Javier Serrano Alonso, Valle-Inclán: epistolario recuperado, Lugo, Editorial Axac, 2012 (Colección Páginas Finiseculares, 2), 80 págs.; Rosario Mascato Rey, Valle-Inclán lusófilo: documentos (1900-1936), Lugo, Editorial Axac, 2012 (Colección Páginas Finiseculares, 3), 78 págs.; y Amparo de Juan Bolufer, La voz pública de Valle-Inclán: documentos, Lugo, Editorial Axac, 2013 (Colección Páginas Finiseculares, 4), 191 págs. NUEVOS DOCUMENTOS VALLEINCLANIANOS El objetivo de estas breves notas es manifestar mi admiración por la labor que acerca de la obra de Ramón María del Valle-Inclán, escritor sobre quien no dejan de aparecer sorpresas, están desarrollando jóvenes estudiosos en la Universidad de Santiago de Compostela. Me refiero ahora a Javier Serrano Alonso –autor entre otros textos de una importante bibliografía sobre el escritor (1995), además de una edición de artículos completos y páginas olvidadas (1987) y Amparo de Juan Bolufer, a quienes debe unirse –aunque no es ahora el objetivo de estas breves notas– los trabajos de Margarita Santos o las ediciones de Luis Iglesias Feijoo. En otro centro debería mencionarse la reciente aportación epistolar de la relación de Valle y su mujer, muy bien editada en 2011 por el catedrático de la Universidad de Zaragoza Jesús Rubio Jiménez, quien ya había realizado una modélica edición crítica de Martes de carnaval (2009). Como en el libro de conjunto sobre la obra de Valle-Inclán que estoy a punto de terminar me refiero extensamente a las mayores aportaciones críticas que se han hecho sobre el escritor, deberá excusarse que por motivos de espacio no aluda como se merece a otros importantes valleinclanistas, pero mi opinión es que la obra del escritor gallego gana con el tiempo, y ha sido progresivamente descubierta en todo su valor ya desde su fallecimiento conforme ha ido avanzando el siglo en que vivió, y a buen seguro ello se desarrollará durante el proceloso siglo que acabamos de iniciar. La originalidad creativa de Valle, a quien solo un bobo puede acusar de plagio, es tal que en su época fue considerado tan solo como un personaje extravagante –ya en el decir del dictador a que atacó, y que le manifestó su respeto–, mientras que es solamente con el transcurso del tiempo cuando se está verdaderamente descubriendo su verdadero valor y profundidad estética e ideológica, como intento demostrar ampliamente en mi libro que espero publicar en breve. Castilla. Estudios de Literatura, 4 (2013): LXXVIII-LXXXI ISSN 1989-7383 Estudiar a Valle, como estudiar a Cervantes, es adentrarse en un cósmico agujero negro de la literatura, que exigiría por parte del crítico no una sino varias vidas para poder hacer algo más siquiera que apuntar el camino para que otros –con más vida– lo prolonguen. Y a buen seguro que en 2016, con la liberación de derechos de su obra, veremos una nuevo renacer de aportaciones documentales y críticas al respecto, entre las que van a destacar –y entro ya en el tema– las de la Cátedra Valle-Inclán de la Universidad de Santiago de Compostela. Por supuesto, también las del Grupo de Investigación dirigido por el profesor Serrano Alonso, y al que pertenecen las dos autoras a que me voy a referir también en esta breve reseña: Amparo de Juan Bolufer y Rosario Mascato Rey. Estos estudiosos acaban de publicar los tres libros que referiré en la colección Páginas Finiseculares, editada en Lugo por la Editorial Axac, cuyo objetivo es descubrir nuevos documentos en relación a Don Ramón María. El primer libro a que me referiré es el de Javier Serrano Alonso Valle-Inclán: epistolario recuperado (Lugo, Editorial Axac, 2012 (Colección Páginas Finiseculares, 2). En una primera sección recoge cartas inéditas, cuya brevedad me llama la atención, como si Valle reservara su capacidad de escribir y pensar en lo escrito solo para sus propios textos literarios, que parecen labrados en piedra como los monumentos gallegos. En la segunda sección se recogen cartas recuperadas que ilustran, siempre con la brevedad a que he aludido, su relación con libreros y amigos, con una carta final muy curiosa en la que escribe al hijo de su amigo el pintor Julio Romero de Torres dándole sugerencias respecto a cómo debería ser la tumba de su padre. Con todo, el documento que me parece más interesante en este libro es el relativo a “Valle-Inclán espiado. Una carta interceptada por los servicios secretos franceses”. Este librito contiene, pese a su brevedad, una gran cantidad de documentación bibliográfica y de referencias cruzadas, que vienen a elucidar de modo muy eficaz el entorno que rodea a los textos de Valle que aquí se recogen por vez primera. Y merece la pena destacar, aunque aquí no sea el objetivo de estas líneas, las formidables aportaciones que Javier Serrano Alonso ha hecho a la obra y la bibliografía valleinclaniana, con libros de completa referencia. Más brevemente mencionaré también el volumen 3 de esta colección, editado en 2012 por Rosario Mascato Rey, Valle-Inclán lusófilo: documentos (1900-1936), igualmente con textos LXXIX desconocidos muy bien rastreados, y que –al igual que ocurre en los tres volúmenes que estoy comentando– viene a elucidar aspectos de la ideología de Valle y su actitud. El libro, número 4 de la misma colección, de Amparo de Juan Bolufer, La voz pública de Valle-Inclán: documentos (2013), me parece también un texto importante, ya desde la introducción, en la que de modo muy sucinto y sintético, pero muy documentado, se abordan temas como lo que denomina la “voz pública” del escritor, con una indagación en sus declaraciones en la prensa. Por cierto que recoge cómo Valle prefiere –como por mi parte he afirmado en mi estudio en prensa– la edición en libro que los textos en la prensa periódica, cuya colaboración justifica por la crisis del papel en julio de 1920. Pero al mismo tiempo de Juan indica que la gran difusión de la obra de Valle se debió sobre todo a la publicación de esta en los periódicos de la época. Amparo de Juan recrea con gran maestría el universo que rodea a Valle-Inclán. Y le defiende de la acusación de inconsistencia ideológica, que fue frecuente en compañeros como Azorín, Unamuno o Baroja, mientras que Valle nunca se justificó a posteriori. Aborda de Juan el importante tema de la politización de la crítica valleinclaniana, y muestra la simpatía del escritor por los líderes de fuerte personalidad. Estudia también a Valle como personaje muy mediático. Es así como en este volumen se trata de modo sucinto el tema de la ideología del escritor gallego, al hilo de los documentos que se resumen. En un segundo capítulo se ocupa de las entrevistas y declaraciones de Valle, y recoge varias muy poco conocidas, entre las que quiero destacar la referida al País Vasco. En este recorrido por aspectos ideológicos del escritor recala en lo que denomina, en el capítulo 3, las cartas públicas de firma conjunta, lo que viene a demostrar el compromiso social que siempre mantuvo, estando presente –como dice la autora– en todos los frentes. Destacaré la carta de protesta a Unamuno contra el Nobel a Echegaray: y aquí debo remitir a las divertidas anécdotas que relata Ramón Gómez de la Serna en su hermoso libro sobre Valle-Inclán que nuestra juventud persiguió en las librerías de la época –cuando había librerías…– en la edición de la colección Austral, y que, en todo caso –me permito indicar– es un precioso retrato más o menos objetivo, LXXX con concomitancias, con anécdotas que también relata en su biografía casi coetánea Francisco Madrid. Con una documentación que va en aumento conforme avanza este libro, se aborda por ejemplo el tema de sus misivas de compromiso político, sus protestas sobre el tema del mercado del libro o del arte y el mundo del espectáculo, incluso con el testimonio de una curiosa foto de juventud en excursión con compañeros artistas… En fin, el libro de Amparo de Juan expone, con sencillez compatible con la profundidad, muchos aspectos del mundo de ValleInclán. En todo este libro las interpretaciones y los textos desconocidos que se incluyen se acompañan siempre con datos objetivos, que es lo que efectivamente –incluso en la biografía de Francisco Madrid a que he aludido– se echa en falta en los previos trabajos biográficos sobre Valle. Esta es creo la máxima aportación que a través de documentos como los que se están publicando en la colección que reseño, está realizando actualmente la crítica valleinclaniana, por ejemplo en la Universidad de Santiago de Compostela, sin olvidar evidentemente las publicaciones previas de Dougherty, Serrano Alonso, Joaquín y Javier de Valle-Inclán, Hormigón, Jesús Rubio etc. etc. Por ello puede afirmarse que el verdadero rostro del escritor, más allá de la leyenda que le acompañó siempre, lo estamos descubriendo ahora. DIEGO MARTÍNEZ TORRÓN Universidad de Córdoba LXXXI