Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 1 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 2 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 3 Policías y ladrones… y otras letras cautivas Relatos de reclusos del Centro Penitenciario Madrid VI Selección y adaptación: José Antonio Lago y M.ª Isabel Roldán Ilustraciones: Álvarez Rabo C.E.P.A. Dulce Chacón A R A N J U E Z Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 4 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 5 Policías y ladrones… y otras letras cautivas Relatos de reclusos del Centro Penitenciario Madrid VI C.E.P.A. Dulce Chacón A R A N J U E Z Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 6 © De los textos, sus autores © De las ilustraciones, Álvarez Rabo © De esta edición: 2007 José Antonio Lago – C.E.P.A. Dulce Chacón 1ª edición, junio 2007 Diseño de cubierta y maquetación: José Fernando Freire Impresión y encuadernación: Publidisa Depósito Legal: Impreso en España Reservados todos los derechos de traducción, copia y reproducción Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 7 ITINERARIO Presentación: Palabras cautivas .......................................... 8 RASTRILLO DE ENTRADA ......................................... 13 Los muros, Héctor Veiga ..................................................... 14 You´ve got mail…, D. I. S. ................................................... 16 MÓDULO TERAPÉUTICO ........................................... 19 Los amigos, Antonio Suero Serván ................................... 20 Más sabe el diablo…, Antonio Suero Serván ................... 24 CHOPANO ....................................................................... 33 La quimera del cisne, D. I. S. ............................................... 34 Zumo de tomate, Mario T. .................................................. 42 PALOMAR ....................................................................... 47 La fuerza del débil, M.ª Ángeles M. A. ............................... 48 GABELA ........................................................................... 53 Atardecer…, J. D. Lagarde ................................................. 54 Página arrancada de un diario apócrifo, Miguel Ángel Corchado .............................................. 66 EXTRAMUROS ............................................................... 69 Palabras de Pedro Portales, José Antonio Lago .................. 70 Los asesinos, Ernest Hemingway ...................................... 76 BOLA ................................................................................. 91 Vocabulario y glosario de términos de la cárcel, C. Rodríguez C. ............................................................ 92 Carta a los Reyes…, Danirín ............................................ 106 7 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 8 Policias y ladrones… y otras letras cautivas PRESENTACIÓN Palabras cautivas A María Cuando, a finales de 2006, me destinaron de profesora al C.E.P.A. Dulce Chacón, enseguida me di cuenta de que este centro era muy diferente a todos los que había conocido hasta entonces. Para empezar, es un centro de E.P.A. (Educación para Adultos) que está ubicado en el Centro Penitenciario Madrid VI de Aranjuez, es decir, en la cárcel. De modo que nuestros «clientes», como les gusta decir últimamente a los expertos en educación, además de alumnos, son también reclusos, internos o presos (elijan la fórmula que menos les disguste), condenados a diversas penas, algunas de hasta veinte años de cárcel, por diversos delitos (robo con intimidación, falsificación, atentado contra la salud pública, delitos de sangre…); reclusos cuyas vidas, además de en distintos cursos y etapas, están organizadas en torno a diferentes módulos (el módulo 3, «terapéutico»; el 11, de jóvenes; el módulo familiar…). Madrid VI es un ecosistema peculiar por el que se mueven desde los «kies» o jefes hasta los ordenanzas (reclusos que ayudan en la escuela o la farmacia, por ejemplo). Un mundo regido por un calendario propio que gira en torno a permisos, visitas, comunicaciones y otras formas de relación de las que casi nada sabemos el resto de los mortales; un mundo en el que los lunes cobran singular importancia, 8 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 9 Presentación pues son los días en los que se pueden cargar las tarjetas del «peculio», con las que se puede comprar en los economatos de los distintos módulos. Como se puede suponer, un entorno y un «clima escolar», radicalmente distintos a todo lo que había conocido hasta entonces… Si en la escuela actual se da una gran diversidad, aquí ésta es aún mayor. Tenemos alumnos de muy distintos credos, razas, idiomas y orígenes nacionales y culturales y su rango de edad varía entre los veintipocos y los cincuenta y tantos años. Una cosa que me llamó la atención desde un principio, es que los «internos» ocupan gran parte de su tiempo en escribir; escriben cartas, poemas, canciones, relatos y hasta libros enteros. Y entre ellos hay también grandes lectores, gente muy inteligente y con un nivel cultural aceptable que convive con otros que son analfabetos funcionales. Como yo soy profesora de «Ciencias», le propuse al escritor y profesor José Antonio Lago, con quien había trabajado varios años en atención a la diversidad, que me ayudase a poner en marcha un proyecto de «animación a la lectura»…, y lo que empezó con una charla el Día del Libro, pronto se convirtió en una especie de taller literario a distancia, que finalmente desembocó en el libro que el lector tiene en las manos. José Antonio nos cedió uno de sus relatos y convenció a Ernest Hemingway para que hiciera otro tanto, y después fueron muchos los alumnos que se sumaron al proyecto, y hasta una profesora, que en este libro (de ahí su título) no se hacen distingos entre los que están a uno u otro lado. 9 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 10 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Por último, el conocido dibujante de cómics Álvarez Rabo decidió protagonizar una micro-resurrección ex profeso para ilustrar este libro, pues había procedido a su suicidio creativo hace casi cinco años. No fueron pocas las dificultades que hubo que salvar para llegar hasta aquí. Algunos de nuestros escritores no dominan bien el castellano y, además, los alumnos no tienen acceso a Internet, de modo que tuvimos que establecer un peculiar y poco fiable sistema de comunicación a tres o cuatro bandas. Afortunadamente, contamos desde un principio con el apoyo y la complicidad de la directora del CEPA Dulce Chacón y del director del centro penitenciario, y poco a poco todos los problemas se fueron solventando. De todo este esfuerzo han salido a la luz poemas, relatos, cartas e incluso un espléndido glosario y una sorprendente traducción de Hemingway al lenguaje carcelario. Como no podía ser de otra manera, los textos que nos fueron llegando se sesgaron desde un principio hacia el género policiaco o, mejor dicho, hacia algo que podríamos denominar «género carcelario», género que por otra parte han cultivado eximios escritores, desde François Villon hasta Oscar Wilde y Jean Genet, pasando por O. Henry, Quevedo y, por qué no, el mismísimo Miguel de Cervantes. Literatura de «evasión», si se nos permite un inocente juego de palabras. Muchos de nuestros autores son reticentes a que figuren sus verdaderos nombres en los relatos, por razones que sólo a ellos atañen, y por eso algunos de ellos van firmados con seudónimos, acrósticos, siglas o iniciales. No son pocos 10 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 11 Presentación los que nos han recalcado que la cárcel marca mucho, y firmar sus escritos podría ser una forma de marcarles… Pero lo importante de estos escritos es que sus autores han usado sus propias vidas como materia literaria, lo que de un modo u otro hacen todos los escritores, pero claro, no todos han tenido vidas igual de ricas, interesantes o desgraciadas. En todos los textos que nos han ido llegando, sin excepción alguna, nos ha parecido descubrir el espíritu de gente que tiene mucho que decir, gente que quiere que les oigamos y, por eso, consideramos casi una obligación escucharles y, a partir de ahora, también leerles. María Isabel ROLDÁN 11 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 12 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Policías y ladrones… es un libro de ficción, cualquier parecido entre los hechos narrados en el mismo y la realidad es pura coincidencia La inclusión de los textos en una u otra sección del libro nada tiene que ver con la situación personal de sus autores 12 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 13 RASTRILLO DE ENTRADA 13 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 14 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Los muros Los muros callan, están callando, me quieren quitar el alma, me la están robando. Una lluvia nueva los va mojando mientras, en mis ojos, se van reflejando. Los muros se rajan, se están rajando, están mostrando sus huesos de hierro blando. Una lluvia de colores los va agrietando, lucha contra el gris tedio del cemento armado. Armado de sueños y horas, de llanto, tristeza y años, de vidas enteras atrapadas en sus huesudas manos. Los muros se derrumban, se están derrumbando, nuestras miradas cautivas los están tirando. 14 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 15 Rastrillo de entrada Y un olor a rancio miedo, que ahora se vuelve campo, que se vuelve campo y lluvia y ya los va enterrando. Héctor Veiga García 27 años 15 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 16 Policias y ladrones… y otras letras cautivas You´ve got mail… D. I. S. 26 años Mon, 19 Mar 2007 16:15:06 +0100 Estimado caballero: Soy un recluso que acude a las clases del centro penitenciario Madrid VI. He estado pensando algún relato para Ud. pero las Musas no se han prodigado demasiado y me he quedado bloqueado. Una pena, porque creo que mi nivel literario es aceptable. Al cabo de un par de días, se me ha ocurrido que quizá puedo serle de más ayuda contándole algún detalle de la historia de mi vida. Considero que mi biografía puede contener muchos elementos que le inspiren a Ud. algún relato, si es eso lo que está buscando. Así que a continuación le hago un pequeño resumen, a modo esquemático, de acontecimientos que, para bien y para mal, me ha tocado vivir. A los dieciocho años, ingresé en el ejército como militar profesional en la Legión Española, donde estuve unos cuantos años. Allí viví experiencias muy singulares, como pequeña muestra, dos misiones de paz en el extranjero o ir a quitar chapapote a Galicia. Tras dejar el ejército, estuve unos meses integrado en una organización delictiva, en la que mi cometido era traer hachís desde Marruecos. Supongo que no es importante dónde hayas estado, ni lo 16 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 17 Rastrillo de entrada que hayas visto, lo importante es lo que aprendes y las conclusiones que sacas de ello. Espero que tras estas singulares notas biográficas no se forme Ud. una imagen estereotipada de mi persona, puesto que nunca me he sentido a gusto en ningún rol. A veces, cuando echo la vista atrás, me parece que muchas de las cosas que he experimentado no me corresponden realmente por mi forma de ser. Es como si todo fuera un error de mi destino (bueno, de mi destino, de mis decisiones y de los caprichos y azares de la vida). Así pues, si está interesado y cree que puedo serle de ayuda, me pongo a su disposición para que me pregunte sobre lo que quiera, ya sea por medio de los profesores o del correo. Le agradecería que fuera explícito sobre lo que le interesa, puesto que tengo un carácter reservado, y también debido a que a mí mismo me cuesta poner orden en las cosas que he visto, oído y sentido, en aquellas de las que he sido protagonista, o he estado implicado, o he sido testigo, en lo que pensaba en aquel momento y en lo que pienso ahora que tengo un dedo más de frente. Espero haberme expresado correctamente y que entienda mi forma de escribir, es algo que me amedrenta un poco siendo Ud. escritor. 17 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 18 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 19 MÓDULO TERAPÉUTICO 19 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 20 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Los amigos Antonio Suero Serván 43 años Buenos amigos hay pocos, pero siempre hay alguno del que te acuerdas, y él de ti, estés dónde estés. Mi buen amigo se llama Sebas. Es una persona que ha triunfado en la vida, es locutor de radio, aunque anteriormente tenía otra profesión: era guardia jurado. De jóvenes éramos camellos y trapicheábamos con cocaína, anfetaminas y otras drogas. Teníamos una buhardilla alquilada, desde donde movíamos los hilos de nuestro negocio de venta de drogas. La mercancía nos llegaba desde Ámsterdam impregnada en cómics. Sacábamos unos diez mil tripis o secantes de cada envío y los vendíamos al por mayor en pubs y discotecas de Málaga. A nosotros nos salía a precio de puta y lo cambiábamos por chocolate que después traíamos a Madrid. Aquí dejábamos una cantidad suficiente para seguir viajando por toda España, pues movíamos como cincuenta kilos de hachís al mes. Después nos íbamos a Zaragoza y allí dejábamos otro poco. Nos recorríamos todas las farmacias de los alrededores de Zaragoza, ya que antes no hacía falta tener receta para sacar anfetaminas de dichas farmacias. También le sacábamos rendimiento a las anfetas, las vendíamos siete 20 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 21 Módulo terapéutico veces más caras de lo que nos costaban. Seguíamos con nuestra ruta hasta Barcelona, donde también vendíamos una buena cantidad de hachís y anfetaminas. Nunca estábamos más de tres días en el mismo sitio, así era difícil seguirnos la pista. Siempre juntos, proseguíamos nuestro viaje hasta Bilbao, donde dejábamos más condumio, recogiendo todo el dinero que nos era posible, dinero que ingresábamos en nuestras cuentas bancarias, y así siempre. Íbamos con lo justo para nuestros gastos, que no eran pocos. Había días que nos gastábamos hasta dos mil euros, y eso si no se nos estropeaba el coche y teníamos que comprar otro. Que yo recuerde, gripamos seis coches. De Bilbao, nos dirigíamos a Santander, donde acabábamos con todo el hachís que llevábamos, pero siempre nos quedaban algunos kilos para nosotros. De allí, llegábamos hasta La Coruña, donde comprábamos un kilo de cocaína por unos siete mil euros, que llevábamos con nosotros hasta Alicante, a un pueblo llamado Guardamar, donde vendíamos lo que quedaba de hachís y comprábamos un kilo de anfetamina pura, con un color y una salida muy aceptables en Madrid. En Madrid había muy poca de esa sustancia. Con tanto ajetreo, apenas dormíamos ni seis horas. Al llegar a Madrid, a nuestra buhardilla, nos tirábamos en la cama y nos pasábamos durmiendo hasta 48 horas seguidas. Esto ocurría unas cinco veces al año. Vivíamos como reyes. Llegó un momento en el que decidimos dejarlo todo, ya que sospechábamos que la policía nos seguía y no la podíamos eludir. 21 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 22 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Decidimos deshacer nuestra sociedad y dedicarnos a los negocios limpios para blanquear todo el dinero que teníamos, poco a poco, como si fuera una herencia de nuestros abuelos. Yo monté tres bares, que era lo mío, y les facilité la vida a mis padres y hermanos. Ellos no querían coger ningún dinero mío, pues se imaginaban de dónde salía, pero no les quedó más remedio, ya que mientras yo estaba viajando, ellos montaron sus propias familias y, claro, los coches y los pisos no se pagan solos. Tampoco podía poner a mi nombre todos los bares, así que hice una sociedad con ellos, poniendo en sus manos los locales, y yo trabajando como uno más en ellos. Sebas dejó su trabajo, pues ya se había cansado de estar en el punto de mira de sus compañeros, y se fue a Sevilla. Le fue bien, se casó y tuvo dos hijos, aunque después, por lo que sé, se divorció. Era muy mujeriego. La policía no se comió un rosco con nosotros y nos dejaron tranquilos. Después, tuve otra clase de problemas y acabé en la cárcel, en la que estuve quince años. Cuando Sebas se enteró de que yo había caído preso, me escribió y me mandó un dinero que he guardado hasta el día de hoy, por si alguna vez le hace falta a él. Yo hasta ahora no lo he necesitado. Cuando salí de la cárcel, allí estaba «el Sebas», que había venido de Sevilla a Ocaña a esperarme, para corrernos una fiesta que duró quince días. Después, él siguió con su vida y yo con la mía. A mí se me complicó mucho y no tuve más remedio que seguir dentro de un círculo que ocho años más tarde me ha llevado a dar otra vez con mis huesos en la cárcel, al caer otra vez en la trampa de la droga y 22 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 23 Módulo terapéutico las mujeres, que son unos vicios que sólo traen problemas. Y ya se sabe, cuando tienes mucho dinero tienes muchos amigos, pero cuando se te acaba, si te he visto no me acuerdo. Pero también existen relaciones como la de mi amigo Sebas, que ahí está, para lo bueno y para lo malo. 23 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 24 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Más sabe el diablo… Antonio Suero Serván 43 años Era un día más en la vida de una persona como yo. Estoy enganchado a la droga, ésta es mi vida, la necesito conseguir como sea y si tengo que robar, robo. He llegado a consumir tanta, que ya nada más levantarme tengo que ponerme mi dosis. Me apodan «el Murciélago», luego explicaré por qué. «El Golosinas» y yo llevábamos tres meses estudiando los movimientos de una persona que era el pagador de una cadena de zapaterías llamada «Los Alpargateros». M.ª José era su hija y mi pareja. Era bisexual y estaba a la vez con otra chica que tenía un hijo de nueve meses. Ellas también tenían nuestros vicios: la cocaína y la heroína. Trabajaban en un club del que salían sobre las tres de la madrugada o más tarde, según los clientes que tuvieran. Cuando salían, nos íbamos a otros sitios, al «Biombo Chino», a «Alcalá 20», a «La Fiesta», y llegábamos a casa sobre las ocho de la mañana. Por eso me apodaban el Murciélago. Al mismo tiempo, vivíamos de lo ajeno y de las mujeres que poníamos en la calle. Nos daban un porcentaje de sus clientes y de lo que les quitaban. M.ª José y Ana eran nuestra mayor fuente de ingresos. Su padre no quería saber nada de M.ª José, no 24 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 25 Módulo terapéutico estaba de acuerdo con la vida que llevaba, él deseaba, como todos, lo mejor para sus hijas. Teníamos preparado todo, queríamos quitarle la nómina al padre de M.ª José. Era fácil, pagaba en efectivo a sus empleados para así poder blanquear dinero. Al Golosinas y a mí nos parecía muy fácil. Nos fuimos a nuestra tienda fetiche, donde venden de todo. Compramos una pistola simulada, una porra extensible y unas esposas. A fin de mes, el padre de M.ª José pagaba a sus empleados. Su ritual era el siguiente: bajaba al garaje con dos maletines y de allí se dirigía a una de sus tiendas en su Mercedes. M.ª José nos había dado una llave de esas magnéticas que abren los garajes. Estaba todo a punto. Parecía demasiado fácil, no sabíamos lo que nos podía venir encima. Salimos decididos a todo. A las 7.30 estábamos ya dentro del garaje, con una moto para salir pitando de allí como fuera. No imaginábamos lo que nos iba a costar transportar los maletines en la moto. Todo estaba decidido, no nos podíamos echar atrás después de tres meses de seguimiento. Teníamos vigilado el Mercedes, y a cada minuto que pasaba nos íbamos poniendo más nerviosos. Había movimiento, otras personas iban entrando y saliendo con sus coches, y cuanto más movimiento, más nerviosos nos poníamos. No había vuelta atrás. Nos fumamos unos chinos de coca y caballo juntos y empezamos a sudar. Eran ya las 8.30, pronto bajaría el «pájaro» con los maletines. Allí estaba, pero cuando lo vimos, nos invadió un temor que nos impedía movernos libremente. Nos miramos el uno al otro y, sin más fuimos despacio hacia él, sin 25 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 26 Policias y ladrones… y otras letras cautivas hacer el menor ruido. Cuando estábamos a unos cinco metros, nos vio, y como si adivinara lo que iba a pasar, intentó sacar la pistola que llevaba. Yo le apunté con mi pistola de mentira y hubo un momento de indecisión. Mi compañero sacó su porra y le atizó un golpe en la cabeza. Cayó al suelo, cogí la pistola y le quité los maletines. Teníamos que salir lo antes posible de allí pero, mira por dónde, todo se complicó. En ese momento, una persona salió del ascensor y yo, sin pensarlo, disparé con el arma de verdad. El ascensor se cerró, y sin más, corrimos hacia la moto. Me situé en el manillar. El Golosinas montó detrás, cogiendo los maletines cada uno en una mano, y cuando íbamos a salir, tuvimos que esquivar a otro coche que salía del garaje. Qué mala suerte, en esos momentos un coche patrulla pasaba por la calle en dirección contraria. Nos vio y se dio la vuelta rápidamente. Nos metimos por dirección prohibida, complicando la persecución. La gente se apartaba del paso, y el coche de policía, con las sirenas a tope, se acercaba más. Yo conocía una calle sin salida, que sólo tenía una escalera para peatones que daba a la plaza de España. Nos metimos corriendo, y en un recodo de la escalera nos caímos, pero nos pusimos en pie rápidamente y recogimos los maletines. Con algunas heridas, seguimos nuestra fuga. Por suerte, pronto llegamos a nuestro garaje. Un pequeño garaje en el piso que teníamos alquilado. Allí abrimos el botín, sorprendidos, ya que había más dinero del que esperábamos, unos veintitrés millones de pesetas. Nos repartimos el dinero, siete millones para cada uno y el resto a buen 26 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 27 Módulo terapéutico recaudo, para cuando hiciera falta. Hoy tenemos mucho, pero mañana quizá nada, y siempre hay que guardar algo por si las cosas se complican. A las chicas les dijimos que solo había nueve millones y medio. El Golosinas se fue de Madrid con su dinero y yo me fui por la costa, de hotel en hotel, con mis compañeras, M.ª José y Ana, después de comprar quinientos gramos de coca y otros quinientos de heroína. Estábamos en Barcelona, y un día, cuando llegué al hotel, ellas ya no estaban. Me dejaron una factura de doscientas cincuenta mil pesetas. Yo tenía en una caja de seguridad del banco medio millón de pesetas y unos trescientos gramos de heroína y coca, que tuve que coger para poder pagar el hotel y volver a Madrid. Una cosa saqué en limpio de todo esto: que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Hasta el día de hoy no he vuelto a ver ni al Golosinas, que no sé cómo le habrá ido, ni a las golfas de mis amigas. Pero se las apañaban bien, la vida les había enseñado, seguro que lograron engañar a un incauto como yo que les solucionase la vida por un tiempo. A mí me utilizaron para robar a su padre. Así lo hice, pero no como ellas querían, pues yo no era tonto y sabía que esa aventura no iba a durar mucho tiempo. Estuve mucho tiempo buscando a M.ª José y Ana por Madrid, y después de tres meses de ir y venir por los barrios bajos, salas de strip-tease y poblados chabolistas, me di por vencido, cayendo en una depresión que me llevó al mayor consumo de drogas de toda mi existencia. Mi vida se convirtió en un infierno, pues todos los días necesitaba varios gramos de cocaína y otros tantos de heroína. Dispo- 27 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 28 Policias y ladrones… y otras letras cautivas nía de diez millones de pesetas y alquilé una habitación en la calle Atocha, donde estaban todos los marroquíes que venían empetados de chocolate. Yo les compraba el hachís que traían, que era de lo mejor que se vendía en Madrid. Casi no dormía por las noches, y oía muchos ruidos, hasta que un día me di cuenta de que ellos también traficaban con billetes de cien dólares, que seguro que eran falsos, pero estaban muy bien hechos. Supuse que hacían huecos en las molduras de escayola que tenían en su habitación para esconderlos. Como ya me encontraba escaso de recursos monetarios, había planeado entrar en esa habitación a buscar los dólares. Ellos iban de dos en dos, y cuando salían dejaban a un paisano suyo cuidando. Éste también era heroinómano, y una tarde llamó a mi habitación para comprarme una dosis. Aprovechando la situación, le di más heroína de la que me pidió, para dejarle K.O. Aunque estábamos en un cuarto piso, mi ventana estaba al lado de la suya y me colé en su habitación. Buscando entre las molduras de escayola del techo, vi un trozo que estaba suelto, me subí a una silla y encontré un fajo de billetes, unos diez mil dólares, y cuatrocientos gramos de hachís. Me fui enseguida con todo el botín, y dejé en mi habitación al paisano, medio desmayado. Los dólares los cambié rápidamente, y el hachís lo vendí como caramelos. Así conseguí una buena cantidad de dinero. No podía parar de consumir drogas, que me iban matando poco a poco. Estaba gastando todo el dinero y un día, con mis últimos billetes, compré dos gramos de heroína y cogí un autobús que iba de Torregrosa hasta Cibeles. 28 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 29 Módulo terapéutico Eran las doce de la noche. Cuando me desperté eran las tres de la mañana, es decir que había hecho tres viajes de ida y vuelta durmiendo en los asientos traseros. Estaba diluviando en Cibeles y, calado de agua, entré en el pasadizo subterráneo que hay allí y me metí la heroína que me quedaba. Muerto de frío y sin ninguna ropa seca que ponerme, mira por dónde, vi al final del subterráneo un jersey de lana gorda y me lo puse. Estaba entrando en calor cuando bajaron dos chicas y un chico con café y galletas. Me bebí dos vasos, tenía mucha hambre. Me ofrecieron irme con ellos en una furgoneta de REMAR y me fui a su centro, que estaba en el Puente de Vallecas, y allí pedí una cama donde dormir. Estuve dos días durmiendo. De allí me mandaron a Valencia, a Puerto Sagunto, a una granja donde había gallinas, cerdos y un pequeño huerto. Había también una piscina, que no pude disfrutar porque tenía un monazo de muerte. Después de cinco días de estar allí, me levanté de la cama y fui a una reunión que hacían por las mañanas. No sé qué pasó, me levanté del sitio en el que estaba sentado y me desplomé, dándome con la cabeza contra el suelo y perdiendo el conocimiento. Me llevaron al hospital de Sagunto, donde estuve dos días en coma. Cuando me desperté, me llevaron a una habitación en la que no entraba ni luz, pues era para personas terminales. Abrí los ojos y vi a dos personas: eran mis padres. No me reconocían. Mi madre se dio cuenta de que era yo por las cicatrices que tenía desde pequeño por una perforación de estómago. Pesaba 35 kilos, era todo huesos, la carne había desapareci- 29 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 30 Policias y ladrones… y otras letras cautivas do. Con tanta caña que me metía, no tenía ni venas. Me tuvieron que sacar una vía del pecho, pero yo me la arrancaba, me quería morir. Me ataron a la cama, y así y todo, corté la vía con la boca dos veces. Finalmente, recobré la cordura y me desataron, cosa que fue casi peor, pues me empeñé en conseguir un cigarrillo y salí de mi habitación en batín y con el goteo puesto. Pasé los controles y me metí en la zona de las personas que no tienen juicio, que han perdido la cabeza. Abrí una puerta, vi a los enfermos a través de unas vitrinas, y quise ir hacia ellos porque estaban fumando. Intenté acercarme, pero había una enfermera que no me dejó pasar, y me devolvieron a mi habitación. Cuando llegué a ésta, mira por dónde, encontré un cigarrillo en el marco del espejo, pero tenía otro problema, no había fuego. Salí a la puerta y a la primera visita que vino, le pedí fuego. Encendí el cigarrillo y pillé un mareo que creía que me moría. Al cabo de diez días me dieron el alta y volvieron los de REMAR a recogerme, para volver a la granja. Allí estuve durante tres meses. Volví a Madrid, a casa de mis padres, que después de todo lo que les había hecho ya no eran los mismos. Espero que a los que leáis esto no se os ocurra nunca hacer de las drogas vuestra vida. Aunque puedas conseguir suficiente dinero robando o traficando, todo lo que está relacionado con la droga puede matarte, como estuvo a punto de hacerlo con mi persona. Doy las gracias a Dios o a quién sea por esta segunda oportunidad, cosa que muchos no tuvieron; y aunque muchas veces se nos da, no 30 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 31 Módulo terapéutico sabemos aprovecharla, y acabamos solos, tirados en la calle y pudriéndonos como animales abandonados, sin ningún cariño ni amistades. Todo lo pasado, por bueno que haya sido, pasado está, y ya nada más nos quedan recuerdos y tristeza por todo el tiempo que malgastamos en esta vida. 31 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 32 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 33 CHOPANO 33 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 34 Policias y ladrones… y otras letras cautivas La quimera del cisne D. I. S. 26 años Natalia era una chica inteligente, despierta, llena de ganas de vivir. Hasta los dieciseis años sólo conocía el mundo a través de la televisión y de los ojos de sus padres. Ahora, había cumplido los veinte y había ido experimentando poco a poco con todos los sabores que le ofrecía el mundo, muchos de los cuales estaban todavía ocultos, esperando a que ella los descubriese. —Hola, Germán. ¿Qué tal, mi amor? Sí, ya mismo estoy allí, voy a entrar en el metro. Te voy a colgar. ¿Vale? ¿Oye, te ha dado eso? Vale, ahora hablamos, un beso, cariño — hablaba por el móvil y se lo guarda en el bolso, mientras baja las escaleras de la entrada del metro. Natalia es una chica guapa, bien formada, con una gran presencia física. Es una de esas personas que cuando te la encuentras en algún sitio, tienes que mirar dos veces. Ella lo nota y eso le hace sentirse muy segura de sí misma. —¿Tú qué miras, baboso? —le dice a uno que se había pasado un segundo de más observándola con cara libidinosa. —Nada, tranquila, fierecilla —contesta el hombre, algo sorprendido. 34 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 35 Chopano Ella se da la vuelta despectivamente y sube al tren que llega en ese momento. Al otro lado de la ciudad, Germán salía de la Universidad, donde estudiaba Empresariales. Se monta en su coche y se dirige hacia el parque donde ha quedado con su chica. Él es buen estudiante y está actualizado en otros aspectos del día a día. Le gusta hacer deporte, el tunning, salir de fiesta con los amigos y hacer alguna que otra locura por — y también con— su novia. Siempre ha sabido ir poniendo los peldaños necesarios para alcanzar sus metas. Le gustaría tener un negocio de tamaño medio y sin demasiadas pretensiones que le permitiera seguir con su particular «carpe diem». Por fin, la pareja se encuentra en el parque, una bonita alameda con jardines a los lados, y al fondo del paseo, un estanque con peces y un precioso cisne blanco. —¡Hola, mi amor! —exclama ella mientras se lanza a sus brazos. —Hola, cosita, ¿cómo estás? —le dice él al tiempo que la acaricia. —Bien, cariño, pero ¿por qué hemos quedado aquí? Podías haberme recogido en tu casa. —Sí, es que ya sabes le movida que tuve en la discoteca con los tíos esos de tu barrio, no quiero andar mucho por ahí con el coche, lo conocen y no me fío nada de esos capullos. —Desde luego, cómo eres. Yo, mientras, pasando peligros en el metro, ¿no? —dice algo enfurruñada— La he tenido con un imbécil que me miraba todo el rato, ¿sabes? 35 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 36 Policias y ladrones… y otras letras cautivas No me gusta cabrearme, que luego me quedo todo el día de malas. —Ya lo sé, por eso mismo no he querido ir a buscarte, no quiero problemas con esa gente —la rodea con un brazo y van juntos a sentarse en un banco. —Éste es un lugar muy bonito, podemos ir a ver el cisne y echarle de comer, ¿vale? —le aparta el pelo de la cara, le da un beso y sonríe, pero en su rostro se refleja cierto aire de preocupación. —Sí, mi amor, pero no puedes estar siempre rehuyendo los problemas. ¿No crees? Bueno, dejaremos pasar un tiempo y ya se calmarán las cosas. Dame un beso, anda, tonto —se besan con ternura. —Y hablando de problemas —la aparta delicadamente, se rasca la cabeza de forma nerviosa—, he llamado al «Choco» y dice que no tiene el dinero, el muy cabrón. —Joder, ese tío da asco, te dije que no le vendiéramos la mini-cadena a ése. Está enganchado a la farlopa, y peor todavía desde que murieron sus padres, que no le dejaron ni un euro. —Lo peor es que nos hace falta para la escapadita de la semana que viene, sin ese dinero no tenemos ni «pa» pipas. —Y entonces, ¿qué vamos a hacer? —pregunta ella. Le mira a los ojos, él la mira a su vez y se quedan en silencio. —Me cagüen… Estoy hasta la polla —se levanta cabreado, inquieto—. Voy a ir a su casa ahora mismo y le voy a sacar los trescientos euros cómo sea. —Eh, eh, tranquilo, cariño —salta ella a su lado, le coge de la mano—. No hagas ninguna tontería, ¿eh? 36 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 37 Chopano Mira, vamos los dos y se lo pedimos por las buenas. Seguramente, al vernos en su casa, se lo tomará más en serio. —No sé —se calma un poco—, estas cosas son de hombres, no quiero meterte en ningún problema. —No me vengas ahora con machadas, la mini-cadena era de los dos y yo voy contigo, además, sólo vamos a hablar con él. —Mmm, vale, vamos —le pasa el brazo por encima de los hombros y se van hacia el coche, pero ella no puede evitar echar la vista atrás, al estanque, no consigue ver al cisne, aunque sabe que está allí. El piso donde vive el Choco es uno más de un edificio de viviendas bastante vulgar, en el extrarradio, un barrio venido a menos. —Germán, creo que es éste, el 3º D. —Sí, a ver, voy a llamar —se oye algo de movimiento en el interior de la casa. —¿Quién es? —grita una voz desde el interior. —Somos Germán y Natalia, hemos venido a ver qué tal estás –la mira y le guiña un ojo. —Ah, ya voy. Al rato se abre la puerta y aparece el Choco. Luce un pijama con manchas de comida, el pelo revuelto, ojeras tremendas y el ceño fruncido. —Vaya, no os esperaba, podríais haber avisado. ¿No? — esboza una media sonrisa. —No, si no vamos a estar mucho rato, nos vamos pronto —sonríe nerviosamente Natalia. 37 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 38 Policias y ladrones… y otras letras cautivas —Bueno, entrad, cerrad la puerta al pasar. Seguidme por aquí. El despacho es una especie de pequeña biblioteca, con estanterías llenas de libros, un pequeño sofá en un rincón, y en el centro, un escritorio con una gran mesa abarrotada de objetos, libros cubiertos de polvo, ceniceros llenos de colillas, vasos sucios, botellas vacías y una vieja máquina de escribir. —Qué poco amable soy, os traeré algo de beber. —No, no hace falta —contestan los dos al unísono. —Yo sí tomaré algo, ahora vengo. Choco sale por la puerta y al poco vuelve con una botella de vino en una mano y tres vasos en la otra. —Toma, coge —les tiende los vasos—. ¿Están limpios? La casa está un poco descuidada, tengo que hacer limpieza general —dice sin convicción. Les llena los vasos hasta la mitad, él se lo llena entero, da un ávido trago, se lo vuelve a llenar y se sienta tranquilamente al otro lado del escritorio. Germán deja el vaso en la mesa. —Verás, Choco, hemos venido a que nos des el dinero que… —Te he dicho que no lo tengo —le interrumpe él con brusquedad—. La mini-cadena estaba medio escacharrada y no me dieron una mierda por ella. Además, tuve que utilizar ese dinero para tapar un agujerillo. —Sí, el de la nariz —dice Natalia con sarcasmo—. La cadena estaba bien, no nos cuentes películas. —¿Me estás llamando mentiroso? —replica él con la cara desencajada por el odio— A mí nadie me insulta en mi casa, so puta. 38 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 39 Chopano —Como la vuelvas a insultar te machaco —dice Germán cerrando los puños con fuerza. Choco da otro largo trago, balanceándose de forma provocativa, mientras Natalia lo mira con profunda repugnancia. Su novio, tenso, parece a punto de saltar sobre él. —Oye, no te enfades, tío —murmura Choco taimadamente—. Verás, no tengo el dinero, haceros a la idea, así que lo único que queda es que os vayáis y me dejéis de dar la brasa. —¡De aquí no nos vamos hasta que nos des algo, rata! —interviene Natalia. —¿Así que queréis algo? —se levanta lentamente, rodea la mesa y al pasar al lado de Germán, le lanza un puñetazo a traición que le impacta en la nariz, rompiéndola. Medio noqueado, Germán cae a los pies del sofá. —¡Hijo de puta! —se toca la nariz y se mira la mano ensangrentada. —Y ahora os vais a ir de aquí, pijos de mierda —se acerca a Germán y comienza a golpearlo y patearlo con furia. Natalia, aterrorizada, consigue reaccionar. —¡Cabrón, déjale en paz! —coge la máquina de escribir de la mesa y la blande hacia Choco, sin saber muy bien qué hacer. Él se da la vuelta con la cara congestionada. —Suelta eso, zorra, era de mi padre —da un amenazador paso adelante y ella, como un resorte, alza la máquina por encima de su cabeza y se la tira con todas sus fuerzas. El impacto, en plena frente, produce un extraño sonido, un crujido sordo, aderezado por el tintineo de las piezas metá- 39 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 40 Policias y ladrones… y otras letras cautivas licas. El cuerpo cae de espaldas, como un plomo, y se queda inmóvil, salvo por un leve temblor en las piernas. Natalia se acerca y observa estremecida una gran herida encima de las cejas de Choco y sangre saliendo de sus oídos. —¡Dios mío! ¿Qué he hecho? —Mierda, ¿qué ha pasado? —pregunta Germán atontado por los golpes. Examina la situación y la realidad comienza a abrirse paso en su mente— ¡Joder! ¡Parece que está muerto! —ella le mira con los ojos abiertos como platos y húmedos de lágrimas. Se abrazan desesperadamente entre sollozos. Al rato, él la separa. —No te preocupes, cariño, vámonos de aquí. Limpiamos todas nuestras huellas y nos largamos —ella asiente todavía turbada. Se ponen a buscar trapos y productos de limpieza, y en un momento ya están borrando las huellas del crimen. —¿Qué estamos haciendo? —Tranquila, mi amor, no pienses demasiado. Lleva los vasos al fregadero y límpialos —ella coge los vasos y en el instante en que pasa por el recibidor llaman con fuerza a la puerta. —¡Abran la puerta, policía! —ella se queda paralizada con los dos vasos en la mano, sin saber qué hacer. Germán se acerca con una expresión de puro miedo en la cara. —Han llamado los vecinos, ¡abran o echamos la puerta abajo! Pasa un segundo que parece un minuto. ¡BAM, BAM! Cada golpe es un estremecimiento. ¡Cranch! La cerradura salta en pedazos. 40 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 41 Chopano Y los vasos se caen al suelo junto con sus almas, haciéndose añicos para siempre. 41 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 42 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Zumo de tomate Mario T. (Polonia) 31 años Era una fresca noche de otoño, más bien una oscura tarde de temprano invierno, aún sin nieve. Sobre los campos llenos de hierbas, arbustos y pequeños ríos con acumulaciones de agua, comenzaba a levantarse el vapor, convirtiéndose en ligera niebla. Tomás y Carolina cruzaron una rotonda situada en una carretera fuera de la ciudad que llevaba hacia pequeños pueblos alejados de la civilización y atravesaba un parque pequeño y poco frecuentado, con campos, bosques y un lago. A un lado de la carretera había un pequeño monte desde donde se podía observar toda la ciudad y su entorno. Los indicadores del salpicadero del coche iluminaban sus caras con una mezcla de destellos verdes, rojos y color miel. Desde el interior del coche llegaba un agradable aire caliente, que daba una sensación de seguridad que contrastaba con el frío y la oscuridad del campo. Les acompañaba una tranquila y agradable música «DUB», llena de ecos y de potentes y fluidos bajos. Sonreían. Tomás bajó ligeramente la música y desvió su mirada de la carretera que iba abriéndose ante el capó del coche y se fijó en los ojos de Carolina. 42 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 43 Chopano —¿Te gusta el zumo de tomate? —preguntó con expresión infantil. —Si conduces, mejor mira la carretera. —Me la conozco de memoria —Tomás sonrió y preguntó—. ¿Te gusta? —¿El qué? —El zumo de tomate. —¿Por qué? —preguntó Carolina, poniéndole una mano en el brazo. —Porque en este mundo hay dos tipos de personas: las que lo odian y a las que les encanta —se acercó y la besó en su cálida mejilla. —A mí me encanta. Y a ti, ¿te gusta el zumo de piña con Martini rojo? —dijo Carolina. —Ja, ja, ja. Si le añadimos cine, sexo, comer chocolate y los paseos nocturnos en coche…, podríamos pasar el resto de la vida juntos, porque sobre tu buen gusto e inteligencia ya no tengo dudas. —¿Y las tenías? —dijo ella con voz chillona, dándole un golpecito en la espalda. De repente, Tomás hizo un giro brusco con el volante. A Carolina le pareció ver una figura que pasaba fugazmente por delante del coche y caía al otro lado de la carretera, pero no oyó nada. —¡Joder! ¡Seguramente, lo que no ha bebido éste es zumo de tomate! Parece que se ha caído. —¿Quién? —preguntó Carolina asustada. —¡Un maldito borracho en bicicleta, salido de ninguna parte! —dijo Tomás gritando. 43 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 44 Policias y ladrones… y otras letras cautivas —¡Mierda! ¿Le hemos atropellado? —No, parece que se asustó y se cayó, pero se ha levantado él solo. Quédate dentro —Tomás paró el coche. —Voy a ver si se ha hecho algo. Caminó unos metros hacia el hombre, que estaba sentado en el asfalto, iluminado por las luces rojas y naranjas de los pilotos del coche. Carolina se asomó por la puerta, apoyándose en el asiento del conductor. Sintió el aire frío que llegaba desde fuera. Tomás se acercó al hombre, que yacía en una postura grotesca junto a su bicicleta. Parecía que él y su vehículo eran una misma criatura. Una gran araña rota, con pecho, manos y cabeza de hombre. —¿Todo bien? ¡Conduzca con precaución, hombre! — dijo Tomás con una ligera sonrisa, aunque malditas las ganas que tenía de reír. El hombre balbuceó algo, exhalando nubes de vapor de agua por la boca. Luego, con cierta dificultad, exclamó: —¿Te crees gracioso, hijo? —Pues la verdad es que no —intentó cortar Tomás para evitar una discusión absurda. —¿Has venido a burlarte de mí? —He venido a ver si se ha partido el culo con la «bici» y necesita ayuda. —¿Tú crees que me puedes ayudar? Vosotros, mocosos, con vuestros coches, vuestras novias y vuestras vidas arregladitas… ¡Pijos de mierda! —No soy un pijo de mierda, caballero. ¿Puede levantarse? 44 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 45 Chopano —¡Qué más da quién coño eres! Yo soy un viejo borracho, y lo seré el resto de mi vida —se movía bruscamente mientras pronunciaba estas palabras. —¿Se ha roto algo? —¡Hace ya mucho tiempo que se me rompió! ¡La vida! No es la primera vez que me caigo; y casi me meo encima. ¡Malditos dioses que juegan conmigo y no me quieren matar! ¿Os divertís, cabrones? —Vamos, le llevaré a casa, la bici cabe en el maletero, levántese —se acercó y extendió una mano hacia el hombre. El hombre movió las piernas como un caballo liberándose de su trampa. —¡Mejor no! ¡Déjame! —¡Déjese de tonterías! —Tomás se le acercó. —¡No te acerques más, te he dicho que me dejes! Carolina se asomó otra vez por la puerta del coche. —¿Qué ocurre? —preguntó, y apagó la música. Apenas pudo entender nada de lo que hablaban. La niebla parecía querer protagonizar todo el espectáculo. —¡Nadie me puede ayudar! —gritaba el viejo— ¡No te acerques, maldita sea! Metió la mano en el bolsillo de su vieja americana y, con gesto torpe, sacó una pistola. —¡Cálmese, por favor! Deme la pistola y no haga tonterías. —¡Me calmaré para siempre! —gritó el viejo con voz rota y llorosa. La pistola le temblaba en la mano. La dirigió hacia su propia cabeza. 45 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 46 Policias y ladrones… y otras letras cautivas —Tírela, por amor de Dios —Tomás intentó quitarle el arma. El ciclista, con gesto brusco, apuntó a Tomás y gritó— ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! Carolina oyó tres disparos. Vio a Tomás desplomarse, y al hombre, que también caía al suelo. Había matado a Tomás y luego se había suicidado. *** De repente, sonó música de nuevo. La radio se había encendido sola. Le faltaban los tonos bajos. Carolina intentó apagarla una y otra vez, pero la música no cesaba, repitiendo una y otra vez las mismas notas. Abrió los ojos empapada en sudor frío… Era su móvil. Cogió la llamada. —Diga —contestó con voz ronca y cansada. —Soy yo, Tomás. ¿Te he despertado? —Sí, pero te lo agradezco —dijo respirando agitadamente. —Es que he tenido un sueño muy raro —prosiguió Tomás—, y cuando me he despertado, sin querer, me he tirado zumo de tomate por encima. Me he puesto furioso, y ya sabes que sólo tú puedes calmarme. —Me alegro de que hayas llamado y de que nos tengamos el uno al otro. Te quiero. —Yo también te quiero. —¿Y el zumo de tomate? —¿Cómo? —Nada, mejor ven a mi casa. 46 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 47 PALOMAR 47 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 48 Policias y ladrones… y otras letras cautivas La fuerza del débil M.ª Ángeles M. A. Eran las seis de la mañana, el día de mi cumpleaños. Mis padres me habían dado mi regalo antes de salir de casa, una preciosa pulsera de oro que lucía en mi mano izquierda, bajo el guante de cuero, junto a un reloj que hacía tiempo me había regalado mi hermano. Hacía un frío de espanto y los oídos no dejaban de zumbarme. El cielo aún conservaba estrellas a pesar de que estaba amaneciendo. Llegué pronto a la estación de ferrocarril y busqué en la pantalla de la pequeña sala de espera el andén desde donde saldría mi tren. No tuve suerte, salía desde el andén más alejado. Cuando llegué allí, no había nadie esperando y sentí un poco de miedo, porque había una persona tumbada en un banco. Al pasar por delante de ella, vi que se incorporaba. Era un hombre de edad indefinida. Tenía el pelo aplastado, tanto por la grasa como por haber estado tumbado en el banco. Me sonrió y pude comprobar que le faltaban muchos dientes. Su sonrisa hizo que me estremeciera de miedo, y su olor casi me provoca el vómito. Intentó acercarse a mí pero vio el miedo reflejado en mis ojos y retrocedió con lo que me pareció una mirada triste. Corrí hacia el extremo más alejado del andén con la esperanza de que alguien «normal» llegara pronto y me 48 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 49 Palomar hiciera compañía. Como si un genio hubiera cumplido mi deseo, apareció alguien subiendo al andén por las escaleras más cercanas a mí. Era un hombre alto y fuerte, tenía las espaldas anchas y la cintura estrecha. Desde donde estaba, no podía verle la cara porque la luz de la farola no llegaba hasta él, pero por la ropa deduje que era joven. Comenzó a caminar hacia mí y, según se iba aproximando, me iba llegando el olor a perfume masculino más excitante que había olido nunca; eso y el hecho de sentirme un poco insegura por el individuo del banco hizo que empezara a sentirme interesada en él. Pasó a mi lado y me sonrió ligeramente. ¡Dios, tenía los ojos verdes más bonitos que yo hubiera visto nunca y los dientes tan blancos como la leche! Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza y no precisamente por los cinco grados bajo cero que marcaba el termómetro del andén. Le devolví la sonrisa y, al mismo tiempo, me eché el flequillo hacia atrás, como hacía de forma involuntaria cuando algo me ponía nerviosa. Se apoyó en una columna y me miró entrecerrando los ojos, observando mi cuerpo detenidamente, como si tratara de buscar algo que yo tuviera escondido. Era una sonrisa descarada que provocó que todas mis neuronas se conectaran, produciendo chispas. ¿Sería por eso por lo que sentía un cosquilleo por todo el cuerpo? Terminó fijando sus ojos en los míos, y a esas alturas yo estaba entrando en taquicardia, ya no sentía frío sino un gran calor. Me quedé clavada en el sitio, casi en el borde del andén, mientras veía cómo se acercaba, y por más que traté de 49 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 50 Policias y ladrones… y otras letras cautivas imaginar, no pude encontrar ningún motivo por el que quisiera dirigirse a mí. —Perdona, ¿tienes hora? —dijo con voz grave. Yo estaba ensimismada, pensando por qué me había encontrado a ese hombre en una estación a las seis de la mañana en vez de en un bar de copas por la noche. No le pude contestar sino: —¿Qué dices? Seguro que pensó que era imbécil o estaba sorda, no había ningún ruido en el andén y todo estaba tranquilo, no había ningún motivo por el que yo no le hubiera podido escuchar. —Te preguntaba si tienes hora. Siempre suelo llevar reloj pero hoy, con las prisas, lo olvidé. Mi corazón latía tan fuerte que pensé que hasta el individuo maloliente del banco podría escucharlo. Ese pensamiento me hizo girar la cabeza en dirección suya y vi al sujeto en cuestión mirarnos con atención. De repente, me acordé de la pregunta que me habían hecho. —Espera un momento —acerté a decir. El reloj estaba aprisionado bajo el guante, por lo que desabroché el corchete y tiré del guante para sacarlo, al parecer con demasiada fuerza. Mi pulsera, mi recién estrenada pulsera, se había quedado enganchada en el guante, y al tirar de él, salió disparada por el aire y fue a aterrizar en mitad de la vía. Al principio no reaccioné, me quedé mirando la pulsera como si la situación no fuera real, pero poco a poco me di cuenta de lo que había pasado. Cuando fui consciente de 50 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 51 Palomar que la pulsera que mis padres me habían regalado con tanto esfuerzo estaba en la vía, sin pensarlo dos veces, salté para recuperarla. No era propio de mí hacer algo tan espontáneo, yo misma me quedé sorprendida de mi reacción. Recogí la pulsera y la sujeté en la mano con todas mis fuerzas. Pero la cosa no acabó aquí, quiso mi mala suerte que los pantalones vaqueros se quedaran enganchados por la boquilla en una especie de anilla que estaba sujeta al suelo. Miré hacia el andén y vi a los dos únicos hombres que había allí. De pronto, el sonido de un tren acercándose llegó hasta nosotros. El pánico se apoderó de mí, por más que tiraba del pantalón, éste no se desenganchaba, y el sonido del tren se oía cada vez más próximo. Empecé a sudar y a sentir cómo mi corazón latía rápidamente. El miedo a morir atropellada por el tren se apoderó de mí. Levanté la cabeza suplicando ayuda con la mirada a los dos hombres que me miraban angustiados desde el andén. Cuando vi aparecer el tren a mi izquierda comencé a gritar y a tirar del pantalón frenéticamente. El tren se aproximaba a tanta velocidad que pensé que no me daría tiempo ni de rezar. De repente, dos brazos fuertes agarraron el pantalón y tiraron de él. El pantalón se rompió, sentí que los brazos me abrazaban fuerte y me tiraban al suelo. Rodamos hacia la vía opuesta y sentimos el temblor que provocaba el tren al pasar a escasos centímetros de nosotros. Era el tren de Algeciras, un tren con destino a Atocha que pasaba de largo por mi pueblo. 51 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 52 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Los brazos me subieron al andén y me mantuvieron abrazada hasta que conseguí dejar de temblar. Cuando abrí los ojos, descubrí otros ojos que me miraban intensamente. Me separé unos centímetros de mi salvador y descubrí, con vergüenza, que me había salvado la vida la misma persona de la que minutos antes había huido con asco. Me abracé a él y lloré en su hombro, tanto por el alivio de sentirme viva y por la gratitud que sentía, como por la vergüenza de haberlo rechazado unos minutos antes. Le invité a un café. Me dijo que no era necesario, pero accedió a venir conmigo a la cafetería de la estación. Hasta ese momento, no fui consciente de que no estábamos solos, el hombre de los ojos verdes nos miraba con asombro y yo le devolví la mirada, pero esta vez fue una mirada fría, se había perdido la conexión entre nosotros, no quedaba nada de lo que me había hecho sentir minutos antes. Al pasar a su lado, con voz queda, le dije: «cobarde», a lo que él respondió agachando la cabeza. Y nos fuimos a tomar café para celebrar que el día de mi cumpleaños un desconocido me había hecho el mejor regalo: había vuelto a nacer. 52 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 53 GABELA 53 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 54 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Atardecer… J. D. Lagarde (Congo) 39 años Para Z. L. Suena una sirena estridente, robándoles a los que están sin mover un solo músculo los sueños y las sensaciones de paz del cuerpo. Abren los ojos. Puertas automáticas que se abren, deslizándose, con un asqueroso sonido sobre el rail. Es el módulo «C». El hombre que salta de la cama se llama «Prometeo». Se asea, se da una ducha, lava los picantes y los gayumbos que portó el día anterior. Es el ritual de cada día…, una rutina. Va vestido con un par de jeans y una camiseta, deshilachados, descoloridos, arrugados y anodinos ambos; fueron lavados en la lavandería a la que tienen acceso todos los internos de ese establecimiento penitenciario. Se tiende en su jergón, una superficie de hormigón de dos por un metro, con un rectángulo de goma espuma encima de las dimensiones del jergón al que llaman colchón. Se serena y ordena sus ideas. 54 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 55 Gabela Mira las paredes y el techo de la mazmorra que ocupa. Una celda de cuatro por dos metros con un ventanuco pequeño y cuadrado atacado de barrotes gruesos como brazos. Ahí dentro están, casi amontonados, una estrecha ducha, un W.C. y un lavabo. Todo superpuesto. El color de las paredes alguna vez debió de ser blanco. Ahora en cambio están amarilleadas por el humo del tabaco de todos los que ocuparon la celda antes que él. Hay grietas irregulares…, todo impersonal. Algunos pay mates, pegados en las paredes con pasta de dientes. Pero Prometeo no mira las fotos ni se fija en el color de las paredes ni en el verde mate del suelo. Él ve a través de las grietas y tiene ideas y una cuesta arriba que durará catorce horas. Piensa, mejor así. Los recuerdos, los pocos buenos guardados, no hieren, no duelen, de lejanos, de tan pretéritos que no halla opciones de rozar siquiera «sus devenires y descendencias». Su mente visualiza a su hija –Aido–, a la que no ve desde hace años. Las vicisitudes penitenciarias, los jaris. Basta que no los busques…, ellos te buscan a ti y a todo lobo viejo de patio; la mejor defensa es atacar primero y ser fulminante; así le iba. —Al menos estoy vivo —se dijo. La madre de su hija, cuyo nombre anuló de su memoria y desterró de su vocabulario, perdió la custodia miserablemente. Aido contaba entonces nueve años, y terminó trotando por distintos internados de protección de menores. De temperamental, rebelde e inconformista, furiosa con el mundo, acabó ante el tribunal de menores. Y éste la envió a un centro correccional…, a un «retén». 55 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 56 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Los trabajadores sociales de aquel centro de detención para menores contactaron con Prometeo por medio de los trabajadores sociales del centro penitenciario en el que éste estaba. Y hablaron y hablaron, y se sucedieron días y días de conversaciones telefónicas del retén a la «cana» y de la cana al internado. Tras lo cual Prometeo comenzó a tener trato de nuevo con su hija perdida. Comenzaron a llover cartas sobre la vida gris de la niña…, más y más cartas. Ella no las respondía, pero cada vez participaba más en las conversaciones telefónicas. Él comenzó a oírla reír. Casi le sorprendió. Hacía demasiados años que la había oído reír por última vez, cuando apenas acababa de trascender de bebé a niño… Y volvieron a despertarse querencias en los corazones del padre y la hija. Aido intentaba saber cómo iba todo, estaba resentida, no comprendía el por qué de su situación y buscaba responsables, aquellos que designaron su hado, ese sin vivir que era su existencia. Prometeo nunca atisbó duda alguna sobre su responsabilidad. Así mismo, sabía que el pasado son recuerdos muertos, que lo que importaba era el mañana, y a partir de ahí comenzó a construir por dentro, para sí y para Aido. No permitiría que la niña se hundiera hasta hallar el trampolín a la perdición, el que había hallado él mismo mil años atrás, cuando tenía los años de su hija. Saldría al día siguiente a las doce, no había dicho nada a nadie, ni tan siquiera a su hija, absolutamente a nadie. Siguió como si tal cosa, tratando con ella por teléfono y por carta. Hablaban de cualquier cosa, él le concedía un trato casi de adulto, le marcaba algunas directrices, que ella 56 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 57 Gabela seguía atenta, y ella iba convirtiéndose en una señorita de doce años con las ideas claras y los pies bien asentados en el suelo. Ahora eran como aliados, la complicidad era ya inherente a ambos. En una ocasión, él le contó un cuento; el cuento del águila y la víbora: «Esto ocurrió hace muchos miles de años, cuando ni siquiera los primeros hombres habitaban el mundo. En cambio, existía una gran víbora que rodeaba el mundo comiéndose la cola. Era el rey de la Tierra…». Se sonrió, recordando estas conversaciones en la soledad matinal de su celda. En otra ocasión, Prometeo le narró otro cuento. Éste también trataba sobre un rey de la antigüedad. Se había quedado huérfano con trece años, y los duques y barones de su reino le habían usurpado el trono, abandonándole junto a sus hermanos y su madre en un bosque oscuro… Aido reía con estas historias, eran buenos recuerdos. Prometeo estaba muy orgulloso de esa pequeña hija suya. Era una niña que apenas medía un metro la última vez que la vio. Habían transcurrido casi tres años desde entonces. En ocasiones, suspiraba intranquilo. Era como si sintiera una especie de miedo a encontrarse con ella. Entonces reía a carcajadas. Nunca temió a nada ni a nadie. Ahora, en cambio, se encogía un poco ante la idea de encontrarse con su hija. No habría ningún problema…, eso era algo que sabía de sobras. Era como la sensación opaca que te atenazaba las tripas justo unos segundos antes de entrar a saco a 57 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 58 Policias y ladrones… y otras letras cautivas atracar un banco. No exactamente, pero había cierto parecido. Cuando hablaban por teléfono, él le explicaba las realidades cotidianas. Aido atendía y atendía, e iba iniciándose en los conocimientos que le transmitía su padre. Pasaron así los días, las semanas, los meses y los años. Ella no dejo de prestar atención y de seguir acumulando conocimientos… Entonces, Prometeo oyó sonar su nombre completo por el altavoz del patio. Miró el reloj de pulsera. Eran la doce. Se puso la mochila al hombro. Dentro portaba algunas fotos, documentos y un par de libros. Se dirigió a la puerta del rastrillo del módulo. No se despidió de nadie. En los trece años transcurridos, había aprendido algunas cosas importantes, cosas que no vienen bien explicadas en los libros, o que él no supo interpretar más que tras haberlas vivido personalmente… y haberlas sufrido. Sobre todo, aprendió de sí mismo, de su fuerza interior. De cómo canalizar sus energías y controlar sus impulsos. Aprendió autodisciplina, aprendió a atenuarse, a llorar sin lágrimas, a cagar solo y sin molestar. Aprendió a conocer a las personas que siempre inciden en la vida de uno por más que uno se proponga que no sea así. Aprendió que todos mienten. Que todos dicen la verdad y que cuando así lo hacen, lo hacen mintiendo, y que en la mayoría de los casos ni siquiera son conscientes de ello. Aprendió que no era en todos los casos y sí en la mayoría. Aprendió a distinguirlos por sus miradas, por sus tonos, sus matices y sus silencios. Y todo lo que aprendía, trataba de transmitirlo a su hija… lo necesitaría. Lo hacía de forma atenuada. Tampoco era cosa de hacer 58 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 59 Gabela que la pequeña perdiera de golpe los últimos vestigios de su inocencia. Él no iba a robársela sino todo lo contrario. Él iba a procurar para ella una vida normal, como la de cualquier niña de doce años. Tampoco es que pudiera hacer demasiado, la niña, a tan corta edad, venía ya de vuelta de mucho. Trató sobre todo de hacer que ella aprendiera a desarrollar una entidad interior, que supiera sentir por dentro «certezas», como base elemental para la existencia, interrelacionándose con el resto de la gente. Fuerza, unidad y alianza. Ése era el mensaje que procuraba dejar grabado en la conciencia de Aido. Aido creció con las ideas claras, la mirada profunda y los pies bien asentados en el suelo. —Debe Ud. presentarse en huellas —le conminó un tipo vestido de gris, con camisa azul y una chapa en el pecho de su americana barata. —Se marcha en libertad —aquel funcionario trataba de encontrar su mirada. Pero él lo ignoró completamente, en silencio asintió con la mirada clavada en ninguna parte, atravesándolo todo. La puerta corredera del rastrillo se abrió. Él la franqueó. Salió sin mirar atrás. Tras todo el papeleo, una hora mas tarde, se vio a sí mismo caminando por una carretera secundaria, alejándose del centro penitenciario donde había malvivido los últimos trece años. Un año más de los que tenía su hija. Se metió en un campo, cuando se sintió lo suficientemente alejado de las vías de tránsito públicas. Se descalzó, y anduvo con los pies desnudos, sintiendo la tierra bajo sus pies, sintiendo el rocío acariciándole los tobillos. La sensa- 59 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 60 Policias y ladrones… y otras letras cautivas ción era genial, le retrotraía a épocas pretéritas de su casi olvidada niñez. El Sol estaba en su cenit. Se dejó caer hacia atrás, haciendo el ángel quieto. Cerró los ojos e inspiró profundamente. Sonrió. Es increíble, pensó. Le encantó reencontrarse con el olor a tierra húmeda. Hizo algunos ejercicios de respiración rítmica, inspirando y espirando profundamente, al compás de los latidos de su corazón. Experimentando la sensación pura de libertad radical. Se volvió de cara al suelo y besó la tierra. Tras lo cual se irguió de rodillas, manchándose del verde de la hierba húmeda. Se sintió feliz. Volvió a besar la tierra, reiniciando así su pacto con el mundo. Tras ello, rió fuerte y cantó con palabras que no existen… pero que, en cambio, significaban: Atardecer… Apoyado en una columna, oyó sonar la sirena del correccional. Toda la chiquillería salió como escupida del edificio de ladrillos rojos. Él se encontraba en la entrada. Los chicos se esparcieron por todo el recinto, dentro de los muros. Quedó solo ante la corta avenida de gravilla, con una hilera de árboles flanqueándole. Cuando se aposentó el polvo, no quedaba nadie. Frente a él, ante la puerta principal, una niña preadolescente al lado de una monja, estaba tensa, inquieta… Se recordó a sí mismo. Sonrió al verla, tratando de controlar su nerviosismo. Él lo hacía mejor, pero también se sentía 60 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 61 Gabela un poco como un flan. Ella le miraba fijamente, parpadeaba pero no apartaba la vista. Movía un poco la cabeza hacia los lados pero su mirada seguía fija en él. Él se sintió incómodo por un segundo. —¿Qué debe de andar pensando? —se decía, viéndose como le veía ella, ahí parado, vestido tan desaliñado y con una vieja mochila deshilachada. Solitario al otro extremo del paseo. A la entrada del recinto del colegio. Media hora antes, Aido se había sorprendido cuando una de las novicias vino a sacarla de la clase y la llevó al despacho de la madre superiora, donde, deprisa y corriendo, le dieron breves detalles sobre un montón de cosas que iban a cambiar su vida. —Ha venido tu padre y te vas con él. De pronto se encontraba con su padre, separados tan sólo por una cincuentena de metros. —Prepara tus cosas… ¡vamos niña! —Papá —gritó finalmente, desasiéndose de la mano de la hermana. Prometeo lo experimentó todo como a cámara lenta. La vio sortear los escalones de la entrada de tres en tres, la vio cómo iba engrandeciéndose a medida que se acercaba a toda carrera hasta abalanzarse sobre él de un salto. Se abrazó a él con todo, con su precipitada y extensa energía juvenil. Le atenazó con las piernas y con los brazos, y no dejaba de repetir. —Papá…, papá…, papá… Él se sintió tan lleno de vida como no recordaba haberse sentido nunca. 61 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 62 Policias y ladrones… y otras letras cautivas —¡Qué grande estás! ¡Qué cambiada! Es increíble. Era ya casi una mujercita. ¿Y mi pequeña? Todo se le acumuló de repente. Dejó de pensar en otras cosas y se centró en responder al abrazo de la pequeña. La abrazó a su vez y se llenó del olor a champú que desprendían los cabellos de su hija. Ella lloraba y reía a la vez, tragándose las palabras y trastabillándose con ellas. Él fue totalmente incapaz de interpretar absolutamente nada. La bajó al suelo suavemente. —Hija… —la miró, divisó dos ligeros bultitos en su pecho— ¡Dios! —pensó— ¿Dónde esta mi pequeña? —se turbó un poco. —¿Cómo, cuándo, por qué no me lo dijiste? —Quería darte una sorpresa —dos lágrimas surcaban las mejillas de Aido—. No sabía cómo reaccionarías. Él estaba aún en estado de shock, no dejaba de alucinar con aquella pequeña que era su hija. Con esos ojos grandes de mirada vivaz e inquieta… y muy directa. No dejaba de mirarle. —¡Jesús! —se dijo a sí mismo— Es como su madre, la misma expresión de astucia. Se meterá en muchos líos…, seguro. —Quiero que te vengas conmigo. Ella le miró. Calló unos segundos y siguió mirándole inquisitiva. A él le hizo gracia la tenacidad en la mirada de su hija. «Es una descarada» —se rió. Ella fruncía el ceño. —¿A dónde papá? 62 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 63 Gabela —Primero a un hotel a pasar la noche y mañana iremos a ver la vieja casa, a ver qué tal está para habitarla. Las reformas están casi terminadas, viviremos allí. —¿Es donde vivías con mamá? —No, es la casa donde vivía la abuela —la niña volvió a abrazarse a él. —Nos vamos ya, ¿vale? Cogió de la mano a la niña y salieron del recinto del internado. Ninguno volvió la cabeza. Aido había tenido toda su vida para no querer despedirse de nadie. En cuanto a Prometeo, ya había gestionado todo con las trabajadoras sociales, sólo había tenido que firmar unos documentos antes de que Aido terminara su clase. —Odio este lugar —dijo la pequeña ya fuera del recinto. —Sí, te comprendo perfectamente —dijo su padre sonriendo. —No termino de creérmelo. —Pues créelo, pequeña, créelo… No volveré a separarme de ti nunca más. Se detuvo y se volvió hacia ella. —Nunca más, nada en el mundo hará que vuelva a separarme de ti. Absolutamente nada… ¡Nada! Nunca más. —Se terminó el correccional para ti, pequeña —pensó—. Lo mismo que para mí. Ya no más historias de policías y ladrones y de familias rotas. Para Aido todo estaba resultando vertiginoso… Media hora antes estaba encerrada «como una rata». Ahora, en cambio, era demasiada la información que tenía que pro- 63 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 64 Policias y ladrones… y otras letras cautivas cesar. Se sentía contenta. Por primera vez en su vida iba a vivir fuera de un recinto cerrado y vigilado. Ésa había sido su vida desde que era prácticamente un bebé. Para Prometeo era algo parecido, sólo que un poco mas complicado… Por primera vez iba a vivir de verdad, dándole vida a aquélla de la que a su vez recibiría vida. Ellos dos serían las dos primeras flechas…, después habría más. Dejó la maleta de Aido en los asientos traseros del vehículo que había alquilado. Aido se sentó a su lado en el asiento del copiloto. —Ponte el cinturón. Arrancó y partieron. Primero, silencios interrumpidos por diálogos seguidos de risas. Los nervios terminaron desapareciendo. Los silencios incómodos se volvieron cómplices y se sucedieron los minutos y las horas. Entonces llegaron al hotel. Tras la cena, Aido se quedó dormida frente al televisor. Prometeo la cogió en brazos, la llevó a la habitación y la depositó en la cama. Le quitó los zapatos y la cubrió con el edredón. Se quedó largos minutos mirándola. Contemplando maravillado su rítmico respirar, se llenó de orgullo por lo bella que era. Se acercó a la ventana, la abrió y encendió un cigarrillo. Su silueta se recortaba en sombras con el rojizo crepúsculo del último atardecer. Miró a las esferas del cielo y dedicó una plegaria a los inmortales, pidiendo por su hija… y por el futuro de ambos. El rojo triste del ocaso se tornó turquesa y después negra noche. 64 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 65 Gabela Catapultó la colilla del cigarrillo al vacío. Se volvió al interior de la habitación, dirigiendo una intensa mirada a su mochila, pensando en lo que había dentro. Sopesando. Quizás sería como la caja de Pandora. Volvió la mirada al exterior, miró abajo, vio extinguirse la última brasa del cigarrillo y con ella vio también difuminarse la última voluta de humo… Así se difuminó también su pasado, dando nacimiento en su vida a la esperanza, esperanza que preludiaba la posibilidad de «quizás otro mañana». 65 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 66 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Página arrancada de un diario apócrifo Miguel Ángel Corchado 22 años BAGDAD, IRAK, 23 DE ABRIL DE 2007 Escribiendo estas palabras en mi diario, pienso en el dolor, en la sangre, en la muerte…, en las caras de los niños y las mujeres viendo morir a sus familias. Morir a mis pies, morir por mí, morir por mi país. Sé que lo que hago es por el futuro de nuestros hijos, por el bienestar de los EEUU y del mundo. Pero a pesar de todo, yo sigo igual, frío, sin nervios ni temblores, simplemente… frío. Es como si todo el sufrimiento que veo a mi alrededor no me afectara, no me doliera, como si tan sólo pasara… Empecé a ser así después de ver a mi madre y a mi abuelo morir cruelmente. Mientras a mi padre le torturaban y a mi madre la violaban, yo, un niño de doce años, incapaz de hacer un solo movimiento tras la puerta del pequeño armario del salón donde me había ocultado, contemplaba horrorizado cómo esos demonios encapuchados le quitaban la vida a mi única familia. Y no hice nada, sólo miré… Después de eso, ¿de qué iba a tener miedo? Nada haría que huyese, no dudaría, seguiría adelante sin temor alguno. 66 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 67 Gabela Ahora yo era el hombre sin miedo. Sin embargo, me marcho de aquí, creo que mi falta de miedo debería usarla para algo mejor que matar gente inocente, esta etapa de mi vida ha tocado a su fin, como muchas otras se desvanecieron antes. Es hora de partir. *** MÉXICO D. F., PLAZA DE TOROS DE LA MONUMENTAL 12 DE SEPTIEMBRE DE 2007 —¡Leo! ¡Leo! ¿Dónde coño se ha metido ese muchacho? —¿Has visto a Leo? —No señ… 67 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 68 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 69 EXTRAMUROS 69 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 70 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Palabras de Pedro Portales José Antonio Lago A Joaquín Álvaro, «Coque» Salió de la casa, que no era más que un informe amasijo de lata y cartón, una miserable chabola perdida entre una multitud de viviendas similares que se extendían por la colina hasta donde alcanzaba la vista, conformando una gigantesca villa miseria. En la abertura que hacía las veces de puerta se recortó la figura cálida de una mujer joven, que le contempló calladamente mientras se alejaba. Tras ella, en la oscuridad, destellaba el sorprendente fogonazo tricolor de un televisor apenas concebible en tal lugar. Bajó lentamente por la calle empinada y tortuosa. El sol del mediodía brillaba sobre las chapas de los tejados de aquel arrabal al nordeste de Medellín, Colombia. Pedro Portales extrajo del bolsillo de su chaqueta un cigarrillo, que le acompañó humeando durante casi diez minutos en busca de una parada de autobús. Al llegar allí, aún hubo de esperar un rato hasta que una renqueante guagua verde y blanca le alojó en su interior, abarrotado a aquella calurosa hora del día. Tras sucesivas paradas que le fueron acercando al centro de la ciudad, logró hacerse sitio en uno de los desvencija- 70 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 71 Extramuros dos asientos de la parte trasera. Repasó mentalmente sus instrucciones. A la una de la tarde tenía que reunirse con su contacto habitual en la trastienda de un pequeño café del centro, allí le darían un arma y una fotografía. También dinero, con suerte medio millón. Se acarició la barbilla y después, distraídamente, se puso a contemplar las rodillas de la chica que acababa de sentarse a su lado. Cuando quiso darse cuenta, había llegado a su destino, una bulliciosa avenida del centro, y saltó del autobús. No llevaba reloj, aunque había tenido más de uno; pero la esfera del de la iglesia por delante de la cual pasaba en aquel momento le informó de que llevaba unos minutos de retraso y le hizo apresurar el paso. Cuando franqueó la puerta del reservado, tras saludar al dueño del local, que espantaba moscas ante un par de parroquianos ociosos, vio que el individuo ya le estaba esperando, recostado en una desvencijada mesa de billar. Por todo saludo, Pedro Portales mostró una hilera de dientes blancos entre los que deslizó unas palabras ininteligibles. El hombre caminó unos pasos hasta donde Pedro estaba y le palmeó un hombro amistosamente. Vestía traje claro no muy limpio y camisa negra sin corbata, y calzaba gafas oscuras bajo un blanco sombrero de ala ancha. Un bigotito fino y negro le daba un aspecto definitivamente rufianesco. La conversación fue breve, debía buscar al fulano a la salida de su trabajo, a las seis de la tarde, en El Poblado. Recibió una fotografía con una dirección escrita al dorso y un abultado sobre que contenía un anticipo de los tres 71 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 72 Policias y ladrones… y otras letras cautivas millones de pesos que cobraría por el trabajo. El tipo debía de ser duro de verdad pues la cantidad era mucho mayor que otras veces. La pistola, cargada con seis balas, ocupó su lugar bajo el sobaco y, tras eso, se despidieron con tan pocas palabras como les fue posible. Ése era el cuarto hombre que tendría que matar en su vida. El rostro de la foto le resultaba vagamente familiar. Aunque no lo sabía, lo había visto en alguna ocasión en la televisión; se trataba de un agente del gobierno destinado a la lucha contra el narcotráfico. Nunca le decían de quién se trataba, y además, a él eso nada le importaba. Simplemente, sabía que tenía que acostarlo de un plomazo y escapar lo más rápidamente posible. Matar no le molestaba, le dejaba sencillamente frío. La primera vez lo pasó realmente mal, pero eso ya estaba olvidado. Ahora se limitaba a esperar pacientemente al prójimo, darle y desaparecer. Lo único que le importaba eran las lucas. En realidad, le gustaría dejar de disparar contra gente a la que ni siquiera conocía, pero quería el dinero. Bajo su punto de vista, a él simplemente le había tocado matar, al igual que a sus víctimas les había tocado en desgracia toparse con él. Sólo era eso. Hacía un par de años que su amigo José, que entonces vivía también en el suburbio y ahora estaba muerto, le hizo acompañarle en uno de sus crímenes y luego le presentó a un par de personas. Tampoco pensaba nunca en que podrían matarle o cogerle; pero era vagamente consciente de que arriesgaba su libertad, además de su vida. Creía que tumbando a dos o tres más ganaría lo suficiente para abandonar su choza en el extrarradio e irse a cualquier otra parte. 72 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 73 Extramuros Tenía que hacer tiempo hasta las seis de la tarde, así que estuvo callejeando un buen rato sin rumbo y, por fin, se metió en un cine donde proyectaban una película policíaca, que eran sus favoritas; pero no comió nada, en esas circunstancias le resultaba imposible. A las cinco ya estaba en la dirección convenida, frente a la puerta de un edificio de oficinas. Empleó una hora en estudiar con cuidado el terreno, el lugar más idóneo para esperar la salida de su próxima víctima, el sitio donde haría los disparos, las calles por las que podría huir, caminando tranquilamente antes de echarse a correr, y todos los detalles que le pareció oportuno. A las seis y diez llevaba ya un rato apostado al otro lado de la calle, bajo unos soportales, simulando interés por los escaparates y vigilando la salida del edificio por el rabillo del ojo. Un par de minutos después, una figura gris y solitaria que Pedro identificó enseguida, salió del edificio, cerró la puerta, se quedó un instante inmóvil, mirando hacia donde Pedro estaba y, acto seguido, se puso a caminar hacia la derecha, justo en dirección contraria. «Menos mal», pensó Pedro Portales, pues era ésa la ruta que más convenía a sus propósitos. El tipo era corpulento y caminaba deprisa, por lo que Pedro tuvo que cruzar la calle casi a la carrera, para no quedarse rezagado, y pronto estuvo caminando unos pasos por detrás de él. Un centenar de metros más adelante, la calle desembocaba en un arruinado jardinillo poco frecuentado, que es donde Pedro pensaba abordarle. Cuando estuvieran allí se acercaría, lo llamaría desde atrás con cualquier excusa para tomarle la foto, y cuando el sujeto se volviera a mirar, él ya 73 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 74 Policias y ladrones… y otras letras cautivas lo estaría esperando con el arma en la mano para descerrajarle todo el cargador seguidito. «Mala suerte que diste conmigo, hermano», le diría Pedro Portales por toda oración fúnebre y emprendería la huida sin perder un instante. El hombre estaba llegando ya al lugar elegido por Pedro para acabarlo y aún no había vuelto la cabeza ni una sola vez. Pedro alargó la zancada hasta que su sombra se puso casi a la par de la de su víctima. Se santiguó, posando al hacerlo dos dedos en la medalla de oro de la Virgen del Carmen que anidaba en su pecho, y por detrás le susurró de cerca: —¡Eh, hermano! Cuando el agente especial contra el narcotráfico Walter López se volvió, llevando ya un arma en la mano, vio, recortada bajo el sol, una figura difusa que empuñaba una pistola. Escuchó el clic de un arma al encasquillarse y después el estruendo de dos disparos de su propio revólver, que atravesaron el pecho de su perseguidor. En su aturdimiento, Walter López apenas percibió un bulto oscuro que se desplomaba ante sí como un fardo cuando Pedro Portales cayó al suelo herido de muerte. —¡Dios Santo! —exclamó el hombre cuando al fin pudo ver con claridad a su enemigo. Tumbado ante él había un muchacho flaco y desgarbado, vestido con ropas de adulto que le quedaban demasiado grandes. No era más que un niño de doce o trece años, de cuyo pecho manaba sangre por dos grandes torrentes y de cuyos ojos brotaban algunas lágrimas. No había nadie cerca, aunque a lo lejos se veía ya acercarse a los primeros curiosos, atraídos por las detonaciones. El chico, así caído 74 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 75 Extramuros como estaba, parecía un pelele, un muñeco roto que alguien había tirado a la basura. Pedro Portales hizo un esfuerzo por hablar, y Walter López pudo así escuchar de nuevo su débil voz de niño. —Escuche, hermano, yo no soy maloso, sólo quise vivir a lo bien y casi lo consigo; pero ya ve: se me acabó la suerte y acá me muero. Hablaba de modo entrecortado y respiraba con dificultad, mas aun así prosiguió. —De todos modos, es mejor terminar así que ir a parar a Bellavista. Yo no le conozco a usted, ni sé por qué quieren tumbarle, lo que pasa es que he tenido que andar al rebusque para mi mamá y para mí, pero eso ya no importa ahora. Entonces se interrumpió, tal vez para juntar las escasas fuerzas que aún le quedaban y gastarlas todas de una vez. López se agachó para levantar suavemente la cabeza del muchacho agonizante y colocar bajo ésta su chaqueta, a modo de almohada, pero no supo decir nada. El chico sacó de un bolsillo un gran paquete de billetes manchados con su propia sangre y una vieja fotografía de una mujer joven, embutida en un rayado marquito de plástico en forma de llavero, y se los tendió a López. Después, con voz apenas audible, se dirigió de nuevo al hombre que le acababa de robar la vida, quien le miraba desconcertado y mudo. —Tome, coja ese dinero y llévelo al barrio arrabal del este. Déselo a mi cucha. Estoy seguro de que usted sabrá encontrarla. Dígale que se lo dio el finado Pedro Portales. 75 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 76 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Los asesinos Ernest Hemingway La burda1 del bareto de Henry se abrió y entraron dos jambos2 que se sentaron frente al mostrador. —¿Qué van a tomar? —les preguntó George. —No sé —dijo uno de ellos—. ¿Tú qué quieres papear, Al? —Yo qué sé —respondió Al—, ni idea. Afuera estaba oscureciendo. Las luces de la calle entraban por la perlacha.3 Los dos jambos consultaban el menú. Desde el otro extremo del mostrador, Nick Adams, que estaba conversando con George cuando ellos entraron, les observaba. —Yo voy a pedir costillas de cerdo y puré de patatas — dijo el primero. —Todavía no está listo. —¿Entonces, por qué carajo lo pones en la carta? —Esa es la cena —le explicó George—. Se puede pedir a partir de las seis. George miró el peluco4 de pared que había detrás del mostrador. —Son las cinco. —El peluco marca las cinco y veinte —dijo el segundo jambo. 1 puerta. 2 tipos. 3 ventana. 4 reloj. 76 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 77 Extramuros —Va veinte minutos adelantado. —Bah, a la mierda con el peluco —exclamó el primero—. ¿Qué tienes de papear? —Puedo ofrecerles toda clase de sándwiches —dijo George—, de jamón y queso, huevo, bacon…, o un bistec. —A mí dame pollo en salsa y puré de patatas. —Esa es la cena. —¿Será posible que todo lo que pidamos sea la cena? —Puedo ofrecerles huevos con jamón, tocino, hígado… —Huevos con jamón —dijo el que se llamaba Al. Vestía sombrero y una chupa negra abotonada. Su gepeto5 era pequeño y blanco, y sus muis6 finos. Llevaba una bufanda de seda y guantes. —Dame huevos con bacon —dijo el otro. Era más o menos de la misma talla que Al. Aunque no se parecían en nada, vestían como si fueran gemelos. Ambos llevaban chupas demasiado ajustadas para ellos. Estaban sentados, inclinados hacia adelante, con los codos sobre el mostrador. —¿Hay algo de privar? —preguntó Al. —Gaseosa, cerveza sin alcohol y otros refrescos —enumeró George. —¿Galimba7 sin alcohol? He preguntado si tienes algo de privar. —Sólo lo que he dicho. —Éste es un pueblo muy caluroso, ¿no? —dijo el otro— ¿Cómo es su peta?8 5 rostro. 6 labios. 7 cerveza. 8 ¿Cómo se llama? 77 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 78 Policias y ladrones… y otras letras cautivas —Summit. —¿Lo has oído nombrar alguna vez? —le preguntó Al a su colega. —No —contestó éste. —¿Qué hacen aquí por las noches? —preguntó Al. —Cenar —dijo su colega—. Vienen aquí y cenan de lo lindo. —Así es —dijo George. —¿Así que crees que es así? —le preguntó Al a George. —Sí. —Te crees muy listo, ¿no? —Sí —respondió George. —Pues no lo eres —dijo el otro jambo—. ¿No es cierto, Al? —Se ha quedado mudo —dijo Al. Se volvió hacia Nick y le preguntó: —¿Cómo es tu peta? —Adams. —Otro tío listo —dijo Al—. ¿No es listo, Max? —Este pueblo está lleno de tíos listos —respondió Max. George puso dos bandejas sobre el mostrador, una de huevos con jamón y la otra de huevos con bacon. También trajo dos platos de patatas fritas y cerró la burda de la cocina. —¿Qué pidió usted? —le preguntó a Al. —¿No te acuerdas? —Huevos con jamón. —Chico listo —dijo Max. Se le acercó y cogió los huevos con jamón. 78 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 79 Extramuros Ambos papeaban con los guantes puestos. George los observaba. —¿Qué pipeas?9 —dijo Max mirando a George. —Nada. —¡Cómo que nada! Me estabas mirando a mí. —Lo hacía en broma, Max —intervino Al. George se rió. —Tú no te rías —le cortó Max—. No tiene la menor gracia, ¿entiendes? —Está bien —dijo George. —Así que piensas que está bien —Max miró a Al—. ¡Piensa que está dabuten! Esta sí que es buena. —No, si va a resultar que piensa y todo— dijo Al. Siguieron papeando. —¿Cómo se llama el tío listo ése que está al final de la barra?— le preguntó Al a Max. —Eh, tío listo —llamó Max a Nick—, vete con tu colega al otro lado de la baretora.10 —¿Por? —preguntó Nick. —Porque te lo digo yo. —Mejor vete al otro lado, tío listo —dijo Al. Nick pasó al otro lado del mostrador. —¿Qué pretenden? —preguntó George. —A ti qué te importa —respondió Al—. ¿Quién está en la cocina? —El negro. —¿El negro? ¿Quién es el negro? 9 ¿Qué miras? 10 barra 79 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 80 Policias y ladrones… y otras letras cautivas —El cocinero. —Dile que venga. —¿Qué se proponen? —Tú, dile que venga. —¿Dónde se creen que están? —Sabemos muy bien dónde estamos —dijo el que se llamaba Max—. ¿Parecemos tolays11 acaso? —Por lo que dices, parecería que sí —le dijo Al—. ¿Qué tienes tú que discutir con ese tipo? —luego se dirigió a George: —Escucha, dile a ese moreno que venga para acá. —¿Qué le van a hacer? —Nada. Discurre un poco, tío listo. ¿Qué le vamos a hacer a un cocinero? George abrió la burda de la cocina y gritó: —Sam, ven un momento. El cocinero salió. —¿Qué pasa? —preguntó. Los dos jambos lo miraron desde la baretora. —Muy bien, moreno —dijo Al—. Quédate ahí. El negro Sam, con el delantal puesto, miró a los dos jambos que estaban sentados en la barra. —Sí, señor —dijo. Al bajó de su taburete. —Voy a la cocina con el moreno y el chico listo —dijo—. Vuelve a la cocina, moreno. Tú también, tío listo. El jambocito entró a la cocina después de Nick y Sam, el cocinero. 11 tontos 80 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 81 Extramuros La burda se cerró detrás de ellos. El que se llamaba Max se sentó en el mostrador frente a George. No miraba a George sino al espejo que había tras el mostrador. Antes de ser un bareto, el lugar había sido una especie de garito. —Bueno, tío listo —dijo Max con la vista clavada en el espejo—. ¿Por qué no dices nada? —¿De qué va todo esto? —Eh, Al —gritó Max—. Aquí el chico listo quiere saber de qué va esto. —¿Por qué no se lo cuentas? —se oyó la voz de Al desde la cocina. —¿De qué crees que va? —No sé. —¿Qué piensas? Mientras rajaba,12 Max miraba todo el tiempo al espejo. —No lo sé. —Hey, Al, el chico listo dice que no sabe lo que piensa. —Está bien, ya te he oído —dijo Al desde la cocina. Con una botella de ketchup mantenía abierta la perlachilla por la que se pasaban los platos. —Escúchame, tío listo —le dijo a George desde la cocina—, aléjate de la barra. Tú, Max, córrete un poquito a la izquierda —parecía un fotógrafo dando indicaciones para una foto de boda. —Dime, tío listo —dijo Max—. ¿Qué crees que va a pasar? George no respondió. 12 mientras hablaba 81 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 82 Policias y ladrones… y otras letras cautivas —Yo te lo voy a contar —prosiguió Max—. Vamos a mullar13 a un sueco. ¿Conoces a un sueco muy tocho14 que se llama Ole Andreson? —Sí. —Viene a papear aquí todas las noches, ¿no? —A veces. —A las seis en punto, ¿no? —Eso cuando viene. —Ya lo sabemos, tío listo —dijo Max—. Hablemos de otra cosa. ¿Vas al cine alguna vez? —De vez en cuando. —Tendrías que ir más. Para alguien tan listo como tú, es bueno ir al cine. —¿Por qué van a matar a Ole Andreson? ¿Qué les ha hecho? —Nunca ha tenido la oportunidad de hacernos nada. Jamás nos ha visto. —Y nos va a ver una sola vez —dijo Al desde la cocina. —¿Entonces por qué lo van a matar? —preguntó George. —Lo hacemos por un colega. Es un favor, tío listo. —Cállate —dijo Al desde la cocina—. Rajas demasiado. —Bueno, tengo que entretener al chico listo, ¿no, tío listo? —Rajas demasiado —dijo Al—. El moreno y mi chico listo se divierten solos. Los tengo atados como a una pareja de monjas en un convento. —¡No jodas que has estado en un convento! —Quién sabe. 13 matar. 14 grande 82 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 83 Extramuros —En un convento judío es donde tú habrás estado. George miró el peluco. —Si viene alguien, dile que el cocinero no está, y si a pesar de todo insiste en quedarse, le dices que cocinas tú. ¿Entiendes, tío listo? —Sí —dijo George—. ¿Qué nos harán después? —Depende —respondió Max—. Esas cosas no se saben hasta que llega el momento. George miró el peluco. Eran las seis y cuarto. La burda de la calle se abrió y entró un conductor de autobús. —Hola, George —saludó—. ¿Qué hay para cenar? —Sam salió —dijo George—. Volverá en alrededor de una hora y media. —Mejor me voy a otra parte —dijo el chofer. George miró el peluco. Eran las seis y veinte. —Estuviste bien, tío listo —le dijo Max—. Eres un figura. —Sabía que si no le volaría la almendra15 —dijo Al desde la cocina. —No —dijo Max—, no es eso. Lo que pasa es que es simpático. Me cae bien el chico listo. A las siete menos cinco George dijo: —Ya no va a venir. Otras dos personas entraron al bareto. En la primera ocasión, George fue a la cocina y preparó un sándwich de jamón y huevo «para llevar», como había pedido el cliente. En la cocina vio a Al, con su sombrero hacia atrás, sentado 15 cabeza 83 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 84 Policias y ladrones… y otras letras cautivas en un taburete junto a la burda, con el cañón de una escopeta recortada apoyado en un poyete. Nick y el cocinero estaban amarrados espalda con espalda con sendos trapos en la mui. George preparó el pedido, lo envolvió en papel de estraza, lo puso en una bolsa y lo entregó. El cliente pagó y salió. —El chico listo sabe hacer de todo —dijo Max—. Hasta cocina. Harías feliz a una linda chica, tío listo. —¿Sí? —dijo George— Su colega, Ole Andreson, no va a venir. —Le vamos a dar otros diez minutos —repuso Max. Max miró el espejo y el peluco. Las agujas marcaron las siete en punto, y luego las siete y cinco. —Vamos, Al —dijo Max—, vámonos de aquí. No va a venir. —Mejor esperamos otros cinco minutos —dijo Al desde la cocina. En ese lapso entró un jambo, y George le explicó que el cocinero estaba enfermo. —¿Por qué coño no te buscas otro cocinero? —le increpó el jambo— ¿Acaso esto no es un restaurante? —luego se piró. —Vamos, Al —insistió Max. —¿Qué hacemos con los chicos listos y el moreno? —No va a haber problemas con ellos. —¿Estás seguro? —Sí, ya no pintamos nada aquí. —No me gusta nada la cosa —dijo Al—. Eres un bocas, largas16 demasiado. 16 hablas. 84 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 85 Extramuros —Eh, qué te pasa —replicó Max—. Tenemos que entretenernos de alguna manera, ¿no? —De todos modos, rajas demasiado —insistió Al, y salió de la cocina. La recortada le formaba un pequeño bulto en la cintura, debajo de la chupa ajustada, que trató de disimular con las lomas17 enguantadas. —Adiós, tío listo —le dijo a George—. La verdad es que has tenido suerte. —Es cierto —agregó Max—, deberías apostar en las carreras, tío listo. Los dos jambos se retiraron. A través de la perlacha, George los vio pasar bajo el farol de la esquina y cruzar la calle. Con sus chupas ajustadas y sus sombreros parecían dos macarras. George volvió a la cocina y desató a Nick y al cocinero. —No quiero que esto vuelva a pasarme —dijo Sam—. No quiero que me vuelva a pasar. Nick se incorporó. Nunca antes había tenido un trapo en la mui. —¡Qué coño!— dijo, fingiendo estar tranquilo. —Querían matar a Ole Andreson —les contó George— . Lo iban a matar de un tiro en cuanto entrara a cenar. —¿A Ole Andreson? —Sí, a él. El cocinero se palpó las comisuras de los muis con los dátiles.18 —¿Ya se fueron? —preguntó. 17 manos. 18 dedos. 85 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 86 Policias y ladrones… y otras letras cautivas —Sí —respondió George—, ya se fueron. —No me gusta esto —dijo el cocinero—. No me gusta nada. —Escucha —George se dirigió a Nick—. Tendrías que ir a avisar a Ole Andreson. —Está bien. —Es mejor que no te metas en esto —le sugirió Sam, el cocinero—. No te conviene meterte. —Si no quieres, no vayas —dijo George. —No vas a ganar nada pringándote en esto —prosiguió el cocinero—. Mantente al margen. —Iré a avisarle —dijo Nick—. ¿Dónde vive? El cocinero se alejó. —Los jóvenes nunca hacen caso —dijo. —Vive en la pensión Hirsch —informó George a Nick. —Voy para allá. Afuera, las luces de la calle brillaban por entre las ramas de un árbol desnudo. Nick caminó por el borde de la calzada y a la altura del siguiente poste de luz tomó por una calle lateral. La pensión Hirsch se hallaba a tres portales. Nick subió las escaleras y tocó el timbre. Una jamba apareció en la entrada. —¿Está Ole Andreson? —¿Quiere verlo? —Sí, si está. Nick siguió a la jamba hasta un descansillo de la escalera y luego hasta el final del pasillo. Ella llamó a la burda. —¿Quién es? 86 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 87 Extramuros —Alguien que viene a verlo, señor Andreson —respondió la jamba. —Soy Nick Adams. —Pasa. Nick abrió la burda y entro en el cuarto. Ole Andreson estaba tumbado en la piltra19 con la ropa puesta. Había sido boxeador de los pesos pesados y la piltra le quedaba pequeña. Estaba acostado con la almendra sobre dos almohadas. No miró a Nick. —¿Qué pasa? —preguntó. —Estaba en el bar de Henry —empezó Nick—, cuando dos tipos entraron y nos ataron a mí y al cocinero y dijeron que iban a matarle. Sonó tolay al decirlo. Ole Andreson no dijo nada. —Nos encerraron en la cocina —continuó Nick—. Iban a dispararle en cuanto entrara a cenar. Ole Andreson miró a la pared y siguió sin decir palabra. —George pensó que lo mejor era que yo viniera y se lo contase. —No hay nada que yo pueda hacer para evitarlo —dijo Ole Andreson finalmente. —Le voy a decir cómo eran. —No quiero saber cómo eran —dijo Ole Andreson y volvió a mirar a la pared. —Gracias por venir a avisarme. —De nada. Nick miró al grandullón que yacía en el sobre.20 19 cama. 20 cama. 87 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 88 Policias y ladrones… y otras letras cautivas —¿No quiere que vaya a la policía? —No —dijo Ole Andreson—. No sería buena idea avisar a la madera. —¿No hay nada que yo pueda hacer? —No. No hay nada que hacer. —Tal vez no lo dijeron en serio. —Lo decían completamente en serio. Ole Andreson volvió la jeta hacia la pared. —Lo que pasa —dijo hablándole a la pared— es que no me apetece salir. Llevo aquí todo el día. —¿No podría irse de la ciudad? —No —dijo Ole Andreson—. Estoy harto de huir. Seguía mirando a la pared. —Ya no hay nada que hacer. —¿No hay ningún modo de arreglarlo? —No. Simplemente, me equivoqué —seguía hablando con voz monótona—. No hay nada que hacer. Dentro de un rato me animaré a salir. —Mejor me vuelvo a donde George —dijo Nick. —Ciao —dijo Ole Andreson sin mirar a Nick—. Gracias por avisarme. Nick se dio el piro. Mientras cerraba la burda miró a Ole Andreson, completamente vestido, tirado en el sobre, con la jeta vuelta hacia la pared. —Lleva todo el día en su cuarto —le dijo la encargada cuando bajó las escaleras—. No debe de encontrarse bien.Yo le dije: «Señor Andreson, debería salir usted a dar un paseo, hace un día de otoño precioso», pero él no tenía ganas. —No quiere salir. 88 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 89 Extramuros —Qué pena que se encuentre mal —dijo la jamba—. Es un hombre buenísimo. Fue boxeador, ¿sabe? —Sí, ya lo sabía. —Nadie lo diría si no fuera por su cara —dijo la jamba. Estaban junto a la puerta principal—, es tan amable. —Bueno, buenas noches, señora Hirsch —se despidió Nick. —No soy la señora Hirsch —dijo la jamba—. Esa es la dueña. Yo soy la encargada, la señora Bell. —Buenas noches, señora Bell —dijo Nick. —Buenas noches —dijo la jamba. Nick caminó hasta la farola de la esquina y luego hasta el bareto. George estaba detrás del mostrador. —¿Viste a Ole? —Sí —respondió Nick—. Está en su cuarto y no va a salir. Al oír la voz de Nick, el cocinero abrió la puerta de la cocina. —No quiero escuchar nada más —dijo, y volvió a cerrar la burda. —¿Le contaste lo que pasó? —preguntó George. —Sí, se lo conté, pero él ya sabe de qué va esto. —¿Qué va a hacer? —Nada. —Lo van a matar. —Supongo que sí. —Debe de haberse metido en algún lío en Chicago. —Supongo —dijo Nick. —Es terrible. 89 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 90 Policias y ladrones… y otras letras cautivas —Horrible —dijo Nick. Se quedaron callados. George se agachó a buscar una bayeta y limpió el mostrador. —Me pregunto qué habrá hecho —dijo Nick. —Habrá traicionado a alguien. Por eso le van a matar. —Me voy a pirar de este pueblo —dijo Nick. —Sí —dijo George—. Es lo mejor que puedes hacer. —No soporto pensar que él está esperando en su cuarto y sabe lo que le va a pasar. Es realmente horrible. —Bueno —dijo George—. Mejor, deja de pensar en eso. Los asesinos, de Ernest Hemingway, ha sido adaptado del original por J. A. Lago y vertido al lenguaje carcelario por C. Rodríguez C. 90 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 91 BOLA 91 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 92 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Vocabulario y argot de la cárcel C. Rodríguez C. 39 años A a garro. Beber sin chupar de la botella abuchandrar. Esconder abucharar. Esconder, intimidar a alguien acai. Ojo achantar. Callar. (Achanta la muy. Calla la boca) acoba, acoi. Aquí afanar. Robar agua. Voz que sirve para avisar al loro. Atento almeja. Vagina almendra. Cabeza alpiste. Alcohol amachambrar. Esconder anajabao. Corto de dinero. (Estoy anajabao. Estoy sin dinero) anchoas. Gafas antenas. Orejas a pachas. A medias araña. Tacaño asina. Así asinar. Tener. (No veas si asinas dinero) astilla. Cosa que se da o comparte astillar. Compartir 92 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 93 Bola B baldear. Limpiar bambas. Zapatillas baranda. Director de la cárcel bardelas. Zapatillas bardeles. Zapatos bardeo. Navaja baré. Testículo. (No me toques los barés que no está el horno pa bollos) basari. Funcionario de prisiones basca. Gente bedo. Gramo belfo. Morro. (Tiene un belfo que se lo pisa) bellota. Bala bemoles. Testículos berenjenal. Lío, problema bola. Alegría, buena noticia. Libertad. (¡Menuda bola!, ¡Menuda sorpresa!) boquera. Funcionario de prisiones buchaca. La bolsa, la saca. (¡Coge el dinero y la buchaca!) buga, bugati. Coche buitre. Egoísta bujarrón. Homosexual bujío. Escondite bulla. Ruido burbuja. Hachís, chocolate de buena calidad burlanga. Buen jugador burle. Juego burnot. Tío 93 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 94 Policias y ladrones… y otras letras cautivas burra. Moto burro. Heroína butrón. Agujero buyamen, buyarengue, buyate. Culo C cacharra. Escopeta recortada cachava. Bastón, normalmente hecho a mano por los patriarcas gitanos cacho. Pene caja tonta. Televisión calé, calorro, calorraco, calixto. Gitano cambril. Embarazada camelar. Gustar, querer campanearse. Dar vueltas por el patio de la cárcel campaña. Condena cumplida canear, canearse. Pegar, pegarse careto. Cara carro. Coche cartumba. Tarjeta de peculio chagüe. Hachís, chocolate de buena calidad chanar, chanelar. Saber chapa. Funcionario de prisiones chapar, chapiselar. Cerrar. (¡Chapa esa burda que entra mucho bris!, Cierra esa puerta que entra mucho frío!) chata. Escopeta de cañones recortados chavorrillo. Niño chavorró. Mozo, joven cheira. Navaja 94 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 95 Bola chibar. Hacer el acto sexual chicha. Calidad. Hachís, chocolate de buena calidad chiflo. Porro chinar, chinarse. Cortarse las venas chinorri. Pequeño chiriviqui, chirla. Vagina chito. Montón chivata. Alarma chivo. Hombre con perilla muy pronunciada chopano. Celda de aislamiento chorar. Robar chota. Chivato chuflo. Porro chupa. Cazadora churumbel. Niño, niña chusquel. Chivato chusquelearse. Chivarse chusquelón. Chivato chuta. Jeringuilla chutarse. Ponerse una inyección de heroína, ponerse un pico cimbel. Pene coba. Garita. Banco. (Éste está preso por hacerse un coba) colorao. Oro comiselar. Comer córner. Persona que no respeta una fila cunda. Conducción de un preso. (A Pablo se lo han llevado de cunda de Madrid VI a Navalcarnero) currelo. Trabajo 95 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 96 Policias y ladrones… y otras letras cautivas D dariselar. Dar darse el timazo. Darse cuenta de algo dátil. Dedo de estraperlo. A escondidas denel. De eso nada desemar. Disimular diñarla. Morir diñelar. Dar diquelar. Ver doble. Director de la cárcel doble cero. Hachís, chocolate de muy buena calidad E embusterumi. Mentiroso empaparse. Enterarse empetao. Lleno encalomar. Ver, colocar F falsuni. Falso, no de fiar. (Al tanto con el jambo ese, que es un poco falsuni) farlopa. Cocaína faya. Carta, nota, mensaje que se da en un papel fetén. Bueno filo, filó. Cara flauta. Jeringuilla frentín. Frente 96 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 97 Bola ful. Porquería, mierda fusca, fusco. Pistola G gabarra. Rebeca, anorak gabela. Rutina gachí. Chica. Pueblo garabelar. Esconder garibolo. Garbanzo gayumbos. Calzoncillos giñelar. Hacer de vientre gobi. Comisaría grilo. Bolsillo gualtrapa. Persona mal vestida, novato, bobo guaznai. Estúpido, idiota guil. Dinero guindilla. Policía Municipal H hacer la cama. Alisar el terreno a alguien para que se confíe, y luego darle el estacazo hacer perla. Tener miedo húmeda. Lengua I ir a lo blondy. Ir a lo tuyo, no meterte en problemas, respetar para ser respetado, ser legal, saber estar. (¡Mira, a mí déjame; yo voy a mi blondy y no quiero movidas) irse por el córner. Irse por los cerros de Úbeda 97 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 98 Policias y ladrones… y otras letras cautivas J jaco. Heroína. (El jaco que venden en el poblao no vale; está cortao) jalar. Comer jamba, jambo. Tía, persona jandrón. Cuchillo jarama. Pelea. (El otro día se armó una jarama que hubo hasta un mullao) jay. Moro jayeres. Dinero, billetes jefe de tigres. Jefe de servicio de la cárcel jena. Hachís, chocolate que no vale para fumarlo y lo compran los pipas, los guaznais, los tolays. También se utiliza para decir que algo no es muy bueno. jicho. Funcionario de prisiones jiere. Huele jilorio. Gilipollas jipiar. Ver joe. Porro julandrón, julapa, julia. Homosexual, afeminado jumear. Oler junar. Ver jurdeles. Billetes jurdó. Dinero K kel, kely. Casa kie. Chulo 98 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 99 Bola kie de pastel. Chulo que no sabe serlo. (Tranquilo, que ese va de kie, pero es todo pastel) L loca. El antiguo Seat 124 lacorrillo. Niño lacrí. Chica joven langui. Cojo lardo. Escupitajo, lapo lechera. Coche de policía libra. Cien pesetas, sesenta céntimos de euro lirio. Tonto, bobo. Porro llaga. Vagina loco. Mechero lola. Teta loma. Mano lorenzo. Sol lumi. Prostituta lupas. Gafas M machaca. Persona que hace lo que otro le dice, persona servicial pero mal vista maco. Cárcel madero. Policía Nacional mai. Porro mangui, mangurrino. Malo, de mala calidad, barato. Mala persona maría. Caja fuerte. Marihuana 99 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 100 Policias y ladrones… y otras letras cautivas maromo. Hombre, comúnmente sano, fuerte, alto, corpulento masca. Jefe masela. Corbata may. Porro meño. Teta metapeid. Metadona meterse por el córner. Tratar de colarse sin respetar la fila mingo. Porro misto. Que está bien mogra. Gramo moña. Miedoso moraco. Moro moreno. Negro. (Ya hay ocho morenos en el módulo, con el que han traído hoy) mui. Boca, labio mula. Persona que viene del extranjero con droga en su organismo mulla, mullá. Muerte, muerta mullao. Muerto mullar. Matar N najelar. Correr nasti. Nada. (Nasti de plast. Nada de nada) niquelao. Limpio niquelar. Limpiar níspero. Testículo nota. Chico, chica 100 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 101 Bola novato, novata. Nuevo, nueva. (La cazadora está novata total, yo me la compraría sin dudarlo) O olla. Cabeza P paba. Colilla pajató. Reloj pinguela. Sarasa pañí. Agua papear. Comer papela. Documentación papeluni. Papel papeo. Comida paraca. Paracaidista paripé. Simulacro parliselar. Hablar partirse la caja. Reírse con ganas pasti. Pastilla patear. Caminar pava. Autobús peda, pedo. Borrachera pediselar. Pedir pelleja. Cartera peluco. Reloj pencas. Piernas perico. Cocaína perita. Buena, bonita. (Esa mujer está perita) 101 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 102 Policias y ladrones… y otras letras cautivas perlacha. Ventana perlear, perlearse. Tener miedo peta. Nombre. Porro petao. Lleno petar. Explotar. (En la feria se pusieron a petar petardos) petardo. Porro picantes. Calcetines picoleto. Guardia Civil pifa. Nariz piltra. Cama pinrel. Pie pinza. cabeza piña, piñata. Dentadura pipa. Pistola pipear, pipelar. Ver pipilla. Tonto pipitilla. Clítoris piquito. Beso en los labios pira. Carrera, huida de la policía piraña. GEO, policía de los cuerpos especiales pirarse. Irse deprisa piri. Comida carcelaria pistolo. Soldado raso, de tierra plajear. Fumar plajo. Cigarro plantar un pino. Hacer las necesidades plas. Hermano plis-plas. Instante, periquete poblao. Poblado de gitanos, hecho de chabolas 102 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 103 Bola pollo. Escupitajo porta. Bolsa deportiva psicodélico, psicodélica. Psicólogo, psicóloga puchelar. Hablar R rajar. Hablar rallarse. Ofuscarse, enfadarse remanguillé. Del revés ronearse. Hacerse de rogar rula. Pastilla rular. Caminar S sabo. Semen salir de pira. Irse deprisa saquiselar. Sacar segurata. Guardia de seguridad sirla. Robo que se hace mediante intimidación sirlar. Robar haciendo uso de la fuerza sirlero. Ladrón siroco. Ventolera, reacción inesperada sisar. Hurtar al descuido sobar. Dormir sobre. Cama sumé. Hombre o mujer no bien vistos 103 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 104 Policias y ladrones… y otras letras cautivas T tábano. Gitano tajá, tajada. Borrachera tajena. Culo talego. Cárcel talfis. Dinero. (Un talfi, seis euros, mil pesetas) tana. Calculadora tangao. Persona que no es lo que aparenta tangar. Timar tarascá, tarascada. Puñalada tato. Aceite tejano. Marrón (Menudo tejano que te han metido) tigre. Váter tocha. Nariz tocho. Fuerte tocomocho. Cambio, trueque tolay. Tonto tonta. Llave para abrir coches o cerraduras. Listado o lista donde están apuntados los nombres de personas o cosas. traca. Pelea tralla. Cadena de oro o plata trapichear. Negociar trapicheo, trapi. Negocio trompeta. Porro más grande de lo normal, hecho en forma de trompeta y con más papelunis tropa. Gente truco. Puñetazo truja. Cigarro truyo. Cárcel 104 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 105 Bola tubo. Suburbano, metro V vieja, viejo. Madre, padre voceras. Bocazas. Z zorocotroco, zorocotroncho. Pene 105 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 106 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Carta a los Reyes… Voy a pedir un montón de deseos y de cosas, tantas como el presente concurso de tres folios lo permita, quiero tener opción al puzzle de tres mil piezas y convertir cada una de ellas en un hermoso deseo: Quiero juguetes para todos y cada uno de los niños del mundo. Quiero también que las chocolatinas y todas las chuches sean gratis. Quiero que las armas disparen corazones que estén locos de amor. Quiero que las pelis de vampiros se hagan realidad, quiero vivir eternamente y que la sangre sea de chocolate, crema o nata, según el color de la gente, y quiero vivir así, de morreo, cuando tenga apetito de tus besos, y si tú me lo permites, amor mío, poder beberte saciando mi sed de verte. Quiero que los psicólogos y sus derivados sean de este mundo. Y quiero que los pediatras, cirujanos, oculistas y dentistas sean gratuitos para todos los niños y para sus abuelos. Y quiero dejar de fumar. Quiero que el pelado ése de la tele, que sólo aparece por Navidad, reparta más suerte, y todos los días del año. Y si 106 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 107 Bola ustedes ven a Dios, díganle que reparta más amor, que dé más oportunidades y que se incline por la igualdad. Quiero que los educadores eduquen, que los maestros me corrijan mis faltas y no me regañen por ellas, por mis errores. Quiero una metralleta de juguete; la más grande, la que haga más ruido, para jugar a una nueva forma de hacer la guerra. Yo jugaré con mi hijo, que sea él quien me mate cuando me dispare sus carcajadas y sus risas, risas de un niño feliz que juega a no hacer daño a quien ama. No quiero la guerra, quiero el amor que vive dentro de ella. Quiero pedir también por todos aquellos que no han aprendido a vivir en paz. Quiero un balón de oxígeno para todos ellos, que mediten sobre la incertidumbre económica de los pueblos y de la actualidad en que vivimos. Que reflexionen, y si alguno de ellos ostenta algún poder de decidir sobre los demás, que sea un poco más justo y poder augurar así una buena época. Será la antesala de la felicidad. Quiero lo último en tecnología móvil. Un nuevo estilo de vida, y todo digital; teléfonos con cámara, reproductores MP3 de tamaños increíbles, con decenas de «gigas» de almacenamiento, con DVD y cámara digital; un sistema GPS de localización, y éste que sea pequeñito, para mi bolsillo. Me da igual la marca, y que sean dos. Es para hablar con mi hijo, al que hace tiempo que no veo ni escucho. Quiero agua para los desiertos y fuego para los que sufren un crudo invierno. No quiero terremotos, ni nada de eso que hace que nuestros ojos brillen con sólo verlo. 107 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 108 Policias y ladrones… y otras letras cautivas Quiero que se proteja a los animales del peligro que corren a causa de los otros animales que habitamos la Tierra. Y que el diablo se vuelva ecologista, y que defienda el medio ambiente. Y no más hambre en la Tierra. Quiero que las religiones dejen de ser un problema, como el inglés cuando trato de aprenderlo, y que, a ser posible, todos hablemos la misma lengua. Una lengua que tenga la alegría de Sevilla, y la pureza de un vasco cuando habla de su tierra, y la terquedad de un catalán al defender su lengua. Y que no muera más gente en las costas de Almería, en las pateras. Que los emigrantes seamos respetados fuera de nuestra tierra, que los españoles también emigraron cuando sufrieron la guerra y la pobreza. Mi abuelo fue uno de ellos y lloró mucho por no regresar a su patria. Quiero reservar este espacio para todos aquellos que quieran expresar sus deseos: 108 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 109 Bola Quiero que mi hijo se críe sano y no conozca jamás esta miseria, que para eso ya estoy yo, que he vivido siempre en ella. Quiero volver a enamorarme de una mujer bella, de ojos grandes, pelo largo, boca tierna y largas piernas; de pechos generosos, cuerpo exuberante y voz melosa…, algo que no se ve en la Tierra. O de la utopía tal vez. Yo quiero eso, sueño con la extravagancia y la fragancia, con toda ella. Quiero que se despersonalicen los gobiernos. No me gustan Bush, ni Bin Laden, ni los terroristas de ETA. No me gusta que muera más gente, ni siquiera en accidentes. Y quiero viviendas asequibles para todos y bajo interés en las hipotecas. También quiero un trabajo digno para todos. Quiero ver la tele en un cuarto más grande, y levantarme por las mañanas lejos de aquí. Que la muerte se espere a que la gente expíe sus culpas. Que los jueces y tribunales sean más benévolos, los fiscales más humanos y los abogados más sinceros. Quiero caminar por la calle sin cámaras que me graben, ni semáforos, y poder robarle así a la vida un ratito de paz. Quiero ver a los pájaros y palomas volar, fundiéndome en un abrazo con el aire que he de respirar. Quiero creer que Dios existe hasta que yo abandone este lugar. Por todo ello, mis queridos reyes, y esperando que realmente sean magos de verdad, ¡lo que van a necesitar para cambiar todo esto y así poder ver cumplidos mis deseos! Todos. Quiero que cambie mi lindo planeta Tierra. Tengo muchos más cosas que pedirles, pero con estas tienen por lo menos para un año de duro trabajo. Ojalá yo 109 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 110 Policias y ladrones… y otras letras cautivas les pueda ver, y que los niños, que somos todos, volvamos a creer en ustedes: Los Reyes Magos, los de Oriente. Y que esa guerra de nada que viven por ahí no les impida hacer realidad estos sinceros deseos que humildemente les pido. Les dejo agua y comida para ustedes y sus camellos. Por favor, que estos últimos, los camellos, queden fuera del recinto penitenciario, que de aquí pocos salen. Sólo recurriendo y recurriendo. Y lo último: intentar que apliquen la nueva Ley Orgánica 15/2003. La justicia sigue siendo muy lenta… Respetuosamente, Danirín 52 años (Colombia) 110 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 111 Policiasyladrones 27/5/07 20:46 Página 112 Se terminó de imprimir este libro, Policías y ladrones… y otras letras cautivas, el 24 de junio de 2007 en Publicaciones Digitales, S. A. C/ San Florencio, 2 41018 Sevilla