Entropía 1 Ya había, por aquel entonces, un mundo que ya se encontraba muy contaminado por una muy grande y muy inhóspita incertidumbre, y que al mismo tiempo, ya se iba moviendo de forma muy globalizada, ya que era muy enérgicamente movido, por muchos e indescifrables resortes, y que además, poseían todos ellos un aura de mucha fragilidad y de tremenda indefensión humana… a través, de una dínamo, de muy gran aceleración, en una muy fluida y muy caótica cadencia… rápida, rápida… lenta, lenta… y todos los átomos, todas las células, toda la muy licuada vida, toda la dantesca materia, toda la muy dubitativa y manipulada historia, y todos los malcontentos y muy impalpables sueños, fluían y (re)fluían, de forma muy inexorable, hacia tiempos de forzoso cambio, en el cual, todo ya no era lo mismo, un segundo después, pues en términos metafóricos siempre y de una forma inexorable, estaba muy delirantemente connotado, con ese muy correoso y muy simbólico río de Heráclito, donde ya nadie se podía bañar dos veces seguidas, en ese imaginario y muy alegórico río, torrente viviente, siempre corriendo, y no dejando nunca de correr, en la incesante corriente demasiado turbia de la materia, y siempre transmudándose, cómo siendo el muy impetuoso y muy abigarrado “río de la vida”, y siempre muy atiborrado, de muchos y muy inextricables interrogantes dialécticos, que ya se desdibujaban en el 7 vertiginoso túnel del gran espectáculo de la muy descomunal historia humana. Y cuyo légamo se iba confundiendo, casi siempre, con la muy tenue memoria, y que era como si fuera una gran e intermitente paradoja, y que ya iba desempolvando ingentes torbellinos de siempre nuevos y siempre muy irregulares confines, donde todas las cosas se iban literalmente confundiendo, unas con las otras, fragmentándose, casi siempre, en nuevos imaginarios y otros muy revueltos confines, que ponían en contacto lo que antes se encontraba literalmente separado, y separaba lo que antes había estado en permanente contacto. Y en ese dado momento, el muy crucial mainstream, determinando la corriente principal del mundo, por aquella época, se encontraba integralmente reflejada, en la susodicha primavera árabe, que era como si fuera una muy simbólica “Revolución del Jazmín”, ya que había una gran eclosión de muchos cambios, tal vez democráticos, tal vez reformistas, y que eran alentados por los muy nuevos y muy masivos medios de social, bajo una gran comunicación explosión de creatividad inmediata, ya que ellos intentaban echar abajo toda la estructura anquilosada de ciertos poderes muy omnímodos, y que estaban basados en una muy descomunal prepotencia, en un muy despiadado despotismo, en la muy nefasta mentira y en una muy virulenta corrupción demasiado rapante. Y, en una dada topografía situada muy acá, ya había entre muy indignados bastidores, una pancarta que decía literalmente “Los 8