Benito Nogueira, sin título, 1989. Universidad Autónoma del Estado de México M. en C. Eduardo Gasca Pliego Rector M.A.S.S. Felipe González Solano Secretario de Docencia Dr. Sergio Franco Maass Secretario de Investigación y Estudios Avanzados Dr. en C. Pol. Manuel Hernández Luna Secretario de Rectoría M. A. E. Georgina María Arredondo Ayala Secretaria de Difusión Cultural Dra. en E.P. María Isabel Rojas Ortíz Directora de Divulgación Cultural La abeja en La Colmena 9Alfonso Sánchez Arteche Decir las cosas 10 Flor Cecilia Reyes Escarcha 12 Maricruz Castro Ricalde Virginia Aguirre, una cuenta pendiente 16 Félix Suárez Virginia Aguirre. Un dato inicial y una verdad 18 Eugenio Núñez Ang Virginia Aguirre, actriz 21 Blanca Álvarez Caballero Hablamos 23 Delfina Careaga A Virginia Aguirre 25 José Luis Herrera 37 Víctor Nava Marín Abeja reina y diva 41 Sandro Valdés Lugo Un tríptico para Virginia 46 Mijail Malishev Corona de aforismos a la eterna memoria de mi inolvidable amiga Virginia Aguirre 57 Emma Mauricia Moreno Una carta para mi entrañable amiga 59 En memoria de Vicky 64 Porfirio Hernández Virginia 65 Elvia Montes De Oca N. Un sincero hasta luego a una entrañable e inolvidable amiga: Virginia Aguirre Arciniega Virginia, cómo se pasa Directora Virginia Aguirre Escamilla † Coordinador del número José Luis Cardona Estrada 32 la vida Virginia 34 Marco Antonio Morales G. Réquiem por una artista universitaria Rebeca Millán Rush González 67 José Luis Cardona E. Antes de que nos olviden 78 Marco Aurelio Chavezmaya Recordada Virginia 81 Del correo Aguijón Coordinadora de edición Judith Madrid Hernández 90 Filosofía para no filósofos Germán Iván Martínez Gómez 97 La ciencia, la técnica y las artes desde la perspectiva del conocimiento como acción Evelyn Y. Garfias Varela 108 Cada cuerpo una prisión en la obra de José Revueltas Apoyo secretarial Martha E. Arizmendi Domínguez, Jesús H. Florencia Zaldívar y Gerardo Meza García Edición gráfica y formación Heriberto Sánchez Rodríguez Apoyo corrección de estilo Patricia Hernández Varela Consejo editorial: Maricruz Castro Ricalde, Guillermo Fernández, Mijail Malishev, Eugenio Núñez Ang, Herminio Núñez Villavicencio, Juan Ma. Parent Jacquemin, Inocente Peñaloza García, Luis Quintana Tejera, Félix Suárez, Lauro Zavala Revista indizada en la base de datos CLASE (Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades) de la UNAM. 115 Herminio Núñez Villavicencio Una sutil línea fronteriza entre lo ficcional y lo meramente real en la literatura de Hugo Salcedo Julián Beltrán Pérez La Colmena, revista de la Universidad Autónoma del Estado de México, es una publicación trimestral. Domicilio: Instituto Literario Núm. 215, Ote., Col. 5 de Mayo, Toluca, Estado de México, C.P. 50090. Teléfono: (722) 277-3835 y 277-3836. E-mail: [email protected] Todas las colaboraciones son de la exclusiva responsabilidad de los autores. Los trabajos publicados reflejan sólo el punto de vista de los autores. No se devuelven originales no solicitados. Reserva de derechos al uso exclusivo del título 002829/94. Certificado de licitud de título: No. 8133 y contenido: No. 5763 expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación, el 13 de septiembre de 1994. Distribución: Unidad de Comercialización y Distribución Editorial. Impresión: Editorial Jano S.A. de C.V., Sebastián Lerdo de Tejada, No. 864 Pte., Col. Electricistas Locales, C.P. 50040, Toluca, México. Tiraje: 500 ejemplares. Precio del ejemplar: $25.00. Francia en La Colmena Sección a cargo de Jorge Esquinca La Colmena Pliego de poesía Artaud, Uccello 121 ALMA DOLOROSA TUS OJOS ME MIRAN de Blanca Aurora Mondragón Espinoza Italia en La Colmena 127 Miguel Ángel Buonarroti Sección a cargo de Guillermo Fernández La Colmena na janela Sección a cargo de Sergio Ernesto Ríos 130 José Rui Teixeira Paper army en La Colmena Sección a cargo de Santiago Matías 134 Mónica de la Torre Colmenario Ensayística y evocación de la imagen poética en Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes Azucena Arriaga Mejía 147 San Juan Ixhuatepec (San Juanico), siglos XVI y XVIII Martha Eugenia Delfín Guillaumin 156 Dialogismo, intertextualidad e ironía en "Chac Mool" de Carlos Fuentes Rosa María Camacho Quiroz Perfiles Universitarios 166 La Colmena un proyecto exitoso Inocente Peñaloza García Imágenes de Virginia Aguirre Diseño de portada y contraportada: Heriberto Sánchez Rodríguez http://www.uaemex.mx/plin/colmena/home.html Libros 170 Memorias de la amante infiel. Memoirs of the unfaithful lover, de Bessy Reyna Eugenio Núñez Ang 175 Volar de hacer volar, la poesía de Pedro Salvador Ale Blanca Álvarez Caballero 179 Mundo del fin del mundo Sumario 138 Daniar Chávez Jiménez 183 80 años no es nada: Carlos Fuentes entre la memoria, la imaginación y la fantasía Alberto Vital Una ventana E La Colmena 69, enero-marzo 2011 n contadas ocasiones utilizó Virginia Aguirre este espacio. Fueron, siempre, muy significativas, generalmente los aniversarios de La Colmena o la aparición de un número señalado por su temática, el paso del tiempo y el cumplimiento de una tarea honrosa. Aquí y allá, en presentaciones y charlas muy variadas, se refirió a la revista de la Universidad como una ventana abierta al flujo de mensajes en dos sentidos: los emanados del trabajo de la comunidad universitaria y de los creadores literarios y plásticos (le gustaba ver a la revista como un museo ambulante), y los recibidos de universitarios de otras instituciones nacionales y extranjeras, así como de los creadores de diversas latitudes. De esta manera evitó hacer una publicación aldeana, impensable en la era de la globalización –a la que en estas páginas se ha analizado y cuestionado por sus efectos depredadores, pero también se le han reconocido sus aspectos favorables con miras a una armoniosa (y utópica todavía) comunidad mundial–; sin embargo, supo darle oportunidad a lo propio, a lo inmediato, a lo cercano, hoy que caminamos hacia la despersonalización, el anonimato, el aislamiento frente a la computadora y el rechazo del encuentro cara a cara, el único profundamente humano. Realizaba su trabajo con amabilidad, energía, tesón, amoroso cuidado y alegría, sin protagonismo. Como en los sesenta y ocho números anteriores, pero en especial en éste, la colaboración de inteligencias y sensibilidades ha hecho posible que La Colmena salga a la luz una vez más, en esta oportunidad para rendirle homenaje a su directora fundadora. Motu proprio o atendiendo la invitación, respondieron generosamente, en la medida que Virginia las recibió en estas páginas, y han ponderado con afecto los diversos aspectos de su creativa y vital personalidad, de su carácter y actitud, de sus virtudes y valores. Las autoridades universitarias refrendan su compromiso con la apertura y reconocen el trabajo de Virginia al proponer y apoyar este homenaje. Es una manera –una posible– en que se ha querido decir hasta luego a quien durante diecisiete años ideó, imaginó, dio vida, impulsó y concretó el esfuerzo editorial periódico más contundente de difusión cultural por su duración y alcance en la vida de la Universidad, pero que también brilló en el escenario como actriz de la Compañía Universitaria de Teatro, sobre todo, y como productora, guionista y locutora de radio. Por eso también se le dice a Virginia: gracias, una palabra que ella honró porque creía y practicaba la gratitud. La ventana sigue abierta y –deseamos, esperamos, creemos– seguirá abierta en cumplimiento de una de las misiones históricas de la Universidad. José Luis Cardona E. 5 Gonzalo Utrilla, sin título, 1995. Virginia Aguirre Escamilla In memóriam La Colmena 69, enero-marzo 2011 (1963-2010) 8 Virginia Aguirre Escamilla In memóriam Alfonso Sánchez Arteche Decir las cosas Para Vicky Aguirre Diste tu voz y la palabra a tantos en el panal hoy seco de tus labios, en tu lengua sedienta de lectura, que no me cabe en la amistad sangrante este silencio de alas rotas a medio vuelo entre la flor del canto y la tinta aromada por el presente de tu presencia. Cómo decirte: amiga, no te vayas, si vivir te pesaba, si tenías ya clavado en el cuerpo un aguijón de sombras contra la voluntad de todos y a pesar de la humana virtud de tu versátil ser como eras. Acaso nos dirás: tenía que irme, hoy no me duelo más de mí, es el dolor de ustedes lo que me duele. Está bien, corazón tempranamente quieto, quédate donde estás, en la memoria, donde no habrán de marchitarse el enjambre de luz en tus pestañas, la aureola oscura que enmarcó tu rostro, la cadenciosa espiga de tu andar, tu sonreír exacto, tu prestancia. La Colmena 69, enero-marzo 2011 No hallo manera de decirte adiós, sólo se va tu cuerpo, pero dejas tu juventud colgada en el recuerdo y en el gusto el profundo sabor a miel de tu decir las cosas. 15 de diciembre de 2010 In memóriam Virginia Aguirre Escamilla 9 Flor Cecilia Reyes Escarcha Para Virginia Aguirre blanco diván de tul aguardará tu exquisito abandono de mujer Qué papel elegiste en el reparto ahora que has mudado tu vestuario. A quién fascinará tu desenfado tu aguijón pertinaz de abeja reina. Qué versos cantará tu voz de diva la esquirla de tu tono en qué deseo. La Colmena 69, enero-marzo 2011 En estos escenarios el invierno es más frío un bolero inconcluso te interpreta. 10 Virginia Aguirre Escamilla In memóriam La Colmena 69, enero-marzo 2011 Como Pola Orquídea Rialto en La presencia altamente sospechosa (la verdadera historia del hombre iguana) (1998-1999). In memóriam Virginia Aguirre Escamilla 11 Virginia Aguirre, una cuenta pendiente La Colmena 69, enero-marzo 2011 Por Maricruz Castro Ricalde Homenaje a Xavier Villaurrutia, Valle de Bravo (25 de octubre 2003). 12 Maricruz Castro Ricalde Virginia Aguirre , una cuenta pendiente A José Luis Cardona Guadalupe Dueñas es una de las mejores cuentistas mexicanas de la segunda Virginia Aguirre , una cuenta pendiente Maricruz Castro Ricalde La Colmena 69, enero-marzo 2011 mitad del siglo XX. Sólo publicó tres breves volúmenes en los que reúne menos de cincuenta textos de esa naturaleza. Su cuarto libro fue Imaginaciones (1977) y en él conjuntó retratos literarios de personalidades destacadas por el ejercicio de la pluma: Sor Juana Inés de la Cruz, Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Ramón López Velarde, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Rosario Castellanos, Elena Poniatowska fueron algunas de ellas. Por eso extraña encontrar, junto a estos nombres, el de Octavio Barreda y el de Fausto Vega. Su rastro se ha perdido y no sólo por el paso del tiempo, sino por la escasa constancia de la obra que produjeron. Octavio G. Barreda fue el impulsor de algunas de las revistas literarias más sobresalientes de la cultura mexicana posrevolucionaria y uno de los integrantes del grupo Contemporáneos menos conocido. A él se deben Letras de México y El hijo pródigo. Su labor como funcionario y promotor cultural permitió que hoy recordemos a otros e, irónicamente, lo hayamos olvidado a él. Un caso similar es el de Fausto Vega, quien formó parte del grupo Hiperión, tal vez el más reconocido en el terreno de la filosofía en México y que tenía a José Gaos a la cabeza. Dueñas llama “espadachín de la palabra” a quien cultivó una de las artes más diluidas de estos tiempos: la de la conversación. Ensayista, periodista, difundió de manera incansable la cultura humanística. También fue funcionario universitario y se desempeñó como Secretario de El Colegio Nacional. Sin el quehacer de estos impulsores, el rostro de la academia y la cultura en México hoy sería diferente. A pesar de esto, apenas son mencionados y los foros que llevan sus nombres le dicen poco a sus asistentes. Entendemos, entonces, qué hay detrás de la decisión de Guadalupe Dueñas al situar a ambos entre los pilares de las letras de nuestro país: si éstos permanecen en la memoria y en la tradición artística de una sociedad, quienes construyen la infraestructura, facilitan la circulación de las obras y las ideas, inician o sostienen una empresa tan intangible como la del saber merecen un trato similar. La ciudadanía se resiste a conceder tal sitio debido a tanto oportunismo, a la presencia fugaz de quienes ejecutan esta labor como una actividad meramente alimenticia y no como parte de una determinación consciente, guiada por objetivos que van más allá de la titularidad de una plaza en la burocracia universitaria o del aparato estatal (ante la escasa participación del sector privado en el terreno de lo cultural). En la segunda semana de diciembre de 2010 falleció una de las personalidades más sobresalientes de la entidad, en lo que a la divulgación se refiere. La cultura del Estado de México en el último cuarto de siglo recibió, de manera multiplicada, la contribución de Virginia Aguirre Escamilla. Los perfiles del teatro, la radio, los medios impresos, la difusión de la literatura, la historia y la filosofía, sobre todo, hoy exhiben el cincel de esta mujer admirable, incansable en su afán por divulgar esas sus grandes pasiones. Considerada como parte de las actrices que dieron vida al teatro universitario en los años ochenta (el mejor de sus periodos), Vicky debe ser 13 La Colmena 69, enero-marzo 2011 recordada por su importante labor como directora de La Colmena, a lo largo de más de tres lustros. La reticencia mencionada líneas arriba, la que muchas veces impide reconocer a quienes alientan una atmósfera artística y un clima de intercambio y debate del pensamiento, podría objetar que Aguirre cumplió con un trabajo remunerado. Un repaso a su trayectoria vencería cualquier titubeo: vio pasar cinco elecciones de rector, tuvo a un número mucho más nutrido de jefes directos y, a pesar de ello, la publicación de difusión cultural de la UAEM se mantuvo con la misma calidad y casi siempre con la misma regularidad. El esmero puesto en su diseño, en la corrección de los textos incluidos, en conservar una estructura básica en sus contenidos evidencia un cuidado amoroso. En esos años, mediante su pliego de poesía, los lectores estuvieron en contacto con los autores más sobresalientes de la región y de otros rumbos. Fueron muchos los escritores traducidos y más aún los artistas plásticos que tuvieron la oportunidad de ilustrar, espléndidamente las más de las veces, los cerca de setenta números coordinados por ella. Vigilante y atenta a cada etapa del proceso editorial, Aguirre se preocupó porque La Colmena fuera un hogar de puertas abiertas para toda la comunidad intelectual, a través de géneros diversos (ensayos, artículos, reseñas, entrevistas, crónicas, textos de creación). Si México ha sido un lugar pródigo para la producción de revistas, también ha sido testigo de sus muertes tempranas. Publicaciones muy consolidadas no resistieron los cambios institucionales, la rotación de sus colaboradores, las transformaciones de su contexto. Y si esta revista de la UAEM sobrevivió a todo ello, con el ingrediente extra de ganar premios, fue por la presencia ubicua, omnímoda, de quien funcionaba como su cabeza, su cuerpo, su corazón. Han pasado muchos años desde la primera vez que hablé con Virginia Aguirre. La seguí con manuscritos propios y ajenos, escritos con máquina mecánica y eléctrica, con diskets, con impresiones manuales y láser, con CD y USB a lo largo y ancho de la geografía institucional universitaria en Toluca. Dentro de Rectoría o fuera del edificio central, su oficina siempre estuvo iluminada por la sonrisa con la que 14 Maricruz Castro Ricalde Virginia Aguirre , una cuenta pendiente Presentación de La Colmena (1994). Virginia Aguirre , una cuenta pendiente Maricruz Castro Ricalde La Colmena 69, enero-marzo 2011 me recibía, en la mañana, el mediodía, la tarde o la noche. Su voz me acompañó varios años a través del recordado programa “La Sinfonola” y con los poemas que acariciaban los oídos del radioescucha en otra de sus producciones, “La nostalgia de lo vivido”. Demasiado tarde hoy para que ella supiera, de nuestros labios, cuánto hizo por nosotros, cuán relevante fue su tarea pertinaz para toda una generación. Para la mía, para la siguiente que ya me ha alcanzado y para la anterior a la que admiro, nos queda una cuenta pendiente: la que Guadalupe Dueñas saldó al inscribir, en el listado del panteón cultural mexicano, a dos de sus más sobresalientes promotores. 15 Virginia Aguirre Un dato inicial y una verdad Por Félix Suárez El dato inicial o fuimos grandes y viejos amigos, como tal vez nos habría gustado ser. Quiero decir, amigos que arrostraran juntos la adversidad y se regocijaran en sus corazones por la felicidad del otro. Pero la recuerdo ahora en imágenes suyas que se desprenden de algú­n sitio, intempestivas, como quien recibe de golpe el aleteo de un pájaro en lo oscuro: Virginia en la cabina de radio, Virginia leyendo con voz trémula a Sor Juana; desplazándose con paso de reina por el escenario, paseando muy temprano a Huracán por las calles de la colonia. Virginia, en fin, fuera de La Colmena, entre la tibia y blanca luz de la mañana. N La Colmena 69, enero-marzo 2011 La verdad Uno de los últimos días que debimos habernos visto en la universidad, Virginia entró a mi pequeña oficina del programa editorial, cerró la puerta tras de sí y me confió, dolida, algunas sabidas mezquindades de la burocracia. Recuerdo que al final nos consolamos pensando en la efímera condición de los hombres y en la imbécil arrogancia de la que se llenan algunos cuando tienen poder, porque mirando un hermoso y descomunal fresno que se veía en el jardín desde mi ventana, todo verde, estremecido apenas, como tocado por la tibia respiración de Dios, Virginia me dijo, suspirando convencida, algo así: “Al final, maestro, no deberían importarnos demasiado esas miserias, ¿está de acuerdo? Mire este hermoso árbol y este sol, ¿no deberíamos sentirnos agradecidos? Lo demás, téngalo por seguro, pasará, mucho antes incluso que nuestras vidas”. 16 Félix Suárez Virginia Aguirre. Un dato inicial y una verdad Este amoroso tormento (1995). La Colmena 69, enero-marzo 2011 No estoy seguro qué le dije y cómo terminó aquello, pero sí recuerdo que sus palabras se volvieron una especie de referente obligado cada vez que miraba aquel árbol desde mi oficina. No volvimos a reunirnos, al menos no en privado. Poco tiempo después salí de la Universidad y supe por amigos comunes de sus dolencias. Nada preciso. Por eso, de algún modo, creí que volveríamos a encontrarnos cualquier otro día, en cualquier parte. Aún lo sigo creyendo. Virginia Aguirre. Un dato inicial y una verdad Félix Suárez 17 Virginia Aguirre, actriz Por Eugenio Núñez Ang Tendría escasos dieciséis años y Virginia Aguirre ya era una Diva. Así, con La Colmena 69, enero-marzo 2011 mayúscula. Actuaba con la naturalidad que le imponían los papeles que adoptaba en la vida cotidiana. Para ella la vida era un escenario y no le fue nada difícil empezar a hacer teatro. Realidad y ficción, alrededor de éstos giraba su mundo: el Gran Teatro del Mundo era una especie de rehilete en donde cada giro le daba la oportunidad de desplegar sus dotes de actriz. Aún no había tomado una clase de actuación, pero tal pareciera que sus primeros maestros pertenecían al Star System: Kazan, Strasberg, Wilder, y junto con ellos las maravillosas criaturas que Virginia parecía representar. Adoptaba con precisión los gestos de Greta, las miradas de la Taylor, el talante de Lana Turner, Bette Davis, Joan Crawford; los desplantes de Rita Hayworth; frecuentemente se tornaba tierna y dulce como Audrey Hepburn… ninguna de las grandes Diosas de Hollywood le era ajena. No sólo aprendió los gestos, las miradas, los diálogos. Fue más allá de una simple imitación y se posesionó de esas imágenes para crear la suya propia. Podía ser cualquiera de ellas, pero rápidamente volvía a ser Virginia Aguirre, como ella misma decía: “única e insustituible”. Por supuesto siempre estaba lista para “el close up, Mr De Mille”. Así, el turbante, los grandes lentes, el maquillaje exacto, el lápiz labial acentuando el contorno de sus labios. Todo para proyectar una imagen, una personalidad, una especie de mito viviente que tendría que formar parte del imaginario colectivo. Porque Virginia Aguirre jamás pasó desapercibida: demasiado 18 Eugenio Núñez Ang Virginia Aguirre, actriz Como Eco, en El Divino Narciso (1990). Virginia Aguirre, actriz Eugenio Núñez Ang La Colmena 69, enero-marzo 2011 bella y atractiva, y además, con total alevosía, le encantaba llamar la atención; no lo necesitaba: todo en ella encantaba, todo en ella atraía: su voz, su rostro, su cuerpo, su personalidad. Tan es así que muchos, más de una vez, llegamos a dudar si era real o producto de nuestra imaginación. Sobre todo si la habíamos visto en un escenario en El Divino Narciso, en Este amoroso tormento, en Appasionatta, en Una tal Raimunda… Su dominio de la escena le permitía bordar con precisión sus personajes. Los directores con los que trabajó –Marco Antonio Morales, Carlos Olvera, Esvón Gamaliel– supieron admirar la espontaneidad y naturalidad con los que construía sus personajes. El público reconocía la presencia escénica de una auténtica actriz. Sus compañeros encontraron un verdadero raport en la comunicación dramática. Memorables algunos duetos con actrices como la queridísima Luz María Becerril (qepd) o con Adriana Barraza; o con actores como Héctor Sánchez o Hugo Renán. Para mí será inolvidable todo el teatro invisible que pusimos en todos los escenarios posibles. Antes de conocer la técnica de Augusto Boal, Virginia ya era especialista en hacer escenas y escenitas. Sin decir agua va, ella ya estaba instalada en su papel y a mí o a cualquier otro que le hiciera segunda ya me había asignado otro. Estos juegos escénicos los representaba con quien se dejaba arrastrar por sus guiones, sus artificios de orquestadora de escenas. Así, por ejemplo, yo fui su papá, su amante, un licenciado, un tal por cual. Entre ella como mi amante y Luz María como mi mujer me hicieron quedar en el mayor de los ridículos en un concurrido restaurante. Me reclamaba, lloraba, insultaba, me restregaba en la cara mi mal proceder (era especialista en hacer tangos y panchos). Era mi secretaria, mi esposa, mi amante, mi hija, una mujer a la que le había hecho mucho daño (disfrutaba reír, 19 La Colmena 69, enero-marzo 2011 llorar, jurar y perjurar). Virginia hacía teatro sin guardar la menor consideración ni distancia, tiraba a matar. Creo que le gustaba llamar la atención, escandalizar, o como también solía melodramatizar Virginia: “hacer vibrar las fibras más sensibles del corazón humano”. Aunque muy frecuentemente la escenita llevaba jiribilla para burlarnos de las buenas conciencias o “poner la nota” por el alto costo de la vida. En nuestro medio no es fácil hacer teatro y cuando se tiene el gusanito no queda de otra: el teatro invisible resulta una verdadera arma cargada de textos y subtextos. Y Virginia Aguirre no despreciaba ser una francotiradora, una asesina en serie o una vengadora anónima. Ya lo dije: tiraba a matar. Y muchos caían sin siquiera darse cuenta. Sartreanamente, Virginia disparaba a la conciencia de muchos y nunca fallaba, siempre daba en el blanco. Virginia tenía en mente regresar al teatro. Uno de los proyectos que empezamos a revisar era Las amargas lágrimas de Petra Von Kant de Rainer W. Fassbinder. Llamó a Clementina Guadarrama para que se encargara de la dirección escénica. Tal vez ésa, tal vez otra, cualquier puesta en escena con Virginia Aguirre como primera actriz vendría a representar un suceso maravilloso para la escena toluqueña. Sin embargo, tuvo que partir, inesperadamente, para cumplir otros proyectos tal vez más importantes. Hay llamados a los que uno no puede negarse. Esperamos que allá donde ahora esté siga cosechando todo el éxito y todo el amor, respeto y admiración como el que nosotros, pobres mortales, le tuvimos. Se lo merece, una Diva siempre será una Diva. Hasta pronto, bellísima. 20 Eugenio Núñez Ang Virginia Aguirre, actriz Hablamos A Virginia Aguirre Escamilla Hablamos de la pintura de Gonzalo Utrilla, Felipe Santiago Gutiérrez y los dibujos de Coffeen Serpas; de Felipito, como ella lo nombraba. Hablamos de la escultura de Fernando Cano y de Manuel Felguérez; de Baudelaire, de Marcela de Juan; de las mujeres escribanas y los conjuros con que convocan a una maga; de las mujeres que fuman en la calle y las que lo hacen sentadas ante una taza de café; de madrugadas acompañadas de un buen vino, un cigarro y un poema. Hablamos de la importancia de tener una ventana con jardines alrededor de la oficina; de tomar diario café, leche o chocolate, disfrutar los platillos y el color azul turquesa; del sol sentido por el cristal de alguna tarde; de la vida que va y la que retorna; de los marinos que se van y los que llegan: de dosificar la depresión, de vivir más. Hablamos del arcoíris y su espléndida sonrisa al esperar la simpatía del otro. Hablamos mientras reía y yo me carcajeaba por la sarcástica y fina manera de comunicar sus pensamientos. Hablamos Blanca Álvarez Caballero La Colmena 69, enero-marzo 2011 Presentación de La Colmena en el café literario tunAstral (1994). Por Blanca Álvarez Caballero 21 La Colmena 69, enero-marzo 2011 Hablamos de su sentido incluyente de la vida, su amplísima cultura y la transparencia de sus rostros en su variada personalidad; de mi admiración por su apertura a lo diverso, lo extranjero y su visión ética del mundo. Hablamos de su calidez humana, situada más allá de las barreras generacionales, ocupacionales y académicas. Hablamos a la una, a las cinco y a cualquier hora del día en que me recibía con un abrazo; mientras la charla se prolongaba por dos y casi hasta tres horas. Nunca me dijo que tenía que irse o que debía trabajar en el momento. Me acompañó diez años en mis visitas inesperadas a varias oficinas donde ella creó, interactuó y laboró siempre gustosa. Hablamos del desarrollo de La Colmena; de su enriquecimiento estético, temático y de su natural y siempre artística manera de conectar a los universitarios con los otros. Agradezco su calidez al encontrarnos y despedirnos, sus consejos, su apertura a lo local, lo universal y lo novedoso; las puertas que me abrió y aún lo hace; su motivación y su cachuy. Sé que no se ha ido porque ella está presente. Agradezco profundísimamente su sabiduría, su gran poder de comunicación, su extraordinario humor –capaz de hacer reír y sonrojar a las personas más amargas de la Tierra–, su maravilloso conocimiento de las artes, especialmente de la literatura que tanto disfrutaba: el acto de crear, y su bondad de hierro. 22 Blanca Álvarez Caballero Hablamos A Virginia Aguirre Por Delfina Careaga Inolvidable Vicky: Te escribo por última vez, querida, para contarte cómo tus amigos te extrañan A Virginia Aguirrre Delfina Careaga La Colmena 69, enero-marzo 2011 y se conduelen por tu ausencia. Para decirte que guardamos en nuestro interior, con sumo cariño y delicadeza, tu imagen de muchacha bonita, cortés y elegante que cubría, como un exquisito envase, a tu ser sensible, inteligente y digno. Que tu muerte, inevitablemente, nos cambió un poco la existencia, porque la desaparición de nuestros seres queridos termina por mutilarnos; así, el camino de la vida que ahora nosotros continuamos sin ti, ya nunca podrá ser el mismo. Te hablo suave, dulcemente, como si te hubieras vuelto una recién nacida, y mis palabras pudieran ayudar a concebir tu sueño tranquilo; porque debes saber que en la Tierra has dejado una tierna semilla, una honda semilla de amor; que tu amistad tuvo una altura poco común, que fuiste solidaria y comprensiva y que en ti siempre encontramos ese cálido afecto especial, único, justo el que se precisa en nuestros momentos más amargos y que sólo quien goza de gracia, como tú, puede ofrecer. Que por eso –¡por mucho más!– nunca jamás podremos alejarte de los sentimientos más caros de nuestro corazón. También te cuento que ya ha sido grabado en nuestra memoria –como un legado precioso– tu gran talento de actriz, tu indiscutible facultad artística, tu fuerza dramática que nos cimbró tantas veces. Que en nuestro recuerdo se asienta ya tu actitud responsable, ética, eficiente, que tuviste durante los largos años que laboraste en la Universidad; igual a la que asumiste en la dirección de esta revista, la misma que, fundamentalmente por tu lucidez, cultura y sentido estético, ha recibido tanto reconocimiento importante. Además de atesorar muy íntimamente el orgullo que 23 Con Delfina Careaga y Eugenio Núñez Ang (28 de octubre de 2010) nos provocó tu arrojo, inventando el tiempo entre tu tiempo, para emprender una carrera universitaria por el simple hecho de saber más. Duérmete, Vicky querida, sabiendo que en este mundo se hallarán eternamente presentes tu tenacidad, tu inmensa capacidad de amar, tu fuerza moral y tu sabiduría de vivir. Date por enterada, chiquita, que permaneces en nosotros como Esvón se integró a tu alma cuando él murió… o cuando se fue para siempre la fraterna Luchis… Vives ya, pues, dentro de tus seres más entrañables, de tus semejantes –que sólo son quienes nos aman–, hasta que ocurra su propia muerte. Gracias por haber sido, por siempre ser nuestra querida Vicky. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Toluca, Estado de México, enero de 2011. 24 Delfina Careaga A Virginia Aguirre Virginia, cómo se pasa la vida Por José Luis Herrera Arciniega Apenas iba a alcanzar los once años de edad cuando conocí las “Coplas por la Virginia, cómo se pasa la vida José Luis Herrera Arciniega La Colmena 69, enero-marzo 2011 muerte de su padre”, merced a la cita que hizo mi propio padre de los conocidos versos de Jorge Manrique, en una colaboración para una revista chilanga dirigida al sector camionero y transportista, publicada a principios de 1973. Era un recuerdo de don Guillermo Jara, su primer empleador en sus pininos periodísticos, que había fallecido un año antes. (Ese editor le enseñó a mi padre la siguiente frase: “Maitro, no hay mejor amigo que un peso en la bolsa”.) En las páginas de la desaparecida El Heraldo de los Transportes leí: “Recuerde el alma dormida,/ avive el seso y despierte/ contemplando/ cómo se pasa la vida,/ cómo se viene la muerte/ tan callando”. Percibí la existencia de un misterio. Tiempo después completé la lectura del resto de la estrofa: “cuán presto se va el placer,/ cómo, después de acordado,/ da dolor;/ cómo, a nuestro parecer,/ cualquiera tiempo pasado/ fue mejor.” A mediados de diciembre de 2010 intenté buscar el libro donde estaba la copla manriqueana. No lo hallé, en el ordenado desorden de papeles que tengo en el estudio. En parte, no era necesario. Manrique suele hacérseme presente: cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando. Habría querido no recordarlo. Más porque esta vez también reapareció otro poeta: el Sabines que le reclama a la re Chayito de Rosario Castellanos el haberse muerto. Yo no tendría nada qué reclamarle a la niña de diez años con quien quizás me haya topado en alguna calle de Toluca en los albores de los setenta, cuando por 25 La Colmena 69, enero-marzo 2011 primera vez mi familia inició el proceso inmigrante por el que, 37 años más tarde, continuamos radicados en la región centro del Estado de México. Pero me sigue doliendo, me empieza a doler cada vez que se me juntan en la memoria reciente esos dos, Manrique y Sabines. O sin necesidad de ellos, pero tampoco acierto a entenderlo. Me es imposible asegurar que en 1973 haya visto a esa niña con la que ya compartía ciudad; en cambio, registro la certeza de que nuestro encuentro se oficializó doce años después, en el segundo trimestre de 1985, cuando ingresé como jefe de la todavía incipiente área de Radio de la Universidad Autónoma del Estado de México. Virginia Aguirre Escamilla formó parte de un imaginario comité de recepción que, gandallamente, me dio la bienvenida. Cuando me presentaron, su saludo fue tan ruidoso, retador y alegre que aumentó mi atávico pánico del que con frecuencia muda de empleo. ¿Quién carambas era esa muchacha de lentes, con turbante en la cabeza, y de cara con finísimos, bellos rasgos? Sin embargo, de esa inicial condición de pánico pasamos a la de una comunión de intereses: Virginia y yo coincidimos, coetáneos como éramos, en el propósito de inventarnos un mundo conforme al ímpetu de nuestra juventud. El mundo tenía nuestra edad. Yo era un labriego de la tecla destripado de la Facultad de Humanidades, salido con rapidez extrema de las filas del diarismo local, y empezaba una inacabada incursión en la radiodifusión mexiquense contemporánea. Ella era una guapísima joven que había decidido dar un golpe de timón a su destino familiar-laboral por el que un buen tiempo estuvo trabajando como secretaria en la zona industrial de Toluca, de modo que, cuando la conocí, ya llevaba en su registro personal su participación en un puñado de obras del teatro universitario que, décadas después, sigo considerando el más aguerrido de los que en esta parte del mundo ha habido: el de Esvón Gamaliel. Un ratito antes Virginia había iniciado su vínculo no sólo laboral, sino moral y personal, con la institución de la que, a partir de entonces, jamás se separaría: la UAEM. Congeniamos. Aparte de sacar el trabajo diario –la emisión universitaria de lunes a viernes por la mañana en Radio Mexiquense, estación que apenas había rebasado sus dos primeros años de existencia–, buscábamos incluir en la programación universitaria temas no tan “institucionales”. Virginia aportaba uno de sus perennes signos distintivos: su voz. Ocurre con ciertas voces femeninas que el radioescucha, sobre todo si es varón, imagina una beldad detrás de los decibeles; no siempre es así. Con Virginia sí: su voz era directamente proporcional a su belleza. De esa fase dos programas registro particularmente: un radioteatro que hicimos basándonos en el Cuento de Navidad de Charles Dickens, donde participó 26 José Luis Herrera Arciniega Virginia, cómo se pasa la vida Virginia, cómo se pasa la vida José Luis Herrera Arciniega La Colmena 69, enero-marzo 2011 casi en pleno la Compañía Universitaria de Teatro, la de Esvón, con todo y efectos de sonido para ambientar la historia de Scrooge y sus espectros. En la grabación estuvo presente Adriana Barraza, la ahora celebérrima actriz. Nos divertimos como enanos. Dickens nos habría aprobado, al menos por nuestro entusiasmo, el cual habría que entender estableciendo una relación con el Teatro de Los Jaguares, concebido como el espacio cósmico del teatro universitario. En esa época fue Virginia mi cicerone para conocer el subterráneo ambiente teatral, clandestino y transparente al mismo tiempo, duro, libérrimo, tenso, intenso, destructivo, creativo. Un lugar para el trabajo artístico, un lugar para la vida. Jaguares era un rudo templo que no acaba de caerse. Virginia fue una de sus principales vestales. El otro programa fue uno en el cual contamos la historia de Christine Chubbuck, la conductora de televisión que, en plena transmisión del noticiero de una estación local de Sarasota, Florida, el 15 de julio de 1974 anunció: “De acuerdo con la política del Canal 40 de brindarles lo último en sangre y entrañas a todo color, están a punto de ver otra primicia: un intento de suicidio”. Luego de ello, sacó un revólver y se dio un tiro en la nuca. En vivo y a todo color obtuvo sus quince minutos de fama, al estilo warholiano. Virginia leyó magistralmente los parlamentos de Christine Chubbuck, hechos guión a partir de un reportaje de la periodista también gringa Sally Quinn. Ese programa nos enorgulleció. Por supuesto, no guardo las respectivas grabaciones. Se han perdido en el éter hertziano. Pero eso hicimos, antes de que nos integráramos de manera directa a Radio Mexiquense. En mi caso viví como hoyo negro el par de años que duré como subdirector operativo de la siempre implosionante estación; en el de Virginia, comenzó su prolongada presencia en la radiodifusión en el Estado de México. Sobre su tránsito por Radio Mexiquense seguramente abundan los radioescuchas que pueden dar su testimonio personal sobre lo que Virginia aportó a la señal de Metepec, primero como locutora de turno y más tarde como conductora, y coconductora con José Luis Cardona, de “La nostalgia de lo vivido”. De su capacidad también habla su paso, en etapas posteriores, por el noticiero del jefe Guillermo Garduño en una estación toluqueña. Sin soslayar que por mucho tiempo ella fungió como responsable, a veces en calidad de mujer-orquesta, del espacio de la UAEM en la propia Radio Mexiquense. A esas alturas, nuestra amistad había pasado por pruebas de fuego y terminó por purificarse cuando regresé a la universidad, a principios de los noventa, para estar al frente del área de Comunicación. Periodo salvaje y fecundo. Ahí volvimos a hacer equipo José Luis Cardona y yo, y Virginia, siempre a cargo de la radio universitaria, como una especie de equilibrio interno en nuestra pequeña Dirección, a tal grado que hasta nos dio tiempo de inaugurar la sala de cómputo que, en festivo homenaje, llevó su nombre, en calidad de ingeniera honoraria. Arribamos a 1993. Mi ciclo burocrático universitario concluyó en ese momento. Virginia, en cambio, inició una de sus empresas personales e institucionales más luminosas. Con el cambio de rector, le dieron una encomienda: crear una revista de divulgación cultural que representara a la UAEM con una calidad editorial de primer nivel. Nació La Colmena. 27 La Colmena 69, enero-marzo 2011 Se comprobó la máxima cualidad personal de Virginia: su inmensa, absoluta, capacidad de aprendizaje. Porque ella aprendió a ser actriz bajo el mando de Esvón Gamaliel; aprendió a ser locutora tanto en una radio cultural como en una comercial (en Mexiquense, su habilidad llamó la atención del propio Alain Derbez, a la sazón subdirector de Producción, que le dio buenos consejos). Virginia aprendió a elaborar guiones radiofónicos; aprendió a dirigir un departamento, el de Radio de la UAEM. Puedo asegurar que antes de 1993, Virginia no había tenido contacto alguno con la labor editorial. Empero, prácticamente de la nada dio forma a un proyecto editorial de la envergadura de La Colmena. Corrijo: no de la nada: partió de su creatividad e inteligencia. ¿Qué cosa no podía aprender Virginia? Concretó el proyecto de La Colmena con una rapidez sorprendente, pues no transcurrieron demasiados años para que esta publicación recibiera rotundos reconocimientos otorgados por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, inicialmente una mención honorífica y posteriormente el primer premio en la categoría de revistas universitarias de difusión cultural. Sesenta y ocho números de La Colmena fueron dirigidos por Virginia, que antes de la fecha citada no se había metido en asuntos de corrección, formación, dictaminación, etcétera, pero que se volvió experta en tales menesteres. Era un activo humano de la universidad, institución que no sólo está integrada por inmuebles, sino, por encima de todo, por personas. Así, en repetidas ocasiones participó como lectora de poemas o mensajes de semblanza en solemnes ceremonias como la del 18 de julio, la velada luctuosa en homenaje a Benito Juárez. No era para su lucimiento personal, sino para que la ceremonia luciera. No era cuestión de casualidades. Importaba, además de la presencia y aplomo, la clara dicción de esta actriz forjada a partir de un talento natural, sí, pero trabajado en los arduos ensayos de las obras en que participó con Esvón Gamaliel –entre otras–, ¡Silencio, pollos pelones, ya les van a echar su maiz!, de Carballido; La señora en su balcón, de Elena Garro; Una tal Raimunda, la obra con la que Delfina Careaga ganó un premio nacional de dramaturgia, y Crónica de un desayuno, de González Dávila. Eso es parte del registro público de la vida de Virginia. En el entorno de la amistad, los recuerdos son más variados y profundos. El músico argentino Litto Nebbia cantó: “Mis locos años veinte fueron en el 63”. Yo afirmaría, en lo tocante a Virginia y a mí, que nuestros locos años veinte fueron en los ochenta. Cuando nuestra primera etapa en Radio de la UAEM, muchas tardes la acompañé a su casa, a no demasiadas cuadras de distancia del edificio de Rectoría. En una de esas ocasiones, le provoqué una de las mejores carcajadas de su vida: ensimismado en la plática, estrellé mi cráneo contra un medidor de luz que, torpemente colocado, sobresalía más de lo debido de la pared de una casa. Soy de huesos fuertes; mayor fue el riesgo de que el medidor se quebrara a que yo sufriera una fractura o fisura craneal, pero la carcajada de Virginia siguió oyéndose años después hasta por lo menos Instituto Literario. Yo nada más me sobé. Daba lo mismo que trabajáramos en el mismo lugar o que cada uno hubiese 28 José Luis Herrera Arciniega Virginia, cómo se pasa la vida Virginia, cómo se pasa la vida José Luis Herrera Arciniega La Colmena 69, enero-marzo 2011 enfilado hacia otros ámbitos (aunque el suyo era siempre la universidad). A finales de los noventa, unos meses fuimos vecinos en la céntrica calle de Gómez Pedraza, en no muy distantes edificios de departamentos frente al toluqueñísimo mercado 16 de septiembre. Cuánta vida bebimos ahí Virginia, José Luis Cardona y yo, en el refugio que ella se había creado, en ese espacio rentado que era totalmente suyo. Alguna noche, ambos vigilaron desde la puerta de su edificio que yo llegara con bien al mío, preocupados por los efectos del Jack Daniel’s de rigor en esas fugaces fiestas, siempre caracterizadas por la mejor música del mundo, pues ellos tenían un exigente gusto sobre el material a introducir en el doméstico aparato estéreo. No hay fecha precisa, pero a partir de un momento no determinado, Virginia se había convertido en mi hermana con otros apellidos. Robo tal categoría de la tesis de José Luis sobre la Fiesta de los Locos en Metepec, ahí la leí, y supe que eso era Virginia para mí. No importaba que ella fuera Aguirre Escamilla: era mi hermana. Por eso no se ofendió ante mi exceso de haberme comido su desayuno mientras la acompañaba en su cuarto de hospital, aquella infortunada ocasión en que José Luis y ella tuvieron un tremendo accidente vial en la madrugada al conducir por la avenida Morelos. Virginia tenía más dolor que hambre, y yo seguía todavía la canina condición de tener siempre hambre. Cuento con otra fecha que sí es precisa: el 20 de noviembre de 2003, cuando, luego de perderme en el Triángulo de las Bermudas de la zona de Lerma, a sabiendas de que iba a iniciar una serie de actos trascendentes para mi vida, en la esperanza de haber encontrado a una mujer definitiva, no me quedó de otra sino acudir a la nueva casa de Virginia, en el poniente de Toluca; a alguien tenía que confiarle qué estaba pasando, decir lo que pretendía hacer. Generosa, mi hermana me escuchó, luego de haber escanciado mi euforia con un farolazo de Jack Daniel’s. Gracias, le digo nuevamente siete intensos años después. A mi hermana. Siete años se hicieron agua por debajo de los puentes. Se espaciaron los contactos con Virginia. No por otra razón sino por un aislamiento que me impuse, en creyendo de manera ciega en la fórmula vonnegutiana de la república de dos, convicción que con el tiempo terminó, si no por desvanecerse del todo, sí por debilitarse. Aun así, volví a verificar su capacidad de aprendizaje: fue una de las primeras personas que obtuvo el certificado de bachillerato presentando el examen ante el Ceneval. Rara paradoja que alguien tan unida a la dinámica de la UAEM acabara la preparatoria años después de haber pasado por la adolescencia, pero no me extrañó: un distintivo de varios de nosotros fue el haber concluido los estudios superiores 29 La Colmena 69, enero-marzo 2011 ya creciditos, por estar metidos en mil y un proyectos de diversa índole, incluidas las broncas existenciales. En el caso de Virginia, ya con el certificado en la mano, no hubo obstáculo que la detuviera, por lo que empezó la carrera de Filosofía en la Universidad Iberoamericana. Intuyo que optó por esa institución para que el esfuerzo por hacer resultara mayor; acaso temía que si se hubiera decidido por la UAEM, el hecho de ser la directora de La Colmena tal vez le hubiera implicado tener un trato de privilegio con el que no comulgaba. Mediante contactos telefónicos seguí su evolución académica formal. Sé que invirtió no sólo una considerable suma de dinero en colegiaturas y en transporte, sino que se aplicó a fondo en la inmersión al complejo mundo de los pensadores filosóficos. Sé que sacó las más altas calificaciones, con provecho. Seguía aprendiendo. Culminó su licenciatura. Se postuló para iniciar la maestría en Estudios Filosóficos, entonces sí en su universidad. En su proyecto, apoyada por el doctor Mijail Malishev, iba a abordar el tema de la banalidad del mal, considerando el pensamiento de Hannah Arendt. En ésas estaba. La vi en las oficinas de La Colmena poco antes de la Semana Santa de 2010. Delgada, pero en excelentes condiciones. Escuché su viejo grito: “¡Jefe de jefes!” con el que acostumbraba saludarme en los últimos años (expresión más amable que otra que me había endilgado, la de Monstrilio). Le compartí mis historias sobre Goyo el gato. Chismeamos. Inventamos el mundo, ahora en la etapa de nuestra madurez. Un cuarto de siglo después de nuestros locos años veinte. Le pedí que entregara a su vecino de oficina, Eduardo Osorio, el borrador de un libro de cuentos que él no recordaba haberme dejado cuando fuimos vecinos en el fraccionamiento El Ilustrador Nacional en Zinacantepec. Nos despedimos con el cariño, la efusividad de siempre. Me confirmó su decisión de incorporarse a la maestría en la Facultad de Humanidades. Luego vinieron las lluvias que hicieron sombrío y odioso al año del Bicentenario. Si un año antes me había enterado tardíamente de la muerte de otra persona entrañable, Claudia Garduño, la tardanza se repitió cuando por fin supe de la grave crisis de salud de Virginia. En tono duro, por teléfono José Luis me dio algunos pormenores de información médica, que no memoricé, más allá de haber registrado el sufrimiento increíble de quien había pasado por tales males, en apariencia controlados. Luego, también, ocurrió la ruptura de mi república de dos que yo había dado por eterna en automático. A mediados de septiembre intenté suspender el aislamiento y volver al necesario contacto con Virginia y José Luis. No coincidimos, pero José Luis me devolvió 30 José Luis Herrera Arciniega Virginia, cómo se pasa la vida La Colmena 69, enero-marzo 2011 la llamada. Quedamos en vernos, aunque ya no fue posible. Todavía en la Facultad me encontré una tarde a Virginia, que platicaba con Eugenio Núñez, otro maestro sin aula para varios de nosotros. Saludó rápido, un tanto distante, aunque al final ella dijo algo así como nos ponemos de acuerdo, háblanos para vernos. Después, la recaída. Mi mala lectura de señales: marqué su número, sin poder hablar con ella, porque estaba dormida, según me informaron del otro lado del teléfono. Yo creí que por estar en su casa se encontraba recuperándose, no está hospitalizada, va bien, me decía. Todo lo contrario. Como recomendaba José Gaos, lo humano es morir en la casa, no en un aséptico y frío hospital. Así ocurrió a mediados de diciembre. La mitad del último mes del año del Bicentenario. No llovía ya, empezaba el frío en el Valle de Toluca. En el país de los 34 mil y pico de muertos, una muerte fue la que nos alteró la vida a muchos. A mí, con el remordimiento por la estupidez de no haberla visto, todo me resultaba incomprensible. Más porque yo había venido apostando, desde hace muchos años, a que me iba a tocar primero pirarme de este mundo, dejando una carta dirigida de manera expresa a la directora de La Colmena. Juro que así lo pensé, y que quisiera ver esta imposibilidad epistolar como una última broma de Virginia, que cuando quería, ponía en marcha un humor cáustico que obligaba a aguantar callado, aguantar vara. Hay cosas que uno jamás entenderá. Puedo imaginar que, como ya no nos veíamos con la asiduidad de antes, Virginia sigue allí, aunque la diferencia es que ya no está, en serio. Eso es de no creerse. ¿De qué tamaño es la pérdida? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que uno comprenda el sentido de la copla de Manrique? Aclaro: no obstante el poema de Sabines a Chayito Castellanos, yo no tengo nada que reclamarle a mi amiga, mi hermana, que desde sus refugios toluqueños trascendió la soledad y vive en el amor de quienes nos hemos quedado más solos. Hace más frío en Toluca. Virginia, cómo se pasa la vida José Luis Herrera Arciniega 31 Virginia Por Rebeca Millán Ahora pasas con la urgencia que sólo al viento se opone y un rayo de luz delata La Colmena 69, enero-marzo 2011 tu presencia. Tú, la hermosa, la prudente musa, la imperturbable y rigurosa con quien se animaban las esperanzas, estás en una sombra que no imaginamos. Descubierta en la penumbra de esos caminos peligrosos y atractivos por donde caminaste sin despertar sospecha, para venir a entender, a saber de la humanidad, y entonces comprender. Bien lo sabes: tu puerta siempre abierta y tú desprendida. ¿Con quién dialogaste? ¿Con quién conociste? ¿Cuántos cómplices tuviste? Pudorosa Magdalena en los momentos más íntimos, cuando se hacen las confesiones a la luz de la razón: ese viento que siempre agitó tus velos y dio en tu cara. Cerraste los ojos para escuchar otras voces. Tantos navegamos contigo según nuestro albedrío. Sólo ahora que has quedado quieta, apareces en lugares totalmente sospechados. No únicamente en tu afinidad meticulosa a las letras, el reto vital en la escena o la elegancia y sensibilidad que inspirara al pintor, sino también en los acordes que no compartimos: el agua de la música que te reconfortó, y que lamento no haber escuchado contigo. 32 Rebeca Millán Virginia Foto de Benito Nogueira (10 de marzo de 2004). La Colmena 69, enero-marzo 2011 Luego me entero, y te busco y te encuentro. Ahí también estás, ahí también te has quedado. Tus pasos en el aire, tu mirada en el aire, como un ave azul de cauta mirada, que ahora aparece derribada. Tu pecho se negaba a la muerte y el pequeño sudario nada más alcanzó a cubrir tu cabeza. Quedaste entonces desnuda, inmortal en el lienzo. Probaste tantos frutos, querida Virginia, donde fuera, como fuera y con quien fuera, incluso durante esas noches solitarias, cuando dialogabas con la vida ante la muerte, a la luz de una vela. Por eso te fuiste a buscar respuestas, otra vez, en silencio. Vivimos acumulando huecos, Virginia. Virginia Rebeca Millán 33 Réquiem por una artista universitaria Por Marco Antonio Morales Gómez No recuerdo la fecha precisa, pero fue en 1993. Habían pasado unas semanas La Colmena 69, enero-marzo 2011 desde el 14 de mayo, cuando protesté como rector de la Universidad Autónoma del Estado de México ante los integrantes del Honorable Consejo Universitario, y Vicky Aguirre, una chica inquieta y creativa que desarrollaba acciones de difusión cultural desde la Compañía Universitaria de Teatro, esperaba en la antesala de la rectoría para que la recibiera luego de haberla citado de manera sorpresiva para ella. —Me dijeron que querías hablar conmigo, ¿es cierto? –me preguntó–. —Quiero pedirte tu participación en un proyecto que, me parece, podría ser muy exitoso y al que pienso canalizar todo mi apoyo. —¿Y cuál es? –me preguntó, entre curiosa e incrédula–. —Quiero construir –le comenté– la mejor revista de difusión cultural universitaria. Siempre he pensado que en la Universidad tenemos con qué lograr un proyecto de esa naturaleza. —Te felicito –me dijo un poco lejana, y me cuestionó–: ¿Yo qué puedo hacer por ti? (En el momento en que protagonizas este relato, Virginia, te hablaba con la confianza de saber que simplemente escucharías y darías tu opinión para que pudieras, desde la certeza de los argumentos y su mezcla con el afecto y la lealtad, tomar alguna decisión después de valorar y encontrar un equilibrio entre tus potencialidades y la entereza que regalaste en todas las acciones de las que fuiste parte). 34 Marco Antonio Morales Gómez Réquiem por una artista universitaria Presentación del primer número de La Colmena (1993). Réquiem por una artista universitaria Marco Antonio Morales Gómez La Colmena 69, enero-marzo 2011 La miré fijamente a los ojos y le dije sin más y con el menor recato: —Quiero que seas la directora. —Marco, por Dios, yo nunca he trabajado en un programa editorial, y mucho menos en hacer una revista –me contestó–. —Ése es el primer requisito para dirigir el proyecto –le reviré–. Necesito que el líder de la nueva revista no esté influido por ninguna experiencia anterior. —Pero es que yo no sé cómo se forma una revista, ni cómo se diagrama, ni cuál es el criterio para el número de las páginas, la extensión de los artículos, el impacto de sus orientaciones, la calidad de sus colaboradores. En fin, no sé de qué me estás hablando –insistió–. —Ese es precisamente el segundo de los requisitos. Quiero algo nuevo, fresco, sin ataduras, y para lograrlo necesito alguien que tampoco tenga ataduras, ni influencias de lo establecido; que no se preocupe por la tradición editorial y que deje a un lado las recomendaciones y los “doctos” consejos de quienes han vivido entre la tinta y los cuadratines. Vicky no daba crédito a la propuesta. Todavía hizo un intento de indagar si era verdadera o solamente le estaba jugando una broma. —Se va a llamar La Colmena porque será la casa de las abejas, y si recuerdas – le comenté con entusiasmo–, el maestro Horacio Zúñiga definió a la comunidad universitaria del Estado de México como “enjambre de abejas de lumbre”. ¿Qué te parece? —Me gusta –respondió, interesándose ya en el proyecto–, pero ¿cómo la tienes planeada?, ¿por dónde empiezo?, ¿a quién involucro?, ¿con qué elementos voy a contar? —Me parece que ya aceptaste y que ya estamos hablando de los prolegómenos del programa para la creación de La Colmena, ¿no es así, mi querida Vicky? –le pregunté un tanto divertido y feliz de comprobar que a un creador, que a una artista, como sin duda lo fue Virginia, le bastan unas cuantas palabras y una propuesta de verdad, de la manera en que le fueron suficientes a ella, para entusiasmarse e involucrarse en lo 35 La Colmena 69, enero-marzo 2011 que, desde mi punto de vista, ha resultado una de las mejores propuestas culturales y, sin duda, una de las más exitosas–. Recuerdo que en los inicios de la revista, algunos incrédulos se acercaron a la rectoría para preguntarme, “preocupados”, en qué manos había dejado aquélla que había presentado como una de mis mejores propuestas de difusión cultural en mi campaña para rector. “Se está construyendo un diseño extraño”. “El tamaño no es el más adecuado y existen pocas referencias sobre el que se está proponiendo”. “La ventana de la portada parece poco seria”. “El papel no es el tradicional”. Sin embargo, teníamos muy claro el horizonte editorial y cultural que queríamos para la revista. El primer número le costó a Vicky muchos desvelos y no pocas contrariedades, pero desde su aparición recibió comentarios afortunados, positivos y hasta entusiastas, aunque también los hubo contrarios y hasta poco gratos. Llegó la prueba de fuego cuando se enviaron ejemplares de los primeros números a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, ya desde entonces (hablamos de 1994) el acontecimiento más importante de la industria editorial y, en consecuencia, de mucha significación para el trabajo universitario en ese renglón. La Colmena de Vicky: el trabajo, dedicación, entrega, verticalidad y, particularmente, honestidad intelectual de Virginia, tuvieron su recompensa. La Colmena, prácticamente en su nacimiento, en su primera temporada, ganó la mención honorífica del II premio Arnaldo Orfila Reynal a la edición universitaria 1994, en el género revista de difusión cultural, la distinción más significativa en ese rubro. No faltó quien tratara de minimizar el logro. Entre los comentarios negativos con que se recibió el premio –no abundantes, por cierto–, los hubo del tipo “es la suerte del principiante”, “fue una chiripada”, “vamos a esperar el próximo año y veremos qué pasa con la revista”, “seguro se cae”. Y sí, esperamos al próximo año, pero La Colmena ya no se quedó con la mención honorífica, pues simplemente ganó el III premio Arnaldo Orfila Reynal a la edición universitaria 1995, otorgado por un jurado presidido por el maestro Martí Soler Vinyes. He querido escribir este relato porque los acontecimientos que he narrado fueron parte de mi administración al frente de la rectoría de la Universidad Autónoma del Estado de México y porque me llena de orgullo y satisfacción el triunfo de mi querida amiga Virginia Aguirre, quien si bien, por mandato de la vida, ya no está físicamente con nosotros, nos ha dejado su legado y sus éxitos de dignísima universitaria. No quiero abundar en otros rasgos también importantes y significativos que la distinguieron y que aún caracterizan su obra cultural, los cuales dejo a otros, y que tienen que ver con las líneas de La Colmena, su construcción literaria, humana, cultural o académica como el espacio adecuado para aplaudir los logros de Virginia. Yo sólo he querido dejar en blanco y negro, sin recovecos ni aderezos innecesarios, el mejor y el más sentido de mis reconocimientos a una gran señora, así, con todas sus letras, a una gran señora de la cultura universitaria. Hasta pronto, Vicky. 36 Marco Antonio Morales Gómez Réquiem por una artista universitaria Abeja reina y diva (Exultante evocación de la entrañable amiga) Por Víctor Nava Marín Aunque te había visto ya –no sin una grata impresión por tu belleza y desempeño Abeja reina y diva Víctor Nava Marín La Colmena 69, enero-marzo 2011 actoral– en algunas escenificaciones de Esvón Gamaliel y de Marco Morales, tus promotores y guías, impactante e intimidatorio fue para mí conocerte de manera personal. Ello sucedió aquella tarde noche de los ochentas, cuando al salir yo del edificio de Rectoría para encontrarme con mi novia me llamó de pronto Esvón (con quien platicabas en la explanada del pórtico), haciéndome saber, tras presentarnos, que algo me querías decir. Ante las osadas y halagadoras cosas que me dijiste me puse tan nervioso que no supe qué responder ni cómo actuar. Entonces, inquisidora pero de manera cordial, me cuestionaste que si acaso las mujeres no tenían el derecho o no podían expresar de una manera abierta lo que querían (a mi parecer, un adelantado acto feminista desde un paradigmático punto de vista femenino). Mas contrariado aún, quise eludir la situación, pero Esvón me hizo ver que no había otra intención de tu parte que la de manifestarme tu aprecio. En ese momento llegó Yuli, mi novia “y salvadora”, por lo que tuve que despedirme de ustedes, todo perplejo. Al preguntarme ella qué me pasaba, lo único que pude responderle fue que acababa de conocer a una mujer fuera de serie. Con una discreta sonrisa de aceptación, sin más, lo entendió; con el tiempo comprobó que no estaba equivocado. Más tarde, me habría de llevar otra sorpresa al enterarme que eras la hermana de mi gran amiga Cereza, lo que estrechó nuestra amistad a tal punto que, ya fuera en la casa de tus padres (la que llegué a frecuentar durante algún tiempo), ya en la oficina o fuera de ésta (cuando te acompañaba a fumarte un cigarro o a tomar un 37 La Colmena 69, enero-marzo 2011 café), o bien en tu casa, llegamos a platicar, por breves o largos ratos, unas veces sobre temas que nos eran de común interés (el cine o el teatro), otras sobre cosas de plano intrascendentes o de ciertos planes y propósitos. Uno de éstos –apenas insinuado y que pudimos llevar a cabo de manera conjunta– quedó pendiente: el de llegar a dirigirte alguna vez un monólogo (“Órale, chaparrito, a ver qué y cuándo hacemos algo, ¿no?”, me sugeriste no hace mucho tiempo). Tiempo atrás, en la cocina de la casa de tus padres, mientras nos echábamos, tú unos tequilas y yo unas chelas, preocupada por el proceso y la falta de compromiso de tus compañeros de El divino Narciso, me decías –muy segura de ti y refiriéndote a éstos–: “…Me los voy a llevar por delante”. Al momento, supuse que tu declaración era un simple arrebato producto del etílico efecto. Pero cuando vi tu soberbia interpretación de Eco, comprendí hasta qué punto tenías la razón y estabas en verdad comprometida con el teatro. Pero no sólo en el teatro, en la radio también quedó la imborrable huella de tu voz, que, sensual, afable se oyó durante no sé cuántos agradables y amenos programas. Por si no fuera poco, y respondiendo con lealtad y ejemplar entrega a la confianza que depositó en ti el rector amigo Marco Antonio Morales para que te hicieras cargo de tan retadora empresa, sacaste a la luz La Colmena, revista con la que, en poco tiempo, y a lo largo de diecisiete años, pusiste en alto a la UAEM, siendo una de las mejores publicaciones culturales del país. Y qué decir de tu alta calidad humana, de tus apapachadores saludos, de la buena vibra que transmitiste a quienes, por admiración o por afecto, o con cualquier otro pretexto, se acercaron a ti para saludarte. En lo personal me siento muy afortunado por haber sido –lo comprobé no pocas veces– uno de tus amigos más apapachados y queridos, lo que nunca olvidaré, como tampoco olvidaré –y mucho menos dejaré de agradecerte– que hayas preguntado siempre por el estado de salud (en permanente deterioro) de mi madre; por mi sobrino Mayo, quien te cayó muy bien desde que dijo de memoria el monólogo de Hamlet, y recientemente, por mi pequeña hija Colet, a la que, aunque no conociste, me “atododareaste” cuando venía al caso hablar de ella. Con particular emoción recuerdo la vez que tú y José Luis me invitaron a su casa. Llegué por la tarde, y como él no llegaba hasta la noche, empezamos a embriagarnos tú y yo con vino y escuchando música. (Una y otra vez disfrutamos a María Calas, tan profundamente admirada por ambos). Al llegar José Luis, y luego de comprar más vino, seguimos departiendo el momento. Descubrí entonces otra de tus facetas: tu afición por el arte culinario, pues preparaste un excelente platillo. Al tiempo que disfrutábamos tu exquisito guiso, evocamos emotivas anécdotas y recuerdos, algunos de ellos vividos en el teatro con Esvón, de quien además empezamos a reunir documentos y a planear la argumentación para que el Teatro Universitario de Cámara llevara su nombre. Larga fue la velada (me llevaron a mi casa casi a las seis de la mañana), habiendo quedado pendiente una próxima, como pendiente quedó lo del monólogo y, a sugerencia tuya, hacer un texto con los títulos de los ciclos del cineclub que tanto te agradaban. 38 Víctor Nava Marín Abeja reina y diva Vicky, Abeja Reina, Diva Te fuiste, Vicky, triunfadora en la vida, dejándonos este amoroso recuerdo de tu arrobadora presencia (colmada de belleza, sensibilidad e inteligencia). Encarnando a una tal Raimunda y a otros tantos personajes, brillaste como nadie en el escenario; Eco fuiste de su divino Narciso y eco de su enigmática imagen. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Como verdadera diva –única que ha habido en nuestro teatro universitario–, creaste y fuiste actriz de tu propio personaje, despertando respeto y admiración dentro y fuera de la escena. Sensual y seductora, muchas veces hiciste viajar tu voz por las hertzianas ondas, transportadoras de plácidas imágenes sonoras. Millonaria de amor y rica en sentimiento humano, Abeja reina y diva Víctor Nava Marín 39 prodigaste a diario, sin distingos ni reservas, miles de efusivos apapachos, dándote siempre tu lugar y poniendo en el suyo a quienes otra cosa intentaron. Discreta en tus cosas personales, y sin que nadie lo supiera, elegiste la filosofía como profesión y vida, logrando obtener, por gusto, un grado superior universitario. No poca cosa fue –pero con rigor y entrega lo lograste– haber mantenido, durante diecisiete años, una revista cultural tan prestigiada como La Colmena, en la que poetas y escritores, académicos e intelectuales, ilustrados por plásticos artistas, encontraron –y encuentran– el idóneo espacio para dar a conocer su obra. La tuya, como ves, ha sido grande. Y ahora que el telón se te ha cerrado, nos toca, entrañable amiga, aplaudirte no sólo como mujer hermosa, sensible e inteligente, sino como amorosa amiga, como actriz primera y diva, y como la abeja reina de la espléndida Colmena. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Amiga Vicky, que la miel que, con fervor y entusiasmo, derramaste en el escenario, en la radio y en cada una de las páginas de La Colmena endulce este amoroso recuerdo que nos dejas. 40 Víctor Nava Marín Abeja reina y diva Un tríptico para Virginia Aguirre De sonidos, sirenas y aromas Por Sandro Valdés Lugo Canto infinito Con los dedos entumecidos, un compositor sueña sentado frente a un piano, Un tríptico para Virginia Aguirre Sandro Valdés Lugo La Colmena 69, enero-marzo 2011 situado en la esquina de una diminuta habitación con las ventanas abiertas. Un aire de locura le rodea, pues constantemente se dice a sí mismo: he de forjar semejante monumento vocal. Cientos de voces silenciosas y parcas me saldrán del alma. Luego de la atmósfera gloriosa que han creado sus palabras, estira los dedos, decidido a plantarlos en el piano. Repasaré de nuevo los magistrales acordes. Una inofensiva mosca que emite un leve zumbido, molesta su extraordinaria tarea. Creatura ruidosa, has desolado mi grandiosa polifonía. La mosca detiene su vuelo y descansa delante del primer acorde. Ensuciará la partitura. El compositor se descalza lentamente mientras mira fijamente la partitura, como tramando algo, hasta que paf, estrella el zapato contra la mosca que descansaba en las pautas y que queda así estampada al instante. Una partitura sucia se ciñe y plantea una nueva vía para mi obra, según la imperfección tendida en las pautas. Debo continuar mi composición. Pero una sirena de ambulancia perturba de nuevo su trabajo. Que mi fuero interno deslice su siniestra sombra al exterior, para que el desglose caótico obre a favor de la manifestación de mi genio. Y por la ventana, de pronto, se escuchan voces. ¿Mis besos ya no hacen vibrar tu alma? No, quizá tus labios ya desdeñan los míos. 41 La Colmena 69, enero-marzo 2011 Si lo que afirmas fuese cierto, hace mucho que tal cosa se manifestaría en mi cuerpo con un lento y gélido fluido sanguíneo. Estaría imposibilitado de realizar cualquier movimiento. Ningún motor me habría movido hacia ti, ni siquiera el beso con el que hace poco envolví tu frente. Escúchame. Enfurecido, el compositor cierra la ventana. Ahora parece que nada a mi alrededor ha de amenazar mi trabajo. Pero antes de que sus dedos rocen las teclas, alguien llama a la puerta. El compositor entierra los dedos, como si quisiera desgarrar todo lo que emita sonido. Se acerca a la puerta y al abrirla, se encuentra con la soprano que ensayará los primeros pasajes dedicados a su tesitura. Hay tanto ruido allá afuera que no me permite continuar la composición, dice molesto. ¿Qué lo hace creer que el ruido sólo viene de afuera?, responde amargamente la soprano. ¿Estudió la partitura?, pregunta el compositor a la cantante, y ella le responde con un gesto. Claro, aunque pienso que hay pasajes que están más allá de mis capacidades, pues contienen notas muy altas. Justamente de eso vine a hablarle. Él replantea las cosas. Lo que usted me quiere dar a entender es que no cantará esta obra. Ella las coloca en un mejor plano. Se equivoca, mi intención es sugerirle que baje dos tonos la partitura, pues no hay cantante con la capacidad de alcanzar semejantes notas, al menos no en este momento. Nuestro compositor replica todavía más enfadado: De ninguna manera accederé a tan divesca petición. Pues yo tampoco cederé ante su arrogancia. Sin embargo, he de proponerle algo. Repasemos la obra, así se convencerá del error tan grande que comete al exigir semejante extensión vocal. Comienzan a interpretar la pieza con el compositor al piano. Los primeros compases son agradables al oído, pues el timbre y la forma de atacar las notas por parte de la soprano resultan adecuados. Pero cuando la voz se enfrenta a una escala 42 Sandro Valdés Lugo Un tríptico para Viginia Aguirre ascendente que al parecer no tiene límite preciso, la intensidad y potencia de la voz disminuyen hasta desaparecer, lo que se hace más notorio cuando el piano atiende a los silencios indicados por su línea. Pese a ello, los labios de la soprano siguen moviéndose. De pronto, deja de moverlos. El compositor toca una negra y luego aplaude. Excelente. ¿Pero acaso está usted sordo? Durante más de la mitad de la obra no hubo sonido alguno, más que ese solitario Sí bemol ataviado de un absurdo calderón con anacrusa a un compás plagado de silencios. ¿Es lo único que escuchó? Sí. Qué poco modesta es usted. Cree que el único sonido que vale la pena es el que le sale por la boca y el que le viene de un montón de rasgaduras entre hombre y materia. Al parecer, no escuchó la lectura que hizo su cuerpo de la altura sonora, aquello que sus labios captaron mejor que su cabeza. Sirena La divinidad crea la vida y se queda en el Cielo. El sepulturero acomoda y encierra la muerte y se queda en la Tierra. Gabriel Miró Llamas en la barca al ocaso inmolada cual estrella siniestra arde tu seno el agua sobre la que se yergue tu llanto ha de apagar tu sed. Érase un hombre que flotaba sobre las aguas, herido de muerte por el incendio del barco en que viajaba. Era tal la debilidad en su cuerpo que las olas decidían su camino. Dirigió la vista al punto del que brotaban unos cantos femeninos. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Elévese la última palabra en caos al compás de este celestial canto. Divino cielo de claroscuro intenso enamorado de este mar plateado pretencioso de su reflejo has de contenerte en él. Cielo en pasión desbordada bañémonos en ardorosos cantos festivos aunque el golpeteo de las olas pretenda sucumbir tu deseo. Cuando el mar desplazó el cuerpo hasta el lugar, los soles asustaron los pequeños ojos de las sirenas. El hombre hizo todo lo posible para que su cuerpo permaneciera allí, como si fuese el más duro escolio. Al anochecer, en cuanto los cantos volvieron a abalanzarse, su mirada se mantuvo fija en la sirena que estaba más cerca de su agonizante cuerpo. El hombre se dijo: Un tríptico para Virginia Aguirre Sandro Valdés Lugo 43 A la belleza que irradias ofrecería mis deseos, si aún la fuerza acompañara al cuerpo, pero ahora sólo puedo aspirar el cuadro sublime, abandonarme a su contemplación para ahogarme en su fulgor. La luna te ilumina. Aún así, la oscuridad no te abandona del todo. Cada vez que levantas una mano, la luz parece adornarte, mientras que la otra parte de tu cuerpo permanece escondida, como si algo ocultaras. Dios permita que la luz invada cada espacio, que la oscuridad sea una nada absoluta. Así podré percibirte, sin temor. Una tormenta se anuncia con negras nubes. La luna se guarda como si temiese que el agua fuera adueñarse de su semblante. Eco en tiempo desdén en viento Oh, Luna, ¿nos abandonas? Cual crepúsculo diseminado tirado en olas sonoras casi entonadas en triste lira Oh, Cielo, entierra tu ira en relámpagos. El hombre vio sumergirse a la sirena de la que se había enamorado. ¿Te marchas?, se pregunta angustiado. La sangre, transfigurada en agua, se ha convertido en una mancha, cual aura evanescente. Mi conciencia se disuelve en la penumbra del misterio existencial. Es el céfiro que aún respiro y que se perpetúa en la divinidad. La máscara del universo es una dualidad para los ojos. El amor es la única manifestación de unidad. Divina sirena, me fundiré contigo en el todo, grita apuntando los labios al cielo, mientras su cuerpo se hunde en el fondo del mar. La noche siguiente, la sirena emerge a la superficie y atraviesa la enorme mancha roja. Bañada en sangre canta. La Colmena 69, enero-marzo 2011 La máscara del universo es una dualidad a los ojos. El amor es la única manifestación de unidad. Amor mío, ¿dónde estás? 44 Sandro Valdés Lugo Un tríptico para Viginia Aguirre Alma y aroma Deme medio kilo de ese café que huele, no del otro. Ramón Gómez de la Serna La Colmena 69, enero-marzo 2011 ¿Quién no se siente abrumado por el recuerdo de un aroma, por la forma de su emotividad? Es la sensación de estar envuelto en una cobija, es una presencia sin color que trasciende las sensaciones y se inserta de manera traviesa en la mente, para mover desde ahí el cuerpo llevándolo del grano de café a la máquina. Y cada palabra se convierte en filtro y en líquido de mi paladar, líquido de mi cuerpo. Siento la humana palabra al palpitar mi ser de agua. Y mi alma de aroma, transustanciada en el aire, responderá en el destello y se materializará en el viento. Y de la máquina caigo al grito de la orden: un expreso y un capuchino a la mesa dos. Siempre me arropa la taza. Caigo para no ascender. Caigo para evaporar. Sólo la luz me da esperanza, aunque ciego y vidente sea a la vez. El expreso para el caballero y el capuchino para la señorita. Manos frías me abrazan en tazas distintas. Manos que me seducen por la espesura del ser poseedor de su dicha. Expreso de hombre, expreso masculino. Tu mirada me consume, pero en mi oscuro manto ha de caer tu reflejo cual media luna. Sólo aprehendo tus ojos pesados, y esa nariz glotona. ¿Me inhalas?, ¿no te basta con poseer mi sabor? Capuchino femenino. Capuchino de mujer. Estoy ciego, no puedo verte, nada más siento tus labios. Hay algo amargo en tu sorbo, empañarás mi dulzura. Ascenderé aunque sus alientos pretendan domeñarme. Tentadora, mi carne líquida de agua ciega, en la que hombre y mujer aterrizan su llanto, su desesperación y su silencio. Dulce capuchino, dulce otoño mío, ocre en mí, dice la mujer mientras esplende la crema en sus labios. Ligero, mi vapor asciende, doblando las miradas de ambos. Y me estrello en el beso amargo cuyo abrazo es la sonoridad más envolvente y cálida. Pero he de abandonarla, he de hacer del café una caja negra con la que los abandone en un silencio fúnebre. Quédense mi cuerpo de amargura. Carajo, este café está quemado, coinciden ambos en el gesto y en la llama apagada de su deseo. Y juega mi esencia en olas verticales, aspira a lo más álgido del lugar. Aroma: alma de la planta, alma del café, que canta en la memoria. Un tríptico para Virginia Aguirre Sandro Valdés Lugo 45 Corona de aforismos a la eterna memoria de mi inolvidable amiga Virginia Aguirre Por Mijail Malishev Cuando al hombre le parece que todo lo deseable resulta imposible, que nadie puede hacer la menor cosa por él, que todo está irremediablemente perdido; si, a pesar de esto, todavía conserva la esperanza en un milagro, esta esperanza es, por sí misma, un milagro. *** La Colmena 69, enero-marzo 2011 Por natural e inevitable que resulte la muerte de un ser querido, la fuente de la tristeza está en la comprensión de su singularidad. Desde luego, el sentido común podría sugerir explicaciones oportunas: coincidencia fatal de circunstancias, edad avanzada, enfermedad incurable. Y sin embargo, sin embargo... Todos estos argumentos, por contundentes que pudieran ser, no son capaces de eliminar en nuestra alma el sentimiento tenaz de que esa muerte es algo injusto y pérfido. *** El futuro crea un abanico de fabulosas posibilidades, pero el pasado las reduce al pluscuamperfecto: el desafío quijotesco contra lo irreversible. *** 46 Mijail Malishev Corona de aforismos El hombre se distingue de otros animales por la conciencia de su muerte, pero todavía más por el deseo de no morir. *** El moribundo se ve en una situación trágica cuando la fecha de su fin es tan cierta como la necesidad de morir un día cualquiera. Esta situación provoca el infierno de la desesperación. Precisamente por eso el hombre pospone la fecha de su muerte, se rebela contra su inminente fin diciendo: “sin duda voy a morir, pero no por ahora, más tarde, un día, en que no es necesario pensar”. Así que la muerte, a pesar de su inminencia, casi nunca es para esta ocasión. *** Nada nos pertenece. Esta idea abstracta se transforma en vivencia existencial cuando nos encontramos en una situación-límite: entre el ser y la muerte. *** El futuro es mientras será; el pasado es en tanto era; sólo el presente es, porque incesantemente devora lo que todavía no es y lo transforma en lo que ya no es. *** La vida humana es demasiado corta para aprender todo y demasiado larga para morir y no comprender esta verdad. *** Tras la desolación por la pérdida de un ser querido llega la resignación. Esta conciencia de no poder reemplazar a quien ha desaparecido para siempre, nos obliga a establecer un nuevo modus vivendi con nuestro ser disminuido. *** La Colmena 69, enero-marzo 2011 Qué es el azar sino la arbitrariedad de un destino endemoniado que, de vez en cuando, nos advierte que los caminos de la vida son inescrutables. *** Ya que nadie sabe cuándo morirá, el tiempo puede ser médico, verdugo o curandero que mantiene a su paciente en un estado intermedio entre el vivir y el morir. *** Corona de aforismos Mijail Malishev 47 Cuando uno está sufriendo mucho, el dolor desaloja la idea de nuestro propio no ser. Centenares de pequeñas molestias avasallan nuestro cuerpo, y en ese momento no se piensa en la muerte, aunque se vivencia su llegada. *** Hubiéramos podido desmiente la razón suficiente de lo sucedido en el pasado, es una reversa imaginaria que nos transporta al momento en que todavía no se habían desvanecido las posibilidades de tener una mejor opción. *** Ante la inminencia de la muerte entendemos una verdad: el ser es el tiempo, y es éste lo que le da al ser la posibilidad de otorgarle algún sentido a su existencia. *** El hombre canta aleluya a la grandeza del ser. La razón de este elogio es su temor ante la nada. *** El futuro cercano es incierto y el porvenir lejano es fúnebre, pues lo que tiene que ocurrir, tarde o temprano ocurrirá. Sin embargo, el futuro cercano nos reconcilia con el porvenir lejano porque lo pensamos tan remoto que es conmensurable con la imagen misma de lo eterno. *** Si los estoicos profesaron: “no confíes en la llegada de lo que esperas, aprende a convivir con lo que acontece”; los modernos afirman: “no te conformes con lo que sucede, contribuye al surgimiento de lo que se está gestando”. *** La Colmena 69, enero-marzo 2011 Al paso de los años empezamos a reconocer con ternura lo que fueron nuestras ilusiones y hasta nos enorgullecemos de ellas. *** Lo acontecido hubiera podido suceder de otras maneras, y en estas posibilidades desvanecidas radica la nostalgia por las ilusiones perdidas. 48 Mijail Malishev Corona de aforismos *** La muerte es una tragedia porque casi siempre se presenta antes de que desaparezca nuestro deseo de vivir y de disfrutar la vida. *** A veces, sin haber sufrido otras desgracias, la única desdicha que convierte al hombre en un mártir es su nacimiento. *** La memoria es un consuelo débil que no suaviza tanto sino que exacerba la crueldad implacable de la irreversibilidad del tiempo: “y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca/ se ha de volver a pisar”. *** La brecha que separa el resultado de la meta anhelada puede servir como criterio para elegir el adjetivo para el sustantivo destino: irónico, caprichoso, pérfido, cruel... *** Si el desenlace de la vida es la muerte, entonces la vida es un existir sin esperanza de éxito. Sin embargo, según Albert Camus, vivir dignamente significa no humillarse con el amor fati de un conformista ni descender hasta el atolladero desesperado de un suicida. Vivir significa existir desafiando el absurdo de morir. *** Los vaivenes del azar introducen en nuestra vida muchas enmiendas: trastornan nuestras expectativas, desbaratan nuestras ambiciones y nos transforman de pastor del ser en simple oveja del rebaño humano. La Colmena 69, enero-marzo 2011 *** El tiempo borra lo que no sucedió pero hubiera podido suceder. Si se anulara el pluscuamperfecto, el pasado se convertiría en un reino lúgubre de necesidad, como si sus agentes fueran simples marionetas en las manos de un poderoso titiritero. *** Corona de aforismos Mijail Malishev 49 El rito fúnebre fue el primer desafío del ser humano a la fragilidad del tiempo de su existencia lamentable. *** El devenir es enemigo de la eternidad: la desaloja de este mundo mudándola al más allá. *** La vida es un payaso. ¿Qué otra cosa podemos esperar del borrador que reparamos en el pluscuamperfecto? *** El presente existe: nadie puede salir de sus límites ni por un instante, mientras que el futuro y el pasado existen aunque todavía no hayamos entrado o hayamos salido de sus fronteras. *** La idea de la mala suerte me ayuda a soportar mis desdichas, aunque no me libera de una amarga pregunta: ¿por qué, carajo, me toca ser su víctima? *** La existencia de nuestros padres y abuelos es una trinchera simbólica que protege nuestra vida y nos aleja del fantasma de la muerte. Al convertirnos en huérfanos, ocupamos su trinchera y protegemos simbólicamente la vida de nuestros hijos y nietos. *** La Colmena 69, enero-marzo 2011 Spinoza consideraba que el hombre libre en ninguna cosa piensa menos que en su muerte; al contrario, Kierkegaard sostenía que sólo la vivencia de la muerte nos hace comprender el sentido auténtico de nuestro existir, mientras que para Cioran la idea de nuestro fin es como un tóxico fortificante: nos corroe, pero también nos tranquiliza. *** 50 Mijail Malishev Corona de aforismos La Colmena 69, enero-marzo 2011 Corona de aforismos Mijail Malishev 51 Un animal pensante, como millones de sus congéneres, se arrastra sobre la superficie de la tierra desgarrándose en su existencia lamentable por la idea de que es un ser singular, y su autoconciencia acentúa todavía más su destino trágico. *** El futuro nos da nuevas posibilidades, mientras que el pasado nos obliga a comprender mejor los obstáculos en el camino de sus realizaciones. *** La agonía de esperanza acontece como una resignación sumisa ante la inminencia del fracaso, como una rabia impotente contra la oportunidad perdida o como una desesperación obstinada que presiente lo irremediable de su derrota y, no obstante, continúa su resistencia contra lo irreparable… en el pluscuamperfecto. *** El consuelo nos reconcilia con la desdicha y finge ofrecernos una tercera opción entre el éxito y la frustración. *** Quien es amado por sus méritos quisiera ser amado por su ser. No entiende que sus méritos constituyen el meollo de su ser. *** El ser humano es el único animal que sabe que desaparecerá y también el único que quiere ser reconocido después de su muerte. *** La Colmena 69, enero-marzo 2011 Obtenemos una amarga lección de nuestros equívocos a costa de vivificar el cadáver de lo acontecido en el pluscuamperfecto. *** Como nuestra esencia no coincide con nuestra existencia, de vez en cuando nos sorprendemos de nosotros mismos. *** 52 Mijail Malishev Corona de aforismos Soy lo que soy no es garantía de que llegaré a ser lo que soy capaz de ser. El azar corta las alas de nuestros sueños. *** Para algunos, toda la vida es un simple ensayo que se convertirá un día en obra maestra. Esperando el acontecimiento milagroso que los redima, pasan al lado de la felicidad sin reconocerla ni percatarse de que el milagro anhelado se encuentra en los acontecimientos que están viviendo. *** La nostalgia es hija de la irreversibilidad del tiempo que crece con el devenir. En la medida que se agota la sorpresa de existir, aumenta la simpatía por las ilusiones perdidas. *** El hombre es una partícula del universo, pero no podría existir sin considerarse el centro de su microcosmos. *** Cioran dijo: “La muerte es inmoral”, ya que “al morir arrastramos a la tumba el mundo entero”. Por fortuna, existe una fe animal que, según Santayana, resiste a la sofística del solipsismo de la muerte y nos convence de que el mundo seguirá existiendo después de nuestro fin. *** La vida es irónica. ¿Qué otra cosa podemos esperar de un manuscrito que corregimos en el pluscuamperfecto? *** La Colmena 69, enero-marzo 2011 No sólo necesitamos de los demás, también necesitamos que nos necesiten: reconocer esta necesidad da sentido a nuestro ser. *** La autoconciencia transfigura a cada ser humano, por insignificante que sea: lo hace sentir único e irrepetible. En ella radica su grandeza y, a la vez, su tragedia, Corona de aforismos Mijail Malishev 53 pues el hombre sabe de su fin inevitable y a la vez sabe que su yo es singular y que nunca volverá a ser. *** El discurso del remordimiento: sucedió, pero hubiera podido no suceder. El discurso de la nostalgia: aconteció, pero hubiera podido prolongarse hasta hoy en día. *** A veces empiezas a pensar y te abarca el miedo de seguir pensando por no perder la última ilusión de que todavía hay algo sagrado en este mundo. *** La muerte es irónica: nunca se presenta como la imaginamos. Cada moribundo, si fuera capaz de hacerlo, exclamaría: “¡Ah, desgraciada, es así como eres!” *** En la juventud nos parece que pasa el tiempo, pero en la vejez descubrimos que somos nosotros los que pasamos. *** La distancia entre el vivo y el muerto es absoluta y equivale a la infinitud que separa el ser de la nada. *** Algunas verdades nos excitan como si tomáramos una copa de champaña; otras nos desembriagan, haciéndonos sufrir una cruda, y otras más nos provocan el deseo de emborracharnos hasta el punto de que sea imposible separar la verdad de la ilusión. La Colmena 69, enero-marzo 2011 *** El principio de todos los principios de razón suficiente dice: existe el ser y no la nada. La nada es un parásito del ser que se alimenta de sus despojos. *** 54 Mijail Malishev Corona de aforismos El pluscuamperfecto es un mago que transforma lo irreparable en lo virtual. Hubiera podido es una ilusión que nos ayuda a abrir una brecha en la fatalidad de lo irreversible. *** El pensador es un hombre común y corriente, pero a diferencia de los demás transforma la reflexión sobre la esencia de la vida en el sentido de su existencia. *** El hombre está provisto del saber de su fin irremediable, pero desprovisto de suficientes recursos anímicos para sobreponerse a esa verdad implacable. Esto le obliga a recurrir al último recurso: la fe en el más allá. *** La comprensión de que la vida es breve suele llegar demasiado tarde para sacarle provecho a este aprendizaje. *** La muerte es lo inhumano demasiado humano. *** Toda nuestra vida es una preparación para el réquiem que no nos tocará escuchar. *** Que Dios exista o no es imposible demostrarlo. Pero el hecho de que muchos lo necesitan le otorga un gran valor. No todo lo que vale existe, pero tampoco todo lo que existe vale. La Colmena 69, enero-marzo 2011 *** La lucha por la existencia convierte la duda hamletiana –ser o no ser– en el deseo inquebrantable: ¡ser! *** Corona de aforismos Mijail Malishev 55 Cuando alcanzamos una edad avanzada solemos percibir nuestra existencia como un tiempo finito que poco a poco se va retirando: comprendemos que nuestra vida se está acabando. Y sin embargo, a pesar de la nostalgia, entendemos que lo más importante está delante, pero que, desgraciadamente, se va recortando, se va reduciendo… *** Vemos en el reconocimiento póstumo el único remedio para salvar del olvido absoluto a los que ya se fueron. Queremos salvarlos en nuestra memoria..., por lo menos en nuestra memoria. *** Antes de extinguirse en la oscuridad de la decepción, el alba que engendra los rayos de la esperanza atraviesa los crepúsculos de un desencanto elegiaco. *** Si hemos contribuido a la lucha contra el mal y hemos preparado mejores condiciones para nuestros descendientes, tendríamos entonces que agradecer el hecho de haber nacido, de haber vivido un rato en este mundo y, quizá, de haber tenido buenas razones para estar contentos de nosotros mismos. *** La vida terrenal del hombre es un instante en comparación con la eternidad, pero precisamente de ese instante depende la calidad de vida en el más allá. *** La Colmena 69, enero-marzo 2011 Por triste que sea nuestro fin terrenal siempre hay algo en el pasado cuyo recuerdo otorga alegría a nuestro corazón. 56 Mijail Malishev Corona de aforismos Una carta para mi entrañable amiga Por Emma Mauricia Moreno Carmona Querida amiga: no vas a creer, pero todo este tiempo he estado pensando en La Colmena 69, enero-marzo 2011 enviarte estas líneas. Tú sabes que te recuerdo todos los días, sabes que me haces falta, a tal grado que te puedo asegurar que siempre estás en mi memoria. No puedo olvidar tu imagen, tu risa y, en una sola palabra, todas las buenas ideas que llegaban a mi testa cuando podía disfrutar de tu charla. Con Mauricia Moreno (13 de julio de 2010). Una carta para mi entrañable amiga Emma Mauricia Moreno Carmona 57 Me siento vacía. Comprendo que no debo sentirme así, puesto que tu recuerdo sigue presente, tu voz, tu risa franca y sincera. No puedo ni podré nunca olvidar que me quedaste a deber una visita, ¿recuerdas? Yo iba a preparar algo de tu dieta. Ya había practicado la fea sopa autorizada por tu médico de cabecera, ¡qué horror! Sin embargo, me puse a idear algo menos raquítico. Para ser franca, poco se podía hacer: colocaría hojitas de perejil sobre tu sopa y unas migajitas de pan. Perdona, creo que es mejor hablar de cuando tú podías saborear cosas más condimentadas y de mejor sabor. ¿Recuerdas? Estoy segura de que se te hace agüita la saliva con el recuerdo de antojos agradables como los que preparábamos para ti. Si digo preparábamos es porque tengo presente lo mucho que te ama tu mamá y que con frecuencia me confiaste que ella guisaba para ti. Vas a decir que tú también lo recuerdas. Te aseguro que nunca vas a olvidar lo mucho que tu familia te amó. Por favor, no olvides esto que voy a decirte. En nuestra vida siempre vas a estar presente. Día a día llegarán nuestros pensamientos. Te aseguro que en la lista de los que nunca te olvidaremos estarán tus padres, hermanas y tu pareja, quienes te llevaremos en la mente y en el corazón. Será así por siempre hasta el final de nuestras existencias. No debes olvidar que te seguiremos amando hasta que llegue el día en que tengamos que encontrarnos en el lugar al que Dios quiso que te adelantaras. Mañana seguiré escribiendo y tal vez te platique algo más. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Toluca, Estado de México, febrero 9 de 2011. 58 Emma Mauricia Moreno Carmona Una carta para mi entrañable amiga En memoria de Vicky Aguirre Escamilla Por Rush González Recuerdo que fue hacia principios de esta década que tuve la ocasión de coincidir En memoria de Vicky Aguirre Escamilla Rush González La Colmena 69, enero-marzo 2011 profesionalmente con Virginia Aguirre. Yo acababa de obtener el grado de maestro en Filosofía Contemporánea y me encontraba ejerciendo el cargo como coordinador de la academia de Filosofía en la Facultad de Humanidades de la UAEM. Este tiempo estuvo marcado por diferentes contrastes políticos y académicos en la Facultad. Existía una suerte de enrarecimiento político en el ambiente. Pese a ello, la creación filosófica seguía hacia adelante. Las cabezas académicas de la licenciatura eran los doctores José Blanco, Gerardo Rodríguez Casas y Mijail Malishev. Blanco estaba esbozando el perfil de su filosofía de la estulticia; Rodríguez Casas había avizorado todo un horizonte en su epistemología integral; a su vez, Mijail Malishev penetraba los abismos de la naturaleza humana a través de su antropología filosófica. Nos habíamos comenzado a agrupar para fundar el cuerpo académico de Filosofía Contemporánea. Una de las exigencias que imponía la Secretaría de Investigación era justamente la producción académica e intelectual resultado de la investigación filosófica. Es decir, la configuración de cuerpos académicos traía aparejado el compromiso de que cada uno de los integrantes contribuyera con su granito de arena en su consolidación. Ahora la publicación de nuestros trabajos no era un lujo, sino una exigencia. Yo ingresé al cuerpo académico mencionado como asociado, debido a mi condición de profesor de asignatura. La exigencia de producir precipitó mi búsqueda de medios impresos para publicar. 59 La Colmena 69, enero-marzo 2011 El asunto es que en mi archivo personal contaba con algunos trabajos almacenados que desde hacia ya algún tiempo tenía la intención de exponer a la luz pública. Los doctores Gerardo Rodríguez Casas y Mijail Malishev fueron quienes me convencieron finalmente de que algunos de esos materiales debían ser conocidos por la redacción de la revista La Colmena. El primero de ellos me aseguró que la revista estaba dedicada a la divulgación y abierta a los diferentes puntos de vista sobre la cultura y el arte. Fue hacia finales de 2001 cuando llegué a las instalaciones de La Colmena. Le pregunté a un joven que iba saliendo del lugar por la oficina de la directora de la revista. Llegué, toqué suavemente la puerta. Nadie respondió. Volví a tocar un poco más fuerte, “probablemente no hay nadie”, me dije. Estaba a punto de darme la vuelta cuando desde el otro lado de la puerta se escuchó claramente una voz que decía “adelante”. Me encontraba un poco nervioso, no sabía cómo me iban a recibir, no sabía de quién era aquella voz; probablemente me iban a rechazar. No obstante, estaba determinado a exponer mi trabajo a la redacción. “Hola, buenas tardes, pásale”. Ahí estaba Virginia. Tenía una especie de mascada color lila en el cabello, que era negro y corto. Debajo de aquella mascada se entreveía una cabellera rizada. Virginia estaba vestida impecablemente. Con una sonrisa me invitó a tomar asiento. Su voz tenue y pausada era indicio de que había trabajado en algún momento en radio, pues su entonación y pausa semejaba la de una locutora. Con toda seguridad había estudiado comunicación, pensé. “¿De dónde vienes?”, me preguntó. “Vengo de la Facultad de Humanidades”, respondí. “¿Conoces al doctor Casas y al doctor Mijail?”, volvió a preguntar. “Sí claro, de hecho he venido por sugerencia directa de ellos, ambos fueron mis maestros en la licenciatura y en la maestría”, contesté. “Entonces tú estudiaste filosofía”; “sí, claro”, le dije. Un día antes había yo hurgado en mis archivos, tratando de seleccionar un trabajo que pudiera gustarle y ajustarse al espíritu de la revista. Había dos trabajos que insistentemente me sonaban en la cabeza, uno se refería a los presocráticos y el otro tenía que ver con la reforma de la filosofía. Me quedé un buen rato sopesando su inteligibilidad. Los dos me parecían adecuados. El que versaba sobre los presocráticos, pensé, era para un público más especializado y seguramente no interesaría en la revista. Consideré que el texto dedicado a la reforma de la filosofía moderna era más adecuado. Sólo tenía que hacer unas leves modificaciones al contenido y la presentación. Comencé por modificar el título y la estructura del trabajo. El primero quedó como “Reflexiones acerca de la bioética y algunas urgencias en la filosofía contemporánea”. Pues ahí estaba frente a la directora de La Colmena. De mi mochila extraje un par de impresiones y un disquete: “vengo a ver la posibilidad de que me publique un artículo en su revista. Este trabajo trata de la bioética vista desde el cristal de la filosofía contemporánea”, le dije. Deslicé los materiales por el escritorio para ponerlos a su alcance. Ella dejó por un momento el libro que estaba leyendo, pude ver de reojo que el título del mismo versaba sobre el holocausto en la segunda guerra 60 Rush González En memoria de Vicky Aguirre Escamilla mundial. Me quedé en silencio. Recogió con sus ávidas manos mi trabajo, revisó el título, le dio vuelta a la primera página, recorrió todas las páginas del documento. Se quedó un rato en silencio antes de emitir su primer comentario. “Se ve interesante tu trabajo”, y continuó: “Sin embargo, tendremos que ponerlo a la consideración de un experto en la materia para que le dé el visto bueno, porque el contenido de la revista debe poseer cierta calidad”; “está bien”, expresé. Ya la oscuridad se apoderaba de las calles de Toluca. En seguida me despedí de ella. “Te mantendré informado”, me dijo. El trabajo salió finalmente publicado en el número 34 de La Colmena, correspondiente al periodo abril-junio de 2002, con el título “Reflexión incidental en torno a la bioética vista desde la metafísica y algunas urgencias en la filosofía contemporánea”. Resulta evidente que gran parte de la biografía profesional de nuestra querida Vicky estuvo íntimamente ligada a la factura de La Colmena. Si pudiera hacer una En el jardín de la Universidad Iberoamericana (26 de septiembre de 2009). En memoria de Vicky Aguirre Escamilla Rush González La Colmena 69, enero-marzo 2011 semblanza para describir parte de su calidad humana, diría que se caracterizó por su apertura y por dar un voto de confianza a los nuevos escritores de nuestra Universidad. Hay que reconocer que escribir ha representado siempre una tarea difícil y que lo ha sido todavía más encontrar un medio para difundir las ideas y el pensamiento. Podría decirse que La Colmena, al ser un medio de divulgación, ha llevado la presencia de nuestra Universidad a diferentes ámbitos y planteles educativos. Digamos que ha cumplido un doble papel, a saber: por un lado, constituirse en un medio de divulgación y, por el otro, ser, de cierta manera, la carta de presentación más digerible de la producción académica de la UAEM. 61 Con la actriz Esperanza Tapia (13 de julio de 2010). La Colmena 69, enero-marzo 2011 A finales de 2003, Virginia, a través de Mijail Malishev –quien también se ha caracterizado por su confianza en los jóvenes– nos invitó a participar en un número monotemático dedicado al problema de la ética. Desde luego, la invitación se hizo extensiva a todos los interesados en el tema. Varios colegas de la academia de filosofía y de otras licenciaturas hicieron llegar sus propuestas. Así fue como hacia finales de 2004, La Colmena publicó su primer monotemático en colaboración con la academia de filosofía de nuestra Universidad. Cabe aclarar que desde entonces la revista ha venido publicando, por lo menos una vez al año, un número monotemático en coordinación o colaboración con los integrantes de la Licenciatura en Filosofía. En cada edición han participado no sólo académicos, sino también se han involucrado alumnos, gracias a la gentileza y apertura de Virginia Aguirre. Entre los temas abordados por la revista figuran las pasiones del alma, el mal desde la perspectiva filosófica, la presencia de lo sagrado, la contracultura e ideología del rock y los griegos y la cultura contemporánea. Ella gozaba mucho cada vez que la revista era presentada en los recintos universitarios y otros espacios. Desde que inició la feria editorial organizada por la Universidad, me hizo, en cuatro ocasiones por lo menos, la atenta invitación de que presentara el número correspondiente. Ella acostumbraba decir que cada número que editaba era, de cierta manera, como un hijo que daba a la luz pública. Desde luego, la satisfacción se dibujaba en su rostro, pues cada número era fruto de todo un empeño coordinado por ella. Alguna vez nos pusimos a platicar sobre el fenómeno de la comunicación contemporánea y sus implicaciones filosóficas. Desde ese momento comprendí que ella tenía una preocupación filosófica. 62 Rush González En memoria de Vicky Aguirre Escamilla La Colmena 69, enero-marzo 2011 Hacía comentarios y preguntas interesantes sobre el tema. Sin duda, tenía buenas lecturas al respecto y una honda preocupación por las implicaciones filosóficas del dolor y la muerte. A mí me intrigaba, cada vez que coincidíamos, su recurrente preocupación por estos asuntos. Cualquiera podría haber dicho que era una mujer más preocupada por su arreglo personal; pero no era así. Desde luego, este aspecto lo tenía resuelto. Me consta. Latía en ella una exploradora emergente de la naturaleza humana. Temas tales como la comunicación, el dolor, el holocausto y la muerte no le hubiesen interesado de haber sido una mujer superficial. Virginia era una asidua buscadora. Más tarde me enteré que estaba haciendo la Licenciatura en Filosofía en la Universidad Iberoamericana. Hasta ese momento comprendí el porqué de su recurrente insistencia en tales temas. Fue entonces que mi curiosidad se apaciguó: ella estaba interesada en el estudio del enigma de la naturaleza humana, estudiaba una licenciatura y tenía una fuerte inclinación hacia la antropología filosófica. Casi diez años después de que tuve mi primer encuentro con Virginia. Siendo yo coordinador del área de filosofía del posgrado en Humanidades, realizó su solicitud formal en la Facultad para ingresar a la Maestría en Filosofía Contemporánea. Para acreditar su solicitud, presentó como documento de licenciatura su título de filosofía. Ingresó al posgrado en el verano de 2010. Tuve el agrado de tenerla como alumna durante el primer semestre. Realizó dos intervenciones brillantes a lo largo del semestre, cada alumno debía exponer dos textos a lo largo del curso. Me agradaban sus participaciones en clase, pues estaban cargadas de sentido y llenas de contenido. En mi clase se respiraba un ambiente muy agradable. Todos los compañeros –o casi todos– tenían siempre algo que decir acerca de los tópicos que se exponían. Virginia brillaba por su madurez y por la sapiencia que mostraba cada vez que intervenía. Su última participación versó sobre la Respuesta a Job, de Carl Jung. Me entregó un buen ensayo, acerca del cual le dije: “vale la pena que este trabajo sea publicado”, ella sólo sonrió. No pensé que justamente la sonrisa que me compartía en ese momento sería la que alumbraría su recuerdo en el salón de clases. El curso estaba a punto de terminar, pero Virginia ya no volvió. Nadie de los todavía vivos volvió a verla. Dicen que cruzó el horizonte de la eternidad. En memoria de Vicky Aguirre Escamilla Rush González 63 Virginia Por Porfirio Hernández Me siento frente a la computadora para escribirte una carta. Qué vano intento La Colmena 69, enero-marzo 2011 éste de decirte algo, de expresar aquello que no supe o no quise expresar cuando te tenía cerca. El gran Héctor Lavoe decía en sus descargas que “si no me quieres dímelo ahora, cuando esté muerto no vengas a mi tumba a llorar”. Desde luego que eres querida, querida Virginia, tan querida que aun cuando no nos frecuentáramos como amigos que somos, siempre has sido para mí esa presencia que me honra conocer y admirar. Tu profesión editorial me dio luz y aliento cuando comenzaba a vivir la lectura desde adentro. Pero qué he decirte a ti de creación, si la primera imagen que te guardo es la de Celia en la Crónica de un desayuno del maese Jesús González Dávila. Eras plena. Hacías teatro, fuiste parte de una generación fundadora del teatro universitario. Una vena que todos admiramos de ti. Una actriz de primera. Cuando te escuché en radio fue distinto. Eras la seducción de una bailarina larga y profunda puesta en el reparto de una emoción tras otra cuando leías poesía. Aprendí a admirarte y a quererte desde entonces, porque me trajiste un hermoso y perenne regalo. La admiración es una forma del amor, Virginia. Hoy no tenemos tiempo de charlar. Lo sé, estás ocupada. Pero pronto dejaremos atrás esta monserga del tiempo y nos sentaremos a contarnos cómo nos va. Entonces te abrazaré con todas las fuerzas de mi corazón y te diré más, mucho más de lo que eres y siempre serás, Virginia. Te quiere, Porfirio 11 de diciembre y 2010 64 Porfirio Hernández Virginia Un sincero hasta luego a una entrañable e inolvidable amiga: Virginia Aguirre Escamilla Por Elvia Montes de Oca Navas “… el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25) H Un sincero hasta luego Elvia Montes de Oca Navas La Colmena 69, enero-marzo 2011 ace más de veinte años yo perdí a uno de mis dos hermanos. Era un hombre joven, inteligente, bueno y con un futuro prometedor como esposo, hijo, padre, amigo, hermano, abogado. Cuando esto sucedió yo me enojé mucho con la vida, con Dios y con todos, y no me cansaba de reclamar lo que consideraba una injusticia: él no debía haber muerto en esos momentos. Una muy querida profesora mía, la teacher Vélez, al escuchar mis reclamos me dijo: “y quién te crees tú para que no te sucedan las cosas que a todos nos pasan, como es la muerte de un ser tan querido como lo era tu hermano para ti”. Ésa y otras experiencias me ayudaron a entender mi pequeñez y orfandad, igual a la de todos los seres humanos, y aceptar la inevitabilidad de la muerte de los que amamos. Hoy me está sucediendo lo mismo, casi lo mismo, y por eso necesito compartirlo con ustedes para no caer en las mismas circunstancias. Nuevamente, y a pesar de la promesa que se puede leer en el libro de Juan a quienes mueren creyendo en Jesús, llegan a mí las dudas y la inconformidad por la muerte de un ser humano valioso, de los que no fácilmente se encuentran en estos días: un ser joven, cálido, sincero, amable, inteligente 65 La Colmena 69, enero-marzo 2011 como lo fue Virginia Aguirre Escamilla, quien desde 1993 dirigió la revista La Colmena de la Universidad Autónoma del Estado de México. A Virginia la conocí hace muchos años. Nunca nos tuteamos, pero ahora lo hago al decirle Virginia, y no con el frío “licenciada Aguirre” con que siempre la llamé. La conocí precisamente por La Colmena, en la que me propuse publicar al menos un artículo cada año. Así conocí a Virginia, quien al encontrarnos me decía invariablemente: “mi querida doctora Montes de Oca”. Virginia era un ser humano auténtico, alegre, bueno. Recuerdo que algunas veces, afortunadamente muy pocas, me dijo: “mi querida doctora Montes de Oca, su artículo no es de la calidad a la que nos tiene acostumbrados a sus lectores”, lo que, en pocas palabras, quería decir que mi artículo era malo y que si quería yo que se publicara en la revista, debía rehacerlo. Pero nótese la inteligencia y el cuidado que ponía en decírmelo, y supongo que lo mismo pasaba con otros colaboradores cuando sus escritos no tenían la calidad suficiente para ser publicados en La Colmena. Ella y yo no platicamos mucho más allá de su desempeño en la Universidad: los problemas de su trabajo, la incertidumbre que en ocasiones sentía de continuar con la publicación de la revista, la alegría que le causaba llegar a un determinado número de la revista, las presentaciones de la misma, etcétera. Ahora lamento no haberme acercado más a ella. No por ella, sino por mí, que tan necesitada me siento a veces de conocer y tratar a personas como Virginia. Por eso estoy otra vez un poco enojada, pero ahora sé que este sentimiento pasará cuando comprenda cabalmente lo sucedido y acepte la ausencia de Virginia. Sé que no va a ser fácil ir a sus oficinas y no escuchar la frase con la que me daba la bienvenida: “mi querida doctora Montes de Oca, ¿cómo ha estado?” Pero sé también que seguir colaborando en su revista –espero que la Universidad siga con el proyecto– será una manera, tal vez muy pequeña, de mantenerla viva entre quienes la conocimos y la estimamos. Yo la estimé como a una gran amiga. Se trató de una de esas amistades que se sabe que existen pero que no se expresan de manera abierta. Sin embargo, yo sabía que en sus oficinas, cada vez que fuera, escucharía su voz y su risa francas, y que si alguna vez llegara a necesitar de ella no como la directora de La Colmena sino como una amiga, iba a estar ahí para apoyarme. Me arrepiento ahora de no haberle externado a Virginia esto que ahora escribo. Espero que su ausencia me sirva para aprender de una vez por todas que entre los seres humanos no debe haber reticencias para expresar los sentimientos, más aún si se trata de uno tan puro y noble como lo es la amistad. “En vida hermano, en vida”. Virginia: si es cierto lo que se lee en Juan 11:25, entonces seguramente sigues viva y apoyando a quienes necesitan de ti. Tal vez ahí donde hoy te encuentras ya estás pensando en fundar una nueva Colmena, en la que pondrás a trabajar a muchos con la misma calidez y calidad que lo hiciste aquí con nosotros. Hasta luego, querida e inolvidable amiga. Toluca, Estado de México, enero de 2011. 66 Elvia Montes de Oca Navas Un sincero hasta luego Antes de que nos olviden Por José Luis Cardona E. Antes de que nos olviden haremos historia. No andaremos de rodillas; el alma no tiene la culpa. Saúl Hernández La vida es la consentida, feroz dictadura de una criatura que juega a mandar. Ni tú ni yo somos nadie, ni hacemos historia pues somos la escoria que aún puede quemar. Luis Eduardo Aute A mis hermanas y hermanos que se apellidan como tú; a los que se apellidan como yo; a tus padres; a Violeta; a todos los que te amaron. Antes de que nos olviden José Luis Cardona E. La Colmena 69, enero-marzo 2011 De “Reír llorando” a “My Funny Valentine” (Las tres pistas que mínimamente están expuestas aquí son simultáneas. Una de ellas transcurre en una fiesta que ya está en el tiempo aunque no se realizó, la otra brota de la cabina de radio en que se transmite la última y más reciente emisión de “La nostalgia de lo vivido” y la tercera supone los pensamientos de los locutores. En su actualización, las tres son imaginarias y por eso son reales, tan reales como la vida misma). 67 La memoria/ que acude sin llamado Flor Cecilia Reyes [De todos los momentos que puedo recuperar no hay uno tan confuso y abrumador como éste en que empieza nuestra fiesta. En el salón están nuestros seres queridos contemporáneos, sin faltar uno solo, incluso los que se han ido (Esvón, Luz María, Gonzalo, Claudia…). A todos les debemos algo o mucho. Su ayuda y apoyo. Su amor. Su amistad. Su enseñanza. En la cabina estamos nada más nosotros. Los operadores son, desde luego, Mario Vallejo y Alfonso Sayagua. La continuista es Isabel Chávez. Es martes y, digamos, viernes, al mismo tiempo. Yo estoy imaginando. Es sueño. Por eso mismo es cualquier día, pero es de noche, porque la música es como la luz: cambia conforme avanza el día. Y de noche no puede ser más que la de nuestros corazones. Tú susurras para mí una letra que no conoces pero que pongo en tu bella y rotunda boca hoy que estás sin estar para que me digas: There are things/ I can’t tell You/ I love You too much to say/ I stand undressed/ but I’m no naked/ You look at me and who I am/ Understand that it’s hard to tell You/ that I’ve given all I have to give… Once in a lifetime/ You have seen what I’ve seen/ You will always swim for shore/ Once in my lifetime/ I’ll never be in between/ some things You just can’t ignore/ Now reach out/ You can touch me/ I’ll let you have my life to share/ Years, the days/ and the minutes/ yeah time has such a puzzling grace]. OPERADOR: entra música. CD Larry Russell, “As Time Goes By”. Bajas y fondeas, luego de un minuto, empatas con la rola de Texas “In Our Lifetime”, que fondea luego de un minuto. Das micrófono a: VIRGINIA: Buenas y azules noches tengan ustedes. Para esta ocasión hemos preparado un programa especial, más especial que ninguno, porque hoy estoy y no estoy, aunque como siempre sea suya. Mejor todavía: estoy en dos lugares (o en tres, pero el tercero no es terrenal ya): aquí y en la fiesta que organizo con José Luis para celebrar que estamos juntos y que los tenemos a ustedes. En las mesas nos acompañan nuestros seres amados. Del otro lado y más allá de la cabina, están ustedes, a quienes también amamos, porque su presencia hace posible este programa. Buenas noches, José Luis. ¿Qué tenemos para hoy? La Colmena 69, enero-marzo 2011 JOSÉ LUIS: Buenas noches. Hoy tenemos nuestra fiesta. Hoy tenemos también este programa que sale desde dos orígenes distantes que el sueño hermana y hace simultáneos. Habrá poesía. Habrá música, la que me dice lo que me has dicho a través de los años. La música en la que supongo se deslizan tus sentimientos. Esta música sale de la cabina de Radio Mexiquense, no importa si es la moderna de ahora o la que habitamos nosotros durante seis años, y tú primero, cuando conducías “La sinfonola” y complacías a tu público, y luego los tres primeros años de “La nostalgia”. 68 José Luis Cardona E. Antes de que nos olviden VIRGINIA: Está muy complicado, ¿no crees? Yo nunca he confundido a mis amigos del auditorio. He sido diáfana, como el aire de la región más transparente. Y como no me gusta que confundas a los radioescuchas, explica la razón por la cual el subtítulo del programa es el del poema de Juan de Dios Peza e incluye la canción que tanto te gusta para describirme como My Funny Valentine y que hice mía en la versión de Chet Baker y Gerry Mulligan cuando me prestaste el disco de vinilo allá a finales de 1992, años antes de amarnos pero con el presentimiento de que lo haríamos. JOSÉ LUIS: Cuando estudiabas en la Escuela Superior de Comercio de Toluca siendo una adolescente, ganaste un concurso por tu interpretación del poema de Peza, que José Emilio Pacheco ha recuperado recientemente en su Inventario como el gran poeta que es Peza. Y eres My Funny Valentine porque cada palabra de la composición de Rodgers y Hart te queda a la medida. [Cuántas versiones he coleccionado para decirte con todas ellas que la plasticidad de tu gesto es asombrosa, como lo es tu capacidad para comunicar con la voz lo que quieres y por eso contigo cada día es San Valentín]. Yo creo que tu talento histriónico se expresó desde entonces y fue un presagio. Eres actriz, una actriz admirada por su temperamento, profundidad e intensa interpretación. VIRGINIA: Ya no actúo. Actué. Estoy satisfecha de esos años. Guardo la fuerza y entrega que puse en cada puesta en escena y tengo apalabrada con Eugenio Núñez y Clementina Guadarrama Las amargas lágrimas de Petra Von Kant [que ahora presentaré en otro escenario porque ese señor al que Sabines le dijo cabrón, el cáncer, me abrió la puerta al Cielo, ¿está mal que diga que estoy en el Cielo o es que José Luis me ve ahí? Como sea, la puesta en escena va, y voy a poner todo para que salga bien, como me gusta que salga lo que hago]. Y esto me obliga a corregirme: actuaré, claro, volveré a actuar, a sentir esa emoción inclasificable, a someterme al rigor en que me formé con Esvón Gamaliel y con el que hice a Eco en El Divino Narciso y todos los papeles que me tocaron. Antes de que nos olviden José Luis Cardona E. La Colmena 69, enero-marzo 2011 JOSÉ LUIS. Así sea, entonces. Ésa es la explicación, pero va más allá. Entre el poema de Peza y “My Funny Valentine” aspiro a describir tu transición de dos décadas especialmente, pero en particular de los últimos siete años, en que te diste la oportunidad de una vida intelectual, mediante la filosofía, y espiritual, gracias a la fe y a tu diálogo con Dios. Ahora entiendo que cumpliste un círculo y que lo más importante de ser humano lo culminaste, y subrayo tu herencia en La Colmena, con 68 números y dos premios, tu amoroso cuidado y deliciosa entrega a la revista y a la Universidad, así como el amor que me diste, a mí que… en fin, a mí. Actriz, locutora, productora, guionista, editora de la revista más prestigiada que ha tenido la Universidad, estudiosa de la filosofía y enamorada de Aristóteles, Kant, 69 Schopenhauer, Lévinas, Ricœur, Arendt… Y antes de cederte la palabra como me lo estás exigiendo… OPERADOR: entra “Ahora”, del CD de Joaquín Sabina, y se liga con el Allegro non molto del Invierno de Vivaldi, que sube, se mantiene 30 segundos, baja y fondea a Virginia. VIRGINIA: lee fragmentos de “Reír llorando” (y pone a Garrick a la altura de la paradoja que escribió Peza, y verificamos la grandeza del actor británico con el ensayo de José Emilio Pacheco, además, claro, de la del poeta mexicano, tan injustamente olvidado): ¡Cuántos hay que, cansados de la vida, enfermos de pesar, muertos de tedio, hacen reír como el actor suicida, sin encontrar para su mal remedio! ¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora! ¡Nadie en lo alegre de la risa fíe, porque en los seres que el dolor devora el alma llora cuando el rostro ríe! Si se muere la fe, si huye la calma, si sólo abrojos nuestra planta pisa, lanza a la faz la tempestad del alma un relámpago triste: la sonrisa. El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas son breves mascaradas; aquí aprendemos a reír con llanto, y también a llorar con carcajadas. OPERADOR: sube música, se mantiene 30 segundos, baja y se liga con “A natural woman” y ésta con “I say a little prayer”, del CD de Aretha Franklin. La Colmena 69, enero-marzo 2011 VIRGINIA: sin música de fondo –porque los fondos no me gustan, salvo que el vestido o la falda sean exageradamente transparentes–, para que te reclame al aire que estés hablando de mí tan impúdicamente. Tú conoces mis silencios. Sabes que puedo bromear mucho, imitar voces, pero también que permanezco callada por horas y no sólo cuando leo o escucho música en una de nuestras largas travesías en que pones, por ejemplo, estas dos rolas de la gritona Aretha que tanto nos gusta, y que además te he dedicado tantas veces. Dime qué ganas con hacer públicos los sentimientos que me mueven cuando te digo You make me feel like a natural woman, y sí, claro, cuando me aseguras que desde que te levantas dices una oración por mí y luego la repites a lo largo del día. 70 José Luis Cardona E. Antes de que nos olviden Estas son cosas nuestras, Romi, Farolito, Sidralito, que nuestros amigos no tienen por qué saber, a ellos hay que ponerles la música, leerles poesía, acompañarlos en las dos últimas horas de la jornada del martes, hasta llegar a la media noche. No te vuelvo a invitar a mi programa. Actúas con impunidad al proponer este guión de tres pistas para desnudarme, a mí, que sólo me desnudo para ti. [When my soul was in the lost-and-found/ You came along to claim it/ I didn’t know just what was wrong with me/ Till your kiss helped me name it/ now I’m no longer doubtful of what I’m living for/ and if I make you happy I don’t need to do more/ Cause You make me feel… like a natural woman]. JOSÉ LUIS: Sólo tengo el argumento de contribuir a tu retrato. En estas mismas páginas te llenan de poesía, hacen tu semblanza, te dicen cuánto te han querido, recuerdan anécdotas; las ilustran tus retratos… ¿Qué tiene de impropio que por una vez, y no por ti, para decirlo en descargo tuyo, no seas pudorosa a través de mis palabras? Sí, ya sé que es un contrasentido lo que digo. Tu pudor es sólo tuyo y yo afirmo que no lo rompo al compartir aspectos tuyos que si bien íntimos, no te exhiben para mal. Sólo quienes te conocemos íntimamente sabemos de tu pudor, que no es contradictorio con tus exposiciones en el escenario, en que hiciste a Sor Juana, Raimunda, Pola Orquídea Rialto y otros personajes memorables, ni con tus retratos desnuda. Es difícil explicarlo. Tú, pudorosa. Tú, respetuosa del talento, la inteligencia, los sentimientos, las ideas y creencias de los demás, y a la vez una mujer de tu tiempo, una liberal de profunda moral, de alto sentido ético de la vida, obsesionada con la pregunta sobre el mal que ha corroído a la Humanidad hasta llegar a la médula del Holocausto judío. Dolida por tanta muerte violenta que nos ha inundado en los últimos años en este país que parece desbaratarse. Tú preguntando a dónde vamos. Lectora de la Biblia. Estudiosa de Job. La Colmena 69, enero-marzo 2011 VIRGINIA: nada más falta que te atrevas a decir algo de mi enfermedad, cuando sabes que la enfermedad y la muerte están relegadas a los rincones del miedo y del silencio, porque se considera impropio, indecente, impúdico, hablar de los enfermos y los moribundos. La gente se ofende cuando se hace el relato de los sufrimientos de los demás o de plano los prefiere edulcorados en una telenovela, en melodramas de ínfima categoría, antes que leer a Tolstoi, de repasar “La muerte de Ivan Ilich”, por señalar un ejemplo extraordinario, o de entender a Job, que plantea el verdadero misterio del dolor. JOSÉ LUIS: No, despreocúpate. Sólo quiero resaltar tu valentía y entereza ante la enfermedad. Tu aceptación cuando acabó la ilusión que nos dieron los médicos. El proceso que inició el jueves 1 de abril de 2010 y que te llevó cuatro veces al quirófano y a dos operaciones gigantes. Tu aparente recuperación. El diagnóstico de agosto: “felicidades, Virginia, no tienes cáncer. Te estaremos revisando cada tres Antes de que nos olviden José Luis Cardona E. 71 meses o cada seis”. Para llegar a mediados de noviembre, al día 24, y escuchar: “el hígado está mal, hay metástasis. No nos lo explicamos, salvo que en realidad han sido dos tipos de cáncer y el original estaba oculto en el riñón, de donde saltó al páncreas y ahora al hígado”. Tu deterioro fue vertiginoso. Me dijiste el sábado 4 de diciembre: “la suerte está echada. Toma nota de lo que quiero que hagas. No me puedes fallar. Vas a llegar conmigo hasta el final. Te necesito fuerte”, y llegaron tus instrucciones. El martes 14, antes de hundirte en el silencio de las últimas nueve horas, devolviste la caricia que mi hermana te dio en la mano y le dijiste: “Chelito, gracias”. Luego llegó el doctor Rodrigo Islas, tu terapeuta y amigo, a expresarte el enorme afecto que te tuvo y te tiene, y después la agonía, en la que te acompañamos (es un decir), no sé cómo todavía, Consuelo y yo. Y el amoroso cuidado de tus padres, hermanas y hermanos. El silencio. Tu entereza. Tu aceptación. Hasta el final viviste el Misterio que te acompañó siempre. No claudicaste. No te enojaste. No renegaste. Si preguntaste por qué, lo hiciste en silencio y a Quien te podía escuchar: tu fortaleza espiritual alcanzó su sentido primigenio. No fue el cáncer, sino sus efectos vasculares: el hígado oprimía la vena cava inferior. Perdiste la circulación de la sangre en las piernas. Unos minutos después de la una de la mañana del día 15 de diciembre, moriste. Pero aquí estás, escuchando el relato de lo que viviste convertido en los símbolos que se aplican al papel, y me miras calladamente, esperando que venga la música. ¿Qué tal Maria Callas? OPERADOR: entra “Un bel di bedremo”, de Madama Butterfly, track 1 del CD 1 del álbum de Maria Callas, que se liga con “Habanera”, de la Carmen de Bizet, track 2 del mismo CD, que se liga con “La mamma morta”, de Andrea Chénier de Giordano. Fade in a “As Time Goues By”, del CD de Larry Roussell, que sube, baja y se mantiene fondeando hasta el final a: La Colmena 69, enero-marzo 2011 VIRGINIA: todavía no sé cómo, pero te has salido con la tuya. La verdad es que sí sé: te has valido de mi ausencia para imaginar este rollo mareador, aunque lo he sabido (privilegios que da verlo todo en un tiempo sin tiempo): lo de la fiesta, la transmisión de “La nostalgia…” y el repaso fragmentado en apuntes breves de lo que sabes de mí. ¿De verdad crees que mi arco vital pasó de la recitación de “Reír llorando” a la actuación, la radio, La Colmena y todo ambientado con “My Funny Valentine”, en la versión claro de Miles Davis o en algunas de las varias que hizo Chet Baker? Todo tiene un inicio más remoto, escrito en ese texto que te dicté hace unos años y que dice: “Me preguntaba por qué zumbaban las moscas y por qué volaban las mariposas, por qué estaba yo mirando a través de la ventana y por qué mi prima Lupe, la que se murió, se murió… Y ahora la niña sola y mutilada se erige como una mujer triunfadora, actriz, aspirante a filósofa, amada por el hombre al que salvé un día. Y cada día de su vida esta mujer que fue una niña tan infeliz, se muda ahora a los ojos de los demás, y sufre por el dolor de los demás, de la humanidad. 72 José Luis Cardona E. Antes de que nos olviden Ahora como nunca adoro mi vida, gracias a mi doctor Rodrigo Islas, que me regresó la ilusión y el corazón y mis pensamientos, y al mundo que amo, y a mi amor.” Pero ya se acaba este breve programa. Buenas noches, José Luis. JOSÉ LUIS: muchas gracias a ti y al público. VIRGINIA: que tengan felices y azules noches. Nos escucharemos en la próxima ocasión para llevarles en donde se encuentren otra nostalgia de lo vivido. Viñetas La Colmena 69, enero-marzo 2011 1. Nada más con trazos gruesos se puede exponer una vida. El secreto del detalle queda oculto porque cómo describir cada instante en su arrebatada fugacidad. Tal vez si el relato es virtuoso se pueda pasar de la línea precisa a la pantalla llena del plano fijo que permite apreciar el conjunto, pero Proust sólo hay uno. La memoria es porosa al olvido, repite Virginia borgianamente cada que tiene oportunidad, aunque en ella la memoria es secreto dolido. Sus favoritos: Pessoa, López Velarde, Cernuda, Castellanos, sor Juana, Sabines, Segovia, Villaurrutia, Paz, Félix Suárez, Enrique Villada, Alejandro Ariceaga… Bien sabe que apenas podemos vivir en el recuerdo de tres generaciones, si bien nos va: la de nuestros padres, cuando nos vamos antes; la nuestra, empalmada con la anterior por breve tiempo, la de quienes nos sucedan y guarden, tal vez, una fotografía y un recuerdo de nosotros. Después, la arena o, mejor, el agua que escurre de las manos en medio del desierto ardiente. Con Esvón Gamaliel, sin fecha. Antes de que nos olviden José Luis Cardona E. 73 2. El tránsito de una niña que se hará mujer desde la reiterada curiosidad que fija su gesto en el espejo y su eco en la voz juguetona, hasta el diálogo interior de quien busca el sentido de la vida y sus secretos. Qué desafío. Resumen e historia personal durante un tiempo de convulsiones. La vida como descubrimiento permanente. La acumulación de momentos que forman el paisaje. Muriendo y aprendiendo, dijo la anciana que debió cambiar la vela de mano para recibir los aceites últimos cuando le previnieron que no era ésa la mano con que debía tomar la cera, relata el Padre Pedro Alarcón. Vivir y aprender en el sentido oculto de los gestos, las decisiones, las consecuencias, la ignorancia original y persistente. La comprensión de lo simple y básico que requiere de una vida o de un segundo de iluminación, a saber. Seguir, seguir, seguir. Y después del final, seguir. 3. Virginia se descubre adolescente dramatizando el poema de Juan de Dios Peza y hará desde entonces consigna subterránea de reír llorando en el hallazgo golpeador de su capacidad para recrear desde la interioridad todas las posibilidades intermedias. Llega al teatro de su trabajo secretarial que le permite colaborar con el gasto familiar. Y empieza a hallarse. El foro exige disciplina, concentración, desuello de las apariencias vistiéndose con ellas. Participa del mejor momento del escenario universitario y se da como sabe darse. Los personajes son ella; sus facetas están dentro de ella. Hay que exhibirse para esconderse. Hay que esconderse para ponerse frente a los demás exponiéndoles la vida. Su trabajo escénico cubre el tramo que va de 1980, en especial con Apassionata, de Héctor Azar, en el papel de Floralinda, a 1998-1999, con La presencia altamente sospechosa (La verdadera historia del hombre iguana), en los papeles de la sirvienta y de Pola Orquídea Rialto, y el esfuerzo de la autodidacta que debe pasar de aprendiz a intérprete admirada sin dejar de ser aprendiz. Descubrimiento del mundo y del yo. Cuando Rodgers y Hart llevan a escena en 1939 una obra hoy olvidada no se imaginarán que en la ciudad al pie del volcán en el mero centro del altiplano mexicano más de medio siglo después habrá una Funny Valentine, a quien un hombre le pedirá muchas veces que no cambie ni uno solo de sus cabellos. Para ella acumulará versiones de la canción que juega con lo extraño y lo divertido y con el día de los enamorados, y que, enamorado de una mujer extraordinaria, es todos los días. La Colmena 69, enero-marzo 2011 4. Radio Mexiquense es escuela. Más de una vez reconocerá que su gusto musical se fraguó en el espacio neurótico de la estación cultural pionera. Como nada es más gratificante que complacer, ella complace las peticiones del público al que se debe poner rostro escarbando en las propias entrañas. Con alegría y besos al aire va dedicando las peticiones del respetable. Después vendrá el plan cumplido de unir poesía y música en el programa “La nostalgia de lo vivido” (1991-2000), rubricado por la versión de Larry Russell al tema central de Casablanca, “As Time Goes By”. Años de radio y de dar y recibir. El periodo es dilatado: de 1986 a 2000, antecedido del tiempo que dedica, tal vez desde 1982 o 1983, a poner a la Universidad en las 74 José Luis Cardona E. Antes de que nos olviden ondas hertzianas, y que llegará hasta 2003. Dos décadas o más de abrir el micrófono para los universitarios. Y, simultáneamente, va a la ópera. Penetrar en la urdimbre de escena y canto superior fundamenta su exigencia posterior del arte mayor. Sus arias favoritas son "Un bel di bremo", "La mamma morta", la "Habanera" de Carmen (la lista ni remotamente es exhaustiva), pero vibra también con Jacqueline Du Pré y su versión del concierto para cello y orquesta de Edward Elgar; con Satie, Mahler y Mozart. Gusta del jazz (Miles, Coltrane, Ella, Sarah, Brubeck, Legrand, Metheny), el blues (John Lee Hooker, Muddy Waters, su adorado Eric Clapton), el rock (U2, Peter Gabriel, The Rolling Stones, The Beatles, Janis Joplin, The Doors…), la canción mexicana, la música afroantillana (Fania All Stars, Willie Colón, Juan Luis Guerra), pero sabe dónde está el altar mayor, y allí se quema con Maria Callas, Cheryl Studer, Teresa Stratas, Pavarotti, Carreras, Lanza. También vive intensamente a Madre Deus, Yo-Yo Ma, Kronos Quartet, Serrat, Sabina, Eugenia León… 5. Hacer una revista que tenga continuidad y ponga en sus páginas el pensamiento, la búsqueda, las preguntas de los universitarios, la creación de los artistas, se soporta en su capacidad de concentración y de sacrificio. La lucha constante por parir cada número. Suman diecisiete los años que dedica a esa labor (1993-2010). Hay plástica y poesía (el pliego obligado). En 1994 y 1995 obtiene la mención honorífica y el primer lugar del premio Arnaldo Orfila Reynal a revista universitaria de difusión cultural otorgado por la FIL de Guadalajara entre casi 200 publicaciones participantes. En 1999 organiza la exposición “Vuelo de colores”, en ocasión del quinto año de la revista, con obra de quienes la han ilustrado en ese lapso. Augusto Isla le ayuda a conseguir obra de Zalce; Benito Nogueira facilita el Museo de la Acuarela. Pronto se desprende de ataduras y deudas iniciales. Aprende rápidamente. La lista de colaboradores es larga. La oportunidad de servir es todavía más dilatada. No hay antecedente local de una publicación más exitosa, ni por su permanencia y continuidad, ni por la amplitud de sus temas y participantes. Cada número es diferente y reclama atención plena. Tiene el beneficio de recibir en las manos el resultado del empeño singularizado con cada número que sale de la imprenta. Acepta con una sonrisa socarrona ser la abeja reina de La Colmena, como entre burla y veras se le señala aquí y allá: va con su capacidad de conquistar alegrías y, ni modo, envidias, más que con el régimen dictatorial del panal, que rechaza sin más, por convicción original y respeto al otro, no más metafísico que empático. Antes de que nos olviden José Luis Cardona E. La Colmena 69, enero-marzo 2011 6. La academia, el pensamiento, la discusión a fondo llegan con su ingreso a la filosofía. No fue antes porque tenía que ser justo cuando estuviese preparada para romper los límites impuestos por la exaltación fuera de lugar de los grados escolares resultado de la meritocracia más que de la inteligencia creadora, ausente de muchos cubículos en donde la imaginación, la creatividad y letra no entran. Este descubrimiento no la decepciona: la motiva. Desmitifica y encuentra: pensar es un ejercicio de goce y color, dice Aute. Sus asombros se clavan en Aristóteles, San 75 Agustín, Santo Tomás, Kant subrayadamente, Hegel, Husserl, Heidegger, Ricœur, Lévinas, Arendt… 7. La espiritualidad es reencuentro. No lo dice en voz alta, pero su cuestionamiento es ¿por qué Dios permite el mal? El regalo del libre albedrío abre una ventana inmensa, pero sus resultados son los desbordamientos de los sueños de Fausto quien arrepentido tendrá que volver al principio: el amor. La humildad no es traje ni oropel. No hay peores perlas que las falsas. Ni los cerdos se las comen. Se es o no se es. Virginia tiene siempre claros sus límites y no los lamenta, los remarca para crecer en silencio, pero con vehemencia, aprovechando a fondo sus capacidades. 8. A los dolores de una vida transgredida los alcanzará la enfermedad sorpresiva y a la postre, fulminante. No habrá queja ni reclamo. Sí fe, esperanza, fortaleza… y silencio, para conversar mejor con Quien tiene todas las respuestas. La agonía de la vida es esbozo remoto de la agonía final que lleva a la luz. Pero su ausencia deja al mundo sin nombres (que en ella son logro de la imaginación inspirada lo mismo en Tin Tan que en Groucho Marx, pero sobre todo de la inventiva personal, sin contar sus delirantes imitaciones), al menos para quien cincela burdamente estas líneas, un hombre asombrado pero incapaz de asombrar, a diferencia de ella: asombrada y asombrosa. 9. Virginia ofreció su corazón, su arte y su amorosa entrega al mundo. Si hay recompensa en alguna parte, ella la tiene ya. Estas páginas son pálido testimonio del sentimiento de vacío que habita en quienes recibimos íntimamente el regalo de su presencia. Viva la vida, Virginia. La Colmena 69, enero-marzo 2011 ¿Y la fiesta? Ya es eterna. 76 José Luis Cardona E. Antes de que nos olviden Retratos íntimos Como si no lo tuvieras igual que fueras doña Nadie y se negara tu flexibilidad el sueño de tu iniciación. Total la ignorancia de que viniste del mar y de la lluvia del sol del aire del sueño de la dolida desmemoria. Eres tú eres lo demás es accesorio un añadido a tu magia yo me inclino ante ti por tu saber milenario. como el cuerpo de esta escritura que halla su destino. Los versos rotos se recomponen las letras de amor encuentran su color rojo jo jo jo jo jo jo ¿había otro (r)(o)jo? La siembra encuentra su cosecha aquí en el color más vivo más tú. Eva que te llamas por accidente como te dije y te digo Virginia. Piano pianísimo teclas rojas jas libro rojo jo me sostienen je y así rojos jos se van jan. Virginia Rodillas Lo escondido lo roto desde el principio al final la división lo que no se puede decir las águilas fuera de su nido el nacimiento el término lo dividido al final se unirá soy sufí soy templario soy un cuento fantástico soy otros con yelmos brillantes soy tú y yo en un concierto oyendo una historia soy una música que pregunta pero no sé decir más allá que el mar el desierto Tierra Santa Tú. Porque la vida es un cruce de misterios y el mapa un dibujo impreciso porque nadie sabe cómo empieza la canción y la música se sostiene en la punta de un alfiler porque continuar es un trozo de esperanza porque has querido amarme y las rodillas se te han astillado porque no sé nada y me ves sabio y sollozas cuando escojo una palabra luminosa y solitaria porque estás aquí conmigo y no estoy solo del todo precisamente porque tú no estás del todo sola conmigo por eso y por dos o tres gestos por dos o tres llagas en tajo por eso, sólo por eso, hinco la rodilla con fuerza para amarte y sonreír juntos juntos juntos. (JLCE) Rojo Y se me hizo verte con el cabello rojo Antes de que nos olviden José Luis Cardona E. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Un título para Virginia 77 Recordada Virginia Por Marco Aurelio Chavezmaya1 La Colmena 69, enero-marzo 2011 Alguna vez te vi caminando por la calle, quizá el portal, quizá cualquier banqueta, con sol o con lluvia… En fin, cualquier día. Y me dije, ¿por qué no asaltarla ahora, eh?, ¿por qué no llegarle así de repente como un loco y espantarla y decirle: hola cómo estás, te acuerdas de mí? Por favor, pensé, no seas bobo. Cómo hola. Me reclamé en serio por tener el coco tan poquísimo original. Siguiendo tus pasos, recuerdo haberme mirado en un espejo que estaba a la espalda de un maniquí femenino de pelos morados y pantaletas color pistache. La cara no me convenció. Me veía bastante mal. Un espantajo cualquiera. Así y todo creí encontrarme decidido a corretearte hasta las últimas consecuencias. Ay, estúpido, cuáles últimas consecuencias. Bueno, estaba medio desubicadón, ¿te das cuenta? Un cachito crudo y otro desvelado. Pues le regalas tu libro y ya, me sugerí. ¿Nomás? ¿Y luego? Naturalmente reanudé mis reproches porque, carajo, ni modo que llegara ahí, ante tus ojos y tu linda boca (¿nunca te dije que tenías un par de labios demasiado apetitosos?) y toda tú y te soltara el hola y el mira te regalo mi libro. ¡Mon Dieu!, suspiré. En realidad esa clase de pensamientos tan de 3ª no podían quedar impunes, así que en el cruce de la calle, quizá Hidalgo, quizá otra de nombre ilustre, una bicicleta me atropelló y tú te perdiste entre la gente, como en las películas. En todo caso, la persecución c’est fini, it’s all over, consumatum est, me dije, y después le menté la madre al ciclista 78 1 Carta del archivo de Virginia Aguirre, sin fecha, pero posiblemente escrita en 1984, si “los cariñosos” a los que se refiere el autor remiten al título del libro de cuentos Los amorosos, publicado en ese año por el Centro Toluqueño de Escritores, de lo que se deduce que ésa es la fecha aproximada de la misiva. El libro mencionado tiene la siguiente dedicatoria: “A Virginia, quien siendo mexicana habla francés con acento gringo. Lo cual no es criticable sino simplemente un gesto de envidia por su cosmopolitismo(.) Amistosamente(,) a tantos de tantos de mil novecientos tantos por uno de tantos” (firma del autor). Marco Aurelio Chavezmaya Recordada Virginia tragasemáforosrojos y él sonrió y todos sonrieron y yo recogí mi sonriente morral abierto donde metí el libro todosonrisas abiertas y deshojado y emprendí la graciosa huida hacia cualquier oscuro rincón anónimo y cercano donde saborear la vergüenza de no alcanzarte y de saberme revolcado. Quisiera decirte más, contarte cómo, buscando antes de antier un misérrimo boleto del metro, di con tu hacía mucho tiempo perdida dirección (si haces memoria, cierta tarde hicimos inventario de estas cosas, ahí entre pasteles y vino, frente a los “monigotes” de Polo Flores). Bien, bien, el horóscopo se porta bien, Marquito, gruñí al espejo. Entonces se me ocurrió por qué no utilizar a Mr Postman, o sea, ser el perfecto amante del correo y las cartas perfumadas de violeta y el espero que te encuentres muy bien de salud por acá todos bien y tra la ra la ra la y enviarte este volumen de los cariñosos. Decidido esto, procedí a pensar en qué términos podría elaborar la biblia de 42 líneas. Es decir, con qué cara, mi reina, con qué dulcísimas letras, con qué arañas patasarriba me era factible acceder al rumbo de tus atenciones. Naufragué en el titubeo 584 veces, y al siguiente apareció el faro de la solución. ¡Voilá!, me dije, la respuesta es narrar el asunto tal cual, encueradito. Y heme aquí diciéndote el decálogo neto de mis pensamientos, intenciones y demás con respecto al porqué ando molestándote con envíos, o mejor, con el envío de este folletín ocre de medio pelo. Te preguntarás, ¿cuál asunto?, ¿qué onda?, ¿para qué? Pues, nena querida, me ofendes, toda vez que mis negras intenciones son el obligarte a responderme haciéndome una crítica –o dos–. No se me olvida tu savoir-faire, tu aire de intelectualidad honesta, la bien intencionada vocación estética que alentabas… en fin, Ce-est pourquoi altero tu rutina dándote lata. ¿Qué dices?, este cuate se congracia, se destornilla en alabanzas para orillarme a la respuesta favorable. Pues no, Virgen de la Alianza, te equivocas, cumplo con mi deber de expresarte la verdad, siendo los testigos una goma gorda y mi lápiz de Alemania. Ahora lo peor que podría yo escribir sería… No, no, ya hablando hablando en serio… ¿Quisieras ayudarme a terminar este adefesio carteril? Como podrás darte cuenta, la situación es evidentísima: yo te escribo enviándote un libro y sugiero una respuesta. ¿Qué más? La suerte está echada –y dormida–. Despedirme no sé… me alegro. Despídete tú y que te vaya bonito. Recordada Virginia Marco Aurelio Chavezmaya La Colmena 69, enero-marzo 2011 P. D. Call me: phone 60804, para decirme que me amas. No, no es cierto. Para acordar un lugar y mesa en el sitio que prefieras y comernos una langosta rellena de albóndigas y tomarnos un buen vino blanco de Ixtlahuaca. 79 Benito Nogueira, Azul (1989). Del correo Mayo 21, 2010 Bellísima, preciosísima, maravillosísima: estas son las mañanitas, pero no las que cantaba el rey David, que creo que no cantaba nada y si cantaba desafinaba bien feo. Y como con reyes no me llevo pues nomás vine a decirte que el día que tú naciste no nacieron todas las flores: al contrario, se murieron de envidia al ver tanta belleza, tanta maravilla. Dijéronse, todas a una: esta desgraciada ya nos vino a quitar nuestro lugar. Y como en la pila del bautismo cantaron los ruiseñores, las ruiseñoras, los tenores, barítonos, bajos, contratenores, sopranos, mezzos, contraltos, todo un coro celestial, terrenal, infernal… pues, amorcito, yo qué puedo decirte que tú no sepas. Así que alevántate, dulce amor mío, porque ya sabes que me tienes rendido a tus pieces de princesa está triste qué tendrá la princesa, los suspiros se escapan de su boca de fresa, fresísima chica de la Ibero. Por tanto, dicho lo cual, me despido de usté quedando a sus apreciables y finas órdenes para lo que usté guste mandar y ordenar, que pa eso estamos sus vasallos y como siempre fieles admiradores. Yo mero: Ugeño Núñez, pa servirle a usté y a Dios. Eugenio Núñez Ang § Virginia Sin embargo, aquí está. Como ayer. Mi hermana con otros apellidos. Con su guapura y su corrosivo y femenino sentido del humor. Con su intensa pasión por la música y la poesía. Con su condición de mujer profundamente universitaria, distinguible por una quizás su virtud principal: su capacidad para aprender. Porque su vida ha sido un indetenible aprendizaje. Virginia sigue aquí. Lloremos, que el agua sirva para lavar los trozos en que se ha desperdigado aquello que creemos nuestra alma. José Luis Herrera Arciniega. Portal, 20 de diciembre de 2010. La Colmena 69, enero-marzo 2011 § En memoria de Virginia Aguirre Conocí a Virginia Aguirre Escamilla desde 1986, a través de mi hija Claudia Rossana. Fue Virginia quien le dio su primer trabajo, como correctora de estilo del primer número y subsecuentes de La colmena, revista cultural por excelencia de la UAEM. (…) No lo podía creer cuando me lo informaron. Virginia Del correo 81 ¿Cómo, ella muerta? Virginia Aguirre me acompañó en una experiencia inolvidable, conducir al alimón, en pareja, voz femenina y voz masculina, el noticiario “Al Día” y después “Tribuna 11.30”, el primero en la estación Él y Ella, el segundo en Radio Lobo. Durante cinco años así lo hicimos, cuando ambas estaciones eran propiedad de Corporación Radiofónica Toluca, hoy Grupo ACIR. (…) Dueña de una voz sensacional, con grandes matices, llamaba la atención al igual que su belleza física. Era una mujer culta… Nuestra amistad continuó, a pesar de que ella decidió volver a Radio Mexiquense. Sin embargo, cuando hubo la oportunidad de fundar los noticiarios “Al instante” de Radio Capital, ella aceptó volver conmigo y conducimos los inicios del noticiario nocturno. Excelente compañera de trabajo, se preocupó siempre por mi salud cuando entré en crisis. Luego visitó a mi hija Claudia, cuando ella resultó afectada por el cáncer. Desecha la saludé y recibí sus condolencias, cuando mi hija falleció hace más de un año. Eran grandes amigas. Tenía mucho de no verla. Estaba igual, llena de vida, con muchos proyectos de trabajo. Hace un mes, exactamente el 15 de noviembre, la vi acompañada de José Luis en la misa de aniversario de mi hija. (…) Cómo es la vida, mi hija murió hace un año y un mes, tiempo en que fallece también una de sus mejores amigas. Gracias, Virginia, y que Dios te tenga en su reino. Gracias por haber sido como eras. Guillermo Garduño Ramírez. “De poder a poder”, El Diario, 16 de diciembre de 2010. § “La Colmena se queda sola” (cabeza de la nota publicada el 16 de diciembre de 2010 por Milenio Estado de México, sección dirigida por Diana Mancilla, quien participó en los años 80 en la Compañía Universitaria de Teatro) La Colmena 69, enero-marzo 2011 § Adiós a una grande Y hablando de grandeza universitaria, falleció ayer por la madrugada Virginia Aguirre Escamilla, directora de La Colmena, revista de difusión cultural de la Universidad Autónoma del Estado de México. (…) Todo lo que se pueda recordar de su vida académica, laboral y su incansable lucha 82 Del correo Virginia por el fortalecimiento de la tarea universitaria de la difusión de la cultura, siempre será poco para recordar a la entrañable mujer, amiga y gran persona que fue a quien me honro en haber acompañado, aunque sea un poco, en su fructífera carrera. Nunca podré olvidar a tan hermoso ser. J. C. Contreras “Visión Puntual”, Diario Puntual, 16 de diciembre de 2010. § Buenos días, Muchas gracias por avisarme sobre lo acontecido a Vicky, yo no sabía. Ella fue mi alumna en el CELE por mucho tiempo y le puedo decir que fue la alumna más destacada y comprometida que tuve. ¿Qué le paso? La última vez que la vi se veía muy bien. Ella me hablo mucho de usted, le mando mis más sinceras condolencias y espero que siga adelante como ella hubiera querido que lo hiciera. ¡Ánimo! Graciela Segura § Pedradas llegarán las piedras, y una siquiera capaz de rasgar el propóleo que forjó a ironía, feminidad e inteligencia, una abeja reina en su Colmena. Para evitar detractores, pústulas y querellas con la simpatía del circo, pulió la piel miel en cada página primeriza y depositó en cada entrega –incluso para algunos con espinas más tersas que poemas– el compromiso de premiar la amistad novel tanto como la antigua. ¿Alguien podrá acaso suponer que te has ido, Virgina? Que vengan esas piedras, querida nuestra. Patricia Montaño Reyes y Francisco Márquez. § Virginia Del correo La Colmena 69, enero-marzo 2011 José Luis: Como bien dices, nuestra querida Virginia siempre habló de que tendríamos que conocernos para conversar, pero nunca lo concretamos, a pesar de tener, siempre, las mejores intenciones. He de decirte que me enteré de esa noticia tan lamentable dos días después, a través de Alfonso Sánchez Arteche, pero tuve que salir del país y ya no me fue posible intentar localizarte o buscar a la familia de Virginia. Me da gusto saber que estés preparando un homenaje para la gran mujer que fue. Quiero decirte que todavía no soy capaz de asumir su ausencia, cada vez que la recuerdo siento una profunda opresión, pero también un gran orgullo porque me permitió compartir sus amores y desamores, alegrías y sufrimientos, triunfos y derrotas; asimismo, penetrar en sus sueños, anhelos y retos. 83 En fin, nos quedará el compromiso de mantenerla en nuestra memoria como una de las mejores personas que han poblado esta tierra. Y como bien decíamos nosotras, era la “Diva de la comarca”. Por siempre estará conmigo Virginia, amiga cabal. Argelia Montes § Sirvan estas últimas líneas para reconocer la labor infatigable de Virginia Aguirre quien, como poeta, actriz, editora y directora de La Colmena, tradujo, en hechos, su defensa por la filosofía y su amor por las humanidades. Querida Vicky, gracias por tu amistad y tu respaldo. Descanse en paz. Germán Iván Martínez § Todavía con la pena por la irreparable pérdida de nuestra querida Virginia, me reitero comprometido con mi sección para La Colmena. Santiago Matías § Me sorprende y me entristece la noticia del fallecimiento de Virginia Aguirre, quien siempre fue amable conmigo. En paz descanse. Jorge Esquinca § La Colmena 69, enero-marzo 2011 La noticia realmente me desconcierta mucho. ¿Estaba enferma Virginia? ¿Qué ocurrió? Verdaderamente lo lamento. Es una pésima noticia que me deja sin habla. El mundo cultural de México y del Estado de México, y no sólo el de la UAEM, está de luto. La labor de Virginia Aguirre como directora de La Colmena fue extraordinaria. (…) Reciban sus familiares, la UAEM y todos los que hacen La Colmena mi más sincero pésame. Juan Antonio Rosado Zacarías § Con profundo dolor, me uno a la pena que los embarga. Alfonso Sánchez Arteche 84 Del correo Virginia La Colmena 69, enero-marzo 2011 Virginia Aguirre Escamilla Recepción del premio Arnaldo Orfila Reynal a La Colmena, FIL Guadalajara (diciembre de 1995). 85 La Colmena 69, enero-marzo 2011 Con Gonzalo Utrilla y Roberto Fernández Iglesias (s/f). 86 La Colmena 69, enero-marzo 2011 Con José Emilio Pacheco (s/f). 87 La Colmena 69, enero-marzo 2011 La presencia altamente sospechosa (la verdadera historia del hombre iguana) (1998-1999). 88 Germán Iván Martínez Gómez Filosofía para no filósofos La Colmena 69, enero-marzo 2011 ¿Q Para Iván y Samy, filósofos de corta edad, pero de gran tamaño. uiénes son los no filósofos y qué es la filosofía? Contestar a la pregunta sobre quiénes no son filósofos es relativamente fácil, y la respuesta es simple: son los que no estudiaron filosofía, quienes no poseen el título académico de filósofo. En este sentido, resulta casi un hecho que pocos hombres o mujeres sean filósofos o filósofas, pero esto no es necesariamente así. Los no filósofos en sentido estricto no existen, pues todo ser humano, en algún momento de su vida, ha practicado la filosofía aun sin saberlo; esto es, se ha hecho preguntas, ha intentado comprender a los otros y comprenderse a sí mismo, se ha cuestionado su origen y el del cosmos, le ha preocupado saber quién es y qué lo hace ser lo que es. También le ha intrigado saber cuál es su finalidad en el mundo e, incluso, ha interrogado sobre distintos aspectos de éste: Dios, el bien, el mal, la virtud, los valores, lo que son las cosas y cómo es posible conocerlas, el comportamiento moral, la política, el sentido de la vida, la muerte, etcétera. En palabras de José María Calvo, “el ser humano es filósofo por naturaleza y, si se le ofrece la oportunidad, se hace preguntas a todas las edades” (Calvo, 2003: 36). Gracias a ellas descubrimos, más tarde o más temprano –como escribieron Ronald Duncan y Miranda Weston-Smith–, que “Comparada con el estanque del conocimiento, nuestra ignorancia es atlántica” (Duncan y Weston-Smith, 1996: 7). Pero las cuestiones que apenas he referido no tendrían razón de ser si no se partiera de una necesidad real de conocer sus respuestas. De ahí que el filósofo problematice lo que se da por sentado a partir del vacío; de la falta, de la ausencia de saber que experimenta; 90 Germán Iván Martínez Gómez Filosofía para no filósofos Los que se dedicaban a esa labor de ordenar las interpretaciones más profundas de la existencia de esas comunidades altamente desarrolladas se denominaron amantes de la sabiduría (en griego filósofos, en azteca tlamatinime). Eran los que podían dar cuenta de forma ordenada y racionalizada de los diversos modos de saber, es decir, que relacionaban las observaciones astronómicas, descubrimientos matemáticos, etcétera, con las experiencias agrícolas, los saberes medicinales y con los recuerdos de las gestas de los pueblos. (Dussel, 2009) Filosfía para no filósofos Samuel Ramos, en su Historia de la filosofía en México, no sólo reconoce en nuestros antepasados el impulso de conocer y explicar los fenómenos naturales, sino que subraya: “La necesidad de ordenar y reducir a ciertas unidades el mundo de la representación surge en el primitivo como un imperativo vital para librarse del temor que le causa el mundo desordenado y caótico” (Ramos, 1993: 25). Esto dio lugar a una fase mágica del pensamiento, sustituida más tarde por la filosofía, a la que, según cuentan, Sócrates quiso mostrar como una actitud orientada al conocimiento, como una inclinación natural, como un deseo de saber, a la manera en que más tarde lo diría Aristóteles en su Metafísica. Los filósofos muestran que la ignorancia es una cosa molesta. Ignorar es vivir en el infierno –aunque esto no equivalga necesariamente a sufrir, pues también puede uno regocijarse en la penuria–. Muchas veces, y esto no requiere mucha reflexión, vivir sin saber algo no necesariamente equivale a “vivir mal” o “a no poder vivir”. La gente vive –vivimos– ignorando cosas. Y no sólo vivimos, sino que sobrevivimos a pesar de nuestra insapiencia, así sin más. Muchas veces el ignorante vive feliz precisamente porque vive ignorando. Pero la filosofía, ligada al conocimiento y más aún al saber, busca que éste no sólo sea más, sino mejor; es decir, se empeña en que el saber gane en extensión y profundidad. La filosofía se vincula, en esencia, con una condición de bienestar. De ahí que libre toda una batalla contra el desconocimiento y deba aprender, incluso, a lidiar con la inercia de lo aprendido. Vuelvo a las palabras de José María Calvo: “No se aprende lo que los filósofos han dicho, sino que se hace lo que ellos mismos han hecho” (Calvo, 2003: 35). La filosofía, llegó a decir Manuel García Morente (1975) en un texto memorable, “es la miel que destila la abeja humana”, con lo cual quiso señalar que es un quehacer estrictamente Germán Iván Martínez Gómez 91 La Colmena 69, enero-marzo 2011 ese déficit o carencia de conocimiento del que se sabe objeto, que le caracteriza y distingue. Por ello, Calvo sugiere que “Para apropiarse de un problema filosófico no es importante entenderlo, hace falta vivirlo, sentirlo en la piel, dramatizarlo, sufrirlo, padecerlo, sentirse amenazado por él” (Calvo, 2003: VIII) [cursivas de GIM]. De aquí se desprende la idea de que la filosofía no es algo que se aprende, sino algo que se hace. Es desde esta perspectiva que J. M. Bochenski llegó a decir: “Por muy raro que parezca, probablemente no hay hombre que no filosofe. O, por lo menos, todo hombre tiene momentos en su vida en que se convierte en filósofo” (Bochenski, 1976: 21). Desde la óptica de este autor, todos filosofamos y, lo más importante en sentido estricto, no tenemos otro remedio que filosofar. Quien filosofa no se ha quedado ahogado en su asombro o impávido ante la inmensidad de las preguntas; ha intentado explicar –y explicar-se– su situación en el universo. La filosofía, afirma W. K. C. Guthrie, “comenzó por la creencia de que detrás de este caos aparente existen una permanencia oculta y una unidad, discernibles por la mente, si no por los sentidos” (Guthrie, 1973: 30). Permanencia y unidad que buscan ser dilucidadas. Desde hace tiempo, tengo la impresión de ver en todo ser humano la existencia de una condición pre-filosófica que lo mueve a pensar. La historia muestra cómo en ese afán por comprender las cosas que acontecen pueden caber la fe o la razón. La mezcla de ambas dio origen, en su momento, al mito; el predominio de la primera hizo lo propio con la religión, mientras que la segunda propició el nacimiento de la filosofía y la ciencia. Como sabemos, la distinción entre estos últimos términos no existía entre los griegos. Y la palabra filosofía, como tal, tampoco se hallaba en el vocabulario de los antiguos mexicanos. nuestro. Ningún otro ser, excepto el humano, intenta comprender el mundo y la vida. Por ello Miguel de Unamuno afirmó que formarnos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida misma responde a una necesidad, pero también, agrega, a un sentimiento, a una actitud íntima y una acción. Para Unamuno la filosofía va más allá de las abstracciones; se vincula con actitudes y valoraciones. Por eso apunta: diferenciada; pero la filosofía, como la vida cotidiana. Allí es donde se hacen patentes todas las cuestiones, de allí emanan las experiencias sobre las que es posible pensar. De esta forma, no se trata de preguntar si alguien es filósofo o no, sino de saber qué tan bueno o malo es. Y, al respecto, valdría decir que el estudio de la filosofía puede ayudar a alguien a ser mejor filósofo de lo que es por naturaleza y potencialmente. Entiendo aquí por filosofar a la acción que se vincula con la capacidad de asombro –tan menguada hoy día– y la de preguntar; esto es, inquirir, indagar. Pero, ¿qué estudia un filósofo? T. W. Moore ha dicho, por ejemplo, que “No existe un consenso acerca de lo que los filósofos hacen o deberían hacer” (Moore, 1998: 13). Por su parte, Jean-François Revel sostiene que todo es de incumbencia filosófica, por ello afirma: “Ninguna cuestión es filosóficamente sin objeto. Si lo es, debe ser fácil demostrarlo, lo que aún es filosofar” (Revel, 1974: 6). La filosofía se relaciona con nuestra naturaleza y nuestro destino. Platón, en el Teeteto, refiere que Sócrates le dijo a Teodoro, haciendo referencia a Tales de Mileto: la poesía, o es obra de integración, de Éste, cuando estudiaba los astros se cayó en un pozo, concienciación, o no es sino filosofería, al mirar hacia arriba, y se dice que una sirvienta erudición tracia, ingeniosa y simpática, se burlaba de él, porque Si un filósofo no es un hombre, es todo menos un filósofo; es, sobre todo, un pedante, es decir, un remedo de hombre. El cultivo de una ciencia cualquiera, de la química, de la física, de la geometría, de la filología, puede ser, y aun esto muy restringidamente y dentro de muy estrechos límites, obra de especialización seudofilosófica. (Unamuno, La Colmena 69, enero-marzo 2011 1993: 20) Por otra parte, Victoria Camps ha dicho que “sólo el ser humano se hace preguntas y no debe dejar de hacérselas” (Camps, 1993: 5). Filosofar es, entonces, pensar, razonar, pero también comprender, dar cuenta, explicar, dar razones y justificar lo que se dice y se hace. Así, decir que los no filósofos no existen es apostar a que todos, en cualquier etapa de nuestra vida, nos hemos topado –o habremos de toparnos– con los grandes enigmas de la existencia humana, de cara a las preguntas de la vida, como las llamó Fernando Savater. Y no sólo eso, sino que no habremos de reducirnos al azoro o a la perplejidad en que tales incógnitas nos dejan, pues habremos de intentar, en la medida de nuestras fuerzas, responderlas. Al hacerlo, no será necesario entrar a una facultad de filosofía, es decir, formar parte de una comunidad de universitarios para intentar contestar aquellos interrogantes, sino hacerlo –siguiendo una expresión de Erich Fromm– en el laboratorio de 92 Germán Iván Martínez Gómez quería saber las cosas del cielo, pero se olvidaba de las que tenía delante y a sus pies. La misma burla –continúa Sócrates– podría hacerse de todos los que dedican su vida a la filosofía. En realidad, a una persona así le pasan desapercibidos sus próximos y vecinos, y no solamente desconoce qué es lo que hacen, sino el hecho mismo de que sean hombres o cualquier otra criatura. Sin embargo, cuando se trata de saber qué es en verdad el hombre y qué le corresponde hacer o sufrir a una naturaleza como la suya, a diferencia de los demás seres, pone todo su esfuerzo en investigarlo y examinarlo atentamente. (Platón, 2000: 174ab) ¿Qué es entonces filosofar? Y más aún, ¿qué es filosofía? Estamos ante la segunda pregunta, cuestión mucho más difícil que la primera. Etimológicamente, filosofía quiere decir “amor por la sabiduría” o “amor por el saber”. Pero esto dice realmente poco, porque ¿de qué tipo de amor hablamos?, ¿qué es saber?, ¿tiene éste algún vínculo con el conocimiento?, ¿son lo mismo? De no ser así, ¿en qué difieren?, ¿a qué llamamos sabiduría?, ¿es ésta una condición o tan sólo una aspiración?, ¿puede verdaderamente alguien Filosofía para no filósofos [...] hay una forma del hablar sublime que no dice nada si no es palabra de amor. Esto es filosofía. También la filosofía habla de esto y de lo otro. Si no es con amor, o por amor, no es philo-sophía. No insistir en la philía, que es raíz y esencia y fuego de la sophía, puede ser recurso de timidez o modestia. La filosofía se ofrece como palabra de razón; la cual no es más que su escudo, que oculta que ella es palabra de amor. De amor por el ser, por esto, eso o aquello; y también, claro está, de amor por la misma razón. (Nicol, 1990: 28) Nada dentro de la filosofía nos es ajeno, y la filosofía lo estudia todo. En expresión de Savater, la filosofía “abarca más que aprieta”, pues son muchas sus preocupaciones y pocas, poquísimas, sus respuestas. Todo lo tratado por Filosfía para no filósofos ella se vincula a nosotros, pero toca temas en los que no habíamos reparado. Éste es, me parece, el principio básico de la filosofía: reparar, parar constante, repetidamente frente a lo mismo. Quiero decir con ello que la filosofía gira o se mueve en círculos concéntricos. Es necesario volver la vista atrás para marchar de frente. Es un regresar para encarrerarse, para efectuar una empresa aún más fuerte, consistente o insistente, para decirlo como es. La filosofía tiene que ver con un insistir. Es un taladreo constante en pos de penetrar las entrañas mismas de la realidad para conocerla y comprenderla, para explicarla y cuestionarla, para criticarla y transformarla. Filosofar es entonces penetrar, acceder a la realidad, abrirse camino. Y esa tarea se relaciona con un develamiento, con un desocultamiento. De ahí que Heidegger viera la verdad como alétheia, como un “recorrer el velo”, como eliminar todo aquello que nos impide ver la realidad tal cual es. Enseñar filosofía es así enseñar a filosofar, a descubrir que hay en la realidad un aspecto evidente y otro latente; uno que se muestra a los sentidos y otro que sólo es asequible a la razón; uno que es aparente y otro real. Enseñar a filosofar es también enseñar a no ser dogmático. Los dogmas se ligan a la aceptación acrítica de lo planteado por alguien considerado superior, conocedor o digno de admiración o estima. Sin embargo, no sólo el sacerdote transmite dogmas que deberán ser aceptados, asumidos y retransmitidos, sino también los profesores. La escuela se ha convertido en una rara especie de santuario donde los catedráticos –no olvidemos que silla en griego era edra; y cátedra, el banco o la silla “elevada” desde la cual el maestro explicaba la materia de su enseñanza– ofician y oficializan el saber que debe memorizarse y repetirse. Por eso, cuando uno se ha enterado de la pretensión de eliminar el aprendizaje filosófico de la educación media superior, no puede menos que indignarse ante tal absurdo y pronunciarse, como lo han hecho Germán Iván Martínez Gómez 93 La Colmena 69, enero-marzo 2011 alcanzar la sabiduría?, ¿cómo saberlo? Intentar responder a estas cuestiones es ya filosofar. Y es que, como dijera maravillosamente Antonio Caso: “Hallar la verdad desde luego, sin aproximaciones ni tanteos, sería excelente; pero investigarla, constantemente, sin lograr alcanzarla jamás, es acaso nuestro mayor bien” (Caso, 2001-I: 168). La filosofía es algo que el ser humano ha hecho desde hace siglos y, como recomienda Victoria Camps, esperamos que siga haciendo. La filosofía es un hacer. Eduardo Nicol sostiene, para completar lo anterior, que es una vocación vital; es decir, algo a lo que todos los seres humanos estamos llamados. Él mismo dirá que el hombre, al ser literalmente onto-lógico, es un ser capaz de hablar de otros seres. El hombre, al constituirse como un ser de pensamiento, es también un ser de palabras. Y la filosofía tiene un deber con ellas. Jean-François Revel llegó a criticarles a los filósofos el hecho de hablar de un vocabulario y una técnica filosóficos. Por ello dijo: “Un filósofo digno de ese nombre no puede, en consecuencia, encontrarse molesto porque su interlocutor no conozca el vocabulario: responde con su vocabulario y es todo. Expresa su pensamiento por medio de ese vocabulario que está hecho, hasta nuevo aviso, para permitir la comunicación y no para impedirla” (Revel, 1974: 9). Tenemos aquí una cuestión esencial: la verdad filosófica es comunicable. La filosofía, entonces, no sólo es un hacer sino una forma de hablar. “Hablar de esto y de lo otro y de lo más allá, con amor” (Nicol, 1990: 28). El mismo filósofo nos sugiere: La Colmena 69, enero-marzo 2011 desde un primer momento las asociaciones de filosofía del país, en contra de semejante barbaridad. Gabriel Vargas Lozano, por ejemplo, ha cuestionado el interés de la Secretaría de Educación Pública (SEP) de nuestro país por que los jóvenes, sin una formación filosófica, se integren “en forma acrítica, alienada y mecánica a las formas de trabajo de la ‘globocolonización’” (Vargas, 2010). Ha defendido igualmente la idea de que una filosofía bien enseñada permite la conformación de una mente libre y creativa, dispuesta no sólo a dialogar y debatir los problemas sociales, sino a enfrentarlos. Concluye diciendo que la filosofía y las humanidades “proporcionan a los individuos armas culturales, históricas y lingüísticas” (Vargas, 2010) indispensables para afrontar los retos de la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Por su parte, Victoria Camps ha externado que el filósofo se empieza a hacer en el bachillerato. Es ahí cuando, a través de la filosofía y las humanidades, aumenta su capacidad de atención y aprende a descubrir ideas importantes, a comprender preguntas y dar respuestas individuales y originales. Es ahí donde aprende a dialogar, esto es, a versar, a con-versar y entrar en contro-versia. Es a partir de materias filosóficas o humanísticas: lógica, ética, filosofía, estética, historia, literatura, etc., como los estudiantes aprenden a hablar de diversos asuntos: al compartir sus experiencias, expectativas, temores e intereses con los demás y a defender sus puntos de vista dando razones y aportando ideas propias o ajenas. Es ahí donde han de aprender a citar ideas de diversos autores y a argumentar, discutir de manera autónoma y pensar con cierta fluidez. Por ello, como bien apunta Enrique Dussel, “Eliminar las disciplinas filosóficas de la enseñanza media superior es traicionar irresponsablemente la posibilidad de tomar conciencia de los fundamentos de autodeterminación crítica y ética de la tecnología, la economía y la política del país” (Dussel, 2009). Ahora, si bien el filosofar tiene que ver con el difícil arte de preguntar, debatir y criticar, debemos reconocer que estos aspectos son aprendidos –o no– en la familia, la escuela, la sociedad. En consecuencia, cabe decir que promover la ausencia de la filosofía en el plan de estudios Con el poeta y dramaturgo Raúl Cáceres Carenzo, el cronista universitario Inocente Peñaloza García y Germán Iván Martínez. 94 Germán Iván Martínez Gómez Filosofía para no filósofos de juicio y serenidad; y pese a estar siempre tan lejana, se orienta a la verdad. Bajo su óptica: […] la verdad, al menos la verdad humana, no es definitiva ni estática, como no es estático ni definitivo el mundo a que se refiere. La verdad “se está haciendo” y el Nunca la Filosofía se ha llevado bien con el poder. mundo también. Nunca una disciplina que promueve el pensamiento Todo cambia. Lo único que no varía es crítico, el cuestionamiento, el debate, la búsqueda de el anhelo de variar. Todo se muda y se la verdad y la justicia, se ha llevado bien con aquellos transforma; lo que permanece invariable es que se aferran al poder terrenal, que le prodigan el movimiento y la transformación. (Caso, sus tronos o sus sillones. Esta era de globalización 2001-I: 169) y posmodernidad no será la excepción. En estos tiempos tampoco los que se apoderan del poder quieren a la Filosofía. (Cazas, 2006:12) El mismo autor recupera lo que Mauricio Langón, docente y filósofo uruguayo, dice con respecto a la política educativa impulsada por los organismos financieros internacionales –léase Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Organización Mundial del Comercio (OMC), entre otros– la cual, desde su perspectiva, tiene por objeto la expansión masiva de un tipo de subjetividad sumisa, que no se espanta, que no se asombra, que no se conmueve y no se mueve; un tipo de subjetividad antifilosófica. Una subjetividad apática, incapaz de sorprenderse por nada, de dudar, de cuestionarse, de advertir problemas, de preocuparse, de tomar posición, de pensar. (Cazas, 2006: 12) Esta subjetividad antifilosófica sólo cabe pensarla como una obstinación, como un empecinamiento de vivir en el mundo de la inconsciencia infantil. Con ello quiero subrayar que la capacidad crítica y autocrítica, si bien es un atributo exclusivo del ser humano, no es ingénita; se alienta, o no, a través de la educación. En este sentido, Antonio Caso, defendiendo el ánimo y espíritu filosóficos, subrayó hace ya mucho que es justamente esta disciplina la que da templanza al criterio, permite ponderar razones y aquilatar argumentos. Él mismo se refirió a un heroísmo filosófico para aludir a una actitud que no por silenciosa está menguada. Para Caso, la filosofía proporciona madurez Filosfía para no filósofos Asimismo, y como anticipándose a nuestros días, sostuvo: “Quien ambicione el quietismo interior de la mente, la sólida estabilidad, el descanso muelle y fácil –corruptor del pensamiento como de la actividad psíquica en general–, no ha de preocuparse con el estudio de las cuestiones filosóficas” (Caso, 2001-I: 168). Dicho lo anterior, es importante advertirles a quienes embisten a las humanidades, y en particular a la filosofía, que si su pretensión es que la irreflexión se haga costumbre, eso no pasará. Tenemos que decirles –una vez más– que están equivocados, que siempre hará falta el pensamiento y la crítica que promueven aquéllas y ésta. Fernando Cazas dice –y dice bien– que la filosofía no ha muerto ni ha perdido vigencia, y nos exhorta a hacer hasta lo imposible para que la muerte de Sócrates y la de tantos otros no sea en vano. Esto nos invita a no ser indolentes frente a lo que pasa en torno nuestro. Si acaso debemos tener calma será para dar pasos aún más firmes. Recordemos las palabras de Antonio Caso, para quien en todo filósofo debe privar este talante: “Vivid quietos, ¡sí!, pero como la flama que parece no moverse, exteriormente, y vibra en toda la intimidad de su ser. Ésta es la única quietud posible para la intrepidez flamígera del pensamiento” (Caso, 2001-I: 169-170). LC Germán Iván Martínez Gómez 95 La Colmena 69, enero-marzo 2011 de la educación media superior tiene que ver no sólo con una fuerte dosis de insensibilidad e ignorancia de parte de las autoridades educativas y, desde luego, del gobierno promotor de semejante imprudencia, sino también con la inhibición de la capacidad autocrítica. Pero esto es entendible. Fernando Cazas lo dice de forma contundente: Bibliografía Bochenski, J. M. (1976), Introducción al pensamiento filosófico, Pequeña Biblioteca Herder, Barcelona, Herder, Núm. 31 [Trad. Daniel Ruiz Bueno]. Calvo, José María (2003), Educación y filosofía en el aula, Barcelona, Paidós. Camps, Victoria (1993), La filosofía: Hablando con Victoria Camps, Madrid, Acento Editorial. Caso, Antonio (2001), “El heroísmo filosófico”, en José Luis Martínez, El ensayo mexicano moderno, México, T. I, FCE. Cazas, Fernando (2006), Enseñar filosofía en el siglo XXI. Herramientas para trabajar en el aula, Buenos Aires, Lugar Editorial. Duncan, Ronald y Miranda Weston-Smith (comps.) (1996), La enciclopedia de la ignorancia. Todo lo que es posible conocer sobre lo desconocido, México, FCE [Trad. Roberto Helier]. Dussel A., Enrique (2009), “¿Por qué la filosofía?”, La Jornada, 02/05. García Morente, Manuel (1975), Lecciones preliminares de filosofía, México, Porrúa. Guthrie, W. K. C. (1973), Los filósofos griegos de Tales a Aristóteles, Colección Breviarios, México, FCE, Núm. 88 [Trad. Florentino M. Torner]. Moore, T. W. (1998), Introducción a la filosofía de la educación, México, Trillas [Trad. y rev. téc. Francisco Cabrera Ramos]. Nicol, Eduardo (1990), Formas de hablar sublimes. Poesía y filosofía, Cuadernos del Instituto de Investigaciones Filológicas, México, UNAM, Núm. 16. Platón (2000), Teeteto, Biblioteca Básica Gredos, Madrid, Gredos [Intr., trad. y notas de A. Vallejo Campos]. Ramos, Samuel (1993), Historia de la filosofía en México, Col. Cien del Mundo, México, CNCA. Revel, Jean-François (1974), Los filósofos: ¿para qué?, México, Editorial Extemporáneos. Unamuno, Miguel de (1993), Del sentimiento trágico de la vida, Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo, Barcelona, Planeta-Agostini, Núm. 17. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Vargas Lozano, Gabriel (2010), “La SEP y la eliminación de las humanidades”, La Jornada, 29/06. 96 Germán Iván Martínez Gómez Filosofía para no filósofos Herminio Núñez Villavicencio La ciencia, la técnica y las artes desde la perspectiva del conocimiento como acción Introducción n las páginas de su Paideia Werner Jaeger admitió el carácter comunitario de la educación al escribir lo siguiente: “La educación no es una propiedad individual, sino que pertenece, por su esencia, a la comunidad […] la educación participa en la vida y el crecimiento de la sociedad, así en su destino exterior como en su estructuración interna y en su desarrollo espiritual” (Jaeger, 1980: 3 y 4). Sabemos por la historia, que las elites, las aristocracias, las clases populares y medias, el estado y ahora las corporaciones transnacionales, en diferente medida han dado dirección a la educación de los pueblos, han afectado las tendencias de la educación de la ciudadanía y el desarrollo del conocimiento, sobre todo el científico y tecnológico, en función de intereses específicos. En los últimos tres siglos, la educación y la ciencia tuvieron en México una finalidad utilitaria para el ascenso y la construcción de una identidad gremial, social, política…, como lo podemos ver en el arduo proyecto de estado nacional o en la prosecución de otros fines compartidos como la paz, la democracia o la justicia social. En los últimos lustros vemos girar La ciencia, la técnica y las artes Herminio Núñez Villavicencio 97 La Colmena 69, enero-marzo 2011 E La Colmena 69, enero-marzo 2011 la educación en nuestro país –como también en muchas otras partes– en torno a otra finalidad que parece invadirlo todo, y que es la preparación para producir determinadas cosas. Esta finalidad se constata en la política educativa que distingue prioridades, por cierto comprensibles del todo en las condiciones en que nos encontramos, pero que no por eso dejan de ser parciales y a veces hasta enajenantes. Hoy todo es mercancía, y lo que hemos observado en otros países hace algunos años, como la gran cantidad de negocios a lo largo de las calles de las ciudades, es ya casi una realidad igual en nuestras poblaciones, vemos abatir los muros de las casas para poder disponer de espacios que se venían considerando como bodegas olvidadas, para ahora vender algo en ellos. No son pocos los que buscan abrir un changarro aunque sea de baratijas o de aguas frescas. Fomentar el negocio fue una política sexenal reciente; política que ahora se nota menos, pero que sigue boyante y sin complicaciones, como si el lugar para habitar se pudiera intercambiar por el de vender y comprar. La vida gira ahora en torno a esta realidad banal y extraña, hasta los edificios históricos, los monumentos mismos han entrado en esta tendencia, y aunque son memoria de hechos, se les ve más bien como productos en muestra en el gran mercado del mundo. Para quienes los incluyen en sus programas de trabajo no tienen otra razón de ser más importante que la del consumo turístico. Hoy podemos decir que todo es mercancía; aunque también es verdad, entonces, que la mercancía lo es todo, porque ésta ha absorbido hasta los símbolos que constituían el mundo libre del reino del dinero. Sin embargo, esta cuestión sorprende todavía más: la mercancía hoy no es sino imagen, y esto se puede comprobar con el hecho de que no circula si no es en la medida que se le inviste de valor simbólico. Así se explica que la publicidad sea de importancia decisiva, pues tiene como función promover la circulación 98 Herminio Núñez Villavicencio de la mercancía otorgándole determinado valor. En este sentido, todo es mercancía, pero en la medida en que es imagen. Goethe entendió esto perfectamente antes de Marx. Fausto inventa el dinero-papel y produce no sólo una espantosa inflación, sino que hace que el mundo no sea otra cosa que mercado, con lo cual provoca que todo quede vacío, sin peso ni sentido, dado que todo se convierte en comprable. Pero en lo observado por Goethe sucede algo no previsto: el valor, el sentido, el espesor humano que se ha escurrido de las manos, encuentra refugio nada menos que en la mercancía a la que se le otorga valor simbólico. La mercancía no es lo que es, sino lo que significa. ¿Quién es el sujeto de esta experiencia? Lo conocemos, es el consumidor, cada uno de nosotros: volens, nolens. No queriendo porque somos inducidos a consumir por estrategias ajenas que nos seducen; queriendo porque, sea como sea, nosotros decidimos, escogemos de entre las opciones que ofrece el mercado. Pero, ¿cuál es la percepción que el consumidor tiene de sí mismo? Da la impresión de que –hablando de la mayoría– el consumidor no se pone tantos problemas, no sufre la contradicción y muestra en cambio tranquila disposición a participar en el juego, que le agrada y no llega a distinguir bien si en él participa como simple observador del espectáculo o si es parte activa del mismo; no sabe si es observador en el gran teatro del mundo y en el inmenso mercado global. Parece que en el consumidor se ha cumplido la profecía de Nietzsche según la cual debemos aprender a soñar sabiendo que soñamos. En efecto, la sociedad consumista implica, entre otras cosas, el cambio de valores y la pérdida de identidad. El consumo es el indicador de un “mejor nivel de vida”, y con ello establece como prioritaria la modificación de los esquemas educativos a favor de las grandes cadenas corporativas, que tienen bien diseñados sus programas de producción, con los que, al buscar mayores márgenes de ganancia, han llegado a que, entre otras cosas, las industrias manufactureras y de servicios sustituyan al hombre con robots y maquinaria que reducen tiempos y gastos de operación, así como también la preparación del personal, que permanece contratado mientras es capaz La ciencia , la técnica y las artes La educación como servicio comercial Si en la Paideia se dice que la educación participaba en la vida y crecimiento de la sociedad, hoy se multiplican los intentos por debilitar las identidades de las sociedades y se busca anular todo propósito o tendencia educativa que no sea moldeable por la globalización. En todas partes podemos constatar el creciente influjo de los organismos internacionales que pretenden imponer límites a la acción pública, sobre todo en materia de educación superior, para que se libere su comercio y se le considere como un simple servicio más. Hay tendencias de gran alcance que buscan imponer un sistema educativo aparentemente formulado para impulsar el desarrollo de un país, pero son directrices que en la práctica buscan únicamente prepararlo como competidor frente a los rivales que ofrecen producción semejante. Esto significa, a todas luces, no sólo contraponerse al interés público o querer someter los intereses de una sociedad o de un estado a las burdas utilidades de un mercado que quiere, precisamente, abolir el estado mismo, o al menos ponerlo aparte de esas funciones centrales; fundamentalmente, significa reducir la visión del hombre sobre sí mismo, equivale a regresar a etapas anteriores a las de los ideales que aparecieron con mayor fuerza a partir de la Revolución Francesa. Hoy los grandes consorcios globalizantes están creando –así lo divulgan abiertamente– su propio orden educativo, que es un sistema de enseñanza acorde a sus necesidades, su visión de mundo y sus planes de expansión mundial. Esto explica, al menos en parte, la agitación, la premura e improvisación que se viven en el ámbito educativo, y explica también la disposición a impugnar la responsabilidad pública de la educación, hasta cierto punto contraseñada por una visión amplia. Hace comprensible también el intento de ver la educación como una prestación de servicios para una elite global que decide qué ser y hacer. En nuestro país podemos ver hasta en poblaciones de pocos habitantes la actividad de escuelas no La ciencia, la técnica y las artes gubernamentales; en las ciudades, principalmente en las grandes, se puede constatar la notoria cantidad de “proveedores” de educación media superior y superior que en su propaganda mencionan no sólo sus programas educativos, sino hasta la ocupación casi asegurada para la que preparan a sus alumnos. Simplemente, se trata de programas de capacitación para hacer algo, y en ellos no se acepta hacer si antes no se ha comprado la capacitación que se ha programado. Privatización del conocimiento Hasta hace poco, se creía que el conocimiento era patrimonio de la humanidad y se pensaba que era una conquista de la evolución humana. Ahora se está convirtiendo aceleradamente en una patente, en un secreto celosamente custodiado para que las empresas transnacionales lo vendan como propiedad privada, aunque esto a veces se ostenta de manera truculenta y falsa, porque casi nunca se menciona la vinculación de instituciones públicas con grandes corporaciones y, sobre todo, se calla el uso de fondos públicos para la investigación, se ocultan los subsidios cuyos beneficios no retornan a la comunidad y ni siquiera a los investigadores, cuyos sueldos y regalías a veces son nada en comparación con las ganancias de las corporaciones gestoras y de la elite de los empresarios propietarios. Los grandes capitales económicos, en complicidad con los gobiernos locales, buscan establecer mecanismos de sometimiento social a través de programas educativos y de la difusión de la cultura global, en la que las competencias, la cultura empresarial y el autoempleo caracterizan la educación actual. Las redes internacionales de universidades y corporativos empresariales que invierten en la educación se involucran en los programas locales y desplazan a los gobiernos de esta responsabilidad, con el objetivo de disminuir su injerencia en este rubro y, de paso, legitimar el sistema que ha establecido la economía global. Herminio Núñez Villavicencio 99 La Colmena 69, enero-marzo 2011 de operar las máquinas. En esta situación, la diferencia entre robots y hombre es poca porque los humanos no se desarrollan como tales, pues no pueden activar sus propias capacidades. Con los ex rectores Efrén Rojas Dávila y Jorge Guadarrama López (1994). La Colmena 69, enero-marzo 2011 Las ciencias Si la tendencia actual es la de privatizar el conocimiento convirtiéndolo en una mercancía más, también es calificado como desinteresado, objetivo y único, depurado y ejemplificado en las ciencias duras, al grado que el conocimiento científico es considerado como la única vía hacia la verdad. En pocas palabras, se ha pensado, y en alguna medida se sigue pensando, que el verdadero conocimiento es el científico. Pero a lo largo del siglo XX se ha llegado progresivamente a la constatación de que el científico es sólo uno de los conocimientos posibles y no abarca sino parte de lo que al hombre interesa conocer. De manera que ya no concebimos el conocimiento como el sitio que permite acceder a una mirada total del mundo, sino más bien lo consideramos como el lugar donde hay posibilidad de recrearlo. La vieja ruta de la fundación de la verdad como finalidad se ha agotado. El conocimiento busca extender su dominio sobre los fenómenos, las cosas y los lenguajes, pero, al contrario de lo que se pensaba, en los últimos años se ha tomado mayor conciencia de sus límites, de manera que ya no es posible la sabiduría empeñada en mirar y describir, porque este intento ha cedido el paso a la teoría entendida 100 Herminio Núñez Villavicencio ya no como simple reflejo, sino como la evidencia de un mundo que necesita ser afectado. Así, de la eterna mirada sobre el “cosmos”1 se nos ha revelado tanto el mundo como también el reto de actuar sobre él. Del “Theoros”2 como enviado a contemplar el espectáculo público en actitud contemplativa, describiente y gozosa –dice Jean Ladriere (1978)–, hemos pasado al teórico que además de ver y oír tiene el encargo de retornar con un informe conformado por la palabra animada a participar y recrear el espectáculo. El hombre moderno fija los ojos en las cosas y expresa lo que ha visto, sin poner más que su palabra, pero revestida de su imaginación; ve, siente, reflexiona y expresa lo visto con elementos que no están en las cosas, sino que nacen de su propia conciencia, y como no está aislado, entrecruza sus afectos y sentimientos con los de otros seres, y es entonces cuando se da la coincidencia o el antagonismo. El conflicto o la coincidencia salen a flote en las palabras. Por eso en nuestros tiempos concebimos la teoría ya no como simple descripción objetiva y neutral, sino como una expresión interesada; entendida como hermenéutica en tanto ya no es una visión sino una actitud. A diferencia de lo que se pensaba, hoy consideramos que la ciencia no es el método por excelencia ni el orden 1 En la racionalidad clásica se construye la idea de cosmos como lo indeterminado y misterioso. 2 En Conocimiento e interés, Jürgen Habermas recupera la antigua figura de Theoros. Entre los griegos éste era el enviado al ágora para escuchar y mirar los acontecimientos de lo público, y a su regreso entregaba un informe neutral y objetivo sobre la intensidad de la fiesta o el drama del ejercicio público. La ciencia , la técnica y las artes La ciencia, la técnica y las artes construir una realidad mejor; donde Descartes pone en escena el discurso del método; donde Galileo fija la tierra como una minúscula esfera en el espacio infinito y la luz es un cuerpo. En fin, donde el hombre construye su morada en un mundo como obra inacabada. El conocimiento abre la inmensidad de lo que se desconoce, pero no porque, por así decirlo, está ahí cubierto y para conocerlo sólo ocurra despojarlo de la cobertura; por el contrario, como decía Popper (1962), constituye un desafío en el que nos jugamos la vida y en el que son importantes tanto la proposición científica y la lógica de su conformación como la recuperación de la huella humana en todos sus procesos. Hoy, la inocencia del conocimiento no es más que una nostalgia. La ciencia pertenece, en efecto, al ámbito de lo humano. Si bien constituye un conjunto de saberes y una actividad investigativa planeada, con su propia lógica y anatomía, en la época contemporánea invade nuestras vidas, incide en lo cotidiano, afecta las dimensiones de la ética, la estética y la cultura. Entendidos como acción, el conocimiento y la ciencia traspasan el interés puramente teórico y hermenéutico, y figuran como operativos en la historia efectiva. El conocimiento impone desplazamientos, deconstrucciones de sistemas normativos y expresivos de las culturas; en otras palabras, afecta e induce la creación de valores y de sistemas de expresión; afecta el arraigo que los hombres estamos siempre empeñados en producir. La ciencia plantea a los seres humanos la tarea mínima de reconocer nuestra huella en ella, nos encarga cuidar los intereses que ella misma no tiene claros y nos pide advertir sus límites. La ciencia nos pertenece y por eso nos interesa su pertinencia. En la cultura como afirmación de la vida humana es donde ocurre la ciencia, donde penetra en el entramado de nuestra vida afectiva, ahí donde adquiere sentido la vida singular y colectiva. Ciencia sin huella humana no tiene sentido. Herminio Núñez Villavicencio 101 La Colmena 69, enero-marzo 2011 de la sabiduría. En alguna medida, ha recuperado los rastros de la antigua teoría, por eso es aún una mirada, pero se trata de una observación actuante sobre el mundo que, en palabras de Ladriere, se comporta como líquido revelador y no como un espejo. Está en marcha un cambio de gran trascendencia en el que se pasa a entender el conocimiento como acción sobre el mundo y la vida en la recuperación crítica del conocimiento, pero como capacidad de actuar. Si la razón antigua tenía el encargo de mirar, la razón moderna tiene la misión de descifrar, de disminuir las incertidumbres, pero también la de aumentar las preguntas. Tanto el mundo como el hombre son más bien preguntas constantes. Este desplazamiento aún no es ampliamente reconocido, y sin embargo es de gran importancia, puesto que cambia la ubicación del hombre en el mundo, le da otro lugar, porque de la pura contemplación, pasa al conocimiento como acción en que la palabra misma tiene como destino un efecto transformador. Es claro que si al mundo le agregamos su conocimiento, ya no sigue siendo el mismo. Concebir el conocimiento como acción descifradora no consiste meramente en arrancar los secretos de sus pliegues, sino en dar palabra a lo inexpresado y vivir en los bordes (no en las definiciones), que es donde realmente el ser humano habita y se discute. En la perspectiva del conocimiento como acción la ciencia pertenece a los hombres; afecta la vida, es un verdadero reto y hasta un riesgo, porque los conocimientos movilizan tanto la cultura como la producción de bienes materiales y son una razón de lucha en las instancias políticas de la sociedad. Entendidas como acción humana, las ciencias intervienen hasta en el más silencioso secreto de nuestras intimidades, a la vez que movilizan las economías. Por ello, deberían ser más estatales, sobre todo en cuanto a sus efectos y a las urgencias de planificación. Por su precisión y claridad, la ciencia se incorpora al proyecto de la modernidad en que el hombre deja de ser tutelado por los dioses, y apoyándose entonces en la ciencia como acción, se desplaza de la pura contemplación, actúa donde el rumbo ya no es la sabiduría; donde aparece el sujeto, el estado y la necesidad de anticipación frente al futuro; en el orbe donde el Doctor Fausto ha decidido contaminarse de realidad y se ha determinado a emprender el reto de La Colmena 69, enero-marzo 2011 La tecnología Las tecnologías están pensadas fundamentalmente como la actividad creadora del hombre para trabajar menos, son consideradas como el universo instrumental que, por su novedad y complejidad, puede hacer del hombre un marginado o un ser que siendo capaz de crear ese mismo universo, en realidad quede fuera de él. Otra visión de las tecnologías las considera como la instalación de los sustentos de la violencia (tecnologías del poder) y como la causa del advenimiento de grandes imperios de dominación que ponen en sospecha a la razón misma. Sea como sea, las tecnologías también han diluido las fronteras de las ciencias y la vida. Por otra parte, debemos admitir que la carencia de tecnologías en la producción, en lo social, en el poder, en la educación y en la cultura nos produce la angustia del atraso y nos hace sentir la urgencia de adecuarnos, sin más, a la actualidad. Pero esto no impide sentir también que la invasión y el desbordamiento tecnológicos sean considerados la causa de grandes frivolidades y de hastíos insoportables, tal como lo denuncian las tendencias contraculturales. El poder de la tecnología consiste en que puede hacernos pensar que la realidad que nos ofrece es la única o que es la Realidad, ocultándonos con maestría los verdaderos intereses que la promueven. Una mirada a nuestros espacios cotidianos nos permite comprender que estas concepciones son en gran parte los condicionantes del sopor y del conformismo que reinan en nuestro tiempo. La propuesta de este trabajo consiste en pensar las tecnologías como acontecimientos en la cultura, como elementos de ese tejido de la vida en el que, sin descanso, urdimos y construimos los hilos para afirmarnos y realizarnos, para lograr el fin elemental de construirnos. La tecnología ha existido desde hace mucho tiempo, pero si la Antigüedad produjo la rueda y otros inventos de trascendencia histórica, su 102 Herminio Núñez Villavicencio diferencia con la tecnología moderna y contemporánea radica en la velocidad e insistencia de su producción. Una forma definida de acción tecnológica actual resulta palpable en su casi imperceptible relación con la ciencia. La relación ciencia-tecnología se vuelve concreta en la industrialización, cuando el hombre, con el proyecto de la modernidad, se piensa como el constructor de su destino, se define sujeto en relación con la sociedad y se considera ciudadano para la libertad (Orozco y Romero, 1991, especialmente el primer capítulo). Como lo hemos dicho, las ciencias y las tecnologías influyen de manera importante en nuestra forma de vida, irrumpen en las culturas modificando los sistemas de información, la representación y valoración. Su influjo es palpable en las dimensiones ética y estética de las culturas, porque la acción del hombre en cada instante mediatiza para dar sentido y arraigo a lo que él mismo hace. En nuestro mundo, que no es un modelo para imitarlo, sino un reto permanente de validación de la vida y de la acción humana; en este espacio de lucha, las ciencias y las tecnologías son dimensiones de la cultura que así como irrumpen y construyen, también desestructuran lo obsoleto, generan posibilidad de desarrollo y pueden conducir a un mundo más humano, en tanto imponen la movilidad de valores nuevos, de formas de arraigo y de expresión de las culturas. En este orden de ideas, es claro que la ciencia no se agota en los tribunales de una academia analítica cuyo interés se centra en la delimitación de un problema, en el ensayo de una solución o de su puesta en falso; ni siquiera sucede ahí. Sin embargo, mientras la vida transcurre en su dramaticidad, la comunidad científica, en una situación mucho más compleja, puede develar las relaciones de conocimiento e interés y advertir analíticamente de los alcances y límites de la acción científica y tecnológica. Por eso, tanto instituciones como sujetos debemos contribuir desde la dimensión ética y estética de la cultura en vigencia y siempre crítica, al enriquecimiento de la voluntad libre, al reconocimiento de nosotros mismos en el empeño de mundos posibles, al trazo permanente de sentido. No son únicamente los dispositivos de poder, los grandes capitales y los centros de decisiones políticas los que deben definir el rumbo de la formación de recursos La ciencia , la técnica y las artes Las artes El arte es también una producción humana y se le puede considerar como el instrumento para mostrar lo no mostrable, lo que no hemos podido comunicar con el raciocinio, la argumentación y los discursos; es el medio que comunica aspectos de la realidad –considerada por el hombre– que no ha tenido voz en otros medios y por ello se creía no-mostrable. Desde sus orígenes, el hombre ha sentido la acuciante necesidad de querer expresar todo lo que siente, piensa, imagina, etc. (amor, soledad, esperanza, miedo…) por medio de la palabra, pero las más de las veces se queda a mitad del camino. Quien suele ir un poco más adelante es el poeta, mediante su lenguaje figurado que pide necesariamente al interlocutor participar en el proceso. La condición mortal del hombre lo condena con frecuencia a un silencio lleno de impotencia, y el poeta mismo constata sus límites en el intento de decirlo todo. Pero el arte, para ser tal, debe ser contaminado y lo opuesto a la ocasional concepción del “arte por el arte”, que no llega a tener sentido convincente. Cuando se ha pensado el arte alejado de la experiencia de la vida; cuando los artistas se han aislado para no tener que habérselas con la producción, la comercialización y el consumo, ha sido entonces cuando el arte ha perdido importancia. El arte del Renacimiento estaba contaminado por el poder, y en ese tiempo las iglesias eran lo que hoy representa la industria. En nuestro mundo-imagen en el que la imagen es la mercancía y donde todo es mercancía, la belleza no puede perder su función de intermediaria en una visión más amplia de la realidad. ¿No es acaso la belleza la que nos enceguece, la que siendo propiamente una verdadera La ciencia, la técnica y las artes luz negra ofusca nuestro entendimiento, pero al mismo tiempo nos hace ver? ¿El arte no engaña y devela? En síntesis, el arte tiene la capacidad de ponernos en contradicción con nosotros mismos. La Belleza, el conocimiento estético nos abre el camino a lo irrepresentable y a los ideales, pero también a lo inaceptable, a lo que absolutamente no debe ser. No estaba del todo equivocado Dostoievski (1999) cuando decía que donde hay belleza están Satanás y Dios que se disputan el corazón del hombre. Lo mismo nos lo da a entender la experiencia del protagonista de The Temple of the Golden Pavilion, de Yukio Mishima. Como sabemos, el arte está tanto de parte de uno como del otro, y lo constatamos en innumerables expresiones artísticas y no sólo en las literarias. Indudablemente que en nuestros días existe una belleza dominante, pero mediocre, superficial, que en realidad no es belleza y se reduce a una imposición de marketing aceptada por comodidad y a la ligera, para evitar ser rechazados por la sociedad y especialmente por los que están más cerca y cuentan en nuestra vida. En nuestro mundo, tener cierta belleza es una condición de pertenencia que evita parecer diferentes, porque la diversidad nos causa miedo. Por esta razón confiamos en los productos con marca e imágenes fuertes. Una marca nos hace sentir parte del rebaño, nos hace miembros del gran criadero global en que la diferencia significa alienación. En nuestros días, nadie quiere convertirse en oveja negra o descarriada; todos queremos ser corderos que, sin saberlo, tenemos como destino el rastro de las multinacionales del consumo. La marca es una tarjeta de afiliación al club global que desearía vencer la carrera contra la incomodidad, el dolor, la fatiga. La marca crea la sensación de participar en la competencia de quienes se proponen ganar la lucha contra el tiempo que nos aproxima a la muerte. En este mundo de mercado se avizora el futuro como un lugar en que la evolución científica y tecnológica combinadas con el Herminio Núñez Villavicencio 103 La Colmena 69, enero-marzo 2011 para nuestro futuro, tampoco es el modelo trasplantado de manera ingenua el que nos ofrece alguna esperanza: es la acción humana la que dirige la construcción de sentido. Lo que hemos querido enfatizar en estas líneas es que las ciencias son públicas y que su acción se ejerce en el mundo de la vida. Ladriere entiende la acción no como una intervención que sólo modifica el orden de las cosas, sino más bien subraya la intervención del ser humano “como fuente autónoma de causalidad” que busca inscribir “su marca en el mundo”. La Colmena 69, enero-marzo 2011 branding serán capaces de crear un mundo virtual sin culpa, penas ni dolor, brillante y esterilizado; un mundo en que la posible fealdad de la realidad humana será excluida por el miedo a que ponga de cabeza los códices patentados. La televisión es la posibilidad a la mano de vivir en la total falta de experiencia directa de las cosas, por eso agrada y tiene los efectos de una droga, como lo tienen las colas (Coca Cola y Pepsi Cola), productos sin sustancia, con saborizantes y colorantes artificiales, reproducibles al infinito, cuyo consumo se decide por el placer inmediato de apagar la sed, pero también con la ligera expectación de que, al menos por el momento, diluyan nuestras congojas, a sabiendas de que se trata de productos sin elementos verdaderamente nutrientes y sin ninguna otra cualidad. Nuestras verdaderas necesidades son otras, y están más allá de lo superficial e inmediato. Lo son la infinita necesidad de llenar el vacío que deja nuestra insuficiente nutrición intelectual y la necesidad de borrar la sensación de vida insípida e inconsistente de quien no es amado. Y como no tenemos el coraje de amarnos, necesitamos un amor sustituto que encarne aparentemente muchas posibilidades –televisión, cine, arte, gastronomía, juego–, que nos hace adictos y nos obliga a consumir siempre más para olvidar el pasado sin vivir el presente ni imaginar un futuro diferente. Por estas consideraciones y otras más, la ética y la estética son como las dos ruedas de una bicicleta de las que no podemos prescindir ni concebir la una sin la otra. Una de ellas empuja y la otra dirige, pero, de cualquier manera, ambas deben recorrer la misma cantidad de asfalto, tal vez con un número de giros diferente, pero la longitud del trayecto es, en todo caso, idéntico para ambas. No existe estética sin ética. En la bicicleta del mundo ambas son indispensables, de manera que si queremos que la bicicleta funcione, es espuria 104 Herminio Núñez Villavicencio la preocupación de que la estética sustituya a la ética. La realidad se ha virtualizado. En nuestros días se le otorga mayor valor a la marca que a los productos. Pero esta simplificación del mundo según las marcas no deja de ser un espejismo: éstas se pagan a precio negado para muchos, y por eso son causa de ansiedad y de otras reacciones en las que se ponen en juego el orgullo y la anhelada distinción social, pero que en realidad no aportan algo consistente a la humanidad; más bien, se nutren de ella y son caníbales, ya que se apoderan de las culturas para eructarlas con autenticidad artificial. Situación que no debemos considerar de manera indiferente, porque esta forma de proceder choca frontalmente con el sentido de autoconfianza de la gente. Mina la confianza sobrevivir cuando se sustituyen las culturas populares con un romo simplismo proveniente de otras latitudes que obliga a usar los medios de la tecnología para hacer sólo lo que está planeado según determinados intereses. La verdadera cultura, en cambio, debería ser lo opuesto a lo mercantil; no puede ser reducida a una pista veloz que tiende solamente a la satisfacción superficial y al consumo. La cruda verdad es que la industria no está interesada en la realidad humana y tampoco le interesa la creatividad. Su obsesión es la ganancia y por ella produce también lo éticamente incorrecto. Nuestra cultura es una cultura de empresas, que han quedado como los árbitros únicos de las ideas y la cultura. En estas condiciones, los verdaderos creadores deben romper las barreras y derribar los códices mercantilistas, en el esfuerzo por lograr la verdadera creatividad. Ocurre generar genuina belleza y darnos la posibilidad de crear libre expresión con verdaderos y profundos significados, dejando de estar condicionados por la ganancia. Hay que tener el coraje de ser diferentes. Nunca como ahora, las ciencias y las tecnologías habían incidido sobre la vida humana en la medida que definen el modo de ser de la sociedad contemporánea. El avance de la información y la cada vez mayor reducción del mundo –en el sentido del acortamiento de las distancias– exigen tomar nuevas decisiones frente a las dimensiones ética y estética de la cultura. Lo que quizá hoy permita la valoración del yo es la intensidad del compromiso en la interacción social. No se es en la individualidad o tal vez se es escasamente. La La ciencia , la técnica y las artes La educación Sobre el tema educativo se ha escrito ininterrumpidamente y es, en efecto, una preocupación constante. En esta continuidad no es arriesgado plantear que la preocupación educativa es permanente porque trata de poner en orden gramáticas que den cuenta y organicen la producción y La ciencia, la técnica y las artes reproducción de los lenguajes con los que el hombre establece sentidos sobre lo que ocurre en el ámbito de la vida. ¿Por qué educar? Esta pregunta no es de interés banal. Es una interrogación que aparece permanentemente en escena debido al interés de controlar las lógicas del discurso y del obrar en los espacios de lo humano. Se ha dicho que con Galileo, y más precisamente con la teoría copernicana, se abre la nueva postura del conocimiento porque se plantea de manera distinta la pregunta sobre el conocimiento. Esta pregunta tiene un pasado que los historiadores nos hicieron pasar como tiempo vivido, pero que es un tiempo que siempre inicia, porque la memoria insiste en recuperarlo. En este orden de ideas, se puede pensar la historia de las ciencias como la urgencia por ordenar las preguntas. La historia misma es la manera como el hombre organiza las preguntas, y en ella no hay respuestas definitivas, porque toda respuesta es el retorno irremediable a la pregunta. En el enunciado y solución de un problema químico, matemático o artístico se constata que el placer que produce la respuesta encontrada consiste en volver a la pregunta. Una respuesta no tiene gran consistencia en sí misma y, casi siempre, es más estimada cuando abre la dinámica de la pregunta. Educar puede ser, en consecuencia, introducir en el ordenamiento de las preguntas. Es pertinente preguntarse sobre urgencias vistas como el resultado dramático de intereses. Y cabe acentuar aquí que no se pueden plantear preguntas sin tener clara la historia de lo que se pregunta. El problema radica en que el ámbito de lo humano enuncia siempre las mismas preguntas, que se fertilizan y aparecen distintas precisamente porque la historia no es sólo pasado ni recurrencia, sino insatisfacción. De aquí que educar consista en tomar conciencia de esa insatisfacción y que la idea de formar sea claramente histórica. Herminio Núñez Villavicencio 105 La Colmena 69, enero-marzo 2011 presencia del otro es la que nos da existencia. El hombre es pregunta y búsqueda reiterada de sentido; existir es buscar y buscarse. La dimensión ética de la cultura es el espacio de afirmación de la acción humana que justifica la tarea de enriquecer la voluntad libre. Cuando oímos decir que “esta sociedad ha perdido los valores”, debería expresarse claramente que estamos perdiendo la capacidad de crear nuevos valores, símbolos y lenguajes que nos permitan leernos. En su finalidad formativa, el conocimiento es un espacio para la libertad en tanto nos hace tomar conciencia de lo que carecemos. El conocimiento se conforma históricamente para que podamos darnos cuenta de nuestras acciones, de modo que la paradoja sería encontrarnos solos en un mundo que nosotros mismos hemos construido. La verdadera teoría, por tanto, no puede ser una mirada vana, etérea e indiferente sobre el mundo; tampoco un ejercicio insignificante que deja las cosas tal como están. La teoría consistente es el esfuerzo sublime del logos humano por elevarse sobre una vida contingente, aparentemente abandonada a la fatalidad, hasta la sublime condición de una vida soberana que tiende a coincidir con lo que ocupa el centro de nuestros deseos. El gran compromiso de las ciencias, las tecnologías y los saberes en su finalidad formativa es el de repensarse como un espacio para crecer en libertad. La acción humana es la culpable de su destino, y por eso se mediatiza en los procesos de la cultura, que no es otra cosa que la dimensión social en la que el hombre produce sentido. Si libertad es saber lo que se quiere, consecuentemente, en toda postura de conocimiento, crece la conciencia de las necesidades. En este sentido, Ladriere afirma que la historia es el lugar de la libertad. Nada contradice que pensemos las ciencias y las tecnologías en su finalidad histórica. La Colmena 69, enero-marzo 2011 En la racionalidad clásica la paideia pretendía desarrollar al individuo en los oficios, el arte y la verdad mediando una concepción provisional de la vida. La idea era salvarse (y nadie se salva por otro). Eran siglos de individualismo que la paideia resolvía formando para el trabajo, en la estética, en la coincidencia de ideas, en la búsqueda del bien y del poder con la finalidad dogmática de encontrar una promesa en el más allá. Por eso el eje de la Antigüedad era lo sagrado. De allí que la imperfección del individuo requiera la construcción de preceptivas que lo acerquen a la promesa. Pero el problema de una promesa consiste en que es necesario creer en ella, aunque no se cumpla y aparezca cada vez más lejana. El hombre ama más lo lejano. Y cada vez que se aproxima lo que teníamos como remoto, nos asusta el saberlo próximo. Amamos más lo que está a la distancia. Este es el fundamento de la paideia y de la escolástica: el juego de acercar y alejar, y la idea de salvarse. En la Antigüedad, el conocimiento era, entonces, cercanía y lejanía a la vez. Y el oficio de la teoría consistía en mirar y escuchar para retornar con un informe neutral y objetivo. El conocimiento era visto como contemplación de lo que el individuo es capaz de gozar, pero que no le pertenece del todo. Aproximarse ha sido la tarea de la paideia. Ahora bien, aún persiste la educación con la finalidad de salvarse. Se le puede evidenciar en el ascenso social que produce el ser educado, en la búsqueda del sentido, en la posibilidad de distinguirse o en la amargura de no ser reconocido; pero en esto hay una diferencia, pues la modernidad tiende a ver la cuestión de manera diferente: ya no se trata del puro creer como individuo. La razón moderna anima la construcción del otro, y uno es el otro del otro. La existencia es ser en el otro porque no existe más la individualidad como otrora, sino las lógicas, las normas, los símbolos, los valores para reconocerse en la conciencia genérica. La 106 Herminio Núñez Villavicencio modernidad construye la teoría con una nueva postura. El conocimiento afecta a quien conoce y ya no se le puede concebir más como la pura contemplación del antiguo Theoros. La nuestra es una concepción que se levanta irreverente contra todo dogmatismo porque la existencia es pública por fin. Las ciencias y las tecnologías tienen su lugar en la conformación del ser humano. Inscriben la huella humana en el ejercicio de los puros objetos y de la razón instrumental. Por eso no se aceptan más las preceptivas que, como gramáticas, nos otorgan la comprensión de lo que pasa. Las ciencias y el arte son modos de otorgamiento de sentido. Una epistemología de las ciencias evidencia preguntas como las siguientes: ¿cuáles son las preguntas que, por ejemplo, la química, la biología o la astrofísica se ponen?, ¿en qué contextos éstas se resuelven?, ¿cuál es su papel en los ordenamientos del desarrollo humano? y ¿qué relación tienen con la educación? La vida distraída, absorta en la profesión centrada en desarrollar programas sin saber en qué concluyen, quién los utiliza a fin de cuentas y para qué, es un escenario que hoy se repite por doquier, pero ésta es una vida que atrofia, mucho más cuando maquinal y gregariamente se trabaja con la finalidad de recibir la aprobación del superior aunque se rivalice con quienes, al menos, se ponen preguntas. Hoy, el verdadero compromiso es escaso, pero tanto el científico como el técnico o el artista y cualquier otro habitante del planeta deberían preguntarse cómo, desde su singularidad, aportan al desarrollo humano. De las generalidades de la práctica científica hay que pasar a las preguntas por el interés técnico en las ciencias empíricoanalíticas, a las preguntas por el interés práctico del conocimiento en las ciencias histórico-hermenéuticas y a las preguntas de las ciencias críticas. Las discusiones de ahora se centran sobre todo en cómo la ciencia y el conocimiento no son más que acción instrumental y tienen un lugar privilegiado como acción discursiva y comunicativa en el desarrollo humano. Aunque la relación ciencia-educación tiende a veces a bifurcarse, no debe perderse de vista que el compromiso educativo es con el desarrollo humano. Algunos pensadores contemporáneos (Habermas) muestran cómo, además del mundo de la vida, en el que cotidianamente estamos sumergidos, al grado que éste otorga unidad a nuestra La ciencia , la técnica y las artes experiencia, la modernidad occidental da lugar a la diferenciación cultural de perspectivas y tipos de discurso que permiten a cada sujeto adquirir un “mundo objetivo” –aquel en el cual se relaciona cada vez más a través de la ciencia y de la técnica y al cual se refiere pretendiendo básicamente conocimiento–, un “mundo social normativo” –al que se refiere básicamente buscando justicia y rectitud– y un “mundo interno” –al cual se refiere pretendiendo sinceridad–. La escena educativa en nuestros días es confusa frente a las pretensiones de comprensión, verdad, rectitud y sinceridad porque los mundos objetivo, social e interno pierden unidad. Predomina la acción educativa estratégica y sectorial que nos rinde difícilmente la visión de conjunto. Necesitamos una concepción ética de las ciencias, las artes y la educación en tanto procesos de dimensión de la cultura. Se siente inaplazable la formación en libertad y en franca controversia con una tradición ascética y preceptivista que impide el conocimiento como acción. La resituación del deseo en los procesos formativos establece una ruta clara hacia una formación con sentido, y en éste las ciencias, las tecnologías y los saberes apuntan a favor de la vida. “Ya no hay una sola gramática para leer lo que pasa. Las viejas identidades se sienten profundamente amenazadas”, ha dicho recientemente un congresista. LC Bibliografía Dostoievski, Fedor (1999), El idiota, Barcelona, Editorial Juventud. Habermas, Jürgen (1990), Conocimiento e interés, Buenos Aires, AguilarAltea-Taurus-Alfaguara. Jaeger, Werner (1980), Paideia, México, FCE. Ladriere, Jean (1978), El reto de la racionalidad, Salamanca, SíguemeUNESCO. Mishima, Yukio (2001), The Temple of the Golden Pavilion, Londres, Vintage. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Orozco, Luis Enrique y Luis Ernesto Romero (1991), Formación local de recursos humanos: caso Colombia, Bogotá, Textos M.D.U. Popper, Karl (1962), La logica delle scienze sociali, en AA. VV., Dialettica e positivismo in sociología, Turín, Einaudi. La ciencia, la técnica y las artes Herminio Núñez Villavicencio 107 Martha Elia Arizmendi Domínguez Jesús Humberto Florencia Zaldívar Gerardo Meza García Cada cuerpo una prisión en la obra de José Revueltas U na constante en los estudios literarios es la apreciación del cuerpo como prisión. Esta idea puede parecer obvia en la obra de José Revueltas cuando se considera que, por su afinidad ideológica con el marxismo, fue visitante distinguido de dos presidios. Esos acontecimientos dieron origen a las novelas Los muros de agua y El apando, dos de sus más reconocidas obras, cuyas tramas remiten a la experiencia vivida por el escritor. En una entrevista realizada en 1971, Revueltas consideró que sus dos estancias en las Islas Marías le hicieron mucho bien: Me mostraron las relaciones humanas en su desnudez más completa, sin convenciones de ninguna especie. La cárcel tiene esa virtud. Desnuda al hombre. No hay más convenciones que las que se crean en ese mundo La Colmena 69, enero-marzo 2011 tenebroso. Entonces el hombre se ve en su propia esencia, desnuda, sin adornos, directa, patética, elevada y sucia a la vez. (Ruiz, 1992: 74) Las referencias autobiográficas son parte de las estrategias literarias que permiten colocar a los personajes en situaciones extremas. Aunque se piense que la sola ocupación de un panóptico conlleva la degradación de los individuos, lo que se sabe poco es que hay profundidades aún más devastadoras, como estar en presencia del Dios vivo, el Dios en la tierra. Al establecer este puente con un texto que parece no tener conexión con 108 Martha Elia Arizmendi et al. Cada cuerpo una prisión Dicho movimiento interno de la realidad tiene su modo, tiene su método, para decirlo con la palabra exacta. (Su "lado moridor", como dice el pueblo.) Este lado moridor de la realidad, en el que se le aprehende, en el que se le somete, no es otro que su lado dialéctico: donde la realidad obedece a un devenir sujeto a leyes, en que los elementos contrarios se interpenetran y la acumulación se transforma cualitativamente. (Escalante, 2006: 19) de descenso y degradación, y encontrar en esta degradación, en esta corrupción aparente, no una manifestación del mal en términos absolutos, sino un momento en el camino de la superación dialéctica de la realidad. (Escalante, 2006: 20) Tiene razón Escalante cuando explica que esa superación dialéctica de la realidad produce un efecto tremendista, en la medida que conduce a los personajes a situaciones insoportables e insufribles. De acuerdo con las ideas expuestas, los horizontes del cuerpo aprisionado en una realidad de la que no se puede escapar, son aterradores. Así pasa en las correccionales y con las leyes, hechas para que el “delincuente” ocupe los sitios de encierro. Pero, ¿qué sucede con la prisión que la conciencia coloca en cada individuo? La verificación de este encierro exige de una conciencia despiadada, que no desfallezca, pues debe estar siempre alerta. En esto consiste la interioridad, en el hecho de tomar lo real, la verdad como algo propio, como una verdad objetiva (Revueltas, 1983). La violencia juega así un papel determinante en la concepción literaria de José Revueltas. Del mismo modo que las prisiones, la violencia no es una abstracción descrita de manera despersonalizada como una agresión al otro. Al contrario, la violencia más rotunda y contundente está en la percepción con que el hombre identifica su propia naturaleza. Es la violencia que el Revueltas cronista encuentra en los enfermos recluidos en un leprosario. De acuerdo con el mismo Escalante, la expresión el lado moridor es utilizada por Revueltas fuera del contexto de la dialéctica marxista. Se trata de una realidad concreta, cuyas bases están pensadas para superarla o para ir más allá de la misma. Escalante señala que se trata también de un método aplicado a la realidad, que La cuestión se explica porque lo terrible permite perseguir los movimientos internos de este una, cierto pudor de sufrimiento para mundo, descubrir sus líneas de fuga, sus movimientos expresarse; otra, la inverosimilitud: que Cada cuerpo una prisión es siempre inaparente. Lo terrible no es lo La Colmena 69, enero-marzo 2011 las dos obras citadas, ya que se refiere al empalamiento de un profesor por los cristeros, la imagen grotesca a la que se ha hecho referencia permite pensar los personajes de Revueltas justo cuando pueden mirarse en lo más profundo de su ser, cuando ocupan el apando de su conciencia, pues es entonces cuando, en efecto, presencian al Dios terrenal y, en ese instante, son atravesados por la “verdad”, que no es otra que la del realismo dialéctico al que Revueltas se refiere en algunos de los ensayos de Visión del Paricutín y Dialéctica de la conciencia. El novelista usa la realidad para los fines del arte, y si sabe hacerlo de una manera revolucionaria –esto es, realista, sin prejuicios–, su obra tendrá, aún sin proponérselo específicamente, un carácter alegador, polémico y convencedor, pues así, polémica y dialéctica, es la realidad. Al hablar aquí de realismo se habla de un instrumento para concebir la naturaleza y la sociedad, más que de una escuela literaria. En la literatura, como en el arte en general, el realismo –que se podría llamar con mayor precisión realismo crítico– se corresponde con lo que en filosofía se llama materialismo dialéctico (Revueltas, 1983). Por consiguiente, es un procedimiento dialéctico del que no se obtiene conclusión (o tranquilidad) alguna. Así se entiende que José Revueltas confrontara el pensamiento filosófico con una forma de entender el mundo a la que llamó realismo del lado moridor: que imaginamos como tal: está siempre en lo más sencillo, en lo que tenemos más al alcance de la mano y en lo que vivimos con mayor angustia y que viene a ser incomunicable por dos razones: Martha Elia Arizmendi et al. 109 La Colmena 69, enero-marzo 2011 no sabemos demostrar que aquello sea zapatero. Logró escapar, y después de varios días de espantosamente cierto... Pero, ¿en dónde viaje por ferrocarril –la carta dice que una semana– está eso que lo hace distinto? De pronto alimentándose de algunos mendrugos de pan que me doy cuenta. Son los ojos. (Revueltas, llevaba escondidos entre la ropa, logró llegar a 1978a: 10-11) Moscú, donde se presentó a la embajada de México. Recuérdese la fascinación de Revueltas por la forma de mirar del enfermo. Advierte que en los enfermos hay una realidad que sólo puede percibir el que vive, el que experimenta una situación límite. Es en este sentido que el mundo tremendista y devastador relatado por Revueltas no es presentado como un hecho sin sentido (aunque la literatura de nuestros días se vale de la violencia para incrementar sus ventas), sino con un propósito determinado. Esa misma violencia le permite aproximarse al otro para revelar su propia naturaleza a quien observa y describe la violencia. Es el efecto de su propuesta dialéctica de la realidad, que no es la realidad que se aprecia o distingue en un primer acercamiento, sino la de quien la observa y la traslada a su conciencia. Revueltas no ve la prisión y, para ser más claros, la prisión corporal, como una abstracción experimentada de manera particular, aunque, en efecto, se trata de una experiencia individual; es decir, como un acontecimiento que se sufre en el aislamiento de un sitio específico, sino que a lo advertido de esta manera le sigue el momento en que el sujeto aprisionado se ve compartiendo el encierro y la violencia colectivos. En el mundo descrito por Revueltas hay infinidad de violencias y está repleto de celdas. Cada hombre observa su propio encierro en infinidad de rejas. Cada hombre es una prisión que se multiplica interminablemente; cada celda es habitada por un sinfín de violencias. Hay quienes ven en la creación literaria de José Revueltas la influencia de Faulkner, pero no es la vía adecuada para el estudio de la obra del mexicano. En todo caso, Thomas Wolfe, otro norteamericano, puede dar las pautas para entender lo que Revueltas pretende. En Los errores se plantea la posibilidad de ver el mundo con la perspectiva de quien lo contempla desde un sitio elevado. Desde ese lugar, en una ciudad que se observa hay gran cantidad de ventanas, en cada una de las cuales habita al menos un habitante de la desesperación: cada individuo tiene su locura, y ésta representa una prisión. Luego viene la parte vivenciada. En el mismo fragmento citado, se habla de una experiencia que en verdad le ocurrió a Revueltas. Se trata de una de tantas ventanas. Nadie se libra de ser parte de la violencia y de propiciar la destrucción del otro. No existen víctimas; en realidad, cada uno es responsable de violentar a los demás. De esta manera, el lado moridor no está regido por una celda con sus barrotes, sino por la fragilidad de saberse en ningún sitio y en todos a la vez, de comprender que el verdadero error de la existencia consiste en habitar, de manera voluntaria, la experiencia de la enfermedad, los límites de la muerte sin morir, las fronteras del miedo, la locura de la razón. Así está expresado en la extraordinaria crónica de su visita a un leprosario: Todavía no puedo salir de mi aturdimiento. [… ] la cuestión se explica porque lo terrible es siempre Estuvo en prisión celular la mayor parte inaparente. Lo terrible no es lo que imaginamos como del tiempo (Thomas Wolfe. La llave tal: está siempre en lo más sencillo, en lo que tenemos dentro de la caja de cerillos. “Cada cuarto más al alcance de la mano y en lo que vivimos con una celda”) y después fue deportado a mayor angustia y que viene a ser incomunicable por una aldea lejana, donde trabajó como dos razones: una, cierto pudor del sufrimiento para 110 Martha Elia Arizmendi et al. Había olvidado el español casi por completo y para identificarse invocó el nombre de algunos mexicanos que lo conocían e incluso alguien, como Revueltas, a quien había visto en Moscú y con quien estuvo preso en el penal de las Islas Marías. (Revueltas, 1979a: 214) Cada cuerpo una prisión demostrar que aquello sea espantosamente cierto. (Revueltas, 1978a: 10) Esta idea de lo inverosímil se complementa con el relato que hace Revueltas de la mirada de los enfermos que se saben, desde luego, en una situación específica y con padecimientos que nadie puede imaginar, pero que se compadecen de sí mismos, debido a que la experiencia vivencial les permite apreciar una realidad específica. Revueltas se adentró en mundos aún más aterradores; universos que no es necesario identificar sólo con el interior de una celda, porque están inoculados en lo más profundo de los miedos. [… ] por supuesto que no quería morir, pero quería morir de todos modos; la forma de abandonarse, de abandonar su cuerpo como un hilacho, a la deriva, la infinita impiedad de los seres humanos, la infinita impiedad de él mismo, las maldiciones de que estaba hecha su alma. Todo. Terqueaba. “¡Te digo que no jodas!” En esos momentos la madre de El Carajo cruzó las dos rejas del cajón y entró al patio de la Crujía. Estaban salvados. (Revueltas, 1978b: 44-45) Como puede apreciarse, en el caso de El apando, un ser monstruoso como El Carajo se vuelve la representación de todos los cuerpos y de todas las violencias e incluso del miedo a los encierros que cada uno se puede conformar. Así es como el abandono es representación de lo monstruoso, que puede adquirir, por lo tanto, una interpretación o una idea multiforme. Pero es conveniente preguntar en dónde queda la referida salvación. Ésta es solamente una posibilidad de seguir violentando al otro: mantenerse vivo para destruir, en la primera oportunidad, al que mejor Cada cuerpo una prisión represente los miedos interiores. La salvación no se encuentra en la posibilidad de salir de la prisión o del lugar que el Estado establece para castigar a los delincuentes. Los personajes de Revueltas han traspasado la frontera del perdón legal, y por ello permanecerán por siempre en prisión y serán constantemente apandados. La salvación está en la posibilidad de no mirar en el interior de sí mismo, pero, aunque se trate de una utopía, los personajes de Revueltas la desconocen. Poseer un cuerpo implica cargar con el propio encierro. Tener conciencia del cuerpo significa no tener escapatoria. El cuerpo obliga a la permanencia material en un mundo violentado: la conciencia del cuerpo es devastadora, violenta y cruel. Los personajes de Revueltas adquieren importancia y justifican su ser cada vez que bajan a los abismos de sus conciencias para colocarsepercibirse en situaciones que posiblemente no vivieron: su existencia se fundamenta en sonidos difusos o recuerdos vagos, excepto cuando el cuerpo, la deformidad de éste o las enfermedades otorgan a dicha existencia una jerarquía superior a las existencias de los demás. Sin duda la autoaniquilación de los personajes, la animalización y la tendencia al acabamiento que se verifica en los La Colmena 69, enero-marzo 2011 expresarse; otra, la inverosimilitud: que no sabremos textos revueltianos –tópicos ampliamente analizados por Evodio Escalante– adquieren sentido en esa dialéctica de la degradación: no forman “estados inmóviles” de una narrativa tremendista sino “momentos de un movimiento sistemático” que da cuenta, en el seno del relato mismo, de la “lógica del Martha Elia Arizmendi et al. 111 mundo”, del “movimiento oculto de lo real”. (Mateo, 2007: 229) Esta idea no deja de ser paradójica porque sólo por medio de los padecimientos, de la conciencia del cuerpo lacerado, un hombre se vuelve superior al resto, e incluso logra atributos que lo asemejan a una deidad: Unos seis médicos, a lo que alcanzo a contar, me inyectan, me punzan, me sacan venas y arterias a la superficie de la piel [...] Los brazos abiertos en cruz, un San Sebastián atravesado por las flechas del martirio, estoy tendido en la plancha La Colmena 69, enero-marzo 2011 de operaciones. (Revueltas, 1979b: 45) Los mundos de los personajes de Revueltas son enajenantes porque de ellos brotan como larvas de una infección social. Sin embargo, son asimismo hampones o disidentes comunistas, según Christopher Domínguez, pero con la capacidad de mirarse y comprenderse como “pequeños dioses monstruosos” que intentan devolver el orden en donde jamás lo hubo. Es el caso de Elena, el enano de Los errores, que, en el interior de un veliz, percibiendo el exterior desde la oscuridad (un principio del caos), puede manipular los destinos de los demás. Un caso semejante es el de El Carajo de El apando, quien es, aparentemente, el más débil e indefenso, aunque los pensamientos y voluntades dependan de lo que pueda ocurrirle a ese cuerpo deforme. De esta manera, la corporeidad de Elena y de El Carajo o, mejor dicho, su descomposición (cuerpo grotesco, enfermo, decadente), es determinante, fundamental e indispensable para re-construir las conciencias de los presos en una ciudad sin piedad. Edith Negrín (1995) amplía los horizontes de la percepción de la narrativa de José Revueltas cuando pone énfasis en la paradoja como estrategia literaria y llama la atención hacia los momentos de cruce, choque o convivencia entre dos posibilidades en apariencia excluyentes. Lo grotesco se fusiona con lo cómico: “Grotesco es el contraste pronunciado entre 112 Martha Elia Arizmendi et al. forma y argumento, la mezcla centrífuga de lo heterogéneo, la fuerza explosiva de lo paradójico, que son ridículas y al mismo tiempo producen horror” (Kayser, 1964: 60). Ahora bien, la propuesta de Revueltas invita a percibir todo lo que habita en el interior de cada uno de sus personajes. Basta un detonador, un encuentro casual, cualquier pretexto para que lo espeluznante se vislumbre. Sin embargo, si la corporeidad obliga al hombre a permanecer encerrado en sus propios límites (cuerpo, espacio e ideologías), muchas veces deformándolo, en el cuento “Cama 11. Relato autobiográfico” la única posibilidad de escapar de la prisión individual es la enfermedad. Aquí es conveniente referirse a las interesantes propuestas de Michel Bernard con respecto al cuerpo: la conciencia del propio cuerpo cuando el individuo se reconoce y se sabe diferente y, a su vez, semejante de los demás. Esta comprensión rige sus comportamientos y plantea el problema del espejo. Como explica Bernard, el cuerpo visible remite a los órganos interiores, a los deseos y temores, a las secreciones y mucosidades. La piel y todo lo que recubre (agregaríamos: la sensación y comprensión; esto es, la percepción que se tiene de los órganos) están cargados de valores simbólicos que configuran una idea del mundo. El cuerpo será separado: De las antiguas facultades sólo queda una expresión negativa: la actitud miserable del cuerpo inclinado hacia delante; señal de la impotencia de la enferma para realizar la acción prohibida y al mismo tiempo señal de su sensación... de “poder desenvolverse” completamente sola, o sea, la sensación de la pena y el desamparo de su soledad. (Bernard, 1985: 109) Un hombre con estas características no puede relacionarse con las personas “normales” (todas ellas, ¿en verdad saludables?) por carecer de una conciencia de cuerpo, y será trasladado a una ciudad diferente, alterna (nave de los locos), cuyos habitantes sólo tendrán oportunidad de comunicarse entre sí por medio de sus padecimientos. Esto es así porque los sentidos forman un elemento primordial en la percepción de un mundo cruel. Si el cuerpo representa el encierro, el ojo determina la posibilidad de identificar no solamente la violencia, como ya se dijo, sino lo que atormenta su interioridad y la interioridad del otro. Enraizado en esta perspectiva, el ojo derecho Cada cuerpo una prisión respectivamente a partir del cruce entre la trayectoria de la mirada y: a) la nariz, b) la plancha metálica del postigo, y c) el cajón rectangular de los monos. Pero, por supuesto, esta enumeración es una reducción de lo que en realidad corresponde a una gran proliferación geométrica, inherente al hecho de que, dada la movilidad del ojo, hay tantas figuras como ángulos de vista posibles; sobre todo si se considera que, para acceder a la visión del cajón, la mirada tiene que atravesar el enrejado, lo cual la somete a una fragmentación que implica una multiplicación de figuras (cuyo vértice es el ojo). (García de la Sienra, 2007: 296) No cabe duda que, así como en la locura, resulta fascinante el cuerpo en el límite de las enfermedades –aunque nadie desee experimentarlo–: su delirio permite visualizar una realidad no establecida por la oficialidad o, en otras palabras, por los ordenadores del mundo y su necesidad de construir sociedades atemorizadas por una abstracta y latente enfermedad que amenaza con invadirnos a cada instante. No deja de fascinar la idea de la nave de los excluidos. Revueltas mismo ve a los “enloquecidos” como una especie de iluminados, de individuos que se razonan más allá de sus limitaciones corporales. Ser tripulantes de dicha nave los coloca en una situación superior al resto de la gente: “En la pantalla de mi ventanal del sexto piso... Suspendida todavía por un instante entre los volcanes, permanece la última larga y quieta mirada de sus ojos ajenos, una mirada oceánica, continental...” (Revueltas, 1979b: 35). Como lo identifica Revueltas, los individuos enfermos o enajenados pierden toda conciencia de lo humano; su locura o su monstruosidad niega la condición humana y todo lo que entendemos como civilización, pero la enfermedad y la enajenación los vuelven seres con la capacidad de la razón, en tanto que les devuelven su condición divina. En el relato citado, Revueltas se coloca encima de la humanidad, utilizando el hecho de que su habitación está en el sexto piso del hospital, lo que le permite un dominio visual y jerárquico sobre el resto de las personas: la ciudad y sus ocupantes son una abstracción acéfala Cada cuerpo una prisión que desconoce su naturaleza en permanente posibilidad de descomposición. El narrador pasa por diferentes etapas en las que razona su cuerpo desde múltiples perspectivas: cuerpo/ciencia, cuerpo/deidades y cuerpo/filosofía, entre otras, y a lo largo del texto aparecen personajes de diferentes culturas, lo que contribuye a la complejidad del cuento al ampliar los horizontes y las perspectivas. Sin embargo, el razonamiento no tiene un desarrollo lineal. El cuento no es una aplicación directa del texto bíblico, pues el narrador no se propone hacer una comparación con la figura mítica-religiosa, lo que sería como ignorar los antecedentes preceptuales. Parafraseando una idea que obsesionó a Revueltas, por medio de la enfermedad percibida es como el cuerpo se vuelve un dios vivo: reconocerlo, mirarlo de frente, percibirlo desde lo más profundo de las arterias adormecidas por un sistema que permanece en la estupidez de un organismo insensible, permite bajarlo de la cruz para que ocupe el sitio que le corresponde. Si el individuo es enfermedad y la enfermedad es sociedad, una posible escapatoria de la ciudad, de la habitación, del cuerpo, es subjetiva: siempre cabe la posibilidad de “aplicarle” un método científico para recordarle sus límites, para aprisionarlo. ¿Bastaría con precisar que la razón humana es la más grande burla de la creación? Trascendencia o decadencia. Al debatirse, el hombre pierde su individualidad, queda despojado de nombre. Ser sujeto diferente permite al sujeto enfermo adquirir una nueva personalidad para integrarse a una nueva sociedad. De esta manera, la identidad de los personajes adquiere proporciones novedosas: se simplifica (Toño en lugar de Antonio), se reconstruye (Ángel pasa a ser Moctezuma II), se neutraliza (simplemente se le conoce como V), y a quien se acaba de integrar al nosocomio (cosmos), sólo de momento se le ubicará en el espacio: yo soy la cama 11. Luego de este esbozo, se puede pensar en Martha Elia Arizmendi et al. 113 La Colmena 69, enero-marzo 2011 se vuelve el vértice de varias figuras, formadas la composición del cuento “Cama 11. Relato autobiográfico” y, como parte de ésta, en su propuesta cronotópica: como si se tratara de una cruz, deberá estudiarse de manera horizontal y vertical; el centro será el narrador, relacionado con el autor por el referente “autobiográfico”, quien a su vez proporciona un nuevo centro: el ombligo, sitio por donde serán inspeccionadas todas las calamidades y que es el lugar exacto en donde cielo e infierno se unifican. Llegar a este razonamiento tiene un alto precio, que es el de ser señalado como enfermo y, por consiguiente, ser aislado del resto de la gente. Ahora resta preguntar si se está dispuesto a hacer la trayectoria referida del dolor para sobrellevar el propio encarcelamiento. Por todo lo expuesto, la propuesta de ver la obra de Revueltas con la idea del encierro/ cuerpo –una constante temática de su poética– supone que ésta preserva la violencia y la enfermedad del ser humano. LC _____(1978b), El apando, México, ERA, Obras Completas, vol. 7. _____(1979a), Los errores, México, ERA, Obras Completas, vol. 6. _____(1979b), Material de los sueños, México, ERA, Obras Completas, vol. 11. _____(1983), Visión del Paricutín (y otras crónicas y reseñas), México, ERA, Obras Completas, vol. 24. Ruiz Abreu, Álvaro (1992), José Revueltas: Los muros de la utopía, México, Cal y Arena. Bibliografía Bernard, Michel (1985), El cuerpo, Barcelona, Paidós. 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Cada cuerpo una prisión Julián Beltrán Pérez Una sutil línea fronteriza entre lo ficcional y lo meramente real en la literatura de Hugo Salcedo a ficcionalidad que recrea las formas culturales y sociales de 40 millones de hispanoparlantes de origen latinoamericano radicados en Estados Unidos, los unifica en la temática social de una literatura que ampara la divergencia entre una creación ficticia y la realidad, aunque aquéllos no estén representados por los lectores activos, y reconoce a sus personajes en sus prácticas sociales porque refleja sus valores familiares, la rebeldía que los llevó a emigrar en busca de mejores condiciones de vida y en la aceptación de las prácticas sexuales que proyectan un replanteamiento de los valores de las nuevas sociedades. Esta “minoría” mundial de 40 millones de hispanos sólo en los Estados Unidos no está representada por el censo latinoamericano sobre la base de la unidad de los símbolos de identidad religiosa, hispanoparlante y geográfica, pero puede ser definida como una identidad en movimiento que reconstruye sus formas de apreciación de un mundo que ha expulsado a la gente de su tierra para llevarla a otra, donde le resulta fácil adaptarse, pero no le permite reconocerse, ni a quienes integran esa gran comunidad ser aceptados como Una sutil línea fronteriza Julián Beltrán Pérez 115 La Colmena 69, enero-marzo 2011 L La Colmena 69, enero-marzo 2011 ciudadanos con garantías y derechos. Pero, ¿es ficción el acto de representar una realidad que tiene nombres, espacios, tiempos y acciones, y de la cual hay estadísticas? ¿En qué medida un texto literario puede referir el contexto en que se inscribe la realidad social?, ¿cuál es el discurso social que una obra literaria lleva implícito? y ¿en qué medida sirve la realidad social como materia prima para la construcción de una obra literaria? A partir de estas preguntas se aborda la ficcionalidad en las obras de Hugo Salcedo El viaje de los cantores, Invierno y La ley del ranchero, con el propósito de revelar el panorama latente que hay en ellas en tanto que son representativas de un texto verdadero llamado migración. En el territorio fronterizo de México con Estados Unidos hay un espacio cultural en que se reafirman, entre otras identidades, la de los migrantes, quienes al integrar la cultura de su lugar de origen en un territorio de adaptación, se convierten en sujetos con identidades híbridas, pues mezclan sus tradiciones en el espacio que los recibe como nuevos habitantes de la frontera geográfica. Así ha ocurrido en Tijuana, que se ha reafirmado con culturas regionales diversas y es identificada como un espacio multicultural de manifestaciones expresivas distintas que van del lenguaje a la música y del colonialismo central al desierto norteño. Estas culturas fronterizas son producto del proceso migratorio desde diversos estados de la república hacia la frontera con Estados Unidos y son, asimismo, la primera construcción simbólica de la migración, es decir, la cultura fronteriza es el concepto previo que se registra en el texto literario. La ciudad de Tijuana se presenta así como el espacio geográfico desde el cual un escritor puede hablar de la migración trasladando su observación de las situaciones cotidianas a un espacio metafórico sujeto a la lógica narrativa del relato, en el cual se propone un tema universal, aunque sólo se desarrolle en sociedades fronterizas. Como dramaturgo, Hugo Salcedo utiliza 116 Julián Beltrán Pérez esta forma discursiva para hablar de temas sociales como la migración, la violencia o la prostitución, y para crear personajes que tienden a deshumanizarse en una sociedad escrupulosa cuando critica, pero discreta cuando se le coloca en el banquillo de los acusados, y además clasifica e impone formas de vida constantemente debatidas entre la mentira y el dolor interno que ésta provoca; es decir, la mentira es vista como una forma de conducta. Salcedo no le reprocha nada a esta sociedad, pero la confronta desde los bajos mundos replanteando a la razón del otro lado. El viaje de los cantores (1989)1 es una obra dramática en un acto, dividido en diez escenas; habla de la travesía que emprende un grupo de 18 migrantes del estado de Zacatecas hacia Dallas, Texas, en un vagón de tren. La forma en que éstos son transportados y las situaciones dadas entre el emigrante y el “pollero” son registradas de manera trágica. Invierno sitúa el problema de la migración en un lugar impersonal que podría ser cualquier lugar, pero no en cualquier tiempo. Contextualiza también narrativamente la problemática social “como un hecho privilegiado que ha sido, es o puede ser objeto de una elección intelectual por parte de un autor que le confiere especial sentido o significación en el desarrollo de la trama. Así difiere sustancialmente del mero hecho” (Giménez, 1994: 172). El autor es entonces el eje principal de la voz discursiva que ubica temporalmente el fenómeno de la migración en la frontera norte de México. En este sentido, el análisis del texto queda delimitado por el autor que lo produce y por lo que éste dice. En México, y en otras partes del mundo, la migración es un problema social que discurre de manera inalterada en la cotidianidad, y se presenta como una situación común en una sociedad cuyos integrantes son vulnerables. Ése es el modelo social para la construcción de las obras literarias. Pero que el fenómeno migratorio se convierta en foco de denuncia de un dramaturgo, quien le confiere interés desde otro enfoque, lo convierte en acontecimiento narrativo, el cual es presentado en El viaje de los cantores e Invierno como una variable del modelo original; es decir, de la migración. La ley del ranchero es un texto dramático en un acto dividido en siete escenas en las cuales se proyecta, desde distintos enfoques, la tragedia de cuatro historias cuyos 1 Publicada, por primera vez en la revista Punto de partida de la Universidad Nacional Autónoma de México, cuarta época, núm. 87, noviembre-diciembre de 1989. Una sutil línea fronteriza Una sutil línea fronteriza Con Gualberto Cobos, en La presencia altamente sospechosa... (1998-1999). puede interpretarse en su solo contexto, puesto que “está condenada a una recontextualización infinita, es decir, a ir adaptándose siempre a los nuevos contextos desde los que es leída y a olvidarse de su contexto original” (Asensi, 1990: 73). Derrida (1996) sostiene que un texto se somete a múltiples interpretaciones, y al examinar la estructura textual se derriba contrastándola consigo misma en busca de la causa originaria del texto analizado. De esta forma, la causa de deconstruir conduce hasta la causa que provocó la idea de construir un texto literario. En las obras de Salcedo la causa es la trascendencia del hecho social migratorio, la forma en que la sociedad lo toma en cuenta y el significado de que la gente emigre. Pero la causa es sobre todo la pregunta sobre la emigración de la gente, y las respuestas aparecen en el texto únicamente cuando se interpreta la verosimilitud de los personajes; cuando el lector los encuentra deliberadamente en su propio contexto. El viaje de los cantores, Invierno y La ley del ranchero no son manifiestos o ensayos sobre la migración. Lo que se dice del tema, lo que hay en la estructura de cada texto son manifestaciones contextuales de las que el autor forma parte. Julián Beltrán Pérez 117 La Colmena 69, enero-marzo 2011 protagonistas coinciden una noche. Una historia común a amplias porciones de la humanidad es presentada también desde enfoques diversos. La obra es una polifonía textual cuyo eco es la voz de una humanidad degradada, la cual está representada por seres decadentes, lúgubres y marginados, pero a la vez tan reales como lo pueden ser el obrero de una fábrica o una familia abandonada en medio del desierto, o bien, el infortunio de 18 migrantes dentro de un vagón de tren. Se trata de personajes solitarios, resignados y decepcionados, que ocasionalmente condenan la realidad y sentencian a la sociedad; son perseguidos por el recuerdo de la muerte, a la que llevan como marca, pues todos acaban mal, condenados por las formas de vida consecuentes a un mundo que tiene dueños. Esta es la constante de las tres obras: muerte y huida (la primera arrastrada por la otra). Así pasa con Tito, en La ley del ranchero, quien quiere “dar la vuelta al mundo y no regresar nunca a esta madre” y sueña “con un pasaporte vigente con visa laser para cruzarme al otro lado sin que la migra me detenga”. O con Toto, quien acepta de manera realista y resignada: “ya nadie cree en Aladino, aquí sólo están los cuarenta ladrones y Alí Babá”. Al convertirlo en símbolo de la desolación, el espacio proporciona identidad a los personajes. En Invierno, el espacio es un “paraje rocoso, de noche”; un lugar impersonal donde perviven formas de comunicación con un discurso desesperado, violento y atacado por sentencias hiperbólicas, como cuando el personaje femenino reclama: “fue una locura grande habernos venido para acá”. Poco a poco, esa locura crece con las barreras del idioma entre la migra y la pareja, la que de ser inmigrante pasa a ser ilegal. De esta conversión de identidad no se salva nadie cuyos sueños estén definidos por la frase “del otro lado”. Por la ambigüedad de los términos a los que es sometida cada vez que un crítico la analiza, la obra literaria no La Colmena 69, enero-marzo 2011 Con el dramaturgo y cuentista Hugo Salcedo (13 de julio de 2010). Por eso se presentan como obras literarias inscritas en el género dramático, pues desde este campo el autor se legitima para hablar de la migración. Hugo Salcedo está legitimado por una producción que lo identifica como un artistadramaturgo inscrito en el campo literario que lo reviste de herramientas para emitir un discurso social. Como está respaldado por su producción, es reconocido por el campo, y ello le permite predisponer la recepción de su obra la cual debe interpretarse como tal porque “una de las propiedades fundamentales de los campos de producción cultural reside precisamente en el hecho de que los actos que en él se realizan y los productos que se producen contienen la referencia práctica (a veces explícita) a la historia del campo” (Bourdieu, 1990: 235). El lector le cree al autor porque se reencuentra en sus textos, y por eso el escritor obtiene reconocimientos y presenta la temática en congresos. El creador está inmerso en el engranaje institución-lector; es decir, entre quien lo proyecta (la editorial) y hacia donde lo proyecta (el público). Emitido por un dramaturgo, el discurso sobre la migración es interpretado por un público receptor de la obra que cree que todo sucede como lo cuenta el autor: cree en los 118 Julián Beltrán Pérez personajes, en las acciones que los mueven y en el suceso, así como en el lugar de procedencia de los sujetos a quienes el autor convierte en personajes. Pese a ello, ¿qué tanto se apega la ficción de El viaje de los cantores e Invierno a la realidad? La relación entre el texto literario y el texto social responde esta pregunta: es el hábitus que al mismo tiempo construye al autor, en tanto que éste produce y publica, y aquél le confiere poder y lo ubica en su campo. Pierre Bourdieu define este concepto como los determinismos sociales que rodean la producción artística, “lo cual remite así a las condiciones sociales de su producción como sujeto social (familia, etc.) y como productor (escuela, contactos profesionales, etc.) y por otro a través de las demandas y limitaciones sociales que se inscriben en la posición que ocupa en un campo determinado (más o menos autónomo de producción) (Bourdieu, 1990: 237). Pero Salcedo no reescribe la historia para los sujetos sociales que convierte en personajes literarios, específicamente dramáticos. Mediante tótems universales como la migración, la familia o la sexualidad, inserta los dramas de los sujetos en una realidad no reescrita para ellos, sino que los retoma para exigir cuentas a las políticas latinoamericanas, las cuales han de ponerse a debate a partir de las cacerías de latinos, las que de un tiempo para acá han sido un buen pretexto para reflexionar. De esta Una sutil línea fronteriza forma, el texto literario es un proceso de conversión del hecho ficticio que relata un acontecimiento real y el discurso discurre a la par de las prácticas sociales que definen a una sociedad. Como después de todo nada nos cuesta soñar, el hecho migratorio es presentado como el sueño de sujetos reales con las características sociales de género, religión, clase social y nivel educativo. Pero, al final, el sueño queda suspendido en el tiempo, pues estando tan cerca de alcanzar la libertad constitucional de la tierra primer-mundista prometida, sólo consiguen engrosar las estadísticas de inmigrantes latinos cazados por la border patrol o la migra. En este sentido, los personajes no son ficticios, sino sujetos con familia, como los 18 cantores, la joven pareja de Invierno o el ranchero que siempre impone su ley a quien se cruza en su camino. LC Bibliografía Asensi, Manuel (1990), citado en David Viñas Piquer, Historia de la crítica literaria, Barcelona, Ariel. Bourdieu, Pierre (1990), Sociología y cultura, México, Conaculta. Derrida, Jaques (1996), La desconstrucción en las fronteras de la filosofía. La retirada de la metáfora, Paidós, Barcelona. Giménez, Gilberto (1994), “La teoría y el análisis de la cultura. Problemas teóricos y metodológicos”, en González y Galindo (coords.), Metodología y cultura, México, Conaculta. Salcedo, Hugo (2001), El viaje de los cantores y otras obras de teatro, México, Conaculta–Fondo Editorial Tierra Adentro. _____ (2002), 21 obras en un acto, México, Conaculta-Universidad Autónoma de Baja California, Teatro del Norte. _____ (2005), La ley del ranchero, México, Conaculta-El milagro [pról. Peter Beardsell]. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Vidarte Fernández, Francisco Javier y Cristina Peretti Peñaranda (1998), Derrida (1930), Barcelona, Ediciones del orto. Una sutil línea fronteriza Julián Beltrán Pérez 119 Benito Nogueira, sin título (1994). Artaud, Uccello La Colmena 69, enero-marzo 2011 La fascinación que la figura del pintor renacentista Paolo Uccello ejerció sobre la imaginación del poeta Antonin Artaud (1896-1948) queda ejemplarmente plasmada en los dos textos que siguen. El pintor que descubre la perspectiva y pone los puntos de fuga en cuadros de batallas menos vistas que soñadas. El poeta que inventa el teatro de la crueldad y comienza por vivirlo en su propia psique. Los separa un océano de tiempo. Los une el vigor de la imaginación. En un texto no demasiado conocido (“El verbo encarnado”), Alejandra Pizarnik afirma: “La poesía de Artaud no tiene casi nada en común con la poesía clasificada y definida. Puesto que su obra rechaza los juicios estéticos y los dialécticos, la única llave para abrir una referencia a ella son los efectos que produce. Pero esto es casi indecible, pues esos efectos equivalen a un golpe físico. Si se pregunta de dónde proviene tanta fuerza, se responderá que del más grande sufrimiento, físico y moral. El drama de Artaud es el de todos nosotros, pero su rebeldía y su sufrimiento son de una intensidad sin paralelo.” Leámoslo. Hice las traducciones en colaboración con Bárbara Vial. Artaud, Uccello Jorge Esquinca 121 Uccello, la hebra Para Génica Uccello, mi amigo, mi quimera, viviste con este mito hebras. La sombra de esta gran La Colmena 69, enero-marzo 2011 mano lunar donde imprimes las ilusiones de tu cerebro, nunca llegará hasta la vegetación de tu oído que gira y hormiguea a la izquierda con todos los vientos de tu corazón. A la izquierda las hebras, Uccello, a la izquierda los sueños, a la izquierda las uñas, a la izquierda el corazón. Es a la izquierda donde todas las sombras se abren, naves, como sombras de orificios humanos. La cabeza acostada en esta mesa en la que se hunde toda la humanidad, qué más ves sino la sombra inmensa de una hebra. De una hebra como dos bosques, como tres uñas, como un pasto de pestañas, como un rastrillo en las hierbas del cielo. Sofocado el mundo, y suspendido, y vacilando infinitamente en las llanuras de esta mesa donde inclinas tu pesada cabeza. Y a tu lado, cuando interrogas las caras, qué ves sino una circulación de ramas, una reja de venas, la huella minúscula de una arruga, el entramado de un mar de cabello. Todo es envolvente, todo es vibrátil y qué vale el ojo sin sus pestañas. Lava, lava las pestañas, Uccello, lava las líneas, lava la huella temblorosa de las hebras y de las arrugas en estas caras de muertos colgantes que te miran como huevos, y en tu palma monstruosa y llena de luna como de una luz de hiel, ahí está otra vez la augusta huella de tus hebras que emergen con sus líneas tan finas como los sueños en tu cerebro de ahogado. De una hebra a otra, cuántos secretos y cuántas superficies. Pero dos hebras, una junto a otra, Uccello. La línea ideal de las hebras inexplicablemente fina y repetida dos veces. Existen arrugas que dan la vuelta a la cara y que se prolongan hasta el cuello, pero debajo del cabello existen también arrugas, Uccello. Así que puedes dar toda la vuelta a este huevo que cuelga entre las piedras y los astros, y que sólo posee la doble animación de los ojos. Cuando pintaste a tus dos amigos y a ti mismo en un lienzo bien preparado, dejaste en el lienzo como la sombra de un extraño algodón, y ahí entiendo tus añoranzas y tu pena, Paolo Uccello, mal iluminado. Las arrugas, Paolo Uccello, son cordones, pero los cabellos son lenguas. En uno de tus cuadros, Paolo Uccello, he visto la luz de una lengua en la sombra fosforosa de los dientes. Es por la lengua que alcanzas la expresión viva en los lienzos inanimados. Y es a través de eso que vi, Uccello, todo envuelto en tu barba, que me habías entendido y definido con anticipación. Dichoso seas tú que tuviste la preocupación rocosa y terrestre por la profundidad. Viviste en esta idea como un pez animado. Y en los círculos de esta idea das vueltas para siempre y te persigo a tientas, siguiendo el hilo de la luz de esta lengua que me llama desde el fondo de una boca milagrosa. La preocupación terrestre y rocosa por la profundidad, yo que carezco de tierra en todo nivel. ¿Sospechaste realmente 122 Jorge Esquinca Artaud, Uccello Con Jorge Esquinca en la presentación de La Colmena, FIL Guadalajara (28 de noviembre de 2009). Artaud, Uccello Jorge Esquinca La Colmena 69, enero-marzo 2011 mi descenso a ese bajo mundo con la boca abierta y el espíritu perpetuamente sorprendido? ¿Sospechaste estos gritos en todos los sentidos del mundo y de la lengua, como de un hilo perdidamente devanado? La larga paciencia de las arrugas es lo que te salvó de una muerte prematura. Porque, lo sé, habías nacido con el espíritu tan hueco como el mío, pero este espíritu lo pudiste fijar sobre algo que es aún más poca cosa que la huella y el principio de una pestaña. A la distancia de una hebra, te balanceas encima de un temible abismo del que, sin embargo, estás separado para siempre. Pero bendigo también, Uccello, pequeño niño, pequeño pájaro, pequeña luz desgarrada, bendigo tu silencio tan bien plantado. Aparte de esas líneas que empujas de la cabeza como una fronda de mensajes, sólo queda de ti el silencio y el secreto de tu bata cerrada. Dos o tres signos en el aire, quién es el hombre que pretende vivir más que esos tres signos, a quién, a lo largo de las horas que le cubren, pensaríamos pedirle más que el silencio que le precede o que le sigue. Siento todas las piedras del mundo y el fósforo de la superficie que mi paso acarrea, hacer su camino a través de mí. Forman las letras de una sílaba negra en los pastos de mi cerebro. Tú, Uccello, enseñas a no ser más que una línea y el alto estado de un secreto. 123 Pablo Pájaros o el sitio del amor Paolo Uccello se agita en medio de un vasto tejido mental donde ha perdido todos los caminos de su alma y hasta la forma y la suspensión de su realidad. Abandona tu lengua Paolo Uccello, abandona tu lengua, mi lengua, mierda, ¿quién es este que habla?, ¿dónde estás? Más allá, más allá, Espíritu, Espíritu, fuego, lenguas de fuego, fuego, fuego, come tu lengua, viejo perro, come su lengua, come, etc. Arranco mi lengua. SÍ. Mientras tanto Brunelleschi y Donatello se desgarran como condenados. El punto pesado y sopesado del litigio es sin embargo Paolo Uccello, quien se encuentra en un plano distinto. También Antonin Artaud. Pero un Antonin Artaud en gestación, del otro lado de todos los vasos mentales y esforzándose para pensarse en otro lugar (en casa de André Masson, por ejemplo, que tiene el mismo aspecto físico de Paolo Uccello, un físico estratificado de insecto o de tonto, atrapado como una mosca en la pintura, en su pintura que por lo tanto se vuelve estratificada). Y de hecho es en él (Antonin Artaud) que se piensa Uccello, pero cuando se piensa ya no está verdaderamente en él, etc., etc. El fuego en el que maceran su hielo se convirtió en un bonito tejido. Y Paolo Uccello continúa la operación molesta de este arranque desesperado. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Se trata de un problema que también se planteó al espíritu de Antonin Artaud, pero Antonin Artaud no necesita un problema, ya lo tiene bastante jodido su propio pensamiento, entre otras cosas por haberse encontrado a sí mismo y descubierto como un mal actor, por ejemplo ayer, en el cine, en Surcouf, sin que esta larva de Pequeño Pablo venga a comerse su lengua dentro de él. El teatro fue construido y pensado por él. Metió aquí y allá arcadas y planos en los que todos sus personajes se sacuden como perros. Hay un plano para Paolo Uccello, y un plano para Brunelleschi y Donatello, y un pequeño plano para Selvaggia, la esposa de Paolo. Dos, tres, diez problemas se entrecruzaron de repente con los zigzags de sus lenguas espirituales y todos los movimientos planetarios de sus planos. En el momento en que se levanta el telón, Selvaggia está muriendo. Paolo Uccello entra y le pregunta cómo está. La pregunta tiene el don de exasperar a Brunelleschi que hiere la atmosfera únicamente mental del drama con un puño material y tenso. 124 Jorge Esquinca Artaud, Uccello BRUNELLESCHI. – Puerco, loco. PAOLO UCCELLO, estornudando tres veces. – Imbécil. Pero primero, describamos a los personajes. Démosles una forma física, una voz, un atavío. Pablo Pájaros tiene una voz imperceptible, un paso de insecto, un traje demasiado grande para él. Brunelleschi tiene una auténtica voz de teatro sonora y bien encarnada. Se parece a Dante. Donatello está entre los dos: San Francisco de Asís antes de los Estigmas. La escena se desarrolla en tres planos. Inútil decirles que Brunelleschi está enamorado de la esposa de Pablo Pájaros. Le reprocha, entre otras cosas, dejarla morir de hambre. ¿Se muere de hambre en el Espíritu? Pues estamos únicamente en el Espíritu. El drama consta de varios planos y caras; consiste tanto en la estúpida pregunta de saber si Paolo Uccello terminará por adquirir suficiente piedad humana para dar de comer a Selvaggia, como en saber cuál de los tres o cuatro personajes perseverará más tiempo en su plano. Porque Paolo Uccello representa el Espíritu, no precisamente puro, sino indiferente. Donatello es el Espíritu realzado. Ya no mira hacia la tierra, pero todavía tiene en ella los pies. Brunelleschi está completamente enraizado a la tierra y desea a Selvaggia terrestre y sexualmente. Sólo piensa en coitar. Paolo Uccello no ignora la sexualidad, pero la ve acristalada y mercurial, fría como el éter. Y en cuanto a Donatello, él ya no la añora. Paolo Uccello no tiene nada en su traje. Sólo un puente en lugar del corazón. A los pies de Selvaggia hay una hierba que no debería de estar ahí. De repente, Brunelleschi siente su verga hincharse, volverse enorme. No puede detenerla y levanta el vuelo como un gran pájaro blanco, como esperma que se atornilla girando en el aire. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Versión de Jorge Esquinca Artaud, Uccello Jorge Esquinca 125 Como Eco, en El Divino Narciso (1990). Miguel Ángel Buonarroti Bajo el mentón crecido me ha el buche como a gato que bebe agua lombarda. O de cualquier otro país infame; de la barbilla cuélgame la panza. Si levanto la barba, el cogote siento sobre el lomo; tengo pecho de arpía y el chorreante pincel sobre mi cara hace della un mosaico variopinto. Todo el lomo cargo ya en la panza, que contrapesa el culo como grupa y no me deja ver ni dónde piso. El cuero se me alarga por delante, se me hace nudos al echarme atrás y me estiro como un arco de Siria. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Pero, falaz y extraño, resurge el juicio que la mente porta porque mal tira cerbatana chueca. Giovanni, hoy me hallo lejos de mi oficio y, sin ser pintor, defiendes mi honra y mi pintura muerta. Miguel Ángel Buonarroti (1509-1510) Guillermo Fernández 127 Nota Miguel Ángel escribió este soneto, caudado y burlesco, en los años que pintaba la Capilla Sixtina (1508-1510), el cual dedicó a Giovanni da Pistoia, literato y secretario de la Academia Florentina. LC La Colmena 69, enero-marzo 2011 Cuánto lamento, querida Virginia Aguirre, que por el momento no podamos reír juntos a causa de este poema, al igual que lo hacíamos de nosotros mismos y de tantas personas profesionalmente ridículas, más ridículas cuanto más solemnes. Espero que lo hagamos pronto, a su debido tiempo, cuando al fin se enderece esta “cerbatana chueca”. 128 Guillermo Fernández Miguel Ángel Buonarroti José Rui Teixeira La Colmena 69, enero-marzo 2011 José Rui Teixeira (Porto, Portugal, 1974). Realizó estudios en teología y literatura, bajo el título de Diáspora apareció en 2009 una antología de su obra poética. 130 Sergio Ernesto Ríos José Rui Teixeira I N os metemos excesivamente con los muertos, me decías. Sus ojos negros, acuáticos, misteriosamente náufragos del tiempo como momias de niños enfermas del amor de los padres o árboles quietos ensimismadas sobre su propia soledad. Aún así observo demoradamente tu desnudez sin olvidar que también morirás un día. Háblame secretamente de las magnolias, del modo como caen los pétalos sobre la tierra en los últimos días. Los que no saben de la súbita blandura de las mañanas, recogen silenciosamente fragmentos de la luz de marzo. Pero tú nunca caminas sobre el trigo, ni asistes a la devastación de un amor más grande que la muerte. Derramarás tu sangre en la tierra incendiada, para que lloren las flores el ineludible desenlace del invierno. Nos metemos excesivamente con los muertos. Descarnamos sus huesos como si nos ardiesen las extremidades de los dedos y ladrillos dorados nos pesaran sobre los relieves de las manos. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Me detengo en los silencios descosidos de tu ropa adentro, en la extrema soledad que anochece la tundra contra el hambre esférica en el cielo de la boca o lenguas de fuego sobre nuestras cabezas. Serás como el fin del mundo en una caja a los pies de la cama o la suspensión demorada en el crepitar de las ausencias. Hubo un tiempo en que yo desconocía el miedo. Dios aún amaba a los hijos de los hombres cuando, años más tarde, dejó de llover. Cayó un libro de tus manos como presagio. Es verdad que todavía espero el rumor blanco de las planicies, la superficie de la mañana, tu boca como el estío. José Rui Teixeira Sergio Ernesto Ríos 131 II Hubo un tiempo en que yo desconocía el miedo. Los días eran como tangerinas en las letanías de julio y mi madre buscaba en el fondo de la mañana mi cadáver. Su cuerpo pendía sobre una secreta forma de arrepentimiento, orgánica como lamentaciones en las paredes del esófago. De pronto, la palpación de un soplo, un estremecimiento. Los frutos en el suelo antes de tiempo, un amor inconfesado o una rara proporción en los segmentos blancos de los dedos. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Mi madre retenía en las manos la aterradora exactitud de la muerte. Durante años la guardó como una lámina sobre el corazón. Un día, un gato escatológico deletreó su nombre. Creí que era Dios. Cerré las manos contra los higos con miedo del invierno. 132 Sergio Ernesto Ríos José Rui Teixeira Mónica de la Torre El ángel en la casa a) Haga un regalo de Navidad bien pensado. Manipúlelo con cuidado. Las cajas pueden dañar las alas. Y/o b) Arránquele todas las plumas, enjuáguelo con agua tibia, déjelo hervir hasta que sus rasgos particulares desaparezcan. Personalice su ángel, vístalo, dibújele la cara (si aún no tiene una). La Colmena 69, enero-marzo 2011 O, c) Diséquelo, póngale una instalación eléctrica a través de la médula espinal. Cuélguelo. 134 Santiago Matías Mónica de la Torre The angel in the house a) Makes a thoughtful Chrismas gift. Beware and handle with care. Boxes may damage the wings. And/or b) Pluck all feathers out, rinse with lukewarm water, let boil until distinctive features vanish. Customize your angel, dress it up, draw its face (if it doesn’t already have one). Or, c) Dissect, wire electric installment through spinal cord. Hang it. Tenis de mesa Mónica de la Torre La Colmena 69, enero-marzo 2011 —Cuatro es demasiado, Ping. —El invierno no es mejor, Pong. —Ya basta, Ping. —Detente, Pong. —Traigo un rollo, Ping. —Para el auto, Pong. —Tres es una pulgada, Ping. —Tarta de pizza, Pong. —Devuelve, Ping. —Esfuérzate, Pong. —Deja de pensar en pollos tristes, Ping. —No es divertido, Pong. —Casi nunca, Ping. Silencio. Santiago Matías 135 Table Tennis —Four’s too much, Ping. —Winter’s no better, Pong. —Cut it out, Ping. —Pull over, Pong. —I’m on a roll, Ping. —Stop the car, Pong. —Three’s an inch, Ping. —Pizza pie, Pong. —Correspond, Ping. —Pump it up, Pong. —Quit thinking about sad chickens, Ping. —It’s not funny, Pong. —Almost never, Ping. Silence. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Versiones de Santiago Matías Mónica de la torre (Ciudad de México, 1969) es autora de los poemarios Acúfenos (Taller Ditoria, 2006), Talk Shows (Switchback Books, 2007), Public Domain (Roof Books, 2008), libro publicado originalmente en inglés y del cual provienen los poemas aquí traducidos, y Sociedad Anónima (Bonobos, 2010). Ha participado en los proyectos editoriales colectivos The Collective Task y Taller de Taquimecanografía. Preparó, con Cristián Gómez, la antología Malditos latinos, malditos sudacas: Poesía iberoamericana Made in USA (El Billar de Lucrecia, 2009). Desde 1993 radica en la ciudad de Nueva York. LC 136 Santiago Matías Mónica de la Torre Gonzalo Utrilla, sin título,1994. Azucena Arriaga Mejía Ensayística y evocación de la imagen poética en Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes E La Colmena 69, enero-marzo 2011 l nombre de Alfonso Reyes (1889-1959) resuena sólidamente entre los eruditos de la literatura hispanoamericana del siglo XX; su obra incluye ensayos, poemas y epistolares pero, en especial, Visión de Anáhuac [1519]1 es conocido como el ensayo que comenzó un proyecto nacional en que Reyes, a través del conocimiento que tiene de la literatura universal, cuestiona y da las pautas para la consolidación de lo que él considera como “el alma nacional”. La vida de Alfonso Reyes estuvo marcada por el hecho de que su padre, el general Bernardo Reyes, fue una figura destacada durante el porfiriato y en la política del estado de Nuevo León; además de ser un militar culto que apreció el arte literario, tuvo un gran acervo y amistades de la talla de Rubén Darío. Fue por ello el primer ejemplo en la educación de su hijo (Castañón, 1991: 7-11). 1 138 El primer título había sido “Mil quinientos diez y nueve” pero, por razones editoriales, no se conservó, y Reyes propuso Visión de Anáhuac [1519]. Azucena Arriaga Mejía Ensayística y evocación de la imagen poética Desafortunadamente, la muerte del general Reyes el 9 de abril de 1913, al inicio de la Decena Trágica que culminó con el asesinato de Madero y Pino Suárez, contra los que aquél se había sublevado, dejó una herida imborrable en Alfonso, quien tenía en ese momento 24 años. Otro antecedente particular es el Ateneo de la Juventud, la empresa cultural más importante y exitosa en la historia nacional, en la que participó Reyes al lado de José Vasconcelos, Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso, Julio Torri, Rafael López, Manuel de la Parra, Martín Luis Guzmán y Carlos González Peña, entre otros. Como su nombre lo indica, el objetivo principal del Ateneo fue revivir los clásicos griegos y latinos como el regreso a la perfección y la belleza, al pensamiento que nace de la contemplación, y en contra del positivismo imperante. Henríquez Ureña lo detalla así: Sentíamos la opresión intelectual junto con la opresión política y económica de la que ya se daba cuenta el país. Veíamos que la filosofía oficial era demasiado sistemática, demasiado definitiva para no equivocarse. Entonces nos lanzamos a leer a todos los filósofos a quienes el positivismo condenaba como inútiles, desde Platón que fue nuestro mayor maestro, hasta Kant y Schopenhauer. (citado en Millán, 1981: 35) El propósito fundamental del Ateneo pasaba por retomar las Humanidades como un eje central en que las artes y en especial la literatura debían ser el pilar principal de la revalorización y el futuro de la historia nacional: “la literatura mexicana se estudia con un sentido histórico crítico y el elemento popular empieza a incorporarse a las manifestaciones más características de la cultura nacional sin desconocer el valor de lo colonial que después de la Independencia había pasado, por razones muy obvias, al olvido” (Millán, 1981: 37). Además, el Ateneo difundió y apoyó la educación al llevar la cultura a los más diversos lugares con la Universidad Popular: Desde 1912, la generación de jóvenes universitarios que fundaron el Ateneo de la Juventud, laboró también en la tarea de llevar la cultura al pueblo. Estableció la Universidad Popular, con el objeto de ilustrar a los gremios obreros […] dictaban conferencias, organizaban Este antecedente de altruismo en la vida del joven Alfonso y el premio de consolación otorgado por el gobierno de Victoriano Huerta con el puesto de Secretario de la Legación Mexicana en París2 meses después de la muerte del general Reyes, son puntos clave para entender la visión un tanto melancólica de sus primeros ensayos. Durante su estancia en Europa, Reyes convive con grandes figuras, como Baroja, Solalinde, Valle-Inclán, Gómez de la Serna, Raymond, Américo Castro, Neruda, Vallejo, Azorín, Unamuno, Ortega y Gasset, Borges y Girondo, y le toca observar el nacimiento de algunos movimientos de vanguardia, de los cuales no será partícipe porque, como ya se mencionó, Reyes defendía el espíritu clasicista, opuesto a aquellas revoluciones artísticas: 2 “De hecho cuando muere Bernardo Reyes, 1913, en ese momento Alfonso, todavía Alfonsito quizás, tendría 24 años, él nació el 17 de mayo del 89, está recién casado, tiene un hijo. El propio Victoriano Huerta se acerca a Alfonso Reyes para nombrarlo su secretario particular, el hombre que le lleva la agenda –una función de moda–[,] pero no acepta y finalmente para no pelearse con quien tiene el poder, con Victoriano Huerta, acepta irse de México nombrado como secretario de la legación mexicana en París y en ese momento Reyes se va de México, es decir, por ahí de agosto[,] septiembre de 1913[,] y Reyes no volverá a México más que a tomar vacaciones unos cuantos días, en aquella época en que no había aviones, o eran muy raros. Sólo volverá a México definitivamente después de septiembre de 1939, por agosto también o septiembre.” (Castañón, 2003). Ensayística y evocación de la imagen poética Azucena Arriaga Mejía 139 La Colmena 69, enero-marzo 2011 visitas a museos y planeaban excursiones a los lugares históricos. (Larroyo, 1977: 443) Reyes: un escritor posmoderno que desconfía de la vanguardia y de la literatura profética, a quien el ejercicio de las letras le revela desde muy temprano “el fin de las ideologías” […] El escritor vive de referencias, su vida son referencias, experiencias que son relevos de otras experiencias. La vida literaria, el trato con los escritores no proporcionan prácticamente otra cosa que un conocimiento de primera mano sobre la elección y la disposición de los diversos puntos de vista: la simpatía es el único criterio de verdad. (Castañón, 1991: 17-18) Reyes prefiere empaparse del conocimiento del mundo antiguo que a pesar de los años seguía vigente y que era necesario conocer, plasmarlo con su pluma para justificar la revalorización del pasado junto a la experiencia literaria que compartió con los escritores que le eran contemporáneos, todo lo cual, entre otros valores, fundamenta la importancia que tiene hasta hoy y que aprecian quienes lo leen. Visión de Anáhuac3 inaugura una polémica ante la crítica, ya que al incluir fragmentos de crónicas y un poema náhuatl, Reyes teje la red en que cayeron algunos estudiosos al catalogar el texto como un ensayo histórico que buscaba recuperar las raíces indígenas. Al respecto, Ruiz Soto señala: En un principio, como suele ocurrir con frecuencia en relación con los poemas en prosa, el texto fue malinterpretado por la crítica y se le consideró como un ensayo histórico, sobre todo después de haber sido catalogado como tal por Carlos González Peña en su difundida Historia de la literatura mexicana de 1928, que alcanzó en 1975 una docena de ediciones (Ruiz Soto, 1990: 254). Será hasta décadas más tarde que escritores como Octavio Paz darán las pautas para leer Visión de Anáhuac como un ensayo poético por sus imágenes de un fresco que recrea el paisaje del Valle del Anáhuac. Es una prosa poética que con su ritmo acompaña al lector: Alfonso Reyes señala con verdad que no se puede hablar en prosa sin tener plena conciencia de lo que se dice. Incluso puede agregarse que la prosa no se habla: se escribe. El lenguaje hablado está más cerca de la poesía que de la prosa; es menos reflexivo y más natural y de ahí que sea más fácil ser poeta sin saberlo que prosista. (Paz, 1995: 48) La Colmena 69, enero-marzo 2011 Por su parte, Carlos Monsiváis (1966) define el célebre ensayo reyesiano como un poema en prosa poética y descarta su supuesto carácter de ensayo histórico. Es así, según puede comprobarse con la cita anterior, porque la incorporación de elementos como las crónicas, coloca al prosista en la libertad imaginativa del poeta. El mismo Reyes entendió el ensayo como un híbrido “donde hay de todo y cabe de todo, propio hijo caprichoso de una cultura que no puede ya responder al orbe circular y cerrado de los antiguos, sino a la curva abierta, al proceso en marcha” (Reyes, 1995: 403); es decir, el ensayo puede moverse en la dirección que le sea necesaria al autor, y éste desarrolla sus ideas sin dejar de lado el objetivo que persigue con su tesis. Más aún, Ruiz Soto dice: El malentendido es notable porque Visión de Anáhuac no puede ser considerado como ensayo ni siquiera de una manera aproximativa. El texto no pretende demostrar nada. No sustenta ninguna tesis. No desarrolla ningún argumento a favor o en contra de ninguna hipótesis. Es la recreación literaria del pasado indígena. Su objetivo no es el análisis de la realidad histórica sino la evocación idealizada de un mundo extinto. No es una revisión 3 140 “Visión de Anáhuac, escrito durante su estancia en Madrid en 1915 y publicado en El Convivio de San José de Costa Rica en 1917” (Ruiz Soto, 1990: 253). Azucena Arriaga Mejía Ensayística y evocación de la imagen poética del sistema político, social o económico del México antiguo, sino como lo indica el título con elocuencia: una visión. Es decir, la visualización de una imagen o un conjunto de imágenes. La reconstrucción imaginaria del Anáhuac. (Ruiz Soto, 1990: 257-258) Lo anterior difiere de lo que aseguró Reyes, quien desde un principio dio las pautas para enmarcar Visión de Anáhuac como un ensayo. En una carta a Mediz Bolio, fechada el 5 de agosto de 1922, afirma: Yo sueño –le decía a usted– en emprender una serie de ensayos que habían de desarrollarse bajo esta divisa: En busca del alma nacional. Visión de Anáhuac puede considerarse un primer capítulo de esta obra, en la que yo procuraría extraer e interpretar la moraleja de nuestra terrible fábula histórica: buscar el pulso de la patria en todos los momentos y en todos los hombres en que aparece intensificado; pedir a la brutalidad de los hechos un sentido espiritual, descubrir la misión del hombre mexicano en la tierra, interrogando pertinazmente en todos los fantasmas y las piedras de nuestras tumbas y nuestros monumentos. (citado en Castañón, 1991: 23) No cabe duda que la intención de Reyes es cuestionar al mexicano y no únicamente hacer “la reconstrucción imaginaria del Anáhuac”. Asimismo, la (palabra) “visión” es mucho más abarcadora que el simple vistazo; lo esencial consiste en mirar más allá de lo obvio. Al respecto, Álvarez considera visión como: acto de ver el objeto exacto, permanente, el valle de Anáhuac. Visión: revelación, acto poético, profecía de una realidad nacional. Visión: espectro, percepción fantasmal del paraíso perdido. Visión: espejismo, imagen borrosa, desenfocada, del paisaje y de nuestra historia. O también visión, punto de vista, fragmento de una verdad nacional que se ha resquebrajado. (Álvarez, 2008: 153) De este modo, Visión de Anáhuac no sólo coloca la mirada en el pasado o en su reinvención, sino que mantiene un diálogo que motiva al lector a través de la imagen, lo cual, curiosamente, vela el interés principal de Reyes de encaminarlo por un gran sendero donde es posible interactuar con testimonios históricos. Liliana Weinberg, especialista en ensayo latinoamericano, hace un estudio minucioso de lo que representa la figura de Alfonso Reyes para ese conjunto literario: Para estudiar el ensayo de Reyes y, por supuesto, el ensayo en general, es necesario, en efecto, desde mi punto de vista, atender a estas dos grandes coordenadas: lo que cada ensayo interpreta como lo narrable y lo argumentable en su tiempo y lugar social, y que a su vez permitirá repensar lo narrable y lo argumentable de su sociedad y su cultura. A través de la textura de todo ensayo de envergadura se pone en práctica, se reinterpreta, una visión de “tiempo, historia y alma” (parafraseo el título de un texto del propio Reyes) […] El ensayo de Reyes se convierte en el microcosmos donde un México en y de sincronización con los tiempos del viejo y el nuevo mundo, se autorrepresenta, a través de uno de sus grandes hombres de letras, los modos de ese proceso. (Weinberg, 2004: 58) En Visión de Anáhuac, Reyes funge como ensayista-narrador que acude a la historia y a la tradición literaria para describir el Nuevo Mundo. Lo argumentable está alineado con la interpretación que se encuentra entre líneas y es necesario abrir los sentidos, expandir la visión para identificar las pautas que inauguran la búsqueda del “alma nacional”. Ensayística y evocación de la imagen poética Azucena Arriaga Mejía 141 La Colmena 69, enero-marzo 2011 proceso de reorganización, de modernización, de apertura al mundo hispanoamericano Inicio el recorrido de Visión de Anáhuac [1519] con una reflexión sobre la fecha: 1519 es el año en que Hernán Cortés desembarca en Veracruz, y con ello se avecina el ocaso del impero mexica, pero también es una composición numérica que mediante metátesis forma 1915, año en que una parte importante del mundo vive la Primera Guerra Mundial, mientras México camina lacerado y sin rumbo, inmerso en la Revolución. El ensayo se divide en cuatro apartados, inaugurado cada uno con un epígrafe, el primero de los cuales es el más conocido: “Viajero, has llegado a la región más transparente del aire” (Reyes, 1983: 3), de la autoría del propio Reyes y una parte del cual servirá para el título de la novela de Carlos Fuentes, además de que coloca al lector en un paisaje casi divino, alejado del bullicio, enfocado en la naturaleza para reiterar que la imagen es un elemental acto de presencia en la escritura: la tierra como pureza que es sinónimo de libertad poética. En el primer apartado, se hace una síntesis de historias y crónicas relativas al descubrimiento del Nuevo Mundo que proponen al paisaje americano como un paraíso inexplicable, donde la fantasía, a través de la palabra, exagera la imaginación de los conquistadores europeos, cuya ilusión era la de vivir aventuras en sitios inexplorados, en medio de colores y sabores exuberantes, tal y como lo heredaron de las narraciones de caballería que en esa época inundaban el Viejo Mundo. La hipérbole se desborda ante los ojos de los conquistadores que, como Hernán Cortés o Bernal Díaz del Castillo, describen el imperio de Moctezuma. Reyes también remite a la exageración de los europeos que idealizaron las nuevas tierras conquistadas, como el geógrafo italiano Ramusio, quien dedicó tres volúmenes ilustrados basándose posiblemente en algunas cartas de Cortés. Estas imágenes son confrontadas críticamente con la visión de un Valle de Anáhuac ultrajado; específicamente, la referencia es a las tres razas que desde 1449 se nutrieron de la tierra, el agua y el aire, pero que sobre todo trabajaron en la parte central del imperio: mexicas-nahuas, españoles y mexicanos: Abarca la desecación del valle desde el año de 1449 hasta el año de 1900. Tres razas han trabajado en ella, y casi tres civilizaciones [...] Tres regímenes monárquicos, divididos por paréntesis de anarquía, son aquí ejemplo de cómo crece y se corrige la obra del Estado, ante las mismas amenazas de la naturaleza y la misma tierra que cavar. De Netzahualcóyotl al segundo Luis de Velasco, y de éste a Porfirio Díaz, parece correr la consigna de secar la tierra. Nuestro siglo nos encontró todavía echando la última palada y abriendo la última La Colmena 69, enero-marzo 2011 zanja. (Reyes, 1983: 5) De esta manera, Reyes cuestiona a los gobiernos y sociedades que se asentaron en el Anáhuac y cómo, a principios del siglo XX, se mantenía esa lucha por el poder y el territorio. Más adelante, Reyes se refiere al cuestionamiento que Europa hace de la vasta geografía de América. La incredulidad del occidental está latente, pero la defensa que hace el escritor justifica el amor por su nación: El viajero americano está condenado a que los europeos le pregunten si hay en América muchos árboles. Les sorprenderíamos hablándoles de una Castilla americana más alta que la de ellos, más armoniosa, menos agria seguramente [...], donde el aire brilla como espejo y se goza de un otoño perenne. La llanura castellana sugiere pensamientos ascéticos: el valle de México, más bien pensamientos fáciles y sobrios. Lo que una gana en lo trágico, la otra en plástica rotundidad. (Reyes, 1983: 6) 142 Azucena Arriaga Mejía Ensayística y evocación de la imagen poética Esta cita expone que Reyes observó y comparó el paisaje europeo con el de su continente e hizo una valoración más positiva del Valle de Anáhuac al considerarlo como un espacio más adecuado para el poeta y la inspiración; también hace un contraste con el asombro de los cronistas ante el paisaje de mayor libertad que retrataron con estampas nunca antes hechas de imaginación y palabras. La antigua Europa se deleitaba con las imágenes de Egipto y Babilonia, pero tras el descubrimiento del Nuevo Mundo se incorporaron las descripciones de uno de los más poderosos imperios de Mesoamérica: el mexica. El caballero medieval portaba armadura, viajaba a caballo y tenía armas: “Polvo, sudor y hierro”, según inicia el poema “Castilla” de Manuel Machado; el guerrero mexica se vestía con plumas de bellos colores y utilizaba madera y flechas. Lo que narra Reyes propone imágenes de mayor profundidad: El conquistador o descubridor, con el asombro deslumbrante que experimenta ante el Nuevo Mundo, es el símbolo no sólo del europeo frente a América, del Hombre ante la Utopía: el conquistador también es otra encarnación estética del poeta Alfonso Reyes y de su actitud ante los tesoros y maravillas descubiertas o reveladas por un genio poético de la calidad de Góngora. (Robb, 1978: 39-40) Hasta aquí, Visión de Anáhuac brinda una excelente recreación poética a través del hecho histórico. Reyes utiliza las experiencias de los cronistas, apócrifos o no, sin poner en tela de juicio la verosimilitud: “El ansia de Reyes es literalizar la historia y a sus protagonistas; en varios de sus escritos hace retratos de personajes y el resultado es el mismo: convertir lo vano en hecho literario.” (Ruiz Abreu, 1990: 246) El epígrafe de la segunda parte está tomado de Bernal Díaz del Castillo: “Parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís... No sé cómo lo cuente” (Reyes, 1983: 9). Lo maravilloso se vuelve a colocar ante los ojos de los incrédulos, que no tienen palabras para describir las novedades de la tierra americana y cuyo único referente son las aventuras de sus héroes literarios medievales: “Intento por definir el paisaje” es lo que llama Reyes a su Visión de Anáhuac. Pero la obra es mucho más que eso; es, en verdad, una contemplación estética del paisaje, una recreación del Valle de Anáhuac según lo vieron los primeros españoles en 1519. Jorge Mañach lo ha calificado de “ensayo evocador del México precolombino […] una de sus pequeñas obras maestras [en la cual] poesía y saber se fundieron ya en él para integrar un dechado de Reyes se refiere a las anotaciones de Cortés y Humboldt, retoma de esta manera el pasado plasmado mediante la pluma para hacer la valoración de las imágenes paradisíacas a las cuales se enfrentó el conquistador y que lo dejaron absorto en las novedades sensoriales de objetos, animales, olores, colores y hasta de la geografía. “Esta plaza principal está rodeada de portales, y es igual a dos de Salamanca. Discurren por ella diariamente –quiere hacernos creer– sesenta mil hombres cuando menos” (Reyes, 1983: 12). Es aquí donde Reyes advierte el asombro de Cortés ante las imágenes que lo inundan; de igual manera, Reyes recurre a la hipérbole e incluso, si esto es posible, la incrementa con las narraciones de Bernal Díaz del Castillo. Todo ello para alcanzar un fin, y no simplemente por utilizar el hecho histórico como excusa. La figura de Moctezuma es presentada de manera sumamente poetizada con descripciones y comparaciones que alcanzan la exageración: “Si hay poesía en América –ha podido decir Ensayística y evocación de la imagen poética Azucena Arriaga Mejía 143 La Colmena 69, enero-marzo 2011 documentación iluminada, de apología lírica y descriptiva a la vez. (Leal, 1996: 768) el poeta–, ella está en el gran Moctezuma de la silla de oro” (Reyes, 1983: 17), que es paráfrasis de “Palabras liminares” de Rubén Darío: “Si hay poesía en nuestra América, ella está en las cosas viejas, en Palenke y Utatlán, en el indio legendario, y en el inca sensual y fino, y en el gran Moctezuma de la silla de oro. Lo demás es tuyo, demócrata Walt Whitman” (Darío, 1987: 86). En este punto se unen las narraciones que hace Reyes del Valle del Anáhuac y comienza a aterrizarlas con las palabras de los poetas: la imagen que mueve la pluma es más accesible, es la “poesía de hamaca y de abanico” (Reyes, 1983: 14). Al final del apartado dos dice: “Cuatro veces el Conquistador Anónimo intentó recorrer los palacios de Moctezuma; cuatro veces renunció, fatigado” (Reyes, 1983: 21), y hay una nota al pie agregada en 1955, que ciertamente es aclaratoria porque a Reyes no le interesa si las palabras eran de Alonso de Ulloa o de Ramusio, pues el sentido que busca y logra es el de la recreación de la imagen, no la veracidad: Que el hecho fuera real o ficticio es irrelevante para Reyes, ya que, según se desprende de su nota, no pretendía hacer la descripción objetiva de un mundo real, sino la evocación artística de un mundo posible. No buscaba la verdad histórica sino la verosimilitud literaria, es decir, la verdad poética. (Ruiz Soto, 1990: 266) La tercera parte del ensayo inicia con un epígrafe de Ignacio Ramírez Calzada, El Nigromante: “La flor, madre de la sonrisa” (Reyes, 1983: 21). La flor simboliza al pueblo náhuatl, inspira a los grandes, envuelve a los dioses y reyes, la flor es la vida, el color, el perfume y la belleza, y debe ser tratada favorablemente por el poeta. La poesía es una flor que poco a poco se cultiva: Así como hay algo inefablemente divino en la flor, también hay una chispa de lo inefablemente divino en el poema; por lo tanto la función del poeta, a medida que cultiva y cuida sus poemas como el jardinero sus flores, tiene algo de lo sagrado o divino: el poeta La Colmena 69, enero-marzo 2011 tiene un encargo y una misión especial; es el “santo jardinero”. (Robb, 1978: 41) Reyes vuelve a los orígenes de la poesía nahua, y toma la flor como su emblema: “Los mexicanos desde sus tiempos prehispánicos siempre han adorado a las flores y han hecho de ellas una parte íntima de sus vidas individuales y colectivas en la más honda dimensión cultural. De esto Reyes deriva implicaciones simbólicas que son para un mexicano prometedoras e inspiradoras” (Robb, 1978: 42). A pesar de lamentarse por “la pérdida de la poesía indígena mexicana”, Reyes rescata la traducción del poema “Ninoyolnonotza”, en que se demuestra que el poeta náhuatl logró expresar sus sentimientos de manera sublime y es ejemplo claro de que el paisaje del Anáhuac inspiró la poesía desde tiempos precolombinos. Desafortunadamente, no se puede fiar de las traducciones porque la mayoría es obra de frailes, ya que por sus contenidos fueron expuestas a la censura. Por desgracia, no hay poesía indígena pura que escape al tamiz del cristianismo. Sin embargo, al presentar “Ninoyolnonotza”, Reyes da la pauta para recuperar el valor artístico del poeta náhuatl y conocer las ruinas de la poesía del Anáhuac así como los símbolos que en ésta se esconden, como el de la flor: De manera que el poeta, en pos del secreto natural, llega hasta el lecho mismo del valle. Estoy en un lecho de rosas, parece decirnos, y envuelvo mi alma en el arcoiris de las flores. Ellas cantan en torno suyo, y, verdaderamente, las rocas responden a los cantos de las corolas. Quisiera ahogarse de placer, pero no hay placer no compartido, y así, sale por el 144 Azucena Arriaga Mejía Ensayística y evocación de la imagen poética campo llamando a los de su pueblo, a sus nobles y a todos los niños que pasan. Al hacerlo, llora de alegría. (La antigua raza era lacrimosa y solemne.) De manera que la flor es causa de lágrimas y regocijos. (Reyes, 1983: 34) La interpretación de Reyes se estrecha con la influencia de textos como El cantar de los cantares y relatos como el relativo al rey Arturo. En este apartado hay una mayor participación de Reyes, quien va más allá de narrar los hechos, como lo ha hecho anteriormente, y la interpretación llega hasta la sensibilidad y la nostalgia por el mundo que refleja el poeta. El epígrafe del último apartado es de Bunyan, “The Pilgrim’s Progress”: “But glorious it was to see, how the open region was filled with horses and chariots” (Reyes, 1983: 29). La conclusión de Reyes es de aliento, pues la historia y la cotidianidad logran forjar la obra de acción común y la obra de contemplación común, que mantienen su ímpetu de poeta, ya no indígena ni español, simplemente la mezcla de ambos mundos, combinada con la sensibilidad por la geografía y todo aquello que existe alrededor. La vastísima vida literaria de Alfonso Reyes está enmarcada en los sucesos políticos, sociales y culturales del México contemporáneo, que, sin embargo, no lo llevaron a ponerse a favor de la industrialización y la modernización, sino, por el contrario, lo impulsaron a buscar las raíces, los orígenes, para sedimentar el presente y el futuro, la sensibilización mediante la poesía y la historia: Si América es una creación del espíritu europeo, empieza a perfilarse entre la niebla del mar siglos antes de los viajes de Colón. Y lo que descubren los europeos cuando tocan estas tierras es su propio sueño histórico. Reyes ha dedicado páginas admirables a este tema: América es una súbita encarnación de una utopía europea. El sueño se hace realidad, presente; América es un presente: un regalo, un don de la historia. Pero es un presente abierto, un ahora que está teñido de mañana. La presencia y el presente de América son un futuro; nuestro continente es la tierra, por naturaleza propia, que no existe por sí, sino como algo que se crea y se inventa. Su ser, su realidad o substancia, consiste en ser siempre futuro, historia que no se justifica en lo pasado, sino en lo venidero. Lo que nos funda no es lo que fue América, sino lo que será. América no fue; y es sólo si es utopía, historia en Visión de Anáhuac [1519] mueve a la reflexión y a la valoración del entorno que sigue siendo la sorpresa de otros, sobre todo de los europeos. Pero no sólo debe ponerse esto en alto, porque el acervo legado por las culturas indígenas puede ser retomado en nuevas temáticas poéticas y, en general, literarias: “no le neguemos la evocación, no desperdiciemos la leyenda. Si esa tradición nos fuere ajena, está como quiera en nuestras manos, y sólo nosotros disponemos de ella. No renunciaremos –oh Keats– a ningún objeto de belleza, engendrador de eternos goces.” (Reyes, 1983: 30) Los objetos que engendran los eternos goces se encuentran en cualquier momento sublime del alma, cuando la contemplación inunda los ojos del poeta. Reyes dejó abierta una puerta al universo en que la poesía es la esperanza para sensibilizar y enaltecer el carácter humano: la belleza y la inspiración nunca estarán de más en nuestra América. LC Ensayística y evocación de la imagen poética Azucena Arriaga Mejía 145 La Colmena 69, enero-marzo 2011 marcha hacia una edad de oro. (Paz, 1995: 286) Inauguración de la exposición Vuelo de colores (1999). Bibliografía Álvarez Lobato, Carmen (2008), “Poesía e Historia. El alma nacional en Visión de Anáhuac, de Alfonso Reyes”, Semiosis 8, Tercera época, vol. IV, núm. 8, julio-diciembre, Veracruz, Instituto de Investigaciones LingüísticoLiterarias, Universidad Veracruzana, pp. 153-166. Castañón, Adolfo (1991), Alfonso Reyes. 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Weinberg, Liliana (2004), “Alfonso Reyes, un héroe cultural”, en Pol Popovic Karic y Fidel Chávez (coords.), Alfonso Reyes: perspectivas críticas. Ensayos inéditos, México, Plaza y Valdés, pp. 51-69. 146 Azucena Arriaga Mejía Ensayística y evocación de la imagen poética Martha Eugenia Delfín Guillaumin San Juan Ixhuatepec (San Juanico), siglos XVI-XVIII ste texto trata del origen de San Juan Ixhuatepec, mejor conocido como San Juanico, y de algunos problemas aislados de legalización y pleitos de tierras. Se narra grosso modo el desarrollo histórico de San Juanico, con especial interés en un expediente colonial del siglo XVIII que contiene información sobre mercedes y documentos del siglo XVI. Las obras de Peñafiel (1885 y 1892) han sido de gran utilidad para la realización de este estudio, particularmente en lo que se refiere al origen del lugar y los primeros pleitos de tierras. Asimismo el libro de Gibson (1984), en el que hay información sobre la situación legal de San Juanico a fines del periodo colonial. A su vez, la obra de Gerhard (1977) permitió identificar las órdenes religiosas que evangelizaron la zona, así como el número de vecinos, los ranchos y haciendas aledaños. En cuanto al significado etimológico de Ixhuatepec, los diccionarios y libros de gramática náhuatl coinciden en que es “cerro verde”, lleno de izhuates o palmeras de tallo tierno. El propósito es describir los orígenes remotos del poblado que sufrió un gran daño por la explosión de gas ocurrida el 19 de noviembre de 1984, pues no sólo hubo pérdidas materiales sino humanas. Para eximir de responsabilidades, se llegó a plantear que se trataba de una población asentada en la cercanía de la estación de almacenamiento y distribución de gas licuado del petróleo por la intención de sus habitantes de conseguir San Juan Ixhuatepec Martha E. Delfín Guillaumin 147 La Colmena 69, enero-marzo 2011 E trabajo en ella, cuando en realidad se trata de una localidad muy antigua. En la actualidad, algunas personas se refieren a San Juanico como una colonia o un barrio integrado a la Zona Metropolita del Valle de México, en el municipio de Tlalneplanta, Estado de México, y por ello no lo reconocen como pueblo; sin embargo, en la época colonial, el siglo XIX y buena parte del siglo pasado, fue un pueblo. Etimología Sobre la voz Huaxtepec se ha dicho lo siguiente: La escritura es figurativa y fonética; consta del signo huaxin, árbol de las leguminosas, cuyo fruto alimenticio usan todavía los indígenas, y de la terminación tepec. La palabra Huaxtepec es de origen nominal, su ortografía la comprueba el jeroglífico, que se refiere por la figura y color de los frutos a la Acacia esculenta, L., lo mismo que la de Huaxyaca-c o Oaxaca, y de ninguna manera a la Crescentia cujete, L.: Lugar de los huaxis”. (Peñafiel, 1885: 116) En otro texto se lee que ixua significa nacer la planta o brotar la semilla, mientras que tepetl quiere decir sierra (Molina, 1978: 48 rev. y 102 rev.). Y también hay quien hace el siguiente análisis: Iz, adverbio en náhuatl: “aquí”, “de aquí”, “por aquí”. Izhuatl, especie de palmera o palma (ixhuate), brachea dulcis. Izquitl es el maíz tostado, una flor muy olorosa. Tepetl, montaña, país, localidad. Uaxin, árbol cuyo fruto es parecido al del algarrobo y es comestible (Simeón, 1984: 234-235, 496 y 745). En otra obra más se lee que ixhuate es una especie de palma, cuyo cogollo o palmito es comestible; ixhuatl es un brote o planta recién nacida (Cabrera, 1975: 83). Mientras que en otomí aparece como boxitza (biotza), según se lee en el expediente 10 del volumen 1538 del ramo Tierras del Archivo General de la Nación. Así, se puede afirmar que Ixhuatepec significa cerro con palmas, cerro con ixhuates, cerro verdoso o cerro zacatoso. Otras palabras que refieren a esos significados son Iztutepec o Izhatepec. Información general de la zona donde se encuentra ubicado San Juan Ixhuatepec La Colmena 69, enero-marzo 2011 Durante el periodo virreinal, San Juan Ixhuatepec perteneció a la provincia de Xilotepec, palabra ésta de la que se explica: “‘En el lugar de los jilotes’, el fonético terminal de lugar tepec, llevando dos jilotes o mazorcas de maíz tiernas, que expresan la radical xilotl. Esta es la significación literal; pero en nuestro concepto, el lugar estuvo consagrado a la diosa Xilo, Xilomen, Centeotl, la Cibeles mexicana.” (Peñafiel, 1885: 235) Como ya se indicó, San Juanico estuvo sujeto al gobierno de esa cabecera, la cual se extendía por la Sierra de las Cruces (3,800 m) hacia el sur; cruzaba, al norte, por una serie de colinas erosionadas y afluentes del río Pánuco. Es descrito como un lugar frío, seco e infecundo. El actual municipio de Jilotepec ocupa la parte extrema noroccidental del Estado de México, al suroeste de Hidalgo y Querétaro. Lo anterior explica por qué San Juanico aparece en los documentos históricos bajo distintas jurisdicciones. 148 Martha E. Delfín Guillaumin San Juan Ixhuatepec En otomí, Xilotepec es Madenxi, y el dato es relevante porque fue un antiguo reino otomí cuyos gobernantes estuvieron emparentados con Moctezuma. Incluía una dependencia lejana, Tecozauhtla, en la frontera chichimeca (en el Códice Mendocino, ambos lugares aparecen como tributarios de Tenochtitlan). La lengua predominante fue el otomí, pero había grupos de mazahuas en el sur y chichimecas (pames) en el norte, aparte de una minoría náhuatl. También había ahí otros señoríos pequeños, tributarios igualmente de los aztecas, entre los cuales estaban Tzayanalquilpan y Tlachcoque (que podría ser Chiapantonco o Querétaro). El Tlatoanide Chiapan gobernó probablemente Acaxochitlan y Michmaloyan, aunque quizás éstos fueron señoríos autónomos. Es posible que la parte sur de esta área fuera vista por los españoles en 1519 y que haya caído bajo el control español a mediados de la década de 1520. Enseguida de la conquista, la parte norte fue ocupada por chichimecas. Una expedición española exploró el norte en 1526, y en 1531fue fundado un puesto en Hueychiapan. La guerra de los españoles y sus aliados otomíes contra los chichimecas duró muchos años y alcanzó su clímax entre 1570 y 1580. Xilotepec como entidad tributaria San Juan Ixhuatepec Martha E. Delfín Guillaumin La Colmena 69, enero-marzo 2011 A finales del siglo XVI surgieron los primeros encomenderos: Hernando de Cantillana, Francisco de Quevedo y Juan Núñez Sedeño. En 1533 toda la provincia fue dada al conquistador Juan Jaramillo de Salvatierra, casado con doña Marina, Malintzin, la Malinche, con quien procreó a doña María (Marina) Jaramillo. Al enviudar, Jaramillo se volvió a casar, ahora con doña Beatriz de Andrada. A la muerte de Jaramillo, en 1550, doña Beatriz heredó la encomienda y tomó como esposo a don Francisco de Velasco, hermano del virrey. Sin embargo, la mestiza doña Marina reclamó parte de la herencia, y para 1555 la mitad de Xilotepec les fue dada a ella y su marido, Luis de Quesada. Éste y Velasco compartieron los tributos desde 1560, pero antes de terminar el siglo XVI la mitad de Velasco se perdió de manera fraudulenta. De 1592 a 1604, la mitad de Luis de Quesada fue tomada por un nieto de Jaramillo, Pedro de Quesada. Para 1623, la porción “privada” reclamada por la viuda de Luis de Quesada fue reducida a un tercio; sesenta y cinco años más tarde, el dueño era Pedro de la Cadena. En lo tocante al gobierno de dicha provincia, Gerhard (1977) menciona que hacia 1548 se nombró a un magistrado conocido como Justicia Mayor de Chichimecas, que tenía bajo su mando y protección las colonias de la frontera contra las incursiones chichimecas. Su jurisdicción se extendía desde el norte y oeste de Xilotepec, dentro de las tierras aún no colonizadas, y llegó a alcanzar por un tiempo la frontera con Nueva Galicia y San Luis Potosí. En las décadas de 1550 y 1560, este magistrado dedicó la mayor parte de su tiempo a la frontera, mientras que los poderosos encomenderos de Xilotepec se enriquecieron ante la falta de alguien que los controlara. Durante esos años, Diego Ramírez visitó ocasionalmente Xilotepec-Chiapantongo (1551-1555) y a los vecinos caciques de Otumba (1551), Zayula (1555) e Iscuincuitlapilco (1560). En 1567, un magistrado de la Justicia Mayor reportó que estaba atendiendo problemas relacionados con abusos de encomenderos. Para el año 1577, 149 Entrega de reconocimientos a Delfina Careaga, Juanita Meis y Virginia Aguirre (13 de julio de 2010). La Colmena 69, enero-marzo 2011 el actual Querétaro tuvo su propio magistrado, mientras que Sichú y Cimapan lo tuvieron en 1590, lo cual minimizó los límites de la otrora más grande provincia de la Nueva España. Xilotepec fue una población difícil de manejar. Para 1690 tenía diferente magistrado que la provincia septentrional de Hueychiapa (sic), pero fueron unidas nuevamente bajo un mismo magistrado con residencia en esta última. Desde 1787, dicho magistrado fue un subdelegado de la Intendencia de México. El mismo Gerhard brinda información acerca de la labor misionera y dice que, hacia 1529, los franciscanos establecieron su doctrina en San Pedro y San Pablo Xilotepec y otra, dos años más tarde, en San Mateo Hueychiapa. San Martín Alfaxayuca, otra parroquia franciscana, es de 1559. Hacia 1566, los agustinos de Actopan fundaron una vicaría en Santiago Chiapatongo que se convirtió en priorato por 1569. Para ese entonces, un cura secular fue residente en San Miguel Chiapa. Las parroquias franciscanas de Santiago Tecozautla y San Gerónimo Aculco, así como una asistencia en San Miguel Acambay (que luego fue elevada a la categoría de parroquia), datan del siglo XVII. El curato (coadjutoría) secular de Nuestra Señora de la Peña de Francia (Villa del Carbón) fue creado probablemente de una visita de Chiapa a fines del siglo XVII. Todas las doctrinas regulares fueron secularizadas entre 1754 y 1768. Para concluir este repaso, Gerhard apunta que en 1794 había una parroquia en San Bernardino Taxquillo, y más tarde, Magdalena Nopala adquirió un sacerdote residente; ambas eran visitadas desde Alfaxayuca y Hueychiapa, respectivamente. Las tres villas de Atzcapozaltongo, Calpulalpan y Tlautla pertenecieron a la parroquia de Tepexi (Tula), mientras que San Ildefonso era visitada desde Amealco (Querétaro). Pertenecían todas estas parroquias al Arzobispado de México (Gerhard, 1977: 384-385). En lo que se refiere a población y asentamientos, Xilotepec fue, en su momento, la principal encomienda. Para 1565 contaba con 18,335 tributarios; en 1570 tenía 12,900 tributarios en los tres monasterios franciscanos; y en este mismo año, 18,460, en total, tributarios y 500 familias chichimecas. La mayoría de los tributarios eran otomíes, 150 Martha E. Delfín Guillaumin San Juan Ixhuatepec pero también se encontraban hablantes nahuas en las cabeceras de Xilotepec, Chiapa y Alfaxayuca (Gerhard, 1977). La población nativa de Xilotepec declinó drásticamente después de 1570, debido en parte a las continuas emigraciones, pero sobre todo a la mortandad ocasionada por las epidemias, especialmente entre 1576 y1581 y entre 1604 y 1607. Una interpolación de datos da aproximadamente 9,100 tributarios en 1588; 6,130 en 1597; 3,490 en 1623 y solamente 1,470 en 1643. En los últimos tiempos, había muy pocos chichimecas. Sin embargo, según el mismo autor, hubo un incremento en la población, aparentemente ayudado por la inmigración: 6,530 tributarios hacia 1688; 7,179 familias indias en 1743, y 15,851 indios tributarios en 1799. En reportes de 1794 se habla de 25 haciendas y 95 ranchos dentro de los límites de Xilotepec. En el siglo XVII, los asentamientos que sobrevivieron fueron agrupados en dos cabeceras de doctrina: Chiapa, con sus pueblos satélites: San Felipe Cuamango, San Gregorio Mascapesco, San Bartolomé de las Tunas, San Francisco, San Marcos (Tlazalpan) y San Juan Bautista Tuxtepec (San Juanico). El otro centro creado en el siglo XVIII fue el de Villa Nueva del Carbón de Nuestra Señora Santa María de la Peña de Francia, hoy Villa de Carbón, Estado de México, con los pueblos de San Martín (Cachihuapan), San Francisco Magu, San Lorenzo Pueblo Nuevo, San Sebastián, San Luis de las Peras (Taxhimay) y San Gerónimo Zacapexco. En 1794 había 16 haciendas y el mismo número de ranchos. Gerhard opina que algunos pueblos del norte desaparecieron bajo la constante agresión chichimeca. Información general sobre el origen de San Juanico, los asentamientos humanos en la zona y algunos sucesos importantes en los primeros años de la colonia Con base en los Documentos Americanos No. 4 de la Biblioteca Real de Berlín, Peñafiel se refiere a la fundación del lugar. La fuente incluye un códice que al parecer es anterior a la conquista. Es una copia en papel moderno, de 25 hojas; texto castellano y mexicano; las 12 hojas últimas que contienen el texto náhuatl llevan pintadas figuras que expresan nombres de lugar y de personas: es una muestra del estado que guardó la escritura jeroglífica azteca en sus últimos tiempos. Las láminas con texto mexicano tienen 42 cm de ancho y 30 de alto, divididas horizontalmente en 4 cintas o bandas. (Peñafiel, 1892: 3) Más ampliamente, el documento consultado por Peñafiel explica: Títulos de tierra pertenecientes al P° de Santa Isabel Tola, que su pacífica posesión les dio el año de 1714 y hace relación a los que se dieron el año de 1539 exponiéndolos un intérprete del idioma mexicano por S.M. los caracteres antiguos que conservaban los indios desde el La Colmena 69, enero-marzo 2011 año de 1438. Se tocan muchas noticias curiosas de nuestra América, el conocimiento de los caracteres antiguos, con particularidad todos los sitios de este Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, todo corroborado por escribano real en 25 fojas. Esta carátula está de letra del Br. D. José Alarcón, vicario de cura del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. (Peñafiel, 1892: 3) Este escrito fue dirigido a Juan Francisco de Córdoba, Procurador de los Naturales en la Real Audiencia por parte del regidor y demás oficiales de República, caciques y principales del pueblo de Santa Isabel de la Jurisdicción del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, San Juan Ixhuatepec Martha E. Delfín Guillaumin 151 cuyas tierras colindaban con San Juan Ixhuatepec, cuyos títulos, “en cuya virtud los poseen”, están unidos y mezclados en un mapa. Se deduce que tanto Santa Isabel como San Juan pertenecían a la jurisdicción del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Los del pueblo de Santa Isabel de Tola prestaron dichos documentos para ayudar a resolver el litigio. De la información contenida en los mismos se desprende lo siguiente: alrededor del 26 de agosto de 1714 se había entablado un pleito en la Real Audiencia sobre posesión de tierras entre los naturales del pueblo de San Juanico y Jacinto de Estrada. Los naturales se defendían con el susodicho mapa antiguo, su título de propiedad, “que es lo que llaman título estos naturales”, y se puso dicho trasunto en los autos citados porque ya había ido el oidor, el Dr. Juan Diez de Bracamont, para deslindar y amojonar los límites. En la descripción de Peñafiel del documento “Títulos de tierra pertenecientes al P° de Santa Isabel Tola” se mencionan datos importantes, como los relativos al reparto de tierras hecho por Ixcóatl, pues, como ya se dijo, Ixhuatepec perteneció al señorío azteca; cuando cayó Tenochtitlan y luego al hacerse los repartimientos respectivos, pasó a manos de los españoles. Sobre las tierras que se asignaron a los indígenas se dice: […] de las cuales empiezan sus linderos desde donde llaman Tecpayotepetl y llega hacia el medio de a donde llaman Petlacaltepec; es su largo mirando a Xuchimilco, que según parece es de Norte a Sur, y de ancho tiene 50 palos, que según la medida que acostumbraban son del pie a la mano, que dicha medida de lo ancho coge desde la parte del oriente a el poniente, y habiendo andado en dichas tierras estos conquistadores de la parte de Tlapepetla como en sus tierras anduvieron y en señal de posesión tiraron piedras para que les constara a todos cómo se les habían dado y endonado y como suyas las cultivaban, y sembraban magueyes y se las fueron dejando a sus hijos, nietos y demás descendientes, a sus naturales y vasallos originarios de este lugar de Ixhuatepec, cuyos linderos tienen por otra parte, que empiezan desde donde llaman Ontzpi, y rematan hasta el río o acequia vieja, a la orilla del río, que va a dar a la Laguna Grande y coge también el cerro nombrado Quautlamazohualco, que todo lo referido se lo dieron y endonaron para que lo gocen los dichos naturales, lo cual se verá en el Espejo de su pintura, y en estos escritos que hicieron los viejos, para que se sepa que lo referido lo ganaron los conquistadores con mucho trabajo a fuerza de guerra y a costa de sangre, que derramaron con la rodela y macana en la mano peleando de día y de noche, y así manda nuestro rey que ninguna persona se lo quite, ni se apodere de ello, ni se lo codicie, ni se lo oculte, pena de que castigará conforme a su usanza y serán sus bienes perdidos, lo cual se mandó el año de 1438 (según guarismo de españoles). (Citado en Peñafiel, 1892: 9) La Colmena 69, enero-marzo 2011 Asimismo, se explica que las tierras repartidas en Ixhuatepec se dividieron en cuatro barrios, señalados como parcialidades, la primera correspondió al barrio de San Juan Atzqualco, la segunda al de San Pedro Chalmeca, la tercera al de San Juan Zihuatepec (sic) y la cuarta al de Tlacochcalco. En dicho documento se encuentra también la siguiente información: Hoy sábado 8 de mayo del año de 1539, se juntaron los señores principales del P° de Izhuatepec, donde tuvieron y dejaron los mexicanos sus tierras todos los conquistadores, las cuales se las fueron dejando a los naturales y descendientes que habitaban en ellas, como que las ganaran a fuerza de sangre y guerra, y como tales los dejaron dichos naturales habitantes de ellas, y para tener cerca Iglesia, para oír misa y deprender la 152 Martha E. Delfín Guillaumin San Juan Ixhuatepec doctrina cristiana, hicieron junta los principales y demás naturales, y a voluntad y con gusto de ellos determinaron el que se hiciese una hermita aunque fuera de xacal, como se hizo, y con parecer de todos, eligieron por patrón a San Juan Bautista; cuya advocación se le dio a la Iglesia y habiéndose benedicto, dándose la limosna al padre, no la quiso recibir, antes sí animó a todos los naturales para que acudieran a la Iglesia, y sólo lo que recibió fueron unas aves de corral y panes que se le dio. Y para que se sepa el nombre de dicho padre se mandó poner en este escrito, que se llamaba Dn. Pedro de Valencia, que siempre dijo misa dentro de la dicha hermita en compañía de dos padres, que el uno se llamaba Dn. Pedro y el otro Dn. Rafael [clérigos que fundaron a San Juan Ixhuatepec: MDG], siendo los primeros indios que en dicha iglesia se bautizaron con los nombres de Pedro Icnotzi y Rafael Chalchicohtepehicatzin, los cuales mantuvieron con grandísimo cuidado la obra, por cuyo voto se dispuso el que se hiciese la iglesia en forma, y esta disposición fue por el mes de mayo, a ocho días del año mil quinientos y treinta y nueve”. (Peñafiel, 1892: 11) La ermita, un edificio pequeño cubierto de paja (jacal), se construyó entonces en ese año, “según parece en el guarismo que está al pie de las dos iglesias que demuestra la pintura al fin de este escrito”, detalla Peñafiel. Para comprender cómo eran las ermitas o iglesias de visita se cita la siguiente descripción: “Eran pequeñas y sin pretensiones en comparación con las iglesias de las cabeceras de doctrina, pero reflejaban más bien –notablemente después del desarrollo de los sistemas españoles de trabajo forzado– el sentido de identidad comunal” (Gibson, 1984: 122-123), en este caso de los indígenas de San Juanico. Las iglesias de visita, como todas las primitivas construcciones eclesiásticas, dependían de la disposición de materiales y donación de mano de obra de los indígenas. Después de los primeros años la iglesia de visita, más que el monasterio y la iglesia de una cabecera de doctrina, se adaptaba a la concepción indígena del trabajo, ya que era una empresa dirigida por indígenas, nunca suponía un excesivo gasto de tiempo y contribuía al honor de una comunidad y de su santo en el nivel más local. (Gibson, 1984: 123) Es oportuno señalar que la iglesia era de mampostería. Uno de los documentos revisados por Peñafiel describe los gastos y las personas que la hicieron a su costa dando porciones de limosna: “A 30 de octubre del año 1616 paró la obra de nuestro Padre San Juan Bautista y se llevan gastos 347 pesos según lo refiere el escrito y guarismo”. (Peñafiel, 1892: 12) Fue una iglesia de visita y los datos obtenidos de los documentos de San Juan Ixhuatepec al norte de Guadalupe dan el registro más completo de la construcción de dicho tipo de iglesia, según informa Gibson, quien comenta que Aquí los primeros edificios fueron levantados en 1539. Los indígenas se reunieron La Colmena 69, enero-marzo 2011 para planear la construcción voluntariamente, según el informe de los nativos, y “con entusiasmo”. Todos estuvieron de acuerdo en que el patrón debía ser San Juan Bautista. […] unos sesenta años después, a finales del siglo, se diseñó una nueva iglesia de mampostería. Aunque los registros no están completamente claros la primera cal para mortero fue, aparentemente, comprada por la comunidad alrededor de 1598 […] La iglesia fue terminada en 1616, a un costo de 347 pesos. Ambas campañas de construcción fueron empresas indígenas, planeadas y ejecutadas por funcionarios de la comunidad. (Gibson, 1984: 123) San Juan Ixhuatepec Martha E. Delfín Guillaumin 153 Otro de los documentos revisados por Peñafiel incluye un incidente ocurrido en 1573: el día lunes 20 de julio se suscitó un problema entre los naturales de los barrios y don Antonio de la Mota, quien quería que aquéllos vendieran sus tierras por 50 pesos, pero no aceptaron alegando que “¿de dónde sacarían para el tributo real, pagar las obvenciones y el sustento de ellos y sus hijos?”, pues no tenían los “pobres naturales otros bienes y caudal, más que las tierras”. Alegaban que las tierras, “desde la fundación de México”, les pertenecían. Por tal motivo, se querían quejar con el virrey (Peñafiel, 1892: 13-14). El caso concluyó a favor de los indígenas, a quienes se devolvieron además sus magueyes para que los rasparan, “y no se intervino persona ninguna” (Peñafiel, 1892: 14). No hubo fallo, pero en dichos documentos se aclara que los naturales de San Juan Iztutepec (Izhatepec) eran los legítimos dueños. Éste, que muy probablemente fue el primer conflicto en San Juan Ixhuatepec, puede explicar por qué a lo largo del periodo colonial dicho pueblo vivió muchos problemas por títulos y límites de tierras. Al principio de un expediente de mediados del siglo XVIII hay un documento del 6 de mayo de 1593 por el que se otorgan dos caballerías de tierra a don Alonso de Granada, cacique de Xilotepec, por una merced del virrey Luis de Velasco hijo. En 1744, el documento fue empleado para tratar de aclarar el pleito de límites de tierras entre los naturales del pueblo de San Juan y los hermanos Nabarrete. Como consecuencia de que los hermanos Nabarrete invadieron injustamente sus tierras y los arrojaron de sus rancherías, los indígenas de San Juan Ixhuatepec presentaron testigos para defender su caso. Los Nabarrete presentaron, a su vez, documentos de 1593 con los que intentaban probar que eran los legítimos dueños y que San Juan no era pueblo. Fueron presentados testigos de San Juan Tegustepeque, perteneciente a la cabecera de Xilotepeque, quienes ratificaron que el rancho llamado San Juanico “en lo antiguo fue pueblo sujeto al gobierno de Xilotepec”, y que cuando se separó tenía su propia iglesia, en la que, según dichos testigos, se apreciaban todavía vestigios del cementerio. El caso terminó de manera confusa: se encarceló a uno de los Nabarrete, pero continuaron las averiguaciones sin que hubiera fallo.1 A manera de conclusión La Colmena 69, enero-marzo 2011 “Hacia el fin de la Colonia, algunos de los sujetos de Tenochtitlan y Tlatelolco –Guadalupe, Ixhuatepec, Atlayauhtla (Santa María Magdalena Salinas), San Antonio de las Huertas, Popotla– se habían convertido en pueblos con gobernadores propios.” (Gibson, 1984: 381). Aunque Tenochtitlan tuvo en el periodo prehispánico cierto control sobre ellos, en particular en lo que se refiere a la recaudación de tributos, la posterior separación de dichos pueblos se debió a que “Tanto en el gobierno indígena como en la organización eclesiástica […] la relación se quebrantó progresivamente.” (Gibson, 1984: 381) El hecho de que la Iglesia de San Juan Ixhuatepec estuviese en ruinas se pudo deber a que a principios del siglo XVII las visitas distantes habían sido eliminadas y la capital de la Nueva España se había dividido en tres parroquias para los españoles y siete para los indios, a pesar de que, en algunos casos, sus áreas coincidían (Gibson, 1984: 385). 1 154 AGN, Ramo Tierras, Vol. 1538, Exp.10, años 1593 y 1744-1757. Martha E. Delfín Guillaumin San Juan Ixhuatepec El mismo autor dice que al comenzar el siglo XIX “la jurisdicción tributaria de Tenochtitlan y Tlatelolco se redujo a una pequeña área limitada por San Antonio de las Huertas al oeste, Ixhuatepec al norte, el Peñón de los Baños al este, y Nalverte y Santa Ana (Zacatlamanco) al sur.” (Gibson, 1984: 384) Fue hasta el final de la época colonial que San Juan Ixhuatepec dejó de ser pueblo sujeto a la cabecera de Acambay y adquirió la categoría de pueblo. Más allá de los problemas y abusos de tierras que padecieron los habitantes de Ixhuatepec, particularmente durante el periodo colonial, a fines de la década de 1880 Ixhuatepec (San Juanico) era un pueblo de la municipalidad y distrito de Tlalnepantla, Estado de México, con 674 habitantes (García, 1889: 277). Actualmente, San Juanico forma parte de la Zona Metropolitana del Valle de México como un barrio bastante marginal, aunque jurisdiccionalmente pertenece al municipio de Tlalnepantla de Baz, Estado de México. Sirva este texto para destacar que sus pobladores han padecido injusticias y calamidades desde el periodo colonial, hasta la catástrofe de noviembre de 1984, pero siempre han logrado salir adelante con mucha dignidad. LC Bibliografía Cabrera, Luis (1975), Diccionario de aztequismos, México, Ediciones Oasis. García Cubas, Antonio (1899), Diccionario Geográfico, Histórico y Biográfico, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento. Gerhard, Peter (1977), A Guide to the Historical Geography of New Spain, Cambridge, University Press. Gibson, Charles (1984), Los aztecas bajo el dominio español (1519-1810), Colección América Nuestra, México, Siglo XXI. Molina, Fray Alonso de (1970) OFM, Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana, México, Porrúa [ed. facs. de la de Casa de Antonio de Spinosa, 1571; Intr., Miguel León Portilla]. Peñafiel, Antonio (1885), Catálogo alfabético de los nombres de lugar pertenecientes al idioma náhuatl, México, Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento. _____ (1892), Colección de documentos para la historia mexicana: manuscritos mexicanos, México, Secretaría del Fomento. Simeón, Rémi (1984), Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana, México, Siglo XXI. Archivos consultados La Colmena 69, enero-marzo 2011 Archivo General de la Nación (AGN), Ramo Tierras. San Juan Ixhuatepec Martha E. Delfín Guillaumin 155 Rosa María Camacho Quiroz Dialogismo, intertextualidad e ironía en “Chac Mool” de Carlos Fuentes La Colmena 69, enero-marzo 2011 E Debo reconocerlo: soy su prisionero. Mi idea original era bien distinta: yo dominaría a Chac Mool, como se domina a un juguete. [...] El Chac Mool está acostumbrado a que se le obedezca, desde siempre y para siempre; yo, que nunca he debido mandar, sólo puedo doblegarme. “Chac Mool” Carlos Fuentes l primer libro de Carlos Fuentes fue el volumen de cuentos Los días enmascarados, publicado en 1954 por la editorial mexicana Los Presentes, fundada por Juan José Arreola para dar a conocer la actividad creadora de una nueva generación de escritores. El volumen contiene seis narraciones de corte fantástico en las que se manifiesta la creatividad de Fuentes con historias donde aparecen algunos de los temas que han caracterizado la obra del escritor mexicano, como la presencia del pasado prehispánico y la pervivencia de fantasmas de la historia nacional. “Chac Mool” es el primer cuento de Los días enmascarados, en el cual se relata la venganza, en forma de sacrificio ritual, del dios o guerrero (Matos, 2002) del título contra el personaje que representa al mexicano contemporáneo. En la narración está latente la idea de un pasado no asimilado y la pervivencia del mundo indígena que, de manera misteriosa, 156 Rosa María Camacho Quiroz Dialogismo, intertextualidad e ironía prometerlo todo, nos quedamos a la mitad del camino, destripados en un examen extracurricular, aislados por una zanja invisible de los que triunfaron y de los que nada alcanzaron […]» (30). Pepe juega un papel cuádruple: es narrador, personaje, lector y escritor: Hasta aquí la escritura de Filiberto era la vieja, la que tantas veces vi en formas y memoranda, ancha y ovalada. La entrada del 25 de agosto, sin embargo, parecía escrita por otra persona. A veces como niño, separando trabajosamente cada letra; otras, nerviosa, hasta diluirse en lo ininteligible. Hay tres días vacíos y el relato continúa: (34) […] Recuerdo que a fines de agosto, Filiberto fue despedido de la Secretaría, con una recriminación pública del Director y rumores de locura y hasta de robo. (35) Más adelante, se incluye en nota a pie de página una acotación de lo que permanecerá como un misterio sin resolver: “Filiberto no explica en qué lengua se entendía con el Chac Mool” (36). Éste es un indicio más de que Pepe, lector y poseedor del diario, narra y re-escribe la historia. “Chac Mool” es también un cuento de estructura fractal: Pepe escribe lo que a su vez Filiberto escribió. El lector lee lo que Pepe leyó en su viaje de regreso a México y que luego, al transcribirlo, lo relee. Fuentes utiliza el mise en abyme:2 «[…] Salí tan contento que decidí gastar cinco pesos Aquí termina el diario de Filiberto. No en un café. Es el mismo al que íbamos de jóvenes quise volver a pensar en su relato; dormí y al que ahora nunca concurro, porque me recuerda que a los veinte años podía darme más lujos que a los cuarenta. Entonces todos estábamos en un mismo plano […] Muchos de los humildes se quedaron allí, muchos llegaron más arriba de los que pudimos 1 pronosticar […] Otros, que parecíamos En lo sucesivo, las citas del cuento serán referidas únicamente por el número de la página respectiva de la edición consultada. Dialogismo, intertextualidad e ironía 2 En El relato especular, Dällenbach habla del relato que se incluye a sí mismo: el especular, el auto-referencial. Aquel que está estructurado por una construcción en abismo, por reflectividad. La expresión francesa que Dällenbach toma de Gide para referirse a esta estructura es mise en abyme, que se utiliza para designar la duplicación especular propia de las estructuras metanarrativas; es decir, los relatos dentro de los relatos. Rosa María Camacho Quiroz 157 La Colmena 69, enero-marzo 2011 sigue pidiendo un tributo de sangre, pues: “no ha de ser negado, sino comprendido y asumido como parte integrante del mexicano mestizo” (Fuentes, 2000: 201). En “Chac Mool” hay un narrador homodiegéticotestimonial que se desdobla en un yo diegético y vocal para narrar desde un nivel metadiegético. El narrador cuenta la muerte de Filiberto y algunos acontecimientos alrededor de este hecho: «Hace poco tiempo, Filiberto murió ahogado en Acapulco. Sucedió en Semana Santa.» (Fuentes, 2000: 29).1 A través del diario del fallecido, el lector se entera de los sucesos ocurridos en la vida de Filiberto: «Mientras desayunaba huevos y chorizo abrí el cartapacio de Filiberto, recogido el día anterior. […] Me aventuré a leerlo, a pesar de las curvas, el hedor a vómito y cierto sentimiento natural de respeto a la vida privada de mi difunto amigo.» (30). La trama se va armando con los discursos intercalados del diario y del narrador. Se trata de un cuento metaficcional en el cual se evidencian los mecanismos de la escritura y de la lectura. La ficción en el cuento es una analepsis. Se deduce que el narrador es Pepe, quien es mencionado por Filiberto como su amigo y compañero de trabajo: «Pepe, aparte de su pasión por el derecho mercantil, gusta de teorizar […] Encontré el Chac Mool en la tienducha que me señaló Pepe» (31-32). El narrador utiliza un tiempo subjetivo a través del monólogo interior por el que fluyen, al momento de escribir, su conciencia y el recuerdo de lo sucedido. En su remembranza va insertando los fragmentos del diario de Filiberto como copia fiel, según se enfatiza con el uso de comillas latinas o angulares: «Vinieron, por fin, a arreglar la tubería. Las maletas, torcidas. Y el Chac Mool, con lama en la base» (32). Asimismo, Filiberto relata empleando la introspección y el análisis de su vida, así que tanto en la historia base como en la enmarcada el tejido narrativo se hila a través del recuerdo: hasta Cuernavaca. De ahí a México canoso y abotagado. Yo necesito asolearme, nadar, pretendí escrito, recuperar fuerzas. Me quedan cuatrocientos pesos. Iré relacionarlo con exceso de trabajo, con dar coherencia al a la Pensión Müller, que es barata y cómoda. Que se algún motivo sicológico. Cuando, a las adueñe de todo Chac Mool: a ver cuánto dura sin mis nueve de la noche llegamos a la terminal, baldes de agua.» (38) aún no podía explicarme la locura de mi amigo. (38) El cuento de Fuentes se desarrolla en un espacio interno que da pie a conocer los espacios externos en donde se llevan a cabo las acciones: la ciudad de México, Acapulco, la pensión de los Müller, la casa porfiriana de Filiberto, la oficina de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, el café, el mercado de la Lagunilla, la Quebrada, Playa de Hornos: Chac Mool, blando y elegante, había cambiado de color en una noche; amarillo, casi dorado, parecía indicarme que era un dios, por ahora laxo, con las rodillas menos tensas que antes, con la sonrisa más benévola. […] Sí, se escuchaban pasos en la escalera. Pesadilla. Vuelta a en la Secretaría, Filiberto no pudo resistir dormir… No sé cuánto tiempo pretendí dormir. Cuando la tentación burocrática de ir, como todos volví a abrir los ojos, aún no amanecía. El cuarto olía a los años, a la pensión alemana, comer el horror, a incienso y sangre.» (35) cocina tropical, bailar el Sábado de Gloria en La Quebrada y sentirse gente conocida en el oscuro anonimato vespertino de la Playa de Hornos (29) […] Salimos de Acapulco a la hora de la brisa tempranera. Hasta Tierra Colorada nacieron el calor y el sol. (30) […] «Por cierto que busco una réplica razonable del Chac Mool desde hace tiempo, y hoy Pepe me informa de un lugar en la Lagunilla donde venden uno de piedra y parece que barato.» (33) «[…] Pero yo no puedo dejar este caserón, ciertamente muy grande para mí solo, un poco lúgubre en su arquitectura La Colmena 69, enero-marzo 2011 «[…] Pensé, nuevamente, que era pura imaginación: el Aunque había sido despedido de su empleo choucrout endulzado por los sudores de la porfiriana. Pero que es la única herencia y recuerdo de mis padres.» (35) «[…] Hoy aprovecharé la excursión nocturna de Chac para huir. Me iré a Acapulco; veremos qué puede hacerse para conseguir trabajo y esperar la muerte de Chac Mool; sí, se avecina, está 158 En “Chac Mool” la trama se inicia con el desenlace (ad final): cuando Filiberto muere en Acapulco, toda la urdimbre se teje con los acontecimientos previos. El momento más intenso del cuento se da cuando la figura prehispánica cobra vida: Rosa María Camacho Quiroz En el relato hay varios soportes simbólicos, el más importante es la estatuilla de piedra, el Chac Mool, que además de darle nombre al relato remite al mundo prehispánico. El agua es otro símbolo primordial, ya que así como es vida (Chac Mool cobra vida por el contacto con el agua), también es muerte (Filiberto muere ahogado); además, se relaciona con los poderes de la escultura. Otro más es el relativo a la Semana Santa, tiempo en que muere Filiberto y se recuerda el sacrificio cristiano de la crucifixión. El sótano, lugar donde se guarda la figura, es oscuro y tenebroso, y en el que comúnmente se acumulan cosas de poco valor. El color rojo representa la sangre y remite a los sacrificios sagrados. Con estos símbolos, Fuentes remite a la cosmovisión indígena y la sitúa en el mundo contemporáneo, en donde tiene una vida subterránea. En “Chac Mool” se actualiza el mundo antiguo a través de una deidad prehispánica con una historia y significación importante. Los individuos se constituyen de muchos “otros” que provienen de un pasado lejano y perviven en el lenguaje construido por numerosas y diversas voces que dialogan entre sí y van conformando el yo. Dice Bajtín que el dialogismo es inherente al lenguaje: “el diálogo es el único ámbito posible de la vida del lenguaje” (citado en Kristeva, 1981: 194). “La palabra literaria no es punto Dialogismo, intertextualidad e ironía Dialogismo, intertextualidad e ironía a grupos heterogéneos y por lo mismo son portadoras de esferas distintas; incluso, en la escritura de Filiberto se escucha otra voz, la que se niega a ver que su realidad está inmersa en el mundo antiguo: «Los trapos han caído al suelo. Increíble. Volvía a palpar al Chac Mool. Se ha endurecido pero no vuelve a la consistencia de la piedra. No quiero escribirlo: hay en el torso algo de la textura de la carne […]» (35) Filiberto dialoga consigo mismo ante el acontecimiento sobrenatural. Por otra parte, Pepe también tiende un puente dialógico al leer la historia narrada por su amigo. El ser humano siempre se está expresando, comunicando; es un incansable creador de discursos orales y escritos: “Un acto humano es un texto en potencia y puede ser comprendido (como acto humano, no como acción física) tan sólo dentro del contexto dialógico de su tiempo (como réplica, como postura llena de sentido, como sistema de motivos)” (Bajtín, 2005: 298). Los mundos que hay en la narración interactúan de diversas maneras en las secuencias narrativas de los personajes, en las cuales están sus respectivas visiones del mundo. Filiberto, hombre citadino del siglo veinte, es un amante del arte prehispánico a quien le gusta visitar lugares de origen colonial y zonas arqueológicas: «Pepe conocía mi afición, desde joven, por ciertas formas del arte indígena mexicano. Yo colecciono estatuillas, ídolos, cacharros. Mis fines de semana los paso en Tlaxcala o en Teotihuacán. Acaso por esto le guste relacionar todas las teorías que elabora para mi consumo con estos temas.» (31) Pepe es un descreído de la religión cristiana, pero Filiberto es un creyente: «Me vio salir de Catedral, y juntos nos encaminamos a Palacio. Él es descreído, pero no le basta; en media cuadra tuvo que fabricar una teoría. Que si no fuera mexicano, no adoraría a Cristo y —No, mira, parece evidente. Llegan los españoles y te Rosa María Camacho Quiroz 159 La Colmena 69, enero-marzo 2011 o sentido fijo, sino un cruce de superficies textuales, un diálogo de varias escrituras: del escritor, del destinatario o del personaje y del contexto cultural anterior o actual” (Kristeva, 1981: 188). En el cuento de Fuentes se establece un diálogo con el pasado prehispánico, introducido por Chac Mool en pleno siglo veinte. Hay controversia sobre su origen y función; se trata, en la mayoría de los casos, de una representación humana reclinada hacia atrás, con las piernas encogidas y la cabeza girada, en cuyo vientre descansa un recipiente circular o cuadrado. Se han encontrado esculturas de este tipo en Tula y Chichén Itzá, y en la ciudad de México se han hallado varias piezas labradas que responden al estilo azteca (Matos, 2002: 34). Su nombre se parece a Chaac, el dios de la lluvia para los mayas, pero entre los mexicas era el portador de las ofrendas para Tláloc, aunque también se cree que era una figura empleada en los sacrificios. La escultura está labrada por todos lados como una metamorfosis de un hombre-deidad, pues tiene todos los atributos del dios de la lluvia (Mateos, 1979: 57). En la narración fantástica de Fuentes es clara la referencia a esa deidad y sus poderes como un vínculo entre mundos extrapolados: el sobrenatural y el material, el real y el fantástico, el prehispánico y el mestizo, para hacerlos interactuar. Para Bajtín, el diálogo es “una escritura en donde se lee al otro” y “el dialogismo bajtiniano designa la escritura a la vez como subjetividad y como comunicatividad o, para expresarlo mejor, como intertextualidad” (Kristeva, 1981: 195). “Chac Mool” es una narración dialógica porque en ella se establece un diálogo entre dos contextos, ideologías y creencias, en resumen, cosmovisiones, las cuales están representadas por voces que, a su vez, interactúan entre sí. Refiere Kristeva: “Las relaciones dialógicas […] Deben vestirse con palabras, convertirse en enunciados, expresarse mediante palabras, oposiciones de diversos sujetos, para que aparezcan entre ellas relaciones dialógicas […]” (1981: 193). Las dos voces que dan forma a la narración pertenecen a un grupo social y cultural y a una época determinados que se comunican en el texto, en el cual los espacios dialógicos son los del prehispánico y el mestizo. En este último hay dos perspectivas expresadas por las voces de Pepe y Filiberto, que si bien son mestizas, pertenecen proponen adorar a un Dios muerto hecho queda un centímetro seco en la casa. Tengo que un coágulo, con el costado herido, clavado dormir muy abrigado, y le he pedido que no empape en una cruz. Sacrificado. Ofrendado.» (31) más la sala.» (36) El choque religioso entre el mundo prehispánico y el occidental es uno de los hechos más importantes de la conquista, por eso se ha dicho que ésta fue en buena medida religiosa y espiritual. En el cuento se cuestiona y se sugiere que el cristianismo fue adoptado por los pueblos prehispánicos como una extensión de sus creencias. Dice Pepe, según lo escrito en el diario de Filiberto: en que la estatua trató de atacarme: está en ruinas, y allí se concentra ese olor a incienso y sangre que ha permeado la casa. Pero detrás de la puerta hay huesos: huesos de perros, de ratones y gatos. Esto es lo que roba en la noche el Chac Mool para sustentarse. Esto explica los ladridos espantosos de todas las madrugadas.» (37) «Allí estaba Chac Mool, erguido, sonriente, ocre, con su barriga encarnada. Me […] Frau Müller no permitió que se velara, a pesar paralizaban los dos ojillos, casi bizcos, de ser un cliente tan antiguo, en la pensión; por el muy pegados al caballete de la nariz contrario, esa noche organizó un baile en la terracita triangular. Los dientes inferiores mordían sofocada, mientras Filiberto esperaba, muy pálido el labio superior, inmóviles: sólo el brillo dentro de su caja, a que saliera el camión matutino de del casquetón cuadrado sobre la cabeza la terminal, y pasó acompañado de huacales y fardos sentimiento tan cercano a todo tu ceremonial, a toda tu vida?... Figúrate, en cambio, que México hubiera sido conquistado por budistas o mahometanos. No es concebible que nuestros indios veneraran a un individuo que murió de indigestión. Pero un Dios al que no le basta que se sacrifiquen por él, sino que incluso va a que le arranquen el corazón, ¡caramba, jaque mate a Huitzilopochtli! El cristianismo, en su sentido cálido, sangriento, de sacrifico y liturgia, se vuelve una prolongación natural y novedosa de la religión indígena. Los aspectos caridad, amor y la otra mejilla, en cambio, son rechazados. Y todo en México es eso: hay que matar a los hombres para poder cree en ellos.» (31) El encuentro de Filiberto con el Chac Mool humanizado se da como enfrentamiento de los espacios dialógicos que hay en el cuento: La Colmena 69, enero-marzo 2011 «[…] No había vuelto a ver la recámara desde el día Estos mundos antagónicos se comunican también a través de símbolos: el agua del garrafón de la oficina en donde trabajaba Filiberto fue teñida de rojo: «Un guasón pintó de rojo el agua del garrafón en la oficina, con la consiguiente perturbación de las labores. He debido consignarlo al Director, a quien sólo le dio mucha risa. El culpable se ha valido de esta circunstancia para hacer sarcasmos a mis costillas el día entero. Ch…» (32). En el contexto del cuento, el agua teñida de rojo es un presagio funesto, como aquellos que adelantaron la caída de Tenochtitlán. En “Los últimos días del sitio de Tenochtitlán”, canto triste de la conquista, se puede leer: “Gusanos pululan por calles y plazas,/ y en las paredes están salpicados los sesos./ Rojas están las aguas, están como teñidas,/y cuando las bebemos,/ es como si bebiéramos agua de salitre” (León-Portilla, 1992: 166). Otro escenario en el que están los universos dialógicos es el de la muerte de Filiberto: la pensión de Frau Müller en Acapulco, donde solía hospedarse y en la que se hace un baile en vez de un velorio, que la dueña no permite, como si se tratara de ocultar el fallecimiento: « […] ¿Qué cosa más natural que aceptar un anormalmente voluminosa, delataba vida. Chac Mool avanzó hacia la cama; entonces empezó a llover.» (35) «[…] Luego bajó, jadeante, y pidió agua; todo el día tiene corriendo los grifos, no 160 «El Chac inundó hoy la sala. […]» (37) Rosa María Camacho Quiroz la primera noche de su nueva vida. […] (29). Las culturas prehispánicas tomaban a la muerte con respeto pero sin temor. Estaba presente en su cosmogonía, su filosofía, mitos y festividades. La dualidad vida-muerte era un principio fundamental. La muerte significaba el Dialogismo, intertextualidad e ironía Dialogismo, intertextualidad e ironía llamarme la atención» (34). Filiberto muere ahogado: “[…] Claro, sabíamos que en su juventud había nadado bien; pero ahora, a los cuarenta, y tan desmejorado como se le veía, ¡intentar salvar, a la media noche, el largo trecho entre Caleta y la isla de Roqueta!” (29) “Chac Mool” es un cuento inmerso en la tradición indígena; un mosaico sincrético donde conviven pasado y presente, pero también un choque en que dialogan las palabras del ayer con las de hoy, porque la palabra: “[…] nace en el interior del diálogo como su réplica viva, se forma en interacción dialógica con la palabra ajena en el interior del objeto: la palabra concibe su objeto de manera dialogística” (Bajtín, 1989: 97). Sin embargo, la comunicación de los dos espacios no es la única manera en que se establece una relación dialógica en el cuento. La intertextualidad […] es una relación de copresencia entre dos o más textos, es decir, eidéticamente y frecuentemente, como la presencia efectiva de un texto en otro. Su forma más explícita y literal es la práctica tradicional de la cita […] en forma todavía menos explícita y menos literal, la alusión, es decir, un enunciado cuya plena comprensión supone la percepción de su relación con otro enunciado […] (Genette, 1989:10). En el texto literario no sólo se establece una relación dialógica entre contextos, ideologías y creencias diversas e intertextualidad, pues la obra literaria es dialógica porque establece además un diálogo con el lector en el que se encuentran, según la teoría de la recepción, los horizontes de expectativas y los espacios de experiencias tanto de la obra como del receptor. Y en cuanto se confronta el mundo del lector con el del texto, el espacio de comprensión se modifica y crece. En el cuento de Fuentes se puede identificar asimismo el pensamiento de Rilke: «En ocasiones Rosa María Camacho Quiroz 161 La Colmena 69, enero-marzo 2011 florecimiento a una nueva vida, y cuando se moría por ahogamiento, se creía que se iba al lugar de las delicias, de veraneo, en donde no hacía falta nada, y por ello se celebraba esta nueva forma de vida. La fiesta en la posada de Frau Müller también puede leerse como una celebración, y así también podría verse la costumbre de Filiberto de ir a bailar a La Quebrada en Sábado de Gloria y que el sótano donde estaba Chac Mool se inundara por la rotura de la tubería, lo que permitió que éste cobrara vida, se podrían leer como acciones rituales pero no premeditadas, e incluso accidentales. Con ello se expone el hecho de que el rito forme parte del cuento, tanto como los mitos. La nigromancia también está presente en “Chac Mool”. Los antiguos mexicanos consideraban que algunos acontecimientos anunciaban cambios importantes, algunos benéficos y otros funestos. Pepe: “Cuando llegué, muy temprano, a vigilar el embarque del féretro, Filiberto estaba bajo un túmulo de cocos: el chofer dijo que lo acomodáramos rápidamente en el toldo y lo cubriéramos de lonas, para que no se espantaran los pasajeros, y a ver si no le habíamos echado la sal al viaje” (29). Es muy sabido que la expresión “echar la sal” significa llamar a la mala suerte, pero no para quien hace la suposición negativa, sino para quien está dirigida. Cuando Chac Mool aparece en la vida de Filiberto todo comienza a salir mal, empezando por el mal presagio que tiene la anécdota del agua teñida de rojo. De ahí en adelante, los acontecimientos serán fatídicos. “Aunque había sido despedido de su empleo en la Secretaría, Filiberto no pudo resistir la tentación burocrática de ir a la pensión alemana […]” (29); la tubería del agua se avería y su casa se inunda: «Amanecí con la tubería descompuesta. Incauto, dejé correr el agua de la cocina y se desbordó, corrió por el piso y llegó hasta el sótano, sin que me percatara.» (32) Le cortan el servicio de agua y de luz: «Sucedió lo inevitable: desde el día primero, cortaron el agua y la luz por falta de pago» (37). No para de llover y las coladeras del Distrito Federal son insuficientes: «Es la primera vez que el agua de las lluvias no obedece a las coladeras y viene a dar a mi sótano […]» (33). Todo sale mal en el trabajo: «Esto nunca me había sucedido. Tergiversé los asuntos en la oficina, giré una orden de pago que no estaba autorizada, y el Director tuvo que me asaltaba el recuerdo de Rilke. La gran recompensa de la aventura de la juventud debe ser la muerte; jóvenes, debemos partir con todos nuestros secretos» (31). La temática rilkeana se caracteriza por la soledad, la juventud, la poesía y la muerte. La soledad como sostén, como hogar de la vida y de la muerte, y, a través de ésta, el ser humano se convierte en un ser majestuoso. En Cartas a una amiga veneciana, se lee: “Hay que aprender a morir./ En eso consiste la vida, en preparar/ con tiempo la obra maestra de una/ muerte noble y suprema, una muerte en la/ que el azar no tome parte” (2006: 8). En la “Novena elegía” del poeta checo, se puede ver la temática mencionada, que Filiberto retoma para sus reflexiones: “[…] ¿qué se lleva uno hacia el más allá?/ No el mirar, aquí lentamente aprendido,/ y nada de lo que aquí ocurrió. Nada./ Pero sí los dolores. Sobre todo la pesadumbre./ También la larga experiencia del amor:/es decir, todo lo inefable” (Rilke, 2006: 128). En otra parte del discurso de Filiberto también aparece Rilke con su idea de la muerte como transformación interior: «Océano libre y ficticio, sólo real cuando se le aprisiona en el rumor de un caracol marino» (34). La realidad del océano aprisionado en un caracol reside en la percepción: el oído lo capta y le otorga la calidad de océano haciéndolo real. Filiberto: movimiento reflejo, rutina, memoria, según los ojos de quien la mira. A veces, al ser humano lo acompaña más el mundo imaginario que el real, pero bastaría un instante para dotar de significación el espacio que es reconocido como efectivo. Escribe Filiberto: «Hoy, no tendría que volver la mirada a las ciudades de sal.» Remite con ello al Génesis, el libro en que se habla de Sodoma y Gomorra, las ciudades del pecado que Dios castigó haciendo llover azufre y fuego sobre ellas. Lot, su esposa y dos hijas son perdonados y los ángeles los toman de la mano para sacarlos de la ciudad, pero Dios les dice que no miren atrás ni se detengan; pese a ello, la esposa de Lot voltea y queda convertida en estatua de sal (1976: 19:12-26). Parafraseando a Coleridge, Filiberto escribe: «Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano […] ¿entonces, qué?.» La idea de Coleridge es la inserción de un objeto de otro espacio y tiempo, pasado o futuro, en el presente como prueba de un viaje por el tiempo: «Todo es tan natural; y luego se cree en lo real […] pero esto lo es, más que lo creído por mí. Si es real un garrafón, y más, porque nos damos mejor cuenta de su existencia, o estar, si pinta un bromista el agua de rojo» (34). Chac Mool cobra vida y llega a dominar a un burócrata de mediados del siglo veinte. El cuento vincula así la existencia vacía de Filiberto con una importante figura del pasado de México. Filiberto atraviesa umbrales temporales para traer a Chac Mool: «Tendré que ver a un médico, saber si es imaginación o delirio o qué, y deshacerme de ese maldito Chac Mool» (34). Otro intertexto es el de la narración que hace Chac Mool sobre su descubrimiento: cartapacio. Y luego, como la tierra que un «Con risa estridente, el Chac Mool revela cómo fue día tiembla para que recordemos su poder, descubierto por Le Plongeon y puesto físicamente en o como la muerte que un día llegará, contacto de hombres de otros símbolos. Su espíritu recriminando mi olvido de toda la vida, ha vivido en el cántaro y la tempestad, naturalmente; se presenta otra realidad: sabíamos que otra cosa es su piedra, y haberla arrancado del estaba allí, mostrenca; ahora nos sacude escondite maya en que yacía es artificial y cruel. Creo para hacerse viva y presente.» (33) que Chac Mool nunca lo perdonará. El sabe de la «Hasta hace tres días, mi realidad lo era La Colmena 69, enero-marzo 2011 al grado de haberse borrado hoy: era La realidad, según Rilke –a la que alude Filiberto–, es la que se aviva dentro de cada quien, aunque a veces sea traicionada: no es escuchada ni vista. La realidad es asumida 162 Rosa María Camacho Quiroz inminencia del hecho estético.» (36) El nombre maya Chac Mool, jaguar rojo, con el cual es conocida esta figura, le fue asignado por el viajero Auguste Le Plongeon, quien en sus excavaciones en Chichén Itzá Dialogismo, intertextualidad e ironía criada a la casa; me ha hecho enseñarle a usar jabón y lociones.» (37) De ser Chac Mool un objeto a coleccionar, pasa a ser el señor de la casa: los papeles se han invertido, y Filiberto tiene que obedecer a su poseedor. El sótano será el lugar donde terminará el comprador de cacharros, cuando ese espacio estaba destinado a albergar a la figura de piedra: Antes de que pudiera introducir la llave en la cerradura, la puerta se abrió. Apareció un indio amarillo, en bata de casa, con bufanda. Su aspecto no podía ser más repulsivo; despedía un olor a loción barata; quería cubrir las arrugas con la cara polveada, tenía la boca embarrada de lápiz labial mal aplicado, y el pelo daba la impresión de estar teñido. —Perdone… no sabía que Filiberto hubiera… —No importa; lo sé todo. Dígale a los hombres que lleven el cadáver al sótano. (38) En “Chac Mool”, además de todo lo ya mencionado, hay la denuncia irónica de un México colmado de abusos, arribistas y un mal gobierno. El vendedor del mercado timó a Filiberto y el gobierno no responde a las necesidades de la ciudadanía: el pastiche satírico, es decir, imitación estilística con «El desleal vendedor le ha embarrado salsa de función crítica […] o ridiculizadora –una intención tomate en la barriga al ídolo para convencer […], se enuncia en el estilo mismo al que apunta […], a los turistas de la sangrienta autenticidad de pero que normalmente queda implícita y es el lector la escultura.» (32) quien debe inferirla a partir del aspecto caricaturesco «[…] Este mercader de la Lagunilla me de la imitación. (Genette, 1989: 31) ha timado. Su escultura precolombina El Chac Mool se torna humano y adopta gustos y vicios humanos: «incluso hay algo viejo en su cara que antes parecía eterna.» (37). Quiere comer la comida traída de una fonda y que Filiberto contrate a una sirvienta, empieza a arreglarse, maquillarse y se pone glamoroso. El mundo en el que se ha humanizado le gusta más que el suyo: «me ha obligado a telefonear a una fonda para que diariamente me traigan un portaviandas […] Ha habido otros indicios que me han puesto a pensar: los vinos de mi bodega se están acabando; Chac Mool acaricia la seda de la bata; quiere que traiga una Dialogismo, intertextualidad e ironía es puro yeso, y la humedad acabará por arruinarla.» (34) «El plomero no viene; estoy desesperado. Del Departamento del Distrito Federal, más vale no hablar.» (33) Filiberto quiere obtener un beneficio de los poderes de Chac Mool. Dice Pepe: “Sí pude ver unos oficios descabellados, preguntándole al Oficial Mayor si el agua podía olerse, ofreciendo sus servicios al secretario de Recursos Hidráulicos para hacer llover en el desierto.” (35) Carlos Fuentes busca las raíces de un pueblo y Rosa María Camacho Quiroz 163 La Colmena 69, enero-marzo 2011 encontró una de estas esculturas y la trasladó a Mérida, a finales de 1874. Tres años después la figura se envió a la ciudad de México, lo que provocó una fuerte protesta por parte de su descubridor (Matos, 2002: 26). Pero en “Chac Mool” además de intertextualidad y dialogismo hay parodia e ironía. La parodia consiste en: “retomar literalmente un texto conocido para darle una significación nueva, jugando si hace falta y tanto como sea posible con las palabras […] La parodia más elegante por ser la más económica, no es, pues, otra cosa que una cita desviada de su sentido, o simplemente de su contexto” (Genette, 1989: 27). Las frases, pensamientos o textos ubicados como intertextos en el cuento son parodiados por Fuentes: Rilke, Coleridge, la historia del descubrimiento de Le Plongeon. La parodia es entonces una transgresión cuando se observa el mundo prehispánico incrustado en el moderno, así como en los ritos y las cosmovisiones confrontadas de los personajes; en las figuras conquistado-conquistador, prehispánico-mestizo, del mundo religioso regido por Huitzilopochtli-Cristo, de la visión actual de la historia antigua y la contemporánea-identidad mexicana. En la medida que la ironía es la intención crítica de la parodia, “Chac Mool” es un texto crítico en que la ironía es muy utilizada. En términos de Genette, se trataría de un pastiche: las confronta con la modernidad; intenta asumir el pasado indígena que enriquece la identidad de los mexicanos con características muy especiales. En el mundo surgido de la confrontación, del encuentro de dos cosmovisiones tan diferentes, el conflicto entre el orden prehispánico y el occidental, más que un choque cultural, es la comprobación de un “otro” que no siempre da gusto reconocer. A pesar de los intentos por asimilar el pasado prehispánico con sus mitos, ritos y dioses, no está en la conciencia del mexicano de hoy… hasta el instante en que se permite sacar al prisionero de la piedra. LC Bibliografía Bajtín, M. M. (1989), Teoría y estética de la novela. Trabajos de investigación, Madrid, Taurus [trad. Helena S. Kriukova y Vicente Cazcarra]. _____(2005), Estética de la creación verbal, Col. Lingüística y Teoría Literaria, México, Siglo XXI [trad. Tatiana Bubnova]. Dällenbach, Lucien (1991), El relato especular, Madrid, Visor [trad. Ramón Buenaventura]. Fuentes, Carlos (2000), “Chac Mool”, en Los cinco soles de México. Memoria de un Milenio, Biblioteca Breve, México, Seix Barral. Genette, Gérard (1989), Palimpsestos. Literatura en segundo grado, Madrid, Taurus [trad. Celia Fernández]. Kristeva, Julia (1981), Semiótica I, Madrid, Fundamentos. León-Portilla, Miguel (comp.) (1992), Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la conquista, México, UNAM. Mateos Higuera, Mateo (1979), “Herencia arqueológica de México Tenochtitlan”, en Eduardo Matos (coord.), Trabajos arqueológicos en el centro de la Ciudad de México, México, SEP/INAH. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Matos Moctezuma, Eduardo (2002), “Quetzalcóatl y su época”, México desconocido. Pasajes de la historia, vol. 6, México, México Desconocido. Nueva Biblia Española (1976), Madrid, Ediciones Cristiandad. Rilke, Rainer Maria (2006), Antología, México, Letras Vivas [trad. A. Hurtado Giol]. 164 Rosa María Camacho Quiroz Dialogismo, intertextualidad e ironía Inocente Peñaloza García La Colmena: un proyecto exitoso E La Colmena 69, enero-marzo 2011 l primer número de La Colmena, dirigida por Virginia Aguirre Escamilla desde su fundación, apareció en el invierno de 1993. El último, en el invierno de 2010. Diecisiete años de fecunda labor periodística al frente de un medio que, entre los de su tipo, logró posicionarse como uno de los mejores del país. Recibió el premio principal que se concede anualmente a revistas de difusión cultural y tuvo relevante presencia en ferias y exposiciones de la industria editorial. En 1993, la Universidad estaba revisando los alcances y posibilidades de su política cultural y acababa de lanzar, en julio, el Programa de la Crónica Universitaria, orientado a fortalecer la identidad y la imagen pública de la institución mediante el rescate de su historia y sus valores, principalmente el representado por la autonomía. En ese contexto, en los primeros días de 1994 fue develado un monumento diseñado por Leopoldo Flores para conmemorar los cincuenta años de autonomía universitaria. A la vez, se establecieron nuevos programas de difusión cultural y se planteó la transformación de la Revista de la Universidad Autónoma del Estado de México, existente desde 1978. El nombre Virginia Aguirre Escamilla (Toluca, 1963-2010) fue llamada para hacerse cargo de la dirección de la revista. Graduada en filosofía, actriz, locutora y periodista, Vicky contaba con la total confianza de rector Marco 166 Inocente Peñaloza García La Colmena: un proyecto exitoso Política editorial Además de un novedoso y elegante diseño, en el que Vicky contó con valiosas aportaciones del acuarelista Benito Nogueira, La Colmena impactó desde el momento de su aparición debido al orden y variedad de sus secciones (que hasta la fecha se conservan) en cuyo espacio se ofrecían a los colaboradores amplias posibilidades de creación literaria y cultural. Surgieron, entonces, Aguijón, La abeja en La Colmena: un proyecto exitoso La Colmena, Colmenario, Perfiles universitarios y después otras con nombres específicos para cierto tipo de colaboraciones: Italia en La Colmena, Francia en La Colmena, La Colmena na janela y, a manera de separata, se incluyó desde el inicio el Pliego de poesía de La Colmena, dedicado a difundir creaciones de la nueva poesía y excepcionalmente de autores clásicos. Se establecieron criterios editoriales para dar orden, uniformidad y limpieza a la presentación de originales y facilitar la selección de los mejores artículos para cada número. A la vez, se adoptaron principios invariables de política editorial: todo material recibido tenía que ser inédito y el mayor volumen del contenido, sin rechazar colaboraciones externas, debía provenir de escritores locales, preferentemente universitarios. Estaba claro que el cumplimiento de estas normas permitiría preservar el carácter de La Colmena como medio de difusión de poemas, relatos, artículos, entrevistas, ilustraciones, etc., rigurosamente originales, sin necesidad de recurrir a “refritos” ni “transcripciones selectas”, y garantizar que el material publicado fuera producto del quehacer universitario. El premio La tarea no resultó fácil. Quien haya intentado alguna vez publicar una revista conoce la enorme dificultad que existe para mantener durante lapsos prolongados el interés, la asiduidad y la constancia de los colaboradores (sobre todo si se trata de escritores y artistas), y para conservar estándares de calidad que garanticen el interés de cada número y su consecuente aceptación por parte de los lectores. La Colmena fue atractiva y agradable a la vista desde el principio por su calidad de diseño y porque su formato original de 24 x 35 cm se prestaba al mayor lucimiento de imágenes y tipografía. A partir del número 6, el formato se redujo a 22 x 34 cm y desde el número 24 es de 20 x 28 cm. Al producirse estos cambios, por motivos de presupuesto, Vicky tuvo el temor de que la buena presentación decayera, pero el tiempo se encargó de demostrarle lo contrario. Inocente Peñaloza García 167 La Colmena 69, enero-marzo 2011 Antonio Morales Gómez, bajo cuya dirección había participado en un grupo de teatro. Al hacerle entrega del nombramiento, le dijo: “Quiero que hagas la mejor revista de difusión cultural conocida hasta hoy”. Vicky había colaborado durante años en noticiarios radiofónicos al lado del periodista Guillermo Garduño Ramírez, sin descuidar su participación teatral, a la que aportó capacidad y talento. Tres años antes de asumir la dirección de La Colmena, tuvo una actuación sobresaliente en la puesta en escena de la loa y auto sacramental El divino Narciso, de sor Juana Inés de la Cruz, como parte del elenco de la Compañía Estatal de Teatro, dirigida por el maestro Carlos Olvera Avelar. Logró también un resonante éxito con la puesta en escena de Celos, de Louis Vernouil, dirigida por el maestro Morales Gómez en 1986 al frente del Foro Teatral Universitario, y especialmente en las diversas obras en que participó como integrante de la Compañía Universitaria de Teatro dirigida por Esvón Gamaliel. Al iniciar la transformación de la revista, lo primero que Vicky buscó fue un nombre. Por coincidencia, entre las primeras acciones del Programa de la Crónica Universitaria estaba previsto editar un boletín mensual con el título de La Colmena, pero Vicky propuso que el nombre se destinara a la revista y todos estuvieron de acuerdo. Para explicar el origen del nombre y su simbolismo en la vida universitaria, la joven directora me pidió que redactara una nota de presentación que se publicó en el primer número de la revista. En 1994 La Colmena obtuvo la mención honorífica en el género revista de difusión cultural del premio Arnaldo Orfila Reynal, otorgado por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y al año siguiente fue distinguida con el premio, al igual que otra revista de la UAEM: Ciencia ergo sum. El éxito temprano no distorsionó los objetivos de la revista ni relajó la observancia de normas y criterios editoriales. El propósito de elaborar una buena revista se había cumplido en el curso de una evaluación externa y exigente como la que suelen hacer los expertos de la industria editorial que se reúnen todos los años en la capital de Jalisco, pero el esfuerzo se mantuvo en un nivel competitivo. La Colmena 69, enero-marzo 2011 El consejo editorial El primer número de la revista apareció con ilustraciones de Leopoldo Flores y con un grupo de colaboradores que apoyaban y asesoraban a Virginia Aguirre en el desempeño de su función. Ellos integraron el consejo de redacción: Martha Castilleja, Armando Guadarrama, Benito Nogueira, Eugenio Núñez, Juan Ma. Parent, Inocente Peñaloza y Juan Luis Ramírez. Aquel núcleo de colaboradores tuvo algunos cambios a través del tiempo y se convirtió en consejo editorial. El que aparece en el número doble 6768, último elaborado bajo la dirección de Virginia Aguirre, es el siguiente: Maricruz Castro Ricalde, Guillermo Fernández, Mijail Malishev, Eugenio Núñez Ang, Herminio Núñez Villavicencio, Juan Ma. Parent Jacquemin, Inocente Peñaloza García, Luis Quintana Tejera, Félix Suárez y Lauro Zavala. En la base del directorio, puede leerse la siguiente inscripción: “Revista indizada en la base de datos CLASE (Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades) de la UNAM”. 168 Inocente Peñaloza García La culminación Durante los 17 años que Vicky estuvo al frente de La Colmena se editaron 68 números, algunos de ellos dobles, con suplementos y secciones especiales sobre diversos temas. Del 35 al 63, la colección fue digitalizada y “subida” a la página web de la Universidad, donde hoy está disponible. El número 67-68 fue un digno colofón de la obra editorial de Virginia Aguirre y estuvo dedicado a la conmemoración del bicentenario de la guerra de Independencia y el centenario de la Revolución. En ese grueso ejemplar, además de las secciones habituales, que ocupan las primeras 160 páginas, aparece un suplemento o dossier de 80 páginas con artículos e investigaciones sobre los centenarios. Figura un ensayo de Elvia Montes de Oca Navas sobre las novelas de la Revolución Mexicana, otro de Horacio Ramírez de Alba sobre las heroínas de la batalla de Zacatecas y uno más de Norberto López Ponce sobre el triunfo de la Reforma, junto a otros no menos interesantes. La desaparición prematura de Vicky deja un hueco en el periodismo cultural de Toluca y del Estado de México. La Colmena ha sido un proyecto exitoso, que debe continuar durante mucho tiempo, pues forma parte de la aportación de la Universidad al desarrollo de las letras y de la cultura, además de ser una revista ya emblemática que goza de reconocimiento nacional. Para los colaboradores permanentes y también para los integrantes del equipo de edición, el reto es claro: mantener la calidad de la revista y superarla, como Vicky lo hacía en cada número. LC La Colmena: un proyecto exitoso Eugenio Núñez ang Memorias de la amante infiel. Memoirs of the unfaithful lover, de Bessy Reyna La Colmena 69, enero-marzo 2011 M emorias de la amante infiel inscribe desde el título los retos a los que se enfrentará el lector: un libro de memorias de una mujer que declara su infidelidad y su condición de amante. Inserta en la tradición poética norteamericana, el poemario mantiene ese dejo conversacional, de historias contadas, a veces susurradas hasta alcanzar el tono de la confidencia, de los secretos que ahora a ti y sólo a ti cuento. Pero como estas Memorias son un libro de poesía, las posibilidades de acercamiento se multiplican e incitan a penetrar en todo ese mundo de sugerencias y desvelamientos, pero también de significados ocultos; esto que te digo tal vez debería callarlo, pero me urge decirlo para que el mundo lo sepa. Total, si lo sabe Dios... Sobre todo porque es un libro bilingüe y esta inicial bifurcación de la palabra exige la atención a ambos textos. Sería lamentable no leer el original o la versión o el otro texto en inglés, no confrontar la traducción, no revisar cómo este espejo de traducción simultánea lleva al lector a unas memorias donde importa lo dicho de igual manera que lo no dicho, a revisar cómo lo que en una lengua suele ser evidente, en la otra necesita de algún apoyo, de la búsqueda de un giro lingüístico que revele el registro estético o de significación apropiado. 170 Eugenio Núñez Ang Memorias de la amante infiel Yo soy Joaquín, perdido en un mundo de confusión, enganchado en el remolino de una sociedad gringa confundido por las reglas, despreciado por las actitudes, Esa misma lucha por la supervivencia cultural será vivida por otros exiliados: argentinos, peruanos, dominicanos, cubanos. Frecuentemente, su literatura –narrativa o poesía– ha sido tomada desde una perspectiva antropológica, sociológica o política debido a su proyección múltiple. No es de extrañar que un poemario como el de Bessy Reyna cumpla también con ese mestizaje, tanto formal como de contenido. Bessy Reyna, nacida en Cuba, se trasladó a Panamá y después a Estados Unidos. Sus Memorias inician con “Nostalgia”, en que reconoce el deseo de (…) recordar las playas de mi tierra, ordenarle al sol que pose sus rayos entre los hibiscos que crecen allá lejos olvidar el color de la gente y el pueblo abrigarme en el calor de su ternura. (p.13) Elemento importante de esa nostalgia, de ese pasado, de ese origen, es el lenguaje. Aunque los textos de Memorias de la amante infiel fueron escritos en una u otra lengua, en los originalmente escritos en inglés se cuela una buena cantidad de las voces del pasado, los diálogos, las consejas, los recuerdos de gente de Cuba o de Panamá, escritos, por supuesto, en un español con acento caribeño, amorosamente recordado, pero que en la traducción, por desgracia, se pierde, así como el bilingüismo original, que termina siendo monolingüismo. De ahí que una característica de esta literatura sea que refleja el mundo que trae consigo. En esas voces, en general diálogos, en que en la relación entrañable con los otros se encuentra la identificación de la otra voz que es la propia. Veamos algunos ejemplos en “The Fortune Teller” (“La clarividente”): sofocado por manipulaciones, Corta las Barajas en tres y destrozado por la sociedad moderna. I do as I am told, and she shuffles Mis padres my past, present and future backwards perdieron la batalla económica and forwards. y conquistaron In her hands, each card hides a moment la lucha de una supervivencia cultural(p.7) no one else knew Memorias de la amante infiel Eugenio Núñez Ang 171 La Colmena 69, enero-marzo 2011 Ya que, en última instancia, dice lo mismo pero seguramente también dice otra cosa. Y eso de la infidelidad almacenada en la memoria también nos remite a otra lengua: la del silencio, la de la conveniencia, la de desalojar la culpa, pues no importa que las cosas no hayan pasado como pasaron. Lo importante es cómo deja su impronta en ese tronche de vie que alguien se atreve a fijar en la palabra escrita, y además en dos lenguas. A partir de la década de los setenta del siglo XX, la literatura latinoamericana se ha enriquecido con la aparición de textos de las minorías. Memorias de la amante infiel pertenece a tres de ellas: literatura escrita por mujeres, literatura de una minoría étnica, extrañada, fuera de su territorio, y poesía lésbica. Si en nuestro país, por obvias razones, cobró relevancia la literatura chicana, tampoco pasó desapercibida la llamada cultura niurican, la de los puertorriqueños que se vieron anexados a los Estados Unidos, sobre todo a la Gran Manzana. Ambos, chicanos y niuricans, en conjunción con otros latinos o hispanos, como suele denominárseles, radicados a lo largo y ancho del país del norte, crearon una cultura que impugnaba la hegemonía blanca y rubia. Rodolfo Gonzales, en I am Joaquín (Bantam Books, 1972) planteará su condición, aplicable a todos aquellos emigrados: until this moment when she unveils it. es despertarse cada día Chica, tu eres tremenda! She says, […] tropezarse con el sol (p. 20) y no tener respuestas. (p.19) O más adelante, la revelación de la tía Espe: This fortune teller is la mejor de todas […] She helped me so much. Gracias a ella yo salí de Cuba […] …No chica, don’t be afraid (p. 22) La Colmena 69, enero-marzo 2011 Con la traducción, en esas participaciones de la adivina o de la tía Espe se pierde la carga de identidad acarreada junto con un pasado que marca, que da un sentido de pertenencia imposible de borrar. Al traducirse, por ejemplo: ¿Puedes encontrar la nieve escondida en el océano? ¿El océano escondido en la nieve? (p. 61) O determinar qué quieren esas “Voces”, de quiénes son, cuál es la que no llama: esta clarividente es la mejor de todas […] Hay voces Ella me ayudó tanto. Gracias a ella yo salí de mujeres que me llaman de Cuba (p. 23) para esto y aquello Uno de los rasgos fundamentales de esta literatura bicultural es que pierde, además de su encanto, un registro proxémico que remite al pasado, a otras tierras, a aquellas condiciones que le dan a la nostalgia esa especie de tristeza, de saudade, de deja-vú, resueltas en incertidumbres, en dudas: “¿Cuánto tiempo pasará antes de que empecemos a recordar esas brisas tropicales y las atormentadas nubes de nuestras islas” (p.15), pregunta Bessy cuando Broad Street (pp.14-17) se torna una imagen del pasado y se convierte en “San Luis, el pequeño pueblo en Oriente, Cuba”. Porque en ese momento “Estas frutas. Esta caña. Yo.” Y el pasado se instala en el presente y se recupera la niñez en un pequeño trueque de lenguajes: “Come, taste me […] Soy tan dulce.” Y a lo largo del poema en inglés, el estribillo en español es “Esta caña tan dulce […] tan dulce, tan dulce”, (p. 16) y la caña tan dulce en Broad Street, como la magdalena proustiana remojada en el té, nos lleva a imaginar a esa mujer en una población gringa, añorando su niñez en San Luis Oriente, allá en la Isla, en una Cuba que ya sólo existe en la nostalgia. Por tal motivo, en este poemario, en estas Memorias, la incertidumbre es una constante. Y así se manifiesta en “Uncertainty” La incertidumbre, en fin, 172 Esa duda se resolverá en interrogantes, en dualidades, en verdades que se bifurcan, de tal manera que el “Enigma” está en buscar respuesta y no encontrarla, o encontrarla, pero finalmente a quién le importa: Eugenio Núñez Ang deseándome para esto y aquello hay voces muchas voces todas menos una me llaman me llaman (p. 55) La literatura escrita por mujeres ha permitido manifestar y definir una cultura que impugna la hegemonía viril, las relaciones de poder. Esa lucha entre una y otra es vista por Bessy en el poema “Mientras tú”. Ese tú al que increpa con imágenes estereotípicas de lo masculino como llegar a la casa, beber cerveza, observar la televisión, desparramarse en el sillón, comentar lo que acrecienta la imagen del varón y callar otras de su vanagloria de hombre conquistador. Ella, así, en tercera persona, permanece en el anonimato de la conformidad. Un elemento importante es el uso del pronombre. Mientras le habla al personaje masculino usa la segunda persona del singular. En cambio, ella es ella, alguien de quien se habla, a quien se alude: Mientras tú decides a cuál bar irás hoy o te sumerges en el comercial y esperas la cena […] Memorias de la amante infiel se autentifica en lo uno. trata de preparar la cena Debo empezar por el principio en aquella arreglar la casa noche sonreír a los niños en una playa solitaria donde nos sentamos y pretender que tus escapadas en silencio, son un juego pasajero abrazadas, escuchando el ritmo del que tus caprichos son un juego pasajero océano y que a pesar de todo ella es una dejando que el deseo se fuera desplegando señora feliz. (pp. 41-43) lentamente Esa imagen convencional de “a happy married woman” nos instala en la línea temática más relevante de Memorias de la amante infiel: la literatura lésbica. El eje conductor del poemario es el tema que identifica y es relevante a la sexualidad que durante mucho tiempo se definió como aquella que no se atrevía a decir su nombre, que se disfrazaba con eufemismos, metáforas o, como lo advierte Adrianne Rich, con secretos, mentiras y silencios. Encerradas en el clóset, las identidades y las prácticas de lo otro, el género de lo otro, el estilo de vida de lo otro, lo subversivo, lo raro y lo que transgrede los códigos de lo normativo, del deber ser, de lo aceptado como natural. Aquello que debía callarse y si se mencionaba era para condenarlo o hacerlo visible punitivamente con historias tristes, denigrantes, de condena. En Bessy Reyna el tema vibra, estalla, se asume sin los tapujos moralistas que durante toda la historia de la cultura han sido marginados, silenciados o condenados por ser contra natura. En todos esos poemas de amor, la sensualidad femenina se manifiesta con el gozo de los cuerpos que se encuentran. Aquí, el deseo, el encuentro amoroso, el reconocimiento de la una en la otra otorga a cada texto la belleza del espejo de Narciso para descubrirse con una identidad de lo otro que Bessy Reyna (2010), Memorias de hasta que tus manos se convirtieron en un colibrí impaciente desnudándome por primera vez mientras la marea iba subiendo y las olas borraban nuestros rastros. (p. 63) El poema que da título al libro despliega la historia de una traición, de un triángulo amoroso, de una ruptura; hay en él toda esa fuerza sugestiva, ya anunciada, de la incertidumbre, de las reticencias, de lo que se dice y lo que se pide adivinar. Finalmente, la lectura de un libro como éste se asemeja a la lectura de la clarividente. Para finalizar, hay que hacer hincapié en la estructura de estas Memorias. Si en el plano textual se inicia con “Nostalgia”, en el centro se ubican las “Memorias de la amante infiel” y se concluye con “Mandala de otoño”. En la construcción del poemario se encuentra presente el “Debo empezar por el principio…”, y ese principio puede ser éste o aquél. Después de todo, “El principio es incomprensible”. Por eso, a lo mejor “Debo empezar por el final”, como me lo imagino o como es, pero ¿cómo es? Finalmente, la bifurcación que nos propone todo el texto la amante infiel, Toluca, tunAstral, 83 pp. Memorias de la amante infiel Eugenio Núñez Ang 173 La Colmena 69, enero-marzo 2011 Ella concluye con la inclusión de un tercero, pues siempre habrá la posibilidad del triángulo: Tu imagen, tus caricias, tus manos, tu voz. Tengo tus palabras dentro de mí – Amor te quiero tanto Ma petite tu me manque beaucoup How could you do this to me? (p. 66-67) La Colmena 69, enero-marzo 2011 Si las memorias intentan producir un encuentro consigo mismo, buscar en el propio pasado la identidad perdida; si esas memorias intentan “excavar la tierra” para encontrar las ciudades, los sitios, los momentos donde dos cuerpos se encontraron, se amaron o se traicionaron, entonces estas Memorias de Bessy Reyna regalan el profundo deseo de no ser como “la dama ukiyo-e creada por Eizan condenada a esperar eternamente en el muelle” (p. 79). El texto, como un “Mandala de otoño” (p. 81) se entrega a la manera de un “círculo perfecto”, y en este otoño, mientras las hojas caen del árbol, se van instalando en cada hoja del poemario, mientras el mandala pide la lectura, la interpretación, la necesidad de completar el ciclo. Un ciclo que se cumple en la incertidumbre, en el enigma, en las voces, en el secreto encerrado en el mandala o en el tarot. ¿Qué signo, mensaje o presagio tendrá esa inconcebible fecha del colofón del libro: “Este libro se terminó de imprimir el 31 de febrero de 2010” (p. 83)? Tal vez sean unas memorias que Bessy Reyna, o el lector mismo, deberá continuar de tal forma que la imposible fecha se cumpla, que el plazo no convierta al lector en lector infiel. Tal vez como “Penélope” (p. 69): que no se rompa la leyenda: tejer y destejer para detener, retrasar, congelar el tiempo. En fin… por su valor estético, los temas fundamentales: el amor lésbico, la recuperación del pasado y la niñez, la revisión de los principios de identidad que van del origen a un momento climático de la vida –la traición, el engaño, el dolor que libera–, los valores lingüísticos, Memorias de la amante infiel es en un libro para devorarse, decirse en voz alta y encontrar la forma de decirlo, decirse y encontrarse. LC 174 Eugenio Núñez Ang Memorias de la amante infiel Blanca Álvarez Caballero Volar de hacer volar, la poesía de Pedro Salvador Ale La música de estos poemas viene de la región que existe antes que la palabra misma. Y es la tierra de todas las palabras que da luz. Abre los rincones más secretos de la lengua y pone en libertad a sus demonios y sus ángeles. Juan Gelman olar de ver de volar es el recuento de un ave/músico/poeta, que con su viaje lírico recorre los caminos de la memoria actual, lo mismo de la podredumbre humana, llena de la bajeza de hombres fantasmales, como del volar alto, verde, hasta lo más sublime del amor entre dos personas. Volar de ver de volar es un poemario indiscutiblemente airoso. Propone la libertad como su gran divisa. La libertad de los vuelos que suceden con diversas intenciones y tonalidades rítmicas en las cinco secciones que lo componen. Unas veces es aliento, aire, palabra tierna; otras es fuerte sacudida de alas que se indignan ante la conducta humana contemporánea, vacía de ética, de vivencias positivas, de amor para muchos, lamentablemente. El libro me recuerda el ojo abierto de una gran pintura de René Magritte con el cielo claro al fondo. Un ojo abierto en vuelo que da cuenta de la falsedad y la bondad del hombre en su diario transitar por la vida. Me Volar de hacer volar Blanca Álvarez Caballero 175 La Colmena 69, enero-marzo 2011 V La Colmena 69, enero-marzo 2011 recuerda el trayecto de un interrumpa su fluir… está ave del mismo pintor, con situada en el centro del alas enormes, siempre habla y ofrece significados descubriendo algo, con no dichos… Un ‘vocerío el fondo de un cielo de imágenes’ habita su estrellado que la guía y la invención que corre como acompaña: el de la poesía. un río indetenible” (Gelman, Me recuerda, además, los 2004: 7). Ciertamente, la hombres sombríos, otra poesía más reciente de vez de Magritte, atados a Pedro representa una gran un saco negro con corbata, cadena de metáforas, una los antihorarios del trabajo, cadena al infinito con léxico el nulo tiempo libre, el sencillo y con tránsitos nulo tiempo para sí, la rítmicos de largo, largo incomunicación existente aliento observados aún entre muchos seres producto en los poemas más cortos, del neoliberalismo. Atados que parecen realizarse a la tierra, no son de aire, solos y, por ello, refieren la Pedro Salvador Ale (2010), Volar de ver no vuelan, no se conocen gran maestría que el poeta ha de volar, México, Eón. ni reconocen ante los demás, no logrado en su oficio de varias décadas distinguen, no descubren, no hablan, no de trabajo. respiran, no viven. Volar de ver de volar desarrolla el asunto De ellos da cuenta el ave, el músico, el poeta del poeta como un guía que a través de la de Volar de ver de volar, pues nos muestra la libertad de la música de las palabras refiere dicotomía entre el aire y la tierra, entre la el orden y el desorden del mundo actual a libertad y la opresión, entre la vivencia y el vacío partir de una poesía realmente asombrosa, humanos, entre el realismo y la interpretación que unas veces se congratula y muchas otras surrealista de la vida, condensados en amplios sanciona las circunstancias sociales que le juegos de imágenes a veces en tan pocas líneas. toca experimentar. Pero no lo hace con fines Lo cual habla de un poemario muy sólido en pesimistas, sino constructivos, guerreros, como varios sentidos: fuerte por su cadencia rítmica y el propio escritor considera debe ser el poeta: por su nitidez de imágenes, recio por la crudeza un combatiente y una suerte de chamán. Así con que varios poemas critican la ausencia se muestra el libro desde el inicio, pues en la de amor a través de varios personajes, fuerte primera sección nos revela qué es la música por el lenguaje denunciante con que ello se poética, cuál es su utilidad, cuál es la esencia muestra, pues uno de los importantes logros del oficio del músico; asunto válido para quien del libro es el recurso de palabras libres de escribe poesía tanto con letras como mediante cualquier término rebuscado para expresar la partituras. Nos dice el poeta: “El músico crea indignación humana. Es una poesía desnuda mundos, universos, vidas: tiene máscaras,/ un de palabras y conceptos accesorios. solo rostro; se mira en un espejo de obsidiana y/ Ya Juan Gelman ha expresado de la poesía encuentra constelación de signos,/ un poema, de Pedro Salvador Ale: “La palabra del poeta la memoria en blanco, el ying yang… arroja su elude burocracias del lenguaje para que nada magia, esa red para pescar milagros” (25). 176 Blanca Álvarez Caballero Volar de hacer volar Volar de hacer volar la justicia” (54). Los demás, en ocasiones, estamos desprotegidos. Sección que nos enlaza con la cuarta, titulada “Volar de ver”. He aquí un llamamiento, la voluntad de abrir los ojos por los que viven como fantasmas en la marejada neoliberal, en el mundo en que reina el dinero que encadena a mujeres de plástico, a burócratas de cuello blanco, a los corruptos de varios modos. Seres antagónicos al vuelo, al disfrute de la poesía. Seres que no conocen las sutilezas de la música. Son los zombis que van y vienen por “la mediocre sombra sin una palabra, sólo ruido, jamás una canción” (91). Los que no saben amar y, por ello, venden “besos de polvo”, “billetes falsos”; son los que, señala la voz lírica, “te quieren llevar a puertos sin barco ni horizonte,/ sin utopía, sin camino, a una encrucijada donde/ te espera la muerte. Te dirán de un mañana para atarte,/ que te darán manzanas nuevas;/ es otra superstición de fantasmas que ya no fueron” (92). Los que son puro ruido, pura interferencia en la cadena de la comunicación. No establecen diálogos, sólo monologan desde jerarquías e islas que asfixian de tanta verticalidad. No vuelan porque son lineales, carentes de imaginación. Contrario a ellos, “El músico crea sueños con los ojos abiertos” (97). Sueños que son expresados entre estas dos secciones por la tercera, titulada sencillamente “Volar”. En ella el ave arriba a los más altos e íntimos parajes: los del amor, el deseo, los dedicados a la mujer y a la propia escritura como temas literarios. Además de ser una pausa entre las secciones que tiene corte de denuncia social, este apartado del libro es una oda a la comunicación entre la mente y el cuerpo, una oda al amor de pareja, en que la música se disfruta en voz baja, rodeada por el silencio de las miradas y el regocijo en el lecho que se comparte. Así nos muestra una voz poética: “Con los ojos cerrados escucho a tu corazón hablarme/ de las constelaciones, Blanca Álvarez Caballero 177 La Colmena 69, enero-marzo 2011 Hacer música, entonces, es la divisa de esta sección porque revela cómo es vivir y escribir desde la libertad e insiste en la necesidad de ella para lograr el equilibrio humano: “La música como sabrán, vuela y hace volar,/ esa levedad del no ser es lo que cuenta” (17), expresa la voz poética, motivo por el cual este primer apartado del libro se titula “Volar de verde volar”, en que se ha tomado el color verde por bandera de la vida, el soñar, la esperanza, la libertad de recostarse sobre el pasto mientras se mira “un árbol de fuego haciéndose esplendor” o se experimenta alguna hierba verde. Es la libertad musical para “hipnotizar a las más bellas mujeres” y “conmover a los hombres rudos”. El ave/músico/poeta realiza un conjuro, un tipo de iniciación y de advertencia para el viaje que realizaremos, los lectores, por este libro: “Harás música si te desnudas del pasado al amar,/ si danzas bajo la lluvia,/ si cruzas cada día el desierto de tu propio ser,/ las arenas profundas de tu sangre” (22). Pero también, el poeta/ave/ músico mira constantemente en diversos sitios la demencia de la razón del alma humana en la televisión, Internet, las calles, en todo lugar donde transita. En el segundo y cuarto apartados del libro denuncia los estragos que el ojo consciente observa: “ahora tus oídos no soportan la realidad de los/ ruidos, contagiados por el hielo artificial de/ metales, los plásticos, el estruendo de la ciudad” (49). Hay aquí una deuda, un deber de volar para expresar la deshumanización contemporánea: el hambre de pan, de tierra, de amor, de justicia, en que esta palabra carece de luz porque, denuncia el poeta: “la justicia carece de luz,/ sale el sol para la poesía, el hombre, la mujer que sueña,/ la justicia es un desierto, en el que los obedientes siembran mentiras;/ la justicia es para el poder, la poesía es para los jóvenes,/ la justicia es para el cura, el militar, el inversionista,/ a ellos los mira, los palpa, los reconoce, para ellos trabaja,/ del vuelo, de la música, no sin antes insistir en que, y ésta es la tesis del libro, al margen del tiempo fugaz y de sus consecuencias, como nostalgia, tristeza y ansiedad, entre otras, el instante del vuelo, el momento en que existimos tiene que ser gozado plenamente. El tiempo y la vida son uno en el vuelo del instante. Por eso el poeta, casi al final del libro, nos recuerda: “Este sol sólo es aquí, en esta vida;/ este aire, sólo aquí; estos labios/ sólo aquí, en esta hora; el amor,/ la pasión, el dolor, sólo aquí, ya;/ la vejez, la muerte, la verdad de/ tu ser, sólo aquí, bajo este sol, ya” (132): el del volar. LC Bibliografía Juan Gelman, “Prólogo”, en Pedro Salvador Ale (2004), Los reinos del relámpago. Antología (1973-2003), Córdoba, Argentina, Alción Editora. La Colmena 69, enero-marzo 2011 cuando tus latidos ya no digan,/ no veré las imágenes, se quedará callado también mi pecho, sólo sabré de la voz del/ silencio que surge de las sombras; al abrirse el día/ como el durazno de tus labios, nos miraremos y/ cada uno seguirá con su vida como si sólo el amor/ de verdad, por un instante, hubiese alumbrado este sueño ” (60). La quinta y última sección da título al libro. Su signo distintivo es además un deslumbrante logro literario: condensar lo desarrollado en el poemario, lo referido por el ave/ músico, pero ahora de manera universal y sumamente reflexiva, porque cada texto propone cuestionamientos sobre las relaciones vida/ muerte, recuerdo/olvido, tiempo lineal versus tiempo de la creatividad humana; es decir, tiempo de la subjetividad musical, del vuelo personal con sus diversos ritmos, hasta cerrar con el cese 178 Blanca Álvarez Caballero Volar de hacer volar Daniar Chávez Jiménez Mundo del fin del mundo El camino era áspero, pero ninguno se detenía, ninguno dudaba. Escalaban con ánimo los pequeños montes de nieve, los bloques vomitados por las grandes masas de hielo que flanqueaban los profundos fiordos; se sepultaban en los abismos abiertos entre montaña y montaña; subían cuestas resbaladizas y difíciles y, cuando encontraban una superficie lisa, respiraban un poco. Los cazadores de focas Emilio Salgari “L lamadme Ismael…, llamadme Ismael…”, repetí varias veces mientras esperaba en el aeropuerto de Hamburgo y sentía que una fuerza extraña otorgaba cada vez mayor peso al delgado cuadernillo del pasaje, peso que aumentaba conforme se acercaba la hora de salida. Había atravesado el primer control y me paseaba por la sala de embarque aferrado al bolso de mano. No llevaba demasiadas cosas en él: una cámara fotográfica, una libreta de apuntes y un libro de Bruce Chatwin, En La Patagonia. Siempre he aborrecido a los que hacen rayas o anotaciones en los libros, pero aquél estaba lleno de subrayados y signos de exclamaciones que fueron en aumento luego de Mundo del fin del mundo Daniar Chávez Jiménez 179 La Colmena 69, enero-marzo 2011 tres lecturas (Sepúlveda, p. 13). Con esta descripción comienza Mundo del fin del mundo (1989), libro de fácil lectura, ameno, seductor y, quizás, una de las novelas más interesantes de Luis Sepúlveda, que pese a las reticencias del protagonista, ahora rellenaré con anotaciones, subrayados y uno que otro signo de exclamación, a sabiendas de que el texto habla por sí mismo a través de un poderoso lenguaje que no deja mucho espacio a la especulación. Su mensaje es claro y conciso: una disertación profunda, analítica y crítica sobre el deterioro medioambiental en los mares del sur. La Colmena 69, enero-marzo 2011 Luis Sepúlveda (2009), Mundo del fin del mundo, México, Tusquets, 145 pp. Y como Moby Dick, de Herman Melville, o Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe, la novela de Sepúlveda inicia con un adolescente inmerso en el fascinante mundo de la navegación y la literatura de viajes. Ante nuestros ojos se mueven a velocidades vertiginosas antiguos recuerdos de lecturas de juventud: Jack London, Julio Verne, Emilio Salgari, R. L. Stevenson y, por supuesto, Joseph Conrad, que acuden a nuestra memoria con evocaciones que estimulan un universo imaginario muchas veces olvidado por nuestra modernidad. Y como Arthur Gordon Pym o Ismael, el protagonista, con apenas 16 años de edad, se embarcará en un fabuloso viaje a los confines más desolados de la tierra. La novela mezclará poco a poco la leyenda, la historia, el exilio político y hasta una excelente crónica policíaca en el mundo a la vez heterogéneo y globalizado de la era postindustrial, que poco a poco ha hecho pedazos la ilusión del espíritu aventurero que anhelaba adentrarse a los profundos océanos para “ver un poco de mundo” (Sepúlveda, p. 89). A bordo del Estrella del Sur, el protagonista 180 Daniar Chávez Jiménez irá penetrando en lo más recóndito de La Patagonia chilena, donde el “país se divide en miles de islas, islotes, canales, pasos de mar, hasta las cercanías del Polo Sur y, en la parte continental, las cordilleras, los ventisqueros, los bosques impenetrables, los hielos eternos, las lagunas, los fiordos y los ríos caprichosos” (16), que imposibilitan el desarrollo de las grandes vías de comunicación, pero no así el cataclismo de los recursos naturales ocasionado por el hombre. El deseo de convertirse en un gran navegante, primero en el Estrella del Sur y más tarde en el Evangelista, se transfigurará en una visión terrorífica de la caza de los grandes cetáceos, lo que desilusionará al joven viajero que años más tarde aparecerá en un lejano puerto europeo, convertido en un hombre maduro que ha sido obligado a abandonar su país a causa de la represión militar. La novela se sitúa en los ochenta, durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, pero sus primeras acciones transcurren en Hamburgo. Hombre desencantado de la prensa “‘seria’, interesada en los temas que afectan el medio ambiente solamente cuando éstos adquieren visos de escándalo” (Sepúlveda, p. 48), formará con algunos compañeros de profesión una agencia de noticias alternativa, dedicada a los problemas que afectan el entorno ecológico, justificado durante décadas e incluso auspiciado por las potencias occidentales. Con un estilo policíaco, Luis Sepúlveda transporta al lector a aquellas regiones que durante años fueron la pesadilla de los conquistadores, el refugio y la ruta de piratas legendarios y la mina de oro de balleneros, taladores y cazadores. Con la noticia de un inesperado accidente del barco factoría japonés Nishin Maru, gobernado por el capitán Toshiro Tanifuji, que ocasiona la muerte de 18 tripulantes y un número indeterminado de heridos en aguas magallánicas, da comienzo esta extraordinaria Mundo del fin del mundo Mundo del fin del mundo fines comerciales. Aunque la realidad es que la comisión nunca ha podido con los grandes intereses económicos que están detrás de esta práctica, continuada mediante maniobras abiertamente fraudulentas por Japón, Noruega y la desaparecida Unión Soviética, entre otros países industrializados. Y aunque la CBI ha seguido trabajando en la protección de los denominados santuarios balleneros del Océano Antártico, la caza fraudulenta y la caza denominada “científica” (que es en realidad el pretexto con que han continuado operando los balleneros en nombre de la ciencia) siguen acercando a esas especies a la extinción. Este aturdimiento burocrático que intenta asignar normas y directrices a los países que inventaron no sólo las reglas sino también el “juego”, ha trasladado los debates de las comisiones internacionales a las ONG y los grupos civiles pacifistas. Durante los años sesenta, bajo la influencia de autores como Paul Ehrlich o Barry Commoner, quienes plantearon por primera vez la creación de organismos internacionales que regularan el crecimiento demográfico y administraran los recursos ambientales de manera sustentable (Herman, 1997), esas organizaciones iniciaron querellas contra las voraces actividades de los grandes intereses capitalistas. Las demandas presentadas dieron vida más tarde a movimientos como el Club de Roma o Greenpeace, pero también inspiraron ideas más radicales, que en nombre de la preservación de los recursos naturales llegaron a límites nunca antes considerados en la defensa del ambiente. El profesor norteamericano Theodore Kaczynski, conocido como el Unabomber,1 fue uno de quienes definió un perfil adverso extremo en relación con la problemática. Y la cruzada ambientalista tomó en ocasiones giros inesperados con los ecosabotajes como reclamo violento a los atentados contra 1 Quién llevó a cabo una campaña terrorista para denunciar los abusos de la sociedad tecnológica, acabando con la vida de tres personas e hiriendo a 23 más. Daniar Chávez Jiménez 181 La Colmena 69, enero-marzo 2011 aventura que obliga al protagonista a regresar a su patria, luego de dos décadas de exilio, para indagar los sospechosos orígenes del incidente y la no menos sospechosa existencia de este “buque fantasma”, que navega oficialmente en los mares aledaños a las Islas Mauricio, pero que al mismo tiempo parece surcar en silencio aguas territoriales chilenas, dedicado a la caza ilegal de ballenas piloto o calderón. Luis Sepúlveda introduce de lleno al lector en una problemática ambiental que ha llamado la atención en los últimos años. Sin embargo, el autor no se queda en la mera descripción del fenómeno (tala de bosques, extinción de especies, contaminación del ambiente, explotación de los recursos naturales, etc.), sino que desdobla sus reflexiones a distintos ámbitos de la crítica y el conocimiento. Pensar lo político, lo ambiental y lo literario bajo estrictas preocupaciones éticas establece una excitante relación con la historia de América Latina desde la Conquista. Y no es de extrañar que la valoración de Sepúlveda sobre la situación de la América actual comience con este llamado a la preservación del ambiente, pues el conflicto con respecto a la destrucción de ecosistemas, columnas vertebrales de la cultura y puntal del futuro, tiene un largo camino recorrido. Si bien la caza de ballenas (y la degradación de los recursos naturales en general) se practica desde hace muchos años, no fue sino hasta la década de los veinte del siglo XX, con la llegada de nuevas tecnologías y de los barcos factoría, que la matanza de cetáceos alcanzó niveles colosales y casi llevó a la extinción de todas las especies del más grande de los mamíferos marinos. Con la intención de establecer áreas protegidas para las ballenas en el Océano Antártico, en 1946 se fundó la Comisión Ballenera Internacional (CBI), aunque no fue sino hasta 1986 cuando la CBI prohibió en definitiva la caza de estos animales para La Colmena 69, enero-marzo 2011 la naturaleza, al estilo de los “guerrilleros del Vietcong” (Herman, 1997: 428). Con la aparición de un enigmático personaje, el marino chileno Jorge Nilssen, hijo de un migrante noruego y una indígena ona, el protagonista de la novela de Sepúlveda sospecha el nacimiento de un peligroso vengador ecológico que pondrá en riesgo la ofensiva pacifista del movimiento verde y sembrará fuertes dudas sobre sus prácticas de protección ambiental. Nada más lejano de la verdad, pues la novela tiene un final inesperado y pacífico, aunque con la sospecha esbozada Sepúlveda traza un análisis minucioso de la memoria colectiva del continente, lo que lleva al lector a cuestionar la conveniencia del exhorto prácticamente gratuito contenido en la violencia expuesta en esa parte de la novela. Las respuestas pueden ser muchas, pero hay una que destaca y que tiene que ver con la historia del continente, cuyo resultado ha sido la formación de un carácter complejo que con frecuencia nos enfrenta a las redes de nuestra condición humana, y que puede verse también como una amorfa apología de la violencia. Sepúlveda expone de esta forma una visión particular de la historia de la América hispánica: la Conquista, cuya larga secuela incluye a los ganaderos de Europa del norte, cuya llegada inició el exterminio de indígenas onas, yaganes, patagones y alacalufes, así como a navegantes y colonizadores, barcos fantasma, como el Cacafuego o el Caleuche, piratas como Sir Francis Drake o Williams O’Barrey, y sus interminables batallas marítimas, cazadores de ballenas y la industria maderera, que hace su espectacular aparición en el impetuoso maderamen de recuerdos que Sepúlveda arma. A partir de ahí, el lector puede apelar a su conocimiento de los orígenes de la crueldad que ha aquejado al continente durante cinco siglos y de los acontecimientos relativos a movimientos insurgentes, guerras civiles, 182 Daniar Chávez Jiménez dependencias económicas, golpes y asonadas militares, represión, narcotráfico y crimen organizado, corrupción, grupos paramilitares, azarosas protestas sociales, crecimiento descontrolado de la industria y un prolongado etcétera que incluye la violencia callejera, social, intrafamiliar, ambiental y política. Con la exposición de esta lúgubre telaraña social, Sepúlveda invita a explorar el presente, no sin antes haber sumergido al lector en el pasado. La novela se propone así como un extenso recorrido sobre la condición humana de los latinoamericanos, cuyo pasado ha sido, en efecto, violento, pero también extraordinario, planteamiento del cual no se debe omitir que hay una significativa saga de influencias culturales y sociales, las cuales han contribuido a la consolidación de los caracteres regionales y a dibujar los rostros que sólo pueden ser comprendidos por el devenir incesante de dualidades tan complejas como las enunciadas. Y mientras el lector forcejea bajo el temporal, Sepúlveda lo incita a enderezar la nave y reexaminar, replantear y reinventar su derrotero, que si bien no es únicamente el del hombre americano, pues la ruta oceánica trazada por Occidente hacia el continente es ineludible, sí obliga a pensar en el ajuste de los instrumentos y las cartas de navegación para salir del laberinto de canales y pasos de mar en los que, a veces, el carácter latinoamericano zozobra ante la crueldad, y alcanzar por fin el tan anhelado mar abierto. LC Bibliografía Arthur Herman (1997), La idea de decadencia en la historia de occidente, Barcelona, Andrés Bello [trad. Carlos Gardini]. Mundo del fin del mundo Alberto Vital 80 años no es nada: Carlos Fuentes entre la memoria, la imaginación y la fantasía erecen una sincera felicitación cuatro catedráticos e investigadores –Martha Elia Arizmendi Domínguez, Humberto Florencia Zaldívar, Gerardo Meza García y Gregorio Martín Mondragón Arriaga– por reunir en tan pocas páginas tanta sustancia analítica en torno a la obra del célebre novelista, cuentista, ensayista y dramaturgo mexicano, nacido hace 82 años. Los libros breves se agradecen hoy más que nunca, pues la multitud de ofertas y la poca disponibilidad de tiempo son los dos factores más influyentes en la vida editorial contemporánea. Los dones de la brevedad y la contundencia seguramente facilitarán que este libro llegue a más de un lector, es decir, que alcance a los lectores de los que se ha hecho digno. Por mi parte, leí 80 años no es nada en muy poco tiempo y saqué conclusiones que no hubiera obtenido en ninguna otra parte. Los cuatro autores comparten la virtud de saber hilvanar reflexiones propias, originales, y citas oportunas, estimulantes. La cita podría verse como un género aparte, autónomo, además polifónico. Mediante la cita, un texto 80 años no es nada: Carlos Fuentes Alberto Vital 183 La Colmena 69, enero-marzo 2011 M La Colmena 69, enero-marzo 2011 académico es hasta cierto punto como Felipe Montero, el protagonista de Aura, y es como la heroína epónima, la famosísima Aura: un desdoblamiento de por lo menos dos edades, de por lo menos dos voces en un solo espacio carnal o textual. Uno se reencuentra aquí con Martha Elia Todorov, con Humberto Ricoeur, con Gregorio Bachelard, con Gerardo Harss o Gerardo Beristáin, fundido en este último caso nuestro querido anfitrión de tantas memorables ocasiones, Gerardo Meza, y la no menos querida y admirada Helena Beristáin. Todos ellos se encuentran en estas páginas que no tienen desperdicio. Carlos Fuentes debe sentirse satisfecho con la recepción de su obra en México y con la manera como su octogésimo aniversario de vida y el primer medio siglo de La región más transparente no fueron pasados por alto en nuestras tierras, las suyas. Yo nunca he tenido la oportunidad de hablar con él. Mi generación y otras generaciones de mexicanos no se han visto beneficiadas por ese gigantesco regalo que habría significado aunque fuera un semestre de literatura universal con Carlos Fuentes. La voz viva es irremplazable. La cátedra directa, con el derecho de irse luego a tomar un café con el profesor para seguir hablando de lo que apasiona a todos, democráticamente, no tiene sustituto alguno. Nos conformamos entonces con los libros de Carlos Fuentes. Y los muchos y muy valiosos libros sobre Carlos Fuentes son lo más cerca que podemos estar del famoso hombre de letras, cuyo arraigodesarraigo mexicano-mundial parece haberse trasladado a sus criaturas, conforme a una expresión muy lograda de Humberto Florencia Zaldívar en estas páginas: “Los personajes de Fuentes no pertenecen a ninguna territoriedad, son producto de un aborto cultural, esto es, de un nacimiento colectivo que no les permite reconocerse en ningún sitio, pero, a su vez, 184 Alberto Vital se identifican con la cultura general” (p. 34). Independientemente de que en el Guanajuato de Las buenas conciencias al novelista ya lo habrían encarcelado por practicar el aborto, aunque sea cultural, aunque sea de personajes, aunque sea porque un nacimiento colectivo equivale a un aborto cultural, es indudable que las páginas de 80 años no es nada van dándonos un retrato por pinceladas tanto del hombre como de su obra. El propio Humberto Florencia Zaldívar deja abierta la puerta a la polémica al final de su texto “Gringo viejo: mirarse, negarse y repetirse entre culturas”. Me parece muy saludable, muy refrescante, el hecho de que los académicos abramos espacios para la discusión sobre temas generales, como el que plantea Humberto Florencia Zaldívar, o sobre temas específicos de los estudios literarios, como el que provoca Gerardo Meza al demostrar que no es tan mecánica y obvia como creíamos la idea de que Aura es sin más un relato fantástico. Este tipo de propuestas y de argumentaciones permiten que nuestros alumnos (los lectores más probables y deseables de libros como el que aquí presentamos) recuperen la vieja definición del humanista, quien a juicio de Ernst Robert Curtius es un ser abierto a la polémica, a la discusión pública, nunca como un ataque a la persona del colega, jamás como un rechazo visceral a las posturas y a las ideas del otro, sino como una manera de crear modelos de consenso crítico que después vayan y se apliquen a la sociedad. Quizás esto último sea la razón de ser de las humanidades en una sociedad tan lastimada, tan sumida en la incertidumbre y en el disenso como la mexicana: la creación de modelos de consenso crítico mediante la discusión sobre textos literarios, fenómenos históricos y sociales, descubrimientos antropológicos, explicaciones económicas, etcétera, las ciencias sociales y humanas podrían pasar el examen 80 años no es nada: Carlos Fuentes 80 años no es nada: Carlos Fuentes Alberto Vital 185 La Colmena 69, enero-marzo 2011 que les hiciera la sociedad claras e indudables. Desde si le devolvieran a ésta luego, un debate sobre México una competencia crítica y y el mundo contemporáneo analítica y constructora de a partir de una relectura de consensos muy superior Carlos Fuentes se ubicaría a, por ejemplo, la de la muy por encima de la clase política, a fin de que selección del canon propio, aquéllas fueran un ejemplo del canon intangible que cada permanente para éstas. uno de nosotros elabora, y La obra de Carlos Fuentes se iría a cuestiones como la se presta no sé si maravillosa presencia de la literatura en o fantásticamente para lo un país en que cada día la anterior. Es óptima para que televisión y el cine parecen –en su vastedad, en sus cimas arrancarle un lector (o cientos y sus simas, en sus momentos de lectores) a la lectura, y a Martha Elia Arizmendi D. et al. (2010), 80 años paradigmáticos y en sus cuestiones que aparecen en no es nada: Carlos Fuentes entre la memoria, la imaginación y la fantasía, Toluca, UAEM, 90 pp. momentos desconcer-tantes, el último Fuentes, como la en su tratamiento de temas ceguera de las élites políticas, absolutamente fundamentales–, nos aboquemos ocupadas casi sólo en la sucesión presidencial, a una serie de discusiones generales sobre la tema y contenido fundamentales de La silla literatura en sí y sobre las grandes preguntas y del águila, de 2003, la novela con que Fuentes respuestas que pasan por una escritura como la responde a la transición democrática del 2000 de Fuentes. (y lo hace de manera sumamente crítica), o La obra de don Carlos es antológica como como la violencia y sus formas recientes en consecuencia de su vastedad y de su diversidad: México, tema y contenido de La voluntad y la salvo la inclusión unánime de textos ya fortuna (2008) y de Adán en Edén (2009). clásicos, como el cuento que aquí estudia con Estoy seguro de que los cuatro autores de singular agudeza Martha Elia Arizmendi, como 80 años no es nada: Carlos Fuentes entre la desde luego Aura, La región más transparente memoria, la imaginación y la fantasía tendrían y La muerte de Artemio Cruz, como “Muñeca un lugar en un congreso-debate de este tipo, reina”, también trabajados aquí, el resto de su sin duda más rico y más adecuado que el 2010 corpus suscita las más diversas reacciones, de de centenarios y bicentenarios y los juegos modo que cada uno de nosotros, puesto a elegir pirotécnicos a los que nos resignamos la noche los escritos de Fuentes con los que se quedaría, del 15 de septiembre. aparte de los ya citados, haría una lista más Empecé con una felicitación y termino con otra. o menos distinta. Por ejemplo, después del Congratulo a los editores por un tomo tan limpio, Fuentes asombroso y desbordante de la primera tan grato a la vista, tan propicio para la lectura. época, cuando con novelas como Zona sagrada El diálogo de la portada entre los dos Fuentes y Cambio de piel elevó muchísimo el listón de reverbera todo el tiempo a lo largo de la gozosa la narrativa urbana, cosmopolita e innovadora, apropiación de estas páginas. Insisto: Carlos yo en lo personal me quedo con Agua quemada, Fuentes tiene que estar muy agradecido con sus La cabeza de la hidra, El naranjo y Diana o la lectores y con sus estudiosos mexicanos. LC cazadora solitaria, por citar mis elecciones más Colaboradores Blanca Álvarez Caballero. Realiza el Doctorado en Humanidades por la uam-Iztapalapa. Maestra en Humanidades por la uaem. Ha publicado poemas, reseñas, artículos y ensayos en Destiempos, La Colmena, Castálida y Ciencia ergo sum, entre otras. Está antologada en el Sexto Maratón de Poesía, gem, Toluca, tunAstral (2005) y en Espiral de los Latidos. Poesía joven de la zona centro del país, Conaculta (2002). Tiene publicados los poemarios Odiseo regresa, por el Instituto Mexiquense de Cultura (2008); Ausencia del marino (imc, 2004) y Amanecer incierto y solitario (imc, 2001). Becaria por el focaem en 2004 y 2007. Ha participado en diversos eventos literarios nacionales. Universidad Autónoma de Baja California, donde imparte las materias de Literatura mexicana, Literatura española, Seminario de investigación, Taller de lengua escrita y Taller de composición. Profesor de tiempo completo en el Colegio de Bachilleres de Baja California, desde 2002, donde imparte Literatura y Taller de lectura y redacción. Ha sido coeditor de las Antologías Teatro del norte 5 y 6 (2005 y 2006); presentador de diversos libros; coordinador y editor del proyecto CONTEXTOS (2007), Facultad de Humanidades, uabc. Ha participado en diversos coloquios y congresos, asimismo, impartió seminarios y cursos-taller en Tijuana y Mexicali. Rosa María Camacho Quiroz. Licenciada en Letras Martha Elia Arizmendi Domínguez. Licenciada en Letras Españolas y Maestra en Estudios Literarios por la uaem, Doctora en Letras por la unam. Profesorainvestigadora de licenciatura y posgrado en la Facultad de Humanidades de la uaem. Ponente y organizadora de eventos académico-literarios nacionales e internacionales. Articulista. Miembro de la Asociación Mexicana de Profesores de Lengua y Literatura, y del Sistema Nacional de Investigadores (sni) nivel 1. Azucena Arriaga Mejía. Pasante de la Licenciatura La Colmena 69, enero-marzo 2011 en Letras Latinoamericanas, de la Universidad Autónoma del Estado de México. Actualmente docente del nivel medio superior. Julián Beltrán Pérez. Maestro en Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Baja California, Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas, Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro de la Red Internacional de Investigadores de la Frontera, con sede en Colombia, desde 2008. Profesor de asignatura en la Facultad de Humanidades de la 186 Colaboradores Latinoamericanas por la Universidad Autónoma del Estado de México; Maestra en Humanidades, línea de investigación en Ética, por la misma Universidad. Es docente de tiempo completo de la Facultad de Humanidades de la uaemex donde ha impartido las cátedras de Literatura Universal del siglo XVII al XIX, Análisis del texto narrativo, Técnicas de investigación documental, Literatura española del periodo Medieval y Siglo de Oro, entre otras. Ha sido coordinadora de Difusión Cultural de la misma Facultad. Actualmente es estudiante del tercer semestre del Doctorado en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana. José Luis Cardona Estrada. Periodista. Licenciado en Sociología por la uaem. Ha publicado artículos en diversos medios informativos. Delfina Careaga. Escritora. Autora de Muñeca vestida de azul, Del tiempo y otros fantasmas (cuentos) y de la novela Alquimia. Ha obtenido, entre otros premios, el Ariel de Plata por el guión cinematográfico La tía Alejandra y el Premio Colaboradores Nacional de Teatro Emilio Carballido (1985). Presea Estado de México en el área de Artes y Letras “Sor Juana Inés de la Cruz” (1999). Maricruz Castro Ricalde. Doctora en Letras Modernas y con estudios de doctorado en Comunicación. Es profesora investigadora del Tecnológico de Monterrey, campus Toluca. Ha recibido numerosos reconocimientos como ensayista; ha publicado siete libros y más de treinta artículos especializados en cine y literatura. Coordina la colección “Desbordar el canon. Escritoras mexicanas del siglo XX”. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel 2. con mención honorífica. Se ha desempeñado como jefa de carrera de la Licenciatura de Historia de la enah (1997-2001). Ha impartido cursos dictados en el Colegio de Estudios Latinoamericanos de la unam (1991-1993); cursos de Historia y Antropología en la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán (2008-2009); cursos de Historia y Etnohistoria en la enah (desde 1992). Directora de tesis y sinodal de exámenes de grado. Actualmente es profesora de la enah y de la Especialidad de Posgrado en Estudios Diplomáticos del Instituto Superior de Intérpretes y Traductores. Publicación de libros y artículos en revistas de la unam, buap, inah, uaem, uam. Jorge Esquinca. Estudió la carrera de Ciencias de la Literaturas Hispánicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la unam; Maestro en Letras por el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos; Diploma de Estudios Avanzados por el Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana de la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca; Doctor en Letras Latinoamericanas por la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Ha publicado diversos artículos en revistas de investigación y divulgación cultural de la unam. Sus líneas de investigación son Literatura y ecología, Literatura de viajes y La idea de decadencia en la literatura latinoamericana. Actualmente se desenvuelve como profesor de literatura en diversas instituciones. Marco Aurelio Chavezmaya. Escritor. Autor de Los amorosos y El león duerme esta noche, entre otros títulos. Becario de la Primera Generación del Centro Toluqueño de Escritores (1983). Presea Estado de México “Sor Juana Inés de la Cruz” en Lingüística y Literatura (1984). Comunicación. Ha trabajado como editor, traductor, articulista y promotor cultural. Tiene publicados: Alianza de los reinos (1988), Paloma de otros diluvios (1990), El cardo en la voz (1991) con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, Isla de las manos reunidas (1997), Uccello (2005). Ha traducido libros de Pierre Reverdy, W. S. Merwin (su versión de La rosa náutica mereció el Premio Nacional de Traducción de Poesía); Henri Michaux, André du Bouchet, Alain Borer y Maurice de Guérin. Ha obtenido becas del Ministerio de Cultura de Francia. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Guillermo Fernández. Poeta y traductor. Es autor de La palabra a solas, La hora y el sitio y Bajo llave, entre otras obras. Ha traducido más de 50 libros del italiano, sobre todo de poesía. Recibió el Premio Jalisco de Literatura (1998). Pertenece al Sistema Nacional de Creadores. Fue condecorado por el Gobierno de la República de Italia con la Orden de Comendador (2000). Humberto Florencia Zaldívar. Licenciado en Literatura Doctora en Estudios Latinoamericanos por la unam. Premiada con la medalla “Alfonso Caso” de la unam. Maestra en Historia de México por la unam, con mención honorífica. Licenciada en Etnohistoria de la enah-inah, Martha Eugenia Colaboradores Delfín Guillaumin. Dramática y Maestro en Letras por la unam; profesor e investigador adscrito a la Facultad de Humanidades de la uaem. Ha recibido varios premios nacionales e internacionales por obra publicada como narrador y ensayista. Colaboradores 187 La Colmena 69, enero-marzo 2011 Daniar Chávez Jiménez. Licenciado en Lengua y Roberto Andrés González Hinojosa. Doctor en Filosofía por la unam. Profesor e investigador de la Facultad de Humanidades en la uaem. Sus líneas de investigación son la epistemología y la metafísica. Autor de El retorno a la metafísica (uaem, 2002) y ¿Qué es eso de la filosofía? (uaem, 2003), entre otros. Santiago Matías. Realizó estudios formales de poesía; obtubo becas del fondo nacional y del fondo estatal para la Cultura y las Artes, así como del Centro Toluqueño de Escritores, asociación civil que preside desde 2009. Entre sus libros se encuentra Ceniza del esquizo (imc,1998). Publicó en La Colmena "Madera en tierra" (No. 29, 2001). Artes Plásticas en la Academia de San Carlos y la Licenciatura en Letras Hispánicas en la unam. Obtuvo los premios de poesía “Gilberto Owen” y “Punto de Partida”, entre otros. Parte de su obra aparece en algunas antologías, como el Anuario de poesía mexicana, fce y Un orbe más ancho, poesía joven de México, unam, 2005. Fue becario del Fonca en la categoría de Jóvenes Creadores en 2008, y desde el 2003 dirige el sello editorial Bonobos. José Luis Herrera Arciniega. Ganador del Premio Gerardo Meza García. Licenciado en Letras Españolas anual del Centro Toluqueño de Escritores en cuatro ocasiones; autor de una decena de libros, entre ellos los de cuentos Un pato gigante y Cerca pero no tan lejos; de crónicas No me olvides y El conejo azul, y las novelas Danza rota y Mil caballos de vapor. Periodista y Licenciado en Ciencias de la Comunicación, se dedica a la cátedra en instituciones de enseñanza media superior y superior. por la uaem, Maestro en Estudios Literarios por la uaem, candidato a doctor por la unam, profesor e investigador adscrito a la Facultad de Humanidades de la uaem. Ha publicado artículos en diversas revistas y ha representado a la uaem en foros nacionales e internacionales. Porfirio Hernández. Ha pubicado cuatro libros de Doctor en Filosofía y profesor-investigador de la Facultad de Humanidades. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel 2 y de la Academia de las Ciencias de Moscú. Autor de libros, traducciones y ensayos tanto en ruso como en español, entre los que destacan títulos como: En busca de la dignidad y del sentido de la vida, Pensar como pretexto y pretexto para pensar. Mijail Malishev Krasnova. Germán Iván Martínez Gómez. Licenciado en Filosofía La Colmena 69, enero-marzo 2011 Estatal de la Juventud del Estado de México en el Mérito Académico, 2003. Actualmente es profesorinvestigador de la Escuela Normal de Tenancingo. por la Universidad Autónoma del Estado de México. Maestro en Enseñanza Superior por el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos (cidhem). Ganador del Primer Concurso Universitario “La palabra poética, 2002” y del Primer Concurso Universitario sobre Composición Poética “Sor Juana Inés de la Cruz”, 2003, convocados ambos por la uaem. Premio 188 Colaboradores Licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Tomó cursos de teatro guiñol (INBA) y teatro de marotes (IFAL). Autora de Pan de la familia Millán, pan ancestral y del poemario Río. Colaboradora en publicaciones culturales como Castálida, Tiempo, Raíces Francesas en México y La Colmena, con cuento, poesía, traducción e investigación. Participó con títeres en la película “Un toque de rock” de Sergio García y en la serie televisiva “Descúbrelo” producida por Conaculta. Ha sido guionista de Radio Mexiquense y editora de guiones radiofónicos de la serie 1492, noticias y estampas (UAQ). Se ha desempeñado como profesora de nivel medio superior y ha impartido cursos de títeres en diversas Casas de Cultura en el Distrito Federal y el Estado de México. Rebeca Millán González. Profesora de Educación Básica. Licenciada en Letras Latinoamericanas por la uaem. Maestra en Blanca Aurora Mondragón Espinoza. Colaboradores de Oca Navas. Licenciada en Filosofía, además de Maestra y Doctora en Estudios Latinoamericanos. Ha sido profesora de educación primaria, secundaria, preparatoria, licenciatura y posgrado. Ha dictado conferencias en diversos lugares de la entidad y participado en la presentación de libros y revistas, trabajos propios y de otros investigadores en distintas instituciones académicas. Ha asistido como ponente a congresos y foros académicos nacionales e internacionales. La Universidad Nacional Autónoma de México le otorgó la Medalla “Gabino Barreda” por haber obtenido el más alto promedio de calificación al término de sus estudios de doctorado. Obtuvo la Mención Honorífica en el Primer Concurso de Historia Municipal, convocado por el Gobierno del Estado de México. Ha sido integrante del Sistema Nacional de Investigadores (1999-2005), miembro fundador de la Sociedad Mexicana de Historia de la Educación (somehide), de la cual fue secretaria de Organización Elvia Montes del Consejo Directivo (2006-2008). Su labor de investigación y difusión en pro de la historia de la educación en México fue reconocida por El Colegio Mexiquense, A. C. Marco Antonio Morales Gómez. Licenciado en Derecho y Maestro en Derecho Público por la Universidad Autónoma del Estado de México. Cuenta con estudios Colaboradores de Doctorado en Derecho Público por la Universidad Complutense de Madrid, España. Algunas de las cátedras que ha impartido son: Sociología de la Educación, Derecho Administrativo y Marco Jurídico de la Educación, tanto en licenciatura como en posgrado. En la administración pública ha ocupado diversos cargos, entre los que destacan: Director General del DIF del Estado de México; Vocal Titular del Consejo de Salubridad General de los Estados Unidos Mexicanos; Director General del Instituto Mexiquense de Cultura; Coordinador General de Asesores de la Subsecretaría de Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación; Consejero Electoral del Instituto Electoral del Estado de México; actualmente Comisionado de los Derechos Humanos del Estado de México. Fue Rector de la Universidad Autónoma del Estado de México (19931997); Consejero Nacional de anuies; Vicepresidente de la Organización Universitaria Interamericana (oui) Región México; Representante General de las Universidades Públicas Mexicanas ante el ceneval; Presidente del Instituto de Administración Pública del Estado de México, A.C., Director General Fundador de la Escuela Judicial del Estado de México, Secretario Técnico de la Comisión Nacional de Tribunales Superiores de Justicia. Columnista, editorialista y autor de múltiples artículos y ensayos. Ha sido distinguido con la Insignia de Oro de la Universidad de Santiago de Compostela, España; y la Venera a la Docencia “Abogado Isidro Fabela Alfaro” otorgado por la Escuela de Derecho, el Consejo de Decanos, el Grupo Cultural “Mario Colín Sánchez” y la Barra de Abogados de Atlacomulco. Emma Mauricia Moreno Carmona. Narradora. Licenciada en Letras Españolas (uaem) y diplomada por la Sociedad General de Escritores de México. Becaria de la segunda generación del Centro Toluqueño de Escritores en 1984. Obtuvo el primer lugar en el concurso de narrativa convocado por el imc en 1990. Ha publicado las novelas Aglaura y La tahona; los cuentos “Piri y Lolo” y “Noche fuera de casa”, entre otros títulos. Colaboradores 189 La Colmena 69, enero-marzo 2011 Humanidades. Diplomada por la uaem en Administración de la Cultura. Realizó estudios de Dialectología Española y de Literatura Hispanoamericana del Siglo XX, en la Universidad de Málaga, España. Presea al mérito universitario “Ignacio Manuel Altamirano Basilio”. Ha practicado el periodismo cultural y de género en periódicos, revistas y suplementos regionales. Colaboradora de Vitral, suplemento cultural del periódico Rumbo; del periódico local XIX-XX, de Temascalcingo, México, de CambiAvía, órgano de información y crítica de tunAstral, y de revistas literarias, principalmente, como La troje, La Colmena, Hojas de Sal, Blanco Móvil, ZonAlta, Orfeo, ¿Qué hacer?, Arte, Cultura y Entretenimiento, Toluca virtual, todamujer (virtual) y Ganando espacios. Víctor Nava Marín. Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas (unam). Tras tomar algunos cursos de actuación y laboratorio teatral (en el cadac, A.C., el cut y el Laboratorio de Artes Escénicas de la unam), forma, en 1980, el grupo de teatro Drao/uaem. Ha sido corrector de estilo en el Fondo de Cultura Económica, Publicaciones Cultural y Comunicación Social del gobierno estatal; jefe de redacción de las revistas La Grapa (independiente) y Castálida (imc). Colaborador frecuente en publicaciones de carácter cultural; coautor (junto a Esvón Gamaliel) del libro Para conjurar la desmemoria: Más de tres décadas de teatro en la uaem. En la uaem fue creador de los proyectos “Diálogos bajo la Mora” y Premio Nacional (actualmente internacional) de Narrativa “Ignacio Manuel Altamirano”. Dictaminador editorial en el Departamento Editorial (uaem) y la Subdirección de Publicaciones (imc). Ha impartido cursos de redacción y corrección de estilo en distintas escuelas e instancias educativas. Legislatura del Estado de México. Desde 1993 es cronista de la uaem. Recientemente publicó el libro Verde y Oro. Crónica de la Universidad Autónoma del Estado de México y Toluca: sucesos del siglo XX. Flor Cecilia Reyes. Licenciada en Letras Hispánicas (uaem). Egresada de la Escuela de Escritores de la sogem-Estado de México. Ha publicado Átopos (imc, 1987); Cerro de Magueyes (H. Ayuntamiento de Metepec, 1992) y Derrumbes (imc, 1996). Aparece antologada en Toluca en la poesía: las divinas mutantes; En busca de los poetas perdidos; Aves nocturnas; Poetas de Tierra Adentro; Mujeres poetas en el país de las nubes y en Árbol de letras y la vida. Ha sido dos veces becaria del Centro Toluqueño de Escritores y obtuvo los Premios Estatal y Nacional de Poesía del crea (1986). En 1999 obtuvo Mención Honorífica en el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta. Sergio Ernesto Ríos (Toluca, México, 1981). Egresado (uaem) y Maestro en Administración Pública por la Universidad del Sur de California. Ha publicado diversos textos, entre ellos, Didáctica de la lectura eficiente y Literatura del siglo XX (uaem). Obtuvo la Presea al Mérito Universitario “Ignacio Ramírez Calzada” (2001). de la Licenciatura en Letras Latinoamericanas de la uaem. Realizó estudios en la Escuela de Escritores y en la unicentro de Paraná, Brasil. Premio Estatal al Mérito Artístico en Literatura (2003). Ha publicado Piedrapizarnik y De cetrería, recibió mención honorífica en el Premio Nacional de Poesía Joven “Elías Nandino”, 2006. Herminio Núñez Villavicencio. Doctor en Literaturas Alfonso Sánchez Arteche. Periodista, poeta, ensayista Occidentales por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de carrera de tiempo completo en la Facultad de Humanidades (uaem). Autor de varios artículos especializados y libros, el más reciente Las novelas de Rudolfo A. Anaya y la postmodernidad. e historiador. Maestro en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Colaborador en publicaciones culturales. Obtuvo la Presea Estado de México “José María Cos” en 1983 y la Presea de Periodismo Cultural Tolotzin 1984. Inocente Peñaloza García. Periodista y profesor de Félix Suárez. Poeta, ensayista y editor. Estudió la lengua y literatura. En 1975 se hizo acreedor a la Presea Estado de México “José María Cos” de periodismo e información. Es poseedor, además de la medalla “Manuel Buendía” que otorga la Asociación de Periodistas del Valle de Toluca, del Premio Estatal de Periodismo 1974 y del Premio “Ignacio M. Altamirano”, instituido por la carrera de Letras Españolas en la uaem y la Maestría en Humanidades en la Universidad Anáhuac Norte. Fue becario del Instituto Nacional de Bellas Artes y del Centro Toluqueño de Escritores. Obtuvo la Presea “Sor Juana Inés de la Cruz” (1984), el Premio Nacional de Poesía Joven “Elías Nandino” (1988) y el Premio Internacional de Poesía “Jaime Sabines” La Colmena 69, enero-marzo 2011 Eugenio Núñez Ang. Licenciado en Letras Españolas 190 Colaboradores Colaboradores (1997). Además de Legiones, tiene cuatro títulos de poesía publicados: La mordedura del caimán (1984 y 1990), Peleas (1989, 2001 y 2002), Río subterráneo (1992 y 1998) y En señal del cuerpo (1998). Su obra está incluida en las antologías Literatura del Estado de México, donde nadie permanece (1991), Poesía a nueve voces (1995), Poetas de Tierra Adentro (t. I, 1991; t. II, 1997), Poesía joven, veinticinco años de un premio literario (1999), En el rigor del vaso que la aclara, el agua toma forma (2001), Eco de voces (generación poética de los sesenta) (2003) y Vigencia del epigrama (2006). Ha colaborado en distintas revistas y periódicos del país y del extranjero. Fue director y fundador de la revista Castálida. Fue responsable del Programa Editorial de la uaem. Actualmente realiza Nacional Autónoma de México, del cual ha sido director. Actualmente combina su actividad de investigación con la de profesor de literatura en las Universidades Autónomas de Aguascalientes y Zacatecas. el doctorado en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana. Sandro Valdés Lugo. Originario de Toluca, 1988. Actualmente estudia la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Simultáneamente trabaja en la música, la literatura y la puesta en escena. Colaboradores La Colmena 69, enero-marzo 2011 Alberto Vital. Licenciado en Letras y Maestro en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México. Doctor en Letras por la Universidad de Hamburgo, República Federal Alemana. Autor de una veintena de obras, entre las que destacan: El arriero en el Danubio. Recepción de Rulfo en el ámbito de la lengua alemana (1994) Conjeturas verosímiles. Teoría de la recepción, didáctica de la literatura y elaboración de exámenes para evaluar la comprensión de textos de literatura mexicana, (1996), Jardín errante -novela- (1998), Noticias sobre Juan Rulfo (2004). Ha sido editor de varios textos en torno a la Teoría de la recepción, como Paralelas. Estudios literarios, lingüísticos e interculturales (1999), Conjuntos. Teorías y enfoques literarios recientes (1996). Es investigador de tiempo completo desde 1991 en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Colaboradores 191 CRITERIOS EDITORIALES La Colmena, Revista de la Universidad Autónoma del Estado de México, es un foro de expresión en el que confluyen la creatividad, la pluralidad y la libertad del pensamiento, mediante un ejercicio de análisis, reflexión y crítica. Los trabajos que sean presentados para su publicación deberán cumplir con las siguientes normas: 1) Ser inéditos y no estar sujetos, simultáneamente, a su aprobación en otras publicaciones. 2) Estar impresos y grabados en USB o CD en Word para PC. a)No exceder de 14 cuartillas escritas a 1.5 de interlineado con tipografía Arial de 12 puntos, en hojas tamaño carta y por un solo lado. b)Las notas a pie de página deberán tener secuencia numérica y ubicarse en la página a que correspondan. c) Para las referencias dentro del texto se usará la notación Harvard, esto es, apellido del autor, año de edición y número de página escrito entre paréntesis: (Welles, 1994: 345). d) La bibliografía citada se ordenará alfabéticamente al final del texto de la siguiente manera: Borges, Jorge Luis (1994), Obras completas, Buenos Aires, Emecé, 2 vols., 686 pp. 3) Las referencias bibliográficas corresponderán exactamente al texto citado. De no ser así e incurrir en plagio intelectual el autor será el único responsable. 4) La colaboración será acompañada de una breve ficha curricular del autor, así como nombre completo, RFC, si es colaborador de la UAEM (organismo académico de adscripción), domicilio particular, calle, número, colonia, municipio, delegación, C. P., estado, país, teléfono, celular, E-mail. 5) De ser necesario, la mesa de redacción se reserva el derecho de realizar los cambios que se consideren convenientes, justificando en todo caso su pertinencia. 6) No se devolverán originales no solicitados. Es necesario, también, tomar en cuenta lo siguiente: La Colmena someterá a dictaminación los trabajos que así lo requieran y el resultado será inapelable. Se conservará el anonimato del autor y de los revisores, y éstos entregarán sus observaciones por escrito. 7) La recepción de los trabajos no implica, necesariamente, su publicación en La Colmena. Los trabajos se entregarán directamente o deberán enviarse a: La Colmena, revista de la Universidad Autónoma del Estado de México, Instituto Literario No. 215 ote., Col. 5 de mayo, C.P. 50090, Toluca, Estado de México. O, bien, a la dirección electrónica [email protected] Teléfono: (722) 277-3835 y 277-3836. Ext. 2108.