Documento - Publicaciones de Defensa

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REVISTA
DE.
HISTORIA NAVAL
/
Año
1
INSTITUTO
1983
2 Núm.
DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL
ARMADA ESPAÑOLA
INSTITUTO
DE HISTORIA
ARMADA
Y CULTURA
NAVAL
ESPAÑOLA
REVISTA
DE
HISTORIA NAVAL
Año
1
Madrid,
1983
Núm.
2
REVISTA DE HISTORIA NAVAL
CONSEJO RECTOR.
Presidente:
Director
del Instituto de Historia y Cultura Naval, excelen
tísimo señor D. Fernando Moreno de Alborán Reyna, vi
cealmirante.
Vicepresidente:
Jefedel Departamento de Historia y director del Museo
Naval, D. José María Zumalacarregui Calvo, capitán de navío.
Vocales:
Secretario
general del Instituto de Historia y Cultura Naval,
D. Juan Berenguer y Moreno de Guerra, capitán de navío.
Subdirector del Museo Naval, D. Ricardo Cerezo Martínez,
capitan de navío.
Director:
Ricardo
D.
Cerezo Martínez, capitán de navio.
Redacción:
María
D.
del Pilar San Pio Aladrén, D. Lola Higueras Rodríguez,
licenciadas en Filosofía y Letras, y D.f’ María Vigón Tabar, licen
ciada en Biología.
Administración:
D.José Luis Pando Viflarroya, comandante de Intendencia de la
Armada, y D.” Paloma Moreno de Alborán Calvo.
DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN:
Museo Naval. Montalbán, 2.
MADRID-14 (España).
IMPRIME:
Servicio de Publicaciones de la Armada.
Publicación cuatrimestral: Segundo cuatrimestre 1983.
Precio del ejemplar:
España y Portugal: 250 ptas.
Resto del mundo: 2 $ USA.
Depósito legal: M. 16.854-1983.
ISSN-0212-467X.
Printed in Spain.
CUBIERTA:
Del libro Regimiento de Navegación,
por Pedro Medina. Sevilla, 1563.
SUMARIO
Págs.
La campaña de Don Juan José Navarro en el Mediterráneo y la batalla de
cabo Sicié (1 742-1 744), por Carlos Martínez-Valverde5
La táctica naval en el siglo xvi, por Ricardo Cerezo Martínez29
El personal sanitario que participó en la Jornada de Inglaterra. Nuevas
aportaciones, por Manuel Gracia Rivas63
Los astilleros de Antonio López, por Rafael González Echegaray91
La seguridad de los Países Bajos, requisito para la Empresa de Inglaterra
de 1588, por Hugo O’Donnell y Duque de Estrada107
La Armada española ante los corsarios colombianos
do Serrano Mangas117
de 1826, por Fernan
Documento129
La Historia marítima en el mundo, por Lola Higueras Rodríguez133
Noticias generales, por Lola Higueras Rodríguez137
Recensiones139
La dirección de esta REVISTA no se hace responsable de las opiniones expresadas
por los autores en sus artículos.
La reproducción y la traducción, parcial o íntegra, de los textos e ilustraciones
debe ser previamente solicitada por escrito a la dirección de la REVISTA.
LA CAMPAÑA
DE
DON JUAN JOSE NAVARRO
EN EL MEDITERRANEO
Y LA BATALLA DE CABO
SICIE (1742-1744)
Carlos MARTINEZ VALVERDE
Contralmirante H.
Sobre la situación general en Italia y en el Mediterráneo
occidental.
A la muerte del Emperador Don Carlos de Austria, en 1740, sin tener
descendiente varón, surgieron hostilidades que recordaron mucho, en su
origen, a las de la Guerra de Sucesión de España. Así se produjo la de
Austria, llamada de la Pragmática Sanción, y en aquélla, los vencedores
aseguraron en el trono a María Teresa, hija de Don Carlos, proclamándose,
por fin, emperador a su marido el Duque Don Francisco de Lorena
En Italia se prolongó la guerra, siendo causa principal de ello el que
España defendiese los derechos que tenía nuestro Infante Don Felipe a los
ducados de Parma, Plasencia y Toscana, transmitidos de modo más o menos
directo por su madre Doña Isabel de Farnesio (1). Se oponían a Austria:
España, Francia, Prusia, Cerdeña, los Electores de Polonia y de Baviera.
La defendían Inglaterra y después Holanda. En Cerdeña había partidarios
de ambos bandos. Apoyaba naturalmente a Don Felipe, su hermano Don
Carlos, ya Rey de Nápoles, pero éste se vio forzado a declararse neutral
por la enérgica reacción de Inglaterra, que se oponía a todo ensanchamientó
en el Mediterráneo del poderío de la Casa de Borbón, especialmente en su
rama española. Una escuadra inglesa se presentó en Nápoles (1742) amena
zando bombardearla y esa fue la coacción empleada, que nunca fue olvidada
por Don Carlos (2).
(1) En el Tratado de Viena, de 1738, había quedado estipulado que Parma y Plasencia
quedarían para el Emperador de Austria, y Toscana para el Duque de Lorena.
(2) Anteriormente (1734), para ser Don Carlos reconocido como Rey de Nápoles había
tenido que renunciar, personalmente, a sus posibles derechos sobre Parma, Plasencia y Tos
cana.
Año 19X3
C. MARTÍNEZ-VALVERDE
Mandaba las tropas de Don Felipe, en Italia, el Duque de Montemar (3); unos 50.000 hombres, contando los italianos, que había que apro
visionar y reforzar desde España. La guerra con Inglaterra existía desde
octubre de 1739, desde el punto de vista naval; enfrentaba en bloque a 51
buques españoles, de guerra de diferentes tipos, con 115 navíos británicos.
En este aspecto parecía inclinarse la balanza del lado del enemigo. Pronto
organizaron los ingleses el bloqueo de nuestras fuerzas navales, así al almi
rante Norris le cupo el del Ferrol donde había una pequeña escuadra espa
ñola mandada por Don Ignacio Dauteville.
Pero Norris llegó tarde, pues al Ferrol se había acercado ya Don Juan
José Navarro con la escuadra de Cádiz; con todos los buques, doce en total,
debía dirigirse al Mediterráneo para asegurar las comunicaciones con el
ejército de Italia (4). Así lo hizo, pese a estar apostada en Gibraltar la
escuadra inglesa dedicada a aquel mar y mandada por el almirante Haddock
desde 1738. No pudo interceptar el paso a Navarro a tiempo.
Francia no estaba en guerra con Inglarerra, pero sí dispuesta a ayudar
a España desde el tratado suscrito por ambas naciones en 1733. La idea era
que sus escuadras no peleasen con las de los ingleses a no ser que éstos
atacasen a los españoles. Navarro logró pasar el estrecho sin combatir. Fue
seguido por Haddock y, frente a Cartagena, cuando éste estaba a punto de
alcanzarle salió de aquel puerto la escuadra francesa. Haddock pensó que
sus fuerzas eran escasas para batirse con españoles y franceses y por ello se
retiró a Mahón en espera de refuerzos, estando, como estaba, dicho puerto
en poder de Inglaterra.
Navarro, tras algunas vicisitudes y sufrir duros temporales con un fondeo
intermedio en las islas Hiéres, logra pasar un importante convoy de tropas
de Barcelona a Génova (enero de 1742). Era sólo el principio, pues su
misión consistía en mantener las comunicaciones con Italia para asegurar
el abastecimiento y refuerzo de las tropas del Duque de Montemar. Volvió
a las Hiéres y allí estaba la escuadra francesa de Monsieur De Court de la
Bruyére (5), que era la que le había protegido del ataque inglés frente a
Cartagena. Ambos generales, de común acuerdo, decidieron entrar en el
vecino puerto de Tolón para reparar sus buques, ya que unos y otros,
españoles y franceses, habían sido muy maltratados por duros temporales.
Sobre las fuerzas navales inglesas en el Mediterráneo.
Por este tiempo la escuadnt inglesa había sido ya muy reforzada. Prime
ro lo fue por seis buques que llevó el vicealmirante Balchen, que dejó los
(3) Don José Carrillo de Albornoz, primero Conde de Montemar, había sido elevado a
Duque de la misma denominación por su victoria de Bitonto, que aseguró en el trono de
Nápoles a nuestro Infante Don Carlos.
(4)
Salió Navarro de Cádiz con nueve navíos sustituyendo en el mando al que lo tenía
en propiedad, que era Don Francisco Liaño.
(5)
Veterano almirante octogenario. Había sido capitán de bandera del Conde de Tou
louse en la indecisa batalla de Vélez Málaga (1704). Le enjuician los franceses como un
general no de los más inteligentes pero sí muy cumplidor.
6
LA CAMPAÑA
DE DON JUAN JOSE NAVARRO
EN EL MEDITERRANEO...
Don Juan José Navarro, vencedor de los ingleses en los combates
habidos en la batalla de Cabo Sicié. Por su triunfo, el Rey
le otorgó el título de Marqués de la Victoria.
(Museo Naval. Madrid.)
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7
C. MARTÍNEZ-VAL
VER!)!
navíos y regresó a Inglaterra. Despuéspor cuatro más y. más tarde, por
otros seis mandados por el entonces comodoro Lcstock, que releyó a Had
dock en el mando por encontrarse éste enfermo. Por último, fue enviado
al Mediterráneo a tomar el mando de ésta, ya muy fuerte escuadra, el
almirante Mathews, de brillante historial (6). Este situó sus buques en los
fondeaderos de las islas Hieres para, desde allí, emprender operaciones
ofensivas contra las comunicaciones marítimas españolas, bloqueando a
nuestra escuadra en Tolón y, eventualmente, a la francesa que pudiera
ayudarla. En el mes de junio (1742), el capitán de navío Norris, con un
destacamento naval, incendia en Saint Tropez una escuadra de cinco galeras
españolas mandada por el general Don Donato Domás. Entre estas acciones
ofensivas debemos citar la ya antes apuntada contra el Rey de Nápoles para
forzarle a la neutralidad. En el mes de agosto, otro destacamento de las
fuerzas de Mathews, mandado por el comodoro Martin Rowley, compuesto
por cinco navíos, cuatro hombardas y otros buques menores, se presenta
en Nápoles y amenaza con bombardear la ciudad si el Rey no promete
mantenerse al margen del conflicto dinástico.
Los ingleses, siguiendo estas actividades, bombardearon Palamós y Ma
taró y también cortaron algún convoy de tartanas y de otros buques menores
que trataron de forzar el bloqueo.
En Italia, en San Remo, hace también el comodoro Martin que los
genoveses incendien los parques que allí tenía el ejército español, con grave
pérdida para éste.
En Ajaccio, Córcega, hace el mismo comodoro que el comandante del
navío español San Isidro tenga que incendiarlo para impedir que caiga en
poder del enemigo (7).
Sobre
los combates
habidos
en otros mares.
En otros mares no les iba tan bien a los ingleses: en aguas americanas
los nuestros se mantuvieron a la defensiva, como imponía la enorme exten
sión americana. La posibilidad de ataques por sorpresa a puertos y ciudades
y la insuficiente fuerza para emprender la ofensiva, suponiendo se supiese
el punto donde atacara el enemigo aconsejaron el corso, autorizado al fin
por el Rey, obteniendo grandes ventajas.
Inglaterra había preparado sus ataques ya antes de que empezase la
guerra sin que los españoles supiesen de dicha preparación debido a lo que
tardaban en llegar las noticias de la declaración del conflicto a tan larga
distancia. Pero, tras las costosas tentativas de Caracas y Puerto Cabello, su
(6) Inglaterra, su Almirantazgo, consciente de la importancia que dentro de la situación
general tenía la del Mediterráneo occidental, constituyó en este teatro una poderosa escuadra
mandada por sun prestigioso almirante del que esperaba mucho.
(7) Era este comandante Monsieur de Lage de Cueilly, un aventurero francés que con
siguió se le nombrase capitán de navío de la Armada española, pese al informe contrario que
dio el Almirantazgo. En la batalla de Cabo Sicié será el segundo comandante del Real Felipe
y calumniará a Navarro, su general.
8
LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO
EN EL MEDITERRANEO...
almirante, Vernon, era batido en Cartagena de Indias (1741), fracasando
una operación de gran estilo. El comodoro Anson también fracasaba en su
proyectado ataque a nuestras costas del Pacífico, maniobra con la que se
pretendía tomar en tenaza a nuestra América meridional.
En lo que al corso se refiere, los ingleses en 1741 habían perdido 372
buques (Campbell). En 1744 ya habían perdido 786. En el Parlamento
británico se estimó que ello representaba una gran pérdida que sobrepasaba
un millón trescientas mil libras esterlinas. Pero esto además implicaba otra
pérdida, la del prestigio, ya que los apresamientos suponían un gran número
de victorias españolas en combate naval. Pequeños combates que juntos
constituían una gran batalla.
La opinión británica, indignada al ver vencida su habitual soberbia,
provocó la deposición del primer ministro Lord Walpole (1742), que ya se
había hecho antes impopular al no mostrarse partidario de la guerra. Se
buscó con ansia, en Inglaterra, tener un éxito resonante en el Mediterráneo
reforzándose mucho aquella escuadra, como quedó dicho.
Españoles
y franceses se preparan
para reanudar la campaña.
Durante la larga estancia en Tolón, tanto los españoles como los france
ses efectuaron las reparaciones que sus buques necesitaban, los primeros
naturalmente con menos facilidades. El casco del navío español Real Felipe,
el más fuerte, hacía mucha agua aumentaba el agua hasta 10 pulgadas cada
ampolleta, y aún llegó a más. Hasta se pensó que sería necesario dejarlo en
Tolón cuando llegase el momento de la salida para continuar las operacio
nes. Al fin se le reemplazaron planchas y quedó en buenas condiciones de
navegabilidad. Sin este buque hubiese quedado muy mermado el potencial
de la escuadra española. En nuestros barcos había muchos masteleros que
estaban resecos y ello era motivo de frecuente desarbolo con los vientos
duros; Secos —dice Navarro— de estar tanto tiempo en la Carraca, no eran
de servicio. Sigue criticando a los que los suministran en esas condiciones:
No miran el riesgo a que se expone un navío en tiempo de invierno si no
tiene masteleros (buenos), sino a despachar los navíos, y salgan como pudie
ren mal o bien armados y pertrechados (8).
Los buques españoles estaban pesados pues no se habían carenado antes
de salir. Ello fue la disculpa de algunos comandantes al ser reprendidos por
(8) Aprovecha la ocasión, Navarro, para manifestar su opinión sobre la actuación de
ciertos jefes del Cuerpo del Ministerio, encargado éste del armamento de los buques. pues
termina las anteriores palabras: con esto cumplen los señores intendentes. El apasionamiento
era debido a las preeminencias del referido cuerpo por aquellas fechas.
(9) En el encuentro de Cabo Sicié los buques españoles van a presentarse constituyendo
indebidamente tres grupos, en lugar de mantener una formación cerrada, de tanta importan
cia para el empleo eficaz de la artillería. Ello será debido al poco andar de algunos. Esta
separación será la que induzca a Mathews a realizar su impulsivo ataque sobre el buque-insig
nia de Navarro y sobre los que con él iban formando una parte alícuota de la línea de
combate.
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C. MARTÍNEZ-VALVERDE
Navarro, cuando no acudieron a auxiliar al Real Felipe cuando éste desarbo
ló antes de entrar en Barcelona (9). En Tolón se limpiaron fondos lo mejor
que se pudo a fuerza de dar pendoles reales tumbando unos navíos sobre los
otros. No fue pues muy perfecto el Sistema. Lo mejor de los recursos es de
esperar quedase para los franceses que también los necesitaban y estaban
en su casa.
Se adiestraron nuestros artilleros efectuando continuamente de cañón,
y con alguna frecuencia ejercicios de tiro al blanco. En el afán de criticar,
dicen los franceses que no eran buenos —es frecuente la crítica entre alia
dos—; pero sea porque lo eran o porque mejoraron, demostraron gran
eficacia en el combate, rechazando enérgicamente y con graves daños una
gran superioridad de los enemigos, batiéndoles, manifestándose eficaces
aún los de los barcos marchantes, armados en guerra, de nuestra escuadra.
Los franceses, por su parte, mejoraban su adiestramiento para navegar
en escuadra con ejercicios tácticos efectuados por las lanchas de los buques,
arboladas con dos palos, con verguillas, para en sus drizas hacer señales con
banderas. Para poner enpráctica, dice Navarro, las evoluciones de Tourville,
a cuyo efecto salían a la gran rada, y comenta —ahora les toca criticar a
los españoles—: no lo hacían uniformemente, o lo habían olvidado o los
que mandaban las lanchas eran muy principiantes.
Dieciocho largos meses en Tolón dieron de sí para muchos ejercicios.
Con ellos, aparte de mejorar el adiestramiento, cosa muy necesaria, se
mantenía algo la moral de las dotaciones, forzosamente caída en unas fuer
zas bloqueadas.
Pese a que esas dotaciones de los buques españoles y franceses eran más
numerosas que las de los ingleses comparando buques semejantes (10), se
consideraba que eran necesarios aún más hombres para completar algunas
quç se tenían por incompletas. Se esperaba la llegada de personal de España
por tierra, pero los temporales de nieve del duro invierno retrasaban aqué
lla. Navarro piensa que la solución será dejar en Tolón, al efectuarse la
salida que todos anhelaban, algunos buques, los más débiles, para comple
tar con sus dotaciones las de los demás. De Court se oponía a esta medida
diciendo que siendo tan grande la superioridad de fuerzas del enemigo todo
era poco para hacerle frente... ¡Al fin llegó el refuerzo!, pero insignificante:
setenta y seis hombres tan sólo, muchachos los más de ellos y sin ser del
gremio de la mar. Navarro decidirá entonces dejar en Tolón tres fragatas y
un pequeño navío —fragata puede considerársele—. Piensa que la escuadra
combinada —cuesta aún trabajo llamarla así al ser neutrales los franceses—,
se arreglará con las fragatas de De Court.
(10) Un buque de 60 cañones francés o español tema 600 hombres de dotación y, en
cambio, uno inglés del mismo porte tenía 400. Uno de 70, francés o español, tenía 850
hombres y 480 uno inglés de dicho porte. Uno de 80 cañones tenía en los nuestros 900
hombres y 600 en los ingleses... Al menos así rezan los estadillos suscritos por el inglés
Campbell.
in
2
LA CAMPAÑA
DE DON JUAN JOSE NAVARRO
EN EL MEDITERRANEO...
El contacto en puerto entre el general español y el francés no parece
fuese tan directo y sostenido como fuera conveniente para obtenerse una
buena compenetración —j,carácter del octogenario general?... Hay escritos
de Navarro a De Court que éste contesta de palabra— a boca —se decía
entonces— por medio del mayor general de Navarro, el capitán de navío
Saint Just, uno de los franceses de nuestra escuadra; éste sí escribe la con
testación pero haciendo presente que se la han dado de palabra. Algo raro
hay en todo esto, sin duda.
Cuando estuvo decidida la salida de las escuadras hubo consejo de gue
rra previo, y Navarro y sus comandantes consideraron insufrible la jactancia
de De Court que decía que había de combatirse al abordaje, según las
intrucciones que tenía del Rey su Amo,y daba lecciones de cómo habría de
hacerse. Navarro llegó a contestarle que él mandase bien y sería bien obede
cido. Pese a no estar Francia en guerra con Inglaterra, por el tono de estas
conversaciones se daba por seguro que los franceses combatirían en defensa
de la escuadra española cuando ésta fuese atacada por la inglesa. Cuando
llegó la ocasión tardarían en decidirse... presentarán también, como vere
mos, motivos tácticos.
Durante el bloqueo en Tolón, el 13 de abril de 1734, pasó por dicha
ciudad el Infante Don Felipe de España que iba a ponerse al frente del
ejército que en Italia defendía sus derechos a los ducados en litigio. A pesar
•de ser el Almirante General de España, jefe del Almirantazgo, y de ir
acompañado por el secretario del mismo, Ensenada, en calidad de su minis
tro e intendente de sus ejércitos, no se recogen noticias ni de que pasase
revista a los buques, ni que diesen instrucción alguna. Mas no se puede
asegurar que no lo hiciese. Durante la ausencia del Infante y secretario
quedó en el Almirantazgo, como lugarteniente y también secretario, Don
José del Campillo, que ya lo era de Marina (11). En cambio sí hay constan
cia de que Navarro, el 7 de agosto (1743), entregó personalmente a De
Court, de parte del Infante Don Felipe, como obsequio en respuesta de sus
atenciones, un medallón con el retrato del Rey, su padre, guarnecido de
brillantes.
Y volviendo a la salida de las escuadras... existe la especie de que De
Court estuvo en contacto con los ingleses en las Hiéres. Dijeron algunos
oficiales que le habían visto tomar, a solas, un coche para ir a un embarca
dero. Pudo ello ser cierto sin que demuestre traición, ya que pudo ir —re
cuérdese que Francia no estaba en guerra con Inglaterra— a comunicarles
que tenía órdenes de ponerse del lado de los españoles. Pero no puede
asegurarse que no les dijese que tardaría algo en hacerlo. Resultará un
(11) Don José del Campillo era amigo de Navarro, probablemente le apoyaría cuando
llegó la ocasion de otorgarle recompensas —ello no quita que fuesen merecidas—. Con
ocasion de su toma de posesión escribía a Navarro: Ya me tiene V. S. con las llaves del pan
en la mano para quanto sea de su agrado. A pesar de todo, por los motivos que fuesen,
cuando la escuadra entro en Cartagena después de la batalla, se adeudaban más de doce
millones de reales de las pagas de mandos y dotaciones.
11
Ano 1983
C. MARTÍNEZ-VALVERDE
hecho probado que, llevando a los españoles a retaguardia y sabiendo el
poco andar de algunos de nuestros buques, él forzó la vela con la vanguardia
y el cuerpo de batalla, cuando llegó la hora del enfrentamiento (12).
Fuerzas contendientes
en presencia.
La escuadra combinada se componía de dieciséis navíos franceses y de
doce españoles, en lo que se refiere a los que habían de formar las líneas
de combate, pues, además, tenían los franceses tres fragatas, dos brulotes
y un buque hospital. Las fragatas españolas quedarían decididamente en
puerto.
Los ingleses, entre sus tres escuadras: de vanguardia, cuerpo de batalla
y retaguardia, sumaban treinta y dos navíos; los buques fuera de línea eran
tres fragatas, tres brulotes y tres bergantines. Treinta y dos, pues, en la
línea de combate contra veintiocho franceses y españoles, suponiendo, claro
está, que los de De Court combatiesen como era de esperar. La diferencia
del número de buques no era grande pero sí la de sus armas: 1.806 cañones
españoles y franceses contra 2.280 ingleses (Campbell). Hay que tener en
cuenta también, que el portar mayor número de cañones llevaba consigo
en la mayor parte de los casos que los del buque que los llevaba más en
número, eran de mayor calibre —de mayor peso la bala en libras, como
entonces se medía.
De los doce navíos españoles tan sólo seis eran de guerra, del Rey, el
resto eran de la Carrera de Indias, marchantes se les denominaba, metidos
en esos lances de batirse bien formados contra una escuadra adversaria. La
Verdadera relación del combate... incluida en la Vida del Marqués de la
Victoria, de Vargas Ponce —probablemente publicada muy a posteriori
bajo la dirección de Navarro— dice que del Rey eran el Real Felipe, de 110
cañones montados; el Santa Isabel, de 80; el Constante, de 70, y los América,
Hércules y San Fernando, de 64, buques estos últimos construidos con el
objeto de defender la navegación de Indias, no siendo a propósito para el
combate naval entre escuadras de navíos (13). Tenían cañones de 18 y 12
libras, en vez de tenerlos de a 24 y aun de 36 —algunos los tenían en la
(12) Mucho se ha especulado sobre el deseo de Francia de destruir la flota de guerra
española, pero es de suponer que no ocurriría con ocasión de la batalla de Cabo Sicié,
después de los pactos de alianza de 1733 y 1743; no puede pensarse, sino por impulso de la
rivalidad y el apasionamiento,
que alguien quiera destruir las armadas de los aliados. Otra
cosa sería cuando a la muerte de Luis XIV quedo como Regente de Francia el Duque de
Orleáns, ese sí enemigo de Felipe V y de España.
(13) Este tipo de navío de 60 cañones fue el primero proyectado cuando renació nuestra
Marina, con las construcciones impulsadas por Don Bernardo Tinajero de la Escalera, nuestro
primer secretario de Marina. Estos buques fueron destinados a la defensa del comercio en
Indias, después se construirían mayores. Aunque se pensaban construir en La Habana, los
primeros se hicieron en los astilleros de Cantabria. Mal resultado dieron en la batalla de Cabo
Passaro (1718). Eran más bien buques a proposito para escoltar, y es que mucho representaba
para el resurgimiento de Espana asegurar las comunicaciones con las Indias.
12
2
LA
CAMPAÑA
DE DON JUAN
JOSE
NAVARRO
EN EL MEDÍTERRANEO...
batería baja—. Los titulados marchantes eran los Brillante, Soberbio, Orien
te, Poder, Halcón y Neptuno, de 60 cañones, en realidad de 52 ó 54 y los
mayores de 18 libras tan sólo. Hay que decir en honor de los llamados
marchantes que se batieron muy bien, debiéndose señalar el heroico com
portamiento del Poder.
Los franceses tenían también doce navíos de 64 y aun de 60 cañones;
uno de 68 y tres de 70 y 74. Los ingleses tenían diez navíos de 70 cañones,
nueve de 80, cuatro de 90 y solamente nueve de 60 o menos. La diferencia
artillera era grande como puede verse. Además, se insiste, los calibres ma
yores estaban en los buques de mayor porte.
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Baxeles fuera dc línea.
Tres fragatas, dos beulote, y un buque hospital.
Tres fragatas, tres brulotes y tres brrganthoes.
II
Fuerzas navales en presencia, españolas, francesas y britanicas,
según Campbell, en la batalla de Cabo Sicié.
(Apendice 12 de la Vida del Marqués de la Victoria, de Vargas Ponce.)
Año 1983
13
C. MARTÍNEZ-VALVERDE
En cuanto al personal, las dotaciones de los buques españoles y franceses
sumaban 19.100 hombres y las de los ingleses tan sólo 16.585. A menos
hombres, menos peso de víveres y de agua, cosa importante para buques
que habían de mantenerse mucho tiempo en la mar durante los largos
bloqueos. En el combate artillero se empleaban tan sólo los hombres nece
sarios para manejar las piezas y aprovisionarlas y para tener una razonable
reserva, para cubrir bajas, ya que el excesivo número de sirvientes se pres
taba a que se estorbasen y a que las bajas propias aumentasen. Algo escasos
estaban, sin embargo, los ingleses de gente en su escuadra al empezar la
campaña pues se sabe que completaron sus dotaciones con hombres del
Piamonte. Estos no estarían muy bien adiestrados pero sí el resto de los
equipajes (14).
En lo que a moral se refiere, los ingleses estaban naturalmente dispues
tos a batirse desde el principio, decididos a destruir la escuadra española.
Los nuestros estaban igualmente dispuestos a luchar desde el primer mo
mento. Los franceses... podían tener que hacerlo en defensa de la escuadra
española.
Había, sin embargo, un punto que podía disminuir mucho la eficacia de
la escuadra inglesa y la disminuyó indudablemente, hasta hacer inoperante
casi su tercera parte, su retaguardia: era la animosidad de Mathews y de
Lestock, almirante en jefe y comandante de la referida retaguardia.
Eran dos caracteres muy diferentes: Mathews, honrado y valiente; Les
tock, artificioso, vengativo y muy poco flexible, dice uno de los comentaris
tas ingleses. Mathews tampoco tenía esas cualidades que distinguían a Nel
son, de hacerse seguir por todos; Lestock había llegado a la escuadra antes
que Mathews y la venida de éste le contrarió grandemente. Su modo de ser
era lo menos conveniente para un almirante subordinado.
La aproximación.
Dispuesta la salida de las escuadras española y francesa reunidas, según
las órdenes de sus respectivas Cortes, tuvo lugar el consejo de guerra de que
ya hemos hablado. El día 19 de febrero salieron de puerto, pero un acciden
te hizo que los buques fondeasen en franquía, esperando se reconociesen
los daños que el navío Leopardo y la fragata Volage se habían producido
al abordarse. Ambos buques eran franceses. El Real Felipe no fondeó,
quedando voltejeando toda la noche por no darle el viento para tomar el
fondeadero. Al siguiente día, resuelto que habían de quedarse en puerto
los buques averiados, levaron todos los buques y se mantuvieron dando
bordadas a la vista de las islas Hiéres, tras de las cuales estaban fondeados
los buques ingleses. Navarro, que recibió la orden de penetrar en su fondea
(14) Las cifras que se dan anteriormente para artillería y personal son las especificadas
en el estadillo hecho por Campbell —sin contar los baxeles fuera de línea (fragatas, brulo
tes. . .)—. Sin embargo, refiriéndose a este autor, Vargas Ponce, en la Vida del Marqués de
la Victoria, cita 1.820 cañones aliados y 2.490 ingleses. 16.500 hombres de los primeros y
15.000 de los segundos. Tomando estas cifras sigue manifestándose la gran superioridad
artillera de los británicos
14
2
LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO
EN EL MEDITERRANEO...
dero por el Pequeño Paso, situado al oeste de la isla de Porqueroles, la más
occidental, y allí atacarles al anda y al abordaje, representó a De Court lo
disparatada que era la idea, teniendo que pasar barco a barco por un estre
cho paso, sin apoyo mutuo entre buques y con la grave amenaza de ser
atacados con brulotes (15). De Court admitió primero las razones, pero
después reiteró la orden. Ya se disponía Navarro a cumplirla cuando, por
fortuna para los nuestros, se vio que los ingleses se ponían en movimiento
para salir del fondeadero por el Gran Paso, situado al este de la isla de
Porqueroles. Con ello se suspendió el ataque (16) disponidndo De Court
que la escuadra de Navarro, que hasta entonces iba en vanguardia, se retra
sase y quedase formando la retaguardia de la escuadra combinada. Tomada
la nueva formación, quedó aquélla navegando sensiblemente hacia el sur,
con viento suave del nordeste. Era el día 22. La escuadra inglesa se acercó
describiendo una gran curva: primero con el viento muy largo, cazando
después sus velas según ponían su vanguardia y cuerpo de batalla en una
línea paralela a la de la escuadra combinada, que navegaba también siguien
do una línea muy ligeramente curva. Mandaba la vanguardia de ella Mon
sieur de Gavaret, el cuerpo de batalla De Court y la retaguardia, como
quedó dicho, Navarro.
En la escuadra inglesa mandaba la vanguardia el contralmirante Martin
Rowley, el grueso o batalla Mathews y la vanguardia Lestock. Cuando
empezó el combate, éste quedó muy atrasado con respecto a la retaguardia
oponente, y muy alejado, como puede verse en el gráfico que se adjunta.
He tomado como directriz la primera de las !arietas que acompañan a La
Verdadera relación... ya citada, en la Vida del Marqués de la Victoria, de
Vargas Ponce. En ella aparece la escuadra combinada navegando sensible
mente hacia el sur y el combate se produce presentando sus buques al
enemigo la banda de babor. Igualmente se ve en la primera vista del com
bate uno de los grabados de Juan Moreno de Tejada publicado en 1796por
orden de la Superioridad, según el dibujo de Diego de Mesa, donde apare
cen las islas y las tierras de Provenza en la parte alta, lo que indica que las
escuadras no navegaban al NNO, como erróneamente se lee en Vargas
Ponce y recoge Fernández Duro (17).
(15) Navarro comentará pasado algún tiempo: Para lograrlo —el éxito del ataque era
preciso que los ingleses dur,niesen o tirasen cañonazos con pólvora... Si el almirante Mathews
lo hubiera sabido no podía desear más para esperarnos., nos hubiese rendido o quemado a
todos como páxaros bobos en red.
(16) Con respecto a fechas, hay diferencia de lo que se dice en el diario de navegación
presentado, que dice que los ingleses salieron el día 21, y la Verdadera relación...; escrita
más tarde. Esta dice claramente que Navarro recibió la orden de entrar por el Pequeño Paso
el 21 por la tarde y cuando se disponía a cumplirla, al amanecer del 22, fue cuando la
Providencia divina, oponiéndose a tan loca, cruel y bárbara empresa, dispuso que los navíos
ingleses puestos a la vela al número de veinte y nueve saliesen por el «gran paso» de las islas.
Parece que la Verdadera relación... está más ajustada.
(17) De ser así las tierras correrían por la banda de estribor de los buques. Además, en
el relato de Vargas Ponce pone de manifiesto que en el combate el Hércules, matalote de
popa del Real Felipe, presento al enemigo su costado de babor, recibiendo en él muchos
disparos, algunos a flor de agua.
Año 1983
C. MARTÍNEZ-VALVERDE
NE
(4)
R1(3)
G (7)
C(9)
P
Combates del 22 de febrero de 1744, en Cabo Sicié.
M: Mathews. grueso inglés. L3, L.,. L1: Lestock, retaguardia inglesa. R2, R1: Rowley, van
guardia inglesa. C: De Court, grueso aliado. N3, N2, N1: Navarro, retaguardia aliada. G:
Gavaret,. vanguardia aliada. (n): número de buques. a: Namur, buque insignia. RF: Real
Felipe, buque insignia
c: Norfolk, d: Princesa, i: Somerset,B: brulote inglés Ann Gailoway, que
es lanzado sin éxito contra el Real Felipe y es hundido.
e: Hércules, f: Constante, g: Poder, h: Neptuno.
b: Marlborough,
q: los buques de la vanguardia inglesa se cañonean con los franceses de De Court y con los
dos españoles que van con éstos.
pi: los buques de cabeza del grupo retrasado español se cañonean con los de cola del cuerpo
de batalla inglés.
p,: los mas atrasados lo hacen con los mas avanzados de la retaguardia inglesa.
D1 y D,: al arribar los buques españoles matalotes del Real, quedan dos grandes espacios
por la proa y por la popa de él. Los españoles tratan de cerrarlos lo antes posible.
x: la vanguardia francesa vira por contramarcha para acudir al combate. De Court la seguirá
con el cuerpo de batalla, virando sus buques por giros simultáneos.
m: los buques españoles que van con De Court maniobran en socorro de los suyos.
R1(3): grupo de tres buques de la vanguardia inglesa que no arriban para evitar que la
vanguardia francesa doble a la inglesa.
P: navío El Poder, desarbolado, sin poder maniobrar y muy destrozado, es apresado por los
enemigos.
16
Núm. 2
LA CAMPANA
DE DON JUAN JOSE NAVARRO
EN EL MEDITERRANEO...
Tarjetas 1 y 2, que acompañan al plano, historio y verdadera relación... que incluye Vargas
Ponce en su biografía del Marqués de la Victoria. En la primera se aprecia perfectamente
los rumbos, con cierta aproximación, a que navegan las escuadras en el momento del primer
ataque.
En la segunda no se aprecia, sin embargo, que los buques del cuerpo de batalla de De
Court viren a un tiempo, como lo hicieron según palabras de dicho almirante; se puede
observar que el Oriente (KK) se destaca para auxiliar al Constante (MM), como lo hizo.
—ambos se dirigieron a Cartagena—, que el America (NN) se incorpora a los buques que
forman grupo con el Real Felipe , que el Poder (RR) está desarbolado y que el Mar! borough
muy malparado (SS).
Año
1983
17
C. MARTÍNEZ-VALVERDE
El combate. Primer ataque.
A eso de las doce y cuarto del dia 22, estando los buques británicos
pertenecientes al grueso, mandado por Mathews, a tiro de fusil de los de
Navarro: el Real Felipe, sus matalotes y buques mús cercanos, conco en
total; arribó sobre los nuestros el almirante inglés, saliendo de su línea de
batalla situada a barlovento de la nuestra. Con su navío insignia el Namur,
seguido del Marlborough y del Norfolk, todos ellos de tres puentes, uno de
80 cañones y dos de 70, cargó sobre el Real Felipe de Navarro. Al mismo
tiempo, imitando a su almirante, arribaron varios buques ingleses sobre los
españoles que formaban el grupo central antes dicho: Hércules, Constante,
Poder, Real y Neptuno. Algunos enemigos se acercaron también a los dos
españoles que navegaban por la proa del grupo mencionado: Oriente y
América que mantenían contacto con el grupo de batalla francés de De
Court. Con los de aqél —Neptuno incluido— se trabaron dos o tres enemi
gos contra cada uno de los nuestros. El choque artillero, en muchos casos,
casi a tiro de pistola, fue terrible. Volveremos sobre ello... Por la popa de
los buques del grupo atacado navegaban, demasiado separados de él, por
poco andar del que iba en cabeza, los navíos Brillante, San Fernando, Al
cón, Soberbio y Santa Isabel. Los incorporados a De Court también se
habían alejado al mandar el almirante francés forzar la vela, señal obedecida
por su cuerpo de batalla y por su vanguardia. Los últimos buques de aquél
se cañonearon con los buques de la vanguardia inglesa de Rowley..., los de
cabeza del grupo atrasados de Navarro, que seguían al Brillante, cruzaron
sus fuegos con los primeros de la retaguardia inglesa de Lestock. De los de
éste la mayor parte de los buques permanecieron inactivos en el combate (18).
Mathews, como se ve, aprovechó el momento en que los españoles
estaban algo separados de los franceses y que no iban perfectamente forma
dos y, de este modo, atacó a Navarro con la esperanza de anonadarle con
su mayor fuerza. Insistamos ahora en la parte más cruenta de la batalla, en
cuyo desarrollo se fundamenta nuestra victoria.
El Real Felipe respondió con vigor al fuego que de tan de cerca le hacían
sus atacantes, pero... ¡de qué manera! Según refirieron los mismos ingleses
parecía un infierno durante todo el tiempo que duró la acción. Pericia manio
brera y artillera y heroísmo, caracterizan el comportamiento de los nuestros
en este choque; así se explican únicamente las averías que el buque insignia
de Navarro infligió a los enemigos, que en un momento llegaron a ser cinco
los buques con que le atacaron. El Marlbourough fue el más decidido,
llegando a cruzar nuestra línea, tuvo tantos daños que llegó a creerse que
era inminente su hundimiento (19). El Hércules, matalote de popa del Real,
(18) Lestock pudo haber doblado el grupo espanol más atrasado. Tuvo, sin duda, mala
voluntad para interpretar las órdenes de Mathews haciendo caso de la seiial: línea de batalla,
e ignorando la siguiente: combatir, aduciendo que la otra había quedado izada. Disminuidas
las velocidades de los que combatían al cargar las velas bajas, tuvo que hacer esfuerzos por
no echarse encima.
(19) No se hundio, contra lo que se esperaba. Su heroico comandante había resultado
muerto y, con grandes destrozos y muchas bajas, fue remolcado a Mahón.
18
LA CAMPAÑA
DE DON JUAN JOSE NAVARRO
EN EL MEDITERRANEO...
rechazó vigorosamente el ataque de tres navíos enemigos. Fue un gran
apoyo para su capitana; recibió muchos impactos en su costado de babor,
algunos a flor de agua, pasados sus palos y vergas y cortado todo su aparejo.
Pudo rehacerse saliéndose algo de la línea.
El Constante, matalote de proa del Real, echó abajo la yerga de trinquete
y la cebadera del navío que le atacó primero, haciéndole retirarse con
grandes destrozos. Este fue reemplazado por dos, con los que siguió batién
dose durante las tres horas que duró este primer ataque. Muerto su valeroso
comandante Don Agustín de Iturriaga, con grandes averías y muchas bajas,
se sotaventeó algo para poder reparar aquéllas.
El Poder fue otro de los navíos españoles que aguantaron el impetuoso
ataque —y era de los marchantes—. Al primero de los enemigos que le
atacó, el Princesa, de 70 cañones y él tenía 60, le rechazó causándole tales
averías que arrió su bandera, y esto ocurrió por dos veces, impidiendo su
rendición la resolución de su segundo comandante. El ataque fue continua
do por el Somerset, de 80 cañones, al que también rechazó enérgicamente
con el fuego de su artillería y de su fusilería. Tres navíos más acosaron al
Poder, el Bedford, el Dragón y el Kinsgton, y aún se zafó de ellos aunque
ya muy destrozado. Herido su comandante, Don Rodrigo de Urrutia, y con
muchas bajas a bordo fue, al fin, apresado por el Berwick, que para ello
abandonó su puesto en la vanguardia enemiga que no efectuaba este ataque
(20).
El Neptuno combatió a distancia de tiro de pistola con cuatro navíos
enemigos y una fragata, que casi llegaron a rodearle. Se defendió tenazmen
te durante casi cuatro horas, pese a tener grandes destrozos y muchas bajas.
Al cejar los ingleses en este primer ataque, el Neptuno, puede decirse que
anulado su poder combativo, se apartó a sotavento, luchando su dotación
para evitar se fuese a pique, tál era la naturaleza de los impactos recibidos.
Los ingleses, muy castigados como ha quedado expuesto, se retiraron
también a reparar en lo posible sus averías.
Segundo
ataque.
A eso de las cinco de la tarde, el almirante Mathews, reparados algo los
daños sufridos por su buque insignia, el Namur, volvió al ataque contra el
Real Felipe. que muy desmantelado se había quedado momentáneamente
solo, llevando con él otros dos navíos de 70 cañones y un brulote, el Ann
Galloway, de gran tamaño. El momento era desesperado, pero el navío
Brillante, el primero de los del grupo retrasado de Navarro, que se acercaba
a toda vela, llegó a tiempo para salvar a su capitana cañoneando al brulote,
(20) Su comandante fue depuesto en el consejo de guerra en que se juzgaron las conduc
tas de los mandos ingleses, pero fue rehabilitado por el Rey por su valeroso comportamiento.
El comandante del Poder, Don Rodrigo de Urrutia, recibió en Mahón, a donde fue llevado
prisionero, la admiración y el respeto de los enemigos. El almirante inglés le devolvió la
espada, manifestándole que rnerecia llevarla. Fue muy agasajado y, después, enviado a Bar
celona.
Año 1983
C. MARTÍNEZ-VALVERDE
deteniéndole. Seguidamente llegaron el San Fernando y el Santa Isabel. Fue
particularmente certero un cañonazo disparado por el Real Felipe. La falúa
de éste, tripulada por una heroica dotación, al mando del teniente de navío
Don Pedro Sáenz Sagardía (21) se acercó al brulote bajo un intenso fuego
de fusilería hecho desde él y desde los otros buques enemigos, con ánimo
de desviarle de su rumbo. Al fin, el brulote voló, proyectando trágicamente
por el aire a los pocos que en él quedaban. Al parecer pegó fuego a sus
artificios un disparo que su propio comandante hizo con uno de sus cañones.
Grabado de 1783 que representa el combate del flavio Real Felipe
con ocasión de serle lanzado un brulote apoyado por el fuego de los navios
ingleses en la batalla de Cabo Sicié, el 22 de febrero de 1744.
(Museo Naval. Madrid.)
Con la llegada de los navíos antes mencionados y la nueva intervención
del Hércules —que al fin tuvo que apartarse, debido a sus averías anterio
res— fue rechazado este segundo ataque inglés en el que llegaron a tomar
parte siete navíos enemigos. Mathews supo del acercamiento, ¡al fin!, de la
escuadra francesa, y tal como estaba —y sin emplear a Lestock con su
retaguardia—, juzgó prudente retirarse, dejando pues a los españoles due
ños del lugar de combate.
(21) El cañonazo disparado por el Real con gran acierto, lo fue por el ministro de la
escuadra Don Carlos de Retamosa, que ya se había distinguido antes en el combate. Debemos
nombrar de la dotacion de la falua, por su comportamiento heroico, al alférez de navío
Arrigoni, al guardia marina Gayoso, al condestable Noguera y a dieciseis marineros y solda
dos que voluntariamente la tripularon.
20
Núm. 2
LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO
Maniobras
EN EL MEDITERRANEO...
de repliegue y de retirada.
La escuadra francesa, en efecto, había virado y se acercaba en buen
orden. De Court manifestará, más adelante, que hizo señal a Gavaret para
que virase con la vanguardia, que aquél no vio la señal con el humo de los
disparos de los buques del cuerpo de batalla que se cañoneaban con la
vanguardia británica y que ellos, combatiendo como estaban, no podían
virar. Al fin Gavaret viró por contramarcha y De Court lo hizo cuando
pudo, por giros simultáneos. Gavaret tuvo ocasión de doblar a la vanguardia
inglesa, pero De Court lo impidió haciéndole señal de que arribase para
que se acercase a él. Por otra parte, tres buques ingleses salieron de la
formación, maniobrando así para impedirlo si lo hubiese intentado.
Conforme se acercaban los franceses, se alejaban los ingleses. Reunidas
las escuadras española y francesa navegaron —ahora sí— con rumbos cerca
nos al NNO. El Real Felipe iba remolcado por el Santa Isabel. De Court
propuso a Navarro ir juntos a atacar a los ingleses. Este le hizo ver el estado
en que se hallaban sus buques después de tan duros combates, pero que
estaba dispuesto si se interpolaban los navíos franceses con los españoles,
para que de este modo no se separasen como había ocurrido durante la
acción. Se desistió de la idea y De Court auxilió a los buques españoles
enviándoles ochenta hombres de maestranza y marinería.
Al amanecer del día 23 estaba la escuadra española a sotavento de la
francesa y el enemigo a la vista. El Hércules, muy averiado como iba, se
había separado mucho por la noche y amaneció cerca de los ingleses, que
destacaron un navío de tres puentes que se lanzó sobre él, manteniéndose
en vivo combate durante casi una hora, hasta que llegaron navíos franceses
a socorrerle. La escuadra francesa maniobró como para combatir a la ingle
sa y ésta la esperó, pero aquélla no siguió adelante y arribó sobre la escuadra
española para cubrirla de un posible ataque que, sin duda, hubiese tenido
lugar con parte de la escuadra inglesa que se mantenía a barlovento. Un
navío francés represó el Poder que navegaba muy separado de los ingleses
con dotación de presa. Recogió a ésta y a los españoles que iban, y pegó
fuego al barco por considerar ya inservible aquél casco tan destrozado en
sus gloriosos combates del día anterior.
El día 24, al amanecer, no estaba a la vista la escuadra enemiga. El
Hércules hizo señas de grave incomodidad, pidiendo socorro de un buque
que le convoyase. No pudiendo navegar más que con el viento muy largo,
se le ordenó dirigirse a Cartagena, y así lo hizo —llegaría el día 27—.
Al amanecer del día 25 se encontraban solos los españoles. La noche
anterior la escuadra francesa se había mantenido a la capa y la española
había seguido navegando a poca vela. Los nuestros se hallaban a diez leguas
de Barcelona. El punto previsto para una posible reunión era Rosas, pero
con el fuerte NE reinante no podían arrumbar allí debido al estado de los
buques y con el Real Felipe a remolque como iba. El Neptuno hacía mucha
agua; ésta crecía y no podía aguantar vela alguna; a palo seco y con ayuda
de alguna bandola se dirigió a Barcelona, entró aquel mismo día.
Año 1983
C. MARTÍNEZ-VA LVER!)E
Durante esta penosa navegación aún se hizo una presa: una fragata
inglesa mercante que con otras cuatro, escoltadas por tres de guerra, se
dirigía a Mahón.
La escuadra francesa había continuado procurando cubrir a la española,
si bien no a la vista de ella. El día 7 se reunieron al fin ambas... y en
conserva se dirigieron a Cartagena. La española entraría el día 9 y el lila
francesa. Durante todo este tiempo Francia seguía en paz con Inglaterra.
La escuadra inglesa, apartada de la vista de la combinada desde el día
24, se dirigió a Rosas en busca de los nuestros, pero al no hallarles lo hizo
a Las Hires; mas considerando Mathews el estado en que se encontraban
algunos de sus buques, que necesitaban urgentes reparaciones, decidió din
girse a Mahón, donde entró el 2 de marzo. El día 5 saldría de nuevo, tras
intensa labor de ciento cincuenta carpinteros trabajando día y noche, dice el
capitán de navío Urrutia, comandante del Poder, que estaba prisionero de
los ingleses. Tenía la esperanza Mathews de poder interceptar aún a los
nuestros antes de que llegasen a Cartagena, pero encontró un nordeste muy
duro y, como las reparaciones efectuadas habían sido tan a la ligera, hubo
de regresar a Mahón a donde llegó el día 10, con tres navíos: uno de 70,
desarbolado, y dos con palos rendidos. Todo el mes de marzo estuvieron
detenidos los ingleses.
Final de la campaña.
Se aprovechó esta momentánea inmovilización de la escuadra británica
para pasar convoyes de aprovisionamiento para las tropas de Italia.
La escuadra francesa salió de Cartagena para Tolón el 4 de abril. La
española efectuó las reparaciones en sus buques. Don Ignacio Dauteville
fue destacado a Tolón con ocho navíos. Navarro salió de Cartagena en el
mes de julio con diez navíos, una fragata y otros buques menores, con
misión de hostilizar a los enemigos e interceptar sus convoyes. Arbolaba su
insignia en el Santa Isabel, por no haber sido posible habilitar el Real Felipe.
Cumplió su cometido y regresó a Cartagena, volviendo a salir el 14 de
agosto, con una misión análoga y volvió con muchas presas. El 17 de abril
había recibido Navarro la noticia del rompimiento de Francia con Inglate
rra. Inglaterra resolvió esta situación de tanta inseguridad para su tráfico
marítimo y puso una fuerte escuadra al mando del almirante Rowley a
bloquear Cartagena. Este bloqueo fue largo. Era mayo de 1746 y aún con
tinuaba (22).
(22) Navarro, en esta fecha, trabajaba en su proyecto sobre el arsenal de Cartagena.
Desde el 1 de marzo de 1748 quedó desembarcado, nombrado comandante general del depar
tamento.
22
2
LA CAMPAÑA
DE DON JUAN JOSE NAVARRO
EN EL MEDITERRANEO...
En la Vista 1.” del Combate de Tolón —grabado de Juan Moreno Tejada— (Museo Naval.
Madrid). Se aperciben las tierras de la Provenza francesa corridas por la banda de babor de
los buques que navegan en línea de combate a un rumbo —por el modo de verse las tierras—
de componentes sur y este. Por el dibujo, más al este que al norte. En modo alguno pueden
navegar las escuadras al NNO como dice algún relato, probablemente equivocado, al transcri
bir la escritura original.
Regusto
de victoria.
Antes de que esto llegase, los españoles tenían muy alta su moral; esta
ban satisfechos de su comportamiento en Cabo Sicié. Les espagnois fiers et
contents d’eux mémes, dice Ségur. Estaban orgullosos de haber rechazado
por dos veces a fuerzas tan superiores, infligiéndoles grandes pérdidas. No
estaban, sin embargo, de acuerdo los nuestros con la actuación de los fran
ceses, pronto se puso de manifiesto un sentimiento de animosidad entre las
dos Marinas, la de ellos y la nuestra, que perduró por mucho tiempo.
Los franceses, en un principio, no acusaron remordimiento alguno. De
Court fue a ver a Navarro en Cartagena y se quejó de que los comandantes
de los navíos españoles, que habían llegado antes que las escuadras, habían
escrito a la corte diciendo que los franceses nos habían abandonado. Nava
rro habría visT .ilguna causa de justificación de su conducta cuando le
replicó que n
ebía hacerse caso de lo que se escribía, que él sólo se
quejaba de quí
hubiese combatido estando a sotavento, contrariamente
a lo previamLi convenido. De Court le dijo que él no había provocado
Ano 1983
23
C. MARTÍNEZ-VALVERDE
el ataque, que eran los ingleses los que lo habían hecho, a lo que Navarro
le contestó que había mil modos de evitar el combate hasta encontrar favo
rable ocasión para emprenderlo —apreciación muy suya, sin duda, ¿ello es
siempre posible?— (23).
Navarro había sido felicitado por muchos comandantes franceses, pero
conforme pasaron los días se fueron agriando más las cosas. Mucho influyó
en el ánimo de los españoles la calumnia infame levantada contra Navarro
por el capitán de navío de nuestra escuadra De Lage, francés de nacimiento
y formación anterior, que ya conocimos al hablar del navío San Isidro,
destacado en Ajaccio. Ya vimos que estaba juzgado como indeseable y que
había entrado en nuestra Armada en contra del consejo del Almirantazgo.
Era en realidad un antiguo contrabandista enriquecido y, además, intrigan
te. Iba de segundo comandante en el Real Felipe y vertió la especie de que
Navarro había abandonado la acción para ir a curarse de heridas leves. La
reahdad, atestiguada por todos, es que había recibido una herida en una
pierna a las dos horas de combate y no había querido retirarse. Después sí
tuvo que hacerlo cuando recibió otra herida cerca de la yugular; y lo hizo
a las cuatro horas de combate, cuando ya casi estaba rechazado el primer
ataque de Mathews. En cambio De Lage sí se había mostrado rñedroso,
escudado tras el cabrestante de proa, y al final tuvo que mandar, al caer
mortalmente herido Don Nicolás Geraldino, comandante del navío, y lo
hizo también medrosamente, conforme atestigua el entonces teniente de
navío Hidalgo de Cisneros, perteneciente a la plana mayor, que estuvo
presente. ¡Así se desfiguran las cosas!: Navarro estuvo a la altura de su
brillante historial militar y se mostró digno de mandar a sus muy valerosos
subordinados, todos ellos testigos de su valor menos el insidioso De Lage.
Navarro fue ascendido a teniente general de la Armada y, considerándo
se victoria manifiesta el haber rechazado por dos veces a fuerzas enemigas
muy superiores, con grandes pérdidas para ellas, le concedió el Rey el título
de Marqués de la Victoria, poniendo así de manifiesto que consideraba
victoriosos esos dos combates, los principales de una batalla general que,
en su conjunto, se puede calificar de indecisa y casi de balbuceante.
Los enemigos son muchas veces buenos jueces de la propia actuación,
especialmente cuando en ellos existe un clima de caballerosidad como había
en los mandos de la escuadra británica, independientemente de la actitud
de su gobierno, cuyas órdenes cumplían. Ellos ensalzan el comportamiento
de los españoles en los combates de Cabo Sicié. El comandante del Poder,
Don Rodrigo de Urrutia, en Mahón, a donde había sido llevado prisionero,
recibió muchos honores dirigidos a su propia persona por su heroico com
portamiento, y también muchas alabanzas dirigidas a Navarro y a sus co
mandantes y dotaciones: Todos los brindis —dice Urrutia— después del Rey
británico eran al almirante Navarro. Todas las sobremesas caían en la Real
y en el valor de los españoles, confesando todos generalmente la superioridad
(23)
Vargas Ponce, panegirista de Navarro, opina que este juicio es equivocado. Dice
que bien manejados los medios de que se dispone puede obligarse a una acción al enemigo.
24
2
LA CAMPAÑA
DE DON JUAN JOSE NAVARRO
EN EL MEDITERRÁNEO...
a ellos mismos, y encendiendo el furor contra quien debiera imitarnos (los
franceses). Por si hubiera duda sobre la actuación de los navíos de Navarro
retrasados en la línea de batalla podemos recoger: Todos los navíos que
estaban a la popa de V. E. —dice Urrutia— hicieron a los enemigos mucho
daño que satisfacen a una voz con dignas alabanzas, confesándole al «Hércu
les» y «Brillante» mucha parte de defensa a la Real, y el fuego de ésta le
llaman fuego de los infiernos —de nuevo esta expresión muy británica.
En el lado inglés.
Otro índice de nuestra victoria es el reconocimiento británico de lo que
ellos perdieron, no solamente en averías y en retirada: perdieron la ocasión
de destrozarnos, como esperaban por la enorme superioridad de su fuerza,
aun sin que tomase parte Lestock, con la retaguardia.
Mathews quitó el mando a Lestock al llegar a Mahón por su pasividad
y le envió a Inglaterra; él recurrió y la Cámara de los Comunes forzó a que
se viesen los acontecimientos en consejo de guerra. Así fueron procesados
dos almirantes, seis comandantes de buque y cuatro segundos comandantes.
Mathews fue declarado inhábil para ejercer cualquier otro mando. El Rey
no quería confirmar esta sentencia para un general que se había batido con
tanta valentía. Ello es cierto y su fama ha pasado impoluta a la posteridad.
No así la de Lestock que fue el blanco de las iras de la opinión pública, a
pesar de resultar absuelto. Basó su defensa en tener izada Mathews la señal
de línea de combate al propio tiempo que la de combatir y atendió a la
primera,jy se le hizo caso! Unos capitanes fueron depuestos y otros despe
didos del servicio. Algunos fueron después rehabilitados. Los de los navíos
de la cabeza de la vanguardia que maniobraron en contra de las órdenes
recibidas, fueron absueltos, por haber evitado con su actuación el envolvi
miento de aquélla iniciado por la vanguardia francesa. Algunos comandan
tes fueron felicitados por su comportamiento en el combate.
Sobre
las averías y bajas.
Largo se haría detallar estos puntos, pero no podemos dejar de hablar
sobre ellos. Por nuestro lado, los buques más maltratados fueron el Real,
el Poder, el Neptuno, el Constante, el Oriente y el í-íércule.r. En total tuvimos
nueve oficiales muertos, de ellos tres comandantes de buques, y ciento
cuarenta individuos de las dotaciones, y diecinueve oficiales heridos y cua
trocientos cuarenta y ocho hombres de las tripulaciones. De los heridos
fallecieron muchos (24).
De los buques ingleses se sabe con menos exactitud, tanto de los destro
zos causados a sus buques como del número de bajas. Sus navíos más
maltratados fueron el Marlborough, que estuvo a punto de irse a pique, el
(24) Era muy grande el número de heridos que morían, muchos de ellos de horribles
astillazos que la precaria sanidadde combate de entoncesera incapazde salvar.
Año
1983
C. MARTÍNEZ-VALVERDE
Namur, insignia, el Princesa y el Somerset. Pero se sabe que otros muchos
fueron muy seriamente averiados. El comandante del Poder dice en su carta
desde Mahón: Entre todos les hemos muerto y herido ochocientos, de los
que pocos viven. Las bajas inglesas. de ser puntualmente ciertas las cifras
anteriores, son mayores que las españolas y ello diría mucho del modo de
combatir de los nuestros. Además, no sirve la mera comparación aritmética
de cifras para graduar la victoria, pues la superioridad de fuerzas inglesas
debía haber supuesto un mayor número de bajas de los nuestros, y, al ser
al contrario, la victoria se refuerza del lado de los españoles.
Datos comparativos.
Hemos expuesto, al hablar de las fuerzas en presencia, el número de
cañones de uno y otro lado, índice de gran impórtancia en la comparación,
siendo el cañón el arma naval por excelencia, y suponiendo una buena
utilización de ella en el conjunto mediante la maniobra marinera.
En la acción principal de la batalla había 812 cañones en los buques
españoles, de menores calibres que los 1.410 de los ingleses. Aparte del
cañoneo a distancia de la vanguardia inglesa contra el cuerpo de batalla de
De Court —con dos de nuestros navíos— y del fuego cruzado entre buques
de la retaguardia británica y los españoles del grupo retrasado, vemos en
el primero de los ataques de Mathews 750 cañones ingleses, contra 368
españoles, y en el segundo ataque, 502 de los nuestros contra casi el mismo
número por parte de los enemigos, salvo los desmontados por el fuego en
una y otra parte. Fue un gran triunfo rechazar por dos veces a los ingleses
con grave quebranto para ellos.
Considerando ahora los buques, Navarro dice en su memorial de 1747
dirigido al ministro Don José de Carvajal que en Cabo Sicié los navíos de
64 cañones y menos, con baterías de 18 y 12 (libras) no podían resistir sin
salir al fin de la línea de combate, porque los navíos ingleses de 90 cañones
y de 70, con baterías de 30 libras y de 18, los pasaron a los primeros bala
zos... Compárese la resistencia del navío «Real» —sigue— en medio de tener
sus baterías de 24, 18 y 12, atacado por cinco navíos, de ellos tres de tres
puentes, con qué constancia se defendió y maltrató a los enemigos, y cuánto
mayor daño les hubiera hecho si hubiera sido artillado de 24 y 24... Los
navíos para la guerra —continúa— han de ser de diferente construcción que
las fragatas o navíos de 60 cañones, con artillería de 18 y 12, buenos, con
los de inferior porte, para solamente el corso y otros usos (no para el combate
entre escuadras)... Un buque de tres puentes de 100 cañones debería tener
—dice— dos baterías de a 24 y la tercera de 12 (25) y los 70 de cañones de
24 y 24 en dos baterías y media... Vemos, pues, qué buques nuestros se
tuvieron que enfrentar con los ingleses en Cabo Sicié, repitiéndose en parte,
(25) Los cañones de mayor peso de bala que 24 libras resultaban demasiado pesados
aun para la primera batería —la baja— y necesitaban mucho personal, por ello el Marqués
de la Victoria no los aconseja ni aun en buques de 100 cañones.
26
.
Núm.2
LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO
EN EL MEDITERRANEO...
en la constitución de nuestra escuadra, el error —por falta de buenos buques
de combate— de Cabo Passaro, independientemente de otros errores de
tipo táctico. La Marina de Felipe V se había constituido en medio de gran
des dificultades y escaseces, partiendo casi de la nada, dado el estado de la
de Carlos II, y los buques de 60 cañones eran el primer paso para acometer
después la construcción de buques mayores; ésros realmente se construye
ron, prueba de ella era el Real Felipe, pero en insuficiente número, y se
necesitaban también los pequeños para hacer la guerra al corso y a la pira
tería en aguas americanas. Buques de la Carrera de Indias hubo en Cabo
Passaro y también los hubo en Cabo Sicié —los marchantes— y hay que
reconocer que si bien no eran fuertes, se batieron como buenos (26).
Consideraciones
finales.
La batalla de Cabo Sicié resuelve transitoriamente las comunicaciones
con el ejército de Italia, mientras los ingleses reparan sus buques y se reor
ganizan. Francia había declarado la guerra a la Gran Bretaña y ello entor
pecía sus planes. De ahí las dos salidas de Navarro desde Cartagena. La
segunda, en el mes de agosto, eficaz por las presas que hizo, fue en realidad
el fin de su campaña mediterránea.
La batalla de Cabo Sicié tiene unas características muy peculiares por
no saberse cuándo y cómo intervendrían los franceses. Estos no toman
parte en los combates principales, tan sólo se limitan a un cañoneo lejano,
en retirada. Sin embargo, sí auxilian después a un navío español cercano
al enemigo, represan a otro, ayudan a los nuestros a reparar las averías y
cubren a la escuadra española en retirada. Es una batalla sui géneris, pode
mos decir, o con Vargas Ponce, muy desemejante a las de su siglo. El inglés
John Clark se expresa: esta batalla se distingue en su modo de ser por circuns
tancias peculiares (This battle distingushed as it is by peculiar circuns
tances...).
Esta acción de guerra naval nos repite una vez más la lección: que hay
que tener buques de combate capaces de hacer frente a los del enemigo
para vencerle —en aquel entonces con cañones de mayores calibres y mayor
número de ellos—. La victoria se obtiene, pese a nuestra debilidad, en una
fracción de la batalla, eso sí, la de combates cruentos.
La Marina de Felipe V necesitaba una victoria sobre los ingleses, batién
dose con ellos entre escuadras de buques de línea (27): la necesitaba para
elevar su moral, tan necesaria como tener buques. Obtenida, nos aferramos
a ella; Navarro, ensalzado por propios y extraños, es promovido a teniente
(26) En su exposición al Rey Carlos III dice el Marqués de la Victoria que los navíos
de 100 cañones y de 90, con baterías de 24 y 24, son los verdaderos navíos de guerra. Así
los construyeron los nuestros por impulso de Jorge Juan. siguiendo el modelo ingles y por el
de Gautier el francés. Por último Romero de Landa españolizó todo y obtuvo buenos tipos
nacionales.
(27) Recuérdese el éxito de la guerra en aguas de América. con numerosas presas hechas
a los ingleses como consecuencia de multitud de combates.
Año 1983
C. MARTINEZ-VALVERDE
general de la Armada y nombrado por el Rey Marqués de la Victoria, para
que quedase el triunfo bien marcado. Navarro es amigo de los Reyes y del
ministro Campillo —los tiempos de la enemistad con Patiño habían pasa
do—; todos tienen verdadero placer en premiarle. La Reina dice: ¡Ya tene
‘nos general de Marina!, lo dice gozosa de tener un general victorioso, pues
generales ya había otros... Navarro, poco después (1750), será director
general de la Armada y más tarde, ya con Carlos III, capitán general de
ella. Sirve con lealtad a tres reyes consecutivos y a la Armada con enorme
espíritu de trabajo, sostenido hasta muy avanzada edad.
Pese a que su campaña de 1774 no fuera todo lo afortunada que hubié
ramos deseado y él merecía, Navarro es una de las figuras señeras de nues
tra Armada por sus servicios en tierra y mar, en paz y en guerra, incluyendo
el principal: la victoria del Cabo Sicié.
BIBLIOGRAFIA
Robert—Naval and Military Memoirs of Great Britain from 1727 to 1783.
Londres, 1804.
CAMPBELL, John—Naval
History. Lives of the English Admirals. 1744.
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desde la unión de los reinos de Castilla
y León. Madrid, 1895-1903.
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del Poder Naval en la Historia. El Ferrol, 1901.
MARTÍNEZ VALVERDE, Carlos—Constitución
y Organización de la Armada de Felipe V.
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VARGAS PONCE, José de.—Vida de Don Juan José Navarro, Primer Marqués de la Vic
toria. Madrid, Imprenta Real. 1808.
28
2
LA TACTICANAVAL EN EL
SIGLO XVI
Ricardo CEREZO MARTINEZ
Capitán de navío
Introducción.
Un buque de guerra es, desde siempre, una posición móvil que puede
orientarse en la dirección más conveniente para que sus armas produzcan
al enemigo los mayores efectos destructivos, una posición que lleva consigo
la capacidad inmediata de reponer sus armas, de aprovisionarse y de reparar
los daños; movilidad, masa de fuego y permanencia son, pues, las caracterís
ticas bélicas de un buque de guerra. El grado de movilidad es el factor que
lo diferencia de cualquier fuerza combatiente terrestre y, actualmente, el
de permanencia lo distingue de cualquier unidad aérea.
Mientras las armas utilizadas que proporcionan mayor masa de fuego,
es decir, mayor capacidad de destrucción del enemigo en el menor tiempo
posible son las esgrimidas por la mano del hombre, la esencia de la táctica
naval, extrapolada de la terrestre, reside en la lucha cuerpo a cuerpo, lo
cual hace necesario el abordaje previo de las naves; esto no descarta el
empleo de armas y objetos arrojadizos durante la fase previa al contacto,
susceptibles de causar la muerte, daño, o dificultar la acción defensiva-ofen
siva del enemigo. Estos elementos arrojadizos cumplen una función de des
gaste anterior al choque decisivo de las armas manipuladas; aunque ese
desgaste, circunstancialmente, pueda ser resolutivo. La similitud combativa
en tierra y en la mar hace que sea norma corriente —aun en el siglo XVI
que los generales dirijan indistintamente la acción de los ejércitos y de las
escuadras cuando se les asigna su mando.
Sin embargo, aunque para combatir en la mar se adopten armas y técni
cas utilizadas en tierra, los progresos y mejoras que éstas experimentan en
la carrera de armamentos de cada época, hacen que su adopción y adapta
ción adquiera facetas peculiares de empleo para conjugar sus efectos con
las características del medio en que se utilizan; como sucede con el aprove
chamiento de la energía cinética producida por la marcha y masa del buque
propio para abordar de proa el costado de la nave adversaria, interponiendo
entre ambos un elemento contundente que cause en aquélla el mayor daño
posible sin sufrir averías la nave propia; este elemento, el espolón, es quizá
la primera de las armas genuinamente navales utilizada por el hombre 700
años antes de Jesucristo (1).
(1)
Año
Bajorrelieve
1983
en el palacio de Sennacherib,
en Ninive.
R. CEREZO MAR TINEZ
A veces la innovación en el ámbito naval de una táctica se debe a la
originalidad de adaptar el combate en la mar a las condiciones en las que
se desarrolla en tierra. Así, los romanos, pueblo de campesinos guerreros
desconocedores de las cuestiones marítimas y navales, para enfrentarse con
los cartagineses construyen una flota a partir del modelo de un buque púnico
adquirido en un naufragio e ingenian un elemento que permita convertir el
encuentro naval en un combate terrestre: proveen a sus buques de pasarelas
—denominadas cuervos, de corvus— provistas de un gran gancho en su
extremo de modo que queden fijas sobre las bordas de los buques enemigos
y puedan ser asaltadas por los legionarios embarcados sin peligro de que se
separen las naves combatientes.
En dos grandes ocasiones (677 y 718), las fuerzas navales bizantinas han
salvado a Constantinopla de caer en poder de los califas; su superioridad
sobre las sarracenas ha sido proporcionada por el fuego griego, un elemento
de composición no conocida hoy con exactitud debido principalmente a la
distinta denominación dada a las materias incendiarias utilizadas en diferen
tes épocas.
Los brulotes —naves viejas o averiadas en combate, cargadas de leña y
ramas de pinos— lanzados ardiendo contra los buques enemigos, aprove
chando el viento favorable, es otro ejemplo de arma naval capaz de causar
la destrucción de los buques enemigos usada desde los tiempos más
remotos (2). Asimismo, para impedir el desembarco de los atenienses en
Sicilia, los siracusanos instalan campos de robustas vigas punzantes clavadas
en los accesos más probables donde puede producirse la invasión; los ate
nienses, a su vez, utilizan nadadores expertos para destruir las defensas ene
migas (3), anticipándose 2.360 años a las tácticas similares usadas en la
segunda guerra mundial.
En los siglos x y xii, la táctica combativa del dromón es igual que la
utilizada anteriormente por la trirreme y la liburna: ataque de proa para
embestir con el espolón y llegar al abordaje con ventaja —si se hunde el
buque enemigo con la embestida— y alcanzar una decisión favorable me
diante la lucha con armas cortas. Durante la fase de aproximación se lanzan
armas arrojadizas y el fuego griego proyectado hacia el enemigo, tratando
de crear una situación ventajosa antes del choque y subsiguiente combate
cuerpo a cuerpo. En el castillo de proa se sitúan unos 40 hombres para
saltar a la nave contraria, apoyados por los que permanecen en el corredor
de crujía, preparados para afluir hacia proa cubriendo las bajas y lanzarse
al abordaje detrás de los del castillo. La cofa, móvil, situada alrededor del
palo, es un puesto defensivo y de apoyo a los combatientes que saltan al
buque adversario. El castillo de popa cuenta con los hombres necesarios
para la defensa del capitán y jefe de la escuadra.
Como puede verse, el sistema defensivo-ofensivo del buque se establece
a base de sostener dos puestos fuertes protegidos —a proa y a popa—, que
(2)
(3)
30
Tucídides,
Ibídem.
Las guerras del Peloponeso.
2
LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI
permiten el encastillamiento de hombres de guerra a la vez que facilitan la
irrupción sobre la nave enemiga mediante el abordaje; los encastillamientos
en las cofas fijas —gavias— y móviles proporcionan cobertura a los defen
sores, atacantes de la cubierta desde posiciones dominantes en altura.
Durante siglos la forma esencial de combatir en la mar no sufre grandes
variaciones. El corto alcance de las armas obliga aún al acercamiento, al
abordaje, a la lucha cuerpo a cuerpo, como acto resolutivo del combate
naval; cualquier alejamiento hace que las armas sean inútiles. El uso de la
artillería en los buques (iniciado al parecer por los españoles en La Rochela
en 1372) dará origen a una evolución lenta en la táctica naval que comenzará
a diferenciarse de la terrestre, pero aún ha de transcurrir mucho tiempo
para que el cambio de táctica diferenciada se produzca y el combate en la
mar adquiera singularidad propia. Entretanto, la artillería cumple la función
de desgaste previo a la acción decisiva del combate, resuelto con armas de
fuego portátiles, sustitutas de las viejas armas arrojadizas. Pero no desapa
rece de inmediato el empleo del arco, la pica y las armas blancas, que siguen
utilizándose en el momento del abordaje. Sin embargo, se depuran las téc
nicas de empleo de buques y armas, se establecen normas para el uso de
ambos y se sistematizan las formaciones y las señales para la marcha y el
combate.
La maniobra.
Las ventajas que comporta el apoyo mutuo de dos o más buques para
ordenar su defensa, o disponerlos de modo que lancen mayor masa de fuego
sobre el enemigo, en determinados sectores, de la que lanzaría uno solo,
se conoce desde tiempo inmemorial. Lo mismo sucede con el empleo de
diferentes clases y tipos de buques para realizar funciones diferenciadas.
Igualmente, el uso de formaciones y dispositivos navales específicos es an
tiguo por cuanto antigua es la necesidad de obtener sectores de máxima
ofensa de las armas. Para la marcha también se traslada a la mar la experien
cia terrestre. En tierra, el orden de marcha de los ejércitos se hace con el
frente que permite la anchura del camino, ordinariamente se dividen en:
vanguardia, cuerpo de batalla y retaguardia; una detrás de otra, colocándo
se para el combate de izquierda a derecha, con la batalla en el centro. Los
dispositivos de marcha se emplean para evitar la sorpresa y permitir el paso
a la formación de combate lo antes posible.
Las evoluciones en presencia del enemigo han tenido lugar en muchas
batallas navales de la antigüedad: los griegos ante los persas en Salamina
aprovechan la geografía para paliar su desventaja numérica; los atenienses
giran en torno a la flota corintia, como un carrusel, en Corinto, y los roma
nos presentan a los cartagineses un dispositivo triangular en Ecnomos, apo
yado por una fuerza de reserva para penetrar en cuña en el dispositivo
enemigo y desorganizarlo. Todos estos son ejemplos que corroboran la
vieja existencia de una variedad de disposición de los buques para un mejor
Año
1983
R. CEREZO MARTINEZ
empleo de la fuerza naval que la experiencia ha sancionado como buenos;
pero en general la maniobra se limita a la ejecución de unos movimientos
preliminares, preparatorios, con el fin de ocupar posiciones iniciales que
faciliten una victoria de forma rápida y completa mediante el empleo de
una fuerza que chocará frontalmente con el adversario.
En un tratado de Arte militar escrito en la época del Emperador Mau
ricio (582-602) se dice lo que sigue respecto a la táctica de combate de los
drómones:
Si los drómones son numerosos es preciso dividir en tres cuerpos (escua
dras) disponiendo cada uno de portador de órdenes y una corneta. Todos,
o al menos la mayor parte de los drómones, deben estar armados de pequeñas
balistas cubiertas por man teletesfabricados de un tejido de cuerdas o de crin;
estas armas están destinadas a rechazar al enemigo que se aproxime a los
drómones durante la navegación. Se les refuerza con castillos defendidos por
un número conveniente de arqueros (...). Cuando se llega al lugar donde
deben estacionarse, se hace una llamada general a todos los buques de la
flota para ver si falta alguno; cuando se ponen en movimiento, los drómones
bogan los primeros y los buques de carga detrás de ellos. Pero éstos son
pesados y tienen la dificultad en seguirlos, es preciso dejar algunos drómones
para escoltar/os. Los buques de carga, separados en divisiones, así como los
transportes de tropas, seguirán el mismo orden de navegación. Su lugar de
acampamento debe ser muy próximo al de los drómones, se tendrá cuidado
de rodearlo de fosos para protegerlo de los intentos nocturnos del enemigo.
Si aparece una flota enemiga y es preciso combatir, los drómones se dispon
drán en línea, conservando entre ellos suficiente distancia para que, bogando
holgadamente, los remos de uno no estorben a los del otro. Así se cubrirá,
si pueden hacerlo sin riesgo, toda la anchura del río; si su número excede al
necesario para una sola línea, se formará una segunda línea, a retaguardia,
a la distancia de un tiro de flecha, y, si es necesario, una tercera (...).
En el siglo x aparecen tratados que apuntan métodos de ataque, defensa,
distribución del personal y estratagemas tácticas, siquiera de forma esque
mática. Así León VI de Bizancio —denominado el Filósofo— en su Tratado
de Táctica —Instrucción XIX— señala la distinción entre el orden de mar
cha y el de combate. Respecto a este último dice: Podéis ordenar vuestra
flota en forma de «U», de manera que las galeras, colocadas una al lado de
la otra, avancen como dos alas o dos manos. Cuidaréis de colocar las mejores
y las más bien armadas preferentemente en las alas. La capitana estará en el
fondo cóncavo, desde donde podréis verlo todo con facilidad y dar vuestras
órdenes. Esta disposición semicircular es la más propia para envolver al
enemigo, y tiene además muchas ventajas para la retirada (...). Podréis tam
bién ordenaros en línea recta (...). Según el número de barcos que se tengan
se han de formar en dos o tres líneas. Cuando la primera de ellas está empe
ñada en el combate (...) las otras se deslizan a derecha e izquierda para
arrojarse sobre los flancos o sobre las partes traseras, de suerte que los ene
migos no puedan parar este nuevo ataque.
32
2
LA
TACTICA NAVAL
EN EL SIGLO XVI
Para proporcionar defensa a las armadas se usan dispositivos de explora
ción que comunican los movimientos del enemigo mediante señales de
humo o espejos heliógrafos; en caso de emergencia utilizan escudos y espa
das bruñidas. Los buques exploradores, ordinariamente en número de cua
tro, van escalonados en profundidad de modo que los más alejados estén a
una distancia equivalente a una hora de navegación, período de tiempo
suficiente para alistar la fuerza para el combate.
El orden normal de combate es la falange recta, y las formaciones cón
cava y convexa. La falange recta, utilizada generalmente cuando combaten
naves redondas, sitúa los buques en tres o más filas ocupando la primera
fila los buques de mayor porte y mejor armados. En la formación cóncava
estos buques se reparten en las dos alas y en la convexa se colocan en el
centro: estas dos formaciones circulares son, ordinariamente, las que utili
zan las naves largas, propulsadas a remo, cuando se trata de penetrar en la
formación enemiga o envolverla por flancos, respectivamente. La falange
recta tiene aplicación en los casos en que predominando la masa propia de
las naves redondas se prefiere el ataque frontal, aconsejado también por la
escasa facultad de maniobra que durante el combate proporcionan los siste
mas vélicos y de gobierno en esta época.
Los buques más débiles, los transportes y los avisos se colocan detrás
de la línea de combate con objeto de que actúen de fuerza de socorro
suministrando hombres y armas donde hagan falta.
A veces las naves redondas, fondeadas, se amarran unas a otras, utilizan
do palos y antenas para asegurar la firmeza del dispositivo, ofreciendo al
enemigo uña fuerza encastillada, defensiva, que sirve de apoyo a las embar
caciones, atacantes propias que pasan entre dos buques para hostigar al
enemigo y regresar a buscar abrigo dentro del recinto marítimo protegido
cuando son perseguidas. También se utiliza la sambuca (4), consistente en
el abarloamiento de dos buques largos de modo que los remos de las bandas
exteriores se utilizan para impulsar al conjunto. Con ello se duplica la capa
cidad combativa en el ataque a la vez que se incrementa la fuerza viva de
la embestida contra el costado de la nave enemiga.
En ocasiones se emplea la formación triangular como una variante de
la convexa en la que se refuerza la retaguardia para trazarla en masa sobre
los buques enemigos, por las alas y el centro una vez el vértice adelantado
ha roto la formación adversaria.
En todo caso, el propósito de estas formaciones no es otro que lograr
una superioridad en efectivos humanos sobre el enemigo para vencerle en
una forma de combate en que la fuerza, la ira y la temeridad privan sobre
cualquier consideración especulativa de tipo táctico-naval, lejano aún en el
tiempo, pero los mandos navales de escuadras y buques tienen ideas empí
ricas sobre la posición, la defensa y el ataque del combate de nave contra
nave y escuadra contra escuadra. No existe, depurado por el estudio, ese
(4)
A. Jal, Archeología Naval.
Año 1QS
R. CEREZO MARTÍNEZ
conocimiento teórico de lo que se ha de hacer en cada situación para lograr
el fin propuesto, pero se sabe que la destrucción del enemigo es necesaria
para alcanzar la victoria. También se sabe sacar partido de la sorpresa, bien
utilizando medios y armas desconocidos por el enemigo o atacándole donde
y como no lo espera. Y se atacan fuerzas enemigas con decisión si se tiene
superioridad sobre ellas, es decir cuando se pueden concentrar los esfuerzos
propios para obtener la victoria.
Buques y armas;
su empleo en combate.
A comienzos del siglo xvi no existe diferencia entre los buques de guerra
y los dedicados al comercio; sin embargo, esta afirmación pierde generali
dad cuando se refiere a la galera, buque esencialmente preparado para
combatir más que para transportar carga destinada al tráfico mercantil.
Concretamente en el Mediterráneo, la galera renace como arma de guerra
reactualizada por los otomanos, después de haber quedado un tanto despre
ciada por las naves de propulsión vélica. Estas, por el contrario, son más
susceptibles de empleo mixto y se precisará el transcurso del siglo para que
su diseño y construcción se haga con vistas a uno u otro fin.
Este renacimiento de la galera, en un ámbito marítimo —como el Medi
terráneo— donde la navegación es prácticamente costera y está sometida a
un sistema irregular de vientos, alcanza a toda una familia de buques diver
sificados que conservan en común la propulsión básicamente rémica, la
ligereza y la maniobrabilidad. Son las: galeras —sutiles y bastardas—, galeo
tas, fustas, bergantines y fragatas; diferenciadas en cada una de sus clases
según características propias de las regiones mediterráneas en que se cons
truyen, tanto en lo referente a la superestructura —más alterosas las del
Mediterráneo occidental que las del oriental— cuanto al armamento.
Las galeras emplazan su artillería principal a proa para hacer fuego en
caza, montadas las piezas sin más posibilidad de orientación que el rumbo
de la nave en cada momento, y con puntería en elevación fija preparada
—mediante cuñas— para hacer fuego a una determinada distancia. El nú
mero de piezas suele ser de 3, 4 ó 5, combinando las de tipo culebrina, de
gran alcance unos 2.000 metros máximo- con las de tipo cañón, de
menos alcance —unos 1.500 metros máximo- y los del tipo pedrero, de
menor precisión que las culebrinas y los cañones y también de menor alcan
ce —unos 600 metros— pero de efectos más dispersos.
Esta variedad de armamento capacita a las dotaciones artilleras para
hacer fuego a diferentes distancias con finalidades tácticas perfectamente
diferenciadas y con arreglo a las distintas situaciones y fases del combate.
Cabe advertir, sin embargo, que la lentitud con que se realiza la carga de
las piezas y el peligro que han de soportar los artilleros para efectuarla,
raramente permiten hacer fuego más de una vez durante la fase de aproxi
mación.
34
2
LA
TACTICA NAVAL
EN EL SIGLO XVI
En cuanto a la artillería secundaria, las galeras occidentales —denomina
das ponentinas— montan esmeriles y falconetes en la popa, uno a cada
banda y dos o más en cada costado (instalados muchas veces con carácter
de eventualidad) para rechazar desde la popa y el través los intentos enemi
gos de abordaje; porque no hay que olvidar que el sector de mínima ofensa
de la galera es el correspondiente a popa y que el ataque y abordaje por
este sector es la forma más eficaz de lograr una ventaja táctica inicial. Con
estas armas orientables a mano se trata de reforzar la defensa siquiera para
hacer frente a la fase de abordaje y asalto en los sectores más vulnerables
de la galera.
Entre esta artillería menuda que montan las galeras se incluyen también
los mosquetes de posta. Su número es variable y oscila entre los diez y los
cuarenta, ubicados en las bandas con el fin de ocasionar bajas en las dota
ciones enemigas a partir del momento en que entran en su alcance efectivo
(unos 200 metros).
Las armas de fuego portátiles son los arcabuces, cuya función de desgas
te, similar a la de los mosquetes, hace que ambos tipos de armas formen
parte, en las galeras, en proporciones variables a fin de equilibrar los efectos
tácticos ante cada situación concreta. El arma arcabuz es tanto o más varia
da que el mosquete; sin embargo, puede decirse que el normal pesa unos
23 kilogramos y es capaz de lanzar una pelota de plomo de 28 gramos, como
alcance máximo, a unos 600 metros de distancia. Su alcance eficaz es de
poco más de 50 metros.
Las galeras otomanas emplazan un cañón a crujía, con proyectiles cuyo
peso, según el tipo de pieza, oscila entre 23,8 y 27,6 kilogramos; cuatro
piezas del tipo lombarda o pedrero flanqueando (dos a cada lado) el cañón
de crujía, y doce esmeriles. Sin embargo, este artillado no puede generali
zarse para todas las galeras otomanas, pues en orden a aligerarlas de peso,
en beneficio de la velocidad, muchas de ellas solamente móntan tres piezas
principales: un cañón de crujía flanqueado por dos pedreros o lombardas.
Respecto al armamento portátil cabe señalar que si en 1570 en las galeras
ponentinas y venecianas se han desechado ya el arco y la ballesta y se han
reemplazado por el arcabuz, en las otomanas aún se utilizan por considerar
que el tiempo de carga de un arcabuz permite disparar varias veces una
ballesta o un arco, proporcionando mayor masa de fuego. Pero lo cierto es
que la evolución del arte de la guerra reclama ya un número creciente de
armas de pólvora para incrementar la eficacia destructiva frente al enemigo.
Como las galeras inician el combate arrumbando hacia el enemigo a la
mayor velocidad posible, durante la fase de aproximación tratan de producir
el mayor número de daños y bajas al enemigo disparando en primer lugar
las piezas de mayor alcance, las culebrinas, cuando el enemigo cae dentro
de su radio de acción, y se prosigue haciendo fuego con las de alcance
medio, los cañones, para finalizar la fase con los pedreros, mosquetes, arca
Ano 183
R. CEREZO MARTÍNEZ
buces (ballestas y arcos mientras están en uso). Pero esta táctica de tipo
general es aplicada con distintas modalidades según el crtiterio del capitán
general que manda cada armada.
Don García de Toledo, experto en la guerra naval de la época, aconseja
en carta fechada el 13 de septiembre de 1571, a Don Juan de Austria sobre
si la artillería se ha disparar primero en nuestra armada o se ha de esperar
que lo hagan los enemigos. Y así digo, Señor, que no pudiéndose tirar dos
veces como realmente no se puede sin grandísima confusión, lo que conven
dría hacer a mi juicio es lo que dicen los herreruelos, que han de tirar su
arcabucejo tan cerca del enemigo, que salte la sangre encima, de manera que
confirmando esta opinión digo que siempre he oído a capitanes que sabían
lo que decían, quel ruido de romper los espolones y el trueno de la artillería
había de ser todo uno o muy poco menos; y así seríq yo de esta opinión y
que no se debe solo cuando debe V.A. mandar el fuego. Y respondiendo a
los que di/esen que el disparar primero causa confusión en los enemigos, digo
que les causará ánimo si dejase de hacer efecto el disparar de nuestra parte
primero (...). Tengo por muy provechosos ciertos esmeriles como falconetes
puestos en crujía sobre caballetes, que se pueden girar a una parte y a otra,
que pueden jugar por encima la pavesada, porque esta artillería menuda
puede hacer muchos tiros, y la gruesa no por el peligro con que saldría a
cargar el artillero.
La fase decisiva se inicia con el abordaje de galera a galera para destruir
la palamenta, quebrantar el casco y desorganizar la defensa del buque abor
dado, mediante el impulso que les proporciona la fuerza viva del choque
concentrada en el espolón, que se prolonga unos seis metros por delante de
la proa.
En las primeras décadas del siglo xvi se aceptan como principios de
combate tres ideas básicas: constituir un grupo de naves de reserva para
lanzarlas a la pelea en el momento crítico; atacar en masa contra el grueso
enemigo sin distraer acciones en combates parciales; hacer fuego con la
artillería a corta distancia instantes antes de iniciar el abordaje.
Después del abordaje, mientras se pelea cuerpo a cuerpo con picas y
espadas, a tiros de arcabuz, mosquete y ballesta, se intentará también pro
ducir orificios en los cascos de los buques enemigos empleando nadadores
y pequeñas embarcaciones, se lanzan estopas encendidas, jabón para hacer
resbaladiza la cubierta y. en fin, se usa todo aquello que sirve para destruir
al enemigo o dificultarle sus condiciones de combate.
La defensa pasiva reside en disponer de galeras con costados robustos
y resistentes, y en el uso de las pavesaduras y tablas que protegen al personal
contra la acción de las armas enemigas. Los grupos de hombres encargados
de la defensa activa procuran impedir el uso de todas las armas disponibles,
la penetración de los grupos asaltantes hacia popa aprovechando las venta
jas de los bastiones naturales de la galera: arrumbada, fogón, esquife y
carroza; que permiten hacerse fuertes y, en su caso, reaccionar rechazando
al enemigo e introducir en su galera los grupos de asalto propios.
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2
LA TACTICA NAVAL
EN EL SIGLO XVI
De mayor porte y potencial artillero que la galera es la galeaza. Pero
conviene advertir que únicamente se hace referencia en este ensayo a la
galeaza veneciana, distinta de la llamada galeaza de Don Alvaro de Bazán,
que es un buque concebido para el Atlántico, en el que su propulsión es a
vela, excepcionalmente a remo, y con mayor potencial artillero que la vene
ciana: cien piezas de artillería de hierro y metal grandes y chicas.
Las galeazas venecianas cuentan con casi treinta piezas, incluidas las de
tipo culebrina, falcón, cañón y pedrero, además de gran número de mosque
tes de posta (de menor alcance que los esmeriles y capaces de lanzar proyec
tiles de 6 a 8 onzas). Según Olesa, las galeazas de finales del siglo XVI
disponen a proa: dos culebrinas de 40 (proyectil de 19 kilogramos), dos
culebrinas de 20 (proyectil de 9,54 kilogramos), dos culebrinas de 14 (pro
yectil de 7,2 kilogramos) y dos pedreros de 12; en las bandas, dos cañones
de 30 (proyectil de 14,3 kilogramos), seis cañones-cJe 20 y dos pedreros de
12: y a popa, dos culebrinas de 14, dos falcones de 6 (proyectil de 2,9
kilogramos) y cuatro pedreros de 12. Todo esto, además de los correspon
dientes mosquetes dispuestos a lo largo de las bandas.
Los otomanos disponen de una galera de gran porte, la mahuana (maho
na), que se emplea como galera de fanal, e incluso como buque de apoyo
artillero, igual que la galeaza, reforzando su artillería. Sus piezas se distri
buyen: un cañón de crujía, capaz de disparar proyectiles de 23,85’kilogramos, seis piezas del tipo lombarda, con proyectiles de unas 10 ó 12 libras
(4,6 a 5,5 kilogramos) y doce del tipo esmeril.
Se hace notar, sin embargo, que el artillado descrito para las galeazas
no agota las combinaciones ni el número de piezas que monta este tipo de
buque, pues a medida que transcurre el tiempo su potencial artillero se
incrementa notablemente.
La galeota es una galera cuyo porte, dimensiones, artillado, dotación y
aparejo se han reducido prácticamente a la mitad. Sin embargo, existen
galeotas que difícilmente se pueden diferenciar de las galeras pequeñas.
Carecen de corulla, con lo que su batería queda a descubierto, y para el
combate no levantan pavesadura: De ordinario montaban tres piezas, una,
la mayor, en crujía, y otras dos, más pequeñas, destinadas a lanzar cadenas
y metralla, a banda y banda de aquélla. La galeota otomana estaba ordina
riamente artillada con un cañón de crujía, dos lombardas y cuatro esmeriles.
Las funciones de la galeota, por ser un buque veloz, son la incursión y
el ataque al tráfico o a galeras aisladas o navegando en número reducido.
En el combate entre armadas las galeotas se suelen disponer en las alas,
para tratar de envolver al enemigo, o en los lugares en que los bajos fondos
no permiten la navegación y maniobra de las galeras.
La fusta es una embarcación abierta y sin carroza, más veloz y maniobre
ra que la galeota, en la que todos los hombres de la dotación participan en
la boga y el combate para atacar a su presa o escapar de sus perseguidores.
Monta una sola pieza artillera y a veces dos; la fusta otomana dispone de
un cañón de crujía y cuatro esmeriles.
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1983
R. CEREZO MARTÍNEZ
El papel de la fusta se aplica fundamentalmente a la actuación en corso
y la incursión. En el combate entre armadas desempeñan una función simi
lar a las galeotas, principalmente atacando a las galeras dañadas en la pelea
y que ya no merecen los esfuerzos de otros buques mayores para destruirlas
o apresarlas.
El bergantín es un buque abierto, como la fusta, pero es más pequeño
que ésta y carece de crujía (pasarela situada a lo largo de las galeras, galeo
tas y fustas que permite a la dotación desplazarse de proa a popa sin estorbar
la boga). Su artillería, que es de calibres pequeños, consiste en una o dos
piezas del tipo esmeril, instaladas a proa.
El bergantín es más rápido y maniobrero que los buques anteriormente
descritos, pero es poco seguro ante el mal tiempo. Su dotación está formada
por hombres voluntarios, es decir, carece de forzados o esclavos y todos
actúan en la boga y en combate.
Su función es eminentemente corsaria y pirática, mas actúa también
como buque de vigilancia, reconocimiento y aviso, junto con los buques de
mayor porte.
La fragata es aún más pequeña que el bergantín y también de banco
corrido como éste, pero los remos son accionados por un solo hombre. Su
construcción es robusta y sus formas diseñadas para lograr velocidades ma
yores que el bergantín e incluso disponer de más capacidad de maniobra.
Se emplea para desempeñar múltiples funciones: transporte de mercancías
y hombres, banquero de soldados durante el combate, acopiar información
y transmitir avisos y noticias. Su dotación está compuesta por voluntarios.
Ni la fragata ni el bergantín que aquí se mencionan son los buques
veleros que más tarde se harán de uso general en la guerra naval, sino
buques mediterráneos propulsados esencialmente a remo y cuyo aparejo de
navegación está constituido por vela latina.
La nave propulsada a vela exclusivamente, es un tipo de buque en cuya
denominación se incluyen embarcaciones distintas: naos, carracas, galeo
nes, galeoncetes, filibotes, urcas y, más tarde, fragatas. En general, se cono
cen estos buques con la calificación común de bajeles y se utilizan indistin
tamente para transporte o para participar en combates navales, lo cual no
impide que se construyan naves cuyo fin exclusivo es hacer la guerra.
Como buques de guerra. su potencial. militar reside en su gran capacidad
artillera, lo cual no impide que durante el siglo XVI la fase decisiva del
combate entre las naves se resuelva también mediante el abordaje y la
consiguiente lucha cuerpo a cuerpo.
En los bajeles se sitúa la artillería, inicialmente, en los castillos de proa
y popa, orientada en dirección transversal; las piezas se montan en baluartes
para proteger el personal artillero. Hacia 1500 aparecen las portas en los
costados de la nave para sacar las bocas de fuego, pero se siguen conservan
do los pequeños cañones en el castillo y toldilla para defenderse del asalto
lanzado desde buques enemigos.
38
2
LA TACTICA NAVAL
EN EL SIGLO XVI
Por su movilidad estrategica, el bajel es un buque más propio del Atlán
tico que del Mediternineo, ímhito el de este mar donde cumple en el com
bate, muchas veces, una función auxiliar de la galera: para evitar el envol
vimiento por parte del enemigo. mediante escuadras de bajeles; situando
estas escuadras en una formación frontal, delante de las escuadras de gale
ras, en un papel similar al de las galeazas; u operando en acción de desgaste
contra los dispositivos enemigos. En todo caso, el viento es un factor deter
minante que limita en gran medida las posibilidades de empleo conjunto de
naves y galeras.
La carraca es una gran nao, lenta y pesada de origen mediterráneo,
diseñada para el transporte de grandes cargas. En la guerra se utiliza como
buque artillero, soporte de formaciones de combate; también se emplea
como transporte de hombres de guerra e impedimenta.
Poco antes de mediado el siglo, aparece en España el galeón, nave
concebida a partir de la galera y que. por tanto, ofrece menos obra muerta
y forma más alargada que lo hace más maniobrero y veloz. Su popa alterosa
lo faculta para dominar la situación a su alrededor durante el combat,
facilitando al mismo tiempo el acceso al abordaje del buque enemigo. Su
artillería es potente y se distribuye en varias cubiertas, en la popa y, en
algunos galeones, en la estructura popel orientadas sus piezas pequeñas
hacia el alcázar propio para barreno en caso de ser abordado.
Más afinados y maniobreros que los galeones, provistos de artillería
media de mayor alcance que la pesada, son los filibotes y los galeoncetes,
éstos darán origen a las fragatas atlánticas, distintas a las de la familia de la
galera. La zabra cantábrica y la urca, aunque no propiamente naves para
la guerra, se utilizan para fines bélicos integrados en flotas y armadas.
Como naves auxiliares se utilizan los pataches, para misiones de aviso y
vigilancia, las tafurcas para el transporte de caballos y las barcas o chalupas
destinadas a efectuar operaciones de desembarco en costa hostil.
Formaciones
y dispositivos.
Dado que la resolución de los combates en la mar depende del complejo
buque-armas, los cambios experimentados por cualquiera de sus dos compo
nentes influyen en la disposición de los buques para obtener mejores resul
tados en la defensa y en el ataque. En el siglo xvi el progresivo empleo de
las armas de fuego, cada vez más diversificadas, condiciona las formaciones
y dispositivos navales, pero los órdenes de batalla en la mar dependen más
que nada de la imaginación de los generales y de su habilidad personal. Se
considera como una ventaja situarse a barlovento del enemigo y combatir
con el sol por la espalda, pero son pocos los que tienen un conocimiento
táctico como fruto de un pensamiento doctrinal depurado.
Mediado el siglo, las ideas de rapidez y flexibilidad en la maniobra,
introducidas por Don Gonzalo Fernández de Córdoba en sus campañas de
Italia. aplicadas y ampliadas posteriomente por los generales españoles en
Año
1Q83
R. CEREZO MARTÍNEZ
Flandes, se trasladan a los combates en la mar, y se inicia una evolución en
la táctica naval que, con el aumento creciente del alcance de las armas, la
diferenciará cada vez más de la terrestre. No significa esto que la evolución
del pensamiento naval hacia una técnica distinta de la terrestre tenga como
origen exclusivo la experiencia española. El profesor Olesa encuentra una
íntima relación entre la caballería, núcleo de los ejércitos de la estepa, y las
fuerzas navales. Turcos y mongoles, procedentes de los grandes espacios de
la estepa centroasiática, asientan básicamente su poder militar en una bien
organizada caballería. Esta, con su velocidad estratégica, su capacidad de
maniobra y su ímpetu resolutivo, constituye én terreno firme despejado, un
magnífico instrumento de dominio, pero su capacidad de acción se anula
ante las masas de aguas fluviales o marítimas. Corresponde a los turcos y
mongoles el mérito de no haber retrocedido ante el obstáculo y haber adap
tado su fuerza a las nuevas circunstancias, creando una marina. En efecto,
los turcos, con la aportación de su experiencia ancestral esteparia, han
trasladado a la mar la vivencia de movilidad táctica, en contraste con el
estatismo terrestre con que se producen los enfrentamientos navales, moti
vando una renovación de consideraciones operativas aplicadas en la mar,
desconocidas hasta entonces.
El empleo de las armas de fuego influye, por supuesto, en la disposición
de los buques para el combate. Los de propulsión rémica y los impulsados
por medio de las velas ofrecen sectores ofensivos muy particulares que
condicionan el emplazamiento en la artillería: en las galeras, es en la proa
donde se instalan las piezas de mayor calibre, lo mismo que en las galeazas,
aunque están también artilladas en sus costados con piezas de calibres me
nores; en las naves, galeones, y demás buques a vela, los sectores de máxima
ofensa son los costados. Como resultado de ésto, las formaciones de comba
te de las galeras, galeazas y galeotas tendrán como base la línea de frente,
de la que se derivarán casi todas las demás, y las de galeones y buques de
vela la línea de fila con todas sus variantes. Se trata de cubrir los sectores
muertos sobre los cuales pueda el enemigo concentrar su esfuerzo para
lograr una decisión favorable.
Los sectores muertos de los buques afectan tanto a la disposición de
éstos para el combate como a la dirección del movimiento de aproximación
respecto al enemigo (u objetivo): en las galeras el máximo sector muerto
es el correspondiente a popa, por cuya razón la entrada de caza en el
combate es la más favorable para el atacante ya que la atacada sólo puede
oponer, como máximo, un par de falconetes o esmeriles al sector de máxima
ofensa de la galera perseguidora, que puede utilizar en la fase de aproxima
ción, sucesivamente, las piezas tipo culebrina, y, al cerrar las distancias, las
de tipo cañón.
En los buques propulsados a vela, los sectores muertos están a proa y
popa por ser escaso el armamento artillero que se instala en ellos. A comien
zos del siglo xvi la artillería se emplaza en el castillo y la toldilla —aunque
orientada hacia las bandas—, pero más tarde se distribuye en las cubiertas:
40
2
LA
TACTICA NAVAL
EN EL SIGLO XVI
la de mayor calibre en las bajas y en las altas la de menor. Con esta dispo
sición artillera en las bandas, la maniobra para presentar el sector de máxi
ma ofensa consiste ensituarse a barlovento del enemigo para estar en con
diciones de adoptar un rumbo que permita cortar la proa al buque o forma
ción enemiga y atacar por sri sector de mínima ofensa. Como norma gene
ral, la artillería situada en las cubiertas bajas dispara contra el casco para
abrir vías de agua en él y provocar el hundimiento del buque enemigo; y
la emplazada en la cubierta alta sobre los palos y aparejo para desmantelarlo
dejándolo sin gobierno.
La defensa del bajel atacado se basa en maniobrar de modo que se haga
perder barlovento al enemigo y presentar a éste una banda, sector de máxi
ma ofensa. El abordáje se repele, como en las galeras, con fuego de arcabu
cería y mosquetería y, en última instancia, con las armas blancas.
Alonso de Chaves, en su Espejo de Navegantes —1530—, explica, apli
cados a los bajeles, la guerra o batalla que se da en la mar, la forma de la
batalla y manera de pelear, la batalla de una escuadra contra otra, etc., en
todo similares a las galeras, es decir una acción de desgaste del enemigo
mediante armas de fuego durante la aproximación, y una fase de combate,
con las naves aferradas, en la que se emplean toda clase de armas, táctica
ésta en la que los tercios españoles embarcados no tienen rival, y razón por
la que sus enemigos se esforzarán en eludir el abordaje y tratarán de obtener
una decisión favorable mediante la acción a distancia, o sea, con el empleo
de la artillería.
Aunque las cualidades combativas de las galeras y las naves son básica
mente distintas, existen agrupaciones de combate en que se conjugan las
ventajas de ambos. Generalmente las galeras se ordenan en una o más
líneas paralelas, navegando en línea de frente o marcación pero de forma
que se concentre hacia una dirección proel el mayor volumen de fuego; las
naves se suelen situar en los extremos de las alas (cuernos) para reforzarlos
y evitar el envolvimiento por parte del enemigo mediante un eficaz uso de
su artillería. Naturalmente, las condiciones de viento, profundidad y proxi
midad de la costa son factores que condicionan la inventiva y experiencia
del capitán general de la armada para disponer sus buques para el combate.
La marcha de las galeras es usual hacerla en línea de fila, línea de
marcación, en rombo, o en orden de patulea (formación libre en la cual
navegan los buques sin alineación fijada pero condicionados a mantenerse
detrás del que ostenta fanal y delante del que navega en retaguardia). Cuan
do el número de buques es grande, la marcha se realiza adoptando un
dispositivo compuesto por varias líneas de fila paralelas (formación en co
lumnas), o en línea de marcación por escuadras.
Adelantado respecto a la marcha se suele destacar un grupo de galeras
en misión de descubierta para prevenir cualquier encuentro inesperado con
el enemigo o explorar en una determinada dirección; este grupo ocupa
Año
1983
R. CEREZO MARTÍNEZ
posiciones adelantadas entre 15 y 30 millas durante el día y de 8 a 111en la
noche o en períodos de poca visibilidad. Cerrando la marcha navega la
retaguardia, una de cuyas misiones es prestar auxilio, remolcar a las galeras
retrasadas, y señalar el fin de la formación.
oto o
1 20 A 30 MILLAS DE DIA
8 A 10 MILLAS DE NOCHE
o
o
o
o
DISPOSITIVO DE MARCHA
CON GRUPO DE EXPLORACION
El orden de combate y el de marcha son, pues, distintos y existen señales
preestablecidas en cada escuadra y armada para pasar de uno a otro y
establecer el entendimiento entre buques y formaciones durante la navega
ción. En carta de 12 de agosto de 1571 dice Don García de Toledo a Don
Juan de Austria: es imposible sobre casos inciertos y que suceden de una
hora y de un punto a otro, como V.A. sabe mejor, dar reglas ciertas a que
estuviere ausente, mayormente en casos semejantes. y por eso hallándome yo
tan lejos no sabría secutar ni poner por obra a mi satisfacción lo que se me
manda en este particular. Si esto consiste en la navegación, aunque yo no lo
escribiere, tiene V.A. personas pláticas cabe si que lo podrán acordar; pero
si se desea que yo lo haga, todas las galeras de la armada tienen los capítulos
42
LA
TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI
y contrasendos con que yo navegaba (Don García fue antaño Capitán Gene
ral de la Mar) para la inteligencia de los unos y los otros, y cosas que tocaban
a la navegación; y cuando eso faltase, que es imposible, podríalo enviar que
sería lo mismo que estar ahí. Las señales se hacen a la voz mediante trom
petas y tambores, luces y llamas, tiros de cañón y banderas, según sea de
noche o de día.
La línea de fila para la navegación, y la de frente para el combate, en
los buques a remo, parecen ser las formaciones navales más antiguas de la
historia del arte de la guerra en el mar, que han servido de base para
adoptar otras, como variantes, que la experiencia ha ido introduciendo a
través de los tiempos para afrontar situaciones diversas.
De la línea de fila a la de marcación, que facilita el apoyo a cada buque
con el armamento proel del que le sigue en la formación, solamente hay un
paso cuya justificación táctica está previamente demostrada en las formacio
nes de los ejércitos de tierra. En la edad de oro de los buques de remo se
dispone de varias formaciones de combate típicas que sirven de base para
que los generales de mar dispongan de un mínimo de fórmulas para adoptar
sus propios dispositivos.
LINEA DE MARCACION
,A
/
,‘
FORMACION
Año 1983
EN ROMBO
LINEA
DE FILA
LINEA
DE FRENTE SV1PLE
c
oxx ooo ooo
ALA IZQUIERDA
CENTRO O
BATALLA
ALA DERECHA
LINEA DE FRENTE COMPUESTA
43
R. CEREZO MARTÍNEZ
En las agrupaciones de cuatro buques (mandadas por un cuatralbo) es
frecuente adoptar la formación en rombo que permite facilitar apoyo a la
galera que navega adelantada por parte de las dos que navegan por sus
aletas, y todas lo reciben de la que marcha cerrando la formación, Con esta
disposición en rombo se obtiene flexibilidad para hacer frente a los ataques
procedentes de cualquier dirección, mediante una simple conversión que
sitúe a los buques orientados hacia el lugar de donde viene la amenaza.
Si ante una situación es preciso adoptar dispositivos más complejos, se
dispone el conjunto de formaciones o cuerpos de combate de modo que se
puedan graduar esfuerzo y apoyo, aprovechando la movilidad que permite
la maniobra. Así, de la línea de frente simple se deriva un dispositivo
frontal compuesto de tres cuerpos (ala o cuerno izquierdo, centro o batalla,
y ala o cuerno derecho) que aseguran la capacidad de choque con la posibi
lidad de envolvimiento por parte de las alas.
De la línea de frente se deriva la lúnula, dispositivo semicircular cuyas
alas o cuernos avanzados facilitan la función envolvente contra los flancos
del. enemigo. En esta disposición se puede articular la fuerza de modo que
los buques más maniobreros actúen en las alas y los más poderosos en el
centro para aguantar al enemigo; aunque naturalmente, esta no es una
norma rígida y existen ocasiones en que las alas se refuerzan con algunos
de los más poderosos y en la batalla se sitúan también los más débiles.
Para oponerse a la lúnula surge el dispositivo semicircular inverso, el
arco, con el centro avanzado hacia el enemigo, que permite orientar el
máximo poder ofensivo proel en cada una de las direcciones en que atacan
los distintos cuerpos de combate (ala izquierda, centro y ala derecha) del
enemigo.
Una ampliación de la formación en lúnula simple es el dispositivo en
lúnula compuesta, que no es más que una formación en línea de frente
compuesta con las alas adelantadas. El desplazamiento de las alas, en ade
lanto o en retraso, obedece a una adaptación táctica a las circunstancias de
defensa o ataque que se presentan en cada situación concreta: con el avance
de alas se trata de envolver al enemigo, con el retraso de ellas se pretende
detener ese envolvimiento y proteger el centro del dispositivo evitando que
el enemigo ataque a los buques que navegan en él.
Estos dispositivos frontales pueden reforzarse con buques dispuestos en
dos o más líneas, en profundidad, para dar más consistencia a la línea
simple. (Los griegos en Salamina adoptan un dispositivo en forma de lúnula
formado por dos líneas, y los persas el inverso con tres. En Actium, Octavio
dispone a sus buques también en lúnula, con dos alas y centro, reforzado
con una segunda línea y Antonio le opone el inverso, también con tres
cuerpos y dos líneas, apoyada por una tercera —con los buques de Cleopa
tra— en que los buques forman un solo cuerpo). La lúnula y su dispositivo
inverso el arco admiten también la variante de dos cuerpos de batalla en
vez de tres.
44
2
LA
o
TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XV!
OOOO
ALA IZQUIERDA°
CENTRO
AA CO
LUNULA
ALA DERECHA
O BATALLA
COMPUESTA
LUNULASIMPLE
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,
TENAZA
CUÑA
TRIANGULO
Ó
ox
VANGUARDIA
ALA
IZQUIERDA
CENTRO
O BATALLA
VANGUARDIA
ALA DERECHA
ALA IZQUIERDA
SOCORRO
CENTRO
O BATALLA
ALA DERECHA
SOCORRO
SOCORRO
RETAGUARDIA O SOCORRO
DISPOSITIVO EN AGUILA O CRUZ
Año
1983
VARIANTE DE AGUILA O CRUZ
45
R. CEREZO MAR TINEZ
Una modificación basada en el erizo consiste en avanzar los extremos
interiores de las alas; es la cuña, que permite penetrar en profundidad en
el dispositivo enemigo. Las dos alas de la cuña suelen apoyarse con una
tercera formación, situada a popa en línea de frente, que asegura reponer
el desgaste de las alas con hombres de guerra o mediante la acción misma
de los buques acudiendo donde las pérdidas lo hagan aconsejable. Este
dispositivo en triángulo es adoptado por los romanos frente a los cartagine
ses en Ecnomo.
a la cuña o el triángulo surge el dispositivo en tenaza donde los
buques avanzados ocupan los extremos de dos líneas de marcación que
convergen en los buques popeles. Con este dispositivo, en ‘que los sectores
proeles de máxima ofensa quedan hacia su interior, se pretende abrazar los
lados de la cuña o el triángulo.
Otra variante de los dispositivos frontales es el de cruz o águila, com
puesto por cinco cuerpos: vanguardia, batalla (formado por tres cuerpos,
ala izquierda, centro y ala derecha) y retaguardia; de modo que la vanguar
dia, la batalla y la retaguardia, forman en realidad un dispositivo frontal en
tres líneas paralelas, apoyado por dos alas que facilitan el envolvimiento
por los flancos mientras aquellas absorben y desgastan la potencia desarro
llada por el enemigo. Este dispositivo, que puede considerarse como una
ampliación de la formación en rombo, ofrece una recíproca protección por
parte de los cinco cuerpos que se aseguran la posición más conveniente para
reaccionar frente al enemigo, mediante una conversión por escuadras, sea
cual sea la dirección por donde viene la amenaza.
A los dispositivos en águila o cruz, con todas sus variantes, le son de
aplicación lo dicho más arriba sobre el avance o retraso de las alas como
medidas de ataque o defensa frente al enemigo. Las tantas veces aludidas
formaciones en media luna no son otra cosa que adaptaciones del dispositivo
en cruz a cada situación táctica. El dispositivo utilizado para la marcha de
la Gran Armada hacia el canal de la Mancha en 1588 es una adaptación del
de águila, con las alas retrasadas para prevenir los ataques de los bajeles
ingleses contra la retaguardia española.
Menos corrientes, por ser más específicos, son los dispositivos circulares
como la muela formada por buques, dispuestos según los radios de un círcu
lo que se aproan hacia el centro de éste para concentrar sus armas contra
un enemigo que se tiene cercado. El dispositivo que se opone a éste es el
erizo, dispuestos los buques, también circularmente, con sus proas hacia el
exterior de los radios. Sin embargo, este dispositivo en erizo es también
antagónico de carrusel, como se ve en el combate del golfo de Corinto entre
corintios y atenienses.
Existen otros dispositivos de combate, como la falange, donde las forma
ciones, y los buques dentro de éstas, se disponen de igual forma que su
homónima terrestre, con algunas variantes que permiten adoptar la más
adecuada en cada momento: falange recta, oblicua, transversa y trifalange.
46
2
LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XV!
Pero no es momento de prolongar una descripción innecesaria, ya que lo
que se trata de demostrar es la existencia depurada de una técnica en las
formaciones y dispositivos como conjunto de procedimientos experimenta
les puestos al alcance del arte de la guerra y aplicado a los buques propul
sados a remo.
o
yw .yyx «oo
ooo oo oox
oooo ooo oooo
FA LANGE
Habida cuenta que la fase decisiva del combate es el asalto, la grai
cantidad de bajas obliga a sustituir casi continuamente a los combatientes
muertos o heridos, razón por la cual es preciso que los dispositivos dispon
gan de grupos de socorro que les suministren hombres a medida que la
situación lo requiera. Estos buques de socorro, situados por la popa de los
que combaten, en cuanto que cumplen esta función operan de forma distinta
que los componentes de la retaguardia. La/función de retaguardia consiste
en apoyar, mediante la acción armada de ss buques, la de los que combaten
en línea más avanzada. Sin embargo, sucede con mucha frecuencia que los
buques de la retaguardia cumplan también, mientras no sea necesaria su
—
SI FALTAVIENTO,O ES CONTRARIO
A LA DIRECCION
DE
MARCHA LAS NAVESSE REMOLCANCONGALERAS
GALEAZA
Año 1983
NAVE
LAS NAVESSE SITUAR A BARLOVENTOPARA PODER
CAER
SOBRE EL ENEMIGO Y ENVOLVERLOPOR SU
RETAGUARDIA.
GALERA
R. CEREZO MARTÍNEZ
participación directa en el combate, la función suministradora del socorro
de hombres. El transbordo se efectúa directamente o mediante embarcacio
nes ligeras a remo.
Estas formaciones y dispositivos son utilizados para buques de propul
sión a remo y vélica, pero los hay también para conjugar las ventajas de
unos y otros cuando lo aconsejen las circunstancias. A guisa de ejemplo se
presentan dos: una variante del dispositivo en águila, ideada para la marcha
cuando la amenaza proviene en dirección contraria, y otra para prevenir
amenazas procedentes del lado izquierdo.
Es sabido que desie et primer cuarto el siglo xvi hasta bien avanzado
el XVIII los españoles utilizaron el sistema de convoyes —o de flotas—
paulatinamente perfeccionado en cuanto a su composición, defensa, derro
tas y periodicidad, alcanzando unos resultados muy satisfactorios como lo
demuestra el que sólo en una ocasión —1628, almirante holandés Piet
Hein— se logró interceptar un convoy completo y apoderarse de los cauda
les transportados. Las presas utilizadas por piratas y corsarios fueron buques
sueltos o rezagados de los convoyes.
Como el número de buques de una tlota es muy variable, entre 10 y 94,
los dispositivos de marcha, defensa y combate empleados son muy flexibles:
armadas de guarda en las aguas de recalada en las fechas previstas para el
paso de las flotas, naves fuertemente armadas, integradas en las flotas para
una defensa próxima y armamento de las naves de transporte. He aquí
algunas disposiciones típicas de convoyes españoles durante los siglos xvi
y XVII en el Atlántico.
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/VIENTO
BUQUES DEL CONVOY
48
BUQUESDE ESCOLTA
vi
2
LA
Nacimiento
TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI
de la acción naval a distancia en la táctica
navaL
La literatura naval, histórica y novelística, abunda en estudios y relatos
sobre hechos posteriores a la segunda mitad del siglo XVII, pero no es tan
pródiga para el siglo xvi y primera mitad del xvii pese a que es en esta
época de la historia cuando nacen las tácticas navales de acción a distancia
que prevalecerán en la marina vélica de los siglos xviii y xix. E, incluso,
algunas tienen todavía vigencia hóy, en pleno auge del armamento nuclear.
Y esto es así por dos razones muy generales, pero no por ello menos ciertas:
la guerra naval deja de ser mediterránea, de ámbito restringido, para con
vertirse en oceánica; en consecuencia, el pensamiento de los políticos y
estrategas enjuicia las situaciones a escala mundial para establecer los des
pliegues de armadas y escuadras que neutralicen las amenazas; y los criterios
de empleo de las armas, influenciados como otras ramas del pensamiento
por la evolución técnica, se adaptan a los medios que ésta proporciona. El
..desarrollo de la artillería va a permitir la resolución de las situaciones tácti
cas a distancia incitando con ello a valerse de la maniobra para combatir
con las mayores ventajas posibles.
El siglo XVI es muy denso en acciones navales de toda especie: combaten
galeras contra galeras, galeras contra naves veleras, naves veleras combaten
contra otras de su misma especie, armadas mixtas pelean contra armadas
de galeras; escuadras veleras y de galeras rinden al cañón fuertes emplaza
mientos artilleros terrestres; por primera vez en la historia se llevan a cabo
desembarcos en costas hostiles, en pleno océano, teniendo que remolcar
hasta el lugar de la acción —las islas Azores, 1583— embarcaciones especia
les de desembarco. Y se establece un sistema de convoyes trasatlántico,
permanente, que muestra su eficacia durante siglos de duras pruebas, pro
tegiendo el tráfico contra escuadras de corsarios, muchas veces más nume
rosas que las de escolta, dirigidas por hombres que conocen bien su oficio;
tanta fue esa eficacia que los convoyes de la primera y segunda guerra
mundial no lo aventajan en cuanto a organización, determiriación de derro
tas en paz y guerra, y resultados globales: como lo confirma la pérdida de
sólo un cinco por ciento de los buques entre 1500 y 1650, por hundimiento
en combate, naufragios y temporales, en una época en que aún no existen
cartas náuticas de las zonas navegadas ni predicción meteorológica con base
científica.
Todo esto es historia anterior a 1660, año en que Alfred Thayer Mahan
da comienzo a su Historia Naval sin tener en cuenta que mucho antes de
ese año el Mediterráneo y el Atlántico —en el mundo occidental— han sido
dos magníficas escuelas de estrategia y táctica, en cuyo conocimiento se
basa la utilización del poder marítimo del que él, con todo merecimiento,
es el primer filósofo. Lástima que haya pretendido soslayar con unos cuan
tos juicios sintéticos el largo período de historia al que me refiero, porque
las síntesis en historia, si no son ciertas, desorientan tanto a quien las formu
la como a quien las toma como base de sus conocimientos. Afortunadamen
Año
1983
R. CEREZO MARTÍNEZ
te, autores como León VI el Filósofo, Cristóforo Canale, Pantero Pantera,
Alonso de Chaves, Julián Corbett, Jurien de la Gravire, Larronciére, Ce
sáreo Fernández Duro, William Ledyard Rodgers, Francisco Felipe Olesa
y Pierre Chaunu, por citar unos cuantos, nos ofrecen vías de conocimiento
que cubren con creces las omisiones de Mahan.
En el Mediterráneo los mejores ejemplos de táctica naval nos los dan
las guerras entre el Imperio otomano y las coaliciones de estados cristianos
que defienden a Europa.
Combate de Prevesa.
En el verano de 1532, después del desastre de Mohacs y del asedio de
Viena en 1529, una poderosa armada al mando de Andrea Doria, almirante
del Emperador Carlos V de Alemania, Carlos 1 Rey de España, al mando
de 44 galeras y 50 navíos de vela, españoles, pontificios, sicilianos, napoli
tanos y malteses, con 12.000 soldados, rinden, previa preparación artillera,
la plaza fuerte de Modón, después la de Patrás, ambas en el Peloponeso,
para crear una amenaza de flanco a los otomanos y obligarles a retirar su
ejército de 200.000 hombres de Europa central, como en efecto hicieron;
es lo que los teóricos llaman diversión estratégica. Acción del mar sobre la
costa.
En el mismo marco del enfrentamiento entre potencias marítimas cristia
nas del Mediterráneo y el Imperio otomano, tiene lugar un encuentro naval
entre las armadas respectivas el 27 de septiembre de 1538. Una gran armada
coaligada, al mando del mismo Andrea Doria —262 naves. 2.500 cañones
y 60.000 hombres— acosa al enemigo frente al golfo de Patrás, en Prevesa,
muy inferior en número —122 galeras, 336 cañones y 6.000 hombres, según
fuentes otomanas al mando de Barbarroja. Todo indica que la derrota de
éste va a ser definitiva. El almirante cristiano adopta un dispositivo táctico
excelente, conjuntando la acción artillera de sus bajeles con el empuje fron
tal y capacidad envolvente de sus galeras. Pero falta el entendimiento de
las órdenes y los buques aliados entorpecen su propia acción. Sólo una
docena de galeras y bajeles aliados pelean rodeados de enemigos por todas
partes. Los mandos de armada subalternos a Doria no están a la altura
doctrinal de su jefe y Barbarroja sabe sacar partido del fracaso del proceso
táctico de sus adversarios.
Barbarroja ha adoptado el dispositivo en águila o cruz —vanguardia;
batalla con tres cuerpos distintos, centro y alas; y socorro retaguardia—
apto para atacar y defenderse en cualquier dirección moviendo los buques
mediante una conversión. Al encontrarse con este dispositivo otomano,
Andrea Doria evoluciona con las formaciones de su gran armada en busca
de un dispositivo flexible, integrado por galeras y naves, que le permita
utilizar todo su potencial contra el enemigo haciendo desfilar las naves
sobre el centro y a la derecha de éste, batiendo a la vez el cañón las tres
formaciones centrales, envolviéndolas seguidamente para destruirlas con
50
LA
ARMADA OTOMANA
1_GALERAS
DE MALTA
2_BARBARROJA
2_GALERAS
ESPAÑOLAS
3_SEYIT ALI
3_GALERAS
PONTIFICIAS
4_SALIH
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Año
1983
EN EL SiGLO XVI
1_I ARMADA CRISTIANA
1_DRAGUT
5_RESERVA
TACTICA NAVAL
VENECIANAS
4_GALERAS
—
IDEA DE LA MANIOBRADE ANDREA DORIA
LUGARDELA ESCARAMUZAENTRE UNA CARRACA VENECIANA,
QUE MANTUVO A RAYA A DOS GALERAS TURCAS.
51
R. CEREZO MARTÍNEZ
ayuda de su cuerpo de batalla, constituido por las galeras españolas. Pero
la confusión de unas galeras con otras le impide su propósito obligándole a
la retirada cuando tiene a su favor la fuerza y el número. Al margen de las
consideraciones políticas achacadas a Doria —algunos autores atribuyen su
retirada frente a Barbarroja como un acto paralelo a los intentos de Carlos 1
por atraerlo a su servicio—, desde el punto de vista táctico, es evidente
que el dispositivo otomano demuestra su eficacia. Si el conocimiento del
empleo de las armas y medios de combate es un paso previo para determinar
los dispositivos, evoluciones y maniobra, para que el enemigo no pueda
gobernar y evolucionar del modo que pretende, para destruirlo, neutralizar
lo, desorganizarlo, o hacerle creer al menos que se está en condiciones de
lograrlo, Barbarroja consigue en Prevesa su propósito. Es, además, signifi
cativo que el resultado de Prevesa, que da la victoria táctica a los otomanos,
se produzca entre dos almirantes, es decir, entre dos hombres de gran expe
riencia naval, y no entre dos generales terrestres que mandan armadas; de
haber sido así es posible que las actitudes de ambos hubiesen sido distintas.
Pero Doria, como experto marino, advierte de antemano que su maniobra
no tiene éxito y se retira antes de encajar una derrota más severa.
Lepanto.
El reverso de Prevesa es Lepanto, el 7 de octubre de 1571. Aquí es
digna de tenerse en cuenta la atención que los hombres de mar de la época
como Don García de Toledo, Juan Andrea Doria (sobrino-nieto del ante
rior) y Veniero prestaron al combate de Prevesa ante el enfrentamiento que
se prevé con la armada turca. El primero aconseja a Don Juan de Austria
no mandar poner toda su armada en un escuadrón, porque del número
grande es cierto que nacerá confusión y embarazo de unas galeras con otras
como se hizo en Prevesa. Débense poner tres escuadrones y otros tres en un
ala, y que los dos de las puntas sean de galeras en quien V.A. tuviere más
confianza, dando los cuernos de cada una a personas señaladas, y quede
tanta mar en medio del uno y del otro cuanta bastare a poder escurrir y girar
sin embargo de ninguna de los tres, y esta fue la orden que tuvo Barbarroja
en la Prevesa, y habiéndonos parecido muy buena y muy provechosa yo la
he tenido reservada siempre en la memoria para valerme della en caso de
necesidad.
En Lepanto se toman en consideración otras cuestiones que hoy mere
cen la atención de la táctica naval: la adquisición de información con tiempo
suficiente para efectuar las modificaciones necesarias en los dispositivos
previstos; la proximidad de las bases enemigas para disponer de un adecua
do dispositivo de exploración en la dirección más peligrosa; la geografía que
facilita o no el combate; el apoyo en la costa para eludir un envolvimiento;
el papel que han de desempeñar los buques en el combate conforme a su
tipo, capacidad de fuego y sectores de máxima ofensa; y la maniobra, como
lo mostraron Barbarroja y el viejo Doria en Prevesa.
52
2
LA
TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI
Basados en estos conocimientos, introducen los aliados en Lepanto un
nuevo dispositivo de combate concebido (posiblemente por Juan Andrea
Doria) a partir del águila o cruz. Las seis galeazas se colocan avanzadas, en
situación de la vanguardia o pico, dispuestas en línea de frente, en secciones
de dos buques por cada una de las dos alas y batalla, de modo que el apoyo
artillero mutuo entre ambas unidades de cada sección es óptimo sin menos
cabo de que cumplan la función que les corresponda respecto al conjunto
de la fuerza. El recíproco apoyo que pueden prestarse las dos galeazas de
una sección queda favorecido si se disponen en líneas de marcación debido
a que la galera pope! puede efectuar un fuego más eficaz, en beneficio de
la proe!, con su artillería ubicada en su castillo de proa; también porque
mediante una sencilla conversión se sitúa y orienta hacia lugar de máxima
necesidad ofensiva.
A la vista de cualquiera de los cuadros o grabados de la época que nos
ofrecen un retrato de lo que fue el combate de Lepanto, parece que éste
se produce en un caos de confusión entre las aguas revueltas y sanguinolen
4*
ALA IZQUIERDA
4*
CENTRO
O
BATALLA
ALA
DERECHA
SO CORRO
GALEAZA
Año
193
GALERA
R. CEREZO MARTÍNEZ
tas del golfo, las llamaradas de los cañones y arcabuces, y los chasquidos
de las picas y espadas de los combatientes cuerpo a cuerpo, siendo poco
menos que imposible apreciar la existencia de un orden en las maniobras
de los buques o de las formaciones, cuando en realidad existe coordinación
durante el encuentro. Sin embargo, no hay solamente un plan táctico de
combate lógico y evidente, sino también otros de marcha, de exploración y
de descubierta. Su fundamento es igual a los que se toman para establecer
la relación de movimiento y fuego (maniobra) en los ejércitos de tierra.
Pero en la mar se desarrolla ya una guerra terrestre trasladada a un medio
en el que se pueden sumar con ventaja la masa de fuego y la movilidad, es
decir se puede obtener, con las mismas armas que se usan en tierra, una
más ágil capacidad de maniobra que facilita el envolvimiento del enemigo
para actuar sobre sus flancos y retaguardia, y explotar el éxito.
54
Núm. 2
LA TACTICA NAVAL
EN EL SIGLO XVI
En efecto, analizando lo sucedido en Lepanto se deduce que: el fuego
artillero de las galeazas de la vanguardia desordena la línea frontal otoma
na; el desplazamiento hacia el sur del ala derecha cristiana —que manda
Juan Andrea Doria— para evitar el envolvimiento de la de Uluch Alí,
separa del grueso otomano un núcleo importante de buques; la resistencia
del cuerpo de batalla cristiano fija al cuerpo de batalla de Alí Pachá mien
tras Don Alvaro de Bazán acude con sus galeras a cubrir el hueco dejado
por Doria apoyando a la sección de Cardona; y la presión del ala izquierda
de Barbarroja y Quirini sobre el ala derecha otomana arrincona a éste sobre
la costa y la destruye. Estas son, en síntesis, las maniobras que deciden el
resultado del combate de Lepanto.
Combate
naval de las islas Azores.
Los escritores tienen sus preferencias y, a veces, se dejan deslumbrar
por hechos que enaltecen sobremanera. que quedan como hitos imperece
deros de la historia, y pasan por alto o minimizan Qtros, de tanta o mayor
trascendencia que los que ellos consideran como más descollantes. También
sucede que hechos importantes para una de las partes en litigio puedan no
serlo tanto para las otras, y entonces prevalecen los valores de quien mayor
mente los difunda y prolifere.
VIENTO (OESTE-NOROESTE)
Año 1983
55
R. CEREZO MARTÍNEZ
Yo me refiero ahora a un combate de cuyo resultado dependía la perma
nencia o liquidación de las posesiones españolas de América, ya que, de
haber sido adverso para la armada de Felipe II, las islas Azores habrían
caído bajo el control de Francia y los convoyes procedentes del Nuevo
Mundo habrían carecido de una base imprescindible de aprovisionamiento
y de apoyo de escuadras de defensa contra los corsarios y contra las escua
dras enemigas que disputaban el dominio del mar.
VIENTO
(OESTE-NOROESTE)
FLOTA
FRANCESA
FLOTA
ESPAÑOLA
En el combate de las islas Azores participan dos armadas: una española
de 27 naves gruesas con 4.500 hombres de infantería armados, al mando de
Don Alvaro de Bazán, y otra franco-inglesa con 60 naves y 7.000 hombres,
a las órdenes de Philippe Strozzi. Pero en la española hay dos galeones —el
San Martín, de 1.200 toneladas, y el San Mateo, de 600— que rebasan con
mucho el porte medio de sus enemigos. Así el San Mateo, con sus 34 piezas
de artillería y sus 133 arcabuceros podrá sostener una masa de fuego sufi
ciente para contener el ataque de seis naves adversarias, socorridas de per
sonal continuamente, durante más de dos horas, dando tiempo a que el
grueso de la armada de Don Alvaro de Bazán gane barlovento, vire y
envuelva a la escuadra enemiga y la destruya: 10 buques hundidos y apresa
dos. ¿Dónde está aquí la táctica?: en la distribución a bordo de los arcabu
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Num.
2
LA TACTICA NAVAL
EN EL SIGLO XVI
ceros, situados en distintos puentes y.cofas, en la precisión del tiro artillero,
en la respuesta para rechazar los intentos de abordaje franceses y en el
ataque de flanco realizado por Bazán, quien no sólo ha tenido visión de
conjunto para maniobrar sin precipitaciones, sino que ha dosificado el ata
que decisivo lanzando al combate las naves suficientes para provocar la
resolución final. Concentración de fuego y economía de esfuerzos son los
ingredientes de la fórmula empírica que da la victoria a Bazán, negándosela
a Strozzi.
EXPLORADORES A 2 MILLAS EN AVANZADA
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Este combate oceánico no anuncia claramente lo que serán los enfrenta
mientos navales en líneas de fila para sacar el máximo partido de las anda
nadas, pero sí indica que la artillería es ya arma decisiva en la guerra naval,
al menos en paridad con los hombres de guerra embarcados. Cuando seis
años después se enfrentan las armadas española e inglesa en el canal de la
Mancha, los marinos de Isabel Tudor tendrán un buen ejemplo para evitar
la lucha a corta distancia y más aún el abordaje.
El intento de desembarco
en Inglaterra.
Aun teniendo en cuenta que no existen grandes diferencias estructurales
entre los bajeles de guerra y los destinados al transporte, toda vez que unos
pueden transformarse en otros instalándoles piezas de artillería o quitándo
selas, podemos considerar que la Armada española que en 1588 intentó
forzar un desembarco en Inglaterra, en colaboración con los Tercios de
Flandes, estaba compuesta por 37 buques propiamente dichos de guerra
—29 galeones, 4 galeazas y 4 galeras— y 93 naves de transporte y aviso
—urcas, zabras y pataches— armadas para concurrir en la empresa. Las
cuatro galeras se retiraron del conjunto por no poder soportar los efectos
de la marejada.
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R. CEREZO MARTÍNEZ
En este supuesto general podemos decir que la Gran Armada era un
gran convoy constituido por 33 buques de guerra y 93 transportes y auxilia
res. Sabemos que existen discrepancias entre diversos autores en cuanto a
las cifras exactas, pero este detalle no altera en absoluto el hecho de que
el dispositivo adoptado por el duque de Medinasidonia no es exactamente
un dispositivo de marcha ni un dispositivo de combate: es, se insiste, un
convoy organizado tomando como base el dispositivo de águila o cruz. una
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vanguardia, un cuerpo de batalla y dos alas que dan protección a los cuerpos
de buques de transporte. De ahí que muchos autores citen la formación en
media luna sin entender que el aspecto semicircular que presenta —con los
cuernos de la luna retrasados— se debe a propósitos de cubrir a las forma
ciones de los buques de transporte que a la vez cumplen misión de socorro.
La disciplina en el mantenimiento del dispositivo, que tanto impresionó
a los ingleses, permitiéndoles atacar únicamente a las naves retrasadas, no
era más que el fruto de una experiencia adquirida en la Carrera de Indias.
Ante este inconmovible orden de marcha, la táctica del Lord almirante
Howard of Effinghan y sus almirantes —Drake, Hawkins, Frobisher y Fen
ner—, al mando de las 197 naves que de una u otra forma participaron en
la defensa de Inglaterra, no podía ser otra que la del hostigamiento contra
las alas y retaguardia mediante el empleo a distancia de las armas de fuego:
piezas de artillería de distintos tipos, arcabuces y mosquetes. Un ataque
frontal, resuelto mediante el sistema del abordaje, habría sido suicida ya
que los tercios de armada españoles embarcados eran cuantitativa y cualita
tivamente superiores a los soldados ingleses.
No adoptan los ingleses ningún tipo de formación de ataque. Los capita
nes de las naves siguen a sus almirantes, los más osados se acercan más al
enemigo y le atacan con sus cañones y los menos decididos se reservan para
una mejor ocasión. La batalla se resuelve con un gran consumo de pólvora
y proyectiles en pequeños combates en los que los ingleses disponen de la
5
LA
TACTICA NAVAL
EN EL SIGLO XVI
iniciativa: sus buques son más maniobreros y los artilleros conocen su ofi
cio... a fuerza de quemar pólvora; muchos de ellos —incluidos sus almiran
tes y capitanes— se han medido con los galeones españoles en la Carrera
de Indias y ninguno se inmuta porque éstos los tilden de cobardes por no
querer medirse con ellos en un abordaje. Dice William L. Rodgers —Naval
Warfare Under Oars— que esta cobardía inglesa echó abajo la moral de los
españoles, sumidos poco menos que en la impotencia.
Sobre esta batalla, que al final resolvió la meteorología, se ha dicho
mucho y no pretendo resolver las controversias que ha suscitado, pero sí
señalaré que la seguridad y sorpresa tácticas —en cuanto al efecto causado
por el dispositivo adoptado por Medinasidonia— estaban de parte de éste
y la facultad de concentrar las fuerzas dónde y cuándo lo creyera convenien
te del lado inglés. Y el objetivo?, ¿cuál debió ser el objetivo de Medinasi
donia?, ¿el que asumió cumpliendo al pie de la letra las instrucciones de
Felipe II?, ¿atacar a la fuerza naval enemiga?, ¿confiar en su seguridad
hasta reunir sus fuerzas con las de Alejandro Farnesio’?, ¿arriesgar en un
solo envite la partida tan arduamente entablada? Dentro de nueve años se
cumplirá el 400 aniversario de esta batalla. Los estudiosos investigan para
hallar nuevas explicaciones del desenlace, pero en historia lo importante
son los hechos y el análisis de los resultados, no las explicaciones de los
historiadores.
Consideración
final.
No será hasta el siglo siguiente —el combate entre las escuadras de
Oquendo y Tromp en 1639 será una primicia— cuando almirantes y capita
nes manejen sus escuadras y buques disciplinadamente para ordenar en
simultaneidad sus andanadas artilleras y concentrar la masa de fuego nave
gando en formaciones precisas, pero se tiene ya conciencia en 1588 de que
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59
R. CEREZO MARTÍNEZ
la artillería ha dejado de ser un arma de desgaste para convertirse en arma
decisiva en el combate. Los corsarios, en sus ataques a las flotas españolas
de la Carrera de Indias, y los holandeses, que han aprendido a manejarse
en sus canales y mares de bajos fondos contra los grandes buques españoles,
saben que a éstos se les ha de mantener alejados y combatirles sin llegar al
abordaje salvo cuando se tenga superioridad sobre ellos.
Pero no es éste un hallazgo que pueda atribuirse a tal o cual almirante
o capitán, sino el fruto de una experiencia general, acumulativa, que toma
cuerpo poco a poco. En Prevesa se vio a una carraca veneciana defenderse
del acoso de las galeras otomanas con fuego de artillería quedando total
mente acribillada. Y existe un ejemplo de táctica naval, dado en una cam
paña no demasiado importante, que en su época dio mucho que hablar. Se
trata del combate de cabo Celidonia —Chipre— entre cinco bajeles y un
patache españoles, y 55 galeras otomanas sostenido en tres días consecuti
vos, logrando el almirante español, Don Francisco de Rivera, mantener
alejadas las naves enemigas con el fuego de su artillería hasta que el desgaste
por éstas sufrido —38 buques fueron hundidos o dañados seriamente— les
obligó a retirarse.
Rivera unió tres de sus bajeles y el patache con cabos a proa y popa
para mantenerlos en línea de fila y batir con su artillería a los atacantes
cuando intentaban aproximarse. Los otros dos bajeles actuaron como bu
ques de apoyo donde la situación se deterioraba para la línea organizada
por Rivera: 191 piezas de artillería —95 por banda— de los bajeles de
Rivera se han impuesto a las 224 de sus enemigos instaladas en las proas
de sus galeras. La sorpresa táctica, manifiesta en este combate con la origi
nalidad y audacia de Rivera, han mantenido desconcertado a un enemigo
que no ha sabido encontrar aquí la forma de aprovechar su superior capa
cidad de fuego.
60
2
LA TACTICA NAVAL
EN EL SIGLO XVI
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Año 1083
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62
Núm.
2
EL PERSONALSANITARIO
QUE PARTICIPOEN LA JORNADA
DE INGLATERRA.
NUEVAS APORTACIONES
Manuel GRACIA RIVAS,
Capitán Médico de la Armada.
Introducción.
La importancia del servicio de asistencia sanitaria dentro de la Gran
Armada ha sido valorada de forma diversa por los autores que se han
ocupado del tema. No han faltado quienes han achacado a su escasez y mala
distribución buena parte de los males acaecidos (1). Pero son mayoría quie
nes reconocen que fue una asistencia bien concebida y de importancia evi
dente para su época (2).
Fernández Duro y, posteriormente, otros autores habían publicado el
proyecto elaborado por el Marqués de Santa Cruz en 1586 y dentro de él
figuraba un apartado especial dedicado al hospital embarcado, consignándo
se los pertrechos precisos y la plantilla necesaria. Salvo estos datos, que sin
embargo se ignoraba si habían llegado a ejecutarse en la forma prevista por
Don Alvaro de Bazán, poco más se sabía en relación con la asistencia
sanitaria de la Gran Armada.
Se habían publicado algunos datos numéricos relativos al personal sani
tario embarcado en Lisboa y La Coruña, así como el nombre de una de las
urcas en que viajaba el hospital, pero nada se sabía de otros muchos aspec
tos relativos a esta importante empresa.
Llamaba la atención, por ejemplo, el que, aparte del administrador del
hospital, Don Martín de Alarcón, y de un médico, Pero Fernández, naufra
gado en las costas de Irlanda, nada se conociese de la identidad de los
médicos y cirujanos embarcados, pese a que algunos de ellos, como el
protomédico o el cirujano mayor, tuvieron o hubieron de tener, indudable
mente, un cierto realce.
Existía también la convicción de que los médicos y cirujanos participan
tes se encontraban vinculados al hospital embarcado, aunque ya algunos
habían apuntado la posibilidad de qúe cada escuadra tuviera sus propios
(1)
(2)
Redondo, Juan: Servicio Sanitario de la Armada Invencible. Madrid, 1907.
Incluso obras de divulgación como la de David Howarth La Armada Invencible. Las
verdaderas causas de un desastre naval, destacan la organización de los aspectos sanitarios.
Barcelona, 1982.
Año 1983
M.
GRACIA
RIVAS
sanitarios, además de los correspondientes a los tercios de infantería que,
en el plan del Marqués de Santa Cruz, ya figuraban con una asistencia
sanitaria propia.
A resolver esta serie de interrogantes ha estado orientado nuestro traba
jo realizado en el Archivo General de Simancas. Pero como quiera que no
hemos encontrado ningún documento que de forma directa se refiera a la
composición o estructura del servicio de sanidad de la Gran Armada, ha
sido preciso reconstruir la identidad de los médicos y cirujanos participantes
a través de noticias indirectas.
En unos casos, se trata se solicitudes presentadas por sus viudas recla
mando los haberes adeudados. En otros, de solicitudes de los propios inte
resados pidiendo alguna merced y también de un expediente relativo a la
selección de médicos para el Ejército que se juntaba en Portugal en 1589 y
en el que tuvieron preferencia quienes habían servido en la jornada de 1588.
A través de todos estos datos ha podido recomponerse una parte de esta
estructura, conociendo algunos personajes y las vicisitudes que sufrieron.
Pero con ser importante, es evidente que sigue siendo incompleta. Sin em
bargo, dentro del trabajo que continuamos realizando habremos de poder
ampliar en el futuro estos datos que como primicia ofrecemos, y que en
algunos casos será forzoso someter a revisión.
Antes de ofrecer nuestras aportaciones, sintetizamos todos los datos que
teniendo algún interés para e! tema han sido publicados por otros autores.
Estado de la cuestión.
Entre los autores que se han ocupado de la Empresa de Inglaterra, se
seleccionaron aquéllos que por su relación con la sanidad o por el volumen
de la documentación publicada, mayor interés ofrecían para el conocimien
to de los aspectos sanitarios. Como podrá apreciarse, los pocos datos cono
cidos fueron publicados por Fernández Duro (3), limitándose los restantes
a recogerlos, en algunos casos con errores.
Ofrecemos seguidamente las referencias recogidas en las obras de Fer
nández Duro, de Redondo y de Clavijo:
Noticias sobre la asistencia sanitaria en la Gran Armada,
según Cesáreo Fernández Duro.
Dentro del plan elaborado en 1586 por el Marqués de Santa Cruz se
concede una especial importancia a la asistencia sanitaria y uno de los capí
tulos de sus previsiones está dedicado al servicio del hospital. En él se
evalúan los gastos en la forma siguiente:
De Valencia.
Mantas
frazadas,. 2.000 a 20 rs. cada
una1.360.000
Sevilla y Lisboa.
Jergonesde angeo, 2.000 a 20 rs1.360.000
(3)
64
Fernández Duro, C.: La Armada Invencible. Madrid, 1884-1885.
2
EL PERSONAL SANITARIO
Idem.
Idem.
Idem.
Milán.
Sevilla y Lisboa.
Idem,
Medicinas y dietas.
QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE...
Sábanas
de angeo curado, 8.000 a 14 rs.
una3.808.000
Cabezales,
4.000, a 6 rs816.000
Colchones
de angeo curado, 2.000 a
50 rs3.400.000
Tiendas
de campaña en que está el di
cho hospital, 8 grandes, 4 pequeñas,
otras 4, a 1.500 rs. cada una408.000
Estopade lino para curar los heridos
30 quintales a 200 rs102.000
de
Paños
lino para curar los heridos.
Paramedicinas, carneros, huevos, ga
llinas, conservas y otras dietas, se pre
supone2.000.000
. .
150.000
13.404.000
Así que monta lo que es menester pro
veer para el hospital, segun va decla
rado, 13.404.000 maravedís, y porque
esto se presupone que se ha de desem
bolsar para comenzar a poner en or
den el dicho hospital y que con la li
mosna que se saca de los soldados se
podrá ir entreteniendo y pagando el
sueldo de administrador general y ad
ministradores y demás oficiales, que
serán los siguientes, en esta manera:
Un administrador general con 150 es
cudos al mes150
Dos administradores a 50 escudos.
Cuatro curas a It.’escudos40
Un protomédico con 50 escudos y otros
4a30180
Un cirujano mayor con 50 escudos y
otros 4 a 25150
Seis practicantes a 6 escudos36
Cuatro barberos a 520
Dos boticarios a 1530
Dos ayudantes a 612
Un veedor 25 escudos25
Un tesorero 25 escudos25
Otros 6 oficiales a 636
Cuatro enfermeros a 1040
Doce mozosa224
.
.
100
858
Año 1983
M. GRACIA RIVAS
Los cuales dichos sueldos son los que ha
de haber en el dicho hospital y se han
de pagar cada mes, y porque como es
tá dicho, la paga de ellos ha de ser de
la limosna que se descontare a la gente
de guerra, no se saca por esta partida
ninguna cosa.
En otros capítulos de la obra de Fernández Duro se incluyen también
previsiones sanitarias. Así en el referido a la infantería española, se in
dica:
Ventajas
de
capellanes,
Oficiales mayores
y menores
de los
tercios.
deLas
140 capellanes a la dicha armaa razón
da, de 3 escudos cada uno al
mes,
monta en los dichos ocho meses.
Enlos dichos 10 tercios ha de haber en
cada
uno de ellos un sargento mayor,
auditor,
un un barrachel de campaña
cuatro
con hombres que anden con
él, un médico, un cirujano, un furnier
mayor, un alguacil, un escribano, un
tambor mayor y un verdugo, que el
sueldo de todos ellos monta cada mes
210 escudos, y el de los 10 tercios en
ocho meses16.800
3.360
En el capítulo de la infantería italiana se señala:
Oficiales
de las
coronelías,
cada
Enuna de las coronelías ha de ha
un sargento
ber
mayor, un auditor,
médico
un y un cirujano, que el suel
do de ellos contenido como se paga
en la infantería italiana, cada mes en
una coronelía 87 escudos y en las 6 en
los ocho meses4.176
En el apartado correspondiente al sueldo del capitán general de la infan
tería italiana, y junto con los de su estado mayor, se especifica:
Por el de un médico a razón de 30 es
cudos240
Por el de un cirujano, a la misma240
Por el de un capellán, a 6 escudos.
.‘.
66
.
.
48
EL PERSONAL
SANITARIO
QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE...
Sin embargo, no aparece prevista la presencia de médicos ni cirujanos
en la infantería alemana ni en la caballería, a pesar de que los efectivos
totales (13.200 hombres) iguala prácticamente al de la infantería italiana
(15.000 hombres).
En el estado mayor del capitán general de la Armada y Ejército se
incluyen:
Por el de dos médicos60
Por el de un capellán12
Y en el del general de caballería no se incluye médico, pero sí ca
pellán:
Por el de un capellán8
Esto por lo que respecta a los aspectos sanitarios recogidos en el plan
del Marqués de Santa Cruz. Fernández Duro incluye también en su obra,
y con el-número 67, un documento fechado en Madrid el 14 de marzo de
1588, en el que S. M. da cuenta al Duque de Medina Sidonia del nombra
miento efectuado en la persona de Don Martín de Alarcón, para el cargo
de administrador general del hospital de la Armada y asimismo de la entrega
de 2.000 ducados de ayuda de costa, atento a que no ha de llevar ningún
salario con el dicho cargo, ni se le ha de dar durante el tiempo que le sir
viere (4).
Con elnúmero 109,incluye
Fernández
Duro una relación de los galeo
nes, navíos, pataches y zabras, galeazas, galeras y otros navíos que van en
la felicísima Armada que S. M. ha mandando juntar en el río de esta ciudad
de Lisboa, de que es capitán general el Duque de Medina Sidonia, y el porte
delios y la gente de guerra y mareante, etc. (5).
En el documento que lleva fecha de 9 de mayo de 1588 y que Fernández
Duro publica extractado se especifica:
Gente del hospital.
Don Martín de Alarcón, administrador general
Teniente1
Médicos
Cirujano mayor1
Cirujanos4
Ayudantes5
Curas4
Veedor1
Mayordomo1
Oficiales y mozos de servicio62
_____
(4)
(5)
Op.cit., tomo
1. pag. 437.
Op. cit., tomo 2. pág. 60.
Año 1983
Son
detodo85
.
1
M. GRACIA
RIVAS
Especifica también las órdenes de procedencia de los 180 religiosos que
van en la Armada y al referirse a las personas que se han embarcado por
cuenta de la artillería cita:
Capellán mayor1
Médico1
Cirujano1
Boticario1
No recoge referencias a otros médicos embarcados ni en la infantería ni
en los respectivos estados mayores (6).
Un importante aspecto recogido por Fernández Duro es el referente a
la urca Casa de Paz Grande. En el documento número 141 correspondiente
a una carta del Duque de Medina Sidonia de fecha 11 de julio de 1588 en
la que da cuenta al Rey de la marcha de los trabajos de reparación de los
barcos dispersados por la tormenta que sufrieron en las costas gallegas, se
afirma: y la urca <(Casade Paz Grande», en que viene una parte del hospital
de la Armada, de la cual me envía un testimonio por donde consta que no
está para navegar, por hacer tanta agua y otras dificultades que tiene, que
son las que yo siempre temí de aquella urca, hele escrito que saque toda la
gente de guerra y los marineros españoles, y los meta en las otras dos naos,
y asimismo los oficiales del hospital y botica, y ropa de ellos y todos los
bastimentos que estuvieren de provecho y se pudiere embarcar, y la artillería
que hubiere de bronce, y que todo lo demás se entregue a la justicia, y escribí
al corregidor Don Ordoño de Zamudio o a su lugarteniente, que se encargare
de todo ello, haciendo tomar por inventario y enviare una relación a V. M.
dello, y de los marineros flamencos que hubiere para que V. M. sea servido
de mandar lo que se ha de hacer dello. Las circunstancias referentes a este
barco y su final fue puesto de manifiesto en una comunicación presentada
al 1 Congreso de Historia Militar de Zaragoza a partir de la documentación
estudiada en el Archivo General de Simancas (7).
Otro documento importante publicado por Fernández Duro es la mues
tra tomada en La Coruña el día 13’de julio, algunos días antes de la salida.
En el resumen general se señala:
Ministros y otras personas que sirven en el hos
pital93
Es preciso señalar la disparidad de la cifra en relación con la correspon
diente a la salida de Lisboa.
(6) De acuerdo con el plan de Don Alvaro de Bazán debían embarcar médicos con la
infantería española e italiana, en los estados mayores, etc. El hecho de que se consignen sólo
los de la artillería indica posiblemente que Fernandez Duro al extractarlo los omitio. Es
preciso revisar con detenimiento no sólo esta muestra, sino todas las que se conservan en el
Archivo General de Simancas, para obtener deducciones precisas sobre el estado numerico
del personal sanitario.
(7) La urca Casa de Paz Grande se hundio en el puerto de Laredo en el verano de 1588.
No participó en la expedición, tras su arribada forzosa.
68
2
EL PERSONAL SANITARIO
QUE PARTICIPO EN LA JORNADA
1). N(t(’()
DE...
VALLES:
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Biblioteca Nacional. Madrid.
Año
1983
69
M. GRACIA RiVAS
Por lo que respecta a nombres concretos del personal sanitario embarca
do, en la obra de Fernández Duro, y aparte del correspondiente al adminis
trador general del hospital, únicamente encontramos los siguientes: el doc
tor Pero Fernández, médico..., Juan de Trato, barbero..., Agustín, plático
del hospital... Todos ellos en el documento número 186 que corresponde a
unos apuntes del Padre Juan de Victoria, de la Orden de Predicadores,
divididos en capítulos. En el 31 narra el naufragio de Don Alonso de Luzón
y las personas que con él fueron prendidas por los ingleses. Entre ellas se
incluyen las citadas, con otras varias (8).
Referencias en la obra «El servicio sanitario de la Armada Invencible»,
de Juan Redondo.
En 1903, Don Juan Redondo, médico de la Armada, publicó en Madrid
(9) un folleto de 38 páginas, en el que con el título: Servicio Sanitario de la
Armada Invencible atendía según sus manifestaciones a las inquietudes de
algunos médicos de la Marina Imperial alemana que estaban muy interesa
dos en conocer la organización del cuerpo de sanidad de la Armada españo
la, pero no sólo en aquel momento, sino a lo largo de su historia; en concre
to, un aspecto que tenían gran empeño en conocer era la organización del
servicio sanitario de la Armada Invencible.
Con este motivo, Redondo escribió su trabajo en el que tuvo como base,
aunque no lo manifestase, la obra de Fernández Duro. Todos los datos
expuestos fueron recogidos de aquél, limitándose a efectuar sobre ellos
algunas consideraciones y deducciones un tanto precipitadas.
Comenzó revisando el proyecto de organización de la Armada tormula
do por Don Alvaro de Bazán, llamándole poderosamente la atención que
no citase para nada a los cirujanos de los barcos. Redondo consideraba
indudable que a bordo de cada uno de los grandes barcos debía figurar
embarcado un cirujano, ya que, según su opinión, era reglamentario en la
época.
Pasó revista después al personal sanitario que se reflejaba en el plan del
Marqués de Santa Cruz, tanto el asignado al hospital embarcado como al
correspondiente a los tercios españoles, los italianos y los estados mayores.
El citó también la existencia de médicos en los tres regimientos alemanes
previstos, dato que no figura, sin embargo, en el documento publicado por
Fernández Duro (10).
En su opinión, este proyecto de asistencia sanitaria era muy deficiente
sobre todo en cuanto a la atención a enfermos y heridos a bordo, y a ello
(8) Op. cit., tomo 2, pág. 451.
(9) Op.cit.
(10) Como quiera que no cita, ni da la impresión de que hubiera consultado otras
fuentes, es muy probable que lo incluyera sin ninguna base concreta.
70
2
EL PERSONAL SANITARIO
QUE PARTICiPO
EN LA JORNADA
DE...
se debería el desastre de la expedición, unido al suministro de alimentos
que analiza en uno de los apartados de su trabajo resaltando sus deficien
cias, siempre en base a los datos recogidos de Fernández Duro.
Podemos afirmar que, en su conjunto, el trabajo es más bien una pieza
literaria que nada aporta, escrita precipitadamente en cumplimiento de un
compromiso, como el propio autor confiesa (11).
Referencias en las obras de Salvador Clavijo y Clavijo.
Entre la abundante producción de este médico de la Armada podemos
señalar dos obras que de alguna forma hacen referencia al suceso que nos
ocupa.
En la Historia del Cuerpo de Sanidad de la Armada (12) y en su capítulo
II referido al ambiente sanitario naval durante el siglo xvi, dedica unos
párrafos a la Armada Invencible (13).
Recoge de nuevo el plan del Marqués de Santa Cruz y aunque a pie de
página cita a Fernández Duro, es muy probable que lo tomase de Redondo,
pues vuelve a incluir los médicos en los regimientos alemanes, que como
anteriormente he señalado no aparecen en el documento publicado por
Duro.
Más adelante afirma carecemos de todo dato que nos permita indicar los
nombres de los facultativos de la «Armada Invencible»; únicamente en una
carta del padre Gerónimo de la Torre al Prepósito de Toledo, que estuvo en
la jornada y en el capítulo 31, cita al Dr. Pero Fernández, médico, que en
unión de los compañeros capitaneados por el maestre de campo Don Alonso
de Luzón, fueron prisioneros de los ingleses después de un naufragio.
La cita es de Fernández Duro, pero está equivocada, pues como recogía
mos anteriormente corresponde al capítulo 21 del documento número 186
Apuntes del P. Juan de Victoria, de la Orden de Predicadores, mientras que
el citado por Clavijo, la carta del padre Gerónimo de la Torre, es el docu
mento número 185 bis.
Por lo tanto, nada nuevo aporta esta obra en lo referente a la Gran
Armada.
Mucho más interesante es su obra La orden hospitalaria de San Juan de
Dios en la Marina de Guerra de España. Presencia y nexo (14), escrita con
motivo del IV centenario de la muerte de su fundador y para la que utilizó
los archivos de las distintas casas hospitalarias.
•
(11)
Dice textualemente:
...
a quien por la estimación que le tengo y el alto concepto que
me merece, ni puedo, ni debo, ni quiero, negarle nada y esto me obliga a hacer, precipitadamen
te, en una semana, lo que con toda comodidad he podido hacer en un ano. Op.Cit., pág. 9.
(12) Clavijo y Clavijo, Salvador: Historia del Cuerpo de Sanidad de la Armada (génesis,
perspectiva de siglos, ruta de libertad, sus celebridades). San Fernando, 1925.
(13) Op. cit., págs. 23 y ss.
(14) Clavijo y Clavijo, Salvador: La orden hospitalaria de San Juan de Dios en la Marina
de Guerra de Espana . Presencia y nexo. Madrid, 1950.
Ano 1983
M. GRACIA RIVAS
Su propósito es demostrar la presencia de hermanos hospitalarios en los
diferentes acaecimientos protagonizados por nuestra Armada y el capítulo
IV lo dedica a: la primera jornada naval contra Inglaterra vista desde su
conexión con la Orden Hospitalaria.
Afirma haber consultado con todo detenimiento el Archivo de Simancas
sin haber encontrado referencias a la presencia de hermanos hospitalarios
en la jornada de Inglaterra.
Sin embargo, las fuentes de la Orden permiten asegurar su presencia en
esta empresa. El número de religiosos habría oscilado entre 12 y 2Oy Clavijo
llega a identificar a diez de ellos, incluyendo algunos datos biográficos (15)
(16).
La presencia de hermanos hospitalarios tendría indudable interés ya que
aun cuando todos los religiosos cumplían funciones asistenciales sanitarias,
esto era mucho más acusado en los miembros de esta orden (17).
Clavijo termina el capítulo con la esperanza puesta en que habrá de
conseguirse una mejor puntualización cuando se llegue al conocimiento de
la sanidad embarcada en esta página imperecedera.
Nuevas aportaciones al conocimiento
barcado en la jornada de Inglaterra.
del personal sanitario
em
Es evidente que la inexistencia, por el momento, de una relación deta
llada del personal sanitario embarcado dificulta enormemente su identifica
ción.
No obstante, a través de una paciente investigación en el Archivo Gene
ral de Simancas, hemos podido reconstruir en gran medida la personalidad
de los más importantes médicos y cirujanos que acompañaron a la Armada.
La mayor parte de los datos proceden de expedientes que se sustancia
ron con posterioridad a los hechos en reclamación de determinados benefi
cios, bien a iniciativa de los interesados o de sus familias en los casos de
fallecimiento o desaparición.
Quedan aún muchas lagunas, pero creemos que esta primera aportación
contribuye en forma notable al mejor conocimiento de los protagonistas
sanitarios de esta acción.
Escasez de médicos en Lisboa.
El plan, tantas veces comentado, del Marqués de Santa Cruz para la
formación de la Armada, había sido elaborado en 1586 y a lo largo de los
meses siguientes se habían ultimado los diferentes preparativos.
(15) Op.cit., pág. 109.
(16) Cita a Fray Luciano del Pozo quien situaba en 20 el número de hospitalarios embar
cados en la Invencible. Fray Rafael Meyer lo sitúa en 12.
(17) Los religiosos embarcados tenían también misiones de asistencia sanitaria a los
enfermos, especialmente aquellos que no eran sacerdotes. Al considerar el número de religio
sos embarcados no hay que olvidar esta función.
72
2
EL PERSONAL SANITARIO
QUE PARTICIPO EN LA JORNADA
DE...
Pero en lo referente al reclutamiento de médicos y cirujanos hubo evi
dentes dificultades o retrasos, porque a lo largo del mes de enero de 1588
hemos encontrado hasta tres comunicaciones en las que se pone de manifies
to la falta de médicos.
La primera lleva fecha de 2 de enero y está tirmada por Miguel de
Oquendo, quien comunica al Rey: Mucha gente a enfermado y peligrado sin
conocerles la enfermedad. V. Md. tiene en su corte un buen medico con quien
y con el dotor Valle mequre yo. Ultimamente y asi sé que es tal, dizese el
dotor Sagastiberrieta. Soy cierto que mandandole V. Md. servir en estajorna
da, lo hara con mucha voluntad y haria mucho servicio a Dios y a V. Md. a
quien torno a suplicar le mande que venga a servir con la mayor brevedad
que pueda, que en ello todos recibiremos mucha merced (18).
El 27 de enero es el propio Marqués de Santa Cruz quien suplica al Rey
que se envie un médico principal y otro para que vaya en la Armada por no
haber aquí ningún castellano que vaya ni portugués que quiera ir (19).
Don Jorge Manrique el día 28 del mismo mes, escribía al Rey: En esta
Armada, no va ningún médico castellano ni portugués, ni le hay castellano
y portugués de los que fueron a la isla Tercera, que quieran ir. Suplico a
V. Md. venga uno principal cual conviene y otro accesorio. Ir tanta y tan
lucida gente sin medico es de mucho inconveniente. También, siendo V. Md.
servido, podría venir Antonio Perez, cirujano.., que es de mucho servicio y
platico en armadas y exercitos (20).
Oquendo, entre cuya gente se había desatado una epidemia de tabardi
llo, que sería la que ocasionaría la muerte del Marqués de Santa Cruz, era
uno de los que mas insistía en el envío de un médico. El pedía que se
mandase al doctor Sagastiberrieta y así el día 9 de enero había vuelto a
escribir: Con el ordinario pasado supliqué a V. Md. fuese servido de enviar
al doctor Sagastiberrieta. Lo mismo suplico en esta por ser de mucha impor
tancia (21).
Pero el día 30 seguían sin médico y en esa fecha escribía Oquendo no
sin cierto humor: El médico no ha venido. y estos portugueses nos desean
acabar y así lo confiesan. Dios les convierta (22).
Por todas estas comunicaciones podemos ver cómo a finales de enero,
cuando la armada se estaba concentrando en Lisboa no habían sido nombra
dos de hecho los médicos que habrían de atenderla y su falta se hacía sentir.
Aparecen además los nombres de dos sanitarios, el cirujano Antonio
Pérez y el médico Sagastiberrieta recomendados por Manrique y Oquendo,
respectivamente.
Los dos llegaron a embarcar con suerte muy diversa como luego vere
mos.
(18)
(19)
(20)
(21)
(22)
Año 1983
Archivo General de Simancas. Guerra Antigua. Leg. núm. 219, núm. 33.
A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 219, núm. 7.
A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 219, núm. 24.
A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 219, núm. 37.
A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 219, núm. 40.
M. GRACIA RIVAS
Religiosos y médico embarcados en la Escuadra de Andalucía.
Con fecha de 16 de julio de 1587 hemos encontrado un interesante
documento en el que se relacionan los religiosos, capellán y médico que
embarcan en la escuadra de Andalucía para dirigirse a Lisboa, donde ha
brán de integrarse en la Gran Armada.
Los religiosos aparecen reseñados por sus órdenes y la finalidad de la
relación es ser testimonio del socorro que se les dio al embarcar a buena
cuenta del sueldo que hubieren de haber del tiempo que se ocuparen en la
dicha armada (23).
A cada religioso se le entregaron cien reales igual que al capellán y al
médico se le dieron sesenta ducados.
Los relacionados son los siguientes:
Frailes dominicos:
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
Fray
Fray
Fray
Fray
Fray
Fray
Fray
Fray
Fray
Fray
Tomás de Portugal.
Alonso de Ureña.
Tomás de Velasco.
Reginaldo de Santillana.
Antonio de San Pedro.
Jerónimo de Olocaz.
Martín de Castañeda.
Pedro de Ayllón.
Julio de Vera.
Pedro Martínez.
Frailes agustinos:
—
—
—
—
—
—
—
Fray
Fray
Fray
Fray
Fray
Fray
Fray
Agustín de Andújar.
Bartolomé de los Santos.
Martín de Aguero.
Luis de Quesada.
Fernando de Morales.
Juan López.
Antonio de Casafonda.
Frailes franciscanos:
—
—
—
—
—
—
(23)
74
A.G.S.
Fray
Fray
Fray
Fray
Fray
Fray
Francisco de Quesada.
Francisco Odama.
Pedro Ximénez.
Tomás Vázquez.
Martín Morón.
Francisco de la Cruz.
Guerra Antigua.
Leg. 221, nurn. 5.
EL PERSONAL
SANITARIO
QUE PARTICIPO EN LA JORNADA
CONTROVERS
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DE...
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Anno Domin!.
1556.
Biblioteca
Año
1983
de la Real Academia de Medicina. Madrid.
7S
M. GRACiA RiVAS
Figura después el licenciado Gaspar de Brema, presbítero, y el licencia
do Diego Maldonado, médico.
Esta relación va acompañada con carta del Duque de Medina Sidonia.
No hemos encontrado con posterioridad constancia de que todos ellos
llegaran a participar en la Gran Armada, pero parece evidente, atendiendo
a la proximidad de las fechas que al menos algunos de ellos lo llegarían a
hacer.
Sanitarios embarcados en las galeazas.
Como es bien sabido, en la Gran Armada figuraban cuatro galeazas que
habían sido enviadas del reino de Nápoles a cargo de Don Hugo de Monca
da.
En ellas hemos podido identificar embarcados al doctor Cessar Capalbi,
médico, y al licenciado Pablo de Cuevas, cirujano. Señalamos seguidamente
algunas circunstancias personales de ambos:
1.—El doctor Cessar Capalbi: En un documento sin fecha remitido al
Rey por el citado doctor, se hace constar:
El doctor Cessar Capalbi del reino de Nápoles dice que ha servido a
vuestra Majestad en aquel reino en todas las ocasiones que se han ofrecido
de su oficio y así también en la jornada de Portugal y de las Terceras.
Ultimamente por orden de vuestra Majestad, el Conde de Miranda, Virrey
del reino de Nápoles, volvió a servir con las cuatro galeazas y dos naves que
se enviaron de aquel reino, pura esta jornada de Inglaterra, con provisión de
15 escudos cada mes y cuatro raciones cada día, sobre las cuales ha servido
siempre con mucho cuidado y satisfacción de los ministros de vuestra Majes
tad, como todo parece por los papeles, hasta que volvió el armada en La
Coruña, adonde se halló muy malo y alcanzado con mucha necesidad, vino
a esta Corte, a echarse a sus reales pies, y habiéndole suplicado mandar
señalarle alguna plaza adonde vuestra Majestad le quisiere proveer, para el
reino de Portugal o para La Coruña, o donde vuestra Majestad fuese servido
y asimismo mandarle dar alguna ayuda de costa para que él se pueda entre
tener en servicio de vuestra Majestad, conforme a su calidad, que en ello
recibirá merced (24).
Al margen figura la siguiente resolución: Se le de en la Armada lo mismo
que tenía en las galeazas.
Parece evidente que se trata de un médico napolitano con indudable
experiencia en el servicio. Había participado en las campañas de Portugal
y las Azores y no ofrece duda que estuvo embarcado en la Gran Armada,
precisamente como médico de las galeazas. Volvió seriamente quebrantado
(24)
7
A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 272. num. 191.
2
EL PERSONAL SANITARIO
QUE PARTICIPO EN LA JORNADA
DE...
en su salud, como la mayor parte de los tripulantes y solicitó fe fuese adj u
dicada alguna plaza en la Península. Parece hubo de quedarse en alguno de
los barcos de la Armada con el mismo sueldo que tenía en las galeazas.
2.—El licenciado Pablo de Cuevas: En una carta, remitida por el Conde
de Fuentes desde Lisboa el 15 de abril de 1589, se hace constar que se
remiten a S. M. dos informes, uno de ellos elaborado por el licenciado
Pablo de Cuevas, cirujano mayor de las galeazas (25).
El informe se conserva (26) y el mismo va encabezado en la forma
siguiente: Lo que refiere el licenciado Pablo de Cuevas, cirujano mayor de
las galeazas que fueron a esta Armada.
En él indica cómo se perdió en la galeaza capitana, donde iba embarca
do, junto a Calais y, tomado prisionero, fue llevado a Londres, donde
estuvo desde el 8 de agosto de 1588 al 26 de febrero de 1589 en que se
trasladó a Persemua, pudiendo embarcar en una nave de Ragusa llamada
San Nicolás cuyo maestre era Rusco de Cristophulo.
Refiere a continuación algunas circunstancias de esta nave. Que había
salido de Benicarló cargada de vinos, estando la Armada en Lisboa y que
en ella traía también muchas cosas para caballeros de la Armada, pero en
lugar de fondear en Cascaes como era su propósito, se alejaron por indica
ción del escribano de la nave, quien al descubrir en alta mar velas corsarias
saltó del barco y propició la captura de la nave que fue llevada a Inglaterra.
Puesta en libertad cargó mástiles y entenas para galeotas y otros basti
mentos con el propósito, al parecer, de ir a Berbería, pero el viento les
llevó a la isla de Madeira, donde estuvo un mes y diez días, pudiendo avisar
al gobernador de la isla lo que permitió secuestrar la nave, regresando
nuestro cirujáno a la península en una carabela.
En el informe daba cuenta también de la situación en Inglaterra de los
españoles cautivos: más de mil entre Londres y Plemua y entre ellos Don
Pedro de Valdés que estaba a seis leguas de Londres en casa de un cuñado
de Draque, mientras que en el mismo Londres se encontraban Don Alonso
de Luzón, Don Rodrigo Lasso, Don Juan de Guzmán y el capitán Aybar.
Personal adscrito al hospital de la Armada.
La existencia de un hospital embarcado es un hecho indudable y conoci
do desde la publicación del plan del Marqués de Santa Cruz. El propio
Fernández Duro publicaba como hemos visto un documento en el que se
hacía referencia a la urca Casa de Paz Grande, donde iba embarcada una
parte del hospital de la Armada (27)
En la comunicación antes citada (28), señalábamos ya que el hospital
pudiera ir embarcado en dos urcas. Una de ellas era la Casa de Paz Grande
(25) A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 247, núm. 106.
(26) A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 247, núm. 107.
(27) Fernández Duro, C.: Op. cit., tomo 2, pág. 172.
(28) Gracia Rivas, M.: El hospital embarcado en la Jornada de Inglaterra. 1 Congreso
de Historia Militar. Zaragoza, 1982.
Año 1983
M. GRACIA RIVAS
que se inutilizó en el temporal de Galicia y hubo de refugiarse en Laredo
de donde ya no pudo salir, hundiéndose algunos meses después. Otra urca
era la S. Pedro el Mayor, quedándonos la duda de si había sido utilizada
con este fin desde Lisboa o tras la pérdida de la anterior.
Hemos senalado también cómo era conocido el nombre del administra
dor general del mismo, Don Martín de Alarcón, probablemente un clérigo
como los que habitualmente se solía elegir para este importante puesto.
Así, al regreso de la Armada, se designó como administrador del hospital
de la Armada en Santander al doctor Manso, canónigo magistral de Burgos,
a quien en 1589 se proponía como nuevo administrador del hospital embar
cado, suplicando él, con fecha de 25 de julio, se le dispensase de embarcar
(29).
El cargo de administrador era el mejor retribuido, con 150 escudos al
mes aparece en el plan del Marqués de Santa Cruz, aunque sabemos que
en el caso concreto de la Gran Armada, se le entregaron 2.000 ducados de
ayuda de costa sin sueldo concreto.
Junto a este nombre conocido hemos podido identificar otros de induda
ble trascendencia:
1.—Protomédico del hospital de la Armada: En un documento del A.
G. S. (30) registrado como Decretos para los despachos de los médicos y
cirujanos que van en la Armada, aparece únicamente: Se hagan cédulas a
los médicos del armada y al doctor Martínez de protomédico...
Se trata indiscutiblemente de Francisco Martínez, protomédico de la
Armada, quien en 1590 continuaba ocupando este cargo y reclamaba un
aumento de sueldo (31).
Desde Ferrol remitía su petición Don Alonso de Bazán con fecha 9 de
enero, diciendo: El doctor Martínez, protomédico desta Armada sirvió la
jornada pasada de Inglaterra en los hospitales reales della y fue embarcado
con Juan Martínez de Recalde en el galeón almirante general y en ella y al
presente sirvió y sirve con mucho cuidado y acierto su persona en su minis
terio, es de mucho servicio a V. Md. y bien común de los enfermos desta
Armada y en consideración de sus servicios y del poco sueldo que tiene que
son 50 escudos al mes, me ha pedido tuviese por bien de que se le hiciese por
bueno el tiempo que estuvo en esa corte, atento a que se le ha acrecentado
mas trabajo y no sueldo ninguno mas de lo que tenía antes y que no se le ha
hecho merced de ayuda de costa alguna... (32).
En su petición señalaba el doctor Martínez que tras el regreso de la
Armada había ido con licencia de 5. M. a la corte adonde estuvo entretenido
(29)
(30)
(31)
(32)
78
A.G.S.
A.G.S.
A.G.S.
A.G.S.
Guerra
Guerra
Guerra
Guerra
Antigua.
Antigua.
Antigua.
Antigua.
Leg.
Leg.
Leg.
Leg.
250, núm.
228, núm.
280, núm.
280, núm.
46.
247.
96.
95.
2
EL PERSONAL SANITARIO
QUE PARTICIPO EN LA JORNADA
DE...
y señalado para ir al exercito y después se le mandó venir a servir en el
Armada, desde donde solicitaba el aumento de sueldo señalando que su
antecesor tenía 100escudos (33).
2.—El cirujano mayor del hospital. Anteriormente hemos visto cómo
Jorge Manrique en enero de 1588 pedía fuera destinado a la Gran Armada
el cirujano Antonio Pérez.
En documento fechado el 4 de julio de 1589 se dice: El doctor «Antonio
Pérez», médico y cirujano de V.Mad. y «cirujano mayor de su realArmada»
y exército, dice que con mucho trabajo y peligro de su persona ejerce el oficio
en la dicha armada no sólo de cirujano mayor atendiendo a todo lo necesario
para que los heridos sean curados en los hospitales y fuera de ellos, pero
también hace el oficio de médico siempre que es menester y tiene necesidad
de dos pláticos que asistan acerca de su persona para que le ayuden a las
muchas y grandes curas que se ofrecen de cirugía, como los solía tener en
las armadas de Levante, pagados a diez escudos cada uno.
Pide y suplica a V. Md. ‘que además del salario ordinario que tiene en la
dicha armada y raciones, mande se le libren los dichos veinte escudos para
los dichjs dos criados pláticos ayudantes y que le corran desde el día que los
presentare en la dicha armada y todo el tiempo que sirviere con ellos en ella.
Otrosi pide y suplica que salió a dos del pasado de Santander donde
estaba la armada y en venir y tornar y pro veerse de cosas y herramientas que
tiene necesidad para la dicha armada, ha menester casi dos meses de tiempo,
que se los continuen y libren como los demás y lo hagan merced de alguna
ayuda de costa para el camino... (34).
No debieron concederle los ayudantes, ya que en otro docurfiento sin
fecha vuelve a insistir: El doctor Antonio Pérez, cirujano mayor del Armada
de V.Md. dice que ha servido y torna a servir en la dicha armada con el
sueldo que ha muchos años que en las demás armadas y exercitos de V. Md.
sin otro alguno acrecentamiento ni ayuda de costa ni otra comodidad, ante
dos pláticos que solía traer en Levante y Flandes pagados por V.Md. a diez
escudos cada mes, estajornada le han hecho mucha falta por ser embarazosas
las curas y muchas y no poder solo.
Pide y suplica a V. Md. le mande pagar un plático, pues otra merced no
se le hace... porque no puede pasar sin él... (35).
En esta ocasión le es concedido el ayudante, aunque se señala al margen
de la anterior comunicación que el sueldo será de 6 escudos.
Estamos, en cualquier caso, ante un profesional acreditado que se titula
cirujano mayor de vuestra Majestad y de su Armada (36) que ha participado
en las campañas de Flandes y que ha estado embarcado en las armadas de
(33) A.G.S. Leg. 274, núm. 340. En este documento el doctor Martínez afirma que salió
de la Armada en diciembre por dos meses para curarse y solicita ahora reintegrarse a su
puesto. No lleva fecha.
(34) A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 274, núm. 294.
(35) A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 274, núm. 375.
(36) En el encabezamiento del documento citado en nota 35.
Año 1983
M. GRACIA
RIVAS
Levante y en la jornada de Inglaterra ha ido como cirujano mayor. No
hemos encontrado el sueldo que tuvo asignado y aunque se queje de su
escasez serían probablemente los 50 escudos mensuales que estaban presu
puestados.
Tiene el prestigio suficiente para exigir el concurso de ayudantes paga
dos por el Rey y sobre todo para que se le conceda uno con un sueldo de
6 escudos que era el que correspondía en la Gran Armada a los practicantes.
3.—El doctor Sagastiberría, médico de la Armada: En enero de 1588,
Miguel de Oquendo solicitaba el envío a Lisboa del doctor Sagastiberrieta
(sic), que se encontraba en Madrid y que era al parecer médico de cámara
deS.M.
Hemos encontrado una reclamación (37), formulada por la mujer e hijos
del doctor Sagastiberría, médico que fue del armada real que fue a Inglaterra
el año pasado. El escrito corresponde a 1589 y en él se indica que el citado
doctor murió en la dicha jornada y gastó en ella mucha parte de su hacienda
a cuya causa la dicha mujer e hijos quedaron muy pobres y cargados de
deudas. Por ello solicitaban se les librase la cantidad que se le adeudaba al
morir, para lo que acompañan certificación del contador García de Vallejo.
En ella se hace constar:
La cuenta del doctor Sagastiberría parece está de esta manera:
—
Tocó 50 escudos de entretenimiento desde pri
mero de febrero 1588 hasta 15 de octubre que
murió, montan425
escudos
Ha recibido:
—
—
—
por recaudo de 4 de abril100
Alsalir de Lisboa100
En San Sebastián se gastaron en enterrarle, en
vestirle y curarle35
escudos
Se le adeudan189
esc. 5 rs.
»
esc. 5 rs.
Hase de saber si le dieron alguna cosa en San Sebastián para su enferme
dad aunque parece que no le dieron nada más de lo dicho y por los libros
de la contaduría no parece que haya recibido otra cosa hasta 7 de julio de
1589 (38).
Es seguro que este doctor Sagastiberría es el mismo médico de la corte
que había curado a Oquendo y al cual reclamaba con el nombre de Sagas
tiberrieta.
(37)
(38)
80
A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 267, núm. 106.
A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 267, núm. 107.
2
EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE...
‘/
1
FRANCISCI
VAL.LESII
C OVARRVVIANI,
PJ-ITLTPPI II. HISPANIARVM
REGIS
A CVB.ICVLO
MEDICI,
Controucrfiarun-i Meclicaruin,& Piulo
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LIBELLVS
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Sub figno S. Spiritus.
xXVi.
PERMISSV.
Biblioteca de la Real Academia de Medicina. Madrid.
Año 1983
81
M. GRACIA RIVAS
Por la liquidación sabemos embarcó en Lisboa a primeros de febrero y
el hecho de fallecer el 15 de octubre en San Sebastián nos indica que viajó
en la escuadra de Oquendo con mucha probabilidad.
No podemos precisar cuál era su cometido concreto en la Armada, pues
el sueldo de 50 escudos al mes es similar al del protomédico y al del cirujano
mayor, lo que da idea de su importancia, circunstancia ésta indudable por
tratarse de un médico de cámara.
4.—Otros médicos de la Armada: Según el proyecto del Marqués de
Santa Cruz, además del protomédico debían embarcar para el servicio del
hospital cuatro médicos. He podido identificar los nombres de varios. En
algunos casos está claro que iban adscritos al hospital, pero en otros queda
la duda razonable de si participaban como médicos de la infantería embar
cada.
El doctor Juan Rubio: Cuando la armada hubo de refugiarse en el puerto
de La Coruña fueron desembarcados los numerosos enfermos que entonces
ya había, pero como las urcas en que viajaba el hospital y la botica habían
continuado, se necesitaron con urgencia medicinas y para conseguirlas, el
administrador del hospital comisionó al doctor Rubio, médico, y al licencia
do Zarate, cirujano para que se trasladasen a Santiago a buscarlas. Así
consta en una comunicación remitida al Rey por el arzobispo de Santiago
(39).
En relación con este mismo médico hemos encontrado una solicitud de
su mujer reclamando se le abone el sueldo adeudado (40) y en la que se dice:
Doña Jerónima de Bera, mujer del doctor Juan Rubio, médico que por
orden de V. Md. fue a servir en la armada que se hizo en Lisboa en el galeón
«San Marcos» el cual desapareció al doblar el cabo de Clara en el mar de
Noruega, ha pedido a V. Md. atento a su pobreza le mandase librar el sueldo
que en la dicha armada se le debe a su marido y V. Md. mandó por su decreto
se le pagase hasta el día que se apartó el dicho galeón San Marcos de la
armada. Esto pudo ser por setiembre empero a ella, le sería muy costoso
andar en estas averiguaciones. Pide y suplica a V. Md. atento que ella ha
perdido a su marido y esta con mucha necesidad y que se entiende su marido
es vivo, la mande librar el dicho sueldo hasta fin de diciembre del dicho año
o lo que V. Md. fuere servido y señale hasta quando es servido se le libre sin
remitirle a que haga averiguación...
Al margen se ordena se le libre hasta fin de diciembre de 1588.
El licenciado Francisco de Ancona: Es este uno de los casos en los que
no quedando duda de su participación en la Gran Armada, es difícil precisar
en qué puesto sirvió.
(39)
(40)
82
A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 227, núm. 26.
A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 274. núm. 378.
EL PERSONAL SANITARIO
QUE PARTICIPO EN LA JORNADA
DE...
De él se conserva una petición tramitada por Don Alonso de Bazán el
10 de enero de 1590 en la que solicita le sea concedido el sueldo y título de
médico de la Armada (41) (42), lo que indica que su consideración era de
un rango inferior.
En la solicitud hace constar que es médico y cirujano y que sirve desde
hace 14 años en que vino a esta parte con la gente de Nápoles a la jornada
de Portugal, en donde ha servido su oficio en los hospitales y ocasiones que
se han ofrecido, asi en la de Phelipe Stroçi, y quedó en la isla de San Miguel
curando en el hospital y.después se halló en la toma de la Tercera, quedo en
ella tres años curando en el hospital y después curó en el de Lisboa y se
embarcó en la Jornada de Inglaterra y se perdió en el galeón «San Felipe»
con el maestre de campo Don Francisco de Toledo. Continuó su oficio en
Santander en el hospital y agora lo está continuando en este hospital de la
armada (en El Ferrol) con satisfacción de todos...
Como puede apreciarse es un médico veterano, pero el hecho de que
habiendo participado en numerosas acciones no tenga la consideración de
médico de la Armada y el que fuera embarcado con Don Francisco de
Toledo, parece poner de manifiesto que era más bien el médico de este
tercio de infantería.
El doctor Santander de Escalante: De él hemos encontrado constancia a
través de una petición formulada por su viuda en la que dice:
D.’ María de la Cueva, mujer que fue del doctor Santander de Escalante,
dice que su marido fue por mandado de V. Md. en la Jornada de Inglaterra,
proveydo por uno de los médicos de la real Armada con 600 escudos de
salario, yendo en compañía de Don Alonso de Ley va se perdió con él,
quedando la suplicante perdida y desamparada, suplicando a V.Mg. muy
humildemente sea servido mandarla pagar lo que se debe del sueldo del dicho
su marido... (43).
El doctor Pero Fernández, médico: No podemos dejar de citar aquí a
este médico reseñado en los apuntes del P. Juan de Victoria, recogidos por
Fernández Duro como documento n.° 186.
Se afirma que viajaba con Don Alonso de Luzón, por lo que pudiera
ser el médico del Tercio de Nápoles.
5.—Otros cirujanos: Según el proyecto del Marqués de Santa Cruz de
bían embarcar al servicio del hospital de la Armada 4 cirujanos, además del
cirujano mayor, pero el hecho de que hubiere cirujanos en los tercios,
dificulta la adscripción al igual que en el caso de los médicos, para los que
hemos identificado.
El licenciado Zárate, cirujano, aparece en la carta citada del arzobispo
de Santiago (44) como comisionado por el administrador del hospital para
ir junto al doctor Rubio en busca de medicinas para los enfermos de La
Coruña. No hemos encontrado ninguna otra referencia de él.
(41)
(42)
(43)
(44)
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A.G.S.
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Guerra
Guerra
Guerra
Guerra
Antigua.
Antigua.
Antigua.
Antigua.
Leg.
Leg.
Leg.
Leg.
280, núm.
280, núm.
274, núm.
227, núm.
97.
98.
336.
26.
M. GRACIA RIVAS
El licenciado Bizconde: Aparece citado en un interesante documento al
que luego haremos referencia, inserto en el expediente formado para la
provisión de médicos para la Armada en 1589, y entre los cirujanos figura
este licenciado Bizconde del que se dice estudió también en Alcalá y sirvió
en la jornada pasada por lo que no cabe ninguna duda que estuvo en la
Gran Armada.
Pedro Robledo de Tapia: Mayores son las noticias de éste que iba embar
cado en la urca «San Pedro el Mayor» donde iba el dicho hospital junto con
otros oficiales del mismo.
Tras una larga peripecia a bordo de esa urca fue hecho prisionero con
siguiendo evadirse y al regreso a España en febrero de 1589 efectuó una
relación de sus experiencias (45).
En ella afirma que fue por cirujano mayor del dicho hospital embarcado.
Sin embargo, en una petición formulada por él algún tiempo después se
dice: Pedro Robledo de Tapia cirujano del hospital del armada de V. Md.
dice quel ha ocho años que sirve en las armadas que se han ofrecido con el
Marqués de Santa Cruz y de cirujano mayor del Tercio de Sicilia en esta
última, donde se perdió en Inglaterra, a do por su buena diligencia sacó
cuatro hombres consigo como en la de su relación dada lo sabrá V. Md. Fue
con mucha diligencia a La Coruña donde V. Magd. manda asista. Llegó a
tiempo que no hay cirujano que sirva al Hospital como escribe el Marqués
de Cerralbo. Suplica a V. Magd, le señale su plaza con que pueda perseverar
en su leal servicio, que es de treinta escudos como a los demás venido de ahí,
pues cree que sus servicios lo merecen... (46).
Estamos ante otro caso de profesional experimentado en diferentes cam
pañas, que puso, por otra parte, de manifiesto a lo largo de la presente su
habilidad para sortear las mayores dificultades.
Nos llama la atención esa confusa adscripción que dejan traslucir los
documentos. Por una parte se le llama cirujano mayor del hospital embar
cado, cosa que no era cierta pues esta plaza correspondía al doctor Antonio
Pérez. Por otra parte él se designa como cirujano mayor del tercio de Sicilia
y, sin embargo, está claro que iba embarcado en la urca S. Pedro el Mayor
donde debería viajar una compañía del tercio de Nicolás de Isla.
Quizá el hecho de que reclame una plaza con sueldo de 30 escudos
puede guardar alguna relación, pues si pedro Robledo hubiera figurado en
la expedición como simple cirujano del hospital, los haberes previstos eran
25 escudos, mientras que los cirujanos mayores de los tercios tenían 30. Si
bien es muy probable que los haberes reales en esta jornada no fueran
exactamente los previstos por Don Alvaro de Bazán, que al fin y al cabo
había redactado un proyecto con notable antelación.
6.—Otro personal administrativo del hospital: De él conocemos dos nom
bres a través de la relación citada de Pedro Robledo. Se trata de Pedro de
San Millán, veedor del hospital, y Francisco de Ledesma, repartidor del
(45)
(46)
84
A.G.S. Guerra Antigua.
A.G.S. Guerra Antigua.
Leg. 245, núm. 188.
Leg. 272. núm. 209.
2
EL PERSONAL SANITARIO
QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE...
hospital. Los dos iban embarcados también en la urca San Pedro el Mayor
y sufrieron todas las peripecias de la misma por la costa de Irlanda, la
prisión y posterior fuga al igual que Robledo (47).
7.—Personal subalterno: En la relación tantas veces citada del P. Juan
de Victoria (48) se cita a Juan de Trato, barbero, y a Agustín, plático del
hospital, sin ninguna otra referencia.
Hemos encontrado noticias de otro barbero a través de una petición de
ayuda, formulada el 20 de julio de 1589.
Se trata de Pedro Hernández, barbero del hospital de la Armada de
Inglaterra, el cual afirma que desembarcó tullido en Santander de los naufra
gios que en el viaje padeció y con todo el trabajo del mundo asistió allí, hasta
siete de abril, hasta tanto que del todo quedó inhabil para poder ejercitarse
en dicho su oficio y sabiendo esto Don Juan de Cardona me dió licenciapara
que pudiese irme a curar adonde yo quisiere y en la enfermedad he gastado
cuanto tenía, que no tengo con que volver al servicio de V. Magd. si no se
me pagan las plazas caidas y se me da alguna ayuda de costa. Suplico a
V.Magd. mande se me libre para que yo pueda volver en servicio de V.
Magd. (49). Al margen se indica se le pague lo que se le debe hasta el día
de la licencia.
La elección de estos médicos para el servicio en la Gran Armada.
No hemos encontrado referencia concreta a la forma en que estos y
otros profesionales que tomaron parte en la Gran Armada fueron seleccio
nados, aunque aparecen indicios razonables para adivinar la forma en que
se produjo. Así he citado anteriormente recomendaciones concretas de
Oquendo y Manrique para los casos de los doctores Sagastiberría y Pérez.
Por otra parte, en el registro de la expedición de cédulas, se cita expresa
mente al doctor Vallés, de donde podemos deducir que su intervención fue
decisiva.
Pero aunque por el momento no han aparecido los expedientes concre
tos de selección del personal sanitario para la Gran Armada, sí que he
encontrado uno referente a la selección que se hizo para la Armada el año
siguiente, en 1589. Por su indudable relación y por los comentarios que en
él aparecen relativos a la expedición de 1588, nos parece del mayor interés.
A través de él podemos ofrecer una idea muy aproximada de la forma en
que tenía lugar la recluta de los médicos y cirujanos que debían participar
en las diferentes expediciones navales y militares. Comentaremos por lo
tanto este interesante expediente:
1.—El expediente de selección de médicos para el Ejército en 1589: Se
trataba de seleccionar una serie de médicos que han de servir en el Ejército
que se está reuniendo en 1589.
(47) A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 245, núm. 4. Asimismo en el documento citado en
nota 45.
(48) Fernández Duro, C.: Op. cit., tomo 2, pág. 451.
(49) A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 274, num. 171.
Año 1983
M. GRACIA RIVAS
Con este motivo, Andrés de Prada, secretario del Consejo de la Guerra,
envía al doctor Vallés, médico de cámara de S. M. y su protomédico, un
memorial con las solicitudes de varios médicos que pretenden participar en
la campaña.
En el oficio se dice: El consejo me ha ordenado diga a V.m. de su parte
que su Md. será servido vea el memorial que aquí va del doctor Martínez y
los demás que a y. m. se han remitido y remitieren de médicos y cirujanos
que pretenden servir en el ejército y que vistos diga y. m. lo que entiende de
la suficiencia de cada uno y lo que le parece será bien hacer con ellos,
teniendo consideración a que en esta jornada no se señalan tan crecidos
sueldos como se hizo en la pasada. En San Lorenzo a 6 de junio 1589 (50).
El escrito va acompañado de una nota que dice: A consulta los médicos
y cirujanos que van señalados con cruces y cuando se llegue a los cirujanos
decir además del doctor Antonio Pérez que sirve de cirujano mayor los que
fueron en la jornada pasada.
Juzgamos de interés analizar esto. El Consejo de la Guerra, por interme
dio de su secretario, se dirige a Vallés, que es médico de cámara, para que
decida sobre un determinado grupo de médicos en relación con su suficien
cia y los emolumentos que ha de dárseles. Son indudablemente funciones
propias de Vallés por su condición de protomédico, ya que a ellos corres
pondía la regulación y vigilancia del ejercicio profesional (51). Puede adver
tirse, no obstante, que se le impone en cierto modo el nombre del cirujano
mayor Antonio Pérez. Se le dice también señale los que participaron en la
pasada jornada esto es en la Jornada de Inglaterra.
Creemos que no se conserva la relación que se remitió a Vallés y por lo
tanto no sabemos los médicos que iban señalados. Conocemos en cambio
la contestación del protomédico (52).
2.—La respuesta del doctor Vallés: Lleva la misma fecha de 6 de junio
y está firmada en San Lorenzo, por lo que parece deducirse corresponde a
una requisitoria de cierta urgencia.
En ella dice: Dentro de este pliego envío un nombramiento de médicos
y cirujanos. y. m. le mande presentar luego en Consejo y si pareciere bien,
mandeme V.m avisar luego para que los envíe a llamar y vengan a tomar
sus recados con brevedad y si alguno no aceptare se pro vea luego de oficio.
El nombramiento o informe a que hace referencia dice así:
El doctor Martínez es doctor por Alcalá y docto y sirvió muy bien en la
jornada pasada. Pareceme debe ser recibido para esta con ventaja sobre los
otros que aunque también son doctos empiezan... y así que aunque los sala
rios de los demás se bajen de lo que en la pasada se dio por ser por mar, a
(50)
(51)
(52)
86
A.G.S. Guerra Antigu. Leg. 268, núm. 149.
Granjel, Luis S.: La medicina española renacentista, cap. III.
A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 268, núm. 148.
.
Núm.2
EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE...
él no se le baje sino que se le den los 50 escudos que llevó y désele título de
protomédico del Ejercito con que lo use con la instrucción que yo le daré,
de que él será contento y estará bien al servicio de S. M.
Después me parece se reciben otros cuatro médicos de quien tengo mucha
satisfacción que son:
—
—
—
—
El
El
El
El
licenciado Feliciano de Huerta.
licenciado Alvarado.
doctor Quesada.
licenciado San Pedro.
A estos me parece se les den a cada 40 escudos por mes y los merecen
muy bien.
También me parece que bastará recibir otros seis cirujanos en estaforma:
—
—
El licenciado Torres de Guadalajara.
El licenciado Pedro de Torres.
Estos dos son demás de ejercitados cirujanos, también buenos médicos y
podrán hacer de todo y por esto me parece se les dé a 30 escudos.
—
—
—
—
El licenciado Bizconde estudió también en Alcalá y sirvió en la
jornada pasada y tengo buenos papeles... Será bién se le den
30 escudos.
Blandon.
Sósa.
Luis López de...
Estos son buenos, mas son romancistas. Pareceme se les de a 20 escudos.
Detrás de esto se que todos ellos tendrán necesidad de alguna ayuda para
el camino y es justo se les haga.
Es interesante señalar que este escrito está redactado personalmente
por el doctor Vallés y lleva unas cruces señalando determinados nombres.
Concretamente los siguientes:
—
—
—
—
Doctor Mártínez.
Licenciados Feliciano de Huerta y Alvarado.
Licenciados Torres de Guadalajara y Pedro de Torres.
Licenciado Bizconde.
e
Como quiera que tanto Bizconde como el doctor Martínez nos consta
estuvieron en la Jornada de Inglaterra, sospecho que todos los señalados
con cruces estuvieron también, pues esta señal sería la indicación de ello
de acuerdo con la petición del Consejo de la Guerra.
Año 1983
M. GRACIA RIVAS
Tendríamos por lo tanto nuevos nombres de sanitarios presentes en la
Gran Armada.
Aparte de ellos, vemos detalles significativos como el hecho de que se
reduzcan los haberes, ya que indica los anteriores fueron más elevados por
ser por mar.
Indica también la procedencia del doctor Martínez, por quien es induda
ble que Vallés tiene especial simpatía. Nos llama la atención que si Martínez
fue el protomédico de la Jornada de Inglaterra y Pérez, el cirujano mayor,
únicamente este último sea impuesto por el Consejo de la Guerra, mientras
que Martínez viene resaltado más bien por Vallés.
En el documento aparecen muy claras las diferencias entre cirujanos
titulados y romancistas. Por otra parte los cirujanos aunque hayan estudiado
en Alcalá tienen un salario inferior al de los médicos. Este tema, no obstan
te, excede el campo de este artículo.
3.—Desestimación de una solicitud. Junto con el expediente anterior
aparece una solicitud del doctor Duarte Berdugo, médico, quien señala que
ha muchos años que es graduado en la facultad de Medicina e indica que
desea ir a servir al ejército que se junta en Portugal (53). Al margen se indica
informe el doctor Vallés y éste contesta: El doctor Berdugo es nuevo. No
deja de tener mediana suficiencia. Supuesto que no se puede hallar para la
guerra todo esos, podrá hacelle merced si falta alguno de los señalados o se
eligen mas. Lleva fecha de 14 de junio.
La importancia de todo este expediente es evidente y creemos contribu
ye notablemente a la definición del proceso de selección de los médicos que
servían tanto en la Armada como en el Ejército ya que como vemos su
adscripción es en muchas ocasiones circunstancial, aunque siempre encon
tramos hombres con una indudable experiencia profesional y para las gran
des empresas se buscan tanto médicos como cirujanos veteranos de otras
campañas.
Conclusiones.
1.—Hasta el momento presente, eran inexistentes los datos referidos a
la identidad de los sanitarios que habían participado en la Jornada de Ingla
terra.
2.—Los datos recogidos por Fernández Duro habían sido reproducidos
por otros autores sin nuevas aportaciones.
3.—El estudio de las solicitudes de pensiones y mercedes, posteriores a
la Gran Armada, conservadas en el Archivo General de Simancas ha permi
tido identificar a los más importantes médicos y cirujanos de la Gran Arma
da.
4.—Asimismo se han recogido datos de religiosos participantes ya que
éstos, junto con su función espiritual, desempeñaban una importante tarea
de auxiliares sanitarios.
(53)
88
A.G.S.
Guerra Antigua.
Leg. 268, núm. 147.
2
EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE...
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M. GRACIA RIVAS
5.—Los profesionales identificados se ofrecen en el cuadro resumen
junto con sus sueldos y circunstancias personales.
6.—Ha podido también reconstruirse el proceso de selección de médicos
y cirujanos mediante un expediente conservado sobre los informes relativos
a los profesionales que habían de tomar parte en las actividades del Ejército
que se estaba juntando en Portugal en 1589.
7.—El tema ofrece numerosas posibilidades de estudio, tanto en los
aspectos de formación de todos estos profesionales, como en los cometidos
propios de cada estamento y en la propia asistencia sanitaria tanto a bordo
de los buques como en tierra, que excediendo los límites de este artículo
habrán de merecer en el futuro nuestra atención.
90
2
LOS ASTILLEROS
DE ANTONIOLOPEZ
Rafael GONZALEZ ECHEGARAY
Director del Instituto «Juan de la Cosa»
Se cumplen este año —1983— los cien años de la muerte de Don Anto
nio López y López, primer Marqués de Comillas, figura estelar por tantos
conceptos en la historia económica y marítima de la España del siglo XIX.
La apasionante biografía de este gran naviero y la de las empresas por
él fundadas y presididas hasta 1883 está por hacer. No puede decirse otro
tanto de la de su hijo y sucesor, el segundo marqués, Don Claudio López
Bru, que hereda y agranda una de las primeras flotas mercantes del mundo
—la Trasatlántica española— y que recoge el cetro prácticamente desde la
cuna para detentarlo hasta el fin de sus días, bien entrado ya nuestro si
glo (1).
No obstante, la escasa bibliografía en torno a la figura de Don Antonio
acostumbra a presentarle bajo el aspecto más notorio de su prodigiosa vida,
es decir, la faceta naviera, en general, con sus importantes realizaciones en
el mundo de las grandes empresas, de la banca y de los negocios. Pero la
rica personalidad humana del comillano tiene otros muchos campos en los
que brilló con su espíritu perfeccionista, su ambición por las cosas completas
y bien hechas, y su temeridad verdaderamente singular.
Antes de 1845 empieza su quehacer naviero en Cuba para continuarlo
ininterrumpido en diversas sociedades mercantiles hasta el fin de su vida;
la línea marítima del ferrocarril París-Madrid, la campaña logística del ejér
cito de Africa, los vapores trasatlánticos, las guerras coloniales, la Compa
ñía de Filipinas y finalmente la Compañía Trasatlántica. Pero tal como él
lo veía, sus flotas no eran concebibles sin la apoyatura sólida de una infraes
tructura de astilleros de reparación y aun de contrucción que permitiera a
sus buques las faenas de carenado, reparación y recorrida sin las servidum
bres de terceros y esperas por diques ajenos, bien de la Marina o de la
empresa privada. Una gran flota de trasatlánticos en servicios regulares
contratados, con itinerarios rigurosos, no podía correr el albur de la mala
suerte en una época en que las averías en máquinas —y sobre todo en
hélices y ejes de cola—. estaban a la orden del día.
(1) El segundo Marques nacio el 14 de mayo de 1853 en Barcelona y murió en Madrid
el 18 de abril de 1925
Afio 1983
R. GONZALEZ
ECHEGARAY
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fundador
92
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EXCMO. SR. D. ANTONIO LOPEZ Y LOPEZ,
de la Empresa tiasatiántica
de arores.correos
espaSoles 6. la isla de Cuba.
Núm.
2
LOS ASTILLEROS
DE ANTONIO
LOPEZ
La experiencia cosechada desde los años 1862 a 1866 había sido extraor
dinariamente dura. Perdió el Cantabria, tuvo mil averías en casi todos los
barcos y sufrió un sinnúmero de sanciones gubernamentales por deficiencias
en el cumplimiento del contrato con el Estado y, hasta que incorpora al
servicio las tres magníficas unidades Infanta Isabel, Príncipe Alfonso y An
tonio López, construidas en Dumbarton (Escocia), no se consolida la regu
laridad del servicio. Pero estaba claro que al finalizar los cinco años de
explotación de la contrata, la subvención estatal era a todas luces insuficien
te para cubrir los gastos, mantener el material y dejar el margen de beneficio
preciso para tamaña aventura.
Por otra parte, la imprevisión de los sucesivos gobiernos de Armero,
Arrazola y Mon dejó sin convocar con la antelación suficiente el nuevo
concurso de comunicaciones, por lo que el 11 de octubre de 1866 hubo que
prorrogar por un año más los servicios de la flota de López con objeto de
poder dar algo más de tiempo para la preparación del nuevo concurso. Se
anunció éste para el 14 de febrero de 1867 exigiendo un mínimo de ocho
vapores de pasajeros de 1.500 toneladas, cosa nada fácil de improvisar en
tan sólo unos meses.
El resultado del concurso fue espectacular. La primera oferta presentada
por Jorge Williams, en representación del constructor naval inglés Charles
Mitchell, se comprometía a hacer el servicio por 20.408 ducados; el gaditano
Don Luciano Alcón presentó la segunda plica con 24.450; venía en la terce
ra Don Carlos Eizaguirre, en representación de López, con 30.333; la cuarta
era de Don Policarpo Pastor Ojero con 39.950; la quinta de Don José María
Retortillo en 36.000 y la última de Don Evaristo Chalbaud en 27.490.
La adjudicación fue, pues, para Mitchell, lo que produjo un gran escán
dalo en el mundo de los negocios, la administración y la política, porque
por primera vez se confería un servicio público vital para el país, como era
el de las comunicaciones oficiales con sus tierras de Ultramar, a un súbdito
extranjero y precisamente de un país no demasiado amigo. Luciano Alcón
movió toda su influencia y su poder para obtener la anulación de la subasta
pero la sala de lo Contencioso del Tribunal Supremo, el 18 de octubre de
1867, rechazaba las alegaciones de Alcón —que además pedía para sí la
contrata, como licitador más próximo en cifras al inglés— porque el pliego
de bases de 9 de octubre de 1866 no había hecho ningún distingo ni excep
ción respecto a no españoles y por tanto no cabían en puridad los alegatos
de Alcón.
Pero Mitchell, que era dueño de unos importantes astilleros ingleses que
con el tiempo pasarían a ser de Armstrong, no tenía listos los barcos que
estaba construyendo en Newcastle. Contaba con los del propio López,
quien, al no ganar el concurso, lógicamente habría de cederlos en buenas
condiciones al ganador, y al parecer hubo varios contactos entre ambos
personajes en los que se trató ampliamente de este particular e incluso la
Año 1983
R. GONZALEZ
ECHEGARAY
prensa de Madrid dejó caer la noticia del traspaso de la flota del santande
rino. ¡Qué poco conocían todos ellos la astucia y la sangre fría de López
en el palenque de los negocios!
Se iba acercando la fecha fatídica de la puesta de los buques a disposi
ción del Gobierno y los buques no aparecían por ningún lado. LÓpeLdaba
largas al inglés, so pretexto de que no podía suspender sus viajes —y era
verdad— para hacer la entrega a Mitchell, y el Gobierno, por fin, el 29 de
noviembre de 1867, concede un último y definitivo plazo de tres días para
que Mitchell le presente o le designe al menos cuatro buques de los ocho
pactados. Y no pudo presentarlos. Había caído en la propia trampa que él
había tendido a Antonio López, quien de la noche a la mañana se convertía
de nuevo en el árbitro de la espinosa situación, porque sí tenía los barcos
y su competidor lo único de que disponía era de un contrato en suspenso
con unas ofertas más baratas... pero nada más.
El 13 de diciembre se declaraba rescindido el contrato del Gobierno
español y la casa Mitchell, haciendo cargo a ésta de todos los daños y
perjuicios que se derivaban del incumplimiento de las obligaciones contraí
das por ella en su día, y se anunciaba un plazo hasta el día de Nochevieja
para recibir proposiciones de cualquier naviero español que deseara hacer
con carácter provisional el servicio. Llegó el día primero de año de 1868 y
no se presentó más que Antonio López ofertando con el mismo tipo de
subvención: 59.000 escudos por viaje redondo. Y se lo llevó.
Pocos meses después, el 14 de abril de 1868, se celebraba el concurso
con carácter definitivo y fueron a él Don José Ferrer con 69.990 escudos y
Antonio López con 67.000; cifras que resultaban excesivas para el Gobierno
y el concurso se declara desierto, pero se hace una aproximación al santan
derino por parte del Presidente del Consejo de Ministros a fin de que en
veinticuatro horas manifieste si está dispuesto o no a hacer el servicio con
la subvención anterior. Antonio López, con una sangre fría inaudita, con
testa negativamente. No puede hacerlo en esas cifras.
La verdad es que el Gobierno está ya contra las cuerdas y ha entrado,
aun sin quererlo, en un regateo en el que López lleva todas las de ganar.
Y así es. Tiene en sus manos el triunfo de los barcos en servicio y así, el
16 de abril de 1868, la Reina autoriza a Carlos Marfori. su Ministro de
Ultramar, a que contrate directamente con la casa López, sin las formalida
des de subasta pública, el servicio del correo a las Antillas en 60.500 escu
dos. Se había salido López con la suya. Había dejado tirados en la cuneta
a sus competidores, que le habían servido para consolidar su postura de
fuerza, y había conseguido mejorar la subvención. Ahora iba a empezar a
ver todo el país lo que era capaz de hacer el genial comillano (2).
(2)
La Sala 4. del Tribunal Supremo, el dia 4 de diciembre de 1871, fallaba en apelación
el recurso presentado por Mitchell, basandose en que. si bien no se le autorizó en su día por
el Gobierno espanol a la importacion de buques extranjeros a su nombre para poder cumplir
el contrato, bien pudo haber fletado para ello buques españoles o haber celebrado subcontra
tas con navieras espanolas. No existió, pues, la incongruencia que alegara en su defensa
Carlos Mítchell.
Núm.
2
LOS ASTILLEROS
DE ANTONIO
LOPEZ
El 28 de abril, es decir a los doce días, se transforma la empresa de
vapores correos trasatlánticos de Antonio López en sociedad colectiva; el
7 de mayo trasladaba su domicilio social de Alicante a Barcelona y el 15 de
junio todas las unidades de su flota cambiaron de matrícula a la Ciudad
Condal ya para siempre. El 30 de agosto de 1868 se concedían, con carácter
definitivo y por los diez consabidos años, los servicios ultramarinos a la
nueva naviera catalana de A. López y Cía.; aunque, a decir verdad, llevaba
ya bastantes años con sede efectiva en Barcelona, que era el vórtice alrede
dor del cual giraban los vientos de todos los negocios del que iba a ser
pronto Marqués de Comillas.
Cuando López tuvo en firme en sus manos el contrato de comunicacio
nes, empezó a desarrollar inmediatamente todo el ambiciosísimo programa
que había venido elaborando durante los seis años de su primera experien
cia trasatlántica. Y ese programa se extendía en dos direcciones: una prin
cipal, que era la expansión de los servicios con el aumento de las unidades
de la flota, y otra secundaria, la de la creación de una infraestructura naval
propia al servicio de aquélla, que es lo que vamos a considerar en este breve
trabajo.
Los primeros buques encargados para la línea mediterránea que enlaza
ba el ferrocarril de París a Marsella con el de Madrid a Alicante, con escalas
en Barcelona, Málaga y Cádiz, fueron el Madrid y el Alictinte en 1857, que
se unieron al Marsella que había sido ordenado dos años antes para otro
armador. Estos barcos se construyeron en el astillero de Archibaid Denny,
el octavo hijo de William Denny, que en 1853, en sociedad con John
Mc’Lean, montó sus propias gradas en el Church Yard para armar cascos
de hierro. La supervisión de los trabajos de estas unidades se llevó a cabo
por Don Patricio de Satrústegui, colaborador íntimo y socio de Antonio
López, que fue quien llevó personalmente las relaciones con el astillero.
En 1863, nuevamente, Satrústegui, que es además ingeniero. contrata
ahora con Peter Denny la construcción de la hermosa pareja de trasatlánti
cos para la línea de América: Príncipe Alfonso e Infanta Isabel, de 3.350
toneladas de emplazamiento, que van a sustituir a las bajas que se van
produciendo en la lista de los antiguos correos de la Trasatlántica belga,
comprados de prisa y corriendo, con los que López comenzara en 1862 a
prestar los servicios trasatlánticos de comunicaciones. Poco después repeti
ría el encargo con un tercer buque casi gemelo a la pareja anterior: el
Antonio López (1°).
Peter Denny era el séptimo hijo de William, al que sucedió en la presi
dencia de la empresa y levantó las gradas de Leven en 1864, llegando a ser
una de las primeras figuras en el mundo de la construcción naval de entonces
y en general e el mundo naviero y en la banca británica, en donde se le
llamaba Pedro el Grande.
Ya para entonces habían alcanzado las gradas de Denny notoria fama
en la construcción de buques para el transporte de pasajeros. El Infanta y
el Príncipe se contrataron para ser entregados en un plazo de nueve meses
Año 1983
R. GONZALEZ
ECHEGARAY
desde la firma del contrato y con unas penalidades por retraso de 30 libras
diarias. El Príncipe se botó el 3 de abril de 1863 y se entregó el 30 de junio
en Cádiz. El Infanta se botó el 21 de julio y llegaba a España, concretamente
a Santander, el 21 de septiembre, en donde lo esperaba el propio Antonio
López.
Acuarela de Monleón. (Museo Naval. Madrid.)
La verdad es que, a pesar de la durísima gestión de Satrústegui, que
volvió loco a Peter Denny y no le dejó pasar ni una sola, Antonio López
quedó muy satisfecho de los barcos de Dumbarton, que eran la envidia de
todo el mundo y prestigiaron el pabellón español en el Atlántico. Se había
creado ya un lazo indestructible entre la casa López y Denny que iba a
durar muchísimos años (3).
El 31 de mayo de 1864 la Reina concedía a Antonio López la Gran Cruz
de Isabel la Católica por el acierto y el excepcional empeño puesto en la
consolidación, de una vez por todas, de los servicios trasatlánticos, tan
necesarios para la metrópoli y para las islas, tanto desde el plano comercial
como desde el militar y el político. Pero unos meses antes le había sido
(3) La trasatlántica llegó a tener en sus listas a lo largo de su historia los siguientes
buques de pasaje construidos por Denny:
Alicante (1°), Madrid, Marsella, Infanta Isabel, Príncipe Alfonso, Antonio López (1),
Alfonso Xli (1), Antonio López (2), Ciudad de Santander, Cataluña, Isla de Cebú, Buenos
Aires, Montevideo, Alfonso XIII (1. 0), Reina María Cristina,0León XIII, San Fernando,
Colón (1°), Alicante (2.°), Covadonga (1°), Antonio López (3. ), Infanta Isabel de Borbón,
Alfonso Xlii (2°).
96
Num. 2
LOS ASTILLEROS
DE ANTONIO
LOPEZ
concedida igual condecoración a Peter Denny, constructor de los correos y
transportes de la Marina de Guerra de España, según decía la orden de
concesión, de donde se infiere el acierto con que estos astilleros británicos
habían cumplido y seguían cumpliendo con los encargos del Gobierno espa
ñol y sus concesionarios de servicios, tanto en la construcción como en la
reparación de los vapores. Análogamente había sido distinguido Denny por
los Gobiernos de Bélgica y Portugal.
¿Qué transportes de la Armada eran esos construidos por Denny? Per
tenecían al lote importado por Mac Crohon bajo el gobierno de O’Donnell
y fueron, al menos, el San Francisco de Borja, el San Quintín, el Patiño y
el Marqués de la Victoria. El San Quintín, en 1881, volvió a ser reconstruido
totalmente en Denny e incluso se le montó allí un nuevo equipo propulsor.
También Antonio López, a raíz de la entrega del primer Antonio López,
encargó en Denny la remodernización del Puerto Rico con instalación de
nueva maquinaria, construida por el propio astillero.
Pero era evidente que Escocia, por muy buena armonía que existiera
con Denny, y por muy buena calidad que en sus trabajos ofreciera, no era
la base apropiada, ni podía serlo en el futuro, para las reparaciones y las
recorridas de final de viaje de los trasatlánticos españoles, estando fuera de
los itinerarios de éstos y tan alejada de Cádiz, que era por entonces el punto
de arranque de la línea.
En aquella época no existían en la Península más diques secos que los
de las bases de los Departamentos, que eran de propiedad de la Armada,
y varios carros varaderos civiles repartidos por diversos puntos del litoral.
Hay que tener en cuenta que el pequeño desplazamiento en rosca de los
buques de entonces —primeros vapores y veleros— permitía hacer uso
generalizado de este sistema de varado en seco, así como del clásico de dar
la banda para el forrado y carenado de los cascos de los veleros. La llegada
de los grandes vapores de casco de hierro, con esloras superiores a 60
metros y entre las mil y las tres mil toneladas, hizo cambiar radicalmente
el panorama. El primer dique seco civil fue el de San Mamés, en Bilbao,
que se inauguró en 1868 y que sería, con el paso de los años, el origen de
los diques de Euskalduna en Olaveaga. Había tanteos, como luego vere
mos, en Santander y Barcelona, pero en la práctica nada.
Es claro que los diques de San Mamés no eran solución por su distancia
a Cádiz, por sus cortas dimensiones y porque para ese viaje eran mucho
mejores las alforjas de los diques del Ferrol, que ya venían siendo utilizados
por los correos que gozaban en este punto de trato preferencial como las
unidades de la Armada (4). Había, pues, que desechar esta idea.
Antonio López, con su entorno económico en Barcelona, quería a toda
costa apoyarse en la empresa catalana para solucionar este problema y
tanteó muy seriamente la posibilidad de establecer su base naval en la
capital barcelonesa. No hay que olvidar que el colosal encumbramiento del
(4) Los diques de Olaveaga tenían 287 y 230 pies de eslora por 50 y 100 de manga cada
uno, respectivamente.
Año 193
R. GONZALEZ
ECHEGARAY
en cuatro años. En este decreto se establecía que los buques de la Marina
Mercante o de particulares podrán hacer uso del dique cuando no estén
ocupados con los de la empresa, mediante unas tarifas establecidas por ésta
y los del Estado podrán servirse de él en caso urgente con preferencia a los
de los particulares, aplicándoles una tarifa especial. Este decreto lo firmó
Don Amadeo 1 con ocasión de su visita a la capital del departamento ferro
lano en donde visitó la fragata Amadeo que precisamente estaba en dique
seco (5).
La zona destinada estrictamente a la factoría tenía 80.400 metros cua
drados, limitaba por el norte con el fuerte de Matagorda y el camino militar
que corría por el borde de la playa de la Cabezuela, enlazaba por el oeste
con el fuerte del Caño y al sur la cerraba el Caño de María con el muelle
de prolongación de los ferrocarriles. Realmente los terrenos de la que luego
sería Compañía Trasatlántica se extenderán por el norte hasta el río San
Pedro, en el inmenso coto de la Algaida, y por el sur hasta las salinas del
Consulado.
La gran factoría naval de Matagorda, frente a Puntales y a mitad del
viaje entre La Carraca y Cádiz, fue una obra, como todas las que emprendía
Antonio López, espectacular y, precisamente por lo ambicioso del proyecto,
hubo de ser prorrogado en el mes de agosto de 1876, por dos años más, el
plazo contractual de terminación de las obras anejas al dique.
El dique de carena era zampeado y tenía 165 metros de eslora y 20 de
manga, y el varadero anejo era capaz para buques de hasta 41,5 metros de
grada y 3,3 de calado. Había una dársena de antedique formada por dos
muelles de madera y varios muelles cJe atraque y estaba toda la factogía
enlazada con vías de ferrocarril de la red general. Había un depósito para
carbón de Cardiff, almacenes para alijar cargamentos, talleres cJeforja, de
fundición, de calderería, de carpintería y casa de bombas.
Dirigieron la construcción los ingenieros ingleses Bell y Miller, de Glas
gow, juntamente con el español Don Eduardo Pelayo, que habría de acome
ter también más adelante la obra de los muelles de Santander y fue preciso
realizar el dragado de un canal en la bahía para facilitar el acceso de los
buques mayores hasta el antedique y los muelles de armamento. La obra
costó, al parecer, treinta millones de reales, es decir, casi tres veces más de
lo inicialmente presupuestado.
El 24 de marzo de 1877, todavía reciente el dolor de López por la
muerte prematura de su hijo Antonio López Bru, predestinado para llevar
las riendas del emporio económico de su padre, tuvo la alegría de recibir
en el Trocadero al Rey Alfonso XII que fue a visitar las obras. Don Alfonso
acababa de llegar a Cádiz con la escuadra, después de realizar un viaje por
el Mediterráneo visitando Cartagena, Alicante, Valencia, Tarragona, Bar
celona, Palma, Almería, Málaga y Ceuta. En la bahía estaba también fon
deada una escuadra inglesa con su insignia en el Minotaur. Cuatro barcos
(5) Esta fragata blindada empezó llamándose en 1863 Principe Alfonso, después fue
Sagunto, más tarde Rey Amadeo Iy finalmente volvió a ser Sagunto hasta el fin de sus días.
lOt)
2
LOS ASTILLEROS
Año 1983
DE ANTONIO
LOPEZ
101
R. GONZALEZ
ECHEGARAY
ción que posee el proponente en el Trocadero, talleres a los que proyecta dar
el desenvolvimiento necesario para que unidos al astillero, puedan servir de
base antes de mucho a la construcción de buques de hierro, industria que
tanto ha de contribuir a la vitalidad y progreso de nuestra Marina, dependien
te en la actualidad de los astilleros ingleses.
El 31 de octubre de 1879 volvió de nuevo a visitar la factoría el Rey
Alfonso XII. Salió de Madrid el 22, a recorrer las zonas afectadas por las
inundaciones en la vega murciana, y embarcó a bordo de la Numancia en
Cartagena el 24. Zarpó ésta junto con la escuadra y llegó a Cádiz el 27. El
Rey, a bordo del cañonero Salamandra, visitó el arsenal de La Carraca, San
Fernando y finalmente el complejo de Matagorda, deteniéndose en todas
las instalaciones. Después, siempre a bordo del Salamandra, llegó hasta
Sevilla.
Se conservan varios cuadros y grabados de Matagorda de esta época.
Hay uno, propiedad de Astilleros Españoles, heredera de la factoría, que
se repartió en aquellos años con bastante difusión y que es una vista de
pájaro con el astillero muy pormenorizado, un gran correo en el antedique,
varios vapores más y algunos candrais por la bahía. En él se puede ver el
antiguo fuerte de Matagorda convertido en depósito de carbón.
En casa de Doña María Antonia de Satrústegui, en Comillas, existe un
óleo de grandes proporciones firmado en 1877 por Núñez Jaureguizar, que
es una composición ideal de la factoría con toda la flota de López evolucio
nando frente al Trocadero, en primer término. Aunque es de escaso mérito
artístico, tiene un valor documental extraordinario y fue adquirido hace
bastantes años por Don Patricio de Satrústegui y López. Por mil casas de
Cádiz tiene que haber también importantes recuerdos vivos de los años
primeros de la factoría.
Después de muerto Antonio López, se acordó levantarle una estatua a
la entrada del dique, en donde había también una pequeña capilla, según
creo recordar. La estatua, de bronce, de dos metros de altura, se erigió en
1892.
En 1869 comenzó la línea de Cuba a hacer escala en Santander, una
vieja aspiración de López desde que comenzara el servicio. De hecho, de
forma esporádica alguno de los correos que iba a limpiar fondos al arsenal
de El Ferrol, continuaba después hasta Santander en donde recogían el
importantísimo contingente de pasajeros de La Montana, Las Vascongadas
y Asturias, que de ordinario tenía que hacer el viaje con billete corrido en
los vapores de Butler hasta Cádiz para transbordar allí a los correos. En
1869 se estabiliza, pues, la salida mensual de Santander, que se mantuvo
definitivamente apoyada principalmente por los movimientos de embarque
y repatriación de Cuba de tropa de las guarniciones y acantonamientos del
norte de la Península, y por ello dispuso de su muelle particular en la nueva
zona de Maliaño, de la que era concesionario el Marqués de Manzanedo,
próxima a la que todavía hoy se llama calle de Antonio López, algo aparta
da ya de la línea de atraques.
104
2
LOS ASTILLEROS DE ANTONIO LOPEZ
Pero está claro que el ramal norte necesitaba un punto de apoyo, si no
tan importante como el de Cádiz, sí por lo menos lo suficiente como para
dar servicio a los buques con independencia y desahogo, principalmenteen
las operaciones de recorrida y carboneo. Otra cosa sería el dique seco,
como vamos a ver en seguida.
En 1850 había comenzado en Santander una ambiciosa obra portuaria
que consistía en la construcción de un carenero y gradas de construcción y
reparación en la zona de Dos Hermanas —hoy ya inexistente— entre la
punta de San Martín y Las Higueras. Los trabajos se desarrollaron con una
lentitud directamente proporcional a su importancia, suspendiéndose y
reemprendiéndose una porción de veces. En 1872 se otorgó al concesionario
una última prórroga y, al quedar incumplida, caducó la concesión en 1877.
Dos años después hubo otro intento de resucitarla, sin mejor éxito.
Pero además, en 1862 uno de los socios de Antonio López, Don Angel
Bernardo Pérez, que era también armador de veleros, junto con otros tres
más presenta un proyecto de construcción de un dique seco, cuya idea
—que entonces no prosperó— pasó a incorporarse al Plan Orense, un revo
lucionario proyecto general del primer ingeniero de la Junta de Obras del
Puerto de Santander constituida el 6 de junio de 1872. Posteriormente en
1878 se aprobaría el Plan Lequerica, que recogía la construcción del dique
público en lo que hoy es la playa de La Magdalena, es decir, a la entrada
del puerto (9).
Así pues, Antonio López no tenía por qué preocuparse en cuanto a
dique seco, pero sí en cuanto al resto de la infraestructura en la base.
El día 11 de noviembre de 1874 presentó una solicitud Don Joaquín del
Piélago y Sánchez de Movellán, futuro yerno de Antonio López y gestor en
la firma Pérez y García, consignataria de López en La Montaña, para llevar
a cabo el relleno de la costa norte de la bahía de Santander desde la punta
de San Martín hasta la punta de San Marcos, para instalar allí los muelles,
almacenes; depósitos y talleres para sus buques.
El 16 de octubre de 1877 se aprobó la petición para construir en la
ensenada del Promontorio y al oeste de Punta Promontorio muelles, embar
caderos y almacenes para depósito de carbón y mercancías en los terrenos
que resultan saneados de dichas obras.
Si la experiencia demostrase que el avance de los mismos produjese en el
buen régimen de la canal algún inconveniente o en el de la navegación en
aquella parte de la bahía, la Empresa deberá introducir las reformas indis
pensables. Además deberá dejar la servidumbre precisa para el camino de
circunvalación y servicio desde los muelles de Calderón hasta el extremo del
Promontorio.
Como vemos con la sola lectura de la orden, había grandes reservas de
tipo técnico respecto a la viabilidad del proyecto que desarrolló precisamen
(9) En realidad el dique seco acabaría construyendose en 1883 en San Martín, en un
punto aproximado al previsto para el carenero de 1850. La obra fue muy costosa y difícil, y
concluiría en 1908.
Añn 9R’
R. GONZÁLEZ
ECHEGARAY
te Don Eduardo Pelayo, que tanto éxito había tenido en la construcción de
Matagorda.
Y comenzaron las obras por la punta Este, es decir, al pie del Promon
torio, en donde hoy se levanta la vivienda de Don Jaime Botín. Se construyó
una gran escollera y se levantaron los muelles de madera sobre pilotaje,
pero la obra no se llegaría a terminar, ni muchísimo menos. El proyecto
preveía tres muelles salientes y en realidad sólo llegó a construirse el arran
que general con uno. Los depósitos de carbón comenzaron a instalarse
inmediatamente y el primer buque de línea que amarra en la base fue el
trasatlántico Coruña, el día 20 de septiembre de 1881, un gran paquete de
3.500 toneladas de desplazamiento y más de 90 metros de eslora.
Coincidiendo esta efemérides con la concentración de Santander de
otros seis barcos más de la flota de López, que el día 28 serían revistados
por Alfonso XII en aguas de Comillas. El Puerto Rico, el España, el Alfonso
XII, el Antonio López, el Ciudad de Cádiz y el Gijón desfilaron ante Su
Majestad pegados a la costa en donde veraneaba el Monarca. El 5 de sep
tiembre visitaba el Rey el Antonio López fondeado en Santander. En aquel
verano glorioso para la saga de los López, se transfirió la titularidad del
contrato de comunicaciones a la recién creada Compañía Trasatlántica.
En realidad, Antonio López no llegaría a conocer el fracaso de la esta
ción santanderina, que, como hemos dicho, se suspendió a poco de comien
zo porque los muelles no podían ser utilizados por los vapores a causa de
la resaca que, a medida que avanzaba la construcción, empezó a observarse
en aquel paraje y que recalaba de alta mar, reflejándose sobre el paramento
de la escollera.
El resto de la zona de la concesión quedó convertida en un playazo de
piedra y con el paso de los años se abandonó toda idea de su aprovecha
miento, excepto en su parte oeste que se transformó en las gradas de cons
trucción de los astilleros de Corcho. Una orden del 21 de abril de 1919 daba
por extinguida la concesión y hoy, al cabo de un siglo, rellena la zona con
una línea de muelles no comerciales, sirve de emplazamiento a la Escuela
de Náutica, al Museo Marítimo del Cantábrico y al Instituto Oceanográfico.
Pero, como decimos, nada de esto vio Antonio López. Fallecía repenti
namente la noche del 16 al 17 de enero de 1883 en su palacio de Puerta
Ferrisa de Barcelona, cerrándose así uno de los capítulos más interesantes
delahistoria marítima y económica de España (10).
(10) La falta de gradas volvería a tentar a Trasatlántica, y el segundo marqués, Don
Claudio López Bru, sería uno de los creadores de la Sociedad Española de Construcción
Naval a la que aportó la factoría de Matagorda; desde entonces todas las unidades trasatlán
ticas nuevas se construirían en las distintas gradas de la Naval en toda España: Santa Isabel,
San Carlos, Manuel Arnús, Cristóbal Colón, Alfonso XIII, Juan Sebastián Elcano, Marqués
de Comillas, Magallanes, Guadalupe, Ruiseñada y Comillas. Se proyectó en 1920, sin llegar
a mas, la pareja de 23.000 toneladas Cortés y Pizarro y en 1964 la de 30.000 Silos y Samos.
Y la última tentativa la protagonizó el Conde de Ruiseñada en 1948, al comprar la mayoría
de las acciones del astillero santanderino de Corcho Hijos, 5. A. para Trasatlántica, a fin de
efectuar en él las recorridas de la línea del norte. En 1958fallecía inesperadamente Ruiseñada
y en 1962 concluyo la luna de miel entre ambas empresas.
106
2
LA SEGURIDAD DE LOS PAISES
BAJOS, REQUISITO PARA LA
EMPRESA DE INGLATERRA
DE 1588
Hugo O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA
Capitán de Infantería de Marina
Antecedentes
y proyectos.
El plan de lo que pudo haber sido la empresa del año 88 tuvo viejos
antecedentes; sin embargo, no empezó a tomar verdadera consistencia hasta
una década antes.
Si, como algunos opinan, de la victoria naval de Lepanto no se sacó más
provecho que unos años de calma relativa en el Mediterráneo, sin explota
ción alguna del éxito, en gran parte se debió a que el centro prioritario de
atención se había desplazado al norte.
La designación como gobernador general de los Países Bajos del que
había sido capitán general de la Liga, Don Juan de Austria, parece confir
marlo.
Los graves problemas que la sublevación holandesa planteaba, consu
mían recursos y tiempo. A Don Juan había sucedido Farnesio, pero ya para
entonces el orden de prioridades había vuelto a alterarse, pasando la suce
sión portuguesa a la categoría de asunto principal.
Tras la conquista de Portugal y la consolidación que supuso la operación
de las Azores (la reválida definitiva no llegaría hasta el año 89, tras el
fracaso de la contraofensiva inglesa en Coruña y Lisboa), el tema de la
expedición a Inglaterra vuelve a las sesiones del Consejo.
Dos factores principales actúan de detonantes: los éxitos que Farnesio
cosecha en Flandes, haciendo variar diametralmente el signo de la guerra
y la propuesta de Santa Cruz al Rey de un ambicioso plan de conquista en
el que se reserva el papel de organizador y ejecutor absoluto.
Al recibir la propuesta, la larga lista de agravios ingleses vuelve a la
mente de Felipe II con renovada intensidad, ya que cuanto más poderoso
es el ofendido mayor parece la osadía y gravedad de la ofensa. Aunque no
es locuaz, sabe escuchar, meditar y decidir.
El Papa insta repetidamente a una acción inmediata, ofreciendo una
cuantiosa aportación económica que más tarde concretará en un millón de
ducados, a pagar en el momento en que el primer infante español ponga
pie en suelo inglés, además de otros beneficios con cargo a la Iglesia espa
ñola.
Ano
1983
H. O’DONNELL
Y DUQUE DE ESTRADA
Sometida la propuesta al Consejo, los pareceres se dividen. Unos abogan
por el plan de Bazán; otros, como Don Juan de Idiáquez, son partidarios
de terminar antes con la sublevación de los Países Bajos... aplíquese y.
Ma gestad con ardor a concluir la de Flandes. Reforçado por tierra el exercito
del Duque de Parma, y asaltadaspor mar las Provincias de Olanda, y Celanda, con el esfuerzo que se ha de emplear contra Inglaterra, seguramente se
verá domada la rebelión, y restituidas en su primer derecho la Iglesia y
vuestra Real Corona. Que si entretanto la Reina de inglaterra continuare en
agravar contra Vuestra Ma gestad las ofensas; entonces con más pronta, aven
tajada, y dichosa resolución, podrá con guerra abierta hazer la demostración.
Aquel suceso ayudará sin duda mucho a este. Pero sino salen bien (como se
puede temer) el intento de assaltar a Inglaterra temo (y quisiera engañarme)
será eterna la rebelión de Flandes (1).
Entre estos pareceres, el Rey forma el suyo propio: la jornada supondría
un esfuerzo conjunto de la flota (que partiendo de la Península, tendría por
misión principal la de proteger y facilitar el paso del convoy, que desde los
puertos de Neuport y Dunquerque, se había de dirigir a la costa inglesa
entre Dover y Margate), por una parte, y del verdadero ejército expedicio
nario, constituido por un contingente selecto de los tercios y regimientos,
que en Flandes habría de aprestarse, por otra.
El plan concebido de esta forma es notificado a Parma.
El Príncipe de Parma ante el proyecto.
La magnitud de la empresa debe suponer un fuerte atractivo para el
espíritu de aventurero-sobre-seguro, con el bagaje lógico de la experiencia
del hombre nacido para el gobierno, que posee Alejandro Farnesio, verda
dera antítesis del advenedizo.
Pero no es de los que dejan las cosas a medias y menos ahora que va
recorriendo, con aceleración creciente, el camino del triunfo final en Flan
des.
Los subsidios, esos medios por los que viene clamando en todas sus
misivas, van a ser empleados con largueza en otra empresa cuyo liderazgo
ha de compartir.
Sin embargo, sabe que una vez que el Rey ha tomado una decisión, el
parecer que pide es de la manera de llevarla a efecto y la forma en que él
va a contribuir.
Por ello, con fecha veinte de abril de 1586, le escribe una larga carta en
la que analiza necesidades y peligros. Hay que iniciar la formación de un
ejército expedicionario, atender a las necesidades de guarnición y avitualla
miento de plazas y fortalezas y mantener unas fuerzas equivalentes a las
que a la sazón existían en los Países Bajos, constituidas en ejército de
maniobra. Junto a estos requisitos de personal impone otras tres condicio
nes de índole político-diplomática:
(1)
108
Bentivoglio, Guido: Histoire des guerres civiles de Flandres, libro
IV. París, 1620.
2
LA SEGURIDAD
EN LOS PAISES BAJOS, REQUISITO
PARA...
1. Salvaguardar el secreto de la operación a fin de poder beneficiarse
del factor sorpresa.
2. Atender, durante su puesta en práctica, a las necesidades de seguri
dad de Flandes.
3. Mantener a los franceses ocupados en sus problemas internos.
Y por último, los imperativos financieros: aumentar en trescientos mil
escudos la asignación mensual de los ciento cincuenta mil que suponían los
gastos del ejército, al objeto de reclutar soldados valones, alemanes y bor
goñones que junto a las levas de españoles e italianos habían de constituir
las nuevas fuerzas, y depositar recursos pecuniarios de liquidez inmediata
en Amberes y el Franco Condado, a fin de poder acudir en ayuda de la
Liga Católica, si fuera necesario, y reclutar caballería alemana para la de
fensa interna.
Frente a cada punto del plan de invasión aprecia Farnesio un contrapun
to para conservar lo que tanto esfuerzo ha costado recuperar de los Países
Bajos, asunto que él considera vital.
Si bien se ha de aprestar un ejército expedicionario de treinta mil infan
tes y quinientos caballos ligeros, a la par se prepara otro de diez mil infantes
y mil jinetes como ejército de campaña de Flandes.
Para ambos objetivos se llevan a cabo levas continuas, porque como
ahora están los tercios, regimientos y banderas no son ni pueden ser del
servicio que se pretende y conviene para la conservación de lo que se posee (2).
Paralelamente a la gestación de ambos ejercitos se van perfilando lbs
planes defensivos del territorio y la neutralización de las amenazas que se
ciernen sobre las fronteras, ya que la ausencia de gran parte del ejército
podría ser aprovechada por los diversos enemigos para llevar a cabo una
invasión.
La preocupación de Parma se centra en tres importantes circunstancias:
-
1. La contraofensiva de las Provincias Unidas, reforzada en diciembre
de 1585 por el contingente inglés del Conde de Leicester.
2. La nueva situación creada por la revolución en el electorado de
Colonia.
3. La amenaza latente de Francia.
Medidas para contrarrestar
1.
las amenazas.
El enemigo habitual: los rebeldes.
La inexistencia en el norte de una frontera claramente definida como la
francesa, con múltiples ciudades enclave a uno y otro lado de los límites
naturales defendibles, obligaba principalmente a una estabilización del fren
te para neutralizar o al menos localizar la actividad enemiga en la zona
norte de Brabante y en las provincias de Güeldres y Overyssel.
(2) Parma al Rey, 30 de marzode 1586.
A.G.S.E-590-34.
Año
1983
H. O’DONNELL
Y DUQUE DE ESTRADA
OPERACIONES PREVENTIVAS 1586-87
Desde la primavera del 86 el primer objetivo de Farnesio es obtener el
dominio estratégico de las avenidas de incursión enemigas y muy especial
mente de las cuencas fluviales. A este fin se encaminan las campañas de
Grave y Veneloo, que pondrán en manos españolas el curso del Mosa
(junio 1586) y el socorro de la plaza de Zutphen (septiembre-octubre 86).
La actividad diplomática, paralela a la militar, rinde sus frutos con la
entrega de Wouw, de un fuerte próximo a Zutphen (enero 1587) y de la
ciudad de Deventer, con lo que extiende su influencia a gran parte del valle
del Isser.
En el frente secundario de Güeldres se consigue contrarrestar las incur
siones procedentes de Wactendonck mediante la toma de Geldern (agosto
1587).
Aunque las perspectivas de éxito para una ofensiva final son óptimas,
con esta última conquista finalizan las operaciones. La toma de La Esclusa
110
Num.
2
LA SEGURIDAD
EN LOS PAISES BAJOS, REQUISITO PARA...
(5 de agosto de 1587) no tiene el mismo objeto, sino el de obtener un puerto
que facilitase el embarque.
Con estas campañas se consigue la estabilidad mínima imprescindible
para poder llevar a cabo la operación principal.
2.
Colonia, un nuevo frente.
La situación del electorado eclesiástico en 1586, tras la deposición del
titular por el Papa, a causa de su vida irregular y posterior apostasía, con
la consecuente entronización de Ernesto, príncipe de Baviera, era caótica.
Al verse atacado por los holandeses y por el ejército privado de Martín
Schenk, antiguo capitán de Farnesio y actual adalid de la causa de Truchés,
el arzobispo depuesto solicitó angustiosamente la ayuda de España.
Farnesio comprendió que los intereses de la Corona coincidían con los
del prelado, ya que no podía dejar este flanco limítrofe con Brabante,
expuesto y en poder de unos herejes que ya comenzaban a realizar incursio
nes más allá de las fronteras; por lo que procuró hacer compaginar su
propia campaña contra los rebeldes con una ayuda eficaz a Colonia.
Pronto se comprobó lo acertado de esta decisión, ya que los príncipes
protestantes alemanes, encabezados por Casimiro, Elector del Palatinado,
y pagados por Isabel Tudor, preparaban una coalición al objeto .de atacar
Flandes, una vez que el electorado cayera en manos de los herejes.
La ofensiva de Farnesio se centró sobre Neuss, que dominaba el curso
del Bajo Rin, impidiendo todo intento de avituallar las provincias leales. El
asedio fue breve pero sangriento. A poco de comenzar, se iniciaron conver
saciones para la capitulación que no fueron sino una añagaza para sorpren
der a los españoles y atentar contra la vida del Duque de Parma. Ante esta
felonía y tras nueve horas de intenso cañoneo, que abrió numerosas brechas
en la muralla medieval, se dio el asalto, tomándose la ciudad tras espantosa
carnicería que el generalísimo español procuró en vano evitar.
Consecuencia de este triunfo fue la rendición de los reductos calvinistas
de Meurs y Alpen, con lo que Brabante quedaba asegurado. La guerra civil
perdió virulencia y la amenaza desapareció del panorama político.
3.
Francia, el gran enemigo potencial.
De todos los requisitos que el plan de conquista de Inglaterra exigía, el
de mantener a Francia al margen de toda intervención iba a resultar el más
difícil y costoso.
Los sucesivos intentos de Enrique III para llegar a un entendimiento
con los hugonotes y reunificar su país en una empresa común, que muy bien
podría idearse contra España, se verían estrellados contra la intensa activi
dad diplomática española, que con gran habilidad subvencionaba generosa
mente aJa Liga Católica.
Detrás de todos los acontecimientos internos de los últimos años de este•
reinado está la actividad incansable del embajador Don Bernardino de Men
doza.
Año 1983
H. O’DONNELL
Y DUQUE DE ESTRADA
Cuando en 1584 muere el Duque de Anjou, hermano menor del Rey y
suprema esperanza del bando católico, la llamada Guerra de los tres Enri
ques (Valois, Navarra y Guisa), entra en una nueva fase. Ya no se trata de
una lucha de religión en la que el Rey juega un extraño papel de mediador (3).
Al carecer de hijos, el heredero por orden de primogenitura pasaba a
ser Enrique de Navarra, el hereje.
Si era aceptado y conseguía la pacificación de Francia, ello supondría
el tener frente a Flandes un ejército de setenta mil infantes y seis miljinetes (4).
Ante esta situación había que improvisar un argumento legitimista que
contrapesase la pretensión del Navarro.
Los Duques de Lorena descendían de Lotario, hijo de Carlomagno, y
el Duque de Guisa era el representante de una rama menor de esta casa.
Sus partidarios, más convencidos de sus derechos que él mismo, desataron
una campaña de descrédito contra Enrique III por todo el país, producién
dose en mayo de 1588, poco antes de la llegada de la Armada de España a
Calais, la Jornada de las barricadas, al grito de Viva Guisa.
El equilibrio parece restablecido, pero aún es posible un ataque francés.
Es responsabilidad de Farnesio conservar la parcialidad del Duque de Lore
na y atender a las necesidades defensivas de la herencia borgoñona que se
administra desde Flandes.
El de Lorena tiene muchos seguidores, pero para cuestiones de dinero
es un pozo sin fondo. A costa de su propio presupuesto anticipa Farnesio
las sumas necesarias para evitar cualquier avenencia con Francia.
El Franco Condado o Condado de Borgoña goza de la inmunidad diplo
mática que le proporciona su neutralidad. La desmembración de la herencia
del Duque Carlos el Temerario, dejó finalmente a Francia en posesión del
Ducado de Borgoña, yendo a parar el Condado a manos de los Habsburgo.
Desde 1508 se acordó que las dos partes de la herencia mantendrían una
estricta neujralidad y se abstendrían de luchar entre sí. Este tratado, suce
sivamente renovado y garantizado por la Dieta de la Confederación Suiza,
había sido respetado hasta entonces (5).
A pesar de ello, no era de descartar un posible ataque que cortara la
comunicación con Italia, dejando a los Países Bajos sin posibilidad de ayuda
en tropas y dinero. Por ello se recurrió al tradicional sistema de recluta de
alemanes por la institución del Wartegeld; es decir: mediante una suma de
dinero se apalabraban hombres, que si la ocasión lo requería eran recluta
dos definitivamente. Este sistema permitía reducir los gastos que una leva
efectiva de tipo preventivo hubiera hecho muy onerosos.
(3)
(4)
(5)
112
Maurois, A.: Historia de Francia. Barcelona, 1968.
Van Gelder, E.: Histoire des guerres civiles de Flandres, libro IV. París, 1620.
Parker, G.: The Army of Flanders and the Spanish Road. London, 1972.
2
LA SEGURIDAD
EN LOS PAISES BAJOS, REQUISITO PARA...
La defensa de la frontera francesa:
El peligro especial que la posibilidad de un ataque procedente de Francia
suponía para las provincias limítrofes, había determinado, de tiempo atrás,
la creación de un cinturón defensivo que cubría el flanco expuesto.
Las provincias de Artois, Cambray, Hainaut y Luxemburgo, fronteras
con la Picardía y la Champaña, como más próximas, tenían un especial
sistema defensivo constituido por una línea de fortalezas que corría desde
la costa del Canal hasta el Mosela. No se trataba de las únicas plazas fuertes
de la región, sino de guarniciones de tropas valonas con misiones específicas
de defensa fronteriza; junto a ellas, otras ciudades disponían de milicia
local, formada, en casos de emergencia, por los propios burgueses.
Estas plazas, dotadas de soldadesca profesional que cobraba sus haberes
con cargo a las finanzas del país, recibían el nombre de guarniciones ordina
rias; todas ellas dotadas de mejores y más modernas murallas, constituían
la primera contención de cualquier ataque llegado del país vecino.
Estaban localizadas en los siguientes puntos:
—
Condado de Artois.
Cubriendo la llanura de Picardía, desde las colinas de Artois se encon
traban: Renty, Hesdin, Avesnes, Arras y Bapaume. Junto a ellas, aunque
sin guarnición profesional: Saint Omer, Bethune y Arien.
—
Cambray.
Con las guarniciones de Bourbam y Cáteau Cambresis, frente a la forta
leza francesa de Saint Quentin. Y la propia Cambray.
—
Condado de Hainaut.
Con una primera línea formada por las guarniciones de Landrecies,
Philippeville (la moderna plaza fuerte construida por orden de Felipe II) y
Marieburg, y otra más al interior constituida por Tournai, en la ribera del
Escalda, y Quesnoy.
—
Namur.
Aunque situada más al interior, la guarnición de Namur controlaba la
ribera y tráfico fluvial de la cuenca superior del Mosa.
Pasado el enclave del principado soberano de Lieja, el Ducado de Lu
xemburgo tenía situadas la mayor parte de sus plazas defensivas hacia el
oeste, frente a Rhetel y Champagne, ya que la frontera sur de Lorena y
Bar, aliados, no revestía peligrosidad.
—
Ducado de Luxemburgo.
Con las plazas de Malandry, Chavancy, La Frette, Monmedy y Danvi
Ilers.
Año 1983
H. O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA
CORDON DEFENSIVO FRENTE A FRANCIA
o
1
A.G.S. E.-594
1.—
2.—
3.—
4.—
5.—
6 —
7.—
8.—
9.—
lO,—
RENTY ________
HESDIN________
AVESNES _______
ARRAS _________
BAPAUME ______
TOURNAI _______
BOURBAM______
C.CAMBRESIS
QUESNOY_______
LANDRECIES
250 SOLDADOS
400
125
200
300
200
150
150
150
200
sn
11.—PHILIPPEVILLE_300 SOLDADOS
12.—MARIEBURG
____
150
13.—NAMUR________
200
14.—MALANDRY_____
20
15.—CHAVANCY_____
30
16.—LA
FRETTE_____
60
17.—MONMEDY______
150
18.—DANVILLIERS......
150
19.—LUXEMBURGO_
50
20.—THIONVILLE300
TOTAL 3.540 HOMBRES
114
Núm.
2
LA SEGURIDAD
EN LOS PAISES BAJOS, REQUISITO
PARA...
En el corazón del territorio: Luxemburgo; y dominando la cuenca del
Mosela: Thionville, La Turmilla de los españoles.
4.
Las guarniciones españolas de Flandes.
Como parte del dispositivo defensivo, Farnesio dotó a las ciudades de
Amberes (Castillo) y Gante y a la fortaleza de Charlemont, que habían sido
reforzadas con los modernos sistemas defensivos de baluartes con bastiones,
de un contingente que ascendía a mil ochocientos españoles, considerados
como los de mayor confianza.
Los efectivos finales.
Tras las levas que desde 1586 se habían ido llevando a efecto, el contin
gente de fuerzas que dio la última muestra general tomada el 29 de abril de
1588 (6), ascendía a 59.915 soldados, de ellos 3.650 de caballería.
Si a esta cifra descontamos el número previsto de los que habrían de
cruzar el Canal y el de los que formarían el cuerpo de maniobra de los
Países Bajos, encontramos que la fuerza general de guarnición de ciudades,
villas y presidios hubiera sido superior a los 16.000 hombres, sin contar los
defensores de las plazas del cinturón fronterizo arriba mencionado.
De forma que el cuadro de fuerzas inmediatamente anterior a la llegada
de la Armada quedó formado como sigue:
Infantería
Ejército expedicionario30.000
Ejército Países Bajos10.000
Guarniciones16.265
TOTAL56.265
Caballería
1.500
1.000
1.150
3.650
Conclusiones.
Esta somera exposición, nos permite afirmar:
1. Que la Empresa de Inglaterra sólo se hubiera llevado a cabo cuando
las circunstancias políticas lo hubieran permitido y la seguridad de los Países
Bajos hubiese estado garantizada. Circunstancias ambas que se daban ya en
la primavera de 1588.
2. Que las operaciones bélicas de los años 1586 y 1587 tuvieron por
objeto facilitar las circunstancias que en.el primer punto se establecen.
(6)
A.G.S. E-594-192 y 55.
Año 1983
H. O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA
3.
Que la seguridad de los Países Bajos se cifraba en estos requisitos:
a) Un ejército de guarnición distribuido entre las plazas del país, de
más de 16.000 hombres.
b) Un ejército móvil de 10.000 infantes y 1.000 jinetes ligeros, capaz
de acudir a cualquier punto.
c) Un cordón de protección especial, frente a la frontera francesa.
d) Una fuerte suma de dinero situada en Amberes y el Franco-Conda
do, suficiente para sufragar los gastos de recluta efectiva de la caballería
alemana que con anterioridad se había apalabrado.
Aunque tal vez no pueda afirmarse con la misma convicción respecto a
los preparativos de la Armada de Lisboa, para la Empresa de Inglaterra se
buscó y consiguió el difícil cúmulo de circunstancias favorables que exigía
su viabilidad.
Nada más alejado a la idea de un proyecto improvisado, fruto de la
impaciencia de un Rey, al que los historiadores, muy al contrario, han dado
el sobrenombre de Prudente.
116
2
LA ARMADA ESPAÑOLA
FRENTE A LA OLEADA DE
CORSARIOS COLOMBIANOS
DE 1826
Fernando SERRANO MANGAS
Licenciado en Historia
Situación
de la Armada en 1826.
Cuando en 1833murió Fernando VII, dejó detrás de si un país totalmen
te arruinado económica y moralmente. La Hacienda no era capaz de hacer
frente a todos los gastos del Estado. Especial importancia tüvo este punto,
principalmente para la historia naval española, en el conflicto entre España
y sus antiguas colonias. El grueso de los caudales para el mantenimiento de
la Armada lo aportaban los virreinatos americanos que ahora estaban suble
vados, pero a esto había que sumarle, además, los gastos originados por la
guerra. Es decir, no sólo se cortaron los suministros de dinero y materiales,
sino que los pocos que podían reunirse en la Península se consumían en
intentar reprimir los deseos independentistas de las jóvenes repúblicas. De
esta manera solamente, sumado a las disensiones políticas interiores y a las
secuelas de seis años de guerra contra el invasor francés, puede explicarse
el hundimiento de un Estado que veinte años atrás era la tercera potencia
marítima mundial. El desastre del 21 de octubre de 1805 no puede explicar
la deplorable situación de la Armada española en 1833.
Frente al buen criterio de la administración del trienio liberal para enta
blar conversaciones encaminadas al reconocimiento de las nuevas repúblicas
hispanoamericanas y establecer con ellas acuerdos comerciales, que era lo
que estaban haciendo Inglaterra y Estados Unidos, sancionando así una
situación real e irreversible, los gabinetes absolutistas de la Década Omino
sa se empeñaron en proseguir una contienda que de antemano estaba per
dida. Era imposible para España volver a hacerse con el control del conti
nente basándose en sus exiguos recursos frente a los de México, Colombia,
Venezuela, Perú y Chile, ayudados por Estados Unidos y la Gran Bretaña,
verdaderos beneficiarios del nuevo orden existente.
De ceguera total puede calificarse la actitud del gobierno español que,
tras el aldabonazo final de Ayacucho, en 1824, le remitía órdenes al emba
jador hispano en la Corte de San Jaime, diciéndole: que el referido ministro
debe evitar toda relación con los dichos representantes; que de ninguna ma
nera firme ni refrende doci.mento alguno firmado por ellos, ni por su secre
Año 1983
F. SERRANO
MANGAS
tarjo, y que tanto en su carácter de ministro de V. M., cuanto en su particular,
los considere como si no existiesen en aquella Corte, de tal manera que ha
de evitar todo trato directo de relación on los mismos para que en tiempo
alguno pueda citarse el menor de ellos como indicativo del reconocimiento
de sus operaciones e independencia de aquellos países que jamás puede y
debe consentir al gobierno español en perjuicio de los soberanos derechos de
V.M. (1).
El caos hacendístico, presente en todo el reinado del Deseado, repercu
tió desfavorablemente en el renacimiento de la Armada. Al ser imposible
reunir recursos para su mantenimiento, se pensó en establecer unos impues
tos especiales con un asentista encargado de cobrarlos. Pero lo más normal
fue gravar el comercio, especialmente en las zonas que mantenían intensas
relaciones con América, con unos cupos para costear la guerra. Era un
arma de doble filo, y como muestra de esto podemos citar los incidentes
originados en Bilbao, en 1820, a causa de los quinientos mil reales que le
tocaron al Consulado de esa ciudad de los dieciocho millones destinados a
la expedición de Ultramar. El Consulado no pagaba y la Comisión de Reem
plazos giró letras contra esta institución, después de esperar inútilmente dos
meses. Don Francisco Jáuregui y Don Agustín Lequerica se negaron a
satisfacer su cuota, multiplicándose los altercados por los repartos de éstas.
Se hiciçron rebajas en algunas, pero como muchos comerciantes seguían
resistiéndose, se les apremió y se allanaron sus casas. Visto el cariz que
tomaba este asunto, el jefe político mandó suspender los procedimientos
por creer que esto podía ser trascendental a la seguridad pública (2).
Los efectivos de la Armada Real fueron disminuyendo paulatinamente
a medida que transcurría el tiempo. Los buques que se daban de baja por
estar totalmente deshechos, no se reponían. Los responsables y jefes de la
Armada no cesaban de exponer la situación, empezando por Don Luis
María de Salazar, que fue Ministro de Marina en los dos períodos absolutis
tas de Fernando VII. Su segundo mandato abarca desde 1823 a 1832. Fue
uno de los pocos hombres dignos en aquellos desgraciados años. Trató de
reformar y relanzar la Armada con medidas encaminadas a volver a poner
en funcionamiento astilleros y fundiciones de artillería. El fracaso fue la
rúbrica de casi todos sus intentos. Fracasó hasta en querer volver a poner
en sevicio el Algeciras, hundido entre el fango de La Carraca. Sus exposicio
nes siempre eran las mismas: Una marina enteramente aniquilada como la
de España, así en la parte material como en la personal, no puede restable
cerse sin mucho tiempo y mucho dinero (3). Otras veces, Don Luis María
trasladaba hasta el Rey o el Ministro de la Guerra las continuas quejas que
desde abajo le llegaban, como aquella carta del Director General de la
(1)
(2)
A.H.N.
(3)
junio de
118
Acuerdo del Consejo
Agustín Argüelles a
Estado 133.
Luis María de Salazar
1826. A.H.N. Estado
de Estado de 17 de junio de 1826. A.H.N. Estado 214.
Juan Madrid Dávila. Madrid, palacio, 6 de junio de 1820.
al Secretario
214.
del Consejo de Estado.
Madrid, palacio, 26 de
2
LA ARMADA
ESPAÑOLA
FRENTE A LA OLEADA
DE CORSARIOS...
Armada en que contaba que tras diez meses de incomunicación por la falta
de navíos y por el bloqueo de los corsarios colombianos, liberales y contra
bandistas, el comandante general de las Canarias había logrado recibir la
correspondencia por medio de un navío inglés. La amargura y desánimo
están patentes en sus letras: Muchos son, Sr. Excmo., los encargos que
quieren darse a la Marina de S. M. Bien veo que todos son de su incumbencia,
Retrato de D. Luis M.’ de Salazar, Ministro de Marina de Fernando VII.
pues así el que se trata cómo guardar las costas, perseguir a los piratas y
contrabando, atender a las islas de Puerto Rico y Cuba como el de hacer
frente a cualquiera otra nación que trata de oponerse al bien y tranquilidad
a los dominios del Rey N. S. Por mar todo corresponde a la Armada; mas
sin embargo, ésta, aunque con gran dolor de V. E. y mío, claro es en el estado
en que se halla, falta de recursos y de buques para tantas atenciones, no
podrá suplirlas. V.E., lo mismo que yo, sabe el número de buques que
tenemos disponibles en la Península. Igualmente no ignora la distribución
que de ello produce a V. E. contestando a la Real Orden que se sirvió comu
nicarme en 24 de abril último, diciendo allí mismo que era cuanto podía
Año 1951
119
F. SERRANO
MANGAS
hacerse por ahora, mas que para que pudiese continuar el servicio que pro
ponía y cubrir también la costa de Cantabria eran necesarios muchos más
bergantines y corbetas que no bajasen de 18 cañones aquéllos y éstas de 22,
debiéndose ser todos de primera marcha. Desde mi dictamen no tan sólo no
hemos aumentado de fuerzas, sino que V. E. ha visto la demora que ha
sufrido la división del capitán de fragata Sevilla que aún se halla en Cádiz a
causa de la falta de auxilio para repostar la de los consumos y darla algún
socorro.
Creo de mi obligación decir a V. E. que con el número de buques que en
el día tenemos no es posible, no sólo atender a lo que pide y. E. respecto a
establecer una correspondencia periódica con las Canarias, pero ni guardar
los puntos de las costas y dar convoyes al comercio como es debido y lo desea
S. M., a quien pido haga presente V. E. que con mucho dolor nuestro nos
vemos obligados a manifestarle, para que nunca se nos pueda hacer respon
sable de los golpes que suframos, que en vano nuestros deseos serán mayores
y mejores respecto de sus reales intereses, si no se aumenta la Marina de
Guerra y se atiende con la preferencia que exige un cuerpo que está en
continua guerra (4).
Las fuerzas a las que aludía y que no bastaban para los servicios más
perentorios, después de la partida hacia el Caribe de la escuadra de Laborde
con el único navío de línea en condiciones de navegar, tres fragatas y una
corbeta, eran:
En Cartagena: corbetas Descubierta y Diana; bergantín-goleta Encanta
dora; goleta Nueva María; faluchos Hércules y Catalán.
Escoltando el convoy de Cantabria por la zona del Estrecho: bergantines
Jasón, Jacinta y Diligente; goleta Andaluza.
En Barcelona: goletas Mahonesa y Catalana.
En el apostadero del Ferrol, anclados por ser superiores las fuerzas de
los contrabandistas: bergantín Guadiana; faluchos Halcón y Terror; navío
Héroe (reparando); fragata Restauración (reparando).
En Bayona: bergantín Relámpago (en construcción).
En Cádiz: bergantines Voluntario y Vengador. El primero con necesidad
de forrarse de cobre y algunos reparos y el segundo totalmente inútil, por
lo que se ha propuesto su venta; navío Soberano (reparando); barcas Regla
y Número 8.
En Mahón: bergantines Guadalupe y Manzanares. Las obras estaban
paralizadas porque los asentistas no recibían ningún dinero (5).
(4) Luis María de Salazar al Secretario del Despacho de la Guerra. Madrid, palacio, 23
de junio de 1826. A.H.N. Estado 214.
(5) Distribución que actualmente tienen los buques de guerra que hay armados en la
Península y estado en que se hallan los que se aprestan con objeto de ocuparse en las
atenciones que ocurran. No pone quién lo remite. Madrid, palacio. 7 de junio de 1826.
A.H.N. Estado 214.
120
2
LA ARMADA
ESPAÑOLA
FRENTE A LA OLEADA
DE CORSARIOS...
Los navíos Héroe y Soberano, con la fragata Restauración, se mandaron
a América para reforzar las defensas de Cuba y Puerto Rico. Hay que hacer
notar que casi todos los buques tenían muchos años de servicio, lo que
repercutía en su rendimiento; las unidades que utilizó Laborde en su exce
lente campaña antillana se desmoronaban por el mal estado de conserva
ción.
Pero si lamentable era el estado de los buques, la situación de las tripu
laciones era desastrosa. El 8 de mayo de 1826, el Capitán General de Cata
luña contaba que la división del mando de Don Joaquín de Santoballa,
compuesta por dos goletas y dos corbetas, había llegado al puerto de Tarra
gona con los hombres casi desnudos, sin un real para comprar tabaco, y
para lavar los pocos andrajos que llevaban no tenían ni jabón. Desde el 23
de agosto anterior sólo habían cobrado un mes (6). A pesar de la escasez
de caudales el intendente les había entregado cuarenta y cinco mil reales
correspondientes a media paga y que un poco más adelante entregaría a la
goleta Mahonesa seis mil reales, tras lo cual no se podría aportar ya ningún
caudal (7).
Este era el panorama existente cuando, en 1826, hicieron su aparición
ante las costas españolas los corsarios colombianos con buques casi siempre
nuevos, bien armados y pertrechados. Según el propio Don Luis María de
Salazar, todas las fuerzas navales españolas en la península no eran capaces
de resistir el ataque de dos fragatas (8).
Corsarios colombianos,
exiliados liberales y contrabandistas.
En 1826, el Congreso de Panamá se pronunció favorablemente a la
abolición del corso (9), pero al mismo tiempo se convino hacer los prepara
tivos necesarios para intentar anular el dominio español en Cuba y Puerto
Rico. Colombia llegó a reunir un navío de línea y cuatro fragatas, y México
una fragata y varios bergantines y goletas. Ante estas noticias, el gobierno
español, haciendo un gran esfuerzo, mandó una expedición al mando de
Laborde con lo mejor que contaba en aquellos momentos la Armada espa
ñola: un navío de línea, un bergantín, tres fragatas y una corbeta (10). El
navío era el Guerrero y las fragatas La Perla, La Iberia y La Lealtad. Más
tarde se le unieron los navíos Héroe y Soberano y la fragata Restaura
(6) El Marqués de Campo Sagrado, Capitán General de Cataluña, al Secretario de
Estado y del Despacho de la Guerra. Barcelona, 8 de mayo de 1826. A.H.N. Estado 214.
(7) El Marqués de Campo Sagrado al Secretario de Estado y del Despacho de la Guerra.
Barcelona, 10 de mayo de 1826. A.H.N. Estado 214.
(8) Luis María de Salazar al Secretario del Despacho de la Guerra. Madrid, palacio, 23
de junio de 1826. A.H.N. Estado 214.
(9) De Azcárraga y Bustamante, José Luis: El Corso Marítimo. C.S.I.C. Instituto Fran
cisco de Vitoria. Madrid. 1950. Pág. 152.
(10) De los Ríos. Juan Miguel: Historia de la Armada Española. Madrid, 1839. Pág. 67.
Año 1983
F. SERRANO
MANGAS
ción (11). Pero la realidad era otra. La república de Colombia tenía un ejército
bastante exiguo —vista la imposibilidad española de reaccionar—, y en
cuanto a sus fuerzas marítimas, unas unidades eran extranjeras, suecas o de
armadores norteamericanos, o estaban en muy mal estado. Un factor que
jugó en contra de los deseos independentistas fue la quiebra del banquero
Goldmisth, prestamista de los insurgentes.
Los informes llegados a Madrid señalaban que las fuerzas terrestres
colombianas, entendiendo por Colombia casi todo el antiguo Virreinato del
Perú, estaban reducidas a 11.460 hombres, distribuidos de la siguiente for
ma:
5.000 en el Perú, auxiliares.
3.400 en Venezuela.
3.060 en Santa Fe.
En cuanto a las fuerzas de mar:
1
1
2
1
2
2
2
1
navío (sueco, reparándose en Nueva York).
fragata (sueca, reparándose en Nueva York).
corbetas (suecas, reparándose en Nueva York).
bergantín (sueco, reparándose en Nueva York).
fragatas de servicio.
corbetas en Cartagena de Indias.
bergantines en Cartagena de Indias.
fragata nueva en Nueva York (12).
La actividad colombiana se orientó al corso, con la expedición de paten
te a buques norteamericanos, en donde, a lo sumo, parte de la tripulación
era hispanoamericana. El fin de estos corsarios era intentar paralizar el
comercio interceptando los navíos españoles o los neutrales que llevasen
mercancías españolas. El ámbito escogido para sus correrías fueron las
inmediaciones de la Península e incluso ataques a lugares costeros, aprove
chando que el grueso de la Armada estaba en América. En realidad no era
la primera vez que esto sucedía. Como precedente tenemos una oleada de
corsarios con bandera artiguista o argentina que alcanzaron algunos éxitos
notables. En 1818. seis corbetas de 24 cañones y seis goletas de 12 a 18
piezas bloquearon las costas de España entre Canarias y Cabo de San Vicen
te. En el estrecho hicieron presas a vista de los puertos, entre las cuales
destacan las dos fragatas de la Compañía de Filipinas en donde iban el
Capitán General y el Obispo de aquel archipiélago (13).
(11) De Vilaboa, Antonio: Introducción al estudio de la Marina de Isabel II. «Revista
General de Marina», tomo 133. Madrid. 1947. Pág. 696.
(12) Estado de las fuerzas de la República de Colombia. No lleva firma ni fecha, aunque
con toda seguridad es de 1826. A.H.N. Estado 214.
(13) Fernández Duro, Cesáreo: La Armada española desde la unión de los reinos de
Castilla y León. Tomo IX. Madrid, 1903. Pags. 168 y 169.
122
2
LA ARMADA
ESPAÑOLA FRENTE A LA OLEADA
DE CORSARIOS...
En junio de ese mismo año, yendo de La Habana a Cádiz, una flota
mercante de 52 navíos, protegidos por la corbeta Diamante y los bergantines
Alerta, Realista y Vengador, fue asaltada en el cabo de San Vicente por una
corbeta y dos goletas, durando el combate dos horas; y por esos mismos
lugares, el correo Voluntario fue atacado por otro navío de bandera argen
tina con 20 carronadas de 32 libras y un cañón giratorio de 18 (14). El
bergantín-goleta Nereida fue apresado por el corsario Irresistible (15).
No obstante, la capacidad de reacción española en estos primeros años
era muy superior a la de 1826. En 1821, el alférez de fragata Don Antonio
Riquer, con un bergantín y una polacra, armados en Barcelona, dio buena
cuenta del corsario artiguista Argentino, que de artiguista llevaba sólo el
nombre, pues como capitán iba Alfred Gattiery y de segundo Willians H.
Jeffries. Su armamento era de 10 piezas de 9 y 12 libras. Sin embargo, no
dieron fruto las diligencias realizadas para neutralizar las actividades de la
otra nave corsaria que acompañaba al Argentino, llamada General Rivera,
comandada por Richard Moore (16). La otra unidad que actuó en esta zona
con patente de Artigas fue la Leona Oriental, del capitán Guillermo Nutter,
armada en Baltimore, y que apresó a la fragata María Francisca de Asís (17).
En 1826, los corsarios colombianos se van a encontrar con una coyuntura
sumamente favorable. Los refugiados liberales en Gibraltar, Portugal e In
glaterra intentaban, por todos los medios, aniquilar al régimen absolutista.
Entre tanto, la Armada española había sufrido reducciones importantes.
En 1819 contaba con seis navíos de línea, doce fragatas y noventa y cuatro
buques menores (18). En este año de 1826 ya hemos visto con qué contaba.
Fruto de esa casi desaparición de la Marina de guerra fue la proliferación
de contrabandistas, que llegaron a una osadía increíble. Resulta realmente
difícil delimitar quiénes son corsarios colombianos, quiénes exiliados y quié
nes contrabandistas, pues actuaban en íntima colaboración.
Dentro de los revolucionarios los había españoles, franceses e italianos,
siendo sus objetivos las costas y comercios de España y del reino de las Dos
Sicilias. El dinero para el armamento de los buques y la recluta de gente lo
suministraba Inglaterra a los jefes liberales allí refugiados.
La base donde se concentraban los navíos y desde donde actuaban impu
nemente era Gibraltar. El Secretario del Despacho de la Guerra así lo
manifestaba en el Consejo de Estado del 5 de junio de 1826 al decir que lo
perjudicial que nos es el punto de Gibraltar, por ser donde generalmente se
fomentan las expediciones, y Jersey, donde se hallan reunidos la mayor parte
(14) Fernández Duro: Ob. cit. Págs. 168 y 169.
(15) Fernández Duro: Ob. cit. Págs. 168 y 169.
(16) Beraza, Agustín: Los corsarios de Artigas. Centro de Estudios Históricos Navales
y Marítimos. Montevideo, 1978. Págs. 166 y 167.
(17) Beraza: Ob. cit. Pág. 167.
(18) De los Ríos: Ob. cit. Pág. 61.
Año 1983
F. SERRANO
MANGAS
de dichos revolucionarios, con el objeto todos de la revolución, de arruinar
nuestro comercio con sus piraterías y con el contrabando que es ahora el
vehículo de sus operaciones (19).
Entre tanto, el liberal Van Halem había pasado de Colombia a los
Estados Unidos para ir desde allí a Londres a ponerse en contacto con Mina
y los demás refugiados españoles (20). Otro líder liberal, Beltrán de Lis,
también marchó a Londres para negociar con el cónsul general de Colombia
la autorización de armar buques en corso contra España (21).
Vista de Gibraltar. Grabado de la época.(Museo Naval. Madrid.)
Poco a poco empezaron a llegar las noticias de las depredaciones de
estos corsarios. El místico San Antonio, en trayecto de Santander a Barce
lona, con un cargamento de harina fue apresado el 15 de mayo por un
paquebot colombiano, armado con un obús giratorio del 18 y veinticinco
hombres de tripulación. El capitán, contramaestre y piloto eran angloame
ricanos y la tripulación españoles de la Península y de América. El 16 del
mismo mes fondeó en Gibraltar un bergantín-goleta insurgente con 12 pie
zas, entre carronadas y cañones. Iba mandado por un tal F. S. Gandolfo.
La tripulación estaba compuesta por 40 individuos de la canalla allí refugia
da. También se encontraba atracado otro bergantín de 18 piezas al mando
del capitán Samblett.
n la zona de Vera, el 17 de mayo, hubo un sobresalto general entre la
población al divisarse trece o catorce barcos colombianos. En Almería tam
bién llegaron a verlos, reconociéndose entre ellos una fragata y un bergan
(19)
(20)
(21)
124
Consejode Estado de 5 de junio de 1826. AUN.
Ibidem.
Ibidem.
Estado 214.
Núm. 2
LA ARMADA
ESPAÑOLA
FRENTE A LA OLEADA
DE CORSARIOS...
tín. Dos faluchos fueron apresados en este área por una goleta con diez
piezas. Se esperaba con ansiedad el Regimiento de Caballería de Ligeros
para establecer destacamentos en la costa.
Desde hacía tres semanas, a 26 millas de Gibraltar, cruzaban siete bu
ques que reconocían a los que se les acercaban; la identidad de estas unida
des se ignoraba, sabiéndose sólo que llevaban una bandera encarnada al
tope del trinquete (22).
El Secretario del Despacho de la Guerra, en el ya mencionado Consejo
de Estado del 5 de junio, decía que si se querían guardar las costas y
proteger el comercio era indispensable absolutamente y urgente la existencia
de buques de guerra, que en su concepto podría verificarse armando tres
navíos con el ahorro que suponía la reciente reducción de 12.000 hombres
en el Ejército. A esto contestó el Secretario del Despacho de Hacienda
diciendo que las cargas del Estado eran superiores a los ingresos y que sólo
se podía ir cubriendo las atenciones más urgentes (23).
Mientras, a principios de junio, dos bergantines y una polacra de contra
bandistas se presentaron en Gandía y Oliva, donde desembarcaron, y, po
niendo tranquilamente sus tiendas de campaña, hicieron público mercado
de sus géneros sostenidos por una lancha con un obús y un cañón de a
cuatro. Que se observaba grande algazara entre ellos, cantando canciones
que se llamaban patrióticas y que en sus tiendas tremolaban gallardetes ver
des. Durante dos o tres días hicieron lo que quisieron, sin que ninguna
fuerza naval o terrestre les importunase (24).
El 15 de julio se apostó en las inmediaciones de Luarca una goleta
insurgente que llevaba apresado un quechemarín vizcaíno. Ese mismo día,
por la tarde, apresó otro quechemarín, esta vez gallego, procedente de
Bayona, con 14.000 duros en fardería. Por los prisioneros del quechemarín
vizcaíno que echó a tierra, pudo saberse que todo su armamento consistía
en un cañón de 8 libras giratorio y dos pedreros, 25 hombres de tripulación,
que toda su maniobra era de esparto y su gente floja (25). También en las
inmediaciones de Luarca dos bergantines de guerra colombianos habían
perseguido y tomado dos mercantes españoles, quemándolos y echándolos
a pique. En su atrevimiento llegaron a sacar tres barcos a mediodía, del
puerto de Castropol, a vista de su vecindario (26).
El 18 de julio se presentaron en el fondeadero de Gijón por la mañana
y sacaron de debajo del castillo de Santa Catalina, que se halla desamparado
por la falta de cañones, tres buques mercantes procedentes de Bilbao, mar
chando con ellos. El saqueo lo presenció toda la población de Gijón (27).
(22) Ibídem.
(23) Ibídem.
(24) José O’Donnell, Capitán General de Valencia y Murcia, al Secretario de Estado y
del Despacho de la Guerra. Valencia, 9 de junio de 1826. A.H.N. Estado 214.
(25) El Administrador de Correos de Luarca al Administrador General de Correos de
Oviedo. Luarca, 17 de junio de 1826. A.H.N. Estado 215.
(26) El Administrador de Correos de Oviedo, Antonio Guerra, al Director General de
Correos. Oviedo, 19 de julio de 1826. A.H.N. Estado 215.
(27) Ibídem.
Año 1Q3
F. SERRANO
MANGAS
La misma goleta que apresó los quechemarines gallego y vizcaíno volvió
a tomar otro barco el 22 de julio, el quechemarín del capitán Francisco Cruz
de Jáuregui, que hacía el trayecto de San Sebastián a Burdeos (28).
Cada día la situación era más inestable y para evitar que algunos barcos
extranjeros con mercancías españolas, que hacían el trayecto entre la Penín
sula y las islas antillanas, donde todavía ondeaba el pabellón español, caye
ran en manos de los corsarios, se llegó a la determinación de retenerlos en
los puertos españoles, con la excusa de la cuarentena hasta que pasara el
peligro (29).
Tampoco las costas gallegas se vieron libres de las incursiones de los
corsarios. El capitán general de Galicia informaba a Madrid a principios de
aosto de que son continuas las presas que hacen los corsarios colombianos
y el frecuente desembarco de los contrabandistas en la Isla de Arosa igual
mente que en otros puntos, insultándola de modo que el que verificaron en
el puerto de Soro alteró la tranquilidad de los habitantes de la villa de Noya
y sus inmediaciones. En este lugar acudieron los voluntarios realistas pidien
do a toda prisa algunas armas y municiones (30).
El comandante general de la provincia de Tuy avisaba que por la playa
de la Casadoura intentó desembarcar una lancha de gente armada, con 100
hombres o más. En su descargo, el comandante decía que con la escasa
fuerza que existe en la provincia no puede dar ningún pronto auxilio a cual
quier puñto que sea atacado, siendo indispensable atender a una parte sin
dejar abandonada otras sumamente necesitadas de observación, ya por la
costa, ya por la frontera de Portugal, donde los refugiados españoles han
principiado a moverse (31).
El capitán general de Galicia, visto que el acoso de los corsarios, revo
lucionarios y contrabandistas iba en aumento, solicitó que no se disolviesen
los tres regimientos de milicias provinciales, como estaba resuelto. El Con
sejo accedió a la petición, a pesar de que la medida daría lugar a reclama
ciones de los demás Capitanes Generales (32).
También a principio de agosto entró en Gibraltar el bergantín-goleta
colombiano República, después de haber hecho varias presas sobre el cabo
de Gata (33).
Pero la preocupación principal del Consejo de Estado era el estrecho,
por dos razones esenciales: la protección de una zona en la que confluían
importantes rutas marítimas y la vigilancia de Gibraltar, que, como hemos
(28) El Cónsul español en Bayona al Duque del Infantado. Bayona, 24 de julio de 1826.
A.H.N. Estado 215.
(29) El Duque del Infantado al Secretario del Consejo de Estado. Caserón, 1 de agosto
de 1826. A.H.N. Estado 215.
(30) El Duque del Infantado al Secretario del Consejo de Estado. Madrid, palacio, 12
de agosto de 1826. A.H.N. Estado 215.
(31) Ibídem.
(32) El Consejo a 5. M. Madrid, palacio, 17 de agosto de 1826. A.H.N. Estado 215.
(33) El Duque del Infantado al Secretario del Consejo de Estado. Madrid, palacio, 18
de agosto de 1826. A.H.N. Estado 214.
126
2
LA ARMADA
ESPAÑOLA
FRENTE A LA OLEADA
DE CORSARIOS...
dicho, acogía a los corsarios. De esta manera, a instancia de una Real
Orden de 9 de octubre de 1825, se le encargó a Don José Sumarán que
hiciera un presupuesto para la reparación de las torres vigías desde Cádiz
a Málaga, y de los instrumentos necesarios.
Su presupuesto fue:
Reparación de las 37 torres43.170
74 anteojos (dos por torre)37.000
37 telégrafos de aspas63.418
Total143.588
reales.
reales.
reales.
reales.
Salario de los tres empleados por torre, en total 111: 464.010 reales más
24.000 reales de los sueldos del director y dos ayudantes. Total sueldos de
empleados: 488.010 reales.
Se le pidió su parecer sobre este presupuesto al Conde de Venadito, a
quien le parecieron excesivos estos gastos; propuso suprimir los telégrafos
de aspas y sustituirlos por el método de la tabla pintada con las banderas,
usado en los buques de guerra británicos, que cualquiera podía aprender
en veinticuatro horas. En su opinión no era necesario el aumento de torres
que proponía Sumarán de no admitirse el telégrafo de aspas, porque la
distancia sería de tres millas de una a otra, pudiéndose ver las banderas con
un anteojo. La dirección sería de un .oficial del cuerpo de inteligencia y
actividad; un segundo, que debería ser precisamente Sumarán, y un ayudan
te, que sería un piloto de la Armada. Al director se le abonarían 500 reales
mensuales sobre el sueldo de su empleo y 200 reales de sobresueldo al
segundo.
Utensilios para cada torre:
1 barril para agua.
1 hacha de partir leña.
1 horquilla.
1 farol para poner luz por la noche.
Fusiles y cartuchos.
1 anteojo de 20 a 25 duros, 3 de repuestos en Málaga y otros 3 en
Cádiz (34).
El Consejo siguió las recomendaciones del Conde de Venadito y fue
aceptado por el Rey el 15 de agosto de 1826 (35).
Poco a poco empezaron a remitir los ataques, por las directrices que
iban tomando los acontecimientos, como el que se hiciera caso de los acuer
dos del Congreso de Panamá sobre la supresión del corso, y porque las
pocas unidades de la Armada establecieron un control más serio en la zona
(34) El Conde de Venadito a S. M. Madrid, 2 de agosto de 1826. A.H.N. Estado 215.
(35) Acuerdo del Consejo de Estado de 3 de agosto de 1826, presentado al rey el 7 del
mismo mes. A.H.N. Estado 215.
Año 1983
F. SERRANO
MAJYGAS
del Estrecho con vistas a interceptar los buques corsarios con rumbo a
Gibraltar. La oleada masiva había remitido. En adelante nos encontraremos
con casos aislados, más o menos espectaculares. El 26 de septiembre de
1826, el quebradero de cabeza del Consejo de Estado lo constituía un solo
navío con patente de corso colombiana que había hecho numerosas presas
en el golfo de Cádiz, a pesar de todas las medidas tomadas (36).
(36) Papel dirigido al Secretario de Estado y del despacho de Marina. No pone quién
lo remite. Madrid, palacio, 26 de septiembre de 1826. A.H.N. Estado 214.
128
2
DOCUMENTO
Más que documento, se incluye aquí ,una noticia divulgada en letra im
presa el 19 de octubre de 1805. Es la relación de la escuadra franco-española
que se enfrentará dos días después con la escuadra inglesa de Nelson en
Trafalgar; la línea de batalla, como la denomina Alcalá Galiano en su relato
del combate.
La publicación de la noticia no desveló ningún secreto de guerra, ya que
ambos contendientes conocían el número y composición de las fuerzas enemigas, y el encuentro era poco menos que cantado.
(Colección González-AHer.)
Año 1983
-
DOCUMENTO
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empezado salir de la Bahía de Cádiz el i 9 de
Octubre del presente aiio de i 805.
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Mr, Henaux.
Primera squadra
(Redoutab’e
an Leaudro. •
Neptune •
Capitan de Navío.
Mr. Hubert.
Don Miguel Gastan, Capuzo de Nayío
6 Centro.
074.
Mr. lucas.
ESp3iiCil. ts64. Don oaeph de Quevedo, Capitn de Navío.
Fran.rt.
084. Mr. Mi.tral.
general Mr. I’.uniral VillenenyeX.
Francas.
o8o, Comandaste
fe del ssad,, Mayor Mr. Prigny ; y Capi.
tan debanduaMr. Llagendir.
Espaiol. z6. El Xefe de EsquadraDon BaltasarWdalgo dv
Cisneros; y Capitande bandera Don Fran
cisco Uriarte, Brigadier.
Mr. Pouliio.
Prances. 074
Espadol. 074. Don Feipe Xdo Cagigal, Brigadier.
Mr. (a 7lciiicric.
France,. 040.
Mr.Duinay.
France,. oeS
Tercera Esquadra ó Retaguardia.
(Moneblanc . . .
S. Francisco
deAsij.
¡)uaitr(uio.
J Foimidable. . . ..
osuna.
Frances.
EspaioI.
Francea.
France,.
1CIpi0fl
Rayozoo.
£spaflol.
.
(j’leptano
.
.
.
.
.
.
.
Fragata.
Cornelie
.
.
.
Mr. Le Vil egrie.
Don
074.
1uis de Flores, Capitan deNavío.
074. Mr. buffet.
oso.El Contra Almirante Dutnanoir; y Capitan da
Mr. Letellier.
bandera
074-
Don Henriquie Macdon. 1, Brigadier.
074. Mr. Rererger.
FranCea.
oSo.
Don
CayetaanValdes, Brigadier.
Fapaliol.
France,. ono. Mr. Martinenq.
Esquadra de Observacion.
1•a
•
J S.JuanNcpoinuceno. Papailol.
BC#WiCk.
130
.
.
-
France,.
Divicion.
074.
Don Cosme Churruca,
074.
Mr. Causas.
Brigadier.
Núm.
2
DOCUMENTO
Príncipe de Astur ial.
Esfaiiol.
1 12.
oinaodante
Federico
General el Teniente General Doo
Gruvsra
Mayw .Generai el Xefe
de Esuadra Don Antun Focafio; y Capi
tan de banderaD RafaeldeMore. Brigaáicr.
Navíos.
<
Frances. 074
Español. 074
Fr.snces. 074
Francos. 040.
oid.
France,.
1’ Achilk
San II letona
ir4l1aIslC
fhetnts .
Argu
•
Frqg ata
»cra1
Mr. de D’nieuport.
Don Joseph de Vargas
Mr. Epron.
,
Brigadier.
Mr. Jugan.
Mr. Taiiiard.
Segunda Divicion.
•
.
.
Frances.
Espaiiol.
Francos.
Mr. Villemadrin.
074
oso. han An1onioPareja , Capítan de Navío.
Magon; y Capitan de han
074. di Conrra.Atmirapce
•
.
.
Español.
Frances.
Español.
Frances.
074.
Swiftsssre
Arn.usts
Algeciras
Novios.
.
‘!ontaiies.
L’ Aigle
k.. Rahaina.
F,agasa. 1-lermione.
1
•
.
.
074.
074.
040.
dera Mr. Brouard.
Don Francisco Alcedo , Capitan de Navío.
Mr. Cuurrege.
Don DionisioAlcalá Galiano, Brigadier.
Mr. Mabd.
Total de Novios Españoles.
¡dore Franceses. . .
Fragatas idemo
Bergantines idem02.
.
.
.
oS.
Que componen todos ¡os referidos Buques. .40.
Esquadra tnglesa consignada
al Lord ?1elso, Vice-Almirante de la Bande
r blanca, teniendo á sus órdenes ñ los de igual 8raduacion Collinwood,
Cilder, y sí los Contra-Alrniranícs Bickerion , Knigh: y Louis.
Novios
Victrrryioo.
B. osma. . . .
Prirce of Wales.
Drradn. s5ht . .
TrITeaire . . .
Ntune
.
.
.
Prire
.
.
.
.
Queen
Canupus. . . .
dá
Con varias fragatas
,.avo de So
,
Ca,.ones.
[ Navios.
il..negal .
zoa.
Tigre . .
093
Tpo nt .
098
Speucer. .
098
Lepartiate
098.
1 De.ce .
098.
Siwisure .
098.
Orcn . .
oSo.
Len than.
.
Cajiones. Navíos.
Zealcus. . .
oSo
Congueror...
.
oSo.
.
o8o.
Revenge . .
.
074.
1..’(chi le. .
.
074.
Minotur
. .
.
074.
Colossus . .
.
074
Mars . . .
.
074
Beilerophon .
.
074.
Polypheinus .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
corbetas y buques menores de guerra.
Cañones.
.
074.
074.
.
074.
.
074.
.
074
•
o7..
.
074.
.
074.
.
064.
Ademas se ban reunido otros
Se hallari er Cídiz en la Imprenta de D. Pedro Gomez de Requena,
Impresor mayor por S. M., Plazuela de las TabIa, y en el Despacho
de dicha Imprenta , Calle Guanteros esquinas de las Flores.
Año
1953
131
LA
DE
COSMOGRAPHTA
PEDRO
APIANO,
corregida y afladidapor GemrnaF’riíio,
Medico y Matheinatico.
La manera de dcícruiry uatIosLugre,concl Vío del Anillo Aíltoncmjco, del
nMím3 Autor Geinm Frilio.
El Sitioy Deícripcionddastnd y Müdo Nueuo,(cada dela Hifloriade Franciíco
LopeL de Gomara,ydcLi Coíinographia de ieonyuo Giraua Tarragonez.
1,
-u.
o
!1,D. LXXv»
EN ANVIRs.
Por luan Belleroal Aguilade Oro.
-
Cia Prsaik;i.d,
rsN.
LA HISTORIA MARITIMA
EN EL MUNDO
1.
PORTUGAL: Instituciones y archivos de interés para el estudio de la
Historia Marítima.
ACADEMIA
PORTUGUESA DA HISTÓRIA
Palácio da Rosa.
Largo da Rosa, 5.
Lisboa.
Nace en 1720 como Academia Real da História Portuguesa y se clausura
a mediados del siglo xviii. Se restablece con el nombre actual en 1936.
Biblioteca: 50.000 volúmenes.
Publicaciones periódicas: Anais, Boletim, Documentos medievais Por
tugueses, Subsidios para a História Portuguesa,
História Portuguesa.
Fontes narrativas da
-
ARQUIVO DISTRITAL DO FUNCHAL
Palácio de Sáo Pedro.
Rua da Mouraria.
Madeira
Fundado en 1931.
Archivo con 300.000 manuscritos y una biblioteca muy especializada
de 8.100 volúmenes.
Publicaciones periódicas: Arquivo Histórico da Madeira.
ARQUIVO
NACIONAL DA TORRE DO TOMBO
Palácio de S. Bento.
Lisboa.
Fundado en 1352-1388.
Biblioteca: 13.217 volúmenes, 20.000 manuscritos.
Publicaciones periódicas: Inventarios das Portarias do Reino e das Moradias da Casa Real.
BIBLIOTECA
CENTRAL DE MARINHA
Praça do Imperio.
1.400 Lisboa.
Fundada en 1835.
Biblioteca: 45.300 volúmenes.
Año
1983
L. HIGUERAS
RODRÍGUEZ
BIBLIOTECA DA ACADEMIA DAS CIÉNCIAS DE LISBOA
Rua da Academia das Ciéncias, 19.
1.000 Lisboa.
Fundada en 1779.
Biblioteca: 360.000 volúmenes, 3.000 manuscritos, 63 incunables.
BIBLIOTECA
NACIONAL
Campo Grande, 83.
1.751 Lisboa Codex.
Fundada en 1796.
Biblioteca: 1.000.000 volúmenes, 12.000 manuscritos.
Publicaciones: Boletim de Bibliografía Portuguesa, Repertorio das Pu
blicaçóes Periodicas Portuguesas.
BIBLIOTECA PUBLICA E ARQUIVO DISTRITAL DE ANGRA DO
HEROISMO
Palácio Bettencourt.
Rua Conseiheiro Jacinto Candido.
Angra do Heroísmo.
Azores.
Fundada en 1948.
Biblioteca: 60.000 volúmenes, 1.00.000 manuscritos.
Publicaciones periódicas: Boletim da Biblioteca Pública, Arquivo Angra
do Heroísmo.
BIBLIOTECA
PUBLICA MUNICIPAL DO PORTO
Jardim de Sáo Lázaro.
4099 Porto Codex.
Fundada en 1833.
Biblioteca: 1.325.000 volúmenes, 2.500 manuscritos, 273 incunables.
Publicaciones periódicas: Bibliotheca Portucalensis.
CENTRO DE ESTUDOS HISTÓRICOS ULTRAMARINOS
Rua de Junqueira, 86.
1300 Lisboa.
Creación en 1955.
Historia de la expansión marítima portuguesa y descubrimientos.
Biblioteca: 7.500 volúmenes.
Publicaciones periódicas: Studa (semestral).
134
2
LA HISTORÍA MARITIMA
EN EL MUNDO
INSTITUTO ASTRONOMICO
Dependiente de la Universidad de Coimbra.
Fundado en 1772.
Biblioteca: 20.000 volúmenes.
INSTITUTO DE INVESTIGAÇÁO CIENTÍFICA TROPICAL
Dependiente del Ministerio de Educación y Ciencia.
Ministério da Educaçáo.
Rua Jau. 54.
1300 Lisboa.
Fundado en 1936.
Publicaciones periódicas: siete publicaciones distintas. Edita mapas geo
gráficos, planos de ciudades, etc.
Departamentos
que dependen de este Instituto.
[1] Arquivo Histórico Ultramarino.
Calçada da Boa Hora, 30.
P. 1300 Lisboa.
Fundado en 1931.
[II]
Centro de Cartografia.
Trav. Conde da Ribçira, 7-9.
P. 1300 Lisboa.
Fundado en 1982.
[III]
Centro de Estudos de História e Cartografia Antiga.
Rua Jau, 54.
P. 1300 Lisboa.
Fundado en 1961.
INSTITUTO HIDROGRAFICO
Rua das Trinas, 49.
1296 Lisboa Codex.
Biblioteca: 10.000 volúmenes.
MUSEU ETNOGRAFICO DA SOCIEDADE DE GEOGRAFIA
LISBOA
Rua das Portas de Santo Antáo, 100.
1100 Lisboa.
Año 1983
DE
L. HIGUERAS RODRÍGUEZ
Fundado en 1875.
Arte popular, armas, trajes, instrumentos musicales, estatuas de nave
gantes e historiadores, objetos procedentes de los viajes de descubri
mientos, instrumentos de navegación e instrumentos científicos.
MUSEU DE MARINHA LISBOA
Monasterio de Santa María dos Jerónimos.
Lisboa.
Actual emplazamiento desde 1962.
Modelos, instrumentos náuticos, etc., «Sala Cartografía» y «Planetario».
MUSEU MARITIMO «ALMIRANTE RAMALHO ORTIGAO»
Capitania do Porto de Faro.
Faro.
Fundado en 1931 (a partir del Museo Marítimo Industrial, fundado
en 1889).
Métodos regionales de pesca, modelos de buques y equipos, pinturas
de fauna, uniformes, etc.
SOCIEDADE
DE GEOGRÁFIA DE LISBOA
Rua das Portas de Santo Antáo, 100.
1100 Lisboa.
Fundada en 1875.
Biblioteca: 200.00 volúmenes y 6.000 cartas geográficas.
Publicaciones periódicas: Relatório, Boletim (mensual).
Núm. 2
NOTIÇIAS GENERALES
CONGRESOS Y SIMPOSIOS
1983-septiembre 22-24. Aix-eu-l’rovence (Francia).
Mesa redonda sobre I.es
Fnit,’raIu)ns
níiri1i1nes
en !%léditerranée de la
Préhistqire á nOS jours.
Patrocinada por elCNRS. a tiavs del lnstitut de Recherches Médite
rranéennes. y se celcbrari en el Chitcau de Collioure (Aix-en-Proven
ce).
Para más información: Profesor J. L. Miege.
Director del Institut de Recherches Méditerranéennes.
Aix-en-Provence. Francia.
1984-mayo. Aix-en-Provence (Francia).
Mesa redonda sobre Les migrations maritimes dans l’Océan Indien
xlxeXx
siécles.
Patrocinada por el CNRS a través del Institut de Recherches Médite
rranéennes, se celebrará en el Chateau de Collioure (Aix-en-Proven
ce),
Para más información: Profesor J. L. Miege.
Director del Institut de Recherches Méditerranéennes.
Aix-en-Provence. Francia.
1984-agosto-septiembre. París (Francia).
XXVC Con grés International de Géographie.
Lenguas oficiales: francés, inglés, alemán e italiano.
Patrocinado por la Unión Géographique Internationale.
Las sesiones de trabajo se desarrollarán en el Palacio de Congresos de
París. Del 27 al 31 de agosto.
Los resúmenes de las comunicaciones deberán enviarse en francés o
inglés a dicha dirección antes del 1 de octubre de 1983.
Año 1983
NOTICIAS GENERA LES
Aparte de las sesiones ordinarias del congreso, se desarrollarán sesio
nes monográficas relativas a: Cartografía y geografía y Medios audiovi
suales en geografía.
Para más información: Comité d’Organisation du 25e Congrés Interna
tional de Géographie. 19 rue Isidore-Pierre. 14.000 Caen. Francia.
1985-agosto 25-septiembre 1. Stuttgart (R. F. A.).
Reuniones sobre el tema: Maritime Aspects of Migration.
Patrocinadas por la Comisión Internacional de Ciencias Históricas.
1985-septiembre 2-6. Dartington (Gran Bretaña).
Reunión sobre el tema England and the Northern Seas ¡400-1800.
Patrocinada por la Association Internationale d’Histoire des Mers Nor
diques de l’Europe.
13g
2
RECENSIONES
CÉsi’huEs DELCASTILLO,
Guillermo: América Hispánica (1492 1892). Volu
men VI de Historia de España. Editorial Labor. Barcelona, 1983;
528 páginas.
No son precisas demasiadas palabras para subrayar la personalidad del
autor. Su prestigiosa labor docente, principalmente en las universidades
Hispalense, de California y Complutense, es equiparable a su capacidad
investigadora, patente en sus estudios sobre la avería, Lima y Buenos Aires,
la hacienda peruana, el seguro marítimo y otros muchos, continuamente
citados por los investigadores.
En contraposición a estas obras de análisis, América Hispánica (14921892) es un trabajo de síntesis. No es la primera obra de este género que
edita. Recordemos su colaboración en sendos volúmenes de la Historia de
España y América, que dirigió Vicéns Vives; su Latin America. The Early
years y su América Latina Colonial hasta 1650.La América Hispánica (14921892) constituye una ambiciosa síntesis, tanto desde el punto de vista espa
cial como temporal; por tanto, se trata de un manual que viene a actualizar
las tres obras anteriores.
Es de agradecer y de admirar el esfuerzo del profesor Céspedes para
lograr en tan pocas páginas un tratamiento de todos los contenidos, que el
titulo de la obra promete, con equilibrio, ponderación, precisión, claridad
y sistematización, y nos congratulamos de que lo haya logrado. No obstante,
la información que ofrece la obra puede parecer escasa a los investigadores
y especialistas que tratan de hallar solución concreta a las cuestiones que
se les planteen en determinadas áreas, pero juzgarían apresuradamente la
obra, olvidando el propósito de su autor.
El Dr. Céspedes ha tenido que someter sus vastas lecturas a un proceso
de selección estricta y de síntesis, para no romper el equilibrio entre las
diferentes partes y capítulos del libro y no caer en la tentación fácil de
complacerse en el desarrollo de algunos epígrafes, lo que hubiera supuesto
la minimización de otros. El fruto es este manual de lectura, fácil y atrayen
te, descargado de erudición para aprovechar al máximo el espacio disponi
ble, pero a la vez sugerente. que estimula a quienes con él se inician en el
americanismo, impulsados por una curiosidad cuyo fruto no dejará de ser
apreciable. Su lectura tampoco será supérflua para los especialistas por
cuanto, al serlo, tendrán un diálogo con el libro permanentemente enrique
cedor, como lo es siempre el contacto entre intelectuales.
La obra está estructurada en cuatro partes (La nueva frontera, Los rei
nos de las Indias, Las provincias de ultramar y La desintegración de la
Monarquía) y en quince capítulos, que nos llevan desde la génesis de la
Año 1983
RECENSIONES
empresa indiana en la exploración atlántica —sin eludir la historia externa
y sus etapas constructivas, consolidadora de crisis y reconstrucción— a la
época de madurez y reformismo que da paso a la desintegración.
El autor introduce valoraciones ponderadas y críticas sobre la realidad
histórica y sobre la bibliografía sin caer en polémicas, y no oculta su criterio
personal o conclusiones. El profesor Céspedes, en medidas palabras, hace
igualmente una valoración de la importancia de la Marina y de las conse
cuencias de su decadencia respecto al imperio ultramarino.
Agradecemos al autor su meritorio trabajo.
M. CUESTA
M.: El descubrimiento y fundación de los reinos ultramarinos hasta
fines del siglo xvi. Volumen VII de la Historia de España y América.
LUCENA,
Ed. Rialp. Madrid, 1982; 850 páginas.
No es fácil hacer un comentario de conjunto de una obra tan densa y
amplia, que aborda una época riquísima de la Historia de España y Améri
ca, por no decir de la Historia Universal. La dificultad aumenta cuando se
trata de una obra realizada por veintiséis especialistas, ya que la distancia
geográfica entre los autores, su diferente ritmo de trabajo y la diversidad
temática suponen un obstáculo a la consecución de un resultado homogéneo
e interrelacionado, aunque exista un coordinador, el profesor Lucena Salmoral, y sea buena cada aportación individual.
A pesar de todo este cúmulo de dificultades, la obra está francamente
lograda y puede considerarse una magnífica contribución a la historiografía
hispanoamericana, válida a muy distintos niveles: libro de consulta, manual,
libro de lectura; útil para el universitario e interesante para el aficionado.
Su contenido ha sido estructurado en cinco partes, precedidas de un
largo estudio del profesor Ramos, director de la parte americanista de la
colección.
La primera parte constituye una síntesis de las bases culturales de Amé
rica hasta el momento del contacto hispano —los pueblos indígenas, prota
gonistas pasivos de la inmensa obra allí desarrollada—. Está realizada de
una forma sobria y clara, con una bibliografía, como la del resto del volu
men, selectiva, orientadora y básica, aunque susceptible de ampliación y
discusión.
Las partes segunda y tercera ofrecen, en casi doscientas cincuenta pági
nas de gran densidad, una historia de corte clásico bien trabajada, lo que
no es fácil dada la magnitud de la bibliografía y documentación existentes
sobre las heterogéneas cuestiones que trata: los Colón, los viajes de descu
brimiento, los primeros gobiernos indianos, las primeras utopías y las pri
meras reformas, las grandes conquistas y otras expediciones, y lo que se ha
dado en llamar la lucha por la Justicia. El apartado gráfico está cuidadosa
mente preparado y oportunamente situado, de modo que complementa y
Lflriquece el contenido de los textos.
Núm. 2
RECENSIONES
En la parte cuárta se plantea la organización de los reinos indianos,
siguiendo una sistemática regional: Nueva España y Guatemala, Antillas y
Tierra Firme, etc., sin dejar de lado Brasil y Filipinas, lo que es de agrade
cer, ya que esta última cuenta con un número mucho más reducido de
especialistas.
Finalmente, la quinta parte, extraordinariamente interesante, constituye
una apretada síntesis de una amplia y atractiva temática sobre: economía,
sociedad y cultura. Quizá haya sido la parte más difícil de coordinar y dotar
de cierta homogeneidad, por cuanto abarca temas de orden institucional
—con un marcado énfasis en la Iglesia indiana—, social, demográfico y
económico, tanto en los aspectos de producción como en los de comercio
y finanzas, faceta esta última que incluye el tráfico, las flotas y las defensas.
En esta misma parte aparece un gran epígrafe dedicado a la cultura,
cuya importancia está fuera de toda duda, pero que, seguramente por nece
sidades de programación, da la impresión de tratarse de algo heterogéneo
respecto al conjunto de la obra.
En conjunto, puede decirse que se trata de una obra importante, seria
y bien concebida y desarrollada, aunque, evidentemente, no responde a
todas las preguntas que el estudioso pueda hacerse, podría destacarse el
hecho de que el énfasis5puesto en la primera parte, en el mundo indígena,
no continúa en la parte correspondiente al siglo xvi, a pesár del detenido
estudio que se hace de la lucha por la Justicia y la Junta Magna. Tampoco
se han destacado algunos aspectos científicos y técnicos níuy importantes.
Pero es claro que la densidad, heterogeneidad e importancia del siglo xvi
en Hispanoamérica iba a propiciarlo.
Nuestra felicitación por su éxito a autores y editor de esta fundamental
obra que, entre otros aspectos, subraya la importancia de la Marina españo
la en el siglo cumbre de su historia.
M. CUESTA
ACADEMIA DE CIENCIAS EXACTAS, FISICAS y NATURALES: Historia de
la Cartografía Española. Madrid, 1982; 126 páginas, 25 láminas.
REAL
Este trabajo recoge el ciclo de conferencias sobre cartografía española
que se desarrolló en la Real Academia de Ciencias durante el año 1981.
En él quedan trazados los rasgos fundamentales de la cartografía espa
ñola a lo largo de la historia, aportando una bibliografía esencial y más
información sobre las diversas cartotecas de nuestro país.
Han colaborado. en este ciclo de conferencias:
Juan Vernet, catedrático de la Universidad de Barcelona: Cartografía e
imagen de la España medieval.
Año
1983
RECENSIONES
Ernesto García Camarero, director del Centro de Cálculo de la Univer
sidad Complutense de Madrid: Evolución de la cartografía náutica mallor
quina del siglo xiv al xvii.
Eduardo Garrigós, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid:
Política cartográfica en España. Siglos xvi al xviii.
Luisa Martín-Merás, jefe de investigación del Museo Naval de Madrid:
Cartografía náutica española en los siglos xviii y xix.
Francisco Vázquez Maure (t), ingeniero geógrafo del Instituto Geográ
fico Nacional: Cartografía de la Península. Siglos xvi-xviii.
Rodolfo Núñez de las Cuevas, ingeniero geógrafo del Instituto Geográ
fico Nacional: Cartografía española del siglo xix.
Miguel Alonso Baquer, profesor de la Escuela de Estado Mayor del
Ejército: Cartografía militar española en la primera mitad del siglo xix.
El objetivo de señalar movimientos y tendencias cartográficas españolas
se ha cumplido en este trabajo de conjunto, desarrollado con ánimo de
divulgación para los interesados en esta rama de la ciencia. Los mapas,
gráficos y la bibliografía incluida en la obra contribuyen a esclarecer los
aspectos tratados. Es de desear que la Academia continúe en esta línea de
actuación y ofrezca una segunda serie de conferencias que profundicen más
en estos temas.
Luisa MARTIN-MERAS
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