6 Cuentos de misterio y terror

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EL RETRATO
Llegue quince minutos retrasado de la hora acordada. En la entrada de la casa me
esperaba el señor Sneijder, el dueño de la propiedad, de brazos cruzados observando el
cielo. El día se alzaba majestuosamente con un color azul en lo alto en total plenitud y sin
avistamiento de nube alguna. El sol alumbraba el recinto que pasaría a ser mi nueva
morada. Una casa antigua pero en muy buen estado.
Alrededor de ella se levantan arboles muy comunes de los lugares templados. Se
encontraba en una zona lo bastante alejada de la ciudad, perfecta para vivir con gran
tranquilidad lejos del bullicio de las metrópolis. Sin embargo los ruidos y la vida acelerada
de las ciudades son exageradamente placenteros comparado a todo lo inhumano e
inimaginable que voy a relatar.
Al parecer el señor Sneijder no le pareció molestarle mi retraso. Con un saludo muy
cortes se dirigió a mí y llevándome consigo a observar tanto el interior como el exterior de
la casa. Era perfecta, por lo que no dude en remitirle el cheque como pago por ella.
En los momentos que me mostraba el inmueble pude observar en el rostro del señor
Sneijder una extraña sombra que lo cubría. Tuve la sensación que algo me ocultaba
quedando demostrado al momento de estar dentro de la casa, al mirar el piso de arriba
constantemente. Lo primero que pensé fue que tal vez la parte de arriba tuviera algún
defecto que no haya visto con atención en especial al no mostrarme el interior de la
habitación entre otras dos en el segundo piso.
Me preocupo un poco esa situación, así que le pregunte antes de firmar los papeles si
esa habitación tenía algún defecto. No alzo la mirada se mantuvo con la vista hacia abajo.
Unos segundos después tomo los papeles y me sugirió no comprarla a lo que le pregunte
el porqué.
“No abra esa habitación por ningún motivo y nunca duerma en ella” me respondió. Esa
respuesta me dejo sin decir palabra y sin saber la realidad de sus temores. “¿hay
fantasmas?” fue mi reacción ante tal misterio. Los ojos negros del señor Sneijder se
posaron sobre los míos. Un gesto burlón se reflejó en mi rostro sin poder disimularlo,
apagado de repente por la mirada seria de mi vendedor. Le dije que no se preocupara, si
ese era el motivo no había ningún problema, era escéptico ante esas cosas y no me
causaban ni la más mínima impresión. Volvió a bajar la mirada desplegando los papeles
que firme al instante. Se despidió de mi con el mismo gesto amable pero antes de subir al
auto volvió su cabeza hacia a mí, abrió su boca como queriendo decir algo, creo que se
arrepintió al momento y en su lugar me mostro una sonrisa disimulada, una sonrisa
atemorizada.
No tarde en acomodar todo dentro de la casa. Parecía de ensueño ese lugar tan
tranquilo en medio del bosque, la sala era espaciosa con muebles limpios y en óptimas
condiciones, con una chimenea preparada para la llegada del invierno. Después de unas
horas colocando todo en su lugar y después de comer un poco, me senté al lado de la
ventana que daba hacia una zona espaciosa y sin árboles, donde contemplaba la
maravillosa caída de la noche que comenzaba a envolver aquel paisaje. Encendí la
chimenea y me dispuse a leer un poco fumando una pipa.
El lugar me había hipnotizado de tal manera que mi mente no recordaba sobre la
habitación de en medio del segundo piso. Lo recordé en el momento que leía el relato “las
ratas en las paredes” de H.P Lovecraft y súbitamente observe la puerta que impedía el
paso sobre aquel espacio de la casa aún desconocido para mí.
Me quede en ese estado de perplejidad viendo la puerta, botando estelas de humo de
mi boca. Pensé en la ignorancia de la gente en creer ese tipo de supersticiones y de las
que solo los de mentes débiles pueden creer.
Terminando de leer fui directo a la cocina a preparar mi cena. Comí con una paz como
nunca lo había hecho desde hace ya bastante tiempo, escuchando el sonido que provoca
le leña al quemarse. Antes de irme acostar me senté sobre un sillón de la sala con una
grabadora emitiendo baladas que solo los grandes compositores de antaño, como Bach,
nos pudieron regalar.
Creo haberme quedado dormido por unos minutos, cuando unos golpes me hicieron
despertar de inmediato. Aquellos débiles pero audibles sonidos provenían de arriba, en la
habitación temida del señor Sneijder, apague la grabadora creyendo que era mi
imaginación, pero al quedar la casa en completo silencio se escuchaba más claramente
aquellos impactos. Soy sincero al decirles que no me llene de ningún temor en esos
momentos, aquello tenía que tener una explicación lógica, más allá de alguna imaginación
incongruente que cualquier aterrada mente pudiera mostrar.
Subí las escaleras en dirección a la habitación, al estar cerca los golpes se hacían más
estrepitosos y molestos. Tome el llavín de la puerta con toda la intención de abrirla pero
fue en ese instante que los golpes dejaron de sonar. Por más extraño que eso pareciera
no tuve el valor de entrar esa misma noche, así que espere a que la luz del día se alzara,
para investigar de donde provenía aquel extraño suceso.
Me levante muy de mañana pensando en lo ocurrido la noche anterior, no fui
directamente a la habitación, hice todo lo que acostumbro hacer de mañana sin dejar de
ver cuando tenía oportunidad aquella puerta. Sabía que de alguna u otra forma entraría a
ese lugar y quien sabe que cosas verían mis ojos. La mañana casi desaparecía abriendo
camino a la próxima etapa del día. Me movía de un lado a otro dominado mi ansiedad. De
pronto como por un impulso salido de lo más profundo de mi ser subí las escaleras
rápidamente y abrí sin vacilar la puerta de la habitación.
Ya adentro mis ojos vieron lo que esperaba ver, nada fuera de lo común. Estaba un
poco mal cuidada por las pequeñas telarañas haciéndose visibles con los pequeños rayos
de sol que se introducían por una ventana opaca. Las termitas hacían su trabajo sobre el
cielo raso que lo cubría, junto con un armario abandonado con la madera desgastada y
polvorienta.
En el ambiente de ese pequeño espacio se percibía un vacio inexplicable, era como si el
aire pasara de largo por la entrada temiendo introducirse en la habitación por alguna
extraña razón. Percibía un olor a madera podrida pero muy levemente, seguramente se
debía por algún agujero en el techo que al llover las gotas caían sobre el piso de madera
provocando su descomposición. Unas ratas me provocaron un sobresalto con sus
chillidos corriendo hacia un rincón donde con lo podrido de la madera hicieron su guarida.
Además del armario había un espejo a la par de la puerta y una retrato al final de la
recamara. Me dirigí para contemplar mejor aquella pintura. Era una mujer muy joven
sentada sobre una silla con un gran respaldar, iguales a los que utilizaban los reyes de
antes para inmortalizar su figura. Tenía un cabello de mediana longitud, caía unos pocos
centímetros debajo de sus hombros. La expresión en su rostro era de una seriedad
imponente no mostraba ninguna alegría en sus facciones, como comúnmente se suele
hacer en las fotografías. Sus manos posaban sobre sus regazos de manera apacible
unidas una a la otra. Un perro se encontraba acostado a sus pies encima de la alfombra
circular donde posaban irguiendo su cabeza de una forma firme y esbelta.
En ese momento me creí un estúpido porque sentía como si la pintura estuviera llena de
vida y no tan solo un mero cuadro gastado. Miraba aquellos ojos negros sin parpadear,
dentro mi esperaba un acontecimiento que pudiera dar a conocer los extraños golpes. Me
ubique en el tiempo otra vez sacudiendo mi cabeza, como despertando de un gran letargo
a través de aquellos ojos negros.
Al no ver nada extraño decidí abandonar la habitación sin encontrar respuestas. Camine
hacia la puerta y me disponía apagar la lámpara que alumbraba aquel sombrío espacio,
no obstante antes de apretar el apagador mire hacia el espejo que se encontraba en la
entrada, estaba opuesta al cuadro que observe anteriormente, mis nervios se alteraron al
ver una sonrisa en los labios de aquella bella joven, rápidamente voltee mi cabeza para
comprobar mi visión, mi sorpresa fue mayor al ver que la joven seguía con aquella
seriedad marcada en su semblante. Ese momento fue aprovechado por mí para darme
cuenta de algo que había pasado por alto, el fondo del retrato tenía una chimenea, pero
no una cualquiera, era la misma que se encontraba en la sala de la casa. Absorto con
aquella imagen salí con mi cabeza confundida buscando algo con que poder distraer mi
mente en lo que restaba del día.
Aquella situación me provoco una severa distracción en mis labores. No comí tranquilo
al pensar que esa joven de la pintura, días atrás, quizás años estuvo en el mismo lugar
donde me encontraba frente a la chimenea.
La noche vino con leve frio en el aire anunciando la llegada del invierno. Me quede
sentado en el sofá de la sala unas horas. Y ahí estaba de nuevo aquellos extraños golpes
un poco más audibles que días atrás. La única forma de saber que había era entrando en
ese mismo momento, pero el miedo empezaba a mostrarse en mi cuerpo poco a poco.
Así pasaron los días, acompañado noche a noche con los ruidos. Todas las mañanas
me introducía en la habitación para percibir algo, no obstante lo que veían mis ojos me
producía un extraño escalofrío cada vez que entraba en aquel lugar misterioso. Poco a
poco la pintura iba sufriendo un cambio sobrenatural. La bella joven que observe el primer
día que llegue, sufría una transformación en su aspecto. Extrañas arrugas empezaban a
aparecer en su cuerpo, llenándola de una vejez en su semblante. Su cabello lentamente
se cubría de un color gris, disminuyendo la longitud de la misma con el pasar de los días.
Y la vitalidad que reflejaban sus ojos se reducían dando paso a unos ojos fatigados y
apagados, como aquella persona que conoce la llegada de una muerte inminente.
Sé que si ustedes estuvieran en mi lugar, al ver esas escenas tomarían sus cosas en
esos momentos y saldrían enseguida. Sin embargo una extraña fuerza en mi interior me
hacia permanecer en aquel lugar, viendo con desdén el punto máximo de aquel cambio
en la pintura. Una anciana encorvada, con el cabello muy reducido y canoso, arrugada y
llena de una palidez mortal, tomaba el espacio donde una vez existió aquella hermosa
joven, abonando a mis temores el hecho que el perro seguía con la misma firmeza y sin
ningún pequeño cambio en su aspecto.
Prepare mis cosas ese mismo día para irme. Era escéptico, pero esas imágenes eran
demasiadas turbulentas para mi mente. Me marcharía al salir el sol del día siguiente.
Sentado en el sofá de la sala, con una gran ansiedad, esperaba el momento de los
golpes. Y ahí estaban de nuevo resonando en toda la casa. Me enoje en ese instante y
maldije no haber escuchado al señor Sneijder. No sabía qué hacer, pero los golpes se
hacían más fuertes hasta el punto de hacerme levantar e ir rápidamente a la puerta de la
habitación y abrirla sin miramientos.
¡Oh Dios mío! Si tan solo hubiera tomado mis cosas para salir de ese maldito lugar mi
alma conservaría aun la paz que tenía mi vida antes de abrir esa puerta, pero lo que
observaban mis ojos me hizo tambalear, un temblor se apodero de mí y los poros de mi
cuerpo empezaron a expedir pequeñas cantidades de sudor frio. En el cuadro de la
habitación solo miraba con terror la chimenea de fondo, la decrepita anciana y su perro ya
no se encontraba ahí.
¿Cómo era posible que desapareciera algo inmaterial y sin ningún tipo de vida? Las
respuestas no me interesaron en ese momento. Con las rodillas flojas del temor que me
invadía decidí abandonar la casa cuanto antes. Así que baje las gradas lo más rápido que
pude. Al llegar en medio de ellas pude ver de reojo la entrada que conducía a la sala del
lado izquierdo, se producían unos extraños movimientos, y al girar mi cabeza la vista se
me nublo por completo apoyándome sobre el barandal de las escaleras para no caer
desmayado. La anciana de la pintura se encontraba sentada en el sofá acariciando la
cabeza de aquel endemoniado animal que mostraba unos dientes grandes y afilados
echando espuma por la boca.
Me inmovilice por completo sin saber adónde ir. “Tranquilo corazón muy pronto
cenaremos” decía aquella vieja a su perro. Después de dominar mis terrores lo único que
quedaba por hacer era salir huyendo de ahí, no obstante la puerta que daba hacia el
exterior de la casa comenzó abrirse lentamente y al extenderse por completo la figura del
señor Sneijder se mostraba en la entrada de la casa.
Sentí un alivio tremendo al verlo, tanto que quise ir y pedir que me ayudara, sin
embargo una sonrisa malévola se dibujaba bajo sus narices deteniendo mi corazón por
segundos y aquellas palabras que salieron de su boca me hicieron comprender todo lo
que sucedía, “mama en unos momentos preparare la cena” dirigiéndose al espectro de
humano sentado en la sala. Y de una manera sorpresiva la anciana soltó la correa del
perro sintiendo la muerte corriendo detrás de él.
La reacción que tuve fue cubrirme el rostro con ambos brazos y de un tremendo salto el
perro se abalanzó sobre mí mostrándome que no tenía ojos en ese instante que
forcejeaba con él para conservar mi vida. Saque fuerzas no sé de dónde pero logre arrojar
al perro lejos de mi lo cual no desaproveche ningún segundo para correr descontrolado e
introducirme a mi habitación bajo llave. Los pesados rasguños del animal se escuchaban
chillonamente junto con las fuertes patadas que sin lugar a dudas las tiraba el señor
Sneijder. Me encontraba atrapado sin salida, pronto la puerta cedería ante los incesantes
seres y quien sabe que harían conmigo al estar en sus manos.
Un gran árbol se asomaba sobre la ventana de mi habitación y se mostraba como
aquella única esperanza de sobrevivir. Me arriesgaba a caer del árbol pudiéndome
fracturar las piernas y ser presa fácil de aquellos monstruos, pero no tenía otra opción, era
bajar por ese árbol o morir descuartizado por el señor Sneijder. Abrí la ventana apoyando
mi pie sobre una gruesa rama, la puerta ya cedía abriéndose un agujero en el centro. Me
aferre al tronco del árbol y empecé mi descenso por ella, la mano del señor Sneijder logro
tomar mi camisa por la espalda por lo que baje con mayor velocidad. Ya en el suelo me
reconforte un poco, alce mi mirada y el señor Sneijder me miraba con unos ojos diabólicos
señalándome y diciendo frases que no pude entender.
Corrí hacia mi auto como nunca lo hare en mi vida, unos metros antes de llegar el peso
de aquel maldito animal detrás mío me hizo tropezar y forcejear de nuevo con el, sintiendo
como sus afiladas garras me producían severos cortes en mis brazos y mi pecho. Logre
tomar una piedra que estaba al lado mío y de un fuerte golpe creí haberlo matado. Subí al
automóvil e intente encender el auto pero a causa de mis temblores en las manos tarde
un pequeño lapso de tiempo. Cuando por fin lo logre el perro subió al techo del automóvil
emitiendo un sonido escalofriante al rosar sus garras con el metal. Arranque el auto con el
animal aun arriba en cualquier dirección lejos de esa casa. Después de unos minutos el
perro desapareció en medio de la nada mientras yo aceleraba mi auto a toda prisa en
medio de la oscuridad que gobernaba en ese instante.
No di parte a la policía y no es mi intención hacerla, no quiero saber nada sobre ese
lugar y tampoco me interesa saber que fue aquello exactamente. Solo sé que ahora vivo
en una ciudad muy lejana de ahí, ahora vivo con mi madre viuda desde hace años y día
con día viene a mi mente el recuerdo de aquella pintura diabólica. Siento lastima por la
próxima persona que compre aquella casa, al abrir la puerta de la habitación de en medio
del segundo piso, observara con asombro una anciana reflejando la muerte en sus ojos,
con un apetito voraz en su semblante y con su fiel acompañante irguiendo su cabeza y
acostado a sus pies.
FIN
EL BOSQUE DE LOS DEMONIOS
Las sirenas de la patrulla anunciaban una vez más que un hecho violento se suscitaba
en ese instante. Arthur era un oficial de policía, antes de recibir la llamada por radio que le
indicaba que tenía que trasladarse a la escena del suceso, disfrutaba de un dulce
chocolate caliente, con unas donas envueltas en azúcar. Lo acompañaba su compañero
Billy quien dos semanas atrás formara parte de la academia de policía del pueblo.
Arthur era de una edad ya avanzada, llevaba sobre sus hombros treinta años de servicio
pero a pesar de ello el paso del tiempo parecía no producir ningún efecto en él ya que se
conservaba fuerte y muy robusto para su edad, en cambio Billy era un muchacho joven no
más de veinticinco años, llevaba medio año como voluntario de la academia hasta hace
poco que recibió la noticia para formar parte del grupo permanentemente.
Hasta ese día no
lograba presenciar algún hecho o situación que lo pudiera
impresionar o atemorizar ya que en el pueblo no se daba muy a menudo algún caso con
relevancia, se conformaba con escuchar al viejo Arthur contarle parte de sus historias,
algunas veces tan impresionantes que dudaba de la veracidad de sus palabras pero las
escuchaba de buena gana como un niño mientras escucha un cuento, desde un asesino
en serie que hubo en el pueblo hasta de muertes inexplicables y sin alguna lógica
aparente, eran parte del repertorio de sus historias y como es de suponerse en cada una
de ellas el viejo Arthur salía airoso y lograba lo que nadie podía y encontraba la solución a
esos misterios sin resolver.
Arthur perdió a su esposa unos años atrás, y con ella su hijo de seis años, en un
terrible accidente automovilístico, del cual el viejo Arthur llevaba una gran cicatriz en su
mandíbula, como un recuerdo del que no se quiere revivir pero marcado en la piel de por
vida. Por esa razón, al ver a Arthur daba una apariencia de un hombre frio y sin
escrúpulos, pero cuando se le conocía más a fondo, resultaba ser una persona amable y
muy dedicada en ayudar a los demás.
La mañana era soleada a pesar de estar en invierno. Se dispusieron a partir al lugar
de los acontecimientos, Arthur preguntaba por la radio acerca de lo sucedido la única
información que recibiera fue que, en la montaña ubicada al norte del pueblo encontraron
cuerpos inertes de varios boys scouts, ya que el lugar era propicio para acampar, no le
daban el número exacto de las víctimas, solamente se limitaron a decirle “mejor velo por ti
mismo”. Billy miraba a su compañero y por la expresión que tomo el rostro del viejo Arthur
y por la gran movilización de oficiales hacia el lugar, se daba cuenta que algo realmente
lamentable sucedía en ese momento.
Al llegar a la montaña tuvieron que bajar de la patrulla y movilizarse a pie hasta el
campamento por el mal estado que presentaba el terreno a causa de la lluvia que cayera
el día anterior. La escena que presenciaron hizo temblar el robusto rostro del viejo Arthur,
Billy tomo una palidez mortal que si no hubiera sido porque Arthur le indico que lo
acompañara, no se movilizaría de donde se encontraba.
Habían cinco cuerpos muy jóvenes, por su apariencia sus edades no superaban los
dieciocho años, estaban vestidos con los uniformes que caracterizan a los boys scouts, no
había rastro de sangre en ninguno de ellos, ni una herida que pudiera notarse a simple
vista, pero lo terrorífico de la escena no se debía a eso, era por la posición en que
estaban, porque en cinco arboles diferentes yacían colgados los jóvenes de los tobillos.
La inquietud y la angustia de los dos oficiales fue aun mayor, al acercarse a los cuerpos
para observarlos detenidamente y poder dar alguna idea que esclareciera sus muertes,
notaron con gran horror, que no tenían ojos, solo se observaban los agujeros vacíos de
sus cabezas.
Billy tuvo que sentarse a causa de la impresión, mientras su compañero conversaba con
otros oficiales. Le indicaron a Arthur que había dos muchachos más que se encontraban
esa noche en el campamento. Arthur se dirigió a ellos, pero no daban una declaración
clara de lo sucedido, solo atinaban a decir palabras como “lluvia”, “sombras”, “garras” ,
“monstruo”, y de vez en cuando sollozaban débilmente, con sus miradas en estado de
alerta hacia los alrededores, como temiendo la llegada de algo o alguien en medio de los
arbustos.
Unos instantes después uno de los oficiales indico haber encontrado unas huellas
marcadas en el barro, Arthur y otros más las siguieron alejándose unos cincuenta metros
de donde se encontraba el campamento, sorpresivamente las huellas desaparecían en
frente de un gran árbol, y lo extraño estaba en la forma de las huellas, eran largas casi el
doble de una huella normal.
Así pasaron varias horas buscando incesantemente algo que pudiera darles una
explicación lógica de los homicidios, pero no pudieron encontrar nada más. Arthur y Billy
se alejaron del lugar, Billy observaba a su compañero, que parecía encerrado en sus
pensamientos mirando hacia al frente sin parpadear, tratando de unir de alguna forma las
pocas pistas que encontraron, el viejo Arthur le indico que lo dejaría unas horas en la
estación mientras él iba a la pequeña biblioteca del pueblo, la idea no pareció gustarle a
Billy pero ante la mirada seria y decidida de su compañero no tuvo más remedio que
obedecer a sus palabras.
Billy se mantuvo en la estación hasta casi anochecer, trataba de alguna forma de
ayudar en el caso, pero no encontraba el hilo que pudiera unir todas las ideas. Ahora se
daba cuenta que ser policía no era una tarea fácil, el tener que vivir esas terribles
experiencias de ver cuerpos ya sin vida y aun mas presenciar atrocidades como las de la
mañana, pudieron haberlo hecho retroceder ante su decisión de ser oficial, pero en su
mente trataba de armarse de valor y no temer a ese tipo de circunstancias, se decía a si
mismo que con cada caso parecido que viviera, eso sería algo tan normal en su trabajo
que sus temores desaparecerían con el paso del tiempo, seguramente su compañero era
de esa forma, tan fría y sin ningún tipo de debilidades que sobresalieran en su persona, a
causa de todo lo que presenciara en su larga carrera policial.
Arthur apareció hasta el anochecer, llego al escritorio de Billy y puso sobre él unos
recortes de periódico. En ellos aparecían reportes de extrañas muertes que sucedían a lo
largo del tiempo en el pueblo, Billy no encontró relación alguna de esas muertes con las
de la mañana, pero al leer cada una de ellas se daba cuenta que todas tenían algo en
común, a las victimas les habían extraído sus ojos y todas se produjeron en el interior del
bosque. Lo primero que vino a la mente del joven oficial es que algún extraño animal
realizo esos crímenes, ¿pero qué clase de fiera tenía la capacidad de colgar a personas
por los tobillos?, no lo sabía en absoluto pero algo en su interior le dijo que el viejo Arthur
si percibía que era, mientras lo observaba cargando un rifle, se mostraba decidido acabar
con ese extraño ser, Billy tomo otro rifle ante la mirada de interrogante en su compañero y
le advirtió que no lo dejaría solo, lo acompañaría y acabarían juntos con aquella bestia.
Llegaron al bosque, se introdujeron en la oscuridad que les daba la bienvenida, con sus
linternas alumbrando el camino se dirigieron al lugar donde todavía se encontraban las
tiendas de campaña en pie, la duda en Billy volvió aparecer, se daba cuenta que no había
sido buena idea el ir al bosque a esas horas con un cielo nublado por completo y sin un
rayo de luna que pudiera alumbrarles el entorno, pero no dejaría a su compañero solo
ante esa amenaza. De vez en cuando se detenían como percibiendo ruidos en los
arbustos, la imaginación de Billy empezó a ver extrañas sombras que se movían
alrededor de ellos y apuntaba inútilmente con su rifle en medio de la oscuridad. Por su
parte Arthur mantenía sus nervios en calma y por más ruido o sombras que lo pudieran
estremecer se mantenía seguro consigo mismo.
Una leve brisa llego a donde se encontraban y con ello un pequeño rumor que parecía
más bien un quejido al frente de sus rostros, los dos alumbraron el lugar de donde
provenían pero no observaban nada, el ruido se hacía más fuerte conforme el tiempo
pasaba, esta vez Arthur apunto con su rifle seguido de su compañero, de pronto en medio
de los arbustos algo empezó a movilizarse sacudiendo levemente las hojas, Arthur sabía
que si disparaba el ruido haría que aquello se alejara, por esa razón le indico a su
compañero que no jalara el gatillo hasta que él lo hiciera, pero la sorpresa de ambos fue
aún mayor cuando empezaron a sacudirse otros arbustos detrás de ellos, de esa manera
los dos quedaron de espaldas listos para disparar ante lo que pudieran visualizar, el terror
fue mayor cuando una de las tiendas de campaña empezó a moverse como si alguien de
alguna forma estuviera adentro, los dos se daban cuenta de algo, no era uno solo los que
habían cometido aquellos crímenes, eran tres.
Arthur se dirigió a la tienda de campaña por el lado de atrás, sigilosamente paso por un
costado, a pesar de la oscuridad que imperaba no tenía temor alguno, al llegar a la
entrada sus ojos observaron una abominación de criatura, tenía dientes afilados, la
cabeza era grande pero alargada, todo su cuerpo era de una flaqueza asquerosa, con
grandes picos que recorrían toda su espalda, tenía grandes garras en sus manos ( oh si
se le pudiera llamar manos aquella deformidad), y sus pies eran tan alargados, que
parecía un conejo pero con garras afiladas, y estaba desprovisto de ojos, destrozaba los
objetos que se encontraban en la tienda, al parecer la luz de la linterna no lo ahuyentaba
ni lo incomodaba de alguna manera, Arthur disparo pero con un rápido movimiento
aquella bestia se abalanzó sobre él y las otras dos bestias se unieron al otro, Billy miraba
horrorizado tal escena, escuchaba los gritos agudos que producía su compañero, dejo los
nervios de lado y con gran valentía se dirigió a donde se encontraban, disparo con su rifle,
uno de las bestias se retorcía a causa del impacto de la bala, pero rápidamente otra se
encimo sobre Billy, su tamaño al estirarse era casi al de un hombre normal, Billy saco su
pistola que llevaba a un costado y disparo a aquella asquerosidad que expulsaba espuma
por la boca, pero ni con los disparos dejaron de atacar a Arthur, lo tomaron por los brazos
y rápidamente se lo llevaron en medio de la oscuridad, la última bestia se retiró no sin
antes tomar los ojos del viejo Arthur que se encontraban en el suelo, Billy quedo
conmocionado, no podía moverse solo escuchaba el lamento de su compañero que se
hacía menos audible, pero antes de que desparecieran por completo los gritos, pudo
escuchar con claridad que el lamento no provenía del suelo sino de los árboles.
Billy a como pudo llego a la comisaria, los demás compañeros elaboraron una intensa
búsqueda para encontrar el cuerpo de Arthur, pero no encontraron nada por ninguna
parte, lo declararon desaparecido y hasta la fecha no saben nada de su paradero, de esa
noche Billy no tiene ni el más mínimo recuerdo, pero sus pesadillas son intensas, cada
vez sintiendo sobre su pecho aquel demonio de aspecto infernal.
Nunca más volvieron a suceder esos terribles crímenes, por la sencilla razón que los
pobladores no se atreven a entrar ni de día ni de noche en el bosque y colocaron un
letrero en grande que dice “NO ENTRAR AL BOSQUE DE LOS DEMONIOS”.
FIN
EL AUTOBUS
Gabriel se disponía a tomar el autobús, ese singular medio de transporte que beneficia
a la mayor parte de la población mundial, sobre todo para aquellos que no tienen un
salario lo suficientemente bueno como para poseer un automóvil. Se le hacía tarde la
llegada al trabajo, por tal motivo lamentaba su condición, pero no le quedaba más
alternativa que conformarse por el momento, sin embargo, ¿en cuál mente podría
aferrarse la abrumadora idea que algo tan cotidiano en la vida de Gabriel, como subir a un
autobús, se convertiría en una de las más aterradoras de las escenas? Ahí sentado al
lado de la ventana, con sus pensamientos ocupados en sus labores, aquel desdichado
joven se prestaba a presenciar hechos tan oscuros y terribles del que no tenía la más
mínima noción que se hicieran realidad en carne propia.
Llego treinta minutos tarde a la oficina, se apresuró de manera que su jefe no se
percatara de su entrada e instantes después el estrés, por la cantidad inmanejable de
trabajo, surtía efecto en él, distinguiéndose por la amargura que reflejaba su semblante.
En la hora del almuerzo compartió algunos minutos con sus compañeros, conversaban
sobre temas sin relevancia para el joven Gabriel y de vez en cuando se involucraba al
escuchar el nombre de las mujeres más atractivas del edificio, no obstante con el pasar
de las palabras surgió un asunto de vital importancia para él. Uno de sus compañeros
mencionaba que la noche anterior sufrió un robo a mano armada encontrándose en el
autobús que lo dirigía a su hogar. Gabriel le formulo preguntas que revelaran el más
mínimo detalle del atraco, con lo cual sus compañeros se daban cuenta del temor que
poseía ante tal evento. Lo tranquilizaban diciéndole que mientras no opusiera resistencia
su vida estaría fuera de peligro.
Con el pasar del día la charla que tuviera en el almuerzo se esfumo por completo en la
mente de Gabriel, hasta llegada la hora que indicaba su retirada, obligándose a no dejar
pasar ni un minuto más dentro de la oficina, la razón se debía a que el trayecto hasta su
hogar era demasiado largo, máxime al tener que viajar en autobús, de los que salía uno
cada medio hora hasta su destino.
Al llegar a la estación topo con la suerte de encontrar casi vacío el autobús. En el
momento en que puso el primer pie sobre las gradas recordó lo del asalto, así que tomo
los lugares vacíos de los asientos que se encontraban en la parte más cercana al
conductor, quien no le agradó mucho a Gabriel por la forma prepotente en que cobro el
pasaje y trato de visualizar bien aquel gordo y calvo chofer para denunciarlo en cuanto
tuviera oportunidad.
En la carretera observaba con deseo aquellos autos lujosos que corrían a gran
velocidad, mientras sus oídos se relajaban con la música clásica que increíblemente
llevaba la radio del autobús y que poco a poco empezaba a dominarle un sueño muy
profundo que lo hacía cabecear en todas las direcciones, despertándole los golpes que se
diera en el vidrio de al lado.
Observaba como entraban y salían personas, algunas conocidas por él y otras de las
que no recordaba haberlas visto tomar anteriormente el autobús, sin embargo en una de
los altos del trayecto subieron dos hombres de aspecto algo extraño. Uno de ellos llevaba
puesto unos lentes mientras el otro observaba con sigilo cada uno de los pasajeros. Tal
hecho atemorizo a Gabriel quien se aferró a su a maletín angustiado en gran manera por
ser desposeído de sus pertenencias. Para su tranquilidad el chofer no los dejo subir y las
razones que tuviera para no hacerlo le eran desconocidas tanto a Gabriel como a los
demás acompañantes, por lo que tiempo después se despreocupo de todo y el sueño
desaparecido instantes atrás, volviera con más fuerza haciéndole sucumbir a tal grado de
perder la noción de los hechos que sucedieran a su alrededor.
El tiempo transcurrido le pareció haber sido una eternidad al joven Gabriel,
despertándose instantáneamente por la fuerte sacudida que sufrió el autobús al pasar por
un agujero, se froto los ojos como habiendo dormido toda una noche. Su mirada se dirigió
al fondo del autobús, para su desazón no observaba a nadie más acompañándole. La
hora marcada por su reloj indicaba que permaneció dormido aproximadamente una media
hora, pero su preocupación no se debía al tiempo. Visualizaba a través de la ventana el
lugar donde se encontraba con el fin de saber cuánto trayecto faltaba hasta su hogar.
Tuvo una fuerte impresión al confirmar que en ese momento los arboles a la orilla de la
carretera le eran desconocidos del todo, inmediatamente se dirigió al chofer solicitándole
que le indicara donde se encontraba en ese momento, la respuesta de aquel pesado
hombre fue una sonrisa burlona casi audible.
Muy molesto Gabriel le exigía que se detuviera, no importando la noche oscura que era
iluminada con una luna llena en todo su esplendor, sin pensar en los peligros que le
traería estar solo en un lugar desconocido. Su rostro mostro una palidez al ver el
movimiento de cabeza del chofer, que significaba negación ante tal pedido y por más
incesantes que parecieran los insultos pronunciados por él, el conductor no se dignaba a
darle ninguna señal de atención. Trato de llamar por teléfono para solicitar ayuda, para su
desgracia la señal era débil casi nula sin que la persona del otro lado del teléfono,
entendiera sus suplicantes palabras.
Después de varios minutos intentando comunicarse, dos motocicletas aparecieron al
lado del autobús y al posicionarse enfrente, la velocidad empezó a disminuir lentamente.
Al ver la escena el joven se paralizo por un instante, acreciendo el temor que invadía cada
parte de su cuerpo. Al detenerse el autobús por completo, tomo su maletín y rápidamente
se dirigió a la parte de atrás, intentando sin resultado alguno romper las ventanas a
patadas. El conductor abrió la puerta delantera, por ella entraban dos figuras que al
contacto con la luz eran reconocidas por Gabriel, ahí estaban las dos personas que
kilómetros atrás el chofer les impidió el paso o así pretendió que pareciera. Con unas
sonrisas malignas dibujadas en sus rostros tomaron con violencia al desesperado joven,
llevando consigo una extraña maleta junto con una hielera en sus manos.
Al sentarlo, Gabriel imaginaba con angustia que lo despojarían de todas sus
pertenencias por lo que no intento realizar ningún esfuerzo como defensa, para su
sorpresa, el que llevaba los lentes comenzó a examinar su rostro de manera sigilosa
tocando su pecho y abdomen como lo haría un doctor buscando algún punto de dolor.
Abrió la maleta que llevaba, sacando un extraño bulto enrollado y al desplegarlo en uno
de los asientos, se escucharon por todos los rincones los gritos desesperados del joven,
quien veía con tremendo terror el contenido de ello. Ahí se encontraban todas las
herramientas que son necesarias ante una intervención quirúrgica. Ante terroríficos
instrumentos Gabriel intento luchar con todas sus fuerzas pero sus esfuerzos eran inútiles
teniendo como contrincante a tres personas a la vez.
No tenía una idea clara que sucedería con él, pero reconocía que salir con vida no era
una esperanza esa noche. Sin embargo tuvo una oportunidad para huir de ahí, mientras el
de lentes se ocupaba en preparar unas inyecciones amarillentas, el otro acompañante le
pidió al chofer abrir la puerta, al parecer para realizar una necesidad fisiológica, cuando el
raptor estuvo fuera del autobús Gabriel se abalanzó con rapidez a la salida, corriendo sin
rumbo fijo en medio de la carretera y al momento de sentirse acechado más cerca, se
internó en los espesos árboles que se alzaban como una gran muralla a la luz de la luna.
El lugar donde se encontraba ahora le parecía aún más estremecedor, con las hojas
secas caídas unido a los rayos de la luna que se impregnaban en las copas de los arboles
formando pequeñas líneas luminosas a su alrededor. Corría con desesperación sobre
aquella pendiente que lo hacía caerse de vez en cuando y observando a lo lejos las luces
del autobús que permanecía en el mismo lugar. ¿Que querrían hacer con él? Se
preguntaba en sus adentros, deseando mil veces que le quitaran sus objetos personales
antes que cualquier otra acción.
Se detuvo a descansar sobre un grueso árbol apoyándose en el extremadamente
agotado. Buscaba en medio de la noche las dos figuras que lo buscaban descontrolados
mientras una pizca de tranquilidad lo relajaba poco a poco. Intento hacer de nuevo la
llamada, pero ante desesperada huida olvido por completo el teléfono en el autobús.
Camino con mucho cuidado intentando hacer el mínimo ruido que pudiera ser el causante
de su ubicación. Unas extrañas luces en movimiento se mostraban a su alrededor, se
ocultó en uno de los arboles visualizando a los dos hombres que llevaban unas linternas y
que extrañamente se reunían a cada instante, dejándose ver sus rostros por una extraña
pantalla luminosa que llevaban en sus manos. Después de unos instantes en completo
silencio y con el pasar del viento revoloteando las hojas que se encontraban en el suelo
los hombres desaparecieron en medio de la oscuridad a medio iluminar.
Para Gabriel aquello fue un gran alivio por lo que se tomó el tiempo para sentarse y
tomar nuevas fuerzas, sobre todo por una razón en especial, su tobillo derecho se
encontraba lastimado en gran manera, lo que le pareció extraño porque era la única parte
del cuerpo que se encontraba en tal condición. Levanto el ruedo del pantalón y cuando
hubo hecho eso su corazón se detuvo de un solo golpe haciéndole nublar la vista.
Recordó la extraña pantalla que llevaban aquellas personas y un sentimiento de
desesperanza total lo invadió por completo. Su cuerpo temblaba alocadamente
haciéndole sudar en extremo comprendiendo que ante lo que presenciaban sus ojos no
escaparía de ninguna forma de ese lugar. En el tobillo se encontraba una extraña faja que
lo oprimía junto con una extraña luz roja que parpadeaba lentamente
Mientras se mantenía hipnotizado ante aquella luz, las dos figuras llegaron donde se
encontraba diciéndole frases que le helaban la sangre dejándolo sin movimiento alguno.
Amarraron sus muñecas a una cuerda y procedieron a arrastrarlo hasta el autobús, su
estado de frustración llego a tal extremo que al pasar por las raíces de los arboles
golpeándole fuertemente la espalda y la cabeza, no mostraba ningún signo de dolor,
simplemente se resignaba al destino que le esperaba por más cruel que pareciera.
Dos días transcurrieron antes que alguna persona interpusiera la denuncia de su
desaparición. La búsqueda tuvo sus frutos para nada agradables, lo encontraron a unos
cinco kilómetros de su residencia en un estado realmente aterrador su rostro se mantenía
en buen estado aun por la putrefacción que presenciaba sin embargo en la parte de su
pecho y su abdomen los órganos que una vez estuvieran ahí, increíblemente habían sido
retirados de alguna forma dejándose ver solamente unos hilos que servían para unir su
cuerpo abierto por alguna herramienta especializada para tales acciones.
En el otro extremo de la ciudad una rubia muy hermosa se sube al autobús,
conversando alegremente con su mejor amiga. Al sentarse al autobús hacen comentarios
negativos por el mal servicio al cliente del que habían sido objeto. Toman su teléfono y
llaman a la empresa encargada, les piden que describan al chofer para tomar las medidas
necesarias, y la única referencia que pronunciaban era de un conductor gordo y calvo
quien las observaba con una sonrisa maligna a través de su retrovisor.
FIN
EL HOMBRE CON SOMBRERO
La noche se encontraba en su apogeo, el ambiente apacible, excepto por el ruido que
generaba el pasar de los vehículos. Daba un entorno perfecto para conciliar el sueño,
después de haber tenido un día muy convulso; pero a pesar de ello Dennis no cerraba sus
ojos, los mantenía muy abiertos observando el cielo raso de su cuarto. Desde hacía unas
horas atrás, trataba de buscar una posición que le permitiera dormir, sus intentos eran en
vano, solo lograba dar vueltas por toda la cama. La razón de su insomnio era el efecto de
una interrogante en su mente, del que no poseía una respuesta. Hace una semana su
mejor amigo se comportaba de una manera muy extraña, su forma de ser cambio por
completo, no solo él lo notaba, todos sus compañeros de la universidad se daban cuenta
que algo andaba mal en la vida de su amigo Frank o al parecer alguna enfermedad lo
demacraba en tan poco tiempo.
Frank y el eran muy unidos, aunque no tenían un lazo de sangre, se consideraban
hermanos. Juntos vivían toda clase de situaciones, se apoyaban el uno al otro y la
confianza era excepcional en ambos, pero desde el día en que Frank empezó a mostrar
cambios en su estado físico y emocional, no dirigía palabra alguna, solo en algunas
ocasiones que Dennis le recriminaba fuertemente que diera una explicación a su
comportamiento, el respondía de una manera tranquila que no pasaba nada malo, el
estrés por terminar sus estudios y algunos problemas familiares lo agobiaban un poco,
pero en esa mirada perdida que mostraba cada vez que Dennis trataba de conversar con
él, reflejaba que no eran esas las causas, por el contrario sabía que Frank ocultaba algo
más, pero por algún motivo no las revelaba a quien consideraba su mejor amigo. Por esa
razón hoy descubriría el problema a como pudiere.
Después de clases le pidió a Frank que lo acompañara a una de las bancas ubicadas en
la universidad, un pequeño lapso de tiempo transcurrió mientras permanecían sentados
en silencio, Dennis empezó a recordarle vivencias que compartieron en el pasado y
trataba inútilmente de hacerlo sonreír, Frank mantenía su mirada en el suelo, sin expresar
ningún estímulo a las palabras de él, continuo hablando por largos minutos, pero sus
esfuerzos por hacerlo reaccionar fueron en vano, por esa razón le indico a Frank que se
hacía tarde y debían irse, en el momento en que Dennis se levantó, una frase salió de los
labios de su amigo, que lo dejo sin reacción por un segundo, “tengo miedo” expresó,
cuando Dennis volvió en si le pregunto a qué le temía, Frank levanto su cabeza y poso
una mirada sombría en la de su amigo y dijo “él está aquí ”, inútiles fueron las
desesperadas preguntas de Dennis por conseguir más información, volvió su mirada al
piso y no menciono nada más.
¿A que le teme? Se preguntaba esa noche acostado, ¿qué temor podría afectar a una
persona, hasta llevar a esa extrema condición que evidenciaba su amigo de toda la vida?
Buscaba en sus recuerdos
algún momento que pudiera ser la causa de ese miedo
irracional, vagamente pudo visualizar uno de ellos que lo atemorizo por un instante, pero
tantos años habían pasado ya, que no era posible que las consecuencias sucedieran
hasta este momento de su vida, además en ese tiempo solo eran juegos de chicos o así,
pensaba él, no le dio más interés de lo debido y se conforto sabiendo que mañana seria la
gran fiesta anual de la universidad y era el tiempo y el lugar perfecto para que su amigo
olvidara sus temores, al menos por una noche, “ nada como una gran fiesta para olvidar
cualquier problema “ dijo en sus adentros.
Al día siguiente llego a la universidad, que se encontraba con más movimiento de
personas que de lo normal. Todos estaban pendientes de la fiesta y de lo que conlleva
una de tal magnitud. Escuchaba risas a su alrededor mientras saludaba a sus
compañeros. Rostros felices y de buen ánimo se observaba en todos los rincones del
campus, pero de todas ellas sobresalía una cara pali deja, con gruesas ojeras causadas
por el no dormir y un cuerpo con una delgadez que daba una sensación de repugnancia y
de lastima a la vez, era Frank que parecía de buen ánimo esta vez. Dennis se dirigió a él
y su alegría fue inmensa al ver a su amigo conversando y con una sonrisa en el rostro, no
encontraba explicación a esa expresión que denotaba pero poco le importaba, después
de días separado de todos, escondido en algún rincón de la universidad sin recibir una
llamada o un mensaje de él durante esa semana, le parecía un milagro ese momento.
Después de conversar largo tiempo con él pensó en aprovechar la oportunidad para
averiguar que le había sucedido pero Frank no quiso referirse al tema y le pidió que no
hablaran más de eso.
Después de clases Dennis se dirigió a su casa, tenía que prepararse para el gran
evento, se alegraba que Frank se encontrara mejor aun cuando su estado físico mostraba
las consecuencias de lo vivido, sin embargo en su interior todavía quedaba esa duda que
lo incomodaba o por alguna extraña razón lo atemorizaba.
El lugar era muy amplio, a pesar de ello se dificultaba el acceso a todos los estudiantes.
Luces de todo tipo de colores se mostraban por el salón, mientras sus ocupantes
disfrutaban a su manera y con todos los excesos que se pudieran observar en cada
rincón.
Dennis y Frank conversaban con otros compañeros y de vez en cuando decían toda
clase de palabras nefastas a las mujeres que más se les observara alguna parte del
cuerpo y de las que ellas aceptaban con una sonrisa, observando con deseo a Dennis, lo
cual sería muy normal, ya que el tenía un buen estado físico y sus rasgos lo hacían muy
atractivo. Frank tomaba como desesperado y sus carcajadas hacían creer que se
encontraba mejor, pero Dennis percibía que de vez en cuando su amigo se incomodaba
por alguna razón permaneciendo en silencio mientras observaba a su alrededor buscando
algo en medio de la multitud.
La noche se encontraba muy avanzada, Dennis se alejó de su amigo para relacionarse
con otras personas, en especial con mujeres. Mientras conversaba con una de tantas que
se encontraban en el sitio, pudo observar a una persona que vestía ropas no muy
adecuadas a la fiesta, mucho menos a su época. Miro con mucha atención y se dio
cuenta que se trataba de un hombre que llevaba puesto un sombrero negro no muy
ancho, por el ángulo en que se encontraba no pudo observar su rostro y no logro
identificarlo, lo que si le llamo poderosamente la atención era la persona que se
encontraba a su lado, era una mujer rubia muy hermosa con un vestido rojo que llamaba
la atención a todo el que pasara cerca, de lo cual muchos se atrevían a decirle palabras
obscenas producto del licor que se tomaran y cuando observaban al hombre se burlaban
de él, de manera muy ofensiva, el hombre solo atinaba alzar su cabeza y los rostros de
los muchachos cambiaban de expresión, habrían totalmente sus ojos como viendo algo
que les causara terror.
Dennis no despego sus ojos de esa mujer, le parecía muy hermosa como para estar con
alguien tan desagradable, por lo que podía visualizar ella se sentía incomoda, ya que
cada vez que el hombre intentaba tomarla del brazo o acercarse más, ella se apartaba.
Pasó por la mente de Dennis ir en su auxilio pero se retuvo un tiempo más. Unos
instantes más y la misma escena se repetía donde ella trataba de alejarse del hombre, al
cabo de un rato él se levantó de su asiento y dijo unas cosas al oído de la mujer mientras
su rostro se llenaba de un temor desconocido, cuando hubo hecho eso se alejó del lugar.
Esa era la oportunidad que Dennis esperaba, rápidamente llego a donde se encontraba,
ofreciéndole una bebida.
Empezaron a conversar de cualquier cosa que viniera a la mente de Dennis. La voz que
saliera de los labios de ella era muy dulce y delicada, él se sentía como hipnotizado con
aquella melodía que llegaba a sus oídos y mientras ella hablaba miles de pensamientos
lujuriosos pasaban por la cabeza del apuesto joven. Le pregunto por el hombre que
estuvo a la par suya, ella contesto que no lo conocía en absoluto, cuando ella se sentó el
llego de improviso y empezó a sentirse acosada y temía que le pudiera hacer daño.
Dennis muy cortésmente le dijo que no se preocupara ya que él la cuidaría, a lo que ella
respondió con una sonrisa y con una mirada del que Dennis conocía muy bien el
significado.
Charlaron durante un largo tiempo, tomando y bailando de vez en cuando, el se sentía
como en un sueño del que no quería despertar. Cuando ya la madrugada estaba en su
etapa final, ella le indicó que debía retirarse, sin pensarlo el ofreció llevarla hasta su casa.
Busco a Frank por todos lados para decirle que se marchaba pero no lo encontró por
ningún lado, los que estuvieran con él no daban una señal de donde se encontraba,
Dennis pensó que estaría en alguna parte del amplio salón disfrutando por lo que no se
preocupó, más aun cuando tenía la oportunidad de irse con una hermosa mujer.
La noche se encontraba con nubes por todo el cielo, con las luces que desplegaban los
relámpagos a lo lejos. Cuando se encontraban en el auto y Dennis se prestaba a
encenderlo pudo ver el rostro de su acompañante con un temor en sus ojos, señalando
hacia la entrada del salón. Ahí de pie se formaba la figura del extraño hombre, Dennis no
se contuvo y decidió ir a confrontarlo pero fue detenido por las cálidas manos de la joven
quien le suplico que sería mejor retirarse para evitar algún inconveniente, el accedió y se
retiraron rápidamente del lugar.
En el trayecto las risas y los besos eran sus más fieles acompañantes, tomaron por una
calle solitaria que los conducía no muy lejos de la ciudad. Después de varios minutos
visualizaron la casa, con sus grandes ventanales iluminados. Era de dos pisos con un
estilo colonial, pero se conservaba de muy buena forma, tenía un amplio corredor en la
entrada, resguardada con un gran cerco a su alrededor. Ella lo invito a entrar ya que se
encontraba sola porque sus padres llegarían hasta dos días después y los empleados se
encontraban dormidos. Ya adentro contemplo maravillado sus alrededores, ya que por
todo la casa habían objetos muy antiguos y muebles que databan de muchos años atrás.
La joven le explico que sus padres eran amantes de la época de antaño y no le quedaba
más opción que aceptar ese estilo de vida. Lo condujo por las escaleras hasta llegar a un
amplio cuarto con las mismas características de la sala. Después de unos besos y
abrazos cerraron la puerta y esta demás explicar lo que sucedió ahí dentro.
Cuando Dennis abrió sus ojos se dio cuenta que faltaba poco para que los rayos del sol
se asomaran por la ventana, pero la tormenta se podía observar aun a lo lejos, en la parte
más montañosa. Miraba con mucha satisfacción a esa hermosa mujer que yacía acostada
a la par suya y le parecía increíble todo lo que estaba viviendo. No se había percatado
que la puerta de la recamara se encontraba abierta y con el viento que soplaba con fuerza
daba golpes muy estrepitosos al cerrarse, le pareció muy extraño ese hecho ya que la
puerta estaba asegurada con llave, sin darle mucha importancia al hecho se levantó a
cerrarla, se percató que en el pasillo que recorría la parte de enfrente del cuarto no se
encontrara nadie. Asomo su cabeza por la puerta y no pudo observar nada por ambos
lados, por la oscuridad que imperaba en ese momento.
Una sensación de sentirse observado paso por su mente al cerrar la puerta, presentía
de alguna forma que alguien acechaba desde algún punto de la recamara, se quedó
inmóvil por un momento mientras un extraño escalofrió empezaba a subir desde sus
tobillos hasta recorrer su espalda llegando a lo más alto de su cabeza. Lentamente giro su
cabeza donde se encontraba la cama pero solo avistaba a la joven durmiendo
plácidamente. Con el mismo sigilo se dio vuelta para observar todo el lugar buscando algo
en medio de la oscuridad, los pequeños destellos de luz de los relámpagos le daban una
fotografía del cuarto por fracciones de segundo. Cuando sus ojos posaron sobre una
esquina, esas luces le dieron un panorama del que no quería darse cuenta, en ese rincón
se encontraba sentado una extraña forma, permaneció sin reacción mientras esperaba
otro segundo de luz que le permitiera visualizar con mayor amplitud, sus piernas
empezaron a temblar sin darle respuesta a ningún estímulo. Sus temores llegaron a lo
más alto cuando el cuarto se ilumino y pudo observar con claridad lo que había ahí. Con
las manos apoyadas sobre el reposabrazos de la silla y con sus piernas cruzadas se
encontraba el extraño hombre del salón con su particular sombrero.
No sabía cómo reaccionar ante la presencia de ese ser. Se le ocurrió encender las luces
de la habitación para confrontarlo, pero su desgracia seria mayor al darse cuenta que las
lámparas no encendían. Una voz muy grave junto con un olor nauseabundo se dejó
escuchar en la oscuridad diciendo “ya es hora “. Dennis intento abrir la puerta pero se
mantenía cerrada sin saber el porqué, desesperadamente la golpeaba pero sin conseguir
resultado. Se dirigió donde se encontraba la cama la joven mujer seguía dormida sin
reaccionar a los gritos que Dennis producía. Un rayo de luz dejo ver otra razón para
aterrarlo al extremo de inmovilizarlo, cuando el hombre se puso de pie la mano derecha
tomo algo que se encontraba en el suelo, por la forma Dennis intuyo que aquel objeto era
circular.
Las fuerzas se habían alejado de él, por más que quisiera correr de alguna extraña
forma sus pies se mantenían clavados sobre el piso viendo como el hombre se acercaba
cada vez más. Al estar casi en frente, levanto su mano derecha dejando ver lo que
llevaba, en esos dedos arrugados que se le observaban, colgaba la cabeza pali deja de
su amigo Frank. Aquel momento fue demasiado para Dennis, retrocedió debilitado por la
sensación que produjera la escena, se apoyaba sobre un pequeño mueble ubicado a un
costado de la cama. Los pasos del hombre eran pesados mientras se acercaba más,
crujía el piso de madera a causa del peso que el hombre poseía. Al tenerlo a un paso de
distancia pudo observar su rostro, sus ojos presentaban un color rojizo, con una nariz
arqueada, grande y muy ancha. En su boca se observaba dientes amarillentos del que
salía un olor pestilente. Las manos frías y arrugadas presionaban el cuello de Dennis, una
palabra salió de esa podrida boca. Inmediatamente los recuerdos en Dennis aparecieron y
se ubicó en el momento cuando se encontraba con su amigo Frank jugando con ese
maldito objeto. “Guija” dijo en un pequeño susurro, con una sonrisa malvada a los oídos
de Dennis. Lo apoyo sobre su hombro y salió de la recamara.
Silbando bajaba las gradas, mientras en su hombro se encontraba Dennis sin ninguna
reacción, las fuerzas habían desaparecido por completo a causa del pánico que lo
invadía, cuando intentaba moverse una risa se escuchaba por toda la casa rebotando en
cada rincón, junto con una voz que le decía que sería mejor no oponer resistencia. Al salir
de la casa Dennis observo unas manos huesudas que sobresalían del suelo con unos
lamentos que subían de lo más profundo de la tierra. El hombre lo recostó sobre el poco
pasto que cubría el lugar, las manos se apoyaron sobre el cuerpo de Dennis quienes lo
sujetaban con fuerza, inútiles fueron los desesperados gritos del desdichado joven poco a
poco miraba como su cuerpo era absorbido lentamente hacia lo profundo hasta
desparecer sobre el suelo inexplicablemente.
Los últimos gritos de Dennis despertaron a la bella mujer, se mostraba confundida, y se
cobijó lo más que pudo sin salir de la cama. Unos pasos se escuchaban en la sala
subiendo las escaleras, al llegar a la puerta observo al hombre con el sombrero de pie
junto a la entrada, con paso vacilante se acercó a la cama sentándose al lado de la joven.
Sin embargo en su rostro no se reflejaba el más mínimo miedo que podría producir el
enigmático ser, por el contrario una suave sonrisa empezó a mostrarse en sus delicados
labios y con un gesto muy delicado acaricio su rostro, después de un beso que le diera,
una frase salió de su boca provocando la alegría del extraño hombre,” vamos por el
próximo”.
FIN
28
El cielo teñido de un rojo carmesí a causa de los últimos rayos de sol, anunciaban la
caída de aquella tarde invernal. Cúmulos de nubes presagiaban una ligera llovizna en la
noche venidera, mientras yo me encontraba de pie junto al rotulo de una parada de
autobús. Hace una semana llegue a este lugar con muchos deseos de experimentar
nuevas vivencias a causa de mi apasionante labor como maestro de arqueología, sin
embargo no contaba con presenciar esas terribles imágenes que todavía rebotan de lado
a lado en mi aterrada mente, más aun, el estar en frente de ese edificio que suponía ser el
lugar de descanso en mi estancia, pero que al final se convertiría en el poseedor de mis
más terribles pesadillas que me agobian al dormir. Tratare d explicar con el más mínimo
detalle todo lo sucedido, de los que mis recuerdos aun nublados por el pavor me permitan
relatar.
Llevo diez años dedicando tiempo completo a mi trabajo, desde que viera impregnado
en aquel pedazo de cartón mi nombre Harry Montgomery, que me acreditaba como
arqueólogo titulado. Ante fascinante apellido llevo el sobrenombre de “el general “, de lo
cual no me causa la más mínima molestia, ya que una de mis otras aficiones es todo lo
relacionado con las guerras. La ventaja, por decirlo de alguna forma de mi profesión, es el
poder conocer diferentes lugares tan fascinantes como enigmáticos. Hasta hace poco
comencé a impartir lecciones en aquellas universidades que solicitaban mis servicios, por
tal razón termine pisando el suelo de este lugar.
Llegue un domingo en un estado de oscuridad ya avanzada, bajo una fuerte lluvia que
maldije a cada momento por los grandes salpicones de barro que producían en mis
pantalones. Al bajarme del autobús corrí a toda prisa a la gran puerta iluminada que me
advertía el lugar donde posar los próximos meses, no me percate en ningún momento de
la fachada del edificio y era lo menos importante en tales circunstancias. En la entrada me
recibió un señor muy cortes de bigote largo y delgado quien me entregaría las llaves de
mí apartamento al cerciorarse en la documentación mi nombre como el nuevo inquilino del
inmueble.
Las escaleras del edificio estaban un poco derruidas junto a las paredes que
presentaban un color café muy intenso, con grandes espacios donde la pintura que una
vez poseía, despareció a causa de las manos que la lijaran, ante esa observación deduje
rápidamente que el edificio se encontraba en una etapa de reparación, me moleste un
poco pensando en las condiciones en las que se encontraría mi pequeño apartamento,
para mi sorpresa al llegar al piso donde se observaban todas las puertas enumeradas,
comprobé que estaban en muy buen estado, con todos los acabados que desproveía el
primer piso. Busque el número que indicaba mi aposento, hasta que en una de las puertas
pude ver en placas dorados el numero veintiocho.
No recuerdo cuanto avanzo el reloj desde mi entrada, ya que me desubique en el
espacio y en el tiempo tratando de ordenar todos mis objetos personales lo más pronto
posible para conciliar el sueño, quien dominaba cada esfuerzo de mi delgado físico. Un
rato después un fuerte golpe en la puerta me hizo volver en si
con un sobresalto,
agravado por la tranquilidad que reinaba en el ambiente.
Al abrir observe una pequeña figura femenina, con una pequeña joroba que se ocultaba
en aquel largo y canoso cabello, se presentó ante mí como la señora Mary Bathory quien
vivía en el apartamento vecino al mío y con una gran muestra de amabilidad me indico
que se encontraba anuente a cualquier cosa que pudiera necesitar, agradecí de igual
forma su enorme disposición y antes de despedirse me entrego unos alimentos que
estaban envueltos en papel aluminio, yo ya había cenado antes de llegar, pero ante gran
muestra de generosidad no rehusé tal ofrecimiento y con una gran sonrisa me deseo
buenas noches.
Al cerrar la puerta mis sentidos se excitaron porque del plato se desprendía un olor muy
agradable lo que produjo sentir apetito una vez más y en menos de quince minutos solo
se encontraban sobras en aquel objeto de porcelana. Al cabo de una hora no pude más y
vencido por el cansancio me tumbe en la cama y sin ningún esfuerzo ya me encontraba
en el sueño más profundo, pero antes de dormir por completo, mis oídos captaron unos
leves golpes que provenían de la pared al lado de mi cama, sin embargo tal era mi grado
de inconsciencia que no le tome importancia alguna.
Al día siguiente me levante de buen ánimo. Llegue a la universidad muy temprano y
tuve un día muy normal con todos los apuros que se pueden presentar al inicio de clases.
En la noche ya me encontraba en mi apartamento, estudiando algunos libros interesantes
acerca de antigüedades sin descubrir y que con el transcurrir del tiempo se convierten en
leyendas. De nuevo el llamado a mi puerta se hizo audible, era la amable anciana con un
plato de comida, me sentí avergonzado y amablemente le dije que no debería molestarse
en tales modestias, pero ante la sonrisa amable decidí no volver a reprocharle ningún
obsequio de su parte.
Descubrí que vivía sola hace ya varios años, su esposo murió a causa de un terrible
cáncer. Tenía una hija muy joven, de lo que pude conocer muy poco, solamente se dignó
a mencionar que murió a causa de la misma enfermedad de su padre. Antes terribles
declaraciones me conmoví y le indique también que podía contar conmigo en lo que
pudiera. En todo el tiempo que estuvimos conversando no dejaba de observar
incesantemente su reloj y con una despedida fugaz se retiró rápidamente a pesar de que
la noche estaba muy avanzada.
Eran las once de la noche, al dirigirme a la cama escuche unos golpes muy fuertes que
formaban ecos en mi apartamento, pude notar que se producían en la pared al lado de mi
lecho y que compartiera con mi anciana vecina. Lo primero que me vino a la mente es que
tal vez deberían estar reparando esa pared del otro lado, no obstante la hora que
marcaba el reloj hacía imposible tal sugerencia y era muy difícil pensar que mi vecina
pudiera dar tremendos golpes, aunado al hecho que no me percate de su llegada en
ningún momento.
Me acosté tratando de dormir pero los fuertes golpes lo hacían una tarea difícil y al
cabo de varios minutos después los extraños ruidos se convirtieron en un arañar en las
paredes lo que me produjo un tremendo escalofrió, en lo que intente inútilmente cubrir mis
oídos con una almohada. Eran tan persistentes los arañazos que me acostumbre al poco
tiempo, pero mi paciencia se acababa a cada instante, por tal razón golpee fuertemente la
pared tratando de hacerles notar que deseaba dormir, empero mi sorpresa fue aún mayor
cuando los arañazos se hicieron más persistentes y audibles. Desesperado me levante de
la cama a constatar lo que sucedía del otro lado, cuando logre escuchar la llegada de mi
vecina y los extraños ruidos desaparecieron por completo.
Al día siguiente me sentí conmocionado por la noche anterior, después de la
universidad me dirigí a mi apartamento esperando la llegado de mi anciana vecina, quien
llego con el mismo ofrecimiento de los días anteriores. Aproveche la oportunidad para
mencionarle lo sucedido a lo que ella respondió que le parecía muy extraño porque en su
apartamento no habita nadie más que ella hace ya bastante tiempo. No le tome más
importancia al asunto y con las misma rapidez anteriormente se dirigió escaleras abajo
encontrándome solo un vez más en el segundo piso. Y como es de esperarse los sonidos
se hicieron presentes una vez más, haciéndome desesperar al máximo, ofendiendo de
alguna forma el hacedor de tales ruidos. Por lo que baje al primer piso a expresarle mi
molestia al portero, para mi desgracia recibí la misma respuesta de mi vecina y por tal
razón no podía hacer nada al respecto. Maldigo el momento en el que por mi mente
sobrevino el pensamiento de averiguar tales acontecimientos, preferiría haber cambiado
de edificio antes de encontrarme con aquella escena que me causa repulsión y terror al
recordarlo.
Planee la forma de entrar al apartamento vecino de alguna forma y tener conocimiento de
esos extraños ruidos, no sé porque, pero en mi interior brotaba una sospecha atroz, un
presentimiento daba vueltas alrededor de mi cabeza, algo se ocultaba detrás de esas
paredes y al parecer nadie tenía conocimiento de ello, pero mi alma luchaba contra el
pensamiento de creer que una mujer de edad ya avanzada pudiera ser partícipe de actos
reprochables, y más aún al comportarse de manera humilde y servicial ante mi persona,
sin embargo la curiosidad me presentaba imágenes a mi mente tan difíciles de creerlas
que no tuve más remedio que recurrir en busca de la verdad, por más absurda que
pareciera.
Como los días anteriores llego a la hora justa ofreciéndome la cena, se marchó
rápidamente no sin antes preguntarme si por las noches seguía escuchando los molestos
ruidos, a lo que yo respondí negativamente, en su rostro se formó una expresión de
satisfacción y alivio al saberlo. Espere unos instantes para que tomara una distancia de
tiempo razonable y verificar así su salida. Tome un cuchillo que me serviría en abrir la
cerradura, ya que de joven aprendí tan desagradables habilidades. El sonido de las
paredes era el campanazo que me invitaría a entrar en ese apartamento, así que aguarde
sentado en mi cama, agudizando mi oído de tal manera que escuchaba el chillido de
apestosas ratas que recorrían el pasillo.
Al parecer los golpes no se escucharían esa noche, ya que pasaron más de dos horas
sin recibir nada en mis oídos, me encontraba acostado dejando la estúpida idea de entrar
como ladrón, oprimiendo mis sentidos de paranoia que me dominaban, pero escuche una
vez más el causante de mis delirios y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba abriendo
la puerta del apartamento de mi vecina.
Ya adentro los sonidos cesaron. Un olor nauseabundo sobrevino a mi olfato
acompañado de un frio del que no encontraba su origen, todo se encontraba en perfecto
orden y bien iluminado, con una pasividad realmente atemorizante. Trate de no perder
tiempo y me traslade sigilosamente al lugar donde mi cuarto se unía al de mi vecina, pero
se encontraba obstruida por una puerta que me indicaba una recamara. Forcejee el llavín
quitándole el seguro, mi corazón latía a una velocidad exagerada por lo que mi adrenalina
comenzó a trabajar, no sabía en realidad que quería encontrar o que esperaba visualizar
pero nunca imagine que mis ojos toparan con semejante ser. Al abrir la puerta tope con
una oscuridad por completo, trate inútilmente de mover mis manos sobre la pared en
medio de la sombria habitación buscando el encendido de alguna lámpara, del que no
encontré ninguna. De lo más profundo de mi ser salió un grito que se opaco al llegar a mi
garganta produciendo un “hay alguien aquí” muy flojo y tambaleante. En ese instante algo
se movió en medio de la oscuridad por lo que retrocedí rápidamente y como un viento
tempestuoso cerré la puerta con el seguro.
De aquí en adelante empiezan mis verdaderos horrores. Al cerrar la puerta sentí la
presencia de alguien por lo que voltee mi cabeza hacia atrás y ahí de pie se encontraba la
figura de mi anciana vecina. Llevaba en sus manos una bolsa transparente que contenía
un líquido rojo con extrañas formas en el interior. No sabía que decir ni que hacer, si
intentaba correr seguramente llamaría a la policía y me declararían ladrón infraganti. Pero
todos mis sistemas del cuerpo humano dieron un vuelco al escuchar una suave sonrisa
junto con su voz diciéndome que en esa bolsa llevaba mi cena para el día siguiente. Se
apodero de mi un escalofrió que me hizo sudar de manera abundante, tenia la intuición de
saber cuál era el contenido por lo que me abalancé sobre la puerta intentando abrirla
desesperadamente, sin embargo mis nervios me traicionaban al no poder abrir la puerta
con mi cuchillo.
Mientras seguía intentando, la maldita vieja se dirigió a la puerta de la recamara
abriéndola al instante. Mis terrores aumentaban al ver que llamaba algo de ahí adentro
con unos ademanes y con voz muy suave, en el marco de la puerta se dejo ver un enjuto
y apestoso ser, mi respuesta ante tal visión fue dejar escapar un agudo grito solicitando
ayuda. Sin que la puerta cediera ante mis inútiles esfuerzos observaba con pavor como
caminaba aquella cosa abominable hacia mi, tambaleándose de un lado a otro llevando
un extraño peluche en su mano, cuando se encontraba a unos pasos enfrente pude
observar su rostro y su piel que se encontraban en una terrible condición, con pedazos de
piel guindando en todo su cuerpo, con una cabellera escasa y con un olor que de no
haber sido por la excitación del momento me hubiera hecho vomitar. La puerta se abrió
con el último esfuerzo y en el pasillo se escuchaban mis acelerados pasos junto con los
aterrorizados gritos que produjera. Al llegar al portero me encontraba muy acelerado por
lo que mi voz no salía con naturalidad y cuando me encontré fuera del edificio, mi cuerpo
cayo desmayado en medio de la acera.
¿Qué era aquello encerrado en esa habitación? ¿Por qué se observaba en esa
condición? Nunca lo supe pero mis sospechas habitan en mi interior. Al despertar me
encontré acostado en mi dormitorio. Ojala y la noche anterior hubiera sido solo una
terrible pesadilla, pero con el portero sentado al lado de mi cama y con la desagradable
anciana tomándome del brazo con una sonrisa, me hicieron caer en la terrorífica realidad.
Me levante atemorizado quitando mi brazo groseramente de las de mi vecina. El portero
trataba inútilmente de convencerme que un ataque de pánico produjo todos mis temores.
No quise redundar mas en el tema por lo que tome mis cosas y me marche lo más pronto
posible de aquel maldito lugar.
Después de dos días durmiendo en un hotel a escasos metros de ahí por sugerencia de
la policía mientras llevaban a cabo la investigación, sentí un alivio al tomar el autobús sin
dejar de observar aquel edificio. Trate de desviar mi mente leyendo el periódico, pero en
una parte de aquel boletín mis ojos toparon con una cifra que me era conocida y que en
mis recuerdos traía de vuelta aquella terrible noche, en el mismo edificio de aquel lugar se
anunciaba en el diario, el alquiler del apartamento numero veintiocho.
FIN
EL SOTANO
Desempeñarse en la difícil labor como asistente de abogacía, ha sido para mí una
experiencia un tanto estresante y a la vez el inicio de mis metas en la muy criticada
carrera de derecho. La última vez que cumplí el horario establecido puntualmente, es un
recuerdo ya muy lejano y olvidado en mi memoria, la extrema demanda de casos me
obligaba a ocupar más tiempo del que debería. Sin embargo mi intención no es aburrirlos
relatando mi tedioso trabajo, lo que me conduce a escribir las siguientes palabras son los
extraños y escalofriantes sucesos que experimente a raíz de laboral hasta altas horas de
la noche en la oficina y de lo cual nunca imagine que bajar al sótano del edificio, en auxilio
de uno de mis compañeros, se convertiría en una carrera y una lucha por conservar mi
vida.
En aquel terrible día el calor era insoportable, en la oficina mis compañeros corrían de
un lado a otro y se escuchaba un molesto bullicio provocado por las conversaciones, los
teléfonos que no paraban de repiquetear, y los teclados de las computadoras que
sonaban por doquier, todo eso me produjo un severo dolor de cabeza aunado el sueño
que me invadía y me hacia cabecear de vez en cuando.
Mi compañero Daniel se acercaba a mi constantemente con su molesto “oye David
aquí” “oye David allá” pero trataba en la medida de lo posible de poner atención a sus
palabras, por más estúpidas que parecieran. Me causaba un poco de lastima al ver que
no era muy querido por los demás y eso se debía a su extraña forma de ser, un tanto
introvertida y extraña y sumándole a eso la horrible cicatriz que llevaba en la parte
izquierda de su cara que lo hacía verse como un auténtico loco. De lo que pude averiguar
de sus propios labios fue que él sufría maltratos extremos de su padre, y en un arranque
de enojo lo golpeo gravemente y le corto la cara, justificando el macabro hecho que lo
hacía con la intención de convertirlo en un verdadero hombre.
Creo que ante traumante escena el sufría aquellos periodos de paranoia incontrolables
y la verdad no sé cómo logro calificar en el puesto que desempeñaba en ese momento.
Muchas veces lo encontraba en el baño, sentado en el inodoro temblando en gran
manera, expresando que alguien lo vigilaba esperando el momento para hacerle daño.
Tiempo después me di cuenta que la figura que lo atemorizaba no era imaginario en
absoluto, su temor se concentraba en el misceláneo del piso donde nos encontrábamos,
quien ocupaba una plaza vacante por un periodo corto de tiempo. En lo personal me
parecía un buen hombre con su singular gorra que llevaba a cada momento, no dejando
ver su rostro muy a menudo, tal vez por la vergüenza que le provocaba su oficio, del que
a mi criterio era un trabajo digno e igual de sacrificado como el nuestro.
Desde la llegada del misceláneo Daniel empezó a empeorar, cada vez que el humilde
trabajador se le acercaba, huía levantándose de su asiento sin dejar de observarlo en
ningún momento, alejándose lo más que pudiera ante su presencia, yo trataba de
disculparme por él ante tal situación, pero en el rostro del pobre hombre solo sobresalía
una sonrisa como aprobación, sin embargo aquella sonrisa que reflejaba muy pronto
pasaría a ser parte de la mas terrorífica vivencia que he experimentado.
La noche llego con un cambio brusco de temperatura, todos se dispusieron a partir
hacia sus hogares, mientras yo seguía revisando algunos casos incompletos. De la hora
no recuerdo en absoluto, toda mi atención la acaparaba mi computadora, hasta el
momento en que se escuchó por toda la oficina el sonido de mi celular indicando una
llamada, al ver el número de destino supe que se trataba de Daniel, no quise responderle
la primera vez, pero al sonar por segunda ocasión conteste recordando la lástima que me
provocaba el desdichado muchacho. Su voz se escuchaba muy agitada y cortante, le
indicaba que se calmara para entender mejor, mientras solo alcanzaba a escuchar un
“Dios mío ahí viene” La verdad en ese momento empezó a preocuparme y por más que
trataba de tranquilizarlo su voz se estremecía sobremanera y en medio de sus
desesperados sollozos escuche que se encontraba en el sótano y que el misceláneo
intentaba romper el vidrio de atrás de su automóvil, no dude en bajar ni un momento y
rápidamente ya me encontraba en el ascensor.
Al bajar pude constatar que no se encontraban casi vehículos, busque en medio de los
pilares del sótano el automóvil de mi compañero y fue gracias a las luces de parqueo que
se encontraban encendidas, lograr ubicarlo. Observe con tremenda sorpresa que en
efecto la vidriera de atrás se hallaba hundida debido al golpe de algún objeto pesado,
llegue a la puerta delantera por el lado del pasajero y ante el atroz estado que
evidenciaba mi compañero me introduje inmediatamente al vehículo.
Daniel mantenía sus manos firmemente sobre el volante, sus labios temblaban y no a
causa del frio exactamente, no despejaba sus ojos en ningún instante del retrovisor, al
parecer no se percataba de mi llegada así que le pregunte sobre lo sucedido. Lentamente
su mirada se dirigió a mi y entre tartamudeos me contesto que se disponía a partir pero el
misceláneo trato de hacerle daño por lo que no tuvo más remedio que encerrarse en el
automóvil y como no logro abrir ninguna de las puertas golpeo con un mazo el vidrio de
atrás y huyo al ver que hacia la llamada. Terminando su explicación me tomo muy fuerte
del brazo y entre susurros me dijo que el empleado estaba loco e intentaba asesinarlo.
No supe que pensar en ese momento pero ante evidente golpe en su auto decidí ir a
buscar el misceláneo, la idea lo aterrorizo enormemente y entre suplicas me decía que no
fuera, que debíamos mantenernos dentro del automóvil mientras llegaba la policía, le
indique que no se preocupara, sabia defenderme lo suficientemente bien como para que
me hicieran daño, pidió acompañarme a lo que respondí negativamente, debía quedarse
ahí dentro y si algo salía mal tendría que buscar la ayuda lo más rápido posible.
Busque por los pasillos del sótano sin encontrar rastro de aquel hombre, de vez en
cuando observaba a Daniel quien se encontraba en la misma posición a la primera vez
que lo observe, dejándose ver su rostro en ocasiones por los vidrios laterales buscando
su enemigo por alguna parte. El ambiente era pesado, el frio hacia estremecer mi cuerpo
de vez en cuando, mientras enfocaba mis ojos y mis oídos ante alguna pista. Algunas
luces del sótano parpadeaban a cada momento acreciendo el momento de tensión que
sufría en ese instante. Por mi mente trataba de visualizar mi respuesta ante el encuentro
cara a cara con el misceláneo, la verdad no tenía ninguna idea de cómo actuaria tal
personaje. Por fracciones de segundos observaba alguna sombra que pasaba
rápidamente detrás de mí sin embargo no ubicaba nada por ningún lado, no obstante
sobrevino a mi cabeza un lugar donde sin ninguna equivocación debería estar, por la
razón que ahí guardaba sus herramientas de trabajo.
Me dirigí al cuarto que se encontraba en la parte más profunda del sótano, la única
forma de llegar era trasladándome sobre un pasillo muy angosto donde solamente cavia
una persona de frente, y aquello me atemorizo en gran manera porque si por alguna
razón tuviera que correr, no dispondría de un amplio espacio para huir, empeorando la
situación si el misceláneo me encontraba ya dentro de aquel lugar, pero quería terminar
con aquella situación rápidamente por lo que en segundos me encontraba en la entrada
de aquel cuarto.
El espacio era muy reducido con una variedad de herramientas, tanto de limpieza como
de reparación, varios estantes se ocupaban de mantener muy en orden la habitación.
Llame con voz fuerte pero solo mi eco obtuve como respuesta, por lo que me introduje
muy sigilosamente tratando de hacer el menor ruido posible por si el empleado se
ocultaba en algún rincón del lugar. Después de unos instantes observando todo lo que se
encontraba a mi alrededor me llamo poderosamente la atención un objeto inusual, algo
que definitivamente no calzaba ahí dentro. Fui directamente hasta donde se encontraba y
confirme mis sospechas, en mis manos poseía una foto enmarcada, por lo que deduje
inmediatamente que el dueño seria sin lugar a dudas el misceláneo.
En la foto aparecían tres personas, dos jóvenes muy sonrientes y un señor muy robusto
con una seriedad muy expresa en sus ojos detrás de ellos, los jóvenes al parecer eran
gemelos porque su similitud era exagerada en ambos. La verdad no tendría por qué
tomarle la importancia necesaria a la fotografía pero a uno de los jóvenes
se le
denotaban algunas características que ya había observado anteriormente. En mi cabeza
trate de asimilar el impacto que me produjo aquella visión, el temor se agravo en extremo
en mi interior y unas pequeñas gotas de sudor se dejaron ver por mis sienes. De pronto
unos pasos muy apresurados se escuchaban por el pasillo, escondí la fotografía dentro de
mi camisa y rápidamente tome un desatornillador y no dudaría en usarlo en caso que se
presentara la ocasión.
Daniel llego hasta donde me encontraba, me dijo que había observado al misceláneo
muy cerca del ascensor y empezó a buscarme al ver que tardaba en llegar, a lo que yo le
conteste que me encontraba muy bien y que debíamos salir de ese lugar inmediatamente,
al hacer el movimiento al salir una de las esquinas del retrato se dejó ver por mi camisa,
velozmente lo oculte tratando que Daniel no se percatara pero mis intentos fueron en
vano, muy asustado me pregunto que escondía ahí dentro, no tenía una excusa lógica por
lo cual saque la fotografía y se lo entregue en sus manos. Daniel observaba estupefacto
aquella imagen, sabía quién era el del retrato más sin embargo yo no comprendía por qué
aparecía en esa foto con su inconfundible cicatriz. Observaba la fotografía con el ceño
fruncido, de vez en cuando levantaba su rostro y clavaba su mirada en mi con una
expresión de amenaza en sus ojos, ante extraño comportamiento mis nervios empezaron
a sacudirse de manera sobrecogedora, empecé a alejarme muy lentamente de él dando
pasos hacia atrás. Cuatro pasos después y Daniel muy enfurecido tiro el retrato al suelo
haciéndolo pedazos, su semblante ya no era el mismo había un odio irracional en él que
no había visto nunca desde que lo conocía, su mirada se trasladó detrás de mí y con voz
muy seria dijo que debía tener más cuidado la próxima vez y no caer en evidencia,
aquello me pareció demasiado absurdo no obstante comprendí que alguien más estaba
detrás, con el horror a un nivel muy alto movilice mi cabeza hacia atrás y lo que observe
me causo el más profundo terror, ahí de pie estaba el misceláneo con una mueca
marcada en su rostro, llevaba consigo un mazo en su mano derecha que lo balanceaba
de manera juguetona, él le respondió a Daniel que lo perdonara y que no volvería a
suceder.
Comprendía todo perfectamente, sabía que me encontraba en medio de una horrible
pesadilla, si no buscaba una forma de escapar terminaría en manos de esos sicópatas y
solo Dios sabe que horribles actos harían conmigo. Daniel se introdujo al pequeño cuarto
silbando muy alegremente. Escuchaba como revolvía todas las cosas buscando
incesantemente algún artefacto que sin lugar a dudas lo utilizaría en mí. El misceláneo
empezó a dar pequeños pasos acercándose de manera vacilante con una sonrisa
estúpida y a la vez maligna en su rostro. Me encontraba atrapado en aquel angosto
pasadizo no había forma de escapar a no ser que luchara cuerpo a cuerpo con mi
adversario, sin embargo todavía hacía falta Daniel así que luchar no era la opción más
inteligente en esos momentos.
Los segundos parecían una eternidad, aquellos pequeños pasos del misceláneo
sonaban como tremendos campanazos en mi cabeza, mi cuerpo al parecer se preparaba
para lo peor, solo faltaba sentir aquel pesado mazo rompiendo cada hueso de mi cuerpo.
Una idea absurda paso sobre mi cabeza no obstante se mostraba como aquella poca
esperanza que tenía de salir con vida, no había tiempo para visualizar las posibilidades
que me quedaban así que utilice ese recurso que mi traumada mente me presentaba.
Saque el desatornillador que llevaba en la cintura, el pasillo se encontraba alumbrado
con una sola lámpara fluorescente y colgaba por encima de mi cabeza, solo había una
oportunidad y debía ser lo más rápido posible, cuando el misceláneo observo el
desatornillador las carcajadas indeseables que se escapaban de su boca se escuchaban
por todo el pasillo, tire con todas mis fuerzas la herramienta rompiendo la lámpara y
dejando a oscuras ese angosto espacio, me abalance sobre mi oponente haciéndolo caer
al instante, sentía sus brazos que trataban de atraparme en medio de la oscuridad y
rápidamente le arrebate el mazo de sus manos, y con todas las fuerzas que poseía lo
golpeaba con la herramienta sin saber en qué parte del cuerpo lo lastimaba, uno de los
golpes se escuchó hueco como si hubiera estallado algo y en medio de la negrura sentí
salpicones de algún liquido sobre mi rostro.
El misceláneo dejo de forcejear y en medio de la lucha Daniel gritaba desesperado
“hermano” por lo que hui como alma que lleva el diablo al deshacerme de uno de ellos.
Desesperado busque una salida en ese maldito lugar, busque el automóvil de Daniel,
mientras observaba con horror mi camisa manchada de sangre y aquel olor estupefacto
que despedía al estar también en mi rostro. Al entrar me recibió la terrible sorpresa que
las llaves del auto no estaban ahí junto con los gritos desesperados de amenaza con
matarme de Daniel, cada vez más cerca de mí. Salí del vehículo corriendo
despavoridamente hacia al ascensor pero en esos momentos se encontraba en la parte
más alta del edificio, me dirigí hacia las escaleras y al estar en la mitad de ella sentí las
manos de Daniel que sujetaban mis tobillos de manera vehemente, lo golpeaba con
tremenda fuerza pero se aferraba cada vez más. Las sirenas de la policía se escuchaban
a lo lejos por lo que me sentí un poco más seguro pero sin poder quitarme de encima al
maldito cara cortada, sus ojos se abrían de par en par con unos deseos de torturarme con
todo su diabólico ser. Logre zafarme al recibir una patada en sus genitales y mientras
subía escuchaba su risa descontrolada diciendo que no se escaparía tan fácilmente con
una voz sacada del mismo infierno.
Al salir del edificio me encontré con la policía rodeando todo el lugar, al cabo de un rato
sacaron a Daniel con sus ojos fijamente en mí, y entre las conversaciones de los oficiales
me di cuenta que el misceláneo había muerto a causa de un terrible mazazo que le
destrozo la cabeza, las náuseas recorrían todo mi cuerpo junto con un sentimiento de
lastima, sin embargo era la única alternativa que tenía en esos momentos.
Ahora me encuentro en una parte muy alejada de ese lugar trato de no recordar esa
terrible noche pero sé que muy pronto reviviré esos horrendos momentos, sé que alguien
afuera me acecha y espera el momento oportuno para vengarse de manera muy cruel.
Eso se debe al momento de llevarme al hospital. No presentaba ninguna lesión
considerable, una enfermera muy amable me indico que pronto llegaría el doctor a
revisarme minuciosamente. Dormí no sé cuántas horas y al despertarme la enfermera me
presento al doctor quien se encontraba a un lado de mí, cuál no sería mi escalofriante
sorpresa al recordar esos ojos malignos abiertos de par en par, esos ojos que hace unos
instantes atrás los había observado en aquella fotografía, ahí de pie tomándome del brazo
con una mirada de indeseable sed de venganza observaba el rostro del papa de aquellos
malditos hermanos.
FIN
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