PRINCESAS DORMIDAS de Ol Sasha

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PRINCESAS DORMIDAS 2012
PRÓLOGO
Bastará decir que soy humano. Tengo debilidades.
Ya estaba decidido, dispuesto a salir, cuando un estruendo al que ha
seguido una ráfaga de viento trae una intensa cortina de agua brava hasta la
puerta del hotel. Quizás sea una señal. Regreso a la habitación.
Intuyo que después de la visita nada será igual. De una u otra forma
me afectará. Nadie queda impasible ante la prostitución infantil. En cierta
medida, eso es lo que más me turba y me asusta: mi propio
comportamiento. ¿Qué hacer ante una adolescente de catorce años que me
ofrece su cuerpo por apenas un dólar?...
Leí en Internet que en la costa del océano pacífico de Nicaragua,
concretamente en San Juan del Sur, las niñas ofrecen caricias dulces y
besos plagados de inocencia. Me llamó la atención de manera poderosa. Un
amigo diplomático me confirmó el hecho “Deambulan por la orilla del mar.
Los cantineros hacen competencia por captar a las más pequeñas y
cariñosas. Han montado un sucio pero lucrativo negocio que remata su
actividad, al tiempo que fideliza la clientela. Supe del asunto porque el
crucero tiene establecida una parada obligada. Sólo por eso me enteré”.
Ante su innecesaria justificación, entendí que había algo más. Sabía de la
trascendencia de ese crucero. Estaba avisado de antemano y, muy
probablemente, por esa misma razón realizó el viaje. De lo contrario jamás
hubiera hablado de fidelizar clientela. Él mismo no regresó al buque esa
noche que zarpó sin notificar su ausencia. Se quedó alojado en una posada
clandestina. Todavía recuerdo la que armó su esposa por desaparecer
durante una semana y media.
Investigando descubrí la precariedad de numerosas familias
nicaragüenses cuya fragilidad se agrava creando malestar, incluso maltrato
en el seno del hogar, y el maltrato hace huir a niñas y adolescentes de sus
casas. Las recogen los cantineros que las inducen a dar el servicio por un
plato de comida y un lugar donde dormir. Las reclutas, deben ceñirse las
telas al cuerpo que desborda erotismo por su lozanía descarada. Son el
perfecto cebo del hombre en permanente celo. Se advierte a los clientes que
las meseras se dejan palmear las nalgas. Son la nota de sabor. Y con su
grata presencia, se convierten en fuente de ingreso adicional. La mayoría de
propietarios tienen preparada la fase dos. Los establecimientos se llenan de
clientes ansiosos que vacían las despensas de los almacenes porque ofrecen
un sitio cómodo y tranquilo para la siesta, con relajante masaje incluido.
Luego de atiborrarse de comida, con lo apretado del sol, un nido recogido
en tierna compañía femenina es un sueño hecho realidad para el ocioso
turista.
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Seguí documentándome. Llegué a algunas conclusiones. Considero
que al promover el turismo a través de bellas señoritas sonrientes ligeras de
ropa a menudo en posiciones demasiado sugerentes, como fugadas de las
revistas especializadas en sexo, directamente se promueve la prostitución.
Hermosas e insinuantes, insisten desde los folletos publicitarios con su
coqueto mirar. No es de extrañar que lo primero que busquen los visitantes
masculinos en un medio tan sumamente miserable como el que prevalece
en este país, sea la cantidad de sobradas adolescentes disponibles. No es
nada nuevo. Sucedió antes en Costa Rica, mundialmente conocida como la
“costa rica en sexo”. Y si ocurrió en un país que supera en educación y
posibilidades laborales a Nicaragua, ¿cómo no va a ocurrir aquí?
Me confesó otro amigo empleado en la embajada española de
Ecuador: “Son muchos los niños y las niñas que se prostituyen a cambio de
comida y ropa. Nosotros ganamos, sobretodo los agregados comerciales.
Información privilegiada... El amparo legal... Nuestras valijas
diplomáticas... Son prerrogativas interesantes, un valor añadido al trabajo
rutinario y aburrido que desempeñamos. No aprovecharse sería un error.
Nada hay más lamentable que tener poder y no ejercerlo”. Inmediatamente
caí en la cuenta que tenía una clase de amistades un tanto peculiar. Quizás
por eso me atraen. Me interesan a nivel antropológico.
Dicen que por mi calidad moral y mi acreditada reputación de
observador internacional he sido designado. Me encuentro en
Centroamérica para controlar que las organizaciones locales destinen las
donaciones económicas para proyectos en beneficio de niños y niñas y no
en favor de la campaña electoral, pero, confieso con temor y pesar, que
también existen otras cuestiones.
Un importante comisionado de la INTERPOL me había revelado que
la pornografía, el turismo sexual, y el traslado de menores con fines
sexuales a otros países “En Nicaragua no es un delito y queda en la
impunidad. Sucede que se permite la explotación... no de café plátano o
maíz... si no de redes enteras de explotadores de niños y niñas”. Y es cierto.
No hace demasiado fue desmantelada una red internacional de traficantes
que transportaban adolescentes nicaragüenses a Guatemala para la
explotación sexual. El principal acusado era un hombre propietario de una
flota de autobuses en los que transportaban a las jóvenes niñas. Ellas
respondían a los anuncios de oferta pública de empleos en los clasificados
de los periódicos donde se ofrecía trabajo a camareras con salarios cinco
veces mayores a los de Nicaragua. Rápidamente quedaban deslumbradas.
Pero al llegar a su destino, eran encerradas bajo llave y obligadas a tener
sexo bajo amenaza de muerte. Los clientes del “Club Fénix” o de otros
clubes guatemaltecos conocidos por explotar sexualmente a muchachas
menores de edad como “El Gato Loco” pagaban grandes sumas de dinero,
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un dinero que ellas jamás ven. Tienen que pagar su viaje a un desorbitado
precio esclavizadas a un colchón raído en el suelo y una barra alta y larga.
A pesar de que son una preciada mercancía que rinde sendos beneficios, ni
una sola de ellas gana nada que no sea la tiranía del sanguinario.
Es fácil saber cuál es el principal país proveedor de menores para la
explotación sexual. La mayoría de las niñas y adolescentes que trabajan en
centros nocturnos y prostíbulos en El Salvador, Costa Rica y Guatemala,
son originarias de Nicaragua. La situación se agudiza día a día. Y cada
semana que pasa, se reduce la edad de quienes se ven atrapadas en este
viaje al horror. Me contó ayer el recepcionista “En su desesperación y
vulnerabilidad, los niños y las niñas de la calle son con frecuencia presa de
los adultos que andan buscando abusar de sus cuerpos” y al escucharlo, me
da vergüenza admitirlo, no pude contenerme... presioné fuertemente mi
entrepierna. Sentí un tirón. Y dureza.
Es la hora del almuerzo. Deben estar esperándome. Dejo atrás la
habitación. Desciendo las escaleras de caracol. Camino por el pasillo de
cristales y luces hasta el restaurante con las manos en los bolsillos y la
mirada situada en la punta de los zapatos; primero uno, después el otro. Me
percato que todavía lo conservo. Está arrugado. Escribió una mano
anónima un número en un pedazo de papel que deslizó discretamente por
debajo de la puerta del hotel a los pocos minutos de ocupar la habitación.
Hace dos días que pregunto al respecto. Esta mañana, durante el desayuno,
el jefe de camareros me ha explicado “Seguramente se trata del teléfono de
señoritas masajistas o damas de compañía para solitarios turistas y
empresarios en viaje de negocios”. Lo saludo con un ademán al entrar en el
restaurante. Me presenta al gerente. Inmediatamente reconoce el número, y
me aclara el misterio “Existen redes de taxistas que entregan a los turistas a
las jóvenes que se dejan hacer cualquier cochinada por plata”. Me llevo la
punta del pulgar a la comisura de los labios para limpiarme una gotita de
saliva que resbala, disimulando, mientras me dirijo a la mesa que nos han
preparado.
Me siento. Tomo mi servilleta. Sirven exquisitos manjares
presentados con acierto y gran atractivo visual. Se inicia la tertulia.
Comenta un delegado de la Comisión Europea “A los pocos días de
instalarme, encontré unas fotografías de un bonita india semidesnuda con
un teléfono móvil al dorso. Se ofrecía para sesiones fotográficas”. El doctor
que imparte un seminario para el personal del Hospital Militar, comenta
que atiende a los pacientes que sobreviven a intentos de suicidio
“Consumen drogas para ayudarse a olvidar sus sentimientos de frustración
y tristeza y por una botella de licor y un poco de marihuana, te hacen todo
cuanto te atrevas a imaginar”. La manera de pronunciar la última frase y
esa maliciosa sonrisa que extiende como mantel sobre la mesa me golpea la
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barbilla. Estoy excitado. Se han puesto a brincar todas mis fantasías
sexuales en una danza pornográfica en torno a la hoguera de la lujuria. Me
excuso, y subo a la habitación sin terminar el almuerzo para tomar una
ducha.
Veinte minutos bajo el agua fría, pero sigo excitado!
Y lo peor del caso... o lo mejor del asunto es que puedo tener
cualquier adolescente con solo chasquear los dedos, incluso dos al mismo
tiempo en esta habitación amplia y confortable, un castillo para las que
viven en la calle. Puedo decirles que se desnuden mientras bailotean frente
a mí. Puedo pedirles que levanten los brazos y llenen sus pechos de aire
para que los senos se hinchen como globos. Puedo pedirles que se den la
vuelta para admirar sus nalgas, y que separen sus muslos y se agachen
lentamente sin dejar de mover las caderas. Puedo mandarlas caminar a
gatas hasta el balcón arrastrándose por el suelo. Puedo ordenar que abran el
balcón y una junto a la otra, de espaldas a mí, se apoyen en la barandilla de
hierro forjado con el trasero en pompa y se muestren disponibles para que
pueda agarrarme a sus estrechas cinturas y empujar y empujar y cambiar de
una a otra y volver a empujar viendo el cabello largo retorcerse en sus
espaldas… en este majestuoso trono prohibido para las dos desde donde
contemplar el atardecer que cae sobre la ciudad... y puedo ordenarles que
giman mientras atienden las luces de la Managua nocturna.
Mis gotas de sudor mojarán sus posaderas. Ellas jadearán. Me gusta
oír jadear. Haré mis necesidades en sus cuerpos pequeños color canela. Y
luego descansaremos en la cama los tres. Y comeremos en abundancia. Y
beber sin parar. Y tomaremos una ducha antes de volver a empezar, si es
que a mis años todavía resisto un par de asaltos más.
Ya no llueve. ¿Qué voy a hacer? Puedo ir ahora y traérmelas a
cambio de unos pocos dólares. No quiero pasar esta noche sólo frente al
televisor. Creo que es mi deber ir, pero... ¿quiero ir en verdad? ¿Por qué me
da tanto miedo visitar El Calvario?... ¡La carne es débil! Una parte de mi
dice sí, escógete a dos delgaditas no mayores de catorce años y pégales una
buena lavada y un meneo tras otro después. La otra parte insiste en que No
Lo Haga. Me afectará esta visita. No puedo negar mi casta. Ni cambiar la
realidad que se impone osada e intencionada.
Murmura el ruido del aire acondicionado de la habitación:
Aversión... Tentación... Aversión. Tentación.
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Todas sentadas en círculo, y solamente él. Acechándonos.
En la sala plena de calor, recuerdos, lágrimas, ligeros vocablos, un
teléfono móvil sonando, migas en los platos amontonados, los vasos vacíos.
Papeles. Miradas. Todavía el sabor de algunos abrazos, sin risas
explicaciones o disculpas. Un rosario colgado en la pared. Un agujero en la
zapatilla. Me arde la garganta. No pude. No supe. Tu tristeza. Mi tristeza.
El dolor agudo casi apagado. El mar a lo lejos. El frío en mis huesos. El
abismo. Lo perdido. El arrepentimiento. Una corbata en la puerta. La figura
de un santo. Promesas. Sábanas limpias en una cama con patas. Jamás el
error. Mi memoria no quiere el ayer. Mi voluntad tiene mañana. Pero él
sigue tentándome con su aroma desde el centro de la mesa, insolente.
Lo vi por primera vez un domingo por la tarde en casa de mi tío,
carpintero como Jesús. Nunca llegué a imaginarme ni remotamente que
pudiera dominar mi vida, pero sí, impuso su dictadura.
De pequeña lo había agarrado. Entonces no sabía que me estaba
mirando, hasta que un día se hizo agarrar de manera distinta; no sé por qué.
Nunca pensé que sus dientes me morderían tan profundamente con la
intención de arrebatarme el alma. Y es que aunque parezca miel, su beso no
es dulce.
Primero me causó apatía, luego una insólita euforia. Más tarde se
convirtió en la máxima expresión del pavor, de la repulsión más absoluta.
Su voz ha entonado la violencia. Su tacto es frío como la muerte. Y la
cruda realidad de su mundo una sacudida que sobreviene veloz; un espanto
austero convertido en repentino asesino.
Confieso que nunca imaginé encontrármelo en una estación de
autobuses, ni en la habitación de un hospital, ni en la celebración de una
boda, ni en el aula de una escuela, ni en los baños públicos o en un
funeral... pero ahí se encontraba porque yo lo llevaba conmigo, escondido.
Pegado a mi mano estaba esa cosa que sirve para algo bueno: enlazar dos
partes que se han separado; sin embargo, nosotras le cambiamos su
función. Yo quería tener mi tarro de pegamento pero no para hacer sillas o
mesas, sino para amarlo en privado. Y él, todavía ahora intenta seducirme
lejos de quienes me educaron. ¿Me pregunto cómo están mis padres?...
¡Los extraño tanto!
Pero definitivamente, hoy recupero mi confianza para establecer el
compromiso. Dime algo. Estremécete conmigo. De verdad, te lo juro: no
volveré a inhalar.
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Inhalar; un problema tan lacerante como consentido que está presente
en cualquier barrio mísero de Managua y en el vertiginoso laberinto del
Mercado Oriental, donde el pegamento para calzado se vende en grandes
cantidades como si en Nicaragua todos los zapatos estuvieran rotos, cuando
son los corazones rotos los que deben arreglarse.
Casi todos somos adolescentes. Ningún adicto pasa de los veinte. El
pegamento provoca tanta dependencia como estragos en la salud. Directo al
sistema nervioso central, origina alucinaciones, cuadros depresivos y
paranoias. Los deslumbramientos engañosos, tanto visuales como
auditivos, hacen que nos olvidemos de nosotras mismas y andemos volando
por ahí, entre las nubes, inmersas en perfectas pesadillas que dan paso a la
somnolencia y la desorientación, dejándonos aisladas... sintiéndonos a
salvo de la realidad y el dolor; completamente seguras.
Inicialmente nos reduce toda clase de temor. Y para deshacernos del
hambre, olvidar los problemas y sentirnos felices, no hay un método
mejor... siempre que no te importe que se tornen lentos tus movimientos
hasta casi desaparecer. Y con la rapidez que cae un ave que ha sido
alcanzada por un disparo, caen al pozo del olvido los sentimientos de
culpabilidad. Y se cometen bajo su influencia toda clase de barbaridades y
obscenidades, y delitos, por la degradación física y moral que genera su
ingestión.
Te fatigas. Surge un cansancio tremendo. Se marcha el apetito.
Pierdes peso. Comienzan los temblores. La eventual parálisis de las
extremidades. Se irrita la piel. La mucosa nasal se deteriora. Y se altera el
aparato respiratorio hasta que se endurecen los pulmones mientras el
cerebro se ve afectado de manera irreversible, y no consigues concentrarte,
se trastorna la retentiva, desaparece la agilidad mental. Se altera la memoria
corta. Se atrofia el comportamiento. Varia el carácter. Se ahoga la
personalidad.
Mi cuerpo crecerá, y con el tiempo llegará al tamaño normal para mi
edad, pero habrá quedado atrás mi capacidad de discernir. Lejos mis
sueños, si no me recupero, si no logro alcanzar mi alma antes que se
desvanezca como la niebla.
Es absurdo pensar en cuanto me era cotidiano. Hoy todo es chocante.
Amargo. Ronco. Pesado. Caí como el mayor trasatlántico que súbitamente
se hunde en la sombra impasible de la nada. Harta de cobijarme en la
oscuridad, me metí en la pecera, y para olvidar, dejé que me llegara el
abrazo púrpura.
Aún amaestrada por la fatalidad, sigo inquieta como la serpiente
perseguida. No soy la única. Nos empujan las circunstancias y ahí nos
quedamos algunas, atrapadas en esta inmensa telaraña. Pero no hay interés
por los huele pega. Pocos escuchan nuestros gritos de desesperación. La
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mayoría atiende la provocación de nuestra presencia, el aspecto que desvela
el proceso de autodestrucción, pero ignoran nuestro llanto, nuestra
dolencia. Son tan pocos los que desean atender este lamento desbocado...
A mi derecha se encuentra una muchacha con aspecto de muñequita
que antes solía decir: “Nunca dibujo nada bonito”. Desprecia sus dotes
naturales. Nadie le habló nunca de la autoestima. Parece no darse cuenta de
donde está, ni de lo que le ha ocurrido. A menudo balbucea incoherencias.
También a ella se le clavó el hiriente entorno hasta rasgarle el alma.
Los pliegues de su entrecejo me recuerdan a las cortinas de mi casa.
Su nariz, seguramente tiene los genes de Pinocho. Sus ojos pardos me
conmueven por todo cuanto son capaces de expresar.
Tiene la costumbre de limpiar la silla con su pañuelo mugriento antes
de sentarse. Es zurda, y sazona la comida con mucho chile. Es una niña
grande atormentada que se aferra fuertemente a su muñeca mientras intenta
conciliar el sueño. Incluso cuando duerme mantiene la luz encendida.
He sabido el motivo por el cual prefirió vivir a la intemperie y dormir
en el parque de Ciudad Jardín. Surgió a consecuencia de la ausencia
prolongada de su padre biológico, pues su madre era la amante, la otra, y
aunque facilitó un techo provisional, rápidamente se olvidó de su
nacimiento. No le procuró amor, ni tampoco un apellido.
Había pasado los últimos tres años repitiendo el mismo grado, hasta
que malograda e impotente abandonó los estudios, cansada de pasar
vergüenza, cansada de ser ilegítima. La falta de asistencia médica hicieron
que creciera con demasiadas limitaciones que provocaban el forzado
ausentismo en la escuela. Casi siempre estaba enferma. Su bajo
rendimiento escolar estaba directamente relacionado con la situación de
pobreza que se encontraba su familia. Le faltaban los libros de texto, los
cuadernos, y unas galletas para el almuerzo. La obligaba la necesidad de
proporcionar algún tipo de ingreso y, desde que tenía uso de razón, su
madre la había llevado casi a diario a los semáforos para pedir.
Siempre fue consciente Doña Fátima que no era recomendable llevar
a sus hijos al estridente paisaje que requiere amoníaco, donde el áspero
martirio predomina, agota, desquicia. Sabía bien que no era saludable. Y se
percataba que a la pequeña no le gustaba pasar diez horas en la esquina
bajo el sol. Pero se decía con enardecido lamento: “¿Qué otra cosa puedo
hacer?... Somos pobres, y con las pocas monedas que obtengamos
compraremos lo básico; queso arroz frijoles y unos pocos bananos. No
quiero que muramos de hambre antes de vivir”.
Cuando regresaba a la casa no tenía ganas ni humor para jugar con los
demás niños. Las circunstancias de la jornada vencían su vulnerable
voluntad. Hasta que jugar se convirtió en una palabra lejana. Simplemente
caía sobre la tabla donde mal dormía aguardando al seguro mañana arisco
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como una lima de acero. Y su derecho a ser niña se desvanecía. Debía
acostumbrarse a su manera de existir, al crecimiento habitual de cualquier
infante en sus condiciones.
Pero apareció un hombre que alegró una noche a su madre y desde su
llegada a la casa, mente nublada, usando y abusando del alcohol, no dejó
pasar ni un solo día para mostrar su incipiente maltrato físico. De nivel
socio económico bajo, vino a crear más problemas. Sin iniciativas para
proporcionar mejoras a la situación, todavía la empeoró. Y lo que
inicialmente se presentó como ayuda, como una esperanza, se convirtió en
una maldición.
Y a un mes de cumplir sus quince años, alejada de la posibilidad de
cualquier fiesta sorpresa donde ser la princesa que viste de rosa como
indica la tradición, buscó su salvación en la calle. Intentó distanciarse.
Quiso sobrevivir mendigando por sí sola, trabajando en el sector informal
por poco dinero y en apretadas circunstancias.
Ya con nueve años prefirió ser activa a cruzarse de brazos. Alejada
del colegio, frecuentaba el vertedero. Corría con brío detrás del camión que
llegaba cargado de basura de los barrios residenciales de la capital.
Envuelta en el espeso humo que emanaba del fuego de la combustión de la
porquería, movía y removía sus manos heridas por afiladas latas escondidas
y traicioneros pedazos de botellas de cristal, para, si tenía suerte, encontrar
algo que comer y sobrevivir ese día. Pero también aplicó su ingenio. Era
despierta. Recuperaba muñecas que lavaba, arreglaba, y vendía, aunque no
le gustaba permanecer demasiado tiempo en el lugar por las máquinas que
compactan la basura. No desaparecía la congoja de haber sido testigo de
cómo un camión de carga arrolló a una niña, desbaratando su cuerpecito
delicado sin piedad. Un apuesto policía no lograba calmarla. Ese día lloro
entre sus brazos como jamás lo había hecho antes. Fue la primera vez que
sintió calor humano, quizás por eso continuó sollozando de alegría.
Las consecuencias de una deficiente educación cumplieron la
amenaza. Hoy, expuesta a enfermedades respiratorias, de la piel, y a toda
clase de alteraciones intestinales, con una autoestima por los suelos debido
a la degradación a la que la somete la vida, intenta salir. Ella es mi amiga.
Peligra su salud. Y se pregunta: “¿Cuál es el sentido de la vida?...”.
Quisiera que despertara la princesa que habita en su pecho.
Su nombre es Amanda María, alias la niña, y el nombre del policía
que la abrazó con limpia ternura... qué importa su nombre. ¡Es un hombre
de buen corazón!
A mi izquierda se encuentra una muchacha de aspecto oriental que
antes solía decir: “Nunca quieren jugar conmigo”. Siente que los demás no
la valoran. Nadie le contó nada acerca de la autoestima. Sus pasos eran
muy lentos hace unos pocos días. La primera vez que la miré, sus ojos
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estaban apagados. Eran vidriosos, como el pálido rostro de la muerte que
besa fuerte mientras te mide fijamente.
Tiene una señal en el rostro: tres puntos lineales en una mejilla que no
son lunares, si no el recuerdo de un tenedor que le hundieron salvajemente
a la edad de tres años. Le falta un dedo, y acostumbra a vestir ropa muy
holgada. Incluso cuando llovizna, lleva puestas sus gafas rojas de sol.
Creo que este refugio es para las adolescentes, pero no todas las
adolescentes son para este refugio. Algunas no encajarán jamás. Y es algo
que tiene que ver con la voluntad y las normas que rigen la recuperación de
la identidad como persona. Me pregunto en qué estará pensando la
desdichada. Su vida me recuerda un barquito de papel arrastrado por la
corriente.
Intuyo que tiene su destino marcado. Es fácil saber por qué. Todos los
días a las cuatro de la mañana la despertaba su papá Don José, no para
asistir a la escuela, sino para ir a recolectar café en la mayor extensión de la
zona más productiva de Matagalpa. La prisa por llegar al lugar no le
permitía desayunar. Era más importante asegurarse las anfetaminas que le
suministraba su madre para no dormirse y soportar la dura jornada de
catorce horas. Una parte importante de los ingresos obtenidos durante el día
servían para comprar esas pastillas amarillas, indispensables para el trabajo
que realizaba.
Caminó desde los cinco años sin zapatos soportando las inclemencias
del tiempo. En sus manos, todavía se aprecian las huellas de su labor. Creo
que nunca aprendió a sonreír. Y debido a la larga jornada laboral, no había
oportunidad de estudiar. La escuela más cercana se encontraba a nueve
kilómetros. No creo que sepa ni leer ni escribir.
Pero su vida, ya de por sí desdichada, se tornó miserable un día que,
mientras trabajaba agachada, se acercó Don José por detrás para decirle con
voz pedregosa: “Déjate hacer. Verás cómo te gusta”. Ella no entendió. Y no
sabía que ese manoseo inicial que consideró una muestra de afecto sincero
se convertiría en una vejación. Rápidamente comprendió que su padre iba a
hacer aquello que había visto hacerle a una joven vecina de la aldea cercana
un domingo después de la misa. Y una punzada se situó en su estómago
arrebatándole el aliento. Su cuerpo se enfrió en un momento. Le rogó,
implorándole: “Papá por favor, respétame... Soy tu hija”.
Lo peor no fue que se quedara embarazada. Lo peor fue que la
desterraran por nueve meses a la zona más escondida para que nadie la
viera panzuda y, al nacer el niño, su padre inmediatamente se lo arrebató.
Nunca lo volvió a ver. Está convencida que lo enterraron en alguna parte
del cafetal después de machetearlo. Así volvió todo a la normalidad, solo
que la niña hecha mujer necesitaba tres pastillas más para trabajar.
Dos años más tarde, cuando el patrón prestó al padre la camioneta
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para que fueran al médico de Managua para extirparle unos quistes que
tenía bajo el brazo, se detuvo tres veces a lo largo del trayecto. Don José
repitió el acto en la época en que su hermana menor cumplía la misma edad
que tenía ella cuando se produjo el incesto: doce años. Pensó que si se
dejaba hacer tal vez salvaría a su hermanita. Volvió a permitirlo.
Hoy tiene diecisiete años y ya no recuerda ni como se llama. Su
familia sigue viviendo en el campo, mientras ella se encuentra en la capital
del país apartada del mundo desde que su madre la sacó de la casa a
patadas al enterarse: “Ahora que ha probado la carne tierna ya no me pone
la mano encima; sós una maldita!”. Y se la creyó, hasta convencerse de que
la culpa de lo ocurrido había sido suya.
No me sorprende que en su barbilla se dibuje un aro bien definido de
color blanco. La pega no la deja, se ha comido el color de su piel. Igual que
el parpadeo del intermitente de un automóvil es una señal, el color
blanquecino de sus labios señala claramente que está metida en el hoyo, y
que sigue metida muy en lo hondo.
La estela en el mar nos informa que ha pasado una embarcación. El
humo es una prueba natural que indica fuego. Y su barbilla, exenta de
color, la delata. Anuncia su pesar. Pero aunque un tarro de pegamento
tachado dentro de un triángulo insinuara lo peligroso y dañino de su
efecto... ella continuaría inhalando.
Y anda escupiendo sangre, destruyendo sus pulmones, pero como
antes ha destruido su cerebro ya ni sabe que se está matando.
Su nombre es Xochilt de las Mercedes, alias la china, y el nombre de
su madre... qué importa su nombre. ¡Todavía permanece junto a Don José!
Ella es mi amiga. Peligra su salud. Y al igual que Amanda María se
pregunta ¿cuál es el sentido de la vida?... Quizás despierte a tiempo la
princesa escondida.
Justo frente a mí se encuentra una muchacha con aspecto enfermizo
que antes solía decir: “Como no me dijiste dónde estaban las cosas, no
pude limpiar”. Busca excusas en vez de afrontar su pereza. Nadie le explicó
las ventajas de la autoestima. Denota su cuerpo que la mente divaga entre
deslumbramientos de color púrpura, lejos de los besos blancos y las
doradas caricias en el sofá con papá y mamá frente al televisor.
Su fealdad es atractiva porque su deformidad le da un aire insólito a
su cara; un rostro de mármol que no puedes dejar de observar, sobre todo
porque mantiene su cabeza rapada. Su mirada resbala indiferente ante lo
demasiado cotidiano, y parece acabada. Siempre anda encorvada. Incluso
cuando realizamos ejercicios de gimnasia, al alzar los brazos se mantiene
arqueada.
He sabido que vivió en un sustituto del hogar que consiste en un
techo temporal en casa de un rufián, un individuo de avanzada edad que
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había vivido en Guatemala, donde fundó una agrupación juvenil que
compartía la residencia en el barrio marginal, precariedad económica, y un
difícil acceso a los estudios. Ejerciendo un liderazgo fuerte, embebido de su
propia fuerza, asesinó a un miembro que lo cuestionaba y luego, a un
comerciante que se negó a abrir la caja fuerte, y a un conductor que se negó
a entregarle el automóvil, y a una adolescente que se negó a bailar con él, y
al anciano que se negó a regalarle el sombrero, y a un niño que se interpuso
en su camino cuando salía de atracar una joyería aplastándolo con el auto
robado. Los miembros de su banda lo abandonaron y perseguido por la
policía, huyó del país para instalarse en Nicaragua en la época que se
admitía a prófugos y terroristas.
Su mente perversa no ocultaba un corazón decente que de tanto
ignorarlo empequeñeció con los años hasta que consiguió negar su
completa presencia. Se impuso la malévola oscuridad, los espectros de lo
sombrío. Sus muecas se tornaron repelentes y el rugoso timbre de una voz
vomitada turbaba. Se exhibía terroríficamente. Terminó por arruinar su
vida, y arruinaría a diario y sin compasión la vida de muchas otras personas
más. Y como todos los rufianes de La Tejera, demostraba mucha
agresividad ante personas ajenas al medio en el que se movía a libertad,
especialmente cuando tenía conocimiento de su pertenencia o vinculación a
organismos que trabajan en favor de la infancia y la adolescencia.
Ella permaneció en La Tejera, un asentamiento establecido a orillas
del lago de Managua donde todos los rufianes promueven la misma idea
entre sus víctimas: que sus viviendas son resguardos seguros fuera del
alcance de la policía y de las personas que les dan maltrato. Ingenuas.
Podía asearse, lavar su ropa y guardar las pocas pertenencias que
tenía, pero se pasaba el día entero inhalando pegamento sin ningún
obstáculo. A su edad, nada había aprendido de la vida más que a valerse de
la flor de su juventud. Y la explotaba el rufián, pretendía utilizarla unos
meses más antes de arrojarla en cualquier esquina. Y cuando ya no le
sirvió para sus caprichos, cuando ya no podía alquilar su cuerpo, cuando ya
no se tenía en pie ni para mal limpiar la vivienda... se deshizo de ella.
Cuando ingresó al centro de rehabilitación andaba mal vestida, casi en
harapos, con un elevado grado de desnutrición. Y no había mejorado su
aspecto enfermizo ni su apariencia física.
Su nombre es Jessenia del Carmen alias, la chela, y el del rufián... qué
importa su nombre. ¡Es un estúpido desgraciado que más valía se hubiera
quedado en su país!
Ella es mi amiga. Peligra su salud. Y al igual que Xochilt de las
Mercedes y Amanda María se pregunta ¿cuál es el sentido de la vida? Tal
vez despierte la princesa que anida en su seno.
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Y luego está ella, la más bella en mi opinión, la muchacha que parece
un fragmento de platino iluminado. Nada tiene que ver su matiz plateado
con el color de sus ropas, ni con el color de su cabello, ni con el color de su
piel, ni con el color de sus ojos. Es la mezcla de todo lo que le otorga esta
imagen tan peculiar. Seguramente su alma es de platino, y por eso
resplandece con este brillo tan peculiar.
Me llama la atención toda ella. Me inquieta su interrogante
contemplación. La actitud desafiante de sus gestos. Su permanente silencio.
Y sobre todo me confunden sus incontrolados movimientos, sus espasmos.
Creo que percibe lo que ninguna otra. Nadie más se ha dado cuenta de mi
secreto.
Regordeta y chaparra, se impone su personalidad más que sus rasgos
físicos porque cuando la observas, no la ves, simplemente sientes su
influjo. Tiene magnetismo. Marca propia. Significación.
No hay voluntad del gobierno de ayudar a los menores que no han
sido inscritos civilmente por sus progenitores. El hecho de no tener la
partida de nacimiento, requisito obligado para el ingreso en la escuela,
dificulta la educación de muchos nicaragüenses. La falta de papeles
ocasionó diversos altercados para que la admitieran. Entraba y salía. No la
aceptaban. La excluían, marginándola a ella que no tenía culpa ninguna del
analfabetismo e ignorancia de sus padres a quienes nadie facilitó las cosas
orientándolos adecuadamente. Pero aún así, fue una alumna muy aplicada
perteneciente a una familia humilde y sencilla, muy pobres, pero que
vivieron felices en el campo hasta que se rompió la unidad familiar.
Veinte años atrás, su padre había emigrado. Se desintegró el hogar.
Es el resultado del drama de los emigrantes.
Parece que los nicaragüenses estamos condenados a vivir una
continua desintegración familiar. En la década de los ochenta hubo un tipo
de emigración: salvarse de la guerra.
En Nicaragua existen tres millones y medio de personas que viven en
estado de pobreza, sin duda la causa principal para que a diario centenares
de hombres y mujeres se vean obligados a salir del país. Y su padre fue uno
de los cuatrocientos mil nicaragüenses que han viajado a Costa Rica. Le
afectó el conflicto armado, aunque ese no fue el motivo. Su padre se
marchó por lo mismo que se marchan todos: por el hambre y el desempleo.
Su nombre es Johanna Rebeca, alias la india, y el nombre de su
padre... qué importa su nombre, ¡se olvidó de su hija!
Ella es mi amiga. Peligra su salud. Y al igual que Jessenia del
Carmen, Xochilt de las Mercedes y Amanda María, se pregunta cuál es el
sentido de la vida. Confío en que pueda despertar la princesa que vive en la
promesa de un suspiro.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
A mi llegada me hice amiga de ellas; de Amanda María alias la niña, quien
marcha con la desolación del presidiario al que van a ejecutar, y como una
flor que el viento helado marchita se hunde; de Xochilt de las Mercedes
alias la china, quien lucha con una tupida sombra que se precipita sobre
ella, y como la luz de una candela aplastada por la tempestad se hunde; y
de Jessenia del Carmen alias la chela, quien se mueve con el sudor teñido
por la mugre, y como la moneda que se lanza al lago se hunde. Pero
sobretodo me hice amiga de Johanna, alias la india, la única que no se
queja durante las clases de manualidades. Tiene silenciada el habla.
Mis cuatro amigas caminan sin rumbo desorientadas en un
complicado galimatías, y se derrumbaban, exhaustas, abatidas. Está
amenazada nuestra salud física y moral, la robustez ética y la moralidad de
todo un pueblo.
Luego están las otras muchachas del grupo. Pudieron haber sido
dichosas viviendo en un hogar cálido con sus padres y hermanos, yendo a
la escuela, teniendo amigos y tiempo para jugar, sin embargo,
probablemente son hijas de madres como la madre de la china, hijas de un
padre como el de la india, con un padrastro como el de la niña. Madres que
expulsan de la casa a sus hijas. Padres que no reconocen a sus hijos, o que
los ignoran hasta olvidarse de ellos o que los violan.
Hay tres embarazadas, las tres de varón desconocido. Casi todas
tienen padres sólo en los papeles. Una de ellas sabe bien quien es el suyo,
pero no puede decirlo porque nadie la creería. Son adolescentes de hogares
deshechos cuya precaria condición las condujo al trabajo infantil en busca
de sustento, y por ende, a subsistir en la calle de cualquier manera.
Lamentan con lágrimas en los párpados del alma su realidad manifiesta e
imperecedera.
También hay algunas mujeres que han sido antes trabajadoras
domesticas reventadas en hogares de una clase social que se autodenomina
alta, cuyos niveles de humanidad están bajo cero. La abrumadora pobreza
de sus remotas regiones natales las arrastró hasta la capital en busca de una
oportunidad que se estropeó. Familias enteras llenas de expectativas
abandonan el campo para instalarse en la capital, pero pronto resultan
grandes frustraciones de tal acción.
Cuenta la mayoría que huyeron de la monotonía del campo atraídas
por las luces de la gran ciudad, eso dicen, por el esplendor de Managua,
pero si las observo detenidamente, puedo reconocer el verdadero motivo.
Gritan sus ojos: “Mi padre se emborrachaba y nos golpeaba. Mi madre,
harta de palizas salvajes se marchó con otro hombre dejándome a su
cuidado. Entonces la dosis del dolor que no recibía ella la encajaba yo.
Incluso su enojo hizo que los golpes fueran más duros y continuos”. Los
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
varones que no saben estar solos vuelven a casarse, y sucede a menudo que
la nueva esposa desprecia a los hijos de la otra. Algunas madrastras hacen
dormir fuera de la casa a los niños para lograr que se marchen con los tíos o
los vecinos.
Creo que todas hubieran querido decir a sus madres, ¿por qué? Por
qué no me alentaste a dar mis primeros pasos por el sendero de la vida. Por
qué no escuchaste alerta mi suplicar. Por qué no me llevaste de la mano
hasta la escuela. Por qué no me abrazaste con apego. Tantas y tantas veces
se preguntan por qué. Y también se preguntan, ¿dónde?... Dónde se
extravió tu amor vigilante madre. Dónde ocultaste la necesaria orientación.
Dónde olvidaste los conocimientos adquiridos... ¿Dónde has estado? Las
escucho decir cuando cae la tarde. Dónde se han quedado tus dones,
¿dónde madre? Insisten dormidas hablando a voces. Y se preguntan quién
cuidará de sus madres cuando entren en la vejez; aunque algunas no saben
quién es su madre o dónde vive en la actualidad. Seguro que todas mis
compañeras darían gracias a Dios por tener una madre devota y entregada.
Seguro que hubieran cuidado y atesorado tan sagrado bien, todas.
Todas escuchamos largos meses su latido y su respiración fue lo
primero que sentimos al nacer, al existir, aunque antes intuimos su rostro,
su sonrisa, sus ojos, sus manos, al igual que yo lo hice. Y escucharon su
voz; esa cálida voz de afecto pleno... pero luego ninguna se hizo presente.
No como madre. No como quien abre la mente, ensancha el corazón, y
acaricia cariñosamente el alma con las yemas de los dedos. Nunca
estuvieron de su lado, más bien las apartaron de su lado a empujones y
aunque corrían a cobijarse entre sus piernas, las menospreciaron. Todavía
no me lo creo. No fueron consuelo. Ni fuente de abnegación y sacrificio.
Cuando son las madres las que desencadenan el amor perfecto, el amor
espléndido que escala al cielo, ¡si lo sabré yo!
Las madres que las llevaron en su seno no se creyeron dichosas, ni se
comprometieron. No las velaron de día y de noche. No acuñaron una
sonrisa viva que si forzada en su intento, encuentra alegría al permanecer.
No las besaron con sus labios tibios que si abatidos, ennegrecidos quizás,
no cancelan los innumerables motivos que se forjan durante el beso. No las
abrazaron melosamente aunque doloridos tuvieran los brazos pudiendo
hallar consuelo en semejante obrar. Dar a luz. Parir. Criar. Regocijarse.
¿Regocijarse he dicho? ¡Pudieron regocijarse del milagro de la vida! Una
fría y pesada losa las encierra bajo tierra a unas y otras. No supieron cuáles
eran sus posibilidades infinitas. Pero no todas las madres desertan, ni todas
las mujeres son malévolas madrastas. Hay madres que caminan en el
imposible manteniendo la responsabilidad para con sus hijos, aún estando
solas o mal acompañadas.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
Siempre recae en sus espaldas castigadas tal responsabilidad, porque
las madres... las verdaderas madres procesan ese amor incondicional que
acepta el estigma del sufrimiento.
Hoy es miércoles primero de mes y está a punto de finalizar la actividad.
En las actividades de manualidades la mayoría se pone a la defensiva
manifestando su frustración con demasiada facilidad: “Si el avión no vuela
yo no tengo la culpa. Lo voy a romper. No sirve”. A menudo se consideran
impotentes: “No sé donde están las tijeras. A este paso no voy a terminar la
tarea”. Y se agreden unas a otras: “No me importa lo que hagas. A mí me
da igual”. Sus sentimientos se han resecado con el pegamento, pero no se
han evaporado por completo. Hace falta trabajar. Trabajar más. Y
trabajábamos duro, apoyándonos entre nosotras.
Lo que la persona siente por sí misma está relacionado con el
conocimiento propio, con lo que uno piensa de sí mismo. Pero ellas son
unas autenticas desconocidas para sí mismas. La finalidad de las
actividades que realizamos tienen tres ejes fundamentales: estimular la
actividad para obtener una mayor satisfacción personal y saberse mejores;
fomentar la convivencia y el diálogo para descubrir la identidad y
confirmar la imagen que los demás tienen de nosotras; y desarrollar
acciones en consonancia con la propia naturaleza inmersa y desconocida. A
fogonazos intermitentes recupero todo mi saber, y confirmo que se trata de
actividades para que todas ellas eliminen el concepto negativo que poseen
de sí mismas haciendo surgir sus más bellas virtudes, que las tienen,
incluso la muchacha a la que llaman araña.
Así, desde hace una semana, Amanda María busca alabanzas y la
aprobación de sus compañeras haciendo los dibujos que le gusta y sabe
hacer. Y Xochilt, comprueba con sorpresa sus habilidades e intenta
proyectarlas ganándose el aprecio de sus compañeras. Y Jessenia, ya no
actúa como días pasados, si no que tiende a comportarse como la nueva
persona que es, aunque todavía elude tareas en las que podría fallar. Y
Johanna, sigue sin pronunciar palabra. Permanece hermética. No como
otras que cuando se sueltan hablan por los codos.
Hubo dos muchachas que intentaron enamorarme al mismo tiempo.
Podía contar con ambas para cualquier cosa. Daban la cara por mí. Me
protegían para que nadie me robara los zapatos o me fuera a pegar mientras
dormía. Nunca tuve que lavar los baños. Lo hacían por mí sin que yo se lo
pidiera. Hasta que una de ellas me quiso prensar entre sus brazos, pero yo
no correspondí a sus besos ocultándole mis labios. Luego me escondí de las
dos, demasiado acosada. Hoy me respetan. Saben que no soy lesbiana.
Una es la Lora, la otra es Norita, alta como un ceibo y delgada como
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un alfiler. Nadie puede imaginar hasta donde llega la flexibilidad de su
cuerpo. Cuando se aburre, se pone las piernas en la nuca. Un día lo intenté
y pasé con dolor toda la noche. Por cierto, Norita es la que hace de hombre.
La Lora tiene una extraña enfermedad. A menudo le supuran las
orejas. Y sus uñas son extremadamente blandas, de color café. No sabe
pronunciar la letra s, ni tampoco la r, y confunde la v con la b. Eso hace
que hable de una forma muy peculiar. Es inconfundible. Divertida. Y
lesbiana.
Ambas están ahí, repasando la lección del taller de costura juntas.
Afectuosamente juntas. Mientras otra muchacha cabizbaja tiembla y
masculla envuelta en una sábana mojada: “...desaparece tan pronto como
llega ese barco de cristal. Levantamos la enorme piedra. Hay destellos
metálicos por todas partes y un salto atrás de los sentidos mientras unas
campanas inexistentes repican inquietas, a la deriva, a la deriva”.
Su visión no me desvela su nombre. Su boca habla más lentamente
que sus palabras. Su desplomada vida quizás pretende abrazar la luna, o la
Tierra, o el Universo entero. Y ahora… su mano suelta el vaso que se
estrella en el suelo. Pero sigue temblando cabizbaja como si nada hubiera
pasado.
La pega.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
II
Nos despiertan diez minutos antes de las cinco de la mañana. Después de
ducharnos, hacemos la limpieza y desayunamos todas juntas. Y si una
alborota a las demás, la pondrán a realizar las tareas más desagradables.
Tienes que lavar a diario tu ropa, las sábanas de la cama y las toallas
que utilizas. Son estrictos. Y buena gente. Son buena gente porque si a una
le llaman la atención... sabe bien por qué lo hacen. Siempre hay una razón.
Tras el baño te revisan los pies, las uñas, el cuello. Yo suelo olvidar
lavarme detrás de las orejas y me regañan. También me corrigen si dejo
algún rincón sin limpiar o si dejo algo de comida en el plato. Pero no me
quejo. Ninguna nos quejamos. La muchacha que tenía a mi lado declaró la
primera vez Ojalá mi mamita me hubiera regañado. Significaría que
habría estado pendiente de mí. Fue el día del altercado.
_ ¿Cuándo me vas a hacer caso criatura?
_ ¡Ah!... Usted a mi no me manda, ni me grita. Estoy aquí por
Mauricio el supervisor. Si no yo no estuviera aquí, óigalo, vieja!
Y vi que agarraba su pantalón y apenas con la blusa desabrochada
abandonaba el lugar. Detrás de ella salió Patricia que no la pudo alcanzar.
De regreso, al pasar frente a nosotras, contemplé como los ojos de Patricia
enrojecían. Estaba realmente afligida. Hay que tener mucha paciencia con
nosotras. A menudo el más santo pierde los estribos.
Algunas se escapan del centro por tonterías. Mara por ejemplo. Le
pidieron que recogiera la basura. Como dando un zarpazo, contestó rabiosa:
_ ¡¿A caso es mía?!
Apenas estuvo tres días en el centro. Se sintió perseguida y escapó. Nunca
más ha vuelto. Pero yo aprecio mucho a Patricia, la Paty. Sabe como
corregir a las personas y se preocupa sinceramente por nosotras; aunque
tenga que mantener ciertas normas con las que ella misma no está cómoda
pero sabe que funcionan.
A las nueve treinta de la mañana se cierra la puerta y las muchachas
que llegan más tarde ya no pueden entrar. Muchas veces se retrasan por
causas ajenas a su voluntad, pero nuestra Paty no cede. Inculca la
responsabilidad, y la importancia de la puntualidad. Sus enseñanzas son
buenas, pero muchas de las chavalas no las entienden y se enojan con ella.
Y gritan desde la puerta.
_ ¡Maldita Paty, no es verdad que quieres ayudarnos, nos mandas a la
calle otra vez!
Pero Patricia explica a las que escuchan en la sala de reunión.
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_ Alguna vez váis a estar del otro lado, quizás gritando semejantes
estupideces. Sabéis que me duele no abrir, pero si abro, mañana
volverán a llegar tarde. Si no abro, mañana llegarán las primeras.
Tenía razón. Las que gritaban barbaridades eran las primeras en cruzar el
umbral al día siguiente, sin mencionar el incidente. La Paty se preocupa por
todas y, en el fondo todas lo saben. No son tontas. Aunque griten
barbaridades.
La mayoría no desean quedarse recluidas por la apremiante necesidad
de libertinaje. Han sido tan sometidas en sus casas que odian las reglas. No
quieren normas. Por eso es por lo que muchas no se quedan, no aguantan.
No tienen la suficiente paciencia para percibir las enseñanzas y los
beneficios de una vida recta. Nada más con la perspectiva que dan los años
se entenderá que estar aquí es lo correcto. Y que este procedimiento,
aunque aparentemente cruel, es conveniente.
Después del desayuno realizamos las tareas de grupo: limpiar salas,
porche, cocina, patio interior, baños, como de costumbre.
Me he sentado en el inodoro cerrando la puerta. Suelo sorprender
conversaciones entre adolescentes.
_ Ya estoy asqueada de que la gente se nos quede mirando cuando nos
ven durmiendo en el suelo. Nadie nos pregunta qué hacemos ahí, ni
porqué hemos llegado a una situación semejante. Solo nos miran, con
rechazo y menosprecio. Ellos tienen familia. Tienen un hogar donde
estar. ¡Que nos pregunten si lo queremos! ¡Que busquen cómo saber si
hemos escogido vivir en la calle por gusto! ¿A caso no saben
interpretar lo que dicen nuestros ojos? Al final, de sus labios saldrán
críticas hacia nosotras. No hay misericordia de la gente. Su
comportamiento es patético. Mucho más que el nuestro. Y digo yo,
que hagan algo constructivo en vez de tanto mirar por encima del
hombro con desaprobación.
_ En una ocasión dos señoras se quedaron viendo a la Loli. Yo venía
por detrás, y me detuve para escucharlas. Me intrigaba saber que
piensa la gente. ¿Por qué tienen que estar ahí? ¿Por qué no irán a
cualquier otro lado? Dan mala imagen al vecindario dijo la estúpida
gorda. Voy a buscar un policía para que los eche, ¿te parece
Dolores? Y cuando vino el policía dijo ¡Qué están haciendo aquí!
Acaso su mama las tiene aquí para robar a los turistas... ¡Se me
desaparecen inmediatamente! ¿Qué mama?... ¿conoce usted a mi
mama?... porque le agradeceré me la presente. Eso hubiera querido
decirle la Loli, estoy segura, pero se levantó y caminó con dificultad
en busca de otro lugar más tranquilo.
_ No entiendo que me insulten por robar. Yo no robo por gusto, sino
por necesidad. Los presidentes, los diputados, los alcaldes, tienen lo
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necesario para vivir. Viven bien y sin embargo, también roban. Y
mucho más que yo. Y nadie los castiga a ellos.
_ La avaricia los corrompe. Aunque digan que no roban, lo hacen, y lo
hacen sin pudor… descaradamente… impunemente.
_ Dices verdades como templos griegos.
_ Y los mismos policías que nos acusan, recuerda, son los mismos
policías del parque Ciudad Jardín. Recuerda que cuando llegaba la
quincena o el fin de mes, ¿qué es lo que nos hacían? ¿Recuerdas que
nos decían? ¿Cuánto tenés ahí? ¡Dámelo! Y ya estaba, quedabas libre
por nada. Nada hacíamos pero nos retenían para manosearnos
amedrentarnos y robarnos. ¿Por qué tenemos que aguantar sus
insultos?...
_ Es injusto, sí. ¿Pero de qué te vale enfrentarte a la gente?... Te
ganarás unos golpes y un encierro de dos días en la estación policial.
No van a reconocer la verdad. Son pura lata, nada más. Hay que
evitarlos al máximo. Incluso si algún hombre te agrede, ni se te ocurra
acudir a esos policías porque la agresión será doble. Nadie tiene la
suerte que ha tenido Amanda, la niña. Ese tipo es una joya. ¡Una joya!
No sabe lo que es la corrupción.
_ Sí lo sabe, lo que pasa es que no cede ante la posibilidad. Es su
corazón noble lo que moviliza sus actos. Me lo dijo el mismo Samuel.
Al salir del baño vuelvo a leer el cartel donde figuran nuestros
compromisos con la institución que nos alberga: “Participar en todas las
actividades. Mantener la disciplina. Cumplir con las orientaciones que
brinda el educador. No dañar los materiales suministrados. Durante las
clases, no dormirse, ni jugar, ni decir palabras soeces”. Y me percato que
suelo cumplirlos todos.
El reloj marca las diez, es tiempo para la alfabetización. A las once
treinta de la mañana dispondremos del breve descanso para la reflexión, y a
las doce en punto, almorzaremos todas juntas en el comedor. Y luego... el
espacio libre para nosotras hasta las dos de la tarde. No quiero dormir hoy.
Ha venido la Pioja a visitarnos y acostumbra a tener anécdotas que contar.
Mientras la Lora enseña a restar y a sumar a Norita con suma
paciencia, otra adolescente recita los meses del año al revés para practicar.
Yo me encuentro al lado de Gioconda, una niña analfabeta que se esfuerza
intentando escribir. Le indico como mejorar el aspecto de las letras cuando
en una explosión de sinceridad, desde la esquina de la sala, la muchacha
que solía bajar su mirada a cada rato evadiendo toda conversación, la que
contemplaba su alrededor sin demasiada atención por fin se deja escuchar.
_ Si yo hubiera tenido calor en el hogar, aseguro que hoy no estaría
aquí. Tengo un gran resentimiento contra mi familia porque...
¡mierda!... si me tuvieron era para darme amor y estudios. Yo era su
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responsabilidad. Yo tomo mis precauciones para no quedar
embarazada. Si yo hubiera tenido un hogar desde bien pequeña,
hubiera aprendido a manejarme decentemente. Todo comienza en la
infancia. Pero a mí me amarraron a la vida por la fuerza, con
cuestiones ajenas a mi condición. A menudo los maldigo. Solamente
fueron padres biológicos, enseguida se convirtieron en patronos de
una extraña empresa. Creí que no existía nada más en la vida que el
trabajo. Y así se presentó el mundo ante mí: perturbado y desalmado.
Fui mala pensando... pensando... bueno, no sé qué pensaba
exactamente, pero lo cierto es que he sido muy mala. Nobleza,
honradez, dignidad... son palabras que descubro aquí. No las conocía.
Todas permanecemos detenidas para escucharla. Todas habíamos estado
ansiosas por saber que ocurría en esa cabecita. De pronto surgen
espontáneos aplausos que corta la Pioja dispuesta a relatarnos algo.
Dejamos cuanto hacemos para prestarle atención. Me agrada como cuenta
las cosas... es tan dinámica... tan graciosa... tan...
_ ¿Queréis chismes?... recuerdo un día que mis vecinos me trajeron
como regalo un pantalón casi nuevo porque el domingo era mi
cumpleaños. Yo me moría de las ganas de ponérmelo pero mi mama
me dijo Hasta el mero día de tu cumpleaños te lo vas a poner. ¡Vaya!
dije yo... y me lo puse para andarlo luciendo. Me fascinaba su color. Y
salí a presumir. Y jugando cerca del pozo me caí. Me manché de
barro. Me asusté. Por nada me pegaban. Lo doblé y lo guardé. Al día
siguiente que se fue mi mama intenté lavarlo pero no había agua.
Estuve escupiendo y frotando cuanto pude, pero nada. Creo que al
restregar lo dejé peor que estaba. El domingo me quiso vestir ella...
¡imagínense muchachas!... Yo entiendo que me regañara, incluso que
me pegara... pero lo hizo con el mismo pantalón. Eso me dio mucha
rabia. Lo mojó, lo enrolló como si fuera un cinturón y ¡pam! me pegó,
y luego quemó el pantalón que tanto me gustaba. No hubo
celebración. Y recuerdo que pasé con dolor en el cuerpo una semana,
pero estuve llorando durante un mes por mi pantalón. Nunca más he
vuelto a encontrar ese mismo color. ¡Qué bonito era!
Ahora comprendo porque al encontrarnos en la calle, su mayor gozo era
que la acompañara a visitar las tiendas de tela, solía decirme vayamos a
abrir la boca... Quedó marcada, obsesionada por aquel color. Y me
confiesa Gioconda, con la que estoy aplicándome en la caligrafía.
_ Yo no le importaba a mi papi. A veces ni llegaba a la casa. Si quería,
lo hacía, pero si no quería... no llegaba a la casa. Si le daba la gana,
pagaba el alquiler, pero si no le daba la gana, pues no lo pagaba. Si
miraba comida, estaba bien, pero si no había comida... también estaba
bien. Todo le daba igual, sobre todo yo. Yo no le importaba para nada.
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Nunca me miró como a una hija. Ni como una niña que era. Nunca me
anduvo ni para arriba ni para abajo, paseando. Nunca caminé a su
lado, y no creo que nunca llegara a estar en sus brazos. La verdad es
que no me miraba para nada. Nunca me miró como nada, ni como ser
humano me miró mi papi. No le interesaba. Me daban ganas de
salirme corriendo, de marcharme a la calle. Hasta que un día me fui.
De mi hermanito, tan sólo pude saber que le daba pavor la oscuridad
porque se aferraba a mi cuando se dormía, pero no más, porque como
papi tomaba cada vez más y más, ni para visitar la casa regresé jamás.
La adolescente que ha oído lo que decía se sienta a su lado tomando
sus manos afectuosamente.
_ Y es que todas tenemos nuestros pequeños secretos, incidentes que
han hecho mella hasta estamparnos lo grotesco en la frente. En mi
caso, la gota que derramó el vaso fue que me obligó a cocinar... ¿y qué
podía saber yo de cocina con siete años?... pero lo intenté, aunque
probablemente se me escapó la mano con el limón. La cuestión es que
estaba muy ácido y el se enfureció. Intentó patearme la cabeza cuando
me tiró al suelo. Ninguno de mis hermanos mayores hizo nada.
Anteriormente me había tirado un cuchillo, dice que bromeando...
¡pero lo tiró!
De alguna manera, todas las muchachas del centro coinciden: la calle no
trae nada bueno pero al menos no te pegan. Al principio. Te acaba gustando
la calle y te quedas en la calle aunque te peguen, aún sabiendo que vendrán
cosas peores. Lucrecia, la inseparable de Liliana, supo que había cosas
terribles y aún así, prefirió la calle.
_ Quince días antes de cumplir los diez años me hicieron eso. Nadie
me había prevenido contra la posibilidad. Era de noche, y me asusté
tanto que no regresé a la casa. Al cabo de una semana de vagar sola
por la calle volví, y me pegaron por desaparecer. Ni siquiera me
dejaron explicar los motivos. Yo anduve desorientada en la calle, pero
como también intentaron hacerme otra vez lo mismo... la segunda
vez, ya sabes de que se trata. Ya no estás de ingenua y conoces el
sabor agrio de la violación. Rápidamente corrí a refugiarme en los
brazos de mi madre, aunque no encontré comprensión, si no
desolación. Nunca pude entender el por qué de su forma de actuar.
Después que me hicieron eso, ya no tuve miedo a nada: ni a la
oscuridad, ni a los relámpagos, ni a las culebras o los hombres
borrachos. Ni a mis papas. Se me quitó el miedo. Así que cuando
intentaron apalearme de nuevo, me escapé. Y aprendí a sobrevivir en
la calle. Y como odiaba a los hombres por lo que me hicieron... me
volví lesbiana. A una mujer si podía pedirle un poquito de amor y al
tropezar con Liliana... le pedí que fuera mi chava.
21 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
De repente aparece la directora del centro, una mujer entregada a su labor
que tiene ojos y oídos en las paredes. Quiere decirnos a todas:
_ El ambiente familiar es determinante para que de niños tengan una
predisposición positiva hacia el aprendizaje. Los padres que se
interesan por el desarrollo de sus hijos y están dispuestos a ayudarlos,
estimulan y refuerzan su motivación. Orientar adecuadamente su
tiempo libre es fundamental para el crecimiento. No puedo
proporcionarte unos padres de repuesto, pero, aquí... puedes volver a
nacer, créeme. Desde hoy puedes volver a empezar. Este puede ser tu
hogar y cada una de nosotras: tu familia.
El tiempo del descanso para la reflexión no podía haber empezado mejor.
Dispondremos de treinta minutos para pensar sobre la propuesta de la
directora. Muchas lo haremos.
Durante el almuerzo, a veces se originan disputas. Hay unas pocas que
comen con mayor rapidez que otras y acaparan los pedazos más grandes.
Vuelven a servirse gallo pinto fresco y más tortillas antes de que las
novatas puedan bostezar. Es el momento que envían la solidaridad a pastar.
Utilizan varias tácticas para distraer. Samantha, la glotona del grupo sabe
plantear preguntas abiertas para que las muchachas hablen y hablen sin
parar.
_ Y tú, loca, ¿cuándo llegaste?...
_ Tengo quince días. Llegué bien noche, muy drogada, y me
recostaron en una cama. Pasé veinticuatro horas dormida y al
despertar, era de madrugada y todos dormían. Me puse a recorrer el
lugar, a registrar los armarios y los cajones que no estaban enllavados.
Me dieron muchas ganas de vomitar. No encontraba pegamento y me
tragué unas cápsulas de diacepán. Creo que fueron bastantes porque
dormí dos días seguidos. Desperté a la hora del almuerzo. Mirna, la
teacher, la que solo vive cantando me ayudó a lavarme y a vestirme
con ropa limpia. Hasta ese momento no me había dado cuenta que
estaba en el refugio del que tanto había oído hablar. Sonreí de alegría
por haber venido. Cuando salga, lo haré con el propósito de no irme a
la calle. Iré a trabajar y a estudiar. Me toca segundo y no quiero
desperdiciar la oportunidad de aprender. Y si voy a bailar, me sabré
controlar. Bueno, yo pensaré que no debo tomar, que no quiero
hacerlo, y no voy a tomar nada de alcohol. Quizás solamente algún
cigarrito. No de marihuana, claro. En estas dos semanas han pasado
muchas cosas. La teacher me ha ayudado a descubrir que sé dibujar.
Quiero ser pintora. ¡No tenía idea de mis aptitudes de artista!
22 Ol Sasha
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Con su mano izquierda arrugando el mugriento pañuelo, Amanda María la
niña limpia la silla. Samantha insiste con su efectiva táctica mientras
engulle la comida:
_ Pensé que tenías más tiempo aquí, como Mirna te trata tan bien...
_ Ya sé que hay muchas chiguïnas celosas que les cae mal cuando la
abrazo duro. Tendrían que saber que su amor es para con todas
nosotras sin excepción, pero son alcahuetas. Deberían escuchar sus
disertaciones sobre la envidia. Yo aprendo cada día con Mirna. Creo
que por eso la llaman la teacher, porque es una gran maestra. Y date
cuenta de pequeños detalles, cuando Mirna se ocupa del comedor,
alcanza para todos y todos comemos por igual.
Intercede en la conversación Mónica cuando Xochilt de las Mercedes se
quita sus gafas rojas para limpiarlas con la punta de su holgada camiseta.
_ Mirna la teacher no piensa que tengamos que componernos porque
ese es su trabajo. Y nos advierte siempre que la puerta está abierta
para la que se quiera marchar. No le gusta forzar a nadie, simplemente
sugiere con sutileza, dejando en nosotras la facultad para obrar
libremente, intentando que razonemos antes de actuar. Vive
argumentando en positivo a través de cuentos divertidos y anécdotas
instructivas que dramatiza con su lenguaje corporal. Creo que en el
fondo, la teacher tiene vocación de actriz. Quizás debería hacer
películas de cine. Su mirada desprende adhesión y afecto. Al público
le gustaría su compañía tanto como a nosotras.
Continua la plática mientras Samantha se harta de comida. Jessenia del
Carmen la chela se arrastra hasta el baño con su cabeza rapada y su figura
encorvada cuando toma la palabra la Pioja desde el extremo de la mesa.
_ De nada sirven los consejos porque una no acepta, no quiere
entender. Abandonamos el vicio de la pega cuando queremos hacerlo.
En ese momento es que precisamos ayuda y apoyo. Pero si una de
nosotras no quiere salirse de la calle, no lo hará. No se saldrá, aunque
existan mil opciones a su alrededor y las condiciones sean propicias y
ventajosas. Lo importante es detectar ese gran instante pero cuando
sucede, no sabemos pedir auxilio. Hay que detectarlo, pero jamás se
puede provocar, por esto un seguimiento... que no digo control, es
imprescindible, porque a todas nosotras antes o después nos llega ese
instante para la gran verdad, un destello de lucidez discreto... pero no
deja de ser un destello al fin y al cabo. Cambiar es una decisión muy
personal que ocurre en la intimidad de nuestro interior. ¡Heee!... tú...
Samantha... deja de actuar como si alguien fuera a robarte la comida,
¿oíste pipiola?
Se levanta para que todas podamos atender sus palabras.
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_ Yo puedo hablar con conocimiento de causa. Tengo experiencia. Y
os digo… No son cosas lo que necesitamos, sino afecto. En la calle,
somos muchas las que si queremos tenemos dinero. No podemos
quejarnos, podemos tener lo que queramos. Pronto se acostumbra una
a la facilidad de conseguir cualquier cosa. Hoy... recuerdo alguna de
mis hazañas como pandillera y me asusto de mí misma. En serio.
Detecto en las muchachas un deseo vehemente de rectificar su trayectoria
vital. Creo que la Pioja va a llorar. Ha pegado su barbilla al pecho, pero
arranca con brío su exposición que acompaña de singulares ademanes igual
que lo haría un prestidigitador.
_ Lo que propicia el cambio exitoso… que puede dar paso a una
nueva manera de ser y estar… que nos acerca al gozo de vigorosa
plenitud humana es el resultado de invertir tiempo y amor. Sí, he
dicho... tiempo... amor. Este es un evento fabuloso. Los recursos
económicos son simplemente un complemento para la infraestructura.
Más atención de un mayor número de voluntarios comprometidos con
la labor, ayudaría. Pero sobre todo ayuda el amor. Amor es algo que
todos deberíamos tener en cantidades industriales. Con más cariño...
existen mejores resultados.
La intervención ha dado paso al murmullo generalizado. Todas hablan
entre sí. Inquietas. Yo atiendo a la muchacha que tengo a mi lado que me
pregunta si es una profesora disfrazada y de repente se levanta y se pone a
hablar.
_ Sabes, a menudo me da vergüenza. Todo lo que he pasado... ¡ala!...
¿cómo pude aguantar tantas cosas horribles?... y es que en la calle
todo va surgiendo poco a poco a tu alrededor sin que te percates, hasta
concebir las cosas feas y malas como algo normal. A mis quince años,
yo quería vestirme de rosa en una fiesta como toda adolescente y, sin
embargo...
Solloza. Vuelve a sentarse.
Otro comentario. Escucho sin juicios de valor.
_ Tenemos que poner de nuestra parte. No podemos continuar
loqueando como estúpidas con la droga. Si pudiéramos vernos
reflejadas en un espejo seguro que sentiríamos lástima de nosotras
mismas. A veces me pregunto porque me inicié y, ...pues que no
recuerdo los motivos. La única verdad es que huelo pega. Y huelo
mucha pega, un bote detrás de otro sin parar. Es como si el frasco se
me pegara a la mano, a mi nariz, no sé estar sin él. Algunos no
sabemos botarlo. Creo que nos proporciona una extraña seguridad.
Quizás sea lo único real que tengamos a nuestro alrededor.
Y surge otro comentario que atiendo con la misma actitud receptiva
advirtiendo de reojo el silencio de Johanna que no deja de brillar.
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_ Si tengo cinco córdobas o un dólar, ¿qué hago?... pues los utilizo
para comprar pegamento. Yo soy una de las que tienen el carácter
débil. Cuando tengo plata y no he comido, prefiero no comer. Me voy
a por mi pegamento. Pero aunque sea bonita la droga, más bien me
está matando. Soy yo quien se está arruinando. Y me asusto todavía
más. Entonces inhalo más y más. Estoy enredada. No sé cómo salir.
La necesito. No puedo parar... pero quiero parar. ¡Dios, ayúdame! Y a
veces me da mucha risa porque, para mí, es mejor salir a trabajar
honradamente que robar, porque al robar se corre el riesgo de que te
metan un balazo. La semana pasada me metieron un navajazo. Mira
aquí.
Se me pone la piel de gallina al ver la herida todavía abierta.
Después de pasar por las respectivas habitaciones y el baño para cepillarnos
los dientes, como si de una procesión se tratara, caminamos todas en
dirección a la sala del televisor.
Al pasar frente al despacho de la directora, me he detenido un instante
para observarla. Está llenando un montón de papeles porque una de las
muchachas se ha fugado por la ventana. La Pioja tropieza adrede conmigo.
La directora levanta su rostro, nos sonríe a las dos, y vuelve a concentrarse
en sus papeles. Me empuja con nervio y sin que le pregunte, la Pioja me
cuenta mientras nos movemos entre las demás.
_ Al principio no soportas el encierro, te sientes enjaulada como fiera
reprimida. Yo quería escaparme aunque tuviera que llevarme a alguien
por delante. Huir era mi solución... hasta que ¡zaaass! comprendes que
la oportunidad se encuentra entre estas paredes junto a otras
muchachas que tienen la intención de reconducir sus vidas hacia otros
puertos más prósperos. Hoy quiero para mí un lugar más genuino,
acorde a mi condición humana. No soy un perro para vivir en la calle.
No lo seas tú tampoco, ¿oíste pipiola?...
Nos instalamos en la sala, cada una encuentra su sitio buscando su propia
comodidad. Y mientras una explica la última receta de cocina aprendida y
otra muestra su habilidad recién descubierta para hacer tapetes, advierto
que una muchacha tararea una canción infantil y se inicia la tertulia a dos
pasos de mí, cuando en el grupo que juega a las cartas planea la cuestión:
“¿cómo fue tu primera vez?”.
_ Cuando me violaron yo ya no era tan niña. Me había entregado con
amor a mi novio. Tenía trece años. Lo hicimos nada más una vez
porque su familia decidió marcharse a EE.UU. Luego conocí en una
fiesta de quince años a un muchacho que me gustó. Yo a él también le
gustaba. Bailamos. Entonces éramos solo amigos. Comenzó a
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visitarme en el colegio y más adelante nos hicimos novios. Como
dicen que un clavo saca a otro clavo y yo no olvidaba a mi novio,
pensé que tenía que intentarlo. Comencé a decirle a mi mama que iba
a la biblioteca a hacer unos trabajos, pero era mentira. Me iba a
encontrar con mi nuevo novio. Un mes más tarde me acompañaba a la
casa y... pasó de todo. Esa vez salíamos de una fiesta con un montón
de amigos todos varones. Me agarraron por la fuerza cerca de la
lomita donde se pone oscuro en la noche y casi no pasa nadie. Primero
pasó mi novio... e hizo de todo, mientras miraban y vociferaban los
demás. Después fueron pasando uno a uno todos los otros. Y por
último me dejaron ahí sola, tirada como si fuera basura. Estaba
todavía desnuda cuando pasó un chavalo silbando No te preocupes, yo
tengo a mis hermanas, no te quiero hacer daño. Me ayudó a
levantarme. Así fue mi primera vez.
La que baraja las cartas pregunta a la Estefi:
_ ¿Tienes novio?...
_ Tenía uno. Era tres años mayor que yo. Teníamos nuestros
problemas. Me pegaba mucho, me echaba del cuarto y luego
andábamos juntos otra vez, hasta que empezó a hacerme el dos con
una mosquita de trece años. Yo tenía dieciséis, y también le empecé a
hacer el dos. La relación ya no era tan buena porque a veces estaba
conmigo y a veces con la menudita. A veces conmigo y a veces con
ella. ¡Un descontrol!
Participa en el interrogatorio Betzaida, quien pregunta directamente a la
Estefi:
_ ¿Tienes hijos?
_ Un varoncito que nació prematuro. Estuvo como quince días en la
incubadora. Yo iba todos los días a darle de mamar, a dejar la leche
que se me salía, a llorar. Entonces, en el hospital, fue donde
comprendí que las drogas... comprendí que las drogas son malas y
afectan a los bebitos. Me propuse dejarlo. No quise inhalar más, pero
era demasiado tarde. Ya le había hecho daño a mi chiquitito. Le pedía
perdón a Dios. ¡Mi niño no tiene la culpa, sálvalo! Murmuraba con los
dientes apretados llena de dolor mientras él se debatía entre la vida y
la muerte. Me maldecía. Me pellizcaba fuerte. ¡Todo por el vicio! Me
decía con el alma partida mirando sus manitas llenas de agujas y su
cuerpo envuelto en tubos. Tenía un no sé qué en su pechito para que
respirara. Había muchos aparatos. Yo solo quería darle mi aliento
materno, mi afecto, pero nos separaba una pared de cristal. Gracias a
Dios salió adelante, pero sigue internado, siempre con problemas para
respirar. El sábado cumple un añito, mi chiquitito. Las enfermeras se
encariñaron tanto con mi bebé que lo crían entre todas pero mi Sergio
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me reconoce cuando lo visito. Sabe quién es su mamita. Pronto me lo
llevaré, aunque no sé a dónde. No sé cómo empezar una nueva vida
ahora que me he compuesto del todo. Tengo mucho miedo. No sé
cómo salir adelante. El otro día quebré el vidrio de un carro sólo por
sacar un osito de peluche para mi chiquitito... pero tengo
remordimientos, algo que antes no me pasaba. ¡Voy a ponerme las
pilas! Pero dime, y vos, ¿tenés novio?
Las novatas acostumbran a despertar curiosidad en las residentes
habituales, y Betzaida, hace apenas unas horas que ha ingresado en el
centro. Dejan de atender sus cartas para mirarla e arriba abajo.
_ Sí, bueno, tenía. Está muerto. Lo mataron por unos lentes, algo que
no vale lo que cuesta la vida de un ser humano. La vida es muy
valiosa. Tenemos que cuidarla con mayor celo. Y la vida de tu hijo es
importante Estefi. Si robas, y por una cartera te van a matar, ¿con
quién quedará el niño? Si te prostituyes y te pegan el SIDA, te morirás
poco a poco, ¿con quién quedará el niño? Si vuelves a oler la compota
de hielo tu hijo se quedará solito. Tuviste motivos para entrar en este
mundo de suicidas, como todas nosotras. Pero hoy tienes una buena
razón para abandonarlo para nunca más volver. Hazlo. Tendrás tus
bajones, necesitarás regresar, pero no vuelvas a la pega. Depende de
ti. El futuro de tu hijo está en tus manos, es tu responsabilidad. Estás
en un cruce de caminos... acierta por Dios! No te equivoques.
¿Quieres que tu niño duerma en una banqueta? ¿Quieres que vengan
los policías y se aprovechen con su uniforme? ¿Quieres seguir
probando cosas que sabes que son feas y que no conducen a nada? Tú
misma serás tu problema. En ti está la solución. En tus actos descansa
el futuro de tu hijito, Estefi.
Lissette, la sicóloga que acude puntualmente cada jueves al centro para
atender gratuitamente a las muchachas, quien había tratado largamente a la
Estefi entre conflictos y alegrías por más de un año, y se acerca con la
serenidad en su gesto pronuncia estas palabras:
_ Estefi, no temas ser rechazada, ¡cuántas veces te lo digo! Tú no eres
inferior. Hoy que reconoces haber estado perdiendo el tiempo, hoy
que sabes que casi lanzas tu vida a lo más recóndito del pozo negro,
hoy que te has detenido a reflexionar y has tomado conciencia, y has
recuperado tu voluntad, tu libre albedrío, aférrate a esta oportunidad
plena de compromiso y acción, porque tú, tú puedes sanar tu
existencia humana, ¿será que no te lo he explicado veces?
La mirada de la sicóloga se pasea por entre el grupo.
_ Y no me digas que nadie te ama. Y tampoco pienses que todos se
van a acercar a ti por algún interés, ya sea por tu cuerpo o tu juventud.
No todos los hombres se acercan por maldad. Antes, en vez de
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ayudarte... los hombres, ciertamente, se aprovechaban de tu condición
de drogada… pero esos hombres pertenecen a otro ambiente. Cuando
cambias el ambiente, cambias tu vida. Pregúntaselo a la Pioja, a
Cecilia, a Damaris, a Melisa. Pero adaptarte al nuevo estilo de vida no
será nada fácil, igual que no lo ha sido para ninguna de ellas... igual
que no lo será para ninguna de vosotras.
Lissette clava la mirada a cada una de las presentes queriendo asentar su
mensaje como una lanza.
_ La cosa primordial es aceptar a la gente que te rodea desde tu
dignidad, que la tienes Estefi. Nadie es mejor que tú. Nadie es mejor
que ninguna de vosotras, ¿estamos de acuerdo?
La sicóloga hace otra pausa para darles un respiro mientras vuelve a pasear
su mirada recorriendo al grupo sin parpadear como mariposa de flor en flor.
_ Cada vez que la gente se quede viéndote pensarás que te buscan o te
rechazan. Recuerda en ese momento que tú eres una persona con
cualidades y tienes un hijo bello que sacar adelante con dignidad ¡con
dignidad Estefi! El pasado es simplemente eso, pasado. Ya no existe.
Se marchó. Concéntrate en el hoy, en el ahora, y tendrás un mañana.
Se honesta contigo misma. Todavía puedes ser feliz, aún y con todos
tus tatuajes. Te quedarán las cicatrices, las secuelas de tu actividad
malsana, pero ganarás tu vida en vez de morir en la calle. Vos, como
casi todas las muchachas que se encuentran en este refugio, buscaste
frenéticamente ese amor desesperado que no tenías y necesitabas. Lo
sé, te faltó el cariño en casa, como a la mayoría que están aquí. Y lo
encontraste, pero lo encontraste en personas equivocadas. Si el amor
te halla digna te compensará con un hombre que te ame por lo que
eres, al margen de lo que has sido antes. Y ese hombre amará también
a tu hijo porque la promesa de un hogar cálido no es ningún
espejismo, créeme. Otras lo han conseguido. La lista es larga, ahí
están las fotografías enmarcadas. ¡Adelante!... que tu hijo nunca pueda
avergonzarse de su madre.
Sin duda palabras de aliento. Conmovedoras palabras que dejan pensativa a
Betzaida, y que vuelven a calar hondo en la Estefi tanto como en las demás
que escuchan con el alma abierta y la esperanza a flor de piel.
Todavía no son las dos de la tarde. No voy a decir que donde nos
encontramos es un lugar bonito, está bastante descuidado, pero hay espacio
suficiente. No podemos quejarnos. Aunque reclame una mano de pintura y
sea muy recomendable cambiar algunos muebles muy viejos, peor es la
calle. Todas podemos sentarnos a mirar el televisor. Podemos leer,
conversar, distraernos con algún juego de mesa. Hay orden y respeto por
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las cosas, incluso entre nosotras lo hay. El aroma es pacífico. Creo que para
muchas voluntarias y educadoras debe ser aburrido estar luchando con la
misma persona sin apreciar un mínimo avance. Aquí es donde pueden
hablar con mayor libertad al no estar sujetas a ninguna actividad concreta.
Lissette y Mirna son personas con sus propios problemas, y que
tienen un montón de cosas metidas en la cabeza, pero ambas trabajan con
sincera perseverancia para que las que deseamos salirnos nos apartemos de
la calle.
Lissette es una mujer que favorece el cambio de actitud
desinteresadamente, sin intenciones traseras. No se comporta como algunas
personas que dicen que tenemos que cambiar porque así está establecido
y... ¡para eso estamos aquí!
La estrategia de algunas profesoras se convierte en un molesto
enfrentamiento en el que nadie gana porque como he podido apreciar, las
muchachas se rebelan enseguida. Están cansadas de que todo el mundo les
diga cómo hacer y decir las cosas. Quieren ser ellas mismas... ¡auténticas!
Lissette es de las pocas que comprende esta verdad: nadie hace nada si no
le apetece hacerlo en su interior porque obligar por la fuerza no es una
opción viable señala. Mostrar las ventajas de una nueva dimensión
humana... esto hace nuestra sicóloga particular. La amo mucho.
Las dos son importantes para todas nosotras. Apreciamos sus
esfuerzos, y... de alguna manera, intentamos compensarlas modificando
nuestra actitud. Ese algo especial... sucede, y las dos tienen mucho que ver
con ese mágico flash. Nadie cambia porque cambia, tiene que ocurrir algo
muy especial dentro de uno mismo.
Vuelvo a mirar el reloj que hay colgado en la pared. Faltan diez
minutos para que sean las dos de la tarde. Pronto dará comienzo la
siguiente actividad. Tengo ganas de estirar las piernas.
Disculpándome, me levanto para caminar hasta el jardín con la
intención de mecerme en la hamaca.
Sentadas en el suelo del pasillo se encuentran tres compañeras que
saludo con mirada curiosa. Arelen muestra a las otras muchachas una
fotografía de su familia. Cuenta con detalle quienes son todos sus
miembros. Me arrodillo para compartir el momento pleno de nostalgia y
alegría, alegría por haber tenido un hogar y nostalgia por haberlo perdido.
Stella exclama:
_ Recuerdo una clase de mi infancia, en preescolar. Recuerdo a la
profesora Carolina, una redonda mujer de sobrada energía bondadosa
y risueña que nos enseñaba de manera bien divertida. Una de las
clases consistía en describir las láminas que colgaba de la pizarra.
Había que observar durante un rato y dialogar entre los compañeros a
cerca de los dibujos. Teníamos que explicar qué pasaba en la escena.
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Resaltábamos las formas. Clasificábamos los objetos. Nombrábamos
los lugares donde se encontraban identificados los distintos objetos
que tenían las mismas formas. Mencionábamos detalles, aspectos
relevantes. Describíamos las acciones. Cada uno hablaba sobre el
color que más le gustaba. Conversábamos sobre los elementos grandes
y pequeños. Señalábamos cada figura para descubrir las que tenían
sonidos. Y era muy divertido cuando toda la clase se ponía a imitarlos.
También hacíamos dibujos y luego los recortábamos para pegarlos,
intentado reproducir el contenido de la lámina. Hasta que un día...
aquél juego se tornó una amenaza; una evidencia demasiado brutal
para mí. Resaltar de una ilustración las cosas, incluso encontrar las
diferencias entre las plantas los animales y los objetos era algo ameno,
pero ese día colgó una enorme fotografía y nos pidió una descripción
física de los personajes. ¡Fui incapaz de mirar! Me puse a llorar sin
saber por qué. No podía moverme ni dejar de temblar. Tal ejercicio
trataba de identificar a los miembros de una familia reunidos en una
gran sala compartiendo en afectuosa convivencia un acto cotidiano.
Arelen, sintiéndose perturbada por haber instado a Stella a rememorar el
pasado y a hurgar en la herida, intenta desembarazarse del conflicto
distrayéndola con su testimonio, mientras Erlinda se muerde el labio
inferior.
_ Bueno, te cuento que mi papá no era tan perfecto. Hubo un tiempo
en que yo también iba a la escuela, y habíamos realizado un trabajo en
clase también con láminas donde se leía Me lavo las manos, me lavo
los dientes, deposito cada cosa en su lugar. Pero mi papá, al sentarse
en la mesa para cenar, no se lavaba las manos y luego de comer,
tampoco se lavaba los dientes. Y cuando yo entraba al baño cada
mañana... allí encontraba su ropa sucia desparramada por el suelo.
Y la directora que volvía a estar en el lugar adecuado en el momento
preciso apunta con voz pausada:
_ El colegio no es el único responsable del aprendizaje. Los padres
tienen tendencia a delegar en exceso, y a menudo sucede que no
supervisan que exista una coherencia entre los valores que los niños
reciben en casa y los que reciben en las aulas, creando duda y
confusión, contradicciones a nivel cultural, ético e ideológico.
La directora sale disparada como si tuviera que apagar un fuego horrible.
Yo reflexiono. De pequeños, todos somos monos de repetición.
Además de imitar la manera de hablar, de caminar, los gestos, y algunas
cosas que hacen nuestros padres, con frecuencia imitamos sentimientos y
actitudes que vemos en ellos. De niños, acudimos continuamente a nuestros
progenitores para obtener claves de comportamiento. Reconozco que mis
padres influyeron enormemente en mis propias reacciones. Los padres
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siempre influyen. Stella prosigue, nos describe su cotidiana convivencia
familiar, tan alejada de la idílica imagen de hogar.
_ La hizo vestirse como si fuera a una fiesta y la encerró en su
habitación. Puso la música muy alta. Al salir, lloraba. Mi hermanita
terminó revelándome esa tarde que todo inició el día anterior, durante
la celebración del cumpleaños de mi padre, quien después del acto
señaló Ha sido el mejor regalo que podías hacerme. Igual que me lo
dijo a mí tres años atrás, tres años haciéndomelo... ¡cometiendo la
misma atrocidad! Cuando tuve catorce años se aburrió de mí, y como
ella recién había cumplido los once, usaba su cuerpo para hacer sus
cosas. Le tocaba sufrir a mi hermanita. Sepas que me había atacado de
vez en cuando, pero nunca dije nada a nadie por el temor que le tengo
a mi padre. Podría fácilmente matarnos a todas para acallarnos. Se le
sabían cosas cochinas al hombre, cosas que llegaron a la Procuraduría
de la Mujer y en la noche, ante el desgarro del himen y el sangrado de
mi hermanita, esta vez pudieron apresarlo, pero ya se había producido
el hecho que jamás olvidará mi hermanita-mujer. Tampoco yo
olvidaré la agresión sufrida, ni la infamia de la repetición de tan sucio
acto a una personita que teóricamente amaba tanto porque recuerdo
como si fuera ahora que ya de bien chiquita me repetía a cada rato que
yo era su preferida de los trece hijos que le habían tenido.
Estella suspira hondamente, como si se hubiera agachado para recoger algo
del centro de la tierra.
_ Desde entonces mi hermanita no fue la misma. Yo soy más fuerte,
creo. Yo les digo algo muchachas... mi madre era sabedora! Por
alguna extraña razón, cuando sucedía, nunca estaba en la casa y al
regresar nos preparaba una sopa de res que sabía nos gustaba,
seguramente como premio de consolación. Mi hermanita y yo la
aburrimos. Hoy detestamos su maldita sopa de res. A ella también.
El padre de Stella influyó en ella. La madre de Stella influyó en ella. Las
dos hermanas fueron influenciadas por sus progenitores en la ciudad de
Managua. Erlinda había nacido en el campo. También era una muchacha
arisca, esquiva como Stella, porque tampoco se salvaba de tan magna
influencia.
_ Antes de abandonarme, supe que tenía un mes de nacida cuando me
regaló a una vecina que me vendía en la carretera de Boaco por dos
mil córdobas. Ante la insinuación repentina de la gente usted no es su
madre biológica, obvio por las contrarias facciones y el distinto color
de piel, y porque sus pechos apenas se distinguían cuando debían estar
hartos de leche, pero aún y las evidencias y la insinuación de la gente,
no se inmutaba porque sabía que esas personas nada iban a hacer.
Tenía la certeza que en vez de denunciar el hecho, seguirían su
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camino sin darle importancia, como si nada anormal sucediera. La
señora no lo consiguió y me devolvió. Pero mi madrecita siguió
repudiándome como si yo tuviera la lepra, hasta que logró deshacerse
de mí.
Es difícil decir si es mejor o peor la ciudad que el campo. El maltrato es
maltrato en cualquier lugar. Era algo que tiene claro la directora del centro,
la única que sabe mi apellido y lugar de nacimiento, mi cuna. Le rogué que
fuera muy discreta. Simplemente me guiñó el ojo.
Yo creo que se repite el ciclo. Se repite lo feo. Quizás, el maltrato de
los progenitores de las muchachas del centro obedezca a la rabia por el
inevitable destino que no pueden cambiar. Sus padres no quieren que se
conviertan en alguien como ellos. Seguro que quieren que consigan cosas
que ellos mismos no han conseguido jamás. Se lamentan por las
circunstancias. Hasta que su impotencia termina por convertirse en
violencia.
En verdad, muchos son los adultos que no se aceptan, que no se
respetan a sí mismos. Aprendemos a respetarnos y a valorarnos cuando los
mayores a quienes amamos y veneramos nos respetan y nos toman en serio.
Sentirnos bien en nuestra propia piel es una consecuencia del trato que
recibimos en nuestro entorno. Pero, ¿quién alentó a estas desdichadas
muchachas en su infancia?... ¡desconocen su individualidad!
La mayoría de los padres no saben que pueden hacer sus hijos en
cuanto a deporte o danza. Desconocen las habilidades de sus hijos en
cuanto a organizar cosas o realizar construcciones. No saben si disponen de
dones especiales a nivel artístico o académico. Ignoran sus aficiones,
intereses y pasatiempos, y lo que saben sobre animales, música, historia, o
lo que saben hacer mejor, si correr muy deprisa o cantar muy bien, tampoco
saben si tienen sentido del humor. O lo que piensan en su interior.
Los hijos... los grandes desconocidos de muchos padres. Los hijos...
una fuente de ingresos fijos. Los hijos... los frutos de un árbol que se
convierten en abono para sobrevivir.
Para algunas personas los hijos son el mayor regalo que puede
ofrecer la vida y un tesoro inapreciable.
Suena la campana puntual, chirriadora y determinante, asegurando que se
cumplan los preceptos del centro. Su rugido proporciona sentido a la
estructura que nos ampara y nos cobija en su itinerario mediante un
programa diario que cumplir. Un objetivo. Un rumbo fijo.
Los lunes en la tarde aprendemos costura, los martes nos entrenamos
en lavar y planchar, los miércoles toca el taller de manualidades, los jueves
religión, y los viernes largas sesiones de cocina. Los sábados nos permiten
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escoger a nosotras la actividad por votación, y desde bien temprano se abre
una lista en blanco que recogerá todas las iniciativas en el tablón de la
entrada, donde cada una indicará su preferencia. La dinámica del ejercicio
tiene una función: ponernos de acuerdo; cooperar y consensuar. Hay que
nombrar a la hora del desayuno la portavoz que trasladará la petición del
grupo a la directora. También se nombra una moderadora que coordinará
las intervenciones durante el debate. Todas tenemos que participar.
Ninguna puede quedarse sin dar su opinión. Es una de las reglas del juego.
Y sucede que casi siempre coincidimos, todas deseamos bailar... pero nos
armamos un lío a la hora de fijar el orden en que sonarán los diferentes
ritmos. Los domingos, vienen algunas visitas y se celebra la misa. Luego,
para las que quieren... la confesión.
Pero existen más confesiones entre nosotras. Preferimos contarnos
nuestras cosas las unas a las otras. Sarita nos confiesa:
_ Con la pega no me siento mareada, está rico, y no me da hambre.
Con la pega me siento más fuerte para afrontar el mundo. Me atrevo a
todo porque me siento más suelta. Pierdo la vergüenza y gano en
valor. Con la pega vives en una malla elástica brincando
permanentemente... pero esta escapada a la realidad... esa adicción...
no es más que la reacción de las personas que no vemos la luz al final
del túnel.
Sin confesarlo ante mis compañeras, yo recuerdo mi primera vez con sumo
desagrado. Tuve alucinaciones terribles. Sentí que los dientes se me
quebraban y las uñas me crecían sin parar. Recuerdo que el suelo se hundía
a cada paso. Recuerdo que las copas de los árboles se escondían detrás de
las nubes. Recuerdo que las casas no tenían puertas, sino largas garras que
intentaban atraparme. Pero la mayor parte del tiempo encontraba a la gente
simpática. Y aunque luego tuve un dolor de cabeza espantoso y otros
malestares que ni me acuerdo, sí recuerdo que los tuve, y aún así volví a
repetir. No pude. No supe controlarme.
La bizca está arrepentida y comparte su anécdota privado.
_ La pega te trastorna y te descarría. Te hace perder la perspectiva de
las cosas. En una ocasión, tronada hasta las cejas, encaprichada por un
cigarro, le pedí a un viejo que estaba fumando y como no quiso
dármelo, intenté quitárselo por la fuerza. Empecé a golpearlo. Durante
la riña le saqué el ojo izquierdo. Entonces se me llevaron presa. Esa
fue mi primera detención; por agresión intencionada, dijeron. Pero yo
estaba enferma, loca de pega. ¡Qué tanto he pensado en el pobre
señor!
El asombro nos llega con el testimonio de Erika.
_ Quiero acabar con la pega. Voy a terminar con la pega. Si uno
quiere olerla, la huele. Si uno quiere curarse, se cura. Uno pone de su
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parte, decide en una u otra dirección. Yo he visto amigas que se han
curado, y yo, créanme muchachas cuando afirmo que... ¡me voy a
recuperar! Lo he decidido, igual que cuando me decidí a inhalar.
Ahora me viene un chavalito y no quiero que nazca sordo, o sin algún
dedito. Trabajaré. Y ya no probaré la droga porque mi adicción será
mi bebito. Lo he dicho. ¿Oyeron muchachas?
Interviene Melisa, quien más que confesar, nos cuenta su firme intención
de redimirse. Y lo hace convincentemente. Ilusionada.
_ Se ha comprobado que en nueve de cada diez casos la asistencia
médica y social no logra hacer nada. Depende, exclusivamente de la
voluntad de una misma. La que quiere puede. Y el primer paso es
cambiar de ambiente. Nada más un huele pega puede cambiar el
presente, y con ello su futuro. El papel de la familia y los amigos,
aunque importante, es secundario. Podrán contribuir favorablemente
la comunidad, los organismos, las ayudas institucionales pero al final,
la decisión es siempre del huele pega. Son excepcionales los casos de
huele pega que logran desertar del ambiente. Es más fácil entrar que
salir. Pero se puede salir... se sale si se quiere!
Melisa está en lo cierto. En mi mente el siguiente razonamiento: más fácil
entrar que salir, no tanto por la drogadicción, sino por la cadena perpetua
de prostitución robo violencia y cárcel; el caos se convierte en la única
constante en nuestra vida hasta que termina por asfixiarnos. La cadena nos
estrangula. Toda acción causa una reacción peor cuando vives en la calle.
Hay que tener mucho coraje. Batallar con entusiasmo, resistir...
¿derrota? Responsabilidad. Saber esperar. Encontrar las virtudes en la
acción para conseguir renovarse. Coraje. Coraje. Coraje. ¡Claro que sí!
Todas las tardes después del refrigerio finalizamos de la misma manera:
limpiando juntas el aula taller. Ojalá todas y cada una de las tardes
terminen con semejante optimismo. Ojalá terminen siempre con semejante
declaración de principios justo antes de la salida a las respectivas casas de
las muchachas que no pernoctan en el centro, las que ya están encaminadas
hacia la recuperación, las que sólo necesitan un sutil y esmerado
seguimiento.
Hay que estimular a los huele pega a salir, a que deseen salir y
luego, acompañarlos en su reinserción ¡Púchica! Sucede que te encariñas
con este lugar y con su gente, compañeras y trabajadoras sociales son tu
familia. Y no se trata exclusivamente del contacto personal. Los lazos que
se establecen en el mutuo apoyo sirven también como ejemplo para las
primerizas, las que descansan de la calle bajo un techo seguro. A las que se
alerta de que la cura no es inmediata.
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Cada una de las muchachas que recibe la ficha roja para el pasaje de
manos de la directora sabe que la total recuperación no se alcanza
fácilmente, y que lo difícil no es obtener el triunfo, sino mantenerlo una
semana sí y otra también. Saben en su fuero interno que obran cabalmente.
Y esa ficha que alude al convenio entre el centro de rehabilitación y la
cooperativa de transporte, vale para garantizar su visita al día siguiente.
Simboliza el intercambio, la reciprocidad. La lealtad. El compromiso de
ambas partes y su voluntad.
Entregan la ficha para que vuelvan. Y vuelven la mayoría de veces.
De esto se encarga la directora de manera infatigable desde hace años.
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III
Aunque duermen, sus gestos rociados de lejía todavía desprenden el olor de
la calle. Sueñan que siguen atrapadas entre las mandíbulas del hambre y la
desesperación. Yo no puedo dormir. Quiero mecerme en la hamaca. Ya
quise hacerlo en la tarde cuando me topé en el pasillo con Arelen, Stella y
Erlinda. Voy a hacerlo ahora que no hay nadie que me prive de salir al
jardín para tenderme a contemplar las estrellas en silencio. Necesito repasar
toda mi odisea. Necesito reflexionar. Y serenarme.
Tenía dos meses de estar en la calle cuando visité el callejón de la
muerte, ¡adecuado el nombre! Los terrenos del callejón de la muerte
pertenecen al municipio, quien consiente la actividad. Las casas del
callejón de la muerte han sido construidas por los rufianes, quienes
explotan a las mujeres, y están las otras mujeres que también las explotan.
Ellas son las que llevan la batuta por su veteranía y obtienen un porcentaje
por cada cliente que visita una casa. Dicen que es por el alquiler de la
cama. Todo está rígidamente organizado. Y solamente puedes vivir en el
callejón de la muerte si ganas lo suficiente. El sistema exige que si quieres
vivir ahí, tienes que recibir clientes. No hay niña, adolescente o jovencita
que escape... si lo sabré, aunque la mayoría de residentes son mujeres
adultas incapaces de resistir las increíbles condiciones de la calle. Lo
prefieren, aunque atiendan a diez clientes por día. Si les preguntas, te
expresarán su alegría por tener un techo. Dirán: “A pesar de todo, estoy
contenta entre estas cuatro paredes de planchas de madera con techo de
zinc y nada más que una vieja cama de compañera”.
Me dijo una mujer entrada en años con el rostro plagado de arrugas:
_ M’Hija, antes de nada, contempla aquella de allá. Ve y habla con
ella.
Con la mirada ausente, llena de moratones en la cara, demacrada y endeble
apenas se mantenía en pie. Me miró, pero estoy segura que no me vio. Le
hablé, pero estoy segura de que no me oyó. Estaba pero no estaba. La vida
es dura, musitó la niña despacio. Automáticamente pensé: no, ...más bien la
vida es desalmada contigo pequeña. Debería estar jugando con muñecas,
¿pero qué muñecas puede comprar si es pobre?
Ofrece su cuerpo por un puñado de córdobas para poder comprar la
leche de su hermanito recién nacido. Ni siquiera lo hacía por ella que con
una tortilla y un poco de sal engaña al estómago cada día. La zarpa de la
necesidad tiene las uñas afiladas. Está atrapada, y la necesidad la lleva por
senderos escabrosos, algunos muy escarpados y peligrosos.
Me miró con la tristeza pegada a su rostro demacrado para
preguntarme ¿Tú también les haces todo lo que te piden?... Sabes, me
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gustaría aprender un oficio. Si pudiera estudiar, ¿tú estudias?
Pero antes que pudiera responderle salió corriendo cuando un camión
se detuvo y tocó repetidamente el claxon. No fue la única. Pude contar
hasta cinco niñas y dos jovencitas. Saltó de la ventanilla un envase vacío de
cerveza que se estrelló contra la pared dejando desparramados mil pedazos
de vidrio para que se cortara alguna menor. Del vehículo descendió un
hombre que me conocía y rápidamente me di la vuelta. No quise que me
descubriera. Me escondí detrás de un grupo de gente junto a un contenedor
desde donde continué observando como una espía que asedia su objetivo
con sigilo. Hasta que me tocó por la espalda.
_ M’Hija, mira aquella criatura indefensa que camina del otro lado de
la calle, la que cruza en este instante. No te dejes engañar flaquita
linda, ya tiene nueve años aunque el escuálido cuerpo diga que es
mucho menor. Todos los viernes y sábados de ocho a dos de la
madrugada recorre el mismo trecho de carretera Masaya. Ofrece
solamente sexo oral a taxistas y vigilantes nocturnos. También besa a
los hombres que la requieren en la oscuridad. Denuncié el hecho, claro
está, pero al organismo le está costando captarla porque ella tiene una
especie de fidelidad ciega a la institución familiar, y de cinco
hermanos, ella es la única mujer. Y contribuye como puede al hogar.
Lava la ropa, cocina los tres tiempos, y sale a trabajar dos veces por
semana desde hace cuatro meses, desde que su madre se marchó harta
de palos y alaridos, dejándola a merced de la explotación consentida
bajo el manto de la responsabilidad que no tienen los mayores, porque
sus hermanos hombres no buscan qué hacer, solo la tienen de
empleada. Y ella acepta su fatal destino con suma resignación, y
aunque insiste el organismo para retirarla de la calle, responde Tengo
que ayudar a mi familia. Ahora yo soy la mujer de la casa y debo
corresponder según mi condición. Y sigue evadiendo las
conversaciones de los educadores porque su padre le dice solo quieren
llenar su cabeza con babosadas. Son cómplices sus hermanos cuando
la increpan Vos tenés edad para ganarte el sustento por ti misma. Pero
la realidad es que la pequeña mantiene la casa. Y lo más probable es
que se quede en el mundo de la prostitución porque luego será incapaz
de hacer otra cosa. Como tantas otras, poco a poco dejará los estudios.
Cuando sus curvas sean más pronunciadas, con su cuerpo ya formado
le exigirán más plata. Y llegará un día que estará deseosa de salirse, de
abandonar la actividad, pero será incapaz de hacerlo, y no por
ausencia de un deseo intenso sino por falta de una opción honrada y
racional. Yo tengo ya cinco décadas de ejercer. Dirijo este viejo
negocio y todavía realizo algún servicio a los visitantes cuando no hay
ninguna muchacha disponible y, ¿sabes por qué?... porque no sé hacer
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
otra cosa. Por esto sigo atrapada en las cuatro paredes de este burdel.
Y aquí me moriré, sufriendo. Me pregunto que estás haciendo aquí
flaquita linda.
En apenas unos instantes, pareció que a su rostro le hubieran surgido
nuevas arrugas.
_ M’Hija, si precisas unas monedas, debes saber antes que en la
supuesta vida alegre se sufre mucho física y emocionalmente. Y
puedes quedarte atrapada como yo en el callejón de la muerte. Y en
caso de que llegues a componerte, a salirte de este ambiente, te
quedarán las profundas señales para siempre.
Arrugas de amargura, arrugas de angustia. Arrugas producidas por un
presente podrido. Dolorosas arrugas.
_ M’Hija, el sexo vacío de sentimiento nos convierte en animales.
Jamás volvemos a gozar del amor. Bueno, eso creo. Yo todavía estoy
aquí, dejando que los clientes nos maltraten, que la sociedad nos
margine, y que otras mujeres que pasan cerca nos ofendan con sus
miradas cuando es muy probable que alguno de sus maridos se haya
tendido en nuestras camas para penetrar nuestras vaginas, incluso el
ano de las que se dejan, porque algunos son morbosos y pervertidos y
les gusta utilizar un orificio que la naturaleza ha dispuesto para otro
menester distinto. Por eso es rígido, y no se adapta al pene como lo
hace la vagina. Así que en vez de golpearnos moralmente con su
desaprobación, muchas señoras tendrían que estar agradecidas por
calmar las ansias de sus maridos por algo que son incapaces de hacer
ellas. ¡El mundo está patas arriba flaquita!
No pude retenerme. Me toqué con las yemas de los dedos la frente, las
mejillas, la nariz, los labios. Todavía ahora siento el tacto del instante
aquél. Todavía no había arrugas.
_ La sexualidad, demasiado a menudo ha sido manejada por el
hombre, quien se ha otorgado todos los derechos para hacer y
deshacer a su antojo, saciando un desmedido placer por la carne, lo
que ha originado desequilibrios en su personalidad y en la concepción
del amor a través de una cadena de innumerables vicios, deplorables a
veces, sobre todo porque nos arrastran a nosotras las mujeres en su
embravecido huracán, y lo que es peor, arrastran a niñas y
adolescentes que todavía no saben nada de esta crisis moral del
hombre por la falta de valores. Me pregunto cada día. ¿Dónde están
sus virtudes?... Porque a mí únicamente me muestran lo feo. ¿Por qué?
La mujer se pasa la mano por la frente para retirarse el flequillo de los ojos
teñidos de caos.
_ El hombre aprieta el botón que abre la puerta del sexo oscuro,
absurdo. Nos empujan a nuestra primera experiencia sin amor, con
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palabras de miel y promesas plenas de fantasía que se desvanecerán
para mostrarnos un contacto íntimo demasiado fugaz, exento de calor.
Y en la mayoría de casos, ese sexo impuesto es violento, humillante,
una demostración genuina de su depravación. Pero a nosotras, sobre
todo nos visitan los que tienen fracasos sentimentales y mucha
frustración, quienes llenos de complejos se creen que no pueden
enamorar a ninguna muchacha y que si no pagan, no pueden gozar.
Casi todos necesitan controlar, someter, forzarnos a gemir de un
placer inexistente inducidos por sentimientos de venganza, de odio y
de rabia, hasta que se perpetúan con astucia las mañas, las conductas
solapadas, la doble moral. La explotación.
La sexualidad pasa a ser tierra de todos, pero un lugar que no
pertenece a nadie, porque los problemas de la sexualidad humana son
profundos e insondables si no hay amor. Y no hay amor en estas
relaciones. Te lo digo por experiencia. Por lo tanto, tampoco hay salud
mental ni calidad humana... cuando el sexo es algo indisolublemente
unido a la Naturaleza. El sexo, más allá de la procreación, es algo tan
antiguo como el universo mismo pero así como el universo evoluciona
y por eso es eterno e infinito, el sexo se ha quedado trabado por culpa
del comportamiento del varón y la pasividad de las mujeres. De todas
las mujeres. Incluida yo, M’Hija.
Yo no entiendo de biología o sicología, pero atiendo la vida y
reflexiono a cerca de la existencia humana. Y creo que tal y como se
vive hoy la sexualidad en el mundo, más que ser un afrodisíaco que
libera, es una actividad que genera ansiedad porque deseas más y más.
Nunca están complacidos porque no se llega a la comunión de las
almas, si no al simple y vano orgasmo, el de ellos, sí claro. No les
interesa si nosotras hemos terminado.
Un abrazo, no es un abrazo intenso. Una caricia, no es una
caricia tierna. Un beso, no es un beso dulce. Hacer el amor... no es
simplemente meterla y sacarla frenéticamente. Hay otros ritmos.
Existe la delicadeza. La suavidad de la placidez en vez de la prisa. Por
eso resulta efímero y vacío.
Degenera el amor. Y la sexualidad es una expresión del amor.
Creo que la sexualidad humana es una manera de aprendizaje social,
lo que ocurre es que es tan superficial en nuestros días, tan ambiguo y
sucio que muere el ser humano en cada relación. Sobre todo en las
relaciones ilícitas que tan a menudo se dan en esta zona de Managua.
Creo que los hombres cometen una grandiosa aberración, y las
mujeres... somos cómplices... porque consentimos, sobre todo las
esposas que permanecen en la casa abandonada sintiéndose ignoradas
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descuidadas y olvidadas, culpándonos a nosotras las prostitutas,
acusándonos de vida alegre sin saber que tanto sufrimos.
Lejos queda aquel dicho popular: “El hombre elige y la mujer
decide”. ¡Ya no es válido! El hombre no puede elegir a la que ama por
sus ansias, por su impaciencia, por su descontrol anímico, y por la
falta de comunicación en la pareja y el matrimonio. Lo resuelve
buscando un colectivo femenino que no está en disposición de
escoger, a un colectivo femenino que nada más puede dar, que nada
más se entregará superficialmente a cambio de plata y lejos de los
sentimientos hará lo que le pide el hombre, pero no por gusto. La
necesidad no le permite otra decisión que no sea la favorable a las
pretensiones del varón. Nada buenas en la mayoría de casos.
Solamente aberración sexual. Y lo peor de todo es que se vuelven
adictos. Y se inventan fobias. Y la aversión por la propia actitud
lastima su autoestima que debe levantar de alguna manera. Por tal
razón nace el culto a la posesión, al consumo y la propiedad, a la
acumulación sin sentido y a la copulación indiscriminada. No te digo
yo... ¡el mundo está patas arriba!
Le dije que era una mujer inteligente, culta, y que debería ser filósofa y
enseñar en la universidad.
_ ¡Ay, M’hija!... si yo hubiera podido estudiar...
En ese momento me percaté: el tipo, otra vez ese tipo. Me había estado
siguiendo desde hacía días. La mirada de sus ojos deslucía sus intenciones.
Nada más se me ocurrió una cosa. Y la hice enseguida. Salí disparada como
una bala.
Recuerdo la ocasión en que subía por la Avenida Bolívar, por los
alrededores del Hospital Militar, y me paré a conversar con las trabajadoras
de la noche. Le decía una a la otra cuando llegué:
_ Aunque exijo el uso del preservativo me arriesgo por necesidad.
Pagan el doble por poner su vida en peligro. Que bárbaros, ¡son
necios!
_ Sí lo son, porque ninguno puede tener la certeza de que no estamos
infectadas por el VIH-SIDA. ¿Cómo te fue la semana?
_ Me he sacado unos cinco mil córdobas. ¡Imagínate! Lavando y
planchando y cocinando como esclava en una casa no hubiera ganado
ni mil córdobas al mes.
_ Muchachas, a ese bombón ni se le acerquen... ese es mío esta noche!
Como empleadas domésticas no ganan suficiente para alimentar a sus hijos
que cuidan otras personas, y a la precariedad del salario debe añadírsele el
problema de la soledad y la nostalgia, pero al mencionarlo, no quiso
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menospreciar el oficio ni desdeñar la paga de una empleada doméstica.
Tampoco lo dijo tratando de justificar lo que hace. Argumentaba
racionalmente la realidad.
Pude saber de buena tinta que los mejores días son el quince y el
treinta de cada mes, ambos, días de pago. Circula alegre la plata que pronto
se agota.
Ellas son muy populares. Menos la rumana, todas pertenecen al Club
de las cua4tro. La pantera, la matahari, la devoradora, y la chupachupa,
las cuatro tienen cuatro hijos de cuatro hombres distintos. Pero no creo que
para ellas sea un honor pertenecer al Club de las cua4tro, eso nunca las
favoreció. Las lanzó al precipicio oscuro del horror para atropellar sus
derechos humanos más elementales.
Escucho lo que cuenta con desparpajo matahari a la devoradora lo
sucedido hace un rato.
_ Como tantos otros hombres machistas rechazó el condón, no voy a
ponerme esa mierda ladró al verlo el cabrón. Ya sabes que mi
convalecencia me ha dejado sin poder trabajar por diez días y mis
hijos tienen hambre. Me ha faltado la fuerza suficiente para exigir el
uso del preservativo. Me arrepiento por no ser disciplinada y practicar
sexo sin protección.
_ Ahí está, ay, nosotras miramos de ser cuidadosas pero ellos son
memos y dundos, unos mentecatos, luego vendrán las consecuencias.
¿Sabía él que estás enferma?... Yo me devoro a los hombres pero voy
con mucho cuidado. ¡Únicamente sexo seguro! No me callo. No dejo
que sea el cliente quien decida. Yo también impongo condiciones.
Tanto valor tiene su plata como mi salud.
Si hubiera pasado periódicamente la consulta ginecológica, matahari no
tendría una enfermedad de transmisión sexual. Las enfermedades de
transmisión sexual se presentan con frecuencia en este colectivo que vive
metido en la pecera, y en la mayoría de ocasiones no son atendidas debido
a la vergüenza y la desconfianza frente al medio social, pero también y
sobre todo, a la falta de conocimiento y de recursos económicos, lo que
implica una atención tardía e inadecuada. Se la hubieran detectado
enseguida cuando indicó sus molestias y sus compañeras le rogaron que se
chequeara, sin embargo, despreció su cuerpo. No lo vigila. Ni es
meticulosa. No se cuida. Como muchos hombres no se cuidan tampoco al
ser imprudentes en sus relaciones. Luego pasa lo que pasa. Ahí están las
consecuencias de la negligencia de unos y otros.
La rumana, cuando llegó de su lejano país, era una menor en
situación de riesgo que no confiaba en gente extraña y como otras muchas
adolescentes de su edad, había sido infectada con la gorronea. La hermana
mayor de la pantera tenía sífilis. Afortunadamente, gracias a mi educación,
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yo tengo conocimientos sobre los métodos de protección. Para la
chupachupa en cambio, la única medida preventiva consiste en una rápida
revisión visual en la penumbra al glande del pene para asegurarse que no
hay secreción. Eso determinaba para muchas si los hombres están o no
enfermos. Ridículo. Al poco conseguí que una organización nos obsequiara
con preservativos caducados. Eso es más de lo que tenían antes. Es más de
lo que sabían antes. Pero yo también aprendí algo: no hay deseo sexual en
el ejercicio de la prostitución, nada más es un medio de supervivencia.
Cuando al atardecer se imponía la noche, la oscuridad dejaba aflorar a
unas peculiares trabajadoras que complacerán ciertos caprichos para
regresar al amanecer a sus casas. Así mantienen la familia, con el alimento
ganado mediante el movimiento de sus caderas y los falsos gemidos. En su
entrepierna: la herramienta laboral. A su costa suelen vivir padres y
hermanos y primos.
Recuerdo vagamente como se desarrolló esa parte más intensa de la
conversación, cuando una preguntó a la que había estado convaleciente
cual era su sueño. Algo así le respondió matahari:
_ Yo no exijo riquezas, solo un hombre que aunque pobre me respete,
me proteja, y me permita vivir tranquilamente con mis hijos.
Me di cuenta al instante que no habló de amor. Habló de seguridad. Y
mencionó... mis hijos en vez de nuestros hijos. Me dio a entender que en el
caso de tener más hijos con su quinto varón, los hijos serían de ella
únicamente. Por su tono, creo que él no tendría ni voz ni voto.
Otra de las muchachas, quizás la pantera, indicó que su aspiración
consistía en abrir un negocio y hacerlo rentable. Otra habló de tener casa
propia. El sueño de la rumana consistía en casarse de blanco, legalizar su
situación y encontrar estabilidad para traer a todos sus familiares de su
lejano país.
Y preguntó la devoradora a la chupachupa:
_ Si de repente surgiera un genio que te concediera tres deseos, ¿qué
le pedirías tú?
Y con rapidez le respondió la chupachupa:
_ Un marido que me saque de la calle. Personas cultas que ayuden a
mis hijos. Y tener mayor voluntad para no sucumbir ante la droga.
Me alejé. Seguí caminando. Enfilé carretera Masaya hasta la llamada zona
rosa donde por varios días me mantuve en las inmediaciones de los locales
nocturnos. Mi preferido era el casino. Tengo un arte especial: soy capaz de
acertar las personas que han obtenido premio.
Cuando conocí a Meiling, yo estaba sentada en las escaleras de una
sala de streaper. Mientras se acomodaba a mi lado le pregunté.
_ ¿Bailas dentro?
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_ No, el jefe te roba, se queda con la plata. Aquella de allí sí, la de la
faldita corta. Baila, seduce, los excita, y luego se deja coger. Pero rara
vez toca su plata. Esclavitud contemporánea. A mi no me gustan los
jefes. Si tengo que hacerlo, al menos lo hago a mi manera, con mis
propias normas. Yo decido qué clientes. Soy demasiado hermosa para
desbaratarme por poca plata. Si me quieren, ¡que paguen! Si tanto
desean un cuerpo joven, ¡que paguen un precio alto! Me hago valer
flaquita. Y no quiero más patrón que yo.
_ ¿Cómo te iniciaste en esto?
_ Yo respondí a un anuncio de trabajo, pero detrás del formalismo y la
elegante fachada empresarial, se ocultaba un centro de masajes
clandestino para el cual necesitas una buena imagen si pretendes
socializar; ya sabes, buenos zapatos, maquillaje, perfumes, vestidos de
marca... todo lo suministran ellos mismos mediante un préstamo bajo
condiciones de usura. Buscan la forma de amarrarte para que te
quedes. Te tientan con la mercancía que siempre anhelaste. Te
obsequian anillos y brazaletes de oro que denominan gentilezas de la
casa que sin saber cómo ni por qué, terminas pagando tres y cuatro
veces, presionándote con la deuda. Luego se inventan sanciones y te
multan; por llegar tarde o por las quejas que ha hecho algún cliente
poco satisfecho, lo cual suele ser falso. La cuestión es que siempre
debes plata. Hasta que se acumulan las deudas. Entonces comienzas a
bailar desnuda en el local nocturno. A continuación vienen las
sesiones privadas para grupos y más tarde, fiestas exclusivas para
clientes adinerados. Te inducen al sexo ofreciéndote cocaína. La
pruebas por curiosidad. Suele gustar al principio. Y te la regalan para
que te dejes hacer cualquier cosa. Es una trama que te devora. Ten
mucho cuidado, flaquita, porque saben convencerte para que ganes
dinero rápido y sin esfuerzo y cuando te das cuenta, estás atrapada. Y
les perteneces. ¡Sal corriendo!
_ Pero tú sigues aquí.
_ Mi niña tiene tres años. La maternidad precoz hizo que me buscara
la vida. Me enamoró un gringo. El maldito me deslumbró con sus
atenciones; los lujos del hotel, las salidas en barco, incluso
sobrevolamos los volcanes en helicóptero, pero al quedarme panzona
desapareció. Mi familia no quiere a mi hija porque es blanquita, casi
tan pálida como tú, y nosotros somos todos morenos, orgullosos de
nuestra raza costeña. Además, a mi no me quieren ni ver porque ya no
soy señorita. Mi madre es una evangélica fanática que dice que la
traicioné ¡Andate con tu perra a la calle...! Me tiró de la casa sin
miramientos. Y yo me vine a Managua para progresar. Al principio
me gustó el trabajo, para que te voy a engañar. A mi me gusta conocer
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gente nueva, interesante, y conversar con personas cultas para ampliar
mis horizontes. Mi función en el local consistía en acompañar a
ciertos clientes para que no dejaran de comer y beber, y no necesitas
muchos conocimientos para esto. Basta tener un poco de gracia para
acomodarte a su lado. Francamente flaquita, nunca imaginé llegar a
tener relaciones sexuales con ninguno de ellos. Aunque me lo
proponían. Pero yo era tan ingenua que pensaba que bromeaban. Tenía
dieciséis años, y una niña, pero nada sabía de la vida de la capital. Y
sí, han pasado tres años y todavía sigo aquí.
Igual que persistía la molesta presencia y el extraño comportamiento de ese
tipo, siempre ese tipo. Ya eran demasiadas coincidencias. Si nada más
quisiera hablarme ya lo habría hecho, pero nunca cruzamos palabra.
Entonces no sabía que volvería a encontrarlo en el callejón de la muerte…
como dicen en la zona rosa donde las putas muertas, pero sucedió ese día
que salí disparada como una bala.
¿Quién era? No lo sabía. Pero tenía rato de estar parado junto al
semáforo. ¿Qué aguardaba? No lo sabía. Parecía que nada tuviera que estar
haciendo ahí, y sin embargo, permanecía quieto como una estatua. ¿Es un
rufián a la caza de una muñeca? ¿Es un padre que busca a su hija? ¿Es un
observador internacional que realiza un trabajo de investigación? ¿Quién
diablos es ese tipo impertinente?...
Pero me olvidé para regresar a la noche que se vestía de rosa y tacón
alto para desmenuzar ese triste mundo suyo que en Managua crece como
cáncer.
Sometidos a toda clase de abusos y vejaciones por parte de clientes, niñas y
adolescentes con una media de edad de trece años ejercen una actividad
forzada jamás deseada. Y frecuentan sectores considerados de alta
peligrosidad por su elevado índice de delincuencia.
Originarias de los departamentos interiores del país que han llegado a
la capital huyendo del maltrato y la escasez de sus lugares de nacimiento,
sin saberlo a priori, se han metido en la boca del lobo.
Consumen alcohol como método de evasión, de negación de la
realidad, una manera de suicidio lento y agonizante. Luchan con sus crisis
depresivas provocándose falsas alegrías mediante toda clase de
estimulantes.
Analfabetas, sin precauciones anticonceptivas, rápidamente se quedan
embarazadas sin saber nunca qué hombre ha sido. Ninguna está preparada
para ser madre. Su cuerpo no es apto todavía. La presión en el riñón
causará severas molestias. Tendrán problemas en la espalda y en la
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columna por el peso de la barriga. Y la desnutrición hará que el niño nazca
con malformaciones.
En el caso de las madres adolescentes en un entorno estable, el
embarazo las discrimina. Suele discriminarla parte de su familia, algunos
amigos, la dirección de la escuela, el mercado laboral. Tanto para una como
para otra, la limitación del desarrollo personal será evidente, sin embargo,
para cualquier adolescente en la calle la dificultad es doble. Tendrá
dificultad para iniciar una vida en pareja, dificultad para mantener al hijo
por falta de los medios económicos para la leche los pañales y las
medicinas, y tendrá una dificultad severa porque las consecuencias
emocionales de un embarazo no planificado son graves. Surge la depresión.
Aflora la inseguridad. Se instaura la angustia. El temor ante el reto de una
vida nueva completamente distinta atrae el abrazo púrpura. Y nacerán los
hijos de los huele pega, una generación potencialmente adicta.
Las adolescentes son amedrentadas por la noche. Rodeadas por
ladrones, compañeros sentimentales que las agreden a voces, hombres que
las explotan para el propio sustento a base de amenazas y violentos golpes,
transeúntes indiferentes, comerciantes inhumanos, policías con sueldos
mezquinos que no quieren problemas, y clientes que se encuentran en
Managua de paso, quizás con alguna enfermedad desconocida en sus
genitales.
Las adolescentes nocturnas cobran sumas mínimas por un rato de
agravio para ellas y un absurdo placer para ellos, que no persigue otro
objetivo más allá del vacío quitarse las ganas igual que los animales.
Estuve muy de acuerdo con la vieja profesional del callejón de la
muerte. La prostitución es una actividad que degenera la condición moral
de la mujer reduciendo su cuerpo a simple mercancía que se cotiza en el
mercado como cualquier otra, ya se trate de electrodomésticos, vestidos o
muebles de madera maciza, automóviles o puertas, tomates lechugas o
zanahorias. Decadencia.
Pero la prostitución también degenera la condición moral del hombre
al extraviarse el afecto, al extirparle el sentimiento, cuando el verdadero
placer viene determinado por factores psicológicos más que por factores
físicos.
Importa la comodidad de la cama, la penumbra de la estancia, la
música romántica de fondo, una bebida fría, el olor de las sábanas limpias,
un baño cerca con suaves toallas, un entorno fresco y agradable. La
disponibilidad de tiempo y la seguridad de no interrupción contribuirán al
amor. Yo creo que un seno es un seno, pero el seno de la mujer que se ama
es mucho más seno que ningún otro y si yo fuera hombre, cuando lo
acariciara lo sentiría cercano, y ningún otro seno me haría estremecer. Creo
que ahí es donde radica la diferencia entre hacerlo, y la posibilidad de
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gozar del éxtasis haciéndolo. Una cosa es usar, y la otra muy diferente,
participar desde la intimidad.
Sin duda la prostitución deshumaniza a ambos, destruyendo,
aplastando la dignidad del ser humano, convirtiéndonos a nosotras las
mujeres en guiñapos y a los hombres en harapos. Esta debería ser la única
razón para condenarla, aunque según se cuenta es la profesión más antigua
de la historia, una profesión muy lucrativa mientras existan clientes que la
demanden. ¿Existiría si no hubiera una amplia demanda?...
Me interesé por saber cómo se cae, como se pone un pie, luego la pierna, y
termina una por caerse entera en el hoyo de la prostitución. Recuerdo mi
curiosidad por averiguar, luego que escuchara a una niña que se dirigía
apresuradamente a Meiling señalar con sus gruesos y sensuales labios Estos
reales son salados. No se pueden ahorrar. Tan pronto entran, salen. Se
escapan de las manos.
Escuché esto de los labios de Anaconda.
_ Cuando yo empecé en la prostitución, no es que me metiera en un
burdel o me mantuviera en una esquina aguardando a que los hombres
se detuvieran para subirme al carro, no. Simplemente, algún conocido
se acercaba para susurrarme al oído Mirá chiquita, ese quiere con vos
y te va a pagar bien. Empezó como algo excepcional. Aparecían los
conectes... y, pues... ¿quién podía decir que no? Y luego todo el
mundo sabe y los clientes te buscan directamente y te acostumbras y
comienzas a jugar un juego muy peligroso.
Nunca supe si Anaconda era su alias o su verdadero nombre porque cuando
iba a preguntárselo llegó Cipriana, quien odiaba su nombre y se hacía
llamar simplemente Ana.
Inmediatamente identificas la zona donde se ubican por su
vestimenta, el lenguaje y el comportamiento. Ana se consideraba la más
despierta del grupo de niños y niñas trabajadores del semáforo donde
operaba durante la mayor parte del día. A diferencia de los otros, era la
única que no estaba vinculada al núcleo familiar. Algunos asisten al
colegio, todavía no lo han abandonado, y son cuidadosos en sus relaciones
con otros miembros que como Ana, viven las veinticuatro horas en la calle.
Ellos la enseñaron a garantizarse alimentación y vestuario a base de
trabajo, y al igual que ellos, Ana tenía aspiraciones para el futuro, pero
también mucha prisa.
Me había contado que Aura quería ser una obrera calificada y su
hermano deseaba ser un técnico profesional. Las intenciones de la mayoría
eran poder llegar a integrarse un día en la sociedad, quizás por tal razón
gozaban del respeto de la gente, porque sabían que estaban en la calle para
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ayudar en la casa. Pero como digo, Ana tenía mucha prisa por prosperar
económicamente y Anaconda le hizo de guía. La indujo, la ayudándola a
meterse en la pecera. Ana me contó lo siguiente:
_ Tenía tres semanas de estar en la calle y nada que llevarme a la
boca cuando me vine a la puerta de este local. Estoy aquí en busca de
la diaria supervivencia. No me gusta asolearme. Prefiero la noche
fresca. He dejado los semáforos para trabajar hasta altas horas en
centros nocturnos vendiendo cigarrillos, gomas de mascar y
caramelos. Pero una noche que Anaconda me dijo que un sofisticado
caballero con perilla roja se interesaba por mí, me acerqué. Era muy
refinado el extranjero, y me ofreció la misma cantidad de plata que
hubiera ganado en treinta noches. No pude resistirme. Insinuó no
saber donde se encontraba. Yo sabía que no era verdad. Lo acompañé
al hotel. Pasé una semana con dolor de ovarios, pero me bañé y comí
caliente hasta hartarme. Me quitaron mi ganancia al día siguiente en la
calle.
Nadie está seguro en la calle, pensé. Las menores drogadictas e inhalantes
que practican la prostitución de día se ubican principalmente en el Mercado
Oriental de Managua, en los lugares conocidos como el sector de la
azucarera y del cine México y también se mueven entre la terminal de
buses interurbanos y la Plaza Ana María. Su clientela son
fundamentalmente trabajadores informales de las distintas unidades de
expendio de droga. Practican el acto sexual principalmente en tramos y
sitios oscuros de los mercados.
El precio que cobran las menores inhalantes dedicadas a la
prostitución por cada acto sexual oscila en torno a los 10 córdobas, lo
mínimamente necesario para asegurarse la adquisición del pegamento para
zapatos y aportar las exigencias de rufianes que las explotan. Pero
Anaconda vivía de noche porque era una jovencita de dieciocho años que
se moría por el lujo y la suntuosidad de los grandes hoteles. Y se hacía
acompañar por Ana, cinco años menor que ella porque era un anzuelo
perfecto.
Fácilmente conversaban con dos o tres hombres reunidos en una mesa
entorno al alcohol en bares nocturnos de los alrededores del estadio
nacional para cobrar por cada acto sexual entre 30 y 50 córdobas,
desarrollando la actividad en pensiones de muy baja categoría.
Ana se dejó manipular, y seguía las directrices de Anaconda a raja
tabla. Se lavaba sus partes íntimas con la propia orina después de sostener
los contactos, creyendo que de esta manera evitaba contraer infecciones y
además, estaba convencida que se trataba de un método anticonceptivo
antiguo. Hasta que yo le expliqué que estaba equivocada.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
Más adelante, su camarada de fatigas la llevó al Centro Recreativo
“La Piñata”. Las dos iban bien vestidas para ejercer la profesión de manera
solapada. A partir de entonces, el costo por el acto sexual fue de 100 y 150
córdobas, pero cuando tuvieron noticia de su tarifa, empezaron a llegar
jóvenes pertenecientes a la clase acomodada en busca de plata para sus
extras de burguesas. Se trasladaron a la zona rosa y ahora solamente
frecuentan los hoteles de lujo, preferiblemente rehuyendo a los clientes
nicaragüenses. Sólo mantienen relaciones con extranjeros solventes y
generosos, preferiblemente ingleses considerados y amables.
El escenario es transparente: las víctimas de la explotación sexual
comercial pertenecen básicamente a las clases pobres que ante la situación
económica de sus familias, son empujadas a buscar la vida arriesgándose
en las calles de las ciudades, en puntos fronterizos y en los puertos. Los
explotadores sexuales pertenecen a diversos sectores y capas
socioeconómicas y puedo afirmar en lo concreto, que se trata
específicamente de aquellos con mayores posibilidades económicas quienes
abusan mediante el turismo sexual, la pornografía infantil, y él tráfico de
personas; siendo el rufián un mero intermediario que se lucra de la venta
del cuerpo de los niños y de las niñas y de los adolescentes. La
problemática intrafamiliar o la desintegración familiar por falta de empleo
y de oportunidades es una constante. Ana era más que un reflejo evidente.
Y como Ana, en la zona rosa hay varios menores que practican la
prostitución nocturna además de jóvenes ambiciosas como el caso de
Anaconda, porque encuentran una clientela selecta, pero en lo general,
constituye la clientela oficinistas, trabajadores del volante, obreros y
dueños de pequeños talleres de servicios, todas personas de medianos
ingresos. Las dos se cansaron de la competencia y la rivalidad con otras
trabajadoras del sexo y preferían abordar al cliente tanto a lo interno de los
nigh club como a la salida de los mismos, en los parqueos, abordando sin
miramientos a los transeúntes y conductores de la noche.
Pero la prostitución viene después. Después de dormir en el parque de
Ciudad Jardín. Después de vagabundear por el Mercado Oriental. Después
de vivir en la casita. Primero existe el abuso deshonesto por unas pocas
monedas y luego la explotación sexual. Y se trata de explotación sexual
porque la mayoría de mis compañeras están drogadas y los clientes se
aprovechan conscientemente de la situación. Al inicio, ni tan siquiera es
una transacción comercial. La transacción comercial ocurre cuando dos
personas están de mutuo acuerdo en intercambiar productos o servicios por
cualquier otra cosa de valor. Si el beneficio es para ambas partes, la
consecuencia del acto es una transacción comercial, nunca antes, sin
embargo, lo vivido la mayoría de veces por mis amigas Amanda María,
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Xochilt y Jessenia, han sido relaciones sexuales forzadas, en absoluto
voluntarias o placenteras para ellas.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
IV
Tenía un mes de estar en la calle. Andaba deambulando sin rumbo cuando
me crucé con unas muchachas. Intentaban consolar a una niña a quien
llamaban Yaoska. Alguien debió haberle hecho algo malo porque el grupo
la rodeaba como protegiéndola.
_ ¿Por qué llora?
_ Le acaban de notificar que han matado a su madre.
Debía quererla mucho porque estaba atacada en llanto. Intenté
tranquilizarla acariciando su larga cabellera y cuando se le pasó, le
pregunté si tenía donde quedarse. Pero volvió a sollozar. Vino más gente.
Se marcharon. Y entonces me contó.
_ Mi mam-maa trabajaba en uno de esos lugares donde entran los
hombres agitados, nerviosos, mascullando barbaridades... pero al rato
salen tranquilos y relajados con una gran sonrisa en los labios
bromeando y saludando. En una ocasión me pidió que entrara con uno
de esos hombres. Era gordo. Sudaba. Su camiseta estaba muy sucia y
rota y no se había afeitado. Solo me quedaba viendo mis pechos por
desarrollar todavía con unos ojos que se le salían de la cara. A los tres
minutos abandoné la habitación asustada por lo que había pasado
dentro. Impresionada y al mismo tiempo, aterrorizada, comprendí que
mi mam-maa había vendido mi compañía al señor. Y yo le reclamé
enojada ¿Por qué dispones de mi cuerpo?... si yo no quiero que nadie
me toque mam-maa. ¡Soy tu Hija!... ¿por qué me vendes a un
desconocido? Yo le pregunté, pero mi mam-maa no me contestó.
Supuse que probablemente decía para sus adentros Yo ya estoy
cansada y tú, ...tú ya tienes edad niña. Ese día me hice mayor de
repente. Tenía que hacerme cargo de mi vida con apenas once años.
Apenas han pasado unos días y ella está muerta. ¡Creo que Dios la ha
castigado! Sí tengo donde quedarme, pero no me gusta donde estoy.
Vivo en la casita.
Caminamos hasta la casita, edificación que el fatal terremoto que destruyó
en 1972 la capital dejó en meras paredes y un techo bajo el lugar en el que
conviven cincuenta huele pegas.
A través del agujero en la pared, uno de los residentes anunció la
llegada de forasteras alertando a los demás. Mil ojos fisgones se
abalanzaron sobre nosotras como el pico del buitre se hunde entre la
carroña. Yaoska me agarró de la mano y la apretó con fuerza mientras el
olor a heces y orín nos forzaba a hurgar en la podredumbre al respirar.
Esa fue mi primera noche en la casita, donde duermen mis
semejantes en medio de la inmundicia sin sentir las moscas que se pegan
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insolentes en un ambiente de insoportable hediondez. Todos revueltos. Por
el suelo. Encima de pedazos de cartón. Encogidos como higos.
Estábamos a merced de todos. Sin impedimentos para afrontar a los
huéspedes, cualquiera podía embestirnos. No éramos las únicas pero
éramos carne fresca. Éramos la novedad. Y estábamos indefensas. Solas.
A la promiscuidad le sigue la violencia cuando reclaman a la
mancillada muchacha, porque fácilmente salen a relucir las afiladas navajas
o algún pico de botella rota. Y las riñas crecen cuando los efectos del
tóxico pegamento les hace decir estupideces que no vienen al caso pero
¡zás!... ya es demasiado tarde. El trofeo es cogerse a la muchachita de
inmediato. Todo lo demás no interesa, no importa aunque se desangre el
otro. Matar y morir es habitual.
Durante este período conocí a Lobo. Paso a paso, cada día era más
impulsivo y agresivo. Se había extraviado su capacidad de raciocinio. La
neumonía, la anemia, y los daños hepáticos definitivos, harían que pronto
me informarán de su defunción. Se quiebra su salud. Existe el deterioro
acelerado. Pero su historia terminará cuando lo maten en cualquier
altercado.
Y durante ese período averigüé que el educador nunca es un aliado de
la policía, sino una persona que ayuda a los jóvenes a matricularse en una
escuela o entrar en algún centro antes de seguir en la calle con la vida
viciosa sin sentido. La personalidad y la conducta de los educadores motiva
a los jóvenes a acercarse. La relación se basa primordialmente en la
confianza que inspiran. Yaoska los comparaba con un cura que guarda el
secreto de confesión. Y me informó.
_ No hay otro modo de penetrar en este mundo que no sea a través de
la confianza. La imprudencia de algunos tiene un elevado costo. Mira
Juan Marcos, por ejemplo. Lo marcaron en la cara. No fue prudente,
ni tampoco discreto. Juan Marcos fue un principiante que se precipitó,
y la precipitación siempre trae consecuencias negativas. Tenía buen
corazón, pero le faltó astucia. Todo lo conversado y observado, debe
permanecer en el más absoluto anonimato. Habló con quien no debía.
Habló de lo que no debía. Y aunque lo hizo de manera involuntaria,
habló demasiado. Y saber hablar en este complejo contexto es ser
capitán. Pero saber callar, es obtener el grado de general. A Juan
Marcos lo degradaron a soldado raso. No volvió a desfilar por la
casita nunca más. Lástima, porque era un joven muy comprometido.
¡Otra vez ese tipo! Seguía merodeando cerca de mí con la sagacidad de una
fiera que acorrala a su presa. Me pregunté si me acosaba, si quizás
pretendía raptarme para solicitar un cuantioso rescate. La verdad es que
nunca imaginé que a ese tipo me lo iba a encontrar tantas veces, ¡púchica!
Estiré a Yaoska del brazo y anduvimos por un estrecho camino de
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tierra hasta el portón abierto de la chureca, el basurero situado cerca del
Lago de Managua en Acahualinca que deja ver a decenas de niños y
adultos seleccionando la comida del día. Si tienen suerte como nosotras la
tuvimos ayer, podrán chupar algunas cabezas de pescado.
Un niño encontró una hoja de bisturí entre los escombros y la alzó en
el aire con orgullo y luego probó su filo en la espalda de una adolescente
que se movía con dificultad porque la pega le había carcomido las
articulaciones y la médula ósea. Sin lugar a dudas, existe una droga peor
que la cocaína y la marihuana y a todos los ojos inofensiva: la pega.
Totalmente destructiva.
Y se vende en diversos establecimientos sin restricción. Económica y
sin requisitos para comprarla, más ligera que una libra de frijoles y más
mortífera que una serpiente venenosa, prolifera en la casita la traslúcida
gelatina como sedante. Como una escapada suicida abunda en el Mercado
Oriental.
Tenía dos semanas y media de estar en la calle cuando visité por primera
vez en mi vida el Mercado Oriental. Mis padres me habían hablado de su
existencia, pero jamás me habían llevado. Hoy comprendo el por qué.
El Mercado Oriental es el epicentro de todos los problemas sociales
que se presentan en Nicaragua. Además de artículos robados, hay una gran
partida de medicinas que han caído casualmente de un camión. Es la
bodega de Nicaragua. Un mercado de trasbordo que nunca duerme.
Hay más vendedores que compradores y cuando se hace difícil
ganarse el sustento honradamente, el paso hacia el robo con o sin violencia
se hace rápidamente. Cuando la economía del país se detiene, el eslabón
más bajo se resiente. Y no tienen más remedio que dar ese paso si quieren
sobrevivir, sin cuestionarse si les gusta hacerlo. La ética no cuenta cuando
la necesidad tiene cara de coyote. Lo moral vale poco cuando la
supervivencia te empuja ferozmente. Y si no, que se lo pregunten a Yaoska
la Lora la Pioja o la niña de carretera Masaya.
La necesidad presiona a hacer cualquier cosa para sobrevivir un día
más. Incluso hay señoras, que luego de años de vender mondongo, hoy
están en el negocio de la marihuana o la piedra; crack. Es un ambiente
donde reina la desesperación. Y donde la policía no se atreva a intervenir, y
no por falta de medios materiales sino por temor a su integridad física y a la
convicción generalizada de que el salario que obtienen no merece dicho
sacrificio.
Con Don Mecenas existe una relación ambigua. Es cómplice en todo
lo relacionado a robos y compra venta de objetos robados pero a su vez,
nos escupe en la cara. Mantiene una invariable arremetida contra el
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
colectivo huele pega frente a los demás, y por detrás, se beneficia de
nuestras fechorías. Y yo, luego de todo este largo tiempo en la calle me
pregunto, ¿quién es más delincuente, ...Don Mecenas que lo hace por lucro
o nosotros que lo hacemos por necesidad? ¡Hipócritas! Maldita doble
moral. Pero una aprende a descubrir las falsas intenciones enseguida, como
me pasó con Lobo.
Recuerdo que recién llegada a la casita me protegía, se enfrentaba a
los demás advirtiéndoles que no me tocarán y, ... abusaba de mí. Si me
hubiera dicho que ese era el precio de la protección, probablemente no
hubiera aceptado. En realidad, lo que hacía era apartar a todos para que no
tuviera a nadie cerca. Así podía someterme a su gusto, disfrazando con
palabras suaves el atropello. Y al ser mucho mayor que yo, no le costaba
forzarme, obligarme a hacer cosas sucias. Feas. Asquerosas. Cada vez que
me acuerdo, tiemblo!
Nosotras las huele pega siempre tenemos la peor parte. Somos
víctimas, jamás pendencieras. Es verdad que atentamos contra la propiedad
privada, pero lo hacemos sin violentar la integridad física de las personas.
Sin embargo, nosotras sufrimos agresiones. Violación. Abuso sexual. Estos
son delitos pesados que nadie condena. ¡Quiero denunciarlos hoy!
Son muchos los que gritan Penas más fuertes. Hay que aplicar un
severo castigo al niño infractor. La sociedad se limita a ver la expresión en
vez de atender el origen del problema. Los gobernantes no analizan las
causas.
Otros defienden el aclamado Código de la Niñez que se infringe cada
mañana cuando sale el sol, y cada noche cuando nacen las estrellas.
Palabras. Palabras y más palabras. Con gusto yo grito ahora: siembren un
pensamiento favorable que genere una acción concreta; siembren dicha
acción con disciplina para cosechar un hábito; siembren ese hábito para
cosechar un carácter que impulse nobles valores y Nicaragua tendrá una
oportunidad.
Para que luego digan que yo soy la inculta o una antisocial. Todavía
tengo momentos de lucidez. Y amo mi país aunque esté desbaratado. Y
estoy convencida que mientras haya almas atormentadas como la mía
permanecerá derrumbado este pueblo nicaragüense al que pertenezco y al
que deseo honrar si me lo permite la vida.
Durante dos meses he podido comprobar que se gestan todos los vicios
habidos y por haber en el recinto del Mercado Oriental. La degradación por
un lado, y la necesidad que impone la extrema pobreza por el otro,
consiguen aunarse para inventar fantasías que nunca serán como el arco
iris, y con seguridad traerán secuelas desagradables nada positivas.
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Y es el mercado un lugar de tertulia. Un lugar donde buscar unos
sacos en algún rincón para no entorpecer el paso de la gente que viene y va
durante todo el día protegiendo sus carteras. Un rincón tranquilo donde
conocernos las unas a las otras. ¿Quiénes son tus clientes pájara?
_ Vendedores ambulantes, bulteros y celadores flaquita, pero un día
llegó un señor bien vestido en su carro que comentó Quiero los tres
platos por diez córdobas. Acostumbrada a hombres con aspecto
deplorable y malos modos, me resultó guapo, y además olía muy bien.
Me subí al carro. Fuimos a un motel. Me dolió. Luego supe por las
chavalas que le conocían que era cliente asiduo; limpio y rápido y te
invita a una gaseosa después. Y como él, muchos son los hombres que
en su casa no logran la suficiente satisfacción a sus apetitos sexuales
más allá del coito clásico. Así que por diez míseros córdobas, obtienen
sexo oral, sexo vaginal, y sexo anal.
En una ocasión me quedé perpleja cuando la pájara se acercó para
saludarlo. La primera vez no le había puesto mente al asunto, pero ahí
estaba el tipo que me trastornaría con su sombra inconmensurablemente
agotadora. Nuestros encuentros no serían fruto de la casualidad, pero como
su atuendo no lo delataba... ya digo, no le puse mente al principio. No me
importaba quien era, ni lo que hacía, aunque tuviera rato de estar parado en
un comercio haciendo ver que compraba. Quizás no me buscaba a mí, si no
a ella. Me tranquilicé al verlos marcharse juntos pero me molestó que la
pájara no se despidiera. No me gustaba caminar sola por el mercado.
Al rato me encontré con Blanca y luego con Sandra. Yo no sabía que
se conocieran, pero en la calle todas somos amigas. Pregunté.
_ La conocí porque necesitaba una par de zapatos. Andaba descalza y
me había cortado en dos ocasiones. Pedí ayuda, ¿te acuerdas
Sandra?... Entonces me dijo si lo hago, ya sabes, me deberás un favor.
No uno pequeñito. Uno grande, ¿oíste? Asentí con la cabeza y
observé como lo hacían. Su novio distraía, hacía perder los nervios al
dependiente mientras Sandra retiraba con agilidad todo cuanto podía y
se marchaba sin correr. Nadie vigila al que se mueve tranquilo. Solo
clavan la mirada al que pasa veloz. Aprendí fácilmente. Y
compartimos comida cigarrillos pegamento y clientes. Nos hicimos
buenas amigas, ¿verdad Sandra?
A Sandra la había enseñado el oficio la Pioja. Y también le pregunté.
_ Como me fui a la calle de noche no había cenado. En la mañana no
había desayunado y a la hora del almuerzo no había almorzado.
Entonces me subí al árbol para comer fruta. Pero me caí. ¡Pum!
Estuve un rato inconsciente. Y cuando me desperté había a mi
alrededor tres o cuatro muchachos metiéndome la mano por todas
partes. La Pioja vino en mi auxilio. Así la conocí. Desde entonces
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somos buenas amigas, aunque a ella le gustaría que todavía fuéramos
mucho más íntimas.
Nunca sabíamos cuando volveríamos a comer, así que limpiábamos el plato
de las pequeñas sobras de comida que un español nos había ofrecido sin
ninguna prestación a cambio, algo insólito, y luego de jugar con distintas
hipótesis a cerca de sus verdaderos motivos, Sandra y Blanca se levantaron
y al marcharse dijeron Nos vamos a ganar algo. En el lenguaje de la calle
el vocablo ganar significa robar. Hay que sobrevivir.
El ambiente raramente invita a otra cosa que no sea la prostitución a
las muchachas, y a los muchachos la cárcel antes o después. Me había
quedado sola otra vez cuando pasó corriendo sin detenerse, menos mal.
No era la primera vez que me había cruzado con Ervin, pero cada vez
se acentuaba más su temperamento bravucón y provocador de matón
callejero y a menudo temía por mi integridad física. No lo disculpo. Sin
embargo lo comprendo. Pude saber a que obedecía su actitud fanfarrona
luego que me lo contó Marla, su primera novia, mientras metía la nariz
hasta el suelo del frasco de vidrio para inhalar los restos de pegamento
seco.
_ Ervin fue agresivo desde bien pequeño, era una manera de
manifestar que su mundo no estaba bien. Ni él mismo supo nunca que
su madre le ponía tequila en la leche del biberón para que durmiera
toda la noche y no la molestara. Durante sus tres primeros años, con
su desproporcionado genio, estaba diciendo que se sentía solo,
necesitado de afecto y de alimento. La dinámica familiar no
funcionaba. La televisión lo hubiera distraído pero eran tan pobres que
no tenían luz eléctrica. Su padre no estaba en casa ni siquiera para
castigarlo. Nunca le dedicó un minuto. Y su único regalo fue una
buena imitación de una sofisticada arma de fuego. Le dijeron si entran
ladrones en la casa, apuntales con esto. Mejor aléjate de Ervin porque
es impredecible. A veces yo también le temo.
Pero te cansa estar siempre en el mercado. Recuerdo un incidente en
compañía de la Pioja. Estábamos sentadas en el suelo con la espalda pegada
al muro con la Muchá cuando chocó con furia algo pesado que se rompió
en varios pedazos. Cuando sucedió la Muchá pronunciaba estas palabras
Quiero dejar la pega, quiero vender plátanos, tortillas y verduras por las
casas de los barrios ricos.
Por entonces yo era primeriza en la calle, y exclamé aturdida: ¿por
qué lanzaron ese ladrillo desde la camioneta?... La Pioja simplemente me lo
notificó Nos odian pipiola, sin alterarse, mientras empezaba a sangrar
abundantemente la Muchá. Uno de los pedazos que rompió contra el muro
rebotó en el suelo y buscó su rostro. La Pioja alargó su brazo para señalar
unas manchas en la fachada y añadió Antes nos tiraban pintura. Marcaban
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los lugares que frecuentábamos pero no se conforman con eso, algunas
personas quieren que desaparezcamos. Pero lo dijo sin resentimiento. Y se
levantó.
Acompañamos a la Muchá al hospital más cercano para que la
atendieran urgentemente. Pensaba que se iba a desangrar. La herida no era
profunda pero si grande, y escandalosa. Le dije que se la intentara cerrar
haciendo presión con la mano, pero estaba tan sucia que temía que se le
infectara. Hay que coser de inmediato, le dijo la Pioja a la recepcionista,
pero nos hicieron aguardar en la sala de espera mientras las personas nos
señalaban con el dedo murmurando. Me fastidió que se levantaran cuando
nos sentamos en el banco metálico, alejándose de nosotras. Indignada lancé
un... ¡ni que tuviéramos la peste! Todos somos seres humanos y sin
embargo... miren su recelo, ¿dónde están sus sentimientos? Ya no hay
caridad. Me pregunto dónde está toda la gente que visita la iglesia,
¿cuántos de ustedes van a misa? ...¿y para qué? Nadie respondió. Se
intensificó el murmullo y pude escuchar un será descarada que se ahogó
cuando levanté la vista.
Por cierto, la Muchá era la novia oficial de la Pioja que he sabido aquí
en el centro que por entonces era la Norita, la que hoy es la pareja de la
Lora. Las que intentaron convertirme en lesbiana.
Días más tarde volvía a estar en el mercado con Blanca y Sandra. Una
señora nos regaló unos bananos y agua fresca. Se lo agradecimos
efusivamente. Pertenecía a una de tantas familias de escasos recursos que el
hambre azota con severidad, pero tuvo piedad de nosotras. Rápidamente
entablamos conversación con la muchacha que contaba tortillas, quien se
identificó como su sobrina. Tenía muchas ganas de hablar. Estaba cansada
y fastidiada por culpa de su novio. Discutíamos a cerca de que los hombres
siempre tienen ganas con cualquiera. Entonces, distanciándonos de la
señora para que no pudiera escucharnos, nos contó a Blanca, a Sandra y a
mí, que no todas sus amiguitas salían a vender tortillas cuando vivían en
Rivas.
_ Salíamos temprano en la mañana pero a veces, no las vendíamos
todas y al regresar a las casas nos castigaban. A mí me regañaban pero
nada más. Algunas de mis amigas… bueno, pues… para evitar las
continuas reprimendas, las más despiertas preferían vender sus
cuerpos y regalar las tortillas a otros niños indigentes. Ganaban en un
par de horas lo que costaba toda una jornada bajo el caliente sol. La
facilidad ejercía de afrodisíaco, aunque su tarea era repugnante. El
simple hecho de pensarlo, a mi me causaba una feroz animosidad. A
muchas les daba asco. Algunas no sabían cómo relacionarse con los
hombres y se unían a un grupo de jóvenes para formar una cuadrilla
de asalto. Mi vecina funcionaba bien como carnada. Era buena para
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coquetear. Solía ir por los caminos cercanos al río y cuando un
hombre que se desplazaba en bicicleta pasaba junto a ella, escuchaba
Ssssch... ¡adiós amor!. La zipota con su chinga falda le indicaba con
señas que se detuviera y lo piropeaba ¿Qué pasó corazón?... ¡vamos a
hacerlo!... al verte me han entrado muchas ganas... contigo lo hago
gratis mi amor. Pero el nidito de amor era una trampa. Al descender
hasta un lugar apartado y solitario saltaban de los árboles tres jóvenes
armados con sendos cuchillos. Le arrebataban su bicicleta los zapatos
y la poca plata que escondía. Ninguno ignoraba la inusitada
declaración de amor repentino. Incrédulos. Y es que los hombres no
dejan perder una sola ocasión.
Siempre encontraban algún espontáneo Romeo que halagado
por la descarada declaración se creía la pasión desatada, y ese amor a
primera vista se convertía en frustración, y luego, la vergüenza
buscaba justificación mediante extrañas historias. Habían imaginado
toda clase de cosas que iban a hacerle a mi joven vecina. Se dejaban
llevar hipnotizados hasta el lugar cuando ella indicaba Aquí no más,
tigre... debajo de aquel gran ceibo podemos hacerlo sin que nadie nos
mire ni lo sepa jamás. Y sin pensárselo dos veces, ciego por lo
excitante de la aventura descendía hasta el fondo del cauce. Pero el
conquistador era conquistado. Ladraban como perros los amigos
mientras las palabras cariñosas se tornaban burlas y ofensas. Se
carcajeaba la falsa amante cuando lo amarraban y al marcharse, se
dice que mi vecina les mostraba la vagina antes de escupirles a la cara.
Era mala la zipota. Creo que en el fondo era mala mi vecina porque en
varias ocasiones se dejaba coger por uno de los varones frente al
hombre burlado, exclamando Esto es lo que querías... pero nunca lo
tendrás. Hoy está en una silla de ruedas. Me explicó ayer mi tía que
uno de los hombres volvió a pasar por las cercanías y al verla la
arrolló con la furgoneta de reparto. Pero lo hizo con tan poca maña
que se le descontroló el vehículo y cayó al río. No sabía nadar. Nadie
lo auxilió. Pereció bramando como un cerdo en el matadero.
Una chica que se había unido al grupo silenciosamente, exclamó:
_ ¡Mi madre! Seguro que ninguno de los dos irá al cielo.
Blanca preguntó:
_ Tú rezas, ¿crees en Dios?
Y la recién llegada apostilló, persignándose:
_ Mi mamita creía en Dios chicas Yo amo a mi madrecita linda y
preciosa.
Sandra, que había dado la sensación de permanecer ausente intervino así:
_ Nadie ha hecho un monumento en medio de la plaza del pueblo a las
madres. Nadie valora a las mujeres del campo curtidas por el sol
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permanente, flageladas por la sádica pobreza, hostigadas por los
múltiples embarazos no evitados y las penurias, las manifiestas e
insultantes penurias que las molestan a cada rato. Viudas o solas,
desempleadas, desamparadas, ¡hay tantas mujeres como mi madre!
Aprovechan el tiempo de cosecha trabajando en una labor áspera, casi
inhumana, revestidas de coraje y desesperación, aguantando con
entereza porque la vida no les permite caerse ni tropezar. No pueden
derrumbarse. Son como una epidemia. Pero ignoradas sobreviven.
Se mueren sus retoños por no poder pagar el pasaje hasta la
ciudad, por no poder caminar a cuestas con sus hijos a lo largo de
interminables caminos dañinos y peligrosos. Y aunque superaran el
obstáculo, ¿quién paga al doctor? ¿Cómo comprar las medicinas en la
farmacia? ¿Cuándo conseguirán regresar de vuelta al hogar? Su único
consuelo es pensar en Dios, en su misericordia... y en un tiempo
mejor. Pero pasan los días lentamente. Es un tormento. Un martirio.
Entonces supe que se le habían muerto tres hermanitos en cinco años, el
último en sus brazos. Entendí por qué dejó el campo y se vino a la ciudad,
aunque no convenció a su madre de que la acompañara y al no tener que
darle explicaciones a nadie, empezó a vagar por la calle. Sola primero. Mal
acompañada después.
Se me ocurrió preguntar si alguna de ellas iba a la Iglesia. Irene que
aparecía de pronto después de haberse perdido por varios días, llegaba con
su nueva amiga que se identificó como Melody, y nos contó:
_ A mí me expulsaron de una celebración eucarística. Me sacaron a
patadas de una iglesia precisamente el día que llegaba para
confesarme. Soy católica y no me dejaron practicar mi religión. Ahí
mismo, en la primera fila había dos hombres de los que me utilizan de
vez en cuando para el ratito. Obviamente callaron ante sus esposas.
Ninguno de los dos me defendió frente al grupo de exaltadas señoras.
¡Si ellas supieran las barbaridades que me hacen... los lincharían a
ellos ahora mismo! El sacerdote ignoró el incidente aún y con todo el
ruido ocasionado semejante a un trueno, cuando el papel fundamental
de la iglesia es atraer a los pecadores para darles consuelo... ¿o no son
también los pecadores hijos de Dios?
La Biblia relata el regreso del hijo pródigo y la buena acogida
que tuvo pero en cambio, a mí, no me recibieron con los brazos
abiertos. Probablemente nos exijan algo más que una conversación
sincera y una vuelta al corazón de Jesús, pero como tenemos que
seguir con nuestro desafortunado trabajo, al ser incompatible una cosa
con la otra, la mayoría de nosotras termina por renunciar al derecho de
frecuentar la Casa del Señor. Ni modo... ¿para dónde agarramos?
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Y la sobrina de la señora amable que nos regaló los bananos y agua fresca
apuntó lo siguiente:
_ Pero ayer escuché por la radio a un obispo decir las prostitutas y los
ladrones también entrarán en el Reino de los Cielos.
A lo que Irene respondió con un tono irónico:
_ ¡Pues tendrás que preguntarle a él!... y luego nos lo cuentas a todas.
Intentó darse a conocer la tal Melody explicándonos que llevaba cinco años
saliendo a diario con perfectos desconocidos, como si eso fuera la gran
hazaña del mundo. Yo estaba cansada. Demasiado tiempo en el mismo
lugar me aburría. Al levantarme del montón de sacos donde me había
recostado y girarme, el tipo escondió algo. El tipo, ¡otra vez ese tipo!
¡Maldito! Tenía un bulto en la mochila que manipuló con discreción. Y lo
ocultó. Nunca se sacaba las gafas, ni aun estando dentro del recinto del
Mercado Oriental. En ese momento me convencí que se trataba de un
terrorista.
Recuerdo muy bien que apenas tenía tres días de estar en la calle cuando
visité el parque de Ciudad Jardín. El sol estaba en lo alto. No corría el aire
ni aunque lo llamaras. Ningún pájaro canturreaba feliz.
Una señora que no he vuelto a ver más realizó una buena acción.
Seguro que ese día se sintió dichosa luego de amonestarme a modo de leve
regaño.
_ Muchachita linda, ¡no hagas eso! No te metas ahí. Te atrapará con
sus colmillos afilados para rasgarte por dentro. Quiero ayudarte
diciéndote que no te drogues. Pareces buena chavala. No lo hagas.
Con la pega te enfermarás. Harás cosas repugnantes que ni te
imaginas. Al principio está bien, pero luego será horrible. El mundo se
te derrumbará. La pega te destruirá. Muchos se mueren. ¿Quieres
morirte?... ¡Suéltalo inmediatamente que todavía estás a tiempo!
Sujetaba en mi mano un bote de pegamento sin saber que primero me
apretaría la mente y luego, lentamente me aflojaría hasta que se me fuera la
vida.
Eso hice, y repetí sus palabras a cada niña y adolescente que se me
cruzaba en el camino y ya no me querían en ningún sitio, aunque yo insistí.
Y conseguí que una adolescente primeriza que todavía estaba hermosa lo
tirara. Me pareció una gran proeza.
Luego de mi estrepitoso alarido suéltalo... se asustó, y lo tiró a los
pies del difunto Clarence, que en paz descanse. En ese momento hubo una
disputa. Se abalanzaron sobre el pegamento. Pelaron como animales
salvajes. Y ella todavía se asustó más. Empezó a temblar y me la llevé lejos
cuando uno de ellos agarraba un pedazo de vidrio. No paraba de llorar.
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Hablé con ella, y conseguí acompañarla hasta su casa, pero a dos metros de
la puerta salieron sus hermanos y a empujones me obligaron a marcharme
sin preguntarme qué había pasado. Creo que ella nunca mencionaría en
casa el incidente. Mejor.
Se lo conté a la directora el día que ingresé en el centro. Al salir del
despacho, la educadora que me mostró las instalaciones y me entregó un
formulario con las normas. Me explicó que durante dos años había hecho lo
mismo que aquella buena samaritana, y me reveló que comenzó a cruzarse
en la calle con las niñas a las que había avisado, incluso arrebatado el bote
por la fuerza.
_ Hubo una que me impresionó, rosita. La hice regresar a su casa en
tres ocasiones. Tuve éxito. De pronto, después de un año de no saber
de ella me la encontré en el parque de Ciudad Jardín, inconsciente,
saturada de pegamento. Estaba dormida en uno de los bancos de
piedra con los ojos abiertos. Su larga cabellera había desaparecido.
Puse su cabeza en mi regazo y le acaricié la mejilla con suavidad. A
los veinte minutos se movió, quizás me reconoció. Y justificó su
presencia en la calle con dificultad. Escupía en vez de hablar. Me
quedé toda la noche a su lado. Cuando amaneció, todavía arrastraba
las palabras. Intentaba contarme sin ritmo ninguno que la habían
pegado con la faja demasiadas veces, pero de inmediato supe que
había algo más cuando disimuladamente se cubrió la pierna derecha.
Tenía una gran quemadura. Y a los pocos días conseguí que ingresara
y me explicó qué le hizo salir de su casa una oscura noche sin luna.
La directora me informó lo que le había contado rosita. Le había dicho:
_ Un vecino me empezó a acariciar y me gustó. Era sastre, y con la
excusa de tomarme las medidas para hacerme un vestido me tocaba en
el probador, y luego me regalaba alguna prenda. Cuando se acercó la
Navidad, yo quería un lindo vestido, así que me fui sin ropa interior
para que me tocara con mayor libertad. Yo cerraba los ojos. Me
gustaba lo que me hacía. No sabía lo que era pero era rico. El viejecito
tenía una gran habilidad con su lengua, más que con sus dedos. Total,
que me metió eso por detrás. Mi mamá nunca me hablaba de estas
cosas. Yo no le tenía mucha confianza a ella. Por eso cuando pasó
nada le conté. Pero me asusté al ver mi ropa manchada de sangre y
grité. Ella me dijo que me había desarrollado, que ya era una
mujercita. ¡Qué mujercita pensé yo! Tuve un desgarro en el ano. Mi
vagina no se había quejado. Todavía demoré un año en tener mi
período. Ella se dio cuenta que mi menstruación desapareció, pero
nada me dijo. Ignoró el asunto. Pero en una ocasión que llegué a casa
con un chupetón en el cuello se enfadó. Me habían besado en el
cuello. Creo que fue un vampiro porque la marca era enorme y no se
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me quitaba aunque frotara y frotara. Traté de esconderlo con mi largo
cabello hasta que apartándolo de mi cara lo vio. No supe disimular. Y
me dijo que me iba a cortar el pelo muy corto para que todo el mundo
lo viera y me diera vergüenza. Me amarró a la cama de pies y manos,
de espaldas, y cumplió. Pero lo peor fue cuando llegó mi padrastro y
dijo que era una buscona. Ya lo había dicho otras veces. Fue a la
cocina y puso a calentar agua. Al cabo de un rato sentí que me ardía la
pierna. Deliberadamente me marcó para que nadie pudiera desearme.
Cuando me recuperé y pude andar me vine a la calle. ¿Quién puede
vivir en un lugar así?
Acto seguido pensé: otra de tantas muchachas que no tiene a donde ir ni
tampoco donde quedarse. Bueno, sí, podía quedarse en la casa y esperar
que la mal mataran todavía más. Y suspiré. Igual que lo hago ahora. Pero
entonces dormía a la intemperie y hoy lo hago aquí, en el centro de
rehabilitación totalmente desintoxicada.
Un suspiro largo y profundo me embriaga desde esta hamaca
solitaria, quieta. ¡Ay, estas muchachas!...
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
V
Iba a sorprenderme el hecho. Iba a sorprenderme la historia. No había
escuchado sus pasos pero sentí su presencia. No sabía que se encontraba a
mi lado, a escasos centímetros de la hamaca que al balancearse no llegaba a
tocarla, pero su magnetismo me interrogaba. Ha sido al voltearme para
cambiar de posición que he visto a Johanna con actitud desafiante,
ensimismada. Y me he asustado. No le digo nada.
Desnuda de espasmos y movimientos incontrolados, subsiste en
silencio con su mirada encendida, tenso el cuerpo y un reservado lamento
en los labios.
Susurro con dulzura para no importunarla.
_ Amiga, te delata el rugir de tus pensamientos. Háblame. Sabré
escucharte.
Y para mi absoluto desconcierto, me habla. Luego de imaginar el tono de
su voz de cien maneras diferentes, reconozco el tacto de la seda. Por fin se
deja escuchar. Podré apreciar un simpático deje que su permanente silencio
había ocultado. Johanna Rebeca la india se comunica conmigo.
_ Osea... tú te has mostrado muy receptiva con casi todas. Eres buena
amiga de Amanda María, Xochilt y Jessenia, y conoces sus secretos.
Osea... que yo... quizás también pueda contarte acerca de mis cosas
intimas. Osea... la verdad es que tengo la necesidad de contarle a
alguien mi historia... y, ... pues me preguntaba si a lo mejor querrías
escucharla tú, flaquita... ¿quieres?
_ Claro, india, estaré encantada de escucharte.
En breve se iba a abrir, y yo sería la afortunada. Ninguna educadora
profesora o compañera conocía sus antecedentes más allá de que su padre
emigró a Costa Rica hacía veinte años. No la increpo. Dejo que se acomode
en la hamaca. Dejo que me abrace. Dejo que pasen unos minutos. Me
dispongo a escucharla, pero...
Quizás no sabe por dónde empezar. Quizás quiere decirme tantas
cosas que no halla la manera de organizarse. Quizás necesita un pequeño
empujón.
_ Cuéntame Johanna... ¿por qué se marchó tu padre a Costa Rica?
_ ¡Uf!... es bien largo.
_ Tenemos tiempo, india ¡dale!
_ Osea... nuestra familia era homogénea, un grupo de personas que se
ayudaban entre sí. Francamente flaquita, el ingreso era escaso pero
estable, hasta que aumentó el tamaño de la familia. Osea... estoy aquí,
pero estuve a un paso de quedarme en El Calvario.
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Osea... mi padre, no ha voluntad, sino que obligado por los
bajos niveles de ingreso que nos mantenían hambrientos, llorando
todo el día en una casa que se caía a pedazos, se marchó a otro país
para ver si podía ganar, pero ni mi madre ni yo ni tampoco mis
hermanos pensamos que se olvidaría de nosotros. Éramos su familia.
Eso no podía pasar. No tenía que pasar nunca.
Osea... mi padre, por ser el cabeza de familia tenía que mirar
cómo resolver la situación y nos abandonó, teóricamente para
ayudarnos. Y lo hizo al principio, pero pronto tuvo compañera y yo
creo que no por amor. Mi padre amaba mucho a mi mamacita. Tuvo
compañera por la cultura machista que lo convirtió en un hombre
dependiente de las mujeres. Necesitaba que alguien le preparara su
comida y le arreglara su ropa, incluso su cama, algo que no es difícil
de hacer ¿cierto?
Osea... nuestra casa tenía una porción de tierra extensa, pero la
propiedad sobre esa tierra no es para las familias campesinas garantía
de bienestar, ni fuente de empleo seguro. Ya ves, nos robaron la vaca
y se murieron de una extraña enfermedad los cuatro cerdos y ya solo
comimos huevos y luego, ...aburridos y hambrientos... nos comimos a
las gallinas. Si la propiedad de la tierra no se acompaña con ese
término que me aprendí y tantas veces pronuncié: políticas
agropecuarias de estímulo a la producción, ¿de qué sirve la tierra?...
si además, flaquita linda, resulta que últimamente llueve más en la
capital que en el campo.
Osea... la verdad es que no podíamos mantenernos sin los giros
mensuales de cien dólares que llegaban puntuales, pero como te he
dicho flaquita linda... solamente llegaban al principio. Luego fue cada
dos meses. Así se mantuvo por tres años. Pero el dinero nunca
sustituyó la falta de su amor, de su calor y de su protección. Lo
extrañábamos todos, aunque yo no lo conocí. No sé cómo es mi padre.
No conozco sus gustos. Ni siquiera tengo una fotografía suya. Fue mi
abuelito quien me hizo de padre pero al rozar mi adolescencia, era a
mi verdadero padre a quien quería preguntarle cosas. Yo necesitaba
saber su opinión. Soñaba con pasear de su brazo bajo las estrellas
mientras le contaba que me agradaba un chico. Él perdió el gozo de
verme crecer, y de compartir mi alegría tanto como mi dolor. Fui
desdichada flaquita linda, bien desdichada durante mi niñez. Pero
sabes una cosa, ¡no soy tonta! Osea... de no haberse producido el
envió de plata nuestra indigencia hubiera sido irremediable. Al fin y al
cabo, pasaron los años. Sin pena ni gloria, pero pasaron uno detrás de
otro. Osea... a veces, entiendo a mi padre. Pero no le disculpo su
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completa desaparición. Comenzó bien, y terminó por ser un perfecto
irresponsable. ¡Lo odio!
Osea... cuando faltó su aporte económico, la única solución fue
la fusión de varios hogares en similares circunstancias. Aquello de que
la unión hace la fuerza; ya sabes. Nos mezclamos con parientes
cercanos y lejanos, con vecinos, amigos, conocidos, en fin, toda una
comunidad. Nos convertimos en una familia bien extensa donde la
sangre no era el vinculo principal. En el pueblo nos llamaban los
miembros de la gran aldea. Entonces bajaron casi todos mis hermanos
el rendimiento escolar. Osea... carecíamos de instrucción. No había
orientación. Incluso la tierra, ya no producía igual. Nada más mi padre
conocía sus manías y algunos trucos que no le dejaron desarrollar los
grandes propietarios de fincas, pero en la comunidad, mi padre era
considerado como un hombre muy cualificado. Mi mamacita siempre
dijo que únicamente él sabía cuándo y cómo hacer las cosas para
obtener mayor provecho. Y en esos momentos que la escuchaba a
ella... yo tenía a mi padre; mi padre estaba lejos pero yo lo sabía
nuestro todavía. Y tenía una alta opinión sobre sus habilidades.
Pero en Costa Rica, los emigrantes nicaragüenses son
catalogados y ubicados como personal no cualificado. Osea... hubo
una sub-valoración de sus conocimientos y destrezas en la producción
agropecuaria. Terminó en el sector de la construcción, como peón de
obra. Entró como jornalero; esa fue la primera vía de enganche a la
dinámica laboral tica, catapultándose luego hacia las ciudades del
interior hasta llegar a San José. Muy popular por su carisma, aprendió
a hablar y a sonreír de una manera especial que cautivaba a los demás.
Así enamoró a mi mamacita. Ella me contó que asumiendo un
beligerante liderazgo dentro de la organización sindical del sector, se
catapultó rápidamente como sujeto político en la negociación con la
patronal bajo el seudónimo de el indomable. Sus ingresos crecieron y
fue cuando nos visitó con muchos regalos, cuando la embarazó por
última vez. Entonces llegué yo, pero aún siendo uno más en la familia,
aún teniendo él unas mejores condiciones en Costa Rica, el aporte
económico no creció, si no que disminuyó radicalmente. Osea...
mandó de vez en cuando, luego solo para Navidad, y sólo para
aquellos aniversarios en que se acordaba hasta menguar por completo.
¡Bum! Se acabó. Ya no más plata. Ya no más sustento. Nada más
precariedad.
La verdad es que nadie puede negarle a mi padre el esfuerzo
realizado, con un gran componente de desgaste sentimental y
probablemente físico. Parece que era un hombre sensible y abandonar
a sus hijos no creo que le resultara agradable. Osea... siempre dijo mi
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
mamacita que inicialmente, cuando se dibujaba la opción de
abandonar Nicaragua como la única alternativa viable él era
totalmente reacio. Y parece que se resistió durante un tiempo. Le
costó dar el paso definitivo. Pero una vez en Costa Rica, ante el reto se
creció. No se amilanó para nada. Descubrió nuevas habilidades
necesarias en el campo laboral, aprendió a tener contacto con una
nueva tecnología para el desempeño del trabajo, y supo como acceder
a los medios de información.
Osea... mi padre encontró un buen empleo, a otra mujer, y se
olvidó de su familia nicaragüense. Nada más los hombres se
acomodan y encuentran otro lugar donde empezar de nuevo sin
responsabilidades ni ataduras morales. Entonces mi mamacita se
enfermó. Contagiada por la volatilizada figura de mi padre, una fiebre
de celos incontrolable la poseyó hasta no dejarla vivir. Y se fue a por
él. Quería recuperar a su esposo. Osea... ya no se trataba nada más de
plata. Le habían robado el hombre, y mi mamacita era bien orgullosa,
celosa de lo suyo.
Osea... también se explica la emigración femenina cuando no
existe la figura del hombre. Nosotros estábamos como al principio,
con necesidades y sin mi padre.
Osea... a mi mamacita querida le costó mucho irse porque la
lectura que hacía del hogar, es que en torno a ella se organizan las
tareas domesticas y en consecuencia, tanto la composición como el
orden interno del hogar que repercute directamente en la vida del
conjunto familiar dependía de ella. Al marcharse se acentuó la
dominación de los varones, perpetuándose la tiranía con la que ella
había luchado. Su construcción se descomponía. Mi hermana mayor
buscó una rápida salida bajo los pantalones de un viejo que le alquiló
una habitación en la ciudad.
Osea... con la ruptura del hogar por la marcha de mi mamacita,
anímicamente destrozada, no dejé que me afectara en mi rendimiento
escolar. Era una manera de retribuir su esfuerzo por las remesas que
realizó puntualmente durante los dos años siguientes con un salario
mucho menor que el de mi padre por su condición de mujer. La única
manera de compensarla era siendo aplicada, esforzándome cada día en
las tareas del colegio. Estaba en Costa Rica pero la sabía mía. Partió la
ternura y el amoroso cariño, la figura que me inspiraba confianza,
pero seguía latiendo en mi corazón.
Osea... mi mamacita querida, aún en las condiciones más
adversas, tras comprender el engaño al que había sido sometida por
largos años resistió. Valiente. Se ajustó a la situación. Y respondió.
Eso me había enseñado desde niña, a salir adelante contra viento y
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
marea y por tal razón me encuentro aquí y no en El Calvario. ¡Mira
aquella estrella que bella!
Johanna Rebeca perdió el principal referente afectivo identificado por
cualquier hija amante de su madre, porque la madre es a todas instancias la
figura principal de referencia, el eje fundamental de la familia y su
principal confidente y amiga.
A su padre le salió bien desde el punto de vista estrictamente egoísta,
pero no todas las migraciones terminan siendo exitosas para el emigrante
que cifra sus esperanzas en encontrar albergue y un empleo digno en otro
país. Nada más los hombres se acomodan y encuentran su sitio. A las
mujeres se les complica bastante más las cosas. Y tratándose de una mujer
de campo, a la madre de Johanna debió irle fatal.
Poco preparada en términos de formación y con nulos recursos
económicos enfrentaba la posibilidad del sustento por mediación de su
trabajo, que aún desempeñado con amor, disposición, y seriedad, como a
tantas otras mujeres, la colocaría en un puesto vulnerable.
A diferencia de los hombres, una mujer trabaja de lo que sea, y se
aprovechan de la situación de subordinación de las mujeres para inducirlas
a la prostitución. Se apodera de ellas el profundo sentimiento de añoranza y
aflicción por la ausencia de sus parientes queridos y del lugar de origen
conocido y recordado donde los dejaron.
La india siguió hablando mientras interrumpía la conversación de vez
en cuando para señalarme con el dedo una estrella, presumiendo de la
capacidad de su madre para crear estrategias de supervivencia
interactuando con todo un mundo nuevo, sin dejar de amar a sus hijos y con
la esperanza cosida al pecho. No me extraña que tenga todo su respeto,
también tiene el mío y mi admiración.
La madre, inicialmente en busca de recuperar a su esposo, rogaba por
hallar condiciones de vida más propicias para un día no lejano traer a todas
sus hijas. Su poca preparación la obligó a un puesto de empleada
doméstica. Ya lo sabía. Como sabía que al principio se haría un autentico
lío con los electrodomésticos que desconocía. Su nivel de instrucción
primario, incompleto, no la hizo candidata a muchos puestos de trabajo. No
tuvo apenas escolaridad y esto la marginó. Accedió a empleos que no
requerían mayores requisitos educativos en largas jornadas sin proyección
laboral ni expectativas de futuro. Y lo que obtuvo fue mala paga sin
cobertura médica ni derecho a vacaciones. Esa era su realidad.
Y el sentimiento de vivir en la ilegalidad y de encontrarse lejos de su
tierra y de sus hijas parientes y amigos, la condujo a ciertas paranoias y
unos hábitos de comportamiento auto-represivos que seguramente hoy se
han reducido, pero no han desaparecido del todo. Ni creo que desaparezcan
jamás. Lleva clavada una estaca en el descascarillado corazón.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
_ Osea... mi mamacita había transferido la responsabilidad de mi
persona a su madre, pero mi abuelita nunca llenó el vacío afectivo que
ella dejó durante los dos años siguientes. Mi abuelita y algunas tías
habían sido buenas conmigo, pero yo seguía añorando terriblemente a
mi mamacita querida. También me asustó la temprana maternidad de
mis otras dos hermanas, demasiado jóvenes, casi unas niñas como yo.
Valoro la entrega de mi abuelita, pero al morirse todo terminó ¡bum!
No le debía lealtad al lugar. No quise continuar en el único sitio
conocido, entre otras cosas, porque averigüé quien había forzado a mis
hermanas. Nada me ligaba a la gran aldea. Y tenía que recuperar a mi
mamacita querida. Osea... quería volver a abrazarla. Por eso me
marché a Costa Rica, porque después de aguardar durante dos
interminables años el regreso de mi añorada mamá de la mano de su
flamante esposo, mi padre invisible, decidí salir en su busca. Osea que
me fui.
Todos tuvimos nuestras razones, un motivo claro para salir de
Nicaragua. En mi caso se trataba de un problema emocional; en el
caso de mi mamacita fueron los celos que no la dejaban vivir; y en el
caso mi padre la falta de ingresos suficientes para mantenernos a
nosotros. Y una vez en Costa Rica, a los tres se nos rompieron los
esquemas! Osea... tuvimos que adaptarnos a la realidad cada uno a su
manera.
Osea... yo había pensado seriamente en quedarme y empezar
una nueva vida en Costa Rica si no conseguía encontrar a ninguno de
los dos. Creí que me sería fácil integrarme a la realidad social y
cultural costarricense, el país que me acogía, mi nuevo hogar de
residencia, un lugar donde construir nuevos valores, habilidades
profesionales y conocimientos intelectuales. Francamente flaquita
linda, quería formar parte de la ciudadanía.
Y me aventuré, aunque me habían asustado con historias feas y
conforme me acercaba a la frontera... osea... como que cada vez tenía
más miedo. Escuché en la radio que la Jefatura del Patronato Nacional
de la Juventud en Los Chiles había denunciado varios casos oscuros
ante la Fiscalía de la Ciudad de Quesada Diosito no lo permitiría me
había dicho mientras encaminaba ilusionada la fatigosa travesía
Diosito mi lindo, ¿verdad que no permitirás que me pase nada malo?
repetía en voz alta a cada paso.
Cuando atiendes el recurrente mirar que a tu plato dirige un pequeño de
apenas cuatro años de edad, sabes porque hay familias enteras que se
aventuran a vivir las penurias del viaje. Hay padres que se hacen
acompañar de sus hijos, y madres que, conmovidas por el agotamiento, los
llevan a hombros en medio de lagunas de barro y nubes de mosquitos. Y se
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turnan los hermanos mayores para cargar a sus hermanitos de apenas unos
meses en los brazos, mientras los pequeños que tienen edad para caminar
intentan lograr su gran meta: mantener el paso que imponen los padres sin
replicar, desfallecidos por el calor soñando con una gaseosa o un paquete
de galletas.
Cada semana, un promedio de nueve jóvenes de entre catorce y
diecisiete años se exponen a un peligro seguro viajando solas. Pero como
tantas otras quinceañeras, Johanna pensó que jamás le ocurriría a ella.
Los abusos deshonestos contra adolescentes nicaragüenses
indocumentadas y desamparadas se dan desde el momento en que deciden
salir del país. Desde San Carlos, los coyotes nicas ofrecen maravillosos
sueños a cambio de unos pocos córdobas y a las jovencitas que no tienen,
antes de llegar a la frontera con Costa Rica les roban su pudor a cambio de
un pase.
Johanna desconocía la historia de una muchacha que luego de pasarla
al lado tico por Méjico de Upala, un veterano coyote muy popular en la
zona la acarició restregándole la mano en sus partes más íntimas, y cuando
ella se negó a tener sexo con él, primero la insultó, y luego, incontrolado
por su arrebato de ira le marcó la cara con el filo de su navaja. Pero se
había dicho Johanna a cada paso: Diosito mi lindo, ¿verdad que no
permitirás que me pase nada malo?
_ Osea... fue una noche de sábado alegre en Méjico de Upala que
detenida por indocumentada, en una celda de un puesto policial en la
frontera costarricense inesperadamente la puerta se abrió. Un policía
entró. La idea positiva de esperanza y oportunidad de una vida digna
que tenía acerca de Costa Rica se escurrió por el retrete rápidamente.
Con los pantalones en las rodillas, hincado su genital, desnudo el torso
y clamando obscenidades se abalanzó encima mío para manosearme.
Abusó de mí. De nada sirvieron mis lágrimas. De nada sirvieron mis
súplicas. De nada sirvió mi manifiesto temor ante una situación que no
comprendía. Pero al entrar otros dos policías que me agarraron
fuertemente para que no me moviera, ya no tuve dudas. Iban a
violarme. Osea... primero uno y luego los otros dos. Denigrante.
Nunca hubiera imaginado que además me arrebatarían la poca plata
que llevaba escondida en la ropa interior. Sí flaquita linda, me robaron
los únicos dos mil colones que traía. Osea... me quitaron la honra y la
economía. No pensé que mi condición de ilegal tendría semejante
precio.
Esperaba un lamento o un gimoteo leve. Una mueca de dolor. Quizás algún
sollozo. Pero luego del testimonio vuelve a señalarme una estrella como si
nada.
Son muchos los que emigran huyendo de la miseria. No tienen qué
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comer. Ingresan ilegalmente cientos de nicaragüenses por los matorrales
fronterizos, desesperados, hartos de escuchar los estruendos de su
estómago. Para muchos, el interminable éxodo hacia el país vecino termina
con la deportación; más de cincuenta mil personas en lo que va de año.
Hicieron caso omiso a su denuncia, aunque tenía su vagina irritada y
sus nalgas no cesaban de sangrar por culpa de la hoja de una maquinilla de
afeitar, pero se le negó la asistencia médica a Johanna. Las autoridades
ticas dijeron que mil policías de frontera no habían visto nada. Las
comandancias de la zona se cubrían las espaldas unas a otras. Hacemos un
control de ilegales respetuoso señalaron a los medios de comunicación. Sin
embargo, un hecho curioso era la proliferación de arrestos a menores de
sexo femenino tan sólo por el color de su piel, y luego de tenerlas en celdas
por más de catorce horas retenidas sin explicación, se daban cuenta que
algunas eran costarricenses. O ya lo sabían, y se hacían los tontos para
poder manosearlas a libertad, ebrios de lujuria, atiborrada su gula de sexo.
No se realizan investigaciones. Ni hay sanciones. Y ante el temor a
represalias, muchas adolescentes callan. Poco a poco organizaciones
civiles, incluso la Iglesia Católica enfatizan la gravedad de los hechos. Pero
la impunidad es una piedra dura. Y las versiones van y vienen. Hasta que
presionados, declaran los jefes No tenemos elementos para afirmar que se
estén dando casos, pero tampoco podemos descartar que efectivamente
ocurran. Es una posibilidad, nada más.
Es sabido que están pasando al vecino país de Costa Rica muchos
jovencitos y jovencitas que en su mayoría vienen a encontrarse con sus
padres, y es sabido que las jovencitas terminan de prostitutas en los bares
de Los Chiles, y los jovencitos, en su mayoría golpeados, tirados en el
suelo de algún callejón después de someterlos a torturas. Suelen divertirse
introduciéndoles objetos por el ano como botellones de cristal o tubos de
metal oxidado. No es ningún secreto: a las adolescentes más ingenuas las
cruzan al otro lado engañadas para mantenerlas secuestradas.
De alguna forma, al abrirse y contarlo, creo que por fin ha soltado su
pesado lastre. La prueba es que Johanna ha depuesto su deje por largo rato.
Ya no necesita la muletilla para conversar sobre su historia; una historia
que aglutina un poco de las historias de todas las demás muchachas del
centro. Le pregunto:
_ ¿Finalmente hubo justicia?...
_ ¡Bromeas! Me retuvieron por la fuerza en un asqueroso tugurio
durante más de una semana. No sé, perdí la noción del tiempo. Los
clientes llegaban a cualquier hora y como la comida era una vez al día
no distinguía el desayuno de la cena, además, nunca vi la luz del día
durante ese período. Todo estaba cerrado, prácticamente a oscuras.
Era peor que una jaula. Tuve que aguantar a todo tipo de hombres,
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bueno, no eran hombres sino animales. Escuché que la policía
presionada por el cónsul de Nicaragua en Costa Rica, rastreaba la pista
del destino que sufríamos algunas adolescentes. Se planteó un
operativo grande, pero ese día el local apareció cerrado. Imagínate
flaquita linda, si yo misma sabía cuando iba a producirse la redada.
No hubo acción más que en los periódicos. La información se filtra.
Osea... todo es lo mismo. Todos se benefician de la situación. Unos y
otros son hombres que se quitan las ganas con nosotras descuidando la
humanidad, la ética y la moral.
_ Pero tú viste claramente las caras de tus agresores. Pudiste
identificarlos. Condenarlos con tu testimonio.
_ Mi caso fue sonado pero la sociedad está sorda. Y el sistema hace
aguas por todos lados. Yo fui deportada a Nicaragua, tirada de una
patada después de ser ultrajada. Fui agredida no una, sino varias
veces. Pero rápidamente encontraron cuartadas los policías que me
humillaron. Los compañeros los respaldaron con vergonzosas
declaraciones falsas. ¿Una adolescente frente a un grupo de hombres
uniformados en una cultura machista?... ¡estás loca flaquita! Además,
¿quién iba a sufragar los gastos del juicio? Yo no tenía recursos para
volver a Costa Rica a defender mi honor, mis derechos. Recuerda que
también me robaron la poca plata que tenía. Y no iba a pagar con la
cama a un coyote nicaragüense para ir a meterme en las fauces del
monstruo. Hubiera sido una bruta. Una estúpida. No. Intenté olvidar el
asunto. Pero... no pude. Creo que por esto me refugié en la pega.
Todos tenemos una excusa para hacerlo. No creo que tú misma lo
hicieras por gusto.
_ ¿El qué?
_ Pues inhalar pegamento de zapatero, flaquita linda, osea... ¿estás
tontita?
Este característico deje que le hace comenzar a hablar con un osea se
escondería para todas las demás personas. Johanna la india volvería al
mutismo completo, a su permanente silencio. Y deduje que callaba porque
su palabra no era más bella que su silencio. Prefería no abrir boca.
Las oportunidades en Nicaragua se distribuyen en forma desigual. Dos
tercios de la población nicaragüense vive en condiciones de pobreza,
incluso de extrema miseria como en el caso de la infancia de Johanna. Las
brechas relativas a empleos, remuneraciones, servicios y oportunidades que
dividen campo y capital, vertiente atlántica y pacífica, son inmensas.
Su padre fue empujado por las circunstancias: malas condiciones de
hábitat y la deficiente nutrición que afectaba la salud de sus hijos. Los
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bajos niveles de ingreso hicieron que encontrar un empleo mejor pagado
fuera su única prioridad. Decidió dejar su lugar de residencia en busca de
condiciones de vida más propicias hasta que la iniciativa fue olvidarse
completamente del hogar construido en Nicaragua, y de su propia familia.
Y lo hizo sin remordimientos, sin sentimiento de culpa.
El hombre, por su condición de jefe del hogar y proveedor de
recursos al núcleo familiar es quien debe salir a buscar medios para la
mejora, dejando a la esposa la carga de todo el peso del hogar y la
responsabilidad de la familia. Hasta que descubren la comodidad del jamás
regresar.
No podían mantenerse sin la contribución del padre. El modo de
producción domestica no existía; estaba fuera del país, y dependían
enteramente de la remesa. La emigración contribuyó a reducir las carencias
pero el dinero nunca sustituye la falta de amor, de calor y protección que
los hijos esperan de sus progenitores.
Y de regreso a su Nicaragua, igual que la jornada laboral de su madre,
iniciaba Johanna de madrugada. Todavía es oscuro, escoba y plumero en
mano, limpiaba con auténtico vigor la casa de su empleador como si fuera
suya. Luego pasaba el lampazo a los pisos de la casa. Una vez terminada
esta tarea se lanzaba a escondidas una taza de café por la garganta sin
reclamar nunca un desayuno decente. Después le aguardaba el patio
inmenso, el césped y las plantas de las macetas. A las nueve, cuando su
patrón se marchaba a la oficina podía servirse un desayuno-almuerzo.
Entonces comenzaba su verdadera jornada de trabajo. Limpiar a fondo la
cocina, los cristales y muebles, momento en que solía levantarse la señora
que sin mirarla a los ojos le entregaba la pila de ropa que le tenía destinada
para lavar a base de nudillos y pinchazos de riñón y ya con sus manos de
porcelana libres acariciaba al perro que se mostraba indiferente.
Eso le llevaba habitualmente unas tres horas, porque además de las
prendas de vestir de los once integrantes de la casa, debía añadir la ropa de
cama y las toallas de los tres baños, y los viernes, las cortinas. Limpiaba
sobre limpio solo porque no querían verla de brazos cruzados.
Cuando terminaba muy pronto, debía trasladarse a la parte de atrás,
al huerto. Cavar, plantar y regar las verduras. ¿Cómo no iba a estar
agotada? Y pensaba en su madre. Su merienda cotidiana consistía en una
taza de té y unas tortillas viejas. Los restos de comida debía entregárselos
al perro. Esa era la orden. Y mientras los observaba comer apretando puños
y mandíbulas, alzaba la vista hasta el montón de platos acumulados que se
burlaban desde la pileta de la cocina.
Sus tareas incluían las idas y venidas cada vez que la llamaban a lo
largo del día. Nadie se levantaba a buscar un vaso de agua. Por una extraña
necesidad de reafirmación, la reclamaban para ejecutar toda clase de
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
tonterías. Querían sentirse amos, dueños de su tiempo, tratándola como
esclava de su posesión. El perro tenía mayores favores y libertades.
Cuando caía la noche, preparaba la cena y volvía a lavar más
platos, vasos, pailas y cubiertos. Luego desaparecían todos de repente
a sus respectivas habitaciones para encender los televisores:
comenzaba la telenovela. Y tras dieciséis horas de ardua labor, era
libre de hacer lo que quisiera. Entonces se derrumbaba extenuada en
su raído colchón para dormir rezando para que la suerte de su madre
no
fuera
la
misma.
El patrón aguardó a su mayoría de edad para acosarla. Pero
luego de su aniversario, tuvo esa gentileza, o será que su profesión
como letrado así se lo recomendaba, comenzó a abrirle la puerta de su
baño con absurdas excusas cuando Johanna estaba lavándose su
intimidad. Hizo un agujero por donde la espiaba cada vez que se
cambiaba de ropa. Mientras planchaba, llegaba a la habitación y se
sentaba en su cama, sugiriéndole que si tenía calor se quitara la blusa.
Y un día que la esposa y los hijos andaban de visita fuera de Managua
apareció en su habitación sin pantalón, con su pene erecto.
La situación se repitió en las dos casas siguientes donde fue
empleada, cada vez que estaba sola era intimidada por el dueño. Pero
en la última, su patrón la apuntó con un revólver y le dijo que se
arrodillara y abriera la boca mientras sus pantalones se resbalaban
lentamente por sus delgadas piernas hasta los tobillos. Eyaculó en su
boca que le obligó a mantener abierta con la lengua fuera. Le quitó el
seguro al revolver porque se negaba a tragar. El cañón del arma
presionaba su sien hasta que descendió por la garganta.
Me dijo Johanna antes de clausurar sus labios, balanceando la hamaca:
_ Cansada de tanto abuso, le di vuelta a la llave para que se saliera el
gas y le pedí que fuera a la cocina para encender el horno, y...
¡tataritaritaríííí!... Se le quemaron las manos y la cara. Me marché para
no volver. Y vine a parar a un paso de la muerte.
A los diecinueve años Johanna se encontraba en la calle, desamparada y
agredida. Humillada. ¿Quién no huye de semejante cotidiana emboscada?
Se escondió en el peor lugar de todos, pero afortunadamente visitó el
centro de rehabilitación donde se quedó rodeada de buena gente y de
amigas que la aman porque es regordeta y chaparra y tiene el alma de
platino.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
VI
Todo transcurre sin novedad en el centro. Cada día lo mismo: levantarse,
trabajar, aprender, reflexionar, alimentarse, descansar, estudiar más,
limpiar, y cenar antes de dormir. Disfruto durante las clases de
manualidades. Y ha sido en el curso de uno de los talleres que se ha roto la
monotonía habitual.
Se ha escuchado un silbido a modo de clave y, antes de que finalice la
melodía, la muñequita bella se ha tirado de su silla cargando un camión de
alegría. Caen las tijeras al suelo mientras corre hasta la entrada para
lanzarse a sus brazos. La sonrisa le llega a los pies. Sus ojos pardos se
ensanchan. Y anonadada alega la Estefi al ver asomado en el portón un
uniforme azul impecablemente planchado.
_ Pero... en vez de hostilidad, le está mostrando afecto a un policía.
¡No entiendo!
La aclaración llega de los labios de un educador que carga unas cajas en
dirección a la bodega. Aun sin verlo, ha reconocido la señal.
_ No es un policía cualquiera. Él es de los pocos que no practica la
agresividad, ni la degeneración o la vulgaridad con ustedes, Estefi.
Entra de la mano de una eufórica Amanda María para acompañarnos un
rato. Felicita algunas creaciones del taller. Besa la frente de la directora que
vuelve a pasar con sus prisas. Sonríe antes de acuñar unas palabras.
_ No todos los policías maltratan a los huele pega, aunque dos de mis
compañeros sí lo hacen. Y lo hacen constantemente. Escucho con
pesar cuando ya es demasiado tarde Sabes porque te golpeo desecho
humano, porque sos baboso y pendejo. Si hubieras agarrado algo no
te golpeara criatura. En vez de ayudarlos a buscar un oficio se
aprovechan de su condición de ladrones. Y si les reclamo, señalan
Hay perdón para quien le roba a un ladrón. Les quitan la plata que
llevan encima pero si no llevan nada los golpean, haciéndoles daño sin
que puedan defenderse porque la pega los ha debilitado. Así la
próxima vez que se topen con ellos saben que deben pagar el impuesto
que evita el maltrato. Para garantizarse un sobresueldo los policías los
mandan a robar. Por esto me reí tanto aquél jueves que se durmieron
bajo la palmera y despertaron ambos con el cabello lleno de pega.
Tuvieron que afeitarse al cero. Fueron el hazmerreír de la cuadrilla y
toda la estación policial. Yo vi como sucedía pero creí oportuno callar.
Se lo tenían merecido, ¿verdad Blanca?...
Y Blanca se ha puesto de mil colores y nos hemos reído sin parar.
Pude comprobar en mis vacaciones de dos meses que en su gran
mayoría, aunque una de sus funciones sea prevenir y proteger a los niños y
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
niñas de la calle ante situaciones que pongan en riesgo su integridad física,
psicológica o moral, la realidad es que la presencia de agentes policiales
genera sentimientos contradictorios.
Las niñas manifiestan sentirse seguras ante la presencia de la Policía
Nacional porque en ocasiones, las aconsejan entorno a los peligros de la
delincuencia. Pero esto cambia cuando son muchachas adolescentes,
cuando crece su condición femenina. Entonces reciben otro tipo de trato
que les genera sensación de angustia y persecución. La mayoría dicen
recibir intimidaciones y acoso sexual.
Y es cierto: existe hostilidad hacia los miembros del cuerpo de
policía Nacional. En general, el policía que conocen mis compañeras es un
hombre al que describen como una persona mala, mentirosa, odiosa.
Violenta. Agresiva y degenerada. Los acusan de pegar duro y de ser
ladrones. Sin embargo, en absoluto era el caso de Samuel. Inmediatamente
lo reconocí. No hay más que ver el efusivo abrazo que tantas veces me
había relatado con lujo de detalles Amanda María. Ese abrazo que la llenó
de ternura en medio de un campo de putrefacta basura.
También lo ha reconocido la hermana de Blanca, Claudia. Y Roxana,
que tiene nueve años.
_ La mayoría de uniformados no quieren escuchar las historias de los
niños recién llegados al semáforo. No intentan comprendernos. Pero él
quiso hacerlo. Siempre platicaba con mi hermana, ¿verdad?
_ Samuel no se adscribe a ninguna clase de policías. Es inclasificable.
Una excepción.
_ ¡Un pajarito lindo entre águilas!
Durante los siguientes días en que se dilataba mi estancia en el centro de
rehabilitación, he conocido la historia completa entre los dos.
Samuel, un policía veterano del departamento VI de Managua
siempre interesado en realizar talleres de intercambio con organismos que
trabajan en pro de la infancia, insistía cada mañana a su superior. Le decía
que el problema de los niños en la calle crecía, y que se hacía necesario
crear centros específicos para ellos. El jefe, consciente de que algunos
agentes daban mal trato a los menores, se encontraba en medio de dos
fuegos cruzados. Por un lado, lo asediaba el ciudadano que ha sido afectado
por un menor el cual exige -con razón- a la policía una respuesta, y por el
otro lado, coartaba su radio de acción el hecho que la policía tiene que
tomar en cuenta la edad del menor y su situación legal, por lo que a
menudo tenía que darle la libertad. Tal contradicción no le dejaba
maniobrar. Era demasiado para el superior de Samuel mirar más allá.
Bastante tenía con su cotidiana labor.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
Las Estaciones Policiales son lugares de paso. Los niños y
adolescentes menores de quince años entran y salen permanentemente. No
hay centros reformatorios. Ni tampoco centros tutelares de menores. Reina
un vacío que se llena de arbitrariedades. Los policías, en su afán por
redimirles, los agarran y los apalean y los retienen por uno o varios días
pero después los sueltan. Es la frustración de algunos policías que
impotentes, no saben cómo proceder. Y algunos se desvían. Se sienten
intocables y se degradan a sí mismos realizando actos deshonestos contra
las tiernas muchachitas huele pega. Lo curioso, es que en la legislación
nicaragüense no se tipifica la inhalación de substancias químicas y la
práctica de la prostitución como delito. Sin embargo, niñas y jóvenes
varones son con frecuencia detenidos por estos motivos cuando la Ley, sí
establece la violación o el abuso sexual como delito, pero en las celdas, son
corderos en el matadero. Con suerte se salvarán, únicamente a cambio de
ceder al acto impuro y forzado de la humillación más sangrienta.
De quienes se alega que han cometido crímenes serios, por la fuerza,
intentan reeducarles en un corto período de tiempo, pero, ¿cómo reeducar a
quien nunca fue educado?
Cada vez que venía a visitar a la niña, su amor platónico, fui
entablando amistad con Samuel. Él, como la directora del centro, respetó
mi petición. Incluso me ayudó cuando pregunté a cerca de la causa de la
delincuencia juvenil.
_ Roban para comprar pegamento. La mayoría de los padres y madres
no tienen trabajo. Se descomponen las familias. Y sufren coacción y
represión por parte de las autoridades en vez de recibir apoyo.
Reconozco que no hay políticas orientadas a los sectores más
desprotegidos de la sociedad, con lo que todavía se los margina más.
Se culpa y castiga a la víctima. El sistema está penalizando al pobre,
en vez de remediar la miseria. Hay crisis moral. Y demasiada
corrupción.
Las palabras tuvieron mayor fuerza por decirlas quien las decía: el jefe de
policía. En la segunda ocasión que me puso al teléfono con su superior, lo
encontré afligido. Afirmó con pesar:
_ Muchas Leyes en Nicaragua no son más que papel mojado. Peor.
Algunas, ...son incongruentes y otras, no existen. Hay agujeros
enormes en el sistema actual. El pasado jueves tenía un detenido
menor de quince años y al margen de su crimen, mi obligación era
dejarlo inmediatamente en libertad. Nada se le podía imputar por su
edad, a propósito, una edad incierta. El adolescente carecía de fe de
bautismo o partida de nacimiento. No se le conocían familiares o
amigos. Un médico tuvo que determinar su edad en base a un examen
físico. Doce años, señaló el doctor. Y consternado he tenido que
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
soltarlo aunque Doña Gloria lo encontró violando a su niña de seis
meses, hecho que certificó el mismo doctor. Pero como el crimen no
está tipificado, el caso no puede llegar hasta el juez, aún tratándose de
un caso excepcional como el que detallo. Probablemente con sus
capacidades disminuidas, el agresor debía ingresar, si no en la cárcel,
sí en una aldea SOS o alguna institución mental. Pero vaga por la calle
en libertad sin tratamiento alguno dispuesto a reincidir con otra
aberración similar.
Aunque lo deseaba sobremanera, no pude mantener una tercera
conversación telefónica con el jefe de policía porque durante la despedida,
comenzó a sospechar. Le agradecí nuevamente el detalle a Samuel, y su
lealtad. Realmente es un ser especial. Un ejemplo a imitar.
Damaris, una veterana en la guerra de la calle, habiendo transcurrido
ya nueve años, todavía recuerda como lo conoció.
_ Nunca olvidaré la primera vez que lo vi. El ansia en su rostro le
distinguía de entre los demás uniformes azules que como un enjambre
inquieto se movía en la entrada del parque de Ciudad Jardín. Cada vez
que salíamos, nos registraban en busca de botes de pegamento. Y nos
tocaban mucho rato. Me percaté que se apartaba del grupo con
Amanda María. Se leía en su mirada la bondad de un santo. En su
porte era todo honorabilidad. Jamás pensé que fuera a hacerle nada
malo, al contrario, incluso estaba celosa porque no se interesaba por
mí, y me decía... ¿qué tendrá la niña que no tenga yo?
Era un hombre sensible entonces y lo sigue siendo ahora, no se
ha movido con el paso del tiempo ni tan siquiera un milímetro.
Permanece recto. Y lo hace porque es un hombre con la firme
convicción de socorrer a los demás. Su aportación personal consiste
en la educación básica y el reforzamiento escolar los domingos que no
tiene turno de guardia. A lo largo de todos estos años ha colaborado
con la juventud mediante el aprendizaje de oficios y la recreación a
través del deporte.
Al rato la secunda la Ramona, la única gorda, gorda, que he visto en
nuestro abominable mundo.
_ Una vez que la buscaba en el parque y anduvo por varios lugares sin
encontrarla, sollozó como un niño. Lo sorprendí. Pensé que
disimularía, ya sabes, a los hombres les gusta mostrarse rudos, pero en
vez de eso, Samuel me abrazó. Y en mi oreja musitó ¡Dios! No sabe
que se destroza la vida abriéndose de piernas a los hombres que
abusan de su juventud. Intenté calmarlo. Luego añadió más sereno con
el mismo padecimiento Me siento incapaz de ofrecerle una
alternativa. Su necesidad es grande y yo, con mi sueldo mísero... Yo
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
no la puedo ayudar! Tengo que ver como se deteriora. Me parte el
alma.
Ligia María Hernández me confirmó más tarde que aunque ha pasado el
tiempo, igual que el amor hacia Amanda María se mantiene intacto, Samuel
es un hombre que no ha traicionado sus ideales a lo largo de los años.
_ Yo tengo de conocerlo unos seis o siete meses, fue en uno de sus
románticos encuentros a la orilla del lago que al presentármelo, me
sucedió lo mismo que a ti Damaris, rápidamente intuí que era distinto
a los demás policías. Inspiraba confianza. Lo reconocí como una
persona sensible y comprensiva. Te orientaba dándote detalles.
Intentaba guiar tus pasos con palabras serenas. Recuerdo que nos
decía Deja de bailar en la oscuridad. ¡Ahí no hay música! Es el único
honrado de su cuadrilla. Nadie puede cuestionarle su ilimitada
generosidad.
Las relaciones entre los huele pega y la policía son pésimas. Son enemigos
naturales enfrentados. La mayoría de niños y adolescentes se quejan de
numerosos actos violentos y de chantaje sexual cometidos con
premeditación y alevosía por miembros de la policía. Y la mayoría de estos
agentes de la ley, siente un fuerte rechazo hacia los huele pega por
considerarlos como los más persistentes infractores de la ley.
En este preciso instante que cierro los ojos me traslado como por un
pasadizo al lugar donde me encontraba hace exactamente once semanas,
atendiendo las primeras indicaciones de mis nuevas amigas en los
semáforos bajo un sol que te derretía como se derrite la mantequilla en la
sartén caliente.
_ No temas flaquita, algunos policías son humanos. Te aconsejan.
Pero también maltratan a gente inocente e inofensiva.
_ Aunque están por aquí para contribuir a la protección de nuestros
derechos, a salvarnos cuando son violados nuestros derechos, sucede a
menudo que en vez de resguardarnos terminan por violarnos ellos.
Antes o después, cuando nuestra condición de mujer aflora, empiezan
a bromear con obscenidades. Mientras no tenemos curvas ni abultados
pechos estamos a salvo de casi todos, exceptuando a los más
depravados. Pero esos pagan bien flaquita, no te preocupes.
_ No seas así, vas a asustar a la pobre chavala.
_ Más vale que despierte y sepa donde se mete.
Comprobé esa misma noche como la valentía de la Policía es relativa. Se
escondieron al ver avanzar un grupo homogéneo compuesto por varios
muchachos de entre once y diecinueve años que, piedras y palos en sus
manos, vociferando y gruñendo como animales degollados, iban en busca
de un pleito donde con seguridad habría muertos y heridos. Y aunque los
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
policías tenían armas de fuego que podían utilizar para disuadirlos de su
intención, evitaron el enfrentamiento.
Días más tarde supe porque lucharon. Lucharon contra una pandilla
rival que había invadido su territorio, porque el fenómeno de la pandilla
obedece a la necesidad de afirmar la identidad y adquirir poder sobre un
ambiente que no les proporciona libertad ni seguridad, sino represión y
mucha frustración. Ellos son los llamados resentidos sociales por las
chicas de fresa. Algo que yo sé de muy buena tinta.
Y también me consta que el respeto al orden y el compromiso de
acción de los miembros de la Policía Nacional es débil. La falta de
intervención policial hace que esta clase de atrocidades se repita en
demasía. Sí. Pongo en duda su valentía, porque incluso una madrugada, el
injusto linchamiento de uno de los pandilleros por sus propios compañeros
no les hizo reaccionar. No salieron en su defensa pese al grito quebrado de
auxilio. Se agacharon detrás de unos contenedores. Yo pude verlos
claramente. El humo de sus cigarrillos los delató.
Me hubiera gustado conocer en ese momento a Samuel. Me pregunto
cómo hubiera actuado él. Seguro que el incidente no se hubiera producido.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
VII
Me pregunté: ¿Por qué duermen la primera noche en la calle?... Pero
entonces no tenía respuestas. No sabía nada en absoluto. Hoy atestiguo el
por qué duermen la primera noche en la calle... ¡porque no tienen a dónde
ir! No tienen donde guarecerse. No hay quien desee ocuparse de ellos. No
saben qué hacer y mientras piensan en una esquina, el terremoto de la calle
los arrastra hasta su estómago. La calle es un animal sediento que engulle
cuanto puede, y cuanto más engulle, más grande se hace y más hambre
tiene.
No pude. No supe. Aunque me dijeron que me fuera corriendo, me
metí en la pecera y para olvidar, dejé que me llegara el abrazo púrpura,
todo en apenas noventa días... noventa días en los que se obstinó en existir
como la misma muerte.
Estuve condenada por mi propia incapacidad, pero hoy mi capacidad
está recuperada. La rigidez, la estricta pasividad está superada. He vuelto a
alimentarme como es debido. Será fácil reprimir el llanto mientras cante.
Mi cuerpo y mi alma vuelven a crecer. Ver un tarro de pegamento…
aunque sea insolente y me tiente buscándome… ya no me despierta
ninguna emoción. Acepto que tuve el precedente a los cuatro años cuando
tonteando por habérselo visto hacer a otra niña inhalé; nadie está exento.
Ninguna familia pobre o acaudalada se libra de la amenaza. Pero en aquella
ocasión, me salvaron inmediatamente, igual que ahora yo me salvo a mí
misma porque así debe ser. La utilidad que merece el pegamento ha vuelto
a tener un sentido lógico porque vuelvo a aplicar el sentido común. No
temo su acecho. Y me han tranquilizado en el centro: no habrá secuelas.
Estoy de enhorabuena, aún y las lesiones sufridas. Los efectos agudos a
largo plazo son el resultado de la reiteración. De haber permanecido
algunas semanas más, entonces se darían secuelas crónicas de por vida para
mi persona y mis descendientes. Conozco la trascendencia de mi acto.
Recupero mi presente. Precisamente por eso vuelvo a estar en los
semáforos donde todo empezó. Serena. Tres meses después que llegara el
cuatro de agosto, acompañada de un futuro incierto, exultante por amar la
vida, por desgranarla. Estudiarla. Y las mismas historias se repiten.
Su lugar es la escuela y no la calle, pero ahí está enfundado en unos
enormes zapatos que lograron conseguirle para tan inolvidable desfile
infantil. Los gruesos pantalones húmedos de orines tres tallas más grande
que él, continuamente se le caen, y el sol, ese tormento que lo abrasa sin
piedad... igual que el pisotón de un gigante.
Ni un solo managüense puede negar la violenta imagen que provoca
verlo pedir una limosna. El panorama es patético. Solamente unos pocos se
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conmueven. La mayoría pasa de largo sin inmutarse. ¿Qué hacer ante esta
clase de mendigos que fácilmente te roban el corazón?
Una opción será abstenerse de darles plata; algo para lo cual no
deberá persuadirse demasiado a la gente. Existen serios perjuicios cada vez
que se entrega un córdoba a un niño: se promueve su permanencia en las
calles.
Los pequeños encuentran un precario pero evidente medio de
alimentación y terminan asumiendo su propia subsistencia; una
responsabilidad que no les corresponde todavía. Esta situación y su
crecimiento como analfabetos acabará condenándolos a vivir en las calles
para toda su vida.
Resulta que algunos padres y madres topan con esta cómoda manera
de generar ingresos, y bajo el peso de la cruel explotación, para ellos no
existe ya el desempleo. Son los hijos quienes trabajan a una prematurísima
edad obligados a situarse en los semáforos cargando a sus hermanitos
nacidos apenas meses atrás implorando con sus temblorosos ojos un
córdoba para leche. A menos que no tengas un ápice de sensibilidad, se te
desgarra el alma! Sobre todo cuando lo ves por primera vez y te resistes a
mirar a otro lado para inmortalizar la realidad.
En casos extremos, que los hay, el Estado debería ampararlos, pero la
mendicidad infantil es la punta del iceberg: la extrema pobreza en
Nicaragua es un problema que persiste y se agrava perpetuando la
indigencia.
Menudito, con su media melena lisa al viento que alguna vez fue rubia
como los encendidos rayos de un sol que nada más sirve para arrebatarle su
brillo dejándole solamente pequeños tintes de su color natural, Chato
compite con los demás.
Su madre olía pegamento y el nació con un defecto físico que le
impide caminar como un niño normal. En su pecho cuelga una bolsita de
tela raída donde depositan el dinero los brazos que salen de las pocas
ventanillas que descienden. Con su pierna encorvada se mueve con
dificultad ayudado por unas improvisadas muletas de madera desigual.
Tiene apenas seis años, y encarna la tragedia que clama a gritos desde los
semáforos de Managua.
Chato comparte su condición de niño pobre con sus cuatro hermanos.
Ninguno acude a por su instrucción primaria porque tienen que trabajar de
siete de la mañana a cinco de la tarde con la esperanza de reunir suficiente
cantidad de córdobas para contribuir con su aporte a la economía familiar,
no para adquirir chocolate, gaseosas, un pastel o carne, si no un poco de
queso arroz y frijoles.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
Recuerdo que le pregunté a Chato cuando llegué hace tres meses
cómo hacía para aguantar tanto sol. Secándose el sudor de la frente con su
mano sucia que dejó al descubierto unas largas uñas negras, refunfuñó con
desgana A base de acostumbrarme.
Todavía sigue aquí, sin gorra ni camiseta. Nada cubre su cabeza ni su
torso de piel ruda y áspera que ha recolectado las capas de polvo del
infortunio de su andanza, abandonado a su suerte con tan sólo tres años. Es
otro de los protagonistas de tan triste realidad, prófugo de su hogar, ¿qué
hogar?
Estar en una casa, no es habitar la casa. Habitar la casa es instaurar en
ella un hogar, un lugar donde arde el fuego del amor que congrega la
unidad. El ser humano, para su desarrollo, precisa raíces, necesita sentirse
parte de algo, y la familia, como escuela de virtudes sociales es la
encargada de lograr mantener esas raíces de pertenencia y unidad.
Nació en una casa que no escogió. No pudo cobijarse bajo un techo
seguro, ni crecer como otros niños. Tuvo que escapar hasta las puertas del
monstruo con cuerpo de hiena y afilados colmillos de víbora. ¿Cuándo
despertará el pueblo nicaragüense?
Se agarran a pedradas y luego se harán amigos, porque comparten el mismo
destino: la fatalidad de su miseria. Y juntos lo celebrarán con un frasco de
pegamento. Así de fácil se introducirá el pequeño en el círculo vicioso que
mata el último suspiro de inocencia.
Pregunté a los descalzos y roñosos críos, ¿por qué estás aquí?
_ Luego del colegio me iba donde los sitios de ricos a vender cigarros
y chicles, pero mi hermano mayor me quitaba la plata. Y si no ganaba
porque no vendía, me quitaba los paquetes de cigarrillos para darles a
sus amigos. La cuestión es que siempre perdía. Entonces le decía a mi
mama, pero ella nada hacía. Más bien me ponía a limpiar para que no
siguiera protestando. No podía salir a jugar con mis amigos. Un día
me decidí a venir a los semáforos para estar tranquilo. Me fui de casa
en la mañana y ya no volví.
_ ¿Y tú?
_ Yo también vivía en mi casa, con mis siete hermanos. Mi mami
lavaba y planchaba en Colonia Los Robles y mi papi es vigilante
nocturno en un banco. De pronto bebía, y cada vez que lo hacía se
enojaba con todo el mundo sin ninguna razón. Nos trataba como a
perros cada vez que tomaba güaro. A mí me pegaba con la hebilla de
su cinturón. Un día me fui al mercado a vagar. Y así me fui quedando
hasta que ya no regresé a la casa. Nunca me buscaron. Yo creo que se
alegraron de mi desaparición. Ahora mi hermano de nueve años
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también está conmigo. Se viene a pasar el día aquí y juntos limpiamos
carros.
_ ¿Y tú?
_ Mi mamá, cuando tenía apenas un añito de nacido de su vientre me
dejó donde una vecina. Salió. Pero nunca regresó. Nadie supo nada
más de ella. Yo no la recuerdo. ¿Qué pasó con mi mamá?... ¡quién
sabe! Probablemente no tenía recursos para sustentarme, pero la
vecina tampoco! La vecina no podía mantenerme, ni educarme. Nadie
se podía ocupar de mí. Y me llevaron a un lugar de niños
abandonados. Había muchos como yo y no podían ocuparse de todos.
Las trabajadoras sociales hicieron todo lo que buenamente estaba en
sus manos pero no podían lograr milagros. Cuando tuve uso de razón,
quise liberarlas de su responsabilidad y me vine a vivir al semáforo.
_ ¿Y tú?
_ Sigo teniendo las mismas pesadillas. Me castigaban a chancletazos.
Siento todavía la goma seca en mi cuerpo topando fríamente,
insistentemente como un permanente aguijón que mata. Y las otras
señales... no sé. Probablemente se trate de algo tan feo que mi mente
se niega a recordar.
_ ¿Y tú?
_ Me acuerdo que si no me apuraba a hacer el oficio no iba a estudiar,
y cuando llegaba tarde el profesor me regañaba frente a los demás. Me
castigaba por no llevar las tareas hechas. Pero yo no había estado
jugando. Yo había estado ayudando a mi mamita y asistiendo a mi
hermanito chiquito. Para mí era más relajante ir a estudiar que
quedarme en la casa trabajando en cosas demasiado pesadas para mi
edad. La cuestión es que dejé la escuela. Ahora trabajo a jornada
completa. ¡Siempre me verás aquí!
Otro había quedado encerrado en una sombría casa vacía por más de dos
semanas. Otro había sido incitado por sus propios padres a permanecer en
el semáforo. Otro, avivado por el continuo sufrimiento, no encontró mejor
solución que vivir en esta esquina. El desinterés ante su educación provocó
la fuga de su casa. El reclamo de comida hace que pugnen entre ellos por
limpiar los cristales de los automóviles. Y desde el momento que siguen
desatendidos en la calle, haciendo manifiesta la irresponsabilidad de sus
padres, las autoridades del gobierno se hacen partícipes de la barbarie.
Empujados por la necesidad. Desamparados. Huérfanos. Indefensos.
Prisioneros de la miseria la ignorancia el analfabetismo y las condiciones
infrahumanas de vida, cada uno tiene una triste historia que contar. Todos
han concluido con mirada baja, y cada uno ha terminado a su manera por
clavar los ojos en el suelo intentando esconder su congoja bajo tierra. Están
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desolados, decaídos. El maltrato es una fábrica de niños sin alegrías, de
corazones agarrotados en un corsé de cemento y hierro.
Huidos de hogares rotos, porque la imposibilidad de un empleo obliga
a la emigración, al ausentismo de los padres, a la dispersión de los hijos
perdiéndose así todo vínculo familiar, buscan alternativas y la mendicidad
se convierte en su aliada prioridad. Son víctimas del desequilibrio social. Y
se multiplica este vulnerable colectivo obligado a vivir una vida
prematuramente adulta que ningún adulto en su sano juicio quisiera llevar.
Esta es una situación irregular. Permanente irregular. Y mientras
reflexionaba a cerca de sus alegatos, se marcharon todos. No entendí el por
qué desaparecieron tan repentinamente. Al niño de once años, se le resbaló
el tomate que llevaba en la mano derecha pero no se detuvo a recogerlo. Se
habían puesto nerviosos.
Un par de días más tarde me explicaron el motivo. Vieron venir
corriendo al hipopótamo, un joven de dieciocho años que en la noche les
roba la comida o la ropa que la gente les ha regalado.
Se reúnen familias enteras en los semáforos vendiendo toallas, repuestos de
automóviles, fundas para los teléfonos, agua helada, lentes de sol, semillas
de marañón, sombrillas de colores, perros y loros y periódicos. Para
muchas personas la calle es su lugar de trabajo, su oficina.
No solo los niños padecen sorteando los automóviles que hacen
promesas que nunca llegan, también los bebes recién nacidos que llevan a
cuestas tragan humo, “A la vuelta”... indican los conductores y copilotos
con frenética mímica seguros de no volver a pasar por ese lugar.
Lejos de conmoverse, cansados de los incansables ruegos, con el aire
acondicionado encendido y la música tronando, la mayoría de las personas
que viajan en automóvil no baja la ventanilla. No quieren que el calor
penetre su espacio, ni tampoco el suplicio del pequeño nicaragüense.
Prefieren mantenerse al margen, ignorarlo como ayer y antes de ayer y la
semana pasada mientras les golpean el cristal reclamando socorro. Tan
pronto salta la luz verde, pisan a fondo el acelerador. Piensan que el
movimiento los aleja de la situación haciéndoles inmunes y libres. Y los
siguientes vehículos pasarán zumbando veloces, consiguiendo que la
corriente mueva sus cabellos, tambaleándolos, poniendo en peligro su vida
una vez más. Se marchan contentos por no tener que detenerse para
afrontar la desnuda verdad: están ahí. Los niños y las niñas continúan en
los semáforos durante el horario escolar.
Pero no se quedan solamente en los semáforos. Se zarandean y se
baten. Buscan dinero para no morirse. Por tal razón hacen... trabajitos. Los
desafortunados que están en la calle se convierten en herramientas
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alquiladas. La necesidad por un lado. La crueldad por el otro. ¡Grotesco!
Trabajan muchas horas en condiciones perjudiciales para que otros vivan
mejor gracias a su desmesurado esfuerzo forzando a un cuerpecito todavía
en formación.
Hace tres meses yo desconocía la distinción. Cuando preguntaba, y
preguntaba mucho, los matices y las sutilezas se me escapaban con
celeridad. Para profundizar en una materia hace falta librarse de prejuicios,
pero también hace falta paciencia y tenacidad y una mente abierta. La
voluntad y la disciplina me acompañaron por tan enmarañada travesía.
Yo sabía que las condiciones de la calle te hacen ir de mal en peor,
pero no diferenciaba entre unos y otros hasta que escuché a Javier.
_ ¿Cuánto ganaste?... Era la pregunta cotidiana. No había un beso. No
había un abrazo. No se preocupaban por saber cómo me sentía.
Únicamente importaba la cantidad de plata que traía a la casa luego de
catorce horas de trabajo vendiendo jalea, tajadas con queso fresco y
atol a mis siete años, en vez de estar en la escuela cultivándome. No
tuve unos padres que me educaran a través del ejemplo. Imposible
recordar un solo conocimiento interesante. Tenía que aguantar por
medio de métodos violentos una disciplina incoherente, contradictoria,
absurda. Yo permanecía confundido, consternado, sorprendido. Hasta
que decidí no escucharles más. Y pasé de ser un niño en la calle a ser
un niño de la calle. Empecé a vivir en la calle. No podía seguir
aguantando. Mi trabajo garantizaba el sustento pero jamás tuvieron el
más mínimo detalle de reconocimiento o agradecimiento. Me
explotaban. No me amaban. Creo que tal vez no era su hijo. Quizás
solamente tenían hijos para que trabajaran por ellos. ¡Qué más me da
ahora que estoy aquí!
En un hogar desintegrado por la ausencia del padre, la mujer, sola e
impotente, no logra alimentar y educar a sus hijos, y para esos niños, la
calle representa la opción menos mala de todas. Son los llamados niños de
la calle, que a diferencia de los niños en la calle -quienes trabajan pero no
viven en la calle- son quienes viven completamente en la calle. Y sus
mamás, son todas las señoras bondadosas que regalan un plato de comida o
algo de ropa.
El niño de los semáforos despierta sentimientos de compasión, pero
ahí se le deja ¡en los semáforos! Años más tarde, adolescente en la calle,
huele pega y ladrón, provocará sensación de estorbo y amenaza.
Su infancia es un globo que se eleva por los aires. Saltan alto
intentando alcanzarlo, pero se eleva y se eleva ante su incomprensión.
Todos estos niños no se saben importantes para nadie. No se sienten
singulares por nada. No son amados. Y carecen de proyectos. Su vida se
reduce a saber cómo aguantar hasta mañana para continuar con su
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
calamidad un día más, hasta el día siguiente. Este es su único plan:
sobrevivir. Y la supervivencia es una lucha continua por intentar avanzar
más rápido que la impotencia y la frustración.
Cada niño es único y especial y nace con un bagaje magnífico de
posibilidades que se harán realidad si se dan las condiciones adecuadas de
desarrollo durante su primera y más importante etapa de vida.
El desarrollo de un buen carácter, de una personalidad sana, de
relaciones humanas positivas, de propósitos adecuados, se produce
automáticamente cuando los niños tienen lo que necesitan. Pero los
pequeños de muchos países no tienen lo que necesitan. Carecen del vínculo
afectivo y de directrices. Desconocen sus atributos y aquello que les hace
ser característicos. No saben qué sensación proporciona el cariño. No
disponen de medios, ni de oportunidades. Ni tan siquiera lo más básico:
una cama con patas y un retrete... tienen que realizar sus necesidades
fisiológicas en el cauce del río. Y sobre todo les han faltado las pautas de
conducta correcta que sirven para establecer su escala de valores, sus
ideales y creencias. Desconocen que puedan tener exigencias personales.
Y la mayoría desvaría. La niñez de la calle delira. Está torcida. Es
fácil darse cuenta si te atreves a observar. Yo he observado, y he percibido
muchas cosas a lo largo de estos penetrantes meses. Y recuerdo que
entonces sabía que también me pasaría a mí, y como a otros huele pega, en
una conversación hablé de un ciego que se detuvo ante un semáforo en
rojo; de un calvo que se peinaba el flequillo o de una amiga de bellos ojos
azules que minutos después los tenía verdes como la abrupta maleza.
Vergonzoso. Turbador. No entiendo como se puede ignorar a estas
criaturas que se encuentran a un paso de la destrucción y el suicidio, a un
paso de la droga. La indiferencia de los transeúntes, de los conductores, de
los comerciantes y de las mismas autoridades me asombra. Me pone a
rabiar de ira cuando algunos se ríen tomando como gracioso el hecho de
que un niño bajo los efectos de la pega haga gestos y muecas.
Se trata de su drama tanto como del nuestro, porque el verdadero
drama es que una parte de la comunidad mundial se divierte en vez de
ayudar a su prójimo.
Y mientras realizo esta afirmación escucho a lo lejos la voz de
Alvarito que señala Ta güeno. Siempre lo hace. Es la manera que tiene de
expresarse favorablemente. Su vocabulario es muy limitado, pero su
disposición hacia sus compañeros para socorrer a cualquiera es franca y
generosa. Para todo tiene un sí, aunque no le responde bien ni su brazo ni
su pierna aquejado de polio.
Sus ojos ya son viejos. Están ahogados, casi muertos. No son los ojos
de un niño de cinco años. Su mirada sugiere la sombra del precipicio.
Alvarito simboliza el rostro de la pobreza que se encuentra en los
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
semáforos y representa la máxima expresión de la miseria humana que lo
deja en los semáforos. Desde hace un año pide limosna y suplica con una
sonrisa postiza. Y si le pregunto porque pide me contestará Es que mi
mamá no tiene plata y mi papá se fue... como tantos otros papás... como
tantos otros niños afronta estoico su forzado destino.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
VIII
Se menea con pomposa flexibilidad, como si careciera de huesos. Parece un
oscilante tiburón. El esqueleto de los tiburones está formado enteramente
de cartílagos... ¡ay ay ay ay... viene... ¡directamente... hacia mí!
_ Hola. Me han dicho que tú eres la flaca. Te traigo malas noticias.
Hoy está el ambiente enrarecido. Este barullo por la contienda
electoral tiende a distraer. Pero que sepas que estamos de luto.
Encontraron esta madrugada el cuerpo inerte de la china entre un
puesto de carne y otro de venta de electrodomésticos de contrabando
en el Mercado Oriental. Estaba sin vida. Ausente.
La vida se había ido hacía tiempo de su consumido cuerpo. Recuerdo sus
últimas palabras La pega se pega, ...y ya no te deja. Se que voy a morir.
Vivimos una vida que no es vida. Ni sexo tenemos; en la calle no hay más
que brutalidad sexual despojada de todo sentimiento. Precisamente
descubrió el cadáver el comerciante que alentó a los transportistas a abusar
sexualmente de Xochilt de las Mercedes a cambio de pegamento.
Me abraza. Permite que salga una lágrima y luego un quebrado
gemido. Me conduce hasta un lugar apartado del tránsito. Nos
resguardamos bajo la sombra sentándonos en el suelo. Él no habla durante
un largo rato.
Al poco me doy cuenta que tenía apenas tres días en la calle cuando
me senté aquí mismo. Fue la primera vez que vi a ese tipo, y no me pareció
chocante su presencia en este lugar en ese justo instante del día. Me pareció
una persona normal, sin pretensiones. No sabía quien era. No tenía idea del
por qué aguardaba ahí mismo. Parecía que nada estaba haciendo y, sin
embargo, permanecía. Y tenía media hora de haber estar parado junto al
semáforo. No le di importancia al hecho que más tarde se convertiría en
una continua persecución en la que yo era la presa que debe cazarse. Pero
no es momento de contar mi sufrimiento, si no de orar por mi buena amiga
que se ha marchado. Yo me he salido de la pecera. Ella también, pero de
otra manera.
Trae un bote de pegamento en la mano. No creo que sea suyo.
_ Se lo he arrebatado a un menor que hace poco rompió con su núcleo
familiar, aunque... confieso que yo también inhalé. No me avergüenza
reconocerlo, es más, al hacerlo, me siento afortunado por haberme
salido. Pero el chico está metido en el ciclo vicioso. Vive en lugares
prácticamente aislados en la misma ciudad que sus familiares pero
sobrevive en la calle, desolado y solitario como llamando a que la
decapiten. Por el día deambula por mercados, parques,
estacionamientos o semáforos, y por la noche... ¡quién sabe! Hace
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
algunas semanas que lo sigo. El cree que lo vigilo con otra finalidad,
pero quiero ayudarlo. Conozco bien su modo de sobrevivir. He pasado
por esa etapa. Es un hijo de la desesperanza, otro menor que se vende
al mejor postor. Es la única salida que ha encontrado. No te quedes
mirándome así, con esa cara de gatita asustada. He sido un
adolescente de la calle por largo tiempo porque en casa me daban
mala vida. Teníamos de todo a nivel material, y aún así, preferí huir.
Escapé de la presión familiar. En la calle me encontré libre para
aceptar mi naturaleza, mi verdadera condición.
De largo lo parecía, y de cerca se confirma cuando conversas con Ezequiel.
La situación de discriminación le había obligado a esconderse, a ocultar sus
inclinaciones y a mantener sus relaciones sexuales en lugares oscuros, en
los cauces de los ríos y en los automóviles de los amigos. Por su condición
de homosexual le era negado el acceso a moteles. Y cuando su padre se
enteró, le partió el corazón al negarlo como hijo.
_ De repente paraba un señor de carro grande y subía a unos cuantos
de nosotros para llevarnos a una gran casa. Y se armaba el bacanal.
Comíamos. Bebíamos. Bailábamos. Hacíamos el ñaca ñaca. Yo decía,
si a usted no le gusta yo me dejo hacer; y era él quien se instalaba
detrás. Durante ese tiempo lo pasé rico, era un deber sabroso, una
actividad feliz. Estaba mucho más feliz que en la época de vivir en mi
casa, aunque ya digo, mi familia tenía de todo y en abundancia, pero
también abundaba la coacción en casa, y tanta rigidez y represión a mi
condición no me gustó. Preferí arriesgarme. En la calle nadie me
censura mi tendencia. Había terminado la angustia por no poderme
expresar tal cual soy yo. Ya no había tormento ni suplicio. El asedio
de la vecindad desapareció. A mí me gustaba hacerlo, y que me lo
hicieran a mí.
Cruza un grupo de jóvenes frente a nosotros y una sonrisa ilumina su
rostro. Deduzco que el menor se encuentra entre ellos, pero no se incorpora
para seguirlo. No interrumpe la conversación.
_ ¡Chaaaooo mi amigo varón! Como te estaba diciendo flaca, a mi me
gustaba toda esa vaina, pero a ese muñequito que acaba de pasar, te
aseguro que le desagrada. Por tal motivo quiero ayudarlo.
Me deja un tanto inquieta. Si está tan seguro –que le desagrada-... Tal vez
ha tenido relaciones con el menor. Pero no es algo que sea de mi
incumbencia. Mejor ignoro el detalle antes que se percate de que no lo
estoy escuchando.
_ Debe cuidar sus amistades. En las pandillas siempre hay un líder
carismático que te manipula. Yo me uní a una agrupación de gays. Su
líder era un elemento muy representativo al cual todos veneraban y
obedecían. Se había establecido una estructura sólida en la dirección y
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
la subordinación de sus miembros. La violencia forma parte de la
calle, y de nuestra vida. Tuve que aprender a tener fuerza y destreza.
Yo acudí al lugar únicamente con el afán de escuchar música. Al
llegar me dijo Tienes que aprender a ser una salvaje fiera para que no
te jodan los otros. Y me humilló. Una cosa es hacerlo por gusto, y otra
muy distinta, forzado, pero entonces era novato y no vi venir el
bochornoso y degradante espectáculo que yo mismo iba a
protagonizar. Primero me rodearon y luego, estrechando el círculo
lentamente se abalanzaron sobre mí. Empezaron a golpearme con
puños y pies. Fui agredido físicamente por los jóvenes y otros
menores de mi edad, y finalmente violado por el líder de la pandilla
frente a todos. Recuerdo que dijo a los demás al terminar Con esto no
le estoy haciendo ningún daño. Es la visa de entrada a nuestra
cuadrilla. Todos lo saben bien. Una visa que se paga para ganar
nuestra protección. Y es también una oportunidad para que aprenda a
defenderse. Sin agallas, mientras yo me siga imponiendo a libertad,
todos me respetarán, ¿exacto? Y todos asintieron con un gesto de
cabeza seco como el de las iguanas, sin mencionar palabra alguna. Se
trataba de una especie de rito de iniciación para el ingreso a la
pandilla. No fue la primera vez que sucedió. No fui yo la última
víctima. Y aunque te parezca raro no le guardo rencor.
Mi cara refleja la estupefacción por su solícita resignación. Añade:
_ En su favor te contaré algo, flaca. En una ocasión que yo sufría
maltrato físico por parte de tres agentes de la policía que me
golpeaban sin piedad, simplemente por los prejuicios en mi contra, por
mi homosexualidad, haciéndola pública al berrear exabruptos
obscenos y escabrosos ante la gente, se lanzó en mi auxilio sin
pensarlo dos veces. Consiguió que yo escapara pero a él se lo llevaron
preso. Nunca más supimos. Desapareció. Dicen que no llegó a la
comisaría. ¡Uf!... ya me ha agarrado la tarde. Me tengo que ir, chao
flaca.
Absolutamente nada que ver con un tiburón. Aunque es cierto que mueve
con suavidad cada una de sus extremidades desde los píes a la cabeza,
incluyendo las cejas y la punta de su nariz, su aspecto no es amenazador ni
siniestro, si no cálido. Magnánimo.
Ezequiel encontró sentimientos compartidos, el estímulo y la
aprobación que no tuvo en su entorno familiar. Al no formar parte de lo
tradicional, buscó ser miembro de un grupo similar que le llevaría
invariablemente hasta el abrazo púrpura, la única maldición de su
peregrinaje callejero.
Ha omitido el asunto pero a mí no se me escapa. En general, todos los
que ingresan en pandillas lo hacen para evitar situaciones que les provocan
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
ansiedad. Sin embargo, al unirse al grupo, en la mayoría de los casos
pierden su personalidad. Y desprecian sus dotes naturales hasta el punto de
dejarse influir por los demás miembros con ínfima facilidad. Parece que
pueda verlo arrepentido ante el espejo reconociendo en la intimidad ya sé
que no debí hacerlo, pero me dijeron que no me atrevería. Con esta clase
de chantaje emocional manipula el grupo. Con toda seguridad, una frase
similar hizo caer a Ezequiel en el laberinto de la droga. Y por eso anda
obsesionado por arrebatarles los botes de pegamento a todas horas, porque
sabe con lo que uno se topa después.
El fenómeno de las pandillas afecta directamente a todos los
ciudadanos. Existen dañinas bandas solapadas en cada barrio de Managua.
Un difícil acceso al sistema educativo que provoca la imposible
incorporación al mercado de trabajo y la ausencia de una infraestructura
que permita a los adolescentes recrearse a través del deporte para descargar
toda su ira y su frustración por un futuro incierto, hace que terminen por
reunirse para delinquir. La unión del grupo no obedece únicamente a la
necesidad de afirmar la identidad y adquirir poder sobre un ambiente que
les resulta hostil.
Para Ezequiel hubo pequeños beneficios al pertenecer a la pandilla;
obtenía información en relación a su condición, accedía a fiestas privadas,
disfrutaba de nuevas amistades y de publicaciones exclusivas, sin embargo,
lo que más le agradó fue el reconocimiento abierto de su naturaleza. Se
sintió apoyado para combatir la censura y la crítica y con la adquisición de
un protagonismo social que antes no tenía, pudo reafirmarse en su entorno.
Y todo se inició por la coincidencia de intereses musicales que los convocó
a unirse solidariamente.
Aunque después de lucir su añorada etiqueta públicamente, también
hubo contraindicaciones. Tras la sensación de participar en las actividades
de la pandilla y de sentirse más seguro al percibir que el grupo se
preocupaba por él, lo cuidaba y lo protegía... la mayoría de veces, arremetía
contra su peculiaridad. Volvía a ser esclavo, una víctima dentro del
contexto de la tropa de la calle. Pero igual que yo, ¡se salió! Inició una
andadura digna de las cruzadas de antaño.
El pasado 4 de agosto mi vida se nubló tornándose demasiado espesa a
medida que avanzaban los acontecimientos. La noche se puso más oscura
que nunca. Me convertí en un árbol sin fruto, en el amargo sabor de la
esterilidad. Mi belleza era una llama temblorosa atrapada entre el humo.
Cuando la tempestad del dolor sacude a una persona, su cuerpo anhela la
tierra y el alma su cometido. El canto que no era mío descendía por las
paredes de mi alma. Y yo lo escuchaba mientras se trenzaba como alambres
90 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
con filosas púas de hierro. Espinas de hiel en el corazón de mi espíritu.
Pero los muros han caído, y las cadenas se han roto. He abierto la jaula que
fabricara con mis propias manos y florezco como gota de rocío en el jardín.
¡Hoy es un día de júbilo!
Son las 12 p.m. Camino hacia el norte cuando al pasar por el parqueo
trasero donde venden carburante me solicita un joven.
_ Pssst... oye, tú, flaquita... ¿conoces a ese maje?... ese que dice que
fue más feliz en la calle que en su casa, donde no sospechaban su
inclinación; dime... ¿es tu amigo flaquita?
Cruza la calle para acercarme hasta donde se encuentra. Es un lugar, donde
por el simple hecho de permanecer en el estacionamiento cuidando y
lavando los automóviles, la administración abusa de los menores
obligándoles a realizar labores de limpieza y recolección de basura.
_ Te dijo que no conocía el negocio, ¿verdad? ¡Dios!... ese maje
parece mi hermano mayor, ¡qué bochorno! Mira flaquita, se cobra a
como sea el cliente. La clientela es variada. Cien, cincuenta, y hasta
por diez córdobas. A veces, incluso por un paquete de tabaco o una
cerveza. Quiero decirte algo flaquita, yo no soy como Ezequiel. A mí
me gustan las chicas y soy bien selectivo con mis parejas, pero mis
clientes son variados. No tengo reparos. Muchos son empresarios,
aunque hay banqueros abogados arquitectos e incluso oficinistas de
corbata, y también hay otros que van palmados y llegan en bus. Lo
hacemos ahí detrás cuando no hay dinero para el prostíbulo.
Improvisamos. El guarda de los módulos nos deja entrar por cinco
córdobas. Ahí en lo oscuro no se sabe ni como se acomoda uno, pero
se puede. Yo lo he comprobado. ¡Ves!... ahí voy otra vez. Me llama el
deber. Bye flaquita.
Unas palmadas en la espalda hacen que me sobresalte, es Juancito mi
lindo... ¡qué alegría verte! Dame un beso y un abrazo tan grande como la
luna llena, campeón.
_ Mi delgadita amiga... quiero que sepas que he intentado
enderezarme. Seguí tus recomendaciones cuando nos conocimos.
Encontré esta gasolinera donde podía ganar bien por las propinas.
Tenía que trabajar durante dos meses a prueba, sin paga, y lo hice con
gusto. Durante este tiempo he aprendido el oficio, y los clientes están
contentos conmigo. Hace una semana me obligaron a comprarme mi
propio uniforme, pero concluido el período, ayer... me despidieron.
Estoy muy desilusionado mi delgadita amiga.
Lamentablemente es algo común. Una práctica fea en un país donde cientos
de personas hacen fila para conseguir un empleo aceptando toda clase de
condiciones si consiguen dicho puesto de trabajo previsiblemente eventual.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
_ Ahora ayudo a descargar los camiones donde Doña Margot. Ella me
paga con plátanos y otras provisiones. Nunca con plata. Pero me da
miedo.
Me fijo en la camiseta de Juancito. Es nueva. Por delante puede leerse la
frase No me des un córdoba. Hay una mano con una moneda dentro de una
señal de tráfico que implica prohibido. Por detrás puede leerse otra frase
Regálame algo útil; gracias.
_ Ezequiel es buena gente. Ha emprendido acciones que nos alientan,
que nos hacen despertar un destello de luz al final de este largo y
fúnebre túnel. Ezequiel nos lanza una cuerda para sacarnos de este
profundo hoyo en el que estamos metidos. Mañana quiere llevarme a
la granja del mago; un centro de acogida que ha fundado para niños
niñas y adolescentes de la calle.
Por lo visto, dos años más tarde de escapar de la enmarañada telaraña a la
que te somete la droga, consiguió por mediación de su madre un terreno en
el campo donde ha levantado una línea de pequeñas chozas que va
acondicionando poco a poco gracias a las donaciones de personas con
buena voluntad.
_ Ha establecido un criadero de cerdos cabras y aves de corral.
También está organizando una cadena para vender las verduras que se
están cultivando. Creo que a su lado tengo una oportunidad, y se lo
digo a los demás muchachos. Pero no me hacen caso.
Regresa el menor feliz por tener un par de dólares en el bolsillo, pero
caminando con las piernas exageradamente abiertas y flexionadas. Me
confirma el excelente papel que está desempeñando en la calle Ezequiel.
_ A mí también me quiere llevar a la granja del milagro... o a la
granja del mago... nunca se como se llama su proyecto pero eso de la
-erradicación del trabajo- me suena muy feo.
Cuando Ezequiel escucha la historia de algún menor en precaria situación,
injustamente maltratado por el entorno, no cesa hasta conocer de primera
mano la verdad, y luego de varias conversaciones donde explica las
ventajas de participar en actividades de recuperación, haciendo énfasis en
los beneficios de suscribirse al pionero programa de reinserción social que
defiende, una vez despertada la curiosidad, casi todos los adolescentes
aceptan.
Y reciben gratuitamente asistencia educativa básica que él mismo
imparte (leer, escribir, y algo de matemáticas). Y confirmo que está
gestionando incansablemente apoyo para obtener la necesaria ayuda
médica y psicológica, además de paquetes de material escolar y refrigerio
nutricional diario. Incluso cursos de guitarra, baile, teatro y manualidades
creativas.
Y los primeros inscritos rápidamente se han convertido en potente
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
estandarte. Se han convertido en ejemplos a seguir para sus familiares y
algunos descarriados vecinos. Gracias a Ezequiel, todavía hay esperanza
para algunos. Tendrán la oportunidad de ser personas de provecho si
consigue levantar y consolidar su majestuoso proyecto.
Por lo pronto, su actividad consigue que los adolescentes recuperen la
confianza en sí mismos, y el amor por un futuro mejor que les arrebató la
sociedad. Por fin encuentran su autoestima. Y lo reconocen. Así lo hizo el
primo de Juancito que ¡míralo! cruza la calle para reunirse con nosotros.
_ Yo estuve hasta hace unos días en la granja del mago donde se
hacen verdaderos milagros, y ando exponiendo mi convencimiento de
la urgencia de tan preciada cita a los chavalos y las chavalas de la
calle para que se vengan conmigo el sábado. Me mezclo con los huele
pega porque yo también me caí por el poderío del nefasto abrazo
púrpura pero junto a Ezequiel, me he recuperado totalmente. Es ahora
que entiendo bien los motivos por los que tengo que seguir estudiando
en vez de trabajar sin sentido en la calle sin apenas ver el fruto de mi
propio esfuerzo. Gracias a Ezequiel tengo planes para el mañana.
Quiero ser guía turístico. Y sobre todo, con toda mi alma, quiero
ofrecerle a mi aijada mejores oportunidades de las que nunca tuve yo.
No quiero ser un padrastro. Voy a ser su verdadero padre, el que sin
duda desea esta pequeñita.
Lo acompaña una joven risueña de chisposos ojos que sujeta delicadamente
al pequeño bulto entre sus brazos. En la granja ha encontrado a su pareja,
iniciando una relación sentimental estable. Ha aceptado a la niña como su
propia hija, y la bebita acapara hoy todo su cariño y es sinónimo de futuro.
Melba es para ellos sinónimo de esperanza y porvenir. Una excusa para
comprometerse favorablemente con la vida. El reto de educarla los inspira
positivamente a ambos. No hay más que advertir como la miran.
Ezequiel tiene mil ideas que hierven inquietas en su cabeza. Tiene
una entrevista a las doce con unos dirigentes políticos que vigilan que el día
de hoy transcurra pacíficamente en las mesas electorales. Va a presentarles
su programa de educación urbana fuera de las aulas. Sin duda está
comprometido con el civismo, y está preocupado con el fenómeno de la
basura que se amontona incomprensiblemente en la capital, cuando en
cualquier parte del mundo el reciclaje de basura es un negocio limpio. Con
razón se ha marchado sin darme su número telefónico ni la dirección de la
granja. Fácilmente lo encontraré implicado en su febril actividad en
cualquier lugar y momento de la tarde, antes que termine esta contienda
electoral. Y quizás tenga tiempo de explicarme que tal ha ido la
conversación con las autoridades centrales.
En la ciudad, inculca a los adolescentes la recogida de papeles por las
calles como un método para engañar a la desidia y contrarrestar la apatía.
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Desde su pequeña ciudad en el campo, ofrece alternativas de generación de
ingresos dignos formando personas autónomas. Y a la gente le empieza a
gustar. Comienzan a reconocer el resultado de su labor, que servirá como
motor para iniciar otros programas similares tan pioneros como el suyo. Su
actividad es un modelo a seguir por organizaciones sin ánimo de lucro
implicadas con el desarrollo de Centroamérica, ya sean religiosas o
empresariales, locales o extranjeras. Si la prioridad es la niñez... ¡qué
importa la fuente!
Estoy completamente segura que las instituciones gubernamentales y
sociales verdaderamente comprometidas con la innovación y el desarrollo
social secundarán sus mociones a instancia de la más alta autoridad: el niño
que se engendra; porque el mundo que habitamos, no es la herencia que nos
han dejado nuestros padres sino un préstamo que nos han hecho nuestros
propios nietos a los que tendremos que rendir cuentas. La necesidad de
orientar y adiestrar en esta línea, constituye la base para el futuro de
Nicaragua, y del mundo entero.
¡Púchica! Y así, sin moverse un ápice de su misión vital, Ezequiel y
sus niños dispondrán de biblioteca y cursos de alfabetización, de material
didáctico y herramientas para el esparcimiento como juegos y vídeos y
otros servicios que personalmente supervisará cuidando mucho que
siempre se mantenga una vocación de carácter educativa enteramente
altruista.
Y realizará reuniones en comunidades desfavorecidas para
informarlas sobre los derechos del niño en relación al Código de la Niñez,
intentando persuadir a los familiares, tutores o responsables legales de que
dejen ir a los adolescentes a la granja por un par de días para que ellos
prueben y decidan por sí mismos. Porque la posibilidad de adquirir
formación y mejores calificaciones, es la que les hace aspirar a un futuro
menos sombrío y más prometedor.
Y también iniciará un registro para que puedan ser amparados por la
protección social y jurídica que por ley deberían disfrutar. Y tramitará
cédulas de identidad a los jóvenes indocumentados. Y realizará barbacoas
comunales en barrios desfavorecidos los domingos. Y aunque los
problemas no se disipen de la noche a la mañana, al menos, gracias a
Ezequiel y a otros como él, más niños y niñas y adolescentes, abrirán las
puertas que hoy permanecen cerradas. Por cierto, quien te habla será una de
las fervientes voluntarias y una de las patrocinadoras más activas. Porque la
mentalidad, la actividad y el ejemplo de Ezequiel, hace recapacitar a
cualquiera que todavía tenga corazón.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
IX
Desde que estallara la tormenta hace tres meses no había tenido la
oportunidad de gozar, pero hoy 4 de noviembre corona mi existencia un
cielo que se ha tornado luminoso y vibrante, ¡excelente! Aunque ruja el
mar y lluevan rayos, estoy a salvo marchando hacia mi nuevo mañana.
Pronto serán las 5 p.m. Estoy apoyada en la farola del semáforo de
Las Palmas y... ¡zás! baja del automóvil vociferando.
_ Eres tú tesoro, al fin te encontramos. Gracias a Dios. Pero dime,
¿qué haces aquí? Vamos, vamos, súbete... rápido. ¡Rápido!
No lo había vuelto a ver desde que ingresara en el centro de rehabilitación.
Durante ese mes me libré de su escrutinio, aunque me pareció distinguir los
tentáculos de su sombra este amanecer en el portón de salida y sí, fiel a su
pesquisa, ahí está el tipo de la molesta presencia y el extraño
comportamiento acompañado por dos camaradas. Hurga en su mochila. La
saca con agilidad. La sostiene en la mano. Ha conseguido apuntarme con
ella mientras me subía con rapidez al automóvil.
Y para mi sorpresa, mi tía lo saluda efusivamente al arrancar deja al
descubierto la inequívoca señal de que ha visitado la mesa electoral: su
pulgar manchado de tinta.
Jamás sospeché que se tratara de un periodista que armado con su
cámara fotográfica anduviera detrás de una noticia excepcional. Me había
reconocido hacia un par de meses, aunque no estaba totalmente seguro de si
era yo, y en sus ratos libres me siguió por el laberinto del Mercado
Oriental. Estuvo en la casita. También durante mi breve visita al callejón
de la muerte y quien sabe en qué lugares más. Quizás incluso en La Tejera
me tomara una instantánea. La tenacidad del individuo le ha obsequiado
con el premio. Finalmente me ha identificado como quien soy. Ahora ya
tiene lo que quería; ¿sabrá utilizar el material inteligentemente?
_ Pero mi princesita, mi sonrosado corazoncito de terciopelo... ¿Cómo
estás?... ¿Qué has hecho?... ¿Dónde te has escondido?
_ Mi tía linda, creemos en Dios. Dios nos ofrece la salvación.
Cautelosamente me protegisteis tras el velo de esta idea. Grita la
tradición religiosa: “Que viene el lobo, escondámonos en la choza”.
Pero yo no quise huir. No quiero correr a esconderme en la Iglesia
porque viene el demonio. Yo quiero verle la cara, mirarle a los ojos,
conocerlo y conversar con él. Y demostrarles que es bueno. Yo no
necesito “salvarme”... ¡Yo necesito comprender la vida y a las
personas!
Mi tía linda, yo no quise mirar hacia otro lado. Necesitaba saber
que ocurría, que se ocultaba detrás de tan cotidiana imagen. Y me he
95 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
dado cuenta de algo: nosotros somos “el lobo”, el mismo demonio.
Los niños, todavía no son sociedad. Son los adultos, los miembros que
integran la sociedad quienes abusan de niños y adolescentes a nivel
social y laboral.
_ ¿Estás hablando conmigo?...
_ Pedazos de mi sueño dejan de ser el hermoso jardín deseado. El
mundo no es así, nosotros lo hacemos así.
En las últimas semanas he visto niños nacidos con lobos en los
ojos mientras la multitud nublada me empujaba. En las últimas
semanas los he visto gatear por una autopista inclinada sin manos para
aplaudir, mudos de risa. Niños nacidos en afiladas celdas sin techo,
con sus corazones pisoteados hasta convertir la fragilidad en piedra, la
ingenuidad en torpe realidad, la espontaneidad en obligada existencia.
A menudo he visto como se impone la ceniza antes de ser llama bajo
el granizo de una montaña que cae desprendiéndose del falso
decorado.
Sí. He querido tropezar caminando. Y me he parado a mirar en
los labios entreabiertos de sus tumbas que a diez mil millas debían
quedar. Ahí estaban los martillos ensangrentados de la sociedad.
¿Tenía las manos limpias cuando llegué?...
¡De nada me servirá una píldora ahora que ya lo sé!
_ Pero qué estás diciendo, princesita de mis ojitos. Me tienes...
anonadada. Sinceramente, no entiendo nada de lo que estás diciendo.
_ Debes aprender a escuchar, a hablar con propiedad de las verdaderas
cosas de la vida más allá del precio de un bolso, el nuevo perfume que
saca una marca comercial o tu próximo viaje a Miami Londres o París,
mi tía linda. Hay cosas más importantes. ¡Eliminemos el abismo que
existe entre tu mundo de fresa y la sombría verdad de las tinieblas de
nuestros hermanos y hermanas!
Tuve un arrebato. Yo quise abrir mi puerta, salir a descifrar un
mundo desconocido. Necesitaba entrar en el refugio de tantos
inocentes apartados, condenados, casi irrecuperables. Seres humanos a
los que se da por perdidos antes de intentar rescatarlos. Pero ellos,
cuanto más abajo caen, más lejos nos arrastran a todos los demás.
Y comprobé como llegan, no los benefactores. Los verdugos.
Nadie entra ahí si no son los hombres que nos utilizan sin compasión
y que son peligrosísimos por su falta de conciencia. No tienen
miramientos
ni
moral.
Desconocen
la
ética humana.
Como te digo mi tía linda, al iniciar el mes de agosto, tuve un
arrebato que no quise contener. Necesitaba comprobar por mí misma
que tan dura es la vida. Y comprendo que tan fácil podría ser. Y que
tanto nos la complicamos. Nosotros hemos inventado El Calvario.
96 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
¡Avergoncémonos!
Avergoncémonos, porque Nicaragua somos todos. El pueblo
nicaragüense se inflige el mal. El demonio no viene de fuera. El
demonio es algo que concebimos, que nosotros mismos modelamos
con nuestra indiferencia y que únicamente se desvanecerá al variar de
actitud.
Avergoncémonos
hasta
entonces.
_ Me estás asustando princesa. Yo no he hecho nada malo.
_ ¡Mira ahí! Atiende su mirada casta de caramelo que todavía ingenua
no deja de ser sensible. Ya te acusa, mi tía linda. Te exige, al tiempo
que te suplica un poco de amor. Y aunque no digas nada, sé que
sientes una terrible vergüenza bajo tu piel perfumada. No intentes
esconder tu humanidad. No puedes escapar de ella. ¡Atiéndele!
Su mirada limpia debería incomodar a los adultos. Hace falta
un camión de estupidez para ignorar el desafiante mensaje que emiten
los ojos de aquel niño.
Mira aquella niña que empuja la silla de ruedas del tullido de
guerra. Ojalá su derecho a la vida no se convierta en una continua
bofetada o en otra ofensa a su integridad. Es un alarido inmerecido.
Una amenaza contra su futuro.
El problema de la pobreza es complejo de resolver. Es difícil en
cualquier país. Pero no es a los niños a quienes corresponde
resolverlo. ¡Adiós mis amigas!
De haber sabido de antemano la odisea que me aguardaba,
probablemente no me hubiera lanzado, pero lo hice. La curiosidad me
empujó. El coraje me ayudó a explorar. La razón me hizo dejarlo a
tiempo, aunque he estado dentro de la pecera y he recibido el nefasto
abrazo púrpura que no olvidaré jamás, para bien y para mal.
Leí en algún libro que se atiende mejor al pecador que predica.
Sabes mi tía linda, a mí que tanto me gusta el baloncesto y el
béisbol, estoy decidida a utilizar la fuerza de mi apellido para
promover encuentros deportivos con jóvenes en situación de riesgo.
Los que tenemos más, debemos compartir la riqueza con
aquellos que tienen mucho menos o casi nada, los más desfavorecidos.
Como miembro de una familia pudiente, además de intentar
comprender, ahora ya sé qué hacer. Y lo haré directamente, con mis
propias manos. No puedo quedar impasible. Ya nada será igual.
El pueblo nicaragüense se hunde en las arenas movedizas de la
miseria, mientras un sector reducido de la población cada día se
enriquece más. Apelo a la bondad de su alma. Apelo al instinto
hermoso que alberga su corazón. Apelo a su caridad humana. ¿Dónde
se oculta la clemencia?
97 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
Por mi parte, iniciaré mi actividad solidaria de comprometida
cooperación con mi gente por medio de la organización de una obra de
teatro, y con la recaudación y alguna donación voluntaria continuaré
preparando otros eventos deportivos sufragados con patrocinadores, y
de mi propio bolsillo financiaré giras recreativas y educativas. Y con
el tiempo, mi perseverancia conseguirá inaugurar un lugar desde
donde operar, y donde puedan refugiarse en la noche todos aquellos
que lo deseen. Y probablemente pierda el control del lugar en alguna
ocasión, cuando un grupo de huele pega de mayor edad, peligroso por
su comportamiento irracional y violento por tantos años de inhalación
se apoderen de la casa. Seguramente destruyan la infraestructura y
vendan los muebles, los electrodomésticos, las máquinas, incluso las
láminas de zinc. Pero esto no me hará desistir. Volveré a comenzar
otra vez, consciente que únicamente un compromiso personal
permanente acompañado de grandes dosis de paciencia me permitirá
afrontar las muchas frustraciones. Porque siempre habrá más
frustraciones que éxitos, no solamente en el trabajo con los huele pega
en Nicaragua sino en el trabajo con grupos marginados necesitados de
ayuda en cualquier parte del mundo. Y mientras alguien esté dispuesto
a trabajar duro... habrá esperanza!
Si gana el abuelo y sale como nuevo presidente electo, le
solicitaré cada mañana cuando salga el sol haciendo uso de mi
condición de nieta preferida que ponga nombre a las calles de
Managua, pero no un nombre cualquiera, sino el nombre de grandes
personas como mis tres amigas que han logrado salirse, y también el
nombre de un personaje como Ezequiel. Le rogaré para que bautice la
avenida principal como avenida Xochilt de las Mercedes, para que no
olvidemos nunca que ella fue la última. Papá me ayudará a
convencerlo, aunque no será necesario.
_ Vamos a llegar... arréglate el pelo. Te miro muy eufórica.
_ Y lo estoy, porque la niñez y la adolescencia nicaragüense exigen
respeto hacia el derecho a la vida, pero mi tía linda, hoy su vida es
pudrirse entre los que atentan contra su seguridad, contra su libertad,
contra su formación, contra su salud física y mental y su dignidad.
Debe terminar cuanto antes esta violencia feroz. Esta crueldad
que se ejerce como norma, debe convertirse en protección en vez de
amenazante peligro que se perpetúa constantemente en cada esquina
de manera desvergonzada. Para ellos reclamo pensión alimenticia,
vacunas, educación gratuita y sobre todo, innumerable cariño humano.
Yo puedo afirmar que cuando un niño experimenta calidad de
vida en el calor de un hogar pleno de amor aprende a honrar a sus
padres. Ese niño cumplirá con sus estudios y tareas. Respetará la
98 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
familia, la escuela y la comunidad; los derechos de los demás y sus
creencias. Adquirirá valores éticos y espirituales. Defenderá los
símbolos patrios, las leyes, y el medio ambiente. Y de hecho, lo
afirmo henchida de aplomo.
La calle es una institución con ánimo de lucro salvaje que
persiste clamando por las almas de sus mártires. Mientras gobierno y
sociedad no se sienten a conversar, no de plata, si no de voluntad
decidida y de inteligencia compartida para erradicar este mal que es
desastroso, porque es inventado, y no provocado por la complejidad
de la Naturaleza, nada en verdad tendrá sentido. ¡Nada!
La formación intelectual y moral que envuelve la calle hace
que sean personas muy difíciles de rehabilitar, porque su daño físico
es grande. La droga a dañado su cerebro, pero lo peor ha sido el trato
de sus semejantes que ha herido su corazón vulnerable y delicado.
En la calle se pierde rápidamente el respeto a toda regla de
convivencia y a toda ley. Y se pierde el miedo a la cárcel, porque no
es peor que la calle. En algunos aspectos de orden doméstico y
alimenticio incluso es mucho mejor estar en prisión.
Pero ya hemos llegado a casa, a mi dulce y amado hogar. Ya
me callo. Bastante he hablado durante el viaje de regreso al calor de
mi familia, a los brazos de mi gente, al mismo seno de mi corazón. Me
muero de ganas de estrujar a papá y mamá en el centro de mi pecho.
Seguro que estarán contentos de tenerme nuevamente en casa. Los he
extrañado tanto...
_ Sí mi princesita, todos te hemos extrañado, pero no te buscamos, tal
y como solicitabas en tu nota. Ha sido un sacrificio difícil para tus
padres. Ve y abrázalos y por favor... tesoro, corazoncito lindo, no les
repitas todas estas cosas que me has contado, ¡por Dios! Suenan tan
feas...
Alargo mi brazo hasta el volante. Pulso el claxon varias veces. Abro la
puerta antes de que se detenga el automóvil. Corro con ansia hasta mis
padres que salen alterados y los beso de arriba abajo.
Luego entro en mi casa. Entro a mi habitación. Entro en el precioso
baño de mi habitación. Cierro la puerta, y, suspiro en paz.
Se ha perdido su vista a través del cristal de la ventana. Permanece inmóvil.
Aprovecho para comprobar que la grabadora del MP3 cumple su función.
Registro esto:
“Yo, Talía Alejandra, luego de mi intensa experiencia en la calle,
totalmente recuperada de mi aventura, totalmente yo, exclamo...
99 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
De niña, si en la oscuridad abría los ojos... caía en ellos el
espanto. Mi clamor se escuchaba tremendo pero antes de ahogarse en
la nada, las tiernas manos de papá acariciaban mi rostro y sus brazos,
rodeándome entera, traían consigo el sosiego. Me vestía de seguridad.
Mi padre siempre estuvo ahí, a mi lado, vigilante.
Algunos niños y niñas sin embargo, encontraron alacranes bajo
sus sábanas. Nadie les enseñó a respirar con amor. Les faltó la
directriz sonora que solamente un padre y una madre pueden regalar.
Pero sus progenitores nunca estuvieron más que como monstruos
mitológicos que azotan y torturan, templando sus uñas ante la
desvalida víctima, indefensa, cautiva, y sin Dios, ...nada más con el
diablo a los pies de su catre. Y en su adolescencia asaltaron a las
muchachas otros siniestros fantasmas irritados que, villanos y
malignos, se alzaron con rabia en su contra para que fermentara la
muerte en sus ojos, en sus entrepiernas, en sus entrañas, hasta
carcomer sus frágiles cuerpos.
Hoy se deshace su futuro. Tienen que arrastrarse.
No me extraña que solos, niños niñas y adolescentes lloren hasta la
madrugada ahogando los cantos de los grillos, amordazando el himno
de los gallos, despidiéndose dolorosamente del daño que causa la
noche para entrar en el sufrimiento del día que funesto agita su vida
como brutal látigo desbocado”.
Pausa. Guardar. Nueva nota de voz:
“Quisieran merecerse ellas; merecerse de veras. Pero no saben si
vomitar o simplemente sentir nauseas. Quisieran repasar las
enseñanzas recibidas, las doctrinas exigidas, las circunstancias que
despiadadas se impusieron para que un vacío frío las inundara.
Quisieran analizar las pocas palabras escuchadas, los muchos actos a
que fueron sometidas, analizar todos esos gestos infringidos sin
compasión. Quisieran revisarse más adentro, donde nunca antes han
llegado por desconocimiento, por temor, por falta de tiempo y, todo
por una relegada razón: el amor a su mismo ser.
Pero algo ha cambiado en ellas...
Ahora quieren atender su latido, su desarrollo, su carácter
todavía incomprendido e incompleto. Ahora quieren enmendar su
conducta, tener otra visión del mundo sin un recuerdo por lo vivido,
pero sin mentiras nuevas ni verdades viejas. Quieren ser ellas mismas
con intenso impulso y sin deserción.
Detestan ese yo impreciso.
100 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
Sí, ahora quieren. Y por querer llegan hasta el fondo para
descifrarse, saberse y perdonarse. Quieren hacer. Tanto pueden y tan
poco han hecho hasta ahora cuando tanto apremia la vida que quiere
ser.
No desean quedar incrustadas en ese ambiente.
Pero, ¿podrán vencer al suicidio de la muerte en vida? ¿Podrán
permanecer y ser, más allá de una simple estampa? ¿Podrán
despedazarse y reconstruirse al margen de la carne, esa carne suya,
fatigada, quebrantada, insulsa de sentido hasta la fecha?
De tantos sinsabores se convirtieron en guiñapo; en un
harapiento pellejo de un desecho humano, más mísero que la pobreza
y más hambriento de vida que el hijo no nacido; esa energía soplada
que aguarda tranquila en el vientre pacientemente el fabuloso
momento que besará la dicha de existir, y por fin, de respirar por sí
mismo. Sin ayuda ninguna. Así quieren vivir ellas, por sí mismas y
con autosuficiencia.
¡Ay, existe el renacer!
Confieso que rudos han sido los acontecimientos y... casi me
vencen sus miradas amargas, apagadas, pero he visto el renacer que
arrebata los sentidos para proclamarlas princesas.
Cada vez más útil, circunda en el sueño que azuza y que manda
vivir, existir, sentir... y no dormir de día. Y pensar, más allá de la
tragedia para no volver a sufrir escalofríos ni volver al padecimiento
que por fin han hecho a un lado.
Conseguirán conocerse antes de lo que imaginan, y crear otros
motivos, nuevas causas para su devenir, con impulso positivo, con la
razón como estandarte, con el mágico por qué hallado en su alma... lo
único que hasta hoy ha permanecido virgen. Lo único que les
pertenece enteramente a ellas, a cada una sin distinción. Así es como
ascenderán desde el hondo barranco, elevándose majestuosamente con
su vuelo potente y suave a la vez, sin torpeza ninguna, apoyándose en
sí mismas sin necesidad de nada más; ni pega ni plata. Nada.
Y envueltas en sí mismas desde su genuina intimidad, lanzarán
lejos el lastre incómodo de su pasado que ya no las atosigará. No
habrá multitudes ruidosas, en su mente, nadie del ayer. Se convertirán
en un santuario sin nada dentro, ni siquiera un recuerdo extraviado.
Serán un milenario templo que no alberga más que el silencio que no
puede negarse.
Retornarán anhelantes de su propio funeral para convertirse en
brillantes estrellas del firmamento, una vez entiendan el candor de su
propio fulgor exclusivo. Genial. Especial.
101 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
Cada vez que cierre los ojos estaré con ellas saludándolas una a
una, verificando las nuevas huellas que en la tierra conmovida se
perpetuarán entre la maleza para abrir hermosos senderos que jamás
van a herir cien mil soldados armados ni un solo desalmado rufián.
Este mundo intuido que aguarda existe, y recordarlo a menudo
precintará en el olvido las circunstancias de otro antiguo que no se
repetirá, porque el pueblo nicaragüense y el resto de la humanidad no
quieren más seres golpeados que lloren derramando un llanto
interminable que insaciable de víctimas permanecía en el año primero
del siglo XXI.
Dirán en voz alta todas ellas al unísono Lograrme, lograrme
toda. Ganarme de verdad. Y en ese momento de gloria una sonrisa se
dibujará en mi semblante agradecido. Seremos todos cómplices del
nuevo resurgir de una generación truncada, recuperada para el bien de
Nicaragua y del mundo entero”.
Así ha hablado después de su valiente experimento en la calle Talía
Alejandra.
Me recibe en su amplia habitación de color rosa con las piernas cruzadas,
apoyada su espalda en el butacón color mango maduro, vestida con
pantalones vaqueros y una blusa holgada. No se levanta. No suena un
sencillo “hola” porque ayer comentó que todavía teníamos muchas cosas de
las que platicar. No quiere perder un solo minuto. Apura su taza de café
mientras la empleada me sirve un té; le informaron que no me gusta el café.
Ciertamente no habíamos terminado. Talía no quería dejarlo ahí; yo
tampoco. Necesita profundizar en el asunto; yo también. Su condición de
estudiante de sicología y su interés por el periodismo y su afición por la
poesía, la hacen tratar este asunto en toda su magnitud. Y con la fuerza de
la vida en sus labios prosigue con afán.
“Si cierro los ojos... No me extraña verla ahí, estirada en el
suelo encogida como una tortuga que se esconde, pero la adolescente
no tiene caparazón. No podrá protegerse de las agresiones de la calle.
Es mi deseo sincero no tener que volver a presenciar tan lamentable
imagen. Me encantaría no tener colgado en las paredes de nuestra
sociedad semejante cuadro de agonía. Lo digo de verdad, con el alma
encogida.
Estoy satisfecha porque a quien ya no veré así es a Amanda
María. Con su aspecto de muñequita, joven, ya no tan niña, pese a
mantener su aire infantil, acompañada de su inseparable Samuel,
camina ahora por un sendero donde crecen las violetas elevándose a
cada paso como mariposa que un día fuera gusano. En nuestra última
102 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
conversación sentenció La fuente de lágrimas no secará hasta que se
reaccione sin maquillaje ninguno. Si no se hace algo concreto...
terminará por hundirse Nicaragua y Centroamérica después.
A quien tampoco veré doblada en el suelo es a Jessenia la chela.
Recuperada la tersura de su cutis, largos sus cabellos, sana en su
nueva esbeltez, erguida ante su nuevo caminar, pues hoy se eleva
como el tesoro que ha sido rescatado de la profundidad del mar. En
nuestra última conversación sentenció El volcán que expulsa lava está
enojado, y no cesará hasta que no se actúe sin contemplaciones ni
miramientos. Si no se hace algo constructivo... terminará por
quemarse Nicaragua y Centroamérica se quemará después.
A quien no veré inconsciente por el suelo es a Johanna la india.
Una india nicaragüense de platino que reproducirán las estatuillas de
los próximos premios, elevando su generosidad hasta el cielo. En
nuestra última conversación sentenció Un lago sucio que en época de
lluvias recibe forzado, pateando, más suciedad, jamás será cristalino,
ni puro mientras persistan las mentalidades obtusas. Si no se hace
algo inmediatamente... terminará por ahogarse en su misma
podredumbre Nicaragua. Y Centroamérica entera le seguirá.
Y por supuesto, a quien jamás volveré a ver es a Xochilt de las
Mercedes. Pero los delicados movimientos de gacela que imaginé para
ella permanecerán en mi mente y mi corazón. Y me cuenta desde la
plenitud del universo la china que volveremos a estar juntas en un
paraíso donde se vence.
Leo el lema en la puerta de entrada Una vez decididas, sigan
adelante como las ruedas del carro siguen los pasos del buey.
Consiguieron salirse. Se han compuesto mis tres amigas, victoria. ¡Y
no serán las únicas!”.
De un salto se desplaza con sus pantalones vaqueros ajustados y su blusa
holgada hasta la puerta para ponerse las zapatillas y se marcha. Yo repaso
mis notas después de apagar la grabadora del MP3.
Me entrevisté con sus tres amigas del centro de rehabilitación para
descubrir que tener la sensación de poder hacer las cosas, ejerce una
influencia positiva sobre el acontecer. Me explicaron que para poseer esta
fuerza, las adolescentes aprenderán a valorar la ocasión, el instante que se
escapa, y entiendo que las adolescentes recibirán el estimulo necesario para
aceptar la responsabilidad de su vida, comprobando que disponen de la
capacidad necesaria para afrontar el desafío.
Me confirmaron anoche, después de cenar, que se las enseñará a
tomar decisiones y a resolver problemas, promoviendo sentimientos de
103 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
independencia y de autocontrol, ayudándolas a saber cómo controlar las
emociones de angustia o agobio de manera que no pierdan el control de sí
mismas. Y una vez estén preparadas, se les dará un voto de confianza: una
oportunidad para que salgan a la calle; a otra calle muy distinta
puntualizaron las tres a la vez, antes de sumergirse en una risotada
compartida. ¿Por qué será que leo los pensamientos de Talía en las palabras
de sus tres amigas?
Amanda María iniciará una consulta popular en todos los barrios de la
ciudad de Managua con el fin de conocer el número exacto y los diferentes
casos de niños niñas y adolescentes que viven en situación de extrema
pobreza, porque le anticipó Xochilt que se desbordarían sus expectativas al
tiempo que le rogó evitara el luto por su anunciada partida. Inmediatamente
se centrará Jessenia como cabeza visible del grupo de voluntarios
responsables de encontrar recursos económicos adicionales para paliar la
demanda, mientras Johanna buscará alimento básico para el comedor
infantil. Con suma codicia recogerán de la población sensibilizada ropa
zapatos y medicamentos. Y juntas inventarán una canción tan liberadora
que logre conmover a todas las princesas que despiertan. Una canción que
ellas mismas escribirán con mensajes de amor y solidaridad, de fraternidad,
y quizás la escenificarán con originales coreografías de baile siempre
recordando a Xochilt, su buena amiga Xochilt de las Mercedes.
Amanda María Jessenia y Johanna, conscientes de que tanto se sufre
en El Calvario, por comprender mejor que nadie, trabajarán duramente y
serán atendidas porque se han ganado a pulso la confianza de quienes no
pueden tener amigos. Y lo ven a él convertido en el padre de todos, en el
mejor amigo. Con el botiquín en una mano y en la otra una grabadora
donde registrar las incidencias del día sin pestañear ante la vida; cada
mañana salta al mundo Ezequiel para lidiar contra la degeneración física y
moral de la sociedad nicaragüense.
Al igual que las tres amigas de Talía Alejandra, Ezequiel encontró
remedio en la pega y se condenó por años pero milagrosamente sobrevivió,
probablemente porque al igual que ellas, su misión consistía en hacer
precisamente lo que estaba haciendo: no dejar abandonado a otro ser
humano necesitado. No huye corriendo Ezequiel ante el espectro de la
abominación. Si en algo pueden ayudar él y las tres princesas de la victoria
...¡cumplirán! Están dispuestos. Preparados. Y forman un equipo.
Armados con la paciencia en una mano y la tenacidad en la otra, con
el dolor que supieron convertir en amor que palpita, curan las lesiones del
alma antes de que sea demasiado tarde; las mismas lesiones que a ellos
nadie curó, a excepción de algunos educadores y las trabajadoras del centro
de rehabilitación donde se refugiaron; Paty, Lissette, Mirna, y la directora,
con las que se reúnen a menudo para tratar nuevos casos.
104 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
No pude entrevistarme con Ezequiel a medianoche porque frente a él
se desvaneció un niño justo después de llevarse el bote a la nariz. Su
lucidez desapareció en cuanto inhaló. Dijo algunas incoherencias y de
pronto, débil y frágil se dobló, lentamente, hasta tocar el suelo con sus
rodillas, pero antes de desplomarse del todo lo recogió con delicadeza y en
sus brazos moldeados por el viento suave, trasladó la figura abatida hasta el
refugio.
Tengo una premonición. Estoy visualizando a Ezequiel dentro de
veinte años cargando otro niño con igual empeño entrando en lo que se
llamó la casita, ese edificio en ruinas que era ocupado por una sucursal
bancaria antes del terremoto, convertido luego en centro de expendio cuyo
patio era el basurero del Mercado Oriental identificado ahora por la
población como el Hogar de la Victoria donde la niña, la chela, la india,
han colgado su lema: “Una vez decididas, sigan adelante como las ruedas
del carro siguen los pasos del buey”. Tengo esta premonición. Las tres han
encontrado el sentido... han encontrado la vida en el hogar que fundan.
Ellas han dado un propósito a su existencia humana llenándola de vida
mientras la boca del niño entreabierta deja ver unos dientes amarillentos.
Sus labios han extraviado el color. Sus pies descalzos, negros, le recuerdan
la sensación de caminar por el asfalto caliente y se mira a sí mismo
cuarenta años atrás cuando dormía allí donde lo agarraba la noche y se
bañaba una vez al mes. Pero la ropa de Ezequiel no se cae a pedazos como
entonces, y como un buen samaritano, igual como ruge el mar, truena el
volcán, y se agita inquieta la tempestad antes del huracán, entre la muerte
pegajosa que se vende a diez córdobas, ajeno a una cuchillada o a la
detención de la policía avanza el hijo del sueño hacia la luz.
No desfallece con el pasar de los años, desarrolla programas sociales
que eleven los niveles de dignidad; siempre ejecutando acciones que
garanticen el respeto por los derechos de los niños y las niñas y los
adolescentes; siempre impulsando leyes que de verdad los protejan contra
el mal trato y la explotación. No desfallece Ezequiel.
Y su persistente actuación de recaudación de fondos para adquirir a
precios ventajosos juguetes pedagógicos y educativos que ayuden a
desarrollar la imaginación, el pensamiento y las habilidades para construir,
le han dado el sobrenombre de el príncipe de los milagros, y así el próximo
día de Navidad promete ser el mejor día de Reyes Magos para un gran
número de niños de la calle y otros muchos más que están en la calle la
mayoría del tiempo.
Veo como su cosecha ha dado frutos. Trabajaron la tierra en la
granja construyendo pequeños viveros para inducir a todos los miembros
de la nueva comunidad desde temprana edad en el amor a la naturaleza y la
protección del medio ambiente. Aprendiendo a ser autónomos y a no pedir,
105 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
si no a arreglarse cada uno por sí sólo dentro del engranaje solidario.
Ezequiel ha huido de una posición paternalista estimulando los misterios de
la individualidad independiente e insondable del ser humano. De esta forma
crea una generación de emprendedores creativos.
¿Me he dejado llevar por la contagiosa pasión quizás?
Sobre la mesa de mimbre está lo que parece un diario abierto boca abajo.
Probablemente escribía antes de que llegara. No reprimo mi curiosidad.
Extiendo mi mano y leo un pasaje:
“Nadie adivinó la necesidad que tenía de ofrecerme en sacrificio,
desaparecer y perecer para renacer con el ansia agotada y la visión clara...
¿a quién podía explicar la fuerza de esta íntima necesidad por saber, por
averiguar? En la protección de mi aposento me arrancaba las amatistas de
los aretes. Había sido siempre la mejor estudiante de mi escuela. He
arrancado tres meses a mi vida para estrujarlos de tal modo que lejos de
existir en el olvido, permanecerán. He aprendido lo que no enseñan
escuelas ni universidades. Han sido días válidos e inmortales”.
Busco otra página al azar. Leo lo siguiente:
“Cuando temblamos ante la barbarie, es bueno cantar en alto a coro
desde el corazón, apretándonos levemente uno contra otro, las manos
entrelazadas y las miradas encontradas sin parpadear. Y juntos en tropel
accederemos al altar donde orar, y obrar (es una misma y sola cosa). La
esponja chorreante de agua bendita se eleva sobre mi cabeza y la estrujo
para que me recorra la espina dorsal. Mi cuerpo frío se calienta. Me
ronronea el alma. Estoy limpia. Añicos queda mi bienestar pasado por la
súbita comprensión. El logro de la Totalidad triunfa sobre el caos. Como
dos patinadores cogidos del brazo que se separan, bruscamente me marché
del semáforo. Abandoné el hielo, el invierno tropical de metálico tacto al
que accedí. Los pájaros de pecho moteado en verde y amarillo cantan por
mí una o dos estrofas mientras ambos océanos, con sordos golpes impulsan
sus besos levemente inclinados hasta las playas”.
Cierro el diario. Lo dejo donde estaba. Me había dejado para ir al
baño argumentando que necesitaba lavarse la cara con agua fresca. Al
tiempo que escucho sus pasos, pienso. Pienso que el problema no radica
tanto en la pobreza, si no en la actitud humana en medio de la pobreza. El
valor más grande que me transmite Talía es la necesidad de una mayor
conciencia al percibir y analizar el entorno donde se habita, porque Talía...
ha denunciando todos los hechos atroces que se vuelven demasiadas veces
cotidianos y su relato... me hace reflexionar sobre la sexualidad y el amor...
el mundo y la sociedad contemporánea. No únicamente estamos hablando
de Nicaragua. También estamos hablando de Occidente. Nos estamos
106 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
refiriendo a cualquier país desarrollado donde el pegamento equivale a la
heroína o la cocaína o las pastillas de éxtasis. Donde el hambre equivale al
exceso de alimento a través del materialismo y el consumismo. La afición a
los instrumentos tecnológicos ocasiona idénticos problemas. Tan mala es la
hambruna como la sobreabundancia que no te hace plantearte la manera en
que llegan los productos a las estanterías del gran centro comercial.
Hay que preguntarse porque aumenta la ausencia de principios en
nuestro planeta, porque se acentúa la deserción escolar, porque se emigra a
otros países en busca de mejor destino, porque persiste la violencia juvenil
y familiar, la prostitución y la drogadicción y el suicidio.
Algo anda mal cuando el lema de un país reza así: "aquí el que no
roba es baboso". En Occidente, lejos de combatir la corrupción, desde la
cúpula, se acrecienta para acentuarse con descarada arrogancia. Desde hace
décadas, los dirigentes hipotecan el futuro del planeta. La solución es el
"cambio generacional" pero, ¿dónde están los jóvenes? ¿Es que han
perdido los sueños?
Setenta y uno de cada cien nicaragüenses son menores de veinticinco
años y el talento humano es la clave para la innovación de un país, ¿qué
está pasando?
Todos los que ya no somos tan jóvenes lo fuimos un día, y, también,
al igual que muchos otros, la fuerza, la ilusión y la esperanza de un nuevo
mañana nos agrietaba el alma para dejar salir lo mejor de nosotros mismos,
¿Dónde está el furor de la nueva generación nicaragüense? ¿Dónde están
las otras Talía? … ¡detrás del engaño! ¿Les hemos defraudado? ¡Cómo sino
entender su desdicha, su asfixiante desaliento! Pero, ¿por qué están
decepcionados? Simplemente, porque hemos olvidado por el camino
muchas de las cosas que ellos todavía saben hoy, y nos las recuerdan, pero
no oímos, los adultos no escuchamos a los adolescentes. No recogemos sus
inquietudes a modo de Informe.
He conocido a una joven licenciada que dispone de conocimientos,
capacidad e ímpetu, y sin embargo, carece de "su oportunidad", cuando la
sociedad le ha dicho mil veces: ¡prepárate! Se alienta a estudiar como si
fuera la panacea. Y ella, obediente, a incluido la informática, un pos-grado
y el inglés a su brillante currículum. Pero francamente, ¿prepararse para
qué? ¿Para sentirse inútil? La amarga impotencia de ella es la de un millón
de jóvenes que luchan por penetrar en el mercado laboral por primera vez.
No nos engañemos, Nicaragua es un país que ha perdido los papeles y
los valores solidarios están ausentes. ¿Y que hace el jefe del estado? …
morder la mano que alimenta al país, un país demasiado acostumbrado a la
cooperación; pero esa comunidad internacional, hipócritamente, solamente
pretende acallar su conciencia realizando aportaciones cargadas de
"paternalismo" cuando en realidad, deberían "enseñar a pescar" y no
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
limitarse únicamente a "regalar peces" para ponerse medallas. Lo peor, es
que el nicaragüense se ha habituado a recibir y haraganear, cuando no, a
montar supuestas oficinas para negociar con las donaciones a nivel
particular. Todo se ha viciado sino, ¿cómo entender que después de treinta
años de "ayuda" persistan los mismos problemas? ¿En verdad se lucha
contra la pobreza? Persiste un mundo de groseras desigualdades y falsas
prioridades. ¡En Nicaragua y el mundo entero!
Llega uno a creerse las palabras bonitas, porque suenan bien, y es
más cómodo. Fácilmente se mira a otro lado cuando la propia situación es
privilegiada. Pero esto, nos hace tan cómplices como el mismo asesino que
aprieta el gatillo. ¿Un ejemplo? ¡Que sean tres! Nicaragua es el país
centroamericano con mayor número de organismos financieros
internacionales que, eso sí, tienen lindos nombres pero, muy poco se halla
detrás del vocablo. No reaccionaron cuando llegó el tan publicitado Día
Internacional del Niño, permitiendo que infinidad de pequeños continuaran,
precisamente ese día, viviendo en la oscuridad de la noche en vez de
ofrecerles una cena caliente, ropa limpia y una velada tranquila. Muchos
médicos de miras anchas, pero cuando se les ruega que faciliten un
psicólogo para que atienda urgentemente a una adolescente violada por su
padre que acaba de ser mamá, desaparecen extrañamente priorizando sus
compromisos sociales. ¿Cuántas ONG'S se brindaron generosamente a
tratar a los hijos de la víctima de Carrión? ¡Y ese caso era público y
notorio! … Jamás podrán alegar desconocimiento.
Cuando los niños y las niñas viven en circunstancias particularmente
difíciles, sobreviviendo como pueden en las calles ante nuestra
indiferencia, sufriendo la explotación laboral para nuestro provecho,
expuestos al abuso y al trauma que deja secuelas de por vida, ante nuestro
sutil menosprecio, todos, sin distinción de raza, credo o nacionalidad,
estamos condenando el futuro de la Humanidad. Y el problema no es ya de
"justicia" si no de insensibilidad. Por eso digo a las madres de Nicaragua:
mientras ustedes críen a sus hijos como lo hacen, el nicaragüense
continuará siendo machista, mal hablado, bebedor, agresivo y mujeriego.
Ninguna mujer puede ignorar su responsabilidad. ¿Cómo proceder?
Inculcando los principios olvidados, forjando la nueva generación. El
mundo comienza en el hogar.
A este país inmaduro y olvidadizo, le falta el espíritu de LA NUEVA
GENERACION NICA que lidera Talía. Ella todavía sabe que hay que
estimular el salario del médico y del profesor, porque son pilares de la
sociedad; mucho más que cualquier político, que en modo alguno es
productivo a la sociedad sino es para hacerla sufrir un poco más mientras se
hincha los bolsillos... tengo pruebas que no debería callar. Ojalá esta
“generación” se armara como fuerza política. Ellos son la necesaria tercera
108 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
fuerza que debe equilibrar la actual confrontación que se vive con la
absurda política en blanco y negro cerrada al pueblo. Pero no para que le
ocurra como a Managua, que se ha quedado como un "chiste mal contado"
entre León y Granada.
Managua, una ciudad sin oferta cultural, sin parques donde jugar, sin
espacios recreativos gratuitos para los adolescentes… ¿pero qué diablos
hace la Alcaldía a demás de muchas rotondas? ¡Castra la expresión artística
de la juventud en una tierra de poetas! Les tratan como a la basura, dejando
que se amontone y se pudra. Managua tiene todos los defectos del país y ni
una sola de las ventajas de una gran ciudad. ¿Cómo pueden persistir sin
nombres sus calles y sin asfalto muchas de ellas? Y en esta capital donde
habita más que en el campo la extrema pobreza, incluso la miseria más
absoluta ¿cómo los hombres maduros teóricamente cultos no organizan una
brigada de trabajo para limpiar los cauces? ¿Durante cuánto tiempo más
seguirá degradándose el lago? Un país con singulares bellezas naturales
que aspira un día a subsistir del turismo ecológico, pero deja hasta la fecha
que se desbarate su maravilloso territorio… ¡Quién lo entienda que me lo
explique! Con ideas frescas y sangre joven, nacerán proyectos creativos en
vez de absurdos gastos desproporcionados como la fuente de colores.
Mientras las reuniones comiencen una hora más tarde de lo previsto y
finalicen sin conclusiones, Nicaragua no avanzará porque nada se
consolidará. Mientras los lugares de trabajo se ganen por "pata" como dicen
aquí (enchufe) o gracias a la "cartera de peluche" (sexo femenino) en
sustitución de las aptitudes para el puesto, ningún progreso habrá, pues
arriba permanecerán los ociosos ineptos. Mientras se despida a eficaces
funcionarios tras diez años de competente desempeño de sus funciones por
corregir a una empleada de ilustre apellido, algo continuará rompiéndose en
pedazos cada mañana cuando sale el sol. ¡Siempre hay una manera de obrar
mejor! Pero ¿dónde está? ... sin duda está en nuestro corazón.
Talía vuelve al butacón color mango maduro para sentarse y cruzar las
piernas. Reanudando la conversación con igual brío y afán, me dice:
“Hablemos claramente McGregor. El rescate del huele pega,
generalmente no representa una opción viable. El drama denota que
aquellos que cruzan inconscientemente la pasarela cristalina que como
una ola se deforma, difícilmente regresan. Al cruzarla se rompe detrás
suyo por el propio peso”.
Además de escucharla, decido participar. Le explico que los verdaderos
culpables a quien hay que sentar en el banquillo de los acusados son los
miembros del gobierno y a la misma sociedad. No olvidemos que es la
población de un país quien escoge a sus gobernantes y con ello, el destino
109 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
de la nación. Preguntémonos, ¿quién promueve la miseria a través de la
política económica? ¿Quién elige a dichos mandatarios responsables de
articular programas sociales?
Cómo decirle a una adolescente en plena floración primaveral que no
se gane el sustento con lo único que tiene si se le niega la educación y el
trabajo y nada puede llevarse a la boca, ¿cómo? No se puede dar un
discurso sobre el correcto comportamiento, y mucho menos reprimendas
absurdas. Díselo a tu abuelo.
“No se te ocurra tocarme al abuelo... no te metas con mi familia y
no me digas lo que tengo que hacer McGregor. Mira, déjame decirte
algo. Si una niña cree que se le dan mal las matemáticas, sacará malas
notas en esa asignatura. Había niños en mi escuela que eran capaces
de resolver problemas matemáticos y sin embargo, suspendían en los
exámenes porque esperaban hacerlos mal. Si alguien está convencido
de ser bueno, tenderá a comportarse bien. Por el contrario, si piensa
que es malo, buscará inconscientemente la reprimenda y el castigo.
Alentada por mamá, siempre me consideré una buena deportista y esto
hacía que saliera a corretear a la menor oportunidad.
Y es que los niños y las niñas que crecen sintiendo que no gustan
a los demás o que no se los valora, actúan luego como si realmente esa
fuera la actitud de los demás; lo sea o no en verdad.
Yo estaba orgullosa de mis logros, satisfecha con mi estilo de
vida. Actuaba con independencia. Asumía responsabilidades con
facilidad. Y podía aceptar las frustraciones. Recuerdo que le dije de
muy pequeña a papá Son difíciles las raíces cuadradas y no me gustan
las matemáticas, pero sé que puedo hacerlo y lo voy a hacer.
Afrontaba los retos con entusiasmo. Mostraba amplitud de emociones.
Sin embargo, con apenas ocho años, al mirar un niño pobre en la calle
no me vi reflejada en el espejo. Intuí que su vida era distinta. A partir
de entonces, una angustia se situó en la boca de mi estómago. No me
dejaba vivir. Tenía que averiguar, comprender que ocurría en mi país
ahora que se acercaba la fecha gracias a la cuál mi abuelo y papá
estarán en disposición de dirigirlo como habían dirigido antes sus
hogares.
Yo siempre me sentía bien. Tenía autoestima. Mis padres siempre
se preocuparon por conocerme, por mejorar mi comportamiento con
su orientación. Soy una privilegiada. Tengo mucho que agradecerle a
mi abuelo porque él fue el precursor.
Gracias a mis padres conozco el significado de la libertad. Nunca
me coartaron. El mejor modo de llevar a un niño a ser conformista es
exigirle que sus actos se ajusten a un esquema rígido, sin permitirle
que explore otras maneras de comportarse.
110 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
Gracias a mis padres, doy rienda suelta a mi potencial creativo.
Cuando me mantenía ocupada con juegos imaginativos, ambos
alentaban mis expresiones fantásticas. Si hubieran menospreciado mi
actuación, hubiera terminando desapareciendo la creatividad con el
consiguiente deterioro para mi crecimiento intelectual.
Gracias a mis padres disfruto del hecho de saberme diferente.
Aprendí a temprana edad a gozar de mí misma al ver como mis padres
gozaban conmigo. Y además aprendí a no incomodar a los demás.
Facilitaron mi evolución con un singular amor hacia mis semejantes
igual que lo hiciera antes que nadie el abuelo. ¡Mi abuelo es un gran
hombre McGregor!
Yo sí tuve pautas de conducta. En cambio, el referente de mis
compañeras del centro de rehabilitació fue nefasto. Poseer pautas de
conducta equivale a la posibilidad de otorgarle un sentido a la vida.
Claramente y desde el principio, percibí en mi niñez qué personas me
servirían de modelo como fuente innegable de aprendizaje. Y con esas
personas cerca desarrollé rápidamente mi capacidad para distinguir lo
bueno de lo malo. A fuerza de observar y escuchar, de ver y oír un
conjunto de conceptos morales coherentes, terminé por hacerlos míos
de manera voluntaria. Sus valores me sirvieron de guías. Las creencias
se tradujeron en actos llenos de recompensa. Tuve un amplio campo
para las experiencias y acumulé un vasto catálogo de interesantes
vivencias. Estoy muy agradecida a mis padres. Supieron entregarme
un marcador para que dibujara la línea de mi recto comportamiento.
Sí. Tengo alta mi autoestima gracias a ellos y el abuelo. Personas de
semejante talante... pueden dirigir el destino de una nación, ¿no te
parece?”.
Yo me quedo sin habla. Su elocuencia me conmueve y no quiero
interrumpir su inspiración.
“McGregor, estarás de acuerdo conmigo en que sin autoestima
no hay desarrollo positivo de las relaciones sociales, de la capacidad
de aprendizaje y de la creatividad, ni tampoco del sentido de
responsabilidad. No podían decir los padres de mis compañeras Si
quieres un helado tienes que recoger primero los juguetes. Ni había
plata para comprar un helado, ni hubo nunca juguetes que recoger.
Esos hijos estaban confusos, ¿y cómo no iban a estarlo?... una
situación desagradable tras otra, los conflictos, la incoherencia. La
ansiedad infantil se incrementa al variar continuamente los modelos
de vida, porque se dan cuenta que no pueden hacer predicciones
acertadas ni comprender lo que pasa a su alrededor. Ignoran los padres
si aprecian positivamente los conceptos por los cuales se rigen, tanto
en la escuela como en el hogar. No hay escuela. Ni tampoco hay
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
hogar. Es un mundo al revés. Incomprensible para un niño. No tienen
a quien agradar. Las personas que son importantes, no están más que
en apariencia. No saben cómo organizar su curiosidad propia de la
infancia. Y dirigen la mirada al peor lugar: la calle, la puerta de El
Calvario.
Cuando se vive en un medio razonablemente ordenado, en donde
la limpieza, los horarios, la claridad y calidad de la comunicación en
las relaciones interpersonales tienen su importancia, cualquier niño se
acostumbra a organizar las cosas, a planificarse, a resolver los
obstáculos de la vida. Esto último es lo único que hacen: intentar
saltar un obstáculo demasiado grande; afrontan el problema
directamente mediante una solución poco recomendable. Y conste que
no estoy disculpándolos.
Los niños siempre tienen motivos para hacer lo que hacen. No
actúan al azar. Un niño con poca autoestima tiene una minusvalía
comparable a la de cualquier persona incapacitada físicamente. La
autoestima es un sentimiento que se expresa siempre con hechos. Se
detecta su autoestima por lo que hace y por cómo lo hace.
Y me pregunto ahora, ¿tiene autoestima Nicaragua?...
Los niños no entienden que significa justicia. Y no nacen
enseñados, hay que educarlos, sin embargo, el más mínimo error
involuntario desata palizas y garrotazos de rabia y rencor por la
situación a la que esclaviza la cotidiana desgracia a sus padres. Pero
ellos no tienen culpa ninguna. Los niños no escogen, la familia los trae
a la casa. Ellos no pidieron venir a este mundo, sobre todo, si se trata
de un mundo donde son maltratados física y psicológicamente y donde
en vez de juguetes, tienen castigos inmerecidos. Una tortura. Los
padres... ¿sanguinarios?
Quiero sugerir a muchos padres que no se dejen lastimar por las
circunstancias del entorno. Quiero decirles que busquen en su interior
la propia luz en vez de rendirse. Quiero rogarles que encuentren una
solución a su frustración. Quiero suplicarles, porque la solución no es
levantar la mano al hijo, a quien se le encoge el corazón de temor
exaltado y no por la agresión misma sino por quien la realiza.
Cuando en lugar de ideas y razonamientos existe el golpe, y en
vez de orientación e instrucción se instaura la amenaza y el látigo, ¡ya
no hay sonrisas! Y falta el beso. No hay caricia ni abrazo. Se olvida el
sentimiento. Se desdeña el civismo. Se vuelve a la prehistoria, a lo
bárbaro. Entonces se desata la tragedia. Inconscientemente se expulsa
a los niños y a las niñas. Conscientemente huyen hacia la muerte. Se
alejan del alcohol para toparse con la droga. Se alejan de la violación
para toparse con la explotación. Se alejan del maltrato para
112 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
encontrarse con la humillación. ¿Quién puede asegurar qué lugar es
menos arriesgado?
Todo cuanto se forja erróneamente en la infancia y no se elimina,
se manifestará en la juventud con desmesurada potencia,
perpetuándose en la madurez en forma de traumas para el resto de la
vida, haciendo que el individuo caiga en trastornos psicológicos
graves que afectarán irreversiblemente al prójimo más inmediato. Este
es el presente que escribimos. El mañana que tendremos, y no me
gusta. ¿Te gusta a ti?
El gobierno es responsable de todos los ciudadanos, no puede
excluir a ningún ciudadano, y sin embargo lo ha hecho durante años.
La sociedad es responsable de todos sus miembros, no puede
excluir a ninguno de sus miembros, y sin embargo lo ha hecho durante
años.
¿Dónde está tu conciencia, Nicaragua?...
Todo cambiará después que se tome posesión del cargo en enero
del año dos mil dos. Y seremos diestros. Hay que hacer algo concreto
y dejar de ser cínicos. Debe la realidad abrirnos los ojos del corazón
sensible para encontrar el digno propósito: hacer aquello que otros
dicen que no puede hacerse. La moral es hija de la conciencia y la
justicia universal. En casa todos tenemos claro este principio
fundamental.
En este nuevo período político que inicia con el resultado de las
elecciones del pasado 4 de noviembre, ruego con el alma desplegada
para que las necesidades básicas de la población nicaragüense en
términos de alimentación, salud, educación, deporte y cultura, sean
cubiertas a todos por igual. Pero no se dará la oportunidad sin un
clima social basado en la solidaridad con nuestros semejantes más
desprotegidos”.
Talía Alejandra está encendida. Pero en ningún momento alza la voz. Es
contundente. Sagaz. Porque, ciertamente, durante el mandato anterior, el
gobierno se distinguió por ser el gran ausente en las reuniones entorno a los
colectivos más golpeados y deprimidos. Se incumplieron un gran número
de artículos de la Constitución. Existe un Código de la Niñez que no se
práctica. Nicaragua es campeona en suscribir acuerdos y en incumplirlos.
¿Se involucrará el nuevo gabinete realmente... por ejemplo, contratando a
educadores motivados para tratar con los adolescentes en situación de
riesgo?
Puede suceder que los políticos se reúnan, hablen de cosas y luego
manifiesten lo políticamente correcto pero, ¿habrá acciones concretas o
nada más palabras y más palabras? Si algo he aprendido durante mi larga
trayectoria diplomática es que debe evitarse el burocrativismo sin romper la
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
formalidad. Es un buen momento para decir adiós a los tecnócratas sin
ninguna conciencia social, ahora que se perfila el nuevo ejecutivo garante
de la seguridad individual y colectiva de los nicaragüenses para los
próximos cinco años. Tienen una misión que cumplir, una misión en la que
ya está implicada Talía.
“En el pasado hubo indolencia social y dejadez del gobierno, que
no se sientan culpables las víctimas. Cuando la sociedad no funciona
nacen los hijos de la calle”.
Pobre Nicaragua, tan insolidaria con su propia gente.
“Existe una descomposición social que se manifiesta en el rápido
incremento del colectivo huele pega. Hay que alejar las campañas
puntuales sin coherencia ni coordinación. No puede seguir
considerándose al desamparado como sujeto pasivo porque son, todos
ellos sin excepción, seres humanos potenciales al cambio y la mejora,
de lo contrario, se hipoteca el porvenir de Nicaragua.
Una gran parte de la generación futura está desprotegida y son
rechazados por la sociedad. Bueno, primero por sus padres, un acto
indigno e inhumano. Y luego son rechazados por ti, por mí misma...
porque todos somos sociedad.
He verificado a mi pesar, la poca comprensión, y el mucho
desprecio de mi propio pueblo, incluso el asco que nos tienen muchos
nicaragüenses... y lo digo en este tono y de esta manera porque yo no
renuncio ni niego lo que fui. Pero, ¿quién es la sociedad para
criticarnos, censurarnos, condenarnos?... cuando es la misma
sociedad, esta entidad anónima tras la que se esconde la gente quien
permite que se perpetúe la tragedia”.
Y tú misma que formas parte de la sociedad, la cuestionas visiblemente
ofendida.
“La sociedad no debe permitir la tiranía, no debe someterse a
quienes gobiernan porque la sociedad es responsable de todos sus
miembros. La sociedad no puede excluir a ninguno de sus miembros,
pero lo ha hecho durante los últimos años.
El gobierno no debe permitir la indigencia, no debe abandonar a
quien no le agrada porque el gobierno es responsable de todos los
ciudadanos. El gobierno no puede excluir a ningún ciudadano, pero lo
ha hecho durante los últimos años”.
Es hora que sociedad y gobierno cumplan con su función verdadera.
“No puede curarse a un enfermo pleno de llagas con simples
polvos que no desinfectan. Y lo que agrava la situación, ya no es que
la sociedad y el gobierno hayan sido los causantes de la enfermedad si
no su actitud negligente y su brutal pasividad. Negligencia a reconocer
el error, y pasividad ante la posibilidad de enmendarlo antes de que el
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
paciente muera de agonía y desidia y con él, toda posibilidad de
salvación, entrando el pueblo nicaragüense entero en El Calvario”.
115 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
XX
Vuelvo al día siguiente. Me lo pidió.
Talía Alejandra está cortando flores en el jardín cuando llego en el
automóvil de la familia que conduce el chofer, al que saluda con un
ademán antes de abrirme la puerta sonriendo, tendiéndome su mano para
llevarme al interior de la suntuosa casa situada en la loma de la zona
residencial más exclusiva de la capital de Nicaragua. En la otra mano
sostiene un puñado de flores. Nos detenemos frente a un mueble, y las
introduce con cuidado en el jarrón de porcelana china al tiempo que solicita
a la empleada con amabilidad que por favor lo llene de agua. Una señora
pasa junto a ella deteniéndose brevemente para acariciar su mejilla y
besarla con un sonoro beso en la frente, y sale al jardín para subirse al
automóvil que arranca y se marcha. Hasta no cruzar el umbral de su
habitación no menciona una sola palabra.
“Le colgamos de las paredes, pronunciamos su nombre a menudo,
sin embargo, si existe verdaderamente un Dios que se pasea por el
firmamento me pregunto ¿por qué los deja en los semáforos?...”.
Talía ha comenzado a caminar hasta el gran ventanal. La he seguido
guardando un espacio prudencial. Nos hemos sentado en los butacones
junto a la mesa de mimbre. Todavía está el diario boca abajo.
Razono en voz alta: un elevado nivel de pobreza y desempleo los
asienta en la calle. No solamente la pobreza, sucede que el despotismo de la
patria potestad en el aprovechamiento integral de la fuerza familiar, destaca
como principal causa en la integración de los menores al trabajo en la calle,
pero la marginalidad obedece a la imposibilidad del jefe de familia a un
empleo estable que genere ingresos suficientes. Talía… me refiero a un pez
que se muerde la cola. Ahora que conozco las causas y he descubierto las
consecuencias; niños niñas y adolescentes explotados por oportunistas y
padres sin escrúpulos; sin instrucción, recreación, ni alimentación, y
soportando que los mayores les quitan lo ganado; sin hogar, únicamente
con un lugar donde mal dormir... definitivamente, no puedo culparlos que
vayan a la caza del dinero fácil o se oculten detrás del bote de pegamento.
Caen en la delincuencia ellos. Caen en la prostitución ellas, y les siguen los
embarazos no deseados a temprana edad. Toda una generación de seres
relegados.
“Intolerable. Violamos al menor el derecho a sentirse bien y tener
asegurada su oportunidad de vida digna. En la casa se sufren castigos
a diario. Hay maltrato físico y verbal. En la calle se sufren daños
irreparables. Hay riesgo de accidentes. Explotación laboral, abuso
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sexual, drogas, hurto, mala vida... me pregunto: ¿y dónde está Dios en
todo esto?
Dios no es alguien que está ahí a fuera. Dios existe en nosotros,
en cada uno de nosotros; en nuestros actos y pensamientos. Por tal
razón suele decirse Pon a Dios en todo cuanto hagas y lo encontrarás
en todo cuanto acontezca. De lo contrario, Dios sería un dios malo al
permitir el actual panorama humano.
Mi tía linda, la señora con la que nos hemos cruzado en la
entrada es una ferviente católica. Suele dejar en manos de Dios su
destino. Sin embargo, llego a la conclusión de que no hay que
aguardar a que las cosas se arreglen por magia divina si en las propias
manos está la solución. Si estuviera aquí, le diría que somos nosotros
quienes debemos actuar, y no aguardar la gracia divina, pero con ella
no se puede hablar. Dice que le duelen los oídos.
¿Qué Dios puede permitir que se desintegre el sistema motriz de
una niña de once años?... Los niños niñas y adolescentes huele pega
necesitan a Dios, pero también me necesitan a mí, y a ti. A ti también
te necesitan McGregor.
El pegamento es un producto químico derivado del petróleo,
dañino al ser aspirado frecuentemente, pero inhalan. Inhalan al verse
desamparados, y porque es una forma de acallar el hambre, aunque no
la sacia, nada más engaña al estómago. Falta la comida. Huelen, y con
ello olvidan su precaria situación. Son adictos a los alucinógenos para
distraer su tragedia. Quieren olvidar lo que les depara el mañana
porque carecen de mañana. Por tal razón intentan no ser conscientes
de la vida, porque la vida que llevan no es vida.
Dios podría decirme Convéncelos de regresar a sus antiguos
hogares. Y yo le respondería inmediatamente, ¿para qué?...
No debe forzarse a nadie a realizar una acción que no desea. Con
razón me dirán Volver para qué, ¿para recibir maltrato por haberme
escapado?... si en verdad son nuestros propios parientes quienes nos
empujaron a la calle. Regresar a la casa para que asalten mi cuerpo y
ataquen mi mente. Volveré a fugarme a la mañana siguiente. Es difícil
saber con certeza dónde se corrompen más, si en la calle o en la casa
donde no existe una familia. Creo que una sociedad sin familia es una
sociedad sin esperanza.
Y Dios, probablemente me insista Arranca de sus manos los
botes de pegamento. Y yo le respondería, es inadecuado tratar de
quitarles -a la fuerza- la adicción. Es su válvula de escape, su
solución. Si le arranco el bote se sentirá reprimido, inseguro.
Si pudiera mantener un diálogo con Dios le plantearía diversos
temas e interrogantes.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
La violencia sexual contra las adolescentes huele pega en las
cárceles es un tema tabú. Y seguirá siéndolo. Y no se daría el caso de
existir Centros de Corrección Especiales con personal debidamente
cualificado que atiendan correctamente a los jóvenes infractores. Los
clientes explotan a cambio de plata. Los policías violan a cambio de
libertad. Los mismos huele pega molestan a las adolescentes a
cambio de amistad. Siempre sexo, salvaje, violento.
Las
instituciones
gubernamentales,
los
organismos
internacionales y las iniciativas de la sociedad civil, en la misma línea
de acción, deben anudar esfuerzos para encontrar la definitiva
coherencia. No pueden existir resultados ventajosos sin coordinación
de esfuerzos. Hasta que los tres pilares que deben levantar el templo
no se pongan de acuerdo todo será un suspiro perdido, una hipótesis,
una extravagancia abstracta sin conclusión. Antaño se construyeron
escuelas, pero los padres no podían mandar a sus hijos al colegio por
falta de zapatos, uniformes y útiles escolares. ¿Para qué reparar
Centros de Salud cuando no hay medicamentos y la gente no tiene
dinero para comprarlos en la farmacia?... ¡No seamos absurdos!
Donaciones de equipos informáticos y luego no hay forma de obtener
cartuchos de tinta para las impresoras. No te creas McGregor, yo le
estoy muy encima a mi abuelo. Y le insisto...
Para que no exista el delito ni la visita a la cárcel: prevención. La
prevención es vital, pero sin descuidar la actual generación. Hay que
exterminar el virus sin desatender a los infectados. ¡Busquemos
remedios eficaces para los enfermos! Se lo grito cenando.
Sí; la clave es la prevención McGregor, para no tener que
lamentar. Prevención para no tener que curar. La clave es la
prevención pero ¿qué clase de prevención puede haber en un lugar
como La Tejera?... ese asentamiento donde la castidad es desconocida.
Yo traté con ese lugar abrupto, feroz, severo, donde los
habitantes coexisten con la suciedad porque la higiene es imposible.
No hay letrinas ni agua potable ni tampoco electricidad. Ninguna
comunicación interpersonal. Cero afecto. ¿Qué clase de prevención
puede haber en un lugar donde no existe la unidad familiar?...
En La Tejera no hay familia donde no se golpee a los niños, no se
beba a todas horas, no se use la pega o no se prostituya algún
miembro. No hay familia que no robe. No hay familia que no pase
hambre. Ninguna se libra. ¿Puede haber en un espacio cerrado a modo
de hoyo como este la prevención... o, no es más bien la mejor escuela
para la degradación humana? ¿Y no se multiplica con cada
nacimiento? Los pequeños repiten aquello que ven a su alrededor. Y
pronto averiguan que la vida es injusta y el cariño escaso. Y descubren
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que deben arreglárselas solos. Y no siempre aciertan en sus decisiones
y sus compañías. Huyen, ¿dónde?... a la calle: la cepa del virus.
Mendigan. Y la historia se repetirá una vez más con los hijos de los
hijos de la calle.
El inicio de su actividad sexual no está determinado por la edad,
sino por el medio social en que sobreviven y que imputa el acoso y el
abuso sexual, la violación y la prostitución, imponiéndose la
promiscuidad.
¡Claro que hay que reubicar a los niños niñas y adolescentes que
pasean por los semáforos a un paso del abrazo púrpura! Sin embargo,
los huele pega son un colectivo olvidado con el que nadie quiere
lidiar. Se sabe que rescatarlos no es fácil, incluso es doloroso por el
desgaste emocional. Y los organismos internacionales están más
interesados en los cuatrocientos mil niños trabajadores que en los
huele pega, apenas unos tres mil. Pero tres mil que están procreando.
¿Qué será de los hijos de los huele pega?... los condenamos al
infierno, a una muerte prematura con penuria y mal olor.
Medidas drásticas contra los individuos que sin reserva compran
al zapatero la pega para revenderla clandestinamente. Adultos sin
moral ni escrúpulos que la regalan a cambio de favores sexuales. Las
sanciones deben caer sobre los adultos y no sobre los usuarios; aunque
el problema no está en la pega, si no en la inhalación de la pega. Si a
los usuarios se les quita la pega, buscarán otro producto similar para
drogarse como por ejemplo la gasolina; más cara y más dañina para la
salud. Por lo tanto, al prohibir la libertad de compra se presiona al
consumidor a robar más a menudo y a prostituirse más veces, siendo
el efecto del acto todavía más devastador y el daño al cuerpo mucho
mayor que con la pega.
Hablemos muy en serio McGregor. La prohibición constituye un
acto todavía más devastador, pero esta fue la gran solución del
gobierno anterior. Una acción superficial. Un parche. Un acto frente a
la opinión pública que en modo alguno se acerca a la resolución del
problema. Una política represiva frente a la accesibilidad con la que se
adquiere la droga, efectivamente favorece, pero de nada sirve
solamente eso. Analizar en profundidad las causas por la cuales se
llega a la pega para activar medidas preventivas correctas, tanto como
el seguimiento posterior durante un largo período para evitar la
reincidencia, es ineludible. Sobre todo porque la sola prohibición,
consigue aumentar la atracción de aquello que se prohíbe y termina
por obtenerse una reacción contraria al provocar una mayor
expectación. Mi padre está de acuerdo.
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Los que duermen en la calle también tienen sentimientos, ideas,
inquietudes y deseos, además de necesidades básicas no cubiertas. Sus
intereses y aspiraciones no pueden encontrar expresión. Y algunos
sueñan con ser mecánicos, médicos o arquitectos mientras la
situación, como la lepra, les despoja de un pedazo más de su corazón
que mengua pedacito a pedacito.
Rescatarlos no es solamente una misión. Debe ser un firme
propósito, ¿oíste?”.
Por supuesto que la había oído. Había callado y agudizado todos mis
sentidos para escucharla de manera activa. Me ha conmocionado. Había
mencionado Talía que la calle es un animal sediento que engulle cuanto
puede y cuanto más engulle más grande se hace... es cierto. Y luego su
ferocidad será desbordante y mucho más difícil de aniquilar, sociedad.
Para terminar, decir que mientras dejo atrás el domicilio de Talía
Alejandra, rememoro su primer comentario al recibirme la primera vez,
cuando me ofreció su mano abierta poniendo su otra mano encima de la
mía mientras la estrechaba con afecto y respeto... “Cada vez hay más
semáforos, y más niños. Ahí siguen!!! Nunca se han ido. No tienen a dónde
ir. Ni quien los ayude. Y usted, ¿qué piensa hacer al respecto, señor
McGregor?... Que la indiferencia no pase tan veloz como pasan los
automóviles al lado de los pequeños nicaragüenses”.
Se filma pornografía infantil en Nicaragua. ¿Qué placer puede
encontrarse en mirar cuerpecitos apenas sin formar desnudándose o
vistiéndose o mientras se enjabonan durante el baño?... ¿Sentirán lo mismo
al ver a sus propios hijos y sobrinos, a sus hermanos menores, a sus vecinos
menores? Se toman fotografías y se filman niños y niñas desnudos
tocándose entre sí, adolescentes efectuando obscenidades con adultos de
avanzada edad. Pero esto no es lo más inquietante. Lo más inquietante es la
pasividad. Pero la pasividad no es la única manera de actuar.
Nicaragua es el principal abastecedor de niños con objeto sexual en
Centroamérica. Se da la pornografía infantil en las ciudades turísticas de
Granada y León mientras la explotación sexual convencional se continúa
desarrollando en los puertos de Corinto, Puerto Cabezas y Bluefields, en las
zonas fronterizas y en la ruta de la carretera Panamericana. No sólo turistas
extranjeros procedentes de Alemania, Suecia, Suiza, Estados Unidos,
China, México, Guatemala y Costa Rica son los clientes de night club, hay
turistas nacionales, nicaragüenses que pertenecen a todos los estratos
económicos y de todos los niveles académicos. Revelan los datos que la
proporción de explotadores sexuales nicaragüenses es mucho mayor que
los delincuentes extranjeros que practican el turismo sexual. Y revelan los
120 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
acontecimientos que existen obstáculos culturales para reconocer el abuso y
la explotación como delito, cuando es un delito grave. Y más grave es el
hecho de llamar a las bailarinas desviadas hacia la vida alegre cuando es la
sociedad quien propicia, quien está desviada, y pone la trampa a unas
adolescentes confundidas que únicamente intentan mejorar su sufrida
calidad de vida.
Afirman algunos procuradores nicaragüenses “No hay conciencia en
la administración de justicia de que estos son delitos de carácter público,
así que no se debería necesitar una denuncia para iniciar una acción penal”,
pero su palabra queda muda y su acción inerte, permitiendo el genocidio de
su gente. De su país. El silencio de la misma población contribuye a la
explotación de menores. Demasiados familiares y vecinos de lugares donde
se dan las anomalías, aun conociendo la indefensión de las víctimas no
denuncian la situación de las niñas, y adolescentes demasiado jóvenes para
comprender su destino. Algunas escapan. Salen a la calle. Mendigan,
roban, venden sus cuerpos por una comida caliente, un baño con toallas o
una cama con sábanas limpias. Viven al borde de la supervivencia y son
atropelladas por un abanico de golpes, detenciones ilegales, secuestros,
torturas, vejaciones; una continuada dominación carnal hasta la muerte del
alma.
Existe la impunidad frente las nuevas formas de explotación sexual.
Se han legitimado e institucionalizado culturalmente todos los delitos
sexuales como el estupro, la violación, el rapto y el incesto. Me pregunto
qué sucede, ¿por qué el código penal nicaragüense no tipifica las nuevas
formas de delitos y explotación sexual? Los nuevos delitos sexuales no se
contemplan en el código penal a sabiendas que la implicación de miembros
corruptos de las autoridades gubernamentales y civiles son quienes
precisamente fomentan estas actividades. Existe la participación de
personas vinculadas a los cuerpos policiales, militares, a grupos religiosos.
Existen empresarios dedicados a lucrarse utilizando a menores de edad en
sus aberrados negocios y existen empresas turísticas especializadas en
satisfacer las desviaciones más variadas. La corrupción de funcionarios, la
falta de una legislación adecuada y la pobreza de los afectados facilita el
desplazamiento de los explotadores sexuales provenientes del extranjero.
Yo mismo, debo confesarlo... viajé a Nicaragua con esta intención no
oficial. Lo admito. Existe el camuflaje. Existe sordera por parte del
ministerio de turismo y existe un irreverente obrar en la cúpula del
gobierno central. La pasividad y el silencio contribuyen a que continúe este
tradicional aprovechamiento de los desfavorecidos.
121 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
XXI
Subo las escaleras de caracol. Avanzo por el pasillo de cristales y luces
apretando en mi mano el pen-drive, parafraseando al diplomático que ya no
podré considerar mi amigo. Es cierto, “Nada hay más lamentable que tener
poder y no ejercerlo”, pero se puede ejercer el poder de manera favorable o
de manera perjudicial, siendo peligroso incluso para uno mismo; aunque se
ignore el detalle.
Cada persona tiene un enorme poder en sus manos no sólo para
actuar de manera aislada y activa, valiente y objetivamente y con fraternal
caridad. Toda persona tiene un poder inmenso a la hora de personarse
frente a la urna y ejercer su derecho al voto… ¿la democracia existe?
¡Persiste la alternancia de dos fuerzas en cada país!
Votar es tanto un derecho como una obligación. ¿Sirve realmente
de algo?... La población no elige a los representantes de las mayores
instituciones a nivel planetario del tipo Banco Mundial o Naciones Unidas.
Yo mismo, ante la inminencia de las votaciones en las que he participado
como observador internacional he aplaudido la obligación de que venga el
impulso marcado por un sentimiento de justa responsabilidad hacia la
elección de los dirigentes. He proclamado “Cada ciudadano no es
solamente un miembro, es en sí mismo La Sociedad”.
Los políticos y la mayoría de los cargos públicos han olvidado que
son los representantes de la ciudadanía que los eligió. Estamos secuestrados
por nuestros propios empleados. Vivimos una falsa democracia.
Las fábricas de noticias han asumido el cometido de salvaguardar las
apariencias. Inventan efectos. Crean espejismos. Utilizan técnicas para
desviar la atención de todo cuanto no constituya la conquista de la voluntad
de compra, tanto como la conquista del voto. Dinero y política disimulado
mediante el escapismo de plástico. Vivimos atragantándonos con infinidad
de productos superfluos mientras se desvirtúa la realidad.
La información vive en una zona fronteriza entre la publicidad y la
propaganda. Para participar en una sociedad de calidad hay que aspirar a la
verdad adoptando una actitud cívica y una ética de compromiso. Los
ciudadanos deben recuperar su conciencia, de lo contrario es imposible
optar a un conocimiento más profundo de los temas que son graves y
urgentes.
Siento que estoy cruzando una línea roja y, ya no habrá vuelta atrás.
Pero es mi deber permitir que otras personas comprendan el mundo que
vivimos sin ningún tipo de anestesia. Son demasiados los asuntos que nos
afectan seriamente, no pueden mantenerse siempre escurridizos o
invisibles. Habrá quienes se nieguen a seguir contaminándose de las
122 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
fuentes habituales de información. Accederán a un sitio transitable donde
no sea necesario desembarazarse de la manipulación de quienes intentan
disfrazar el mundo según sus reglas privadas. Quienes sean capaces de
adiestrarse en esta senda alcanzarán una mayor clarividencia y una lucidez
que los encaminará hacía una acción determinante. ¡Seguro!
Ha finalizado el cínico planteamiento de convertirse en cómplice de
la confusión. No más demolición de los ideales que se adulteran con esta
crema resbaladiza a la que llaman progreso. La materia prima del
conocimiento depende de las experiencias directas y de los comunicadores
responsables. Las cosas que suceden vivirán en función del esfuerzo en
garantizar la transparencia y la integridad que proporciona solvencia. Los
poderes públicos y privados enemigos de la verdad, amigos de una
actualidad borrosa que se enredada a sí misma y todo lo embarra a fuerza
de repetir falsedades y engaños, define a la perfección la cercanía entre la
democracia que tenemos y el autoritarismo, entre la libertad de
pensamiento y la coacción en las urnas, entre la sensación de placidez y la
sacudida de miedo permanente.
¿Qué he estado haciendo todos estos años?...
Alcanzo mi diario para escribir: “La educación no enseña lo
necesario para sobrevivir. El actual Sistema ya solo permite a unos pocos
desempeñar un trabajo digno, ¿qué hacer? La mayoría de la población no
sale a flote a menos que abandone en la casa su virtud y se convierta en un
robot. ¿Por qué somos capaces de encerrar bajo llave en el armario el
sentimiento de paz y el deseo de un bienestar formal general? Se promueve
la competición y la agresión. Se premia a los ganadores humillando a los
vencidos. Defender una manera de convivir en la que todos venzamos sin
que prime la violencia, ¿es fácil? Atender lo que nos une en vez de aquello
que nos distancia. ¿Es viable en nuestros días?
Me acuesto en la cama. No consigo conciliar el sueño. Me
incorporo flotando por mi iluminación interna para asomarme al balcón,
igual que una luciérnaga. Managua descansa. Apoyo las manos en la
barandilla de hierro forjado. Estoy subido al trono y, atiendo el amanecer
encendido de un púrpura anaranjado que brilla de manera especial.
Pareciera como si del lago nacieran plantas acuáticas que apuntan al cielo.
Escucho la balada de un colibrí que se ha posado en mi hombro.
Al darme la vuelta para volver a la cama veo la bandeja repleta de exóticas
frutas que no he tocado… y me pregunto si comer exquisiteces, dormir
plácidamente y disfrutar con múltiples orgasmos ¿eso es una buena vida?
Nos toca vivir una civilización donde lo inmoral e indecente es legal.
¿Justicia?... No existe la justicia en los tribunales… ¿Puede existir justicia
cuando el poder judicial es designado por el poder político?
¿Verdad? Cada quien utiliza la que mejor le conviene.
123 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
¿Libertad? La libertad hay que comprarla, ¿haciendo qué?
Me derrumbo en la cama como un saco de patatas que cae al suelo
desde un camión en marcha. Las patatas desparramadas que ruedan en
varias direcciones son mis ideas que buscan dónde detenerse.
Sigo reflexionando… ¿Cómo se gana dinero? No me refiero a un inseguro
salario precario. Está el negocio de la droga o el negocio del sexo… ¡no me
interesan! Tal vez dedicarse al mundo del espectáculo o ser una figura
famosa del deporte o de la pasarela de moda. Se precisan ciertos talentos y
mucha suerte en estos tres campos. ¿El atraco? Eso ya lo hacen los
políticos y los banqueros… ¡Corrupción! ¡Usura! ¿Es posible otro mundo?
Voy a transcribir este nuevo pensamiento antes de que se me
olvide: Hay que dejar de imaginar Un Mundo Mejor. Trabajemos unidos
compartiendo acciones planetarias en favor de la armonía mundial. Es
necesaria otra opción al mundo presente que a diario dibujamos entre
todos. Desaparecen las ideologías políticas. La religión no es suficiente. El
capitalismo se ha impuesto como norma global. El negocio de la guerra es
inmoral. El negocio del hambre es indecente. Las instituciones deben
renovarse. No perdamos la decencia individual. Recuperemos principios y
conductas nobles antes de que el Sistema que unos pocos defienden nos
devore a toda la humanidad. Existen derechos universales que debemos
practicar con generosidad.
Necesito una ducha. Además de refrescarme, limpio mi alma. Y
más que encontrar respuestas, el jabón que lubrica permite preguntas.
¿Quién precisa órdenes? ¿Y prohibiciones? Quizás alguna directriz legal de
un especialista. Necesitamos orientación en el ámbito laboral. Las
recomendaciones del médico. Tal vez alguna sugerencia de las personas
que nos quieren o indicaciones del entrenador deportivo o del profesor de
idiomas. Aceptaré encargos amables y actividades honradas, pero nunca
más me someteré al despotismo y la arbitrariedad. ¡Ya lo he dicho! Y que
bien suena…
Me hacía falta Talía para reaccionar. Ante todo dignidad. No hacer
nada que no queramos hacer por voluntad propia. Encontrar la manera de
que nos guste lo que tenemos que hacer. No desarrollar una sola actividad
que de manera consciente me desagrade. Me negaré a cualquier labor que
me incomode. Adiós a la agresión del superior laboral. También al chantaje
emocional de los que dicen quererte y te esclavizan silenciosamente de por
vida.
Voy a mandar un email ahora mismo.
Toni, ¿cómo estás? Escucha esto:
124 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
El eje de la comunidad es el ciudadano. La esencia de toda
actividad debe partir de la protección de los derechos, tanto como del
cumplimiento de los deberes sociales. Sin esta premisa es imposible
participar en una sociedad sana y libre. Muchos queremos vivir en paz
y con dignidad.
He estado escribiendo. No un informe. No es un artículo.
Tampoco una tesis. Francamente, no sé cómo llamar al manuscrito. Te
confieso que mi propio diario se ilumina por la noche cuando entro en
la habitación del hotel. Anoto cosas que antes me parecían
inverosímiles. Lee… “No compartir abiertamente los sentimientos de
frustración es cavar la propia fosa. No cuestionar los disparates que se
cometen es ser cómplice de la barbarie. No aportar una sola idea
creativa es participar del declive de nuestra raza”. ¿Qué opinas?
Toni, trato de mirar con ojos nuevos y una mirada más
constructiva, implicándome. Ya no quiero ser sólo un mero
observador neutral.
Sabes, amigo… no todo es imposible. Cierto que la mayoría de
opciones para vivir mejor son complejas y delicadas. No están al
alcance de la mano. Hace falta encontrar algunas salidas atrevidas.
Existen alternativas. Entre la complicidad con un sistema incómodo
que me desagrada particularmente y la posibilidad de discrepar, vive
un fabuloso espacio de conciencia donde visualizar las razones que se
convierten en motores que rugen: No todo está perdido.
Te estoy invitando a convertirte en agente para la transformación
(primero individual, luego en colaboración con la ciudadanía
universal). Todo pasa por estar bien informados y por
comprometernos con responsabilidad. Estas dos cuestiones nos
encaminarán hacia un nuevo horizonte. ¿Te apuntas?
Gestamos una oportunidad embarazada de esperanza si somos
capaces de destapar los mecanismos que nos oprimen, aquellos que
consiguen que nuestro margen de maniobra sea tan extremadamente
minúsculo. Si estamos convencidos que no se precisa la degradación
del planeta, seguros que no debe tolerarse por más tiempo la
dominación de una autoridad absurda. Si creemos que es inaceptable
vivir en un mundo de mentiras donde algunos instauran el miedo y,
asimismo, nos atrevemos a clamar más allá de la protesta sin ira ni
rabia, aportando peticiones a modo de solución, recibiremos obsequios
positivos.
El cambio no se producirá de la noche a la mañana, pero será
fácil distinguir los primeros destellos de luz que además de inspirar,
confirmarán que se puede atender el mundo con una mirada optimista
y crítica a la vez.
125 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
Para aquellos que entendemos que la paz y el bien parten de una
construcción más humana y permanente de todos los miembros del
planeta, nos acercamos al dilema de vivir creativamente. Cargamos el
peso de la responsabilidad de este mundo que compartimos, pero que
nos corresponde a cada uno por igual. ¿Quieres penetrar en la sintonía
de la comunión de las almas? Lo contrario a esta opción es la disputa
y la guerra. ¡Yo no quiero más violencia!
Sí, amigo mío, extendamos la mano sin reparar en lo que nos
distancia del otro, centrándonos en todo cuanto nos une y nos afecta
para crecer fraternalmente como raza, poniendo énfasis en la
necesidad de que la conciencia alerta fluya sin restricción. Unamos las
fuerzas. Involucrémonos en hacernos más sensibles y disciplinados. Si
lo conseguimos, ponemos juntos la primera piedra del edificio
perfecto que reclama la Tierra.
Dime Toni. ¿Anhelas un mundo diferente? Por favor, no nos
limitemos a lamentarnos. Confiemos en que podemos hacer cosas de
relevancia y trascendencia social. La negativa a regalar el propio
talento equivale a negar los tesoros que enriquecerán a esta peculiar
comunidad que formamos hombres y mujeres. ¿Quién no tiene
destrezas únicas? ¿Qué hacer con las habilidades extraordinarias? No
solo servimos para consumir y acatar órdenes disfrazadas. Yo no
quiero seguir empujando los días vestidos de conformismo y apatía,
he dicho: basta.
¿Por qué aceptar sistemáticamente todo cuanto se nos dicta sin
analizarlo previamente? ¿Por qué aceptar cosas terribles y absurdas e
incluso injustas sin hacer nada al respecto? ¿Por qué quejarse como el
esclavo que reclama libertad mientras besa sus grilletes? Demasiadas
cosas no están bien. Demasiadas cosas se continúan haciendo (mal) a
sabiendas que deben corregirse. Demasiadas cosas deben mejorar en
nuestro mundo actual.
Paseo la vista por la habitación del hotel. La televisión está apagada. En la
misma larga repisa está mi diario. Cierro el ordenador y lo dejo en la
mesita.
Desconecto
el
teléfono, no
quiero interrupciones.
Abro el cajón. Tomo el bolígrafo. Alcanzo el diario y miro nuevamente el
televisor.
Transcurren unos largos minutos.
Escribo a mano, intentando recuperar mi caligrafía esbelta del
colegio. ¿Cómo afecta a un ciudadano tres horas de televisión en constante
zapping? ¿Qué sucede con ese revoltijo de datos? Cuando un crimen se
mezcla con un penalti visto desde diferentes ángulos, después de siete
126 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
anuncios, los dibujos animados, una escena pornográfica, la noticia de un
fraude, un rato de película, el tiempo que avisa que mañana lloverá, otro
gol y una tertulia de economía, ¿qué se lleva a la cama? ¿Cómo puede
nadie conciliar el sueño?...
Se diluye la frontera entre realidad y ficción. No existe ningún
interés por lograr que los ciudadanos sepan con exactitud y veracidad lo
que ocurre. ¿Cómo actuar con conocimiento de causa frente a tanto barullo
imposible de desentrañar?
La información es el primer escalón que conduce al conocimiento.
Depurar la información es una de las tareas vitales de nuestra época. Se
impone la necesidad de una marca de valor cuyo prestigio y credibilidad
esté fuera de toda duda. Hoy el ciudadano avanza hacia usos distintos tras
el análisis de las noticias. Con más razón que nunca buscará marcas de
valor que logren facilitarle la comprensión y la digestión para asimilar los
excesos de datos y hechos con garantías y confianza. Necesitamos figuras
que funcionen como referencia para elaborar los puntos de vista lejos del
artificio y la banalidad o la mentira.
Es necesario un mundo que ensanche el panorama de los
telespectadores. Es tiempo de facilitar las cosas abandonando las
triquiñuelas, las conspiraciones disfrazadas, los complots enmascarados,
los engaños malintencionados que perturban el bienestar perpetuando el
caos y dejando a la población mundial en completo estupor. Los medios de
comunicación no están en su mejor momento para dar cabida al debate
provechoso que invita a la reflexión profunda. Ni tampoco para tratar de
actuar con coraje e independencia en defensa de la justicia. Y si no
cumplen con su cometido, ¿tienen sentido? Como instrumento al servicio
del poder, por supuesto que sí. Los medios de comunicación han olvidado
que representan los intereses de los ciudadanos. Se han convertido en los
portavoces del gobierno.
Es legítimo que la audiencia se pregunte cómo se portan nuestros
cargos públicos. Que cuestionen lo que hacen con el dinero prestado para
gestionar otras vidas. ¿Vulneran nuestros derechos?
Es justo advertirles a quienes han jurado un cargo que los estamos
observando. Queremos saber cuál es la conducta de quienes tienen la
responsabilidad de defendernos. ¡No soy el único!
La población del mundo recapacita. Empieza a decir que resulta
alarmante e injustificable que la concentración de las fuentes de riqueza y
los lugares de decisión e influencia estén exclusivamente en manos de unas
pocas personas de un club cerrado. Afirman en voz alta que vivimos en los
límites de la ética universal. Los pactos secretos frenan la distribución
transparente de los recursos del planeta.
127 Ol Sasha
PRINCESAS DORMIDAS 2012
Durante siglos la información partió de los poderes militares y
religiosos. En el presente siglo, la posibilidad de informarnos de lo que
sucede viene determinado por estrictos intereses económicos y políticos de
aquellos que se han convertido en auxiliares del mantenimiento de las
grandes fortunas y los poderes fácticos. Mis actividades han caducado.
Asumo el compromiso de hacer visible la vida que transforma el mundo y
la vida.
También la prensa la radio y la televisión nicaragüense tienen poder.
Difícil tarea. Deben informar, denunciar sin despertar el morbo a los
nuevos proxenetas y otros potenciales clientes que alimentan la oferta al
crecer la demanda de tan sucia y fea actividad. Las víctimas tienen derecho
al auxilio. ¡Alarma!
Yo digo que la televisión todavía es capaz de contribuir a una
sociedad cada vez más conectada y participativa, una sociedad civil con
criterio y ganas de cooperar en beneficio de la comunidad. Digo que los
que trabajan en los medios audiovisuales tienen la habilidad de generar y
difundir conocimiento reinventando la televisión. Todavía es posible que
recupere la finalidad para la que nació, igual que yo recupero la
clarividencia que reprimí.
En varias conversaciones privadas debí comunicar mi auténtico
sentir: “Acomodemos cada uno el latir amable de nuestros corazones para
que suene una melodía singular que invite a bailar y a cantar”.
No solo tomar la palabra. Paso a la acción honrando mi casta de indómito.
Sigue funcionando aquél joven intrépido.
No soy un discreto montículo. Soy una montaña enorme. Un
gigantesco volcán que ha entrado en erupción.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
EPÍLOGO
No podía marcharme de Nicaragua sin hacerlo. Tenía que visitar El
Calvario. Sabía que podía traerme un par de adolescentes delgaditas para
abusar de sus cuerpos a cambio de unos pocos dólares. Sí, soy humano y
tengo debilidades, pero también tengo conciencia y voluntad. Y puedo
evitar la tentación. Fui. Pero en vez de regresar a la habitación del hotel
acompañado de dos criaturas indefensas, llegué cargado de testimonios y
súplicas. Su dignidad por un dólar... Que tan barato puede resultar el brutal
libertinaje de quienes niegan el corazón.
Degradación. Inmoralidad. Vicio. Desenfreno que desapruebo y
condeno y protesto. Me reconozco depravado en mi delirio erótico que
amarro y me someto sin sucumbir a la tentación. Aversión. Yo me contuve
como pueden contenerse miles de turistas extranjeros y los mismos
nicaragüenses. Es denigrante aprovecharse de la desgracia ajena. Esa es la
propia tragedia de uno: no reconocer la conducta necesaria.
¿Cambiaré algo?...
Sin duda lo acontecido me ha cambiado a mí. He accedido a una
dimensión de mí mismo que se acerca a lo universal y me siento
emancipado. En la gloria.
No seamos ingratos con la misma vida. Aceptemos la realidad y sin
presión ni hostigamiento procedamos correctamente. Debilidades sí, vicios
depravados repulsivos para otras personas, no. NOOO!!!
El testimonio directo y sincero de la joven Talía Alejandra muestra
de manera irrefutable la completa depravación de la sociedad y la pasividad
del gobierno que no tiene excusa ni justificación, aunque intenten
adulterarlo quitándole importancia con argumentos vanos o falsos en las
publicaciones institucionales. Existe la maldad. Y es nefasta. Pero existe un
mal peor que la pega y a todos los efectos inofensivo, la indiferencia. Es un
escándalo que las personas buenas se muestren indiferentes.
¿Por qué se encuentra este libro en tus manos?...
Mi intención ha sido llegarte al corazón para que difundas la
presente obra entre tus más preciadas amistades. Tanto he oído hablar de la
importancia de buscar como sensibilizar a los sectores sociales y,
principalmente al gobierno, que me he decidido a publicar con la esperanza
de conmocionar a las personas, invitándolas a reaccionar.
El sentir palpita con fuerza. Nace y se reprime. Nace y se reprime y se
extingue para renacer valiente. Esto es aquí. Esto es ahora. ¡Tiene que
sonar el silbato! Cuando un obeso hombre de cincuenta años mantenga en
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
plena vía pública a una niña en su regazo atrapada entre sus brazos,
abalanzado sobre ella con la lengua metida hasta el fondo de su garganta,
no giremos el rostro impulsados por la indiferencia, vayamos hasta su
presencia para reclamarle, para arrebatarle el futuro de Nicaragua de las
garras del horror. El no participar en la barbarie no es suficiente. Hay que
hacer algo definitivo. Hay que intervenir de alguna manera concreta.
¿Dónde están las vidas provechosas... las que merecen vivirse? ¿Qué
significado puede darle a su vida un niño o una niña de la calle? ¿Dónde
hemos olvidado el respeto y el amor incondicional a nuestros semejantes?
Ayudemos a los desamparados que sufren en la calle. Protejamos a
todo pequeño y adolescente de Nicaragua, a todo pequeño y adolescente de
cualquier parte del mundo. Ahora. A partir de ya y cada día.
Nuestro ejemplo será el mejor estímulo para nuestros vecinos y un
destello de esperanza para la raza humana que de seguir con semejante
actitud, va directa a la extinción con mayor dolor y agonía que el causado
por el diluvio universal. Quedará devastado nuestro planeta, ¿pronto?
Hoy la Tierra se ha convertido en El Calvario, a menos que despertemos
nuestros corazones y la conciencia.
La mano que mece la cuna es la mano que guía al mundo… ¡que despierten
todas las princesas dormidas!
FIN
Nicaragua, Managua mayo 1999 – Ometepe, junio 2OO3.
Manuscrito revisado en la Posada de Chico Largo, diciembre 2011.
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PRINCESAS DORMIDAS 2012
PRINCESAS DORMIDAS es una crónica sincera. El retrato de una
sociedad. La historia de un país que rescaté y transcribí hasta
aprendérmela de memoria y hoy, puedo declamarla del derecho y del
revés, en voz baja y en voz alta, con o sin música de fondo, y también
soy capaz de proclamarla un himno de esperanza, ¿me ayudas?
“No se cura la enfermedad simplemente pronunciando el nombre de la
medicina. Hay que tomar la medicina. Hay que tomarla, asumiendo todos
sus efectos secundarios”. Alexandro Tunnerman
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