Universidad Pablo de Olavide CENTRO DE SOCIOLOGÍA Y POLÍTICAS LOCALES Documentos de trabajo (04/08) Contención política: estrategia táctica de la dramatización contenciosa. Un modelo para su análisis María Rosa Herrera ISSN: 1988-8090 Diciembre, 2008 Documentos de Trabajo 04/08 Resumen: La contienda política supone un penoso proceso de deliberación y negociación, para los líderes, acerca de la estrategia y la táctica contenciosa. Se trata de, por un lado, definir si se ‘dramatizará’ la contienda, en otras palabras si, haciendo uso del espacio público, se representará una la protesta colectiva; y por otro, definir la forma, o performances, que se utilizará para ‘protestar’. Estos dos momentos son analíticamente identificables, el primero nos remite a observar la producción del evento de protesta, lo que la literatura denomina como la frecuencia contenciosa. El segundo momento supone observar la lógica que subyace en la performances escogida, es decir analizar la incertidumbre o perturbación que los activistas han querido causar, lo que la literatura suele denominar la intensidad de la protesta. En este sentido ambas dimensiones, frecuencia e intensidad, se explicarían mediante variables y mecanismos explicativos diferentes. Este trabajo pretende compartir un modelo analítico que recoge estas dos dimensiones, frecuencia e intensidad, y propone unos andamiajes para su estudio. Palabras claves: Contienda Política – intensidad contenciosa – frecuencia contenciosa- protesta social Summary The political contest supposes a painful process of deliberation and negotiation, about of the contentious strategy and tactics. That is, leaders answer the following two question, first, Do we need to dramatize the conflict? and then , how do we do? These two moments are analytically identified. The first is the frequency of protest, the second is the intensity of the protest event. This article discusses the logic that sustains each moment. Keywords: Political Contention - current contentious - frequencycontentious social-protest Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 2 Documentos de Trabajo 04/08 ESTRATEGIA Y TÁCTICA DE LA DRAMATIZACIÓN CONTENCIOSA 1. En todas las civilizaciones, los hombres han escenificado episodios de comportamiento dramático(…) Reaccionamos a menudo emocionalmente ante estos episodios. (…)nos divierten las flaquezas del furor colectivo, nos horrorizan las crueldades del motín y nos inspira respeto el fervor de la revolución. Neil Smelser (1995) La producción de fenómenos de lucha popular continúan interpelan a investigadores/as, y en este sentido cabe indagar respecto a, por un lado, las condiciones por las que unos ciudadanos utilizan la protesta colectiva, y por otro, las razones por las que escogen unas u otras formas de protestar, de entre el repertorio contencioso disponible. Creemos que ambas dimensiones son productos de dos momentos deliberativos analíticamente identificables, que tienen lugar en el interior de los sectores más movilizados y responden a la selección de la estrategia y la definición de la táctica que utilizará los movimientos de protesta. En este documento se pretende avanzar en construir un modelo analítico que permita abordar las cuestiones de ¿qué actores y bajo que condiciones preferirían el uso de la protesta? y ¿en que condiciones estarían dispuestos/as a utilizar formas de protestar de mayor intensidad? En otros términos, se pretende reconstruir las razones: a) por las que los actores sociales escogen como estrategia, para la interposición de demandas colectivas, la protesta social, y b) por las que escogen unas tácticas mas perturbadoras. 1. La dramatización de la contienda política: estrategia y táctica de su puesta en escena. Los fenómenos de lucha popular, suelen estudiarse desde la perspectiva de la contienda política. Por tal se entiende la interacción episódica, pública y colectiva entre unos reivindicadores y sus targets, cuando al menos una autoridad pública es concernida por ello, y Este documento de trabajo es un avance del modelo analítico que se está utilizando para la realización de la tesis doctoral ‘Dramatización de la contienda Política: Acción colectiva y protesta, Argentina (1998-2005)’ dirigida por el Dr. Clemente Navarro. 1 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 3 Documentos de Trabajo 04/08 las reivindicaciones, de ser satisfechas, afectarían a los intereses de al menos uno de los reivindicadores (McAdam, Tarrow y Tilly; 2005: 5). De modo que suelen considerarse como tal fenómenos que, aún compartiendo estos rasgos, reciben diferentes denominaciones, como por ejemplo, ciclos de protesta, las olas de democratización, los movimientos sociales, las revoluciones y las campañas de protestas. De lo anterior se deriva que la contienda política trasciende la tradicional dicotomía entre la política institucionalizada y no institucionalizada, pues los intereses en pugna transitan entre unas y otras arenas. La contienda se da en las dos arenas, aunque se manifieste en ellas de forma diferente, como contienda contenida, en un caso, y contienda transgresiva, en otro (McAdam, Tarrow y Tilly, 2005: 7). La diferencia reside, más bien, en el status de los actores que intervienen en el conflicto y de la acción colectiva que desarrollan. En la contienda contenida todas las partes del conflicto existen previamente como actores políticos constituidos, usando formas y canales existentes para hacer valer sus demandas; mientras que en la transgresiva, algunos de los participantes son actores políticos recientemente autoidentificados y/o alguna de la partes emplea acciones colectivas innovadora, sea por sus reivindicaciones, el target o los medios utilizados (McAdam, Tarrow y Tilly; 2006: 8). De forma sencilla, la contención implica la reivindicación de unos intereses que una parte hace sobre otra, por lo que la resolución de los intereses de quien realiza el clamor tiene efectos sobre los intereses de la otra parte. Esto supone que en la contención interviene un sujeto, quién reclama, un objeto, el target del reclamo, y aquello que se reclama, una demanda (Tilly y Tarrow, 2006). Desde esta perspectiva, la contención está presente en la vida cotidiana de modo permanente, (en la familia, las relaciones laborales, la vecindad, en el ámbito asociativo o empresarial); pero la que aquí interesa es aquella que posee carácter episódico y público en la que, directa o indirectamente, es parte alguna agencia gubernamental (Tilly, 2008: 5) 2. Por tanto, se excluyen aquellas que suponen rutinas establecidas o luchas en el seno de las propias organizaciones (por ejemplo, comicios electorales o reuniones asociativas), y en las que no interviene una agencia gubernamental. Se trata, pues, de la contienda en la que el estado constituye el target, el sponsor y/o el antagonista de la contienda, y como organizador del sistema político, de las relaciones entre los grupos y del sistema de representación de intereses, es también, árbitro, en su caso, de la victoria. Esto supone que, más allá de su intervención puntual en la contienda política, establece Aunque cabe destacar que, la gran parte de la acción colectiva que se desarrolla en la vida social no es contenciosa y no involucra a los gobiernos (Tilly y Tarrow, 2005) 2 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 4 Documentos de Trabajo 04/08 reglas básicas que enmarcan la contienda, pues estipulan, de algún modo, quién puede reclamar de modo colectivo, con qué formatos y qué resultados podrían obtenerse de ello (Jenkins y Klendermans, 1995; Tilly y Tarrow, 2006). De ahí el carácter de contienda política. Más concretamente, la contienda política que interesa aquí es producto de los esfuerzos compartidos de un grupo de individuos por alcanzar un bien público; si se quiere, se trata de contienda política colectiva 3. Por tanto, está sujeta a los principales dilemas de la producción de la acción colectiva: la cooperación y la coordinación 4. Como se sabe, el primero consiste en resolver si un grupo de individuos, identificando la posibilidad de conseguir un bien público (o evitar un mal colectivo), estaría dispuesto a cooperar para alcanzarlo (o evitarlo). El segundo hace referencia a la definición de los medios, las estrategias y tácticas que esos individuos, ya dispuestos a cooperar, deben coordinar (Hardin, 1995). Así pues, desde un punto de vista analítico, cabe pensar en una secuencia en la que unos actores intencionales que están convencidos del beneficio de actuar juntos, deben coordinar las acciones a desarrollar. Esto significa que el empresariado de la contienda se involucraría en un proceso de reflexión, discusión y negociación respecto a los cursos de acción a seguir, deliberando sobre la disposición a cooperar de las bases sociales que pretenden movilizar, target de la movilización, a quien dirigirla y la forma por la que organizarla (Marwell y Oliver, 1993; Tilly, 1990, Gamson, 1975). Este trabajo pretende estudiar este proceso en el que el empresariado de la contienda debe, mediante la valoración conjunta o ‘generación de conocimiento común’ (Miller, 2007), determinar dos cuestiones. Por un lado, si es apropiado, o no, presentar públicamente la contienda, a lo que llamaremos la decisión sobre la estrategia a seguir. Y por otro lado, la forma concreta con lo que lo harán, a lo que denominamos la selección de la táctica. En suma, la contienda que es objeto de análisis en este trabajo es aquella que es política, colectiva y se manifiesta públicamente a través de canales no institucionalizados, mediante acciones colectivas de protesta. Se trata, pues, de contienda transgresiva de carácter colectivo que se desarrolla en el espacio público, si se quiere, que se dramatiza, porque supone la exposición pública de ciertas demandas dirigida a ciertos actores por parte de otros. Esto es, la acción por conseguir un bien indivisible y que, en caso de ser conseguido, beneficiaría a toda una categoría de sujetos, sin poder privar de ese bien a alguno/s de los sujetos que forman parte de la categoría social en cuestión (Hardin, 1982) 3 Sobre los problemas de cooperación se puede profundizar en Olson, 1965; Moore, 1995 Hardin, 1991; sobre el dilema de la coordinación se puede consultar Oberschall, 1994; Hardin, 1995; 1991; 1971 Calvert, 1992. 4 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 5 Documentos de Trabajo 04/08 1.1. La puesta en escena de la contienda política. En concreto, la cuestión que interesa analizar aquí es el proceso que lleva al desarrollo de la contienda, tal y como ha sido definida, y la forma concreta en la que se hace. Esto supone que, analíticamente, desde la perspectiva de los promotores o empresariado político de la contienda, han de enfrentar dos decisiones, una referida a la estrategia por la que se canaliza la contienda política, la otra sobre la táctica con la que se desarrolla. O más llanamente, por un lado, si se ‘sale a la palestra’, si se protesta en vez de hacer uso de la mediación y negociaciones con las autoridades públicas mediante los canales (formales o no) establecidos para ello; y por otro lado, si se opta por la primera estrategia, qué papeles se representan, si se nos permite, que coreografía desempeñan (marchan o abrazan un símbolo, bailan batucadas o bien acampan), con qué elementos escenográficos (pancartas, carteles, símbolos, carpas, etc.) e incluso, en ocasiones, si se hace uso de vestuarios especiales (colores especiales, chalecos, pañuelos, trajes tradicionales, pintadas en la cara, etc.). Esto supone que, a veces, la contienda política se dramatiza públicamente al optar por el uso de canales no formalizados para reivindicar intereses colectivos –aun cuando se combine con mecanismos formalizados-, y en este caso, se expresan en eventos colectivos, episódicos, públicos, perturbativos y de carácter directo. Para abordar este fenómeno, en la línea del denominado dramaturgical analysis proponemos hacer uso de la metáfora dramática para el análisis de un fenómeno que se nos presenta como una escenificación 5. Así pues, se trata de estudiar la ‘contienda dramatizada’ del mismo modo que se observaría un acto dramático, es decir atendiendo a la puesta en escena que hacen los actores contenciosos, al libreto que siguen para ello y el escenario en el que lo hacen. Todo ello para tratar de explicar cómo los dos últimos elementos inciden en el primero. Esto supone el planteamiento de dos preguntas básicas, a saber: ¿quién y en qué circunstancias opta por dramatizar la contienda política?, ¿quién y en qué circunstancias opta por formas diferentes de escenificarla? Responder a la primera cuestión supone, sobre todo, conocer la extensión del fenómeno, esto es, identificar los procesos de dramatización de la contienda política, su número o frecuencia, como también algunos de sus rasgos referidos a los actores que la promueven, sus demandas y las circunstancias en que lo hacen. Responder a la segunda cuestión implica conocer las formas mediante las que se ponen en escena la contienda política. Para ello se suele atender a las Por ejemplo, Tilly y Tarrow recurren con insistencia a la metáfora teatral en el desarrollo de conceptos descriptivos, tales como: ‘repertorios de confrontación’ y ‘performances contenciosa’. 5 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 6 Documentos de Trabajo 04/08 performances que los actores escogen entre el repertorio contencioso que tienen disponibles, esto es, las formas relativamente familiares y estandarizadas con las que un conjunto de actores realizan clamores colectivos sobre otro conjunto de actores políticos (Tilly y Tarrow, 2006; Tilly, 2008). En relación a esta última cuestión, y desde una perspectiva analítica, se considerará la puesta en escena en atención a su intensidad, en la línea que propusiera Tarrow (1990, 1997); y ello, por dos motivos. Por un lado, porque supone la conceptualización de la contienda política dramatizada a través de un concepto que, con cierta independencia de las formas concretas que adopte (performances), permite compararlas entre sí. Esto es, la intensidad supone un equivalente funcional desde el que analizar diferentes performances en diferentes contextos. La diferencia es que mientras que en las propuestas de Tarrow (1997) se combinan distintas dimensiones (desafío, incertidumbre y solidaridad) para elaborar diferentes tipos de acción colectiva contenciosa (acción convencional, disruptiva y violencia) 6, aquí se hará una propuesta para medir –no sólo el tipo, sino- el grado de intensidad de la puesta en escena considerando como elemento básico la capacidad de la acción contenciosa para cuestionar ‘la’ autoridad, así como el orden establecido y custodiado por esa autoridad. Por otro lado, porque a esta idea básica subyace que diferentes formas de protesta, su intensidad, da cuenta del impacto de la acción colectiva contenciosa. Esto es, para Tarrow (1997) los actores de la contienda escogen el formato de la acción colectiva teniendo en cuenta el impacto que desean causar. O como señalara previamente Lipsky (1965:163), los líderes deben articular metas y estrategias para escoger la forma de la acción colectiva que utilizarán, y por tanto, la táctica concreta que emplearán tanto para maximizar la exposición a los medios masivos de comunicación, como para maximizar el impacto en las terceras partes, y con ello, maximizar las oportunidades de éxito. Por tanto, la intensidad de la contienda política dramatizada dependerá del grado en que se considere que una táctica concreta (una performance) será más o menos eficiente, exitosa. Para ello, los lideres pueden escoger formas de protesta que responden a tres tipos de lógicas, o Por ejemplo, en la propuesta de Tarrow el poder de la acción convencional descansaría en su capacidad de promover la solidaridad, mientras que el componente de incertidumbre es inexistente. En cuanto a la acción disruptiva su componente más fuerte es la incertidumbre que genera, en este caso también tiene relativa importancia el desafío, o resistencia, que entraña y la solidaridad que es capaz de conseguir. En cuanto a la acción violenta es fundamentalmente desafiadora, así, al llegar a los extremos del desafío posee menores niveles de incertidumbre, y, si bien implica un grado de cohesión interna para el desarrollo de la acción, segrega, por los métodos empleados, a las vastas bases sociales que cuyos intereses pudieran estar representando. 6 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 7 Documentos de Trabajo 04/08 bien, a ciertas combinaciones de éstas: la lógica del daño, la lógica del número, o la lógica del testimonio (Della Porta y Diani, 2006). La primera de ellas consiste en infligir daño material mediante la interrupción de rutinas sociales. La segunda supone alterar las rutinas diarias mostrando el apoyo social que poseen los disidentes, al exponer públicamente el número de seguidores y simpatizantes con los que se cuenta, o incluso, como mecanismo de presión frente a las autoridades públicas en tanto esos apoyos son potenciales apoyos electorales. Finalmente, la lógica del testimonio implica la demostración de ciertos valores y cultura alternativa, es decir, pretende trasmitir un mensaje mediante el uso de formas de protesta con altos contenidos simbólicos. En esta línea de razonamiento cabe pensar que la intensidad de la contienda y, específicamente, de cada acto o evento de protesta, es producto de la resolución del dilema estratégico que enfrentan los líderes en busca del éxito o el impacto de la puesta en escena. En este sentido, interesa establecer las razones por la que optan por determinada performance contenciosa en función de su intensidad; postulando aquí que ello depende de la combinación de incertidumbre y perturbación que cada performance entraña. En concreto, la perturbación se entenderá como una combinación de desafío a la autoridad y al orden que esa autoridad custodia, la capacidad de inmutar, de trastornar el orden y desarrollo de la vida cotidiana de la ciudadanía, y la capacidad de perjudicar directamente, ya sea de forma tangible –económicamente- o intangible –moralmente- al objeto de la confrontación. En esta dimensión impera la lógica del daño (Della Porta y Diani 2006), pues perturbar implica, sobre todo, provocar daño 7. Pero, cuando los costes son potenciales e indefinidos, producto de la indeterminación de la duración, desenlace y potencial de difusión de un acto de protesta, hablamos de la incertidumbre que provoca. Esta puede descansar en su innovación o imprecisión 8. Pero, sobre Por ejemplo una huelga es altamente perturbadora, en tanto que por un lado, desafía a la autoridad, por otro altera el orden, afectando a todos aquellos que consumen el servicio que se está dejando de proveer y finalmente perjudica al empresariado –público o privado- que percibe un costo material (o simbólico en algunos casos) por la secesión de la producción. Al extremo contrario, el abrazo humano suele ser una actividad que se desarrolla sin provocar gran perturbación. Este rasgo de la acción colectiva provoca costes reales, previsibles y medibles, ya sea para el objeto de las reivindicaciones, para la ciudadanía o para ambos. 7 Algunas protestas son convocadas con un punto definido de inicio pero sin cerrar su duración, y en el mismo desarrollo de esa acción colectiva se redefinen las estrategias a seguir en función a la reacción de las autoridades y objetos de sus reclamos, en otras palabras constituyen autenticas pulseadas a tiempo real. Este es el caso de las tomas de edificios públicos, se recurre a este formato cuando existen condiciones para sostenerla hasta que las negociaciones lleguen a un punto deseado por los desafiadores, con lo cual la secuencia de acciones puede endurecerse o alargarse en el tiempo, dependiendo de la reacción de las autoridades o los desafiados, también la huelga de hambre, los encadenamientos y otros tipos de performances con alto contenido simbólico. 8 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 8 Documentos de Trabajo 04/08 todo, cabe destacar que la mayor incertidumbre vendría asociada a la lógica del testimonio, puesto que ésta entraña la búsqueda del impacto mediante acciones innovadoras, llamativas y recurriendo a recursos alegóricos. Pero también cabe pensar que la selección de formas que combinan la incertidumbre con la perturbación pueden dar cuenta de que en su elección subyace la lógica del número. Tal y como proponen Della Porta y Diani (2006), ésta se activaría cuando se busque mostrar el volumen de apoyos, de lo que se deriva potencial capacidad de perturbación 9. Esto supone que en el hecho de dramatizar la contienda política y de hacerlo de una forma concreta existe una lógica por parte de sus promotores. El objetivo central de este trabajo es tratar de reconstruirla. Si se quiere, conocer por qué la contienda política se pone en escena a través de eventos de protesta colectiva, y por qué de unas formas y no otras. 2. Los actores y condiciones de la puesta en escena: libretos y escenarios de la contienda política. Ahora bien, vista la literatura, la idea central de este trabajo es que tales lógicas no son comunes a todos los grupos que la promueven, ni se desarrollan por igual en todos los contextos. Más concretamente, se argumentará que la dramatización de la contiendan y sus formas dependen de la combinación de dos cuestiones. El ‘libreto’ de la contienda y los ‘escenarios’ de la contienda. Si el primero se refiere al ‘quién’, el ‘qué’ y el ‘a quién’ de cada evento de protesta, el segundo se refiere al contexto político, económico o social en el que se desarrolla. En los siguientes apartados tratemos de definir de forma más concreta estos elementos, así como ofrecer argumentos analíticos que, según la literatura, deberían dar cuenta de su importancia para explicar la producción y formas de la contienda política. La intención es presentar argumentos básicos en los que enmarcar la discusión, que se desarrollarán en detalle en los capítulos de siguientes. Mas concretamente ‘sacar la gente a la calle’ como se suele denominar en la jerga política a las acciones orientadas por la lógica del número, conllevan implícitamente la posibilidad latente de la violencia bien espontánea, bien infiltrada o bien provocada (Shuster, 2005), pero fundamentalmente estas dos últimas. Aunque también es verdad que esta posibilidad latente de violencia viene relacionada con contextos de inestabilidad política y social. 9 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 9 Documentos de Trabajo 04/08 2.1 El libreto de la contienda: actores, demandas y targets. En sus últimos trabajos, Tilly (2008) destaca la relevancia analítica de tres elementos comunes a todas las interacciones contenciosas: ‘quien’, ‘a quien’ y el ‘que’ de los eventos de protesta; o en términos más clásicos, el sujeto, el target y la demanda. Más concretamente, Tilly (2008) enfatiza que la forma en que se combinen estos elementos tiene cierta influencia en la performances contenciosas y la delimitación del repertorio en general. De hecho, la literatura apunta argumentos acerca de la influencia de estos tres elementos. Así, suele destacarse la importancia de la estructura organizativa y de movilización de los grupos que promueven la protesta colectiva, pues dan cuenta de los recursos disponles para la movilización 10. En este sentido, a partir de la propuesta de Rucht (1999), pueden distinguirse tres grandes modelos o tipos básicos de agentes de movilización: Modelo Movimiento de Base, Modelo Grupo de Interés y Modelo Partido Político. Estos tipos ideales se diferencian por, al menos, 4 rasgos: estructura organizativa, principales recursos, estrategia de relación con sus miembros; y finalmente, como producto de la conjunción de estas dimensiones, la eficacia de sus acciones en determinadas arenas políticas (Klandermasn, 1989; Martí Puig, 2002). Por un lado, los rasgos estructurales (complejidad organizativa, grado de formalización, división de tareas y niveles de profesionalización) facilitarían que el actor dirimiera sus intereses en las arenas institucionales (o no), aunque esto dote de menos flexibilidad de cara a nuevos reclutamientos o diferentes modos de acción (Carden, 1978; Dwyer, 1983). Por otro, en cuanto a los recursos cabría destacar, principalmente, las bases sociales, los contactos o, incluso, las posiciones estratégicas en relación a la reproducción de la sociedad. Por último, respecto a las estrategias de relación con sus miembros cabría señalar la forma que adquiere atendiendo a la participación (más o menos directa) que se espera y a los sistemas de incentivos por los que se intenta el reclutamiento y permanencia de la membresía. Esto puede influir en la capacidad para movilizar; en concreto la primacía de incentivos selectivos (Olson, 1965) a la de incentivos colectivos de carácter normativo y expresivo, puede informar respecto al tipo de compromiso de participación que reclaman las organizaciones a sus miembros Este, como es sabido, es un argumento central de la perspectiva de la movilización de recursos en la literatura sobre movimientos sociales; por ejemplo, Zald y McCarthy (1987), McAdam (1999), McCarthy (1999), Clemens (1999), Vos (1999) o Rucht (1999). 10 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 10 Documentos de Trabajo 04/08 (Knoke y Prensky, 1984; Knoke, 1990; Jordan y Malony, 1997) 11. La conjunción de diversas formas organizativas, recursos y sistemas de incentivos, darían cuenta de la que podría denominarse capacidad o eficacia potencial del grupo para el desarrollo de diferentes estrategias externas a fines de la defensa de los intereses que dicen representar (Klandermans, 1989c; Marti Puig, 2002) A partir de estos rasgos, y en términos de tipos-ideales, los Movimientos de Base contarían con una estructura organizativa reticular e informal, basada en la participación directa de sus miembros y, principalmente, mediante un sistema de incentivos de tipo afectivo y/o normativo. Esto hace que su estrategia modal hacia el exterior sea la acción colectiva directa, protestas sociales, por las que pueden recurrir a lógicas del número y del testimonio, frente a su debilidad en cuanto a la canalización de sus demandas por vías institucionales. Esta sería, en cambio, modal para los Grupos de Interés, aquellas organizaciones con estructura organizativa muy formalizada y sistemas de incentivos selectivos. Su principal recurso es la posición estratégica que ocupan en la reproducción de la sociedad y el acceso a los centros de toma de decisiones. Pero aunque su repertorio de acción modular sea la mediación, el ‘lobby’, sus recursos hacen previsible que de dramatizar la contienda política lo hagan orientados, principalmente, por la lógica del número y del daño. Frente a estos dos tipos de grupos, el tipo Partidos Políticos, se diferencia, principalmente, porque su recurso principal son los apoyos electorales, en vista a ocupar cargos públicos. Por ello, es previsible que recurran en menor medida a la dramatización de la contienda, y cuando lo hagan, prefieran performances articuladas bajo la lógica del número, con bajos niveles de perturbación e incertidumbre (poco intensas). Más concretamente, entre los incentivos selectivos cabría incluir los de carácter utilitario (salarios, pensiones, bienes y servicios) mientras que entre los segundos catalogan los incentivos afectivos (emociones, relaciones, reconocimiento) y los normativos (asociados a valores, obligación cívica ) (Knoke y Wrighttisak, 1981; Clark y Wilson 1961) 11 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 11 Documentos de Trabajo 04/08 Tabla. 1 Tipos de agente de movilización. RASGO ESTRUCTURAL PRINCIPALES RECURSOS PARTICIPACIÓN DE LOS MIEMBROS SISTEMAS DE INCENTIVOS ÁMBITO DE EFICACIA PROBABILIDAD DE DRAMATIZACIN DE LA CONTEINDA INTENSIDAD DE LA PUESTA EN ESCENA MODELO MOVIMIENTO DE BASE Redes grupos y organizaciones MODELO GRUPO DE INTERES MODELO PARTIDO POLITICO Organización formal Organización formal Bases sociales Acceso a centros de decisión. Posiciones estratégicas Apoyos electorales Directa No directa Directa esporádicas (en elecciones) Afectivos normativos Utilitarios Normativos utilitarios Movilización. Cambio en los patrones institucionales Acceso a la política. Consecución de objetivos Acceso a la política. + +- - ++ + - Fuente: Basada en Rutch (1999) y Navarro y Ramírez (2001). Pero además de los actores, la literatura postula que el tipo de demanda también influye en la producción y formas de la contienda política. Para su análisis se han utilizado, fundamentalmente, dos criterios: la estructura de necesidad subyacente y su orientación 12. La primera dimensión informa respecto a la clase de bienes públicos que se reclaman, desde bienes materiales ligados a la seguridad personal, a otros más ligados a la auto-expresión (Inglehart, 1977; Opp, 1990). La segunda daría cuenta de los niveles de frustración y urgencia, es decir, la posición desde la que el sujeto colectivo reclama derechos o provisiones, y por tanto, se entiende en términos de ‘defensa’ o ‘conquista’ de derechos, o bien de marcación de antagonismos. De modo que, la primera dimensión indica el ‘qué’ se demanda y la segunda indica el ‘cómo’, o mejor, desde qué posición se demanda. La hipótesis que aquí se viene manejando es que el ‘cómo’ incidiría en la valoración que realizan los líderes y activistas, y por tanto, en la lógica que orienta su decisión respecto a las tácticas y formas de la protesta. En este sentido, por ejemplo, el modelo de privación relativa entiende que la intensidad de la frustración, como distancia entre expectativa y percepción de la posición (socio-económica) de un colectivo, estaría proporcionalmente relacionada con la intensidad de la protesta (Gurr, 1970) 13. En esta misma línea Tarrow (1990) clasifica las demandas según su dirección, 12 Tarrow (1990) tiene en cuenta el sector de demanda, la orientaron y la estructura de la demanda. Concretamente el modelo analítico de Gurr propone tres variantes de la frustración relativa, en el primero, ‘frustración declinante‘,el nivel de expectativas no varia aunque las provisiones orientada a satisfacerlas experimentan una fuerte caída; en el segundo de ’frustraciones de las aspiraciones crecientes’ las que las expectativas respecto a las posición de ciertos colectivos son crecientes, mientras que el nivel de provisiones destinadas a satisfacerlas se mantiene constante; finalmente la ‘frustración progresiva’ modeliza situaciones en las que los niveles creciente de las 13 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 12 Documentos de Trabajo 04/08 distinguiendo la posición desde la que el sujeto colectivo expone su reclamo, con lo que recoge, de algún modo, los modelos de frustración relativa de Gurr (1970). En concreto, distingue entre demandas reactivas, proactivas, de actuación y de antagonismo. Las dos primeras son, respectivamente, asimilables a los sub-modelos ‘frustración del declive’ y ‘frustración de aspiraciones crecientes’ aunque también las demandas de actuación son asimilables al primer modelo de Gurr (1970), mientras que las demandas de competición recogen más bien posiciones de antagonismo entre los actores que intervienen en la protesta. La cuestión es que diferentes demandas se ligan a diferentes propensiones de producción de la contienda y formas de ésta. Aunque existen menos argumentos y evidencias en la literatura, también cabe pensar que en ello intervenga el taget al que se dirige la acción contenciosa. En líneas generales se esperaría más frecuencia, pero también mayor intensidad, en las protestas orientadas a actores de nivel nacional porque en ellos reside una mayor capacidad de respuesta a demandas, y porque el impacto en el target depende de la visibilidad de la protesta, y esta se pude garantizar dotándola de ‘espectacularidad’ para que reciba más atención por parte de los medios masivos de comunicación (Lipsky, 1965; Klandermans, Goslinga, 1999; Canel, 1997). 2.2 Los escenarios de la contienda política. Respecto al escenario o contextos en el que se produce la dramatización de la contienda política, la literatura destaca, principalmente, tres aspectos: la Estructura de Oportunidades Políticas (en adelante EOP), la estructura de Micromovilización (en adelante EMM) y la Estructura Socio-economía (en adelante ESE). A ello cabría añadir la Estructura Territorial (ET, en adelante), en la medida en que los estudios de participación cívica y política argumentan que el urbanismo supone un factor que facilita o inhibe unas u otras formas de participación, y entre ellas, la protesta colectiva. En cuanto a la primera, desde los trabajos seminales de Lipsky (1970) o Eisinger (1973) se considera que el contexto político es un factor importante en la generación de insurgencia social. Desde entonces, la EOP ha sido definida y utilizada en numerosos estudios para conocer el impacto de la forma en que se estructura la relación entre Estado y sociedad civil en la protesta expectativas tienen una relación inversamente proporcional con el movimientos decreciente en los niveles de provisiones. Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 13 Documentos de Trabajo 04/08 colectiva 14. Esto, en parte, ha hecho que el concepto de EOP presente cierto estiramiento conceptual (Tarrow, 1988) 15. Aún así, cabría destacar al menos cuatro elementos más o menos recurrentes en la literatura: el sistema político institucional, las alienaciones de las élites y su estabilidad, la presencia de aliados influyentes, y finalmente, la capacidad y represión de los aparatos del estado (McAdam, 1999) 16. De forma más concisa, esos elementos pudieran agrupares en torno a dos ejes: por un lado, aquellos que hacen referencia a los aspectos más formales e institucionalizados del sistema político, y por tanto, más estables, y por otro lado, las dimensiones informales y más dinámicas. La primera remitiría a la apertura de la EOP, y la segunda al acceso (Navarro, 2008; Navarro et al, 2006) En concreto, la apertura se referiría a la estructura institucional, formal, del sistema político, y en particular, a la estructura que adopte el sistema de representación de intereses (Kriesi et al., 1995; Klandermans, 1997). Se trata de la capacidad y los mecanismos mediante los que el sistema formal absorbe la participación y demandas de los actores en el juego institucional, incluyendo aquellos que son de novedosa constitución (Tarrow, 1997; Kriesi et al., 1995). Más concretamente, la ‘estructura de entrada’ estatal (input structure), según Kitschelt (1986); en particular: la capacidad legislativa, (desarrollo legislativo y control del ejecutivo), y los patrones de intermediación de interés, evidenciado mediante el nivel de pluralismo en la representación política. Este concepto ha sido tratado por la literatura especializada como variable independiente, ya sea de la movilización social, el surgimiento de movimientos sociales, el surgimiento de acciones de protesta, así como, el éxito de campañas contenciosas, la responsividad gubernamental etc.; o bien , aunque con menor frecuencia, como variable dependiente, en términos de configuración que es modificada por la acción de los movimientos sociales (Tarrow, 1983; 1999; McAdam, 1999; Gamson y Meyer, 1999; Jenkins y Klandermasn, 1995). Así mismo, se la ha operacionalizado para diferentes arenas gubernamentales; dando cuenta de la configuración política a nivel local (Eisinger, 1973; Navarro, 2008; 2009), provincial/regional (Auyero, 2003; Herrera, 2003; Farinetti, 1999) nacional (Tarrow, 1999; Della Porta; 1999; Meyer, 2003) e incluso se han considerado dimensiones que hacen a la configuración de poder supranacional (Obershall, 1999; McAdam, 1999; Meyer, 2003). Un estudio detallado sobre el uso de la EOP en diferentes trabajos empíricos pueden consultarse en Miknoff y Meyer (2004). 14 15 Los trabajos de Rutch (1999), Tarrow (1999), Brockett (1991) y Kriese, et al, (1992) representan algunos de los esfuerzos más importantes en aras de establecer una definición mínima y concretar las dimensiones básicas a tener en cuenta en relación a la EOP, Cabe destacar que, aunque con menos consenso, se suelen incluir dimensiones que hacen referencia a situaciones o sucesos especiales a corto plazo, lo que en ocasiones se ha dado en llamar ‘ventanas de oportunidades’ (Oberschal, 1999; Gamson y Meyer, 1999) 16 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 14 Documentos de Trabajo 04/08 ACCESO… …formal al sistema político …mediante aliados o ‘porteros’ del sistema político Capacidad legislativa Pluralismos Potencial mercado de aliados División de élites - LA EOP COMO: APERTURA… ESTABLE + Tabla 2. La estructura de oportunidades políticas Basado en Navarro et al (2006). El acceso de la EOP se refiere, fundamentalmente a dos aspectos. Por un lado, la existencia (o no) de aliados influyentes que podrían oficiar como ‘gatekeepers’ para las movilizaciones ciudadanas, abriéndoles (o no) las puertas del estado 17. Por otro lado, la presencia de conflictos entre las élites, pues esto significaría mayor predisposición de éstas para apoyar la movilización popular (Tarrow, 1990, 1996, 1997; Brockett, 1991; Diani, 1996). La idea central es que la combinación de ciertos elementos de apertura y acceso de la EOP inciden en la frecuencia e intensidad de la contienda política. Aunque existen argumentos contrapuestos acerca del impacto de estas dimensiones, que se reflejan en la idea genérica, de una relación curvilínea entre EOP y protesta colectiva (Eisinger, 1973; Tarrow, 1997). Así pues, en un ambiente político abierto a las reivindicaciones colectivas, puesto que los canales formales fuesen lo suficientemente ágiles para absorber demandas; y además accesible, puesto que los grupos de presión pudieran contar con gatekeeper que, oficiando de ‘bisagras’, facilitasen el ingresos de temas o demandas a la agendas de la política; los líderes de los grupos en contienda preferirían resolverla en estas arenas. Esto es, hacer uso de la ‘voz’, en términos del conocido esquema de Hirschman (1977). Por otro lado, se esperaría que un ambiente político cerrado a la demanda ciudadana y con dificultades de acceso a los fueros naturales de la definición de las políticas, desincentivaría la participación y por tanto la estrategia esperable sería la ‘lealtad’. Sin embargo, una EOP que combine elementos de cierre pero con ciertos ‘guiños’ en cuanto al acceso, incentivaría a los líderes sociales a optar por la ‘salida’, y esto es tanto en relación al uso de la protesta como respecto a la intensidad de las formas que se escojan. Junto a la EOP, otro de los elementos del escenario es la estructura de micro movilización de una sociedad. En este sentido, el enfoque de movilización de recursos hace hincapié en la Al respecto se puede consultar Tarrow (1997; 1983); McAdam, (1999) Brockett (1991). Se ha mostrado su funcionamiento para el caso de la participación individual en protestas sociales en Navarro y Herrera ( 2009) 17 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 15 Documentos de Trabajo 04/08 importancia de los canales colectivos -formales y no- a través de los cuales la ciudadanía puede movilizarse e implicarse en la acción colectiva (McAdam, McCarthy y Zald, 1999; McAdam, 1982). Se trata de diferentes redes que conectan a los individuos y que el empresariado de la protesta busca activar a la hora de movilizar para producir la dramatización de la contienda política (Tilly, 1990: 179). Así pues, la idea central es que una densificación de estas redes facilitaría la movilización y ampliaría el potencial de acción colectiva contenciosa de una sociedad (Jenkins y Wallece, 1996). De forma más específica, esta idea remite a la noción de “umbral de conducta colectiva” (Granovetter, 1978), en la medida en que, según ésta, los actores deciden sumarse cuando ya otros lo han hecho (o se han comprometido a hacerlo). De ahí cabe derivar que la presencia de asociaciones, como actores que promueven la socialización, capacitación y movilización política de sus miembros, facilita alcanzar ese posible umbral. Y aún más, no sólo se trata de motivación, sino también de otros importantes recursos, como los de tipo moral (simpatía y solidaridad), humano (bases movilizables), o finalmente de tipo informacional (tal como el conocimiento estratégico y trayectorias de movilización de sus miembros y los posibles contactos externos) 18. Así pues, estas organizaciones actuarían como elemento dinamizador de la producción y la participación en acciones de protesta. No obstante, existen evidencias de que diferentes tipos de asociaciones pueden incentivar en mayor medida que otras la movilización política en forma de protesta. De manera que, por tomar la idea de Warren (2001), el tipo de ‘ecología asociativa’, en función de la presencia de diferentes tipos asociativos, será un factor más o menos potenciador de la protesta colectiva. En este sentido, la literatura apunta a que las ecologías se diferencian, principalmente, en torno al eje: asociaciones políticas vs. no políticas, o ‘utilitaristas’ y ‘societarias’, según (Welzel, et. al, 2005). Las segundas se centran, fundamentalmente, en la provisión de servicios de ocio y bienestar, esa es la función principal que desarrollan, mientras que las primeras lo hacen en la transmisión de demandas a las autoridades públicas, sea a través de canales formales, como mediación, sea a través del activismo político contencioso. De esto se derivaría que las asociaciones políticas serían una estructura de micro-movilización más favorecedora de la protesta que las de carácter no político, y entre las primeras, sobre todo, aquellas que se orientan en mayor El estudio de Crees y Snow (1996) es sumamente interesante en tanto ofrece una categorización de los recursos que proveen las organizaciones de movimientos sociales. También puede consultarse McCarthy y Wolfson (1996). 18 Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 16 Documentos de Trabajo 04/08 medida al activismo político, aquellas que, según la literatura sobre movimientos sociales, constituyen las Organizaciones de Movimiento Social (OMS en adelante) (Kriesi, 1999) 19. Tabla. 3. Tipología de asociaciones y funciones TIPOLOCIA DE ASOCIACIONES Políticas No políticas FUNCIONES PRINCIPALES Utilitarias Mediación OMS Movilización Societarias Producción de servicios ACTIVIDADES Presión (lobby y/o manifestaciones) Canalización de demandas Defensa de causas Activismo político Servicios a miembros y a no miembros Auto-ayuda Elaboración propia en base a Navarro y Juarista (2007) y Kriesi (1999). No obstante los elementos anteriores de los escenarios de la contienda política, es sabido que buena parte de la literatura sobre movilización popular, en concreto, el modelo más clásico, otorga privilegio explicativo a las tensiones estructurales y los estado de disrupción psicológica derivados de los procesos de urbanización e industrialización, o bien, de situaciones de desigualdad (desempleo y empobrecimiento). Más concretamente, el modelo de privación relativa destaca que el origen del conflicto reside en la distancia entre percepción, colectivamente construida de la posición que atañe a un colectivo social, y los valores reales (bienes, servicios, derechos…) que garantizan dicha posición 20. En las últimas décadas numerosos estudios han mostrado que los factores de privación y tensión social pudiesen ser condición necesaria, pero no suficiente de la protesta (Kitschelt, 1986), y en esto coinciden tanto los enfoques de Movilización de Recursos y Procesos Políticos, como las aportaciones de los estudios sobre cultura política y desarrollo cívico (Verba, Nie y Kim, 1978). De modo que cabria derivar que la estructura socioeconómica es un elemento del escenario de confrontación que informa de recursos circulantes en una sociedad y de las tensiones que ello puede promover. Sobre estos criterios clasificatorios mínimos de las ecologías asociativas y sus efectos pueden consultarse los análisis de Welzel et al. (2005), Rossteutscer y van Deth (2002), Verba et al. (1995), Anduiza et al. (2006) o Navarro y Juaristi (2006). 19 20 Esta línea argumentativa es explorada en muchos de los estudios latinoamericanos sobre luchas populares; pueden consultar diversos trabajos como por ejemplo Bruckman y Dos Santos (2005), Seoane, Taddei y Algranati (2006) y para el caso que nos ocupa en concreto, Iñigo Carrera y Cotarelo (2000; 2006), Garreton, (2002), Calderon (1995), Svampa y Pereyra (2003), Favaro, Iuorno y Cao (2006) Delamata (2003; 2005) Giarraca (2002), Lozano (2001) entre muchos otros. Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 17 Documentos de Trabajo 04/08 En concreto, de estas perspectivas cabe señalar que la importancia de atender a los procesos de desigualdad en cuanto a elemento promotor de la contienda política y sus formas responde a que la percepción de deterioro en las condiciones de vida respecto a estándares socialmente reconocidos puede promover la dramatización de la contienda política, así como su intensidad, tal y como argumenta, por ejemplo, el modelo de privación relativa (Gurr, 1970). Por último, un asunto clásico en los estudios sobre participación política es la relación entre el tamaño de la comunidad y la participación. En concreto, de estos análisis cabría derivar que los grandes centros urbanos presentan ciertos rasgos que actuarían como facilitadores de la producción de eventos de protesta. Por un lado, la heterogeneidad de intereses, y con ello, de conflictos potenciales, por otro, la existencia de un mayor número de personas potencialmente movilizables, y por último, la mayor densidad político-institucional, de importantes targets a los que dirigir la protesta. Cuando menos, el contar con un mayor volumen de targets de movilización y la cercanía de estos, supone rasgos que facilitarían la decisión sobre el hecho de dramatizar o no la contienda política (Oberschall, 1994; Navarro, 2008, Navarro y Clarck, 2009). Esto supone que la estructura territorial pude afectar el volumen de contienda política, y más aún, en sociedades que se caracteriza por estructuras territoriales muy fragmentadas. 3. Los elementos analíticos para el estudio de la contienda política dramatizada: puesta en escena, libreto y escenario. De lo expuesto se deriva que el ‘dónde’ y el ‘cuándo’, es decir, los escenarios de la contienda, influyen en la definición de su estrategia, básicamente mediante mecanismo de costes de oportunidad, de umbrales de conductas colectiva y de acceso a recursos. Pero también, que el libreto da cuenta de la disposición a dramatizar la contienda en función de ‘quién’ lo hace, entendido aquí como el modelo organizativo del actor que opta –o no- por hacerlo, sus demandas y modos de acción característicos. Así pues, respecto a la extensión de la protesta, la lógica que subyace al hecho de ‘salir a la calle’ depende del tipo de actor y el contexto en el que este se encuentra. En relación a la segunda pregunta, la táctica de la dramatización, la hipótesis general es que el libreto y el escenario dan cuanta de la puesta en escena de la contienda política en función de la intensidad de las performances que usan los actores que la promueven. Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 18 Documentos de Trabajo 04/08 En definitiva, el argumento analítico central se encuentra en la idea de que la dramatización de la contienda y sus puesta en escena vienen dada por la lógica que despliegan sus promotores como ‘actores situados’; esto es, actores intencionales que orientan el curso de sus acciones en relación a la contienda política considerando, tanto sus intereses y recursos, como las oportunidades que ofrece el contexto. Ciertas combinaciones de estos elementos, que aquí hemos denominado libreto y escenarios permitiría, pues, reconstruir la lógica que ha orientado el hecho de dramatizar la contienda y la táctica utilizada para ello. Hasta aquí, se ha pretendido presentar algunos argumentos generales que permitiesen orientar cuáles han de ser las unidades de análisis básicas para el estudio de la contienda política dramatizada. A modo de resumen, estos elementos analíticos básicos se presentan en el gráfico 1. Grafica 1: El estudio de la dramatización de la contienda política: Unidades de análisis básicas. DRAMATIZACION DE CONTIENDA PUESTA EN ESCENA LIBRETO Actor ¿Quiénes? Estrategia: ¿Cuántos eventos de protesta? EXTENSION. Demanda ¿Qué? Táctica: ¿con que INTENSIDAD? Target ¿A quiénes? EOP EMM ET ESE ESCENARIO Centro de Sociología y Políticas Locales Universidad Pablo de Olavide 19 Documentos de Trabajo 04/08 REFERENCIAS. ANDUIZA, E.; BONET, E. y MORALES, L. (2006): La participación en las asociaciones: niveles, perfiles y efectos, MONTERO, J.R.; FONT, J. y TORCAL, M.: (eds.): Ciudadanos, asociaciones y participación en España, (pp. 261-280). Madrid CIS, AUYERO J. (2003). Repertorios insurgentes en la Argentina contemporánea. Iconos, 15, 44-61. BROCKETT, C. (1991). The structure of political oportunities and peasant mobilization in Central America. Comparative Politics, 253-274. 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