Oligopolilandia Juan Poom Medina* Denise Dresser, la prestigiada académica del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), de nuevo ha puesto el dedo en la dolorosa llaga de nuestro sistema político. Antes lo dijo en una reunión convocada por la Coparmex, y ahora lo señaló el pasado 29 de enero en el tercer panel del foro “México ante la crisis: ¿Qué hacer para crecer?”, convocado por el Senado de la República y la 60 Legislatura. ¿Qué dijo? Entre muchas otras brillantes ideas señaló “Usar al Estado para contener a aquéllos con más poder que el gobierno, con más peso que el electorado, con más intereses que el interés público”. “México no crece por la forma en la cual se usa y se ejerce el poder, ni más ni menos, por las reglas discrecionales y politizadas que rigen al capitalismo de cuates, por la supervivencia de las estructuras corporativas que el gobierno creó y sigue financiando, por un modelo económico que canaliza las rentas del petróleo a demasiadas clientelas, por un sistema político que funciona muy bien para sus partidos, pero muy mal para sus ciudadanos”. Lo interesante de esta última ocasión es que sus reflexiones las expresó frente a un gran número de personas que pertenecen a la clase política los cuales sin entender bien, en ese momento, el fondo del mensaje aplaudieron de pie y celebraron con sonrisas de ingenuidad la grandeza de las ideas de Denise planteadas en el auditorio del edificio E de la Cámara de Diputados. Por eso, no tengo más palabras que decirle a Denise: gracias, por no haber titubeado al decirle en la cara a nuestros representantes que efectivamente madame Calderón de la Barca tendría que cambiarle el título a su libro sobre México, escrito en el siglo XVII, por el de oligopolilandia porque este título refleja la realidad política y económica del México contemporáneo. Por recordarles que no hemos creado las condiciones para que los recursos se usen de manera eficiente; que México está lejos de acceder a ese capitalismo exitoso, dinámico, democrático, donde el Estado no protege privilegios, no defiende cotos, no elige ganadores, no permite la perpetuación de un pequeño grupo de oligarcas; por preguntarles ¿Quién gobierna en México, el Senado o los dueños de las televisoras, la Secretaría de Comunicaciones y Transporte o Unefon, la Comisión Nacional Bancaria o los bancos que se rehúsan a cumplir las reglas de transparencia, la Secretaría de Educación Pública o Elba Esther Gordillo, la Comisión Federal de Competencia o Carlos Slim, Petróleos Mexicanos o Carlos Romero Deschamps, ustedes (los representantes) o una serie de intereses que no logran contener? Y como Sonora también es México, las palabras de Denise abarcan la realidad política de nuestra entidad, especialmente ahora que la política electoral está empezando a subir de grados. Retomo un solo punto, el que puede aludir a la democracia local: Cómo puede Sonora crecer democráticamente si los representantes de la 58 Legislatura han votado y aprobado temas que están más cercanos de los intereses de los partidos, del secretario de gobierno o del ejecutivo estatal y menos a favor de los ciudadanos. Votan y aceptan públicamente que no saben cuál es el contenido de algunas iniciativas, como la que recientemente se aprobó que se refiere a la Prevención, Tratamiento y Control de Adicciones, piden licencias para ir a buscar al “pueblo” para vender la idea de que han trabajado a favor del bienestar de los ciudadanos y que si les damos el voto de confianza desde otro puesto, por otro periodo, y con mayores honorarios lograrán sacarnos del malestar que nos provoca el atraso y la crisis mundial de estos tiempos; además, a pesar de que no pueden destrabar temas tan importantes como el de la Comisión Estatal de Derechos Humanos o el vocal del Instituto de Transparencia, no son capaces de reconocer que muy probablemente son una de las peores legislaturas de la historia. Es decir, a las ideas de Denise podemos añadir las realidades, particularidades y rezagos de las agendas de las entidades. Debemos aprender también que no pecamos al decir a los representantes sus fallos y lo desleal que son con los ciudadanos cuando no actúan a favor de sus intereses. Soy de la idea de que ahora que los representantes y aspirantes a cargos públicos están pensando en los puestos que estarán en concurso en la administración pública, no sólo deben prometer, deben comprometerse y hacer realidad que dejarán los favoritismos que se reflejan en sus acciones, en sus trabajos, y a la hora en que toman decisiones. Todos sabemos que Sonora es privilegiada por muchos aspectos, pero especialmente, porque su gente es trabajadora y servicial. Por lo mismo, no es posible que los representantes cada vez que quieren y pueden dan a los ciudadanos “atole con el dedo” y después subrayan que todo es apegado a los intereses del pueblo. Estas elecciones deben servir de laboratorio para que los electores despierten, exijan mejores representantes, mejores propuestas, y mayores compromisos reales. Es la única manera de que Sonora pueda avanzar en democracia. *Profesor-investigador del Programa de Estudios Políticos y Gestión Pública de El Colegio de Sonora, [email protected]