Articulo - amabizia

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Encuentro de Mujeres I
por Mónica de Felipe Larralde
El encuentro
Aislamiento
La sociedad está creada al margen de
la naturaleza y de los ritmos del ser
humano. A veces es difícil
compatibilizar unos y otros. El
sobreesfuerzo que la mujer, cíclica,
debe hacer para comportarse siempre
de la misma manera es agotador.
De la misma manera, el aislamiento
nos agota, nos produce una extraña
sensación de vacío interior y
entumecimiento. Como si nuestra
existencia no tuviera demasiado
sentido a nuestros ojos.
Algo nos falta para sentirnos vivas y
llenas de energía ¿qué?
(¿Sabrías contestar a esta pregunta?)
Es importante que las mujeres nos encontremos, que
volvamos a vivir rodeadas de amigas, hermanas, madres,
compañeras… Las mujeres tenemos el don de relacionarnos con
lazos de afecto y empatía únicos. La neurociencia ha demostrado
que las mujeres segregamos oxitocina cuando estamos rodeadas
de mujeres. La oxitocina es la hormona del amor, la que activa
nuestro impulso empático y nos liga al otro con lazos de afecto y
cuidado. En nuestra sociedad activa, rápida, distante y nuclear los
lazos entre las mujeres se han perdido. Así, frente a este entorno
cálido, de cuidado mutuo; las relaciones entre mujeres se han
visto a menudo enfrentadas con los celos, la famosa rivalidad
entre las féminas que tan útil resulta para el patriarcado. Las
mujeres separadas perdemos fuerza, felicidad y sentido de nuestra
verdadera naturaleza. La sociedad urge al individualismo, nos
lanza hacia la soledad de la sala de estar. Tengamos o no un bebé
en los brazos, no es propio de nuestra naturaleza y por esto se
resiente. Las mujeres, cuando estamos juntas, solemos hablar. Nos
expresamos, danzamos, jugamos, cuidamos a otros, proyectamos,
reímos, intimamos… ahora ya no. Antes las mujeres teníamos una
red de iguales que nos oía y cobijaba, con las que poder
expresarnos (sacar la presión), que nos amaban y a quien amar.
Por eso no hacía falta ir al psicólogo ni al terapeuta.
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Conferencia del jefe de psiquiatría de Stanford
El orador (jefe de psiquiatría en Stanford) dijo, entre otras cosas, que una de las mejores cosas que
un hombre puede hacer por su salud es casarse con una mujer, mientras que una mujer, una de las
mejores cosas que puede hacer por su salud es cultivar su relación con sus amigas. Al principio, todo el
mundo se rió, pero hablaba en serio.
Las mujeres conectan entre ellas de manera diferente y se proporcionan sistemas de apoyo que las
ayudan a lidiar con el estrés y las experiencias difíciles de la vida. Físicamente, esta cualidad "tiempo
para las amigas" nos ayuda a fabricar más serotonina -un neurotransmisor que ayuda a combatir la
depresión y puede producir una sensación general de bienestar. Las mujeres comparten sus sentimientos,
mientras que los hombres a menudo se relacionan en torno a actividades. Ellos raramente se sientan con
un amigo a hablar de cómo se sienten acerca de cualquier cosa, o cómo va su vida personal. ¿Trabajo? Sí.
¿Deportes? Sí. ¿Coches? Sí. ¿Pesca, caza, golf? Sí. Pero ¿sus sentimientos? Muy pocas veces. Las
mujeres lo hacen todo el tiempo. Nosotras compartimos desde nuestra alma con nuestras hermanas y,
evidentemente, es muy bueno para nuestra salud. El orador dijo que dedicar tiempo con una amiga es tan
importante para nuestra salud general como el jogging o ir al gimnasio.
Hay una tendencia a pensar que cuando estamos "haciendo ejercicio" estamos haciendo algo
bueno para nuestro cuerpo, pero que cuando estamos hablando con nuestras amigas, estamos perdiendo el
tiempo y deberíamos estar ocupadas de forma más productiva. No es cierto. De hecho, dijo que el no
crear y mantener relaciones personales de calidad, con otros seres humanos, ¡es tan nocivo para nuestra
salud física como fumar! Por lo tanto, cada vez que nos sentamos a charlar con nuestra amiga, date unos
golpecitos en la espalda y felicítate por estar haciendo algo útil para tu salud.
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Las especificidades del cuerpo
de mujer
Cuando comencé a indagar sobre el sistema reproductor femenino
para elaborar el blog del estudio sobre el útero algo llamó
inmediatamente mi atención. En la red, si tecleas útero los
resultados que aparecen son referencias a enfermedades del aparato
sexual femenino. Exclusivamente nos ocupamos de nuestro útero
en relación a las enfermedades: cáncer de cuello de útero, miomas,
pólipos, ovarios poliquísticos, enfermedades de transmisión sexual…
Una larga lista de enfermedades, tratamientos, vacunas y
operaciones.
Sangre
La menstruación es la encargada
de llamar nuestra atención
sobre este órgano, al menos,
una vez al mes. Quizá haya
llegado el momento de que te
reconcilies con tus ciclos
menstruales.
Escribe en una libreta cómo
vives tu menstruación, qué
ideas, imágenes, sensaciones
asocias a la menstruación. ¿La
vivimos con dolor, vergüenza,
humillación,
fastidio,
resignación, alegría, conciencia?
Escribe la primera regla que
tuviste ¿Cómo fue, dónde
estabas, qué sentiste?
Desde luego, para nuestra mentalidad occidental el útero es un
órgano extraño ajeno al placer sexual cuya funcionalidad está
reducida a la posibilidad de un embarazo. Entonces es cuando tiene
sentido. Mientras tanto, el útero se haya cubierto por un velo oscuro
que nos impide conectar con él.
Un momento propicio para que la mujer conecte con el útero es
durante el placer sexual. Aunque lo normal es que las mujeres
situemos los orgasmos en el clítoris, es posible que los orgasmos
surjan del útero. Los orgasmos uterinos son mucho más profundos,
con mayor carga energética, más gozosos y proporcionan un mayor
placer. Además, la sensación que lo acompaña es de plenitud total.
En ocasiones los orgasmos clitoridianos parecen no agotar por
completo la capacidad sexual de la mujer. ¿Puedes describir un
orgasmo? Dónde se inicia, cómo se extiende por tu cuerpo, qué
órganos afecta, cómo te sientes…
Te invito a ver más imágenes sobre el interior del útero, a observar
cómo es ese espacio que portas en tu interior. Es vacío y es vida a la
vez, es cálido y profundamente fuerte. A raíz de mis investigaciones
sobre el útero, me di cuenta de lo diferentes que somos los hombres
y las mujeres. Las mujeres portamos un vacío en nuestro interior,
que en un sentido taoísta implicaría la posibilidad de la creación, el
vacío del cual emerge la forma y la materia. Que es lo que ocurre
durante la gestación, realmente.
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La mente
El cerebro es un órgano fundamental, ya que es la antena con la cual procesamos
el mundo que nos rodea. El problema es que esta antena maravillosa no solo
capta el mundo, si no que lo interpreta a su manera. Aquellas de nosotras que
hayamos sido abusadas de pequeñas, tenderemos a vivir el papel de víctimas una
y otra vez. O quizá nuestra historia fue en la infancia la falta de comunicación y,
ahora, de adultas, seguimos sintiéndonos aisladas. Cualquiera que fuese nuestra
historia en la infancia (lamentablemente todas las historias se parecen mucho
entre sí), nuestra manera de ver la vida y vivir está irremediablemente influidas
por ella. Hasta que no tomemos consciencia de la cantidad de dolor que
portamos, hasta que no seamos capaces de ver nuestros patrones de pensamiento,
hasta que no vivamos hasta el final las emociones reprimidas, no podremos
liberar nuestra mente de nuestro pasado.
Las mujeres portamos, además de una historia de desamor con nuestros padres,
las limitaciones que la buena educación, las normas sociales y la religión nos han
legado. Los modelos de niñas buenas, educadas, complacientes, sometidas,
serviles, calladas, quietas, mudas, inocentes, vírgenes y frígidas extienden sus
cadenas hasta las mujeres adultas que somos. En mayor o menor medida todas
podemos identificarnos con estos modelos impuestos por las buenas maneras. El
resultado de esta educación es una mente escindida del cuerpo, unos deseos
reprimidos, una desvitalización considerable del poder y la energía femeninas.
El cuerpo
Desde bien niñas aprendimos a no tocarnos a la vez que a no saltar y gritar;
aprendimos a no desear placer a la vez que hablar sólo cuando nos preguntan;
aprendimos a complacer al otro (aunque el otro fuera un pederasta o a nosotras
no nos apeteciera); aprendimos que lo que sentimos, pensamos y deseamos no es
lo importante. Es decir, nos sometieron. Las huellas de este sometimiento son
posibles observarlas en nuestros cuerpos y en los de las demás mujeres. Observa
las espaldas de las mujeres por la calle, sus hombros, la forma de caminar, el
rictus de la cara, la tensión que manifestamos en general, la desvitalización de la
energía, los rostros apagados, el pelo quebradizo…
Y ahora, observa interiormente tu propio cuerpo. De pie, con
las manos a lo largo del cuerpo y los ojos cerrados, respira varias veces. Ahora
lleva toda tu atención al cuerpo (que consiste en un querer ver de verdad, cómo
quien mira por un microscopio, que pone toda su atención en esta acción).
Observa tu cuerpo y recorre los puntos de tensión, la posición de la espalda, el
gesto de la boca, la tensión del entrecejo, posibles dolores… Observa todo bien.
Cada tensión tiene su origen en una tensión mental y emocional y se refleja en el
cuerpo físico de forma precisa. Es como una llamada de atención. Ahora con
cada respiración llena de luz blanca tu cuerpo hasta que brille por completo todas
y cada una de las células que lo componen.
Este es un buen momento para observar qué ideas tenemos sobre nuestro propio
cuerpo, nuestra sexualidad y nuestra condición de mujer.
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Non leo:
Patrones de Pensamiento
Solemos pensar lo mismo una y otra
vez, da igual si la situación es nueva
o no, la mente, en seguida nos trae
recuerdos pasados y nos enfrenta
con
nuestras
experiencias
irresueltas.
En seguida asoman a nuestra cabeza
frases del tipo:
-
Siempre me pasa lo mismo.
-
Jamás me escucha.
-
Nunca me quieren.
-
Yo siempre lo hago todo, tú
nunca haces nada.
Da igual el contexto. Si en nuestra
cabeza escuchamos frases que lleven
aparejadas
los
adverbios:
absolutos… ¡cuidado! Nos habla
nuestro ego, la personalidad
escindida en forma de niña herida,
víctima, manipuladora, vengativa…
Cuando tengamos una discusión y
comencemos a expresarnos en estos
términos… mejor dar marcha atrás y
pensarlo con calma. Puede que nos
hayamos pasado interpretando la
realidad con los ojos del pasado.
Reconoce tus patrones de
pensamiento y escríbelos junto
con el contexto en el que
emergen. Por ejemplo en una
pelea con la pareja por la
limpieza de la casa, puede salir
la frase yo siempre hago todo,
tú nunca haces nada.
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miedo,
ira, ansiedad,
asco, tristeza,
hostilidad, sorpresa,
felicidad, humor y amor
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Las emociones
Las emociones son la respuesta psicofisiológica ante un estímulo interno (por
ejemplo: una idea) o externo (una situación). Es decir, las emociones conectan el
cuerpo y la mente. Por eso las emociones se registran físicamente. Solemos decir
que tenemos un nudo en el estómago cuando estamos nerviosas; es la respuesta
física que colapsa el plexo solar (una zona de nuestro cuerpo especialmente densa
A Dios rogando… y con el palo
dando.
Gran proverbio. Una de las cosas que a las
mujeres no se nos ha permitido es expresar
la ira. Nosotras no solemos ir por ahí
golpeando
puertas, dando
patadas,
rompiendo televisores… (afortunadamente
ellos tampoco). La diferencia es que el
hombre ha tenido mayor libertad para
expresar su ira y darle salida en forma de
actividad física (deportes de competición…),
mientras nosotras debíamos permanecer
sentadas con las piernas juntas y peinadas
con trenzas.
Así que podíamos pensar que para nosotras
la ira es esa gran desconocida… a medias.
Porque nosotras
hemos aprendido a
expresar la ira a través de otros medios:
verbalmente,
sutilmente,
mediante
manipulaciones y exigencias… que lanzamos
contra la pareja, los hijos, los padres…
Ser adultas implica hacernos cargo de
nuestra propia ira. Nadie debería ser la
diana de la ira de otro ser humano. Una de
las maneras más rápidas y evidentes de ir
liquidando la ira acumulada en nuestro
interior es un sencillo ejercicio con un palo.
A solas, sin nadie en la casa, cogemos un
palo y comenzamos a golpear una superficie
blanda. Puede ser el colchón de la cama, un
sofá… Debemos coger el palo con las dos
manos y golpear desde arriba (por encima
de nuestra cabeza) hacia abajo. La clave del
ejercicio es hacerlo de forma muy
consciente, ir observando como emerge la
ira, como llega a su punto más intenso y
cómo desaparece mientras golpeamos sin
dirigir el acto. Solo estando atenta, ya sabes,
mirando como quien mira por un
microscopio, nuestro cuerpo y la emoción
que surge del mismo.
en terminaciones nerviosas situada tras el estómago). O que sentimos náuseas,
cuando algo nos da asco. El ritmo cardiaco se modifica, así como la tensión
arterial si estamos de buen humor y felices.
Pero cuando una emoción es muy desagradable, tanto que no podemos tolerarla,
o cuando hemos tenido una experiencia traumática en edades muy tempranas,
cuando la mente no puede lidiar con la situación, el cuerpo bloquea la sensación
de malestar y con ella la emoción. Y así las emociones desagradables se van
anclando en nuestro cuerpo físico. Aparecen en forma de tensiones musculares,
contracturas, posturas corporales, dolores de origen no físico…
Podíamos definir a las emociones como la descarga energética que acompaña a
un pensamiento o ilusión. En el útero, moldeado por la educación y bloqueado
por emociones como la vergüenza, el miedo, la culpa… residen gran parte de
nuestras emociones bloqueadas. El único método que conozco para limpiar
nuestro cuerpo de emociones bloqueadas es voluntariamente vivirlas de nuevo
con plena conciencia y hasta el final de la emoción. Dado que la emoción es una
descarga, aparece en forma de ola, hay un despliegue, un punto máximo y
después una retirada de la intensidad. Si permanecemos atentos observando este
oleaje, la emoción pasa y libera nuestro organismo.
A muchas mujeres este método les parece incómodo. Ciertamente lo es. Pero en
toda terapia no hay crecimiento si una no se compromete en observar su sombra,
los miedos y los dolores que hemos reprimido durante nuestra existencia. No
conozco una terapia eficaz que no incluya en algún momento tomar conciencia
de nuestro malestar.
A fin de cuentas se trata de poner luz sobre lo que ya
existe; no se trata de añadir más dolor, si no de ver el que hay. Entonces el
cuerpo se va liberando y, literalmente, somos más ligeras y flexibles. Para hacer
este proceso hace falta algo de voluntad y valor, o lo que yo llamo, poder. Y el
poder reside en el útero. Así que si el mismo útero, de donde debe salir nuestro
poder interior, se haya debilitado ¿Cómo haremos para comenzar?
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