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El sujeto salugénico. Un aporte desde el cuidado
de sí y la salud mental positiva
Muriel Ojeda*, Aldo Enrici** y Marcela Triviño***
Resumen
Existen diversos conceptos de la noción de subjetividad para reflexionar sobre el
hombre como sujeto. El hombre es el único que busca su propia adaptación. Esto nos
permitiría afirmar que el cuidado nace con el hombre para su supervivencia en el medio
social y cultural en el que se desarrolla y crece. El cuidado y en particular el cuidado
enfermero es la esencia que representa el rol de la profesión de enfermería en la
sociedad. Dicho rol en la actualidad enfrenta el desafío de cuidar a un sujeto con sus
subjetividades.
Palabras clave:
subjetividad – cuidados enfermeros – cuidado de sí – salud
positiva
Abstract
There are different concepts of the notion of subjectivity to reflect on the man as
subject. Man is the only one Man is the only one seeking his own adaptation. This
would allow us to state that care born with man for survival in the social and cultural
environment in which it develops and grows. Particular care and nursing care is the
essence that represents the role of the nursing profession in society today. That role
now faces the challenge of caring for an individual with their subjectivities.
Key words:
subjectivity – nursing care – care of the self – positive health
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“El hombre es una invención cuya fecha reciente
muestra con toda facilidad la arqueología de
nuestro pensamiento”
Michael Foucault
Introducción
El presente trabajo constituye un primer paso dentro de un proceso que se
ampliará en el trascurso de nuevas producciones que conciernen a los diversos conceptos
que se relacionan con la salud desde la visión positiva.
Desde su inicio la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha incluido la dimensión
del bienestar en su definición de salud, señalando que ésta es un “estado de completo
bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia”
(OMS, 2006, p. 1). La perspectiva positiva, en especial de la salud mental, es la base del
bienestar de la salud, y el funcionamiento efectivo del individuo y de la comunidad.
En este sentido se trabajó sobre una dimensión que busca profundizar el
entendimiento del sujeto en su mundo social. Se trata de la noción de subjetividad, para
reflexionar sobre el hombre como sujeto. Siguiendo la propuesta de Pichon-Rivière “el
sujeto no es solo un sujeto relacionado, es un sujeto producido. No hay nada en él que no
sea la resultante de la interacción entre individuos, grupos y clases” (Zito Lema, 1976, p.
107). Esto llevaría a considerar y comprender que no hay nada en el sujeto que no
implique la presencia del otro social, culturizado. Por lo tanto, la subjetividad constituye
una dimensión interaccional simbólica.
El hombre es el único que busca su propia adaptación; esto nos permitiría afirmar
que, el cuidado nace con el hombre para su supervivencia en el medio social, cultural en el
que se desarrolla y crece.
El cuidado y en particular el cuidado enfermero es la esencia que representa el rol
de la profesión de enfermería en la sociedad. Dicho rol, en la actualidad enfrenta el
desafío de cuidar a un sujeto con sus subjetividades. Esta tarea consistirá en descubrir
desde el rol del cuidado enfermero, que no nos encontramos frente a un hombre aislado,
sino frente a un sujeto actor de su propio autocuidado.
Al profundizar sobre los diversos conceptos y contribuciones que nos brindan
teóricos que han trabajado sobre los conceptos de cuidar, cuidado y el cuidado de sí, la
producción de este trabajo ubica como objetivos: aportar a la gestación de trabajos sobre
salud mental positiva y cuidados enfermeros, brindar diversas concepciones sobre la
noción de subjetividad, y por último, reflexionar sobre el cuidado enfermero y el cuidado
de sí, relacionado a la salud como una construcción positiva.
Encuadre teórico-metodológico.
La construcción del texto estará desarrollada en tres apartados. El primer aporte es
de carácter conceptual y teórico. Entendemos lo importante que resulta comprender de
OJEDA, ENRICI, TRIVIÑO: El sujeto salugénico. Un aporte desde el cuidado de sí y la salud mental positiva
manera cabal los conceptos de subjetividad en el trabajo, para poder relacionarlo con el
cuidado enfermero base medular de la profesión.
La segunda parte ofrecerá las herramientas conceptuales para la planificación
sobre cuidado enfermeros en la sociedad. Tales aportes surgen del análisis de autores que
han trabajado sobre cuidado a lo largo de la historia.
La tercera parte completa la presentación en una reflexión sobre el cuidado de sí,
partiendo desde la propuesta griega clásica de cuidado. Para ello se han incluido aportes
de diversos autores y recursos de Internet que ayudaron a la propuesta.
Importa señalar que el enfoque apunta a la sensibilización en la construcción del
cuidado, desde una posición positiva para el hombre y su entorno.
Pensar en la subjetividad
La compresión adecuada de la noción de subjetividad es de vital importancia. La
bibliografía muestra que se utiliza ampliamente la expresión en diversos contextos de la
vida cotidiana. El concepto suscita dificultades particulares a la hora de trabajarlo debido a
sus diversas interpretaciones. En este caso el enfoque estará vinculado al cuidado
enfermero desde una visión positiva. Para ello consideramos de importancia comenzar
por presentar la raíz etimológica que tiene la noción de subjetividad. Según el Diccionario
de Filosofía por Ferrater Mora (1950), la palabra se origina del latín subiectivus, y se
refiere a lo que pertenece al sujeto, a una cierta manera de sentir y pensar que le es
propia, y estableciendo una oposición a lo externo del mismo. La subjetividad es una
categoría opuesta a la objetividad. La primera se sustenta en la opinión e intereses propios
del sujeto. Se refiere al modo de pensar y sentir de cada sujeto. La segunda categoría trata
los conceptos como si fuesen cosas.
Desde el punto de vista del proceso de salud, enfermedad, cuidado, tomaremos al
médico psiquiatra y profesor Emiliano Galende (2004, p. 26) que define el concepto de
subjetividad como
“un sistema de representaciones, un dispositivo de producción de
significaciones y sentidos para la vida, de valores éticos y morales gobernados
por el deseo inconsciente y los ideales del Yo, que determinan en su conjunto
los comportamientos prácticos del individuo”.
En tal sentido el cuidado enfermero, deberá trabajar sobre aquellas
representaciones individuales de cada sujeto, ayudar a comprender el significado de su
problema de salud, y plantearse como objetivo el aprendizaje de su actual experiencia.
Respecto al proceso de individualización psíquica, el mismo autor señala que
consiste básicamente en
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“un largo pasaje, ciertos universales de especie y cultura, a través de la
mediación que introducen las formas de crianza, hasta la singularización, que
se produce cuando estos elementos de la historia son apropiados por el propio
devenir del individuo” (Galende, 2004, pp. 45-46).
Galende, nos invita a reflexionar sobre nuestro hacer cotidiano y nos indica que
“reducir lo humano a un cuerpo o a un cerebro sin subjetividad es la nueva presentación
del positivismo”. (Galende, 2012, p. 27). Tal como lo plantea el autor, tomando como
experiencia un día de cuidados enfermeros, no debemos olvidar que en general los seres
humanos se atan a la vida, pero a veces transgreden este límite al punto de sacrificar su
vida biológica por un ideal, rompen las reglas de la sociedad, con el solo hecho de mostrar
su autonomía y libertad.
Siguiendo el concepto de sujeto propuesto por Pichon-Rivière, se desprende que la
subjetividad es al mismo tiempo singular y emergente de las tramas vinculares que lo
trascienden y con las que guarda una relación de productor y producido (Zito Lema, 1976)
Se entiende que el ser humano va creando a lo largo de la vida sus propios lazos
sociales, en la necesidad de construir su propia identificación consigo mismo, y con el otro
con el cual se identifica. Esto ocurre en una praxis cotidiana en la cual el aprendizaje
configura lo que Pichon-Rivière denomina Esquema Conceptual Referencial Operativo
(ECRO), que implica la estructuración de una forma o tipo de pensar, y un aprender a
pensar desde un modelo conceptual en particular que nos permite elaborar y abordar los
procesos, lo mismo que ordenarlos e interpretarlos. El ECRO es referenciado como un
conjunto organizado de conceptos, que se refiere a una parte de la realidad que nos
permite apropiarnos de ella como totalidad y particularmente del objeto de conocimiento.
A partir de aquí se desprende que la subjetividad puede estar dada por tres elementos:
Sentir – Pensar – Actuar. Cada persona va recogiendo el conocimiento de su tiempo; y a
partir de su propia práctica lo reelabora lo vuelve a ordenar y así va evolucionando, a
partir del interjuego dialéctico del presente y la historia. También aparece en esta
exposición la dimensión de “aparato para pensar la realidad” que nos permite percibir,
distinguir, sentir, organizar y operar en la realidad, que admite relacionarse con el mundo,
transformarlo y/o apropiarlo, que denomina la subjetividad activa. (Spinatelli, 2007).
Con este transfondo en la mente, no deberíamos sorprendernos al descubrir las
diversas actuaciones, prácticas y procesos que cada individuo tiene frente a la vida, en
especial cuando queremos comprender al hombre en el proceso salud, enfermedad,
cuidado, como sujeto individual, social, cultural e histórico.
Del mismo modo, pensamos que los procesos de construcción de cuidados para la
salud están vinculados con el trabajo y las instituciones. Zangaro (2011), señala que el
trabajo comienza a ser considerado como un factor definitorio de la subjetividad. Esta
autora toma la propuesta foucaultiana que da cuenta de una construcción histórica de la
subjetividad, a partir del concepto “modo de subjetivación”. Definidos los modos de
subjetivación como prácticas históricas de construcción del sujeto que operan un doble
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juego de objetivación-subjetivación. Este doble juego es el resultado de las relaciones que
se establecen entre los modos de pensar y de obrar de cada época histórica. Esto es, la
subjetivación es posible en tanto el sujeto se objetiva en (se pone como) objeto de
relaciones de saber y de poder de distinto tipo, ambas íntimamente vinculadas. También
expone la noción de objetivación, que lleva el sujeto a analizarse y conducirse de cierta
manera y que establece un modo ser. Foucault (1978) puntualiza tres modos de
objetivación que transforman a los seres humanos en sujetos: las epistemes, los
dispositivos de poder y las prácticas de gobierno:
a) Las epistemes, conjunto de configuraciones que han dado lugar a las diversas
formas del conocimiento. Saberes que aspiran a la categoría de ciencia, forman juegos de
verdad que tienen al sujeto como objeto de conocimiento.
b) Los dispositivos del poder, son las prácticas por las que los individuos ejercen
relaciones de poder sobre otros.
c) Las prácticas de gobierno, es que lleva al sujeto analizarse y conducirse de cierta
manera y que establece un modo de ser. Este analizarse y comportarse que constituyen
las prácticas de gobierno de sí, el contenido de las tecnologías del yo, permite que el
sujeto adquiera un modo de ser, un ethos. Según la mirada foulcaultina, comprender la
subjetividad es comprender el movimiento por el que lo seres humanos se objetivan, es
decir se constituyen en objetos de una teoría o una práctica para los otros y para sí y, a
partir de este movimiento, se subjetivan (Zangaro, 2011, pp 163-167).
En consecuencia con lo anterior, a medida que hemos podido realizar un breve
recorrido por la noción de subjetividad, nos permite acercarnos a la comprensión del
hombre, como un sujeto que tiende a realizar sus propias prácticas que aplican sobre sí
mismo con el fin de fijarse conductas, hacia la promoción del cuidado.
A partir de lo trabajado, podemos exponer que el concepto de subjetividad de
alguno modo identifica, nos ayuda a comprender a un sujeto que se construye, que está
en constante movimiento, que sufrir modificaciones, pero a su vez es el mismo sujeto que
busca su lugar en el mundo.
El acto del Cuidado y el Cuidado Enfermero
El ser humano vivirá en una permanente deconstrucción y construcción de los
espacios territoriales. El cuidado es una dimensión de percepción de la vida y de si mismo.
En el ciclo biológico en que nos desarrollamos, cuidar, cuidarnos y que nos cuiden es un
desafío permanente. El cuidado en la vida cotidiana del hombre, entendemos que se
construye siempre en relación del otro, es una necesidad que invita a la acción por la
producción de propia salud.
Poder prever, prevenir y controlar los riesgos, serían los desafíos de supervivencia
de la especie, consideramos que el cuidado no es una opción, no está como elección y los
seres humanos debemos aprender a cuidarnos o buscar las vías para logarlo.
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Tomando a Boff (2002), saber cuidar se constituye en un aprendizaje fundamental
dentro de los desafíos de supervivencia de la especie porque el cuidado no es una opción:
los seres humanos aprendemos a cuidar o perecemos.
Desde una visión más profunda Arenas (2005) afirma que el cuidado es el
permanente compañero del hombre en dos sentido: el ser humano nunca dejara de amar
y desvelarse por alguien. Ni dejara de preocuparse e inquietarse por la persona amada. De
lo contrario no se sentiría envuelto en el cuidado y mostraría negligencia por su vida y su
destino. El límite revelaría indiferencia equivalente a la muerte del amor y del cuidado.
Nos atreveríamos afirmar que el cuidado constituye una categoría central para
nuestras civilizaciones. Debería funcionar como la prevención de daño futuros y la
regeneración de daños obtenidos.
Queda expuesto que el cuidado es una dimensión que no solo se ve reflejada en
una formación profesional. Feito Grande (2005) plantea que el cuidado puede ser
representado como actividad cotidiana, el cuidado como tarea profesional (como bien
interno que especifica una profesión), el cuidado como actitud y el cuidado como
compromiso moral y responsabilidad ética con la vulnerabilidad:
a) El cuidado como actividad, comprende toda acción humano que contribuye a la
ayuda y solicitud ante la necesidad del otro. Por tanto, tiene que ver con la colaboración,
inicialmente desinteresada para lograr el bienestar de otra persona.
b) El cuidado como actitud, abre paso al cuidado como responsabilidad por las
personas y por el mundo. Guarda así relación con la preocupación por la humanidad o con
el medio ambiente, como claves de un cierto modo de estar en el mundo, que no es ciego
ni sordo a la realidad.
c) El cuidado como compromiso moral apunta al proceso de cambio que posibilita
la toma de conciencia con la realidad. Es la toma de conciencia de la fragilidad del mundo
nos obliga a la atención solidaria. Podría decir que este compromiso moral del cuidado se
sitúa entre lo justo y lo bueno, como forma de hacer justicia.
d) El cuidado como tarea profesional, expone la autora que adquiere una
dimensión normativa y estipulada. Establece un compromiso a quienes lo ejercitan de
modo oficial. Esta fundada en normas, estándares, leyes, en que el cuidado adquiere un
patrón de eficiencia o idoneidad. Es un bien interno que lo legítima, algo como propio de
una profesión, y es lo que se brindaría sentido y validez social.
Para contextualizar más profundamente el cuidado como actividad profesional,
nos remitimos a la primera enfermera destacada en la historia de la profesión, Florence
Nightingale. Se refiere al rol de la enfermera como “la responsable de velar por la salud de
los otros” (Amaro Cano, 2004). Esta propuesta profunda y de responsabilidad representa
un reto en este siglo que estamos recorriendo. La modernidad, la tecnología, las nuevas
formas de comunicarnos, nos motivan para deliberar sobre el rol más importante que
tiene el cuidado profesional de enfermería: un cuidado sistémico, armónico, holístico,
mirando a un sujeto en su totalidad. Su teoría sobre cinco elementos esenciales de un
OJEDA, ENRICI, TRIVIÑO: El sujeto salugénico. Un aporte desde el cuidado de sí y la salud mental positiva
entorno saludable (aire puro, agua potable, eliminación de aguas residuales, higiene y luz),
siguen vigentes.
La profesión de enfermería no solo se ocupa del hombre en su medio como
plantea Nightingale, sino que la responsabilidad es mucho más profunda y extensa.
Siempre en torno a un pensamiento de cuidado del hombre. La investigación y la
educación, son otros de los pilares inherentes a la profesión. Respecto a la toma de
decisiones clínicas, el proceso enfermero es la herramienta que nos permite pensar y
actuar y discernir las acciones de cuidado. Es un modelo que nos permite realizar acciones
organizadas, sistemáticas de los problemas clínicos de los sujetos en cualquier ámbito de
asistencia de la salud. El proceso de atención de enfermería (PAE) se constituye en cinco
fases: evaluación, recogida de datos, diagnósticos enfermeros, planificación de cuidados e
implementación y por último la evaluación. Cabe mencionar que estas fases son
interactivas, cada una influye en la otra, en forma simultánea en la ejecución de cuidado.
Otras de las características del cuidado profesional es la ética. Según Feito Grande,
se distinguen dos extensiones: la ética de los cuidados y la ética del cuidado. La ética de
los cuidados elabora un análisis del cuidar como actividad profesional indicando las bases
de la dimensión moral de la actividad del cuidado. La ética del cuidado, se situaría en un
ámbito diferente, una labor filosófica de búsqueda de los conocimientos de una posición,
un trabajo de argumentación razonada sobre los sustentos de una cierta ética, (Feito
Grande, 2005). En esencia el cuidado enfermero, es gobernar nuestra conducta y dirigir las
acciones frente al hombre. La autonomía, la beneficencia, no maleficencia, la veracidad y
fidelidad son los verdaderos conductores éticos de la producción del cuidado.
Queda claro, que los seres humanos ante el cuidado enfermero no pueden
convertirse en objetos, no pueden ser mirados y tratados aisladamente en su problema de
salud. No se puede mirar solo la herida, la inflamación, el dolor, o propiciarle el
tratamiento adecuado. Nuestros cuidados deben ir más allá, deberá apuntar a la
integralidad del hombre.
Jean Watson (1992, p. 14) en su teoría transpersonal del cuidado humano,
manifiesta que “el cuidado sólo puede ser demostrado y practicado efectivamente en una
relación interpersonal”. Entre algunas de las características de su teoría, rescatamos lo
que ella propone dentro del cuidado transpersonal: El compromiso moral de la enfermera
a proteger y realzar la dignidad humana así como el más profundo/más alto Yo; y el
conocimiento del cuidado de la enfermera transmitido para conservar y honrar el espíritu
incorporado. Por lo tanto se trata de no reducir a la persona al estado moral de un objeto.
(Watson 1992.). El cuidado enfermero indefectiblemente se da en una relación de dos
seres humanos. Emerge aquí, la preocupación del que cuida y del que es cuidado, en una
búsqueda mutua de significado e integridad. Esta interacción les permita desarrollar
diversas experiencias únicas para cada sujeto, como hechos que los constituyen y
acompañan durante toda la vida. Este accionar enfermero en su praxis cotidiana puede
conducirlos a experiencias gratificantes o no placenteras. Una misma experiencia vivida
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por sujetos diferentes adquiere valores únicos en cada uno. La carga emocional
adjudicada es dada por quién la vive y sólo es comprendida por él o ella.
Hasta aquí, solo ha sido un acercamiento al significado del cuidado enfermero. En
nuestros tiempos históricos actuales necesitamos de una fuerte reconsideración hacia la
humanización de la salud. Apoyar, acompañar a los individuos y comunidades, debería ser
otros de los objetivos esenciales de los cuidados enfermeros, con un fin esencial la
producción del cuidado.
El cuidado de sí para una salud salugénica.
Finalizando con este trabajo, no queríamos dejar de lado una visión más sensible
del cuidado denominado el cuidado de sí. Para ello partiremos por los aportes realizado
desde la cultura griega. El auge de corrientes filosóficas como el estoicismo. Doctrina
Filosófica de Zenón de Citio. Filósofo que fundó su escuela en Atenas hacia el 300 antes de
nuestra era, en la “Stoa Poikile” o “pórtico pintado” y que fue conocida en su tiempo
como la “Escuela del Pórtico” de donde deriva el término estoicismo. La ética estoica,
propone vivir conforme a la naturaleza racional del ser humano. Toma al cultivo de sí
basándose en el siguiente principio: hay que cuidarse y repastarse a sí mismo, en tanto al
intensificar la relación con uno mismo, se constituye sujeto de sus actos. (Foucault, 1987;
Uribe, 1999)
Los griegos, no solo hacían referencia al cuidado del cuerpo, sino también del alma.
Respecto al cuidado del cuerpo incluían los regímenes de salud, los ejercicios físicos sin
exceso y la satisfacción mesurada de las necesidades. Además incluía meditaciones, las
lecturas, las notas que se tomaban de los libros o de las conversiones escuchadas y la
reflexión de las verdades que se sabían pero que habían que apropiarse aún mejor de
ellas.
Este enfoque, plantea que la necesidad que el profesional de enfermería, no solo
debe prepararse en bases científicas de la profesión. Sino que su primer paso la
responsabilidad de preparar su cuerpo y su alma, para prestar ayuda al ser humano.
El cuidado de sí para Foucault Michael (2001) lo plantea de la siguiente manera:
por un lado propone la noción de conócete a ti mismo o gnothi seauton. Ocuparse de sí
mismo significaría poder ejercer, como es debido, razonable y virtuosamente el poder al
cual uno está destinado y el conocimiento de inquietud por sí mismo o epimeleia heautou.
Esta proposición sería una actitud con respecto a sí mismo, con respecto a los otros, con
respecto al mundo. (Foucault, 2001). De tal modo, el accionar del enfermero en relación al
cuidado, estará atravesado por las actividades, intervenciones, que cada uno ejerza a sí
mismo.
Para introducirnos al enfoque de la salud desde una visión positiva o salugénica y
su relación con el cuidado de sí, retomamos el enfoque que la OMS propuso en 1986 en la
primera reunión que realizó en Ottawa sobre la promoción de la salud en su declaración
final: “La salud es un recurso de la vida cotidiana, no el objetivo de la vida. Es un concepto
OJEDA, ENRICI, TRIVIÑO: El sujeto salugénico. Un aporte desde el cuidado de sí y la salud mental positiva
positivo que subraya los recursos sociales y personales así como las capacidades físicas”
(OMS, 1986). Tiene que ver con las capacidades y los recursos que cada uno desarrolla,
para resistir las adversidades y crear las condiciones de disfrute de la vida. Esta centrado
en los componentes que promuevan la salud.
Los planteamientos más recientes sobre la salud mental positiva son los de
Seligman (2002) cuya meta es lograr una vida plena. Lo primero que plantea es la vida
placentera (pleasat life), es decir conseguir la felicidad. Se supone que los individuos
felices tienen mejores apreciaciones de sí mismos, un mejor dominio del entorno y
mejores habilidades sociales. El placer se deriva con el compromiso de la tarea afectiva y
con la capacidad de experimentar Flow, estado de completo bienestar, en el cual el
tiempo deja de ser un problema. Por último para lograr un estado salugénico, es buscar el
sentido de la vida. Aplicar la fortaleza personales para ayudar a los demás y hacer que
estos puedan desarrollar sus potencialidades (Seligman, 2002).
En suma, podríamos afirmar que promover el autocuidado podría ser una
estrategia necesaria para la búsqueda del bienestar integral en la vida cotidiana y lograr
así el desarrollo humano. Por tanto, el autocuidado debería ser una práctica que involucre
guías de crecimientos para que todas las personas logren un crecimiento y desarrollo
armónico.
Conclusión
Este trabajo nos planteo la tarea de poder entrelazar tres dimensiones, cuyo
protagonista central ha sido el sujeto.
Podemos concluir expresando que los cuidados enfermeros están centralizados en
la integralidad del ser humano. No sólo, se cuida al sujeto en situación de enfermedad
sino que brinda herramientas para la producción del cuidado. Merhy afirma que para “los
que trabajamos en el campo de la salud, el objeto no debería ser la cura o la promoción y
protección de la salud, sino la producción del cuidado, por medio del cual, se cree que se
podrá alcanzar la cura y la salud”. (Merhy, 2006, p. 80).
Por otro lado, al realizar una revisión sobre el cuidado de sí, nos ha permitido dar
cuenta que el primer paso hacia este fin, es el propio autocuidado.
Finalmente, este trabajo nos ha permitido observar que cuidar, cuidarse y que te
cuiden, es una necesidad que nace con la concepción del sujeto.
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* Muriel E. Ojeda: Lic. Enfermería, Docente Universidad Nacional de la Patagonia. Adjunto
Parcial de las cátedras Enfermería en Salud Mental, Enfermería en Atención del Adulto y
Anciano. Miembro integrante de la Investigación "Realidad de la aplicación de la Gestión
de los cuidados enfermeros en la población adulta mayor, Río Gallegos. Santa Cruz. [Email: [email protected]].
** Aldo J. Enrici Doctor en Filosofía, Profesor Titular en la Universidad Nacional de la
Patagonia Austral. Categoría I de Investigador CONICET. [E-mail: [email protected]].
*** Marcela A. Triviño: Enfermera Universitaria, Docente ad honorem Universidad
Nacional de la Patagonia, Cátedra Didáctica y Enseñanza en Enfermería. [E-mail:
[email protected]].
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