07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 47 GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS Prevención del cáncer M. Marzo-Castillejo, B. Bellas-Beceiro, M. Nuin-Villanueva, P. Cierco-Peguera, M. Moreno-Baquerano y L. Rubio-Toledano Grupo de Prevención del Cáncer del PAPPS. Actualizaciones 2005 Introducción El cáncer es una de las enfermedades más prevalentes en los países occidentales. En España se estima que en el año 2002 se diagnosticaron 161.765 casos nuevos de cáncer, 91.217 en varones (tasa ajustada en la población mundial de 307,6 por 100.000 habitantes) y 63.983 en mujeres (tasa ajustada de 179,1)1. La mayoría de los cánceres es más frecuente a medida que aumenta la edad. En los varones, los cánceres que presentan una mayor incidencia son los de pulmón, próstata, colon y recto, vejiga urinaria y estómago (tabla 1). En las mujeres, los más habituales son los de mama, colon y recto, cuerpo de útero, ovario y estómago (tabla 1). En España, a pesar de que en la última década la tendencia de la incidencia de los cánceres de esófago, estómago, laringe, testículo y endometrio ha sido hacia la disminución, en los años más recientes la incidencia de la mayoría de los cánceres se ha incrementado1. El cáncer es la segunda causa de muerte después de las enfermedades cardiovasculares y en el grupo de edad de 35 a 64 años constituye la primera causa. En el año 2002 en España fallecieron por cáncer 93.236 personas1. El número de defunciones en varones fue de 58.589 (tasa ajustada 173,6) y los cánceres con mayor mortalidad, los de pulmón, colon y recto, próstata y estómago (tabla 1). En las mujeres se produjeron 34.647 defunciones (tasa ajustada 81,8) y los cánceres de mama, colon y recto, estómago, pulmón y páncreas presentaron la mortalidad más elevada (tabla 1). En las figuras 1 y 2 se presenta la tendencia de la mortalidad para diversos cánceres1. Para disminuir la morbimortalidad por cáncer hay diversas estrategias de prevención2. Las estrategias de prevención primaria van encaminadas a disminuir la incidencia del cáncer mediante cambios en los factores de riesgo asociados con su desarrollo1. Las estrategias de prevención secundaria o de cribado tienen como objetivo detectar la enfermedad antes de que ésta se manifieste clínicamente, con la finalidad de poder ofrecer un tratamiento precoz que permita mejorar su pronóstico2. Se estima que más del 80% de los cánceres en las poblaciones occidentales se puede atribuir a causas ambientales, definidas como las diversas prácticas dietéticas, sociales y culturales2. Hoy por hoy no están identificadas todas las posibles causas y de momento se conocen determinantes del riesgo sólo para la mitad de los cánceres. Entre los factores de riesgo identificados se incluyen: tabaco, alcohol, dieta, exposición solar, radiaciones ionizantes, carcinógenos ocupacionales, contaminación atmosférica, agentes infecciosos, diversos aspectos de la vida sexual y reproductiva, herencia y el nivel socioeconómico2. Actualmente hay evidencia sobre la eficacia del cribado de cáncer de mama, de cérvix y colorrectal. En la tabla 2 se presenta el Código Europeo Contra en Cáncer, un conjunto de recomendaciones dirigidas a toda la población de los estados miembros de la Unión Europea2. En este artículo revisamos y actualizamos la evidencia científica3 sobre prevención del cáncer, que avala las recomendaciones del PAPPS 2005, para los cánceres de mama, cérvix, endometrio, colorrectal, próstata y piel. Cáncer de mama Entre las mujeres de los países occidentales, el cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente y la primera causa de muerte. En España, en el año 2002, la incidencia estimada ajustada por la población mundial era de 50,9 por 100.000 habitantes; las tasas eran más elevadas a partir de los 40 años y mucho más importantes a partir de los 50 años. Para este mismo año 2002, la tasa ajustada de mortalidad fue de 15,9 por 100.000 mujeres (5.914 defunciones)2. En comparación con otros países europeos, la incidencia y la mortalidad por cáncer de mama ocupan una posición baja (tabla 3) y, al igual que en otros países, la tendencia de la mortalidad en los últimos años es la disminución (fig. 2). En la etiología y el desarrollo del cáncer de mama están implicados diversos factores4,5. La historia familiar de cáncer de mama es un factor de riesgo establecido y se han identificado mutaciones en genes susceptibles de cáncer de mama (BCRA1, BCRA2 p53, PTEN, ATM, NBS1, LKB1); sin embargo, las formas genéticas representan una pequeña proporción de estos cánceres. Los factores de riesgo que más contribuyen son la edad y el área geográfica. Los factores reproductivos, como la edad temprana de la menarquia, la edad tardía de la menopausia, la nuliparidad y la edad tardía al nacer el primer hijo incrementan el riesgo, mientras que una edad temprana al nacer el primer hijo, la multiparidad y la lactancia materna prolongada son factores protectores. El tratamiento hormonal (TH) y los anticonceptivos orales incrementan el riesgo. Entre los estilos | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 47 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 48 GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS TABLA 1 Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer Incidencia estimada y mortalidad por cáncer en España. Año 2002 Varones Incidencia Mujeres Mortalidad 5 años Casos Mortalidad Tasa Ajustada Casos Prevalencia Tasa Ajustada Cavidad oral 4.036 13,5 898 3,0 12.350 959 2,3 242 0,6 3.136 Nasofaringe 365 1,4 175 0,6 1.273 129 0,4 43 0,1 422 Otros nasofaringe 1.988 7,4 840 3,0 4.653 124 0,4 60 0,2 352 Esófago 1.845 6,1 1.577 5,1 2.205 261 0,6 247 0,6 434 Estómago 5.161 15,7 3.928 11,4 9.011 3.046 7,2 2.491 5,4 5.900 12.418 36,8 6.553 18,5 36.376 9.546 22,5 5.206 11,3 29.292 3.027 9,2 2.898 8,4 2.756 1.339 2,9 1.583 3,3 1.144 Hígado Tasa Ajustada Incidencia Casos Colon y recto Casos Prevalencia Tasa Ajustada 5 años Páncreas 2.129 6,6 2.141 6,4 1.125 1.750 3,9 1.842 4,0 891 Laringe 3.765 12,8 1.864 5,9 14.016 147 0,5 64 0,2 629 Pulmón 17.983 55,8 16.253 49,2 20.214 2.038 5,4 1.870 4,7 2.575 5,3 383 1,3 Melanoma 5.662 1.747 5,5 326 0,9 8.103 Mama – – – – – 15.855 50,9 5.914 15,9 69.993 Cérvix – – – – – 2.103 7,6 739 2,2 8.306 Cuerpo de útero – – – – – 3.856 10,4 1.109 2,4 15.168 – 3.265 9,9 1.679 4,3 9.159 44.100 – Ovario Próstata Testículo Riñón Vejiga urinaria 1.458 – 13.253 – 35,9 – 5.857 – 14,9 – – – – – – – 418 1,9 37 0,2 1.782 – 2.778 9,2 1.062 3,2 8.905 1.307 3,7 578 1,4 4.540 – 10.705 33,0 3.353 9,1 40.546 1.510 3,5 723 1,4 5.367 Cerebro 1.643 6,4 1.206 4,3 2.105 1529 5,0 1.072 3,0 1.903 Tiroides 390 1,7 75 0,2 1.559 1.154 4,1 195 0,4 4.901 Linfoma no hodgkiniano 3.070 11,1 1.252 4,0 9.685 2.476 6,9 1.154 2,7 7.997 Enfermedad de Hodgkin 508 2,3 141 0,5 1.915 403 1,7 95 0,3 1.538 Mieloma múltiple 1.089 3,2 842 2,4 2.692 1.042 2,4 785 1,7 2.818 Leucemia 2.446 8,8 1.580 5,0 6.844 1.916 6,0 1.272 3,3 5.279 97.765 307,6 58.589 173,6 245.382 63.983 179,1 34.647 81,8 203.736 Todos menos piel Tasas ajustadas por la población mundial. Fuente: Ferlay et al1. de vida, el consumo de alcohol, la carne cocinada y las grasas saturadas se asocian con un incremento del riesgo, mientras que la dieta rica en frutas y verduras se asocia con una reducción. La obesidad representa un aumento de riesgo en las mujeres posmenopáusicas, pero es un factor protector en las mujeres premenopáusicas. La actividad física en la adolescencia contribuye a disminuir el riesgo. Factores como la elevada densidad de la mama en la mamografía, la historia de enfermedad benigna de la mama, las radiaciones ionizantes, la estatura alta, los valores elevados de prolactina, los valores elevados del factor de crecimiento similar a la insulina tipo I (IGF-I) y un nivel socioeconómico más elevado también incrementan el riesgo. Para calcular el riesgo individual se han desarrollado diferentes modelos de predicción que permiten estimar la probabilidad de que una mujer con determinados facto48 | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | res de riesgo presente un cáncer de mama en un período6. El modelo de Gail es el más utilizado, tanto para predecir el riesgo absoluto individual de una mujer como para la inclusión de pacientes en ensayos clínicos aleatorizados (ECA)7,8. Otros modelos valoran el riesgo en subgrupos de mujeres de elevado riesgo y con mutaciones en los genes BRCA y, por tanto, son menos aplicables a la población general8. La aplicación de estos modelos, aunque todavía presentan diversas dificultades para una buena discriminación individual7, tiene su papel en la identificación de las mujeres con riesgo elevado, ya que éstas pueden beneficiarse de las intervenciones que han demostrado su eficacia a través de ECA: vigilancia intensiva, quimioprevención con agentes hormonales (tamoxifeno, raloxifeno)9, ooforectomía y mastectomía profiláctica. 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 49 Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS 50 Cavidad oral y nasonaringe Esófago Estómago Colon, recto y ano Vesícula biliar Páncreas Laringe Pulmón Melanoma de piel Próstata Vesícula Leucemia 40 30 20 10 0 1951 FIGURA 1 1960 1970 1980 1990 2001 Evolución de las tasas de mortalidad por cáncer en España. Varones, 1951-2001. Fuente: Ferlay et al1. 20 Esófago Estómago Colon, recto y ano Páncreas Laringe Pulmón Melanoma Mama Útero Cérvix Vesícula 15 10 5 0 1951 FIGURA 2 1960 1970 1980 1990 2001 Evolución de las tasas de mortalidad por cáncer en España. Mujeres, 1951-2001. Fuente: Ferlay et al1. El cribado de cáncer de mama con mamografía ha sido recomendado durante décadas y está avalado con más de 40 años de investigación6,10. A partir del metaanálisis de Kerlikowske et al11 publicado en 1995 se afirma que el cribado reduce la mortalidad por cáncer de mama en las mujeres de 50 a 74 años (riesgo relativo [RR] = 0,73; intervalo de confianza [IC] del 95%, 0,63-0,84). Estos resultados no se confirmaron en la revisión sistemática (RS) de Olsen et al12, en la que los autores señalan que de 8 ECA disponibles, sólo 3 son de calidad suficiente y que la combinación de ellos no muestra una reducción de la mortalidad12. Dos nuevas RS, una realizada por la Agency for Healthcare Research and Quality (AHRQ) para la US Preventive Service Task Force (USPSTF)13,14 y otra por un grupo de tra- bajo de la International Agency Research on Cancer (IARC)15 han corroborado los resultados de Kerlikowske et al11. La AHRQ afirma que el cribado reduce la mortalidad por cáncer de mama en las mujeres > 50 años (RR = 0,78; IC del 95%, 0,70-0,87) y que el número de mujeres que es necesario cribar para prevenir una muerte por cáncer de mama tras un promedio de 14 años de seguimiento es de 838 (IC del 95%, 494-1.676)13. Para el grupo de mujeres < 50 años el tema sigue siendo controvertido6,10. El metaanálisis de Kerlikowske et al11, a los 7-9 años de seguimiento no indicaba una reducción de la mortalidad (RR = 1,02; IC del 95%, 0,82-1,27]), pero sí se apreciaba, aunque de forma no significativa, a los 10-12 años de seguimiento (RR = 0,83; IC del 95%, 0,65| Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 49 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 50 GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS TABLA 2 Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer Código Europeo contra el Cáncer, 2003 Estilos de vida – No fume; si fuma, déjelo lo antes posible. Si no puede dejar de fumar, nunca fume en presencia de no fumadores. – Evite la obesidad. – Realice alguna actividad física de intensidad moderada todos los días. – Aumente el consumo de frutas, verduras y hortalizas variadas: coma al menos 5 raciones al día. – Limite el consumo de alimentos que contienen grasas de origen animal. – Si bebe alcohol, ya sea vino, cerveza o bebidas de alta graduación, modere el consumo a un máximo de dos consumiciones o unidades diarias, si es varones, o a una, si es mujer. – Evite la exposición excesiva al sol. Es especialmente importante proteger a niños y adolescentes. Las personas que tienen tendencia a sufrir quemaduras deben protegerse del sol durante toda la vida. – Aplique estrictamente la legislación destinada a prevenir cualquier exposición a sustancias que pueden producir cáncer. Cumpla todos los consejos de salud y de seguridad sobre el uso de estas sustancias. Aplique las normas de protección radiológica. Programas – Las mujeres a partir de los 25 años deberían realizarse pruebas de detección precoz del cáncer de cuello de útero. – Las mujeres a partir de los 50 años deberían realizarse una mamografía para la detección precoz de cáncer de mama. – Los varones y las mujeres a partir de los 50 años deberían realizarse pruebas de detección precoz de cáncer de colon. – Participe en programas de vacunación contra el virus de la hepatitis B. TABLA 3 Incidencia estimada y mortalidad por cáncer mama en países de la Unión Europea. Mujeres, año 2002 Incidencia estimada Alemania Mortalidad Casos Tasa ajustada* Casos Tasa ajustada* 55.689 79,8 17.994 21,6 Austria 4.635 70,5 1.637 20,6 Bélgica 7.429 92,0 2.712 27,7 Dinamarca 3.879 88,7 1.390 27,8 15.855 50,9 5.914 15,9 3.609 84,7 834 17,4 Francia 41.957 91,9 11.643 21,5 Grecia 4.543 51,6 1.569 15,4 Holanda 10.447 86,7 3.767 27,5 Irlanda 1.874 74,9 688 25,5 36.634 74,4 11.345 18,9 España Finlandia Italia Luxemburgo Portugal Reino Unido Suecia 282 82,5 75 19,3 4.309 55,5 1.542 17,0 40.928 87,2 13.303 24,3 6.583 87,8 1.516 17,3 *Tasa ajustada por 100.000 habitantes (población estándar mundial). Fuente: Ferlay et al1. Fuente: Boyle P et al2. 1,06)11. La RS realizada por la IARC indica que la evidencia es limitada15. Por el contrario, la RS de la AHRQ muestra una reducción de la mortalidad en el grupo de mujeres < 50 años (RR = 0,85; IC del 95%, 0,73-0,99]), aunque con un número de mujeres cribadas para prevenir una muerte por cáncer de mama y tras un promedio de 14 años de seguimiento mucho más elevado: 1.792 (IC del 95%, 764-10.540)13,14. Los recientes resultados del UK Age Trial diseñado específicamente para valorar los beneficios del cribado en las mujeres jóvenes, en sus resultados provisionales y a partir de variables subrogadas, sugieren una reducción de la mortalidad (rango de 0,89 [IC del 95%, 0,78-1,01] a 0,90 [IC del 95%, 0,80-1,01])16. La evidencia para el grupo de mujeres mayores, al no haber incluido un suficiente número de ellas en los diferentes ECA, es insuficiente para justificar el cribado poblacional con mamografía en este grupo de edad14. La RS de Barrat concluye que el beneficio del cribado en el grupo de mujeres de 70 a 79 años, si se compara con el grupo de 50 a 69 años, se reduce un 40-72%17. Este beneficio disminuye más a medida que aumenta la edad de las mujeres y se reduce su calidad de vida10. En los diferentes ECA, el intervalo de la mamografía ha variado entre los 12 y los 33 meses y no se ha demostrado que la mamografía anual sea más eficaz que la realizada cada 2 años13. Algunos autores sugieren, a partir de los resultados del Swedish Two-County Trial, que el cribado 50 | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | anual puede estar justificado en las mujeres de 40 a 49 años, pero sin disponer de ninguna evidencia directa13. Las diversas RS no muestran que la autoexploración mamaria (AEM) tras instruir a las mujeres sobre su realización disminuya la mortalidad por cáncer de mama18,19. Las RS concluyen que la AEM incrementa el número de visitas médicas para la evaluación de lesiones benignas y el ratio de biopsias con resultado negativo de forma significativa18,19. Aunque la exploración clínica (EC) de la mama en algunos programas acompaña a la mamografía de cribado, no se disponen de ECA diseñados específicamente para conocer la eficacia de esta exploración10,13. Las RS concluyen que la evidencia indirecta no descarta la eficacia de la EC en el cribado del cáncer de mama13,20. El cribado del cáncer de mama ha de respetar los principios éticos de las intervenciones dirigidas a poblaciones asintomáticas y garantizar una alta calidad21. La mamografía de cribado requiere un cumplimiento exigente de los estándares de calidad del mamógrafo, la reveladora, la película, el negatoscopio, el entrenamiento de los técnicos en la realización de las mamografías y de los médicos radiólogos que las leen e interpretan22. Además, es necesario minimizar los posibles efectos adversos del cribado: repetición de las mamografías con el aumento de radiación que ello supone, pruebas diagnósticas y biopsias innecesarias, el dolor y las molestias al realizarse las pruebas, la inadecuada comunicación de los resultados, la falsa seguridad y el retraso en el diagnóstico21, y evitar la ansiedad que puede producir en las mujeres. 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 51 Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer La mayoría de sociedades científicas y planes de salud recomiendan el cribado del cáncer de mama. El código Europeo contra el Cáncer recomienda la mamografía de cribado a partir de los 50 años2. En nuestro ámbito, la mayoría de las comunidades autónomas llevan a cabo programas de cribado entre la población de 50 a 69 años, en la que ofrecen una mamografía de cribado cada 2 años. Algunas comunidades autónomas (Castilla-La Mancha, Castilla-León, Comunidad Valenciana, La Rioja y Navarra) atienden a las mujeres a partir de los 45 años23. Algunas sociedades americanas, entre ellas USPSTF (2000), la American Cancer Society (1997) y el National Cancer Institut (2000), recomiendan iniciar el cribado a partir de los 40 años y sin límite de edad para finalizarlo14. Los equipos de atención primaria (EAP) tienen una ubicación privilegiada para colaborar en los programas de cribado. Los expertos reconocen que cuando los profesionales de atención primaria participan se obtienen mejores resultados24. Los EAP pueden ayudar a mejorar la calidad de los programas motivando a las mujeres a participar, dando consejos prácticos a las mismas, comentando el cribado con las mujeres que no participan y discutiendo las implicaciones de las recitaciones y /o biopsia quirúrgica24. Como resultado de la aplicación de las recomendaciones del cribado, la mortalidad por cáncer de mama en los diversos países occidentales, incluido España1, ha disminuido. Esta disminución no sólo se explica por el cribado en sí, sino también por las mejoras en el tratamiento del cáncer de mama y en la organización de los servicios sanitarios donde diagnostican y tratan a las mujeres con cáncer de mama25. Recomendaciones del PAPPS para cáncer de mama – Se recomienda cribado con mamografía cada 2 años en las mujeres ≥ 50 años. – Se recomienda establecer la coordinación necesaria con los programas poblacionales de cribado del cáncer de mama. Cáncer de cérvix El cáncer de cérvix es una de las formas más comunes de cáncer entre las mujeres (el 80% de los casos ocurre en los países en vías de desarrollo), a pesar de la efectividad de la citología del Papanicolaou26. En España, en el año 2002, la incidencia estimada ajustada por la población mundial fue de 7,6 por 100.000 habitantes (2.103 casos) y la tasa de mortalidad de 2,2 (739 casos). Las tasas de incidencia más elevadas ocurren en Mallorca (12,0 por 100.000) y Tarrago- GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS na (9,0 por 100.000), y las más bajas en Navarra (3,7 por 100.000) y Murcia (3,4 por 100.000)27. En comparación con otros países del mundo, la incidencia y la mortalidad por cáncer de cérvix en España es una de las más bajas (tabla 4), aunque en el transcurso de las últimas 3 décadas se ha producido una tendencia paulatina hacia el aumento (fig. 2). En la etiología y el desarrollo del cáncer de cérvix están implicados diversos factores28. El virus del papiloma humano (VPH) es un factor causal y necesario para el desarrollo del cáncer escamoso de cérvix y de sus lesiones precursoras29. El contacto sexual (heterosexual u homosexual) es un requisito necesario para adquirir el VPH en el tracto genital29. El mayor riesgo de infección por VPH se asocia con el inicio temprano de las relaciones sexuales, la promiscuidad tanto masculina como femenina, el no utilizar preservativo y la no circuncisión30. En el patrón de prevalencia del VPH de los países occidentales, la infección es más elevada en la edad de mayor actividad sexual y posteriormente se reduce, siendo muy baja hacia los 50 años29. La prevalencia del VPH es muy diferente entre países y la población española presenta una de las más bajas del mundo, entre un 2 y 3% de las mujeres30, datos que concuerdan con la baja incidencia de cáncer de cérvix en nuestro medio (tabla 4). Las mujeres portadoras de infecciones por VPH crónicas (el 10-20% de las mujeres infectadas) constituyen el grupo de alto riesgo de desarrollar el cáncer29. La edad media de las mujeres con lesiones CIN III es de 30 años. Las mujeres con cáncer invasivo son ≥ 10 años mayores que las mujeres con CIN III29. En nuestro medio, un estudio realizado en la década de los noventa describe una frecuencia de 12 casos de CIN III por cada 100.000 mujeres/año, con una edad media de 37 años (IC del 95%, 20-82)31. La infección por VPH, aunque es un factor causal y necesario, no es suficiente para desarrollar un cáncer de cérvix. La respuesta inmunológica a la infección VPH desempeña un papel crucial en la progresión hacia cáncer (genotipos y variantes virales, carga viral, inmunodepresión por coinfección por virus inmunodeficiencia humana [VIH])29. El tabaco, la multiparidad y el uso de anticonceptivos a largo plazo son cofactores de progresión claramente establecidos29. Otros cofactores descritos menos consistentes son la infección por Chlamydia, la infección crónica del cérvix y la dieta29. Desde un punto de vista de prevención primaria, es necesario informar y hacer intervenciones que permitan concienciar a mujeres y varones del riesgo de infección por HPV derivado de las relaciones sexuales sin protección, sobre todo con múltiples compañeros28. En España, según datos de la Encuesta de salud y Hábitos Sexuales de 2003, la edad de inicio de relaciones sexuales es de 18,1 años para los varones y 19,1 años las mujeres32. En un futuro próximo, la prevención primaria pasa por la introducción de las vacunas, que actualmente están en fase de estudio con resultados favorables26. | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 51 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 52 Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS TABLA 4 Cáncer de cérvix. Magnitud del problema en el mundo. Mujeres, 1998-2002 Incidencia estimada Alemania Austria Bélgica Dinamarca España Finlandia Francia Grecia Holanda Irlanda Italia Luxemburgo Portugal Reino Unido Suecia Mundial Estados Unidos Canadá Zimbabwe Senegal Haití Colombia Bolivia Mortalidad Casos Tasa ajustada* Casos Tasa ajustada* Prevalencia VPH % (edad) 6.133 610 667 439 2.103 164 4.149 578 753 164 3.418 24 956 3181 485 10,8 10,9 9,4 12,6 7,6 4,3 9,8 7,7 7,3 7,2 8,1 8,7 13,5 8,3 8,2 2.967 295 326 230 739 81 1.647 239 307 88 1.186 13 378 1.529 249 3,8 4,1 3,4 5,0 2,2 1,8 3,1 2,5 2,3 3,5 2,2 3,9 4,5 3,1 3,1 7,8 (36 a 70 años) – – 18,0 (20 a 29 años) 3 (14 a 75 años) – 15,3 (31 a 76 años) – 4,6 (15 a 69 años) 13.162 1.502 1.817 804 2.774 6.815 1.831 7,7 7,7 52,1 26,2 87,3 36,4 55,0 5.214 581 1.492 640 1.484 3.296 987 2,3 2,5 43,1 21,1 48,1 18,2 30,4 22,5 (16 a 75 años) 13,3 (15 a 49 años) 42,8 (25 a 55 años) 43,8 (35 a 83 años) – 14,9 (13 a 85 años) – 8,6 (25 a 70 años) – – 5,9 (34 a 74 años) – *Tasa ajustada por 100.000 habitantes (población estándar mundial). Fuente: Ferlay et al1 y Schiffman et al29. La citología de Papanicolaou sigue siendo la prueba de cribado más ampliamente utilizada33. En los países desarrollados ha mostrado ser efectiva en la reducción de la incidencia y la mortalidad por cáncer de cérvix, tanto en el cribado oportunista como, de forma espectacular, en los programas poblacionales28,33. En los países donde una gran parte de las mujeres se realizan la citología cada 3-5 años, a través de programas de cribado poblacionales organizados (Finlandia, Suecia, Reino Unido), la incidencia del cáncer cervical se ha reducido en un 80%34. Sin embargo, en los países en vías de desarrollo la citología se ha mostrado ampliamente inefectiva33. Se desconoce la edad óptima de inicio y finalización del cribado. Algunos autores sugieren que el cribado podría iniciarse de forma segura 3 años después del inicio de las relaciones sexuales, o a la edad de 21 años, a pesar del escaso beneficio entre las mujeres que nunca han tenido actividad sexual34. Otros autores no justifican el cribado antes de los 25 años, ya que el riesgo de cáncer invasivo es muy bajo y la prevalencia de lesiones preinvasivas muy alta2,35, lo que determinaría un mayor riesgo de sobretratamiento de lesiones menores que con el tiempo pueden regresar espontáneamente35. Asimismo, también hay escasa evidencia de que el cribado sea beneficioso más allá de los 60 años2,35, ya que la incidencia de lesiones avanzadas de52 | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | clina a partir de los 50 años2,35,36. En las mujeres histerectomizadas (incluido todo el cuello del útero) por una lesión benigna, la citología no aporta ningún beneficio34. Tampoco se dispone de evidencia directa sobre el intervalo óptimo entre las citologías2,35,36. La mayor parte de cánceres invasivos en poblaciones ampliamente cubiertas por programas de cribado corresponde a mujeres que nunca han participado o que hace más de 5 años que no se les había realizado una citología2,35. Asimismo, también se ha demostrado que el beneficio obtenido con intervalos menores de 3 años es muy escaso37. Según los resultados de diversas RS, se estima que la sensibilidad de la citología es del 47-62% y la especificidad del 60-95%, aunque los diversos estudios incluidos presentan deficiencias en su calidad metodológica33. La reproducibilidad de los resultados depende de la adecuada formación, protocolización y adopción de suficientes controles de calidad en las técnicas de la toma cervical y en la interpretación de las citologías. En los últimos años se han desarrollado nuevos procedimientos de citología y sistemas expertos automatizados para su lectura, con el objetivo de mejorar la sensibilidad de esta prueba33. También se han estudiado diversas pruebas de cribado visual que, como la VIA, inspección visual directa (test del ácido acético, colposcopia) y el VILI (exa- 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 53 Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer men tras la aplicación de iodina de lugol), ofrecen resultados más prometedores en los países en vías de desarrollo33. Estudios observacionales muestran que la citología de base líquida (CBL) reduce el número de resultados falsos negativos, lo que conlleva una reducción de cáncer invasivo y del número de muestras incorrectas, así como del tiempo de recogida de la muestra38. La CBL también permite estudiar el VPH y ello puede ser de utilidad en el manejo de las mujeres que presentan células escamosas atípicas en la citología35. La CBL se considera que es coste-efectiva cuando el intervalo de cribado es de 3 años o superior35,38 y, con un intervalo de cribado de 5 años, podría ser la opción con una mejor relación coste-efectividad. Esta técnica se está utilizando de forma piloto en diversos programas del Reino Unido39. La prueba de detección del VPH mediante técnicas de biología molecular es más sensible y menos específica que la citología, sobre todo en mujeres jóvenes, y es una prueba útil para el cribado y para identificar aquellas lesiones equivocas en la citología33. Actualmente están en marcha ECA que evalúan la prueba de detección del VPH como método de cribado inicial, ya sea conjuntamente con la citología o como sustituta de ésta40. La asociación de ambas pruebas en mujeres con riesgo elevado podría mejorar la eficacia del cribado, complementar la evaluación ante citologías anormales y hacer el seguimiento de las mujeres tratadas por una lesión premaligna40. El test del VPH es más caro que otras formas de cribado y requiere una infraestructura de laboratorio sofisticada que incluye el equipo, la capacidad de almacenar las muestra en condiciones adecuadas y el personal entrenado33. El cribado del cáncer de cérvix presenta una amplia variación de recomendaciones28. La Unión Europea recomienda realizar cribados poblacionales organizados que tengan una amplia cobertura, en los cuales la citología se inicie a los 25 años y se repita cada 3-5 años, hasta los 60 años2. Al principio de la década de los noventa, algunos de los países europeos con larga tradición en programas poblacionales (Finlandia, Holanda) modificaron sus propias recomendaciones y establecieron el inicio del cribado a los 30 años, con una periodicidad de 5 años y hasta los 60 años34. La USPSTF recomienda la realización de esta prueba desde el inicio de la actividad sexual hasta los 65 años, con una periodicidad de al menos 3 años37. A pesar de la escasa evidencia disponible sobre la eficacia de la prueba del VPH en el cribado inicial, el American Cancer Institut, el National Cancer Institut y la American Society of Colposcopy and Cervical Pathology han consensuado añadir el test a partir de los 30 años41. La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, la Sociedad Española de Citología y la Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia recomiendan añadir esta prueba del VPH a partir de los 35 años42. Actualmente, en todas las comunidades autónomas se ofrece el cribado oportunista, excepto en Castilla-León, y GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS las coberturas están muy por debajo de los porcentajes europeos43. Según los resultados de una encuesta telefónica sobre el uso de la citología en España realizada en octubre de 2000, sólo un 50% de mujeres de 40 a 70 años se había realizado una citología de cribado en los últimos 5 años44. Los criterios de intervención propuestos por el PAPPS son un intento realista de racionalización de la oferta de este servicio preventivo con un abordaje oportunista, una vez valorados su grado de prioridad y los recursos disponibles para su prestación con la máxima calidad y eficiencia. Recomendaciones del PAPPS para cáncer de cérvix – Se recomienda aconsejar acerca de la protección en los contactos sexuales. – Se recomienda realizar una citología de Papanicolaou en las mujeres de 25 a 65 años. Al principio, 2 citologías con periodicidad anual y después cada 3-5 años. – A las mujeres > 65 años sin citologías en los últimos 5 años se les ofrecerán 2 citologías con periodicidad anual y, si son normales, no se propondrán más intervenciones. – No se ofrecerá cribado a las mujeres que no han tenido relaciones sexuales ni a las mujeres con histerectomía total. – Se aconseja una búsqueda activa dirigida a aumentar la cobertura de la población diana. Cáncer de endometrio El cáncer de endometrio ocupa la tercera posición como cáncer más frecuente en la mujer. En España, en el año 2002, la tasa estimada de incidencia ajustada por la población mundial fue de 10,4 por 100.000 habitantes (3.856 casos) y la tasa de mortalidad de 2,4 (1.109 casos)1. La historia natural del cáncer de endometrio se inicia con el crecimiento hiperplásico del endometrio, generalmente en mujeres expuestas a un hiperestronismo. Los estrógenos no combinados con gestágenos inducen una mayor actividad mitótica que supone un mayor número de replicaciones de ADN, lo que posibilita la presencia de mutaciones oncogénicas. Entre las mujeres premenopáusicas con cáncer de endometrio se han observado mayores concentraciones de androstendiona y testosterona, y en las mujeres posmenopáusicas mayores valores de estrona y estradiol45. Los factores de riesgo más estudiados tienen relación con una exposición prolongada a los estrógenos. El TH con estrógenos no combinados con progestágenos se asocia con una mayor incidencia de cáncer de endometrio, aunque no de mortalidad por esta causa46. Es necesario añadir progestágenos, bien en pauta cíclica (10-12 días del ciclo hor| Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 53 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 54 GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer monal) o en régimen continuo, para evitar la hiperplasia endometrial y el cáncer. En esta línea, el ECA Whomen’s Health Iniciative (WHI) encontró que la incidencia de cáncer de endometrio en el grupo con terapia combinada continua no difiere de la encontrada en grupo control (RR = 0,81; IC del 95%, 0,48-1,36). Como efecto adverso se constató que las mujeres con TH acumulan una mayor carga de biopsias endometriales, ya que estos regímenes ocasionan sangrados vaginales no etiquetados que requieren estudios para descartar la presencia de un tumor47. El tamoxifeno, ampliamente utilizado para el tratamiento del cáncer de mama y también para su prevención primaria (quimioprevención) en mujeres de alto riesgo, incrementa el riesgo de cáncer de endometrio2,48 de forma progresiva según el tiempo de utilización y se asocia con tumores de peor pronóstico49. No obstante, el riesgo de desarrollar un cáncer de endometrio es mucho menor que el riesgo de recurrencia de cáncer de mama49. Esta asociación no se ha constatado con el raloxifeno2,48. La obesidad es un factor de riesgo asociado con el cáncer de endometrio50. Hay evidencia de que las mujeres con índice de masa corporal (IMC) > 25 tienen 2-3 veces más riesgo de presentar este cáncer. El riesgo se incrementa según aumenta el IMC2. La diabetes (hiperinsulinismo crónico) y la hipertensión arterial son factores de riesgo poco claros y en los que la obesidad podría desempeñar un papel importante. Esta asociación se explica por la transformación en la grasa periférica de la androstendiona a estrona45. Las mujeres con menarquia precoz y/o menopausia tardía presentan un mayor riesgo que se relaciona con la mayor exposición a los estrógenos51. Las mujeres con hijos presentan un menor riesgo, ya que durante los embarazos han estado expuestas al estímulo de la progesterona51. Las enfermedades del ovario, la historia familiar de cáncer de colon no asociado con poliposis, la historia personal de cáncer de mama, colon y ovario, la radioterapia en la zona pélvica, entre otros, se han asociado en algunos estudios con el incremento de riesgo51. El consumo de tabaco se asocia con un menor riesgo y ello se explica por la menor incidencia de obesidad entre las fumadoras y las menores concentraciones de estrógenos. El signo principal es el sangrado vaginal anormal, presente en el 90% de los casos52. No hay evidencia de que diferentes patrones de hemorragia vaginal en mujeres posmenopáusicas (sangrado único o repetidos) tengan mayor o menor probabilidad de asociarse con este cáncer. El sangrado es más difícil de valorar en mujeres con TH. En mujeres premenopáusicas se manifiesta como metrorragias. El riesgo de cáncer en caso de estudio por sangrado es de un 10% y aumenta con la edad53. La ecografía transvaginal tiene un alto rendimiento como prueba para valorar el endometrio. En mujeres con sangrado posmenopáusico, el número de años desde la menopausia y el grosor endometrial son factores predictores significativos de cáncer endometrial54. En caso de sangrado y si 54 | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | el grosor del endometrio es > 5 mm (valores superiores en caso de tratamiento hormonal o con tamoxifeno), su sensibilidad para cáncer es del 96%. La prueba de referencia es la biopsia endometrial, con o sin histeroscopia, si bien su indicación es el estudio de cualquier metrorragia atípica o la confirmación de hallazgos patológicos por otros métodos. Como medida de prevención primaria, evitar la obesidad es la intervención potencialmente más importante para disminuir el riesgo de este cáncer45,46. Asimismo, se recomienda utilizar una pauta de TH y anticonceptiva que asocie progestágenos a los estrógenos, valorando su riesgo y sin prolongarla más del tiempo necesario55,56. Las intervenciones de cribado en mujeres asintomáticas, ya sean de riesgo normal o elevado, no han demostrado ningún beneficio57. El sangrado atípico suele ser un síntoma precoz que permite un diagnóstico rápido y un tratamiento eficaz. Por ello, se debe aconsejar a las mujeres posmenopáusicas de riesgo medio y a las mujeres con factores de riesgo (historia de terapia con estrógenos sin progestágenos, nuliparidad, infertilidad, fallo en la ovulación, obesidad, diabetes e hipertensión) que consulten ante cualquier sangrado vaginal anómalo y se les debe informar de los beneficios, los riesgos y las limitaciones de las pruebas para su detección2,3. Esta misma recomendación es válida para las mujeres que toman tamoxifeno57. Recomendaciones del PAPPS para cáncer de endometrio – Se recomienda realizar consejo apropiado a las mujeres posmenopáusicas para que consulten ante cualquier sangrado vaginal. – No hay evidencia científica para recomendar el cribado sistemático del cáncer de endometrio en las mujeres asintomáticas. Cáncer colorrectal El cáncer colorrectal (CCR) es una enfermedad de gran magnitud epidemiológica por la notable morbimortalidad y la trascendencia socioeconómica que conlleva. Las tasas de incidencia se han incrementado de forma significativa en la última década, de tal manera que representan la segunda causa de incidencia y mortalidad por cáncer, tanto en varones como en mujeres, en la mayoría de los países desarrollados, pero si consideramos ambos sexos conjuntamente ocupa el primer lugar. En España en el año 2002, la tasa estimada de incidencia ajustada por la población mundial fue de 36,8 por 100.000 habitantes en hombres (12.418 casos) y de 22,5 (9.546 casos) para mujeres y la ta- 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 55 Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer sa de mortalidad de 18,5 (6.552 casos) y 11,3 (1.583 casos), respectivamente1. España presenta tasas de incidencia favorables en el entorno europeo (tabla 5), pero con una evolución notoriamente creciente. En las figuras 1 y 2 se observa la tendencia ascendente de la mortalidad1. Esta situación epidemiológica no se corresponde con las posibilidades de modificación de la historia natural del CCR. Dado que el 80% de los CCR son de presentación esporádica y tienen como lesión precursora el pólipo adenomatoso, de los cuales sólo un 5% progresará hacia carcinoma invasivo tras un tiempo medio de evolución de 10 años58, es posible interferir y modificar su evolución natural. Las posibilidades de intervención se sitúan antes del desarrollo de los adenomas, en la secuencia adenoma-carcinoma, interrumpiendo su progresión (prevención primaria), o en el estadio preclínico del CCR (prevención secundaria). También hay formas hereditarias de CCR y agregaciones familiares no filiadas en las que podría haber un componente hereditario59. Esta variabilidad de presentación del CCR hace necesaria la correcta estratificación de la población en niveles de riesgo, para poder proponer la estrategia preventiva más adecuada60,61 (fig. 3). En este sentido, el instrumento más importante de intervención consiste en la realización de una correcta historia clínica que recoja los antecedentes de factores de riesgo individuales y en familiares de primer, segundo y tercer grado. Los factores asociados con un mayor riesgo de CCR se relacionan con la herencia, la dieta y los estilos de vida, la ma- TABLA 5 GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS yoría modificables a través de estrategias de prevención primaria (tabla 6). El efecto de determinadas características de la dieta es actualmente la hipótesis de causalidad más consistente. En concreto, el consumo de carne roja, carne procesada y carne cocinada muy hecha o en contacto directo con el fuego pueden incrementar el riesgo de CCR60,62. En cambio, la leche y otros productos lácteos63, el pescado62 y las frutas y vegetales podrían tener un efecto protector, éstas últimas a través de su contenido en fibra. No obstante, aunque el estudio europeo EPIC atribuye a la fibra de la dieta una reducción importante del riesgo de CCR64, sus resultados no se confirman en amplios estudios prospectivos60. El efecto de la fibra sobre la disminución de la recurrencia de los adenomas colorrectales es también inconsistente65,66. Otros factores de riesgo identificados son la obesidad, la inactividad física, el consumo de tabaco y la ingesta de alcohol. Las cohortes del Women’s Health Study67 y Framingham68 confirman la asociación del sobrepeso y la obesidad con el CCR. Esta relación es menos evidente en el cáncer de recto que en el de colon y parece que puede ser la obesidad central la que confiere el exceso de riesgo68. De manera complementaria, los estudios epidemiológicos muestran que la reducción del peso y la realización de ejercicio físico regular tienen un efecto beneficioso en la prevención de esta neoplasia. La intensidad, la duración, la frecuencia y el mantenimiento en el tiempo del ejercicio físico pueden asociarse con una mayor reducción del riesgo69. Para observar el incremento de riesgo atribuible al ta- Incidencia estimada y mortalidad por cáncer colorrectal en los países de la Unión Europea en el año 2002 Varones Mujeres Incidencia estimada Alemania Mortalidad Incidencia estimada Mortalidad Casos Tasa ajustada* Casos Tasa ajustada* Casos Tasa ajustada* Casos Tasa ajustada* 31.756 45,5 14.396 19,9 32.053 33,1 16.467 15,7 Austria 2.713 42,1 1.325 20,1 2.451 27,8 1.325 13,9 Bélgica 3.304 37 1.732 18,7 3.130 26,8 1.764 14,1 Dinamarca 1.828 41 1.058 23,3 1.800 33 1.114 19,2 12.418 36,8 6.553 18,5 9.546 22,5 5.206 11,3 1.031 25,5 477 11,5 1.146 21,1 573 Francia 19.229 40,8 9.078 18,2 15.718 25,9 8.019 11,8 Grecia 1.937 19,4 1.025 9,7 1.832 15,6 1.006 8 Holanda 4.940 40,9 2.329 18,9 4.582 30,8 2.313 14,4 Irlanda 1.075 43,1 591 23,6 813 433 13,7 20.457 39,3 9.061 16,5 17.276 26,6 7.909 10,9 146 43,6 65 18,6 141 30,8 66 13,4 2.158 21,1 1.307 11,9 España Finlandia Italia Luxemburgo Portugal Reino Unido Suecia 2.826 27 9,8 36 1.643 20 19.407 39,2 8.912 30,4 16.562 26,5 8.278 12,4 2.761 33,4 1.273 14,9 2.634 26,2 1.209 11,1 *Tasa ajustada por 100.000 habitantes (población estándar mundial). Fuente: Ferlay et al1. | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 55 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 56 GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer Factores de riesgo personal y/o familiar No Edad FIGURA 3 TABLA 6 Sí Población de riesgo elevado < 50 años > 50 años – Población de riesgo estándar Población de riesgo medio Factor de riesgo familiar PAF CCHNP Factor de riesgo personal CCR/Adenoma familiar Adenoma EII: pancolitis > 10 años evolución Colitis izquierda > 15 años Clasificación del riesgo de cáncer colorrectal. PAF: poliposis adenomatasa familiar; CCHNP: cáncer colorrectal hereditario no asociado a poliposis; CCR: cáncer colorrectal; EEI: enfermedad inflamatoria intestinal. Adaptado de Grupo de trabajo de la guía de práctica clínica sobre prevención cáncer colorrectal60. Recomendaciones en la prevención primaria del cáncer colorrectal Dieta, nutrientes y antioxidantes Es recomendable moderar el consumo de carne roja, carne procesada y carne cocinada muy hecha o en contacto directo con el fuego en la prevención del CCR La inconsistencia de los datos disponibles no es, por el momento, una razón para abandonar la recomendación de una dieta rica en vegetales, fruta y fibra en la prevención del CCR Una dieta rica en leche y otros productos lácteos podría estar justificada en la prevención del CCR No se recomienda la administración de suplementos de folatos, calcio y vitamina D en la prevención del CCR No se recomienda la administración de betacarotenos, selenio ni vitaminas A, B, C o E, en la prevención del CCR Estilos de vida Es recomendable la realización de ejercicio físico y evitar el sobrepeso y la obesidad en la prevención del CCR Es recomendable evitar el consumo de tabaco y moderar el consumo de alcohol en la prevención del CCR Quimioprevención Aunque los antiinflamatorios no esteroideos, incluido el ácido acetilsalicílico en dosis bajas, pueden tener un efecto beneficioso, no se recomienda su uso en la prevención del CCR El tratamiento hormonal posmenopáusico no se recomienda en la prevención del CCR CCR: cáncer colorrectal. Adaptado de: Grupo de trabajo de la guía de práctica clínica sobre prevención cáncer colorectal60. baco es necesario un período de inducción largo y una dosis y unos tiempos de consumo elevados70,71. El consumo de alcohol muestra una clara relación dosis-dependiente en el incremento de riesgo de CCR72,73. 56 | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | En cuanto al posible efecto protector de determinados fármacos, numerosos estudios observacionales muestran que diversos aintiinflamatorios no esteroideos, incluido el ácido acetilsalicílico en dosis bajas, reducen significativamente el riesgo de adenomas y CCR60. Sin embargo, la disminución de incidencia de CCR no se confirma en el único ECA que evalúa la eficacia de 325 mg/día de ácido acetilsalicílico en la prevención del infarto de miocardio en varones74. Por el contrario, en el ECA con dosis más bajas, de 81 mg/día, se observa un disminución de la tasa de recurrencia de los adenomas colorrectales75. A la inconsistencia de estos resultados se añade la insuficiente información disponible sobre qué antiinflamatorio, dosis, frecuencia y duración del tratamiento son los más adecuados60. Además, en un ECA de prevención de adenomas colorrectales, el celocoxib aumenta la mortalidad cardiovascular, con un incremento de riesgo dosis-dependiente76. En metaanálisis de estudios observacionales, el tratamiento hormonal en la posmenopausia muestra una asociación inversa con el CCR, que no alcanza significación estadística en los ECA WHI y HERS-II, además de incrementar el riesgo de cardiopatía isquémica, accidentes cerebrovasculares, embolismo pulmonar y cáncer de mama60. Estos aspectos, junto con sus potenciales efectos adversos, no permiten garantizar una adecuada relación beneficio-riesgo para su recomendación a la población general. Recientemente, en un estudio de casos y controles se observa que el uso de estatinas durante, al menos, 5 años puede reducir hasta un 60% el riesgo de CCR77. La efectividad del cribado en la población de riesgo medio (personas asintomáticas ≥ 50 años) es controvertida. La prueba de detección de sangre oculta en heces (SOH) es la 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 57 Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer más sencilla, barata e inocua y con la mejor calidad de evidencia sobre su eficacia en el cribado de la población asintomática. El metaanálisis de Towler evalúa conjuntamente los resultados de los ECA disponibles, en los que han participado más de 300.000 individuos con un seguimiento entre 8 y 13 años78. En el grupo de cribado bienal se consigue una disminución de la mortalidad por CCR del 16%, y al ajustar por la participación, esta reducción aumenta hasta el 23%. Por tanto, si se ofrece este cribado a 10.000 personas durante 10 años y el 66% participa, al menos, en 1 ronda del cribado, se pueden prevenir 8,5 muertes por CCR78. Posteriormente, el ECA de Minessota, tras un seguimiento de 18 años, confirma una reducción significativa de la mortalidad del 33% cuando el cribado con SOH es anual y del 21% cuando éste se realiza cada 2 años79. Este ECA es el único que, además, publica una disminución de la incidencia de CCR del 17-20% a través de la identificación y la exéresis de los adenomas precursores80. No obstante, en la práctica clínica, la efectividad del cribado con SOH no está bien establecida. Son varios los factores implicados, uno de ellos es la baja sensibilidad de la SOH, aproximadamente del 40-50%81. Para intentar aumentarla se ha propuesto la rehidratación de las tiras reactivas de guayaco, pero esta técnica genera, como se demostró en el ECA de Minesota79, una proporción de resultados falsos positivos demasiado elevada sin conseguir mejorar la eficacia del cribado, por lo que actualmente no se aconseja. Por otra parte, los nuevos métodos inmunoquímicos pueden mejorar el cumplimiento y la especificidad de la SOH, pero están poco ensayados para su utilización sistemática81,82. La sigmoidoscopia y la colonoscopia son técnicas más sensibles, pero también más invasivas y costosas81. La sigmoidoscopia alcanza hasta los 65 cm, con lo que se visualizan el recto, el sigma y la porción distal del colon descendente, donde se localizan el 60% de todos los CCR y la mayoría de los pólipos83,84. La colonoscopia permite visualizar todo el colon, sobre todo cuando se efectúa bajo sedación. Ambas técnicas permiten, además, resecar simultáneamente el pólipo adenomatoso, lesión precursora de la mayoría de los cánceres colorrectales81. La ventaja atribuida a la colonoscopia se basa en que una proporción importante de neoplasias avanzadas proximales no presentan lesiones sincrónicas distales y, por tanto, no serían detectadas mediante sigmoidoscopia83-85. Actualmente están en curso diversos ECA para evaluar la eficacia de la sigmoidoscopia y la colonoscopia60. Estos ECA deberán permitir discernir sí una única endoscopia entre los 50 y 60 años muestra los mismos beneficios que realizar endoscopias periódicas, con intervalos que deben de ser correctamente establecidos60. A pesar de las controversias sobre la efectividad del cribado en la población asintomática, actualmente las principales agencias, como la USPSTF86, la Canadian Task Force87 y la American Cancer Society88 recomiendan el GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS cribado del CCR con SOH, sigmoidoscopia y/o colonoscopia. Algunos estudios sugieren que la alternativa más coste-efectiva es realizar una única colonoscopia a los 55 años, edad de máxima incidencia del CCR, y posteriormente seguir únicamente a los individuos con pólipos de riesgo89. La limitación más importante de este cribado es la participación de la población, especialmente cuando lo comparamos con otros programas. En los diversos ECA con SOH, el cumplimiento con todas las rondas del cribado no supera el 50%78. Esta baja participación puede ser explicada por diferentes motivos: las características de las distintas pruebas de cribado y la preparación que requiere la mayoría de ellas, el insuficiente conocimiento, tanto del cribado como de la enfermedad que tiene la población, y la baja percepción social de sus beneficios. Recientemente se están evaluando otras pruebas de cribado de CCR. La colonoscopia virtual consiste en insuflar aire en el intestino través de una sonda rectal para posteriormente obtener imágenes tomográficas del colon que se reconstruyen por ordenador en dos o tres dimensiones90. Esta prueba carece de los riesgos de la colonoscopia y no requiere sedación, pero no va a permitir la resección simultánea de los pólipos detectados ni visualiza bien los de tamaño < 6 mm90. La prueba de detección de mutaciones del ADN en heces permite detectar carcinomas no sangrantes91,92 y, por tanto, mejora la sensibilidad de SOH93. En cualquier caso, su coste es todavía elevado y se precisa mayor experiencia y evidencia sobre su validez. En la población de riesgo elevado (fig. 3), la evidencia científica recomienda realizar una búsqueda activa, ofrecer el cribado con endoscopia60 y valorar por unidades genéticas94,95. En la actualidad, una de las estrategias que más puede contribuir a disminuir las tasas de incidencia y mortalidad del CCR es la implementación y el cumplimiento de protocolos de seguimiento de los pólipos adenomatosos de riesgo (pólipos adenomatosos múltiples, vellosos y tubulares de tamaño ≥ 1 cm). El National Polyp Study96 y el Telemark Polyp Study97 observaron que la polipectomía endoscópica de los adenomas colorrectales esporádicos y el posterior seguimiento colonoscópico de los adenomas de riesgo contribuye a disminuir la incidencia de cáncer colorrectal en más de un 75%, lo que refuerza la necesidad de optimizar el seguimiento de estos pacientes en nuestro entorno. La RS de la USPSTF demuestra que el cribado del CCR es coste-efectivo, pero no permite discernir la prueba ni el rango de edad de intervención más adecuados89. Dado que una evaluación de la relación coste-efectividad debe llevarse a cabo en el propio entorno de aplicación, es necesario realizar estudios piloto previos en los que se evalúe la aceptación de las diferentes estrategias de cribado por parte de la población, su efectividad, los recursos humanos y los materiales necesarios, y la relación coste-efectividad de su implementación en nuestro medio60. | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 57 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 58 GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer TABLA Recomendaciones PAPPS para cáncer colorrectal – Para el cribado del CCR en personas asintomáticas a partir de los 50 años se dispone de varias estrategias: SOH anual o bienal y/o sigmoidoscopia cada 5 años o colonoscopia cada 10 años. Su aplicación en nuestro medio requiere la evaluación previa de la efectividad, la aceptabilidad, la relación coste-efectividad y los recursos necesarios para la implementación de la estrategia seleccionada. – Se recomienda realizar una adecuada clasificación del nivel de riesgo de CCR a través de una completa historia personal y familiar, que favorezca la búsqueda activa de las personas con factores de riesgo elevado. – En los individuos con pólipos adenomatosos esporádicos de riesgo se recomienda realizar una colonoscopia a los 3 años de la resección y, si ésta es negativa, repetirla cada 5 años. 7 Incidencia estimada Alemania 58 | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | Tasa ajustada* Casos Tasa ajustada* 44.383 60,5 12.158 15,8 4.701 71,4 1.282 18,4 Bélgica 6.928 74,2 2.032 20,3 Dinamarca 1.842 39,3 1.075 22,6 13.253 35,9 5.857 14,9 3.556 84,4 774 18,0 Francia 29.434 59,3 9.789 18,2 Grecia 2.920 26,2 1.310 11,2 Holanda 7.112 56,7 2.529 19,7 Irlanda 1.442 56,3 521 19,7 26.518 40,5 7.419 12,2 España Finlandia Italia Luxemburgo Portugal Suecia El cáncer de próstata es un tumor que afecta fundamentalmente a varones de edad avanzada. En España, en el año 2002, la tasa estimada de incidencia ajustada por la población mundial fue de 35,9 por 100.000 habitantes (13.253 casos) y la tasa de mortalidad de 14,9 (5.857 casos)1. Estas tasas de incidencia son bajas en comparación con las de los países de nuestro entorno, pero van aumentando a medida que se realizan más determinaciones del antígeno prostático específico (PSA), que contribuyen a aumentar la detección del cáncer (tabla 7)1. Asimismo, y a pesar del gran debate y la falta de evidencia conclusiva para introducir el cribado de cáncer de próstata, la mortalidad, al igual que en los países de nuestro entorno, empieza a disminuir de manera paulatina, posiblemente por las mejoras en los tratamientos98 (fig. 1). Los factores de riesgo para cáncer de próstata bien establecidos incluyen la edad, la historia familiar de cáncer de próstata y la raza99. Menos del 1% de estas neoplasias se diagnostica en personas < 50 años y más del 75% en > 65 años. Los varones de raza afroamericana tienen un riesgo 2 veces más elevado. Un 25% de los varones diagnosticados de cáncer de próstata presenta historia familiar y se estima que los familiares de primer grado tienen un riesgo relativo de 2 a 3 veces mayor de presentar la enfermedad. La afección de 2 miembros de la misma familia incrementa el riesgo en aproximadamente 5 veces. La herencia es causante de un 10% de los cánceres de próstata. Diversos estudios epidemiológicos sugieren que determinados nutrientes y suplementos reducen la incidencia y la Mortalidad Casos Austria Reino Unido Cáncer de próstata Incidencia estimada y mortalidad por cáncer de próstata en países de la Unión Europea. Varones, año 2002 200 57,2 57 15,6 3.995 46,8 1.784 19,9 27.463 52,2 9.834 17,9 7.848 90,9 2.550 27,7 *Tasa ajustada por 100.000 habitantes (población estándar mundial). Fuente: Ferlay et al1. mortalidad por cáncer de próstata100. Las dietas ricas en fibras, el consumo de soja, la vitamina C, la vitamina E, el selenio, los carotenos que contienen licopenes (tomates) y el té verde han demostrado que inhiben el crecimiento del tumor y/o su progresión100. Las dietas ricas en grasas y la obesidad, al igual que en otros tumores hormonodependientes, parecen confirmarse como factores de riesgo para el cáncer de próstata. Otros factores de riesgo, como el tabaco, el alcohol, la vasectomía y la finasterida no presentan una evidencia clara100. Un ECA reciente muestra que la finasterida reduce el riesgo de cáncer de próstata en comparación con el placebo; sin embargo, los cánceres de próstata del grupo de finasterida fueron más agresivos que los del grupo placebo101. A lo largo de los años se han considerado 3 métodos de cribado del cáncer de próstata: el tacto rectal, el PSA y la ecografía transrectal102. Actualmente, la ecografía transrectal sólo está indicada, acompañada de la biopsia, como método diagnóstico. El tacto rectal tiene importantes limitaciones, además de requerir experiencia y un correcto adiestramiento. Sólo permite palpar la parte posterior y lateral de la próstata y, como consecuencia, entre un 40 y un 50% de tumores no serán palpables. El cribado de cáncer de próstata con PSA es sencillo y sólo se requiere una muestra de sangre y su análisis en el laboratorio de bioquímica. En los últimos años, y a pesar de la incertidumbre en torno a los beneficios de este cribado, la población general y los profesionales de la salud, con la finalidad de no perder la oportunidad de diagnosticar la 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 59 Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer enfermedad cuando es potencialmente curable, están presionando de forma importante para introducir este cribado98. Sin embargo, a pesar de que el PSA en sí es inocuo, antes de introducir el cribado de cáncer de próstata se deben contemplar todos los posibles daños derivados del tratamiento103. Recientemente se han publicado los resultados de los dos importantes ECA en marcha, el European Randomized Study of Prostata Cancer (ERSPC)104 y el PLCO (Prostate, Lung, Colon, Ovary) Trial of the National Cancer Institute de Estados Unidos105, pero ninguno de ellos se ha completado y todavía no se dispone de información en términos de disminución de la mortalidad106,107. El PSA es una glucoproteína organoespecífica no cáncer específica y sus valores séricos también pueden estar aumentados en enfermedades benignas de la próstata, después de exploraciones prostáticas y de una eyaculación99. Es importante recordar que a los 6 meses de tratamiento con finasteride el PSA puede disminuir hasta un 50%99. El punto de corte más comúnmente aceptado, 4 ng/ml, tiene una sensibilidad inferior al 80%, y un valor predictivo positivo no superior al 32%108. Si se disminuye el punto de corte, la sensibilidad aumenta, pero la especificidad disminuye; si, por el contrario, se aumenta, los cánceres descubiertos ya no estarán circunscritos a la glándula prostática. En la última década, y con el objeto de mejorar la sensibilidad y la especificidad del PSA, se han manejado métodos de ajuste de sus concentraciones: PSA específico según la edad, velocidad de crecimiento del PSA, densidad del PSA, porcentaje de de PSA libre y la tasa media de variación anual del PSA, pero no se dispone de estudios que avalen su efectividad109-111. Hasta el momento, el único ECA finalizado que ha evaluado el cribado con PSA es el Quebec Prospective Randomized Controlled Trial112. Los resultados de este ECA son favorables a una reducción de la mortalidad en el grupo de estudio, aunque éste ha sido ampliamente criticado por su baja participación (el 23% de pacientes asignados al grupo de estudio), por la incorrecta aleatorización y por la ausencia de un análisis por intención de tratar. En el año 2004 se han publicado los resultados de este ECA tras un seguimiento de 11 años113. Asimismo, recientemente se han publicado los resultados de un ensayo clínico de baja calidad que no ha demostrado disminuir la mortalidad total ni específica por cáncer de próstata al realizar el cribado114. La evaluación de los datos es compleja y la evidencia científica disponible es valorada de diferente manera por las sociedades científicas, las guías de práctica clínica y las agencias de evaluación109. La USPSTF en los últimos años ha cambiado su recomendación inicial en contra de este cribado y actualmente constata que hay insuficiente evidencia a favor o en contra del cribado del cáncer de próstata115. La American Cancer Society y la American Urological Association son las únicas dos sociedades que GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS recomiendan el cribado del cáncer de próstata102. Ambas sociedades están de acuerdo en que, cuando se solicita un PSA, tanto por iniciativa del médico como del propio paciente, se ha de facilitar a éste una rigurosa información acerca de los beneficios y riesgos del cribado y el tratamiento. En esta misma línea, el NHS de Inglaterra y Gales en el año 2000 introdujo el programa Prostate Cancer Management Risk98, diseñado con la finalidad de que toda persona que considere hacerse un PSA tenga la información suficiente para poder tomar una decisión informada. Recomendaciones del PAPPS para el cáncer de próstata – No hay evidencia científica suficiente para recomendar el cribado sistemático del cáncer de próstata en las personas asintomáticas. – Los pacientes que soliciten el cribado deben de ser informados correctamente acerca de los beneficios y los riesgos del cribado y el tratamiento. Cáncer de piel Los cánceres que afectan a la piel constituyen el grupo de neoplasias más frecuentes y está demostrada su relación etiológica con la exposición a las radiaciones solares116, en concreto con el espectro ultravioleta (UV). El efecto cancerígeno de la radiación UV se debe a tres mecanismos117: el daño directo en el ADN al producir mutaciones (UVB), especialmente la del gen supresor de tumores p53118; la producción de moléculas de oxígeno activadas que inducen daños estructurales en el ADN y otras estructuras celulares (UV-A), y la producción de una inmunodepresión localizada que bloquea las defensas naturales del cuerpo contra el cáncer. Los tumores de piel se suelen dividir en dos tipos: los melanomas y los llamados tumores no melanomatosos, constituidos por los carcinomas espinocelulares y basocelulares. Estos últimos son 10 veces más frecuentes que los melanomas y de relativa baja malignidad. El melanoma, por el contrario, es uno de los cánceres con mayor mortalidad relativa, debido a su elevada propensión a metastatizar de forma rápida y precoz, y a que afecta a una población relativamente joven, lo que lo convierte en uno de los tumores malignos más importantes en cuanto a número de años potenciales de vida perdidos por cada muerte119. En las últimas décadas se ha observado un aumento de la incidencia de melanoma en todo el mundo1, en especial de melanomas120 en poblaciones de piel blanca norteeuropeas que han establecido la costumbre de veranear en las playas de países mediterráneos o tropicales | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 59 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 60 GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer (las tasas de incidencia en población de piel oscura permanecen estables). Además, este aumento en ambos sexos se debe a melanomas localizados en el tronco (varones) y las extremidades (mujeres), zonas que presentan una exposición solar intermitente e intensa, y no en zonas más expuestas de forma continuada al sol, como la cabeza y el cuello121. En la tabla 1 se describe la incidencia para el cáncer de piel melanoma en ambos sexos en España en el año 2002. España, comparativamente con el resto de Europa, es uno de los países con menor incidencia de melanoma1. Las principales causas que explican este incremento de casos de cáncer cutáneo son los cambios de estilo de vida de la población y creciente exposición al sol y la disminución de la capa de ozono, principal escudo frente a la radiación UV. En menor medida, este aumento de incidencia también se debe al diagnóstico precoz de estas enfermedades y a la mejora en los registros de morbimortalidad en los distintos países119. El factor de riesgo más importante para el desarrollo de tumores de piel, en especial del melanoma maligno, es la exposición a la radiación solar en combinación con el tipo de piel (tabla 8)122. Las personas de piel con fototipos 1 y 2 están más predispuestas a padecer tumores cutáneos por su menor capacidad para desarrollar el bronceado protector123. En cuanto a la radiación solar, la exposición acumulativa (crónica) está más relacionada con el carcinoma espinocelular124 y la intensa e intermitente con el basocelular124 y el melanoma125. Resulta especialmente dañina la exposición solar excesiva en los primeros años de vida y las quemaduras solares en la infancia126,127. El uso cada vez más extendido de lámparas solares (de rayos UV-A y UV-B) entre la población joven (especialmente mujeres) no ha demostrado todavía en los estudios realizados una asociación clara con el cáncer de piel, pero hay datos suficientes como para suponer esta relación causal128. Se han identificado grupos con un riesgo más elevado de desarrollar un melanoma cutáneo por su predisposición genética129. El xeroderma pigmentosum, antecedente familiar directo de melanoma o de nevo displásico, síndrome del nevo displásico familiar, el nevo displásico esporádico, TABLA 8 el nevo congénito gigante y la presencia de muchos nevos nevocelulares (más de 40), aumentan el riesgo. La actividad preventiva más importante del cáncer cutáneo es la evitación de la exposición solar directa excesiva; para ello se deben evitar las horas del día en las que la cantidad de radiación es mayor, buscar la sombra siempre que sea posible y utilizar ropa y complementos que cubran la piel (mangas largas, sombreros de ala, gafas de sol, etc.) (tabla 9)130. Las cremas solares son un buen instrumento de protección contra los rayos UV, pero por sí solas no garantizan la prevención del cáncer de piel si su uso no va ligado a una disminución en la exposición solar131. Deben ser, por tanto, consideradas tan solo como un factor adyuvante. Se admite que para una fotoprotección adecuada es preciso utilizar una crema con factor de protección solar 15 o superior, aunque el factor idóneo dependerá en cada caso tanto de las características de la piel como del tiempo de exposición previsto. Se aconseja que las cremas solares sean resistentes o impermeables al agua (normalmente, se usan en playas y piscinas) y que ofrezcan un espectro amplio, protegiendo la piel frente a los rayos UV-A y UV-B. Deben aplicarse con anterioridad a la exposición al sol y cada 2 o 4 h, según la hora del día, la intensidad del sol, el tipo de piel (tabla 9), el número de baños de agua y teniendo en cuenta la presencia de superficies reflectantes, como agua, arena o nieve. No hay evidencia para recomendar el cribado sistemático con el examen físico de la superficie cutánea en personas asintomáticas. La USPSTF132 concluye que no hay estudios correctamente diseñados que muestren que este cribado reduzca la mortalidad por melanoma y aconseja que la estrategia se dirija a identificar a los pacientes de riesgo. La CTF133 tampoco recomienda el cribado en la población general ni la exploración de toda la piel para la detección precoz de cualquier tipo de cáncer cutáneo. Las intervenciones comunitarias que buscan la prevención primaria de las neoplasias cutáneas por medio de la reducción de la exposición solar han demostrado una utilidad parcial. La Organización Mundial de la Salud, en colaboración con el Programa Medioambiental de las Naciones Unidas, la Organización Meteorológica Mundial, la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer y la Tipos de piel en función de su fotosensibilidad (fototipos) Fototipo Tipo de piel Reacción solar Fototipo 1 Piel muy clara. Ojos azules. Pecas. Casi albinos Eritema intenso. Se queman casi siempre. No se broncean Fototipo 2 Piel clara. Ojos azules o claros. Pelo rubio o pelirrojo Reacción eritematosa. Propensión a las quemaduras. Consiguen un bronceado mínimo Fototipo 3 Piel blanca (caucasiana). Ojos y pelo castaño Eritema moderado. Pigmentación suave y gradual Fototipo 4 Piel mediterránea. Pelo y ojos oscuros Ligero eritema. Rara vez se queman. Pigmentación fácil Fototipo 5 Morena. Tipo India, Sudamérica, indostánicos, gitanos Eritema imperceptible. Pigmentación fácil e intensa Fototipo 6 Piel negra No hay eritema. Nunca se queman Fuente: Grupo de trabajo Previnfad de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria y del PAPPS-SEMFYC122. 60 | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 61 Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer TABLA 9 GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS Recomendación de fotoprotección en función del tipo de piel Tipo de piel Tipo de prevención Piel tipo I (se quema siempre y no se broncea nunca) Evitar la exposición al sol al mediodía y protegerse con pantalones largos, camisa de manga larga y sombrero en caso de exposición. Fotoprotector resistente al agua (factor 15 o superior) diariamente en verano y también en caso de exposición Piel tipo II (se quema siempre y se broncea poco) Minimizar la exposición solar al mediodía. Ropa protectora y factor fotoprotector (factor 15 o más) si hay exposición Piel tipo III (a veces se quema y siempre se broncea) Exposición intensa: igual que tipo II. Exposición moderada: fotoprotector factor 10-15 Piel tipo IV-VI (no se suele quemar; V y VI piel oscura o negra) No necesita protección habitualmente Xeroderma pigmentosoa Evitación estricta de la luz ultravioleta. Siempre ropa larga y gorro. Uso habitual de factor fotoprotector factor 15 o superior SFNAMb Como piel tipo I Nevos atípicos Como piel tipo II Albinismo Como piel tipo I, estricto aNevos melanocíticos muy abundantes con múltiples nevus atípicos. familiar de nevos atípicos y melanoma (dos o más parientes de primer grado). Modificada de Williams ML et al130. bSíndrome Comisión Internacional de Protección contra la Radiaciones No-ionizantes, promociona las actividades prevención contra la radiación UV excesiva por medio del Programa INTERSUN134, que busca proporcionar información sobre el impacto en la salud y el medioambiente de las radiaciones UV, animar a los países a tomar medidas para reducir los riesgos para la salud inducidos por las radiaciones UV y proporcionar orientaciones a las autoridades nacionales y otras organizaciones sobre programas efectivos de prevención solar. Entre las intervenciones realizadas hasta el momento destaca el programa SunSmart135 en el estado de Victoria, en Australia, iniciado en 1988 con intervenciones en varios ámbitos que, tras más de 20 años de implantación, ya ha proporcionado resultados en cuanto a los cambios de comportamiento y el freno al aumento de diagnósticos de cáncer cutáneo, especialmente entre la población más joven136. Por el momento se ha demostrado experimentalmente un aumento de la evitación solar y de otras conductas de protección frente a la radiación UV en los programas de fotoprotección dirigidos a adultos llevados a cabo en lugares de esparcimiento al aire libre e instalaciones turísticas137-140. De los 11 trabajos evaluados por la USPSTF sobre intervenciones realizadas en el ámbito sanitario, ninguno demuestra con claridad la efectividad de los consejos preventivos en los cambios de comportamiento en la exposición al sol y tan sólo algunos indican cambios en los conocimientos141. No obstante, deber tenerse en cuenta que las recomendaciones sobre fotoprotección deben entenderse en una base comunitaria más que individual, de tal forma que pequeños cambios en los hábitos de grandes poblaciones tendrán una importante repercusión real en términos de salud pública, y este tipo de cambios en los comportamientos y sus efectos son difícilmente observables en estudios reducidos. El personal sanitario, tanto desde la consulta como a través de su participación en programas comunitarios, pueden colaborar para mejorar en la población general el conocimiento de los peligros de la exposición solar excesiva como causa de cáncer de piel y dar normas para practicar una fotoprotección adecuada en cada caso. Recomendaciones del PAPPS para cáncer de piel – Se recomienda realizar consejo sobre evitación de la exposición excesiva a la radiación solar y el uso de protectores solares. – Se recomienda colaborar en campañas comunitarias que promuevan la prevención de la exposición excesiva a la radiación UV, en especial en las zonas turísticas y de ocio al aire libre. – No hay datos suficientes para recomendar el cribado sistemático del cáncer de piel en población general. – Se recomienda la detección activa de los individuos con factores de riesgo para realizar consejo y exploración de posibles lesiones displásicas. Bibliografía 1. Ferlay J, Bray F, Pisani P, Parkin DM. GLOBOCAN 2002: Cancer Incidence, Mortality and Prevalence Worldwide IARC CancerBase No. 5. version 2.0, IARCPress, Lyon, 2004. Disponible en: http://www-dep.iarc.fr/ | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 61 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 62 GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer 2. Boyle P, Autier P, Bartelink H, Baselga J, Boffetta P, Burn J, et al. European Code Against Cancer and scientific justification: third version (2003). Ann Oncol. 2003;14:973-1005. 3. Cierco Peguera P, González Enríquez J, Melús Palazón E, Bellas Beceiro B, Nuin Villanueva MA, Marzo Castillejo M. Grupo de Prevención del Cáncer del PAPPS. Actualizaciones 2003. Aten Primaria. 2003;32 Supl 2:45-56. 4. Dumitrescu RG, Cotarla I. Understanding breast cancer risk: where do we stand in 2005? J Cell Mol Med. 2005;9:208-21. 5. Colditz GA. Epidemiology and prevention of breast cancer. Cancer Epidemiol Biomarkers Prev. 2005;14:768-72. 6. Marzo Castillejo M, Alonso-Coello P, Nuin Villanueva MA. ¿Cuando comenzar el cuidado del cáncer de mama? Aten Primaria. 2004;33:99-103. 7. Clamp A, Danson S, Clemons M. Hormonal risk factors for breast cancer: identification, chemoprevention, and other intervention strategies. Lancet Oncol. 2002;3:611-9. 8. Singletary SE. Rating the risk factors for breast cancer. Ann Surg. 2003;237:474-82. 9. Cuzick J, Powles T, Veronesi U, Forbes J, Edwards R, Ashley S, et al. Overview of the main outcomes in breast-cancer prevention trials. Lancet. 2003;361:296-300. 10. Elmore JG, Armstrong K, Lehman CD, Fletcher SW. Screening for breast cancer. JAMA. 2005;293:1245-56. 11. Kerlikowske K, Grady D, Rubin S, Sandrock C, Ernter V. Efficacy of screening mammography. A metaanalysis. JAMA. 1995;273:149-54. 12. Olsen O, Gotzsche PC. Screening for breast cancer with mammography (Cochrane Review). En: The Cochrane Library, Issue 1, 2003. Oxford: Update Software. 13. Humphrey LL, Helfand M, Chan BK, Woolf SH. Breast cancer screening: a summary of the evidence for the US Preventive Services Task Force. Ann Intern Med. 2002;137:347-60. 14. Fletcher SW, Elmore JG. Clinical practice. Mammographic screening for breast cancer. N Engl J Med. 2003;348:1672-80. 15. Vainio H, Bianchini F. Breast cancer screening: International Agency for Research on Cancer (IARC) Handbooks of Cancer Prevention. Vol 7. Lyon: IARC Press; 2002. 16. Moss S, Waller M, Anderson T J, Cuckle H for the Trial Management Group. Randomised controlled trial of mammographic screening in women from age 40: predicted mortality based on surrogate outcome measures. Br J Cancer. 2005;92:955-60. 17. Barratt AL, Les Irwig M, Glasziou PP, Salkeld GP, Houssami N. Benefits, harms and costs of screening mammography in women 70 years and over: a systematic review. Med J Aust. 2002;176:266-71. 18. Baxter N, with the Canadian Task Force on Preventive Health care. Preventive health care, 2001 update: should women be routinely taught breast self-examination to screen for breast cancer? CMAJ. 2001;164:1837-46. 19. Hackshaw AK, Paul EA. Breast self-examination and death from breast cancer: a meta-analysis. Br J Cancer. 2003;88: 1047-53. 20. Barton MB, Harris R, Fletcher SW. The rational clinical examination. Does this patient have breast cancer? The screening clinical breast examination: should it be done? How? JAMA. 1999;282:1270-80. 21. Muir Gray JA. Atención Sanitaria Basada en la Evidencia. Cómo tomar decisiones en gestión y política sanitaria. Churchill Livinstone España; 1998. 22. Hendrick RE, Berns EA. Optimizing techniques in screenfilm mammography. Radiol Clin North Am. 2000;38:701-18. 23. Programa de cáncer de mama. Situación de los programas de cáncer de mama en España. Evolución 1998-2003. Disponible en: http://ppc.cesga.es/ 24. Austoker J. Breast cancer screening and the primary care team. BMJ. 1990;300:1631-4. 62 | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 25. Blanks RG, Moss SM, McGahan CE, Quinn MJ, Babb PJ. Effect of NHS breast screening programme on mortality from breast cancer in England and Wales, 1990-8: comparison of observed with predicted mortality. BMJ. 2000;321:665-9. 26. IARC Handbooks of cancer prevention. Vol 10. Cervix cancer screening. Lyon: IARC Press; 2005. 27. Parkin DM, Whelan SL, Ferlay J, Teppo L, Thomas DB. Cancer Incidence in five continents. Volume VIII. N.o 155; Lyon: IARC Scientific Publications; 2002. 28. Marzo-Castillejo M, Cierco Peguero P, Del Cura González I. Prevención del cáncer de cérvix. Aten Primaria. 2005; 36:328-33. 29. Schiffman M, Castle PE. Human papillomavirus: epidemiology and public health. Arch Pathol Lab Med. 2003;127:930-4. 30. Bosch FX, De Sanjose S. Human papillomavirus and cervical cancer: burden and assessment of causality. J Natl Cancer Inst Monogr. 2003;31:3-13. 31. Oncins R, Fuente C, Najar M. Estudio descriptivo de los casos de neoplasia intraepitelial grado III (CIN III) en el área del Hospital de Barbastro. Aten Primaria. 2001;28:457-62. 32. Instituto Nacional de Estadística. Encuesta de salud y hábitos sexuales 2003. Disponible en: http://www.msc.es/profesional/preProSalud/sida/encuesta/ cont_encuesta.htm 33. Sankaranarayanan R, Gaffikin L, Jacob M, Sellors J, Robles S. A critical assessment of screening methods for cervical neoplasia. Int J Gynaecol Obstet. 2005;89 Suppl 2:S4-12. 34. Anttila A, Ronco G, Clifford G, Bray F, Hakama M, Arbyn M, et al. Cervical cancer screening programmes and policies in 18 European countries. Br J Cancer. 2004;91:935-41. 35. Screening for Cervical Cancer. What’s New from the USPSTF? AHRQ Publication No. APPIP03-0004. Rockville: Agency for Healthcare Research and Quality; 2003. Disponibl en: http://www.ahrq.gov/clinic/3rduspstf/cervcan/cervcanwh. htm 36. Wilson S, Lester H. How can we develop a cost-effective quality cervical screening programme? Br J Gen Pract. 2002;52: 485-90. 37. Sawaya GF, McConnell KJ, Kulasingam SL, Lawson HW, Kerlikowske K, Melnikow J, et al. Risk of cervical cancer associated with extending the interval between cervical-cancer screenings. N Engl J Med. 2003;349:1501-9. 38. Karnon J, Peters J, Platt J, Chilcott J, McGoogan E, Brewer N. Liquid-based cytology in cervical screening: an updated rapid and systematic review and economic analysis. Health Technol Assess. 2004;8:1-78. 39. NHS Cervical Screening Programme (NHSCSP). Disponible en: http://www.cancerscreening.nhs.uk/ 40. Franco EL. Primary screening of cervical cancer with human papillomavirus tests. J Natl Cancer Inst Monogr. 2003;89-96. 41. Wright TC Jr, Schiffman M, Solomon D, Cox JT, García F, Goldie S, et al. Interim guidance for the use of human papillomavirus DNA testing as an adjunct to cervical cytology for screening. Obstet Gynecol. 2004;103:304-9. 42. Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, Sociedad Española de Citología y Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia. La infección por papilomavirus. Documento de consenso. SEGO, 2002. Disponible en: www.aepcc.org 43. Plan integral del cáncer. Detección precoz. Dirección General Agencia de Calidad; 2003. Disponible en: http://www.msc.es/ Diseno/planesIntegrales/planes_integrales.htm. 44. Luengo Matos S, Muñoz van den Eynde A. Uso de la citología de cribado de cérvix ey factores relacionados con el uso de la prueba en España. Aten Primaria. 2004;33:229-34. 45. Kaaks R, Lukanova A, Kurzer MS. Obesity, endogenous hormones, and endometrial cancer risk: a synthetic review. Cancer Epidemiol Biomarkers Prev. 2002;11:1531-43. 46. Nelson HD, Humphrey LL, Nygren P, Teutsch SM, Allan JD. Postmenopausal hormone replacement therapy: scientific review. JAMA. 2002;288:872-81. 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 63 Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer 47. Anderson G, Judd H, Kaunitz A, Barad D, Beresford S, Pettinger M, et al. Effects of estrogen plus progestin on gyneologic cancers and associated diagnostic procedures. The Women’s Health Initiative Randomezed Trial. JAMA. 2003;290:1739-48. 48. Chemoprevention of breast cancer. Recommendations and rationales. US Preventive Services Task Force. Ann Intern Med. 2002;137:56-8. 49. Bergman L, Beelen M, Gallee M, Hollema H, Benraadt JE, Van Leeuwen F, and the Comprehensive Cancer Centres’ ALERT Group. Risk and prognosis of endometrial cancer after tamoxifen for breast cancer. Lancet. 2000;356:881-7. 50. Key TJ, Schatzkin A, Willet WC, Allen NE, Spencer EA, Travis RC. Diet, nutrition and prevention of cancer. Public Health Nutr. 2004;7:187-200. 51. Smith RA, Von Eschenbach AC, Wender R, Levin B, Byers T, Rothenberger D, et al. American Cancer Society guidelines for the early detection of cancer: update of early detection guidelines for prostate, colorectal, and endometrial cancers. Also: update 2001- testing for early lung cancer detection. Cancer J Clin. 2001;51:38-75. 52. Uterine cancer. Phidadelphia: Intracorp. Public For Profit Organization; 1997. 53. Investigation of post-menopausal bleeding. A national clinical guideline. Scottish Intercollegiate Guidelines Network. First published 2002. 54. Bruchim I, Biron-Shental T, Altaras MM, Fishman A, Beyth Y, Tepper R, et al. Combination of endometrial thickness and time since menopause in predicting endometrial cancer in women with postmenopausal bleeding. J Clin Ultrasound. 2004; 32:219-24. 55. Beresford SA, Weis NS, Voigt LF, McKnight B. Risk of endometrial cancer in relation to use of oestrogen combined with cyclic progestagen therapy in postmenopausal womwn. Lancet. 1997;349:458-61. 56. Hormone therapy for the prevention of chronic conditions in postmenopausal women: recommendation from the US Preventive Services Task Force. Ann Intern Med. 2005;142:855-60. 57. Smith RA, Cokkinides V, Eyre HJ. American Cancer Society guidelines for the early detection of cancer, 2003. Cancer J Clin. 2003;53:27-43. 58. Atkin WS, Saunders BP. Surveillance guidelines after removal of colorectal adenomatous polyps. Gut. 2002;51:V6-9. 59. Piñol V, Andreu M, Castells A, Payá A, Bessa X, Jover A. For the Gastrointestinal Oncology Group of the Spanish Gastroenterological Associattion. Frecuency of the hereditary nonpolyposis colorectal cancer and other colorectal cancer familial forms in Spain: a multicentre, prospective, nationwide study. Eur J Gastroenterol Hepatol. 2004;16:39-45. 60. Grupo de trabajo de la guía de práctica clínica sobre prevención cáncer colorrectal. Guía de práctica clínica. Barcelona: Asociación Española de Gastroenterología, Sociedad Española de Medicina de Familia y Centro Cochrane Iberoamericano; 2004. Programa de guías de práctica clínica en enfermedades digestivas, desde la atención primaria a la especializada: 4. 61. Castells A, Marzo M, Bellas B, Amador FJ, Lanas A, Mascort JJ, et al. Clinical guidelines for the prevention of colorectal cancer. Gastroenterol Hepatol. 2004;27:573-634. 62. Norat T, Bingham S, Ferrari P, Slimani N, Jenab M, Mazuir M, et al.Meat, fish, and colorectal cancer risk: the European Prospective Investigation into cancer and nutrition. J Natl Cancer Inst. 2005;97:906-16. 63. Cho E, Smith-Warner SA, Spiegelman D, Beeson WL, Van den Brandt PA, Colditz GA, et al. Dairy foods, calcium, and colorectal cancer: a pooled anlysis of 10 cohort studies. J Natl Cancer Inst. 2004;96:1015-22. 64. Bringham SD, Day NE, Luben R, Farrari P, Slimani N, Norat T, et al. Dietary fibre in food and protection against colorectal 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81. 82. 83. 84. GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS cancer in the European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition (EPIC): an observational study. Lancet. 2003;361:1496-501. Asano T, McLeod R. Dietary fibre for the prevention of colorectal adenomas and carcinomas (Cochrane Review). En: The Cochrane Library. Chichester: Jhon Wiley & Sons Ltd.; 2003. Peters U, Sinha R, Chatterjee N, Subar AM, Ziegler RG, Kulldorff M, et al. Dietary fibre and colorectal adenoma in a colorectal cancer early detection programme. Lancet. 2003;361: 1487-8. Lin Z, Zhang SM, Cook NR, Rexrode KM, Lee IM, Buring JE. Body mass index and risk of colorectal cancer in women (Unites States). Cancer Causes Control. 2004;15:581-9. Moore LL, Bradlee ML, Singer MR, Splansky GL, Proctor MH, Ellison RC, et al. BMI and waist circunference as predictors of lifetime colon cancer risk in Frammingham Study adults. Int J Obes Relat Metab Disord. 2004;28:559-67. IARC Working Group on the Evaluation of Cancer-Preventive Agents. Weight control and physical activity. Handbooks of cancer prevention, vol. 6. Lyon: IARC Press; 2002. Giovannucci E. An update review of the epidemiological evidence that cigarrette smoking increases risk of colorectal cancer. Cancer Epidemiol Biomarkers Prev. 2001;10:725-31. Kuper H, Boffeta P, Adami HO. Tobacco use and cancer causation: association by tumour type. J Intern Med. 2002;252: 206-24. Cho E, Smith-Warner SA, Ritz J, Van den Brandt PA, Colditz GA, Folsom AR, et al. Alcohol intake and colorectal cancer: a pooled analysis of 8 cohort studies. Ann Intern Med. 2004;140: 603-13. Bagnardi V, Blangiardo M, La Vecchia C, Corrao G. A metaanalysis of alcohol drinking and cancer risk. Br J Cancer. 2001; 85:1700-5. Gann PH, Manson JE, Glynn RJ, Buring JE, Henneckens CH. Low-dose aspirin and incidence of colorectal tumours in a randomized trial. J Natl Cancer Inst. 1993;85:1220-4. Baron JA, Cole BF, Sandler RS, Halle RW, Adnen D, Bresalier R, et al. A randomized trial of aspirin to prevent colorectal adenomas. N Engl J Med. 2003;348:891-9. Solomon SD, McMurray JJV, Pfeffer MA, Wittes J, Fowler R, Finn P, et al. Cardiovascular risk associated with celocoxib in a clinical trial for colorectal adenoma prevention. N Engl J Med. 2005;352:1071-80. Poynter JN, Gruber SB, Higgins PDR, Almog R, Bonner JD, Rennert HS, et al. Statins and the risk of colorectal cancer. N Engl J Med. 2005;352:2184-92. Towler BP, Irwing L, Glaszion P, Weller D, Kewenter J. Screening for CCR using the faecal occultt blood test Hemoccult. The Cochrane Library, 2005 Issue 2. Chichester: John Wiley & Sons, Ltd. Mandel JS, Church TR, Ederer F, Bond JH. Colorectal cancer mortality: efectiviness of biennial screnning for fecal occult blood. J Natl Cancer Inst. 1999;91:434-7. Mandel JS, Church TR, Bond JH, Ederer F, Geisser M, Mongin SJ, et al. The effect of fecal occult-blood screening on the incidence of colorectal cancer. N Engl J Med. 2000;343:1603-7. Ransohoff DF, Sandler RS. Screening for colorectal cancer. N Engl J Med. 2002;346:40-4. Ouang DL, Chen JJ, Gatzeuberg RH, Schoen RE. Noninvasive testing for colorectal cancer: a review. Am J Gastroenterol. 2005;100:1393-403. Imperiale TF, Wagner DR, Lin CY, Larkin GN, Rogge JD, Ransohoff DF. Risk of advanced proximal neoplasm in asymptomatic adults according to the distal colorectal findings. N Engl J Med. 2000;343:169-74. Lieberman DA, Weiss DG, Bond JH, Ahnen DJ, Garewal H, Chejfec G. Use of colonoscopy to screen asumptomatic adults for colorectal cancer. M Engl J Med. 2000;343:162-8. | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 63 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 64 GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer 85. Schoenfeld P, Cash B, Flood A, Doblan R, Eastone J, Coyle W, et al. Colonoscopic screening of average-risk women for colorectal neoplasia. N Engl J Med. 2005;352:2061-8. 86. Walsh JM, Terdiman JP. Colorectal cancer screening: scientific review. JAMA. 2003;289:1288-96. 87. Canadian Task Force on Preventive Health Care. Colorectal cancer screening: Recommendation statement from the Canadian Task Force on Preventive Health Care. CMAJ. 2001;165: 206-8. 88. Smith RA, Cokkinides V, Eyre HJ. American Cancer Society Guidelines for the early detection of cancer, 2004. Cancer J Clin. 2004;54:41-52. 89. Pignone M, Hoerger T, Mandelblatt J. Cost-effectiveness analyses of colorectal cancer screening: a systematic review for the US Preventive Services Task Force. Ann Intern Med. 2002; 137:96-104. 90. Murhall BP, Veerapan GR, Jackson JL. Meta-analysis: computed tomographic colonography. Ann Intern Med. 2005;142: 635-50. 91. Levin B, Brooks D, Smith RA, Stone A. Emerging technologies in screening for colorectal cancer. Cancer J Clin. 2003;53-44-5. 92. Haug U, Brenner H. New stool tests for colorectal cancer screening: a systematic review focusing on perfomance characteristics and practicalness. Int J Cancer. 2005;116:665-8. 93. Imperiale TF, Ransohoff DF, Itzkowitz SH, Turnbull BA, Ross ME. Fecal DNA versus fecal occultt blood for colorectal cancer screening in a average-risk population. N Engl J Med. 2004;351:2704-14. 94. Burt R, Neklason DW. Genetic testing for inherited colon cancer. Gastroenterology. 2005;128:1696-716. 95. Hampel H, Frankel WL, Martin E, Arnold M, Khanduja K, Kuebler P, et al. Screening for the Lynch syndrome. N Engl J Med. 2005;352:1851-60. 96. Winawer SJ, Zauber AG, Ho MN, O’Brien MJ, Gottlieb LS, Sternberg SS, et al. Prevention of colorectal cancer by colonoscopy polypectomy. The National Polyp Study Workgroup. N Engl J Med. 1993;329:1977-81. 97. Thiis-Evensen E, Hiff GS, Sanar J, Langmark F, Majak BM, Vatn MH. Population-based surveillance by colonoscopy: effect on the incidence of colorectal cancer. Telemark Polyp Study I. Scand J Gastroenterol. 1999;34:414-20. 98. Melia J, Hewitson P, Austoker J. Introduction: review of screening for prostate cancer. BJU Int. 2005;95 Suppl 3:1-3. 99. Barry MJ. Prostate-specific-antigen testing for early diagnosis of prostate cancer. N Engl J Med. 2001;344:1373-7. 100. Chong P, Rashid P. Can we prevent prostate cancer? Aust Fam Physician. 2005;34:265-7. 101. Thompson IM, Goodman PJ, Tangen CM, Lucia MS, Miller GJ, Ford LG, et al. The influence of finasteride on the development of prostate cancer. N Engl J Med. 2003;349:215-24. 102. Marzo M, Cierco P, Bonfill X. Cribado del cáncer de próstata. Aten Primaria. 2001;28:468-71. 103. Gray JM. Population screening and patient testing using PSA. BJU Int. 2005;95 Suppl: 3. 104. Schroder FH, Bangma CH. The European Randomized Study of Screening for Prostate Cancer (ERSPC). Br J Urol. 1997;79 Suppl 1:68-71. 105. Prorok PC, Andriole Gl, Bresalier RS, Buys SS, Chia D, Crawford ED, et al. Design of the Prostate, Lung, Colorectal and Ovarian (PLCO). Cancer Screening Trial Control Clin Trials. 2000;21 Suppl:S273-309. 106. Schroder FH. Detection of prostate cancer: the impact of the European Randomized Study of Screening for Prostate Cancer (ERSPC). Can J Urol. 2005;12 Suppl 1:2-6. 107. Andriole Gl, Levin DL, Crawford ED, Gelman EP, Pinsky PF, Chia D, et al. Prostate Cancer Screening in the Prostate, Lung, Colorectal and Ovarian (PLCO) Cancer Screening Trial: fin- 64 | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 108. 109. 110. 111. 112. 113. 114. 115. 116. 117. 118. 119. 120. 121. 122. 123. 124. 125. 126. dings from the initial screening round of a randomized trial. J Natl Cancer Inst. 2005;97:433-8. Catalona WJ, Smith DS, Ornstein DK. Prostate cancer detection in men with serum PSA concentrations of 2.6 to 4.0 ng/ml and benign prostate examination: enhancement of specificity with free PSA measurements. JAMA. 1997;277:1452-5. Sherten T, Baile MA, Aus J, Jonson E. Prostate cancer screening. Evidence synthesis and update. Statement of findings INHATA joint project. Office of Health Technology Assessment (OSTEBA). Vitoria-Gazteiz: Department of Health Basque Goverment. Parker C, Nicholas JW, Murphy P, George L, Watt HC, Kirby R, et al. Prospective observational study to assess value of prostate specific antigen as screening test for prostate cancer. BMJ. 1995;311:1340-3. Mettlin C, Littrup P, Kane R. Relative sensitivity and specificity of serum prostate specific antigen (PSA) level compared with age referenced PSA, PSA density and PSA change. Cancer. 1994;74:1615-25. Labrie F, Candas B, Dupont A, Cusan L, Gómez JL, Suburu RE, et al. Screening decreases prostate cancer death: first analysis of the 1988 Quebec prospective randomized controlled trial. Prostate. 1999;38:83-91. Labrie F, Candas B, Cusan L, Gómez JL, Belanger A, Brousseau G, et al. Screening decreases prostate cancer mortality: 11year follow-up of the 1988 Quebec prospective randomized controlled trial. Prostate. 2004;59:311-8. Sandblom G, Verenhorst E, Lofman O, Rosell J, Carlsson P. Clinical consecuences of screening for prostate cancer: 15 years follow-up of a randomised controlled trial in Sweden. Eur Urol. 2004;46:717-23. US Preventive Services Task Force. Screening for prostate cancer: recommendation and rationale. Ann Intern Med. 2002; 137:915-6. International Agency for Research on Cancer. Solar and ultraviolet radiation. IARC Monogr Eval Carcinog Risks Hum. 1992;55:1-316. Ichihashi M, Ueda M, Budiyanto A, Bito T, Oka M, Fukunaga M, et al. UV-induced skin damage. Toxicology. 2003;189: 21-39. Wikonkal NM, Brash DE. Ultraviolet radiation induced signature mutations in photocarcinogenesis. J Investig Dermatol Symp Proc. 1999;4:6-10. Albert VA, Koh HK, Geller AC, Miller DR, Prout MN, Lew RA. Years of potential life lost: another indicator of the impact of cutaneous malignant melanoma on society. J Am Acad Dermatol. 1990;23:308-10. De Vries E, Coebergh JW. Cutaneous malignant melanoma in Europe. Eur J Cancer. 2004;40:2355-66. Thorn M, Bergstrom R, Adami HO, Ringborg U. Trends in the incidence of malignant melanoma in Sweden, by antomic site. 1960-1984. Am J Epidemiol. 1990;132:1066-77. Merino M. Grupo de trabajo Previnfad de la Asociación Española de Pediatría de Atención primaria y del PAPPSSEMFYC. Prevención del cáncer de piel y consejo sobre protección solar [accedido 6 Jul 2005]. Disponible en: http://www. uv.es/previnfad/melanoma.htm Kricker A, Armstrong BK, English DR, Heenan PJ. Pigmentary and cutaneous risk factors for non-melanocytic skin cancer: a case-control study. Int J Cancer. 1991;48:650-62. Gallagher R, Hill G, Bajdik CD, et al. Sunlight exposure, pigmentary factors, and risk of nonmelanocytic skin cancer. I. Basal cell carcinoma. Arch Dermatol. 1995;131:157-63. Elwood JM, Jopson J. Melanoma and sun exposure: an overview of published studies. Int J Cancer. 1997;73:198-203. Westerdahl J, Olsson H, Ingvar C. At what age do sunburn episodes play a crucial role for the development of malignant melanoma? Eur J Cancer. 1994;30A:1647-54. 07 Expertos 8297 9/11/05 10:02 Página 65 Marzo-Castillejo M, et al. Prevención del cáncer 127. Autier P, Dore JF. Influence of sun exposures during childhood and during adulthood on melanoma risk. EPIMEL and EORTC Melanoma Cooperative Group. European Organisation for Research and Treatment of Cancer. Int J Cancer. 1998; 12:533-7. 128. Swerdlow AJ, Weinstock MA. Do tanning lamps cause melanoma? An epidemiologic assessment. J Am Acad Dermatol. 1998;38:89-98. 129. Rhodes AR, Weinstock MA, Fitzpatrick TB, Mihm MC Jr, Sober AJ. Risk factors for cutaneous melanoma: a practical method of recognizing predisposed individuals. JAMA. 1987; 258:3146-54. 130. Williams ML, Pennella R. Melanoma, melanocytic nevi, and other melanoma risk factors in children. J Pediatr. 1994;124: 833-45. 131. Gallagher RP, Rivers JK, Lee TK, Bajdik CD, McLean DI, Coldman AJ. Broad-spectrum sunscreen use and the development of new nevi in white children: a randomized controlled trial. JAMA. 2000;283:2955-60. 132. US Preventive Services Task Force. Counseling to prevent skin cancer: recommendation statement [consultado 6 Jul 05]. Disponible en: http://www.ahrq.gov/clinic/uspstf/uspsskco.htm 133. Feightner JW. Prevention of skin cancer. Canadian Task Force on the Periodic Health Examination. Canadian guide to clinical preventive health care. Ottawa: Health Canada; 1994. p. 850-9. GRUPOS DE EXPERTOS DEL PAPPS 134. World Health Organization. INTERSUN Programme [consultado 6 Jul 05]. Disponible en: http://www.who.int/uv/intersunprogramme 35. Montague M, Borland R and Sinclair C. Slip! Slop! Slap! and SunSmart, 1980 to 2000: Skin cancer control and 20 years of population based campaigning. Health Educ Behav. 2001;28:290-305. 136. Staples M, Marks R, Giles G. Trends in the incidence of nonmelanocytic skin cancer (NMSC) treated in Australia 1985-95: are primary prevention programs starting to have an effect? Int J Cancer. 1998;78:144-8. 137. Dey P, Collins S, Will S, Woodman CB. Randomised controlled trial assessing effectiveness of health education leaflets in reducing incidence of sunburn. BMJ. 1995;311:1062-3. 138. Glanz K, Geller AC, Shigaki D, Maddock JE, Isnec MR. A randomized trial of skin cancer prevention in aquatic settings: the Pool Cool Program. Health Psychol. 2002;21:579-87. 139. Mayer JA, Lewis EC, Eckhardt L, et al. Promoting sun safety among zoo visitors. Prev Med. 2001;33:162-9. 140. Weinstock MA, Rossi JS, Redding CA, Maddock JE. Randomized trial of a multi-component stage-matched intervention to increase sun protection in at-risk beach bathers. Prev Med. 2002;35:584-92. 141. Saraiya M, Glanz K, Briss PA, Nichols P, White C, Das D, et al. Interventions to prevent skin cancer by reducing exposure to ultraviolet radiation: a systematic review. Am J Prev Med. 2004; 27:422-66. | Aten Primaria 2005;36(Supl 2):47-65 | 65