Ganadería: Marqués de Domecq - Plaza de Toros de Las Ventas

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GANADERÍAS EN LAS VENTAS
Ganadería
Marqués de
Domecq:
la leyenda del tiempo
El transcurso del tiempo nos suele desvelar misterios. Gracias a él incluso hemos podido llegar a resolver algunos enigmas. Y una de las
grandes incógnitas que tuvieron muchas ganaderías fundadas en la mitad del siglo pasado era saber cuánto tiempo podrían estar en lo más
alto. Pero no estamos aquí para desempolvar la caja de los recuerdos
y apreciar cuánto ha cambiado la Fiesta: el tipo de toro de aquellos tiempos, las faenas, el público… Casi 60 años después, como si viviera en
una especie de tratamiento antienvejecimiento permanente, una de las
ganaderías que resiste y continúa en los puestos más altos es Ganadería de Marqués de Domecq.
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Texto: David Plaza
Fotos: Juan Pelegrín y Archivo de 6toros6
S
in embargo, otro de los grandes misterios de la humanidad reside en la
variación de comportamientos que
tienen las personas según procedan de un
lugar u otro. Se dice que los latinos son de
sangre caliente. Pero contrariamente a lo
que debería, nuestro personaje de hoy tiene esa paciencia propia de los ingleses. Su
paso por las islas británicas tal vez le debió influir. Lo cierto es que mientras estudiaba en Reino Unido refrenaba sus ganas de ver toros reproduciendo videos en
su ordenador personal. Y algo debió marcarle en su acento personal.
Fernando Domecq Argüeso es hijo del actual propietario de Ganadería Marqués de
Domecq. Porque así lo quiso, y gracias a su
enorme afición, está predestinado a ser
uno de los ganaderos que tomen el relevo
de la actual generación. Consciente de ello
lleva un puñado de años preparándose
para este difícil doctorado. Se sabe desde
el principio toda la historia de su ganadería: “nace de la fusión de dos ramas con
un origen bastante común, pero que estaban muy diferenciadas en el momento
en que se junta. Primero lo que se adquiere
EL GANADERO
es la ganadería de encaste Parladé, que habían refundado los hermanos Mora Figueroa, que habían sido hijos de la viuda
de la Marquesa de Tamarón. Una ganadería que en su momento se vendió al Conde de la Corte y que en cuanto pudieron,
volvieron a formarla con ganado de esa
misma procedencia. Por otro lado se compra una cámada importante de ganado de
los hermanos Domecq y Díez cuando todavía estaban los cuatro juntos: Juan Pedro,
Pedro, Álvaro y Salvador”. Y tiene muy claro que aquellas mezclas de sangres incidieron en el suceso que se produce concretamente “en febrero del año 51”, momento en que se funda la ganadería del
Marqués. Casi 60 años después se considera
encaste propio, según reza en “el real decreto de 2001 por el que se aprobó el Prototipo Racial”. Pero Fernando advierte
que la personalidad propia de una ganadería ya se puede percibir en “16 ó 18 años”
porque “hay que tener en cuenta las madres que se van aprobando con dos años.
De este modo, creo que a una ganadería se
le puede dar un carácter concreto en un espacio muy corto. Con el paso de los años”,
continúa, “se diferencia mucho más de
otras ganaderías de un origen similar”.
EL TORO DE LOS 50
El toro del marqués en los años 50, al
igual que otros encastes, era “más bien
mediano”, aunque “lógicamente salía un
toro serio”. Pero ”el cambio se produjo en
los años 70 al demandarse un toro grande.
Este cambio no sólo pasó en esta ganadería sino que ocurrió en todas”, aclara Fernando. Quienes siguen la trayectoria de
esta ganadería recordarán que hasta bien
entrados los 90 salían animales con gran
caja. “Se produjo en un momento”, contesta Fernando “en el que dimos con un
semental de esas características. Cuando
encuentras un semental con el que crece
la ganadería, corres un doble riesgo como
fue el caso. Ese toro era alto. Y no te digo
que fuera algo basto, pero ocurre cuando
tienes un toro un poco despegado del
suelo, y a pesar de que vayas buscando
una vaca más fina, no puedes cambiar el
tamaño radicalmente”. Sin embargo, la
tarea de modificar la morfología “es muchísimo más fácil que modificar el genotipo”, dice. “Una vez que has perdido la
bravura, en el sentido que has perdido fiereza y casta, recuperarla es muy difícil.
Ahora, si tienes toros altos, bajarlos es fácil”, dice. Y así es como esta ganadería trabaja para “afinar el tipo, que es la meta
que nos hemos puesto y para la que estamos trabajando muy duro”, señala, para
luego puntualizar que lo “primero” y sus-
tantivo en lo que se está poniendo empeño en Ganadería de Marqués de Domecq ”es en el comportamiento”.
Y EL TORO DE HOY
El toro de hoy en Ganadería Marqués de
Domecq “es bajo, reunido, corto de manos
y creo que con mucho cuello”, afirma. “Entendemos que al toro para cortarle las dos
orejas, tiene que tener cuello para humillar mucho. Y eso, unido a la fijeza; el recorrido…, ayuda. Pero lo que también ayuda a desarrollar todas esas virtudes es la
morfología. Por eso estamos trabajando con
un toro pegado al suelo y eso no quita que
alguna vez algún toro sea más alto, pero
creemos que un animal pegado a la tierra
siempre va a humillar más, va a pelear teniendo movilidad y, posiblemente, va a embestir con más entrega”. En cuanto a comportamiento, Fernando es muy exigente.
En las tientas no perdona, por este orden,
que los animales no tengan “capacidad de
humillar. La vaca o el becerro que va a con
la cara siempre descolgada y que arrastre
el hocico es lo que buscamos. Tampoco perdono a los animales que van con la cara
alta. Eso no se puede pasar. Sobre todo porque deriva en un problema de falta de fijeza debido a que al no llevar metida la cara
en el engaño, lógicamente, en algún momento el toro pierde la fijeza en la muleta. Otro aspecto que no perdono en la tienta es la falta de rectitud. El animal tiene
que seguir los vuelos de la muleta hasta el
final”, dice, “pero siempre tiene que ser por
donde el torero le mande, sin acostarse ni
vencerse. Y lo que tampoco perdono es la
falta de raza”. Pero tanto Fernando como
otros ganaderos piensan que a esta mesa
le faltan otras tres patas, tan importantes
como la que más. “Quiero resaltar que la
Fernando Domecq Argüeso, hijo
del actual propietario de Ganadería de Marqués de Domecq,
Fernando Domecq y López de
Carrizosa, tiene 30 años. Es licenciado en Derecho, está soltero y en la actualidad trabaja en
Sevilla, en uno de los bufetes de
abogados más prestigiosos de
España.
Los primeros años de su infancia
se los pasó entre libros unas veces y otras subido en la perilla de
la montura de su padre, que fue
quien hizo germinar en él la afición por la ganadería. Fernando
confiesa, en una entrevista concendida a la revista Toro Bravo en
abril de 2001, que su maestro fue
Curro Pérez, “el gran conocedor,
mayoral del Marqués durante
más de 40 años, con quien he estado codo con codo en los tentaderos hasta que murió, en el
año 2000”.
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GANADERÍAS EN LAS VENTAS
selección es muy importante, pero la sanidad, la alimentación y el manejo son
las otras tres patas fundamentales de la
ganadería. Estas tres complementan indudablemente a la selección, a la que antes me he referido. Pero, fundamentalmente, la sanidad y el manejo son básicos”, concluye.
El pasado mes de mayo Ganadería Marqués de Domecq lidió una corrida en San
Isidro que quizás no terminó de gustar.
Muchos vieron una “corrida fuerte”,
pero “a mí también me pareció una corrida difícil y con movilidad” contesta.
“Fue una corrida dura lógicamente y eso
no se puede dejar de decir. Fue dura salvo el tercer toro, el número 17. Biensolo
fue un toro muy noble y Javier Valverde
creo que estuvo muy a gusto”. Fernando
cree que también hubo otros dos “toros
que a pesar de la dificultad tuvieron opciones de triunfo, como quizás fue el
cuarto y también el sexto. No fueron para
nada toros fáciles, pero con toreros apostando como hicieron Javier y Rafaelillo
se podría haber triunfado. Y creo que si
hubieran acertado con la espada, hubiesen tenido mayor recompensa”, señala. Fernando confiesa que lo que más
le gustó de la corrida “fue la fortaleza”.
“Gracias a la fuerza, la corrida pudo desarrollar lo que tenía dentro. Fue una corrida que estaba rematada y que se movió”. Pero, ¿era la corrida que hubiera deseado lidiar?, “era la que teníamos para
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“El público pide un toro
con más movilidad,
un toro que se emplee,
un toro que embista
fuerte y de largo, con
rectitud, que galope
y que se mueva”
Madrid”, declara, “pero ya se sabe el toro
que hay que llevar para no tener problemas en el reconocimiento. Había
una frase que siempre me gustaba mucho de Reyes, el último mayoral de Jandilla, que decía que hay corridas que ellas
solas se escogen. Y la de Madrid ha sido
uno de esos casos”. Sin embargo, hubo
cosas que también echó de menos. A la
corrida le faltó “mayor nobleza, mayor
entrega, dejarse hacer mejor las cosas
para que el torero no pareciera estar a la
defensiva”, precisa. Pero ni mucho menos les condiciona. ”Nosotros tenemos a
nuestra espalda un buen currículum en
Madrid”, recuerda. “Creo que el público
así nos lo ha reconocido en ocasiones anteriores porque nuestra ganadería se
ha movido”. Una corrida que sí fue del
gusto de Fernando “fue la que toreó Pepín Liría con Juan Mora y Emilio Muñoz.
Esa fue una corrida”, opina, “que también se movió, lo que pasa es que recuerdo que era fortísima, con mucha
cara y, claro, a veces esos mismos toros
son muy complicados de llevar porque
hay un porcentaje de toros en Madrid
que no caben en la muleta y entonces,
templar esas embestidas cuando hay
que rematar el muletazo para ligar el siguiente, para los toreros tiene un plus de
dificultad”. Pero por encima de todas “la
corrida con la que me quedaría de toda
las que he visto en Madrid, fue la que lidió Rincón en 1992. Aquella corrida
fue magnífica, pero recuerdo que fue fantástica también por la evolución de esa
figura que fue César y por la entrega del
“Afinar el tipo es la meta que nos hemos puesto
y para la que estamos trabajando muy duro”
público. Aquel año nos dieron el premio
al mejor toro que concede el Ayuntamiento de Madrid”.
UNA NUEVA GENERACIÓN
Fernando Domecq Argüeso es uno
de esos ganaderos jóvenes, indiscutiblemente preparados, que están con el
discurso del cambio. Estamos ante la
transición que están llevando a cabo muchos ganaderos en busca de un toro serio, bien hecho y con mayor transmisión.
“Si el toro que hay, desde el principio se
viene de largo, repite fuerte sus embestidas…, le vas a sacar mucho mayor partido”. Una frase que trasciende más allá
de la corrección. Y es que Fernando
basa esta afirmación en que la cría y selección se dirige también “a lo que el público demanda, que es al final, con el torero en el ruedo”, lo que cuenta. “El público pide un toro con más movilidad, un
toro que se emplee, un toro que embista fuerte y de largo, con rectitud, que galope, que se mueva y lo que hay que buscar sobre todo es esto. Además, contamos
con una gama de toreros fantástica
como la de ahora que puede con ese tipo
de toros”.
ja. La aspiración que tiene Fernando para
la Ganadería Marqués de Domecq es “alcanzar la regularidad, sobre todo en plazas donde gusta el buen toreo, pues a lo
mejor un 60 ó 70 por ciento de la camada
se lidia en plazas de este tipo. Es decir,
triunfar en las plazas capitales de provincia en las que sale el toro verdaderamente bonito y bien hecho y que las figuras se anuncien con nuestros toros. O
bien, estandarizarnos con algunos de los
toreros más representativos del escalafón.
Creo que eso es lo más bonito y es la aspiración que tenemos que perseguir”,
dice. Algo que ni mucho menos choca
con un toro “embistiendo con entrega,
con fijeza, humillando y repitiendo”, porque en opinión de Fernando “cualquier
torero está capacitado para estar a la altura de las circunstancias. Ahora mismo
hay una baraja amplísima de toreros
muy buenos y cualquiera de ellos está
plenamente capacitado para triunfar
con estos toros”.
Aquí queda la carta de presentación de
un ganadero joven, que no nuevo, que
está presdestinado a llevar los entresijos
de una ganadería histórica, que no vie-
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