Pamplona 24 de agosto de 1940 Año XLVI Núm. 1,087 La Aval ÓRGANO DE LA tBIBLIOTECA CATÓLICO-PROPAGANDISTA» ADMINISTRACIÓN: ESTAFETA, 31 DIRECCIÓN: NAVAS DE TOLOSA. 21, 2.° izq. GONTRA LA PLAGA DEL DUELO .. • . - I . • . . - . . . - • HAN verdad la que proclamó Cicerón: «No hay extravagancia que no tenga su defensor.» Pero entre ellas, una de las que más perjuicios ha causado a la humanidad y a la que con más pertinacia se ha adherido el hombre es el duelo. ¿Qyién hubiera pensado que un ser dotado de inteligencia, había de considerar como medio idóneo para derimir las cuestiones de honor !a pistola o el espadín, de tal suerte que, quien mejor los manejase, sin ningún otro requisito, se vea en posesión de joya tan estimable y de la razón en el pleito que se agita? ¡Qué ceguedad tan espantosa! ¡Cuántos . . . inocentes del delito que se les imputaba, por aceptar el bárbaro procedimiento del duelo, han quedado sin vida—y sin honor, según el mundo—y el asesino, con vida y con honor! El más canalla de los hombres, si tiene buena puntería, puede impunemente ofender con el mayor cinismo a cualquier ciudadano, porque si éste rechaza la injuria, como es justo, el criminal le desafía a muerte y se la causa de un balazo, de modo que el prójimo honrado, después de haber sido vilipendiado, pierde la vida en el duelo; y aquí viene lo absurdo y hoYrible de la concepción humana, que quien salió victorioso en él, es considerado como honorable y digno de los mayores encomios. Pero hay que hacer una distinción muy importante en este asunto, y es que, según enseñan los Doctores, cuando el duelo Campesíno de la se realiza en nombre de la pública autoridad, con el fin de terminar una guerra o por otra causa del bien común, entonces resulta lícito. y así, cuando David aceptó el desafío del gigante Goliat y lo llevó a cabo para dar término a lá guerra que en aquel entonces tenían entre sí los hebreos y los filesteos, obró bien y nada hubo én ello de censurable ni de reproche para el famoso pastorcito de Belén. De idéntica manera, cuando Radislao, príncipe de Gurima, invadió las tierras de Bohemia, sin ningún motivo para ello, Wenceslao, que la gobernaba, le salió al en- cuentro con su gente; y cuando los dos ejércitos estuvieron a la vista, Wenceslao pidió una conferencia a Radislao, y le dijo que no era justo que se derramase tanta sangre inocente; y puesto que sólo ellos eran la causa o los autores de las diferencias, debían solucionarlas en consecuencia ellos solos, mediante un combate singular que de» c¡diera la victoria, como se verificó, ayudándole el cielo a! santo Duque de Bohemia y aterrándole a su contrarío con grandes amenazas. • - .. ' - •' . I I - - " • ' • " Al hablar, pues, de la ilicitud y barbarie del duelo, hay, que entender que se trata del privado, y éste resulta tan evidentemente irracional e injusto que hasta el mismo Rosseau, que desbarra en muchos asuntos, discurre sesudamente en nuestro caso, como lo consigna Ortúzar tomándolo del CatSe. en exempfes', puej lo impugna de un modo manítiesto, diciendo que por él «ya un hombre no es ruin, picaro y maldiciente, sino hidalgo, humano y pundonoroso cuando sabe batirse.- que una afrenta nunca se repara bien con una estocada, y que no es posible haber ofendido a un hombre cuando se le mata... y que cualquiera ofensa queda bien lavada ¡ndiferentamente con la sangre del ofensor o del ofendido». No hablaría con más fina ironía un Santo Padre, o un doctor católico, al exponer la naturaleza del duelo y la locura de los que le defienden como una institución buena y razonable, lo que es una monstruosidad sin igual. Por eso, la Iglesia, a pesar de la suavidad que le caracteriza y que campea en sus decisiones, se levanta indignada contra e&te Montana horrible tribunal y lanza el rayo de la excomunión, no solo contra los que realizan un duelo, sino también «contra los que provocan a él, o lo aceptan, o prestan alguna ayuda o favor, o de industria son' espectadores de él, o lo permiten o no lo prohiben en cuanto esté de su parte, de cualquiera dignidad que sean». <Canon 2351.) y añade que deben ser privados de sepultura eclesiástica, entre otros, «los que mueren en duelo, o de herida recibida en él». <Canon 1240.) Parece que en los tiempos actuales se va desterrando LA i66 AVALANCHA de la sociedad un modo tan salvaje de limpiar las manchas del honor. ¿Será tal vez que los hombres han comprendido la estulticia, crueldad y la ninguna relación del uno con el otro? ¡Ojalá fuera así! Pero si no es más que por cuestión de moda su desapájición, sin que influyan en el ánimo de los hombres ni las censuras graves de (a Iglesia ni (as razones que presenta el sentido común y que hemos aducido ya, en ese caso otra vez volverá a ponerse en vigor el criminal espectáculo, más o menos pronto, y entonces habrá que apelar para su extirpación al remedio que con gran éxito ensayó Gus* tavo Adolfo, el famoso conquistador del Norte en el siglo XVII, y que relata el docto salesiano catequista. Tenía conocimiento dicho Príncipe de los crueles estragos que el duelo hacía en su Armada, y lo prohibió bajo pena de muerte. Sucedió, poco después de publicado eí edicto, que do^s oficiales de alta graduación tuvieron una querella, y pidieron permiso al Príncipe para batirse., Gustavo, el soberano, al oírles, se indignó; mas serenándose luego, dijo que quería ser testigo del combate. Señalados el día y la hora, se dirigió al lugar de la cita común, rodeado de un cuerpo de infantería. -' Allí, en presencia de los duelistas, exclamó: —¡Firmes! Caballeros, ya podéis batiros hasta que uno . de los dos caiga muerto. . y luego, dirigiéndose al gran preboste de la Armada, le dijo; —Tan pronto como uno sea derribado, haréis cortar la cabeza al otro. . : . ; . - •- .-;.'. . Al escuchar estas palabras", los dos generales cayeron de rodillas a los pies del Soberano para pedirle perdón, jurando tener entre sí amistad sincera. ,. Desde entcjpces jamás se concertó duelo alguno en eí ejército de Gustavo. EL PRIOR DE RONCESVALLES xo ; - . , - . . . • • • • ; y : - - ••- > ; - • • • Una mañana <y muy temprano, por cierto) cayó nuestro Tabio de un tranvía en medio de la Puerta del Sol, y estuvo a pique de perecer en aquel Janee. Cuando fui a verle y a enterarme del estado de su salud, le pregunté entre otras cosas: —¿y te salteó el pensamiento de ia muerte en aquel peligro? —Hombre (me contestó modestamente) no la temí mucho porque gracias a Dios acababa de celebrar el Santo Sacrificio. Esta sencilla respuesta me conmovió ytdíficó. y ahora pensando en ella caigo en la cuenta de que aunque aquel accidente (que pudo ser mortal) hubiera acaecido por la tarde o por la noche o al mediodía y en medio de una calle, de una plaza de Madrid o de un paseo..., probablemente le hubiera la muerte salteado rezando el Santísimo Rosario, pasaporte infalible para morir en carrera de salvación. Porque Tabio... pero no adelantemos los sucesos, como suele decirse. Tabio era dominicano castizo en una sola pieza, y terciario de nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán, En aquel entendimiento tan eminente y en aquel corazón tan fervoroso anidaban los cuatro grandes amores dominicanos: el amor al Santísimo Sacramento, el amor a la Summa de Santo Tomás, el amor a la predicación de la sana y católica doctrina, y, finalmente, el amor a la Santísima Virgen, y la locura de a mor a su Santísimo Rosario. En una de las magníficas conferencias del Padre Félix, decía este sabio y elocuentísimo jesuíta que la gloriosa Orden dominicana era una Orden de monjes y de apóstoles. Tabio vivía siempre como un monje o ermitaño cu» ya celda o cuya ermita era su casa. Hacía muy pocas vi» sitas; y de palabra o por escrito, en el pulpito o en el periódico predicaba constantemente la palabra de Dios. Aquí tenéis, por tanto, un monje y un apóstol de Jesucristo: un verdadero religioso dominicano, ya que los terciarios son verdaderos religiosos. Otro religioso de la Compañía sofía decir que no sabemos lo muchísimo que vale una sola estrofa del más sabroso, grandioso y sublime Oficio de la Iglesia, que es el Oficio del Corpus, maravillosa joya labrada tan primorosamente por Santo Tomás de Aquino. No sabemos (añadía) lo que vale una decena del Rosario; no sabemos, finalmente, lo que vale un artículo de la Summa, escuela y gimnasio, academia y médula del león en donde se nutren y confortan los predicadores de la verdad. Tabio dejó fundadas en Málaga una institución y una revista mensual. La institución se Üamaba Eí Pan deí Rosario; la revista (órgano de la institución) también se llamaba así. Ambas a dos tenían por blanco el socorro de los pobres y la santificación por medid del Rosario, En su devoción (eminentemente dominicana) al Santísimo^Rosarío y en otras cosas, yo le comparaba a Tabio con nuestro Balmes amadísimo. Balmes (aunque por dispensa pontificia estaba exento del rezo del Oficio divino para que más desembarazadamente pudiera dedicarse a las faenas apologéticas), jamás dejó de rezarle como todo sacerdote, y no tan solo le rezaba diariamente," sino que a mayor abundamiento rezaba también todos los días el Santo Rosario; pero no se contentaba con rezar una sola parte del Rosario, sino que le rezaba todo entero. Tabio hacía más. Tabio, cuando iba solo por la calle, iba rezando el Santo Rosario—Pero, ¿puedes (le dije un día), puedes rezar con atención en medio de tanto bullicio callejero? —No, señor (me contestó): por eso tengo que rezarle luego en mi casa. Pero lo que rezaba luego en su casa era siempre (amén del Oficio divino) eí Rosario entero. Y como de su modesta casa no salía casi nunca, sus amigos le visitábamos con frecuencia, mayormente el piadosísimo y santo ciego don Antonio Quílez, con quien siempre hacía yo, de mil amores, oficio de lazarillo, puesto que nuestra amistad era verdaderamente fraternal y muy antigua. (¡Ay, qué solo se va quedando uno cuando es viejo!) Era cosa de ver la aparición de Tabio cuando entrábamos en su casa. Apenas se percataba de que íbamos don Antonio y yo (a quienes nos llamaba José y Alicodemusj, salía de su comedor o de su mirador o de su despacho, y aparecía sonriendo (y a veces hasta cbiííati' doj con un Rosario colosal al cuello. Era todo un señor Rosario; un rosario de quince dieces o decenas, y sus cuentas me parecían avellanas, y las gordas me parecían medianas nueces. Y como quiera que este Rosario tenía dos metros o, por lo menos, más de dos varas de largo, y Tabio era de pequeña estatura, como Pedro el Ermitaño y como el gran Apóstol de fas Gentes, aquel Rosario gigantesco le llegaba casi hasta los pies, Una vez, en mis Hojas de Caíendario <que era la sección que yo trajelaba en Eí Sigíó TuturoJ, escribí cuatro articulejos sobre la referida institución de Eí Pan de'Ir Rosario, pidiendo limosnas para ella. Quiso Dios que lloviesen muchas más que las que pensábamos; y entonces rebosó de júbilo el limosnero y dominicano fundador. El cual, hallándose en aquellos días fuera de Madrid, ¡qué carta de agradecimiento me escribió! El abrazo cariñoso que me enviaba era cfiiííado, como él solía decir en su "andaluza pintoresca jerga. Por lo que hace a su devoción al Santísimo (otra de las típicas devociones clásicamente dominicanas) nos decía que el Tratado teológico del Santísimo y el de la Santísi- LA AVALANCHA ma Trinidad, eran los dos que más diligentemente había estudiado en su carrera, y por lo que hace a Santo Tomás y, sobre todo, a la Summa, ya queda dicho antes lo suficiente para esta semblanza. Pero no embargante ser Tafiio tan castizamente dominicano, no faltaron dominicos que apuntaron contra él. Pero, gracias a Dios, tampoco faltaron otros dominicos más insignes que salieron a su defensa. ¡Qué carta en alabanza y apología de nuestro Tafiio y de nuestro Sigío Futuro pudiera yo publicar ahora; carta que guardo cuidadosamente como oro entre algodones! Es toda una señora epístola dominicana y valiente, epístola digna del Ti» /oso/o Rancio; epístola de mi viejo inolvidable y siempre intrépido amigo el Padre Paulino Alvarez'<q. e. p, d.>; del sabio y elocuente predicador y conferenciante de la Real Academia de Jurisprudencia; del afortunado é inspirado autor del mejor libro popular que sobre el Santo Rosario se ha compuesto; libro sabio, erudito y ameno y en el cual se contiene, entre otras cosas buenas, la más eficaz, elocuente, edificante y acabada apología de la amadísima Cofradía del Rosario, la cual es una de las cosas más grandes que existen bajo la capa del cielo... Ni una sola vez me escribía el Padre Paulino sin mandarme muy cariñosos recuerdos para Tafiio; y eso que el Padre Alvarez no sabía como yo todos los quilates dominicanos de nuestro inolvidable amigo y conmilitón. Si aquel otro insigne dominico irlandés, si aqueí nuevo Santo Domingo de Guzmárr, si el famosísimo Padre Burke hubiera conocido a Tafiio, yo bien sé <porque me sé de memoria la vida y hazañas apostólicas de varón tan ilustre), yo sé lo que el Padre Burke hubiera admirado a Tabio, lo que le hubiera querido, lo que le hubiera amado de todo corazón, Tengo para mí (pero esperemos como buenos cristianos el juicio de Nuestra Santa Madre Iglesia) tengo para mí que nuestro Tafiio pertenece al gloriosísimo gremio o coro o jerarqnía de los mártires de Cristo, a quien la misma Santa Iglesia llama elejército Bfanco en el sublime can* tico del Tedeum: martyrum candidatus exercitus. Tengo para mí también que por aígún escrúpulo o santa valentía sacerdotal y de escritor católico no se salvó Tafiio del horripilante martirio que le dieron los malditos endemoniados rojos. Entre los cuales hubo dos que le querían y eran admiradores suyos; uno de los cuales era nada menos que Director de Seguridad, en cuya casa o domicilio fue invitado a guarecerse nuestro TaBio para que salvase así su vida. Pero ni esta invitación ni los amorosos ruegos de la familia lograron convencer a Tafiio; el cual decía a su angustiada gente que más y mucho más le mortificaban estos ruegos que la muerte misma. Invadieron, pues, su casa los milicianos; le llevaron eh un coche al convento de las Salesas de la calle de San Bernardo, de donde era capellán; quisieron ayudarle o darle la mand para subir al coche; auxilio que Tabio rechazó dando una especié de salto para manifestar sin duda lo tranquilo que estaba, y luego, en aquella santa casa de las Salesas convertida en infame checa, llamada ía cfieca deí Campesino, allí TaBio debió de hablar muy claro a sus verdugos, como los siete Macabeos, por cuan» to que el martirio que le dieron fue arrancarle la lengua con que tantas veces había predicado la santa palabra de Dios, cortarle las manos que tanto escribieron en pro de la más sana y católica doctrina, y le machacaron los dientes y hasta los ojos le sacaron Lectores de LA AVALANCHA de Pamplona: rrie embarga la admiración y la envidia santa; pero también Ea congoja y el espanto; siento el empujón de las lágrimas, y no puedo más. • "•".•" ••' ••--•••:.;•'•.:•:*:" :•..,"- C H A F A R O T E In memoriam y HA MUERTO/ • \^K ¡PERO VIVE SU ESPÍRITU EN EL CIELO/* Por fin se fia desfiojado aqueíía Rosa, mi queridísima fiermana, con ía que viví íargos años en eí fiogar de nuestros santos padres, como en un invernadero en eí que nacimos, nos cuidaron y protegieron con es me» ro, formándonos en eí amor supremo de Dios, de ía Santa Igíesia, en ía práctica constante de sus Manda» mientos para así defendernos y íifirarnos de ías tem» pestades y fiorrascas deí mundo cómo flores deíicadas para ser traspíantadas a otros fiogares y fiacer nacer otras flores que perpetuasen ías enseñanzas y virtudes que de eííos recifiimos como ía mejor fierencia. Era un aíma virgen, una santa, que no se contaminó jamás con ías impurezas de esté mundo. Tue fiija, esposa y madre ejempíar; y ííena y saturada de las máximas, pensamientos y ejempíos de Santa Teresita deí Niño Jesiís, a ía que amafia con pasión, fia muer» to de enfermedad semejante a ía suya, dejando a su paso por ía tierra fiueíías de virtudes y perfección, no soío a su famiíia, sino a cuantos ía conocieron y tra» taron. Ha sido una Rosa que íució durante mucfios años ante eí aítar que en su corazón fiafiía íevantadó ai Señor. Y como todas ías rosas, se fia marcfiitado y desfiojado en su presencia, para renacer y voíver a íucir eternamente en eí Cielo, en donde espero encon* trarfa por ía misericordia de Dios. ¡Descanse en pazl . ;..';''• MARÍA TERESA OIZ y TBONCOSO Barcelona, 15 pgosto, 1940 :' ' ¡, Una obra interesante Nuestro querido amigó y consocio eí iíustrado es» critor navarro don Agustín Irigaray Apat, ya cono» cido de nuestros íectores por su ameno íiBró tEstam* pas del Pirineo», acaba de pufiíicar una interesante noveía con eí sugestivo títuío *De Buzo a general* COdisea de un navarroj. . . Es un íiBro muy curioso que se íee con gusto. En ía primera página aparece ía siguiente dedicatoria: . *A mi amadísima esposa María ',.;., -.-"•' ';. de ía Luz Rangeí Heidsiecfc, que me " ; .., , anima y conforta en ías contrariedad v '*..- .' . des de ía vida y me ayuda a fifirar ías Bataíías deí Señor.* Reaízan tamfiién esta ofira, que recomendamos, unas Bonitas ilustraciones de A. Utriíía, y un Bien escrito próíogo de nuestro insigne paisano limo. Sr. D. Hiía» rio Ya fien, deícualreproducimos estas ííneas: *¿ Cómo negarse uno a contrifiw'r, en ía medida de sus escasas fuerzas, a popuíarizar una ofira en ía cuaípaípitan vigorosamente ios más nofiíes y cristia» nos sentimientos y refiosa por todas partes un amor sin ítmites a nuestra querida tierra navarra, tan navarra, y sofire todo, tan españoía madre fecunda de virtudes cristianas y de santos fieroísmos individuaíes y coíectipos?* < De Buzo a generaí* forma un fiuen tomó de 23o páginas en 4. °, que pueden adquiriría nuestros amigos a 7 ptas. ejempíar, . v . LA AVALANCHA ARTAJONA ve de asiento a la Virgen, que es un trozo de pergamino en el que se lee: Ntra. Sra. de Jerusalén La tradición *Gudofre Buffonis Rex Jerosofimitani Dinisimum datum migui Saturnini Lastier Artajonis térra Regis Ispanie Capitanis difectus in conquistan oc figuran Mane cum Jesús gutfeci Nicodemus Discipufi C-firisti, térra efe/a Sepufchrum Santi, ani VXCIJi, in Je* rosofima.» Vertidas al castellano estas palabras quieren decir: «Gudofre, Rey dignísimo de Jerusalén, me dio a mí, Saturnino Lasterra, hijo de Artajona, tierra del Rey de España, su amado capitán en la conquista, esta figura de María con Jesús, que hizo Nicodemus, Discípulo de Cristo, y tierra elegida del Santo Sepulcro. Año de mil y noventa y nueve, en Jerusalén.» Ocurrió que en el año 15&7, Beltrán de Otazu, pintor de Olíte, que había, como él escribe, estado muchas y diversas veces en la ermita de Ntra. Sra. de Jerusalén, haciendo algunos trabajos, entre ellos «encarnando fos SU RELATO.—Es una historia peregrina la historia de Ntra. Sra. de Jerusalén. Para la gente sencilla es en* cantadora y del todo verídica. Para la mayor parte de los inteligentes, en cambio, no merece más crédito que el de cualquier tradición o leyenda, una de tantas que la fantasía popular ha tejido en torno a las imágenes de la Virgen en Navarra. Esta es la realidad. N o me pondré a discutir aquí por mí parte su autenticidad, sino que respetaré lá tradición del pueblo, la cual, a vueltas de algunas circunstancias y pormenores, llevará de seguro su fondo de verrostros y manos de fa figura de Ntra. Sra. y def Je* dad. D, Ruperto Urra la refiere en el prólogo de su novesus», un oficial suyo, llamado Juan de Segura y natural na de la Santísima Virgen de Jerusalén, Y no. hizo otra de Estella, le devolvió este documento que había sustraído cosa que copiar lo que consta en un manuscrito redactaunos dos años antes, al hacer los trabajos. Su amo, Beldo por don José de Ororbia en el año 1729, manuscrito trán.de Otazu, le había sorprendido examinando la imaque se guarda en el ar gen, y sospechando que chivo parroquial de Ar» a lo mejor habría roNAVARRA tajona y que tengo a bado lo que dentro de la vista. Para relatar su la peana parecía haber, contenido no acudiré a «le amonestó y persuanuevas formas de estidió con grande instanlo. Bastará con traslacia que le declarase y dar aquí io que en él se digesse si había tomadice, qué es así: do nada de lo que den^ tro de la dha. figura so«Esta Santa Ymanaba, diciéndole y desgen de nuestra Señora engañándole que si nala hizo San Nicodeda havía tomado estaba mus, Discípulo de Crisdescomulgado Cate sen* to, y según ha corrido tentie, y que nunca de unos a otros, la doDios !e haría bien, sí ró San Lucas Evanlu¿go no lo decía, lo gelista. Hallábase esta cual se podía hacer síji Santa ymagen el año que nadie lo entendiede mil y noventa y nue= sse, porque tenía por be en la ciudad de Jemuy cierto, que eran, rusalén, quando Guy son Reliquias los que dofre Bullón la conestaban dentro. Y el quisto, en cuia empresa .—'Vista de! Cerco y murallas.—(Fot. Cíaveria.) dho. Juan de Segura dlse halló don Saturnino ''-'•' •' " -•' '* •'•*'v -•' • * jo con juramento y afirLasterra, hijo de esta • ~ '"- '•' ' "-'"•" mó con muchas palabras que no había sacado ni tornado nobilíssima villa de Artajona con el merecido empleo nada, aunque deseaba ver lo qe. havía dentro».,, « y desde capitán, en el que se señaló con ventajas a todos: pues de esto, de allí a dos años y más, que fue en el Mes de y queriendo Gudofre premiar la valentía, esfuerzo y esJulio del año passado 1586, hallándose este testigo en la ciupíritu valeroso de este capitán <terñiendo quedar corto y dad de Pamplona se encontró con el dho. Juan de Segura, sin saber cómo corresponder a tan altos servicios), le dice el cual andaba faltoso de salud, y habló con este testigo, que pida quanto quiera, que le asegura su Rea! palabra de y le preguntó cómo estaba; y él respondió que se sentía no negarle nada de lo que le pida: con esta seguridad el muy malo, y que después que fue de Artajona nunca hacapitán humilde y virtuoso, quanto valeroso, despreciando bía tenido salud entera, antes tenía unos sueños muy eshonras y empleos mundanos, rogó a Gudofre le concepantosos, y que no podía comer ni reposar, y este testigo diese esta Sta. ymagen en quien tenía su corazón y honle dijo y trajo a la memoria cómo le había hallado con la ra; y como el Rey tenía empeñada su palabra, no supo Santa Imagen... y con esto assió de la mano ei dho. Juan negársela, y con gran sentimiento suio, le entregó a su de Segura a este testigo, y le llevó a la Iglesia de San Capitán esta Niña de sus ojos, dándole al mismo tiempo Cernin de Pamplona, y allí, en el claustro, estando solos, tierra del santo sepulcro, que se guarda en el mismo nicho derramando lágrimas y con muchos sollozos y sentimiende esta Santa ymagen, un pedazo de la cruz, en que muto, el dho. Segura manifestó y descubrió a este testigo rió Jesu Christo nuestro Redemptor, que hoy se venera que en el día y tiempo que este testigo le havía dejado en en la yglesia Parroquial, y otras Reliquias.» «Me abstenla dha. hermita de ntra. Sra. de la Oliva de Artajona durgo de referir, añade el señor Urra, algunos sucesos pormiendo, en el ínterin que él andubo fuera, había sacado y tentosos ocurridos al conductor durante su viaje, porque tomado de la dha. Imagen del hueco de ella donde se hano los hallo tan acreditados como las otras noticias que ce el ruido que está dicho, una poca de tierra santa, en voy escribiendo, y dejo para la piadosa reflexión de los forma un poco encendida, y ha buelta de ella havía sacalectores las señales de júbilo, reconocimiento y acción de do un pergamino pequeño, que está escrito dentro, atado gracias con que sería recibido de su pueblo el soldado fuera con una ebra de Seda Azul, y que la dha. tierra havictorioso que volvía á éf, vencidos los obstáculos, para vía dado a una monja... y que el pergamino tenía en su enriquecerlo con despojos tan sagrados.» poder, y qu. desde entonces nunca havía tenido salud ni contento, sino mucha inquietud y desasosiego en su persona y espíritu, y que le rogaba y rogó por amor de Dios FUNDAMENTOS DE ESTA TRADICIÓN.— lo hubiesse en secreto. Y que pues este testigo acudía a N o hay otro que podamos considerar digno de estudiarse fuera del que se conserva guardado en la arqueta que sir* LA AVALANCHA tég la dha. Villa muchas veces, recibiese el dho, pergamino y en el número extraordinario de Diario de Navarra—7 de procurase meterlo en dha. Iglesia con secreto.» l julio de 1930—escribía: «la crítica opone su fría negativa En efecto, Beítrán de Otazu lo recibió, y al ir a cuma la tradición, según la cual esta imagen fue labrada por plir su palabra, como él confiesa, no acertó a meter en el Nicodemus y dorada por San Lucas; en este tiempo ni hueco el pergamino por un temblor misterioso de manos había semejantes representaciones de la Virgen, ni se coque le acometió. Fue entonces cuando se determinó a es* nocía este modo de esmaltar que fue inventado once sicribir at entonces Vicario de Arta joña Líe. D. Juan de glos después. Tampoco es creíble que estuviera en la toSarasa, con fecha de 14 de marzo de 1587, lo que había ma de Jerusalén^ sujeta a la montura de Godofredo, ni ocurrido con él y au amigo Juan de Seg.ira, para aquella que éste la donara... aunque así lo dice un 4escrito del sifecha ya fallecido. Esta carta movió al dicho Vicario y glo XVIII que se conserva en la basílica». señores regidores de la villa a que se hiciera una informaPor lo dicho, son varías las opiniones en cuanto a la ción en regla, como en efecto se hizo, levantando acta de autenticidad del documento, y nosotros juzgamos que detodo el escribano Miguel de yrígoyen, en presencia de bía estudiarse dicha escritura detenida y científicamente. Pedro Burlada, escribano de la Corte mayor del Reino,, y En cuanto a la imagen, si el señor Madrazo no reconoce Juan de Echauz, vecino de Artajona, alcalde señor Toen ella más que un tipo de escuela francesa, muy del simás Lasterra y el testigo Beltrán de Otazu, cuyas firmas glo XIII, en cambio otros juzgan ser de origen bizantino, se estampan. como diremos más adelante. No hay inconveniente en admitir la autenticidad del documento, aunque en él se De este pergamino habla también don Prudencio San-. : • • r halle estampado el error que doval, Obispo de Pamplona, en la vida de don Fernando VA f3M NAVARRR^. • ' habría en aquel, tiempo de el Magno, rey de Castilla y atribuir esculturas a San NiLeón, infante de Navarra, ya codemus como cuadrosa San que en 1614, hallándose en Lucas, y además con tal Artajona, leyó dicho docuerror nada tendría que ver la mento, y después de haberlo posibilidad de haberse traído mostrado a todo el pueUo, la imagen de Oriente. A este lo volvió a colocar en su nifin expondremos lo que rescho junto con las reliquias. pecto a su estilo y antigüeDe este hecho se levantó dad han dicho diversos crítambién acta por el escribano ticos. real Miguel Colomo, vecino JACINTO CLAVERÍA,, C. M. F. de la villa de Artajona. y su copia legalizada se puede leer (Continuará) ' » .; .. en el libro manuscrito el año 1777 sobre nobleza y escuda NOTAS: de la familia Lasterra, ai folio S^i Declaración «le Beltrán de 322. (Archivo Parroquial.) Otazaen la villa de Artajona, l,o de mayo de 1587. (Archivo Parroquial). * «España. Sus monumentos y Artes. Su Natureza e Historia, Navarra y Logroño». Tomo 3.°, capítulo 26, págs. 40-41. 3 «Boletín Eclasiástico> de Pamplona. 4 Antes del siglo XVIII hay documentos que hablan de este pergamino: recuérdense la información de Beltrán de Otazu y la cita de Sandovaí. . - • REPAROS A ESTA TRADICIÓN—A pesar de todo lo expuesto, hay quienes no admiten la autenticidad de tal documento. El señor Madrazo, 2 al relatar su excursión a la villa de Artajona y estudiar la escritura del pergamino, advierte ser de fetra rotativamente mo~ derna, pfagada de dispara* tes de todo género, de saBor nada antiguo... y sus ca* Pensamiento.— Matemos racteres, muy tejos de pael hambre de verdad, prodirecerse a ios def sigfo XI, y menos aún se parece su gándola por todos los medios disfocado fenguaje, entre* posibles, facilitando la adquivetado de vocabfos modera sición de publicaciones crisnos, ai fati'n romanzado tianas, promoviendo corríen» de agueífa época. «Adetes de catolicismo allí donde más, dice el citado arqueóloS^'HTA/OKA.—Vista del Cerco con una calle en dta de traba/o go: ¿quién pudo en ese siglo tantos años há se han promollamar a un rey de Navarra, ,. - . • (Fot. Cíaveria) vido sólo corrientes ateas. S. u rey de España? Y ¿<3 é decir de la atribución de la santa imagen a Nicodemus? Nada más sino que semejante absurdo sólo es comparable al de figurarse que pudo ser dorada por San Lucas.» Esta NUESTROS COLABORADORES es la opinión 3del señor Madrazo. En cambio, don Tomás Biurrun no duda de qué cesta imagen es la que llevaba Godofredo de Bullón en la primera Cruzada a la Conquista deí Santo Sepulcro, y que en 1099 se la regaló al esforzado capitán don Saturnino Lasterra, que la trajo a su pueblo natal, porque así lo refiere la auténtica, que Tomás Luis de Victoria En el siglo de oro de la polifonía española por sus mismos términos tiene para nosotros todos ios caracteres de fa veracidad, por estar cafcada en eí mismo estifo y fenguaje qué empíean ios documentos de aqueffa época, y porque así lo dice Fray Prudencio Sandoval, Obispo de Pamplona, que en 1614 dio testimonio con un notario y varios testigos». No asentirá a estas a&rmaciones don V. Juarístí, que (Continuación) Sobre la formación artística de Victoria hay algunas discrepancias en el campo de la investigación. No pudle.;* LA A V A L A N C H A ron ser maestros suyos en la Corle Pontificia, como algunos quieren, ni Morales ' ni Escobedo -, por haber regresado éstos a España antes que pudiera recibir lecciones de tan celebrados maestros en fechas hoy perfectamente depuradas. No parece probable a Casimiri que ruéra autodidacto, inclinándose al maestrazgo de Palestrina. Más verosímil es que recibiera lecciones de Jacobo de Keherle 5, maestro de capilla del Cardenal Truhsses, ya que este Purpurado fue decidido protector de Victoria desde sus primeros días en Roma. Así se expresa nuestro maestro en la Dedicatoria al Cardenal del libro de Motetes publicado en 1572: «En verdad hace ya tiempo que confiado en tu patrocinio,Me tal manera me ocupo en el arte músico, que es sabido ser muy alabado, que creo no me arrepentiría de mi trabajo y diligencia, si el ingenio igualase a la voluntad,,. ¿A quién era justo que ofreciese estas primicias de mi trabajo, sino a tí, de quien he recibido el poder hacerlo y de quien entiendo que ha venido el poco o mucho conocimiento que tengo en la materia y aun todo cuanto tengo? Por lo cual reconozco que más que a otros te debo yo a ti cuanto un hombre puede ape* ñas deber a otro hombre.» Hay algunas divergencias entre los biógrafos de Victoria sobre fechas en que se reali* zuroti principales acontecimientos de su vida. Sobre los estudios de Ptdrell, Haberl, Mitjana, Collet, P. Otaño y P. Fernández, el maestro de San Juan de Letrán, don .Rafael Casimiri, admirador devotísimo de Victoria, ha' dicho documentalmente en «Note d'Archivio», tras larga investigación, cuanto la crítica moderna ha depurado en el haber episódico de nuestro maestro. La fecha de! nacimiento en Avila puede oscilar entre 1548 Y X55°- ^ t i s había dado por buena la fecha de 1540 y la aceptó Collet. Habesl, creyendo que Victoria fue a Roma ordenado de sacerdote, retrasó la fecha a 1530-1535. A esta opinión se adhirió en un principio Pedretl, quien más tarde rectificó, fechando e! nacimiento de Victoria, como creía Mitjana, más adelanre de 1540. Mitjana escribió así en su libro «Para música vamos!-..»: «Yo calculo que la fecha de 1540, señalada por algunos escritores como la de su nacimiento, es algo anterior a !a verdadera.» Antonio Ribera, en ia traducción de la Historia de la música de Riemann, da la fecha de Fétis, y con éste, sin análisis crítico, varios escritores y Diccionarios. Fue Victoria a Roma en 1565, y entró en el mismo a^ño en el Colegio Germánico para cursar la carrera eclesiástica. Según el P. Jerónimo Nappi, de la Compañía de Jesús, en el catálogo de los colegiales del Seminario Germánico consta que entró en el Colegio en 15Ó5 cTomaso de Vittorio». La tradición romana afirma que Victoria era *cas\ un niño» cuando llegó a Roma. La edad para ingresar en este Colegio, según sus Constituciones, era de ¡5 a 21" años como máximum. Habiendo, pues, ingresado en 1565, -la fecha más remota del nacimiento es 1545 y la más reciente 1550, En 1569 fue nombrado maestro de capilla, según Casimiri «cantor e sonador de órgano» de la iglesia española de Montserrat- Se acogió dos años más tarde 4 en el Colegio Germá= nico como maestro de canto de los alumnos, continuando a la vez sus servicios en las iglesias de Montserrat y Santiago, haciendo palpitar en todas las manifestaciones de su arte sus cualidades excelsas y su alma netamente española. Sucedió en 1572 a Palesirina como maestro de capilla del Seminario Romano. Cesó Palestrina en este cargo al terminar su compromiso el 25 de septiembre de 1571, una vez salidos del Seminario sus hijos Ángel y Rodolfo, amigos y compañeros de Victoria por haber convivido en las mismas aulas. Créese con fundamento que el mismo Palestrina haría la propuesta de su sucesor en favor de Victoria, ya por las excelsas condiciones de éste, ya por recomendación de los PP. Jesuítas que también dirigían el Colegio Romano, o por el interés del Cardenal Truchsess, nombrado en 1570 Obispo subirvicario de Palestrina, pa^ tria del gran maestro romano. . Al año siguiente, 1573, vemos a Victoria encargado del magisterio de capilla del Colegio Germánico. Está perfectamente comprobado que en 1575 recibió la Ordenación sacerdotal con dispensa de edad y de inters= ticios. En el libro de Ordenaciones 1570-1575 del archivo ge= neral de! Vicariato de Roma consta que recibió e! Lecto* rado y Exorcístado el 6 y 13 de marzo de 1575. El Subdiaconado, el 14 de agosto. El Diaconado, el 25 del mismo mes. y el Presbiterado, el 28 de este mismo mes y ano, en la iglesia de Santo Tomás de los ingleses. En este mismo año de 1575 fue nombrado maestro de capilla de San Apolinar, cuando fue regalado al Colegio Germánico por Gregorio XIII el nuevo palacio que estaba junto a S. Apolinar, a condición de oficiar en esta iglesia. Como consecuencia de esto se formó una sola capilla, y por iniciativa del Rector P. Miguel Lauretano se estable* ció una escuela de canto, de la que fue maestro nuestro joven sacerdote. El afecto y gratitud de Victoria al Colegio Germánico duró siempre, pues según consta en una crónica manuscrita de dicho Colegio, en los Maitines de ¡a Epifanía de 1585 «se cantó a Laudes el Benedictus con acompañamiento de órgano extraordinariamente, porque estaba pre* senté el maestro Victoria, cuya era la composición». y le vemos desde 1578 capellán de San Jerónimo de la Caridad <oratoriano> hasta 1585, conviviendo cinco años con San Felipe Neri, después de cesar en el cargo de San Apolinar. En el libro de actas de la Congregación fiher tertius Decretorum), aparece la admisión de Victoria el 8 de junio de 1578. Y a principios de este mismo año figura en_ un Ordo proe essionis de San Apolinar, después de nombrar a 15 cantores, «D. Francisco, Maestro de Capilla del Colegio.» LEOCADIO HERNÁNDEZ ASCLINCE ^Continuará.) NOTAS: Maestro de Canilla de la S. I. Catedral de Pamplona .• • • • ' *. " 1 Morales regresó a España en 1545, para posesionarse del -magisterio de capilla de Toledo. 2 El zamorano Escobedo regresó en 1554 para un beneficio en Seyovia. Bien pudo ser profesor de Victoria en España. 3 Pasó a la organistía de la.Catedral de Augsburgo en 1568. 4 El Vicario de ¡a Compañía de Jesús P. Nadal, en carta dirigida en 1571 desde Roma al P. General, después de darle cuenta de los asuntos que ocurrían, decía de! P. Rector del Colegio Germánico, P. Sebastián Romei: «También ha recibido (el buen Sebastián), sin yo saberlo, al músico Victoria, y le dan quince julios al mes: enseña a los muchachos, etc. Vea V. P. si esto se ha de conservar. En todo lo demás el P. Sebastián es muy aplicado a la obra,» (Historia de la Compañía de Jesús del P. Astráin. Tomo 2.^, lib. 2 ° , cap. IX.) El Cardenal Goma, ha muerto En prensa elpresente número nos ífega la triste noticia deffaffecimiento en ef Pafació Episcopal de To* ledo, a donde marchó de Pampfona eí martes úftimo, de S. E. el Cardenal Primado Dr. D. Isidro Goma. Sin tiempo ni ánimos en estos momentos para otra cosa, queremos en estas fíneas expresar a la aprecia* dísima familia del esclarecido Cardenaí, que ya cono* ce nuestros cariños, nuestro más profundo sentimiento, y pedir a todos nuestros lectores y amigos enco* mienden con nosotros en sus oraciones al insigne Prt'n» cipe de la Iglesia, a quien Dios Nuestro Señor fia» Brá premiado ya en eí Ciefo su santa vida y meritisi* mos trabajos por fa Religión y la Patria.