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 Revista destiempos n°31 I Julio-Agosto 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I
Los aciagos designios del destino, en el filme Dolls de Takeshi
Kitano
Orlando Betancor
Universidad de La Laguna, España
Introducción
E
ste ensayo analiza el tema de la fatalidad del destino en la película Dolls
(Dooruzu), escrita y dirigida por el cineasta japonés Takeshi Kitano en el año
2002. Esta cinta está interpretada, entre otros actores, por Miho Kanno,
Hidetoshi Nishijima, Chieko Matsubara y Tatsuya Mihashi. La dirección
fotográfica corresponde a Katsumi Yamagijima y su banda sonora es creación
del destacado compositor Joe Hisaishi. Contribuye a este singular espectáculo
visual, el vestuario del prestigioso diseñador del país del Sol Naciente Yohji
Yamamoto. En este drama, dotado de un profundo simbolismo y de una
intensa carga poética, su director abandona el género del cine yakuza1 para
adentrarse en un poderoso referente temático como es el amor eterno.
Asimismo, se abordan en este largometraje aspectos como la muerte, el
abandono, la búsqueda del pasado y la soledad.
El argumento de este filme, considerado por muchos como la obra
cumbre de este realizador, entrelaza tres historias unidas por el vínculo
común de la tristeza y el dolor. El título de esta película hace referencia a los
títeres, que se utilizan en el teatro tradicional japonés de marionetas, el
bunraku, nombre genérico por el que se le conoce, aunque el término más
específico para referirse al mismo es el de ningyô jôruri. La palabra bunraku2
proviene del nombre de Uemura Bunrakuken (1737-1810), quien estableció
un pequeño teatro de este género en Osaka en 1805.
La yakuza es la mafia japonesa que data del siglo XVII.
Este tipo de representación se caracteriza por la unión de tres elementos característicos: el manejo de los
títeres, los cuales reciben en japonés el nombre de ningyô, el tipo de recitación denominado jôruri y la
música del shamisen (instrumento tradicional japonés de tres cuerdas). Los muñecos, que se utilizan en
estas representaciones, suelen tener entre la mitad y dos tercios del tamaño natural de una persona.
Además, para manejar con precisión los personajes importantes se necesita del empleo de tres especialistas,
vestidos completamente de negro, actuando al mismo tiempo y en perfecta sincronía, circunstancia que lo
diferencia de cualquier otro tipo de manifestación artística de este género. Para los papeles secundarios una
persona basta para operar con los mismos.
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Las escenas, representadas por las marionetas que abren y cierran este
filme, corresponden a fragmentos de la obra El mensajero del infierno (Meido
no hikyaku, 1711). Esta pieza, basada en acontecimientos reales que tuvieron
lugar en Osaka en 1710, es obra del célebre dramaturgo japonés, Chikamatsu
Monzaemon (1653-1725), seudónimo de Sugimori Nobumori. Este autor
escribió sobre todo diálogos para las representaciones de marionetas que luego
fueron adaptadas al teatro kabuki. Su producción literaria comprende más de
un centenar de obras, de las que una veintena de las mismas pertenecen al
género denominado sewa-mono o “piezas del pueblo”, y las demás son obras
“de época”, muy apreciadas en Japón, que reciben el nombre de jidai-mono.
Las primeras corresponden a tragedias domésticas, relatos de amor imposible,
en las que dos amantes siguen los dictados del ninjo (los impulsos del corazón)
por encima del giri (la obligación debida al grupo o clan) y emprenden la
huida, en un viaje conocido como michiyuki (viaje de los amantes) que acaba,
inevitablemente, con el suicidio simultáneo de los protagonistas3. En El
mensajero del infierno, Chubei, un mensajero de Osaka, utiliza el dinero de
sus clientes para pagar los favores de su amante, la cortesana Umegawa. Tras
conocerse la conducta del joven, ambos escapan hacia la ciudad natal del
muchacho y mueren juntos bajo la nieve de las montañas. Asimismo, al
comienzo de esta cinta, este personaje femenino pronuncia una frase sobre la
absurda búsqueda del éxito que se convertirá en una premonición de lo que se
va a desarrollar a continuación: “El honor, la gloria y la fortuna no son más
que granos de arena escurridizos. Su rastro queda en polvo, desperdigados por
los caminos… para que lo pisoteen eternamente”.
Por otro lado, los motivos, que llevaron a Takeshi Kitano a emplear en
este filme imágenes del teatro de marionetas, se explican, en palabras de este
cineasta, en las siguientes líneas: “No es que el “bunraku” inspirara toda la
obra, sino que la idea vino después. Al principio, quería hacer mi
interpretación de una historia de tipo Chikamatsu, que es una trágica historia
de amor en un entorno contemporáneo. Luego, Yohji Yamamoto apareció con
todos aquellos trajes bastante sorprendentes, que me inspiraron a consolidar
el concepto de una historia concebida por las muñecas “bunraku” y contada
en forma de un espectáculo de marionetas protagonizado por personajes
humanos. “Dolls” puede entenderse como “marionetas humanas” que
3
Miranda (2006), p. 342.
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interpretaban una historia concebida por las muñecas “bunraku”. La película
empieza en sus horas laborables, durante su actuación y, cuando finaliza la
jornada laboral, descansan solas y empiezan a contar historias”4.
En busca del tiempo perdido
En este recorrido por un singular universo onírico, encontramos la primera de
estas tres narraciones, la más desarrollada y elaborada visualmente, que se
convierte en el hilo conductor de esta cinta. En ella vislumbramos a Sawako y
a Matsumoto, una feliz pareja decidida a compartir su vida para siempre. En
un determinado momento, el muchacho, presionado por sus anticuados
padres que desean para él una vida llena de éxitos materiales, se ve obligado a
tomar una drástica determinación de funestas consecuencias. Éste deja a su
novia para contraer matrimonio con la hija del jefe de la empresa donde
trabaja. El día de la ceremonia, una de las amigas de Sawako le comunica al
joven que su antigua novia, herida en lo más profundo de su alma por su
abandono, ha intentado suicidarse con una sobredosis de somníferos. Como
consecuencia del mismo, ha perdido completamente la razón y es incapaz de
reconocer a nadie. En ese instante, el muchacho lo deja todo y corre hasta el
hospital para encontrarse con ella. Al comprender su error, Matsumoto decide
consagrar su vida al cuidado de la joven, convertida en una simple marioneta
sin voluntad, sumida en su particular mundo de ensueño. Luego, salen juntos
del sanatorio y empiezan a vivir en la indigencia. Un buen día, el chico toma el
cordel que le servía para tender la ropa en el estacionamiento donde
pernoctaban, para atarse a la muchacha y evitar que ella se aparte de su lado
y se haga daño. De esta manera, comienzan a vagar sin rumbo por el país,
como dos espíritus errantes, unidos por una larga y gruesa cuerda trenzada
de color rojo. Esta soga se transforma en un simbólico cordón umbilical, que
les convierte en un solo ser, mientras deambulan en busca de un tiempo
perdido que no puede volver. A lo largo de su peregrinar, el joven intentará
redimir su culpa en un viaje que abarcará las cuatro estaciones del año. La
presencia de estos dos amantes y la de otros personajes de la película
provienen, en palabras de su director, de lo siguiente: “Cuando era aún un
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Notas del cineasta contenidas en la página web de la película.
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aspirante a cómico en Asakusa (un barrio tradicional de Tokio), una vez vi a
un hombre y una mujer que iban atados con una cuerda. La gente de la
ciudad les llamaba los “mendigos atados”. Corrían muchos rumores acerca de
esta pareja, pero nadie sabía en realidad cómo habían acabado convirtiéndose
en vagabundos. La visión de los mendigos atados quedó anclada en mi mente
y siempre he querido hacer una película con personajes como ellos. Decidí
entrelazar esta historia con otras dos historias cortas. La idea de cada historia
procede de algo que vi u oí en el pasado, del tipo de historias que resultan
bastantes comunes para los japoneses”5.
En el segundo de estos episodios, Hiro, un anciano jefe de un clan
yakuza, vive rodeado de lujo y de la consideración de sus hombres, pero se
encuentra solo y enfermo. Además, siente cercano el final de su existencia.
Treinta años atrás era un modesto trabajador de una fábrica que abandonó a
su novia en busca de sus sueños de éxito. Ella le prometió, el día de su
despedida, que todos los sábados le llevaría la comida, como hacía siempre, y
le esperaría en el mismo banco del parque donde solían encontrarse. Ahora,
pasado el tiempo, este hombre recuerda con nostalgia la imagen de la
muchacha a la que un día amó. En medio de una conversación con su nuevo
guardaespaldas, le pregunta a su empleado: “¿No tienes mujer?”; y el joven le
responde: “La dejé (…). La mujer puede ser una carga”. El mafioso añade con
tristeza: “Antes pensaba como tú”. Entonces, tras meditar profundamente,
decide regresar al parque donde él y su novia se reunían en su juventud. Al
llegar a este lugar, Hiro escucha el comentario de dos muchachos, tendidos en
el césped, que miran a una figura femenina, la antigua novia del mafioso,
mientras uno le dice al otro, refiriéndose a ella como una enajenada: “Cada
sábado trae comida para dos y se sienta. Espera a su amante perdido”.
Cuando el hombre toma asiento a su lado, ésta no le reconoce. Su prometida
no fue capaz de sobreponerse a su abandono y permanece ausente de la
realidad, esperando incansablemente en el parque su regreso. De todos
modos, Hiro consigue mantener una conversación con su antigua pareja y la
mujer le invita a comer juntos como en los viejos tiempos. Esta segunda
historia se interrelaciona con la primera a través de la imagen de los
vagabundos caminando por las inmediaciones de la propiedad del veterano
mafioso. Igualmente, un sentimiento de culpabilidad inunda también la mente
5
Notas del cineasta contenidas en la página web de la película.
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de este personaje que mandó asesinar a un “hermano” de clan, que a su vez
había intentado acabar con su vida, y le da dinero al hijo discapacitado del
fallecido como forma de liberarse de sus remordimientos.
La tercera de estas historias narra la realidad actual de Haruna
Yamaguchi, una famosa cantante de música pop que, hasta no hace mucho
tiempo, se desenvolvía entre actuaciones televisivas y la firma de autógrafos.
Ahora, tras un grave accidente automovilístico, que ha desfigurado parte de su
hermoso rostro y que ella oculta con un vendaje para disimular la pérdida de
uno de sus ojos, se ha visto obligada a retirarse del mundo del espectáculo. En
sus
días
de
gloria,
las
multitudes
adoraban
su
imagen,
repetida
constantemente en las portadas de las revistas, y ansiaban desesperadamente
acercarse a su persona. En este momento, pasa parte del tiempo en una playa
solitaria, contemplando, llena de melancolía, la inmensidad del océano. Su
admirador más devoto, Nukui, completamente obsesionado con su ídolo, no la
ha podido olvidar y ha venido a este lugar para demostrarle su absoluta
abnegación. Ante la imposibilidad de no volver a verla tal como era, este
humilde obrero prefiere autolesionarse y perder el sentido de la vista como
prueba del máximo sacrificio. De esta manera, espera recrear su rostro en su
mente, a través de su recuerdo, y sentirse más cerca de la mujer a la que ama.
Por su parte, Haruna sólo acepta encontrarse con el muchacho cuando se
entera de que es ciego y con éste recorre un hermoso jardín en plena floración,
en un gesto que revela una sutil crueldad. Esta historia se vincula con el
segundo de estos relatos a través de la presencia de la novia del mafioso, que
vive al lado del fan de la cantante, y que le entrega a éste la comida, destinada
a su pareja ausente, todos los sábados. Igualmente, se interrelaciona con la
primera de las mismas con la visión de los vagabundos que atraviesan la playa
donde se encuentra esta estrella del pop.
Diversidad temática
En esta cinta destaca la presencia de un trágico destino, un sino inevitable,
que dirige los pasos de estos personajes que representan su papel en el gran
teatro del mundo. De igual manera, sobresale en este filme el tema del amor
verdadero que sus protagonistas dejaron escapar en el pasado y cuando éste
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se recupera apenas dura un instante, pues nuevamente se vuelve a perder,
desvaneciéndose en el aire como en un sueño. También, la crítica
cinematográfica ha visto en esta obra una singular relectura del concepto del
“amour fou” (el amor loco) de los surrealistas6. Junto a este poderoso
sentimiento, se encuentra la imagen de la muerte, factor omnipresente, que
acompaña los movimientos de los actores de este drama en su permanente
lucha contra el destino. Asimismo, el final de la existencia se relaciona en este
filme con el fugaz esplendor de la naturaleza, lo que se observa en las
siguientes palabras de su director: “Respecto al tratamiento de la naturaleza,
lo que me atrae de la representación japonesa de paisajes es la relación entre
la belleza y la muerte. Lo que el japonés admira de las flores del cerezo es la
idea de que pronto caerán, que no durarán mucho tiempo. Asimismo, las
hojas de los arces cuanto más rojas son más cerca están de la muerte. La
nieve es como una mortaja que recubre la vida”7.
Otros aspectos que se analizan en esta cinta son las relaciones de
pareja que se ven condicionadas por el peso del pasado; la incomprensión
social hacia las personas sin hogar; la búsqueda nostálgica de un tiempo
perdido que existe sólo en el recuerdo; y el abandono que se convierte en una
fuente constante de remordimiento y de dolor. Igualmente, elemento de
especial trascendencia en esta película es la soledad que experimentan sus
protagonistas, que se muestra en la particular huida hacia adelante que
emprende Matsumoto, la inútil espera de la novia del jefe mafioso durante
todos estos años y el vacío que siente Haruna que vive recluida en su torre de
marfil.
Estética simbólica
Este filme, dotado de un fascinante halo de fantasía, proporciona al
espectador numerosas metáforas visuales de una gran intensidad plástica.
Entre éstas, destaca en primer lugar la imagen de una mariposa muerta que
6
7
Casas (2003), p. 27. L’amour fou (El amor loco) es un libro escrito por André Breton en 1937.
Ciment (2003), p. 17.
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mira Sawako, la cual se convierte en un símil de la inmensa fragilidad de este
personaje. Luego, se muestra un plano de este insecto aplastado por la rueda
de un automóvil y en otro, la visión fragmentada del ala rota del mismo que
refleja la ruptura de la mente de la joven con el mundo que le rodea. En este
universo alegórico observamos unas pequeñas esculturas de porcelana, que
representan a tres querubines, colocadas en la habitación del hotel donde se
refugian los amantes nada más salir del sanatorio. La contemplación de estas
figuras se transforma en el único estímulo externo que permite que esta
muchacha articule algunas palabras aisladas. Al final de la película, en un
flash-back, se puede ver la entrega de un collar, en un refugio de montaña,
como regalo de compromiso, de Matsumoto a su novia, cuyo adorno tiene la
forma de uno de estos ángeles. Después, la joven le muestra durante unos
instantes esta misma joya de plata, que pende de su cuello, a su pareja,
probablemente en un momento de lucidez, para luego estallar en llanto.
Asimismo, el carácter efímero de la felicidad se nos ofrece en la representación
del juguete infantil, una pipa con una cazoleta, con el que se entretiene la
vagabunda, cuya pelota, que se mueve en el aire, cae al suelo en un instante y
es destrozada bajo el neumático de un vehículo ante la angustia de la
muchacha. También, el eterno fluir de la existencia humana se observa en la
presencia constante de puentes, pasarelas y vías de tránsito a lo largo de esta
cinta. Igualmente, la profundidad del dolor se muestra en distintas escenas de
este filme, pero destaca la secuencia en la que los padres del muchacho
anuncian a los progenitores de la novia de su hijo la ruptura de su
compromiso, mientras la joven llora desconsoladamente ante una ventana.
Especial interés tiene en esta película el sueño de Sawako, dotado de
claros tintes surrealistas. En esta secuencia, los amantes atraviesan una feria
donde se encuentran varios puestos con molinillos de colores y curiosas
máscaras, mientras una música hipnótica se escucha en el ambiente. Luego,
en esta visión delirante, tres hombres, de siniestra apariencia, arrastran a la
muchacha y a su novio por el suelo. Después, éstos abusan de la joven bajo
un árbol y ella termina despertando de esta terrible pesadilla. A continuación,
se siente perseguida por la presencia de uno de sus captores, que oculta su
rostro con una máscara, mientras sus fantasmas interiores atenazan su
mente.
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Depurada técnica
Esta película ha sido aclamada por la crítica por su fotografía y su diseño de
vestuario, el cual acentúa el carácter teatral de la misma. Su realización
fotográfica está efectuada con un gran dominio en el tratamiento del color y
sus imágenes se convierten en un delicado lienzo de gran belleza. Asimismo,
destaca especialmente en esta obra el empleo de una deslumbrante gama
cromática que ilustra el tránsito de los ciclos de la naturaleza. En esta cinta,
el director cambia sus tradicionales tonos blancos, azules y grises, que emplea
habitualmente en su filmografía, para mostrar colores intensos y vivos, que
representan un recorrido por las cuatro estaciones. De esta manera, se
observa el esplendor de la primavera a través del paseo de los vagabundos por
un sendero repleto de hermosos cerezos en flor; la intensidad del verano, con
la visión de la luz del sol sobre un espléndido mar en calma; el otoño, con los
sutiles matices rojizos de las hojas de los arces japoneses; y la embriagadora
imagen del blanco de la nieve en las montañas durante el frío invierno.
Además, se nos ofrecen en este filme sugerentes paisajes que representan
etéreas estampas del país del Sol Naciente. También, destaca en esta obra el
delicado plano de una flor en medio de las vías del tren, la imagen de la lluvia
que cae suavemente sobre la superficie de un lago y la visión de la sombra de
los amantes que se proyecta durante el crepúsculo en el agua que fluye por un
arroyo. Igualmente, este cineasta nos deslumbra con la secuencia de los
vagabundos caminando por la nieve en un recorrido nocturno bajo la luz de
una farola, que representa su inmensa soledad; la hoja de un árbol que es
arrastrada por la corriente fluvial, convertida en el emblema de la muerte; y la
presencia de la delicada flor de un nenúfar, en medio de un estanque, que
simboliza la imagen de la eternidad.
Conclusiones
En esta melancólica y estilizada película, su director se convierte en un
consagrado especialista que mueve con sobriedad y depurado equilibrio estos
singulares títeres, convertidos en las figuras de los actores, que dan forma a
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su poderoso imaginario. En este filme, la fatalidad marca con delicados trazos
el final de estas tres historias de amor. Así, los vagabundos mueren
congelados tras precipitarse accidentalmente por la ladera de una montaña
nevada y en su caída se quedan colgados, por la cuerda que los une, de un
árbol, en medio de un abismo, como dos tristes marionetas. Previamente, el
realizador había superpuesto la imagen de los dos jóvenes con los
protagonistas de la obra El mensajero del infierno, mientras éstos avanzan
penosamente por la nieve. Asimismo, en un plano, en medio de este níveo
paisaje, se muestra la visión premonitoria de los dos muñecos del bunraku que
cuelgan de un bastidor. Luego, en otra escena se pueden ver solamente los
kimonos de los títeres que serán utilizados posteriormente por los vagabundos
en su tránsito hacia la eternidad. En esos momentos, la faz de la muchacha
adquiere la blanca apariencia del rostro de una muñeca. Por otro lado, el jefe
mafioso es asesinado, cuando sale del parque después de su última cita con
su antiguo amor, por un pistolero a sueldo de una banda rival antes de entrar
en su vehículo y su antigua novia vuelve a quedarse sola una vez más.
Finalmente, el joven admirador de la estrella del pop fallece al ser atropellado
cuando caminaba por el arcén de una carretera, incapaz de advertir el peligro
por su ceguera, tras su visita a la cantante. En la espalda de su cuerpo
ensangrentado se vislumbra durante un instante una hoja de arce similar a la
que llevaba Sawako en su mano en un plano anterior y que miraba absorta en
su mundo irreal. La última imagen de la película muestra a las marionetas del
bunraku, Chubei y su amante, que contemplan desde su particular escenario
imaginario las eternas pasiones humanas que acaban marcadas por un
trágico sino.
Esta cinta, la décima filmada por su director, se caracteriza por su
suave cadencia narrativa y su particular atmósfera onírica. En ella, utiliza con
notable virtuosismo la elipsis y el flash-back. Asimismo, sobresalen los
profundos silencios que señalan los momentos de mayor intensidad dramática
de la misma. Entre los elementos definitorios del cine de Takeshi Kitano,
destaca en esta obra la evocadora imagen del mar que aparece también en
otros de sus largometrajes como Sonatine, Hana-Bi y A Scene at the Sea.
Además, se observa en esta película, como en algunos de sus filmes, la
presencia de personas con discapacidad. Sobre este aspecto, el cineasta ha
declarado lo siguiente: “Me siento muy unido a las personas que tienen alguna
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minusvalía sensorial porque siento que no tienen la misma percepción de la
realidad que nosotros. Uno de mis sueños sería filmar el mar de verdad, tal y
como es visto por un sordo”8. También, el uso frecuente de imágenes, que
anuncian lo que se va a ver en las siguientes escenas, queda patente en el
caso del vehículo de Matsumoto, que se muestra desde un principio en el
filme, y que luego se convertirá en el hogar provisional de los vagabundos. En
este largometraje, el realizador se abstiene de mostrar explícitamente la
violencia, factor que ha caracterizado muchas de sus obras, y deja al
espectador, a partir de determinadas pistas, la capacidad de poder recrearla
en su mente. De todos modos, el propio director ha calificado, en distintas
entrevistas, a esta película como más violenta que muchas de sus
producciones anteriores: “No son las armas las que matan a los protagonistas;
sino algo como el destino, lo inevitable o las emociones condensadas, que se
convierten en una especie de bala que alcanza directamente a los personajes.
Mirándolo así, se puede decir que “Dolls” es incluso más cruel y más violenta
que “Brother”9. Destaca igualmente la habilidad de este realizador al captar en
esta película la profunda psicología de los personajes femeninos, fieles a su
amor por sus parejas que les lleva irremediablemente a la locura. Estas
féminas permanecen ausentes de la realidad, sumidas en sus recuerdos, por
la pérdida del ser amado, mientras este cineasta otorga a los hombres el papel
activo de la enmienda10, en esta historia de caída, intento de redención y
muerte.
Por otro lado, los vínculos existentes entre este largometraje, que evoca
las tradiciones artísticas y culturales propias de Japón, y la producción
pictórica de este realizador se observan claramente en estas líneas: “Yo quería
ilustrar esta obra, “El mensajero del infierno”, que se cita al comienzo del film,
y utilicé cuatro de mis lienzos, donde situé a los jóvenes amantes ante los
paisajes de otoño, invierno, primavera y verano. Nunca hago “storyboard”,
pero es la primera vez que mediante los cuadros me aproximo a este tipo de
preparación, y sólo para la historia de la joven pareja, no para los otros dos
relatos. Cuando comencé a rodar esta película intenté aproximarme a los
lienzos que pinté tiempo atrás sin pensar concretamente en Dolls”11.
8
Ciment (2003), p. 18.
Notas del cineasta contenidas en la página web de la película.
10 Miranda (2006), p. 347.
11 Ciment (2003), p. 16.
9
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Igualmente, la crítica cinematográfica ha visto ciertas similitudes entre esta
cinta y otras obras de grandes cineastas japoneses como Los amantes
crucificados (1954) de Kenji Mizoguchi, basada también en una pieza de
Chikamatsu Monzaemon, o Los sueños (1990) de Akira Kurosawa.
En esta película, lírica y pausada, Takeshi Kitano nos ha ofrecido con
una exquisita sensibilidad su personal visión sobre el amor y la muerte. Así,
en este recorrido por el universo de los sueños, sus intérpretes, en esta
singular representación teatral, han dado vida a unos personajes marcados
irremisiblemente por los adversos designios del destino.
El director de la película
Takeshi Kitano, también conocido como “Beat Takeshi”, nació el 18 de enero
de 1947 en Tokio. Este artista es actor, director, escritor, pintor, cómico,
presentador de televisión y diseñador de videojuegos. Es uno de los cineastas
más
polifacéticos
y
controvertidos
del
panorama
cinematográfico
internacional. Creció en el seno de una familia trabajadora en la capital
japonesa y en su juventud se matriculó en la universidad de Meiji con la
intención de convertirse en ingeniero, pero terminó abandonando los estudios.
Luego, trabaja como ascensorista en el Teatro France12 y aprende el oficio de
actor cómico. Con su amigo Kiyoshi Kaneko formó en 1973 el famoso dúo
“Two beats”, que durará diez años, y adoptó en esta época el nombre artístico
de “Beat Takeshi”. Sus componentes actuaban en principio en clubes
nocturnos y posteriormente empiezan a realizar apariciones en la televisión.
En ese momento, se convierte en una celebridad por su capacidad satírica y
su irreverente sentido del humor. En 1981 debuta como actor cinematográfico
en la película Danpu Wataridori de Ikuo Sekimoto y, luego, protagoniza
Sukkari… Sono ki de! de Tsugunobu Kotani. Después, interpreta el papel del
sargento Hara en la película Feliz Navidad, Mr. Lawrence (1983) del director
Nagisa Oshima, por el cual recibe el premio al Mejor Actor Secundario en el
Mainichi Film Awards. Dos años después actúa en la cinta Yasha (Demon) de
Yasuo Furuhata. En 1989 se pone detrás de la cámara por primer vez y filma
Sono otoko, kyôbô ni tsuki (Violent cop), sustituyendo al cineasta Kinji
12
Vila (2010), p. 105.
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Fukasaku, y donde interpretaba también a su protagonista, un violento policía
de Tokio que intenta atrapar a un miembro de la yakuza. A éste le seguiría 3-4
x jûgatsu (Boiling Point, 1990), con el que consigue el premio al Mejor Director
Novel de la Asociación de Directores Japoneses y que continúa la misma
temática que el anterior. Al año siguiente dirige la cinta Ano Natsu, Ichiban
Shizukana Umi (A Scene at the Sea), un drama romántico ambientado en el
mundo del surf y que supuso su primera colaboración con el músico Joe
Hisaishi. Luego, filmará el largometraje Sonachine (Sonatine, 1993), sobre un
violento jefe de la mafia que está pensando en retirarse. En dicha fecha,
protagoniza también la película Many Happy Returns de Toshihiro Tenma,
basada en una novela escrita por este mismo director. En 1995 estrena uno de
sus filmes más personales Minnâ-Yatteruka! (Getting any?). Más tarde, en
1996, dirige Kidzu Ritan (Kids return), sobre la vida de dos amigos del
instituto, la cual se convirtió en un éxito de taquilla en Japón. Después, filma
Hana-Bi (Flores de fuego, 1997), un drama sobre policías y miembros de la
mafia, con la que obtuvo el León de Oro en el Festival de Venecia y fue
nominada a la Mejor Película no Europea por la European Film Academy. Al
año siguiente actúa en Tokyo Eyes de Jean-Pierre Limosin. En 1999 realiza
Kikujiro no Natsu (El verano de Kikujiro), cinta que presentó a concurso en el
Festival de Cannes, que trata de la historia de un niño en busca de su madre.
En el año 2000 rueda Buraza (Brother), centrada nuevamente en el mundo de
la yakuza, en la ciudad de Los Ángeles, con un equipo japonés, que se
convertirá en su primera experiencia americana. El vestuario de esta cinta
está diseñado por el modisto Yohji Yamamoto. En dicho año aparece también
como actor en Batoru rowaiaru (Battle Royale) del director Kinji Fukasaku y
posteriormente participará en Batoru rowaiaru II: Chinkonka (Battle Royale:
Requiem). También, en la misma fecha, interviene en Gohatto (Prohibido), su
segunda colaboración con el director Nagisa Oshima. Después, filma Dolls,
objeto de este estudio. En 2003 dirige Zatôichi (Zatôichi: the Blind
Swordsman), donde interpreta asimismo el papel de un legendario samurái
ciego. Con esta cinta, que obtuvo un enorme éxito en su país, consigue el León
de Plata del Festival de Venecia. A continuación, en 2005, escribe y dirige la
comedia experimental Takeshis’, donde el cineasta parodia su imagen pública.
En 2007 será uno de los directores elegidos para realizar un segmento,
titulado One Fine Day, dentro la cinta Chacun son cinéma, con motivo del
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sesenta
aniversario
del
Festival
de
Cannes,
formada
por
distintos
cortometrajes, de aproximadamente tres minutos de duración, donde cada
uno de los 35 cineastas participantes expresaba su particular visión sobre el
cine. En 2006 recibió en Florencia el premio Galileo 2000 por su contribución
al séptimo arte. Posteriormente, dirige las cintas Kantoku Banzai! (Glory to the
filmmaker!, 2007) y Akiresu to Kame (Achilles and the Tortoise, 2008), la cual
recibió el premio Bastione Bianco de la Crítica del Festival de Venecia.
La mayoría de las producciones de este realizador, más conocido en su
país natal por su faceta cómica y sus constantes apariciones en la televisión
que por su trabajo como cineasta, tiene como común denominador su
aproximación al mundo de la mafia japonesa y la policía. Aunque su
filmografía
ha
ido
evolucionando
con
los
años,
ésta
goza
de
unas
particularidades que la hacen única por la combinación de humor y violencia,
la utilización de largas tomas y los escuetos diálogos. Igualmente, destaca de
este autor su faceta como escritor y columnista de prensa. Ha publicado
varias novelas, libros de poesía y una colección de historias cortas titulada
Shounen (Boy, 1992). Asimismo, entre sus creaciones, destaca la obra de
carácter autobiográfico Asakusa Kiddo (Asakusa Kid, 1992), sobre su infancia
en la capital japonesa, que luego sería llevada a la gran pantalla. Además, ha
impartido clases en la Universidad Nacional de Tokio de Bellas Artes y Música.
También, este autor ha sido objeto de distintas retrospectivas en diferentes
festivales de cine de todo el mundo que han analizado su filmografía como
cineasta.
BIBLIOGRAFÍA
CASAS, Quim: “Kitano y la tradición trágica japonesa: Dolls”. Dirigido por: revista de
cine, 2003, n. 319, pp. 26-27.
CIMENT, Michel; GOUDET, Stéphane: “Entretien Takeshi Kitano: au coeur de l’amour,
la mort n’est jamais loin”. Positif, 2003, n. 506, pp. 15-19.
MIRANDA, Luis: Takeshi Kitano. Madrid: Cátedra, 2006.
VILA, Santiago: Takeshi Kitano: niño ante el mar. Madrid: Akal, 2010.
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