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Enseñanza Médica CAR
Vídeo: Características del virus del Ébola
Objetivo: El alumno caracterizará al virus del Ébola.
Actividad sobre los videos
En esta ocasión, con ayuda del vídeo, se responderá al cuestionario.
Nombre del alumno:
Cómo se transmite el virus del Ébola.
Descripción de la fiebre hemorrágica del Ébola.
Probables reservorios animales del virus Ébola.
Que sucede cuando el virus del Ébola entra al cuerpo humano.
Descripción de la muerte por fiebre hemorrágica del Ébola.
Según el Centro de control de Enfermedades qué es un agente categoría “A”.
Ilustración de un virus tal como se ve en un microscopio electrónico.
Descripción de los controles que se tienen respecto a posibles contagiados.
Forma en que inmunológicamente el virus del Ébola agrede al organismo.
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Actividad final.
Elabora una monografía ilustrada del virus del Ébola.
Cita las fuentes consultadas.
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El virus letal que atacó a Zaire
(articulo publicado EL AÑO 1996 por la revista despertad!)
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN ÁFRICA
A LAS afueras de Kikwit, ciudad zaireña de rápido crecimiento situada en las inmediaciones de un
bosque tropical, vivía Gaspard Menga Kitambala (42 años). Se dedicaba a elaborar carbón de leña
dentro del bosque, y luego lo llevaba en bultos sobre la cabeza para venderlo en Kikwit.
El 6 de enero de 1995 se sintió enfermo. Cuando volvía del bosque, se cayó dos veces; al llegar a casa
se quejó de dolor de cabeza y fiebre.
La situación se agravó en los días siguientes, de modo que el 12 de enero fue ingresado en el Hospital
General de Kikwit, donde los Testigos de la congregación del hermano Menga (quien era testigo de
Jehova) ayudaron a su familia a cuidarlo. Lamentablemente empeoró; tenía vómitos de sangre y
hemorragias incontrolables por la nariz y los oídos. Finalmente, murió el 15 de enero.
Poco después, los familiares que lo habían tocado enfermaron. A principios de marzo ya habían
fallecido doce parientes cercanos, entre ellos su esposa y dos de sus seis hijos.
A mediados de abril, varios empleados del hospital, así como otras personas, presentaron el mismo
cuadro de enfermedad y muerte de la familia Menga. El mal no tardó en diseminarse a otras dos
localidades de la región. Era imperioso recibir ayuda del extranjero.
El profesor Muyembe, el más insigne virólogo de Zaire, viajó a Kikwit el 1 de mayo. Posteriormente
explicó a ¡Despertad!: “Dedujimos que en Kikwit concurrían dos epidemias: diarrea de origen
bacteriano y fiebre hemorrágica grave de tipo viral. Obviamente, había que confirmar el diagnóstico,
por lo que enviamos muestras de sangre de varios pacientes al Centro para el Control de la
Enfermedad, ubicado en Atlanta (Estados Unidos)”.
Este centro corroboró las sospechas de Muyembe y de otros médicos de Zaire: se trataba del Ebola.
Enfermedad letal
Se trata de un patógeno muy virulento que mata con rapidez. No tiene vacuna, ni se conoce tratamiento
alguno para los afectados.
El Ebola, que recibe el nombre de un río zaireño, se identificó por vez primera en 1976, cuando afectó
la región sur de Sudán y luego el norte de Zaire. En 1979 hubo un brote menor en Sudán, tras lo cual
desapareció y durante años solo se dieron casos aislados de moribundos con los síntomas
característicos.
Es un virus tan mortífero que los científicos de Atlanta lo analizan en un laboratorio de máxima
seguridad con un sistema de ventilación que impide la fuga de microbios aerotransportados. Para entrar
en él, los científicos se embuten en un “traje espacial” protector. A la salida reciben una ducha
desinfectante. Los equipos de médicos que acudieron a Kikwit iban bien protegidos con guantes y
gorros desechables, anteojos de seguridad y un traje de trabajo especial que impide la penetración del
virus.
Por contraste, la mayoría de habitantes de Kikwit carecían del conocimiento y el equipo requeridos
para protegerse. Otros, con plena conciencia del peligro, cuidaron de sus seres queridos enfermos,
pagándolo con la vida en muchos casos. Los amigos y parientes, desprovistos de toda protección,
cargaron a sus espaldas u hombros a los enfermos y los cadáveres, lo que ocasionó una espantosa
mortandad de familias enteras.
Medidas para contener la plaga
Ante la llamada de auxilio de Kikwit, la comunidad internacional reaccionó enviando dinero y material
médico. Acudieron equipos de investigadores de Europa, Sudáfrica y Estados Unidos, con dos fines: 1)
frenar la epidemia y 2) descubrir dónde se alojaba el virus entre una epidemia y la siguiente.
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Para ayudar a detener la plaga, los trabajadores de la salud buscaban calle por calle a toda persona que
presentara síntomas de la enfermedad. Los enfermos eran trasladados al hospital, donde se les ponía en
cuarentena y se les cuidaba de forma segura. Los muertos eran amortajados con sábanas plásticas y
enterrados en seguida.
Se emprendió una extensa campaña para informar de la enfermedad a los trabajadores de la salud y a la
población en general. El mensaje advirtió enérgicamente a las familias que no siguieran las costumbres
funerarias tradicionales, en las que se realiza un lavado ceremonial del cadáver.
En busca del foco de infección
El deseo de los científicos era localizar el foco original del virus. Estos son los datos de que disponen
hasta la fecha: Los virus son organismos que carecen de independencia metabólica, pues son incapaces
de comer, beber o multiplicarse por sí solos. Para reproducirse y sobrevivir han de invadir
parasíticamente la compleja estructura de las células vivas.
Cuando un virus infecta un animal, la relación es habitualmente de coexistencia: el animal no mata al
virus, y viceversa. Pero el virus se vuelve letal cuando de algún modo pasa al ser humano que entra en
contacto con un animal infectado.
Dado que el Ebola mata al hombre y a los monos con una velocidad vertiginosa, los científicos suponen
que el virus debe sobrevivir en un organismo diferente. Si descubrieran en cuál, podrían adoptar
medidas para controlarlo y evitar futuras epidemias. Aún queda por saber dónde se aloja entre una
epidemia que afecta al hombre y la siguiente.
Para hallar la respuesta, los investigadores deben trazar el rastro del microbio hasta su foco originario.
Las tentativas de localización del reservorio animal cuando se declararon las epidemias anteriores
habían sido un fracaso. Así pues, la epidemia de Kikwit brindó una nueva oportunidad.
Los científicos supusieron que Gaspard Menga era la primera víctima de la epidemia de Kikwit. ¿Cómo
se infectó? Si fue por un animal, ¿de qué especie era? Era lógico suponer que la respuesta se hallara en
el bosque donde trabajaba. Varios equipos colocaron 350 trampas en los lugares donde Menga
trabajaba en la elaboración de carbón. Capturaron roedores, musarañas, sapos, lagartos, serpientes,
mosquitos, jejenes, garrapatas, chinches, piojos, niguas (piques) y pulgas, un total de 2.200 animales
pequeños y 15.000 insectos. Los científicos, vestidos con equipo protector, mataron a los animales con
gas anestésico y luego enviaron muestras de tejidos a Estados Unidos, donde se examinarían para ver si
contenían el virus.
Dado que los escondites de un virus son casi ilimitados, no hay certeza de que vaya a localizarse el
foco. El doctor C. J. Peters, que dirige la unidad de patógenos especiales, dijo: “Creo que las
probabilidades de que hallemos el reservorio del virus del Ebola no superan el 50%”.
Termina la epidemia
El 25 de agosto se dio por terminada la epidemia oficialmente, pues en los últimos cuarenta y dos días
—el doble del período de incubación— no se habían registrado nuevos casos. ¿Por qué no se propagó
la enfermedad a extensas regiones? En parte, gracias a la colaboración médica internacional para
detener la epidemia. Por otro lado, la severidad de la plaga contribuyó a su brevedad; la rapidez con
que aparecía y mataba a sus víctimas, y la transmisión por contacto directo, exclusivamente, impidieron
que se contagiaran grandes cantidades de personas.
Las estadísticas oficiales arrojan un saldo de 315 individuos que contrajeron la enfermedad, de los
cuales fallecieron 244, lo que representa una tasa de mortalidad del 77%. Por el momento, el Ebola se
ha quedado quieto, pero en el nuevo mundo que instaurará Jehová pasará a estar inactivo eternamente.
(Véase Isaías 33:24.) Entretanto, la gente se pregunta: ‘¿Resurgirá esta epidemia asesina?’. Tal vez,
pero nadie sabe dónde ni cuándo.
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La epidemia en su justa perspectiva
Aunque el Ebola es un virus mortífero, los africanos viven mucho más amenazados por enfermedades
menos espectaculares. Durante la epidemia, otras afecciones segaron gran cantidad de vidas sin armar
revuelo. Según informes, a solo unos centenares de kilómetros al este de Kikwit, 250 personas se
contagiaron de la poliomielitis. Al noroeste, un tipo mortal de cólera asoló Mali. Al sur, en Angola,
hubo 30.000 afectados por la enfermedad del sueño. En una región más amplia de África occidental,
fallecieron miles de personas a causa de una epidemia de meningitis. El periódico The New York
Times declaró: “Los africanos tienen ante sí una inquietante pregunta: ¿Por qué la conciencia del
mundo apenas se inmuta ante las batallas mortíferas que cada día se pelean [en África] con
enfermedades que, en su mayoría, son prevenibles?”.
https://www.youtube.com/watch?v=HCuCUkYNFvc
consultado abril 2015
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