LA CIENCIA ARGENTINA EN EL BICENTENARIO: PASADO, PRESENTE Y FUTURO Alumno: HEGOBURU, Ignacio Escuela: Colegio Nacional Dr. Arturo U. Illia, Mar del Plata, Buenos Aires Profesor Guía: GIBBS, Horacio Miguel I.INTRODUCCIÓN Con el objeto de entender las razones del atraso científico y tecnológico argentino, analizar la posibilidad de cambiar el rumbo histórico, la prioridad de las inversiones y demás cuestiones relacionadas, es que comenzaré por clarificar los conceptos básicos sobre los que se sustentará mi monografía. En primer lugar, resulta vital hacer una diferenciación entre ciencia y técnica, la cual se podría resumir en que la primera se propone descubrir leyes con el fin de comprender la realidad íntegra, mientras que la segunda se propone controlar ciertos aspectos específicos de la realidad con ayuda de conocimientos de todo tipo, en particular científicos. Tanto la ciencia como la técnica parten de problemas, pero los problemas científicos están vinculados a la obtención de conocimiento, mientras que los técnicos son prácticos. Si bien ambas buscan datos, formulan hipótesis y teorías, y se proponen poner a prueba esas ideas, a la técnica, a diferencia de la ciencia, no le interesa todo el universo sino tan sólo lo que pueda ser recurso natural o artefacto. II.LAS RAZONES DEL ATRASO Múltiples son las razones de que la Argentina haya ocupado, hasta el momento, un segundo plano en la generación y aplicación de conocimiento científico. En primer lugar, me gustaría hacer referencia a una tendencia, denominada practicismo, íntimamente relacionada con los nacionalismos. Quienes defienden el practicismo identifican el desarrollo con crecimiento económico, y en particular con industrialización, y por lo tanto, para ellos, la ciencia sólo se justifica en la medida en que puede ayudar a dicho proceso. Por lo tanto, se declara que la ciencia nacional debe ocuparse solamente de los problemas nacionales, entendiendo por éstos los económicos y sociales pero no los culturales y políticos. Paradójicamente, se ha llegado a culpar a los científicos por ocuparse de problemas estrictamente científicos, o sea, vinculados a la generación de nuevo conocimiento, debido a que se considera que se deben encargar exclusivamente de los problemas prácticos y que la investigación de los problemas relativos a la ciencia básica (o pura) constituye un lujo. Esta actitud pragmática, por cierto, no es para nada novedosa: las antiguas civilizaciones, tales como la romana y la bizantina, que se destacaron por su administración pública, técnica militar e ingeniería civil, hicieron a la ciencia una contribución prácticamente nula, despilfarrando el legado científico de los griegos clásicos y helenísticos. Este mismo comportamiento pragmático se puede advertir en la España colonial, y por lo tanto se deduce que los argentinos lo hemos heredado. De hecho, diversos historiadores, como Claudio Sánchez-Albornoz, reconocen que el hombre hispánico ha apreciado solamente lo práctico y despreciado todo lo relacionado con la ciencia básica por considerarlo superfluo. Solamente unos pocos intelectuales iberoamericanos, entre ellos Domingo Faustino Sarmiento, afirmaron que el practicismo era a la vez signo y factor de atraso. En este punto resulta sumamente interesante hacer una observación: es preciso contextualizar a nuestro país dentro de una Latinoamérica cuyos países, a grandes rasgos, han padecido un atraso científico y técnico similar o incluso más profundo que el de la Argentina y con los cuales compartimos un mismo pasado colonial. Este atraso latinoamericano generalizado (el cual se manifiesta, por ejemplo, en que de entre todos los países latinoamericanos sólo han salido cuatro Premios Nobel de Ciencias -Física, Química y Medicina-, tres de ellos argentinos –Bernardo Houssay, Luis Federico Leloir y César Milstein- y uno mexicano –Mario Molina) se relacionaría de forma estrecha con el practicismo que, según autores como Mario Bunge, hemos heredado de España y Portugal, y que hoy en día siguen practicando gobiernos tanto de izquierda como de derecha. Otra importante razón del atraso científico y técnico argentino son las falencias de las universidades. Durante el siglo XX las universidades de la Argentina pasaron de ser centros de formación de élites intelectuales y sociales a ser centros de masas. Dado que la educación superior se presenta como la única posibilidad de ascenso social, la población universitaria creció exponencialmente. La explosión universitaria, con todos sus aspectos positivos, también ha tenido consecuencias secundarias negativas. Por un lado, el alto porcentaje de presupuesto educativo destinado a la Universidad ha ido en desmedro de la educación primaria y secundaria (en particular de la formación de técnicos de nivel medio), que debieran ser prioritarias. En consecuencia, en algunos países hay más abogados que técnicos de nivel secundario; y además, el descuido de la enseñanza primaria y secundaria hace que un gran porcentaje de los alumnos que ingresan a las universidades no estén preparados adecuadamente para seguir los cursos, por lo cual fracasan u obligan a los docentes a bajar el nivel de instrucción, con la consecuente caída de la calidad de los graduados. Por otra parte, la explosión universitaria también ha provocado el rápido ascenso a la cátedra universitaria de gente inmadura para ocuparla, en general por parte de graduados que no han publicado trabajos en revistas especializadas ni han hecho posgrados. Todos estos factores contribuyen a una mala formación de profesionales e investigadores, lo que repercute en la sociedad misma y condena a los países en desarrollo como el nuestro a seguir en vías de desarrollo para nunca alcanzarlo. III.LA INNOVACIÓN COMO POSIBILIDAD DE TORCER EL RUMBO HISTÓRICO Uno de los aspectos en los que más énfasis se hace cuando se discute acerca de la real posibilidad de la Argentina de alcanzar el mismo nivel de desarrollo científico y técnico de los países más avanzados es en la innovación. En nuestro país es común pensar que, por el hecho de ser espectadores y no protagonistas del desarrollo, estamos viviendo el momento culminante de la revolución científico–tecnológica. Y es importantísimo decir que eso no es cierto, ya que es de esperar que se produzcan transformaciones científicas mucho más profundas que las experimentadas hasta el presente. Por lo tanto debemos adquirir conciencia de que estamos en medio de un proceso de progreso y no en su término final, de lo cual resulta que aún tenemos posibilidades de participación. La investigación científica y técnica jamás se ha detenido hasta ahora, y mientras el hombre siga siendo una criatura racional y curiosa con el deseo de conocer y descubrir no se detendrá. No existe un punto final en este proceso y siempre se puede llegar a tiempo, porque en alguna medida todo está siempre recomenzando. Como de hecho alguna vez dijo Einstein: “el universo de la investigación científica es `finito pero sin límites´”. Todos tenemos oportunidad de participar en ese universo, y estas oportunidades serán mayores en la medida que así lo entendamos y sepamos marchar en la dirección correcta. Por lo tanto, habría que encontrar formas de competir mediante la generación de conocimientos y técnicas innovadoras, que en algún momento nos permitan, desde una perspectiva económica, elaborar productos de alto valor agregado en los mercados internacionales. En consecuencia, el desafío científico actual sería encontrar nichos especializados en los que la ciencia local tendría ventajas comparativas y podría competir con éxito en el concierto internacional de generación de conocimiento. IV.PRIORIDAD Y CONVENIENCIA DE LAS INVERSIONES EN CIENCIA PURA El investigador que se dedica a la ciencia pura es aquel que trabaja en los temas que le interesan por motivos puramente cognoscitivos, sin ningún tipo de fin práctico inmediato. Ya en la segunda sección identifiqué al practicismo como una de las causas del atraso argentino, pero sin embargo no justifiqué la importancia de la ciencia pura, lo que por lo tanto pasaré a desarrollar. Si bien por sí sola la ciencia pura no puede resolver ningún problema práctico, sea económico o político (en particular militar), debe tenerse en cuenta que la ciencia es ante todo un componente de la cultura y ésta, a su vez, un componente intrínseco de la sociedad. Por lo tanto, el adelanto en ciencia contribuye de manera automática a elevar el nivel cultural no sólo de los entendidos en las investigaciones, sino también de quienes cuentan con cierto grado mínimo de educación científica. De esta manera, la investigación pura, por sí sola e independientemente del valor que pueda alcanzar para la técnica, contribuye a comenzar a resolver un problema nacional de primerísima magnitud en la Argentina: el atraso cultural. Sin embargo, la ciencia pura no deja de ser también un elemento de desarrollo técnico, económico y político, ya que de los conocimientos que produce se desprenden los avances prácticos. La ciencia pura es necesaria aunque no suficiente para enfrentar y resolver los problemas nacionales. Como insuficiente que es, no se le puede pedir que saque por sí sola a la Argentina de su atraso; y como necesaria, es preciso impulsarla y no abandonarla. Un ejemplo bien ilustrativo del carácter necesario de la ciencia pura es el de la ingeniería nuclear, la cual reposa sobre la física nuclear, que comenzó como un estudio desinteresado y como continuación de las especulaciones iniciadas por griegos e indios. Por lo tanto, la ciencia pura, lejos de ser un lujo, constituye una excelente inversión a largo plazo, y el practicismo demuestra ser para nada práctico, ya que impide la libertad de investigación de los científicos y les imposibilita superar el subdesarrollo mediante la generación de nuevo conocimiento y la superación del atraso cultural. Como si faltaran argumentos que justificaran la importancia de la ciencia pura, resulta pintoresco comentar que ésta se puede llevara a cabo en condiciones de atraso increíbles. Uno de los mejores ejemplos lo da Florentino Ameghino, quien a fines del siglo XIX fundó la paleontología sudamericana descubriendo y describiendo más de 6.000 fósiles. Otros ejemplos son Bernardo Houssay, quien inició la investigación fisiológica de alto nivel en América Latina allá por principios del siglo XX, y Enrique Gaviola y Guido Beck, quienes iniciaron la investigación de física teórica en la Argentina y fundaron la Asociación Física Argentina en 1944. Todos estos grandes nombres demuestran que se puede hacer ciencia pura en cualquier país, ya que las ciencias teóricas se pueden cultivar casi en cualquier lado. En definitiva, no puede pretenderse (aunque no deja de ser recomendable) que una parte apreciable del presupuesto nacional de un país con altos niveles de pobreza como la Argentina se destine a investigaciones costosísimas como la física de neutrinos. Sin embargo, es mucho más exigible y realista que se garanticen ciertas condiciones mínimas que permitan el desarrollo de las ciencias puras, tal como el cuidado del talento científico, la liberación de preocupaciones económicas angustiantes, el acceso a publicaciones, la libertad académica y el contacto con otros investigadores del país y del extranjero. V.LIMITACIÓN DE LOS TEMAS DE INVESTIGACIÓN POR PARTE DEL ESTADO A mi entender, el liberalismo que resultó tan exitoso y eficaz para conducir la ciencia en los países más desarrollados, provocó un estancamiento o el desarrollo de unas pocas ramas de investigación en los países en vías de desarrollo. Es innegable que en éstos últimos, el Estado, y no la empresa privada, es el más fuerte y el que tiene mayor grado de responsabilidad social, entre las cuales se encuentra en propiciar el desarrollo simultáneo de todas las ramas de las ciencias. Esto no implica que el Estado deba adoptar una política científica dirigista, ya que también ésta conduciría a un desarrollo desigual de la ciencia, priorizando a algunas ramas y dejando de lado a otras. De hecho, sospecho que el dirigismo científico no sólo arrebataría a los científicos el poder de la elaboración de políticas y planes (para dárselas a los funcionarios y políticos), sino que también, de manera inevitable, generaría el ya tan mencionado practicismo, pues los políticos y funcionarios, ahora los encargados de tomar las decisiones respecto a política científica, suelen ver todo desde una perspectiva económica, en desmedro de las ciencias puras. Por otra parte, mientras que la técnica (tal como la definí en la introducción) se puede planear a largo plazo, la ciencia pura no se puede planificar de esa manera: el investigador de ciencias puras debe proponerse él mismo sus planes de investigación y debe quedar en libertad de cambiarlos cuando lo crea necesario, ya que es frecuente el tener que cambio de rumbo no sólo porque se ha descubierto alguna nueva técnica sino también porque la investigación ha planteado un nuevo problema, más interesante o más tratable que el problema inicial. Mientras al técnico se le puede encargar que haga esto o aquello con el fin de resolver tal o cual problema, el investigador de ciencias puras debe elegir él mismo sus problemas y sus métodos. Por estos motivos, la planificación centralizada o dirigista de la investigación sería sumamente contraproducente. VI.CÓMO LLEVAR A CABO UN DESARROLLO SUSTENTABLE Antes de poder dar una respuesta concreta a este punto, resulta necesario definir lo que entiendo por desarrollo. Considerando la existencia de cuatro concepciones principales del desarrollo de una sociedad humana (la biológica, la económica, la política y la cultural), pienso que todo país debe buscar alcanzar un desarrollo integral, conformado por las concepciones recién mencionadas (que son interdependientes, o sea que cada una de ellas es condición de las demás), y que la Argentina no debería ser la excepción. Por lo tanto, un plan razonable de desarrollo debería incluir medidas que promuevan el progreso simultáneo de todos los aspectos mencionados. Partiendo de que, como ya dije en la sección cuatro, la ciencia es parte de la cultura, la pregunta a realizarse entonces es: ¿se necesita realmente el desarrollo científico y técnico para que haya desarrollo cultural, y de esa manera se colabore en el proceso de desarrollo sustentable, con consecuencias directas sobre las dimensiones biológica y económica? Dado que la ciencia ha impactado espectacularmente sobre la cosmovisión de los pueblos, y que la técnica y la industria han cambiado la vida diaria, resulta indudable que la ciencia y la técnica constituyen hoy en día el núcleo mismo de la cultura moderna y su componente más dinámica. Por lo tanto, todo plan razonable de desarrollo debe hacer lugar a un plan de fortalecimiento de la ciencia y la técnica, que a su vez repercutirá sobre todas las dimensiones de desarrollo antes mencionadas. A modo de síntesis, y en concordancia con lo expresado por Mario Bunge, considero que es posible que un plan de desarrollo científico y técnico sea realista, eficaz y sustentable a la vez, siempre y cuando cumpla con las siguientes condiciones: 9 constituya tan solo un componente de políticas y planes de desarrollo integrales (biológico, económico, político y cultural); 9 se adecue tanto a la realidad social como a las aspiraciones de los grupos dirigentes (en otras palabras, coincida con los reales intereses de los gobernantes, ya que sino es con su verdadero compromiso el país no podrá salir adelante); 9 resulte de la colaboración entre investigadores y técnicos (en vez de ser impuestos por políticos o burócratas); 9 distinga la ciencia pura de la aplicada y de la técnica e impulse las tres al mismo tiempo; 9 dé amplia libertad a la investigación de las ciencias puras, a la vez que den prioridad a los desarrollos técnicos más urgentes para la sociedad; 9 fomenten el desarrollo endógeno de las ciencias y técnicas (en lugar de importar el conocimiento desde afuera); 9 promueva los intercambios de información científica y técnica entre comunidades científicas, estimulando el surgimiento de un sistema científico nacional lo más autosuficiente posible; 9 organice una administración eficiente y ágil al servicio de los investigadores y técnicos en vez de obstaculizar su trabajo por medio de la burocracia administrativa; 9 asegure recursos financieros adecuados al mismo tiempo que evite la construcción de edificios e instalaciones vistosos pero vacíos de investigadores competentes; 9 asegure la indiscriminación política y la libertad académica. “Para los países menos desarrollados, ciencia significa esperanza”, Marcel Roche. VII.BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA Botana, Natalio; Sabato, Jorge; LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA EN EL DESARROLLO FUTURO DE AMERICA LATINA .ESTUDIO PROSPECTIVO SOBRE AMERICA LATINA Y EL ORDEN MUNDIAL EN LA DÉCADA DEL 1990; Italia; 1968. Bunge, Mario; CIENCIA Y DESARROLLO; Buenos Aires; Ediciones Siglo Veinte; 1980. Gaviola, Enrique; LA ASOCIACIÓN FÍSICA ARGENTINA SU HISTORIA HASTA 1965; Córdoba; 1951. Revista Ciencia Hoy [en línea]<http://www.cienciahoy.org.ar/ln/hoy59/editorial.htm> [consulta: 21 de junio de 2010] Roche, Marcel; BITÁCORA-63; Caracas; Ediciones IVIC; 1963.