REVISTA DE LA FEDERACIÓN NACIONAL DE DEPARTAMENTOS No.5 LA PAZ HARÁ LA REVOLUCIÓN RURAL a i c i m i r P HUMBERTO DE LA CALLE: “Acuerdos en La Habana no ponen en riesgo la propiedad privada” CREAR INSTITUCIONALIDAD RURAL ES EL DESAFÍO ( OPINAN EN ESTA EDICIÓN... ) ➔ José Antonio Ocampo 22 “Para avanzar en la inclusión pro- Rafael Mejía ductiva, la misión recalca la necesidad de fortalecer la agricultura familiar y generar nuevas oportunidades de empleo no agropecuario a través de inversión pública en activos productivos, generación de capacidades y promoción de la asociatividad”. 38 “Para crear una política agraria de Estado es necesario que entre el sector privado y el público se logren acuerdos que se cumplan para garantizar la dinámica esperada en inversión, instrumentos de política productiva y comercial coherentes, sustitución de importaciones, ampliación de la oferta exportable y aumento de la seguridad alimentaria nacional”. Dilian Francisca Toro Humberto de la Calle 10 “En contravía de lo que muchos críticos han señalado, el acuerdo sobre desarrollo agrario es un acuerdo progresista. Abre espacios para que se lleve a cabo una verdadera transformación del campo en Colombia”. 14 “La reactivación del campesinado como una forma de vida digna para quienes han sido víctimas y victimarios es la vía que tenemos para alcanzar los propósitos que persigue la paz que todos queremos”. Alejandro Reyes Posada 26 “En síntesis, el posconflicto, o mejor post-acuerdo, inicia una etapa de transición desde la guerra interna hacia la democracia incluyente, que ha sido calificada como paz territorial, en la cual se hace política sin armas para dar cabida a los grupos y organizaciones populares en la definición de su propio futuro.”. Juan Camilo Restrepo 34 “El acuerdo sobre el punto agrario de La Habana, en el fondo, no viene a ser otra cosa que el esbozo de lo que tendrán que ser los capítulos de un gigantesco plan de desarrollo rural, con su correspondiente cuantificación de recursos presupuestales necesarios para ejecutarlo durante el periodo del posconflicto.”. 3 AUTONOMÍA TERRITORIAL Director Amylkar D. Acosta Medina Director Ejecutivo FND REFORMA RURAL INTEGRAL RRI Consejo Editorial Dilian Francisca Toro Amylkar D. Acosta M. Mauricio Cabrera Elkin Ramírez Ana María Aristizabal La RRI está centrada en el bienestar y buen vivir de la gente del campo, de las comunidades campesinas, indígenas, negras, afrodescendientes, palenqueras y raizales, y de la gente que habita en los espacios interétnicos e interculturales, y pretende lograr la integración de las regiones, la erradicación de la pobreza, la promoción de la igualdad, el cierre de la brecha entre el campo y la ciudad, la protección y disfrute de los derechos de la ciudadanía y la reactivación del campo, especialmente de la economía campesina, familiar y comunitaria1. 1. Texto tomado de del documento producido por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, denominado: Todo lo que debería saber sobre el proceso de paz. Visión, realidades y avances en las conversaciones que adelanta el Gobierno Nacional en La Habana. Editor General Javier Ayala Coordinador Editorial Jaime Viana www.fnd.org.co Facebook: FND - Federación Nacional de Departamentos Twitter: @FNDcol 5 Editorial: El campo para la paz 8 Tema central: 10 Transformación del campo colombiano, paso clave en la construcción de paz 14 Fortalecer la institucionalidad regional para el posconflicto 18 Boyacá se pone la ruana por la paz 22 Propuestas para generar bienestar en el campo 26 La reforma rural para la paz 30 Se necesita una reforma rural transformadora 34 Acuerdo agrario: un gigantesco plan de desarrollo rural 38 Será necesario crear una política agraria de Estado 42 Censo Nacional Agropecuario: 7.1 millones de hectáreas están dedicadas a cultivos 50 Desafíos de la Reforma Rural Integral 54 Coyuntura: Energización rural sostenible: herramienta para el desarrollo 58 Actualidad: Aliados para el desarrollo nacional 60 Enfoque: Urge reconstruir el concepto de ruralidad 62 Registro: Fundación Paremos el hambre: alimentos para niños Wayúu Avenida El Dorado # 69 B - 53, Of.: 604 Tel.: (57) (1) 4870024 Bogotá, Colombia. Producción Editorial Adriana Prieto Herrera [email protected] Diseño, diagrama, preprensa Diseño Editorial Comunicaciones Ltda. [email protected] Apoyo Técnico Dulber Pérez Fotografías: Banco de imágenes: D.E. Comunicaciones Ltda. : Al Prihb -13,15,16,18,20,23,25,27,30, 31, 33, 35, 37, 40, 41,43, 45, 46, 48, 51, 53, 58, 60-; Shutterstock -27, 38 (Righ Tdx), 42 (Gkuna), 59 (Tphotography)–; FND (Nestor D. Saavedra) -14, 19, 50-; Publicaciones Semana -22, 34-; Agradecimiento especial: Alejandro Reyes Posada -archivo personal, La Silla Vacía-, Postofficecowboys.com -30- y a las oficinas de prensa de: Dane, Upme, Federación Nacional de Biocombustibles, Oficina del Alto Comisionado para la Paz, Presidencia de la República. La opinión expresada en los artículos es responsabilidad exclusiva de sus autores y no compromete a los anunciantes de estas páginas, ni refleja necesariamente el pensamiento de la Federación Nacional de Departamentos. 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En todas partes del mundo, en especial en aquellos países emergentes que han logrado desarrollarse, las factorías se han localizado en los litorales, más cerca de los puertos, ganando con ello ventajas comparativas y competitividad. En Colombia, a contrapelo de dicha tendencia, se han ubicado en el centro del país, con el agravante de la falta de vías que lo conecten con las costas con que cuenta nuestro país, bañado por dos mares, que al decir de López de Meza tiene el privilegio de ser la esquina oceánica de Suramérica. Y el abandono del campo es proverbial: ni la economía campesina ni la agroindustria han podido pelechar, de allí que históricamente, casi siempre, ha crecido por debajo de la economía y la ausencia del Estado ha permitido que los ilegales copen ese vacío e impongan su ley, ya sea por la fuerza o a través de la cooptación. Cómo será el abandono que tuvimos que esperar 45 años, desde 1970, para que se realizara un censo agropecuario para saber siquiera qué ha pasado en el campo colombiano durante tan dilatado periodo, el cual ha estado atravesado por la violencia de todos los pelambres. El fenómeno de descampesinización en Colombia no tiene nada que ver con los procesos que registra la histo- ria como etapa embrionaria del desarrollo del capitalismo clásico, entre otras cosas porque en Colombia el desarrollo del capitalismo fue tardío y deforme. La gran diferencia entre lo acaecido en Colombia y en los países desarrollados es que en estos el desplazamiento de los campesinos a las ciudades obedeció a su industrialización, mientras tanto en nuestro país se ha producido un virtual vaciamiento del campo por cuenta de la pobreza y la violencia que los confina o expulsa hacia los cinturones de miseria de las ciudades. En el campo se concentra la pobreza, el analfabetismo, el desempleo y la exclusión social, principales lacras de la sociedad colombiana, una de las más desiguales del mundo. Colombia en los últimos años ha avanzado en la superación de la pobreza, aunque esta sigue siendo mucho mayor en el campo (13´121.000 siguen en la pobreza extrema), pero no en lo atinente a la desigualdad que, por el contrario, se acentúa. Basta con decir que el Gini rural pasó de 0.74 a 0.88 y no es para menos habida cuenta de que el 77% de la tierra la acapara el 13% de los propietarios, al tiempo que el 36% de estos poseen el 30% de la tierra. La ruralidad colombiana El campo colombiano no se reduce a la agricultura y a la ganadería, afectadas hace muchos años por el raquitismo, sobre todo desde la apertura atolondrada hacia afuera de5 ( EDITORIAL ) cretada en 1991. Es muy diciente que, como lo afirma el experto Juan José Perfetti, “en Colombia desde el año 2005 la producción agrícola total se mantiene alrededor de los 25 millones de toneladas”. Resulta patético comprobar que teniendo 7 millones de hectáreas aptas para el cultivo de maíz, arroz y soya a 480 kilómetros de Bogotá, estemos importando más de 10 millones de toneladas de granos y aceites desde Argentina que dista 10.700 kilómetros de Bogotá, de Brasil que está a 9.000 kilómetros o de Iowa (EEUU) a 6.500 kilómetros. Y ello pasa, sencillamente, porque en otras latitudes el agricultor y la agricultura cuentan con el apoyo y el estímulo por parte del Estado con los que no cuenta el campo colombiano. El campo Colombiano ha sido el teatro de esta guerra cruel y cruenta que lo ha asolado, pero es también el escenario de una gran conflictividad socio-ambiental que muy seguramente se va a ver exacerbada en el posconflicto. Uno de sus principales catalizadores es la falta de un ordenamiento del territorio, dando ello lugar a un conflicto de usos y de ocupación del territorio. Por ello celebramos que desde el DNP se estén ahora impulsando los planes de ordenamiento territorial departamentales, que deberán complementarse con los regionales. La Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial (LOOT)1 que debió ocuparse de ello no lo hizo, y esa sigue siendo una asignatura pendiente. Además, a los conflictos sociales que suscita el conflicto de usos y ocupación del territorio se ha venido a sumar el conflicto de competencias entre las distintas instancias del Gobierno, las cuales han obligado a las altas cortes a terciar en un sentido u otro, generando de contera una gran inestabilidad e inseguridad jurídica. Basta con mencionar, a guisa de ejemplo, lo acontecido a propósito de la delimitación de los páramos y la prohibición de actividades productivas dentro de sus linderos o el pulso entre la autoridad nacional minera y las entidades territoriales en torno a la facultad de la exclusión de la actividad minera en determinadas áreas de la geografía nacional. El Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)2, que tuvo como Director académico al reputado profesor Absalón Machado, fue muy descarnado en su diagnóstico: “Colombia es más rural de lo que se cree, pero cuenta hoy con más hectáreas en minería que en producción de alimentos. El Gobierno firma tratados y asociaciones de libre comercio y crea incentivos para el empresariado agroindustrial pero, con honrosas excepciones, el desempeño productivo agropecuario deja mucho qué desear. Entre tanto, sectores de pequeños y medianos campesinos esperan del Estado medidas de más envergadura para evitar que sus economías desaparezcan o queden reducidas apenas a medios de sobrevivencia”3. Pero, preocupa aún más la constatación de que no obstante “la mayor vulnerabilidad de los pobladores rurales…la institucionalidad estatal para atenderlos se ha debilitado o desaparecido y las coberturas en la provisión de bienes y servicios públicos (educación, agua potable, infraestructura, salud, saneamiento básico, asistencia técnica, etcétera) no se comparan con el peso de las estrategias y programas de subsidios sectoriales que en la práctica benefician a quienes tienen más capacidades y recursos”4. Así es como se difumina el Estado, cuando no es que se reduce a su función a servir de gendarme, lo cual ha llevado a los campesinos a percibir el conflicto armado que padecen como una guerra ajena a ellos, que son quienes sirven de carne de cañón, ya sea como conscriptos o como proscritos. La Misión Rural Enhorabuena, tres años después del Informe del PNUD, se dieron a conocer los resultados de la Misión para la Transformación del Campo, bajo la batuta del ex ministro de Hacienda José Antonio Ocampo, con miras a “saldar la deuda histórica con el campo” colombiano. Esta misión vino a llenar un vacío, el de la falta de una Política de Estado tendiente a sacar al campo y a los campesinos de su postración inveterada, generando condiciones de protección, inclusión y cohesión social, elementos esenciales para construir una paz estable y duradera. Su objetivo es claro, se trata de “garantizar oportunidades económicas y derechos económicos, sociales y culturales a nuestros habitantes rurales” y a quienes retornen añadiríamos nosotros, “para que tengan la opción de vivir la vida digna que quieren y valoran”, reconstruyendo el tejido social desgarrado por la violencia despiadada que los ha escarnecido. Tres son sus ejes fundamentales: el enfoque territorial diferencial y participativo de las políticas públicas, en las que sus habitantes no sean convidados de piedra, el desarrollo como proceso integral que promueva la movilidad so- 1. Ley 1454 de 2011 2. PNUD. Informe Nacional de Desarrollo Humano 2011. Colombia rural, razones para la esperanza. 3. Idem 4. Idem 6 cial ascendente, desechando el facilismo del asistencialismo para que los habitantes rurales sean sujetos de derechos y dejen de ser ciudadanos de segunda categoría y la provisión de bienes públicos de gran impacto económico, social y ambiental, de suerte que se faciliten las labores del campo. No es sólo coincidencia el hecho de que el primer punto de la Agenda que se negocia en La Habana y que ya fue acordado entre las partes le venga como anillo al dedo a la misión rural, tanto en sus objetivos como en sus propósitos de desactivar los factores que sirven de caldo de cultivo a la violencia y a la criminalidad. Estamos hablando de más de 12 millones de compatriotas que directa o indirectamente derivan su subsistencia o dependen de la ruralidad colombiana, como quien dice la cuarta parte de la población; es la suerte de todos ellos la que está en juego. Por ello, además de los aspectos ya mencionados hay que propender también por ofrecer seguridad en la tenencia de la tierra, la cual pasa por un catastro multipropósito bien hecho, por el fiel cumplimiento de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras5 a quienes se la usurparon, por el saneamiento de títulos, lo cual no riñe para nada con el cumplimiento de los acuerdos de La Habana, que no tiene porque poner en tela de juicio la propiedad privada adquirida con justo título y buena fe. Un aspecto inescapable de este nuevo arreglo es el que hace relación a la seguridad alimentaria y la reducción de la alta tasa de desnutrición, que es mucho mayor en el campo que en la ciudad. Por lo demás, este es uno de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) promovidos por las Naciones Unidas y liderado, nada menos, por Colombia. Es un axioma irrefutable que sin seguridad alimentaria no habrá paz y sin paz tampoco habrá seguridad alimentaria, así de sencillo. En esta nueva agenda del país no puede quedar por fuera lo relativo a los recursos naturales y al medio ambiente, máxime cuando Colombia es, al mismo tiempo, el primer país en el mundo en biodiversidad por kilómetro cuadrado y el tercero en vulnerabilidad frente al cambio y la variabilidad climática. Está a la vista que los mayores estragos de la ola invernal 2010 – 2011 y ahora por cuenta de la sequía 2014-2016 ocurrieron en el campo, que se ha visto agostado por la inclemencia del tiempo, dada su mayor vulnerabilidad en un país con tan alta exposición a estos fenómenos extremos. No sólo tierra Además, como lo plantea el Director de la FAO, José Graziano Da Silva, “no basta que los agricultores tengan la tierra o el acceso a ella, sino también los insumos, bienes y servicios públicos y recursos financieros”6 . Así mismo, es fundamental el acceso a los mercados, pues “sólo con acceso a los mercados los productores son capaces de absorber las tecnologías mejoradas” y así elevar su productividad y competitividad. De allí la importancia de promover y promocionar las compras locales y la sustitución de productos importados que se pueden producir en el país. En este sentido, un paso importante sería que como política pública se contribuyera para que sean productores y proveedores locales los que suministren los alimentos requeridos por el Programa de Alimentación Escolar (PAE), garantizándoles a los campesinos la compra directa, sin intermediarios, estimulando de esta manera la agricultura familiar. Nada de lo anterior es posible llevarlo a la práctica si no es sobre la base de desarrollar capacidades tanto en los agentes públicos como en los privados en las regiones, desde luego con un enfoque diferencial y diferenciado, que consulte la abigarrada diversidad étnica y cultural de las distintas regiones, así como las enormes brechas interregionales e intrarregionales que caracterizan nuestra realidad territorial. Pasa también por el fortalecimiento de los gobiernos intermedios (departamentos y municipios) que se han visto abrumados en los últimos años por un cúmulo de funciones y competencias que le han sido delegadas o trasladadas inconsulta y desatentadamente, pero sin los recursos necesarios y suficientes para asumirlas, entre ellas la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras o la atención a los desplazados. Concomitantemente tiene que darse una adecuación y adaptación de una nueva institucionalidad que se adecue a las necesidades de los nuevos tiempos y a los nuevos retos, y para ello hay que ser creativos, imaginativos y dejar de aferrarse al statu quo. Claro que la atención y la reparación de las victimas, así como la restitución de tierras, el retorno de los desplazados, la desmovilización y el desarme de la insurgencia, así como su reinserción a la vida civil, todo ello tendrá ocurrencia en el territorio y, por ende, las autoridades locales y regionales son las llamadas a facilitarlo, para lo cual, desde luego, deberán contar con los medios y recursos con los que hoy no cuentan. ✱ 5. Ley 1448 de 2011 6. El Tiempo. Marzo 22 de 2016 7 REFORMA RURAL INTEGRAL RRI La RRI está centrada en el bienestar y buen vivir de la gente del campo, de las comunidades campesinas, indígenas, negras, afrodescendientes, palenqueras y raizales, y de la gente que habita en los espacios interétnicos e interculturales, y pretende lograr la integración de las regiones, la erradicación de la pobreza, la promoción de la igualdad, el cierre de la brecha entre el campo y la ciudad, la protección y disfrute de los derechos de la ciudadanía y la reactivación del campo, especialmente de la economía campesina, familiar y comunitaria1. 1. Texto tomado del documento producido por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, denominado: Todo lo que debería saber sobre el proceso de paz. Visión, realidades y avances en las conversaciones que adelanta el Gobierno Nacional en La Habana. ( TEMA CENTRAL ) a i c i m i Pr TRANSFORMACIÓN DEL CAMPO COLOMBIANO, PASO CLAVE EN LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ Humberto de la Calle Lombana Ex-vicepresidente de la República, Jefe del equipo negociador de la paz. A Nada de lo que se acordó va en contra de los principios de la economía de mercado ni del sistema económico actual colombiano. No hay alteraciones al derecho a la propiedad. 10 10 gradezco la invitación que me extendió la Federación Nacional de Departamentos a participar en esta publicación, dedicada especialmente al tema del desarrollo rural. En ese marco haré algunas reflexiones sobre la importancia del tema para la transformación de Colombia y expondré de modo general cómo lo acordado en La Habana, en materia de desarrollo agrario, busca cumplir con la asignatura pendiente que tenemos con el campo colombiano. Para empezar, es fundamental llamar la atención sobre la importancia que tiene el asunto rural en Colombia. Los principales problemas que ha enfrentado el sector agrario son, entre otros, el manejo de la tierra -uso, acceso y formalización de la tenencia- y la falta de inversión en las áreas rurales. Esto ha profundizado la brecha entre campesinos y habitantes de los círculos urbanos a tal punto que la toma de medidas en ese frente no se hace esperar. En un país donde más del 80% de la extensión territorial es considerada área rural, los asuntos relativos a la tenencia y uso de la tierra AUTONOMÍA TERRITORIAL Representantes del equipo negociador del Gobierno colombiano y de las Farc. cobran un gran valor. Así mismo, con más del 30% de la población residiendo en zonas rurales, es imposible hacerse el de la vista gorda. Vale la pena hacer una rápida revisión de las cifras que indican que la tenencia de la tierra en Colombia tiene unos altos índices de concentración. El 4,2% de la tierra -predios de hasta 5 hectáreas de extensión- está en manos del 67,6% de los propietarios. Mientras que las propiedades de más de 500 hectáreas las poseen únicamente el 0,4%. A esto se le debe sumar el grave problema de la informalidad. Más del 40% de los predios rurales no cuentan con títulos formales. Estas cifras las utilizamos como guía durante las discusiones sobre el ➔ punto 1 en el marco de la Mesa en La Habana. Fueron unas cifras iniciales. Posteriormente, con la publicación de los resultados del censo agropecuario, no sólo se confirmaron estos números, sino que incluso el diagnóstico se hizo más complejo. Ahora bien, además de los problemas relacionados con la oferta y tenencia de tierra, tenemos el asunto del uso. Ponderados académicos como Ana María Ibañez, Margarita Gáfaro y David Zarruck sostienen que hay 113, 9 millones de hectáreas disponibles, de las cuales al menos 42 millones tienen vocación agropecuaria. Y en realidad, 43.2 millones de hectáreas son usadas para ganadería extensiva y pastos, mientras que “… sólo 3.8 millones de hectáreas son destinadas al uso agrícola y, más alarmante aún, 7.3 millones de hectáreas son improductivas” . Lo anterior sumado a unas condiciones de vida altamente precarias de la población campesina que no cuenta con acceso a servicios públicos ni a infraestructura de calidad, confirman que el campo y su apropiado desarrollo son fundamentales en el proceso de transformación de Colombia. En ese entorno, lo acordado en La Habana frente al desarrollo agrario cobra gran relevancia. Antes de entrar en la explicación de los acuerdos quisiera hacer una breve referencia sobre el por qué del tema agrario en la Agenda para la Terminación del Como siguiente elemento del acuerdo se encuentra la creación de programas de desarrollo con enfoque territorial (PDT). Estos programas tienen como principal objetivo la transformación estructural del campo. 11 11 ( TEMA CENTRAL ) Conflicto y la construcción de una paz estable y duradera. Por un lado, se debe aceptar que la estructura de la propiedad agraria, el panorama del uso del suelo, los conflictos alrededor de ese uso, la escasa vigencia de la ley, las nuevas formas de utilización ilegal del territorio, las bajas condiciones de la calidad de vida de la familia campesina, son factores de incidencia determinante al momento de analizar la gestación, el decurso y la excesiva duración de la confrontación armada. Esto no significa que yo concuerde con lo que se conoce como las causas estructurales del conflicto. En mi opinión, esa explicación es insuficiente. Las raíces del conflicto colombiano son más complejas y variadas. El asunto agrario sólo lo explica parcialmente. De otro lado, quisiera resaltar que es la primera vez que un proceso de paz en Colombia se desarrolla partiendo de una agenda definida conjuntamente. Naturalmente las FARC, desde el primer momento, impulsaron el desarrollo agrario como un tema central. Y si bien las diferencias de visión frente al desarrollo del campo entre el Gobierno y las FARC han sido profundas por décadas, en lo que sí coincidimos en esta oportunidad ambos equipos fue en que para poner fin al conflicto armado había que mirar el campo con otros ojos. El Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos ha estado comprometido con el mejoramiento de la calidad de vida de los campesinos desde su inicio. El impulso y puesta en marcha de la Ley de Restitución de Tierras es tan solo un ejemplo de dicho compromiso. HACIA UN NUEVO CAMPO COLOMBIANO: REFORMA RURAL INTEGRAL Lo primero que hay que decir cuando se hace referencia a este acuerdo es su carácter inédito. Por primera vez hay un texto escrito conjuntamente -entre Gobierno y FARC- sobre uno de los temas de mayor diferencia entre la organización guerrillera y representantes del Estado colombiano. Dentro de las novedades que trae el acuerdo se puede mencionar el espacio que deja para que se desarrollen esquemas de explotación agroindustrial basados en economías de escala. En contravía de lo que muchos críticos han señalado, el acuerdo sobre desarrollo agrario es un acuerdo progresista. Abre espacios para que se lleve a cabo una verdadera transformación del campo en Colombia. En el entendido de que uno de los mayores problemas que enfrenta el desarrollo del sector rural en Colombia está directamente relacionado con el acceso a la tierra, en el acuerdo quedó consignada la creación de un Fondo de Tierras. Este fondo contará con tierras provenientes de la extinción judicial de dominio a favor de la Nación, de terrenos declarados como baldíos, de territorios excluidos de zonas de reserva -siempre con respeto del medio ambiente y de las comunidadesentre otros. En esa misma dirección se definió que habrá una nutrida oferta de subsidios y créditos especiales para compra de tierras. Ahora bien, dado que no se trata sólo de entregar tierras a campesinos sino de que la Reforma Rural Integral debe propender por un desarrollo integral, dichas tierras deberán contar con una dotación de bienes públicos. En resumen, además de proponer una amplia entrega de tierra mediante el fondo, el acceso se facilita también a través de la activación de mecanismos para la compra y adicionalmente se garantiza el acceso a servicios públicos de calidad así como a infraestructura. Con esto se apunta a, como lo hemos dicho, reivindicar la familia campesina. En el marco de ese mismo capítulo fue acordada la creación y modernización del catastro rural y del impuesto predial rural. Si bien este ha sido un elemento que ha causado algunas dudas entre los tenedores de tierra, es fundamental resaltar su importancia como herramienta para modernizar el sistema tributario. La alta concentración de tierra, la distorsión en los usos del suelo y la falta de información detallada son la base de la informalidad en el sector. Para combatir esto es necesario, primero, incorporar en el sistema de tributación aquellos que están por fuera y segundo, contar con un sistema de información sólido que permita tener una radiografía más clara del estado de la tierra rural en el país. Como siguiente elemento del acuerdo se encuentra la creación de programas de desarrollo con enfoque territorial (PDT). Estos programas tienen como principal objetivo la transformación estructural del campo. A través de la implementación de estos programas se pretende reducir la brecha entre los ámbitos urbanos y rurales. La selección de las áreas rurales En contravía de lo que muchos críticos han señalado, el acuerdo sobre desarrollo agrario es un acuerdo progresista. Abre espacios para que se lleve a cabo una verdadera transformación del campo en Colombia. 12 12 ➔ AUTONOMÍA TERRITORIAL Los campesinos, en un escenario de posconflicto son unos de los primeros que deben sentir en carne propia los beneficios del fin de la guerra. que serán intervenidas mediante los PDT se hará de acuerdo a un ejercicio de priorización en el que se tendrán en cuenta, entre otros elementos, los niveles de pobreza y el impacto que ha tenido el conflicto en dichas áreas. La participación de las comunidades y la veeduría ciudadana serán determinantes para lograr el éxito de estas intervenciones. Finalmente, este acuerdo contempla la puesta en marcha de los planes nacionales para la Reforma Rural Integral. Mediante una propuesta ambiciosa de intervención integral del campo, estos planes unificarán todos los esfuerzos ya mencionados. Con el diseño e implementación de estos planes se busca, por ejemplo, hacer un uso adecuado de la información que sea obtenida en el inventario de tierras y, en consecuencia, poder hacer una verdadera planeación para invertir los recursos de la manera más adecuada posible. Lo valioso de lo acordado como ya dije radica por un lado, en lo inédito. Tener un texto escrito conjuntamente con las FARC sobre desarrollo agrario es un logro tangible de estas conver- saciones. De otro lado, haber logrado un acuerdo que integra las visiones sobre lo que debe ser el desarrollo del campo es excepcional. Nada de lo que se acordó va a en contra de los principios de la economía de mercado ni del sistema económico actual colombiano. No hay alteraciones al derecho a la propiedad. Por el contrario, es en el marco de una economía global que se desarrolla el acuerdo tal y como quedó consignado en el texto: “Que el desarrollo rural integral se adelantará en un contexto de globalización y de políticas de inserción en ella por parte del Estado que demandan una atención especial de la producción agropecuaria nacional y especialmente de la producción campesina, familiar y comunitaria” Aprovecho este espacio para reiterar que el acuerdo sobre desarrollo agrario no busca, bajo ninguna circunstancia, poner en riesgo la propiedad privada ni afectar a los empresarios del campo que han trabajado durante años en circunstancias que, reconocemos, han sido adversas en muchos casos. Por el contrario, este acuerdo busca mejorar las condicio- nes para que los empresarios y campesinos mejoren y consoliden las relaciones que han mantenido en pie la economía agraria en Colombia a pesar del conflicto. El espíritu detrás de este acuerdo es devolverle la dignidad al campo. Los campesinos, en un escenario de posconflicto son unos de los primeros que deben sentir en carne propia los beneficios del fin de la guerra. Es hacia el campo donde todos los colombianos debemos mirar. De alguna manera le hemos dado la espalda al sector rural y es tiempo de saldar esa deuda. Quiero terminar invitando a todos los gobernadores y miembros de las asambleas departamentales a participar activamente en la implementación de los acuerdos. La participación decidida de los gobernantes locales será determinante en el éxito o fracaso de lo que se acuerde en La Habana. Es en las regiones, especialmente en las que han sido más afectadas por el conflicto, donde se debe construir la paz. Las autoridades regionales y locales serán piezas fundamentales en la transformación de nuestro país. ✱ 13 13 ( TEMA CENTRAL ) FORTALECER LA INSTITUCIONALIDAD REGIONAL PARA EL POSCONFLICTO Hay que hacer un gran esfuerzo, liderado por el gobierno nacional, para fortalecer la justicia local, generando las condiciones para tramitar las tensiones y conflictos que se desaten como consecuencia de la llegada de los desmovilizados al territorio. Dilian Francisco Toro Gobernadora del Valle del Cauca, Presidenta Federación Nacional de Departamentos. U no de los principales problemas que va a enfrentar el país en la llegada al posconflicto, está en la dificultad para “territorializar” los acuerdos políticos y judiciales a los que lleguen el Gobierno y las FARC en La Habana. Y territorializar no es otra cosa que especificar cuál va a ser la ruta a seguir para bajar los acuerdos políticos e institucionales a los que se llegó en la mesa de La Habana, a cada uno de los ámbitos territoriales donde combatientes y no-combatientes vivieron bajo la intensidad de la guerra. Esto es, el conjunto de actividades que hay que desarrollar para que el fin del conflicto armado represente hechos de paz verdaderamente trascendentes. Siendo el campo colombiano el principal terreno de este conflicto interno, conviene señalar la importancia que tiene para un país como Colombia orientar los procesos de posconflicto a la recuperación de su área rural. La reactivación del campesinado como una forma de vida digna para quienes han sido víctimas y victimarios es la vía que tenemos para alcanzar los propósitos que persigue la paz que todos queremos. 14 14 En este punto, es necesario hablar de restitución de tierras, regreso de desplazados e inversión en proyectos productivos que beneficien no solo a los combatientes que se reintegran sino a aquellos colombianos que como victimas debieron dejar lo que tenían para ahora regresar y comenzar de nuevo. Que ejemplo de reconciliación daríamos si en esta nueva etapa reintegrados y campesinos trabajaran juntos en generar nuevas apuestas agrícolas para el país. Pero esto implica dejar de pensar como lo hemos hecho con frecuencia que el conflicto en sus formas de expresión es uno solo y que los combatientes hacen parte de unidades homogéneas que se pueden tratar de manera similar en todo el territorio del país. Que da lo mismo buscar la salida del conflicto armado de un combatiente en el Arauca o uno en Antioquia; uno en la Costa Atlántica y otro en la Pacífica. La experiencia de la Agencia Colombiana de la Reinserción, ha dado un muy buen ejemplo de lo que significa la complejidad de la reintegración de un combatiente a la vida en sociedad. Se trata, en promedio, de un proceso que se toma 6 años, desde el momento en que se desmoviliza el AUTONOMÍA TERRITORIAL combatiente hasta que se reintegra laboral y socialmente a la vida en comunidad. Una de las grandes lecciones de este proceso tiene que ver con la necesidad de reconocer la especificidad de las relaciones territoriales de estas personas y, por lo tanto de adecuar los procesos propios del posconflicto a esa especificidad. ¿Qué entendemos por mundo rural? Usualmente lo rural se ha definido por descarte con respecto a lo urbano. Todo lo que no sea urbano, es decir que no suceda en las ciudades en materia de empleo, educación, salud, o producción, se califica como rural. política y los canales de la institucionalidad política (o diplomática) formal, que comienza a emerger. Por su naturaleza, el posconflicto tiene una temporalidad definida. Su comienzo está marcado por el momento en que un contrincante derrota a otro en una guerra, o en caso de que no haya victoria, cuando las partes se sientan en una mesa a negociar las condiciones del fin del conflicto armado. Es el momento en que se definen las condiciones bajo las que se va a desactivar el conflicto y se va a restablecer la vida en “comunidad”. Y termina en el momento en que el funcionamiento de las reglas de juego regido por la institucionalidad formal, es asumido por la sociedad como una “normalidad”. Sin embargo, para efectos de nuestro propósito, debemos acudir a una definición diferente según la cual el mundo rural es el conjunto de relaciones políticas, económicas y sociales que se desarrollan y reproducen en función de los parámetros de una relación tradicional mediada por las actividades y principio del campo. De esta manera, el posconflicto en el mundo rural comprende la tarea de restablecer el conjunto de relaciones tradicionales atadas a las actividades del campo, y que buscan reconvertir las relaciones de fuerza en relaciones sociales productivas; la jerarquía armada en la vigencia de las instituciones democráticas locales; y el control territorial en una expresión de soberanía del Estado y de sus ciudadanos. ¿Cómo abordar el posconflicto en el ámbito rural? ¿Cuáles son los retos de entrada del posconflicto al mundo rural? Posconflicto llamamos a ese complejo proceso de transición que transcurre entre una situación de conflicto mediado por las armas y los canales de una guerra que está terminando, a una situación de conflicto mediado por la En la perspectiva del mundo rural colombiano, hay 6 retos principales que el Estado colombiano y sus expresiones territoriales, el departamento y el municipio, deben abordar para lograr un adecuado resultado: Debemos ser conscientes de que la paz del país depende de todos nosotros, inicia en cada colombiano, cada hogar o espacio de convivencia, en el que debemos siempre mantener, como premisa de nuestras relaciones, el respeto al otro. 15 15 ( TEMA CENTRAL ) Los gobiernos territoriales, en particular las gobernaciones, con el apoyo del gobierno nacional, deben orientar todos sus esfuerzos, entre otros, hacia el emprendimiento de acciones que busquen mejorar la infraestructura urbana y de servicios públicos. En la identificación y preparación de las áreas rurales de intervención Lo primero es establecer cuáles son los ámbitos territoriales rurales sobre los que se va a intervenir. Cuáles son las regiones y municipios que es necesario preparar para adecuarlas a las nuevas condiciones que impone la transición a la paz. Estamos hablando de municipios y departamentos que eran objeto de disputa territorial por parte de las organizaciones armadas ilegales. Bien porque pretendían arrebatarla al control del Estado, o bien porque se las disputaban entre las mismas organizaciones ilegales. En segundo lugar es necesario establecer la magnitud “militar” de las fuerzas que están saliendo de la guerra, no sólo en términos de número de combatientes, sino también de la capacidad de fuego efectivo que tenían en el terreno. Estamos hablando aquí de los “ejércitos” que realmente se están desactivando para la guerra, estableciendo cual era el control efectivo que tenían en el territorio. En la capacidad de la institucionalidad local-rural, para absorber a los agentes del conflicto Es preciso identificar la capacidad de la institu- cionalidad política, económica y social de estos ámbitos 16 16 territoriales, para absorber tanto a los que dejarán de ser combatientes, como para mantenerlos bajo un adecuado control que impida cualquier intento de repetición o regreso a las estructuras armadas del pasado; Con este mapa global de entrada, se pueden establecer las condiciones “reales” en que se encuentran los territorios para afrontar los desafíos que en términos políticos, económicos y sociales impondrá la firma de los acuerdos de La Habana. En el control que tienen las actividades económicas ilegales en las economías rurales Es necesario establecer de manera precisa la presencia en el territorio de las organizaciones armadas ilegales, así como las distintas formas de organización ilegal, en las áreas objeto de intervención, estableciendo el peso efectivo que tienen en el crimen organizado, la minería ilegal, el tráfico de gasolina, el tráfico de armas y muchas otras actividades criminales que no representan factores de seguridad así no empleen las armas contra el Estado. Dimensionar el peso de las actividades ilegales en las economías locales. Se trata de establecer no sólo los factores de bloqueo a los propósitos de reinstitucionalización AUTONOMÍA TERRITORIAL que busca el proceso al post conflicto, sino también las bases efectivas con las que cuentan las organizaciones ilegales para ser sometidas por la autoridad del Estado En el control y la seguridad territorial Determinar la cantidad de conflicto que se va a desactivar en el caso de que las FARC se desmovilicen total o parcialmente. Las FARC representan algo más del 20% de la totalidad del conflicto colombiano pero hay muchos otros agentes y factores generadores de inseguridad que no se van a desmovilizar y seguirán representando un peligro para la seguridad de la nación, los recursos del país y las instituciones. Hay que establecer las posibles mutaciones en los métodos y despliegue territorial de las organizaciones vinculadas a las FARC. Posiblemente se va a reducir la confrontación armada, la resistencia será pasiva pero se va a dirigir contra otros frentes como es el ambiental, la seguridad de la población y el comportamiento de las autoridades. En la capacidad política de los partidos en los territorios El post acuerdo con las FARC será territorial, la confrontación así sea pacifica será por el control político de los municipios. Las FARC no tienen ninguna carrera ni desean por ahora el poder nacional. Desean comenzar por pequeños y remotos municipios e ir escalando poco a poco los niveles del poder. La pregunta es ¿cuál es la capacidad de nuestros partidos políticos para responder a este desafío? La otra dimensión política del territorio tiene que ver las organizaciones sociales (juntas vecinales, juntas de acción comunal, ligas de usuarios, grupos de vecinos). Es evidente que deberán prepararse para adecuarse a las nuevas exigencias de movilización y activismo social, en un escenario en el que nuevos actores –desmovilizados- y con capacidad de acción territorial, plantearán nuevos desafíos que escalarán las demandas sociales a los terrenos políticos. La acción política de los nuevos actores territoriales, ¿alterará las relaciones de poder en el territorio? ➔ En la respuesta institucional local a la nueva realidad del posconflicto Establecidos los ámbitos territoriales de intervención, y especificando las fuerzas legales e ilegales que se mueven en el interior de los gobiernos y las economías locales, es necesario considerar la capacidad de respuesta efectiva de los municipios a las nuevas demandas políticas, económicas, sociales e institucionales que el posconflicto le planteará a los gobiernos territoriales. Los gobiernos territoriales, en particular las gobernaciones, con el apoyo del gobierno nacional, deben orientar todos sus esfuerzos hacia: El emprendimiento de acciones que busquen mejorar la infraestructura urbana y de servicios públicos, para responder a las demandas de los desmovilizados y desplazados que, como consecuencia de los acuerdos, lleguen a un determinado territorio. En segundo lugar hay que hacer un gran esfuerzo, liderado por el gobierno nacional, para el fortalecimiento de la justicia local, generando las condiciones para tramitar las tensiones y conflictos que se desaten como consecuencia de la llegada de los desmovilizados al territorio. Y finalmente, el esfuerzo de los gobiernos regionales se debe cerrar con la labor de fortalecer en las administraciones municipales una estructura lo suficientemente sólida para dar trámite administrativo y financiero al manejo de los recursos que llegarán del exterior como consecuencia Más allá de estos elementos que nos permiten trazar una ruta para un proceso de posconflicto exitoso, debemos ser conscientes de que la paz del país depende de todos nosotros, inicia en cada colombiano, cada hogar o espacio de convivencia en el que debemos siempre mantener, como premisa de nuestras relaciones, el respeto al otro. La paz solo será posible cuando logremos reconocer las diferencias de los demás, aceptarlas y respetarlas. Cuando entendamos que nuestros derechos llegan hasta donde los del otro inician y que como ciudadanos que hemos sufrido el rigor de una guerra de más de 50 años la reconciliación y el perdón son el camino a seguir. ✱ La reactivación del campesinado como una forma de vida digna para quienes han sido víctimas y victimarios es la vía que tenemos para alcanzar los propósitos que persigue la paz que todos queremos. 17 17 En Boyacá 105 de 123 municipios tienen más del ➔ ( TEMA CENTRAL ) ➔ 80% 18 18 de su población rural. AUTONOMÍA TERRITORIAL BOYACÁ SE PONE LA RUANA POR LA PAZ Nuestro compromiso con la paz es crear oportunidades y condiciones de vida digna, reflejadas en un sector rural sostenible que cuente con los medios para quedarse en el campo. Carlos Andrés Amaya Gobernador de Boyacá E n días pasados se llevó a cabo la semana por la paz en Boyacá, donde bajo el lema “La Paz es una nota”, invitaba a niños, jóvenes y toda la población boyacense a unirse en un único grito por la esperanza y la reconciliación. Sin embargo, nuestras banderas de paz no contienen solamente la paloma blanca, también la ruana, los verdes paisajes y productos agropecuarios del campo boyacense, que representan la fe de un pueblo que aunque ha sido víctima del conflicto colombiano, se aferra a sus tradiciones y cultura laboriosa y de paz. No por coincidencia, el desarrollo agrario ocupa el primer lugar dentro del histórico proceso de paz en Colombia. El sector agropecuario no solo ha llevado la carga más pesada en el conflicto colombiano, sino que su contexto de inequidad y marginalidad fueron detonantes del mismo. En este sentido, el reto que supone la construcción de paz desde el desarrollo agrario requiere una serie de compromisos y, sobre todo, acciones concretas a través de política pública y articulación de instituciones y demás actores en los diferentes niveles. Así, los planes de desarrollo se constituyen en la herramienta integradora que asegura las políticas y acciones que darán respuesta y atenderán tanto los elementos definidos en el acuerdo de paz, como las iniciativas que surjan des- de las regiones. De tal manera, se generan las posibilidades para que el proceso llegue en términos reales y puntuales a los territorios. Sisk (2001) desde el Instituto de la Paz en Washington define dos elementos básicos en cualquier proceso de paz: construir confianza y crear (o reformar) instituciones. En primer lugar, nuestro país no es ajeno a este concepto sabiendo que existe la necesidad e incluso el deber de volver a confiar los unos en los otros, ejercicio que involucra tolerancia, reconciliación y reparación. Este proceso ha de desarrollarse regionalmente, a través de la vinculación de la población colombiana en su totalidad y, a la vez, formar un ideario de construcción nacional de paz y equidad con miras a la proyección del país con un legítimo fin común. Como en varios escenarios se ha concluido, paz no es únicamente cese al conflicto armado, también es la creación de escenarios para el cierre de brechas sociales, especialmente entre el sector urbano y rural presente a nivel nacional. Por consiguiente, en Boyacá decidimos CREER en los campesinos, fomentar la asociatividad y dejar que sean ellos quienes se empoderen de sus procesos colectivos para la organización, producción y gestión de los recursos, con nuestro acompañamiento permanente. 19 19 ( TEMA CENTRAL ) En Boyacá decidimos CREER en los campesinos, fomentar la asociatividad y dejar que sean ellos quienes se empoderen de sus procesos colectivos para la organización, producción y gestión de los recursos con nuestro acompañamiento permanente. Tenemos la certeza de que la construcción de la paz se da desde las bases, y las instituciones gubernamentales somos impulsores y apoyo. Igualmente nuestro compromiso con la paz es CREAR oportunidades y condiciones de vida digna, reflejadas en un sector rural sostenible que cuente con los medios para quedarse en el campo. De esta forma, romper la inequidad que se vive en Boyacá, un departamento, donde el 48,5% de la población es rural, muy superior a la proporción nacional que corresponde al 25,6% (DANE, 2005) y donde 105 de 123 municipios tienen más del 80% de su población rural. La brecha urbano-rural en pobreza de Boyacá está dentro de las tres más altas del país, con 2.3 en la relación IPM (Índice de Pobreza Multidimensional) rural/urbano (Gobernación de Boyacá, 2011). Volviendo al concepto de los componentes de un proceso de paz, en segundo lugar, se evidencia la necesidad de revisar a profundidad la institucionalidad del sector agropecuario en sus distintas entidades y en sus diferentes niveles. La institucionalidad es una muestra de la realidad del sec20 20 tor mismo; en este sentido, el campo boyacense tiene una muy débil presencia del Estado en el nivel local, identificada en la ausencia de UMATAS o secretarías de agricultura en la mayoría de los municipios, aun cuando la actividad agropecuaria es el principal renglón de la economía municipal. Sin embargo, los niveles departamental y nacional cuentan con relativamente mayor institucionalidad, que se encuentra en proceso de fortalecimiento; actualmente el Gobierno Nacional está desarrollando una reforma del sector con la conformación de las agencias nacionales de tierras y desarrollo rural y espacios para la mujer, jóvenes y agricultura familiar, que esperamos poder articular efectivamente con nuestras estrategias regionales. Tal como el PNUD lo reconoce con la expresión “volver al mundo rural para modernizar y democratizar a Colombia” (PNUD, 2012), el sector debe experimentar una modernización tanto en el ámbito institucional como en lo productivo, con un enfoque de sostenibilidad. Lo anterior, entendiendo el desarrollo agrario no solo como crecimiento económico en una o varias cadenas productivas sino desde una mirada de desarrollo rural con en- AUTONOMÍA TERRITORIAL ➔ El sector agropecuario no solo ha llevado la carga más pesada en el conflicto colombiano, sino que su contexto de inequidad y marginalidad fueron detonantes del mismo. foque territorial. A esto se suman elementos indispensables como el programa Agua para la Paz, a través del cual será posible llegar a los pobladores rurales y avanzar en disponibilidad, calidad y uso eficiente de los recursos naturales; en este sentido, esta es además una oportunidad para la articulación Universidad-Estado-Empresa-Sociedad como una opción viable para el desarrollo sostenible por medio de ciencia, tecnología e innovación social y técnica. Boyacá territorio de paz Nuestro departamento lleva una huella imborrable y a la vez una responsabilidad histórica dentro del país al ser territorio de Paz, donde se gestó la libertad hace 200 años. Hemos llevado con orgullo pero con irrisorio reconocimiento nuestro nombre junto a las batallas que conllevaron a la preciada libertad; en la misma medida, esta tierra clama por inversión y oportunidades para impulsar su desarrollo. El bicentenario 1819- 2019 es la oportunidad para reivindicar un territorio que ha otorgado tantas victorias a Colombia, pero que históricamente ha vivido el conflicto armado, sumado a un profundo conflicto agrario1, situación que ha detonado movilizaciones como el paro agrario en el año 2013, evidencia de un campesinado inconforme y marginado. Así como Boyacá no ha sido ajeno al conflicto, tampoco lo ha sido a las experiencias de reconciliación y desarrollo a partir de la paz. El occidente de Boyacá, por ejemplo, vivió épocas de violencia a raíz de la presencia de grupos armados y narcotráfico; sin embargo, hace aproximadamente 10 años comenzó a gestarse un modelo productivo de sustitución de cultivos ilícitos por cacao. Con la conformación de doce organizaciones de productores que agremian a más de 1200 familias, esta iniciativa ha impactado de manera positiva no solo el ámbito social y económico sino el ambiental de esta región de nuestro departamento. Así, los ahora cacaoteros de occidente nos demuestran que Boyacá no comienza de ceros en el proceso de paz. Vamos a aplicar el principio de construir sobre lo construido, tomando lo mejor de las experiencias para innovar en términos productivos y especialmente sociales con las iniciativas que surgen desde las bases en esta nueva etapa. El campo boyacense tiene un gran potencial por ofrecer; ha sido por años el encargado de producir gran parte del alimento que a diario consumimos en el país, pero la mayor riqueza es su gente, que arduamente y a pesar de las dificultades sigue creyendo en el sector agropecuario como opción de vida. Por esto, en aras de superar el conflicto agrario, Boyacá le apuesta al ordenamiento productivo y ambiental del territorio, basado en un concepto de sostenibilidad con procesos de construcción social y formación de los campesinos y campesinas del departamento. La paz en Colombia será posible si todo el territorio colombiano hace parte de este ideario; por tanto, las inversiones que se realicen en el posconflicto deben llegar a todas las regiones del país. La reconciliación debe partir desde una política pública que responda a las necesidades de las regiones, lo cual se verá representado en oportunidades y recursos sin distinción regional. En Boyacá estamos prestos a llevar, como históricamente lo hemos hecho, las banderas de la paz; caminando todos en la ruta del desarrollo rural sostenible, en articulación entre actores y niveles, construiremos las oportunidades para devolver la esperanza a la población rural y modernizar un sector que estuvo desamparado a pesar de su entrega incansable por alimentar a un país. ✱ 1. PNUD, 2012 Referencias Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD. 2012. Hechos de Paz: La Hora de la Colombia Rural. Año 7, Número 63. Sisk, Timothy. 2001. Democratization and Peacebuilding. In Chester A. Crocker, Fen Osler Hampson, and Pamela Aall, eds. Turbulent Peace. Washington, D.C.: U.S. Institute of Peace. p. 787. 21 21 ( TEMA CENTRAL ) PROPUESTAS PARA GENERAR BIENESTAR EN EL CAMPO En materia de competitividad agropecuaria, la Misión para la Transformación del Campo hace énfasis en la necesidad de invertir más en servicios y bienes públicos para el desarrollo productivo y menos en apoyos directos que respondan a situaciones coyunturales. José Antonio Ocampo Director de la Misión para la Transformación del Campo L a Misión para la Transformación del Campo presentó en diciembre al Presidente de la República y al país su informe “El campo colombiano: un camino hacia la prosperidad y la paz”, que contiene un paquete de propuestas para saldar la deuda histórica con la ruralidad colombiana y hacer un aporte decisivo a la construcción de la paz. Las propuestas buscan convertir al campo, en un periodo de 15 años, en un espacio generador de bienestar, moderno, competitivo y respetuoso de la diversidad territorial y de los recursos naturales. Para lograrlo, resalta que es indispensable: i) poner la equidad en el centro de las políticas de desarrollo del campo y, por ende, reducir las enormes desigualdades entre los habitantes rurales y urbanos, entre los propios habitantes rurales, entre hombres y mujeres, entre distintos grupos étnicos y entre las distintas regiones; 22 22 ii) adoptar un enfoque territorial participativo, consistente con la heterogeneidad regional del país y con la necesidad de fomentar la participación social en todas sus formas; iii) generar un ambiente propicio para apuestas empresariales de todo tipo (de pequeñas, medianas y grandes empresas); y iv) garantizar la protección del medio ambiente, en particular del agua, los suelos y los bosques. Inclusión social La misión propone como programas prioritarios de corto plazo la eliminación de la desnutrición en el campo y una campaña de Analfabetismo Cero. Recomienda crear direcciones permanentes y especializadas en los ministerios de educación y salud para el diseño de una política rural adecuada y diferenciada que se adapte a las particularidades del campo. En educación sugiere invertir en modelos flexibles con contenido per- tinente y de calidad que faciliten la inclusión productiva e incentiven la creatividad y la innovación, tanto en niños como en jóvenes. En salud propone migrar hacia un modelo con énfasis en promoción y prevención, que elimine las barreras de acceso y acerque los servicios de salud a las familias, especialmente en los municipios más dispersos. Resalta también la necesidad de ampliar la cobertura de programas como “Beneficios Económicos Periódicos” (BEPS) y “Colombia Mayor” para garantizar una vejez digna, el acceso universal a un seguro contra riesgos laborales y la creación gradual de un pilar de cuidado dentro del sistema de protección social para facilitar la participación laboral femenina. La misión sugiere centralizar en el DPS todos los subsidios y transferencias monetarias dirigidas a las familias, con el fin de mejorar la incidencia del gasto social en el bienestar de los hogares. AUTONOMÍA TERRITORIAL Inclusión productiva La misión recalca la necesidad de fortalecer la agricultura familiar y generar nuevas oportunidades de empleo no agropecuario a través de inversión pública en activos productivos, generación de capacidades y promoción de la asociatividad. El énfasis deberá recaer en el acceso a la tierra en cantidad y calidad suficientes, la acumulación de activos productivos como maquinaria e insumos y la provisión de un servicio de acompañamiento integral que vaya mucho más allá de la asistencia técnica, acercando así a los productores a las nuevas tecnologías y a las buenas prácticas agrícolas y empresariales. De igual forma, propone invertir en la fase de comercialización a través de la modernización de los sistemas de abastecimiento del nivel local, regional y nacional, la consolidación del sistema de compras públicas locales con preferencia para agricultores fa- miliares y el escalamiento de las alianzas productivas entre agricultores familiares y grandes empresarios. En actividades no agropecuarias, es partidaria de promover el desarrollo de actividades productivas y de servicios como el turismo, las artesanías, la construcción, el transporte y los encadenamientos productivos de la agricultura y la minería para transformar productos básicos en productos de alto valor agregado. Sugiere que gran parte del empleo generado por obras públicas utilice mano de obra local. Todo lo anterior deberá financiarse a través de proyectos bajo la modalidad asociativa que respondan a las visiones locales y regionales de desarrollo productivo. El crédito y los modelos de cofinanciación NaciónRegión serán los principales instrumentos de financiación. Por último, para enfocar de manera eficiente los recursos públicos y privados en materia de inclusión productiva, la misión En materia de inclusión social, la misión propone como programas prioritarios de corto plazo la eliminación de la desnutrición en el campo y una campaña de Analfabetismo Cero. 23 23 ( TEMA CENTRAL ) propone construir un registro nacional de agricultores familiares. Competitividad agropecuaria La misión hace énfasis en la necesidad de invertir más en servicios y bienes públicos para el desarrollo productivo y menos en apoyos directos que respondan a situaciones coyunturales. Los bienes y servicios públicos prioritarios serán ciencia, tecnología e innovación, un gran salto en la cantidad y calidad de las vías terciarias, infraestructura de riego y regulación de corrientes de agua, sanidad agropecuaria e información. Igualmente importante es concentrar el crédito de Finagro en el acceso de los pequeños agricultores y en el fomento a la inversión de todos los productores, apoyados en este último caso en mayores recursos del incentivo a la capitalización rural, y cambios sustanciales en instrumentos existentes para ampliar y mejorar el uso de seguros agropecuarios. Asimismo, se deberá invertir en la construcción de redes de frio y centros de acopio de alcance regional y en la consolidación de sistemas logísticos de transporte, con participación mayoritaria de capital privado pero con posibles inversiones minoritarias de Finagro. En materia de comercio exterior, la misión sugiere darle a la diversificación de exportaciones el carácter de política de Estado, en donde la inocuidad y la calidad de los productos deberán tener la mayor prioridad. La sostenibilidad ambiental Esta ocupa un lugar importante dentro del paquete de recomendaciones de la misión. Recuperar y proteger ➔ 24 24 los servicios ecosistémicos del agua y el suelo, enfrentar el cambio y la variabilidad climática y aprovechar de forma sostenible el patrimonio natural para el desarrollo rural, son las tres prioridades. En esta dirección, la misión recomienda un incremento en las tasas por uso de agua que incentive su adecuada utilización y genere recursos suficientes para la conservación de las cuencas. Una parte de estos recursos se utilizaría en un programa de pago por conservar las fuentes de agua y otros pagos por servicios ambientales, especialmente para agricultores familiares que ya residen en zonas de protección. Igualmente, sugiere establecer una meta de cero deforestación para 2030 y un cierre definitivo de la frontera agropecuaria, lo que implica la delimitación final, zonificación y ordenamiento de las Zonas de Reserva Forestal (ZRF). Por otro lado, se propone el montaje de un Sistema de Alertas Agroclimáticas Tempranas, participativo e interactivo, acompañado del diseño de planes de contingencia frente a las amenazas que enfrentan los sistemas agrícolas, pecuarios, pesqueros y forestales. Ordenamiento y desarrollo territorial La misión presenta propuestas en cuatro líneas: ordenamiento ambiental, social y productivo; convergencia regional y cierre de brechas rural-urbanas; desarrollo rural con enfoque territorial; y consolidación de la asociatividad territorial. En relación con la informalidad en la tenencia de la tierra, propone un programa de formalización masiva que se lleve a cabo a través de intervenciones en el territorio por barridos prediales. Asimismo, sugiere la creación de un Fondo de Tierras con fines redistributivos como instrumento para reducir la concentración de la propiedad de la tierra rural y asegurar para los agricultores familiares tierra en cantidad y calidad suficiente, atada siempre a proyectos de generación de ingresos. Igualmente, con el ánimo de promover el desarrollo económico y social de zonas aisladas del país con gran potencial, la misión invita al Gobierno a facilitar la creación de Zonas de Desarrollo Empresarial (ZDE) o modelos similares, en donde se utilicen figuras como la concesión, el arrendamiento o el derecho real de superficie y no la entrega de la propiedad de la tierra. La misión sugiere, además, el montaje gradual de un centenar de Programas de Desarrollo Rural Integral con Enfoque Territorial (PDRIET) en provincias o regiones con alta concentración de agricultores familiares, elevados niveles de pobreza y alto potencial productivo. Estos programas buscarán articular y llevar de manera conjunta toda la oferta del Estado a un mismo territorio, a través de una acción integral que garantice la sostenibilidad y competitividad de los territorios. Por otro lado, la misión recomienda mejorar el sistema de planeación y ordenamiento territorial, dando particular énfasis al fortalecimiento de las capacidades y el papel de los departamentos, discriminar los presupuestos de inversión entre las cabeceras municipales y el área rural dispersa para garantizar la adecuada distribución de recursos públicos para el campo y apoyar la conformación de provincias y regiones de planificación y gestión como figuras de integración territorial que generen sinergias y economías de escala en la administración pública. Para avanzar en la inclusión productiva, la misión recalca la necesidad de fortalecer la agricultura familiar y generar nuevas oportunidades de empleo no agropecuario a través de inversión pública en activos productivos, generación de capacidades y promoción de la asociatividad. AUTONOMÍA TERRITORIAL Ajuste a la institucionalidad En primer lugar, recomienda la conformación de un CONPES RURAL y un CONFIS RURAL como escenarios de coordinación de las inversiones a largo plazo de todo el gobierno en el mundo rural (planes decenales que se actualizan periódicamente) y asegurar los recursos correspondientes. Invita al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural a retomar su papel de rector de la política agropecuaria y de desarrollo rural, dejando la ejecución en cabeza de sus entidades adscritas. Propone la liquidación del Incoder y la creación de cuatro entidades: i) una Agencia Nacional de Tierras a cargo del proceso de formalización, la política redistributiva del Fondo de Tierras y la administración de tierras del Estado; ii) un Fondo (o Agencia) de Desarrollo Rural como entidad de promoción, gestión y cofinanciación para el desarrollo productivo y el fortalecimiento de la institucionalidad local, en donde la estructuración de proyectos, la priorización de inversiones y la ejecución de recursos se hace a nivel local y/o regional; iii) una Agencia de Promoción de Inversiones Agropecuarias y Agroindustriales encargada de incentivar la inversión privada en cadenas productivas con gran potencial de mercado externo o interno; y iv) una Unidad Administrativa Especial de Asistencia Técnica y Acompañamiento Integral que lidere, en compañía de las entidades territoriales, la ejecución de los recursos del Gobierno Nacional destinados a brindar asistencia técnica y acompañamiento integral a los pequeños y medianos productores*. En cuanto a las entidades adscritas existentes, se propone: 1. Consolidar a Corpoica como la entidad coordinadora del Sistema Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación Agropecuaria. 2. Continuar con el ajuste institucional del ICA, buscando que la enti- En actividades no agropecuarias, la Misión Rural es partidaria de promover el desarrollo de actividades productivas y de servicios como el turismo. dad cuente con personal técnico idóneo e infraestructura moderna. 3. Especializar a Finagro en sus tareas de banca de segundo piso y aportes de inversión de capital de riesgo. 4. Llevar al Banco Agrario a tener un papel activo en materia de captación de recursos y manejo de riesgo. 5. Especializar a la AUNAP en la regulación y vigilancia del manejo del recurso acuícola y pesquero. 6. Fortalecer a la UPRA para consolidarla como el principal brazo técnico del MADR. Dentro de una visión de un desarrollo rural en donde los actores locales y regionales juegan un papel protagónico, la misión invita al Gobierno a poner en marcha un programa de gran alcance para promover y fortalecer las organizaciones de productores y las organizaciones sociales, así como para fortalecer las instancias departamentales, provinciales y municipales, y ajustar los espacios de participación, empoderarlos y darles instrumentos para que respondan a los principios de transparencia, democracia y planeación participativa. El costo de la propuesta La misión estima el costo de sus propuestas en $13 billones de pesos (de 2015) por año en el período 20162030, lo que equivale al 1,2% del PIB, de los cuales $8,1 billones, equivalentes al 0,7% del PIB, serían gastos nuevos y el resto sería financiado con la reasignación de recursos existentes. La mayoría de los recursos nuevos están asociados con los gastos requeridos en inclusión social (29%), vías terciarias (22%) y Ciencia, Tecnología, Innovación (16%), incluyendo este último caso el servicio de asistencia técnica directa y acompañamiento integral a los agricultores familiares. Los recursos deberán quedar asegurados mediante la asignación de rentas con destinación específica o con una norma que establezca que una proporción mínima del presupuesto deberá ser destinada al plan decenal de inversiones en el mundo rural. ✱ 25 25 ( TEMA CENTRAL ) REFORMA RURAL PARA LA PAZ Dos principios teóricos inspiraron los acuerdos logrados en La Habana para transformar el campo colombiano en las próximas décadas: la idea de la nueva ruralidad y el enfoque territorial del desarrollo rural. Alejandro Reyes Posada Ex-asesor del gobierno en la negociación del acuerdo agrario con las Farc. L a concepción de la nueva ruralidad reconoce el hecho elemental de que lo rural excede lo agropecuario, para comprender todas las actividades económicas que ocurren en un entorno complejo, que relaciona la malla urbana con su entorno rural, interdependientes entre sí, de manera que el desarrollo rural es función del desarrollo urbano y éste requiere de la oferta de servicios ambientales, agua, alimentos y materias primas industriales y mineras, cuya explotación y regulación dependen del mundo rural. comprender que el desarrollo rural depende de la relación con los mercados y la infraestructura física y social que los conecta con el mundo urbano. Los mercados de servicios, -financieros, técnicos, comerciales, turísticos, culturales- proveen más empleo a los pobladores rurales que las actividades agropecuarias, piscícolas o forestales. La producción rural, para ser viable, debe partir de la demanda de productos y servicios, regida por mercados globales cada vez más competidos al extenderse los tratados de libre comercio. En otras palabras, el desarrollo rural no depende principalmente de lo que se haga dentro de los predios, de manera que gran parte del enfoque tradicional, que confiaba en dar más crédito y asistencia técnica a los productores, grandes y pequeños, para lograr el desarrollo, demostró sus limitaciones, y debe ser ampliado para 26 26 Ese nuevo paradigma del desarrollo rural lleva naturalmente al enfoque territorial, que postula que la competitividad depende de la localización geográfica y de las ventajas o limitaciones de cada territorio, es decir, de su capital natural, social, su infraestructura y servicios, y de su relación con otros territorios, dentro y fuera del país. El enfoque territorial destaca factores como la integración espacial con vías de comunicación que abaraten los costos de transporte de personas, insumos y productos, la creación de clusters o aglomeraciones económicas que especialicen las ventajas de localización del territorio, y el ordenamiento ambiental, social y productivo de cada espacio natural, desde las veredas al territorio en su conjunto. El entorno natural –suelos, vientos, coberturas vegetales y agua- ha sido intervenido en distintos grados en cada territorio, y está sometido a riesgos cada vez mayores derivados del cambio climático, que se traducen en mayor severidad de inviernos y veranos, con su afectación sobre la producción y las condiciones de vida de la población. Eso le otorga prioridad a la conservación de los recursos estratégicos de cada ecosistema para aumentar la resiliencia del territorio, regular los sistemas hídricos y acercar la producción a la oferta ambiental. Hoy tenemos una protección insuficiente de las reservas forestales naturales y una elevada tasa de deforestación, un exceso de tierra destinada a la ganadería extensiva, un déficit de ocupación agrícola y un enorme desperdicio del potencial forestal en bosques cultivados para las industrias madereras. ra l, ru po r m er s. . ale ob gl . re gid a os La p r od uc ció n ra se d le, b ia rv d ca pa AUTONOMÍA TERRITORIAL manda de product os y e la de d r i ser ar t p vic e ios eb El desarrollo rural depende de la relación con los mercados y la infraestructura física y social que los conecta con el mundo urbano. Los mercados de servicios, -financieros, técnicos, comerciales, turísticos, culturales- proveen más empleo a los pobladores rurales que las actividades agropecuarias, piscícolas o forestales. 27 27 ( TEMA CENTRAL ) ➔ El Estado debe, además, adecuar su capacidad de regulación de los derechos, empezando con la propiedad de la tierra, para lo cual se acordó en el proceso de paz gestionar la creación de un nuevo catastro multipropósito con la determinación de los linderos de todos los predios, formales e informales, y una reforma al sistema de registro de propiedad. Lo anterior es el resultado histórico de las formas de apropiación del territorio, que van precedidas por colonizaciones campesinas sin derechos de propiedad y seguidas por la apropiación jurídica por quienes buscan ampliar sus patrimonios con la creación de haciendas extensas, generalmente subutilizadas, mediante la compra y agregación de “mejoras”, que legalmente no son sino derechos personales –no reales- de ocupación de baldíos, y que se “legalizan”, ilegalmente, con juicios de pertenencia, que la ley 200 de 1936 creó para los poseedores materiales de tierras privadas registradas a nombre de propietarios privados que no ejercían la posesión, pero no para apropiar baldíos, que por definición son imprescriptibles, y que sólo pueden salir del patrimonio de la nación por actos expresos de adjudicación a quienes los trabajen con su esfuerzo familiar. Esta, en resumen, es la historia de la formación de élites rurales rentistas, que derivan sus ingresos del monopolio y sobrevaluación de la propiedad territorial, y que se resisten a dar el salto histórico para volverse élites productoras, agroindustriales y modernas, y que por tanto defienden su privilegio, consistente en que la sociedad les valoriza la propiedad con infraestructura y servicios y ellos capitalizan las ganancias en el precio elevado al que están dispuestos a liberar la tierra para la producción. Cuando esas élites han sido agredidas 28 28 por las guerrillas han respondido con el apoyo a fuerzas paramilitares para la defensa territorial. En las últimas tres décadas, además, esas élites han entrado en simbiosis con los grandes empresarios de la droga, que compraron haciendas en 500 municipios del país, aprovechando las ventajas de capitalizar en tierra las ganancias del narcotráfico, sin pagar impuestos significativos y además con la ventaja política de convertirse en socios de la seguridad de los grandes propietarios tradicionales y de las fuerzas armadas, para ganar legitimidad social. La parapolítica culmina este proceso de emergencia de nuevas élites y plantea un nuevo reto al sistema democrático. Este verdadero saqueo de los baldíos por las élites territoriales ha desplazado históricamente a los campesinos hacia regiones de colonización, distanciando cada vez más a los productores familiares de las mejores tierras incorporadas al mercado hacia tierras incomunicadas y suelos cada vez más pobres, donde sólo los cultivos ilícitos tienen mercados remunerativos con alta demanda externa. Por eso en el acuerdo agrario se pactó hacer una reforma rural integral para dar acceso a tierras a los pequeños productores familiares, que pueden llegar a ser 250.000 unidades parcelarias, mediante las políticas de restitución, distribución de nuevas tierras y formalización de la propiedad. Para ello es necesario crear un fondo de tierras, cuyo manejo estará a cargo de la nueva Agencia Nacional de Tierras creada en el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. En el fondo, Colombia no ha podido resolver el gran problema de la propiedad territorial después de ocho décadas de intentos frustrados. Pero es inexacto hablar de un problema de tierras en el país, pues cada uno de los cerca de cien territorios diferenciados tiene su propio problema agrario, distinto a los demás, según la geografía, la historia regional y el sistema político y social del territorio. Por eso cada territorio debe impulsar los procesos de ordenamiento social de la propiedad, para reducir la apropiación extensiva, democratizar y formalizar la propiedad de la tierra y estimular el uso adecuado de los recursos de bosque, tierra y agua. Los impuestos prediales deben cumplir el doble objetivo de inducir mayor productividad de la tierra y financiar adecuadamente a los municipios, cobrando al menos una parte del costo de oportunidad que la tierra tiene para la sociedad. El enfoque territorial, por último, determina que cada territorio tiene una vocación de desarrollo proveniente de su localización, sus recursos naturales, su red de ciudades y poblados y su infraestructura que lo comunica con otros territorios. Son entonces los pobladores del territorio quienes deben construir una visión compartida del desarrollo, que potencie sus ventajas comparativas frente a otros, para elaborar programas de desarro- AUTONOMÍA TERRITORIAL llo territoriales, que, al incorporar a todos los grupos sociales, desde elites empresariales, académicas, políticas, sociales y culturales, resuelvan los problemas de exclusión y pobreza que caracterizan a la gran mayoría de las regiones colombianas. Todo lo anterior apunta a la necesidad de contar con más y mejor Estado, tanto nacional, departamental y local, y sobre todo, a la necesidad de ir creando instituciones territoriales, que abarquen un conjunto de municipios asociados por pertenecer a un mismo entorno geográfico, social y productivo, intensivas en información sobre el territorio, que serán, en últimas, responsables de articular la oferta sectorial del Estado en cada entorno territorial, integrado en un programa de desarrollo con enfoque territorial. El Estado debe, además, adecuar su capacidad de regulación de los derechos, empezando con la propiedad de la tierra, para lo cual se acordó en el proceso de paz gestionar la creación de un nuevo catastro multipropósito, con la determinación de los linderos de todos los predios, formales e informales, y una reforma al sistema de registro de propiedad, para que en adelante se refiera forzosamente a los planos catastrales, como única manera de identificar los bienes registrados o transados, y se invierta el actual predominio del registro sobre el catastro, que ha llevado a que no coincidan la propiedad formal registrada y la posesión material efectiva de la tierra, dando origen a una gran inseguridad jurídica de la propiedad y a muchos conflictos de tenencia. El ejemplo extremo es el de Tierra Bomba, en Cartagena, con un sistema de propiedad muy temprano, de principios de la colonia, que tiene una superficie catastral de poco más de 1.800 hectáreas y registros de propiedad sumados por 6.800 hectáreas, casi cuatro veces la superficie de la isla. En síntesis, el posconflicto, o mejor post - acuerdo de paz, inicia una etapa de transición desde la guerra interna hacia la democracia incluyente, que ha sido calificada como paz territorial, en la cual se hace política sin armas para dar cabida a los grupos y organizaciones populares en la definición de su propio futuro, sin el temor de que las demandas populares sean respondidas con políticas contrainsurgentes, como ha sucedido desde hace medio siglo, sino con el diálogo social y la concertación, reconociendo la plenitud de los derechos ciudadanos de participación política al campesinado. En estas nuevas condiciones, es previsible que emerjan los grandes conflictos territoriales tan largamente represados entre trabajadores rurales y grandes propietarios, en los cuales éstos últimos han gozado del expediente de calificar las demandas campesinas como acciones subversivas, para poner a las fuerzas armadas al servicio de la protección de sus privilegios territoriales. Como dijo Estanislao Zuleta, una sociedad está madura para la paz cuando aprende a tramitar sus conflictos sociales. ✱ Amazonas, Colombia. Hoy tenemos una protección insuficiente de las reservas forestales naturales y una elevada tasa de deforestación, un exceso de tierra destinada a la ganadería extensiva, un déficit de ocupación agrícola y un enorme desperdicio del potencial forestal en bosques cultivados para las industrias madereras. 29 29 ( TEMA CENTRAL ) SE NECESITA UNA REFORMA RURAL TRANSFORMADORA La sociedad colombiana no puede modernizarse si no resuelve su problema agrario y los conflictos que de él se derivan. Absalón Machado C. Economista, experto en temas agrarios y agroindustriales E stas reflexiones no pretenden elaborar una síntesis del contenido del Informe Nacional de Desarrollo Humano 2011 del PNUD, Colombia rural, razones para la esperanza; ello es una tarea compleja en un espacio tan limitado. Por lo tanto, intentaré expresar algunas ideas claves originadas en el informe, relevando su actualidad y contribución al debate que ocupa hoy a los colombianos en relación con el alcance de la paz. El INDH 2011 llegó en un momento muy oportuno, y ayudó a abrir la venta de oportunidades para discutir de nuevo el problema agrario y sus relaciones con el conflicto armado interno. Oportuno porque hacía cerca de 25 años que la discusión y las reflexiones académicas sobre el problema agrario y sus relaciones con el conflicto armado, prácticamente habían desaparecido del panorama nacional. Y los gobiernos que antecedieron al actual habían echado en el olvido las políticas de desarrollo rural y la reforma agraria. El Estado con su actitud, apoyada por las elites, especialmente las rurales, hicieron que la estructura agraria se convirtiera en un inamovible de la política pública. El informe diagnosticó que el modelo de desarrollo en el sector rural era un fracaso, por múltiples razones que no es del caso recordar. Y no sugirió un modelo específico, sino elementos para pensar en la búsqueda de otras opciones diferenciadas territorialmente con modelos de desa- 30 30 rrollo rural que compitan en la eficacia de la solución de los problemas básicos de la gente, y en el mejor uso de los recursos disponibles. En general, con modelos que generen condiciones de estabilidad social y política, y contengan criterios de equidad y democracia. El INDH invitó, implícitamente, a generar desde las regiones modelos endógenos de desarrollo, así como a diseñar e implementar políticas diferenciadas que tengan en cuenta las características territoriales. Ese estudio es una mirada al territorio, un replanteamiento del concepto de ruralidad, una observación sobre la situación de los pobladores rurales, sus actividades económicas, los conflictos generados, la presencia de actores armados e ilegales, el uso de los recursos productivos, y finalmente es una mirada a las características de la acción del Estado sobre el sector rural. Para ello acude a indicadores diversos y se centra más en los procesos y sus dinámicas que en una fotografía estática de los problemas. Buscó visibilizar y crear conciencia en la sociedad colombiana y el Estado sobre una problemática rural que afecta seriamente las posibilidades de crecimiento y desarrollo. Esa problemática no ha sido resuelta por ningún gobierno, y el Estado en general, se mantenía ausente de ella como si no le correspondiera ninguna responsabilidad por la realidad y las omisiones de la política pública. Es un problema acom- La ruralidad colombiana cubre casi pañado de un conflicto complejo que afecta el desarrollo humano y las posibilidades de la gente. Para abrir el análisis de lo que hay en el territorio, el informe define un Índice de Ruralidad (IR) que caracteriza diversos grados de ruralidad, y es un continuo en la geografía. Se aparta del concepto demográfico de lo rural que utiliza el DANE, e introduce una opción más comprehensiva que combina la densidad demográfica con la distancia de los pueblos menores a los poblados mayores. Con ello, el INDH 2011 afirmó que la ruralidad colombiana era más amplia de lo que se pensaba; cubre aproximadamente al 32% de la población y el 75,5% de los municipios son más rurales que urbanos. En eso coincide bastante con los hallazgos que también hizo la Misión Rural partiendo de una metodología un poco diferente. Una de las características de esa ruralidad es su alto grado de vulnerabilidad, medida por seis indicadores básicos, y la cual es diferenciada según los grados de ruralidad y los grupos poblacionales. Lo rural es más vulnerable que lo urbano. El informe habla de una falta de reconocimiento del campesinado por la sociedad nacional y el Estado, que lo mantiene en un estado de postración y sin alternativas para mejorar sus condiciones de vida y bienestar, pese a su importancia económica, social y política. ➔ AUTONOMÍA TERRITORIAL 32% 75,5% de la población y de los municipios. 31 31 ( TEMA CENTRAL ) En su análisis establece que el tipo de estructura agraria conformada en el país se ha convertido en un obstáculo para el desarrollo y, por lo tanto, es necesario modificarla. Igualmente registra el hecho de que en Colombia han fracasado todos los intentos de hacer una reforma agraria. Un punto central de este análisis es la definición de un conflicto rural conformado por dos tipos de conflicto: el agrario del cual hace parte la deuda social y política con el campo, y el conflicto armado. El agrario se relaciona con la tierra y el armado con el territorio, pero entre ambos existen relaciones diversas y diferenciadas según los territorios de que se trate. Esa relación surge en la medida que la tierra se convierte en un instrumento de la guerra y del control del territorio por grupos armados por fuera de la ley. Y anota como el conflicto por la tierra asume formas violentas en el proceso de apropiación ilegal de los derechos de propiedad, de donde surge el despojo y el abandono, así como el desplazamiento forzado. A estos le da gran importancia pues han sido de una magnitud sorprendente y sin precedentes, y se constituyen en un verdadero desafío para la política pública. Así, en Colombia se ha pasado fácilmente, como indica el INDH, de la tierra “pal que la trabaja” al territorio “porque lo necesito”. Términos de hondo significado en el conflicto colombiano, y detrás del cual surgen variadas relaciones y procesos como el paramilitarismo, el control de territorios, el despojo, la violencia, el rentismo, los vínculos de propietarios y políticos con grupos armados, etc. El INDH enfatiza la necesidad de un mayor rol del Estado en el desarrollo. Con lo cual implícitamente indica la necesidad de ampliar el Estado en el sector rural frente al papel de los mercados. Sugiere así “mas Estado en el mercado, menos mercado en el Estado y más participación de los actores sociales en el diseño de las políticas públicas”. Esta máxima es bien diferente a la propuesta del presidente Santos basado en los postulados de Tony Blair para Inglaterra de “mercado hasta donde sea posible y Estado hasta donde sea necesario”. Esos enunciados hacen la diferencia, y plantean una disputa sobre el modelo de desarrollo, que seguramente se acentuará en la fase de implementación de los acuerdos de La Habana. En el INDH 2011 se valoriza la acción del Estado frente al mercado: el mercado se subordina más a las estrategias del Estado que actúa en representación del interés colectivo, y a los intereses nacionales especialmente de los sectores menos protegidos. Esto mismo puede intuirse de la Misión Rural y el Acuerdo Agrario de La Habana. ➔ En el INDH 2011 aparece la sociedad como protagonista, en la fórmula Blair, el protagonista es más el mercado y la economía, no la sociedad. Son dos visiones diferentes expresadas en las concepciones de las políticas. Si bien ambos pueden postular, como en efecto lo hacen, un desarrollo rural integral, la visión derivada del INDH lo entiende desde el punto de vista del desarrollo humano, y la otra versión más en la óptica del crecimiento en una apuesta claramente modernizante y más de carácter productivo con acompañamientos de la esfera social que logran equilibrios permisivos para el desarrollo del capital. El informe propone una Reforma Rural Transformadora (RRT), la cual buscaría revertir el error histórico de creer que Colombia podía modernizarse y avanzar en la democracia desentendiéndose del sector rural y sus pobladores. Esa reforma constituye por eso una apuesta política por el campo que requiere de políticas del Estado, compromisos de la sociedad con la ruralidad, y un liderazgo renovado para avanzar en los cambios requeridos para sacar la ruralidad de su atraso. El INDH dejó un mensaje claro: la sociedad colombiana no puede modernizarse si no resuelve su problema agrario y los conflictos que de él se derivan. Y más allá, deja ver la necesidad de buscar un modelo de desarrollo alternativo, pues el existente es un fracaso. Pero además, contiene un mensaje de esperanza de que el país tiene los elementos para superar esos problemas y la coyuntura parece favorece a ese propósito. También se intuye de él que la consecución de la paz pasa por resolver el conflicto rural, pero ello no es suficiente. En una perspectiva histórica el Informe de Desarrollo Humano rompe la tendencia que venía consolidándose de darle la espalda a los problemas rurales. Constituye una inflexión en la discusión sobre el problema agrario y sus efectos sobre el desarrollo nacional. Se genera cuando el gobierno de Santos está dando los primeros pasos para la búsqueda de un acuerdo con las FARC para dar por terminado el conflicto armado interno. Esta coincidencia es muy afortunada porque el Informe ha ayudado a abrir las puertas para la búsqueda de oportunidades diferentes de desarrollo, con una visión de largo plazo, donde el centro está en la solución del problema rural. Su propuesta de una Reforma Rural Transformadora ha servido de referencia para las dos propuestas generadas en los años siguientes. La del Acuerdo Agrario de La Habana Se trata de avanzar en un compromiso político y social para que la fase del posconflicto se pueda desarrollar de manera eficiente, sin conflictos nuevos, con aciertos en las políticas públicas y con la gestación y desarrollo de una conciencia nacional compenetrada de la necesidad de resolver el problema rural. 32 32 Fuente: DNP. AUTONOMÍA TERRITORIAL Existe una falta de reconocimiento del campesinado por la sociedad nacional y el Estado, que lo mantiene en un estado de postración y sin alternativas para mejorar sus condiciones de vida y bienestar, pese a su importancia económica, social y política. que opta por una Reforma Rural Integral, y la de la Misión Rural que comparte ese mismo término aunque con consideraciones complementarias. Esas tres propuestas se complementan y no tienen diferencias de fondo, sino de énfasis en temas, en tiempos y en compromisos y responsabilidades. Afortunadamente, el país cuenta hoy con propuestas seriamente planteadas y bien sustentadas, que le permiten en esta coyuntura lanzarse a una reflexión colectiva que conduzca a construir un futuro mejor, y a una paz estable y duradera. Por fortuna, Colombia puede sumergirse en un posconflicto con un conocimiento renovado de la problemática rural, y con propuestas muy sensatas que concitan la atención de propios y extraños. Esta es una ventaja pero al tiempo un desafío enorme para los gobiernos y el Estado. Pues se trata de avanzar en un compromiso político y social para que la fase del posconflicto se pueda desarrollar de manera eficiente, sin conflictos nuevos, con aciertos en las políticas públicas y con la gestación y desarrollo de una conciencia nacional compenetrada de la necesidad de resolver el problema rural para avanzar de manera sistemática en el proceso de modernización. Los retos no son de poca monta, pues además del desafío para el Estado y la sociedad sobre el control del crimen organizado, el narcotráfico, la corrupción y los factores de violencia en el posconflicto, existen una serie de desafíos relacionados con la implementación de las propuestas y los acuerdos a que se llegue. Enuncio los que me parecen más complejos. 1. La reinvención de la institucionalidad publica para lo rural, incluyendo de manera prioritaria la existente en las regiones y localidades (municipios y departamentos y territorios) . 2. El análisis de la capacidad administrativa del Estado para adelantar con eficacia las reformas necesarias para construir un posconflicto creíble y confiable. 3. La necesidad de generar nuevos liderazgos públicos y privados para adelantar los cambios propuestos y necesarios. 4. La urgencia de modernizar el sistema político para que facilite las reformas, en lugar de atravesárseles o entorpecerlas por la búsqueda de intereses individuales o de grupos que no representan los intereses de la comunidad. 5. El involucramiento del sector privado y la sociedad civil en esas transformaciones con una visión de país y de largo plazo. 6. El desafío de controlar el crimen organizado existente y el que pueda surgir después de un acuerdo por la paz. 7. El involucramiento y compromiso de los habitantes urbanos en la solución de los problemas rurales. Finalmente, es necesario afirmar que el esfuerzo realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en la gestación y elaboración del INDH 2011, se valoriza con creces en la actual coyuntura y en los procesos por venir. Ha sido una contribución que ojala toda la ciudadanía aprenda a valorar, así como el Informe de la Misión Rural y los acuerdos finales en La Habana. Cada cual hará la lectura que le corresponda, y las respetables diferencias de opinión no le quitan a estos esfuerzos el valor que representan para el sector rural y el país. ✱ 33 33 ( TEMA CENTRAL ) ACUERDO AGRARIO: UN GIGANTESCO PLAN DE DESARROLLO RURAL El ambicioso programa de transformación rural que allí queda dibujado para realizar en un escenario de posconflicto, se puede hacer sin cambiarle una coma a la Constitución Nacional. Juan Camilo Restrepo Exministro de agricultura L a esencia del acuerdo sobre temas agrarios, acceso a la tierra, formalización de la propiedad y desarrollo rural integral al que se había llegado en la mesa de negociaciones de La Habana, como punto número uno de la agenda, fue revelado mediante un comunicado, divulgado conjuntamente por las partes desde 2013. Posteriormente se ha publicado lo que pudiéramos llamar el acuerdo agrario “ampliado”. Así se ha procedido igualmente con los otros dos temas de la agenda sobre los cuales ha habido acuerdos hasta la fecha: participación política y cultivos ilícitos. Lo anterior es bueno tenerlo en cuenta pues no es que hasta ahora se estén divulgando por primera vez los acuerdos: sobre cada uno de ellos, repito, a medida que se fue llegando a acuerdos, se han ido publicando comunicados conjuntos. Y tales comunicados conjuntos han circulado profusamente a través 34 34 de los medios. Por ejemplo, del acuerdo agrario alcanzado en el 2013 se han publicado hasta la fecha cerca de cuatro millones de copias, además de su inserción profusa en medios electrónicos y en páginas web. Por ello ha carecido siempre de fundamento el reproche -a menudo malintencionado- de que las negociaciones de paz de La Habana se han hecho a espaldas de la opinión pública o con cartas secretas bajo la mesa. Visión general del acuerdo sobre temas agrarios. Exige más un cambio de mentalidad que de normas; y contiene el esbozo de un gigantesco plan de desarrollo rural para realizar en el posconflicto. Quien lea desprevenidamente el acuerdo sobre temas agrarios que acaba de publicarse en su versión integral se lleva, en primer lugar, una gran sorpresa: allí no aparece -como se había amenazado por los malquerientes del proceso- menoscabo alguno al derecho de propiedad o a la seguridad jurídica sobre la tierra en Colombia. Todo el ambicioso programa de transformación rural que allí queda dibujado para realizar en un escenario de posconflicto, se puede hacer sin cambiarle una coma a la Constitución Nacional ni a las normas que tutelan la protección a los derechos adquiridos de buena fe sobre la tierra en Colombia. En otras palabras: para ejecutar el acuerdo número uno de La Habana sobre desarrollo rural con enfoque territorial se necesita de mucha decisión política pero de pocos cambios legislativos. De muchos recursos pero de pocas normas nuevas. Exigirá profundos cambios de mentalidad en la sociedad colombiana sobre lo que debe ser el futuro agrario del país, pero de leves modificaciones al derecho agrario vigente; el cual, más que reinventarlo habrá de aplicarlo. En segundo lugar, el acuerdo sobre el punto agrario de La Habana, en el AUTONOMÍA TERRITORIAL La Reforma Rural Integral (RRI) El eje conceptual de todo el acuerdo está centrado en el compromiso para realizar en Colombia una reforma rural integral (RRI) durante el posconflicto. La reforma rural integral de que trata el acuerdo de La Habana no debe confundirse con una reforma agraria del estilo de la que se intentó hacer -con resultados mediocres- en América Latina durante la segunda mitad del siglo XX, donde lo esencial era repartir tierras “peladas” a los campesinos. La reforma rural integral (RRI) tiene también un componente de tierras (creación del Fondo de Tierras), pero es mucho más que eso: es un verdadero plan de desarrollo rural multifacético, donde la dotación de tierras para los campesinos no es más que uno de sus ingredientes. al cumplimiento de ese propósito con la creación de un “Fondo de Tierras”, que aún no está cuantificado (estudios preliminares indican que podría ser de unos tres millones de hectáreas) para ser entregadas a campesinos “sin tierra o con tierra insuficiente” (punto 1.1). Tampoco se cuantifica en el acuerdo el número de campesinos que se beneficiarían con la dotación de tierras a través de este fondo, pero estudios también preliminares indican que las eventuales familias beneficiarias podrían fluctuar entre 250.000 y 300.000. Los institutos de reforma agraria que se crearon en América Latina durante la segunda mitad del siglo XX (entre nosotros el Incora) nutrían sus disponibilidades de tierras para repartir entre campesinos principalmente de fincas compradas en un mercado privado a menudo imperfecto y coludido, y de unas cuantas expropiaciones que realizaban. Y su músculo financiero para actuar en el mercado de tierras quedaba supeditado a las apropiaciones presupuestales que recibían a través de los presupuestos anuales. ➔ fondo, no viene a ser otra cosa que el esbozo de lo que tendrán que ser los capítulos de un gigantesco plan de desarrollo rural, con su correspondiente cuantificación de recursos presupuestales necesarios para ejecutarlo durante el periodo del posconflicto (ocho o diez años), a partir del momento en que se firme un acuerdo de paz con la subversión. De tal manera que al cabo de este horizonte de tiempo se avance sustancialmente hacia el objetivo final de todo el ejercicio que no es otro que alcanzar la “convergencia” entre lo rural y lo urbano; es decir, el cerramiento de las múltiples brechas que hoy prevalecen en contra de las condiciones de vida de quienes viven en los ámbitos de la ruralidad colombiana. No tener escrituras a carta cabal excluye al trabajador del agro de la posibilidad de tener acceso al crédito, al subsidio, al mercado de hipotecas, en fin, a las avenidas de modernidad que a menudo están reservadas solo para quienes exhiben títulos de propiedad formalizados. El Fondo de Tierras La Constitución del 91 prevé que uno de los deberes del Estado es ayudar al acceso a la tierra a los campesinos que, careciendo de ella, quieran trabajarla (artículo 64) El acuerdo agrario de La Habana busca ofrecer una vía de aproximación 35 35 ( TEMA CENTRAL ) El fondo de tierras de que trata el punto número uno de La Habana se nutre de unas fuentes mucho más variadas que los tradicionales institutos de reforma agraria. De hecho lo que se busca, a través de este fondo, es que muchas tierras que ya están en la órbita del Estado actualmente pero que no están cumpliendo con su función social, salgan a proveer la materia prima con la cual dotar de tierra a campesinos “hoy sin tierra o con tierra insuficiente”. De allí que en el punto 1.1 encontramos descritas ocho fuentes a través de las cuales habrá de dotarse de tierras este banco: A) tierras provenientes de la extinción judicial de dominio a favor de la Nación de aquellas que han sido incautadas al narcotráfico. Se calcula que puede haber actualmente en la Dirección de Estupefacientes entre 400000 y 500000 hectáreas de estas tierras con vocación para que se les declare la extinción de dominio. Hacen parte de las mejores tierras del país, ubicadas en los valles del Magdalena y Cauca, principalmente. No es fácil tarea pues sobre ellas gravita un enjambre de abogados y de testaferros de los narcos incautados, que a toda costa buscan evitar la extinción del dominio, último paso antes de poder disponer de estas tierras para distribuirlas entre campesinos; B) tierras recuperadas para la Nación, es decir, baldíos indebidamente apropiados o adjudicados, que pueden estar cercanos a un millón de hectáreas; y que es preciso recuperar a través de procesos agrarios. Es factible, pero requiere de una voluntad política de hierro por parte de las autoridades, en especial del Incoder, para lograrlo. Durante los primeros tres años de la ➔ administración Santos se reactivaron cerca de 1.800 procesos agrarios que dormían el sueño de la incuria en los sótanos del Incoder, cuando esta entidad estuvo cooptada por intereses paramilitares. Hay que proseguir esta dispendiosa y difícil tarea pues no son pocos los callos que con ella se pisan, C) tierras provenientes de la desafectación de áreas de Ley 2 de 1959 allí donde ya no hay bosque alguno que proteger, pero que por estar formalmente incluidas en los perímetros de la ley segunda no se pueden formalizar ni titularse a los campesinos; D) “tierras inexplotadas: recuperadas mediante la aplicación del actual procedimiento de extinción administrativa de dominio, por incumplimiento de la función social y ecológica de la propiedad”. Nótese que este es el caso típico en el que, en vez de estar creando nuevas normas para arbitrar tierras con destino al fondo, se está manifestando la voluntad de aplicar leyes que ya existen de vieja data, pero que simplemente no se aplican, o se aplican muy poco; E) Sucede lo mismo con esta siguiente fuente de tierras: “tierras adquiridas o expropiadas por motivos de interés social o de utilidad pública, adquiridas para promover el acceso a la propiedad rural, con la correspondiente indemnización”. La posibilidad de la expropiación por motivos de interés social, con indemnización, es una antigua institución de nuestro derecho público aunque de escasa aplicación. F) tierras donadas G) tierras adquiridas con el subsi- dio integral provisto por el Estado, H) tierras adquiridas por los campesinos a través de créditos blandos que se abrirán para tal propósito. Como puede verse, el Banco de Tierras previsto en el acuerdo de La Habana se nutrirá de varias fuentes, ninguna de las cuales contempla la expropiación sin indemnización, o el despojo arbitrario de tierras bien explotadas por parte del Estado, como lo pregonan irresponsablemente los enemigos del proceso de paz. ¿Quiénes podrán ser beneficiarios de este banco de tierras? El punto 1.3 los define con mucha precisión: “Serán trabajadores con vocación agraria sin tierra o con tierra insuficiente, priorizando a la mujer cabeza de familia y a la población desplazada. También podrán ser beneficiarias asociaciones de trabajadores sin tierra o con tierra insuficiente, así como personas y comunidades que participen en asentamientos y reasentamientos con el fin, entre otros, de proteger el medio ambiente, sustituir cultivos ilícitos y fortalecer la producción alimentaria”. Formalización de la tenencia de la Tierra Uno de los problemas más delicados de la estructura agraria en Colombia lo constituye la alta informalidad que se observa en sus patrones de tenencia. Los estudios más confiables indican que entre un 40%-50% de los predios que se explotan en Colombia son informales. Es decir, quienes los trabajan solo tienen títulos precarios. No tener escrituras a carta cabal excluye al trabajador del agro de la posibilidad de tener acceso al crédito, al subsidio, al mercado de hipotecas, en fin, a las avenidas de modernidad que La formalización de la propiedad agraria en cuya búsqueda se han comenzado a dar ya los primeros pasos en este gobierno, aún antes de que se firmaran los acuerdos de La Habana, es de los instrumentos centrales para lograr la modernización de la propiedad agraria en Colombia. 36 36 AUTONOMÍA TERRITORIAL El acuerdo no establece el número de campesinos que se beneficiarían con la dotación de tierras, pero estudios preliminares indican que las eventuales familias beneficiarias podrían fluctuar entre 250.000 y 300.000. a menudo están reservadas solo para quienes exhiben títulos de propiedad formalizados. La posición de las FARC fue inicialmente muy hostil a los programas de formalización de la propiedad agraria. Así se pudo observar, por ejemplo, en el discurso inaugural de las negociaciones de Iván Márquez en Oslo. Acusaban injustamente los programas de formalización de ser un mecanismo para facilitar el despojo posterior de las tierras a los campesinos. Nada más desacertado. Afortunadamente la posición de las FARC cambió radicalmente y en el texto del acuerdo se reconoce a la formalización como uno de los propósitos centrales que habrá de presidir las políticas agrarias del posconflicto. Se adecuará en consecuencia, dice el punto 1.5.1, un plan de formalización masiva y se adelantarán las reformas normativas y operativas pertinentes, garantizando la participación de las comunidades y sus organizaciones. Este programa de formalización será gratuito para la pequeña propiedad rural tanto en el caso de adjudicación de baldíos como cuando se trate del saneamiento de la propiedad de origen privado. Debe recordarse que la informalidad no solo se da en el caso de quienes esperan la adjudicación de baldíos sino en el caso de la propiedad privada. Por ejemplo, un tercio de las fincas cafeteras colombianas apenas disponen de títulos precarios de propiedad y no de escrituras formales. La formalización de la propiedad agraria en cuya búsqueda se han comenzado a dar ya los primeros pasos en este gobierno, aún antes de que se firmaran los acuerdos de La Habana, es de los instrumentos centrales para lograr la modernización de la propiedad agraria en Colombia. La jurisdicción agraria La resolución de los conflictos agrarios en Colombia requiere una jurisdicción especial. Se impone un reverdecimiento del derecho agrario. Y mecanismos expeditos para administrar justicia agraria en el país. De allí que en el punto número uno de La Habana las partes acuerdan que se crearán mecanismos ágiles para abordar procesos de “conciliación y resolución de conflictos en el uso y tenencia de la tierra”, y se “creará una nueva jurisdicción agraria”. Catastro e impuesto predial El acuerdo le otorga gran importancia a modernizar y actualizar el catastro rural en Colombia, y a la consecuente modernización del predial que ello implica, y el mejor uso del suelo. En un plazo -no especificado- se dispone que deba estar actualizado el catastro rural en Colombia y formado allí donde no lo esté. Este instrumento, junto con el censo rural que está en marcha en nuestro país, luego de 41 años en que no se actualizaba, serán dos instrumentos invaluables para la buena formulación de políticas públicas. Zonas de reserva campesina Se desechó la idea disparatada original de las FARC de crear 54 zonas de reserva campesina en 9 millones de hectáreas, y lo que era aún más grave, dotadas de autonomismos políticos, administrativos, judiciales y presupuestales. Se reconoce que, tal como están diseñadas por la ley actualmente, pueden ser un instrumento útil de desarrollo rural para marcar el énfasis territorial del desarrollo rural allí donde se justifique. Pero que su creación y funcionamiento seguirá sometido a los parámetros señalados por la ley vigente (ley 160 de 1994). Y que, en ningún caso, gozarán de autonomismos. ✱ 37 37 ( TEMA CENTRAL ) SERÁ NECESARIO CREAR UNA POLÍTICA AGRARIA DE ESTADO Rafael Mejía López Presidente de la SAC Los diez principios de la Asistencia Técnica Integral deben comprender: obligatoriedad, coordinación, articulación, eficiencia y calidad, desarrollo sostenible, enfoque productivo y territorial, planificación, profesionalización del servicio, impulso asociativo y competitividad en el mercado. Y a lo había advertido la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) años antes del inicio de las negociaciones de paz entre el Gobierno Nacional y las FARC: urge poner al campo como una prioridad nacional, “construir y ejecutar una Política Agraria de Estado eficaz y consecuente”. En el punto uno de los acuerdos discutidos en La Habana, más no firmados aún, se ha estipulado una reforma estructural denominada Política de Desarrollo Agrario Integral, que contempla el acceso y el uso a la tierra; 38 38 desarrollo de proyectos con enfoque territorial; acceso a bienes y servicios públicos; y un sistema de seguridad alimentaria y nutricional. Consecuencia del preacuerdo y a poco tiempo de firmar la paz -como el gobierno tiene previsto-, 2015 fue un año agitado para el sector agrícola. En diciembre se conocieron los resultados de la Misión para la Transformación del Campo, iniciativa que fue financiada por el Departamento de Planeación Nacional (DNP) con propuestas concretas para el progreso rural a 15 años, entregadas al presidente Juan Manuel Santos. También se plan- AUTONOMÍA TERRITORIAL teó un ‘revolcón’ en la Institucionalidad Rural, pues el mandatario firmó nueve decretos que atendían parcialmente las recomendaciones de los expertos de la misión y sugerían dejar al Ministerio de Agricultura como rector de políticas y sus agencias como brazos de ejecución de la misma. Por decreto se anunció la liquidación del Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder) y nacieron las agencias Nacional de Tierras, Desarrollo Rural y de Renovación del Territorio, entidades que están en línea con las peticiones del punto uno del tratado de paz y en las que venía insistiendo, desde mucho antes, el sector privado. De manera paralela, el año pasado quedó lista para sanción presidencial la Ley de Zidres (Zonas de Interés y Desarrollo Económico y Social). Para la SAC, estos son centros de negocios inclusivos, porque caben pequeños, medianos y grandes empresarios del agro en grandes proyectos, ideales para lograr sacar provecho, entre otras, a la Altillanura y La Mojana, regiones con vocación agrícola y, a la vez, vulnerables en términos sociales, económicos y de infraestructura. Ya sancionada a inicios de 2016, se espera que las Zidres queden prontamente reglamentadas para promover la inversión en zonas aptas. Los ojos están puestos en el país, en vísperas de una etapa final del conflicto con las FARC, y más recomendaciones han llegado a Colombia. Por ejemplo, la OCDE hizo sus observaciones sobre el sector agropecuario -algunas que comparte la SAC- enfocadas en acceso y uso productivo de la tierra, más garantías para la pobla- ción rural, adecuación y construcción de infraestructura hídrica y vial, entre otros puntos, donde los gremios del sector consideran que las alianzas público-privadas serían exitosas como lo fueron en Perú y con las vías 4G, pero ahora con 3G (municipales) y 2G (departamentales). Coinciden la OCDE y el punto uno de La Habana, al igual que las recomendaciones de la SAC al gobierno, en que se deben devolver las tierras despojadas por la violencia y se debe contribuir a un renacer productivo que contemple la asistencia técnica como parte del acceso integral a la tierra, tomando como base las iniciativas gremiales que se han venido desarrollando con esfuerzo, dedicación, permanencia y buenos resultados. Y es que capacitar a las personas para administrar los bienes públicos -si se Hay que tener en cuenta que la agricultura es una actividad que está 24 horas al día, 7 días a la semana en la mesa de los colombianos, por alguna razón este es el sector que atrae a todas las miradas, al que ven promisorio entidades como la FAO, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial. 39 39 ( TEMA CENTRAL ) des, mientras que los adultos mayores deciden quedarse. Para dar estas garantías, la inversión será un componente fundamental para promover las buenas condiciones laborales y de entorno para cerrar las brechas. Se conocen proyectos muy serios como los de los sectores palmero, arrocero, azucarero, caficultor, cacaotero y otros de nuestros afiliados y no afiliados, que están llegando a las regiones con una solución integral para la población. El papel del sector privado ha sido determinante y necesita garantías del gobierno para seguir desarrollándose. Estas condiciones están dadas, además de la seguridad jurídica y personal, por bienes públicos, una tributación que invite a la inversión, prácticas sostenibles con el medio ambiente, reglas claras para ejecutar sus negocios en el país y comercializar sus productos. Pensamos que el gobierno consideró estos últimos puntos para crear el plan Colombia Siembra, que busca la siembra de un millón de hectáreas de 2016 al 2018. Aunque, tras su lanzamiento, la SAC y sus afiliados lo apoyaron, su éxito y su efectividad son inciertos: mientras el Ministerio de Agricultura llega a acuerdos con el sector productivo para sembrar maíz, arroz, palma, algodón, caucho, forestales, entre otros, el Ministerio de Comercio autoriza bajar los aranceles a 0% para la importación de aceite de palma, frijol, lenteja, ajo y otros productos, cuando el fenómeno de El Niño ha impactado negativamente la producción local; y no se ha podido incrementar ni diversificar las exportaciones; en importaciones de alimentos ya alcanzamos un monto total de 11,4 millones de toneladas (2015), lo que equivale al 29.3% del consumo nacional aparente, a una tasa de cambio que fluctúa entre $3.200 y $3.400. Sin duda, debe haber acuerdos ministeriales y fortalecimiento institucional por parte del Ministerio de Agricultura, para que haya coherencia en las medidas a tomar para controlar la actual inflación, ya que el sector agro puede aportar aún más a la economía y crecer por encima del 3.3% logrado en 2015 con variedad de productos de ciclo largo y corto, pues casi el 55% del resultado se le atribuye al crecimiento del café (16.8%). “I” de innovación e inversión Algo que preocupa como país es el nivel de innovación. Hay pocos recursos y también interés en la promoción de prácticas que trasciendan barreras y apliquen para el bien común. Hemos avanzado en TIC’s, pues la cobertura rural de internet ha crecido gracias a los dispositivos inteligentes y aunque muchos lo están utilizando adecuadamente, la revolución tecnológica debe ser total para el campo. Hay herramientas que, contando con conexión a internet, permiten ➔ facilita su acceso- será un reto para todos. Los 10 principios de la Asistencia Técnica Integral deben comprender: obligatoriedad, coordinación, articulación, eficiencia y calidad, desarrollo sostenible, enfoque productivo y territorial, planificación, profesionalización del servicio, impulso asociativo y competitividad en el mercado. Esta iniciativa debe estar acompañada de otros programas que ayuden a reducir las brechas entre lo urbano y rural, que contemplan, más allá de lo mencionado, acceso a salud, educación básica y universitaria, vivienda, tecnología, investigación y desarrollo y redes de innovación. Se insiste en esto, porque, aunque indicadores como el de pobreza multidimensional, que contemplan estos puntos, ha disminuido en el último año de 44.1% a 40%; en las ciudades el mismo índice pasó de 15.4% a 14.4%, siendo esta una diferencia de 25.6% en contra del campo. En torno al Índice de Pobreza Monetaria, la situación actual también preocupa: mientras el ingreso per cápita en las ciudades es de $691.477, el de las zonas rurales es de $254.311; ha subido con respecto a 2014, pero no es suficiente. Por eso el sector privado insiste en que debe haber una reforma laboral exclusiva para el trabajador del campo para que la población joven se quede. El Tercer Censo Nacional Agropecuario confirma la alta migración de los jóvenes a las ciuda- El ingreso per cápita en las ciudades es de $691.477 y el de las zonas rurales es de $254.311 40 40 AUTONOMÍA TERRITORIAL tener rápidamente las condiciones climáticas indicadas para sembrar, con tiempo estimado de cosecha; chips para controlar la aplicación de fertilizantes y portales que están promoviendo la compra de productos directamente con el productor, sin necesidad de pasar por una larga e ineficiente cadena de intermediación. En la Encuesta de Opinión Empresarial Agropecuaria (EOEA) se evidenció que, aunque la situación para ese año no fue “ni buena ni mala” para los productores, muy pocos tienen intención de invertir, y si no es en tierra o animales, tal vez una reducida tasa se dará la oportunidad de hacerlo en tecnología o mecanización, que es solo del 16% del total del área rural dispersa censada en 2014. La productividad y competitividad del país estará dada por el uso de nuevos recursos para responder a los retos agrícolas y también de la financiación, pues ha incrementado notablemente el crédito para capital de trabajo -que es más para subsistencia- y ha bajado el de inversión. Tareas pendientes En este momento de reestructuración y reglamentación de políticas públicas, urge continuar por la senda del fortalecimiento institucional del Ministerio de Agricultura e instituciones como el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA); la Corporación Colombia Internacional (CCI); y seguir apoyando a Corpoica, pues estamos en un contexto globalizado en el que se requiere una mayor integración en los mercados agroalimentarios internacionales, un desafío con o sin posconflicto. Hay que revivir la inversión del sector: la Inversión Extranjera Directa (IED) cayó 12% en 2015 (enero-septiembre), ubicándose en solo US$159 millones; la realizada en las siembras de ciclo corto cayó un 5.9% y las de ciclo largo crecieron un leve 1.6% el último año, cuando en periodos anteriores la cifra era cercana al 4%. Un síntoma de la inversión también es la demanda de crédito para La efectividad del plan Colombia Siembra es incierta porque mientras el Ministerio de Agricultura llega a acuerdos con el sector productivo para sembrar maíz, arroz, palma, algodón, caucho y forestales, entre otros; el Ministerio de Comercio autoriza bajar los aranceles a 0% para la importación de aceite de palma, frijol, lenteja, ajo y otros productos. actividades de ciclo largo, el cual ha crecido a una tasa anual de 7.5% en los últimos cinco años (2010- 2015), cuando entre el 2000 y 2009 creció a una de 23.5%, época en la que hubo incentivos tributarios para los empresarios del agro. El reto es total en un momento en el que la economía colombiana sufre las consecuencias de su dependencia del petróleo, porque debe apostarle a invertir en varios sectores -construcción, educación, tecnología, servicios. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la agricultura es una actividad que está 24 horas al día, 7 días a la semana en la mesa de los colombianos, por alguna razón este es el sector que atrae a todas las miradas, al que ven promisorio entidades como la FAO, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial. La SAC cree en la paz justa, equitativa y sostenible; por eso, aunque celebra que entre el Gobierno y las FARC se llegue a acuerdos, reafirma que es el momento de establecer el plan de acción con otros grupos al margen de la ley que siguen en la vía del conflicto armado y, en conclusión, advierte que para crear una política agraria de Estado es necesario que entre el sector privado y el público se logren acuerdos que se cumplan para garantizar la dinámica esperada en inversión, instrumentos de política productiva y comercial coherentes, sustitución de importaciones, ampliación de la oferta exportable y aumento de la seguridad alimentaria nacional. ✱ 41 41 ➔ ( TEMA CENTRAL ) CENSO NACIONAL AGROPECUARIO: 7.1 MILLONES DE HECTÁREAS ESTAN DEDICADAS A CULTIVOS El 45,6% de la población residente en el área rural censada estaba en condición de pobreza. El 71,2% De las unidades de producción agropecuaria tienen menos de 5 hectáreas y ocupan cerca del 2% del área. Mauricio Perfetti del Corral Director del Departamento Nacional de Estadística (DANE). El DANE revela, a través de Autonomía Territorial, la más completa y actualizada información sobre el campo colombiano y los más significativos datos del censo nacional agropecuario. D espués de 45 años - gracias a la iniciativa y a la visión que tuvo el Presidente Santos para incluir el tema en el Plan Nacional de Desarrollo-, el país vuelve a tener datos censales del sector agropecuario colombiano y el DANE cumplió con esa necesidad inaplazable de contar con información completa del campo. En comparación con el censo de 1970, el del 2014 levantó, además de la información del sector agropecuario, información socio demográfica, ambiental, de la población étnica y parques nacionales. El Censo de 1970 cubrió cerca de 30,5 millones de hectáreas (has) y el del 2014 cerca de 111.5 millones. Esto significa 42 42 que el Censo Nacional Agropecuario obtuvo una cobertura cercana al 98%, es decir, que se trata de una de las mayores operaciones estadísticas en la historia del país, porque recorrió casi la totalidad del territorio nacional para conocer lo que hay y lo que necesita el campo colombiano. Pero además, el censo fue un ejercicio incluyente, pues por primera vez en un proyecto de esta magnitud se contó con la participación de los grupos étnicos del país, es decir se incluyeron productores agropecuarios así como indígenas, negros, afrocolombianos, palenqueros y raizales e incluso las personas que habitan los parques nacionales naturales. La participación oportuna por parte de estas comunidades ayudó a cumplir a cabalidad con lo que se AUTONOMÍA TERRITORIAL 1970 2014 860 Municipios 1.101 30.5 Millones Hectáreas 111.5 Millones Convocatoria en escuelas Modalidad de recolección Barridos y rutas 45 Preguntas Formulario 180 Preguntas Temática Censal Uso y cobertura de la tierra Tenencia Aspectos sociodemográficos Producción y rendimientos Ambiental Factores y sustentabilidad Población incluida Agricultores, indígenas, raizales, afrocolombianos, y habitantes de palenques y parques nacionales. Uso y cobertura de la tierra Tenencia Solo agricultores Cuadro comparativo censo agropecuario año 1970 y año 2014 Fuente: DANE. CNA 2014 tenía proyectado. El censo recolectó información en 773 resguardos indígenas aproximadamente, 181 comunidades negras y 56 parques nacionales naturales. Con respecto al uso y cobertura del suelo, el tercer CNA encontró que del total del área rural dispersa censada, 56,7% (63.2 millones de has) correspondió a bosques naturales, 38,6% (43.1 millones de has) a uso agropecuario, 2,2% (2.5 millones de has) a uso no agropecuario y 2,5% (2.8 millones de has) a otros usos. En Amazonas, Guainía, Caquetá y Vaupés se encontró el 45,1% (28.5 millones de has) del área con uso en bosque natural y en Vichada, Meta, Antioquia, Casanare, Santander y Córdoba se encontró el 47,0% (20.2 millones de has) del área con uso agropecuario. Resultados que cambian perspectivas Uno de los resultados más importantes que aportó el tercer CNA tiene que ver con cultivos, porque de los 5,5 millones de has que se pensaba había en el país, se pasó a 7,1 millones de has dedicadas a cultivos. Así mismo, un millón, de esos 7,1 millones se encontró en los territorios de grupos étnicos. Esto cambia el panorama y las metas propuestas por el sector. Los cultivos representaron el 6,4% del total del área rural dispersa censada. Los departamentos con mayor área en cultivos, dentro del total nacional, fueron Antioquia con 10,2%, Cauca 9,4% y Nariño 9,0%. El censo recolectó información ➔ en 773 resguardos indígenas, 181 comunidades negras y 56 parques nacionales naturales. 43 43 ( TEMA CENTRAL ) Gráfica No.1 De 1.000 y más De 100 a < 500 De 50 a < 100 De 10 a < 50 Tamaño de la UP (ha.) De 500 a < 1.000 DE 5 a < 10 Distribución (%) del área rural dispersa censada de las UPA por tamaño (ha.) 0,2 De 1.000 y más 0,2 De 500 a < 1.000 2,0 De 100 a < 500 2,5 De 50 a < 100 De 10 a < 50 13,5 DE 5 a < 10 10,3 <5 71,2 0 25,0 50,0 75,0 Participación <5 74,1 ➔ 3,5 Tamaño de la UP (ha.) Distribución (%) del número de UPA por tamaño (ha.) área rural dispersa sensada 8,6 3,9 6,4 1,6 2,0 ➔ 25,0 50,0 75,0 Participación Fuente: Dane Respecto al tamaño de las unidades de producción agropecuaria (UPA), se mantiene una de las características del desarrollo agropecuario del país: existen muchas unidades agropecuarias pequeñas con poca área y pocas unidades agropecuarias de gran tamaño con mucha área. No obstante, se ha dado un cambio importante en los últimos años que consiste en la disminución de la cantidad de unidades de producción agropecuaria de tamaño mediano con incremento en las de tamaño pequeño y sin que haya modificación en las de gran tamaño. Como se observa en la gráfica No.1, el 71,2% de las UPA tienen menos de 5 has y ocupa cerca de un 2% del área rural dispersa censada, mientras que las unidades de producción más grandes (500 has y más) no representaron ni el 1% de las UPA y ocuparon más de dos terceras partes del área rural dispersa censada. Vale la pena tener en consideración que en Boyacá, Nariño, Cundinamarca, Antioquia y Cauca se encontraron más de la mitad (53,8%) de las UPA del país con una ocupación del 15,0% del área rural dispersa censada mientras que Vaupés y Guainía tienen el 0,2% de las UPA y representan el 11,5% del área censada. Educación, edad y pobreza De otra parte, el 26,7% de los productores son residentes en el área rural dispersa censada. El mayor nivel educativo alcanzado por más de la mitad de estos productores residentes fue básica primaria, a su vez, la tasa de analfabetismo de los productores residentes mayores de 15 años fue de 16,8%. Los departamentos con mayor tasa de analfabetismo de los productores residentes fueron: La Guajira con 51,9%, César con 30,1% y Magdalena con 29,5%. Asimismo, los departamentos con menor tasa de analfabetismo de los productores residentes fueron: El Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina con 0,5%, el área rural dispersa censada de Bogotá con 4,0% y Quindío con 7,7%. Dos resultados que tienen enormes implicaciones en diferentes ámbitos de la política pública son la reducción y el envejecimiento en la población residente en el área rural dispersa colombiana. El CNA encontró cerca de 5.1 millones de personas residentes, y al comparar esta cifra con lo encontrado en el censo de población del 2005 (en el área rural dispersa)1, la reducción fue de aproximadamente 1.9 millones de personas, pues el Censo 2005 encontró 7 millones de personas en esta misma área. Así mismo, el índi- 1. Algunos supuestos expertos han tratado de igualar el concepto de ruralidad con el de rural disperso; el dato de población al que se hace referencia en este artículo es al de área rural dispersa y solo puede ser comparado con la población de esta misma área, de acuerdo con los datos del censo de 2005. 44 44 AUTONOMÍA TERRITORIAL ce de envejecimiento se aproxima a 51,7%, lo que significa que actualmente hay cincuenta adultos mayores de 60 años por cada 100 menores de 15 años; este índice en el censo de 2005, en la misma área rural dispersa, era de 26 adultos mayores de 60 años por cada 100 menores de 15 años. Boyacá, Cundinamarca, Quindío y Bogotá presentaron el mayor índice de envejecimiento, por encima de 70 personas mayores de 60 años por cada 100 menores de 15 años, mientras que Vichada, Amazonas y Guainía presentaron índices de envejecimiento por debajo de 20. Bien es sabido que la pobreza en el campo es mayor a la de las ciudades o zonas urbanas; en efecto, el CNA evidenció que el 45,6% de la población residente en el área rural dispersa censada estaba en condición de pobreza, según el Índice de Pobreza Multidimensional Ajustado (IPM-A). El Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) es un método directo de medición de la pobreza que evalúa los resultados de privación que tiene un hogar respecto a ciertas características que se consideran vitales. En Colombia se definieron como vitales 15 indicadores agrupados en las siguientes dimensiones: a) condiciones educativas del hogar; b) condiciones de la niñez y juventud; c) salud; d) trabajo; e) condiciones de la vivienda y servicios públicos2. A partir de la información disponible del tercer Censo Nacional Agropecuario se calculó el Índice de Pobreza Multidimensional Ajustado – IPM-A3, que da cuenta de 10 (de los 15) indicadores agrupados en cuatro dimensiones a) condiciones educativas del hogar; b) condiciones de la niñez y juventud; c) salud; d) condiciones de la vivienda y servicios públicos. Si bien el resultado mencionado del IPM-A es alto, no se puede desconocer la reducción que ha tenido en 11 años, según Censo de Población de 2005 el 73,7% de la población se encontraba en condición de pobreza. Ver gráfica No. 2. La Guajira (84,5%), Vichada ➔ (80,5%), Guainía (76,0%) y Vaupés (75,2%) presentaron los mayores porcentajes de pobreza multidimensional. Gráfica No.2 IPM (Ajustado) CNPV 2005 y CNA 2014 90 73,7 60 45,6 30 IPM - A CNPV 2005 IPM - A CNA 2014 Fuente: Dane. CNA 2014. 2. Incluye los indicadores de analfabetismo, bajo logro educativo, inasistencia escolar, rezago escolar, barreras de acceso a servicios de cuidado de la primera infancia, trabajo infantil, aseguramiento en salud, barreras de acceso a salud dada una necesidad, trabajo informal, desempleo de larga duración, acceso a fuente de agua mejorada, inadecuada eliminación de excretas, material inadecuado de paredes, material inadecuado de pisos y hacinamiento crítico. 3. El Índice de Pobreza Multidimensional Ajustado no incluye los indicadores de trabajo infantil, barreras de acceso a salud dada una necesidad, trabajo informal, desempleo de larga duración y material inadecuado de pisos. 45 45 ( TEMA CENTRAL ) man decisiones (de forma individual o conjunta) fueron Atlántico (16,8%), Bolívar (21,4%), Magdalena (23,2%) y Risaralda (24,8%). El 12,6% de toda la población de la zona rural dispersa mayor a 15 años reportó que no sabía leer ni escribir, esta tasa de analfabetismo disminuyó comparada con la tasa del año 2005 que fue 19,1%, según el censo de población. Atlántico, Bolívar, Cesar, Chocó, Córdoba, Guainía, La Guajira, Magdalena, Norte de Santander, Sucre, Vaupés y Vichada, tenían tasas de analfabetismo por encima de la del país y varios de estos departamentos corresponden a la Costa Atlántica. Relación maquinaria y alfabetismo ➔ 38,5% En el de las UPA, las mujeres toman decisiones de producción, de forma individual o conjunta. La Guajira (84,5%), Vichada (80,5%), Guainía (76,0%) y Vaupés (75,2%) presentaron los mayores porcentajes de pobreza multidimensional (IMP - A) en la población del área rural dispersa censada. En Quindío (19,5%), el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina (23,7%), Cundinamarca (26,2%) y Bogotá, D.C. (26,7%) se encontraron los menores porcentajes de pobreza multidimensional (según IPM –A) ajustado en la población del área rural dispersa censada. Valiosa información sobre el rol de la mujer Otros resultados para destacar son: en el 38,5% de las UPA, las mujeres toman decisiones de producción, de forma individual o conjunta. Al interior de los departamentos de Amazonas (70,3%), Vaupés (63,0%), Guainía (60,7%) y Vichada (57,9%), se encontraron los mayores porcentajes de participación de las UPA de personas naturales con mujeres productoras. Los departamentos con menor participación de las UPA de personas naturales con mujeres productoras que to46 46 El CNA corrobora la tesis sobre la baja capitalización del campo colombiano (gráfica No. 3). En el 15,9% de las UPA del área rural dispersa censada los productores declararon que contaban con maquinaria para el desarrollo de sus actividades agropecuarias, en los departamentos de Antioquia, Tolima, Santander, Cundinamarca y Huila se encontró que el 41,8% de las UPA del área rural dispersa censada, usan maquinaria para sus actividades. También se observa, tal y como era de esperarse, que el uso de maquinaria se encontraba correlacionado de manera positiva con el alfabetismo. Es decir, el uso de maquinaria era mayor entre los productores que respondieron ser alfabetas. Esta correlación es de gran significancia en términos de política pública dada la tasa de analfabetismo en productores residentes que se mencionó antes. Asimismo, el uso de maquinaria está vinculado con grandes unidades de producción, pues al realizarse el análisis de uso de maquinaria por tamaño se encontró que en el 48,0% de las UPA de 500 a 1.000 hectáreas los productores declararon usar algún tipo de maquinaria; en contraste, en las UPA de menos de 5 hectáreas solo el 11,7% de éstas usaban maquinaria. Sobre infraestructura Otro aspecto clave en la capitalización del campo es la infraestructura. Al respecto, el 16,3% de los productores del área rural dispersa censada declararon tener infraestructura para el desarrollo de actividades agropecuarias, al interior de cada departamento el mayor porcentaje de UPA con infraestructura se registró en La Guajira (52,6%), debido a la infraestructura pecuaria en las rancherías y Arauca (47,5%). De igual manera, en el 20,4% de las UPA del área rural dispersa censada, los productores informaron utilizar sistemas de riego. En los departamentos de Nariño, Antioquia, Boyacá, Cauca y Valle del Cauca se encontró el 50,0% de las UPA del área rural dispersa censada que utilizaban sistema de riego. Al interior de cada departamento el mayor porcentaje de UPA con sistema de riego se registró en Atlántico (54,2%) y Norte de Santander (45,2%). AUTONOMÍA TERRITORIAL Más incluyente Crédito y asistencia técnica En solo el 11,1% de las UPA, los productores declararon solicitar crédito y en los departamentos de Nariño, Boyacá, Huila, Cauca y Santander se encontró el 51,2% de las UPA del área rural dispersa censada, con solicitud de crédito. En relación con este tema se presenta lo que podría denominarse como una gran paradoja, pues pese a la baja solicitud, el 89,7% de los créditos solicitados fueron aprobados. A la paradoja anterior se suma que en el año 2013, solo en el 9,9% de las UPA, los productores declararon recibir asistencia técnica y al interior de cada departamento, el mayor porcentaje de UPA con asistencia técnica recibida se registró en Quindío (33,3%) y Risaralda (26,1%). La asistencia técnica registrada está altamente correlacionada con el tipo de cultivo, por ejemplo, los cultivos con mayor asistencia técnica son caña panelera y tabaco, mientras que maíz amarillo y yuca son los cultivos con menor asistencia técnica. El autoconsumo En el 50,9% de las UPA en el área rural dispersa censada, los productores declararon tener al menos un lote de producción para autoconsumo. En Nariño, Cauca, Antioquia, Cundinamarca y Chocó se encontró el 47,3% de las UPA con lotes de producción para autoconsumo. Por su parte, al interior de los departamentos, el mayor porcentaje de UPA que cuenta con lotes de producción para autoconsumo se registró en Amazonas (95,3%), Vaupés (92,3%) y Guainía (91,7%). Como se mencionó antes, el tercer Censo Nacional Agropecuario fue el primer ejercicio de este tipo en el país que adoptó un enfoque incluyente desde dos perspectivas. En primer lugar, permitió identificar los territorios de los pueblos indígenas, de las comunidades negras y el territorio ancestral raizal, y analizar de forma detallada la actividad agropecuaria que se desarrolla en ellos. Por otra parte, el censo también obtuvo resultados específicos para las personas que se auto-reconocen pertenecientes a un grupo étnico. Dentro de los resultados más importantes en estos territorios, es importante resaltar que de los 39.9 millones de hectáreas que abarcan los territorios de grupos étnicos, el 90,7% son bosques naturales. Ésta área, además, corresponde al 57% del total de área en bosques del país, lo que permite destacar que en estos territorios se ha hecho una importante labor de protección de la vegetación natural. Por otra parte, en territorios de grupos étnicos se encontraron cerca de 1.0 millones de hectáreas dedicadas a cultivos, que corresponden al 15,7% del total de área en cultivos del país. Finalmente, es importante resaltar que del total de las unidades de producción agropecuaria UPA que tenían cultivos, el 72,8% eran áreas exclusivas de producción para autoconsumo, porcentaje superior al nacional, que se mencionó antes. De acuerdo con los cálculos del Índice de Pobreza Multidimensional Ajustado, IPM-A, el 69,5% de la población en territorios de grupos étnicos está en condición de pobreza. Sin embargo, entre territorios, la incidencia varía entre 19,3% en territorio ancestral raizal, 57,0% en territorios de comunidades negras, y alcanza el 69,5% en territorio indígena. Gráfica No.3 Porcentaje Participación (%) de UPA en el área rural dispersa censada con tenencia o no de maquinaria, construcciones, sistemas de riego, asistencia técnica, crédito y autoconsumo 60 50,9 40 20 15,9 16,3 Maquinaria Construcciones 20,4 Sistemas de riego 9,9 11,1 Asistencia técnica Solicitud de crédit o Auto-consumo Fuente: Dane. CNA 2014. 47 47 ( TEMA CENTRAL ) Como se indicó anteriormente, el censo también incluyó un componente de auto-reconocimiento, y de las 5.1 millones de personas residentes en el área rural dispersa censada, el 24,1% se auto-reconoció perteneciente a un grupo étnico. De éstos el 67,8% se auto-reconoció indígena, el 32,0% negro, afrodescendiente o palenquero, el 0,2% raizal del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, y el 0,01% Rrom. Uno de los resultados para destacar de la población que se auto reconoce como parte de alguna etnia (población de 15 años y más) es la proporción de población que reporta no saber leer ni escribir. Para los raizales es del 7,2%, el 14,6% entre negros, afrodescendientes y palenqueros, y el 22,2% en los indígenas. Los resultados están sobre la mesa El índice de envejecimiento se aproxima a 51,7%, lo que significa que actualmente hay cincuenta adultos mayores de 60 años por cada 100 menores de 15 años. 48 48 En síntesis, el Tercer Censo Nacional Agropecuario evidencia que actualmente en el país hay mayor área dedicada a cultivos de lo que se pensaba y parte de esta área corresponde a territorio étnico (15,7%). Así mismo, persiste la baja capitalización del campo, representada en una baja utilización de maquinaria, infraestructura, solicitud de crédito y asistencia técnica, entre otros elementos de la capitalización, aunque con una alta aprobación de créditos. De otro lado, pese a que prevalece la tradicional estructura en la que se presentan muchas unidades agropecuarias pequeñas con poca área y pocas unidades agropecuarias de gran tamaño con mucha área, es notorio que ha disminuido la cantidad de unidades de producción agropecuaria de tamaño mediano, con incremento en las de tamaño pequeño. Las condiciones de vida de la población residente en el área rural dispersa han mejorado en general, evidencia de esto son la disminución de la pobreza multidimensional y de la tasa de analfabetismo, cuando se comparan los resultados del censo agropecuario con los del censo de población de 2005. No obstante persisten retos importantes en los indicadores sociales, por ejemplo, el analfabetismo sigue siendo alto y el censo evidencia que está correlacionado con la utilización de maquinaria, es decir que afecta la capitalización del campo. De otro lado el analfabetismo es mayor en población que se auto reconoce como parte de comunidades indígenas, negros, afrodescendientes y palenqueros; y menor en los raizales. Así mismo, llama la atención que hay menos población y más envejecida en el área rural dispersa. No podemos perder más tiempo porque con las cifras puestas sobre la mesa y a partir de un ejercicio riguroso, como lo fue el Tercer Censo Nacional Agropecuario, es necesario generar análisis postcensales detallados y todos los estudios que se pueden generar con la información presentada. ✱ ( PEDAGOGÍA INSTITUCIONAL ) AUTONOMÍA TERRITORIAL ➔ Regiones en paz para mejorar la producción 49 ( TEMA CENTRAL ) DESAFÍOS DE LA REFORMA RURAL INTEGRAL La implementación de los acuerdos en el ámbito rural, a la larga, deberán contribuir al cierre de brechas entre regiones y, por ende, a la democratización de los recursos e ingresos de la Nación. Daniel Moreno Franco Centro de Estudios Regionales de la FND. Asesor posconflicto E l 2016 puede convertirse en un año de ruptura histórica respecto a los nuevos desafíos que se presentarán en materia del campo, de desarrollo rural y del ordenamiento territorial, todo esto bajo el contexto de un posconflicto inminente y la firma de los acuerdos entre el grupo guerrillero de las FARC y el Gobierno Nacional. En este sentido, para los departamentos va a ser esencial posicionarse en roles de gerencia y en escenarios de cambio institucional en la medida que la paz territorial comience a demandar una serie de reformas y lineamientos innovadores para responder a las demandas de un país en reconciliación. Todo esto con los ojos puestos en la convivencia, el desarrollo sostenible y el fortalecimiento institucional. Para observar los desafíos y herramientas que van a tener los departamentos en el posconflicto, en materia del desarrollo rural y territorial, debemos aproximarnos a tres temáticas de análisis: a) los acuerdos de La Habana; b) la estructura institucional del agro; y c) las competencias propias del nivel intermedio. Lo anterior mediado por los procesos de participación ciudadana requeridos para evitar futuros conflictos por la tenencia o ausencia de la tierra. El Gobierno Nacional ha ido preparando la implementación del acuerdo sobre la Reforma Rural Integral (RRI) promoviendo la Ley 1776 de 2016 (ZIDRES) y el Programa Colombia Siembra. Este acuerdo, en su versión borrador, establece una serie de compromisos a nivel del desarrollo rural que aborda intervenciones en las áreas de la educación, salud, generación de ingresos y finalmente un esquema o planteamiento de un sistema de seguridad alimentaria. Dicho documento contempla una visión del territorio como un espacio de multi-diversidad social y cultural en el cual la comunidad se convierte en el actor principal del quehacer social y económico de la región. 1. Hacia un Nuevo Campo Colombiano: Reforma Rural Integral, Borrador Conjunto, 6.6.2014 50 50 Este propósito de desarrollo converge con los objetivos del acuerdo sobre la solución de cultivos de uso ilícito, en donde se busca trabajar con las comunidades, con las autoridades departamentales y municipales con el propósito de la erradicación de cultivos ilícitos bajo la premisa de la transformación de las condiciones de los territorios1. Ahora bien, la reflexión sobre el acuerdo de Reforma Rural Integral (RRI) es importante dado que éste presenta dos aspectos de gran impacto para el nivel intermedio: a) una propuesta de estructura y esquema de desarrollo territorial, b) una propuesta de oferta institucional –sectorial. A grandes rasgos, este acuerdo busca avanzar sobre los siguientes temas estratégicos: i) la economía campesina y el fomento a la producción agrícola; ii) el Fondo Nacional de Tierras y; iii) el acceso integral a la producción agrícola. Sobre el primer punto, los departamentos cuentan con dos instrumentos normativos: la AUTONOMÍA TERRITORIAL Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial –LOOT- (1454 de 2011) y el Programa Nacional de Reactivación Agropecuaria (Ley 1504 de 2011 y Decreto 967 de 2000). El artículo 29 de la LOOT permite a los departamentos articular sus políticas o directrices con las actuaciones que se dan en el territorio, constituyéndose en una herramienta para materializar las propuestas del acuerdo RRI. Frente al segundo tema, se destaca que la operancia de estos instrumentos permitirá articular los programas, metas y objetivos de un Fondo Nacional de Tierras2 propuesto en el acuerdo de RRI que permitirá recuperar tierras adquiridas ilegalmente y, por ende, avanzar en procesos de acceso y formalización de la tierra. Por último, se busca promover el acceso integral a la producción agrícola por medio de “la promoción de la comercialización de la producción de la economía campesina, familiar y comunitaria”3. Al respecto, sería recomendable que en el desarrollo y ejecución de los planes de desarrollo a través de los planes de acción territorial se incorporen lineamientos e instancias ejecutantes encargadas de la red de producción agrícola en sus aspectos de comercialización y producción; así podrá darse cumplimiento a la formulación de Programas de Desarrollo Agrario Integral con enfoque territorial (PDET) acordados en los diálogos de La Habana. Hacia una oferta institucional enfocada en el nuevo campo Considerando el propósito integral de fortalecimiento del campo, es preciso que los departamentos consideren sus competencias sectoriales (salud, educación, hábitat, seguridad alimentaria y nutricional) para promover un desarrollo rural, íntegro, Toda esta estructuración a nivel sectorial dentro del mundo rural puede resumirse en el proposito de formalizar los títulos de propiedad, proteger los mismos, promover la utilización técnica y adecuada de la tierra en términos de planificación, ordenamiento y educación especializada. ordenado y coordinado acorde con lo expuesto en la RRI. Salud Rural El acuerdo de RRI recoge el compromiso de la creación de un nuevo modelo de salud en zonas rurales dispersas enfocándose en la pertinencia de las intervenciones y la prevención. Los departamentos podrán y estarán avocados a diseñar este nuevo modelo de acuerdo a las competencias otorgadas por 2, 3. Hacia un Nuevo Campo Colombiano: Reforma Rural Integral, Borrador Conjunto, 6.6.2014 4. Ley 715 de 2001, artículo 43. la ley 715 de 2001 que en su artículo 43 promulga: “dirigir, coordinar, vigilar el sector salud y el SGSS en el territorio de su jurisdicción”4. Y entre otros formular los planes, programas y proyectos del sector en el territorio. En esta dirección, se ha desarrollado un programa piloto en el Departamento de Guainía en el cual se busca implementar una estrategia de salud para las zonas dispersas basada en un modelo de red integrada teniendo en cuenta un enfoque diferencial- intercultural. 51 51 ( TEMA CENTRAL ) Hábitat En el sector del Hábitat, el documento borrador expone la preocupación por la realización de planes de acompañamiento en vivienda, asistencia técnica, capacitación, adecuación de tierras y recuperación de suelos. Esta labor podría recaer sobre la creada Unidad Administrativa Especial para la Consolidación Territorial, hoy adscrita al Departamento de la Prosperidad Social, cuya visión es la de liderar, coordinar y articular las actuaciones de tipo público-privado para la efectiva incorporación de los territorios en el desarrollo nacional. De este modo, las gobernaciones podrán sustentar sus programas y proyectos de vivienda bajo esta articulación nación –territorio. Del mismo modo, este propósito está relacionado con la competencia establecida en la Ley 1537 de 2012 de “promover la construcción de vivienda que propenda por la dignidad humana, que busque salvaguardar los derechos fundamentales de los miembros del grupo familiar y en particular de los más vulnerables”5 En concordancia, el acuerdo pretende “la aplicación de soluciones de vivienda adecuadas, de acuerdo con las particularidades del medio rural y de las comunidades, con enfoque diferencial”6 . Es decir, la financiación y desarrollo de los proyectos de vivienda de interés prioritario e igualmente la habilitación del suelo urbanizable, recaen sobre la potestad de los departamentos, lo que plantea unos retos importantes para los mismos con miras a la implementación de un programa de reacondicionamiento según lo dispuesto en los acuerdos. Educación Rural El acuerdo de RRI propone la creación e implementación de un Plan Especial de Educación Rural, buscando las garantías de cobertura, calidad y pertinencia, así como la prospectiva de erradicación del analfabetismo. De igual forma, busca que el conocimiento diferenciado permita un desarrollo del campo más técnico y especializado. Este propósito se relaciona con lo planteado por la Ley 732 de 2002 que promueve la educación campesina y rural y que en el artículo 77 de la ley 115 de 1994 otorga facultades a las secretarías de educación departamentales en cuanto a la asesoría para el diseño y desarrollo de los currículos de las instituciones educativas públicas. De acuerdo a esto, el departamento podrá liderar y coordinar el diseño de la nueva educación para el posconflicto. Esto conexo con la implementación de la Ley 1732 de 2014 (Cátedra para la Paz). Seguridad Alimentaria El Artículo 65 de la Constitución indica que “La producción de alimentos gozará de la especial protección del Estado. Para tal efecto, se otorgará prioridad al desarrollo integral de las actividades agrícolas, pecuarias, pesqueras, forestales y agroindustriales, así como también a la construcción de obras de infraestructura física y adecuación de tierras.”7 En este sentido se guarda coherencia con la Constitución el querer desarrollar programas departamentales de alimentación y nutrición que estén diseñados bajo el contexto económico y cultural de la región.8 Actualmente existen los Comités intersectoriales e interinstitucionales de Seguridad Ali- 5. Ley 1537 de 2012, artículo 2 parágrafo 2, 6. Hacia un Nuevo Campo Colombiano: Reforma Rural Integral, Borrador Conjunto, 6.6.2014 7. Constitución Política de Colombia, artículo 65. 8. Hacia un Nuevo Campo Colombiano: Reforma Rural Integral, Borrador Conjunto, 6.6.2014 9. Ley 99 de 1993, artículo 64. 52 52 mentaria y Nutricional en los cuales las gobernaciones podrán apoyarse. Cabe destacar que el Programa de Alimentación Escolar se encuentra dentro de la esfera de ejecución de los departamentos, lo que permitiría desarrollar una estrategia de consumo de proximidad con productos locales y así, responder a la demanda por parte de éste. Por otro lado, el programa requiere una financiación y sostenibilidad de recursos adecuada, a la vez que una capacidad técnica pertinente para que éste impulse el objetivo de ofrecer las garantías alimentarias necesarias en un escenario de posconflicto. Medio Ambiente El acuerdo de RRI e igualmente el de sustitución de cultivos ilícitos busca correlacionar el uso de la tierra con la protección del medio ambiente. Este objetivo puede integrarse a las competencias de los departamentos en “Desarrollar y ejecutar programas y políticas para el mantenimiento del medio ambiente y los recursos naturales renovables”9. Entre otros, planificar y ejecutar proyectos que tengan relación con el manejo del agua (irrigación, drenaje, recuperación de tierras, defensa contra las inundaciones y regulación de cauces o corrientes de agua.) Lo acordado en los diálogos de La Habana estará direccionado por las facultades de los departamentos a la hora de elaborar y ejecutar estrategias de protección y conservación del medio ambiente. En síntesis, toda esta estructuración a nivel sectorial dentro del mundo rural puede resumirse en el propósito de formalizar los títulos de propiedad, proteger los mismos, AUTONOMÍA TERRITORIAL ➔ Será importante aplicar el enfoque diferencial en las leyes, programas y proyectos que vayan a impulsar lo propuesto en la RRI, dado que es ahí donde veremos una paz adaptada y construida a partir de las necesidades del territorio. promover la utilización técnica y adecuada de la tierra en términos de planificación, ordenamiento y educación especializada. Así mismo, avanzar en procesos de resolución de conflictos y en últimas garantizar una soberanía y seguridad alimentaria aumentando y garantizando las redes producción agrícola. Arando terreno para el acuerdo Actualmente hemos podido identificar dos medidas preparatorias y de antesala a la implementación de los acuerdos en el contexto de los procesos de desarrollo rural territorial y que requerirá una participación coordinada, organizada y audaz de los entes territoriales. Por un lado, encontramos la aprobación de la Ley de Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social- ZIDRES y por otro lado, el lanzamiento del programa Colombia Siembra. La Ley de ZIDRES10 busca desarrollar e implementar planes que permitan el desarrollo económico y social mediado por la sostenibilidad ambiental en territorios especiales que se encuentran alejados de los centros urbanos, con densidad poblacional baja e infraestructura precaria. En estos territorios pueden llevarse a cabo procesos agrícolas, ganaderos, pecuarios y forestales. En pocas palabras, la citada ley busca ampliar la oferta de tierra y las capacidades de utilización de la tierra por parte de una población rural que se vería aislada de las reformas rurales. Por otro lado, el programa Colombia Siembra11 se ubica estratégicamente, en consonancia con el propósito del acuerdo de RRI, de llevar a cabo una disminución progresiva de la informalidad del trabajo en las zonas rurales con la puesta en marcha de un proceso de formalización integral. En este sentido, los departamentos podrán adelantar un diseño institucional que impacte significativamente la oferta del empleo, generando alianzas con el sector empresarial de la región. El programa del Gobierno Nacional, apunta, del mismo modo, a la garantía de la seguridad alimentaria a lo largo del país, así como desarrollar esquemas de negocio agropecuario que permitan un aumento de ingreso de los productores campesinos. Y por último, fortalecer el área de tecnología agropecuaria. Objetivo que se observa coherente con el compromiso del acuerdo de transformar al campo; volverlo más técnico y eficiente. La implementación del acuerdo de Reforma Rural Integral desde una mirada prospectiva plantea una serie de retos y compromisos para las entidades territoriales. En específico para los departamentos la puesta en marcha de las estructuras sectoriales propuestas va significar una adecuación clara 10. Ver rf. es.presidencia.gov.co/noticia/Lo-que-debe-saber-de-la-ley-Zidres 11. Ver rf. www.colombiasiembra.com de las competencias del nivel intermedio y la puesta en práctica eficiente de los principios de coordinación, concurrencia y subsidiariedad. El éxito de la Reforma Rural Integral dependerá de la positiva coherencia y articulación entre los tres niveles de gobierno. De este modo, las nuevas tenencias de las tierras darán como resultado desarrollos sostenibles del campo y no por lo contrario, puntos de partida para nuevos conflictos sociales. Dicha implementación va estar mediada por la participación de la población, lo que nos invita a reflexionar sobre la necesidad de un fortalecimiento institucional, técnico y financiero de los consejos territoriales de planeación instancia, que podría ser determinante para el país rural y su planeación participativa. Igualmente, debemos recordar que la implementación de los acuerdos en el ámbito rural, a la larga, deberán contribuir al cierre de brechas entre regiones y por ende a la democratización de los recursos e ingresos de la nación. En otras palabras, lograr una mejor coordinación, articulación y sinergia de los procesos que se llevan a cabo entre el campo y la ciudad. Por último, será importante aplicar el enfoque diferencial en las leyes, programas y proyectos que vayan a impulsar lo propuesto en la RRI, dado que es ahí donde veremos una paz adaptada y construida a partir de las necesidades del territorio. ✱ 53 53 ( COYUNTURA ) HERRAMIENTA PARA EL DESARROLLO: ENERGIZACIÓN RURAL SOSTENIBLE Los PERS proponen una estrategia aplicable que permite ligar energía con productividad, desarrollo empresarial comunitario e incremento de la calidad de vida de las zonas rurales. Jorge Valencia Marín Director de la Unidad de Planeación Minero Energética. D entro de los planes de desarrollo, a nivel nacional y departamental, se encuentran objetivos y metas relacionados con el acceso a los servicios de energía en zonas rurales y de población vulnerable. Esta tendencia es mundial y es reconocida por las Naciones Unidas al declarar el periodo 2014-2024 como la “Década de la Energía Sostenible para Todos”, destacando la importancia de la energía para el desarrollo. Figura 1. Problemática de la cobertura de energización rural Escasez de información energética (potenciales recursos energéticos) e info.socioeconómica de las áreas rurales. Falta de planeación y visión energética a mediano y largo plazo por parte de las entidades territoriales. 54 En Colombia, la UPME está liderando el proceso de desarrollo de los planes de energización rural sostenible (PERS) con el propósito de recolectar información en las áreas rurales e impulsar iniciativas que permitan el desarrollo de proyectos encaminados a la solución de problemáticas energéticas en estos sectores. Se han identificado las siguientes causas en el problema de cobertura de energización rural: Poca interiorización y pertenencia del esquema de energía implementado Incierta sostenibilidad de las soluciones de energía implementadas. Baja capacidad de pago vs. incremento en los costos de expansión del servicio de energía eléctrica. Ineficiente uso de la energía. AUTONOMÍA TERRITORIAL Con la experiencia de largos años en la evaluación y financiación de proyectos de expansión de red y de soluciones aisladas enfocados básicamente hacia la electrificación de la población, se encuentra que es necesario cambiar la estrategia de manera gradual y segura, con la garantía de apuntarle a la sostenibilidad de los proyectos que permitirán elevar el nivel de vida de los habitantes de estas zonas e impulsar su desarrollo local. De esta manera, se pasa de un concepto de electrificación rural a uno de energización rural. ¿Qué es el PERS? El Plan de Energización Rural Sostenible (PERS) es una estrategia que busca el levantamiento de información primaria y secundaria para la caracterización de la demanda, la identificación y caracterización de la oferta energética local y a partir de un análisis de los elementos regionales relevantes en materias de energización, productividad y Figura 2. Resultados Caracterización de la demanda ➔ emprendimiento, establecer líneas base que sirvan para la posterior definición de lineamientos de política pública energética. Así se logran identificar, formular y estructurar proyectos integrales y sostenibles en un período de, mínimo, 15 años, que además de generar energía, apoyen el crecimiento y el desarrollo de las comunidades rurales. Resultados esperados Los PERS proponen una estrategia aplicable que busca ligar energía con productividad, desarrollo empresarial comunitario e incremento de la calidad de vida de las zonas rurales. Se busca identificar las necesidades de energía considerando opciones de desarrollo local, establecer la demanda y su suministro actual, identificar las posibles fuentes locales aprovechables para suministrar los requerimientos de energía identificados, estructurar y elaborar proyectos integrales y sostenibles en el corto, mediano y largo plazo, para un horizonte de 15 años, que impulse el desarrollo de las regiones. de los PERS Integración y Análisis Caracterización de la oferta Lineamientos de política y conceptualización de soluciones Caracterización socioeconómica Descripción de la propuesta La figura 2 presenta un diagrama que describe conceptualmente la metodología del plan. Con el fin de iniciar este proceso de resultados, se debe tener como insumo la recopilación de información secundaria de la región de estudio. Esto provee una línea base general para la determinación de instrumentos de recolección de información primaria alrededor de temáticas energéticas y socioeconómicas en los diferentes sectores rurales. A partir de allí, se aplica el proceso de planeamiento y se generan los productos arrancando con la caracterización de la demanda e identificación de la oferta energética, insumos claves para la selección de las mejores alternativas energéticas. Una vez se realice todo el proceso de identificación de proyectos y se adelante el ejercicio de selección de alter- Identificación de proyectos Corto, mediano y largo Plazo Estructuración y diseño del plan Ejecución de proyectos / Institucionalización del PERS nativas, se propondrán perfiles de proyectos energéticos y productivos, cuyos estudios detallados y la realización de trabajo de campo coadyuvan en la estructuración de proyectos integrales. Posteriormente, se construye un catálogo de proyectos integrales a corto, mediano y largo plazo, con el fin de identificar opciones de financiación para su ejecución y requerimientos de desarrollo de tecnologías y de capacidad técnica para su implementación y operación. Igualmente, se prevé un seguimiento para establecer las dificultades de la generación de valor en las regiones y los requerimientos de otros servicios públicos y de oferta institucional para lograr así los lineamientos de política energética a nivel regional y las recomendaciones sobre las acciones a seguir para la implementación y seguimiento del plan. ( COYUNTURA Figura 3. Metodología Caracterización socioeconómica de la zona Æ ) y herramienta computacional Caracterización de la demanda Æ HOMER Æ Conjunto factible de alternativas de generación Æ Herramienta de análisis de toma de decisiones y optimización multiobjetivo Æ Mejor alternativa de energización Æ Oferta de recursos Æ Criterios económicos, físicos, sociales y naturales Metodología para la selección de alternativas energéticas Actores involucrados en el PERS La figura 3 indica la metodología junto con su herramienta computacional desarrollada para la selección de la mejor alternativa energética. La estrategia de energización busca la solución energética más factible entre un conjunto finito de alternativas y realiza la evaluación de las tecnologías bajo criterios de sostenibilidad. No existe una formula única para determinar los actores de un PERS, pues el objetivo que se busca es una alianza entre actores regionales que le den sentido de pertinencia y continuidad a acciones con el apoyo de las entidades nacionales. De acuerdo con la experiencia, los actores involucrados en un PERS se pueden clasificar en tres partes, así: Figura 5. Æ PERS área rural Æ Æ Información, transferencia de tecnolología y capacitación (Art.39) Soluciones híbridas (Art.34) Æ En resumen, en la figura 5 se muestran los artículos de esta ley y su relación con los PERS. Æ Respuesta de la demanda (Art. 26-33) Æ Uso de GLP (Art.35) Æ En el artículo 34 de la Ley 1715 de 2014 sobre energías renovables establece en su parágrafo “prioridad a los proyectos que estén incorporados dentro de los Planes de Energización Rural Sostenible a nivel departamental y/o regional (su sigla PERS) a fin de incentivar la metodología elaborada para este fin”. Instrumentos para la financiación de programas ZNI: FAZNI (Art.40) Æ Relación de los PERS con la ley de energías renovables Eficiencia energética (Art.38) Utilización de fuentes locales para la producción de energía diferente a la electricidad (Art.37) Esquemas empresariales (Art.36) PERS y ley de energías renovables 56 AUTONOMÍA TERRITORIAL Aportantes: gobierno central, academia, actores regionales; Socios estratégicos: entidades, agentes y demás organismos a quienes les interesa el producto del plan; Cooperación nacional e internacional: brindan asistencia técnica, metodológica o financiera para propiciar nuevos PERS o financiar proyectos identificados. Figura 4. PERS en desarrollo PERS en desarrollo y en proyecto En la figura 4 se identifican los 5 PERS que se encuentran en desarrollo y en proyecto: La Guajira. Aportantes: UPME, Cancillería, Tetra Tech, Sena Guajira, Corpoguajira. Inició el 08/11/13 y su avance es de 85%. Chocó. Aportantes: UPME, IPSE, Cancillería, Tetra Tech. Inició el 27/11/14 y su avance es de 72%. Cundinamarca. Aportantes: UPME, IPSE, U. Distrital. Inició el 28/05/15 y su avance es de 10%. Tolima. Aportantes: UPME, Gobernación Tolima, Utolima, Tetra Tech, Sena Tolima. Inició el 18/10/13 y su avance es 100%. Nariño. Aportantes: UPME, IPSE, UDENAR, Tetra Tech. Inició el 18/10/13 y su avance es 100%. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES • Los PERS se convierten en una alternativa viable para identificar soluciones energéticas en territorios rurales que impulsen el desarrollo de estas áreas y activen el flujo circular del ingreso. • Los PERS maximizan la disponibilidad de información de las fuentes energéticas locales y ayudarán a identificar su uso adecuado. • La participación de los actores regionales como ➔ Estado PERS a febrero de 2016 PERS finalizado PERS finalizado etapa 1 y 2 responsables de cada uno de los PERS, genera un mayor compromiso en la búsqueda del éxito de los objetivos planteados por que la región se vuelve protagonista de su propio desarrollo. • Los problemas regionales no pueden seguir siendo resueltos por los actores centralizados del Estado. Las soluciones están en las regiones. Los actores del gobierno central en cada PERS, se convierten en facilitadores de soluciones. • Los PERS enseñan que la descentralización del Estado no debe limitarse a recursos monetarios, responsabilidades y gobernabilidad, e invita a trascender a la descentralización del conocimiento. • Para los formuladores de política pública energética, los PERS enseñan a dejar de mirar un país dividido eléctricamente (en Sistema Interconectado o Zonas no Interconectadas) para observarlo como área rural y urbana. 57 ( ACTUALIDAD ) ALIADOS PARA EL DESARROLLO NACIONAL Una industria de los biocombustibles robusta y sostenible, es garantía de cambio, palanca de paz y de progreso. L Jorge Bendeck Olivella Presidente de la Federación Nacional de Biocombustibles os departamentos del Cauca, Cesar, Cundinamarca, Magdalena, Meta, Risaralda, Santander y Valle del Cauca, son productores de etanol carburante y de biodiesel, cuyas materias primas son la caña de azúcar y el aceite de palma, respectivamente, producidas en dichos departamentos pero, también en Caldas, Quindío, Bolívar y Norte de Santander. Son 12 departamentos cuya agricultura y desarrollo regional crecen, gracias a la contribución de la cadena agroindustrial de los biocombustibles. En Colombia se producen 20 mil barriles diarios de biocombustibles que reemplazan igual número de barriles de gasolina y ACPM, con una mezcla promedio de 8% de etanol de caña con las gasolinas y de 9,4% de biodiesel de palma con el ACPM. Los biocombustibles son, entonces, aportantes seguros a la canasta energética del país, como un campo petrolero no declinable y que hacen parte de las reservas estratégicas de la Nación. En el año 2001, gracias al empeño del Senador Amylkar Acosta Medina, fue expedida la ley 693 o ley del alcohol (eta58 nol) carburante y, en 2004, la ley 939 o del biodiesel. Soportado en esas normas, el gobierno nacional puso a andar los complejos mecanismos que hicieron de Colombia un país productor y consumidor de biocombustibles. El 3 de octubre de 2005 se inicia la mezcla de etanol con las gasolinas extra y corriente y el primero de enero de 2008, arranca la mezcla de biodiesel de palma con el ACPM. Tres razones tuvo el Congreso de la República para expedir tan importantes leyes: la primera, reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera que tantas enfermedades respiratorias incapacitantes y muertes han causado por la alta concentración de material particulado, expulsado por los vehículos que usan combustibles fósiles, y por su contribución a atenuar el calentamiento global. La segunda razón, el desarrollo regional de esos departamentos con vocación agrícola afectados por la violencia, donde las inversiones agroindustriales ofrecerían una alternativa diferente a la guerra y a los cultivos ilícitos, como es el trabajo justamente remunerado, el uso lícito del territorio y, como contribución, el logro de la paz. AUTONOMÍA TERRITORIAL ➔ La tercera, diversificar la canasta de los combustibles líquidos para el transporte y las térmicas, con un suministro seguro, en un país que, entonces como hoy, cuenta con escasas reservas petrolíferas. Los resultados muestran que la calidad del aire ha mejorado en la proporción en que se han usado los biocombustibles y que, cada año, con las mezclas actuales, se dejan de emitir dos millones trescientas mil toneladas de CO2 a la atmósfera, ayudando a reducir la velocidad del calentamiento global y su corolario el desorden climático. En materia de empleo, los cálculos muestran que, en este sector agroindustrial, se han creado 32 mil empleos directos, el doble de indirectos y que 384 mil personas derivan su sustento de esta agroindustria. La producción de 20 mil barriles diarios de etanol y biodiesel, en partes iguales, equivale a descubrir un campo de petróleo no declinable de 540 millones de barriles cada 20 años. Esa cantidad de petróleo es necesaria para la producción diaria de 10 mil barriles de gasolinas y 10 mil barriles diarios de ACPM durante 20 años, con las tecnologías de refinación usadas comúnmente en el mundo. En una reciente conferencia internacional de la Asociación de Productores de Biodiesel de los Estados Unidos, nos sorprendió gratamente la férrea defensa del sector de los biocombustibles y sus materias primas de parte de los gobernadores de los estados productores, porque su bioeconomía está impulsada por dicha agroindustria y les es fundamental que crezca para impulsar su desarrollo. En ese momento pensamos ¿por qué no en Colombia, si la mayor parte de nuestros departamentos tienen una economía agrícola y necesitan crecer con urgencia? Para iniciar, es necesario reconocer que la industria se ha venido desarrollando a distancia de los gobiernos regionales. ¡Eso debe cambiar! Una industria de los biocombustibles robusta y sostenible, es garantía de cambio, palanca de paz y de progreso. ¿Por qué no pensar en una asociación de departamentos productores de biocombustibles y sus materias primas, dentro de la actual Federación Nacional de Departamentos, como generadora e impulsadora de ideas de cambio y contrabalanza de las posiciones, a veces encontradas, del estado central que, casi siempre, tiene una visión cortoplacista de las realidades regionales? ✱ 384 mil personas derivan su sustento de esta agroindustria que en Colombia produce barriles ➔ Los gobernadores son líderes de progreso de sus departamentos y la alianza con inversionistas y empresas es necesaria, por el indiscutible aporte que hacen a un desarrollo que debe ser incluyente. 20 mil diarios de biocombustibles que reemplazan igual número de barriles de gasolina y ACPM. 59 ( ENFOQUE ) URGE RECONSTRUIR EL CONCEPTO DE RURALIDAD La falta de institucionalidad conduce a la constante improvisación y a la pérdida de la calidad de vida de nuestros campesinos, pieza fundamental en el desarrollo del sector. Omar Elías Obando Daez Asesor de la Dirección Ejecutiva de la FND D urante las últimas dos décadas los gobiernos, organismos multilaterales y actores de la sociedad civil han realizado significativos esfuerzos en la búsqueda de nuevas estrategias para el desarrollo y superación de la pobreza. No obstante, a pesar del volumen de recursos asignados y de los esfuerzos realizados, los resultados han sido precarios y los indicadores del desarrollo registran mínimos avances. En efecto una crisis de impacto parece tener atrapada a las instituciones. No han surtido efecto las múltiples declaraciones y reconocimientos enfáticos que los jefes de Estado y de gobierno han emitido respecto a la importancia estratégica de la agricultura para nuestras sociedades, como forma de vida para millones de familias rurales y como sector estratégico del sistema socioeconómico. La política de seguridad alimentaria es una política de Estado y garantizarla constituye un deber superior. El tema del hambre y la alimentación son temas de inmensa preocupación para la sociedad. (Se asegura, que este flagelo ha causado más muertes que las mis60 mas guerras que ha tenido que padecer la humanidad) y sin duda, esta gran preocupación influyó entre los miembros de la Organización de Naciones Unidas para anunciar la declaración de los objetivos de desarrollo del milenio, cuyo primer propósito es: “erradicar la extrema pobreza y el hambre”. Las cifras hablan por sí solas. Las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO) registran que en el mundo aproximadamente ochocientos cincuenta y dos millones de personas se encuentran en estado de inseguridad alimentaria, de las cuales doscientos millones son niñas y niños. Cada año cerca de once millones de niños y niñas mueren antes de cumplir los cinco años por causa relacionada directa o indirectamente con la inseguridad alimentaria. Con respecto a Colombia, las cifras no son alentadoras. Se estima que cerca de 5,7 millones de personas se ven afectadas por este problema. (Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas PMA Colombia). El hecho de que Colombia dejó de ser hace mucho rato un país autosuficiente en alimentos, para ser depen- diente de los mismos, convierte a una gran parte de sus habitantes en personas más vulnerables desde el punto de vista alimentario y por estar la seguridad alimentaria ligada, por obvias razones, al sector agropecuario, la coloca en un plano difícil de sostener. Las cifras arrojadas por nuestro Censo Agropecuario (2014) causan asombro y desconcierto: el 69.9 % de la gente del campo tiene menos de 5 hectáreas (micro minifundio), y la gran mayoría de habitantes del campo son dueños de 6 millones de hectáreas. Unidades de producción de 500 hectáreas están en manos del 0,4% y ocupan el 41.1% de toda la tierra, el 0,2% de las unidades de producción tienen más de 1.000 hectáreas y ocupan más del 32.3% de las 113 millones de hectáreas censadas. El estudio de lo anterior confirma una mayor concentración de la tierra y permite llegar a la conclusión de que la distribución entre cultivos transitorios, que son los que cultivan nuestros campesinos, y los cultivos permanentes de los dueños de la gran mayoría de hectáreas, hay diferencias abismales de todo tipo. El 83% de las áreas rurales no están mecanizadas, es AUTONOMÍA TERRITORIAL decir, no hay maquinarias. Estamos practicando el oficio con atrasos y grandes pérdidas, y así no se puede competir. El 20 por ciento de los niños y jóvenes campesinos, con edades entre 5 y 16 años, no asisten o no asistieron a ninguna institución educativa, no se aplica por ello, la tal política de primera infancia. Se destaca que el 11,5 % de los habitantes del campo son analfabetas. Este es el escenario en el cual han venido evolucionando o más bien tratando de evolucionar las políticas públicas de desarrollo. Observando este panorama podemos llegar rápidamente a varias conclusiones: Si volvemos a cultivar nuestros campos, como es lógico llevaremos trabajo, mejoraremos el nivel de ingreso de nuestros campesinos, proporcionaremos bienestar a más familias y le daremos mayor fuerza y solides a la política de seguridad alimentaria. Cultivando dejamos de importar alimentos y, por ende, dejamos de ser un país dependiente, fortalecemos nuestra agricultura e impulsamos el desarrollo. Aprovechamos todas las variedades de clima que tiene el país; y retomamos esa vocación agrícola de la que nos ufanábamos en épocas no muy lejanas. Respetamos todas las afirmaciones que buscan dar soluciones definitivas y acordes con la problemática, pero lo cierto es que se deben superar las profundas debilidades de la institucionalidad del sector, pues se siguen reproduciendo estructuras de concentración excesiva de poder económico y de poder político. El campo se caracteriza por grandes fisuras sociales y enormes brechas territoriales. Una integración de estos conceptos se torna en imperativo. Mientras nuestra institucionalidad en esto sea débil, o simplemente no exista, se pueden trazar compendios, realizar prácticas, dictar leyes, decretos, resoluciones, dar declaraciones, dar órdenes expresas, en fin, conformar un arsenal de buenas intenciones, pero si las entidades del sector siguen como están y la mayoría de las veces con funcionarios que no conocen el campo sino cuando van de vacaciones, es ló- ➔ gico que esa ignorancia sobre lo rural guarda estrecha relación con el abandono en que se encuentra el sector. Si no contamos con entidades fuertes, con políticas agresivas, con enfoque territorial del desarrollo rural, presupuestos suficientes, invirtiéndolos como debe ser, haciendo presencia de gobierno en las regiones, con servicios, asistencia técnica, con créditos oportunos y de verdadero fomento, jamás haremos algo, por no decir nada. Esa falta de institucionalidad no conduce si no a la constante improvisación y a la pérdida cada vez mayor de la calidad de vida de nuestros campesinos, pieza fundamental en el desarrollo del sector y, por ende, de la política de seguridad alimentaria que, en gran parte, depende de ellos. Se debe aprovechar el potencial de las regiones utilizando medios compatibles con el desarrollo sostenible de la agricultura, dándole el posicionamiento en la economía y el conocimiento, la información, la globalización y la integración. La nueva ruralidad y el enfoque territorial son fundamentos del desarrollo del sector, y por ende, de la política de seguridad alimentaria. ✱ 61 ( REGISTRO ( ALIMENTOS PARA NIÑOS WAYÚU La Fundación Stop Hunger Now (Paremos el hambre) y la Federación Nacional de Departamentos, firmaron un memorando de entendimiento que permitirá gestionar ayuda alimentaria para los niños Wayúu afectados por el hambre y la desnutrición en el departamento de La Guajira. Sandra Vergara Periodista FND La Fundación “Paremos el hambre” que nació en 1998 en Carolina del Norte, Estados Unidos, ha entregado en 73 países 225 millones de raciones de alimentos. Su director en América Latina Guillermo Espinoza, gestiona actualmente ante el Presidente de la fundación Rob Brooks, 280 mil raciones de alimentos para los niños Guajiros, en un programa especial para Colombia. Espinoza tras visitar la zona determinó que las raciones de alimentos servirán para atender la alimentación de más de mil niños Wayúu, durante el año escolar de 180 días. Su recorrido le per- Guillermo Espinoza en su visita a la comunidades de La Guajira, recalcó que la misión global de la Fundación Stop Hunger Now es acabar con el hambre; proporcionando ayuda alimentaria y un cambio de vida a la población más vulnerable. En Colombia, a mediano plazo se prevé constituir una filial de esta fundación en La Guajira. 62 mitió analizar las condiciones logísticas requeridas para el transporte de los alimentos, los centros de acopio y un plan de recuperación nutricional. Las raciones anunciadas son alimentos basados en arroz, lenteja o soya, arveja y vegetales deshidratados. A futuro se pretende abrir una sede de la Fundación en Colombia con el objeto de que el país sea auto sostenible y genere con sus propios productos este tipo de alimentos. El Director de la Federación Nacional de Departamentos Amylkar Acosta, durante la Séptima Conferencia Global de la Iniciativa para la Transparencia de la Industria Extractiva (EITI, siglas en inglés) en el mes de febrero, en Lima, (Perú), logró que los directivos de la Fundación se interesaran en venir a Colombia. El objetivo de esta iniciativa promovida por la FND, que está en marcha acelerada, es lograr disminuir los altos índices de hambre y desnutrición en La Guajira. A través de la Fundación se pretende llegar a otras entidades y corporaciones públicas y privadas, y organismos internacionales como UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos (PMA). Al programa de alimentación escolar que ofrece la Fundación Stop Hunger Now se ha invitado a la Gobernación del Departamento y las alcaldías de Riohacha, Maicao, Uribía y Manaure, así como a delegados de la Dirección Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres (DNGRD). Además se contará con el acompañamiento de la Presidencia de la República, el Ministerio de Salud y Protección Social y la Procuraduría General de la Nación. La ex Miss Universo Colombiana Paulina Vega fue designada por esta Fundación como Embajadora mundial y será quien interceda ante organismos de cooperación y organizaciones internacionales para comprometerlas en ayudar a las poblaciones colombianas afectadas por el hambre y la desnutrición . ✱ El estado existe para proteger la diversidad