1 Revisión bibliográfica Genética, anatomía patológica, clínica y neuroimagen de la Esclerosis Lateral Amiotrófica: hacia un cambio de paradigma en el estudio de las enfermedades neurodegenerativas Marina Martínez Molina Estudiante de 6º de Medicina. Facultad de Medicina y Odontología. Universidad de Valencia. Resumen. La descripción de la mutación C9orf72 ha permitido establecer una estrecha relación entre la ELA y otras enfermedades neurodegenerativas y ha supuesto un paso importante en el conocimiento de las bases genéticas y los mecanismos patogénicos implicados en la ELA. Recientemente se ha propuesto la diferenciación de subgrupos atendiendo a sus características clínicas, moleculares y de neuroimagen, conocidos como endofenotipos. El estudio detallado de estos subgrupos puede ayudar a reclasificar un número importante de enfermedades neurodegenerativas y permitir homogeneizar estudios clínicos futuros. Introducción Concepto y epidemiología El término Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) fue acuñado en 1874 por Charcot para definir una enfermedad caracterizada por la muerte simultánea de la primera motoneurona o motoneurona superior (MNS), con degeneración de la vía corticoespinal (esclerosis lateral), y la segunda motoneurona o motoneurona inferior (MNI), con atrofia del asta anterior y del músculo (amiotrófica)1. La degeneración de estas motoneuronas resulta en una combinación de signos y síntomas piramidales y de denervación muscular progresiva (amiotrofias y fasciculaciones) que conduce a la muerte del paciente, habitualmente como consecuencia de insuficiencia respiratoria. Clásicamente se consideraba la ELA como la enfermedad de motoneurona más frecuente, término éste último que englobaba, además, las formas incompletas por afectación selectiva de motoneurona inferior (atrofia muscular progresiva, AMP) y de motoneurona superior (esclerosis lateral primaria, ELP). Sin embargo, la superposición de los hallazgos anatomopatológicos y la frecuente evolución de estas formas incompletas a una afectación de ambas motoneuronas, hace que la mayoría de los autores utilicen el término ELA para referirse a cualquier enfermedad de motoneurona, considerándolas variantes de la misma enfermedad y no entidades diferenciadas 2,3. En el presente trabajo, utilizaremos a partir de ahora el término ELA para referirnos a cualquier enfermedad de motoneurona. La incidencia de la enfermedad en Europa es de unas 2 por 100.000 personas/año, con ligero predomino de hombres sobre mujeres (ratio 1.2-1.5 : 1) y un riesgo acumulado de padecer la enfermedad a lo largo de la vida de 1 cada 350 personas en el caso de los hombres y 1 cada 400 en las mujeres. Aunque puede aparecer a cualquier edad, su frecuencia va en aumento con el paso de las décadas, siendo máxima entre los 50-70 años y descendiendo posteriormente 3,4. 2 Revisión bibliográfica Etiología: Importancia de la genética en la ELA Clásicamente se ha distinguido entre ELA familiar (ELAf) y ELA esporádica (ELAe). La ELAf se refiere a aquellos casos (el 10% aproximadamente) con presencia de la enfermedad en, al menos, dos miembros de la misma familia y su causa se presupone genética. La ELAe corresponde al 90% restante, donde aparentemente no se encuentra historia familiar. Dentro de las formas familiares se han descrito más de 15 genes, en su mayoría de herencia autosómica dominante, siendo los más destacados las mutaciones en C9orf72, SOD1, FUS y TARDBP (tabla 1) 2,5. Sin embargo, la clásica diferenciación entre formas esporádicas y familiares parece haberse difuminado en los últimos años. Por un lado, han surgido numerosas evidencias del papel de la genética en las formas esporádicas. Así, hasta un 5-10 % de pacientes sin antecedentes familiares presentan la mutación 2,5. Además, los familiares de primer grado de un enfermo de ELA esporádica tienen un riesgo unas 10 veces superior al de la población general de padecer la enfermedad 2,6–8. Por otro lado, no existen diferencias significativas en el fenotipo clínico, la anatomía patológica o la respuesta al tratamiento entre el global de las formas familiares y las esporádicas 9. Finalmente, pacientes de una misma familia portadores de una misma mutación, pueden expresarla de forma muy diversa (distinto fenotipo clínico, distinta edad de presentación, distinta evolución), por lo que parece claro que la expresión de la enfermedad, tanto en formas esporádicas como familiares, es el resultado de una compleja interacción de genes y factores epigenéticos y ambientales 2,9,10. La variabilidad fenotípica, la falta de estudios genealógicos exhaustivos, la penetrancia incompleta y el reducido tamaño de muchas de las familias estudiadas, podrían determinar una clasificación incorrecta de los pacientes como formas familiares o esporádicas, dificultando así un estudio adecuado de las bases genéticas de la enfermedad 9 . Respecto a los factores ambientales, aunque han sido muchos los propuestos, de momento no se han encontrado pruebas fehacientes de la influencia de ninguno de ellos en el desarrollo de la enfermedad. Tabla 1. Mutaciones más frecuentes en la esclerosis lateral amiotrófica y fenotipos asociados Gen Locus Herencia Fenotipo Frecuencia ELAf C9orf72 9p21.3p.13.3 21q-22.1 1p36.2 Dominante^ 25-50% 20% 1-5% 1% <1% 16p11.2 Dominante ELA, ELA-plus, ELA-DFT, DFT ELA, AMP ELA, ELA-DFT, DFT ELA juvenil, ELA-DFT, DFT Frecuencia ELAe 3-8% 1-5% <1% SOD1 TDP43 (TARDP) FUS Dominante* Dominante SOD1: Copper/zinc ion-binding superoxide dismutase; TDP43: TAR DNA binding protein, 43kd; FUS: fusion in sarcoma; DFT: Demencia frontotemporal; AMP: Atrofia muscular progresiva. ELAf: ELA familiar; ELAe: ELA esporádica. ^ Penetrancia incompleta. * Recesiva en portadores D90A en población escandinava 3 Revisión bibliográfica Clínica de la ELA: ¿una enfermedad o un síndrome? La ELA destaca especialmente por su variabilidad fenotípica, que en la práctica se manifiesta en forma de un amplio abanico de afectación motora en cuanto al grado y las regiones implicadas, así como en su tasa de progresión. Por otro lado, un número significativo de pacientes asocia deterioro, en grado variable, de áreas extramotoras, entre las que destaca la afectación de funciones cognitivas y del comportamiento11. Si bien los estudios a nivel histológico han permitido diferenciar diversos subtipos anatomopatológicos de ELA, no se ha podido establecer una clara correlación clínico-patológica. De ello derivan dos planteamientos opuestos: ¿nos encontramos ante una única enfermedad con mecanismos biológicos comunes o es más correcto considerar la ELA como un síndrome clínico con diferentes mecanismos etiológicos subyacentes? Teniendo en cuenta que se han descrito mutaciones genéticas diversas en fenotipos clínicos idénticos o similares, parece apropiado considerar la ELA como un síndrome clínico con múltiples mecanismos causales. Sin embargo, y tomando como ejemplo la asociación de la mutación C9orf72 con ELA y DFT, un único genotipo puede expresarse en forma de fenotipos diversos, lo que refleja la complejidad etiopatogénica de la enfermedad 11. Distintos mecanismos moleculares con un final común Los procesos que conducen a la muerte progresiva de las neuronas motoras son, a día de hoy, poco conocidos. Estudios basados en las principales mutaciones descritas en la ELA (SOD1, FUS, TARDBP, C9orf72) proponen dos posibles mecanismos principales subyacentes a la enfermedad: fallo en la proteostasis y alteración en el procesamiento del ARN. Ambos confluirían en una vía final común en la cual, tanto el estrés oxidativo como la excitotoxicidad Tabla 2: Características de los distintos fenotipos clínicos Según nivel afectado Según región primariamente afectada Fenotipo clínico Afectación Inicio Mediana de supervivencia ELA clásica MNS + MNI Insidioso bulbar, en brazos o piernas y progresión a otras regiones Supervivencia 35 años ELP MNS AMP MNI Insidioso en piernas y progresión ascendente y simétrica a brazos y región bulbar Insidioso en cualquier región Parálisis bulbar Parálisis pseudobulbar MNS predominante MNI predominante Disartria y debilidad de la musculatura orofaríngea Labilidad emocional ≥20 años en pacientes que no progresan a ELA 5 años, con algunos subgrupos con supervivencia de ≥20 años 2-3 años Flail arm Flail leg DFT MNI MNI Córtex frontal y temporal Extrapiramidal SNA Hipotálamo Debilidad y atrofia bilateral de extremidades de predominio proximal Deterioro cognitivo-conductual Parkinsonismo Hipermetabolismo Hiperlipidemia ELA plus ELP: esclerosis lateral primaria; AMP: atrofia muscular progresiva; DFT: demencia frontotemporal; MNS: motoneurona superior; MNI: motoneurona inferior; SNA: sistema nervioso autónomo (Ravits et al., 2013; modificado) 4 Revisión bibliográfica mediada por glutamato, conducirían al deterioro progresivo de la función y estructura axonal, con la consecuente denervación 10,12. Histológicamente, las neuronas en proceso de degeneración presentan en su interior cuerpos de inclusión de contenido variable. El hallazgo más frecuente son los depósitos de TDP-43. En la mutación C9orf72, además de estos depósitos de TDP-43, se acumulan dipéptidos resultado de la traslación de la región expandida 13, y lo mismo ocurre en la mutación FUS, en la que se han descrito depósitos de FUS 11. La mutación SOD1 constituye un subtipo especial, en el que no se encuentran depósitos de TDP-43 pero sí de la proteína mutada SOD1 11. Así pues, parece que mutaciones en genes con funciones diversas actúan mediante mecanismos moleculares diferentes, dando lugar a cambios anatomopatológicos con algunos rasgos comunes y otros diferenciales, que clínicamente se expresan de una forma muy variada pero indiferenciables entre sí. Diagnóstico Actualmente, el diagnóstico de ELA es clínico y se basa en la identificación de signos combinados de MNS y MNI en una región determinada, con demostración de progresión a otras regiones. La impresión clínica se apoya en los hallazgos de la electromiografía (EMG), que permiten, además de descartar alteraciones en la conducción nerviosa sensitiva y bloqueos de conducción motora (típicamente ausentes en la ELA), demostrar patrones de pérdida neuronal aguda y de denervación crónica incluso en músculos aparentemente normales. Esta combinación de hallazgos clínicos y electromiográficos se refleja en los criterios de El Escorial, que permiten establecer distintos niveles de certeza diagnóstica (Tabla 3). Sin embargo, su escasa sensibilidad, condiciona un retraso diagnóstico de más de un año desde el inicio de los síntomas en muchos pacientes 4. Es más, muchos pacientes fallecen con el diagnóstico de ELA sin haber llegado a cumplir criterios de ELA probable o definitiva de El Escorial 2. Aunque posteriormente se han introducido distintas modificaciones que han cristalizado en los criterios de Awaji Shima, éstos siguen mostrando una limitada sensibilidad derivada de la dificultad de detectar la afectación de primera motoneurona 14. Tabla 3 Criterios diagnóstico de ELA (Hardiman et al., modificado) 3 Criterios ELA definitiva ELA probable ELA posible Sospecha ELA Signos de MNS y MNI en 3 regiones Signos de MNS y MNI en al menos 2 regiones, con signos de MNS rostrales a los signos de MNI Signos de MNS y MNI en 1 región ó Signos MNS en 2 ó más regiones ó Signos de MNI rostrales a los signos de MNS Signos de MNI en 2 ó más regiones Signos clínicos o electrofisiológicos de MNS y MNI en región bulbar y al menos en 2 regiones espinales ó signos de MNS y MNI en 3 regiones espinales Signos clínicos o electrofisiológicos de MNS y MNI en al menos 2 regiones espinales, con algunos signos de MNS rostrales a los de MNI Signos clínicos o electrofisiológicos de MNS y MNI en 1 región ó Signos de MNS en 2 ó más regiones ó Signos de MNI rostrales a los de MNS El Escorial (1994) AwajiShima (2008) 5 Revisión bibliográfica El papel de la Resonancia Magnética (RM) y de las pruebas de laboratorio, hasta el momento, se limita a la exclusión de otras enfermedades que puedan imitar los síntomas de ELA15. Opciones terapéuticas La identificación de la mutación en el gen SOD1 hace 20 años, permitió el estudio de algunos de los mecanismos moleculares implicados en la fisiopatología de la enfermedad, el desarrollo de modelos animales transgénicos y la aparición del primer y único tratamiento existente (Riluzol), que permite aumentar unos 3 meses la supervivencia. Sin embargo, desde entonces, los intentos de encontrar nuevos fármacos han resultado infructuosos por lo que se hace necesario un nuevo modelo de enfermedad y nuevas dianas terapéuticas. En la actualidad, el manejo de la enfermedad es fundamentalmente sintomático, muy orientado a prevenir y tratar las complicaciones que van surgiendo a medida que progresa la debilidad. Así, el manejo en unidades multidisciplinares y el uso correcto de la ventilación no invasiva, mejoran el pronóstico y la calidad de vida de los pacientes 16. Hipótesis En el contexto actual resulta evidente que, en una enfermedad de la heterogeneidad de la ELA, el diagnóstico basado fundamentalmente en la clínica plantea importantes limitaciones, que repercuten en un retraso importante del mismo y un manejo subóptimo de los pacientes. Esta situación pone de relevancia la necesidad de desarrollar biomarcadores que permitan establecer grupos homogéneos de pacientes (clínica, genética y radiológicamente), con las potenciales implicaciones pronósticas y, eventualmente terapéuticas, que de ello pueden derivarse. En la misma línea, el limitado conocimiento de la fisiopatología de la enfermedad supone un obstáculo importante a la hora de encontrar un tratamiento etiológico eficaz. La hipótesis que se plantea es que la ELA debe considerarse una enfermedad neurodegenerativa del espectro de la degeneración lobar frontotemporal con depósitos de TDP43. La búsqueda de biomarcadores in vivo de estas entidades puede aportar mucha información acerca de la fisiopatología y puede constituir un paso fundamental en la comprensión de la enfermedad, su diagnóstico precoz, monitorización de la progresión y tratamiento. Las evidencias que apoyan la etiología común de ambas entidades y el papel de los biomarcadores en este sentido serán revisados en las páginas siguientes. Desarrollo y resultados ELA y degeneración lobar frontotemporal: bases genéticas comunes Durante muchos años la mutación del SOD1 ha constituido el modelo de enfermedad para la investigación. Sin embargo, el SOD1 representa sólo el 12% de las formas familiares de ELA y aproximadamente el 1% de las esporádicas 5 y se ha demostrado insuficiente para el descubrimiento de nuevos fármacos. 6 Revisión bibliográfica En los últimos años, los progresos en el conocimiento de las causas genéticas de la ELA han sido notables. Se han descrito al menos 15 genes implicados, que codifican proteínas con funciones celulares diversas. Uno de ellos, la expansión del hexanucleótido C9orf72, ha supuesto una revolución en la forma de entender la ELA, tanto por su frecuencia (40% de formas familiares, 7% de formas esporádicas) como por su variabilidad fenotípica 5. Así, esta mutación se ha descrito también como la causa genética más frecuente de demencia frontotemporal, pudiendo expresarse también como afasia primaria progresiva, enfermedad de Alzheimer, Huntington, Parkinson e incluso esquizofrenia5. La mutación del gen C9orf72 resulta en la expansión del hexanucleótido GGGGCC (G4C2) en la región no codificante de dicho gen. Aunque no se conoce con exactitud, se calcula que el número de repeticiones en caso de mutación oscila entre decenas e incluso miles, frente a las 2-25 repeticiones en condiciones normales 12 . Es más, la mayoría de mutaciones descritas como causa de ELA (ubiquitina2, VCP, SQSTM1 profilina1, optineurina…) se pueden encontrar en otras enfermedades del sistema nervioso central (ataxias, DFT), del músculo (miopatía por cuerpos de inclusión) o del hueso (enfermedad de Paget) lo que pone en evidencia que múltiples enfermedades degenerativas comparten mecanismos moleculares. Fisiopatología ¿proteinopatía, ambas? de la ELA: ribonucleopatía o Existen dos grandes hipótesis sobre el mecanismo de producción de enfermedad en la ELA: la pérdida de función y la ganancia tóxica. Según la primera hipótesis, la enfermedad aparecería como resultado de una alteración en el procesamiento del ARN. En el caso de la segunda, la enfermedad se debería a la toxicidad producida por la acumulación de agregados de proteínas anómalas resultantes de la mutación genética, que no podrían ser adecuadamente metabolizadas. Las otras dos mutaciones más frecuentes, TARDBP y FUS, se han descrito tanto en la ELA como en la demencia frontotemporal, subrayando la importante relación entre ambas patologías. De forma interesante, los genes implicados en el desarrollo de la ELA se relacionan casi en su totalidad con los mecanismos de metabolismo de ARN y proteostasis (ver tabla 4). Tabla 4. Genes y proteínas implicadas en la patogenia de la ELA (Renton et al., 2014; modificado) 5 Gen C9orf72 SOD1 TARDBP FUS VCP Herencia AD AD y AR AD AD y AR AD % ELAf 40 12 4 4 1 %ELAe 7 1-2 1 1 1 OPTN UBQLN2 AR y AD X <1 <1 <1 <1 Función de la proteína Proteina DENN Metabolismo radical superóxido Metabolismo ARN Metabolismo ARN Proteosoma, transporte vesículas Transporte de vesículas Proteosoma AD: autosómica dominante; AR: autosómica recesiva; X: ligada al cromosoma X; DENN: differentially expressed in normal and neoplasia 7 Revisión bibliográfica Pérdida de función: ribonucleopatía ELA como Las proteínas TDP43 y FUS forman parte de la familia de las ribonucleoproteínas, que ejercen un papel importante en la transcripción y 17 metabolismo del ARN . En condiciones normales, dichas proteínas se localizan en el núcleo, pero ante una situación de estrés oxidativo, ambas se incorporan a los gránulos de estrés localizados en el citoplasma. En el caso de la ELA, parece ser que anomalías en las proteínas favorecen su agregación citoplasmática, impidiendo su función fundamental en el procesamiento del ARN. 10 Fallo en la proteostasis: ELA como proteinopatía En la anatomía patológica de pacientes con ELA portadores de alguna de las cuatro mutaciones más frecuentes, se observan vesículas con agregados de proteínas anómalas, lo que parece apoyar la toxicidad de las mismas. Es más, todas las enfermedades neurodegenerativas se caracterizan por la presencia de distintos agregados proteicos supuestamente tóxicos 18. Esta toxicidad se ha demostrado especialmente en el caso de las inclusiones de SOD1 10,17 La hipótesis de un fallo en la degradación proteica como mecanismo causal se ve reforzada con la descripción de mutaciones en genes involucrados en la degradación proteica (UBQLN2, VCP) 10. Mecanismo combinado: Papel de la mutación de C9orf72 en la ELA La función normal de la proteína C9orf72 se desconoce, pero dada su similitud estructural con otras proteínas, se presume su papel en la transformación de GDP a GTP. Recientemente se ha descubierto cómo se combinan los mecanismos de pérdida de función con los tóxicos en esta mutación 12. Por un lado, la expansión del hexanucleótido produce unos plegamientos en la estructura del ADN que impide su correcta transcripción. Por otro lado, estas transcripciones abortivas se unen a otras proteínas nucleares claves, produciendo estrés nucleolar. También pueden salir al citoplasma donde son transcritas para formar los agregados polipeptídicos que se encuentran característicamente en la enfermedad (figura 1). Figura 1. Mecanismos patogénicos de la expansión del hexanucleótido en el gen C9orf72 12 8 Revisión bibliográfica Así pues, un mecanismo combinado de pérdida y ganancia de función tóxica es la causa más probable de la ELA. Propagación enfermedad priónica de la De forma similar a lo propuesto en otras enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson, se piensa que la propagación de la enfermedad en la ELA ocurre de forma priónica 19 (Figura 2). Tanto TDP-43 como FUS poseen dominios proteicos prion-like, lo que apoyaría la hipótesis de la extensión de la enfermedad a regiones contiguas, como consecuencia de la exposición de las proteínas TDP-43 y FUS normales a la proteína mutada, que induciría un plegamiento incorrecto de las mismas. El mismo mecanismo se ha postulado recientemente en el caso de la mutación SOD1 y para las formas esporádicas 19 Figura 2. Características comunes de las enfermedades neurodegenerativas asociadas a la edad. Los depósitos de proteínas adoptan una conformación amiloidea y muestran una propagación priónica a nivel experimental. a, depósitos de Aβ (placas seniles) en el neocórtex de un enfermo de Alzheimer. b, inclusiones de Tau formando ovillos neurofibrilares en neuronas del neocórtex de un paciente con enfermedad de Alzheimer. c, inclusiones de α-sinucleína (cuerpos de Lewy) en una neurona neocortical de un paciente con enfermedad de Parkinson/demencia por cuerpos de Lewy. d, inclusiones de TDP-43 en una motoneurona de la médula espinal de un paciente con ELA. La escala gráfica es de 50 µm en a y de 20 µm en b-d. e-h, Progresión característica de lesiones proteicas específicas en enfermedades neurodegenerativas en el tiempo (t, flecha negra), a partir del análisis post-mortem de tejido cerebral. Depósitos de Aβ e inclusiones de Tau en cerebros de pacientes con Alzheimer (e y f), inclusiones de α-sinucleína en cerebros de pacientes con enfermedad de Parkinson (g) e inclusiones de TDP-43 en cerebros de pacientes con ELA (h). Se observan tres estadios para cada enfermedad, con flechas blancas indicando la supuesta extensión de las 19 lesiones. 9 Revisión bibliográfica Anatomía patológica La anatomía patológica en la ELA se caracteriza por la presencia de multitud de inclusiones en el citoplasma de neuronas y glía circundante. La composición de estas inclusiones puede variar en función de la mutación causal y también en las formas esporádicas, pero los depósitos de TDP-43 son prácticamente universales 20 . La TDP43 es una proteína que se une al ADN y ARN e interviene en el metabolismo de este último. Además de observarse en la ELA, aproximadamente la mitad de casos de degeneración lobar frontotemporal (llamados DFT-TDP) se caracterizan por la presencia de estas mismas inclusiones, que también pueden encontrarse en otras enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer, Parkinson, PSP, Huntington o ataxia espinocerebelosa. De forma interesante, en la ELA se encuentran inclusiones en zonas extramotoras de distribución similar a la DFT-TDP, mientras que en esta última se encuentran inclusiones en el asta anterior de la médula espinal, independientemente de la clínica motora, lo que muestra la importante superposición anatomopatológica de ambas entidades 21,22. Además, dicha distribución parece seguir un mecanismo de propagación priónica, semejante a otras enfermedades neurodegenerativas (Figura 2) 23. Por todo ello, se puede concluir que la anatomía patológica de la ELA comparte muchas características con otras enfermedades neurodegenerativas, especialmente con la DFT-TDP. Clínica: ELA y DFT, dos entidades de un espectro de enfermedades neurodegenerativas La superposición entre ELA y demencia frontotemporal a nivel genético y anatomopatológico se traduce en la aparición de un conjunto de características clínicas comunes, de modo que ambas entidades pueden ser consideradas como extremos de un espectro común, en el que también se incluyen otras entidades. De esta manera, un porcentaje significativo de pacientes de ELA van a presentar alteraciones disejecutivas (35%) o demencia frontotemporal (15%) 24. Incluso se ha sugerido que los síntomas conductuales pueden ser previos a los motores 25. Por otro lado la ELA se ha asociado también con el parkinsonismo3,10. Aunque estas asociaciones son más frecuentes en el caso de mutaciones del C9orf72 también se han descrito en casos esporádicos poniendo de manifiesto el continuo que suponen las enfermedades neurodegenerativas. Neuroimagen: hallazgos comunes en la ELA y otras enfermedades neurodegenerativas El papel de la Resonancia Magnética en el diagnóstico de la ELA está experimentando importantes avances en los últimos años. La RM permite medir la afectación de la primera motoneurona y otros grupos neuronales, de modo que la combinación de varios parámetros de neuroimagen avanzada permite medir simultáneamente cambios estructurales, bioquímicos y funcionales en los pacientes y, por tanto, estudiar las características 10 Revisión bibliográfica comunes de la ELA con otras enfermedades neurodegenerativas. Los estudios que miden la extensión y grado de atrofia cerebral, han mostrado una afectación difusa de la corteza cerebral, de la sustancia blanca y de las redes neuronales funcionales24,26–28, independientemente de la presencia de síntomas extramotores, si bien la extensión de esta afectación variará según el fenotipo de ELA, siendo máxima en la demencia frontotemporal y mínima en la ELA sin afectación cognitiva 29–32. Por otro lado, los depósitos de hierro que se han detectado en distintas estructuras cerebrales en la ELA 33 aparecen también en otras enfermedades neurodegenerativas 34, reflejando de nuevo la existencia de mecanismos fisiopatológicos subyacentes comunes. Endofenotipos: ¿son la clave para asociar genotipos con fenotipos? Recientemente, se ha propuesto la creación de subgrupos de sujetos dentro de cada síndrome neurodegenerativo que compartan características clínicas, de neuroimagen, transcripcionales o moleculares. Estos subgrupos se han llamado fenotipos intermedios o endofenotipos y podrían facilitar el conocimiento de las bases genéticas A A-D de las enfermedades neurodegenerativas 35. No sería de extrañar que varias enfermedades neurodegenerativas pudieran compartir endofenotipo, aunque esto queda todavía por demostrar. Conclusiones La Esclerosis Lateral Amiotrófica comparte características comunes con un amplio espectro de enfermedades neurodegenerativas, especialmente con la variante comportamental de la degeneración lobar frontotemporal (enfermedad de Pick), lo que hace pensar que deben estar relacionadas de una u otra forma. Gracias a los avances en genética, anatomía patológica y neuroimagen, el estudio de las enfermedades neurodegenerativas está experimentando un cambio de paradigma, planteándose la necesidad de reclasificar los síndromes clínicos clásicos (demencia senil, demencia corticobasal, demencia de Pick, ELA…) en entidades anatomopatológicas (amiloidopatías, taupatías, TDPpatías…) o en grandes entidades genético-clínico-patológicas (enfermedad de Alzheimer, degeneración corticobasal, complejo ELA-DFT…). El éxito de esta reclasificación va a depender, en gran medida, de la A-D T D T- D T Figura 3. La ELA y la demencia frontotemporal son dos extremos del mismo espectro clínico-patológico, con estados intermedios. ELA: Esclerosis lateral amiotrófica; ELA-DC: ELA con deterioro cognitivo asociado; ELA-DFT: ELA con demencia frontotemporal; DFT-EMN: Demencia frontotemporal con enfermedad de motoneurona; DFT: Demencia frontotemporal 11 Revisión bibliográfica capacidad de establecer rasgos comunes y diferenciales en cada subgrupo de pacientes (endofenotipos). Si consideramos la posibilidad de que distintas enfermedades neurodegenerativas compartan endofenotipos, es importante incluir a la ELA dentro de este espectro de enfermedades dadas las potenciales implicaciones terapéuticas que pueden derivarse de avances en el conocimiento de los mecanismos patogénicos implicados en la neurodegeneración. genetics. Nat Neurosci. 2014;17(1):17– 23. 6. Lattante S, Conte A, Zollino M, et al. Contribution of major amyotrophic lateral sclerosis genes to the etiology of sporadic disease. Neurology. 2012;79(1):66–72. 7. Fang F, Kamel F, Lichtenstein P, et al. Familial aggregation of amyotrophic lateral sclerosis. 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