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M. CRUZ GARCÍA TORRALBO
FACULTAD
DE
GEOGRAFIA
E HISTORIA
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GEOGRAFÍA E HISTORIA
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Centro Asociado de la provincia de Jaén “ANDRÉS DE VANDELVIRA”
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M. CRUZ GARCÍA TORRALBO
LA ESTEREOTOMÍA
ENGEOGRAFÍA
LOS E HISTORIA
CONTRATOS DE OBRAS
DE LOS CONVENTOS BAEZANOS
Dra. M. CRUZ GARCÍA TORRALBO *
RESUMEN
ABSTRACT
PRÉCIS
Los conventos baezanos fueron
naciendo en función de las necesidades
de la ciudad. Los tiempos de religiosidad popular que corrían y la continua
ansia de Dios obligó a las Órdenes religiosas a asentarse en una ciudad próspera y bulliciosa que garantizara la existencia de los conventos.
Unas economías insuficientes y
la necesidad de materiales de construcción que también escaseaban, unido a la
falta de medios influyó en los contratos
de obras y en la manera de encarar el
proceso edilicio. Algunas Órdenes religiosas disponían de frailes arquitectos,
que se encargaban del proyecto conforme a su Regla, y mantenían la vigilancia durante la construcción. Pero otras
veces había que encargar las obras a
maestros canteros y los propios frailes
hacer de alba iles.
Estos factores sumados a la dificultad de hallar piedra hicieron que las
obras conventuales duraran indefinidamente, juntándose en muchos casos las
de nueva construcción con las obras de
mantenimiento o mejora. Pero siempre
los arquitectos conservaron en sus proyectos la forma tan peculiar de cortar la
piedra, tal como era costumbre en aquellos siglos y que hizo de los maestros
canteros baezanos ejemplos a imitar en
este arte, el cual fue exportado a otras
comarcas. La estereotomía baezana era
conocida en el mundo de la construcción
de toda España como un arte peculiar de
los maestros baezanos.
The convents in Baeza (Jaén,
Spain) were built gradually according to
the town’s needs. The popular
religiousness and constant search of God
through the years made it possible for
the religious Orders to settle down in a
prosperous and busy town that could
guarantee the welfare of convents.
Les couvents de Baéza
apparurent en fonction des besoins de la
ville. La réligiosité populaire de l‘époque
et la continuelle recherche de Dieu,
obligèrent aux Ordres réligieuses à
s‘installer dans une prospère ville en
développement qui allait garantiser leur
survie.
Des économies insuffisantes, ainsi que
le manque de matériaux de construction,
qui n‘abondaient point, accumulés au
manque de ressources, influèrent surt
les contrats de construction et le mode
de faire face au procès édiliciaire.
Quelques Ordres avaient des moines
architectes qui se chargeaient du project
d‘oeuvres d‘après leurs supérieurs, et de
même dirigeaient les travaux. Mais,
parfois, il fallait charger des oeuvres à
des maîtres-tailleurs et travailler comme
maçons aux propres moines.
Ces faits, plus les problèmes pour
trouver de la pierre, firent que ces
oeuvres durassent trop dans le temps, se
joignant souvent celles d‘entretien avec
les neuves. Nonobstant les architectes
continuèrent de soutenir la façon si
particulière de tailler la pierre, tel qu‘il
était d’habitude à cette époque, et qui fit
des maîtres-tailleurs de Baéza un
exemple à imiter dans cet art, lequel fut
exporté à d’autres régions. La
stéréotomie de Baéza était connue par le
monde de la construction de toute
l’Espagne comme un art typique des
maîtres-tailleurs de cette ville.
Insufficient economies and the need
for already scarce building materials,
together with the generalised lack of
means, had a clear influence on building
contracts and on the way of facing the
building work. Some religious Orders
had their own friar-architects who were
in charge of designing the project
according to the rules of their Order.
Some others had to employ mastermasons and the friars themselves had to
work as bricklayers.
These facts, together with the
difficulty in finding stone, made the
building of convents last indefinitely.
The process of building would very
often be caught up by the work on
repairs and improvement that the
convents eventually needed. However,
in their projects architects always kept
their personal style of cutting the stone
that was so characteristic during those
centuries and that turned the mastermasons of Baeza into examples to
imitate and export into other regions.
The stone-cutting of Baeza was wellknown in the building trade all over
Spain as a characteristic skill of mastermasons from Baeza.
I.- La Historia
El desarrollo espectacular que experimentó la ciudad de Baeza a partir de los
Reyes Católicos quedó plasmado en la ciudad de manera tangible en el auge creador
que abarcó todas las artes. El aumento demográfico, la paz interior, la implantación
* Dpto. de Historia del Arte UNED
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de la imprenta, la fundación de la Universidad, fueron las causas que provocaron el
resurgir de esta ciudad castellana, elegida por numerosas Órdenes religiosas para
asentar sus conventos.
Iniciada su metamorfosis desde la incorporación a la Corona de Castilla en
1227 con Fernando III, el Santo, pasó de ser una ciudad eminentemente guerrera y
significativa en el cordón defensivo de la frontera entre el reino cristiano y el nazarí
de Granada, a una ciudad populosa, industrial, universitaria, cuna de nobles y, sobre
todo, conventual.
En este esfuerzo por pasar de ser una ciudad medieval, cerrada, fuertemente
condicionada por su muralla, a una gran ciudad abierta a los cánones renacentistas,
Baeza no estuvo sola. Las Órdenes religiosas que iban llegando a la ciudad traían
consigo las ideas artísticas que en ese preciso momento estaban en boga en la Península y en Europa, por tratarse de Órdenes expandidas por todo el mundo cristiano.
Desde los momentos mismos de la Reconquista los frailes estuvieron presentes en las luchas por las ciudades, interviniendo en los ejércitos cristianos respecto a
la asistencia sanitariay espiritual de los heridos en batalla. En el caso de Baeza fueron
los dominicos quienes acompañaron a Alfonso VI en la primera toma de ciudad en
1198 -tras la cual permaneció la ciudad en manos cristianas durante cuarenta años-, y
franciscanos los que marchaban con el ejército de Fernando III en 1227 cuando la
ciudad fue anexionada definitivamente a Castilla, abriendo la conquista del Valle del
Guadalquivir que cayó en manos del monarca en pocos años.
Con su hijo Alfonso X el Sabio, hacen su aparición los mercedarios, en plena
guerra civil sucesoria entre Sancho, segundo hijo del monarca -muerto el primogénito Fernando en la guerra contra los benimerines- y los hijos de aquel, los Infantes de
la Cerda, legítimos herederos. Baeza, que toma partido por Sancho, cuando éste logra subir al trono, recibe numerosas mercedes del rey, entre ellas, la fundación de un
convento a los mercedarios, los frailes que le han acompañado en la guerra.
Con los Reyes Católicos comienzan los tiempos de expansión de las Órdenes
religiosas, al embarcarse en una reforma del clero desde los mismos cimientos para
depurar actitudes enfrentadas al espíritu de las primitivas Reglas. El brazo ejecutor
fue Cisneros, y la Reina puso verdadero interés en que las religiones se vieran libres
del lastre acumulado durante tantos años de relajación. En Baeza aparecen algunos
conventos más, y los existentes cambian su ubicación obligados por la expansión
urbana. A partir de estos momentos, a lo largo del siglo XVI y principios del XVII,
irán los conventos asentando sus espacios en la ciudad, modificando la trama urbana
y cambiando las estructuras y las morfologías que se venían arrastrando en el plano
medieval1. El resultado será una ciudad completamente diferente a la heredada de la
Baja Edad Media (plano 1).
II.- El convento deseado
Cuando una Orden religiosa establecía su convento en la ciudad, fundaba en
condiciones precarias, las más de las veces, de alquiler o en casa donada. La máxima
1
.- El cambio sufrido por Baeza tras la implantación de los conventos fue el tema de mi Tesis, y en ella está basado mi libro
Baeza Conventual. Universidad de Jaén y Ayuntamiento de Baeza, 1998.
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aspiración de una comunidad residía en ver colgada la campana del campanario de
su iglesia y florecientes vocaciones paseando por sus claustros.
El ritual fundacional se limitaba a llegar a la ciudad, adquirir una vivienda y
tomar posesión de ella los religiosos recién llegados. La licencia episcopal y, casi siempre, municipal, eran requisitos previos que todas las Ordenes cumplían escrupulosamente2.
La elección de la ciudad quedaba determinada por tres elementos: posibilidades de viabilidad y desarrollo del convento, y de la Orden; posible abundancia de
vocaciones; y rivalidad frente a otras Órdenes. En Baeza los tres elementos se veían
largamente satisfechos y conformados por la realidad social de la ciudad.
Baeza era catedralicia y nobiliaria, además de una ciudad de industrias y oficios numerosos que hacían circular dinero3, por lo que un convento tenía asegurada
su viabilidad y desarrollo bajo el cobijo de ambas instituciones. La Catedral, que
compartía el obispo con la de Jaén, seis meses al año cada una, amparaba una caterva
inmensa de clérigos y eclesiásticos, cuyas excedencias fiscales e inmunidades
tributarias les facilitaban el vivir y les procuraban pingües beneficios. La nobleza
baezana, por su parte, muy numerosa, tenía a gala hacer ostentación de su abolengo
y alcurnia pretendiendo entroncar con los caballeros conquistadores que llegaron a
la ciudad con Fernando III. Llevados de su orgullo de estamento claramente diferenciado por la sangre y el dinero, apoyaban cualquier manifestación religiosa y política
en la que no se discutiera el régimen establecido ni los privilegios adquiridos. Una
fundación religiosa era el lugar más adecuado para alcanzar sus fines: ostentación de
apellido, reconocimiento de fortuna y entrada libre asegurada a la Gloria.
Pero, también, era una ciudad universitaria. El mundo estudiantil requería
colegios dirigidos por Órdenes religiosas dado que los campos de la Escolástica, Teología y Artes eran los que se abrían a los jóvenes universitarios. Las perspectivas de
futuro justificaban esta misma necesidad, ya que sólo en la Iglesia tenían cabida estas
ramas del saber. Una Universidad regida por clérigos abocaba a incuestionables «salidas» a la clerecía. Las Órdenes religiosas eran receptoras de buen número de estos
licenciados.
El tercer elemento era, con mucho, el detonante de la fundación. La rivalidad
entre Órdenes provocó el auge fundacional en la ciudad. Todas deseaban un centro
que suscitara vocaciones haciendo más grande a la Orden correspondiente. Tener
convento en Baeza, por las características sociales y económicas de la ciudad, no dejaba de ser una buena carta de presentación en sucesivas fundaciones.
Pero, en la realidad, no todo resultaba tan sencillo. Esta misma rivalidad suscitaba enfrentamientos entre los conventos ya existentes en la ciudad y los que pretendían fundar. Acogiéndose a las simpatías de los papas reinantes, provocaban
2
.- Los mercedarios tuvieron problemas con el obispo cuando intentaron refundar su convento tras haberse despoblado
con la peste y permanecer ausentes de la ciudad más de cien años, porque los frailes consideraban que no necesitaban
nueva licencia, mientras que el obispo opinaba que se trataba de una nueva fundación. También el reformador trinitario
San Juan Bautista de la Concepción chocó con el obispo por alquilar una casa sin su consentimiento, a lo que el fraile
arguyó que no era un convento sino una casa de vecinos, frailes, como las demás de la ciudad, puesto que no oficiaban ni
tenían el Santísimo expuesto.
3
.- Los numerosos gremios existentes en Baeza los abordé en “El niño en el mundo gremial de Baeza en el siglo XVII” en
el Boletín del Ilustre Colegio Notarial de Granada, 179 (1995), págs 3561-3594.
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variopintos subterfugios legales que impedían la nueva fundación. A su vez, los nuevos frailes pleiteaban en todos los foros judiciales, nacionales y romanos, para conseguir la nulidad de las leyes que amparaban a los conventos ya fundados. En ultima
instancia, no les quedaba otra opción que esperar el relevo en la silla pontificia de un
papa más abierto a la ampliación de las religiones, que anulara las bulas al respecto
de sus predecesores4.
Como en los siglos XVI y XVII los papas se sucedieron con relativa rapidez,
siempre encontraron las Órdenes religiosas papas prontos a defender a unas, por
filia o veneración, en detrimento de otras, o viceversa, dado que, además, algunos de
estos papas pertenecían por sus votos a alguna de ellas.
Cuando una Orden elegía la ciudad -suponemos cubiertas las pertinentes licencias-, el primer paso era buscar una vivienda5. Las fundaciones baezanas de estos
siglos, emprendidas por Órdenes ya reformadas, cuyo espíritu de pobreza era palpable, se acometieron en unas condiciones extremadamente duras. Nos consta que todas ellas se hicieron con unos mínimos económicos. Los frailes venían a fundar con
lo puesto y la mayoría de las veces sin metálico en el bolsillo. De ahí que el primer
paso en la ciudad fuera buscar algún centro religioso abandonado, como ermita o
similar, o una casa de alquiler bien barata donde colgar la campana y exponer el
Santísimo. Si despertaban simpatías en el pueblo, y su rigurosidad causaba admiración, pronto encontraban un protector o protectora que les donaba una casa en mejores condiciones o patrocinaba la erección de alguna capilla con lo que la iglesia iba
tomando cuerpo. Las limosnas de los fieles, aunque supeditadas a la estación de los
tiempos, solían ayudarles a ir dando forma al convento deseado6.
Levantar el convento no era cuestión de un día, ni siquiera de un año. Era un
largo proceso de construcción, lento y pesado, en el que se ponía a prueba el buen
hacer de los sucesivos priores, la economía de la ciudad, la generosidad de los
baezanos, las dotes de albañilería de los frailes7, incluso las inclemencias del tiempo,
4
.- Los dominicos baezanos entablaron un largo, costoso e infructuoso pleito porque los trinitarios descalzos querían
fundar en Baeza contra las bulas papales que aquellos ostentaban. Este documento lo di a conocer en primicia en “Dominicos versus trinitarios: Las razones de un obispo” en el Boletín del Instituto de Estudios Giennenses (=BIEG), 160, (1996)
Jaén.
5
.- Excepcionalmente fundaban en un espacio ya determinado. Los casos de las dominicas y mínimos, en Úbeda, por
expreso deseo de sus patronos fundadores, Vázquez de Molina y el conde de Santisteban, que cedieron sus palacios, hoy
Ayuntamiento y delegación de Hacienda, respectivamente, no se dan en Baeza. La nobleza baezana era de segunda fila.
Patrocinaban la fundación de una Capilla Mayor -caso de San Francisco- o amparaban la creación del segundo enclave de
un convento. Ningún noble llamó a una Orden ausente en la ciudad para que fundara en su palacio. Sólo el conde de
Gabia cedió su caserón medieval a las mínimas cuando ya estas llevaban dos siglos en la ciudad y la abundancia de
vocaciones hacía insostenible la vida en su convento de reducidas dimensiones y en ruina inminente.
6
.- El pueblo de Baeza respondió con extraordinaria caridad a las fundaciones que se iban asentando en la ciudad. Si hubo
años en que la vida se hizo extremadamente dura para los conventos fue porque el mismo pueblo estaba padeciendo
hambruna y no podía ayudar con más. Tan solo encontré el caso de las dominicas, Santa María de Gracia, en que los
primeros tiempos fueron muy dolorosos, dado que el pueblo se mostró reticente a ayudarlas por ser foráneas -eran cuatro
monjas sevillanas- hasta que la Reina demostró especial veneración por este convento, con lo que el pueblo, por mimetismo, comenzó a protegerlas con generosidad.
7
.- Aunque los planos de los conventos fueran encargados a arquitectos, algunas veces de la misma Orden, eran los
mismos frailes, ayudados por algún cantero local, los que levantaban día a día, piedra a piedra, su convento.
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pues, no pocas veces se desplomaban en cuanto llovía copiosamente, lo que demuestra la falta de conocimientos en albañilería y construcción de sus hacedores8.
Hoy día cuando contemplamos los restos de los pocos conventos que nos quedan de aquellos siglos, la impresión del profano es creer que los frailes llegaban,
fundaban y en un mes ya tenían el convento construido, y de estilo renacentista.
Nada mas lejos de la realidad. La mayoría de las veces los arreglos se iban intercalando a los anteriores, los estilos se superponían conforme cambiaban los gustos o las
necesidades conventuales y las muestras temporales hacían de su morfología un pastiche o puzle que mostraba lo extensible en el tiempo de su construcción.
Si predomina el estilo renacentista es porque fue el último gran movimiento
estilístico que se dio en Baeza. Enraizado en ella, y como impermeable a todo lo
posterior, la ciudad se mantuvo fiel al sello vandelviriano, no acatando otras premisas
que las impuestas en estos tiempos gloriosos. Todo lo que se construyó después supo
ajustarse a esos cánones de belleza que han hecho de Baeza una ciudad regular en su
aspecto, creando ese clima de uniformidad urbanística que tanto admira el visitante
y que se ha perdido, por ejemplo, en la cercana Úbeda.
Así, pues, los conventos no nacieron en dos días, ni renacentistas. Los conventos deseados sólo debían responder al espíritu de sus moradores y vertebrar-se como
todo convento en torno a dos elementos fundamentales e imprescindibles: el templo
y el claustro. Todo lo demás no era más que barniz superficial, temporal. Góticos,
renacentistas o funcionales, sus arquitecturas son las muestras de las arquitecturas
de los tiempos, las que diseñan los teóricos, las que hacen los arquitectos, las que
pagan los patrocinadores. Un fraile sólo desea un templo donde orar y un convento léase casa- donde vivir en comunidad. De este modo, el convento deseado es el motivo de su vivir. El fin es hacerlo por Dios.
III.- Piedras y arquitectos
Baeza es de piedra. Piedra dorada como su gloria, resistente como sus gentes,
eterna como su arte. La ubicación de Baeza sobre un cerro rocoso incide en la
particularísima manera de entender la construcción como prolongación de sus propias entrañas de piedra.
Cuando un baezano decidía levantar un edificio lo hacía en función de la piedra disponible, de la materia prima nacida de la propia tierra. No se planteaba la
importación desde otros lugares. Las piedras baezanas, nacidas para el volumen y la
forma, cumplían su misión, hoy en un palacio, mañana en un convento; ahora en la
muralla, después en una casa. Baeza se sucedía a sí misma.
El desplazamiento espacial que experimentó la población de Baeza en el
sigloXVI requirió elementos constructivos que dieran forma urbana a espacios
periurbanos. Las morfologías arquitectónicas, fiel reflejo de la ciudad abandonada
dentro de la cerca, motivaron idéntico lenguaje constructivo en el que las figuras se
repetían sin solución de continuidad. Baeza se desplazaba en el sentido literal de la
8
.- El convento carmelita que fundara San Juan de la Cruz, a lo largo del siglo XVII sufrió diversos derrumbes en varias
dependencias, y en su templo se desplomó dos veces un lienzo de pared y una vez la techumbre.
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palabra. Casas, iglesias, mansiones, conventos, etc, abandonados en la ciudad intramuros sirvieron para levantar la otra Baeza que se iba gestando fuera. Y cuando faltaba material los baezanos arañaban las entrañas de la ciudad, abrían cantera y extraían la rubia franca o la resistente jabaluna10.
Y este entenderse entre el baezano y su piedra suscitó una manera peculiar de
cortarla, conocida y preferida por los hombres de su tiempo, que la alejó de mera
actividad artesanal para convertirla en arte. De este arte entendieron sobremanera
las Órdenes religiosas. Amparadas en su pobreza y protegidas por la Ciudad, tenían
en sus respectivos conventos el paradigma de la Historia hecha piedra. De las murallas, de las casas donadas, de las canteras abiertas en el ejido o en el sitio del alcázar,
los conventos de Baeza sabían de piedras.
San Juan de la Cruz encontró una casilla en la Calancha (1579), ensanche espacial del Ejido a la derecha del camino de Úbeda, cerca de la leprosería (plano 2).
Allí pasó sus dos años baezanos con la campana colgada de la reja de una ventana.
Sus sucesores se encargarían de conformar el espacio carmelitano trescientos metros
más cerca de la ciudad y vertebrar un barrio, ya incipiente, cuyo núcleo se significó el
Convento de Nuestra Señora del Carmen11. El Carmelita deseaba un convento en
Baeza, pero no llegó a verlo. Antes de que sus hermanos compraran espacio urbano
para iniciar las obras fue trasladado como Prior a Granada. El convento que iniciaran
sus sucesores, muchos de ellos nacidos en Baeza, mantuvo durante más de un siglo
obras de construcción, acondicionamiento y mejoras. Durante todo este tiempo los
carmelitas lucharon por mantener de pie su casa que se desplomaba por partes a
causa de los temporales, de los malos materiales y de las deficientes técnicas
deconstrucción. Fue uno de los conventos que menos piedra utilizaron, y por la lentitud de las obras, se les juntaban las de nueva construcción con las de cimentación
de lo deteriorado. Los carmelitas entregaron en manos de maestros de albañilería
laconstrucción de su convento, cuya evolución espacial obedeció, simplemente, a
cuestiones económicas. El año que más limosnas obtenían, más impulso le daban a
las obras, frente a años de esterilidad y pobreza en que apenas podían mantener lo
construido o arreglar lo derrumbado.
Cuando el 8 de abril de 1699 !a los 124 años de la fundación! contratan la obra
de la portería, no lo hacen con un arquitecto sino con un maestro de obras. Esto pudo
deberse a que consideraran de poca monta la obra o a que fueran arquitectos carme10
.- La piedra franca es la arenisca dorada que abunda en toda Baeza, blanda y fácil de trabajar, y por tanto, más deteriorable. Suele utilizarse en los paramentos y elementos constructivos no estructurales. Por el contrario, la jabaluna es una
piedra dura y resistente, particularísima de Baeza y difícil de encontrar por tratarse de filones escasos. Su característica
visual más identificable es la veta grisácea que contiene. Por su extraordinaria dureza y resistencia se empleaba en elementos estructurales, como los de sustentación -columnas, capiteles, plintos- y en las hileras bajas de los paramentos.
Tuve información al respecto por medio de una comunicación presentada en el II Congreso Internacional de Rehabilitación
del Patrimonio Arquitectónico y Edificación celebrado en Mar de Plata, Argentina, entre el 28 de agosto y 4 de septiembre de
1994, cuyos autores eran los arquitectos Sebastián Pardo, Jesús Martín Clabo y V. Zezza. Aunque la localización que hacen
de las canteras de la ciudad no se ajusta a la realidad -localización que tengo documentada en mi investigación- los
estudios científicos de la petrografía y los parámetros físico-mecánicos de la calcarenita, la piedra de Baeza, en sus dos
modalidades, franca y jabaluna -el estudio la denomina viva- son extraordinarios y francamente valiosos por sus aportaciones al conocimiento técnico de estos materiales pétreos.
11
.- La historia de este espacio conventual la di a conocer en “El convento de Nuestra Señora del Carmen de Baeza:
fundación y evolución de su espacio en los siglos XVI y XVII» en Espacio, Tiempo y Forma , Revista de la Facultad de
Geografía e Historia de la UNED. Madrid, 8 (1995), págs. 119-143.
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litas -que los había- los que se encargaran de supervisarla12 y sólo necesitaran la persona que llevara a efecto la misma. Entre los materiales contratados aparecen piedras
y ladrillos casi en la misma proporción: «la pared que cae al quarto de las cavallerias se a
de levantar de silleria asta igualar con la que sera el quarto nuebo con que se encuentre, y la
demas altura de dicha pared a de ser de tapial con lajas de silleria y las ventanas se an de acer
de ladrillo». El maestro de albañilería Juan de Jimena, y su hijo Cristóbal, oficial, debían poner todos los materiales y utensilios y «todo jenero de piedra, ladrillo, cal, madera,
yeso, ca as, cabios, ostarreras, sogas, espuertas, madera de andamios, tiros, cubos de asiento y
mezcla». El padre rector, a su vez, se obliga a darle todo el material de derribo del
cuarto viejo, excepto las columnas, además de la cal y la piedra que hubiere en el
convento, y todas las puertas y ventanas que hicieren falta para la obra13. Pese a tener
el convento una cantera de su propiedad14, quizás porque se terminó el filón, lo cierto
es que los carmelitas en sus peticiones al cabildo hacen alusión a materiales de derribo, no a piedras de las canteras. Así, el 22 de octubre de 1757, el rector carmelita, por
«haverse undido un pedazo de pared de la libreria [...] y asimismo una pared maestra del aula
que amenazaba ruina [...] y otras muchas obras que habia que hazer, [solicita] los materiales
de unas casas que dicho su collegio tiene en el Currocote desta ciudad, las quales estaban
empezando a ruinarse»15. Cuando al año siguiente la cofradía de Nuestra Señora del
Carmen solicita piedra porque el camarín de la Virgen, en la iglesia carmelitana, está
a punto de caerse y necesita nueva fábrica, la Ciudad contesta que digan cuántas
varas de piedra necesita, de qué calidad y en qué sitio la han visto, que se las va a dar
la Ciudad16.
Los mínimos de San Francisco de Paula fundaron en 1551 el hermoso convento de Nuestra Señora de la Victoria, en el Ejido (plano 3), y como en todos los
conventos baezanos, la piedra fue el elemento material dominante. En el contrato de
obra de la escalera con Bartolomé Lechuga, maestro de cantería, además de las condiciones de construcción, forma, precio, tiempo, etc, las cláusulas referentes a materiales son interesantísimas y demuestran hasta qué punto, especificado en el contrato, era importante la estereotomía: «toda la piedra que se gastare, ansi en gradas como en
lo demas, a de ser de buen banco [...] ansi mismo a de labrar su piedra toda de barra para los
pasamanos [...] y la mesa de la escalera la a de solar con losas de media bara de quadrado [...]
y comenzara a traer y labrar la dicha piedra y no alzar la mano de las labores della fasta que
con ezeso se alla cumplido lo susodicho [...] y si el dicho Bartolomé Lechuga no cumpliere la
condizion de la carta y no da al conbento toda la piedra de la dicha escalera y labrada enteramente el dicho dia de Pascua Florida deste dicho año le a de pagar menos los dichos zien
reales»17. El cantero debía hacer la escalera y cortar la piedra para la misma «en la
forma y como contiene una planta que esta fecha de mano de Fernando de Zamora, maestro de
12
.- Cfr. GARCÍA MORALES, M Victoria: La figura del arquitecto en el siglo XVII. UNED, Madrid 1991.
.- A.H.M.B: Protocolos Notariales. Pedro de Porras, 1697-1699. 3/5/130, fol. 109.
14
.- Los carmelitas compraron a Francisco Toral una cantera por 18 ducados en 1598, con cuya piedra habían ido construyendo el nuevo convento al trasladarse de La Calancha. Archivo Histórico Provincial de Jaén (=AHPJ), Libro Becerro del
convento, Libro Segundo, n 23, fol. 15r.
15
.- A.H.M.B: Actas de Cabildo.
16
.- Cfr. Ídem, 12 de julio de 1758.
17
.- A.H.M.B: Protocolos Notariales. Juan Palomino, 3/2/56, 19 de febrero de 1642.
13
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Architectura [...] la qual tiene en su poder el otorgante». Con lo que se demuestra la estrecha interrelación entre el diseño del arquitecto y la ejecución estereotómica del cantero, profesionales que han delimitado totalmente para estas fechas sus cometidos18.
El convento de Santo Domingo, fundado en 1529 en el Ejido, apareció desde
el primer momento en la ciudad arrastrando el peso específico que la Orden tenía en
la Iglesia y en el Tribunal de la Inquisición. Su convento era paralelo a su poder, un
convento parecido a un alcázar, según acusaba el reformador trinitario San Juan Bautista de la Concepción, de piedra, fuerte y majestuoso (plano 4). Efectivamente, en el
contrato que el convento estableció para unas obras con un cantero local se aprecia
que era la piedra lo que predominaba. Por dicho contrato19 el cantero “se obligaba y
obligo que por su persona y la demás gente del ramo, con piedra franca y el material que fuese
necessario hará y fabricara una bobeda en la bodega de la cassa y conbento del Señor Santo
Domingo de la dicha ciudad, del largo y ancho y en la forma y por el prezio y con las condiciones y declaraciones siguientes: Lo primero es condicion que la dicha bobeda a de ser escarzana,
con una bara de punto y a de ser toda echa de piedra franca de quarta de techo y terzia por
dobela, sin rozas ni desportones, sentada con cal y arena mezcladas por este orden y a tres
espuertas de cal y dos de arena, bien sentada y reavivada, y los salmeres an de yr sentados, y
donde vinieren ventanas a de hazer de sus lunetas y embocinados todo de la dicha piedra,
labrado lo uno y lo otro, bien rebocado y entechado, y en cuanto este echa y acabada la dicha
obra la tiene de ir enrrasando de tierra abrazada como tapiar, y labrar aziendo los carcañones
a pisson hasta enrrasar, con el trasdos de la dicha bobeda, y en la puerta de la bodega a de hacer
un arco de bara guardando la puerta de la bodega y gueco de la entrada, la qual dicha bobeda
a de asentar los salmeros en la altura que le fuese ordenado por el padre prior y frayles del
dicho convento, y de alli asin a continuacion la dicha obra.
La Compañía de Jesús fundó en Baeza dos centros: el seminario o colegio de
Santiago (1570) en el centro de la ciudad, cerca de la Universidad, y un «centro de
probación» o noviciado en el camino de Úbeda, San Ignacio (1596). Las obras iban
despacio alternando necesidades de ampliación del colegio con la construcción de
una nueva iglesia cuando se quedó pequeña la primera. Pero llegó la exclaustración
y la inconclusa segunda iglesia del colegio quedó como muestra en la ciudad de una
ilusión.20
Siempre metidos en obras, los contratos con arquitectos y canteros son frecuentes, de igual modo los documentos internos referentes a las obras que se van
haciendo en los centros. Muy explícita es la carta que escribe el padre Francisco de
Alemán, provincial de Andalucía, al padre vicerrector del seminario baezano de San
Ignacio (foto 3), en la que le dice el modo de componer la pared que se ha derruido.
Las indicaciones de estereotomía son clarísimas: «que sea de piedra franca, de tres quartas
de grueso sin llevar tapia, y que desta piedra franca labrada como se usa en Baeça sera mas
18
.- Cfr. La figura del arquitecto en el siglo XVII. Op. Cit.
.- AHMB: Protocolos Notariales. Alonso de la Maestra, 1615, 3/2/39, fols. 789-792v. Contrato de obra entre el convento de
Santo Domingo y el cantero Sebastián Lechuga para hacer una bóveda. 1615, junio, 19.
20
.- En mi Tesis doy cumplida cuenta de la historia de los dos centros jesuitas, en la que rectifico errores que se han
arrastrado sin fundamento hasta la ultima guía editada por el Ayuntamiento, en 1995. Los jesuitas nunca abandonaron
Santiago cuando se fundó San Ignacio, ni San Ignacio se hizo en cuatro años, antes bien, las obras se alargaban año tras
año en el seminario, mientras que el colegio de Santiago subsistía entre miles de fatigas y trapicheos de su rectores para
ir tirando en aquellos años de tanta necesidad.
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barata y mejor para lo que se pretende [...] y que a de llevar vara y media de javaluna encima
de la tierra»21. En estas líneas están condensadas las explicaciones de la nota 10. Al
tratarse de un paramento, la piedra a emplear será franca, pero para prestarle resistencia, vara y media del mismo sobre el suelo se pondrá de jabaluna. La explícita alusión
a la piedra «labrada como se usa en Baeça» indica, como dije más arriba, la particularísima
estereotomía baezana.
A su vez, el colegio de Santiago (plano 6) contrata con el cantero Mateo Molina
una carga de piedra de precisas medidas. En este contrato se advierte claramente los
dos tipos de piedra y la forma en que se ha de cortar, haciendo alusión, una vez más
a la estereotomía baezana22. En el contrato los dos canteros, padre e hijo, afirman
tener “tratado y conzertado con el padre Pedro de Caxa, procurador del colejio del Señor
Santiago de la Compañía de Jesús desta dicha ziudad, de darle quinientas baras de piedra
franca blanca de terzia de alto y terzia de ancho, excepto si algunas piedras salieran de terzia
de ancho como tengan quarta bien cumplida que el dicho padre Pedro Caxa las a de rezebir,
para la obra que tiene comenzada dicho colexio en la prosecuzion del quarto nuebo que estan
labrando, a prezio cada una bara de dos reales quartillo, puesta a nuestra costa en el dicho
colexio y obra, que a el dicho respecto importan dichas quinientas baras de piedra mill ziento
y beinte y zinco reales, y en dicho trato se pacto que nos habia de dar de contado mill reales de
bellon y el residuo que son ziento y beinte y zinco reales a el plazo que ira declarado en esta
escriptura”.
Para el convento de San Francisco más exigentes con los materiales se mostraron los franciscanos. Quizás ahí estribe la perdurabilidad de su fábrica a través del
tiempo. Deudores del proyecto vandelviriano, concebido para piedra, se vieron obligados a mantenerse fieles a la misma, ante cualquier obra que hubiera de acometerse
en el convento de San Francisco (c. 1540). Así, en 1640 solicitan al cabildo licencia
para coger piedra franca de las murallas «para la yglesia de el dicho conbento y obra que en
ella se haçe para su perfeccion [...] y asimismo le pide le haga merced que si en el exido desta
ciudad se allare algun hueco de cantera de piedra jabaluna la puedan coger para dicha obra
dejando la tierra llana e igual»23.
Catorce años después, la Capilla Mayor que construyera Vandelvira en 1540 se
ha resquebrajado desde la bóveda hasta el suelo por el arco lateral. Los franciscanos
contratan con el arquitecto Antonio Bago la restauración de la misma24. En dicho
contrato establecen “que el dicho Antonio de Bago a de haçer a su costa un andamio de
maderas suficiente para sin riesgo alguno haçer la dicha obra (...) apuntalar a su costa con la
madera sufiçiente el dicho arco en que se a de haçer el dicho adolio de lo que necesitare para su
seguridad (...) y quitar las piedras y clabe y bolsones colaterales y hacer y echar dos bolsones
nuebos labrados como los que se quitaren y que suplan la quiebra de la cinbra del dicho arco y
21
.- A.H.M.B: Correspondencia jesuítica de San Ignacio. s/c, Madrid, 6 de julio de 1632.
.- AHMB: Protocolos notariales. Juan Martínez de los Cobos, 3/4/102, fols. 582-584. Contrato entre el colegio de Santiago (S.I)
y el cantero Mateo Molina para servir al colegio 500 varas de piedra franca.
23
.- AHMB. Actas de Cabildo, 2 de abril de 1640.
24
.- AHMB. Protocolos Notariales. Luis del Pozo Madrigal, 1660-1664, 3/3/88, fol. 264. Contrato de obra entre los franciscanos
y el arquitecto Antonio de Bago para restaurar la capilla mayor del convento de San Francisco. 1664, junio, 4. Este documento lo di
a conocer en la revista del Colegio Oficial de Arquitectos Técnicos y Aparejadores de Jaén, Jácena, en “El convento de San
Francisco de Baeza: Su primera restauración (1664)”, 19 (1996), págs 8-16.
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bolber a sentar la dicha clabe y demás pieças de modo quel dicho arco quede sano, firme y
ajustado. En este contrato entre el convento y el arquitecto no está explicitada la piedra como material, pero se deduce al exigirle al arquitecto que se ha de quedar exactamente como estaba (plano 7).
Si una Orden deseó un convento en Baeza con verdadera pasión fue la Trinidad Descalza. El Reformador trinitario, fundador de la descalcez, San Juan Bautista
de la Concepción, llegó a Baeza alentado por la fama universitaria de la ciudad, donde esperaba cosechar muchas vocaciones. Solicita licencia al obispo y se encuentra
con una tozuda negativa rayana en la paranoia. Sancho Dávila y Toledo no quiere
más conventos en la ciudad25. Fray Juan Bautista, desafiante, alquila una casucha en
la calle Platería (1606). Tan mísera era que los frailes se reunían a capítulo en la cuadra, por ser el recinto más espacioso de ella26. Y los trinitarios descalzos desearon su
convento durante nueve años, en los que el enfrentamiento con el obispo les llevó,
incluso, a la excomunión. Sólo cuando la mano todopoderosa del valido Duque de
Lerma, protector de la Orden, tomó cartas en el asunto se zanjó la cuestión. El obispo
fue trasladado a Sigüenza y los trinitarios descalzos fundaron su convento. El espacio elegido fue la parte alta del Ejido, al NO, y levantaron su casa conforme a las
trazas habituales de las casas trinitarias y con la misma escasez de medios (foto 4).
Tal es así que en 1649 aún están en obras, como demuestra el documento que firman
ante el notario, de haber entregado 590 reales a los maestros de obras Bartolomé
Lechuga y Andrés Guerrero, que les deben por «hacer un lienzo de claustro en el dicho
colexio y acabarlo en la forma que estaban obligados [...] según que se declara en la segunda
escritura que se otorgo ante mi, el escribano, el 28 de febrero del año pasado de seis zientos
treinta i nuebe, a quien todo se remite». No debieron de quedar muy contentos los
trinitarios descalzos de estas obras, quizás porque diez años les pareciera demasiado
tiempo para hacer un lienzo del claustro; lo cierto es que los despachan, «que la dicha
obra se quede en el estado en que está y la piedra que ai traida y labrada se quede para el dicho
colexio» y todo se zanja pagándoles lo que les deben, los 590 reales que «los dichos
Bartolomé Lechuga y Andres Guerrero otorgaron aber rezibido y realmente entregados a su
voluntad», siendo ministro fray Pedro de la Ascensión27. Es el único documento relativo a obras del convento que he encontrado, quizás porque fueran los propios frailes
los que levantaran la casa siguiendo las indicaciones de los arquitectos de la orden,
que los había, como fray Pedro del Espíritu Santo que trazó la Trinidad descalza de
Antequera28.
Iglesia y convento totalmente de piedra, empeñados en ello sacaron los materiales de los lugares más variados, de las murallas, de casas derruidas, de canteras,
etc. Para ello solicitaban la pertinente licencia al cabildo y una vez concedida procedían al traslado de materiales. Así, ocurrió, por ejemplo, en 1654 en que fray Gaspar
25
.- Di a conocer en primicia las razones del prelado para negarle la autorización a los descalzos en «Las razones de un
obispo: Dominicos versus trinitarios» en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, Jaén, 160 (1996), págs 37-51.
26
.- Descubrimientos documentales me han permitido elaborar la verdadera historia de los descalzos baezanos y aportar
datos valiosísimos desconocidos hasta ahora. Cfr. en «El convento de Los Descalzos de Baeza» en Códice, Jaén, 10, (1996),
págs. 31-41.
27
.- AHMB. Protocolos Notariales, Diego de Rivas, 1648-1649, 3/3/74, fol. 892.
28
.- Cfr. La figura del arquitecto en el siglo XVII. Op Cit. pág. 124.
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del Santísimo Sacramento, ministro del convento de los descalzos «dijo que de presente
en el dicho combento se prosigue la obra que esta començada y por ser muy importante el que
se continue y para ello es necesario alguna cantidad de piedra de canteria y por aberse reconozido
aberla muy a proposito en el exido desta dicha çiudad, pidio y suplico, por ser para obra tan
pia, de dar lizenzia que se saque la dicha piedra del dicho exido para proseguir la dicha obra,
dejando llanos los oyos que para ello se hizieren»29. La obra a que hacen referencia es
también del convento, pues la iglesia no se comenzaría hasta 1713, como demostré en
mi Tesis, frente a la creencia de que la iglesia se construyó en 1741, y se prolongó
hasta bien entrado el siglo XVIII30. Así, el 10 de noviembre, fray Juan de San Calixto,
ministro del convento «presento un memorial suplicando a la ziudad se le conzediese lizenzia
para que de las ruinas de las murallas y sitios della sacase materiales para la iglesia que
pretende prinzipiar para dicho su colexio». La Ciudad le otorgó la licencia para sacar
piedra de la cantera del alcázar, pero no a coger piedras de las murallas. En la actualidad aquel tan deseado convento es inexistente y el templo, reconvertido en auditorio, es una de las joyas de la ciudad.
Más modesta fue la construcción de sus hermanos los Trinitarios Calzados,
quienes también acudieron en repetidas ocasiones al cabildo solicitando licencia para
aprovechar los materiales de casas derruidas y para abrir canteras en el ejido. Por
ejemplo, cuando necesitaron piedra «para levantar un quarto del dicho convento por tener nezesidad de parte donde aviten los relijiosos, que en ello se les ara merced y limosna»31.
Los Trinitarios Calzados (1502) al llegar a Baeza habían fundado en una ermita derruida y abandonada, Santa Catalina, en el barrio judío, un espacio que antes había
sido sinagoga. Fue el obispo de Jaén, Alfonso de la Fuente del Sauce, quien facilitó la
vivienda a los frailes, que vinieron de Úbeda, con la condición de que su apostolado
se dedicara a corregir las distintas desviaciones de la Biblia que los conversos baezanos
estaban introduciendo entre los creyentes. Piedra a piedra a lo largo de sesenta años
levantaron un convento digno pero pequeño siguiendo las trazas de los calzados
trinitarios y dirigidas las obras por un arquitecto trinitario, resultando una bella iglesia32 “de una nave dilatada y embobedada y blanqueada, que la dispuso bien hermosa siendo
Ministro el Ilmo. Sr. D. Fray Bernardo de los Rios. La Capilla Maior tiene su crucero bien
dispuesto, fabrica que hiço el Padre Predicador General Fray Alonso Lorida”. Sin embargo,
no prosperó la comunidad calzada. Los descalzos hicieron acto de presencia en la
ciudad y acapararon las vocaciones.
El convento de Nuestra Señora de la Merced vivió en su definitiva ubicación
de la puerta de Úbeda -antes habían estado en el camino de Jaén, extramuros- una
historia de amor y odio entre la muralla y el Cabildo municipal. Atravesado el convento por la muralla, en la que hicieron un arco para traspasarla y así evitar que su
vida conventual se viera interrumpida, cada vez que la fábrica de la muralla se tambaleaba por los años veían peligrar sus vidas y la integridad de su convento. Los
29
.- AHMB. Actas de Cabildo, 5 de enero 1654.
.- Lo cual no significa que no tuvieran su pequeño templo donde oficiar, dado que era un requisito indispensable para
ser considerados como fundación religiosa.
31
.- AHMB. Actas de Cabildo, 28 de junio 1645.
32
.- A.S.C: Sec. Ms. 228. Padre Domingo López: Historia de la Provincia de Andalucía, fol. 156-157. Descripción de la iglesia de
los trinitarios calzados en el ejido.
30
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mercedarios acudían a la Ciudad solicitando ayuda y materiales de construcción para
reparar los daños.
CONCLUSIÓN
Cuando los conventos comenzaron a aparecer desde finales del siglo XV, lenta
pero persistentemente, los días estaban marcados por la religiosidad popular. Los
tiempos vaticinaban prosperidad a los conventos y numerosas vocaciones, y el espíritu anhelante de Dios que transfundía la sociedad provocaba cierto misticismo en
las conciencias que alentaban a las órdenesreligiosas a asentarse en la ciudad. Todas
ellas escucharon la llamada de Baeza y fundaron sus conventos en el tiempo preciso
que convenía y determinaban sus respectivas Reglas. Fieles a su espíritu, los hombres y mujeres baezanos acotaron sus espacios religiosos en el momento preciso en
que la ciudad recababa sus ofertas: oración, redención, mendicancia, predicación,
enseñanza, penitencia, pobreza.
Pero, la piedra de Baeza condicionó las arquitecturas conventuales. Las construcciones dependían de los materiales de derribo y de las canteras para cuya extracción se precisaba una licencia. La pobreza de los conventos prolongó las obras por la
dificultad de obtener piedra. La utilización o no de este material determinó la perdurabilidad de unos conventos o la constante reedificación de otros, en función de su
resistencia y de la típica estereotomía baezana.
Aunque los planos eran encargados a arquitectos, muchas veces de las Órdenes religiosas, las obras corrían a cargo de maestros de obras que trabajaban en consonancia con los canteros y en función de las necesidades conventuales y de sus economías. Por esto, las obras se eternizaban.
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
- Archivo de la Catedral de Baeza (A.C.B.)
Actas Capitulares
Leg. 1.742-1.751
- Archivo de la Corona de Aragón (A.C.A.)
Reg. 3.611
- Archivo Conventual de la Encarnación de Baeza (A.C.E.B.)
Libro de preladas y oficios mayores
Datos primitivos
- Archivo de la Curia Provincial de la Merced de Castilla (A.C.P.M.C.)
Sig. 565: Fragmentos de la provincia de Andalucía
Sig. 596: Papeles varios
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- Archivo General de Simancas (A.G.S.)
Sello IX
- Archivo Histórico Diocesano de Jaén (A.H.D.J.)
Sec. Municipios
Sec. Cofradías
- Archivo Histórico Municipal de Baeza (A.H.M.B.)
Actas de Cabildo
Catastro del marqués de Ensenada
Colección diplomática
Correspondencia de San Ignacio
Correspondencia oficial
Protocolos Notariales
- Archivo Histórico Nacional (A.H.N.)
Clero, libro 3.851
Documentos de la Compañía de Jesús, Leg. 132
Universidades, 1.224F
- Archivo Histórico de la Provincia Bética de la Compañía de Jesús (A.H.P.B.S.I.)
Cod. 1/4: P. Juan de Santibá ez: Historia de la Provincia de Andalucía de la Compañía de Jesús.
Cod. 29/8: P. Pasteles: Documentos y noticias referentes a la Provincia de Andalucía
de la Compañía de Jesús desde su fundación (1.552-1.766).
Cod. 30/2: P. Martín de Roa: Historia de la Provincia de Andalucía de laCompañía de
Jesús.
- Archivo Histórico Provincial de Jaén (A.H.P.J.)
Protocolos Notariales
Ms. 4.510: Protocolo y Memorial de la fundación, hacienda y obligaciones, profesiones
y otras cosas pertenecientes a este colegio.
- Archivo Histórico de Sevilla (A.H.S.)
Protocolos Notariales
- Archivo Municipal del Ayuntamiento de Sevilla (A.M.A.S.)
Sec. Ms.
- Archivo de la Real Academia de San Fernando (A.R.A.S.F.)
Leg. 48-7/12: Inventario de objetos de los conventos suprimidos en Baeza
- Archivum Romanum Societatis Iesu (A.R.S.I.)
Epp. Comm. B1
Epp. Princip.
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GEOGRAFÍA E HISTORIA
Centro Asociado de la provincia de Jaén “ANDRÉS DE VANDELVIRA”
Fondo jesuítico. Collegia
Hisp. 68
- Archivo de San Carlino (A.S.C.)
Leg. 37b
Ms. 228: P. Domingo López: Historia de la provincia de Andalucía.
- Archivo Secreto Vaticano (A.S.V.)
Lainii Mon, IV
Lat. 141L
Reg. Vat. 21
SF Borgia, III
- Biblioteca Provincial y Universitaria de Sevilla (B.P.U.S.)
Sec. Ms. 311/22
- British Librery (B.L.)
Eg. 424: Historia de Baeza
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