3 Prevención de la preeclampsia y la eclampsia Dra. Aura Meliza Mejia Monroy Trastornos Hipertensivos del Embarazo 14 • INTRODUCCIÓN • TIPOS DE PREVENCIÓN • Prevención primaria INTRODUCCIÓN La preeclampsia es una enfermedad multifactorial, de causa desconocida, irreversible, que afecta a múltiples órganos y cuyo tratamiento definitivo es el parto. En la práctica clínica se ha tratado de reducir esta causa de morbimortalidad, y para ello es necesario instalar medidas preventivas a tiempo.1,2 La preeclampsia y la eclampsia se han mantenido como amenazas significativas para la salud pública tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, ya que contribuye a la morbilidad y mortalidad materna y perinatal. Sin embargo, el impacto de la enfermedad se hace sentir con mayor severidad en los países en vías de desarrollo, donde, a diferencia de otras causas frecuentes de mortalidad materna (por ejemplo, hemorragia y sepsis), las intervenciones médicas pueden ser ineficaces debido a la presentación tardía de los casos.3 En todo el mundo, la incidencia de preeclampsia oscila entre 2% y 10% de los embarazos, ocasionando aproximadamente 50.000 muertes al año.2 La Organización Mundial de la Salud estima la incidencia de preeclampsia siete veces mayor en países en desarrollo (2,8% de los nacidos vivos) que en países desarrollados (0,4% de los nacidos vivos). La incidencia de eclampsia en Norteamérica y Europa es similar y se estima alrededor de 5-7 casos por cada 10.000 partos. Por otro lado, la incidencia de la eclampsia en las naciones en vías de desarrollo es muy variable, oscilando entre 1 caso por cada 100 a 1.700 embarazos.3 TIPOS DE PREVENCIÓN Existen 3 tipos de prevención: primaria, secundaria y terciaria. En la prevención primaria hay que evitar que ocurra una enfermedad. En la secundaria hay que romper el proceso de la enfermedad antes de que aparezca clínica- • Prevención secundaria • Prevención terciaria • REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS mente. Y en la terciaria, una vez aparecida la enfermedad, se previenen sus complicaciones (más o menos, sinónimo de tratamiento). 1,2 Prevención primaria Durante la atención preconcepcional es necesario identificar a la mujer con riesgo de preeclampsia y manipular los factores susceptibles de modificación (por ejemplo, separar el intervalo entre embarazos, control de enfermedades subyacentes y eliminar el tabaquismo), ya que permitirá disminuir la frecuencia de esta enfermedad.1,2 En este sentido, se han mencionado algunos factores de riesgo preconcepcional para preeclampsia que se han clasificado en 5 grupos1,2,4 (Tabla I). Prevención secundaria Para que sea posible este tipo de prevención se deben cumplir 3 requisitos: tener conocimiento de los mecanismos fisiopatológicos de la enfermedad, disponer de métodos de detección precoz y de medios de intervención y corrección de los cambios fisiopatológicos. En el caso de la preeclampsia, todas las estrategias de prevención secundaria se han basado en los mecanismos fisiopatológicos conocidos: estilo de vida, dieta, nutrición y fármacos.1,2 1. Estilo de vida: Reposo: el reposo en cama o restricción de la actividad ha sido recomendado a las pacientes en riesgo de preeclampsia o de hipertensión gestacional, sin embargo, deben antes demostrarse los beneficios de tal intervención para poder recomendarla rutinariamente, ya que la actividad restringida puede ser perjudicial incrementado el riesgo de tromboembolismo.1,2,5 En general, resulta Prevención de la preeclampsia y la eclampsia 15 Tabla I. Factores de riesgo preconcepcional para preeclampsia Relacionados con los cónyuges: nuliparidad/primipaternidad; exposición materna limitada al esperma de su pareja; embarazo en adolescentes; inseminaciones con donantes; pareja que compartió un embarazo con preeclampsia con otra mujer; paternidad de un hombre hijo de mujer preeclámptica. Maternos específicos: historia de preeclampsia anterior; edad avanzada; periodo intergenésico corto. Historia familiar: pariente de primer grado con antecedente de preeclampsia; pacientes que requieren donación de oocitos; enfermedades subyacentes como hipertensión arterial crónica, enfermedades renales, obesidad, insulinorresistencia, bajo peso materno, diabetes gestacional, diabetes mellitus tipo 1, resistencia a la proteína C activada o factor V de Leyden, deficiencia de proteína S, anticuerpos antifosfolípidos e hiperhomocisteinemia. Factores del estilo de vida maternos: tabaquismo, estrés, trastornos psicosociales relacionados al trabajo y obesidad. Asociados al embarazo: embarazos múltiples, infecciones urinarias, malformaciones congénitas estructurales, hidrops fetal, enfermedad trofoblástica y anomalías cromosómicas, trisomía 13 y las triploidías. incierto determinar si el reposo es más beneficioso que perjudicial.2 Meher et al,5 en una revisión sistemática, evaluó los efectos del reposo o la recomendación acerca de la necesidad de reducir la actividad física durante el embarazo para prevenir la preeclampsia y sus complicaciones en las pacientes con presión arterial normal; incluyeron 2 pequeños ensayos (106 mujeres) de calidad incierta, se observó una reducción estadísticamente significativa en el riesgo relativo de preeclampsia con un periodo de reposo de 4 a 6 horas por día (un ensayo, 32 mujeres; riesgo relativo [RR] 0,05; intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,00 a 0,83), pero no de hipertensión gestacional (RR 0,25; IC del 95%: 0,03 a 2,00), en comparación con la actividad normal. Se relacionó el reposo de 30 minutos por día sumado a la administración de suplementos nutricionales con una reducción del riesgo de preeclampsia (un ensayo, 74 mujeres; RR 0,13; IC del 95%: 0,03 a 0,51) y también de hipertensión gestacional (RR 0,15; IC del 95%: 0,04 a 0,63). Las pruebas actuales son insuficientes para apoyar la recomendación del reposo o de la actividad reducida para prevenir la preeclampsia y sus complicaciones. En consecuencia, la decisión con respecto al reposo debe ser una elección personal de la embarazada5. Meads et al.6 demostraron, al evaluar la exactitud de los métodos de prevención de preeclampsia que existen, la necesidad de realizar ensayos controlados aleatorios de alta calidad y poder estadístico adecuado para recomendar si la intervención de reposo es realmente efectiva.5 Ejercicio: la asociación entre el aumento de la actividad física regular y la reducción del riesgo de hipertensión está bien documentada para las no embarazadas. Así, existe la posibilidad de que el ejercicio ayude a prevenir el desarrollo de preeclampsia y sus complicaciones, y, en ese caso, habría que evaluar si estos beneficios superan los riesgos. Los mecanismos postulados para dicho efecto incluyen: el aumento de la vascularidad y crecimiento placentario, posiblemente como respuesta adaptable a las reducciones intermitentes del flujo sanguíneo placentario durante el ejercicio; la reducción del estrés oxidativo y la corrección de la disfunción endotelial vascular, en particular con el ejercicio aeróbico. En una revisión sistemática, Meher et al,7 incluyeron dos ensayos pequeños, de buena calidad (45 mujeres), ambos comparando el ejercicio aeróbico regular de intensidad moderada con el mantenimiento de la actividad física habitual durante el embarazo en mujeres con riesgo moderado o alto de preeclampsia. Los intervalos de confianza fueron amplios y cruzaron la línea de ningún efecto para todos los resultados informados, incluida la preeclampsia (RR 0,31; IC del 95%: 0,01 a 7,09). Por lo tanto no hay pruebas suficientes para establecer conclusiones fiables acerca de los efectos del ejercicio sobre la prevención de la preeclampsia y sus complicaciones.5 2. Medidas dietéticas y nutricionales: Calcio: desde 1980 se ha recomendado la prevención secundaria de la preeclampsia con calcio y las evidencias Trastornos Hipertensivos del Embarazo 16 indican que la incidencia de preeclampsia es inversamente proporcional al consumo de calcio.1,2,8 Como posible modo de acción, la ingesta baja de calcio puede provocar hipertensión al estimular la hormona paratiroides o la liberación de renina, de manera que aumenta el calcio intracelular en el músculo liso vascular provocando vasoconstricción. Así se podría evitar el trabajo de parto y el parto pretérmino, y tener también un efecto indirecto en la función del músculo liso al aumentar los niveles de magnesio.2 El suplemento con calcio es atractivo, pues es una intervención potencialmente efectiva, de precio relativamente accesible, fácil de conseguir, segura para la madre y el niño, que posiblemente protege contra el riesgo de hipertensión en la infancia.2 Pero existe resistencia a su uso, debido a que en 1997 el estudio más grande (4.589 pacientes) no encontró evidencia convincente de su efectividad en poblaciones con consumo normal de calcio.2 Recientemente, tres importantes revisiones sistemáticas,8,9,10 han demostrado beneficios del suplemento de calcio en poblaciones de bajo consumo de calcio (<900 mg/d)10 (Tabla II). Los suplementos que contienen al menos 1 gramo de calcio se asocian con una reducción a la mitad en el riesgo relativo de preeclampsia, con intervalos de confianza que colocan al efecto verdadero entre una reducción del 31% al 67%, que fue más evidente en las mujeres de alto riesgo (65%) y en las de bajo consumo de calcio (38%).10 En el grupo que recibió suplemento de calcio también hubo una reducción estadísticamente significativa de la hipertensión gestacional (35%).10 También se redujeron otras complicaciones maternas como la relación riesgo de “muerte materna o morbilidad grave” en un 20% (IC 95%; 35% al 3%). Hubo una reducción del 24% de riesgo de parto prematuro en general, y en un 55% en mujeres con alto riesgo de preeclampsia.10 Los autores de estos tres estudios concluyeron que la reducción de la preeclampsia, la morbilidad severa y la mortalidad materna, apoyan el uso de suplemento de calcio durante el embarazo, particularmente en mujeres con bajo consumo.8,9,10 Antioxidantes: los antioxidantes son importantes para mantener la integridad celular en el embarazo normal por reacciones de peroxidación y enzimas inhibidoras, protegiendo así proteínas y células de la destrucción por pe- Tabla II. Estudios con suplemento de calcio y riesgo de preeclampsia Estudio Métodos Población Riesgo de preeclampsia Hofmeyr et al8 Oxford, R.U. Marzo 2006 RS (12 PCA, 15.206 mujeres) Al menos 1 g/d calcio vs placebo Consumo bajo o normal de calcio, riesgo alto o bajo de PE. Hubo reducción del riesgo de hipertensión (RR 0,70; IC 95%: 0,57 a 0,86). También hubo reducción del riesgo de PE (RR 0,48; IC 95%: 0,33 a 0,69), mayor en mujeres de alto riesgo (RR 0,22; IC 95%: 0,12 a 0,42) y en las de bajo consumo de calcio (RR 0,36; IC del 95%: 0,18 a 0,70). Hofmeyr et al9 Oxford, R.U. Octubre 2010 RS (13 PCA, 15.730 mujeres) Al menos 1 g/d calcio vs placebo Consumo bajo o normal de calcio, riesgo alto o bajo de PE. Hubo reducción del riesgo de hipertensión (RR 0,65; IC 95%: 0,53 a 0,81). También hubo reducción del riesgo de PE (RR 0,45; IC 95%: 0,31 a 0,65), mayor en mujeres de alto riesgo (RR 0,22; IC 95%: 0,12 a 0,42) y en las de bajo consumo de calcio (RR 0,36; IC del 95%: 0,20 a 0,65). Sibai et al10 Cincinnati, Ohio, EE.UU. 2011 RV (13 PCA, 10.678 mujeres) Al menos 1 g/d calcio vs placebo Consumo bajo (menos de 900 mg/d) o normal de calcio, riesgo alto o bajo de PE. Hubo reducción del riesgo de hipertensión (RR 0,65; IC 95%: 0,53 a 0,81). También hubo reducción del riesgo de PE (RR 0,45, IC 95%: 0,31 a 0,65), mayor en mujeres de alto riesgo y con bajo consumo de calcio (RR 0,36, IC 95%: 0,20 a 0,65). RS: Revisión sistemática RR: Riesgo relativo PCA: Prueba controlada y al azar IC 95%: Intervalo de confianza de 95% PE: Preeclampsia R.U.: Reino Unido