selección de poesía española

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Romance anónimo
José Martí
Octavio Paz
Juan Ramón Jiménez
Rafael Alberti
SELECCIÓN DE POESÍA
ESPAÑOLA
Gloria Fuertes
Federico García Lorca
Ángel Figuera Aymerich
Tomas de Iriarte
Gustavo Adolfo Bécquer
Lope de Vega
Rublén Blades
Carmen Martín Gaite
Gabriel Celaya
Vicente Núñez
Antonio Machado
Rosalía de Castro
José de Espronceda
Pedro Salinas
José Agustín Goytisolo
Miguel Hernández
2º ESO
IES Séneca
Córdoba
Romance del enamorado y la muerte
Un sueño soñaba anoche,
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca,
muy más que la nieve fría.
—¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
—No soy el amor, amante:
la Muerte que Dios te envía.
—¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
—Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba,
más deprisa se vestía;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
—¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!
—¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.
—Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti vida sería.
—Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare,
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
la muerte que allí venía:
—Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.
Los dos príncipes
Idea de la poetisa norteamericana
Helen Hunt Jackson
I
El palacio está de luto
y en el trono llora el rey,
y la reina está llorando
donde no la pueden ver:
en pañuelos de olán fino
lloran la reina y el rey:
los señores del palacio,
están llorando también.
Los caballos llevan negro
el penacho y el arnés:
los caballos no han comido,
porque no quieren comer:
el laurel del patio grande
quedó sin hoja esta vez:
todo el mundo fue al entierro
con coronas de laurel:
-¡El hijo del rey se ha muerto!
¡Se le ha muerto el hijo al rey!
ANÓNIMO (S. XV)
II
En los álamos del monte
tiene su casa el pastor:
la pastora está diciendo
«¿por qué tiene luz el Sol?»
Las ovejas, cabizbajas,
vienen todas al portón:
¡una caja larga y honda
está forrando el pastor!
Entra y sale un perro triste:
canta allá dentro una voz:
«¡Pajarito, yo estoy loca,
llevadme donde él voló!»
El pastor coge llorando
la pala y el azadón:
abre en la tierra una fosa;
echa en la fosa una flor.
-¡Se quedó el pastor sin hijo!
¡Murió el hijo del pastor!
Aquí
JOSÉ MARTÍ (s. XIX)
Mis pasos en esta calle
resuenan
en otra calle
donde
oigo mis pasos
pasar en esta calle
donde
Si vas deprisa,
el tiempo correrá delante de ti
como una mariposilla loca.
sólo es real la niebla.
Si vas despacio,
el tiempo te seguirá
como un buey manso.
OCTAVIO PAZ (s. XX)
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (s. XX)
Se prohíbe hacer aguas
Los doce meses
Verás entre meadas y meadas,
más meadas de todas las larguras:
unas de perros, otras son de curas
y otras quizá de monjas disfrazadas.
Las verás lentas o precipitadas,
tristes o alegres, dulces, blandas, duras,
meadas de las noches más oscuras
o las más luminosas madrugadas.
Piedras felices, que quien no las mea,
si es que no tiene retención de orina,
si es que no ha muerto es que ya está
expirando.
Mean las fuentes… por la luz humea
una ardiente meada cristalina…
y alzo la pata… pues me estoy meando.
En enero,
zambomba y pandero.
En febrero,
(San Valentín) di te quiero.
En marzo,
sortija de cuarzo.
En abril,
tararí que te vi.
En mayo,
me desmayo.
En junio,
como una vaca rumio.
En julio,
veo a mi amigo Julio.
En agosto,
mi tío bebe mosto.
En septiembre
(que buenas notas siembre).
En octubre,
hojas secas el suele cubre.
En noviembre
el aire hace que tiemble.
En diciembre,
la nube nieva nieve.
RAFAEL ALBERTI (s. XX)
Caracola
A Natalia Jiménez
Me han traído una caracola.
Dentro le canta
un mar de mapa.
Mi corazón
se llena de agua
con pececillos
de sombra y plata.
Y durante todo el año,
que nadie nos haga daño.
GLORIA FUERTES (s. XX)
Me han traído una caracola.
FEDERICO GARCÍA LORCA (S. XX)
Siesta
Entre un álamo y un pino
mi hamaca se balancea.
Hojitas de verde plata
bailan sobre mi cabeza;
hojitas de verde oscuro
el verde las contonea.
Dulce pereza me llueve
del sol que las atraviesa
Los juncos de celuloide
montan su guardia en la arena.
El Duero moja las cañas
y se abanica con ellas.
El río pasa y se va:
mi barca se queda en tierra.
Llenos de verdes y azules,
mis ojos
se cierran.
ÁNGELA FIGUERA AYMERICH (s. XX)
►
Paisaje
Nocturno
La tarde equivocada
se vistió de frío.
Toma y toma la llave de Roma,
porque en Roma hay una calle,
en la calle hay una casa,
en la casa hay una alcoba,
en la alcoba hay una cama,
en la cama hay una dama,
una dama enamorada,
que toma la llave,
que deja la cama,
que deja la alcoba,
que deja la casa,
que sale a la calle,
que toma una espada,
que corre en la noche,
matando al que pasa,
que vuelve a su calle,
que vuelve a su casa,
que sube a su alcoba,
que se entra en su cama,
que esconde la llave,
que esconde la espada,
quedándose Roma
sin gente que pasa,
sin muerte y sin noche,
sin llave y sin dama.
Detrás de los cristales
turbios, todos los niños
ven convertirse en pájaros
un árbol amarillo.
La tarde está tendida
a lo largo del río,
y un rubor de manzana
tiembla en los tejadillos.
FEDERICO GARCÍA LORCA (S. XX)
La cigarra y la hormiga
Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del precioso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo, sin centeno.
RAFAEL ALBERTI (s. XX)
Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio,
y con mil expresiones
de atención y respeto
la dijo: «Doña Hormiga,
pues que en vuestro granero
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
esta triste cigarra,
que alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme;
que fielmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo.»
Jaca negra, luna grande,
y aceitunas en mi alforja.
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Córdoba.
La codiciosa hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
«¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?»
Córdoba.
Lejana y sola.
Canción del jinete
Córdoba.
Lejana y sola.
Por el llano, por el viento,
jaca negra, luna roja.
La muerte me está mirando
desde las torres de Córdoba.
¡Ay qué camino tan largo!
¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay que la muerte me espera,
antes de llegar a Córdoba!
FEDERICO GARCÍA LORCA (S. XX)
«Yo, dijo la Cigarra,
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento.»
«¡Hola! ¿conque cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo.»
TOMAS DE IRIARTE (s. XVIII)
Los reyes de la baraja
Si tu madre quiere un rey,
la baraja tiene cuatro:
rey de oros, rey de copas,
rey de espadas, rey de bastos.
Corre que te pillo,
corre que te agarro,
mira que te lleno
la cara de barro.
Rima XXIX
Sobre la falda tenía
el libro abierto;
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros;
no veíamos las letras
ninguno creo;
mas guardábamos entrambos
hondo silencio.
¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo;
sólo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.
.........................
.........................
Creación de Dante era el libro,
era su Infierno.
Cuando a él bajamos los ojos
yo dije trémulo:
-¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?
Y ella respondió encendida
-¡Ya lo comprendo!
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER (s. XIX)
Del olivo
me retiro,
del esparto
yo me aparto,
del sarmiento
me arrepiento
de haberte querido tanto.
FEDERICO GARCÍA LORCA (S. XX)
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
LOPE DE VEGA (S. XVII)
Pedro Navaja
Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar
con el tumbao que tienen los guapos al caminar,
las manos siempre en los bolsillos de su gabán
pa que no sepan en cuál de ellas lleva el puñal.
Usa sombrero de ala ancha de medio lao
y zapatillas por si hay problemas salir volao,
lentes oscuros pa que no sepan que está mirando
y un diente de oro que cuando ríe se ve brillando.
Como a tres cuadras de aquella esquina una mujer
va recorriendo la acera entera por quinta vez
y en un zaguán entra y se da un trago para olvidar
que el día está flojo y no hay clientes pa trabajar.
Un carro pasa muy despacito por la avenida,
no tiene marcas pero tos saben que es policía.
Pedro Navaja, las manos siempre dentro del gabán
mira y sonríe y el diente de oro vuelve a brillar.
Mientras camina pasa la vista de esquina a esquina,
no se ve un alma, está desierta toa la avenida,
no se ve a nadie y esa mujer sale del zaguán
y Pedro Navaja aprieta un puño dentro el gabán.
Mira pa un lado, mira pa'l otro y no ve a nadie
y a la carrera pero sin ruido cruza la calle
y mientras tanto en la otra acera va la mujer
refunfuñando pues no hizo pesos con qué comer.
Mientras camina, del viejo abrigo saca un revolver, esa mujer,
y va a guardarlo en su cartera pa que no estorbe,
un 38 Smith and Wilson del especial
que carga encima pa que la libre de todo mal.
Y Pedro Navaja, puñal en mano, le fue pa encima,
(el diente de oro iba alumbrando toda la avenida),
mientras reía el puñal hundía sin compasión
cuando de pronto sonó un disparo como un cañón.
¡PPPPPPUUUUUMMMMMM!
Y Pedro Navaja cayó en la acera mientras veía a esa mujer
que revolver en mano y de muerte herida a él le decía:
«Yo que pensaba “hoy no es mi día, estoy salá”,
pero Pedro Navaja, tú estás peor, no estás en ná»
Y créanme gente que aunque hubo ruido nadie salió,
no hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró,
sólo un borracho con los dos cuerpos se tropezó,
cogió el revólver, el puñal, dos pesos y se marchó.
Y tropezando se fue cantando desafinao
el coro que aquí les traje, y mira el mensaje de mi canción:
“La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios”,
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios.
Pedro Navaja, matón de esquina,
quien a hierro mata a hierro termina...
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios.
Maleante pescador, el anzuelo que tiraste,
en vez de una sardina un tiburón enganchaste.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios.
Ocho millones de historias tiene la ciudad de Nueva York.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios.
Como decía mi abuelita: “El que ríe último se ríe mejor”.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios.
Cuando lo manda el destino no lo cambia ni el más bravo,
si naciste pa martillo del cielo te caen los clavos.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios.
RUBÉN BLADES (s. XX)
Escondite inglés
Por fin tengo un amigo
Una, dos y tres,
escondite inglés,
a esa niña de rojo
ya no la ves.
Jugaba con naranjas,
les mordía el zumo,
arrancaba tomillo,
niña de humo.
Baja a la calle,
vuelve a subir,
las estrellas la miran,
no se quiere dormir.
Cuéntame un cuento,
cuéntame ciento,
dame la mano,
se la lleva el viento
de aquel verano.
Una dos y tres,
escondite inglés,
a esa niña de rojo
ya no la ves.
Por fin tengo un amigo,
otro pequeño imbécil como yo, sonriente,
que no lee los periódicos,
que no está preocupado,
que no tiene opinión formada sobre Europa.
Nos paseamos juntos charlando tontamente,
contándonos mentiras,
repitiendo en voz alta los nombres de los barcos
o inventando otros nuevos
para las pobres nubes que lo están esperando.
¡Qué bonitas mañanas con aeroplanos blancos!
¡Qué bonitos los pinos,
la hierbecilla mansa,
la brisa siempre alegre,
las parejas amigas, de la mano, volando!
CARMEN MARTÍN GAITE (s. XX)
Los meses
Enero es un viejo que viste de blanco.
Febrero es un loco que viste de tul.
Marzo llorón cuerdo.
Abril es poeta.
Mayo es invertido.
Y junio es la siesta.
Julio es arrogante.
Agosto sensual.
Septiembre es el mar.
Octubre es un libro.
Noviembre una vela.
Diciembre es un Niño
que nace y que tiembla.
GLORIA FUERTES (s. XX)
GABRIEL CELAYA (s. XX)
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
ANTONIO MACHADO (s. XX)
Cuando ayer me pediste que escribiera unos versos
de amor, para regalo de quien tú tanto amas,
sentí que no debía negarme a tu deseo,
pues con él me brindabas la ocasión, tal vez única
de revelarte todo el que por ti yo escondo.
Y así, cuando en el pecho de tu dulce criatura
mis palabras estallen como encendidas rosas,
yo no estaré del todo ausente a ese perfume.
Yo vibraré un instante tan cerca de vosotros
como de ti lo está, mientras viva, mi alma.
VICENTE NÚÑEZ (s. XX)
Cuando te nombran
Cuando sopla el Norte duro
y arde en el hogar el fuego,
y ellos pasan por mi puerta
flacos, desnudos y hambrientos,
el frío hiela mi espíritu,
como debe helar su cuerpo,
y mi corazón se queda,
al verles ir sin consuelo,
cual ellos, opreso y triste,
desconsolado cual ellos.
Cuando te nombran,
me roban un poquito de tu nombre;
parece mentira,
que media docena de letras digan tanto.
Mi locura sería deshacer las murallas con tu nombre,
iría pintando todas las paredes,
no quedaría un pozo
sin que yo me asomara
para decir tu nombre,
ni montaña de piedra
donde yo no gritara
enseñándole al eco
tus seis letras distintas.
Mi locura sería
enseñar a las aves a cantarlo,
enseñar a los peces a beberlo,
enseñar a los hombres que no hay nada
como volverse loco y repetir tu nombre.
Mi locura sería olvidarme de todo,
de las 22 letras restantes, de los números,
de los libros leídos, de los versos creados.
Saludar con tu nombre.
Pedir pan con tu nombre.
─Siempre dice lo mismo ─dirían a mi paso,
y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante.
Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca,
a todas las preguntas responderé tu nombre
─los jueces y los santos no van a entender nada─
Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.
Era niño y ya perdiera
la costumbre de llorar;
la miseria seca el alma
y los ojos además;
era niño y parecía
por sus hechos viejo ya.
Experiencia del mendigo,
era precoz como el mal,
implacable como el odio,
dura como la verdad.
ROSALÍA DE CASTRO (S. XIX)
GLORIA FUERTES (s. XX)
La canción del pirata
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido,
del uno al otro confín.
La luna en el mar rïela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:
«Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.»
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
►
«Allá muevan feroz guerra,
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.»
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
como vira y se previene,
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
JOSÉ DE ESPRONCEDA (s. XIX)
Si me llamaras, sí...
¡Si me llamaras, sí,
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!
Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
-¡si me llamaras, sí, si me llamaras!será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca desde a voz que dice:
"No te vayas."
PEDRO SALINAS (s. XX)
Los dos conejos
Por entre unas matas,
seguido de perros,
no diré corría,
volaba un conejo.
De su madriguera
salió un compañero
y le dijo: ―Tente,
amigo, ¿qué es esto?
―¿Qué ha de ser? ―responde―
Sin aliento llego...
Dos pícaros galgos
me vienen siguiendo.
―Sí ―replica el otro―,
por allí los veo,
pero no son galgos.
―¿Pues qué son? ―Podencos.
―¿Qué? ¿Podencos dices?
Sí, como mi abuelo.
Galgos y muy galgos,
bien vistos los tengo.
―Son podencos, vaya,
que no entiendes de eso.
―Son galgos, te digo.
―Digo que podencos.
En esta disputa,
llegando los perros,
pillan descuidados
a mis dos conejos.
Los que por cuestiones
de poco momento
dejan lo que importa,
llévense este ejemplo.
TOMÁS DE IRIARTE (S. XVIII)
Palabras para Julia
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO (s. XX)
Nanas de la cebolla
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
[…]
[…]
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
[…]
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
MIGUEL HERNÁNDEZ (s. XX)
POESÍA CON MÚSICA
Escucha en estos enlaces cuatro versiones musicales de poemas leídos anteriormente
Romance del enamorado y la muerte. Anónimo
Música e interpretación de Joaquín Díaz
http://www.youtube.com/watch?v=-oZ3CpwTYKY
Pedro Navaja. Letra y música: Rubén Blades
Interpretación: Rubén Blades
http://www.youtube.com/watch?v=xT05OcLI1OY
Palabras para Julia. José Agustín Goytisolo
Interpretan: Los Suaves
http://www.youtube.com/watch?v=IKc8ub5rj-U
Nanas de la cebolla. Miguel Hernández.
Música e interpretación: Juan Manuel Serrat
http://www.youtube.com/watch?v=I_qXZhO0UeA
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