Desde tiempos muy remotos ha existido en el ser humano una

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Desde tiempos muy remotos ha existido en el ser
humano
una
preocupación-ocupación
por
su
sexualidad, y esto se ha manifestado de muchas y
muy diversas maneras. Basta mirar los monumentos,
esculturas y textos antiguos para constatar que la
sexualidad era vivida como parte de la vida cotidiana
y no necesariamente como algo que tuviera que
normarse.
Para la ciencia existen múltiples expresiones de la sexualidad que varían según el
contexto y periodo histórico. Dentro de las más conocidas y practicadas se
encuentra la escoptofilia o vouyerismo, que se
ref iere al gusto por relacionarse
sexo-afectivamente a través de la mirada. Un ejemplo es el hombre o la mujer que
siente placer al ver cómo se desviste una persona, cómo hace el amor o baila
sensualmente.
Otra expresión sexual es la gastrofilia, relacionada con la comida y con todos
aquellos brebajes que pueden ser útiles para aumentar el deseo y el erotismo. A
solicitud de una lectora, haré un repaso de este tema que tiene que ver con los
llamados afrodisíac os.
El término afrodisíaco proviene de Afrodita, diosa griega del amor. Homero la
señala en su himno como responsable de poner el deseo en las fieras, los hombres
y los dioses, hasta hacer perder la razón al mismísimo Zeus.
Cuando los antiguos griegos y romanos querían "aderezar" su vida sexual, bebían
unos tragos de un líquido llamado satirión (de la palabra griega sátiro, un dios que
permit ía
los excesos sexuales). La mandrágora era otra planta considerada
afrodisíaca. Sin embargo, el imaginario de la gente en relación con los alimentos
que incrementan el deseo y la potencia sexual ha venido modificándose con el
devenir de la historia. Así vemos que en la Edad Media, comer un plato lleno
de cebollas era una forma de prolongar una relación sexual, propiedad compartida
con otros vegetales como el ajo, el rábano y el nabo, alimentos que hoy en día no
consideramos como incitadores del placer. También se creía que algunos f rutos con
semillas como la granada y el higo eran recomendables en los casos de infertilidad.
También se dice que Casanova, célebre personaje
de
la
historia,
usaba
como
afrodisíaco
el
chocolate caliente.
Y
no
estaba
recientes
tan alejado
investigaciones
de
lo
sobre
que
señalan
los
agentes
químicos que contiene el chocolate, los cuales influyen en los neurotransmisores del
cerebro, provocando un efecto antidepresivo y una sensación placentera.
El mismo Casanova relacionaba sus poderes de conquistador con los ostiones, el
caviar, las trufas y a una ensalada de huevo. No en vano hemos escuc hado decir
que antes de una noche de placer debemos comer ostras para aumentar el
potencial sexual.
En la actualidad podemos constatar que no hemos cambiado mucho. Todavía
seguimos tratando de aumentar el deseo de la persona amada y en este sentido se
difunden un sinnúmero de opciones: hierbas, polvos, frutos, semillas y brebajes,
que al ser ingeridos, supuestamente nos brindarán energía, potencia, amor, salud,
belleza y todo lo que se considere atractivo para el erotismo y el placer. ¿Quién no
ha escuchado la expresión “le dieron a beber toloache” ref iriéndose a algún perdido
enamorado? ¿O la famosa receta a base de abundantes ostras o camarones para
poder of recer a la mujer una noche de intensa e interminable lujuria?
Hace unos días en consulta, una pa reja me preguntó si de verdad creía en los
afrodisíacos para mejorar las capacidades sexuales o se trataba de simples mitos y
charlatanería. En mi experiencia personal y terapéutica, puedo decir que no existe
un
brebaje, alimento o fruto que puede increme ntar el deseo de permanecer en
una relación. Pero esto no significa que otras personas piensen lo contrario y que el
solo hecho de imaginarlo sea un estimulo sexual efectivo.
Otra pregunta que me hicieron en terapia fue acerca del órgano sexual más
importante del ser humano y si existe la posibilidad de desarrollarlo. ¡Por supuesto!
Se trata de la cabeza y su desarrollo se realiza en la medida en que imaginamos,
creemos e inventamos juntos nuevas posibilidades como las siguientes:
 Pensar que nuestras relaciones sexuales son una expresión de sentimientos,
placer y erotismo, y que abarcan desde una mirada hasta cualquier otra
manifestación de la sexualidad. Es indispensable que el contexto de las
relaciones sea de complicidad y de aceptación por parte de la pareja.

Aprender a comunicarnos y expresarnos lo más abiertamente posible;
conocer cuáles son los gustos, actitudes y “afrodisíacos” que en la relación
puede producir placer.
Para lograrlo es importante conocer nuestro cuerpo y la manera de
erotizarlo. Recuerda que éste no cuenta con una bola de cristal y que
tampoco nuestra pareja es adivina.

Buscar momentos especiales para ambos de tal forma que se pueda dar
un encuentro muy agradable y placentero, rompiendo la monotonía y
logrando un acercamiento más erótico e íntimo.
Para finalizar recuerda que podemos ejercer nuestra sexualidad como queramos,
siempre y cuando no obliguemos a otra persona a hacer algo que no desea.
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