Una mirada erudita sobre el Papa y la historia de la Iglesia

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Cultura
Edición del Jueves 19 de marzo de 2015
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ENTREVISTA A FRANCISCO GARCÍA BAZÁN
Una mirada erudita sobre el Papa y la historia de la Iglesia
Francisco García Bazán. Foto: Archivo El Litoral
Por Cecilia Romana
Francisco García Bazán nació en Málaga, en 1940. Se formó con los salesianos en el difícil contexto de la
posguerra civil española. Proveniente de una familia empobrecida como casi todas las familias de esa
época-, emigró a nuestro país en 1956. Tenía una clara vocación humanística, escindida en dos
direcciones: la de la filosofía y la de la religión. Finalmente, unió a ambas. Egresado de la Universidad de
Buenos Aires como licenciado en Filosofía, se doctoró gracias a una beca del Conicet en Roma, donde
tomó contacto con uno de sus grandes maestros, el padre Antonio Orbe.
Especialista en historia del cristianismo primitivo, los gnósticos, Plotino y el neoplatonismo, traductor del
copto, docente e investigador, es autor de más de una veintena de libros que abordan estos y otros
temas. Consultado insistentemente por los medios acerca de la asunción del Papa Francisco, y de las
cuestiones inherentes al papado que tan fuertemente han calado en el público argentino, su último libro El
papado y la historia de la Iglesia (que acaba de publicar El Hilo de Ariadna) bucea en aguas de la
tradición cristiana que fue base de la institución católica de la Iglesia, desde sus comienzos hasta
nuestros días.
García Bazán responde a las preguntas de El Litoral en su poblada biblioteca, donde trabaja todos los
días de su vida, desde las diez de la mañana y hasta bien entrada la noche.
—¿Cómo surgió la idea de escribir este libro sobre el Papado y la Historia de la Iglesia?
—El lunes 11 de septiembre del año 2013 se conoció mundialmente el anuncio de la renuncia al
pontificado de Benedicto XVI. La noticia, el motivo de la dimisión y la explicación arbitraria que difundieron
los medios, me hicieron recordar que este hecho de singulares características no era el primero de tal
naturaleza que registra la crónica eclesiástica. Me vino espontáneamente a la memoria el caso del
pontífice Celestino V -Pedro Angeleri de Murrone-, siglo XIII. De esta manera, ante el interés que mis
explicaciones despertaban en las entrevistas por radio y TV, me sentí obligado a incluir el acontecimiento
en la historia de los papas y de la Iglesia e incluso de analizarlo más a fondo a través del dictado de un
seminario de un semestre de duración dirigido a un público sin prejuicios eclesiásticos, interesado en la
precisión histórica de los fenómenos religiosos. Ésta es la actividad que como estudioso de las religiones
del mundo, en tanto que investigador superior del Conicet, ejercito desde hace más de cuarenta años, y
me sentí muy a gusto cuando lo pude llevar a cabo ante un alumnado alerta y crítico de mi enseñanza. Lo
expuesto lo incluyo como explicación analítica en el libro.
—¿Qué vinculaciones recíprocas podrían hallarse entre la génesis del libro y la asunción del cardenal
Bergoglio como Francisco I?
—Como al poco tiempo de la renuncia de Benedicto XVI se dio el caso extraordinario del ascenso al trono
de San Pedro del cardenal Jorge M. Bergoglio, el actual Papa Francisco, del que unos ocho años antes
había publicado en el semanario Noticias una nota predictiva desde el punto de vista científico, que
respondía la pregunta espontánea formulada por la publicación sobre “Si el cardenal Bergoglio fuera
Papa”, aposté por ofrecer el seminario sobre el papado señalado y escribir el libro correspondiente,
solicitado por los directores de la editorial El Hilo de Ariadna, Soledad Costantini y Leandro Pìnkler, que
durante el último lustro han apoyado desinteresada y fervorosamente la publicación de mis
investigaciones dentro del cuadro de la fenomenología e historia de las religiones.
Concilio de Nicea (325 d.C.).
—¿Existían libros sobre esta temática y con este enfoque en lengua castellana o extranjera?
—Hablando con rigor, no existen libros publicados equivalentes a El papado y la historia de la Iglesia que
bien podría haberse titulado “El papado y la historia del cristianismo”, porque, como en él se expone y
justifica, la historia del papado gira sobre una institución cristiana que no es primitiva ni primera
cronológicamente, sino que se origina temporal e ideológicamente en Roma y se apoya doctrinalmente en
el Colegio Apostólico, con Pedro y Pablo a la cabeza, y no tiene en cuenta los primeros tiempos de la
comunidad cristiana de Jerusalén, en la que varios miembros varones de la familia directa de Jesús
(Santiago y Tomás) y algunas mujeres que no han sido sus hermanas ni su madre (María Magdalena y
Salomé) han sido centrales en la primera etapa de la existencia de la comunidad cristiana, inclusive
prepaulina.
—¿Cree que su libro podría tener algún tipo de repercusión en los lectores argentinos?
—Las tesis basadas en la lectura de las fuentes cristianas antiguas que exceden ampliamente a los
documentos que forman parte de los escritos canónicos y asimismo de las Escrituras de la llamada
orientación ortodoxa incluso anteriores, se basan en doctrinas y argumentos restringidos que se han
erigido en autoridad, sin suficientes argumentos basados en los hechos históricos sagrados. En la medida
en que la investigación histórico-fenomenológica de los orígenes cristianos se extienda, esta noble
búsqueda se ampliará y la inteligencia naturalmente orientada hacia la equilibrada objetividad de los
lectores argentinos se inclinará por la sana búsqueda de la verdad libre de preconceptos.
—¿Piensa que, de llegar a la organización del Papado, su libro podría tener algún influjo en Francisco o
en sus colaboradores?
—El Papa Francisco se caracteriza hasta el presente por una saludable postura de renovación y de
prudencia en relación con los problemas inmediatos de organización y conducta colectiva de la Iglesia,
que son muchos. Hasta ahora no ha manifestado una particular y detenida preocupación por las
cuestiones del contenido, la influencia del diálogo, sobre la enseñanza superior y la investigación
independiente en los tradicionales centros católicos dedicados específicamente al estudio. Parece tener
conciencia de una tarea más urgente a irse realizando en los niveles de la práctica sociorreligiosa y la
asimilación de las creencias y la conducta ética de los cristianos y su lugar en el mundo. Pero en algún
momento los problemas en relación con la enseñanza y el horizonte intelectual penetrado por la caridad
se integrarán asimismo en su interés pastoral, como un brote genuino de la forma de ser de la Iglesia
iberoamericana. Si mis escritos llegan a influir en Francisco no sería obra mía, sino del Espíritu (Santo) y
sobre esto no tengo nada que opinar.
—Sus trabajos de investigación actuales o sus proyectos a corto plazo ¿están relacionados con esta
temática?
—En mi producción, que a esta altura de mi vida es bastante extensa en libros, artículos especializados y
escritos de alta divulgación, he mantenido una clara línea de investigación erudita (en la investigación
humanística la erudición es la materia prima de la tarea inquisitiva). Ahora, consecuentemente estoy en
trance de dar unidad al conjunto de las bibliotecas que usaron y reunieron los primeros cristianos judeocristianos, protocatólicos y gnósticos-, en Jerusalén (Aelia Capitolina), Cesarea Marítima, Roma y
Egipto.
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