Familiares_de_las_victimas_del_franquismo

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INTRODUCCIÓN
Era horrible, en cada camión había 20 o 30 hombres y mujeres
amontonados unos sobre otros, atados como cerdos para el mercado.
Diez minutos después oímos disparar en el cementerio y supimos que
todo había terminado.
(Maravillas Davenhill, hermana del vicecónsul británico de Granada,
William Davenhill)
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Ya hemos desentrañado la significación de la ráfaga de disparos
que oímos cada mañana al amanecer y cada tarde al anochecer.
También hemos podido relacionarlo con los camiones de soldados que
suben por el Hotel Washington Irving unos pocos minutos antes de que
oigamos los disparos y que bajan otros pocos minutos después. Hoy
cuatro de nosotros jugábamos al bridge en una habitación de la segunda
planta del hotel cuando pasaron dos camiones. Desde abajo habría
parecido que todos los hombres en aquellos enormes camiones fuesen
soldados, pero hoy los vimos desde arriba y observamos que en el
centro de cada camión había un grupo de paisanos.
El camino que pasa por el Washington Irving va al cementerio. No
va a otro sitio. Hoy los camiones subieron con aquellos paisanos. En
cinco minutos oímos los disparos. A los cinco minutos bajaron los
camiones, y esta vez no había paisanos. Aquellos soldados eran el
pelotón y aquellos paisanos iban a ser fusilados.
(El periodista norteamericano, Robert Neville, cronista a la sazón del
New York Herald Tribune anotaría en su diario de 29 de julio)
Familiares de las víctimas del franquismo, Asociaciones memorialisticas de
Granada colectivos sociales, representantes de partidos políticos y sindicatos,
acudimos un año más junto a representantes institucionales a este acto de
dignificación y reconocimiento a los cuatro mil ciudadanos y ciudadanas que
fueron fusilados y arrojados a las fosas comunes del Cementerio de San José.
Hoy 18 de julio de 2014 este recinto ya es Lugar de Memoria Democrática
gracias a la iniciativa del gobierno andaluz, de la Junta de Andalucía que ha
querido así significar que en las tapias y en el Cementerio de Granada se
escribió una de las páginas más dramáticas de nuestra historia que es
necesario rememorar para no olvidar. Pronto veremos aquí erigirse un
memorial.
Reconocimiento, dignificación, verdad, justicia y reparación es lo que venimos
reclamando desde décadas historiadores, estudiosos, intelectuales y colectivos
memorialisticos como señal inequívoca de normalidad democrática. Porque en
este entorno, en estas tapias, perdieron la vida violentamente los legítimos
representantes de la Segunda República Española. Eran militantes de
izquierdas, sindicalistas o republicanos, concejales, diputados a Cortes,
funcionarios, campesinos, obreros, profesores, empleados, transportistas, etc…
ciudadanos con derechos, gente normal que fueron condenados a la última
pena –sin juicio justo- por ser contrarios a la rebelión militar de corte fascista
que desencadenó la guerra civil en aquel 18 de julio de 1936.
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Entre las víctimas se cuentan 6 diputados a Cortes de los 13 que conformaban
la candidatura del Frente Popular de 1936: los socialistas Ernesto Fernández
Jiménez, médico, el obrero Antonio Martín García y el ingeniero Francisco
Menoyo Baños (también concejal y primer alcalde socialista de Granada capital,
fusilado en 1940) y tres republicanos, el catedrático de Historia José Polanco
Romero de Izquierda Republicana, el abogado Ricardo Corro Moncho, también
de Izquierda Republicana y Miguel Rodríguez Molina de Unión Republicana.
Antes de terminar el verano sangriento de 1936. El resto de diputados salvaron
sus vidas por encontrarse fuera de Granada y fallecieron todos en el exilio.
Prácticamente la totalidad de la mayoría de izquierdas del Ayuntamiento de
Granada capital fue pasada por las armas. De los 17 concejales del PSOE
fueron fusilados 16, todos ellos, entre julio a octubre de 1936: Manuel Fernández
Montesinos, alcalde y cuñado de Federico García Lorca. Rafael Gómez Júarez,
de profesión camarero. Juan Fernández Rosillo, impresor. Antonio Dalmases
Miguel, comerciante. Francisco Ramírez Caballero, industrial. Federico García
Ponce, ferroviario. José Valenzuela Marín, dependiente de comercio. Maximiliano
Hernández Martínez, comerciante. Virgilio Castilla Carmona, industrial y
comerciante y Presidente de la Diputación Provincial. Juan Comino Alba,
procurador. Manuel Salinas Pérez, empleado. Wenceslao Guerrero Carmona,
comerciante. Rafael García Duarte Salcedo, catedrático de Medicina, Pediatra.
Pablo Cortes Fauré, catedrático de la Escuela Normal. Claudio Hernández López,
médico. Francisco Menoyo Baños, que fue fusilado en 1940. Solo se libró del
fusilamiento el catedrático de Ginecología y exrector de la Universidad de
Granada, Alejandro Otero Fernández, que se encontraba ausente de Granada
quien fallecería en el exilio en México.
Sin duda, un ramillete de personalidades de relevancia social e institucional,
representantes de las clases medias profundamente democráticas y
comprometidas con los valores y principios progresistas y republicanos que no
nos puede hacer olvidar que el grueso de los 4.000 fusilados, sobre el 75%,
eran campesinos, jornaleros y obreros de la industria y empleados,
simpatizantes o militantes de izquierdas.
Durante décadas la dictadura franquista ha querido ignorar esa naturaleza
social de la represión y, consecuentemente, la simbología de este paraje. Se
ha pretendido borrar cualquier vestigio del terror institucionalizado que aquí se
desencadenó para liquidar la experiencia republicana y democrática de la
Segunda República Española de 1931-1936. En la historiografía oficial nada se
recogió de los fusilamientos y las fosas de los patios de San José y Santiago,
mientras se erigía un patio para los “caidos por Dios y por la Patria”.
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Sin embargo, el Cementerio Municipal de Granada es sin duda la gran fosa de
la guerra civil en Granada. Donde fueron enterradas cerca de cuatro mil
víctimas desde julio de 1936 hasta finales de los cincuenta. Tenemos recogidos
datos de un total 3.720 víctimas de las cuales conocemos los nombres
apellidos, edad, naturaleza y profesión de unas tres víctimas. Y todavía no es
un recuento definitivo. Más de seiscientas personas fueron enterradas sin
filiación alguna, porque tanto en los libros de defunciones del Registro Civil o
en otras fuentes se anotó: persona “desconocida” o “relación de personas
desconocidas”.
Más de 2.400 víctimas “conocidas”; seiscientas treinta y dos víctimas
“desconocidas” fueron enterradas durante la guerra civil en las fosas de los
patios de ensanche de San José y patio de Santiago. Además conocemos al
menos referencias de otros 405 fallecidos con origen “Prisión”. Los fusilados -y
los traídos muertos a consecuencia de “heridas de arma de fuego”- reposaron
en fosas comunes durante décadas. En los años cincuenta y sesenta sus
restos óseos fueron apilados, fueron incinerados sin autorización alguna,
(¿fueron sacados y arrojados a vertederos?)
Sí. Todo hace indicar que se sacaron los restos de fusilados de las fosas o se
erigieron sobre las mismas la ampliación del Cementerio. Los republicanos
granadinos reposarían en un lecho fúnebre e injusto en las losas de hormigón
de las renovadas calles del ensanche de los patios de San José y de Santiago.
Además se destruyeron o se ha hecho desaparecer los libros de
enterramientos del Ayuntamiento. ¿Por qué no existen en el Archivo Municipal
de Granada ni en la empresa que gestiona el Cementerio aquellos fondos
documentales, ni son accesibles a la consulta al investigador aquellos
expedientes? ¿Hasta cuándo se permitirá ese ocultamiento?.
Todo para ocultar el genocidio cometido por las autoridades civiles y militares
del primer franquismo..
La sociedad civil granadina debe ser consciente que para pasar página de su
historia reciente contemporánea debe conocer los hechos que acaecieron, las
circunstancias y el devenir de esa página negra no suficientemente reconocida
y dignificada; página negra que son esos miles de nombres que reclaman sus
nombres con noble, leal y justo reconocimiento de su existencia…. Mientras
tanto el luto queda suspendido… y la injusticia permanece en el olvido y en el
silencio cómplice de una sociedad y autoridad civil que como la del franquismo
quiso y “quiere mirar hacia otro lado”.
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La sociedad granadina actual y el memorialismo apuesta por la recuperación
digna de la memoria democrática que se plasmará en la futura Ley de Memoria
Democrática de Andalucía. Actos como el que se celebra en el Lugar de
Memoria de las Tapias del Cementerio de San José construyen en positivo esa
Buena y Justa Memoria de nuestro pasado reciente, que nos dignifica en
colectivo como ciudadanos de pleno derecho y retornándoselo a quienes le
arrebataron todo, injustamente.
FINAL:
GERALD BRENAN La faz actual de España. 1952:
-¿No puede señalarme donde se efectuaron las ejecuciones?-pregunté.
…. Pasamos por las puertas de hierro y nuestro hombre nos llevó al muro
que limita el lado inferior del cementerio. Las señales de las balas estaban
todavía allí, así como algunas manchas de sangre reseca. Habían sido
bajados de los camiones y ametrallados en grupos, todavía maniatados.
Sólo los concejales de la ciudad habían obtenido el privilegio de encender
cigarrillo y mostrar así su desprecio y su actitud de reto. Allí habían
esperado, mirando al olivar de tierra rojiza que ascendía hacia un cielo que
gradualmente se iluminaba. Y después, nada…
Frente al mismo olivar, contemplando la misma tierra
rojiza….Aquellos ciudadanos y ciudadanas no se
merecen por más tiempo…. la NADA.
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