Historia de las campanas militares romanas

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20/05/12
Historia de las campañas militares romanas - Wikipedia, la enciclopedia libre
Historia de las campañas militares romanas
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La historia de la Antigua Roma —originalmente una ciudad-estado
de Italia y después un imperio que cubría gran parte de Eurasia y el
norte de África—, desde el siglo IX a. C. hasta el siglo V d. C.,
está muy ligada a su historia militar. El núcleo de la historia de las
campañas militares romanas es el relato de las batallas terrestres
del ejército romano, desde su defensa inicial y posterior conquista
de las ciudades de las colinas vecinas de la Península Itálica, hasta la
lucha final del Imperio romano de Occidente por su propia
existencia contra los invasores hunos, vándalos y germánicos, tras la
división del imperio en los imperios de Oriente y Occidente. A pesar
de que el bajo imperio se extendía por las tierras de la periferia del
Mediterráneo, en la historia militar de Roma las batallas navales
fueron, por lo general, menos significativas que las batallas
terrestres, debido a su dominio casi incuestionable del mar tras las
feroces luchas navales de la Primera Guerra Púnica.
En primer lugar, el ejército romano luchó contra sus vecinos tribales
y los pueblos etruscos de Italia y posteriormente llegó a dominar
gran parte del Mediterráneo y más allá, incluyendo las provincias de
La Columna de Trajano (concluida en 114)
Britania y Asia Menor en el apogeo del Imperio. Al igual que
es una monumento conmemorativo de alto
sucedió con la mayoría de las civilizaciones antiguas, el ejército de
valor histórico. En su relieve aparecen
Roma sirvió para el triple propósito de asegurar sus fronteras,
representadas más de 2.000 figuras
explotar las zonas periféricas mediante medidas tales como imponer
humanas que aportan valiosa información
tributos sobre los pueblos conquistados, y mantener el orden
sobre el ejército romano y su campaña en
interno.1 Desde el principio, el ejército romano tipificó esta pauta y
la Dacia. Representa las victorias del
la mayoría de las campañas de Roma estuvieron caracterizadas por
emperador Trajano contra los dacios. Junto
uno de estos tipos: el primero es la campaña territorial
con los arcos de triunfo es uno de los
expansionista, que normalmente empezaba en forma de
legados históricos más llamativos de las
contraofensiva,2 en la que cada victoria conllevaba la subyugación
campañas militares romanas que se han
de grandes extensiones de territorio y que permitió a Roma pasar de
conservado hasta nuestros días.
ser un pequeño pueblo al tercer imperio más grande del mundo
antiguo, abarcando casi la cuarta parte de la población mundial;3 el
segundo son las guerras civiles, que azotaron a Roma con frecuencia desde su misma fundación hasta su
desaparición final.
Los ejércitos romanos no eran invencibles, a pesar de su formidable reputación y el gran número de sus victorias:4
durante siglos, los romanos «produjeron su propia ración de incompetentes»5 que condujeron a los ejércitos
romanos a derrotas catastróficas. No obstante, el destino de los mayores enemigos de Roma, como Pirro y
Aníbal,6 solía ser el de ganar la batalla pero perder la guerra. La historia de las campañas romanas es, ante todo, la
historia de una persistencia obstinada que supera terribles derrotas.7 8
Contenido
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1 Pre-república (756 a. C. – 459 a. C.)
2 Primera república romana (458 a. C. – 282 a. C.)
2.1 Primeras campañas italianas (458–396 a. C.)
2.2 Invasión celta de Italia (390–387 a. C.)
2.3 Expansión romana en Italia (343–282 a. C.)
3 República romana media (281 a. C. – 148 a. C.)
3.1 Guerra Pírrica (280–275 a. C.)
3.2 Guerras Púnicas (264–146 a. C.)
3.3 Guerras Ilíricas (229–219 a. C.)
3.4 Conquista de la península ibérica (218–19 a. C.)
3.5 Grecia y Macedonia (215–148 a. C.)
4 República romana tardía (147 a. C. – 30 a. C.)
4.1 Guerra de Yugurta (111–104 a. C.)
4.2 Resurgimiento de la amenaza celta (121–101 a. C.)
4.3 Tensiones internas (135–71 a. C.)
4.4 Conflictos con Mitrídates (89–63 a. C.)
4.5 Campaña contra los piratas cilicios (67 a. C.)
4.6 Primeras campañas de César (59–50 a. C.)
4.7 Triunviratos, ascensión de César y revueltas (53–30 a. C.)
5 Alto Imperio romano (30 a. C. – 235 d. C.)
5.1 Expansión imperial (40 a. C.–117)
5.1.1 Guerras Dacias
5.2 El año de los cuatro emperadores (69)
5.3 Revueltas judías (66–135)
5.4 Conflicto con Partia (161–217)
6 Bajo Imperio romano (235 d. C. – 476 d. C.)
6.1 Periodo de migraciones (163–378)
6.2 Usurpadores (193–394)
6.3 Conflicto con el Imperio sasánida (230–363)
6.4 Colapso del Imperio de Occidente (402–476)
7 Valoraciones
8 Véase también
9 Referencias
10 Enlaces externos
Pre-república (756 a. C. – 459 a. C.)
Roma es casi única en el mundo antiguo en el sentido de que su historia, militar o no, está documentada en gran
detalle casi desde la misma fundación de la ciudad hasta su desaparición final. Aunque, tristemente, algunas
historias se han perdido, como el relato de Trajano de las Guerras Dacias, y otras, como las primeras historias de
Roma, son como mínimo medio apócrifas, los relatos existentes de la historia militar de Roma son sin embargo
extensos.
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La primera de las historias, de la época en la que Roma se fundó como una pequeña villa tribal,9 hasta la caída de
los reyes de Roma, es la que peor preservada está. Esto es porque, aunque los primeros romanos solo sabían
escribir hasta cierto punto,10 o bien carecían de la voluntad necesaria para registrar su historia, o bien las historias
que registraron se perdieron.11
Aunque el historiador romano Tito Livio enumera una serie de siete reyes de la Roma primordial en su trabajo Ab
Urbe Condita, desde su establecimiento y a través de sus primeros años, los cuatro primeros «reyes» (Rómulo,12
Numa,13 14 Tulio Hostilio15 14 y Anco Marcio16 14 ) son
casi con total seguridad completamente apócrifos. El
historiador Michael Grant y otros afirman que antes de que
se estableciera el reinado etrusco de Roma bajo el quinto
rey tradicional Lucio Tarquinio Prisco,17 Roma habría
estado dirigida por un líder religioso de algún tipo.18 Se
sabe muy poco de la historia militar de Roma durante esta
época y lo que nos ha dejado la historia es de naturaleza
legendaria más que factual. Según la tradición, Rómulo
fortificó una de las siete colinas de Roma, el Monte
Palatino, tras fundar la ciudad, y Livio afirma que poco
después de su fundación Roma era «igual a cualquiera de
El rapto de las sabinas, de Nicolas Poussin, Roma,
las ciudades cercanas en destreza guerrera».19
1637–1638 (Museo del Louvre).
La primera campaña, si se puede llamar así, en la que
lucharon los romanos según este relato
legendario es el rapto de las mujeres de
varias villas cercanas habitadas por el
pueblo sabino, con el propósito de
«engendrar a sus hijos»,21 un suceso
conocido como el rapto de las sabinas.
De acuerdo con Livio, la villa sabina de
Caenina respondió primero invadiendo
territorio romano, pero fueron repelidos
y su ciudad capturada. Luego, los
sabinos de Antemnae fueron derrotados
Livio, sobre la historia primordial de Roma20
de manera similar, y también los sabinos
de Crustumeria. El grupo principal restante de los sabinos atacó Roma y capturó brevemente su ciudadela, pero
fueron repelidos.22
«Los sucesos anteriores a que la ciudad fuese fundada o planeada,
que nos han sido transmitidos más como agradables ficciones
poéticas que como registros fidedignos de los sucesos históricos, no
los intento ni afirmar ni refutar. A la antigüedad le concedemos la
indulgencia de hacer que el origen de las ciudades sea más
impresionante al fundir lo humano con lo divino, y si algún pueblo
debe poder santificar su origen y afirmar a los dioses como sus
fundadores, sin duda la gloria del pueblo romano en la guerra es tal
que, cuando se jacta de tener a Marte como padre... las naciones del
mundo consentirían con esta afirmación igual que lo hacen bajo
nuestro gobierno».
Hubo más guerras contra Fidena,23 Veyes, Alba Longa,24 Medulia, Apiola,25 y Colacia.26
Bajo los reyes etruscos Lucio Tarquinio Prisco,27 Servio Tulio28 22 y Lucio Tarquinio el Soberbio,29 22 Roma se
expandió hacia el noroeste, entrando en conflicto de nuevo con Veyes tras la expiración del tratado que había
terminado con su guerra anterior.30 Hubo otra campaña más contra Gabii,31 32 y más tarde contra los rutuli.33 Los
reyes etruscos fueron derrocados,34 como parte de una reducción más amplia del poder etrusco en la región
durante este periodo, y Roma se reformó como república,35 36 una forma de gobierno basada en la representación
popular, en contraste con el anterior reinado autocrático.
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Primera república romana (458 a. C. – 282 a. C.)
Primeras campañas italianas (458–396 a. C.)
Las primeras guerras romanas no apócrifas fueron guerras
de expansión y defensa cuyo objetivo era proteger a Roma
de las ciudades y naciones vecinas y establecer su territorio
en la región.37 Floro escribe que en esta época:
Sus vecinos, por todos los lados, los acosaban
continuamente... y, por cualquier puerta por la que
salieran, siempre se encontraban con un
enemigo. 34
Aunque las fuentes discrepan, es posible que Roma fuera
sitiada dos veces por los ejércitos etruscos en este
periodo, la primera vez alrededor del 509 a. C., bajo el
recién depuesto rey Tarquinio el Soberbio,38 39 y de nuevo
en 508 a. C. bajo el etrusco Lars Porsenna.40 38 41 34
Inicialmente, los vecinos inmediatos de Roma eran pueblos
o villas latinas42 con un sistema tribal similar al de Roma, o
bien sabinos tribales de los montes Apeninos y más allá.43
Este mapa muestra los vecinos etruscos de Roma.
Uno tras otro, Roma venció a los persistentes sabinos y a
las ciudades locales que estaban bajo control etrusco o los
pueblos latinos que habían desechado a sus gobernantes etruscos, como había hecho Roma.43 Roma venció a los
lavinios y a Tusculum en la Batalla del Lago Regilo en 496 a. C.,44 45 42 a los sabinos en una batalla desconocida
en 446 a. C.,44 a los ecuos en la Batalla del Monte Álgido en 458 a. C. y en la Batalla de Corbione en 446 a. C.46
), a los volscos47 en la Batalla de Corbione48 en 446 a. C. y la captura de Antium en 377 a. C.49 ), a los aurunci en
la Batalla de Aricia,50 y a los veyentes en la Batalla del Cremera en 477 a. C.,51 52 la Captura de Fidena en
435 a. C.53 52 y el Sitio de Veyes en 396 a. C.48 53 52 54 Tras vencer a los veyentes, los romanos habían
completado efectivamente la conquista de sus vecinos etruscos inmediatos,55 además de asegurar su posición
contra la amenaza inmediata que suponían las tribus de los montes Apeninos.
Sin embargo, Roma controlaba todavía un área muy limitada, y los asuntos de Roma tenían poca importancia
incluso en el contexto de Italia: por ejemplo, los restos de los veyentes se encuentran enteramente en el interior de
los suburbios de la Roma moderna48 y los asuntos de Roma solo empezaban a llamar la atención de los griegos, la
fuerza cultural dominante en esa época.56 En ese momento, la mayor parte de Italia seguía en manos de los latinos,
los sabinos, los samnitas y otros pueblos de la parte central de Italia, de las colonias griegas del sur y, sobre todo,
de los pueblos celtas, incluyendo los galos, por el norte. En esta época, la civilización celta era vivaz y estaba
creciendo en fuerza y territorio, y se extendía, aunque sin cohesión, por gran parte de la Europa continental. Fue a
manos de los celtas galos que los romanos sufrirían una humillante derrota que retrasaría su avance y dejaría huella
en la conciencia romana.
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Invasión celta de Italia (390–387 a. C.)
Alrededor del 390 a. C., varias tribus galas habían empezado a invadir Italia desde el norte, al ir expandiéndose su
cultura por toda Europa. Esto era prácticamente desconocido para los romanos de esa época, que todavía tenían
intereses puramente locales, pero los romanos se alertaron cuando una tribu especialmente guerrera,56 57 los
senones,57 invadió la provincia etrusca de Siena desde el norte y atacó la ciudad de Clusium,58 no muy alejada de
la esfera de influencia de Roma. Los habitantes de Clusium, abrumados por el tamaño del enemigo en número y
ferocidad, pidieron ayuda a Roma. Quizás sin pretenderlo,56 los romanos no se encontraron solo en conflicto con
los senones, sino como su objetivo principal.58 Los romanos fueron a su encuentro en una batalla campal, la Batalla
de Alia,56 57 alrededor del 390–387 a. C. Los galos vencieron al ejército romano, de unos 15.000 hombres,56 y
continuaron persiguiendo a los romanos que huían hasta la propia ciudad de Roma, que saquearon parcialmente59
60 hasta que fueron o bien repelidos61 57 62 o bien sobornados.56 58
Ahora que los romanos y los galos habían derramado la sangre uno del otro, la actividad guerrera entre ambos
continuaría en Italia durante más de dos siglos, incluyendo la Batalla del Anio,57 la Batalla del Lago Vadimo,57 la
Batalla de Fesula en 225 a. C., la Batalla de Telamón en 224 a. C., la Batalla de Clastidio en 222 a. C., la Batalla
de Cremona en 200 a. C., la Batalla de Mutina en 194 a. C., la Batalla de Arausio en 105 a. C., y la Batalla de
Vercelae en 101 a. C. El problema celta no se resolvería para los romanos hasta la subyugación final de todos los
galos tras la Batalla de Alesia en 52 a. C.
Expansión romana en Italia (343–282 a. C.)
Véase también: Guerras Samnitas
Tras recuperarse con sorprendente rapidez del saqueo de
Roma,63 los romanos retomaron inmediatamente su
expansión por Italia. A pesar de sus éxitos hasta el
momento, su dominio del conjunto de Italia no estaba
asegurado de ninguna manera en aquel momento: los
samnitas eran un pueblo tan marcial64 y tan rico65 como el
romano y con un objetivo propio de asegurarse más tierras
en las fértiles65 planicies italianas sobre las que se
Montes Apeninos alrededor de Samnio.
encontraba la propia Roma.66 La Primera Guerra Samnita,
que tuvo lugar entre el 343 a. C. y el 341 a. C. y fue
consecuencia de las incursiones generalizadas de los samnitas en el territorio de Roma,67 fue un episodio
relativamente corto: los romanos vencieron a los samnitas tanto en la Batalla del Monte Gauro, en 342 a. C., como
en la Batalla de Suessula, en 341 a. C., pero tuvieron que retirarse de la guerra antes de terminar con el conflicto,
debido a la revuelta de varios de sus aliados latinos en la Segunda Guerra Latina.68 69
Roma, por tanto, se vio forzada a enfrentarse alrededor del año 340 a. C. contra las incursiones samnitas en su
territorio y, simultáneamente, a participar en una agria guerra contra sus anteriores aliados. Roma venció a los
latinos en la Batalla del Vesubio y de nuevo en la Batalla de Trifano,69 tras lo cual las ciudades latinas quedaron
obligadas a someterse al gobierno romano.70 71 Quizás debido al trato indulgente que le dispensó Roma a su
enemigo vencido,68 los latinos se sometieron muy amigablemente al gobierno romano durante los siguientes 200
años.
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La Segunda Guerra Samnita, del 327 a. C. al 304 a. C., fue mucho más larga y un acontecimiento mucho más serio
tanto para los romanos como para los samnitas,72 que duró más de veinte años y constó de veinticuatro batallas65
que produjeron cuantiosas bajas en ambos bandos. La fortuna de ambos contendientes fluctuó durante el curso de
la guerra: los samnitas tomaron Neapolis en la Captura de Neapolis en 327 a. C.,72 y los romanos la recapturaron
antes de perder en la Batalla de las Horcas Caudinas72 73 65 y en la Batalla de Lautulae. Luego los romanos
resultaron victoriosos en la Batalla de Boviano, y la marea corrió fuertemente en contra de los samnitas a partir del
314 a. C. en adelante, llevándoles a pedir la paz en términos cada vez menos generosos. En 304 a. C. los romanos
se habían anexionado la mayor parte del territorio samnita, fundando varias colonias. Este patrón de ir al encuentro
de las agresiones y ganar terreno casi inadvertidamente en contraataques estratégicos terminaría convirtiéndose en
una característica común de la historia militar de Roma.
Siete años después de su derrota, con un dominio de Roma sobre la zona que parecía asegurado, los samnitas se
alzaron de nuevo y vencieron a los romanos en la Batalla de Camerino en 298 a. C., comenzando así la Tercera
Guerra Samnita. Con este éxito consiguieron reunir una coalición de varios enemigos anteriores de Roma, de los
que probablemente todos deseaban evitar que ninguna de las facciones dominara toda la región. El ejército que se
enfrentó a los romanos en la Batalla de Sentino73 en 295 a. C. incluía a los samnitas, los galos, los etruscos y los
umbros.74 Cuando el ejército romano halló una convincente victoria sobre estas fuerzas combinadas, debió quedar
claro que poco se podía hacer para evitar el dominio romano de Italia. En la Batalla de Populonia, en 282 a. C.,
Roma terminó con los últimos vestigios del poder etrusco en la región.
República romana media (281 a. C. – 148 a. C.)
Guerra Pírrica (280–275 a. C.)
Al final del siglo III a. C. Roma se había establecido como
una gran potencia de la península itálica, pero todavía no
había entrado en conflicto con las potencias militares
dominantes del Mediterráneo de la época: Cartago y los
reinos griegos. Roma había vencido completamente a los
samnitas, dominaba a sus pueblos latinos compañeros, y
había reducido en gran medida el poder etrusco en la
región. Sin embargo, el sur de Italia estaba controlado por
las colonias griegas de Magna Grecia,75 que habían sido
aliadas de los samnitas, y la continua expansión de Roma
hizo surgir el inevitable conflicto.76 77
Cuando, tras una disputa diplomática entre Roma y la
colonia griega de Tarento,78 estalló una guerra abierta en la
Ruta de Pirro de Epiro.
batalla naval de Turios,77 Tarento pidió ayuda militar a
Pirro, rey de Epiro.79 77 Motivado por sus obligaciones
diplomáticas con Tarento y un deseo personal de realización militar,80 Pirro trasladó un ejército griego de unos
25.000 hombres77 y un contingente de elefantes de guerra en 280 a. C. a suelo italiano,81 donde sus fuerzas se
unieron a algunos colonos griegos y una parte de los samnitas que se rebeló contra el control romano.
El ejército romano todavía no había visto elefantes en batalla,82 y su inexperiencia torció la balanza en favor de
Pirro, en la Batalla de Heraclea, en 280 a. C.,77 83 82 y de nuevo en la batalla de Asculum en 279 a. C.84 83 84 82
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A pesar de estas victorias, la posición de Pirro en Italia era insostenible. Roma rechazó firmemente negociar con
Pirro mientras su ejército permaneciera en Italia.85 Además, Roma firmó un tratado de apoyo mutuo con Cartago,
y Pirro descubrió que, contrariamente a sus expectativas, ninguno de los otros pueblos itálicos se uniría a la causa
griega y samnita.86 Al sufrir unas pérdidas inaceptables en cada enfrentamiento con el ejército romano y no lograr
encontrar más aliados en Italia, Pirro se retiró de la península e hizo campaña en Sicilia contra Cartago,87
abandonando a sus aliados a hacer frente a los romanos por su cuenta.76
Cuando su campaña siciliana también terminó siendo un fracaso, a petición de sus aliados italianos, Pirro volvió a
Italia para enfrentarse a Roma una vez más. En 275 a. C., Pirro se enfrentó de nuevo al ejército romano en la
Batalla de Benevento.84 Esta vez los romanos habían ideado métodos para tratar con los elefantes de guerra,
incluyendo el uso de jabalinas,84 fuego87 y, según una fuente, simplemente golpear fuertemente a los elefantes en la
cabeza.82 Aunque la batalla de Benevento no fue decisiva,87 Pirro se dio cuenta de que tantos años de campañas
extranjeras habían agotado y mermado a su ejército y, viendo poca esperanza de mayores ganancias, se retiró
completamente de Italia.
Sin embargo, los conflictos con Pirro tendrían un gran efecto en Roma. Esta había demostrado ser capaz de hacer
frente a las potencias militares dominantes del Mediterráneo, y demostró con mayor seguridad que los reinos
griegos eran incapaces de defender sus colonias en Italia y en otras partes del extranjero. Roma ocupó
rápidamente el sur de Italia, subyugando y dividiendo a Magna Grecia.88 Dominando efectivamente la península
itálica,89 y con una demostrada reputación militar internacional,90 Roma empezó a mirar hacia afuera para
expandirse más allá del suelo italiano. Como los Alpes formaban una barrera natural al norte, y Roma no tenía
interés en enfrentarse de nuevo a los fieros galos en batalla, la mirada de la ciudad se volvió hacia Sicilia y las islas
del Mediterráneo, una política que los llevaría al conflicto directo con su anterior aliado, Cartago.91 90
Guerras Púnicas (264–146 a. C.)
Roma empezó a hacer la guerra fuera de la península itálica
en las Guerras Púnicas contra Cartago, antigua colonia
fenicia92 de la costa norte de África que se había
desarrollado hasta ser un estado poderoso. Estas guerras,
que comenzaron 264 a. C.,93 fueron probablemente el
mayor conflicto de la antigüedad94 y vieron a Roma
convertirse en una potencia mediterránea, con territorios en
Sicilia, África del Norte, España y, tras las Guerras
Macedónicas, Grecia.
La Primera Guerra Púnica comenzó en 264 a. C., cuando
las colonias griegas de Sicilia empezaron a apelar a las dos
potencias entre las que se encontraban (Roma y Cartago)
para resolver conflictos internos.93 Los deseos de Roma y
Teatro de las Guerras Púnicas.
Cartago de verse implicados en los asuntos de una tercera
parte podrían indicar su voluntad de comprobar
mutuamente su poder sin entrar en una guerra completa de aniquilación; había ciertamente un considerable
desacuerdo dentro de Roma sobre la pertinencia de buscar la guerra en absoluto.95 La guerra comenzó muy
pronto en Sicilia, con batallas terrestres como la de Agrigento, pero el teatro de operaciones se trasladó después a
las batallas navales en las costas de Sicilia y África. Para los romanos, la guerra naval era un concepto
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relativamente inexplorado.96 Antes de la Primera Guerra Púnica, en 264 a. C., no existía una armada romana como
tal, ya que todas las guerras anteriores de Roma se habían librado en Italia. La nueva guerra en Sicilia contra
Cartago, una gran potencia naval,97 forzó a Roma a construir rápidamente una flota y entrenar marineros.98
Roma se estrenó en la guerra naval «como un ladrillo en el agua»91 y las primeras batallas navales de la Primera
Guerra Púnica fueron verdaderas catástrofes, como era razonable esperar de una ciudad que no tenía una
verdadera experiencia en guerra naval. Sin embargo, después de entrenar a más marineros e inventar una máquina
de abordar llamada corvus ('cuervo'),99 una fuerza naval romana bajo el mando de C. Duillius consiguió derrotar
contundentemente a una flota cartaginesa en la Batalla de Mylae. En solo cuatro años, un estado sin ninguna
experiencia naval había conseguido superar en batalla a una potencia marítima importante. Se sucedieron otras
victorias navales en la Batalla de Tyndaris y la Batalla del Cabo Ecnomo.100
Tras haber ganado el control de los mares, una fuerza romana desembarcó en la costa africana bajo el mando de
Régulo, que en principio fue victorioso, ganando la Batalla de Adys101 y forzando a Cartago a pedir la paz.102 Sin
embargo, los términos de la paz que proponía Roma eran tan duros que las negociaciones fracasaron102 y, en
respuesta, los cartagineses contrataron a Xantipo, un mercenario de la marcial ciudad-estado griega Esparta, para
reorganizar y liderar su ejército.103 Xantipo consiguió aislar al ejército romano de su base y restablecer la
supremacía naval de Cartago, luego venció y capturó a Régulo104 en la Batalla de Túnez.105
A pesar de ser derrotados en el suelo africano, con sus nuevas habilidades navales, los romanos vencieron
contundentemente de nuevo a los cartagineses en una batalla naval —en gran parte mediante las innovaciones
tácticas de la flota romana93 —, la Batalla de las Islas Egadas, y dejando a Cartago sin flota y sin dinero suficiente
para construir una. Para una potencia marítima, la pérdida de su acceso al Mediterráneo afectó financiera y
psicológicamente, y los cartagineses volvieron a pedir la paz,106 durante la cual los romanos lucharon con la tribu
de los liguros107 y con los insubros.108
La continua desconfianza condujo a la renovación de las hostilidades en la Segunda Guerra Púnica, cuando Aníbal
Barca, un miembro de la familia bárcida de nobleza cartaginesa, atacó Sagunto,109 110 una ciudad con lazos
diplomáticos con Roma.111 Luego Aníbal formó un ejército en España y cruzó famosamente los Alpes italianos
para invadir Italia.112 113 En la primera batalla en suelo italiano, la Batalla del Ticino, en 218 a. C., Aníbal venció a
los romanos, bajo el mando de Escipión el viejo, en una pequeña batalla de caballería.114 115 El éxito de Aníbal
continuó con las victorias en la Batalla del Trebia,114 116 la Batalla del Lago Trasimeno,117 118 y la Batalla de
Cannas,119 120 en lo que se considera una de las grandes obras maestras del arte táctico, y durante un tiempo
«Aníbal parecía invencible»,112 capaz de doblegar a los ejércitos romanos a voluntad.121
En las tres batallas de Nola, el general romano Marco Claudio Marcelo consiguió contener a Aníbal, pero luego
Aníbal aplastó a una sucesión de ejércitos consulares romanos en la Primera Batalla de Capua, la Batalla del Silaro,
la Segunda Batalla de Herdonia, la Batalla de Numistro y la Batalla de Asculum. Por entonces, el hermano de
Aníbal, Asdrúbal Barca, quería cruzar los Alpes hacia Italia y unirse a su hermano con un segundo ejército. Aunque
vencido inicialmente en España en la Batalla de Baecula, el ejército de Cayo Claudio Nerón venció a Asdrúbal en
la Batalla del Metauro.112
«Aparte del encanto de la personalidad de Escipión y su importancia
política como el fundador del dominio mundial de Roma, su trabajo
militar tiene mayor valor para los estudiantes modernos de la guerra
que cualquier otro capitán del pasado. Su genio le reveló que la paz y
la guerra son las dos ruedas sobre las que corre el mundo».
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Incapaces de vencer a Aníbal por sí
mismos en suelo italiano, y con Aníbal
atacando ferozmente la campiña italiana
pero poco dispuesto o incapaz de
destruir la propia Roma, los romanos
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tuvieron la audacia de enviar un ejército
a África con la intención de amenazar la
123
capital cartaginesa. En 203 a. C., en la Batalla de los llanos del Bagradas, el ejército invasor romano, bajo el
mando de Escipión el Africano, venció al ejército cartaginés de Asdrúbal Gisco y Sifax, y Aníbal se retiró a
África.112 En la famosa Batalla de Zama, Escipión venció contundentemente124 —quizás incluso aniquiló al
ejército de Aníbal en el Norte de África—, poniendo fin a la Segunda Guerra Púnica.
BH Liddell Hart sobre Escipión el Africano122
Cartago nunca consiguió recuperarse tras la Segunda Guerra Púnica125 y la Tercera Guerra Púnica que siguió fue
en realidad una simple misión punitiva para arrasar la ciudad de Cartago hasta sus cimientos.126 Cartago estaba
prácticamente indefensa y cuando fue asediada ofreció su rendición inmediata, accediendo a una serie de
exigencias escandalosas por parte de Roma.127 Los romanos rechazaron la rendición, exigiendo como un término
de rendición más la completa destrucción de la ciudad128 y, viendo que no tenían mucho que perder,128 los
cartagineses se prepararon para luchar.127 En la Batalla de Cartago, tras un breve asedio la ciudad fue asaltada y
completamente destruida,129 y su cultura "casi totalmente extinguida".130
Guerras Ilíricas (229–219 a. C.)
Guerras Ilíricas.
Tras la Primera Guerra Púnica, los romanos volcaron su actividad militar
en intentar erradicar la piratería que asolaba el Mar Adriático. Detrás de
estos actos que hacían peligrar las rutas comerciales de los romanos estaba
la Reina Teuta, señora de Iliria. Cuando los romanos intentaron entablar
negociaciones con ella mediante el envío de embajadores, Teuta dio orden
de darles muerte, lo que desembocó en un conflicto que se conoce como
Primera Guerra Ilírica (229 a. C.–228 a. C.). Durante la guerra, los
cónsules Lucio Postumio Albino y Cneo Fulvio Centumalo, a la cabeza de
un ejército, lograron vencer a los ilirios, establecieron una gran parte del
territorio como un protectorado romano y coronaron monarca a Demetrio
de Faros a fin de que controlara a la Reina Teuta.
Durante ocho años se mantuvo la paz entre ilirios y romanos, pero en 220 a. C., Demetrio de Faros, viendo que
Roma estaba luchando contra los celtas de la Galia Cisalpina e iniciando las hostilidades con Cartago - Segunda
Guerra Púnica - alimentó sus ansias expansionistas creyendo que Roma, que ya estaba luchando con otros dos
contendientes, no sería capaz de responder a una ofensiva por su parte. Demetrio, a la cabeza de una flota de 90
navíos de guerra, inició las hostilidades con Roma en 220 a. C., a pesar de que habían sido los propios romanos
los que le habían brindado la oportunidad de acceder al poder. Este conflicto se conocería como Segunda Guerra
Ilírica. Tras una serie de victorias sin importancia, Demetrio fue derrotado por el almirante naval Lucio Emilio
Paulo, padre del general Lucio Emilio Paulo Macedónico, vencedor en la Tercera Guerra Macedónica. Tras su
derrota, Demetrio huyó a la corte de Filipo V de Macedonia, donde permaneció como uno de los mayores
consejeros del monarca heleno.
Conquista de la península ibérica (218–19 a. C.)
El conflicto de Roma con los cartagineses en las Guerras Púnicas les llevó a expandirse por la península Ibérica, las
actuales España y Portugal.131 El imperio púnico de la familia bárcida consistía en territorios de Iberia, gran parte
del cual quedó bajo control romano durante las Guerras Púnicas. Italia siguió siendo el principal teatro de la guerra
durante gran parte de la Segunda Guerra Púnica, pero los romanos también intentaron destruir el Imperio Bárcida
en Iberia y evitar que los principales aliados púnicos conectaran con las fuerzas de Italia.
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Con los años, Roma se había expandido gradualmente a lo largo de la costa sur de Iberia hasta capturar la ciudad
de Sagunto en 211 a. C. Tras dos importantes expediciones militares a Iberia, los romanos terminaron aplastando
el control cartaginés de la península en 206 a. C., en la Batalla de Ilipa, y la península pasó a ser una provincia de
Roma conocida como Hispania. A partir del 206 a. C., la única oposición al control romano de la península
provino de las propias tribus nativas celtíberas, que debido a su falta de cohesión no consiguieron evitar la
expansión romana.131
Tras dos rebeliones a pequeña escala en 197 a. C.,132 en
195–194 a. C. estalló la guerra entre los romanos y el
pueblo lusitano, llamada Guerra Lusitana, en lo que hoy es
Portugal.133 En 179 a. C., los romanos habían conseguido
pacificar la mayor parte de la región y ponerla bajo su
control.132
Alrededor de 154 a. C.,132 resurgió una importante
revuelta en Numancia, conocida como la Primera Guerra
Numantina,131 en la que se produjo una larga guerra de
resistencia entre las fuerzas en avance de la república
Vista de satélite de la península ibérica.
romana y las tribus lusitanas de Hispania. El pretor Serbio
Sulpicio Galba y el procónsul Lucio Licinio Luculo llegaron
en 151 a. C. y comenzaron el proceso de dominar a la población local.134 Galba traicionó a los líderes lusitanos, a
los que había invitado a unas negociaciones de paz y que luego mató, en 150 a. C., dando un fin poco glorioso a la
primera fase de la guerra.134
Los lusitanos se sublevaron de nuevo en 146 a. C. bajo un nuevo líder llamado Viriato,132 invadiendo Turdetania
(sur de España) en una guerra de guerrillas.135 Los lusitanos gozaron de un éxito inicial, venciendo al ejército
romano en la Batalla de Tribola y saqueando Carpetania,136 y luego venciendo a un segundo ejército romano en la
Primera Batalla del Monte Venus, en 146 a. C., de nuevo saqueando una ciudad cercana (Segóbriga).136 En
144 a. C., el general Quinto Fabio Máximo Emiliano hizo una exitosa campaña contra los lusitanos, pero fracasó en
sus intentos de arrestar a Viriato.
En 144 a. C., Viriato formó una liga contra Roma con varias tribus celtíberas137 y las persuadió para que se alzaran
también contra Roma en la Segunda Guerra Numantina.138 La nueva coalición de Viriato venció a los ejércitos
romanos en la Segunda Batalla de Venus en 144 a. C.138 En 139 a. C. fue finalmente asesinado mientras dormía
por tres de sus compañeros, a los que roma había prometido recompensas.139 En 136 y 135 a. C. se hicieron
otros intentos para obtener un control completo sobre la región de Numancia, pero fracasaron. En 134 a. C., el
cónsul Escipión Emiliano consiguió finalmente suprimir la rebelión tras su exitoso sitio de Numancia.140
Como la invasión romana de la península ibérica había comenzado en el sur con los territorios del Mediterráneo
controlados por los bárcidas, la última región de la península en quedar subyugada estaba muy al norte. Las
Guerras Cántabras, o astur-cántabras, del 29 a. C. al 19 a. C., tuvieron lugar durante la conquista romana de estas
provincias norteñas de Cantabria, Asturias, León, y mitad norte de Zamora. Iberia quedó completamente ocupada
en 25 a. C. y la última revuelta fue sofocada en 19 a. C.141
Grecia y Macedonia (215–148 a. C.)
La preocupación de Roma con su guerra con Cartago le proporcionó a Filipo V de Macedonia, en el norte de
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Grecia, la oportunidad de intentar extender su poder hacia el oeste. Filipo envió embajadores al campamento de
Aníbal en Italia para negociar una alianza como enemigos
comunes de Roma.142 143 Sin embargo, Roma descubrió
este acuerdo cuando los emisarios de Filipo, junto con los
de Aníbal, fueron capturados por una flota romana.142
Queriendo evitar que Filipo ayudara a Cartago en Italia o
cualquier otro lugar, Roma buscó aliados en Grecia para
hacer una guerra por delegación contra Macedonia en su
lugar, encontrándolos en la Liga Etolia de ciudades-estado
griegas en el Egeo en la actual Turquía,143 los ilirios al
norte de Macedonia y las ciudades-estado de Pérgamo144
y Rodas,144 que hoy en día se encuentran en el Egeo en la
actual Turquía.145
Iliria, Macedonia y Grecia.
En la Primera Guerra Macedónica, Roma solo se implicó
directamente en algunas operaciones terrestres, y cuando
los etolios pidieron la paz con Filipo, la pequeña fuerza expedicionaria romana, sin más aliados en Grecia, pero
habiendo conseguido su objetivo de mantener ocupado a Filipo y evitar que ayudara a Aníbal, estaba lista para
firmar la paz.145 Roma y Macedonia firmaron un tratado en Fenice en 205 a. C., que prometía a Roma una
pequeña indemnización,129 y que formalmente terminaba con la Primera Guerra Macedónica.146
En 200 a. C., Macedonia empezó a ocupar territorio reclamado por varias ciudades estado griegas, y estas
solicitaron ayuda de su nuevo aliado, Roma.147 Roma le dio a Filipo un ultimátum por el que debía someter
Macedonia para que fuera esencialmente una provincia romana. Filipo, naturalmente, lo rechazó y, tras cierta
renuencia interna a mayores hostilidades,148 Roma le declaró la guerra a Filipo en la Segunda Guerra
Macedónica.147 En la Batalla del Aoo, las fuerzas romanas de Tito Quincio Flaminino vencieron a los
macedonios,149 y en 197 a. C., en una segunda batalla de mayor envergadura, bajo los mismos comandantes, la
batalla de Cinoscéfalos,150 Flaminino volvió a vencer a los macedonios de forma contundente.149 151 Macedonia
se vio forzada a firmar un tratado por el que renunciaba a todos sus reivindicaciones sobre el territorio de Grecia y
Asia y tenía que pagar una indemnización de guerra a Roma.152
Entre la segunda y la tercera guerra macedónica, Roma encaró más conflictos en la región debido a una cambiante
maraña de rivalidades, alianzas y ligas que buscaban obtener mayor influencia. Después de la derrota de
Macedonia en la Segunda Guerra Macedónica de 197 a. C., la ciudad-estado griega de Esparta entró en el vacío
de poder parcial de Grecia. Temiendo que los espartanos adquirieran un control cada vez mayor de la región, los
romanos recurrieron a la ayuda de sus aliados para embarcarse en la guerra entre Roma y Esparta, venciendo al
ejército espartano en la Batalla de Gitión en 195 a. C.152 También lucharon con sus anteriores aliados, la Liga
Etolia, en la Guerra Etolia,153 contra los istrianos en la Guerra Istriana,154 contra los ilirios en las Guerras Ilíricas,155
y contra Acaya en la Guerra Acaya.156
Luego Roma centró su atención en Antíoco III del Imperio seléucida, al este. Tras unas lejanas campañas en
Bactria, India, Persia y Judea, Antíoco se trasladó a Asia Menor y Tracia157 para proteger varios pueblos costero,
un movimiento que le llevó a entrar en conflicto con los intereses romanos. Una fuerza romana bajo el mando de
Manio Acilio Glabrio venció a Antíoco en la Batalla de las Termópilas151 y le forzaron a evacuar Grecia:158 luego
los romanos persiguieron a los seléucidas más allá de Grecia, venciéndolos de nuevo en las batallas navales de
Eurimedonte y Mioneso, y finalmente en la decisiva Batalla de Magnesia.158 159
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En 179 a. C., Filipo murió160 y su talentoso y ambicioso hijo, Perseo, tomó el trono y mostró un renovado interés
en Grecia.161 También se alió con los belicosos Bastarnos,161 y tanto esto como sus acciones en Grecia violaron
posiblemente el tratado que firmó su padre con los romanos o, si no, ciertamente no era «comportarse como debe
hacerlo un subordinado [según Roma]».161 Roma le declaró de nuevo la guerra a Macedonia, dando comienzo
a la Tercera Guerra Macedónica. Inicialmente, Perseo tuvo más éxitos militares contra los romanos que su padre,
al ganar la Batalla de Callicinus contra un ejército consular romano. Sin embargo, como con casi todos estos
atrevimientos de la época, Roma respondió simplemente enviando otro ejército. El segundo ejército consular
venció debidamente a los macedonios en la Batalla de Pidna en 168 a. C.162 160 y los macedonios, sin las reservas
de que disponían los romanos y con el rey Perseo capturado,163 capitularon, dando fin a la Tercera Guerra
Macedónica.164
La Cuarta Guerra Macedónica, que tuvo lugar desde 150 a. C. hasta 148 a. C., fue la guerra final entre Roma y
Macedonia. Comenzó cuando Andrisco usurpó el trono macedonio. Los romanos reunieron un ejército consular
bajo el mando de Quinto Cecilio Metelo, que venció con rapidez a Andrisco en la Segunda Batalla de Pidna.
República romana tardía (147 a. C. – 30 a. C.)
Guerra de Yugurta (111–104 a. C.)
En las anteriores Guerras Púnicas, Roma había obtenido grandes extensiones de territorio en África, que
consolidaron en los siglos posteriores,165 y buena parte de él había sido concedido al reino de Numidia, un reino
de la costa norteafricana que se aproxima a la actual Argelia, en pago por su ayuda militar del pasado.166 La
Guerra de Yugurta de 111–104 a. C. enfrentó a Roma contra Yugurta de Numidia y constituyó la pacificación
romana final del Norte de África,167 después de la cual Roma dejó de expandirse en ese continente tras alcanzar
las barreras naturales de desierto y la montaña. Tras la usurpación del trono numidio por parte de Yugurta,168 un
aliado leal a Roma desde las Guerras Púnicas,169 Roma se vio obligada a intervenir. Yugurta sobornó
imprudentemente a los romanos para que aceptaran su usurpación170 171 172 y se le concedió la mitad del reino.
Tras posteriores agresiones e intentos de soborno, los romanos enviaron un ejército para hacerle frente. Los
romanos fueron derrotados en la Batalla de Suthul173 pero respondieron mejor en la Batalla de Muthul174 y
finalmente vencieron a Yugurta en la Batalla de Thala,175 176 la Batalla de Mulucha,177 y la Batalla de Cirta.178 Al
final, Yugurta fue capturado, no en batalla sino por traición,179 180 y se dio fin a la guerra.181
Resurgimiento de la amenaza celta (121–101 a. C.)
En 121 a. C., los recuerdos de Roma siendo saqueada por las tribus celtas de la Galia todavía estaban frescos a
pesar de su distancia histórica, habiéndose convertido en un relato legendario que se enseñaba a todas las
generaciones de jóvenes romanos. Sin embargo, Roma iba a enfrentarse a un resurgimiento de la amenaza celta
dos veces en los siguientes veinte años. Primero, en 121 a. C., Roma entró en contacto con las tribus celtas de los
alóbroges y los arvernos, ambas vencidas con aparente facilidad en la Primera Batalla de Avignon, cerca del río
Ródano, y en la Segunda Batalla de Avignon, aquel mismo año.182
La Guerra Cimbria (113–101 a. C.) fue un asunto mucho más serio que los enfrentamientos de 121 a. C. Las
tribus germánico-celtas de los cimbrios183 y los teutones183 emigraron desde el norte de Europa hacia los
territorios norteños de Roma,184 enfrentándose a Roma y sus aliados.185 La Guerra Cimbria fue la primera vez
desde la Segunda Guerra Púnica que Italia y la propia Roma habían estado seriamente amenazadas, y causó un
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gran miedo en Roma185 durante un tiempo. Cuando los cimbrios le concedieron involuntariamente un respiro a los
romanos desviándose para saquear España,186 Roma tuvo la oportunidad de prepararse cuidadosamente y
enfrentarse con éxito a los cimbrios,184 en la Batalla de Aquae Sextae186 y la Batalla de Vercelae.186
Tensiones internas (135–71 a. C.)
Las numerosas campañas en el extranjero de los generales romanos y la recompensa a los soldados con los
saqueos de estas campañas provocó una tendencia general a que los soldados se hicieran más leales a sus
generales que al estado, y una voluntad de seguir a sus generales hacia una batalla contra el estado.187 Además,
Roma fue acosada por varios levantamientos de esclavos durante este periodo, en parte porque durante el siglo
anterior se habían entregado muchas tierras para la agricultura en las que los esclavos superaban ampliamente en
número a sus amos romanos. En el último siglo anterior a la era común tuvieron lugar al menos doce rebeliones.
Este patrón no cambió hasta que Octavio (más tarde César Augusto) terminó con él al convertirse en un serio
oponente a la autoridad del Senado y ser nombrado princeps («emperador»).
Entre 135 a. C. y 71 a. C. tuvieron lugar tres «Guerras Serviles»: levantamientos de esclavos contra el estado
romano. La tercera, la más seria,188 involucró al final a entre 120.000189 y 150.000190 esclavos sublevados.
Además, en 91 a. C., estalló la Guerra Social entre Roma y sus anteriores aliados en Italia,191 192 conocidos
colectivamente como los socii, por la oposición entre los aliados a compartir los riesgos de las campañas militares
romanas pero no sus recompensas.193 194 184 A pesar de sufrir derrotas como la de la Batalla del Lago Fucino, las
tropas romanas vencieron a las milicias italianas en varios enfrentamientos decisivos, especialmente la Batalla de
Asculum. Aunque perdieron militarmente, los socii lograron sus objetivos con las proclamaciones de la Lex Julia y
la Lex Plautia Papiria, que concedía la ciudadanía a más de 500.000 italianos.193
Sin embargo, la tensión interna alcanzó su mayor gravedad en las dos guerras civiles, o marchas sobre Roma, del
cónsul Lucio Cornelio Sila al comienzo de 82 a. C. En la Batalla de la Puerta Colina, en la misma puerta de la
ciudad de Roma, un ejército romano bajo el mando de Sila venció a un ejército del senado romano, junto con
algunos aliados samnitas.195 Fueran cuales fueran sus quejas contra el poder, sus acciones marcaron un hito en la
disposición de las tropas romanas a hacer la guerra unos contra otros, algo que allanaría el camino para las guerras
del triunvirato, el derrocamiento del Senado como la jefatura de facto del estado romano, y la consiguiente
usurpación endémica del tardío Imperio.
Conflictos con Mitrídates (89–63 a. C.)
Mitrídates el Grande fue rey del Ponto,196 un gran reino de Asia Menor, de 120 a. C. a 63 a. C. Se le recuerda
como uno de los enemigos de Roma más formidables y exitosos, que se enfrentó a tres de los generales más
importantes de la república romana tardía: Sila, Luculo y Pompeyo Magno. Siguiendo el patrón familiar de las
Guerras Púnicas, los romanos entraron en conflicto con él cuando las esferas de influencia de los dos estados
empezaron a solaparse. Mitrídates se enemistó con Roma al intentar expandir su reino,197 y Roma, por su parte,
deseaba igualmente la guerra y el botín y el prestigio que podría conllevar.198 196 Tras conquistar el oeste de
Anatolia (actual Turquía) en 88 a. C., las fuentes romanas informan de que Mitrídates ordenó el asesinato de la
mayoría de los 80.000 romanos que vivían allí.199 Puede que esta masacre fuera una gran exageración de los
romanos, pero fue la razón oficial dada para el comienzo de las hostilidades de la Primera Guerra Mitridática. El
general romano Lucio Cornelio Sila forzó a Mitrídates a salir de Grecia tras la Batalla de Queronea y la posterior
Batalla de Orcómeno, pero luego tuvo que regresar a Italia para responder a la amenaza interna que planteaba su
rival Mario: por tanto, Mitrídates VI fue vencido pero no batido. Se firmó una paz entre Roma y Ponto, pero se
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demostró que solo sería una tregua temporal.
La Segunda Guerra Mitridática dio comienzo cuando Roma intentó
anexionarse Bitnia como provincia. En la Tercera Guerra Mitridática
se envió primero a Lucio Licinio Luculo y luego a Pompeyo Magno
contra Mitrídates.200 Finalmente, Mitrídates fue derrotado por
Pompeyo en la nocturna Batalla del Lico.201
Campaña contra los piratas cilicios (67 a. C.)
Véase también: Batalla de Coracesio
Mapa del Ponto.
En esta época, el Mediterráneo había caído en manos de los
piratas,202 en gran parte de Cilicia.203 Roma había destruido
muchos de los estados que solían patrullar el Mediterráneo con sus flotas, pero no habían conseguido rellenar el
hueco dejado.204 Los piratas se habían aprovechado del vacío de poder relativo y no solo habían estrangulado las
rutas marítimas, sino que también habían saqueado muchas ciudades de las costas de Grecia y Asia,203 y habían
hecho desembarcos incluso en la propia Italia.205 Después de que el almirante romano Marco Antonio fracasara en
liquidar a los piratas para satisfacción de las autoridades romanas, Pompeyo fue nombrado su sucesor como
comandante de un destacamento especial naval para hacer una campaña contra los piratas.202 200 Supuestamente a
Pompeyo le llevó sólo cuarenta días despejar de piratas la parte oeste del mar,206 203 y restaurar la comunicación
entre España, África e Italia. Plutarco describe cómo Pompeyo primero barrió sus naves del Mediterráneo en una
serie de pequeñas acciones y con la promesa de rendir honor a las rendiciones de las ciudades y los barcos. Luego
siguió al cuerpo principal de los piratas hasta sus fortalezas de la costa de Cilicia y las destruyó en la batalla naval
de Coracesio.202
Primeras campañas de César (59–50 a. C.)
Durante un periodo como pretor en España, el contemporáneo de Pompeyo Julio César, de la familia romana Julia,
venció a los galaicos y a los lusitanos en batalla.209 Tras un periodo consular, le fue designado un periodo de cinco
años como gobernador proconsular de la Galia Transalpina (el sudeste francés actual) y de Iliria (la costa de
Dalmacia).210 209 Descontento con un gobierno ocioso, César se esforzó por encontrar una razón para invadir la
Galia, lo que le proporcionaría el espectacular éxito militar que buscaba.211 Para este fin, despertó las pesadillas
populares del primer saqueo de Roma por los galos y el espectro más reciente de los cimbrios y los teutones.211
Cuando las tribus helvéticas y tigurinas209 empezaron a migrar en una ruta que les llevaría cerca (no dentro)212 de
la provincia romana de la Galia Transalpina, César halló la excusa, apenas suficiente, para embarcarse en su Guerra
de las Galias, que tuvo lugar entre 58 a. C. y 49 a. C.213 Tras masacrar a la tribu de los helvéticos,214 se embarcó
en una campaña «larga, amarga y costosa»215 contra otras tribus a lo largo y ancho de la Galia, muchas de las
cuales habían luchado junto a Roma contra su enemigo común, los helvecios,212 y anexionó sus territorios a los de
Roma. Plutarco afirma que esta campaña tuvo un coste de un millón de vidas galas.216 Aunque «fieros y
capaces»215 los galos tenían el handicap de su falta de cohesión interna, y durante el curso de una década cayeron
en una serie de batallas.215 217
César venció a los helvéticos en 58 a. C. en la Batalla del Arar y en la Batalla del Bribacte,218 a la confederación
belga conocida como los belgae en la Batalla del Aisne,214 209 a los nervios en 57 a. C. en la Batalla del
Sambre,219 209 a los aquitanos, tréveros, téncteros, heduos y eburones en batallas desconocidas,214 y a los
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vénetos en 56 a. C.214 En 55 a. C. y 54 a. C. hizo dos
expediciones a Britania.220 214 En 52 a. C., tras el asedio
de Avaricum y una serie de batallas poco decisivas,221
César venció a una unión de galos comandada por
Vercingetórix222 en la Batalla de Alesia,223 224
completando la conquista romana de la Galia Transalpina.
En 50 a. C., toda la Galia estaba en manos romanas.223
César registró también su propio relato de estas campañas
en sus Commentarii de Bello Gallico ('Comentarios
sobre la Guerra de las Galias').
Galia nunca recuperó su identidad celta, nunca intentó otra
rebelión nacionalista y permaneció leal a Roma hasta la
caída del Imperio Occidental en 476. Sin embargo, aunque
a partir de entonces Galia permanecería leal, estaban
apareciendo grietas en la unidad política de las figuras
gobernantes de Roma —en parte por una preocupación
sobre la lealtad de las tropas galas de César a su persona
en lugar de al estado215 — que pronto hundiría a Roma en
una larga serie de guerras civiles.
Triunviratos, ascensión de César y
revueltas (53–30 a. C.)
Mapa de las guerras galas. La principal fuente de
estas guerras es De Bello Gallico, del propio Julio
César. En pleno siglo XX, la dominación romana de
la Galia sirvió, según algunos, 207 al general De
Gaulle para auspiciar la creación de Astérix y Obélix
como símbolo de resistencia frente al invasor. En el
cómic los romanos son caricaturizados y se
muestran incapaces de conquistar la aldea gala.
Según Uderzo, el guionista Goscinny «iba siempre
con la Guerra de las Galias, de Julio César, bajo el
brazo, y decía que si él se tomó ciertas libertades con
la realidad, nosotros podíamos hacer otro tanto». 208
En 59 a. C. se formó una alianza política no oficial,
conocida como Primer Triunvirato, entre Cayo Julio César, Marco Licinio Craso y Cneo Pompeyo Magno para
compartir poder e influencia.225 Siempre fue una alianza incómoda, ya que Craso y Pompeyo sentían una intensa
antipatía el uno por el otro. En 53 a. C., Craso lanzó una invasión romana del Imperio Parto. Tras unos éxitos
iniciales,226 marchó con su ejército al interior del desierto;227 pero allí quedó aislado en territorio enemigo, rodeado
y masacrado214 en la Batalla de Carrhae228 229 «la mayor derrota de Roma desde Aníbal»,230 en la que murió el
propio Craso.231 La muerte de Craso perturbó parte del equilibrio del triunvirato y, consecuentemente, César y
Pompeyo empezaron a apartarse. Mientras que César luchaba contra Vercingetóriz en Galia, Pompeyo aplicó en
Roma una agenda legislativa que como mucho era ambivalente con César232 y quizás estaba aliado secretamente
con los enemigos políticos de este. En 51 a. C., algunos senadores romanos exigieron que no se le permitiera a
César presentarse a cónsul a menos que cediera el control de sus ejércitos al estado, y otras facciones hicieron la
misma demanda sobre Pompeyo.233 234 Renunciar a su ejército dejaría a César indefenso frente a sus enemigos.
César eligió la guerra civil a ceder su mando y enfrentarse a un proceso.233 El triunvirato estaba deshecho y el
conflicto era inevitable.
Inicialmente, Pompeyo le aseguró a Roma y al Senado que podría derrotar a César en batalla si este marchaba
sobre Roma.235 236 Sin embargo, en la primavera de 49 a. C., cuando César cruzó el río Rubicón con sus fuerzas
invasoras y barrió la península italiana hacia Roma, Pompeyo ordenó la evacuación de Roma.235 236 El ejército de
César no estaba en su máximo esplendor, pues ciertas unidades permanecían en Galia,235 pero por otro lado
Pompeyo sólo tenía una pequeña fuerza bajo su mando, en la que algunos soldados de lealtad dudosa habían
servido al mando de César.236 Tom Holland atribuye el deseo de Pompeyo de abandonar Roma a las olas de
refugiados aterrados que despertaron los miedos ancestrales de las invasiones del norte.237 Las fuerzas de
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Pompeyo se retiraron al sur, hacia Brindisi,238 y luego embarcaron hacia Grecia.236 239 César dirigió su atención
primero al baluarte de Pompeyo en España240 pero tras la campaña de César en el Sitio de Massilia y la Batalla de
Ilerda, decidió enfrentarse al propio Pompeyo en Grecia.241 242 Pompeyo venció a César en un principio en la
Batalla de Dirraquium en 48 a. C.243 pero fue derrotado contundentemente en la Batalla de Farsalia en 48 a. C.244
245 a pesar de superar a las fuerzas de César en dos a uno.246 Pompeyo embarcó de nuevo, esta vez a Egipto,
donde fue asesinado247 202 en un intento de congraciar al país con César y evitar una guerra con Roma.230 244
La muerte de Pompeyo no supuso el fin de las guerras civiles, ya que los enemigos de César eran multitud y los
partidarios de Pompeyo siguieron luchando tras su muerte. En 46 a. C., César perdió quizás un tercio de su
ejército cuando su anterior comandante, Tito Labieno, que había huido con los pompeyanos varios años antes, le
venció en la Batalla de Ruspina. Sin embargo, tras estas horas bajas, César regresó para vencer al ejército
pompeyano de Metelo Escipión en la Batalla de Tapso, tras la cual los pompeyanos se retiraron de nuevo a
España. César venció a las fuerzas combinadas de Tuto Labieno y Cneo Pompeyo el Joven en la Batalla de
Munda, en España. Labieno murió en batalla y Pompeyo el Joven fue capturado y ejecutado.
A pesar de sus éxitos militares, o quizás
a consecuencia de ellos, se extendió el
miedo a que César, que ahora era la
figura principal del estado romano, se
convirtiera en un gobernante autocrático
y terminara con la República Romana.
Este miedo llevó a un grupo de
senadores que se hacían llamar Los
Liberadores a asesinarle en 44 a. C.249
Plutarco sobre la Batalla de Carrhae248
Tras esto hubo una guerra civil entre los
leales a César y los que apoyaron las acciones de los Liberadores. El partidario de César, Marco Antonio,
reprendió a los asesinos y estalló la guerra entre las dos facciones. Antonio fue denunciado como enemigo del
pueblo y se le confió a Octavio el mando para hacerle la guerra. En la Batalla de Forum Gallorum, Antonio,
sitiando al asesino de César, Décimo Junio Bruto Albino, en Módena, venció a las fuerzas del cónsul Vibio Pansa,
que fue asesinado, pero inmediatamente después Antonio fue derrotado por el ejército de otro cónsul, Aulo Hirtio.
En la batalla de Mutina, Antonio fue derrotado de nuevo en batalla por Hirtio, quien murió en ella. Aunque Antonio
no consiguió capturar Módena, Décimo Bruto fue asesinado poco después.
«Los partos empezaron a lanzar desde todos los flancos. No
escogieron a ningún blanco en particular, ya que los romanos estaban
tan juntos que difícilmente podían fallar... Si mantenían la posición,
eran heridos. Si intentaban cargar contra el enemigo, el enemigo no
sufría más y ellos no sufrían menos, porque los partos podían lanzar
incluso al huir... Cuando Publio los animó a cargar contra los jinetes
con cotas de malla del enemigo, le mostraron que sus manos estaban
remachadas a sus escudos y sus pies profundamente clavados en el
suelo, así que eran incapaces de huir o de defenderse».
Octavio traicionó a su partido y entró en relaciones con los cesáreos Antonio y Lépido, y el 29 de noviembre de
43 a. C. se formó el Segundo Triunvirato,250 esta vez como figura oficial.249 En 42 a. C., los triunviros Marco
Antonio y Octavio lucharon la poco concluyente Batalla de Filipos contra los asesinos de César Marco Bruto y
Casio. Aunque Bruto venció a Octavio, Antonio venció a Casio, que se suicidó. Bruto también se suicidó poco
después.
Sin embargo, estalló de nuevo la guerra civil cuando el Segundo Triunvirato de Octavio, Lépido y Marco Antonio
fracasó igual que el primero en cuanto hubieron desaparecido sus oponentes. El ambicioso Octavio construyó una
base de poder y luego lanzó una campaña contra Marco Antonio.249 Junto a Lucio Antonio, el hermano de Marco
Antonio, Fulvia levantó un ejército en Italia para luchar contra Octavio, pero fue derrotado por Octavio en la
Batalla de Perugia. Su muerte produjo una reconciliación parcial entre Octavio y Antonio, que prosiguió para
aplastar al ejército de Sexto Pompeyo, el último foco de oposición al segundo triunvirato, en la batalla naval de
Nauloco.
Al igual que antes, una vez que fue aplastada la oposición al triunvirato, este empezó a resquebrajarse. El triunvirato
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expiró el último día de 33 a. C., no fue renovado por ley y en 31 a. C. volvió a estallar la guerra. En la batalla de
Actium,251 Octavio venció decisivamente a Antonio y Cleopatra en un combate naval cerca de Grecia, utilizando el
fuego para destruir la flota enemiga.252
A continuación Octavio se convirtió en Emperador de Roma bajo el nombre de Augusto251 y, en ausencia de
asesinos políticos o usurpadores, consiguió expandir en gran medida las fronteras del Imperio.
Alto Imperio romano (30 a. C. – 235 d. C.)
Expansión imperial (40 a. C.–117)
Bajo emperadores sin el peligro de enemigos internos,
como Augusto o Trajano, los militares consiguieron
grandes aumentos territoriales tanto en el este como en el
oeste. En el oeste, tras unas derrotas humillantes a manos
de tribus de sicambros, tencterios y esipetos en
16 a. C.,253 los ejércitos romanos hicieron ofensivas hacia
el norte y el oeste, fuera de Galia, para subyugar gran parte
de Germania. La sublevación de Pannonia en 6 d. C.253
obligó a los romanos a cancelar su plan de cimentar su
conquista de Germania invadiendo Bohemia,254 por el
momento.255 141 A pesar de perder un gran ejército en la
Máxima extensión del Imperio romano en 116 tras
famosa derrota de Varo a manos del líder germánico
las campañas de Trajano.
Arminio en la Batalla del bosque de Teutoburgo en
9 d. C.,256 257 258 Roma se recuperó y continuó su
expansión más allá de los límites del mundo conocido. Los ejércitos romanos de Germánico hicieron varias
campañas más contra las tribus germánicas de los marcómanos, hermunduros, catos,259 queruscos,260
bructeros,260 y marsos.261 Tras superar varios motines en los ejércitos a lo largo del Rin,262 Germánico venció a
las tribus germanas de Arminio en una serie de batallas que culminaron en la Batalla del Río Weser,263 y prosiguió
para invadir Britania.
Tras unas invasiones preliminares de pequeña escala en tiempos de César,264 265 los romanos invadieron Britania a
la fuerza en 43 d. C.,266 forzando su avance hacia el interior mediante diversas batallas contra las tribus británicas,
incluyendo la Batalla de Medway,266 la Batalla del Támesis, la Batalla de Caer Caradock y la Batalla de Mona.267
Tras un levantamiento generalizado268 269 en el que los británicos saquearon Camulodunum,270 Verulamium271 y
Londinium,272 271 los romanos aplastaron la rebelión en la Batalla de Watling Street273 274 y continuaron su
ofensiva hacia al norte llegando a alcanzar el centro de Escocia en la Batalla del Monte Graupio.275 276 Las tribus
que había en la Escocia y el norte de Inglaterra actuales se sublevaron repetidamente contra el gobierno de Roma y
se establecieron dos bases militares en Britania para protegerse de las sublevaciones y las incursiones desde el
norte, desde las que las tropas romanas construyeron el Muro de Adriano.277
En el continente, la extensión de las fronteras del Imperio más allá del Rin aguantaron durante un tiempo, con el
emperador Calígula aparentemente empeñado en invadir Germania en 39 d. C., y Cneo Domicio Corbulo
cruzando el Rin en 47 d. C. y marchando sobre el territorio de los frisios y los caucos278 antes de que su sucesor
Claudio ordenara la suspensión de todos los ataques al otro lado del Rin,278 estableciendo lo que se convertiría en
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el límite permanente de la expansión del Imperio en esa dirección.2
«Nunca hubo una masacre más cruel que la que tuvo lugar allí en los
pantanos y bosques, nunca unos bárbaros habían infligido injurias
más intolerables, especialmente aquellas dirigidos contra los
defensores legales. Les sacaron los ojos a algunos y les cortaron las
manos a otros; le cosieron la boca a uno de ellos tras cortarle la
lengua, que uno de los bárbaros sostenía en su mano, exclamando ¡Al
final, víbora, has dejado de silbar!».
Guerras Dacias
Más al este, Trajano dirigió su atención
a Dacia, una región al norte de
Macedonia y Grecia y al este del
Danubio que había estado en el punto
de mira de Roma desde antes de los
Floro sobre la pérdida de las fuerzas de Varo279
tiempos de César280 281 cuando
derrotaron a un ejército romano en la Batalla de Istria.282 En 85, los dacios se habían extendido sobre el Danubio y
saqueado Moesia283 284 y en un principio derrotaron a un ejército que envió el Emperador Domiciano contra
ellos,285 pero los romanos fueron victoriosos en la Batalla de Tapae en 88, tras lo cual se decretó una tregua.285
El emperador Trajano retomó las hostilidades contra Dacia y, tras una serie de batallas dudosas,286 venció al
general daciano Decébalo en la Segunda batalla de Tapae en 101.287 Con las tropas de trajano avanzando hacia la
capital de Dacia, Sarmizegetusa, Decébalo volvió a negociar condiciones.288 Decébalo reconstruyó su poder
durante los años siguientes y atacó de nuevo a las guarniciones romanas en 101. En respuesta, Trajano volvió a
marchar sobre Dacia,289 asediando la capital y arrasándola hasta los cimientos.290 Estando Dacia sofocada,
posteriormente Trajano invadió el imperio parto hacia el este, llevando al Imperio romano a su mayor extensión.
Durante un tiempo, las fronteras de Roma en el este estaban gobernadas indirectamente mediante un sistema de
estados satélites, dando lugar a una menor cantidad de campañas militares directas que en el oeste en ese
periodo.291
La tierra de Armenia entre el Mar Negro y el Mar Caspio se convirtió en el foco de contención entre el imperio
romano y el parto, y el control de la región se ganaba y perdía repetidamente. Los partos forzaron a Armenia a
someterse a partir del 37 d. C.292 pero en 47 d. C. los romanos recuperaron el control del reino y le ofrecieron el
estatus de reino satélite. Con Nerón, los romanos lucharon una campaña entre 55 d. C. y 63 d. C. contra el
imperio parto, que había invadido Armenia de nuevo. Tras recuperar una vez más Armenia en 60 d. C. y
posteriormente perderla en 62 d. C., los romanos enviaron a Cneo Domicio Corbulo en 63 d. C. hacia los
territorios de Vologases I de Partia. Corbulo tuvo éxito recuperando el estado de satélite de Roma para Armenia,
que permaneció hasta el siglo siguiente.
El año de los cuatro emperadores (69)
En 69 d. C., Marco Salvio Otón hizo que asesinaran al emperador Galba293 294 y reclamó el trono.295 296 Sin
embargo, Vitelio, gobernador de la provincia de Germania Inferior, también había reclamado el trono297 298 y
marchó sobre Roma con sus tropas.295 296 Tras una batalla poco decisiva cerca de Antipolis,299 las tropas de
Vitelio atacaron la ciudad de Placentia, pero fueron repelidas por la guarnición de Otón.300 298
Otón abandonó Roma el 14 de marzo, y marchó al norte hacia Placentia para enfrentarse a su opositor. En la
Batalla de Locus Castrorum, las tropas de Otón hicieron que las tropas de Vitelio se retiraran hacia Cremona.301
Los dos ejércitos se volvieron a enfrentar en la Via Postunia, en la Primera Batalla de Bedriacum,302 tras la cual las
tropas de Otón huyeron hacia su campamento en Bedriacum,303 y al día siguiente se rindieron ante las tropas de
Vitelio. Otón decidió suicidarse en lugar de seguir luchando.304
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Mientras tanto, las fuerzas apostadas en las provincias de Oriente Medio de Judea y Siria habían aclamado a
Vespasiano como emperador302 y los ejércitos del Danubio de las provincias de Recia y Moesia también
aclamaron a Vespasiano como emperador. Los ejércitos de Vespasiano y Vitelio se enfrentaron en la Segunda
Batalla de Bedriacum,302 305 tras la que las tropas de Vitelio fueron repelidas hacia su campamento al exterior de
Cremona, que fue tomado.306 Luego las tropas de Vespasiano atacaron a la propia Cremona,307 que se rindió.
Con la pretensión de alinearse con Vespasiano, Civilis de Batavia se alzó en armas e indujo a los habitantes de su
país natal a sublevarse.302 308 Inmediatamente se unieron a los batavios sublevados una serie de tribus germanas
vecinas, incluyendo a los frisios. Estas fuerzas expulsaron a las guarniciones romanas cercanas al Rin y vencieron a
un ejército romano en la Batalla de Castra Vetera, tras la cual muchas tropas romanas a lo largo del Rin y de la
Galia se unieron a la causa batavia. Sin embargo, pronto surgieron disputas entre las distintas tribus, haciendo
imposible la cooperación; Vespasiano, tras haber terminado exitosamente con la guerra civil, le pidió a Civilis que
depusiera las armas y, tras su negativa, se enfrentó a él en batalla, venciéndole284 en la Batalla de Augusta
Treverorum.
Revueltas judías (66–135)
La primera guerra judía-romana, a veces llamada la Gran Revuelta, fue la primera de las tres rebeliones importantes
que protagonizaron los judíos de la provincia de Judea contra el Imperio romano.309 Judea ya era una región
problemática con una encarnizada violencia entre varias sectas judías enemigas309 y tenía una larga historia de
rebeliones310 La furia de los judíos se dirigió hacia Roma tras unos robos en sus templos y ante la insensibilidad de
Roma —Tácito dice repugnancia y repulsión311 — hacia su religión. Los judíos empezaron a preparar una
sublevación armada. Éxitos anteriores, incluyendo el rechazo con el Primer Asedio a Jerusalén312 y la Batalla de
Beth-Horon,312 sólo atrajeron una mayor atención de Roma y el emperador Nerón designó al general Vespasiano
para que aplastara la rebelión. Vespasiano condujo sus fuerzas a una limpieza metódica de las zonas sublevadas.
En el año 68, la resistencia judía del norte había sido aplastada. Unos cuantos pueblos y ciudades resistieron
algunos años más antes de caer en manos de los romanos, llevando al Asedio de Masada en 73 d. C.313 314 y al
Segundo Asedio de Jerusalén.315
En 115 hubo disturbios en las comunidades judías establecidas fuera de la provincia, como Cirenica, Chipre y
Alejandría produciéndose la segunda guerra judía-romana, conocida como Guerra de Kitos o la Rebelión del
exilio, y en 132 una rebelión en Judea, que duró tres años, en lo que se conoce como Rebelión de Bar Kojba.
Ambas fueron aplastadas brutalmente.
Conflicto con Partia (161–217)
Durante el segundo siglo dC los territorios de Persia estaban controlados por la dinastía arsácida y se conocían
como el Imperio Parto. Debido en gran parte a su empleo de una poderosa caballería pesada y de jinetes
arqueros, Partia era el enemigo más formidable del Imperio romano en el este. Muy pronto, en 53 a. C., el general
romano Craso había invadido Partia, pero fue derrotado en la Batalla de Carrhae. En los años que siguieron a esta
batalla, los romanos estuvieron divididos por una guerra civil y por tanto no fueron capaces de hacer una campaña
contra Partia. Trajano también hizo campaña contra los partos y capturó brevemente su capital, colocando un
gobernador marioneta en el trono, pero sublevaciones en esa provincia y las revueltas judías dificultaron mantener
capturada la provincia y los territorios fueron abandonados.
En 161, un Imperio Parto revitalizado renovó su asalto, venciendo a dos ejércitos romanos e invadiendo Armenia y
Siria. El emperador Lucio Vero y el general Avidio Casio fueron al encuentro de la resurgente Partia en 162. En
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esta guerra, la ciudad parta de Seleucia fue destruida y el palacio de la capital Ctesifonte fue incendiado hasta los
cimientos por Avidio Casio en 164. Los partos firmaron la paz pero se vieron obligados a ceder a los romanos la
parte occidental de Mesopotamia.316
En 197, el emperador Septimio Severo luchó una breve y exitosa guerra contra el Imperio Parto en represalia por
el apoyo que le dieron al rival por el trono imperial Pescenio Níger. La capital parta, Ctesifonte, fue saqueada por
el ejército romano, y la mitad septentrional de Mesopotamia volvió a manos romanas.
El emperador Caracalla, hijo de Severo, marchó desde Edesa sobre Partia en 217 para iniciar una guerra contra
ellos, pero fue asesinado durante esta marcha.317 En 224, el Imperio Parto fue aplastado no por los romanos sino
por el rey vasallo Ardacher, que se sublevó, dando lugar a la fundación del Imperio sasánida de Persia, que
sustituyó a Partia como el principal rival de Roma en el este.
A lo largo de las guerras partas, los grupos tribales del Rin y el Danubio se aprovecharon de la preocupación de
Roma por la frontera oriental (y la plaga que sufrieron los romanos) y lanzaron una serie de asaltos e incursiones en
los territorios romanos, incluyendo las Guerras Marcomanas.
Bajo Imperio romano (235 d. C. – 476 d. C.)
Periodo de migraciones (163–378)
Tras la derrota de Varo en Germania en el siglo I, Roma
había adoptado una estrategia principalmente defensiva a
lo largo de la frontera con Germania, construyendo una
línea de defensas conocidas como limes a lo largo del Rin.
Aunque la historicidad exacta no está clara, ya que los
romanos le solían asignar un mismo nombre a varios
grupos tribales distintos o, a la inversa, le aplicaban varios
nombres a un mismo grupo en tiempos distintos, cierta
mezcla de pueblos germánicos, celtas y tribus de etnia
mixta celta-germánica se establecieron en las tierras de
Germania desde el siglo I en adelante. En el siglo III, los
queruscos, bructeros, tencterios, usipetos, marsos y catos
de la época de Varo bien habían evolucionado o bien
habían sido desplazados por una confederación o alianza
de tribus germánicas conocidas colectivamente como los
alamanes,318 mencionados por primera vez por Dión Casio
en su descripción de la campaña de Caracalla en 213.
Área colonizada por los alamanes, y los sitios de las
batallas entre romanos y alamanes, del siglo III al VI.
Alrededor de 166 d. C., varias tribus germánicas cruzaron
el Danubio, alcanzando la propia Italia en el Asedio de Aquilea en 166 d. C.,316 y el centro de Grecia en el Saqueo
de Eleusis.316
Aunque el problema esencial de los grandes grupos tribales de la frontera seguía siendo muy parecido a la situación
que encaró Roma en siglos anteriores, el siglo III vivió un marcado aumento en la amenaza en general,319 320
aunque hay desacuerdos sobre si se incrementó la presión externa318 o declinó la capacidad de Roma para
enfrentarse a ella.321 Los carpianos y los sármatas, a quienes los romanos mantenían a raya, fueron reemplazados
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por los godos, de la misma manera que los cuados y los marcómanos que habían sido derrotados por Roma fueron
reemplazados por la confederación de los alamanos.322
Los asentamientos alamanos cruzaban con frecuencia los limes, atacando Germania Superior de manera que
estaban casi todo el tiempo en conflicto con el Imperio romano, mientras que los godos atacaban cruzando el
Danubio en batallas como la Batalla de Beroa323 y la Batalla de Philippopolis en 250323 y la Batalla de Abrito en
251,323 y tanto los godos como los hérulos devastaron el Egeo y, más tarde, Grecia, Tracia y Macedonia.322 324
Sin embargo, su primer asalto de importancia al interior del territorio romano tuvo lugar en 268. Ese año los
romanos se vieron obligados a despojar de tropas su frontera germana en respuesta a una invasión masiva de otra
confederación germánica tribal, los godos, en el Este. La presión de los grupos tribales sobre el imperio era el
resultado de una cadena de migraciones con sus raíces muy al Este:325 los hunos de Asia que provenían de la
estepa rusa atacaron a los godos326 327 328 que, a su vez, atacaron a los dacios, alanos y sármatas en las fronteras
romanas o dentro de ellas.329 Los godos aparecieron por primera vez en la historia como pueblo distintivo en esta
invasión de 268, cuando poblaron la península balcánica e invadieron las provincias romanas de Pannonia e Ilírico e
incluso amenazaron a la propia Italia.
Los alamanos aprovecharon la oportunidad para lanzar una invasión a gran escala de la Galia y el norte de Italia.
Sin embargo, los visigodos fueron derrotados en batalla ese verano cerca de la frontera actual entre Italia y
Eslovenia, y luego fueron repelidos en la Batalla de Naissus330 en septiembre por Galieno, Claudio y Aureliano,
que luego se revolvieron y derrotaron a los alamanos en la Batalla del Lago de Benaco. El sucesor de Claudio,
Aureliano, derrotó a los godos dos veces más en la Batalla de Fano330 y en la Batalla de Ticino.330 Los godos
siguieron siendo una importante amenaza para el Imperio, pero dirigieron sus ataques lejos de Italia durante varios
años tras su derrota. En 284 d. C., las tropas godas servían en nombre del ejército romano como tropas
federadas.331
Por otro lado, los alamanos reanudaron su empuje hacia Italia casi inmediatamente. Vencieron a Aureliano en la
Batalla de Placentia en 271, pero fueron derrotados en las batallas de Fano y Pavía ese mismo año. Fueron
derrotados de nuevo en 298 en las batallas de Lingones y Vindonissa, pero cincuenta años después volvieron a
resurgir, haciendo incursiones en 356 en la Batalla de Reims,332 en 357 en la Batalla de Argentoratum,333 en 367
en la Batalla de Solicinium y en 378 en la Batalla de Argentovaria. Ese mismo año, los godos infligieron una
aplastante derrota al Imperio de Oriente en la Batalla de Adrianópolis,334 335 en la que el emperador Valente fue
masacrado junto con decenas de miles de tropas romanas.336
Al mismo tiempo, los francos hacían incursiones cruzando el Mar del Norte y el Canal de la Mancha,337 los
vándalos presionaban en el Rin, los yutungos en el Danubio, los yacigos, carpianos y taifalos acosaban a Dacia, y
los gépidos se unieron a los godos y hérulos en sus ataque alrededor del Mar Negro.338 Aproximadamente al
mismo tiempo, tribus menos conocidas como los bávaros, bacuatos y quinquegentanos331 asaltaban África.338
Al comienzo del siglo V, la presión sobre las fronteras occidentales de Roma se hacía cada vez más intensa. Sin
embargo, la frontera occidental no era lo único amenazado: Roma también padecía amenazas internas y en sus
fronteras orientales.
Usurpadores (193–394)
El hecho de que un militar soliese preferir apoyar a su comandante antes que a su emperador, significaba que los
comandantes podían tomar el control absoluto del ejército del que eran responsables y usurpar el trono imperial.
La famosa crisis del siglo III describe la tumultuosa mezcla de asesinato, usurpación y lucha interna cuyo inicio se
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asocia tradicionalmente al asesinato del emperador Alejandro Severo en 235.339 Sin embargo, Dión Casio coloca
el inicio del declive imperial en 180 d. C. con la ascensión de Cómodo al trono,340 una opinión con la que Gibbon
estaba de acuerdo,341 pero Matyszak afirma que «la descomposición... se había establecido mucho antes».340
Aunque la crisis del siglo III no fue el comienzo absoluto
del declive de Roma, sí marcó una gran presión sobre el
imperio al embarcarse los romanos en una guerra tras otra
con una intensidad desconocida desde los últimos días de
la República. En el espacio de un siglo, veintisiete oficiales
militares se proclamaron emperadores y reinaron en partes
del imperio durante meses o días, y todos ellos, menos
dos, murieron violentamente.342 318 La época estuvo
caracterizada por un ejército romano que lo mismo se
atacaba a sí mismo que a un invasor externo, situación que
alcanzó su punto crítico en 256 d. C.343 Irónicamente,
aunque estas usurpaciones fueron las que condujeron a la
ruptura del Imperio durante la crisis, fue la fuerza de varios
generales de las fronteras la que ayudó a reunificar el
imperio mediante la fuerza de las armas.
La situación era compleja, a menudo con tres o más
usurpadores existiendo al mismo tiempo. Septimio Severo
y Pescenio Níger, ambos generales rebeldes
promocionados a emperador por las tropas que
comandaban, se enfrentaron por primera vez en 193 d. C.
La batalla del puente Milvio, por Giulio Romano
en la Batalla de Cícico, en la que Níger fue derrotado. Sin
(1499–1546).
embargo, hicieron falta dos derrotas más en la Batalla de
Nicea ese mismo año y en la Batalla de Issos el año
siguiente para que Níger fuera derrotado definitivamente. Casi inmediatamente después de que las esperanzas de
Níger al trono imperial hubieran sido echadas por tierra, Severo se vio obligado a ocuparse de otro rival al trono en
la persona de Clodio Albino, que en un principio había sido un aliado de Severo. Albino fue proclamado
emperador por sus tropas en Britania y, cruzando hacia la Galia, venció al general de Severo Virio Lupo en batalla,
pero posteriormente fue derrotado y se suicidó en la Batalla de Lugdunum por el propio Severo.
Tras este tiempo revuelto, Severo no tuvo más amenazas internas durante el resto de su reinado,344 y el reinado de
su sucesor Caracalla transcurrió sin interrupciones hasta que fue asesinado por Macrino,344 que se proclamó
emperador. Aunque la posición de Macrino fue ratificada por el senado de Roma, las tropas de Vario Avito le
declararon a él como emperador, y ambos se enfrentaron en la Batalla de Antioquía en 218 d. C., en la que
Macrino fue derrotado.345 Sin embargo, el propio Avito —que asumió el nombre imperial de Heliogábalo— fue
asesinado poco después345 y Alejandro Severo, que fue proclamado emperador tanto por la Guardia Pretoriana
como por el senado, fue asesinado también tras un corto reinado.345 Sus asesinos trabajaban en nombre del
ejército, que estaba descontento con su paga, colocando en su lugar a Maximino el Tracio. Sin embargo, poco
después de haber sido aclamado emperador por el ejército, Maximino fue derrocado también por él y, a pesar de
ganar la Batalla de Cartago contra el emperador recién proclamado por el senado, Gordiano II, fue asesinado346
cuando a sus tropas les pareció que no sería capaz de superar al siguiente candidato senatorial, Gordiano III.
El destino de Gordiano III no está claro, aunque podría haber sido asesinado por su propio sucesor, Filipo el
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Árabe, que gobernó sólo unos pocos años hasta que, de nuevo, el ejército proclamó a un general como
emperador, esta vez a Decio, que derrotó a Filipo en la Batalla de Verona para obtener el trono.347 Varios
generales de éxito evitaron luchar contra los usurpadores por el trono, sobre todo porque eran asesinados por sus
propias tropas antes de que tuvieran oportunidad de comenzar la batalla, lo que al menos liberó momentáneamente
al imperio de las pérdidas de hombres por causa de disputas internas. La única excepción a esta regla fue Galieno,
emperador desde 260 d. C. a 268 d. C., que debió enfrentarse a una notable cantidad de usurpadores, a la
mayoría de los cuales venció en batalla campal. El ejército permaneció en esta tesitura hasta 273 d. C., cuando
Aureliano venció al usurpador gálico Tétrico en la Batalla de Chalons. La década siguiente presenció un número de
usurpadores casi increíble, a veces 3 al mismo tiempo, todos luchando por el trono imperial. La mayoría de las
batallas no están registradas, sobre todo por lo revuelto de esta época, hasta que Diocleciano, él mismo un
usurpador, venció a Carino en la Batalla de Margus para convertirse emperador.
En este momento se restauró cierta estabilidad, con el imperio dividido en una tetrarquía de dos emperadores
importantes y dos menores, un sistema que evitó las guerras civiles durante un periodo corto de tiempo, hasta
312 d. C. En ese año, las relaciones entre las distintas partes de la tetrarquía se derrumbaron completamente y
Constantino I, Licinio, Majencio y Maximino pelearon por el control del imperio. En la Batalla de Turín,
Constantino derrotó a Majencio y en la Batalla de Tzirallum Licinio venció a Maximino. A partir de 314 d. C.,
Constantino venció a Licinio en la Batalla de Cibalae, luego en la Batalla de Mardia, y luego de nuevo en la Batalla
de Adrianópolis, la Batalla de Helesponto y la Batalla de Crisópolis.
Luego Constantino se ocupó de Majencio, venciéndole en la Batalla de Verona y la Batalla del Puente Milvio el
mismo año. El hijo de Constantino, Constancio II, heredó el gobierno de su padre y venció al usurpador
Magnencio primero en la Batalla de Mursa Major y luego en la Batalla de Mons Seleucus.
Los emperadores siguientes Valente y Teodosio I también vencieron a otros usurpadores en la Batalla de Thyatira
y las batallas de Sava y del Frígido respectivamente.
Conflicto con el Imperio sasánida (230–363)
Tras desbaratar la confederación parta,348 318 el Imperio sasánida que surgió de los restos siguió una política
expansionista más agresiva que la de sus predecesores349 350 y siguió haciéndole la guerra a Roma. En 230 d. C.,
el primer emperador sasánida atacó territorio romano primero en Armenia y luego en Mesopotamia,350 pero las
pérdidas romanas fueron reemplazadas por Severo en pocos años.349 En 243, el ejército del emperador Gordiano
III recuperó las ciudades romanas de Hatra, Nibisis y Carrhae de manos de los sasánidas tras vencerles en la
Batalla de Resaena,351 pero lo que sucedió después no está claro: fuentes persas afirman que Gordiano fue
vencido y asesinado en la Batalla de Misikhe352 pero fuentes romanas mencionan esta batalla sólo como un
contratiempo insignificante y sugieren que Gordiano murió en otras circunstancias.353
Desde luego, los sasánidas no se habían intimidado ante las batallas anteriores con Roma y en 253, bajo el mando
de Sapor I, penetraron varias veces muy adentro del territorio romano, venciendo a una fuerza romana en la Batalla
de Barbalissos353 y conquistando y saqueando Antioquía en 252 tras el asedio de la ciudad.353 348 Los romanos
recuperaron Antioquía en 253 d. C.,354 y el emperador Valeriano reunió un ejército y marchó al Este hacia la
frontera sasánida. En 260, en la Batalla de Edesa, los sasánidas derrotaron al ejército romano354 y capturaron al
emperador Valeriano.350 348
Hubo una paz duradera entre Roma y el Imperio sasánida entre 297 y 337, tras la firma de un tratado entre Narsés
y el emperador Diocleciano. Sin embargo, justo después de la muerte de Constantino I en 337, Sapor II rompió la
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paz y dio comienzo a un conflicto de veintiséis años, intentando sin éxito conquistar las fortificaciones romanas de la
región. Tras unos éxitos sasánidas iniciales, incluyendo la Batalla de Amida en 359 d. C. y el Asedio de Pirisabora
en 363 d. C.,355 el emperador Juliano se enfrentó a Sapor en 363 en la Batalla de Ctesifonte fuera de los muros de
la capital persa.355 Los romanos resultaron victoriosos pero fueron incapaces de tomar la ciudad y se vieron
obligados a retirarse debido a su posición vulnerable en medio de un territorio hostil. Juliano fue muerto en la
Batalla de Samarra durante la retirada, posiblemente a manos de uno de sus hombres.355
Hubo varias guerras más en el futuro, aunque todas ellas breves y de poca escala, ya que tanto los romanos como
los sasánidas se vieron forzados a ocuparse de amenazas provenientes de otras direcciones durante el siglo V. Una
conflicto contra Bahram V en 420 por la persecución de los cristianos en Persia condujo a una breve guerra que
concluyó rápidamente con un tratado y, en 441, una guerra contra Yezdegard II también concluyó rápidamente
con un tratado al necesitar ambos bandos luchar contra amenazas provenientes de otros sitios.356
Colapso del Imperio de Occidente (402–476)
Se han propuesto muchas teorías para tratar de explicar la
decadencia del Imperio romano, y muchas fechas para su
caída, desde el comienzo de su declive en el siglo III357 a
la caída de Constantinopla en 1453.358 Sin embargo,
militarmente el imperio cayó, en primer lugar, tras ser
invadido por varios pueblos no romanos y, luego, después
de que su núcleo italiano fuera tomado por tropas
germánicas sublevadas. La historicidad y las fechas exactas
son inciertas, y algunos historiadores niegan que el imperio
cayera en este momento. Pueden sostener esa posición
porque la decadencia del imperio fue un proceso largo,
más que un suceso concreto.
Europa en 476, del Muir's Historical Atlas (1911).
La naturaleza menos romanizada y más germánica del
imperio fue gradual: aunque el imperio se tambaleó con el asalto visigodo, el derrocamiento del último emperador,
Rómulo Augusto, fue llevado a cabo por tropas germánicas federadas del propio ejército romano, en lugar de por
tropas extranjeras. En este sentido, si Odoacro no hubiera renunciado al título de emperador para nombrarse «Rey
de Italia», el imperio podría haber continuado, al menos en nombre. Sin embargo, su identidad ya no era romana
— estaba cada vez más poblado y gobernado por pueblos germánicos desde mucho antes de 476. El pueblo
romano, en el siglo V, estaba «privado de su ethos militar»359 y el propio ejército romano era un mero
suplemento de las tropas federadas de godos, hunos, francos y otros que luchaban en su nombre.
El último estertor de Roma se produjo cuando los visigodos se sublevaron en 395 d. C.360 Liderados por Alarico
I,361 intentaron tomar Constantinopla,362 pero fueron repelidos y en su lugar saquearon gran parte de Tracia en el
norte de Grecia.363 361 En 402 d. C., sitiaron Mediolanum, la capital del emperador romano Honorio, defendida
por tropas godas romanas. La llegada del romano Estilicón y su ejército forzó a Alarico a romper el asedio y
trasladarse hacia Hasta (la Asti actual), en el oeste de Italia, donde Estilicón le atacó en la Batalla de Pollentia,364
365 capturando el campamento de Alarico. Estilicón le ofreció devolver los prisioneros a cambio de que los
visigodos regresaran a Ilirico, pero al llegar a Verona, Alarico detuvo su retirada. Estilicón volvió a atacarle en la
Batalla de Verona366 y de nuevo derrotó a Alarico,367 obligándole a retirarse de Italia.
En 405 d. C., los ostrogodos invadieron Italia, pero fueron derrotados. Sin embargo, en 406 d. C., un número de
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tribus sin precedentes se aprovechó de la congelación del Rin para cruzar en masa: vándalos, suevos, alanos y
burgundios se extendieron cruzando el río y encontraron poca resistencia en el Saqueo de Moguntiacum y el
Saqueo de Treviris,368 invadiendo completamente la Galia. A pesar de este grave peligro, o quizás a causa de él, el
ejército romano siguió sufriendo usurpaciones, en una de las cuales murió Estilicón, el principal defensor de Roma
en este periodo.369
Este clima propició que, a pesar del revés sufrido anteriormente, regresara Alarico en 410 y consiguiera saquear
Roma.370 371 372 La capital romana se había trasladado ya a la ciudad italiana de Rávena,373 pero algunos
historiadores perciben que 410 fue la fecha alternativa para la verdadera caída del Imperio romano.374 Sin poseer
Roma ni muchas de sus anteriores provincias, y con una naturaleza cada vez más germánica, el Imperio romano
posterior a 410 tenía poco en común con el Imperio anterior. En 410 d. C., Britania estaba prácticamente
despojada de tropas romanas,375 376 y en 425 d. C. ya no era parte del Imperio,361 y gran parte del oeste de
Europa estaba acosado «por todo tipo de calamidades y desastres»,377 terminando en manos de reinados
bárbaros de vándalos, suevos, visigodos y burgundios.378
El resto del territorio romano, si no su
propia naturaleza, fue defendido durante
las décadas posteriores a 410
principalmente por Flavio Aecio, que
consiguió enfrentar a todos los invasores
bárbaros los unos con los otros: en 436
379
lideró un ejército huno contra los
Jordanes sobre la Batalla de los Campos Cataláunicos
visigodos en la Batalla de Arlés y de
nuevo en 436 en la Batalla de Narbona, y luego en 451 lideró un ejército combinado que incluía a sus anteriores
enemigos, los visigodos, contra los hunos en la Batalla de los Campos Cataláunicos,380 381 382 derrotándoles con
tanta contundencia que, aunque posteriormente saquearon Concordia, Altinum, Mediolanum383 y Ticinum383 y
Patavium, nunca volvieron a amenazar directamente a Roma. A pesar de ser el único campeón del Imperio de esta
época, Aecio fue asesinado por el propio emperador Valentiniano III, llevando a Sidonio Apolinar a observar:
«Ignoro, señor, sus motivos o provocaciones: sólo sé que ha actuado como un hombre que se ha cortado su
mano derecha con la izquierda».384
«La lucha se hizo cuerpo a cuerpo, fiera, salvaje, confusa y sin el
menor atisbo de respiro... La sangre de los cuerpos asesinados formó
un pequeño arroyo que fluía en un torrente a través de la planicie.
Aquellos cuyas heridas provocaron una sed desesperada bebían agua
tan viciada de sangre que, en su miseria, les parecía que se veían
forzados a beber la misma sangre que habían derramado sus heridas».
Cartago, la segunda ciudad más grande del imperio, se perdió junto con gran parte del Norte de África en
439 d. C. a manos de los vándalos,385 386 y el destino de Roma pareció sellado. En 476, lo que quedaba del
imperio estaba completamente en manos de tropas federadas germánicas y, cuando se sublevaron liderados por
Odoacro y depusieron al emperador Rómulo Augusto,387 no había nadie para detenerles. Odoacro controlaba la
parte del imperio cercana a Italia y Roma, pero otras partes del mismo estaban gobernadas por visigodos,
ostrogodos, francos, alanos y otros. El Imperio de Occidente había caído,378 387 y sus restos italianos ya no eran
de naturaleza romana. El Imperio bizantino y los godos continuaron luchando por Roma y sus alrededores durante
muchos años, aunque a esas alturas la importancia de Roma era insignificante. Tras años de guerras desgastadoras,
en 540 d. C. la ciudad estaba prácticamente abandonada y desolada, y gran parte de su entorno se había
convertido en una ciénaga malsana, un final poco glorioso para una ciudad que había gobernado gran parte del
mundo conocido.
En este punto, la historia militar romana se convierte en la historia militar bizantina.
Valoraciones
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Hay pocos ejércitos, antiguos o modernos, que hayan combatido tan extensamente y durante tan largo tiempo
como el ejército romano. A pesar de la famosa afirmación de Napoleón de que «Los galos no fueron
conquistados por los [ejércitos] romanos, sino por César»,388 no es menos cierto que los romanos estaban
dispuestos a soportar tremendas pérdidas humanas en el ejercicio de sus campañas.8 Aunque los generales
romanos solían compartir el destino de sus soldados, fue de los millones de soldados del ejército romano de donde
surgió el mayor sacrificio, y durante gran parte de la historia de Roma, sus soldados lucharon leal y
desinteresadamente por el estado y sus hogares.
Sin embargo, en el Bajo Imperio, los soldados seguían a sus comandantes poco más que por la promesa de oro:339
aún así, y a pesar de que Roma debía hacer frente a grandes amenazas externas, hubieran sido capaces de
resistirlas si no se hubieran visto obligados a combatir entre ellos mismos tan a menudo y si sus generales no
hubieran conspirado para usurpar el trono en lugar de apoyarlo.389
Aunque la opinión tradicional ha sido que la expansión romana fue una empresa noble justificada porque «portaba
la antorcha de la civilización hacia la oscuridad bárbara»,390 recientemente ha surgido una opinión alternativa
que sostiene que el florecimiento de Roma que siguió a su expansión militar tuvo lugar sólo a expensas de la
extinción de otras culturas emergentes y vigorosas, como los celtas y los dacios.390 Quizás el mismo hecho de que
gran parte del legado, leyes, instituciones y conceptos de la vida occidental estén influidos por una Roma de la que
hemos heredado tanto391 392 393 engendre la idea de que Roma era la única cultura que tenía algo que ofrecer —
que no se perdió mucho con esas culturas que extinguieron los ejércitos romanos— y esconda el hecho de que
gran parte de Europa se desarrolló a partir un monocultivo romano.
Véase también
Historia de la estructura del ejército romano
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Enlaces externos
La Guerra de los Socii (http://www.historicodigital.com/historia-de-roma/la-guerra-de-los-socii/)
Las Guerras Civiles: Sila (http://www.historicodigital.com/historia-de-roma/las-guerras-civiles-sila/)
Las Guerras Civiles: César (http://www.historicodigital.com/historia-de-roma/guerra-civil-y-dictadura-decesar/)
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