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320
HISTORIA
NATURAL
grejos de períodos anteriores es muy señalado. El Pieraspis es uno de esos peces
primitivos, cuyas aletas sumamente desarrolladas eran empleadas sin duda a la
manera de remos. También es muy notable el Cephdaspis, con la cabeza recubierta por un escu- IIJHI iiiii _
OJOS distin^^^^^Hj^^A
tos y con una cola
corta y flexible (figura 241).
^^^^^^
j^Qg jjj¿g extraordinarios de todos
estos seres acuáticos
son acaso los Pterichthys o peces alados, si bien sus aletas no tenían parecido alguno con los
apéndices que llamamos alas y que
sirven para el vuelo. Estos peces eran
pequeños y de formas toscas y desmañadas ; tenían la boca y los ojos muy
sencillos y probablemente se arrastraban perezosamente
por el cieno del fondo, asomando tan
sólo los ojos extrañamente colocados y
el extremo de sus
planchas acorazadas
( F o t . B r l t l j h Musenml
y simétricamente
FIG. 2 4 1 .
El Cephalaspis, pez fósil del devónico.
distribuidas. La cola
era escamosa (fig. 242). Otro pez muy raro de aquella época se supone ser el antecesor de las lampreas.
Además de los peces de agua dulce se encuentran algunos marinos; pero
en el devónico los de agua dulce son con mucho los más abundantes. No es posible mencionarlos a todos. El pez llamado Coccosteus y sus afines llevaban en
la cabeza y en la parte superior del cuerpo unas placas óseas de considerable espesor; pero la cola y la parte media del cuerpo carecían de protección. También
^^^^^^^H|^
^HP^miJ|BL
LA
TIERRA
313
tran, y siendo los correspondientes a la era agnostozoica tan escasos e incompletos, no puede decirse nada en concreto acerca de las condiciones climatológicas de tan remotas edades.
Pero cuando llegamos al cámbrico ya es otra cosa. En las rocas que constituyen ese terreno
encontramos por vez
primera fósiles perfectamente conservados que nos ilustran acerca de la vida en aquel período.
Aun aquí, sin embargo, el legado no
es completo; p e r o
representa un avance grandísimo respecto de los vestigios orgánicos de
los períodos anteriores. Lo que más llama la atención en
medio de esa abundancia relativa de
vida es que mientras que el reino animal está muy bien
r e p r e s e n t a d o , los
restos de plantas son
apenas reconocibles.
Sin embargo, debían
existir plantas, aunque sólo fuera para
alimentar a los animales, y existen razones fundadas para
( F o t . Boyer)
suponer que la TieF I G . 237. — Paradoscides spinosus, trllobttes del cámbrico medio.
rra estaba cubierta
de alguna clase de vegetación, por sencillas que fueran sus formas componentes.
No pocos de los animales del cámbrico vivían fijos en el fondo del mar, y
por consiguiente debía de haber en el agua materia orgánica flotante de alguna clase que les sirviera de alimento. Es muy posible que la mayoría de esas plantas
fueran de pequeñísimo tamaño, como las que se encuentran flotando en los ríos
HISTORIA
NATURAL,
II.
21
314
HISTORIA
NATURAL
y en las charcas, y que en consecuencia no dejaron impresiones fósiles. Volviendo
a los animales, casi todas las divisiones del reino animal, exceptuando los vertebrados, tienen algún representante en el cámbrico. Crustáceos, moluscos, gusanos, corales, medusas, esponjas y otros muchos animales marinos hicieron de
pronto su aparición y aunque no se han encontrado restos de animales terrestres
hay motivos fundados para creer que existían algunos de éstos. Uno de ellos es
que en el período subsiguiente aparecen insectos y escorpiones, y como éstos son
animales que alcanzan un elevado desarrollo, es indudable que tuvieron algunos
antecesores primitivos en el cámbrico. No se encuentran peces fósiles en este
terreno, pero sí en el ordovícico que le sigue.
Los animales característicos del cámbrico son los trilobites. Estos eran crustáceos, tenían ojos y había en ellos posibilidades de desarrollo; pero sin duda no
llegaban en la escala animal a la altura de la langosta de nuestros días. Nada
queda de ellos excepto su estructura ósea, pero se cree que nadaban y que caminaban por el fondo del mar, que algunos de ellos eran rápidos en sus movimientos y que tenían la costumbre de mudar el caparazón. Debieron de ser animales sociales porque a veces se encuentran sus caparazones amontonados en gran cantidad, y si bien pudieran ser procedentes de mudas, se cree que los antiguos trilobites vivían en colonias, cazaban para procurarse el sustento y luchaban en
la forma que lo harían sus descendientes millones de años después (fig. 237).
En cuanto a las condiciones de la vida en este período no sabemos a punto
fijo cuáles serían. Acaso las primeras plantas unicelulares se originaron en el
mar y la tierra estaba desierta y las aguas de sus lagos no podían sustentar la
vida; acaso, por el contrario, las plantas aparecieron primeramente en esas aguas
para invadir después las del océano. Es muy posible que ignoremos siempre lo
que ocurrió en tan remotos tiempos; pero es muy probable que la vida se iniciara
en el agua.
Lo que sí parece cierto es que las aguas cubrían la mayor parte del globo;
la tierra firme era reducida y desigual. Es posible que los mares fueran menos
profundos que en la actualidad; pero, en cambio, su extensión era mucho mayor.
Sin duda las lluvias y las tormentas eran mucho más frecuentes que ahora a
causa de la continua condensación de las aguas por los rayos del sol. Este iluminaba escasas veces la superficie del planeta, y no faltan geólogos que opinan que
en aquellos tiempos la Tierra estaba perpetuamente envuelta en nubes como le
ocurre ahora a Venus.
Europa como continente no existía. Algunas islas asomaban sobre las aguas
donde actualmente se encuentran Alemania, Suiza, Francia y España. Es posible
que en el extremo oeste de Escocia existieran algunas islas rocosas; luego se
extendían las aguas del océano sin interrupción hasta el Canadá. Gran parte
del Canadá, sin embargo, estaba sumergida, así como los Estados Unidos, excepto algunas grandes islas. En el hemisferio meridional la América del Sur tam-
'
EL PERÍODO CARBONÍFERO
Siguiendo la historia de las rocas llegamos al sistema que comprende los
estratos que contienen carbón. Los geólogos ingleses que vivieron en los comienzos del siglo pasado observaron que debajo de las capas de carbón suele encontrarse un estrato muy grueso de arenisca roja que contiene abundantes fósiles
de peces de agua dulce, conchas y plantas; y que encima de las capas carboníferas se encuentra otro estrato de arenisca roja. En consecuencia dieron al primero de dichos estratos el nombre de arenisca roja antigua y al superior o más
reciente el de arenisca roja nueva.
Así, pues, la arenisca roja antigua se extiende entre las rocas del silúrico
y las del carbonífero. Pero en el condado de Devon (Inglaterra) encuéntrase un
espesor considerable de conglomerados, pizarras y calizas que contienen fósiles
marinos, y que por estar situado entre ambas formaciones pertenece al mismo
período geológico que la arenisca roja antigua. Se ha dado el nombre de devónico al período o sistema que comprende los estratos de conglomerados, pizarras
y calizas que se formaron evidentemente en el mar al mismo tiempo que los estratos de arenisca roja se formaban en el lecho de los lagos interiores de agua
dulce.
En la parte occidental de Inglaterra la arenisca roja antigua alcanza im
espesor de 3.000 metros, y en su parte inferior consiste en arenisca roja y amarilla, margas, esquistos y un conglomerado calizo. El color rojo es debido al
hierro, y en los lugares donde es más acentuado escasean los fósiles. Donde más
abunda la arenisca roja antigua es en Escocia. Allí determinó la vocación de
Hugh Miller, quien de simple albañil se convirtió en un geólogo eminente al descubrir algunos fósiles en esta clase de piedra, que inmortalizó en su obra "La
arenisca roja antigua".
Yacimientos parecidos de areniscas se encuentran en Rusia y en Norteamérica, donde es indudable que existieron en el devónico extensos lagos en
cuyo fondo se acumularon los materiales producto de la erosión y acarreados por
los ríos.
Los fósiles más notables de estos depósitos son los peces. Estos hicieron
su aparición en el silúrico superior y son muy abundantes en el devónico. Lo más
curioso en ellos es que se ve a todas luces que son peces que acaban de desarrollarse de otra forma animal, y su parecido con los trilobites y con ciertos can-
LA
3a6
HISTORIA
TIERRA
321
NATURAL
lación de arenas entre las cuales se encontraban ciertos nodulos. Estos, después
de extraídos, eran desmenuzados para la reparación de las carreteras. La bolsa
parece encontrarse en una fisura correspondiente al triásico, y, por consiguiente,
es posterior a las rocas pérmicas que se observan en ambos lados. Pues bien;
años atrás, al visitar dicho lugar el profesor antes mencionado, descubrió con el
asombro consiguiente que cada uno de
esos nodulos al ser
partido dejaba al
descubierto el esqueleto de un reptil de
grandes dimensiones. Dispuesto a explotar aquel depósito de fósiles Amalitzky empleó varios
años y grandes sumas en hacer trasladar muchos nodulos
a la Universidad de
Varsovia, donde con
sumo cuidado y con
instrumentos a d e cuados fueron abiertos recogiéndose los
fragmentos de huesos y reconstruyéndose los esqueletos.
Los pareiasaurios eran mayores
que un buey, pero
de patas más cortas.
( P o l . Boypr)
Al mismo tiempo
F I G . 254. — Ceratites cinclus. molusco fósil del triásico.
que ellos, pues sus
esqueletos se encuentran próximos unos a otros, vivia un animal carnívoro, enorme y terrible, cuyo cráneo mide unos sesenta centímetros y presenta unos dientes parecidos a los del tigre. El nombre de ese monstruo es Inostranseña. Es indudable que los rebaños de vegetarianos pareiasaurios eran atacados por los terribles Inostranserias y por otros animales carnívoros de aquella época.
Pero no eran las únicas víctimas. En estos primeros tiempos de los reptiles
se encuentran numerosos animales que participan tanto de éstos como de los
anfibios y que parecen una mezcla de varios tipos. Uno de ellos es el curioso
los tiburones actuales tenían sus representantes en aquellos tiempos. En casi
todos los períodos geológicos los tiburones han sido animales marinos; sin embargo, a veces se les encuentra en el agua dulce, como ocurre en los lagos Baikal
y Nicaragua. Es indudable que en el
devónico vivían en
el mar; pero también se encuentran
sus restos en la arenisca roja antigua,
lo que quiere decir
que f r e c u e n t a b a n
asimismo los lagos.
En los mismos
estratos d o n d e se
encuentran estos notables peces, hállanse grandes y especiales crustáceos, casi de dos metros de
largo. También se
observan almejas y
algunas
plantas
acuáticas, pero muy
escasas.
La vegetación
del devónico es la
primera que nos ha
llegado bien conservada. Había grandes licopodios po- Í M
rras y en las tierras
bajas próximas a los B l i
<Pot. B r i t i s h Mnaenni)
- El notable Pterichthys o pez alado.
ríos, densas espesuF I G . 242.
ras de calamites y
grandes masas de heléchos. Los licopodios y los calamites se fueron reduciendo
de tamaño; en cambio, las dimensiones de los heléchos aumentaron. Al mismo
tiempo aparecieron los abetos y los tejos. La vegetación del período devónico era
sombría; no existían flores y los insectos no eran por consiguiente de los que
vuelan de flor en flor. Insectos, los había, sin embargo: moscas dragón gigantescas y varias de las especies acuáticas; pero los que zumban y revolotean por los
-campos no habían hecho todavía su aparición. Lo extraordinario del caso es que
HISTORIA NATURAL.
II.—
22
322
HISTORIA
NATURAL
tengamos testimonios, como en efecto los tenemos, de que existían en el devónica
organismos tan pequeñísimos como son las bacterias.
Tampoco en este período podemos precisar cuál era la distribución de las
tierras. Las violentas perturbaciones del silúrico cesaron; pero no por esto dejó
la Tierra de experimentar sacudidas. Muchas partes de Inglaterra asomaban sobre las olas extendiéndose hacia Bélgica y el norte de Francia. No existían todavía ni el mar germánico ni el canal de San Jorge; y en Escocia, que también
emergía, se acumulaban los depósitos volcánicos. Sin embargo, aunque las islas
LA
TIERRA
335
pero, a pesar de su tamaño, era un animal relativamente inofensivo, cuyo sistema dentario demuestra que se alimentaba principalmente de vegetales (fig. 251).
FiG. 243. — Valle de Goldbacb, cuyas rocas corresponden al devónico.
Británicas, Bélgica, Dinamarca, Escandinavia, el oeste de Rusia, partes del centro de Francia y de Alemania y los Balcanes existían ya, el resto de Europa estaba todavía sumergido bajo las aguas. En los Estados Unidos había también:
hundimientos y alzamientos de terrenos, aunque, en general, la historia geológica del otro lado del Atlántico parece que no estuvo sujeta a grandes conmociones. Tampoco en Europa hubo grandes cambios hacia el fin del devónico; sin
embargo, se registraron algunas alteraciones de nivel en Rusia, Bohemia y la
Gran Bretaña (figs. 243 y 244).
El área continental en donde se encontraban los lagos de la arenisca roja antigua, y que era algo así como la Europa occidental sin Rusia comenzó entonces
a hundirse. Todas las islas Británicas, excepto una estrecha faja desde el norte
de Gales hasta Norfolk se hundió bajo las aguas. Desaparecieron los lagos y por
encima de sus yacimientos, así como por encima del resto de Inglaterra y de casi:
( F o t . K a r l Hagenbeck)
F I G . 253. • - Plesiosaurio reproducido en el Parque Zoológico de Hagenbeclt
(Hamburgo).
En sus conferencias sobre "Los animales extinguidos", Ray Lankester describe el descubrimiento de muchos de estos fósiles por el profesor Amalitzkyi
en las orillas del Dwina, cerca de Arkángel. Existen en dichas orillas unos acan- ]
tilados de estratos pérmicos y en ellos una bolsa especial consistente en la acumu-:
334
HISTORIA
NATURAL
pados por un gran lago interior y desde el norte de Inglaterra se extendía una
gran llanura a través de toda Europa. El mar había invadido Italia y llegaba
hasta la Alemania meridional y en este mar se depositaba la caliza que en tiempos
posteriores se había
de elevar para formar los Apeninos,
los Alpes y los Pirineos. El norte de
África estaba bajo
el agua, pero más al
sur sus tierras se
unían con las de la
India. El mar había
invadido parte de
Asia; en c a m b i o ,
Norteamérica e r a
mucho más extensa
que actualmente y
su costa occidental
avanzaba mucho
más por el océano.
En este período, llamado triásico
(nombre que le fué
dado por el geólogo
alemán Bronn porque encontró en él
tres capas distintas),
los reptiles y los anfibios adquirieron
un desarrollo considerable. Es imposible enumerarlos todos. Sería menester
( F o t . B r i t i s h Museum)
un volumen entero
F I G . 2 5 2 . - El Kannemeyerla, según Alice B . Woodward.
para tratar a fondo
de los reptiles del triásico, así como los de las formaciones jurásicas que siguieron a éste y los que se encuentran en el pérmico que le precedió. Nos limitaremos, pues, a citar algunos de ellos.
Uno de los más notables es el pareiasaurio, que se ha encontrado en las
areniscas y calizas jurásicas del sur de África, de Rusia, de la India y de la
Gran Bretaña. El esqueleto del pareiasaurio tiene dos metros y medio de largo;.
LA
TIERRA
32S
toda Europa, excepto Escandinavia y trozos de España, Italia y los Balcanes,
volvió a reinar el océano. Durante millones de años se fueron depositando en
estos lugares sumergidos los grisáceos yacimientos de caliza. Esta es la llamada
caliza carbonífera (fig. 245). Con el tiempo, el antiguo lecho del mar comenzó
a elevarse gradualmente y en las aguas poco profundas se acumuló gran cantidad
de grava, de piedra y de conglomerados. Eos depósitos de caliza suponen un mar
de aguas claras; pero en las orillas de estos mares se acumulan con frecuencia
las rocas de la tierra firme. Y las costas del mar que se extendió en los comienzos
FIG. 2 4 4 . — Rocas de PIymouth (Inglaterra), que pertenecen al devónico medio.
del carbonífero desde Irlanda y por todo el norte de Europa se caracterizan
por la existencia de grandes depósitos de arcilla, de grava y de arena.
El final de este período está señalado en Europa por grandes perturbaciones,,
las cuales, segtin ya hemos indicado, pudieron no ser súbitas y violentas, sino
que consistieron acaso en un levantamiento gradual que duró millares de años.
En este tiempo comenzó a aparecer el gran sistema montañoso conocido con el
nombre de Alpes paleozoicos. Dicho sistema cruzaba la Europa central, desde
las islas occidentales hasta los montes Sudetes por el este; y sus restos actuales
son los Vosgos, el Hartz y la Selva Negra. Contemporánea con este movimiento
orogénico fué la formación de los montes Urales.
Durante este tiempo reinaba en Europa un clima benigno y en un lugar tan
septentrional como Spitzberg las aguas eran lo bastante templadas para permitir
,el desarrollo de los corales y de plantas marinas, propios actualmente de los ma-
324
HISTORIA
NATURAL
res tropicales. Durante el periodo carbonífero el mar se calmó casi del todo
y subió considerablemente el nivel de su fondo. Entonces, en los grandes pantanos así formados y en las tierras bajas, se desarrolló lujuriante la vegetación
del hemisferio septentrional; y se formó el carbón que actualmente consumimos.
Veamos en qué circunstancias.
Los yacimientos carboníferos, tal como los conocemos, se encuentran todos
ellos en un estado parecido y se formaron evidentemente en el mismo período,^
LA
TIERRA
333
en los que se acumuló el agua dulce; en ambos, lechos correspondientes a lagos
salados o mares interiores; y en ambos yacimientos formados en el fondo de
los mares que ocuparon los continentes. Grandes extensiones parece ser que se
vieron alternativamente secas e inundadas; y otras rodeadas de hielos y azotadas
por los vientos fríos en invierno y abrasadas por el sol en verano; desiertos en
( F o t . BoTeT)
F I G . 251.
Esqueleto de pareiasaurio encontradojen El Cabo (.\frica del S u r , .
F I O . 2 4 5 . — Caliza carbonífera de la cindadela de Dinant (Bélgica).
desde el Ecuador hasta la isla de Melville, en el Ártico, isla que en la actualidad
está siempre cubierta por los hielos. Estas formaciones se extienden desde Nueva
Zelanda hasta la mitad de China, y son parecidas las de Nueva Zelanda y de
Nueva Gales del Sur. Por consiguiente, la primera conclusión que sacaremos es
que en aquella época, en casi todo el globo terráqueo reinaban las mismas condiciones climatológicas: calor, atmósfera húmeda, pesada y sofocante. De todos
modos, fuera cual fuese el clima, la vegetación era indudablemente densa y
frondosa como nunca.
Más adelante volveremos sobre esta vegetación; de momento sólo diremos
que era muy distinta de la actual. Imagínese una atmósfera sumamente húmeda
}• pesada, una especie de neblina caliente y constante que atravesaban con dificultad los rayos del sol, y que se resolvía en lluvia la mayor parte de los días
del año, algo así como un invernadero lleno de vapor caliente. El aspecto de
suma, como los que actualmente se encuentran en Asia, en el norte de África y
en el centro de Australia, pero mucho más extensos que éstos. En tales condiciones terminó la Era paleozoica y comenzó la Era mesozoica o secundaria.
Este período medio de los estratos y de la vida en ellos conservada se diferencia del antiguo en que a causa del mucho tiempo durante el cual prevalecieron
las condiciones de aridez de que tratábamos hace poco, la vida en su aspecto
general experimentó un cambio notable. Sin embargo, estudios más completos
han revelado que no se interrumpió por eso la sucesión de los seres ni dejaron
éstos de adaptarse incesantemente al medio en que vivían. No seguiremos de
cerca todos esos cambios y relaciones, ni tampoco nos detendremos en la consideración de todas las alteraciones habidas en la tierra y en el mar. Nos Hmitaremos a señalar a grandes rasgos el aspecto general de los continentes. Casi todas
las islas Británicas habían emergido de las aguas y gozaban de un clima tan
frío como es actualmente el de Islandia. El sur y el este de Escocia estaban ocu-j
Glaciar de la isla Heard, en el Antartico, en su entrada en el o c é a n o ,
Hisi. NAT.
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F u m a r o l a s en el puerto del Desengaño, en las islas S h e t l a n d s
HisT.
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t i e r r a se de.sli/.;i
con a s ] e c t o d e ser])ien1e,
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el h o m b r e r o m p i ó i r a e u n d o ,
p e n s é : "i'.l
a m o r c r e ó el m u n d o
v el odio lo h i z o
]icda7.os.
¡C-Uáu i n j u s t a \- ea])rielu)sa
es la vanidíid h u m a n a !
¿Dejar.'i d e .ser
lierni;ui;i
uu.a ro.sa d e o t r a rosa!^»
Y en 1.1 p i e d r a , t - n t r e las d o s
enemigas,
dejé e s c r i t o :
<'l,a f r o n t e r a es u n d e l i t o
c o n t r a l a s leyes ile Dirs.»
I,i:op()i,no C . w o
H a y en Madrid, en la calle de Atocha,
m í a farmacia que pertenece a don F. T e m prano. N o c h e s pasada.s, .siendo ya la.s tre.s
(le la m a ñ a n a , un amigo, para darle una
l)roma, le llamó por teléfono.
¡Ilolal ¿ivs Tem]irano?
Sí, señor.
Kueno, p u e s llamaré m á s tarde.
V colgó el receptor.
I t p n i i l o n t e : .Xrrrn.
<Sabe usted q u é nación de E u r o p a
se arruina si le quitan u n a mujer?
¿...?
- Bulgaria, porque si le q u i t a n Sofía
se queda .sin capital.
Hi'initcnt í': Alonso de Pose.
«I/OS Iioml)res de l e t r a s m u y raras v e c e s
cometen crímenes», flice un
tratadista
español que a c a b o de leer.
Ivs e v i d e n t e que ese autor n o lee n o v e l a s
modernas.
H í - n i i f e n l e : Xirotá.'í Itorn. l . l i i c l i n u i y n r .
Kl ])rofe.sor (".a.spar Cuervo
al e s í u d i a n t e Mejía
p r e g u n t a b a el o t r o día
si la voz b u r r o era verbo.
— Según lo que y o discurro,
burro es verbo, d o n (íaspar,
p u e s se puede conjugar:
y o burro, tú imrro, él burro...
I t i T i i i l e n l c ; .7. Diez.
.\firma mi amiga Lola,
y publicarlo m e encarga,
que de su perro, la cola
m i d e d o s m e t r o s de larga.
I ícniil efile:
V que n o h a y nadie que t u e r z a
e.sa cola de su perro
a u n q u e t e n g a m u c h a fuerza
porque es m á s dura que el hierro.
ANTONIO
I I c i t I i i de C . n m i i o s .
11. .VI. I'anijiloii;».
Con toda flema, el e.spo.s*} e s q u i v ó ,suce-]
sivameiite los d o s vasos que iban d e s t i n a d o s a su cabeza y que, de.spués de describir
u n a curva, fueron a e.strellar.se contra la
pared.
L u e g o ,se ];uso a leer.
— ¡Ivres el é l í i m o de los m o n s t r u o s !
— aulló la esposa, furibunda al ver su
m a l a puntería,.,
Ivl otro n o .se a t r e v i ó a contestar, tem i e n d o un n u e v o chaparrón vitreo,
Ivntonces ella, llorando de rabia, gritó:
— i^Ie v o y a echar .il río |)ara suicidarme!
- ¿De veras? - interrogó él. súbitamente interesado.
;Sí!
e x p e c t o r ó la dulce m i t a d
i Al río!
- B u e n o . . . ¡Avisa con tiemjío, para
comprar un filtro!
I t c n i i f e n t c : . / . I'rriz if l'i'rtz. I ' i M - r f a l i l . l l / . .
Puede ser que ocurra así,
c u a n d o Lola lo a.segura,
p e r o m e parece a m í
m u v grande la cola...
dura.
Curiosidad.
Se llama P a t i o de los R e y e s u n o e x i s t e n t e en el Escorial, en el que h a y seis
e s t a t u a s colo.sales d e To.safat, lízequías,
D a v i d , S a l o m ó n , J o n á s y Manases. E s t a s
e s t a t u a s tienen diecisiete pies de altura;
.son de m.-'irmol blanco y el c e t r o y corona
que llevan de bronce d o r a d o .
To<las e s t a s e s t a t u a s y un S a n t o que
h a y en la fachada se hirieron de una sola
pierlra, por IJauti.sta Monegro.
En las i n m e d i a c i o n e s de Peralejo quedan
aún restos de e s t a piedra, en la que se ve
grabada e s t a rú.stica in.scripcióii:
Seis reyes )' un s a n t o = salieron de e s t e
c a n t o . - ¡Y queda para o t r o t a n t o !
l!iMiii(cMi(e:
I.A vKiTAXTE. — ICsIe nÍMO se ve a la lesrii.'i n
qu)^ f.imíH.'i peiienecc. I . o s o j o s s o n de sn paiui,
la lioc.T de sn t í a . la n.irir de >u m a n i . i . .
ICL NiNíi. — Y los p j i n l a h t n o s de u n o s \ ' i e j o s de
mi atiuelito.
VARC-XS
VA a ñ o 1S:Í0 (hace, por lo t a n t o , m á s de
un .siglo) se i n a u g u r ó el Con.scrvatorio de
Mú.sica y Declamación, que visitaron los
reyes de P'spaña con frecuencia.
F e r n a n d o V I I , que a d e m á s de m a l a
per.srma y mal rey era hombre de ingenio,
v i o un día a los j ó v e n e s a l u n m o s representar u n a . piececita titulada / ; /
testamento.
l í n el reparto figuraba un m u c h a c h o , e n t o n c e s desconocido, que se llamaba Julián
Romea.
Ivl rey, e n t u s i a s m a d o con la labor del
joven, dijo a los cortesanos que le rodeaban:
— N o m e e x t r a ñ a que este m u c h a c h o ,
aim .siéndolo, e s t é ya h a c i e n d o líl
Testamenío, porque es de los que e m p i e z a n
por d o n d e otros a c a b a n .
n o m i t e n t e ; Kl que In
ronliir.
E n la provincia de Málaga o í m o s un
h i m n o dedicado a Cervantes, del que form a b a parte la siguiente estrofa:
«Iv.ste libro famo.so. n o m b r a d o
desde el u n o ha,sta el o t r o confín;
este libro famo.so a n o t a d o
por don lífc Rodríguez Marín.»
lícniilcnle;
./o.vr
.Mbnditli'ji:.
laca
(lialeaiTS).
.S/uí.
cCu.ál es la reacción m.ás pesada que
hay en la Química?
— La del cobre y el cinc porque ría
¡a lata.
HeniiliMiti-: Miirlii
l.lisá.
— ¿lí.stá y a mejor tu padre?
— Sí, .señor, sí: ayer p u d o ya dar una
paliza a mi madre,
licliiilonlc:
l.ili Lilla.
l l a \ - algo m á s n i . i . s i n l i n o i\\\v
ciar a las mujcrc's: q u e r e r l a s .
el despri-l'A'nxAZO
(Ivu l-a
I ' o ; de
.Ariiiión)
l.ii Habana.
w.
.\nular l a s diferencias implica confu.sicm;
desplazar l a s verdades implica error; c a m biar el orden implica desorden. La verdadera filosofía consiste en .ser a s t r ó n o m o
en astronomía, q u í m i c o en química y
p.)lítico en política,
RlVAROI,
los
. \ q u e l tiT;or p a r a u u t e r los p a r a g u a s
V los b a s t o n e s era t a n e s t r e c h o , q u e sólo
un m.'itador d e t o r o s er.a c a ] \ ' i z d e m e t e r l e
el ba.stón.
RAMé)N (5ÓM1ÍZ DIÍ LA
SlíRNA
De c l a r i d a d ])resunu'a
el t a b e r n e r o C.cdino,
\ .ifirni.'iba el o t r o d í a
i n tono ( [ U i ' convencía,
ipic al <q.'in. y-.iw y al a ^ ' H » , vino».
.ANTONIO
.Mlá en m i p a í s
natal,
q u e d e I'"raneia e s t á vecino,
h a y en m e d i o d e u n c a m i n o
una piedra
V u'n r o s a l .
La p i e d r a e.stá en la f r o n t e r a ,
e l r o s a l en t o r n o crece,
y c a d a flor
que aparece
d e su h e r m a n a es e x t r a n L a s
[•KON'i'iíR.vs.
Prcmios del nnincro p a i a d o
|
De 10 pe.setas: al rasgo de i n g e n i o r e m i t i d o por D . P. 1),, Zaragoza.
De •') pesetas; a los e n v i a d o s por
íXmado Larruy, Barcelona, y ^lanuel
Torrejón, V i c h .
í
!
I
»
|
V.\I<<.AS
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a
[ffliro
U
S
O
Í
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S
apagar la .sed, si no encuentran agua m á s
cia h a y abundancia de alimento? E s t o n o
lv suele atribuir a las r a t a s f a c u l t a d e s
que en u n a botella por cuyo e n t i l o n o les
se ha logrado descubrir aiin, pero se supomaravillosas que n o poseen. Así .sucequepa la cabeza E n t c n c t s intrcducen la
ne que, c o m o l a s hormigas, düsponen de
rle al creer que, .si se hallan en un h u cola en la botella y d e s p u é s se la llevan a
m e d o s especiales para comunicarse u n a s
(lue y é.ste naufrajía, .sanen anticipadamente
la boca, operación que repiten hasta saciar
con o t r a s y que, cuando el traslado d e re(|Ue ia catástrofe s e ha d e producir. Ksto n o
c o m p l e t a m e n t e la sed. Tienen un tacto
sidencia .sé i m p o n e , envían exploradoras
es cierto. T,o f|ue ocurre e s que son l a s prim u y fino y, por él y a y u d á n d o s e con el
que hacen un previo r e c o n o c i m i e n t o y
meras en advertir el naufragio y darse
olfato, encuentran su madriguera en plena
sirven d e s p u é s d e g u í a s .
a la fuga, p u e s el agua c o m i e n z a p o r i n v a obscuridad.
dir las bodegas, q u e
También se han
es d o n d e ellas aniencontrado
ratas
d a n . .Vsí se explica
que han demo.strado
( ue a veces, hasta
cierta inclinación a
( espués d e haber
la amistad con el
vi.sto huir a l a s r a hombre.
tas, ni tripulantes ni
T'n constructor ríe
pasajeros s e d e n
látigos d e L o n d r e s
c u e n t a d e la c a t á s tenía la costumbre
trofe.
d e engrasar las é o También se dice
rreas por la noche,
que h u y e n d e l o s
a n t e s de' aco.starse,
pajares incendiados
y al (lía .>.:i,guiente
a n t e s d e que el i n soHa encontrar una
cendio .se produzca,
de menos. l'na n o y lo que sucede e s
che, en vez d e acosque, c o m o el fuego
tarse, se quedí' a o b .suele coiiienzar en
servar y descu brió
la parte interior y
al ladrí'jn, (pie era
baja d e los m o n t o una r a t a . Puso una
n e s d e paja, lo pritrampa y le dio c a mero que se calienz a . Pero, al cogerla
tan son las madripara matarla, quedó
gueras subterráneas
sorprendido al a d de los r a t o n e s y é s vertir q n e el anit o s se dan a la fuga
m a l i t o n o daba la
a n t e s d e que l a s llam e n o r muestra fie
m a s surjan al e x i n q u i e t u d . Se c o m terior.
p a d e c i ó (le él y d e I.a rata e s torpe
cidió no matarlo.
por naturaleza. Sin
Por si era la sed lo
embargo,
acosada
que le hacía corliciar
por el hambre y
la gra.sa d e las c o por la persecución
rreas, le dio agua y
del liombre. su i n s la .soltó. Pesrle e n t i n t o se ha i d o d e s t o n c e s t o d a s las n o a r r o l l a n d o y , en
ches dejalja cerca d e
ocasiones, tiene d e s l a s c o r t e a s un p l a t o
tellos de inteligencon agua, y los r o cia.
bos n o .se ríípitieron.
A v e c e s se ven
Sin embargo, la
grandes colonias d e
rata e s un animal
r a t a s q u e se traslapernicio.so (¡ue acadan de residencia a
rrea microbios d e
t r a v é s del c a m p o ,
enfermedades t e m i d e j a n d o u n lugar
bles. Su in.stinto d e
d o n d e escasea el b o ^Hb
de.strucci(')n constitín para establecerse
t u y e un con.stante
en o t r o d o n d e a b u n ^^^T
peligro para los hoda el a l i m e n t o . N u n j ^ ^ ^ i -•iW'"**'-*-gares. A veces a t a - ,
ca se e q u i v o c a n al
can a l a s personas i
elegir el n u e v o p u n Una familia de rotas demostrando su pericia en loa trabajos de transporte.
d o r m i d a s e inclu.so ,
to d e residencia. Van
se ha d a d o el c a s o
derechas a él, c o m o
de aparecer u n n i ñ o en su cuna roído por '
E n la con.strucción de s u s viviendas, l a s
.si .supieran d e a n t e m a n o q u e allí n o h a
ellas. Han d a d o lugar a explosiones pror a t a s acusan también un i n s t i n t o m u y
de faltarles comida. E s t o c o n s t i t u y e u n a
duciendo e s c a p e s d e g a s al roer las cañeprueba de inteligencia q u e h a p r e o c u p a d o desarrollado. Cierto agricultor de Ken't
rías y producen c o n t i n u a m e n t e desórdea d v i r t i ó que en el piso d e su ca.sa d e c a m p o
a los naturalistas. ¿Por q u é y c ó m o s a b e
n e s que entorpecen nuestra vida.
se había producido un hundimiento, y al
Ja rata que a algunos kilómetros d e d i s t a n Por e.so hemos de reconocer que tienen
estudiar la causa de ello, se e n c o n t r ó
razón los que aconsejan el exterminio de
con la sorpresa de que l a s r a t a s habían
las ratas.
construido una e n o r m e fortaleza subteL. MoNTiEi. J U R A D O
rr.ánea, residencia para una colonia entera
de r a t o n e s . H a b í a alli n u m e r o s o s d e p a r t a m e n t o s y d e s p e n s a s repletas de provisiones.
E n la finca había m u c h a s t r a m p a s para
r a t o n e s y buen niimero d e gatos, y el
granjero se e x t r a ñ ó d e n o haber c a z a d o
j a m á s u n a sola rata e s t a n d o tan cerca la
e n o r m e v i v i e n d a . Pero en seguida se lo
explicó, al descubrir u n a serie de galerías
subterráneas que, partiendo de la c a v e n i a
central, llegaban h a s t a el gallinero, los
a l m a c e n e s y los graneros de la finca. Pistas
largas galerías — algunas median 150 m e t r o s de longitud — les permitían practicar
los robos d e provisiones sin realizar peligrosos recorr d o s exteriores.
Ivas ratas demuestran tanta habilidad
para los t r a b a j o s de transporte, que .son
c a p a c e s de bajar un h u e v o por una e s c a lera sin romperlo, operación que un i n - i
vestigador d e Norteamérica ha presenciado. ]
Son t a m b i é n grandes trepadoras y la cola
les sirve, c o m o a los m o n o s , para agarrarse.
Una de las habilidades más sorprendente? de la
A v e c e s , t a m b i é n .se v a l e n d e la cola para? rata es ésta de valerse de la cola para apagar la sed.
Curiosa foto da una rata eorprendlda en tin granero.
Máquinas de fumar
El terror de los templos búdicos
E
STAMOS seguros de que lo que m á s
ha de sorprender al lector que c o n t e m ple este t e m p l o búdico de Bangkok son las
terroríficas imágenes que se ven en primer
término. Sin duda, n o son e s t a s figuras las
m á s adecuada.s para proporcionar a los
fieles la debida p a z espiritual, pero en
Bangkok abunda la candidez y los indígenas
están c o n v e n c i d o s de que tales m o n s t r u o s
son los mejores guardianes de los templos,
d o n d e .se guardan tesoros incalculables.
Si algiin ladrón se atreve a llegar hasta
la puerta de la pagoda, los terribles guard i a n e s lo devorarán en el a c t o . Ks decir,
eso es lo que creen en Bangkok, con lo que
el efecto es el m i s m o . ¡Lástima que los b a n d i d o s de Chicago n o sean tan fáciles de
convencer!
Sliping de tercera
'T'ODOS los v a g o n e s de la compañía de
' ferrocarriles inglesa « L o n d o n - N o r t h East-Railways», incluso los de tercera
N las fábricas de t a b a c o de Cuba .se
E
usan m á q u i n a s como é.sta que pueden
fumar.se c u a t r o cigarros a la v e z y que .se
pasan el día f u m a n d o . Un técnico conip n i e b a el t i e m p o que ha tardado cada p u r o
m á s h u m i l d e e n c u e n t r a u n a litera para descan.sar. Vean u s t e d e s en la foto u n o de esos
d e p a r t a m e n t o s de tercera clase y n o se
hagan ilusiones d e que c u a n d o v a y a n a
Madrid, a Zaragoza o a Alicante con billete
de tercera van a poder dormir echados, a
m e n o s que se m e t a n d e b a j o del a s i e n t o .
en con.sumirse para ver si arde bien o mal
y recoge y e x a m i n a las cenizas para comprobar la' pureza del cigarro. E s t o último
n o s sorprende, p u e s n o n o s e x p U c a n i o s que
un puro pueda dejar de ser puro.
Rapidez y economfa
SI c o m o los m u c h a c h o s que .se dedican
A
a hacer recados en n u e s t r o país suelen
disponer de una bicicleta, en N o r t e a m é -
Para comer con una sola mano
E
N u n a de l a s frecuentes e x p o s i c i o n e s
que se celebran en Londres se ha pres e n t a d o un a p a r a t i t o — el que muestra
la joven de la foto — que es cuchillo y
tenerlor al m i s m o t i e m p o y q u e se puede
(Pot.
(Pot.
Ktntooe.)
clase, se convierten en coches c a m a s d u r a n t e la r o c h e , de m o d o que hasta el viajero
manejar con una .sola m a n o . D e m o d o que
para el que tenga la desgracia de ser m a n c o
e s una solución. Ahora sólo falta inventar
otro para proporcionar la carne al que tenga
otra de.sgracia, también m u y grande: la
d e carecer de medios para comprarla.
CoDiorcio.)
rica s e h a i m p l a n t a d o u n patín c o n i o e l q u e
lleva el b o t o n e s de la foto. El patín resulta
tan rápido c o m o la bicicleta y es m u c h o
m á s cómodo, puesto que deja libres las
m a n o s del recadero. Además^ por el precio
d e una bicicleta pueden adquirirse treinta
o cuarenta patines, lo que es una razón de
p e s o . . . , de peso y d e dólares.
el sn] t r i o r , r e s u l t a una c i r t a - . s o b r e e c o n ó niiía \ c T i y o c(inlenído será imposible
perdi-t, si n o se/•/
s n h i r .
Asa A:.' ,|uita y pon
X un t r o z o ác a l a m b r e g r u e s o
CO(•ualf|uiera
niTede c o n s t r u i r s e u n
asa p a r a b o t e s , q u e t i e n e la v e n t a j a
ili- q n i t a r s i ' \- p o n e r s e
con s u m a faciliilad. Ivl
asa va s u j e t a a u n a
i-uerda <|ue se a t a a l r e d e d o r d'-l bf)ti.', y
(|ueda así t a n f i r m e v
s e g u r a , q u e n o se
jnu^de d e s j t r e u d e r ,
a m e n o s i | n e se
e(trle o se
d e s a t e la
cuerda.
Coinpá.-i improvisado
cia V o t r o p o c o d e h a b i l i d a d , c u a l q u i e l n
p u e d e construir.se. Ivstos g u a n t e s a u m e n t a n la .superficie d e a c c i ó n .sobre el a g u a
por medio de u n a m e m b r a n a que, distendiéndo.se, ofrece u n a m a y o r r e s i s t e n c i a al
liquido
clemcHtv,
E
L que necesite de
m o m e n t o un e o m l>as y n o lo t e n g a ,
puede i m p r o v i s a r l o
( l a v a n d o eiv el c e n t r o
<U- lui l á p i z u n alfiler
c o m o i n d i c a el d i b u j o .
Dudamos que lueda
lialier lui c o m p á s m á s sencillo v e c o n ó m i c o .
Cajón de cierr.' automático
Carta-sohre
parte inferior del
L .\ forma
la carta está
r e c t á n g u l o que
])rovista d e un
reborde estrecho. La parte superior lleva
d o s rebordes laterales v el o t r o entromado.
P
A R A q u e lui c a j ó n .se c i e r r e a u t o m á t i c a m e n t e h a y u u .sistema m u y i n g e n i o so rjue c o n s i s t e en p o n e r l e en la ta})la
]iosteTÍor u n a c u e r d a q u e , pa.sando p o r
\ma polea, segi'in se ve en el grabado,
lleva u n peso en el e x t r e m o libre, q u e
obliga al cajón a cerrar.se en c u a n t o .se
.suelta. Ivl sistema es útil ])ara los cajones
de los mostradores.
Guantes para nadar
Ivl grabado, riue es nuiy claro, n o s
ahorra explicaciones: d o s correas cosidas
a la membrana sujetan el g u a n t e a la
nmrleca y al carpo. Los d e d o s van coloc a d o s c o m o se ve en el dibujo.
La colección completa de ALGO puede consultarse en
el Archivo de la Ciudad, PI. de la Catedral y calle de
Doblando la carta así dispuesta por la
mitad, plegando los rebordes y p e g a n d o
•
•
\ ociiliulaiio
p.iliiJMiis
siendo pcrferti'inuMiio rastellan.-ts. por d e s c o n o r e r l a s . no
usa casi n a d i e .
(('i)iilinu(wión
)
Rayoso, sa, a d j . Que t i e n e r a y a s .
Raza, f. (^.rieta, h e n d i d u r a . Lista,
e n el patio u otra tela, e n que e l
t e j i d o e s t á m á s claro que e n e l
resto.
Rázairo, m. Harpillera.
Rebate, m. R e e n c u e n t r o , c o m b a t e ,
pendencia.
Rebisabuelo, la, m, y f. T a t a r a b u e lo, t a t a r a b u e l a .
Rebisnieto, ta, m . y f. T a t a r a n i e t o ,
tataranieta.
Rebombar. S o n a r ruido.sa o e s t r e pitosamente.
RecalcHrar. R e t r o c e d e r . R e s i s t i r a
q u i e n .se d e b e o b e d e c e r .
Recalvastro, fra, a d j . C a l v o d e s d e
la frente a la coronilla.
Recepto, m. R e t i r o , asilo, lugar de
seguridad.
Reculo, la, a d j . Dícese del pollo o
gallina que n o t i e n e c o l a .
Redar, Ivchar la r e d .
Redolor, m. Dolorcillo t e n u e que
<pieda d e s p u é s de u n p a d e c i miento.
Refertero, ra, a d j . Q u i m e r i s t a , a m i go de r e y e r t a s .
ReRojo, m ' P e d a z o de p a n que
queda s o b r a n t e e n la m e s a d e s p u é s de h a b e r c o m i d o .
Reís o, sa, a d j . Ter.so, t e r s a .
Remedión, ni. F u n c i ó n c o n q u e , e n
el teatro, .se suple la que e s t a b a
a n u n c i a d a y que n o ha p o d i d o
ejecutarse.
f
Coníinuará)
L
.\ p r o x i m i d a d de la época de los b a ñ o s
n o s m u e v e a hablar d e e s t o s g u a n t e s
{¡ara nadador que, con uu p o c o d e pacien-
Santa Lucía, L «Casa del Arcediano» todos los días
laborables de 9'30 a 13'30.
El Invento de la semana
EL
REMO-TIMON
jp.V
'-^
l'rnliria
se
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se
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remo.
la se-
¡:c la cutiinón
332
HISTORIA
LA
NATURAL
ramas que tal vez jamás formaron un grupo común como reptiles, sino que se
diferenciaron siendo todavía anfibios. Una de estas ramas es acaso la predecesora de los numerosos lagartos, cocodrilos, dinosaurios, ictiosaurios y saurios
voladores, que .son los más prominentes de los reptiles y de los que trataremos en
breve. La otra rama podría haber sido la predecesora de las tortugas y de los
plesiosaurios que aparecieron después y que tal vez dieron origen a los mamíferos. No deja de ser notable esa rápida expansión de los reptiles precisamente
en un período de decadencia general de las formas vivas. Esos animales parecen
anunciar la aparición de unos seres de respiración más activa y son acaso la consecuencia de una atmósfera más rica en oxígeno.
Uno de los reptiles más interesantes del pérmico fué el esfenodonte, que
repta todavía en las islas septentrionales de Nueva Zelanda; y el más notable
( F o t . KarI
TIERRA
325
aquellas inmensas selvas pantanosas no era muy variado. Los ejemplares, eso
sí, crecían con rapidez y alcanzaban una altura considerable; pero, ¡qué pobreza
en especies y qué uniformidad de aspecto! No había flores que animaran con su
variedad de colores
la monotonía de la
selva. Una verdura
eterna cubría las ramas de los heléchos,
los licopodios y los
equisetos que componían en gran parte la vegetación de
aquella época. Los
bosques
ofrecían
una cantidad enorme de individuos,
pero muy pocas especies y todas pertenecientes a los tipos más bajos de vegetación. En sus ramas no aparecía ningún fruto propio para alimento. Esto
quiere decir que los
animales terrestres
eran sumamente escasos; la tierra firme pertenecía casi
exclusivamente al
reino vegetal. Algunos insectos alados
animaban el aire con
la variedad de sus
F I G . 246. — Reconstitución de una selva del periodo carbonitero
(según Gibson).
colores; y por el
Hageníjeck)
F I G . 250. — Naosaurio y otros reptiles de la Era secundaria, según su reconstrucción en el ParqueZoológico de Hagenbeck.
por S U aspecto el naosaurio, con su espalda erizada de grandes espinas unidas
entre sí (fig. 250).
También fué característico del pérmico un intenso período glaciar. Acaso el
cambio climatológico fué determinado por la retirada general de las aguas, tanto
en Europa como en Norteamérica. En ambos continentes se encuentran lechos j
suelo se arrastraban distintos moluscos, caracoles, anfibios y otros (fig. 246).
Finalmente, toda esta vegetación esplendorosa, ya fuera por descomposición,
ya fuera por inmersión, ya fuera por quedar sepultada a consecuencia de movimientos sísmicos y de erupciones volcánicas, es el caso que se fué convirtiendo
en espesas capas de carbón. ¿Cuánto tiempo duró este proceso? Una vegetación
rica se calcula que produce al año sobre una tonelada de materia vegetal seca
por cada acre de terreno o sea 640 toneladas por milla cuadrada. vSi toda esta
3-26
HISTORIA
NATURAL
materia se preservara durante mil años y se comprimiera hasta alcanzar la densidad y la dureza del carbón, formaría una capa de un palmo de espesor poco
más o menos. Pero, al formarse el carbón, las cuatro quintas partes de la materia
vegetal se escapan, aun en los turbales, en forma de gases. Siendo así, los veinte
centímetros se reducen a cuatro y una capa de un palmo de espesor requeriría
cinco mil años para formarse. El espesor total de las capas o filones de carbón
es con frecuencia de unos 30 metros y llega en ocasiones hasta 75 u 80 metros.
Según los cálculos anteriores serían menester períodos de 2.000.000 a 2.500.000
años para formaciones semejantes. Sin embargo, todo depende de cuál fuera la
rapidez de crecimiento en el período carbonífero, rapidez que fué con toda probabilidad mucho mayor que la que actualmente se observa en las selvas tropicales. Por otra parte, nos hemos referido sólo al espesor de los yacimientos de
carbón. La mayor parte de los estratos que contienen carbón consisten en esquistos y areniscas con capas y venas de carbón, ofreciendo el conjunto cierto
parecido con la carne mechada. Esto es debido a que en este sistema ocurrieron,
según ya hemos dicho, grandes cambios y que los bosques se hundían a veces
para elevarse de nuevo. Unas veces eran cubiertos por los lagos, otras por el
mar, hasta que otra vez emergían en forma de grandes islas. No es descabellado
suponer que estas deposiciones y los cambios consiguientes ocuparían un espacio
de tiempo igual al necesario para la formación de carbón. Esto haría que se
doblaran las cifras y daría para este período una duración de dos a cinco millones de años.
En el carbón se encuentran actualmente restos de grandes bosques, en su
mayor parte heléchos gigantescos y también plantas pequeñas que formaban un
espeso césped medio sumergido en los pantanos.
Son muy conocidas esas plantas de los pantanos que se designan con el
nombre vulgar de "colas de caballo". Pues bien; estas plantas, humildes hoy, estaban representadas en el carbonífero por verdaderos árboles de 6 a 8 metros
de altura por 10 a 15 cm. de diámetro. Sus troncos han llegado hasta nosotros
y se conocen con el nombre de Calamites.
Los licopodios son también en nuestro tiempo plantas humildes, que apenas
alcanzan un metro de altura y son en su mayor parte trepadores; pero los del
carbonífero eran arbóreos y tenían de 25 a 30 m. de altura. Las hojas tenían a
veces una longitud de medio metro y los troncos un metro de diámetro. Otros
licopodios del mismo período alcanzaban dimensiones todavía más considerables;
las Sigillarias excedían con frecuencia de los 30 m.
Los heléchos herbáceos eran también muy abundantes y crecían a la sombra
de estos árboles gigantescos. Y la combinación de las plantas arbóreas con las
herbáceas que crecían a sus pies constituían los bosques del período carbonífero..
"Nada más sorprendente—dice Figuier—que esa vegetación exuberante, esos árboles inmensos, esos hermosos heléchos arborescentes de vaporosas frondes, fina-
LA
331
TIERRA
una especie de forma elegante; los corales se transforman y otras formas se
desvanecen. Aparecen en cambio algunas especies nuevas de crustáceos (fig. 248)
y de peces, pero ninguna de ellas de gran empuje o capacidad y en estos últimos
la cola forma siempre parte de la espina,(fig. 249). En general, hubo un empobrecimiento vital considerable, tan grande que los primeros geólogos creyeron en
una destrucción completa de la vida durante este último período en la Era paleozoica, a la que siguió después una nueva creación. Hubiérales confirmado en
esta creencia el saber que en aquella época un frío intenso reinaba en el globo
y que la glaciación se extendió hasta los trópicos, allí donde no había grandes
(Pol.
Boyer)
F I G . 2 4 9 . — Palaenoniscus, pez íósil del pérmico.
desiertos despoblados. Sin embargo, sabemos actualmente que, la vida no des- i
apareció por completo; algunas especies sobrevivieron y otras, al transformarse \
para adaptarse a las nuevas condiciones, ganaron con el cambio y, se volvieron j
más fuertes. Con todo y considerada en conjunto la vida en la Tierra sufrió una ]
crisis enorme., Según datos comprobados no hace muchos años, durante el carbo- '
nífero existieron 10.000 especies distintas de animales y en el pérmico tan sólo
300 ó sea el 3 por ciento. Es posible que la desproporción no. fuera tanta, pero 1
es indudable que era muy grande.
Pero si en el pérmico los animales escaseaban, los pocos que en él vivían
eran, en cambio, muy interesantes. Los anfibios habían tomado gran incremento
durante los últimos tiempos del carbonífero, siendo entonces acaso más abundantes que en otra época cualquiera, porque las grandes extensiones pantanosas,
favorecieron su desarrollo. Disminuyeron en el pérmico, si bien los anfibios de'
este período muestran algunos progresos y comienzan a adquirir cierta semejanza ¡
con los reptiles. Estos aparecieron tal vez en el carbonífero; pero son característicos del pérmico. Dos grandes ramas de reptiles se definen desde un principio, i
330
HISTORIA
NATURAL
LA
la parte inferior y más antigua, Murchison dio en 1841 el nombre de Pérmico
(de Perm o Permia, antiguo reino de Rusia cuya superficie está casi toda com­
puesta de roca de esta arenisca roja); si bien en Alemania estos terrenos reciben
generalmente el nombre de Dyas (del latín dúo, dos) porque en aquel país están
formados por dos terrenos muy distintos: la arenisca roja en la parte inferior y
las calizas magnesíferas en la superior. Así, pues, existen dos tipos de forma­
ciones pérmicas: el pérmico propiamente dicho, que consiste en una mezcla de
{Fot. Boyer)
F I G . 248.
Crustáceo fósil del pórm
areniscas, margas, esquistos y calizas con algunas capas delgadas de carbón, tal
como se encuentra en Rusia, y el tipo dyásico, tal como se observa en Alemania.
, Ignórase a qué fué debido este cambio, si bien nos consta que existió simul­
táneamente con él una gran actividad volcánica en toda Europa y que las grandes
extensiones de vegetación y los templados pantanos fueron reemplazados por
grandes llanuras desiertas. La vegetación se hundió más y más. Los bosques
desaparecieron y se redujeron a manchones. Los árboles crasos cedieron el lugar
a los duros pinos que se afirmaron en las llanuras y en los montes; y aparecieron
otros tipos resistentes parecidos a los abetos, los tejos y los gingkos. El gingko
es uno de los árboles más antiguos con representación actual, alguno de cuyos
ejemplares se conserva en los jardines botánicos. Las cicadáceas, derivadas de
los heléchos, se extendían por los bosques.
Volviendo al reino animal, los trilobites desaparecen por entero, excepto
TIERRA
327
mente recortadas, como delicados encajes. Nada actualmente puede darnos idea
de esas inmensidades de verdor sempiterno que cubrían la Tierra de polo a polo,
bajo la elevada temperatura que reinaba en todos los ámbitos del globo. En las
p r o f u n d i d a d e s de
esas selvas inextri­
cables las plantas
parásitas se exten­
dían de tronco a
tronco de los gran­
des árboles, en ra­
milletes y en guir­
naldas, como los be­
jucos de nuestros
bosques tropicales.
Eran todas hermo­
sas plantas pareci­
das a heléchos y se
a g a r r a b a n a los
troncos de los árbo­
les como hacen ac­
tualmente las orquí­
deas." Los bordes
de las aguas esta­
ban sin duda cubier­
tos de varias plantas
de hojas verticilad a s , pertenecientes
acaso a las dicotile­
dóneas. Hacia el fin
del período apare­
cen algunas conife­
TI
ras como las Wolchia (fig. 247).
Antes de termi­
( F o t . Borer)
1 hoja de Wolchia, una de las primeras
nar con las plantas F I O . 247. — Impr
coniferas.
de los yacimientos
carboníferos, mencionaremos el interesante descubrimiento del profesor F. W.
Oliver, que halló en el Lyginodendron un helécho marino portador de semillas,
lazo de unión que faltaba entre los heléchos arbóreos y las primeras plantas con
semillas.
Consideremos ahora la cuestión menos interesante pero no menos importante
de los animales que vivían en ese período. Al comenzar el carbonífero, cuando
328
HISTORIA
NATURAL
sólo una pequeña parte de las Islas Británicas emergía de las aguas y el océano
se extendía desde Irlanda hasta la China, la forma de vida de que nos han llegado
más recuerdos es la marina. En los mares del carbonífero primitivo los rizópodos,
algunos de ellos pequeños como partículas de polvo echaban los cimientos de las
montañas futuras; los lirios de mar estaban en su apogeo y ocupaban grandes
extensiones; formas parecidas a los nautilos actuales hicieron su aparición. Eos
trilobites, hasta entonces los animales más destacados, comenzaron a decaer, vencidos en la lucha por la existencia por formas que se adaptaban mejor a las
circunstancias. Eos grandes escorpiones marinos también se desvanecían rápidamente. Los peces, aunque en su mayoría no eran muy grandes, aumentaban de
tamaño, y mientras unos se parecían a la lija, otro grupo se asemejaba a la raya
Y otro al tiburón; y lo que es más importante todavía que el tamaño, aumentaba
la rapidez de movimientos de esos animales y la eficacia de sus armas.
Durante aquel tiempo el mar invadió la tierra; y los lugares en donde vivían
los caracoles terrestres y los ciempiés, los escorpiones y las cucarachas, las arañas
y los escarabajos cambiaron por completo no sólo de aspecto, sino de moradores.
Es posible (porque algo parecido ocurre en las Indias occidentales, donde un
cangrejo marino da muestras de transformarse en terrestre) que algunos animales acuáticos se fueran acostumbrando a vivir cada vez en aguas menos profundas hasta terminar siendo animales en parte terrestres, y en parte acuáticos,
i) sea animales anfibios. Entonces hicieron aparición unos pequeños seres parecidos a las salamandras, que se movían trabajosamente en los pantanos y otros
con patas más fuertes que se internaron por los bosques. Otros, parecidos por su
forma a las serpientes, reptaban entre el barro y vivían en los pantanos próximos
al mar. Poco sabemos de las costumbres de esos animales y de la forma en que
se procuraban el sustento. A juzgar por su dentadura se alimentaban de peces,
crustáceos o insectos y por su condición de animales de presa sin duda se veían
a veces precisados a encaramarse a los árboles en busca de comida. Pero lo más
importante respecto de los anfibios es que fueron los primeros vertebrados que
pasaron del mar a la tierra.
LA ERA DE LOS REPTILES
Según hemos dicho, durante los cientos de miles de años del carbonífero,
el mar unas veces avanzaba y otras retrocedía, y nada lo demuestra mejor que el
espesor de los yacimientos de carbón que forman diversos estratos. En la América del Norte, así como en la del Sur. en Europa, Asia. África, Australia y
Nueva Zelanda, encuéntranse depósitos correspondientes a ese sistema. En Arkansas (Estados Unidos) los yacimientos de carbón alcanzan el considerable espesor de 5.500 m.; en los Montes Wasatch, las capas carboníferas tienen un
grosor de 4.000 m. y en Nevada, de 3.000.
Las formaciones de la Europa occidental, como las de Norteamérica, consisten principalmente en arcillas y esquistos, con areniscas y calizas en menor
cantidad; y alcanzan un espesor considerable, que es de unos 4.000 m. en Lancashire y no tanto, pero también grande en diversos puntos de la Gran Bretaña
y de Irlanda. Esto demuestra que cerca de las Islas Británicas hubo en aquellos
tiempos mucha extensión de tierra. En Alemania estos mismos estratos, que
contienen importantes yacimientos de carbón, alcanzan un espesor de más de
3.000 m.
Al parecer hubo en aquella época grandes conmociones sísmicas y volcánicas,
ix)rque en Alemania, cerca de las montañas del Hartz y también en otros lugares,
muchas rocas ígneas penetran en dichos estratos y en Francia y en Bélgica las
capas de carbón se presentan extraordinariamente retorcidas y contorsionadas.
Yacimientos parecidos se encuentran en Siberia, en el Japón y en la China,
de cuyos depósitos se afirma que son los que alcanzan mayor espesor del mundo.
El sistema carbonífero se encuentra también en el norte, en el sudeste y en el
íur de África; y en Australia y en Nueva Zelanda se indican estratos hasta de
3.000 m.
Al terminar este período los cambios habidos en todas partes transformaron
las condiciones generales de la vida, pero en un sentido inverso que hasta entonces. En efecto; hasta el carbonífero, cada período representaba un avance
sobre el anterior por lo que a la profusión de seres vivos se refiere. Pero cuando
comienza a declinar la actividad carbonífera, se observa asimismo un notable
descenso de la actividad vital. Según dijimos en el capítulo anterior, sobre los
estratos carboníferos se encuentran depósitos de arenisca roja. Desde 1841 estos
yacimientos se consideran divididos en dos formaciones geológicas distintas. A
318
HISTORIA
NATURAL
que los continentes se agrandaban con el aditamento de grandes extensiones.
La América del Norte aparece por primera vez como un continente en formación; y muchas regiones de Europa tienen ya tfna configuración propia. Con las
montañas aparecen las corrientes y los ríos; y las corrientes, alimentadas por
abundantes lluvias, se precipitan hacia el mar en torrentes cuya labor erosiva
excede acaso a la de los mayores ríos actuales; si bien al principio las tierras no
tenían extensión suficiente para que las surcaran ríos caudalosos como el Misisipí y el Amazonas. No es posible decir con exactitud en dónde había tierra y
en dónde había mar; pero sí es indudable que en los comienzos del silúrico los
sedimentos acarreados por las lluvias y los ríos se acumulaban en las costas y
mar adentro hasta donde los llevaban las olas y las corrientes. El clima era todavía muy igual en grandes extensiones de la superficie terrestre, porque los
bosques de las latitudes medias eran parecidos a los de las regiones árticas. Ciertas extensiones de tierra parece ser que se hallaban desiertas.
La vida sufrió cambios en el silúrico. Al retirarse los mares en grandes extensiones redújose el área de aguas poco profundas favorables para los animales
marinos que tanto abundaron en el ordovícico. Luego vino una época durante
la cual el mar invadió algunas regiones de la corteza terrestre, y al retirarse
nuevamente dejó grandes superficies de agua, cuya salinidad aumentó gradualmente hasta alcanzar un grado elevado de condensación. Todas estas vicisitudes
repercutieron, como es natural, en el desarrollo de las plantas y los animales del
silúrico. Las madréporas comenzaron a extenderse por los mares de aguas más
claras, y comenzó asimismo en gran escala la construcción de arrecifes, generalmente a cierta distancia de las costas. Otras formas vivas se congregaron con
abundancia en esos arrecifes. Los crinoides, que aunque animales equinodermos,
son llamados a veces "lirios de mar", se desarrollaron con profusión; y también
aparecieron los erizos de mar y otros animales marinos parecidos a las lapas.
Los antecesores de la madreperla y del mejillón pertenecen también al silúrico,
así como los ammonites, tan conocidos por los coleccionistas de fósiles y cuyo
nombre procede del dios cananeo Ammon, que tenía cabeza de morueco (fig. 239).
También abundan en el silúrico los Spirifer, braquiópodos que se encuentran asimismo en el devónico y el carbonífero (fig. 240). Escorpiones marinos, moscas
marinas, cangrejos, gusanos y peces de varias clases abundaban en los mares
de este período. Los peces del silúrico estaban armados para su defensa, algunos
de ellos con placas de hueso; otros tenían la cola rígida como prolongación de
la espina; la piel de otros era parecida a la del higo chumbo y algunos eran
parecidos a los modernos tiburones.
Se han conservado algunos fósiles de plantas—heléchos, musgos, hepáticas;—^y toda esta vegetación dio un nuevo impulso a los insectos, cuya abundancia se demuestra por el hecho de que han sobrevivido a los cambios y vicisitudes de millares de generaciones.
LA
TIERRA
316
b i e n estaba fraccionada en numerosas islas y arrecifes, que comenzaban a dibujar el continente, y en el Brasil había grandes extensiones de tierra que alcanzaban por occidente hasta donde se elevan actualmente las cordilleras. Asia estaba cubierta en su mayor parte por aguas poco profundas y todas las llanuras
del norte de África
eran un mar. En lo
que podemos juzgar,
la distinción entre
los climas era menos señalada que actualmente y las condiciones del hemisf e r i o septentrional
eran m u c h o más
uniformes. Esta
igualdad del clima
perduró en el sistema siguiente, o sea
el ordovícico.
El período ordovícico fúndese de
una manera insensible en el cámbrico;
no existe entre ellos
solución de continuidad aparente por
lo que a la sucesión
de la vida se refiere. Las especies se
extendieron y desarrollaron de uno a
otro período. Pero
la vida en el ordovícico fué m u c h o
(Pot. BOTCT)
más abundante. La
FIG. 2 3 8 . — Dalmanites, trilobites propio del ordovícico.
tierra comenzaba a
emerger de las aguas en grandes extensiones; y la vida hacía su aparición en
aquélla. Encontramos en el ordovícico los primeros insectos; pero las huellas no
tienen nada imponente, como no se recurra a la imaginación. Consisten a lo
sumo en la impresión de una ala en las rocas del ordovícico superior, y lo único
que podemos decir de ella es que debió de pertenecer a un insecto parecido a las
actuales mariquitas. La existencia de este insecto supone la de una vegetación
316
HISTORIA
NATURAL
terrestre y la de una atmósfera adecuada para su respiración, que es muy activa.
Otro aspecto muy interesante que nos revela el estudio de las rocas del
ordovícico es la aparición de los primeros peces. Se encontraron sus fósiles en
el Colorado, pero están muy fragmentados y nos proporcionan muy pocas indicaciones a c e r c a de
su naturaleza. Sabemos, no obstante,
que estaban recubiertos de placas, sin
duda para defenderse contra los ataques, lo que hace suponer la existencia
de algún animal que
hacía presa en esos
animales.
Lo que caracteriza al ordovícico es
el apogeo de los trilobites. Muy pocos
de esos crustáceos
proceden del cámbrico: todos los demás hacen su aparición en este período. En el período siguiente, o sea el silúrico, su número
se reduce a la mitad, y en los sucesivos van declinando
los trilobites hasta
que desaparecen por
completo al terminar la era paleozoica.
(Pot. Sor«r)
Algunos de estos cuFia. 239.—Harpoceías, ammonites frecuente en los terrenos primitivos.
riosos animales parece ser que estaban dotados de gran rapidez de movimientos; otros se hacían
una bola como los erizos, para defenderse de sus enemigos; y algunos de los
mayores tenían de 40 a 6o centímetros de largo (fig. 238).
Encontramos asimismo en este sistema algunos tipos de cefalópodos, animales marinos algo parecidos a los nautilos de hoy y cuyas conchas alcanzaban
LA
TIERRA
317
tamaños considerables de 3 a 4 metros de longitud por 30 cm. de diámetro. Pero
los había de todos tamaños; hasta del de la boquilla de una pipa. Sus costumbres
pueden deducirse de su estructura y de las que tienen actualmente algunos seres
similares. Acaso flotaban con la concha hacia arriba o se arrastraban por el fondo
apresando animales
más débiles. No parece que existieran
entonces muchos gusanos, acaso porque
los fondos arcillosos
y calcáreos del ordovícico eran menos
favorables para ellos
que los arenosos del
cámbrico.
Los cambios en
la estructura de la
corteza terrestre que
señalan el término
del período ordovícico inician al propio tiempo el silúrico. Unas veces estos
cambios afectan a
zonas r e d u c i d a s y
son muy intensos;
otras, las áreas afectadas son muy extensas, pero la alteración es menor. No
suponemos por eso
que dichos cambios
fueran n e c e s a r i a mente súbitos y vio(Pot. Borer)
lentos. Al examinar
E . F I G . 2 4 0 . — Spirifer,"" fósil abnn<i«lite en el silúrico.
actualmente esas rocas vemos tan sólo los efectos y de éstos nada más los que han resistido los
estragos del tiempo. En la superficie terrestre había entoncesimás agua que
ahora; y se considera que conjuntamente con tormentas continuas, de tropical
violencia, eran frecuentes las erupciones volcánicas y los terremotos de efectos
considerables. El dinamismo general se acentuó un tanto y la tierra se levantó
en muchos puntos. A lo largo de las costas se elevaban las cordilleras, mientras
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