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AMADEUS
FILMA CANALES
La leyenda empezó a envolver a Mozart desde que su padre, Leopoldo, lo bautizara
como Wolfgang Teófilo (nombre del padrino). Cuando el
genio precoz asombrara a las
cortes europeas, el padre lo
tradujo a Wolfgang Gottlieb
y, finalmente, el propio compositor se autodenominó Amadeus. El aura del "amado de
Dios" creó un clima de misterio a su alrededor y dio origen
a dos leyendas: que había sido
envenenado por un compositor rival y que una figura fantasmal le había encargado el
Réquiem que se cantaría en
su propia muerte. La sugerencia de estas fábulas inspiró al
dramaturgo inglés Peter Shaffer a escribir la obra de ficción Amadeus, con un éxito
de público tan espectacular
como controvertido fuera el
debate en el mundo teatral,
después de su estreno en 1979.
En el cine la obra llega a su
esplendor. El uso de planos
más cercanos revela los sentimientos, miradas, gestos que
sustituyen al diálogo teatral y
aproximan al tema de manera
más íntima que la expresión
corporal, de efecto escénico.
El estilo adquiere un tono festivo, más liviano en la corte
y en las libertades que se toma el joven músico, en oposición a la urgencia de componer y de sustraerse al dominio
de su padre. Los planos abiertos describen la rígida opulencia de la corte austríaca, humanizada por el bonachón
emperador José II, cuya interpretación parece animar
con asombrosa naturalidad
un cuadro de museo. Pero la
mejor recreación de ambiente
son las escenas de la sociedad
vienesa divirtiéndose con fastuosa voluptuosidad en fiestas
de máscaras, en la ópera o en
brillantes reconstrucciones del
teatro popular. Milos Forman
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crea una verdadera coreografía visual de transiciones y
movimientos de toda esta sociedad que se agita entre intrigas, represiones y un desencadenado deseo de vivir, influyendo indudablemente en la
conducta de los personajes.
La sinfonía eterna
El hilo que sostiene la película es el desarrollo de una
pasión que llega hasta asesinar por envenenamiento. Veamos algunas líneas dramáticas que hacen tan interesante
esta lucha, esta "agonía" que
termina con la muerte y la locura. Ambos personajes poseen una gran tensión entre
los elementos opuestos de sus
personalidades. Estos opuestos son tan poderosos individualmente que Salieri llega a
decir, refiriéndose a su obsesión: "Poseo la locura de un
hombre partido en dos".
Mozart también aparece como un hombre disociado, entre su pasión por la perfección de la música y el relajamiento hacia el extremo contrario de vulgaridad irreverente, creada par la represión de
un padre autoritario. En verdad, se diría que este personaje-Mozart no creció nunca.
Sus risas burlonas y chistes
groseros quedaron en una
eterna adolescencia, así como
también permaneció ante él la
exigencia del padre para que
creara cada vez con mayor
perfección. En la extraordinaria escena final del "Réquiem"
se define la transparencia infantil de su personalidad, incapaz de ver la maldad, que
llega a pedir perdón y agradecer a su enemigo. En la muerte de este inocente y su entierro en la fosa común vemos
al hombre redimido, despojado hasta la aniquilación y, por
lo mismo, emergiendo en toda
su grandeza.
Salieri en cambio posee una
forma de locura existencial:
la más soberbia, la más audaz,
la que enfrenta su imagen de
Dios pretendiendo derrotarlo.
Lo impulsan dos objetivos nacidos en su infancia. Un amor
a la música tan fuerte como
su ambición de llegar a la fama. Cuando su oración de petición fue escuchada, según él,
se creó en su mente la figura
de un Dios que le era propicio, que existía en función de
conceder sus deseos. Más tarde, al aparecer el auténtico
"amado de Dios", se conforma el curioso sentimiento de
odio-amor que le provoca Mozart. Salieri no es un mediocre. Hubiera sido un extraordinario crítico si no hubiera
errado su camino aspirando a
ser un creador. La misma tensión que condujo a Mozart a
una muerte prematura, llevó
a Salieri a una locura irremediable, manifestada en un intento de degollarse.
En Amadeus se re-presenta
una variación de los dos o tres
primeros temas que ejecutara
el ser humano, para su desgracia, en el réquiem de su
propia muerte eterna. El "ser
como Dios", adquirir poder,
llegando hasta la locura en su
afán de autoengrandecerse.
De aquí se desprende el tema
de la envidia que no acepta la
verdad en otras posiciones
ajenas a su propia mediocridad. Surgen el asesinato y la
mentira para destruir lo que
el mediocre nunca podrá superar lealmente. La danza macabra de la paranoia tiene un
"crescendo" que se resuelve
en la muerte del inocente. El
justo se libera, traspasando el
nivel de las maldiciones, y
canta su esperanza "sotto
voce", con su música inmortal: "Voca me..." "Llámame. .. para estar entre tus
benditos. .." •
MENSAJE Ni1 338. MAYO 1985
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