El cementerio de Poblenou, un reflejo de la ciudad en pequeño. Como solución a los problemas de insalubridad ocasionados por las fosas parroquiales que existían dentro de la Barcelona amurallada, el obispo de Barcelona Josep Climent fundó en el año 1775 el primer recinto funerario de Barcelona, fuera murallas, en su actual ubicación cerca de la playa de la Mar Bella. Situado a más de un kilómetro de la ciudad, y en una zona despoblada, supuso una manera muy distinta de entender los ritos funerarios. Antiguamente, la tradición se basaba en la unidad entre parroquia, cementerio y barrio. La construcción de este cementerio que no formaba parte de ninguna comunidad provocó un cierto rechazo inicial entre la población. El cementerio fue destruido por las tropas napoleónicas en 1813 durante la Guerra del Francés. El obispo Sitjar decidió emprender su reconstrucción y encargó la obra a Antonio Ginesi, joven arquitecto italiano, residente en Barcelona en calidad de vice-cónsul del gran ducado de Toscana. Las características del proyecto de Ginesi, inspirado en el cementerio de tipo mediterráneo, son una planta rectangular de tipo claustral, rodeada de muros perimetrales elevados, una entrada monumental rodeada por una plaza semi-circular, una capilla y dependencias auxiliares. Las formas neoclásicas, el espacio de entierros igualitarios, la simetría así como el efecto de orden y serenidad reflejan los gustos estéticos y las aspiraciones políticas de las nuevas clases emergentes de la ciudad. Orientada hacia la ciudad, la fachada del recinto, con sus su simetría y la regularidad de sus formas, su sencilla monumentalidad, el exotismo de los elementos egipcios, caracterizan el neoclasicismo de Ginesi, que rompe radicalmente con los estilos góticos o barrocos de los edificios religiosos del momento. A partir de la muerte de Antonio Ginesi, el año 1824, se producen modificaciones en el proyecto inicial y se impone el objetivo de conseguir una mayor rentabilidad mediante la densificación. El cambio más radical en este sentido fue la desaparición de grandes espacios ajardinados en el interior del recinto. La comparación con la igual desaparición de las amplías zonas de jardín previstas en el centro de las manzanas del Eixample nos muestra que el movimiento especulativo y la búsqueda de la máxima rentalibildad fue una hecho constante en la urbanización de la ciudad a lo largo del siglo XIX. A partir de 1850, por la falta de espacio para los enterramientos en el cementerio, las autoridades municipales emprendieron obras de ampliación del cementerio. Si el proyecto de Ginesi expresaba las nuevas ideas de igualitarismo de principios del siglo XIX, las obras que empezaron hacia 1850 reflejaban la nueva estructura social que se estaba imponiendo en la ciudad. La nueva elite económica barcelonesa que consiguió el derribo de las murallas y haría posible la celebración de la Exposición Universal de1888 hizo construir los panteones situados en el Departamento II del cementerio. Este nuevo recinto funerario, proyectado por Miquel Garriga y Roca y realizado por Joan Nolla, concentra el trabajo de escultores y arquitectos famosos de la época y refleja la voluntad de la burguesía barcelonesa de exhibir su opulencia y prestigio social. Podemos encontrar en el cementerio las sepulturas de personajes ilustres que protagonizaron momentos que marcaron la evolución de la ciudad, como Narcís Monturiol, Valentí Almirall, Narcís Oller, Anselm Clavé entre otros. Un paseo por el cementerio ofrece un itinerario artístico relevante, con esculturas de los hermanos Valmitjana, de Rossend Nobas, Joseph Reynés, Joan Roig Solé, Rafael Atché, figuras muy representativas del arte catalán. También destacan los arquitectos Francesc Daniel Molina, Elies Rogent, Joseph Vilaseca, Josep Fontseré, Joseph Oriol Mestres y Enric Sagnier entre otros. El cementerio engloba el período que va de 1775 hasta la celebración de la exposición Universal de 1888. Es entonces cuando el de Montjuïc, inaugurado en 1883, toma el relevo. La mayoría de las grandes familias, así como otras clases sociales barcelonesas, empezaron a desertar el cementerio de Poblenou hacia el nuevo recinto funerario. Esa tendencia se refleja claramente en la escasez de panteones y elementos modernistas en el cementerio de Poblenou y nos muestra cómo los cementerios pueden ofrecernos una lectura de la historia de la ciudad. La empresa Cementiris de Barcelona, muy consciente de este patrimonio histórico, artístico y cultural ha puesto en marcha desde 2004 la ruta de los cementerios y contribuye a popularizar unos espacios que, a pesar de su naturaleza íntima, forman una parte importante del patrimonio de nuestra ciudad. Históricamente, el barrio y el cementerio se han ignorado mutuamente y han vivido el uno a espaldas del otro, como lo demuestra la imponente tapia de la acera de la calle Taulat que se contrapone a los edificios de la acera de enfrente, eliminando cualquiera posibilidad de diálogo. Todo el perímetro norte del cementerio ofrece un paisaje desolado. La calle Taulat, un verdadero almacén de coches, ofrece unas aceras nimias y el pasaje del Cementiri Vell, con unas edificaciones a punto de ruina y espacios residuales sin asfaltar, parece tierra de nadie. Pero el éxito de las visitas turísticas en el cementerio demuestra el interés por una infraestructura que nunca fue pensada para formar parte de la ciudad compacta. Los muros del cementerio mediterráneo, que parecen ocultar secretos inconfesables, son el tema que proponemos para esta quinta convocatoria de la segunda edición de racons publics con el objetivo de cuestionar y replantear la relación entre la ciudad de los vivos y la de los muertos. Agradecimientos a: Arxiu Històric de Poblenou por su colaboración y la procedencia del material documental. http://www.arxiuhistoricpoblenou.es/ Cementiris de Barcelona, S.A. Recomendamos la visita guiada gratuita al cementerio de Poble nou el primer domingo de cada mes a las 10h30 en catalán y a las 12h30 en castellano. Para más información: http://www.cbsa.es/ Plano de ubicación del primer cementerio fuera murallas con su camino de acceso. En Papers de l’Arxiu Històric de Poblenou, núm 13, 2008. Plano con el cementerio del obispo Sitjar y el principio de urbanización del passeig del cementiri. En Papers de l’Arxiu Històric de Poblenou, núm 13, 2008. Plano de Sant Martí de Provençals en el año 1882 con el passeig del cementiri consolidado. En Papers de l’Arxiu Històric de Poblenou, núm 13, 2008. Vista de la fachada del cementerio en un grabado de 1841. En Papers de l’Arxiu Històric de Poblenou, núm 13, 2008. Acceso al cementerio en una fotografía de 1905. En Papers de l’Arxiu Històric de Poblenou, núm 13, 2008. Panteón de Josep Anselm Clavé. En Papers de l’Arxiu Històric de Poblenou, núm 13, 2008. Panteones del cementerio en una postal de principios de siglo XX. En Papers de l’Arxiu Històric de Poblenou, núm 13, 2008 A la izquierda: Escultura El petó de la mort, de Jaume Barba. Fotografía Sara Dauge y Alex Giménez, 2009. A la derecha: Grupo escultórico, obra del escultor genovés Fabián. En Papers de l’Arxiu Històric de Poblenou, núm 13, 2008 Arriba: Vista aérea del cementerio en el año 1970. Abajo: Vista aérea después de los juegos olímpicos. En Papers de l’Arxiu Històric de Poblenou, núm 13, 2008