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pp. 55-64
Klappenbach, A.
¿Existe un progreso moral en la historia?
A partir de una primitiva edad de oro (el Paraíso
Terre n a l )
se produce una caída (el pecado
original) que inaugura la hi storia terrena. A partir
de allí se inicia un largo y doloroso proceso durante
el cual la humanidad lucha por recuperar la
inocencia perdida.
El mero hecho de plantear esta
pregunta implica una serie de
supuesros, cada uno de los cuales
daría lugar a una larga discusión
que, como suele suceder con este
tipo de discusiones, terminaría
sin acuerdos. Sin ánimo de entrar
a fondo en ese debate, empece­
mos por recorrer algunos, si no
para resolver los problemas, al
menos para explicitar los ine­
'itables prejuicios desde los cuales
abordamos el tema. Y aclarando,
desde el principio, que lo abor­
damos desde un punro de vista
centrado en la cultura europea ­
occidental y, por tanto, adoptando
-críticamente- los supuestos de
la modernidad ilustrada y el con­
cepto de razón que hemos here­
dado de ella. Lo cual no impide
-más bien exige-un punto de
vista universal.
La historia
El primero de estos supuestos es
el mismo concepto de historia.
Entorno
ISSN: 2218-3345
Al menos desde Nietzsche se
pone en duda que exista una
histolia en el sentido fuerte de la
palabra. Porque la historia supone
al me nos dos características
íntimamente relacionadas que han
sido puestas en cuestión por lo
que se ha llamado "el pensa­
miento posmetafísico". La pri­
mera de ellas es la categoría de
unid"rl y la segunda la defin"lid"d.
Hablar de la 1Jist01i" implica rewlli
en un mismo concepto infinidad
de fragme n t o s especiales y
temporales. Y ello sólo puede
hacerse desde un 11/elarrelalo que
considere a cada suceso como un
acto de una misma obra, como
un episoclio de un mismo argu­
mento con su desenlace incluido.
En la hjsroria occidental se han
sucedido varios metarrelaros, que
se han desplazado y asumido par­
cialmente unos a otros. Cuando
la irrupción del modelo bíblico
reemplaza al concepto cíclico del
tiempo que dominaba en la
culnn·a griega se instaura la con­
cepción de la historia como bú­
/oria de sa!tJtlciÓII. La historia es
comprendida como un proceso
lineal, con principio y fm. J\ partir
de una primitiva edad de oro ( el
Paraíso Terrenal) se produce una
caída (el pecado original) que
inaugura la historia terrena. A
partir de allí se inicia un largo y
doloroso proceso durante el cual
la humanidad lucha por recuperar
la inocencia perdida. La llegada
de un Redentor que muere cru­
cificado asegura el sentido salva­
dor del trabajo penoso, del dolor
y el esfuerzo de la vida humana
individual y colectiva, que será
rescatada definitivamente al fin
de los tiempos, con la segunda
vertida del Salvador.
La modernidad seculariza este
metarrelato pero no lo abandona.
Conceptos como la Razón , el
Progreso, la Humanidad sus­
tituyen la Fe, la Providencia o la
Iglesia conservando su aire de
familia. Basta pensar en el patécico
esfuerzo de Comte por construir
una filosofía posiciva ele la historia
c¡ue termina en una parodia
teológica donde no faltan ni los
simulacros de los santos o los
sacramentos de la Iglesia. Sin
llegar a tanto, es innegable gue el
penstuniento ilustrado-man,jsmo
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Klappenbach, A.
¿Existe un progreso moral en la historia?
1
e (J
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J p
IJút01ia de !ti sal11arión, aunguc
incluido -comparte, aunque de
de las etapas anteriores: otra vez
espldtu capaz d e asumir y superar
m uy
la
en
cada acontecin1iento para elevarlo
convicción d e q u e el desarrollo
clave profana. En ese sentido,
a un destino final capaz de recon­
de los hechos está guiado por un
resulta paradigmática l a c o n ­
c i l i a r c a d a u n a de n u e s t ra s
hilo conductor al que la razón
cepción hegdiana. "Si existe una
minúsculas anécdotas personaJes
h u m a n a puede acceder.
con la universalidad de la idea.
d i s t i n ta s
m a n e ra s ,
Y,
la
con
historia, es la de Hegel", d i j o
algunas notables excepciones
Sartre. Y tenía r a z ó n : no se ha
¿
como la d e Rousseau, esa con­
formu.lado nunca una concepción
Pero,
cepción suele esmr teñida de un
tan g r a n d i o s a de la modesta
más que el resultado de una ilu­
cierto optimismo que apuesta por
historia de los hombres como ese
sión voluntarista para no reco­
una
magnífico d e s a r ro l l o de u n
nocer que el concepto de historia
p ro g r e s i v a
superación
y si todo csro no fuera
es sólo un cajón de sasrre donde
se acumulan, sin orden ni con­
cierro, innumerables episodios
sin sentido a los que sólo nuestra
i1naginación es capaz de converti.r
en acms de una misma obra?. No
falmóan razones para sospechado.
Lo más di ficil de asll!Tl.ir no es el
sufrimiento sino lo absurdo; el
más doloroso de los fracasos pue­
de ser soporrado a condición de
que tenga un sentido, y no faltan
ejemplos en que la m.isma suerte
es aceptada como contribución
Y
a una finalidad situada n1ás allá
del individuo.
con
los
lo que sucede
i ndividuos
sucede
también con los pueblos. ¿Cómo
podrían soportarse los horrores
d e u n a guerra s i no es por el
convencimiento de que esa catás­
trofe se inscribe en u n proyecto
que la convierte e n un paso
necesario de un
camino de
liberación?. No sería extrailo que
el concepto de hütoria hubiera
nacido de esta necesidad, tan
h u ma n a como i n fu n d ada, de
otorgar sentido a nuestros actos,
lo rengan o no.
Nietzsche lo vio así cuando negó
y de
a la vida cualc¡uier pretensión de
unidad
finalidad. Una de las
tantas lecturas de su e/emo retomo
consiste
p r e c i s ::t m e n t e
en
reivindicar el sentido del instante
ante cualquier i n tento de cons-
Entorno
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Klappenbach, A.
¿Existe un progreso moral en la historia?
G n E S O
M 0 1� ¡:. l
L A
H I S T O R I A
truir una historia continua. La
generación recoge la historia que
muerte de Dios lleva consigo la
ha recibido y cuenta con ella en
sentido- cabe plantearse la pre­
muerte de la historia y del sujeto,
sus próx.imos pasos cuando los
gunta acerca del posible progreso
moral de la historia.
ficciones tan engañosas como
orienta en uno u otro sentido.
útiles para aliviarnos de la res­
Desde este punto de vista, la
ponsabilidad ele crear valores y
condición humana otorga al
limitarnos a aceptar los que se
transcurso del tiempo una cierta
nos ofrecen. Y no pocas ele esas
unidad y finalidad que permite
corrientes de pensamiento que
hablar de bist01it1, aun cuando este
se han agrupado bajo el nombre
proceso no s e construya de
bastante equívoco ele posmoder­
manera lineal e implique multitud
nidad asumen esta filosofía ele lo
d iscontinuo, proclamando la
comienzos. Y teniendo en cuenta,
d e fi n i tiva caducidad d e los
por supuesto, gue está precaria
en ese sentido -y sólo en este
El Progreso
Pero si el concepto de bistolia
resulta problemático, no lo es
de avances, retrocesos y nuevos
unidad no implica ninguna ga­
metarrelatos.
rantía acerca de su orientación
En cualquiera de estas dos ma­
futura ni permite esperar ningún
neras de entender la historia (co­
diseño de consumación final.
mo un gran metarrelato o como
Suponemos, por tanto, gue en la
instantes discontinuos), la pre­
historia en su conjunto sucede lo
gunta por el progreso moral que­
que resulta evidente en algunos
daría contestada de antemano.
a s p e c t o s pa rc ia le s como el
En el primer caso, porque el pro­
progreso cientifico - técnico: gue
greso se da por supuesto, en la
las experiencias pasadas influyen
medida en que todas las grandes
decisivamente en el presente, que
concepciones de la hisroria de la
si la historia humana se distingue
cultura occidental llevan implícito
de la mera historia natural e s
su carácter salvador. En el segun­
precisamente p o r este proceso
do, porque la idea de progreso
constructivo que otorga cierta
resulta ociosa cuando la historia
continuidad a los asistentes de
se convierte en una sucesión de
gue hablaba Nietzsche. Mientras
instantes sin antecedentes ni con­
gue cada animal está obligado a
secuentes: todo progreso implica
repetir de modo casi mecánico la
la e x i s te n c i a d e algún tipo
historia de su especie, el ser hu­
de relación entre pasado, presente
mano es capaz de aprender en
y futuro.
alguna medida de los errores y
Quizá convenga cuestionar esta
dentes, aun cuando este apren­
disyuntiva. Cumpliendo la pro­
dizaje nos deje permanentemente
mesa de explicitar los supuestos
insatisfechos.
menos el de progreso. Cuando
nació, al calor del optimismo ilus­
trado, pretendia abarcar todas las
dimensiones de la historia, desde
la cientifico - técnica hasta la
político - moral.
Con la razón como guía, el sueño
aciertos de generaciones prece­
de la ilustración -al menos de bue­
na parte de ella- esperaba de la
historia no sólo un creciente do­
minio sobre la naturaleza, sino
-o prejuicios- de este ensayo, se
propone un concepto equidis­
Se trata, por tanto, de una unidad
tante de esta alternativa gue po­
y finalidad precaria, ni irunanente
dríamos llamar constructivismo
ni trascendente, sino trabajo­
bistódco. Ni la historia posee una
samente construida, pero aun así
unidad y finalidad inmanente, ni
capaz de hacer posible una re­
consiste en un cúmulo de frag­
flexión sobre ciertas orientaciones
mentos inconmensurables. El
que la historia humana va arti­
sentido se constmye, ya que cada
culando a lo largo del tiempo. Y
Entorno
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una incesante emancipación del
género humano de toda servi­
dumbre, que conduciría, como
decía Kant, a "la idea de una his­
toria universal en sentido cos­
mopolita". Poco duró esa espe­
ranza. Mientras la razón instru­
mental acumulaba éxitos en la
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T O r: 1
inl­
transformación de la naturaleza
de la modernjdad, las inmensas
progreso moral de la historia
y los ciudadanos comenzaron a
posibilidades de dominio de la
plica optar por una concepción
gozar de derechos que nunca
naturaleza y la incapacidad para
determinada del bien y el mal
habían soñado, la historia de los
llevar a cabo el sueño emanci­
moral, que está lejos de ser uni­
hombres se enredó en nuevos
patorio de la humanidad, que exi­
versalmente compartida. Como
conflictos, nacidos precisamente
ge una lógica distinta.
de nuevas formas de dominio
no cabe ac1uí la posibilidad de re­
correr los distintos sentidos de
l a e x p r e s i ó n progreso moral,
sobre el mundo material y a los
Se impone, por tanto, muchas
cuales se incorporaron nuevos
precauciones a la hora de hablar
nos limüaremos a expl.icitar el
medios de destrucción surgidos
hoy de progreso histórico. Per­
sentido que le daremos en estas
del progreso científico-técnico.
dido definitivamente en el opti­
páginas, sabiendo que no es el
La lógica de la razón insrrumental
mismo ingenuo de la ilustración,
único posible. Entendemos por
podemos preguntarnos si gueda
progreso moral el avance en el
se i m p u s o en l a s rela c i o n e s
algo (excluyendo, por supuesto,
reconocimiento de los derechos
sociales: l a s inéditas posibilidades
el ámbito científico - técnico
h umanos.
de dominio de la naturaleza gue
en el cual no parece caber dudas
socorrida expresión
la nueva tecnología hacía posible
razonables). Y ello nos lleva a
es capaz de abarcar contenidos
se extendieron a las relaciones
una última precisión acerca del
no sólo diversos, sino aun con­
sociales. La terrible explotación
contenido especificamente moral
tradicrorios, se impone precisar
del trabajo del capitalismo na­
de tal progreso.
lo más posible su significado. Y
La moral
vez más a la tradición ilustrada,
colonialismo de los siglos XIX
y
como
e s ra
para eUo conviene recurrir una
ciente, la represión de los mo­
vimientos sociales y e l neo­
Pero
hist01ia y de
que fue capaz de plantear rigu­
rosamente el problema, a u n
XX son también los hijos a su
Si los conceptos de
modo, de la idea ilustrada de
progreso están cargados de s u ­
cuando sus esperanzas de rea­
progreso. Las dos guerras mun­
y la desrrucción tecnológica
puestos de l o s cuales depende
lización quedaran lejos de su
diales
su significado, la idea de 11/0ml
planteamiento teórico. Una de
de Hirosh.ima y Nagasaki simbo­
resuJta todavía más compleja de
las fórmulas d e l i m p e rativo
lizan a la vez el éxito
definir. Discutir acerca del posible
categórico d e
y el
fracaso
Kant
dice lo
sigu.iente: "Obra de manera que
trates a la humanidad, tanto en
ru persona como en la persona
de los demás, siempre como fin
y no sólo como medio. Y a ello
ai1adía la ex.igencia de que cada
acción concreta pucEera encua­
drarse dentro de una ley universaJ,
de tal modo que lo que resulta
moralmente vá!Jdo para cada caso
particular pueda extenderse al
género humano en su conjunto.
Quizá pueda rescatarse de jerga
formalista y racionaüsta ele estas
expresiones un significado que
contribuya a dotar de conterudo
a una fórmula que hoy corre el
riesgo de admitir tantos sentidos
como intereses se pretende
legitimar.
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¿Existe un progreso moral en la historia?
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- - e - - -n- - - t- - - o - - -r - -n- - o- - -
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función de ellos. Así, las rela­
la igualdad ante la ley, por
ciones con la naturaleza infra­
ejemplo), sino que expresan un
humana sólo resultan morales
modelo -utópico, si se quiere- de
por su incidencia en las relaciones
organización social. Resulta
sociales: la sensibilidad actual por
sintomático que en el uso co­
los problemas ecológicos, por
rriente de esta expresión en nues­
ejemplo; no proviene tanto de
tros días ocupe un lugar secun­
una actitud de respeto a los
dario entre tales derechos aspec­
árboles o las ballenas, sino de la
tos tan elementales como el dere­
necesidad de asegurar a los
cho a comer, a recibir asistencia
hombres actuales y futuros un
sanitaria o a evitar la explotación
medio natural adecuado a sus
del trabajo. Los derechos huma­
necesidades (incluidas las es­
nos resultan tan te.ñjdos de una
téticas). La moral así entendida
connotación idealista -también
renuncia, por tanto, a cualquier
una herencia ilustrada. Que los
concepción explícita o implí­
reduce al ámbito jurídico - legal,
Atreviéndonos a traducir e l
citamente teológica. No se trata
hasta el punto de que pueden
imperativo kantiano a u n lenguaje
por usar palabras de Sartre, "de
coexistir con situaciones de
más cercano a nuestra cultura,
normas escritas en los cielos",
miseria y explotación gene­
podríamos decir lo siguiente: la
sino de una moral laica cuyo
ralizada. Parece que mientras el
esencia de la experiencia moral
único "absoluto", si se quiere usar
miserable no sea sometido a
no consiste en la sumisión a leyes
esta palabra, es el ser humano de
censura de prensa y se le garantice
o normas, sino en el estable­
carne y hueso y sus únicas "leyes"
el derecho al habeas corp11s
c.in1iento de relaciones humanas
aquellas que aseguren el respeto
derechos humanos están a salvo...
que no sean meramente ins­
recíproco, es decir, el reconoci­
trumentales sino que reconozcan
miento del valor de cada ser
el valor inviolable de cada ser
humano concreto, independiente­
humano concreto. Y de tal modo
mente de su utilidad instrumental.
que estaS relaciones tiendan a uni­
Sacando las consecuencias de esta
versalizarse, es decir, al recono­
concepción de la ética -conse­
cimiento del valor absoluto de
cuencias que Kant no sacó en su
todos los hombres, cualesquiera
momento- podríamos decir que
que sean las condiciones empí­
el progreso moral consiste en la
ricas que los diferencien (raza,
superación de las relaciones
sexo, color, nacionalidad ...). La
sociales de dominación, enten­
d i ferenciación entre fines y
diendo por tales aquellas en que
medios de que hablaba Kant es
unos seres humanos utilizan a
de naturaleza axiológica: sólo los
otros como meros medios en
fines valen por sí mismos, mien­
función de sus propios intereses,
tras que los medios reciben su
sacrificando para ello su capa­
valor de los fines que se pre­
cidad de autodeterminación, es
tenden. Desde este punto de vista,
decir, su libertad. Desde este
la experiencia moral consiste en
punto de vista, los llamados
O
R
I
A
Después de estas precisiones
acerca de los conceptos de hirloria,
progreso y de mom/podemos entrar
directamente en la pregunta del
titulo: ¿existe un progreso moral
en la historia? O, formulada de
otra manera: en lo que llevamos
de hlstoria, ¿hemos avanzado en
la construcción de modelos de
sociedad que reconozcan los
derechos humanos?.
Sin caer en la pretensión de dar
una respuesta global y definitiva
intentar algunas reflexiones acerca
a la pregunta, quizá se puedan
de ella.
derecbos bumanos no se reducen a
únicamente los seres humanos
un catálogo de leyes orientadas
de carne y hueso y en su totalidad
al reconocimiento meramente
pueden arrogarse la cualidad de
jurídico de ciertas prerrogativas
humanos aumenta y la hlstoria se
fines, mientras que todo lo demás
individuales (como la libertad de
hace más compleja, aparecen nue­
(la naturaleza entera) está en
expresión, la libertad religiosa o
vas formas de realizar lo que po-
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T
El progreso moral
la exigencia de reconocer que
Entorno
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A medida que el número de seres
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Klappenbach, A.
¿Existe un progreso moral en la historia?
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S O
dríamos llamar
el bimy
el mal.
Junto con la conquista histórica
de nuevas formas de asegurar el
desarrollo integral de los seres
humanos en el campo de la salud,
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L f\
H I S T O R I A
lSignifica esto que podemos dar una respuesta
claramente afirmativa a la pregunta por el pro­
greso moral en la h i storia? N ad a permite u n
opt i m i smo tan radical.
la educación o los derechos polí­
Nuevos medios técnicos s e han
hombres. Aunque la modernidad
ticos, por ejemplo, surgen nuevas
aplicado a convertir las relaciones
no haya logrado realizar sus sue­
maneras antes desconocidas de
humanas en relaciones de do­
ños ecuménicos de paz y de fra­
dominación y destrucción de la
minación. Si en la antigüedad se
ternidad hay que reconocer el
humanidad. La Alemania nazi
mataba por meclios artesanales,
mérito histórico de haber pos­
constituye el ejemplo más aca­
hoy esa tarea se confía a sofis­
tulado la 1111Ú1ersalidad como una
bado de la coexistencia de uno
ticadas tecnologías; si el Imperio
de las notas esenciales de la razón
de los modelos de sociedad más
Romano imponía el pago de
humana. Incluso en sociedades
avanzados en el plano científico
tributos a los territorios domi­
primitivas se han respetado los
y cultural con formas de barbarie
nados, hoy la ingenieria financiera
rlerecbos bti!Jitmos: pero, eso sí,
inimaginables en un siglo en el
obtiene resultados mucho más
restringidos al propio clan, la
que se suponían superadas las
rentables sin necesidad de coac­
propia clase social o el propio
atrocidades de los momentos
ciones físicas; si la manipulación
sexo. Recordemos que la demo­
oscuros de la historia. Las dos
de la opinión pública en la
cracia griega, por ejemplo, excluia
caras del progreso científico y
antigüedad se confiaba a las
de la isonomía a los esclavos, los
tecnológico progresan al mismo
religiones y sus sacerdotes, hoy
metecos y las mujeres, es decir, a
ritmo: los antibióticos y las armas
han tomado su relevo los medios
la mayoría de la población. La
nucleares, los nuevos medios de
masivos de comunicación. Cam­
extensión a todos los seres hu­
transporte y la agresión al medio
bios importantes, sin duda, pero
manos de esos derechos restrin­
ambiente, la cirugia y las nuevas
que no dejan de ser instrumen­
gidos a un grupo es patrimonio
técnicas para matar. Y lo mismo
tales, en la medida en que están
del pensamiento ilustrado aunque
sucede en el plano sociopolítico:
orientados a establecer esas
puedan encontrarse precedentes
los derechos del ciudadano coe­
relaciones, tan viejas como la
más remotos como en la Filosofia
xisten con nuevas formas de
historia, que Kant describía ]¡a­
estoica. Aun cuando este exija
explotación del mundo desarro­
ce dos siglos como la utilización
más matices de los que podemos
llado, las libertades civiles con la
de los seres humanos como me­
desarrollar aquí, ya que el con­
manipulación científica de la
ros medios al servicio de los pro­
cepto de universalidad moderno
opinión pública.
pios intereses.
sigue atado a una concepción
etnocéntrica de razón, incapaz
Sin embargo, existe una diferencia
El bien) sin embargo, muestra
significativa entre ambos tipos
cambios cualitativos a lo largo
el mal sólo
El concepto de derechos humanos
de progreso. Mientras lo que hemos
del tiempo: no se entiende por
llamado
se desarrolla
bien lo mismo que antes. El con­
se desarrolla, p o r tanto, en
cuantitativamente, el avance del
cepto de derechos bumauos ha
dos sentidos, coincidentes con
bien
presenta novedades cua­
ampliado su comprensión hasta
las dos formulaciones del impe­
litativas. Nada radicalmente se ha
límites imposibles de imaginar en
rativo kantiano mencionadas más
inventado en l a agresión a Jos
otras épocas incluso por personas
arriba. Por una parte, se abre paso
derechos humanos: desde que
de indudable sensibilidad moral.
el reconocimiento, al menos
tenemos noticias de la historia
Platón o Aristóteles nunca hubie­
teórico, del carácter moraln1ente
han existido las guerras, l o s
ran podido comprender que los
inviolable de la autonomía de
asesinatos, las violaciones, l a
derechos del ciudadano se exten­
cada ser humano ( lo que Kant
explotación del trabajo ajeno. Las
Entorno
todavía de asumir la diferencia.
dieran a los esclavos, ni Kant que
llamaba ''fin" en sQ, cuyo único
únicas en este campo son de
las mujeres gozaran de las mismas
límite lo constituye la agresión
carácter instrumenta1.
prerrogativas sociales que los
contra la autonomía de otros
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Y, sobre
hombres. En esta línea habría
nucleares capaces de destruir
que situar desde la abolición de
varias veces al planeta.
la e s clavitud h a s ta e l reco­
todo, que no aparecen vías de
nocimiento del derecho a la libre
solución al problema más grave
elección de preferencias sexuales.
de nuestro tiempo: la sistemática
Por otra parte, se empieza a com­
exclusión de la mayor parte de la
prender que este reconocimiento
humanidad de los beneficios de
no admite exclusiones basadas
la civilización. Mientras el de­
en diferencias empíricas como el
sarrollo de un sector porcio­
sexo, la raza o el lugar de naci­
nalmente pequeño de la naciones
miento 0• univmalidad kantiana).
alcanza lín1ites nunca provistos
Cambia así el concepto mismo de
moral,
y continuamente superados, un
vigente durante muchos
c o n t i n e n t e casi entero e s tá
siglos, según el cual los derechos
condenado al hambre, a la en­
estaban en función del grupo de
fennedad y a las luchas tribales,
pertenencia del sujeto y no eran
y nlillones de seres humanos en
atribuibles,
por t a n to, a la
todo el mundo (incluso en el
condición humana en cuanto tal.
mundo desarrollado) no pueden
Este cambio b i e n merece el
ejercer sus derechos humanos más
nombre de cualitativo) a diferencia
fundamentales, como el derecho
renciar nuestra época de tiempos
d e l progreso en las formas d e
a comer o a cuidar su salud. Y
anteriores. La primera consiste
dominación d e que hemos
todo ello en u n a progresión
precisamente en el aumento de
hablado antes.
creciente, de tal modo que ambos
la distancia entre la conciencia
mundos no sólo aumentan l a
moral de la humanidad y sus
Volvamos a la cruda realidad.
distancia que los separa, sino que
resultados prácticos. Las desi­
¿Significa esto que podemos dar
el número de los marginados
gualdades eran consideradas
una respuesta claramente afir­
crece mucho más rápidamente
"naturales" en tiempos pasados
mativa a la pregunta por el pro­
que el ele aquellos que h a n
y , por tanto, ajenas a la decisión
greso moral en la historia? Nada
recogido los beneficios de la
de los hombres. Aristóteles no
permite un optimismo tan radical.
historia. Según el Informe sobre
necesitaba siquiera defender la
No sería la primera vez en la
Des(/rrollo Humano del programa
esclavitud, que era considerada
h i st o r i a q u e la urazón i n s ­
de la ONU para el desarrollo, de
como parte de un orden natural
trumental11 se impone sobre l a
1 996, una cuarta parte d e la
inmutable, semejante al que rige
"razón d e fines", q u e l o cuan­
humanidad vive hoy peor que
las relaciones entre las especies
titativo absorbe a lo cualitativo.
hace 15 años y "el crecimiento
animales.
Si bien es verdad que el concepto
económico ha fracasado para dos
estructura social se legitimó en
de derechos humanos que hoy
tercios de la humanidad". "Si se
nombre de designios divinos que
comparte la mayoría de los ciu­
mantienen las tendencias", dice
otorgaban a cada individuo y a
Y
más adelante la
dadanos es in finitamente más
el informe, "la disparidad eco­
cada estamento su lugar en el
amplio y comprensivo que el
nómica entre países industria­
conjunto de la sociedad. N o
vi gen te hace
sólo u n siglo,
lizados y en desarrollo pasará de
fueron pocos quienes encon­
también lo es que la tecnología
lo i n j u s to a lo i n h u m a n o " .
traron en la Biblia los funda­
de la humanidad ha alcanzado
S e podrá aducir que esta distancia
vos. Fue un mérito del pen­
mentos de la existencia de escla­
de la destrucción y la dominación
una eficacia nunca vista en la
entre ricos y pobres siempre ha
samiento ilustrado la progresiva
antigüedad. Aun cuando haya
existido, y en algunas sociedades
desacralización de este modelo,
terminado la psicosis de la guerra
de modo más sangrante que en
de tal modo que la organización
fría, no está de más recordar que
la actualidad. Sin embargo existen
de la sociedad quedaba confiada
aún siguen operativos arsenales
al menos dos razones para dife-
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S T O R I A
a una razón humana autónoma
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Klappenbach, A.
¿Existe un progreso moral en la historia?
y con
y, por tanto, privada de una le­
realización. Como hemos dicho
trando, lentamente
gitimación siruac\<1 más allá de las
antes, el pcnsilmicnro ilustrado
rosas contradicciones, en el senti.r
fuerzas del h o m b re. Pero un
in troduce un concepto de moral
común del ciudadano d e a pie.
mérito que bien pronto mostró
radicalmente nuevo (expresado
Los derechos de la mujer, la to­
nume­
su debi�dad en la efectiva rea­
en su forma madura en la filosofia
lerancia ideológica, los n1ovi­
lización de sus aspiraciones uni­
Kantiana) en la medida en que
mienros de solidaridad con el
versal.istas.
es capaz de sintetizar las cate­
tercer mundo, el respeto por las
b segunda razón 'lue no permite
gorías de aulono111ir1)' múnJralidad,
m i norías, l a aceptación de la
l i b e r a n d o a l a é ti c a de s u s
homosexua�dad,
una visión ingenuamente opti­
s e r v i d u rn b re s
expresión,
mista de la situación actual con­
teológicas y reconociendo el valor
siste en que la h umartidacl posee,
absoluto de cada ser humilno,
por primera vez en la historia, los
independientemente de sus atri­
xenofobia, constituyen ejemplos
medios técnicos necesarios para
butos empíricos.
de valores éticos c¡ue hace apenas
superar esta nueva barbarie, sin
después de dos siglos, que esta
un siglo eran patrimonios de
que se observen signos de que
concepción universalista de los
m inorías
esos
derechos humanos vaya pene-
comparten, al menos en teoría,
m e d i o s s e p o n g a n en
la
m e t a fí s i c a s
Y
y
ha logrado,
la
la
libertad de
exigencia
de
democratización del poder, el
rechazo
del
racismo
ilustradas
y
y
la
hoy
práctica. El espectacular desa­
rroUo de l a ciencia y
técnica se
redujo a una mínÜnil parte ele la
h um a n i da d : s ó l o l a i nd u s tr i a
armamentista tuvo una d i fusión
universal, mientras l a tecnología
de los a.limentos o de la salud se
orientaron más a satisfacer una
1
demanda d e consumo con exi­
gencias cada vez más sofisticadas
que a solucionar el problema del
h am b re y las e n fe r m e d a d e s
J
endémicas. Hasta n o hace mucho
tiempo, la mitad de grandes masas
de población era probablemente
una consecuencia inevitable de
l a escasez de recursos; hoy de­
1
pende en gran medida de la oLien­
mción de una política científica
a escaJa mundial. Y ele una política
a secas que man i fi e s t a n u l o o
escaso interés por la extensión
u nivers:J de los logros cienri6cos
y técnicos y, por consiguiente, de
los derechos de l a humanidad en
su conjunto.
El proyecto de
la modernidad
E l proyecto ético de la mo­
dernidad sigue pendiente de la
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Klappenbach, A.
¿Existe un progreso moral en la historia?
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la mayoría de ciudadanos e n
e n t re "razón especulativa" y
puede ser considerado como
muchos países del mundo. E n ese
"razón práctica" y, en este sentido,
mzo/1(/b/e. Se trata de la creencia
sentido puede hablarse de un
la recuperación de buena parte
en las posibilidades de la razón
proceso cualitativo de la moral
de su pensamiento sigue siendo
humana, que si bien ha perdido
en la historia, aun cuando haya
una asignatura pendiente, más allá
el ingenuo crédito de que gozó
que introducir muchos matices
del fracaso de las concreciones
en los orígenes de la modernidad,
en cuanto a la efectiva vigencia
hjstóricas que se intentaron a su
puede seguir mereciendo u n
práctica
amparo. Los nuevos dioses del
modesto voto d e confianza para
mercado y la competitividad han
quienes nos negamos a asumir el
de
estos
cambios
ideológicos.
Sin embargo, y como ha sucedido
mostrado ya su impotencia para
fin
armonizar
d e s a r ro l l o
n a c i m i e n t o de u n a p o s m o ­
dernidad en la que ''todo vale".
el
de
la
i l u s tr a c i ó n
y
el
tantas veces a lo largo del tiempo,
económico con la universalización
e s te progreso !llora/ ha debido
de l o s derechos humanos: la
Pese a sus ambigüedades y a su
enfrentarse con las articulaciones
brecha creciente entre opuJencia
limitada eficacia, el cambio cua­
del poder. Desde los primeros
y miseria constituye una con­
litativo que se ha producido en
años de la Revolución Francesa
secuencia necesaria del Ubera­
los últimos años acerca del conte­
los derechos humanos univer­
Usmo económico y no sólo un
nido de los derechos humanos es
salmente proclamados han entra­
s u b p r o d u c to
t r a n s i torio.
de la mayor importancia. El hecho
Optimismo y pesimismo
ampliado su comprensión no sólo
de
do en colisión con intereses parti­
culares y de grupo, de tal modo
q u e e s e c o n c e p to haya
para un grupo de intelecwales
que su realización práctica en la
historia no ha seguido el mismo
Probablemente los conceptos de
sino para enormes capas de po­
proceso que s u p o s tu lación
optimjsmo y pesimismo no sean
blación permite esperar que las
teórica. El hecho de la domi­
los instrumentos más adecuados
situaciones de miseria y opresión
nación, como la patología del
para responder a la pregunta que
sean consideradas por buena par­
poder, h a encontrado e n Jos
nos ocupa. Si renunciamos a cual­
te de la opinión pública como
avances de la razón instrumental
quier metarrelato explícita o im­
siruaciones irracionales que exigen
nuevos medios para imponer la
plícitamente teológico y n o s
ser superadas. A quién esto le
fuerza cuantitativa de las nuevas
conformamos c o n u n a modesta
parezca poco debería recordar
formas de destrucción y opresión
concepción de la historia como
que en el pasado muchas de las
Y
construcción humana, no pode­
injusticias que hoy nos indignan
en este campo sería imposible
como tampoco refugiarnos en
del Tercer Mundo, la discri­
minación de la mujer o las mani­
a ese progreso cualitativo de la
moral de c1ue hemos hablado.
mos pedir garantías al fumro, así
( como la esclavitud, la miseria
cualquier intento de medir la
catastrofismo paralizante. La
'jcantidad de bien y mal" en la
polémica entre apocalí
pticos e
festaciones de racismo) eran
historia. La ilustración, en efecto
integrados
actitudes
consideradas como naturales,
reve l a
ha e s ta d o m a r c a d a p o r u n
psicológicas diversas antes que
cuando no de origen divino, por
enfoque sesgadamente teórico: el
evaluaciones razonables de la
esos mismos sectores de la pobla­
idealismo mvo el mérito de poner
realidad. Sin embargo, como decía
ción. N[uchas familias normales
en cuestión Jos fundamentos
Ortega, más aUá de las ide(/s que
de clase media no encontraban
metafísicos que legitimaban el
uno tiene existen las creencias en
objeciones morales a la compra
antiguo orden social, pero no era
que uno está. Y en este sentido
su
s e podría recoger del pensa­
y venta de esclavos negros hasta
hace poco más de cien ai1os y en
dependencia de las condiciones
sociales y pol íticas que
miento ilustrado un componen­
uno de los países más avanzados
te todavía vivo que permite
de la cierra.
constituyen el sustrato del que se
posntla.r -no demostrar- un cierto
mos las enormes litnitaciones que
nutren las ideas. Marx vio clara­
optimismo,un cierto prinapio -
encuentra la conciencia moral
mente las consecuencias de este
esperaiiZfl que si no puede recibir
djvorcio entre teoría y praxis,
el calificativo de
raci011r11, al menos
razón instrumental de poder,
capaz
Entorno
de
descubrir
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Y si bien
todos sabe­
cuando debe enfrentarse a la
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¿Existe un progreso moral en la historia?
1 ·t .
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t
o
r
n
también nos enseña la historia
que las contradicciones entre el
pensamiento y la realidad suelen
producir cambios importantes.
De hecho, muchos de estos cam­
bios se están produciendo a un
ritmo creciente en determinados
sectores de los países desa­
rrollados, mientras que en zonas
deprimidas que hasta hace pocos
años se resignaban calladamente
a su destino surgen, con mejor o
peor forruna, movimientos que
exigen el reconocimiento de sus
derechos elementales, superando
un fatalismo de siglos. Y lo que
es más importan te, se comienza
a comprender que hoy es posi­
ble lo que antes era una mera
aspiración carente de fundan1ento
en la estructura económica. Las
razones de la guerra y la opresión
quedan cada vez más claran1ente
en descubierto, perdidas sus
legitimaciones en el orden narural
o en la escasez objetiva de re­
cursos. Y ya s a b e m o s l a
importancia q u e t i e n e n l a s
legitimaciones ideológicas en las
estructuras sociales.
Claro está que a estos signos se
pueden oponer otros de signi­
ficado contrario. El resurgimiento
de fundamentalismos de todo
tipo, los nacionalismos exclu­
yentes, las nuevas formas de racis­
mo y xenofobia, las recientes
guerras de religión. Todos ellos
equitativamente repartidos entre
el Oriente y el Occidente, el Nor­
te y el Sur. Y, en el plano ideo­
lógico, la paulatina imposición
del pensamiento único como legi­
timación de un nue110 orden llllmrlial
orientado a excluir de la historia
a más de la mi tad de los
habitantes del planeta. En cual-
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T O P 1 /-lo.
S i t o d o e s t o c o n d u c i r á a u n a p rogr e s i v a
genera l ización d e l o s derechos h u manos o l a
h i storia terminará cerrándose sobre sí m i s m a y
convirtiendo la moral en un privilegio de una minoría
de la h u manidad, es cosa que sólo el paso del
tiempo puede responder.
qujer caso, estamos lejos de ese
se pretendió
fundamentar en unfin de la hisl01ia
nacido a su vez de una ideología
gue había caído en la peor ilusión
en gue puede caer una ideologia:
no ser consciente de sí misma.
Más bien parecen darse las condi
ciones para nuevos conflictos c¡ue
no podemos pre-ver sino al
precio de caer en una concepción
teológica d e l a h i storia,
convirtiéndola e n u n metarrelato
cuyo desenlace conociéramos por
anticipado.
fin de las ideologías que
Si todo esto conducirá a una pro­
gresiva generalización de los dere­
chos humanos o la historia
terminará cerrándose sobre sí
misma y convirtiendo la moral
en un privilegio de una minoría
de la hwnanidad es cosa gue sólo
el paso del riempo puede respon­
der. Pero, sin necesidad de com­
partir el optimismo hegeliano,
nada nos impide confiar en que
la astucia de la razón pueda en­
contrar caminos para avanzar ha­
cia lo que constituye su nota más
característica: la universalidad.
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Ministerio de Trabajo }'Seguridad Socirtl,
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CLA VES
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