Asociación Cultural Révolté Historia de Mallén. Contemporánea Visita de Carlos IV a Mallén por Iván Heredia Urzáiz Historiador Visita de Carlos IV a Mallén El año 1802 fue muy importante para la villa de Mallén, un pueblo que a pesar de haber tenido unas buenas cosechas, no se libró del azote de unas fiebres que diezmaron la población notablemente. La causa de la gran virulencia que adoptó la epidemia en esta villa hay que buscarla en la falta de grano debido a la excesiva saca que se hizo vía Castilla y otros lugares. Esta falta de cereales produjo que la población peor alimentada fuera más susceptible a enfermar. Pero este episodio negro en la historia de Mallén pronto fue apartado de la memoria colectiva ante la alegría y el regocijo que despertó la visita real. Con motivo de la boda entre Príncipe de Asturias (Fernando VII) y su prima la infanta del Reino de Nápoles (María Antonia de Nápoles), la familia real, junto con la corte, viajó al lugar donde se producirían los esponsales, Barcelona. Durante su viaje, desde Madrid hasta la Ciudad Condal, los reyes y su séquito decidieron pasar unos días de descanso en Zaragoza. El lunes 23 de Agosto, el Rey Carlos IV hizo acto de presencia en Zaragoza. Allí entre corridas de toros y celebraciones solemnes el soberano decidió visitar “las obras del Canal Imperial”. El itinerario de esa pequeña excursión real era corto. De Zaragoza iría hasta Mallén donde comería, de Mallén se dirigiría hasta Tudela donde haría noche y al día siguiente bajaría por el Canal Imperial hasta Pedrola donde comería y por la tarde, de vuelta a Zaragoza. El concejo, al tener noticia de tan notable acontecimiento, comenzó a preparar la visita del rey. A pesar de la “mucha extracción [de cereal] que hubo para Castilla y otras partes” no faltaría la comida para los invitados. Por sí sola, Mallén, no podía 2 Asociación Cultural Révolté preparar un acontecimiento de tal magnitud, por ese motivo se pidió ayuda a los corregidores de los partidos de Borja y Tarazona. Asimismo, unos días antes de la llegada del soberano Carlos IV, llegaron a “esta villa” gentes de la Real Comitiva que comenzaron a preparar la visita. Arreglaron desperfectos en casas, embellecieron las calles principales y dispusieron la casa de Don Juan Ramón de Navas para hospedar al rey durante su visita. Tras pasar unas horas cazando en la “Muga de Gallur”, el rey llegó a Mallén acompañado del Ministro de Guerra y Hacienda junto con cuatro grandes de España y una gran comitiva a eso de las diez de la mañana. Miles de personas venidas de muchos y variados lugares se agolparon desde el cementerio hasta el paradero para ver un espectáculo excepcional. Los miembros del Ayuntamiento, montados a caballo, salieron a recibir al rey. Llegado éste en su flamante rocín, los miembros de la comitiva municipal se apearon y tras una breve arenga, el rey comenzó su travesía por el pueblo. Las gentes gozosas intentaron llevar en brazos a su rey, hasta el punto de que casi lo tiraron del caballo. El soberano pidió a los presentes que le dejasen entrar montado en su jamelgo, propuesta que fue respetada por el público asistente. El bullicio, la risa, la fiesta y la alegría fluía por el ambiente. Las loas y los vivas dirigidos a la real figura fueron tan enérgicos y abundantes que el sonido de las campanas, que en esos momentos tocaban a bando, fue aplacado por el júbilo popular. Y, en este ambiente festivo, el rey avanzó por las calles del pueblo hasta llegar al palacio de Navas. Tras una breve estancia en sus aposentos, se sirvió el banquete. El monarca y otras personalidades de alta cuna comieron en el corral del molino de aceite de Don Manuel Zapata, mientras que la Mesa de Estado se dispuso en la plaza del pueblo. Todo el mundo disfrutó de buena y abundante comida. Tras el banquete, hacia las tres de la tarde, el soberano se dispuso a seguir con su viaje. Cientos de personas se agolparon en las márgenes del Camino de Tudela para despedir a Carlos IV, quien antes de salir de los territorios aragoneses, se paró en la ribera del camino y con “una escopeta de los monteros” se dispuso a practicar, de nuevo, su deporte favorito, la caza. Después, el rey traspasó los dominios de Aragón y fue recibido por los navarros con otra arenga. 3