Unidad 2 Curso Conflictos:MaquetaciÛn 1

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Cómo resolver los principales
conflictos tipo en la relación
farmacéutico-paciente
3,6 créditos
MÓDULO 2
MÓDULO 2
La dispensación y la información
terapéutica del medicamento. Sistema
Personalizado de Dispensación (SPD). La
indicación farmacéutica y la colaboración
del farmacéutico con el resto de
profesionales sanitarios
1. LA ADQUISICIÓN, CUSTODIA, CONSERVACIÓN Y DISPENSACIÓN DE
MEDICAMENTOS COMO COMPETENCIAS FUNDAMENTALES DEL FARMACÉUTICO1
Tanto en la Ley General de Sanidad como en la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios se establece que las oficinas de farmacia son establecimientos
sanitarios privados de interés público, y por ello sujetos a planificación pública, a quienes corresponde la custodia, conservación y dispensación de los medicamentos y productos sanitarios2, como actividades fundamentales de las mismas y por ende del profesional farmacéutico.
El mencionado interés público de las oficinas de farmacia les atribuye importantes competencias exclusivas3, pero también, paralelamente, conlleva que estén sujetas a determinadas limitaciones y obligaciones de carácter general. Entre estas últimas, la citada Ley de garantías ha
incorporado, por ejemplo, la obligación de garantizar la trazabilidad de los medicamentos con
el fin de lograr un adecuado abastecimiento del mercado y establecer garantías de seguridad
para los ciudadanos4.
Se trata, en definitiva, de asegurar que los medicamentos y otros productos sanitarios estén
puntualmente disponibles para la población y sean dispensados en las condiciones adecuadas, lo que supone asegurarse de que sean de buena calidad, cumplan los requisitos legales
vigentes, y se mantengan en las condiciones de almacenaje que requiere cada producto
hasta su dispensación. Lo anterior conlleva también organizar convenientemente el proceso
de dispensación de forma que permita que los medicamentos sean usados con seguridad y
efectividad5.
2. LA RELEVANCIA DE LOS PROCEDIMIENTOS DE ATENCIÓN FARMACÉUTICA
DENTRO DE LAS COMPETENCIAS PROFESIONALES DEL FARMACÉUTICO
La Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios, sin perjuicio de
reconocer el papel del médico como figura central en las estrategias de impulso de la calidad
de la prestación farmacéutica, afirma la importancia esencial del trabajo del farmacéutico en
los procedimientos de atención farmacéutica, ya que asegura la accesibilidad al medicamento
ofreciendo, en coordinación con el médico, consejo sanitario, seguimiento farmacoterapéutico
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Cómo resolver los principales conflictos tipo
en la relación farmacéutico-paciente
y apoyo profesional a los pacientes6. Por lo demás, la ley de garantías apunta funciones amplias de los farmacéuticos en su labor de contribución al uso racional del medicamento y, en
este sentido, alude a aspectos tales como la información sobre la medicación a los pacientes,
el seguimiento de los tratamientos y la farmacovigilancia7, entre otros.
De manera más detallada, en la ley de garantías se mencionan tres ejes o aspectos fundamentales de la actividad del farmacéutico8:
- Velar por el cumplimiento de las pautas establecidas por el médico responsable del paciente
en la prescripción.
- Cooperar con el médico responsable en el seguimiento del tratamiento a través de los procedimientos de atención farmacéutica, contribuyendo a asegurar su eficacia y seguridad.
- Y participar en la realización del conjunto de actividades destinadas a la utilización racional
de los medicamentos, en particular a través de la dispensación informada del paciente.
No obstante, puede decirse que es en la ley de regulación de las oficinas de farmacia donde
se perfila de forma más pormenorizada el abanico de competencias generales de los farmacéuticos comunitarios, añadiendo a las ya citadas en las normas anteriores (custodia, conservación y dispensación de medicamentos) las que a continuación se indican, que pueden estructurarse en cuatro grandes bloques9:
a). Atribuciones de farmacovigilancia y de control de los medicamentos:
- La vigilancia, control y custodia de las recetas médicas dispensadas.
- La colaboración en el control del uso individualizado de los medicamentos, a fin de detectar las reacciones adversas que puedan producirse y notificarlas a los organismos responsables de la farmacovigilancia.
b). Realización de fórmulas magistrales y preparados oficinales:
- La elaboración de fórmulas magistrales y preparados oficinales, en los casos y según los
procedimientos y controles establecidos. Debe garantizarse que la preparación y dispensación de cualquier prescripción magistral sea apropiada, evaluando la composición prescrita para confirmar su eficacia, seguridad y adecuación al paciente al que se le prescribió, y
realizarlo todo de acuerdo con procedimientos y métodos de preparación normalizados10.
En caso de que un medicamento prescrito no esté disponible en el mercado, el farmacéutico deberá prepararlo en la farmacia, si ello es posible11.
c). Competencias genéricas en materia de atención farmacéutica:
- La garantía de la atención farmacéutica en su zona farmacéutica a los núcleos de población en los que no existan oficinas de farmacia.
- La información y el seguimiento de los tratamientos farmacológicos a los pacientes, con
el objetivo de asegurar que los tratamientos farmacoterapéuticos son los más adecuados,
seguros y efectivos para los mismos.
d). Actividades de colaboración con las Administraciones Sanitarias en la promoción y protección de la salud, y en materia docente:
- La colaboración en los programas que promuevan las Administraciones sanitarias
sobre garantía de calidad de la asistencia farmacéutica y de la atención sanitaria en
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general, promoción y protección de la salud, prevención de la enfermedad y educación
sanitaria.
- La colaboración con la Administración sanitaria en la formación e información dirigidas al
resto de profesionales sanitarios y usuarios sobre el uso racional del medicamento y productos sanitarios.
- La actuación coordinada con las estructuras asistenciales de los Servicios de Salud de las
Comunidades Autónomas.
- Y la colaboración en la docencia para la obtención del título de Licenciado en Farmacia,
de acuerdo con lo previsto en las Directivas Comunitarias, y en la normativa estatal y de
las Universidades por las que se establecen los correspondientes planes de estudio en
cada una de ellas.
Por lo que se refiere a la naturaleza jurídica de la actividad profesional del farmacéutico comunitario, nuestro Tribunal Constitucional tiene manifestado que los ejes sobre los que ha de
estructurarse este sector farmacéutico han de ser los de libertad de empresa y propiedad privada, por un lado, e interés público y planificación pública, por otro lado12.
En términos similares se ha venido pronunciando también el Tribunal Supremo en relación con
la actividad farmacéutica, significando reiteradamente el carácter de servicio esencial a la comunidad que desempeñan las oficinas de farmacia y justificando por ello la intervención administrativa para condicionar, en determinados aspectos, su vertiente privada empresarial o mercantil (limitaciones de apertura, transmisiones, etc.), todo ello con el fin de mantener a ultranza el servicio público que prestan de acuerdo con el principio del mejor servicio13, así como,
en última instancia, por la obligación de la Administración de velar y hacer efectiva la preservación del derecho a la protección de la salud que consagra nuestra Constitución de 197814,
dentro del cual se incluye la prestación farmacéutica, tal y como establece la Ley de cohesión
y calidad del Sistema Nacional de Salud15.
Un caso en el que quedó patente el carácter de servicio sanitario esencial que desarrolla la farmacia fue el de la denominada "huelga de recetas", que secundaron un centenar de farmacéuticos navarros en el año 2000 como protesta por la aprobación de la ley de ordenación farmacéutica de su comunidad. La huelga, que fue declarada ilegal por el Tribunal Superior de Justicia de
Navarra, consistió en cobrar a los pacientes el importe íntegro del medicamento sin realizar el
porcentaje de descuento correspondiente en función de si aquéllos eran pensionistas o trabajadores activos. Entre los argumentos esgrimidos por el tribunal figuraron el hecho de que cuando
la oficina de farmacia está dispensando un producto sanitario o un medicamento no está simplemente vendiendo una mercancía, sino materializando la prestación farmacéutica como parte importante de la asistencia sanitaria y que, a pesar de que pudiera encontrarse roto o caducado en
ese momento el concierto farmacéutico entre la Consejería de Sanidad y el Colegio de Farmacéuticos, los farmacéuticos no podían actuar de la forma referida por prohibirlo la Ley general de sanidad, la Ley del medicamento de 1990 (entonces vigente) y la Ley de la Seguridad Social16.
Se observa, en consecuencia, cómo a los farmacéuticos comunitarios, si bien se les reconoce
una faceta de su actividad de carácter privado y profesional o empresarial, tienen al mismo
tiempo atribuido el desempeño de un servicio sanitario fundamental para la sociedad, que les
acarrea determinadas limitaciones de actuación.
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Cómo resolver los principales conflictos tipo
en la relación farmacéutico-paciente
3. LAS COMPETENCIAS DEL FARMACÉUTICO COMUNITARIO EN LAS LEYES DE
ORDENACIÓN Y ATENCIÓN FARMACÉUTICA DE LAS COMUNIDADES
AUTÓNOMAS
Ya hemos visto anteriormente las atribuciones y funciones generales conferidas a los farmacéuticos comunitarios por la ley de garantías y por la ley de regulación de los servicios de las
oficinas de farmacia, que se encuentran reproducidos en las leyes autonómicas de ordenación
y atención farmacéutica. No obstante, indicaremos a continuación particularidades que se contienen en algunas de estas últimas.
- Cataluña17. Prescribe la ley catalana que la oficina de farmacia tiene entre sus funciones la
de actuar coordinadamente, a nivel de Área Básica de Salud, con el equipo de atención primaria.
- País Vasco18. Incide esta norma autonómica en la colaboración con la Administración sanitaria en programas sobre control de calidad de los servicios prestados, sobre publicidad del
medicamento, sobre promoción y protección de la salud y educación sanitaria y sobre el uso
racional del medicamento y la prevención de su abuso.
- Extremadura19. La norma extremeña incluye expresamente como función la adquisición,
custodia, conservación y dispensación de los medicamentos y productos sanitarios de uso
humano o animal, así como de aquellos otros utensilios y productos de carácter sanitario
que se utilicen para la aplicación de los anteriores, o de utilización o carácter tradicionalmente farmacéuticos. Asimismo, destaca como objetivo la corresponsabilización, junto
con el resto de profesionales sanitarios y el propio paciente, en la mejora y el mantenimiento de su salud y su calidad de vida por medio de los instrumentos de atención farmacéutica.
- Valencia20. Destaca en la ley valenciana la mención explícita, dentro de las funciones de las
oficinas de farmacia, del consejo farmacéutico, informando sobre el uso correcto y racional
de los medicamentos. Y también la actuación coordinada con los profesionales sanitarios
proporcionando formación e información en el ámbito del medicamento y colaborando en el
seguimiento de los tratamientos farmacológicos a los pacientes.
- Madrid21. La ley madrileña establece como una de las funciones básicas del farmacéutico en
la oficina de farmacia la de proporcionar información sobre medicamentos actualizada, evaluada y objetiva tanto a profesionales sanitarios como a pacientes y usuarios, y dirigida a
promover el uso racional del medicamento. También incide en la función de garantizar la
atención farmacéutica, en su zona farmacéutica, a los núcleos de población en los que no
existan oficinas de farmacia.
- Galicia22. De la ley gallega podríamos destacar las funciones siguientes: la realización de
análisis clínicos y otras funciones profesionales o sanitarias que, por estar contempladas en
normas específicas, pueda desarrollar el farmacéutico con arreglo a su titulación y especialidad. Y la colaboración en programas de salud pública y drogodependencias establecidos por
la autoridad sanitaria.
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- Castilla-León23. De esta disposición podríamos mencionar la alusión que se realiza a la función del farmacéutico de colaborar con las medidas que establezca la Autoridad Sanitaria
tendentes a la racionalización del gasto en medicamentos (a modo de ejemplo, podrían citarse los proyectos de unidosis).
- Navarra24. Se enuncia en esta norma la función de colaboración en los programas que promuevan las Administraciones sanitarias sobre garantía de calidad de la atención farmacéutica y sanitaria en general, promoción y protección de la salud, prevención de la enfermedad y
educación sanitaria.
- Castilla-La Mancha25. La ley castellano-manchega enuncia entre las funciones de las oficinas
de farmacia la de elaboración de historias farmacoterapéuticas de los usuarios, seguimiento
de tratamientos e información sobre la medicación a los mismos, y dar consejo farmacéutico
a los usuarios. Contiene, además, un apartado de derechos y deberes de los ciudadanos,
donde se cita el derecho a recibir consejo farmacéutico con garantías de privacidad, confidencialidad y gratuidad en relación con los medicamentos y con las funciones que el farmacéutico realiza.
- Canarias26. Reconoce también a los usuarios una serie de derechos entre los que se encuentra el de recibir del farmacéutico información objetiva, actualizada y adecuada a sus posibilidades de comprensión, por escrito si así se solicita, sobre el uso, interacciones y administración de los medicamentos y productos dispensados.
- Andalucía27. Pone gran esmero en las obligaciones de información al paciente por parte
del farmacéutico, especificando que habrá de realizar una información del medicamento
en especial sobre aspectos tales como posología, modo de empleo, pauta de administración, precauciones y contraindicaciones para su uso, reacciones adversas, interacciones y
condiciones de conservación. Contempla como obligación del farmacéutico la de ponerse
en contacto con los pacientes, usuarios de la farmacia y médico prescriptor en caso de que
discrepe acerca de la información facilitada por este último. También, recoge especialmente la competencia del seguimiento farmacoterapéutico, para la que exige consentimiento
del paciente.
5. LA DISPENSACIÓN INFORMADA DE LA LEY DE GARANTÍAS. LOS SISTEMAS
PERSONALIZADOS DE DISPENSACIÓN
Por dispensación se entiende toda entrega de medicamentos al público efectuada, en el ejercicio de sus funciones, por un farmacéutico o bajo su responsabilidad, en oficina de farmacia,
botiquín, servicio de farmacia o depósito de medicamentos, previa prescripción por un facultativo autorizado o bajo su criterio profesional en los casos que esté autorizado28.
Se trata, en definitiva, del acto profesional de poner un medicamento a disposición del paciente por el farmacéutico, o bajo su supervisión personal y directa, de acuerdo con la prescripción
médica formalizada mediante receta, con las salvedades legalmente establecidas, informando,
aconsejando e instruyendo al paciente sobre su correcta utilización29.
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Cómo resolver los principales conflictos tipo
en la relación farmacéutico-paciente
La Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios establece la
obligación de las oficinas de farmacia de dispensar los medicamentos que se les demanden
tanto por los particulares como por el Sistema Nacional de Salud en las condiciones reglamentarias establecidas, y habla abiertamente del concepto de "dispensación informada" al paciente, como una de las funciones claves para garantizar el uso racional del medicamento30.
Por su parte, la Ley de regulación de servicios de las oficinas de farmacia, de 1997, considera
la dispensación de medicamentos y productos sanitarios como uno de los servicios básicos a
la población que deben prestar dichos establecimientos31.
Ya vimos también cómo en la Ley general de sanidad de 1986 se proclama que la custodia,
conservación y dispensación de medicamentos corresponde, además de a las oficinas de farmacia, a los servicios de farmacia de los hospitales, de los centros de salud y de las estructuras de atención primaria del Sistema Nacional de Salud, para su aplicación dentro de dichas
instituciones o para los que exijan una particular vigilancia, supervisión y control del equipo
multidisciplinario de atención a la salud32. Esta previsión, recalcando el carácter de competencia exclusiva, la incorpora igualmente la Ley de garantías mencionada33.
En sintonía con la previsión anterior, y respecto tanto de los servicios o unidades de farmacia
hospitalaria como de los centros de atención primaria, la Ley de garantías y uso racional de
los medicamentos indica que, para lograr el uso racional de los medicamentos, habrán de asumir y garantizar la responsabilidad técnica de la dispensación de los medicamentos precisos
para ser aplicados dentro de los centros de atención primaria, o, en su caso, para las actividades intrahospitalarias y de aquellos otros, para tratamientos extrahospitalarios, que requieran
una particular vigilancia, supervisión y control34.
Por otro lado, así como la receta médica, pública o privada, es el documento que asegura al
farmacéutico comunitario la instauración de un tratamiento con medicamentos por instrucción
de un médico, en el caso de los farmacéuticos que trabajan en centros sanitarios, la dispensación se realiza a raíz de la "orden médica" y de la "orden enfermera"35 correspondiente, por
la que el facultativo prescribe la medicación del paciente, tanto la vía de administración como
las dosis y la frecuencia. Esta dispensación ha de ser supervisada y validada por el servicio de
farmacia que es quien envía seguidamente la medicación a enfermería para su administración36.
En ambos casos, esto es, tanto en las recetas como en las órdenes médicas de dispensación, el
facultativo ha de incluir las advertencias pertinentes para el farmacéutico y para el paciente,
así como las instrucciones para un mejor seguimiento del tratamiento a través de los procedimientos de la atención farmacéutica, con el fin de garantizar la consecución de los objetivos
sanitarios de aquéllas37.
Lo habitual en los centros hospitalarios es la dispensación de los medicamentos en dosis unitarias (la dosis concreta que un paciente determinado recibe en el momento de la administración), ya que se considera que es un sistema más seguro para el paciente, que contribuye a
racionalizar la distribución del medicamento, que garantiza el cumplimiento de la prescripción
médica, la correcta administración del fármaco al enfermo y potencia además el papel del far-
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macéutico en el equipo asistencial, en cuanto que es él quien tiene que envasar y etiquetar
todas las dosis de medicamentos que se usen en el hospital38.
En el caso de la farmacia comunitaria, la problemática de los sistemas de unidosis, mediante por
ejemplo la preparación de pastilleros a pacientes ancianos y polimedicados, está contemplada de
forma indirecta en alguna ley farmacéutica como la andaluza, pero sólo en el contexto de la prestación a las residencias de mayores. Fuera del marco anterior, la preparación de pastilleros abriendo las cajas de los medicamentos está sumida en una situación de cierta alegalidad, ya que las
autoridades sanitarias vienen siendo reacias a pronunciarse de forma clara sobre este proceder.
No obstante lo anterior, hay que significar que mediante un Real Decreto Ley 8/2010, de 20 de
mayo, de medidas extraordinarias para la reducción del déficit público, el Gobierno introdujo
una modificación de la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios, para precisamente habilitar esta posibilidad mediante una Resolución de la Agencia que
arroje seguridad jurídica en este asunto, determinando en qué casos y de qué manera habrá
de llevarse a cabo la personalización de las dosificaciones39.
Sobre el alcance de la dispensación por la farmacia hospitalaria resulta obligado aludir a una
Sentencia del Tribunal Supremo de abril de 2003, que consideró conforme a ley una orden de
la Comunidad Valenciana por la que se facultaba a los servicios de farmacia de los hospitales
para la dispensación de medicamentos a pacientes en situación de hospitalización domiciliaria, frente al criterio del Colegio de Farmacéuticos de dicha Comunidad, que sostenía lo contrario, sobre la base de entender que se producía una competencia desleal entre farmacéuticos
en perjuicio de los titulares de las oficinas de farmacia40.
Finalmente, las leyes de ordenación farmacéutica de las diferentes Comunidades Autónomas
reproducen e insisten en las citadas atribuciones de los farmacéuticos, reafirmando la dispensación como una actividad esencial del farmacéutico41.
De entre las citadas leyes autonómicas, la ley madrileña incluye algunas advertencias que
debe realizar obligatoriamente el farmacéutico al paciente con ocasión de la dispensación,
como por ejemplo prevenirle de circunstancias como la brevedad o proximidad del plazo de
caducidad del medicamento, significarle la necesidad de conservar la cadena del frío en los
medicamentos termolábiles o de mantener unas condiciones adecuadas de conservación respecto del resto de medicamentos42.
5.1. La dispensación en el Documento de Consenso sobre Atención Farmacéutica
del Ministerio de Sanidad
En el contexto de la atención farmacéutica la dispensación se transforma en gran parte, para convertirse en un acto profesional mucho más complejo, muy alejado de lo que pudiera considerarse una actividad mecánica o meramente comercial, y decididamente orientado a las necesidades del paciente.
De hecho, esta transformación se aprecia ya cuando la Ley de garantías y uso racional de los
medicamentos y productos sanitarios adopta el término "dispensación informada" al paciente,
para referirse a cuál es la verdadera naturaleza de este acto sanitario43.
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Cómo resolver los principales conflictos tipo
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Más exhaustivamente, se indica en el documento de Consenso sobre Atención Farmacéutica,
editado en 2002 por el Ministerio de Sanidad y Consumo, que, dentro del ámbito de la atención farmacéutica, la dispensación comprende los siguientes elementos44:
1) Entregar el medicamento y/o producto sanitario en condiciones óptimas y de acuerdo con la
normativa legal vigente.
2) Y proteger al paciente frente a la posible aparición de problemas relacionados con los medicamentos (PRM). Esto implica que el acto de dispensación sirva también como: a) fuente
de información para los pacientes sobre la medicación que van a utilizar; b) filtro para la
detección de situaciones en las que hay un riesgo de sufrir problemas relacionados con los
medicamentos; c) y fuente de información para el farmacéutico, a partir de la cual tome la
decisión más beneficiosa para el paciente (dispensar el medicamento según se ha prescrito,
ofrecer una asistencia complementaria mediante otro servicio de atención farmacéutica, o
no dispensar sin remisión o previa consulta al médico).
Además, para el ejercicio de este tipo de dispensación cualificada, se establecen una serie de
requisitos, añadidos a los que ya de por sí contempla la normativa vigente en materia de receta, etc., entre los que destacan la exigencia de que la dispensación sea siempre realizada por
un farmacéutico o bajo su supervisión personal y directa (se requiere en cualquier caso la
identificación del profesional por su titulación), que se realice con agilidad suficiente pero al
mismo tiempo sin merma de la calidad que debe tener la dispensación, y sobre todo la obligación de verificación sistemática por el farmacéutico de, al menos, los siguientes extremos45:
- Que el paciente conoce el objetivo del tratamiento.
- Que el paciente conoce la forma de administración correcta del medicamento.
- Que, con la información disponible en ese momento, el medicamento no es inadecuado para
ese paciente, teniendo en cuenta la medicación concomitante que pueda estar tomando,
otras enfermedades que pudiera padecer, embarazos, etc.
- Y, además, se valorarán todos aquellos aspectos que a juicio del farmacéutico sean necesarios tener en cuenta para ese paciente y/o ese medicamento concreto.
En consecuencia, la dispensación activa o dispensación informada (en terminología de la Ley
de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios), se concibe como un
acto sanitario complejo, a cargo del farmacéutico, que requiere una actitud diligente y responsable del mismo.
6. PROHIBICIONES EN MATERIA DE DISPENSACIÓN DE MEDICAMENTOS Y
PRODUCTOS SANITARIOS
La Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios contempla una
serie de infracciones en el campo de la dispensación, que son las siguientes46:
- Dispensar medicamentos transcurrido el plazo de validez de la receta (infracción leve).
- Realizar la sustitución de una especialidad farmacéutica, en los casos que ésta sea posible,
incumpliendo los requisitos establecidos al efecto (infracción leve).
- Distribuir los medicamentos sin observar los controles de calidad exigidos (infracción grave).
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- La negativa a dispensar medicamentos sin causa justificada y la dispensación sin receta de
medicamentos sometidos a esta modalidad de prescripción (infracción grave).
- Dispensar o suministrar medicamentos o productos sanitarios en establecimientos distintos a
los autorizados (infracción grave).
- La sustitución en la dispensación de especialidades farmacéuticas contraviniendo lo dispuesto en la ley (infracción grave).
- No comunicar las oficinas de farmacia la información sobre medicamentos dispensados a
que se refiere la ley (infracción grave).
- La puesta en el mercado de medicamentos o productos sanitarios de cualquier naturaleza sin
haber obtenido la preceptiva autorización sanitaria para ello (infracción muy grave).
- Preparar remedios secretos (infracción muy grave).
- Distribuir o conservar los medicamentos sin observar las condiciones exigidas, así como
poner a la venta medicamentos alterados, en malas condiciones o, cuando se haya señalado,
pasado el plazo de validez (infracción muy grave).
- Vender medicamentos o productos sanitarios a domicilio o a través de internet o de otros
medios telemáticos indirectos, en contra de lo previsto en la ley (infracción muy grave).
- La dispensación de productos, preparados, sustancias o combinaciones de las mismas, que se presenten como medicamentos sin estar legalmente reconocidos como tales (infracción muy grave).
- Efectuar promoción, publicidad o información destinada al público de productos o preparados, con fines medicinales, aún cuando el propio producto no haga referencia explícita a dichos fines, incluidas las sustancias medicinales y sus combinaciones, que no se encuentren
autorizados como medicamentos.
- Ofrecer primas, obsequios, premios, concursos, bonificaciones, descuentos o similares como
métodos vinculados a la promoción o venta al público de los productos regulados en la ley.
Al mismo tiempo, algunas normas autonómicas, como la ley madrileña de ordenación farmacéutica, incluyen prohibiciones adicionales en esta materia para las oficinas de farmacia, y que
han de añadirse a las ya citadas47:
- La dispensación de medicamentos o productos sanitarios que no estén legalmente reconocidos o autorizados, considerada una infracción muy grave.
- La dispensación de remedios secretos.
- La publicidad de fórmulas magistrales y preparados oficinales y de los medicamentos de
prescripción médica.
- La dispensación o distribución al público de muestras gratuitas de medicamentos.
- La dispensación de especialidades farmacéuticas en forma fraccionada salvo en el caso de
tratarse de medicamentos prefabricados.
- La dispensación de medicamentos de uso hospitalario o en presentación de envase clínico,
salvo y exclusivamente a clínicas u hospitales.
- La dispensación de productos en fase de investigación clínica.
- La dispensación de medicamentos estupefacientes, psicotropos y de especial control médico,
sin respetar la normativa específica.
- La dispensación de cualquier medicamento respecto del que surjan dudas racionales sobre la
autenticidad o validez de la receta presentada.
Finalmente, es preciso recordar que la dispensación de determinados medicamentos y productos sanitarios está sujeta a controles especiales o visados, por razones de seguridad o de coste
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Cómo resolver los principales conflictos tipo
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económico. Es el caso por ejemplo de los estupefacientes y psicotropos, que tienen su legislación especial48, o la dispensación de determinados medicamentos, como la hormona del crecimiento, que al haber sido declarada de uso hospitalario por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, su dispensación sólo puede ser efectuada por los servicios de
farmacia de los hospitales públicos o privados y por servicios de farmacia habilitados al efecto
por las Consejerías de Sanidad de cada una de las Comunidades Autónomas49.
7. EL CONSEJO O INDICACIÓN FARMACÉUTICA COMO DERECHO DEL PACIENTE50
El consejo farmacéutico constituye uno de los pilares básicos que, junto con la dispensación,
ya abordada anteriormente, y con el seguimiento farmacoterapéutico, que analizaremos en el
módulo siguiente, conforman las actividades clínicas esenciales de la atención farmacéutica.
La importancia creciente que está adquiriendo en España esta actividad del farmacéutico,
como profesional experto en medicamentos, quedó patente a raíz del Informe de marzo de
2004, del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, donde se daba cuenta
de que más de dos millones de españoles visitan diariamente las oficinas de farmacia y uno
de cada tres usuarios no adquiere ningún medicamento y a cambio recibe un consejo sanitario51.
Como definición genérica de consejo farmacéutico podría tomarse la contenida en la ley de ordenación farmacéutica castellano-manchega, donde se dice que el mismo consiste en las recomendaciones técnicas y sanitarias impartidas por un profesional farmacéutico, en la consulta
farmacéutica del establecimiento de asistencia donde ejerce su actividad profesional, garantizando la confidencialidad tanto del paciente como de la información recibida e impartida al
mismo52.
En el contexto de la moderna filosofía profesional de la atención farmacéutica, el consejo farmacéutico es conocido como consulta o indicación farmacéutica, entendida como el servicio
que se presta ante la demanda de un paciente o usuario que llega a la farmacia sin saber qué
medicamento debe adquirir, y solicita al farmacéutico el remedio más adecuado para su problema de salud concreto53, lógicamente, siempre que se trate de una dolencia de carácter
menor que no requiera de un diagnóstico preciso. Entendido de esta forma el consejo farmacéutico resulta más fácil distinguirlo del concepto de "dispensación activa del medicamento",
que se caracteriza porque es el farmacéutico quien, por propia iniciativa (y no necesariamente
porque se lo pida el interesado), asesora e informa al paciente sobre el uso correcto del medicamento.
Se trata, por otro lado, de uno de los tipos de consulta habituales que se suceden en la farmacia. En efecto, desde un punto de vista científico pueden distinguirse distintos tipos de consulta
farmacéutica, según la finalidad que persiga el paciente: la consulta administrativa y de problemática personal y social (sobre funcionamiento del sistema de salud, necesidad de visados,
etc.), las consultas de determinación de parámetros biológicos (glucosa, colesterol, presión arterial, etc.), las consultas de nutrición o dietética (casos de estreñimiento, hemorroides, diarrea,
etc.), las consultas de deshabituación tabáquica, las consultas de seguimiento farmacoterapéuti-
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co, las consultas de resultados de análisis clínicos (explicación de los valores normales de los
diferentes parámetros, sin que suponga diagnóstico), las consultas farmacoterapéuticas (dosis,
interacciones, contraindicaciones, cómo tomar la medicación, etc.), y las consultas de indicación
farmacéutica (consejo de un tratamiento ante la petición de un paciente)54.
En cualquier caso, el consejo farmacéutico constituye una de las competencias tradicionales de
la profesión farmacéutica, incardinada dentro de sus atribuciones generales sobre promoción y
protección de la salud. En este sentido, tal y como tiene manifestado el Consejo Catalán de
Especialidades en Ciencias de la Salud, el farmacéutico debe ser capaz de informar y aconsejar
a la población atendida sobre cuestiones relacionadas con el uso correcto de los medicamentos, la reducción de hábitos tóxicos (alcohol, tabaco, etc.), y la promoción de hábitos de vida
sana (dieta, ejercicio físico, etc.)55.
Por su parte, el Consejo de Europa refrendó también en su día la importancia de este cometido profesional en su Resolución de 2001 relativa al papel del farmacéutico en el marco de la
seguridad sanitaria, cuando elevó a la categoría de derecho del paciente la posibilidad de que
este último tuviera un contacto directo con un farmacéutico. En concreto, en la resolución se
dice que debe reforzarse el papel del farmacéutico como informador a los prescriptores, a los
pacientes y a los otros miembros del sistema sanitario, y que dicho profesional debe dar consejo al paciente no solo de forma oral, sino también escrita sobre el uso adecuado de los medicamentos56.
7.1. Marco legal del consejo farmacéutico. El autocuidado de la salud
La Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios, teniendo en
cuenta la importancia creciente del uso de medicamentos sin prescripción médica, ámbito natural del consejo o indicación farmacéutica, y al mismo tiempo la necesidad de que la utilización de estos últimos se haga igualmente en el marco de un uso racional del medicamento, incorpora el concepto de "autocuidado de la salud" como concepto vinculado al de "automedicación responsable", en ambos casos objetivos respecto de los que considera que el papel del
farmacéutico es imprescindible57.
La ley citada menciona específicamente el consejo farmacéutico cuando significa la importancia esencial del trabajo de los farmacéuticos en los procedimientos de atención farmacéutica,
ya que el mismo, dice, "asegura la accesibilidad al medicamento ofreciendo, en coordinación
con el médico, consejo sanitario, seguimiento farmacoterapéutico y apoyo profesional a los pacientes"58.
En cualquier caso, hay que tener presente que el consejo farmacéutico no puede implicar un
diagnóstico clínico, por lo que ha de moverse dentro de un marco limitado de actuación con el
fin de que el farmacéutico no se inmiscuya gravemente en la actividad propia del médico, lo que
podría dar lugar a responsabilidades por intrusismo profesional, además de por las consecuencias perjudiciales de sus actos para la salud del paciente. En este sentido, el consejo debe realizarse respecto de supuestos en los que el farmacéutico puede atender las necesidades del paciente, realizándole una recomendación de salud que no suponga un diagnóstico y/o tratamiento
médico, y dispensándole, en su caso, medicamentos que no requieran prescripción médica59.
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Cómo resolver los principales conflictos tipo
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Por esta razón, la actividad del consejo farmacéutico debe ceñirse de forma exclusiva a recomendaciones destinadas a la prevención, alivio o tratamiento de síndromes o síntomas menores, que podrían definirse como aquella asociación de signos y/o síntomas que no afectan de
manera grave a la salud, que remiten en pocos días y que pueden ser tratados con medidas
higiénico-dietéticas y/o medicamentos dispensables sin receta médica. En estos casos, es necesario que el farmacéutico evalúe la consulta de manera individualizada y valore si es necesaria
la derivación al médico. Además, conviene que averigüe qué medicación toma habitualmente
el paciente y si existen otros síntomas asociados60.
La Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios se refiere a los
medicamentos no sujetos a prescripción médica, como aquellos, calificados como tales por la
Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, que vayan destinados a procesos
o condiciones que no necesiten un diagnóstico preciso y cuyos datos de evaluación toxicológica, clínica o de su utilización y vía de administración no exijan prescripción médica, de modo
que dichos medicamentos puedan ser utilizados para autocuidado de la salud, mediante su
dispensación en la oficina de farmacia por un farmacéutico, que informará, aconsejará e instruirá sobre su correcta utilización61.
Al mismo tiempo, la ley citada describe pormenorizadamente cuáles son los medicamentos sujetos, en todo caso, a prescripción médica y que, por tanto, quedarían fuera del ámbito del
consejo o indicación farmacéutica62:
a) Los que puedan presentar un peligro, directa o indirectamente, incluso en condiciones normales de uso, si se utilizan sin control médico.
b) Los que se utilicen frecuentemente, y de forma muy considerable, en condiciones anormales
de utilización, y ello pueda suponer, directa o indirectamente, un peligro para la salud.
c) Los que contengan sustancias o preparados a base de dichas sustancias, cuya actividad y/o
reacciones adversas sea necesario estudiar más detalladamente.
d) Los que se administren por vía parenteral, salvo casos excepcionales, por prescripción médica.
Consecuentemente, cuando el consejo farmacéutico se convierte en indicación farmacéutica y
conlleva la recomendación por el profesional a un paciente de un medicamento dispensable en
la farmacia, ha de tratarse de una especialidad farmacéutica que no requiera receta médica, es
decir, de medicamentos OTC ("Over the counter"), entre los que se encuentran los medicamentos publicitarios (antes denominados especialidades farmacéuticas publicitarias - EFP)63 , para
cuya dispensación la ley de garantías exige expresamente la intervención del farmacéutico64.
Sin embargo, donde la configuración del consejo farmacéutico como actividad asistencial con
personalidad propia respecto del acto de dispensación resulta mucho más visible es en algunas
normas autonómicas de ordenación farmacéutica, como la ley navarra, donde, con independencia de la obligación de informar sobre el medicamento al tiempo de la dispensación (dispensación activa), se configura también un derecho a favor del paciente al consejo farmacéutico de carácter autónomo, que ha de prestarse además en unas condiciones específicas. De esta forma, en
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la citada ley se reconoce el derecho de los ciudadanos "a recibir consejo farmacéutico con garantía de privacidad, confidencialidad, gratuidad, con claridad y por escrito si así se solicita"65.
La ley castellano-manchega más arriba referida desarrolla también el ejercicio del consejo farmacéutico, estableciendo que "los profesionales farmacéuticos darán consejo farmacéutico a
los pacientes que lo soliciten" y que "para ello destinarán en su establecimiento un espacio
independiente dedicado a consulta farmacéutica". Igualmente, afirma esta norma que "el consejo farmacéutico en ningún caso implicará diagnóstico clínico", y reitera, tal y como vimos
antes con la ley navarra, que es un derecho de los ciudadanos "recibir consulta farmacéutica
con garantías de privacidad, confidencialidad y gratuidad" y "obtener la consulta farmacéutica
con claridad y por escrito si así lo solicita"66.
En cuanto a la prestación material del consejo farmacéutico, para algunos autores, las consultas de indicación farmacéutica deben realizarse exclusivamente por los farmacéuticos y no por
el personal auxiliar67.
Consecuentemente, se observa en la normativa referida como la prestación del consejo farmacéutico lleva aparejada la obligación de salvaguardar la intimidad del paciente, lo que supone
en la práctica para el farmacéutico la asunción de una responsabilidad añadida a la de la corrección del propio consejo, como es la de preservar de forma confidencial la información de
aquél, ya que podría ocurrir que, siendo correctas la recomendaciones de salud facilitadas al
interesado, se incurriera en responsabilidad frente al mismo, por no evitar que terceras personas conozcan las informaciones o accedan a los datos de la enfermedad que padece. Para
dicho fin resulta aconsejable que en las oficinas de farmacia exista un espacio acotado y específico para la labor de consejo farmacéutico.
A modo de ejemplo sobre la importancia de la confidencialidad en este campo, podemos destacar la previsión de la ley farmacéutica canaria, donde se reconoce como un derecho de los
usuarios el de obtener la asistencia farmacéutica solicitada con la confidencialidad debida68.
Por último, debe recordarse que la ley de ordenación de las profesiones sanitarias proclama
como uno de los principios generales que debe presidir la relación entre los profesionales sanitarios y las personas atendidas por ellos, el deber de respetar la personalidad, dignidad e intimidad de las personas a su cuidado y la participación de los mismos en las tomas de decisiones que les afecten69.
7.2. EL CONSEJO FARMACÉUTICO EN EL DOCUMENTO DE CONSENSO SOBRE
ATENCIÓN FARMACÉUTICA70
Hemos significado más arriba que, en el contexto de la atención farmacéutica, hay una apuesta decidida por desarrollar el consejo farmacéutico como consulta o indicación farmacéutica.
De esta forma, conforme se establece en el documento de Consenso sobre Atención Farmacéutica, editado por el Ministerio de Sanidad y Consumo en 2002, los objetivos que debe tener el
farmacéutico ante una persona que realiza una consulta en la farmacia sobre un problema de
salud, son los siguientes71:
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Cómo resolver los principales conflictos tipo
en la relación farmacéutico-paciente
a) Indicar al paciente la actitud más adecuada para resolver su problema de salud y, en su
caso, seleccionar un medicamento.
b) Resolver las dudas planteadas por el usuario o las carencias de información detectadas por
el farmacéutico.
c) Proteger al paciente frente a la posible aparición de problemas relacionados con los medicamentos.
d) Evaluar si el problema de salud es precisamente consecuencia de un problema relacionado
con un medicamento.
Se aprecia, en consecuencia, que el consejo farmacéutico, en el ámbito de la atención farmacéutica, se
transforma en una actuación asistencial de mayor complejidad y trascendencia para la salud del paciente, hasta el punto de obligar al profesional farmacéutico a realizar una labor de indagación o prospección del mismo con el fin detectar sus necesidades y, en su caso, ofertarle otros servicios de atención farmacéutica clínica o incluso, de ser preciso, remitirle al médico. Y todo ello aparejado de una información adecuada al paciente respecto de la recomendación realizada, preferiblemente por escrito.
Siguiendo igualmente lo establecido en el mencionado documento, entre los requisitos que se
exigen para llevar a cabo esta labor de consulta o indicación farmacéutica, en estos supuestos
de síntomas menores en los que el paciente consulta al farmacéutico sobre su problema de
salud y, en su caso, sobre el medicamento que, sin requerir receta médica, sea más adecuado
para aliviar su padecimiento, se encuentra el de "garantizar la seguridad en las recomendaciones y la asunción de responsabilidad sobre las consecuencias".
Esta explícita asunción de responsabilidad obliga al farmacéutico, por un lado, a abstenerse de
indicar un tratamiento, farmacológico o no, a un paciente respecto del que no disponga de suficiente información sobre su situación de salud, o desconozca la patología que presenta, y,
por otro, a actualizar convenientemente sus conocimientos con el fin de no incurrir en comportamientos imprudentes desde el punto de vista legal, que puedan originar daños al paciente y
traer como consecuencia una reclamación judicial.
De cara al segundo objetivo puede decirse que para que la consulta o indicación farmacéutica
pueda realizarse con seguridad, eficiencia y profesionalidad, evitando al máximo el surgimiento de responsabilidades legales, resulta muy conveniente la creación de guías clínicas o protocolos validados y homologados por la comunidad científica.
8. LA COLABORACIÓN DEL FARMACÉUTICO CON OTROS PROFESIONALES Y
EQUIPO DE TRABAJO
La ley de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud proclama que las oficinas de farmacia colaborarán con el Sistema Nacional de Salud en el desempeño de la prestación farmacéutica a fin de garantizar el uso racional del medicamento, y que para ello los farmacéuticos
actuarán coordinadamente con los médicos y otros profesionales sanitarios72.
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MÓDULO 2
Esta labor de colaboración es igualmente predicable respecto de los farmacéuticos de atención
primaria y hospitalarios, ya que precisamente la farmacia clínica está orientada en esa línea.
Así lo pone de manifiesto, por ejemplo, la ley castellano manchega, cuando incluye entre las
funciones de los primeros la de colaborar con los equipos de atención primaria en la elaboración y ejecución de programas sanitarios y en la elaboración y seguimiento de protocolos de
tratamiento; y, entre los cometidos de los segundos, los de colaborar con las estructuras de
atención primaria y especializada de la zona en el uso racional del medicamento. En ambos
casos, primaria y hospitalaria, establece expresamente el deber de colaborar con las oficinas y
servicios de farmacia73.
Por su parte, la obligación de cooperación del farmacéutico comunitario con el resto de profesionales sanitarios, fundamentalmente con el médico, es explícita en la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios, donde se dice que "en las oficinas de farmacia, los farmacéuticos, como responsables de la dispensación de medicamentos a los ciudadanos,
velarán por el cumplimiento de las pautas establecidas por el médico responsable del paciente
en la prescripción, y cooperarán con él en el seguimiento del tratamiento a través de los procedimientos de atención farmacéutica, contribuyendo a asegurar su eficacia y seguridad"74.
Recalca la ley de garantías mencionada que, en aras de la colaboración referida, y con independencia de las obligaciones que se contienen en sus preceptos, las oficinas de farmacia podrán ser objeto de concertación en el Sistema Nacional de Salud, de acuerdo con el sistema
general de contratación administrativa75, lo que sucede habitualmente a través de los Servicios de Salud de las respectivas Comunidades Autónomas que tienen suscritos conciertos farmacéuticos con los colegios profesionales de farmacéuticos de su territorio.
En última instancia, sin dejar de reconocer la ley citada el papel del médico como figura central en las estrategias de impulso de la calidad en la prestación farmacéutica, se significa que
"el trabajo que los farmacéuticos y otros profesionales sanitarios realizan en los procedimientos de atención farmacéutica también tiene una importancia esencial, ya que asegura la accesibilidad al medicamento ofreciendo, en coordinación con el médico, consejo sanitario, seguimiento farmacoterapéutico y apoyo profesional a los pacientes"76. De hecho, el éxito del desarrollo e implantación en el futuro de muchas iniciativas de atención farmacéutica dependerá
de la consecución o no de esa cooperación interdisciplinar y de la superación de las inveteradas reticencias entre profesionales sanitarios.
Por otro lado, no hay que olvidar que el factor de la cooperación está igualmente presente en
la propia definición de atención farmacéutica aceptada por el Consejo General de Colegios
Oficiales de Farmacéuticos, que incluye una doble vertiente: 1) "Atención farmacéutica es la
participación activa del farmacéutico para la asistencia al paciente en la dispensación y seguimiento de un tratamiento farmacoterapéutico, cooperando así con el médico y otros profesionales sanitarios a fin de conseguir resultados que mejoren la calidad de vida del paciente"; y
2) "También conlleva la implicación del farmacéutico en actividades que proporcionen buena
salud y prevengan las enfermedades"77.
A mayor abundamiento sobre esta cuestión, la ley de ordenación de las profesiones sanitarias
proclama que el equipo de profesionales es la unidad básica en la que se estructuran de
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Cómo resolver los principales conflictos tipo
en la relación farmacéutico-paciente
forma uni o multiprofesional e interdisciplinar los profesionales y demás personal de las organizaciones asistenciales para realizar efectiva y eficientemente los servicios que les son requeridos78.
Para analizar las responsabilidades que conciernen a cada profesional, la citada ley de ordenación de las profesiones sanitarias establece unos criterios de actuación al afirmar que "cuando
una actuación sanitaria se realice por un equipo de profesionales, se articulará de forma jerarquizada o colegiada, en su caso, atendiendo a los criterios de conocimientos y competencia, y
en su caso al de titulación, de los profesionales que integran el equipo, en función de la actividad concreta a desarrollar, de la confianza y conocimiento recíproco de las capacidades de sus
miembros, y de los principios de accesibilidad y continuidad asistencial de las personas atendidas"79. A la postre, entre los miembros del equipo puede haber una división horizontal (ginecólogo-anestesista) o vertical del trabajo (farmacéutico-enfermero).
Por lo que se refiere al aspecto de la confianza entre los miembros del equipo, puede decirse
que, en los casos en que la actuación del farmacéutico debe estar coordinada con la del médico y otros profesionales sanitarios, para resolver los problemas de responsabilidad hemos de
acudir al denominado principio de confianza, construcción jurisprudencial que parte del principio de responsabilidad personal (cada uno responde de aquello que está dentro de sus funciones: el médico de la prescripción y el farmacéutico de la dispensación), pero que hace responsable a otro u otros del equipo cuando perciben la conducta improcedente de cualquiera de
los demás y no actúan con diligencia para evitar el daño. Por ejemplo, si el farmacéutico se da
cuenta de que la prescripción médica es claramente incorrecta, quiebra entonces el principio
de confianza y tiene obligación de actuar para evitar su propia responsabilidad.
9. LOS PROTOCOLOS DE ATENCIÓN FARMACÉUTICA COMO HERRAMIENTA
PARA UNA BUENA PRAXIS PROFESIONAL
Para que los farmacéuticos de oficina de farmacia gocen de un marco seguro de actuación
profesional, en lo que a la indicación a los pacientes se refiere, resulta esencial el uso de protocolos de atención farmacéutica elaborados con una metodología consensuada y validada
científicamente, que se actualicen además de forma periódica y que tengan en cuenta los
datos del paciente (¿para quién es?, ¿qué tiene?), las características del síndrome menor de
que se trate, las medidas higiénico-dietéticas y las medidas farmacológicas que proceda recomendar.
En la actualidad son numerosas las iniciativas de elaboración de protocolos para distintas patologías menores, tales como epidemia de gripe, deshidratación por golpe de calor (que prevé
derivación al médico o servicio de urgencias), fotoprotección y alimentación saludable en
época estival, síndrome del ojo rojo, dismenorrea y síndrome premenstrual, trastornos digestivos, fatiga, astenia, debilidad, etc.
Haciéndose eco de la necesidad referida de contar con protocolos validados, algunas normas
autonómicas, como por ejemplo la ley de ordenación y atención farmacéutica de la Comunidad de Madrid, abogan por la creación, desde la propia Consejería de Sanidad y Asuntos So-
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MÓDULO 2
ciales, de protocolos de actuación en la atención farmacéutica, a los que define como documentos escritos que recogen una serie ordenada de actuaciones a realizar por el profesional
ante la manifestación en la farmacia por parte de un ciudadano de padecer determinada patología o síntoma80.
Según se indica en la ley madrileña, la propia Consejería de Sanidad, en colaboración con expertos de las organizaciones profesionales y docentes, es la que debe establecer para qué patologías deben existir obligatoriamente estos protocolos, cuyo objetivo básico es unificar criterios
de actuación en orden a orientar la decisión de los pacientes por parte del farmacéutico, sirviendo también para vigilar la adecuada automedicación de los mismos. La norma mencionada
deja claro igualmente que, en ningún caso, el texto de estos protocolos podrá ir en contra del
contenido de la ficha técnica de los medicamentos. En términos similares, hallamos también la
regulación sobre la materia en la Ley de Farmacia de Andalucía, donde se establece que los
protocolos de atención farmacéutica estarán regidos por criterios de eficacia y seguridad, atendiendo al conocimiento basado en la evidencia científica médico-farmacéutica, debiendo incluir,
además, los límites de la actuación profesional del farmacéutico, así como la indicación de derivación del paciente al profesional de la medicina correspondiente si fuera necesario81.
Sin duda, la elaboración de estas herramientas a instancia de la propia Administración, y su
seguimiento por los profesionales, ayudará a reducir los supuestos de responsabilidad legal en
los que puedan incurrir los farmacéuticos por una indicación o consejo desacertado que resulte perjudicial al paciente.
9.1. Derecho a seguir o apartarse de los protocolos82
La ley de ordenación de las profesiones sanitarias considera un principio importante de la
misma la tendencia a la unificación de los criterios de actuación, que estarán basados en la
evidencia científica y en los medios disponibles y soportados en guías y protocolos de práctica
clínica y asistencial. Ahora bien, los protocolos deberán ser utilizados de forma orientativa,
como guía de decisión para todos los profesionales de un equipo, y habrán de ser regularmente actualizados con la participación de aquellos que los deben aplicar83.
La tendencia es, por tanto, hacia la existencia escrita de normas de funcionamiento interno, ya
que se entiende que así lo requiere la eficacia organizativa de los servicios, secciones y equipos, o unidades asistenciales equivalentes, sea cual sea su denominación, recalcando la norma
que la continuidad asistencial de los pacientes, tanto la de aquellos que sean atendidos por
distintos profesionales y especialistas dentro del mismo centro, como la de quienes lo sean en
diferentes niveles, requerirá en cada ámbito asistencial la existencia de procedimientos, protocolos de elaboración conjunta e indicadores para asegurar esta finalidad84.
La configuración del derecho a la existencia de protocolos unificados se manifiesta en la posición de la ley favorable a los mismos y en su no exigencia como deber, desde el momento en
que solo pueden utilizarse de forma orientativa. Sin embargo, dadas las ventajas de disponer
de los mismos, hay una predisposición favorable para que existan, considerándose en este
sentido que pueden ser objeto de impulso por parte de los profesionales. No obstante, aunque
de forma suave, este derecho también está imbuido del concepto de deber, desde el instante
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Cómo resolver los principales conflictos tipo
en la relación farmacéutico-paciente
en que se considera deseable para el sistema de salud la protocolización de las actuaciones
asistenciales.
El farmacéutico, en el ejercicio de sus funciones, y sin entrar ahora en disquisiciones más dogmáticas, debe guardar el cuidado debido, debe comportarse correctamente en función de las
circunstancias concretas en las que se encuentre. El profesional sanitario, de otra manera,
como se dice en el mundo del Derecho, debe atenerse a la lex artis85. Se observará inmediatamente que se trata de formulaciones generales que han de ser objeto de delimitación en cada
caso y a través del juez en los supuestos de conflicto. Puede decirse, sin embargo, que, cuando
se actúa con diligencia conforme a las reglas técnicas o procedimientos reconocidos de la profesión, se está actuando correctamente y guardando el cuidado debido. Pero eso no significa
que el no guardar esas reglas suponga necesariamente la inobservancia de ese cuidado objetivamente debido, porque ha de tenerse en cuenta que las reglas del arte son aplicables, en
principio, sólo a situaciones conocidas y estudiadas y no a supuestos desconocidos, inesperados o nuevos. Además, hay que aceptar la libertad de método o procedimiento que representa
el avance de la ciencia, cuando se formula de forma idónea y se constata científicamente.
Así pues, un elemento importante para determinar la correcta actuación profesional lo constituyen los documentos de consenso, es decir, los protocolos o guías de actuación en el ámbito
sanitario. Es cierto que al estar originados en el mundo sanitario no constituyen una norma de
obligado cumplimiento para el juez, pero tienen, ocioso es decirlo, un innegable valor. Son normas técnicas dirigidas a los profesionales y que carecen de obligatoriedad jurídica, pero que
pueden ser acogidas por el juez para configurar el deber objetivo de cuidado que corresponde
al farmacéutico. Además, cuando ponen de manifiesto el saber actualizado, no puede dudarse
que su aportación al proceso servirá de gran ayuda en la resolución del caso concreto.
Ha de tenerse en cuenta que el juez o tribunal puede determinar la correcta actuación profesional, bien basándose en los informes periciales o bien por el contenido de una historia clínica correctamente elaborada. Pero también por haberse seguido el protocolo de actuación, ya
que los mismos constituyen un medio de plasmar las directrices o recomendaciones actualizadas que un grupo de expertos cualificados establecen para orientar la labor diaria de los profesionales. Por tanto, su aportación al proceso constituye una enorme ayuda para el juzgador
e introduce elementos de certeza, seguridad y confianza en el mundo sanitario, si bien por
ahora no son muy frecuentes los procedimientos en los que se aportan protocolos para contribuir a fijar la lex artis.
Por tanto, es conveniente que el profesional sanitario aporte al proceso todo elemento que
pueda demostrar que su actuación fue diligente. En conclusión, para saber si la actuación sanitaria es correcta, el juez puede utilizar el criterio de la lex artis, por el que se valora si el
acto profesional es conforme a la técnica normalmente requerida, de acuerdo con las especiales características del autor, de la profesión, de la complejidad y trascendencia del acto y de la
influencia de otros factores externos.
No se trata, pues, de imponer por la vía jerárquica, y a la trágala, los criterios científicos sustentados por unos profesionales respecto de otros. Nada hay tan contrario a la ciencia como el
supuesto descrito. Se trata, por el contrario, de aunar esfuerzos y de compartir criterios de
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MÓDULO 2
ciencia, con independencia de la posición que cada uno adopte en una organización, pues
sólo de esta manera se puede lograr el mayor beneficio para los pacientes. Es el convencimiento, por tanto, el elemento indispensable que deben aportar los profesionales, admitiendo,
desde luego, las lógicas discrepancias que pueden surgir en este campo y que son legítimas
cuando responden a los dictados de la ciencia. Debe, pues, separarse la auctoritas de la potestas y atribuir a cada uno de esos conceptos el campo que le pertenece y que le es propio.
Puede decirse, como colofón, que el seguimiento diligente del protocolo, en principio, exonera
de responsabilidad, salvo su no adecuación a la realidad o circunstancia del caso concreto,
que puede aconsejar su no seguimiento. Por el contrario, su no seguimiento puede generar
responsabilidad si resulta adecuado al caso concreto, pero sin que impida la prueba de la actuación correcta del profesional que se aparta del mismo. Es decir, en el caso de apartarse del
protocolo, la justificación de la conducta deberá ser más rigurosa y exhaustiva.
Las resoluciones judiciales hacen valer la importancia de actuar conforme a los protocolos. Así,
referidas al ámbito médico (aunque con criterios aplicables al campo farmacéutico), en un
caso se absuelve por informar de riesgos en cataratas y cumplir el protocolo86; el Tribunal Supremo ha afirmado en ocasiones que varios fallos en cadena fundamentan la responsabilidad
del equipo y, más concretamente, que la infracción de protocolos y normas de cuidado de los
distintos especialistas que atendieron al paciente genera su responsabilidad, tratándose de un
paciente que ingresó en estado grave con politraumatismo por un accidente de tráfico87; por
último, en otra ocasión la observancia del protocolo evita la condena penal de un ginecólogo,
ya que el seguimiento del mismo es uno de los elementos esclarecedores de la diligencia
cuando la actuación clínica está bajo sospecha de culpabilidad. Esto es, los jueces han manifestado en más de una ocasión su innegable valor para conocer lo que un profesional medio
haría en condiciones similares. En el caso concreto que se comenta, la Audiencia lo utiliza
como argumento para absolver a un ginecólogo en un parto de alto riesgo con cesárea88.
BIBLIOGRAFÍA Y COMENTARIOS
1. Sánchez Caro J y Abellán F. Atención Farmacéutica y Responsabilidad Profesional, Ed. Comares, Granada, 2004, pp.
21-31.
2. V. art. 103 de la Ley General de Sanidad y arts. 2.6, a) y 84.6 de la Ley 29/2006, de garantías y uso racional de los
medicamentos y productos sanitarios.
3. La exclusividad de los farmacéuticos en la custodia y conservación ha sido reforzada por el Tribunal Supremo (Sala
3ª), mediante su Sentencia de 9 de marzo de 2004, por la que se anuló determinada Orden Foral de Navarra que
dejaba abierta la posibilidad de realizar dicha labor respecto de vacunas infantiles a otras instituciones que dispusieran de infraestructuras para el mantenimiento de los sistemas de frío. El Tribunal descartó esa posibilidad a la luz
de lo establecido en el art. 103.1 de la Ley General de Sanidad.
4. La ley de garantías aludida dispone al efecto que los titulares de las oficinas de farmacia comunicarán al órgano
competente de la Comunidad Autónoma en la que tengan su ámbito de actuación las unidades de medicamentos
dispensadas (art. 87.4).
5. V. "Documento de competencias de la profesión farmacéutica", aprobado por el Consejo Catalán de Especialidades
en Ciencias de la Salud (publicado en "correofarmacéutico.com", el 17 de junio de 2002).
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Cómo resolver los principales conflictos tipo
en la relación farmacéutico-paciente
6. V. apartado I de la Exposición de Motivos, de la ley 29/2006 de garantías.
7. V. arts. 84 y 53.2 de la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios.
8. Art. 84.1 de la ley de garantías.
9. La enumeración se realiza en el art. 1 de la Ley de Regulación de los Servicios de las Oficinas de Farmacia, precepto que el propio texto legal excluye como de carácter básico en el sentido constitucional del término.
10. V. Real Decreto 175/2001, de 23 de febrero, por el que se aprueban las normas de correcta elaboración y control de
calidad de fórmulas magistrales y preparados oficinales. También ver Real Decreto 905/2003, de 11 de julio, por el
que se prorrogó el plazo de adaptación a la normativa por parte de las oficinas de farmacia y servicios farmacéuticos hasta "antes del 1 de enero de 2004".
11. V. "Documento de competencias de la profesión farmacéutica". ob. cit.
12. STC 109/2003, de 5 de junio. V. asimismo, Abellán F: "La libertad de transmisión de las oficinas de farmacia a la luz
de las recientes sentencias del Tribunal Constitucional". Artículo publicado en El Global, semana del 13 al 19 de octubre de 2003, p. 28.
13. V. Sentencias del Tribunal Supremo de 12 de junio de 1990, de 22 de diciembre de 1994 y de 7 de noviembre de
1995, entre otras.
14. V. art. 43.2 de la Constitución Española de 1978.
15. V. capítulo I, sección 1ª, de la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud.
16. V. noticia de Correo Farmacéutico, de 23 de septiembre de 2002, sección Profesión, titulada "La farmacia debe dispensar por ley, aunque no haya concierto".
17. V. art. 2.1, g), de la Ley 31/1991, de 13 de diciembre, de ordenación farmacéutica, de la Generalidad de Cataluña.
18. V. art. 5.2, d), de la Ley 11/1994, de 17 de junio, de ordenación farmacéutica, del País Vasco.
19. V. art. 3 de la Ley 3/1996, de 25 de junio, de atención farmacéutica de la Comunidad de Extremadura.
20. V. arts. 8, e) y f), de la Ley 6/1998, de 22 de junio de ordenación farmacéutica, de la Comunidad Valenciana.
21. V. art. 14 de la Ley 19/1998, de 25 de noviembre, de ordenación y atención farmacéutica, de la Comunidad de Madrid.
22. V. art. 8.8 y art. 8.10 de la Ley 5/1999, de 21 de mayo, de ordenación farmacéutica de Galicia.
23. V. art. 12.1,j), de la Ley 13/2001, de 20 de diciembre, de ordenación farmacéutica de Castilla-León.
24. V. art. 14.1, f), de la Ley Foral 12/2000, de 16 de noviembre, de atención farmacéutica de Navarra.
25. V. art. 19, apartados f) y g), y art. 16.1, e), todos ellos de la Ley 5/2005, de 27 de junio, de ordenación del servicio
farmacéutico de Castilla-La Mancha.
26. Art. 7, c), de la Ley 4/2005, de 13 de julio, de ordenación farmacéutica de Canarias.
27. Arts. 15 y 16 de la Ley 22/2007, de Farmacia de Andalucía.
28. Art. 2, a), de la Ley 5/2005, de 27 de junio, de ordenación del servicio farmacéutico de Castilla-La Mancha.
29. La definición se recoge en el art. 12.2, de la ley 19/1998, de 25 de noviembre, de ordenación y atención farmacéutica de la Comunidad de Madrid, y la redacción de la misma guarda gran similitud con lo establecido en el ya derogado art. 87, g) de la Ley del Medicamento, donde se consideraba, como una de las funciones que garantiza el uso
racional del medicamento en la atención primaria, la dispensación de medicamentos a los pacientes por un farmacéutico o bajo su supervisión, con plena responsabilidad profesional y de acuerdo con la prescripción, o según las
orientaciones de la ciencia y el arte farmacéutico en el caso de los autorizados sin receta, informándoles, aconsejándoles e instruyéndoles sobre su correcta utilización.
30. V. art. 84, apartados 1 y 3 de la Ley 29/2006, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios.
31. V. art. 1.1 de la Ley 16/1997, de regulación de servicios de las oficinas de farmacia.
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32. V. art. 103.1 de la Ley General de Sanidad.
33. Art. 2.6, de la Ley 29/2006, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios.
34. Art. 81.2, a) y 82.2, a) de la misma ley 29/2006.
35. Mediante la Ley 28/2009, de 30 de diciembre, de modificación parcial de la Ley de garantías, se instauró la indicación, uso y autorización de dispensación a instancia de las enfermeras.
36. Cada Orden Médica consta de tres copias: una para la gráfica del enfermo, otra para el servicio de farmacia y la última para la enfermería.
37. Art. 77.5 de la citada Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios.
38. Napal V, González M, Ferrándiz JR, en el capítulo "Dispensación con intervención previa del farmacéutico: Dosis
Unitarias", de la obra Farmacia Hospitalaria, 2002, 3ª ed. SEFH, pp. 389 y s.s. Comentan los autores que lo ideal es
que se dispense en cada ocasión la medicación para un solo horario, pero que en la práctica y debido a los circuitos de visitas de los médicos a los pacientes, esta dispensación se realiza en la mayoría de los hospitales para 24 h.
39. Así, el apartado 8 del artículo 19 de la citada norma estatal, ha quedado con la siguiente redacción: "Mediante resolución,
la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios en el plazo de seis meses podrá autorizar la dispensación de
unidades concretas para los grupos de medicamentos y/o patologías que se determinen, con el fin de ajustar las unidades
dispensadas a la duración del tratamiento. Estas unidades podrán dispensarse a partir del fraccionamiento de un envase
de un medicamento autorizado e inscrito, respetando la integridad del acondicionamiento primario, excepto cuando, en el
marco de proyectos o programas autorizados por la mencionada Agencia, sea procedente su reacondicionamiento protocolizado y garantizando las condiciones de conservación del medicamento, así como la información al paciente.
Para los casos previstos en este apartado, el Ministerio de Sanidad y Política Social establecerá el sistema de cálculo de precio de venta al público y los márgenes de comercialización correspondientes".
Al cierre de este Módulo no estaba publicada la Resolución pertinente de la AEMPS.
40. Se trata de la Sentencia del Tribunal Supremo de fecha 30 de abril de 2003. El Colegio de Farmacéuticos sostenía
que la citada orden vulneraba lo dispuesto en el art. 103.1, a) y b), de la Ley General de Sanidad, y el art. 3.5 de la
Ley del Medicamento. Sin embargo, el Tribunal entendió que ello no era así y que dicha práctica tenía precisamente
su amparo en el mencionado art. 103.1,b), in fine, manifestando además que "… los pacientes atendidos por las
unidades de hospitalización a domicilio se consideraran integrados en el hospital a todos los efectos administrativos y asistenciales, incluidas las prestaciones farmacéuticas a que hubiera lugar".
41. V. Ley 31/1991 de Cataluña, Ley 11/1994 del País Vasco, Ley 6/1998 de la Comunidad Valenciana, Ley 19/1998 de la
Comunidad de Madrid, entre otras.
42. V. art. 12, apartados 4 y 5, de la mencionada Ley 19/1998, de 25 de noviembre, de ordenación y atención farmacéutica de la Comunidad de Madrid.
43. Art. 84.1 de la ley de garantías.
44. Ver el citado documento de Consenso sobre Atención Farmacéutica (pp. 17 a 21) que, aunque desarrollado para la
actividad del farmacéutico comunitario, contiene los criterios generales sobre la materia aceptados por el grupo de
expertos reunidos a instancia del Ministerio de Sanidad y Consumo.
45. Ibídem, p. 19. Otro de los requisitos es que, en caso de decidir no dispensar el medicamento y remitir al paciente a
su médico, el farmacéutico proporcionará siempre al interesado información adecuada sobre el posible problema
detectado, sin cuestionar la actuación de otros profesionales sanitarios.
46. V. arts. 101 y 102 de la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios. La sanción máxima prevista por la infracción leve es de 30.000 €, la máxima de la infracción grave de 90.000 €, y la máxima
por las infracciones muy graves, de 1.000.000 €, pudiendo rebasar dicha cifra hasta el quíntuplo del valor de los
productos o servicios objeto de infracción.
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Cómo resolver los principales conflictos tipo
en la relación farmacéutico-paciente
47. V. art. 12 de la mencionada ley madrileña. De esta misma ley conviene reseñar el art. 61.4, a), en el que se establece la calificación de infracción leve respecto del incumplimiento de los requisitos, obligaciones o prohibiciones de
carácter profesional que se cometan por simple negligencia, cuando la alteración y el riesgo sanitarios causados
sean de escasa entidad y no tengan trascendencia directa para la salud pública.
48. Ley 17/1967, de 8 de abril, de estupefacientes; Real Decreto 2829/1977, de 6 octubre, por el que se regula la fabricación, distribución, prescripción y dispensación de sustancias y preparados psicotrópicos; Real Decreto 1910/1984,
de 26 de septiembre de receta médica; Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, que regula los tratamientos con
opiáceos a las personas en centros y servicios sanitarios; Orden ministerial de 25 de abril de 1994, por la que se regulan las recetas y los requisitos especiales de prescripción y dispensación de estupefacientes para uso humano.
49. Recetas que requieren visado de inspección: medicamentos de diagnóstico hospitalario (DH), medicamentos de especial control médico (ECM), vacunas bacterianas o antialérgicas individualizadas, vacuna antihepatitis B, pañales
de incontinencia, medias de comprensión normal, alimentos-medicamentos, tiras reactivas, y en general medicamentos, efectos y accesorios desprovistos de cupón precinto, y aquellos medicamentos recogidos en cada momento
por la normativa vigente. "Dispensación de Medicamentos". "Guía Prácticas Tuteladas Oficina de Farmacia". Facultad de Farmacia. Universidad de Salamanca (documento obtenido en agosto 2004, de la página web
"www3.usal.com"). En cuanto al paso a uso hospitalario de la hormona del crecimiento, ver "Comunicación sobre
riesgos de medicamentos para profesionales sanitarios, Ref. 2005, 22 abril 2005, Nota Informativa. Riesgos del uso
de la hormona del crecimiento en personas sanas y paso a "uso hospitalario"", Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.
50. Sánchez-Caro J y Abellán F. Atención Farmacéutica y Responsabilidad Profesional, Ed. Comares, Granada, 2004, pp.
75-80.
51. V. informe sobre "Valoración del Consejo Sanitario de las Oficinas de Farmacia", hecho público por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, el 8 de marzo de 2004. En este documento se destacan otros datos
de interés como que las actuaciones sanitarias anuales de las oficinas de farmacia poseen un contenido equivalente a 70 millones de consultas médicas, 59 millones de consultas de enfermería y 1,5 millones de consultas de urgencias, lo que, a tenor del citado documento, supone que ahorran al Sistema Sanitario un 26% de las visitas al
médico general, un 37% de las visitas de enfermería y un 6% de las urgencias (ver punto quinto del apartado 4 del
informe).
52. V. art. 2, h, de la Ley 5/2005, de 27 de junio, de ordenación del servicio farmacéutico de Castilla-La Mancha.
53. Consenso sobre Atención Farmacéutica, ob. cit., 2002, p. 23.
54. Esta clasificación aparece en la obra citada Manual de Farmacia Clínica y Atención Farmacéutica, concretamente
en el capítulo sobre la "Consulta farmacéutica", realizado por Barbero González J A y Alfonso Galán M T, pp. 440452.
55. Documento de competencias de la profesión farmacéutica, del Colegio Catalán de Especialidades en Ciencias de la
Salud, publicado en "Correofarmacéutico.com", el 17 de junio de 2002.
56. Adoptada por el Consejo de Ministros el 21 de marzo de 2001, en la 746 reunión de Delegados de los Ministros.
57. V. apartado IV de la Exposición de Motivos de la Ley 29/2006 de garantías y uso racional de los medicamentos y
productos sanitarios.
58. Apartado I de la misma Exposición de Motivos.
59. En el art. 6.2, a), de la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias, se establece
la competencia exclusiva de los médicos sobre el diagnóstico y tratamiento cuando se dice: "a) Médicos: corresponde a los Licenciados en Medicina la indicación y realización de las actividades dirigidas a la promoción y mantenimiento de la salud, a la prevención de las enfermedades y al diagnóstico, tratamiento, terapéutica y rehabilitación
de los pacientes, así como al enjuiciamiento y pronóstico de los procesos objeto de atención".
22
MÓDULO 2
60. La definición y recomendaciones indicadas proceden de una guía de uniformidad para protocolos de síndromes menores, realizada por el "Grupo de trabajo del Colegio de Farmacéuticos de Gerona". V. Correo Farmacéutico, Sección Gestión, semana del 12 al 18 de julio de 2004, p. 42.
61. Art. 19.4 de la Ley 29/2006, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios.
62. Art. 19.2 de la misma ley anterior.
63. Las especialidades farmacéuticas publicitarias (EFP), hoy medicamentos publicitarios (tras abandonar la ley de garantías el concepto de especialidad farmacéutica) son medicamentos OTC que se caracterizan porque no requieren
receta médica para su dispensación, están excluidas de la financiación con cargo al Sistema Nacional de Salud, tienen precio regulado y se permite su publicidad en los medios de comunicación (su régimen se encuentra en el art.
78 de la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios y en el R.D. 1416/1994, de 25
de junio, por el que se regula la publicidad de los medicamentos de uso humano, y por el R.D. 2730/1981, de 19 de
octubre, sobre características y registro de las EFP). El resto de especialidades OTC, tampoco precisan receta para
su dispensación, ni gozan de financiación pública, si bien su precio es libre y la información publicitaria sólo puede
estar dirigida a los profesionales. No obstante, deben dispensarse en cualquier caso con receta todos los medicamentos de administración parenteral y las fórmulas magistrales. V. "Dispensación de Medicamentos", "Guía Prácticas Tuteladas Oficinas de Farmacia", de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Salamanca.
64. Art. 78.1, b) de la Ley 29/2006.
65. V. art. 10.1, i), de la Ley foral 12/2000, de 16 de noviembre, de Atención Farmacéutica en Navarra. En iguales términos se recoge este derecho en el art. 10.1, f) de la ley 13/2001, de ordenación farmacéutica de Castilla León, y en
el art. 5 (puntos 5 y 6) de la ley 4/1999 de ordenación farmacéutica para Aragón.
66. V. arts. 14 y 16 (apartados 5 y 6) de la mencionada ley castellano-manchega. También el art. 19, f) de la misma
norma establece entre las funciones de la oficina de farmacia la de dar consejo farmacéutico a los usuarios. También el art. 8, e) de la ley 6/1998, de 22 de junio, de ordenación farmacéutica de la Comunidad Valenciana, incluye
entre las funciones de las oficinas de farmacia la mencionada de dar consejo farmacéutico, informando sobre el uso
correcto y racional de los medicamentos.
67. Manual de Farmacia Clínica y Atención Farmacéutica, ob. cit., p. 440.
68. Art. 7, b), de la Ley 4/2005, de 13 de julio, de ordenación farmacéutica de Canarias.
69. Art. 5.1, c, de la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias.
70. V. Abellán, F.: artículo "La consulta o indicación farmacéutica. Consideraciones legales", publicado en El Global, semana del 22 al 28 de marzo de 2004.
71. V. Consenso sobre Atención Farmacéutica, pp. 23-24.
72. V. art. 33.1 de la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud.
73. Art. 44 apartados h) y n), y art. 49 apartado k) de la ley 5/2005, de 27 de junio, de ordenación del servicio farmacéutico de Castilla-La Mancha.
74. Art. 84.1 de la Ley 29/2006, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios.
75. Art. 96.2 de la misma ley de garantías.
76. V. apartado I de la Exposición de motivos de la ley indicada.
77. Estas definiciones se contienen en la documento de Consenso sobre Atención Farmacéutica, respaldado por las Autoridades Sanitarias y editado por el Ministerio de Sanidad y Consumo, en 2002, p. 14.
78. V. art. 9.2, de la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias. En el art. 4.7, e) de
la misma norma se establece que entre los principios que deben presidir el ejercicio de las profesiones sanitarias ha
de encontrarse "la progresiva consideración de la interdisciplinariedad y multidisciplinariedad de los equipos profesionales en la atención sanitaria".
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Cómo resolver los principales conflictos tipo
en la relación farmacéutico-paciente
79. Art. 9.3 de la citada ley de ordenación de las profesiones sanitarias.
80. Ver art. 16 de la Ley 19/1998, de 25 de noviembre, de ordenación y atención farmacéutica en la Comunidad de Madrid.
81. Art. 17.3 de la Ley 22/2007, de Farmacia de Andalucía.
82. V. Sánchez-Caro J y Abellán F. Derechos del médico en la relación clínica. Fundación Salud 2000, Madrid, 2006, pp.
33-39.
83. LOPS, artículo 4.7. b). También el artículo 59.2.c) de la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud, que establece que la infraestructura para la mejora de la calidad del Sistema Nacional de
Salud está constituida, entre otros elementos, por las guías de práctica clínica y guías de práctica asistencial, que
son descripciones de los procesos por los cuales se diagnostica, trata o cuida un problema de salud.
84. LOPS artículo 4.7. c) y d).
85. La lex artis consiste en la forma correcta de actuar un profesional de acuerdo con las circunstancias concretas que
se le presentan de medios, espacio, tiempo y lugar.
86. Sentencia de 9 de marzo de 2005, del Tribunal Superior de Justicia de Galicia.
87. Sentencia de 8 de marzo de 2004, del Tribunal Supremo (Sala Primera).
88. Sentencia de 16 de diciembre de 1999, de la Audiencia Provincial de Toledo.
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