Tiempos De Cambio - Escuela Freudiana de Buenos Aires

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"Tiempos De Cambio"
(*) Escuela Freudiana De Buenos Aires. 2002
Analía Stepak
El tiempo de cambio, de pasaje al que quiero referirme aquí es ese tiempo que llamamos
adolescencia.
Pasaje que, como dice Freud en "La novela familiar del neurótico" apunta al desasimiento de
la autoridad parental, recalcando que es una de las operaciones más necesarias pero también
más dolorosas del desarrollo.
¿Por qué esta operación es tan dolorosa?
Lo responde él mismo en este texto en la forma más poética.
Dice así: "Y aún el íntegro afán de sustituir al padre verdadero por uno más noble no es sino
expresión de la añoranza del niño por la edad dichosa y perdida en que su padre le parecía el
hombre más noble y poderoso y su madre la mujer más bella y amorosa. Entonces se extraña
del padre a quien ahora conoce y regresa a aquel en quien creyó durante su primera infancia;
así la fantasía no es en verdad sino la expresión del lamento por la desaparición de esa
dichosa edad". Según Freud el lamento es dejar de ser un niño lo cual implica la pérdida de
los padres.
La aparición de los caracteres sexuales manifiestos en el cuerpo del puber cuestionan la
completud narcisística.
Su consecuencia es que el padre ideal, aquel que se había transformado en el refugio del
narcisismo del niño a posteriori de la castración, vía amor al padre, cae.
Un breve recorrido
Con la pubertad, tal como la sostiene Freud en "Metamorfosis de la pubertad" sobreviene una
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poderosa corriente sensual que en un principio recorrerá los caminos anteriores, acumulando
sobre los objetos de la elección primaria magnitudes de líbido mucho más amplias. O sea que
se produce una reactualización del Complejo de Edipo. Es al tropezar con la barrera contra el
incesto erigida en el intervalo, que tenderá a transferirse lo antes posible de dichos objetos
primarios a otros, ajenos al círculo familiar del sujeto con los cuales sea posible una vida
sexual real.
Me gustaría entonces subrayar tres cuestiones que se desprenden de lo que Freud nos dice:
- La corriente sensual que permaneció en latencia surge con fuerza en este segundo
despertar sexual pero ya con la posibilidad de un acontecimiento absolutamente nuevo, esto
es una vida sexual realizable.
Es necesario entonces que la prohibición del incesto sea ratificada en este momento.
- La posibilidad de la realización del coito implica tanto para el varón como para la mujer
enfrentarse a lo real del sexo, de otro modo, o sea, sin los velos, sin la cobertura del amor al
padre de la infancia. Es esta cobertura y el enfrentarse a lo real del sexo lo que antes aparecía
como el lamento de la pérdida de la niñez en Freud.
- Y la otra posibilidad que surge en este momento es la de procrear, posibilidad biológica que
choca con la insuficiencia simbólica del sujeto en ese momento de acceder a la función de
madre o de padre, lo cual será tramitado durante la adolescencia. Cuando se produce la
procreación en este momento, las consecuencias para el producto ahí gestado suelen ser
nefastas. Padres adolescentes que no se pueden hacer cargo de sus hijos, es decir de la
función.
Si bien el Complejo de Edipo de la niña se resuelve de alguna manera a través de la ecuación
niño-pene, en la pubertad y a lo largo de la adolescencia no se tratará en principio para ella de
ser madre sino de devenir mujer con un compañero sexual exogámico, no se trata aquí del
padre sino de un hombre.
Para el varón, que saca a relucir el certificado conferido por el padre y que había mantenido
guardado durante la latencia, si bien absolutamente necesario, éste, no dice, no recubre
aquello con lo que él también se enfrentará en su approach al otro sexo.
Ahora bien la adolescencia no es un hecho "natural", como nada lo es en el ser hablante.
En este sentido creo que es lícito preguntarnos ¿qué es lo que dispara la crisis adolescente?
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Retomando lo que acabamos de mencionar como las nuevas posibilidades reales con que se
encuentra el sujeto, enfrentado a estas cuestiones de la vida hay desde el sujeto un llamado al
Nombre del padre, un llamado al Otro esperando una respuesta, respuesta que no llega ya
que el Otro no la tiene.
Se produce aquí una confluencia entre lo que implica enfrentar el agujero de lo real del sexo y
la insuficiencia simbólica del Nombre del Padre para responder a ello.
Es entonces donde se desencadena lo que llamamos la crisis adolescente, crisis que aunque
comúnmente se atraviesa rodeado por los semejantes, conlleva un sentimiento de profunda
soledad.
Habíamos dicho que el disparador de este tiempo de pasaje es la falta de respuesta que el
sujeto recibe desde el Otro frente a la irrupción de la sexualidad que podríamos llamar adulta
en contraposición a la sexualidad infantil.
Enfrentados entonces a este real intentarán bordearlo de alguna manera para que la
aproximación al otro sexo se produzca.
Los ideales paternos que no dan cuenta, que no le sirven al joven en esta tarea serán
cuestionados para ser reemplazados por otros que no solamente intentarán cernir este real
sino que también serán guía de un nuevo imaginario donde el espejo ya no devuelve una
imagen de niño o niña.
Es así que los jóvenes forman grupos con ideales propios, se visten de la misma manera
mirándose en el pequeño otro, identificándose imaginariamente con él, escuchan las mismas
bandas de música cuyas letras los representan, se entienden entre ellos con sus propios
códigos creando un discurso que identifica este tiempo y que da cuenta de los diferentes
grados de aproximación sexual que van realizando.
Digamos que los jóvenes se agrupan porque adolescen de lo mismo. Buscan entre ellos, entre
pares soluciones para el mismo padecimiento, para el mismo problema.
Pero, dado que este problema no tiene solución, lo simbólico no puede recubrir lo real, se
produce un recrudecimiento, una proliferación de las identificaciones imaginarias.
La paradoja adolescente consiste en que los anhelos de independencia y de encontrar su
lugar como sujeto deseante chocan con una todavía fuerte ligazón y dependencia al Otro real.
Efectivamente el cuestionamiento de los ideales paternos va en paralelo con la confrontación,
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la rebelión, la desestimación de los padres.
En esta confrontación y hasta agotarla es que se producirá el pasaje.
El joven convoca y provoca la mirada de los padres en una mostración de cambio a nivel
imaginario que impacta la mirada.
Mostración de lo que está en vías pero todavía no cayó.
"La ley, para instaurarse como ley exige la muerte antecedente de lo que la soporta (como
legislador)", afirma Lacán.
Para que la operación de separación pueda realizarse, reinscribiendo el significante fálico
como significante del deseo para el sujeto, para que la ley pueda instaurarse más allá de la
presencia paterna, tiene que haber habido un padre que la haya soportado, con quien se haya
peleado, a quien haya amado y odiado, y finalmente y en su momento pueda matarlo
simbólicamente. Este me parece un punto nodal, ya que solo se puede confrontar con un
padre que pueda soportar esta confrontación.
Lacán afirma en el Seminario V, "Las Formaciones del Inconsciente", que el Nombre del
Padre hay que tenerlo pero también hay que saber servirse de él. Más tarde, en el Seminario
"El Sinthome" dirá "Se puede muy bien prescindir de él a condición de servirse de él". No se
puede prescindir del Nombre del Padre sin antes haberlo tenido.
Es condición necesaria para un sujeto tener el Nombre del Padre para poder hacer su rebelión
juvenil. De acuerdo a lo que dijimos antes, es condición necesaria pero no suficiente, ya que la
confrontación con el padre forma parte de esta posibilidad.
Esta crisis es entonces el drama de la separación real de los padres en un tiempo en que el
aparato psíquico del sujeto se encuentra aún en insuficiencia para producirla. Va a ser
justamente esta crisis la que impulse el establecimiento de las condiciones subjetivas para
poder finalmente producir la separación.
Los ideales paternos cuestionados son reemplazados por ideales que el sujeto va
encontrando en el Otro social.
En este sentido el adolescente corre sus riesgos.
Es en el punto en que quedando huérfano de los ideales que cuestiona, y no habiendo aún
tramitado la separación que lo llevará a introyectar la ley, puede quedar pegado a las ofertas
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falaces de felicidad que vienen desde este Otro social y que apunta a este momento de
insuficiencia del sujeto.
La pregunta que se impone es ¿cual es la función del análisis en un sujeto que está
atravesando este pasaje?
Si la función paterna es insuficiente, habrá una brecha por donde el sujeto podrá ligarse a un
goce propuesto por Otro que no permite el corte.
En este sentido, el análisis funcionará como corte de un goce que retiene al sujeto en la
tramitación de su separación.
Goce que puede provenir de lo que una madre no puede perder, de lo que un padre no puede
donar haciendo corte en esta donación (de los restos no tramitados del complejo de Edipo y
que quedan silenciados en la latencia).
Mannoni dice que no corresponde combatir la adolescencia, curarla o acortarla antes bien
corresponde acompañarla.
Acompañar la adolescencia implica en un análisis acompañar el pasaje que implica la caída
de la idealidad, de ser objeto amable para otro a la posición de sujeto deseante de un o una
compañera sexual.
Es un momento donde la castración vuelve a ponerse en juego como operación de
descompletud, de caída del objeto. Al final del Complejo de Edipo se da el pasaje de la madre
al padre, con lo que conlleva de amor a este padre y la identificación en tanto ideal del yo que
permite la socialización del sujeto en la latencia.
En esta nueva vuelta la caída del objeto llevará al joven a desear y a amar a un partenair del
otro sexo con las posibilidades reales que antes mencionamos. O sea que se produce la caída
de los objetos parentales y en su lugar la aparición de otros objetos de atracción erótica y
amorosa y nuevos ideales.
Cuando este pasaje está bloqueado, las consecuencias pueden ser una inhibición de la vida
erótica, también una degradación de la misma en el sentido que lo plantea Freud en su
escrito.
El riesgo de este bloqueo es que deje al sujeto pegado a objetos pulsionales no tramitados
haciendo su aparición en los actings: el alcohol, la droga, objetos que están mostrando que el
pasaje no se puede transitar.
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Cuando este bloqueo se produce es muchas veces porque el Otro no está dispuesto a dejar
caer su producto, cuando la separación del hijo se transforma en una afrenta para el otro real,
o sea, retomando lo dicho anteriormente cuando el padre no es suficientemente sólido para
ser confrontado.
En esta encerrona es que se producen los pasajes al acto adolescentes saliendo de la escena
donde no hay lugar para el desprendimiento, intento fallido de separación.
En este punto podríamos decir que la función del análisis es propiciar que el sujeto pueda
producir un corte que permita la tramitación de este desprendimiento, tramitación que si
ocurre, no solo reducirá los riesgos a los que nos hemos referido, sino que le favorecerá
apropiarse de su deseo.
Un analizante adolescente que consulta por una crisis de angustia le dice al analista:
"Si presento una chica en mi casa mi imagen va a cambiar, ya no voy a ser el mismo para mis
padres".
Este mismo analizante le pregunta angustiado una y otra vez al analista: "¿si crezco, voy a ser
otro o voy a seguir siendo yo?".
En el Seminario IV Lacán nos dice:
"La angustia es correlativa al momento en que el sujeto está suspendido entre un tiempo en el
que ya no sabe dónde está hacia un tiempo en el que será algo dónde jamás podrá
reencontrarse".
Pasaje entonces que no se dará sin el surgimiento de la angustia, que anuncia un corte que
aún no se ha efectuado.
El riesgo podrá ser sustituir los ideales paternos por los ideales del Otro Social en bloque, que
también son paternos.
Sin embargo no es sin este Otro Social que el adolescente hará su pasaje.
Ideas sobre la sociedad, lo justo, lo injusto, movimientos artísticos, corrientes filosóficas, la
música de vanguardia de la época en que le toca vivir su adolescencia, marcarán al sujeto y
será lo que diferenciará a su generación de la de sus padres. Estas serán marcas duraderas,
ideales y deseos que acompañarán al sujeto a lo largo de toda su vida.
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Será con esta nueva guía construida a lo largo de este pasaje que el sujeto enfrentará el sexo,
la paternidad y/o la maternidad, y llegará el día en que él tampoco tendrá respuesta para las
preguntas de un hijo adolescente.
Referencias Bibliográficas:
Freud, Sigmund "La novela familiar de los neuróticos". Ed. Amorrortu.
Freud, Sigmund "Tres ensayos de teoría sexual". Ed. Amorrortu.
Amigo, Silvia "De la práctica analítica. Escrituras". Ed. Vergara.
, Analía "Relatos de la Clínica". Cuadernos S. Freud.
Lacán, Jacques "Seminario 8". Ed. Paidós.
Lacán, Jacques "Seminario 5". Ed. Paidós.
Lacán, Jacques Seminario "El Sinthome" Clase 13 de abril de 1976.
Mannoni, O "La crisis de la adolescencia" Ed. Pedisa.
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