La izquierda en Europa

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La izquierda en Europa: de la socialdemocracia
a la crisis en la eurozona. Entrevista
Adaner Usmani: Me gustaría empezar preguntándole acerca de la historia que precede a la
crisis y específicamente acerca de la evolución de la social democracia europea. Por una parte
hemos visto gobiernos socialdemócratas en Grecia, Francia y otros lugares absolutamente
cómplices en la destrucción del estado del bienestar y en la imposición de la austeridad. Por
otra parte, la tradición de la que forman parte trajo muchos beneficios a las clases
trabajadoras de Europa. Después de todo, el estado del bienestar es una conquista real y
podría aducirse que se mantiene mejor de lo que muchos radicales argumentan. Ciertamente
existe una fuerte corriente de literatura académica, conocida como la escuela de las
Variaciones del Capitalismo (VOC), que argumenta que su degeneración se ha exagerado. Es
una pregunta terriblemente amplia, desde luego, pero, ¿cómo analizaría usted el legado de la
social democracia?
Leo Panitch: Bien, sin duda alguna las reformas que la social democracia garantizó en el periodo de
postguerra fueron reformas substanciales que han tenido efectos muy positivos para las clases
trabajadoras. Sin duda alguna.
Dicho esto, depende de donde procedas. Si lo que buscas son reformas dentro del capitalismo, de
acuerdo. Pero se trata de partidos que inicialmente, y de hecho así consta en sus estatutos hasta
finales de los 50, se comprometían todos ellos a salir del capitalismo.
Lo que hizo el estado del bienestar fue – Gøsta Esping-Andersen cree que esto es al revés –
aumentar la mercantilización. Desde luego el estado del bienestar ofreció un cierto nivel de seguridad
en el trabajo, pero no liberó a la gente de la obligación de vender su trabajo. La manera en que se
estructuró el estado del bienestar fue principalmente diseñada para generar una gran masa de
proletariado con altos salarios para que consumiera mercancías.
En este sentido, la social democracia fue cómplice en el reforzamiento del capitalismo. En tiempos del
Programa de Godesberg a finales de los 50, decían explícitamente que estaban a favor de un
capitalismo mas humano.
Esto tiene sin embargo otra dimensión y es que ellos creían haber hecho mucho más de lo que
realmente hicieron para inclinar la balanza del poder de clase y la relación entre estados y mercados.
Por ejemplo, en su famoso panfleto El Futuro del Socialismo (1957), Anthony Crosland argumenta
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que quien desprecia a Marx es un pigmeo intelectual y que era razonable ser marxista en los anos 30.
Sin embargo, continúa, ha habido desde entonces un desplazamiento fundamental del poder, que se
ha alejado del capital financiero, un desplazamiento fundamental del poder a favor del trabajo con
respecto a la industria y un desplazamiento fundamental del poder hacia el estado. O sea que
efectivamente el estado es ahora autónomo.
Cuando lees esto, ahora, piensas, “¿Cómo?”
En resumen, depende. Ciertamente estoy de acuerdo que no es tan fácil desmantelar el estado del
bienestar, tal como argumenta la escuela VOC. Dicho esto, no hay duda de que las reformas han sido
vueltas del revés. La mayoría de la gente es menos dependiente del estado del bienestar porque no
está haciendo lo que hacía anteriormente. El país que ha tenido el mayor aumento de desigualdad
durante el periodo neoliberal, y creo que en la OCDE, ha sido Suecia! Cierto, probablemente Suecia
tiene todavía el mayor nivel de ventajas. Sin embargo, se nota el cambio.
Así pues, mi línea siempre ha sido que existió esta constatación dentro de la social democracia, por
parte de quienes continuaron siendo socialistas (que se inspiraron en Tony Benn, en el movimiento
estudiantil de los 60, en los movimientos sociales) que arguyeron que a menos que nos movamos
ahora yendo mas allá del capital, instituyendo reformas que alejen del capital el poder de tomar
decisiones de inversión, vamos a perder todas estas reformas. Perder puede ser una palabra
demasiado fuerte. Pero los que continuaron siendo socialistas fueron todos derrotados.
AU: ¿Podemos hablar un poco de esta historia? Es lo que me pareció mas profundo del
articulo que escribió en el numero 1985 del Socialist Register sobre el futuro de la social
democracia, en el que analizaba por qué estos esfuerzos fracasaron. Porque, tal como dice,
hubo esta radicalización incipiente – no únicamente en los puestos de trabajo en los anos 60 y
70, sino también estos desplazamientos hacia la izquierda dentro de la estructura de la misma
social democracia. Tony Benn, pero después también en Francia, Alemania, Suecia, incluso
Grecia. ¿Por qué perdieron?
LP: Bien, mi repuesta fundamental a esto, que se remonta a cuando era estudiante en la LSE a
finales de los 60 y el primer articulo que publique en Political Studies sobre ideología e integración, es
que ello tiene que ver con la fuerte tradición dentro de todos estos partidos (especialmente explicito
en el Labour Party británico, pero implícito en la Segunda Internacional de Socialdemócratas desde
por lo menos 1902-1903) de que su objetivo no era la lucha de clases sino la armonía entre las
clases. El objetivo Fabiano de educar a las clases dirigentes para el socialismo. Esto se convirtió
también en gran parte en el objetivo de la federación alemana de sindicatos, que es lo que Rosa
Luxemburgo combatió hacia 1905.
Así pues cuando el desafío se presentó, a raíz de la creciente movilización de los 60 y la crisis de los
70, desde la izquierda dentro de la Social Democracia, el establishment de estos partidos tenia tanto
derecho como la izquierda, quizás más, a refutar que su tradición fuera socialista. La izquierda
siempre decía que el partido debía regresar a lo que siempre había defendido. Pero la derecha podía
decir con razón que la tradición del partido era la armonía entre clases. Es más, podían aducir que los
capitalistas no entrarían en el juego de lo que la izquierda proponía.
AU: ¿Era verdad?
LP: Era verdad. Incluso con el Plan Meidner, que supuso una tremenda movilización por parte de la
LO ( la Confederación Sueca de Sindicatos). Conocí a Meidner y hablé con él de esto algunas veces.
Me dijo muy explícitamente que Olof Palme le había llamado y le había preguntado, “Como demonios
estas haciendo esto? Ellos no cooperarán con esto. Os damos las mejores reglamentaciones sobre
salud y seguridad que podíais pedir – incluso mejores de lo que estáis pidiendo. Pero retira esto!
Porque nunca van a tolerar este tipo de cosas” No es que Palme fuera tonto. Tenia razón!
Una vez aprobada por la convención de LO la propuesta de introducir los fondos de ganancias de los
trabajadores, que representó un compromiso gradual a una continua restricción de salarios, a cambio
de transferir beneficios a los fondos sindicales, se propuso que se aplicara solamente a las empresas
de más de 100 empleados. Los radicales lo enmendaron y se aplicó a empresas de tan solo 10
empleados, lo que incluía muchas mas empresas y muchos más trabajadores. Y todos se levantaron
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y cantaron “La Internacional” por primera vez en 20 años en una convención de LO.
Pero el resultado fue crear una alianza entre el gran capital y el pequeño. A principios de los 80,a
pesar de que el plan ya había sido descafeinado por los sucesivos gobiernos social demócratas,
hubieron manifestaciones masivas del mundo empresarial contra el plan Meidner.
AU: ¿No podría considerarse esto como una implicación muy aleccionadora del hecho de que,
entonces, no existían las condiciones para el triunfo de la izquierda dentro de la izquierda?
LP: Bien, creo que la terrible conclusión que hay que sacar es que no pueden transformarse estos
partidos en partidos socialistas sin dividirlos. No me refiero a dividirlos en partidos insurreccionales
sino en partidos socialistas electorales. Pero al dividirlos se pierden las elecciones. Entonces, frente a
la crisis y a un asalto de la derecha, la izquierda es acusada de ser la responsable. Es siempre la que
irrita porque se preocupa más de la solidaridad – siempre mas fácilmente culpable. La derecha está
dispuesta a dividirse, como se vio en el caso del Labour Party británico. Es una situación paradójica
sobre la que los teóricos tendrían mucho que decir.
AU: Así es, ciertamente – las difíciles implicaciones de dividirse. Pero me parece que la
independencia política de la izquierda no habría solucionado los difíciles desafíos de esta
coyuntura. Porque otra de las cosas que usted argumenta en este articulo es que se necesita
una clase trabajadora movilizada y politizada para enfrentarse a la ofensiva de los patronos y
de la derecha y esto no se daba. Tampoco es cosa de la izquierda el generarla – ni siquiera en
tanto que izquierda independiente. No será en parte, como usted señala en su articulo, que la
falta de movilización de la clase trabajadora es a su vez el producto del largo legado de las
instituciones social demócratas?
LP: Absolutamente. Y aquí hay que decir que en esta cuestión nunca se trata tan solo de los partidos,
también era, entonces, un asunto de los sindicatos. Así, en los casos británico y sueco, incluso en el
alemán, los sindicatos aprobaron propuestas radicales en los congresos, pusieron a punto varios
programas políticos, pero luego no se preocuparon de educar y movilizar a sus miembros, en
absoluto. En absoluto.
Es lo que realmente me impresionó de Tony Benn. Debo decir que en esta época, cuando estaba en
Inglaterra, era muy escéptico respecto a la izquierda laborista. Siempre pensé que no habría manera
de que ganase sin dividir al partido y que, por lo tanto, perdería. Pero cuando volví y empecé a
estudiarlo me dí cuenta de que lo mas notable con respecto a Benn es que iba a las convenciones de
los sindicatos en 1972 diciendo que sus miembros debían ser educadores. Preguntaba quien hablaba
con sus vecinos o con sus hijos acerca de lo que son los sindicatos, lo que podrían ser, sobre la
solidaridad, sobre el potencial de la clase trabajadora.
Así que, una vez más, aprobaban sus resoluciones como un medio de sacar algo del gobierno
laborista, pero en términos de desarrollar las capacidades de la clase trabajadora eran
escandalosamente malos. Y no mejoraron; de hecho han empeorado mucho mas.
AU: Esto puede quedar un poco al margen, pero así y todo…se argumenta con frecuencia – y
esto vale no solamente para Europa, sino para el mundo capitalista avanzado – que el declive
de la política de la clase trabajadora tiene su raíz en hechos objetivos respecto a la trayectoria
del capitalismo – en la desindustrialización y el declive del empleo fabril, de manera obvia.
Pero, el declive, ¿es realmente político, fundamentalmente?
LP: No totalmente, aunque es un aspecto importante.
Hay que reconocer la transformación del capitalismo, sin duda. Es verdad que se puede argumentar
que estos movimientos objetivos complican las cosas.
Pero hay otras dimensiones a las que se puede apuntar y que conciernen al desplazamiento hacia el
empleo en el sector servicios o más empleo relacionado con el conocimiento. Se trata de una mayor
flexibilidad. No estoy convencido de que una clase trabajadora más creativa lo hubiera hecho mejor
que la clase trabajadora tradicional ( y yo crecí en este medio), que tiene unas ideas muy pasadas de
moda respecto a la respetabilidad. Gramsci tuvo algunos atisbos de esto; y desde luego Mann. En los
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anos 20, a que aspira una persona de la clase trabajadora? A tener unos muebles de imitación a
juego que se parezcan a los de los burgueses, que nunca podría costearse. Quiere una mesa de
comedor y un aparador a juego con ella. Esta idea de respetabilidad de la clase obrera acarrea toda
una cultura muy convencional y no-revolucionaria.
Así que, no sé. No creo que sea imposible que haya movilizaciones en el seno de las clases
trabajadoras – y aquí defino las clases trabajadoras de forma muy amplia – que emergieron en los
anos 60. Pero debería haberse basado de una forma mucho menos enfocada en negociar con los
sindicatos para conseguir reformas muy limitadas, corporativas– el tipo de reformas que tanto
impresionaron a la escuela VOC.
Lo que me impresiona de la escuela VOC es que viven en un mundo en que no notan el aire
capitalista que respiran. Es decir, son izquierdistas en el sentido de que les gustaría una sociedad
mas igualitaria, pero no se dan cuenta de que se trata de un mundo capitalista, con toda la
destrucción del alma que comporta el hecho de vender tus capacidades por un salario, por bueno que
sea.
AU: Volvamos a esto, brevemente, antes de ir a la crisis actual. Así que al analizar la izquierda
de la izquierda, su argumento es que la gente que ocupa las estructuras de la social
democracia – los cuadros de los partidos y los sindicatos – responden a un dilema real, pero a
un dilema que se han fabricado ellos mismos. Un dilema que es consecuencia de…
LP: De una larga forma de adaptación a dilemas similares.
AU: De acuerdo. Pero la rápida degeneración de la social democracia a partir de los anos 80 –
con la emergencia de los Blairistas y similares – tuvo un precio para estos intereses
organizacionales, especialmente para los sindicatos. La trayectoria subsiguiente de la social
democracia no ha sido favorable a muchos de estos actores. Entonces, ¿cómo se entiende el
éxito de alguien como Blair en la domesticación de los sindicatos? La versión más general de
esta pregunta sería: ¿cómo se entiende el éxito con el que el neoliberalismo ha colonizado a la
social democracia?
LP: Es una cuestión importante y compleja y la hemos pensado mucho.
En primer lugar hubo la derrota de la izquierda dentro de los partidos social demócratas. No
solamente fueron derrotados, sino también ridiculizados. Habían llevado a estos partidos al borde de
perder las elecciones. Thatcher no seria reelegida, a pesar de las Falklands, pero las divisiones
dentro del partido laborista la ayudaron. Tal como dijo, “Como vamos a votarlos? Están totalmente
divididos.”
Gente como Michael Foot, que era un veterano izquierdista británico y había sido un anti-Guerra Fría,
y Neil Kinnock, una creación de Foot – se convirtieron en la escoria de la izquierda – la escoria de los
sindicalistas. Empezaron a describir a la izquierda como si estuvieran al servicio de los “locos
trotskistas” de Liverpool. Cosa que no eran, pero Foot y Kinnock consiguieron presentar a la izquierda
como si estuviera controlada por ellos.
Así pues, la izquierda es ridiculizada por una izquierda anterior, alineada ahora con el centro-derecha
en el partido. Además, finalmente es completamente derrotada, incluso dentro del partido. Puesto que
siempre son tan pragmáticos deciden de pronto que pueden sacar más provecho de Bruselas que lo
que van a obtener del gobierno Thatcher. Empiezan por buscar un limite a las “reformas” de Tahtcher
a través de Europa. Piensan muy ingenuamente – lo mismo que la escuela VOC – que el
corporativismo europeo va a continuar y que va a mantener a raya la carnicería ideológica de la
derecha y el movimiento general hacia la competitividad. Pero no es así.
Una de las cosas de las que estoy orgulloso es que ya en los años 70 había señalado las
contradicciones en el corporativismo y este se desplegó cuando yo creí que lo haría. En general, el
capital se desinteresaba. No había necesidad de un gobierno de derechas. El capital no estaba muy
interesado ni siquiera cuando gobernaban los social demócratas. El tipo de disciplina salarial que
permitió el “socialismo dentro de una clase”, en el caso de Suecia, empieza a romperse.
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También está relacionado con una revuelta fiscal por parte de la clase obrera, que empieza a ver que
el estado del bienestar le da cada vez menos. La respetabilidad lleva a este segmento a ridiculizar
cada vez más a esta clase obrera que actualmente llamamos el precariado. Muchos de ellos optan –
y los sindicatos no pueden impedir que muchos de ellos lo hagan (hasta cierto punto incluso son
cómplices de ello) por los 200$ anuales que pueden ahorrar votando por un gobierno que les ofrece
menos impuestos. Una parte de la clase obrera opta por esto. La izquierda fue cómplice de ello
cuando se opuso, por ejemplo, al impuesto sobre las ventas. Había que decir y debería decirse que el
impuesto sueco sobre el valor añadido es el 23 por ciento. No se puede tener un estado del bienestar
sin él.
Un elemento también muy importante, fue el reforzamiento del Imperio Americano, durante los anos
80 y 90. No obstante todos los argumentos de que el capitalismo anglo-americano no funciona y que
el capitalismo coordinado europeo es realmente más eficaz, no era verdad. Si tomamos las tasas de
crecimiento, de productividad, exportaciones y otros, el capitalismo norteamericano se reestructuró
durante los anos 80 y 90 con mucho éxito y toda Europa quería emularlo.
No me refiero simplemente a que querían emular a Clinton, a pesar de que ideológicamente lo
estuvieran haciendo, sino a que querían emular las practicas norteamericanas durante los años 80 y
90. Fue Jacques Delors, por ejemplo, quien expreso abiertamente su admiración por el libre
movimiento de capitales norteamericanos. Señaló que Europa solamente podría conservar su estado
del bienestar
creando un mercado de capital abierto en Europa. En especial, admiraban
enormemente las finanzas norteamericanas. Por supuesto decían cosas abominables del “valor para
el accionista”, pero en el contexto de decir que preferían el valor para los inversores (lo cual
significaba sencillamente implicar a los fondos de pensiones de los sindicatos).
AU: Así pues, ¿estas eran las condiciones en las cuales el proyecto de la UE se convirtió en
neoliberal?
LP: Exactamente. Liderado por los social demócratas. Una vez mas, la izquierda se dio cuenta.
Meidner, por ejemplo, que era contrario a la entrada de Suecia en la eurozona, comprendió que ello
tendría como efecto el permitir la entrada de capital financiero en Suecia, que ya había desregulado
las finanzas a mediados de los 80 y tuvo su primera gran crisis financiera en 1991. Comprendió que
ello proporcionaría al mundo financiero grandes aliados en el equilibrio de fuerzas en Suecia.
La interpretación del capital a través del Atlántico es un elemento importante de la historia. Las
distintas variaciones de la escuela capitalista lo olvidan completamente, por cierto. Tratan cada país
como un compartimiento aislado, excepto para señalar a cada uno que hay que ser competitivo.
AU: Este es un buen pasaje en la discusión misma de la crisis de la UE. Hay algunos análisis
típicos, en la izquierda, de las causas económicas de la crisis. Obviamente fue una
consecuencia inmediata de la crisis global. Pero se ha exacerbado, claramente, debido a la
estructura de la UE y de la unión monetaria. También se ha escrito bastante sobre un factor
intermedio – a saber, que las estrategias competitivas de Alemania han forzado a la periferia al
limite. Heinrich Flassbeck, para tomar solo un ejemplo, argüía con frecuencia en The real News
que uno de los problemas centrales ha sido la restricción de salarios en Alemania y la
incapacidad de los demás países de la UE para instaurar la misma disciplina. Creo que estas
tres cosas son relativamente indiscutibles. Pero usted y Sam Gindin entienden de una manera
distintiva la crisis global que precedió a la crisis de la UE. ¿Hay alguna cosa en particular que
añadiría a esta explicación?
LP: Bien, quizás. Quizás no sea suficientemente profunda.
Mucha gente de izquierdas y de derechas creían que la era neoliberal de la globalización iba a
hacerse pedazos debido a los desequilibrios norteamericanos, a su déficit comercial y a las enormes
entradas de capital. Decían que China o Japón podrían hacer de locomotoras, lo que llevaría a una
crisis del dólar, que acarrearía una crisis económica.
Evidentemente no fue esto lo que provocó la crisis. No fueron los desequilibrios norteamericanos: fue
la volatilidad financiera dentro de los Estados Unidos. Sobretodo en el mercado de la vivienda. Un
mercado al que fue arrastrada la clase obrera, incluyendo sus sectores mas pobres, la clase obrera
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negra, que nunca había tenido acceso completo al sueño americano, que se centraba en ser
propietario de tu propia casa. Fueron arrastrados muy fuertemente a ello durante la era Clinton. El
Departamento del Tesoro de Clinton decidió que todos estos activos hipotecarios podían venderse
por todo el mundo, ya que la gente estaba desesperada por comprarlos.
La cosa se acentuó durante la era Bush en que cualquier picapleitos se dedicaba a los negocios. El
Landesbank alemán – el gran ejemplo de la literatura VOC del capitalismo coordinado – compraba
activos con garantía hipotecaria que habían sido cuarteados y recompuestos en millones de formas
distintas. El Deutsche Bank, por ejemplo, mantenía la mayoría de las hipotecas en las áreas negras
de Cleveland cuando la crisis estalló.
Ahora bien, esto supuso, evidentemente, que cuando la crisis estalló las finanzas alemanas y las
europeas en general, se vieron afectadas. Inmediatamente. Los desequilibrios dentro de Europa
revelaron las debilidades del sistema financiero europeo, lo que, a su vez, hizo la crisis mucho,
mucho peor. Sobretodo, el hecho de que los tipos de cambio sean fijos significa estar operando con
algo parecido al patrón oro, en que no cabe utilizar los tipos de cambio para resolver la crisis.
Así pues, en el caso de los Estados Unidos, cuando hay una crisis, inmediatamente el capital de todo
el mundo se refugia en el dólar, porque sabe que el estado norteamericano es el ultimo garante de la
propiedad. Esto no es lo que ocurre en los Estados europeos. Lo que ha venido sucediendo desde
que el euro fue golpeado es que el diferencial entre los bonos griegos, españoles o italianos y los
bonos alemanes era enormemente estrecho. No es que no hubiera margen, pero dado que todos
ellos operaban en el marco del BCE el diferencial se había acortado, mucho. Nadie se había
planteado la cuestión de si los griegos podrían ir a la bancarrota. Los desequilibrios, en particular,
hacían de esto una debilidad, teniendo en cuenta los enormes déficits comerciales efectivos.
Sin embargo, esto por si solo no tenia porque precipitar una crisis. De hecho, algunos países habían
emitido gran cantidad de deuda publica, como Grecia, pero otros, no.
El sistema bancario había operado sobre una base simple: Alemania exportaba a España, por
ejemplo, y luego prestaba este dinero a los bancos españoles. Cuando los bancos españoles fueron
tocados fue el Estado español quien tuvo que intervenir y empezar a emitir deuda publica para salvar
a los bancos españoles. Con lo que se creaba el problema de los déficits públicos y el miedo
consecuente de los mercados de bonos.
Hay que recordar que los inversores institucionales estaban al acecho en todo esto y también que
muchos de estos inversores institucionales son fondos de pensiones de los sindicatos. El capital
financiero, recordémoslo, no es esta cosa de ahí fuera. Incluso el trabajo está estructurado en capital
financiero y depende de los intereses para sus propias pensiones.
Ahora bien, algunas personas entendían bien los desequilibrios, en especial gente como Riccardo
Bellofiore en Italia, que verdaderamente dio en el clavo – es una especie de post-keynesiano.
Comprendieron que una reflación general, que es lo que la izquierda y muchos economistas de
izquierdas deseaban, no haría el trabajo por si sola. De hecho aumentaría los desequilibrios, ya que
Alemania, por las razones ya expuestas, había mantenido el éxito de sus exportaciones a base de
conseguir que los muy poderosos representantes sindicales de IG Metall (el sindicato de los
trabajadores de la metalurgia, en Alemania) continuaran con la flexibilización laboral y la restricción
salarial. Esto es lo que hizo que las exportaciones alemanas fueran bien durante la década.
AU: Quiero hablar mucho más de la respuesta de la izquierda a la crisis, pero antes me
gustaría hacerle una pregunta preliminar. Que demonios piensan las elites de los EU? Por una
parte hay toda una franja de economistas neoliberales que no entenderán en toda su vida
porque las elites no están dispuestas a apoyar algún tipo de retorno a Keynes y salir de la
crisis a base de déficit publico. Creo que en la izquierda hay gente que comparte esta
perplejidad. Por otra parte, se ha aducido que a muchas élites la austeridad les ha ido muy
bien. Su resultado ha sido una recuperación de los beneficios, que al fin y al cabo es lo único
que les importa. ¿Qué piensa de esto? ¿Qué piensan los alemanes? Pueden continuar
pidiendo que los griegos y el resto de la periferia hagan marcha atrás, pero entonces, ¿no
deberían estar preocupados por lo que les va a pasar a sus mercados de exportación?
LP: Bien, aquí habría que hablar sobre las variedades del capitalismo, pero de manera exactamente
opuesta a la de la escuela VOC. Lo que ha sido distintivo de las élites financieras alemanas –
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representadas, especialmente, en el Bundesbank alemán – es que nunca han sido keynesianas.
Nunca se acomodaron al keynesianismo. Tal como se ha dicho,” Cuando el resto del mundo leía a
Keynes, los alemanes leían a Hayek.” Esto se remonta a los años 40. En realidad utilizaban el
término neoliberalismo, aunque más frecuentemente se llamaba ordoliberalismo. Practicaban un
compromiso total con los presupuestos equilibrados y un compromiso todavía mayor en prevenir el
riesgo en el sistema financiero.
En parte se trataba, por supuesto, de una reacción a la inflación de los años 20, con todas sus
terribles consecuencias, que tuvo un impacto cultural general.
Sin embargo, esto no es todo. Había también un cierto desdén por el capital especulativo. Los
alemanes, cada vez que había una crisis financiera después de Bretton Woods, tenían que ser
impulsados, con penas y trabajos, por la Reserva Federal y el Tesoro US a responsabilizarse de la
economía global y no dejar morir al sistema global de pagos. El primer caso fue el colapso del
Herstatt Bank en 1974. Los alemanes estaban dispuestos a dejarlo a su suerte con lo que el sistema
de pagos de New York casi colapsó. Bajo los auspicios del Banco Internacional de Pagos los
norteamericanos indujeron a los alemanes hacia lo que se convirtió en un proceso de quince años
para finalmente acordar una serie de normas de adecuación del capital que no eliminaron las crisis
pero proporcionaron un cierto marco que por lo menos las frenaría cuando ocurrieran. Lo mismo fue
muy cierto para Japón.
Por otra parte, a partir de 1940 los Estados Unidos se vieron a sí mismos como responsables de la
extensión y la reproducción del capitalismo global. Por supuesto, se trataba de interés propio –
preocupados por la santidad del capitalismo USA si el capitalismo europeo era contestado. Los
alemanes y los japoneses no jugaron este papel. Los alemanes empezaron a jugarlo con respecto a
Europa, pero incluso entonces en términos que requerían que el resto de Europa adoptara la actitud
alemana respecto a las finanzas.
Estuvieron de acuerdo en convertir el marco en el euro sobre la base de que el Banco Central
Europeo sería como el Bundesbank alemán y actuaría como él.
Por lo tanto no es de sorprender que cuando esta crisis ocurrió fueran Geitner y Bernanke quienes
presionaran fuertemente y abiertamente al Banco Central Europeo (sabiendo que detrás estaba el
Bundesbank) para que accediera a una relajación monetaria. Me refiero a que coordinaron un
estimulo fiscal – hay que recordar que antes de la austeridad hubo un estimulo fiscal coordinado, que
fue masivo y muy importante para evitar que se convirtiera en la Gran Depresión. Fue paralizado por
el hecho de que los Estados Unidos no estuvieron en condiciones de hacerlo desde las elecciones
del 2010, dada la composición del Congreso.
Por lo tanto, si hay variedades de capitalismo hay una que no es tan admirable como la izquierda
académica cree, en el caso alemán.
AU: Quería pasar al análisis de las implicaciones y lecciones para la izquierda. No solamente la
crisis económica, sino también los acontecimientos que, puede aducirse, han sido
consecuencia de ella. Estoy pensando en los incipientes beneficios electorales de la izquierda,
especialmente en Grecia, pero también en Francia, incluso recientemente en Holanda en sus
comienzos. Este sentimiento se ha expresado también, de forma más amplia, en las calles, de
nuevo en Grecia especialmente, pero también, mas recientemente, en España y Portugal.
Podemos tomarlos uno por uno, si le parece. ¿Cómo interpreta estos acontecimientos?
LP: Lo primero que hay que decir es que lo que es significativo en esta crisis es que a diferencia de la
crisis de los 30, no ha habido un conflicto entre estados. No ha habido un conflicto entre el capital
financiero y el industrial. Ha habido un conflicto dentro de los estados, entre las fuerzas populares y
las élites, por así llamarlas. Esta es la forma que ha tomado.
En su mayor parte es muy significativo que haya tomado la forma de insurrecciones de masa y
protestas casi anarquistas. Creo que, en parte, ello es un reflejo del legado y la institucionalización
del movimiento antiglobalización. Pero en parte ha sido espontáneo.
AU: Bien, y en parte, ¿no es el resultado del hecho de que esta crisis ha ocurrido – desde
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luego este contraste es mas manifiesto en el caso de los Estados Unidos – en un contexto en
que la antigua infraestructura de la izquierda se ha desintegrado?
LP: Bueno, sí, iba a decir: la razón por la que toma esta forma casi anarquista – y de que para tanta
gente el espíritu del tiempo sea casi anarquista – es debido al fracaso de las instituciones de la clase
obrera. Es una larga historia que se remonta a mucho antes de la crisis. Me refiero a que no hay más
que mirar al fracaso en animar a generaciones de jóvenes en los años 50; en los 60 esta generación
creía que la social democracia y el comunismo estaban acabados, así como el futuro de la izquierda.
O sea que, sí, no ha habido una canalización de este sentimiento en los partidos tradicionales de la
clase obrera en Europa. Esto encaja con nuestra discusión anterior.
Además, existe también el hecho de que allí donde los partidos social demócratas están en el
gobierno se encuentran con el peso de tener que administrar la crisis. Esto significa que están
haciendo cosas que los convierte en el objetivo inmediato de la cólera popular.
Por lo tanto, hay esta explosión que indica una crisis substancial de legitimidad. No es nuevo; ha
estado rondando desde por lo menos a finales de los 90. El neoliberalismo ha tenido muy poca
aceptación ideológica. Davos, recordémoslo, ha pasado el tiempo intentado demostrar que los ricos
se comprometerían en programas anti-pobreza, en vez de simplemente promover la ideología del
libre mercado. Después de los Foros Sociales Mundiales en 2002 y 2003, Davos tiene que responder.
O sea que ideológicamente ya tiene problemas. No obstante, lo que ha ocurrido ha sido un
reforzamiento de las formas neoliberales. Actualmente hay una enorme presión para la austeridad,
incluso en los países ricos, lo cual tiene efectos muy, muy interesantes, creo, y llenos de
posibilidades.
El problema es que no es fácil en las democracias liberales, incluso si se estructuran en una
representación proporcional, desplazar a cualquiera de los partidos existentes. No es imposible, pero
es muy difícil. Es muy, muy difícil. Habría que considerar cada caso en particular. Pero es
sorprendente lo difícil que es avanzar.
Se vio con Mélenchon. Hubo una alianza con el PC, que todavía tiene un amplio electorado, la vieja
izquierda trotskista, y una parte de la izquierda del partido socialista que salió de la alianza que
formaron para derrotar el referéndum constitucional europeo en 2005. Pero incluso entonces, aunque
hicieron un primer avance no es un avance suficiente. Terminan apoyando al partido socialista que
entonces reproduce el partido socialista como institución. Es muy difícil.
En el caso alemán, creo que es trágico que Die Linke no haya hecho un avance. En parte, ello es
debido a disensiones internas entre ellos, que coincidieron con el momento de la crisis….
AU: Y luego también el hecho de que la crisis no ha sido tan severa en Alemania.
LP: Si, creo que probablemente esto es verdad.
De todos modos ha habido un avance en Grecia y tiene mucho que ver con el hecho de que los
eurocomunistas en Grecia habían ya creado una fuerte base institucional durante los años 90 –
ciertamente en 2004. Ello tiene mucho que ver con la dinámica de la política griega; no puede
generalizarse. Quizás tiene que ver sobretodo con la trayectoria del PASOK que fue elegido en 1981
con un programa muy radical (tan radical como el de Mitterrand en 1981), bajo Andreas Papandreu.
Había absorbido a una gran parte de la izquierda griega. Algunos habían desconfiado, pero en
general la gente estaba muy contenta en 1981. No eran exactamente las mismas celebraciones que
se hicieron en el Politécnico cuando derrocaron la dictadura en 1974, pero se acercaba mucho.
Lo que sucedió rápidamente es que el PASOK fue absorbido por el clientelismo del estado griego. Lo
que hay que decir acerca del estado griego es que no es un estado Weberiano. Muy pocos de los
estados que surgieron del imperio otomano se parecían a un estado burocrático racional. El estado
griego, por ejemplo, tiene un problema con la recaudación de impuestos. Los votos se compran a
través de un sistema clientelista del mismo tipo que, ciertamente, Canadá y los Estados Unidos han
conocido, pero ya no a partir del siglo 19. Es terriblemente manifiesto en Grecia. La lógica es “ te
proporcionaré trabajo a ti y a tu familia si tu te preocupas de que obtengamos los votos de este
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pueblo”.
El PASOK se acomodo rápidamente a esta forma del estado griego – muy, muy rápidamente. Así
pues, hubo un avance hacia finales de los 80 por parte de los eurocomunistas que estaban
modernizando las fuerzas. El PC era terriblemente estalinista y, a pesar de que entró de manera muy
pragmática en un gobierno de coalición en 1991, se volvió cada vez mas estalinista, especialmente
después de que fallara el experimento de Gorbachov. Es muy abiertamente estalinista, es
verdaderamente asombroso.
Como resultado hubo un gran vacío institucional que fue llenado finalmente por las fuerzas más
sorprendentes de Grecia – la coalición que se convirtió en Syriza, que surgió del mayor de los
partidos que había roto con los comunistas, esto es SYNAPSISMOS, junto a varios movimientos
sociales.
Es muy impresionante. Tomemos, por ejemplo, su programa económico, un documento de
cuatrocientas páginas escrito en consulta con los movimientos sociales en 2008. Es como el tipo de
programa sobre el que escribimos Greg Albo, Sam Gindin y yo mismo en los dos últimos capítulos de
Dentro y fuera de la crisis.
Algo así como un programa socialista de transición que debería ser llevado a cabo por un gobierno
elegido – que incluía, quizás lo mas importante, la nacionalización de los bancos y su posterior
socialización, con lo cual estás intentando decir que no deberían volver a actuar como los bancos
tradicionales.
Por lo tanto, Grecia es el único caso en el que vemos que existía la capacidad institucional requerida.
Por aquel entonces no sabían cuanta capacidad institucional tenían, pero resultó ser mucha.
AU: Entonces, si tuviera que generalizar las razones de su éxito, ¿cuáles serian? Es la simple
implicación de que ¿dónde existe la infraestructura tienes buenas posibilidades de tener
éxito? Y que, en caso contrario, ¿las consecuencias de la crisis son generalmente sombrías?
LP: Si, es lo que pienso y lo creo porque confirma la política que he intentado hacer durante toda mi
vida sin conseguirlo. Desde los años 70 yo y muchos de mis camaradas hemos intentado fundar –
como estoy en Canadá lo hice aquí, pero hablo de forma más general – fundar una organización
política de la clase obrera de tipo post-leninista, post-social demócrata. No de tipo insurreccional sino
comprometida con la transformación social. Mi generación no lo ha conseguido. Otros de mi
generación han intentado construir un mejor leninismo. La mayoría eran trotskistas, pero tampoco lo
consiguieron.
Lo que sucedió con Syriza es lo que siempre habría querido y pedido que sucediera. Siempre he
pensado que es un proceso difícil y lento. En este país, por ejemplo, me encuentro con activistas que
están de acuerdo en que hay que ir mas allá de los localismos. Que están de acuerdo en que hay que
construir un marco a través de todo el país comprometidos en la construcción de una organización
socialista. De hecho he visto muchos más de ellos aquí en los Estados Unidos que en cualquier otra
parte. Ciertamente más que en Europa y normalmente más que en Canadá. Con frecuencia se trata
de activistas negros procedentes de este tipo de centros locales de acción obrera, o equivalentes.
AU: El desafío es darle coherencia política, ¿no es cierto?
LP: Darle coherencia política – en este caso especifico, asegurarse de que no está imbuido con el
tipo de tercermundismo extraño y débil que es tan manifiesto en la izquierda norteamericana. Tiene
que despojarse de las trazas de ser cautiva de ciertos principios leninistas. Pero es un proceso largo
y lento. La gente tiene razón al preguntar, “Bien, pero que pasa en el ínterin?” Por esto acaban
votando por Obama. Es un proceso muy largo y lento pero si tenemos que llegar a alguna parte
tenemos que construir este tipo de instituciones.
AU: Me gustaría volver brevemente al tema del programa económico de Syriza. En 2012 Ud.
publicó un trabajo de Costas Lapavitsas en el Socialist Register en el que éste argumentaba
que la izquierda debe romper con su europeísmo. La única estrategia radical verdadera,
argumenta, es la estrategia de la bancarrota. Esto no es obviamente lo que Syriza pensaba.
La izquierda en Europa
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Fue, naturalmente, la fuente de grandes tensiones con otros de la izquierda, en especial
ANTARSYA. Como interpreta este argumento?
LP: Creo que Lapavitsas tiene razón objetivamente, pero no tiene política. Desde luego yo también
creí que si los griegos hubieran hecho bancarrota inmediatamente se habrían ahorrado muchos
sufrimientos. También habría sido ejemplar en términos de demostrar la necesidad de introducir
controles de capital, no solamente en términos de entradas/salidas, sino también controles de capital
en el sentido de controles de inversión.
Pero el problema es que la mayoría de los griegos no lo quieren. Realmente, la dirección de Syriza no
lo quiere. Hay un fuerte apego psicológico y emocional a formar parte de la eurozona.
Además, cualquier político serio tiene que estar atento a los costes. De alguna manera hemos
regresado a 1917. O sea, aunque el lazo mas débil se rompiera, la pregunta permanecería: habría un
cambio en el equilibrio de fuerzas en Alemania que por lo menos aflojara la presión sobre Grecia?
Después de todo, tienen que asegurar sus importaciones y las consecuencias de ser excluidos de los
mercados financieros podrían ser severas. Es un dilema real.
De ninguna manera hay que ser ingenuo y aceptar los informes mendaces de la mayoría de la prensa
burguesa: que lo que intenta Syriza es salir. El peligro es de hecho que Syriza podría acomodarse
para evitar salir. Pero si hay que creerles y si las presiones dentro del partido son tales que les
inducen a mantener sus promesas, creo que los echarían si rechazaran entrar en estas
negociaciones con la Troika. Introducirían la legislación prometida, que derogaría la legislación que
ejecutó las anteriores reformas de ajustes estructurales. Y no es imposible que entonces los echaran.
Pero no hay que hacerse ilusiones: sus consecuencias serían muy severas. Para que no lo fueran
tanto tendrían que hacer cosas muy radicales. Pero entonces la gran pregunta es si tendrían la
capacidad institucional en el Estado para hacer dichas cosas.
AU: Y si tienen la capacidad política, también.
LP: Para movilizar a la población, sí. Pero incluso si la tuvieran, quiero decir.
Esto también es un dilema. Porque si cogen el mejor equipo y lo colocan en el estado sabiendo que
hay que reformar el estado desesperadamente, el partido sufriría. Cogerías a la gente más honrada,
la más capaz del partido. Podría entonces el partido llevar a cabo la movilización que necesita hacer?
Es un antiguo problema.
Por lo tanto hay un gran dilema. Nunca hay que mirar a esta gente con gafas color de rosa. La peor
cosa que puede hacer la izquierda – y creo que es especialmente importante en el caso de Syriza,
porque no es improbable que salgan elegidos – es lo que tendieron a hacer con el Partido de los
trabajadores en Brasil, esto es romantizar la experiencia. Hay que mirar los acontecimientos desde el
punto de vista de las dificultades que tendrá el partido, las contradicciones con las que se encontrará
y no considerar fantástica cualquier cosa solo porque son buena gente.
AU: Esta es mi ultima pregunta. Si damos un paso atrás y consideramos de forma mas general
los efectos que la crisis ha tenido políticamente en Europa es ciertamente importante señalar
que ha habido esta incipiente radicalización de la izquierda en algunos lugares, tanto
electoralmente como en la calle. También ha habido el surgimiento de la derecha en algunas
partes. Pero, por otra parte también ha habido – y hay diferentes formas de cortarlo – un nivel
de estabilidad en la política burguesa. El centro aguanta, de varias maneras, en muchos
lugares. ¿Cree que esto tiene algún significado? ¿Respecto a la democracia liberal, quizás?
LP: Creo que sí. Creo que existe un gran peligro de volvernos locos si nos preocupamos demasiado
de Aurora Dorada. Por el momento, afortunadamente, la extrema derecha no ha adelantado
demasiado.
Creo que hay una tendencia en la izquierda de intentar mirar a como son de malas las cosas. Esto
solo puede conducir de nuevo a una política de frente popular. Aunque a largo plazo esto puede ser
necesario, de momento no lo es. La consecuencia de dar lugar a un frente popular ahora significaría
La izquierda en Europa
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que habría que acomodarse al ala más a la derecha del frente popular. Que, naturalmente, es la
naturaleza de la política del frente popular. Cuando lo que necesitamos es movilización, educación
socialista y el desarrollo de las capacidades de clase, este no es el camino que queremos seguir. Por
lo tanto, creo que no debemos asustarnos con Aurora Dorada u otras tendencias dentro de Europa.
Creo, por lo tanto, que su punto es muy importante. Lo que es sorprendente – mientras hay esta
enorme protesta – es, como Ud. dice, la estabilidad de la forma burguesa de democracia. A pesar, de
nuevo, del reforzamiento de la forma neoliberal del régimen económico.
Quizás esto sea una suerte para nosotros. Porque necesitamos tiempo. Si los catastrofistas, de los
que hay muchos, tuvieran razón en que solo nos quedan cinco o diez años, estaríamos perdidos.
Quiero decir realmente perdidos. Ya se trate de la crisis ecológica, o de antes de que los fascistas
tomen el poder, o lo que sea.
Para tener éxito en la tarea que nos espera, tenemos que esperar que haya una cierta estabilidad de
la forma liberal de democracia.
Leo Panitch es un veterano marxista canadiense, investigador de Economía Política Comparada y Profesor Investigador de
Ciencia Politica en la York University de Toronto. Es co-editor del Socialist Register. Su libro mas reciente, escrito
conjuntamente con Sam Gindin, es El Capitalismo Global y el Imperio Americano (Verso 2012). Adaner Usmani, que
realizó la entrevista, es un estudiante de doctorado en el Departamento de Sociología de la NYU y miembro del consejo
editorial de la revista estadounidense New Politics.
Traducción para www.sinpermiso.info: Anna María Garriga
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