Coinfección por VIH y VHC Dr. Antonio Rivero Román Dr. Juan Antonio Pineda Vergara Coinfección por VIH Y VHC Coordinadores: Antonio Rivero Román Juan Antonio Pineda Vergara Advertencia: Aunque se han realizado todos los esfuerzos posibles para asegurarse de que las indicaciones y las dosis que figuran en el texto son las correctas y las recomendadas por las autoridades sanitarias en el momento de su publicación , no podemos hacernos responsables de las consecuencias que pudieran derivarse de cualquier error del texto que haya podido pasar inadvertido. Los lectores deben consultar las recomendaciones, actualizaciones e informaciones que de forma periódica proporcionan los fabricantes de productos y las autoridades sanitarias. © Antonio Rivero Román y Juan Antonio Pineda Título: Curso de Confección VIH/VHC Editor: Antonio Rivero Román y Juan Antonio Pineda Secretario de Redacción: Manuel Milla Martín Coordinador Editorial: Eduardo Rivero Juárez Revisión de Estilo: Juan Antonio Pineda Ríos Diseño Grafico y de Portada: Alejandra Miguel González de la Mota ISBN: 978-84-695-4272-9 Depósito Legal: MA 1066-2012 Producción: Gráficas Urania S.A. Empresa Editora: TAFICS S.L. Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida total o parcialmente sin el permiso por escrito del titular del Copyright. PRÓLOGO La infección por el virus de la hepatitis C (VHC) afecta actualmente a 200 millones de personas en el Mundo, casi un 3% de la población de nuestro Planeta. El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) comparte con el VHC los mecanismos de transmisión, principalmente la vía parenteral; como consecuencia, la coinfección por ambos virus es muy común en las personas que han utilizado drogas intravenosas. España y otros países del sur de Europa sufrieron en los años 80 y 90 del pasado Siglo una verdadera epidemia del uso de drogas parenterales. La consecuencia es que actualmente la coinfección por VHC y VIH es un grave problema de salud pública en nuestro medio. Desde 1996 disponemos de tratamientos altamente efectivos para estabilizar la infección por el VIH. La supervivencia de los pacientes se ha expandido de manera espectacular. En ese escenario, la infección por el VHC ha cobrado un protagonismo creciente. Los enfermos coinfectados por VIH y VHC ya no mueren primordialmente de sida sino de cirrosis hepática y de hepatocarcinoma. Por lo tanto, muchos esfuerzos se han orientado a controlar la infección por el VHC. En la última década hemos asistido a importantes avances en el conocimiento sobre este virus y sobre su manejo clínico. Y en el momento actual se está produciendo una nueva inflexión histórica con la introducción de nuevos y revolucionarios fármacos muy activos contra el VHC. Sensibilizados por el reto clínico que supone la enfermedad asociada al VHC, varios investigadores de la Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas (SAEI) constituyeron formalmente en 2006 el Grupo Hepavir, orientado al estudio de la infección por el VHC. Desde su creación, este Grupo ha realizado extraordinarias aportaciones científicas, algunas de ellas de tal alcance que han contribuido a modificar los protocolos asistenciales internacionales en la atención a los pacientes infectados por el VHC. Pocos grupos científicos de nuestro país han realizado avances científicos de semejante magnitud. El presente libro ha sido redactado por científicos del Grupo Hepavir. No cabe duda de que han volcado en sus páginas no solo una brillante actualización del conocimiento sobre el VHC sino también, y quizás más importante, su experiencia propia en la investigación y en la asistencia a las enfermedades causadas por este patógeno. Este trabajo aporta a la comunidad científica y médica una magnífica herramienta para revisar con rapidez y precisión algunos de los aspectos más complejos de la infección por el VHC y de la coinfección por VHC-VIH. Se contemplan aspectos apasionantes y novedosos en el campo de la patogenia, diagnóstico y tratamiento. Es particularmente interesante la visión que aporta sobre cómo será el manejo de estas enfermedades en el futuro inmediato. 9 Cada día comparto mi trabajo con algunos de los más destacados autores de este libro. Observo, en primera línea, su inagotable entusiasmo, su rigor científico y profesional, su admirable afán de progreso y la autoexigencia que muestran. Es realmente estimulante trabajar y colaborar con profesionales de este nivel. Como actual presidente de la SAEI, como colega en nuestro medio asistencial, como compañero y como amigo deseo expresar en este prólogo mi admiración y reconocimiento sincero por el trabajo del Grupo Hepavir y, en particular, por este libro en cuanto supone la expresión del conocimiento y de la madurez científica de sus autores. El presente trabajo no habría sido posible sin la colaboración y el apoyo de MSD, empresa farmacéutica que ha financiado la realización del libro y a la que SAEI expresa institucionalmente su agradecimiento. Jesús Gómez Mateos Presidente de la SAEI 10 índice Índice de AUTORES Camacho Espejo, Ángela Unidad de Gestión Clínica de Enfermedades Infecciosas. Hospital Universitario Reina Sofía-IMIBIC (Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba). Córdoba. Delgado Fernández, Marcial Unidad de Gestión Clínica de Enfermedades Infecciosas. Hospital Carlos Haya. Málaga. Girón González, José Antonio Sección de Enfermedades Infecciosas. Servicio de Medicina Interna. Hospital Puerta del Mar. Cádiz. Hernández Quero, José Unidad de Enfermedades Infecciosas. Servicio de Medicina Interna. Hospital Clínico San Cecilio. Granada. López Cortés, Luis Fernando Unidad Clínica de Enfermedades Infecciosas, Microbiología y Medicina Preventiva. Hospitales Universitarios Virgen del Rocío / Instituto de Biomedicina de Sevilla. Sevilla Macías Sánchez, Juan Unidad Enfermedades Infecciosas. Servicio Medicina Interna. Hospital Universitario de Valme. Sevilla. Márquez Solero, Manuel Unidad Clínica de Enfermedades Infecciosas. Hospital Universitario Virgen de la Victoria. Málaga. Merchante Gutiérrez, Nicolás Unidad Enfermedades Infecciosas. Servicio Medicina Interna. Hospital Universitario de Valme. Sevilla. Merino Muñoz, Dolores Unidad de Gestión Clínica de Enfermedades Infecciosas de Huelva. Huelva. Mira Escarti, José Antonio Unidad Enfermedades Infecciosas. Servicio Medicina Interna. Hospital Universitario de Valme. Sevilla. Neukam, Karin Unidad Enfermedades Infecciosas. Servicio Medicina Interna. Hospital Universitario de Valme. Sevilla. Ojeda Burgos, Guillermo Unidad Clínica de Enfermedades Infecciosas. Hospital Universitario Virgen de la Victoria. Málaga. Omar Mohamed-Balghata, Mohamed Unidad de Gestión Clínica de Enfermedades Infecciosas. Complejo Hospitalario de Jaén. Jaén. Pérez Camacho, Inés Servicio de Medicina Interna. Hospital de Poniente. El Ejido, Almería. 13 Pineda Vergara, Juan Antonio Unidad Enfermedades Infecciosas. Servicio Medicina Interna. Hospital Universitario de Valme. Sevilla. Ríos Villegas, Mª José Unidad de Gestión Clínica de Enfermedades Infecciosas. Hospital Virgen Macarena. Sevilla. Rivero Juárez, Antonio Unidad de Gestión Clínica de Enfermedades Infecciosas. Hospital Universitario Reina Sofía-IMIBIC (Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba). Córdoba. Rivero Román, Antonio Unidad de Gestión Clínica de Enfermedades Infecciosas. Hospital Universitario Reina Sofía-IMIBIC (Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba). Córdoba. Téllez Pérez, Francisco Unidad de Gestión Clínica de Enfermedades Infecciosas Área del Campo de Gibraltar. Hospital del SAS de La Línea de la Concepción (Cádiz). Torre-Cisneros, Julián Unidad de Gestión Clínica de Enfermedades Infecciosas. Hospital Universitario Reina Sofía-IMIBIC (Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba). Córdoba. Índice de capítulos Capítulo 1 Estructura genómica y ciclo biológico del virus de la hepatitis C 19 Antonio Rivero-Juárez, Inés Pérez Camacho y Ángela Camacho Espejo Capítulo 2 Epidemiología de la hepatitis C en el paciente infectado por el VIH 27 Francisco Téllez Pérez, Mª José Ríos Villegas y Mohamed Omar Mohamed-Balghata Capítulo 3 Hepatitis aguda por VHC Mª José Ríos Villegas, Mohamed Omar Mohamed-Balghata y Francisco Téllez Pérez 37 Capítulo 4 Historia natural de la hepatitis C en el paciente coinfectado. Interacciones entre el VIH y el VHC 43 Manuel Márquez Solero, Guillermo Ojeda Burgos y Mª José Ríos Villegas Capítulo 5 Trastornos metabólicos asociados a la hepatitis C: esteatosis, dislipidemias, alteraciones glucídicas y alteraciones metabólicas 53 Inés Pérez Camacho, Antonio Rivero-Juárez y Ángela Camacho Espejo Capítulo 6 Diagnóstico de la fibrosis hepática Juan Macías Sánchez, Nicolás Merchante Gutiérrez y Karin Neukam 15 63 Capítulo 7 Diagnóstico de la hepatitis C. Técnicas para la monitorización de la respuesta al tratamiento 71 Mohamed Omar Mohamed-Balghata, Francisco Téllez Pérez y Mª José Ríos Villegas Capítulo 8 Tratamiento antirretroviral en el paciente coinfectado 81 Dolores Merino Muñoz, Marcial Delgado Fernández y Luis Fernando López Cortés Capítulo 9 Manejo de las complicaciones hepáticas asociadas a la cirrosis José Antonio Girón González, José Antonio Mira Escarti y Francisco Téllez Pérez 91 Capítulo 10 105 Hepatocarcinoma en la coinfección por VIH y VHC Nicolás Merchante Gutiérrez, Karin Neukam y Juan Macías Sánchez Capítulo 11 115 Trasplante hepático en el paciente VIH Ángela Camacho Espejo, Inés Pérez Camacho y Julián Torre-Cisneros Capítulo 12 Tratamiento de la hepatitis C en el paciente coinfectado: selección de candidatos y predicción de la respuesta 125 Karin Neukam, Juan Macías Sánchez y Nicolás Merchante Gutiérrez Capítulo 13 Tratamiento de la hepatitis C por genotipo 1: fármacos, pautas y reglas de parada Antonio Rivero-Juárez, Ángela Camacho Espejo y Antonio Rivero Román 16 137 Capítulo 14 Tratamiento de la hepatitis C por genotipos no 1: fármacos, pautas y reglas de parada Luis Fernando López Cortés, Dolores Merino Muñoz 147 y Marcial Delgado Fernández Capítulo 15 Manejo de los efectos adversos del tratamiento antiviral 157 José Hernández Quero Capítulo 16 Nuevos fármacos frente al virus de la hepatitis C 169 Juan Antonio Pineda Vergara, José Antonio Mira Escarti y Karin Neukam Capítulo 17 Resistencia al tratamiento de la hepatitis C 179 Marcial Delgado Fernández, Luis Fernando López Cortés y Dolores Merino Muñoz Capítulo 18 Prevención de la hepatitis C. Profilaxis de otras hepatitis virales en el coinfectado por VIH y VHC José Antonio Mira Escarti, Nicolás Merchante Gutiérrez y Juan Macías Sánchez 187 capítulo 1 Capítulo 1 Capítulo 1 ESTRUCTURA GENÓMICA Y CICLO BIOLÓGICO DEL VIRUS DE LA HEPATITIS C Antonio Rivero Juárez, Inés Pérez Camacho y Ángela Camacho Espejo 1. Genoma del VHC hipervariables (HRV1 y HRV2), en constante mutación debido a que son la diana de anticuerpos neutralizantes. Por lo tanto, estas regiones hipervariantes juegan un importante papel en la cronificación de la enfermedad, al permitir al virus evitar el ataque inmunológico por parte del hospedador (2,3). El virus de la hepatitis C (VHC) es un virus con envoltura, ARN monocatenario positivo (de aproximadamente 9,6 Kb), perteneciente a la familia Flaviviridae, género Hepaciviridae (1,2). Han sido descritos siete genotipos (1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7), diferentes en más del 25% de los nucleótidos de su genoma, a su vez divididos en subtipos (a, b, c, etc…) (1,2). 1.2. Proteínas no estructurales El genoma del VHC codifica diez proteínas; tres estructurales (core, E1 y E2), cinco no estructurales (NS3, NS4A, NS4B, NS5A y NS5B), y dos situadas entre las proteínas estructurales y no estructurales (p7 y NS2) más similares a las proteínas no estructurales. 1.1. Proteínas estructurales - - Core: es la primera proteína situada en el extremo 5´ del genoma del VHC. Se divide en tres dominios: Dominio 1 (desde el aminoácido 1 al 117) de carácter hidrofílico; y los Dominios 2 (aminoácidos 118-174) y 3 (aminoácidos 175-191), de carácter hidrofóbico. Esta proteína es la encargada de la formación de la cápsida vírica. Interfiere en varias funciones celulares (como el metabolismo lipídico o la transcripción genética) mediante la interacción con el retículo endoplasmático, mitocondria y el núcleo celular (1-3). Glicoproteínas de la envoltura: estas glicoproteínas (E1 y E2) juegan un importante papel tanto en la unión a los receptores de la superficie del hepatocito (tetrasparin CD81, scavenger receptor tipo 1B [SRB-1] y el receptor de la LDL [LDLr]), como en la fusión de las membranas en la entrada del virus (1-3). E2 tiene dos regiones 21 - p7: esta proteína (similar a las viroporinas) forma canales iónicos (hexa y heptaméricos) cruciales en el ensamblaje tras la replicación viral, y en su posterior liberación (1-3). - NS2: proteína no estructural dimérica. Uno de sus dominios (cisteína, C-terminal) tiene actividad autoproteasa, liberando la región genómica situada entre NS2 y NS3. Interviene en la replicación vírica y en el ensamblaje (1-3). - NS3: proteína con actividad enzimática esencial en el ciclo replicativo del virus. La parte N-terminal tiene actividad serínica proteasa, y la C-terminal actividad NTPasa/helicasa. La parte con actividad proteasa escinde el resto de proteínas no estructurales del genoma del virus (1-3). Además, la proteína NS3 está dotada de una región que interacciona con la proteína catalítica kinasa A (PKA, siglas en inglés). Esta interacción modifica la señalización intracelular, de forma que impide que la PKA modifique las proteínas intracelulares, mediante la adicción de grupos fosfato, y así alterar la funcionalidad de las mismas (1-3). Al ser una proteína “moduladora” de la actividad de las demás proteínas no ESTRUCTURA GENÓMICA Y CICLO BIOLÓGICO DEL VIRUS DE LA HEPATITIS C 2. Ciclo biológico estructurales del virus, se ha convertido en la principal diana actual en el desarrollo de fármacos de acción directa frente al VHC (2,3). - NS4A: proteína de 54 aminoácidos cuya función principal es servir de cofactor a la proteína NS3. Su acción consiste en ayudar al anclaje de la proteína NS3 en la membrana del retículo endoplasmático, mediante la formación del complejo NS3/NS4A. Está asociación favorece la actividad proteasa de la proteína NS3 (1-3). - NS4B: debido a su alto carácter hidrofóbico, es la proteína menos caracterizada (1-3). Parece que su función principal es alterar la membrana del retículo endoplasmático, produciendo una “red membranosa” (membranous web, en inglés) (2,3). Alrededor de esta red se concentran todas las proteínas no estructurales del virus. Por lo tanto, este hecho sugiere que la función de la proteína NS4B es la formación de un complejo de replicación viral (1-3). - - Desde que se describió el VHC en el año 1989 (definido como hepatitis no-A no-B) se han descrito varios receptores, correceptores y moléculas que intervienen en el ciclo del mismo. No obstante, la totalidad del ciclo no se conoce. Recientemente se han desarrollado nuevas técnicas para el estudio del ciclo biológico (modelos animales humanizados, nuevas líneas celulares de hepatocitos, nuevas variedades del VHC…) que han permitido un gran avance en el conocimiento del mismo (4-5). Esto ha facilitado que actualmente se estén desarrollando fármacos frente a la infección crónica por el VHC cuyas dianas son receptores o proteínas del hospedador que intervienen en el ciclo replicativo del VHC (4-5). El ciclo del VHC puede dividirse en tres bloques: 1) anclaje y fusión a la membrana del hepatocito, 2) translación y replicación viral, y 3) ensamblaje y liberación de los virones. 2.1. Anclaje y fusión a la membrana del hepatocito NS5A: proteína con cuatro dominios, no transmembranales, implicada en la replicación del virus, modulación de las señales celulares y en la sensibilidad al interferón-α (1,3). De estas funciones cabe destacar tres aspectos: es esencial en la replicación viral ya que es la encargada de transportar el ARN viral nuevo hacia la envoltura lipídica para la creación de un nuevo virión (2). En segundo lugar, modifica la capacidad mitótica del hepatocito, por lo que favorece la formación de hepatocarcinoma (3). Por último, la proteína NS5A está dotada de una región conocida como región determinante de la sensibilidad al interferón (ISDR, siglas en inglés), que interacciona con el producto del gen de estimulación de interferón (ISG, siglas en inglés), la PKR (3). El VHC está íntimamente ligado al metabolismo lipídico, usando el ciclo natural de las lipoproteínas para entrar en el hepatocito. El mecanismo por el cual el virus se une a las lipoproteínas (principalmente VLDL, aunque puede usar LDL) no está claramente descrito. Sin embargo, se cree que debido a su baja densidad, el virus es captado por VLDL o LDL (6,7). Una vez captado, se forma una partícula lipoviral (LVP, siglas en inglés), forma infectiva del VHC (6). Esta LVP, rica en triglicéridos y dotada de apoliproteína-B y E, atraviesa el endotelio capilar mediante la unión con el recepetor LPR hacia el espacio de Disse (6,7). Una vez en el espacio de Disse, la LVP interacciona con los receptores de la superficie basal del hepatocito. NS5B: proteína con actividad ARN polimerasa, crucial en la síntesis de ARN viral. La síntesis del ARN se produce mediante la síntesis de una cadena ARN- usando el genoma viral como plantilla, tras la cual produce una cadena ARN+ (1-3). En este sentido, se ha descrito la secuencia de aminoácidos GDD como fundamental en el desarrollo de actividad polimerasa de esta proteína (3). Esta función ha convertido a esta proteína en una diana prioritaria en el desarrollo de nuevos fármacos (2). La LVP se ancla a la superficie del hepatocito mediante su unión a dos receptores, los glicosaminoglicanos (GAGs) y el receptor de la lipoproteína de baja densidad (LDLr) (6-8). La fijación de la LVP por parte de estos receptores se produce mediante la interacción de dos componentes, uno viral (glicoproteínas de membrana E1 y E2) y otro de la VLDL (apo-E) (6,7). La glicoproteína de membrana E2 se une a los GAGs (sobretodo se produce una fuerte unión entre HVR1 con el heparán sulfato), y la apo-E se une a LDLr (6-8). Está unión ancla a la LVP a la superficie 22 Capítulo 1 basal del hepatocito, favoreciendo su interacción con otros receptores (8). cionan con el receptor CD81 (en su rotación lateral) favoreciendo la entrada del VHC. Por otro lado, el papel de NPC1L1 en la entrada del VHC aún está por determinar (5). Tras esta unión la LVP se une al SRB-1 mediante la región HVR1 de E2 (8). Este receptor es el ligando natural de la lipoproteína de alta densidad (HDL). Esta unión está regulada por los niveles de lipoproteínas (HDL y LDL) del huésped (6-8). De forma que niveles altos de HDL aumenta la entrada al hepatocito del VHC, mientras que niveles altos de LDL disminuye la entrada al hepatocito del virus (6,7). Este hecho muestra que la interacción del virus con el SRB-1 depende de la actividad lipídica del receptor. La unión de E2 al SRB-1 produce una modificación conformacional de las glicoproteínas E1 y E2 del virus, aumentando la afinidad de E1 y E2 por otros correceptores de la superficie del hepatocito, concretamente el CD81 (5,8). Este receptor solo se ha caracterizado en humanos y primates, lo que hace que solo estas dos especies sean susceptibles de infectarse por el VHC (5). Por lo tanto, el CD81 es esencial para la entrada del virus al hepatocito. Este hecho se ha demostrado en diferentes estudios in vitro en los que se neutralizaba este receptor mediante anticuerpos específicos, tras lo cual se observaba que el virus no era capaz de entrar en el hepatocito. Tras la unión de E2 a CD81 se activa una cascada de reacciones (GTPasa, ciclo 42 de división celular [CDC42], mitogen-activated protein kinase [MAPK]…) que produce dos reacciones fundamentales para la entrada del virus al hepatocito: 1) una remodelación del receptor CD81, favoreciendo su rotación lateral y, 2) cambio en la conformación de las glicoproteínas de membrana del virus, favoreciendo la fusión y endocitosis del virus (reacción pH dependiente) (5,8). 2.2. Translación y replicación viral Dentro del hepatocito, la LVP es degrada en el citoplasma celular, liberando el virus (1-3,5,6,9). En primer lugar se produce la decapsidación viral, liberando la cadena de ARN+ al citoplasma celular. Esta cadena se une por el extremo 5´ mediante la región de internación al ribosoma (IRES, siglas en inglés) al ribosoma del retículo endoplasmático celular (5). Al ser ARN+, se comporta como ARN mensajero, por lo que no encuentra oposición por parte del hospedador para su replicación (9). El ribosoma codifica las diez proteínas del virus (tanto estructurales como no estructurales) produciendo una cadena ARN- y una cadena de poliproteínas víricas (1-3,5,6,9). En primer lugar, se produce la escisión proteica mediante la acción proteasa de NS3, ayudada como cofactores por las proteínas NS2 y NS4A (5,6,9). Las diez proteínas liberadas se conforman en la membrana del retículo endoplasmático produciendo un cambio en la conformación de la misma. En este punto se produce la formación del complejo replicativo, formado por las proteínas no estructurales (NS3, NS4A, NS4B, NS5A y NS5B) (1-3,5,6,9). En primer lugar, la NS4B produce la formación de la red membranosa, punto en la membrana del retículo endoplasmático donde se concentran las proteínas víricas. En segundo lugar, se produce la acción helicasa de NS3, seguido por la fosforilación de la cadena ARN- por parte de la NS5A, y por último, la formación de la cadena ARN+ mediante la acción polimerasa de la NS5B. Esta cadena se vierte a la luz del retículo endoplasmático para proceder a su ensamblaje y posterior liberación (13,5,6,9). Recientemente, se han descrito tres nuevos factores, solo expresado en primates, que condicionan la entrada del VHC al hepatocito (5). En primer lugar, las proteínas de unión apical entre los hepatocitos, situadas entre los canalículos biliares, interaccionan con el virus, convirtiéndose en el último paso de entrada al hepatocito. Estas proteínas son las Claudina-1 (parece que la 6 y 9 también intervienen, pero con un papel más limitado) y la Ocludina-1. Por último, se ha descrito recientemente que el receptor Niemann-Pick C1-like 1 cholesterol (NPC1L1), relacionado con la absorción del colesterol, está relacionado con la entrada al hepatocito. El mecanismo por el cual condicionan la entrada del VHC se desconoce, no obstante se ha sugerido que la Claudina y Ocludina interac- 2.3. Ensamblaje y liberación de los viriones El ensamblaje y liberación del virión está íntimamente relacionado con el metabolismo lipídico (6,7). El core rodea los cuerpos lipídicos (LD), organelas celulares encargadas de almacenar triglicéridos y colesterol, produciendo su redistribución, haciendo que éstos se sitúen alrededor del complejo replicativo viral (6). Este hecho es esencial para la replicación, debido a que crea el microambiente necesario para 23 ESTRUCTURA GENÓMICA Y CICLO BIOLÓGICO DEL VIRUS DE LA HEPATITIS C su desarrollo. Una vez empieza la replicación viral, la NS5A desencadena un mensaje de inicio del ensamblaje del virus (1-3,5,6,9). Tras este mensaje la NS2 (ayudada como cofactor por p7) forma puentes de unión entre las proteínas estructurales y no estructurales (E1E2p7NS2) para la formación del virión. bral, produciendo alteraciones neurológicas. De hecho, se ha encontrado la presencia del VHC en astrocitos. Este punto, favorecería la persistencia del VHC en el hospedador. No obstante, el ciclo viral del VHC en SNC debe de ser estudiado y aclarado (10). Bibliografía Una vez desencadenado el ensamblaje, la membrana del retículo endoplasmático, donde se encuentra el complejo replicativo y rodeada de LD, se escinde hacia el citoplasma celular (6,9). Esta escisión lipídica contiene el material genético del virus (ARN+), las proteínas víricas y componentes lipídicos conferidos por los LD. Esta estructura vírica está conferida de apo-E. De esta forma, esta partícula viral entra en la VLDL donde madura. Una vez formada la LVP sale del hepatocito infectado mediante el ciclo normal de la lipoproteína VLDL, siendo la forma infectiva del VHC (3,5,6,9). 1. Ashfaq AU, Javed T, Rehman S, Nawaz Z, Riazuddin S. An overview of HCV molecular biology, replication and immune responses. Virol J. 2011; 8:161. 2. Popescu CI, Rouillé Y, Dubuisson J. Hepatitis C virus assembly imaging. Viruses. 2011; 3:2238-54. 3. Alvisi G, Madan V, Bartenschlager R. Hepatitis C virus and host cell lipids. RNA Biol. 2011; 8:258-69. 4. Aly HH, Shimotohno K, Hijikata M, Seya T. In vitro models for analysis of the hepatitis C virus life cycle. Microbiol Immunol. 2012; 56:1-9. 3. Ciclo extrahepático del VHC La diana principal del VHC es el hepatocito, no obstante se ha sugerido que podrían existir otros reservorios donde se podría encontrar, no solo la presencia del VHC, sino replicación viral (10). 5. Ploss A, Dubuisson J. New advances in the molecular biology of hepatitis C virus infection: towards the identification of new treatment targets. Gut. 2012. Suppl 1:i25-i35. Como reservorio y factor por el cual el virus evade la defensa del organismo, se ha descrito a las células mononucleares de sangre periférica. No obstante la presencia de ARN viral en estas células, en pacientes infectados por el VHC, es un tema de controversia actual. Mientras que hay estudios que han encontrado ARN viral en pacientes con aclaramiento espontáneo del virus, otra gran parte de estudios no lo ha encontrado. Por lo tanto, la implicación de estas células en el ciclo del virus aún está por determinar (10). 6. Shimizu Y, Hishiki T, Ujino S, Sugiyama K, Funami K, Shimotohno K. Lipoprotein component associated with hepatitis C virus is essential for virus infectivity. Curr Opin Virol. 2011; 1:19-26. 7. Honda A, Matsuzaki Y. Cholesterol and chronic hepatitis C virus infection. Hepatol Res. 2011; 41:697-710. 8. Meredith LW, Wilson GK, Fletcher NF, McKeating JA. Hepatitis C virus entry: beyond receptors. Rev Med Virol. 2012; 22:182-93. Por otro lado, el sistema nervioso central (SNC), es un reservorio en el que parece que el virus podría replicarse. Este hecho ha sido sugerido debido a que se han encontrado cadenas de ARN- del VHC en líquido cefalorraquídeo, punto que sugiere replicación viral. Estudios histológicos del SNC han demostrado que las células endoteliales de la barrera hematoencefálica expresan los receptores necesarios para la entrada del VHC, hasta ahora solo evidenciados en la superficie del hepatocito. Una vez entrase el virus en las células endoteliales, se produciría la replicación del mismo y la apoptosis de estas células. Este punto favorecería la entrada de sustancias inflamatorias en el tejido cere- 9. Suzuki T. A hepatitis C virus-host ineraction involved in viral replication: toward the identification of antiviral targets. Jpn J Infect Dis. 2010; 63:307-11. 10. Fletcher NF, McKeating JA. Hepatitis C virus and the brain. J Viral Hepat. 2012; 19:301-6. 24 Capítulo 1 Figuras Figura 1. Figura 2. 25 capítulo 2 Capítulo 2 Capítulo 2 EPIDEMIOLOGÍA DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE INFECTADO POR EL VIH Francisco Téllez Pérez, Mª José Ríos Villegas y Mohamed Omar Mohamed-Balghata 2006 (2). Este hallazgo está claramente relacionado con la disminución de la frecuencia de usuarios de drogas por vía parenteral entre los casos de infección por VIH diagnosticados por primera vez durante este periodo en nuestro país. 1. Introducción La infección por el virus de la hepatitis C (VHC) es un problema de salud a nivel mundial pues se calcula que pueden estar afectados entre 170-200 millones de personas. 2. Importancia La coinfección por el VIH y el virus de la hepatitis C (VHC) es una situación común, debido a que ambos virus comparten vías de transmisión, como es, principalmente, el uso de drogas por vía parenteral. De este modo, se estima que aproximadamente diez millones de personas están infectadas por ambos virus en el mundo. La prevalencia de la infección por VHC entre los pacientes infectados por VIH en Estados Unidos y Europa es de alrededor del 33% (1). Este porcentaje es más elevado en determinados países europeos, concretamente los del Área Mediterránea y del Este de Europa, donde se alcanzan tasas superiores al 45% globalmente, dado que el uso de drogas por vía parenteral es la principal forma de adquisición de la infección por VIH en esas zonas (1). Dependiendo de la vía de transmisión, la prevalencia varía desde el 4% en homosexuales al 75-90% en usuarios de drogas intravenosas. A partir de la introducción del tratamiento antirretroviral (TAR) de gran actividad, las expectativas de vida de los pacientes con infección VIH ha aumentado de forma considerable, disminuyendo la morbi-mortalidad asociada a enfermedades oportunistas y aumentando las debidas a otras causas, como las de origen hepático, que en algunos estudios se ha convertido en la primera causa de fallecimiento. La infección por VIH altera la historia natural de la infección por VHC aumentando el riesgo de cronificación de la misma, acelerando la progresión de la fibrosis hepática y acortando el tiempo hasta el desarrollo de cirrosis y muerte por hepatopatía. Asimismo, en pacientes coinfectados el tiempo desde la aparición de la primera descompensación hasta la muerte está disminuido en comparación con los pacientes monoinfectados por VHC. Finalmente, se ha detectado un aumento de la incidencia de hepatocarcinoma en los últimos años. Por lo que respecta a España, más de la mitad de los enfermos infectados por VIH lo están también por VHC. No obstante, de acuerdo a la información publicada a partir de las cohortes españolas CoRIS y CoRIS-MD, la prevalencia de coinfección por VIH/ VHC en los pacientes naïve, incorporados a estas cohortes, ha disminuido del 67% en 1997 al 14% en Sin embargo, en los últimos años se han publicado datos en España que indican que la mortalidad de causa hepática en pacientes coinfectados podría 29 EPIDEMIOLOGÍA DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE INFECTADO POR EL VIH haberse estabilizado a partir del año 2002-2003 fundamentalmente por el mejor manejo de la hepatopatía en estos individuos, el uso de TAR cada vez más eficaces y con menos efectos secundarios y principalmente por la utilización de tratamientos para erradicar el VHC que han demostrado frenar la progresión de la fibrosis hepática disminuyendo por ello, el número de descompensaciones y muertes debidas a esta causa (3). salvo situaciones en las que fallan dichas medidas de control. La transmisión por vía sexual sigue siendo un tema controvertido en la población general. Se ha detectado ARN VHC en saliva, esperma y fluidos corporales pero no se ha demostrado claramente transmisión por esta vía. En estudios prospectivos de más de diez años de duración de parejas estables serodiscordantes heterosexuales monoinfectadas por VHC que no utilizaban medidas de protección en las relaciones sexuales, la probabilidad de transmisión es menor de uno por cada diez millones de contactos. Sin embargo, se ha descrito un incremento del riesgo entre 2-4 veces tanto en parejas heterosexuales monoinfectadas VHC como coinfectadas VIHVHC, en relación con la presencia de enfermedades de transmisión sexual (sífilis, gonorrea, clamidias, tricomonas) o que realizan prácticas sexuales de riesgo como múltiples parejas sin protección, fisting, utilización de juguetes sexuales, sexo anal o durante la menstruación o la utilización de drogas durante el sexo (4). Remitimos a los capítulos correspondientes de este curso para un desarrollo detallado de lo expuesto en este punto. 3. Vías de transmisión Como se ha señalado anteriormente, el VIH y el VHC comparten similares vías de transmisión como son fundamentalmente la vía parenteral, la sexual y la vertical. Por este motivo, en la evaluación inicial de todo paciente VIH debe realizarse la determinación serológica de los Ac frente al VHC independientemente del nivel de transaminasas. La transmisión sexual entre hombres que tienen sexo con hombres (HSH). A partir de la introducción del TAR en 1996 y la mejoría de la supervivencia en los pacientes con infección VIH se ha producido una relajación en la medidas de prevención fundamentalmente el uso del preservativo, apareciendo otras prácticas y hábitos sexuales que favorecen el aumento de enfermedades de transmisión sexual. Así, por ejemplo, el “serosorting” consiste en practicar coito anal con o sin preservativo dependiendo del estado de portador o no de la infección VIH. En la última década, sobre todo a partir del año 2002, se ha constatado un aumento importante de la incidencia de transmisión del VHC entre pacientes VIH-HSH. Los primeros brotes de hepatitis C aguda se describieron en el norte de Europa y posteriormente en Estados Unidos y Australia. Datos publicados de la cohorte CASCADE indican una incidencia del 0,9-2,2/1000 personas- año en 1990 que aumentó al 5,5-8,1/1000 personas-año en 1995, incrementándose de forma significativa a partir de 2002, alcanzando el 16,830 por 1000 personas-año en 2005 y entre 22,4-51 por 1000 personas año en 2007 (5). Sin embargo, este aumento en la incidencia no se ha descrito entre HSH monoinfectados por VHC, donde la transmisión ocurre en raras ocasiones salvo que exista contacto de alto riesgo con HSH infectados por VIH, donde se La transmisión vía parenteral, en relación con el uso de drogas intravenosas o la administración de hemoderivados, es la forma más frecuente de transmisión de ambos virus y a su vez la más eficiente. Tras una exposición a un mismo volumen de sangre, la posibilidad de infección es diez veces mayor para el VHC que para el VIH probablemente por una mayor concentración del VHC. Así, en las personas infectadas por esta vía, la infección por VHC suele ocurrir antes que la infección por VIH, mientras que los hombres que tienen sexo con hombres (HSH) suelen estar infectados por VIH antes de contraer el VHC. Se considera, por consenso, que la fecha de la infección por VHC se produce al año de iniciar el consumo de drogas intravenosas. En este colectivo de usuarios de drogas vía parenteral, hasta el 50-90% de los mismos pueden estar infectados por el VHC. Aunque las medidas de control para la prevención sobre todo del VIH, han disminuido la incidencia en una gran parte de países occidentales, en zonas de Asia, Europa del Este o China, el uso de drogas intravenosas continúa siendo la forma más frecuente de transmisión. Por otro lado, la instauración de programas de cribaje de ambos virus en productos hemoderivados en la inmensa mayoría de países, ha hecho casi desaparecer la transmisión por esta vía 30 Capítulo 2 incrementa diez veces la incidencia. Diversos trabajos han identificado factores que incrementan el riesgo de transmisión del VHC en pacientes coinfectados por VIH; así, el sexo anal sin protección, “fisting”, uso de drogas a través de mucosas (gamma hidroxibutirato, metanfetaminas, ketamina, nitrato de amilo….), el sexo en grupo o prácticas traumáticas que favorezcan el contacto con sangre como el sadomasoquismo se asocian a un aumento de riesgo de transmisión. La frecuencia de enfermedades de transmisión sexual está aumentada en este colectivo y se asocia igualmente a mayor riesgo de transmisión del VHC dado que alteran la integridad de la mucosa (6). hepatitis B positivo, mayor incremento de ALT y caída rápida del ARN VHC en las primeras 4-8 semanas (8). La transmisión vertical del VHC está favorecida en pacientes con infección VIH. Así, un meta-análisis demuestra que la coinfección materna VIH-VHC aumenta la probabilidad de transmisión vertical del VHC en un 90%. El VHC se aísla en fluidos del aparato genital de mujeres con infección VIH pero no en monoinfectadas y podría ser una de las causas de la mayor tasa de transmisión (9). La transmisión entre el personal sanitario está relacionada con pinchazos accidentales o más excepcionalmente con el contacto de mucosas con fluidos sanguíneos contaminados (salpicaduras en los ojos) aunque existen pocos casos descritos de transmisión de ambos virus entre sanitarios. El análisis filogenético de las cepas transmitidas en estos brotes ha mostrado su relación entre las mismas, lo que apoya la transmisión por esta vía en VIH-HSH. No se han detectado cepas con mayor agresividad. Se han formulado distintas hipótesis que intentan explicar las diferencias en la menor transmisión sexual del VHC en pacientes monoinfectados en relación con coinfectados VIH-VHC y la menor tasa de eliminación espontánea del VHC en VIH aunque con resultados, en ocasiones, contradictorios. Así, la carga viral del VHC en coinfectados por VIH es mayor tanto en sangre como en semen y podría favorecer la transmisión aunque algún trabajo ha asociado carga viral elevada VHC y genotipo CC de IL28B con mayores tasas de aclaramiento espontáneo. Por otra parte, el papel de la respuesta humoral frente al VHC es controvertido; se ha publicado que se encuentra retrasada en el VIH y el 5% de los pacientes mantiene anticuerpos negativos al año de haber contraído el VHC. Curiosamente la transmisión aguda suele asociarse a individuos con CD4+ en sangre relativamente elevados por encima de 500 cel/ mm3. Actualmente, se postula que los cambios locales a nivel de la mucosa intestinal con la destrucción de los CD4+ a dicho nivel y el consiguiente aumento en los fenómenos de translocación bacteriana podrían estar jugando un papel fundamental en la patogénesis del proceso (7). 4. Distribución de genotipos VHC e interleukina 28B Se han descrito seis genotipos diferentes del VHC siendo el 5 y 6 excepcionales en los países occidentales, distribuyéndose de forma diferente según las distintas regiones del mundo. Según datos de la cohorte EuroSIDA, de los 1.496 pacientes coinfectados analizados globalmente, el 53% presentaba genotipo 1, 4% genotipo 2, 29% genotipo 3 y 15% el genotipo 4. Sin embargo, en los países del Este de Europa la distribución entre genotipo 1 y 3 es similar, situándose en torno al 40%. En cohortes de pacientes coinfectados se ha observado en los últimos años una tendencia a presentar mayor proporción de genotipos 1/4, y una disminución del genotipo 3, que pudiera explicarse por la utilización del tratamiento erradicador, sobre todo en genotipos con mayor tasa de respuesta y por la disminución en la transmisión por drogas intravenosas. Asimismo, en países del sur de Europa existe un ligero incremento del genotipo 4 que es el más prevalente en regiones del norte de África (10). El documento de consenso europeo sobre la hepatitis C aguda en VIH-HSH hace referencia a una tasa de aclaramiento espontáneo del VHC que oscila entre 0-40% en pacientes coinfectados. Esta eliminación espontánea se asocia al genotipo CC de IL28B, sexo femenino, transmisión sexual en lugar de drogas intravenosas, presencia de antígeno de superficie Los diferentes genotipos se dividen a su vez en subtipos que se han asociado con la vía de transmisión del VHC y determinadas características. De tal modo, el genotipo 1 se asocia con cargas virales elevadas en sangre, siendo el subtipo 1a el más frecuente (50-55%), relacionado con la 31 EPIDEMIOLOGÍA DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE INFECTADO POR EL VIH tejido hepático o en células mononucleares de sangre periférica con niveles de ARN-VHC repetidamente indetectable en suero (con las técnicas habituales). Se ha descrito en pacientes que presentan enfermedad hepática de etiología desconocida, curación espontánea de la infección o tras realizar tratamiento con IFN y RBV. No obstante, ha habido estudios amplios en los que no se ha detectado ningún caso de infección oculta por VHC. Son necesarios más estudios para conocer la frecuencia real y las implicaciones clínicas, pronósticas y terapéuticas de esta entidad. transmisión por drogas intravenosas y actualmente es el más detectado en la transmisión sexual en HSH. El subtipo 1b, que representa en torno al 40-45% del genotipo 1, se relaciona con la transmisión a través de hemoderivados y recientemente se ha publicado que presenta una mayor tasa de respuesta al tratamiento con interferón pegilado y ribavirina en comparación con el subtipo 1a. El genotipo 2a también se ha asociado a la transfusión de productos contaminados a diferencia del 3a y el 4 que se relacionan con usuarios de drogas intravenosas. En Europa, el subtipo 4 más frecuente es el c/d, siendo el 4a prevalente en Egipto. La determinación del polimorfismo del nucleótido único del cromosoma 19 cercano al gen de la interleukina (IL28B) se ha demostrado que es un predictor de respuesta favorable al tratamiento frente al VHC y se ha asociado a mayor probabilidad de aclaramiento espontáneo del VHC. El polimorfismo rs 12979860 daría lugar a tres genotipos: CC, TC y TT; el CC sería el genotipo favorable y se encuentra en un 32-40% de pacientes coinfectados genotipos 1/4 considerados globalmente, aunque en genotipo 4 la prevalencia es menor. Bibliografía 1. Rockstroh JK, Mocroft A, Soriano V, et al. Influence of hepatitis C virus infection on HIV1 disease progression and response to highly active antiretroviral therapy. J Infect Dis. 2005; 192:992-1002. 2. Pérez-Cachafeiro S, del Amo J, Iribarren JA, et al. Decrease in serial prevalence of coinfection with hepatitis C among HIV-infected patients in Spain, 1997-2006. Clin Infect Dis. 2009; 48:1467-70. Un reciente trabajo realizado en un hospital de Andalucía, analizan 520 pacientes coinfectados VHCVIH, de los cuáles 358 (69%) tenían anticuerpos VHC positivo y de éstos, 255 (71%) presentaban ARN-VHC detectable. Los autores concluyen que la distribución actual de genotipos en estos pacientes no ha variado de forma significativa respecto a la publicada previamente hace una década, siendo del 62% para el genotipo 1, 20% para el genotipo 3 y 18% para el genotipo 4. Estos datos son similares a los obtenidos en la encuesta de prevalencia 2010 realizada por la Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas en hospitales andaluces. 3. del Valle J, Macías J, Mira JA, et al. Changes in liver-related hospital admissions and hospital mortality among HIV-infected patients (19982005). Enferm Infecc Microbiol Clin. 2008; 26:500-1. 4. Tohme RA, Holmberg SD. Is sexual contact mayor mode of hepatitis C virus transmission? Hepatology. 2010; 52:1497-505. 5. van der Helm JJ, Prins M, Del Amo J, et al. The hepatitis C epidemic among HIV-positive MSM: incidente estimates from 1990 to 2007. AIDS. 2011; 25:1083-91. 6. Hepatitis C oculta 6. Schmidt AJ, Rockstroh JK, Vogel M, et al. Trouble with bleeding: risk factors for acute hepatitis C among HIV-positive gay men from Germany: a case-control study. PLoS One. 2011; 6:e17781. 7. Danta M, Roger AJ. Transmission of HVC in HIV-positive populations. Curr Opin HIV AIDS. 2011; 6:451-8. 5. Situación en Andalucía La infección oculta por VHC es una entidad descrita recientemente en el año 2004 que presenta datos controvertidos en la actualidad. Para la mayoría de autores se define como la detección de ARNVHC (partículas de genoma utilizando técnicas ultrasensibles, con RT-PCR y posteriormente hibridación de ácidos nucleicos) en muestras de 32 Capítulo 2 8. Acute hepatitis C in HIV-infected individuals: recommendations from the European AIDS Treatment Network (NEAT) consensus conference. AIDS. 2011; 25:399-409. 9. Polis CB, Shah SN, Johnson KE, et al. Impact of maternal HIV coinfection on the vertical transmission of hepatitis C virus: a metaanalysis. Clin Infect Dis. 2007; 44:1123. 10. Medrano J, Resino S, Vispo E, et al. Hepatitis C virus (HCV) treatment uptake and changes in the prevalence of HCV genotypes in HIV/ HCV-coinfected patients. J Viral Hepat. 2011; 18:325-30. Figuras Figura 1. 33 EPIDEMIOLOGÍA DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE INFECTADO POR EL VIH Figura 2. Figura 3. 34 Capítulo 2 Figura 4. Figura 5. 35 EPIDEMIOLOGÍA DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE INFECTADO POR EL VIH Figura 6. Figura 7. 36 capítulo 3 Capítulo 3 Capítulo 3 HEPATITIS AGUDA POR VHC Mª José Ríos Villegas, Mohamed Omar Mohamed-Balghata y Francisco Téllez Pérez 1. Introducción uso de drogas vía intravenosa. Por el contrario, se han comunicado desde el año 2000, numerosos brotes de infección aguda por VHC en varones homosexuales infectados por el VIH, en grandes núcleos urbanos, tanto en EE.UU. como en Europa y Australia (1-3). La infección aguda por el virus de la hepatitis C (VHC) es la que ocurre en un periodo de seis meses tras una presunta exposición a dicho virus. Si pasados seis meses continúa la replicación viral, podemos considerar que se ha establecido la fase crónica de la infección. Esta infección aguda cursa en la mayoría de los pacientes de manera asintomática, por lo cual con frecuencia pasa desapercibida y es difícil distinguirla de una exacerbación de la fase crónica. Este aumento en la incidencia se ha atribuido a varios factores: por una parte, a una mayor viremia VHC en pacientes infectados por el VIH que en monoinfectados por el VHC, y por otra, la transmisión parece asociarse a determinadas prácticas sexuales más traumáticas para la integridad de la mucosa, así como a la coexistencia de otras enfermedades de transmisión sexual ulcerativas como la sífilis o el linfogranuloma venéreo. Cuando hablamos de hepatitis aguda, nos referimos a la presencia de signos o síntomas de hepatitis en dicho periodo de tiempo. No hay evidencia clara de que los hombres infectados por el VIH sean más susceptibles a la infección por el VHC debido a un déficit inmunológico, ya que es frecuente el diagnóstico de hepatitis aguda VHC (HAC) en pacientes con recuentos elevados de CD4+, e incluso a veces la infección aguda por ambos virus es concomitante. 2. Epidemiología Si bien tenemos datos suficientes sobre la prevalencia de la infección por VHC (estimada por la OMS en torno a un 2,5% de la población mundial), es difícil establecer la incidencia de la infección aguda, ya que, como se ha comentado anteriormente, se presenta de forma silente o con síntomas inespecíficos, y tampoco disponemos de ningún marcador serológico de infección aguda. Finalmente, cabe destacar que se ha comunicado recientemente un alarmante aumento en la incidencia de reinfección por el VHC en pacientes con infección VIH tratados de un primer episodio de infección aguda adquirida por transmisión sexual en los que se había logrado respuesta sostenida (4). Sin embargo, es evidente que en la última década la epidemiología de la transmisión del VHC está cambiando. La incidencia de la transmisión parenteral, hasta ahora la forma más frecuente y eficaz de transmisión del virus, ha disminuido drásticamente gracias al control de las transfusiones de sangre y hemoderivados, a la utilización de material médico desechable y a la disminución del Este conocimiento de nuevas formas de transmisión del virus requiere medidas que disminuyan dicha transmisión; esto implica el diagnóstico de las infecciones desconocidas, para lo cual se recomienda 39 HEPATITIS AGUDA POR VHC en la actualidad en los pacientes homosexuales VIH positivos la determinación semestral de GPT, y anual de anticuerpos VHC, además de al diagnóstico de la infección VIH o cada ETS diagnosticada en el seguimiento. Se recomienda asimismo la realización de ARN-VHC en el caso de sospecha de HAC (5). anticuerpos frente al VHC. En aquellos casos en los que no dispongamos de Ac VHC negativos recientes, utilizaremos como evidencias para el diagnóstico: datos clínicos, epidemiológicos (antecedente de exposición de riesgo al virus en los meses previos) o de laboratorio (elevación de GPT más de diez veces el límite normal, linfocitosis relativa, etc.), descartando además cualquier otra causa de daño hepático agudo. 3. Clínica y evolución En todo paciente con sospecha de infección aguda debemos realizar una determinación de ARN viral, ya que los anticuerpos pueden tardar hasta tres meses en detectarse (6). La presentación clínica es similar en pacientes coinfectados a los monoinfectados por VHC. El periodo de incubación varía entre 2-12 semanas, estando la media en siete semanas. Entre un 1030% de los casos según las series, presenta algún síntoma de la infección, frecuentemente inespecíficos y similares a otros tipos de hepatitis aguda, como náuseas, vómitos, febrícula, astenia o dolor en hipocondrio derecho. Estos síntomas suelen preceder a la aparición de ictericia, lo cual solo ocurre en menos del 25% de los casos. La duración puede alargarse hasta las doce semanas (6-7). 5. Tratamiento Dadas las dificultades diagnósticas y la falta de estudios controlados, no hay acuerdo sobre el manejo óptimo de la HAC. La mayoría de evidencias sobre manejo y tratamiento de HAC provienen de estudios en pacientes monoinfectados. Las preguntas que nos planteamos son ¿a quién tratar?, ¿cuándo tratar?, ¿con qué tratar?, ¿cuánto tiempo? La elevación de transaminasas ocurre entre las seis y doce semanas de la exposición y es de magnitud variable. La hepatitis aguda fulminante es excepcional, salvo en casos de coexistencia de infección subyacente por el virus de la hepatitis B, en los que puede aumentar su incidencia. Los datos disponibles sugieren que el tratamiento precoz (iniciado 8-12 semanas después del diagnóstico) aumenta las posibilidades de obtener RVS; sin embargo, hacerlo de forma inmediata supondría tratar innecesariamente a aquellos que van a aclarar de forma espontánea el virus, por tanto parece razonable reevaluar la presencia de ARN-VHC doce semanas tras los síntomas o el diagnóstico. En un estudio reciente en pacientes monoinfectados se ha sugerido un posible rol del genotipo de IL28B en la decisión de tratamiento en pacientes con infección reciente documentada, de manera que proponen tratamiento inmediato en aquellos con genotipo desfavorable, basándose en las escasas probabilidades de lograr un aclaramiento espontáneo (10). La evolución a infección crónica ocurre hasta en un 85% de los casos, aunque en determinadas poblaciones esta tasa puede ser menor. En los pacientes VIH positivos se estima entre un 13-16% la tasa de aclaramiento espontáneo de la infección, menor que en pacientes monoinfectados (8). Hay alguna evidencia de que puede haber una mayor frecuencia de aclaramiento viral en pacientes que presentan una infección aguda sintomática y CD4+ elevados (9). Un rápido descenso de la viremia en semanas 4 y 12 siguiendo a la infección aguda también parece predecir dicho aclaramiento (8), y además, recientemente se ha descrito que la presencia de un polimorfismo en el gen que codifica la IL28B predice la eliminación del virus tanto en el paciente monoinfectado como en el coinfectado. En cuanto a la pauta de tratamiento, si bien en pacientes monoinfectados la ribavirina no parece aumentar la eficacia del tratamiento con interferón pegilado (peg-IFN) en monoterapia, los datos de los que disponemos en pacientes coinfectados provienen de estudios con pocos pacientes y no comparativos, en los que se ha utilizado de forma mayoritaria un tratamiento combinado con peg-IFN y ribavirina. Las tasas de respuesta obtenidas son algo menores que en pacientes monoinfectados, oscilando según las series entre un 59 y un 76% de forma global (11-15). 4. Diagnóstico La única manera de realizar un diagnóstico concluyente de HAC es documentar una seroconversión de 40 Capítulo 3 Los factores que se han relacionado con la respuesta sostenida en estos estudios son un recuento basal elevado de CD4+, niveles basales altos de GPT y la respuesta viral rápida durante el tratamiento. 8. Vogel M, Boesecke C, Rockstroh JK. Acute hepatitis C infection in HIV-positive patients. Curr Opin Infect Dis. 2011; 24:1-6. 9. Gilleece YC, Browne RE, Asboe D, et al. Transmission of hepatitis C virus among HIVpositive homosexual men and response to 24-week course of pegylated interferon and ribavirin. J Acquir Inmune Defic Syndr. 2005; 40:41-6. Por tanto las recomendaciones actuales de tratamiento de la HAC en pacientes coinfectados aconsejan el tratamiento combinado con peg-IFN y ribavirina ajustada a peso, con una duración guiada por la consecución o no de respuesta viral rápida (RVR: ARN negativo en semana 4), tratando 24 semanas a aquellos con RVR y alargando hasta 48 semanas en caso de no presentarla (5). 10. Grebely J, Petoumenos K, Hellard M, et al. Potential role for Interleukin-28B genotype in treatment decision-making in recent hepatitis C virus infection. Hepatology. 2010; 52:1216-24. Bibliografía 11. Boesecke C, Rockstroh JK. Treatment of acute hepatitis C infection in HIV-infected patients. Curr Opin HIV AIDS. 2011; 6:278-84. 1. Fierer DS, Factor SH, Uriel AJ, et al. Sexual transmission of hepatitis C virus among HIVinfected men who have sex with men, New York City, 2005-2010. MMWR. Jul 22, 2011. Vol 60, nº 28. 12. Piroth L, Larsen C, Binquet C, et al; Steering Committee of the HEPAIG Study. Treatment of acute hepatitis C in human immunodeficiency virus-infected patients: the HEPAIG study. Hepatology. 2010; 52:1915-21. 2. van der Helm JJ, Prins M, del Amo J, et al; CASCADE Collaboration. The hepatitis C epidemic among HIV-positive MSM: incidence estimates from 1990 to 2007. AIDS. 2011; 25:1083-91. 13. Dominguez S, Ghosn J, Valantin MA, et al. Efficacy of early treatment of acute hepatitis C infection with pegylated interferon and ribavirin in HIV-infected patients. AIDS. 2006; 20:115761. 3. Martínez-Rebollar M, Larrouse M, Calvo M, et al. Estado actual de la hepatitis aguda C. Enf Infecc Microbiol Clin. 2011; 29:210-5. 14. Lambers FA, Brinkman K, Shinkel J, et al; MOSAIC (MSM observational study of acute infection with hepatitis C) study group. Treatment of acute hepatitis C virus infection in HIV-infected MSM: the effect of treatment duration. AIDS. 2011; 25:1333-6. 4. Lambers FA, Prins M, Thomas X, et al; MOSAIC (MSM observational study of acute infection with hepatitis C) study group. Alarming incidence of hepatitis C virus re-infection after treatment of sexually acquired acute hepatitis C virus infection in HIV-infected MSM. AIDS. 2011; 25:F21-7. 15. Vogel M, Dominguez S, Bhagani S, et al. Treatment of acute HCV infection in HIVpositive patients: experience from a multicentre European cohort. Antivir Ther. 2010; 15:267-73. 5. The European AIDS Treatment Network (NEAT) Acute Hepatitis C Infection Consensus Panel. Acute hepatitis C in HIV-infected individuals: recommendations from the European AIDS Treatment Network (NEAT) consensus conference. AIDS. 2011; 25:399-409. 6. Maheshwari A, Ray S, Thuluvath PJ. Acute hepatitis C. Lancet. 2008; 372:321-32. 7. Blackard JT, Shata MT, Shire NJ, Sherman KE. Acute hepatitis C virus infection: a chronic problem. Hepatology. 2008; 47:321-31. 41 HEPATITIS AGUDA POR VHC Figuras Figura 1. Recomendaciones para diagnóstico de infección aguda en pacientes VIH positivos con relaciones sexuales de riesgo: Realizar Ac VHC en el diagnóstico de la infección VIH. Determinaciones semestrales de GPT y anuales de Ac VHC. Determinación de Ac VHC en cada nueva ETS diagnosticada. Realización de ARN-VHC ante la sospecha de hepatitis aguda. - - - - Figura 2. EVOLUCION A INFECCION CRONICA: hasta en un 85% de los casos Tasa de aclaramiento espontáneo menor en pacientes VIH positivos (13-16%) Factores asociados a una mayor tasa de aclaramiento espontáneo: Infección aguda sintomática. CD4+ elevados. Rápido descenso de la viremia en semanas 4 y 12. Polimorfismo favorable de IL28B. - - - - Figura 3. RECOMENDACIONES ACTUALES PARA EL TTO HAC EN COINFECTADOS (CONSENSO NEAT) Tratamiento con Interferón pegilado y Ribavirina ajustada a peso. Duración según RVR: ● Si RVR: 24 semanas. ● Si no RVR: 48 semanas. - - Factores asociados a RVS: - Recuento basal elevado de CD4+. Niveles basales altos de GPT. RVR durante el tratamiento. 42 capítulo 4 Capítulo 4 Capítulo 4 HISTORIA NATURAL DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE COINFECTADO. INTERACCIONES ENTRE EL VIH Y EL VHC Manuel Márquez Solero, Guillermo Ojeda Burgos y Mª José Ríos Villegas 1. Introducción Cuando se comparan pacientes monoinfectados por el VHC con coinfectados, se observa cómo en la coinfección hay una rápida progresión histológica a cirrosis a los diez años (14,9% versus 2,6% en VIH negativos), con un tiempo medio estimado de evolución a cirrosis de 6,9 años versus 23,2 años en monoinfectados (4). Aproximadamente un tercio de los pacientes europeos con infección VIH están coinfectados por el VHC (1), aunque existen variaciones regionales asociadas a la eficacia de la transmisión según la vía de adquisición de ambas infecciones. El impacto de la interacción entre los dos virus sobre la historia natural del paciente coinfectado es compleja y con datos a veces contradictorios. Estudios basados en el grado de fibrosis (score METAVIR) y tasa de progresión de la fibrosis (estadio de fibrosis/tiempo de infección VHC) ponen de manifiesto que la fibrosis significativa (F2-F4), actividad inflamatoria moderada severa y la tasa de progresión de la fibrosis es significativamente superior en pacientes coinfectados que en monoinfectados por VHC. Otros factores asociados a la progresión en pacientes coinfectados son los CD4+ inferiores a 200 cel/mm3, ingesta de alcohol mayor de 50 g/d y la edad mayor de 25 años de adquisición del VHC (5). 2. Efecto de la infección VIH sobre la infección por el VHC Tras la infección aguda por el VHC, aproximadamente el 30% de los pacientes monoinfectados son capaces de aclarar espontáneamente el VHC. Estas cifras se reducen de forma significativa en el paciente con infección VIH, donde menos del 10% lo alcanzan (2). En este periodo los estudios de mortalidad ponían en evidencia que solo las enfermedades asociadas al sida eran la principal causa de muerte. En los primeros años de la epidemia del sida donde la interacción de las dos infecciones prácticamente no era modificada por tratamientos eficaces, se pone de manifiesto la influencia del VIH sobre la cinética viral, progresión histológica y clínica de la infección persistente por el VHC. En resumen: 1) Los coinfectados tienen disminuida la capacidad de aclaramiento espontáneo del VHC. 2) La cinética viral del VHC se afecta cursando con carga viral de ARN superiores a los monoinfectados. 3) La tasa de progresión de la fibrosis hasta cirrosis es más rápida, aunque el impacto sobre la mortalidad es escaso debido al mayor impacto de la inmunodeficiencia en la supervivencia. 4) La cifra de CD4+ tiene una relación inversa con la progresión de la fibrosis y carga viral del VHC. En pacientes con infección crónica por VHC se observa cómo tras la infección por el VIH, la carga viral del VHC se incrementa significativamente y posteriormente progresa a una velocidad que se relaciona directamente con el grado de inmunosupresión (3). 45 HISTORIA NATURAL DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE COINFECTADO. INTERACCIONES ENTRE EL VIH Y EL VHC 3. Efecto del tratamiento TARGA sobre la infección persistente por el VHC Cuando comparamos la evolución clínica de pacientes coinfectados con TARGA y monoinfectados (10) observamos cómo el VIH, a pesar del TARGA, continúa impactando negativamente la evolución de infección VHC en cirróticos tras la primera descompensación hepática, con una supervivencia media de 16 meses en el coinfectado y 48 meses en el monoinfectado (p<0,001) con OR 2,26 (IC95% 1,55-3,38). La introducción de los tratamientos de alta actividad (TARGA) y su impacto sobre el control virológico del VIH se ha traducido en beneficios sobre la morbimortalidad y recuperación inmunológica del paciente VIH. La mayor supervivencia del paciente VIH nos permite mejorar nuestra observación sobre otras patologías asociadas, como la infección persistente por VHC en este escenario. En resumen: 1) En pacientes coinfectados y con control virológico del VIH se reduce la tasa de progresión de la fibrosis. 2) El control virológico del VIH de forma mantenida mejora la respuesta inmuno específica frente a las proteínas del core y disminuye la carga viral ARN del VHC. 3) En la era TARGA la enfermedad hepática constituye la primera causa de muerte del paciente coinfectado. 4) La cirrosis, la encefalopatía, no recibir tratamiento del VHC y la escasa respuesta inmunológica al TARGA constituyen factores de mal pronóstico. 5) La supervivencia tras una descompensación es significativamente menor que en el monoinfectado. Cuando evaluamos la respuesta inmunoespecífica en pacientes coinfectados con un TARGA eficaz de forma prolongada se observa un aumento de la inmunidad celular frente a proteínas del core y una ligera disminución del ARN sérico (2). Los estudios que evalúan la fibrosis hepática en biopsias, son cohortes retrospectivas que confirman el impacto de la coinfección sobre la velocidad de progresión de la fibrosis y cómo el TARGA puede atenuar esta progresión, incluso alcanzar tasas de progresión similar a los monoinfectados en los pacientes con control virológico del VIH (6,7). 4. Efecto de la infección por el VHC sobre la infección VIH La historia natural de la infección VIH viene definida por el desarrollo de inmunodeficiencia (CD4+), infecciones y tumores oportunistas (IO) y fallecimiento por sida. El impacto de la coinfección sobre estos marcadores es controvertido, existiendo estudios a favor y en contra. En un meta-análisis de ocho estudios de cohorte encuentran que la recuperación inmune tras TARGA en pacientes coinfectados era menor (33,4 cel/mm3) que en monoinfectados. Podemos concluir que en la era TARGA si existe este impacto, es muy modesto (2). La progresión clínica de la enfermedad hepática en pacientes coinfectados con tratamiento antirretroviral eficaz ha sido ampliamente estudiada por el grupo HEPAVIR. En una cohorte prospectiva de coinfectados previamente naïve a tratamiento antirretroviral que inician TARGA con una media de seguimiento de 5,3 años, presentan descompensación hepática un 5,83%, fallecen el 6,82% y la enfermedad hepática constituye la primera causa de muerte (43%) de este colectivo. Los factores asociados a mortalidad son la edad, cirrosis al inicio, ausencia de tratamiento VHC, coinfección por otros virus de la hepatitis, encefalopatía hepática y una recuperación de CD4+ por debajo de 100 cel/mm3 (8). La otra vía en la que la coinfección puede influir en el VIH es en la toxicidad hepática del TARGA que está aumentada en pacientes coinfectados. Este impacto es limitado pues es muy improbable que con el número de moléculas disponibles no podamos construir un tratamiento antirretroviral eficaz (2). Si acortamos el periodo de observación y partimos de un paciente cirrótico en estadio Child-Pugh-Turcotte A (9), la incidencia de descompensación hepática es de 6,4 casos/100 personas-año (IC95% 4,18-9,38 casos/100 personas-año), con una tasa de mortalidad del 9,7% (73% debido a enfermedad hepática) y se repiten de nuevo la cifra de CD4+ inferior a 300 cel/mm3, encefalopatía hepática y la ausencia de tratamiento previo del VHC como factores asociados a la mortalidad. 46 Capítulo 4 Bibliografía 1. Rockstroh JK, Mocroft A, Soriano V, et al. Influence of hepatitis C virus infection on HIV-1. Disease progression and response to highly active antiretroviral therapy. J Infect Dis. 2005; 192:992-1002. 6. Verma S. HAART attenuates liver fibrosis in patients with HIV/HCV co-infection: fact or fiction? J Antimicrob Chemother, 2006; 58:496501. 2. Hernandez MD, Sherman KE. HIV/hepatitis C coinfection natural history and disease progression. Current Opinion in HIV and AIDS. 2011; 6:478-82. 7. Macías J, Berenguer J, Japón MA, et al. Fast fibrosis progression between repeated liver biopsies in patients coinfected with human immunodeficiency virus/hepatitis C virus. Hepatology. 2009; 50:1056-63. 3. Eyster ME, Fried MW, Di Bisceglie AM, Goedert JJ. Increasing hepatitis C virus RNA levels in hemophiliacs: relationship to human immunodeficiency virus infection and liver disease. Multicenter Hemophilia Cohort Study. Blood. 1994; 84:1020-3. 8. Pineda JA, García-García JA, Aguilar-Guisado M, et al. Clinical progression of hepatitis C virus-related chronic liver disease in human immunodeficiency virus-infected patients undergoing highly active antiretroviral therapy. Hepatology. 2007; 46:622-30. 4. Soto B, Sánchez-Quijano A, Rodrigo L, et al. Human immunodeficiency virus infection modifies the natural history of chronic parenterallyacquired hepatitis C with an unusually rapid progression to cirrhosis. J Hepatol. 1997; 26:1-5. 9. Pineda JA, Aguilar-Guisado M, Rivero A, et al. Natural history of compensated hepatitis C virus-related cirrhosis in HIV-infected patients. Clin Infect Dis. 2009; 49:1274-82. 10. Pineda JA, Romero-Gómez M, Díaz-García F, et al. HIV coinfection shortens the survival of patients with hepatitis C virus-related decompensated cirrhosis. Hepatology. 2005; 41:779-89. 5. Benhamou Y, Bochet M, Di Martino V, et al. Liver fibrosis progression in human immunodeficiency virus and hepatitis C virus coinfected patients. The Multivirc Group. Hepatology. 1999; 30:1054-8. 47 HISTORIA NATURAL DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE COINFECTADO. INTERACCIONES ENTRE EL VIH Y EL VHC Figuras Figura 1. Figura 2. 48 Capítulo 4 Figura 3. Figura 4. 49 HISTORIA NATURAL DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE COINFECTADO. INTERACCIONES ENTRE EL VIH Y EL VHC Figura 5. Figura 6. 50 Capítulo 4 Figura 7. 51 capítulo 5 Capítulo 5 Capítulo 5 TRASTORNOS METABÓLICOS ASOCIADOS A LA HEPATITIS C: ESTEATOSIS, DISLIPIDEMIAS, ALTERACIONES GLUCÍDICAS Y ALTERACIONES METABÓLICAS Inés Pérez Camacho, Antonio Rivero Juárez y Ángela Camacho Espejo que se ha descrito en los pacientes con hepatopatía crónica por VHC. Del mismo modo, alteraciones endocrinológicas como la disfunción tiroidea tienen una mayor prevalencia en los pacientes con infección crónica por VHC. 1. Introducción La infección por el VHC es endémica en todo el mundo, con una prevalencia global estimada del 3%, lo que suponen más de 170-200 millones de personas infectadas. Es bien conocida la capacidad del virus para destruir el tejido hepático produciendo fibrosis hepática, cirrosis y hepatocarcinoma. Sin embargo, el VHC no sólo se relaciona con daño a nivel hepático, sino que también se asocia a múltiples manifestaciones extrahepáticas (crioglobulinemia mixta esencial, gammapatía monoclonal, linfoma, porfiria cutánea tarda…). Entre ellas, se ha objetivado que la presencia de infección crónica por VHC se relaciona con algunos componentes del síndrome metabólico. Dado que el síndrome metabólico es la gran epidemia actual del mundo occidental, es de vital importancia conocer qué componentes de dicho síndrome tienen una mayor prevalencia en los pacientes con hepatopatía crónica por VHC, en qué consiste la asociación entre el VHC y dichas alteraciones metabólicas, por qué se produce y cómo podríamos prevenir su desarrollo. Así, es sabido que el VHC es capaz de alterar el metabolismo de la glucosa a través de diversos mecanismos, favoreciendo así el desarrollo de resistencia a la insulina e incluso de diabetes mellitus. Probablemente en relación con la presencia de resistencia a la insulina, al menos en genotipos no-3, la infección crónica por VHC se asocia también con esteatosis hepática y ello a pesar del perfil lipídico favorable 2. Esteatosis hepática La esteatosis hepática no alcohólica es el término que se utiliza para describir una entidad morfológica e histológicamente indistinguible de la esteatosis alcohólica, pero que ocurre en pacientes sin evidencia de consumo de etanol. En la población general, esta entidad se asocia a la presencia de obesidad, resistencia a la insulina, dislipemia y otros componentes del síndrome metabólico y se engloba dentro de lo que denominamos enfermedad hepática grasa no alcohólica que incluye además la existencia de esteatohepatitis con y sin fibrosis y cirrosis. Su prevalencia en la población general es desconocida pero se estima que en los países occidentales podría afectar al 20-40% de la población. La presencia de esteatosis hepática es frecuente en los pacientes con infección crónica por VHC. La existencia de esteatosis en biopsias de pacientes con hepatopatía crónica por VHC oscila entre el 38-81% con una media del 55%. Aproximadamente, 2,5 veces más frecuente en pacientes con infección crónica por VHC que en la población general lo cual sugiere, 55 TRASTORNOS METABÓLICOS ASOCIADOS A LA HEPATITIS C: ESTEATOSIS, DISLIPIDEMIAS, ALTERACIONES GLUCÍDICAS Y ALTERACIONES METABÓLICAS 3. Dislipemias que el VHC podría jugar un papel por sí mismo en el desarrollo de esteatosis. El efecto esteatogénico del VHC sólo se ha objetivado en los pacientes infectados por el VHC genotipo 3 en los que la esteatosis es más frecuente y grave, la intensidad de la esteatosis se correlaciona con el nivel de replicación viral y desaparece tras el tratamiento antiviral efectivo. Se han sugerido múltiples mecanismos por los cuales el VHC podría inducir el desarrollo de esteatosis, entre ellos, el incremento de la lipogénesis, el deterioro de la secreción de lipoproteínas, la alteración de la oxidación y degradación de los ácidos grasos y un incremento del aflujo de ácidos grasos no esterificados a los hepatocitos. En pacientes con infección por VHC genotipo no-3 la existencia de esteatosis hepática se ha asociado a la presencia de obesidad y resistencia insulínica. Así, el factor que con mayor frecuencia se asocia a la presencia de esteatosis hepática en estos pacientes, es el índice de masa corporal. La existencia de sobrepeso y de obesidad visceral son dos factores independientemente asociados a la presencia de esteatosis hepática siendo la resistencia insulínica el mecanismo patogénico más probable. De esta manera, se produce una alteración del balance entre la síntesis y degradación de ácidos grasos en el hepatocito que resulta en un exceso de la acumulación de triglicéridos. La infección por VHC se asocia con alteraciones lipídicas debido a que el virus utiliza el metabolismo lipídico del huésped para mantener su ciclo vital (4). Es sabido que la concentración de colesterol en la membrana del VHC es muy elevada (4). Además, el VHC interactúa con lipoproteínas de diferentes densidades (sobre todo VLDL y LDL) y forma partículas lipo-virales, utilizando este sistema de transporte para establecer su propio ciclo vital (4). Este ciclo vital no se conoce en su totalidad, pero se ha demostrado que estas partículas lipo-virales interaccionan con el receptor de LDL permitiendo, mediante un complejo mecanismo en el que participan distintas glucosaminas y otras proteínas, la entrada del virus en el interior de la célula (4). De esta manera, aunque la presencia de lipoproteínas es fundamental para el ciclo vital del VHC, paradójicamente, en los pacientes con infección crónica por VHC es frecuente la hipocolesterolemia (5). Esta hipocolesterolemia no parece dependiente del genotipo de VHC; se produce principalmente como consecuencia de la disminución del colesterol total (parece que en mayor medida secundario al descenso de LDL y VLDL aunque también hay casos en los que se ha objetivado un descenso de HDL) y apolipoproteína B; los niveles de triglicéridos pueden estar elevados o disminuidos (lo cual suele estar relacionado con el índice de masa corporal); con respecto al tratamiento de VHC, es reversible tras el desarrollo de RVS y persiste en no respondedores (5). En cuanto a las consecuencias clínicas de la presencia de esteatosis en pacientes con hepatopatía crónica por VHC, ésta no parece predecir el desarrollo de fibrosis hepática en pacientes infectados por VHC genotipo 3 (1). Sí parece existir una asociación entre esteatosis y fibrosis hepática en los casos de “esteatosis metabólica”, es decir, cuando la esteatosis se desarrolla como consecuencia de la presencia de obesidad y resistencia a la insulina. Del mismo modo, la presencia de esteatosis se asocia a una menor respuesta viral sostenida al tratamiento de la hepatitis C pero únicamente en pacientes con genotipo no-3 (1). En los pacientes infectados por el VHC genotipo 3, las tasas de curación son similares entre aquellos con y sin esteatosis (2). Se desconoce si esta hipocolesterolemia es consecuencia de un efecto directo del VHC o del daño hepático causado por la hepatitis. No obstante, los pacientes con hepatitis crónica por VHC tienen niveles significativamente más bajos de colesterol que aquellos con infección crónica por VHB. Por tanto, parece que la hipocolesterolemia observada en pacientes con hepatopatía crónica por VHC es debida a la modulación del metabolismo lipídico que el propio virus produce (4). La infección crónica por VHC se asocia a la presencia de resistencia a la insulina que favorece a su vez el desarrollo de esteatosis hepática. Sin embargo, a diferencia de la resistencia a la insulina, otros componentes del síndrome metabólico como la hipertrigliceridemia y el descenso de HDL, no están presentes en los pacientes infectados por el VHC. La esteatosis hepática en pacientes coinfectados por VIH-VHC tiene una gran importancia clínica porque se ha asociado con la presencia de fibrosis significativa. La etiología de esteatosis en pacientes coinfectados parece ser multifactorial. Entre los factores identificados destacan la raza, obesidad, hiperlipemia, hiperglucemia, lipodistrofia y genotipo 3 del VHC (3). 56 Capítulo 5 Con respecto al tratamiento de la hepatitis C, la existencia de hipocolesterolemia pretratamiento se asocia a una menor tasa de respuesta viral sostenida a la terapia con interferón pegilado más ribavirina. Tras la erradicación inducida por dicha terapia, la media del nivel de colesterol se incrementa en estos pacientes (6). Directamente, mediante la interacción con diferentes componentes de la vía de señalización de la insulina o con factores implicados en su regulación, como la proteína supresora de la señal de citoquinas-3 y las quinasas de estrés. Indirectamente, induciendo la producción de citoquinas proinflamatorias u otros mediadores solubles, consiguiendo así la participación de tejidos como el músculo estriado en el establecimiento de la resistencia a la insulina (8). En pacientes infectados por el VIH, el hecho de estar coinfectados por el VHC parece proteger de la existencia de hiperlipemia asociada al tratamiento antirretroviral. Se ha descrito la asociación entre la existencia de resistencia a la insulina y aceleración de la progresión de la fibrosis así como el desarrollo de hepatocarcinoma (7). Asimismo, algunos estudios han sugerido que la resistencia a la insulina podría conllevar una reducción de la tasa de respuesta viral sostenida a la terapia antiviral con interferón pegilado y ribavirina, mediante la activación del suppressor of cytokine signalling-3 que promueve la degradación de los sustratos 1 y 2 del receptor insulínico y que actúa como regulador negativo de la señal de IFN-alfa (7). No obstante, los resultados de ensayos clínicos que han utilizado fármacos que incrementan la sensibilidad a la insulina (metformina y pioglitazona) no han demostrado un aumento significativo de la tasa de respuesta viral sostenida en estos pacientes (7). Un ensayo reciente sugiere que la resistencia a la insulina originada por el VHC podría no afectar a la tasa de respuesta al tratamiento antiviral del mismo modo que lo hace la resistencia a la insulina de origen metabólico (9). 4. Resistencia a la insulina La resistencia a la insulina se define típicamente como un estado en el cual, para una determinada concentración de insulina, la respuesta en la disminución de la concentración de glucosa es inferior a la normal. La resistencia a la insulina y la diabetes mellitus tipo 2 son complicaciones comunes de todas las enfermedades hepáticas crónicas. Sin embargo, su prevalencia en pacientes con hepatopatía crónica por VHC es significativamente superior a la objetivada en otras enfermedades hepáticas crónicas (7). Este hecho sugiere que el VHC juega un papel activo en la alteración del metabolismo de la glucosa. Así, en pacientes con cirrosis hepática por VHC en situación avanzada, la prevalencia de diabetes mellitus tipo 2 está en torno al 40% (7). Además, otro hecho que apoya esta relación entre infección por VHC y alteración del metabolismo de la glucosa es que la curación de la infección por VHC tras la terapia antiviral conlleva una disminución de la incidencia de resistencia a la insulina y de diabetes mellitus tipo 2 tras la finalización del tratamiento. 5. Toxicidad mitocondrial La inhibición del ADN mitocondrial producida por el estrés oxidativo y radicales libres conlleva una disfunción mitocondrial y un deterioro de la fosforilación oxidativa con la consiguiente reducción de la generación de energía en forma de ATP y el incremento de la producción de especies reactivas de oxígeno. Estas últimas generan a su vez mayor estrés oxidativo provocando el deterioro de proteínas, lípidos y ADN mitocondrial y peroxidación lipídica. El VHC favorece el desarrollo de resistencia a la insulina tanto a nivel hepático (que resulta en un aumento de la producción endógena de glucosa) como a nivel periférico (que conlleva una disminución de la captación muscular de glucosa). Sin embargo, no afecta al tejido adiposo, lo cual está en consonancia con la ausencia de un perfil lipídico típico de síndrome metabólico. Estos efectos parecen ser independientes del genotipo del VHC y de la existencia o no de esteatosis. Diversos estudios experimentales han puesto de manifiesto que el VHC induce la aparición de resistencia a la insulina a través de una gran variedad de mecanismos tanto directos como indirectos. Una amplia proporción de las biopsias hepáticas de pacientes con infección crónica por VHC muestra estrés oxidativo y deterioro del ADN mitocondrial. Además, el grado de disfunción mitocondrial se correlaciona con la severidad de la enfermedad hepática. Estudios experimentales sugieren que la proteína del core del VHC está implicada en este proceso. 57 TRASTORNOS METABÓLICOS ASOCIADOS A LA HEPATITIS C: ESTEATOSIS, DISLIPIDEMIAS, ALTERACIONES GLUCÍDICAS Y ALTERACIONES METABÓLICAS Bibliografía En pacientes coinfectados por el VIH, se ha objetivado que existe una relación inversa entre la carga viral sérica de VHC y el contenido de ADN mitocondrial en células mononucleares. Del mismo modo, la supresión del ARN de VHC tras el tratamiento con interferón pegilado y ribavirina se asoció con un incremento del contenido de ADN mitocondrial en células mononucleares en estos pacientes. 1. Leandro G, Mangia A, Hui J, et al. Relationship between steatosis, inflammation, and fibrosis in chronic hepatitis C: a meta-analysis of individual patient data. Gastroenterology. 2006; 130:1636-42. 2. Westin J, Lagging M, Dhillon AP, et al. Impact of hepatic steatosis on viral kinetics and treatment outcome during antiviral treatment of chronic HCV infection. J Viral Hepat. 2007; 14:29-35. La coinfección por VIH favorece el desarrollo de toxicidad mitocondrial, tanto por efecto del propio VIH como por el tratamiento con inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de los nucleósidos. 3. Woreta TA, Sutcliffe CG, Mehta SH, et al. Incidence and risk factors for steatosis progression in adults coinfected with HIV and hepatitis C virus. Gastroenterology. 2011; 140:809-17. 6. Alteraciones endocrinológicas Las alteraciones tiroideas son frecuentes en pacientes con infección crónica por VHC. Alrededor del 13% de los pacientes con hepatopatía crónica por VHC (especialmente mujeres mayores de 50 años) tienen hipotiroidismo y casi el 25% tienen anticuerpos tiroideos independientemente del estadio de la enfermedad hepática. Además, el tratamiento con interferón puede inducir enfermedad tiroidea autoinmune incluyendo tiroiditis de Hashimoto, enfermedad de Graves incluyendo elevación de anticuerpos tiroideos sin disfunción tiroidea (10). Algunos estudios han evidenciado un incremento de la prevalencia de cáncer papilar de tiroides en pacientes con infección crónica por VHC (10). 4. Honda A, Matsuzaki Y. Cholesterol and chronic hepatitis C virus infection. Hepatol Res. 2011; 41:697-710. 5. Corey KE, Kane E, Munroe C, Barlow LL, Zheng H, Chung RT. Hepatitis C virus infection and its clearance alter circulating lipids: implications for long-term follow-up. Hepatology. 2009; 50:1030-7. 6. Ramcharran D, Wahed AS, Conjeevaram HS, et al. Associations between serum lipids and hepatitis C antiviral treatment efficacy. Hepatology. 2010; 52:854-63. 7. Eslam M, Kawaguchi T, Del Campo JA, Sata M, Khattab MA, Romero-Gomez M. Use of HOMA-IR in hepatitis C. J Viral Hepat. 2011; 18:675-84. 8. Bugianesi E, Salamone F, Negro F. The interaction of metabolic factors with HCV infection: does it matter? J Hepatol. 2012; 56 Suppl 1:S5665. 9. Persico M, Capasso M, Persico E, et al. Suppressor of cytokine signaling 3 (SOCS3) expression and hepatitis C virus-related chronic hepatitis: Insulin resistance and response to antiviral therapy. Hepatology. 2007; 46:1009-15. 10. Galossi A, Guarisco R, Bellis L, Puoti C. Extrahepatic manifestations of chronic HCV infection. J Gastrointestin Liver Dis. 2007; 16:65-73. 58 Capítulo 5 Figuras Figura 1. Figura 2. 59 TRASTORNOS METABÓLICOS ASOCIADOS A LA HEPATITIS C: ESTEATOSIS, DISLIPIDEMIAS, ALTERACIONES GLUCÍDICAS Y ALTERACIONES METABÓLICAS Figura 3. Figura 4. 60 Capítulo 5 Figura 5. 61 capítulo 6 Capítulo 6 Capítulo 6 DIAGNÓSTICO DE LA FIBROSIS HEPÁTICA Juan Macías Sánchez, Nicolás Merchante Gutiérrez y Karin Neukam fluencia sobre las posibilidades de respuesta se observa tanto con interferón pegilado más ribavirina como con las combinaciones que incluyen telaprevir o boceprevir. Cuarto, la evaluación a lo largo del tiempo de la fibrosis hepática permite monitorizar tanto la progresión de la misma, con todas las consecuencias que conlleva, como la respuesta al tratamiento frente al VHC. Cuando un tratamiento frente al VHC alcanza RVS puede observarse una reducción de la fibrosis preexistente, incluso hasta la reversión de la cirrosis. Teóricamente, la resolución de una cirrosis hepática debería permitir discontinuar todos los programas de vigilancia que la misma comporta. Sin embargo, los datos disponibles indican que es posible la aparición de un hepatocarcinoma en sujetos cirróticos con RVS al tratamiento frente al VHC. En la práctica, el cribado de hepatocarcinoma debe mantenerse en estos cirróticos curados de la infección por VHC. Por último, la fibrosis hepática debería tenerse en cuenta al decidir una pauta de TAR. Posiblemente, los pacientes con cirrosis hepática avanzada, con signos de insuficiencia hepática, deberían recibir solo aquellos fármacos con información sobre su uso en estas circunstancias, incluyendo el correspondiente ajuste de dosis. Sin embargo, los pacientes con fibrosis significativa o avanzada no tienen un mayor riesgo de toxicidad hepática asociada a los fármacos antirretrovirales empleados actualmente, por lo que la elección del TAR debería basarse en otros aspectos. 1. Fundamento: necesidad de diagnosticar la fibrosis hepática Los motivos para evaluar la fibrosis hepática en la coinfección por VIH/VHC son diversos. Primero, el determinante más importante del pronóstico de la hepatopatía por VHC es la fibrosis hepática. Los pacientes con fibrosis tienen mayor probabilidad de desarrollar cirrosis. Los que presentan cirrosis compensada tienen más posibilidades de mostrar complicaciones derivadas de la enfermedad hepática terminal o de fallecer. Además, el diagnóstico de cirrosis tiene múltiples implicaciones relacionadas con la detección y manejo de complicaciones asociadas con la misma. La detección de una cirrosis hepática debe tener como consecuencia inmediata la puesta en marcha de programas específicos de cribado de varices esofágicas y hepatocarcinoma. Segundo, el estadio de fibrosis se utiliza para decidir el inicio del tratamiento frente al VHC, priorizando aquellos sujetos con mayor riesgo de progresión a cirrosis o de desarrollo de descompensaciones. Generalmente, se plantea diferir el tratamiento en los sujetos con fibrosis ligera o ausente, especialmente si presentan marcadores de pobre respuesta. En la actualidad, en el caso particular del paciente infectado por genotipo 1 del VHC, el tratamiento combinado con fármacos antivirales de acción directa frente al VHC se decide según el estadio de fibrosis hepática. El elevado coste de estos tratamientos ha llevado a restringir las indicaciones iniciales a sujetos con fibrosis avanzada. Tercero, un predictor relevante de las probabilidades de RVS al tratamiento frente al VHC es la fibrosis hepática. Los pacientes con estadios más avanzados de fibrosis, aquellos con precirrosis o cirrosis, tienen menos posibilidades de alcanzar RVS cuando reciben tratamiento. Esta in- 2. Procedimientos de evaluación de la fibrosis hepática 2.1. Biopsia hepática Se sigue considerando el estándar de diagnóstico de la fibrosis hepática, particularmente en las guías de 65 DIAGNÓSTICO DE LA FIBROSIS HEPÁTICA 2.3. Elastometría transitoria hepática las sociedades hepatológicas. Se han desarrollado escalas histológicas específicamente diseñadas para la infección por VHC. Todas ellas son escalas semicuantitativas que clasifican el grado de lesión combinando la cantidad y distribución de la fibrosis con la distorsión de la arquitectura hepática. Las más empleadas son las escalas METAVIR, la de Scheuer, ambas con cinco categorías (0-4), y la de Ishak con siete categorías (0-6). Aunque cada una de ellas establece distintas definiciones para cada estadio, se pueden identificar categorías correspondientes entre escalas. De esta manera, la fibrosis significativa en las escalas METAVIR y de Scheuer corresponde a un estadio ≥2 y en la escala de Ishak a ≥3. La cirrosis corresponde a el estadio 4 en las escalas METAVIR y de Scheuer, y a las escalas 5 y 6 de la escala de Ishak. La técnica mide la RH a partir de la velocidad de propagación de una onda vibratoria a través del tejido hepático. Una vez identificada una ventana ecográfica apropiada a través de un espacio intercostal, se puede generar una onda vibratoria mediante la sonda del dispositivo (FibroScan®, Echosens, París, Francia). El aparato devuelve como resultado la RH, con un rango entre 2,5 y 75 KPa. Se recomienda obtener diez medidas, que el FibroScan® resume con la mediana de la RH (rango intercuartílico, IQR) y el porcentaje de medidas válidas. Se considera que un IQR ≥30% y/o un porcentaje de éxitos ≤60% son indicativos de mediciones no fiables (1). Sin embargo, mientras el IQR ≥30% se ha relacionado con discrepancias con la BxH y una menor concordancia entre observadores, la proporción de medidas no válidas podría no ser indicativa de resultados no fiables. El tiempo de obtención de la RH es muy breve, generalmente menor a cinco minutos. Un observador se puede considerar experimentado, y sus resultados reproducibles, después de 60 exploraciones. El procedimiento para obtener una biopsia hepática (BxH) es relativamente sencillo, pero requiere entrenamiento. Actualmente se realiza bajo algún tipo de control de imagen, ecográfico o tomográfico. La BxH tiene limitaciones. Es una técnica invasiva no exenta de morbi-mortalidad. Este hecho hace que su aceptación sea mala por parte del paciente. Presenta problemas de variabilidad en el diagnóstico de la fibrosis, tanto por errores de muestreo como por variabilidad intra e interobservador. El cilindro de BxH constituye 1/50.000 parte del volumen hepático total, por lo que no es de extrañar que la muestra pueda ser poco representativa. Además, este hecho es difícil de controlar, pues la variabilidad en la clasificación de la fibrosis no mejora sustancialmente con BxH de longitud ≥25 mm. Es una técnica costosa y no accesible universalmente. Por último, no es adecuada para seguir el curso de la fibrosis. El empleo de la RH para estimar la fibrosis presenta algunas limitaciones. Así, en alrededor de un 3% de los pacientes no se pueden obtener medidas válidas, generalmente por obesidad, pero también por espacios intercostales estrechos o por presencia de ascitis (1). La inflamación hepática aguda puede incrementar falsamente la RH, por lo que en estos casos debe diferirse la valoración de la RH hasta que el episodio de hipertransaminasemia aguda se resuelva (1). Finalmente, los valores de RH se solapan en los estadios de fibrosis determinada por BxH más bajos, lo que puede dar lugar a resultados falsos positivos y negativos. El uso de puntos de corte de RH específicos para diagnosticar y descartar la fibrosis significativa reduce este problema, pero deja aproximadamente a un 40% de los sujetos, con RH entre los dos puntos de corte, sin diagnóstico (tabla 1). 2.2. Técnicas no invasivas Las limitaciones de la BxH han conducido a la investigación y desarrollo de técnicas de predicción de la fibrosis de modo no invasivo. Como técnicas no invasivas pueden considerarse las basadas en la imagen y aquellas basadas en determinaciones sanguíneas. Las técnicas de imagen actuales se fundamentan mayoritariamente en la medición de la rigidez hepática (RH). Los índices no invasivos sanguíneos se pueden subdividir en directos, si comprenden marcadores de depósito o remoción de la matriz extracelular hepática, e indirectos, si se componen de variables no implicadas en la fibrogénesis (tabla 1). Otras técnicas basadas en la rigidez hepática incluyen el ARFI (Acoustic radiation force impulse imaging; Acuson 2000 Virtual Touch Tissue Quantification®, Siemens Healthcare, Erlangen, Alemania) y la elastografía por resonancia magnética (ERM). El ARFI se basa en la velocidad de transmisión de impulsos acústicos. Presenta como ventaja la posibilidad de implementarlo en un dispositivo de ecografía convencional, lo que permite mayor facilidad y libertad de selección 66 Capítulo 6 ciados por procesos patológicos concomitantes. Entre los índices basados en marcadores indirectos validados en los sujetos coinfectados están el índice de la razón AST-plaquetas (APRI), el índice de Forns, el Fibrotest® (Biopredictive, París, Francia) y el FIB-4 (tabla 1). Ningún test sanguíneo indirecto es capaz de diferenciar fiablemente la presencia de cirrosis y no son útiles para detectar F0-F1, a excepción del Fibrotest®. Los índices directos incluyen variables no disponibles rutinariamente. Los elaborados en coinfectados no permiten diagnóstico de cirrosis, salvo el MAPI (MMP2-AST-Platelet index) (tabla 1). de las áreas a explorar. La ERM permite evaluar tridimensionalmente la totalidad del hígado, es aplicable a sujetos obesos o con ascitis, pero está limitada por su coste y tiempo prolongado de exploración. 2.4. Biomarcadores sanguíneos Las ventajas de los biomarcadores son su alta disponibilidad y la reproducibilidad entre laboratorios. El biomarcador hepático ideal debería ser específico para el hígado. Sin embargo, ninguno de los disponibles lo es, pues sus resultados se pueden ver influen- Tabla 1. Técnicas no invasivas de diagnóstico de la fibrosis elaboradas y/o validadas en la coinfección por VIH/VHC. Técnica FibroScan® Referencia APRI Índice de Forns Fibrotest® 2 2 3 4 4 5 FIB-4 MAPI 6 8 Estadio de fibrosis F0-F1 F2-F4 F4 F2-F4 F2-F4 F0-F1 F2-F4 F3-F4 F0-F1 F2-F4 F4 Punto de corte VPP (%) VPN (%) ≤6 Kpa ≥9 Kpa ≥14,6 Kpa ≥1,5 ≥6,9 <0,2 >0,6 ≥3,25 ≤1,5 ≥3,5 ≥4,28 87 94 86 64,5 71 87 83 57 55 93 77 82,6 88 42 92 VPP: Valor predictivo positivo; VPN: Valor predictivo negativo; APRI: Índice AST-plaquetas; MAPI: Índice MMP2-ASTplaquetas. 3. Aplicación práctica de las técnicas no invasivas de varices esofágicas que precisen profilaxis frente al sangrado aplicando valores de RH <21 KPa (9). Además, los cirróticos compensados con valores de RH ≥40 KPa presentan un riesgo elevado a corto plazo de desarrollar descompensaciones (10). La toma de decisiones para el manejo clínico dependen de que el paciente presente fibrosis leve, significativa o cirrosis. Los puntos de corte predictivos de fibrosis de distintos tests no invasivos validados en la población coinfectada por VIH/VHC se recogen en la tabla 1. Por otro lado, la RH puede ser utilizada más allá del diagnóstico de la categoría de fibrosis. Particularmente en sujetos con cirrosis, la RH permite subclasificarlos en categorías con distintos significados pronósticos. De este modo, entre los pacientes con cirrosis, se puede descartar la presencia La capacidad diagnóstica del FibroScan® para predecir la fibrosis hepática es considerablemente superior a la de los tests basados en marcadores sanguíneos (tabla 1). Por este motivo, se ha propuesto situar como primer escalón diagnóstico de la fibrosis en sujetos coinfectados por VIH/VHC a la determinación de la RH (2). A continuación se podrían aplicar tests no invasivos sanguíneos a los pacientes no clasifica- 67 DIAGNÓSTICO DE LA FIBROSIS HEPÁTICA liver fibrosis in HIV and hepatitis C virus coinfected patients. AIDS. 2003; 17:721-5. dos. Finalmente, a aquellos sin diagnóstico después del escalón anterior se les podría realizar una BxH o, alternativamente, seguirlos con determinaciones periódicas de RH (ver algoritmo de diagnóstico de la fibrosis en la presentación acompañante). 6. Sterling RK, Lissen E, Clumeck N, et al. Development of a simple noninvasive index to predict significant fibrosis in patients with HIV/HCV coinfection. Hepatology. 2006; 43:1317-25. 7. Berenguer J, Bellón JM, Miralles P, et al. Identification of liver fibrosis in HIV/HCV-coinfected patients using a simple predictive model based on routine laboratory data. J Viral Hepat. 2007; 14:859-69. 8. Macías J, Mira JA, Gilabert I, et al. Combined use of aspartate amino-transferase, platelet count and matrix metalloproteinase 2 (MMP-2) to predict liver fibrosis in HIV/HCV-coinfected patients. HIV Medicine. 2011; 12:14-21. 9. Pineda JA, Recio E, Camacho A, et al. Liver stiffness as a predictor of esophageal varices requiring therapy in HIV/hepatitis C virus-coinfected patients with cirrhosis. JAIDS. 2009; 51:445-9. Bibliografía 1. Castéra L. Noninvasive methods to assess liver disease in patients with hepatitis B or C. Gastroenterology. 2012; 142:1293-302. 2. Macías J, Recio E, Vispo E, et al. Application of transient elastometry to differentiate mild from moderate to severe liver fibrosis in HIV/HCV co-infected patients. J Hepatol. 2008; 49:91622. 3. 4. 5. Vergara S, Macías J, Rivero A, et al. The use of transient elastometry for assessing liver fibrosis in patients with HIV and hepatitis C virus coinfection. Clin Infect Dis. 2007; 45:969-74. Macías J, Girón-González JA, González-Serrano M, et al. Prediction of liver fibrosis in human immunodeficiency virus/hepatitis C virus coinfected patients by simple non-invasive indexes. Gut. 2006; 55:409-14. 10. Merchante N, Rivero-Juárez A, Téllez F, et al. Liver stiffness predicts clinical outcome in HIV/ HCV-coinfected patients with compensated liver cirrhosis. Hepatology. 2012 [Epub ahead of print]. Myers RP, Benhamou Y, Imbert-Bismut F, et al. Serum biochemical markers accurately predict 68 Capítulo 6 Figuras Figura 1. Figura 2. 69 DIAGNÓSTICO DE LA FIBROSIS HEPÁTICA Figura 3. Figura 4. 70 capítulo 7 Capítulo 7 Capítulo 7 DIAGNÓSTICO DE LA HEPATITIS C. TÉCNICAS PARA LA MONITORIZACIÓN DE LA RESPUESTA AL TRATAMIENTO Mohamed Omar Mohamed-Balghata, Francisco Téllez Pérez y Mª José Ríos Villegas 1. Diagnóstico de la hepatitis C nocompetentes con hepatitis crónica tiene una sensibilidad y especificidad elevadas (>99%) (1-4). Sin embargo, hay que destacar que la sensibilidad de EIA es menor en determinadas situaciones. Así, pueden existir falsos negativos en pacientes inmunodeprimidos (infección por VIH, postrasplantados, tratamiento inmunosupresor crónico, hipo/agammaglobulinemia, hemodializados) debido a la disminución de la capacidad para producir Ac, y en casos de sospecha de hepatitis C aguda ya que los Ac anti-VHC tardan en positivizarse 4-12 semanas post-exposición (periodo ventana). Por tanto, un resultado serológico negativo, en estos escenarios, no permite descartar exposición o infección por el virus y se precisa de una prueba que detecte ARN-VHC para el diagnóstico de infección por VHC. En poblaciones de bajo riesgo como las procedentes de bancos de donación de sangre, la especificidad de EIA de tercera generación es inferior y aunque poco frecuentes, pueden existir falsos positivos (menos del 5%). En estas circunstancias también se suelen utilizar técnicas moleculares para confirmar los resultados de EIA (1-4). La presentación clínica paucisintomática o asintomática frecuente de la infección por el virus de la hepatitis C (VHC) tanto en el paciente coinfectado por el VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) como en la población monoinfectada impide que se conozca con certeza su incidencia ya que el diagnóstico se suele realizar de forma accidental (1). Además, la elevada prevalencia de coinfección VIH/VHC debido a que ambos virus comparten las mismas vías de transmisión, justifica la realización de un cribado sistemático de VHC en todos los pacientes con infección por VIH, independientemente del nivel de transaminasas (2). Para el diagnóstico de infección por VHC se utiliza la detección de anticuerpos (Ac) frente al VHC mediante marcadores serológicos cuya positividad refleja exposición al virus (pero no permite identificar si existe viremia o no), y la detección de ARN-VHC mediante pruebas moleculares que permiten confirmar los resultados serológicos positivos e indican actividad y cronicidad (más de seis meses de duración) de la infección (1-4). 1.2. Pruebas moleculares 1.1. Marcadores serológicos Las pruebas moleculares que detectan ARN-VHC, pueden ser cuantitativas o cualitativas y tienen una especificidad mayor del 98% (2). La sensibilidad es mayor con las pruebas cualitativas (límite de detec- La detección de Ac anti-VHC en suero o plasma se realiza mediante técnicas de enzimoinmunoanálisis (EIA) de tercera generación, que en sujetos inmu- 73 DIAGNÓSTICO DE LA HEPATITIS C. TÉCNICAS PARA LA MONITORIZACIÓN DE LA RESPUESTA AL TRATAMIENTO 2. Técnicas para la monitorización de la respuesta al tratamiento ción de 10-50 UI/mL) que con las cuantitativas (límite en 600 UI/mL), por lo que han sido las pruebas utilizadas para el diagnóstico temprano de infección aguda por VHC, para screening en bancos de donación de sangre y para confirmar la respuesta viral tanto al final del tratamiento (RFT) como después de completar el mismo (respuesta sostenida o RVS) (13). La aparición reciente de las técnicas cuantitativas de PCR en tiempo real (límite de detección de 5-10 UI/mL) ha desplazado a ambas y en la actualidad, si están disponibles, son las de elección en cualquier situación (2). 2.1. Monitorización de la respuesta al tratamiento La monitorización del ARN-VHC durante el tratamiento permite tomar decisiones principalmente en cuanto a la interrupción de la terapia debido a la falta de eficacia y en la planificación del tiempo de tratamiento (2,4). Con el objeto de conocer el tipo de respuesta se ha de determinar el ARN-VHC antes de iniciar el tratamiento, en las semanas 4, 12, 24, a la finalización de la terapia y a las 24 semanas de terminar el mismo (2,4). Si se dispone de técnicas cuantitativas por PCR en tiempo real, se recomienda su uso para todas las determinaciones debido a su mayor sensibilidad (5). En caso contrario, se determinará el ARN-VHC por técnicas cuantitativas en el momento basal y en semana 12, y por técnicas cualitativas en la semana 4, 24, al final del tratamiento y seis meses después de haberlo finalizado (2,4). La presencia de Ac anti-VHC con ARN-VHC indetectable indica erradicación de la infección por VHC ya sea de forma espontánea o tras tratamiento antivírico y en ocasiones, periodo de replicación viral bajo en pacientes con hepatitis C aguda (1-4). Sin embargo, la cuantificación de ARN-VHC carece de utilidad para establecer el pronóstico de la enfermedad hepática (no se relaciona con la severidad de la hepatopatía o con estadío de la fibrosis). La infección oculta por VHC es una entidad descrita recientemente que se define como la detección de ARN-VHC (partículas de genoma utilizando técnicas ultrasensibles, con PCR-TR y posteriormente hibridación de ácidos nucleicos) en muestras de tejido hepático o en células mononucleares de sangre periférica con niveles de ARN-VHC repetidamente indetectable en suero (con las técnicas habituales). Se ha descrito en pacientes que presentan enfermedad hepática de etiología desconocida, curación espontánea de la infección o tras realizar tratamiento con interferón y ribavirina (2). 2.2. Definiciones de tipo de respuesta Existen varias definiciones del tipo de respuesta al tratamiento del VHC en función del momento en que se produzcan y que predicen el comportamiento final de la respuesta (2-4). Así, se considera respuesta viral rápida (RVR) cuando se alcanza la negativización del ARN-VHC en la semana 4 del inicio del tratamiento cuya importancia radica en su alto valor predictivo positivo de curación. La respuesta viral precoz (RVP) se define como la disminución ≥2 log10 respecto a la basal (RVP parcial) o negativización del ARN-VHC (RVP completa) a las doce semanas de tratamiento y cuyo valor predictivo negativo predice con gran precisión a aquéllos con nulas posibilidades de curación. A los pacientes que negativizan el ARN-VHC entre la semana 12 y 24 se les denomina respondedores lentos. Se considera respuesta viral al final del tratamiento (RFT) cuando presenta ARN-VHC negativo al finalizar la terapia y respuesta viral sostenida (RVS) a la negativización del ARN-VHC en suero que se mantiene, al menos, 24 semanas después de finalizar el tratamiento. Se define recaída como la reaparición de ARN-VHC en suero tras haber concluido el tratamiento con ARN-VHC indetectable y rebrote como la reaparición del ARN-VHC en suero Una vez confirmada la infección por VHC, se debe determinar el genotipo del VHC en pacientes candidatos a iniciar tratamiento para planificar la duración del mismo y estimar el porcentaje de respuesta (1-4). En definitiva, la prueba de EIA de tercera generación negativa es suficiente para excluir el diagnóstico de infección crónica por VHC en inmunocompetentes sin enfermedad hepática mientras que en pacientes inmunodeprimidos, en casos de sospecha de hepatitis C aguda, en el estudio de enfermedad hepática de etiología desconocida cuando el estudio serológico es negativo y para confirmar el diagnóstico de infección crónica por VHC se requiere de la determinación del ARN-VHC mediante PCR en tiempo real. 74 Capítulo 7 RVP, tanto con peg-INF-alfa 2a (65% de RVS) como con peg-INF-alfa 2b (75% de RVS) (2). durante el tratamiento tras alcanzarse la negativización. Se consideran no respondedores a los pacientes con persistencia de ARN-VHC a la semana 24 de tratamiento y respondedores nulos a aquéllos en los que la disminución de ARN-VHC es menor de 2 log10 respecto a la basal, a la semana 24 de tratamiento (2). Finalmente y, en base a los datos presentados en los últimos estudios tanto en monoinfectados como en coinfectados, existe suficiente información para adelantar el establecimiento de la RVS a las doce semanas tras concluir la terapia con interferón pegilado (peg-INF) y ribavirina (RBV) (6). Otros factores, como la edad, el sexo, el peso corporal, la resistencia insulínica, el recuento de CD4+ (<250 cel/mm3 vs. >250 cel/mm3) o la carga viral del VIH no han demostrado de forma uniforme una influencia clara en la eficacia del tratamiento del VHC (2,4). Respecto al tratamiento antirretroviral (TAR) concomitante, hay que destacar las interacciones descritas entre abacavir y RBV que han condicionado una menor respuesta virológica (sobre todo con dosis más bajas de RBV) aunque este hecho no se ha constatado en todos los estudios (2). 2.3. Factores predictores de respuesta al tratamiento La agregación de los nuevos inhibidores de la serin proteasa (telaprevir, boceprevir) a la pauta de pegINF más RBV ha mejorado de forma sustancial, en pacientes con genotipo 1 de VHC, la RVS (7). Esto ha condicionado que los factores basales predictores negativos de RVS tengan menos importancia que lo descrito en los estudios realizados con peg-INF más RBV. Las tasas de RVS en la población coinfectada por VIH/VHC son significativamente menores que en pacientes monoinfectados. Además, las posibilidades de respuesta no son iguales en todos los pacientes y esta variabilidad se ha relacionado con factores dependientes del paciente (edad, raza, peso corporal, consumo de drogas por vía parenteral y/o alcohol, resistencia insulínica), de la infección VIH (linfocitos CD4+, carga viral VIH, tratamiento antirretroviral), de la hepatopatía (grado de fibrosis, esteatosis hepática), o con factores relacionados con el VHC (genotipo, carga viral basal) (2,4). Recientemente, se ha observado que determinados marcadores genéticos del huésped, especialmente ciertos polimorfismos de nucleótido único (SNP) situados en el cromosoma 19, en las proximidades del gen de la interleuquina (IL) 28B, se asocian estrechamente con la eliminación inducida por el tratamiento con pegINF y RBV del VHC (8). Entre ellos, el mejor estudiado ha sido el SNP rs12979860, cuyo genotipo CC (en portadores de genotipo 1 y 4 de VHC, ya sean monoinfectados como coinfectados) se ha asociado a una tasa de RVS tras tratamiento con peg-INF más RBV mayor que la de los genotipos CT o TT (8), resultados que se han confirmado también en pacientes con genotipo 1 de VHC tratados con triple terapia. Asimismo, hay que destacar que este polimorfismo se ha relacionado con un mayor aclaramiento espontáneo en hepatitis aguda por VHC (8). Sin embargo, su valor predictivo es bajo ya que sólo la mitad de los pacientes coinfectados por VIH/VHC, con genotipo 1 de VHC y genotipo CC de IL28B alcanzan una RVS, hecho que puede sugerir la existencia de otros factores que influyan en la respuesta al tratamiento anti-VHC. Por último, debido a que el receptor del colesterol-LDL (LDLR) es una de las vías que usa el VHC para entrar en el hepatocito, se ha postulado que niveles altos de LDL en plasma podrían bloquear competitivamente el LDLR y dificultar de este modo, el ciclo replicativo del VHC. En este En estudios que han evaluado el tratamiento combinado con peg-INF más RBV se ha observado que el genotipo 2 ó 3 del VHC, una viremia basal de VHC inferior a 600.000 u 800.000 UI/mL y la nula o mínima fibrosis (en biopsia o en elastografía transitoria) son los mejores factores pre-tratamiento relacionados con RVS (4). Una vez iniciado el tratamiento, hay que resaltar la importancia de la RVR por su elevado valor predictivo positivo (80-95%) de RVS, de tal manera que aquellos pacientes con RVR tienen una elevada probabilidad de curación, y de la RVP por su valor predictivo negativo de RVS (prácticamente 100%) que aconseja la interrupción del tratamiento, si no se consigue la RVP, dadas las nulas posibilidades de respuesta (2,4). Además, se ha demostrado que una disminución <1 log10 de ARN-VHC en la semana 4 posee un alto valor predictivo negativo en pacientes monoinfectados (4,5% de RVS) que ratifica los resultados previos en coinfectados (2). Del mismo modo, se ha puesto de manifiesto el elevado valor predictivo de RVS de la 75 DIAGNÓSTICO DE LA HEPATITIS C. TÉCNICAS PARA LA MONITORIZACIÓN DE LA RESPUESTA AL TRATAMIENTO sentido, se han realizado tres aportaciones (9,10) interesantes que son subsidiarias de seguimiento, a) los pacientes coinfectados por VIH/VHC portadores del genotipo CC de IL28B presentan niveles plasmáticos significativamente más altos de LDL colesterol lo que sugiere que el efecto beneficioso del genotipo CC de IL28B podría estar relacionado con dicho metabolismo lipídico, b) el genotipo CC de LDLR (rs14158) se asocia a una menor viremia basal de VHC y a una menor tasa de recidivas en pacientes coinfectados por VIH/VHC con genotipo 1 y 4 de VHC, y c) el efecto sinérgico del genotipo CC de IL28B y del genotipo CC de LDLR sobre la RVS (en pacientes coinfectados con genotipo 1 y 4 de VHC) y sobre la RVR (en pacientes con genotipo 1 de VHC) podría reforzar el valor predictivo de IL28B en pacientes candidatos a tratamiento con peg-INF más RBV . 4. Panel de expertos de GESIDA, Secretaría del Plan Nacional sobre el SIDA (PNS) y Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH). Recomendaciones de GESIDA/PNS/ AEEH sobre el tratamiento y manejo del paciente adulto coinfectado por VIH y virus de las hepatitis A, B y C. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2010; 28:31e1-31. 2.4. Modelos predictores de respuesta al tratamiento 7. Lacombe K, Rockstroh J. HIV and viral hepatitis coinfections: advances and challenges. Gut. 2012; 61 (Suppl 1):147-58. 5. Scott JD, Gretch DR. Molecular diagnostics of hepatitis C virus infections: a systematic review. JAMA. 2007; 297:724-32. 6. Mira JA, Macías J. ¿Podemos adelantar el diagnóstico de la respuesta virológica sostenida a las 12 semanas tras finalizar el tratamiento frente al VHC? Enferm Infecc Microbiol Clin. 2012; (en prensa). En base a los mejores factores predictores pre-tratamiento de RVS (genotipo 2 ó 3 de VHC, carga viral basal de VHC inferior a 600.000 u 8.000 UI/ mL, genotipo CC de IL28B y mínima-nula fibrosis hepática) se han confeccionado modelos predictores de RVS. Así, el índice Prometheus (11) que utiliza los cuatros parámetros basales no invasivos podría ser de gran ayuda para la toma de decisiones terapéuticas adecuadas en pacientes coinfectados por VIH/VHC, dado que puede predecir con relativa precisión tanto la RVS como la falta de respuesta a la terapia con peg-IFN y RBV. 8. Macías J, Vispo E, Pineda JA, Soriano V. Host genetics. Curr Opin HIV AIDS. 2011; 6:491500. 9. Pineda JA, Caruz A, Di Lello FA, et al. Lowdensity lipoprotein receptor genotyping enhances the predictive value of IL28B genotype in HIV/hepatitis C virus-coinfected patients. AIDS. 2011; 25:1415-20. 10. Rivero-Juárez J, Camacho A, Caruz A, et al. LDLr genotype modifies the impact of IL28B on HCV viral kinetics after the first weeks of treatment with PEG-IFN/RBV in HIV/HCV patients. AIDS. 2012; 26:1009-15. Bibliografía 1. Lange C, Sarrazin C. Hepatitis C: diagnosis tests. In: Mauss S, Berg T, Rockstroh J, Sarrazin C, Wedemayer H, eds. Hepatology. A clinical textbook, 3th edition. Flying publisher; 2012. p.189-201. 11. Medrano J, Neukam K, Rallón N, et al. Modeling the probability of sustained virological response to therapy with pegylated interferon plus ribavirin in patients coinfected with hepatitis C virus and HIV. Clin Infect Dis. 2010; 51:120916. 2. Mira JA, Merino D, Pineda JA, eds. Manejo de la infección por VHC en pacientes infectados por VIH. Sevilla: Hepavir y Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas; 2011. 3. European Association for the Study of the Liver. EASL Clinical Practice Guidelines: Management of hepatitis C virus infection. J Hepatol. 2011; 55:245-64. 76 Capítulo 7 Figuras Figura 1. Figura 2. 77 DIAGNÓSTICO DE LA HEPATITIS C. TÉCNICAS PARA LA MONITORIZACIÓN DE LA RESPUESTA AL TRATAMIENTO Figura 3. Figura 4. 78 Capítulo 7 Figura 5. Figura 6. 79 capítulo 8 Capítulo 8 capítulo 8 TRATAMIENTO ANTIRRETROVIRAL EN EL PACIENTE COINFECTADO Dolores Merino Muñoz, Marcial Delgado Fernández y Luis Fernando López Cortés 1. Introducción ción sobre los efectos de la hepatopatía crónica en el metabolismo de los ARV en cirróticos, especialmente en estadio B o C de Child-Turcotte-Pugh (CTP). En estos pacientes se ha observado que los niveles de algunos ARV, IP e ITINN, especialmente efavirenz (EFV) están elevados (1). Por ello, la mayoría de las guías sobre TAR recomiendan evitar la mayoría de los IP o ITINN o, en el caso de los primeros no potenciarlos con ritonavir (RTV). Estas recomendaciones en la mayor parte de los casos provienen de las directrices proporcionadas por las compañías fabricantes y no siempre existen estudios clínicos que las sustenten. En pacientes cirróticos con insuficiencia hepática moderada-grave (B7 de CTP o superior) es recomendable medir los niveles de estos fármacos, aunque esta recomendación, al no estar disponible esta técnica en la mayoría de los centros asistenciales, resulta poco viable. En general, los IP potenciados con ritonavir (RTV) han demostrado ser seguros en pacientes cirróticos, especialmente lopinavir (LPV), atazanavir (ATV) y fosamprenavir (FPV). En el caso de FPV se disponen de datos farmacocinéticos en cirróticos y es el único IP con recomendaciones precisas de dosis en los distintos estadios de cirrosis: CPT 5-6: 700 mg BID más ritonavir 100 mg QD; CPT 7-9: 450 mg BID más ritonavir 100 mg QD; CPT 10-12: 300 mg BID más ritonavir 100 mg QD. Respecto a EFV, si existe insuficiencia hepática es aconsejable la monitorización de sus niveles plasmáticos o, en su defecto, monitorizar estrechamente los efectos adversos a nivel de SNC. En el caso de los inhibidores de transcriptasa inversa análogos de nucleósidos (ITIAN), sólo zidovudina (AZT) y abacavir (ABC) se metabolizan a nivel hepático, sin que existan estudios que desaconsejen su uso a las dosis estándar. El resto de los ITIAN se metabolizan fundamentalmente por El paciente coinfectado por VIH y VHC presenta características especiales que pueden modificar su manejo clínico. Por un lado, en estos pacientes, especialmente en situaciones de enfermedad hepática en fase terminal (EHFT), se altera el metabolismo de los fármacos antirretrovirales (ARV). Además, la hepatotoxicidad asociada al tratamiento antirretroviral (TAR) puede ser más frecuente y las interacciones del TAR con el tratamiento frente al virus C con interferón pegilado (peg-IFN), ribavirina (RBV) y los nuevos fármacos inhibidores de proteasas (IP) de acción directa frente al VHC (boceprevir y telaprevir) pueden aumentar la frecuencia de efectos indeseables. Por último, tanto la composición del TAR como el momento de inicio pueden requerir modificaciones en presencia de infección por el VHC. 2. Metabolismo de los fármacos antirretrovirales y hepatopatía crónica La hepatopatía crónica puede alterar el metabolismo y la biodisponibilidad de los ARV que se metabolizan vía citocromo P450 o por glucuronoconjugación a nivel hepático, lo cual se traduce en incremento de su toxicidad o alteración de la actividad antiviral, especialmente si existe insuficiencia hepatocelular. Los inhibidores de proteasas (IP), inhibidores de transcriptasa inversa no análogos de nucleósidos (ITINN), inhibidores de integrasa y antagonistas del CCR5 se metabolizan en el hígado. En ausencia de insuficiencia hepatocelular, la mayoría de los ARV pueden ser usados a las dosis habituales sin problemas en la práctica clínica. Sin embargo, existe muy escasa informa- 83 TRATAMIENTO ANTIRRETROVIRAL EN EL PACIENTE COINFECTADO vía renal. Raltegravir (RAL) y maraviroc (MVC) parecen seguros en la hepatopatía crónica, aunque disponemos también de poca información en pacientes con insuficiencia hepatocelular avanzada. datos contradictorios también sobre la influencia que las distintas familias de antirretrovirales (IP, nevirapina) ejercen en la evolución de la fibrosis hepática. La mayoría de estos estudios tienen importantes limitaciones metodológicas ya que son estudios no randomizados, retrospectivos y transversales, con distintas estrategias de análisis y diferencias en las poblaciones estudiadas que hacen que los resultados no sean concluyentes. 3. Efecto del TAR en la evolución de la hepatopatía VHC Aunque los datos son controvertidos por la falta de ensayos clínicos o estudios de cohortes prospectivos, varios estudios de cohortes retrospectivos han demostrado que el TAR tiene un efecto beneficioso en la evolución clínica de la hepatopatía crónica por VHC (HCC), con una reducción significativa de la mortalidad, tanto global como de causa hepática. En un estudio prospectivo español que incluye a 1.011 pacientes que inician su primer TAR, la ganancia de CD4+ y el porcentaje de tiempo con viremia indetectable se asociaron de forma independiente con una menor probabilidad de desarrollo de descompensación o muerte por hepatopatía (2). Por otra parte, en pacientes en situación de enfermedad hepática en fase terminal, además de los indicadores de enfermedad hepática avanzada, el grado de inmunosupresión cuando se produce la primera descompensación y la exposición al TAR son factores predictores de supervivencia y muerte por cirrosis hepática (3). El mecanismo por el que el TAR produciría este efecto beneficioso, aunque no totalmente claro, podría explicarse por el control adecuado que el TAR ejerce sobre la replicación del VIH, preservando y restaurando la función inmune y reduciendo la activación inmune y el estado proinflamatorio producido por el VIH. Aun así, la progresión de la hepatopatía crónica VHC (HCC) en pacientes VIH que reciben TAR sigue un curso más acelerado que en pacientes monoinfectados, como demuestra un meta-análisis de distintos estudios que han examinado la historia natural de la infección por el VHC (4). Por tanto, el TAR no consigue contrarrestar completamente el curso acelerado de la HCC en la infección por VIH. 4. Hepatotoxicidad del TAR La coinfección por VHC es el principal factor de riesgo para el desarrollo de hepatotoxicidad por ARV. Todos los fármacos ARV son potencialmente hepatotóxicos, aunque con incidencia y mecanismos patogénicos diferentes. La incidencia real de hepatotoxicidad por ARV no se conoce bien por problemas metodológicos, con diferentes diseños en los estudios, diferencias en las poblaciones estudiadas y falta de acuerdo en cuanto a la definición de hepatotoxicidad. El diagnóstico de toxicidad hepática por un fármaco implica una relación temporal y la exclusión de otras causas de elevación de enzimas hepáticas (EEH), criterio que no se cumple con la mayoría de los pacientes coinfectados por VIH y VHC. Por otro lado, existen discrepancias sobre la definición de los distintos grados de hepatotoxicidad. En los ensayos clínicos se considera hepatotoxicidad grave, a la elevación más de cinco veces el límite superior de la normalidad de ALT y/o AST. Esta definición tiene limitaciones, al no considerar el fallo hepático, no tener en cuenta la hepatotoxicidad colestásica o mixta y ser más sensible para detectar hepatotoxicidad en pacientes con valores basales elevados de transaminasas. Para resolver este último problema se considera EEH grave asintomática a los incrementos de ALT y/o AST superiores a 3,5 veces la cifra basal en pacientes con niveles elevados de transaminasas basales. Globalmente, la incidencia de toxicidad hepática en pacientes coinfectados asociada a los ARV varía entre el 1 y el 20%, siendo la incidencia de EEH grado III o IV de aproximadamente el 10% frente al 5% en pacientes infectados únicamente por VIH. Sin embargo, el desarrollo de fallo hepático es muy raro y sucede generalmente en pacientes con hepatopatía avanzada. El tratamiento de la infección por VHC disminuye considerablemente la frecuencia de hepatotoxicidad por ARV. Respecto a la influencia del TAR en la progresión de la fibrosis hepática, los datos publicados no son concluyentes. Algunos estudios han documentado un enlentecimiento de la fibrosis hepática en relación al TAR (5), mientras que otros encuentran elevadas tasas de progresión a pesar de un TAR eficaz (6). Además, hay estudios que muestran que a pesar de un TAR efectivo, la progresión de la fibrosis es más rápida en estos pacientes que en monoinfectados. Hay 84 Capítulo 8 mientras en un estudio de cohortes la frecuencia de hipertransaminemia grave en pacientes tratados con NVP o EFV fue significativamente mayor en los que presentaban fibrosis avanzada, en otras cohortes y en estudios observacionales específicos con FPV/r, ATV/r o raltegravir este hecho no se ha confirmado. Los ARV pueden producir hepatotoxicidad por cuatro mecanismos y un fármaco o familia de fármacos pueden producir hepatotoxicidad a su vez por varios de estos mecanismos (7): a) Toxicidad mitocondrial, asociada a los ITIAN, en relación con la inhibición de la polimerasa γ que interviene en la síntesis de ADN mitocondrial. Dado que tanto la infección por VIH como por VHC disminuyen el ADN mitocondrial, la coinfección por ambos virus puede facilitar la toxicidad por los ITIAN. De éstos, los que tienen una mayor seguridad hepática son la lamivudina (3TC), emtricitabina (FTC), tenofovir (TDF) y abacavir (ABC), que son los fármacos más utilizados en la actualidad. Didanosina (ddI) a dosis altas o asociado a estavudina (d4T), combinación prácticamente en desuso en los países desarrollados, son los fármacos que presentan mayor riesgo de producir acidosis láctica y esteatosis hepática. 5. ¿Cuándo y con qué fármacos iniciar TAR en el paciente VIHVHC? Teniendo en cuenta que, como se ha comentado en el apartado 2, los efectos beneficiosos del TAR superan los posibles efectos negativos en relación a la hepatotoxicidad de los ARV, en general se aconseja que todos los pacientes coinfectados inicien TAR independientemente de las cifras de linfocitos CD4+ (8). En caso de que el paciente tenga cifras de CD4+ por encima de 500 cel/mm3 muchos expertos recomiendan iniciar primero el tratamiento de la hepatitis C y posteriormente el TAR para evitar interacciones farmacológicas y potenciar toxicidades. b) Hipersensibilidad: el ABC era uno de los ARV implicados en el desarrollo de hepatotoxicidad por este mecanismo, vinculado a un determinante genético, el genotipo HLA*B5701. Tras la implantación rutinaria de su determinación en la práctica clínica, ha disminuido drásticamente su incidencia. Nevirapina (NVP) también puede producir hepatotoxicidad por reacciones de hipersensibilidad, de manera estrechamente ligada a la cifra de linfocitos CD4+, de modo que no se recomienda iniciar un TAR con nevirapina en mujeres con cifras de CD4+ ≥250 cel/mm3 y en varones con ≥400 cel/mm3. EFV, FPV/r, DRV/r y MRV también se asocian a hepatotoxicidad por este mecanismo. En cuanto a con qué régimen TAR comenzar, el paciente coinfectado se rige por los mismos criterios que el paciente monoinfectado por VIH. Sin embargo, en los pacientes cirróticos el TAR debe basarse en los ARV menos hepatotóxicos. Entre los IP, los de mayor experiencia, que han demostrado buen perfil de seguridad hepática son LPVr, ATV/r y FPV/r. Si el paciente está en estadio C de Child sólo podría usarse FPV/r a las dosis recomendadas en el apartado 1. Entre los ITIAN se evitarán los que con mayor frecuencia produzcan efectos adversos hepáticos, como esteatohepatitis con ddI, d4T o AZT o hipertensión portal no cirrótica con el ddI. RAL o MVC parecen seguros aunque falta información en caso de insuficiencia hepatocelular. c) Toxicidad directa dosis-dependiente: en relación con prácticamente todas las familias de ARV, pero especialmente asociada al uso de ddI, ritonavir a dosis altas (≥400 mg/día) y tipranavir. 6. TAR y tratamiento concomitante frente al virus de la hepatitis C d) Reconstitución inmune, mecanismo compartido por cualquier ARV, como resultado de un TAR efectivo. El tratamiento estándar actual frente al virus de la hepatitis C para la mayoría de los genotipos se basa en la combinación de peg-IFN y ribavirina (RBV). En genotipos 1 puede asociarse un inhibidor de proteasa NS3/4A (boceprevir o telaprevir) según las indicaciones descritas en el capítulo correspondiente. Respecto a si la presencia de fibrosis significativa (≥F2) o cirrosis aumenta el riesgo de toxicidad hepática por TAR, no está totalmente claro y probablemente está en función de los fármacos usados. Así, 85 TRATAMIENTO ANTIRRETROVIRAL EN EL PACIENTE COINFECTADO LPV/r y EFV, no recomendándose en la actualidad su uso concomitante. No obstante, hay que señalar que, en el ensayo clínico en fase 2 que se ha llevado a cabo en coinfectados, cuyos resultados a doce semanas tras finalizar el tratamiento han sido comunicados recientemente (10), se usaron entre otros IP, DRV/r, ATV/r y LPV/r y no se apreciaron interacciones clínicamente relevantes, por lo que es posible que, en un futuro, cuando se dispongan de más datos, estas recomendaciones puedan modificarse. Cuando se va a iniciar el tratamiento de la hepatitis C en el paciente coinfectado, la eficacia del mismo puede verse disminuida cuando se usa concomitantemente TAR por las posibles interacciones farmacológicas y sumación de toxicidades. El uso de RBV incrementa la fosforilación intracelular de metabolitos del ddI que se traduce en un incremento de la toxicidad mitocondrial (hepatomegalia/esteatosis, pancreatitis y acidosis láctica) y descompensación de cirrosis hepática. Por esta razón está contraindicado el uso simultáneo de ddI con RBV. Por otra parte, el uso de d4T se asocia a un incremento en la pérdida ponderal producida por peg-IFN y RBV, por lo que se recomienda evitar su uso. Así mismo, es recomendable no usar AZT, por el riesgo aumentado de anemia asociada a RBV, lo que podría obligar a disminuir las dosis de RBV. En varios estudios retrospectivos se ha asociado el uso de ABC a menores tasas de RVS frente al VHC, sugiriéndose que podría existir una interacción entre ABC y RBV que provocara un descenso en la concentración intracelular de esta última. Aunque no existe unanimidad en todas las guías de tratamiento, parece razonable evitar el uso de ABC durante el tratamiento del VHC, especialmente en los pacientes con menos posibilidades de respuesta al tratamiento, y en caso de que se utilice, se recomienda que las dosis de RBV sean superiores a 13,2 mg/kg. Respecto a EFV, el uso simultáneo con peg-IFN puede favorecer la potenciación de efectos adversos a nivel de SNC, por lo que éstos deben ser vigilados de forma estrecha. Bibliografía 1. Barreiro P, Rodríguez-Novoa A, Labarga P, et al. Influence of liver fibrosis stage on plasma levels of antiretroviral drugs in HIV-infected patients with chronic hepatitis C. JID. 2007; 195:973-9. 2. Pineda JA, García-García JA, Aguilar-Guisado M, et al. Clinical progression of hepatitis C virus-related chronic liver disease in human immunodeficiency virus-infected patients undergoing highly active antiretroviral disease. Hepatology. 2007; 46:622. 3. Merchante N, Girón-González JA, GonzálezSerrano M, et al. Survival and prognostic factors of HIV-infected patientes with HCV-related endstage liver disease. AIDS. 2006; 20:49-57. 4. Theina HH, Yi Q, Dore GJ, et al. Natural history of hepatitis C virus infection in HIV-infected individuals and the impact of HIV in the era of highly active antiretroviral therapy: a metaanalysis. AIDS. 2008; 22:1979-91. Los nuevos IP de acción directa frente al VHC, boceprevir (BOC) y telaprevir (TPV) son sustratos e inhibidores de las enzimas CYP3A4 y glicoproteína-P, por lo que pueden interaccionar tanto con lP/r como con los ITINN (9). Estudios farmacocinéticos en voluntarios sanos han demostrado que EFV reduce las concentraciones plasmáticas de telaprevir, por lo que si se usa este fármaco, las dosis de TPV deben aumentarse a 1.125 mg/8h. Telaprevir reduce significativamente las concentraciones plasmáticas de DRV/r, FPV/r y LPV/r y, a su vez, DRV/r y FPV/r pueden disminuir los niveles de TPV comprometiendo su eficacia. No se han visto alteraciones significativas de la farmacocinética cuando se administran simultáneamente TDF, ATV/r ni RAL, que no requieren por tanto ajuste de dosis cuando se administran junto con TPV. Respecto a BOC, los estudios farmacocinéticos no muestran interacciones significativas con raltegravir ni TDF, pero sí interacciones con ATV/r, DRV/r, 5. Brau N, Salvatore M, Rios-Bedoya CF, et al. Slower fibrosis progression in HIV/HCV-coinfected patients with successful HIV suppression using antiretroviral therapy. J Hepatol. 2006; 44:47-55. 6. Sulkowski MS, Mehta SH, Torbenson M, et al. Rapid fibrosis progression among HIV/hepatitis C virus-coinfected adults. AIDS. 2007; 21:220916. 7. Nuñez M. Clinical syndromes and consequences of antirretroviral-related hepatotoxicity. Hepatology. 2010; 52:1143-55. 86 Capítulo 8 8. Documento de consenso de Gesida/Plan Nacional sobre el SIDA sobre el tratamiento antirretroviral del adulto (Actualización Enero 2012). Disponible en: htpp://www.gesida-seimc.org. 10. Sulkowski M, et al. Boceprevir + pegylated interferon + ribavirin for the treatment of HCV/ HIV-coinfected patients: end of treatment (week 48) interim results. 19th Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections (CROI 2012). Seattle 2012. Abstract 47. 9. Kiser JJ, Burton JR, Anderson PL, et al. Review and management of drug interactions with boceprevir and telaprevir. Hepatology. 2012; 55:1620-8. Figuras Figura 1. 87 TRATAMIENTO ANTIRRETROVIRAL EN EL PACIENTE COINFECTADO Figura 2. Figura 3. 88 Capítulo 8 Figura 4. Figura 5. 89 TRATAMIENTO ANTIRRETROVIRAL EN EL PACIENTE COINFECTADO Figura 6. 90 capítulo 9 Capítulo 9 Capítulo 9 MANEJO DE LAS COMPLICACIONES HEPÁTICAS ASOCIADAS A LA CIRROSIS José Antonio Girón González, José Antonio Mira Escarti y Francisco Téllez Pérez 1. Introducción enfermos con cirrosis hepática y una rigidez hepática determinada por FibroScan mayor de 21 kPa (valor predictivo negativo 100%) (1). Las varices se clasifican en tres grados: a) pequeñas, si se elevan mínimamente sobre la mucosa esofágica; b) medianas, venas tortuosas que ocupan menos de una tercera parte de la circunferencia esofágica; y c) grandes, si ocupan más de una tercera parte. En el caso de cirrosis compensada y si no se han detectado varices en la endoscopia inicial, las siguientes endoscopias se realizarán a los tres años de la primera; si existían varices pequeñas, debe repetirse el proceder en dos años; si se detectaron varices medianas o grandes o si la cirrosis está descompensada, la endoscopia se repetirá anualmente (1). La historia natural de la cirrosis hepática por virus de la hepatitis C (VHC) en enfermos coinfectados por VIH se caracteriza por un periodo prolongado de enfermedad compensada asintomática. La incidencia de descompensación es del 4-7% anual. Las descompensaciones de la cirrosis hepática pueden ser consecuencia de la hipertensión portal (ascitis, hidrotórax, peritonitis bacteriana espontánea -PBE-, síndrome hepato-renal -SHR-, hemorragia por varices esofágicas o gastropatía de la hipertensión portal) y/o de la insuficiencia hepatocelular (encefalopatía hepática, ictericia no obstructiva, coagulopatía). Son factores pronósticos de descompensación y mortalidad hepáticas en enfermos coinfectados por VIH el tiempo de evolución de la infección por VHC, los índices de Child-Pugh y MELD (o MELD-sodio), la rigidez hepática basal (FibroScan) y el recuento nadir de linfocitos T CD4+/mm3 (1,2). La influencia de la respuesta sostenida a terapia anti-VHC en enfermos cirróticos está controvertida (2). Se requiere una terapia antirretroviral eficaz porque la reconstitución inmune tras ella aumenta la supervivencia de los enfermos (2). La profilaxis primaria de la hemorragia por varices está indicada en: 1) Varices pequeñas con manchas rojas sobre las mismas o en enfermos en clase C de Child-Pugh. 2) Varices medianas-grandes. La profilaxis se realiza con beta-bloqueantes no cardioselectivos [nadolol (dosis de inicio, 40 mg/día), propranolol (inicio, 20 mg/12 horas) o carvedilol (inicio, 12,5 mg/ día); la dosis final es la que reduzca la frecuencia cardiaca un 25% respecto a la basal]. En caso de efectos secundarios o intolerancia a beta-bloqueantes, está indicada la ligadura endoscópica con bandas de las varices esofágicas (4). 2. Manejo de las varices esófago-gástricas El tratamiento de la hemorragia por varices esofágicas incluye transfusión sanguínea para conseguir una concentración de hemoglobina en torno a 8 g/dL Screening. Debe realizarse una endoscopia digestiva alta para la detección de varices esofágicas a los 93 MANEJO DE LAS COMPLICACIONES HEPÁTICAS ASOCIADAS A LA CIRROSIS (mayor cantidad de hemoderivados determina un mayor riesgo de resangrado), administración de plasma y plaquetas (si se requieren por coagulopatía o trombopenia). Los enfermos con hemorragia digestiva aguda de cualquier etiología y cirrosis hepática deben recibir antibioterapia (ver posteriormente) y suspender la profilaxis con beta-bloqueantes. Ante sospecha de sangrado por varices esofágicas, se iniciará tratamiento con terlipresina (dosis de inicio, 2 mg/4 horas, iv.; la dosis se disminuye a 1 mg/4 horas cuando se haya controlado la hemorragia) o somatostatina (dosis de inicio, 250 microgramos en bolo iv., seguidos por 250 μg/hora en infusión continua), que se continuarán cinco días (1). cada doce meses. Está indicado el empleo de mononitrato de isosorbide en enfermos en profilaxis exclusiva con beta-bloqueantes que no hayan respondido a los mismos. No está indicada profilaxis secundaria en individuos tratados con TIPS o cirugía derivativa. Los pacientes serán referidos para trasplante hepático si cumplen otros criterios (índice de Child-Pugh >7 o índice MELD >15). 3. Manejo de la ascitis Debe realizarse paracentesis diagnóstica a los enfermos con ascitis detectable clínicamente para descartar peritonitis bacteriana espontánea u otras causas de ascitis. El análisis del líquido ascítico incluye recuento y fórmula leucocitarios, cuantificación de proteínas totales y de albúmina y cultivo, sembrando en el frasco de hemocultivo “a pie de cama”. La tinción de Gram, cuantificación de la concentración de glucosa, láctico-deshidrogenasa, amilasa o pH se realizará en función de sospecha clínica. Una relación albúmina plasma/albúmina líquido ascítico mayor o igual de 1,1 indica que la ascitis es secundaria a hipertensión portal (especificidad 97%) (1). Debe realizarse endoscopia digestiva alta precozmente (siempre en las primeras doce horas) en enfermos con cirrosis hepática y hemorragia digestiva. La ligadura con bandas es el proceder de elección para suprimir la hemorragia por varices; la escleroterapia se reserva para los casos en los que la ligadura es técnicamente difícil. El tratamiento con adhesivos tisulares (cianoacrilatos) o con trombina es de elección en hemorragia por varices fúndicas gástricas; en caso de que esta técnica no esté disponible, está indicada la colocación de TIPS (“transjugular intrahepatic portosystemic shunts”). El taponamiento con balón debe ser sólo considerado en casos de hemorragia masiva como una medida “puente” hasta la realización de la endoscopia digestiva (4). El tratamiento de la ascitis incluye restricción de la ingesta de sodio a menos de 2 gramos de sodio/día. Deben evitarse los antiinflamatorios no esteroideos y emplearse cuidadosamente fármacos que disminuyan el flujo renal (inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina, antagonistas de la angiotensina II, inhibidores de renina, bloqueantes de receptores alfaadrenérgicos). El resangrado por varices puede manejarse mediante nueva ligadura endoscópica; ante una hemorragia masiva está indicada la colocación de TIPS o, si éstos no pueden implantarse y el enfermo se encuentra en clase A de Child-Pugh, cirugía de derivación portosistémica convencional. La mayoría de enfermos requerirán diuréticos. Éstos no deben ser usados en situaciones de riesgo de disfunción renal (hemorragia digestiva, peritonitis bacteriana o sepsis de otro origen). La espironolactona es el diurético de elección (dosis de inicio, 100 mg/día; dosis máxima, 400 mg/día). Ante falta de respuesta (pérdida de peso <2 kg/semana) o si se desarrolla hiperkalemia, está indicada la combinación con furosemida (dosis de inicio, 20-40 mg/día; dosis máxima, 160 mg/día) (1). La dosis de diuréticos debe ajustarse para conseguir una pérdida de peso en torno a 1 kg/ día si hay edema periférico o de 0,5 kg/día en ausencia de éste. La profilaxis secundaria se realiza mediante ligadura endoscópica con bandas (la escleroterapia de varices es menos eficaz) y beta-bloqueantes. Esta combinación ha demostrado reducir la mortalidad atribuible a hemorragia digestiva y al riesgo de resangrado por varices, pero no la mortalidad global, con respecto a la ligadura de varices o el tratamiento con betabloqueantes por separado (1). Debe comenzarse tan pronto sea posible a partir del sexto día tras la hemorragia índice. Debe realizarse endoscopia de control a los 3-6 meses para evaluar la recidiva de las varices y la necesidad de repetir la ligadura; si ésta ha tenido éxito, las siguientes endoscopias se realizarán Cuando la ascitis no responde a diuréticos o sus efectos secundarios (sobre todo, insuficiencia renal, hiponatremia o encefalopatía hepática) impiden al- 94 Capítulo 9 PBE. Los gérmenes más frecuentemente aislados son enterobacterias, con Escherichia coli a la cabeza, seguidas de cocos Gram positivos (fundamentalmente Streptococcus spp. y Enterococcus spp.) (7,8). canzar las dosis que supriman la ascitis hablamos de ascitis refractaria; en esta situación, la paracentesis terapéutica es el tratamiento de elección. Cuando la extracción de líquido ascítico es superior a 5 litros, los enfermos deben recibir infusión posterior de albúmina para evitar fracaso renal (8 gramos de albúmina por cada litro de líquido ascítico extraído). Si la excreción urinaria de sodio es menor de 30 mEq/L, los diuréticos deben ser suprimidos (7,8). La antibioterapia más usada es ceftriaxona, 2 g/día o cefotaxima 2 g/12 horas; alternativas son amoxicilina-clavulánico y quinolonas (estas últimas siempre que: 1) los enfermos no estuvieran previamente en profilaxis con quinolonas; 2) la PBE fuera de adquisición comunitaria, y 3) no presentaran encefalopatía ni disfunción renal). En enfermos con PBE de adquisición nosocomial, se recomienda tratamiento empírico con piperacilina-tazobactam o carbapenemes. Debe repetirse la paracentesis a los dos días del inicio del tratamiento; si el recuento de PMN en líquido ascítico no se hubiera reducido en un 25%, se sospechará infección por bacterias resistentes al tratamiento que se está empleando. El antibiótico puede suspenderse cuando el recuento de PMN en líquido ascítico es menor de 250/mm3, hecho que suele suceder hacia el quinto día de tratamiento. Para prevenir la disfunción hepato-renal, que frecuentemente complica la PBE, se recomienda asociar infusión de albúmina (1,5 g/kg peso en el momento del diagnóstico y 1 g/kg peso el día 3), sobre todo en casos de bilirrubina total basal >4 mg/dL y creatinina >1 mg/dL (7,8). Debe evitarse la paracentesis evacuadora o el tratamiento diurético hasta la resolución de la PBE. Ante la escasa supervivencia de los enfermos tras PBE, se recomienda inclusión en lista de trasplante hepático. En pacientes con ascitis refractaria que precisan al menos dos paracentesis evacuadoras mensuales y en aquellos con ascitis loculada debe considerarse la posibilidad de TIPS. El mayor riesgo de los TIPS es el desarrollo de encefalopatía hepática. En enfermos con insuficiencia cardiaca, encefalopatía hepática permanente, infección activa, índice de Child >11, bilirrubina sérica >3 mg/dL y edad >70 años, la colocación de TIPS está contraindicada puesto que se asocia a un mayor riesgo de disfunción del shunt y de muerte (7,8). La hiponatremia dilucional puede ser tratada con restricción hídrica y, en caso de no respuesta, inhibidores de los receptores V2 de la vasopresina (talvaptan; dosis de inicio, 15 mg/día, oral; dosis máxima, 60 mg/día; periodo de administración 7-30 días); sus efectos secundarios principales son sed (evítese en enfermos en coma) y síndrome de desmielinización osmótica (se recomienda que el incremento máximo diario de la natremia sea de 8 mEq/L). El manejo del hidrotórax del cirrótico es similar al indicado para la ascitis. Deben evitarse drenajes continuos de la cavidad pleural, puesto que determinan una mayor depleción de volumen efectivo y mayor disfunción renal. En los casos siguientes, la profilaxis ha demostrado una disminución de la incidencia de PBE y de la mortalidad (7,8): 1) Hemorragia digestiva en enfermos con ascitis (norfloxacino 400 mg/12 horas o, preferiblemente, ceftriaxona 1 g/día, durante siete días). 2) Recuento proteico en líquido ascítico <1,5 g/dL, junto a índice de Child-Pugh >9 (o bilirrubina total >3 mg/ dL), creatinina >1,2 mg/dL o natremia <130 mEq/L; la profilaxis se realiza con norfloxacino 400 mg/día (o, alternativamente, ciprofloxacino 250-500 mg/día o trimetoprim/sulfametoxazol 160/800 mg/día) mientras persista la ascitis. 3) Episodio previo de PBE; la profilaxis es similar a la del punto anterior (7,8). 4. Manejo de la peritonitis bacteriana espontánea (PBE) Se sospechará PBE en cualquier enfermo con ascitis, incluso en ausencia de otra sintomatología; más aún si hay síntomas gastrointestinales, fiebre, otros signos de sepsis o shock o deterioro de la función hepática o renal. El diagnóstico se realiza ante un recuento de polimorfonucleares neutrófilos (PMN) en líquido ascítico >250/mm3. El líquido ascítico debe ser inoculado “a pie de cama” en frascos de hemocultivo y realizar paralelamente hemocultivos, puesto que se detecta bacteriemia en un 30-50% de enfermos con 5. Disfunción renal Se considera que un enfermo con cirrosis presenta síndrome hepato-renal (SHR) si cumple los siguien- 95 MANEJO DE LAS COMPLICACIONES HEPÁTICAS ASOCIADAS A LA CIRROSIS creatinina sérica menores de 1,5 mg/día. En pacientes cuya respuesta a terlipresina es parcial o nula, el tratamiento debe suspenderse tras catorce días. No se ha demostrado que la dopamina sea eficaz. tes criterios: 1) Cirrosis con ascitis. 2) Creatinina sérica mayor de 1,5 mg/dL. 3) Ausencia de shock. 4) Ausencia de hipovolemia, esto es, ausencia de mejoría mantenida de la creatinina sérica tras dos días sin diuréticos y expansión de volumen con albúmina (a dosis de 1 g/kg hasta un máximo de 100 g/día) 5) Ausencia de tratamiento actual o reciente con fármacos nefrotóxicos. 6) Ausencia de enfermedad parenquimatosa renal, definida como: proteinuria <0,5 g/día, ausencia de microhematuria (<50 hematíes/campo) y ecografía renal normal (1). En enfermos con SHR tipo 1 sin respuesta a tratamiento y en aquellos con SHR tipo 2 el tratamiento de elección es el trasplante hepático. 6. Encefalopatía hepática La encefalopatía hepática ha sido clasificada en mínima (detectable sólo por tests neuropsicológicos), episódica (episodios agudos de encefalopatía con o sin factor precipitante), recurrente (al menos dos episodios/año de encefalopatía aguda), persistente (incluye déficits cognitivos persistentes que afectan negativamente la vida social o profesional y cuadros de encefalopatía que recurren rápidamente tras suspensión de la medicación) (1). Se distinguen dos tipos de SHR: • • SHR tipo 1. Insuficiencia renal rápidamente progresiva (plazo menor de catorce días) que habitualmente se desarrolla en relación con un deterioro de la función hepática; se suele detectar en enfermos con cirrosis y hepatitis alcohólica o en aquellos con cirrosis tras enfermedad infecciosa (sobre todo PBE), aunque puede ocurrir en ausencia de factor precipitante detectable. La concentración sérica de creatinina se incrementa más del 100% hasta valores superiores a 2,5 mg/ dL. Encefalopatía hepática episódica. Debe investigarse la presencia de factores precipitantes (depresores de sistema nervioso central, hemorragia digestiva, infecciones, alteraciones electrolíticas, estreñimiento), detectados en un 80% de los casos. El tratamiento consiste en hidratos de carbono no absorbibles (lactulosa, lactitiol) (dosis inicial, 30 mL/1-2 horas) de modo que se consigan 3-4 deposiciones blandas/ líquidas diarias; en caso de coma hepático, se administran mediante enema (300 mL de lactulosa en 1 litro de líquido/6 horas) hasta recuperar la conciencia. En enfermos sin respuesta a estos tratamientos, se administra conjuntamente rifaximina (400 mg/8 horas) (10). No está demostrado que la restricción proteica durante los episodios agudos de encefalopatía mejore la clínica y, por el contrario, deteriora el estado nutricional. SHR tipo 2. Insuficiencia renal progresiva que se desarrolla de modo paulatino en enfermos con cirrosis y ascitis refractaria, habitualmente junto a retención renal importante de sodio. Como profilaxis para evitar el SHR figura la administración de antibióticos para prevenir PBE en los casos indicados con anterioridad y la administración de pentoxifilina (400 mg/8 horas) en enfermos con hepatitis alcohólica severa que afecta a enfermos con cirrosis hepática previa. Ante un SHR tipo 1, deben excluirse otras causas de insuficiencia renal y los posibles factores precipitantes del SHR (fundamentalmente infecciones y, entre ellas, PBE). Se recomienda suprimir los diuréticos y fármacos vasodilatadores. El tratamiento farmacológico consiste en la administración de albúmina intravenosa (1 g/kg el primer día y 50 g/día a continuación) junto a terlipresina (dosis de inicio, 1 mg/4-6 horas; la dosis se incrementa hasta 12 mg/día o hasta que se detecta una reducción de un 25% de la concentración de creatinina. Está contraindicada en pacientes con enfermedades cardiovasculares isquémicas). El tratamiento se mantiene hasta conseguir valores de Encefalopatía hepática recurrente o persistente. Aparte de suprimir factores precipitantes (fundamentalmente en este caso depresores de sistema nervioso central), el tratamiento se basa en el empleo de lactulosa, a dosis iniciales de 15 mL/12 horas, incrementándose hasta conseguir dos deposiciones blandas diarias. En enfermos que no toleran o no responden a lactulosa, la rifaximina (400 mg/8 horas) es una alternativa adecuada. El trasplante hepático debe ser considerado ante encefalopatía hepática recurrente o persistente. 96 Capítulo 9 Bibliografía 1. Pineda JA, Aguilar-Guisado M, Rivero A, et al. Natural history of compensated hepatitis C virus-related cirrhosis in HIV-infected patients. Clin Infect Dis. 2009; 49:1274-82. 6. Thiele M, Krag A, Rohde U, Gluud LL. Metaanalysis: banding ligation and medical interventions for the prevention of rebleeding from oesophageal varices. Aliment Pharmacol Ther. 2012; 35:1155-65. 2. López-Diéguez M, Montes ML, Pascual-Pareja JF, et al. The natural history of liver cirrhosis in HIV-hepatitis C virus-coinfected patients. AIDS. 2011; 25:899-904. 7. European Association for the Study of the Liver. EASL clinical practice guidelines on the management of ascites, spontaneous bacterial peritonitis, and hepatorenal syndrome. J Hepatol. 2010; 53:397-417. 3. Pineda J, Recio E, Camacho A, et al. 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Frecuencia El hepatocarcinoma (HCC) en el paciente infectado por VIH es un fenómeno clínico asociado mayoritariamente a la coinfección por el VHC. Se ha sugerido que la infección VIH condiciona una reducción del tiempo que transcurre desde la infección por VHC hasta la aparición del HCC (1-3). De acuerdo con esto, los pacientes coinfectados por VIH/VHC estarían en una situación de mayor riesgo de aparición de HCC. Sin embargo, por el momento no se ha demostrado que la frecuencia de HCC sea mayor en los pacientes coinfectados que en los pacientes monoinfectados por VHC. Así, en un estudio retrospectivo llevado a cabo en pacientes infectados por VHC, la infección VIH no se asoció a un mayor riesgo de HCC (4). Del mismo modo, en un estudio llevado a cabo en 1.217 pacientes con cirrosis por VHC, 180 de ellos coinfectados por VIH, la incidencia de HCC fue significativamente menor en el grupo de pacientes coinfectados por VIH (5). Finalmente, en un análisis previo de la cohorte HEPAVIR de pacientes coinfectados que iniciaron su primer régimen de tratamiento antirretroviral (TAR), el HCC supuso sólo el 2% de las descompensaciones iniciales de la cirrosis y un 3% de las muertes de causa hepática en 2005 (6). Hasta el momento, la mayoría de expertos han coincidido en atribuir esta baja incidencia de HCC al efecto deletéreo de la infección VIH sobre la historia natural de la enfermedad hepática terminal por VHC. Así, la pobre supervivencia de los pacientes coinfectados con cirrosis impediría que el HCC, una complicación tardía de la cirrosis, tuviese oportunidad de aparecer. Sin embargo, en los últimos años se han comunicado datos relevantes que indican que esta situación posiblemente está cambiando y que la incidencia del HCC podría estar aumentando en los pacientes coinfectados, probablemente como consecuencia del papel beneficioso del TAR sobre la supervivencia. Así, en el estudio Mortalité en Francia (7) se ha comunicado un aumento significativo de la mortalidad atribuible a HCC en los pacientes coinfectados en la última década, pasando de suponer el 16% de las muertes de causa hepática en el año 2000 al 42% en el año 2010. Los últimos datos disponibles de HCC en pacientes VIH en España han confirmado que efectivamente se está produciendo un aumento significativo del número de casos en los pacientes coinfectados. Así, en un registro retrospectivo de casos de HCC en pacientes VIH de 18 hospitales de Andalucía y la Comunidad Valenciana, de 82 casos diagnosticados entre 1999 y 2010, 74 (90%) de los casos han sido diagnosticados a partir del 2004 (Merchante N. Datos pendientes de publicación). Por último, el HCC se ha convertido en una causa creciente de descompensación en los pacientes coinfectados con cirrosis. Así, en el último análisis de la cohorte HEPAVIR de 332 pacientes VIH con cirrosis por VHC, el HCC supuso el 15% de las descompensaciones iniciales de la cirrosis, sólo superada por la ascitis (Merchante N. Datos personales no publicados). Todos estos datos indican que el HCC es un problema emergente en los pacientes coinfectados y que su incidencia está sufriendo un aumento rápido en los últimos años. 2. Manifestaciones clínicas y cribado La presentación clínica del HCC en los pacientes coinfectados no difiere de la forma de presentación en otros escenarios clínicos, oscilando desde el hallazgo 107 HEPATOCARCINOMA EN LA COINFECCIÓN POR VIH Y VHC incidental de una lesión hepática en una prueba de imagen a la aparición de síntomas como dolor abdominal, ictericia, síndrome constitucional o deterioro de la función hepática en un paciente con cirrosis. Sobre lo que existe más controversia es sobre si el HCC en los pacientes VIH muestra un comportamiento más agresivo. Así, dos estudios previos en pacientes VIH han sugerido que el HCC es con más frecuencia sintomático, de presentación múltiple o invasiva y muestra estadios más avanzados al diagnóstico que en los pacientes sin infección VIH (3,8). Hasta el momento, el beneficio de las estrategias de cribado en los pacientes coinfectados no ha sido demostrado, si bien la mayoría de expertos coinciden en recomendar el cribado de HCC en los pacientes coinfectados con cirrosis por VHC del mismo modo que en la población no infectada por VIH. En este sentido, las últimas recomendaciones de la Asociación Americana para el Estudio de las Enfermedades Hepáticas (AASLD) recomiendan la realización de una ecografía semestral para el cribado de HCC en todos los pacientes con cirrosis por VHC (9). El papel de la alfa-fetoproteína (AFP) como herramienta para el cribado de HCC cada vez es más discutido, lo que se ha traducido en las últimas recomendaciones de la AASLD, en las que no se recomienda su determinación periódica como estrategia de cribado. De hecho, no es infrecuente encontrar valores normales de AFP en pacientes con HCC, hecho que sucede en hasta el 56% de los casos en algunas series de pacientes VIH con HCC (Merchante N. Datos pendientes de publicación). 3. Diagnóstico El diagnóstico de HCC se ha basado clásicamente en la radiología, la biopsia hepática y la determinación de AFP. Como se ha comentado anteriormente, el papel de la AFP en el cribado de HCC cada vez es más discutido. Del mismo modo, las últimas investigaciones sugieren que su especificidad como prueba diagnóstica podría ser menor a lo anteriormente descrito. Así, sus niveles pueden elevarse en el colangiocarcinoma intrahepático y en algunos casos de metástasis hepáticas de cáncer colorrectal. Por ello, el hallazgo de una masa hepática con niveles elevados de AFP no indica de forma automática la presencia de un HCC. Por ello, las últimas recomendaciones de la AASLD (9) basan el diagnóstico del HCC en la radiología y la histología. A falta de recomendaciones específicas en el paciente VIH, la mayoría de expertos recomiendan seguir el algoritmo diagnóstico propuesto por Bruix y Sherman para la aproximación diagnóstica al paciente con cirrosis y hallazgo de un nódulo hepático ecográfico (9). Así, el HCC puede diagnosticarse radiológicamente sin necesidad de biopsia si el patrón radiológico típico de HCC está presente. Para ello se requiere la realización de un estudio dinámico con contraste, bien una tomografía computarizada (TC) o una resonancia nuclear magnética (RNM). En la fase arterial, el HCC se realza más intensamente que el hígado circundante, debido a que la sangre arterial en el parénquima hepático se diluye con sangre venosa que no contiene contraste, hecho que no sucede en el HCC, de vascularización únicamente arterial. En la fase venosa, el HCC se realza menos que el parénquima hepático circundante como consecuencia de que el HCC no tiene vascularización portal y el flujo arterial que atraviesa la lesión no contiene ya contraste, mientras el lecho venoso portal contiene ahora contraste. La presencia de este patrón radiológico de hipercaptación arterial seguido de un “lavado” de contraste es muy específica de HCC, por lo que una lesión mayor de 1 cm en la que se documente este patrón en una única prueba de imagen debe considerarse un HCC sin necesidad de estudios adicionales. En caso de que ni la TC ni la RNM muestren dicho patrón radiológico típico, será necesario la biopsia del nódulo para confirmar el diagnóstico. En los pacientes con nódulos menores de 1 cm la recomendación actual es acortar el intervalo de cribado ecográfico a los tres meses y sólo en el caso de que en el seguimiento se documente crecimiento de tamaño más allá de 1 cm proceder a estudios adicionales. Si tras dos años de seguimiento el tamaño de la lesión persiste inferior a 1 cm se recomienda volver al cribado semestral. 4. Estadiaje y tratamiento El pronóstico del HCC, como el de otros tumores, depende del tamaño del tumor en el momento del diagnóstico. Sin embargo, la predicción del pronóstico en el HCC es algo más compleja dado que la función hepática subyacente también condiciona el pronóstico. La clasificación de la Barcelona-Clinic Liver-Cancer (BCLC) es probablemente el sistema de estadiaje más difundido, e integra aspectos relacionados con el tamaño del tumor, la presencia de trombosis portal y/o 108 Capítulo 10 metástasis extra-hepáticas, la función hepática y la situación funcional del paciente (9). La principal ventaja de la clasificación BCLC es la correlación de los distintos estadios de HCC con las modalidades de tratamiento y una estimación de la expectativa de vida. De acuerdo a la clasificación BCLC pueden distinguirse cuatro estadios: - Estadio A o precoz: incluye a los pacientes con función hepática preservada (estadios A y B de Child-Turcotte-Pugh [CTP]) con tumores solitarios o múltiples hasta un máximo de tres nódulos menores o igual a 3 cm de tamaño. La supervivencia a cinco años en este estadio se estima en el 50-75%. Estos pacientes se benefician de tratamientos potencialmente curativos y pueden, por tanto, tratarse con resección, trasplante hepático o ablación percutánea. La resección del tumor es el tratamiento de elección en los HCC con función hepática preservada, ausencia de hipertensión portal significativa y bilirrubina normal. Para considerar la posibilidad de trasplante hepático suelen usarse los denominados criterios de Milán, en los que se exige la presencia de un tumor único menor o igual a 5 cm o tres o menos nódulos no superiores a 3 cm en tamaño. Por último, la ablación percutánea con inyección de alcohol o por radiofrecuencia es el tratamiento de elección en aquellos casos en estadio A no candidatos a resección ni a trasplante. - Estadio B o intermedio: incluye a los pacientes en estadio A o B de CTP con HCC >3 cm o multifocal que no tienen síntomas relacionados con el cáncer, invasión portal ni diseminación extra-hepática. La supervivencia media sin tratamiento a tres años se sitúa en torno al 50%. El tratamiento de elección en este estadio es la quimio-embolización transarterial, de carácter paliativo. - Estadio C o avanzado: incluye a los pacientes con síntomas relacionados con el cáncer y/o invasión portal o diseminación extra-hepática. La supervivencia al año se sitúa en el 50%. Estos pacientes pueden beneficiarse de tratamiento paliativo con sorafenib. - Estadio D o terminal: incluye a los pacientes en estadio C de CTP o con un deterioro severo de su funcionalidad física y sólo se benefician de tratamiento sintomático. La supervivencia media en este estadio es de tres meses. 5. Pronóstico El pronóstico del HCC depende muy estrechamente del estadio en el momento del diagnóstico. En el caso de los pacientes coinfectados, la supervivencia en algunas series ha sido extremadamente baja y no ha sufrido variaciones significativas en la última década, con una mortalidad cercana al 80% de los casos y una supervivencia mediana global de sólo tres meses (Merchante N. Datos pendientes de publicación). Las razones para esta mortalidad tan dramáticamente elevada parecen claras; la gran mayoría de los pacientes coinfectados siguen diagnosticándose en estadios avanzados de la enfermedad, por lo que el porcentaje de sujetos que tienen opción de realizar tratamientos potencialmente curativos es muy bajo. Posiblemente, la baja adherencia a las estrategias de cribado sistemático de HCC en los pacientes coinfectados con cirrosis explique parcialmente la situación actual. De hecho, sólo un tercio de los pacientes con HCC fueron diagnosticados por cribado en alguna serie (Merchante N. Datos pendientes de publicación). Sin duda, un mayor cumplimiento de las estrategias de cribado podría propiciar un diagnóstico más precoz del actual, lo que podría traducirse en mayores opciones de indicar tratamientos potencialmente curativos y una mayor supervivencia. 6. Prevención La principal y posiblemente única medida de prevención frente al HCC en los pacientes coinfectados es el tratamiento de la hepatitis crónica C, dado que la erradicación del VHC con el tratamiento se asocia con una reducción del riesgo de HCC en los pacientes monoinfectados. En los pacientes coinfectados, los datos de la cohorte GESIDA han demostrado que la consecución de respuesta viral sostenida (RVS) con el tratamiento frente al VHC se asocia con una reducción del riesgo de descompensaciones y de la mortalidad global y hepática (10). En dicho estudio, aunque no pudo demostrarse una reducción estadísticamente significativa de la incidencia de HCC, no se produjo ningún diagnóstico de HCC en los 218 pacientes coinfectados con RVS previa (10). 109 HEPATOCARCINOMA EN LA COINFECCIÓN POR VIH Y VHC Sin embargo, la reducción del riesgo de HCC en los pacientes con RVS no sólo no parece absoluta, sino que posiblemente no se produce de forma inmediata tras el tratamiento y aumenta con el tiempo. De hecho, en la serie española de HCC en pacientes VIH, de los 82 casos de HCC, seis de ellos se produjeron en pacientes que habían mostrado RVS previa (Merchante N. Datos pendientes de publicación). Este hecho justifica la recomendación actual de la AASLD (9) de continuar con las estrategias de cribado de HCC en los pacientes con cirrosis que alcanzan RVS, dado que la posibilidad de aparición de HCC, aunque disminuye significativamente, no desaparece. 7. Resumen El HCC es una complicación de la cirrosis que en el paciente VIH está principalmente vinculada a la presencia de coinfección por VHC. Existen datos sólidos que indican que se está produciendo un importante aumento de la incidencia de HCC en los pacientes coinfectados en los últimos años. El diagnóstico precoz es crucial a la hora de poder iniciar tratamientos potencialmente curativos. Para ello, se recomienda el cribado sistemático de HCC con ecografía semestral en los pacientes coinfectados con cirrosis. Por el momento, el pronóstico del HCC en los pacientes coinfectados sigue siendo muy pobre, principalmente porque el diagnóstico continúa produciéndose en estadios avanzados en los que no hay opciones de tratamiento efectivo. La principal medida para prevenir la aparición del HCC es la erradicación del VHC con el tratamiento. Sin embargo, pueden producirse casos de HCC a pesar de la consecución de RVS, por lo que las medidas de cribado no deben suspenderse. Bibliografía 1. García-Samaniego J, Rodríguez M, Berenguer J, et al. Hepatocellular carcinoma in HIV-infected patients with chronic hepatitis C. Am J Gastroenterol. 2001; 96:179-83. 2. Davila JA, Morgan RO, Shaib Y, McGlynn KA, El Serag HB. Hepatitis C infection and the increased incidence of hepatocellular carcinoma: a population-based study. Gastroenterology. 2004; 127:1372-80. 3. Puoti M, Bruno R, Soriano V, et al. Hepatocellular carcinoma in HIV-infected patients: epidemiological features, clinical presentation and outcome. AIDS. 2004; 18:2285-93. 4. Kramer JR, Giordano TP, Souchek J, Richardson P, Hwang LY, El Serag HB. The effect of HIV coinfection on the risk of cirrhosis and hepatocellular carcinoma in U.S. Veterans with hepatitis C. Am J Gastroenterol. 2005; 100:56-63. 5. García-García JA, Romero-Gómez M, GirónGonzález JA, et al. 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Management of hepatocellular carcinoma: an update. Hepatology. 2011; 53:1020-2. 10. Berenguer J, Alvarez-Pellicer J, Martín PM, et al. Sustained virological response to interferon plus ribavirin reduces liver-related complications and mortality in patients coinfected with human immunodeficiency virus and hepatitis C virus. Hepatology. 2009; 50:407-13. 110 Capítulo 10 Figuras Figura 1. Figura 2. 111 HEPATOCARCINOMA EN LA COINFECCIÓN POR VIH Y VHC Figura 3. Figura 4. 112 Capítulo 10 Figura 5. 113 capítulo 11 Capítulo 11 Capítulo 11 TRASPLANTE HEPÁTICO EN EL PACIENTE VIH Ángela Camacho Espejo, Inés Pérez Camacho y Julián Torre-Cisneros 1. Introducción En la época anterior al tratamiento antirretroviral de gran actividad (TARGA), los pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) eran excluidos de los programas de trasplante hepático (TH). El mal pronóstico vital de estos pacientes y el temor a que la inmunosupresión asociada al trasplante pudiera incrementar el riesgo de eventos oportunistas y acelerar la progresión de la enfermedad, eran los principales motivos que hacían desestimar esta medida. La introducción del TARGA, condicionó una reducción drástica de la incidencia de eventos oportunistas, la mortalidad y por ende un disminución de la mortalidad por sida y una sustancial mejoría del pronóstico de los pacientes infectados por el VIH. Al disminuir la incidencia de eventos oportunistas, al mismo tiempo el TARGA permitió que determinadas comorbilidades, como la hepatitis crónica por virus hepatotropos adquirieran una gran relevancia en pacientes infectados por el VIH. Como ha sido comentado en otros capítulos de este curso, la hepatopatía crónica por VHC en pacientes infectados por el VIH tiene un curso más acelerado que en los pacientes monoinfectados por el VHC. Asimismo, el tratamiento frente a la hepatitis crónica por el VHC en pacientes coinfectados por el VIH presenta una menor respuesta que en pacientes monoinfectados por el VHC (1). Todo ello condiciona que la enfermedad hepática terminal (EHT) por VHC constituya en la actualidad una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en pacientes infectados por el VIH. La mejoría espectacular del pronóstico de los pacientes con infección por el VIH tras la introducción del TARGA ha motivado que en la actualidad la infección por VIH no sea considerada una contraindicación absoluta para el trasplante y que en enfermos infectados por el VIH con EHT pueda ser planteada la indicación de TH. 2. Periodo pretrasplante El reto más importante en el manejo del paciente coinfectado VIH/VHC que requieren TH, es minimizar al máximo la mortalidad de estos pacientes mientras se encuentran en lista de espera de trasplante. Como hemos señalado anteriormente, y ha sido expresado en otros capítulos de este curso, la hepatopatía crónica por VHC progresa más rápidamente en pacientes infectados por el VIH y por este motivo la probabilidad de supervivencia de estos pacientes es mucho más baja después de la primera descompensación de la cirrosis hepática. La terapia viral frente al VHC se encuentra contraindicada en general en pacientes con cirrosis hepática descompensada y por tanto su uso solo va a poder ser considerado en determinados pacientes en lista de espera de trasplante. Mientras que el paciente está en lista de espera de trasplante debe mantenerse el TARGA ya que se ha demostrado que mantener una adecuada supresión de la replicación del VIH y evitar el deterioro inmunológico mejoran el pronóstico de los pacientes con cirrosis hepática. Sin embargo mantener el TARGA en pacientes con EHT es a menudo dificultoso debido al aumento del riesgo de toxicidad e intolerancia al tratamiento. 117 TRASPLANTE HEPÁTICO EN EL PACIENTE VIH 3. Criterios para la inclusión en la lista de trasplante de órgano sólido (TOS) de pacientes con infección VIH Como hemos comentado anteriormente, en la actualidad no hay contraindicación absoluta para indicar el TOS en pacientes infectados por el VIH. En España, el Plan Nacional de Sida, la Organización Nacional de Trasplantes y el Grupo de estudio de SIDA (GESIDA) de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica han realizado un importante esfuerzo para homogenizar la indicación de trasplante en los pacientes infectados por el VIH (2). Los pacientes candidatos al TOS deben reunir los siguientes criterios: 3.1. Criterios relacionados con la hepatopatía Son los mismos criterios que los utilizados en la población no infectada por el VIH. Sin embargo hay que tener en cuenta que dado que la progresión de las hepatopatías crónicas en pacientes infectados por el VIH es más rápida que en los pacientes no infectados, la evaluación para el TH se debe iniciar de manera precoz, inmediatamente después de que el paciente desarrolle la primera descompensación de la cirrosis hepática. 3.2. Criterios relacionados con el VIH 1. Criterios clínicos No presentar una enfermedad definitoria de sida con las excepciones de la tuberculosis, la candidiasis esofágica y la neumonía por Pneumocystis jirovecii (PCP). Las dos primeras porque pueden ocurrir en ausencia de inmunodepresión grave y porque su recurrencia es rara en pacientes con TARGA eficaz. La neumonía por P. jirovecii (PCP) porque tiene un tratamiento eficaz, se puede prevenir y los estudios de restauración inmunológica con TARGA han demostrado que la profilaxis secundaria se puede retirar con seguridad cuando la cifra de linfocitos CD4+ es mayor de 200 cel/mm3 de forma sostenida. 2. Criterios virológicos Pacientes en tratamiento con TARGA que mantengan una carga viral indetectable o que tengan la posibilidad de un TARGA eficaz en el período postrasplante. 3. Criterios inmunológicos Para considerar la indicación de un TOS, los pacientes deben tener un recuento de linfocitos CD4+ superior a 200 cel/mm3. Una excepción a este criterio lo constituye el TH. Los pacientes con EHT padecen con frecuencia linfopenia secundaria a un hiperesplenismo, lo que condiciona que el número absoluto de linfocitos CD4+ de esos pacientes pueda ser bajo, a pesar de poder tener porcentajes altos y buen control virológico del VIH. Por este motivo se ha acordado que para la indicación de TH la cifra de linfocitos CD4+ debe ser superior a 100 cel/mm3. 4. Criterios psiquiátricos Como en cualquier paciente candidato a TOS, para ser incluido en una lista de espera de TH, se debe realizar una valoración psiquiátrica del paciente en la que se valore que el paciente tiene suficiente capacidad para entender y cumplir las recomendaciones realizadas en el postrasplante. Se excluirán los pacientes con consumo activo de drogas. Se recomienda un periodo libre de consumo de dos años para heroína y cocaína y de seis meses para otras drogas (cannabis, benzodiacepinas, drogas de diseño y alcohol). 5. Criterios sociales Los pacientes deben tener un grado adecuado de estabilidad social que haga viable su seguimiento y los cuidados mínimos necesarios en el periodo postrasplante. 4. Resultados del TH en pacientes infectados por el VIH En un reciente estudio de cohortes realizado en España se ha comprobado que el TH en pacientes coinfectados VHC/VIH es eficaz a corto plazo (un año) con una tasa de supervivencia similar a la observada en pacientes monoinfectados por VHC (88% vs. 90%). Sin embargo, en el mismo estudio, la supervivencia a largo plazo (cinco años) en pacientes infectados por el VIH resultó inferior (54% vs. 71%, p=0,008) que en monoinfectados. La mortalidad fue de un 43% en los pacientes coinfectados VHC/VIH frente al 30% en monoinfectados por VHC (p=0,033), con una mediana (IQR) de seguimiento de 3,63 (1,41-4,68) y 4,68 (3,00-5,96) años respectivamente. 118 Capítulo 11 La recurrencia del VHC tras el trasplante fue la causa más importante de muerte, ocurriendo en el 21% en los pacientes coinfectados por el VHC/VIH y en el 12% de los pacientes monoinfectados por VHC (p=0,049). La infección por el VIH se asoció de forma independiente a presentar un mayor riesgo de muerte (HR 2,20; IC95% 1,42-3,41; p<0,001). Otros factores asociados a mayor riesgo de mortalidad fueron la infección por VHC genotipo 1 (HR 2,14; IC95% 1,243,41; p=0,006) y el índice de riesgo para el donante (HR 3,03; IC95% 1,57-5,83; p<0,001). Por el contrario, tener ARN-VHC indetectable antes o después del TH disminuyó el riesgo de mortalidad (HR 0,14; IC95% 0,03-0,62; p=0,009) (3). 5. Manejo en el postrasplante Aquellos pacientes que estén recibiendo TARGA con un buen control virológico e inmunológico deben reiniciarlo de forma precoz en el periodo postrasplante tan pronto como inicien la alimentación oral. Se preferirán regímenes de TARGA con menor probabilidad de interacciones con los fármacos inmunosupresores para conseguir una inmunosupresión óptima y evitar el rechazo agudo. Dentro de lo posible se preferirán regímenes de TARGA más fáciles de cumplimentar y con menor potencial de toxicidad. Debido al tratamiento inmunosupresor la recurrencia del VHC suele ser más temprana y agresiva que en pacientes no inmunosuprimidos y puede llegar a constituir una importante causa de mortalidad (4). 5.1. Interacciones farmacológicas entre el TARGA y los fármacos inmunosupresores No hay pautas específicas estandarizadas de inmunosupresión postrasplante en los pacientes infectados por el VIH y por tanto se utilizan las mismas que en los pacientes seronegativos. Los principales inmunosupresores utilizados en pacientes con TH son: 1. Glucocorticoides. 2. Agentes antiproliferativos. Azatioprina y micofenolato mofetil (MMF). 3. Inhibidores de la calcineurina (IC): Ciclosporina, tacrolimus y sirolimus. El uso conjunto de los fármacos inmunosupresores y los fármacos antirretrovirales puede provocar interacciones farmacológicas que en algunos casos son de importancia clínica. Los antirretrovirales pueden actuar como inhibidores o inductores del sistema enzimático del citocromo P450, que es la vía de metabolización de la ciclosporina, tacrolimus y sirolimus. El efecto inhibidor de algunos fármacos antirretrovirales puede provocar el aumento de las concentraciones plasmáticas de los fármacos inmunosupresores, condicionando una mayor toxicidad. Por el contrario, el efecto inductor de algunos fármacos antirretrovirales puede provocar la disminución de las concentraciones plasmáticas de los fármacos inmunosupresores y puede provocar la disminución de las concentraciones plasmáticas de los fármacos inmunosupresores, condicionando una inadecuada inmunosupresión y un mayor riesgo de rechazo. La inducción enzimática es un proceso lento que requiere días o semanas. En cambio, la inhibición enzimática es rápida, se produce en horas y puede causar efectos inmediatos. Por todo ello es recomendable monitorizar estrechamente los niveles plasmáticos de los fármacos inmunosupresores en todo paciente con TH que esté recibiendo TARGA (5). 1. Inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de los nucleósidos y los nucleótidos (ITIAN) Los ITIAN no presentan interacciones farmacológicas significativas con los fármacos inmunosupresores. El único aspecto a tener en cuenta con el uso conjunto de ambas familias de fármacos es que MMF, al ser un inhibidor de la timidina quinasa, podría aumentar el riesgo de toxicidad mitocondrial de los ITIAN. Sin embargo este hecho no parece relevante con los ITIAN de uso actual (TDF, 3TC, FTC, abacavir) de mucho menor potencial tóxico mitocondrial que los ITIAN clásicos (ddI, d4T, AZT). 2. Inhibidores de la transcriptasa inversa no análogos de los nucleósidos (ITINN) Nevirapina y efavirenz son inductores de CYP3A y CYP3A4, respectivamente, lo que provoca que su uso conjunto con los inhibidores de la calcineurina (IC) reduzcan las concentraciones séricas de estos (ciclosporina, tacrolimus y sirolimus). La interacción entre etravirina y los IC no ha sido estudiada. El laboratorio fabricante de etravirina sugiere que su administración conjunta con ciclosporina, tacrolimus y sirolimus debe 119 TRASPLANTE HEPÁTICO EN EL PACIENTE VIH hacerse con precaución ya que las concentraciones plasmáticas de estos pueden verse afectadas. 3. Inhibidores de la proteasa (IP) Los IP inhiben el CYP3A lo que provoca que su uso conjunto con inhibidores de la calcineurina aumente las concentraciones séricas de estos. La interacción entre IP e IC tiene gran importancia clínica y requiere reducir la dosis de ciclosporina, tacrolimus y sirolimus entre un 85% a 99%. Las concentraciones plasmáticas de los IP no suelen afectarse durante su administración conjunta con los inmunosupresores. 4. Otras familias de antirretrovirales Enfuvirtide y raltegravir no comparten las vías metabólicas de ninguno de los inmunosupresores utilizados actualmente y su uso conjunto con estos no requiere ajuste de dosis. Maraviroc (antagonista de CCR5, inhibidor de la entrada del VIH en la célula) ha demostrado in vitro no ser un inductor metabólico, e in vivo, no ser un inhibidor ni inductor del CYP3A. Se metaboliza principalmente por CYP3A4 y se debe ajustar sus dosis cuando se administra en combinación con inductores e inhibidores de esta enzima. Aunque se han comunicado casos de su uso en pacientes trasplantados con infección VIH y en la clínica diaria se están utilizando de forma relativamente frecuente, se necesita más evidencia para poder avalar su uso en dichos pacientes. 5.2. Recurrencias postrasplante y su tratamiento En pacientes con infección por VHC, la recurrencia de la hepatitis crónica por VHC es la regla con independencia de si el paciente está infectado o no por el VIH. Este hecho determina en gran medida el pronóstico y supervivencia tanto del huésped como del injerto. Como se ha comentado anteriormente, la recurrencia del VHC se produce de forma más precoz en los pacientes coinfectados por el VIH/VHC que en los pacientes monoinfectados por el VHC (el tiempo medio es de dos meses) y la tasa de la progresión a fibrosis es mayor (6). En un estudio controlado, la proporción de pacientes con fibrosis avanzada o cirrosis hepática a los dos y cinco años postrasplante hepático fue del 28% y 48% respectivamente para los pacientes coinfectados y de 10% y 18%, respectivamente, para monoinfectados. La experiencia sobre el tratamiento de la hepatitis por VHC en pacientes coinfectados en el periodo postrasplante hepático es muy escasa (7) y por ello no existe evidencia para realizar recomendaciones respecto a su indicación, al momento óptimo de inicio, ni a las pautas más adecuadas (8). Son necesarios estudios prospectivos a fin de determinar el momento y el tipo de tratamiento más seguro y eficaz en esta población con objeto de lograr la erradicación del VHC y la prevención de la enfermedad hepática. Las nuevas clases de agentes antivirales de acción directa (DAA) pueden contribuir al desarrollo de estrategias de tratamiento más eficaces contra la infección crónica por el VHC. Sin embargo, en el momento actual, la información disponible es limitada. 1. Interacciones de boceprevir e inmunosupresores Boceprevir es un potente inhibidor de la proteasa NS3, recientemente aprobado para el tratamiento de la hepatitis crónica por el VHC genotipo 1. Disponemos de los resultados de estudios realizados en voluntarios sanos que evalúan la interacción entre boceprevir, ciclosporina y tacrolimus. Boceprevir inhibe el sistema enzimático CYP3A4 provocando un incremento de aproximadamente dos veces en las concentración máxima (Cmax) y de 2,7 veces en el AUC de ciclosporina. Por otro lado, boceprevir provoca un incremento aproximado de 10 y 17 veces en la Cmax y en AUC de tacrolimus respectivamente. Por tanto, los pacientes que reciban conjuntamente boceprevir e inhibidores de la calcineurina requerirán monitorizar estrechamente los niveles plasmáticos de los inmunosupresores, para conseguir una adecuada dosificación de los mismos. En pacientes infectados por el VIH la magnitud de la posible interacción entre ciclosporina o tacrolimus y boceprevir puede verse afectada por el empleo concomitante de TARGA. No existen evidencias que permitan realizar recomendaciones sobre el uso conjunto de fármacos antirretrovirales, IC y boceprevir. En cualquier caso parece prudente recomendar el empleo de fármacos antirretrovirales con bajo potencial de interacción y una cuidadosa y estrecha monitorización de los niveles plasmáticos de los IC. 2. Interacciones de telaprevir e inmunosupresores Telaprevir es un potente inhibidor de la proteasa NS3, recientemente aprobado para el tratamiento de la he- 120 Capítulo 11 patitis crónica por el VHC genotipo 1. Disponemos de los resultados de estudios realizados en voluntarios sanos que evalúan la interacción entre telaprevir, ciclosporina y tacrolimus. Telaprevir inhibe el sistema enzimático CYP3A provocando un incremento del AUC de ciclosporina en 4,6 veces y de tacrolimus en 70 veces. La experiencia clínica sobre el uso de telaprevir en TH es limitada (9). En la actualidad, se encuentra en período de reclutamiento un ensayo clínico (NCT01467505) diseñado para evaluar su efecto. Por tanto, los pacientes que reciban conjuntamente telaprevir e inhibidores de la calcineurina requerirán monitorizar estrechamente los niveles plasmáticos de estos para conseguir su adecuada dosificación. Como hemos comentado para boceprevir en el apartado anterior, en pacientes infectados por el VIH la magnitud de la posible interacción entre ciclosporina o tacrolimus y telaprevir puede verse afectada por el empleo concomitante de TARGA. No existen evidencias que permitan realizar recomendaciones sobre el uso conjunto de fármacos antirretrovirales, IC y telaprevir. En cualquier caso, y al igual que en el caso de boceprevir, parece prudente recomendar el empleo de fármacos antirretrovirales con bajo potencial de interacción y una cuidadosa y estrecha monitorización de los mismos Bibliografía 1. Miró JM, Agüero F, Laguno M, et al. Liver transplantation in HIV/hepatitis co-infection. J HIV Ther. 2007; 12:24-35. 8. Roche B, Samuel D. 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En la última década, el tratamiento estándar frente al VHC ha sido la biterapia con interferón pegilado (peg-IFN) más ribavirina (RBV). Sin embargo, las tasas de respuesta virológica sostenida (RVS) que se alcanzan con este régimen son subóptimas (1), obteniéndose unas tasas de RVS del 27-50%. Además, el tratamiento no está exento de efectos adversos, que pueden llegar incluso a ser graves. En pacientes coinfectados por el VIH, además, existen interacciones con el tratamiento antirretroviral (TAR), que supone una limitación de gran relevancia clínica. Por todo ello, la estimación de la probabilidad de la respuesta al tratamiento frente al VHC tiene una importante implicación clínica de modo que la identificación de pacientes con una probabilidad muy baja de alcanzar RVS podría ayudar a mejorar el manejo de este tratamiento. Así, se podría posponer el tratamiento en pacientes sin fibrosis hepática avanzada potenciales no respondedores al tratamiento, hasta que se aprueben los nuevos antivirales de acción directa para el paciente coinfectado por VIH/VHC, a fin de conseguir mayor eficacia. Por el contrario, individuos con una probabilidad muy alta de alcanzar RVS con peg-IFN más RBV, podrían no beneficiarse del uso de los nuevos antivirales y por este motivo podrían ser tratados con biterapia. 2. Predictores de RVS al tratamiento con peg-IFN más RBV Entre los factores predictores pre-tratamiento de RVS descritos en pacientes coinfectados por el VIH y el VHC, aquellos con mayor valor predictivos son el genotipo del VHC, la carga viral basal del VHC y las variaciones genéticas del huésped. Así, mientras que la tasa de respuesta al tratamiento con peg-IFN más RBV observada en pacientes infectados por el genotipo 2 ó 3 oscila entre un 44-72%, en los pacientes infectados por el genotipo 1 ó 4, las tasas de RVS se encuentran entre el 17-35%. Del mismo modo, una carga viral plasmática basal menor de 600-800 kUI/ mL se asocia con una mayor tasa de RVS en esta población. Por otro lado, recientemente se han descrito varios marcadores genéticos del huésped con alto valor predictivo para respuesta al tratamiento. En este sentido, el polimorfismo (single nucleotide polimorphism, SNP) rs12979860 del nucleótido único situado en el cromosoma 19, en las proximidades del gen de la in- 127 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE COINFECTADO: SELECCIÓN DE CANDIDATOS Y PREDICCIÓN DE LA RESPUESTA terleuquina 28B (IL28B), está asociado estrechamente con el aclaramiento del VHC inducido por el tratamiento con peg-IFN más RBV. Así, un 71% de los portadores del genotipo CC (definido como genotipo favorable) de IL28B alcanzan RVS frente un 34% observado en portadores del genotipo no-CC. No obstante, las tasas de respuesta observadas en la población infectada por el genotipo 1 ó 4, portadores del genotipo de la IL28B favorable, son de un 50% entre los pacientes, por lo cual, una importante proporción de pacientes queda mal clasificada. Del mismo modo, se ha identificado el SNP rs14158 en el gen del receptor de la lipoproteína de baja densidad (LDL) como un importante predictor de la respuesta al tratamiento con peg-IFN más RBV en pacientes coinfectados por VIH/VHC. No obstante, la gran importancia de este marcador radica en su efecto sinérgico con el genotipo de IL28B en pacientes infectados por el genotipo 1 ó 4 del VHC. En este sentido, pacientes coinfectados portadores de ambos genotipos favorables de la IL28B y de rs14158 (CC/CC) presentan una tasa de RVS del 70%, mientras que solamente un 14% de los pacientes portadores de ambos genotipos desfavorables (no-CC/no-CC) alcanzan RVS. Por otro lado, se han comunicado varios factores con menor potencial predictivo de respuesta al tratamiento con peg-IFN más RBV. Así, se han asociado con una menor tasa de RVS el tener una edad superior a 40 años, sexo masculino, obesidad, un grado de esteatosis hepática superior al 10%, la propia infección por el VIH, origen afro-americano, así como niveles bajos de colesterol LDL, de las células CD4+ y de IP10, y la presencia de fibrosis avanzada. 3. Factores a considerar antes de iniciar terapia frente al VHC El tratamiento con peg-IFN más RBV es considerablemente dificultoso y no exento de efectos adversos potencialmente graves. Por ello es imprescindible que antes de iniciar el tratamiento debamos cerciorarnos de que el candidato vaya a mantener una adecuada adherencia al mismo. Por este motivo, aquellos pacientes con trastornos psicológicos importantes y los que abusen de alcohol y/o drogas no se deberían considerar candidatos para el tratamiento frente al VHC antes de haber solucionado estos problemas. Los pacientes con fibrosis avanzada deben tener prioridad para iniciar el tratamiento, salvo que hayan evolucionado a cirrosis descompensada, en cuyo caso el tratamiento estará contraindicado. Específicamente en el paciente con coinfección por el VIH, pacientes naïve para el TAR con una infección por el VIH estable y recuentos de linfocitos CD4+ altos deberían tratarse frente al VHC antes de iniciar el TAR. Por otro lado, en pacientes que presentan un recuento de células CD4+ menor a 200 cel/mm3 y/o ARN-VIH viremia mayor a 100.000 copias/mL, es prioritario iniciar TAR con el fin de suprimir la replicación de VIH. En aquellos pacientes que están recibiendo TAR, ddI se debe sustituir debido a un riesgo aumentado de toxicidad mitocondrial, y es preferible evitar la coadministración de AZT con RBV con el fin de evitar un incremento en el riesgo de anemia (2). Finalmente, hay que considerar situaciones específicas como mujeres gestantes. 4. Herramientas predictivas que combinan varios predictores en el paciente coinfectado Una posible solución para evitar las limitaciones de la capacidad predictiva de factores aislados, anteriormente mencionados, es la combinación de éstos en una bioherramienta predictora. En este sentido, el índice Prometheus (calculadora on-line disponible en http://www.fundacionies.com/prometheusindex. php?lang=ing) permite calcular la probabilidad de RVS a peg-IFN más RBV en pacientes coinfectados usando cuatro marcadores: el genotipo del VHC (1/4 versus 2/3), el genotipo de IL28B (CC versus no-CC), la carga viral basal plasmática del VHC y la rigidez hepática basal determinada mediante elastometría hepática transitoria. Sin embargo, el índice Prometheus tiene limitaciones, ya que la elastometría transitoria, un marcador no invasivo de fibrosis hepática, no está establecido como procedimiento estándar en la práctica clínica, y por lo tanto, no está disponible en muchos centros e incluso no está aceptado en algunos países. Por otro lado, en un algoritmo recientemente publicado, se clasificaron los pacientes en respondedores anticipados y respondedores improbables según el genotipo de VHC, una carga viral basal plasmática del VHC mayor o igual a 600.000 UI/mL y el genotipo de la IL28B (3). Aunque este algoritmo no permite calcular la probabilidad individual para cada enfermo, destaca que todos los pacientes con genotipo 2 ó 3 presentan una probabilidad mayor al 60% de alcanzar RVS. Adicionalmente, se observa un mayor 128 Capítulo 12 valor predictivo de L28B en pacientes infectados por genotipo 4 del VHC. Finalmente, el modelo HepaRespond permite calcular la probabilidad individual de alcanzar RVS a peg-IFN más RBV usando tanto determinaciones rutinarias en el manejo de pacientes coinfectados por el VIH/VHC, como el genotipo de VHC y la carga viral plasmática del VHC, así como variables genéticas del hospedador (IL28B y LDLR), determinadas mediante sencillas técnicas de laboratorio. La tabla 1 resume el rendimiento predictivo de dichas herramientas. Tabla 1. Rendimiento predictivo positivo para RVS en pacientes tratados con peg-IFN más RBV de las herramientas disponibles en la actualidad. Modelo n total AUROC (IC 95%) Sens (%) Esp (%) VPP (%) VPN (%) MC (%) Prometheus 245 0,89 (0,84-0,94) 94,2 91,8 89,7 89,1 11 (6,9) Algoritmo 521 0,77 (0,72–0,83) 87,3 67 72,7 83,9 50 (22,8) HepaRespond 312 0,83 (0,77-0,89) 96,6 89,7 83,6 88,9 13 (7,1) AUROC: área bajo la curva característica de receptor-operador; IC: intervalo de confianza; Sens: sensitividad; Esp: especificidad; VPP: valor predictivo positivo; VPN: valor predictivo negativo; MC: pacientes mal clasificados. 5. Estrategias del manejo de la hepatitis C crónica en la era de los antivirales directos: eficacia de los inhibidores de la proteasa del VHC telaprevir y boceprevir En el 2011 se ha aprobado el uso de los inhibidores de la proteasa (IPs) telaprevir (TVR) y boceprevir (BOC) en combinación con peg-INF más RBV en pacientes monoinfectados por el VHC-1. Con esta triple terapia se han alcanzado tasas de RVS significativamente más altas que con la terapia estándar. Recientemente, se han comunicado los resultados de RVS en la semana 12 post-tratamiento (RVS-12) obtenidos por dos ensayos clínicos realizados en pacientes coinfectados por el VIH y el VHC tratados con IPs. En primer lugar, en el ensayo clínico C110, se compararon la respuesta al tratamiento de dos regímenes de tratamiento de 48 semanas: uno basado en peg-IFN, y otro en el que se añadió TVR a la terapia estándar durante los primeros tres meses. Las tasas de RVS-12 observadas fueron de un 33-50% en los brazos con biterapia y de un 71-80% en los brazos que incluyeron TVR. Por otro lado, en el ensayo P05411, se demos- tró la superioridad un tratamiento basado en peg-IFN más RBV incluyendo BOC durante 44 semanas tras una fase lead-in durante cuatro semanas (RVS-12: 60,7%), frente a un tratamiento estándar con peg-IFN más RBV (RVS-12: 26,5%). 6. Predictores de la RVS en los IPs de primera generación Dado que los ensayos clínicos en pacientes coinfectados todavía están en marcha, los datos actualmente disponibles sobre predictores de la RVS en pacientes tratados con IPs se basan en datos obtenidos en pacientes monoinfectados por el VHC. En estos estudios se observa que, mientras el genotipo de la IL28B tiene un valor predictivo muy alto para RVS a biterapia, la capacidad predictiva disminuye considerablemente en pacientes tratados con triple terapia (tabla 2). Aunque conserva parte de su valor pronóstico en el paciente naïve (4), en el paciente pretratado, la repuesta histórica, el estadio de fibrosis hepática y la respuesta tras las primeras semanas de tratamiento son los principales predictores (5). Adicionalmente, una carga viral basal menor de 2.000.000 IU/mL y el subtipo b de VHC-1 se asocian con una mayor respuesta (6). 129 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE COINFECTADO: SELECCIÓN DE CANDIDATOS Y PREDICCIÓN DE LA RESPUESTA Tabla 2. Valor predictivo del genotipo de IL28B en pacientes sin coinfección por el VIH. Ensayo ADVANCE REALIZE RVS,% (IP + peg-IFN/RBV) IL28B CC IL28B no-CC RVS,% (control: peg-IFN/RBV) IL28B CC IL28B no-CC 84-90 57-73 64 23-25 Recidiva* 85 85 33 20-30 Respuesta parcial* 63 58-71 20 0-20 No respuesta* SPRINT-2 40 80-82 29-31 55-71 0 78 6-7 27-28 RESPOND-2 77-79 61-73 46 17-50 *Respuesta previa a biterapia con peg-IFN más RBV. Por otro lado, en el ensayo clínico REALIZE (TVR) se observó que aquellos pacientes previos no respondedores (tanto respondedores nulos como parciales) a peg-IFN más RBV y con fibrosis hepática avanzada, la probabilidad de RVS a la triple terapia fue del 3956% (7). Adicionalmente, en el subgrupo de pacientes con cirrosis, la tasa de RVS fue de un 14-34%. En el mismo sentido, en los ensayos RESPOND-2 y SPRINT-2, los pacientes sin fibrosis avanzada (F0F2) presentaron unas tasas de RVS de un 38% frente un 17% observado en pacientes con fibrosis avanzada o cirrosis (6). 7. Papel de la cinética viral del VHC durante el tratamiento del VHC para predecir respuesta Como se ha comentado en el párrafo anterior, la cinética viral durante el tratamiento es de gran utilidad tanto para predecir la probabilidad de respuesta como para individualizar la duración, régimen de tratamiento, y su necesidad de discontinuación. En este sentido, la respuesta en semana 4 tras inicio del tratamiento es el mejor factor predictivo tanto al tratamiento estándar como a la triple terapia. Así, en el ensayo ILLUMINATE, en el que se incluyeron 540 pacientes naïve al tratamiento del VHC monoinfectados por el VHC, se demostró que 24 semanas de tratamiento con peg-IFN más RBV, administrando TVR durante las primeras 12 semanas, es no-infe- rior al mismo tratamiento durante 48 semanas en aquellos pacientes que presentan una carga viral de VHC indetectable en semana 4 y 12, correspondiente a un tercio de los pacientes (5). Por otra parte, una carga viral mayor de 1.000 UI/mL en semana 4 identifica aquellos pacientes naïve o pretratados que tienen una muy baja probabilidad de respuesta (valor predictivo negativo=100%) (8). Un subanálisis de los ensayos SPRINT-2 y RESPOND-2, reveló que un 73-81% de aquellos pacientes que responden de forma anticipada a peg-IFN más RBV (≥1 log UI/mL descenso tras la fase lead-in) alcanzan RVS. Al contrario, ningún paciente con un descenso inferior a 3 log UI/mL en semana 8 (cuatro semanas de biterapia más cuatro semanas con BOC, peg-IFN y RBV) presentó SVR (6). En pacientes que no alcanzan respuesta virológica rápida (RVR) tras la fase de lead-in, el añadir BOC al régimen aumenta la tasa de RVS de un 34% a un 66% (9). Finalmente, la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios recomienda la biterapia para aquellos pacientes VHC monoinfectados que presentan fibrosis ausente-moderada y para los que presentan fibrosis significativa pero con el genotipo CC de IL28B. Sin embargo, la tasa de RVS observada en este último grupo cuando los pacientes no presentan RVR es de un 30% y es probable que se desarrollarán algoritmos más complejos para el manejo del paciente infectado por el VHC-1 sin o con coinfección por el VIH. 130 Capítulo 12 Es esperable que estos datos obtenidos en pacientes monoinfectados por VHC-1 sean extrapolables, al menos parcialmente, a pacientes coinfectados por el VIH, cuando están disponibles los resultados finales de los ensayos clínicos realizados en esta población. 8. Tratamiento de la hepatitis C en pacientes con genotipo 2, 3 ó 4 Aunque ensayos clínicos con antivirales directos están en marcha en pacientes monoinfectados por VHC-no-1, en la actualidad, no hay alternativas terapéuticas disponibles a la biterapia con peg-IFN más RBV. Dado la alta probabilidad de RVS en pacientes infectados por los genotipos de VHC 2 ó 3, tal como rápida progresión a fibrosis en infectados por el VHC3, se debería iniciar biterapia en todos los pacientes. En los individuos que no presentan fibrosis avanzada/ cirrosis, se puede considerar posponer el tratamiento en casos individuales, incluyendo una monitorización de fibrosis con herramientas no invasivas. La misma estrategia se puede emplear en los pacientes infectados por VHC-4 y portadores de genotipo CC de IL28B. Al contrario, en los portadores del genotipo desfavorable, es preferible esperar nuevos regímenes ya que la tasa de RVS es baja en esta población. Bibliografía 1. Neukam K, Macías J, Mira JA, Pineda JA. A review of current anti-HCV treatment regimens and possible future strategies. Exp Opin Pharmacother. 2009; 10:417-33. 5. Sherman KE, Flamm SL, Afdahl NH, et al. Response-guided combination treatment for hepatitis C virus infection. N Engl J Med. 2001; 365:1014-24. 6. Bacon B, Bruno S, Schiff E, et al. Predictors of sustained virologic response among poor interferon responders when boceprevir is added to peginterferon alfa-2b/ribavirin. Hepatology. 2011: 54 (Suppl) 376A. 7. Pol S, Aerssens J, Zeuzem S, et al. Similar SVR rates in IL28B CC, CT or TT prior relapser, partial- or null-responder patients treated with telaprevir/peginterferon/ribavirin: Retrospective analysis of the REALIZE study. EASL 46th Annual Meeting, Marzo 30 - April 3 2011; Berlín, Alemania. Abstract O-13. 8. Jacobson IM, Bartels DJ, Gritz L, et al. Futility rules in telaprevir combination treatment. EASL 47th Annual Meeting, Abril 18 th - April 22 2012; Barcelona, España. Abstract 161. 9. Vierling JM, Lawitz EJ, Poordad FM, et al. Four-week therapy with peginterferon alfa-2b/ ribavirin effectively predicts sustained virologic response in previously untreated and previoustreatment-failure patients with HCV-1 treated with Boceprevir plus peginterferon alfa-2b/ribavirin. EASL 46th Annual Meeting, Marzo 30 April 3 2011; Berlín, Alemania. 2. Soriano V. Treatment of chronic hepatitis C in HIV-positive individuals: Selection of candidates. J Hepatol. 2006; 44:S44-8. 3. Neukam K, Camacho A, Caruz A, et al. Prediction of response to pegylated interferon plus ribavirin in HIV/hepatitis C virus (HCV)-coinfected patients using HCV genotype, IL28B variations, and HCV-RNA load. J Hepatol. 2012; 56:788-94. 4. Bronowicki JP, Hézode C, Bengtsson L, et al. 100% SVR in IL28B SNP rs12979860 C/C patients treated with 12 weeks of telaprevir, peginterferon and ribavirin in the PROVE-2 trial. EASL 47th Annual Meeting, Abril 18 th - April 22 2012; Barcelona, España. Abstract 1094. 131 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE COINFECTADO: SELECCIÓN DE CANDIDATOS Y PREDICCIÓN DE LA RESPUESTA Figuras Figura 1. Figura 2. 132 Capítulo 12 Figura 3. Figura 4. 133 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C EN EL PACIENTE COINFECTADO: SELECCIÓN DE CANDIDATOS Y PREDICCIÓN DE LA RESPUESTA Figura 5. Figura 6. 134 Capítulo 12 Figura 7. Figura 8. 135 capítulo 13 Capítulo 13 Capítulo 13 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C POR GENOTIPO 1: FÁRMACOS, PAUTAS Y REGLAS DE PARADA Antonio Rivero Juárez, Ángela Camacho Espejo y Antonio Rivero Román 1. Introducción El tratamiento de la hepatitis crónica por VHC genotipo 1 ha experimentado un notable avance en los últimos meses. La disponibilidad de fármacos de acción directa (FAD) frente al VHC ha permitido construir nuevos regímenes de tratamiento que han superado ampliamente en eficacia a los regímenes anteriores basados en la asociación de interferón pegilado (peg-IFN) más ribavirina (RBV). Sin embargo el uso de FAD supone algunos inconvenientes que pueden llegar a limitar su uso, especialmente entre pacientes coinfectados por el VIH. En primer lugar, las formulaciones disponibles en la actualidad incrementan el número de comprimidos que un paciente infectado por el VIH necesita tomar para tratar simultáneamente ambas infecciones, lo que puede dificultar la adherencia a ambos tratamientos. En segundo lugar, los FAD disponibles en la actualidad tienen un alto potencial de interacciones con los fármacos antirretrovirales (ARV) que van a limitar las posibilidades de tratamiento simultáneo de ambas infecciones. En tercer lugar, el uso simultáneo de FAD y ARV supone un incremento potencial de la incidencia de efectos adversos. Por último, el alto coste de los FAD suponen una importante limitación a su uso en momentos como el actual, de graves dificultades económicas. Por otro lado, los ensayos clínicos de desarrollo de FAD han demostrado una eficacia de los regímenes basados en peg-IFN/RBV en pacientes coinfectados por VIH y VHC superiores a los obtenidos en los ensayos clínicos iniciales de desarrollo de la combinación peg-IFN/RBV. Esta mayor eficacia puede obe- decer tanto al uso más adecuado de los ARV, como a la mayor experiencia en el tratamiento del VHC que supone un mejor manejo de los efectos adversos provocados por el mismo. La posibilidad de identificar una población de pacientes coinfectados por VIH/VHC con alta probabilidad de respuesta al tratamiento del VHC genotipo 1 sin el uso de FAD supondría evitar el incremento del riesgo de efectos adversos e interacciones y permitiría un importante ahorro económico sin merma en la eficacia. En el capítulo anterior se ha discutido ampliamente esta cuestión y, al menos en el caso de pacientes que alcanzan RVR, este hecho justifica en la actualidad la indicación de peg-IFN/RBV como tratamiento electivo del VHC-genotipo 1 en un subgrupo de pacientes. Por ello en este capítulo analizaremos las evidencias en el tratamiento del VHC genotipo 1 con peg-IFN/ RBV y con FAD, tanto en pacientes monoinfectados como en coinfectados, y analizaremos las estrategias y recomendaciones para el tratamiento del VHC genotipo 1 en pacientes coinfectados por el VIH. 2. Tratamiento del VHC genotipo 1 con peg-IFN/RBV En pacientes monoinfectados por VHC, diversos ensayos clínicos demostraron la superioridad de pegIFN-α 2a y 2b sobre interferón-α 2a y 2b, y que era posible obtener mayores tasas de respuesta al utilizar peg-IFN en combinación con RBV. Aunque algunos estudios sugirieron mayor eficacia de peg-IFN-α 2a, 139 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C POR GENOTIPO 1: FÁRMACOS, PAUTAS Y REGLAS DE PARADA ensayos clínicos randomizados en los que se enfrentaron head to head ambas formas de peg-IFN no demostraron diferencias significativas en la eficacia entre ambas (1). La dosis utilizada y seleccionada como óptima para el tratamiento del VHC genotipo 1 en los ensayos clínicos de desarrollo de peg-IFN-α 2a fue de 180 mg/semana y en los de peg-IFN-α 2b de 1,5 mg/kg/semana. En pacientes coinfectados la combinación de pegIFN/RBV también ha obtenido mejores resultados que interferón-α 2a y 2b, tanto con peg-IFN-α 2a a dosis de 180 mg/semana, como con peg-IFN-α 2b a dosis de 1,5 mg/kg/semana. Tampoco en pacientes coinfectados se han demostrado diferencias significativas en la eficacia entre ambas formas de peg-IFN. En pacientes monoinfectados por VHC dosificar la RBV ajustándola al peso del paciente (1.000 ó 1.200 mg/día respectivamente para pacientes con <75 kg ó ≥75 kg) obtiene mayores tasas de RVS en comparación a dosis fijas de 800 mg/día. La dosis de RBV utilizada en los ensayos clínicos de pacientes coinfectados no ha sido uniforme. En algunos ha sido de 800 mg por temor a mayores tasas de efectos adversos que en monoinfectados y/o al desarrollo de interacciones medicamentosas. En otros en cambio se han utilizado dosis mayores alcanzando los 1.000 mg/día o ajustando la dosis al peso del paciente peso (<60 kg: 800 mg/d, 60-75 kg: 1.000 mg/d y >75 kg: 1.200 mg/d). En los ensayos clínicos en los que se ha usado RBV ajustada a peso, se han obtenido tasas de RVS más altas, por ello es la estrategia recomendada. Dosis más elevadas de RBV o peg-IFN como estrategia de inducción durante las primeras semanas del tratamiento no han obtenido tasas de respuesta más altas. La duración del tratamiento en pacientes monoinfectados por VHC genotipo 1 habitualmente se programa para 48 semanas, aunque en pacientes que alcanzan RVR algunos estudios sugieren que se podría acortar la duración del tratamiento a 24 semanas sin comprometer la eficacia. En pacientes coinfectados por VIH/ VHC se desconoce la duración óptima del tratamiento de la hepatitis crónica por VHC genotipo 1. Los ensayos clínicos se han diseñado habitualmente para una duración del tratamiento de 48 semanas. Diversos estudios han sugerido que la duración del tratamiento podría estar condicionada por la respuesta al mismo. De tal forma que se ha sugerido en respondedores lentos (pacientes que no alcanzan RVR o pacientes que no consiguen una RVP completa) debería extenderse el tratamiento hasta completar 72 semanas. La ausencia de RVP (reducción ≥2 log10 respecto a la basal o viremia negativa a las 12 semanas de tratamiento) tiene un alto valor predictivo negativo sobre RVS por lo que, en esta situación, se recomienda la interrupción del tratamiento. 3. Tratamiento del VHC genotipo 1 con peg-IFN más telaprevir o boceprevir en monoinfectados Los primeros fármacos disponibles con acción directa anti-VHC son boceprevir (BOC) y telaprevir (TEL) (2). Ambos fármacos son potentes inhibidores de la proteasa NS3 del VHC. Los ensayos clínicos de desarrollo de ambos fármacos se han llevado a cabo con distintas estrategias de tratamiento. En el caso de los ensayos clínicos de BOC se ha utilizado la llamada estrategia lead-in, en la cual los pacientes son tratados durante las cuatro primeras semanas del tratamiento con peg-IFN/RBV añadiéndose BOC a partir de la cuarta semana de tratamiento. En cambio en los ensayos clínicos de desarrollo de TEL se utilizó desde el inicio del tratamiento la combinación peg-IFN/ RBV/TEL. La dosis de boceprevir es de 800 mg (cuatro cápsulas) cada ocho horas, administrados con comida. La dosis de telaprevir es de 750 mg (dos comprimidos) cada ocho horas, administrados con comida. En ambos fármacos los pacientes deben tragar los comprimidos enteros (sin masticar, triturar o disolver). Boceprevir y telaprevir no están actualmente indicados en el tratamiento de la hepatitis crónica por el VHC causada por otros genotipos distintos al genotipo 1. 3.1. Evidencias en pacientes naïve En pacientes monoinfectados por VHC genotipo 1 se han llevado a cabo diversos ensayos clínicos para evaluar la eficacia y seguridad de BOC (SPRINT-1 y SPRINT-2) y TEL (Illuminate) en pacientes naïve (3,4). En los ensayos clínicos de desarrollo de BOC las tasas de RVS fueron significativamente superiores en 140 Capítulo 13 cada uno de los grupos tratados con la asociación peg-IFN/RBV/BOC [63% en grupo de pacientes con terapia guiada por respuesta (TGR = tiempo de tratamiento establecido en 24 ó 48 semanas según se obtuviera o no RVR extendida definida como carga viral del VHC indetectable desde la semana 8 a la 24) y 66% en el grupo de pacientes con tratamiento de 48 semanas] que en los pacientes que recibieron terapia estándar con peg-IFN/RBV (38%). En relación al polimorfismo de IL28B, no se observaron diferencias en términos de RVS entre los grupos experimentales y el grupo control en los pacientes con genotipo CC. Sin embargo sí se observaron diferencias significativas en pacientes con genotipos no-CC. Por último no se observaron diferencias entre los grupos experimentales y la terapia estándar en aquellos pacientes que alcanzaron RVR (3). En los ensayos clínicos de desarrollo de TEL las tasas de RVS fueron significativamente superiores en los grupos tratados con la asociación peg-IFN/RBV/ TEL que en los que recibieron peg-IFN/RBV (75% en el grupo de pacientes que recibieron TEL durante ocho semanas, 69% en el que recibieron TEL durante doce semanas vs. 44% en el grupo control). La tasa de RVS aumentó de forma significativa a favor de los grupos que recibieron TEL tanto en pacientes con polimorfismo CC como no-CC de IL28. Por último, en pacientes que alcanzaron RVR, el tratamiento con peg-IFN/RBV se alcanzaron tasas superiores de RVS que en los que recibieron TEL (94% y 84% respectivamente) (4). 3.2. Pacientes con tratamiento previo nos de RVS entre el grupo experimental (tratamiento 48 semanas) y el grupo peg-IFN/RBV en pacientes con fibrosis F0/F1 (70% vs. 25%), F2 (64% vs. 15%) y F3/F4 (68% vs. 13%). En este ensayo clínico no se incluyeron pacientes con respuesta nula (null responders) al tratamiento previo. En el estudio REALIZE las tasas de RVS fueron significativamente superiores en los pacientes tratados con TEL (administrado durante doce semanas), tanto en recidivas (83% vs. 24%), como en respuestas parciales (59% vs. 15%) y en no respondedores (29% vs. 5%). Estas diferencias se observaron con independencia del polimorfismo genético IL28B y del grado de fibrosis (fibrosis mínima: 85% vs. 35%, fibrosis portal: 81% vs. 28% y fibrosis en puentes/cirrosis: 84% vs. 13%). 3.3. Reglas de parada En el caso de tratamiento con peg-IFN/RBV más TEL se deberá parar todo el tratamiento del VHC si la determinación de ARN-VHC en semana 4 ó 12 es mayor de 1.000 UI/mL (7). En el caso de tratamiento con peg-IFN/RBV más BOC se deberá parar todo el tratamiento del VHC si la determinación de ARN-VHC en semana 12 es superior a 100 UI/mL o si permenece detectable en semana 24 (7). Si por cualquier razón se tuviera que suspender el tratamiento con peg-IFN/RBV, también se deberá suspender el tratamiento con BOC o TEL (7). En pacientes monoinfectados por VHC genotipo 1 se han llevado a cabo diversos ensayos clínicos para evaluar la eficacia y seguridad de BOC (RESPOND-2) y TEL (ADVANCE y REALIZE) en pacientes pretratados (5-6). 4. Tratamiento de la hepatitis crónica por VHC con TEL o BOC en pacientes coinfectados por VIH/VHC genotipo 1 En el estudio RESPOND-2, las tasas de RVS fueron significativamente superiores en los pacientes (tanto recidivas como respondedores parciales) tratados con boceprevir. Las tasas de RVS en pacientes con recidiva fueron 59% (terapia guiada por respuesta), 66% (tratamiento 48 semanas) vs. 21% (peg-IFN/RBV). Las tasas de RVS en respondedores parciales fueron 40% (terapia guiada por respuesta), 52% (tratamiento 48 semanas) vs. 7% (peg-IFN/RBV). Se observaron diferencias estadísticamente significativas en térmi- 4.1. Evidencias Boceprevir y telaprevir han sido autorizados por la Comisión Europea mediante un procedimiento centralizado para su uso en pacientes monoinfectados por VHC genotipo 1. En la actualidad no está aprobada su indicación en pacientes infectados por el VIH. En España el acceso a los medicamentos en condiciones diferentes a las autorizadas está regulado por el Real Decreto 1015/2009, de 19 de junio. Esta regulación 141 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C POR GENOTIPO 1: FÁRMACOS, PAUTAS Y REGLAS DE PARADA establece que la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) «podrá elaborar recomendaciones de uso de medicamentos en condiciones no contempladas en la ficha técnica cuando el uso del medicamento en estas condiciones suponga un impacto asistencial relevante». De este modo la AEMPS ha elaborado unas recomendaciones que regula y permite el uso de boceprevir y telaprevir en pacientes coinfectados por VIH/VHC. La experiencia en ensayos clínicos con ambos fármacos es limitada (8,9). En un ensayo clínico, randomizado (2:1) doble ciego, controlado con placebo se comparó la eficacia y seguridad de BOC más peg-IFN/RBV versus peg-IFN/ RBV en pacientes coinfectados por VIH/VHC genotipo 1. Se incluyeron en el estudio 98 pacientes naïve de los que 34 recibieron peg-IFN/RBV y 64 BOC/ peg-IFN/RBV. Los pacientes que recibieron BOC presentaron una tasas de RVS (medida en semana +12 de tratamiento) superiores a los que recibieron peg-IFN/RBV (60,7% vs. 26,5%, p<0,01). Conviene destacar que en el estudio de los pacientes que recibieron TAR basado en IP/r (atazanavir, darunavir o lopinavir), el 67% alcanzaron RVS. El porcentaje de pacientes que abandonaron el estudio por efectos adversos fue superior en la rama de BOC (20% vs. 9%). En un ensayo clínico, randomizado, doble ciego, controlado con placebo se comparó la eficacia y seguridad de TEL más peg-IFN/RBV versus peg-IFN/RBV en pacientes coinfectados por VIH/VHC genotipo 1. Se incluyeron en el estudio 60 pacientes naïve de los que 22 recibieron peg-IFN/RBV y 38 TEL/peg-IFN/ RBV. Los pacientes que recibieron TEL presentaron una tasas de RVS (medida en semana +12 de tratamiento) superiores a los que recibieron peg-IFN/RBV (74% vs. 45%). El porcentaje de pacientes que abandonaron el estudio por efectos adversos fue superior en la rama de TEL (8% vs. 0%). 4.2. Criterios de tratamiento Para la utilización de BOC o TEL en pacientes coinfectados por el VIH se requieren los siguientes criterios (10): 1. Criterios dependientes del VHC A.- Infección por VHC genotipo 1, independientemente de que el paciente haya recibido o no tratamiento previo para el VHC. B.- Fibrosis F3 y F4 confirmada por biopsia hepática o rigidez hepática medida por Fibroscan >9,5 Kilopascales. Independientemente del grado de fibrosis, se podrá considerar iniciar tratamiento con BOC o TEL en pacientes con manifestaciones extrahepáticas graves de la infección por VHC como por ejemplo aquellas derivadas de la crioglobulinemia mixta policlonal. C.- Hepatopatía crónica compensada (Child-Pugh grado A). D.- Concentración de hemoglobina >11 g/dL en mujeres y >12 g/dL en hombres. 2. Criterios dependientes del VIH E.- Linfocitos CD4+ totales en sangre periférica >100/mL o porcentaje de linfocitos CD4+ >12%. F.- Carga viral plasmática de VIH <1.000 copias/mL (pacientes en TAR). 4.3. Estrategia de tratamiento según la realización o no de tratamiento previo y de la respuesta a este a) Enfermos naïve: Se recomienda considerar el inicio del tratamiento para el VHC genotipo 1 en todo paciente con un grado de fibrosis F3-F4. Con independencia del genotipo de la ILB28 y de otras características basales del paciente se recomienda iniciar el tratamiento con peg-IFN/ RBV a dosis estándar durante cuatro semanas actuando posteriormente en función de la respuesta obtenida. Aquellos pacientes que alcancen RVR (ARN-VHC indetectable en semana 4) podrían continuar el tratamiento con peg-IFN/RBV sin necesidad de añadir TEL o BOC. Aquellos pacientes que no alcancen al menos una disminución del ARN-VHC de 1 log en la semana 4 del tratamiento con peg-IFN/RBV presentan una baja probabilidad de alcanzar RVS. Por ello en estos casos se actuará en función del grado de fibrosis de los pacientes. En aquellos pacientes con alto riesgo de progresión de la hepatopatía (Fibroscan >40 kPa) se continuará tratamiento añadiendo TEL o BOC ya que esta terapia es la única opción de evitar, aunque sea con muy baja probabilidad de éxito, la descompensación de la hepatopatía. En aquellos pacientes con menor probabilidad de progresión de la hepatopatía (F3 ó rigidez hepática inferior a 40 kPa) se suspenderá el tratamiento en espera de futuras opciones terapéuticas. En 142 Capítulo 13 aquellos pacientes con descenso del ARN-VHC mayor de 1 log en semana 4 pero que no alcanzan RVR, se continuará el tratamiento añadiendo TEL o BOC (10). El grupo HEPAVIR recomienda considerar el uso de peg-IFN/RBV sin FAD en pacientes con genotipo CC de IL28 y carga viral del VHC baja (inferior a 600.000 copias/mL). b) Recidivas tras un tratamiento con peg-IFN/ RBV En estos casos también se requerirá un grado de fibrosis F3 ó F4, ó rigidez hepática >9,5 kPa para considerar iniciar el tratamiento. En caso de recidiva se recomienda iniciar el tratamiento siguiendo las recomendaciones de ficha técnica de cada uno de los medicamentos sin que sea necesario valorar la respuesta a la cuarta semana del tratamiento (10). c) Respondedores parciales a un tratamiento con peg-IFN/RBV Se recomienda iniciar el tratamiento con peg-IFN/ RBV a dosis estándar durante cuatro semanas actuando posteriormente en función de la respuesta obtenida. Para la toma de decisiones se utilizarán los mismos criterios expresados para el paciente naïve (10). d) Respondedores nulos a un tratamiento con peg-IFN/RBV Se consideran respondedores nulos a aquellos que no han alcanzado un descenso del ARN-VHC superior a 2 log a las doce semanas de un tratamiento previo con peg-IFN/RBV. La probabilidad de alcanzar RVS con un nuevo tratamiento con un régimen que incluya BOC o TEL es muy baja. Por esta razón en esos pacientes se actuará según el riesgo de progresión de su hepatopatía. En caso de pacientes cirróticos con muy alta probabilidad de descompensación a corto plazo (rigidez hepática >40 kPa) se recomienda iniciar tratamiento ya que el tratamiento con BOC o TEL es la única opción de evitar, aunque sea con muy baja probabilidad de éxito, la descompensación de la hepatopatía. En el resto de pacientes se considerará diferir el inicio del tratamiento con estrecha monitorización de los pacientes en espera de nuevas opciones de tratamiento (10). e) Pacientes con terapia subóptima o respuesta al tratamiento previo desconocida En pacientes con tratamiento previo subóptimo (monoterapia con peg-IFN, terapia combinada con interferón no pegilado más RBV), abandono del tratamiento sin causa médica, retirada del tratamiento por toxicidad que pudiera ser manejada con éxito en la actualidad (anemia sin uso de eritropoyetina, reducción de dosis de ribavirina o transfusiones, neutropenia sin uso de factores estimulantes de colonias de granulocitos, toxicidad por el uso concomitante de ddI, d4T o AZT, depresión sin tratamiento ni profilaxis…), o respuesta al tratamiento previo desconocida, se recomienda actuar como en el caso de pacientes naïve. 4.4. Tratamiento antirretroviral compatible con BOL o TEL BOC y TEL presentan interacciones con fármacos antirretrovirales que limitan su uso conjunto. En la actualidad se encuentra permitido el uso de BOC con los siguientes fármacos antirretrovirales: análogos de nucleósidos (abacavir; emtricitabina, lamivudina y tenofovir) e inhibidores de la integrasa (raltegravir). No está permitido el uso de BOC con no análogos de los nucleósidos, inhibidores de la proteasa (existe discrepancia entre los estudios de interacciones farmacocinéticas realizados en voluntarios sanos y los resultados de ensayos clínicos que han demostrado altas tasas de RVS con ATV/r, DRV/r y LPV/r), inhibidores del correceptor CCR5 e inhibidores de la entrada (10). En la actualidad se encuentra permitido el uso de TEL con los siguientes fármacos antirretrovirales: análogos de nucleósidos (abacavir, emtricitabina, lamivudina y tenofovir), inhibidores de la integrasa (raltegravir), no análogos de los nucleósidos (efavirenz, incrementando la dosis de telaprevir a 1.125 mg/8 h, etravirina y rilpivirina) e inhibidores de la proteasa (atazanavir/ritonavir). No está permitido el uso de TEL con inhibidores del correceptor CCR5 e inhibidores de la entrada (10). Bibliografía 1. McHutchison JG, Lawitz EJ, Shiffman ML, et al. Peginterferon alfa-2b or alfa-2a with ribavirin for treatment of hepatitis C infection. N Engl J Med. 2009; 361:580-93. 2. Liu S, Cipriano LE, Holodniy M, Owens DK, Goldhaber-Fiebert JD. New protease inhibitor for the treatment of chronic hepatitis C. Ann Intern Med. 2012; 156:279-90. 143 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C POR GENOTIPO 1: FÁRMACOS, PAUTAS Y REGLAS DE PARADA 3. Poordad F, McCone J, Bacon BR, et al. Boceprevir for untreated chronic HCV genotype 1 infection. N Engl J Med. 2011; 364:1195-206. 4. Jacobson IM, McHutchison JG, Dusheiko G, et al. Telaprevir for previously untreated chronic hepatitis C virus infection. N Engl J Med. 2011; 364:2405-16. 5. Bacon BR, Gordon SC, Lawitz E, et al. Boceprevir for previously treated chronic HCV genotype 1 infection. N Engl J Med. 2011; 364:1207-17. 6. Zeuzem S, Andreone P, Pol S, et al. Telaprevir for retreatment of HCV infection. N Engl J Med. 2011; 364:2417-28. 7. Criterios y recomendaciones generales para el tratamiento con boceprevir y telaprevir de la hepatitis crónica C (VHC) en pacientes monoinfectados. Disponible en: http://www. aemps.gob.es/medicamentosUsoHumano/informesPublicos/docs/criterios-VHC-monoinfectados_28-02-12.pdf. 8. Dieterich D, Soriano V, Sherman K-E, et al. Telaprevir in combination with pegylated interferon-α-2a+ribavirin in HCV/HIV-coinfected patients: SVR12 interim analysis. 19th Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections. Opening Session. Abstract 46. 9. Sulkowski M, Pol S, Cooper C, et al. Boceprevir plus pegylated interferon/ribavirin for the treatment of HCV/HIV co-infected patients. 19th Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections. Opening Session. Abstract 47. 10. AEMPS. Criterios y recomendaciones generales para el tratamiento con boceprevir y telaprevir de la hepatitis crónica C (VHC) en pacientes coinfectados por el VIH, trasplantados de hígado y niños. http://www.aemps.gob.es/medicamentosUsoHumano/informesPublicos/docs/criteriosVHC-off-label.pdf. Figuras Figura 1. 144 Capítulo 13 Figura 2. Figura 3. 145 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C POR GENOTIPO 1: FÁRMACOS, PAUTAS Y REGLAS DE PARADA Figura 4. Figura 5. 146 capítulo 14 Capítulo 14 Capítulo 14 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C POR GENOTIPOS NO 1: FÁRMACOS, PAUTAS Y REGLAS DE PARADA Luis Fernando López Cortés, Dolores Merino Muñoz y Marcial Delgado Fernández 1. Introducción Existen diferencias importantes entre los genotipos (G) 2/3 y G4. Los G2/3 tienen una mayor susceptibilidad al tratamiento y en ellos no parecen influir los diferentes polimorfismos de un solo nucleótido en el gen de la IL28B en las tasas de respuesta viral sostenida (RVS). Por el contrario en los genotipo 4 la influencia de los polimorfismos de IL28B en RVS es notable. La mayor susceptibilidad de los genotipos 2/3 al tratamiento se ha atribuido a una mayor frecuencia de dinucleótidos UA y UU en la secuencia de ARN del VHC que serían más eficientemente degradado por la ARNasa L activada por la 2’-5’ oligoadenilatosintetasa inducida por interferón (figura 1). Además, se ha observado que la distribución del genotipo CC en el rs 129679860 de la IL28B no es uniforme, estando sobrerrepresentada en los G 2/3 (1-3). El tratamiento actual de estos genotipos (G) continúa basándose en la combinación de interferón pegilado alfa (peg-IFN-α) 2a ó 2b y ribavirina (RBV) ya que la actividad demostrada por los inhibidores de la proteasa NS3/4A del VHC es nula o carente de utilidad clínica. Las dos formas de peg-IFN-α actualmente disponibles (2a y 2b) tienen diferentes perfiles farmacocinéticos y diferencias significativas en las concentraciones plasmáticas alcanzadas, aunque es probable que las concentraciones relacionadas con una eficacia máxima puedan ser diferentes para cada uno de ellas. Algunos estudios han sugerido una mayor eficacia de peg-IFN-α 2a, pero en otros no se han objetivado diferencias significativas en la eficacia de ambas formas de peg-IFN-α incluyendo dos estudios españoles, uno con un análisis retrospectivo de una gran cohorte y un ensayo clínico comparando ambos fármacos en pacientes con infección por el VIH (4,5). Gran parte de las recomendaciones relacionadas con el tratamiento de estos genotipos de VHC están basadas en resultados en pacientes monoinfectados, por lo que haremos mención a dichos resultados y profundizaremos en la experiencia existente en pacientes coinfectados por el VIH. La administración subcutánea de peg-IFN-α debe realizarse en abdomen o muslos ya que la absorción es aproximadamente un 20-30% menor cuando se administra en los brazos. La absorción de RBV es mayor si se toma tras las comidas. 2. Genotipos 2/3 2.1. Indicación de tratamiento Al igual que en pacientes monoinfectados, el tratamiento no está indicado de forma indiscriminada en pacientes con nula o mínima fibrosis hepática (F0-1), debe considerarse individualmente en aquellos con un grado moderado de fibrosis (F2) y está indicado en todos aquellos pacientes con fibrosis avanzada (F3 ó F4) así como en todos aquellos con manifestaciones extrahepáticas moderadas o graves relacionadas con el VHC independientemente del grado de fibrosis. El 149 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C POR GENOTIPOS NO 1: FÁRMACOS, PAUTAS Y REGLAS DE PARADA grado de fibrosis debe determinarse mediante biopsia hepática o mediante técnicas no invasivas como la elastografía (Fibroscan®) o marcadores bioquímicos séricos (Fibrotest, APRI, SHASTA, FIB4 y otros) que en muchas ocasiones pueden remplazar a la biopsia hepática (1,6,7). Además, debe confirmarse la existencia de replicación viral mediante determinación de ARN del VHC en plasma, no bastando exclusivamente la presencia de anticuerpos frente al VHC. 2.2. Objetivos El objetivo primario del tratamiento es la RVS (erradicación del VHC definida como ARN del VHC no detectable tras 12 a 24 semanas de suspender el tratamiento). Secundariamente se conseguirá una mejoría en la fibrosis hepática o reducción de su progresión, del desarrollo de cirrosis y de carcinoma hepatocelular. 2.3. Contraindicaciones y precauciones Es contraindicación absoluta para iniciar tratamiento la presencia de una cirrosis descompensada y puntuaciones en la clasificación Child-Pugh ≥7 (estadios B y C), la hipersensibilidad al principio activo, a los interferones alfa o a alguno de los excipientes, presencia de infecciones o neoplasias activas, gestación o rechazo a medidas anticonceptivas durante el tratamiento y los tres a cuatro meses posteriores ya que se han demostrado efectos teratogénicos y/o embriogénicos significativos en todas las especies animales expuestas a RBV y ésta tiene una vida media de eliminación muy prolongada. El resto de situaciones (citopenias, afecciones hepáticas concomitantes, consumo activo de opiáceos o cocaína, enfermedades psiquiátricas, trastornos tiroideos, diabetes, enfermedades autoinmunes, enfermedad cardiaca no controlada y/o graves) son contraindicaciones relativas en las que habrá que valorar el riesgo/beneficio de iniciar tratamiento frente al VHC y, siempre controlarlos previamente. RBV se excreta fundamentalmente por vía renal por lo que en los pacientes con un aclaramiento de creatinina <50 mL/min o creatinina >2 mg/dL no deben recibir RBV o hacerlo con dosis reducidas y una estrecha monitorización de sus concentraciones y/o efectos secundarios. En relación con la infección por el VIH, es deseable tener viremia negativa y un recuento de CD4+ ma- yor de 200 cel/mm3 en tratamiento estable; aunque su eficacia no difiere significativamente cuando se realiza en pacientes con recuentos de CD4+ inferiores a 250 cel/mm3, es posible la aparición de infecciones oportunistas. Durante el tratamiento con peg-IFN-α es habitual una disminución significativa, aunque transitoria, en el recuento de células CD4+ aunque el porcentaje de éstos suele mantenerse y se debe a una disminución en el recuento de leucocitos totales en sangre periférica durante el tratamiento. No debe administrarse conjuntamente RBV con zidovudina (mayor riesgo de anemia severa), didanosina (aumento de las concentraciones de su metabolito activo: dideoxiadenosina 5´-trifosfato) o estavudina ya que existe un mayor riesgo de incidencia de neuropatía periférica, pancreatitis y/o acidosis láctica (3%). Se ha sugerido que el tratamiento concomitante con abacavir podría disminuir las tasas de RVS ya que ambos son análogos de guanosina y se ha hipotetizado sobre una posible interferencia en la síntesis y, por tanto, la actividad de RBV-trifosfato aunque los resultados existentes en la literatura son contradictorios. Se ha publicado la posibilidad de potenciación de los efectos neuropsiquiátricos de efavirenz y de interferón con una frecuencia más elevada de síntomas depresivos. Sin embargo, su administración conjunta no está contraindicada en pacientes con buena tolerancia previa a efavirenz (1). 2.4. Tratamiento y dosis de peg-IFN-α y RBV El tratamiento de elección actual es la combinación de peg-IFN-α y RBV. Aunque en distintos ensayos de búsqueda de dosis en pacientes monoinfectados durante el desarrollo de ambas moléculas de pegIFN-α se observó una tasa de respuesta similar con dosis inferiores en los genotipos 2/3, la dosis recomendada es de 180 mg/semana, independientemente del peso, para peg-IFN-α 2a y de 1,5 mg/kg/semana para el 2b, tanto para pacientes monoinfectados por VHC como en aquellos coinfectados por el VIH. No se ha estudiado el efecto terapéutico de dosis mayores en pacientes sin tratamiento previo o en retratamientos (1). En cuanto a la dosis de RBV, en pacientes monoinfectados por VHC G 2/3 no se ha observado que dosis mayores de 800 mg/día, repartida en dos tomas, den lugar a mayores tasas de RVS, e incluso dosis de 150 Capítulo 14 400 mg/día podrían tener una eficacia similar (6,7). En cambio, en pacientes coinfectados la dosificación de RBV está menos firmemente establecida. En la mayoría de los ensayos clínicos iniciales en pacientes con infección por el VIH se utilizaron dosis de 800 mg/día de RBV, independientemente del genotipo del VHC por temor a una mayor incidencia de efectos adversos. Posteriormente, se ha constatado que con dosis mayores (1.000-1.200 mg/día) en genotipos 1/4 se consiguen mejores tasas de RVS. En cambio, en pacientes coinfectados por VIH y VHC genotipos 2/3 no existen ensayos clínicos comparativos de la eficacia de distintas dosis de RBV en genotipos 2/3. Si existe una cohorte de pacientes coinfectados (estudio PRESCO) que incluía 152 pacientes con genotipos 2/3 en la que se utilizó RBV dosificada como 1.000 mg/día si <75 kg y 1.200 mg/día si ≥75 kg pero sin brazo comparador con dosis inferiores. Si bien inicialmente la duración del estudio estaba planificada a 24 semanas para estos genotipos, a mitad del estudio, éste se modificó de forma que a los genotipos 2/3 se les propuso completar 48 semanas. Las tasas de RVS fueron del 67% en los tratados 24 semanas y del 82% en los que recibieron 48 semanas. Si bien esta última tasa de respuesta es más elevada que en otras series, ello puede deberse a la prolongación del tratamiento más que a las dosis de RBV empleadas (1). Asimismo, hay que señalar que la relación existente entre las dosis de RBV administradas en función del peso y las concentraciones plasmáticas valle alcanzadas es muy pobre siendo el aclaramiento de creatinina un parámetro más influyente como se refleja en distintos estudios farmacocinéticos (figura 2), y que no se conoce si existe relación entre la dosis administrada (mg/kg) y la exposición (AUC) durante el intervalo de dosificación o entre éstos y las concentraciones intracelulares de su metabolito activo (RBV-TP) y su eficacia. Por ello, la actual recomendación de administrar la RBV (mg) en función del peso (kg) es una cuestión abierta a debate. Asimismo, no existen evidencias firmes que apoyen una dosificación mayor de 800 mg/día en pacientes con genotipos 2/3 aunque algunos autores sugieren que dada la peor respuesta que presentan estos pacientes y/o en casos factores asociados a menor respuesta (índice de masa corporal >25 kg/m2, resistencia insulínica, síndrome metabólico o fibrosis avanzada) las dosis de RBV deberían ajustarse al peso (≥15 mg/kg/día) (8). 2.5. Modificaciones de dosis por efectos adversos En presencia de efectos adversos graves que no puedan ser manejados adecuadamente con medidas complementarias (neutropenia <750-500/mm3, plaquetopenia <50.000/mm3 o efectos neuropsiquiátricos severos) se sugiere una reducción de dosis escalonada para ambos peg-IFN-α (135 mg/semana, 90 mg/semana para el 2a y 1 y 0,5 mg/kg/semana para el 2b) aunque en el caso de plaquetopenia habría que tener en cuenta la cifra de la que partimos (sobre todo en pacientes con cirrosis hepática) y su velocidad de descenso. En caso de anemia (Hb <10 g/dL) se recomienda reducir la dosis de RBV de 200 en 200 mg/día y suspenderla si Hb <8,5 g/dL, aunque el uso precoz de eritropoyetina puede ser una alternativa válida. 2.6. Duración del tratamiento La duración estándar en pacientes monoinfectados por genotipos 2/3 es de 24 semanas, en pacientes coinfectados debe ser de 48 semanas ya que se ha observado una elevada incidencia de recidivas con duraciones menores. Sin embargo, cabe individualizar la duración del tratamiento en función de la respuesta de forma que en pacientes con ausencia de factores asociados a mala respuesta, viremias basales bajas y negativización de esta en ≤4 semanas, podría acortarse a 24 semanas. Asimismo, en pacientes con respuesta viral tardía (caída de ARN-VHC plasmático ≥2 log10 en semana 12, pero aun detectable, con negativización posterior) podría plantearse de forma individualizada su prolongación mas allá de las 48 semanas siempre que en la semana 24 se demuestre viremia negativa mediante PCR con límite de detección en 10-20 UI/mL y no se observe rebrote viral durante el seguimiento, aunque no existen evidencias que apoyen esta opinión (1,6,7,9). 2.7. Reglas de parada Al igual que en pacientes monoinfectados, se recomienda la suspensión del tratamiento si no se observa una disminución ≥2 log10 del ARN-VHC plasmático tras doce semanas de tratamiento o rebrote viral tras alcanzar una viremia negativa, dada las escasas probabilidades de obtener una RVS. Asimismo, el tratamiento debería de suspenderse en casos de efectos adversos severos no manejables ade- 151 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C POR GENOTIPOS NO 1: FÁRMACOS, PAUTAS Y REGLAS DE PARADA cuadamente con medidas complementarias, así como en caso de sepsis grave. Excepcionalmente puede observarse un aumento progresivo y persistente de transaminasas (>x10) que habitualmente se resuelve sin reducir la dosis de peg-IFN-α; debería suspenderse el tratamiento en caso de ser persistente, a pesar de la reducción de dosis, o si se acompaña de aumento significativo de bilirrubina o evidencia de descompensación hepática (1,6,7). 2.8. Retratamientos A pesar de la eficacia de la combinación de pegIFN-α y RBV en genotipos 2/3, las tasas de RVS no superan el 65-80% tras completar el tratamiento previsto. Además, debido a los efectos adversos, con frecuencia es necesario reducir o interrumpir la dosis de los fármacos, comprometiendo las probabilidades de alcanzar una RVS, o bien el paciente abandona el tratamiento. Los datos sobre retratamiento en pacientes con genotipos 2/3 son muy escasos y, aún más en pacientes coinfectados; de hecho no existe ningún estudio publicado que aborde específicamente esta cuestión. En casos de que las dosis o la duración del tratamiento previo hayan sido inadecuadas, puede optarse por un nuevo ciclo de tratamiento adecuado, prestando especial atención a aquellos factores, si los hubo, que motivaron la suspensión prematura del tratamiento. Asimismo, en casos con buena respuesta viral previa pero con recidiva tras finalizar el tratamiento o en aquellos con una respuesta viral tardía pueden beneficiarse de una prolongación del tratamiento. En los escasos pacientes con genotipos 2/3 auténticamente no respondedores, cabría plantearse administrar dosis más elevadas de ambos fármacos y evaluar la respuesta tras 4 y 12 semanas de tratamiento, continuando o no en función de dicha respuesta pero no hay experiencia al respecto (1). 3. Genotipos 4 Las indicaciones y objetivos de tratamiento, las precauciones antes y durante el mismo y sus contraindicaciones son las mismas que en el caso de pacientes con genotipos 2/3 (1,6,7). 3.1. Tratamiento Actualmente el tratamiento de elección es la combinación de peg-IFN-α y RBV, ya que de los inhibidores de la proteasa NS3/4A del VHC actualmente disponibles, telaprevir no tiene la suficiente actividad como para haber sido introducido en el tratamiento y boceprevir es posible que carezca de actividad frente a genotipo 4. Basado en los resultados de distintos ensayos clínicos, las dosis, duración y reglas de parada son iguales que en los genotipo 1, aunque el número de pacientes incluidos con genotipo 4 fue significativamente menor que con genotipo 1. Con dicha combinación cabe esperar una RVS entre el 45 y 70%, según estudios, algo mayor que en genotipo 1 pero no alcanza a la observada en genotipos 2/3, siendo los factores basales desfavorables para alcanzar la RVS similares a los genotipos 1, incluyendo influencia de los diferentes polimorfismos de un solo nucleótido en el gen de la IL28B. Asimismo, la velocidad de aclaramiento de la viremia durante las primeras semanas de tratamiento es un factor predictivo de respuesta al igual que en genotipo 1 (1,6,7,10). En pacientes monoinfectados con respuesta viral rápida y otros factores favorables de respuesta podría suspenderse el tratamiento tras 24 semanas mientras que se recomienda prolongarlo hasta 72 semanas en aquellos que presentan una respuesta viral temprana parcial (disminución del ARN-VHC plasmático ≥2 log10 en semana 12, pero aun detectable) y que negativizan la viremia más tarde. Aunque la prolongación del tratamiento parece razonable en pacientes coinfectados con respuesta tardía, no existe experiencia alguna con el acortamiento a 24 semanas. En un futuro es probable que entre los nuevos agentes en estudio frente al VHC algunos muestren la suficiente actividad frente a los genotipos 4; entre ellos, R7128 (un inhibidor de la polimerasa análogo de nucleósido) asociado a peg-IFN-α y RBV ha mostrado unas tasas elevadas de respuesta viral. Otros compuestos que han mostrado actividad y mayores tasas de RVS en pequeños ensayos con pacientes monoinfectados con genotipos 4 son nitazoxanida (NTZ) y alisporivir (Debio 025), siendo nula la experiencia en coinfectados VIH/VHC. El primero de ellos actúa activando la protein-cinasa que es activada por cadenas dobles de ARN viral y el segundo (un inhibidor de la ciclofilina endógena no inmunosu- 152 Capítulo 14 presor) inhibe la replicación viral activando la inmunidad innata frente al VHC e interaccionando con la polimerasa NS5B del VHC (10). 4. Genotipos 5 y 6 del VHC En nuestro medio son excepcionales. Para su tratamiento se utilizan las mismas pautas que para los genotipos 1 y 4, suelen responder mejor que los genotipos 1 aunque no está bien establecida la duración del tratamiento (24 ó 48 semanas) debido a la escasa experiencia existente (6,7). Bibliografía 1. Documento de consenso sobre el manejo de la Infección por VHC en pacientes infectados por VIH. Grupo Hepavir de la Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas (SAEI). 2010. 2. Pineda JA, Caruz A, Rivero A, et al. Prediction of response to pegylated interferon plus ribavirin by IL28B gene variation in patients coinfected with HIV and hepatitis C virus. Clin Infect Dis. 2010; 51:788-95. 3. López-Cortés LF, Ruiz-Valderas R, Jiménez-Jiménez L, et al.; Grupo para el Estudio de las Hepatitis Víricas (HEPAVIR) de la Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas. Influence of IL28B polymorphisms on response to a lowerthan-standard dose peg-IFN-α 2a for genotype 3 chronic hepatitis C in HIV-coinfected patients. PLoS One. 2012; 7:e28115. 4. Berenguer J, González-García J, López-Aldeguer J, et al; GESIDA HIV/HCV cohort. Pegylated interferon {alpha} 2a plus ribavirin versus pegylated interferon {alpha} 2b plus ribavirin for the treatment of chronic hepatitis C in HIVinfected patients. J Antimicrob Chemother. 2009; 63:1256-63. 5. Laguno M, Cifuentes C, Murillas J, et al. Randomized trial comparing pegylated interferon alpha-2b versus pegylated interferon alpha-2a, both plus ribavirin, to treat chronic hepatitis C in human immunodeficiency virus patients. Hepatology. 2009; 49:22-31. 6. Ghany MG, Strader DB, Thomas DL, Seeff LB; American Association for the Study of Liver Diseases. Diagnosis, management, and treatment of hepatitis C: an update. Hepatology. 2009; 49:1335-74. 7. European Association for the Study of the Liver. EASL Clinical Practice Guidelines: management of hepatitis C virus infection. J Hepatol. 2011; 55:245-64. 8. López-Cortés LF, Valera-Bestard B, GutiérrezValencia A, et al. Role of pegylated interferonalpha-2a and ribavirin concentrations in sustained viral response in HCV/HIV-coinfected patients. Clin Pharmacol Ther. 2008; 84:573-80. 9. Diago M, Shiffman ML, Bronowicki JP, et al. Identifying hepatitis C virus genotype 2/3 patients who can receive a 16-week abbreviated course of peginterferon alfa-2a (40KD) plus ribavirin. Hepatology. 2010; 51:1897-903. 10. Khattab MA, Ferenci P, Hadziyannis SJ, et al. Management of hepatitis C virus genotype 4: recommendations of an international expert panel. J Hepatol. 2011; 54:1250-62. 153 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C POR GENOTIPOS NO 1: FÁRMACOS, PAUTAS Y REGLAS DE PARADA Figuras Figura 1. Figura 2. 154 Capítulo 14 Figura 3. Figura 4. 155 TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C POR GENOTIPOS NO 1: FÁRMACOS, PAUTAS Y REGLAS DE PARADA Figura 5. 156 capítulo 15 Capítulo 15 Capítulo 15 MANEJO DE LOS EFECTOS ADVERSOS DEL TRATAMIENTO ANTIVIRAL José Hernández Quero 1. Introducción En el tratamiento de la hepatitis crónica por VHC (HC-VHC) se distinguen una serie de épocas marcadas por las diferentes opciones de tratamiento que hemos tenido a lo largo del tiempo, desde su descubrimiento todavía reciente. El primero de ellos se basaba en la administración de interferón alfa (INF) convencional de forma intermitente, lo que se seguía de muy pobres resultados, con tasas de curación muy bajas, especialmente para los genotipos diferentes del 2 y 3; posteriormente la asociación de ribavirina (RBV) permitió mejorar algo la tasa de respuesta, pero a los efectos adversos (EA) iniciales del INF, se sumaron los de la RBV con los que aún no estábamos familiarizados. Más recientemente se pudo disponer de INF pegilado (peg-INF), que aportaba la ventaja de mantener niveles más constantes a lo largo del tiempo, con solo una administración semanal, lo que junto con la RVB mejoró notablemente el pronóstico de la HC-VHC, con efectos adversos algo mejor tolerados, por cuanto que muchos de los atribuidos al INF se producían como consecuencia del pico plasmático tras su administración. Desde hace unos meses disponemos de los llamados fármacos de acción directa (FAD), que son inhibidores de la proteasa del VHC (IP), activos solamente frente al genotipo 1 y que se administran junto al pegINF más RBV en forma de triterapia, con mayores efectos adversos que con la biterapia vigente en el tratamiento de los genotipos no 1 y en algunos casos de éste, cuando existen datos de buen pronóstico, como respuesta viral rápida (RVR) tras la administración de peg-INF más RBV durante cuatro semanas. 2. Efectos adversos más frecuentes de la terapia combinada peg-IFN más RBV 2.1. Síndrome pseudogripal Se caracteriza por la presencia de cefalea, astenia, mialgia y fiebre. Se atribuye a la liberación de citoquinas proinflamatorias que siguen a la administración del INF. Era más intenso y frecuente con el INF convencional, mientras que con el peg-INF, en general, desaparecen tras las primeras 3-4 dosis y la fiebre es de bajo grado, no superando casi nunca los 38-39ºC. En los diferentes estudios de registro del peg-INF la prevalencia se situó en torno al 50% aunque con amplias variaciones y sin diferencia en función del tipo: peg-INF α-2a o α-2b. Las series de pacientes coinfectados tampoco ofrecen grandes diferencias a este respecto. Excepcionalmente motivan interrupción del tratamiento y se puede controlar bien con la administración de analgésicos del tipo de paracetamol a demanda, por vía oral, a dosis de 1 g, que puede repetirse cada ocho horas si es necesario. 2.2. Alteraciones hematológicas 2.2.1. Anemia La produce fundamentalmente la RBV, que tras su administración oral se acumula en todas las células, pero especialmente en los hematíes, en donde se concentra hasta 60-70 veces más que en las células nucleadas, convirtiéndose en trifosfato de RBV, en cuyo proceso consume una gran cantidad de ATP, lo que determinará en la membrana daño oxidativo, principal responsable de la anemia hemolítica extravascular 159 MANEJO DE LOS EFECTOS ADVERSOS DEL TRATAMIENTO ANTIVIRAL observada. Tiene una vida media de hasta 40 días y sale del hematíe por rotura del mismo, al no disponer éste de mecanismos para la desfosforilización de RBV, requisito necesario para que pueda salir al espacio extracelular. Contribuye a la anemia el peg-INF, que inhibe la proliferación de las células progenitoras de la médula. La anemia secundaria a RBV se produce de forma rápida, de manera que, en general, entre las 4 y 8 semanas se observa el nadir de hemoglobina, con incremento paralelo del recuento de reticulocitos, situación que se mantendrá de forma especular hasta el final del tratamiento. La prevalencia de anemia significativa se sitúa en torno al 20-25%, aunque las formas más graves son bastante menos frecuentes. En los pacientes coinfectados este porcentaje se eleva moderadamente y en algunas series es superior al 30%. El manejo de la anemia secundaria a RBV pasa por la reducción de la dosis en 200 mg/día y cuando la hemoglobina está entre 10 g/dL y 8,5 g/dL bajar a 600 mg/día, debiendo suspenderse cuando está por debajo de esta cifra, con eventual administración de concentrados de hematíes según la situación clínica del paciente. Si con el descenso de RBV no se recupera la cifra de Hb, se reducirá nuevamente, siempre que no esté por debajo de 600 mg/día. La dosis de RBV en biterapia, para el genotipo 1 es crítica, pues cuando es inferior a 10,6 mg/kg la tasa de RVS desciende significativamente. En numerosos estudios se ha relacionado la intensidad de la anemia con una mayor tasa de RVS, posiblemente porque es expresión de una mayor concentración de RBV en las células. La otra opción en el manejo de la anemia es la administración de eritropoyetina (EPO), lo que supone un tema controvertido (1), aunque existen numerosos estudios con resultados que avalan su utilización, basados en que proporcionan una mejor calidad de vida y mejores tasas de RVS, porque permiten mantener la dosis completa de RBV. Recientemente se ha demostrado que este aumento de la RVS se produce cuando se administra en las anemias que se originan precozmente en el curso del tratamiento. Así mismo, una reducción de 2 g o más de Hb en las dos primeras semanas de tratamiento, identifica a los pacientes que van a tener anemia grave, siendo éste el predictor más significativo en sujetos mayores de 60 años y podría predecir el uso de EPO. Basándonos en datos comunicados por Talal AH et al. (2), nosotros seguimos desde hace años el algoritmo propuesto por su grupo, en el que se administran 40.000 UI de EPO inmediatamente que la Hb desciende por debajo de 12 g/dL en varones y 11 en mujeres. Si en cuatro semanas la Hb no se incrementa en 1 g/dL, se sube a 60.000 UI semanales y si con ésta tampoco hay respuesta se suspende, lo mismo que cuando la cifra de Hb alcanza valores de 16 g/dL y 14 g/dL en varones y mujeres respectivamente. Se reinstaura a dosis de 20.000 UI si vuelve a descender por debajo de 15 y 13 g/dL respectivamente. En pacientes coinfectados con el VIH la anemia se presenta en porcentajes similares a la de los monoinfectados y no se ha demostrado claramente la ventaja de utilizar EPO en su manejo frente a la reducción de RBV. 2.2.2. Neutropenia Es secundaria a la inhibición que el INF produce sobre la médula, determinando la presentación de neutropenia y leucopenia, con descensos que oscilan entre el 30% y el 50% de los neutrófilos y linfocitos que, en general, alcanzan el nadir a las cuatro semanas de la administración de peg-INF. La neutropenia secundaria al INF no se asocia con un aumento de incidencia de infecciones, como se demuestra en una serie italiana en la que la neutropenia se presentó en un 17% de los pacientes tratados, mientras que infecciones de diferente localización y gravedad en el 23%, sin relación con la neutropenia, aunque sí con la edad superior a 60 años. No existe criterio unánime respecto al manejo de la neutropenia, aunque algunos autores recomiendan la utilización de filgrastin a dosis de 120 mg semanales, porque reduce la neutropenia y la prevalencia de infecciones y mejora la calidad de vida de los pacientes, evitando el tener que reducir las dosis de peg-INF a la mitad, que es la práctica más habitual, cuando el recuento absoluto de neutrófilos es inferior a 750 cel/ mm3 o la suspensión, en caso de que la cifra de neutrófilos sea menor de 500 cel/mm3. En pacientes coinfectados no se han observado tampoco diferencias en las tasas de RVS utilizando una estrategia u otra y la prevalencia es similar. En estos, se observa un descenso de la cifra de CD4+, que suele ser máxima sobre la semana 24, pero no se suele aso- 160 Capítulo 15 ciar a infecciones oportunistas, aunque su manejo con respecto a la profilaxis de estas debe hacerse siguiendo los criterios generales del manejo de la infección VIH. 2.2.3. Trombopenia En los estudios pivotales de peg-INF la tasa de trombopenia se situó entre el 5-7% para peg-INF α-2a y en el 3% para el α-2b, cifra que no es muy diferente a la descrita en coinfectados y que, como ocurre con todas las alteraciones hematológicas, son más intensas en pacientes cirróticos. Se trata de una trombopenia por inhibición medular a la que se une el secuestro esplénico en casos de enfermedad hepática avanzada. Su manejo habitual consiste en la reducción del pegINF a la mitad cuando el recuento es inferior a 50.000 plaquetas/mm3 o la suspensión si caen por debajo de 25.000 plaquetas/mm3. Se ha ensayado la administración de eltrombopag en pacientes con trombopenia grave, entre 20.000 y 70.000 a diferentes dosis, siendo la de 75 mg la que demostró una mayor eficacia y permitió tratar al 90% de los pacientes que tomaron esta dosis. Recientemente se han presentado los datos finales del estudio ENABL-1 (5) en pacientes con fibrosis hepática avanzada y trombopenia grave, obteniéndose una RVS superior cuando se comparó con el placebo, en todos los genotipos. 2.3. Alteraciones neuropsiquiátricas En todos los ensayos y en los estudios de registro de peg-INF y RBV se recogen como efectos adversos psiquiátricos la depresión, irritabilidad e insomnio, en proporciones variables, que en algunos casos superan el 30%, sin diferencias ostensibles en función del tipo de peg-INF y tampoco de que los pacientes sean coinfectados. La práctica clínica ratifica estos hallazgos, que son atribuibles posiblemente a la inducción de linfoquinas proinflamatorias que actúan sobre el eje hipotalámico-hipofisario, como ha sido sugerido por algunos autores, pero también se ha visto una reducción de triptófano y por consiguiente de la producción de serotonina. Existen pequeños estudios que han explorado la posibilidad de administrar inhibidores de la recaptación de serotonina de forma profiláctica (3), como escitalopram a dosis de 10 mg/día, observándose una menor incidencia de depresión en el grupo tratado. Sin embargo, este resultado no ha sido ratificado en otros estudios que recomiendan tratamiento precozmente, pero cuando aparezcan síntomas depresivos (4), que son más frecuentes en los retratamientos, así como en aquellos pacientes con antecedentes de enfermedades psiquiátricas. La depresión debe evaluarse sistemáticamente, a ser posible con un instrumento de medida, como la Escala Hospitalaria de Ansiedad y Depresión (HADS). Los fármacos empleados más frecuente en España son mirtazapina, que además mejora el apetito, y escitalopram. Otras alteraciones neuropsiquiátricas graves han sido descritas, desde depresiones que llevan al suicidio, hasta trastornos psicóticos, delirio y convulsiones, en general en pacientes con antecedentes neurológicos previos. En muchos casos se hace necesaria la interconsulta con el psiquiatra. 2.4. Síntomas digestivos La presencia de estado nauseoso, sobre todo al comienzo del tratamiento, es frecuente, tanto en monoinfectados como en coinfectados, con una prevalencia que va desde el 30 hasta el 40%. Se atribuye fundamentalmente al INF y condiciona muchas veces importante pérdida de peso, que es mayor en los pacientes coinfectados con VIH. Se utiliza tratamiento sintomático y en alguna ocasión se ha empleado dronabinol para mejorar el apetito. 2.5. Síntomas dermatológicos Se han descrito reacciones locales en el lugar de la inyección, que excepcionalmente revisten gravedad, así como prurito y exantema que pueden estar relacionados con el INF y la RBV. La alopecia se presenta aproximadamente en el 20% de los casos, suele ser reversible, se recupera en 3-6 meses y se produce en los cabellos en fase telógena. Se recomienda evitar lavado agresivo, llevar el pelo corto y en algunos casos puede ser útil tratamiento local con preparados de minoxidil. Otras complicaciones dermatológicas descritas con mucha menor frecuencia son: psoriasis, líquen plano, vitíligo, sarcoidosis, vasculitis, pénfigo bulloso y enfermedad de Raynaud. 161 MANEJO DE LOS EFECTOS ADVERSOS DEL TRATAMIENTO ANTIVIRAL 2.6. Otros efectos adversos Afectación tiroidea, hasta en un 6% en algunas series, fundamentalmente tiroiditis. Por ello debe determinarse TSH y T4L basal, a los seis meses del inicio del tratamiento y al final; diabetes, hemorragia retiniana, neuropatía, neumonitis intersticial, agudización de hepatitis y otras enfermedades autoinmunes, han sido descritas puntualmente. 3. Efectos adversos más frecuentes de la terapia con IPs del VHC: boceprevir (BOC) y telaprevir (TEL) La adición de un IP puede potenciar algunas de las reacciones adversas conocidas del tratamiento actual con peg-IFN/RBV, siendo las cutáneas, anemia y neutropenia, las que se presentan con mayor frecuencia. Existe un perfil de efecto adverso diferente para BOC y TEL en los ensayos de registro. En el caso de TEL (6), cuando se compara con el grupo control tratado con biterapia clásica, se presentan con más frecuencia prurito y exantema, así como náuseas, anemia y diarrea. Para BOC, los efectos adversos que más lo diferencian de la biterapia convencional son la anemia y disgeusia (7). Sin embargo, cuando se analizan los datos procedentes de la práctica clínica como es el registro CUPIC, que recoge los pacientes franceses tratados en las fases de uso compasivo y acceso expandido, los resultados son muy diferentes. Con TEL hasta un 51% presenta efectos adversos graves que condicionan interrupción del tratamiento en el 12% de los pacientes, mientras que con BOC estos porcentajes se reducen al 29% y en 6% hay que suspender el tratamiento (8). El manejo de los efectos adversos señalados no difiere del que se ha venido comentando. Sin embargo, hay que señalar que los IPs contribuyen a la anemia posiblemente por toxicidad medular directa, lo que incrementa ésta alrededor de 1 g/dL con respecto a la observada con la biterapia. El manejo de la anemia con reducción de la dosis de RBV no comporta disminución de RVS (9), por lo que se propone por algunos autores, como primera medida, la reducción de la dosis de RBV con los criterios señalados anteriormente, si con ello no se consigue mejorar, añadir EPO o trasfundir según las circunstancias. Para finalizar, es necesario comentar de forma separada los efectos adversos cutáneos relacionados con TEL (10), su frecuencia se sitúa en torno al 6-7% y generalmente se trata de un exantema pruriginoso y eczematoso, que suele afectar a menos del 30% de la superficie corporal. Comienza durante las primeras cuatro semanas en la mitad de los casos, pero puede aparecer en cualquier momento del tratamiento. La progresión hacia formas graves es más frecuente en pacientes cirróticos y se produce en menos del 8% de los casos. Para el cálculo de la extensión corporal afectada se sigue la conocida «regla de los nueves» empleada para las quemaduras, en las que al plano anterior y posterior del tronco se atribuye el 18% de la superficie; a los brazos el 9%; piernas 18%; cabeza el 9% y, finalmente, palma de las manos y perineo el 1%. Se consideran lesiones dermatológicas leves (grado 1), las que se presentan localizadas en regiones aisladas; moderada (grado 2), cuando ocupa más de 50% de la superficie corporal; grave (grado 3), cuando la extensión es como en el grado 2, pero asociada a síntomas sistémicos, ulceración de mucosas o lesiones cutáneas en escarapela o con desprendimiento epidérmico. El grado 4, se reconoce con el acrónimo ingles «SCAR», aquí se incluyen el Síndrome DRESS y el de Steven Johnson, que cursan con exantema generalizado, fiebre, edema facial, adenopatías, afectación de mucosas y progresión rápida. El manejo de los efectos adversos no graves se basa en hidratación de la piel, baños con gel de avena y corticoides tópicos en cantidades pequeñas, bien extendidos, preferentemente cremas o lociones para evitar en lo posible la absorción a través de la piel. Los más frecuentemente empleados son metilprednisolona al 0,1%, beta-metasona al 0-1%, difluocortolona al 0,1% o hidrocortisona al 0,5%. Por vía general se pueden dar antihistamínicos del tipo de hidroxicina, levocetirizina o desloratadina. Nunca terfanadina y astemizol que se metabolizan en el CYP 450. En los grados 1 y 2 suelen controlarse las manifestaciones clínicas con estas medidas, en caso contrario, así como en las reacciones cutáneas de grado 3, debe suspenderse el TEL y si no hay mejoría en siete días, suspender también RBV y solicitar valoración por un dermatólogo. Las manifestaciones cutáneas de grado 4 requieren suspensión de todos los fármacos, hospitalización y cuidados dermatológicos. 162 Capítulo 15 Otro problema inicialmente no descrito y que se ha comunicado en un porcentaje más bajo que las manifestaciones cutáneas son los síntomas anorrectales, en general con prurito o molestias leves y sangrado en forma de exudado sanguinolento, se atribuye a la eliminación de metabolitos de TEL por las heces y no se relaciona con el exantema generalizado. Se pueden utilizar pomadas antihemorroidales estándar, aunque en sujetos con antecedentes de VHS deben evitarse las que contienen corticoides. 5. Afdhal N, Dusheiko G, Giannini EG, et al. Eltrombopag therapy for HCV-related thrombocytopenia: final results of ENABLE 1, a phase 3, multicenter study of eltrombopag as an adjunct for antiviral treatment of hepatitis C virus-related chronic liver disease associated with thrombocytopenia. 62th Annual Meeting of the American Association for the Study of Liver Diseases, San Francisco 2011. Bibliografía 6. McHutchison JG, Everson GT, Gordon SC, et al. Telaprevir with peginterferon and ribavirin for chronic HCV genotype 1 infection. N Engl J Med. 2009; 360:1827-38. 1. Stickel F, Helbling B, Heim M. Critical review of the use of erythropoietin in the treatment of anaemia during therapy for chronic hepatitis C. J Viral Hepat. 2012; 19:77-87. 2. Talal AH, Liu RC, Zeremski M, et al. Randomized trial comparing dose reduction and growth factor supplementation for management of hematological side effects in HIV/hepatitis C virus patients receiving pegylated-interferon and ribavirin. J Acquir Immune Defic Syndr. 2011; 58:261-8. 3. Morasco BJ, Loftis JM, Indest DW, et al. Prophylactic antidepressant treatment in patients with hepatitis C on antiviral therapy: a doubleblind, placebo-controlled trial. Psychosomatics. 2010; 51:401-8. 4. Knegt RJ, Bezemer G, Van Gool AR, et al. Randomised clinical trial: escitalopram for the prevention of psychiatric adverse events during treatment with peginterferon-alfa-2a and ribavirin for chronichepatitis C. Aliment Pharmacol Ther. 2011; 34:1306-17. 7. Bacon BR, Gordon SC, Lawitz E, et al. Boceprevir for previously treated chronic HCV genotype 1 infection. N Engl J Med. 2011; 364:1207-17. 8. Hézode C, Dorival C, Zoulim F, et al. Real-life safety of telaprevir or boceprevir in combination with peginterferon alfa/ribavirin, in cirrhotic non responders. First results of the french early access program (ANRS CO20-CUPIC). HepDART 2011 December 4-8, 2011. Kauai, HI, USA. 9. Poordad FF, Lawitz EJ, Reddy KR, et al. SVR rates similar in boceprevir-treated patients randomized to RBV dose reduction or erythropoietin for anemia management in prospective trial. EASL 2012. Abstract 1419. 10. Cacoub P, Bourlière M, Lübbe J, et al. Dermatological side effects of hepatitis C and its treatment: Patient management in the era of directacting antivirals. J Hepatol. 2012; 56:455-63. 163 MANEJO DE LOS EFECTOS ADVERSOS DEL TRATAMIENTO ANTIVIRAL Figuras Figura 1. Figura 2. 164 Capítulo 15 Figura 3. Figura 4. 165 MANEJO DE LOS EFECTOS ADVERSOS DEL TRATAMIENTO ANTIVIRAL Figura 5. Figura 6. 166 Capítulo 15 Figura 7. Figura 8. 167 MANEJO DE LOS EFECTOS ADVERSOS DEL TRATAMIENTO ANTIVIRAL Figura 9. 168 capítulo 16 Capítulo 16 Capítulo 16 NUEVOS FÁRMACOS FRENTE AL VIRUS DE LA HEPATITIS C Juan Antonio Pineda Vergara, José Antonio Mira Escarti y Karin Neukam 1. Introducción El tratamiento de la hepatitis C en el paciente coinfectado por VIH ha experimentado un cambio drástico en el último quinquenio. Por una parte, un mejor conocimiento de la cinética vírica durante el tratamiento ha permitido que ciertos enfermos puedan tratarse durante periodos de tiempo más cortos, tales como veinticuatro semanas en el caso de los portadores de los genotipos 2 ó 3 que presentan respuesta viral rápida. Por otra parte, el descubrimiento del valor predictivo de las variaciones en el genotipo de IL28B ha permitido identificar pacientes con genotipo viral 1 y 4 en los que la probabilidad de respuesta viral sostenida (RVS) es especialmente alta o baja, hallazgo que tiene especial valor en los pacientes con genotipo 4, en los que aún no hay otras alternativas terapéuticas al alcance del clínico. Finalmente, el advenimiento de los inhibidores de la proteasa de primera generación, telaprevir y boceprevir, ha permitido alcanzar tasas de respuesta viral sostenida entre el 61% y el 74% en pacientes naïve con genotipo 1. No obstante, no estamos aún en una situación óptima en lo que al tratamiento de la hepatitis C en general, y en el coinfectado por VIH en particular, se refiere. De hecho, hay aspectos que claramente necesitan una mejoría. Así necesitamos de modo obvio nuevas drogas activas frente a genotipos no 1, especialmente 4, ya que los pacientes infectados por este genotipo viral, en particular los que presentan genotipo de IL28B no CC, desarrollan RVS a interferón pegilado (pegIFN) y ribavirina (RBV) con frecuencia inaceptablemente baja. Precisamos, asimismo, combinaciones más activas frente a genotipo 1, que permitan mejorar las tasas de RVS que logran telaprevir y boceprevir en enfermos pretratados previamente respondedores parciales y respondedores nulos a peg-IFN más RBV. Claramente se requieren combinaciones potentes que permitan tratamientos sin interferón, adecuados para enfermos que son intolerantes a este fármaco o que tienen contraindicaciones para el mismo, que sean exclusivamente orales, con pocas pastillas y administradas una vez al día, y que permitan acortar las pautas actuales. Hacen falta drogas con menos efectos adversos que las actuales, con un mejor perfil de interacciones, que puedan ser administradas a pacientes con cualquier tratamiento antirretroviral, a sujetos trasplantados, a enfermos con hepatopatía incluso muy avanzada y a niños. Finalmente, son necesarios medicamentos con mejor perfil de resistencias o que sean activos frente a las cepas resistentes a las actuales combinaciones. En la actualidad, están en desarrollo numerosas drogas activas frente al virus de la hepatitis C (VHC), dirigidas frente a dianas diversas (tabla 1), que pueden resolver muchas de las necesidades anteriormente expuestas. En las próximas líneas se comentan los datos más relevantes en cuanto a posología, eficacia, efectos adversos, interacciones y perfil de resistencias con antirretrovirales de algunas de estas drogas, habiéndose seleccionado por limitaciones de espacio aquellas que han iniciado su desarrollo clínico en pacientes infectados por VIH, tales como simeprevir, daclatasvir y BI 201335, que estarán disponibles, por lo tanto, antes que las demás, y otras que ofrecen resultados particularmente prometedores, como GS 7977. 171 NUEVOS FÁRMACOS FRENTE AL VIRUS DE LA HEPATITIS C Tabla 1. Características de algunos de los fármacos antivirales en investigación para el tratamiento de la hepatitis C. Familia Nuevos inhibidores de la proteasa NS3/4A Inhibidores de la polimerasa NS5B análogos de nucleósido Fármacos Simeprevir BI-201335 Danoprevir Vaniprevir Asunaprevir MK-5172 GS-9256 ABT-450 Mericitabina GS-7977 Barrera de resistencias Interacciones con ARV Actividad genotipos Alta Baja* Poco conocidas (salvo BI201335 y simeprevir) Variable Alta Alta Análogos nucleósidos del VIH Todos Potencia Inhibidores de la polimerasa NS5B no análogos de nucleósido Filibuvir Tegobuvir ABT-072 ABT-333 Baja-moderada Muy baja Desconocida 1 Inhibidores de la NS5A Daclatasvir Alta Baja Pocas conocidas Variable Antagonistas ciclofilina Alispovirir Moderada-alta Alta Desconocida Todos Interferones Interferón lambda Moderada Alta No Todos *La resistencia entre todos los inhibidores de la proteasa es cruzada, excepto para MK-5172, que es activo frente a cepas portadoras de mutaciones que condicionan resistencia de clase. 2. Simeprevir (TMC 435) Es un inhibidor macrocíclico de la proteasa serina NS3/4A del VHC, que puede administrarse una vez al día por vía oral, habiéndose seleccionado la dosis de 150 mg para el desarrollo de la fase III. Es activo contra los genotipos de VHC 1, 2, 4, 5 y 6. En el estudio PILLAR (1), un ensayo en fase IIb en pacientes monoinfectados naïve, el 82% de los pacientes con genotipo 1a y el 84% de los portadores de 1b que fueron tratados con peg-IFN, RBV y simeprevir a dosis de 150 mg/día desarrollaron RVS a semana 24. Hasta el 86% de los enfermos en este estudio cumplieron criterios para que pudiera acortárseles la terapia a 24 semanas. En el ensayo PILLAR, el porcentaje total de efectos adversos, de efectos adversos que causaron interrupción de la terapia, la incidencia de rash, anemia y neutropenia fueron similares en el grupo que recibió simeprevir y en el que recibió placebo. El único efecto indeseable que fue más común en el grupo tratado con simeprevir fue la hiperbilirrubinemia indirecta, que fue ligera y reversible una vez retirado el trata- 172 Capítulo 16 miento, la cual se atribuye a inhibición de los transportadores OATP1B1 y MRP2 a nivel hepático. En el ensayo ASPIRE, estudio en fase IIb en monoinfectados por genotipo 1 pretratados, con la dosis de 150 mg/día, se consiguió RVS en semana 24 en el 51% de los respondedores nulos y 75% en respondedores parciales, cifras que están notablemente por encima de las que se ha comunicado con boceprevir y telaprevir, aunque en este caso, las tasas de respuesta fueron peores para genotipo 1a. El perfil de efectos adversos fue idéntico al observado en enfermos naïve. Efavirenz induce el metabolismo de simeprevir, lo que hace que, por ahora, no se recomiende su administración conjunta. Por el contrario, no tiene interacciones significativas con tenofovir, raltegravir y rilpivirina. 3. BI 201335 Es un inhibidor lineal de la proteasa NS3/4A. Se administra a dosis de 120 a 240 mg una vez al día por vía oral. En los ensayos SILEN-C, la combinación de peg-IFN más RBV más BI 201335 logró RVS en el 82% de los pacientes naïve con genotipo 1a y en el 84% de los portadores de genotipo 1b, alcanzándose dicho objetivo en el 71% de los portadores de genotipo no CC de IL28B (2). Es administrado en periodos que oscilan entre 12 y 24 semanas. Cuando se administra durante doce semanas, el 72% de los pacientes logra respuesta viral rápida extendida (ARN de VHC en plasma <25 UI/mL a la semana 4 e indetectable a las semanas 8 y 18, y en estos pacientes se puede acortar el tratamiento con peg-IFN y RBV a 24 semanas. En los pacientes que reciben la combinación triple 24 semanas, se alcanza respuesta viral rápida extendida en el 82% de los casos. Cuando no se logra dicha respuesta, se mantiene el peg-IFN y la RBV 48 semanas. Administrado durante 16 semanas en combinación con el inhibidor de la polimerasa no nucleósido B1207127 y RBV, sin peg-IFN, logra tasas de RVS del 43% en genotipo 1a y del 69% en genotipo 1b. Desde el punto de vista de los efectos adversos, los comunicados más frecuentemente en las combinaciones que incluyen esta droga son el rash, náuseas, exantema, fotosensibilidad e hiperbilirrubinemia indirecta. En los pacientes que experimentan un repunte de viremia, suelen encontrarse mutaciones de resistencia cruzada a la familia de los inhibidores de la proteasa, siendo la más común la R155K en los portadores de genotipo 1a y la D168V en los infectados por genotipo 1b. El BI 201335 tiene un mejor perfil de interacciones que los inhibidores de la proteasa de primera generación. Así, en el ensayo clínico en fase III en pacientes coinfectados por VIH se permite la coadministración con tenofovir, FTC, abacavir, 3TC, efavirenz, darunavir/ritonavir, maraviroc y atazanavir/ritonavir, si bien los pacientes con éste último están siendo sometidos a un subestudio farmacocinético. Con efavirenz, la dosis habitual de 120 mg es preciso aumentarla a 240 mg. 4. Daclatasvir (BMS 790052) Es un inhibidor de la proteína NS5A, que juega un papel crítico, aunque poco claro, en el ciclo replicativo del VHC, sabiéndose que es esencial para la producción de viriones maduros. Se trata de un fármaco activo frente a todos los genotipos de VHC. Es el inhibidor más potente de la replicación del VHC identificado hasta la fecha. La vía de administración es oral, una vez al día, a dosis de 30 a 90 mg. Daclatasvir es uno de los fármacos sobre los que más datos existen en combinaciones sin interferón y está en proyecto la posibilidad de coformularlo con otros antivirales de administración oral. En los estudios en fase II, administrado junto a peg-IFN y RBV a dosis de 60 mg/día en regímenes de 24 semanas de duración, los pacientes naïve monoinfectados han alcanzado tasas de respuesta sostenida del 83% (3). En biterapia con el inhibidor de la proteasa asunaprevir durante 24 semanas ha logrado un 100% de RVS en pacientes japoneses, previamente respondedores nulos, genotipo 1b (4). En enfermos americanos, mayoritariamente portadores de genotipo 1a, esta tasa fue sólo del 36% (5). Por el contrario, el estudio AI447-011, en el que se administró una terapia cuádruple con peg-IFN, RBV, daclatasvir y asunaprevir durante 48 semanas a enfermos previamente respondedores nulos, genotipo 1a, con genotipo de IL28B no CC, se han comunicado tasas de RVS cercanas al 100%. En los ensayos clínicos con daclatasvir, los únicos efectos adversos que han sido más frecuentes en pacientes tratados con el fármaco que en los que recibieron placebo han sido las náuseas, los vómitos y la 173 NUEVOS FÁRMACOS FRENTE AL VIRUS DE LA HEPATITIS C sequedad cutánea. En lo que se refiere a interacciones con el tratamiento antirretroviral, la dosis habitual de 60 mg/día tiene que ser reducida a la mitad si se coadministra con atazanavir potenciado y aumentada a 90 mg/día si se prescribe conjuntamente con efavirenz. En el ensayo en fase III en pacientes coinfectados por VIH y VHC se permite la administración conjunta de daclatasvir con atazanavir, lopinavir y darunavir potenciados, efavirenz, nevirapina, rilpivirina, abacavir, tenofovir, 3TC, FTC, raltegravir, T20 y maraviroc. La barrera genética para la aparición de resistencias a daclatasvir es baja. La presencia de las mutaciones Q30E e Y93N de forma aislada confieren altos niveles de resistencia al fármaco. 5. GS 7977 Es un análogo de la uridina, que se comporta como inhibidor de la ARN polimerasa dependiente de ARN del VHC. Inicialmente fue desarrollado por Pharmaset, por lo que era conocido como PSI 7977, adoptando su actual denominación una vez adquirido por Gilead. Se administra a dosis de 200-400 mg una vez al día, independientemente del ritmo de comidas. Es activo frente a todos los genotipos del VHC y no se ha descrito ningún efecto adverso relevante asociado a esta droga. En el ensayo clínico PROTON, en pacientes con genotipo 1, usando GS 7977 durante doce semanas a dosis de 200 ó 400 mg/día, junto a peg-IFN más RBV durante 24-48 semanas, en función de que el paciente hiciera o no respuesta virológica rápida extendida, las tasas de RVS alcanzadas por intención de tratar fueron del 91% (6). En este ensayo, en los portadores de genotipo 3 se administró peg-IFN, RBV y GS 7977 400 mg durante doce semanas y se logró RVS en el 94% de los pacientes. En el ensayo clínico ELECTRON, un estudio en fase II, y, por ello, con un número de pacientes todavía limitado, la combinación GS 7977 400 mg más RBV administrada durante doce semanas logró un 100% de RVS, la misma tasa que las combinaciones de estos fármacos que incluían peg-IFN, en pacientes con genotipo 3 (7). En cambio, cuando esta combinación era administrada a enfermos con genotipo 1, previamente respondedores nulos, si bien todos ellos conseguían respuesta al final del tratamiento de doce semanas, cuatro semanas después se había producido un repunte de viremia en la mayoría de ellos (8). En el ensayo ATOMIC, en el brazo que recibe durante doce sema- nas la combinación peg-IFN, RBV y GS 7977 se ha comunicado una tasa de RVS del 90%. Finalmente, en el ensayo AI444-040, se está evaluando la combinación GS 7977 con daclatasvir durante 24 semanas, un régimen completamente oral sin efectos adversos graves conocidos, activo contra todos los genotipos. La tasa de RVS cuatro semanas tras la finalización del tratamiento en este estudio fue del 100% para genotipo 1 y mayor del 90% para genotipos 2-3. Se desconocen las potenciales interacciones de GS 7977. “In vitro”, la mutación S28T confiere resistencia para los genotipos 1a y 1b, con una marcada reducción de “fitness”, y sólo un ligero aumento de la EC50 para genotipo 2a. No obstante, para que aparezca resistencia asociada a dicha mutación es preciso que se produzcan varios cambios en otros residuos en la palma y el dedo de la polimerasa, en tanto que cambios en la palma compensan la pérdida de fitness. Por ello, la barrera de resistencias a GS 7977, como la de otros inhibidores de la polimerasa análogos de nucleósido, es alta. 6. Conclusiones Los fármacos que están en investigación para el tratamiento de la hepatitis C, muy probablemente van a resolver gran parte de los problemas que plantean las pautas actuales. Efectivamente, aunque muchos de estos fármacos están aún en fase II o iniciando la fase III, está claro que vamos a disponer de drogas con actividad para todos los genotipos (M5172, análogos de nucleósido, daclatasvir, alisporivir), drogas y combinaciones aplicables a pacientes intolerantes a interferón (inhibidores de la NS5A con inhibidores de la polimerasa, inhibidores de la proteasa más inhibidores de la polimerasa o de la NS5A, alisporivir, interferón lambda, etc.) y regímenes de tratamiento cortos que va a permitir tratar a una gran parte de los pacientes, al menos los genotipos 2 y 3, y muchos de los genotipos 1, durante doce semanas, con tasas de respuesta superior al 90%. Una gran parte de los fármacos en desarrollo se administran una vez al día, con uno o dos comprimidos y, en el caso de los inhibidores de la polimerasa y daclatasvir, con muy pocos o ningún efecto adverso, lo que hará los tratamientos futuros mucho más cómodos y tolerables. El problema que pudiera suponer la resistencia cruzada a los inhibidores de la proteasa, puede quedar soslayado con el advenimiento de fármacos de otras familias y 174 Capítulo 16 del MK-5172. Finalmente, la disponibilidad de más fármacos, con un mejor perfil de interacciones y de más datos acerca de este tema puede reducir el problema que suponen actualmente las interacciones de boceprevir y telaprevir con el tratamiento antirretroviral. Quizás, solamente los pacientes muy difíciles de tratar, con genotipo 1a, IL28B no CC, cirróticos y previamente respondedores nulos, pueden continuar siendo un problema. De todos modos, los resultados antes comentados, que se obtienen con la terapia cuádruple con peg-IFN, RBV, daclatasvir y asunaprevir durante 48 semanas en estos pacientes resultan alentadores en este sentido. 4. Chayama K, Takahashi S, Kawakami Y, et al. Dual oral combination therapy with the NS5A inhibitor BMS-790052 and the NS3 protease inhibitor BMS-650032 achieved 90% sustained virologic response (SVR12) in HCV genotype 1b-infected null responders. 62nd Annual Meeting of the American Association for the Study of Liver Disease (AASLD 2011). San Francisco, 2011 November 4-8. Abstract LB-4. Bibliografía 6. Lawitz E, Lalezari JP, Hassanein T, et al. PROTON: PSI-7977 & Peg/RBV in treatment-naïve patients with HCV GT1: sustained virologic response. 62nd Annual Meeting of the American Association for the Study of Liver Disease (AASLD 2011). San Francisco, 2011 November 4-8. Abstract 225. 1. Fried M, Buti M, Dore GJ, et al. TMC435 in combination with peginterferon and ribavirin in treatment-naïve HCV genotype 1 patients: final analysis of the PILLAR phase IIb study. 62nd Annual Meeting of the American Association for the Study of Liver Diseases. San Francisco, 2011 November 4-8. Abstract LB-5. 2. Sulkowski M, Ceasu E, Asselah T, et al. SILENC1: Sustained virologic response (SVR) and safety of BI201335 combined with peginterferon alfa2a and ribavirin (P/R) in treatment-naive patients with chronic genotype 1 HCV infection. 46th Annual Meeting of the European Association for the Study of the Liver (EASL 2011). Berlin, 2011 March 30-April 3. Abstract 60/324. 3. Pol S, Ghalib RH, Rustgi VK, et al. BMS790052 plus peginterferon alfa and ribavirin demonstrated up to 83% sustained virologic response 24 weeks post-treatment (SVR24) in phase II study of genotype 1 hepatitis C patients. 51th ICAAC Chicago, IL, 2011 September 1720. Abstract H1-376. 5. Lok AS, Gardiner DF, Lawitz E, et al. Preliminary study of two antiviral agents for hepatitis C genotype 1. N Engl J Med 2012; 366:216-24. 7. Gane EJ, Stedman CA, Hyland RH, et al. Once daily PSI-7977 plus RBV: pegylated interferonalfa not required for complete rapid viral response in treatment-naive patients with HCV GT2 or GT3. 62nd Annual Meeting of the American Association for the Study of Liver Disease (AASLD 2011). San Francisco, 2011 November 4-8. Abstract 34. 8. Gane EK, Stedman C, Anderson J, et al. 100% Rapid virologic response for PSI-7977 + ribavirin in genotype 1 null responders (ELECTRON): early viral decline similar to that observed in genotype 1 and genotype 2/3 treatment-naive patients. 19th Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections. Seattle, WA, 2012 March 5-8. Abstract 54LB. 175 NUEVOS FÁRMACOS FRENTE AL VIRUS DE LA HEPATITIS C Figuras Figura 1. Figura 2. 176 Capítulo 16 Figura 3. Figura 4. 177 NUEVOS FÁRMACOS FRENTE AL VIRUS DE LA HEPATITIS C Figura 5. Figura 6. 178 capítulo 17 Capítulo 17 Capítulo 17 RESISTENCIA AL TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C Marcial Delgado Fernández, Luis Fernando López Cortés y Dolores Merino Muñoz 1. Introducción 2. Resistencias al interferón En la actualidad, el tratamiento estándar de la hepatitis C está basado en una combinación de interferón pegilado, ribavirina y, en los pacientes infectados por el genotipo 1 con fibrosis significativa y genotipo C/C de la interleuquina 28 ó con fibrosis en puentes/ cirrosis con independencia del genotipo de la interleuquina 28, telaprevir o boceprevir. Telaprevir y boceprevir son dos inhibidores de estructura lineal de primera generación de la proteasa del virus C. En el futuro, se esperan nuevos inhibidores de la proteasa del virus C de primera generación con estructura macrocíclica y se vislumbran en el horizonte inhibidores de la proteasa de segunda generación, como el MK5172. También se esperan fármacos activos a través de la proteína no estructural 5A y de la proteína no estructural 5B o polimerasa. Todos estos fármacos se denominan globalmente antivirales de acción directa (AAD). Además, se están diseñando nuevos tratamientos que actúan sobre moléculas endógenas del hepatocito, que utiliza el virus C en su proceso de replicación, denominadas inhibidores indirectos o antivirales de acción no directa (No AAD) (1). Las mejores tasas de curación conseguidas con estos nuevos fármacos suponen un avance revolucionario en el tratamiento de la hepatitis C, si bien la alta capacidad replicativa del virus implica un riesgo para el desarrollo de mutaciones de resistencia, máximo en aquellos pacientes no sensibles al interferón más ribavirina, o con problemas de adherencia al tratamiento. A continuación analizaremos las evidencias actuales de resistencias al tratamiento por familias terapéuticas del virus C. En el estudio SPRINT-2, sobre un subanálisis en población no afroamericana, se encontró sensibilidad disminuida al interferón pegilado más ribavirina, definida como la incapacidad para lograr una reducción de un logaritmo decimal tras cuatro semanas de tratamiento, entre un 21 y un 26% de los pacientes. En la actualidad, se ha definido una región dentro de la proteína no estructural 5A del virus C denominada región determinante de la sensibilidad al interferón o ISDR (interferon sensitivity-determining region). Mutaciones en esta región o vecinas a la misma podrían alterar la sensibilidad de la cepa viral al interferón-ribavirina (2). No se ha demostrado selección de cepas virales resistentes al interferón seguidas de escape virológico en pacientes tratados con interferón pegilado más ribavirina (3). 3. Resistencias a la ribavirina No se conoce bien el mecanismo de acción de la ribavirina, si bien se propone un efecto directo sobre la polimerasa o proteína no estructural 5B, la inducción de incorporaciones erróneas de nucleótidos que determinen una mutagénesis letal, la depleción de las reservas de guanosina trifosfato intracelulares, la inducción de una repuesta de linfocitos Th1 con la producción de sus citocinas específicas, y una regulación al alza de los genes implicados en la señal del interferón (4). La ribavirina disminuye las posibilidades de escape virológico durante el tratamiento cuando se añade al interferón, y las posibilidades de recaída tras la suspensión del tratamiento combinado. 181 RESISTENCIA AL TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C En ensayos clínicos se ha visto que la eficacia de las combinaciones libres de interferón con un inhibidor de la proteasa y de la polimerasa puede verse claramente reforzada con la adición de ribavirina, lo cual sugiere una acción antiviral directa de la ribavirina in vivo (4). Se han descrito mutantes resistentes a la ribavirina en replicones del virus C. Recientemente, se ha logrado aislar en cultivos celulares una cepa del virus C resistente a la ribavirina, con tasas de replicación similares a las de las cepas salvajes cultivadas en ausencia de ribavirina (4). No se ha demostrado selección de cepas virales resistentes a la ribavirina seguidas de escape virológico en pacientes tratados con interferón pegilado más ribavirina (3). 4. Resistencias a los antivirales de acción directa El virus de la hepatitis C se caracteriza por su alta capacidad replicativa. Con una vida media de entre dos y cinco horas, se estima una producción y aclaramiento de partículas virales de entre 1010 y 1012 viriones por día en los pacientes infectados (1). Lo imperfecto del mecanismo replicativo de la polimerasa de ARN, o proteína no estructural 5B, dependiente de ARN del virus C ocasiona la aparición de cantidades ingentes de variantes virales de forma continua durante la infección. La tasa de error se estima en 10-3 a 10-5 mutaciones por nucleótido por replicación genómica. La mayoría de las variantes producidas presentan una capacidad replicativa menor debido a la pérdida de función de las proteínas codificadas inducidas o a una falta de tolerancia por el sistema inmune del huésped. Sin embargo, muchas variantes sobreviven. Al conjunto de las mismas presentes en una persona se les llama cuasi-especies, existiendo típicamente una cepa dominante salvaje o wild-type. Entre los seis genotipos conocidos del virus C existe una diferencia en la secuencia de nucleótidos de en torno a un 31-33%. Se conocen unos cien subtipos del virus C, con una diferencia en la secuencia de nucleótidos de en torno a un 20-25% (1). Las resistencias a los antivirales de acción directa se deben a la selección durante el tratamiento de variantes virales portadoras de sustituciones de aminoácidos que alteran el lugar de unión al fármaco. Estas variantes resistentes preexisten como poblaciones minoritarias entre las cuasi-especies del paciente. En ocasiones no se detectan con las técnicas de amplifi- cación convencionales porque dichas sustituciones de aminoácidos, además de conferir resistencia, también reducen la capacidad replicativa del virus en ausencia del fármaco. Técnicas más sensibles, como la pirosecuenciación ultra profunda, pueden ponerlas de manifiesto (5). La exposición a los fármacos puede inhibir la replicación de las cepas dominantes de forma que las variantes de resistencia ocupen gradualmente el espacio replicativo vacante. Posteriormente, mutaciones secundarias o compensatorias pueden restaurar la fitness o capacidad replicativa del virus resistente in vivo, permitiendo unas tasas de replicación a niveles casi basales. El grado de resistencia a los fármacos puede medirse in vitro viendo en cuánto se incrementa la concentración inhibitoria para el 50% o el 90% de la actividad enzimática en cuestión en presencia del fármaco (IC50 e IC90), o en sistemas de cultivos celulares o en replicones, midiendo la concentración efectiva inhibitoria al 50% o al 90% del crecimiento de los cultivos en presencia del fármaco (EC50 y EC90). No existe consenso sobre el incremento mínimo necesario en estas actividades para considerar que la sustitución de un aminoácido concreto confiera resistencia (5). In vitro, la resistencia se ve influenciada por la barrera genética del fármaco, la capacidad replicativa o fitness de la población variante viral y la exposición al fármaco definida como la concentración del fármaco obtenida in vivo con respecto a la IC50-IC90/EC50-EC90 de las cepas resistentes (5). La barrera genética es el número de sustituciones de aminoácidos necesarias para que una variante viral adquiera resistencia al fármaco en cuestión. Cuando una sola mutación es suficiente para conferir alto nivel de resistencia, el fármaco se considera de baja barrera genética. Cuando se necesitan tres o más mutaciones, se considera de alta barrera genética (3). Dada la rapidez con la que se pueden seleccionar mutaciones de resistencias a los antivirales de acción directa, la FDA ha restringido el uso de estos fármacos en monoterapia a solo tres días, debiendo posteriormente añadirse el estándar de tratamiento (6). Dado que el virus C es un virus ARN monocatenario que se replica directamente, generando una cadena de ARN complementaria la cual genera posteriormente numerosas cadenas de ARN similares a la original 182 Capítulo 17 sin intermediación de ADN, no se produce integración viral en el genoma del huésped. Esto impide que queden archivadas mutantes resistentes en el genoma humano, a diferencia de lo que ocurre con otros virus como el virus de la hepatitis B o el VIH. Pese a ello, si la capacidad replicativa de las cepas mutantes no está mermada, pueden pasar meses o incluso años antes de la desaparición definitiva de las mismas (3). 5. Resistencia a los inhibidores de la proteasa del virus C Los inhibidores de las proteasas son moléculas que se unen al sitio activo de la proteasa no estructural 3/4A, impidiendo la escisión de las proteínas NS4B, NS5A y NS5B o polimerasa. Con su actividad, evitan la conformación de la polimerasa y el comienzo de su actividad replicativa. Estas moléculas son muy selectivas, por lo que cada inhibidor de la proteasa tiene una actividad diferente frente a cada genotipo del virus C, e incluso existen diferencias en las respuestas obtenidas por subtipos (1). Los inhibidores de la proteasa del virus C de primera generación se consideran fármacos de baja barrera genética a las resistencias, si bien muy raramente vamos a encontrar de forma basal variantes resistentes a los mismos. Los inhibidores de la proteasa del virus C de segunda generación se consideran fármacos de barrera genética intermedia (3). Los dos inhibidores de la proteasa del virus C de los que disponemos actualmente son telaprevir y boceprevir. Se han detectado variantes resistentes basalmente en el 5% de los pacientes naïve en los ensayos con telaprevir y en el 7% de los pacientes naïve en los ensayos con boceprevir. La presencia de dichas variantes no tuvo impacto en la respuesta al tratamiento. En la actualidad, se considera que no es necesaria la realización de un test de resistencia a los inhibidores de proteasas del virus C antes de comenzar el tratamiento (7). Las siguientes variantes se han descrito en pacientes naïve: V36M (0,9%), R155K (0,7%), V170A (0,2%) y R109K (0,2%). Los pacientes infectados por el subtipo 1a del virus C tienen una prevalencia bastante superior de variantes asociadas a resistencia que los infectados por el subtipo 1b (8,6% vs. 1,4%) (8). En los ensayos en pacientes naïve, aparecieron variantes resistentes a lo largo del tratamiento en el 12% de los pacientes tratados con telaprevir y en el 16% de los tratados con boceprevir. El 80-90% de los pacientes que experimentan escape virológico o supresión viral incompleta durante el tratamiento o recaídas presentaban variantes resistentes. En los ensayos en fase III de telaprevir, se detectó persistencia de las mutaciones de resistencia al mismo en el 40% de los pacientes tras 45 semanas de seguimiento. En los ensayos en fase II de boceprevir, se detectó persistencia de las mutaciones de resistencia al mismo en el 43% de los pacientes tras dos años de seguimiento (7). Estas variantes resistentes fueron más frecuentes en los pacientes infectados por el subtipo 1a que en los infectados por el subtipo 1b, debido a que la selección de R155K/T requiere del cambio de un nucleótido en el subtipo 1a, pero de dos nucleótidos en el subtipo 1b (1). Para evitar incrementar el número de resistencias a los inhibidores de la proteasa del virus C, se recomienda suspender el tratamiento atendiendo a las reglas de parada o si se observa escape virológico, esto es, un incremento superior a un logaritmo decimal con respecto al nadir de carga viral conseguido (7). Así mismo, los pacientes sin respuesta virológica, con escapes virológicos o que recaen estando en tratamiento con un inhibidor de la proteasa del virus C no deben ser retratados con el otro inhibidor de la proteasa, por la frecuencia con que aparecen resistencias cruzadas entre ambos y entre todos los de primera generación, en general (7). Las mutaciones que confieren bajo nivel de resistencia (descenso de 3-25 veces para telaprevir y de 2-10 veces para boceprevir de la mediana de la concentración inhibitoria) son: • Telaprevir: V36A/M, T54A/S, R155K/T, A156S • Boceprevir: V36M, T54A, R155K, V170A (8) Las mutaciones que confieren alto grado de resistencia (descenso más de 25 veces para telaprevir y más de 50 veces para boceprevir de la mediana de la concentración inhibitoria) son : • Telaprevir: A156T/V • Boceprevir: A156T (8) La mutación A156T y la mutación R155K confieren resistencia a todos los inhibidores de proteasas del virus C. La mutación A156T confiere alto grado de resistencia asociado a una capacidad replicativa disminuída, por lo que se selecciona in vitro pero con 183 RESISTENCIA AL TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C menor frecuencia in vivo. La mutación R155K confiere bajo nivel de resistencia a los inhibidores de proteasas lineales y alto nivel a los macrocíclicos, y se encuentra con frecuencia in vivo. La presencia de varias mutaciones, incrementa el grado de resistencia a los inhibidores de la proteasa del virus C (3). Los inhibidores de las proteasas macrocíclicos como vaniprevir, danoprevir, TMC-435 ó BI201335, también seleccionan variantes de resistencia con sustituciones en la posición D168A/V/T/H; y el inhibidor de la proteasa del virus C de segunda generación MK5172, con actividad pangenotípica, inhibe a la mayoría de las cepas resistentes a los inhibidores de la proteasa de primera generación, a excepción de aquellos con sustituciones en la posición 156 (5). Si con el paso del tiempo los estudios de resistencia objetivan que han desaparecido las variantes mutantes resistentes, no habría impedimento en teoría para el uso de nuevo de un inhibidor de la proteasa de primera generación correctamente acompañado por otros nuevos antivirales de acción directa (3). 7. Resistencias a los inhibidores de la NS5A No se conoce con claridad el papel de la proteína no estructural 5A en el virus C. Se sabe que no tiene una función enzimática y que juega un papel crucial en el ciclo replicativo. Tiene actividad pangenotípica y una baja barrera genética. El fármaco más prometedor de esta familia es el daclatasvir o BMS790052, que se une específicamente al dominio I e inhibe potentemente la replicación del VHC. In vitro, las cepas con sustituciones de aminoácidos en las posiciones M28, Q30, M21 o Y93, adquieren resistencia de alto y bajo grado respectivamente frente a los subtipos 1a y 1b del virus C. In vivo no se han seleccionado cepas resistentes, pero la exposición ha sido muy corta; sí se han seleccionado rápidamente en terapias con un inhibidor de la proteasa del virus C de primera generación en un tratamiento libre de interferón y ribavirina (5). Bibliografía 1. Sarrazin C, Zeuzem S. Resistance to direct antiviral agents in patients with hepatitis C virus infection. Gastroenterology. 2010; 138:447-62. 6. Resistencias a los inhibidores de la polimerasa Se distinguen dos grandes grupos entre estos fármacos, los análogos de nucleósidos y los no análogos de nucleósidos (1,5). Los análogos de nucleósidos o nucleótidos se unen al sitio catalítico de la enzima, bloqueando la incorporación de nuevos dideoxinucleótidos trifosfatos en el genoma de ARN en formación. Tienen actividad pangenotípica. No existen evidencias de resistencias frente a los primeros, incluso cuando se usan en monoterapia de forma prolongada como es el caso de la mericitabina o RG7128. Ello parece estar relacionado con la baja capacidad replicativa de las variantes de resistencia seleccionadas (S282T) (5). Por el contrario, los no análogos de nucleósidos tienen una barrera genética intermedia. Existen varias familias que en esencia bloquean cuatro sitios alostéricos en la superficie de la polimerasa, induciendo cambios conformacionales en la misma, alterando su capacidad catalítica y disminuyendo la síntesis de nuevo genoma viral (1). Existen pocas evidencias de resistencias, dado que se han estudiado en monoterapia 3-5 días. El más destacable es el filibuvir. Sus variantes de resistencia tienen una sustitución en la posición M423 (5). 2. Zhou X-M, Chan PKS, Tam JS. Mutations around interferon sensitivity-determining region: a pilot resistance report of hepatitis C virus 1b in a Hong Kong population. World J Gastroenterol. 2011; 17:5317-23. 3. Halfon P, Sarrazin C. Future treatment of chronic hepatitis C with direct acting antivirals: is resistance important? Liver Int. 2012; 32 Suppl 1:79-87. 4. Feigelstock DA, Mihalik KB, Feinstone M. Selection of hepatitis C virus resistant to ribavirin. Virol J. 2011; 8:402. 5. Pawlotsky JM. Treatment failure and resistance with direct-acting antiviral drugs against hepatitis C virus. Hepatology. 2011; 53:1742-51. 6. Quer J, Buti M, Cubero M, et al. New strategies for the treatment of hepatitis C virus infection and implications of resistance to new directacting antiviral agents. Infect Drug Resist. 2010; 3:133-45. 184 Capítulo 17 7. Ghany MG, Nelson DR, Strader DB, et al. An update on treatment of genotype 1 chronic hepatitis C virus infection: 2011 practice guideline by the AASLD. Hepatology. 2011; 54:1433-43. 8. Butt AA, Kanwal F. Boceprevir and telaprevir in the management of hepatitis C virus-infected patients. Clin Infect Dis. 2012; 54:96-104. Figuras Figura 1. Figura 2. 185 RESISTENCIA AL TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C Figura 3. Figura 4. 186 capítulo 18 Capítulo 18 Capítulo 18 PREVENCIÓN DE LA HEPATITIS C. PROFILAXIS DE OTRAS HEPATITIS VIRALES EN EL COINFECTADO POR VIH Y VHC José Antonio Mira Escarti, Nicolás Merchante Gutiérrez y Juan Macías Sánchez 1. Prevención de la hepatitis C en pacientes infectados por el VIH La prevalencia de la coinfección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el virus de la hepatitis C (VHC) es frecuente en nuestro área dado que ambos virus comparten las mismas vías de transmisión. De hecho, el principal factor de riesgo para la adquisición de la infección por el VHC en el paciente infectado por VIH está relacionado con el uso de drogas por vía intravenosa. Además, son conocidos otros factores de riesgo de transmisión, como el contacto sexual no protegido, la transmisión vertical, las transfusiones, las inyecciones terapéuticas inseguras, la exposición ocupacional, el uso de drogas no inyectables y la realización de tatuajes y piercing en lugares sin las medidas higiénicas adecuadas. Desafortunadamente, hasta la fecha no disponemos de vacunas frente al VHC. Por ello, la prevención de la hepatitis C, tanto en el paciente monoinfectado por VHC como en el coinfectado por VIH/VHC, debe basarse en medidas que eviten las prácticas de riesgo conocidas de transmisión del VHC. Dentro de éstas, es de suma importancia ofrecer educación del VHC a los pacientes infectados por VIH y fomentar el abandono de la drogadicción con programas de apoyo para la deshabituación en usuarios de drogas por vía intravenosa (1). Si esta medida no se consigue, hay que insistir al paciente del riesgo de infección por VHC si utilizan materiales no estériles y si comparten o reutilizan agujas, jeringuillas u otros utensilios (1). Asimismo, hay que recordar a los pacientes que compartir objetos de cuidado personal que puedan estar contaminados con sangre, como cepillos dentales, cuchillas, maquinillas de afeitar, pinzas o tijeras, podría facilitar la transmisión del VHC (1). Por otro lado, tanto el cribado sistemático en los bancos de sangre y los programas de educación sanitaria y de dispensación de jeringuillas estériles deben ser medidas prioritarias para evitar nuevas infecciones por VHC debido a transfusiones e inyecciones inseguras en los países en vías de desarrollo. El riesgo de transmisión sexual del VHC aumenta en aquellos pacientes infectados por VIH, especialmente en parejas homosexuales, si conllevan una mayor exposición a la sangre, como ocurre en las relaciones sexuales largas y enérgicas, el sexo anal, el fisting y las relaciones sexuales múltiples o con una mujer durante la menstruación sin preservativos (1). Por ello, se recomiendan medidas preventivas de transmisión sexual (protección de barrera) (1,2). Por lo que respecta a la transmisión vertical del VHC sabemos que es mayor en las mujeres coinfectadas por VIH/VHC (3). Actualmente no hay información que indique que el parto vaginal o la lactancia aumenten el riesgo de transmisión del VHC (3) ni existen recomendaciones específicas para evitar la transmisión vertical del VHC en el paciente infectado por VIH. Tanto el consumo de drogas por vía no parenteral (compartir tubos o billetes enrollados para esnifar drogas o pipa crack) como la realización de tatuajes o de piercing en centros sin control sanitario apropiado están emergiendo como factores de riesgo de transmisión del VHC. Por ello, en consumidores de drogas no inyectadas se recomienda que utilicen materiales propios sin compartirlos, mientras los tatuajes, acu- 189 PREVENCIÓN DE LA HEPATITIS C. PROFILAXIS DE OTRAS HEPATITIS VIRALES EN EL COINFECTADO POR VIH Y VHC puntura o piercing se han de realizar por personal profesional y con las medidas higiénicas adecuadas. Por último, el riesgo de transmisión del VHC tras una exposición accidental está en torno al 1% y es aproximadamente diez veces mayor que la del VIH. El riesgo de transmisión tras el accidente depende de la infectividad del fluido, la cual es más elevada a mayor concentración de ARN del VHC, y del tejido expuesto. En la actualidad, no existe ninguna medida o tratamiento que haya demostrado reducir el riesgo de infección por VHC tras una exposición accidental. No obstante, sí se ha sugerido que las estrategias basadas en la determinación precoz de ARN-VHC tras una inyección accidental se asocian con una detección de la infección y un tratamiento frente a ésta más precoz, lo que podría resultar en tasas menores de evolución hacia la cronicidad (4). 2. Profilaxis de otras hepatitis virales en el paciente coinfectado por VIH y VHC 2.1. Infección por el virus de la hepatitis A La infección por el virus de la hepatitis A (VHA) se transmite a través de la vía fecal-oral, concretamente por fómites (pañales, etc.), agua, persona a persona o alimentos contaminados, como frutas, vegetales, mariscos o pescados crudos. Además, se han comunicado brotes de infección por VHA en hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, especialmente entre aquellos que realizan prácticas de sexo anal. La mayoría de las infecciones por VHA son sintomáticas y se curan completamente. No obstante, un 1,5% de la población general fallece por infección por VHA y este porcentaje parece ser superior en los pacientes con hepatopatía crónica concomitante. Asimismo, el porcentaje de pacientes infectados por VIH expuestos al VHA es elevado en nuestro ámbito. Así, en un reciente estudio epidemiológico realizado en el hospital universitario de Valme (Sevilla), la prevalencia de anticuerpos IgG frente al VHA era del 84% en los pacientes infectados por VIH (5). La profilaxis de la infección por VHA consiste en la adopción de medidas higiénicas personales y en la vacunación frente a este virus. Dentro de las medidas higiénicas, se recomienda el lavado de manos antes de preparar la comida, comer o cambiar un pañal, evitar el consumo de vegetales crudos no controlados adecuadamente y evitar la ingesta de pescados o moluscos crudos procedentes de aguas contaminadas (2). Además, en los viajes a zonas endémicas se deberá consumir el agua embotellada y evitar el hielo en la bebida, etc., mientras en las relaciones sexuales se recomienda una higiene adecuada y el uso de preservativo (2). La profilaxis primaria más eficaz de la infección por VHA es la vacunación frente a este virus. Actualmente la vacunación puede ser llevada a cabo mediante la administración de una vacuna monovalente o de una vacuna combinada frente al VHA y al virus de la hepatitis B (VHB), las cuales han demostrado que confieren una inmunogenicidad muy elevada y duradera. La pauta de la vacuna monovalente (HAVRIX®) consiste en la administración de dos dosis, la segunda de ellas a los 6 a 18 meses después de la primera. La vacuna combinada se puede administrar en personas mayores de 17 años, mediante la administración de tres dosis (0, 1 y 6 meses) o cuatro dosis (0, 7 y 21 a 30 días) junto con una dosis de refuerzo a los doce meses. En lo que se refiere a los pacientes infectados por VIH, las pautas vacunales frente al VHA recomendadas por las guías nacionales son iguales que en la población general (2), aunque la respuesta inmunogénica que se consigue es menor, oscilando las tasas de seroconversión entre el 26 y 93%. Además, se ha comunicado que la inmunogenicidad es mayor en aquellos enfermos infectados por VIH con niveles elevados de células CD4+/mm3 y en aquellos con un control virológico adecuado (6,7). Por ello, las guías nacionales recomiendan la vacunación frente al VHA en los pacientes infectados por VIH, y especialmente en los coinfectados por VHC o VHB, que sean susceptibles (Anti-VHA negativo) y que presenten recuentos de CD4+ superiores a 200 células/mm3 (2). En los enfermos con niveles de CD4+ inferiores a 200 células/mm3 se deberá retrasar la vacunación hasta que se consiga un aumento de los niveles de CD4+ con el tratamiento antirretroviral (2). Por otro lado, en base a los elevados porcentajes de seroconversión y los datos que muestran una respuesta duradera en la población infectada por VIH tras la vacunación, no se recomienda realizar determinaciones postvacunales del título de anticuerpos frente al VHA ni la administración de dosis adicionales de la vacuna (2). A pesar de la eficacia demostrada por la vacuna fren- 190 Capítulo 18 te al VHA, la escasa información disponible muestra que el porcentaje de enfermos susceptibles vacunados está sólo en torno al 25% (5), lo cual sugiere la necesidad de que los médicos mejoremos la indicación de esta vacunación en los pacientes infectados por VIH. 2.2. Infección por el virus de la hepatitis B La coinfección por el VIH y el VHB es relativamente frecuente ya que comparten vías de transmisión, especialmente la parenteral y la sexual. Los últimos datos epidemiológicos muestran que alrededor del 5% de los pacientes infectados por VIH presentan una infección activa por el VHB en nuestra área (5). Además, es conocido que los pacientes coinfectados por VIH/ VHB o VHB/VHC evolucionan más rápidamente a cirrosis hepática y al desarrollo de hepatocarcinoma. La profilaxis de la infección por este virus en el paciente infectado por VIH se basa en la realización de una serie de medidas dirigidas a evitar las prácticas de riesgo de transmisión del VHB, las cuales son similares a las comentadas previamente para la prevención de la infección por VHC, y en la vacunación frente al VHB. Por lo que respecta a la vacunación contra el VHB en este subgrupo de enfermos, ésta deberá ser indicada a los pacientes con una determinación de HBsAg negativo sin anti-HBs positivo (2). La pauta vacunal estándar (ENGERIX B 20 mcg® y HBVAXPRO 10 mcg®) consiste en la administración de tres dosis por vía intramuscular en el deltoides, a los 0, 1 y 6 meses. Además, también es posible alcanzar una protección frente al VHB de forma más rápida con la administración de la vacuna a los 0, 1, 2 meses, o bien, a los 0, 7, 21 días, con una dosis de recuerdo a los 6-12 meses en ambas pautas. Aunque el porcentaje de seroconversión tras la vacunación es elevada con las pautas actuales, la respuesta inmune es inferior en los sujetos con niveles de CD4+ más bajos. Por otro lado, en un ensayo clínico se consiguieron tasas mayores de seroconversión en los pacientes infectados por VIH con CD4+ mayores de 350/mm3 que recibieron el doble de la dosis estándar establecida (20 μg ó 40 μg dependiendo del tipo comercial de vacuna) (8). Por ello, las recomendaciones actuales aconsejan vacunar frente al VHB con doble dosis a los individuos con CD4+ superiores a 350 células/mm3 en los meses 0, 1 y 6-12, mientras en aquellos con CD4+ entre 200-350/mm3 se recomiendan la dosis estándar a los 0, 1, y 6-12 meses (2). En los pacientes con CD4+ inferiores a 200/mm3 si no se encuentran en terapia antirretroviral deberá iniciarse y proceder a la vacunación cuando los niveles hayan aumentado (2). Los títulos de anti-HBs deben ser valorados entre cuatro y doce semanas después de acabar la vacunación con objeto de determinar si ha existido la respuesta adecuada (anti-Hbs ≥10 UI/L). Tras la finalización de la pauta vacunal, se recomienda controlar anualmente los títulos de anti-HBs, dado que la inmunidad de la vacuna frente al VHB se pierde con el tiempo (2). Las dosis de intensificación o los ciclos extras son aconsejables cuando no se ha obtenido la respuesta apropiada. Al igual que sucede en el VHA, el porcentaje de enfermos susceptibles que han sido vacunados frente al VHB en nuestro área es bajo, concretamente inferior al 25% (2). 2.3. Infección por el virus de la hepatitis E El virus de la hepatitis E (VHE) es un problema relevante de salud pública ya que es endémico en muchas áreas geográficas y es la causa más común de hepatitis viral aguda en el mundo. En los países en vías de desarrollo, la transmisión es fecal-oral y está en relación con la contaminación de los suministros de agua y las deficientes condiciones de saneamiento. Por lo que respecta a las áreas industrializadas, además de observarse casos esporádicos de hepatitis aguda E en viajeros a zonas endémicas, esta infección parece comportarse como una zoonosis, que podría transmitirse a partir de ciertos animales, como el cerdo (9). Hasta la fecha, la infección por VHE era conocida como causante de infecciones subclínicas o hepatitis agudas con tasas de mortalidad superiores a la de la infección por VHA. No obstante, datos recientes han mostrado que el VHE puede causar infección crónica en pacientes immunocomprometidos, a veces con rápida evolución a la cirrosis, incluyendo a los enfermos infectados por VIH (9). En este sentido, se ha comunicado en un estudio que la prevalencia de antiVHE en pacientes británicos infectados por VIH es similar a la de una población control sin infección por VIH, mientras en otro estudio, el consumo de cerdo crudo o poco cocinado fue el único factor de riesgo asociado a seropositividad de VHE en pacientes infectados por VIH. Las medidas principales de profilaxis de la infección por VHE en la población coinfectada por VIH/ VHC son iguales que en la población general. Así, la 191 PREVENCIÓN DE LA HEPATITIS C. PROFILAXIS DE OTRAS HEPATITIS VIRALES EN EL COINFECTADO POR VIH Y VHC profilaxis de la infección por este virus se basa en la educación en higiene personal y en la correcta adecuación del saneamiento y de los suministros de agua, especialmente en los países en vías de desarrollo (9). Además, se recomienda evitar el consumo de carne cruda o poco cocinada (9). Por otro lado, actualmente no existen vacunas comercializadas frente a la infección por VHE. Sin embargo, sí hay vacunas que han sido efectivas en estudios realizados en voluntarios sanos. De hecho, la vacuna denominada HEV-239 ha demostrado una eficacia del 100% en la prevención de la infección por VHE en la población general en China (10). No obstante, son necesarios estudios que muestren la seguridad y la inmunogenicidad de esta vacuna a más largo plazo y el determinar la necesidad de vacunación del VHE en los enfermos infectados por VIH. Bibliografía 1. Ghany MG, Strader DB, Thomas DL, Seeff LB. American Association for the Study of Liver Diseases. Diagnosis, management, and treatment of hepatitis C: an update. Hepatology. 2009; 49:1335-74. 2. Recommendations of Gesida/PNS/AEEH for the management and treatment of the adult patient co-infected with HIV and hepatitis A, B and C virus. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2010; 28:1-31. ents with HIV infection in southern Spain. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2012.doi:10.1016/j. eimc.2011.12.008. 6. Weissman S, Feucht C, Moore BA. Response to hepatitis A vaccine in HIV-positive patients. J Viral Hepat. 2006; 13:81-6. 7. Overton ET, Nurutdinova D, Sungkanuparph S, Seyfred W, Groger RK, Powderly WG. Predictors of inmunity after hepatitis A vaccination in HIV infected persons. J Viral Hepat. 2007; 14:189-93. 8. Fonseca MO, Pang LW, de Paula Cavalheiro N, Barone AA, Heloisa Lopes M. Randomized trial of recombinant hepatitis B vaccine in HIV-infected adult patients comparing a standard dose to a double dose. Vaccine. 2005; 22:2902-8. 9. Rodríguez-Frias F, Jardi R, Buti M. Hepatitis E: Molecular virology, epidemiology and pathogenesis. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2012. doi:10.1016/j.eimc.2012.014. 10. Zhu FC, Zhang J, Zhang XF, et al. Efficacy and safety of a recombinant hepatitis E vaccine in healthy adults:a large-scale, randomised doubleblind placebo controlled, phase 3 trial. Lancet. 2010; 376:895-902. 3. Mofenson LM, Brady MT, Danner SP, et al. Guidelines for the prevention and treatment of opportunistic infections among HIV-exposed and HIV-infected children: recommendations from CDC, the National Institutes of Health, the HIV Medicine Association of the Infectious Diseases Society of America, the Pediatric Infectious Diseases Society, and the American Academy of Pediatrics. MMWR Recomm Rep. 2009; 58 (RR-11):1-166. 4. Deuffic-Burban S, Abiteboul D, Lot F, Branger M, Bouvet E, Yazdanpanah Y. Cost and costeffectiveness of different follow-up schedules for detection of occupational hepatitis C virus infection. Gut. 2009; 58:105-10. 5. Cifuentes C, Mira JA, Vargas J, et al. Prevalence of infection markers of hepatitis viruses in pati- 192 Capítulo 18 Figuras Figura 1. Figura 2. 193 PREVENCIÓN DE LA HEPATITIS C. PROFILAXIS DE OTRAS HEPATITIS VIRALES EN EL COINFECTADO POR VIH Y VHC Figura 3. Figura 4. 194 Capítulo 18 Figura 5. 195 Con el patrocinio científico de: