motivo del denominado bicentenario de la independencia colombiana de España, celebrada el 20 de julio de 2010, esta fecha se aprovechó para realizar manifestaciones donde se confronta la información oficial, por ello, denuncian la manipulación con que se ha orientado la historia, y en su noticiero confrontan las visiones que se han tejido al respecto. Realizan el Congreso de los Pueblos. Actividad que llevan a cabo en todo el país, y la han instituido a la manera de un tejido donde hacen presencia diferentes actores sociales y propuestas políticas. Lo entienden como un conjunto de acciones alternativas políticas tendientes a legislar acerca de los pueblos de Colombia. Otro caso específico, corresponde a lo que han realizado en Manizales (Colombia), con motivo de las demoliciones de viviendas que ha realizado la administración municipal dentro del Plan de Reordenamiento y Renovación Urbana de la Comuna San José. Allí, los jóvenes de Comunicación Alternativa, acompañan a la población para que las personas sean conscientes de las circunstancias en que viven y sus situaciones problemáticas. Además, denuncian la violación de derechos e invitan a que los habitantes de esos sectores conozcan sus fortalezas y las aprovechen para beneficio propio. Los miembros de la Red Juvenil de Medellín asumen su perspectiva de no violencia activa, la cual va acompañada de procedimientos orientados a realizar “la objeción por conciencia, antimilitarismo, la solidaridad, la diversidad, el apoyo mutuo…”. Los jóvenes de la Red puntualizan sus ideas cuando se expresan, según lo planteado por Ospina, Muñoz y Castillo (2011: 58): En este marco se ubican las denuncias que han realizado desde 1998 con el antimili sonoro, en 2009 con motivo de los mal llamados falsos positivos, en 2008 y 2009 contra el reclutamiento, actividades donde se promovió fehacientemente la objeción por conciencia, y en 2010, confrontando la decisión del presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, al otorgar espacios en nuestro país para que pudiesen establecer siete bases militares de Estados Unidos en Colombia, y las denuncias ante la promoción que se ha hecho a la guerra en nuestro país. De manera similar, y orientados por los mismos propósitos, entre 2008 y 2009, se dieron a la tarea de mostrarle a la opinión pública las implicaciones que tienen las relaciones de poder agenciadas por las instituciones militares, lo cual se hizo mediante actos de denuncia en diversos lugares públicos de la ciudad, que ellos denominaron los “Hilos de la guerra”, “No seas payaso de la guerra”. VIRAJES 345 José Rubén Castillo García Los jóvenes de la Red, realizaron diversas movilizaciones aprovechando distintos eventos donde ha participado la población. Es el caso de algunas efemérides, que sirvieron para mostrar la voz de los desobedientes, denunciando los asuntos ideológicos que motivan dichos eventos, allí se ubican las actividades en 2008, en el marco de los desfiles de mitos y leyendas, de silleteros y en 2009 con motivo de la caravana de la salud, donde ocuparon tres hospitales de la ciudad de Medellín, y en ambos años, por las conmemoraciones del 20 de julio (en razón del denominado bicentenario de independencia Colombia con respecto de España). Los jóvenes de la Red no comparten el criterio de que los consideren como movimiento alternativo, puesto que piensan que se trata de construir alternativas a las prácticas tradicionales. Es el caso de la resistencia, la cual consideran como la construcción de alternativas de resistencia, ello se deduce y se respalda cuando se hace lectura comprensiva acerca de lo que piensan y expresan en torno de lo que significa la ciudad para ellos: “no queremos un espacio paralelo a la ciudad… queremos habitar la ciudad, tomarnos los espacios de la ciudad, transformar esta sociedad, no otra, no pretendemos construir una alternativa de sociedad diferente” (joven de la Red citado por Ospina, Muñoz & Castillo, 2011: 52). Han realizado actividades coyunturales que confrontan algunos eventos desarrollados por la institucionalidad tradicional, es el caso de las Asambleas de la Organización de Estados Americanos –OEA– y del Banco Interamericano de Desarrollo –BID–, que se realizaron en nuestro país (Colombia), en 2008 y 2009, en donde los sectores dominantes de nuestras sociedades definieron planes de acción y políticas que iban en detrimento de las poblaciones desfavorecidas. Allí se informó y denunció las pretensiones de dichos eventos. Por lo visto, se podría afirmar que en la base de estas posturas, se identifica la pretensión de estos jóvenes en el sentido de lograr que la sociedad se convierta en un escenario donde se posibilite el ejercicio de la conciencia crítica, de reivindicar la acción comunicativa, el desarrollo equitativo y la resolución justa de los conflictos, la satisfacción de los deseos, de acuerdo con los intereses y las voluntades de la población. A manera de conclusión Tres aspectos evidencian las posturas de los jóvenes colombianos de las experiencias consultadas, acerca de la democracia y las maneras que ellos conciben para hacerla realidad: 1) los conceptos acerca de la democracia; 2) 346 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349 El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos las propuestas para adquirirla, tal como la sueñan; y 3) las acciones que realizan para lograr un mundo mejor. De los conceptos sobre democracia. Sus puntos de vista, pasan por definirla mediante tres tendencias diferentes: 1) desde las formas y mecanismos de participación; 2) como escenario donde se gestionan los asuntos públicos, lo cual les sirve para plantear que esta debe ser directa, para que permita superar las dificultades de exclusión social que caracterizan nuestras sociedades; y 3) como perspectiva de vida. Se percibe que para los jóvenes contemporáneos se hace necesario que se establezcan relaciones armónicas entre la cultura y la política, para efectos de que sus formas de ver y de ordenar el mundo se hagan realidad tanto en lo público como en lo privado. De esta manera, se haría posible que se alcanzaran vínculos justos entre los escenarios de poder y las necesidades de inclusión y de reconocimiento social tanto de las personas como de los colectivos. Frente a estas intenciones, se impone la necesidad de que los jóvenes promuevan procesos de organización que propendan por hacer realidad sus sueños. Ahí se ubica el segundo aspecto sobre el cual podemos expresar sus conclusiones. Propuestas que invitan a lograr la democracia de sus sueños. También son diversas las maneras como los jóvenes colombianos pretenden modificar las circunstancias que los enajena y sojuzga, las cuales se pueden percibir en tres tipos de planteamientos: 1) confrontar la situación, 2) generar procesos de formación de los colectivos para que puedan responder ante la situación que los afecta, y 3) construir espacios y escenarios donde se puedan desenvolver dignamente. En el primer caso, se preocupan por confrontar el patriarcado, la militarización, la cultura enajenante y la injusticia social. Entienden que estos factores son la causa de la exclusión, por tanto se proponen desarrollar acciones de denuncia, resistencia y desobediencia, frente aquello que los margina. Cuestionan los mecanismos de dominación, control y sojuzgamiento que sostienen modelos sociales como el capitalismo. Confrontan las instituciones y/o personas que atentan contra la dignidad humana y contra la naturaleza. En general, según ellos, se hace necesario que la democracia sea una perspectiva de vida que trascienda los mecanismos y escenarios donde se realiza. En el segundo aspecto, plantean críticas a la realidad y contribuyen para que las personas adquieran la solvencia social y cultural que les permita desarrollar liderazgo competente, fomentar su desempeño basado en el empoderamiento que requieren para actuar con autonomía, para lo cual se hace necesario que se genere conciencia, responsabilidad social, identidad, VIRAJES 347 José Rubén Castillo García se recupere la memoria colectiva y se propenda por el respeto de la especie. Como tercer aspecto buscan construir escenarios de reivindicación social, fomentar vínculos, organizaciones colectivas, ambientes donde predomine la inclusión, basados en lógicas de acción diferentes a las tradicionales y que posibiliten producir proyectos sociales, y de vida propios y dignos. Las acciones que realizan los jóvenes buscando un mundo mejor. Buscan configurar procesos colectivos de creación de lo público basados en maneras y concepciones diferentes a lo tradicional y lo existente. Tratan de evitar las violencias y de prevenir las problemáticas que les afectan no solo a ellos sino a la sociedad en general. Plantean diferentes procesos de acciones sociales, entre las cuales destacamos: la conformación de redes que permitan acceder al conocimiento de la realidad en la que viven develando sus relaciones y manejos enajenantes; preparase para desempeñarse óptimamente frente a los retos que demandan las nuevas realidades, desarrollar procesos comunitarios que permitan deconstruir el orden imperante y que busquen el reconocimiento y la inclusión de las personas como sujetos dignos, para lo cual se valen de actividades como las mingas, las asambleas, los congresos y demás formas de participación de los colectivos donde se les garantice la inclusión social. Bibliografía ALVARADO, S.V.; LOAIZA, J.A. & PATIÑO, J.A. (2011). “Movimiento Juvenil Indígena Álvaro Ulcué Chocué. La emergencia de un nuevo sujeto social y político en el pueblo NASA: los y las jóvenes como protagonistas de la acción colectiva”. En: OSPINA, H.F.; ALVARADO, S.V.; BOTERO, P.; PATIÑO, J.A. & CARDONA, M. (eds.). Experiencias Alternativas de acción política con participación de jóvenes en Colombia (pp. 17-42). Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud Cinde - Universidad de Manizales. Manizales: Editorial Zapata. BOTERO, P.; MUÑOZ, E.; SANTACOLOMA, J. & URIBE, C. (2011). “Resistencias estéticas y políticas: experiencias de Comunicación Alternativa”. En: OSPINA, H.F.; ALVARADO, S.V.; BOTERO, P.; PATIÑO, J.A. & CARDONA, M. (eds.). Experiencias Alternativas de acción política con participación de jóvenes en Colombia (pp. 62-90). Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud Cinde - Universidad de Manizales. Manizales: Editorial Zapata. DUSSEL, E. (2006). 20 tesis de política. México, D.F.: Siglo XXI Editores - Crefal. NIETZSCHE, F. (1886/2000). Aurora. México: Editores mexicanos unidos. OSPINA, H.F.; MUÑOZ, S. & CASTILLO, J.R. (2011). “Red Juvenil de Medellín: Prácticas de desobediencia y resistencia al patriarcado y al militarismo”. En: OSPINA, H.F.; ALVARADO, S.V.; BOTERO, P.; PATIÑO, J.A. & CARDONA, M. (eds.). Experiencias Alternativas de acción política con participación de jóvenes en Colombia (pp. 43-61). Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud Cinde - Universidad de Manizales. Manizales: Editorial Zapata. 348 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 327-349 El sueño de democracia y acciones políticas alternativas de jóvenes colombianos RUTA PACÍFICA DE LAS MUERES. En: www.rutapacifica.org.co VEGA, M.; DÍAZ, A. & CARDONA, M., (2011). “Ruta Pacífica joven: una experiencia en construcción”. En: OSPINA, H.F.; ALVARADO, S.V.; BOTERO, P.; PATIÑO, J.A. & CARDONA, M. (eds.). Experiencias Alternativas de acción política con participación de jóvenes en Colombia (pp. 91-114). Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud Cinde Universidad de Manizales. Manizales: Editorial Zapata. VIRAJES 349 Reseñas María Soledad Rodríguez, becaria de la Fototeca de la Universidad Nacional de General Sarmiento colaboró en el contacto con los fotógrafos y la búsqueda de fotos. Autor: Gustavo Giusti Técnica: Fotografía VIRAJES SOBRE LAS FORMAS DE PROTESTA CONTRA LA VIOLENCIA POLICIAL ALICIA IRENE REBOLLAR* Reseña** * Tesista de la Licenciatura en Antropología Social y Cultural de la Universidad de San Martín en Buenos Aires. E-mail: [email protected] ** Pita, María Victoria. (2010) Formas de vivir y formas de morir. El activismo contra la violencia policial. Buenos Aires: Editores del Puerto/Cels VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 353-358 Alicia Irene Rebollar “Formas de vivir y formas de morir” ahonda en la experiencia de los familiares de víctimas en su lucha, con los recursos disponibles, contra la violación de los Derechos Humanos, y el impacto transformador que se desprende de sus acciones. El trabajo etnográfico realizado por Pita está centrado en diversos casos de muerte por violencia de Estado principalmente por policías y fuerzas de seguridad (casos que en Argentina se conocen como “gatillo fácil”). La mayor parte de estas víctimas son jóvenes, varones, de sectores populares en barrios pobres, con trabajos precarios, ocasionales o sin empleo. La particularidad del fenómeno es que no parecen muertes políticas, sin embargo, la protesta, la denuncia, la impugnación de la violencia de Estado por la intervención de los familiares producen una fuerte politización de las muertes. Este proceso que pone en relieve la figura de los “familiares” como un tipo particular de activista político es el punto nodal del libro. El libro comienza con una extensa pero útil introducción que consta de siete apartados. En los siguientes seis capítulos la autora entreteje las narraciones de los actores con aportes teóricos de otros autores y sus propias reflexiones para dar cuenta de sus observaciones en el campo. “Sobre qué se trata el libro” expone la hipótesis de su trabajo: quienes devienen familiares han ido construyendo un campo de protesta contra la violencia policial, contra la violencia de Estado, y al hacerlo han politizado estas muertes de muertos no políticos. Para la autora el tema está naturalizado y ha sido poco tratado por la literatura académica. Un breve estado de la cuestión sobre las diversas perspectivas sobre la protesta contra la violencia policial ha sido abordado como “legado” de las formas de acción colectiva desarrolladas por el movimiento histórico de los derechos humanos. Por otro lado, el tema ha sido analizado desde el marco de discusión que examina procesos de construcción de derechos humanos, o de nuevas formas de hacer política por parte de la ciudadanía. La autora destaca que compartir formas de protesta semejantes no quiere decir que las organizaciones denominadas “antirrepresivas”, de “derechos humanos” o “asociaciones civiles”, que integran el campo de la protesta contra la violencia policial, también compartan mundos iguales e equivalentes. Bajo apariencias semejantes se ocultan mundos particulares y diversos. En el segundo apartado, “Muertos y Epitafios”, los muertos cobran centralidad en tanto hablan de las relaciones entre los vivos. El análisis de las narraciones, en las que los familiares describen y dan significado a las muertes de las víctimas, permite “considerar los modos particulares en que son vividas e impugnadas las situaciones de violencia”. Cuando los familiares narran las muertes de estos jóvenes se están narrando sus vidas, y al mismo tiempo las vidas de quienes las narran. En 354 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 353-358 Reseña - Sobre las formas de protesta contra la violencia policial este sentido, el epitafio otorga identidad al cadáver, y su tono querellante tiene el valor de la interpelación. En el tercer apartado, “La figura del familiar”, se explicita que la categoría nativa familiar no refiere a familiares en términos de relación de parentesco con una persona muerta a manos de la policía, sino que tal denominación corresponde exclusivamente a aquellos que se han convertido en activistas o miembros de organizaciones de protesta contra la violencia policial, y que además interpelan al Estado. Pita deja en claro que no todas aquellas personas unidas por lazos de parentesco con una víctima se han organizado. En “La politización de las muertes”, el cuarto apartado de la Introducción, la autora se pregunta si es posible definir estas muertes como apolíticas en tanto es la policía, el rostro descubierto del poder del Estado, quien las ha producido. Desde un marco filosófico, despliega los conceptos de nuda vida y homo sacer para explicar cómo estas muertes de vidas no políticas se convierten en muertes políticas. Agamben señala que el homo sacer -una antigua figura del derecho romanoes la expresión de la nuda vida, una forma de existencia reducida al despojo y a la pura entrega al poder soberano. El estado de nuda vida hace del homo sacer un ser matable o inmolable, frente a cuya muerte hay impunidad. La autora destaca que los familiares hacen esfuerzos para sacar a las víctimas de ese lugar profano donde los ubicó la muerte en manos de los agentes del Estado. El primer movimiento es convertir a la víctima en sagrada, por lo tanto los familiares reclaman por la sacralidad de la vida. En este proceso, los familiares develan el estado de nuda vida que hizo de las víctimas seres matables para el poder estatal. Los familiares reclamando y aludiendo a sus derechos rechazan su propia condición de matables y pretenden poner límite al poder de la policía. De manera que, muertes de vidas no políticas que no han elegido morir confrontando o resistiendo al poder soberano, se convierten en políticas por el hecho de ser seres a quienes el Estado puede matar por pura sujeción a su poder soberano. Pita explica cómo construyó su trabajo con técnicas propias de la antropología eficaces para abordar problemáticas antropológicas dentro de la propia sociedad del investigador. La observación participante, las entrevistas, las situaciones conversacionales, se combinaron con el trabajo de archivo y con la construcción de un mapa de los actores con sus obligaciones y reciprocidades. Por otro lado, la oralidad ocupó un lugar central en la investigación, las entrevistas, las conversaciones en distintas circunstancias no solo le permitieron el acceso a las formas de pensar el mundo y a las formas de hacer, sino que le posibilitaron registrar un particular modo de narrar los acontecimientos. Esta narrativa fue complementada con registros fotográficos de actos, movilizaciones, de marchas, de la vida familiar, que fueron provistos por los familiares. De esta manera, los jóvenes muertos VIRAJES 355 Alicia Irene Rebollar aparecían en las imágenes como personas: practicaban deportes, habían tomado la comunión, tenían amigos. Este campo de protesta se fue definiendo como un movimiento con entidad propia desde principios de los años 90. Pita menciona dos organizaciones como las más antiguas surgidas de ese campo: CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) resultante de la confluencia de abogados con trayectoria en el tema antirrepresivo, familias de víctimas de “gatillo fácil” y grupos militantes, y COFAVI (Comisión de Familiares de Víctimas Indefensas de la Violencia Social), que se define como una organización de familiares exclusivamente. Simultáneamente a la emergencia de este mundo de los familiares, en los años 90 comienza el trabajo del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), que había sido creado en plena dictadura militar (1979) para denunciar las violaciones a los derechos humanos, e incorpora estas muertes por “gatillo fácil” a su agenda de trabajo. Se propone la producción de un corpus documental y crítico que permitiera incidir en la discusión pública en un nuevo contexto democrático donde el tema de la “inseguridad urbana” se instaló en forma creciente en la agenda pública. De acuerdo con Pita, el discurso sobre la “seguridad urbana” terminó obstruyendo el cuestionamiento de las organizaciones de protesta a la expansión del poder policial y sus correlativos abusos. Así es que, en este nuevo escenario ganó la expansión del poder policial que pasó a ser tolerada y propiciada con el fin de garantizar la seguridad pública. En los dos primeros capítulos la antropóloga refiere, en dos tiempos, a “Las formas de vivir”. En el primero logra reconstruir a partir de las narraciones de personas de carne y hueso, en sentido malinowskiano, la trama preexistente a las muertes. Aquí está la clave que permite acceder al conocimiento de lo sucedido al momento de las muertes. En general, los responsables de las mismas tienden a ocultar las pruebas de lo sucedido, sin embargo los familiares -y también la antropóloga- pueden reconstruir lo que ocurrió reconstruyendo la vida y las relaciones de los jóvenes que resultan muertos. Este conocimiento permitió a los familiares organizar la denuncia y la impugnación de la violencia. Así es que el seguimiento de “lo narrado” termina develando las relaciones sociales y la vida cotidiana de personas para quienes la violencia de Estado y la violencia social no eran ajenas ni lejanas sino parte constitutiva de su sociabilidad. En el segundo capítulo, Pita establece la incidencia de los elementos emocionales, manifestados en los relatos, en la construcción de mundos morales que hacen tanto a las formas de pensar el mundo como a las formas de actuar en él. Así es que, por ejemplo, el “no tener miedo” es una cualidad que posibilita enfrentar a la policía. Los familiares explican que en virtud de las obligaciones creadas por los lazos de sangre deberían actuar, pero solo lo hacen aquellos que en 356 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 353-358 Reseña - Sobre las formas de protesta contra la violencia policial virtud de su “no tener miedo” consiguen legitimar su derecho a reclamar. Entonces, para la autora pareciera que es en este punto desde donde es posible dar el salto hacía lo político. El “no tener miedo” opera como la fuerza moral que les permite no solo reclamar sino exigir justicia, apelar a la dignidad y hacerse respetar. Todas estas expresiones funcionan eficazmente para inscribir a los familiares en el campo de la política. En el tercer capítulo, “Las formas de morir”, Pita analiza las formas en que los familiares operan para restituir la humanidad a estas víctimas que han “muerto como un perro”. Describe el trabajo simbólico que los familiares ejercen sobre sus muertos: una labor que se orienta a la humanización de esos difuntos, a devolverles su dignidad, y al mismo tiempo, los familiares reafirman su propia humanidad. Este proceso de dignificación se ve objetivado en los retratos de las pancartas que reproducen escenas cotidianas de las vidas pasadas de los muertos. Así es que puestos en presencia, esos muertos encabezan manifestaciones, reciben homenajes y denuncian públicamente la injusticia. Puestos en escena forman parte de un proceso de politización que tiene como consecuencia el surgimiento de un tipo de particular de activista: los familiares. En “Las formas de protesta”, el cuarto capítulo de este libro, se develan las claves morales a través de las cuales se expresa la protesta y los modos en que son pensados las víctimas y el poder policial. Rituales de humillación, escarches, insultos y burlas son parte del repertorio habitual en la protesta. La presencia mayoritaria de mujeres agrega un plus de significado a los insultos y las burlas. Los familiares mujeres enfatizan su carácter de madres y en una especie de venganza ritual diferida, en nombre de sus hijos, buscan humillar y deshonrar por medio del insulto y la burla a los policías, y en consecuencia al cuerpo institucional. Por otro lado, el dolor y el sufrimiento ubicaron a los familiares en un nuevo estatus que legitima su posición de denuncia y protesta. La participación en los juicios orales es también una forma de protesta, un policía “sometido” al tribunal es apreciado por los familiares como un “territorio ganado”. Tanto los familiares cuyo caso se está dirimiendo como el resto de los familiares, todos saben de la importancia de estar acompañados en esos momentos en que hay que hacer el “aguante”, “hay que bancar”. Estas formas de poner el cuerpo junto a formas de identificación (remeras con fotos de las víctimas, carteles, prendedores, pancartas), a los modos de hablar y de comportarse construyen la vereda que enfrenta al grupo y a la policía. En el último capítulo, “El mundo de los familiares de gatillo fácil”, una de las tantas cuestiones que se aborda es la diferencia entre familiares y militantes. A partir de un caso la investigadora muestra que para ser un familiar no basta con estar unido por lazos de sangre al muerto, ni basta el VIRAJES 357 Alicia Irene Rebollar sufrimiento por esa muerte. Lo que parece definir al familiar como activista político es lo que hace con esos lazos, con ese dolor y cómo lo hace. Para la militancia es “natural” que un familiar se movilice y participe de la protesta, y a la vez objeta al familiar porque se moviliza como consecuencia de la obligación derivada del lazo de sangre, y no de una libre elección y convencimiento. El plus de voluntad, valor y falta de miedo que se suma a la obligación del parentesco distingue a los familiares que se politizan de aquellos otros familiares que no se movilizan. Esto no parece ser advertido por la militancia. Sin embargo, hay que reconocer que son los muertos puestos en juego la razón que lleva a los militantes a la lucha y quienes les otorgan a estos la identidad de familiar. Aunque, para lograr esta legitimidad el militante tiene que constituirse como parte de esa comunidad moral y emotiva que se expresa en la categoría de familiar. El libro cierra con “Epílogo: la intervención del Estado”. En este capítulo final la autora propone un cambio de escena, aquí se muestra cómo la intervención del Estado, por medio de la creación en el año 2004 del Programa Nacional Anti-Impunidad, bajo la jurisdicción del Ministerio de Justicia y Seguridad, convoca a los familiares para que integren un Consejo Asesor. Este programa es propuesto por el gobierno nacional como política pública en respuesta a las numerosas movilizaciones populares contra la in-seguridad. Esta acción del Estado pone al mundo de los familiares de gatillo fácil en una situación de máxima tensión que obliga a los familiares a definir y explicitar sus posiciones políticas. Al poco tiempo de comenzar a funcionar el Programa empezaron a presentarse algunos conflictos entre los familiares que integraban el Consejo Asesor y aquellos que decidieron no integrarse. En este sentido, Pita destaca que no es el Estado quien creó el conflicto, sino que operó como el agente que posibilitó que las posiciones políticas divergentes y latentes dentro de un campo que se presenta como homogéneo se develaran. A modo de cierre, se puede afirmar que “Formas de vivir y formas de morir” incrementa el conocimiento sobre el campo de la protesta contra la violencia de Estado y el activismo político que deriva de ella. A partir de una forma ágil de escritura y apelando a las citas al pie de página para explicar conceptos teóricos y categorías nativas, Pita transforma este texto surgido de la ciencia antropológica en una fuente de conocimiento accesible para cualquier interesado en el tema independientemente de su formación académica. 358 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 353-358 VIRAJES MILITANDO Y HABITANDO EL SINSENTIDO DE LA CATÁSTROFE. EL MUNDO DE LOS DETENIDOS-DESAPARECIDOS.* MARÍA JAZMÍN OHANIAN** Reseña * Reseña de: Gatti, Gabriel. (2011). Identidades desaparecidas. Peleas por el sentido en los mundos de la desaparición forzada. Buenos Aires: Prometeo Libros. Este libro es una revisión aumentada de la edición publicada en Montevideo en 2008 por Trilce con el título: El detenido-desaparecido. Narrativas posibles para una catástrofe de la identidad. ** Profesora en enseñanza media y superior de Cs. Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente finalizando la Maestría en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural, de la Universidad Nacional de San Martín. Integrante de diversos equipos de investigación de la Universidad Nacional de General Sarmiento y de la Universidad de Buenos Aires. Realiza investigaciones sobre formas de “ser sobreviviente” del terrorismo de Estado. E-mail: jaz.ohanian @gmail.com VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 359-363 María Jazmín Ohanian El libro de Gabriel Gatti invita a pensar la problemática de los desaparecidos desde un complejo e incómodo punto de vista que atraviesa la subjetividad más personal del escritor: se presenta como Doctor en Sociología y como hijo, hermano, cuñado y primo de desaparecidos. Este escrito desde sus tripas constituye un estudio sobre cómo habitar el mundo de la desaparición forzada de personas. El autor se propone dar cuenta de distintos mecanismos y vehículos de construcción de identidad y sentido después del quiebre de los marcos interpretativos que trae consigo la figura del desaparecido. Su hipótesis principal es que la desaparición forzada es una catástrofe para la identidad y para el lenguaje, pero que existe un lugar para vivirla y es el “mundo del detenido-desaparecido”. En función de su objetivo de pensar distintas formas de representar y vivir esa catástrofe, Gatti construye dos tipos ideales: por un lado analiza las “narrativas del sentido” desde la vocación explicativa transicional, mientras que por otro lado problematiza a “las narrativas de la ausencia de sentido” con aspiraciones de habitar una ausencia institucionalizada gracias a la invención de lenguajes que hospedan realidades catastróficas e incómodas. En todo su recorrido, se apoyará en un exhaustivo trabajo analítico de sus registros de campo para dar cuenta de esas sensaciones o palabras que no puede decir de otra forma. Son esas expresiones personales a la salida de un excentro clandestino o la angustia de ver cajas apiladas sin nombres, las que promueven la reflexión y permiten a Gatti pensar sobre las batallas del sentido que se libran en el mismo territorio del lenguaje. Su trabajo habilita el análisis de nuevos lugares de enunciación desde el agujero de la catástrofe. Para delimitar ese agujero desde el cual pensar y pensarse, utiliza la definición de campo de Pierre Bourdieu y expresa que lo importante es la fuerza de los agentes intervinientes y las relaciones sociales que entre estos se construyen. Define entonces al “campo del detenido-desaparecido” como un mundo complejo y singular creado y recreado desde la década del setenta con la extraña figura del desaparecido en el centro rodeado de instituciones, retóricas y movimientos sociales que le son propios y le habilitan una cotidianidad. Explica que a través de estos mecanismos narrativos “el campo brota y empieza a haber vida en él” y en esa misma vida, los agentes protagonistas luchan por imponer verdades, limitar contenido y estandarizar cotidianidades. Propone entonces, una nueva tarea: “¿Por qué, en lugar de explicar y racionalizar, no iba la sociología a poder acompañar en sus paseos por lo que no tiene sentido a las cosas que analiza?”. En su primer capítulo “Una catástrofe para el sentido”, Gatti sienta las bases de su hipótesis principal al explicar cómo el concepto de catástrofe 360 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 359-363 Reseña - Militando y habitando el sinsentido de la catástrofe... referido al lenguaje y a la identidad se sitúa en una América Latina “civilizada y letrada” que posibilitó la creación de un individuo pensado y destrozado por el mismo Estado. Afirma que la desaparición forzada de personas es una catástrofe ya que se produce un distanciamiento entre los hechos y su sentido. Es la no-palabra, el hecho indecible. Pero advierte que debe ser entendido en el marco de un proceso moderno de civilización donde lo que no tiene nombre queda por fuera sin identidad. Esta misma maquinaria moderna de producción de sentido, es la responsable del proyecto de disciplinamiento de la sociedad. Sugiere así, que la desaparición forzada de personas es modernidad exacerbada y explica cómo la eliminación del individuo por parte del Estado funciona como paradoja originaria de la catástrofe, donde la ausencia y el quiebre de sentidos son los protagonistas. Avanzando en su explicación sobre la máquina desaparecedora, en su segundo capítulo Gatti reconstruye cómo el dispositivo destrozó al producto moderno del individuo-ciudadano y con ello las formas de expresarlo. La desaparición forzada de personas impidió ambas cosas: la identidad y el lenguaje. Gatti promueve la reflexión del lector al presentar al detenido-desaparecido como individuo retaceado ya que su nombre está separado de su cuerpo despropiándolo de su ciudadanía y asaltando su identidad por su pérdida de nombre. Por eso lo considera una catástrofe: “las cosas no tienen ya palabras para darles consistencia”. Invita a pensar esta catástrofe como un terremoto del sentido, dislocando significaciones y cosas, contemplando la perfección represiva en el cuerpo e identidad del detenido-desaparecido, mientras se desmorona la arquitectura moderna y la posibilidad de representar. En este sentido, y para dar cuenta de este desmoronamiento introduce la problemática de los exdetenidosdesaparecidos y su fatídica relación con la imposibilidad del lenguaje para dar cuenta de una experiencia y un lugar donde las palabras rebotan. Desde esta perspectiva, utiliza la experiencia relatada por Primo Levi en los campos de exterminio nazi para hablar de la paradoja del exdetenidodesaparecido ya que este puede testimoniar por los que no tienen palabra. El testimonio, expresa así, lo sucedido y la imposibilidad de contar lo que los desaparecidos vivieron. En esta tensión del lenguaje es donde Gatti ubica la catástrofe. Cómo y quiénes narran y dan sentido a ese mundo desordenado que desgarró al sujeto en tanto identidad y lenguaje será el objetivo de su tercer capítulo titulado “Los militantes del sentido”. Aunque su objetivo no es el de realizar un estudio sobre las políticas de la memoria, en este capítulo destaca que las narraciones de los sujetos reconstructores de identidad están marcadas por el mandato de la memoria. Primera alerta que realiza el autor: existe el riesgo de desnaturalizar esas figuras, esos sujetos desprendidos y VIRAJES 361 María Jazmín Ohanian deshechos que aparecen como sujetos sin fisuras y completos. Si, tal como Gatti desarrolla, la catástrofe deshace, quiebra y expulsa al lenguaje a los límites de lo irrepresentable, ¿cómo hacer para convertir a ese campo, innombrable, en algo representable? Propone entonces, que hilando los sucesos y “desvirtuando la desaparición” puede realizarse una cadena de sentidos. La paradoja es que si la catástrofe deja el mundo del sinsentido, deja de ser una catástrofe. Desde este marco de análisis construye cuidadosamente los mecanismos de cuatro prácticas profesionales que integran el campo de los “militantes de la recuperación del sentido”. Encuentra que los arqueólogos son responsables de limpiar escombros y ver qué hay debajo de ellos ya que considera los centros clandestinos como operadores de la devastación, hoy en ruinas. Y desde ahí, recorre dos posibles prácticas en relación con esos sitios que se convierten en ruinas en tanto espacios carentes de sentido: por un lado se pueden dejar en ese estado, pero por otro lado Gatti plantea que existe la posibilidad de llenarlo de representación, darle sentido a ese vacío reconstruyendo la historia, iluminando y dándole identidad y continuidad al espacio. A su vez, identifica en los archiveros la tarea de ordenar, limpiar y mostrar las tripas del monstruo a través de la creación de archivos, documentos y registros burocráticos. Las prácticas de recomposición de los cuerpos y las mentes, quedan en manos de los antropólogos forenses y los psicólogos. Mientras que unos rearman los cuerpos retaceados para devolverles la identidad y retornarlos al sentido, los otros recomponen la psique sometida al trauma de los individuos doloridos. Se inspira en el caso de las Abuelas de Plaza de Mayo en su cuarto capítulo como una práctica exitosa que sintetiza la militancia en búsqueda del sentido y la identidad en dos ejes: familia y genética. Para hablar de la maquinaria simbólica de las Abuelas de Plaza de Mayo y su búsqueda de identidad como pilar esencial del sentido, refiere a la creación de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) y el Archivo Biográfico Familiar como espacios para la reconstrucción del vínculo con sus nietos y resistir así, a la separación del sentido. Según Gatti, el ADN se convierte en tótem de la identidad, donde la huella genética se suma a la poderosa retórica de la autenticidad familiar. Segunda alarma del autor: “La identidad, convertida en arma para regenerar sentido cuando la catástrofe lo deshizo, tiene ciertamente consecuencias no intencionadas”. Para dar inicio a sus últimos dos capítulos, el autor reconstruye las condiciones de producción de las narrativas de la ausencia del sentido, aquellas que hacen explícita la catástrofe abrazando ese lugar incómodo para construir identidad. Adoptando una mirada comprensiva, Gatti brinda una descripción minuciosa sobre cómo algunos artistas han desplegado 362 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 359-363 Reseña - Militando y habitando el sinsentido de la catástrofe... discursos que normalizan la catástrofe al convertirla en lugares estables y habitables para gestionar el desastre. Afrontar lo no representable. Introduce así, la problemática del arte ante lo irrepresentable y diferencia dos opciones: reingresar el estado de las cosas antes que estas hayan perdido sentido o aceptar la imposibilidad misma de representar. La posibilidad de construir nuevos lenguajes para afrontar esa paradoja de lo indecible es, según Gatti, donde radica la eficacia del arte. Más allá de los militantes de recuperación del sentido, incluye a otros habitantes del mundo del detenido-desaparecido: son los afectados más directamente por la catástrofe, esos sujetos que despliegan lenguajes y prácticas desde sus zapatos. Para ello, expone dos tipos ideales relacionados a los ya elaborados en su libro: los que bregan por la recuperación del sentido y los que nadan en la ausencia. Los primeros los entiende dentro de un paradigma de “familia rota” donde se intenta recomponer un sentido quebrado, y donde existe y se vive un dolor sin fin. El segundo grupo, nombrado como “post-huerfanitos” lo entiende como un paradigma novedoso acostumbrado a la ausencia y a la catástrofe, donde desde el vacío brotan estrategias que lo hacen habitable. Estos post-huerfanitos le permiten a Gatti pensar y reflexionar sobre figuras de identidad límite, retomando marcos teóricos de Judith Butler para superar el concepto de anomia de Emile Durkheim donde se habita lo invisible. En el mundo del detenido-desaparecido, la normalidad es la ausencia. En sus conclusiones, Gatti resuelve que el desaparecido es un paradigma exitoso que permite pensar a los fuera de serie, a las paradojas del lenguaje del sinsentido más allá de la experiencia argentina. Los militantes del sentido han logrado un vehículo para aproximarse a lo irrepresentable y parece, tal como expresa Gatti, que se ha vencido la batalla y se ha construido un lenguaje para decir lo imposible. Quizás el principal mérito del autor es afirmar que la palabra puede expandirse mientras haya sujetos conviviendo con la paradoja de lo indecible; actuando sobre el vacío sin desnaturalizarlo. En este caso, Gatti presenta estrategias puntuales que permiten repensar la práctica profesional en cuanto gestión de cuerpos desarticulados, de archivos sin datos, de espacios en ruinas y de tipologías jurídicas inexistentes. A través de su enfoque novedoso, podemos formular nuevas preguntas que permitan ilustrar otros mundos narrativos para ayudar a entender en sus propios términos, a la catástrofe, ya que en el sinsentido puede estar el sentido de estos fenómenos. VIRAJES 363 VIRAJES MESTIZOS HERALDOS DE DIOS: LA ORDENACIÓN DE SACERDOTES DESCENDIENTES DE ESPAÑOLES E INDÍGENAS EN EL NUEVO REINO DE GRANADA Y LA RACIALIZACIÓN DE LA DIFERENCIA, 1573-1590 RODRIGO SANTOFIMIO ORTIZ** Reseña * Cobo Betancourt, Juan Fernando. (2012). Mestizos heraldos de Dios: la ordenación de sacerdotes descendientes de españoles e indígenas en el Nuevo Reino de Granada y la racialización de la diferencia, 1573-1590. Colección Cuadernos Coloniales. Bogotá: ICANH. ** Profesor Asociado, Departamento de Antropología y Sociología, Universidad de Caldas, Manizales, Colombia. [email protected]. VIRAJES antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 365-371 Rodrigo Santofimio Ortiz El libro Mestizos heraldos de Dios: la ordenación de sacerdotes descendientes de españoles e indígenas en el Nuevo Reino de Granada y la racialización de la diferencia, 1573-1590, del historiador Juan Fernando Cobo Betancourt, es, a mi modo de ver, un ensayo que suscita diversas conjeturas en el amplísimo panorama de la alta colonia, la cual además de seguir siendo inacabada en inquietudes y preocupaciones académico-científicas, delata una carencia de estudios sistemáticos, en un período que desbrozaría los grandes trazos o “cuadros epistémicos” (como denomina el autor), referidos a las ideas (imaginarios), el poder civil y eclesiástico, la cristalización de los grupos sociales y el ensamble económico que adquiere plenitud y que solo en el quiebre de principios del siglo XIX, se pondrían en cuestión; en efecto, Mestizos heraldos de Dios, es un ensayo que a partir de algunas situaciones particulares, que el autor expone al inicio de la obra, por ejemplo, del canónigo García Zorro, mestizo, al cual se le negara la canonjía, es decir, sus posibilidades de pertenecer a la colegiatura arquidiocesana de Santafé, explora la emergencia de la categoría de diferencia racial en este período. Es cierto que el tema de la raza no es nuevo en la historiografía colombiana y latinoamericana, Mörner (1963, 1969) nos alertaba sobre el tema y su incidencia en la sociedad colonial y, en esa dirección, pero como formas de respuesta a esas condiciones socio-raciales, estarían los trabajos de Rodríguez (1991) y más reciente de Gutiérrez y Pineda (1999), los cuales trazan la incómoda situación que le plantea al mestizo una sociedad solidificada alrededor de dos repúblicas únicamente: la república de los indios y la república de los españoles, así pues, el tema del mestizo y, por qué no, el del mulato y la esclavitud serían, como se sabe, la piedra de toque en el contexto del proyecto independentista, así que en retrospectiva siglos previos a dicho proyecto, no deja de resultar alentador el tema en la perspectiva de observar cómo se fueron constituyendo los temas de la diferencia racial, ligados eso sí, a la pureza de sangre, el marco epistémico y la actitud de los diversos actores allí vinculados. La excusa para abordar el tema en la alta colonia, de acuerdo a Cobo Betancourt, tiene que ver con la posición que asumiera tanto la corona española como el papado, en la autorización para la designación de sacerdotes en el vastísimo universo territorial que comprendía sus dominios en el siglo XVI; analizado el tema en ese contexto, hemos de llevarnos una que otra sorpresa: en el caso de la corona portuguesa que colonizara el occidente y oriente de África, se tolerará la admisión de nativos como prelados y en las órdenes menores, siendo una actitud más acentuada en la parte occidental que oriental; en la América española, el Patronato Regio –esto es, las concesiones de privilegios hechas por los pontífices a la corona (española en nuestro caso, pero también para el caso de Portugal), para 366 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 365-371 Reseña - Mestizos heraldos de Dios: la ordenación de sacerdotes descendientes de españoles... que emprendieran los procesos de evangelización y la administración de los territorios recientemente conquistados–, plantearía dos presupuestos de importancia; de un lado, el gobierno imperial español en el período pre-moderno, funcionaba de acuerdo al concepto de gobierno de rescriptum o administración por respuesta, es decir, la respuesta a las peticiones individuales desde las colonias eran despachadas a los interesados, dejándoles la mayor parte de la iniciativa y responsabilidad, para que resolviesen sus problemas locales; esta fórmula interpretativa no solo acerca del Estado monárquico, su carácter pre-moderno sino también un esquema residual de la corona respecto a las colonias, aunque ya invocado y reiterado por autores como Jaramillo Uribe (1963, 1965), Colmenares (1973), Martínez Garnica (1992), a través de la retórica “se obedece, pero se suplica el cumplimiento”, esto es, la posibilidad de resistir el cumplimiento bien fuera de una cédula u ordenanza real, dado el enquistamiento de los grupos sociales encomenderos, comerciantes, el clero oficial, las órdenes menores y la oficialidad real “conforme a justicia y razón”. De otro lado, en lo que concierne a la América española, la conceptualización del nativo, esto es, del indio, asume una forma distinta que pesa, entonces, en las consideraciones que habría que tener a propósito no solo del acceso de las culturas nativas y mestizas a los puestos en las parroquias eclesiásticas, sino también en la emergencia del tema de la diferencia racial en las colonias: esto tiene que ver con “la retórica de la miserableza” que llegó a dominar la actitud de las autoridades coloniales frente a los indios y a justificar y definir la misión civilizadora del proyecto colonial español; en ese caso, la conceptualización presupone al amerindio como una persona miserable, por naturaleza débil y corruptible que necesitaba ser protegida y orientada, asimismo, la presunción fue expuesta por las primeras misiones que llegaron a América, especialmente franciscanas, advirtiendo que no solo al indio se lo concibe miserable, sino también como infantes, los cuales “faltándoles el azote como niños son perdidos”. En este contexto analítico se debe plantear la cuestión, de acuerdo a Cobo Betancourt, sobre las posibilidades de acceso de los nativos, no europeos, a los cargos eclesiásticos, y también lo sensible que empieza a plantearse el tema de la diferencia racial y, especialmente, el significado del mestizo en la sociedad colonial: la legislación para el período, no obstante ser clara en la exclusión que se hacía a los mestizos para ser promovidos a las órdenes sacro, por ejemplo, véase las Constituciones Sinodales de 1556, expuestas por el obispo Juan de los Barrios para el Nuevo Reino de Granada, dejaba también un amplísimo campo de iniciativas en manos de la corona, el papado, incluso de los arzobispos, y si bien algunos de estos prebendados optarían por cerrar filas frente a la promoción de mestizos, VIRAJES 367 Rodrigo Santofimio Ortiz como así ocurrió en el Perú y en México no obstante la resistencia en ciertos casos de la misma población, Luis Zapata de Cárdenas, recién nombrado arzobispo del Nuevo Reino de Granada, llegó a transformar el panorama eclesiástico, no solo por el impulso que le diera al proceso de evangelización al nombrar incisivamente sacerdotes seculares por encima de los misioneros, y también por el número relativamente alto de sacerdotes mestizos que ayudó a promocionar al tenor de la resistencia que encontrara en la Real Audiencia, el cabildo episcopal, en las órdenes religiosas, incluso frente a la misma corona. Correlativamente a la resistencia que encuentra Zapata de Cárdenas en su insistencia para “encarnar la nueva dirección que tomara la evangelización”, y contrario a lo que se pudiera pensar espontáneamente, no existe en la posición de Zapata de Cárdenas el ánimo de fungir reivindicando una posición de tolerancia racial, pero sí una salida oportuna de cara a la situación propia del Nuevo Reino de Granada y que supo aprovechar: bien sea por la carencia estructural de un clero secular que limitaba el proceso de evangelización y que en ese período estuvo apoyado en las órdenes menores (franciscanos, dominicos y agustinos), todas ellas fuertemente cuestionadas, incluso desde el arzobispado de Barrios, que llegó a calificar a muchos de sus miembros como “escoria y heces por no vivir en observancia, clausura, ni religión” (Freire, 1975: 206), o bien sea en la imposibilidad que tuvo el arzobispo Zapata de Cárdenas para convocar Concilios Provinciales (reuniones de obispos), como si fue posible en realidades como Perú y México; en su caso, se hizo imposible para Zapata de Cárdenas por las disputas entre diócesis que persistían en el Reino de Granada, así también el prelado supo aprovechar la legislación lingüística (1580), en la que se urgía la necesidad de conocer las lenguas nativas que garantizasen la conversión, y que Zapata de Cárdenas potencializaría a través del “Catecismo e Instrucciones” (1576), la organización de las doctrinas y nuevos pueblos indígenas, así como un ejército de sacerdotes seculares y un seminario para entrenarlos; queda claro que fue en un contexto de condiciones materiales, el que Zapata de Cárdenas supo aprovechar para insistir en la promoción de sacerdotes mestizos, por encima de otras consideraciones; ahora bien, si la posición del arzobispo Zapata de Cárdenas no retrae una consideración distinta, por no decir avanzadísima para la época a propósito del tema de la diferencia racial por los argumentos ya expuestos: ¿Por qué resulta interesante la inquietud acerca de la diferencia racial, que plantea el ensayo del profesor Cobo Betancourt? Se trataría, entonces, de acuerdo al autor, de observar no únicamente el proceso de la ordenación de sacerdotes mestizos intrínsecamente, sino la resistencia que se operaba frente a la actitud, incluso tozuda en algunos casos del arzobispo para llevar a cabo las ordenaciones; allí, entonces, en esa acción de resistencia operarían los 368 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 365-371 Reseña - Mestizos heraldos de Dios: la ordenación de sacerdotes descendientes de españoles... grupos sociales de uno u otro lado, y en ese caso, observar asimismo, el tema de la identidad como un concepto que requiere ser puntualizado para insistir, como lo sostiene el autor, en que la identidad no es un asunto que compromete únicamente a los actores en sí mismos, sino que también se requiere plantear la identidad referida a las percepciones que los otros tienen de nosotros; con esa consideración, entonces, la identidad de todos y cada uno de los grupos devienen en actos más que definitorios, el que los actores deben negociar su lugar en un orden social cada vez más rígido, a medida que la sociedad tiende a su cristalización; en ese orden de ideal, en el arzobispo Zapata de Cárdenas la paradoja es evidente, toda vez que al admitir, incluso resistiendo a la oposición, la promoción de sacerdotes mestizos no logra evitar etiquetar a ese mismo mestizo para excluirlo de una posición de preeminencia, ese fue el caso, si mencionamos situaciones puntuales, acontecido frente a la solicitud que García Zorro hiciera para alcanzar la canonjía, y solo le permitirá que se conforme con una parroquia. Sin embargo, la actitud paradojal del arzobispo Zapata de Cárdenas no termina allí, pues al insistir en su deseo del “servicio de Dios, nuestro señor y el de vuestra majestad”, y de recordarle a los indios su condición de miserables, curiosamente Zapata de Cárdenas justificaba la ordenación de mestizos para el sacerdocio, no solo por la necesidad de la conversión y de obtener más catecúmenos para la Iglesia, sino porque lo impulsaba la idea de ilustrar, al reconocer que ellos –los Indios– eran “suficientemente educados, capaces y merecedores”, además de su talento con las lenguas indígenas y porque también “era más fácil disciplinarlos”, sin embargo ¿por qué la controversia que se suscitaría desde diversos grupos sociales por la ordenación de mestizos? Digamos, entonces, siguiendo a Cobo Betancourt, que ello tenía que ver con la insistencia para poner al indígena en condición de subalterno cuando se los acusaba de “tan indios (o monas –persona ebria–), como los mismos indígenas y siguen las mismas costumbres de sus antecesores, yendo a las borracheras en traje de indios”; objetiva o no esta conducta que pretendía generalizarse desde las órdenes religiosas, porque de acuerdo a Cobo Betancourt, estaban perdiendo protagonismo en los procesos de conversión, y ello mismo significaba caer en condición de mera sobrevivencia, ¿podríamos, entonces, derivar de toda esta confrontación, la génesis de ideas de diferencia racial? se pregunta Cobo Betancourt: lo que es claro para el autor es que la categoría mestizo ya extendida, planteaba una condición social cada vez más específica, esto es, una posición intersticial, restringida a todos sus miembros, con un lugar específico en la sociedad y esto queda claro a través de la legislación indiana, tanto eclesiástica como civil, la cual buscaba relegarlos a su propia diferencia, dado que ni los concebía como indios y tampoco gozarían de las oportunidades de los españoles, VIRAJES 369 Rodrigo Santofimio Ortiz peninsulares o criollos; en esa condición el mestizo estaría correlativo al escenario social, definido racialmente y, por supuesto, discriminado, de acuerdo a la posición y las pruebas que trae Cobo Betancourt, condición subalterna que se unía a la que ya se le planteaba al Indio. Así las cosas, la conjetura que derivaríamos de estas premisas, asientan la condición de los grupos subalternos, uno de ellos, el mestizo en su imposibilidad de mostrar su pureza, y de otro lado, al indio en su adscripción a la encomienda y la mita, y por supuesto la explotación y la dominación consecuente, que acentúan para el indígena como extraño en su propia hábitat y como alternativa de sobrevivencia tendrá que buscar nuevos territorios de asentamiento, eso sí, buscando evitar todo contacto con el “blanco”; el mestizo, por su parte, una vez que la discriminación empezó a definirse en términos de naturaleza, de algo que aún el bautizo no borraba, para convertirse en hereditaria, y de cara al estrechamiento o la imposición de una identidad de grupo sobre las variadas identidades de diferentes grupos, hubo de reclamar “ser hijo de español y de indígena”, aunque esos empeños serán vanos, toda vez que la sociedad reclama su validación desde lo racial; para terminar, entonces, considerar que esta condición intersticial en la que se ubica al mestizo, expresa interesantes conjeturas alrededor de los problemas que ha de planteárseles a los intelectuales y líderes de la gesta independentista, incluso, la condición mestiza o mulata1, si se lo quiere, propicia elementos que explicarían en parte los dilemas y las ambigüedades que dicha gesta independentista supone en sus primeras etapas, y quizá el que finalmente logra cavilar sensatamente la situación, es a mi modo de ver, el libertador Simón Bolívar (1783-1830), de cara a una serie de inquietudes y dilemas sobre el origen de la identidad y su expresión la nacionalidad de aquellos que habían decidido rebelarse contra la “madre patria”; la Carta de Jamaica (1815), es un documento síntesis que le apuesta a proponer salidas a esas inquietudes y dilemas, y no resulta casual el que deriven de allí y del libertador una interesante y afinada concepción del ser latinoamericano. 1 “Andando el tiempo, a las tres castas originales de españoles, indios y negros se fueron añadiendo las clasificaciones de castizo, mestizo, mulato, zambaigo (hijo de negro e india), mestindio, lobo, coyote, jarocho, cambujo, chino jarocho, chamiso, albarazado, gíbaro, barcino, cuatralbo… hasta llegar a recurrir, en una ‘evidente muestra de desesperación’ del funcionario, como escribe Aguirre Beltrán, a expresiones como las de ‘torna atrás’, ‘tente en el aire’, ‘ahí te estás’ y ‘no te entiendo’ para nombrar a las mezclas que ofrecían mayor complicación” (Prados, 2013: párr. 12). Véase este interesante artículo de Luis Prados publicado en el periódico El País (España), del 26 de julio de 2013, que acota sobre los negros en la sociedad mexicana intitulado: “Las raíces negras de Veracruz”. 370 antropol.sociol. Vol. 15 No. 1, enero - junio 2013, págs. 365-371 Reseña - Mestizos heraldos de Dios: la ordenación de sacerdotes descendientes de españoles... Bibliografía COLMENARES, Germán, (1973). Historia económica y social de Colombia, 1537- 1719. Bogotá: U. del Valle, FRIEDE Juan, (1975), Fuentes documentales para la historia del Nuevo Reino de Granada, 1560- 62. Bogotá: Biblioteca del Banco Popular. GUTIÉRREZ DE PINEDA, Virginia y Roberto PINEDA GIRALDO, Miscegenación y cultura en la colombia colonial: 1750 – 1810 (Santafé de Bogotá: Colciencias, U. de los Andes, 1999), 2v. JARAMILLO URIBE, Jaime (1963). La población indígena de Colombia en el momento de la conquista y sus transformaciones. Bogotá. ________, Jaime, (1965). “Mestizaje y diferenciación social en el Nuevo Reino de Granada en la segunda mitad del siglo XVIII, Anuario colombiano de historia social y de la cultura, Vol: 2, No 3. MARTÍNEZ GARNICA, Armando, (1992). Legitimidad y proyectos políticos en los orígenes del gobierno del Nuevo Reino de Granada. Santafé de Bogotá: Banco de la República. MÖRNER, Magnus “Las comunidades de indígenas y la legislación segregacionista en el Nuevo Reino de Granada”, Anuario colombiano de historia social y de la cultura, Vol:1 No 1 (1963). PRADOS, Luis. (2013, Julio 26). “Las raíces negras de Veracruz”. En: El País. España. En: http://elpais.com/elpais/2013/07/25/eps/1374766765_208709.html RODRÍGUEZ, Pablo Seducción, amancebamiento y abandono en la Colonia (Medellín: Fundación Simón y Lola Guberek, 1991). VIRAJES 371 AUTORES VIRAJES Vol. 15 No. 1 Alicia Irene Rebollar, Universidad de San Martín, Argentina Ana Laura de Giorgi, Universidad Nacional General Sarmiento, Argentina. Camillo Goirand, Universidad Paris III, Sorbone-Nouvelle, Francia Carlos Arturo Gallego, Universidad de Caldas, Colombia Cecilia Carrera, Universidad Nacional de La Plata, Argentina. David Osorio, Universidad de Caldas, Colombia Dolores Rocca Rivarola, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Argentina. Joao Rosito, Universidad de Sao Paulo, Brasil. José Ruben Castillo García, Universidad Autónoma de Manizales, Colombia Juan Manuel Castellanos, Universidad de Caldas, Colombia Juanita Espeleta, Universidad de Caldas, Colombia Julieta Grinberg, EHESS, Francia. Luis Hernando Orozco, Universidad de Caldas, Colombia María Jazmin Ohanian, , Universidad de San Martín, Argentina Octavio Escobar, Universidad de Caldas, Colombia Omar Alonso Urán Arenas, Universidad de Antioquia, Colombia Omar Tapasco, Universidad de Caldas, Colombia Pia V. Rius, Universidad de Lille, Francia Rodrigo Santofimio, Universidad de Caldas, Colombia Sandra Wolanski, Universidad de Buenos Aires, Argentina Santiago Urrea Yela, Universidad de Caldas, Colombia 372 Revista de Antropología y Sociología EVALUADORES Alexa Agudelo Ernesto Seidel Franck Marcon Gabriel Vommaro José Raúl Ruiz Juan Carlos Celis Marcela Kunrath Nicolás Aguilar Sebastián Pereyra Mario Hernan López VIRAJES 373 CONVOCATORIA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA: VIRAJES Volumen 16, Fascículo 1, Enero-julio de 2014 Editores invitados: Marta PANAIA (CONICET, UBA Argentina), Carlos Leopoldo Piedrahita (Departamento de Antropología y Sociología, Universidad de Caldas, Colombia). Editores responsables: Juan M Castellanos ([email protected]) Cesar Moreno Baptista ([email protected]) Profesores Departamento Antropología y Sociología, Universidad de Caldas. Colombia. Toda comunicación a: [email protected] Fecha de recepción de artículos: hasta el 15 de Noviembre de 2013. Requisitos: Los artículos deben cumplir con lo planteado en las normas para autores de la REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA: VIRAJES, disponibles en el siguiente link: http://virajes.ucaldas.edu.co Lugar de recepción: Los artículos deben ser enviados por correo electrónico a los editores y al correo electrónico de la Revista; revistavirajes@ucaldas. edu.co. Temática del Dossier: “ESTUDIOS SOCIALES DE LOS OFICIOS, LAS OCUPACIONES Y LAS PROFESIONES” Presentación: La Revista de Antropología y Sociología Virajes convoca para su número 16(1) Año 2014, a especialistas en ciencias sociales interesados en el análisis de los oficios, las profesiones y las ocupaciones. El modelo de profesiones ha sido considerado como uno de los fundamentos de las sociedades democráticas modernas y también como una ideología que sirve para legitimar los privilegios y los monopolios. Para revisar las ventajas y los 374 Revista de Antropología y Sociología límites de ese modelo, conviene considerar esas dos perspectivas de manera complementaria. Ello facilita la comprensión de los cuestionamientos que subyacen a la noción de profesionalismo y cómo se actualizan estos y otros conceptos en la sociedad globalizada actual. En nuestros países las teorías de las profesiones han sido poco revisitadas y sin embargo, son muchos los cambios ocurridos en estos grupos de trabajo. Por otro lado es importante mencionar que en otros países el concepto de profesión ha sido objeto de un debate intenso en razón de las diferencias existentes entre distintas escuelas de pensamiento como el funcionalismo parsoniano o las corrientes neoweberianas representadas por autores diversos como Freidson, Larson, Abbott y otros. En nuestros días las profesiones tienen que enfrentarse a los cambios en la organización del trabajo, a los cambios tecnológicos, al nuevo management, a la globalización, al liberalismo, al desempleo, a los cambios ocurridos en la división sexual del trabajo, en la composición de género y en las diferencias al surgimiento de nuevas ocupaciones, a los cambios generacionales y a cambios regulatorios significativos. Estas transformaciones han arrojado una gran dosis de incertidumbre que ha impulsado a algunos estudiosos a hablar incluso del fin de las profesiones. Las revisiones estructurales no se focalizan solo en la autonomía de los profesionales y la forma específica de regulación que representa el profesionalismo, sino también en la formación profesional, el desarrollo de las trayectorias personales y de las carreras, las culturas y las identidades profesionales. Paralelamente, la autonomía profesional y el porvenir de ciertas profesiones pueden igualmente interpelar a actores tan diversos como el Estado, la democracia, el público o los clientes. Los profesionales pueden convertirse en asalariados precarizados, desaparecer, fusionarse, feminizarse o masculinizarse, entrar en conflicto, etc. El análisis de estos desafíos, así como la reflexión sobre los diversos aportes y límites propios del modelo de las profesiones, requieren una renovación de las perspectivas teóricas, de los modelos de investigación y de los datos e interpretaciones empíricas. Con ese criterio, las comparaciones internacionales y entre grupos profesionales son particularmente útiles en el contexto latinoamericano, tanto a nivel micro como macro social. ¿Qué cruza las profesiones...? ¿Son las disciplinas exentas?, ¿son teorías sobre el mundo social en sí o delimitaciones particulares de ella? ¿Cuál es el espacio de encuentro y superposición? ¿Las disciplinas se entrecruzan en un espacio común epistémico y metodológico? ¿Las disciplinas comparten espacios comunes, pero son en sí miradas sustantivas de las cosas? ¡Son mundo exentos, maneras de ver, el mundo, mundos, a manera del Weltanschauung?, como lo planteara Geertz. VIRAJES 375 El primero de esos presupuestos, y el más importante, es que las diversas disciplinas (o matrices disciplinares) humanísticas, de las ciencias naturales y también de las ciencias sociales que componen el difuso discurso de la erudición moderna no son meras posiciones intelectuales ventajosas, sino maneras de ser en el mundo, por invocar una fórmula heideggeriana, formas de vida, por utilizar una fórmula de origen wittgensteniano, o variedades de una experiencia noética, por adaptar, esta vez, una fórmula jamesiana. De la misma manera que los papuas y los amazonios habitan el mundo que imaginan, igualmente lo hacen los físicos de alta energía o los historiadores del Mediterráneo en la época de Felipe II —o, al menos, así lo imagina un antropólogo—. Es cuando empezamos a comprender esto, a comprender que ponerse a desconstruir el imaginario de Yeats, ensimismarse en los agujeros negros o medir el efecto de la escolarización en el éxito económico no sólo significa dedicarse a una tarea técnica, sino asumir un marco cultural que define gran parte de nuestra vida, cuando una etnografía del pensamiento moderno se convierte en un proyecto urgente. Esos roles que nos parece que ocupamos se convierten así en mentalidades que descubrimos en nosotros mismos (Geertz, 1996, pág. 183). Las derivas vitales entre titulaciones, ocupaciones, oficios y profesiones ejercidas o no, la demanda contante de actualización, migración profesional y reciclaje en contextos de trabajo altamente desregulados y flexibles, invita a pensar sobre lo que está pasando en el mundo del trabajo a través de una de las estrategias más comunes de organización: las ocupaciones, las profesiones y los oficios. Así mismo, el movimiento constante de la actividad productiva y creativa del capitalismo posfordista ha generado nuevos conjuntos de formas de organización, experimentación y articulación entre el trabajo y la vida, formas de trabajo de cuidado, trabajo inmaterial, trabajo cognitivo y nuevas maneras de producción del trabajo manual, corporal y sexual. El universo de ocupaciones, profesiones y oficios en las cuales se autoencapsula y clasifica el mundo de la producción material e inmaterial, para describir y localizar lo que hace y dice que hacen las personas, es parte de nuestro interés comprensivo. Nuevas morfologías del mundo productivo se anuncian en las transformaciones de las profesiones y los oficios. Es nuestro interés acercarnos a su complejidad. Serán considerados trabajos que, basados en investigaciones empíricas sobre alguno de los siguientes ejes temáticos: 1. Trayectorias profesionales, ocupacionales y maneras de 2. Ocupaciones y oficios del capitalismo postfordista. 3. Nuevos modelos profesionales. 376 Revista de Antropología y Sociología 4. 5. 6. 7. Transformaciones de la educación, mercado laboral y nuevas profesiones Género, etnicidad, clase e identidades profesionales. Cuerpos y subjetivaciones profesionales. Los mundos profesionales como maneras de ser en el mundo. Requisitos para la presentación de artículos • Se recibirán textos en inglés, francés, portugués y español. • Se espera que los artículos sean resultado de investigaciones avanzadas o finalizadas. • Extensión: Los artículos no deben superar las 9.000 palabras. • Los artículos serán evaluados según la modalidad de evaluación por pares ciegos. El proceso de evaluación consistirá en: - Una primera ronda de evaluación editorial sobre la relación con la convocatoria y cumplimiento de las normas editoriales. - Una segunda ronda de evaluación por pares ciegos. - Una tercera ronda de aceptación de las modificaciones sugeridas por los evaluadores. - Una cuarta ronda de corrección de estilo - Una quinta ronda de prueba de galeras. Criterios de publicación de la revista en: http://virajes.ucaldas.edu.co/ Recepción permanente de artículos La revista de ANTROPOLOGIA Y SOCIOLOGIA VIRAJES recibe de manera permanente artículos para evaluación, los cuales pueden estar asociados a las temáticas específicas de los diferentes números o resultados de investigación en cualquier área temática asociada con las ciencias sociales, especialmente la Antropología y la Sociología. Para someterlos a evaluación puede enviarlos al correo electrónico: [email protected]. VIRAJES 377 CONVOCATORIA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA: VIRAJES Volumen 16, Fascículo 2, Agosto-Diciembre de 2014 Tiempo de recepción de artículos: del 1 de noviembre al 28 de febrero de 2014 Editores invitados: Los profesores de la universidad de Caldas: Mario Bermúdez, Juan Manuel Álzate, Margot Andrade, Edwin Monsalvo, Miguel Suarez, Camilo Lozano. Editores responsables Cesar Moreno Baptista (cmorenobaptista@gmail. com) y Juan M Castellanos ([email protected]), Profesores Departamento Antropología y Sociología, Universidad de Caldas Requisitos: Los artículos deben cumplir con lo planteado en las normas para autores de la revista ANTROPOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA: VIRAJES, disponibles en el siguiente link: http://virajes.ucaldas.edu.co/index. php?option=com_content&task=view&id=23&Itemid=17 Lugar de recepción: Departamento de Antropología y Sociología de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Caldas: carrera 23 N° 58-65, teléfono (6)8781500 ext. 22108 o aal correo electrónico: revistavirajes@ ucaldas.edu.co Temática del volumen 16(2): ESTUDIOS SOCIALES DEL CENTRO OCCIDENTE DE COLOMBIA La Revista de Antropología y Sociología Virajes convoca para su número 16(2) Año 2014, a especialistas en ciencias sociales interesados en el análisis arqueológico, etnohistórico, histórico y socioantropologico sobre los estudios sociales del centro-occidente de Colombia. La Revista de Antropología y Sociología: VIRAJES volumen 16 (2), como siempre pretende compilar trabajos que sean el resultado, bien sea de investigación, revisión o reflexión que contribuyan a pensar esta temática específica. . Las aportaciones pueden estar relacionadas con: - - - - 378 Investigaciones empíricas de corte cualitativo o cuantitativo Análisis del impacto de las políticas Reflexiones a partir de proyectos de investigación, intervención o aplicación… Propuestas metodológicas validadas especialmente en áreas de antropología, sociología, etnografía, historia, arqueología. Revista de Antropología y Sociología - - - a) Artículo de investigación científica y tecnológica. Documento que presenta, de manera detallada, los resultados originales de proyectos terminados de investigación. La estructura generalmente utilizada contiene cuatro apartes importantes: introducción, metodología, resultados y conclusiones. b) Artículo de reflexión. Documento que presenta resultados de investigación terminada desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a fuentes originales. c) Artículo de revisión. Documento resultado de una investigación terminada donde se analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones publicadas o no publicadas, sobre un campo en ciencia o tecnología, con el fin de dar cuenta de los avances y las tendencias de desarrollo. Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión bibliográfica de por lo menos 50 referencias. Requisitos para la presentación de artículos • Se recibirán textos en inglés, francés, portugués y español. • Se espera que los artículos sean resultado de investigaciones avanzadas o finalizadas. • Extensión: Los artículos no deben superar las 9.000 palabras. • Los artículos serán evaluados según la modalidad de evaluación por pares ciegos. El proceso de evaluación consistirá en: - Una primera ronda de evaluación editorial sobre la relación con la convocatoria y cumplimiento de las normas editoriales. - Una segunda ronda de evaluación por pares ciegos. - Una tercera ronda de aceptación de las modificaciones sugeridas por los evaluadores. - Una cuarta ronda de corrección de estilo - Una quinta ronda de prueba de galeras. Criterios de publicación de la revista en: http://virajes.ucaldas.edu.co/ Recepción permanente de artículos La revista de ANTROPOLOGIA Y SOCIOLOGIA VIRAJES recibe de manera permanente artículos para evaluación, los cuales pueden estar asociados a las temáticas específicas de los diferentes números o resultados de investigación en cualquier área temática asociada con las ciencias sociales, especialmente la Antropología y la Sociología. Para someterlos a evaluación puede enviarlos al correo electrónico: [email protected]. VIRAJES 379 NORMAS EDITORIALES La revista de Antropología y Sociología: Virajes, recibe colaboraciones originales en forma de artículos y reseñas. La naturaleza de los artículos es triple, ya que pueden ser de investigación, de reflexión o de revisión. Todos los artículos serán sometidos a evaluación anónima y los autores serán notificados de la decisión de los árbitros en los 60 días siguientes a la recepción de sus propuestas. Sólo se publicarán los artículos que superen satisfactoriamente el proceso de evaluación y cumplan con los requisitos aquí expuestos. La revista de Antropología y Sociología: Virajes se reserva los derechos de impresión, reproducción total o parcial del material, así como el de aceptarlo o rechazarlo. Igualmente, se reserva el derecho de hacer cualquier modificación editorial que estime conveniente. En tal caso, el autor recibirá por escrito recomendaciones de los evaluadores. Si las acepta, deberá entregar el artículo con los ajustes sugeridos dentro de las fechas fijadas por la revista para garantizar su publicación dentro del número programado. Un artículo sometido a consideración del comité editorial no se debe haber publicado previamente, ni debe estar sometido a otra publicación. Si el artículo es aceptado, no deberá publicarse en otra revista. Los artículos de esta revista se pueden reproducir total o parcialmente, citando la fuente y el autor. Las colaboraciones que aparecen aquí no reflejan necesariamente el pensamiento de la revista. Se publican bajo responsabilidad de los autores. El autor que desee enviar artículos para consideración por parte del comité editorial de nuestra publicación deberá: 1. Entregar original y copia del artículo en los correos electrónicos de los editores o en oficina de la revista ubicada en la carrera 23 N° 58-65, Manizales, Colombia. Telefax 88627220 ext. 22108 –prefijos nacionales (68) e internacionales (57) (68)–, correos electrónicos: revistavirajes@ ucaldas.edu.co 2. Entregar el trabajo vía email o en CD-ROM en formatos Word. Se debe incluir: título del artículo, autor o autores y dirección del contacto (correo electrónico y dirección postal). El texto debe estar digitado a espacio y medio, letra arial, tamaño 12. 380 Revista de Antropología y Sociología 3. Especificar en diferentes notas al pie: a) los datos centrales del curriculum vitae del autor o autores, el cual debe incluir los títulos universitarios, la filiación institucional y el correo electrónico; b) la naturaleza del artículo, es decir, si se trata de un artículo de investigación, de reflexión o de revisión, o si se trata de una reseña. 4. Escribir su artículo con una extensión máxima de 25 hojas (folios o cuartillas tamaño carta), el cual debe ir precedido de un breve resumen del trabajo en castellano y en inglés que no sobrepase las 150 palabras. Inmediatamente después de este resumen, se debe poner de cuatro a seis palabras clave para identificar las principales temáticas abordadas. 5. Redactar las críticas y reseñas de libros con una extensión máxima de 10 hojas (folios o cuartillas tamaño carta), la cual debe ir precedida de los nombres, apellidos y profesión de quien realiza la crítica o reseña, así como de los elementos bibliográficos completos (nombres y apellidos del autor, título completo del libro, número de edición, ciudad de publicación, editorial, año de publicación). 6. Entregar artículos inéditos, salvo que hayan sido publicados en el extranjero, en cuyo caso podrá considerarse su publicación. Si se trata de un artículo traducido se debe indicar con claridad las fuentes y procedencias del texto original. 7. Enviar los gráficos, mapas y fotografías en una resolución mínima de 266 dpi en formato jpg o gif. Junto a los cuadros deben ir los anexos al artículo, indicando el lugar donde se pondrán dentro del texto. Todos estos recursos se deben enumerar consecutivamente e indicar con claridad la(s) fuente(s) correspondiente(s). 8. Citar las fuentes bibliográficas dentro del texto del siguiente modo: (autor, año: página). Ejemplo: (Muñoz, 1996: 30). 9. Las notas al pie de página numeradas en orden consecutivo, se utilizaran para aclaraciones, comentarios, discusiones, envíos por parte del autor, y deben ir en su correspondiente página, con el fin de facilitar al lector el seguimiento de la lectura del texto. 10. Referenciar la Bibliografía teniendo en cuenta las normas APA, pero con algunas modificaciones. Así: VIRAJES 381 Libro: APELLIDO, Nombre del autor. (Año). Título del libro. Lugar de publicación: Editorial. SABINE, George. (1998). Historia de la teoría política. México: Fondo de Cultura Económica. Capítulo de libro: APELLIDO, Nombre del autor. (Año). “Título capítulo”. En: APELLIDO, Nombre del editor o compilador. (Ed.) o (comp.). Título del libro. Lugar de publicación: Editorial. GARRISON, C.; SCHOENBACH, V. & KAPLAN, B. (1985). “Depressive symptoms in early adolescence”. En: DEAN, A. (Ed.). Depression in multidisciplinary perspective. New York, NY: Brunner/Mazel. Artículo revista: APELLIDO, Nombre del autor. (Año). “Título artículo”. En: Nombre de la revista, No., Vol./Año. Lugar de publicación: Editorial o Centro editorial. SANDOVAL, Mary Luz. (2006). “Teoría sociológica, conflicto y terrorismo”. En: Virajes, No. 8, Año 8. Manizales: Universidad de Caldas. Artículo de periódico: APELLIDO, Nombre del autor. (Año, Fecha de circulación). “Título artículo”. En: Nombre del periódico. Lugar de publicación. letra p. Número de la página consultada. MARTÍNEZ, Liliana. (2002, Diciembre 8). “Cuando el trópico llegó a Estocolmo”. En: El Tiempo. Bogotá. p. 2-2. SIERRA, Orlando. (2001, Mayo 6). “Los carros oficiales”. En: La Patria. Manizales. p. 2A. Tesis de grado o postgrado: APELLIDO, Nombre del autor. (Año). Título Tesis. Tesis de grado para optar al título de… Escuela o Departamento, Universidad. Ciudad, país. 382 ALAMOS, F. (1992). Maltrato infantil en la familia: tratamiento y Revista de Antropología y Sociología prevención. Tesis de grado para optar al título de Psicólogo. Escuela de Psicología, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile. VENEGAS, P. (1993). Conflits socio cognitifs et changement de représentations en formation d’adultes: une étude de cas. Tesis de grado para optar al título de Doctor en Psicología. Faculté de Psychologie et des Sciences de l’ Education, Université Catholique de Louvain. Louvain, Francia. Internet: APELLIDO, Nombre del autor. (Año –si lo tiene-–). “Título artículo”. En: dirección electrónica. [Fecha de consulta]. BIGLAN, A. & SMOLKOWSKI, K. (2002, Enero 15). “The role of the community psychologist in the 21st century”. En: http://journals.apa.org/ prevention/volume5/pre0050002a.html [Enero 31 de 2002]. Cordialmente, COMITÉ EDITORIAL REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA: VIRAJES VIRAJES 383 AUTHOR GUIDELINES The Journal of Anthropology and Sociology: Virajes receives original collaborations in article form and reviews. The nature of articles is triple, since they can be research, reflection or revision. All the articles will be placed under anonymous evaluation and the authors will be notified of the decision of the evaluators in the 60 days after the reception of their proposals. Only the articles that surpass the evaluation process satisfactorily and fulfill the requirements exposed here will be published. The journal of Anthropology and Sociology: Virajes, reserves the impression rights, the total or partial reproduction of the material, as well as accepting it or rejecting it. It also reserves the right to make any publishing modification that it considers advisable. In such case, the author will receive recommendations of the evaluators in writing. If the author accepts these, he/she will have to return the article with the adjustments suggested within the dates fixed by the journal to guarantee its publication within the programmed issue. An article submitted under consideration of the publishing committee must not have been previously published, nor under consideration for another publication. If the article is accepted, it should not be published in another journal. The articles of this journal can be reproduced total or partially, mentioning the source and the author. The collaborations that appear here necessarily do not reflect the thought of the journal. They are published under responsibility of the authors. The author who wishes to send articles for consideration by the publishing committee of our publication should: 1. Hand in original and copies of the article in the secretariat of the Department of Anthropology and Sociology of the Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales of the Universidad de Caldas: Carrera 23 N° 58-65, telefax 88627220 ext. 22158 - national area codes (68) and international (57) (68)-, electronic mails: [email protected] 2. Hand in the work in paper form and on CD in Word or RTF formats. The title of the article, author or authors and contact address (electronic 384 Revista de Antropología y Sociología mail and mailing dress) should be included. The text must be typed at 1.5 space, Arial, font size 12. 3. The following information must be specified in different footnotes: a) the central data of the curriculum vitae of the author(s), which must include professional titles, institutional affiliation and electronic mail; b) the nature of the article, that is to say, if it is a revision, reflection, or research article, or if it is a review. 4. The article must not exceed the extension of 25 sheets (letter size), which must be preceded by a brief summary of the work in Spanish and English, not exceeding 150 words. Immediately after this summary, four to six key words identifying the main themes treated by the article must be included. 5. The critics and reviews of books must not exceed 10 sheets (letter size), which must be preceded by the names, last names and profession of the person carrying out the critic or review, as well as of the complete bibliographical elements (full name of the author, complete title of the book, number of edition, city of publication, editorial, year of publication). 6. Hand in unpublished articles, unless they have been published abroad, in which case they will be considered for publication. If it is a translated article, the sources and origins of the original text must be indicated with clarity. 7. Send the graphs, maps and photographs in a minimum resolution of 266 dpi in jpg or GIF format. The graphs should include the annexes to the article, indicating the place where they should be located within the text. All these resources should be numbered consecutively and the corresponding source(s) should be clearly indicated. 8. The bibliographical sources should be cited within the text in the following way: (author, year: page). Example: (Muñoz, 1996: 30). 9. The footnotes numbered in consecutive order, should be used for explanations, commentaries, discussions by the author, and must go in their corresponding page, with the purpose of facilitating to flow of the text to the reader. VIRAJES 385 10. Reference the Bibliography taking into account the APA norms, but with some modifications. Thus: Book: LAST NAME, Name of the author. (Year). Title of the book. Publication place: Editorial. SABINE, George. (1998). History of the political theory. Mexico: Fondo de Cultura Económica. Book chapter: LAST NAME, Name of the author. (Year). “Title of the chapter”. In: LAST NAME, Name of the publisher or compiler. (Ed.) or (comp.). Title of the book. Publication place: Editorial. GARRISON, C.; SCHOENBACH, V. & KAPLAN, B. (1985). “Depressive symptoms in early adolescence”. In: DEAN, A. (Ed.). Depression in multidisciplinary perspective. New York, NY: Brunner/Mazel. Journal article: LAST NAME, Name of the author. (Year). “Title article”. In: Name of the journal, No, Vol. /Year. Publication place: Editorial or publishing Center. SANDOVAL, Mary Luz. (2006). “Sociological Theory, conflict and terrorism”. In: Virajes, No. 8, Year 8. Manizales: Universidad de Caldas. Newspaper article: LAST NAME, Name of the author. (Year, Date of circulation). “Title of the article”. In: Name of the newspaper. Publication place. Number of the consulted page. MARTINEZ, Liliana. (2002, December 8). “When the tropic arrived at Stockholm”. In: El Tiempo. Bogota. p. 2-2. SIERRA, Orlando. (2001, May 6). “The official cars”. In: La Patria. Manizales. p. 2A. Undergraduate or postgraduate thesis: LAST NAME, Name of the author. (Year). Title of the Thesis. Degree thesis to obtain the title of… School or Department, University. City, country. 386 Revista de Antropología y Sociología ALAMOS, F. (1992). Child abuse in the family: treatment and prevention. Degree thesis to obtain the title of Psychologist. School of Psychology, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile. VENEGAS, P. (1993). Conflits socio cognitifs et changement of représentations en formation d’adultes: une étude de cas. Degree thesis to obtain the title of Doctor in Psychology. Faculté de Psychologie et des Sciences de l’ Education, Université Catholique de Louvain. Louvain, France. Internet: LAST NAME, Name of the author. (Year - if available). “Title of the article”. In: electronic address. [Date of consultation]. BIGLAN, A. & SMOLKOWSKI, K. (2002, January 15). “The role of the community psychologist in the 21st century”. In: http://journals.apa. org/prevention/volume5/pre0050002a.html [January 31 of 2002]. Sincerely, PUBLISHING COMMITTEE JOURNAL OF ANTHROPOLOGY AND SOC IOLOGY: VIRAJES VIRAJES 387 FORMATO DE SUSCRIPCIÓN Nombre / Name Cédula / Identification number Dirección / Address Ciudad / City Departamento / State Código Postal / Zip Code País / Country Teléfono / Phone Number Profesión / Profession Institución / Employer Correo Electrónico / E-mail Dirección de envío / Mailing Address Suscriptores Nacionales por un año. (1) Ejemplar Mayores informes: Vicerrectoría de Investigaciones y Postgrados Universidad de Caldas. Calle 65 N° 26 - 10 A.A. 275 Manizales - Colombia Tel: 8781500 ext. 11222 Fax: 8781500 ext. 11622 E-mail: [email protected] [email protected] Último ejemplar recibido / Last issue mailed: Año/Year Volumen/Volume Número/Number Fecha/Date Esta revista se terminó de imprimir en Diciembre de 2013 en los talleres de Capital Graphic Manizales - Colombia