2(1931)

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Orgaoo äe su Veoerable
Oräeo Cercera y (ofraäías
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15 DE FEBRERO DE 1931
Dirección: Silva, 39.-Madrid (12). -Teléf. 12803
Admón.: Apartado 234. - Madrid. - Teléf. 55944
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NÚM. 2
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EL AÑO 1931 ¿ES EL CENTENARIO DE LA MUERTE DE CRISTO?, por Fr. G. 1\kifíez.—ETIm0LO GÍA Y CONCEPTO DE RELIGIÓN, por Fr. Juan G. Castro.— UN MÉTODO NUEVO PARA LA
CA TEQUESIS, por Wilhelm.—PÁGINA MISIONAL-POESÍA, por Fr. Manuel Sancho.—EL
VE NERABLE P. MIGUEL DEL POZO, por Fr. Guillermo Vázquez.—EL MAGNIFICAT: SU TEMA,
Por Fr. Juan Gilabert.—NOTAS RELIGIOSAS, por Fr. Martín Ortt.ízar.—SOCIOLOGÍA PRÁCTICA, por Fr. Serapio G. Gallega—OPINIÓN DE JUAN ESPAÑOL, por García.—MEENDISIO,
P OETA MEDIOEVAL, por Fr. Gumersindo Placer.—ROSA SILVESTRE, por Julia G. Herreros.
RADIOGRAMAS.-BIBLIOGRAFÍA.-INDULGENCIAS.-NOTICIAS.-NECROLOGÍA.
El año 1931 ¡,es el centenario de la muerte
de Cristo?
Su aniversario lo celebramos siemp re en Semana Santa, pero la Redención es el suceso más trascendental
de la historia de la Humanidad y deberíamos solemnizar de manera especi alísima, su centenario; ¿cuándo se
cu mplen 19 siglos de la muerte de
Cristo?
El evangelista San Lucas nos dice
qu e Jesús era como de treinta años
c uando empezó su predicación; si ésta
duró tres años y algunos meses, la
P asión debió suceder el año 34 de
nu estra era.
Pero ya es sabido que ésta va retrasada algunos años con respecto al
nac imiento de Cristo. Durante los prim eros siglos los cristianos eran una
Mi noría y no pudieron introducir la
m anera de contar por el nacimiento
del Redentor. Hasta el siglo VI no se
inició tal costumbre. En Castilla hasta
1381 siguió contándose por la era
española, que adelanta 38 años con
respecto a la cristiana.
Después se demostró evidentemente que Dionisio el Pequeño (t 556), se
equivocó al fijar el nacimiento de
Cristo en el año 754 de la fundación
de Roma. Consta, en efecto, por Josefo, historiador coetáneo, que Herodes el Grande (el de los inocentes),
murió por la Pascua de 750 de la fundación de Roma.
Nuestro Señor hubo de nacer, por
consiguiente, antes de esa fecha, y el
comienzo de su predicación ha de ponerse antes del año 30.
Por otra parte, San Lucas nos dice
que el Bautista comenzó a predi-
Oommoomompeloommoopooncommumoommommoommommummommoommommocumoommoc0
0
- 42 —
car el año XV de Tiberio, y los historiadores romanos cuentan su reinado
desde la muerte de Augusto, que fue
el 19 de agosto del año 14 de la era
vulgar. Sin embargo, es cierto que
Augusto había asociado en el imperio
a su sucesor desde el año 11-12, y
probablemente desde entonces comenzaron a numerar en las provincias
el gobierno de Tiberio, aunque en
Roma, Augusto continuara llenando
la atención de todos, a pesar de su
decrepitud.
San Lucas escribía en Antioquía y
pudo ajustarse a este cómputo; el
año XV de Tiberio sería el 27 de
nuestra era, y en él comenzaría la
predicación del Bautista. jesús se
bautizaría, por tanto, en enero-del 28,
y dando tres arios Y algunos meses a
su predicación, habríamos de poner
su muerte en la Pascua del ario 31.
Jesús tendría así, al comenzar su
vida pública, treinta y un años cumplidos, lo que no es obstáculo para
que el evangelista dijese que era como
de treinta años. Todavía en época
moderna, en los tribunales españoles
respondían los testigos que (eran de
cuarenta años poco más o menos», y
en efecto, solían tener cuarenta y uno
o cuarenta y dos.
Muchos autores modernos se inclinan, sin embargo, por el ario 29 o 30
para la pasión, y éste es el que adopta
el P. Lagrange. En favor del 29 es-
cribió un documentado artículo el Padre Ricardo G. Villoslada (1).
El P. Lagrange, que no da a la predicación del Salvador más que dos
años y tres meses, ordena así los
sucesos de su vida santísima:
Encarnación, en marzo del año 5
antes de nuestra era. Nacimiento, en
diciembre. Circuncisión, el primero
de enero del año 4 antes de nuestra era.
Purificación, el 2 de febrero. Venida
de los magos y huida a Egipto. Matanza de los inocentes.
Muerte de Herodes, en marzo del
mismo año.
Predicación del Bautista, a fines del
año 27, y bautismo de Cristo a principios del 28. Pasión, en abril del 30.
Pero, siguiendo la opinión más
común, la vida pública del Señor
duró tres años y meses, y su muerte
debió suceder en la Pascua del ario
31. La pascua judía cayó aquel ario
en sábado 24 de marzo, y la muerte
del Señor habría sido, por tanto, el
viernes 23.
Que este día sea celebrado con singular amor por los lectores de LA
MERCED y que toda esta Cuaresma se
recuerden especialmente de los últimos días del Señor y daré por bien
empleado este artículo.
El 23 de marzo es este año lunes
de Pasión.
FR. G. NÚÑEZ
(1)
Verbum Domini, novbre.-dicbre. de 1929.
WAWIMMINWHWHW
Religión: Su etimología y su concepto
5
ci
ma00.00.00a0a...ummoo.00.00au0000000.120Loopoo.....0Q000.0a.000=000.00000°a
Su etimología
Es como introducción al asunto el
es tudio de la significación etimológica
Y usual de la palabra con que se le
de signa; porque algo vieron los que
P u sieron el nombre en su significación
que convenía a la naturaleza de la
Co sa nombrada.
Tres verbos tienen la probabilidad
d e ser los originarios de la palabra
Re ligión: reeligir, releer y religar.
R eelegir parece el menos probable,
re leer tiene a su favor la autoridad de
Ci cerón y religar el que más merece
seri o, pues gramaticalmente tiene las
Mi smas razones que releer y además
l e de conveniencia objetiva del sentido.
San Agustín saca Religión de reeligir. (Eligiéndole (a Dios), mejor dicho , eligiéndole de nuevo; porque lo
ha bíamos perdido no eligiéndole, reeligi éndole, pues (de donde tenemos la
Pa labra Religión) a El tendemos por
e l amor para, una vez llegados, desca nsar en El».
Id eológicamente para San Agustín,
Re ligión es un retorno a Dios a quien
ha bíamos perdido posponiéndolo y a
q uien tendemos por el amor prefiriéndolo.
No dejó este Santo Padre de seguir
l a otra etimología más general, pues
e n su tratado de la Verdadera Religión
dice : «La religión nos ata de nuevo
CO n
el único Dios omnipotente»; en
le s cuales palabras fundamentalmente
Per siste la idea de rotura del primer
vínculo que con Dios nos unía y al
cual volvemos a unirnos por un vínculo nuevo.
Cicerón deriva esta palabra de releer. Con tener gran autoridad en latín, tal vez no la tenga en este caso,
porque la palabra se venía usando de
tiempos remotos, y aunque él mejor
que nadie podía fijar el sentido de
entonces, pero no su etimología o
nacimiento, que fué no el que a él le
parece el mejor, sino el que le dieron.
«El culto de la divinidad es óptimo,
dice, y castísimo, y santísimo y llenísimo de piedad; de modo que la veneremos con mente y palabra pura, íntegra e incorrupta. Porque no sólo los
filósofos, sino también nuestros mayores separaron la religión de la superstición, porque los que se pasaban
los días suplicando y sacrificando
para que sus hijos les sobreviviesen,
superstites essent, fueron llamados
supersticiosos, nombre que después
tuvo un sentido más general; pero los
que diligentemente trataban y como
que releían lo concerniente al culto
divino, fueron llamados religiosos de
releer, elegantes de eligir, como diligentes ex diligendo (no hay el correspondiente verbo en castellano),
inteligentes de entender; porque en
todos estos verbos hay la misma significación de leer, y así vino a ser la
palabra supersticioso digna de vituperio como la de religioso digna de loa'.
(De natura Deorum, lib. II, cap. 28).
En cuanto al sentido real, para Ci-
- 44 —
cerón la Religión es el culto de la
Divinidad, deorum pío cultu confinetur. (La misma obra, lib I, cap. 42;
lib. III, cap. 2 y Rhtor., lib. II de Inventione) y los mismos actos del culto (Lib. I, cap. 42 y lib. III, cap. 2).
Alguna vez también tome la palabra
Religión, especialmente en el pasaje
traducido, como ciencia del culto divino, en cuyo caso equivale a sanctitas
que define (Lib. I, cap. 41) scientia
colendorum deorum.
Sea como quiera, sobre el religioso
científico o práctico está para Cicerón
el teólogo (Lib. Hl, cap. 21), y sobre
ambos el filósofo a quien toca probar
con razones los fundamentos de la
Religión, que son: la existencia de
Dios, su naturaleza y el cuidado y
providencia de las cosas humanas, de
donde brota la piedad, obligación con
Dios por los favores de El recibidos;
la santidad ciceroniana que estudia
cómo se ha de honrar a Dios y la
Religión que honra a Dios, le ofrece
sacrificios, le pide favores, etc. (De
natura Deorum, lib. I, cap. 2 y 21;
lib. III, cap. 2 y 3).
Lactancio deriva la palabra Religión
de religar. ..Con esta obligación hemos sido criados de que rindamos a
Dios los justos y debidos obsequios;
que a El sólo reconozcamos y sigamos; porque estamos con Dios como
estrechados y reatados con el vínculo
de la piedad, de donde se originó el
nombre de Religión, y no como Cicerón interpretó de releer».
Y después de impugnar la etimología de Cicerón y probar que no hay
diferencia o que es pequeñísima de
religión a superstición entre los idö-
latras, porque lo que es supersticioso
practicado muchas veces, lo será también aunque se practique una sola
vez, y, principalmente, porque superstición y religión entre los gentiles
tiene un solo objeto, el culto de los
falsos dioses, concluye: «Siendo pues
supersticiosos, aunque se crean religiosos, los adoradores de los dioses, no pudiendo separarse la religión entre ellos de la superstición ni
pudiendo alcanzarse el verdadero sentido de la palabra, decimos que el
nombre de Religión se sacó del vínculo de piedad, porque Dios ata consigo al hombre y le estrecha con la
piedad; porque es para nosotros una
necesidad servir a Dios corno a Señor
y honrarle como a Padre. Por lo que
mejor alcanzó el sentido de la voz
Religión Lucrecio al decir: «Pretendo
librar los espíritus de los lazos de las
religiones', Religionum animos nodis
exsolvere pergo. (De Divinis Institutionibus, lib. IV, cap. 28)._
Es, pues, para Lactancio la Religión un lazo con que Dios nos estrecha consigo: lazo de reconocimiento
y gratitud y filiación, porque al darnos
lo que somos y lo que tenemos, nos
dió lo que somos a su imagen y semejanza, y lo que tenernos como a
hijos, por lo cual es nuestro Señor y
Padre, y tan estrecho es este vínculo
que establece entre Dios y nosotros
necesitud, o sea inseparable unión
como la que hay entre el rayo de luz
y el cuerpo luminoso que lo emite y
entre la palabra y el labio que la modula.
La piedad es la fundamental de
nuestras relaciones con Dios y el prin-
- 45 cipio de todas las virtudes, y la Reli- íntimos, más anudados, mayores y
gión su práctica; conceptos elabora- más realzados, y la alabanza de Dios
dos por los filósofos, admitidos y es, por consiguiente, más perfecta y,
Pe rfeccionados por los Santos Pa- y la adoración más profunda, y la gradres, según la doctrina de la Iglesia. titud más ínfima, y el amor y gözó
más uros; y la entrega más rendida
Concepto de Religión
y cordial, porque procede de perfecEs la Religión el vínculo de recon ocimiento y agradecimiento a Dios tos conocedores de Dios y de sí mismos: de Dios, sumo dador de todo y
Por sus beneficios, de adoración por por lo mismo señor, y de sí mismos,
84 excelencia, de entrega a su volunpuras deudas y criaturas, y brotan totad y de súplica a su bondad de nue- dos estos actos de las entrañas e intivos favores y conservación de los re- midades deser. San Juan en su Apocibidos.
calipsis nos da una idea de lo que
Cada beneficio que Dios nos hace es la religión en el cielo.
es una nueva atadura que nos echa, y
AGRADECIMIENTO.—Al reconot odos nosotros en lo que somos y
t enemos somos un haz de vínculos cernos dádiva de Dios que siempre
c on que estamos unidos y atados con está manando, brota de nuestro corazón el reconocimiento y agradeciDios.
Son tan íntimos e inseparables de miento; este es el vínculo de piedad
n osotros estos vínculos, que, rotos, formalmente.
ADORACION. — Profundizando el
nos desvaneceríamos en nada nosentendimiento
por la fe o por el raciootros y nuestras cosas; que no tenecinio
en
la
excelencia
del ser divino y
mos otro ser que el que de Dios estaen
la
nada
que
somos
de nosotros
mos recibiendo, al modo que en un
mismos,
no
encontrando
donde pofoco no luce otra luz que la que por el
te ndido viene del manantial eléctrico. nernos en la presencia de Dios, porEsta dependencia necesaria y pe- que el mismo polvo que pisamos es
r enne de Dios es el fundamento de la lugar demasiado elevado, sumidos en
nuestra nada, rindiéndolo todo lo que
Religión.
somos,
adoramos a Dios que existe
En los mismos condenados separapor
su
esencia
y por lo mismo tiene
dos para siempre del amor de Dios,
e xiste el vínculo religioso, porque la plenitud del ser, y siempre es el
existe la dependencia en el ser y en el mismo, y, por lo tanto, inmutable y
O brar de Dios, y por lo mismo perma- eterno y feliz e infinitamente superior
nece en ellos radicalmente la obliga- a la criatura.
ción de la Religión, que como obsti-
SLIMISION.—En el acto de agraden ados en su malicia jamás cumplirán, cimiento está incluido la entrega total
En los bienaventurados es donde a Dios y el rendimiento a su voluntad,
e stá en su punto y perfección la Reti- el desasimiento de nosotros mismos
gi ón, porque los vínculos son más y el asimiento a Dios y ajustamiento
- 46 -
a su voluntad; que debiera ser tan
perfecto como el del agua su cauce,
la cual se angosta, en sancha, remansa y precipita, marcha recta o tortuosa, avanza o retrocede, según es el
cauce.
SUPLICA DE FAVORES.—Con el
amor entrañable que tenemos a la
conservación de nuestro ser y a su
perfeccionamiento, impotentes para
conservarnos y mejorarnos, acudimos a Dios, que nos dió lo que somos, para que nos conserve y mejore
y perfeccione.
Estos son los principales actos de
la Religión a que se reducen todos los
otros.
FR. JUAN G. CASTRO
UN MeTODO NUEVO PARA LA
CATEQUESIS
El mundo católico arde en discusiones sobre la manera más eficaz de
enseñar a los niños las verdades de
la religión.
Los catecismos antiguos, áridos y
mal dispuestos, son una muestra lamentable de la pedagogía de nuestros
abuelos y recuerdan el gran principio
de que la letra con sangre entra.
Entre los modernos catequistas,
algunos optaban por enseñar los conceptos, sin fórmula precisa; yo he
visto ensayado el sistema con pobres
resultados. La imaginación de los
niños quiere algo sensible de que
asirse y retiene mal los conceptos
abstractos.
Los cuentos, semejanzas y otras
habilidades de que algunos se valen
para fijar la atención de los niños,
dan algún resultado cuando son espontáneas y tomadas al paso de la
explicación, que debe ser un continuo
diálogo, so pena de que el profesor
camine solo mientras los niños corren por esos mundos.
Desde hace algunos años, es mayor cada día en los sacerdotes y en
el pueblo el conocimiento del Santo
Evangelio. Casi sin pretenderlo, algunos catequis t as hemos ido contando a nuestros alumnos la doctrina
cristiana como la enseñó Nuestro
Señor jesucristo.
¿Se trata de la Trinidad? Pues se
refiere cómo el Señor resucitado
mandó a los apóstoles a predicar por
todo el mundo, bautizando a las gentes en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo...
¿Queremos dar una idea del infierno? ¡Ved cómo lo describía nuestro Señor Jesucristo, fijaos bien en
sus palabras!... y a continuación la
parábola del rico glotón pidiendo
que fuera enviado el pobre Lázaro
con un dedo mojado en agua para
refrescar sus labios abrasados en
llamas eternas.
¿Se habla del poder del Papa?
Magnifica escena la del Señor a orillas del lago de Genesaret, al lado
= 47 del fuego donde se habían asado los
peces para la comida: Pedro, ¿me
a mas?... No hay chico revoltoso a
quien no asomen las lágrimas y que
no agradezca al Señor habernos dado
Por pastor al discípulo que tan bien
conoce por experiencia propia nuestras flaquezas.
—Y el Limbo ¿cuándo enseñó Jesús
lo que era?
—¿...? ¡Ah, sí! El Limbo de los
j ustos o seno de Abraham donde estaba el pobre Lázaro.
No digamos nada de los Sacramentos. Las escenas de su institución
c onstituyen el encanto de los muchachos, y una vez vistas no se les desp intan jamás. Jesús, dando el poder
de perdonar los pecados, instituyendo la Eucaristía y dando a los apóstoles orden de consagrarla, asistiendo a las bodas... La actitud de Judas
en Cafarnaúm, rebelándose contra la
p romesa de la Eucaristía sirve para
e stigmatizar a algún tipo, rebelde lo
mismo a las caricias que a los castigos, en casa y en el colegio.
Pero donde el sistema luce toda su
eficacia es en los mandamientos.
¡Qué hermosos resultan en boca de
Nuestro Salvador!
¿Hablamos del escándalo, de los
niños que enseñan el mal a sus comp añeros? ¡Ay de aquel por quien el
e scándalo viene! Más le valiera que le
ataran al cuello una rueda de molino
y lo echaran al profundo del mar!
¿Cómo hemos de huir de la ocaSi ón de pecar? Si tu mano o tu pie te
es candaliza, córtalo y arrojalo de tí;
más te vale entrar en la vida eterna
manco o cojo que irte con las dos
manos y los dos pies al fuego eternö.
¿Deseamos inculcar la necesidad
de las buenas obras? Basta dibujar
rápidamente la escena del juicio: Tuve
hambre, tuve sed, estaba desnudo...
Con esto los niños conocen, no
sólo la doctrina cristiana, sino al
mismo Cristo, y se convencen de que
todo lo que van aprendiendo es enseñanza suya; as í quedan armados
para el día de mañana cuando oigan
que esas son cosas de los curas. Y si
de paso toman afición a leer el Evangelio, mejor que mejor.
Cuando se trata de prepararlos para
la confesión, uno de los recursos más
eficaces de excitarlos al dolor es mostrarles el ansia que Jesús tiene de su
arrepentimiento.
—¿Habéis visto al Señor pintado
con una ovejita al cuello?
---¡Sí! ¡No! ¡Yo sí!
—¿Sabéis por qué lo pintan de ese
modo? Pues porque El mismo dijo
que era el buen Pastor y nos contó
cómo al ver que le faltaba una de sus
cien ovejas, corrió montes y valles
buscándola, echándosela al cuello
despues.de hallarla. Más alegría tendrá El con vuestro arrepentimiento
que con los 99 justos que no necesitan confesión. ¿Le negaréis ese placer? • Más desea El perdonaros que
vosotros ser perdonados.
Y así el ambiente evangélico se
hace familiar a los niños y las ideas
de Jesús van descendiendo al fondo
de sus corazones, blandos como la
cera.
¿Quién dice que el catecismo es
árido y las verdades de la fe demasiado abstractas? No hay una sola
— 4s —
que con este método no se haga perceptible al más revoltoso arrapiezo.
Quizá nos tentara la soberbia de
haber descubierto una cosa tan hermosa, si no advirtiéramos que el nuevo método es tan antiguo como el
cristianismo. Los evangélicos son
muchas cosas, pero entre las más
notables: una sucesión de cuadros
en que la doctrina de Cristo se va
desarrollando y las verdades más sublimes se hacen carne para habitar
hasta en las cabezas más pobres.
Yo tenía des.eo hace tiempo de escribir algo sobre esto a mis compañeros de ministerio (uno de los más
trascendentales que hay en la Iglesia), cuando veo en la revista Eludes
que otros se me han adelantado.
El presbítero Eugenio Charles de
Marsella ha publicado nada menos
que tres catecismos graduados, donde la doctrina cristiana se convierte
en escenas evangélicas. ¡Mil enhorabuenas por ello!
He pedido los libros a la Editorial
Publiroc, pero me dicen que espere la
nueva edición, pues las primeras están agotadas. ¡Otras mil enhorabuenas! Eso demuestra que son muchos
los que se entusiasmaron con el nuevo camino.
Que tenemos que recorrer todos a
prisa y corriendo. El demonio no se
da punto de reposo en sembrar cizaña, mientras nosotros nos dormimos.
La catequesis buena, eficaz, debe
ser la gran preocupación, no sólo de
los párrocos, sino de todos los sacerdotes y religiosos, de los padres
de familia y de todos los cristianos.
No debería haber iglesia alguna
donde no se enseñase, y la mayor
parte de la predicación debería ser
catequesis.
¿Es mucho lo que falta por hacer?
Dicen que sí y en España más tal vez
que en otras partes. Un sacerdote español que recibe a nuestros emigrantes al otro lado del mar, me hablaba
casi con lágrimas de la instrucción
que llevan nuestros paisanos, aun los
procedentes de regiones piadosas.
De los otros no se diga.
WILIIELM
*fc
PAGINA MISIONAL
Soy deudor a LA MERCED de unas
l ineas, y sean las primeras de prof unda gratitud a todos los que con
m otivo de mi elevación al
EpiscoPado me han felicitado y me han
of recido sus oraciones y sus donativos . Que Dios nuestro Señor se lo
Pague y les conceda un año feliz en
que alaben a Dios y le sirvan.
Vamos camino de la Prelatura, pas ada ya la línea equinocial, con calor
mo derado y vientos frescos.
Hizo escala nuestro magnífico trasatl ántico « Madrid» en Leixoes (Oporto) y Lisboa, donde bajamos el Padre
Pe sbiere y yo para echar unas cartas
a ntes de abandonar la p enínsula. Está
l a hermosa capital de Portugal situada
e la derecha de la d esembocadura del
T ajo, que se ensancha formando una
inco mparable bahía.
Ac ompañados de un cicerone, que
casi siempre no saben lo que traen
e ntre manos, por lo cual es
incomparabl amente mejor una buena guía,
rec orrimos en taxi algo de la ciudad,
s obre todo la parte donde está la
Adm inistración de Correos y el Pal acio del Ayuntamiento. Pasamos por
de lante del «Palacio das Necesidades»
(e ntes residencia veraniega de los
Pe yes de Portugal), visitamos las
Car rozas reales, que nos recuerdan
de nuestra Casa Real de Madrid,
Y admiramos el más grandioso monu mento de Lisboa, construido en
me moria del descubrimiento en América por Basco de Gama; el magnífic o c onvento e iglesia de los Jeró-
nimos, obra solidísima y de grandes
p roporciones situada a la entrada de
la bahía en las afueras de Lisboa'
antes tal vez solitaria y rodeada hoy
de una p opulosa barriada, a quien
sirve de p arroquia. Nuestro guía la
había tomado por la catedral, pero su
párroco, que nos salió al encuentro,
deshizo el error y nos la enseñó con
exquisita amabilidad.
La sacristía estaba llena de bancos,
porque en ella tienen el catecismo los
niños, en la melosa lengua portuguesa crianzas. Su claustro, sala capitular y refectorio son de los tiempos de
apogeo y florecimiento de la Orden de
los Jerönimos. ¡Cuántos recuerdos
tristes evocan estos lugares, y menos
mal que están ocupados por los inocentes y desamparados niños!
Al salir de Lisboa, a las dos de la
tarde, 22 de diciembre, lunes, dimos
un adiós a la Península Ibérica, y sin
poderlo evitar, y a pesar de estar
acostumbrado a las despedidas y largas separaciones, veía con honda
pena alejarse la tierra donde quedaba
mi madre y mis amigos y los recuerdos de mi niñez y los más íntimos de
mi vida, y envolvía en el mismo sentimiento a Portugal, tan hermana de
nuestra patria que podemos tenerla
por propia los españoles, con una
historia paralela a la nuestra y tan
gloriosa y de tan arraigado catolicismo, pese a las luchas políticas y al
empeño de descristianizarla,
Estos p ensamientos, sentimientos y
divagaciones sobre lo que será -mi
— 50 —
Piauhy, desconocido, atrasado, tan grandes ciudades. i Cuán gratos son
lejano, de clima tan extremado, pero nuestros recuerdos de la capital de
al fin colonizados por nuestros her- Madeira, separada del mundo, en la
manos peninsulares los portugueses inmensidad del Atlántico!
y con la misma hermosa lengua, em- Antes de comer se puso en marcha
bargaban mi ánimo, y en esto se acer- el barco con rumbo a Río de Janeiro.
caron un señor portugués y el médico En este trayecto hemos visto las islas
de los emigrados, también portugués, de Cabo Verde, pasando por entre las
ambos excelentes católicos, y a lo de San Antonio y San Vicente, y desque parece, entusiastas monárquicos, pués las de Fernando de Noronha
y con su conversación sibilanta y que dejamos a la mano izquierda, a
amena me sacaron de mi ensimisma- lo lejos, hace dos días.
miento, mostrándome la belleza del La vida a bordo en alta mar es mopaís e indicándome a lo lejos la his- nótona; no hay en qué distraerse:
tórica Cintra de los moros, y no lejos cielo y mar. Nuestra ocupación code nosotros el castillo de Cascais, mer, dormir, hablar a ratos, y los más
residencia del actual y muy apreciado aburrirnos, porque embarcado no se
Presidente de la República, General está para nada.
Como llevo altar portátil, y el barco
Carmona.
Al perder de vista a Portugal ya no también lo tiene, tengo el consuelo de
pensábamos en otra cosa que en la celebrar todos los días. El Padre
isla de Madeira, a donde llegamos el Francisco dice la misa a las diez los
días de fiesta a los de tercera, donde
miércoles 24, víspera de Navidad,
Salirnos a recorrer las calles de van unos seiscientos de todos los
Funchal, capital de la isla, y a disfru- países y muchos españoles con destar de la incomparable suavidad de su
tino a Buenos Aires.
La Noche Buena nos dieron una
clima, de la fertilidad de su tierra y de
comida rara. Los alemanes, en su
la tranquilidad de sus habitantes, remayoría protestantes, prepararon en
flejada en el semblante, que por ser
el salón el Arbol de Natal y una espeel día que era discurrían muy animacie de Nacimiento, donde un ángel,
dos por las calles, muy bien empeal lado de la estrella, traía la buena
dradas con piedra menuda, al modo
nueva a los Pastores y Papa Noel,
de nuestro claustro de Sarria. El mervenerable viejo, todo vestido de rojo
cado estaba lleno de campesinos que
y con gran capuchón, parecía recibir
vendían los productos de la tierra'.
de lo alto algo que nosotros interpreTanto en la gótica y hermosa catedral
tamos el aguinaldo. Nosotros asistique está cerca del puerto, donde visimos unos ratos a la música y a ruego
tamos a Jesús Sacramentado, corno
de ellos me dejé retratar en grupo,
en todas partes, echamos de ver en
como recuerdo de estas Navidades
las señoras, señoritas y mujeres del
pasadas en alta mar. Por primera vez
pueblo una encantadora modestia
en mi vida la pasé sin misa del Gallo.
cristiana, que tanto falta en nuestras
—51—
Poco más o menos pasamos la
Noche Vieja, pero comimos en «Madrid» barco las clásicas uvas que los
madrileños van a comer a la Puerta
del Sol. Los alemanes saludan el
p rimer día del año con la sabida
frase Prosit-Neuyhar, buen año, que
t ambién repito varias veces para felicitar y corresponder a los que me
felicitan.
Estamos ya llegando a Bahía, y el
5 pensamos desembarcar en Río Janeiro, y concluyo estas líneas reiterando de corazón las gracias a todos
nuestros hermanos, terciarios, cofrades y amigos por haberme favorecido tan generosamente con sus limosnas y regalos, sin cuya cooper ación no hubiera podido hacer fren
te a los muchos gastos que ha ocas ionado mi consagración episcopal,
ni hubiera podido proveerme de las
cosas que precisa un obispo. La inicia
tiva de la suscripción que conocen
l os lectores de LA MERCED, partió
del M. R. P. Provincial Fr. Alberto
B arros. A él vaya primero mi test imonio de gratitud y después vaya
t ambién a todos los donantes, sin disti nción alguna, pues en todos he visto
e l afecto y la simpatía que me han manifestado, y que agradezco en el alma.
Tanta bondad conmigo sólo Dios
l a puede pagar; pero en el Piauhy y
s iempre conservaré el gratísimo rec uerdo de los amigos que se han
a cordado de mí y me han compade
c ido, y haré de todos memoria en mis
or aciones y los encomendaré a las de
mis hijos los piauhyenses.
t
FR. INOCENCIO LÓPEZ
Obispo de Trebenna.
Lluvia de gracias
Oh buen Jesús, desde la cruz
Gracias lloved, oh buen Jesús.
Cuando tú faltas, Jesús mío,
Sólo hay doquier dureza y frío.
El corazón turbado está;
Perdido, en fin, se pierde más,
Y el alma sola entre las nieblas
Es luz que muere entre las tinieblas.
Lloved las gracias poderosas
Sobre las almas orgullosas;
Sobre el infiel, vi! pecador,
Que se ama a sí, mal amador,
Y busca injusto en su egoísmo
El triunfo sólo de sí mismo.
SANGLIIS
¿Cuál es el manantial
De tu sangre divina,
Oh Jesús, sino ei puro
Corazón de MarU?
Hermoso es en verdad,
Pero la rica copa
Que lo contiene, está
Encerrada en la Hostia.
Deste vino sin per
Dan, a quien lo desea,
Sus cinco rayos (1) rojos
Cinco Pagas abiertas.
Purifica tus labios
Y tus venas impuras,
Pues de Jesús la sangre
Va a pasar a la tuya.
Si de tu corazón
Abres la boca amante.
Llenarlo ha de Jesús
La Sangre rutilante.
FR. MANUEL SANCHO
(Traducción libre del catalán).
(1) Rayo: chorrito, como el catalán «raig». Malamente ha caído en desuso esta palabra que entre
los clásicos era de uso corriente. Así dice Fray
Juan de los Angeles: <, mucho es para ver Dios en
un establo... manando un rayo de leche de los pechos de su Santísima Madre», Y Santa Teresa:
«Porque de aquellos pechos divinos, adonde parece esta Dios siempre sustentando el alma, salen
unos rayos de leche que toda la gente del Castillo
conforta».
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Santoral Mercedario
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EI V. P. Miguel del Pozo
Es uno de los mercedarios que iluminan su época, oscura en la historia
de las Ordenes monásticas, a pesar
del gran número de religiosos que
entonces existían.
Nació en Málaga, de familia ilustre,
el 25 de Marzo de 1653, y allí vistió el hábito de la Merced, profesando
el 18 de julio de 1669 en manos del
Comendador P. Juan de Castro, siendo General el Maestro Sanchís (1).
Hizo sus estudios con aprovechamiento en las ciencias eclesiásticas,
pero mayor en la virtud, obteniendo
después de los cursos reglamentarios
el grado de Presentado o Licenciado,
de los que había 24 en cada provincia
mercedaria. Predicó mucho, ocupando con frecuencia el púlpito de la Catedral.
Su actividad exterior se desarrolló
principalmente en la Hermandad de
Nuestro Padre Jesús Nazareno de Viñeros, por él fundada, y que aún
subsiste. Su imagen constituye uno
de los pasos más venerados de la
Semana Santa malagueña.
El Rvmo. P. García Palomo, Comendador de Málaga en 1808 y después General de la Orden, extractó el
proceso de santidad y virtudes hecho
con autoridad del Ordinario a raíz de
la muerte del Venerable (2).
(I) Buena Dicha: Fragmentos de Andalucía,
página 290.
( 2) Boletín de la Orden. Octubre de 1913, página 347.
en 1712
Decía misa antes que se abriera la
ig lesia, y en celebrarla pasaba con
g randes lágrimas una hora. Ayudabal e un novicio, y siéndolo el P. Granados (después famoso predicador), se
Como éste se contaban en el proceso muchos casos, siendo notable el
de un caballero joven llamado Lara,
de vida muy estragada, que, llevado
casi a la fuerza a oir un sermón del
En él se contaba que ante las murmuraciones de algunos religiosos, el
Provincial había enviado a Baza al
P. Pozo, mas estando la Comunidad
de allí en oración, se oyó una voz del
Crucifijo que había en medio del coro,
diciendo: Dominarás en medio de tus
enemigos.
Todos los presentes quedaron aterrados, y el Comendador le mandó
regresar a Málaga. Desde entonces
acentuó su vida de penitencia y de
fervor, y, como dice en estilo del
tiempo su biógrafo: «El P. Pozo parecía haber caído en uno muy profundo.)
Solía disciplinarse a altas horas de
la noche en el antecoro y andar las
estaciones con una pesada cruz a
cuestas. Al pasar ante el almacén
donde se guardaban las cosas de la
iglesia, una noche oyó que la imagen
de Jesús Nazareno, allí retirada, le
decía: «Dame culto».
Obedeciendo, llamó a cuatro obreros y comenzó a abrir los cimientos
para una hermosa capilla. Vino el
dueño del terreno a protestar, pero
ante una palabra del Siervo de Dios,
tomó una espuerta y se puso a cargar
tierra con los demás, pagando a los
cuatro obreros durante el tiempo que
duró la construcción. Esta capilla
forma hoy una de las naves de la
iglesia nueva terminada en 1792. Actualmente es parroquia.
Verdadero retrato del P. Miguel del Pozo, hoy en la Hispanic
Society de Nueva York,
c ansó de madrugar y de estar de rodi llas, determinando abandonar el háb ito, pero al terminar la misa le dijo
el V enerable: Esa es tentación del
ene migo; no lo escuche; Dios le quier e religioso. Quedó asombrado el jove n al ver descubiertos sus pensaMi entos y se le quitó la tentación.
Padre en la Catedral, vió en él descritos sus vicios con tal viveza, que no
sabía dónde ocultarse, y después de
una larga confesión con el predicador,
determinó abrazar el estado eclesiástico, aunque sin llegar al sacerdocio.
Uno de los religiosos declaraba
que, viendo al P. Pozo sacar en el re-
—
000000000000000000000.o......0 n ..o000000000000.50000.00000.0,500000000000000o00000000000000noo000000ono000000
54 —
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fectorio una cajita de dulce, dijo para Roma y gozaba de grande estimación
sí; ¡Cómo se regala el Santo! Leyen- de Próspero Lambertini (después Bedo en su interior el Venerable, envió- nedicto XIV). El P. Tello mandó las
le un trocito de dulce que le curó de instrucciones para incoar el proceso,
sus malos pensamientos, pues estaba cuyos gastos se ofrecían a costear
don Miguel Dolz Montañés y don Maacibarado.
Multiplicábanse en sus manos los feo Sedeño, grandes devotos del Vealimentos y limosnas que daba a los nerable (1).
pobres y el dinero con que pagaba a Encomendáronse las diligencias al
sus obreros. El P. García Palomo P. Presentado Francisco Mateos, que
nos conservó acerca de esto casos había sido mucho tiempo compañero
del P. Pozo y fue después Vicario
muy curiosos.
Predijo la hora de su muerte y su- Provincial. Seguía trabajando en ellas
en 1727 (2).
frió la última enfermedad con la pa ciencia más heroica. Más de una vez El proceso, como hemos visto, lo
le vieron sonreir con los ojos en alto, poseyó el P. García Palomo aunque
entregando su, alma a Dios el 15 de lo perdió todo en la invasión frandiciembre de 1712, a las once y tres cesa, salvándose por milagro de ser
cuartos de la noche, siendo de cerca fusilado, pues era uno de los principales individuos de la Junta de lndede sesenta años (1). pendencia de Málaga. En el proceso
Un santo religioso capuchino, lla- mado el Venerable Estela, conoció su declaraban unos 68 testigos.
tránsito a la Misma hora y lo dijo a Muy interesante es también la orasus compañeros, que pudieron luego ción fúnebre pronunciada en el encomprobarlo. El concurso de pueblo fierro del Venerable por el maestro
Fray Pablo de los Reyes, mercedario,
hizo diferir por tres días el entierro, siendo necesario custodiar militar- impresa en Enero de 1713(3).
mente el cadáver para impedir su des • La Santa Hermandad de Viñeros
conserva un retrato de su Fundador
pojo.
Sus huesos fueron trasladados a muy semejante al que hoy publicamos,
propiedad de la «Hispanic Society de
los nueve años al altar de Nuestro
Nueva York». Por cierto que ésta lo
Padre Jesús, notándose una fragancia
atribuye a Zurbarán, fallecido en 1664
que pasmó a todos, según reza el
cuando el P. Pozo tenía once arios.
acta notarial conservada por la Hermandad.
No le pareció bien esta traslación al
P. Diego Tello, famoso mercedario
malagueño, que entonces estaba en
FR. GUILLERMO VÁZQUEZ
(1) Las cartas originales en el Ms. 18.764 de la
B. N. de Madrid,
(1) Me atengo al acta de Id traslación de su
cuerpo que posee la Hermandad de Viñeros, comunicada por el Sr. D. Narciso Díaz de Escobar, cronista de Málaga, por medio del P. José Cereijo,
(2) Carta del P. Sierra en el Ms 2.441
(3) Véase un buen extracto de ella por el Padre
Serratosa en el Boletín de la Orden, tomo 1°, páginas 385, 409 y 476,
El Magníficat: su tema
00pono0oo000000ono....000n.nno.n.u0000.00000n00000,..00000000en0000000000000000000000000000000000duoce0000noono
Para mí el tema único del cántico
He aquí por qué me dirán bienade la Santísima Virgen es: Miró el venturada todas las generaciones;
Señor la humildad de su esclava, y
Porque hizo en mí cosas grandes
todo lo demás es la explicación de el que es poderoso y cuyo nombre es
e sta «mirada».
santo.
Y su misericordia se extiende de
Tengamos en cuenta que este cántico es la correspondencia de la San- una en otra generación a todos los
que le temen.
tísima Virgen a las palabras de elogio
Hizo fuerza en su brazo; desbarató
con que la saludó su prima Santa Isabe l, y que por esta misma correspon- las pretensiones de los soberbios.
Destronó a los poderosos y endencia se ve que el tema del cántico
tronizó a los humildes.
de la Santísima Virgen es el que le
Llenó de bienes a los hambrientos
dió su prima, el cual la Virgen admite
y dejó vacíos de ellos a los ricos.
Para ratificarlo, o rectificarlo o expliAcogió a Israel su siervo, recorcarlo, como sucede siempre en toda
dándose de su misericordia,
conversación.
Para con Abraham y su descendenPongamos el saludo de Santa Isabel y el cántico de la Virgen para cia por los siglos, como lo tenía hablado a nuestros Padres.»
c ompararlos y ver si el tema del saMaría e Isabel hablan en una tonaludo de Isabel es admitido, rechazado
lidad distinta; las palabras de Isabel
o explicado en el Magnificat.
«Y exclamó (Isabel) a voces y dijo: brotan impetuosas del corazón, como
salta la sangre de la arteria punzada;
Bendita tú entre las mujeres y ben
las palabras de María, en cambio,
dito el fruto de tu vientre.
Y ¿de dónde a mí que la Madre del son como las aguas que se espacian
y arremansan.
Señor venga a visitarme?
Las palabras de Isabel son efecto
Porque he aquí que al resonar en
mis oídos tu voz, saltó de gozo el de una ilustración y emoción repentina de aquel momento, porque dice
niño en mi seno.
Y bienaventurada la que creíste que San Lucas: «Y sucedió que al oir
en tí se cumplirán las cosas que se te Isabel la voz de María, saltó de gozo
el niño en su seno y fué llena del
han dicho de parte de Dios.
Espíritu Santo». Isabel fue llena enY María dijo:
Mi alma engrandece a Dios y mi es- tonces, después de la concepción del
p íritu se regocija en Dios mi Sal- Bautista, del Espíritu Santo; María lo
vador,
estaba ya antes de la Encarnación del
Porque miró el Señor la humildad Hijo de Dios; Isabel habla bajo la
de su esclava;
actualidad de la moción divina, y no
— 56 —
se nota ni hay conjetura de que el
espíritu de María fuese entonces embestido por una nueva iluminación y
moción del Espíritu Santo; habla,
pues, en virtud de una moción en ella
antigua y habitual.
Además, añade San Ambrosio: «El
Incomprensible obraba incomprensiblemente en su Madre»; es decir, de
modo superior a como obra en los
demás santos.
Isabel, profundamente emocionada,
no domina sus afectos; de ahí su
admiración, que le corta el aliento, y
las frecuentes interjecciones, cuatro
para cuatro frases (1): ¡Bendita tú...
y bendito...! Y ¿de dónde a mí...?
¡He aquí...! ¡Y bienaventurada!; no
llega a salir de estas dos ideas: María, Madre del Señor; lo único que
«ata» es que María alcanzó tan alta
dignidad, «porque creyó», pero no
hay ni una paráfrasis ni atisbo de
desenvolvimiento del motivo de su
saludo.
En el cántico de Maria no hay ni una
interjección, si acaso el y que precede
a su misericordia se extiende.., que
ha de considerarse como simple enlace de la primera con la segunda parte
del cántico, a lo más, como nota de
sostenimiento del tono; porque el
Ecce, he aquí, del tercer versículo, ha
de tenerse más bien como una llamada
de atención a todos, primeramente a
Isabel, sobre el origen de la grandeza
de María, la mirada del Señor.
Todo está en este cántico bien fra(1) Debe considerarse la y en este pasaje como
interjección, en cuyo sentido se encuentra en latín
y castellano y se usa en varios pueblos de la
Mancha.
bado; su tema: Miró el Señor !a hu-
mildad de su esclava, y su desenvolvimiento: Hizo en mi cosas grandes
el que es poderoso y cuyo nombre es
santo, y su ampliación histórica desde: Y su misericordia se extiende...
hasta el fin: Acogió Dios a Israel
su siervo, cuyo acogimiento más estrecho e íntimo fué hacerse hombre
en las entrañas de María y por ellas
ser Israel y descendencia de Abraham,
según aquello de San Pablo a los Hebreos II, 16, cuyo pensamiento en cas tellano puede expresarse: No se hizo
Dios ángel, sino hízose hombre y del
linaje de Abrahäm.
No es, pues, el cántico de María
una improvisación; tal vez es una
mera repetición de lo que en el secreto
de su corazón cantó cuando se vió
Madre de Dios, siendo: líe aquí por
qué me llamarán bienaventurada todas las generaciones, la única nota
de actualidad de aquel momento, en
las cuales palabras recoge y rectifica
en cierto modo las de Isabel; es, por
lo menos, la exteriorización de los
sentimientos en ella habituales de humildad, porque las palabras: [le aquí
la esclava del Señor, hágase en mi
según tu palabra, constituyeron el
único afecto y el único acto, que sepamos, con que acogió en su seno al
Verbo, y el término relativo a esclava
Señor es el que ensalza en su cántico,
atribuyéndolo todo al Señor y a sí
nada como a esclava.
Con estas observaciones vamos,
sin sentirlo, caminando al establecimiento de la tesis propuesta, la cual,
por decirlo así, flota ya en el ambiente.
«Ya le dice Isabel bienaventurada
—
Porque creíste. No fué ésta como Zacartas que se puso con el ángel a
puntos y dudas, sino con grandísima
fe creyó, y creyendo alabó a su Criador, diciendo: Engrandece mi alma
al Señor. Como si dijera a Isabel:
(Tú me engrandeces, prima, a mi; y
yo engrandezco a Dios», como corrigiendo las palabras de Isabel. «Esa
honra, Isabel, que vos me dais, yo la
doy a Dios.» Recházale el alabanza
enviándola a Dios. Y es de advertir
que este cántico, que fué compuesto
en alabanza de Dios, fué un arte para
saber agradecer a Dios las mercedes
que en la Encarnación nos hizo, con
dos maravillosos artificios para alabar a Dios. El primero es mirar a
Dios quién es y considerar su omnip otencia, su bondad y su misericordia, volviendo luego a mirarse a sí y
a sus miserias, considerando su poquedad y vil valor; y de aquí volver a
ver el bien que recibimos de la mano
del Señor, lo cual bien considerado
es imposible que no resulte alabanza
Para el Señor. Así la Virgen pone los
ojos en sí, y humillándose conoce las
grandes mercedes, de donde rompe
en alabanzas diciendo: Engrandece
mi alma a su Criador (1).
La palabra « bienaventurada» es el
lazo de unión entre el saludo de Isabel y el cántico de María; Isabel llama
a María bienaventurada, María lo admite añadiendo con espíritu profético
que lo será también en la mente y en
(1) El P. Mtro. Fr. Juan Suárez de Godoy, de la
M erced, en Thesoro de varias consideraciones
s obre el Psalmo de misericordias Domini in aeternum cantabo, pág. 504. En Barcelona, en casa Seb astián de Cormellas al Call, año de
1598.
57 —
los labios de todas las generaciones.
Hay otra coincidencia, no de palabra
a palabra, sino de pensamiento a pensamiento; Isabel la aclama feliz a
María porque creyó que se cumplirían
en ella todas las cosas que le habían
sido dichas de parte de Dios, María
asiente afirmando que efectivamente
Aquel que es poderoso y cuyo nombre es santo, hizo en ella cosas grandes.
Hay en esto, como se ve, coincidencia absoluta entre Santa Isabel y la
Santísima Virgen, con ampliaciones
verdaderamente grandiosas por María
de las palabras de Isabel.
En el motivo, razón formal del saludo de Isabel y en el motivo del cántico de María, hay divergencia; rectificación en el «Magnificat» del saludo
de Isabel.
Las palabras de Isabel pueden tener
dos sentidos y, por consiguiente,
conformes a ellos dos versiones:
Bienaventurada, porque creíste que
en a se cumplirían las cosas que te
han sido dichas de parte de Dios, o
Bienaventurada la que creíste, porque en tí se cumplirán, etc.
La primera versión parece la más
fundada; pero, sea lo que quiera, en
ambas la condición, sin la cual María
no llegaría a ser Madre de Dios, es su
fe y, por consiguiente, el fundamento
de su felicidad y de la felicitación de
Isabel.
Sabemos, en efecto, por la tradición unánime de los Padres desde los
primeros tiempos de la Iglesia que la
fe y asentimiento de María a las palabras del Angel fue el principio de la
restauración del género humano,
- 58 —
como el asentimiento de Eva a la
serpiente fué el principio de nuestra
ruina; y que, por consiguiente, si, por
un imposible, María no asintiese a las
palabras del Angel, quedaría frustrada la obra de nuestra reparación, por
que María no asintiendo a las palabras de Dios no sería digna Madre de
Dios y, por lo mismo, ni Madre, pues
no llegaría a serio sino dignamente.
Isabel, pues, y con ella toda la
Iglesia, aclamó a María bienaventurada, porque creyó y creyendo llegó a
la Divina Maternidad. La Santísima
Virgen no niega esto de que su fe
haya sido por su parte paso para la
Divina Maternidad, sino que afirma
que la grandeza de ser Madre de Dios
y su fe y, por consiguiente, toda su
felicidad, dependen radical y únicamente de la mirada de Dios.
Mi alma engrandece al Señor y mi
espíritu salta de gozo en Dios mi
Salvador, porque miró el Señor la
humildad de su esclava, y ahora,
como volviéndose a Isabel y llamándole la atención, continúa: He aquí
por qué me dirán bienaventurada
todas las generaciones.
En efecto, la conjunción por qué
une miró el Señor la humildad de su
esclava con me dirán bienaventurada
todas las generaciones, y el sentido
viene a ser éste: «He aquí por qué me
dirán bienaventurada todas las generaciones, porque miró el Señor la humildad de su esclava». Como si dijeIsabel, me llamas bienavenra: Tú,
(
turada, porque creí; lo soy porque he
creído; pero no hubiera creído ni, por
tanto, hubiera sido bienaventurada,
si Dios no me hubiere mirado; el fun-
damento de mi grandeza y de mi fe,
fue la mirada de Dios sobre la humildad de su esclava».
La palabra humildad, que significa
condición abyecta, y la palabra esclava, que designa a la persona que no
tiene nada ni derecho a nada, nos dan
el sentido de la frase de la Virgen
Santísima: «De mi misma nada soy,
nada puedo, nada merezco, pero miró
el Señor mi nada, y soy y creí y mereci ser su Madre, pero todo es pura
deuda mía a la mirada del Señor».
Razón tuvo Isabel al felicitar a María por su gran fe, y mayor razón tuvo
María al refundir todos sus bienes en
la mirada de Dios; como decimos verdad que Dios recompensa con la gloria las buenas obras de los justos,
pero con mayor verdad decimos que
Dios al premiar las buenas obras galardonea sus propios dones.
(No pienses, pues, que María se
atribuyó a sí la virtud de la humildad
en la cual diga puso Dios sus ojos,
sino que llamó humildad a su propia
vileza, porque la que había de dar a
luz a la sabiduría de Dios, no se envaneció neciamente, sino que fué maravillosamente sutil por su misma humildad para penetrar los acontecimientos de las divinas ordenaciones»
(V. Guiberto Abad, de Laude S. Mariae, P. L. 156, 294).
Para dar alguna idea de esta mirada de Dios, imaginemos que el sol
tuviese inteligencia y que al alumbrar
el mundo le diese el ser con los mismos rayos con que le alumbra; al
levantarse por la mañana sobre el
horizonte iría mirando el mundo, y
con la mirada con que le alumbraba
lo sacaría de la nada y lo sostendría
en el ser que alumbraba, haciendo al
mundo hermoso y espléndido; así
Dios nuestro Señor miró a María, y
con su mirada la sacaba de la nada e
iba poniendo en ella las gracias y lo
que en María hay, que en frase afortunada del P. Salmerón, mercedario,
«todo es esplendor de Maternidad
divina».
Miró, pues, la Santísima Virgen
toda su grandeza como término de la
mirada creadora de Dios; mirada que
explica en los siguientes versículos,
que ya no son de nuestro intento
actual.
Haya en todos nosotros este espíritu de humildad de María para dar a
Dios toda la gloria de todo lo que
somos, podemos y hacemos.
FR. JUAN GILABERT
NOTAS RELIGIOSAS
Otro lugar donde se manifiesta
Dios
¿Por qué no se ha de llamar o bautizar este hecho milagroso con el título de «Nossa Senhora de Co ya da
Coya da Iria es su nombre. ¿Qué Iria? No me parece bien se diga como
es Co ya da Iria?
se dice: «Nossa Senhora do Rosario
Hasta el día 13 de mayo de 1917 no de Fátima», porque Fátima es un viera fácil definirlo. Una aldea tiene na llorio de 2.000 almas que dista unos
serie de atributos propios, que la dis- dos kilómetros del lugar del sutinguen de cualquier otra agrupación ceso.
humana. Pero lo que no es aldea siEstá situado en un punto céntrico
quiera, sólo consta de elementos tan entre Santarém y Coimbra, y es bien
Poco diferenciados como la piedra o sabido que el Portugal del Centro y
la hierba.
Norte es todo católico. Aquel fantasSitio de pastos comunales, sin vi- món de tendero que vimos en Chaves
vienda en varios kilómetros a la re- hace unos once años y que se confedonda; alguna vez hubo cueva sin saba católico revoluçáonarto, no es,
por cierto, la nota dominante, sino
duda, y no sé si la hay ahora.
Desde el día 13 de mayo de 1917 ha caricaturas que no faltan en otras pare mpezado a ser algo más, mucho más tes tampoco.
que eso. En este lugar, expresión de
Pero reflexionemos un momento.
l a nada, se apareció en ese día la ¡Dios se digna manifestarse al pastor
b endita Madre de Dios a tres niños de Horeb; sus Angeles hablan a los
q ue estaban guardando sus ovejas. pastores que velan alrededor de BeT odo es auténtico y demostrado, y lén; la Madre de Dios se aparece a la
esto es muy importante. Nada de alu- pastora del Cave, y últimamente, la
ci naciones colectivas que alguna vez misma gran Señora lo hace a los tres
se ven, y no hace todavía dos lustros inocentes pastorcillos de Co ya da
la última.
Iria! Y los hombres en la higuera, Ile-
60
nos de sí mismos, creyendo que han
hecho algo porque han conseguido
morder un poco en esta tierra, donde
es trágico el honor, la riqueza o la
belleza, porque constan de elementos
que se han de destruir.
Luego del milagro surgió en el desierto de Co y a una capillita que ya no
existe, porque unos bravos enemigos
de la reaçáo le pusieron dinamita.
Actualmente se alza una iglesia presuntuosa, y cerquita de la misma el
armazón de la basílica más grande de
Portugal, según dicen.
Casi todo está montado sobre el
modelo de Lourdes: el lugar de procesiones, el hospital, las fuentes con
baños y docenas de grifos. Varios
cientos de muletas y cosas por el estilo. Todo aparece rodeado de un alto
muro con puertas fortificadas para
que no ocurran más tragicomedias de
bombas.
A pesar de ser un lugar tan apartado, los días 13 de cada mes acuden
millares de fieles, y el 13 de mayo
suelen ser decenas de miles.
Muchos milagros suelen ocurrir en
la Iglesia de Dios; el mayor de todos
es, sin embargo, su propia existencia.
Este es el hecho que más fuerte impresión produce en el espíritu, siempre que sea capaz de un pequeño esfuerzo critico. La existencia de la
Iglesia demuestra, entre otras cosas,
que todos los hombres pintos han
sido incapaces de destruirla; ganas
nunca han faltado, lo que ha faltado
ha sido energía.
Grito de loro
A veces se oye por esos mundos
éste: «Desde que la ciencia ha desterrado la dogmática...»
Cuando oigáis una cosa así, no
indaguéis qué es lo que él entiende
por «ciencia», pues no sacaréis más
que confusión, y mucho menos habéis
de preguntar qué es lo que el interesado entiende por dogmática, pues
eso sería aumentar la confusión. Yo,
en esos casos, soy muy galante, y le
hago la gracia de suponer que sabe
perfectamente bien lo que es una cosa
y otra Empiezo por preguntarle ¿qué
dogma católico ha destruido la ciencia? Y como la ciencia no ha destruido ningún dogma, no sabe qué responder el orondo lector de la Prensa
popular. Sería de agradecer que concretasen y dijesen: tal dogma; pues
entonces tendríamos ocasión magnífica para enseñarles una porción de
cosas que ignoran lastimosamente.
Hace algunos pocos años se intentó
sacar de la Geología consecuencias
contra la existencia del Pecado original. El intento quedó frustrado, pero
produjo un buen efecto: una porción
de gente tuvo ocasión de aprender lo
que es el Dogma Católico del Pecado
original.
Igual que el famoso doctor protestante que pretendía fuera sometida la
Real Presencia a un análisis químico,
aprendió cosas muy útiles y necesarias a doctores católicos y no católicos.
FR. MARTÍN O. DE ARRIAGA
I-
k
e
Sociología práctica
REFORMA DE UNA PARROQUIA
La parroquia está enclavada en un
Pintoresco valle de una región montañosa, entre Galicia y Asturias.
Cincuenta vecinos en seis o siete
aldeas sembradas a boleo entre castaños y robles. Prados minúsculos,
verdes como esmeraldas, en los que
Pastan vacas amarillas y enanas;
s embrados de maíz y centeno ralos
c omo cabezas próximas a la total calv icie; huertecitas con coles raquíticas
Para «el caldo». .
En medio la iglesia pequeñita, pero
en buen estado, con pretensiones arqu itectónicas, espadaña esbelta, camPanas alegres y cantarinas, que varias veces al día llenan el valle con
sus encantadores sones. Al lado de la
i glesia la casa parroquial, y alrededor el iglesiario, propiedad de la parr oquia, principal base de la alimentac ión del humilde párroco y de sus familiares.
La carretera más cercana, a unos
q uince kilómetros; la estación del ferr ocarril, a cuatro leguas.
Y en aquel rincón en que, como en
t antos otros, durante siglos se habían
dado la mano la inocencia y la ignora ncia, se sintió el paso de ráfagas
d e malicia, dejando en pie !a ignorancia y asesinando la inocencia. Algunos que habían ido a trabajar allende
lo s mares, volvieron diciendo que la
religión era un mito, los curas unos
farsantes vividores y la moral cristiana una antigualla llamada a desaparecer.
Y el templo empezó a quedarse
solo. Cada domingo aumentaban las
bajas en la misa parroquial. El pobre
cura estaba anonadado ante la general apostasía y arremetía con enérgicas pláticas, llenas de doctrina e indignación, contra los sembradores de
cizaña en aquella viña tranquila, que
siempre había sido exclusivamente
del Señor.
Pero los hombres enemigos redoblaron sus campañas, y consiguieron
rebelar a las ovejas contra el Pastor,
y lo arrojaron como a un maldito a
pedradas. Tuvo que huir a uña de
caballo.
Después de un entredicho de un
mes, como castigo, apareció otro héroe dispuesto al sacrificio, fiel a su
vocación sublime. Empezó su apostolado en el humilde templo, pero su
voz resonaba en el vacío. Predicaba
con energía a la docena y media que
acudía a la misa parroquial, y los
más necesitados de oir la palabra del
Señor estaban tomando el sol o en
sus faenas, profanadores del día festivo.
Pero se enteraban más o menos de
los enérgicos acentos de sus pláticas.
Le prepararon la celada, y con el
pretexto de unos derechos parroquiales que quiso cobrar y que encontraron injustos, surgió el drama por segunda vez, y también este ministro
de Dios tuvo que poner los pies en
polvorosa para salvar la integridad de
su persona.
Dos meses de entredicho y una tercera víctima, que se presenta dispuesta al sacrificio.
A los tres meses se impuso la fuga,
pero esta vez el drama fue cruento, y
el pobre ecónomo, mal herido, tuvo
que guardar cama durante varias semanas, lejos, muy lejos de la viña,
que ya parecía maldita.
¡Era demasiado! ¡El Prelado decretó un año de entredicho!...
II
—Señor Obispo.
—Dírne, hijo mío.
—He sabido que los de la parro
quia de... están sin Pastor.
—No veo a quién mandar; y, además, es necesario darles un ejemplar
castigo para que reaccionen. Les tendremos sin cura durante un año.
—Me dijeron que hay algunas almas
buenas que claman por el ministro
del Señor, y temo que se mueran
algunos sin confesión.
Los creyentes van a misa a las
parroquias limítrofes, y llaman a los
curas vecinos en caso de peligro de
muerte.
Pero están lejos y sé que la tristeza ha invadido las almas buenas, y
claman al Señor misericordia. Yo
quiero ir allá, señor Obispo. Con la
ayuda de Dios, haré de ese pueblo
rebelde un rebañito de elegidos.
62 -
¿Tú, catedrático del Seminario,
con una carrera brillantísima, que
eres la eseperanza más sólida que
tengo en la formación espiritual de
los futuros sacerdotes de la diócesis?
¿Tú, metido entre las breñas de aquellas montañas abruptas e inhospitalarias, entre salvajes, que apedrean a
los ministros del altar?
—Dios le pague el panegírico que
de mis prendas hace; pero, ya en
plan de inmodestia, le diré que por
unos años quiero ir a esa parroquia
apartada para enseñar a nuestros seminaristas desde allí a ser verdaderos
curas. Déjeme ir, para desde allá poner cátedra a los de acá. Déjeme ir, y
si me va mal, la vuelta puede ser rápida.
—¡Vete en nombre de Dios, y que
El y su Madre Santísima te bendigan!
Y fue; y en todos aquellos contornos no se había visto cura semejante,
metido en su iglesia y en su casa. No
parecía que había llegado a la parroquia un cura, sino un feligrés más.
Celebraba todos los domingos su
misa parroquial y explicaba el Evangelio a los pocos que iban a oirla,
pero sin un solo comentario de circunstancias. La doctrina escueta del
Salvador, sin lamentaciones sobre si
era obedecida o despreciada por los
hombres. Si le llamaban a visitar a
un enfermo, iba sin demora, y se limitaba a cumplir escuetísimamente su
sagrado ministerio. Si hacía algún
servicio parroquial y le preguntaban
cuánto eran sus derechos, les enseriaba el arancel impreso. Si pagaban
buenamente, aceptaba el estipendio;
— 63 —
Si discutían la cantidad, con modestia
les decía:
—Dérune lo que puedan o crean
co nveniente. Y aceptaba lo que de
g rado le ofrecían sin chistar. Jamás
faltaba al que necesitaba de él; jamás
se tropezaba con él quien no quería
nada con su ministerio.
—¡Ya era tiempo—decían los reb eldes—de que tuviéramos un cura
que se sepa meter en la sacristía y en
su casa, como le corresponde!...
Durante mucho tiempo lo miraban
con absoluta indiferencia. Algún domingo, aun los más descarriados,
a somaban la cabeza por el templo a
la hora de la misa mayor. Las palabras del Evangelio caían sobre sus
a lmas como lluvia de otoño, persist ente y fecunda, sin ambages y sin coM entarios. Acaso algún día producirían ópimos frutos.
Hemos dicho que el cura disfrutaba
Un redondeado iglesiario
con buenos
P r ados, que le permitían mantener
t res o cuatro vacas, y buenos terrenos de regadío. Alrededor de la casa,
h uerta con árboles frutales.
Pero la misma rápida sucesión de
c uras era causa de que aquellas proPi edades estuvieran muy abandonadas.
Este párroco había estudiado a
f ondo la agricultura, y aun había ensetiado esa asignatura en el Seminario.
Se dedicó con afán a cultivar sus
campos.
Un día aparecieron dos vacas inM ensas, pintadas con grandes manch ones blancos y negros y con unas
Ubres como los globos que se elevab an en la fiesta del Patrón.
¿Que cuánta leche daba diariamente cada uno de aquellos monstruos?
¡Horror! l¡ Cincuenta cuartillos!! Nunca se había visto por allí nada semejante.
Otro día vieron llegar unos arados
de forma rara, y con uno de ellos se
roturaron los prados permanentes,
limpiando la tierra de juncas, gramas,
raíces y malezas. Llegaron unos sacos de algo como harina gris, que
fue extendida por todo el terreno, y
luego sembraron una semilla que los
indígenas no sabían lo que era. Cuando naciese ya se vería.
Y aparecieron prados preciosos,
perfectos, uniformes, sin hierbas parásitas e inútiles. Con los riegos
oportunos se la veía subir. Y empezaron las cortas, que las vacas devoraban por fresquísima y jugosa, y
que, agradecidas, devolvían en arroyos de leche.
Por las ventanas de la casa parroquial oteaban cuando creían no ser
vistos, y entre otras bendiciones del
cielo, vieron largas hileras de quesos
de color de oro.
Cuando a un prado se le acababa
una corta, ya se podía empezar otra.
Aquello era interminable. Pero al mediar el verano se dejó crecer la hierba
hasta blanquear de madura. Estaba
altísima. Apartaron semilla. Allí no se
había visto nada semejante. La corta
fue abundante. Los carros se contaban por docenas en donde sólo se
podrían sacar dos o tres.
¿Y cómo haría el cura para guardar tanta hierba?
Nueva sorpresa: un cajón de un
metro cúbico. Una tabla corrediza.
▪
—
64 —
Y con esa desproporción entre las
Una palanca. Las horquillas que no
tierras del iglesiario y las de los feil
cesaban de meter heno en el artefacto. Un inmenso carro quedaba con- greses, se fueron sucediendo las devertido en un pequeño haz de aristas más cosechas de frutas, centeno,
trigo (ellos nunca habían sembrado
perfectas Y en donde, con los métodos allí conocidos, se podrían mal trigo), hortalizas de mil variedades
acomodar seis carros de hierba, se que nunca habían visto, espárragos
metieron más de cincuenta sin dificul- riquísimos, pimientos corno calaba
zas, melones, sandías y mil otras vatad alguna.
¡Pero así prensado no serviría para riedades de productos en que la tie
rra es pródiga si se la trata con cariño
nada!
¡Vaya si servía! Las vacas foras- y arte.
Y no era eso solo. Las tierras del
teras se la comían como cosa rica.
Al dársela la espeluznaban hasta decura producían dos o tres cosechas
jarla finísima y abultada. El carro de abundantes cada año, y las suyas
heno se había convertido en haz y apenas producían una.
luego el haz se volvía a convertir en
Y en este aspecto, lo que más les
inmensa carretada.
asombraba eran los prados, que desOtro día apareció un maquinucho pués de varias cortas de hierba verde
raro con unos tubos inverosímiles y
y de la corta final para secar, aún
una manivela. ¿Para qué sería? Con
daban patatas como calabazas o maíz
él se desnataba la leche, que pasaba con mazorcas larguísimas.
a unos frascos para enviarla afuera
III
sin necesidad de mucho gasto de
Y a todo esto, el señor cura seguía
transporte.
Y vino la cosecha del maíz, que en silencio. Se le veía en la huerta lehabía sido preparada de muy distinta yendo, rezando su breviario o en la
manera de como los nativos conocían, iglesia aseando altares y ornamentos,
con semillas por ellos desconocidas, todo aquello brillaba de limpieza. En
y siempre adobada la tierra con la las faenas agrícolas apenas tomaba
parte. Un hombre forastero era el que
harina aquella de un blanco gris. ¡Pero qué cañas altísimas, y cada dirigía todas las operaciones, valiénuna con dos mazorcas de media vara! dose de jornaleros de la parroquia.
Y ni una reprensión porque no iban
¡Y espesas como los dedos de las manos! Vistos los maizales del cura, a cumplir con sus deberes de cristia
se les llenaba el alma de tristeza al nos.
Solamente los días festivos en la
ver los suyos raquíticos, de plantas
ruines, ralas y con mazorcas como Misa Parroquial las verdades del
Evangelio, sin comentarios, se desdedos. Estaban como fuera de sí, y
granaban de sus labios delante de la
no se hablaba de otra cosa en los
labradíos, en las placetas de todas las docena y media de fieles que aún seguían tales, y por la tarde delante de
aldeas.
— 65 —
algunos niños que acudían a la catequesis.
Un día en que el ejemplar sacerdote
r egresaba de visitar a un enfermo, se
emparejó con él uno de los que más
alejados estaban de sus deberes de
cristiano.
—Buenas tardes, señor cura.
—Santas y buenas.
—¿Dando un paseo?
—Vengo de visitar a un enfermo.
—¿Y ahora hacia casa?
— Hacia allá voy. Se va haciendo
noche
—Quisiera hacerle una preguntita,
Si no le molesta.
—Usted dirá.
—Se ha corrido por la parroquia
que usted tiene una bendición especial
Para sus campos, y que por eso sus
co sechas son inmensamente superiores a las de todos los feligreses.
— Efectivamente, que si Dios no
b endice nuestros camPos, nunca dar ían cosa alguna para nuestro sustent o. Pero es tan bueno, que lo mismo
hace llover sobre el campo del justo
como sobre el del pecador. Para casti gar a los que no le sirven, le quedan
trineurcrah so; otros medios.
— ¿Qué le hace, pues, usted a sus
tendríamos vacas que dan cincuenta
cuartillos de leche, y mazorcas de una
vara de largo, y prados que dan más
hierba en medio año que los nuestros
en tres?
—Claro está que sí. La ciencia sirve
para todos los que se quieren aprovechar de ella.
— Los que quieren!... Si la agricultura es ciencia, yo quiero aprenderla,
y como yo muchos otros; pero no tenemos quién nos la enseñe.
—Sí teneis.
—¿Quién?
—Yo.
—¿Usted?
--Con mil amores. Y ademas no m e
representa molestia alguna. La agri
cultura, es e minentemente práctica
Las lecciones teóricas, no deben se
p rolongadas. Si ustedes quieren sa
ber, vénganse todos los días después
de las faenas del campo por la parroquial, y me oirán un curso completo
sobre las teorías agrícolas aplicadas
a las necesidades del país. Y la prác tica la pueden ver en mis campos, dirigidos por el obrero encargado de
ellos. Dígales a los que desean saber,
que he venido para bien de todos en
todos los órdenes de la vida. Lo poco
que sé y valgo, está a disposición de
mis feligreses.
— Cultivarlas científicamente y seg ún los progresos de la agricultura.
— ¿Usted sabe de eso?
IV
Sí; he dedicado algún tiempo a es- Empezó en la Rectoral un curso de
t OS e studios. Hasta fuí en el
Semina-
agricultura
teórico- práctico, al que
riop rof. esor
de esa asignatura,
asistían por lo menos un hombre por
— ¿Y la agricultura se estudia?
cada familia.
— Lo mismo que cualquier otra
Y salieron a relucir abonos químiCiencia
cos, selecciones de tierras y semillas,
—
¿Y si nosotros supiéramos de eso y rotación de cosechas, y cultivo in-
—
66 —
tensivo, utillaje moderno para los diferentes laboreos, alumbramientos de
aguas, cálcuios de gastos y ventajas
de cada cultivo, industrias derivadas
de la agricultura, cría de ganado, avi
cultura, apicultura, prados temporales a base de alfalfas... Era todo ello
una revelación para aquellas pobres
gentes. Y fueron dóciles en aprender y
practicar.
La ciencia convirtió aquel páramo
abandonado y mísero en un pequeño
paraíso terrenal.
Y detrás del pan fueron las hojas de
catecismo. Primero por agradecimiento y después por convicción, volvieron al templo para cumplir con sus
deberes de cristianos.
Jamás en el mundo fue amado nadie
como aquel culto y santo sacerdote
por sus feligreses.
Un día triste para su corazón de
hijo, falleció su padre a cuatro leguas
de distancia. Todos los hombres que
podían andar veinte kilómetros, acompañaron a su Pastor. Había fallecido
víctima de la grippe, y debía ser enterrado de prisa, llevado en una escala
larga, para evitar el contagio.
Los feligreses del sacerdote santo,
no lo consintieron. Y fue llevado en
hombros como en apoteosis. Cada
cien metros se relevaban cuatro hombres. Todos querían demostrar a su
párroco con la elocuencia de las
obras que estaban dispuestos a morir
por él...
¡Ah, los beneficios inmensos de la
revolución desde arriba!...
-- 67 —
Opinión de Juan
Español
A mi amigo don X.
Muy querido amigo: Viendo los disgustos que tienen con el Estado los
que viven del presupuesto, bendigo a
Dios por no haber cobrado nunca un
céntimo de él.
Como me felicito mil veces de no
ser fumador, por no andar en dimes y
diretes con la Tabacalera.
Lo malo es que los pobres paganos, el paciente Juan Español que satisface todos los recibos blancos,
azules y colorados que le presentan,
corre peligro de pagar además los
vidrios rotos en las discusiones por
los que cobran regularmente, y desearían cobrar aún más.
No digo que cobran ya demasiado,
para que usted no me tenga por revolucionario. No lo soy, gracias a Dios,
ni pensé nunca en serio. Creo que
los ciudadanos que disfrutamos de
los buenos servicios de nuestros innumerables funcionarios, debemos
pagarles y contribuir a su felicidad
corno ellos contribuyen a la nuestra.
Protesto contra la suposición de
que esto sea una ironía. Y no me
pongo a citar los textos del Apóstol
que manda pagar renta y tributo al
que tiene derecho a él... por excusar
prolijidad.
Me limito a advertir que gran parte
de los disgustos y trastornos que padece la nación las ocasionan precisamente los que cobran y no los que
pagan, ¿no le parece a usted un poco
gracioso? Cierto que los contribuyentes se quejan también, pero los motines de consumos son ya materia de
historia, ¡y vaya usted a saber quiénes eran los alborotadores!
Creo que deberían advertir los que
disfrutan del presupuesto que, Juan
Español que los sostiene y a quien
FL. SERAPIO GONZÁLEZ GALLEGO sirven, no es precisamente Roths-
child; que vive con mucho trabajo y
que cada peseta le cuesta grandes
sudores.
Si a sus funcionarios no les tiene
instalados regiamente, tampoco él disfruta de grandes comodidades, a pe
sar de que trabaja más que ellos.
Deben fijarse, sobre todo los albor otadores, en que, si a Juan Español
no le dejan trabajar y producir, no
tendrá para sí ni para sus amos (digo
servidores).
No pocos de éstos alegan que ante
la miseria de los sueldos las oposiciones se verán pronto desiertas, y
que a muchas de ellas no concurren
más que semianalfabetos de carrera.
Salvo en que falten opositores, pues
cada vez son más numerosos, lo demás no nos sorprende, y aun sospechamos que algunos de esos semia nalfabetos deben haberse colado en
l os escalafones oficiales, al ver el
dominio que muestran de las mater ias que discuten y la altura a que se
c olocan al dar soluciones. No quiero
citar casos concretos que a usted se
le ocurrirán lo mismo que a mí.
Contra toda mi voluntad, se me
viene a la memoria una anécdota port uguesa. Cuentan que un presbítero
de Braga predicaba sermones a tres
r eales. Reprendióle ásperamente el
ar zobispo de que rebajara hasta ese
Punto el ministerio; mas el predicador le respondió sonriendo:
—¡Ah, ilustrísimo! Si viera los serm ones, aún le parecerían caros.
Seguramente no dirá cosa semej ante ninguno de nuestros empleados,
a unque deberían mirar bien si los
se rvicios que prestan a la nación corre sponden a lo que de ella cobran y
a l o que desearían cobrar.
Algunos creen que harto hicieron
en llegar a donde están, y que con el
trabajo que les costó negociar el puesto han merecido de sobra el descanso. Me temo que ante Dios va a ser esa
una mala respuesta, y aun delante los
hombres, no será pronto suficiente.
No digo, ni mucho menos, que todos nuestros funcionarios sean inútiles y holgazanes. Los hay que se
pierden de vista. Quizá atiendan mal
la función que la sociedad les encomendó; pero, en cambio, trabajan con
ardor en otras que les producen buen
suplemento. Tan bueno, que a veces
les dobla y triplica el sueldo.
No los condeno por ello, aunque
les rogaría que dejasen el primer empleo, si no lo han de atender mejor.
Esto nos lleva a pedir un socorro
para los párrocos rurales y otros sacerdotes dotados miserablemente e
incapacitados por su carácter para
buscarse otra ayuda.
Si no fueran demasiado conocidos
en sus pueblos, quizá el diablo los
tentase a transformarse por la tarde
en mozos de café, para no morir de
hambre. El caso no es teórico y cuentan que se dió en algunas grandes
ciudades. La situación de los mozos
de café es incomparablemente mejor
que la de bastantes sacerdotes.
Trabajemos un poco más los empleados y los contribuyentes, y ¡quiera Dios que no nos falte trabajo! Pero
si unos y otros nos damos a vagos,
no habrá nada que repartir para cuando llegue el comunismo, en que sueñan algunos majaderos.
Lejos de ellos, le desea siempre su
afectísi mo
GARCÍA
— —
ESTUDIOS
GALLEGOS
MEENDIÑO
Poeta medioeval
No es trabajo halagador el hacer
un estudio sobre este poeta, del cual
no tenernos sino una poesía en el
Cancionero de la Vaticana.
Y como nos faltan en absoluto las
noticias históricas sobre el hombre,
nos atendremos únicamente a su personalidad literaria. No sabemos si
fué juglar o trovador, si tocó la
vihuela o el arpa; e igualmente desconocemos si anduvo errante por los
pueblos y cortes españolas, o bien
residenció de por vida en algún pueblo ribereño.
A juzgar por el nombre, debió de
ser de clase baja y servil; el diminutivo que usa, recuerda la costumbre
que tenían algunos juglares de reformar el nombre para hacerlo más sonoro y gracioso, aun a costa de un
fácil anonimato (1).
Nadie en el Cancionero le alude,
ni para bien ni para mal; pasa perfectamente aislado, y realza su figura
tras la belleza de unos versos inspiradísimos.
Claro está que parecerá endeble
toda deducción que quiera basarse
en el lugar que ocupa Meendiño en el
Cancionero—núm. 438—; pero, para
salir del paso, y considerando que el
coleccionador agruparía a los poetas,
con pequeña diferencia de edades,
como éste se halla entre layo Gómez
(1) Véase sobre esto a Menéndez Pidal: Poesía
juglaresca y juglares » . Madrid, 1924, págs. 4-5.
Charino y Ayras Nunes, vamos a
suponerlo contemporáneo y viviendo
en la primera mitad del siglo XIII.
Por lo demás, no huelga decir,
para afianzar más este extremo, que,
así él como Charino, Johan Zórro,
Martín Codax y algún otro forman un
grupo aparte entre !os poetas de los
Cancioneros: son ellos los cantores
del mar. Con esto damos una pincelada a su fisonomía.
Nacido, según es dado suponer, en
los alrededores de Redondela, no
sufrió las influencias cortesanas, permaneciendo en el pueblo y ejercitando su canto y su pluma en temas populares.
Una sola composición nos ha dejado, y esta no larga, pues corista de
solos veinticuatro versos; pero es el
más lindo poema de amor, con toda
la intensidad lírico-dramática que
puede caber en tan pocas palabras.
Parece que sus versos traen sabor
de yodo y algas, y que entre ellos se
nota el vuelo de las gaviotas. Es un
estupendo medallón marinesco.
Sedia-m'eu na ermida de San Simión
e cercaron mi as ondas, que grandes son:
en atendend'o meu amigo
en atendend'o meu amigo!
Estando na ermida ant'o altar,
(e) cercaron-mi as ondas gr3ndes do mar:
en atendend'o etc E cercaron-mi os ondas, que grandes son,
non ei (i) barqueiro, nen remador:
en. E cercaron-mi as ondas do alto mar,
non ei (i) barciueiro, nen sei remar:
en Non ei (1) barqueiro, nen remador,
morrerei fremosa no mar
major:
que fué, quizá, centro de romerías y
p eregrinaciones, a donde se acudía a
rezar y a plañir de amores.
En una de estas fiestas campesinas,
La pequeña isla de San Simón a en medio del mar, ideó Meendirio la
que alude el poeta, se halla en la ría delicada figura de mujer, perdida en
de Vigo, muy cercana a la costa. una contemplación extática, y soDadas su frondosidad, buena situañando que las olas la llevarán hacia
ción y demás circunstancias que en su amigo.
ella concurren (2), resulta lo que
Con razón dice Jeanroy: «Voici une
Berceo llamaría un piece
qui a bien quelque chose de
logar cobdiciadero pora omne mysterieux et de vague», que Goethe
cansado,
«admirait dans certaines ballades alleLos Templarios habitaron en ella mandes» (1).
desde 1118 a 1312. En 1517, el Padre No he dicho hasta ahora que MeenF r. Juan Pascual, franciscano reco- diño colabora también en el Coloccileto, y otros frailes andaluces, fun- Brancuti (2)—núm. 852—; pues bien,
daron allí un convento que, más aquí nada nuevo nos revela, ya que
f arde, fué cabeza de Custodia.
se ciñe a repetir la poesía del de la
Las continuas irrupciones de Drake Vaticana.
Y otros piratas, obligaron a desalojar
El tema lírico escogido por el poeta
v arias veces el convento.
redondelano, cae entre las cánfigas
Y cuando en 1596 apareció en Ga- o cantares de amigo, género eminenl
icia una mortífera epidemia, los mon- temente gallego y que se resistió a
j es benedictinos de Poyo, temerosos toda influencia exterior.
de ser invadidos del contagio, huye- Los franceses que quieren hacer
r on de su abadía y se refugiaron en di- derivar toda la lírica europea de sus
C ha isla por espacio de cinco años (3). poetas medioevales, no pueden menos
Aparte de otros detalles históricos, de reconocer que, la galaico portunos interesa saber que allí había una guesa, no se presta a ello (3).
er mita dedicada a San Simón (4), y
Estos cantares de amigo, con un
(1) Sigo la transcripción de J. Joaquim Nunes,
cierto fondo de melancolía vaga, misd e su obra: 'Cantigas d'Amigo dos trovadores teriosa y soñadora, en frase de Megalego - p ortugueses». Coimbra, 1926. Tomo, II, néndez Pelayo, vinieron a poner de
Página 229.
en Non ei (i) barqueiro, nen sei remar,
morrerei fremosa no alto mar: en (1)
(2) No sé por qué M. Pidal, ob. cit., página
219, le llama escarpado islote. Seguramente que no
l o ha visto, (3) G. Nicolás Taboada y Real: « Descripción
1iPográfi co-histórica de Vigo, su ría y alrededo
res. Sa
ntiago, 1840, páginas 70-76. (4) Había muchos santuarios en Galicia que dlen cionan los Cancioneros, así: Santa María de
Wo , San Servando, San Leuter, San Clemente do
'dar, San T reeçon, San Mamede, Santiago, etc.
(1) Alfred jeanroy: 'Les origines de la poesie
lyrique en France au moyen age». París, 1925, páginas 171-172.
(2) En Poyo poseemos una fotocopia de este
Cancionero, regalo del M. R. P. Miguel López, hoy
Procurador General de la Orden en Roma.
(3) Véase a jeanroy, ob. cit., pág 308 y siguientes; así como a Menéndez Pidal, ob. cit., páginas
218-222,
- IÖ
-
Posa Silvestre
relieve lo enfermizo e insustancial de
las formas provenzales.
L'amanse de amigo, porque se re¿,Quién le había dado este nombre?
pite en ellos con insistencia este vo- Tal vez alguno de aquellos artistas
cablo, que equivale al de amante. De que al recorrer las hermosas campilas dos clases de cantares, unos, ñas de la provincia de Pontevedra se
constar. de varias estrofas con un
habían visto sorprendidos por la bella
estribillo final; los otros, se reducen
aparición de la rapaza, cuya fina sia sencillos paralelismos, que segura- lueta se destacaba sobre el fondo pámente se cantaban a coros; y se puede lido del cielo como una nota llena de
notar que, el comienzo del tercer dís- color y armonía, y no habían podido
tico, es la repetición del segundo
resistir a la tentación de reproducida
verso del primero. Otra particularidad en su caja de apuntes o en su álbum.
de los cantares de amiga es que sólo Y en verdad que era digna de ser
aparecen en boca de la joven enamo- copiada y encerrada en valioso marco
rada, quien a pesar de sus vivos sendestinada a algún museo. Pues nada
timientos, nunca desciende a bajezas
más hermoso y perfecto de líneas y
ni a ligerezas de expresión.
color que la rapaciña de la meiga,
La canción de Meendiño, precioso como la llamaban hasta que alguien
haz de estrofas paralelísticas, pertela dió el nombre de Rosa o más bien
nece a esta segunda clase de cantares
Rositia.
de amigo, llevando ademas el sello
Alta, esbelta, su cuello de un mode la musa popular en el ritmo, en la
reno
mate, sobre el que se erguía
sencillez de estilo y en el pensamiento.
gallardamente
la cabeza, cuyas larEl ritmo bailable de esta composi
.
gas
trenzas
negras
se escapaban del
ción hace pensar si acaso fué com
amarillo
pañuelo
hasta
caer cerca de
puesta para una fiesta celebrada en
las corvas, tenía esa pureza de líneas
aquel islote. Pero esta cuestión, en sí
de la raza helénica, sus ojos aterciocuriosa, resulta baladí. Mas interesaría saber qué cánones de versifica- pelados, cuya luz se ocultaba a medias bajo el tupido velo de sus pestación presidieron a la factura de esta
poesía, ligeramente amétrica, que ñas de seda, su nariz recta de rosadas y movibles ventanillas, su boca
consagró para siempre la memoria de
bermeja y húmeda corno una flor cuun autor.
Llámesela cantar de amigo, bar- bierta de rocío, sus dientes menudos
carola o égloga piscatoria, siempre y blanquísimos, todo formaba un
será una perla de las muchas que conjunto de tan maravillosa armonía
que hacía pensar si aquella peregrina
guardan los Cancioneros, cofres valiosísimos de nuestros poetas galle- criatura habría sido robada por la
vieja meiga de alguna opulenta moragos medioevales.
da de ricos señores.
FR. GLIMERSINDO PLACER
Si embargo no era así; y aunque
Poyo, 29 1-1931.
Rosifia no era hija de la meiga, todos
los convecinos de ésta recordaban a
una mujer bien pobremente vestida
Por cierto, a quien ésta diera hospital idad una tarde de lluvia en su vieja
choza y que pocas horas después
moría, dando a luz a la infeliz niña
de que nos ocupamos.
Nadie supo de dónde venía ni a
dónde iba la viajera. Sólo llevaba en
el bolso algunas pesetas y cuartos y
un retrato de hombre con la firma de
«Pablo».
Con aquellas pesetas se la dió sePultura, y una cabra que servía a la
meiga para su alimentación y como
a uxiliar, según decían, en sus brujerías, fué la nodriza de la rapaza.
Esta creció lozana como una flor
del campo; medio desnuda, cuando
Pequeña , pero a medida que fué crec iendo, no sabemos si porque su cariño hacia ella creciera también en la
meiga o por otro cálculo menos honr ado, el hermoso cuerpo de la muchacha fué vestido según la costumbre
del país, pero con cierto cuidado y
co quetería que hacía resaltar su belleza.
Un día, tendría ya la rapaza unos
doce años, cuando unos misioneros
f ueron por aquellos contornos haciendo oir a sus habitantes la palabra de
Cristo.
Posiña, atraída por sus blancos
h ábitos iguales a los que vestían los
S antos que un día al ir al Monasterio
de P oyo admirara en sus altares, corri ó tras ellos y escuchó con gran
ate nción las explicaciones doctrinales
que de sus labios salían. Ella no tenía idea de Religión ninguna. El nom
bre de Dios solía ser pronunciado por
ella sin que expresara para su entendimiento significado alguno: «Buenos
días nos dé Dios', «¡Vaya usted con
Dios!», a modo de saludo y nada más.
Los misioneros no pudieron menos
de fijarse en aquella niña que con la
boca entreabierta y los ojos dilatados
escuchaba sin pestañear sus pláticas.
Pronto supieron su triste historia, y
que la meiga no se había cuidado de
cristianizar a su protegida.
Y al final de la Misión, Rosifia recibía este nombre en la pila baütismal
y el Sacramento de la Comunión.
—Ya eres Cristiana, Católica,
Apostólica, Romana—le dijeron los
Miles Misioneros, dándola una medalla de la Virgen. Lleva esta medalla
siempre contigo y todos los días reza
a Nuestra Madre Santísima tres Ave
Marías, una por el alma de tu madre,
otra para que te haga encontrar a tu.
padre y otra para que te conserve
pura y santa.
Los Misioneros partieron después
de haber dejado una gran cruz de
madera en la puerta de la Iglesia,
corno recuerdo de la Misión, y Rosiña
continuó su vida de niña salvaje, pero
sin dejar de rezar las tres Ave Marías
que los Padres la encomendaron.
Una luz nueva se había encendido
en su inteligencia, y cuando sus pupilas se abismaban en la luz dorada
del atardecer, pensaba que más allá
de aquellas nubes que se teñían de
oro y brillantes colores estaba Dios,
aquel Dios tan bueno que tanto amaba
a los niños, a los huérfanos y a los
pobres, aquel Dios que podía hacerla
encontrar a su padre...
—
V por las noches, al mirar las estrellas, que como riquísima pedrería
esmaltaban el oscuro manto con que
la noche cubre el cielo, se preguntaba
si no sería alguna de aquellas estretrellas la mirada de su madre que
desde lo alto la contemplaba.
II
Por aquel entonces hubo un gran
acontecimiento en la aldea; los dueños del Castañar iban a pasar una
temporada en su finca.
El Pazo del Castañar era una antigua morada rodeado de árboles, principalmente de la especie a que debía
su nombre, propiedad de un rico comerciante de Vigo.
Se pasaban los años sin que los
dueños se acordaran de visitar la hermosa finca que estaba en podèr de un
arrendatario; pero a la sazón, el hijo
del dueño, que había llevado una vida
algo ligera, necesitaba vida de campo
para reponer sus fuerzas mal gastadas, y una hermosa mariana se detuvo el lujoso auto a la puerta del Pazo
y descendió de él, en compañía de la
señora del Castañar, su hijo Santiago.
Aunque algo flaco y un bastante
paliducho, era un guapo muchacho de
veintitantos años, completamente distinto de los mozos que Rosiña veía
diariamente.
Todas las mañanas, Santiago salía
con su escopeta por aquellos bosques, pero fuera casualidad o cálculo,
sus pasos se dirigían hacia el sitio en
que Rosiña solía vagar, y como la mocedad se busca y pronto se comprende, no lardaron en entablar largos
diálogos en que la cálida palabra del
joven encendía el corazón de la muchacha.
Pero un día, una proposición algo
atrevida del doncel despertó en aquel
corazón de dieciséis años las primeras alarmas del pudor.
Recordó las palabras del Misionero
al encomendarle el rezo de las tres
Ave Marías <Tara que te conserve
pura y santa».
Rechazó con soberbia altivez, digna de una reina, al audaz galanteador
y se refugió llorando en la choza de la
meiga.
Bien hecho, rapaza — la dijo
ésta—. No le concedas ni esto—y
señaló con el extremo de su uña, negra como ébano pulimentado, el extremo de la uña vecina—. O házselo
pagar bien.
Rosiña miró a la indigna vieja corno
había mirado a Santiago.
—Dineros... ¡nunca! — exclamó —.
Si me quiere que se case conmigo,
no quiero verme como la Romualdiria... con hijos y sin marido...
La meiga se encogió de hombros,
diciendo:
—Allá tú, rapaciña. Si llegas a ser
la señora del Pazo del Castañar, no
te olvides que te he criado.
Al día siguiente volvieron a encontrarse los dos enamorados; él se
mantuvo más prudente e hicieron las
paces.
—Tú quieres divertirle conmigo y
haces mal...—había dicho ella tristemente.
--Te quiero con toda mi alma y
hago bien—respondió el queriendo
en vano apoderarse de la mano de la
niña.
— iä
—¿Hasta el punto de casarte conmigo?
Santiago no pudo disimular un mov imiento de asombro que demostraba
lo lejos que estaba de esperar semej ante pregunta.
Pero no era nada escrupuloso en
materia de mentiras y contestó con
aplomo:
—¿Por qué no? Serás la envidia
de todas las señoras de Vigo; no hay
ninguna que sirva para descalzarte.
Desde aquel momento, cuando Santiago pretendía tornarse la más míniMa libertad con su novia, ésta le rec hazaba diciendo seriamente:
—Hasta que nos casemos, no.
Y el asendereado tenorio iba perdiendo la paciencia; era demasiado
b onita Rosifia para renunciar a ella y
S u amor propio de conquistador se
veía muy mal parado.
—Creo que han venido unas señori tas a tu casa._ —le dijo un día Rosifia—. ¿No será alguna tu novia?
—Son hijas de una amiga de mi
m adre, pero ¿novia mía?, ni pensarlo,
novia eres tú.
No obstante esta afirmación, no tard aron en decir a la pobre Rosiña
que,
en efecto, la señorita Carmiña,
herniosa joven
joven de ojos de cielo y
tre nzas de oro que iba todos los días a
misa a la aldea, era nada menos que
l e novia oficial del señorito Santiago.
Al día siguiente, cuando éste acudió
CO n
su escopeta al hombro al lugar
d e sus citas con Rosiña, la esperó-en
v ano; la rapaza no volvió a acudir a
aqu lugar.
J. GARCÍA-HERREROS
T. M.
(Continuará).
—
Radiogramas
¿Puede anularse el matrimonio?
Porque se dice por aquí que en
una ciudad descasaron por la cantidad de treinta mil pesetas
Anular tiene dos sentidos: el propio, es quitar la validez a un matrimonio que hasta entonces era válido,
y el sentido menos propio, es declarar que un matrimonio tenido por válido, no lo es por falta de algún requisito esencial.
Anulación propiamente dicha. Ninguna autoridad humana ni el mismo
Papa puede anular un matrimonio válidamente contraído y consumado
entre personas bautizadas.
La profesión solemne en una Orden
religiosa anula el matrimonio válidamente contraído, pero aún no consumado, y la persona que queda libre al
profesar de votos solemnes su consorte, puede casarse de nuevo con
quien quiera.
El Papa, con causa justa, puede
anular el matrimonio válidamente
contraído, pero no consumado, a petición de una o de ambas partes. Así,
por ejemplo, si dos príncipes de naciones distintas contrajesen matrimonio para asegurar la paz entre sus
naciones respectivas, y a poco o a
mucho de contraído y antes de cohabitar, estallase la guerra entre sus
naciones, el Papa puede anular este
matrimonio; como también podría hacerlo si apenas celebrado, uno de los
casados se fugase o se negase a vivir
con su consorte.
—El matrimonio contraído válidamente y aun consumado entre infieles se anula, cuando uno de los casados se convierte y recibe el bautismo
y el otro no quiere bautizarse, o, por
lo menos, no se aviene a cohabitar
con el bautizado sin injuria del Criador.
Declaración de nulidad, que también se flama, pero impropiamente,
anulación, es la sentencia de la autoridad eclesiástica que determina que
tal matrimonio nunca ha existido o
por no ser personas hábiles los contrayentes o por falta de consentimiento o por falta de forma canónica.
Lo que usted añade de esos a quienes «en cierta ciudad descasaron por
treinta mil pesetas», tal como lo dice,
es una de tantas cosas nacidas de la
malicia o ignorancia del vulgo, y el
número de los vulgares, como el de
los tontos y maliciosos, es infinito.
Porque el descasar no es cuestión de
dinero; si lo fuese, serían innumerables los descasados, como lo son los
descontentos de su segunda mitad
entre los ricos. No es, pues, cosa de
dinero.
Si el matrimonio es públicamente
nulo, la Iglesia, que tiene la obligación de velar por la santidad de este
Sacramento, sin que nadie se lo pida
y aunque todos lo repugnen, publica
la nulidad del tal matrimonio, y si los
interesados persisten en vivir como
casados, les niega los Sacramentos,
aun en la hora de la muerte.
Cuando la nulidad del matrimonio
es secreta o de pocos conocida, o
dudosa su legitimidad e irremediable,
que en término propio se dice insana-
ble en sí mismo o porque una o ambas partes no se prestan a que se
convalide, en este caso es preciso
aducir pruebas de la invalidez, oir
testigos, recibir informes de los peritos en la materia motivo de la anulación, y que el tribunal eclesiástico
competente dé la sentencia, y como el
peligro y la responsabilidad es tan
grande de dar por libres a los que
están legítimamente casados o por
casados a los que no lo están, porque
interviene en esta causa el derecho de
los cónyuges irrenunciable, el vinculo
del contrato, la santidad del Sacramento y con frecuencia los derechos
de los hijos habidos en el tal matrimonio, la Iglesia se vale de todos los
medios para llegar a la verdad; y como
el trabajo es digno de retribución y lo
es con frecuencia grandísimo éste de
las causas matrimoniales, es muy natural lo paguen los que pueden, como
se pagan todos los oficios de administración de justicia. Con frecuencia, los gastos exorbitantes de las
causas matrimoniales no se han de
achacar a la Iglesia, sino a la explotación de alguna agencia montada por
verdaderos estafadores, en cuyas redes caen más de cuatro incautos o
ansiosos de sacar adelante, sea como
sea, sus pretensiones.
Las causas matrimoniales de los
pobres se tramitan y resuelven gratuitamente y son precisamente las que
suelen tener mayor número de sentencias favorables; lo que prueba dos
cosas: que los pobres suelen tener
generalmente más razón en sus cuestiones, y que no es el dinero el que
inclina la autoridad de la Iglesia ell
uno u otro sentido, sino la fuerza del que son los milagros, así del orden
derecho.
moral corno del físico, por los cuales
son conocidos; pero estos hechos no
¿Están canonizados todos los
constituyen al santo santo; nos lo masantos? Y si no lo están, ¿los nifiestan. ¡Cuántas personas ignoraque están en los altares, son das del mundo, amadoras de Dios,
los mayores? abnegadas cumplidoras de su santísima voluntad en lo grande y en lo peNo están canonizados todos los
queño hasta el heroísmo, santas y
que lo merecen, porque cada día la
muy santas, pasan inadvertidas por
Santa Sede canoniza santos de siglos
faltarles el lustre ue las acciones expasados, y quedarán muchos, sin
ternas y ruidosas! Los confesores
duda, por canonizar, cuyas virtudes
podrían decir maravillas. San José
heroicas nos serán manifestadas en
es un ejemplo clásico de esta santila otra vida. Por lo cual podemos
dad, en vida sin esplendor ni lustre,
creer piadosa y fundadamente que
oculto e ignorado, en el recinto de un
muchos restos mortales de nuestros
taller, y que tanto tardó en ser celecementerios, así de las populosas
brado.
ciudades como de pequeñas aldeas,
Lo que Dios pretende con la canoson dignísimos de ser venerados en
nización de los santos es darnos ejemnuestros altares.
plares y estímulos de santidad y lo obEs también muy creíble que entre
tiene sin que sea preciso que los que
los bienaventurados no canonizados
canonizan sean por orden de grados
los haya muy superiores en santidad
de santidad; porque en lo que atañe a
a algunos o a muchos de los que
la intercesión, no es necesario que sea
están en los altares. Nos son descopor nosotros conocido el origen de
nocidos los secretos de la divina Prolas gracias que recibimos por la inv idencia. Hay una razón para creerlo
tercesión de tantos santos desconocíasí; en los santos hay que distinguir
dos, como recibimos las influencias
la santidad, que es la que los hace
de astros cuya existencia totalmente
merecedores de los honores de los
ignoramos.
a ltares, y el esplendor de la santidad,
FR. GILABERT
,
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BIE3LIOGRAFIA
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r icano), expone con admirable sencillez el querido cambiar una tilde, porque creímos
plan de le obra en esta forma: .
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que aun ahora, entre vosotros, jóvenes
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« Querido lector. Quienquiera que seas,
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amados, existen algunos que « pasan su
e scúchame dos palabras, vida entre rutinas, bostezos y críticas».
Si
eres
un
alma
superficial,
sin
letras
y
Este
libro
cumple
tal
finalidad.
Tiene
la
Basta ya de críticas, bostezos y rutinas.
CATECISMO
DE
LOS
VOTOS.
Padre Colel.
sin ideales; uno de esos que pasan su La vida es demasiado corta para pasarla
Edición adaptada al Nuevo Código. Un ventaja que en pocas páginas nos presenvida entre rutinas y bostezos y críticas, tan indignamente. ¡Y hay tantas cumbres
tomo en 16.° de 112 págs., 1 . 00 peseta. te una vida completa, pero completamen
no
leerás, sin duda, este libro que la Pro- que conquistar en la vida! Mas como a
Y
es
que
el
autor,
con
singular
te
nueva.
«Editorial Litúrgica Española», Corv idencia ha hecho caer en tus manos. Si- esas cumbres no se llega sin generosos
destreza,
nos
ofrece
la
gran
figura
del
Barcelona.
tes, 581.
gue, pues, atado al carro de la rutina,
esfuerzos, para alenteros he escrito este
obispo de Ginebra, con los rasgos más
He aquí un librillo que los superiores y salientes, rodeado de sus relaciones y
sigue entregándote al « clolce far niente . o
CuRso DE ENERGÜTICA, EDUCACIÓN DE LÄ
superioras deberían repartir a sus súbdia los inefables placeres de la crítica. OLUNTAD.
amistades, amenizando su relato con incomo pan bendito. Es tan conocido,
Notosalteres,
no,finidad
tus
plácidas
digestiones
Este « curso», seguido • lección» por
de anécdotas escrupulosamente
que casi no necesita recomendarse. El recogidas, que dan un interés emocionancon el fárrago de estas páginas que no «lección., sin una falla, os enseñará a
autor, para hacerlo muy provechoso, lo te a esta relación vivida y admirable.
han sido escritas para U. Empero, Si eres 'educar vuestra voluntad, a formar vuescompuso tan breve como exacto, teniendo
un
alma sensata, con el lustre dei sentido tro carácter, a disciplinar vuestra mente,
¡Ojalá que todas las biografías de los
c omún—ese sentido tan poco común entre a gobernar vuestras pasiones, a
especial cuidado en separar las obligacio- santos de la Iglesia estuviesen presentafortalenes que impone el voto, de todo aquello das con tal verismo y realidad! Entonces
los hombres—y con ideales superiores; si cer vuestro organismo.; en suma, a « saque exige la práctica da la virtud, a fin de sí que podríamos asegurar que los cono
eres uno de esos que quieren abrirse un car partido de todas vuestras energías.)
que cada uno pudiese discernir netamente cemos, que nos interesan y que los amacamino en la vida y llegar a la cumbre y para triunfar en la «vida terrenal«.., y
t riunfar a fuerza de virtud, energías y tra-
el deber riguroso de la conciencia, de lo
hasta «ultra-terrenal«.
mos de verdad! Es una vida incomparaque sólo hay que practicar para elevarse a ble, conforme exigía la excelsa figura de
bajos, lee este libro. Lo he escrito para tí La obra consta de treinta capítulos, a
la perfección. Para alcanzar este resulta- San Francisco de Sales, y estamos seguy para todos los jóvenes, con el fin de cual más interesantes, cuyos epígrafes no
s eñalar a todos el camino de la victoria, do, el Padre Cotel ha multiplicado las pre- ros que los lectores que se animen a
copiamos por su mucha extensión.
D obla en seguida la hoja y lee el p rimer
guntas, a fin de poderles contestar de una leerla, no solamente sacarán gran proveRecomendamos esta obra a nuestros
c a p ítulo que traza el plant..
manera clara y decisiva.
cho espiritual, sino que experimentarán
lectores, y nos agradecerán el consejo,
Este libro equivale a un tesoro, sobre un verdadero placer. Y estamos persuaEsto lo escribimos hace tiempo y ahora, pues se trata de un libro tan útil corno netodo por haberse acomodado a las dispoal
dar el libro a la estampa, no hemos cesario.
didos que agradecerán nuestra recomensiciones del nuevo Código Canónico.
dación.
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SAN FRANCISCO DE
EDUCACIÓN DE LA VOLUNTAD. CURSO DE
SALES, SU VIDA Y SUS AMISTADES. --1.11
ENERGÜTICA. FORMACIÓN DEL CARÁCTER.
M. Henry- Couannier,
tomo de 509 páginas—Pesetas 6, en
rústica, y 8 en tela.—Editorial Litúrgica
Española, Corles, 581, Barcelona.
Como escritor católico y gran director
de almas, es indiscutible que San Francisco de Sales goza de inmensa populari
dad entre las personas deseosas de su
perfección. ¿Quién no ha leído su Vida
Devota? ¿Pero cuántas son las que conocen verdaderamente su intensa labor episcopal, su vida ejemplar, tan activa y llena
de bellas iniciativas todo con el único
fin de alcanzar el bien de las almas?
el Dr. Glaneur
d'Epis. Volumen XII de la «Nueva Biblioteca Pedagógica « .—Madrid, 1930.
Bruno del Amo. Editor. —Apartado
5.003.—Precio, 4 pesetas.
GOBIERNO DE LA VIDA, por
Pocas veces llegan a nuestras manos
libros tan interesantes, amenos, de sólida
doctrina y bien escritos, como el que acaba de publicar la «Nueva Biblioteca Pedagógica».
Su ilustre autor, Glaneur d 'Epis (pseudönimo de un reputado escritor, conoaid í
del público español e hispano-am e --simo
Indulgencias para el mes
de Marzo
fieles e Indulgencia plenaria para los Terciarios y cofrades que visiten nuestras
iglesias.
Día 19.—San José. Absolución general
Día 27.—Los Dolores de Ntra. Señora.
e Indulgencia plenaria,
para todos los Absolución general para los Terciarios.
fi eles que visiten nuestras iglesias. Día 28 —Cuarto sábado. Indulgencia
Día 22.—Domingo de Pasión. Absolu- plenaria
asistiendo a la misa cantada de
ción general para los Terciarios. Nuestra Santísima Madre.
Día 25. - La Anunciación de Nuestra Se-
Día 29.—Domingo de Ramos. AbsoluFlor a. Absolución general para todos los c' ión general
para los Terciarios.
- 79 -
NOTICIAS
MADRID
El ilustrísimo y reverendísimo señor
Obispo de San Juan (Puerto Rico), llegó a
la Buena Dicha el 11 de enero y en su iglesia dijo la mayor parte de los días la Misa,
alguna vez la de comunión general de los
Jueves Eucarísticos. De vuelta de Roma
para Puerto Rico quiere conocer a fondo
España, pues desde los primeros días de
su ordenación sacerdotal ejerció el sagrado ministerio en las Filipinas y después
como obispo en Puerto Rico: primero en
Ponce, para donde fué consagrado, y actualmente en San Juan, antiguas colonias
españolas. Visitó nuestras casas de formación, Poyo y Sarria, donde nuestras
jóvenes estudiantes le obsequiaron con
una audición de cantos españoles. Visitó
también dos sanatorios, el de Tablada y
Guadarrama, dirigidos por nuestras Mercedarias, y se congratuló de la competencia como enfermeras de estas beneméritas
religiosas.
Su don de gentes, su extraordinaria
amabilidad y vasta cultura y la gracia con
que habla nuestra lengua, le captan las
simpatías de los que tienen la suerte de
tratarle.
Calefacción.—Una necesidad tanto
tiempo sentida y que durante los meses
fríos de invierno aleja la gente de nuestra
iglesia, va a remediarse con la calefacción
que se está instalando. Sólo confiados en
la Providencia, que moverá las voluntades
de las almas generosas, se acometió esta
obra. En la colecturía se dan hojas de
suscripción, en las que se puede consignar la cantidad que uno tenga voluntad de
dar por insignificante que parezca.
El M. R. P. Provincial.—El 24 por la
noche salió de Madrid, acompañado por
el P. Agapito Fernández, Comendador de
Oviedo, para Barcelona, donde embarcó en el «Magallanes» para Puerto Rico
para visitar la casa y religiosos que allá
tiene esta Provincia de Castilla.
EL FERROL
En la primera quincena de enero hubo
en nuestra iglesia los Santos Ejercicios
para los seglares, que acudieron en gran
número. Dirigió los Ejercicios el reverendo padre Nolasco Gaite, tan ventajosamente conocido en ésta, y supo imprimir
en los oyentes gran movimiento de piedad.
El día 15, como final, por la mañana hubo
Misa de comunión general, y por la tarde
Hora Santa.
VERIN
Se estrenaron el día de nuestro Santo
Padre, los bancos hechos por suscripción. La iglesia se vió tan concurrida
como en el día de nuestra Santísima Madre. La comunión general, muy fervorosa.
OVIEDO
Durante la ausencia del R. P. Agapito
Fernández, quedó como superior sustituto
el R. P. Fernando Vázquez. DE POYO
A vuela pluma ahí va lo sucedido en
Poyo el primer mes de este año de 1931.
En casa lo diario, días van y vienen con
sus nueve horas de labor, aparte de los
actos de comunidad, rezo, etc.
Mil plácemes merecen los jóvenes coristas por haber celebrado tan solemnemente la novena en honor de nuestro Santo Padre y Patriarca San Pedro Nolasco.
A pesar de las nueve horas de trabajo,
entre estudio y clases, han encontrado
tiempo para hacernos saborear bellezas
polifónicas clásicas y gran número de
composiciones modernas, todas ellas de
l os mejores músicos nacionales: P. Ola o, P.
P, Miguélez (Mercedario), P. Iruarrizaga, P. Prieto, Arabaolaza, Almandoz, etcétera.
También tuvimos el gratísimo honor de
t ener entre nosotros al Excmo. Sr. ObisPo de San Juan de Puerto Rico, Monseñor
E dwino V. Byrne, ya conocido por los
le ctores de LA MERCED en las notas enviadas por nuestros hermanos de allá, notic ias altamente entusiastas de sus dotes
dis tinguidísimos y acrisolada virtud.
Un elogio nos parecería molesto a su
a lma de apóstol de Jesús, y de Jesús-Euca ristía, a quien ardientemente desea ver
ent ronizado en todos los corazones y en
t odo el mundo.
Su visita fué breve, pero inolvidable;
llegó el 50, al anochecer, en el exprés que
C hocó en Queretio, y el «Te Deum, en
a cción de gracias, a su entrada en nuestra Iglesia, fué doblemente emocionente.
b espués de pasar en nuestra casa la tiesta
d e nuestro Fundador, día 51, marchó el
Pr imero, al mediodía, a Santiago, y el 2,
a la tarde, espera llegar a Sarria.
Visitará después distintas regiones de
e spaña, y el 1.° de marzo embarcará en
C ádiz con rumbo a Puerto Rico. Felices
d ías le deseamos entre nosotros y que sus
d eseos de apóstol se vean todos colmadas.
Nuestros jóvenes proyectaron una velad a en su honor, no habiendo tenido materia lmente tiempo para hacerla, dada la
Pr emura con que pasó por nuestro Convento.
dos a la vida regular, y a preparar nuevas
ideas y nuevas ex p osiciones, para los trabajos a p ostólicos venideros.
En resumen: desde el 5 de febrero hasta
después de Pascua de Resurrección, no
volverán a casa.
El P. Armengol va solo, y entre la predicación cuaresmal y preparación de niños
para la comunión Pascual, ocupará todo
este lapso de tiempo.
El P. Orjales está en Negreira con los
« Jueves»; ya hablaremos para el mes que
viene; anticipo que el entusiasmo es algo
grande y que será un día solemnísimo el 5
de febrero en esa villa.
Después de un novenario en Finisterre,
se unirá con el P. Gaite en Cedeira para
una Misión. De allí irán el 27 a Santa Salina (Santiago) a predicar otra, y seguidamente otra a Goyán (Tuy). Tienen siete
Misiones, que dura cada una once días, y
cuyo trabajo es agobiador, pues se cuentan por miles las personas que se acercan
al confesionario de los Padres y a recibir
la Sagrada Eucaristía, y eso que han rechazado cinco Misiones más por no encontrar fecha apropósito.
Cuando den la Misión de la Caeira, aquí
en Poyo, se la narraré a los lectores de
LA MERCED y verán que es algo grandioso
y utilísimo a la Iglesia y a los fieles.
Y pongo punto final a estos reportajes,
que irán dando a conocer la vida de este
Convento—Madre de todos los Mercedarios de Castilla.
P. R. SANJURJO
Mercedario.
Poyo-enero-1931.
Vida externa.—Se avecina la cuaresIlta y ya tienen nuestros p redicadores compro metidos todos los meses hasta septiembre.
Les queda libres en total una quincena
en a gosto y algunos días sueltos, que emPl earán en almacenar fuerzas, reintegra-
40
413
e413)
-80NECROLOGIA
El R. P. José León Torres murió santamente en el Señor el 16 del pasado diciembre en el Convento de Córdoba (Argentina)
El* R. P. Torres nació en Luyaba, departamento de San Javier, de la provincia de
Córdoba, el 16 de abril de 1849; ingresó
en la Orden Mercedaria el 6 de agosto de
1866; fui ordenado minorista el 20 de
agosto de 1872, y de subdiácono el 18 de
diciembre del mismo año; recibió el diaconado el 7 de abril de 1873 y fué ordenado sacerdote por el Ilmo. Sr. Obispo Orellano el 27 de abril del mismo año, cantando su primera misa en la Merced de Córdoba el 10 de mayo de 1873. A los tres
tres años de ordenarse de sacerdote, la
Orden depositó en sus manos todo su
porvenir en la Argentina, nombrándolo
Vicario provincial en octubre de 1876,
cuando sólo contaba veintisiete años de
edad; en 1883 es nombrado por segunda
vez para el mismo cargo; en 1885 fué nombrado Provincial, y para igual cargo en
1891; desempeñó el cargo de Vicario y Visitador general en 1903 y 1919; fué nombrado Provincial en 1927. Obtuvo el título de maestro en Sagradl Teología el 25
de febrero de 1890, y en 1893 asistió al capítulo general de la Orden celebrada en
Roma para las reformas de las constituciones, y en 1927 formó parte de la terna
para el Obispado de Córdoba. La obra
más importante emprendida por el Padre
Torres, y la que podríamos llamar la predilecta de su corazón, es sin duda alguna
la fundación de la Congregación de las
Hermanas Mercedarias del Niño Jesús,
fundación que llevó a cabo después de
vencer dificultades que parecían insalvables, el 1. 0 de octubre de 1887. Esta benemérita Congregación nació y marchó
siempre bajo su sabia y prudente dirección. La Congregación cuenta con personal de primer orden y experimentado en la
enseñanza; tiene el gran Colegio Normal
de Córdoba, que es además la Casa Generalicia; tiene Colegios en Concepción
del Tía y Arroyito en la provincia de Córdoba, en la ciudad de Mendoza, en La Paz,
Gualeguaychú y Concordia en la provin-cia de Entre Ríos y en nuestra capital.
Así ha llenado sus días ese a venerable
anciano, y su vida toda constituye-una de
las páginas Iflä3 gloriosas de la Orden
Mercedaria en América.
(De -=Dios y Patria»).
En Bérriz (Vizcaya), el 21 de enero, a
las ocho de la mañana, falleció Sor Magdalena de Cristo y Cortés, religiosa de
coro, a la edad de ochenta y dos años y
cuarenta y cinco de Religión; y a las dos
de la tarda del mismo día. Sor Anunciación Gaitisolo, de edad de sesenta y
seis y treinta tres de Religión, también de
coro.
—
En el Convento de Mercedarias Descalzas de Arcos de la Froniera, falleció el día
7 de enero la Madre Sor Josefa de la Santísima Trinidad, a los sesenta y cuatro
años de edad y cuarenta y tres de Religión.
—
En el Convento de Don Juan de Alarcón
(Madrid), entregó su alma a Dios la Reverenda Madre Encarnación Gaviola Laca el
28 de enero, a las ocho de la noche, a los
sesenta y nueve años de edad y cuarenta
y ocho de vida religiosa.
Después de corta enfermedad, confortada con todos los Sacramentos, la bendición de Su Santidad y Absolución general
de la Orden de la Merced, murió santamente, a las dos de la mañana del 2 de febrero, la señora doña Victoria Santamaría Pérez, viuda de López, madre del Ilustrísimo y Reverendísimo Padre Inocencio, Obispo del Piauhy, a quien damos
respetuosamente nuestro más sentido pésame.
—
En Herencia, a edad muy avanzada,
murió el 24 de enero, santamente como había vivido, la señora doña Pilar Mendafío, viuda de Yaner, bienhechora de aquel
Convento.
A su hermana doña Dominga y sobrinos, nuestra condolencia más sentida.
R. 1. P.
CON LAS DEBIDAS LICENCIAS
Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211
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