LA TROYA DE SALVADOR GARC ~ AGUILAR EN

Anuncio
LA TROYA DE SALVADOR G A R C AGUILAR
~
EN CLAMA EL SILENCIO*
ROSAMa IGLESIAS
MONTIEL
- CONSUELO
ÁLVAREZ
MoRÁN
Universidad de Murcia (España)
Pese a estar conñgurada por una sucesión de monólogos dramáticos que el autor imagina escuchar en el teatro de Epidauro, según él mismo dice en la dedicatoria', Clama el silencio2es, en nuestra opinión, una obra dificil de encuadrar en un género literario determinado, porque tal sucesión de monólogos se articula en una serie de capítulos como si de un
texto eminentemente narrativo se tratara, lo que le da apariencia de novela. En esos soliloquios expresan sus pensamientos e inquietudes los diferentes personajes con que García
Aguilar se familiarizó desde que, con sólo once años, comprase la Iliada, cuya lectura le hizo desterrar a todos sus héroes infantiles (de Dick Turpin a Flash Gordon, pasando por el
profesor Frank de Copenhague y Popeye) en favor de Héctor, figura cuyo infortunio le ha
obsesionado tanto a lo largo de su vida que propició la génesis y publicación, medio siglo
después del primer encuentro entre el niño y su héroe, de la obra que hoy reclama nuestra
atención.
En lo que al aspecto meramente formal y externo se refiere, CeS tiene una estructura que
no parece deberse al azar sino a un plan preconcebido, pues, de los diecisiete capítulos de
que consta, los impares contienen más de un monólogo, eso sí siempre en boca de Héctor o
de Corino, siendo una excepción el último, en que habla sólo Héctor; en los capítulos pares,
en cambio, es un solo personaje, diferente en cada uno de ellos (Casandra, Paris, Antifonte,
Menelao, Coiino, Andrómaca, Príamo, Aquiles), el que nos hace partícipes de sus reflexiones, con lo que quedan resaltadas esas individualidades que, con peso más o menos cierto
desde el punto de vista de las fuentes mitográficas, fueron protagonistas de la Troya homérica.
El objetivo de esta singular composición es darnos a conocer la situación de Troya la
noche que precede al combate singular entre Héctor y Aquiles. Se reduce todavía más el
tiempo de la Iliada, pero, como en la epopeya, se relatan la práctica totalidad de los acontecimientos anteriores al duelo, valiéndose en este caso de los parlamentos de cada uno de los
protagonistas.
Está claro que al ser CeS una obra de ficción y no un ensayo, el autor goza de una libertad equiparable a los escritores de novela histórica. Por ello, además de que la Iliada sea
su hipotexto, junto con los datos procedentes de otros poemas griegos y latinos se entremezclan, en un juego original de intertextualidad, aquellos que el autor ha extraído de dic$
Este trabajo se inserta en el PS95-0212, subvencionado por la DGES, Fuentes y Pewivencia de la Mztología
Clásica 11.
SALVADOR GARcÍA AGUILAR, Clama el silencio, Murcia, Public. de la Univ. de Murcia, 1990, p. 9.
En adelante CeS
'
cionarios o repertorios de divulgación mitológica3 y que le han permitido presentarnos una
Troya que arrostra el riesgo de ser distinta de la que la lectura de las obras clásicas nos
permite deducir, pero con un vigor y una pretensión de autenticidad dignos de elogio.
Para conseguir esa autenticidad, García Aguilar hace que desfilen por el escenario de
Epidauro los héroes más significativos del ciclo troyano, a cuyos parlamentos añade, como
nexo importante de la narración, una suerte de trasunto de Homero, un obscuro Corino, que
es uno de los troyanos vencidos que regresa a su patria al cabo de los años y recuerda aquellos acontecimientosde los que fue testigo presencial4.El propio Corino, en algo que puede
ser entendido como el "prólogo" de la tragedia o de la representación dramática, se considera un poeta no áulico, no comprometido con el poder, por lo que teme que su nombre y sus
palabras se pierdan, y repite en más de una ocasión que al contrario de los aedos griegos,
léase Homero, no quiere falsear la historia5. En ese "prólogo" recuerda los tristes sucesos
que precedieron a la muerte de Héctor y pone énfasis en los más significativos, como la
muerte de Protesilao, Patroclo revestido con la armadura de Aquiles y su muerte a manos de
Héctor, Cebríones víctima del ataque de Patroclo-Aquiles, lucha en torno al cadáver de Patroclo, valerosa actuación de Eneas junto a Héctor, para culminar con la muerte del Priámida, anunciada por el grito de Aquiles la tarde anterior al edtentamiento; es, en definitiva, un
pormenorizado resumen de los libros XI y siguientes de la Iliada, en especial a partir del
canto xv.
Este primer monólogo y el siguiente en boca de Héctor, que constituyen el capítulo primero, nos permiten ver otro procedimiento compositivo que sirve para unir los episodios, a
saber la coincidencia de preocupaciones, de manera que lo que desvela a un personaje es
también motivo de reflexión en el soliloquio que le sigue. Sirva de ejemplo que Corino,
amén del resumen de la Iliada que hemos señalado, menciona que "resonaba en sus oídos
[los de Héctor] la implacable, dolorida letanía de su hermana Casandra, la adivina: '¡Viviremos si consigues incendiar las nave^!"'^, y el pensamiento de Héctor es "Vencer a Aquiles en combate es más dificil que sorprenderles e incendiar las naves durante la nocheu7;
dado que la quema de las naves es una idea recurrente8, aduciremos otro ejemplo de este
procedimiento compositivo: Héctor en su primer monólogo lamenta la muerte de Otrioneo a
manos de 1domeneo9y prevé el dolor que va a compartir con su hermana: "gemiré igualmente con Casandra por nuestra común desgracia"'0 cuando ésta se entere de la noticia, y el
Al manejo de las fuentes dedicamos nuestra contribución al Homenaje al Prof. M. Martínez Pastor, "Ecos mitográficos en Clama el silencio de Salvador García Aguilar: de Homero a Grimal", CFCElat 15, 1998,593-602.
Parecería que Ga Aguilar está pensando en Corino como un trasunto de Dares Frigio, y su De excidio Troiae
historia. Pero, como se deduce de su "apenas si unas líneas recordarán mi nombre en alguna crónica anónima" (p.
1l), ha sacado este autor del diccionario de Grimal quien, remitiéndose a la autoridad de Suidas, los sitúa en la
época de la guerra de Troya y le atribuye una níada que habría sido modelo de Homero; el mismo dato aparece en
el Lexikon de Roscher, quien así mismo cita a Suidas y añade Schol. Nic. Ther. 15.
Asi por ejemplo en el capítulo X, pp. 155 SS.
6
Cap. 1, mon. *, p. 14.
7
Cap. 1, mon . **,p. 25.
Por ejemplo en p. 40, en el monólogo de Casandra, p. 166, en otro de Héctor, etc.
c f n. xm 362-400
1o
Cap. 1, mon. **, p. 29.
LATROYADE SALVADOR GARC~A
AGUILAREN CLAMA EL SILENCIO
97
soliloquio de Casandsa, ignorante de los ocurrido, se inicia con un recuerdo de sus pretendientes''.
Así pues, al hacer que cada uno de los protagonistas exponga en voz alta sus pensamientos, inquietudes y deseos, García Aguilar combina la subjetividad individual y la reflexión polífona acerca de cada uno de los acontecimientos, buscando que se resalte más la
sensibilidad que la acción, con lo que sin traicionar el texto de la Ilíada, reconocible en todo
el libro, consigue que personajes y entorno fisico nos resulten mucho más cercanos, prescindiendo casi en su totalidad del elemento divino y sin que sean ajenas lecturas complementarias, entre las que, como no podía ser de otro modo, destaca la Eneida visgiliana.
Hora es ya de que presentemos psuebas de este método de trabajo. Habida cuenta de la
extensión de la obra (doscientas setenta y dos condensadas páginas), hemos optado por
prestar especial atención a lo que es h t o de la imaginación del autor, dejando el estudio de
cómo reutiliza las fuentes mitográficas en segundo término, pues, según hemos apuntado,
pone en práctica ambos procedimientos.
Casandra, mencionada en la Ilíada tan sólo en dos ocasiones12, en las que se ensalza su
hermosura y no se alude a sus dotes proféticas, tiene en CeS un papel mucho más destacado
que en la epopeya y más acorde con el que de ella nos ha transmitido la tradición, el de ser
conocedora del futuro, pero castigada a no ser creída13.No obstante, hay importantes novedades: más que una auténtica vidente, que lo es, aparece como una persona cuyo reflexivo
juicio y consejos siempre cargados de amargura hacen mella en su hermano Héctor, en especial esa reiterada cantinela de quemar las naves para salvarse de la lucha con Aquiles; la
idea, como hemos dicho, no es osiginal de Ga Aguilar, pues en los libros XII a XV de la
Ilíada, Héctor está decidido a conseguir la victoria definitiva mediante el incendio de la
flota argiva, pero sí lo es que tal decisión sea debida a la insistencia de su hemana, cuyas
palabras, citadas supra, parecen inspisadas, bien que en una situación y con una intención
muy diferentes, en las de Iris en Aen. V 635-637, con las que la mensajera de Juno, bajo la
apasiencia de Béroe, quiere convencer a las mujeres troyanas de incendiar las naves, haciéndolas creer que así se lo ha sugesido Casandra en sueños:
quin agite et mecum infaustas exuritepuppis,
nam mihi Cassandrae per somnum vatis imago
ardentis dare visa faces
Ahora bien, no es esa influencia en la actuación de Héctor lo más sorprendente de esta
Casandsa, sino las razones de por qué sus vaticinios no siempre son creídos. Puesto que G"
Aguilar prescinde casi absolutamente del aparato divino, imagina una alternativa a lo que
nos dice la tradición: no es Apolo el causante inmediato de la falta de credibilidad de la profetisa (el iussu dei de Aen. 11 247), sino Laocoonte, el sacerdote de Apolo Timbreo ausente
11
Cap. 11, p. 31.
En Xiii 366, al relatar la muerte de Otrioneo, enamorado de "la más bella de las hijas de Príamo" y en XXIV
699 "semejante a Affodita", cuando anuncia la llegada de Príamo con el cadáver rescatado de Héctor.
13
Así en Aen. II 246-247: tunc etiamfatis aperit Cassandrafituris /ora dei iussu non umquam credita Teucris.
12
de la epopeya homérica y que tan destacado papel tiene en la Eneida. Como Laocoonte es
"amado del pueblo por su sabiduría y el prestigio de su honroso cargo"14 a él acude la joven
-casi un trasunto de Penélope-, atormentada por no saber cómo actuar ante sus múltiples
pretendientes. El sacerdote le comunica la buena nueva de que, gracias a las reiteradas súplicas por él dirigidas a Apolo, el dios concederá a la hija de Príamo el don de la profecía,
tan pronto yazga con ella y la convierta en su esposa15.Pero la realidad es muy otra, según
rememora la joven núbil en su monólogo: "hasta que levanté mi mano con enérgico ademán
y le arranqué la carátula", con lo que deja al descubierto a Laocoonte que, haciéndose pasar
por el dios, pretendía unirse a ella; no lo consigue, pero con su infamia favorece que la joven haga gala de unas dotes proféticas que hasta entonces no había ejercitado, como si, en
efecto, se hubiera unido a Apolo y hubiera recibido del dios el don prometido. El sacerdote
la amenaza con hacer que nadie la crea, valiéndose de su enonne predicamento entre la población, a lo que Casandra le responde16: "conseguirás éxito en tu propósito, Laocoonte,
nadie excepto tú llegará a creerme", a la vez que le da pruebas de que efectivamente tiene
dotes proféticas prediciéndole el castigo que Apolo le infligirá a causa de su lujuria al enviarle las serpientes, tal como conocemos por Serv. Aen. 11 201, en clara variante del relato
virgiliano.
A lo largo de toda la obra, especialmente en los pasajes de Corino y de Héctor, son
múltiples las ocasiones en que los troyanos se enfrentan al dilema de dar crédito a las palabras de la joven o por el contrario aceptar la afirmación de Laocoonte de que su mente desvaría. Así lo vemos en el monólogo de Héctor que sigue al de Casandra, donde el héroe
muestra una enorme conmiseración por su hermana y por el dolor que sus propias visiones
le ocasionan: "Trátese de alucinación producida por la locura, como pretende Laocoonte,
sea prefiguración del fatal camino que los dioses han señalado, triste es imaginar que le
aguarda un desconsuelo mayor del que puede soportar cualquier humano" 17. A ambas causas, a Laocoonte y al sentido negativo de sus predicciones, atribuye ~éctor''la falta de credibilidad de su hermana, siendo el contenido funesto de esos vaticinios la razón posible de
Y
que él no quiera que le descubra el futuro que aguarda a Andrómaca y a ~scamadrio'~.
Corino, que en su tercera intervención describe cómo el sacerdote de Apolo no pierde ocasión de llenar de infamias en público a la vidente fingiendo sentir piedad por ella, en el
sexto de sus monólogos afirma tajantemente que Casandra no parece actuar cuando está en
trance y duda de las afirmaciones e intenciones de ~aocoonte'~.
Pero esa enconada rivalidad entre el sacerdote y la hija de Príamo no es sólo debido a
que los lujuriosos deseos del varón se vieran frustrados, sino que también encubre, nos atrevemos a sospechar que con total inadvertencia por parte de la joven, una lucha por el poder
14
Así lo dice la propia Casandra en su monólogo, cap. Ii, p. 32.
34.
l6 Cap. II, p. 38.
l 7 cap. Jii,mon. *, p. 41.
18
En su cuarto monólogo, cap. VI, mon. *, pp. 99-100.
19
Cap. IX, mon. *, p. 132 y 139. El profundo conocimiento de Ga Aguilar de la Iliada se pone de manifiesto en
que tantas veces como habla del hijo de Héctor y Andrómaca lo llama así, de acuerdo con Ii. VI 402: ~ ó v& '
"EKTWPKUEEUKE
CKU(IUVS~LOV,
a C ~ u poi ~ M o L A
, U~WIKT'.
20
Cap. V, mon. **, pp. 78-81 y cap. XI, mon. *, pp. 185-186 respectivamente.
l 5 cap. II,p.
LATROYA
DE SALVADOR
GARcÍA AGUILAREN CLAMA EL
SILENCIO
entre los partidarios y los enemigos de Héctor, lo que nos lleva al siguiente apartado.
2. LUCHAPOR EL PODER.
A medida que avanzamos en la lectura de CeS, descubrimos que la mayoría de los personajes que ante nosotros desfilan (salvo Aquiles, Patroclo y Héctor) se mueven sólo por el
deseo de poder, bien sea aumentando el que tienen, bien para obtener el que posee otro; y
no sólo eso, también en tomo al poder giran las sospechas sobre la actuación de sus rivales,
sin que sea pertinente que pertenezcan al mismo pueblo o sean del ejército enemigo.
Paris, por ejemplo, no es sólo el hijo de Príamo recuperado2', cobarde y causante de la
guerra, sino que la semblanza que de él se hace es la de una persona fundamentalmente rencorosa y maquinadora de venganzas, que tiene un dolorido recuerdo de su pasado como
pastor, situación en la que Ga Aguilar lo retrata como si del precursor del Segismundo calderoniano se tratara, pues le hace decir: "jamás os será posible resarcirme... los años transcurridos en la cárcel del monte, donde los horizontes limitados, la inalcanzable cúspide...y
la campiña... representan las rejas que... favorecen el sueño de otras tierras que adivinas más
favorables que el agreste de la cruda Naturaleza sin aderezos humanos. Pues nunca me consideré un pastor. El Sueño me alimentó la intuición de otros mundos"22.Su resentimiento
se sigue manifestando contra su hermanastro Ésaco, intérprete del sueño de Hécuba que
determinó la exposición del niño, pese a considerar que se había suicidado a causa del remordimiento por haber hecho tal re~elación~~.
Como compensación a tamaño infortunio
cree tener más derecho que ninguno de los hijos no bastardos de Príamo a la sucesión al
trono de Troya. Por tanto, no acepta la supremacía de Héctor, jamás cuestionada en toda la
tradición mitográfica, sino que, valiéndose de los regalos y la deferencia de Héctor hacia él,
aumenta su capacidad de seducción entre troyanos y troyanas, en los que despierta una gran
simpatía por haberse enffentado al pueblo raptor de Hesíone. Y es que la recuperación de
Hesíone (totalmente silenciada en la Ilíada y que vivía felizmente casada en Salamina, dones la
de al menos en una ocasión la visitó su hermano Príamo, según Aen. VI11 156-158~~)
causa aducida para la visita a Esparta, a fin de conseguir el apoyo de Menelao en esta empresa, dato que aparece en las fuentes más recientes y del que Ga Aguilar se ha valido para
silenciar todo lo relativo al celebérrimo juicio de Paris, que de alguna manera excusaba el
rapto de Helena. Y, además, aliándose con los bastardos, en los que alimenta la queja por
vivir en la mediocridad, de la que él responsabiliza a Hécuba y a Héctor, y, apoyándose en
Laocoonte, es un destacado miembro del bando que se opone a Héctor, quien tiene su principal valedora en Casandra.
Inspirándose en Homero, Ga Aguilar reproduce las opiniones encontradas sobre la de21
El período que va desde su exposición hasta su reconocimiento y la acogida en palacio son el contenido del soliloquio de Corino, cap. DI, mon. **, pp. 46-54.
LL
-- En su monólogo, cap. IV, p. 56. La marca en negrita es nuestra.
23
Evidente innovación de G" Aguilar, ya que otros son los motivos que ofiecen las fuentes mitográfícas, cf. ApoIlod.
- . DI 12, 5 y Ov. Met. XI 749-795.
L4
Algo que conoce G" Aguilar, pues en el cap. V, mon. **, p. 85 Corino recuerda la réplica de Héctor a Paris:
''¿Preciso es repetir que Hesione vive feliz en Salamina,junto a su esposo el rey Telamón, a quien ha dado un hijo
llamado Teucro, hermanastro del valeroso Ayax Telamonio? Ella no desea regresar a la sagrada nion."
volución de Helena: partidario es, como en la epopeya, A n t é n ~ rcasi
~ ~ ,siempre secundado
por Ucalegonte, que tan sólo aparecen una vez en la 11iadd~como anciano cuyo consejo
era muy apreciado; que Héctor, pese a la belicosidad mostrada al fiente de su ejército, compartía la opinión de Anténor es comúnmente aceptado. Pero es de nuevo Casamisa la que,
con un protagonismo que no tiene en Homero, insiste una y otra vez en lo perjudicial que es
pasa Troya la presencia de Helena y, por ende, en lo conveniente que sería que fuera entregada a su masido Menelao; así lo proclama tanto en público, al deambular por las calles de
Ilio, como en privado en el palacio de Psíamo; en estas reuniones familiares dan también su
parecer, en todo coincidente con el de Casandra aunque por razones distintas, algunas hijas
del anciano reg7: Creúsa, que no aparece en la Iliada pero es suticientemente conocida gracias a la Eneida, porque es de la misma opinión que su masido Eneas; Medicaste, hija bastarda de Psíamo que había venido de Pede a Troya acompañando a Imbrio, porque teme la
muerte de su esposo, una muerte que, en efecto, se producirá a manos de Teucro según leemos en IZ.XIII 170- 182; Laódice comparte los sentimientos de sus hermanas, pues teme por
la suerte de su marido y cree que lo mejor es la devolución de Helena, opinión idéntica a la
de ~ e l i c a ó nquien
~ ~ , a su vez coincide con la de su padre Anténor. Sabedor de que cuenta
con el respaldo de Príamo, Pasis se burla de las premoniciones de Casandsa y la compara
con Esténtor, que tenía un vozassón como cincuenta h~mbres*~,
dato extraído de Il. V 785,
pero sin que en modo alguno esté relacionado con la joven.
Esa actitud retadora de Pasis es una de las señales evidentes de la oposición a Héctor;
menos visible es el haber sobornado a Antímaco para que se oponga a la devolución de
Helena y haga a la asamblea la propuesta de asesinar a ~ e n e l a o ~aunque
',
tal hecho no escapa de la percepción de Casandsa, que no deja de vigilar al anciano proclive a las dádivas.
~ ' cuenten con la ayuda de
Pero mucho más significativo es para el nassador ~ o r i n o que
Laocoonte, como tampoco le pasa inadvertido otro tipo de alianzas, en especial la que parece tener con Antifonte, uno de los bastardos, quien a su vez tiene sus propias expectativas.
En efecto, la lucha por el poder dentro de Troya no queda limitada a Paris. Importante
papel juega en ella este Antifonte3*,un personaje sin duda h t o de la inventiva del autor de
CeS. Es el cabecilla de los bastardos y, en su opinión, el que más derechos puede esgsimis
para suceder a Psíarno como segundogénito que es, pues el mayor de los hijos, Ésaco, se
había suicidado. Tiene la absoluta convicción de que Troya no debe ser ni pasa Héctor ni
para Pasis, quien, en todo caso, debe aspirar al trono de Esparta, puesto que ahora está unido a Helena, que aportó ese reino como dote.
Tampoco los aqueos están libres de sospechas. La propia Helena es objeto de críticas,
25 11. W 347-353.
m 148.
Cap. XI, mon. **, pp. 187-188.
28 Del matrimonio entre Laódice y Helicaón da noticias 11.
122-124, al relatar cómo k s se presenta ante Helena
bajo la apariencia de su cuñada.
29 De ahí el adjetivo "estentóreo".
30 Cf II. Xi 123-125 y 138-141.
31
Cap. V, mon. **, p. 186.
32
Para lo relativo al nombre, remitimos a nuestra contribución al Homenaie ..., indicado en la nota 2.
26 11.
27
LA TROYADE SALVADOR
G A R CAGUTLAR
~
EN CLAMA EL SILENCIO
101
más o menos veladas, no sólo por querer mantener el tesoro que se llevó consigo3' sino
también por ejercer de modo imperceptible su influencia sobre los troyanos, que están seducidos por su belleza; por ello la premonición de Casandra de que habrá disensiones entre
Deífobo, Héleno e Idomeneo por la mano de la laconia, dato que, claro está, no aparece en
entiende
,
Corino
la Iliada y mucho menos que sea Príamo quien la entregue a ~ e í f o b ola~ ~
como un deseo de mantener su poder en tanto Troya esté en pie, pero sabiendo que, cuando
lleguen las dificultades, ella hará traición, facilitará el asalto35y la consiguiente destrucción
del reino, porque "tiene decidido ser amiga de los venced ore^"'^; ese es el mismo temor que
mueve a Héctor a pedirle a Casandra que vigile a su cuñada que, tal vez cansada de Paris,
puede querer entregar Ilio a los argivos, pues, ante todo, querrá seguir siendo reina, "si no
de Troya, volverá a serlo de ~ s ~ a r t a " ~La' . razón fundamental que asiste a todos para presumir la ambición de Helena es que abandonara a su hija Hermíone, de tan sólo nueve
años3', lo que provoca el asombro de ~ é c t o rNo
~ ~obstante,
.
Menelao, que debía conocerla
mejor, no ve en su esposa una verdadera ambición de poder sino que atribuye su falta de
preocupación por Hermíone a que 'k-eside en ella la trivialidad y transcurren los días entre
sus bostezos en añoranza de cualquier novedad que rompa su tedio" y "sólo se afana en seducir con su belleza"40.
En lo que a Menelao respecta, no hay duda de que se mueve por el ansia de poder y, en
su creencia de que todos se mueven con los mismos acicates, tacha a Príamo de ambicioso,
codicioso y libidinoso4'. Su ambición es la causa de que no repudiase a Helena, pues estar
casado con ella implica ser rey de Esparta, así como que no canjee a Hesíone, ya lo que el
menor de los Atridas anhela es obtener el máximo poder posible y ampliar sus dominios;
estas apetencias de Menelao las conoce Héctor, quien llega a pensar que Menelao favoreció
la huida de Helena para hacerse con ~ r o ~ a ~ ~ .
3. HÉCTOR, SUS SENTIMIENTOSY AFICIONES.
El Héctor de CeS responde al estereotipo homérico: el más destacado guerrero que al
frente de los batallones dardanios ataca a los enemigos y defiende a los suyos, colmando las
esperanzas que su pueblo tiene depositadas en él como su salvador; pero en lo más profun33 Con respecto a la devolución de Helena, junto o no con el tesoro que se llevara de Ecparta, cf. el monólogo de
Príamo, cap. XTV, pp. 235-236, fiel resumen de Il. W 347-407.
34 Salvo el nombre de Idomeneo, tal situación la refiere Apollod. Ep. V 9.
35 Y lo hace agitando una antorcha que permite la entrada de los dánaos, como bien sabemos por Verg. Aeri. VI
515-530, en que Deífobo le cuenta a Eneas la traición de Helena, pasaje fuente también del temor de Héctor, que
vemos a continuación.
36 Cap. XI, mon. **, p. 191.
37 Cap. M, mon. ***, p. 153.
38 El abandono de su hija está ya enll. III 174-175 y el nombre aparece por primera vez en Od. IV 14, pero que tuviera nueve años es un dato muy tardío que sólo vemos a partir de Apollod. Ep. DI 3.
39 Cap. V, mon. *, p. 78.
40 cap. WI, pp. 121 y 122.
41 Cap. WI, p. 124.
42 Cap. IX,mon. *,p. 135.
102
-
ROSA MaIGLESIAS MONTIEL Ma CONSUELO
ÁLVAREZ
MORÁN
do de su corazón añora la paz que conociera en su infancia, en la época en que Troya gozaba de una gran prosperidad43,cuando todavía no se había visto impelido a tener que clasificar a los demás hijos de Príamo entre hermanos, mediohermanos y bastardos; ahora, en
cambio, percibe la enemistad de los bastardos encabezados por Antifonte, aunque se ve
compensado porque hay otros, a los que él llama mediohemanos, que se comportan con él
como si fueran hijos de Hécuba. A éstos les corresponde con auténtico amor fraternal y, de
un modo especial, a su auriga Cebríones, al que considera "más que mediohermano, compañero fiel y amigo: tan imposible es hallar otro semejante que mil veces diera la vida por
conser~arle"~~;
tal cariño puede estar inspirado en Homero, si bien en II. XVI 727-782 leemos que, al ser abatido el auriga Cebríones a manos de Patroclo, se entabla una encarnizada
disputa entre el Menecíada y Héctor por su cadáver, lo que es costumbre siempre que cae
cualquier guerrero esclarecido, sin que implique una especial relación de amistad con el
caído.
El carácter bondadoso de Héctor se pone de nuevo de manifiesto cuando lamenta haber
dado muerte no a Aquiles, como creía, sino a Patroclo. A este respecto tenemos que decir
que, al contrario que Homero que habla siempre de Patroclo revestido con la armadura de
Aquiles, Ga Aguilar presenta a Héctor convencido de que su oponente es el Pelida, tanto al
disputarle el cadáver de Cebríones como al asestarle la herida mortal; y sólo descubre la
identidad de aquél en el momento en que "Tuvo fuerzas para despojarse del cerrado yelmo,
y mi sorpresa brotó con tal brusquedad que pareció desalojarme del mundo real. ¡Pues
aquel rostro pertenecía a Patroclo! ... Muy a mi pesar, Patroclo ha muerto"45, pesar que
siente también cuando ve a los griegos velando y llorando a Patroclo "siento mis ojos anegados por la muerte que le he infligido. Cegado por el furor, descargué en él la ira destinada
al irascible ~ ~ u i l e sen' ~claro
~ , contraste con II. XVI 830 SS.,en que, consciente de que le
ha causado una herida mortal, se jacta de su acción y se burla de su oponente, al que se dirige llamándole por su nombre.
El Priámida es incluso cariñoso con los Atridas, pues, y de nuevo estamos ante una innovación de CeS, la corrección y cordialidad con que acogió a Menelao, cuando éste encabezaba la embajada que fue a Troya a pedir la devolución de ~ e l e n a ~se
' , debe a que se conocían desde antiguo; por Troya pasaban los Atridas bien a su regreso de Mileto, bien
cuando volvían de enf?entarse a los bandidos pagados por ~attusas~',
pues querían el patrimonio que Atreo heredó de sus antepasados de ~ i d i aDe
~ ~ahí
. las palabras de Menelao, tras
el fiacaso de la embajada: "Te tuve por amigo desde los años de nuestra juventud. Siento
43
Cap. XI, mon. *, p. 172.
**, p. 27.
45 Cap. XV, mon. ***,p. 257 y 258.
46 Cap. XI, mon. *, p. 169.
47 Cf. II. III 205-208.
48
Con estas y otras referencias a la capital del imperio hitita, Ga Aguilar intenta dar, sin duda, una patina de autenticidad histórica al relato, pues la supremacía de Troya en la lucha con carros tirados por cabaiios se atribuye,
en p. 137, en boca de Héctor, a la experiencia obtenida por su abuelo Laomedonte en la batalla de Kadesh, entre
egipcios e hititas. Dado que esta batalla tuvo lugar en 1.285, entra dentro de las posibilidades que pemite la cronología mítica.
49
Cf pp. 124 y 173 respectivamente.
44 Cap. 1, mon.
LATROYADE SALVADOR
G A R CAGUILAR
~
EN CLAMA EL SILENCIO
1 03
que hayamos de ení?entamos con el bronceV5O.
Allí, en Troya, fueron testigos de la mayor afición de Héctor, sus caballos, por los que a
veces siente más amor que por los hombres, pues nunca le han defraudado, unos corceles
que también despiertan admiración entre los troyanos que conocen sus nombres, ya desde
Il. VI11 185; para explicar la excelencia de los caballos, los Atridas recuerdan que son de
origen divino, lo que es excepcional en la obra que nos ocupa, pero la elegante naturalidad
de Héctor en su monta, es producto de su habilidad y nada tiene que ver con la procedencia
de los caballos.
En una de esas visitas de Agamenón y Menelao, Héctor les oyó hablar de una princesa
de la Tebas de Misia, que rechazaba a todos los pretendientes, lo que provocó, en algún
sentido, el amor hacia Andrómaca, a la que se decidió a visitar. Llega a Tebas y se presenta
ante la joven como un desconocido; le pide a su padre, el rey Eetión, su mano, que le es
concedida con la condición de que ella acepte. Crea así Ga Aguilar un extenso y bello relato, que podríamos denominar "la novella de amor de Héctor y Andrómacansl,h t o de su
imaginación, indudablemente impresionado por las noticias que salpican la Ilíada sobre la
destrucción por obra de Aquiles de la Tebas de Eetión, quien murió en el asedio, como y
sobre todo por las palabras de Andrómaca de la célebre despedida de Héctor en VI 407439. El amor que se profesa esta pareja recorre toda la obra, del mismo modo que aparece
en todas las fuentes antiguas en que se habla de este matrimonio; las sentidas palabras de
Andrómaca, huérfana, sin hermanos y sin patria, afirmando que para ella Héctor lo es todo5', son recordadas por Héctor en su segundo monólogo: "Comprendo a Andrómaca. Teme que al enfkentarme a Aquiles se repita la desdicha que ya ha causado en su familia. A la
vez que esposo debo ser ahora padre, madre y hermano"53
Esta es en buena medida la Troya de CeS, por la que han desfilado los grandes protagonistas. También a veces se menciona el pueblo llano, una población adulta que en los momentos de tregua, siempre sin correr excesivos riesgos, cultiva sus huertos, intenta pescar en
los ríos (no así en el mar), en tanto que los jóvenes, menos precavidos, "se entretienen cazando pajarillos en las riberas y los cañaverales, mimbreras y olmos" y las mujeres vuelven
a lavar en las fuentes "y de nuevo forman corros entretenidas con risas y charlas olvidando
el peligro de un emboscada." Lo que nos parece más digno de atención es que hay gente
que, como si dishtaran de una paz duradera, pasea y descansa "bajo la sagrada encina al
cobijo de las columnas del templo de nuestro antepasado 110 Dardánida, y el cabrahígo conoce a los que le reverencian por su longevidad"54,templo y paraje que están en la Ilíada,
pero en un contexto absolutamente bélico, pues en XI 166-170 leemos: "Pero los otros, dejando atrás la tumba del antiguo 110, el Dardánida, en mitad de la llanura, más allá del cabrahígo se precipitaban deseosos de refugiarse en la ciudad. El Atrida [Agamenón] los perseguía gritando sin cesar y manchaba de sangre sus intocables manos." Con todo, que el lu50
Cap. VII, mon. ***, p. 114.
Cap. XI, mon. *, pp. 175-185.
52
11. 429-430.
53
Cap. IIí, mon. *, p. 43.
54 Los tres textos entrecomiiiados pertenecen al cap. IX, mon. **, p. 146.
51
gar era frecuentado en la paz y que tenía las mismas características que recoge GaAguilar,
ya aparece en la Iliada, pues, al pasar por él Héctor huyendo de Aquiles antes de ser abatido
por el Pelida, Hornero (11. XXII 145-156) describe un auténtico locus amoenus, en el que
destacan unos hermosos lavaderos a los que, en tiempos de paz, acudían las esposas y las
hijas de los troyanos.
Pese a tal apariencia de tranquilidad, la obra en realidad ha intentado retratarnos a un
héroe, Héctor, atormentado por su destino la víspera de su enfrentamiento con Aquiles, por
lo que creemos que la mejor manera de terminar esta intervención es reproduciendo la fiase
final de Héctor, que es también el cierre de CeS: "Mi realidad habrá consistido en una ficción patética. ¿De qué habré de lamentarme? Sólo de mi dolor, que es eterno".
Descargar