pp. 55-64 Klappenbach, A. ¿Existe un progreso moral en la historia? A partir de una primitiva edad de oro (el Paraíso Terre n a l ) se produce una caída (el pecado original) que inaugura la hi storia terrena. A partir de allí se inicia un largo y doloroso proceso durante el cual la humanidad lucha por recuperar la inocencia perdida. El mero hecho de plantear esta pregunta implica una serie de supuesros, cada uno de los cuales daría lugar a una larga discusión que, como suele suceder con este tipo de discusiones, terminaría sin acuerdos. Sin ánimo de entrar a fondo en ese debate, empece­ mos por recorrer algunos, si no para resolver los problemas, al menos para explicitar los ine­ 'itables prejuicios desde los cuales abordamos el tema. Y aclarando, desde el principio, que lo abor­ damos desde un punro de vista centrado en la cultura europea ­ occidental y, por tanto, adoptando -críticamente- los supuestos de la modernidad ilustrada y el con­ cepto de razón que hemos here­ dado de ella. Lo cual no impide -más bien exige-un punto de vista universal. La historia El primero de estos supuestos es el mismo concepto de historia. Entorno ISSN: 2218-3345 Al menos desde Nietzsche se pone en duda que exista una histolia en el sentido fuerte de la palabra. Porque la historia supone al me nos dos características íntimamente relacionadas que han sido puestas en cuestión por lo que se ha llamado "el pensa­ miento posmetafísico". La pri­ mera de ellas es la categoría de unid"rl y la segunda la defin"lid"d. Hablar de la 1Jist01i" implica rewlli en un mismo concepto infinidad de fragme n t o s especiales y temporales. Y ello sólo puede hacerse desde un 11/elarrelalo que considere a cada suceso como un acto de una misma obra, como un episoclio de un mismo argu­ mento con su desenlace incluido. En la hjsroria occidental se han sucedido varios metarrelaros, que se han desplazado y asumido par­ cialmente unos a otros. Cuando la irrupción del modelo bíblico reemplaza al concepto cíclico del tiempo que dominaba en la culnn·a griega se instaura la con­ cepción de la historia como bú­ /oria de sa!tJtlciÓII. La historia es comprendida como un proceso lineal, con principio y fm. J\ partir de una primitiva edad de oro ( el Paraíso Terrenal) se produce una caída (el pecado original) que inaugura la historia terrena. A partir de allí se inicia un largo y doloroso proceso durante el cual la humanidad lucha por recuperar la inocencia perdida. La llegada de un Redentor que muere cru­ cificado asegura el sentido salva­ dor del trabajo penoso, del dolor y el esfuerzo de la vida humana individual y colectiva, que será rescatada definitivamente al fin de los tiempos, con la segunda vertida del Salvador. La modernidad seculariza este metarrelato pero no lo abandona. Conceptos como la Razón , el Progreso, la Humanidad sus­ tituyen la Fe, la Providencia o la Iglesia conservando su aire de familia. Basta pensar en el patécico esfuerzo de Comte por construir una filosofía posiciva ele la historia c¡ue termina en una parodia teológica donde no faltan ni los simulacros de los santos o los sacramentos de la Iglesia. Sin llegar a tanto, es innegable gue el penstuniento ilustrado-man,jsmo Septiembre-2000, N°. 15 - - · - - - - - - - - · - - - · · - - · · - - - - - - - -� pp. 55-64 Klappenbach, A. ¿Existe un progreso moral en la historia? 1 e (J 1'-1 J p IJút01ia de !ti sal11arión, aunguc incluido -comparte, aunque de de las etapas anteriores: otra vez espldtu capaz d e asumir y superar m uy la en cada acontecin1iento para elevarlo convicción d e q u e el desarrollo clave profana. En ese sentido, a un destino final capaz de recon­ de los hechos está guiado por un resulta paradigmática l a c o n ­ c i l i a r c a d a u n a de n u e s t ra s hilo conductor al que la razón cepción hegdiana. "Si existe una minúsculas anécdotas personaJes h u m a n a puede acceder. con la universalidad de la idea. d i s t i n ta s m a n e ra s , Y, la con historia, es la de Hegel", d i j o algunas notables excepciones Sartre. Y tenía r a z ó n : no se ha ¿ como la d e Rousseau, esa con­ formu.lado nunca una concepción Pero, cepción suele esmr teñida de un tan g r a n d i o s a de la modesta más que el resultado de una ilu­ cierto optimismo que apuesta por historia de los hombres como ese sión voluntarista para no reco­ una magnífico d e s a r ro l l o de u n nocer que el concepto de historia p ro g r e s i v a superación y si todo csro no fuera es sólo un cajón de sasrre donde se acumulan, sin orden ni con­ cierro, innumerables episodios sin sentido a los que sólo nuestra i1naginación es capaz de converti.r en acms de una misma obra?. No falmóan razones para sospechado. Lo más di ficil de asll!Tl.ir no es el sufrimiento sino lo absurdo; el más doloroso de los fracasos pue­ de ser soporrado a condición de que tenga un sentido, y no faltan ejemplos en que la m.isma suerte es aceptada como contribución Y a una finalidad situada n1ás allá del individuo. con los lo que sucede i ndividuos sucede también con los pueblos. ¿Cómo podrían soportarse los horrores d e u n a guerra s i no es por el convencimiento de que esa catás­ trofe se inscribe en u n proyecto que la convierte e n un paso necesario de un camino de liberación?. No sería extrailo que el concepto de hütoria hubiera nacido de esta necesidad, tan h u ma n a como i n fu n d ada, de otorgar sentido a nuestros actos, lo rengan o no. Nietzsche lo vio así cuando negó y de a la vida cualc¡uier pretensión de unidad finalidad. Una de las tantas lecturas de su e/emo retomo consiste p r e c i s ::t m e n t e en reivindicar el sentido del instante ante cualquier i n tento de cons- Entorno ISSN: 2218-3345 Septiembre-2000, N°. 15 pp. 55-64 Klappenbach, A. ¿Existe un progreso moral en la historia? G n E S O M 0 1� ¡:. l L A H I S T O R I A truir una historia continua. La generación recoge la historia que muerte de Dios lleva consigo la ha recibido y cuenta con ella en sentido- cabe plantearse la pre­ muerte de la historia y del sujeto, sus próx.imos pasos cuando los gunta acerca del posible progreso moral de la historia. ficciones tan engañosas como orienta en uno u otro sentido. útiles para aliviarnos de la res­ Desde este punto de vista, la ponsabilidad ele crear valores y condición humana otorga al limitarnos a aceptar los que se transcurso del tiempo una cierta nos ofrecen. Y no pocas ele esas unidad y finalidad que permite corrientes de pensamiento que hablar de bist01it1, aun cuando este se han agrupado bajo el nombre proceso no s e construya de bastante equívoco ele posmoder­ manera lineal e implique multitud nidad asumen esta filosofía ele lo d iscontinuo, proclamando la comienzos. Y teniendo en cuenta, d e fi n i tiva caducidad d e los por supuesto, gue está precaria en ese sentido -y sólo en este El Progreso Pero si el concepto de bistolia resulta problemático, no lo es de avances, retrocesos y nuevos unidad no implica ninguna ga­ metarrelatos. rantía acerca de su orientación En cualquiera de estas dos ma­ futura ni permite esperar ningún neras de entender la historia (co­ diseño de consumación final. mo un gran metarrelato o como Suponemos, por tanto, gue en la instantes discontinuos), la pre­ historia en su conjunto sucede lo gunta por el progreso moral que­ que resulta evidente en algunos daría contestada de antemano. a s p e c t o s pa rc ia le s como el En el primer caso, porque el pro­ progreso cientifico - técnico: gue greso se da por supuesto, en la las experiencias pasadas influyen medida en que todas las grandes decisivamente en el presente, que concepciones de la hisroria de la si la historia humana se distingue cultura occidental llevan implícito de la mera historia natural e s su carácter salvador. En el segun­ precisamente p o r este proceso do, porque la idea de progreso constructivo que otorga cierta resulta ociosa cuando la historia continuidad a los asistentes de se convierte en una sucesión de gue hablaba Nietzsche. Mientras instantes sin antecedentes ni con­ gue cada animal está obligado a secuentes: todo progreso implica repetir de modo casi mecánico la la e x i s te n c i a d e algún tipo historia de su especie, el ser hu­ de relación entre pasado, presente mano es capaz de aprender en y futuro. alguna medida de los errores y Quizá convenga cuestionar esta dentes, aun cuando este apren­ disyuntiva. Cumpliendo la pro­ dizaje nos deje permanentemente mesa de explicitar los supuestos insatisfechos. menos el de progreso. Cuando nació, al calor del optimismo ilus­ trado, pretendia abarcar todas las dimensiones de la historia, desde la cientifico - técnica hasta la político - moral. Con la razón como guía, el sueño aciertos de generaciones prece­ de la ilustración -al menos de bue­ na parte de ella- esperaba de la historia no sólo un creciente do­ minio sobre la naturaleza, sino -o prejuicios- de este ensayo, se propone un concepto equidis­ Se trata, por tanto, de una unidad tante de esta alternativa gue po­ y finalidad precaria, ni irunanente dríamos llamar constructivismo ni trascendente, sino trabajo­ bistódco. Ni la historia posee una samente construida, pero aun así unidad y finalidad inmanente, ni capaz de hacer posible una re­ consiste en un cúmulo de frag­ flexión sobre ciertas orientaciones mentos inconmensurables. El que la historia humana va arti­ sentido se constmye, ya que cada culando a lo largo del tiempo. Y Entorno - - - - - una incesante emancipación del género humano de toda servi­ dumbre, que conduciría, como decía Kant, a "la idea de una his­ toria universal en sentido cos­ mopolita". Poco duró esa espe­ ranza. Mientras la razón instru­ mental acumulaba éxitos en la ISSN: 2218-3345 - - - - - - - - - - Septiembre-2000, N°. 15 - - - - - - · - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - G - pp. 55-64 Klappenbach, A. ¿Existe un progreso moral en la historia? 1 ., o M J 1� A E N T O r: 1 inl­ transformación de la naturaleza de la modernjdad, las inmensas progreso moral de la historia y los ciudadanos comenzaron a posibilidades de dominio de la plica optar por una concepción gozar de derechos que nunca naturaleza y la incapacidad para determinada del bien y el mal habían soñado, la historia de los llevar a cabo el sueño emanci­ moral, que está lejos de ser uni­ hombres se enredó en nuevos patorio de la humanidad, que exi­ versalmente compartida. Como conflictos, nacidos precisamente ge una lógica distinta. de nuevas formas de dominio no cabe ac1uí la posibilidad de re­ correr los distintos sentidos de l a e x p r e s i ó n progreso moral, sobre el mundo material y a los Se impone, por tanto, muchas cuales se incorporaron nuevos precauciones a la hora de hablar nos limüaremos a expl.icitar el medios de destrucción surgidos hoy de progreso histórico. Per­ sentido que le daremos en estas del progreso científico-técnico. dido definitivamente en el opti­ páginas, sabiendo que no es el La lógica de la razón insrrumental mismo ingenuo de la ilustración, único posible. Entendemos por podemos preguntarnos si gueda progreso moral el avance en el se i m p u s o en l a s rela c i o n e s algo (excluyendo, por supuesto, reconocimiento de los derechos sociales: l a s inéditas posibilidades el ámbito científico - técnico h umanos. de dominio de la naturaleza gue en el cual no parece caber dudas socorrida expresión la nueva tecnología hacía posible razonables). Y ello nos lleva a es capaz de abarcar contenidos se extendieron a las relaciones una última precisión acerca del no sólo diversos, sino aun con­ sociales. La terrible explotación contenido especificamente moral tradicrorios, se impone precisar del trabajo del capitalismo na­ de tal progreso. lo más posible su significado. Y La moral vez más a la tradición ilustrada, colonialismo de los siglos XIX y como e s ra para eUo conviene recurrir una ciente, la represión de los mo­ vimientos sociales y e l neo­ Pero hist01ia y de que fue capaz de plantear rigu­ rosamente el problema, a u n XX son también los hijos a su Si los conceptos de modo, de la idea ilustrada de progreso están cargados de s u ­ cuando sus esperanzas de rea­ progreso. Las dos guerras mun­ y la desrrucción tecnológica puestos de l o s cuales depende lización quedaran lejos de su diales su significado, la idea de 11/0ml planteamiento teórico. Una de de Hirosh.ima y Nagasaki simbo­ resuJta todavía más compleja de las fórmulas d e l i m p e rativo lizan a la vez el éxito definir. Discutir acerca del posible categórico d e y el fracaso Kant dice lo sigu.iente: "Obra de manera que trates a la humanidad, tanto en ru persona como en la persona de los demás, siempre como fin y no sólo como medio. Y a ello ai1adía la ex.igencia de que cada acción concreta pucEera encua­ drarse dentro de una ley universaJ, de tal modo que lo que resulta moralmente vá!Jdo para cada caso particular pueda extenderse al género humano en su conjunto. Quizá pueda rescatarse de jerga formalista y racionaüsta ele estas expresiones un significado que contribuya a dotar de conterudo a una fórmula que hoy corre el riesgo de admitir tantos sentidos como intereses se pretende legitimar. Entorno ISSN: 2218-3345 Septiembre-2000, N°. 15 pp. 55-64 Klappenbach, A. ¿Existe un progreso moral en la historia? . - - e - - -n- - - t- - - o - - -r - -n- - o- - - . . - G R E. 9 O M O R A L E N L A H I función de ellos. Así, las rela­ la igualdad ante la ley, por ciones con la naturaleza infra­ ejemplo), sino que expresan un humana sólo resultan morales modelo -utópico, si se quiere- de por su incidencia en las relaciones organización social. Resulta sociales: la sensibilidad actual por sintomático que en el uso co­ los problemas ecológicos, por rriente de esta expresión en nues­ ejemplo; no proviene tanto de tros días ocupe un lugar secun­ una actitud de respeto a los dario entre tales derechos aspec­ árboles o las ballenas, sino de la tos tan elementales como el dere­ necesidad de asegurar a los cho a comer, a recibir asistencia hombres actuales y futuros un sanitaria o a evitar la explotación medio natural adecuado a sus del trabajo. Los derechos huma­ necesidades (incluidas las es­ nos resultan tan te.ñjdos de una téticas). La moral así entendida connotación idealista -también renuncia, por tanto, a cualquier una herencia ilustrada. Que los concepción explícita o implí­ reduce al ámbito jurídico - legal, Atreviéndonos a traducir e l citamente teológica. No se trata hasta el punto de que pueden imperativo kantiano a u n lenguaje por usar palabras de Sartre, "de coexistir con situaciones de más cercano a nuestra cultura, normas escritas en los cielos", miseria y explotación gene­ podríamos decir lo siguiente: la sino de una moral laica cuyo ralizada. Parece que mientras el esencia de la experiencia moral único "absoluto", si se quiere usar miserable no sea sometido a no consiste en la sumisión a leyes esta palabra, es el ser humano de censura de prensa y se le garantice o normas, sino en el estable­ carne y hueso y sus únicas "leyes" el derecho al habeas corp11s c.in1iento de relaciones humanas aquellas que aseguren el respeto derechos humanos están a salvo... que no sean meramente ins­ recíproco, es decir, el reconoci­ trumentales sino que reconozcan miento del valor de cada ser el valor inviolable de cada ser humano concreto, independiente­ humano concreto. Y de tal modo mente de su utilidad instrumental. que estaS relaciones tiendan a uni­ Sacando las consecuencias de esta versalizarse, es decir, al recono­ concepción de la ética -conse­ cimiento del valor absoluto de cuencias que Kant no sacó en su todos los hombres, cualesquiera momento- podríamos decir que que sean las condiciones empí­ el progreso moral consiste en la ricas que los diferencien (raza, superación de las relaciones sexo, color, nacionalidad ...). La sociales de dominación, enten­ d i ferenciación entre fines y diendo por tales aquellas en que medios de que hablaba Kant es unos seres humanos utilizan a de naturaleza axiológica: sólo los otros como meros medios en fines valen por sí mismos, mien­ función de sus propios intereses, tras que los medios reciben su sacrificando para ello su capa­ valor de los fines que se pre­ cidad de autodeterminación, es tenden. Desde este punto de vista, decir, su libertad. Desde este la experiencia moral consiste en punto de vista, los llamados O R I A Después de estas precisiones acerca de los conceptos de hirloria, progreso y de mom/podemos entrar directamente en la pregunta del titulo: ¿existe un progreso moral en la historia? O, formulada de otra manera: en lo que llevamos de hlstoria, ¿hemos avanzado en la construcción de modelos de sociedad que reconozcan los derechos humanos?. Sin caer en la pretensión de dar una respuesta global y definitiva intentar algunas reflexiones acerca a la pregunta, quizá se puedan de ella. derecbos bumanos no se reducen a únicamente los seres humanos un catálogo de leyes orientadas de carne y hueso y en su totalidad al reconocimiento meramente pueden arrogarse la cualidad de jurídico de ciertas prerrogativas humanos aumenta y la hlstoria se fines, mientras que todo lo demás individuales (como la libertad de hace más compleja, aparecen nue­ (la naturaleza entera) está en expresión, la libertad religiosa o vas formas de realizar lo que po- ISSN: 2218-3345 T El progreso moral la exigencia de reconocer que Entorno S A medida que el número de seres Septiembre-2000, N°. 15 - - - - - - - - - - - - - - - - - - -G> pp. 55-64 Klappenbach, A. ¿Existe un progreso moral en la historia? 1 S O dríamos llamar el bimy el mal. Junto con la conquista histórica de nuevas formas de asegurar el desarrollo integral de los seres humanos en el campo de la salud, M 0 R 1\ L E N L f\ H I S T O R I A lSignifica esto que podemos dar una respuesta claramente afirmativa a la pregunta por el pro­ greso moral en la h i storia? N ad a permite u n opt i m i smo tan radical. la educación o los derechos polí­ Nuevos medios técnicos s e han hombres. Aunque la modernidad ticos, por ejemplo, surgen nuevas aplicado a convertir las relaciones no haya logrado realizar sus sue­ maneras antes desconocidas de humanas en relaciones de do­ ños ecuménicos de paz y de fra­ dominación y destrucción de la minación. Si en la antigüedad se ternidad hay que reconocer el humanidad. La Alemania nazi mataba por meclios artesanales, mérito histórico de haber pos­ constituye el ejemplo más aca­ hoy esa tarea se confía a sofis­ tulado la 1111Ú1ersalidad como una bado de la coexistencia de uno ticadas tecnologías; si el Imperio de las notas esenciales de la razón de los modelos de sociedad más Romano imponía el pago de humana. Incluso en sociedades avanzados en el plano científico tributos a los territorios domi­ primitivas se han respetado los y cultural con formas de barbarie nados, hoy la ingenieria financiera rlerecbos bti!Jitmos: pero, eso sí, inimaginables en un siglo en el obtiene resultados mucho más restringidos al propio clan, la que se suponían superadas las rentables sin necesidad de coac­ propia clase social o el propio atrocidades de los momentos ciones físicas; si la manipulación sexo. Recordemos que la demo­ oscuros de la historia. Las dos de la opinión pública en la cracia griega, por ejemplo, excluia caras del progreso científico y antigüedad se confiaba a las de la isonomía a los esclavos, los tecnológico progresan al mismo religiones y sus sacerdotes, hoy metecos y las mujeres, es decir, a ritmo: los antibióticos y las armas han tomado su relevo los medios la mayoría de la población. La nucleares, los nuevos medios de masivos de comunicación. Cam­ extensión a todos los seres hu­ transporte y la agresión al medio bios importantes, sin duda, pero manos de esos derechos restrin­ ambiente, la cirugia y las nuevas que no dejan de ser instrumen­ gidos a un grupo es patrimonio técnicas para matar. Y lo mismo tales, en la medida en que están del pensamiento ilustrado aunque sucede en el plano sociopolítico: orientados a establecer esas puedan encontrarse precedentes los derechos del ciudadano coe­ relaciones, tan viejas como la más remotos como en la Filosofia xisten con nuevas formas de historia, que Kant describía ]¡a­ estoica. Aun cuando este exija explotación del mundo desarro­ ce dos siglos como la utilización más matices de los que podemos llado, las libertades civiles con la de los seres humanos como me­ desarrollar aquí, ya que el con­ manipulación científica de la ros medios al servicio de los pro­ cepto de universalidad moderno opinión pública. pios intereses. sigue atado a una concepción etnocéntrica de razón, incapaz Sin embargo, existe una diferencia El bien) sin embargo, muestra significativa entre ambos tipos cambios cualitativos a lo largo el mal sólo El concepto de derechos humanos de progreso. Mientras lo que hemos del tiempo: no se entiende por llamado se desarrolla bien lo mismo que antes. El con­ se desarrolla, p o r tanto, en cuantitativamente, el avance del cepto de derechos bumauos ha dos sentidos, coincidentes con bien presenta novedades cua­ ampliado su comprensión hasta las dos formulaciones del impe­ litativas. Nada radicalmente se ha límites imposibles de imaginar en rativo kantiano mencionadas más inventado en l a agresión a Jos otras épocas incluso por personas arriba. Por una parte, se abre paso derechos humanos: desde que de indudable sensibilidad moral. el reconocimiento, al menos tenemos noticias de la historia Platón o Aristóteles nunca hubie­ teórico, del carácter moraln1ente han existido las guerras, l o s ran podido comprender que los inviolable de la autonomía de asesinatos, las violaciones, l a derechos del ciudadano se exten­ cada ser humano ( lo que Kant explotación del trabajo ajeno. Las Entorno todavía de asumir la diferencia. dieran a los esclavos, ni Kant que llamaba ''fin" en sQ, cuyo único únicas en este campo son de las mujeres gozaran de las mismas límite lo constituye la agresión carácter instrumenta1. prerrogativas sociales que los contra la autonomía de otros ISSN: 2218-3345 Septiembre-2000, N°. 15 �- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - pp. 55-64 Klappenbach, A. ¿Existe un progreso moral en la historia? R E S O M O R A L E N L A H I Y, sobre hombres. En esta línea habría nucleares capaces de destruir que situar desde la abolición de varias veces al planeta. la e s clavitud h a s ta e l reco­ todo, que no aparecen vías de nocimiento del derecho a la libre solución al problema más grave elección de preferencias sexuales. de nuestro tiempo: la sistemática Por otra parte, se empieza a com­ exclusión de la mayor parte de la prender que este reconocimiento humanidad de los beneficios de no admite exclusiones basadas la civilización. Mientras el de­ en diferencias empíricas como el sarrollo de un sector porcio­ sexo, la raza o el lugar de naci­ nalmente pequeño de la naciones miento 0• univmalidad kantiana). alcanza lín1ites nunca provistos Cambia así el concepto mismo de moral, y continuamente superados, un vigente durante muchos c o n t i n e n t e casi entero e s tá siglos, según el cual los derechos condenado al hambre, a la en­ estaban en función del grupo de fennedad y a las luchas tribales, pertenencia del sujeto y no eran y nlillones de seres humanos en atribuibles, por t a n to, a la todo el mundo (incluso en el condición humana en cuanto tal. mundo desarrollado) no pueden Este cambio b i e n merece el ejercer sus derechos humanos más nombre de cualitativo) a diferencia fundamentales, como el derecho renciar nuestra época de tiempos d e l progreso en las formas d e a comer o a cuidar su salud. Y anteriores. La primera consiste dominación d e que hemos todo ello en u n a progresión precisamente en el aumento de hablado antes. creciente, de tal modo que ambos la distancia entre la conciencia mundos no sólo aumentan l a moral de la humanidad y sus Volvamos a la cruda realidad. distancia que los separa, sino que resultados prácticos. Las desi­ ¿Significa esto que podemos dar el número de los marginados gualdades eran consideradas una respuesta claramente afir­ crece mucho más rápidamente "naturales" en tiempos pasados mativa a la pregunta por el pro­ que el ele aquellos que h a n y , por tanto, ajenas a la decisión greso moral en la historia? Nada recogido los beneficios de la de los hombres. Aristóteles no permite un optimismo tan radical. historia. Según el Informe sobre necesitaba siquiera defender la No sería la primera vez en la Des(/rrollo Humano del programa esclavitud, que era considerada h i st o r i a q u e la urazón i n s ­ de la ONU para el desarrollo, de como parte de un orden natural trumental11 se impone sobre l a 1 996, una cuarta parte d e la inmutable, semejante al que rige "razón d e fines", q u e l o cuan­ humanidad vive hoy peor que las relaciones entre las especies titativo absorbe a lo cualitativo. hace 15 años y "el crecimiento animales. Si bien es verdad que el concepto económico ha fracasado para dos estructura social se legitimó en de derechos humanos que hoy tercios de la humanidad". "Si se nombre de designios divinos que comparte la mayoría de los ciu­ mantienen las tendencias", dice otorgaban a cada individuo y a Y más adelante la dadanos es in finitamente más el informe, "la disparidad eco­ cada estamento su lugar en el amplio y comprensivo que el nómica entre países industria­ conjunto de la sociedad. N o vi gen te hace sólo u n siglo, lizados y en desarrollo pasará de fueron pocos quienes encon­ también lo es que la tecnología lo i n j u s to a lo i n h u m a n o " . traron en la Biblia los funda­ de la humanidad ha alcanzado S e podrá aducir que esta distancia vos. Fue un mérito del pen­ mentos de la existencia de escla­ de la destrucción y la dominación una eficacia nunca vista en la entre ricos y pobres siempre ha samiento ilustrado la progresiva antigüedad. Aun cuando haya existido, y en algunas sociedades desacralización de este modelo, terminado la psicosis de la guerra de modo más sangrante que en de tal modo que la organización fría, no está de más recordar que la actualidad. Sin embargo existen de la sociedad quedaba confiada aún siguen operativos arsenales al menos dos razones para dife- Entorno ISSN: 2218-3345 S T O R I A a una razón humana autónoma Septiembre-2000, N°. 15 ·" \ ·\ ' ' •· .. � .. pp. 55-64 Klappenbach, A. ¿Existe un progreso moral en la historia? y con y, por tanto, privada de una le­ realización. Como hemos dicho trando, lentamente gitimación siruac\<1 más allá de las antes, el pcnsilmicnro ilustrado rosas contradicciones, en el senti.r fuerzas del h o m b re. Pero un in troduce un concepto de moral común del ciudadano d e a pie. mérito que bien pronto mostró radicalmente nuevo (expresado Los derechos de la mujer, la to­ nume­ su debi�dad en la efectiva rea­ en su forma madura en la filosofia lerancia ideológica, los n1ovi­ lización de sus aspiraciones uni­ Kantiana) en la medida en que mienros de solidaridad con el versal.istas. es capaz de sintetizar las cate­ tercer mundo, el respeto por las b segunda razón 'lue no permite gorías de aulono111ir1)' múnJralidad, m i norías, l a aceptación de la l i b e r a n d o a l a é ti c a de s u s homosexua�dad, una visión ingenuamente opti­ s e r v i d u rn b re s expresión, mista de la situación actual con­ teológicas y reconociendo el valor siste en que la h umartidacl posee, absoluto de cada ser humilno, por primera vez en la historia, los independientemente de sus atri­ xenofobia, constituyen ejemplos medios técnicos necesarios para butos empíricos. de valores éticos c¡ue hace apenas superar esta nueva barbarie, sin después de dos siglos, que esta un siglo eran patrimonios de que se observen signos de que concepción universalista de los m inorías esos derechos humanos vaya pene- comparten, al menos en teoría, m e d i o s s e p o n g a n en la m e t a fí s i c a s Y y ha logrado, la la libertad de exigencia de democratización del poder, el rechazo del racismo ilustradas y y la hoy práctica. El espectacular desa­ rroUo de l a ciencia y técnica se redujo a una mínÜnil parte ele la h um a n i da d : s ó l o l a i nd u s tr i a armamentista tuvo una d i fusión universal, mientras l a tecnología de los a.limentos o de la salud se orientaron más a satisfacer una 1 demanda d e consumo con exi­ gencias cada vez más sofisticadas que a solucionar el problema del h am b re y las e n fe r m e d a d e s J endémicas. Hasta n o hace mucho tiempo, la mitad de grandes masas de población era probablemente una consecuencia inevitable de l a escasez de recursos; hoy de­ 1 pende en gran medida de la oLien­ mción de una política científica a escaJa mundial. Y ele una política a secas que man i fi e s t a n u l o o escaso interés por la extensión u nivers:J de los logros cienri6cos y técnicos y, por consiguiente, de los derechos de l a humanidad en su conjunto. El proyecto de la modernidad E l proyecto ético de la mo­ dernidad sigue pendiente de la Entorno ISSN: 2218-3345 �- - - - · - · · - · · - - - - · - - - Septiembre-2000, N°. 15 pp. 55-64 Klappenbach, A. ¿Existe un progreso moral en la historia? G H " o r"l 0 R A l L � H J la mayoría de ciudadanos e n e n t re "razón especulativa" y puede ser considerado como muchos países del mundo. E n ese "razón práctica" y, en este sentido, mzo/1(/b/e. Se trata de la creencia sentido puede hablarse de un la recuperación de buena parte en las posibilidades de la razón proceso cualitativo de la moral de su pensamiento sigue siendo humana, que si bien ha perdido en la historia, aun cuando haya una asignatura pendiente, más allá el ingenuo crédito de que gozó que introducir muchos matices del fracaso de las concreciones en los orígenes de la modernidad, en cuanto a la efectiva vigencia hjstóricas que se intentaron a su puede seguir mereciendo u n práctica amparo. Los nuevos dioses del modesto voto d e confianza para mercado y la competitividad han quienes nos negamos a asumir el de estos cambios ideológicos. Sin embargo, y como ha sucedido mostrado ya su impotencia para fin armonizar d e s a r ro l l o n a c i m i e n t o de u n a p o s m o ­ dernidad en la que ''todo vale". el de la i l u s tr a c i ó n y el tantas veces a lo largo del tiempo, económico con la universalización e s te progreso !llora/ ha debido de l o s derechos humanos: la Pese a sus ambigüedades y a su enfrentarse con las articulaciones brecha creciente entre opuJencia limitada eficacia, el cambio cua­ del poder. Desde los primeros y miseria constituye una con­ litativo que se ha producido en años de la Revolución Francesa secuencia necesaria del Ubera­ los últimos años acerca del conte­ los derechos humanos univer­ Usmo económico y no sólo un nido de los derechos humanos es salmente proclamados han entra­ s u b p r o d u c to t r a n s i torio. de la mayor importancia. El hecho Optimismo y pesimismo ampliado su comprensión no sólo de do en colisión con intereses parti­ culares y de grupo, de tal modo q u e e s e c o n c e p to haya para un grupo de intelecwales que su realización práctica en la historia no ha seguido el mismo Probablemente los conceptos de sino para enormes capas de po­ proceso que s u p o s tu lación optimjsmo y pesimismo no sean blación permite esperar que las teórica. El hecho de la domi­ los instrumentos más adecuados situaciones de miseria y opresión nación, como la patología del para responder a la pregunta que sean consideradas por buena par­ poder, h a encontrado e n Jos nos ocupa. Si renunciamos a cual­ te de la opinión pública como avances de la razón instrumental quier metarrelato explícita o im­ siruaciones irracionales que exigen nuevos medios para imponer la plícitamente teológico y n o s ser superadas. A quién esto le fuerza cuantitativa de las nuevas conformamos c o n u n a modesta parezca poco debería recordar formas de destrucción y opresión concepción de la historia como que en el pasado muchas de las Y construcción humana, no pode­ injusticias que hoy nos indignan en este campo sería imposible como tampoco refugiarnos en del Tercer Mundo, la discri­ minación de la mujer o las mani­ a ese progreso cualitativo de la moral de c1ue hemos hablado. mos pedir garantías al fumro, así ( como la esclavitud, la miseria cualquier intento de medir la catastrofismo paralizante. La 'jcantidad de bien y mal" en la polémica entre apocalí pticos e festaciones de racismo) eran historia. La ilustración, en efecto integrados actitudes consideradas como naturales, reve l a ha e s ta d o m a r c a d a p o r u n psicológicas diversas antes que cuando no de origen divino, por enfoque sesgadamente teórico: el evaluaciones razonables de la esos mismos sectores de la pobla­ idealismo mvo el mérito de poner realidad. Sin embargo, como decía ción. N[uchas familias normales en cuestión Jos fundamentos Ortega, más aUá de las ide(/s que de clase media no encontraban metafísicos que legitimaban el uno tiene existen las creencias en objeciones morales a la compra antiguo orden social, pero no era que uno está. Y en este sentido su s e podría recoger del pensa­ y venta de esclavos negros hasta hace poco más de cien ai1os y en dependencia de las condiciones sociales y pol íticas que miento ilustrado un componen­ uno de los países más avanzados te todavía vivo que permite de la cierra. constituyen el sustrato del que se posntla.r -no demostrar- un cierto mos las enormes litnitaciones que nutren las ideas. Marx vio clara­ optimismo,un cierto prinapio - encuentra la conciencia moral mente las consecuencias de este esperaiiZfl que si no puede recibir djvorcio entre teoría y praxis, el calificativo de raci011r11, al menos razón instrumental de poder, capaz Entorno de descubrir ISSN: 2218-3345 .,_j f Q R � A Y si bien todos sabe­ cuando debe enfrentarse a la Septiembre-2000, N°. 15 pp. 55-64 Klappenbach, A. ¿Existe un progreso moral en la historia? 1 ·t . n_ t o r n también nos enseña la historia que las contradicciones entre el pensamiento y la realidad suelen producir cambios importantes. De hecho, muchos de estos cam­ bios se están produciendo a un ritmo creciente en determinados sectores de los países desa­ rrollados, mientras que en zonas deprimidas que hasta hace pocos años se resignaban calladamente a su destino surgen, con mejor o peor forruna, movimientos que exigen el reconocimiento de sus derechos elementales, superando un fatalismo de siglos. Y lo que es más importan te, se comienza a comprender que hoy es posi­ ble lo que antes era una mera aspiración carente de fundan1ento en la estructura económica. Las razones de la guerra y la opresión quedan cada vez más claran1ente en descubierto, perdidas sus legitimaciones en el orden narural o en la escasez objetiva de re­ cursos. Y ya s a b e m o s l a importancia q u e t i e n e n l a s legitimaciones ideológicas en las estructuras sociales. Claro está que a estos signos se pueden oponer otros de signi­ ficado contrario. El resurgimiento de fundamentalismos de todo tipo, los nacionalismos exclu­ yentes, las nuevas formas de racis­ mo y xenofobia, las recientes guerras de religión. Todos ellos equitativamente repartidos entre el Oriente y el Occidente, el Nor­ te y el Sur. Y, en el plano ideo­ lógico, la paulatina imposición del pensamiento único como legi­ timación de un nue110 orden llllmrlial orientado a excluir de la historia a más de la mi tad de los habitantes del planeta. En cual- Entorno ISSN: 2218-3345 -- - - - - - - - - - - - - - - - - - - o_ S O M (J R A L t N L A '-i ! � T O P 1 /-lo. S i t o d o e s t o c o n d u c i r á a u n a p rogr e s i v a genera l ización d e l o s derechos h u manos o l a h i storia terminará cerrándose sobre sí m i s m a y convirtiendo la moral en un privilegio de una minoría de la h u manidad, es cosa que sólo el paso del tiempo puede responder. qujer caso, estamos lejos de ese se pretendió fundamentar en unfin de la hisl01ia nacido a su vez de una ideología gue había caído en la peor ilusión en gue puede caer una ideologia: no ser consciente de sí misma. Más bien parecen darse las condi ciones para nuevos conflictos c¡ue no podemos pre-ver sino al precio de caer en una concepción teológica d e l a h i storia, convirtiéndola e n u n metarrelato cuyo desenlace conociéramos por anticipado. fin de las ideologías que Si todo esto conducirá a una pro­ gresiva generalización de los dere­ chos humanos o la historia terminará cerrándose sobre sí misma y convirtiendo la moral en un privilegio de una minoría de la hwnanidad es cosa gue sólo el paso del riempo puede respon­ der. Pero, sin necesidad de com­ partir el optimismo hegeliano, nada nos impide confiar en que la astucia de la razón pueda en­ contrar caminos para avanzar ha­ cia lo que constituye su nota más característica: la universalidad. Bibliografía COMTE, J\.: Discurso sobre el cspíriru positivo. Alianza, Madrid , 1 99 5 . ECO, U.: Apocalípticos e integrados. Lumcn, Barcelona, 1 995. HegeL, G. \VI. F.: Filosofia de la Historia. Aires, 1 946. 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