1 Influencia de la psiquiatría en las novelas de Benito Pérez Galdós Sadi Lakhdari Paris-sorbonne (Paris-IV) Galdós se inspira en la medicina desde su primera novela, La sombra, novela muy corta y única obra fantástica del autor. Cuando elabora luego su proyecto de novelas realistas, toma como ejemplo La comédie humaine de Balzac y a partir de La desheredada en 1881 se inspira de la corriente naturalista después de haber leído L’Assomoir de Zola publicado en 1877. En los dos ilustres ejemplos, la medicina desempeña un papel muy importante. Se conoce el interés de Balzac por Gall y Lavater y su atracción por la fisiognomonía. Las teorías del doctor Lucas y de Claude Bernard desempeñan un papel fundamental en la elaboración de las teorías naturalistas de Zola, pero Galdós tiene una posición original frente a sus modelos. Durante más de cuarenta años, es decir desde La sombra (1870) hasta el fin de las novelas contemporáneas (1915), la inspiración médica será determinante, fundada sin embargo en conocimientos más modernos que los de Balzac y Zola. El personaje del médico es omnipresente en las Novelas contemporáneas como en La Comédie humaine o en los Rougon Macquart, pero lo más importante es que la medicina, y más precisamente la psiquiatía naciente como la psicología moderna juegan un papel decisivo en la elaboración de todos los personajes y en la evolución del realismo galdosiano. Veremos a continuación en qué consiste esta evolución hasta un realismo que podemos calificar de psicológico que permite por evolución interna el paso de la novela decimonónica clásica hasta la novela moderna. Ya en La sombra, primera obra conservada de Galdós, probablemente escrita en 18671868 y publicada sólo en 1870, obra despreciada por el autor, que la calificaba de infantil en la introducción de su segunda edición de 1890, notamos que el protagonista que narra su historia en primera persona es un médico, el doctor Anselmo, aquejado por un delirio de persecusión. Cree que su mujer Elena ha sido seducida por un personaje que se parece a una figura representada en un tapiz, Paris, que es al mismo tiempo un personaje conocido de la buena sociedad madrileña, Alejandro (segundo nombre de Paris). El tema del desdoblamiento de la personalidad es un tema romántico trillado que Galdós vuelve a utilizar pero lo renueva desdoblando un personaje secundario, y presentando un cuadro clínico bastante elaborado. Los síntomas del doctor remiten a la paranoia, otros a la esquizofrenia. El personaje padece una halucinación negativa, no ve a Paris en un tapiz que lo representa con Elena en la isla de Cranae, y una halucinación positiva cuando cree hablar con Paris/Alejandro. Cree al mismo 1 2 tiempo que este personaje escapado del tapiz lo persigue como su sombra. Sin embargo, la duda constante del doctor remite más bien a una problemática neurótica. Se nota la falta de madurez del autor que sólo tiene 24 años cuando compone La sombra y vacila entre una inspiración romántica como lo muestran las descripciones de la casa del doctor o el tema de la sombra, y una inspiración realista fundada en la ciencia moderna. La explicación final se basa en teorías bastante confusas inspiradas sin duda en las teorías francesas de las monomanías que pertenecen casi a la prehistoria de la psiquiatría moderna. Una idea fija dio gran vuelo a la imaginación de don Anselmo fijándose en un solo objeto, se polarizaron las células del cerebro de una manera particular a raíz de una dislocación encefálica. El vocabulario científico, utilizado de manera a veces irónica, sirve en la parte explicativa final para disipar la duda sobre las alucinaciones del doctor lo que hace desaparecer la tonalidad fantástica de la novela. Establece un paralelo entre estas alucinaciones, las visiones de los místicos y la hipertrofia de la imaginación de los autores románticos. El padre del médico tuvo el mismo tipo de alucinaciones, lo que aboga a favor de la transmisión hereditaria de la enfermedad, pero lo esencial parece ser el rechazo de la estética romántica en una especie de exorcismo destinado a contener las fuerzas inquietantes que presiden a la creación. Hay siempre un temor al desbordamiento por la imaginación en la obra de Galdós que utiliza la observación, el detalle concreto como protección contra los fantasmas reprimidos que aparecen sin embargo en los cuentos fantásticos y hasta en sus obras más realistas (los cuentos representarán luego una parte mínima de su obra). En El doctor Centeno, un joven poeta dramaturgo, Alejandro Miquis, muere por exceso de imaginación febril e incontrolada; se llama también Alejandro, nombre simbólico que remite a los excesos del gran conquistador. Su hermano Augusto, nombre también simbólico, es médico y representa la razón triunfante puesta al servicio de la ciencia, del progreso y del bien público. La lucha contra los disturbios del mundo fantasmático pueden permitir la verdadera creación controlada gracias a la toma en consideración de lo que Freud llamará el principio de realidad. En La sombra se nota ya una característica de las novelas siguientes; el autor se aventura en un terreno delicado, emancipándose de sus modelos científicos y anunciando la obra de Freud. La idea fija de Anselmo no corresponde exactamaente con la futura idea fija de Janet o con las monomanías. Es la concreción de una obsesión del sujeto. Salió del cerebro del doctor y adquirió autonomía bajo la forma de una halucinación. Esta idea fija corresponde con una tentativa de dar forma a algo poco claro, una representación que necesita ser materializada para que el personaje tome conciencia de ella. No se sabe nada acerca de la representación icónica, el tapiz, que es una mera creación imaginaria. La imprecisión remite aquí a la dificuldad de aclarar en qué 2 3 consiste esta idea fija, probablemente inconsciente, que sólo adquiere alguna consistencia por referencia a una obra que pertenece a la vez al plano imaginario y simbólico. Por otra parte . ciertos detalles, la fascinación por el seductor visto como una figura diabólica, anuncian las interpretaciones de Freud por una homosexualidad reprimida1. Y si dijera que en miedio del espanto, del trastorno que yo sentía, causábanme sus lucubraciones cierto asombro parecido al agrado, no mentiría ciertamenete. (O.C., t. 1, Madrid, ed. Aguilar, 1970, p. 213) En las obras siguientes, Galdós optó por el realismo, matizado por la influencia de Zola otorgando siempre una gran importancia a la medicina, sin dejar de hacer obra original respecto a las influencias científicas. El personaje del médico aparecerá constantemente, pero no será ya nunca más protagonista. Como Bianchon en La Comédie Humaine, Augusto Miquis, gran médico, animado por un fuerte altruismo, puede introducirse en todas las capas de la sociedad y desempeña un papel funcional importante en la creación de la ilusión realista. El procedimiento del personaje recurrente es necesario para la elaboración de un mundo ficticio coherente, conforme a la realidad. Otros médicos reales y ficticios aparecen en gran número en las novelas de Galdós, héroes siempre positivos, nunca ridiculizados, que reflejan la admiración del autor por la medicina. Escribe en Niñerías, libro de cuentos publicado en 1885 por su amigo Tolosa Latour : Envidio los que poseen la ciencia hipocrática, que considero llave del mundo moral; por eso vivo en continua flirtación con la Medicina, incapaz de ser verdadero novio suyo, pues para esto son necesarios muchos perendengues ; pero la miro de continuo con ojos muy tiernos, porque tengo la certidumbre de que si lográramos conquistarla y nos revelara el secreto de los temperamentos y de los desórdenes funcionales, no sería tan misterioso y enrevesado para nosotros el diagnóstico de las pasiones. (Niñerías, OC t.3, p.1256.) 1 Ver Sadi Lakhdari, « Le visible et l’invisible dans La sombra de B. Pérez Galdós », in Ojos que ven, ojos que leen, textos e imágenes en la España isabelina, Marie Linda Ortega ed., Madrid, Visor Libros, 2004, p. 151-160. 3 4 El médico representa para Galdós el hombre de ciencia implicado en una moderna cruzada para el bien de la Humanidad, un ser racional que es al mismo tiempo un nuevo don Quijote al servicio de los más desamparados. Este interés explica la larga amistad con Tolosa Latour que publicó La desheredada (1881) en folletín en su revista, al principio de la más larga e intensa amistad del novelista. La medicina no le sirve de base teórica como en la obra de Zola donde representa el modelo de la novela experimental; sólo habría que cambiar el nombre de « médico » en la medicina experimental de Claude Bernard para tener el programa de la novela experimental nos dice Zola. Galdós al contrario no dejó muchos textos teóricos y mantuvo siempre una prudente distancia con el naturalismo aunque aparezca como uno de su más fieles adeptos. Don Benito tuvo siempre dudas a propósito de la objetividad del narrador que le parecía artificial y puro efecto de moda, como lo explica en su introducción a la segunda edición de La Regenta en 1902. No abandonó nunca el humorismo y la ironía rechazada por Flaubet y Zola y persistió siempre en la búsqueda de innovaciones formales que no tienen nada que ver con el naturalismo. El escepticismo radical que lo caracteriza le impide teorizar de manera terminante. No reduce la creación literaria a una actividad científica basada en la observación y la experimentación pretendidamente científicas. Para él el autor es una especie de receptáculo que funde una serie de elementos dados por la experiencia y dependientes del medio y de las circunstancias históricas. Los funde en un molde, operando una síntesis personal que revela su punto de vista e impide por eso todo objetivismo absoluto. El autor está siempre detrás del retablo moviendo los hilos de los títeres que son sus personajes. Pero les da vida como lo representa paródicamente en el principio de El Amigo Manso y para esto tiene que imitar la realidad para crear la ilusión realista. Para lograr este fin, tiene que respectar la realidad de los fenómenos psicológicos lo que explica el recurso a la medicina. La lectura de sus novelas y artículos como de su correspondencia revelan una pasión nunca desmentida por la medicina, la clínica en particular y la psiquiatría naciente que informan toda su obra de un modo decisivo. Varios autores, entre los cuales figuran médicos, subrayaron la abundancia y la precisión de las descripciones clínicas de Galdós. Walter Rubín escribe por ejemplo : Son admirables los cuadros clínicos que aparecen el la obra galdosiana. Los desarrollos de las enfermedades están presentados sin excluir los antecedentes físicos, morales, accidentales y hereditarios de los enfermos, pero con una terminología que no sólo demuestra un aspecto más de la riqueza y elasticidad del lenguaje de Galdós, sino un 4 5 dominio que desborda la mera brillantez literaria para entrar en el campo de la ciencia. Es evidente que Galdós, en esto, no era sólo literato, sino un gran admirador y aficionado de la medicina2. Entre los autores decimonónicos, Galdós es sin duda el que más remite a las observaciones clínicas y el que otorga más importancia a las descripciones de disturbios mentales. (Ver Florencio Pérez Bautista, María Luisa Vozmediano.) Luis S.Granjel, profesor de historia de la medicina en Salamanca, hacía notar que Galdós sólo pudo encontrar los elementos para sus descripciones de enfermedades varias « en lecturas propias de obras profesionales o en el asesoramiento de alguno de sus amigos médicos 3» Como todos los autores realistas-naturalistas, Galdós se documenta de manera precisa antes de evocar un caso patológico. Las huellas de este trabajo preliminar no son siempre presentes en las obras o la correspondencia, ya que el novelista pudo recurrir a libros del Ateneo o a unas informaciones orales. Sin embargo encontramos en su biblioteca conservada en la Casa Museo Benito Pérez Galdós varios libros de medicina utilizados por el novelista. Los estudios clínicos de José Armangué y Tusset publicados en 1884 que comportan una dedicatoria del autor sirvieron para elaborar el retrato de Maximiliano Rubín. Don Benito cortó sólo las páginas relativas a la jaqueca oftálmica y a la impotencia que son dos de los síntomas principales del personaje. Se notan coincidencias perfectas entre la novela y el tratado en la evocación de la jaqueca : atonía, deseo de dormir, dolores, y sobre todo el « clavo » que corresponde con «una impresión como de taladro en la región frontal » (O.C., t.2, p.646). En cuanto a la impotencia, no hay ninguna alusión precisa, pero se entiende claramente que Maxi tiene este problema que le impide tener hijos. El novelista no da explicaciones y no utiliza el tratado de Armangué y Tusset de manera visible; describe sin embargo las relaciones estrechas que unen de modo casi fusional el héroe a su tía, doña Lupe, que lo educó y lo vigiló con cuidado sin dejarle ninguna autonomía. De salud débil, Maxi obedece a su tía que hace cada día un escrutinio detallado del semblante de su sobrino para detectar cualquier anomalía. La clínica sirve para mejorar la observación, pero el autor no utiliza las teorías de la época para explicar el origen del síntoma. La mala salud de Maxi, su falta de dinamismo no son la única causa del mal que se explica sobre todo por causas psicológicas. El autor remonta en la niñez de Maxi y se ve 2 3 Walter Rubín, Atlantida, n°43, 1-2, 1970, p. 70. « El médico galdosiano », Archivo Iberocamericano de Historia de la Medicina y Antropología médica, vol VI, n°1-2, 1954, p. 167-168. 5 6 que sus enfermedades provocaron una protección exagerada de la tía, autoritaria y dotada de una inteligencia aguda. Maxi teme su fiscalización incesante y cree cometer un crimen cuando rompe su hucha llena de monedas conservadas desde la infancia para invitar a Fortunata, calificada de « mucha mujer para tan poco hombre ». Si consideramos la totalidad de los pasajes consagrados a Maxi, notamos que don Benito no se contenta con lo que encontró en el tratado sino que procedió a un estudio psicológico minucioso basado en gran parte sobre una autobservación ya que padecía como su héroe de una frecuente y penosa jaqueca oftálmica provocada por causas psicológicas como Maxi, en particular cuando iba a empezar a escribir una obra nueva. Tolosa Latour piensa en su amigo cuando escribe en su Memoria leída el 7 de noviembre de 1887 en el Ateneo, Las fuerzas físicas y la fuerza psíquica La auto-observación bienhecha proporciona pues valiosos datos a la Psicología. En último caso, las auto-biografías y varios estudios de carácter, trazados por los noveladores contemporáneos, son preciosos documentos que pueden servir indudablemente de mucho, pues en ciertas ocasiones, comparando los movimientos pasionales propios con los que el artista representa en sus personajes, se advierte como que aquél ha sentido y pensado por su cuenta mal o bien; tal es la realidad que hay en los detalles. Y seguramente algo de esto ocurre por cierta asimilación rápida de la esencia de las cosas, fenómeno curioso que no se advierte más que en los genios artísticos creadores, y en virtud de la cual todo lo ven claro y lo presentan agrandado y embellecido, como a través de un microscopio, al admirado público4. La posición de Tolosa Latour es muy próxima a la de Freud cuando habla del poeta. Confiere un valor científico al estudio de las pasiones de los novelistas y de Galdós en particular, fundado en gran parte sobre conocimientos reales, provenientes de lecturas y de informaciones de su amigo. El Tratado de patología interna de Jaccoud traducido del francés en 1885 se encuentra en la bioblioteca de don Benito, pero sirvió creo, únicamente para la descripción del crup diftérico, enfermedad relativamente frecuente en la época, que Galdós evoca varias veces en sus obras. Encontramos otros libros de medicina en su biblioteca pero no fueron leídos ya que las páginas quedaron sin cortar. Muchos otros médicos psiquiatras y psicólogos son citados en las novelas lo que no 4 Manuel Tolosa Latour, Memoria leída el 7 de noviembre de 1887 en el Ateneo, Las fuerzas físicas y la fuerza psíquica, Madrid, 1884, p. 20. 6 7 prueba una lectura de sus obras pero sí un gran interés por parte del autor que los utiliza también como efecto de realidad (effet de réel de Barthes). El novelista menciona a médicos españoles como Martín Alonso en La desheredada (1881), don Pedro Mata en Fortunata y Jacinta (1886-1887). Don Federico Rubio aparece en El amigo Manso (1882). Muchos representantes de la psiquiatría y psicología modernas son citados en la obras de Galdós. Wundt viene citado en El amigo Manso, como Du Bois Reymond que pertence a la escuela de Helmoltz que tuvo gran influencia sobre Freud por el intermediario de su reppresentante en Viena, Brücke. Charcot se menciona en Torquemada en el purgatorio (1894), donde aparece también el nombre de Braid conocido por su Neuroypnología y el de Liébault. Los nombres citados remiten al gran interés por el hipnotismo divulgado en Europa en particular gracias a Charcot, Benedikt, Breuer, Richet, Liébault y Bernhein. Corresponden con los centros de interés de Tolosa Latour del que hablaremos luego. Revelan una gran coherencia ideológica como lo muestran las menciones de científicos y filósofos pertenecientes a las corrientes materialistas y progresistas. Galdós menciona a Kant, Auguste Comte, Spencer y sobre todo Darwin y Haeckel (1839-1919) su discípulo. Cuando Tolosa Latour hace el retrato de su amigo para los lectores de La Época, lo representa leyendo un libro de Haeckel en el Ateneo, lo que confirma nuestras hipótesis. Admirador de Darwin, Haeckel es autor de la célebre ley biogenética según la cual la ontogénesis reproduce la filogénesis. Su filosofía de la naturaleza que consideraba puramente científica propagaba una fe en la ciencia asociada al ateísmo y al materialismo. Se encuentra también el nombre de Hartmann (1842-1906), en El doctor Centeno (1883), que elaboró una teoría de los actos fallidos y de las asociaciones verbales o el inconsciente. Los pasajes donde un personaje se deja llevar por asociaciones como Jacinta en Fortunata y Jacinta provienen sin duda de esta fuente ya que los libros de Hartman fueron traducidos al francés en los años 1870 y publicados en Baillière, cuya librería es frecuentada asiduamente por Juanito Santo Cruz en Madrid. La ciencia más comentada en los artículos destinados a La Prensa de Buenos Aires es la medicina, pero estos artículos reflejan cuestiones de actualidad, epidemia de cólera de 1885, muerte de un médico célebre o descubrimiento del bacilio de Koch por ejemplo. La influencia de la psiquiatría aparece más netamente en la correspondencia intercambiada con Tolosa Latour entre 1882 y 1916. Mejor amigo de Galdós, don Manuel Tolosa Latour es hijo de una francesa lo que explica sin duda su estancia en Paris donde fue alumno de Gilles de La Tourette, discípulo de Charcot. Es también, como el doctor Esquerdo, un discípulo de don Pedro Mata, uno de los creadores de la medicina forense en España y conocida figura liberal progresista. Mata, exiliado varias veces en Francia, publicó las obras de Esquirol en español. 7 8 Combate a los filósofos idalistas franceses, Maine de Biran y Moreau de Tours, y es fuertemente influenciado por la medicina francesa. Materialista, defiende una psicología científica fundada en la fisiología. Sus trabajos se fundan más sobre el razonamiento que sobre la observación y tienen un aspecto retórico marcado. Autor comprometido, publica El tratado de la razón humana en sus estados intermedios, sueños, pesadillas, somnanbulismo con aplicación al foro (1864, reeditado en 1878), Criterio médico psicológico para el diagnostico diferencial de la pasión y la locura (1868-1877), Tratado de la razón humana en estado de salud, con aplicación a la práctica del foro (1878). Estos títulos muestran la constante preocupación por la medicina forense del que va a crear una cátedra de la disciplina en Madrid. La reedición de sus obras en los años 70 revela la importancia de su influencia. Amigo de Prim, Rector de la Universidad San Carlos, Gobernador civil de Madrid en 1872, diputado, senador, este autor polígrafo, ardiente propagandista del materialismo y del liberalismo pertenece a una época « en que los estudios experimentales, el transformismo, Darwin, Haeckel no eran todavía de moda5 ». Esquerdo y Tolosa Latour siguen su orientación, renovando sus teorías gracias al conocimiento de la psiquiatría moderna francesa. Don Manuel traduce en 1879 el libro de Charles Richet El dolor, el somnambulismo provocado dedicado a don Pedro Mata « que con infatigable celo y arrebatada elocuencia popularizó la psicología experiemental en España. » Cita a Wundt y Ribot autor de La psychologie alemande contemporaine (1879) y escribe el prefacio a una traducción de Frédéric Guillaume Paulhan, Fisiología del alma (1885). En 1884 pronuncia conferencias en el Ateneo sobre Las fuerzas físicas y la fuerza psíquica. Reconoce una fuerza psíquica poco estudiada que debe ser objeto de estudio científico. Rechaza la introspección y quiere recurrir sólo a la experimentación. Las fuerzas que pueden parecer sobrenaturales tienen manifestaciones observables en el campo de la experiencia. Rompe con la metafísica pero no es organicista, reconoce que medios químicos y psíquicos pueden influir en el psiquismo. Es el caso de la histeria que ocupa un papel central en la psiquiatría francesa desde Charcot y va a contribuir al descubrimieto del psicoanálisis. Tolosa Latour difunde y vulgariza los resultados de la psiquiatría francesa en que el hipnotismo y la sugestión ocupan un sitio privilegiado. Los experimentos que diariamente reproducimos y estudiamos en las histéricas son buena prueba de que el primer paso de una vivisección psíquica (y perdonadme la palabra) está dado. Sólo resta manejar con exquisita prudencia los individuos objetos 5 B. Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta, Madrid, Aguilar, O.C. t. 2, 1970, p. 448. 8 9 del experimento, y, si bello e instructivo es ver, auxiliado de un microscopio, cómo circulan por la membrana interdigital de una rana los glóbulos de la sangre, mucho más hermoso y transcendental es ver en el hombre auxiliado del hipnotismo, los fenómenos de la sugestión y de la doble consciencia. Lo único indispensable es no tener el fatal prurito de sacar deducciones anticipadas de estos hechos experimentales como ocurre, por desgracia, en todo orden de conocimientos científicos6. Se entiende mejor por qué Galdós hace cada vez más referencia al hipnotismo y a la sugestión como es el caso en 1890-1, en Angel Guerra o en 1893 en Miseriordia. Tolosa Latour debió de proporcionarle muchas informaciones como lo deducimos de la correspondencia. En una carta anterior a 1885 sin duda, pide don Benito un libro de oftalmología a su amigo, probablemente para la elaboración de La de Bringas. En otra carta Tolosa Latour le invita a asistir en 1887 a un caso de somnambulismo y otra vez a una presentación de enfermos. Otra carta alude a una visita a la clínica del doctor Federico Rubio en Villajoyosa. Podemos suponer que las cartas representan sólo una pequeña parte de las informaciones pedidas que fueron dadas por lo común oralmente. La experiencia clínica alimentó de manera sustancial las descripciones de las novelas e influyó en la elaboración de los personajes. El trato con el médico que lo curaba según el autor « de sus enfermedade infantiles que a las veces» padecía fue largo e íntimo ya que se ocupó de la salud de toda la familia durante más de treinta años. Tolosa Latour fue el primer pediatra español importante. Galdós se interesó durante toda su vida a los niños y dibujó retratos muy detallados de niños a los que observa con extrema atención. Es probable que esta precisión sea debida a los consejos de su amigo como la importancia dada a la infancia para la formación de los caracteres. Escribe a propósito de Isabelita Bringas : Isabelita tenía gustos e inclinaciones muy distintas de su hermano. Más que la diferencia de sexo, la de temperamento era causa de que los dos hermanos jugasen casi siempre aparte uno del otro. No miremos con indiferencia el retoñar de los caracteres humanos en estos bosquejos de personas que llamamos niños. Ellos son nuestras premicias; nosotros, ¿qué somos sino sus consecuencias 7 6 7 Manuel Tolosa Latour, Ob. cit. p.8. B. Pérez Galdós, La de Bringas, Madrid, Biblioteca Nueva, p.319. 9 10 El punto de vista del niño, adoptado a menudo, forma parte de los procedimientos narratológicos empleados corrientemente por el novelista. Provoca un efecto de descentramiento irónico acentuado en ciertos casos patológicos como es el caso de Isabelita Bringas. Las escenas reproducidas en sus pesadillas seguidas de vómitos deforman la realidad de una manera casi esperpéntica revelando la verdad oculta detrás de las apariencias (vanidad grotesca de la corte, perversión de Pez representado en diablo cornudo). Pero lo más innovador es sin duda la descripción minuciosa de los juegos o de los sueños y fantasmas de los niños significativos de su futura complexión y de las relaciones interfamiliares. La influencia del pediatra y del psiquiatra representó una potente ayuda para el novelista cuyas observaciones tienen un valor científico según lo que dice el mismo Tolosa Latour. Las descripciones de Galdós no se basan sin embargo sólo en las informaciones científicas proporcionadas por su amigo o provenientes de sus lecturas medicales. La observación y la auto-observación le conducen a describir caracteres y situaciones que anuncian los descubrimientos freudianos que no conocía. Ya en El amigo Manso manifiesta su extrañeza frente a la falta de significación de los sueños postulada por los científicos. José María acaba de soñar que Irene, de la que está enamorado, sale a la calle. Había descarrillaldo el tranvía y en medio del tumulto cruza la acera para dirigirse hacia un portal oscuro donde se lee un rótulo enigmático. Luego sale su hermano y despierta, presa de la más terrible de las angustias. Concluiré esta febril jornada diciendo con la candidez de los autores de cuentos , después que se han despachado a su gusto narrando los más locos desatinos: « entonces desperé. Todo había sido un sueño. Pero este atroz sueño mío que me atormentó a la mañana, fue nacido de mis hipótesis de la noche anterior, y llevaba en sí no sé qué probabilidad terible. Me impresionó tanto, que después recordaba el soñado paseo por la calle de Fuencarral y me parecían tan claros sus accidentes como los de la misma verdad. No es puramente arbitrario y vano el mundo del sueño, y analizando con paciencia los fenómenos cerebrales que lo informan, se hallará quizás una lógica recóndita.Y despierto me di a escudriñar la relación que podría existir entre la realidad y la serie de impresiones que recibí. Si el sueño es el reposo intermitente del pensamiento y de los órganos sensorios, ¿cómo pensé y vi 8? Los sueños son extremadamente numerosos en las novelas de Galdós, más de 140, a veces muy largos, y son en general realistas como éste, es decir que obedecen a un realismo psicológico que no debe nada a la ciencia de la época. Estos sueños se fundan en restos 8 B. Pérez Galdós, El amigo Manso, Madrid, Aguilar, O.C. t.1, p.1245. 10 11 diurnos detectados aquí por José María, y tienen un sentido que se puede interpretar. Expresan casi siempre un deseo reprimido y permanecen muchas veces inexplicados a pesar de los esfuerzos de los soñadores. Aquí el letrero calificado « del infierno » es incomprehensible pero podría tener un sentido. El sueño corresponde en gran parte con una serie de razonamientos basados en observaciones diurnas y sólo se puede interpretar con referenica al autor sin duda. En Angel Guerra los sueños, pesadillas y halucinaciones ocupan un gran espacio. Desde el principio de la novela, el héroe herido delira y cree ser persecutado por un abejón molesto que confunde con un oficial al que piensa haber matado en una tentativa de pronunciamiento. Se entiende que la culpabilidad de Angel tiene un origen más antiguo relacionado con recuerdos de la niñez y que el militar de alta graduación es un representante del padre (además el padre de Galdós era coronel de artillería como el personaje matado en la revuelta). Cada vez que Angel se siente mal, destemplado, tiene unas pesadillas calificadas de constitutivas por el autor. En una digresión, el narrador explica que este tipo de sueño define a cada uno. Este sueño sin relación alguna con la vida real, solía tenerlo Guerra cuando su cerebro se excitaba por vivas simpresiones deprimentes, caso muy común, pues cada persona tiene su manera especial de soñar y su pesadilla, que podríamos llamar constitutiva. Hay quien sueña que va por galería interminable, buscando una puerta que no encuentra nunca; hay quien se cae en un pozo y quien corre tras su propia sombra llevando los pies metidos en los bolsillos. Pero además de aquel sueño de la caída, Guerra solía tener otro, relacionado con una impresión real de su niñez, de la cual quedara profunda huella en su mente, como esas cicatrices que por toda la vida conservan en la piel la desgarradura del tejido9. Angel suele soñar con el fusilamiento de los sargentos que presenció en 1866, y luego que se cae de un andamio, sueño que encontramos en un cuento fantástico, Celín (1889-1890), y en varias novelas.en las que el héroe se abalanza en el vacío desde un puente (Misericordia 1897). Pocos autores creo definen sus personajes por sus sueños, y en esto Galdós innova y no sigue a los psiquiatras y psicólogos materialistas que veían en el sueño un tejido de representaciones absurdas desprovistas de sentido. Manifiesta cierta independencia respecto de los científicos contemporáneos, basándose sobre su propia experiencia de los sueños, corriendo el riesgo de pasar por un católico creyente.. La frecuencia de los sueños podría hacer pensar en efecto en una orientación religiosa, ya que el sueño se consideraba como prueba de la existencia de Dios. El paso ha sido dado 9 B. Pérez Galdós, Angel Guerra, Madrid, Aguilar, O.C. t.3, p.89. 11 12 por críticos y por autores contemporáneos. En el discurso leído por Marcelino Menéndez Pelayo con ocasión de la entrada de don Benito en la Real Academia, como en un retrato que la Pardo Bazán hace de él, lo consideran creyente, más de lo que él mismo se imagina. La razón es su conocimiento de los « subterráneos del alma » que no combinan con el ateísmo. Todo interés psicológico remite a la introspección idealista y a un buceo en el misterio que sólo puede tener realaciones con lo religioso. Galdós habla de continentes desaparecidos, Atlántidas perdidas, y este interés por lo espiritual corresponde con una preocupación religiosa para sus amigos bien intencionados. Nada más falso, ya que el mismo Galdós afirmó siempre haber perdido la fe muy joven y haber dudado siempre. En su obra Galdós anuncia claramente el inconsciente freudiano. Si se habla de inconsciente, y es el caso en las novelas de Galdós a partir de cierta fecha, es en el sentido de no-consciente y no en el sentido freudiano. Pero podemos constatar que esta noción existe también en el sentido freudiano sin ser explicitada nunca. La observación de Freud según la cual los poetas descubrieron ya todo lo que él explica de manera laboriosa vale en el caso de don Benito que va mucho más lejos que su inspiradores médicos. Si la clínica influyó potentemente en la manera de escribir del novelista que utiliza a veces términos medicales poco frecuentes, aunque trate en general de emplear un vocabulario comprehensible para la mayoría de sus lectores, se atreve a sugerir hipótesis arriesgadas relativamente al estado de la ciencia de la época. Las situaciones elaboradas en las novelas parecen ilustrar varios artículos y obras de Freud. Ya evoqué en un artículo el caso de Lo Prohibido10 que parece una ilustración de los artículos sobre la sexualidad masculina de Freud, o en Angel Guerra los varios casos patológicos representados por Leré, don Francisco, don Tomé, Dulce, etc., razón por la cual había escogido esta novela para mi tesis. La problemática evocada en estas novelas es claramente edipiana. José María de Guzmán se enamora sólo de mujeres casadas y , en particular de sus tres primas; no puede mantener relaciones con una mujer libre, como Maxi no puede imaginarse enamorado de una mujer decente. Angel Guerra se enamora del aya de su hija Ción, Leré, después de la muerte de su madre. En esta larga novela, se evoca detalladamente la evolución psicológica de un burgués revolucionario que integra los rasgos de carácter de una madre despótica contra la cual se rebelaba en vida, a raíz de un largo trabajo de duelo que recuerda precisamente el artículo de 10 Ver Sadi Lakhdari : « L’ambivalence de la figure du pèe dans Lo prohibido de B. Pérez Galdós », in L’image parentale dans la littérature de langue espagnole, Publidix, Nanterre, 2001, p. 67-77. 12 13 Freud sobre el duelo y la melancolía. El héroe piensa creer en Dios, mientras que al fin se da cuenta de que todo fue obra del amor carnal que sentía por Leré. Galdós no consigue imaginar otro origen de la creencia que una clase de sublimación de pulsiones eróticas. El autor evoca paralelamente en la misma novela el trabajo mental de creación de una orden religiosa nueva que es una evidente metáfora de la creación literaria, en la cual encontramos muchas características puestas en evidencia por Didier Anzieu en su Corps de l’Œuvre. La multiplicación de los sueños, fantasías, delirios, actos fallidos, síntomas neuróticos, transforma el realismo galdosiano. Las novelas se orientan hacia una interiorización cada vez más acentuada que impone un ritmo muy lento a la novela. La vida interior sustituye la evocación del mundo y de la acción y los reproches respectuosos pero reales de lentitud y de falta de acción se hacen cada vez más numerosos. Las grandes novelas se destinaban a un público relativamente retringido, burgués e intelectual, que seguía con dificultad al gran hombre en sus profundizaciones psicológicas. Un ejemplo sacado otra vez de Angel Guerra muestra el carácter extremadamente novador de la técnica de Galdós que se funda en un realismo psicológico. Volviendo de Toledo, Angel es sorprendido por un temporal y finalmente se duerme después de haber penetrado en una gruta. La narración de los hechos ficticios no se distingue de la del sueño. El autor no introduce el sueño y durante cierto tiemp el lector cree que está leyendo la relación de la vuelta al cigarral. El momento del adormeciemiento es insensible para el lector como para el personaje y la realidad se confude con la ficción estableciendo un continuum psíquico11. El mismo sueño ocupa un espacio muy largo y se caracteriza por su riqueza y complejidad. Este ejemplo muy breve nos permite comprender cómo Galdós evoluciona desde La sombra. La descripción cada vez más detallada de la realidad psíquica le induce a adoptar más a menudo la visión interna, es decir que para satisfacer un deseo de objetividad científica describe los fenómenos psíquicos desde dentro, lo que equivale a un punto de vista totalmente subjetivo. La realidad material ocupa cada vez menos espacio en provecho de la realidad psíquica, lo que le permite tomar en cuenta lo irracional y la expresión del inconsciente. La inspiración médica es masiva en las novelas de Galdós, pero éste no se deja influenciar por los resultados de la psiquiatría y de la psicología de su tiempo. Los utiliza para dar más consitencia a la psicología de sus personajes y sobre todo para darse límites, para encauzar el flujo de su imaginación que podía ser muy potente, según lo que él dice, hasta provocar unas halucinaciones visuales. La medicina es utilizada como contrapeso al desbordamiento de la imaginación pero ésta permite, a pesar del carácter marcadamente realista de la obra, una 11 B. Pérez Galdós, Angel Guerra, Madrid, Alianza editorial, 1970, p. 608-609. 13 14 expresión fantasmática extremadamente rica como lo había notado Emilia Pardo Bazán en una carta que le mandó durante su relación amorosa : « Ya he leído La incógnita como supondrás. Es cosa rara. Cuando tú escribes, eres tan nihilista e insensato com sensato y ministerial y burgués en la conversación12. » Esta evolución permite entender el interés de ciertos autores de la generación del 27 y de Buñuel que encontró en la obra de Galdós una fuente de inspiración superrealista. 12 E. Pardo Bazán, Cartas a Galdós, Madrid, Turner, 1978, p. 81. 14