XXI Congreso Mundial de Ciencia Política, Santiago de Chile 12-16 de julio de 2009 SESIÓN TEMÁTICA: PARTIDOS POLÍTICOS: ¿CRISIS O MUTACIONES? SEGUNDO PANEL: La derecha chilena en perspectiva comparada (Chair: Stéphanie Alenda, [email protected]) Título: Las percepciones católicas sobre el comunismo: de la Asociación Nacional de Estudiantes Católicos (ANEC) a la Democracia Cristiana (1929- 1964) Nombre del autor/a: Gabriela Gomes. [email protected] Introducción En el presente trabajo se aborda el discurso de un grupo de jóvenes católicos conformado en torno a las emblemáticas figuras de: Eduardo Frei, Bernardo Leighton, Radomiro Tomic, Rafael Agustín Gumucio, Manuel Antonio Garretón, Alejandro Silva Bascuñan, Ricardo Boizard, a partir de su trayectoria política en: la Asociación Nacional de Estudiantes Católicos (ANEC), Juventud Conservadora, Falange Nacional y la Democracia Cristiana, en el período de 1929 a 1964. El objetivo general que se persigue, es analizar en líneas generales cuáles han sido las percepciones que estos jóvenes han tenido sobre el comunismo, en tanto ideología y sobre el Partido Comunista de Chile, en tanto actor legítimo del sistema partidario. En este sentido, nos centraremos esencialmente, en analizar las mutaciones de ese discurso en las coyunturas políticas más relevantes del período en cuestión, dado que la amplitud del tema excede los límites de este trabajo. Es pertinente aclarar que sólo nos centraremos en el estudio de los católicos que eran partidarios de los postulados social-cristianos y de su vínculo con la política. En Chile existieron en los años ´30 y siguientes otros grupos de católicos con otras tendencias corporativistas, incluso seculares, pero que no son objeto en este trabajo. Por ejemplo, estaban los intelectuales de la revista católica Estudios, bajo dirección de Jaime Eyzaquirre, de naturaleza eminentemente humanística en la cual se muestra como la máxima expresión del proyecto autoritario-corporativo en Chile1. En cuanto al análisis del discurso de los católicos en cuestión, se hará especial énfasis en Eduardo Frei como principal vocero de las ideas social-cristianas. Este recorte no desconoce la pluralidad de voces al interior de la Falange Nacional y a la Democracia Cristiana, sino que es una manera de establecer una delimitación del tema que, por cierto, ya resulta amplio para una ponencia. El trabajo está organizado en cuatro apartados en función de la trayectoria política de los católicos en cuestión. En el primer eje, se expone de manera general el surgimiento de las ideas 1 Estudios se inicia a fines de 1932 y su publicación se prolonga casi interrumpidamente hasta 1957, cosa que no era habitual en las publicaciones mensuales de índole cultural de ese período, por esa razón la revista se convierte en un interesante objeto de estudio. Mas allá del heterogéneo círculo de colaboradores, había un grupo de articulistas como: Jaime Eyzaquirre, Osvaldo Lira, Julio Phillipi, Antonio Cifuentes, Alfredo Bowen, Clemente Pérez, Roberto Barahona, Jaime Jarrín, entre otros, que con una gran homogeneidad en lo doctrinario, serán los que en definitiva irán decidiendo sobre el discurso ideológico de Estudios (Catalán, 1985). 1 social cristianas en Chile. Asimismo se analiza el anticomunismo de un grupo de jóvenes provenientes la Acción Nacional de Estudiantes Católicos (ANEC) y su trayecto hacia la Falange Nacional en el periodo 1929- 1938. En el segundo, se aborda brevemente el origen de la Falange Nacional y su relación con el comunismo en los años: 1938-1945. En el tercero, se da a conocer el giro político de la Falange y su lento tránsito hacia la formación del Partido Demócrata Cristiano (PDC) en la etapa comprendida entre 1945-1957. En el cuarto eje, se estudia la política de cooperación que propone el PDC con el Partido Comunista (PC) desde 1957 hasta 1964. Por último, se esbozan unas conclusiones finales. Las principales fuentes utilizadas para esta ponencia son material ensayístico producido por militantes del PDC, publicaciones como folletines de Congresos, periódicos y correspondencia producidos por las organizaciones mencionadas. A modo explicativo, resulta pertinente señalar que el sistema político chileno presenta una peculiaridad comparado con el resto de América Latina. En primer lugar, debe destacarse hacia la década de 1850 el temprano surgimiento de partidos políticos. En segundo lugar, la república chilena, a lo largo de su historia estuvo caracterizada por una supuesta “estabilidad política”, que ha condicionado y marcado la actividad de los partidos políticos dentro del sistema parlamentario. Siguiendo el planteo de Lipset y Rokkan (1967) diremos que el caso chileno se presenta más próximo al desarrollo y evolución de determinados países europeos que de Latinoamérica. A su vez, de acuerdo a la tesis de Scully (1995), en Chile encontramos desde las primeras formaciones políticas la existencia de tres partidos básicos (Partido Radical, Conservador y Liberal) según la clase que representan y su postura frente a la religión. Estos partidos, en tanto representantes de grandes corrientes, son los que permanecen con uno y otro nombre, haciendo que en Chile haya desde muy temprano partidos de derecha, centro e izquierda y a la vez laicos y católicos. El anticomunismo: de la Acción Nacional de Estudiantes Católicos a la Falange Nacional (1929-1938) Es importante destacar la interrelación del pensamiento de la juventud conservadora con los acontecimientos europeos durante el periodo de entreguerras, caracterizado por una crisis de la democracia liberal. Durante las décadas de 1920 y 1930, la Gran Depresión fomentó un amplio desencanto respecto de la economía liberal y los sistemas políticos existentes, permitiendo la proliferación de grupos influidos por el catolicismo y el fascismo europeo, que se autoproclamaron antimarxistas y anticapitalistas (Fariña Vicuña ,1987:29). En el caso chileno, durante las postrimerías del primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931), estudiantes de la Universidad Católica pertenecientes a la ANEC, encabezados por Bernardo Leighton, formaron un comité secreto que prontamente tomó contacto con otros dos 2 conglomerados estudiantiles similares de la Universidad de Chile, “Avance” y “Renovación”. “Renovación”, encabezado por Manuel Antonio Garretón e Ignacio Palma surgió como respuesta a “Avance”. “Renovación” no formaba parte de la ANEC, dado que como miembro de la Acción Católica, no podía inmiscuirse en cuestiones políticas, por tanto actuaba en forma paralela.2 Cuando este grupo de jóvenes católicos comienza a pensar en la posibilidad de actuar en la política nacional se encuentran ante dos realidades que serán determinantes. Por un lado, con un pensamiento socialcristiano, que tenía sus principales fuentes en las encíclicas papales (Rerum Novarum y Quadragesimo Anno), y que ya tenía una expresión en pequeños grupos especialmente en el mundo obrero. Por otra parte, el Partido Conservador, que representaba a la mayoría de los católicos, e incluso de cierta manera a la Iglesia, parecía ser el conducto más adecuado para canalizar sus ideas socialcristianas en el espacio político (Cash Molina, 1986:57). Por tanto, estos jóvenes deciden sumarse a las filas del Partido Conservador. Por ello, tras la caída del gobierno de Ibáñez, algunos miembros destacados del comité formado al interior de la Universidad Católica y del grupo “Renovación” de la Universidad de Chile que habían comenzado a asistir a las reuniones de “Asamblea de Propaganda Conservadora”, acordaron ingresar al Partido Conservador, naciendo así la “Juventud Conservadora.”3 Es aquí, donde aparecen nombres como: Bernardo Leighton, Eduardo Frei, Rafael Agustín Gumucio, Jorge Rogers, Manuel Antonio Garretón, Radomiro Tomic, Alejandro Silva Bascuñan, Mario Góngora, Alberto Edwards, Francisco A. Encina, Carlos Walter Martínez, Ricardo Boizard, Tomas Reyes Vicuña, y muchos otros. Desde el principio la juventud conservadora intentó imprimirle al partido un sello de avanzada en materias política, económica y social relacionada con la Encíclica Quadragesimo Anno (1931)4 pero sus ideas chocaron con las corrientes tradicionales, asociados a la oligarquía de los sectores rurales. Esta generación de jóvenes católicos de 1930, aceptó el desafío de ingresar al Partido Conservador con la determinación precisa de reformar hasta el fondo su estructura: llevarlo de ser un defensor de los intereses de los sectores dominantes a un partido que defienda los intereses de los sectores populares, como lo exigían las enseñanzas de la Iglesia.5 Cuando la tozudez 2 Ó. Larson, La ANEC y la Democracia Cristiana, Ed. Ráfaga, Santiago, 1967, Págs. 17-18, en: Díaz Nieva (2001:5455). 3 En los momentos en que se forma la juventud conservadora, cuyo órgano de expresión oficial era “Lircay”, en Europa surge una reacción a favor del corporativismo lo cual se manifestaba en el fascismo en Italia, nazismo en Alemania, salazarismo en Portugal, franquismo en España. 4 El antecedente más relevante es la Encíclica Rerum Novarum (1891) en la que se dio un ímpetu especial al desarrollo de movimientos sociales católicos y de movimientos laborales. Por primera vez la Iglesia, a través de esta Encíclica, hace una fuerte crítica al liberalismo vigente y recoge todo el problema social, junto a la condena tradicional al socialismo. (Fariña Vicuña, 1987:30). 5 En 1933, gracias a una orden Episcopal, se incentivó el ingreso masivo de los jóvenes preferentemente de la ANEC al Partido Conservador, resistiéndose a dicha orden el grupo “El Surco” del Padre Guillermo Viviani, que pretendía la creación de otro partido político de corte cristiano y popular; y la “Liga Social” del padre Fernando Vives (jesuita), que promovía una acción social al margen de los partidos políticos. Si bien esta medida, contribuyó a fortalecer la juventud 3 del viejo Partido les significó incumplir sus objetivos, siendo fieles al ideal del humanismo cristiano, estos jóvenes no dudaron en romper con el partido y fundar un nuevo conglomerado político de inspiración social cristiana llamado: Falange Nacional (Castillo Infante, 1997:12- 17). La Falange Nacional tiene origen dentro de la derecha chilena, se forma como parte del Partido Conservador a comienzos de los años treinta, por tanto hereda gran parte de su formación intelectual. Respecto de los aspectos doctrinales, la primacía de lo espiritual por sobre lo material es lo que configura y da sentido a la ideología falangista. Estos jóvenes católicos eran partidarios de: un Estado nacional fuerte, jerarquizado al estilo portaliano, de una sociedad organizada corporativamente desde arriba, de una economía independiente, de una democracia orgánica, de una distribución justa de la riqueza y de una educación cristiana y nacional. En definitiva eran partidarios de un “nuevo orden”. En sus discursos, de forma recurrente, se invocaba a la patria, se despreciaba todo ese “mundillo politiquero de combinaciones partidistas y afanes electorales”. Los falangistas consideraban que los partidos políticos sólo servían para incrementar los odios de clase ya que eran auténticos demagogos. Sin embargo, el propio Frei reconocía que a pesar de todos sus defectos, tanto los partidos políticos como sus hombres, son difícilmente reemplazables. En este sentido, la Falange Nacional consideraba a los partidos políticos como “los únicos que dan verdadera plataforma a la opinión pública (Díaz Nievas, 2001:158-160). Asimismo, los falangistas eran fuertemente anticomunistas y sus tendencias políticas eran bastante autoritarias. De hecho, se plantean como una alternativa política tanto al capitalismo como al comunismo. Cuando hacían referencia al comunismo, utilizaban un lenguaje muy similar al fascismo. Según Díaz Nievas (2001), los falangistas mostraban una clara influencia de la Falange española tanto su discurso como en su estructura partidaria y en los símbolos que utilizaban. Siguiendo el planteo de Carmen Fariña (1987), estos jóvenes conservadores se preocuparon por dejar en claro las diferencias con el régimen fascista, que no tomaba en cuenta la iniciativa personal. En cambio, el corporativismo inspirado en las encíclicas, era un sistema de organización que surgía desde abajo según la fórmula de la asociación libre de la profesión, tomando en cuenta la esencia de la naturaleza humana en sus interesas e ideales. En este sentido, el corporativismo propuesto por la juventud conservadora se inspiraba en las encíclicas y en el pensamiento socialcristiano europeo de la época. Si bien es cierto que mostraron simpatía por Mussolini y por la experiencia italiana, no es factible asimilarlo al corporativismo fascista (Fariña Vicuña, 1987:2635). conservadora, también generó su división interna, la cual se expresó finalmente en 1935, en la creación de la “Acción Conservadora”, centro que promovía la defensa de las viejas ideas y la “Falange Conservadora”, corriente que postulaba su renovación, mediante las siguientes ideas fundamentales: desligar lo religioso espiritual de lo político activo, llegando a un partido político cristiano no confesional, mantener una conciencia anticapitalista y modificar las estructuras de la democracia. Véase: Covarrubias (1987: Capítulos III y IV). 4 Para los jóvenes conservadores los tiempos contemporáneos enfrentaban una profunda crisis de valores causada por el avance del materialismo. Esta crisis, que se manifestaba en la política y en la economía por la presencia y la fuerza del socialismo, del comunismo y del marxismo, pero también del liberalismo y del capitalismo; todos ellos eminentemente materialistas. El liberalismo había destruido la trascendencia divina del ser humano y de la moral para establecer como absoluto al individuo y había promovido la competencia y el lucro, destruyendo las organizaciones sociales y atomizado al hombre frente al Estado (Fariña Vicuña ,1987:33). De este modo, la Falange a partir de su visión espiritualista de la vida, critica a los dos errores del mundo moderno: liberalismo político y económico; y comunismo socialista y marxista (Cordero Alvarado, 1987). En este punto, es donde mejor se evidencia la Tercera posición de la Falange. En su análisis destacan su crítica tanto al liberalismo como al marxismo, pero no se observa en sus programas políticos un intento de profundizar en la lógica interna de estos sistemas. Más bien las explicaciones son de orden moral y el efecto de éste en la sociedad y su organización. A su vez resaltan que esa crisis en gran medida se debe a la pérdida de la unidad espiritual que brindaba el catolicismo. De ahí su énfasis en construir una sociedad con un nuevo orden socialcristiano. Frente a esta crisis en que el mundo occidental se ve sumergido, los falangistas se proponen como solución alternativa para afrontar al problema del comunismo. Por tanto, consideran que el único camino para salvar a Occidente es a través del cristianismo católico y espiritualista. Falange Nacional y Comunismo (1938- 1945) Al finalizar el segundo gobierno de Arturo Alessandri, se evidencia una ruptura en el Partido Conservador que de acuerdo a Teresa Covarrubias (1987:130), se sintetiza en una toma de conciencia de las realidades que hicieron que el Partido Conservador y la Falange Conservadora se transformaran en dos colectividades distintas. Esta situación conflictiva llegó a su punto cúlmine cuando la juventud del partido decidió apoyar en los comicios presidenciales de 1938 a Pedro Aguirre Cerda, candidato del Frente Popular que representaba a los estratos medios y bajos. El quiebre derivó en la formación de un nuevo referente político: la Falange Nacional, donde confluía un selecto grupo de profesionales formado en las enseñanzas sociales de la Iglesia y de diputados conservadores afines a la tendencia social cristiana. En cuanto a su planteamiento doctrinario, desde su formación como partido (1938) hasta los primeros años de la década del ´40, se destaca una tendencia autoritaria con una sociedad fundamentada en un Estado nacionalista. La elección presidencial de 1938, llevó a la Falange a optar por una nueva definición entre la derecha y la izquierda representada en el Frente Popular. Los falangistas, se habían colocado en contra de la candidatura de Ross, ya que para ellos él compendiaba la inestabilidad de la derecha 5 chilena para con la cuestión social. La elección de Ross como candidato de la derecha llevó las cosas a su punto crítico. El país se había dividido en dos bandos. Las fuerzas sociales se habían polarizado. A un lado con Ross, al otro la izquierda con Aguirre Cerda. Frente a esta circunstancia, los jóvenes falangistas optaron por abstenerse de todo compromiso con uno y otro bando (Cash Molina, 1987:253). En esta situación el grupo falangista criticó sin descanso por igual a la derecha y a la izquierda, tanto al gobierno del Frente Popular como a la oposición liberal-conservadora. También criticó al movimiento sindical que agitaba la lucha de clases y al capitalismo que la generaba, y enfatizó de manera especial su repudio al comunismo. Frente a esta situación, la Falange proclamó que Chile necesitaba una revolución nacional y al servicio de ella estaba la Falange: “Esta revolución debe darle al país su unidad moral y a las masas la justicia social” (Cash Molina, 1987:253). Así se planteaba una tarea de unidad nacional de la que sólo quedaban excluidos la ultra-reacción y el comunismo. La postura de la Falange como movimiento “por encima de las Derechas y de las Izquierdas”, se reflejó en su actitud hacia el Frente Popular (Grayson, 1968:173). El Triunfo del Frente Popular provocó una fuerte polarización social.6 A raíz de esto, la derecha comenzó a preguntarse si la victoria de la izquierda causaría una Revolución a la española en Chile, esto es, persecución hacia la Iglesia y el clero (Frei, 1989:155).7 En este sentido, Frei y otros falangistas –y también la derecha conservadora- consideraban que, durante el gobierno de Aguirre Cerda, los únicos que se beneficiaban eran los comunistas, ya que en ese tiempo su partido experimentaba un gran crecimiento en términos de estructura partidaria: “Los que han hecho el negocio son los comunistas. Han crecido rápidamente disponen de medios económicos y recursos incontables. Es el gran peligro y sin embargo, la masonería radical con una ceguera incompresible los ampara y cree utilizarlos cuando la verdad es que ellos son los instrumentos.” (Frei 1989:106). Lo que aquí se evidencia es el fuerte temor al crecimiento del PC, y su influencia en los sectores populares. Cuando se realiza un examen documental de la Falange Nacional, nos encontramos que a lo largo de su trayectoria política el problema del comunismo es una preocupación constante. Ahora bien, esta preocupación es compartida por el resto de los partidos políticos chilenos. Por supuesto que la posición de la Falange Nacional era fuertemente anticomunista, al igual que lo fue la de su 6 Después del triunfo de Pedro Aguirre Cerda fueron indultados todos los nazistas implicados en el intento de golpe de estado que derivó en la Masacre del Segundo Obrero el 5 de septiembre de 1938, incluyendo a su jefe González Von Marées. El Movimiento Nacional Socialista pasó a llamarse Vanguardia Popular Socialista, y comenzó a participar de las reglas del juego democrático. Véase: Carta de Correspondencia de Frei a Gabriela Mistral, 21 de octubre de 1942 (Frei, 1989:113) 7 Según Frei, una situación análoga se planteó veintiséis años después, cuando el marxista Salvador Allende luchaba con Eduardo Frei por la presidencia de Chile. En 1964, la derecha, petrificada por el gobierno de Castro en Cuba, insistía que votar por Allende significaba un voto para el eje La Habana-Santiago. 6 antecesora, Falange Conservadora.8 Los falangistas, al igual que el Partido Conservador, sostenían que era necesario erradicar al comunismo ya que atentaba contra la familia, los valores cristianos, la propiedad privada, etc. “(…) el comunismo es un pensamiento, es una filosofía de vida… es necesario combatirlo en todos sus aspectos: intelectual, moral, social, económico, y político”9. Asimismo, los falangistas percibían en el comunismo una doctrina en plena vigencia y expansión, que amenazaba a su modo de concebir el mundo, una suerte de lucha entre el espíritu y la materia. En cambio, el liberalismo era visto como una doctrina acabada que había perdido toda vigencia. Las principales de la Falange hacia el comunismo eran, por un lado, que era una doctrina que negaba los valores espirituales y descansaba en el ateismo y el materialismo. Por el otro lado, conducía al colectivismo estatal, al negar la existencia de la propiedad privada y las libertades individuales, subsumiendo al individuo a los intereses del Estado (Cordero Alvarado, 1987:93-95) “De la desesperación y el desamparo nació un fantasma que, como dice el poeta Alberti, recorre el mundo. El rojo fantasma comunista que hizo estallar hace 20 años las sementeras en Rusia para que dieran llamas en vez de trigo; que tiñó de rojo, la rojez de los incendios, la noche de cien ciudades; que impuso un yugo implacable a 200 millones de hombres (…) Un fantasma que grita: “Yo no quiero Dios; yo no quiero tener alma; yo no quiero sino la materia, el odio y la revancha. Yo quiero asesinar mi alma. Y quiero la sangre del burgués aunque no me quite el hambre ni me dé la libertad.”10 Y si bien el comunismo no logró constituir una fuerza política que justificara una amenaza al sistema político, la noción de la “amenaza comunista” formaba parte del discurso de las derechas en el mundo. Una prueba de ello, es el resultado electoral en la elección legislativa de 1941: la Falange Nacional obtuvo 15.553 votos, mientras que el Partido Conservador 77.243, el Partido Liberal 63.118, Radical 92.296 y el Partido Comunista 53.144 votos (Grayson, 1968:188; Cash Molina, 1987:267). Estas cifras dan cuenta que el PC no constituía una amenaza para los partidos dominantes. A pesar de esto, la Falange Nacional insistía en que la única forma de frenar el avance comunista era canalizar las demandas de los sectores más desfavorecidos mediante la implementación de la doctrina social cristiana en el ámbito social y político. En este sentido, la Falange rechaza cualquier forma que implique el uso de la violencia o la proscripción del PC. Eran 8 Desde un principio, el nuevo partido estuvo integrado por católicos, universitarios y profesionales de clase media, que con el tiempo se fueron sumando campesinos, obreros, estudiantes, mujeres, discípulos de las doctrinas sociales, con una concepción del hombre que emanaba del humanismo cristiano. Asimismo, se vieron influenciados por el filósofo francés, Jacques Maritain. Estos jóvenes poseían una fuerte cohesión ideológica; rechazando el confesionalismo y los totalitarismos. 9 Lircay, N° 49, 9 de enero de 1937, Pág. 4 en: Cordero Álvarez (1987). 10 Falange Nacional (1941: 24-25). 7 partidarios del respeto hacia la democracia y consideraban que era necesario integrar al PC al juego político, ya que de lo contrario la represión favorecía a su fortalecimiento. Falange Nacional y el Comunismo (1945- 1957) El orden de los acontecimientos internacionales tras la Segunda Guerra mundial, la influencia del humanismo cristiano encabezado por Jacques Maritain, la desilusión causada por la realidad del franquismo, la emergencia en distintos países del concepto de una democracia pluralista abierta a todos los sectores, alteró los planteamientos políticos de la Falange a favor de una política “popular” (Cash Molina, 1986:254-255). Como bien es sabido, la guerra había unido en un solo frente contra el fascismo a Rusia y a las democracias occidentales. Una vez terminado el conflicto, se vislumbraron las incompatibilidades entre las Unión Soviética y los países occidentales, de modo que la URSS se fue transformando en el enemigo de unas democracias occidentales que tenían su fundamento en la libertad. De este modo, el comunismo aparecía como una seria amenaza para la democracia y el pensamiento cristiano (Castillo Infante, 1997:91). Prontamente, la Guerra Fría llega al interior de los países, de manera que se internacionalizan los problemas nacionales. Este sistema bipolar determinaba la suerte de los países latinoamericanos como Chile, por lo que las categorías con las que los sujetos entendían y analizaban el mundo provenían de la clásica dicotomía: socialismo-capitalismo. Además, los problemas de cada nación y no pocas veces las decisiones de los gobernantes eran inspiradas fuertemente por el marco externo. Respecto de los factores internos que contribuyeron al giro ideológico de estos católicos, podemos citar el desfavorable resultado de las elecciones parlamentarias de 1945 en que obtuvieron solamente el 2,57% de los votos o sea casi un 1% menos que en 1941.11 Este hecho fue decisivo para el cambio de orientación en el partido, ya que motivó a los dirigentes falangistas a acercarse al movimiento sindical y a aumentar sus esfuerzos para atraer a jóvenes a las filas del partido. La nueva orientación denominada “popular” no se dio de forma pacífica, sino que a partir de los resultados electorales de 1945, surgieron dos posturas políticas al interior de la Falange: la línea “popular” propuesta por Bernardo Leighton, y la línea “independiente” de Radomiro Tomic. La propuesta de Leighton ponía énfasis en abocarse a la cuestión social y hacerse eco de las demandas de los sectores populares, por tanto contemplaba la posibilidad de entablar contactos, e incluso 11 En la elección legislativa de 1941, la Falange Nacional obtuvo 15.553 votos, mientras que el Partido Conservador obtuvo 77.243 y el Liberal 63.118 de los 450.248 votos. Estas cifras muestran el fracaso electoral de la Falange, por tanto es un primer indicio de la estrategia política que van a tomar los falangistas a partir de 1945. Véase: Grayson (1968:188). Respecto de la evolución del voto de la Falange Nacional por agrupación departamental en las elecciones a diputados vemos que en 1941 los falangistas obtuvieron 15.483, mientras que en 1945 en número de votos fue de 11.549. Véase: anexo en Díaz Nievas (2001). 8 pactos, con los partidos centristas e izquierdistas (radicales, comunistas y socialistas) pero sin perder de vista su identidad partidaria (Grayson, 1968:200-227). En oposición a esto, la propuesta de Tomic insistía en que la Falange debía continuar un camino independiente, libre de todo contacto con la derecha y con la izquierda.12 Finalmente el conflicto se resolvió cuando en la clausura del Cuarto Congreso Nacional, Tomic anunció que apoyaría al congreso de los trabajadores promovido por Leighton y reafirmó su interés por el campo laboral. Asimismo, pidió a la Falange su apoyo al movimiento sindical, urgió la formación de sindicatos campesinos y manifestó su apoyo a las huelgas legales. De todos modos se mostró reticente respecto de los “contactos frecuentes y constantes” con el Partido Comunista (Grayson, 1968:230). Por otro lado, entre 1945 y 1947 empieza a formarse en la Falange un numeroso grupo de dirigentes juveniles, en su mayoría estudiantes universitarios que terminan por integrar una nueva generación: el grupo llamado “marineros”, que se constituyen en una fuerza de renovación para el partido. Por tanto, lo que caracterizaría a este período es la llegada de una segunda generación al partido, que viene a sumarse a la de los “fundadores”. Lo novedoso de este grupo es que a pesar de su diferencia de edades con la generación fundadora, comparte los mismos valores: “La importancia intelectual de esta generación de “marineros” quedó ratificada con el ingreso de Chonchol, Silva y yo al consejo editorial de “Política y Espíritu”, ya que se había consolidado como órgano serio de difusión del ideario falangista” (Grayson, 1968:246). Los primeros éxitos de esta generación se dan en el campo universitario donde la Falange llegó a ejercer un dominio sin contrapesos. Por ejemplo, cuando el partido tenía una votación a nivel nacional que no sobrepasaba el 3%, las votaciones de Falange universitaria variaban entre 30 y 50%. Este grupo llevó a cabo una importante iniciativa en cuanto a la creación de un organismo que unió a todos los estudiantes universitarios del país: la Confederación Nacional de Estudiantes Universitarios (CNEU). Los llamados “marineros”, han logrado generar importantes cuadros políticos que acompañaron la última etapa de la Falange y luego serían el grupo que más apoyo prestaría a la Democracia Cristiana. En las luchas electorales de la Falange, a esta generación le correspondió jugar un papel importante en las campañas electorales de Eduardo Cruz Cook a la presidencia (1946), y de Eduardo Frei para el Senado (1957) y la presidencia (1958).13 Otro hito que impulsó un cambio radical en la Falange, fue el triunfo de Ibáñez en 1952 y el fracaso de la Falange de las elecciones parlamentarias de marzo de 1953 (2,8% de la votación 12 Una posible propuesta para futuras investigaciones sería analizar la resistencia de los propios falangistas a optar por una orientación “popular” y la supervivencia de postulados “conservadores” en el mismo partido, producto de su historia compartida con el Partido Conservador. 13 Esta nueva generación fue la que se volcó a la vida interna de la Falange, se abocó a las organizaciones unitarias de los estudiantes que agrupaban a gente de todas las universidades y del país, su trabajo más intenso tuvo fue con las comunas, en las juntas provinciales, lo cual facilito la cooptación de dirigentes juveniles que pronto asumieron tarea de dirección en la base (Grayson, 1968: 244-247). 9 nacional).14 El hecho obligó a los dirigentes del partido a un cambio en la orientación y dirección del movimiento. A partir de este episodio, es cuando mejor se evidencia un giro hacia la tendencia de centro izquierda. En definitiva, podríamos considerar que este hecho determina el fin de la historia de la Falange Nacional y el inicio de un nuevo período cuya versión final es la formación del Partido Demócrata Cristiano.15 Producto de la coyuntura internacional anticomunista antes mencionada se inscribe la decisión del presidente González Videla de colocar al Partido Comunista fuera de la ley, arrebatándole sus derechos civiles y políticos (1948-1958). La Falange fue uno de los pocos partidos que se opuso a la implementación de la ley maldita o Ley de Defensa para la Democracia. Para defender su posición, los falangistas apelaban, por un lado, a la larga tradición democrática chilena a la que esta ley vendría a romper, y por el otro lado, al hecho de que la ley favorecería la expansión del comunismo. Según un discurso pronunciado por Radomiro Tomic en la cámara de Diputados el 11 de mayo de 1948, para enfrentar la amenaza comunista en el seno de la democracia había dos caminos posibles: “El primero, el que ha escogido ahora el Gobierno de Chile: excluir al Partido Comunista de la vida legal y perseguirlo policialmente. El segundo, mantener al Partido Comunista dentro de la vida legal, castigar sus actos o hechos antidemocráticos y antinacionales y vaciarlo de contenido en la cuestión social” (Cash Molina, 1987:190) Ahora bien, ningún partido estaba más preocupado que la Falange Nacional por erradicar al comunismo de la política chilena, pero no desde la proscripción del partido. Cuando los falangistas hablaban de vaciarlo de contenido proponían realizar una reforma agraria, legalizar la CTC, hacer efectiva la participación de los asalariados en los beneficios de las empresas, etc. Es decir, según los falangistas, debían adoptarse una serie de reformas sociales que impidieran el crecimiento del PC, de manera que pierda la base social que lo sustentaba: el proletariado. “Los que creemos en el socialcristianismo, creemos en la posibilidad de hallar una síntesis entre las profundas modificaciones de estructura que necesita la economía para ponerse al servicio del trabajo, en vez de seguir al servicio del capital y la plena salvaguardia de los valores espirituales, como la libertad y los demás derechos naturales, propios de la persona humana(…)”16 “(…) La Falange Nacional, (…) es contraria al comunismo (…) La Falange Nacional rechaza enfáticamente la proposición de la dictadura del proletariado y sostiene la eficacia de la 14 En estas elecciones la Falange obtuvo tres diputados: Juan de Dios Carmona, Ignacio Palma y Pedro Videla, mientras que el Partido Conservador Social Cristiano eligió dos diputados y ningún senador. Esta situación precipitaba la formación de la llamada Federación Social Cristiana. Véase: Cash Molina (1986:214). 15 El Partido Demócrata Cristiano se funda oficialmente el 28 de julio de 1957, producto de la fusión de la Falange Nacional, Partido Conservador Social-cristiano, junto a pequeñas agrupaciones independientes: Partido Nacional Cristiano y los denominados agrarios laboristas. 16 Discurso de Radomiro Tomic pronunciado en la Cámara de Diputados, el 11 de mayo de 1948, en: Cash Molina, 1986: 193). 10 libertad como instrumento para la liberación humana. Frente al principio del partido único, nosotros sostenemos la necesidad de la libre agrupación política (…) Frente al postulado del hombre siervo del Estado, nosotros sostenemos, por el contrario, el principio de que el Estado sólo se justifica como servidor de los fines espirituales supremos propios de la persona humana.” (Cash Molina, 1986:187-188) Una vez promulgada la ley de Defensa de la Democracia, la Falange pasa a formar parte del FRAS, una combinación política que ejerce una oposición vigorosa al gobierno de González Videla. El FRAS agrupa a la Falange, radicales demócratas, agrarios-laboristas y socialistas. De hecho esta es la única fuerza que asume la defensa de los trabajadores y la lucha contra la denominada “ley maldita” (Cash Molina, 1986:195). Tendiendo en cuenta que en los años 1944 y 1945 emergió el tema no sólo en Chile, sino también en todo el mundo acerca de la posición que debían asumir los católicos frente al comunismo, no es de extrañar las duras críticas emitidas por el conservadurismo católico y la Iglesia. En diversas oportunidades, la Falange ha prestado al comunismo ayuda directa o indirecta, adoptando una posición contraria al resto de los católicos, que en el período en cuestión, era decididamente anticomunista. Esta postura, puso a los falangistas en oposición a casi todas las demás fuerzas políticas que apoyaban la proscripción legal del PC, de modo que con esta actitud los falangistas se alejaron definitivamente de la derecha, al igual que su apoyo al establecimiento de relaciones diplomáticas con Rusia. Sin embargo, eso fue lo que le permitió allegar el respeto y consideración de la clase media y el mundo popular. Hay que mencionar los sucesivos pactos políticos y electorales con el PC y el desenlace de la huelga revolucionaria del carbón en octubre de 1947. Esta situación llevó a los falangistas a denunciar públicamente al presidente González Videla por las persecuciones y atropellos a los derechos humanos durante su gobierno y por las fuertes medidas represivas que se llevaron a cabo hacia los obreros y hacia los comunistas para dar fin a huelga.17 El giro ideológico en el pensamiento falangista esta dado principalmente por la aparición de un nuevo concepto: “democracia proletaria” que fue propuesto por Bernardo Leighton, pero que posteriormente va a ser sustituido por el concepto de “comunitarismo”, el cual viene a reemplazar la antigua tesis corporativista.18 A partir de entonces, se rechaza el corporativismo estatal y se lo 17 Para el gobierno de González Videla la región en que se había desencadenado la huelga estaba controlada absolutamente por los comunistas esa fue la razón principal por la que ordenó reprimir a los manifestantes. Por mandato del Presidente Aguirre Cerda, el general don Jorge Berguño Meneses realizó un informe en julio de 1941 en el que dejaba constancia junto a una copiosa documentación que el Partido Comunista ejercía control absoluto. Esta situación se fue agravando desde 1941 hasta desembocar en la huelga revolucionaria de 1947. Fernández Larraín (1958: 24-25). 18 En el desarrollo ideológico de la Falange es posible dividirlo en dos dimensiones. La primera esta centrada en el Humanismo Cristiano, que tiene su principal intérprete en Jacques Maritain, y en Chile, a Jaime Castillo Velasco. La 11 remplaza por el corporativismo social, que organizaría la sociedad de abajo hacia arriba. Este postulado es el que posteriormente hereda el Partido Demócrata Cristiano; de hecho, a partir de 1945 es cuando aparece su verdadero contenido doctrinal (Díaz Nievas, 2001:214-218). Para Eduardo Frei: “la incorporación creciente de los trabajadores en beneficio de la economía, de la técnica, de la cultura y de la vida democrática en general, es la orientación permanente del comunitarismo”.19 Para Jaime Castillo Velasco, el término “comunitarismo” es lo que mejor reflejaba a la posición socialcristiana: “La desestatización, la confianza en la organización de base y la comunidad de los trabajadores como elemento esencial de la economía implican la cancelación del Estado burocrático, centralizado, reflexionando en un sentido socialista. La descentralización económica y la reforma de la propiedad social, la propiedad comunitaria y la completa restitución del concepto cristiano de propiedad privada, forman parte de la construcción de una sociedad nueva” (Cash Molina, 1986:237) Volviendo a la cuestión del comunismo, aunque a partir de 1945 los discursos falangistas siguen utilizando el término “anticomunista”, en este período adquiere una connotación diferente respecto de la etapa anterior. De este modo, en distintos discursos de Eduardo Frei se evidencia la presencia de un nuevo enemigo: “Rechazamos la doctrina y la táctica comunista. Pero ante el comunismo vemos que hay algo peor: el “anticomunismo” (…) Hay quienes son anticomunistas, porque están por la defensa del orden establecido, es decir del sistema capitalista y del imperialismo. Otros son anticomunistas por miedo, para defender sus intereses; también estamos contra ellos. Finalmente hay otros que maquiavélicamente manifiestan que el fin justifica los medios y por lo tanto debe acudirse a todas las tácticas para perseguir a los comunistas; a ellos los repudiamos. (…) El anticomunismo es mas grave que el comunismo mismo (…)”20. Por tanto, si en la década de 1930 el principal rival de la Falange eran los comunistas, a partir de 1945 el nuevo enemigo son los anticomunistas: aquellos defensores del conservadurismo católico, partidarios del liberalismo económico. “Este anticomunismo que puede desembocar en represión policial y lucha violenta, a nuestro juicio conduce precisamente a robustecer el comunismo (…)”21. segunda es el comunitarismo que tuvo en los años cincuenta un gran desarrollo teórico, a cargo del mismo Castillo, Julio Silva Solar y Jacques Chonchol, entre otros. Véase: Cash Molina (1986: 229). 19 Eduardo Frei, “Principios de Orden Político. Doctrina Demócrata Cristiana”, en: Guilisasti Tagle (1959:108). 20 Discurso pronunciado por Eduardo Frei sobre “comunismo y anticomunismo” el 27 de junio de 1947, en: Fernández Larraín (1958:9). 21 Eduardo Frei en “Política y Espíritu”N ° 21, abril de 1947, Pág. 109, en: Fernández Larraín (1958:10). 12 A partir de 1945, la preocupación por la cuestión social ya no podía seguir siendo eludida, por tanto, la Falange planteaba que ante el temor al advenimiento del comunismo era necesario responder de forma urgente a las demandas del sector popular: “No se dan cuenta de que en el mundo hay un problema planteado_ un problema de orden económico, social y espiritual que debe ser resuelto_ y que no se puede resolver eludiéndolo. No se dan cuenta de que el prestigio del comunismo resulta de que él no ha de vacilar en plantear ese problema y traer solución (…) “Si es cierto que el comunismo es un peligro, el conservadurismo inerte no deja de ser otro, y lejos de ser eficaz contra el comunismo no hace sino presentarle fuerza. Si es cierto que el comunismo es falso, no se podrá triunfar sobre él sino por medio de la verdad, es decir, planteando mejor que él y resolviendo mejor que él el problema del mundo actual.”22 En cuanto al plano de las relaciones internacionales, la Falange Nacional sostenía que era necesario prestar su apoyo al establecimiento de las relaciones diplomáticas con Rusia. Al respecto Radomiro Tomic sostenía: “No debe confundirse una ideología con un país;(…) El comunismo es una doctrina. Rusia es un país. No puede aceptarse que tener relaciones con Rusia equivalga a aceptar la concepción materialista de la vida” “(…) Chile pudo tener relaciones con Alemania sin convertirse en un Estado nazi. Chile puede tener relaciones con la Unión Soviética sin convertirse en un Estado comunista (…)”23 En este sentido, los falangistas se planteaban las posibles desventajas que podría ocasionarle no entablar relaciones diplomáticas con Unión Soviética. Al respecto, Tomic se preguntaba: “¿Qué situación de hecho, de ventajas y desventajas pueden producirse para Chile de sus relaciones con la Unión Soviética?” (…) ¿Era posible razonablemente para Chile dejar de reconocer a la Unión Soviética; no tener relaciones diplomáticas ni comerciales con ella; ignorar jurídicamente su existencia en la comunidad internacional de naciones?(Garretón, Tomic, Frei Montalva; 1945: 41-42) Radomiro Tomic defiende la postura del Gobierno respecto del mantenimiento de las relaciones diplomáticas con Rusia, sostiene: “no era posible razonablemente para Chile negarse a reconocer a la Unión Soviética en el terreno internacional; ignorarla en el campo de la economía mundial; olvidarla en el juego de la política latinoamericana; o transformar la cuestión de reconocimiento en el eje candente de la política interna del país” (Garretón, Tomic, Frei Montalva; 1945: 49) 22 Definición de una actitud: tres discursos… (Garretón, Tomic, Frei Montalva; 1945: 23). Radomiro Tomic: Relaciones con Rusia. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados el 19 de diciembre de 1944, en: (Garretón, Tomic, Frei Montalva; 1945: 37-38). 23 13 Democracia Cristiana y Comunismo (1957- 1964) Los principios de la Democracia Cristiana como pensamiento y como método de acción política, social y económica desempeñaron un papel muy importante después de la Segunda Guerra Mundial al convertirse en un partido político mayoritario en Alemania e Italia, alternativo al comunismo. Fueron esos partidos los que encabezaron el enorme trabajo de reconstrucción de las economías de esas naciones. En el contexto de la Guerra Fría, la situación se complica con la revolución cubana (1959). A partir de entonces se radicaliza la Guerra Fría, en este contexto Chile se alinea con la posición de Estados Unidos. La embajada de Estados Unidos en Santiago revelaba su preocupación ante la posibilidad de que Salvador Allende (candidato de la alianza de izquierda formada por socialistas y comunistas en 1964 y 1970) ganara las elecciones y se convirtiera en "una seria amenaza para sus intereses nacionales". De ahí que en ambas elecciones, 1964 y 1970, lo que estaba en juego, más allá del programa de los candidatos, era si Chile continuaba siendo un país capitalista o bien adoptaba el socialismo, lo cual explica el interés con que los gobiernos de Estados Unidos, la Unión Soviética y Cuba vieron el resultado de esas elecciones. En el plano interno, desde la década de 1950 se venían produciendo reformas que contribuyeron a la democratización de la política, al menos desde un punto de vista formal. En 1958 se derogó la ley de defensa de la democracia que ilegalizaba al Partido Comunista. Ese mismo año se estableció la cédula única, poniendo fin al cohecho que distorsionaba los resultados electorales. También aumenta notablemente el número de votantes, gracias a que a partir de 1949 las mujeres son autorizadas a votar en las elecciones parlamentarias y presidenciales, a que en 1962 se hace obligatoria la inscripción en los registros electorales y a que desde 1970 pudieron votar los analfabetos y se bajó de 21 a 18 años la edad para participar en las elecciones. Gracias a esas reformas, el electorado aumentó de forma notoria, con lo cual las elecciones fueron mucho más representativas de la voluntad nacional. Las disputas entre los partidos por captar estos nuevos electores fueron sin cuartel, y como a partir de 1958 se prohibieron los pactos electorales a nivel provincial y se dificultaron los pactos nacionales, la polarización política producto de la Guerra Fría, se veía en incremento. En este sentido desde comienzos de la década de 1960, el país estaba en una fase progresiva de radicalización de las opciones políticas. Tanto la democracia cristiana como la alianza de la izquierda, postulaban (en distinto grado) cambiar la sociedad. En este contexto se inscribe la formación y el posterior crecimiento de la Democracia Cristiana. Entre 1958 y 1963 el PDC experimenta su crecimiento más importante, para lo cual tuvo vital importancia el apoyo de católicos independientes y especialmente el de los estudiantes universitarios y las mujeres que encontraban los fundamentos religiosos del PDC muy atractivos. La 14 contienda electoral de 1958 arroja el siguiente resultado: Jorge Alessandri con el apoyo de conservadores y liberales, obtuvo 31.6%; Salvador Allende en la alianza de socialistas-comunistas 28.9% y Eduardo Frei con el apoyo de los Agrarios Laboristas obtuvo 20.7% (Grayson, 1968:321). Para estas elecciones, ante la imposibilidad de concretar una alianza con el Partido Radical y con las fuerzas de izquierda (FRAS), Frei se había decidido por conseguir el apoyo de la derecha. Primero intentó una alianza con los liberales y luego con los conservadores pero por distintas cuestiones que no detallaremos en este trabajo, la derecha terminó apoyando la candidatura de Alessandri. Al respecto un escritor de tendencia trotskista refiriéndose a la relación de Frei con la derecha dice: “¿Puede un partido ser anticapitalista y “comunitario” y solicitar apoyo de los partidos Conservador y Liberal, que defienden la propiedad privada capitalista? ¿Podría un partido que habla de “coincidencia” con el Partido Liberal hablar sinceramente de “Revolución”? ¿Podría uno creer en la Reforma Agraria prometida por un partido que dice que comparte “ideas comunes básicas” con los partidos de los latifundistas criollos? ¡Podrían creer los trabajadores en el candidato de un partido que aspira a ser presidente de una alianza con los conservadores y liberales?”24 El crecimiento de la DC se explica en parte por la declinación de la derecha y del Partido Radical, así como por el aumento de un electorado de sectores medios y bajos que se sintió atraído por el discurso reformista del nuevo partido. También contribuyó a ese crecimiento, el respaldo oficioso que recibió de la jerarquía eclesiástica, que hasta la década de 1950 se había identificado con el partido conservador. Siguiendo a Sofia Correa (1989), la destrucción de la derecha política se fue produciendo durante el gobierno de Alessandri (1958-1964), a partir de la paulatina pérdida de confianza en sí mismos de los partidos Conservador y Liberal, producto de tres procesos independientes. En primer lugar, la década de 1960 no favoreció a los partidos de derecha debido al contexto de la radicalización política, como el que vivió el Partido Socialista.25 La revolución cubana tuvo una enorme repercusión en América Latina. Ante el temor del advenimiento del comunismo, se creó una suerte de alianza “defensiva” entre el Partido Demócrata cristiano, la Iglesia chilena y el Departamento de Estado con su política de “Alianza para el Progreso”. De esta manera, los aliados más significativos de la derecha chilena (Iglesia Católica y gobierno norteamericano) se alejaban de ella de manera evidente. En segundo lugar, los cambios producidos en la Iglesia Católica a través del Concilio Vaticano II (1962-1965), que la llevaron a defender a 24 Luis Vitale, Esencia y apariencia de la Democracia Cristiana, Santiago, Arancibia Hnos, 1964, p. 148, en: Grayson (1968:323). 25 El período de mayor radicalización política y católica en Chile fue a partir de 1965 cuando comenzaron a formarse una serie de partidos y movimientos que fueron expresión del "guevarismo" en sus diferentes opciones. De este modo se formó el Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR 1965), el movimiento de "Cristianos por el socialismo", el Movimiento de Acción Popular Unitaria" (MAPU, 1969), desgajado de la Democracia Cristiana y, más tarde, la Izquierda Cristiana (1971) de la misma procedencia, en tanto que el Partido Socialista, desde 1967 en adelante, radicalizó su posición revolucionaria, asumiendo la vía armada como estrategia. 15 posiciones políticas más reformistas y populares identificadas con el Partido Demócrata Cristiano, constituyeron un golpe de muerte para el Partido Conservador. En tercer y último lugar, la destrucción de la derecha política se debe a un acto “suicida”, ya que en 1964 optó por dar su apoyo a la candidatura de Frei, atemorizada frente al avance de la izquierda marxista. Aunque el programa del candidato demócrata cristiano le era muy adverso, prefería su victoria como mal menor.26 Respecto de la posición de los demócratas cristianos frente al comunismo, según Frei combatir al comunismo no era una solución viable, dado que ambos partidos compartían preocupaciones por los sectores menos favorecidos. Reconocía que la única solución para apaciguar los males de la sociedad chilena era la connivencia o coexistencia pacífica entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista: ambos partidos debían llegar a un acuerdo, pues de otra manera la convivencia social se transformaría en una guerra civil permanente. “Nosotros reconocemos y afirmamos la necesidad de la convivencia en la Democracia. Por ello fuimos opuestos a la Ley de Defensa Permanente de la Democracia y apoyamos, sin ninguna consideración de convivencia políticas su derogación”27. Eduardo Frei consideraba que era preciso encabezar una acción común, un trabajo conjunto de cooperación entre el PDC y el Partido Comunista en pos de lograr avances positivos a favor del pueblo. En esta etapa los demócratas cristianos continuaban más preocupados por el anticomunismo que por el comunismo mismo. Los demócratas cristianos consideran a la Revolución Cubana como “legitima”. La posición del Partido Demócrata Cristiano se podría sintetizar en la siguiente afirmación: “reconocemos la legitimidad de la Revolución; su carácter representativo de los anhelos de cambio de los pueblos del Continente y el impulso que ha dado a este movimiento de la justicia. Reafirmamos nuestra voluntad de defender la libre determinación de los pueblos y condenaremos toda invasión extranjera que atente contra ella. Condenamos con igual claridad todo atropello a los derechos humanos, todo abuso de poder y perpetuar gobiernos que no emanen del sufragio libre y secreto del pueblo” (Frei, Tomic, Castillo, Arraigada; 1986: 164). Para entender esta actitud es necesario destacar dos cuestiones. Primero, la importante participación cristiana en la revolución. Segundo, hay que remitirse al proceso de radicalización católica de mitad de los años sesenta, impulsado por el Concilio Vaticano II, que significó un cambio fundamental respecto a formalidades y posiciones tradicionales de la institución, por lo que repercutió en la mayoría de los católicos del mundo, dando lugar al surgimiento de un nuevo vinculo entre los católicos y la política. 26 Al hablar de acto “suicida”, Correa se refiere a la muerte política de los partidos Liberal y Conservador, como quedó demostrado en las elecciones parlamentarias de 1965 y sobre todo en la formación del Partido Nacional, el cual fue conducido por los sectores nacionalistas hasta entonces marginados de la derecha tradicional. (Correa, 1989) 27 Carta de Eduardo Frei, presidente del Partido Demócrata Cristiano a Luis Corvalan Lepe, secretario del Partido Comunista de Chile, en: (Frei, Tomic, Castillo, Arraigada; 1986: 162). 16 El contexto bipolar creado por la Guerra Fría, hizo que el PDC fortaleció el argumento de la política de cooperación entre el PDC y el PC. Según Frei la democracia cristiana era la única fuerza política que estaba en mejores condiciones para organizar las formas concretas que ha de asumir la política de cooperación: “la comparación no excluye la oposición de intereses, la fricción, la tensión. No niega ni las contradicciones sociales ni las internacionales (…) Al contrario, no solo las reconoce sino que trabaja para superarlas. (…) Se trata de reconocer que la cooperación de las fuerzas sociales, (…) puede lograr un rendimiento en materia de progreso en común mucho mayor y a mucho menos costo - en vidas, en libertad, en tiempo, en buena convivencia-, que el camino de la lucha, de la revolución, de la dictadura”28. En el programa electoral de los demócratas cristianos de 1964, una tesis importante es que la mayoría de chilenos vivían más allá de las vallas sociales, políticas y económicas de la sociedad debido a la pobreza, analfabetismo y mala salud. Por tanto, era necesario implementar políticas que tengan por objetivo integrar a los sectores sociales más desfavorecidos a la política. En base a esto, Frei escribió: “Construiremos una estructura social que permita la activa incorporación de los trabajadores, los profesionales, los hombres de negocios, y todos los chilenos (…) a la acción que estimule al gobierno. Solamente por estos medios podremos erradicar la miseria, la falta de cultura, y el desempleo, para transformar a Chile en una comunidad socialmente justa y económicamente fuerte”29 De este modo, parafraseando a Grayson (1968:351), lo que se proponía era un sistema comunitarista como medio de integrar a un gran número de población en la estructura del país, para no caer en los extremos del capitalismo y del comunismo. “La democracia cristiana quiere instaurar una verdadera justicia social basada en beneficios reales para el trabajador. Por eso, la dictación de nuevas leyes sociales le interesa en la medida que signifiquen, no “beneficios en papel”, sin mejoramientos concretos en el nivel de vida del pueblo (…) el trabajador debe participar e integrarse en los planes de desarrollo, cosa que el progreso económico de la nación signifique un mejoramiento efectivo de su nivel de vida y de su poder de compra” (Grayson, 1968:136). Para explicar el éxito electoral de la DC inevitablemente se hace necesario remitirse a la alianza entre Frei y John F. Kennedy en el marco de la “Alianza para el Progreso”. Teniendo en cuenta que en esa época la sociedad chilena mostraba los primeros síntomas de una polarización irreversible, siendo que el candidato socialista Salvador Allende era la principal fuerza opositora a 28 29 Guilisasti Tagle (1959:123). Frei, “Mi programa de Gobierno,” Política y Espíritu, junio-agosto de 1964, Pág. 16, en: Grayson (1968:350-351). 17 Frei, resultó fundamental la ayuda política y financiera que llegó desde Washington para la campaña presidencial de Frei en 1964. Grayson señala cuatro factores que explicar el triunfo de Frei en 1964: la campaña anticomunista dirigida contra el FRAP y su candidato Allende, el gran apoyo electoral femenino, la perfección de organización de las secretarias de Frei y su programa de gobierno. Nos detendremos en el primer factor ya que es el que nos permite analizar la postura de la DC frente al comunismo. Después de las elecciones de 1964 en Curicó30, los demócratas cristianos agregaron el anticomunismo a su propaganda política, lo que hasta entonces solo había sido realizado únicamente por la derecha: “Rechazamos tales tácticas (represivas). Y ante ellas deseamos decir la verdad claramente al pueblo chileno. La victoria del FRAP significaría el dominio de dos partidos (socialista y comunista) sobre los otros grupos en la coalición. Esto no es una mentira. Es imposible separar a la coalición social-comunista de las grandes experiencias mundiales a las que admiran. Sentimos que tales experiencias, realizadas en nombre del marxismo, han producido sistema políticos dictatoriales, la colectivización, la regimentación intelectual…”31 Conclusión Considerando la historia política chilena, en contraste con el resto de América Latina, presenta un conjunto de instituciones y de partidos que si lo comparamos con otros países de Latinoamérica, como por ejemplo con el caso argentino, podemos decir que fueron estables y maduros a lo largo del tiempo, de ahí la tradición de “estabilidad” en el sistema político del país. El estudio de las percepciones de distintas manifestaciones partidarias social-católicas frente al comunismo nos permitió mostrar las oscilaciones entre una posición de centro-derecha y una de centro-izquierda, de acuerdo a la coyuntura política. Como hemos visto anteriormente, la forma en que estos católicos percibían al comunismo no fue lineal sino que su discurso fue mutando en función de las coyunturas políticas externas e internas. Por supuesto que la manera de pronunciarse a favor o en contra del Partido Comunista estuvo fuertemente asociada al contexto internacional, principalmente con los acontecimientos que tuvieron lugar con el fin la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría: principalmente el acontecimiento de la Revolución cubana y sus consecuencias para Latinoamérica. Vimos que en el período 1938-1945 la Falange Nacional mostraba una tendencia anticomunista, con formas autoritarias. Sin embargo, en 1948 se pronunció en contra de la 30 En 1964 la muerte de un diputado socialista precipitó una elección en Curicó, una provincia rural dotada de haciendas, que representaba un bastión de los intereses tradicionales. El Frente Democrático (liberales, conservadores y radicales unidos en una alianza gubernamental, anticomunista).se impuso por un amplísimo margen, siguiendo el FRAP y luego el PDC (Grayson, 1968:347). 31 “Tercera Declaración de millaje”, en: Grayson (1968:359). 18 proscripción del PC. Al respecto, debe considerarse la postura fuertemente legalista de los falangistas, razón por la cual rechazaban todo acto que corrompiera el sistema democrático. Estos jóvenes católicos han estado tradicionalmente entre los más progresistas de América Latina y han ejercido una fuerte influencia en favorecer el cambio social, el progreso económico y el fortalecimiento de las instituciones democráticas. A partir de 1945, se evidencia en el giro político que presenta la Falange su opción por la cuestión “popular”. Las razones que explican este giro pueden resumirse en: la influencia de la llegada de la nueva generación al partido, los “marineros”; las sucesivas derrotas electorales; la derrota de los fascismos europeos y el consecuente triunfo de los Aliados, sumado a la emergencia de los Estados de Bienestar. Asimismo, en el período 1938- 1957 la Falange enfrentó sucesivas derrotas en las distintas contiendas electorales, no superando el 4% de adhesión electoral, por lo que su situación de estancamiento era evidente. Dicho esto, es posible afirmar que este partido no era una fuerza política relevante en el sistema de partidos como para desafiar a la derecha tradicional, por tanto parecería que la única opción que veían era inclinarse por una suerte de “compromiso” con los sectores populares. Respecto de la recurrente preocupación por la “amenaza” del comunismo en la política internacional y el consecuente “temor” a la expansión del Partido Comunista a nivel nacional, se puede decir que fue más ficticia que real al menos hasta 1957. Recién a partir de 1958, con la derogación de la Ley de Defensa para la Democracia, es cuando el PC comienza a tomar fuerza política en alianza con el Partido Socialista. Posteriormente va a convertirse en una seria preocupación para la Democracia Cristiana y para el gobierno de Estados Unidos, debido a la posible expansión de la revolución cubana en el resto de los países de Latinoamérica. Considerado la trayectoria política del PDC, podemos situarlo como un partido de “centro” que no dudó en coquetear con la izquierda y la derecha según la ocasión. Si en una primera instancia, la Falange adoptó una posición de tercera fuerza, hacia 1941 comenzó asumir ciertos “compromisos” con la izquierda, y a partir de 1945 adoptó ideas de centro-izquierda. Esa situación llevó a que la principal crítica que recibieran los falangistas fuera su indefinición: los falangistas firmaron un pacto parlamentario con el Frente Popular en 1939, pero al año siguiente dieron un giro y prestaron su apoyo al conservador Eduardo Cruz Coke como parte de una “plataforma socialcristiana” contra un oponente del Frente Popular en una elección senatorial en Santiago.32 Entre 1941 y 1945, la Falange experimentó la primera fase de su orientación centro-izquierda. Bajo la guía de Eduardo Frei, abandonaron la postura aislacionista y se alinearon con los radicales, el más poderoso partido político chileno Grayson (1968:218). Ahora bien, cabe preguntarnos el porqué de este cambio de actitud. Básicamente, los falangistas consideraban que la cuestión social solo podría 32 “La Falange apoya a Cruz- Coke”, Lircay, 7 de mazo, 1940, Pág. 1, en: Grayson (1968:185-186). 19 ser resulta desde una posición de poder. El ejemplo más claro de la tendencia centro- izquierda que asume la Falange es durante el gobierno de González Videla, al apoyar al PC contra la Ley Maldita, que le causó a los falangistas fuertes confrontaciones con la Iglesia. Es posible considerar que la etapa “popular” que se inicia en 1945 se concreta en el PDC con el gobierno de Eduardo Frei y sus políticas de desarrollo nacional, promoviendo importantes reformas económicas-sociales como la segunda reforma agraria, la “chilenización” del cobre, la reforma educacional, cambios en materia de salud, etc. Según el planteo de Tomás Moulián (2003) el momento crucial de cambio del sistema de partidos fue la emergencia de un nuevo centro a fines de la década del cincuenta: la Democracia Cristiana (primero en las elecciones parlamentarias de 1957 y luego en las elecciones presidenciales de 1958). Dicho partido fue progresivamente debilitando al centro pendular clásico que era el Partido Radical. El proceso que tiene lugar es la ideologización del centro predominante. La DC se vuelca hacia la centro-izquierda, pero sin encontrar posibilidad de alianzas en la izquierda existente. En este sentido, la ideologización del propio centro le cierra la posibilidad de entenderse con la derecha y el veto socialista impide cualquier acuerdo de cambios con al izquierda y en los momentos más críticos de obtener siquiera un acuerdo de gobernabilidad. Hacia la década de 1970, producto de la profunda polarización política que vivía la sociedad chilena, la DC se fue corriendo paulatinamente del “centro” hacia la derecha. Finalmente, cuando la DC decide brindar su apoyo a la derecha, en oposición a la Unidad Popular se interrumpe por primera vez desde 1932 el sistema democrático chileno. Fuentes Eduardo Frei: “Ver y Juzgar”, en: Eduardo Frei, Radomiro Tomic, Jaime Castillo, Genaro Arriagada, Democracia Cristiana y Partido Comunista, Editorial Aconcagua, Santiago, 1986. 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