Internacional - 2013 - DESC - Ministerio Público de la Defensa

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Boletín electrónico de
JURISPRUDENCIA
INTERNACIONAL
Núm. 8
SALUD Y SEGURIDAD SOCIAL
DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES
Corte Interamericana
de Derechos Humanos
………….
Comisión Interamericana
de Derechos Humanos
………….
Tribunal Europeo
de Derechos Humanos
………….
Comité de Derechos Humanos
Secretaría de Capacitación y Jurisprudencia
DEFENSORÍA GENERAL DE LA NACIÓN
BOLETÍN ELECTRÓNICO DE JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL
[Vol. 8]
Salud y Seguridad Social
ÍNDICE
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BOLETÍN ELECTRÓNICO DE JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL
Salud y Seguridad Social
[Vol. 8]
JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL EN MATERIA DE SALUD
Corte Interamericana de Derechos Humanos
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Bulacio Vs. Argentina ............................................................................................ 6
"Instituto de Reeducación del Menor" Vs. Paraguay.................................................... 8
Yakye Axa Vs. Paraguay ...................................................................................... 11
Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay .................................................. 14
Ximenes Lopes Vs. Brasil ..................................................................................... 16
Albán Cornejo y otros. Vs. Ecuador ........................................................................ 20
Vélez Loor Vs. Panamá ........................................................................................ 23
Vera Vera y otra Vs. Ecuador ................................................................................ 25
Díaz Peña Vs. Venezuela...................................................................................... 28
Nadege Dorzema y otros Vs. República Dominicana ................................................. 30
Artavia Murillo y otros Vs. Costa Rica .................................................................... 32
Suárez Peralta Vs. Ecuador ...................................................................................37
B. Vs. El Salvador ............................................................................................... 42
Comisión Interamericana de Derechos Humanos
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Hernandez Lima Vs. Venezuela…………………………………………………………. ....... 45
Victor Rosario Congo Vs. Ecuador………………………………………………………………47
Tribunal Europeo de Derechos Humanos
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Keenan v. United Kingdom ................................................................................... 51
Mouisel v. France ................................................................................................ 54
McGlinchey v. United Kingdom ..............................................................................57
N. v. United Kingdom .......................................................................................... 59
V.C. v. Slovakia .................................................................................................. 62
Bajić v. Croatia ................................................................................................... 65
Koryak v. Russia ................................................................................................. 68
Irakli Mindadze v. Georgia.....................................................................................71
Rappaz v. Switzerland ......................................................................................... 74
Aswat v. United Kingdom ..................................................................................... 76
Nencheva y otros v. Bulgary ................................................................................. 78
Sistema Universal de protección de Derechos Humanos
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CDH – LMR v. Argentina ...................................................................................... 82
CDH – Joyce Nawila Chiti v. Zambia ....................................................................... 84
CEDAW – A. S. v. Hungary ................................................................................... 86
CEDAW – Da Silva Pimentel Teixeira v. Brasil ......................................................... 88
CEDAW – T. P. F. v. Peru ...................................................................................... 91
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CEDAW – Caso S. V. P. v. Bulgary.......................................................................... 94
CAT- Informe del Subcomité para la Prevención de la Tortura sobre la situación de las personas
privadas de libertad en Argentina .......................................................................... 96
JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL EN MATERIA DE SEGURIDAD SOCIAL
Corte Interamericana de Derechos Humanos
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Cinco Pensionistas Vs. Perú .................................................................................. 99
Acevedo Jaramillo y otros Vs. Perú ....................................................................... 102
Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) Vs. Perú ......................... 104
Acevedo Buendía y otros (“Cesantes y Jubilados de la Contraloría”) Vs. Perú ............... 107
Abril Alosilla y otros Vs. Perú ............................................................................... 110
Comisión Interamericana de Derechos Humanos
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Asociación Nacional de ex servidores del Instituto Peruano de Seguridad Social y Otras Vs. Perú
……………………………………………………………………………………………………112
Tribunal Europeo de Derechos Humanos
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Gaygusuz v. Austria ........................................................................................... 115
Koua Poirrez v. France ........................................................................................ 117
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JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL EN MATERIA DE SALUD
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Bulacio Vs. Argentina
Fecha de sentencia
18 de septiembre de 2003
Estado parte
Argentina
Voces
Atención médica deficiente de un detenido es violatoria del Art. 5 CADH (Integridad personal). Posición de garante del Estado sobre el derecho a la vida. Obligación de prevenir lesión al derecho y de brindar información en caso de lesión. Reconocimiento de responsabilidad de Argentina. Violación de los arts. 4 y 5 CADH.
Cita
Corte IDH. Caso Bulacio Vs. Argentina. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia
del 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100.
Vinculo texto integro
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_100_esp.pdf
Hechos:
El 19 de abril de 1991 la Policía Federal Argentina realizó una detención masiva (“razzia”) en la ciudad de
Buenos Aires antes del inicio de un concierto de rock. Junto a otros jóvenes se privó de libertad a Walter
David Bulacio, de 17 años de edad, quien fue golpeado por agentes policiales mientras se encontraba en
detención. Los detenidos fueron liberados progresivamente sin que se abriera causa penal en su contra y sin
que se diera a conocer el motivo de sus detenciones. Sin embargo, Bulacio permaneció detenido. Luego de
haber vomitado y por las lesiones sufridas fue trasladado al Hospital Pirovano el día 20 de abril, sin que sus
padres o el Juez de Menores fueran notificados de ello. El médico que lo atendió en el hospital determinó
que el joven presentaba lesiones y diagnosticó “traumatismo craneano”. Sus padres tomaron conocimiento
de la detención y el internamiento sólo gracias a la noticia recibida por parte de un vecino y así pudieron
visitarlo esa noche. El 21 de abril fue trasladado al Sanatorio Mitre, desde donde se hizo la denuncia por las
lesiones que padecía el menor. Bulacio falleció el 26 de abril de 1991.
Examen y decisión:
“Los detenidos deben contar con revisión y atención médica preferentemente a cargo de un facultativo
elegido por ellos mismos o por quienes ejercen su representación o custodia legal. Los resultados de cualquier examen médico que ordenen las autoridades – y que no debe ser practicado en presencia de las auto-
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ridades policiales- deben ser entregados al juez, al detenido y a su abogado, o bien, a éste y a quien ejerza la
custodia o representación del menor conforme a la ley 92. La Corte ha señalado que la atención médica
deficiente de un detenido es violatoria del artículo 5 de la Convención Americana”. (Párr. 131)
“El Estado debe respetar el derecho a la vida de toda persona bajo su jurisdicción, consagrado en el artículo
4 de la Convención Americana. Esta obligación presenta modalidades especiales en el caso de los menores
de edad, teniendo en cuenta como se desprende de las normas sobre protección a los niños establecidos en
la Convención Americana y en la Convención de Derechos del Niño. La condición de garante del Estado con
respecto a este derecho, le obliga a prevenir situaciones que pudieran conducir, por acción u omisión, a la
afectación de aquél. Como lo señalara este Tribunal anteriormente (supra 110-121) y para efectos del caso
concreto, si Walter David Bulacio fue detenido en buen estado de salud y posteriormente, murió, recae en el
Estado la obligación de proveer una explicación satisfactoria y convincente de lo sucedido y desvirtuar las
alegaciones sobre su responsabilidad, mediante elementos probatorios válidos. Efectivamente, en su condición de garante el Estado tiene tanto la responsabilidad de garantizar los derechos del individuo bajo su
custodia como la de proveer la información y las pruebas relacionadas con lo que suceda al detenido”. (Párr.
138)
“A la luz del acuerdo de solución amistosa suscrito por las partes y su documento aclaratorio, y de las pruebas aportadas por éstas, la Corte concluye que el Estado violó, como lo ha reconocido: (…) b. El derecho a la
integridad personal, consagrado en el artículo 5 de la Convención Americana, en perjuicio de Walter David
Bulacio, quien fue golpeado por agentes de policía y sometido a malos tratos, según se manifiesta en la
demanda (supra 3). c. El derecho a la vida, consagrado en el artículo 4 de la Convención Americana, en perjuicio de Walter David Bulacio, ya que el Estado, que se hallaba en una posición de garante, no observó ‘un
apropiado ejercicio del deber de custodia’.” (Párr. 38)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
"Instituto de Reeducación del Menor" Vs.
Paraguay
Fecha de sentencia
2 de septiembre de 2004
Estado parte
Paraguay
Voces
Cita
Derecho a detención compatible con el derecho a la vida y la dignidad humana.
Posición de garante del Estado respecto de las personas privadas de la libertad.
Relación especial de sujeción entre el interno y el Estado genera responsabilidades
estatales respecto del interno para garantizar sus derechos. Obligación de procurar las condiciones mínimas de respeto a la dignidad humana. Obligación adicional
en caso de niños detenidos: Medidas especiales orientadas en el interés superior
del niño (art. 19 CADH). Obligación de garantizar la supervivencia y desarrollo del
niño (salud, educación). Violación de los artículos 4.1, 5.1, 5.2 y 5.6 en relación con
el artículo 1.1 y 19.
Corte IDH. Caso "Instituto de Reeducación del Menor" Vs. Paraguay. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de septiembre de 2004. Serie C No. 212
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_112_esp.pdf
Hechos:
Durante los años comprendidos entre 1996 y 2001, el Instituto de Reeducación del Menor “Panchito López”
fue lugar de alojamiento para niños en conflicto con la ley. Este espacio era también compartido con adultos. Durante esa temporada se produjeron tres incendios, los cuales causaron muertes y daños materiales
(murieron 12 niños y más de 40 resultaron heridos). El Instituto no contaba con la infraestructura adecuada
como centro de detención. La población superaba varias veces la capacidad máxima del centro. Se carecía
de asistencia médica, especialmente para los internos que sufrían discapacidades físicas, enfermedades
mentales y/o problemas de adicciones acordes con sus necesidades especiales. Los guardias no contaban
con una preparación idónea para la protección de niños privados de libertad, ni estaban capacitados para
responder de manera satisfactoria a situaciones de emergencia. Como consecuencia de los incendios y las
deficientes condiciones del lugar se dispuso el cierre de la institución. Los menores fueron trasladados por
grupos a establecimientos para adultos.
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Examen y decisión:
“Este Tribunal ha establecido que quien sea detenido tiene derecho a vivir en condiciones de detención
compatibles con su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y a la integridad
personal”. (Párr. 151)
“Frente a las personas privadas de libertad, el Estado se encuentra en una posición especial de garante, toda
vez que las autoridades penitenciarias ejercen un fuerte control o dominio sobre las personas que se encuentran sujetas a su custodia. De este modo, se produce una relación de interacción especial de sujeción
entre la persona privada de libertad y el Estado, caracterizada por la particular intensidad con que el Estado
puede regular sus derechos y obligaciones y por las circunstancias propias del encierro, en donde al recluso
se le impide satisfacer por cuenta propia una serie de necesidades básicas que son esenciales para el desarrollo de una vida digna”. (Párr. 152)
“Ante esta relación e interacción especial de sujeción entre el interno y el Estado, este último debe asumir
una serie de responsabilidades particulares y tomar diversas iniciativas especiales para garantizar a los reclusos las condiciones necesarias para desarrollar una vida digna y contribuir al goce efectivo de aquellos
derechos que bajo ninguna circunstancia pueden restringirse o de aquéllos cuya restricción no deriva necesariamente de la privación de libertad y que, por tanto, no es permisible. De no ser así, ello implicaría que la
privación de libertad despoja a la persona de su titularidad respecto de todos los derechos humanos, lo que
no es posible aceptar”. (Párr. 153)
“Una de las obligaciones que ineludiblemente debe asumir el Estado en su posición de garante, con el objetivo de proteger y garantizar el derecho a la vida y a la integridad personal de las personas privadas de libertad, es la de procurarle a éstas las condiciones mínimas compatibles con su dignidad mientras permanecen
en los centros de detención (…)”. (Párr. 159)
“En materia de derecho a la vida, cuando el Estado se encuentra en presencia de niños privados de libertad,
como ocurre mayormente en el presente caso, tiene, además de las obligaciones señaladas para toda persona, una obligación adicional establecida en el artículo 19 de la Convención Americana. Por una parte, debe asumir su posición especial de garante con mayor cuidado y responsabilidad, y debe tomar medidas especiales orientadas en el principio del interés superior del niño. Por otra, la protección de la vida del niño
requiere que el Estado se preocupe particularmente de las circunstancias de la vida que llevará mientras se
mantenga privado de libertad, puesto que ese derecho no se ha extinguido ni restringido por su situación de
detención o prisión (…)”. (Párr. 160)
“En este sentido, los artículos 6 y 27 de la Convención sobre los Derechos del Niño incluyen en el derecho a
la vida la obligación del Estado de garantizar “en la máxima medida posible la supervivencia y el desarrollo
del niño”. El Comité de Derechos del Niño ha interpretado la palabra “desarrollo” de una manera amplia,
holística, que abarca lo físico, mental, espiritual, moral, psicológico y social. Mirado así, un Estado tiene,
respecto de niños privados de libertad y, por lo tanto, bajo su custodia, la obligación de, inter alia, proveerlos de asistencia de salud y de educación, para así asegurarse de que la detención a la que los niños están
sujetos no destruirá sus proyectos de vida. En este sentido, las Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad establecen que: (…) No se deberá negar a los menores privados
de libertad, por razón de su condición, los derechos civiles, económicos, sociales o culturales que les correspondan de conformidad con la legislación nacional o el derecho internacional y que sean compatibles con la
privación de la libertad”. (Párr. 161)
(…) “el Estado violó los derechos a la vida y a la integridad personal consagrados en los artículos 4.1, 5.1, 5.2
y 5.6 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 de la misma, y
también en relación con el artículo 19 de ésta, cuando las víctimas hayan sido niños, en perjuicio de todos
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los internos en el Instituto entre el 14 de agosto de 1996 y el 25 de julio de 2001, en los términos de los párrafos 176 y 190 de la presente Sentencia (…) El Estado violó el derecho a la integridad personal consagrado
en los artículos 5.1 y 5.2 de la Convención Americana, en relación con los artículos 1.1 y 19 de la misma, en
perjuicio de los niños heridos a causa de los incendios; y el derecho a la integridad personal consagrado en el
artículo 5.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de ésta, en perjuicio de los familiares
identificados de los internos fallecidos y heridos. (…)”. (Párr. 340)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Yakye Axa Vs. Paraguay
Fecha de sentencia
de 17 de junio de 2005
Estado parte
Paraguay
Voces
Cita
Derecho a la vida como derecho primero y básico que incluye el que no se generen
condiciones que impidan una existencia digna. Obligación estatal de proteger y
respetar el derecho a la vida. Medidas positivas. Miseria extrema, precariedad,
deficiencias de nutrición, falta de acceso a la atención de salud. Especial vulnerabilidad de los pueblos indígenas por falta de acceso a alimento y agua limpia (afectación de existencia digna). Restricción a la propiedad comunitaria y afectación a
la dignidad. No adopción de medidas positivas por parte del Estado. Especial consideración de los ancianos. Obligación de suministrar recursos básicos ante la situación de vulnerabilidad. Violación de los artículos 4.1, 8, 21 y 25 en relación con
los artículos 1.1. y 2 CADH.
Corte IDH. Caso Yakye Axa Vs. Paraguay. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia
de 17 de junio de 2005. Serie C No. 125.
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_125_esp.pdf
Hechos:
Desde el año 1996 parte de la Comunidad Yakye Axa vive al costado de la ruta que une Pozo Colorado y
Concepción en el Departamento de Presidente Hayes, frente a la alambrada de la Estancia Loma Verde. En
ese lugar se asienta un número que oscila entre 28 a 57 familias. El grupo restante de miembros de la Comunidad Yakye Axa permanece en otras aldeas aledañas. Las tierras reclamadas por la comunidad son parte de las grandes extensiones de tierra del Chaco paraguayo que a finales del siglo XIX fueron vendidas a
través de la bolsa de valores de Londres. En esa misma época, y como consecuencia de la adquisición de
estas tierras por parte de empresarios británicos, comenzaron a instalarse varias misiones de la iglesia anglicana en la zona. En el año 1993 los miembros de la Comunidad decidieron iniciar los trámites ante la administración pública, el Congreso Nacional y diversos órganos judiciales para reivindicar las tierras que consideran como su hábitat tradicional. A causa de ello, los miembros de la Comunidad Yakye Axa han sido
víctimas de constantes amenazas y actos de hostigamiento. Frente a estos hechos, los miembros de la Comunidad presentaron denuncias ante diversos órganos del Estado, sin que se conociese el inicio de algún
tipo de investigación. Las condiciones de miseria en las que viven los miembros de la Comunidad Yakye Axa
que están asentados al costado de la carretera pública son extremas. No cuentan con los servicios básicos
mínimos: ni agua potable, ni alimentos, ni salas de salud (la más cercana se encuentra a 200 kilómetros).
Como consecuencia de estas condiciones se corroboraron problemas de salud como desnutrición, anemia y
parasitosis general.
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Examen y decisión:
“Este Tribunal ha sostenido que el derecho a la vida es fundamental en la Convención Americana, por cuanto de su salvaguarda depende la realización de los demás derechos. Al no respetarse el derecho a la vida,
todos los demás derechos desaparecen, puesto que se extingue su titular. En razón de este carácter fundamental, no son admisibles enfoques restrictivos al derecho a la vida. En esencia, este derecho comprende
no sólo el derecho de todo ser humano de no ser privado de la vida arbitrariamente, sino también el derecho
a que no se generen condiciones que le impidan o dificulten el acceso a una existencia digna”. (Párr. 161)
“Una de las obligaciones que ineludiblemente debe asumir el Estado en su posición de garante, con el objetivo de proteger y garantizar el derecho a la vida, es la de generar las condiciones de vida mínimas compatibles con la dignidad de la persona humana y a no producir condiciones que la dificulten o impidan. En este
sentido, el Estado tiene el deber de adoptar medidas positivas, concretas y orientadas a la satisfacción del
derecho a una vida digna, en especial cuando se trata de personas en situación de vulnerabilidad y riesgo,
cuya atención se vuelve prioritaria”. (Párr. 162)
“(…) los miembros de la Comunidad Yakye Axa viven en condiciones de miseria extrema como consecuencia de la falta de tierra y acceso a recursos naturales, producida por los hechos materia de este proceso, así
como a la precariedad del asentamiento temporal en el cual se han visto obligados a permanecer y a la espera de la resolución de su solicitud de reivindicación de tierras (…) Asimismo, en este asentamiento los
miembros de la Comunidad Yakye Axa ven imposibilitado el acceso a una vivienda adecuada dotada de los
servicios básicos mínimos, así como a agua limpia y servicios sanitarios”. (Párr. 164). “Estas condiciones
impactan negativamente en la debida nutrición de los miembros de la Comunidad que se encuentran en
este asentamiento (supra Párr. 50.97). A ello se suma, tal como ha sido probado en el presente caso (Cf.
Párr. 50.98 y 50.99), las especiales deficiencias en la educación que reciben los niños y la inaccesibilidad
física y económica a la atención de salud en la que se encuentran los miembros de la Comunidad”. (Párr.
165)
“Las afectaciones especiales del derecho a la salud, e íntimamente vinculadas con él, las del derecho a la
alimentación y el acceso al agua limpia impactan de manera aguda el derecho a una existencia digna y las
condiciones básicas para el ejercicio de otros derechos humanos, como el derecho a la educación o el derecho a la identidad cultural. En el caso de los pueblos indígenas el acceso a sus tierras ancestrales y al uso y
disfrute de los recursos naturales que en ellas se encuentran está directamente vinculado con la obtención
de alimento y el acceso a agua limpia. Al respecto, el citado Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales ha destacado la especial vulnerabilidad de muchos grupos de pueblos indígenas cuyo acceso a las
tierras ancestrales puede verse amenazado y, por lo tanto, su posibilidad de acceder a medios para obtener
alimento y agua limpia”. (Párr. 167)
“(…) Este Tribunal ha establecido que el Estado no había garantizado el derecho de los miembros de la Comunidad Yakye Axa a la propiedad comunitaria. La Corte considera que este hecho ha afectado el derecho a
una vida digna de los miembros de la Comunidad, ya que los ha privado de la posibilidad de acceder a sus
medios de subsistencia tradicionales, así como del uso y disfrute de los recursos naturales necesarios para la
obtención de agua limpia y para la práctica de la medicina tradicional de prevención y cura de enfermedades. A esto se suma que el Estado no ha adoptado las medidas positivas necesarias que permitan asegurar a
los miembros de la Comunidad Yakye Axa, durante el período que han permanecido sin territorio, las condiciones de vida compatibles con su dignidad, a pesar de que el 23 de junio de 1999 el Presidente del Paraguay
emitió el Decreto No. 3.789 que declaró en estado de emergencia a la Comunidad (…)”. (Párr. 168)
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“En lo que se refiere a la especial consideración que merecen las personas de edad avanzada, es importante
que el Estado adopte medidas destinadas a mantener su funcionalidad y autonomía, garantizando el derecho a una alimentación adecuada acceso a agua limpia y a atención de salud. En particular, el Estado debe
atender a los ancianos con enfermedades crónicas y en fase terminal, ahorrándoles sufrimientos evitables.
En este caso, se debe tomar en consideración que en la Comunidad indígena Yakye Axa la transmisión oral
de la cultura a las nuevas generaciones está a cargo principalmente de los ancianos”. (Párr. 175)
“(…) El Tribunal dispone que, mientras la Comunidad se encuentre sin tierras, dado su especial estado de
vulnerabilidad y su imposibilidad de acceder a sus mecanismos tradicionales de subsistencia, el Estado deberá suministrar, de manera inmediata y periódica, agua potable suficiente para el consumo y aseo personal
de los miembros de la Comunidad; brindar atención médica periódica y medicinas adecuadas para conservar la salud de todas las personas, especialmente los niños, niñas, ancianos y mujeres embarazadas, incluyendo medicinas y tratamiento adecuado para la desparasitación de todos los miembros de la Comunidad;
entregar alimentos en cantidad, variedad y calidad suficientes para que los miembros de la Comunidad tengan las condiciones mínimas de una vida digna; facilitar letrinas o cualquier tipo de servicio sanitario adecuado a fin de que se maneje efectiva y salubremente los desechos biológicos de la Comunidad; y dotar a la
escuela ubicada en el asentamiento actual de la Comunidad, con materiales bilingües suficientes para la
debida educación de sus alumnos”. (Párr. 221)
(…) “el Estado violó los derechos a las Garantías Judiciales y a la Protección Judicial consagrados en los artículos 8 y 25, respectivamente, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con los
artículos 1.1. y 2 de la misma, en perjuicio de los miembros de la Comunidad indígena Yakye Axa”. (…) el
Estado violó el derecho a la Propiedad consagrado en el artículo 21 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con los artículos 1.1 y 2 de la misma (…) el Estado violó el Derecho a la Vida
consagrado en el artículo 4.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1”. (Párr. 242)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Comunidad Indígena Sawhoyamaxa
Vs. Paraguay
Fecha de sentencia
26 de marzo de 2006
Estado parte
Paraguay
Voces
Cita
Estado de marginalización de la comunidad Sawhoyamaxa. Retardo y deficiencia
en la asistencia médica. Responsabilidad del Estado. Obligación especial de promover medidas de protección respecto de los niños y las mujeres embarazadas
por posición de garante del Estado. Decisión: Violación de los artículos 4.1 y 19 en
relación con el artículo 1.1.
Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de marzo de 2006. Serie C No. 146.
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_146_esp2.pdf
Hechos:
A finales del siglo XIX grandes extensiones de tierra del Chaco paraguayo fueron adquiridas a través de la
bolsa de valores de Londres por empresarios británicos, como consecuencia de la deuda de Paraguay tras la
llamada guerra de la Triple Alianza. La división y venta de estos territorios fue realizada con desconocimiento de la población que los habitaba, que en ese entonces era exclusivamente indígena. Esas tierras que
comprenden el Chaco paraguayo - donde viven los miembros de la comunidad Sawhoyamaxa- fueron individualizadas como fincas y cedidas con título de propiedad a dos compañías privadas. En 1991 la comunidad
inició el proceso de reivindicación de sus tierras sin alcanzar un resultado positivo. Todas estas personas
vivían al momento de la denuncia en situación de pobreza extrema, con bajos niveles de salud y atención
médica, explotación laboral y restricciones de poseer cultivos y ganado propio y de practicar libremente
actividades tradicionales de subsistencia. Niños de la comunidad murieron como consecuencia de estas
condiciones.
Examen y decisión:
“La Corte señala que la vida de los miembros de la Comunidad Sawhoyamaxa se caracteriza por el desempleo, el analfabetismo, las tasas de morbilidad por enfermedades evitables, la desnutrición, las precarias
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condiciones de su vivienda y entorno, las limitaciones de acceso y uso de los servicios de salud y agua potable, así como la marginalización por causas económicas, geográficas y culturales. (…)”. (Párr. 168) Se suma
a lo anterior los serios impedimentos de los miembros de esta Comunidad para acudir por sus propios medios a los centros asistenciales de salud”. (…) (Párr. 174)
“‘Los pocos [enfermos de la Comunidad] que pudieron llegar hasta un profesional médico o un centro asistencia lo hicieron en forma tardía o fueron tratados muy deficientemente o mejor dicho en forma denigrante para la condición humana’. Por ello, el Tribunal considera que tales muertes son atribuibles al Estado”.
(Párr. 176)
“En materia de derecho a la vida de los niños, el Estado tiene, además de las obligaciones señaladas para
toda persona, la obligación adicional de promover las medidas de protección a las que se refiere el artículo
19 de la Convención Americana, el cual dispone que: ‘[t]odo niño tiene derecho a las medidas de protección
que su condición de menor requieren por parte de su familia, de la sociedad y del Estado’. Así, por una parte,
el Estado debe asumir su posición especial de garante con mayor cuidado y responsabilidad, y debe tomar
medidas especiales orientadas en el principio del interés superior del niño. Lo anterior no puede desligarse
de la situación igualmente vulnerable de las mujeres embarazadas de la Comunidad. Los Estados deben
prestar especial atención y cuidado a la protección de este grupo y adoptar medidas especiales que garanticen a las madres, en especial durante la gestación, el parto y el período de lactancia, el acceso a servicios
adecuados de atención médica”. (Párr. 177)
“(…) la Corte declara que el Estado violó el artículo 4.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, por cuanto no ha adoptado las medidas positivas necesarias dentro del ámbito de sus
atribuciones, que razonablemente eran de esperarse para prevenir o evitar el riesgo al derecho a la vida de
los miembros de la Comunidad Sawhoyamaxa. La Corte considera que las muertes de 18 niños miembros de
la Comunidad (…) son atribuibles al Estado, precisamente por la falta de prevención, lo que constituye además una violación del artículo 19 de la Convención”. (Párr. 178)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Ximenes Lopes Vs. Brasil
Fecha de sentencia
4 de julio de 2006
Estado parte
Brasil
Voces
Cita
Vínculo texto íntegro
Responsabilidad del Estado sobre instituciones médicas (públicas o privadas).
Deberes especiales derivados de las obligaciones de respeto y garantía de los derechos. Deber de regular y fiscalizar la asistencia médica (pública o privada) como
deber especial de protección a la vida y la integridad personal. Servicio público
implica bien público. Puede tercerizarse su prestación pero es responsabilidad del
Estado fiscalizar la ejecución. Deber estatal de supervisar e investigar irregularidades de las instituciones médicas. Obligación de medidas positivas respecto de
personas de escasos recursos, en especial con discapacidades mentales, para
otorgarles tratamiento preferencial. Obligación de adopción de medidas para
eliminar la discriminación de personas con discapacidad. Responsabilidad del personal médico sobre las personas bajo custodia. Gravedad de los malos tratos.
Obligación estatal de vigilancia sobre centros psiquiátricos para garantizar trato
digno, humano y profesional. Tratamiento por discapacidad mental debe enfocarse al mejor interés del paciente. Obligación estatal de prestar atención médica
básica, incluida la salud mental. Bienestar del paciente y respeto a su dignidad
como finalidad del tratamiento médico. Obtención de consentimiento del paciente o de su representante. Condiciones precarias del establecimiento y de la atención médica. Sujeción: Mecanismo de restricción de la libertad de movimiento.
Obligación de su uso en forma restrictiva por el riesgo que conlleva. Formación y
capacitación del personal médico en salud mental acorde a los estándares internacionales. Violación de los artículos 4.1 y 5.1 y 5.2 CADH.
Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia
de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149.
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_149_esp.pdf
Hechos:
Ximenes Lopes se encontraba en tratamiento psiquiátrico en la Casa de Reposo Guararapes, centro de
atención psiquiátrica privado, que operaba dentro del marco del sistema público de salud del Brasil. El día 4
de octubre de 1999 su madre llegó a visitarlo y lo encontró sangrando, con hematomas, con la ropa rota,
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sucio y oliendo a excremento, con las manos amarradas hacia atrás, con dificultad para respirar, agonizante,
y gritando y pidiendo auxilio a la policía. El señor Ximenes Lopes estaba sometido a la contención física que
le había sido aplicada desde la noche anterior, ya presentaba excoriaciones y heridas, y se le dejó caminar
sin la adecuada supervisión. La señora Albertina Ximenes Lopes solicitó a los funcionarios de la Casa de
Reposo Guararapes que lo bañaran y buscó un médico que atendiera a su hijo. Encontró a Francisco Ivo de
Vasconcelos, director clínico y médico de la Casa de Reposo Guararapes, quien sin practicar exámenes físicos al señor Damião Ximenes Lopes le prescribió medicinas y se retiró del hospital. Ningún médico quedó a
cargo de la institución ni presente en ella. Ximenes Lopes murió aproximadamente dos horas después de la
revisión mencionada y sin ser asistido por médico alguno en el momento de su muerte.
Examen y decisión:
“(…) la Corte ha establecido que la acción de toda entidad, pública o privada, que está autorizada a actuar
con capacidad estatal, se encuadra en el supuesto de responsabilidad por hechos directamente imputables
al Estado, tal como ocurre cuando se prestan servicios en nombre del Estado”. (Párr. 87)
“La Corte ha establecido, además, que de las obligaciones generales de respetar y garantizar los derechos,
derivan deberes especiales, determinables en función de las particulares necesidades de protección del sujeto de derecho, ya sea por su condición personal o por la situación específica en que se encuentre”. (Párr.
88)
“En relación con personas que se encuentran recibiendo atención médica, y dado que la salud es un bien
público cuya protección está a cargo de los Estados, éstos tienen la obligación de prevenir que terceros interfieran indebidamente en el goce de los derechos a la vida y a la integridad personal, particularmente vulnerables cuando una persona se encuentra bajo tratamiento de salud. La Corte considera que los Estados
tienen el deber de regular y fiscalizar toda la asistencia de salud prestada a las personas bajo su jurisdicción,
como deber especial de protección a la vida y a la integridad personal, independientemente de si la entidad
que presta tales servicios es de carácter público o privado. (Párr. 89) La obligación de los Estados de regular
no se agota, por lo tanto, en los hospitales que prestan servicios públicos, sino que abarca toda y cualquier
institución de salud”. (Párr. 90)
“La prestación de servicios públicos implica la protección de bienes públicos, la cual es una de las finalidades
de los Estados. Si bien los Estados pueden delegar su prestación, a través de la llamada tercerización, mantienen la titularidad de la obligación de proveer los servicios públicos y de proteger el bien público respectivo. La delegación a la iniciativa privada de proveer esos servicios, exige como elemento fundamental la responsabilidad de los Estados en fiscalizar su ejecución, para garantizar una efectiva protección de los derechos humanos de las personas bajo su jurisdicción y para que los servicios públicos sean provistos a la colectividad sin cualquier tipo de discriminación, y de la forma más efectiva posible”. (Párr. 96)
“(…) la Corte estima que los Estados son responsables de regular y fiscalizar con carácter permanente la
prestación de los servicios y la ejecución de los programas nacionales relativos al logro de una prestación de
servicios de salud públicos de calidad, de tal manera que disuada cualquier amenaza al derecho a la vida y a
la integridad física de las personas sometidas a tratamiento de salud. Deben, inter alia, crear mecanismos
adecuados para inspeccionar las instituciones psiquiátricas, presentar, investigar y resolver quejas y establecer procedimientos disciplinarios o judiciales apropiados para casos de conducta profesional indebida o
de violación de los derechos de los pacientes”. (Párr. 99)
“Los Estados deben tomar en cuenta que los grupos de personas que viven en circunstancias adversas y con
menos recursos, tales como las personas que viven en condiciones de extrema pobreza; niños y adolescentes en situación de riesgo, y poblaciones indígenas, enfrentan un incremento del riesgo para padecer disca-
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pacidades mentales, como era el caso del señor Damião Ximenes Lopes. Es directo y significativo el vínculo
existente entre la discapacidad, por un lado, y la pobreza y la exclusión social, por otro. En razón de lo anterior, entre las medidas positivas a cargo de los Estados se encuentran aquellas necesarias para prevenir todas las formas de discapacidad prevenibles, y dar a las personas que padecen de discapacidades mentales el
tratamiento preferencial apropiado a su condición.” (Párr. 104)
“Las personas con discapacidad a menudo son objeto de discriminación a raíz de su condición, por lo que los
Estados deben adoptar las medidas de carácter legislativo, social, educativo, laboral o de cualquier otra
índole, necesarias para que toda discriminación asociada con las discapacidades mentales sea eliminada, y
para propiciar la plena integración de esas personas en la sociedad.” (Párr. 105)
“En los entornos institucionales, ya sea en hospitales públicos o privados, el personal médico encargado del
cuidado de los pacientes, ejerce un fuerte control o dominio sobre las personas que se encuentran sujetas a
su custodia. Este desequilibrio intrínseco de poder entre una persona internada y las personas que tienen la
autoridad, se multiplica muchas veces en las instituciones psiquiátricas. La tortura y otras formas de trato
cruel, inhumano o degradante, cuando infligidas a esas personas afectan su integridad psíquica, física y moral, suponen una afrenta para su dignidad y restringen gravemente su autonomía, lo cual podría tener como
consecuencia agravar la enfermedad”. (Párr. 107)
“Todas las anteriores circunstancias exigen que se ejerza una estricta vigilancia sobre dichos establecimientos. Los Estados tienen el deber de supervisar y garantizar que en toda institución psiquiátrica, pública o
privada, sea preservado el derecho de los pacientes de recibir un tratamiento digno, humano y profesional,
y de ser protegidos contra la explotación, el abuso y la degradación”. (Párr. 108)
“La atención de salud mental debe estar disponible a toda persona que lo necesite. Todo tratamiento de
personas que padecen de discapacidades mentales debe estar dirigido al mejor interés del paciente, debe
tener como objetivo preservar su dignidad y su autonomía, reducir el impacto de la enfermedad, y mejorar
su calidad de vida (infra párr. 135, 138 y 139)”. (Párr. 109)
“Los Estados tienen el deber de asegurar una prestación de atención médica eficaz a las personas con discapacidad mental. La anterior obligación se traduce en el deber estatal de asegurar el acceso de las personas a servicios de salud básicos; la promoción de la salud mental; la prestación de servicios de esa naturaleza que sean lo menos restrictivos posible, y la prevención de las discapacidades mentales”. (Párr. 128)
“La Corte considera que todo tratamiento de salud dirigido a personas con discapacidad mental debe tener
como finalidad principal el bienestar del paciente y el respeto a su dignidad como ser humano, que se traduce en el deber de adoptar como principios orientadores del tratamiento psiquiátrico, el respeto a la intimidad y a la autonomía de las personas. El Tribunal reconoce que este último principio no es absoluto, ya que
la necesidad misma del paciente puede requerir algunas veces la adopción de medidas sin contar con su
consentimiento. No obstante, la discapacidad mental no debe ser entendida como una incapacidad para
determinarse, y debe aplicarse la presunción de que las personas que padecen de ese tipo de discapacidades
son capaces de expresar su voluntad, la que debe ser respetada por el personal médico y las autoridades.
Cuando sea comprobada la imposibilidad del enfermo para consentir, corresponderá a sus familiares, representantes legales o a la autoridad competente, emitir el consentimiento en relación con el tratamiento a ser
empleado”. (Párr. 130)
“La Corte considera que las precarias condiciones de funcionamiento (…), tanto en cuanto las condiciones
generales del lugar como la atención médica, se distanciaban de forma significativa a las adecuadas para
ofrecer un tratamiento de salud digno, particularmente en razón de que afectaban a personas con una gran
vulnerabilidad por su discapacidad mental, y eran per se incompatibles con una protección adecuada de la
integridad personal y de la vida”. (Párr. 132)
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“La sujeción se entiende como cualquier acción que interfiera con la capacidad de un paciente de tomar
decisiones o que restringe su libertad de movimiento. (Párr. 132) La Corte toma nota que el uso de la sujeción posee un alto riesgo (…) debe ser empleada como medida de último recurso y únicamente con la finalidad de proteger al paciente, o bien al personal médico y a terceros, cuando el comportamiento de la persona en cuestión sea tal que ésta represente una amenaza a la seguridad de aquéllos. La sujeción no puede
tener otro motivo sino éste, y sólo debe ser llevada a cabo por personal calificado y no por los pacientes.
(Párr. 134) Además, y en consideración de que todo tratamiento debe ser elegido con base en el mejor interés del paciente y en respeto de su autonomía, el personal médico debe aplicar el método de sujeción que
sea menos restrictivo, después de una evaluación de su necesidad, por el período que sea absolutamente
necesario, y en condiciones que respeten la dignidad del paciente y que minimicen los riesgos al deterioro
de su salud”. (Párr. 135)
“El Tribunal insta a desarrollar un programa de formación y capacitación para el personal médico, psiquiátrico, psicológico, de enfermería, auxiliares de enfermería y para todas aquellas personas vinculadas con la
atención de salud mental, en particular, sobre los principios que deben regir el trato de las personas que
padecen discapacidades mentales, conforme a los estándares internacionales en la materia y aquellos establecidos en la presente sentencia”. (Párr. 250)
“El Estado violó, en perjuicio del señor Damião Ximenes Lopes, tal como lo reconoció, los derechos a la vida
y a la integridad personal, consagrados en los artículos 4.1 y 5.1 y 5.2, de la Convención Americana, en relación con la obligación general de respetar y garantizar los derechos establecida en el artículo 1.1”. (Párr.
262)
Observaciones: La Corte también se expidió en relación a la falta de investigación y garantías judiciales que
caracterizaron este caso y lo mantuvieron en la impunidad.
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Albán Cornejo y otros. Vs. Ecuador
Fecha de sentencia
22 de noviembre de 2007
Estado parte
Ecuador
Voces
Cita
Derecho a la vida e integridad personal y su vinculación a la atención de la salud
humana. Responsabilidad estatal de supervisión y fiscalización de prestación de
servicios públicos (como la salud), sea por entidad pública o privada. Deberes especiales derivados de las obligaciones de respeto y garantía de los derechos. Responsabilidad estatal de regular y fiscalizar la prestación de los servicios de salud.
Formación de orden normativo. Institución de salud privada: Obligación del Estado de supervisión. Diversidad de instrumentos regulan y deben regular la actividad médica. Mala praxis debe estar prevista en sistema penal. Relevancia de la
historia clínica (existencia, características, implicaciones, conservación). Relevancia de la comunicación de los datos de la historia médica. Decisión: Violación de
los artículos 5.1, 8.1 y 25.1 en relación al artículo 1.1.
Corte IDH. Caso Albán Cornejo y otros. Vs. Ecuador. Fondo Reparaciones y Costas.
Sentencia de 22 de noviembre de 2007. Serie C No. 171.
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_171_esp.pdf
Hechos:
El 18 de diciembre de 1987 la Srta. Laura Albán Cornejo falleció como consecuencia de la mala praxis del
personal sanitario del Hospital Metropolitano de Quito. El ingreso de la víctima en el centro sanitario el día
13 de diciembre se había debido a un cuadro clínico de meningitis bacteriana. Para calmar un fuerte dolor
sufrido por Albán Cornejo en la noche del 17 de diciembre, el médico residente le prescribió una inyección
de diez miligramos de morfina. Al día siguiente, como consecuencia de tal inyección y mientras permanecía
bajo tratamiento médico, falleció. Sus padres iniciaron una acción judicial para determinar la responsabilidad de la muerte. En el marco del proceso en sede interna, uno de los dos médicos investigados por negligencia fue sobreseído mientras que la situación procesal del otro médico se encontraba pendiente de resolución judicial al momento en que la Corte dictó sentencia.
Examen y decisión:
“La Corte ha reiterado que el derecho a la vida es un derecho humano fundamental cuyo goce pleno constituye una condición para el ejercicio de todos los derechos. La integridad personal es esencial para el disfrute de la vida humana. A su vez, los derechos a la vida y a la integridad personal se hallan directa e inmedia-
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tamente vinculados con la atención de la salud humana. Asimismo, el Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales establece
que toda persona tiene derecho a la salud, entendida como el disfrute del más alto nivel de bienestar físico,
mental y social, e indica que la salud es un bien público (artículo 10)”. (Párr. 117)
“La responsabilidad estatal puede surgir cuando un órgano o funcionario del Estado o de una institución de
carácter público afecte indebidamente, por acción u omisión, algunos de los bienes jurídicos protegidos por
la Convención Americana. También puede provenir de actos realizados por particulares, como ocurre cuando el Estado omite prevenir o impedir conductas de terceros que vulneren los referidos bienes jurídicos. En
este orden de consideraciones, cuando se trata de competencias esenciales relacionadas con la supervisión
y fiscalización de la prestación de servicios de interés público, como la salud, sea por entidades públicas o
privadas (como es el caso de un hospital privado), la responsabilidad resulta por la omisión en el cumplimiento del deber de supervisar la prestación del servicio para proteger el bien respectivo”. (Párr. 119)
“De las obligaciones generales de respetar y garantizar los derechos derivan deberes especiales, determinables en función de las particulares necesidades de protección del sujeto de derecho, ya sea por su condición
personal o por la situación específica en que se encuentre”. (Párr. 120)
“La Corte ha manifestado que los Estados son responsables de regular y fiscalizar la prestación de los servicios de salud para lograr una efectiva protección de los derechos a la vida y la integridad personal. Para
todo ello, se requiere de la formación de un orden normativo que respete y garantice efectivamente el ejercicio de sus derechos, y la supervisión eficaz y constante sobre la prestación de los servicios de los que dependen la vida y la integridad de las personas”. (Párr. 121)
“Laura Albán murió en el Hospital Metropolitano, centro de salud privado. El Estado no es inmediatamente
responsable de la actuación del personal de esa institución privada, no obstante le corresponde supervisar el
desempeño de la institución para alcanzar los fines a los que se alude en este apartado”. (Párr. 122)
“Como se ha dicho, los Estados deben contar con una normativa eficaz para garantizar a los usuarios del
servicio de salud una efectiva investigación de las conductas que vulneren sus derechos. Esta abarca, por
supuesto, los hechos que se suscitan en la prestación de servicios médicos”. (Párr. 123)
“Numerosos instrumentos internacionales determinan los deberes específicos de los médicos, e integran un
detallado marco para el desempeño de esta profesión, sujeta a obligaciones éticas y jurídicas de gran relevancia, y a expectativas sociales de primer orden. Al médico le concierne la preservación de valores fundamentales del individuo y de la humanidad en su conjunto”. (Párr. 133)
“En el presente caso, se aduce la inexistencia o la deficiencia de normas sobre mala praxis médica. Desde
luego, los Estados deben adoptar las medidas necesarias, entre ellas, la emisión de normas penales y el establecimiento de un sistema de justicia para evitar y sancionar la vulneración de derechos fundamentales,
como la vida y la integridad personal”. (…) (Párr. 135)
“La mala praxis médica suele ser considerada dentro de los tipos penales de lesiones u homicidio. No parece indispensable instituir tipos específicos sobre aquélla si basta con las figuras generales y existen reglas
pertinentes para la consideración judicial de la gravedad del delito, las circunstancias en que éste fue cometido y la culpabilidad del agente”. (…)(Párr. 136)
“En el caso que ahora nos ocupa se suscitó una cuestión a propósito del acceso a la hoja clínica o historia
médica del paciente. No sobra destacar la importancia que reviste, para múltiples efectos, este registro
amplio y evolutivo de las condiciones en que se halla y la atención que recibe un paciente, registro del que a
menudo se carece o que no basta para satisfacer las necesidades para las que ha sido concebido. De ahí las
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numerosas disposiciones y recomendaciones en torno a la historia clínica: existencia, características, implicaciones, conservación”. (Párr. 9 del voto razonado del Juez Sergio García Ramírez)
“También es preciso insistir --como se desprende del análisis de este caso-- en la necesidad de que el ordenamiento interno contenga puntuales disposiciones, que despejen dudas perturbadoras o alejen soluciones
inaceptables, acerca de la comunicación de los datos que contiene el expediente médico, tanto en vida del
paciente --cuya capacidad de conocimiento y decisión pudiera hallarse disminuida o suprimida--, como una
vez que éste ha fallecido”. (Párr. 10 del voto razonado del Juez Sergio García Ramírez)
“El Estado violó el derecho a la integridad personal consagrado en el artículo 5.1, en relación con el artículo
1.1 de la misma, en perjuicio de Carmen Cornejo de Albán y de Bismarck Albán Sánchez (…) El Estado violó
los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial consagrados en los artículos 8.1 y 25.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con los artículos 4, 5.1 y 1.1 de la misma, en
perjuicio de Carmen Cornejo de Albán y de Bismarck Albán Sánchez (…)”. (Párr. 176)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Vélez Loor Vs. Panamá
Fecha de sentencia
23 de noviembre de 2010
Estado parte
Panamá
Voces
Cita
Posición de garante del Estado respecto del respeto a la dignidad de las personas
detenidas. Incumplimiento puede generar malos tratos. Privación económica del
Estado no es alegable. Sobrepoblación penitenciaria. Hacinamiento contrario al
normal desempeño de las funciones esenciales. Deber estatal de proporcionar
revisión y atención médica regular y acceso a tratamiento. Falta de asistencia médica adecuada.
Corte IDH. Caso Vélez Loor Vs. Panamá. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia
de 23 de noviembre de 2010. Serie C No. 218.
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_218_esp2.pdf
Hechos:
El señor Jesús Tranquilino Vélez Loor, de nacionalidad ecuatoriana, fue retenido el 11 de noviembre de 2002
en el Puesto Policial de Tupiza, en la Provincia del Darién, República de Panamá, por “no portar la documentación necesaria para permanecer en [dicho] país”. Como consecuencia de ello se dictó orden de detención
contra Vélez Loor y fue trasladado a la Cárcel Pública de La Palma. El 6 de diciembre de 2002 la Directora
Nacional de Migración, luego de constatar que el señor Vélez Loor ya había sido deportado el 18 de septiembre de 1996 de Panamá, resolvió imponerle una pena de dos años de prisión por haber infringido las
disposiciones del Decreto Ley Número 16 sobre Migración de 30 de junio de 1960. La referida resolución no
fue notificada al señor Vélez Loor. El 18 de diciembre de 2002 fue trasladado al Centro Penitenciario La Joyita. Mediante resolución 8230, el 8 de septiembre de 2003 la Directora Nacional de Migración resolvió dejar
sin efecto la pena impuesta, y el 10 de septiembre de 2003 el señor Vélez Loor fue deportado hacia la República de Ecuador. Durante el tiempo que el señor Vélez Loor estuvo recluido en la Cárcel Pública de La Palma y el Centro Penitenciario La Joyita, el Estado reconoció que existían “entre otros, documentados por las
distintas autoridades panameñas […] los siguientes problemas: deficiencias estructurales en los centros de
detención, falta de atención médica requerida, problemas en el suministro regular de agua, sobrepoblación
penitenciaria, deficiencia de los sistemas de clasificación de las personas privadas de libertad, deficiencias
de los programas de resocialización y educación”. Tras ser deportado, el señor Vélez Loor dio noticia al Estado panameño sobre actos de tortura y malos tratos ocurridos en Panamá durante su detención.
Examen y decisión:
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“La Corte ha indicado que, de conformidad con el artículo 5.1 y 5.2 de la Convención, toda persona privada
de libertad tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad personal. Como
responsable de los establecimientos de detención, el Estado se encuentra en una posición especial de garante de los derechos de toda persona que se halle bajo su custodia. Esto implica el deber del Estado de
salvaguardar la salud y el bienestar de los reclusos, brindándoles, entre otras cosas, la asistencia médica
requerida, y de garantizar que la manera y el método de privación de libertad no excedan el nivel inevitable
de sufrimiento inherente a la detención. Su falta de cumplimento puede resultar en una violación de la
prohibición absoluta de aplicar tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. En este sentido, los Estados no pueden invocar privaciones económicas para justificar condiciones de detención que no cumplan con
los estándares mínimos internacionales en esta área y no respeten la dignidad del ser humano”. (Párr. 202)
“Al haber sobrepasado los límites de su capacidad, ambas unidades penitenciarias se encontraban, al momento de los hechos, con altos índices de sobrepoblación”. (Párr. 203) “Como ya ha destacado este Tribunal, bajo tal situación de hacinamiento se obstaculiza el normal desempeño de funciones esenciales en los
centros, como la salud, el descanso, la higiene, la alimentación, la seguridad, el régimen de visitas, la educación, el trabajo, la recreación y la visita íntima; se ocasiona el deterioro generalizado de las instalaciones
físicas; provoca serios problemas de convivencia, y se favorece la violencia intra-carcelaria. Todo ello en
perjuicio tanto de los reclusos como de los funcionarios que laboran en los centros penitenciarios, debido a
las condiciones difíciles y riesgosas en las que desarrollan sus actividades diarias”. (Párr. 204)
“Respecto de la asistencia médica este Tribunal ha señalado que el Estado tiene el deber de proporcionar a
los detenidos revisión médica regular y atención y tratamiento adecuados cuando así se requiera. El Principio 24 del Conjunto de Principios para la Protección de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de
Detención o Prisión determina que "[s]e ofrecerá a toda persona detenida o presa un examen médico apropiado con la menor dilación posible después de su ingreso en el lugar de detención o prisión y, posteriormente, esas personas recibirán atención y tratamiento médico cada vez que sea necesario". (…)De otra parte, la falta de atención médica adecuada podría considerarse en sí misma violatoria del artículo 5.1 y 5.2 de
la Convención dependiendo de las circunstancias concretas de la persona en particular, el tipo de dolencia
que padece, el lapso transcurrido sin atención y sus efectos acumulativos”. (Párr. 222)
“La Corte encuentra probado (…) que los servicios de asistencia médica a los cuales tuvo acceso el señor
Vélez Loor no se prestaron de manera oportuna, adecuada y completa, ya que la aparente fractura craneal
que presentaba permaneció sin atención médica especializada ni medicación adecuada y tampoco fue debidamente tratada”. (Párr. 223)
“De acuerdo al reconocimiento del Estado y la prueba recibida, la Corte determina que las condiciones de
detención en la Cárcel Pública de La Palma, así como aquellas en el Centro Penitenciario La Joyita, en su
conjunto constituyeron tratos crueles, inhumanos y degradantes contrarios a la dignidad del ser humano y
por lo tanto, configuran una violación del artículo 5.1 y 5.2 de la Convención Americana, en relación con el
artículo 1.1 de dicho instrumento, en perjuicio del señor Vélez Loor”. (Párr. 227)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Vera Vera y otra Vs. Ecuador
Fecha de sentencia
19 de mayo de 2011
Estado parte
Ecuador
Voces
Derecho a la vida, a la integridad personal, prohibición de su suspensión en estados de emergencia. Obligaciones estatales (positivas y negativas) respecto a la
vida y la integridad personal. Estado garante de la salud. Falta de atención médica
adecuada a privados de libertad es violatoria de la CADH. En el caso: detalle de la
grave negligencia médica. Exigencias de las Reglas Mínimas de Naciones Unidas
para el Tratamiento de Reclusos desde la perspectiva sanitaria. Falta de atención
médica adecuada y oportuna. Omisiones estatales comprometen la responsabilidad del Estado. Estándares de la jurisprudencia del TEDH sobre la falta de asistencia médica. Falta de atención médica adecuada y oportuna configura en el caso
trato inhumano y degradante. Decisión: Violación de los artículos 5.1, 5.2 y 4.1 en
relación con el artículo 1.1.
Cita
Corte IDH. Caso Vera Vera y otra Vs. Ecuador. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia de 19 de mayo de 2011. Serie C No. 226.
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_226_esp.pdf
Hechos:
Pedro Miguel Vera Vera, de veinte años de edad, fue detenido el 12 de abril de 1993 por miembros de la
Policía luego de que fuera perseguido por un grupo de personas quienes lo acusaban de haber cometido un
robo e intentaban “lincharlo”. Al detenerlo, los policías notaron que presentaba una herida de bala a la altura del pecho en el costado izquierdo. El Estado no dispuso su traslado inmediato a un hospital de Quito que
poseyera capacidades para atenderlo debidamente, sino que lo mantuvo en el Hospital de Santo Domingo
de los Colorados sin que se hubiesen realizado los exámenes o diagnósticos pertinentes en atención a las
lesiones que presentaba. Sólo cuando las complicaciones de su herida fueron evidentes fue finalmente trasladado, aunque no fue intervenido quirúrgicamente ni se adoptaron otras medidas apropiadas para atender
su grave estado de salud, lo cual le provocó un deterioro físico mayor. Luego de un nuevo traslado, falleció.
Examen y decisión:
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“Este Tribunal ha sostenido que el derecho a la vida es fundamental en la Convención Americana, por cuanto de su salvaguarda depende la realización de los demás derechos. (Párr. 39) Por otro lado, el derecho a la
integridad personal es de tal importancia que la Convención Americana lo protege particularmente al establecer (…) la prohibición de la tortura, los tratos crueles, inhumanos y degradantes y la imposibilidad de
suspenderlo durante estados de emergencia”.(Párr. 40)
“Los derechos a la vida y a la integridad personal no sólo implican que el Estado debe respetarlos (obligación negativa), sino que, además, requiere que el Estado adopte todas las medidas apropiadas para garantizarlos (obligación positiva), en cumplimiento de su deber general establecido en el artículo 1.1 de la Convención Americana. (…) Así, esta Corte ha establecido que el Estado tiene el deber, como garante de la salud de las personas bajo su custodia, de proporcionar a los detenidos revisión médica regular y atención y
tratamiento médicos adecuados cuando así se requiera”. (Párr. 41) “Los derechos a la vida y a la integridad
personal se hallan directa e inmediatamente vinculados con la atención a la salud humana. (…)”. (Párr. 43)
“Este Tribunal ha señalado que la falta de atención médica adecuada no satisface los requisitos materiales
mínimos de un tratamiento digno conforme a la condición de ser humano en el sentido del artículo 5 de la
Convención Americana. Así, la falta de atención médica adecuada a una persona que se encuentra privada
de la libertad y bajo custodia del Estado podría considerarse violatoria del artículo 5.1 y 5.2 de la Convención
dependiendo de las circunstancias concretas de la persona en particular, tales como su estado de salud o el
tipo de dolencia que padece, el lapso transcurrido sin atención, sus efectos físicos y mentales acumulativos
y, en algunos casos, el sexo y la edad de la misma, entre otros”. (Párr. 44)
“En relación con el primer internamiento del señor Pedro Miguel Vera Vera en el Hospital Regional de Santo
Domingo de los Colorados, la Corte observa que de acuerdo con el peritaje (…), durante este período los
médicos que atendieron a la presunta víctima incurrieron en varias omisiones que constituyeron ‘grave negligencia médica’”. (Párr. 52) “(…) Tales peritos refirieron que (…), los médicos del Hospital Regional debieron ‘verificar si existía o no una hemorragia gastrointestinal o intraperioneal’ mediante ‘algún reconocimiento médico como ultrasonido, rayos X, lavado peritoneal diagnóstico (LPD), laparoscopía, hemograma básico o comprobación hematológica del vómito’. De esta manera, señalaron que ante la falta de información
que justificara el alta de un paciente del hospital con ‘el historial y los hallazgos clínicos de[l señor] Pedro
Miguel Vera Vera’, como por ejemplo, resultados de laboratorio o de reconocimientos físicos, el permitir el
egreso del señor Pedro Miguel Vera Vera el 13 de abril de 1993 de dicha institución ‘constituy[ó] una grave
negligencia médica’”. (Párr. 53) “De esta manera, la Corte constata que el señor Vera Vera fue dado de alta
del Hospital Regional de Santo Domingo de los Colorados sin que se hubiesen realizado los exámenes o
diagnósticos pertinentes en atención a su condición y a las lesiones que presentaba (…).” (Párr. 54) “Aunado
a lo anterior, no se desprende del acervo probatorio que el señor Vera Vera haya sido sometido a exámenes
médicos especiales al momento de ingresar a la Unidad Policial. Por otro lado, el Tribunal observa que pese
a no contar con los equipos necesarios para detectar complicaciones que podrían requerir tratamiento y
control por parte de médicos especializados, el médico de la Unidad Policial concluyó que no era necesaria
la extracción de la bala que el señor Vera Vera tenía alojada en el costado, por lo que no fue trasladado a un
hospital sino hasta cuatro días después, al presentarse los síntomas de complicaciones (…). Todo ello, pese
a las recomendaciones de los peritos médicos designados por el Comisario Segundo Nacional de Policía tras
la realización del reconocimiento médico del señor Vera Vera (…). Por lo tanto, la Corte estima que el tratamiento y la atención médica recibida por el señor Vera Vera en el cuartel de policía fue negligente”. (Párr.
65)
“En vista de los hechos probados en esta sección, la Corte observa que las Reglas Mínimas de Naciones Unidas para el Tratamiento de Reclusos ya mencionadas, además de exigir la realización de exámenes médicos
tan a menudo como sea necesario (…), también señalan (…) que: [s]e dispondrá el traslado de los enfermos
cuyo estado requiera cuidados especiales, a establecimientos penitenciarios especializados o a hospitales
civiles. Cuando el establecimiento disponga de servicios internos de hospital, éstos estarán provistos del
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material, del instrumental y de los productos farmacéuticos necesarios para proporcionar a los reclusos
enfermos los cuidados y el tratamiento adecuados. Además, el personal deberá poseer suficiente preparación profesional. (…)”. (Párr. 63)
“En definitiva, el Tribunal observa que en este caso, el Estado no brindó atención médica adecuada y oportuna al señor Pedro Miguel Vera Vera. (…) Para la Corte, la serie de omisiones en que incurrió el Estado a
través de sus agentes a lo largo del tiempo en que Pedro Miguel Vera Vera estuvo bajo su custodia constituyó negligencia médica que resultó en su muerte, lo cual compromete su responsabilidad internacional”.
(Párr. 75)
“Así, la Corte Europea tomó en cuenta factores tales como la falta de asistencia médica de emergencia y
especializada pertinente, deterioro excesivo de la salud física y mental de la persona privada de la libertad y
exposición a dolor severo o prolongado a consecuencia de la falta de atención médica oportuna y diligente,
las condiciones excesivas de seguridad a las que se ha sometido a la persona a pesar de su evidente estado
de salud grave y sin existir fundamentos o evidencias que las hicieran necesarias, entre otros, para valorar si
se ha dado un tratamiento inhumano o degradante a la persona privada de la libertad”. (Párr. 77)
“Al respecto, el Tribunal observa que en el presente caso la negligencia médica de las autoridades estatales
ante el tipo de lesión que sufrió el señor Vera Vera, es decir, una herida de bala, ocasionó un doloroso deterioro en su estado físico durante el transcurso de diez días, que culminó con su muerte, resultados que pudieron haberse evitado con tratamiento médico adecuado y oportuno (…). Asimismo, por su estado de salud y por su privación de libertad, era evidente que el señor Vera Vera no hubiera podido valerse por sí mismo para que fuera atendido de manera oportuna ya que ello era una obligación de las autoridades que estaban a cargo de su custodia. Para la Corte, estos hechos configuran tratos inhumanos y degradantes en el
sentido del artículo 5.2 de la Convención Americana en detrimento del señor Vera Vera”. (Párr. 78)
“Por lo tanto, para este Tribunal fue claro que la falta de atención adecuada y oportuna mientras el señor
Pedro Miguel Vera Vera se encontraba bajo custodia del Estado generó violaciones a sus derechos a la integridad personal y a la vida, por lo cual estima que el Estado ecuatoriano violó los artículos 5.1, 5.2 y 4.1 de la
Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en su perjuicio”. (Párr. 79)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Díaz Peña Vs. Venezuela
Fecha de sentencia
26 de junio de 2012
Estado parte
Venezuela
Voces
Cita
Estado garante de los derechos de las personas bajo su custodia. Prohibición de
causar sufrimiento que exceda el límite inevitable de sufrimiento propio de la detención. Incumplimiento estatal de tomar medidas para proveer de lugar con luz y
aire. Deberes especiales derivados de las obligaciones de respeto y garantía de
derechos por la particular situación de los detenidos (atención médica). Incumplimiento podría derivar en violación de art. 5 CADH. En el caso: Condiciones de detención deficientes (infraestructura, atención médica). Decisión: Violación de los
artículos 5.1 y 5.2 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1.
Corte IDH. Caso Díaz Peña Vs. Venezuela. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia
de 26 de junio de 2012. Serie C No. 244.
Vínculo texto íntegro http://corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_244_esp.pdf
Hechos:
Luego de las protestas que se llevaron a cabo en Venezuela, iniciadas en octubre de 2002 y extendidas durante parte del año 2003, se produjo el estallido de dos artefactos explosivos en el Consulado General de
Colombia y en la Oficina de Comercio Internacional de España, situados en Caracas. Como consecuencia de
estos hechos se llevó a cabo la detención del señor Raúl José Díaz Peña por su presunta responsabilidad en
el caso. Su detención no contó con una adecuada revisión judicial y mientras permaneció bajo custodia del
Estado estuvo sometido a condiciones de detención muy severas (espacio totalmente cerrado, sin ventilación ni luz natural, sin acceso a otras áreas ni tiempo para salir de su celda). A ello se sumó, que los servicios
de asistencia médica no se prestaron de manera oportuna, adecuada y completa, por lo que el Sr. Raul Jose
Díaz peña sufrió un grave deterioro de su salud (sistema respiratorio, auditivo y gastrointestinal).
Examen y decisión:
“Esta Corte ha indicado que, de conformidad con el artículo 5.1 y 5.2 de la Convención, toda persona privada
de libertad tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad personal. Como
responsable de los establecimientos de detención, el Estado se encuentra en una posición especial de garante de los derechos de toda persona que se halle bajo su custodia. Esto implica el deber del Estado de
salvaguardar la salud y el bienestar de los reclusos, brindándoles, entre otras cosas, la asistencia médica
requerida, y de garantizar que la manera y el método de privación de libertad no excedan el nivel inevitable
de sufrimiento inherente a la detención. En esta línea, la Corte consideró que las malas condiciones físicas y
sanitarias de los lugares de detención, así como la falta de luz y ventilación adecuadas, pueden ser en sí
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mismas violatorias del artículo 5 de la Convención Americana, dependiendo de la intensidad de las mismas,
su duración y las características personales de quien las sufre, pues pueden causar sufrimientos de una intensidad que exceda el límite inevitable de sufrimiento que acarrea la detención, y porque conllevan sentimientos de humillación e inferioridad. En este sentido, los Estados no pueden invocar privaciones económicas para justificar condiciones de detención que no cumplan con los estándares mínimos internacionales en
esta área y no respeten la dignidad del ser humano”. (Párr. 135)
“[E]n el presente caso (…) las medidas adoptadas no fueron suficientes para cumplir la obligación del Estado
de acondicionar íntegramente las instalaciones para que en ellas se pudiera tener acceso a la luz natural y
aire fresco, así como implementar salidas regulares y constantes al aire libre, en las circunstancias propias
del encierro”. (Párr. 136)
“La Corte ha señalado que las obligaciones generales de respetar y garantizar los derechos que establece el
artículo 1.1 de la Convención Americana, derivan deberes especiales determinables en función de las particulares necesidades de protección del sujeto de derecho, ya sea por su condición personal o por la situación
específica en que se encuentre. Así, el Estado tiene el deber de proporcionar a los detenidos revisión médica
regular y atención y tratamiento adecuados cuando así se requiera. El Principio 24 del Conjunto de Principios para la Protección de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de Detención o Prisión determina que ‘[s]e ofrecerá a toda persona detenida o presa un examen médico apropiado con la menor dilación
posible después de su ingreso en el lugar de detención o prisión y, posteriormente, esas personas recibirán
atención y tratamiento médico cada vez que sea necesario. Esa atención y ese tratamiento serán gratuitos’.
La atención por parte de un médico que no tenga vínculos con las autoridades penitenciarias o de detención
es una importante salvaguardia en contra de la tortura y malos tratos, físicos o mentales, de las personas
privadas de libertad. En este sentido, la falta de atención médica adecuada a una persona que se encuentra
privada de la libertad y bajo custodia del Estado podría considerarse violatoria del artículo 5.1 y 5.2 de la
Convención dependiendo de las circunstancias concretas de la persona en particular, tales como su estado
de salud o el tipo de dolencia que padece, el lapso transcurrido sin atención, sus efectos físicos y mentales
acumulativos y, en algunos casos, el sexo y la edad de la misma, entre otros”. (Párr. 137)
“En resumen, debe considerarse probado que las condiciones de detención eran sumamente deficientes, en
particular por la falta de acceso a la luz y ventilación natural, y las salidas restringidas al aire libre, durante
más de seis años, así como el encierro en las noches y con éste las restricciones de acceder al único baño
disponible para diez celdas individuales, por más de tres años. Asimismo, está probado que el señor Díaz
Peña sufrió un serio deterioro progresivo en su salud y que los servicios de asistencia médica no se prestaron
de manera oportuna, adecuada y completa respecto de los problemas que el señor Díaz Peña presentó en
su oído izquierdo, en particular en lo tocante a la indicación del especialista otorrinolaringólogo de que era
necesario un examen y evaluación en un centro externo especializado en ese tipo de afectación del oído que
contara con instrumental adecuado para tratarla, y a la demora de varios meses en practicarle tomografía
axial computarizada (…) de oído medio y mastoides, así como audiometría tonal”. (Párr. 140)
“En vista de los hechos indicados, la Corte considera que las condiciones de detención del señor Díaz Peña
no cumplieron los requisitos materiales mínimos de un tratamiento digno y en consecuencia constituyeron
en su conjunto tratos inhumanos y degradantes violatorios de lo dispuesto en el artículo 5.1 y 5.2 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio del señor Díaz Peña”. (Párr. 141)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Nadege Dorzema y otros Vs. República
Dominicana
Fecha de sentencia
24 de octubre de 2012
Estado parte
República Dominicana
Voces
Obligación estatal de atención médica en casos de emergencia, sin discriminación
(en caso: también para migrantes en situación irregular). Decisión: Violación del
artículo 5.1 en relación con el artículo 1.1.
Cita
Corte IDH. Caso Nadege Dorzema y otros Vs. República Dominicana. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de octubre de 2012. Serie C No. 251
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_251_esp.pdf
Hechos:
El 16 de junio de 2000 un grupo de 30 nacionales haitianos llegaron al poblado de Ouanamithe (Wanament),
en Haití, donde pernoctaron y cruzaron luego el Río Masacre adentrándose en territorio dominicano. Entre
ellos había un menor de edad y una mujer embarazada, que también ingresaron a territorio dominicano. El
camión en el que se encontraban pasó por dos puestos de control. En el segundo, cuatro militares les abordaron e iniciaron la persecución del vehículo que no se había detenido. Los militares realizaron numerosos
disparos con sus armas en dirección al camión y uno de esos disparos alcanzó al chofer, provocando que
perdiera completamente el control del camión y volcara. Cuando los militares llegaron al sitio de la volcadura, al ver que varias de las personas que se encontraban en el camión salieron corriendo por el nerviosismo
de la situación, comenzaron a dispararles. Por las heridas de bala, seis de ellos fallecieron y trece más resultaron gravemente heridos. Los agentes militares requirieron a los sobrevivientes levantar el vehículo, sacar
y separar a los muertos y heridos, así como subirlos a la ambulancia. Algunas personas sobrevivientes fueron trasladadas a un hospital, donde recibieron un insuficiente tratamiento médico.
Examen y decisión:
“(…) La Corte advierte que la atención médica en casos de emergencias debe ser brindada en todo momento para los migrantes en situación irregular, por lo que los Estados deben proporcionar una atención sanitaria integral tomando en cuenta las necesidades de grupos vulnerables”. (Párr. 107) “En este sentido, el Estado debe garantizar que los bienes y servicios de salud sean accesibles a todos, en especial a los sectores
más vulnerables y marginados de la población, sin discriminación por las condiciones prohibidas en el artículo 1.1 de la Convención”. (Párr. 108)
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“(…) la falta de registro de ingreso y egreso en el centro de salud, la falta de atención médica en favor de las
cinco víctimas gravemente heridas, y la omisión de un diagnóstico sobre su situación y prescripción de su
tratamiento, denotan omisiones en la atención que se debió brindar a los heridos para respetar y garantizar
su derecho a la integridad personal, en contravención del artículo 5.1 en relación con el artículo 1.1 de la
Convención”. (Párr. 109)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Artavia Murillo y otros Vs. Costa Rica
Fecha de sentencia
28 de noviembre de 2012
Estado parte
Costa Rica
Voces
Cita
Consideraciones sobre el inicio de la vida humana. Concepciones que confieren
atributos metafísicos a los embriones no pueden imponerse a quienes no comparten dicha creencia. Concepción: fecundación más implantación. Necesidad de
implantación: la concepción no puede ser entendida como proceso excluyente del
cuerpo de la mujer. Antes de la concepción no se aplica el art. 4 CADH. Interpretación evolutiva de la FIV. En derecho internacional el estatus legal del embrión es
distinto al de una persona. FIV aceptada en la práctica de la mayoría de los Estados Parte. Objeto y fin de la cláusula “en general” (art. 4.1. CADH). Ponderación
de derechos. La decisión sobre la reproducción asistida forma parte del derecho la
integridad personal, libertad personal y a la vida privada y familiar. El derecho
absoluto a la vida del embrión no tiene sustento en la CADH. Impacto en intimidad, autonomía personal y de proyecto de vida, integridad psicológica. Interferencia severa en la toma de decisiones. Impacto desproporcionado ligado a la discriminación indirecta (por género y por situación económica). Infertilidad es limitación funcional protegida. Imposibilidad de medición comparada de riesgos entre
embarazos naturales y FIV. Protección absoluta del embrión es desproporcionada.
Protección del embrión mediante prohibición de FIV es de alcance limitado. En
caso: protección absoluta del embrión fue arbitraria, efectos discriminatorios.
Decisión: Violación arts. 5.1, 7, 11.2 y 17.2, en relación con el artículo 1.1.
Corte IDH. Caso Artavia Murillo y otros (fecundación in vitro) Vs. Costa Rica. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de noviembre de
2012. Serie C No. 257.
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_257_esp.pdf
Hechos:
En el año 2000, una sentencia de la Corte Constitucional de Costa Rica declaró la inconstitucionalidad del
decreto presidencial que regulaba la técnica de fecundación in vitro para parejas casadas en matrimonio que
no podían tener hijos de manera natural o por cauces biológicos. Esta sentencia implicó que se prohibiera la
práctica y generó que algunas de las víctimas del presente caso debieran interrumpir el tratamiento médico
que habían iniciado, y que otras se vieron obligadas a viajar a otros países para poder acceder a la FIV. Ante
esta situación, alrededor de ocho parejas con un diagnóstico de infertilidad severa promovieron una demanda ante la Comisión Interamericana.
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Examen y decisión:
“(…) [R]especto a la controversia de cuándo empieza la vida humana, la Corte considera que se trata de una
cuestión valorada de diversas formas desde una perspectiva biológica, médica, ética, moral, filosófica y
religiosa, y coincide con tribunales internacionales y nacionales, en el sentido que no existe una definición
consensuada sobre el inicio de la vida. Sin embargo, para la Corte es claro que hay concepciones que ven en
los óvulos fecundados una vida humana plena. Algunos de estos planteamientos pueden ser asociados a
concepciones que le confieren ciertos atributos metafísicos a los embriones. Estas concepciones no pueden
justificar que se otorgue prevalencia a cierto tipo de literatura científica al momento de interpretar el alcance del derecho a la vida consagrado en la Convención Americana, pues ello implicaría imponer un tipo de
creencias específicas a otras personas que no las comparten”. (Párr. 185)
“No obstante lo anterior, la Corte considera que es procedente definir, de acuerdo con la Convención Americana, cómo debe interpretarse el término “concepción”. Al respecto, la Corte resalta que la prueba científica concuerda en diferenciar dos momentos complementarios y esenciales en el desarrollo embrionario: la
fecundación y la implantación. El Tribunal observa que sólo al cumplirse el segundo momento se cierra el
ciclo que permite entender que existe la concepción. Teniendo en cuenta la prueba científica presentada por
las partes en el presente caso, el Tribunal constata que, si bien al ser fecundado el óvulo se da paso a una
célula diferente y con la información genética suficiente para el posible desarrollo de un “ser humano”, lo
cierto es que si dicho embrión no se implanta en el cuerpo de la mujer sus posibilidades de desarrollo son
nulas. Si un embrión nunca lograra implantarse en el útero, no podría desarrollarse pues no recibiría los nutrientes necesarios, ni estaría en un ambiente adecuado para su desarrollo (…)”. (Párr. 186)
“En este sentido, la Corte entiende que el término “concepción” no puede ser comprendido como un momento o proceso excluyente del cuerpo de la mujer, dado que un embrión no tiene ninguna posibilidad de
supervivencia si la implantación no sucede. Prueba de lo anterior, es que sólo es posible establecer si se ha
producido o no un embarazo una vez se ha implantado el óvulo fecundado en el útero, al producirse la hormona denominada “Gonodatropina Coriónica”, que sólo es detectable en la mujer que tiene un embrión
unido a ella. Antes de esto es imposible determinar si en el interior del cuerpo ocurrió la unión entre el óvulo
y un espermatozoide y si esta unión se perdió antes de la implantación”. (Párr. 187) “Teniendo en cuenta lo
anterior, el Tribunal entiende el término “concepción” desde el momento en que ocurre la implantación,
razón por la cual considera que antes de este evento no procede aplicar el artículo 4 de la Convención Americana. Asimismo, la expresión "en general" permite inferir excepciones a una regla, pero la interpretación
según el sentido corriente no permite precisar el alcance de dichas excepciones”. (Párr. 189)
“En el presente caso, la interpretación evolutiva es de especial relevancia, teniendo en cuenta que la FIV es
un procedimiento que no existía al momento en el que los redactores de la Convención adoptaron el contenido del artículo 4.1 de la Convención (…). Por tanto, la Corte analizará dos temas en el marco de la interpretación evolutiva: i) los desarrollos pertinentes en el derecho internacional y comparado respecto al status
legal del embrión, y ii) las regulaciones y prácticas del derecho comparado en relación con la FIV”. (Párr.
246)
“(..) [L]a Corte observa que las tendencias de regulación en el derecho internacional no llevan a la conclusión
que el embrión sea tratado de manera igual a una persona o que tenga un derecho a la vida”. (Párr. 253)
“La Corte considera que, a pesar de que no existen muchas regulaciones normativas específicas sobre la FIV
en la mayoría de los Estados de la región, éstos permiten que la FIV se practique dentro de sus territorios.
Ello significa que, en el marco de la práctica de la mayoría de los Estados Parte en la Convención, se ha interpretado que la Convención permite la práctica de la FIV. El Tribunal considera que estas prácticas de los
Estados se relacionan con la manera en que interpretan los alcances del artículo 4 de la Convención, pues
ninguno de dichos Estados ha considerado que la protección al embrión deba ser de tal magnitud que no se
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permitan las técnicas de reproducción asistida o, particularmente, la FIV. En ese sentido, dicha práctica generalizada está asociada al principio de protección gradual e incremental -y no absoluta- de la vida prenatal
y a la conclusión de que el embrión no puede ser entendido como persona”. (Párr. 256)
“Adicionalmente, conforme la interpretación realizada, para la Corte la finalidad del artículo 4.1 de la Convención es la de salvaguardar el derecho a la vida pero ello no significa que se trate de un derecho absoluto.
En ese sentido, la cláusula ‘en general’ tiene como objeto y fin el permitir que, ante un conflicto de derechos, sea posible invocar excepciones a la protección del derecho a la vida desde la concepción. Para que
sea legítima, la restricción tendría que lograr una importante satisfacción de la protección de la vida prenatal, sin negar os derechos a la vida privada y a fundar una familia. Para efectuar esta ponderación se debe
analizar: i) el grado de afectación de uno de los bienes en juego, determinando si la intensidad de dicha
afectación fue grave, intermedia o moderada; ii) la importancia de la satisfacción del bien contrario, y iii) si
la satisfacción de éste justifica la restricción del otro”. (Párr. 258) “Por tanto, la Corte concluye que el objeto
y fin de la cláusula ‘en general’ del artículo 4.1 de la Convención es la de permitir, según corresponda, un
adecuado balance entre derechos e intereses en conflicto. En el caso que ocupa la atención de la Corte, basta señalar que dicho objeto y fin implica que no pueda alegarse la protección absoluta del embrión anulando
otros derechos”. (Párr. 263)
“La Corte ha señalado que la decisión de tener hijos biológicos a través del acceso a técnicas de reproducción asistida forma parte del ámbito de los derechos a la integridad personal, libertad personal y a la vida
privada y familiar. Además, la forma como se construye dicha decisión es parte de la autonomía y de la
identidad de una persona tanto en su dimensión individual como de pareja. A continuación se analizará la
presunta justificación de la interferencia que ha efectuado el Estado en relación con el ejercicio de estos
derechos”. (Párr. 272)
“Al respecto, este Tribunal ha establecido en su jurisprudencia que un derecho puede ser restringido por los
Estados siempre que las injerencias no sean abusivas o arbitrarias; por ello, deben estar previstas en ley en
sentido formal y material, perseguir un fin legítimo y cumplir con los requisitos de idoneidad, necesidad y
proporcionalidad. En el presente caso, la Corte ha resaltado que el ‘derecho absoluto a la vida del embrión’
como base para la restricción de los derechos involucrados, no tiene sustento en la Convención Americana
(…), razón por la cual no es necesario un análisis en detalle de cada uno de dichos requisitos, ni valorar las
controversias respecto a la declaración de inconstitucionalidad en sentido formal por la presunta violación
del principio de la reserva de ley. Sin perjuicio de lo anterior, el Tribunal estima pertinente exponer la forma
en que el sacrificio de los derechos involucrados en el presente caso fue desmedido en relación con las ventajas que se aludían con la protección del embrión”. (Párr. 273)
“La Corte efectuará una ponderación en la que analizará: i) la severidad de la interferencia ocurrida en los
derechos a la vida privada y familiar y los demás derechos involucrados en el presente caso”. (…). (Párr. 276)
“En primer lugar, la prohibición de la FIV impactó en la intimidad de las personas, toda vez que, en algunos
casos, uno de los efectos indirectos de la prohibición ha sido que, al no ser posible practicar esta técnica en
Costa Rica, los procedimientos que se impulsaron para acudir a un tratamiento médico en el extranjero exigían exponer aspectos que hacían parte de la vida privada”. (Párr. 279) “En segundo lugar, respecto a la
afectación de la autonomía personal y del proyecto de vida de las parejas, la Corte observa que la FIV suele
practicarse como último recurso para superar graves dificultades reproductivas. Su prohibición afectó con
mayor impacto los planes de vida de las parejas cuya única opción de procrear es la FIV (…)”. (Párr. 281) “En
tercer lugar, se vio afectada la integridad psicológica de las personas al negarles la posibilidad de acceder a
un procedimiento que hace posible desplegar la libertad reproductiva deseada”. (…)(Párr. 282) “De manera
que, por las razones señaladas, las parejas sufrieron una interferencia severa en relación con la toma de decisiones respecto a los métodos o prácticas que deseaban intentar con el fin de procrear un hijo o hija biológicos. Pero también existieron impactos diferenciados en relación con la situación de discapacidad, el géne-
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ro y la situación económica, aspectos relacionados con lo alegado por las partes respecto a la posible discriminación indirecta en el presente caso”. (Párr. 284)
“La Corte considera que el concepto de impacto desproporcionado está ligado al de discriminación indirecta, razón por la cual se entra a analizar si en el presente caso existió un impacto desproporcionado respecto
a discapacidad, género y situación económica”. (Párr. 287) “Del artículo 25 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (en adelante “CDPD”) se desprende el derecho de las personas con
discapacidad de acceder a las técnicas necesarias para resolver problemas de salud reproductiva”. (Párr.
289) “En (…) [El Protocolo Adicional a la Convención Americana en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y la Convención Interamericana para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad] se tiene en cuenta el modelo social para abordar la discapacidad,
lo cual implica que la discapacidad no se define exclusivamente por la presencia de una deficiencia física,
mental, intelectual o sensorial, sino que se interrelaciona con las barreras o limitaciones que socialmente
existen para que las personas puedan ejercer sus derechos de manera efectiva”. (…)(Párr. 291) “Para la Corte la infertilidad es una limitación funcional reconocida como una enfermedad y que las personas con infertilidad en Costa Rica, al enfrentar las barreras generadas por la decisión de la Sala Constitucional, debían
considerarse protegidas por los derechos de las personas con discapacidad, que incluyen el derecho de acceder a las técnicas necesarias para resolver problemas de salud reproductiva”. (Párr. 293)
“La Corte considera que la prohibición de la FIV puede afectar tanto a hombres como a mujeres y les puede
producir impactos desproporcionados diferenciados por la existencia de estereotipos y prejuicios en la sociedad”. (Párr. 294) “Finalmente, la prohibición de la FIV tuvo un impacto desproporcionado en las parejas
infértiles que no contaban con los recursos económicos para practicarse la FIV en el extranjero”. (…)(Párr.
303)
“No le corresponde a la Corte determinar cuál teoría científica debe prevalecer en este tema ni corresponde
analizar a profundidad cuál perito tiene la razón en estos temas que son ajenos a la experticia de la Corte.
Para el Tribunal es suficiente constatar que la prueba obrante en el expediente es concordante en señalar
que tanto en el embarazo natural como en el marco de la FIV existe pérdida de embriones. Asimismo, tanto
el perito Zegers como el perito Caruso concordaron en señalar que las estadísticas sobre pérdida embrionaria en los embarazos naturales son poco medibles a comparación con la medición de las pérdidas en la FIV,
lo cual limita el alcance que se procura dar a algunas de las estadísticas que se han presentado ante la Corte”. (Párr. 309)
“Teniendo en cuenta lo anterior, la Corte encuentra desproporcionado pretender una protección absoluta
del embrión respecto a un riesgo que resulta común e inherente incluso en procesos donde no interviene la
técnica de la FIV.” (Párr. 311)
“En suma, tanto en el embarazo natural como en técnicas como la de la inseminación artificial existe pérdida embrionaria. La Corte observa que existen debates científicos sobre las diferencias entre el tipo de pérdidas embrionarias que ocurren en estos procesos y las razones de las mismas. Pero lo analizado hasta el
momento permite concluir que, teniendo en cuenta las pérdidas embrionarias que ocurren en el embarazo
natural y en otras técnicas de reproducción que se permiten en Costa Rica, la protección del embrión que se
busca a través de la prohibición de la FIV tiene un alcance muy limitado y moderado”. (Párr. 313)
“(…) La Corte concluye que la Sala Constitucional partió de una protección absoluta del embrión que, al no
ponderar ni tener en cuenta los otros derechos en conflicto, implicó una arbitraria y excesiva intervención en
la vida privada y familiar que hizo desproporcionada la interferencia. Asimismo, la interferencia tuvo efectos
discriminatorios.” (Párr. 316)
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“El Estado es responsable por la vulneración de los artículos 5.1, 7, 11.2 y 17.2, en relación con el artículo 1.1
de la Convención Americana (…)”.(Párr. 381)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Suárez Peralta Vs. Ecuador
Fecha de sentencia
21 de mayo de 2013
Estado parte
Ecuador
Voces
Cita
Deber estatal de garantizar mecanismos legales de protección e investigación.
Protección del derecho a la integridad personal supone regulación de servicios de
salud. Interdependencia e indivisibilidad existente entre los derechos civiles y políticos y los DESC. Obligación de marco normativo adecuado que regule la prestación de servicios de salud. Responsabilidad estatal de regular y fiscalizar la prestación de los servicios de salud. Formación de orden normativo. Deber de implementar medidas positivas (Comité DESC y TEDH). Atribuciones administrativas de
la autoridad sanitaria. Institución de salud privada: Obligación del Estado de supervisión. Atención médica brindada por una persona no autorizada y con complacencia estatal. En caso: Falta de supervisión y fiscalización generó situación de
riesgo. Decisión: Violación de los artículos 5.1, 8.1 y 25.1 en relación con el artículo
1.1.
Corte IDH. Caso Suárez Peralta Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de mayo de 2013. Serie C No. 261.
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_261_esp.pdf
Hechos:
El 28 de junio de 2000, Melba del Carmen Suárez Peralta realizó una consulta con un médico del Policlínico
de la Comisión de Tránsito de Guayas por síntomas de dolor abdominal, vómitos y fiebre. En la mencionada
consulta, el médico le diagnosticó apendicitis crónica y le indicó la necesidad realizar una intervención quirúrgica urgente, la cual fue realizada el 1 de julio del mismo año. Con posterioridad a la operación Melba
Suárez Peralta padeció dolores abdominales intensos, vómitos y otras complicaciones. El 12 de julio del
mismo año la señora Suárez Peralta acudió al Hospital Luis Vernaza y fue intervenida quirúrgicamente, realizándose, entre otros procedimientos, una laparoscopía reexploradora, mediante la cual se encontró “deshicencia de muñón apendicular, peritonitis localizada y natas de fibrina”. Entre los años 2006 y 2012, la señora Suárez Peralta se sometió a distintos tratamientos médicos relacionados con su condición de salud. En
relación con la investigación de los hechos, el 2 de agosto de 2000 Melba Peralta Mendoza, madre de Melba
Suárez Peralta, presentó una denuncia ante el Primer Tribunal en lo Penal del Guayas, en contra del médico
y quienes pudieran estar relacionados con el mal tratamiento recibido. Dicho procedimiento finalizó el 20 de
septiembre de 2005 con la declaración de la prescripción de la acción por parte del Primer Tribunal Penal del
Guayas, tras una serie de falencias, retrasos y omisiones en el proceso judicial.
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Examen y decisión:
“(…) la Corte estima que el artículo 1.1 de la Convención también contempla el deber estatal de garantizar la
existencia de mecanismos legales tendientes a hacer frente a las amenazas a la integridad física de las personas, y que permitan investigar seriamente las violaciones que se hayan cometido a los efectos de sancionar a los responsables y asegurar a la víctima una reparación. En el presente caso, las obligaciones correspondientes a la investigación y sanción han sido analizadas en las consideraciones respecto de los artículos
8 y 25 de la Convención (supra párr. 123)”. (Párr. 128)
“En lo que respecta a la relación del deber de garantía (artículo 1.1) con el artículo 5.1 de la Convención, la
Corte ha establecido que el derecho a la integridad personal se halla directa e inmediatamente vinculado
con la atención a la salud humana, y que la falta de atención médica adecuada puede conllevar la vulneración del artículo 5.1 de la Convención. En este sentido, la Corte ha sostenido que la protección del derecho a
la integridad personal supone la regulación de los servicios de salud en el ámbito interno, así como la implementación de una serie de mecanismos tendientes a tutelar la efectividad de dicha regulación. Por esta
razón, se debe determinar si en el presente caso se garantizó la integridad personal consagrada en el artículo 5.1 de la Convención en relación con el artículo 1.1 de la misma”. (Párr. 130)
“Por otra parte, la Corte también considera pertinente recordar la interdependencia e indivisibilidad existente entre los derechos civiles y políticos y los económicos sociales y culturales, ya que deben ser entendidos integralmente como derechos humanos, sin jerarquía entre sí y exigibles en todos los casos ante aquellas autoridades que resulten competentes para ello. Al respecto, la Declaración Americana de los Derechos
y Deberes del Hombre establece en su Artículo XI que toda persona tiene el derecho “a que su salud sea
preservada por medidas sanitarias y sociales, relativas a […] la asistencia médica, correspondientes al nivel
que permitan los recursos públicos y los de la comunidad”. Por su parte, el Artículo 45 de la Carta de la OEA
requiere que los Estados Miembros “dedi[quen] sus máximos esfuerzos [… para el] [d]esarrollo de una política eficiente de seguridad social”. En este sentido, el artículo 10 del Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ratificado
por Ecuador el 25 de marzo de 1993, establece que toda persona tiene derecho a la salud, entendida como
el disfrute del más alto nivel de bienestar físico, mental y social, e indica que la salud es un bien público.
Adicionalmente, en julio de 2012, la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos enfatizó
la calidad de los establecimientos, bienes y servicios de salud, lo cual requiere la presencia de personal médico capacitado, así como de condiciones sanitarias adecuadas”. (Párr. 131)
“Por tanto, esta Corte ha señalado que, a los efectos de dar cumplimiento a la obligación de garantizar el
derecho a la integridad personal y en el marco de la salud, los Estados deben establecer un marco normativo adecuado que regule la prestación de servicios de salud, estableciendo estándares de calidad para las
instituciones públicas y privadas, que permita prevenir cualquier amenaza de vulneración a la integridad
personal en dichas prestaciones. Asimismo, el Estado debe prever mecanismos de supervisión y fiscalización estatal de las instituciones de salud, así como procedimientos de tutela administrativa y judicial para el
damnificado, cuya efectividad dependerá, en definitiva, de la puesta en práctica que la administración competente realice al respecto”. (Párr. 132)
“Conforme esta Corte lo señaló en otro caso (Ximenes Lopes, anteriormente citado, Parr. 99), “los Estados
son responsables de regular […] con carácter permanente la prestación de los servicios y la ejecución de los
programas nacionales relativos al logro de una prestación de servicios de salud públicos de calidad, de tal
manera que disuada cualquier amenaza al derecho a la vida y a la integridad física de las personas sometidas a tratamiento de salud. Deben, inter alia, crear mecanismos adecuados para inspeccionar las instituciones, […] presentar, investigar y resolver quejas y establecer procedimientos disciplinarios o judiciales apropiados para casos de conducta profesional indebida o de violación de los derechos de los pacientes”. (Párr.
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134)
“El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas y el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos se han pronunciado en este mismo sentido, al considerar que el Estado debe implementar medidas positivas para proteger la vida de las personas bajo su jurisdicción y velar por la calidad de los
servicios de atención a la salud y asegurar que los profesionales reúnan las condiciones necesarias para su
ejercicio, mediante un marco regulatorio de las entidades públicas o privadas, así como respecto de la actividad de particulares, grupos o empresas, a fin de proteger la vida de sus pacientes”. (Párr. 135)
“Al respecto, la Corte ha establecido que ‘cuando la atención de salud es pública, es el Estado el que presta
el servicio directamente a la población […]. El servicio de salud público […] es primariamente ofrecido por
los hospitales públicos; sin embargo, la iniciativa privada, de forma complementaria, y mediante la firma de
convenios o contratos, […] también provee servicios de salud bajo los auspicios del [Estado]. En ambas situaciones, ya sea que el paciente esté internado en un hospital público o en un hospital privado que tenga
un convenio o contrato […], la persona se encuentra bajo cuidado del […] Estado’. “Si bien los Estados pueden delegar su prestación, a través de la llamada tercerización, mantienen la titularidad de la obligación de
proveer los servicios públicos y de proteger el bien público respectivo”. (Párr. 144)
“En este sentido, la supervisión y fiscalización del servicio médico brindado por el Estado en el Policlínico
que, en este caso, debieron realizar las autoridades correspondientes (Policlínico de Guayas y Ministerio de
Salud Pública), no fueron acreditados (supra párr. 137). La Corte estima que la convocatoria realizada por
parte del Estado, mediante la orden General No. 1977, en la que promovió servicios médicos, generó una
situación de riesgo que el propio Estado debía haber conocido. Sobre esta situación, se demostró que se
prestó atención médica en un centro de salud público por parte de quien no acreditó estar certificado para el
ejercicio de su profesión (supra párr. 48) y que, frente a ello, el Estado no solo permitió sino que además
promovió la misma. Dicha situación de riesgo se materializó posteriormente con las afectaciones a la salud
de Melba Suárez Peralta. Por tanto, esta Corte concluye que el Estado incumplió su deber de cuidado y garantía del derecho a la integridad personal de Melba Suárez Peralta, en relación con la atención de salud
brindada en el Policlínico de la Comisión de Tránsito de Guayas”. (Párr. 145)
”La Corte concluye que, si bien la regulación ecuatoriana en la materia contemplaba mecanismos de control
y vigilancia de la atención médica, dicha supervisión y fiscalización no fue efectuada en el presente caso,
tanto en lo que refiere al control de las prestaciones brindadas en la entidad estatal, Policlínico de la Comisión de Tránsito de Guayas, como en lo que respecta a la institución privada, Clínica Minchala. La Corte estima que ello generó una situación de riesgo, conocida por el Estado, que se materializó en afectaciones en
la salud de Melba Suárez Peralta. Por tanto, el Estado de Ecuador incurrió en responsabilidad internacional
por la falta de garantía y prevención del derecho a la integridad personal de Melba Suárez Peralta, en contravención del artículo 5.1 de la Convención Americana, en conexión con el artículo 1.1 del mismo instrumento”. (Párr. 154)
“El Estado es responsable por la violación de los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial,
reconocidos en los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación
con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de Melba del Carmen Suárez Peralta y Melba Peralta Mendoza.
(…) El Estado es responsable por la violación del deber de garantía del derecho a la integridad personal,
reconocido en el artículo 5.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 del mismo instrumento, en perjuicio de Melba del Carmen Suárez Peralta (…). (Párr. 154)
“Partiendo de la premisa de que el Tribunal Interamericano tiene plena competencia para analizar
violaciones de todos los derechos reconocidos en la Convención Americana incluyendo los relativos al
artículo 26, entre los cuales se encuentra el derecho al Desarrollo Progresivo de los Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, que comprende el derecho a la salud —como se reconoce en la Sentencia que motiva
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el presente voto razonado —, considero que en el presente caso se debió analizar directamente este
derecho social, debido a la competencia que entiendo tiene esta Corte IDH para pronunciarse sobre una
posible violación a la garantía de los derechos económicos, sociales y culturales, especialmente del derecho
a la salud.” (Del voto concurrente de Ferrer Mac-Gregor Poisot, párr. 5)
“La intención del presente voto razonado es invitar a la reflexión sobre la necesaria evolución que en mi
concepto debe darse en la jurisprudencia interamericana hacia la eficacia normativa plena del artículo 26 del
Pacto de San José y así otorgar transparencia y tutela real a los derechos económicos, sociales y culturales,
lo que exige aceptar su justiciabilidad directa y, de ser el caso —como sucede con los derechos civiles y
políticos—, llegar eventualmente a declarar la violación autónoma de estos derechos, en relación con las
obligaciones generales previstas en los artículos 1 y 2 de la Convención Americana cuando las circunstancias
del caso concreto así lo exijan.” (Del voto concurrente de Ferrer Mac-Gregor Poisot, párr. 10)
“El Tribunal Interamericano tuvo en el caso que motiva el presente voto razonado una oportunidad para
desarrollar en su jurisprudencia los alcances que tienen los conceptos de interdependencia e indivisibilidad
de los derechos humanos, al resultar herramientas muy útiles para lograr la justiciabilidad “directa” de los
derechos económicos, sociales y culturales, particularmente el “derecho a la salud”, y otorgar su plena
realización y efectividad.” “Desde mi perspectiva, estos alcances implican: a) establecer una relación fuerte
y de igual importancia entre derechos civiles y políticos y los derechos económicos, sociales y culturales; b)
obligar a interpretar todos los derechos de manera conjunta —que en algunos ocasiones arrojan contenidos
traslapados o superpuestos— y a valorar las implicaciones que tiene el respeto, protección y garantía de
unos derechos sobre otros para su implementación efectiva; c) otorgar una visión autónoma a los derechos
económicos, sociales y culturales, conforme a su esencia y características propias; d) reconocer que pueden
ser violados de manera autónoma, lo que podría conducir —como sucede con los derechos civiles y
políticos— a declarar violado el deber de garantía de los derechos derivados del artículo 26 del Pacto de San
José, en relación con las obligaciones generales previstas en los artículos 1 y 2 de la Convención Americana;
e) precisar las obligaciones que deben cumplir los Estados en materia de derechos económicos, sociales y
culturales; f) permitir una interpretación evolutiva del corpus juris interamericano y de manera sistemática,
especialmente para advertir los alcances del artículo 26 de la Convención con respecto al Protocolo de San
Salvador; y g) proporcionar un fundamento más para utilizar otros instrumentos e interpretaciones de
organismos internacionales relativas a los derechos económicos, sociales y culturales con el fin de darles
contenido.” (Del voto concurrente de Ferrer Mac-Gregor Poisot, párrs. 26 y 27)
“Es claro que la Corte IDH no puede declarar la violación del derecho a la salud en el marco del Protocolo de
San Salvador, porque así se advierte de la literalidad del artículo 19.6 del mismo. Sin embargo, es posible
entender entonces al Protocolo de San Salvador como uno de los referentes interpretativos sobre el alcance
del derecho a la salud que protege el artículo 26 de la Convención Americana. El Protocolo Adicional, a la luz
del corpus juris de derechos humanos, ilustra sobre el contenido que deben tener las obligaciones de respeto
y garantía respecto a este derecho. Es decir, el Protocolo de San Salvador orienta sobre la aplicación que
corresponde del artículo 26 en conjunto con las obligaciones establecidas en los artículos 1.1 y 2 del Pacto
de San José.” (Del voto concurrente de Ferrer Mac-Gregor Poisot, párrs. 47)
“(…) resulta válido que este Tribunal Interamericano, en aplicación del principio iura novit curia y atendiendo
al marco fáctico del caso, pudiera entrar al análisis autónomo y directo de la garantía del derecho a la salud
—y no sólo en conexidad con los derechos civiles que declaró violados—, en el entendido de que el derecho
a la salud se encuentra entre los derechos económicos, sociales y culturales justiciables que se derivan del
artículo 26 de la Convención Americana, en relación con las obligaciones generales del artículo 1.1 del
propio Pacto de San José, como quedó analizado con anterioridad.” (Del voto concurrente de Ferrer MacGregor Poisot, párrs. 96)
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“Resulta de la esencia del derecho a la salud su interdependencia con el derecho a la vida y el derecho a la
integridad personal; ello no justifica, sin embargo, negar la autonomía sobre el alcance de aquel derecho
social, a partir del artículo 26 de la Convención Americana en relación con las obligaciones de respeto y
garantía contenidos en el artículo 1.1 del propio Pacto, que exige interpretar el Pacto de San José a la luz del
corpus iuris en materia de derecho a la salud —como en efecto se hace en el Caso Suárez Peralta que motiva
el presente voto razonado, aunque se le denomina integridad personal, limitando significativamente por la
vía de la conexidad los alcances reales del derecho a la salud—.” “Lo que involucra esta visión de
justiciabilidad directa es que la metodología para imputar responsabilidad internacional se circunscribe a las
obligaciones respecto al derecho a la salud. Ello implica la necesidad de una argumentación más específica
en torno a la razonabilidad y proporcionalidad de cierto tipo de medidas de política pública. Dado lo
delicado de una valoración en tal sentido, las decisiones de la Corte IDH adquieren más transparencia y
fortaleza si el análisis se hace directamente desde esta vía respecto a obligaciones en torno al derecho a la
salud en lugar de respecto al ámbito más relacionado con las consecuencias de ciertas afectaciones
respecto a la integridad personal, esto es, por la vía indirecta o por conexidad con los derechos civiles. En
este mismo sentido, las reparaciones que tradicionalmente otorga la Corte, y que en muchos casos
impactan en prestaciones relacionadas con el derecho a la salud, como las medidas de rehabilitación o
satisfacción, pueden adquirir un verdadero nexo de causalidad entre el derecho violado y la medida
dispuesta con todos sus alcances184 . A su vez, hablar de justiciabilidad directa implica transformar la
metodología a partir de la cual se valora el cumplimiento de las obligaciones de respeto y garantía (artículo
1.1 del Pacto de San José), que ciertamente es distinto respecto al derecho a la vida y el derecho a la
integridad personal, que respecto al derecho a la salud y otros derechos sociales, económicos y culturales.”
(Del voto concurrente de Ferrer Mac-Gregor Poisot, párrs. 101 y 102)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
B. Vs. El Salvador
Fecha de sentencia
29 de mayo de 2013
Estado parte
El Salvador
Voces
Requisitos para la concesión de Medidas Provisionales. Carácter cautelar y tutelar
de las Medidas Provisionales. Requisitos: Extrema gravedad, Urgencia y Daño
irreparable. Resolución de las medidas provisionales: obligación de adoptar medidas necesarias y efectivas encaminadas a la protección de los artículos 4 y 5. Efectividad de las acciones estatales y grado de desprotección.
Cita
Corte IDH. Caso B. Vs. El Salvador. Resolución de medidas provisionales. 29 de
mayo de 2013.
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/medidas/B_se_01.pdf
Hechos:
A mediados de abril de 2013 B., una mujer de 22 años de edad, embarazada de 20 semanas, tomó conocimiento de que cursaba un embarazo anencefálico. A ello se sumó el diagnóstico de una patología grave
denominada lupus eritematoso discoide que se había agravado con nefritis lúpica. Por este motivo, era de
vital importancia interrumpir la gestación ya que de no hacerlo había una fuerte probabilidad de muerte
materna. En ese sentido, se solicitó la opinión de la autoridad o institución competente a fin de llevarse adelante el aborto. En abril de 2013 se presentó un recurso de amparo en contra del Director del centro de salud
en el que se solicitaba, a fin de salvaguardar el derecho a la vida de B., que no se condicionase su intervención médica a la autorización previa de la autoridad competente, tal como se estableció en el oficio de 22 de
marzo de 2013. En la solución al amparo, la Sala Constitucional resolvió la adopción de medidas cautelares a
fin de que las autoridades demandadas garanticen el derecho a la vida y la salud, tanto física como mental,
de la señora B., brindando el tratamiento médico necesario e idóneo para la preservación de tales derechos.
B. regresó al Hospital donde empezó a recibir medicamentos. Sin embargo, no se realizó la terminación del
proceso de gestación debido a que no se designaron los profesionales médicos que llevarían a cabo dicho
procedimiento.
Examen y decisión:
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“La presente solicitud de medidas provisionales no se origina en un caso en conocimiento de la Corte, ni
tampoco se ha presentado una petición inicial ante la Comisión Interamericana por los hechos que sustentan la solicitud de medidas provisionales. Sin embargo, este Tribunal ya ha establecido en casos anteriores
que “en vista del carácter tutelar de las medidas provisionales, excepcionalmente, es posible que las ordene,
aun cuando no exista propiamente un caso contencioso en el Sistema Interamericano, en situaciones que,
prima facie, puedan tener como resultado una afectación grave e inminente de derechos humanos. Al respecto, la Corte ha indicado que en este tipo de situaciones se deben tener en cuenta, además de los requisitos establecidos en el artículo 63 de la Convención (extrema gravedad, urgencia y la necesidad de evitar daños
irreparables a personas), el problema planteado, la efectividad de las acciones estatales frente a la situación
descrita y el grado de desprotección en que quedarían las personas sobre quienes se solicitan medidas en
caso de que éstas no sean adoptadas. En este sentido, la Corte reitera que en estos casos la Comisión debe
presentar “una motivación suficiente que abarque los criterios señalados y que el Estado no demuestre en
forma clara y suficiente la efectividad de determinadas medidas que haya adoptado en el fuero interno”.
(Párr. 4)
“Esta Corte ha establecido que en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos las medidas provisionales tienen un carácter no sólo cautelar, en el sentido de que preservan una situación jurídica, sino fundamentalmente tutelar, por cuanto protegen derechos humanos, en la medida en que buscan evitar daños
irreparables a las personas. El carácter cautelar de las medidas provisionales está vinculado al marco de los
contenciosos internacionales. En tal sentido, estas medidas tienen por objeto y fin preservar los derechos en
posible riesgo hasta tanto no se resuelva la controversia. Su objeto y fin son los de asegurar la integridad y la
efectividad de la decisión de fondo, y de esta manera evitar que se lesionen los derechos en litigio, situación
que podría hacer inocua o desvirtuar el efecto útil de la decisión final. Las medidas provisionales permiten
así que el Estado en cuestión pueda cumplir la decisión final y, en su caso, proceder a las reparaciones ordenadas”. (Párr. 5)
“Sobre el primer requisito (extrema gravedad), este Tribunal resalta que todos los estudios médicos han
hecho énfasis en la gravedad del estado de salud de la señora B.. En efecto, la enfermedad que padece la
señora B., más las otras condiciones médicas que presenta, y, aunado a su estado de embarazo, pueden
llegar a implicar una serie de complicaciones médicas e incluso la muerte (supra Considerando 8). (…) Además, otra muestra de lo complejo de su estado de salud es que los especialistas coinciden en que es necesario mantenerla bajo supervisión médica permanente. Por ello, la Corte considera que la gravedad de la situación es elevada, por lo cual se encuentra probada prima facie la extrema gravedad en el presente asunto”. (Párr. 12)
“Respecto a la urgencia, la Corte observa que se presentó información que indica que actualmente la señora
B. se encuentra estable y estaría respondiendo al tratamiento médico que actualmente se le está brindando
(supra Considerando 8). No obstante lo anterior, el Tribunal resalta que el 2 de mayo de 2013 el médico tratante de la señora B. dictaminó que “a pesar de que la paciente se encuentra estable de su enfermedad, […]
debido a los cambios fisiológicos propios del embarazo aunado a la historia natural de la enfermedad de
base, podría presentarse crisis en cualquier momento, volviéndose impredecible en qué instante presentará
una emergencia médica”. En similar sentido, la sentencia de 28 de mayo de 2013 de la Sala de lo Constitucional recalcó que “el que la señora [B.]. se encuentre estable en este momento no implica que el riesgo
implícito en su cuadro clínico –el cual ha sido catalogado como grave y excepcional– haya desaparecido,
pues el comportamiento impredecible de la enfermedad de base que adolece –LES– y los cambios biológicos que su cuerpo podría experimentar durante las últimas etapas del proceso de gestación en el que se
encuentra incrementan la probabilidad de que las complicaciones médicas que la referida señora sufrió durante su primer embarazo u otras se presenten”. Precisamente el hecho de que no se pueda predecir si la
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señora B. continuará estable o si en cualquier momento puede producirse una crisis que le generé una
emergencia médica comprueba que es urgente y necesario tomar medidas que impidan afectar sus derechos a la vida y a la integridad personal. Además, el paso del tiempo podría tener una incidencia en el riesgo
de la vida e integridad de la señora B., teniendo en cuenta que la misma Sala Constitucional constató que “el
expediente clínico” indica que “a medida que avance la edad gestacional la paciente puede padecer de una
exacerbación del LES y las complicaciones obstétricas mencionadas, siendo dicho cuadro clínico agravado
por la anencefalia fetal que provocaría otras afecciones” y que la Organización Panamericana de la Salud
indicó que “los cambios fisiológicos propios del proceso gestacional pueden acelerar y agravar la enfermedad” de la señora B. e, incluso, “provocar una serie de complicaciones obstétricas que ya estuvieron presentes en su primer embarazo, entre estas la preeclampsia”. (Párr. 13)
“Con relación al alegado daño irreparable que podría producirse en caso de que no se tomen las medidas
necesarias, la Corte destaca que los médicos tratantes de la señora B. han concluido que su enfermedad
encontrándose embarazada de un feto con “anencefalia, anomalía mayor, incompatible con la vida extrauterina” podría conllevar riesgos en su salud, tales como hemorragia obstétrica grave, agravamiento del
lupus, empeoramiento de su falla renal, pre eclampsia grave y formas complicadas de la misma como crisis
hipertensiva, hemorragia cerebral, trombosis arterial y venosa, tromboembolismo pulmonar, infecciones
post parto o muerte materna (supra Considerando 8). (…). Asimismo, el 7 de mayo de 2013 el Instituto de
Medicina Legal en su dictamen manifestó que “[e]n lo que se refiere al estado emocional de la examinada,
ésta se encuentra, según lo refiere ella misma, sometida a presión ya que se le ha dicho que su vida se encuentra en riesgo de muerte si no se decide a “sacarle el niño””. Además, se indicó que “[e]l estado emocional de la examinada se ve afectado también por el sentimiento que existe en ella sobre la posibilidad de
sufrir la consecuencia de una pena de prisión”. Agregó que “[o]tra situación que provoca tensión en la examinada es su necesaria separación de la familia dado que actualmente se encuentra internada en el centro
hospitalario”. El Instituto de Medicina Legal concluyó que “[e]stas situaciones han dado lugar a la aparición
de una sintomatología psicosomáticacongruente con un estado de tensión emocional”. Por ello, el Tribunal
considera que el riesgo de un daño irreparable a la vida e integridad tanto física como mental de la señora B.
se encuentra acreditada en el presente asunto”. (Párr. 14)
“Como se mencionó anteriormente, en los asuntos en que la adopción de las medidas busquen proteger
exclusivamente el carácter tutelar de las mismas, es necesario analizar, además de los tres requisitos establecidos en el artículo 63 de la Convención, la efectividad de las acciones estatales frente a la situación descrita y el grado de desprotección en que quedarían las personas sobre quienes se solicitan medidas en caso
de que éstas no sean adoptadas (supra Considerando 4). Al respecto, la Corte considera que, en el marco de
la situación extrema que involucra el presente asunto, la protección interamericana debe ser coadyuvante y
complementaria en la mejor forma posible de las decisiones internas adoptadas, de tal forma que la señora
B. no esté desprotegida respecto a los posibles daños que pueda sufrir su vida e integridad personal (…)”.
(Párr. 15)
“Por todo lo anterior, la Corte Interamericana considera que se han dado todos los requisitos para adoptar
las medidas provisionales a favor de la señora B. en el presente asunto. Por tanto, la Corte dispone que el
Estado adopte y garantice, de manera urgente, todas las medidas que sean necesarias y efectivas para que
el personal médico tratante de la señora B. pueda adoptar, sin interferencia, las medidas médicas que consideren oportunas y convenientes para asegurar la debida protección de los derechos consagrados en los
artículos 4 y 5 de la Convención Americana y, de este modo, evitar daños que pudiesen llegar a ser irreparables a los derechos a la vida y la integridad personal y a la salud de la señora B. Al respecto, el Estado deberá
adoptar las providencias necesarias para que la señora B. sea atendida por médicos de su elección”. (Párr.
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Hernández Lima Vs. Venezuela
Fecha del Informe
Estado parte
Voces
Cita
16 de octubre de 1996
Venezuela
Violación de los artículos 4, 5.1 y 5.2, 7.1, 7.2 y 7.3, 8.1 y 8.2, 25 en relación con el
artículo 1.1. Posición de garante del Estado respecto de los derechos de los detenidos. Omisión del deber de garantizar la vida y la salud.
CIDH. Informe No. 28/96. Hernández Lima Vs. Venezuela. Caso 11.297. 16 de octubre de 1996.
Vínculo texto íntegro http://www.cidh.oas.org/annualrep/96span/Guatemala11297.htm
Hechos:
Juan Hernández Lima, agricultor de 38 años de edad, fue arrestado por la Policía en la Ciudad de Guatemala el
26 de abril de 1993, en compañía de cuatro personas más, por haber cometido "falta contra las buenas costumbres". Los detenidos fueron conducidos al Juzgado de Paz donde fueron procesados. Tres de los sentenciados
pagaron la multa y salieron de la prisión, en tanto que el Sr. Hernández y otro detenido permanecieron recluidos por no poder pagar la suma de dinero establecida. Lima falleció durante su detención, el día 2 de mayo de
1993, por causa de un edema cerebral y de un ataque de cólera. Según los peticionarios, los empleados encargados de la asistencia médica en el centro de detención dieron tratamiento médico insuficiente. El Director en
funciones autorizó que se le trasladara a un hospital pero dicho traslado no se realizó. Los familiares se enteraron de su detención cuatro días más tarde por informaciones de vecinos.
Examen y decisión:
“El Estado de Guatemala, como garante especial de estos derechos de los detenidos, debió alegar y sustentar adecuadamente que tomó las medidas necesarias para garantizar la vida y salud del Sr. Hernández Lima.
El Estado no controvirtió lo alegado por los peticionarios ni presentó evidencia que demuestre que actuó
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razonablemente para prevenir la muerte del Sr. Hernández.” (Párr. 59) “El Estado guatemalteco, por consiguiente, cometió una omisión que violó su deber de garantizar la salud y la vida del Sr. Hernández Lima, si
se toma en cuenta que la víctima estaba bajo su custodia, sin la posibilidad de acudir a sus allegados, a un
abogado o a un médico particular y que por lo tanto el Estado ejercía un control completo sobre su vida e
integridad personal.” (Párr. 60) “La Comisión considera que el peticionario ha sustentado en forma consistente y específica, y con los medios a su alcance, que al Sr. Hernández Lima no le fue garantizada su integridad personal y su vida por parte del Estado de Guatemala”. (Párr. 61)
“El Estado de Guatemala es responsable por la violación de la obligación de respetar el derecho a la libertad
personal (artículo 7, numerales 1, 2 y 3) y la violación de la obligación de respetar las garantías judiciales
(artículo 8.2) del señor Juan Hernández Lima, de conformidad con el artículo 1.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. (…) es responsable, por omisión, de violar su obligación de garantizar el derecho a la vida (artículo 4) y el derecho a la integridad personal (artículo 5, numerales 1 y 2) del señor Juan
Hernández Lima, de conformidad con el artículo 1.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
(…) es responsable de la violación de la obligación de respetar las garantías judiciales (artículo 8.1) y de
otorgar un recurso efectivo (artículo 25) a la señora Gabriela de María Lima Morataya, madre del señor Juan
Hernández Lima, de conformidad con la obligación genérica establecida en el artículo 1.1 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos”. (Párr. 83)
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COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Víctor Rosario Congo Vs. Ecuador
Fecha del Informe
13 de abril de 1999
Estado parte
Ecuador
Voces
Cita
Condiciones de la detención. Agresión física sin atención médica. Estándares especiales en casos de personas con enfermedad mental. Interpretación del Art. 5
de la CADH en base a los Principios para la Protección de los Enfermos Mentales y
para el Mejoramiento de la Atención de la Salud Mental. Aislamiento celular como trato inhumano y degradante. Jurisprudencia Europea. Incomunicación de un
discapacitado mental aumenta la gravedad de la violación. Condiciones de abandono y falta de satisfacción de las necesidades básicas como agravantes de la
violación. Padecimiento mental y necesidad de atención, y sin embargo aislamiento. Falta de tratamiento médico a personas bajo custodia constitutiva de
violación a la integridad, equiparable a trato inhumano o degradante (Estándares
europeos). Mayor gravedad de la violación a la integridad física cuando se padece
enfermedad y se está en prisión (especial vulnerabilidad). Violación del artículo 5
de la CADH.
CIDH. Informe No. 63/99. Víctor Rosario Congo Vs. Ecuador. Caso 11.427. 13 de
abril de 1999.
Vínculo texto íntegro http://www.cidh.oas.org/PRIVADAS/Ecuador%2011.427.htm
Hechos:
Víctor Rosario Congo, ecuatoriano de 48 años de edad, fue detenido por robo y asalto. El 25 de julio de
1990, cuando dichas causas se hallaban en su etapa sumaria, el señor Congo fue recluido en un centro de
detención para presos comunes (Centro de Rehabilitación Social de Machala). Aunque no fueron fehacientemente corroborados, existen indicios de que al momento de su encarcelamiento se conducía de un modo
que hacía presumir que era víctima de trastornos mentales. Aproximadamente el día 12 de septiembre de
1990, el interno fue alojado en una celda de aislamiento. El 14 de septiembre de 1990 fue agredido por uno
de los guardias del centro aprovechándose del estado mental deprimido del interno. A pesar de la aparente
gravedad de la lesión y de su estado emocional, el Sr. Congo nunca recibió atención médica. Se lo depositó
nuevamente en la celda de aislamiento donde, aparentemente, permaneció desnudo y virtualmente inco-
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municado, sin ropas y sin posibilidad de ir al baño teniendo que esperar un mes para ingresar al hospital
donde recibiría tratamiento por la golpiza que lo dejó físicamente discapacitado y demente y que, finalmente, le causó la muerte. Nunca se llevó a cabo una investigación sobre lo que le ocurrió al Sr. Congo.
Examen y decisión:
“La Comisión considera pertinente emplear estándares especiales en la determinación de si se ha cumplido
con las normas convencionales, en casos que involucran personas que padecen enfermedades mentales.
Esta también ha sido la práctica de la Corte Europea de Derechos Humanos.” (Caso TEDH, Herczegfalvy c.
Austria, 24 de septiembre de 1994. párrafo 82) (Párr. 53)
“En este caso la persona que, según se alega, fue víctima de violaciones a la integridad física, psíquica y moral, padecía de una discapacidad mental. Por lo tanto, la Comisión considera que en el presente caso las
garantías establecidas en el artículo 5 de la Convención Americana deben ser interpretadas a la luz de
los Principios para la Protección de los Enfermos Mentales y para el Mejoramiento de la Atención de la Salud
Mental. Estos principios fueron adoptados por la Asamblea General de la ONU como guía interpretativa en
lo que se refiere a la protección de los derechos humanos de las personas con discapacidad mental, consideradas por este órgano como un grupo especialmente vulnerable”. (Párr. 54)
“La Corte Interamericana se ha pronunciado sobre los efectos del aislamiento celular y la incomunicación
de detenidos. Ha establecido que mantener a una persona en una celda pequeña y aislada, constituye tratamiento inhumano y degradante que justifica la adopción de medidas provisionales para salvaguardar su
integridad”. (Párr. 56)
“En el caso A. c. Reino Unido se consideró que correspondía examinar el caso de un paciente aislado en un
hospital psiquiátrico durante cinco semanas sin ropa, elementos para el aseo, muebles o ventilación, conforme a los estándares sobre trato humano consagrados en la Convención Europea de Derechos Humanos.
El trámite del caso concluyó con un acuerdo amistoso, por el cual el Reino Unido se comprometió a reformar la ley de salud mental y asegurar la provisión de vestimenta, colchones, letrinas portátiles y papel higiénico a los internos”. (Párr. 57)
“La Comisión considera que la incomunicación per se puede constituir tratamiento inhumano. En el caso de
la incomunicación de un discapacitado mental en una institución penitenciaria, puede constituir una violación aún más grave de la obligación de proteger la integridad física, psíquica y moral de las personas que se
encuentran bajo la jurisdicción del Estado”. (Párr. 58)
“En este caso, la Comisión considera que el aislamiento celular al cual se sometió al señor Congo constituye
un tratamiento inhumano y degradante, dentro de los parámetros del artículo 5(2) de la Convención Americana. Esta violación de la normativa convencional se ve agravada por las condiciones de abandono en las
cuales permaneció aislado y sin poder satisfacer sus necesidades básicas. En consecuencia, el Estado de
Ecuador violó el derecho de Víctor Rosario Congo a ser tratado "con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano". (Párr. 59)
“El 20 de septiembre de 1990, consumadas las lesiones, el doctor Wilmer Riofrío --médico del Centro de
Rehabilitación-- determinó que el interno, dado su estado mental, requería asistencia especializada”. (Párr.
63) “La determinación del padecimiento mental del señor Congo, sin embargo, no sólo no se tradujo en su
traslado inmediato a una institución de salud, sino que no se reflejó en el mejoramiento de sus condiciones
de detención. El "Parte informativo elevado al jefe provincial de la policía judicial de Guayas" que fuera
aportado por el Estado señala que "pese a que Víctor Rosario Congo [...] se encontraba herido, desorientado
en tiempo y espacio, los encargados de éste lo han seguido manteniendo en una celda aislada sin darle el
tratamiento necesario en estos casos, existiendo de esta forma negligencia". (Párr. 64)
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“En su Informe Informe 28/96 (Caso 11.297, Guatemala, Informe Anual de la CIDH. 1996) la Comisión determinó que mantener bajo custodia, sin tratamiento médico, a una persona que padecía de edema cerebral y
cólera, constituye una violación al derecho a la integridad física, psíquica y moral, y a la prohibición de infligir tratos inhumanos, crueles o degradantes, consagrados en el artículo 5 de la Convención Americana”.
(Párr. 65)
“La Comisión Europea ha establecido que el encarcelamiento de un discapacitado mental bajo condiciones
deplorables y sin tratamiento médico puede considerarse como un tratamiento inhumano o degradante.
(Caso TEDH, Ashingdane c. Reino Unido. Aplicación No. 8225/78, Serie A No. 93,6 50 (1984)). En el caso Herczegfalvy c. Austria reiteró que el no proporcionar tratamiento médico a prisioneros o pacientes mentales, puede constituir una violación a las normas de la Convención Europea de Derechos Humanos que
consagran la prohibición de infligir tratamientos o castigos inhumanos o degradantes”. (Párr. 66)
“La Comisión considera que la violación al derecho a la integridad física es aún más grave en el contexto del
caso particular donde la víctima, en situación de prisión preventiva y padeciendo una enfermedad mental,
se encontraba bajo la custodia del Estado en una situación de particular vulnerabilidad”. (Párr. 67)
“Por lo antes expuesto, la Comisión concluye que el Estado no tomó las medidas necesarias para resguardar
la integridad física, psíquica y moral de la víctima. No surge claramente de las posiciones de las partes si su
condición fue investigada oportuna o tardíamente por las autoridades pero, en todo caso, una vez determinada, se omitió brindarle el tratamiento necesario para asegurar su integridad física, lo cual constituye una
violación del artículo 5 de la Convención Americana”. (Párr. 68)
“Ha sido comprobado, según señala el Estado y surge de la autopsia, que la víctima no falleció como resultado de las lesiones sino por la deshidratación que sufrió durante los aproximadamente cuarenta días que
permaneció aislada, sin ingerir alimentos ni agua. Sin embargo, no ha quedado demostrado que se hayan
adoptado las medidas necesarias para resguardar la integridad personal de un interno que presentaba lesiones físicas, si bien no graves, necesitadas de atención y que por su estado mental no se encontraba en
condiciones de responsabilizarse por su propio cuidado”. (Párr. 73)
“Las medidas necesarias para su supervivencia consistían en asistencia médica para la recuperación de sus
lesiones físicas, cuidados vitales tales como el aseo y la alimentación y asistencia psicológica para tratar la
depresión y la psicosis característicos del Síndrome de Ganser”. (Párr. 74) “Sólo surge de los elementos
aportados por el Estado que la víctima fue aislada durante más de cuarenta días hasta prácticamente el día
de su muerte; que tras sufrir agresiones físicas y morales por parte del personal del Centro de Rehabilitación, se omitió brindarle asistencia médica a sus heridas, según surge del examen que se le practicara el 2 de
octubre de 1990; y que a pesar de haberse diagnosticado su padecimiento mental, se lo mantuvo en las
mismas condiciones de aislamiento y se desatendieron sus necesidades vitales, aun sabiendo que no se
encontraba en condiciones de cuidar de sí mismo”. (Párr. 75)
“Presuntamente, el sistema penitenciario ecuatoriano no está a la altura de los estándares internacionales
sobre la asistencia médico psiquiátrica. Los Principios de Salud Mental 20.1 y 20.2 señalan que "las personas
que cumplen penas de prisión por delitos penales o que han sido detenidas en el transcurso de procedimientos penales efectuados en su contra y que, según se ha determinado o se sospecha, padecen una enfermedad mental [...] deben recibir la mejor atención disponible de salud mental...". Las Reglas Mínimas para el
Tratamiento de los Reclusos establecen que "[l]os alienados no deberán ser recluidos en prisiones. Se tomarán disposiciones para trasladarlos lo antes posible a establecimientos para enfermos mentales" y en el caso
de que deban permanecer en prisión, deben permanecer bajo la vigilancia especial de un médico”. (Párr. 77)
“(…) los estándares internacionales en la materia establecen que "todo establecimiento penitenciario dispondrá por lo menos de los servicios de un médico calificado que deberá poseer algunos conocimientos
psiquiátricos [...] El médico estará encargado de velar por la salud física y mental de los reclusos. Deberá
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visitar diariamente a todos los reclusos enfermos y a todos aquellos sobre los cuales llame su atención".
(Párr. 80)
“En suma, el hecho de que el Estado no cuente con establecimientos especiales para la internación de detenidos que padecen enfermedades mentales, no lo exime del deber de prestar atención médica a las personas que se encuentran bajo su custodia”. (Párr. 81)
“En su Informe 28/96 (Caso 11.297, Guatemala, Informe Anual de la CIDH 1996) la Comisión estableció que
cuando una persona se halla bajo custodia, sin la posibilidad de acudir a sus allegados, a un abogado o a un
médico particular, el Estado ejerce control completo sobre su vida e integridad. En esas circunstancias las
omisiones del Estado violan su deber de garantizar la salud y la vida del detenido”. (Párr. 83)
“Por todo lo expuesto, la Comisión concluye que, en este caso, el Estado omitió tomar las medidas a su alcance para asegurar el derecho a la vida de una persona que en parte debido a su salud y en parte a las lesiones que le ocasionara un agente mismo del Estado, se encontraba en estado de indefensión, aislado y
bajo su custodia. Por lo tanto, el Ecuador ha violado el derecho a la vida del señor Congo, consagrado en el
artículo 4 de la Convención Americana y ha incurrido en la omisión de cumplir con sus obligaciones en virtud
del artículo 1(1) de la misma”. (Párr. 84)
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FALLO DEL TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
Keenan v. United Kingdom
Fecha de sentencia
3 de abril de 2001
Estado parte
Reino Unido
Voces
Cita
Vínculo texto íntegro
Prohibición de trato o castigo cruel, inhumano o degradante – obligación positiva
de protección: respecto de riesgo emanado de terceros; respecto de autolesión;
en contexto de encierro. Estándar de riesgo inmediato. Trato y castigo inhumano
y degradante: relatividad de su determinación; por no adecuación de la sanción al
estado de enfermedad mental
TEDH, Keenan v. United Kingdom. Sentencia del 3 de abril de 2001. Aplicación no.
27229/95.
http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-59365
Hechos:
Mark Keenan recibió tratamiento médico psiquiátrico intermitente (medicación antipsicótica) por padecer
de paranoia esquizofrénica desde sus veintiún años de edad (diagnóstico realizado mientras cumplía una
pena de cuatro años de prisión). A los veintiocho años fue condenado a cuatro meses de prisión e ingresado
en el centro de salud del establecimiento penitenciario HM Prison Exeter. En distintas oportunidades se intentó trasladarlo al sector general de la prisión para que esté en contacto con otros privados de libertad.
Keenan no estuvo de acuerdo con este traslado por temor a ser lastimado. Continuó con medicación, que
fue modificada en distintas oportunidades. El 30 de abril de 1993 volvió a tratarse el tema de su traslado. El
mismo día agredió físicamente a dos agentes penitenciarios. Luego de una entrevista con un oficial del hospital penitenciario el día 1 de mayo de 1993 se dejó asentado en su historial que Keenan mostraba un estado
anímico suicida (“feeling suicidal”). El 14 de mayo, cuando sólo faltaban nueve días para que pudiera recuperar su libertad, se le informó que su pena podría incrementarse en otros veintiocho días como resultado del
ataque a los agentes penitenciarios. Al día siguiente de la noticia, el 15 de mayo, fue hallado muerto en su
celda por asfixia causada por autosuspensión.
Examen y decisión:
El Tribunal recuerda que la primera parte del artículo 2.1 de la Convención obliga al Estado no sólo a abstenerse de privar intencional e ilegalmente de la vida, sino también a tomar las medidas adecuadas para salvaguardar la vida de las personas dentro de su jurisdicción (ver Caso TEDH, LCB v. United Kingdom. Senten-
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[Vol. 8]
cia de 9 de junio de 1998, § 36). Lo anterior se trata de un deber fundamental del Estado para garantizar el
derecho a la vida mediante el establecimiento de normas penales efectivas para disuadir la comisión de
delitos contra las personas encargadas de la prevención, represión y sanción de las infracciones de tales
disposiciones. Esto también puede extenderse, dadas las condiciones, a una obligación positiva sobre las
autoridades de adoptar medidas operativas preventivas para proteger a una persona cuya vida está en riesgo por actos criminales de otro individuo (ver Caso TEDH, Osman v. United Kingdom. Sentencia de 28 de
octubre de 1998, § 115). (Cf. Párr. 89)
Teniendo en cuenta las dificultades en la vigilancia, la imprevisibilidad de la conducta humana y las decisiones operativas que debían ser tomadas en función de las prioridades y recursos, el alcance de la obligación
positiva debe ser interpretada de una manera que no imponga una imposible o desproporcionada carga
para las autoridades. En consecuencia, no todo riesgo a la vida impone a las autoridades la obligación convencional de tomar medidas operativas para prevenir que el riesgo se materialice. Para que una obligación
positiva surja, debe establecerse que las autoridades sabían o hubieran debido saber en el momento de la
existencia de un riesgo real e inmediato para la vida de un individuo identificado, cuando este riesgo proviene de actos criminales de un tercero y las autoridades no tomaron las medidas dentro del ámbito de sus
atribuciones, juzgado razonablemente, hubiera sido de esperar que adoptasen para evitar aquel riesgo
(TEDH, Osman – op. cit. –, § 116). (Cf. Párr. 89)
En este caso, la Corte debía tener en cuenta en qué medida esto se aplica cuando el riesgo de una persona
deriva de autolesión. (Cf. Párr. 89)
En el contexto de los detenidos, el TEDH ya señaló en otras ocasiones que las personas detenidas se encuentran en una situación de vulnerabilidad y que las autoridades tienen la obligación de protegerlas. Corresponde al Estado responder por lesiones sobrevenidas durante la detención preventiva, siendo esta obligación particularmente estricta cuando la persona ha fallecido [...]. Se puede señalar que la necesidad de un
examen está reconocida en derecho inglés y galés, en cuyos términos tiene lugar automáticamente una
investigación cuando una persona muere en prisión, y los Tribunales internos imponen a las autoridades
penitenciarias un deber de vigilancia con respecto a las personas detenidas en su establecimiento. (Cf. Párr.
90)
El Tribunal considera que dado que el historial de la víctima no contenía diagnóstico formal de esquizofrenia, las autoridades no podían saber que estaba en riesgo de suicidio inmediato. Por lo tanto, determina que
los niveles de riesgo estaban dentro de los parámetros normales y desestima la violación del artículo 2. (Cf.
Párr. 94 ss.)
Con respecto al artículo 3 (prohibición de la tortura y de trato o castigo inhumano o degradante) el Tribunal
recordó que el maltrato debe tener un grado mínimo de severidad para poder ser considerado en el ámbito
del artículo 3. La determinación de este mínimo es relativa: depende de todas las circunstancias del caso,
tales como la duración del trato, sus efectos físico y/o mentales y, en algunos casos, del sexo, la edad y el
estado de salud de la víctima (véase, entre otros casos, Tekin v. Turkey, sentencia del 9 de junio de 1998,
Reportes 1998-IV, § 52). (Cf. Párr. 109).
Para el presente caso el TEDH recuerda que las autoridades tienen la obligación de proteger la salud de las
personas privadas de libertad (véase Caso TEDH, Hurtado v. Suiza, sentencia de 28 de enero de 1994, Serie
A, núm. 280. § 79), y que la falta de atención médica adecuada puede equivaler a un trato contrario al artículo 3 (ver Caso TEDH, İlhan v. Turkey [GS], núm. 22277/93 , § 87, 2000-VII). La determinación de si un trato o
castigo en cuestión es incompatible con los estándares del artículo 3 tiene que tomar en consideración en
los casos de personas con enfermedad mental, su vulnerabilidad y su incapacidad para reclamar en forma
coherente, o en general sobre cómo están siendo afectados por un trato particular. (Cf. Párr. 111)
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La falta de monitoreo efectivo de la condición de Keenan y la falta de ingresos de datos psiquiátricos suficientes en su evaluación y tratamiento revela defectos significativos en el cuidado médico provisto a una
persona con enfermedad mental de la cual se conoce el riesgo de suicidio. En tales circunstancias, la imposición tardía sobre él de una sanción disciplinaria severa (siete días de aislamiento en el módulo de castigo y
veintiocho días adicionales a su sentencia impuestos dos semanas luego del hecho y sólo nueve días antes
de la fecha prevista para su soltura) lo que bien podría haber amenazado su resistencia física y moral, no es
compatible con el estándar de tratamiento requerido respecto de una persona mentalmente enferma. Debe
ser considerado como constitutivo de un trato y castigo inhumano y degradante dentro del ámbito de aplicación del art. 3 CEDH. (Cf. Párr. 116)
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TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
Mouisel v. France
Fecha de sentencia
14 de noviembre de 2002
Estado parte
Francia
Voces
Maltrato por severidad de condiciones de detención aun sin intención de
maltratar. Necesidad de evaluar las condiciones de la persona al momento
de la detención. Obligación positiva de protección de la salud y el bienestar
de las personas privadas de la libertad. Traslado de detenido enfermo y débil
con esposas representa un trato cruel, inhumano y degradante. Condiciones
de detención inadecuadas con el estado de salud. Violación del art. 3 CEDH:
sufrimiento mayor que el inevitable de la prisión y el tratamiento médico.
Cita
TEDH, Mouisel v. France, Sentencia del 14 de noviembre de 2002. Aplicación
no. 67263/01.
Vínculo texto íntegro
http://hudoc.echr.coe.int/sites/fra/pages/search.aspx?i=001-60732
Hechos:
El 12 de junio de 1996 el señor Mouisel fue sentenciado a quince años de prisión por robo a mano armada
como parte de una banda, privación ilegítima de la libertad y fraude. Fue detenido en la Prisión de Lannemezan. A fines del año 1998 su salud se deterioró y en noviembre de ese año se le diagnosticó una leucemia linfática crónica, transformándose en linfoma (se le diagnosticaría luego la Enfermedad de Hodgkin). En
consecuencia, necesitaba tratamiento con quimioterapia. Además, sufría de astenia, dolores sobre todo
durante las noches, fatiga muscular, dificultades para respirar y un fuerte impacto psicológico. Inicialmente
recibió tratamiento una vez por semana y luego cada tres semanas en el hospital de Lannemezan.
El 3 de junio de 2000 el peticionario escribió una nota al director de la prisión para quejarse específicamente
de la sesión de quimioterapia del 30 de mayo de ese año. Ese día, la fuerza del gotero había causado especial sufrimiento, por lo que luego de una hora y cuarenta y cinco minutos decidió él mismo bajarle la velocidad. Sufrió entonces los ataques y amenazas de la escolta que no quería “pasar todo el día en el hospital” y
pretendía que la sesión fuera lo más veloz posible. Luego de ésta y sintiéndose muy débil el peticionario, fue
esposado y arrastrado por los corredores del hospital. Siempre era esposado para ir y volver del hospital;
además, se lo ataba a la cama del hospital durante las sesiones de quimioterapia, era examinado y tratado
frente a oficiales policiales y fue atado con cadenas durante una operación. Luego de estos tratos, el peticionario tuvo el deseo de abandonar las sesiones de quimioterapia porque, aunque queriendo salvar su vida,
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alegaba no poder tolerar ni física ni moralmente ese tipo de tratos. Solicitó entonces un indulto que le fue
negado.
En julio de 2000, luego de un informe médico que señalaba la necesidad de tratamiento en una clínica especializada, el peticionario fue transferido de urgencia a la prisión de Muret, para poder estar cercano al hospital de la Universidad de Toulouse. Allí fue alojado en una celda individual (antes siempre había estado en
celda compartida y sin las instalaciones correspondientes a su estado de salud).
Dado su estado precario de salud y las numerosas peticiones, el 22 de marzo de 2001 el juez de ejecución
del Tribunal de Toulouse otorgó la libertad al peticionario bajo palabra hasta el 20 de marzo de 2005, a condición de que se realizara el tratamiento médico correspondiente.
Examen y decisión:
La Corte reitera que el maltrato debe alcanzar un mínimo nivel de severidad para entrar dentro del ámbito
del artículo 3. El cálculo de este mínimo es, por su naturaleza, relativo; depende de las circunstancias del
caso, tales como la duración del tratamiento, los efectos físicos y psíquicos y, en algunos casos, el sexo, la
edad y el estado de salud de la víctima.[…] Aunque el propósito del tratamiento es un factor a tener en
cuenta, en particular la cuestión de si fue o no realizado con intención de humillar o denigrar a la víctima, la
ausencia de cualquiera de esos propósitos no lleva inevitablemente a encontrar que no existió violación del
artículo 3. (Cf. Párr. 37)
El Convenio no contiene ninguna cláusula relacionada específicamente a la situación de las personas privadas de su libertad, dejando de lado cuando están enfermas, pero no puede deducirse que la detención de
una persona enferma pueda ser contraria al artículo 3 del Convenio. La Comisión consideró, sin embargo,
que la detención per se inevitablemente afectaba a los prisioneros que sufrían serios desórdenes. Señaló que
‘en los casos particularmente serios la situación puede llevar a que la adecuada administración de justicia
criminal requiera de remedios que sean aplicados en la forma de medidas humanitarias’ y estableció en conclusión que ‘se apreciaría cualquier medida que las autoridades […] pudieran tomar vis-à-vis el peticionario
en orden de aliviar los efectos de su detención o para terminarla tan pronto como las circunstancias lo requieren’ […]. La salud, la edad y la severa inhabilidad son, junto a otros, factores a tener en cuenta de acuerdo al artículo 3 del Convenio al momento de evaluar la capacidad de la persona para ser detenida. (Cf. Párr.
38)
Aunque el artículo 3 del Convenio no puede ser interpretado como una obligación general de liberar a los
detenidos en base a cuestiones de salud, de todos modos impone al Estado la obligación de proteger el bienestar físico de las personas privadas de su libertad, por ejemplo brindándoles la asistencia médica requerida. Se enfatiza el derecho de todos los prisioneros a tener condiciones de detención compatibles con la dignidad humana, para asegurar que la forma y el método de ejecución de las medidas impuestas no les causen
angustia o dificultades de una intensidad que exceda el inevitable nivel de sufrimiento inherente a la detención; también, además de la salud de los prisioneros, su bienestar también tiene que ser adecuadamente
asegurado. (Cf. Párr. 40)
La Corte reitera que esposar normalmente no significa un problema bajo el artículo 3 del Convenio cuando
la medida fue impuesta en relación a una detención legal y no implica el uso de fuerza o exposición pública,
excediendo lo que es considerado razonablemente necesario. En el presente caso, teniendo en cuenta el
estado de salud del peticionario, que estaba siendo trasladado al hospital, el malestar de estar yendo a una
sesión de quimioterapia y su debilidad física, la Corte considera que el uso de esposas era desproporcionado
respecto a las necesidades de seguridad. En relación al peligro presentado por Mouisel, y a pesar de su historial criminal, la Corte nota la ausencia de alguna conducta previa u otra evidencia que diera serio fundamento a temer que hubiera un peligro significante de que se fugara o recurriera a la violencia. Por último, la
Corte se refiere las recomendaciones del Comité Europeo para la Prevención de la Tortura concerniendo las
condiciones en las que los prisioneros son transferidos al hospital para realizarse exámenes médicos – con-
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diciones que, en la opinión del Comité, continúan generando problemas en relación con la ética médica y
respecto a la dignidad humana. Las descripciones del peticionario sobre las condiciones en las que era trasladado hacia y desde el hospital no parecen muy alejadas de las situaciones que preocupan al Comité. (Cf.
Párr. 47)
La Corte considera que las autoridades nacionales no tomaron suficientes cuidados sobre la salud del demandante para asegurar que no sufriera tratos contrarios al artículo 3 del Convenio. Su continua detención,
especialmente de junio de 2000 en adelante, socavó su dignidad y conllevó dificultades especialmente graves causando sufrimiento, más allá del inevitable asociado a la prisión y al tratamiento del cáncer. En conclusión, la Corte considera que el demandante fue sometido a tratos inhumanos y degradantes a causa de
su continuada detención. (Cf. Párr. 48)
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TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
McGlinchey v. United Kingdom
Fecha de sentencia
29 de julio de 2003
Estado parte
Reino Unido
Voces
Límite mínimo de severidad de los malos tratos (art. 3 CEDH). Malos tratos
por falta de provisión del cuidado médico necesario.
Cita
TEDH, McGlinchey v. United Kingdom, Sentencia del 29 de julio de 2003.
Aplicación no. 50390/99.
Vínculo texto íntegro
http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-61058
Hechos:
Judith McGlinchey, asmática y adicta a la heroína, fue condenada por robo y condenada a cuatro meses de
prisión el 7 de diciembre de 1998 (no obstante existir la propuesta de una probation con obligación de tratamiento). El día después de su ingreso fue examinada médicamente y se le prescribió, entre otros, tratamiento respecto de su síndrome de abstinencia a la heroína. En ese momento se registró un peso corporal
de 50 kilos. Las notas de enfermería dejaban constancia de que permanentemente se quejaba del padecimiento de su síndrome de abstinencia y de sus frecuentes vómitos. El día 9 de diciembre se presentaron
molestias más agudas, continuaron los vómitos y ella se habría negado a limpiar su celda, por lo que fue
encerrada sin salir a educación y rechazó todo alimento. Ese día se registró un peso de 43 kilos. Sus quejas
continuaron y la medicación continuó siendo suministrada aunque en forma irregular. El 12 de diciembre
pesaba 40 kilos. El 14 de diciembre, al visitarse su celda, nuevamente vomitó, y habría permanecido luego
tirada en el piso sobre su vómito sin atención inmediata. Esta situación podría ser la causa del daño cerebral
que sufrió y provocó su internación hospitalaria. Su condición continuó crítica y empeorando (acentuación
de los síntomas de abstinencia, vómitos, convulsiones, deshidratación y pérdida de peso). El día 27 de diciembre, luego de doce días de atención médica sin alcanzar su estabilización, fue derivada a otro hospital
de mayor especialización en el cual falleció el día 3 de enero de 1999. McGlinchey no había tenido posibilidad de quejarse por el trato recibido en prisión.
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Examen y decisión:
El Tribunal, en consideración del artículo 3 CEDH -nadie podrá ser sometido a tortura ni a penas o tratos
inhumanos o degradantes-, confirma que el Estado tiene el deber de garantizar que los detenidos sean recluidos en condiciones compatibles con el respeto a la dignidad humana. Esto incluye la provisión de salud
adecuada y la atención médica necesaria para asegurar su salud y bienestar. Es un pre-requisito del artículo
3 que los malos tratos alcancen un nivel mínimo de gravedad y este límite es relativo. (Cf. Párr. 45 y 46)
Teniendo en cuenta la responsabilidad que tienen las autoridades de la prisión para proveer el cuidado médico necesario a las personas detenidas, la Corte encuentra que en el caso presente no se alcanzaron los
estándares impuestos por el artículo 3 CEDH, por lo que éste fue violado. Nota en este contexto la falta cometida por las autoridades de la prisión en cuanto a poner en funcionamiento los medios adecuados para
determinar la pérdida de peso de McGlinchey, la que fue el factor que debería haber alertado a la prisión
sobre la seriedad de su condición física. Si bien hubo controles, estos no fueron regulares, por lo que no se
adoptaron medidas más efectivas ante la continua pérdida de peso, como podrían haberlo sido la internación ya con anterioridad para asegurar el suministro de la medicación y fluidos en forma intravenosa, o contar con una asistencia de mayor experticia para el control de sus continuos vómitos. (Cf. Párr. 57)
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Salud y Seguridad Social
[Vol. 8]
TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
N. v. United Kingdom
Fecha de sentencia
27 de mayo de 2008
Estado parte
Reino Unido
Voces
Malos tratos por intensificación de enfermedad (por encierro o expulsión). Si
una expulsión puede generar en el país de destino peligro real de verse violado el art. 3 CEDH, no se puede expulsar. Malos tratos derivados de actos
intencionados en el país de destino de la expulsión. Reducción de expectativa de vida no es motivo suficiente para no expulsar, salvo circunstancias excepcionales (muerte inminente sin adecuada asistencia). Reducción de expectativa de vida en caso de expulsión no conlleva violación del art. 3 CEDH.
Cita
TEDH, Caso N. v. United Kingdom, Sentencia de 27 de mayo de 2008. Aplicación No. 26565/05.
Vinculo texto integro
http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-86490
Hechos:
La señora N., ciudadana ugandesa, ingresó al Reino Unido el 28 de marzo de 1998. Se encontraba gravemente enferma y fue ingresada en un hospital en el cual se le diagnosticó HIV-positivo. El 31 de marzo solicitó asilo alegando que había sufrido maltratos y abusos sexuales en Uganda por parte de miembros del Movimiento Nacional de Resistencia (National Resistance Movement) debido a su asociación con el Ejército de
Resistencia del Señor (Lord's Resistance Army). En agosto de 1998 la demandante desarrolló una segunda
enfermedad derivada del HIV, el Sarcoma de Kaposi, y comenzó a ser tratada respecto de esta enfermedad.
En un informe médico de marzo de 2001 se estableció que sin el tratamiento antirretroviral regular y el debido monitoreo para asegurar la correcta combinación de la medicación suministrada, la esperanza de vida
de la Sra. N. sería inferior a un año. Por otra parte, los medicamentos necesarios para combatir dicha enfermedad estarían disponibles en Uganda, pero sólo mediante un gasto considerable y en limitadas cantidades. Se indicó también que en Uganda no estaba previsto el monitoreo de sangre subvencionado por
parte del Estado, ni asistencia de enfermería básica, ni seguro social, de alimentación ni de vivienda. El Estado rechazó la solicitud de asilo alegando falta de credibilidad, así como por entender que el tratamiento
del HIV en Uganda era comparable al de cualquier otro país africano y que existía disponibilidad de la mayoría de los medicamentos antirretrovirales a precios en gran medida subvencionados por el Estado.
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Salud y Seguridad Social
[Vol. 8]
El 10 de julio de 2002 se rechazó el pedido de asilo pero se aceptó la apelación por aplicación del artículo 3
del Convenio. Contra esta aceptación apeló el Secretario de Estado alegando la posibilidad de obtención de
la medicación en Uganda.
Examen y decisión:
El Tribunal establece que, conforme a la jurisprudencia constante del Tribunal, para ser abarcado por el artículo 3, los malos tratos deben alcanzar un mínimo de gravedad. La apreciación de este mínimo es relativa
por definición; depende del conjunto de los datos de la causa, concretamente de la duración del trato y de
sus efectos físicos y mentales, así como, en ocasiones, del sexo, la edad y el estado de salud de la víctima
(ver, entre otras, Sentencia Jalloh v. Germany [GS], Aplicación No. 54810/2000, ap. 67, 2006). El sufrimiento
debido a una enfermedad que sobreviene de forma natural, tanto si es física como mental, podría quedar
abarcado por el artículo 3 si se encuentra o si corre el riesgo de verse intensificada por el trato recibido –
tanto si éste se debe a las condiciones de detención, a una expulsión o a otras medidas – del que las autoridades pueden ser consideradas responsables (Sentencias Pretty v. United Kingdom [TEDH 2002, 23], núm.
2346/2002, ap. 52, TEDH 2002-III, Kudla c. Polonia [GS], Aplicación 30210/1996, ap. 94, Keenan v. United
Kingdom (Trabajada en el presente Boletín) Aplicación No. 27229/1995, ap. 116 y Price v. United Kingdom,
Aplicación No. 33394/1996, ap. 30). (Cf. Párr. 29)
Según constante jurisprudencia del Tribunal, los Estados Contratantes tienen, en virtud de un principio de
Derecho internacional bien establecido y sin perjuicio de los compromisos que para ellos derivan de los tratados, incluido el Convenio, el derecho de controlar la entrada, la estancia y la expulsión de los no nacionales. Sin embargo, la expulsión de un solicitante de asilo por parte de un Estado Contratante puede plantear
un problema en virtud del artículo 3 y, por lo tanto, compromete la responsabilidad de dicho Estado en virtud del Convenio, si existen motivos determinantes para creer que el interesado correrá, en el país de destino, un peligro real de ser sometido a un trato contrario al artículo 3. En tales circunstancias, el artículo 3
conlleva la obligación de no expulsar a la persona en cuestión a ese país (Véase Caso TEDH, Saadi v. Italia
[GS], núm. Aplicación No. 37201/2006 de 28 febrero 2008, ap. 124). (Cf. Párr. 30)
El artículo 3 se aplica principalmente para prevenir el rechazo o la expulsión cuando el riesgo de que la persona sea sometida a malos tratos en el país de destino deriva de actos intencionados de las autoridades
públicas de dicho país o de actos de organismos independientes del Estado contra los cuales las autoridades
no pueden ofrecerle una protección adecuada (Véase Caso TEDH H. L. R. v. France, de 29 abril 1997, ap. 32 y
Ahmed c. Austria, de 17 diciembre 1996, Repertorio 1996-VI, ap. 44). (Cf. Párr. 31)
Los extranjeros sujetos a expulsión no pueden, en principio, reclamar derecho alguno a permanecer en el
territorio de un Estado Contratante a fin de continuar beneficiándose de asistencia médica, social o de otras
formas de asistencia y servicios provistos por el Estado expulsor. El hecho de que las circunstancias del peticionario, incluida su expectativa de vida, podrían verse reducidas en forma significativa si fuera expulsado
del estado Contratante no es suficiente en sí para que pueda considerarse violado el artículo 3. La decisión
de expulsar a un extranjero que está sufriendo de una seria enfermedad mental o física a un país en el cual
las posibilidades para el tratamiento de dicha enfermedad sean menores que aquellas disponible en el Estado contratante puede generar una situación prevista por el artículo 3 pero únicamente en un caso realmente
excepcional, donde los motivos humanitarios contra la expulsión sean contundentes. En el caso D. v. United
Kingdom las circunstancias realmente excepcionales fueron que el peticionario estaba críticamente enfermo
y era evidente que estaba próximo a morir, y no podía garantizarse cuidado médico ni de enfermería alguno
en su país de origen, y tampoco tenía familia allí que quisiera o pudiera cuidar de él o proveerle con un nivel
mínimo de alimentación, alojamiento o apoyo social. (Cf. Párr. 42)
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En el presente caso la Corte acepta que la calidad de vida de la demandante, y su expectativa de vida, podrían verse afectadas si fuera retornada a Uganda. La demandante, sin embargo, en la actualidad no se encuentra críticamente enferma. La velocidad del deterioro que ella podría sufrir y el grado en el cual ella estaría en condiciones de obtener acceso a tratamiento médico, apoyo y cuidado, incluida la ayuda de sus allegados, necesariamente contiene un cierto grado de especulación, en particular a la vista de la situación de
constante desarrollo respecto del tratamiento del HIV y del SIDA a nivel mundial. (Cf. Párr. 50)
Para la Corte el caso de la peticionaria no expone circunstancias muy excepcionales, tales como las señaladas en D. v. United Kingdom, y la implementación de la decisión de expulsar a la demandante a Uganda no
da lugar a una violación del artículo 3 del CEDH. (Cf. Párr. 51).
Observaciones: Entre los párrafos 32 y 45 el TEDH lleva a cabo un estudio comparativo sobre los diferentes
estándares presentados en sentencias anteriores respecto de las valoraciones sobre expulsión de personas
migrantes a sus países de origen. En esta parte de la sentencia el TEDH reseña los siguientes fallos y evalúa
finalmente su aplicación al caso concreto: D. v. United Kingdom (TEDH 1997); B. B. v. France (Sentencia de 7
septiembre 1998, [TEDH 1998, 93]), Repertorio 1998-VI); Karara v. Finlandia (núm. 40900/1998, Decisión de
la Comisión de 29 de mayo de 1998); S. C. C. c. Suecia (Decisión, núm. 46553/1999, 15 febrero2000); Bensaid
v. United Kingdom (TEDH 2001, 82) (núm. 44599/1998, TEDH 2001-I); Arcila Henao v. Países Bajos, núm.
13669/2003, 24 junio 2003; Ndangoya v. Suecia, núm. 17868/2003, 22 junio 2004; y Amegnigan v. Países Bajos [(Dec), Aplicación No. 25629/2004, 25 noviembre 2004].
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TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
V.C. v. Slovakia
Fecha de sentencia
8 de noviembre de 2011
Eslovaquia
Estado parte
Voces
Prohibición de tortura y maltrato (art. 3 CEDH). Mínimo de severidad del
maltrato para ser considerado trato inhumano. Maltrato no obstante no
existir intención de maltratar, por indiferencia al derecho de autonomía y
elección. Violación art. 3 CEDH por tratamiento que hace actuar a la víctima
contra su voluntad o conciencia. Principio: una medida de necesidad terapéutica no es trato inhumano. Excepción: Si la medida es innecesaria y es
decidida en violación a las garantías del procedimiento. La imposición de
tratamiento médico sin consentimiento (de adulto capaz) puede afectar el
derecho a la integridad física y a la libertad y la dignidad humana. Necesidad
de consentimiento previo e informado antes de cualquier procedimiento
médico. Procedimiento sin existir emergencia y sin consentimiento es violación del art. 3 CEDH. Vida privada (art. 8 CEDH): derecho a la autonomía y al
desarrollo personal, incluye decisión sobre tener o no tener hijos. Ausencia
de protección a la salud necesaria para el respeto a la vida privada y familiar.
Violación del art. 8 CEDH.
Cita
TEDH. V.C. v. Slovakia. Sentencia del 8 de noviembre de 2011. Aplicación
No. 18968/07.
Vínculo texto íntegro
http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-107364
Hechos:
El día 23 de agosto de 2000 la peticionaria ingresó al hospital de Prešov con trabajo de parto, presta a dar a
luz a su segundo hijo. Tenía 20 años y escaso nivel educativo. Su origen étnico era el romaní. Durante el
curso del embarazo sólo había concurrido una vez a un control médico. Al llegar al hospital se le informó que
el nacimiento debía realizarse por cesárea. Luego de haber estado horas con trabajo de parto y muchos
dolores, los médicos preguntaron a la peticionaria si quería tener más hijos en el futuro, a lo que respondió
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afirmativamente. Se le informó entonces que el tercer parto sería altamente riesgoso y que ella o el bebé
morirían (por tener el útero riesgo de desprendimiento, producto de la falta de cuidado y una operación
pasada durante el primer parto). Esto generó miedo en la peticionaria que en estado de dolor y bajo el efecto de los calmantes y la anestesia dijo al médico “haga lo que quiera”. Luego de esta manifestación se solicitó su firma en el registro del parto bajo una nota que rezaba “El paciente solicita la esterilización”. La firma
en el papel era temblorosa e inestable y el nombre no estaba claramente escrito. La mujer se encontraba en
el estado de dolor y alteración mencionado y, además, no habría comprendido el término “esterilización”.
Sin embargo, el hospital consideró que era necesaria esa cirugía como tratamiento para salvarle la vida a la
mujer y que ella contaba con las plenas facultades en ese momento para brindar su consentimiento. Se le
realizó a continuación una cirugía de esterilización irreversible (ligamiento de trompas).
Pasados el parto y la cirugía, la mujer estuvo hospitalizada. Fue alojada en una habitación reservada exclusivamente para mujeres de origen étnico romaní (su origen constaba en la ficha del parto como dato relevante). No se le permitía utilizar los mismos baños que utilizaban las mujeres que no provenían de esa etnia.
Posteriormente a la esterilización, la mujer sufrió tanto complicaciones físicas como psicológicas. A finales
del año 2007 y comienzos de 2008 sufrió un “embarazo psicológico”. Necesitó también atención psiquiátrica. Por su incapacidad de procreación fue abandonada varias veces por su marido hasta el divorcio en 2009
y fue rechazada por su comunidad.
En enero de 2003 el área de Derechos Humanos y Minorías del Gobierno inició investigaciones criminales
pero estos procedimientos fueron discontinuados con el fundamento de que ninguna ofensa se había cometido en el contexto de la esterilización de mujeres de origen étnico romaní. La peticionaria no presentó una
acción criminal por su cuenta. Pudo acceder a su ficha médica recién en el año 2004, luego de la petición
mediante abogado. En septiembre de ese mismo año, comenzó una demanda civil ante el tribunal del Distrito de Prešov alegando que su esterilización era violatoria de la ley interna e internacional, que no había
sido debidamente informada acerca del procedimiento o las soluciones alternativas, y que la esterilización
no era una cirugía para salvar la vida. Reclamaba compensación por el daño moral y psicológico ocasionado.
En febrero de 2006 se denegó la acción, determinando que el procedimiento se había realizado de acuerdo
a la ley y con el consentimiento de la mujer. Esta denegación fue confirmada en diversas instancias superiores.
Examen y decisión:
El artículo 3 CEDH prohíbe de modo absoluto la tortura o el tratamiento inhumano o degradante, irrespetuoso de las circunstancias y del comportamiento de la víctima. (Cf. Párr. 100)
El maltrato debe alcanzar un mínimo nivel de severidad para ser abarcado por el ámbito de protección del
artículo 3. El cálculo de este mínimo es relativo; depende de las circunstancias del caso, tales como la duración del tratamiento, los efectos físicos y psíquicos y, en algunos casos, el sexo, la edad y el estado de salud
de la víctima. Aunque el propósito del tratamiento es un factor a tener en cuenta, en particular la cuestión
de si fue o no realizado con intención de humillar o denigrar a la víctima, la ausencia de cualquiera de esos
propósitos no lleva inevitablemente a encontrar que no existió violación del artículo 3. (Cf. Párr. 101)
Aunque no haya ningún indicio de que el personal médico haya actuado con la intención de maltratar al
paciente, de todas maneras demostró una gran indiferencia respecto al derecho de autonomía y elección
del paciente. El tratamiento alcanza entonces la severidad requerida para ingresar en el ámbito del artículo
3. (Cf. Párr. 119)
El tratamiento hacia una persona llega a estar en conflicto con el artículo 3 CEDH cuando, entre otros motivos, es lo suficientemente grave como para llevar a la víctima a actuar contra su voluntad o conciencia. (Cf.
Párr. 102)
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Una medida de necesidad terapéutica de acuerdo a los estándares establecidos por la medicina no puede
ser, en principio, considerada como inhumana o degradante. Sin embargo, la necesidad médica debe ser
convincentemente demostrada y se debe probar que las garantías del procedimiento para la decisión existen y fueron obedecidas. (Cf. Párr. 103)
Para que el tratamiento sea considerado “inhumano” o “degradante”, el sufrimiento o humillación debe ir
más allá del inevitable elemento de sufrimiento o humillación relacionado con una determinada forma de
tratamiento legítimo. (Cf. Párr.104)
La esencia del CEDH es el respeto por la dignidad y libertad humanas. En la esfera de la asistencia médica,
incluso cuando la negativa a aceptar un tratamiento en particular puede llevar a un final fatal, la imposición
de un tratamiento médico sin el consentimiento del paciente adulto capaz interfiere con el derecho de la
persona a la integridad física. En el caso de imposición de un tratamiento médico sin el consentimiento de
un paciente adulto y capaz. Este modo de proceder debe ser considerada como incompatible con el respeto
por la libertad y la dignidad humanas. (Cf. Párrs. 105 y 107)
Los procedimientos médicos, de los cuales la esterilización es uno, deben ser realizados con el consentimiento previo e informado de la persona. La única excepción concierne a las situaciones de emergencia en
las que el tratamiento médico no pueda ser demorado y el consentimiento apropiado no pueda ser obtenido. (Cf. Párr. 108)
Como no existía emergencia que implicara un riesgo inminente de irreparable daño a la salud de la peticionaria, y siendo que era una paciente adulta y capaz, su informado consentimiento era un prerrequisito para
el procedimiento, incluso asumiendo que éste era una ‘necesidad’ desde el punto de vista médico. Hubo,
por tanto, una violación al artículo 3 de la Convención en relación a la esterilización de la víctima.” (Cf.
Párrs. 110 y 120)
‘Vida privada’ es un término extenso que abarca, entre otros, aspectos de la identidad física, psicológica y
social de un individuo, tales como el derecho a la autonomía y desarrollo personal, el derecho a establecer y
desarrollar relaciones con otros seres humanos, y el derecho de respetar la decisión tanto de tener como de
no tener hijos.” (Cf. Párr. 138)
La ausencia en el momento de los hechos de protección a la salud reproductiva de la mujer de origen étnico
romaní implica un fracaso del Estado en el cumplimiento de su obligación de asegurar las suficientes medidas de protección permitiéndole el efectivo disfrute de su derecho al respeto de su vida privada y familiar.
Existió violación del artículo 8 de la Convención. (Cf. Párrs. 154 y 155)
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TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
Bajić v. Croatia
Fecha de sentencia
13 de noviembre de 2012
Estado parte
Croacia
Voces
Obligación positiva de protección de la vida (art. 2 CEDH): obligación de
contar con disposiciones adecuadas en los establecimientos de salud. Obligación positiva de reglamentación en los hospitales y de independencia judicial. Obligación de protección exige la existencia de marco legislativo y administrativo, y su correcta implementación en todas las etapas procesales.
Obligación de independencia del proceso de investigación (muerte de paciente), especialmente de los peritos médicos y sus informes. La efectividad
de los procedimientos de investigación implica su celeridad y prontitud en la
respuesta. Decisión: Violación art. 2 CEDH.
Cita
TEDH, Bajić v. Croatia, Sentencia del 13 de noviembre de 2012. Aplicación
no. 41108/10.
Vínculo texto íntegro
http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-114490
Hechos:
El día 23 de agosto de 1994 F.C. (la hermana del peticionario) fue ingresada de urgencia en el Hospital de
Rebro para ser sometida a una cirugía de ablación de un tumor abdominal. Ésta estuvo a cargo del Dr. V.B.,
cirujano en ese hospital desde hacía más de treinta años, aspirante a un puesto directivo allí y profesor de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Zagreb. El día 26 de ese mismo mes, el hermano de F.C. pagó
5000 marcos alemanes a V.B. para que realizara la operación, que se efectuó el día 30. Al día siguiente F.C.
fue trasladada del área de cuidados intensivos al área regular. En la mañana del día 1 de septiembre falleció.
V.B. señaló una embolia pulmonar masiva como causa de la muerte.
El 17 de mayo de 1995 el peticionario presentó una queja ante el Ministerio de Salud por las condiciones de
tratamiento a las que había sido sometida su hermana. Ésta fue redirigida al director del hospital el 8 de
junio ordenando que se realizara una investigación. El día 28 se abrió un procedimiento disciplinario contra
V.B. por haber aceptado un pago para realizar la cirugía. El 19 de julio el tribunal administrativo lo removió
de su cargo en el hospital. V.B. apeló. En la segunda instancia se anuló la sentencia y se ordenó en su lugar la
suspensión en el trabajo por un año – suspensión que no se ejecutó.
El 20 de octubre de 1994 el peticionario y otros dos familiares impulsaron una acción criminal contra V.B.
ante la Fiscalía Municipal de Zagreb acusando al doctor por haber aceptado sobornos y por mala praxis mé-
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[Vol. 8]
dica. Se solicitó a los doctores J.S. y B.C., ambos empleados de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Zagreb, que realizaran un informe médico. Éste fue presentado el día 24 de octubre de 1997 estableciendo
la ausencia de cualquier falla en el tratamiento aplicado que pudiera haber causado la muerte. En febrero de
1998 se rechazó la demanda por mala praxis. En marzo de ese mismo año, el peticionario y los dos familiares presentaron una acusación ante el Tribunal Criminal Municipal de Zagreb acusando a V.B. de mala praxis. Solicitaron un nuevo informe médico que fuera realizado por personas que no tuvieran conexión con la
Facultad de Medicina de Zagreb, en la cual el acusado era profesor. En marzo de 1998, la Fiscalía Municipal
de Zagreb acusó de haber aceptado sobornos a V.B. pero el proceso fue discontinuado en agosto del 2000.
Finalmente, en febrero de 2001, la Corte Criminal Municipal decidió que el doctor M.U. de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Rijeka realizara un nuevo informe. Lo presentó el 31 de mayo de ese año, con
los mismos resultados de los informes anteriores. El peticionario objetó el resultado y M.U. en una audiencia
oral declaró él mismo no ser un experto en la materia. En noviembre, el peticionario presentó un reporte
médico privado realizado por el Dr. D.M., de Alemania. Allí se establecía que F.C. había muerto por un edema pulmonar causado por un paro cardíaco pero señaló que para excluir fallas postoperatorias era necesario
consultar documentación específica. En septiembre de 2004, el peticionario apeló y en febrero de 2005 se
anuló el fallo de primera instancia y se ordenó un nuevo juicio, en el que se escuchara nuevamente a J.S. y a
B.C., pero el primero había muerto y el segundo solicitó un nuevo informe. Así, fueron designados M.D. y
S.J., también profesores de la Facultad de Medicina de Zagreb y el último Jefe del Departamento de Patología del Hospital de Rebro. El peticionario en noviembre de 2006 pretendió que se los descalificara y esto
fue denegado. En febrero de 2007 se presentó el nuevo informe en que se establecía que no había habido
falla médica. En audiencias en los meses de octubre, noviembre y diciembre, el autor solicitó en vano que se
realizara un informe médico en una institución extranjera, debido a la popularidad y reconocimiento en
Croacia del Dr. V.B. Finalmente, el Tribunal Criminal Municipal de Zagreb absolvió a V.B. del cargo de mala
praxis por surgir de los informes la ausencia de fallas médicas. En enero de 2008 el peticionario apeló ante la
Corte de Distrito de Zagreb y en febrero de 2009 se confirmó la sentencia de primera instancia. En mayo de
ese año el peticionario interpuso una acción ante el Tribunal Constitucional alegando fallas en el tratamiento de su hermana y parcialidad por parte de los médicos encargados de hacer los informes. En noviembre
fue declarada inadmisible.
El 23 de marzo de 2001 el peticionario interpuso una acción civil contra V.B., solicitando el pago de 5000
marcos alemanes, los que había pagado para que se realizara la cirugía. En enero de 2006 se falló a favor del
peticionario. Pero V.B. apeló ante la Corte de Distrito de Zagreb que en noviembre de 2007 anuló el fallo de
primera instancia y ordenó uno nuevo. Éste tuvo el mismo resultado que el primero, y nuevamente fue revocado en segunda instancia. Entonces, el peticionario se presentó ante el Tribunal Constitucional.
Examen y decisión:
La Corte reitera que las acciones y omisiones de las autoridades en el ámbito de la salud pueden en ciertas
circunstancias comprometer la responsabilidad estatal bajo el artículo 2 CEDH. Sin embargo, cuando un
Estado parte cuenta con las adecuadas disposiciones para asegurar un alto nivel profesional entre los profesionales de la salud y la protección de la vida de los pacientes, no puede aceptar que cuestiones tales como
el error de decisión por parte de un profesional de la salud o la negligencia en la coordinación entre profesionales de la salud en el tratamiento de un paciente en particular sean suficientes por sí mismas para llamar
al Estado parte a rendir cuentas desde el punto de vista de su obligación positiva bajo el artículo 2 de la Convención para proteger la vida. (Cf. Párr. 87)
La obligación positiva de protección requiere que los Estados cuenten con reglamentación que obligue a los
hospitales, sean públicos o privados, a adoptar las medidas apropiadas para la protección de la vida de sus
pacientes. También requiere la instalación de un poder judicial efectivamente independiente para que puedan determinarse las causas de la muerte de pacientes bajo el cuidado médico, tanto en el sector público
como en el privado, y que aquellos responsables rindan cuentas. (Cf. Párr. 88)
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Para satisfacer su obligación positiva bajo el artículo 2 CEDH, el Estado tiene el deber de asegurar, por todos
los medios disponibles, que el marco legislativo y administrativo establecido para proteger los derechos de
los pacientes sea correctamente implementado y que cualquier violación de estos derechos sea corregida y
castigada. La tarea de la Corte es examinar si hubo un procedimiento adecuado del Estado en respuesta a la
violación del derecho a la vida. Por otro lado, los requisitos del artículo 2 van más allá de la etapa de la investigación oficial, que ha llevado a la instauración de procedimientos en las Cortes nacionales: todos los procedimientos, incluyendo la etapa del juicio, deben satisfacer el requerimiento surgido de la obligación positiva de proteger la vida por medio de la ley y la prohibición de maltrato. (Cf. Párr. 89)
El requerimiento de independencia del sistema efectivo interno establecido para determinar la causa de
muerte de los pacientes bajo el cuidado del personal médico está implícito en este contexto. Esto no sólo
significa una ausencia de conexión jerárquica o institucional, sino también la independencia formal y de
facto de todas las partes involucradas para conducir una evaluación como parte de los procedimientos fijados para determinar la causa de muerte de los pacientes de aquellos implicados en los hechos. (Cf. Párr. 90)
Uno de los aspectos fundamentales de las garantías procedimentales del artículo 2 de la Convención es que
los procedimientos capaces de determinar la causa de muerte de los pacientes deben ser conducidos con el
cuidado suficiente como para asegurar la independencia de los resultados de los expertos involucrados. El
requerimiento de independencia es particularmente importante al momento de obtener informes médicos
de expertos testigos, que deben tener independencia formal y de facto de aquellos implicados en los hechos. (Cf. Párr. 95)
En los casos del artículo 2, relacionados con la negligencia médica, el requerimiento de celeridad y razonable prontitud está implícito en la necesidad de determinar la efectividad de los procedimientos internos
establecidos para dilucidar las circunstancias de la muerte del paciente. Incluso cuando puede haber obstáculos o dificultades que eviten el progreso en una investigación en una circunstancia particular, es vital
una pronta respuesta de las autoridades para mantener la confianza pública en la norma y prevenir complicidad o tolerancia con actos ilegales. La obligación del Estado bajo el artículo 2 CEDH no estará satisfecha si
la protección brindada por las leyes internas existe sólo en teoría: por sobre todo, debe también operar
efectivamente en la práctica, y eso requiere un pronto examen del caso sin dilaciones innecesarias. (Cf.
Párr. 103)
En el caso el Tribunal entiende que el sistema nacional en su conjunto, frente a un caso en que se alega negligencia médica resultante en la muerte de la hermana del peticionario, no proveyó una respuesta adecuada y oportuna acorde a la obligación procesal del Estado bajo el art. 2 CEDH. Ha habido por lo tanto una
violación del art. 2 CEDH. (Cf. Párrs. 107 y 108)
Observaciones: En sus consideraciones el TEDH hace especial referencia a los siguientes fallos: TEDH, Caso
Barabanshchikov v. Russia, No. 36220/02, 8 de enero de 2009; TEDH, Caso Denis Vasiliev v. Russia No.
32704/04; TEDH, Caso Dodov v. Bulgaria, No. 59548/00, 17 de enero de 2008; y TEDH, Caso Sara Lind Eggertsdóttir v. Iceland, No. 31930/04, 5 de julio de 2007
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TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
Koryak v. Russia
Fecha de sentencia
13 de noviembre de 2012
Estado parte
Rusia
Voces
Mínimo nivel de severidad requerido para tratarse de tortura o maltrato.
Tratamiento que humilla y disminuye la dignidad humana es trato degradante y violación del art. 3 CEDH. Obligación positiva de protección de la salud y
el bienestar de las personas privadas de la libertad. Decisión: Violación art. 3
CEDH.
Cita
TEDH, Koryak v. Russia, Sentencia del 13 de noviembre de 2012. Aplicación
no. 24677/10.
Vínculo texto íntegro
http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-114489
Hechos:
El 20 de abril de 2004 el Sr. Koryak fue condenado a 10 años de prisión por el delito de homicidio. Sufría de
tuberculosis desde el año 1981 y había recibido un tratamiento médico exitoso, aunque se trataba de una
enfermedad crónica. El peticionario, además, había sido consumidor de drogas tales como la heroína.
En el año 2003 Koryak se quejó ante su especialista por asfixia, dolor en el epigastrio, alta temperatura y
pérdida de peso. Se le diagnosticó un estado de recuperación de una tuberculosis pulmonar y no se prescribió ningún tratamiento. Como las quejas continuaron en el año 2004 se le prescribió una medicación antibacterial y una dieta alimentaria específica. Asimismo, se diagnosticó HIV positivo en etapa nº 2. Continuó
quejándose de fatiga, dificultades para respirar y tos seca: sufría de bronquitis crónica. Se inició tratamiento
médico y fue trasladado a otra prisión. En el año 2005 se quejó de tos con flema y sangre en ella y de dificultades respiratorias. El médico ordenó una radiografía de los pulmones pero no fue realizada. Nuevamente
fue trasladado. Por sus continuas quejas fue atendido por un médico que las consideró infundadas. Se advirtió entonces que el virus HIV ya se encontraba en la etapa nº 3. Nuevamente en otra prisión, fue examinado
y se sostuvo que su estado de salud era aceptable. En el 2006 el peticionario comenzó a quejarse por las
condiciones de detención, demandando atención especial y los tratamientos correspondientes por su infección con HIV. En una radiografía pulmonar, se descubrió large calcined foci localizados en la parte superior
de los lóbulos pulmonares, además de fibrosis pulmonar. Fue atendido por médicos, entre ellos un psiquiatra. En el año 2007, nuevamente en otra prisión, sufrió de pérdida de peso y herpes en el pecho. Su infección
con HIV ya estaba en su etapa nº 4 y tenía enfermedades secundarias (por ej. una aguda infección viral respiratoria). Se le prescribió un tratamiento con medicaciones varias y era visitado una vez cada dos meses
por varios médicos. En los registros manuscritos se anotaba el agravamiento del HIV, pero no en la versión
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taquigráfica. Se decidió un nuevo tratamiento con medicinas pero no hubo registro sobre si se realizó o no.
Entre noviembre de 2007 y abril de 2008 no se le realizó ningún examen médico, hasta que en mayo tuvo
que recibir tratamiento (antibacterial y dieta alimenticia) por una infección viral y por tuberculosis infiltrada
en los pulmones. Con esta quimioterapia, en agosto se notaron ciertas mejorías en el autor, aunque seguía
teniendo náuseas, fatiga y debilidad generalizada. Ya en la segunda etapa del tratamiento, el autor era
examinado al menos una vez cada dos semanas. En febrero de 2009 se notaron cambios negativos en el
estado general del paciente y debió comenzar una terapia antirretroviral. Las quejas del peticionario continuaban y los médicos sostenían que su estado era satisfactorio, hasta que una radiografía mostró lo contrario y se prescribió nuevamente un régimen de quimioterapia. Tuvo que continuar el tratamiento inicial aunque la respuesta a éste había sido negativa ya que no existían en el hospital las drogas necesarias. Fue nuevamente trasladado a otra unidad de detención; los médicos señalaron el avance de su infección por HIV
debido a la ausencia de una terapia antirretroviral. En septiembre de 2010 fue modificado su tratamiento.
Los médicos determinaron que el autor siempre había estado dispuesto a realizar los tratamientos indicados y desde el 2009 recomendaron su liberación para un mejor cuidado de su salud.
En 2009 el peticionario, dado su precario estado de salud, solicitó su liberación bajo palabra pero fue denegada y confirmada la denegación por el Tribunal Regional de Orenburg. Nuevamente en marzo de 2010, y
junto con el personal médico, se solicitó una liberación anticipada, que nuevamente fue denegada. Lo mismo ocurrió en agosto de ese año. El 29 de diciembre de 2011 el peticionario murió a causa de un paro cardíaco. La madre continuó la acción ante el Tribunal internacional.
Examen y decisión:
La Corte reitera que el artículo 3 CEDH consagra uno de los valores más fundamentales de una sociedad
democrática. Prohíbe absolutamente la tortura o el trato o castigo inhumano o degradante, irrespetuoso de
las circunstancias y del comportamiento de la víctima. El maltrato, sin embargo, implica un mínimo nivel de
severidad para caer dentro del ámbito del artículo 3. La estimación de este mínimo es relativa: depende de
las circunstancias del caso, tales como la duración del tratamiento, los efectos físicos y psíquicos y, en algunos casos, el sexo, la edad y el estado de salud de la víctima. (Cf. Párr. 97
El maltrato que alcanza ese mínimo nivel de severidad usualmente conlleva efectiva lesión física o intenso
sufrimiento físico o mental. Sin embargo, incluso en la ausencia de estos, cuando el tratamiento humilla o
degrada a un individuo, mostrando una falta de respeto o disminuyendo su dignidad humana, o despertando sentimientos de miedo, angustia o inferioridad capaces de romper la moral y resistencia física del individuo, debe ser caracterizado como degradante y también es abarcado por el ámbito de prohibición del artículo 3. (Cf. Párr. 98)
El Estado debe asegurar que una persona sea detenida en condiciones compatibles con el respeto de la dignidad humana, que la manera y método de la ejecución de las medidas de privación de la libertad no lo sujeten a aflicción o privaciones de una intensidad que exceda el inevitable nivel de sufrimiento inherente a la
detención y, dadas los requerimientos prácticos del encarcelamiento, su salud y bienestar estén adecuadamente asegurados. En la mayoría de los casos relacionados con la detención de personas que están enfermas, la Corte ha examinado si el demandante ha recibido o no adecuada asistencia médica en prisión. La
Corte reitera en este aspecto que si bien el artículo 3 no da derecho al detenido a ser liberado “por compasión”, siempre ha sido interpretado el requerimiento para asegurar la salud y el bienestar de los detenidos,
entre otras cosas, como una obligación de parte del Estado de proveer a los detenidos con la asistencia médica necesaria. (Cf. Párr. 99)
Teniendo en cuenta todo, la Corte reserva un grado justo de flexibilidad al momento de definir el estándar
requerido de cuidado de la salud, decidiéndolo en base a cada caso. Ese estándar debe ser “compatible con
la dignidad humana” del detenido, pero también debe tener en cuenta “los requerimientos prácticos del
encarcelamiento”. (Cf. Párr. 101)
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Existió violación del artículo 3 CEDH. (Cf. Párr. 109)
Observaciones: En sus consideraciones el TEDH hace referencia a los siguientes fallos: TEDH, Caso Goginashvili v. Georgia, No. 47729/08 , 4 de octubre de 2011; TEDH, Caso Ismatullayev v. Russia, No. 29687/09,
6 marzo 2012; TEDH, Caso Hummatov v. Azerbaijian, Nos. 9852/03 y 13413/04, 29 de noviembre 2007;
TEDH, Caso Melnik v. Ukraine, 72286/01; TEDH, Caso Yevgeniy Alekseyenko v. Russia, No. 41833/04; TEDH,
Caso Gladkiy v. Russia, No. 3242/03, 21 de diciembre de 2010; TEDH, Caso Khatayev v. Russia,
No. 56994/09, 11 de octubre de 2011 y TEDH, Caso Holomiov v. Moldovan, No. 30649/05, 7 de noviembre
de 2006.
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TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
Irakli Mindadze v. Georgia
Fecha de sentencia
11 de diciembre de 2012
Estado parte
Georgia
Voces
Obligación de protección del bienestar físico de los detenidos (art. 3 CEDH).
Compatibilidad entre prisión y enfermedad grave. Capacidad estatal de
brindar el tratamiento. Obligación de historia clínica detallada (diagnóstico y
tratamiento suministrado). Obligación de tratamiento rápido y preciso. Curación de enfermedades graves como obligación de medios (no de resultado). Falta de registro adecuado del diagnóstico y el tratamiento. Decisión:
Violación del art. 3 CEDH.
Cita
Vínculo texto íntegro
TEDH, Irakli Mindadze v. Georgia. Sentencia del 11 de diciembre de 2012.
Aplicación no. 17012/09.
http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-115172
Hechos:
Irakli Mindadze, nacional georgiano, fue detenido el 31 de marzo de 2007 y condenado a diecisiete años de
prisión en diciembre de ese año por posesión de una gran cantidad de heroína. Dicha condena fue luego
reducida a doce años de pena de prisión. Por dicha condena se encontraba detenido al momento de la decisión del TEDH.
En el año 2006 ya se había diagnosticado hepatitis C (HCV) y B a Irakli Mindadze, así como una severa úlcera
péptica, hipertensión arterial de segundo grado, disfunción coronaria isquémica y angina pectoral. En el año
2006 estuvo internado y en tratamiento por dichas dolencias.
En agosto de 2007 el jefe de la unidad médica de la prisión en que estaba detenido extendió un certificado
médico según el cual el demandante no requería de internación para su tratamiento médico. Se indicó que
días antes había sido revisado por un grupo de especialistas que habían diagnosticado hipertensión arterial
de segundo grado, infección hepática crónica HCV inactiva y úlcera péptica. En julio de 2008 Irakli Mindadze
fue trasladado a otra prisión. El 15 de octubre de 2008, por un deterioro en su estado de salud, solicitó (vía el
Ministerio de Justicia) un traslado al hospital de la prisión para su examen y tratamiento médico. El 20 de
octubre el Ministerio derivó el pedido a las autoridades de la prisión y al jefe del equipo médico de la prisión
solicitando que se actuara en forma acorde al pedido. El demandante reclamó que nunca había recibido
respuesta a su pedido, lo que fue negado por las autoridades, que le habrían notificado de la respuesta del
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Ministerio el 5 de noviembre de 2008. De acuerdo al registro en prisión habría sido sometido a distintos
exámenes médicos y recibido tratamiento acorde. En junio de 2010 fue trasladado a otra prisión, donde
permaneció casi un año. De acuerdo al registro del caso, el médico jefe de dicha prisión habría registrado
(sin fecha) una confirmación del diagnóstico de hepatitis crónica HCV, hipertensión arterial de segundo
grado, úlcera péptica y angina pectoral. El médico jefe no hizo mención a tratamiento alguno en dicho registro. El 5 de mayo de 2011 fue internado en el hospital de la prisión y sometido a estudios médicos exhaustivos. El diagnóstico final fue de hipertensión arterial de primer grado, gastroduodenitis crónica superficial,
hepatitis HCV crónica con actividad patológica moderada, un quiste en la rodilla derecha, osteocondrosis
espinal, hernia de disco, venas varicosas e insuficiencia venosa crónica. A partir de este diagnóstico Irakli
Mindadze quedó internado y comenzó a recibir un tratamiento anti-viral. En septiembre de 2011 se le diagnosticó adicionalmente tuberculosis pulmonar con esputo negativo. Se decidió entonces suspender el tratamiento anti-viral. El 12 de septiembre fue incluido en el programa DOTS (tratamiento de observación
directa, short-course – la estrategia de tratamiento para la detección y cura de la tuberculosis recomendada
por la OMS).
Examen y decisión:
El Tribunal recuerda que el artículo 3 CEDH impone una obligación a los Estados de proteger el bienestar
físico de las personas privadas de la libertad (refiere al caso Kudla v. Polonia [Gran Sala], No. 30210/96, § 94).
Al mismo tiempo, no puede construirse sin más una obligación general de liberar detenidos por motivos de
salud. La compatibilidad del estado de salud de un detenido con la continuidad de su detención, más bien,
incluso si él o ella se encuentra gravemente enfermo o enferma, está supeditada a la capacidad del Estado
de proveer en prisión el tratamiento necesario de la calidad requerida (referencia a Goginashvili v. Georgia,
no. 47729/08, § 69-70, 4 October 2011; y a Makharadze and Sikharulidze v. Georgia, no. 35254/07, §§ 71-73, 22
November 2011) (Cf. Párr. 39)
El hecho de que un médico haya revisado a un detenido y le haya prescripto algún tipo de tratamiento no
puede llevar automáticamente a la conclusión de que la asistencia médica fue adecuada (TEDH, Caso Hummatov c. Azerbaiyán, Nos. 9852/03 y 13413/04, § 116, 29 de noviembre de 2007). Las autoridades de la prisión
deben asegurarse de que se lleve adelante una historia clínica detallada en donde conste cuál es el estado
de salud de la persona y el tratamiento que se le dispensa durante su tiempo en prisión (referencia a Khudobin v. Russia, no. 59696/00, § 83, ECHR 2006-XII), de que el diagnóstico y cuidado sea rápido y preciso
(“prompt and accurate”) y que en los casos en que sea necesario, se debe garantizar la supervisión regular y
sistemática, así como una estrategia terapéutica integral que apunte a curar a la persona privada de libertad
o prevenir el agravamiento de su enfermedad (referencia a TEDH, Caso Hummatov Vs. Azerbaiyán, antes
citado, § § 109 y 114; TEDH, Caso Isayev Vs. Ucrania, No. 28827/02, § 58, Sentencia de 28 de mayo de 2009,
y TEDH, Caso Popov Vs. Rusia, No. 26853/04. § 211, Sentencia de 13 de julio de 2006). Las autoridades deben demostrar que se crearon las condiciones necesarias para que pudiera realizarse efectivamente el tratamiento prescripto (referencia a Hummatov Vs. Azerbaiyán, antes citado, § 116, y Holomiov v. Moldovan,
no. 30649/05, § 117, 7 November 2006). Al mismo tiempo el Tribunal destaca que en la valoración de la adecuación del tratamiento debe guiarse por el test de la debida diligencia (“due diligence test”), ya que la obligación del Estado de curar a detenidos gravemente enfermos es una obligación de medios, y no de resultado (referencia a Goginashvili v. Georgia, arriba citado, § 71). (Cf. Párr. 40)
En el caso concreto, el Estado no pudo demostrar de qué manera evaluó a la víctima en un primer momento, debido a la falta de constancias escritas en la historia clínica. Seguidamente, el Estado alegó que luego
de ser trasladado fue sometido a supervisión permanente, presentando para ello un certificado al efecto, el
cual fue cuestionado por el tribunal, por cuando contiene información vaga e imprecisa. Además, al no existir historia clínica completa, el Tribunal pone en duda la capacidad del médico jefe de poder recapitular todo
el tratamiento dispensado. El Estado alegó la realización de numerosos estudios de los cuales no existen
constancias. Asimismo, no se proveyó de información relevante de diagnóstico sobre la enfermedad, por lo
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que no existió el debido control sobre ella. Por este motivo, se considera violado el artículo 3 del CEDH. (Cf.
Párr. 41-48)
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TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
Rappaz v. Switzerland
Fecha de sentencia
26 de marzo de 2013
Estado parte
Suiza
Voces
Cita
Vínculo texto íntegro
Huelga de hambre genera deterioro físico (por propia voluntad) sobre el que
las autoridades deben intervenir. Alimentación forzada no está en principio
prohibida si es medida terapéutica suministrada en forma respetuosa de la
dignidad de la persona.
TEDH, Rappaz v. Switzerland, Decisión de inadmisibilidad del 26 de marzo
de 2013. Aplicación no. 73175/10.
http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-118757
Hechos:
Bernard Rappaz fue condenado a 5 años y 8 meses de prisión por diversos delitos. En marzo de 2010 inició
una huelga de hambre en protesta por su condena, a la que consideraba extremadamente severa, y en reclamo por una legislación sobre el uso del cannabis. Debido a su estado de salud requirió ser liberado, lo cual
le fue concedido por el plazo de 15 días. A su regreso, continuó con su huelga de hambre. El 10 de junio fue
admitido en un hospital de Ginebra para cumplir con su sentencia bajo supervisión médica. Continuó sin dar
su consentimiento para ser alimentado artificialmente o por vía intravenosa. Solicitó la suspensión de la
ejecución de su sentencia con fundamento en su debilitado estado de salud. Se rechazó el pedido ya que a
pesar del deterioro de su salud, no era necesario interrumpir la ejecución de su sentencia por cuanto podía
ser alimentado por la fuerza. En dos instancias más fue confirmada esta decisión. Rappaz alegaba que la
negativa a liberarlo a pesar de su fragilidad de salud y su decisión de continuar con su huelga de hambre
ponía su vida en riesgo y era una forma de trato inhumano y degradante.
Examen y decisión:
El Tribunal se refiere a la diligencia de las autoridades en cuanto al cuidado de la salud del peticionante al
anoticiarse de su deterioro, haciendo notar que el juez que entendió en el caso concreto ordenó que se tomaran todas las medidas a fin de resguardar su vida e integridad física. Los sufrimientos físicos y psíquicos
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del peticionante se debieron a su propia decisión de llevar adelante una huelga de hambre y por lo tanto no
ingerir comida ni líquidos. (Cf. Párr. 66)
Respecto de la decisión de alimentar forzadamente a una persona privada de libertad, si bien se deja constancia que no se pudo probar que de hecho se haya alimentado al peticionante de manera forzada en el
caso concreto, sí reafirma el Tribunal, en concordancia con su precedente TEDH, Caso Nevmerjitski c. Ucrania, que al tratarse de una medida terapéutica de acuerdo con los preceptos médicos establecidos, no constituye tratamiento inhumano o degradante. Para tomar dicha decisión las autoridades deben cerciorarse de
la existencia de una necesidad médica que la justifique y asegurarse además de que la manera en que se
implemente no sea incompatible con la prohibición de trato inhumano y degradante. (Cf. Párr. 71-74)
Observaciones: En este fallo se trata además la cuestión de la viabilidad de la huelga de hambre y el consecuente pedido de suspensión de la ejecución de la pena por debilidad física. El Tribunal considera que acatar
tal pedido pondría en crisis la confianza en el sistema penal.
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TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
Aswat v. United Kingdom
Fecha de sentencia
16 de abril de 2013
Estado parte
Reino Unido
Voces
Cita
Vínculo texto íntegro
Facultad del Estado de controlar la movilidad de los extranjeros pero prohibición de tortura o tratos inhumanos y degradantes. Estándares para la detención de personas con enfermedades mentales. Compatibilidad entre
atención y privación de libertad según condición médica, posibilidad de cuidados en prisión y conveniencia de continuación de la detención. Diferencia
en la afectación de derechos de acuerdo al artículo 3 según la gravedad de la
enfermedad. Decisión: Extradición podría resultar violatoria del art. 3 CEDH.
TEDH, Aswat v. United Kingdom, Sentencia del 16 de abril de 2013. Aplicación no. 17299/12.
http://hudoc.echr.coe.int/sites/fra/pages/search.aspx?i=001-118583
Hechos:
Haroon Aswat tenía pedido de captura de parte de Estados Unidos por haber sido identificado como conspirador en el planeado establecimiento de un campo de entrenamiento jihad en Oregon. El 7 de agosto de
2005 fue arrestado en el Reino Unido. El juzgado de distrito el 5 de enero de 2006 envió el caso a la Secretaría de Estado para que decidiera sobre el pedido de extradición de Aswat a los Estados Unidos. El 1 de marzo
la secretaría ordenó la extradición. La apelación del peticionario fue denegada el 30 de noviembre. Pidió
entonces la posibilidad de peticionar ente la Casa de los Lores, pero en junio de 2007 se negó esta posibilidad. En marzo de 2008 fue transferido al Hospital psiquiátrico de Broadmoor. Se determinó que el autor
sufría de esquizofrenia paranoide y que debía continuar su detención en un hospital psiquiátrico, percibiendo la medicación adecuada para la preservación de su salud. Se señaló que de ser extraditado existía la posibilidad de que fuera enviado a un complejo de máxima seguridad, incluso aislado, y que estas condiciones
sumadas a la ausencia de control médico constante implicarían una desmejora en su salud que de momento
se encontraba estable.
El Departamento de Justicia de los Estados Unidos no dio indicación respecto a dónde alojaría al autor. Señalaron que tendría la posibilidad de demostrar la conveniencia de uno u otro lugar en función de las prue-
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bas que presentara respecto a su estado de salud. Una opción era la cárcel ADX Florence, un penal de máxima seguridad.
Examen y decisión:
Los Estados parte tienen el derecho a controlar la entrada, residencia y expulsión de los extranjeros. Sin
embargo, ejerciendo este derecho de expulsar a los extranjeros, los Estados parte deben atender al artículo
3 CEDH que consagra uno de los valores fundamentales de las sociedades democráticas. Es precisamente
por esta razón que la Corte ha señalado repetidamente en sus decisiones anteriores concernientes a la extradición, expulsión o deportación de individuos a terceros países que el artículo 3 prohíbe en términos absolutos la tortura o trato o castigo inhumano o degradante y que sus garantías aplican independientemente
de la naturaleza reprobable de la conducta de la persona en cuestión. (Cf. Párr. 49)
La detención de una persona que está enferma puede generar conflicto bajo el artículo 3 CEDH y la falta del
cuidado médico apropiado puede implicar un tratamiento contrario a esa cláusula. En particular, la estimación sobre si las condiciones de detención son o no incompatibles con los estándares del artículo 3, en los
casos de personas con enfermedades mentales, tiene que tener en consideración su vulnerabilidad y su incapacidad, en algunos casos, para quejarse coherentemente o de modo alguno acerca de cómo están siendo afectadas por un tratamiento en particular. El sentimiento de inferioridad e impotencia típico de personas que sufren un desorden mental requiere mayor atención al evaluarse el respeto del CEDH. Hay tres elementos particulares a considerar en relación con la compatibilidad de la salud de un peticionario con su
permanencia en prisión: (a) las condiciones médicas del prisionero, (b) la adecuación de la asistencia médica
y cuidados provistos en la prisión, y (c) la conveniencia de mantener la medida de detención en vista del
estado de salud del peticionario. (Cf. Párr. 50)
Mientras que en el caso Babar Ahmad y otros c. Ucrania (nos. 24027/07, 11949/08, 36742/08, 66911/09 and
67354/09 (dec.), §§ 144 – 145, 6 July 2010) la Corte no aceptó que las condiciones en el ADX Florence llegaran
al umbral del artículo 3 para personas en buena salud o con problemas de salud mentales menos serios, el
caso del autor puede distinguirse debido a la severidad de su condición mental. El caso del peticionario
también puede ser distinguido por el hecho de que él no está enfrentando una expulsión sino una extradición a un país donde no tiene vínculos, donde estará detenido y donde no podrá tener el apoyo de familia ni
amigos. Por lo tanto, a la luz de la actual evidencia médica, la Corte encuentra que hay un verdadero riesgo
de que la extradición del autor a un país diferente y a un ambiente de prisión diferente y potencialmente
más hostil podría resultar en el significante deterioro de su salud mental y física y que ese deterioro podría
alcanzar el umbral previsto por el art. 3 CEDH. (Cf. Párr. 57)
Habría una violación del artículo 3 CEDH en el caso de la extradición del peticionario, únicamente debido a
la severidad de su condición mental. (Cf. Párr. 1 – conclusiones)
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TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
Nencheva and others v. Bulgary
Fecha de sentencia
18 de junio de 2013
Estado parte
Bulgaria
Voces
Artículo 2 CEDH: prohibición de causar muerte y obligación de tomar medidas para la protección de la vida. Obligación de proteger la vida en el ámbito
escolar. Especial vulnerabilidad de los niños. Obligación positiva de tomar
medidas preventivas de protección. Limitaciones (por imprevisibilidad).
Obligación de respuesta estatal apropiada ante muerte que comprometa la
responsabilidad del Estado. La obligación positiva de protección implica en
caso de muerte un sistema judicial eficaz para su investigación: según el caso
puede/debe ser penal, civil o administrativo. Obligación de marco reglamentario en hospitales para garantizar protección de la vida. Obligación de sistema judicial eficaz para investigar responsabilidades. Obligación de investigación oficial. Investigación penal como obligación de medios, no como derecho del peticionario a una condena de terceros. La vía civil no satisface la
exigencia del art. 2 CEDH. Decisión: Violación art. 2 CEDH.
Cita
Vínculo texto íntegro
TEDH, Nencheva y otros v. Bulgaria. Sentencia del 18 de junio de 2013. Aplicación no. 48609/06.
http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-120956
Hechos:
El hogar Dzhurkovo (en la villa de Laki, en Bulgaria) alojaba a niños y adolescentes con diversas discapacidades mentales y físicas graves. Algunos estaban incapacitados totalmente para moverse por sí mismos y
debían permanecer en cama todo el tiempo; otros, con capacidad motriz mayor o menor, podían desplazarse por sí mismos o con ayuda. Las enfermedades más presentes eran las parálisis cerebrales, hipotrofia,
epilepsia, encefalopatías, oligofrenia, enfermedades cromosómicas (congénitas), malformaciones congénitas.
Bulgaria atravesaba al momento de los hechos (invierno 1996 - 1997) un grave período de crisis económica,
social y financiera: inflación superior al 1000%, baja en los ingresos tanto de los ciudadanos como de los
órganos públicos, restricciones en el uso de combustible, restricciones en los intercambios de bienes y en la
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circulación entre ciudades. Esto tenía como consecuencia un recorte en el presupuesto correspondiente a
cada gobernación y municipalidad. En el caso, la municipalidad de Laki no podía hacerse cargo de la compra
de alimentos, medicamentos ni abrigos para el establecimiento de menores. Por ello, las condiciones del
establecimiento de menores eran en extremo precarias: tenía cinco enfermeros, cuatro asistentes sanitarios; no contaba con médico propio y el hospital más cercano se encontraba a 40 km. de distancia; no tenían
ningún medio para trasladar a los enfermos; el personal del lugar debía caminar 5 km. a pie para llegar; con
sólo dos máquinas para lavar y una lavandera era complejo mantener las condiciones de higiene del lugar y
de los enfermos; los niños que no podían moverse hacían sus necesidades en la cama y como no se llegaba a
lavar se los cambiaba con ropa vieja y trapos; se habían suprimido las meriendas; había calefacción sólo una
hora a la mañana y otra a la noche, y la temperatura promedio del lugar era entre 12º y 15º; sólo contaban
con tres radiadores para los pasillos; los habitantes vecinos hacían donaciones para poder comprar alimentos.
El 10 de septiembre de 1996 la directora de la residencia y el intendente de Laki, dada la situación de emergencia del hogar y el riesgo inminente para la vida de los niños, presentaron una carta solicitando ayuda de
la Agencia para la Ayuda Extranjera. El 20 de ese mismo mes se dirigieron al Ministerio de Trabajo y de Política Social. También peticionaron ayuda a organizaciones humanitarias y al Comité Regional de la Cruz Roja
de Bulgaria. El 15 de diciembre murió un niño en la residencia Dzhurkovo. El día 17 del mes siguiente la directora recurrió al ministro de Trabajo y Política Social nuevamente, al ministro de Finanzas y al gobernador
de la región. Además, se contactó con una radio haciendo un llamado a donaciones privadas para mantener
con vida a los niños. El 22 de enero llegaron ocho niños nuevos al centro trasladados por decisión oficial, de
los cuales cuatro fallecieron. En febrero, el gobernador acordó mandar 5 toneles de combustible y conservas
de arroz al hogar. Luego de un telegrama dirigido nuevamente al ministro de Trabajo y Política Social, y ya
muertos 15 (quince) niños y adolescentes, todos menores de 22 años, éste otorgó subvenciones especiales
(de €3720) durante el período entre el 28 de febrero y 4 de abril del 1997.
Respecto de la muerte de los 15 chicos los registros médicos no contenían información sobre las circunstancias y razones de las muertes. Se señalaban sí como causas enfermedades tales como neumonía, hipotermia, infecciones cutáneas, crisis cardíaca (aguda), pérdida de peso, fiebre, tos, dolores de estómago, bronquitis (aguda), inflamación de garganta, rinofaringitis, escaras, infección respiratoria aguda, hipotrofia. No
se realizaron autopsias ya que la ley interna sólo las preveía para los casos de muertes en hospitales y no
para aquellos en que se produjeran en establecimientos sociales. El personal del establecimiento se encargó
de los funerales.
El 27 de abril de 1999 la fiscalía mandó a realizar una investigación de los hechos ocurridos en el hogar
Dzhurkovo durante el invierno de 1996 - 1997. En su informe del 3 de junio se determinó que se podía imputar la responsabilidad penal al intendente de Laki por homicidio por negligencia o incumplimiento de un
deber legal de seguridad/prudencia. El 22 de mayo de 2000, luego de una pesquisa médica compleja por la
falta de datos y autopsias, se determinó como causa de las muertes el enfriamiento y las malas condiciones
de vida. En abril de 2004 la directora del hogar comenzó a ser investigada por homicidio. En octubre de ese
año la fiscalía requirió los registros respecto a la reacción de cada órgano a las cartas de la directora del hogar. El Ministerio de Finanzas alegó su destrucción por haber pasado el tiempo de expiración de cinco años
de esos documentos, la municipalidad de Laki informó de igual modo y el Ministerio de Trabajo y de Política
Social señaló que no podía recuperar el intercambio de correspondencia pero remarcó que había enviado
subvenciones especiales.
El 17 de enero de 2005 el tribunal regional de Plovdiv realizó un acta de acusación criminal contra los mencionados anteriormente, por negligencia profesional. Entre el 7 y el 23 de febrero de ese año se agregaron a
la demanda penal demandas civiles introducidas por los padres de algunos de los muertos. En mayo de 2005
el tribunal absolvió a los imputados. Esta decisión fue confirmada el 15 de diciembre por el Tribunal de Apelaciones de Plovdiv y el 9 de enero de 2007 por la Corte Suprema de Casación. Los magistrados señalaron
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que no existía relación de causalidad entre el comportamiento de los acusados y las muertes y, en particular, que no había negligencia por parte de la directora del centro Dzhurkovo.
Examen y decisión:
La Corte recuerda que la primera frase del artículo 2, que se encuentra entre los artículos primordiales de la
Convención en los que se consagra uno de los valores fundamentales de las sociedades democráticas, impone al Estado no solamente la obligación de abstenerse de causar la muerte “intencionalmente”, sino
también la obligación de tomar las medidas necesarias para la protección de la vida de las personas de su
jurisdicción. (Cf. Párr. 105)
La obligación de proteger la vida debe ser interpretada como valiosa en el contexto de toda actividad, pública o no, susceptible de poner en juego el derecho a la vida. Esta obligación se aplica a las autoridades del
ámbito de la enseñanza escolar que asumen un deber de protección de la salud y del bienestar de los alumnos, más precisamente de los niños que son particularmente vulnerables y se encuentran bajo el control
exclusivo de las autoridades. (Cf. Párr. 106)
El artículo 2 CEDH puede, en ciertas circunstancias bien definidas, imponer a las autoridades la obligación
positiva de adoptar preventivamente medidas de orden práctico para proteger al individuo contra otros o,
en ciertas circunstancias particulares, contra sí mismo. Sin embargo, se debe interpretar esta obligación de
manera que no implique imponer a las autoridades una carga insoportable o excesiva, sin perder de vista, en
particular, la imprevisibilidad del comportamiento humano y las elecciones operacionales a efectuar en
materia de prioridades y de recursos. Por consiguiente, toda presunta amenaza contra la vida no obliga a las
autoridades a tomar medidas concretas para prevenir la realización. Para que haya una obligación positiva,
debe estar establecido que las autoridades conocían o debían haber conocido al momento que la vida de un
determinado individuo estaba siendo amenazada de manera real e inmediata, y que no tomaron, dentro del
marco de sus posibilidades, las medidas que, desde un punto de vista razonable, habrían sin duda disminuido ese riesgo. (Cf. Párr. 108)
En el caso de pérdidas de vidas humanas en circunstancias de naturaleza tal que comprometan la responsabilidad del Estado, esta disposición impone al Estado el garantizar, por todos los medios a su disposición,
una respuesta apropiada – judicial u otra – que permita al cuadro legislativo y administrativo concurrir para
proteger el derecho a la vida y garantizando la represión y la sanción de toda violación a este derecho. (Cf.
Párr. 109)
Un sistema judicial eficaz tal como exige el artículo 2 puede comprender, y en ciertas circunstancias debe
comprender, un mecanismo de represión penal. Si el ataque al derecho a la vida o a la integridad física no es
voluntario, la obligación positiva derivada del artículo 2 de poner en práctica un sistema judicial eficaz no
exige necesariamente en todos los casos un recurso de naturaleza penal. En el contexto específico de las
negligencias médicas, “una obligación similar puede ser reemplazada también, por ejemplo, si el sistema
jurídico en la causa ofrece a los interesados un recurso ante las jurisdicciones civiles, por separado o conjuntamente con un recurso ante las jurisdicciones penales, con los fines de establecer la responsabilidad de los
médicos y, dado el caso, obtener la aplicación de toda sanción civil apropiada, tales como el pago de intereses y la publicación del fallo. Las medidas disciplinarias pueden de igual modo ser consideradas”. En ciertos
casos de muerte provocada por negligencia, la Corte ha juzgado que la puesta en práctica de los procesos
administrativos disponibles era suficiente para cumplir con las obligaciones positivas de las autoridades en
el terreno del artículo 2. (Cf. Párr. 110)
En el área de la salud pública, los Estados deben poner en práctica un marco reglamentario que imponga a
los hospitales, ya sean públicos o privados, la adopción de medidas propias para asegurar la protección de la
vida de sus enfermos. Igualmente, deben instaurar un sistema judicial eficaz e independiente que permita
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establecer la causa de la muerte de un individuo que se encuentre bajo la responsabilidad de los profesionales de la salud, tanto aquellos que actúen en el marco del sector público como aquellos que trabajen bajo
estructuras privadas, y según el caso obligar a éste a responder por sus actos. La obligación de reglamentar
las actividades de los establecimientos de salud se extiende a los miembros de su personal, en la medida en
que sus actos puedan también poner en peligro la vida de los pacientes, en particular cuando la capacidad
de estos últimos de cuidarse a sí mismos es limitada. (Cf. Párr. 111)
El artículo 2 implica una obligación de investigación oficial para las autoridades si la muerte tiene lugar como consecuencia de eventos sucedidos bajo la responsabilidad de los poderes públicos. En efecto, estos son
en general los únicos que disponen de conocimientos suficientes y necesarios para identificar y establecer
los fenómenos complejos susceptibles de ser el origen de esos incidentes. El fin esencial de tal investigación
es el de asegurar la puesta en práctica efectiva de las disposiciones de derecho interno que protegen el derecho a la vida y, cuando el comportamiento de los agentes o autoridades del Estado pueda ser indagado,
de velar porque estos respondan por los decesos ocurridos bajo su responsabilidad. (Cf. Párr 112)
Un sistema judicial eficaz tal como es exigido por el artículo 2 puede contener, y en ciertas circunstancias
debe contener, un mecanismo de represión penal. No se trata de una obligación de resultados, sino de medios, en el sentido que es el proceso en sí mismo y no por su desenlace que se podrá apreciar la efectividad
de la investigación de las autoridades. (Cf. Párr. 114) No debe deducirse falsamente de lo que precede que
el artículo 2 puede implicar el derecho para el peticionario de hacer perseguir o condenar a prisión a terceros
o una obligación de resultados que suponga que toda persecución debe finalizar en una condena, por ejemplo con una pena determinada. (Cf. Párr. 115) Las jurisdicciones nacionales no deben en ningún caso mostrarse dispuestas a dejar impunes los ataques injustificados al derecho a la vida. La debida investigación
penal es indispensable para mantener la confianza del público y asegurar su adhesión al Estado de derecho,
así como para prevenir toda aparente tolerancia a actos ilegales o de complicidad durante su perpetración.
(Cf. Párr 116)
La vía civil que permite a los peticionarios demandar y obtener una indemnización individual no puede ser
una respuesta suficiente de acuerdo al artículo 2 CEDH. El artículo 2 impone a las autoridades búlgaras la
obligación de conducir una investigación oficial. (Cf. Párr. 125)
En las circunstancias particulares del presente caso, el Estado ha faltado a su obligación de proteger la vida
de los niños vulnerables puestos bajo su responsabilidad y no ha cumplido con su deber de sacar a la luz los
hechos poniendo en práctica mecanismos procedimentales adecuados, faltando así a la protección del interés público. Por lo tanto existe violación del art. 2 CEDH. (Cf. Párr. 141)
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LMR v. Argentina
Fecha de sentencia
28 de abril de 2011
Estado parte
Argentina
Voces
Cita
Obligación del Estado de garantizar el derecho a la interrupción del embarazo. Sufrimiento moral como trato cruel, inhumano y degradante. Injerencia arbitraria o
ilegítima del Estado en la vida privada. Violación del artículo 17 párrafo 1 del PIDCP.
Obligación de brindar un recurso efectivo sobre la decisión de la interrupción del
embarazo. Violación del artículo 2 párr. 3, en relación con los artículos 3, 7 y 17 del
PIDCP. Decisión: Violación de los artículos 7, 17 y 2 párr. 3 en relación con los artículos 3, 7 y 17 del PIDCP. Obligación del Estado de reparar y prevenir.
Comité de Derechos Humanos, Comunicación Nº 1608/2007, LMR v. Argentina, 28
de abril de 2011, CCPR/C/101/D/1608/2007.
http://www.bayefsky.com/pdf/argentina_t5_iccpr_1608_2007.pdf (inglés)
Vínculo texto íntegro
http://www.womenslinkworldwide.org/wlw/sitio/docs_postulacion/premios_cdh_imrvargentina_es.pdf
(español)
Hechos:
En junio de 2006, la madre de L.M.R. (la peticionaria) llevó a su hija al Hospital Guernica, en la provincia de
Buenos Aires porque se quejaba de dolores. L.M.R. sufría una discapacidad permanente que a los 20 años le
hacía tener una edad mental comprendida entre los 8 y los 10 años. En el hospital se descubrió que la hija
estaba cursando un embarazo. La peticionaria solicitó su interrupción. El equipo médico del hospital se negó a realizar el aborto y remitió a la paciente al hospital público San Martín, en La Plata, provincia de Buenos Aires. Allí se le informó a la actora que debía realizar una denuncia ante la policía, denuncia que efectuó
contra el tío de L.M.R., sospechado de haberla violado. A principios de julio, L.M.R. fue admitida en el hospital de La Plata, encontrándose en curso la semana catorce y media del embarazo. El centro sanitario solicitó
una reunión de urgencia con el Comité de Bioética para que estableciera su opinión frente al caso. Como se
trataba de un caso de aborto no punible de acuerdo al artículo 86 párrafo 2 del Código Penal argentino, el
personal médico del hospital comenzó los exámenes pre-quirúrgicos. Sin embargo, quienes se oponían al
aborto, iniciaron procedimientos judiciales con el objetivo de evitarlo. La jueza de menores competente en
el caso sentenció con la prohibición del aborto, alegando que no era admisible reparar una agresión a la niña
con una nueva al bebé. La decisión fue confirmada en apelación por la Cámara Civil. Al revisar la decisión, la
Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Buenos Aires dejó sin efecto estas órdenes y mandó a autorizar
el aborto. Esta decisión se comunicó al hospital que, sin embargo, como consecuencia de las presiones de
diferentes sectores contrarios al aborto, se negó a practicarlo alegando que el embarazo estaba muy avanzado. La víctima, finalmente, se vio entonces forzada a recurrir a la interrupción del embarazo en forma
clandestina.
Examen y decisión:
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El Comité toma nota de las alegaciones de la peticionaria de que forzar a su hija a continuar el embarazo, a
pesar de estar protegida por el artículo 86, inc. 2 del Código Penal, constituyó un trato cruel e inhumano. El
Estado parte señala que, si bien forzarla a continuar un embarazo producto de una violación y someterse a
un aborto clandestino pudo haber contribuido como causa del daño moral que la víctima sufrió, esto no
constituyó tortura. El Comité considera que la omisión del Estado parte de garantizar a L.M.R. el derecho a
la interrupción del embarazo, conforme a lo previsto en el artículo 86, inc. 2 del Código Penal, cuando la
familia lo solicitó, causó a L.M.R. un sufrimiento físico y moral que constituía una violación al artículo 7 del
Pacto, tanto más grave cuanto que se trataba de una joven con una discapacidad. En este sentido el Comité
recuerda su Observación General N° 20 en la que señala que el derecho protegido en el artículo 7 del Pacto
no sólo hace referencia a actos que causan dolor físico, sino también a actos que causan sufrimiento moral.
(Cf. Párr. 9.2)
El Comité toma nota de la denuncia de la peticionaria de que los hechos descriptos constituyeron una injerencia arbitraria en la vida privada de L.M.R. Igualmente, toma nota del reconocimiento del Estado parte de
que la ilegítima injerencia del Estado, a través del poder judicial, en una cuestión que debía haberse resuelto
entre la paciente y su médico, podría ser considerado una violación del derecho a la intimidad de aquélla. En
las circunstancias, el Comité considera que los hechos revelan una violación del artículo 17, párrafo 1 del
PIDCP. (Cf. Párr. 9.3)
El Comité toma nota de las alegaciones de la peticionaria en el sentido de que el Estado parte, al no disponer de mecanismos para que a L.M.R. se le permitiera interrumpir su embarazo, es responsable por omisión
de una violación del artículo 2 del Pacto. El Comité observa que los recursos judiciales promovidos internamente para garantizar el acceso a la interrupción del embarazo fueron resueltos favorablemente para
L.M.R. con el fallo de la Suprema Corte de Justicia. Sin embargo, para llegar a ese resultado, la autora debió
pasar por tres instancias judiciales distintas, período durante el que el embarazo fue prolongado por varias
semanas, con las consecuencias que ello implicaba para la salud de L.M.R. y motivó que, finalmente, la peticionaria tuviera que recurrir a un aborto clandestino. Por estas razones, el Comité considera que la autora
no tuvo acceso a un recurso efectivo y que los hechos descriptos configuran una violación del artículo 2,
párrafo 3 en relación con los artículos 3, 7 y 17 del Pacto. (Cf. Párr. 9.4)
El Comité de Derechos Humanos, actuando en virtud del artículo 5, párrafo 4, del Protocolo Facultativo del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, considera que la información que tiene ante sí pone de
manifiesto una violación del artículo 7, artículo 17 y artículo 2, párrafo 3 en relación con los artículos 3, 7 y 17
del Pacto. (Cf. Párr. 10) De conformidad con lo dispuesto en el artículo 2, párrafo 3 (a) 3 del Pacto, el Estado
parte tiene la obligación de proporcionar a L.M.R. medidas de reparación que incluyan una indemnización
adecuada. El Estado parte tiene también la obligación de tomar medidas para evitar que se cometan violaciones similares en el futuro. (Cf. Párr. 11)
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Joyce Nawila Chiti v. Zambia
Fecha de sentencia
26 de julio de 2012
Estado parte
Zambia
Voces
Negativa a proporcionar medicamentos, tortura y condiciones inhumanas de detención. Desprotección de la vida. Violación del artículo 6 del PIDCP. Derecho a no
declarar contra uno mismo. Prohibición de ejercer presión física o psicológica con
miras a confesión. Exclusión de prueba obtenida por tortura. Uso de dicha prueba
sólo para investigar la tortura. Observación General Nº 32. Violación al artículo 14
párr. 3 (g) PIDCP.
Cita
Comité de Derechos Humanos, Comunicación Nº 1303/2004, Joyce Nawila Chiti v.
Zambia, 26 de julio de 2012, CCPR/C/105/D/1303/2004.
Vínculo texto íntegro
http://www.worldcourts.com/hrc/eng/decisions/2012.07.26_Chiti_v_Zambia.pdf
Hechos:
El 28 de octubre de 1997 el señor Chiti, oficial del ejército, fue detenido por la policía como sospechoso en
un intento de golpe de Estado. Se le imputó el delito de traición. Se le recluyó en la Jefatura de policía de
Zambia con un régimen de aislamiento e incomunicación y con grilletes durante nueve días. Se le negó alimento y acceso a la representación legal. Desde el 28 de octubre al 6 de noviembre, cada noche, desde las
19 hs. hasta la mañana siguiente, era sometido por los agentes de seguridad estatales a las siguientes torturas: ser golpeado durante horas con mangueras, cables eléctricos, madera y bastones de goma; deber pararse en una pierna por horas y al querer cambiar de pierna ser golpeado; interrogatorio constante por parte
de varios policías al mismo tiempo, algunas veces mientras se encontraba acostado con policías parados
sobre él pegándole repetidamente; amenazas de muerte, mutilaciones o de ser ahogado y servir de alimento a los cocodrilos del río; firma forzosa de documentos implicando a ciertos políticos en el alegado golpe de
estado; ser colgado de una soga suspendida desde el techo; ser suspendido de una vara habiendo sido previamente “enrollado” en una rueda, con una vara de metal pasando entre su abdomen y sus piernas enroscadas; deber pararse desnudo en el borde de una mesa mientras su pene era golpeado con el borde de una
regla. Como consecuencia de este trato, debió ser trasladado al hospital, donde se le diagnosticó una perforación en el tímpano. El 6 de noviembre fue trasladado a la Prisión Central de Lusaka, pero el 10 de noviembre fue nuevamente alojado en la Jefatura de policía. Allí nuevamente fue obligado a firmar documentos
implicando a ciertos políticos en el golpe de Estado alegado. En noviembre o diciembre del 1997, luego de
una denuncia llevada a cabo por el señor Chiti ante la Comisión Permanente de Derechos Humanos de
Zambia, comisionados intentaron visitarlo en prisión pero fracasaron porque previamente había sido trasladado y escondido en otra prisión. Durante su tiempo en prisión, la familia del señor Chiti sufrió seis veces el
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desalojo forzado e ilegal de su vivienda y consecuentes impedimentos a los niños para asistir a la escuela, lo
que llevó a la peticionaria (esposa de la víctima) a trasladarse finalmente a Namibia en calidad de refugiada.
La Fundación de Recursos Legales, representante del Sr. Chiti y su familia, llevó adelante un juicio contra el
Estado, que fue condenado por los desalojos ilegales a la familia y por las torturas al señor Chiti. El Estado se
negó a pagar la compensación establecida por la justicia. Durante su tiempo en prisión, fue diagnosticado
con cáncer de próstata, pero no podía afrontar el gasto que implicaba la medicación ni ésta fue administrada por el Estado. Además, estaba infectado con HIV-positivo. Se le negaba el tanto el alimento adecuado
como un ambiente limpio y terapia. Luego de un proceso extenso (con audiencias que muchas veces se
posponían), el señor Chiti fue condenado por traición a pena de muerte. Habiendo obtenido el perdón presidencial, motivo por el que la pena de muerte fue cancelada, y debido a su precaria condición de salud, fue
liberado en junio del año 2004. El 18 de agosto de ese mismo año, falleció.
Examen y decisión:
Habida cuenta de su condición de enfermo de cáncer e infectado con HIV, la negativa a proporcionarle los
medicamentos necesarios y la tortura y las condiciones inhumanas de detención de las que fue objeto, la
denuncia es plausible. En ausencia de refutación por el Estado parte, el Comité concluye que el Estado parte
fracasó en la protección de la vida de Mr. Chiti, en violación del artículo 6 del Pacto. (Cf. Párr. 12.2)
El Comité recuerda su Observación General Nº 32 respecto del artículo 14, en la que insiste que el derecho a
no verse obligado a declarar contra uno mismo debe interpretarse en el sentido de que las autoridades investigadoras no deben ejercer presión física o psicológica directa o indirecta alguna sobre los acusados con
miras a que se confiesen culpables. Con mayor razón, es inadmisible tratar a un acusado de forma contraria
al artículo 7 del Pacto con el fin de obtener una confesión. El derecho interno debe asegurarse de que las
declaraciones o confesiones obtenidas por métodos que contravengan el artículo 7 del Pacto queden excluidas de las pruebas, salvo que ese material sea utilizado para demostrar que hubo tortura u otros malos tratos prohibidos por esta disposición, y que en tales casos recaerá sobre el Estado la carga de probar que las
declaraciones de los acusados fueron hechas libremente y por su propia voluntad. De acuerdo a la información previamente expuesta, el Comité concluye que existe una violación de los derechos del señor Chiti en
relación al artículo 14, párrafo 3 (g) del Pacto. (Cf. Párr. 12.6)
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A. S. v. Hungary
Fecha de sentencia
14 de agosto de 2006
Estado parte
Hungría
Voces
Cita
Vínculo texto íntegro
Falta de información y asesoramiento sobre derechos reproductivos y planificación familiar. Falta de consentimiento pleno y de información respecto
de las consecuencias de la esterilización. Recomendación Gral. Nº 19: la esterilización forzada influye negativamente sobre la salud física y mental de la
madre. Viola igualmente su derecho a decidir. Violación de los artículos 10,
12 y 16.1 e) CEDAW.
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Comunicación No. 4/2004, A. S. v. Hungría, 14 de agosto de 2006, CEDAW/C/36/D/4/2004.
http://www2.ohchr.org/english/law/docs/Case4_2004_sp.pdf
Hechos:
El día 30 de mayo de 2000, A. S. tomó conocimiento de que estaba embarazada. Durante el embarazo se
realizaron todos los controles y cuidados adecuados. El día de la fecha estimada de parto, 20 de diciembre,
se dirigió al hospital donde le recomendaron volver cuando empezara con trabajo de parto. El día 2 de enero
de 2001 comenzó con contracciones y con la ruptura del saco amniótico. En ese momento, sufrió importantes pérdidas de sangre y tuvo que ser trasladada en ambulancia al hospital. Al ser atendida, se le informó
que se trataba de un feto muerto y que era necesario realizar la cirugía para extraerlo inmediatamente. Encontrándose en la mesa de operaciones, se le solicitó que firmara la autorización para la realización de la
cesárea que decía: “Habiendo sido informada de la muerte del embrión dentro de mi útero, solicito firmemente
mi esterilización. No tengo intención de volver a dar a luz, ni deseo quedar embarazada”. Debido su estado
emocional, y como la palabra “esterilización” estaba escrita en latín, no comprendió de qué se trataba. Se
llevó a cabo la cirugía de extracción del feto muerto y se le realizó un ligamiento de trompas. Al abandonar
el hospital, la víctima quiso saber cuándo podría volver a concebir, y fue entonces que tomó conocimiento
de que había sido esterilizada. Todo esto le produjo severas consecuencias de salud y tanto ella como su
pareja tuvieron que ser tratados para superar una depresión. Tanto por las convicciones religiosas católicas
como por su pertenencia a la comunidad romaní, el poder concebir y no utilizar modo alguno de anticoncepción resultaba de gran importancia por su cultura y costumbres. La autora realizó una demanda civil
contra el hospital donde había sido esterilizada pero ésta fue rechazada, al igual que la apelación.
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Examen y decisión:
“Las mujeres deben tener ‘información acerca de las medidas anticonceptivas y su uso, así como garantías
de recibir educación sexual y servicios de planificación de la familia’ […] El Comité considera que la autora
tenía un derecho tutelado por el apartado h) del artículo 10 de la Convención a recibir información específica
sobre la esterilización y otros procedimientos alternativos de planificación de la familia a fin de evitar que se
realizara una intervención de este tipo sin que ella hubiera tomado una decisión con pleno conocimiento de
causa. […] el Estado Parte, por conducto del personal del hospital, no proporcionó la información ni el asesoramiento apropiados sobre planificación de la familia, lo que constituye una violación de los derechos de
la autora previstos en el apartado h) del artículo 10 de la Convención.” (Párr. 11.2)
“[…] El Comité toma nota también del hecho no refutado de que la autora preguntara al médico cuándo
podría volver a quedarse embarazada, lo cual indica claramente que desconocía las consecuencias de la
esterilización. […] declaró además que ‘[l]os Estados partes no deben permitir formas de coerción, tales
como la esterilización sin consentimiento […] que violan el derecho de la mujer a la dignidad y a dar su consentimiento con conocimiento de causa’. El Comité considera que, en el presente caso, el Estado Parte no
se aseguró de que la autora diera su consentimiento con pleno conocimiento de causa para ser esterilizada,
por lo que se violaron los derechos que otorga a la autora el artículo 12.” (Párr. 11.3)
“(…) el Comité recuerda su Recomendación General No. 19, sobre la violencia contra la mujer, en la que
declaró que ‘la esterilización [...] obligatori[a] influy[e] adversamente en la salud física y mental de la mujer
y viola su derecho a decidir el número y el espaciamiento de sus hijos’ […].” (Párr. 11.4)
“(…) el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer considera que los hechos que le han
sido expuestos constituyen una infracción del apartado h) del artículo 10, del artículo 12 y del apartado e)
del párrafo 1 del artículo 16 de la Convención […]” (Párr. 11.5)
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Da Silva Pimentel Teixeira v. Brasil
Fecha de sentencia
25 de julio de 2011
Estado parte
Brasil
Voces
Cita
Vínculo texto íntegro
Recomendación Gral. Nº 24: Deber de prestar servicios médicos seguros y
una atención de emergencia no discriminatoria para respetar el derecho a
una maternidad segura. Estado responsable de reglamentar y controlar a las
instituciones privadas. Recomendación Gral. Nº 28: La falta de adopción de
medidas implica discriminación contra las mujeres y su derecho a la vida. La
discriminación contra la mujer basada en el sexo y el género está indisolublemente vinculada a otros factores (raza, origen étnico, creencias, salud,
condición jurídica y social, edad, clase, casta, orientación sexual e identidad
de género). Dictamen: Violación de los artículos 2 c) y e) y 12 en relación con
el artículo 1.
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Comunicación No. 17/2008, da Silva Pimentel Teixeira v. Brasil, 25 de julio de 2011, CEDAW/C/49/D/17/
http://www.mpd.gov.ar/articulo/downloadAttachment/id/3212
Hechos:
El 11 de noviembre de 2002, Alyne da Silva Pimentel Teixeira, ciudadana brasileña de ascendencia africana,
en el sexto mes de su embarazo, asistió a un centro de salud con severas náuseas y dolores abdominales. Le
prescribieron medicinas y se programó un análisis de sangre y orina de rutina para el día 13. Ese día, se le dio
ingreso en el centro de salud y luego de un examen se confirmó que el feto se encontraba muerto y que se le
debía administrar un medicamento para inducir el parto. Comenzó a sufrir malestares. Al día siguiente, se
realizó un raspado para eliminar restos de la placenta. Su estado continuó empeorando: tenía hemorragias,
vómitos con sangre, baja presión sanguínea, prolongada desorientación, debilidad física, dificultades para
respirar e incapacidad para ingerir alimentos. Sin embargo, se dijo al esposo y a la madre de la paciente que
ésta se encontraba en buen estado de salud, motivo por el cual no recibió visita. El día 15 se le realizó una
punción, se le suministraron antibióticos y oxígeno y se estableció la necesidad de una transfusión de sangre. Fue entonces cuando a la madre de la paciente (la peticionaria) y al marido se les informó del estado de
salud de la mujer. El personal del centro de salud solicitó a la madre el expediente médico prenatal porque
no lo encontraban e intentaron buscar un lugar para la paciente en un hospital público o privado con instalaciones más avanzadas. Sólo se encontró un hospital municipal con espacio disponible, pero la única ambu-
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lancia con la que contaban se negó a trasladar a la paciente a esa hora. La familia no podía pagar una ambulancia privada, por lo que la mujer debió esperar ocho horas hasta ser transportada, encontrándose ya en
estado de coma. Llegó al hospital con las dificultades antes mencionadas a las que se sumaron un cuadro de
hipotermia y una coagulación intravascular diseminada; su presión sanguínea llegó a cero y debió ser reanimada. La víctima fue instalada en una zona provisional de la sala de emergencias porque no había camas
disponibles. No se contaba con la historia médica y al médico del hospital se le realizó un relato oral de los
síntomas. El día 16 la madre de la víctima fue enviada a buscar el historial médico al centro de salud. A las 19
hs. de ese día falleció a causa de una hemorragia digestiva (producto de la permanencia del feto muerto
varios días en la matriz). En febrero del año 2003 el esposo de la mujer fallecida presentó una denuncia contra el sistema de centros de salud, por daños materiales y morales.
Examen y decisión:
“[…] El Comité recuerda su Recomendación General núm. 24, en la que declaró que los Estados partes tenían el deber de asegurar el derecho de las mujeres a una maternidad segura y a servicios obstétricos de
emergencia, y de asignar a esos servicios el máximo de recursos disponibles. En la recomendación también
se señala que las medidas para eliminar la discriminación contra la mujer se consideran inapropiadas en un
sistema de atención de la salud que carece de servicios para prevenir, detectar y tratar enfermedades propias de las mujeres […]” (Párr. 7.3)
“[…] El Comité, por lo tanto, observa que el Estado es directamente responsable de las actividades de las
instituciones privadas cuando subcontrata sus servicios médicos y que, además, el Estado siempre mantiene el deber de reglamentar y vigilar a las instituciones privadas de atención de la salud. En consonancia con
el artículo 2 e) de la Convención, el Estado parte tiene una obligación de diligencia debida en cuanto a tomar
medidas para garantizar que las actividades de los agentes privados respecto de las políticas y prácticas de
la salud sean apropiadas. […] Por lo tanto, el Comité concluye que el Estado parte no ha cumplido sus obligaciones en virtud del párrafo 2 del artículo 12 de la Convención.” (Párr. 7.5)
“[…] El Comité hace referencia a su Recomendación General núm. 28 (2010) sobre las obligaciones básicas
de los Estados partes en virtud del artículo 2 de la Convención y observa que las políticas del Estado parte
deben estar orientadas hacia la adopción de medidas y la obtención de resultados, y contar con financiación
adecuada. […] La falta de servicios de salud materna apropiados en el Estado parte, que claramente no satisfacen las necesidades de salud y los intereses específicos y diferentes de las mujeres, no solo constituye
una violación del artículo 12, párrafo 2, de la Convención, sino que también discrimina contra la mujer con
arreglo al artículo 12, párrafo 1, y al artículo 2 de la Convención. Además, la falta de servicios de salud materna apropiados tiene efectos diferenciales sobre el derecho de la mujer a la vida.” (Párr. 7.6)
“[…] el Comité recuerda sus observaciones finales sobre el Brasil, aprobadas el 15 de agosto de 2007, en que
se señaló la existencia de la discriminación de hecho contra las mujeres, especialmente contra las mujeres
de los sectores más vulnerables de la sociedad, como las mujeres de ascendencia africana. También señaló
que esa discriminación se veía exacerbada por las disparidades regionales, económicas y sociales. El Comité
también recuerda su Recomendación General núm. 28 (2010) sobre las obligaciones básicas de los Estados
partes en virtud del artículo 2 de la Convención, en que reconoce que la discriminación contra la mujer basada en el sexo y el género está indisolublemente vinculada a otros factores que afectan a la mujer, como la
raza, el origen étnico, la religión o las creencias, la salud, la condición jurídica y social, la edad, la clase, la
casta y la orientación sexual y la identidad de género. (…) el Comité concluye que la Sra. da Silva Pimentel
Teixeira fue objeto de discriminación, no solo por ser mujer, sino también por ser de ascendencia africana y
por su condición socioeconómica.” (Párr. 7.7)
“(…) el Comité dictamina que el Estado parte violó sus obligaciones en virtud del artículo 12 (en relación con
el acceso a la salud), el artículo 2 c) (en relación con el acceso a la justicia) y el artículo 2 e) (en relación con la
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obligación del Estado parte de la debida diligencia para reglamentar las actividades de los proveedores de
servicios privados de salud), en conjunción con el artículo 1, de la Convención, considerados conjuntamente
con las recomendaciones generales núms. 24 y 28 (…)”. (Párr. 8)
Observaciones: Este caso ilustra la grave situación de la región, con altas cifras de mortalidad materna. Las
principales causas de muerte materna son idénticas en la región (hemorragias, toxemia, complicaciones
derivadas de aborto e infecciones) y afectan de modo más severo a las mujeres pobres, indígenas y que
viven en regiones rurales. Véase el informe: Organización Mundial de la Salud (OMS), Mortalidad Materna
en 2005: Estimaciones desarrolladas por OMS, UNICFEF, NNFBA y Banco Mundial, (2007). Disponible en:
http://whqlibdoc.who.int/publications/2007/9789241596213_eng.pdf
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T. P. F. v. Perú
Fecha de sentencia
17 de octubre de 2011
Estado parte
Perú
Voces
Discriminación por falta de acceso a servicios de atención médica, de información y de educación. Estereotipo discriminatorio: la vida del feto vale más
que la de la madre. Obligación de los Estados de proteger jurídicamente los
derechos y eliminar normativa discriminatoria contra la mujer. Por estar
legalizado el aborto terapéutico es indispensable que exista recurso efectivo
(celeridad) para solicitar su realización. Violación de los artículos 2 c) y f), 3, 5
y 12, junto con el artículo 1.
Cita
Vínculo texto íntegro
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. Comunicación No. 22/2009, T. P. F. v. Perú, 17 de octubre de 2011, CEDAW/C/50/D/22/2009.
http://www2.ohchr.org/english/law/docs/CEDAW-C-50-D-22-2009_sp.pdf
Hechos:
El día 31 de marzo de 2007, la hija de la peticionaria, de 13 años de edad, intentó suicidarse arrojándose desde un edificio. Desde los 11 años era abusada sexualmente por J.C.R, un varón de aproximadamente 34
años, y ella temía además haber quedado embarazada (embarazo que se constató con un examen ginecológico el 5 de abril de ese año). Producto del intento de suicidio, y ya en el hospital, se le diagnosticó “traumatismo vertebromedular cervical, luxación cervical y sección medular completa” con “riesgo de discapacidad permanente” y “de deterioro de la integridad cutánea resultante de la inmovilidad física”. Tenía una
paraplejía de los miembros inferiores y superiores que, de acuerdo a los médicos, requería una intervención
quirúrgica urgente para evitar que se agravara y terminara inválida. Se programó una intervención para el
día 12 de abril, sin embargo la intervención se suspendió, informándosele a la peticionaria que ésta no se
realizaría debido al embarazo de la hija. Además, la niña sufría un síndrome ansioso depresivo que, por el
mismo motivo, no fue tratado. Para resguardar la salud y vida de la niña, la madre solicitó que se le practicara un aborto terapéutico, pero la Junta Médica del hospital, 42 días después de presentada esa petición, la
desestimó manteniendo esta decisión aún luego de contar con una decisión favorable al aborto por parte de
la Comisión de Alto Nivel de Salud Reproductiva del Colegio Médico de Perú. El 16 de junio, L.C. sufrió un
aborto espontáneo. El 11 de julio, tres meses y medio después de que fuera establecida la necesidad urgente de la cirugía en la columna, L.C. fue operada. Obtuvo el alta médica el 31 de ese mes y se determinó la
necesidad de terapia física y psicológica y de rehabilitación. No obstante, no comenzó hasta cuatro meses
después de la intervención y tuvo que ser abandonada por falta de medios económicos. L.C. se encontraba
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entonces paralizada de cuello hacia abajo, con apenas recuperada la movilidad de las manos, dependiendo
de terceros para satisfacer todas sus necesidades, conectada a una sonda y en silla de ruedas; impidiéndole
estas condiciones la asistencia a un centro de enseñanza. La peticionaria tuvo que dejar de trabajar para
hacerse cargo de L.C., tuvo que abandonar los estudios y los hermanos comenzaron a trabajar para poder
costear los cuidados constantes necesarios.
Examen y decisión:
“El Comité recuerda las obligaciones que incumben al Estado parte con arreglo al artículo 12, según el cual
ha de adoptar todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera de la
atención médica a fin de asegurar, el acceso en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, a servicios de atención médica, inclusive los que se refieren a la planificación de la familia. Recuerda también su
Recomendación general Nº 24, que, en su condición de instrumento interpretativo autorizado en relación
con el artículo 12, establece que ‘la negativa de un Estado parte a prever la prestación de determinados servicios de salud reproductiva a la mujer en condiciones legales resulta discriminatoria’ (párr. 11). La recomendación señala igualmente que ‘el deber de los Estados partes de asegurar, en condiciones de igualdad
entre hombres y mujeres, el acceso a los servicios de atención médica, la información y la educación, entraña la obligación de respetar y proteger los derechos de la mujer en materia de atención médica y velar por
su ejercicio. Los Estados partes han de garantizar el cumplimiento de esas tres obligaciones en su legislación, sus medidas ejecutivas y sus políticas. Además los Estados partes deben establecer un sistema que
garantice la eficacia de las medidas judiciales. El hecho de no hacerlo constituirá una violación del artículo
12’ (párr. 13).” (Párr. 8.11)
“(…) el Comité considera que, debido a su condición de mujer embarazada, L. C. no tuvo acceso a un procedimiento eficaz y accesible que le permitiese establecer su derecho a los servicios de atención médica que
su estado de salud física y mental requería. Estos servicios comprendían tanto la operación de columna como el aborto terapéutico. Ello resulta tanto más grave si se tiene en cuenta que se trataba de una menor,
víctima de abusos sexuales. […] el Comité considera que los hechos descritos configuran una violación de
los derechos que asisten a L. C. en virtud del artículo 12 de la Convención. Considera también que los hechos
ponen de manifiesto una violación del artículo 5 de la Convención, ya que la decisión de aplazar la intervención quirúrgica debido al embarazo estuvo influenciada por el estereotipo de que la protección del feto debe
prevalecer sobre la salud de la madre. […]” (Párr. 8.15)
“(…) el Comité recuerda su jurisprudencia con arreglo a la cual, si bien reconoce que el texto de la Convención no hace referencia expresa al derecho a un recurso, considera que ese derecho queda implícito, en particular en el artículo 2 c), conforme al cual los Estados partes se comprometen a ‘establecer la protección
jurídica de los derechos de la mujer sobre una base de igualdad con los del hombre y garantizar, por conducto de los tribunales nacionales o competentes y de otras instituciones públicas, la protección efectiva de la
mujer contra todo acto de discriminación’. Además, en virtud del artículo 2 f) leído conjuntamente con el
artículo 3, el Estado parte está obligado a adoptar todas las medidas adecuadas, incluso de carácter legislativo, para modificar o derogar leyes existentes que constituyan discriminación contra la mujer. […]” (Párr.
8.16)
“El Comité considera que, puesto que el Estado parte ha legalizado el aborto terapéutico, debe establecer
un marco jurídico apropiado que permita a las mujeres disfrutar de su derecho a aquél en condiciones que
garanticen la necesaria seguridad jurídica, tanto para quienes recurren al aborto como para los profesionales de la salud que deben realizarlo. Es esencial que dicho marco jurídico contemple un mecanismo de toma
de decisiones de manera rápida, con miras a limitar al máximo los posibles riesgos para la salud de la mujer
embarazada, que la opinión de esta sea tenida en cuenta, que la decisión sea debidamente motivada y que
se tenga derecho a recurrirla. […] el Comité estima, en particular, que la tardanza de las autoridades hospitalarias en resolver la solicitud tuvo consecuencias nefastas para la salud física y mental de L. C. Por consi-
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guiente, considera que L. C. no dispuso de un recurso efectivo y que los hechos expuestos dieron lugar a una
violación del artículo 2 c) y f) de la Convención.” (Párr. 8.17)
“Actuando en virtud de lo dispuesto en el artículo 7, párrafo 3, del Protocolo Facultativo de la Convención
sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, el Comité considera que el Estado parte no ha cumplido sus obligaciones y, por tanto, ha violado los derechos de L. C. establecidos en los
artículos 2 c) y f), 3, 5 y 12, junto con el artículo 1, de la Convención.” (Párr. 9)
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S. V. P. v. Bulgary
Fecha de sentencia
3 de diciembre de 2012
Estado parte
Bulgaria
Voces
Deber de adoptar medidas contra la discriminación y la violencia de género.
Falta de adopción de medidas positivas eficaces (normativa e implementación). La violencia basada en el género como problema de salud crítico para la
mujer. Necesidad de capacitar al personal sanitario. Indemnización en caso
de violencia sexual. Violación de los artículos 2, párrafos a), b), c), e), f) y g) en
relación con los artículos 1, 3 y 5, párrafos a) y b), el artículo 12 y el artículo 15,
párrafo 1.
Cita
Vínculo texto íntegro
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Comunicación No. 31/2011, S. V. P. v. Bulgaria, 3 de diciembre de 2012, CEDAW/
C/53/D/31/2011.
http://www.mpd.gov.ar/articulo/downloadAttachment/id/3221
http://www.ohchr.org/Documents/HRBodies/CEDAW/Jurisprudence/CEDAWC-53-D-31-2011_sp.pdf
Hechos:
En el año 2004, la hija de la peticionaria (V.P.P.), de 7 años de edad, sufrió una agresión sexual por parte de
un hombre, vecino de la familia. Fue desnudada, acariciada y besada, fue penetrada por el ano con un dedo,
y el agresor intentó sin éxito la penetración vaginal. Además, el agresor pidió a la niña que no contara lo
ocurrido. La niña, de todos modos, se lo relató a su madre, quien inició las acciones judiciales pertinentes,
penales y civiles. En el ámbito penal, el agresor fue condenado a tres años de prisión (no se consideró delito
grave su accionar) y luego de cumplirlos, continuó viviendo en el edificio aledaño al de su víctima, que temía
entonces por una nueva agresión. En el ámbito civil, en principio se desestimó la petición y no se le concedió
indemnización alguna a la víctima. Posteriormente, ante una acción judicial separada iniciada por la madre
de la niña, se obtuvo una sentencia favorable. Sin embargo, la ejecución de ésta dependió del accionar de la
peticionaria, quien tuvo que costear el avance del proceso (no era gratuito).
La víctima, luego de la agresión sexual, comenzó a sufrir permanente temor, estrés y depresión, labilidad
afectiva, inestabilidad volitiva, hiperactividad motora, dificultad para concentrarse y comportamiento evasivo cuando tenía que hablar del incidente de violencia sexual. Se diagnosticó como un síndrome hiperquinético y se la consideró en un nivel inferior en la escala de desarrollo intelectual normal. Por este trastorno
emocional y retraso mental productos de la agresión sexual sufrida debió asistir a una escuela para niños
con necesidades especiales.
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Examen y decisión:
“(…) en virtud del artículo 2 de la Convención, los Estados partes tienen la obligación de eliminar la discriminación contra las mujeres de todas las edades, incluidas las niñas. El Comité recuerda asimismo que la definición de la discriminación del artículo 1 de la Convención incluye la violencia basada en el género, es decir,
la violencia dirigida contra la mujer porque es mujer o que la afecta en forma desproporcionada e incluye
actos que infligen daños o sufrimientos de índole física, mental o sexual, amenazas de cometer esos actos,
coacción y otras formas de privación de la libertad. La violencia basada en el género puede contravenir disposiciones de la Convención, sin tener en cuenta si se refieren expresamente a la violencia. El Comité recuerda asimismo que, según su Recomendación General Nº 19, los Estados partes deben adoptar medidas
apropiadas y eficaces para combatir los actos públicos o privados de violencia basada en el género. Además,
los Estados también pueden ser responsables de actos privados en virtud del artículo 2 e) de la Convención
si no adoptan medidas con la diligencia debida para impedir la violación de los derechos o para investigar y
castigar los actos de violencia e indemnizar a las víctimas.” (Párr. 9.3) “El Comité recuerda que el artículo 2,
párrafos a), f) y g), se establece la obligación de los Estados partes de prestar protección jurídica y abolir o
enmendar las leyes y normas discriminatorias como parte de la política para eliminar la discriminación contra la mujer, y así como su obligación de adoptar medidas para modificar o abolir las leyes, normas, costumbres y prácticas vigentes que sean discriminatorias contra la mujer.” (Párr. 9.4)
“[…] El Comité considera que en el presente caso el Estado parte no adoptó medidas positivas en virtud del
artículo 2 b) de la Convención con el fin de aprobar disposiciones adecuadas de derecho penal destinadas a
castigar con eficacia la violación y la violencia sexual y aplicarlas en la práctica mediante una investigación
eficaz y el procesamiento del culpable. El Estado parte tampoco adoptó medidas legislativas que pudiesen
entrañar un apoyo y una protección para la víctima de esa violencia en contra de lo dispuesto en el artículo
2, párrafos a), f) y g), de la Convención.” (Párr. 9.5)
“[…] el Comité recuerda que la violencia basada en el género es un problema de salud crítico para la mujer y
que los Estados partes deben garantizar: la promulgación y aplicación eficaz de leyes y la formulación de
políticas, incluidos los protocolos sanitarios y procedimientos hospitalarios, que aborden la violencia contra
la mujer y los abusos deshonestos a las niñas, y la prestación de los servicios sanitarios apropiados; y la capacitación de los trabajadores de la salud sobre cuestiones relacionadas con el género de manera que puedan detectar y tratar las consecuencias que tiene para la salud la violencia basada en el género. […]” (Párr.
9.10)
“[…] el artículo 15 de la Convención abarca el principio de la igualdad ante la ley, que, en virtud de este artículo, la Convención intenta proteger la condición jurídica y social de la mujer ante la ley en calidad de demandante, testigo o víctima, y que esa protección incluye el derecho a una indemnización adecuada en los
casos de violencia y, en particular, de la violencia sexual. […]” (Párr. 9.11)
“(…) el Comité estima que el Estado parte no ha cumplido sus obligaciones y, por tanto, ha violado los derechos que asisten a la autora en virtud del artículo 2, párrafos a), b), c), e), f) y g), leído conjuntamente con los
artículos 1, 3 y 5, párrafos a) y b); el artículo 12; y el artículo 15, párrafo 1, de la Convención (…)” (Párr. 10)
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Informe del Subcomité para la Prevención de la Tortura sobre la situación
de las personas privadas de libertad en Argentina
Voces: Acceso de detenidos a examen médico gratuito. Capacitación de los médicos sobre el examen y la
documentación de casos de tortura o malos tratos. Obligación de brindar acceso rápido y gratuito al tratamiento. Obligación de garantizar asistencia médica efectiva permanente. Obligación de brindar atención
adecuada a mujeres y niños. Intervención del Ministerio de Salud. Exámenes médicos exhaustivos en caso
de tortura o malos tratos.
Del 18 al 27 de abril de 2012 el Subcomité para la Prevención de la Tortura realizó una visita a la República
Argentina, concentrando sus actividades en la Provincia de Buenos Aires y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En su Informe, el Subcomité expone sus conclusiones y recomendaciones sobre la prevención de
la tortura y los malos tratos en las personas privadas de su libertad en Argentina. Consideró que los actos de
tortura y los malos tratos forman parte de una situación de importante violencia estructural en condiciones
de encierro y son constitutivas de prácticas fuertemente arraigadas en la manera de actuar del personal
penitenciario del país. Identificó, entre muchos aspectos, las reiteradas denuncias de violencia policial, las
condiciones materiales degradantes en varios de los lugares visitados así como la falta de investigaciones de
casos de tortura y malos tratos. En relación a la implementación del Protocolo Facultativo de la Convención
contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, el Subcomité celebró la sanción, a
finales de 2012, de la ley que establece el Sistema Nacional de Prevención de la Tortura, un sistema que
prevé la creación de un Comité Nacional y de mecanismos de prevención de la tortura en cada una de las
provincias argentinas.
Extracto del Informe en la cuestión específica de acceso a la salud y atención médica:
“El Estado debe tomar medidas adecuadas para garantizar el pronto acceso de toda persona detenida a un
examen médico gratuito y que los médicos actúen en condiciones de independencia y reciban capacitación
en materia de examen y documentación de posibles casos de tortura o malos tratos, en línea con lo establecido en el Protocolo de Estambul. Debe dejarse constancia en registros de dichos exámenes, de la identidad
del médico que los realizó y de los resultados. Debe instrumentarse el Protocolo de Estambul como un medio para la elaboración de informes médico-psicológicos y la prevención de la tortura.” (Párr. 24)
“El Estado debe establecer un sistema que garantice a las personas en detención policial que lo necesiten,
un acceso rápido y gratuito a tratamiento médico.” (Párr. 25)
“El Estado debe garantizar la asistencia médica efectiva en todas las cárceles durante las 24 horas del día, 7
días a la semana. Todo examen médico, incluyendo los de ingreso a las unidades penales, debe efectuarse
respetando estrictamente el derecho a la privacidad y a la confidencialidad. Los informes médicos deben
poder incluir una referencia a la posible causa de una lesión que indique la PPL.” (Párr. 50)
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“El Estado debe adoptar medidas para asegurar que todas las mujeres y en particular las embarazadas, tengan acceso a cuidados médicos con regularidad, por personal sanitario cualificado, y de manera confidencial. Se debe garantizar que los niños que vivan en las cárceles con sus madres dispongan de servicios de
atención a su salud y que su desarrollo sea supervisado por especialistas.” (Párr. 52)
“El SPT recomienda que los servicios médicos sean provistos directamente por el Ministerio de Salud a nivel
federal y provincial. Asimismo, recomienda al Estado parte que establezca un sistema de exámenes independientes de conformidad con el Protocolo de Estambul, en virtud del cual médicos forenses y psicólogos
calificados lleven a cabo exámenes exhaustivos cuando tengan indicios de que el detenido haya podido ser
sometido a tortura o malos tratos.” (Párr. 54)

Vínculo al texto íntegro: Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes (OPCAT): http://www2.ohchr.org/english/law/cat-one.htm
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JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL EN MATERIA DE SEGURIDAD SOCIAL
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Cinco Pensionistas Vs. Perú
Fecha de sentencia
28 de febrero de 2003
Estado parte
Perú
Voces
Cita
La pensión jubilatoria como derecho de propiedad. Restricción únicamente posible mediante ley con el fin de preservar el bienestar general. Límites a la restricción del derecho de propiedad. El cumplimiento de las decisiones judiciales es
parte del derecho a la protección judicial. Decisión: Violación arts. 21 y 25 CADH.
Una eventual violación al artículo 26 CADH debe establecerse teniendo en cuenta
los progresos en DESC de toda la sociedad en general. Decisión: Ausencia de violación art. 26 CADH. Dimensión individual y colectiva de los DESC.
Corte IDH. Caso Cinco pensionistas Vs. Perú. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C No. 98.
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_98_esp.pdf
Hechos:
De acuerdo con el Decreto-Ley Nº 20530 titulado “Régimen de Pensiones y Compensaciones por Servicios
Civiles Prestados al Estado no comprendidos en el Decreto-Ley 19990”, y sus normas conexas y complementarias, en el momento de su jubilación, Carlos Torres Benvenuto, Javier Mujica Ruiz-Huidobro, Guillermo Álvarez Hernández, Reymert Bartra Vásquez y Maximiliano Gamarra Ferreyra (los cinco pensionistas)
comenzaron a percibir una pensión de cesantía nivelable progresivamente conforme con la remuneración
de los servidores públicos en actividad de las respectivas categorías de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS).
Sin embargo, el 14 de octubre de 1992 se promulgó el Decreto-Ley Nº 25792 mediante el cual se dispuso
que las pensiones correspondientes a los trabajadores de la SBS fueran administradas por el Ministerio de
Economía, lo que implicó que éstas fueran concordadas con las pensiones de dicho Ministerio y perdieran el
marco de referencia de las categorías de la SBS. Cada uno de los cinco pensionistas interpuso una acción de
amparo contra la SBS. Durante 1994 todas estas demandas fueron aceptadas por la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia del Perú mediante sentencias definitivas. Sin embargo, en
la etapa de ejecución de las sentencias, ni la SBS, ni el Ministerio de Economía cumplieron cabalmente las
decisiones judiciales, hecho que motivó la denuncia ante la Comisión primero, y la Corte Interamericana
después. Recién en marzo de 2002 las pensiones niveladas fueron restablecidas y, a partir de abril de 2002,
los señores Carlos Torres Benvenuto, Javier Mujica Ruiz-Huidobro, Guillermo Álvarez Hernández, Reymert
Bartra Vásquez y la viuda de Maximiliano Gamarra Ferreyra comenzaron a recibir periódicamente el pago
nivelado de sus pensiones.
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[Vol. 8]
Examen y decisión:
“Si bien el derecho a la pensión nivelada es un derecho adquirido, de conformidad con el artículo 21 de la
Convención, los Estados pueden poner limitaciones al goce del derecho de propiedad por razones de utilidad pública o interés social. En el caso de los efectos patrimoniales de las pensiones (monto de las pensiones), los Estados pueden reducirlos únicamente por la vía legal adecuada y por los motivos ya indicados. Por
su parte, el artículo 5 del Protocolo Adicional a la Convención Americana en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en adelante “Protocolo de San Salvador”) sólo permite a los Estados establecer
limitaciones y restricciones al goce y ejercicio de los derechos económicos, sociales y culturales, ‘mediante
leyes promulgadas con el objeto de preservar el bienestar general dentro de una sociedad democrática, en
la medida que no contradigan el propósito y razón de los mismos’. En toda y cualquier circunstancia, si la
restricción o limitación afecta el derecho a la propiedad, ésta debe realizarse, además, de conformidad con
los parámetros establecidos en el artículo 21 de la Convención Americana”. (Párr. 116)
“Más aún, en vez de actuar arbitrariamente, si el Estado quería dar otra interpretación al Decreto-Ley N˚
20530 y sus normas conexas, aplicables a los cinco pensionistas, debió: a) realizar un procedimiento administrativo con pleno respeto a las garantías adecuadas, y b) respetar, en todo caso, por sobre las decisiones
de la administración, las determinaciones que adoptaron los tribunales de justicia”. (Párr. 117)
“La Corte constata, con base en todo lo anterior, que el Estado, al haber cambiado arbitrariamente el monto
de las pensiones que venían percibiendo las presuntas víctimas y al no haber dado cumplimiento a las sentencias judiciales emitidas con ocasión de las acciones de garantía interpuestas por éstas (infra Capítulo
VIII), violó el derecho a la propiedad consagrado en el artículo 21 de la Convención…”. (Párr. 121) “De todo
lo anteriormente expuesto, este Tribunal considera que el Estado violó el artículo 25 de la Convención Americana, en perjuicio de los señores Carlos Torres Benvenuto, Javier Mujica Ruiz-Huidobro, Guillermo Álvarez
Hernández, Maximiliano Gamarra Ferreyra, y Reymert Bartra Vásquez, al no ejecutar las sentencias emitidas por la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia del Perú sino después de
casi ocho años de dictadas éstas”. (Párr. 124).
“Los derechos económicos, sociales y culturales tienen una dimensión tanto individual como colectiva. Su
desarrollo progresivo, sobre el cual ya se ha pronunciado el Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales de las Naciones Unidas , se debe medir, en el criterio de este Tribunal, en función de la creciente
cobertura de los derechos económicos, sociales y culturales en general, y del derecho a la seguridad social y
a la pensión en particular, sobre el conjunto de la población, teniendo presentes los imperativos de la equidad social, y no en función de las circunstancias de un muy limitado grupo de pensionistas no necesariamente representativos de la situación general prevaleciente”. (Párr. 147) “Es evidente que esto último es lo
que ocurre en el presente caso y por ello la Corte considera procedente desestimar la solicitud de pronunciamiento sobre el desarrollo progresivo de los derechos económicos, sociales y culturales en el Perú, en el
marco de este caso”. (Párr. 148)
“Voto a favor de la adopción de la presente Sentencia sobre el fondo y reparaciones en el caso de los Cinco
Pensionistas versus Perú, en la cual la Corte Interamericana de Derechos Humanos, primeramente, afirma
el carácter de derecho adquirido del derecho a la pensión, subsumido en el derecho a la propiedad privada
bajo el artículo 21 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y vinculado a la perenne, ineludible e irreductible función social del Estado. Y, en seguida, sostiene la Corte que el pronto cumplimiento de
las sentencias judiciales - que no puede quedar a la merced o discrecionalidad de la Administración - es un
componente esencial del derecho a la protección judicial consagrado en el artículo 25 de la Convención
Americana”. (Del voto razonado de Cançado Trindade, párr 1)
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“Como las circunstancias del presente caso de los Cinco Pensionistas versus Perú lo revelan, las obligaciones
de protección judicial por parte del Estado no se cumplen con la sola emisión de sentencias judiciales, sino
con el efectivo cumplimiento de las mismas (de conformidad con lo dispuesto en el artículo 25(2)(c) de la
Convención Americana). Del ángulo de los individuos, se puede aquí visualizar un verdadero derecho al Derecho, o sea, el derecho a un ordenamiento jurídico - en los planos tanto nacional como internacional - que
efectivamente salvaguarde los derechos inherentes a la persona humana (entre los cuales se encuentra el
derecho a la pensión como derecho adquirido)”. (Del voto razonado del Juez Cançado Trindade, párr 3).
“Este caso no ha permitido avanzar en tan relevante tema, por las razones aducidas al final del capítulo IX
de la Sentencia. Empero, en ésta figuran algunas consideraciones, formuladas brevemente, que conviene
destacar. Una de ellas es la manifestación explícita hecha por la Corte de que ‘los derechos económicos,
sociales y culturales tienen una dimensión tanto individual como colectiva’. Entiendo que esa dimensión
individual se traduce en una titularidad asimismo individual: de interés jurídico y de un derecho correspondiente, que pudieran ser compartidos, por supuesto, con otros miembros de una población o de un sector de
éste”. (Del voto razonado del Juez Sergio García Ramírez, s/ numeración de párr.).
“Por otra parte, la Corte dejó dicho en la sentencia a la que corresponde este voto que la progresividad de
los derechos de referencia --un tema ampliamente debatido-- se debe medir ‘en función de la creciente
cobertura de los derechos económicos, sociales y culturales en general, y del derecho a la seguridad social y
a la pensión, en particular, sobre el conjunto de la población, teniendo presentes los imperativos de la equidad social’. Con sustento en esa ponderación el Tribunal apreciará el cumplimiento del deber estatal y la
existencia del derecho individual, y podrá resolver el litigio específico que tenga a la vista. Al considerar que
el presente caso no sustentaría adecuadamente una ponderación de este carácter, habida cuenta de sus
peculiaridades, el tribunal puso de manifiesto, no obstante, el vínculo entre el movimiento progresivo de los
derechos mencionados, por una parte, y la proyección que éste tiene ‘sobre el conjunto de la población’ y el
ingrediente de ‘equidad social’ que debe caracterizar a esa progresividad, por la otra”. (Del voto razonado
del Juez Sergio García Ramírez, s/ numeración de párr.).
Observaciones: En este caso la Corte IDH estableció que los peticionarios no pueden alegar nuevos hechos
distintos a los planteados por la CIDH en su demanda, sin perjuicio de que puedan hacer las explicaciones o
aclaraciones que estimen pertinentes y a calificar autónomamente la situación fáctica en cuestión.
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Acevedo Jaramillo y otros Vs. Perú
Fecha de sentencia
7 de febrero de 2006
Estado parte
Perú
Voces
Cita
Vínculo texto íntegro
Derecho a la Protección Judicial (Art. 25). Obligatoriedad de la ejecución de las
sentencias. Afectación de derechos laborales a partir del incumplimiento de sentencias internas. Decisión: Violación del derecho a la protección judicial (Art. 25
CADH).
Corte IDH. Caso Acevedo Jaramillo y otros Vs. Perú. Fondo Reparaciones y Costas.
Sentencia de 7 de febrero de 2006. Serie C No. 144.
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_144_esp.pdf
Hechos:
Luego de la Ley de Presupuesto del Sector Público correspondiente a 1996 comenzó el otorgamiento a los
gobiernos municipales de autorización para iniciar procesos de evaluación y clasificación de sus empleados
y trabajadores. Sin embargo la Municipalidad Metropolitana de Lima no realizó las evaluaciones programadas. En ese mismo año algunos trabajadores manifestaron por escrito no haberse presentado voluntariamente el día programado para la evaluación y reiteraban su voluntad de no acceder a la evaluación. Posteriormente, la Municipalidad emitió diversas resoluciones de Alcaldía cesando por causal de excedencia a los
trabajadores por haber manifestado su voluntad de no presentarse a las evaluaciones y se procedió a instaurar procesos administrativos disciplinarios a varios trabajadores. Los jueces que conocieron de las acciones
fallaron a favor de los trabajadores pero la Municipalidad de Lima no cumplió con tales sentencias judiciales
que ordenaban reincorporar a los trabajadores despedidos, dejar sin efecto reducciones de remuneraciones
y cumplir con los pactos colectivos de trabajo.
Examen y decisión:
“En relación con este caso, el Tribunal estima que, para satisfacer el derecho de acceso a un recurso efectivo, no es suficiente con que en los procesos de amparo se emitieran decisiones definitivas, en las cuales se
ordenó la protección a los derechos de los demandantes. Además, es preciso que existan mecanismos eficaces para ejecutar las decisiones o sentencias, de manera que se protejan efectivamente los derechos declarados […] uno de los efectos de la cosa juzgada es su obligatoriedad. La ejecución de las sentencias debe ser
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considerada como parte integrante del derecho de acceso al recurso, que abarque también el cumplimiento
pleno de la decisión respectiva. Lo contrario supone la negación misma de este derecho” (Párr. 220).
“La Corte considera que las violaciones por el incumplimiento de sentencias […] son particularmente graves,
ya que implicaron que durante muchos años se afectaron derechos laborales amparados en las mismas.
Estas afectaciones serán tenidas en cuenta por el Tribunal al pronunciarse sobre las reparaciones”. (Párr.
278)
“El Estado violó el derecho a la protección judicial consagrado en el artículo 25.1 y 25.2.c) de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, en relación con la obligación general de respetar y garantizar los derechos y libertades establecida en el artículo 1.1 de dicho tratado” (Párr. 330.3)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) Vs. Perú
Fecha de sentencia
24 de noviembre de 2006
Estado parte
Perú
Voces
Facultades discrecionales del Estado. Garantías de debido proceso y protección
judicial para evitar actuación arbitraria. Invalidez en una sociedad democrática de
la prohibición de impugnar. Prohibición de suspensión del amparo y el habeas
corpus (art. 27.2). Violación de los artículos 8.1 y 25 de la CADH en relación con los
artículos 1.1 y 2. No hay tratamiento del artículo 26 de la CADH, la sentencia no
analiza el carácter arbitrario o no de los ceses, sino los arts. 8 y 25 CADH. DESC
como derechos directamente operativos.
Cita
Vínculo texto íntegro
Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) Vs.
Perú. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviembre de 2006. Serie
C No. 158.
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_158_esp.pdf
Hechos:
El día 28 de julio de 1990 Alberto Fujimori Fujimori asumió la presidencia del Perú por cinco años, de acuerdo a la Constitución Política de 1979. En abril de 1992 instauró por decreto-ley el Gobierno de Emergencia y
Reconstrucción Nacional y esto implicó la disolución, también por decreto, del Congreso de la República.
Así, 1110 funcionarios y servidores del Congreso fueron cesados por la causal de “reorganización y racionalización”. En reclamo, 257 cesanteados realizaron los respectivos reclamos administrativos, sin éxito, y agotaron así la vía administrativa. En 1993 se presentó un recurso por la vía contencioso administrativa pidiendo
la nulidad o invalidez de las resoluciones que decretaban el cese. Este recurso fue declarado infundado en
ese año y luego en el 1997 por la Corte Suprema de Justicia de Lima. Entre marzo y abril de 1995 quienes
habían sido cesados presentaron un amparo ante el Vigésimo Octavo Juzgado Especializado en lo Civil de
Lima. En julio, la sentencia determinó que resultaban inaplicables las resoluciones del Gobierno sobre el
cese y que se debía reponer a los demandantes en su cargo. El Procurador Público del Poder Legislativo
presentó un recurso de apelación. En febrero de 1996, la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Lima revocó la sentencia de primera instancia considerando improcedente el recurso de amparo. Los traba-
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jadores cesados presentaron entonces un recurso extraordinario ante el Tribunal Constitucional, que confirmó en noviembre de 1997 la sentencia de la Quinta Sala. En junio de 1996 se conformó un nuevo Tribunal
Constitucional. En mayo del 1997, el Congreso destituyó a algunos de los miembros de ese tribunal y fue así,
desarticulado, que éste dictó sentencia. Contra este accionar, se presentó una denuncia constitucional por
haber fallado en base a hechos falsos, contra la ley y por utilizar pruebas inexistentes. A partir del 2000, con
el Gobierno de Transición, se dictaron leyes para revisar los ceses. Comisiones Especiales se destinaron a
revisar los que correspondían a los empleados del Congreso. Pero se establecía que estas no se ocuparían de
ningún reclamo que se encontrara en instancia judicial nacional o internacional.
Examen y decisión:
“[…] La Corte considera que ciertamente los Estados disponen de facultades discrecionales para reorganizar
sus instituciones y, eventualmente, para remover personal en función de las necesidades del servicio público
y la gestión de intereses de orden público en una sociedad democrática, si bien el ejercicio de esas facultades no puede ser sustraído del pleno respeto a las garantías del debido proceso y protección judicial, pues lo
contrario podría someter a los afectados a una actuación arbitraria. […]” (Párr. 110)
“[…] La Corte estima que una normativa que contenga una prohibición de impugnar los eventuales efectos
de su aplicación o interpretación no puede ser considerada en una sociedad democrática como una limitación válida al derecho a un real y efectivo acceso a la justicia de los destinatarios de esa normativa, el cual, a
la luz de los artículos 8 y 25 de la Convención, en relación con los artículos 1.1 y 2 de la misma, no puede ser
arbitrariamente restringido ni reducido o derogado.” (Párr. 119)
“Asimismo, este Tribunal ha considerado que los procedimientos de hábeas corpus y de amparo son aquellas garantías judiciales indispensables para la protección de varios derechos cuya suspensión está vedada
por el artículo 27.2 [de la CADH] y sirven, además, para preservar la legalidad en una sociedad democrática.” (Párr. 123)
“En el presente caso, los recursos internos existentes no fueron efectivos, ni individual ni en conjunto, para
los efectos de una adecuada y efectiva garantía del derecho de acceso a la justicia de las presuntas víctimas
cesadas del Congreso peruano, en los términos de la Convención Americana. (…) Con base en lo anteriormente expuesto, la Corte concluye que el Estado violó los artículos 8.1 y 25 de la Convención Americana, en
relación con los artículos 1.1 y 2 de la misma, en perjuicio de las 257 personas relacionadas en el Anexo de la
presente Sentencia.” (Párr. 132)
“En el presente caso los intervinientes comunes alegaron que el Estado es responsable por la violación del
artículo 26 de la Convención, basándose en que el supuesto carácter arbitrario del cese de las víctimas y su
no reposición trajeron como consecuencias, entre otras, la privación injusta de su empleo y derecho a una
remuneración y demás beneficios laborales; la interrupción del acceso de las presuntas víctimas y sus dependientes a la seguridad social; el cese de acumulación de sus años de servicio, lo que impidió a muchos
que accedieran a su jubilación; así como efectos graves en su salud. Sin embargo, el objeto de la presente
Sentencia no ha sido determinar ese supuesto carácter arbitrario de los ceses de las presuntas víctimas ni
tampoco su no reposición, que son las bases de la argumentación de los intervinientes comunes. Lo declarado por la Corte fue que el Estado violó los artículos 8.1 y 25 de la Convención, relativos a las garantías judiciales y protección judicial, respecto de las presuntas víctimas, en razón de la falta de certeza acerca de la
vía a la que debían o podían acudir para reclamar los derechos que consideraran vulnerados y de la existencia de impedimentos normativos y prácticos para un efectivo acceso a la justicia (…). La Corte es consciente
de que las violaciones a dichas garantías necesariamente tuvieron consecuencias perjudiciales para las presuntas víctimas, en tanto que cualquier cese tiene consecuencias en el ejercicio y goce de otros derechos
propios de una relación laboral […]” (Párr. 136)
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“(…) los órganos del Poder Judicial de cada Estado Parte en la Convención Americana deben conocer a fondo y aplicar debidamente no sólo el Derecho Constitucional sino también el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos; deben ejercer ex officio el control tanto de constitucionalidad como de convencionalidad,
tomados en conjunto, por cuanto los ordenamientos jurídicos internacional y nacional se encuentran en
constante interacción en el presente dominio de protección de la persona humana […]” (Párr. 3 del voto
razonado del juez Cançado Trindade)
“[…] todos los derechos humanos, inclusive los derechos económicos, sociales y culturales, son pronta e
inmediatamente exigibles y justiciables, una vez que la interrelación e indivisibilidad de todos los derechos
humanos se afirman en los planos no sólo doctrinal sino también operativo, - o sea, tanto en la doctrina
como en la hermenéutica y la aplicación de los derechos humanos.” (Párr. 7 del voto razonado del juez
Cançado Trindade)
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Acevedo Buendía y otros (“Cesantes y Jubilados de la Contraloría”) Vs. Perú
Fecha de sentencia
24 de noviembre de 2009
Estado parte
Perú
Voces
Cita
La pensión jubilatoria como derecho de propiedad. El incumplimiento de las decisiones judiciales genera quebranto del derecho a la propiedad. Decisión: Violación
al derecho a la protección judicial (Art. 25.1 y 25.2 CADH) y a la propiedad privada
(art. 21.1 y 21.2 CADH). Desarrollo progresivo de los DESC (art. 26 CADH). Obligación estatal de hacer. Exigibilidad. Deber de no-regresividad. En su caso, examen
de la proporcionalidad y justificación de la medida. Decisión: Afectación del derecho a la protección judicial (Art. 25) y a la propiedad privada (Art. 21).
Corte IDH. Caso Acevedo Buendía y otros (“Cesantes y Jubilados de la Contraloría”)
Vs. Perú. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviembre de 2009.
Serie C No. 210.
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_198_esp.pdf
Hechos:
Los peticionarios, miembros de la Asociación de Cesantes y Jubilados de la Contraloría General de la República de Perú, fueron acogidos mediante el Decreto Ley Nº 20530 al régimen de pensiones que establecía
una pensión de jubilación nivelable progresivamente con la remuneración del titular en actividad de la Contraloría General de la República (CGR) que ocupara el mismo puesto o función análoga a la que ellos desempeñaban a la fecha de su jubilación. El Tribunal Constitucional peruano en sus sentencias del 21 de octubre
de 1997 y del 26 de enero de 2001 ordenó que la Contraloría General de la República cumpliera con nivelar y
abonar a los 273 integrantes de la Asociación las remuneraciones, gratificaciones y bonificaciones que percibían los servidores en actividad de dicha Contraloría. La nivelación fue realizada únicamente a partir de
noviembre de 2002, por lo que las sentencias fueron cumplidas sólo parcialmente, adeudándose la restitución de los montos pensionarios retenidos desde el mes de abril del año 1993 hasta octubre de 2002. El incumplimiento parcial de dichas sentencias motivó la demanda de la Comisión IDH.
Examen y decisión:
“El derecho a la pensión nivelable que adquirieron las víctimas, de conformidad con la normativa peruana
aplicable, generó un efecto en el patrimonio de éstas, quienes recibían los montos correspondientes cada
mes. Tal patrimonio se vio afectado directamente por la reducción de manera ilegal, según lo señalado por
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el Tribunal Constitucional, en el monto recibido entre abril de 1993 y octubre 2002. Por tanto, las víctimas
no pudieron gozar integralmente de su derecho a la propiedad sobre los efectos patrimoniales de su pensión nivelable, legalmente reconocida, entendiendo aquéllos como los montos dejados de percibir”. (Párr.
88)
“En la medida en que el Estado a la fecha aún no ha cumplido con reintegrar a las víctimas los montos pensionarios retenidos entre abril de 1993 y octubre de 2002, esta afectación a su patrimonio continúa” (Párr.
89). “En conclusión, la Corte considera que, de la prolongada e injustificada inobservancia de las resoluciones jurisdiccionales internas deriva el quebranto al derecho a la propiedad reconocido en el artículo 21 de la
Convención, que no se habría configurado si dichas sentencias hubiesen sido acatadas en forma pronta y
completa”. (Párr. 90)
“Por todo lo anteriormente expuesto, la Corte reitera que el Estado violó el derecho a la protección judicial
reconocido en el artículo 25.1 y 25.2.c de la Convención Americana y también violó el derecho a la propiedad
privada reconocido en el artículo 21.1 y 21.2 de dicho instrumento, todo ello en relación con el artículo 1.1
del mismo tratado”. (Párr. 91)
“El desarrollo progresivo de los derechos económicos, sociales y culturales ha sido materia de pronunciamiento por parte del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, en el
sentido de que la plena efectividad de aquéllos `no podrá lograrse en un breve período de tiempo´ y que, en
esa medida, `requiere un dispositivo de flexibilidad necesaria que refleje las realidades del mundo […] y las
dificultades que implica para cada país el asegurar [dicha] efectividad´. En el marco de dicha flexibilidad en
cuanto a plazo y modalidades, el Estado tendrá esencialmente, aunque no exclusivamente, una obligación
de hacer, es decir, de adoptar providencias y brindar los medios y elementos necesarios para responder a las
exigencias de efectividad de los derechos involucrados, siempre en la medida de los recursos económicos y
financieros de que disponga para el cumplimiento del respectivo compromiso internacional adquirido. Así,
la implementación progresiva de dichas medidas podrá ser objeto de rendición de cuentas y, de ser el caso,
el cumplimiento del respectivo compromiso adquirido por el Estado podrá ser exigido ante las instancias
llamadas a resolver eventuales violaciones a los derechos humanos”. (Párr. 102)
“Como correlato de lo anterior, se desprendió un deber – si bien condicionado – de no-regresividad, que no
siempre deberá ser entendido como una prohibición de medidas que restrinjan el ejercicio de un derecho. Al
respecto, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas ha señalado que
`las medidas de carácter deliberadamente re[gresivo] en este aspecto requerirán la consideración más cuidadosa y deberán justificarse plenamente por referencia a la totalidad de los derechos previstos en el Pacto
[Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales] y en el contexto del aprovechamiento pleno
del máximo de los recursos de que [el Estado] disponga´. En la misma línea, la Comisión Interamericana
considera que para evaluar si una medida regresiva es compatible con la Convención Americana, se deberá
`determinar si se encuentra justificada por razones de suficiente peso´. Por todo lo expuesto, cabe afirmar
que la regresividad resulta justiciable cuando de derechos económicos, sociales y culturales se trate”. (Párr.
103)
En lo que se refiere a la falta de pago de la totalidad de los montos devengados y el incumplimiento de las
sentencias judiciales en relación con el artículo 26 de la Convención, “la Corte consideró que la falta de pago
de dichos montos continúa afectando el derecho a la propiedad de las víctimas en tanto éstas aún no pueden gozar integralmente de los efectos patrimoniales que les correspondía, de conformidad con el régimen
de pensión nivelable al que se acogieron” (Párr. 104). “Por lo tanto, teniendo en cuenta que lo que está bajo
análisis no es alguna providencia adoptada por el Estado que haya impedido el desarrollo progresivo del
derecho a una pensión, sino más bien el incumplimiento estatal del pago ordenado por sus órganos judiciales, el Tribunal considera que los derechos afectados son aquellos protegidos en los artículos 25 y 21 de la
Convención y no encuentra motivo para declarar adicionalmente el incumplimiento del artículo 26 de dicho
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instrumento. De esta manera, el Tribunal se remitió a lo decidido anteriormente respecto de las consecuencias jurídicas que ha tenido dicho incumplimiento y falta de pago en relación con la violación del derecho a
la protección judicial y a la propiedad privada” (Párr. 106).
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FALLO DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Abrill Alosilla y otros Vs. Perú
Fecha de sentencia
4 de marzo de 2011
Estado parte
Perú
Voces
Cita
El concepto amplio de derecho a la propiedad abarca los derechos adquiridos.
Irretroactividad de su afectación. El derecho a la pensión tiene efectos patrimoniales. Violación del derecho a la propiedad privada (arts. 21.1 y 21.2 en relación con
art. 25.1 y 1.1 CADH).
Corte IDH, Caso Abrill Alosilla y otros Vs. Perú. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia de 4 de marzo de 2011. Serie C Nro. 223.
Vínculo texto íntegro http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_223_esp.pdf
Hechos:
En el año 1989 la empresa pública SEDAPAL clasificaba los cargos de su personal en tres grupos jerárquicos.
El 12 de junio de 1990 se estableció el sistema de ratios salariales y se aprobó la recuperación de los ratios
aprobados en junio de 1989 y que aún no se habían hecho efectivos. Sin embargo, el incremento de los ratios no fue ejecutado. Un grupo de trabajadores afectados presentó una acción de amparo en octubre de
1990 y su solicitud fue acogida en diciembre del mismo año y se ordenó la forma de pago, el cual no fue
llevado a cabo. Mediante tres decretos del año 1991 se derogó el sistema de ratios salariales. SEDAPAL tuvo
en cuenta como fecha de derogación de las ratios salariales el 13 de diciembre de 1991 (y no el 26 de
noviembre de 1992, fecha en que entró en vigor el último decreto de los mencionados). Como consecuencia
de la aplicación retroactiva de la norma que derogó el sistema de ratios salariales se produjeron descuentos
y omisiones de incremento en las remuneraciones.
Examen y decisión:
“Al respecto, este Tribunal ha desarrollado en su jurisprudencia un concepto amplio de propiedad que
abarca, entre otros, el uso y goce de los bienes, definidos como cosas materiales apropiables o como
objetos intangibles, así como todo derecho que pueda formar parte del patrimonio de una persona.
Asimismo, la Corte ha protegido, a través del artículo 21 convencional, los derechos adquiridos, entendidos
como derechos que se han incorporado al patrimonio de las personas. Respecto a los derechos adquiridos,
cabe resaltar que éstos constituyen uno de los fundamentos del ‘principio de la irretroactividad de la ley, es
decir, que la nueva ley no tiene la virtud de regular o afectar las situaciones jurídicas del pasado que han
quedado debidamente consolidadas, y que resultan intangibles e incólumes frente a aquélla, cuando ante
una determinada situación de hecho se han operado o realizado plenamente los efectos jurídicos de las
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normas en ese momento vigentes’. Por último, resulta necesario reiterar que el derecho a la propiedad no es
absoluto y, en ese sentido, puede ser objeto de restricciones y limitaciones, siempre y cuando éstas se
realicen por la vía legal adecuada y de conformidad con los parámetros establecidos en dicho artículo 21.”
(Párr. 82)
“Por otra parte, en otro caso esta Corte declaró una violación del derecho a la propiedad por la afectación
patrimonial causada por el incumplimiento de sentencias que pretendían proteger el derecho a una pensión.
El Tribunal señaló que, desde el momento en que un pensionista cumple con los requisitos para acogerse al
régimen de jubilaciones previsto en la ley, éste adquiere un derecho de propiedad sobre el monto de las
pensiones. Asimismo, declaró que el derecho a la pensión que adquiere dicha persona tiene “efectos
patrimoniales”, los cuales están protegidos bajo el artículo 21 de la Convención. Al respecto, la Corte
considera que igual que las pensiones que han cumplido con los requisitos de ley son parte del patrimonio
de un trabajador, el salario, los beneficios y aumentos que ingresen al mismo también se encuentran
protegidos por el derecho a la propiedad consagrado en la Convención.” (Párr. 83)
“Teniendo en cuenta que la falta de protección judicial afectó derechos adquiridos sobre remuneraciones
que habían ingresado al patrimonio de las víctimas, la Corte declara que el Estado violó el derecho a la
propiedad privada reconocido en los artículos 21.1 y 21.2, en relación con los artículo 25.1 y 1.1 de la
Convención Americana, en perjuicio de las 233 personas indicadas en el anexo de la presente Sentencia.”
(Párr. 85)
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COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Asociación Nacional de ex servidores del
Instituto Peruano de Seguridad Social y
Otras Vs. Perú
Fecha del Informe
Estado parte
27 de marzo de 2009
Perú
Voces
Régimen pensional dentro de la órbita del derecho a la propiedad. Restricción
subordinada al Interés social. Inexistencia de afectación al contenido esencial del
derecho. Proporcionalidad. Falta de constatación de medida regresiva. Voto concurrente del Comisionado Carozza: Nivelación comprendida por el derecho de
propiedad conforme a la legislación interna. No necesariamente de igual manera
por el derecho internacional. Libertad para su modificación. La restricción en el
ejercicio de un derecho no es sinónimo de regresividad. Progresividad paralela de
aspectos colectivos. Regresividad. Relación racional de la medida con los esfuerzos del Estado para el desarrollo progresivo de las condiciones económicas y sociales.
Cita
CIDH. Informe No.38/09. Asociación Nacional de ex servidores del Instituto Peruano
de Seguridad Social y Otras c. Perú. Caso 12.670. 27 de marzo de 2009.
Vínculo texto íntegro
http://www.cidh.oas.org/annualrep/2009sp/Peru12670.sp.htm
Hechos:
Mediante la reforma constitucional llevada a cabo a través de la Ley 28.389 y la Ley 28.449, se modificó el
régimen pensionario en Perú cuya principal característica era el derecho de sus beneficiarios a contar con
una pensión nivelable en relación con las remuneraciones, bonificaciones y gratificaciones que recibiera un
funcionario en actividad que desempeñara la misma o análoga función sin tope alguno. En consecuencia,
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esta reforma establecía el fin del sistema de la nivelación de pensiones, el establecimiento de una pensión
mínima (Unidad Impositiva Tributaria) y la imposición progresiva de topes que excedían una Unidad Impositiva.
La reforma fue impugnada a través de una acción de inconstitucionalidad, la cual fue resuelta por el Tribunal
Constitucional declarando infundadas las demandas por considerar que no se había afectado la progresividad y la universalidad de la garantía institucional de la seguridad social y no se había impedido el aumento
de la calidad de vida ni la vigencia de los derechos a la igualdad, y a la propiedad privada de los pensionistas.
Entre los cuestionamientos a la reforma se encontraba el avasallamiento de derechos adquiridos, así como
la rebaja de las pensiones superiores al valor de dos unidades impositivas tributarias, lo que trajo como consecuencia no sólo una agresión a la dignidad humana de los afectados, sino una grave afectación a la calidad
de vida.
Examen y decisión:
“Los efectos patrimoniales de un régimen pensional respecto al cual se han efectuado contribuciones (…)
deben ser entendidos dentro del alcance del derecho a la propiedad consagrado en el artículo 21 de la Convención Americana” (Párr. 103). “El artículo 30 de la Convención establece que `las restricciones permitidas,
de acuerdo con la Convención, al goce y ejercicio de los derechos y libertades reconocidas en la misma no
pueden ser aplicadas sino conforme a leyes que se dicten en razones de interés general [en el marco de una
sociedad democrática]” (Párr. 105). “El derecho a la propiedad no es absoluto pues su uso y goce puede ser
subordinado al interés social”. (Párr. 106)
“La restricción impuesta al derecho a la pensión de las presuntas víctimas, fue proporcional (…) no afectó el
contenido esencial del derecho ni desconoció de manera irrazonable las contribuciones efectuadas” (Párr.
125). “Si bien el derecho a la pensión fue restringido, dicha restricción no equivale a la supresión del derecho
a la propiedad en el sentido del artículo 21.2 de la Convención”. (Párr. 126) “La Comisión considera que no
cuenta con elementos suficientes para determinar que la reforma constituyó una medida regresiva en cuanto al derecho de la seguridad social”. (Párr. 147)
“(…) la nivelación es considerada como derecho de propiedad al amparo del artículo 21 sólo en la medida en
que se le reconoce como tal conforme a la legislación interna” (Párr. 2). “(…) la Convención protege a los
poseedores de estos derechos de la interferencia irrazonable, limitación o discriminación, etc. sólo en la
medida en que se cumpla la condición preliminar de que la legislación interna cree o mantenga la existencia
del derecho” (Párr. 6). “(…) dado que la nivelación no es un componente necesario de los derechos de propiedad conforme al derecho internacional, el Estado peruano gozaba de plena libertad para eliminar, a su
discreción, tal derecho mediante los procesos pertinentes de su sistema constitucional interno”. (Voto concurrente del Comisionado Paolo Carozza, párr. 7)
En segundo lugar, al parecer el informe de la mayoría establece una asociación confusa entre “restricción
permisible” y “regresión” al indicar que “no cualquier medida regresiva es incompatible con el artículo 26 de
la Convención Americana” (§140). Posteriormente, el informe se refiere a regresiones “justificadas” (§141).
Esta interpretación de la Convención plantea problemas pues aunque el artículo 26 requiere progresividad,
no se refiere a regresiones permisibles ni progresos condicionales. En términos más precisos, lo que la mayoría intenta hacer es expresar que “la restricción en el ejercicio de un derecho no es sinónimo de regresividad”
conforme al artículo 26. Esto sería correcto porque la medida de la regresividad tiene una dimensión inevitable (pero no exclusivamente) colectiva. Así pues, el hecho de que algunas personas se vean restringidas
de ejercer sus derechos de pensión preexistentes podría ser totalmente compatible con el requisito de progresividad medido en referencia a sus aspectos colectivos, como es el caso aquí. Esto es precisamente lo
que trata de expresar la mayoría de manera correcta en el párrafo 142. Esta conclusión de no regresividad
debería ser suficiente para dar por terminada la consulta sin más necesidad de analizar si la regresión es
“permisible” o “justificable”. (Voto concurrente del Comisionado Paolo Carozza, párr. 10).
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“En consecuencia, un test más claro y apropiado de si una medida debería considerarse `regresiva´ debería
tener como objetivo determinar sólo que la medida en cuestión tiene una relación racional con los esfuerzos
del Estado para desarrollar progresivamente las condiciones económicas y sociales del país” (Voto concurrente del Comisionado Paolo Carozza, párr. 12).
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FALLO DEL TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
Gaygusuz v. Austria
Fecha de sentencia
16 de septiembre de 1996
Estado parte
Austria
Voces
Cita
Derecho a asistencia en caso de urgencia es derecho pecuniario independiente de
contribuciones previas y de nacionalidad. Diferencia de trato por nacionalidad es
discriminatoria (art. 14 CEDH). Existe margen de apreciación de los Estados. Fundamentos deben ser expuestos. Razonable proporción entre medios y fines. Decisión: Violación art. 14 CEDH en relación con el Protocolo 1. art.1.
TEDH. Caso Gaygusuz v. Austria. Sentencia de 16 de septiembre de 1996. Aplicación No. 17371/90.
Vínculo texto íntegro http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-58060
Hechos:
Cevat Gaygusuz nació en Turquía en el año 1950. Vivió en Austria desde 1973 hasta 1987. Luego retornó a
Turquía. Trabajó en Austria, con interrupciones, desde 1973 hasta octubre de 1984. Desde entonces hasta
julio de 1986 alternó períodos en los que se encontraba desempleado con períodos en los que se lo certificaba como incapaz para trabajar por razones médicas, y recibía entonces los correspondientes beneficios.
Desde julio del 1986 hasta marzo de 1987 recibió un adelanto de su pensión jubilatoria en forma de beneficio de desempleo. Cuando su derecho expiró, solicitó a la Agencia de Empleo de Linz la continuación de ese
adelanto pero en forma de asistencia en caso de urgencia. La Agencia rechazó la petición por no tener el
peticionario nacionalidad austríaca, ya que ésta resultaba condición necesaria para obtener el beneficio de
acuerdo al Acta de Seguro de Desempleo. El peticionario apeló la decisión ante la Agencia Regional de Empleo alegando que la distinción entre austríacos y extranjeros era injustificada, inconstitucional y contraria
al Convenio Europeo de Derechos Humanos. Su petición fue nuevamente rechazada. Se establecía en la
decisión que además de no contar con la nacionalidad austríaca, el peticionario tampoco se encontraba
dentro de los casos en los que la persona se encontraba exceptuada de ese requisito. En noviembre de 1987
el peticionario se presentó ante el Tribunal Constitucional, que rechazó su petición y la remitió al Tribunal
Administrativo. Este último consideró que la cuestión no se encontraba dentro de su jurisdicción y la rechazó. A continuación el peticionario se presentó ante la Comisión Europea de Derechos Humanos aduciendo
la violación de los artículos 14 de la Convención en concordancia con el art. 1 del Protocolo Nº 1, art. 6 párr. 1
y art. 8.
Examen y decisión:
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La Corte considera que el derecho a la asistencia en caso de urgencia es un derecho pecuniario de acuerdo al
artículo 1 del Protocolo Nº 1. Su otorgamiento es entonces aplicable sin la necesidad de depender únicamente del solo vínculo entre el derecho a la asistencia en caso de emergencia y la obligación de pagar “impuestos u otras contribuciones”. En consecuencia, como la solicitud le fue denegada en base a un criterio de
discriminación recogido en el artículo 14, el de nacionalidad, dicho artículo (art.14) es igualmente aplicable.
(Cf. Párr. 41)
Una diferencia en el tratamiento es discriminatoria, de acuerdo al artículo 14, si “no tiene un objetivo y una
razonable justificación”, esto es, si no persigue un “fin legítimo” o si no hay una “razonable relación de proporcionalidad entre los medios empleados y el fin que se pretende realizar”. Los Estados Parte tienen cierto
margen de apreciación en la decisión respecto a si hay o no, y con qué extensión, ciertas diferencias en casos similares que justifiquen distintos tratamientos. Sin embargo, razones muy poderosas deberían haber
sido expuestas ante la Corte para que ésta pudiera ver como compatible con la Convención una diferencia
de tratamiento basada exclusivamente en la diferencia de nacionalidad. (Cf. Párr. 42) La diferencia de tratamiento respecto a austríacos y no austríacos en relación al derecho a obtener asistencia en caso de urgencia, no está basada en ningún “objetivo y razonable justificación”. (Cf. Párr. 50)
Existe violación del art. 14 CEDH en conjunción con el Art. 1 del Protocolo Nro. 1. (Cf. Párr. 52)
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FALLO DEL TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
Koua Poirrez v. France
Fecha de sentencia
30 de septiembre de 2003
Estado parte
Francia
Voces
El art. 14 CEDH es complementario de otros arts. y pautas sustantivas del CEDH y
sus protocolos. Derecho a asistencia en caso de urgencia es derecho pecuniario
independiente de contribuciones previas. Margen de apreciación de los Estados.
Fundamentos deben ser expuestos. Razonable proporción entre medios y fines.
Diferencia de trato por nacionalidad es discriminatoria (art. 14 CEDH). Diferenciación por nacionalidad: Falta de justificación objetiva y razonable. Decisión: Violación art. 14 CEDH + P.1. art.1
Cita
TEDH, Caso Koua Poirrez v. France. Sentencia del 30 de septiembre de 2003. Aplicación No. 40892/98.
Vínculo texto íntegro
http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-61317
http://hudoc.echr.coe.int/sites/eng/pages/search.aspx?i=001-65875
Hechos:
Ettien Laurent Koua Poirrez, físicamente discapacitado desde los 7 años, nació en 1996 en Costa de Marfil.
A los 21 años fue adoptado por Bernard Poirrez, un ciudadano francés, y vivió con él en París. En diciembre
de 1987 el peticionario solicitó la nacionalidad francesa. Su petición fue denegada por haberla realizado
siendo mayor de 18 años. Apeló sin éxito en dos oportunidades (en la jurisdicción local de Bobigny y en el
Tribunal de Apelaciones de Paris en 1993). En ese tiempo, el Comité del Consejo ocupacional y de rehabilitación de Seine-Saint-Denis registró al peticionario como 80% discapacitado, y le entregó entonces una
tarjeta que así lo indicaba. En mayo de 1990 solicitó un subsidio para adultos discapacitados (allocation aux
adultes handicapés – AAH) a la Oficina de Subsidios Familiares. Su petición fue rechazada en base a no considerárselo ni de nacionalidad francesa ni nacional de algún país que tuviera convenio recíproco respecto a
subsidios, no satisfaciendo entonces los requisitos del Código de Seguridad Social. Esta resolución fue confirmada por instancia superior. El tribunal decidió llevar el caso ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (ECJ), que debía resolver si la negativa al otorgamiento del beneficio al hijo de un ciudadano francés era
contraria al Tratado de la Comunidad Europea. Concluyó en que no era incompatible la negativa con las
leyes de la Comunidad pero no hizo un análisis generalizado. Los tribunales internos (como el Tribunal de
Apelaciones de Paris o el Tribunal de Casación) se hicieron eco de esta decisión, rechazando entonces todas
las presentaciones del peticionario. En diciembre de 1991 el peticionario comenzó a recibir beneficio mínimo para el bienestar. En mayo de 1998 se reformó el Código de la Seguridad Social y se suprimió la condición de nacionalidad para la concesión de las prestaciones no contributivas. Esta circunstancia llevó al peti-
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cionario a solicitar nuevamente el beneficio por discapacidad. Éste le fue otorgado por el período comprendido entre junio de 1998 y noviembre de 2000.
Examen y decisión:
La Corte reitera que el Artículo 14 complementa a las otras pautas sustantivas de la Convención y sus Protocolos. No tiene existencia independiente, dado que tiene efecto únicamente en relación con los “derechos y
libertades” salvaguardados por aquellas reglas. Aunque la aplicación del artículo 14 no necesariamente
supone una violación de esas pautas – y en este punto es autónomo – no hay lugar para su aplicación a menos que los hechos en tratamiento se encuentren en el ámbito de protección de uno o más de los anteriores.
(Cf. Párr. 36)
El derecho a la asistencia en caso de urgencia es un derecho pecuniario de acuerdo al artículo 1 del Protocolo Nº 1. Su otorgamiento es entonces aplicable sin la necesidad de depender únicamente del solo vínculo
entre el derecho a la asistencia en caso de emergencia y la obligación de pagar “impuestos u otras contribuciones”. En ese sentido, la Corte considera que el hecho de que, en el caso, el peticionario haya pagado las
contribuciones y por lo tanto tenga derecho a la asistencia de emergencia no significa, por el contrario, que
un beneficio social no contributivo como el AAH no dé lugar también a un derecho pecuniario según el artículo 1 del Protocolo Nº 1. (Cf. Párr. 37)
Una distinción es discriminatoria, de acuerdo al artículo 14 si “no tiene una justificación objetiva y razonable”, es decir, si no persigue un “fin legítimo” o si no hay una “razonable relación de proporcionalidad entre
los medios empleados y el fin que se pretende realizar”. Además, los Estados parte disfrutan de un cierto
margen de apreciación en la determinación de los casos en los que ante similares situaciones se justifica una
diferencia en el tratamiento (ver Caso Gaygusuz v. Austria. Sentencia de 16 de septiembre de 1996. Aplicación No. 17371/90, § 42; Larkos v. Cyprus [GC], no. 29515/95, § 29, ECHR 1999-I; Thlimmenos v. Greece [GC],
no. 34369/97, § 40, ECHR 2000-IV). Sin embargo, razones muy poderosas deberían haber sido expuestas
ante la Corte para que ésta pudiera ver como compatible con la Convención una diferencia de tratamiento
basada exclusivamente en la diferencia de nacionalidad. (Cf. Párr. 46)
La diferencia en el trato en relación al derecho a percibir beneficios sociales entre franceses o ciudadanos de
un país que hubiera firmado un convenio u otros ciudadanos extranjeros no estuvo basada en ninguna “justificación objetiva y razonable”. Aunque en el momento Francia no estuviera obligada por convenios recíprocos con Costa de Marfil, implicaba, al momento de ratificar la convención, que debía asegurar “a todos
en su jurisdicción”, algo que el peticionario indisputablemente era, los derechos y libertades definidos en la
Sección 1 de la Convención. (Cf. Párr. 49)
En consecuencia, hubo violación del artículo 14 de la Convención en relación con el artículo 1 del Protocolo
Nº 1. (Cf. Párr. 50)
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Este Boletín forma parte del servicio de remisión periódica de jurisprudencia
internacional ofrecido por la Secretaría de Capacitación y Jurisprudencia
de la Defensoría General de la Nación.
Fue remitido vía correo electrónico a los integrantes del Ministerio Público de la Defensa el día
25 de Marzo de 2014.
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