GUERRAS CARLISTAS ( Parte del tema 12. 1) ( Falta el problema sucesorio y la introducción al carlismo, pág. 108 y 110 del libro de texto) 1ª guerra carlista (1833-1839) Fue la más violenta y dramática, donde se defendía el derecho al trono de Carlos V. Podemos dividirla en tres etapas: a)1ª etapa(1833-1835) El general Zumalacárregui empleó con éxito tácticas guerrilleras controlando grandes espacios rurales, sin ocupar ninguna ciudad grande ni de Navarra ni de las provincias vascas; murió sitiando Bilbao. Ambos bandos utilizaron métodos brutales represivos contra sus adversarios. b) 2ª etapa (1835-1837) El general Espartero, perteneciente a las tropas de la Regente, accedió al mando supremo del ejército isabelino tras su éxito en Bilbao, afrontando una nueva ofensiva carlista que penetró en Santander, Asturias, Galicia, Castilla (sitiaron Madrid) y Andalucía; pero estas operaciones fracasaron porque los carlistas no encontraron apoyos ni en el centro, ni en el sur de la Península. En esta etapa será decisiva la ayuda económica obtenida de la desamortización de Mendizábal para el ejército de la Regente. c)3ª etapa (1837-1839) El bando carlista, desmoralizado y debilitado por los enfrentamientos internos, sufrió continuas derrotas y escindió a los dirigentes carlistas en dos facciones opuestas: por una parte los ultra absolutistas que se negaban a la paz; y por otro lado los carlistas más moderados que eran favorables a firmar la paz. El general Rafael Maroto inició las conversaciones de paz sin contar con don Carlos, y firmó el Convenio de Vergara con el general Espartero en 1839. Don Carlos tuvo que huir a Francia, aunque el general Cabrera resistió en la zona levantina casi un año más 2ª guerra carlista (1846-1849) Tuvo lugar fundamentalmente en Cataluña, la iniciaron los partidarios de Carlos VI (Carlos Mª Isidro había abdicado en su favor).Para evitarla se había intentado casar a carlos VI con su prima la reina Isabel II, lo que habría resuelto el conflicto dinástico, pero no se llevó a cabo. Iniciada la guerra las partidas carlistas, dirigidas por el general Cabrera y el general Tristany, llegaron hasta Barcelona, donde fueron derrotados por las tropas isabelinas al mando de Gutiérrez de la Concha. Hasta 1860 perdurarán algunos focos carlistas en zonas rurales y montañosas de Navarra, País Vasco y Cataluña. 3ª guerra carlista ( 1872-1876) En esta guerra los carlistas se enfrentaron al rey Amadeo I, al que consideraban un intruso, y posteriormente a la Primera República. En esta guerra también participarán los monárquicos alfonsinos que querían la restauración de los Borbones en la persona de Alfonso XII. El conflicto se desarrolló en Cataluña, Navarra y País Vasco. Los partidarios de Carlos VII se hicieron con el control en las zonas rurales vasco-navarras, encontrando apoyo en Aragón, Valencia y Cataluña, ya que el pretendiente carlista prometió restablecer los fueros aragoneses y catalanes suprimidos por Felipe V en 1715. En 1873 eran dueños de toda Vizcaya salvo la capital. El ejército carlista obtuvo inicialmente éxitos militares y Carlos VII llegó a crear un gobierno formal con capital en Estella (Navarra), incluso editó sellos y acuñó monedas. Los carlistas dieron prioridad a la conquista de Bilbao sobre Vitoria, y esto fue parte de su fracaso. La Restauración borbónica trajo consigo el declive del carlismo y en 1876 Carlos VII cruzó la frontera hacia Francia. Las consecuencias de las guerras carlistas: a) derrota del tradicionalismo carlista e inclinación de la monarquía hacia el liberalismo; b) protagonismo político de los militares, con el recurso habitual de la práctica del pronunciamiento; c) enormes gastos de guerra. CUESTIÓN FORAL El carlismo defendía en los territorios forales la bandera de los fueros amenazados. El régimen foral en la vida de los vascos y navarros significaba cuatro cosas principales: a) Gobierno autonómico peculiar de cada provincia y del señorío compartido con el corregidor. b) Aplicación de la justicia por jueces propios para los asuntos civiles y criminales que no fuesen graves. c) Exención del régimen fiscal ordinario: no se pagaban impuestos de la corona de Castilla ni aduanas, por lo que la presión fiscal de sus habitantes era menor a la de los castellanos. d) Exención de quintas en el servicio militar, de lo que se beneficiaban las clases populares. El Reino de Navarra había conservado todas las instituciones peculiares administrativas y de gobierno, incluidas Cortes, por lo que la plenitud de autogobierno era mayor que en las provincias vascas. Tras la firma del Abrazo de Vergara en 1839 se produce un convenio conciliatorio donde se reconocía los grados de oficiales y mandos carlistas para facilitar su reinserción en el ejército regular. También incluía una ambigua promesa de mantenimiento de los fueros navarros y vascos, sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía, por lo que el Gobierno, oyendo antes a estas provincias, podía proponer modificaciones indispensables en estos fueros. Pero cuando los progresistas tomaros el poder en 1840 (regencia del general Espartero) tomaron la primera medida antiforal en 1841: a) Navarra : perdía sus aduanas, privilegios fiscales e instituciones propias de autogobierno (Cortes) y exenciones militares. A cambio recibía un sistema fiscal beneficioso que reducía su cuota tributaria anual. b) Las provincias vascas: perdieron sus fueros tradicionales: aduanas, Juntas y el “pase foral”, por el que las instituciones vascas podían obedecer pero no cumplir, y retrasar pero no suspender, disposiciones y órdenes del gobierno estatal. A cambio, conservó su exclusión del servicio militar obligatorio. En 1846 se produjo un nuevo recorte de fueros, revisando su aportación económica anual, aunque se acordaba de forma pactada.