Visión crítica y revisionista se impone a 100 años de

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LATERCERA Sábado 28 de junio de 2014
Mundo
RR Tropas británicas
avanzan durante la
Batalla del Somme, en
1916. FOTO: REUTERS
Visión crítica y
revisionista se impone
a 100 años de la
Primera Guerra
R En medio de la Guerra
Fría o antes del Muro de
Berlín era muy difícil
hacer un análisis serio.
Pedro Schwarze
El asesinato del heredero al
trono del Imperio Austrohúngaro, el archiduque Francisco
Fernando, el 28 de junio de
1914, a manos de un extremista serbobosnio en Sarajevo, fue la excusa para que se
produjera una cadena de rompimientos de relaciones entre países europeos, que llevó
al estallido de la Primera Guerra Mundial. Sólo ahora, cuando se cumple el centenario de
ese conflicto, historiadores
han apostado por desmitificar
los hechos a la luz de una visión más crítica e incluso re-
R En 1914, las potencias
creían que el verdadero
poder estaba en la
expansión territorial.
visionista. Cómo no, si en los
aniversarios anteriores “redondos”, como el de los 50 o
los 75 años, en medio de la
Guerra Fría (1964) o ante la inminente caída del Muro de
Berlín (1989), era muy difícil
llegar a un análisis frío y objetivo. Es con motivo de los 100
años que expertos de diversas
nacionalidades se han animado a validar algunas de las
conclusiones del pasado, pero
también para reconocer los
errores cometidos por sus países y las exageraciones construidas.
Ello, dentro de un momento político actual delicado,
donde los movimientos nacionalistas europeos han crecido y donde se alzan las voces que piden redefinir la unidad de los países del Viejo
Continente.
El británico Christopher
Clark, autor del libro Sonámbulos, y el alemán Herfried
Münkler consideran el tema
de la culpa desde puntos de
vista diferenciados, al asegurar que todos los implicados
tienen su parte de responsabilidad por la mezcla de factores
que llevaron al estallido de la
guerra, como la clásica política imperialista, las contradicciones internas, la sobrevalo-
ración de las propias capacidades, una toma de decisiones
entre cuatro paredes. “Los
protagonistas de 1914 eran
como sonámbulos vigilantes,
pero ciegos; angustiados por
los sueños, pero inconscientes
ante la realidad que estaban a
punto de traer al mundo”, escribió Clark. El historiador
alemán Jörn Leonhard sostiene en su reciente libro Die
Büchse der Pandora (La caja
de Pandora) que la Primera
Guerra destapó esa olla de mitología antigua que es Europa
y de la que se escaparon todas
las desgracias y los vicios del
mundo: desconfianzas entre
los pueblos, ánimo de revanchismo, totalitarismos y un
irracionalismo político. Mientras que la historiadora canadiense Margaret MacMillan,
autora del libro 1914. De la
paz a la guerra, destaca la importancia de los individuos en
los hechos y profundiza en las
personalidades y los sentimientos de personajes que tomaron las decisiones, donde
destaca que entre ellos no
hubo una mujer.
Es una nueva generación de
escritores que apuesta por
echar por tierra el concepto
extendido de que las dos guerras mundiales pertenecen a
distintos órdenes morales y
que una era buena (la Segunda, por la apuesta por derrotar al fascismo) y la otra mala.
La verdad es que el estallido de
1914 hay que entenderlo aún
con la mentalidad del siglo
XIX, con países, como la Alemania recién unificada, que se
creían imbatibles, y que consideraban que el poder estaba
en la expansión territorial y no
en el control y poder económicos. Y las ciudadanías apoyaban la guerra porque no sabían cómo los golpearía en su
vida familiar y nacional.
El historiador británico Max
Hasting, autor del libro 1914. El
año de la catástrofe, descalificó en un reciente artículo
que un triunfo alemán pudiese haber sido hasta positivo,
que la guerra fue una masacre
inútil o que el Tratado de Versalles fue una injusticia absurda, pese a que terminó siendo
el germen de la Segunda Guerra. “Parece que algunos de
los que ahora participan en
los actos conmemorativos de
1914 están queriendo limitar el
debate sobre las causas que
provocaron el conflicto. Entre otros motivos, para no despertar susceptibilidades entre
los actuales socios de la Unión
Europea y para que este tema
no se convierta en 2014 en una
mera apología del remordimiento y la disculpa”, señala.
Así, insiste en que los historiadores más serios, incluso
alemanes, consideraban al régimen germano de 1914 como
“una autocracia militarizada
cuya victoria habría sido un
desastre”. Sostiene que “la civilización occidental tiene que
agradecer por muchas razones
a los aliados su victoria tanto
en 1918 como 1945”, y que “los
críticos del Tratado de Versalles no imaginan el tipo de paz
que habría pactado Alemania
en caso de que hubiera resultado vencedora, como de hecho hizo con Rusia, imponiendo sus condiciones en el Tratado de Brest-Litovsk”.b
Pocos actos
en Sarajevo
RR El representante serbio en
la presidencia colegiada de Bosnia, Nebojsa Radmanovic, y el
titular de la República Srpska
(serbia de Bosnia), Milorad Dodik, inauguraron ayer en Sarajevo un monumento a Gavrilo
Princip, el joven serbobosnio
que asesinó hace un siglo, el 29
de junio de 1914, al heredero al
trono austrohúngaro, el archiduque Francisco Fernando, y a
su esposa, lo que desencadenó
la Primera Guerra Mundial.
Mientras para los croatas y
musulmanes bosnios el magnicidio fue un acto terrorista, para
los serbios Princip y sus compañeros de la “joven Bosnia” eran
luchadores por la libertad.
Con un evento tan trascendental, se podría pensar que la
ciudad y las autoridades nacionales llenarían las calles de recreaciones históricas y utilizarían cualquier lugar disponible para eventos culturales y
para explorar la gran cantidad
de historias humanas y tragedias desatadas por el asesinato.
Sin embargo, las divisiones
étnicas son tan fuertes en Bosnia tras la más reciente guerra
(1992-1995) que no se han programado actos oficiales. Pese a
eso, turistas, historiadores y diplomáticos sí han llegado a la
capital bosnia para conmemorar el hecho. Casi todas las conferencias y conciertos de reconciliación europea han sido
organizados por extranjeros o
por iniciativas privadas.
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