La crisis del Psicoanálisis a la luz de las ideas de Matte

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LA CRISIS DEL PSICOANALISIS A LA LUZ DE LAS IDEAS DE MATTE
BLANCO
Eje temático: II (Metapsicología)
Alfonso Gisbert S. ∗
Sabemos que para enfrentar sus nuevos descubrimientos clínicos Freud necesitó
de un marco referencial teórico que diera cuenta de ellos y permitiera el abordaje
terapéutico; ese marco se fué modificando con los años a través de nuevas
observaciones. Paradójicamente, esas observaciones estuvieron condicionadas por la
teoría ya existente, situación mas bien típica de toda ciencia. Los cambios teóricos con
frecuencia resultan necesarios previamente a las observaciones empíricas que tan solo
aquellos permiten, y por eso la proliferación de teorías en Psicoanálisis puede ampliar las
perspectivas y permitir “ver” aspectos nuevos quizás invisibles desde una sola. Pero
también es cierto que el actual estado de cosas, con varias parcelas teóricas enfrentadas,
resulta insatisfactorio para la construcción de una ciencia psicoanalítica coherente.
Hoy es cada vez más evidente que ninguna hegemonía teórica resulta posible, y
varios autores han comenzado a ensayar cierta ensambladura entre diferentes escuelas;
baste mencionar los ejemplos de Kernberg (1977), Ogden (1985, 1986,1992), Wallerstein
(1988) o los Sandler (1987). Hay en el momento actual un renovado interés hacia la
clínica y hacia la teoría, que parece tender a una mayor comunicación, integración y
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Psicoanalista Titular en función didáctica de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis
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acuerdo entre los analistas. La “tradición freudiana” de las distintas escuelas, desde
luego, sigue siendo el piso donde asientan todas ellas; recordemos en forma sucinta los
cuatro modos de abordaje metapsicológico que Freud intentó:
1) El concepto de Pulsión resulta íntimamente ligado a lo biológico y no ha sido puesto
seriamente en duda por nadie; más bien parece reafirmado por los hallazgos de la
biología, la etología y la psicología.
2) El concepto de Energía Psíquica o mental, base de los puntos de vista Económico y
Dinámico, tampoco ha sido rebatido abiertamente, tal vez por su aparente ligazón con el
anterior. A pesar de ello, no ha existido ningún progreso real en esta concepción, y
muchos autores no la toman en cuenta en su teorización. Con ser un supuesto
imprescindible en la obra de Freud y otros autores, seguimos sin conocer la naturaleza de
esta energía y sin poder compararla con otras formas conocidas de energía física. Así,
seguimos
usando
sin
realmente
comprenderlos,
conceptos
como
investidura,
contrainvestidura, catarsis, o los Principios de constancia, de placer-displacer, etc., en
forma similar a como lo hizo Freud.
3) El concepto de Espacio mental, base de los puntos de vista topográfico y estructural,
sustenta concepciones como las de Aparato psíquico, “barrera”, Objeto interno y externo,
Teoría Continente-Contenido, y mecanismos como la “internalización”, desplazamiento,
sublimación, introyección, proyección, identificación proyectiva, etc., que la mayoría
seguimos utilizando.
El problema con las concepciones energética y espacial es que asientan en una
comparación entre lo mental y lo físico, muy comprensible en un teórico que, como Freud,
exploraba lo absolutamente desconocido con el solo bagaje del conocimiento científico2
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natural de su época, pero que cada vez más resultan prescindibles al abordar el
fenómeno psíquico en su especificidad. Esta descripción teórica de lo psíquico se basa
en analogías con los fenómenos físicos de Espacio y de Energía, que son importantes en
las Ciencias naturales pero no necesariamente en las llamadas “del hombre”. Si incluimos
al Psicoanálisis entre estas, y admitimos que su materia de estudio no es, en principio, la
fisiología ni la física, deberíamos poder renunciar a estos conceptos temporo-espaciales o
energéticos que tan fuertemente marcaron a la Teoría hasta hoy.
Valga lo siguiente como ejemplo: cuando un kleiniano habla de un “Pecho interno
bueno”, no está describiendo en verdad (como a veces suponen los candidatos) una
fantasía inconciente de guardar dentro de sí ningún pecho, sino una concepción abstracta
sobre la seguridad optimista que el sujeto tiene de obtener en la vida alimento espiritual,
comprensión, protección, etc., esto es, “cuidados maternales”. Sobre si el bebé atribuye
estas bondades al pecho materno y luego lo “introyecta”, como sostuvo M. Klein, solo
podemos hacer conjeturas. Lo que sí sabemos, y en eso se basa la efectividad de la
interpretación kleiniana, es que el término “pecho bueno” (o su ausencia, denominada
“pecho malo”) actúa como una metáfora, tan adecuada como pudiera serlo cualquier otra,
de aquellas bondades maternas antes aludidas (o de su ausencia).
Pero en realidad no necesitamos de una apoyatura espacial tan “concreta” para
expresar teoricamente esa y otras ideas. Más importante es tener en cuenta la posibilidad
indeseable de que postulaciones de este tipo, por bien que puedan funcionar en la
práctica, lleguen a entrabar el progreso real de la ciencia psicoanalítica, al basarse en
supuestos tan alejados de la “verdadera realidad psíquica” descrita por Freud.
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4) El cuarto abordaje freudiano para comprender el Inconciente es el Lógico, y fué
postulado, como sabemos, al estudiar las características del “Sistema Inconciente” en “La
Interpretación de los Sueños” (1900): ausencia de contradicción, negación y tiempo, uso
de la “condensación” y el “desplazamiento” (aunque estos no son conceptos lógicos sino
energéticos), y sustitución de la realidad objetiva por la psíquica. Esta “otra lógica” del
Inconciente, curiosamente, no había sido reevaluada por (casi) ningún autor moderno
hasta que Ignacio Matte Blanco se dedicó a su estudio desde la perspectiva específica de
la Lógica.
Esa “otra lógica” freudiana es en verdad una antilógica, pues no sigue el universal
principio de contradicción ni toma en cuenta el tiempo, el espacio o la realidad “fáctica”.
Las concepciones energética y espacial, por el contrario, no tienen nada de antilógico:
hablar de un objeto (tridimensional) catectizado con energía psíquica que es introyectado
en un espacio interno y luego proyectado en el espacio externo, puede resultar extraño al
lego, pero sin duda es un modelo que sigue las leyes de la lógica común. Lo mismo vale
para la concepción energética del Proceso Primario (libre movilidad de la energía). Mucho
más difícil de comprender y describir es el Inconciente antilógico descrito por Freud;
quizás por eso las concepciones teóricas psicoanalíticas posteriores han optado por
caminos no tan reñidos con la lógica común.
Esta antilógica es el punto de partida de Matte Blanco, quien la estudió (a
diferencia de Freud, que lo hizo en los sueños) en el pensamiento esquizofrénico (Matte
Blanco, 1965). Creo que el punto de partida de un autor siempre deja una huella indeleble
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en su obra, y por eso resulta importante conocer esos inicios1. Lo que en Freud eran
varios principios inconexos (aunque todos rigurosamente ciertos, fruto de la penetrante
observación del fenómeno onírico, y testimonio de su genio), en Matte Blanco llega a
constituirse en un sistema lógico completo, regido por dos principios: 1)el Principio de
Generalización y 2) el Principio de Simetría.
La lógica del pensar conciente, llamada Bi-valente, destaca las diferencias que
nos permiten discriminar: Pedro es distinto de Juan. La “otra lógica” inconciente, por el
contrario, lo que destaca son las similitudes que nos permiten agrupar las cosas (o los
conceptos) en Clases: Pedro y Juan son hombres. Matte Blanco llamó, por eso, a la
primera Lógica (conciente) divisible o Asimétrica, y a la segunda (inconciente) indivisible o
Simétrica. Podemos llegar a concebir concientemente la Lógica inconciente porque los
dos principios anteriores (Generalización y Simetría) son también admisibles para la
conciencia bajo ciertas condiciones. De hecho, usamos la Generalización cuando
clasificamos: a Juan lo podemos ubicar como perteneciente a la Clase de los seres
humanos, que pertenece a la Clase de los mamíferos, y esta a la de los animales, los
seres vivos, etc.; esto es, a Clases cada vez mas abarcativas. Es a esta clasificación
crecientemente abarcativa que se refiere el Principio de Generalización, pero con una
diferencia importante: en la lógica asimétrica, la persona o la idea de la que se partió
nunca pierde su individualidad: nunca confundiríamos a Juan con un tigre, por mas que
ambos sean “astutos”, o con una roca, por mas que ambos sean “duros”, mientras que
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Considérese al respecto la influencia de la técnica catártica Breueriana en Freud, de la técnica del
juego infantil en Klein o de la lingüística de Sassure en la obra de Lacan. En Matte Blanco, fue el
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esa distinción no existe en la lógica simétrica: Juan y el tigre estarían igualados,
“simetrizados”, en el inconciente.
Esa “confusión” (así la llamamos cuando consideramos el asunto desde el punto
de vista asimétrico) es la que encontramos, precisamente, en el pensamiento
esquizofrénico; pero si utilizamos el lenguaje metafórico común podemos decir, sin que
nos tilden de locos, que Juan es un tigre o una roca, aludiendo a sus cualidades
psíquicas de astucia o solidez. En ambos casos (el pensamiento esquizofrénico y el
lenguaje metafórico) vemos actuando al Principio de Simetría; concientemente nos sirve
para aludir a ciertas propiedades del Sujeto, “simetrizándolo” con su Predicado: “Juan es
un tigre”, sin que en ningún momento aquel pierda su individualidad. En el inconsciente,
en cambio, Sujeto y Predicado se “confunden”, se homogenizan en una Clase (por
ejemplo, la Clase de “astutos”) en la que no hay individualidad: Juan = Tigre, y por ello
sería secundario aludir a uno o a otro, pues lo importante es la “astucia” que define la
Clase, no los indivíduos que la ejemplifican.
Pero el pensamiento normal es, segun Matte Blanco, bi-lógico: esto es, utiliza las
dos lógicas en proporciones diferentes según las circunstancias: por ejemplo mucha
simetría en el pensamiento poético y mucha asimetría en el pensamiento científico. Pero
independientemente del cuantum, ambas lógicas están siempre presentes, unidas y al
mismo tiempo separadas.
Insistamos en esta Simetría. En “buena lógica” conciente podemos decir que Juan
es hermano de Pedro y que (inversamente) Pedro es hermano de Juan, lo cual define
estudio de la Lógica de Russell y Whitehead, y del pensamiento esquizofrénico, las que lo llevaron
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una simetría en Lógica (esto es, su inverso es igual). Pero si decimos que María es
madre de Juan, su inverso sería que Juan es madre de María, lo cual es insostenible para
nuestra conciencia, aunque no para el inconciente, pues allí Juan puede pertenecer a la
Clase de madres tanto como María, y viceversa. En el inconciente no se manejarían sino
Clases, lo cual quiere decir que no hay, en principio, un Sujeto u Objeto definidos, sino
una x algebraica a ser llenada en la realidad “objetiva”. Este tipo de pensamiento se ha
llamado predicativo y es el que se describe en los animales; en él predominan los
predicados, o Clases homogéneas: depredador peligroso, por ejemplo, o hembra de la
especie, ante los cuales (cuando se llena la x en la vida real) se reacciona
indiscriminadamente segun patrones biológicos heredados.
En este punto, la biología y el psicoanálisis se tocan, lo que ha llevado a
Etchegoyen y Ahumada (1990), basados en los estudios de G. Bateson sobre la
comunicación animal, a plantear una “bio-lógica” filogenética, comparable a la bi-lógica de
MB, en donde los términos simétrico-asimétrico y analógico-digital serían equivalentes.
También los seres humanos podemos reaccionar “predicativamente” ante ciertas
situaciones, lo que ocurre principalmente cuando hay alguna emoción de por medio.
Justamente en estas reacciones emocionales universales se basan los “Supuestos
Básicos” grupales de Bion. Lo cual no nos impide, al mismo tiempo, discriminar con el
pensamiento.
MB dice que “el inconciente identifica al indivíduo con la Clase”. En términos
lógicos asimétricos ello implica que la parte (indivíduo) equivale al todo (la Clase donde
aquel “está incluido”). Por eso podemos aceptar como graciosa cierta propaganda
a su reformulación de la lógica inconciente freudiana.
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televisiva donde nos invitan a tomar leche “porque nosotros somos mamíferos”, y disfrutar
viendo a unos niños disfrazados de elefante, foca, etc., tomándola. Lo que no nos
ocurriría es confundir a los niños con elefantes o focas, pues para eso disponemos de
nuestra lógica asimétrica conciente. Pero cuando un niño en su evolución psico-sexual
iguala su cuerpo con las heces o con el falo (ecuación simbólica de H. Segal), o cuando
una histérica hace una conversión o un fóbico una fobia o un esquizofrénico un delirio,
podemos “ver” allí el Principio de Simetría igualando la parte y el todo. Una puerta abierta
a una habitación puede ser para nosotros muy diferente a las fauces abiertas de una
fiera, pero si ambas pertenecen a una misma Clase (la Clase “cavidades abiertas
amenazantes”), el paciente esquizofrénico tendrá buenas razones para no pasar por esa
puerta. También el fóbico, con la diferencia de que el psicótico es capaz de describir
concientemente aquella relación, y no así el neurótico, para quien permanece
inconciente.
Los conceptos de Espacio y Tiempo, tan importantes en nuestra vida, requieren de
una lógica asimétrica discriminadora: antes es distinto que despues, y aquí distinto que
allá. Pero si aplicamos la lógica simétrica, los conceptos de Espacio y Tiempo dejan de
tener sentido desde que aquí y allá, antes y despues, se simetrizan.
MB (1975) no concibe el Inconciente como una Instancia del Aparato psíquico, sino
como una modalidad del Ser, al que llama: Ser Simétrico, contrapuesto al Ser Asimétrico.
Ambos modos están inevitablemente separados por la buena razón de que la estructura
lógica conciente no puede admitir directamente las Simetrías y Generalizaciones antilógicas de lo inconciente, que tan solo por ello permanecen separadas de la conciencia.
Pero por otro lado, ambos modos van siempre juntos y están en permanente interacción.
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Esta formulación bi-lógica tiene, evidentemente, consecuencias profundas para la teoría.
Conceptos como los de desplazamiento, introyección, proyección, sublimación o
transferencia dejarían de representar “procesos” inconcientes, ya que se basan en una
lógica espacial asimétrica que los describe como un movimiento: es que fueron
formulados por Freud como conceptos físicos, no lógicos. Al re-formularlos, Matte Blanco
los “desenmascara” como tan solo una apariencia de movimiento, no necesaria
teoricamente. Veamos la proyección, como ejemplo: desde un punto de vista lógico se
trataría de una simetrización yo-tu a la que concientemente se le niega el aspecto
subjetivo: el sujeto se excluye de la simetrización y solo ve la parte “tú” de la ecuación
inconciente. En la introyección la parte negada sería, inversamente, la objetiva, pero el
mecanismo simetrizador básico es el mismo. En la transferencia ocurriría algo similar,
solo que la ecuación inconciente se hace aquí entre el objeto arcaico y el analista, por las
características comunes a partir de las cuales ambos son “simetrizados” por el paciente.
Entender lo inconciente, dice MB, es pensar lo impensable. Pensar es un proceso
discriminador donde se requieren relaciones asimétricas entre antecedentes y
consecuentes, y en el Ser simétrico no habría procesos porque no hay posibilidad de
discriminación ni, por tanto, de sucesión. Una forma de representarse asimétricamente lo
simétrico inconciente es a traves del concepto matemático de Conjuntos Infinitos, que es
el único caso conocido en Lógica en que la parte puede equivaler al todo: el Subconjunto
de los números pares, por ejemplo, es una parte del Conjunto de los números naturales,
con una correspondencia de uno a uno con todos ellos, y ambos, parte y todo, tienen la
misma dimensión: son infinitos, y se corresponden uno a uno. Mediante este artificio
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teórico MB logra describir un Universo psíquico indivisible en términos divisibles, lo cual
también acarrea consecuencias interesantes para la Teoría.
Por ejemplo, MB se refiere a las “infinitas dimensiones” de lo inconciente, y cuando
intentamos traducir (para poder entenderlas) estas dimensiones a una lógica “normal” o
conciente, que se maneja con solo 3 dimensiones espaciales mas tiempo, disminuye el
número de dimensiones disponibles para la representación. ¿Qué ocurre entonces?.
Imaginemos una pirámide (de tres dimensiones) que queremos representar en solo dos.
Tenemos un vértice, pero al desplegar la pirámide en dos dimensiones tendremos que
utilizar tres “semi-vértices” para poderla representar. Las aristas de la pirámide
(correspondientes a los tres vértices así obtenidos) deben desdoblarse en dos cada una
(obtenemos seis en el objeto bidimensional). Al rearmar luego la pirámide en sus tres
dimensiones originales, obtendremos nuevamente el vértice y las tres aristas; ahora bien,
si describimos esto último desde el punto de vista bidimensional, podremos definirlo como
una condensación.
La condensación freudiana no sería, así, sino un efecto de representación de un
sistema de mas dimensiones (inconciente) en uno de menos (conciente), una forma
asimétrica de representar lo indivisible simétrico. De allí que los sueños, los síntomas o el
lenguaje poético, todos ellos procesos bi-lógicos, recurran a la condensación o a la
metáfora para poder representar concientemente las infinitas dimensiones de lo
inconciente. También la pintura, que busca representar las tres dimensiones del mundo
en tan solo dos del lienzo, recurre a una especie de “condensación”: nuestra pirámide
tendría, pintada en un cuadro, tan solo un vértice y tres aristas, como en la pirámide real,
pero nos llevaríamos una desilusión si intentáramos palparla. La representación
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necesariamente “se queda corta”, aunque parezca “plausible”. Algo semejante (aunque
no igual, claro) ocurre en los sueños, los síntomas, las metáforas poéticas, el juego
infantil, las asociaciones libres, la transferencia, etc. Freud las llamó, con razón,
“Formaciones
(o
retoños)
del
Inconciente”,
aunque
podríamos
llamararlas
“Representaciones concientes de lo Inconciente”. Cuando interpretamos un sueño o las
asociaciones de un paciente: desglosamos asimétricamente los aspectos “condensados”
en la representación onírica o lingüística, tal como hacemos con la pirámide “artística” al
representarla “científicamente” en dos dimensiones.
Algo importante surge de esta descipción: en realidad hay dos tipos de
representación, a las que podemos llamar (a falta de otra denominación) “artística” y
“científica” respectivamente, que Matte Blanco no distingue expresamente y denomina de
una sola manera: él la llama “función de traducción o despliegue” (del inconciente en la
conciencia). Es mediante esta función, pero a partir de sus representaciones “artísticas”,
que podemos “aprehender el inconciente”. La verdad es que nosotros no tenemos, en
ningún caso, un acceso directo a lo inconciente, sino tan solo a traves de su plasmación
conciente en las “formaciones del inconciente”. Así como una pintura no “es” el mundo allí
representado, tampoco un sueño, o una asociación libre, “es” el inconciente allí
representado, aunque lo puedan reflejar. Esta forma de traducción que he llamado
“artística” podemos definirla como un “simulacro pictórico” de lo inconciente. Lo de
“pictórico” lo uso tan solo para denotar que se realiza en un menor número de
dimensiones como en la pintura, pero igual podríamos hablar de un simulacro poético,
lúdico, neurótico, etc. Es a traves de tales “simulacros” que ocurre la “irrupción del
inconciente” en la conciencia. Luego tal vez se requiera una ulterior elaboración
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“científica”, que ya no representará o “simulará” nada, sino que despliega o descompone
las dimensiones condensadas de la representación artística en sus componentes, para
acercarlas a nuestra comprensión conciente asimétrica. En técnica analítica llamamos a
esto “elaboración”.
Aquel paso ulterior de elaboración “científica” no se da en el arte, pues echaría a
perder el efecto artístico, por lo que ahí nos mantenemos lo mas cerca posible del
inconciente original. La ciencia psicoanalítica se ubica, paradójicamente, en una posición
mas alejada de lo inconciente que el arte, ya que no puede pretender “ver dentro”
(intelligere) de lo inconciente directamente, sino a traves de las “representaciones
artísticas”.
Uno de los aspectos mas incomprensibles del inconciente es la ausencia de
contradicción y de negación. En la Lógica bi-valente, el Principio de Contradicción es
absolutamente esencial (de hecho, le da nombre a esa lógica). MB recurre una vez mas a
la ayuda de la lógica matemática para explicar aquella aparente ausencia de
discriminación en el inconciente, pero dejaré el ejemplo que él propone para “desplegarlo”
en la discusión del Congreso. En todo caso, se trata de una desaparición aparente del
Principio de contradicción, que sin embargo no es tal, cuando pasamos de una dimensión
menor a otra mayor. También aquí habría un “efecto de traducción”, que ocurriría siempre
que se pasa a un número diferente de dimensiones.
Para ser consecuentes, debemos extraer la conclusión de que tampoco las Leyes
lógicas descubiertas por Matte Blanco serían “propias” del Inconciente, sino de sus
Representaciones “artísticas”: un mero efecto de traducción. Es que hay un límite radical
para nuestra captación de lo inconciente, al que no podemos dar sino el nombre de
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Lenguaje, ya sea que lo consideremos lingüística, pictórica o lógicamente, pues la
pintura o la Lógica, aún la simétrica de MB, también son un Lenguaje. La intuición
lacaniana sobre el “inconciente estructurado como un lenguaje” podría así resultar
aceptable, aunque con idéntica salvedad: el lenguaje no se puede referir al inconciente
mismo, sino a sus “retoños” concientes, que son ya una traducción. Ellos son el
verdadero objeto de estudio de la ciencia psicoanalítica, la “vía regia” que nos permite
deducir lo inconciente.
He aludido a varios conceptos psicoanalíticos que la formulación de MB hace
innecesarios, pero ella también acerca algunas Teorías aparentemente divergentes.
Veamos: luego de muchas vacilaciones teóricas sobre este tema, sabemos que Freud
concluyó (1915) que lo Inconciente se hace Conciente mediante su traducción en
palabras en el Pre-conciente. En el fondo esta era una concepción neurológica, pues
deriva de sus tempranos estudios sobre las afasias, pero psicológicamente contiene una
verdad profunda: el lenguaje es nuestra única herramienta de traducción o despliegue de
lo inconciente. Ese lenguaje es digital, compuesto por elementos discretos y arbitrarios
(los signos), y nos permite diferenciarnos como Sujetos capaces de pensar y crear. Ello
nos separa del lenguaje analógico del animal y el infante humano pre-verbal, y nos
separa también de lo que, a partir de ese momento, será el inconsciente antilógico, que
así quedará segregado para siempre de la conciencia, aunque también esté presente a
traves de las emociones y de las manifestaciones psicopatológicas, creativas y culturales.
Por el lado teórico psicoanalítico esto permite comunicar las concepciones kleiniana,
mahleriana, lacaniana o winnicottiana sobre la separación, a las cuales aludí antes.
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A traves de este ejemplo y de otros ya mencionados (la Bio-lógica de Etchegoyen
y Ahumada, los Supuestos Básicos de Bion), podemos entender cómo el abordaje lógico
que ofrece la obra de Matte Blanco hace confluir la de otros autores, psicoanalistas o no,
al considerarlas desde una óptica diferente. Esta óptica no contradice ninguna Teoría,
sino que las ubica en una perspectiva lógica que nos permite entenderlas mejor y, si es el
caso, desecharlas; no por falsas (todas las teorías, y especialmente las del inconciente, lo
son en alguna medida), sino por científicamente improductiva. Desechándolas no nos
apartamos, por cierto, del mejor espíritu freudiano, pues él mismo remarcó siempre que
las teorías estaban ahí para ser superadas por otras mas adecuadas. El tiempo dirá
cuáles sobreviven y cuáles no, pero creo que las tesis de Matte Blanco pueden catalizar
este proceso, en la medida de su divulgación y aceptación en el mundo psicoanalítico.
La Lógica y las Matemáticas, como formas “puras” o ideales del razonamiento, nos
pueden ayudar mucho a los psicoanalistas (tal como ya lo hacen con las ciencias físicas)
a la comprensión científica del inconciente, sin tener que recurrir a apoyaturas teóricas
energéticas, espaciales o lingüísticas “prestadas”. De hecho, hemos visto que la
representación conciente de lo inconciente más cercana (o “parecida”) que podemos
obtener es la que aquí denominé “artística”. Sin duda el psicoanálisis práctico tiene
mucho de artístico, pero a la hora de sistematizar las observaciones clínicas en una
Teoría, no podemos escapar al imperativo científico que nos obliga a alejarnos mas aún
de la tan elusiva “verdadera realidad psíquica” freudiana.
RESUMEN: Ante la imposibilidad para las diversas escuelas psicoanalíticas de obtener
ninguna hegemonía, comienza a haber mayor comunicación y “ensambladura” entre ellas.
Siendo la obra de Freud el piso en que asientan todas ellas, se mencionan sus cuatro
modalidades de abordaje metapsicoalógico, siendo la Lógica el escogido y desarrollado por
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IMB, quien descarta las modalidades espacial y energética por considerar que no son
adecuadas para la teoría de hoy. Se revisan sucintamente las implicaciones que la obra de
MB tiene para una futura metapsicología psicoanalítica.
BIBLIOGRAFÍA
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16
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