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Crisis financiera, populismo y el camino a la prosperidad en
América latina
Carroll Ríos de Rodríguez
Serie Pensamiento Social Cristiano
Smashwords Edición
© 2012 por el Instituto Acton
Una huella del Instituto Acton para el Estudio de la Religión y la Libertad
Edición Notas de la licencia
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CONTENIDO
Prefacio
I. Introducción
II. La crisis financiera de 2008: América latina
III. La crisis y la pobreza en América latina
IV. Incentivos e instituciones
V. Lección aprendida, reforma postergada y el regreso del populismo
VI. Conclusión
Referencias
Sobre el autor
PREFACIO
Durante su visita al Brasil en 2007, el papa Benedicto XVI se refirió a América latina como el
“continente de la esperanza”. Asimismo, economistas, sociólogos y otros especialistas a menudo
han llamado la atención sobre el espíritu emprendedor de las personas en América latina,
destacando su creatividad para satisfacer las necesidades propias y ajenas a pesar de los
obstáculos y de las dificultades.
Se trata de una descripción ambivalente. Imagina un brillante futuro, pero también
implica que hasta ahora ese gran potencial no se ha materializado. Muchos países de
Centroamérica y Sudamérica han gozado de ocasionales períodos de crecimiento y prosperidad;
sin embargo, el progreso económico sostenido, capaz de solucionar el problema de la pobreza en
la región, les ha sido esquivo.
Durante décadas se ha venido debatiendo el modo de destrabar el potencial inherente a
las personas creativas y talentosas en los países en desarrollo. En 1967 el papa Pablo VI centró la
atención de la Iglesia católica en el problema de las drásticas desigualdades internacionales de
riqueza en su encíclica Populorum progressio. Desde entonces, la comunidad mundial ha
aprendido por experiencia que un modelo simplista de ayuda directa de los gobiernos de los
países ricos a los gobiernos de los países pobres es lamentablemente inadecuado. Valiéndose de
la experiencia adquirida durante el transcurso del tiempo y de la permanente sabiduría de la
doctrina cristiana, el papa Benedicto XVI reiteró el llamado de Pablo VI para atender a los
pobres del mundo en su encíclica de 2009, Caritas in veritate.
Tal como señala Benedicto, las obligaciones de las naciones ricas de hacer todo lo
posible por favorecer el desarrollo de las naciones pobres no han variado. Aún más, se debe
asumir y afirmar la obligación de los individuos cristianos que gozan de una posición económica
relativamente acomodada de ayudar a personas menos afortunadas.
Sin embargo, el Papa también enfatiza categóricamente las responsabilidades de los
gobiernos y de los ciudadanos de los países en desarrollo. Son ellos, en gran medida, quienes con
sus decisiones permitirán plasmar el potencial económico de las naciones en desarrollo —y, más
importante aún, desplegar su propio potencial como seres humanos capaces de expresar el amor
a Dios y al prójimo con la elocuencia de su trabajo.
Esta capacidad de los latinoamericanos para transformar sus vidas es precisamente lo que
ha inspirado este libro. La profesora Carroll Ríos de Rodríguez combina su expertise económica
con un profundo conocimiento de la historia, la cultura y la política de la región. Muestra que la
enseñanza social de la Iglesia, centrada en la persona humana, se halla en línea con las
conclusiones de la economía del desarrollo respecto de la necesidad de contar con instituciones
fuertes y sólidas como la familia, los derechos de propiedad y el Estado de derecho. Estas
instituciones brindan el entorno propicio para que se puedan desplegar libremente la iniciativa y
la creatividad de los individuos.
Si ante las políticas destructivas del conflicto de clases prevalece la sensatez en toda
América latina, crecerán las posibilidades de que se hagan realidad la esperanza y la promesa de
una prosperidad sostenida y el florecimiento humano.
Kevin Schmiesing
Acton Institute
I
INTRODUCCIÓN
Durante mucho tiempo se pensó que los pueblos pobres debían permanecer
anclados en un estadio de desarrollo permanente o contentarse con recibir ayuda
filantrópica de los pueblos desarrollados… Los recursos materiales disponibles
para sacar a estos pueblos de la miseria son potencialmente mayores hoy que
antes… Por tanto, la difusión de ámbitos de bienestar en el mundo no debería ser
obstaculizada con proyectos egoístas, proteccionistas o dictados por intereses
particulares. En efecto, gracias a la participación de los países emergentes o en
desarrollo, hoy es posible gestionar mejor la crisis. En efecto, la participación de
países emergentes o en vías de desarrollo permite hoy gestionar mejor la crisis.
Papa Benedicto XVI, Caritas in veritate, n. 42
La crisis financiera mundial que estalló en 2008 ¿afectó a los pobres en América latina? La
respuesta breve es: sí. La mayoría de las economías en América latina tienen una alta
interdependencia con los mercados de Europa y de los Estados Unidos por sus vínculos
comerciales. Los cinco años inmediatamente previos a la convulsión económica habían sido
buenos para América latina, y ahora la región se encuentra luchando por recuperar el impulso.
Sin embargo, las crisis económicas no son algo nuevo.
La pregunta que deberíamos hacernos es la siguiente: ¿Existen explicaciones más
convincentes que den cuenta de las persistentes tasas de pobreza en la región? Durante las
últimas décadas, valiéndose de investigaciones históricas, empíricas y teóricas, los economistas
han logrado identificar las instituciones que promueven el crecimiento económico. Cuando
hablamos de instituciones, nos referimos a normas, reglas y costumbres formales e informales
del orden social.1 Una casa edificada sobre la roca, sobre instituciones estables, orientadas al
crecimiento, está mejor preparada para los embates de un huracán que la construida sobre la
arena (Mt 7, 24-25). Este libro intenta demostrar que muchos países en América latina no han
logrado un crecimiento significativo debido a que las instituciones de la iniciativa empresarial, la
formación de capital humano, los derechos de propiedad y el Estado de derecho continúan siendo
endebles.2 El camino turbulento hacia el desarrollo debe sus espinosos tramos más a estos
fracasos institucionales domésticos que a factores externos, tales como las recientes crisis
financieras y económicas.
Las instituciones proveen el marco dentro del cual se desarrolla la interacción humana.
Algunos dispositivos institucionales funcionan mejor que otros para promover el crecimiento y la
prosperidad económicos. Es posible establecer un eficaz diseño institucional que haga posible
que las sociedades se encaminen desde pautas resistentes al desarrollo hacia otras que
promuevan la creación de riqueza. El rápido crecimiento en Asia da cuenta de ello. No se trata de
la opinión de un pedante ingeniero social que impone un estricto programa para el crecimiento.
No existe la receta única para erradicar la pobreza y lograr el desarrollo. Es más, las reformas de
arriba hacia abajo, tales como los cambios en la legislación, deben respetar los usos y costumbres
que vienen desde abajo y que han evolucionado a lo largo del tiempo en cada cultura.3 Algunos
autores emplean el término ecosistema institucional para expresar la complejidad y la naturaleza
cambiante de las instituciones.
Los hallazgos de los científicos sociales sobre estos temas coinciden con las enseñanzas
de la Iglesia católica en cuestiones sociales y económicas. La enseñanza social católica ofrece
una orientación respecto de cómo llevar a cabo el desarrollo económico de modo consistente con
la dignidad de cada ser humano. Por ejemplo, la Iglesia nos recuerda que las instituciones están
creadas para y deben desarrollarse con vistas al bien de las personas. “El hombre —escribió el
papa Juan XXIII— es necesariamente fundamento, causa y fin de todas las instituciones
sociales” (MM, n. 219).4
La Iglesia también advierte contra una organización social que funcione verticalmente
desde arriba hacia abajo, defendiendo con vigor el principio de subsidiariedad. “Una estructura
social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior,
privándola de sus competencias, sino que más bien debe sostenerla en caso de necesidad y
ayudarla a coordinar su acción con la de los demás componentes sociales, con miras al bien
común” (CA, n. 48). Las instituciones de orden superior tales como el gobierno tienen un papel
decisivo en el desarrollo de los países, pero se trata de un rol de sostén y de coordinación; los
gobiernos deben evitar reemplazar y por tanto perjudicar o destruir las funciones legítimas que
desempeñan las instituciones de orden inferior tales como las familias, las empresas, los grupos
cívicos y las iglesias.
De este modo, la Iglesia reconoce que el verdadero desarrollo no se puede imponer por
mandato. Los individuos deben participar de su propio progreso para salir de la pobreza. “Cada
uno tiene el derecho de iniciativa económica, y podrá usar legítimamente de sus talentos para
contribuir a una abundancia provechosa para todos y para recoger los justos frutos de sus
esfuerzos” (CIC, n. 2429).
El espíritu empresarial y el capital humano son algo propio del individuo y pertenecen al
ámbito del intercambio voluntario o de los mercados. Cada miembro de la sociedad es antes que
nada miembro de una familia. La estructura de la familia incide en la formación de capital
humano, el que a su vez determina el desempeño de cada participante en el mundo productivo.
La Iglesia está comprometida con el “desarrollo integral del hombre”, un ser humano racional,
trascendente, libre y responsable que no debe ser anulado por la sociedad. Las instituciones
sociales deben permitir que cada persona lleve a cabo su vocación de progreso libremente
elegida (CV, nn. 17-18). El papa Benedicto XVI escribe: “…el primer capital que se ha de
salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad: ‘El hombre es el autor, el centro
y el fin de toda la vida económico-social’” (CV, n. 25, citando GS, n. 62).
El Estado de derecho y los derechos de propiedad son como puentes que unen las esferas
del intercambio voluntario y del gobierno. El Estado de derecho —concepto difícil de definir—
sirve fundamentalmente como garante ecuánime de los derechos humanos básicos y supone un
poder judicial independiente e imparcial. Es precisamente el tipo de autoridad justa que
promueve el Catecismo de la Iglesia católica, que consigna: “La autoridad no debe comportarse
de manera despótica, sino actuar para el bien común como una ‘fuerza moral, que se basa en la
libertad y en la conciencia de la tarea y obligaciones que ha recibido’” (CIC, n. 1902, citando
GS, n. 74).
Uno de los derechos humanos básicos que debe ser defendido por el sistema legal y los
tribunales de justicia es el derecho de propiedad. Para que haya crecimiento, se deben garantizar
los derechos de propiedad. Puesto que no podemos disponer de lo que no nos pertenece, toda
actividad económica se puede desarrollar con derechos claramente definidos. La Iglesia ha
defendido sistemáticamente la integridad de la propiedad privada de modo enérgico. “Poseer
bienes privados —escribió León XIII en 1891— es un derecho natural del hombre, y ejercer este
derecho… no sólo es legítimo sino claramente necesario” (RN, n. 22). Sin embargo, la Iglesia
también insiste en que el derecho de propiedad conlleva una obligación de usar dicha propiedad
no sólo para beneficio personal sino para el bien común. “Los bienes de este mundo están
originariamente destinados a todos”, nos recuerda Juan Pablo II; “El derecho a la propiedad
privada es válido y necesario, pero no anula el valor de ese principio” (SRS, n. 42). A través del
empleo prudente y generoso de la propiedad con fines tanto productivos como benéficos, la
propiedad privada se transforma en la base para salir de la pobreza y encaminarse hacia la
prosperidad.
La crisis financiera mundial ha dado credibilidad a una agenda de políticas públicas que,
lejos de alentar a los países a establecer un sólido Estado de derecho, proteger los derechos de
propiedad, formar capital humano y promover el espíritu empresarial, los desalienta. La opinión
pública ha sido expuesta de modo reiterado a la idea de que la crisis financiera es el resultado
directo de una desenfrenada competencia de mercado, codicia inmoral y excesiva liberalización
y desregulación. El antídoto que generalmente se recomienda es una intervención aún mayor por
parte del gobierno.
Las voces disidentes señalan que, antes del colapso, los mercados financieros eran, de
hecho, mercados regulados. El colapso de las instituciones financieras sucedió inmediatamente
después del estallido de la “burbuja inmobiliaria”, alentada en un primer momento por una
política oficial que fomentó el acceso a la propiedad de una vivienda, una política con la que
estuvieron de acuerdo tanto los políticos republicanos como los demócratas. La Asociación
Federal de Hipotecas Nacionales y la Corporación Federal de Préstamos Hipotecarios para la
Vivienda, a las que se suele aludir como Fannie Mae y Freddie Mac, son en sí mismas “empresas
patrocinadas por el gobierno” que impulsaron condiciones laxas para otorgar créditos, beneficios
fiscales, entre otras medidas. La regulación también está vinculada con una mentalidad de que
algo es “demasiado grande para caer”; es decir, la idea de que el gobierno debe rescatar a los
grandes actores para que no caigan en la quiebra. El economista Antony Mueller lo plantea de la
siguiente manera: “Desde que Alan Greenspan asumió su cargo, los mercados financieros en los
Estados Unidos han operado al amparo de una ley cuasi oficial que dispone que el Banco Central
protegerá a sus actores principales del riesgo de caer en la quiebra”.5 Por eso tal vez resulte más
apropiado referirse a un marco regulatorio chapucero, contradictorio o contraproducente, que
afirmar que no existe marco alguno. Tal como señala la enseñanza social católica, no toda
regulación tiene los efectos sociales y económicos deseables. Si bien es cierto que las
regulaciones efectivas y bien aplicadas pudieron haber evitado ciertos excesos que contribuyeron
a la crisis financiera, es erróneo creer que un mero incremento de la regulación obviará ese tipo
de problemas en el futuro.
La creencia errónea de que antes de la crisis, el gobierno de algún modo estuvo ausente y
de que una mayor intromisión estatal impedirá que sucedan otras crisis en el futuro, coincide con
un resurgimiento del populismo en América latina. Los líderes populistas que proponen
solucionar las crisis económicas mediante una intromisión cada vez mayor del gobierno desoyen
la advertencia del papa Benedicto: “Lo que hace falta no es un Estado que regule y domine todo,
sino que generosamente reconozca y apoye, de acuerdo con el principio de subsidiaridad, las
iniciativas que surgen de las diversas fuerzas sociales y que unen la espontaneidad con la
cercanía a los hombres necesitados de auxilio” (DCE, n. 28). La evidencia económica apoya la
apreciación equilibrada de la Iglesia de los roles importantes e irremplazables desempeñados por
diversas instituciones: la familia, la propiedad, la empresa y el Estado de derecho. Las
perspectivas económicas de América latina dependen de la promoción de estas instituciones y de
evitar las soluciones de políticas populistas que, a primera vista, pueden parecer atractivas, pero
que a la larga terminan siendo destructivas.
Este libro trata de corroborar esta afirmaciones en cuatro capí-tulos: el primero describe
brevemente los efectos de la crisis financiera internacional en América latina, el segundo analiza
las tendencias regionales de la pobreza durante las últimas décadas aplicando el enfoque de la
economía institucional, el tercero evalúa los intentos recientes por parte de los gobiernos
latinoamericanos de ocuparse de la crisis financiera, y finalmente el cuarto, advierte sobre la
inconveniencia de seguir por el sendero que adoptan los movimientos políticos populistas. El
camino a la prosperidad no pasa por el control político centralizado de la vida económica sino
por la iniciativa individual que se despliega en el contexto de un sistema político justo y de una
sana sociedad civil.
Notes
1. Estas nociones están en línea con el enfoque del nuevo institucionalismo económico
desarrollado por Douglass North, Ronald Coase y Oliver Williamson, por nombrar a algunos.
2. Otras instituciones importantes que se destacan en estos trabajos incluyen las políticas
monetarias, fiscales y financieras.
3. Para una visión más completa de las instituciones económicas y políticas, ver Karol
Bodreaux y Paul Dragos Aligica, Paths to Property: Approaches to Institutional Change in
International Development (London: Institute of Economic Affairs, 2007).
4. La lista de documentos de la Iglesia citados y sus abreviaturas se puede hallar al final
del texto.
5. Antony P. Mueller, “Mr. Bailout”, Mises.org, September 30, 2004; Antony P. Mueller,
“Financial Cycles, Business Activity, and the Stock Market”, Quarterly Journal of Austrian
Economics 4 (Spring 2001). Tal como citó Thomas E. Woods Jr. en Meltdown (Washington,
D.C.: Regnery, 2009), 31-32.
II
LA CRISIS FINANCIERA DE 2008: AMÉRICA LATINA
En septiembre de 2008, la noticia de la magnitud de la crisis financiera originada en los Estados
Unidos sacudía al mundo. En febrero, un consternado presidente George Bush había rubricado la
Ley de Estímulo Económico. No obstante, hacia septiembre no cabía duda de que el mundo
bancario y financiero había entrado en colapso: AIG, Citigroup, Wachovia, Lehman Brothers y
Merrill Lynch, entre otras firmas de renombre, estaban en la primera plana de los periódicos.1 En
octubre, la Cámara de Representantes aprobó un paquete de rescate de USD 700 mil millones
para el sector financiero.2 Para los observadores externos, esta medida del gobierno denotaba un
problema colosal; la cifra era pasmosa. Pocos pudieron anticipar entonces que para fines de
noviembre el costo total del rescate superaría los USD 8,5 billones de dólares.3 El gobierno y la
Reserva Federal de los Estados Unidos inyectaron USD 13,9 billones, aunque hacia junio de
2009 sólo se habría gastado la mitad de ese monto.4 De cualquier modo, esta garantía resulta
¡más del doble del PIB estimado para 2010 de toda América latina!5
Los especialistas han descrito esta auténtica montaña rusa como una crisis financiera que
se transformó en crisis económica que se transformó en recesión. La recesión acabó oficialmente
en julio de 2009 cuando los mercados repuntaron levemente.6 Todavía tiene que pasar tiempo
antes de que los observadores puedan realizar un cálculo imparcial de los daños ocasionados. En
una conferencia en la Sociedad del Japón en 2009, el director ejecutivo de Blackstone, la
compañía especializada en gestión de fondos de capital privado, Stephen Schwarzman, aventuró
una cifra aproximada: “Entre 40 y 45% de la riqueza del mundo ha sido destruida en menos de
un año y medio. Se trata de un hecho sin precedentes en nuestra vida”.7
Se imponen tres observaciones. En primer lugar, la turbulencia tiene efectos globales,
pero no todos los países cayeron en una crisis o están atravesando una crisis, ni todos los
afectados sufrieron procesos idénticos. En segundo lugar, algunas de las naciones en dificultades
se recuperarán más rápido que otras. En tercer lugar, nadie sabe a ciencia cierta si habrá más
problemas en el futuro; por ejemplo, si Europa continuase con sus costosas políticas de bienestar
social a pesar de los enormes déficit de sus gobiernos, podría haber una convulsión aún mayor.
En América latina y en otras partes, la gente reflexionó sobre las causas que
desencadenaron la crisis.8 Quienes acusan a los políticos y a los economistas de no haber estado
preparados para la debacle, enfatizan la “obligación” de los líderes y los expertos de prever esas
situaciones y planificar en consecuencia. De hecho, la Reina de Inglaterra formuló esta misma
pregunta a las mentes más preclaras de la Academia Británica, quienes, tras considerar el tema,
respondieron lo siguiente: “Su Majestad, el hecho de no prever los plazos, el alcance y la
gravedad de la crisis, y evitarlos, fue principalmente un fracaso de la imaginación colectiva de
muchas personas brillantes, tanto en este país como en el ámbito internacional, que no
comprendieron los riesgos que se le presentaban al sistema en su conjunto”.9
La pregunta de la reina Isabel presupone que si las autoridades británicas hubieran
contado con la información adecuada, habrían podido hacer algo para evitar o mitigar el golpe.
Esta postura plantea muchas otras preguntas: ¿Puede un gobierno conseguir realmente mejores
resultados que los mercados, ya sea durante un período de bonanza o de crisis? O, de modo
alternativo, ¿pueden eliminar los ciclos económicos? ¿Qué nos enseña la historia? Por otra parte,
¿fueron los gobiernos, especialmente el de los Estados Unidos, espectadores pasivos durante la
gestación de la crisis? ¿O sus políticas y regulaciones jugaron algún papel en la debacle
financiera?
Estas preguntas motivan un interesante debate que debería echar luz tanto sobre las
ciencias sociales como sobre el ámbito de las políticas públicas. Los latinoamericanos deberían
participar de la discusión, sobre todo porque algunos de nuestros gobiernos están imitando la
acción de sus pares en los Estados Unidos y Europa, diseñando sus propios paquetes de estímulo
y prometiendo incrementar las regulaciones y las políticas proteccionistas. Estas reacciones tal
vez resulten tan mínimas como una hormiga frente al mamut de la colosal respuesta de los
Estados Unidos, pero no dejan de afectar a los habitantes de la región.
La situación económica en América Latina
Tras la recesión mundial entre los años 2001 y 2002, América latina tuvo varios años
consecutivos de crecimiento económico. La tasa promedio anual de crecimiento del PIB entre
2003 y 2008 fue de 4,8%; mercados más importantes como la Argentina y el Perú crecieron
hasta 8% anual.10
Fuente: Los números varían ligeramente según la fuente. GDP Growth Rates by Country
and Region 1970-2007. Los datos de América latina fueron generados en 2009 por la
Comisión Económica para América latina y el Caribe (CEPAL) y el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y citados por Terry L. McCoy y Timothy McLendon en 2009 Latin
America Business Environment Report, University of Florida, October, 2009 (fuente:
docs.google.com) Para los años 2008 y 2009 en los Estados Unidos, los datos se
obtuvieron de Trading Economics, http:/www.tradingeconomics.com/Economics/GDPGrowth.aspx?Symbol=USD. Para los años 2008 y 2009 en América latina, del FMI
citado en Chatham House International Economics Working Paper, May 2006 (ver cita al
pie 16). La cifra negativa de crecimiento de 1,5 es similar a un pronóstico consensuado
de abril 2009 de -1,4%.
La mayoría de los observadores se sorprenden de lo bien que América latina sorteó el
efecto contagio de la crisis; advierten un impacto menor que en otras crisis globales y una
recuperación más veloz que la lograda para 2010 y 2011.11 CEPAL calcula que las tasas de
crecimiento de 2010 serán de 3,1% para esta región.12 Dos actividades económicas, las remesas y
las inversiones directas en el exterior, sirven para ilustrar el impacto que sufrieron las economías
de América latina por la recesión de las economías en los Estados Unidos y Europa.
Las remesas
Grandes poblaciones de emigrantes de América latina que viven en los Estados Unidos y,
en menor medida, en Canadá y en Europa, envían habitualmente remesas a sus familiares en su
país de origen. América latina se ha transformado en el principal destino de las remesas, tanto en
términos globales como per cápita, con ingresos estimados en USD 52 mil millones en 2006 y en
USD 60 mil millones en 200713, lo cual excede la suma total de ayuda económica internacional
hacia la región y se aproxima al volumen de inversión directa.14 El crecimiento de remesas
anterior a la crisis no es necesariamente una buena noticia para América latina, puesto que revela
que la región es incapaz de generar su propia riqueza.
Los emigrantes tienden a ser hombres jóvenes con educación limitada. Muchos ingresan
en los Estados Unidos de manera ilegal.15 Un elevado porcentaje de ellos trabajan o trabajaron en
el sector agrícola o en la construcción y campos afines, fuertemente golpeados por la crisis
inmobiliaria y financiera.16 Según una encuesta de Gallup llevada a cabo en marzo de 2009, casi
la mitad de los emigrantes latinos que han vivido en los Estados Unidos durante diecinueve años
o menos envían remesas a sus familias en su país de origen. El porcentaje se reduce entre los
inmigrantes que han estado más de veinte años (31%), y aún más entre los latinos nacidos en los
Estados Unidos (20%). Es interesante que la tenacidad del compromiso de los migrantes con sus
familias se encuentre positivamente influida por sus creencias y prácticas religiosas.17
Si se mide el total de dólares recibidos, México y Brasil son los mayores beneficiarios de
remesas, pero, en términos de porcentaje de actividad económica, estos dos países no dependen
tanto de las remesas como sus vecinos más pequeños.18 La caída de las remesas es el golpe más
significativo y duradero que sufrió América Central a causa de la crisis mundial.19
En 2010, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) predijo una estabilización del
flujo de remesas a la región, tras una caída de 15% en 2009.20 Según el BID, se trató de la
primera caída en remesas desde que se comenzó a medir su flujo anual en 2000. Ello significa un
descenso similar en los ingresos de los hogares rurales pequeños.
Los trabajadores entrevistados confirmaron que habían enviado menos dinero a casa
durante 2008 y 2009 porque sus oportunidades de empleo en los Estados Unidos se habían
reducido; un porcentaje de ellos estaba echando mano de sus ahorros. Algunos entrevistados
dicen que sus familias se encuentran en una situación peor, mientras que otros afirman que
aunque están enviando menos dinero a casa, el poder adquisitivo del dólar se ha incrementado en
sus respectivos países.21
Inversión extranjera directa
La inversión extranjera directa (IED) se transformó en una expresión de moda en la
década de los ochenta y los noventa, porque prometía inversión de capital para el crecimiento
económico. Los flujos de IED a América latina y el Caribe experimentaron un ligero aumento
alrededor de 2005. Según un estudio realizado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo (UNCTAD), los principales beneficiarios de inversiones fueron México y
Brasil con 27% y 25% del total de 2005, respectivamente.22
En conjunto, la crisis financiera ha afectado significativamente la inversión y los planes
de crecimiento de las corporaciones multinacionales, que en muchos casos han sido postergados,
reestructurados o cancelados. Masataka Fujita, jefe de la sección de tendencias y cuestiones de
inversión de la UNCTAD, indica que los flujos de IED declinaron 15% en todo el mundo en
2008, y que esta tendencia negativa se observaba ya en algunos países hacia fines de 2007. Es
interesante que América latina y el Caribe no hayan experimentado una disminución en los flujos
de IED en 2007 ni en 2008; por el contrario, se incrementaron un 9,4%, de USD 127,3 a 139,3
mil millones.23
Sin embargo, poco después, la debacle internacional llegó finalmente a esta región. La
inversión extranjera directa dirigida al mundo en desarrollo cayó en 2009 en términos generales.
En América latina y el Caribe, la inversión declinó en USD 76,68 mil millones, lo cual equivale
a una caída de 42% respecto de la marca de 2008.24
Notes
1. Entre los sitios interesantes que rastrean la línea de tiempo de la crisis financiera, ver:
http://timeline.stlouisfed.org/index.cfm?p=timeline y
http://www.ny.frb.org/research/global_economy/Crisis_timeline.pdf.
2. Este paquete de rescate se conoce formalmente como Programa de Alivio para Activos
en Problemas (TARP, su sigla en inglés), y permite al gobierno de los Estados Unidos comprar
los activos y el patrimonio de las instituciones financieras para fortalecer su sector financiero.
3. Es la cifra que dan algunas estimaciones. Paul Joseph Watson, “Cost of Bailout Hits
$8.5 Trillion-Total Sum Represents 60 Per Cent of GDP”, publicado por
http://www.propagandamatrix.com/articles/november2008/112608_bailout_cost.htm el 26 de
noviembre, 2008, y citado en Investment Watch, http://investmentwatchblog.com/tag/rog/.
4. FDIC Supervisory Insights Summer 2009, “Government Support for Financial Assets
and Liabilities Announced in 2008 and Soon Thereafter ($ in billions)”,
http://www.fdic.gov/regulations/examinations/supervisory/insights/sisum09/si_sum09.pdf.
5. Según estimaciones del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas.
6. Tal como lo describió Miguel Gutiérrez, director de Central American Business
Intelligence (CABI), en la presentación de la conferencia “Perspectivas económicas 2010 para
Guatemala y el mundo, ¿fin de la crisis o espejismos?”, Social and Economic Research Center
(CEES), Guatemala, November 17, 2009, http://www.cees.org.gt.
7. Megan Davies and Walden Siew, “45 Percent of the World’s Wealth Destroyed:
Blackstone CEO”, Reuters, March 10, 2009, http//www.reuters.com/article/2009/03/10/usblackstone-idUSTRE52966Z20090310.
8. Para conocer la perspectiva económica austríaca, ver Woods, Meltdown. Otros análisis
interesantes de la crisis se encuentran en Harry Dent (http://www.hsdent.com) y Peter Schiff
(htpp://www.moneyweek.com/news-and-charts/peter-schiff-free-marketeer-who-predicted-thecrisis-45136.aspx). Tanto Dent como Schiff predijeron la crisis. Algunos sostienen que la crisis
en sus comienzos no fue de orden financiero.
9. Carta enviada por la Academia Británica a Su Majestad la Reina, fechada el 22 de julio
de 2009, http://austrianeconomists.typepad.com/files/3e3b6ca8-7a08-11de-b86f-00144feabdc01.pdf.
10. Rodrigo Delgado Aguilera, et al., From Steady Growth to Sudden Crisis: How Latin
America and the Caribbean Are Coping with the Global Recession, International Economics
Working Paper: IEP WP 09/01, London, Chatham House (May 2009),
http://www.chathamhouse.org.uk/publications/papers/view/-/id/744/.
11. OECD Development Center, “Latin America Economic Outlook 2011: How MiddleClass Is Latin America?” OECD 2010,
www.latameconomy.org/fileadmin/uploads/laeo/Documents/E-book_Leo2011-EN_entier.pdf.
12. Citado en Terry L. McCoy y Timothy McLendon en 2009 Latin America Business
Environment Report, University of Florida, October 2009 (datos obtenidos en docs.google.com).
13. El Banco Interamericano de Desarrollo señala que el total para 2007 fue de USD 66.5
mil millones. “Remittances to Latin America and the Caribbean Slower, IADB Fund Says”,
March 11, 2008, http://www.iadb.org/news/detail.cfm?language=EN&artid=445&id=4459.
14. Pablo Fajnzylber y Humberto López, “El impacto de las remesas en el desarrollo de
América latina”, primer capítulo de un documento del Banco Mundial sobre remesas y
desarrollo. http://www.remesasydesarrollo.org/estadisticas/remittances-and-developmentlessons-from-latin-america/.
15. Se estima que la población ilegal en los Estados Unidos se encuentra entre 7 y 20
millones, la mayoría de México.
16. Se trata de una cantidad que sigue siendo notablemente más elevada que el ingreso
esperado por la misma persona en su país de origen.
17. Gerber Torres, et al, “Half of New Latino Immigrants to U.S. Send Money Abroad”,
Gallup, September 22, 2009, http://www.gallup.com/poll/123140/half-new-latino-immigrantssend-money-abroad.aspx.
18. Jorge Suárez Vélez, “Crisis financiera en el mundo y su efecto para Latinoamérica”,
XII Conference on Financial Supervisión sponsored by the Banks Superintendence (SIB) in
Guatemala, August 27, 2009.
20. “Remesas a América latina caerán 11% en 2009: BID”, Dinero.com, Agosto 12,
2009, http://www.dinerocom/inversionistas/monedas/remesas-america-latina-caeran-11-2009bid_62337.aspx. “Remittances to Latin America stabilize after a 15% drop last year—MIF”, sitio
web del BID, marzo 4, 2010, http://www.iadb.org/en/news/news-releases/2010-0304/remittances-to-latin-america-stabilizing-after-15-drop-last-year-mif,6671.html.
21. César Múñoz Acebes, “Recession Forces Immigrants to Send Less Cash Home to
families”, Latin American Herald Tribune (sin fecha), http://www.laht.com/article.asp?
ArticleId=335501&Category ID=12394. Muñoz sostiene que el número de deportaciones de
trabajadores indocumentados durante los últimos cinco años ha crecido un 50%.
22. El estudio completo puede hallarse en formato electrónico en http://www.unctad.org/
Templates/WebFlyer.asp?intItemID=3489&lang=1. Informe sobre las inversiones en el mundo
2005: Empresas transnacionales y la internacionalización de la investigación de la UNCTAD.
La secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (CEPAL),
Alicia Bárcena confirma esta tendencia en “Latin America and the Caribbean: Challenges and
Opportunities in a Time of Crisis”, September 11, 2009,
http://www.wilsoncenter.org/events/docs/Barcena9620Presentation.ppt.
23. Masataka Fujita, “Implications of the Financial and Economic Crisis on FDI: An
Updated Assessment”, Investment Trends and Data Section, UNCTAD, April 17, 2009,
http://nku.com.cn/UploadFile/200941402013964.pdf.
24. “Foreign Direct Investment in Latin America and the Caribbean”, ECLA Briefing
Paper, May 2010, www.eclac.org/cgi-bin/getProd.asp?
xml=publicaciones/xml/2/39422/P39422.xml&xsl=/ddpe/tpl-i/p9f.xsl&base=/prensa/tpl-i/topbottom.xsl.
III
LA CRISIS Y LA POBREZA EN AMÉRICA LATINA
América latina parece menos vulnerable hoy que en el pasado, cuando las dificultades
económicas internacionales causaban estragos en las finanzas de la región. La recesión de 19811982, por ejemplo, condujo a una crisis generalizada de la deuda en América latina, causando
estancamiento económico, inflación y desempleo. De modo similar, el Efecto Tequila entre 1994
y 1995 (cuando México devaluó el peso) y la crisis financiera rusa de 1998 provocaron un serio
perjuicio económico en toda América latina. Esta nueva estabilidad, señalan los expertos, se debe
en parte a la implementación de sólidas políticas macroeconómicas.1 En esta ocasión, la crisis no
encontró a muchos países con elevadas tasas de inflación, monedas sobrevaluadas o gigantescos
déficit fiscales.
Sin embargo, debería cuestionarse la sensatez de las respuestas contemporáneas de
algunos gobiernos latinoamericanos. Algunos de ellos anunciaron paquetes de estímulo para
combatir los efectos de la crisis.2 El principal justificativo para estos programas es la lucha
contra la pobreza. Uno de los tantos ejemplos es el foro titulado “Las políticas fiscales en
tiempos de crisis: volatilidad, cohesión social y economía política de las reformas”, convocado
por varios organismos internacionales y representaciones diplomáticas, que incluyeron la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Unión Europea. Celebrado
en el Uruguay en mayo de 2009, el foro se propuso orientar y unificar las políticas públicas en
América latina y el Caribe. Los objetivos del encuentro se refieren a la lucha contra la pobreza y
a la promoción de la cohesión social. La “cohesión social” es un término que cobró auge
recientemente en los organismos multilaterales; pone en la misma bolsa la pobreza, la
desigualdad y la exclusión social.3 Aquí también aparece el supuesto implícito en la pregunta de
la reina Isabel, puesto que quienes emplean el término creen firmemente que los programas
estatales deben hacerse cargo de estos problemas. En los documentos de la conferencia se
establece que: “Las políticas fiscales enfrentan, tanto en América latina y el Caribe como en
Europa, no sólo el reto de estabilizar el crecimiento económico con estímulos y medidas
anticíclicas, sino también de idear instrumentos para proteger a la población más vulnerable de
estos impactos distributivos negativos”.4
En la práctica, el contenido de los planes de estímulo anunciados o implementados por
las autoridades de la región varía enormemente. Perú, por ejemplo, se centró en obras públicas
como escuelas y en atraer más inversión extranjera para la infraestructura. Brasil redujo algunos
impuestos. México socorrió a pequeñas y medianas empresas e implementó programas de
vivienda y de lucha contra la pobreza.5
De este modo, los gobiernos en todo el mundo se encuentran actuando sobre la premisa
de que la crisis financiera y económica global golpeó y seguirá golpeando a los pobres. El
supuesto corolario es que el gobierno debe proteger a estas “poblaciones vulnerables”.
La preocupación por quienes no pueden satisfacer sus propias necesidades es una premisa
básica de la enseñanza social católica, y en América latina y en otros lugares se suele aludir a
ella como la opción preferencial por los pobres. “Se trata de una opción o una forma especial de
primacía en el ejercicio de la caridad cristiana —escribió el papa Juan Pablo II— de la cual da
testimonio toda la tradición de la Iglesia. Se refiere a la vida de cada cristiano en cuanto imitador
de la vida de Cristo, pero se aplica igualmente a nuestras responsabilidades sociales y, por
consiguiente, a nuestro modo de vivir y a las decisiones que se deben tomar coherentemente
respecto de la propiedad y el uso de los bienes” (SRS, n. 42). A partir de este principio,
convendría examinar con cuidado el impacto actual de la crisis financiera sobre los pobres, así
como también la eficacia de las respuestas del gobierno y la sociedad para asistir a estas
poblaciones. ¿Cuál es el mejor modo de encarar el problema de la pobreza? Para responder con
exactitud esta pregunta, es preciso analizar brevemente la naturaleza de la pobreza.
“El estado natural del hombre es la miseria”, nos recuerda Manuel Ayau.6 Esta
afirmación no debería ser una excusa para no hacer nada, sino por el contrario, una apreciación
realista de los desafíos que tenemos por delante. “La miseria humana es el signo evidente de la
condición de debilidad del hombre y de su necesidad de salvación” (CDS, n. 183). Asimismo,
cuando Jesús afirmó “Pobres tendrán siempre con ustedes”, no buscaba desalentar la medición o
la mitigación de la pobreza, sino subrayar la oportunidad que tienen los cristianos de ejercer la
compasión hacia las personas menos afortunadas.
El Compendio de la Doctrina Social continúa en la misma línea: “El realismo cristiano,
mientras por una parte aprecia los esfuerzos laudables que se realizan para erradicar la pobreza,
por otra parte pone en guardia frente a posiciones ideológicas y mesianismos que alimentan la
ilusión de que se puede eliminar totalmente el problema de la pobreza de este mundo” (n. 183).
Este pasaje advierte contra el anhelo de un futuro utópico de idénticos ingresos e igualdad
material además definida, y menos aún cuando las diferencias relativas en los ingresos son el
resultado de actos libres y responsables por parte de los participantes del mercado.
Entonces, ¿qué es la pobreza? El teólogo John Bolt escribe: “La pobreza es un término
relativo. Una de las definiciones del Oxford English Dictionary dice que ‘pobreza’ es la ‘falta
relativa de dinero o de posesiones materiales.’”7 La pobreza se refiere a la ausencia o a la falta de
algo. En la tradición de la enseñanza social católica, la pobreza no es un concepto
exclusivamente material o económico: “La negación o limitación de los derechos humanos —
como, por ejemplo, el derecho a la libertad religiosa, el derecho a participar en la construcción de
la sociedad, la libertad de asociación o de formar sindicatos o de tomar iniciativas en materia
económica— ¿no empobrecen tal vez a la persona humana tanto o más que la privación de los
bienes materiales? (SRS, n. 15). Este punto nos recuerda que cada acción o programa destinado a
revertir la pobreza debe, al mismo tiempo, respetar los derechos humanos fundamentales y la
dignidad de la persona; si no lo hace, las ganancias materiales serían neutralizadas por las
pérdidas en otras dimensiones del bienestar humano, y terminaría frustrando el progreso real
contra la pobreza en el sentido más amplio del término.
El concepto de pobreza es relativo de tres modos, agrega el sociólogo Carlos Sabino. Una
persona es relativamente más pobre o más rica que otra persona o grupo de personas, o en
contraposición con una situación anterior o en relación con alguna expectativa razonable.8 Las
condiciones relativas de la pobreza se modifican constantemente a lo largo del tiempo. La
riqueza no es una cantidad finita o predeterminada. Para decirlo en la jerga de la teoría de juegos,
el ámbito económico no es un juego de suma cero.9 Este es un punto sumamente importante.
Aunque la enseñanza social católica tiende a poner énfasis en la importancia de la caridad y de la
justa distribución de los bienes, también es preciso ser consciente de los modos en que las
acciones individuales y las políticas públicas pueden afectar el potencial global de la economía
para seguir ampliando el conjunto de bienes y servicios disponibles para ser distribuidos. Si no se
incrementa la creación de riqueza, la distribución equitativa será insuficiente para satisfacer las
necesidades de una población mundial cada vez mayor. Las ciencias sociales buscan medir la
pobreza y seguir sus tendencias en los países y a nivel global así como explorar la desigualdad en
los ingresos. En la raíz de estos intentos de medición existe un parámetro objetivo de pobreza
absoluta. Pero los esquemas de cuantificación cargan sus propias dificultades y, por supuesto, las
estimaciones varían en función del diseño de cada análisis.
Sin embargo, todas las evidencias apuntan a que América latina ha hecho enormes
avances en los años previos a 2009: se redujo la mortalidad infantil, mejoró la provisión de agua
potable, aumentó el empleo y millones de personas lograron salir de la pobreza y de la pobreza
extrema.10 El progreso no se restringió a América latina. Esta evidencia de mejoras sustanciales
en los ingresos per cápita en todo el mundo es motivo de asombro en las Iglesias, los medios y la
política. Es difícil cambiar una idea enquistada: durante años nos han repetido hasta el cansancio
que hay un aumento de la pobreza.11
Aun así, América latina no es de ningún modo una región homogéneamente próspera y
floreciente. El profesor de la Uni-versidad de Columbia Xavier Sala-i-Martin señala que a lo
largo de las últimas tres décadas, América latina ha logrado resultados variados. En la década del
setenta su situación era similar a la de Asia. “La fracción de los pobres del mundo que vive en
América latina se redujo de 4,3% en 1970 a 1,7% en 1980. Luego aumentó a 3,7% en 1990 y a
4,8% en 2000.12 En el contexto global, el desempeño de América latina resulta decepcionante
cuando se lo compara con regiones de Asia, pero positivo al contrastarlo con grandes zonas del
continente africano, especialmente la región subsahariana.13
Los científicos sociales y los líderes religiosos también están preocupados por la
desigualdad de los ingresos. Inclusive entre quienes conceden que hubo mayor creación de
riqueza, hay quienes enfatizan la creciente desigualdad de ingresos entre ricos y pobres, o entre
las naciones más y menos desarrolladas. El papa Benedicto ha reiterado este tópico común en la
enseñanza social católica: “La riqueza mundial crece en términos absolutos, pero aumentan
también las desigualdades” (CV, n. 22).
Aunque no hay consenso respecto del tema, un largo artículo que pasa revista al debate,
publicado por The Economist, concluye que “los datos oficiales del Banco Mundial, utilizados
por las Naciones Unidas y otras agencias, son demasiado pesimistas: es probable que la pobreza
haya caído más rápido de lo que sugieren estas cifras citadas ampliamente, y tal vez lo
suficientemente rápido como para reducir el número global de personas que sobreviven con
menos de un dólar por día, incluso mientras aumenta la población”.14 La revista va aún más lejos:
no hay evidencia alguna de que el crecimiento de la riqueza haya ocurrido a expensas de los
pobres, ampliando la brecha de desigualdad.
Estos hallazgos no necesariamente contradicen los conceptos de Caritas. Al evaluar la
desigualdad económica, Benedicto reconoce la complejidad de las mediciones relacionadas con
una afirmación de esta naturaleza. Señala que el desarrollo “se despliega en múltiples ámbitos” y
que “la línea de demarcación entre países ricos y pobres” no es tan neta y clara. En el contexto de
su crítica de la desigualdad, menciona “nuevas formas de pobreza” que surgen en “los países
ricos”; es evidente que no está pensando sólo en el desequilibrio de ingresos entre ricos y pobres.
También le preocupa la actividad “derrochadora” y “consumista” en las naciones más pobres, la
ostentación de la riqueza por parte de los ricos mientras las masas luchan por sobrevivir (CV, n.
22).
El diagnóstico del Papa de las causas de la desigualdad deja claro que no considera que
los programas de transferencia gubernamental sean una panacea. Entre las causas que identifica
están los abusos de los derechos humanos a veces provocados por “grandes empresas
multinacionales” y también por “grupos de producción local”; el desvío de las ayudas
internacionales de su finalidad por irresponsabilidad tanto de los “donantes” como de los
“beneficiarios”; las “formas excesivas de protección” de la propiedad intelectual por parte de los
países ricos; y, en los países pobres, “normas sociales de comportamiento” dañinas, que frenan el
proceso de desarrollo (CV, n. 22).
Así pues, tanto la enseñanza social católica como la evidencia económica apuntan a que
las soluciones para la pobreza deben ser multifacéticas, adaptadas a las circunstancias y
necesidades individuales, y respetuosa de la dignidad humana y del derecho de los individuos de
participar de su propio desarrollo y orientarlo. No obstante, la Comisión Económica de las
Naciones Unidas para América Latina (CEPAL) sigue recomendando la misma estrategia básica
vigente desde su fundación: la regulación de mercados y programas para los pobres, dirigidos y
diseñados por el gobierno, junto con inyecciones de ayuda externa.15 En una conferencia en
CEPAL, Helen Clark, administradora del Programa las Naciones Unidas para el Desarrollo,
concluyó: “El mercado por sí solo no eliminará la pobreza, ni procurará equidad ni justicia”.
A lo largo de la historia, las personas que han tenido la libertad de participar del
intercambio voluntario y responsable en mercados abiertos han podido experimentar una mejora
en su nivel de vida hasta el punto de que, para muchos, se atenúa la gravedad de la pobreza, si
bien no desaparece por completo. En los países desarrollados, en la actualidad las familias pobres
tienen acceso a bienes y servicios que ni siquiera estaban al alcance de la realeza unos siglos
atrás (chocolate, lavarropas, teléfonos y otros artículos). Si bien muchos economistas y la
enseñanza social católica también advierten que los mercados por sí solos no garantizarán
justicia y equidad, no llegarían al extremo de suscribir la evidente tendencia de la CEPAL a
minimizar el papel que desempeñan los mercados en la producción de los recursos necesarios
para mitigar la pobreza. Clark y la directora ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, están de
acuerdo en que la actual estrategia del organismo internacional requiere mejores gobiernos,
mejores mercados (lo cual se logra con mayor regulación) y ciudadanos más activos, en ese
orden.16
El orden de prioridades está completamente invertido. La formación de ciudadanos
responsables, productivos y con principios éticos son la base para el progreso económico y el
desarrollo integral del hombre. Los mercados deben regirse por el Estado de derecho pero, en
muchos casos, es preciso disminuir (o al menos reformar) las regulaciones existentes para que
puedan operar de modo más eficiente y equitativo, y no a la inversa. No cabe duda de que los
gobiernos deben mejorar, pero esto significa sanear la corrupción, facilitar el acceso a las
oportunidades económicas (especialmente para los pobres; por ejemplo, mediante la eliminación
de trámites engorrosos y costosos que impiden que los individuos pongan en marcha una
empresa) y asegurar una gobernanza libre y democrática mediante el mantenimiento de la
división de poderes y el respeto a la Constitución y las leyes.
Tal como señalamos, la enseñanza social católica hace hincapié en el papel de la caridad
cristiana y de la responsabilidad personal en el ejercicio de la opción preferencial por los pobres.
La Iglesia también ha reconocido las dimensiones estructurales de la pobreza y ha convocado a
actuar en el ámbito político. Los papas han sostenido sistemáticamente que las naciones
desarrolladas deben proveer ayuda directa de gobierno a gobierno a las naciones de bajos
ingresos. Las sociedades y las naciones tienen la obligación de empeñarse por el desarrollo de los
pueblos (SRS, nn. 9, 32).
Dicho esto, las declaraciones papales advierten cada vez más inequívocamente sobre los
peligros de este tipo de ayuda y los abusos que origina.17 Caritas in veritate introduce claras
advertencias respecto de las políticas redistributivas de las naciones prósperas a los países más
pobres:
Los organismos internacionales deberían preguntarse sobre la eficacia real de sus
aparatos burocráticos y administrativos, frecuentemente demasiado costosos. A
veces, el destinatario de las ayudas resulta útil para quien lo ayuda y, así, los
pobres sirven para mantener costosos organismos burocráticos, que destinan a la
propia conservación un porcentaje demasiado elevado de esos recursos que
deberían ser destinados al desarrollo. A este respecto, cabría desear que los
organismos internacionales y las organizaciones no gubernamentales se
esforzaran por una transparencia total. (CV, n. 47)
La encíclica advierte contra la creación de estructuras de incentivo que terminan siendo
perversas: “[La ayuda] puede mantener a veces a un pueblo en un estado de dependencia, e
incluso favorecer situaciones de dominio local y de explotación en el país que las recibe. Las
ayudas económicas, para que lo sean de verdad, no deben perseguir otros fines” (CV, n. 58).
Por último, el Papa recomienda a los donantes que traten a los pobres con respeto.
¿Se puede decir que la ayuda extranjera es realmente el antídoto para los males que
aquejan a América latina? Tal vez una opción de respuesta provenga de un seminario auspiciado
por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) en abril de 2009, donde los
participantes analizaron el impacto de la crisis financiera global en once países de América
latina: Bolivia, Brasil, Colombia, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras,
México, Nicaragua, Paraguay y Perú. Estos países fueron elegidos por tener el mayor número de
pobres en la región. El seminario trabajó sobre el hecho bien conocido de que la mayoría de los
pobres y pobres extremos viven en áreas rurales y en muchos casos son indígenas. Más revelador
aún es la observación que alude a que “los programas sociales y los proyectos de beneficios
financieros con objetivos definidos atenúan pero no resuelven la situación de los pobres” y que
“el monto de transferencias públicas o privadas no ha demostrado una clara vinculación con la
reducción de la pobreza”.18 Esta observación es digna de mención por dos motivos. Primero,
surge de la experiencia práctica. Segundo, es probable que sea sincera por lo inesperada.
Cualquiera diría que la postura de FIDA podía estar más cercana a la de Bárcena-Clark que
admitiendo los resultados deficientes de sus propias políticas.
Otros estudios confirman el realismo de la conferencia de FIDA.19 William Easterly
rastrea los resultados de los planes de “ajuste con crecimiento” que promovían el Banco Mundial
y el Fondo Monetario Internacional (FMI) desde alrededor de 1980 hasta 1999. Los países de
América latina recibieron un promedio de cinco préstamos de ajuste cada uno durante la década
del ochenta, época durante la cual la tasa de crecimiento per cápita cayó drásticamente. Easterly
concluye: “Hubo mucho préstamo, poco ajuste, y poco crecimiento… Los préstamos se hicieron
pero el crecimiento no ocurrió”.20 Concluye que los países de América latina que finalmente
prosperaron en la década del noventa habían implementado reformas orientadas al crecimiento,
en cuyo caso el crecimiento se debe atribuir a estos cambios y no a los préstamos recibidos.
Algunos responsables de la formulación de políticas sugieren que las deficiencias son el
resultado de una ayuda insuficiente —¡las naciones donantes sólo tendrían que donar más, más y
más!—. Sin embargo, las personas directamente involucradas con los esfuerzos de cooperación
internacional se están alineando con la postura del FIDA. El Banco Mundial atribuye
directamente la caída del índice de pobreza a “un mayor respeto por la producción, el consumo,
el ahorro y las decisiones de inversión de cada persona”, en particular en Asia.21
Además de los problemas que provocan la excesiva burocracia y la dependencia de la
ayuda financiera que señala el papa Benedicto XVI, la ayuda de gobierno a gobierno promueve
incentivos políticos perversos. La ayuda recompensa a las elites gubernamentales que perpetúan
la pobreza o que son corruptas o violentas. También se relaciona con el debilitamiento de
prácticas democráticas. La ayuda altera los incentivos económicos en los mercados, esté o no
bien invertida. No necesariamente llega a las poblaciones destinatarias de la ayuda.22 Easterly
habla gráficamente de “gobiernos que matan el crecimiento” por lo menos de seis maneras
diferentes: (1) creando alta inflación, (2) operando con grandes déficit, (3) expulsando a los
bancos comerciales del mercado con regulaciones excesivas o monopolizando los servicios
bancarios, (4) promoviendo los mercados negros y la corrupción, (5) no proveyendo los servicios
básicos, y (6) cerrando las economías. Sin embargo, Easterly deja claro que si bien las políticas
de gobierno pueden generar un crecimiento nocivo o directamente ausencia de crecimiento, los
gobiernos no causan el crecimiento per se.23
En la literatura económica reciente han aparecido una serie de trabajos que indagan
acerca de lo que los pobres realmente pueden hacer por sí mismos. Esta línea de investigación
genera esperanza, puesto que ha descubierto que en los niveles más bajos de la escala social las
personas crean riqueza incluso en condiciones extremas de violencia e inestabilidad; aun cuando
se vean obligadas a trabajar en mercados precarios e informales sin ningún tipo de respaldo legal
para sus derechos básicos de propiedad, contratos y otros.24 Puesto que uno de los obstáculos que
enfrentan los trabajadores del sector informal es la falta de acceso a créditos de los bancos
comerciales, en las últimas décadas han surgido una serie de experiencias en el otorgamiento de
microcréditos. Estos han tenido resultados positivos a medida que los beneficiarios confiables
lanzan sus propios emprendimientos productivos. Una de las organizaciones más conocidas es el
Grammen Bank, iniciado por el premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus. Sólo en Bangladesh,
este banco autofinanciado ha ayudado a que 58% de prestatarios salga de la pobreza. Ha
obtenido resultados similares en países de diverso origen étnico y religioso.25
Veamos por ejemplo el caso de Raymunda Yax de Canel, Quetzaltenango, en el altiplano
guatemalteco. Con menos de USD 2000 en capital provisto por la Fundación de Asesoría
Financiera a Instituciones de Desarrollo y Servicio Social (FAFIDESS), fue capaz de recuperarse
como distribuidora mayorista de joyas de fantasía, instalando su propio puesto en un mercado
multitudinario. Había sufrido varios reveses. Cuando vendía puerta a puerta, le robaron todo el
stock de productos de un autobús; y en otro momento, sus clientes le adeudaban la abrumadora
cifra de USD 2500 en créditos. Gracias a FAFIDESS, tiene tiempo para ocuparse de su tienda y
de diseñar originales aros, y sueña con abrir un segundo local. FAFIDESS fue fundada en 1986
por miembros de los clubes rotarios en Guatemala. La entidad financia micro y pequeñas
empresas —en su mayoría a cargo de mujeres— y también enseña a los beneficiarios de los
créditos los conocimientos básicos en materia de contabilidad y finanzas.26
Otra historia interesante es la del doctor John Hatch quien comenzó en Bolivia en 1984
un “banco comunal”, poniendo a granjeros de bajos ingresos a cargo de un programa de
préstamos. Con esta metodología, comunidades enteras se garantizan mutuamente sus préstamos,
y de este modo permiten que los miembros establezcan o hagan crecer sus
microemprendimientos. Hatch fundó FINCA Internacional en 1985 con la misión de proveer
“servicios financieros a los emprendedores de más bajos recursos en el mundo para que pudieran
crear empleos, producir bienes y mejorar su nivel de vida”. Como sucede con organizaciones
parecidas, la mayoría de los préstamos de FINCA están dirigidos a mujeres dignas de confianza
en América latina, Asia y África, y con un historial positivo en el combate la pobreza.27
Los préstamos de microcréditos no son la panacea de todos los males, ni todos los
beneficiarios son empresarios exitosos. Algunas metodologías de préstamos sin fines de lucro
han demostrado ser deficientes y algunos prestatarios han sido acusados de prácticas deshonestas
o de cobrar tasas de interés excesivamente elevadas. No obstante, la evidencia da cuenta de que
muchos programas han contribuido significativamente a mejorar el nivel de vida de las familias
de bajos ingresos en América latina. Hay muchas historias como la de Raymunda Yax. Los
programas de microfinanciamiento permiten que los empresarios intenten cumplir los objetivos
que se han trazado y, en muchos casos, reforzar sus capacidades. Según un estudio realizado por
el profesor noruego de economía Oystein Strom, el sector de microcrédito y microbanca muestra
en sí una historia asombrosa. Este tipo de préstamos ha crecido 40% en todo el mundo desde
2000, y no se vieron afectados por la crisis financiera de 2008.28 La estrategia de préstamos
apuesta a la inventiva, a la intuición del mercado y a la responsabilidad de los beneficiarios.
Siglos atrás, Adam Smith detectó que la propensión del ser humano a “transportar, trocar
e intercambiar una cosa por otra” es algo natural; en todas las sociedades existen personas que
están atentas a la oportunidad.29 La riqueza se crea —agrega el economista James Gwartney—
cuando las acciones de los emprendedores conducen a la producción de bienes cuyo valor para
los consumidores es superior a su costo. Joshua Hall y Russell Sobel concluyen: “El espíritu
emprendedor es el catalizador del crecimiento económico y el progreso. Un determinante
primario del espíritu emprendedor es la libertad económica”.30 Desafortunadamente, no todos los
países valoran el espíritu emprendedor por lo que es: un camino al crecimiento.
En muchas sociedades, las reglas de juego incorporan barreras que restringen la
actividad empresarial y crean las condiciones para que los funcionarios políticos
practiquen el amiguismo. Esta estructura institucional socava el funcionamiento
de los mercados y fomenta la búsqueda de la riqueza a través del “saqueo legal”:
la práctica política de sacar a unos para darle a otros, en particular a aquellos que
están en el poder. Cuando existe este tipo de estructura de incentivos, los mismos
emprendedores intentarán sacar partido a través de favores políticos.31
Cuba constituye un ejemplo gráfico y drástico. Poco después de la revolución de 1959, el
régimen de Fidel Castro consolidó el control centralizado y la vigilancia de todas las inversiones
en la isla. El sistema tendía a favorecer a quienes estaban más cercanos al régimen. Raúl Castro,
que pretende introducir cambios en la ideología comunista y admite ahora el autoempleo,
convocó a los “cuentapropistas” a dedicarse a alguna de las 178 actividades aprobadas por ley. El
listado de actividades incluye la contabilidad y la limpieza de baños públicos, y las reglas son tan
detalladas que especifican cuántos clientes puede servir a la vez un sencillo restaurante
(“paladar”), dónde se llevarán a cabo las actividades, y cuándo y quiénes pueden emplear a
personas que no pertenezcan a la familia. Queda por ver cómo les irá a estos pequeños
emprendimientos, ya que además deberán cumplir pesados requisitos impositivos.32
Resulta difícil calcular los costos generados por las trabas que se le ponen a la actividad
empresarial, porque semejante ejercicio requiere imaginar una situación diferente e inexistente.
No obstante, los latinoamericanos son penosamente conscientes de los costos que imponen
prácticas como el excesivo papeleo burocrático para registrar o cerrar un negocio, la aplicación
arbitraria de derechos de propiedad o la carga tributaria oculta que resulta de contratar a guardias
privados porque las fuerzas de seguridad no cumplen con su deber. La corrupción y los sobornos
también imponen costos que no se pueden cuantificar. Algunos interpretan que la migración
hacia el norte responde a la cantidad de obstáculos que tienen los mercados de sus países. El
informe Doing Business 2011 resume este punto de manera sucinta:
Cuando la regulación es transparente y eficiente, es menos probable que las
oportunidades de negocios dependan de contactos personales o privilegios
especiales. Al mismo tiempo se incentiva la actividad económica que opera en el
sector formal de la economía, quedando sujeta a regulaciones e impuestos que las
benefician. Desde 2003, cuando comenzó el proyecto Doing Business, los
dirigentes de más de 75% de las economías mundiales han facilitado la apertura
de empresas en el sector formal. Un estudio reciente con datos procedentes de los
registros de 100 economías a lo largo de 8 años ha permitido concluir que las
economías con sistemas eficientes de inscripción de empresas tienen, en
promedio, un mayor coeficiente de acceso al mercado nacional y en promedio una
mayor densidad comercial.33
Los pobres no son víctimas impotentes, sino una fuerza creativa con espíritu de
emprendimiento. En palabras de Yunus: “Las personas pueden cambiar su vida. No es el
gobierno quien debe cambiar la vida de las personas. Los gobiernos crean un ámbito propicio
para que a partir de ello las personas puedan dedicarse a lo suyo”.34 Estudios recientes reafirman
este pensamiento. El intelectual peruano, Álvaro Vargas Llosa, publicó un libro titulado
Lecciones de los pobres: El triunfo del espíritu emprendedor35, que describe en detalle cinco
historias del tipo “de mendigo a millonario”; dos en Perú, una en la Argentina, en Nigeria y en
Kenya. Vargas Llosa muestra cómo las personas con prácticamente ningún capital de inversión
ni educación formal son capaces de reconocer y aprovechar las oportunidades de negocios. La
familia Añaños comenzó produciendo gaseosas embotelladas en su garaje en la empobrecida
ciudad de Ayacucho, Perú, en plena guerra de guerrillas de Sendero Luminoso, cuando el
conflicto social provocó el cese de la distribución de marcas internacionales en la localidad. La
familia comenzó reciclando botellas de cerveza sin etiqueta. La innovación llegó con una
operación de bajo costo que con el tiempo resultó una manera versátil de expandirse a nuevos
mercados. El procedimiento de producción y el sistema de distribución los ayudó a convertirse
en una multinacional que opera en otros países latinoamericanos y en Tailandia.36
Otro ejemplo en Perú es el de Aquilino Flores. Pasó de lavar autos a ser dueño de una
compleja compañía textil de integración vertical dedicada a la fabricación de prendas de vestir, y
de una cadena de tiendas departamentales en su país y en Venezuela. La familia Flores ha creado
empleo para más de 5000 personas. Sus ventas anuales superan los USD 100 millones. La marca
de los Flores, Topy Top, se convirtió en una importante exportadora (USD 85 millones).37
Otra lección fue la que transmitió P. T. Bauer allá por 1948, cuando afirmó que la expansión
de la agroindustria del caucho en Malasia e Indonesia en la década del treinta era una evidencia
en contra del “círculo vicioso de la pobreza”, puesto que gran parte del capital inicial provino de
comerciantes e inversores locales muy pequeños. Aunque en su gran mayoría eran pobres y sin
educación, tenían suficiente conocimiento y sentido de la oportunidad empresarial para el
mejoramiento económico.38 El “círculo vicioso de la pobreza”, rebautizado como la “trampa de
la pobreza” sigue resultando convincente para algunos académicos. Jeffrey Sachs, por ejemplo,
está a favor de que se realicen grandes transferencias de dinero a quienes considera indigentes
desvalidos.39 Bauer le hubiera señalado a Sachs que “a lo largo de la historia existen
innumerables individuos, familias, grupos, sociedades y países —tanto en Occidente como en el
Tercer Mundo— que han pasado de la pobreza a la prosperidad sin donaciones externas. Todos
los países desarrollados comenzaron siendo países en desarrollo”.40 Las naciones llegaron a ser
ricas sin ayuda externa y en medio de la aceleración del crecimiento demográfico.41 El papa
Benedicto XVI lo expresa con firmeza. “No se debe considerar a los pobres como un “fardo”,
sino como una riqueza incluso desde el punto de vista estrictamente económico” (CV, n. 35).
Imaginen lo que podrían hacer los pobres en un entorno que estimula el crecimiento, que les
presta alas en lugar de ponerles grilletes.
Notes
1. Ver, por ejemplo, The Global Financial and Economic Storm: How Bad Is the
Weather in Latin America and the Caribbean? World Bank, Latin America and the Caribbean
Region, April 22, 2009.
2. Los programas de estímulo son parte de las políticas monetarias y fiscales anticíclicas
que se proponen evitar altas tasas de desempleo, entre otros objetivos.
3. La “cohesión social” es una expresión adoptada oficialmente por la Unión Europea y
por los funcionarios públicos latinoamericanos en la tercera cumbre de la Unión Europea,
América latina y el Caribe, celebrada en Guadalajara, México, en 2004,
http://ec.europa.eu/external_relations/la/sc/sc_es/01_what_es.htm.
4. “Las políticas fiscales en tiempos de crisis: volatilidad, cohesión social y economía
política de las reformas”, Foro en Montevideo, Uruguay, mayo 19-20, 2009. Este foro también
prueba de qué manera los gobiernos extranjeros influyen en las iniciativas en materia de política
en América latina, a menudo vinculando reforma política y ayuda,
http://www.ec.europa.eu/external_relations/lac/fiscalforum/2009_05_prog_es.pdf.
5. Roger F. Noriega, “Latin America and the Economic Crisis: Going It Alone”, Latin
American Outlook, American Enterprise Institute for Public Policy Research (June 2009).
6. Manuel Ayau, “La distribución de la riqueza”, en El proceso económico (México:
Diana, 1995), 3-1.
7. John Bolt, “Christian Obligations: ‘The Poor You Will Always Have with You”,
Journal of Markets & Morality 7 (Fall 2004): 467-93.
8. Carlos Sabino, “Mitos sobre la pobreza”,
http://paginas.ufm.edu/sabino/ingles/book/mitos_pobreza.pdf.
9. Ver, por ejemplo, Manuel Ayau, Not a Zero-Sum Game (Guatemala: Universidad
Francisco Marroquín, 2007).
10. Noriega, “Latin America and the Economic Crisis”. Ver también Peter Leeson, “Two
Cheers for Capitalism?” http://www.peterleeson.com/Two_Cheers_for_Capitalism.pdf.
11. Abundan los ejemplos: Rodrigo Lastrero, “La pobreza reina en el mundo hispano”,
Univisión, September 28, 2005, http://www.univision.com/content/content.jhtml?cid_674281.
“El aumento de la pobreza en América latina, la secuela más ingrata de la crisis”,
degerencia.com, August 27, 2009, http://www.degerencia.com/noticia/29341/el-aumento-de-lapobreza-en-america-latina-la-secuela-mas-ingrata-de-la-crisis.
12. Xavier Sala-i-Martin, “Global Inequality Fades as the Global Economy Grows”, en
2007 Index of Economic Freedom: The Link Between Economic Opportunity and Prosperity, ed.
Tim Kane, Kim R. Holmes, and Mary Anastasia O’Grady (Washington, D.C._ The Heritage
Foundation and The Wall Street Journal, 2007).
13. “More or Less Equal? The Economist, March 11, 2004,
http://www.economist.com/node/2498851?story_id=2498851; Víctor Montecarlo, “Disminuye
Pobreza en el Mundo”, International Business Times, September 9, 2008,
http://www.ibtimes.com.mx.
14. “More or Less Equal?”
15. Las primeras recomendaciones de CEPAL giraban en torno de las teorías de su
primer presidente respecto de la industrialización a través de la sustitución de importaciones
(ISI). Las prescripciones proteccionistas de Raúl Prebisch fueron ensayadas en muchos países de
América latina a lo largo de los años sesenta y setenta, pero perdieron popularidad en la década
del ochenta. CEPAL adoptó la tendencia de abrir los mercados al comercio internacional y de
establecer bloques comerciales. El discurso de Bárcena parece dar marcha atrás respecto de la
confianza original de Prebisch en los gobiernos. Ver también las agencias EFE y AFP; “Región
tendrá 9 millones más de pobres en 2009”, Siglo Veintiuno, Guatemala, noviembre 20, 2009, 20.
Ver también el sitio oficial de CEPAL: http://www.eclac.org/cgi-bin/getProd.asp?
xml=/prensa/noticias/comunicados/3/37833/P37833.xml&xsl=/prensa/tpl/p6f.xsl/base=tpl/topbottom.sxl. CEPAL emplea el método de encuesta descrito arriba para estimar los índices de
pobreza en la región.
16. Bárcena y Clark no están solamente preocupadas por la crisis financiera. Creen que
esta es la estrategia adecuada para encarar las crisis climática, alimentaria y energética. “Se
requieren alianzas más eficaces entre Estado y mercado”, ECLAC Press Bulletin, noviembre 4,
2009, 7.
17. Para una visión general de la enseñanza social católica sobre la ayuda para el
desarrollo, ver Philip Booth, Ayuda internacional y desarrollo humano integral (Grand Rapids:
Acton Institute, 2001).
18. “From Financial Crisis to Rural Social Crisis in Latin America”, resumen de informe
sobre la conferencia del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), Roma, abril
23-24, 2009; http://www.ifad.org/media/press/2009/21.htm.
19. Ver, por ejemplo, el gráfico Gapminder que compara la ayuda y los ingresos de Haití
y Tanzania, http://tinyurl.com/ybphug8.
20. William Easterly, The Elusive Quest for Growth: Economists’ Adventures and
Misadventures in the Tropics (Cambridge: MIT Press, 2002), 102-3.
21. Montecarlo, “Disminuye Pobreza en el Mundo”.
22. International Aid and Integral Human Development.
23. Easterly, Elusive Quest for Growth, 217-39.
24. Hernando De Soto y Enrique Ghersi, El otro sendero (Perú: Editorial El Barranco,
1986). Para estudios de caso interesantes ver Álvaro Vargas Llosa, Lessons form the Poor:
Triumph of the Entrepreneurial Spirit (Oakland, Calif.: The Independent Institute, 2008);
también Benjamín Powell, editor, Making Poor Nations Rich: Entrepreneurship and the Process
of Economic Development (Stanford: Stanford University Press, 2007). Para una sinopsis, ver
“Making Poor Nations Rich, “The Independent Institute,
http://www.independent.org/publications/books/book_summary.asp?bookID=70.
25. Muhammad Yunus, “How Could the World Change Through Microcredit”,
conferencia celebrada en la Universidad Francisco Marroquín, Guatemala, diciembre 10, 2007.
http://newmedia.ufm.edu/gsm/index.php?
title=How_could_the_world_change_through_microcredit.
26. Raymunda Yax cuenta su propia historia en un breve video clip, www.youtube.com/
watch?v=JcxZpsW6wag.
27. Para ver más sobre John Hatch y FINCA, ver
http://www.finca.org/site/c.6fIGIXMFJnJ9H/b.6088503/k.4ADB/John_Hatch_and_FINCA.htm.
28. Frida Hessel, “Microfinanzas, una historia de éxito, según experto noruego”,
Microdinero, Diario Global de Microfinanzas, marzo 18, 2011,
http://www.microdinero.com/nota.php?subsección=D6&notID=3291.
29. James Gwartney, prólogo de Lessons from the Poor, por Álvaro Vargas Llosa, vii.
30. Joshua C. Hall and Rossell S. Sobel, “Freedom, Entrepreneurship, and Economic
Growth”, Lessons from the Poor, by Álvaro Vargas Llosa, viii.
31. James Gwartney, prólogo de Lessons from the Poor, by Álvaro Vargas Llosa, viii.
32. “Comienza la era de los cuentapropistas en Cuba”, La Gaceta, Argentina, septiembre
25, 2010, http://www. Lagaceta.com.ar/nota/400184/mundo/Comienza-era-cuenta-propistasCuba.html. El artículo no está firmado.
33. “Executive Summary”, Doing Business 2011 (Washington, D. C.: The International
Bank for Reconstruction and Development/The World Bank, 2010),
http://www.doingbusiness.org/-/media/fpdkm/doing%20business/documents/annualreports/english/db11-fullreport.pdf.
34. Yunus, “How Could the World Change Through Microcredit”, discurso en la
Universidad Francisco Marroquín, Guatemala, diciembre 10, 2007.
35. Vargas Llosa, Lessons from the Poor.
36. Daniel Córdova, “Amid Hopelessness, Hopeful Investment: The Case of The Añaños
Family and Kola Real”, Lessons from the Poor, 1-53.
37. Daniel Córdova, “Defeating Poverty Doing Business. The Case of the Flores Family
and Topy Top”, Lessons from the Poor, 55-119.
38. P. T. Bauer, “Remembranzas de estudios pasados: Volviendo sobre los primeros
pasos”, trad. del inglés del original, publicado en Pioneers in Development, ed. Gerald. M. Meir
and Dudley Seers (New York: Oxford University Press 1984),
http://www.eumed.net/cursecon/textos/bauer-remembranza.htm.
39. Ver por ejemplo Documento de Trabajo n. 5012 del Banco Mundial por J. Humberto
López y Luis Servén, “Too Poor to Grow”, August 2009, citado por su autor López en
“Demasiado pobres para poder crecer”, Guatemala: Siglo Veintiuno, noviembre 24, 2009.
40. P. T. Bauer, “Disregard of Reality”, The Cato Journal 7 (Spring/Summer 1987): 31.
41. James A. Dorn, “P. T. Bauer’s Liberal Market Vision”, Ideas on Liberty 50 (October
2000), http://www.thefreemanonline.org/featured/p-t-bauers-market-liberal-vision
IV
INCENTIVOS E INSTITUCIONES
No existe consenso respecto de la convergencia de ingresos (igualar el ingreso per cápita de los
países en desarrollo con el de los países desarrollados), pero sí parece haber acuerdo en cuanto a
la importancia que revisten las instituciones. Los incentivos correctos llevan a la creación de la
riqueza; los incentivos equivocados llevan a su destrucción. Tal como se dijo, resulta
fundamental el espíritu de emprendimiento, como también los derechos de propiedad, el Estado
de derecho y la formación de capital humano dentro de la familia.
El consenso de las mentes más lúcidas en este punto surge, en parte, de gran cantidad de
estudios empíricos. Es mucho lo que se puede aprender de los índices anuales como Doing
Business1; el Proyecto sobre la Libertad Económica en el Mundo, del Instituto Fraser; el Índice
de Corrupción, de Transparencia Internacional; el Índice de Libertad Económica, de Heritage
Foundation y The Wall Street Journal; y el Índice de Calidad Institucional.2 Examinaremos las
implicancias de los últimos dos índices.
El Índice de libertad económica evalúa la libertad de la que gozan los emprendedores en
cada país, si se protegen los derechos de propiedad, y si los ciudadanos viven en un entorno
político estable y que garantice el Estado de derecho. El índice mide también otros factores
relacionados a estos, tales como las políticas fiscales y financieras y el tamaño del gobierno. La
conclusión general es que “los países que gozan de mayor libertad económica también son los
más prósperos”.3 Define la libertad económica como “el derecho fundamental de todo ser
humano de ejercer control sobre su propio trabajo y propiedad. En una sociedad económicamente
libre, los individuos son libres de trabajar, producir, consumir e invertir de la forma que quieran,
y lo que hace el Estado es proteger esa libertad, no coartarla”.4
Además, el índice muestra que las economías pueden ser estimuladas con la simple
iniciación de un programa de liberalización: los países que más crecieron fueron los que más
mejoraron respecto de otros años. También se confirma lo opuesto: las restricciones provocan
una drástica caída en el desempeño económico.5 El índice mide diez aspectos de la libertad
económica, como muestra el cuadro 5. La columna de la derecha indica el puntaje promedio que
obtuvo América latina en cada categoría.
De los países medidos en América latina y el Caribe en la edición de 2011 del Índice,
Chile presenta el mejor desempeño con un puntaje de 77,4 (ligeramente por debajo de años
anteriores), y Cuba es el peor, con 27,7 puntos. Sólo tres países de la región cumplen con los
requisitos para ser considerados como mayormente libres en 2011: Chile, Santa Lucía y
Uruguay. Barbados y Las Bahamas estuvieron en este grupo en años anteriores. Brasil, la estrella
naciente, se encuentra en el puesto 21 en la región y 113 en el nivel mundial. Los países que más
han progresado en la región son Colombia (+2.5) y Belice (+2.3).6
La mayoría de los países latinoamericanos tienen regímenes de derechos de propiedad
débiles y batallan contra la corrupción. Ambos aspectos están relacionados con las instituciones
del Estado de derecho. El desempeño negativo en estas áreas neutraliza los avances en otras,
como la liberalización comercial. Es más, aquellos países donde los derechos de propiedad están
asegurados son también los más libres.
El Índice de Calidad Institucional (IQI, su sigla en inglés) confirma el panorama que
refleja el Índice de Libertad. Este estudio combina ocho índices, la mitad de los cuales se ocupa
de la libertad política y la otra mitad de la libertad económica. Desde el punto de vista político,
IQI se basa en dos mediciones del Banco Mundial: el índice del Estado de derecho y los ranking
de gobernabilidad (governance) y rendición de cuentas. También incorpora el índice de
percepción de la corrupción que elabora Transparency International, y el índice de libertad de
prensa, de Freedom House. El aspecto económico de la ecuación combina Doing Business, la
medición de Competitividad Global, del Foro Económico Mundial, y los índices de libertad
económica del Fraser Institute y del Wall Street Journal/Heritage Foundation.7
Aunque algunos de los ranking varían ligeramente, los mejores y peores lugares conservan
sus puestos: Chile, Las Bahamas, Santa Lucía y Barbados a la cabeza de la lista IQI, que, a
propósito, incluye a Canadá (1) y los Estados Unidos (2). Chile estuvo en primer lugar en
América latina en 2007 y 2008, pero al año siguiente cayó detrás de los países caribeños ya
mencionados. Quienes peor desempeño mostraron en ambos estudios son Cuba, Venezuela y
Haití. Estos países han ocupado los últimos lugares en el IQI durante varios años consecutivos.
Fuente: The Wall Street Journal y The Heritage Foundation 2011; Institutional Quality Index 2009.
Según se advierte también aquí, los países que tienen dificultades con el Estado de
derecho también son los países más corruptos y menos competitivos. Son los que gozan de
menos libertad.
El Estado de derecho es un conjunto de instituciones sociales o de “reglas creadas por el
hombre que limitan los comportamientos arbitrarios y oportunistas en las interacciones
humanas”.8 El Proyecto Justicia Mundial es una organización relativamente nueva que muestra
“el déficit de Estado de derecho en el mundo”. Se encuentra desarrollando un Índice de Estado
de derecho similar a los que aquí se han reseñado. El proyecto ha logrado definir cuatro
características presentes en los sistemas que cuentan con Estado de derecho. El gobierno en su
conjunto y sus funcionarios son responsables de rendir cuentas ante la ley. Las leyes deben ser
“claras, públicas, estables y justas” y proteger el derecho fundamental de las personas a la
seguridad y la propiedad; además deben ser aprobadas y aplicadas a través de procedimientos
“accesibles, equitativos y eficientes”. En cuarto lugar, quienes administran justicia deben actuar
de modo independiente; deben ser éticos, competentes y reflejar la composición de la comunidad
a la que sirven. Para ello, los administradores de justicia deberán recibir los recursos que
necesitan y ser “suficientes en número”.9
El Estado de derecho enmarca y defiende los derechos de propiedad, que son cruciales
para lograr un mayor crecimiento económico, como surge de los índices. Enrique Ghersi y Hernando De Soto, entre otros, han mostrado de qué manera un régimen estable de derechos de
propiedad está vinculado con la reducción de la pobreza y con el florecimiento del espíritu de
emprendimiento. Resumiendo el trabajo de estos autores, O’Driscoll y Hoskin apuntan: “Cuando
un empresario que se halla fuera de la ley se convierte en legal y logra documentar la titularidad
de sus activos, accede al mundo del crédito”.10 Se estima que los pobres poseen por lo menos
USD 9,3 billones en “capital muerto” o propiedades sin título; si se reconocieran sus derechos de
propiedad y se los protegiera debidamente, estos propietarios informales no sólo estarían mejor,
sino que además serían capaces de resistir la corrupción.11
Como dice Peter Boettke:
Cuando los derechos de propiedad están muy arraigados en el medio en que se
“posan”, el camino a la propiedad lleva al camino a la prosperidad en el corto
plazo. Los derechos de propiedad constituyen la base de la economía de mercado.
Sin derechos de propiedad privada no habría intercambio, sin intercambio no
habría precios, y sin precios no habría un cálculo racional basado en los estados
de pérdidas y ganancias. Propiedad, precios y pérdidas/ganancias (las tres P)
proporcionan incentivos, información e innovación (las tres I) a una economía
dinámica.12
La propiedad, los precios y las ganancias/pérdidas junto con los incentivos, la
información y la innovación se complementan con las características del buen funcionamiento de
los derechos de propiedad. La propiedad debe estar claramente definida, ser defendible y
transferible. Ya mencionamos la importancia de definir con claridad los derechos de todas las
formas de propiedad. Además, el dueño de una propiedad tiene que poder defender sus derechos
del abuso del gobierno o de un tercero. Esto quiere decir que los sistemas legales y judiciales
vigentes deben permitirle ejercer su derecho de modo exclusivo. Finalmente, un dueño debe
poder disponer de su propiedad o transferirla donándola, alquilándola, vendiéndola o
deshaciéndose de ella según le parezca. El carácter transferible de la propiedad garantiza que
bienes escasos pasen a manos de las personas que más los valoran en ese momento, asegurando
su empleo productivo.13
El empresario, y de modo más amplio, todo miembro productivo de la sociedad, responde
a los incentivos creados por el régimen de derechos de propiedad y por la infraestructura del
Estado de derecho en cada país. Pero también se dice que estas personas poseen capital humano,
término que popularizó el premio Nobel de Economía 1992, Gary Becker. Los trabajadores
adquieren habilidades y conocimientos mediante la educación y la experiencia, y ello les permite
generar valor económico. Esta acumulación de saber y experiencia es lo que constituye el capital
humano.
Desde que Becker despertó el interés por el capital humano en 1964, los responsables de
formular políticas han procurado promover o estimular su desarrollo, principalmente a través de
modelos de educación estatales. Se dice que los Tigres Asiáticos invirtieron fuertemente en
educación, y ese es el motivo de su éxito. América latina, en cambio, está rezagada respecto del
mundo en cuanto a calidad y alcance. Pero el trabajo de Becker no implica de ningún modo que
toda educación formal y sólo la educación formal contribuya al capital humano. En los países de
bajos ingresos, los servicios educativos de gestión estatal pueden ser tan deficientes como para
ser irrelevantes para la formación de capital humano. Es más, los conocimientos adquiridos fuera
del ámbito escolar, especialmente la capacitación en el trabajo, se consideran capital humano
valioso.
Algunas veces el capital humano está ligado al concepto de capital social, lo cual refleja
un interés en el modo en que la relación mutua entre personas afecta el bienestar personal y el
crecimiento económico. Las familias son instituciones y también una forma de capital social. Las
investigaciones demuestran que la estructura familiar influye sobre el capital humano. Un niño
que vive en un hogar con ambos padres que lo proveen de un ambiente seguro, estable y
afectuoso, no sólo tiende a aprender más en el sentido habitual de las materias escolares
convencionales, sino también a adquirir las “habilidades para la vida” que se podría decir son
más importantes para la integración exitosa en la economía productiva: el sentido de
responsabilidad, la integridad moral y la honestidad, la responsabilidad y confiabilidad como
trabajador, y la capacidad de interactuar positivamente con los demás. Como señala Becker, “el
aprendizaje genera aprendizaje”; estos niños poseen una ventaja sobre aquellos que provienen de
ambientes menos estables. Los hogares problemáticos afectan a los niños de varias maneras: hay
mayor deserción escolar y peores notas, más casos de delincuencia de menores, más uso de
drogas, más tendencias suicidas, entre otras. Las investigaciones también demuestran una
impresionante ventaja respecto de los niveles de riqueza para los hogares intactos, comparados
con otras estructuras familiares. En otras palabras, la vieja institución de la familia intacta
contribuye al bienestar social y económico de sus miembros, como también al crecimiento
económico.14
En How the West Grew Rich (Cómo se enriqueció Occidente), Nathan Rosenberg y L. E.
Birdzell Jr. repasan la historia econó-mica de Occidente para explicar cómo el espíritu
empresarial y las instituciones “correctas” pueden provocar el crecimiento económico.
Demuestran que el crecimiento surgió a partir de la doble descentralización tanto de las empresas
como de la innovación. Las economías occidentales han sido más o menos abiertas a lo largo de
la historia. Ello significa que las personas, familias, empresas y otras asociaciones voluntarias
han podido ofrecer y adquirir diversos bienes y servicios. En un mercado libre, las personas son
emprendedoras; toman decisiones y asumen riesgos sin ser obligadas a hacerlo. Cuando el
producto que se ofrece es aceptado por los clientes potenciales, los inversores obtienen una
ganancia. De lo contrario, pierden. El mercado es dinámico y flexible. Millones de actores toman
sus propias decisiones sin ser influidos o dirigidos por un planificador central. La autoridad, el
poder y el control se distribuyen entre miles y miles de personas.
Los emprendimientos descentralizados están profundamente ligados a la innovación
descentralizada. Sólo cuando somos libres para elegir podemos crear, innovar, explorar y
descubrir.15 La capacidad para comenzar proyectos innovadores y hallar una aplicación práctica
de nuevas tecnologías se reparte ampliamente también entre todos los miembros de una sociedad.
Tal como señalan Birdzell y Rosenberg: “Para las empresas la selección de programas de
innovación trae aparejados premios y castigos, ellas son responsables de la selección de sus
mercados, la determinación de los precios a los que van a comprar y vender, los salarios que
pagarán, la contratación y el despido de sus empleados, y la inversión de capital”.16
¿Qué papel deben desempeñar los gobiernos en un entorno de libre mercado? Como ya
señalamos, la enseñanza social católica le reserva al Estado el derecho y la responsabilidad de
intervenir en la economía cuando es necesario para el bien común. La evidencia a partir de
innumerables naciones y siglos de desarrollo (y de su ausencia), una pequeña parte de la cual
hemos presentado arriba, lleva a concluir que la intervención estatal debe reducirse al mínimo.
En general, los gobiernos deben abstenerse de participar directamente en los mercados,
controlando o favoreciendo determinadas industrias, empresas o grupos de empresas. Los
gobiernos también deberían cuidarse de no regular en exceso a las empresas, lo cual, a pesar de
las buenas intenciones, trae aparejadas las consecuencias no queridas de frenar la actividad
comercial, inhibir el crecimiento del empleo e impedir la innovación. La Iglesia reconoce el
papel decisivo del mercado, que resulta fácilmente vulnerado por la acción del Estado.
Un mercado verdaderamente competitivo es un instrumento eficaz para
conseguir importantes objetivos de justicia: moderar los excesos de ganancia de
las empresas; responder a las exigencias de los consumidores; realizar una mejor
utilización y ahorro de los recursos; premiar los esfuerzos empresariales y la
habilidad de innovación; hacer circular la información de modo que realmente se
puedan comparar y adquirir los productos en un contexto de sana competencia.
(CDS, n. 347)
Los gobiernos deberían concentrarse en proveer seguridad y servicios judiciales eficaces.
El papa Benedicto XVI exhorta a reforzar las garantías propias de un “Estado de derecho, un
sistema de orden público y de prisiones respetuoso de los derechos humanos, y a consolidar las
instituciones verdaderamente democráticas”. Presenta una visión descentralizada donde cada
nivel de autoridad cumple con su deber:
No es necesario que el Estado tenga las mismas características en todos los sitios:
el fortalecimiento de los sistemas constitucionales débiles puede ir acompañado
perfectamente por el desarrollo de otras instancias políticas no estatales, de
carácter cultural, social, territorial o religioso. Además, la articulación de la
autoridad política en el ámbito local, nacional o internacional, es uno de los
cauces privilegiados para poder orientar la globalización económica. (CV, n. 41)
Rosenberg y Nathan sugieren que el activismo del gobierno puede llegar a un punto en que
ya no reporte beneficios políticos, precisamente porque limita el crecimiento económico. En
otras palabras, algunos proyectos del Estado, tales como las escuelas públicas y las autopistas
pueden aumentar el crecimiento, pero, con picardía añaden: “Es muy posible que una creencia
desmedida en la capacidad del gobierno de mejorar el bienestar económico haya causado
mayores estragos en el ámbito político que en el económico”.17 El peligro es que la participación
estatal en los proyectos económicos puede transformarse rápidamente en una fuente de
corrupción cuando los proyectos y las empresas que los llevan a cabo se contratan con criterios
políticos más que económicos. La clave reside en identificar el punto en que la participación
legítima del Estado deja de serlo para transformarse en una interferencia excesiva del Estado, y
quedarse en el lado correcto de ese límite imaginario.
Notes
1. Publicado por el Banco Mundial, Doing Business ofrece una medición objetiva de las
regulaciones legales y administrativas para instalar y hacer negocios en 183 países.
2. Se está confeccionando un nuevo índice: Un Índice del Estado de derecho en el
mundo, divulgado por el Proyecto Justicia Mundial, www.worldjusticeproject.org.
3. Marc Miles, Edwin J. Feulner, Mary Anastasia O’Grady, Ana Isabel Eiras y Aaron
Schavey, 2004 Index of Economic Freedom, The Heritage Foundation and The Wall Street
Journal, 2004.
4. ¿What is Economic Freedom? http://www.heritage.org/Index/.
5. “2004 Index of Economic Freedom Shows Quick Economic Benefits for Those
Countries That Open Their Economies”, Financial News, Press Release, January 8, 2004, http://
www.thefreelibrary.com/2004+%27Index+of+Economic+Freedom
%27+Shows+Quick+Economic+Benefits+for...-a0111994791.
6. Índice 2009, capítulo 5, http://www.heritage.org/Index/Explore.aspx;ver también 2001
capítulo 3, mismo sitio web. Miller y Holmes también editan el índice 2011.
7. Para el IQI 2008, ver http://www.policynetwork.net/es/development/publication/es/2008-institutional-quality-indexspanish. Para 2009, ver
http://www.policynetwork.net/node/33.
8. Wolfgang Kasper y Manfred Streit, Institutional Economics: Social Order and Public
Policy (Cheltenham, UK: Edward Elgar, 1998), 28.
9. The World Justice Project, http://www.worldjusticeproject.org.
10. Gerald P. O’Driscoll y Lee Hoskins, “Property Rights: The Key to Economic
Development,” Policy Analysis, August 7, 2003, 12.
11. El interés por los derechos de propiedad en el trabajo de Enrique Ghersi y Hernando
De Soto se hace eco del trabajo de los economistas actuales preocupados por las instituciones y
los derechos de propiedad; en particular, Armen Alchian, Ronald Coase y Harold Demsetz.
Coase, por ejemplo, no sólo definió los derechos de propiedad, sino que hizo hincapié en que los
gobiernos no son los únicos responsables de definir y proteger esos derechos. Esto asimismo se
alcanza a través de la costumbre y la tradición, como también los contratos y otras formas
voluntarias de intercambio. Enrique Ghersi y Hernando De Soto publicaron The Other Path (El
otro sendero) por primera vez en 1986. En él documentan los mercados informales del Perú.
Desde entonces, De Soto ha trabajado en todo el mundo ayudando a los gobiernos que desean
reconocer y garantizar los derechos de propiedad, y ha publicado The Mystery of Capital. Why
Capitalism Triumphs in the West and Fails Everywhere Else (El misterio del capital: ¿por qué el
capitalismo triunfa en Occidente y fracasa en el resto del mundo?) (New York: Basic Books,
2000). Enrique Ghersi, abogado, ha trabajado desde entonces el área de las instituciones jurídicas
y judiciales y su papel en la definición y defensa de los derechos de propiedad.
12. Peter Boettke, prólogo de Paths to Property (Los caminos a la prosperidad), ed.
Boudreaux y Aligica, 12.
13. Para conocer más acerca de la posibilidad de definir, ejecutar y transferir los derechos
de propiedad, ver Richard Stroup, Economics (Washington, D.C.: Cato Institute, 2003). Otras
dos fuentes útiles son Henri Lepage, Por qué la propiedad (Madrid: Instituto de Estudios
Económicos, 1986); y Thomas Bethell, The Noblest Triumph (New York: St. Martin’s Griffin,
1998).
14. Gary S. Becker, El capital humano, un análisis teórico y empírico referido
fundamentalmente a la educación (Madrid, Alianza Editorial, 1975; publicado por primera vez
en inglés en 1964). Para un estudio sobre la familia guatemalteca y el crecimiento económico,
ver María Sophia Aguirre, Determinantes del Crecimiento Económico, Población y Familia: El
Caso Guatemala (Guatemala: Familia Desarrollo y Población [FADEP], 2007).
15. Israel Kirzner ha escrito extensamente sobre el papel del emprendedor y el proceso de
descubrimiento. Ver por ejemplo Competition and Entrepreneurship (Chicago: University of
Chicago Press, 1978).
16. Nathan Rosenberg y L. E. Birdzell, How the West Grew Rich (New York: Basic
Books, 1986), 267.
17. Rosenberg y Birdzell, How the West Grew Rich, 308.
V
LECCIÓN APRENDIDA, REFORMA POSTERGADA Y EL
RETORNO DEL POPULISMO
Los latinoamericanos deberían darle una oportunidad a la libertad. El problema radica en que por
motivos históricos, culturales y políticos, los países menos desarrollados no pueden imitar o
reproducir la experiencia occidental. A pesar de que los gobiernos latinoamericanos son cada vez
más conscientes de lo que deben hacer, la estructura de incentivos en el ámbito político es tal que
los funcionarios gubernamentales se resisten a reformar en la dirección “correcta”. Si se percibe
que una reforma impone costos en el corto plazo sobre la sociedad, y por tanto afectará la
popularidad política del funcionario público, será poco atractiva. Las elites empresariales,
acostumbradas al proteccionismo y a comportamientos rentistas, rechazan las reformas porque es
más fácil o menos costoso hacer lobby con los gobiernos que competir en mercados libres. Un
mayor crecimiento económico a través de mercados libres nos beneficiará a todos en el futuro,
pero la decisión de aplicar políticas de liberalización se basará en los beneficios concentrados y
los bajos costos que otorga el statu quo a algunos funcionarios y a ciertos sectores de la sociedad.
Los cambios abruptos de poder, como el derrocamiento del presidente Salvador Allende
en Chile en 1973 y tal vez la crisis actual, pueden ofrecer oportunidades excepcionales para
reformas estructurales globales. Cabe esperar que surjan economías más libres dentro de un
contexto democrático, no de la mano del autoritarismo, como lo fue en el caso chileno. No existe
un vínculo determinista entre mercado libre y gobierno represivo.
El poder de coerción puede llevar a situaciones de abuso y a violaciones de derechos
humanos, en las cuales los gobiernos, por mejor intencionados que sean, pueden imponer costos
no deseados sobre los ciudadanos a quienes precisamente deben servir. La solución entonces no
es más gobierno, sino Estado de derecho y restricciones constitucionales: límites claros al poder
político arbitrario, separación de poderes, fragmentación del poder en entidades descentralizadas,
y otros frenos y contrapesos. Salvo la Constitución de Alberdi en la Argentina1 y los intentos
más recientes de “modernizar” y reducir el tamaño de la administración pública en algunos
países para que cumpla un papel subsidiario, esta actitud “preventiva” hacia el gobierno ha
estado ausente en el panorama político de América latina.
La percepción de que América latina ha oscilado entre el intervencionismo y la
liberalización es errónea. Sería insensato negar que se han realizado ensayos modestos de
convertir el sistema estatal mercantilista en un estado más compatible con el Estado de derecho.
La experiencia chilena e intentos más recientes de liberalización han procurado reducir el tamaño
y el alcance de la acción estatal en América latina. Sin embargo, incluso las estrategias de
liberalización más ambiciosas han tendido a otorgarle al gobierno un papel destacado en el
diseño, la conducción y la regulación de las economías. En realidad, los latinoamericanos nunca
le han dado una oportunidad a la libertad.
Luego de analizar series de datos anuales, los editores del Índice de Libertad Económica,
Miller y Holmes, recomiendan la implementación de políticas a largo plazo que promuevan la
libertad económica para alcanzar el desarrollo; hacer lo contrario tan sólo posterga la
prosperidad. No obstante, advierten que en América latina existe una erosión de la libertad
económica propiciada por la vuelta de políticas populistas.
El populismo está asociado con la historia política de América latina. Algunos dicen que
se trata de la región más influida por el populismo en el mundo, ya que variados gobiernos de
derecha y de izquierda han realizado “promesas políticas a la ciudadanía con la ilusión de
resolver sus problemas mágicamente”.2
El populismo en América latina tiende a ser un extraño cóctel de nacionalismo,
socialismo y demagogia. Viene acompañado de discursos incendiarios que enfrentan a ricos
contra pobres, y a las masas locales contra el “imperialismo extranjero” y la “opresión
económica” ejercidos por los países desarrollados. Entre los iconos de líderes populistas del siglo
XX se encuentran Juan Domingo Perón en la Argentina y Getulio Vargas en Brasil. Ambos con
pasado militar y no necesariamente defensores de las prácticas democráticas. Ambos utilizaron
su carisma personal para movilizar a las masas. Usaron un discurso antipolítico que debilitó tanto
a las estructuras administrativas existentes en ese momento como a los límites legales del poder.
El líder carismático se transformaba en el mediador paternal que defendía al pueblo “oprimido” y
antes desposeído.3 Hoy generalmente se asocia este estilo de hacer política con figuras como
Hugo Chávez, de Venezuela, y el presidente de Bolivia, Evo Morales.
Con todo, el tipo de populismo que existe en Latinoamérica no es una ideología sino un
estilo o forma oportunista de gobierno que a menudo cultiva la ambigüedad ideológica. Los
líderes neopopulistas han demostrado ser más hábiles en el uso de los procesos democráticos que
los populistas tradicionales, recurriendo a la reforma de instrumentos legales —incluidas las
constituciones— para ampliar su poder, al manejo de políticas macroeconómicas, al uso de los
medios de comunicación y al establecimiento de organismos regionales para coordinar los
esfuerzos.
Las medidas económicas incluyen: expropiación de propiedades, regulación, incrementos
impositivos, mayor participación del Estado en la economía, e inversión en programas de
asistencia social en búsqueda de votos. Por ejemplo, durante sus primeros once años en el poder,
el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, confiscó un total de 1750 empresas, grandes y
pequeñas, vinculadas con los sectores agrícola, petrolero, comercial, entre otros —señala
Fernando Morgado, presidente del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios
(Consecomercio),4 En las últimas décadas, las políticas económicas involucraban además
imprudentes políticas monetarias e inflacionarias; ahora los líderes actúan con más cautela
respecto de la inflación, pero continúan acumulando déficit fiscal.5
El populismo acarrea malestar económico. Cuando se disipa la neblina demagógica, el
ciudadano promedio no se ha liberado de la opresión de las elites corporativas ni de la
corrupción. Aparecen nuevas elites políticas, aún más corruptas, que sostienen políticas que
prolongan la pobreza. A esta altura, el Estado de derecho ya ha sido gravemente erosionado; los
derechos de propiedad, destruidos, y la iniciativa empresarial, ahogada, tornando el camino hacia
la recuperación económica en una dura batalla.
Los efectos duraderos del populismo en la región resultan preocupantes por tres motivos.
En primer lugar, hasta ahora los dirigentes populistas han contado con los recursos para
promover agresivas agendas de política exterior que incluyen la influencia tanto en los procesos
electorales como en las políticas diplomáticas y económicas de otros países. En segundo lugar, el
populismo consolida la corrupción en los ámbitos político y social y erosiona el Estado de
derecho y las formas democráticas de gobierno. Los entornos corruptos son terreno fértil para
que prosperen las organizaciones que trafican drogas, verdaderas corporaciones internacionales,
que han sido asociadas con el aumento en la cifra de delitos y la violencia de pandillas en la
región. En tercero y último lugar, la demanda generalizada de “más gobierno”, que surgió como
una petición aparentemente lógica ante el colapso de los mercados financieros del mundo, es
música para los oídos de los populistas. “Más gobierno” no es necesariamente algo bueno, y
mucho menos en aquellos países donde el populismo se ha adueñado de los procesos de toma de
decisiones políticas.
Como señalamos al principio, una consecuencia no deseada de recomendar una mayor
intervención del gobierno en la economía, con la intención manifiestamente benigna de evitar
futuras crisis, es que tal intervención termina siendo nociva en los países con sistemas
institucionales frágiles. Estamos frente a una nueva realidad. Las principales amenazas al sistema
democrático no son los derrocamientos violentos o las invasiones extranjeras, sino que se
encuentran dentro mismo del sistema. “Lo que vemos hoy en América latina… es la suma
fragilidad de los regímenes democráticos de la región; su debilidad frente a la demagogia y el
populismo, cuando estos deciden emplear las libertades que existen para capturar el poder y
destruir las instituciones y los valores que son la base del sistema liberal democrático”.6
Notes
1. El proyecto constitucional de Juan Bautista Alberdi fue adoptado por la Argentina en
1853. Es una de las constituciones más duraderas en América latina, ya que no tuvo reformas
sustanciales hasta 1957.
2. Cristian Larroulet y Barbara Horzella, “Populismo en América latina: Paradigma y
Antítesis en los casos de Venezuela y Chile”, Las Frágiles Democracias Latinoamericanas
(Buenos Aires: CADAL/Atlas Foundation, 2008), 105.
3. Algunas publicaciones que tratan el tema del populismo y el neopopulismo en América
latina incluyen: Enrique Krauze, “Decálogo del populismo iberoamericano”, El País, octubre 14,
2005,
http://www.elpais.com/articulo/opinión/Decalogo/populismo/iberoamericano/elpporopi/2005101
4elpepiopi_7/Tes; Julio A. Cirino, “Latin America ‘Populism for the XXI Century’: Walking
Forward — Looking Backward”, http://www.gwu.edu/~clai/recent_events/2006/060921
-NeoPopulism_Cirino_Paper.pdf; Alan Knight, “Populism and Neo-Populism in Latin America,
Especially Mexico, Journal of Latin American Studies 30, n. 2 (May 1998):223-48; Ernesto
Lucena, Latin American Tendency Towards Presidential Re-election Has Taken Its Toll on
Colombia, Universidad Sergio Arboleda School of Law, Colombia,
http://www.ialsnet.org/meetings/constit/papers/LucenaErnesto (Colombia).pdf.
4. “Chávez ha expropiado más de 1700 empresas durante su gestión”, Fortunaweb,
October 12, 2010, http://fortunaweb.com.ar/chavez-ya-expropio-mas-de-1-700-empresasdurante-su -gestion/. Hugo Chávez asumió la presidencia en 1999.
5. Sebastián Edward, Populismo o mercados, el dilema de América latina (Bogotá:
Norma, 2009).
6. Carlos Sabino, “Democracia”, paper no publicado, 2010.
VI
CONCLUSIÓN
La crisis financiera mundial no dejó de tener un impacto negativo sobre las economías de
América latina. Esto afecta a todos los habitantes de la región y a las familias de los emigrados,
incluyendo a los que viven en la pobreza y en la indigencia.
La crisis también nos enseñó que los economistas y otros científicos sociales no son
adivinos. Sus limitadas herramientas no alcanzan para predecir el futuro. Es imposible anticipar
qué sucederá dentro de un sistema tan complejo como la sociedad global, que abarca mercados
globales y procesos políticos en varios niveles.
Advertido este hecho, surgen dos soluciones contradictorias. Soy partidaria de la que se
opone a la fatal arrogancia del planificador. No sólo debemos aceptar con humildad las
consecuencias de las miles de interacciones de hombres y mujeres libres, sino que nos deben
maravillar. Para que este intercambio vital traiga prosperidad, se necesita un conjunto de normas
generales, abstractas y legítimas, y que se cumplan sus respectivos mecanismos de aplicación —
no para producir resultados predecibles sino para garantizar los derechos humanos
fundamentales. El camino contrario es culpar a esta maravillosa interacción del colapso global e
intentar “salvar” al mercado a través de la intervención del Estado. Se trata de una posición
frecuente; aunque el desafío de planificar una sociedad global sea formidable y tal vez utópico.
Las robustas instituciones de la iniciativa empresarial, la formación eficaz de capital
humano, los derechos de propiedad sólidos y el Estado de derecho podrían contribuir en gran
medida a mejorar la calidad de vida de América latina y a erradicar la pobreza de la región. De
hecho, una transición pacífica de instituciones refractarias al desarrollo a instituciones orientadas
al crecimiento lograría mucho más que la agenda de políticas públicas y las donaciones que
pregonan los organismos internacionales y los gobiernos de las naciones desarrolladas.
Al igual que la riqueza, estas instituciones son un medio, no un fin. Y debiera haber
innumerables fines, tantos como seres humanos. Los medios institucionales tienen la misma
función que los caminos: hacen posible que los conductores respetuosos de las leyes lleguen a su
destino, pero no determinan el sitio. Los mercados también actúan como caminos, permitiendo a
las personas perseguir sus sueños, innovar y servir a los demás.
Si, como afirma Caritas in veritate, el progreso es una vocación personal (n.11), entonces
el orden social debería posibilitar que cada ciudadano libre y responsable siguiera su vocación
singular. Esta vocación alcanza su plenitud mediante nuestra aceptación voluntaria del mandato
de Dios de amarnos unos a otros como Él nos ama. El papa Benedicto nos recuerda que debemos
emprender este camino con gran optimismo, puesto que la globalización, los avances
tecnológicos y otras novedades de nuestro tiempo no son sino oportunidades. Si la globalización
es una oportunidad, entonces también puede serlo la crisis financiera. Puede ser el catalizador
para la reforma institucional. Somos arquitectos, no víctimas, del futuro.
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SOBRE EL AUTOR
Carroll Ríos de Rodríguez es profesora de Teoría de la Elección Pública y de Economía del
Desarrollo en la Universidad Fran-cisco Marroquín, en Guatemala, donde, desde julio de 2010,
preside el Consejo de Dirección. Integra asimismo el Consejo Directivo del Centro de Estudios
Económico-Sociales (CEES) y de la Asociación Familia, Desarrollo, Población (FADEP), y es
miembro de la Sociedad Mont Pelerin. Es columnista del diario guatemalteco Siglo Veintiuno; ha
publicado artículos en Perfiles Liberales, de la Fundación Friedrich Naumann, en Regulation,
revista del Cato Institute, y en The Wall Street Journal, entre otros medios. Es B.A. por
Dartmouth College y M.A. en Estudios Latinoamericanos por Georgetown University.
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