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Revista de Psicoanálisis, Psicoterapia y Salud Mental Vol. 1 nº 4, 2008
DISERTACIONES PSICOANALITICAS Y HUMANAS
SOBRE EROTISMO. AFECTIVIDAD Y AMOR.
EDGAR ALFONSO ACUÑA BERMÚDEZ*
Facultad de Psicologìa
Universidad de San Buenaventura, Cartagena- Colombia
En realidad, para la mayoría de la gente de nuestra cultura es digno
de ser amado. La gente cree que amar es sencillo y lo difícil es
encontrar un objeto apropiado para amar –o para ser amado -. Tal
actitud tiene varias causas, arraigadas en el desarrollo de la
sociedad moderna. En la era victoriana, el amor surgiría después de
concertado el matrimonio, la mayoría de la gente aspira a encontrar
un <<amor romántico>>, a tener una experiencia personal del amor
que lleve luego al matrimonio. Ese nuevo concepto de la libertad en
el amor debe haber acrecentado enormemente la importancia del
objeto frente a la función.
*Psicólogo, Psicoterapeuta, Docente e Investigador de Tiempo Completo:
Universidad de San buenaventura de Cartagena, Director del Grupo de
Investigación en Psicoanálisis INSIGHT, Candidato al Doctorado PhD. En
Psicología clínica y de la Salud, Universidad de Salamanca-España.
Muchos (as) lo interrogan: no existe, les interesa vivir el momento e
incluso sin compromiso, especialmente en culturas norteamericanas
y europeas; se ha comprobado ese modelo en nuestra cultura. 1
El objeto debe ser deseable desde el punto de vista de su valor
social y al mismo tiempo, debe resultar deseable, teniendo en cuenta
los valores y potencialidades manifiestas y ocultas. De ese modo,
dos personas se enamoran cuando sienten que han encontrado el
mejor objeto disponible en el mercado, dentro de los límites
impuestos por sus propios valores de intercambio. En una cultura en
la que prevalece la orientación mercantil y en la que el éxito material
constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para
sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el
mismo esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y
de trabajo.
La esencia misma del amor materno es cuidar de que el niño crezca,
y esto significa desear además que el niño se separe de la madre.
Ahí radica la diferencia básica con respecto al amor erótico. En este
último dos seres que estaban separados se convierten en uno solo.
En el amor materno, dos seres que estaban unidos se separan. La
madre debe no sólo tolerar, sino también desear y alentar la
1
FROMM, Erich. El arte de amar ( una investigación sobre la naturaleza del amor).
Piados, México, 2000. Pàg 15.
separación del niño. Sólo en esa etapa el amor materno se convierte
en una tarea sumamente difícil, que requiere generosidad y
capacidad de dar todo sin desear nada, salvo la felicidad del ser
amado. También es en esa etapa donde muchas madres fracasan en
su tarea de amor materno. La mujer narcisista, dominadora y
posesiva puede llegar a ser una madre <<amante>> mientras el niño
es pequeño. Sólo la mujer que realmente ama, la mujer que es más
feliz dando que tomando, que está firmemente arraigada en su propia
existencia puede ser una madre amante cuando el niño está en el
proceso de la separación.2
AMOR ERÒTICO.
El amor es la preocupación activa por la vida y el conocimiento de la
persona que se ama. Cuando falta la preocupación activa, no hay
amor.
Nunca un amante busca sin ser buscado por su amada. Si la luz del
amor ha penetrado el corazón sabe que también hay amor en aquel
corazón. Cuando el amor a Dios agita tu corazón, también Dios tiene
amor para ti.
Al ser sociales por naturaleza, se destaca que el amor erótico
también es social compuesto por dos personas: mujer y hombre;
amar es dar, no recibir; sin embargo, esto se torna recíproco e
incondicional.
El primer lugar, se lo confunde fácilmente con la experiencia
explosiva de <<enamorarse>>, el súbito derrumbe de las barreras
que existían hasta ese momento entre dos desconocidos. Sin
2
FROMM, Erich. Op Cit. Pag 56-57.
embargo tal experiencia de repentina intimidad es por su misma
naturaleza, de corta duración. Cuando el desconocido se ha
convertido en una persona íntimamente conocida, ya no hay más
barreras que superar, ningún súbito acercamiento que lograr. Se
llega a conocer a la persona <<amada>> tan bien como a uno mismo.
Para ellos, la intimidad se establece principalmente a través del
contacto sexual. Puesto que experimentan la separatividad de la otra
persona fundamentalmente como separatividad física, la unión física
significa superar la separatividad.3
Aun la exhibición del enojo, odio, de la absoluta falta de inhibición,
se consideran pruebas de intimidad, y ello puede explicar la
atracción pervertida que sienten los integrantes de muchos
matrimonios que sólo pertenecen íntimos cuando están en la cama o
cuando dan rienda suelta a su odio y a su rabia recíprocos. Pero la
intimidad de este tipo tiende a disminuir cada vez más a medida que
transcurre el tiempo. El resultado es que se trata de encontrar amor
en la relación con otra persona, con un nuevo desconocido. Este se
transforma nuevamente en una persona <<íntima>>, la experiencia
de enamorarse vuelve a ser estimulante e intensa, para tornarse otra
vez menos intensa, y concluye en el deseo de una nueva conquista,
un nuevo amor –siempre con la ilusión de que el nuevo amor será
distinto de los anteriores-. El carácter engañoso del deseo sexual
contribuye al mantenimiento de tales ilusiones.
El amor entre otras, puede estimular y fundirse con el deseo sexual.
Como la mayoría de la gente une el deseo sexual a la idea del amor.
El amor puede inspirar el deseo de la unión sexual; en tal caso, la
relación física hállase libre de avidez, del deseo de conquistar o ser
conquistado, pero está fundido con la ternura. La atracción sexual
crea, por un momento, la ilusión de la unión, pero, sin amor, tal
3
FROMM, Erich. Op Cit. Pàg 58.
“unión” deja a los desconocidos tan separados como antes; a veces
los
hace
avergonzarse
el
uno
del
otro
o
aun
a
odiarse
recíprocamente, porque, cuando la ilusión se desvanece, sienten su
separación más agudamente que antes.
El amor erótico es exclusivo sólo en el sentido de que puedo
fundirse plena e intensamente con una sola persona. El amor debe
ser esencialmente un acto de la voluntad, de decisión de dedicar
toda la vida a la de la otra persona.
Amar a alguien no es meramente un sentimiento poderoso –es una
decisión, es un juicio, es una promesa-. Si el amor no fuera más que
un sentimiento, no existirían bases para la promesa de amarse
eternamente. Un sentimiento comienza y puede desaparecer.Sin
embargo, el amor se acaba si no se alimenta.
El amor infantil expresa: amo porque me aman; te amo porque te
necesito. El amor maduro afirma: me aman porque te amo, te
necesito porque te amo.
Hoy en día el amor se ha convertido en algo pasajero, mercantilista o
por interés, lo cual no es amor verdadero, destacando que no solo se
vive de amor ni tampoco el dinero lo es todo, por tal motivo la
búsqueda de equilibrio que implica la producción de ambas partes
se complementa: dinero-amor-conocimiento mutuo, el amor no es
depender; si se limita solo a recibir afecto o amor, esto tiene un
componente de histeria. En el amor, dar y recibir por parte de la
mujer y del hombre implica una construcción y un crecimiento
mutuo; la seguridad en lo concerniente al amor implica una
correspondencia mutua. El amar implica desear, gustar, querer.
La reflexión se fundamenta en una relación entre la mujer y el
hombre; aquí no se plantea o se busca dar soluciones o respuestas,
sencillamente la respuesta está en cada uno de nosotros, en
nuestras vivencias y experiencias. Definir particularmente el amor es
algo complicado y no se puede decir la última palabra.
La típica situación de celos es por supuesto, la de la rivalidad en el
amor. Respecto al Edipo, se afirma que todos los celos provienen de
esa primera experiencia de rivalidad sexual en la niñez.
Por supuesto, toda la vida se repiten más o menos las experiencias
infantiles; los celos son bastantes simples y primarios, y tan
inevitables como cualquier otra reacción de este tipo.
Las relaciones afectivas parten de la infancia con el primer objeto
amoroso y de deseo edípico en la niña y el niño, la intensidad de
dicho
complejo
edìpico,
la
ausencia
afectiva
de
figuras
representativas y la búsqueda posterior en las relaciones de pareja
de rasgos demasiado similares e incluso diametralmente opuestos
de los vividos en la infancia, determinando características clínicas de
conflicto, sin embargo toda persona elige su pareja “normal” con
características mínimas de la figura materna o paterna. En la
elección del objeto sexual la libido conserva dichos rasgos en la
búsqueda de ese ser amado; lo que se destaca aquí es la experiencia
y sus diversas manifestaciones eróticas, afectivas y amorosas; el
inconsciente y lo reprimido desempeñan un importante papel, mas
concretamente con los impulsos eróticos, agresivos o de amor y de
odio, propios de toda persona.
Con relación al Amor y odio, la sexualidad y la agresión al constituir partes
integrantes de la naturaleza humana, seguirán actuando, para bien o para
mal, mientras perdure la vida.
La razón y el afecto siempre están presentes en cada ser humano, no
solo todo es razón, no solo todo es afecto, ya sea en mayor, igual o
menor
proporción
cada
uno
de
ellos
está
presente
y
es
imprescindible. Cada persona percibe subjetivamente su realidad
objetiva y mas aun cuando hay sentimientos o emociones de por
medio.
Amar y ser amado, dar y recibir, dar sin esperar recibir, es
fundamental; es cuestión de libido, esa energía cuanti-cualitativa con
la
cual
se
permite
medir
y
evaluar
los
procesos
y
las
transformaciones en la sexualidad y sus diversas expresiones en
cada ser humano, cada uno es un mundo, es necesario sentir,
vivenciar,
experimentar,
canalizar,
descargar
o
expresar
sentimientos como el amor y el erotismo, no hay que evadirle pues
es humano y siempre estará presente en todo ser humano, incluso
partiendo del animal. Amar, no depender, respetar el espacio de la
otra persona y ser respetado son elementos fundamentales.
Hay que amar con respeto y responsabilidad, querer, desear,
expresar el erotismo y la seducción con responsabilidad y respeto,
es todo un arte, ya sea en su expresión controlada o descontrolada,
vaya que arte, que vale la pena conocer y disfrutar con la pareja
apropiada y con la química amatoria suficiente para que sea
placentera.
Alguien dirá: es cuestión de impulso, autoerótico o erótico, otra
persona dirá: es cuestión de erotismo, de querer o de amar
incondicionalmente, esto se acepta y es válido, todo depende de la
experiencia.
No solamente es cuestión de economía sexual, sino que es cuestión
de economía monetaria que inevitablemente impregna las relaciones
afectivas; para muchos o para muchas hoy día existe la expresión te
quiero por lo que tienes y no te quiero por lo que eres como persona;
se ha comercializado el afecto, se puede afirmar que es un afecto
mercantilizado o por intereses el que se vive hoy en día, en donde él
la mantiene a ella o ella lo mantiene él; con las exigencias sociales y
el momento histórico por el que se pasa, es necesaria la producción
de ambas partes y el crecimiento mutuo de la pareja, el apoyo
recíproco y la incondicionalidad afectiva en donde se comparten
momentos felices y momentos difíciles, indiscutiblemente implica
cuestión de valores los cuales se han deteriorado además del
respeto por sí mismo y por la persona que se quiere.
No hay que desconocer que solo el amor soporta una relación sino
que la estabilidad económica de ambas partes es indispensable; tal
como se afirmaba no todo es dinero, no todo es amor, debe darse
una homeóstasis, aunque los sentimientos están ahí presentes
siempre, libres del componente económico o monetario. Sin
embargo, el lujo, la camioneta, la ropa de marca, la vanidad, ese
narcisismo y exhibicionismo de una sociedad de consumo y de
poder, dada en la sociedad actual donde vale el que más tenga y se
deja de lado a quien no tenga solvencia económica.
La persona es un ser bio-psico-social y espiritual por naturaleza y
dicha unidad integral es vital para un sano desarrollo personal; sin
embargo se pretende vivir por vivir, el momento, el aquí y el ahora;
se enfatiza que es indispensable rescatar la comunicación, el
respeto, la responsabilidad y la valoración de los sentimientos ya
sean estos eróticos o sexuales, afectivos o amorosos.
Es sabido
que este amor se encuentra presente siempre
lógicamente sin desligar el componente emocional de los impulsos
eróticos
o
sexuales
y
agresivos,
los
cuales
funcionan
simultáneamente y que mediante su canalización y la descarga en el
momento apropiado conlleva a que la persona no solamente se guíe
por
el principio del placer sino por el principio de la realidad.
Cerebro y corazón se fusionan en una funcionalidad dinámica; es
una mezcla que se fortalece con el ensanchamiento de los lazos
sociales y espirituales, marcando o señalando el camino del
crecimiento en una relación afectiva.
El vivir por vivir, sin proyección alguna, culmina sencillamente en un
caos y más aun con las diferencias sociales y de clase. El alcohol, la
droga, la rumba o coloquialmente como llaman la parranda domina y
en ocasiones atropella las relaciones hoy en día, se reconoce claro
está que son parte necesaria en toda idiosincrasia y en todo
contexto
ya
sea
nacional
o
internacional;
sin
embargo,
reguladamente daría mejores resultados; al divertirse “sanamente” la
afectividad es mucho mas placentera; el alcohol o la droga no son
requisitos indispensables para expresar los sentimientos, para decir
te amo, te deseo, me gustas o cualquier otra expresión, que vital es
poder decirlo, expresar dichos sentimientos de manera libre y sin
efecto de sustancias; claro está no todas las personas son iguales y
dicha heterogeneidad hace interesante la vida y los elementos
psíquicos del ser humano.
Se propone una invitación a valorar a la otra persona, a respetarla y a
respetarnos a nosotros mismos para una aceptación y adaptación.
La respuesta a esto del amor es muy compleja, y está en lo interno
de cada uno de nosotros y en la manera como se expresen
externamente los sentimientos.
ELECCION DEL COMPAÑERA(O) DE AMOR
El psicoanálisis nos muestra que profundos motivos inconscientes
participan en la elección de la pareja y determinan la atracción
sexual y el placer de la mutua compañía. Los sentimientos de un
hombre hacia una mujer sufren la influencia de su vínculo temprano
con la madre. Pero tal situación puede ser más o menos
inconsciente y presentar manifestaciones muy enmascaradas.
Quizás un hombre elija como compañera a una mujer que tenga
algunas características completamente opuestas a las de su madre o
similares (Edípicas/patológicas) sin embargo, toda persona “normal”
busca características mínimas de la figura parental del sexo
contrario ; una hermana o una prima ocupa el lugar de la madre en
sus fantasías sexuales y en su amor. Una niñera, una tía, una abuela,
pueden desempeñar un papel muy importante en el niño.
Factores similares actúan en la elección femenina. Las impresiones
que conserva de su padre, sus sentimientos hacia él – admiración,
confianza, etc.-, pueden desempeñar un papel predominante en la
elección del compañero. Pero quizás su temprano amor hacia su
padre haya sufrido serias alteraciones. Tal vez se haya alejado de él
muy pronto debido a fuertes conflictos o graves decepciones. Un
hermano, primo, tío, abuelo, desempeñan el lugar del padre en la
niña.
La época de Romeo y Julieta, de La María, del Quijote y su Dulcinea y
muchos otros amores célebres están en el recuerdo; sin embargo el
romanticismo pese a que no cuenta con el mismo valor, aun se
mantienen; las palabras dulces, tiernas, amorosas, los fetiches
sanos, los poemas, las rosas, las cartas de amor, la palabra o el
lenguaje con ese poderoso componente amoroso deja ver la libido
en sus diferentes expresiones. El hombre conquista a la mujer o la
mujer conquista al hombre, es la química amorosa; es como tú te
sientas bien amando y siendo amada o amado, destacando el
sentimiento de la persona y el no jugar con los mismos sentimientos,
es cosa bien compleja y delicada; todo esto reconforta el espíritu de
la persona amada y mantiene el lazo afectivo erótico o amoroso con
un componente emocional guiado por las pulsiones o por un
profundo afianzamiento de una relación afectiva. Surgen algunas
inquietudes: ¿Quién no ha sentido aprecio y cariño?; ¿Quién no ha
sentido deseo por otra persona, atracción y erotismo?; ¿Quién no ha
sentido que quiere e incluso que ama?; aunque esta última pregunta
es mucho mas profunda y compleja a la vez.
Puede ocurrir que dichos sentimientos sean reprimidos, sublimados,
negados, proyectados, ya sea que lo manifieste o no, bueno, no
importa, pero están ahí presentes en sus diversas expresiones; es
por ello que esos impulsos “normales” de todo ser humano son tan
vitales como la parte inconsciente y consciente de cada persona.
La persona desde su óptica define lo que es el amor; sin embargo en
toda relación amorosa se da una relación incondicional al estar con
su pareja en los diferentes momentos, ese compartir de experiencias
y sentimientos, ese constante estar, ser y sentir mutuos, sin
depender, que impulsa a desear, gustar, querer, amar y sus diversas
expresiones libidinales en su “sana expresión”: cariño, deseo,
ternura, erotismo, celos “normales”, que se fusionan en una máxima
expresión erótica en la intimidad.
Es vital que el hombre conozca el funcionamiento emocional y
fisiológico de la mujer, le proporcione gratificación y que a la vez ella
conozca la vida emocional y fisiológica del hombre; entre más
sincera, estrecha y espontánea sea la relación, mucho mayor será el
fortalecimiento de la relación de pareja en la vida cotidiana y en la
vida íntima; esa aceptación del otro con sus cualidades y defectos
son parte fundamental en la vida afectiva.
Cabe resaltar que es fundamental que el erotismo y la razón actúen
simultáneamente, que el principio de realidad se anteponga al
principio de placer, pues sin embargo no todo es placer o erotismo y
no todo es razón.
Amar es un arte en lo bio-psico-socio espiritual del ser humano, sea
mujer o sea hombre.
El doctor del amor y el erotismo como se consideraba a Sigmund
Freud, el doctor del goce, como se consideraba a Jactes Lacan,
baluartes del psicoanálisis por sus personalidades geniales y por
sus aportes fueron personas controvertidas con sus vidas,
principalmente en lo afectivo, así como muchos neo-psicoanalistas y
humanistas: Karen Horney, Erich Fromm, Melanie Klein, Otto
Kemberg y muchos mas, quienes han permitido un aporte a la
psicología
profunda,
también
tuvieron
experiencias
afectivas
controvertidas. Se puede destacar que Freud, el padre del
psicoanálisis quien renunció a su vida sexual con su esposa Martha
Bernais, desarrolla y aumenta sus neurosis; de igual forma Lacan
con muchas controversias afectivas y sociales, que sin embargo
dedicaron gran parte de la vida a las experiencias de la personas, al
estudio y al análisis en búsqueda de la higiene mental y afectiva.
TAN SOLO SE ODIA LO QUERIDO
No solamente el amor, sino también el odio, presupone el tomar
conocimiento claro del objetivo, es cuestión de actitud y de aptitud.
En una persona normal, orientada genitalmente, la agresividad es un
recurso
para
lograr
sus
objetivos
cuando
se
dan
ciertas
circunstancias adversas; la represión de este recurso puede crear
una desventaja tan grande en la vida como la represión de la
capacidad de amar.
Es <<goce>> la acción de gozar, es decir, la sensación de placer y
particularmente, el placer sexual.
Es <<gozo>> el sentimiento de
alegría y placer que se experimenta con una cosa que impresiona
intensamente los sentidos, la sensibilidad artística o afectiva. (La
satisfacción que dà el poseer el objeto).
Por eso, dice Lacan, que contrariamente a lo que se pretende, son
las mujeres las que dominan a los hombres, dice la canción,
repiquetea la expresión popular. Ilustran estos dichos el cómo
participa la mujer en la <<función fálica>>, haciendo de su hombre
falo y quedándoselo.4
Erotismo implica pulsión, deseo, placer,
que puede plantearse
desde las características autoeróticas infantiles en el desarrollo
psicosexual y en sus diversas etapas pregenitales, hasta la relación
con el objeto del sexo opuesto y el deseo genital-erótico, que es
fuente de placer y displacer; deseo y tensión sexual se presentan
simultáneamente, notándose que en la relación mujer-hombre va
desde la excitación “normal de la persona”, el placer preliminar y el
afecto, asociados al preludio de la relación coital; dicha excitabilidad
4
LACAN, Jackes. Seminario X. Paidòs, Buenos Aires, 2003. Pàg 13.
en aumento mediante cierto grado de tocamiento, caricias, besos
contemplación y toda la actividad erótica con el objeto de deseo,
conducen a incrementar dicho deseo generando placer y displacer,
son fuente inicialmente de placer y tensión sexual; a medida que se
va incrementando dicho placer y tensión psíquica van en aumento
hasta la búsqueda del placer final que en términos freudianos
conlleva a la “conjunción de genitales: vagina y pene”, que con la
fricción genital y la excitación erógena del clítoris y la vagina
incrementa la lubricación y la sensibilidad erógena del cuerpo y que
simultáneamente con la activación erógena y erección del pene en el
hombre proporcionan conjuntamente erotismo en la vida íntima de la
persona, hasta la consecución del clímax y el orgasmo femenino y
masculino, para proporcionar la descarga final de los productos
sexuales, reconocidos en el aumento de la lubricación vaginal, la
sensibilidad erógena del cuerpo y sus diversas partes, tanto internas
como externas, junto con la eyaculación en el hombre y el logro del
placer máximo final, aspectos de vital expresión en ambas partes, se
logra de esta forma la gratificación o el placer final.
Dicho erotismo puede guiarse por el deseo y búsqueda del placer, a
partir de la atracción por la otra persona, el gustar, el querer y lo que
engloba todo el amar.
Vale destacar que no siempre el erotismo implica amor puede darse
sin su presencia y mas significativamente en el hombre cuyo
impulso está guiado por el placer en la afectividad humana frente a la
mujer que desea y que le atrae por sus encantos, diferenciándose en
que la mujer guiada también por el placer incluye sus sentimientos
hacia el hombre que es su objeto de deseo, lógicamente en el
momento y la situación adecuada para la gratificación de dichos
deseos. Por tanto el erotismo no implica amor mientras que el amor
si implica erotismo; sea como se de no se pretende definir el amor.
Las caricias, cierto grado de tocamiento y de contemplación de la persona
que se ama o se desea, los besos, la sensibilidad erógena de la piel,
entre otras son elementos primordiales frente a los encantos que emanan
de la mujer amada. 5
El amor incluye el deseo del objeto amado, la belleza que emana la
mujer amada, es cuestión de libido. La gravedad de cualquier tipo de
perturbación psíquica está en relación directa con la gravedad de la
perturbación de la genitalidad. El pronóstico depende directamente de la
posibilidad de establecer una capacidad de satisfacción genital completa..
La potencia erectiva y la eyaculativa
no son nada más que los
indispensables requisitos de la potencia orgásmica en la mujer: la
lubricación vaginal el aumento conjuntamente con la excitación
orgásmica. La potencia orgásmica es la capacidad de abandonarse
al fluir de la energía biológica sin ninguna inhibición, la capacidad
para descargar completamente toda la excitación sexual contenida,
mediante
contracciones
placenteras
involuntarias
del
cuerpo.
Ningún individuo neurótico posee potencia orgásmica; el corolario
de ese hecho es que la vasta mayoría de los humanos sufre una
neurosis del carácter.6
La intensidad del placer en el orgasmo (en el acto sexual libre de
angustia y displacer y no acompañado de fantasías) depende de la
cantidad de tensión sexual concentrada en el genital; el placer es
5
FREUD, Sigmund. Obras Completas: Tres Ensayos sobre teoría sexual. Amorrortu,
Buenos Aires, 2001. Pag 1231.
6
REICH, Wilhelm. La función del orgasmo. Editores asociados S. A. Madrid, 2001.
Pag 87.
tanto más intenso, tanto mayor, como más vertical es la “caída” de la
excitación.
Basado en mis estudios biológicos y destacándose sobre el trasfondo de
la definición freudiana del instinto, abordé cierta dificultad en la teoría del
principio del placer. Según Freud, existía el fenómeno peculiar de que la
tensión sexual –en contraste con la naturaleza general de la tensión- era
de un carácter placentero. De acuerdo con los conceptos usuales, una
tensión sólo podría ser desagradable y únicamente su descarga podría
proporcionar placer. Mi interpretación de ese fenómeno fue como sigue:
en el curso de los preliminares sexuales se crea una tensión que
podría experimentarse como displacentera si no fuera seguida por
una gratificación que produce no solo tensión sino que también
descarga una pequeña cantidad de energía sexual. Esta satisfacción
parcial, agregada a la anticipación del gran placer final, prepondera,
pesa más que el displacer de la tensión inicial. La erección es
placentera y no dolorosa. La excitación placentera, que durante los
preliminares se ha mantenido más o menos al mismo nivel, aumenta
repentinamente.7
Durante la fase de la interrupción de la fricción es en sí misma
placentera, debido a las particulares sensaciones de placer que
aparecen en el descanso; la interrupción puede cumplirse sin
esfuerzo mental; prolonga el acto sexual.
Al descansar la excitación disminuye un poco, pero sin llegar a
desaparecer por completo, cosa que sucede
en los casos
patológicos. La interrupción del acto sexual mediante la retracción
del pene no es displacentera, siempre que tenga lugar después de un
período de descanso. Si se continúa la fricción, la excitación
7
REICH, Wilhelm. Op Cit, Pag 88-89
aumenta por encima del nivel previo a la interrupción y comienza a
propagarse más y más por todo el cuerpo, en tanto que la excitación
del genital permanece más o menos al mismo nivel.
Un control voluntario del curso de la excitación ya no es posible. Sus
características son las siguientes: El aumento de la excitación ya no
es susceptible de controlarse voluntariamente; más aún, se apodera
de la personalidad total y produce taquicardia y espiraciones
profundas. La excitación corporal se concentra cada vez más en el
genital; se experimenta una sensación como de “derretirse”, la cual
puede describirse mejor como una irradiación de la excitación desde
el genital a las otras partes del cuerpo. Esa excitación se manifiesta
primero en contracciones involuntarias de la musculatura total del
genital y la región pélvica
Sin embargo, tan pronto como la
retracción va más allá de cierto límite, aparecen inmediatamente
contracciones espasmódicas que apresuran la eyaculación. En la
mujer se produce en ese momento una contracción de la
musculatura lisa de la vagina. En esta fase, la interrupción del acto
sexual es absolutamente displacentera para ambos, hombre y mujer.
8
Mediante una mayor intensificación y un aumento de la frecuencia de
las contracciones musculares involuntarias, la excitación crece
rápida y verticalmente.
Ahora tiene lugar una obnubilación más o menos intensa de la
conciencia;
las
fricciones
se
hacen
espontáneamente
más
intensivas, después de una disminución momentánea; el apremio
por “penetrar completamente” se torna más intenso con cada
contracción muscular eyaculatoria. En la mujer, las contracciones
musculares
8
siguen
el
mismo
REICH, Wilhelm. Op Cit. Pag 90-91.
curso
que
en
el
hombre;
vivencialmente, la diferencia solo reside en que durante e
inmediatamente
después
la
mujer
sana
quiere
“recibir
completamente”.
La excitación orgásmica toma posesión de todo el cuerpo y tiene por
resultado contracciones enérgicas de la musculatura total del
cuerpo, la excitación desde el genital al cuerpo, de la excitación
hacia la totalidad del organismo es lo que constituye la gratificación.
Antes de alcanzar el punto cero, la excitación mengua en curva
suave y es reemplazada inmediatamente por una placentera
relajación corporal y psíquica: en general hay un gran deseo de
dormir. Las relaciones sensuales disminuyen; lo que continúa es una
actitud agradecida y tierna .
Las contracciones involuntarias del organismo y la descarga
completa de la excitación, son los criterios más importantes de la
potencia orgásmica.
ATRACCIÓN, DESEO SEXUAL Y SEDUCCIÓN
Tres mecanismos fundamentales que ponen en marcha ese imperativo
tan inevitable que es la perpetuación de las especies: atracción, deseo
sexual y seducción. La atracción, que es un hecho natural, se produce
fuera del control de la voluntad, aunque ésta sea muy fuerte. Es tan
incontrolable que algunas personas consideran que funciona de
manera
muy
parecida
a
como
lo
hacen
dos
imanes
que
irremediablemente se acercan el uno al otro.
Cuando los imanes llegan a una determinada distancia el uno del otro,
¡zas!, se abalanzan y se juntan de manera irresistible. Lo mismo sucede
con la atracción: es algo muy primario, casi mecánico, pero para
algunas especies es suficiente. El deseo sexual es algo más
elaborado. Después del primer acercamiento producido tras la
atracción, explota una reacción química de gran potencia que
despierta los sentidos y que modifica las emociones. Se activan
entonces unos procesos que son similares en casi todas las
especies.
Las feromonas utilizan como medio de transporte los fluidos
corporales. En los perros y otros animales, la orina de los ratones,
por ejemplo, es el <<autobús>> de sus feromonas. Los hombres y
las mujeres expanden las suyas a través del sudor, la saliva, el
aliento y ciertas sustancias producidas por los órganos sexuales,
conjuntamente con las hormonas, testosterona: hormona activadora
sexual en el hombre y con secreción en menor grado que también
tiene influencia sexual en la mujer, la progesterona y los estrógenos
propios de la mujer. La seducción nada, o casi nada, tiene que ver
con esa conmoción química. La seducción no proviene ni de la
mecánica corporal ni del impulso. Es un producto de la cultura y por
lo tanto es patrimonio del ser humano, único espécimen capaz de
tener creatividad cultural. Es en la cultura donde reside el deseo de
agradar y no en el impulso. Es un elemento cultural el que ilustra a una
tailandesa cuando se pone flores en el pelo o a una sofisticada mujer del
siglo XVIII cuando coqueteaba detrás de su abanico desarrollando un
lenguaje específico de gestos.
Por eso mismo, se pueden recopilar una enorme variedad de formas
de seducción que se desarrollan entre personas de distinto sexo,
desde el clásico enamoramiento sencillo y platónico hasta la más
arrebatada de las pasiones. El amor y la seducción se convierten así
en un arte, en cuyo ejercicio puede haber una inmensa variedad de
gamas y calidades, de intenciones y de objetivos, que van desde los
más humanos, nobles y cándidos, hasta los más refinados,
complejos y engañosos.
El hecho que desees a tu pareja, que la degustes de arriba abajo, que
no veas la hora de enredarte en sus brazos, que te deleites con su
presencia, su sonrisa o su más tierna estupidez, no significa que
sufras de apego. El placer (o si quieres, la suerte) de amar y ser
amado es para disfrutarlo, sentirlo y saborearlo.
Dice un estudiante a su amada: ”Si estás a mi lado, me encanta, lo
disfruto, me alegra, me exalta el espíritu; pero si no estás, aunque lo
resienta y me hagas falta, puedo seguir adelante. Igual puedo
disfrutar de una mañana de sol, mi plato preferido sigue siendo
apetecible (aunque menos), no dejo de estudiar, mi vocación sigue
en pie. Es verdad que algo me falta, que hay algo de intranquilidad
en mí, que te extraño, pero sigo, sigo y sigo. Me entristece, pero no
me deprimo. Puedo continuar haciéndome cargo de mí mismo, pese
a tu ausencia. Te amo, sabes que no te miento, pero esto no implica
que no sea capaz de sobrevivir sin ti. He aprendido que el desapego
es independencia y ésa es mi propuesta… No más actitudes
posesivas
y
dominantes…
Sin
faltar
a
nuestros
principios,
amémonos en libertad y sin miedo a ser lo que somos”
El inconveniente mayor de la relación pasajera, desde el punto de
vista de la economía sexual, es que no permite una adaptación
sensual de la pareja tan completa como la relación duradera y por lo
tanto excluye también una satisfacción sexual de la misma calidad.
Para la economía sexual, ahí se encuentra la objeción más seria
contra la relación pasajera y el argumento más contundente a favor
de la relaciòn duradera.
La aptitud para una relación sexual duradera requiere de:
 Una plena potencia orgásmica, es decir, acoplamiento entre las
sexualidades de ternura y sensualidad.
 Superación de la fijación incestuosa y de la ansiedad sexual
infantil.
 Ausencia de represión de los impulsos no sublimados.
 Reconocimiento absoluto de la sexualidad y de la alegría de vivir.
 Superación de los elementos fundamentales de la moralidad
sexual autoritaria, capacidad de camaradería espiritual entre la
pareja. Cabe destacar la comunicación y confianza mutuas, la
sinceridad, además de comprender el funcionamiento íntimo de la
mujer por parte del hombre y viceversa, lo cual permite la
complementación en la vida íntima de la pareja.
La mayoría de las relaciones sexuales actualmente implican
dificultades económicas, con la dependencia de la mujer y de los
niños. Además de estas complicaciones exteriores existe otra
interior o emocional que dificulta una relación adecuada y duradera;
la separación y la búsqueda de otra persona es el resultado para
conformar una nueva pareja.
Una relación estable que no se transforma en unión libre o
matrimonio, generalmente no dura toda la vida. Cuanto más
temprano haya comenzado, mayor será su tendencia a disolverse
más pronto que otras relaciones establecidas con posterioridad, lo
cual justifica su ruptura o permanencia desde la perspectiva biopsico-social y espiritual de la persona.
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