Espacios Políticos O`Donnell Mutti

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en Espacios Políticos, Edición Especial, nº 9, año 12, http://issuu.com/espaciospoliticos/docs/boletin_in_memoriam_god/21,
págs. 6 y 7, diciembre de 2011.
Sobre el legado de Guillermo O’Donnell. Eligiendo alguna de sus
lecturas.
Por V. Gastón Mutti
Profesor e investigador de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y de la Universidad
Nacional de Entre Ríos (UNER). Actualmente se desempeña como vicepresidente de la Sociedad
Argentina de Análisis Político (SAAP).
“Por lo menos desde Platón y Aristóteles muchos estudiosos han estado de acuerdo en opinar que
la estructura socioeconómica de una sociedad ejerce importante influencia sobre el tipo de
régimen político que es probable que esa sociedad tenga. Por supuesto, hay profundos
desacuerdos en cuanto a la dirección de las conexiones causales, a los límites de variación
posible por parte de los fenómenos políticos y a la influencia ejercida por otro tipo de factores.”
(O’Donnell, 1972, 15).
Con estas palabras comienza el primer capítulo del internacionalmente influyente libro
Modernización y autoritarismo. Texto que en la edición de Paidós de 1972 me acercó a sus
pensamientos. Como no compartir a partir de su lectura la experiencia cognitiva que nos
proponía respecto del tan debatido problema de la modernización. Sin embargo una relectura de
los procesos vividos en nuestro país realizada en el famoso “Estado y alianzas en la Argentina,
1956-1976" me permitió entender cómo se producían los comportamientos de las distintas
fuerzas sociales. Sobre todo, como lo señala O'Donnell, ya que "no era económicamente
inexorable que ocurrieran estos ciclos y -menos- que se repitieran" (O'Donnell, 1977, 539). Allí
analiza cómo el país se dividió en dos coaliciones que caracterizaron su accionar por un juego de
suma cero, donde las ganancias de una de las partes implicaban pérdidas equivalentes para la
otra. Pero, como destacaba, "...la situación argentina ha estado lejos de ser un 'empate'. Por el
contrario, después de varias vueltas de estas espirales -en las cuales, es cierto, ha aparecido
ganando- es innegable que el sector popular argentino sufrió una parte más que proporcional de
la destrucción que la Argentina ha venido infringiéndose a sí misma" (O'Donnell, 1997a, 176,
subrayado nuestro).
Se pueden señalar dos características principales que determinaron la particularidad de la forma
de relacionarse entre los sectores sociales en nuestro país. La primera, es la particularidad que
tuvo la emergencia del sector popular (principalmente la clase obrera) "dotado de recursos
económicos y organizativos (...) lo cual a su vez resultó de la combinación de los grandes
excedentes disponibles y de la mucho menor presión ejercida sobre el mercado de trabajo urbano
por parte de un casi inexistente campesinado." (O'Donnell, 1977, 531). Esto impidió que, al
producirse momentos de crisis económicas, fuera fácilmente transmisible a los sectores
populares los costos de las condiciones más rigurosas, como también que se generase una clase
obrera más débil.
La segunda característica es que los principales productos de exportación argentinos (las carnes y
los cereales) son alimentos que conforman el principal bien-salario del sector popular. De esta
manera dada la "capacidad de resistencia" de los sectores populares y la "autonomía de las
organizaciones", un aumento en sus ingresos repercutiría directamente en la capacidad
exportadora del país. El tipo de cambio se convirtió en la herramienta fundamental de la política
económica que permitía, al alterar los precios relativos, favorecer o perjudicar a los distintos
sectores (O'Donnell, 1977, 531-532). Esta combinación generó, por un lado, alianzas entre
sectores que se beneficiaban con una política protectora del mercado interno. Entre ellos se
encontraban las fracciones de la pequeña burguesía y el sector popular que sostenían una defensa
de los ingresos y del consumo, lo que le dio una gran fortaleza política y organizativa. La
burguesía urbana por lo antes señalado se mostró fragmentada en dos sectores: la fracción
oligopólica, que hacían coincidir sus intereses con la burguesía pampeana, y la fracción que
aglutinaba a los sectores mercadointernistas (O'Donnell, 1977, 533). Esta separación de los
intereses de la burguesía contribuyó a fortalecer la lógica del enfrentamiento
La economía argentina tuvo desde los años '50 un comportamiento cíclico stop and go. Este se
producía a partir del permanente veto establecido entre las dos grandes alianzas que se habían
conformado. Este tipo de práctica no sólo se vio reflejada en las posiciones de los diferentes
sectores de las alianzas, sino que también afectó directamente al Estado. Estos ciclos se
producían a partir del aumento de las exportaciones. Los saldos de la balanza comercial
permitían generar un nivel de divisas que eran imprescindibles para el mantenimiento de las
necesidades de importaciones propias del proceso de sustitución de importaciones que se estaba
intensificando en los '60. Pero las exportaciones pampeanas (debido a los escasos avances en la
producción como en la productividad) comenzaron a evolucionar más lentamente que el rápido
crecimiento de la demanda de importaciones. Junto a ello se producían nuevas presiones para
lograr el alza de los salarios de los sectores populares, lo cual implicaba un aumento de consumo
interno de los productos exportables. De esta manera se producían problemas cíclicos de la
balanza de pagos que sólo eran solucionables por medio de devaluaciones que profundizaban los
efectos recesivos y redistributivos. Las medidas aplicadas tendían a la generación de una fuerte
iliquidez, la reducción del déficit fiscal, el congelamiento de salarios y el aumento de la tasa real
de interés. Así, se beneficiaban por medio de una transferencia de los ingresos y por la inflación
a los sectores exportadores (O'Donnell, 1977, 537-538). La recesión aumentaba los valores de las
exportaciones, de los bienes importados y producía que los salarios se rezagaran.
Una vez alcanzado un mejoramiento de la balanza de pagos, los sectores perjudicados por las
medidas lograban, por medio de presiones sociales y políticas, que fueran adoptadas políticas
económicas reactivadoras del mercado interno y productoras de la recuperación del salario,
generándose un rápido fracaso de las políticas estabilizadoras. Este fue el comportamiento que
las Fuerzas Armadas, junto a los sectores de la burguesía pampeana, la burguesía urbana
(nacional e internacional) y el capital financiero, buscaron alterar con el golpe de Estado de 1976
(O'Donnell, 1977, 554). Se debían revertir aquellos problemas culturales y estructurales que se
arrastraban desde la década de los '40, redefiniendo la mentalidad de los distintos actores sociales
y políticos como señalaba el entonces Ministro de Economía Martínez de Hoz. Estos escritos
fueron fundamentales, pero al analizar sus estudios sobre los micro fundamentos del
autoritarismo se “completó” mi comprensión. En ese texto que en la Biblioteca del IUPERJ
aparecía como mimeo por un lado con su título completo “¿Y a mí, qué mierda me importa?
Notas sobre sociabilidad y política en la Argentina y Brasil?” y en otra sin la “mala palabra” (y
frente a la incredulidad de la bibliotecaria), me facilitó el análisis con mayor claridad de las
causas del sostenimiento de los autoritarismos, las jerarquías y la desciudadanización en nuestras
sociedades. “En Río, violencia acatada; en Buenos Aires, violencia reciprocada. ¿Mejor o peor?
Simplemente diferente. Pero con un importante punto en común: en ambos casos estas
sociedades presuponen y reponen, cada una a su manera, la conciencia de la desigualdad.” De
esta manera “una sociedad puede ser al mismo tiempo relativamente igualitaria, y autoritaria y
violenta” (O’Donell, 1997, 167).
El camino hacia el análisis de la democracia, los procesos de democratización, sus límites y la
ciudadanía estaba abierto. Sin embargo fueron en los límites donde O’Donnell colocó su énfasis.
No le alcanzaba con analizar sus alcances, también se preocupaba por discutir sus problemas y
carencias. No tardaba en llegar la “democracia delegativa”. En realidad este debate no era nuevo
en la política argentina sino que lo encontramos presente, aunque con fuertes altibajos, desde
1983. Refiere a la alteración del equilibrio de poderes y a la preeminencia del ejecutivismo frente
al Poder Legislativo. Los periódicos nos hablaban del ostracismo del Congreso.
Este tipo de democracia no se presenta como ajena a la tradición democrática, es más, preserva
algunos de sus principales mecanismos. Así, por ejemplo, las elecciones son la forma por medio
de la cual la ciudadanía logra designar sus gobernantes, aunque debemos hacer algunas
aclaraciones al respecto. En la democracia delegativa cada acto eleccionario funciona como el
momento en el cual los votantes eligen alguien que los dirija por un lapso de tiempo, en el cual
éste representa los más altos intereses de la nación. Y desde la perspectiva de los competidores
es un juego de suma cero donde en el momento en el cual uno gana, los demás quedan
automáticamente excluidos del juego político.
En las situaciones de “crisis”, esta forma de democracia incluye el derecho-obligación que tiene
el presidente de aplicar los “correctivos necesarios” para encaminar la situación. En este punto
cobra una posición central el papel de los técnicos, dado que sólo ellos, junto con el presidente
lograrán salvaguardar las sociedades de los caminos errados, dejando de lado al Parlamento y a
los partidos políticos.
El elemento de continuidad es la permanente búsqueda de un ejercicio hiperpresidencialista
justificado en el argumento de la gravedad de las crisis vividas. Si éstas son sus principales
características, quisiéramos volver a hacernos la pregunta si la democracia delegativa es un tipo
de régimen que debe ser pensado solamente como un recurso político de las recetas neoliberales
de la década de los noventa, o si se plantea como un “modo de gobernar”.
La influencia de Guillermo O’Donnell fue constante en las últimas décadas. Los estudios,
conceptos y sugerencias que elaboró nos han guiado en el debate politológico. Por otra parte su
relación con la Universidad Nacional de Rosario y la Facultad de Ciencia Política y Relaciones
Internacionales fue muy estrecha y es uno de nuestros Doctores Honoris Causa. Incluso durante
los días 5 y 6 de noviembre de 2009 se llevó a cabo un encuentro en el cual se debatió la
actualidad del concepto de democracia delegativa. Allí se dio la posibilidad de que yo le
entregara un ejemplar del mimeo denominado Delegative Democracy? y fechado en diciembre
de 1990 el cual había sido preparado para el “East and South System Transformations” a
realizarse en Budapest para la misma fecha. Guillermo O’Donnell ya no guardaba dicho ejemplar
y yo lo tengo gracias a viejas fotocopias archivadas.
Su pérdida será sentida como una gran falta ya que no estará para ayudarnos a pensar y a
pensarnos.
Muchas gracias Profesor.
Bibliografía.
O'Donnell, Guillermo (1972) Modernización y autoritarismo. Paidós, Buenos Aires.
O'Donnell Guillermo (1977) "Estado y alianzas en Argentina, 1956-1976", En revista
Desarrollo Económico, Vol. 16, nº 64, ene-mar.
O'Donnell Guillermo (1997) Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y
democratización. Paidós, Buenos Aires.
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