ThG - Ayuntamiento de Las Cabezas de San Juan

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ThG
Francisco Javier Gómez García ([email protected])
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A mis amigos
AMIGOS DE SANGRE
"Por la sangre se identifican los parentescos;
por la OBRA se purifican los seres profundos;
amistad...Hermandad...AMISTAD...sangre
que brota de los Corazones orientados hacia el PRÓJIMO".
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ÍNDICE DE ARTÍCULOS:
1)
AL HOMBRE QUE ESCRIBÍA CON SURCOS DERECHOS
2)
AMIGOS DE SANGRE
3)
SOÑANDO LA PENÚLTIMA CLASE DEL CURSO: LA REINVENCIÓN
DEL MODELO THG
4)
LA PRÁCTICA DEL MODELO THG Y LOS ANABOLIZANTES
5)
EL VALOR DEL TRABAJO BIEN HECHO
6)
EL VALOR DE LA HUMILDAD
7)
EL VALOR DE LA GENEROSIDAD
8)
EL VALOR DE LA AUTOESTIMA
9)
EL VALOR DE LA RESISTENCIA
10) LA ANOREXIA DE LOS VALORES
11) EL ECLIPSE DE LOS VALORES
12) CARTA A UN JOVEN QUE NO SE QUERÍA A SÍ MISMO
13) EL VALOR DE LA EDUCACIÓN
14) HACIA UNA EDUCACIÓN “POSITIVA”
15) PREGÓN DEL AULA
16) LA LÁGRIMA QUE CAYÓ EN EL ROMERO Y SE CONVIRTIÓ EN PÉTALO
DE ROSA
17) LOS ÁNGELES SIN ALAS TAMBIÉN VUELAN
18) EL PAJARITO QUE COGIÓ UNA UTOPÍA Y LA DEPOSITÓ EN EL NIDO DE
LA REALIDAD
19) LA FELICIDAD DE SER PERSONA
20) LA MIRADA OPTIMISTA DE LA VIDA
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1) AL HOMBRE QUE ESCRIBÍA CON SURCOS DERECHOS
Tuve la suerte de nacer muy cerca de la Iglesia de San Juan Bautista (Las
Cabezas de San Juan, Sevilla, en la que después me llegó la vocación de monaguillo…).
Fui creciendo y cuando llegaba la Semana Santa salíamos corriendo al son de las
cornetas y tambores (¡qué felicidad la niñez!). Así, cuando tenía unos seis años de edad
mis padres (Antonio y Fani) y mis tíos (Curro y Concha) me apuntaron a la Hermandad
del Santo Entierro. Pronto me obsesioné con el número de hermanos y nos pasábamos
toda la Semana Santa contando los nazarenos de las demás hermandades (no éramos
conscientes de que no hay que competir por algo que se nos da regalado: el AMOR
incondicional de Dios y el de su hijo Jesucristo).
Nunca olvidaré mi primera estación de penitencia. Debido al tamaño de mi
cabeza mis ojos no estaban coordinados con los ojales del antifaz y mi cabeza giraba
continuamente para poder ver. A cada giro golpeaba a alguna persona con mi capirote y
mi padre se partía de risa. Más adelante, en otro lugar de la estación, mi tío me traía un
filetito que yo me comía por debajo del antifaz (¡gracias tito por tantas cosas!).
Tampoco olvidaré el día que fui a por calentitos al puesto de mi tío Juan Morón
y un hombre, tras reconocerme, exclamó: ¡Tu padre es el hombre que hace los surcos
más derechos en toda la comarca del Bajo Guadalquivir! Me sonrojé, aunque la verdad
es que no sabía exactamente la dimensión que iban a adquirir esas palabras en mi vida.
Cuando llegué a mi casa le pregunté a mi padre qué método utilizaba para conseguir
unos surcos tan derechos y me contestó: ¡El método del punto y rastreo! Se elige un
punto (por ejemplo, una piedra) en el horizonte cercano, a continuación se traza un línea
vertical entre nuestros ojos y dicho punto. El resultado es un surco derecho.
Pero él no se limitó a trazar surcos derechos en las tierras del pueblo, sino que
caminó derecho por la vida. Para ello utilizó tres referencias, en forma de Valores, sobre
las que edificó su existencia: 1) Trabajo: llegó a la perfección en el puesto de trabajo a
base de inconformismo, sacrificio y voluntad -ahora la piedra es Cruz hecha de su
misma materia; 2) Humildad: fue realmente un hombre sencillo y saludaba a todo el
pueblo (una persona realmente entrañable); 3) Generosidad: no tenía nada suyo, así, por
ejemplo, vendió su "flamante" Derbi (que con tanto mimo había cuidado) por 20.000 de
las antiguas pesetas… No sólo amó a su familia sino que adoptó en la vida una actitud
amorosa: amor al prójimo, amor a los animales, respeto por las cosas y amor a la
Naturaleza.
Mi padre no había leído a San Agustín y tampoco la vida le dio la oportunidad
de hacerlo, pero estas palabras suyas parecen escritas para describir el secreto de su
éxito: "¿Quieres ser grande? Empieza por ser humilde. ¿Intentas levantar el edificio de
tu propia perfección? Comienza por cavar los cimientos del mismo. Y cuanto más alto
el edificio tanto más profundos los cimientos". Estoy seguro de que a él, aunque la vida
(posguerra civil) le robó la escuela, Alguien le enseñó a ser un buen tractorista y mejor
constructor de nuestras vidas.
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Por ejemplo, un día me dio una lección que nunca podré olvidar. Estábamos en
la estación de Santa Justa (Sevilla) y pasamos por delante del kiosko de prensa. Giró su
curiosa mirada y vio la portada de un libro donde podía verse un Cristo yacente en
brazos de su madre. Me dijo textualmente: "El mundo está fatal y hace falta que venga
otro como él". Al otro día, debido a la inquietud que aquello había despertado en mi
conciencia, volví a la estación y compré el libro. Su título es "La Llama Eterna"
(Ripley), que ya ni siquiera se edita…
…Un día te apareció un dolor y te llevamos al Valme. Precisamente ese mismo
día se murió el último canario que te quedaba (¡cómo te gustaban los pájaros!). Estoy
seguro que se te adelantó unos días para que cuando llegaras al cielo (sitio del que
nunca te habías movido) disfrutaras de sus cánticos celestiales. Ahora verás (con tus
ojos verdes) el campo verde de Las Cabezas de San Juan, porque tu corazón es Verde
(Esperanza). Descanse en paz, ahora y para siempre…Antonio Gómez García. Tu
mujer, tus cinco surcos derechos, tus nietas y, en definitiva, toda tu Familia (el pueblo)
se sienten orgullosos de haber vivido contigo. Y ahora vives a través de nuestros
corazones engalanados de memoria paterna. Por ello, celebramos cristianamente tu
plenitud, que podemos admirar en forma de surcos derechos y libres, porque…"es libre
el que obedece a la voz de su conciencia y no a la voz del otro".
El aire de otoño me trae a la memoria la despedida del poeta Walt Whitman:
"Parto como aire, sacudo mis rizos blancos al sol que huye;
derramo mi carne en remolinos y me dejo llevar
por delicadas borracheras.
me lego a mí mismo a la tierra, para crecer de la hierba a la que amo;
si me volvéis a querer, buscadme debajo de la suela de vuestras botas.
Casi no sabréis ni quien soy, ni lo que quiero decir;
pero, sin embargo, seré buena salud para vosotros,
y filtraré y daré fibra a vuestra sangre.
Si no conseguís traerme al principio, seguid con ánimo;
si no me halláis en un lugar, buscad en otro;
yo me detengo en algún lugar, esperándoos".
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2) AMIGOS DE SANGRE
De vez en cuando viene a mi cabeza la imagen de la escena de una película de
cuyo nombre no puedo acordarme; eran dos adolescentes, que tras hacerse una pequeña
heridita en el dedo corazón, unían sus manos para mantenerlas unidas para siempre. No
eran novios, tampoco les unía ningún lazo de parentesco conocido; eran AMIGOS.
Amistad, ¿qué es la amistad? Según el Libro de los Valores de Gustavo Villapalos: "La
palabra amistad procede de la voz del latín vulgar amicitas, derivada a su vez de amicus
(amigo) y amare (amar). La amistad es una de las formas más nobles del movimiento
amoroso que vincula al hombre con los seres de su entorno".
Evidentemente, no podemos dejar de reconocer la precisión etimológica de esta
definición. Sin embargo, seguramente que el poeta preferiría una exaltación de la amistad
en las líneas siguientes:
"Por la sangre se identifican los parentescos;
por la OBRA se purifican los seres profundos;
amistad...Hermandad...AMISTAD...sangre
que brota de los Corazones orientados hacia el PRÓJIMO".
Los grandes misterios se resuelven con el Dios de las pequeñas cosas: Amigos de
sangre. No hay nada que alivie tanto la "locura" de un hombre como la creación de la
belleza o la búsqueda de la verdad, y si las dos se funden en una con él, como sucede con
los poetas, debe quedar purificado.
Amigo de sangre no es un concepto sino más bien una actitud vital (¡el otro soy
yo!). Podemos adoptar esa actitud en nuestra familia, comunidad, nuestro barrio, nuestra
Universidad, nuestra empresa, etc. En definitiva, podemos pasar de la "generación del yo"
a la "generación del nosotros". La puerta está abierta para todos "nosotros".
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3) SOÑANDO LA PENÚLTIMA CLASE DEL CURSO: LA REINVENCIÓN DEL
MODELO THG
El otro día tuve un sueño muy agradable. Me encontraba en la penúltima clase de
Economía y los exámenes de mis alumnos estaban muy cerca. Cuando quedaban diez
minutos para el cambio de clase y me prestaba para recapitular el contenido de la misma,
un alumno -que siempre suele sentarse en la parte final de la clase y que parecía
obsesionado con los exámenes- levantó la mano y preguntó desconcertado por su futuro
como profesional de la economía. Antes de que yo pudiera reaccionar, un aluvión de
manos se unieron a aquel chico recalcando siempre la misma duda. Fueron los diez
minutos más intensos que puedo recordar en mi corta carrera docente y a continuación
describo lo poco que puedo articular sobre mi soñada reacción.
Al verme abrumado por la tormenta de preguntas -las manos se levantaban y se
agachaban intermitentemente... ¡qué suspiro de aire fresco me inspiraba aquella ola
participativa!, me paré en seco y decidí aferrarme a la universalidad de los principios más
sencillos. Así, comprendí que mis alumnos albergaban una duda desdoblada en dos planos
diferentes. El primer plano (real, concreto, aparente) se refería a las incertidumbres que el
mercado laboral les depararía. En el segundo plano (ideal, abstracto, profundo) parecía
ponerse de manifiesto la desorientación ética –incluida la falta de autoestima, optimismo y
esperanza- que les acompañaba.
Las olas seguían superponiéndose y pronto formaron una marea (sin debate e
inteligencia colectiva no hay una verdadera clase universitaria). Esta me hipnotizó y lo
siguiente que recuerdo es la contestación a la pregunta subyacente: "Imagínense las tres
dimensiones,..., no,...mejor una mesa sostenida por tres patas. La primera pata es el
Trabajo -¡no os canséis nunca de abrir rutas fecundas!-; la segunda es la Humildad y la
Sencillez -¡no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita!; y la tercera es la
Generosidad -¿Hay mayor felicidad que ser útil a los demás? Sobre esta atalaya no nos
perturbarán las incertidumbres y nos inmunizaremos contra el egoísmo, cuya ausencia nos
permitirá ver claramente la Luz”.
Tras unos instantes de silencio, el alumno inquieto que desató el debate volvió a
preguntar en tono irónico: "¿Y la cuarta pata de la mesa?". Sin darme tiempo a reaccionar,
una alumna del otro lado de la clase se levantó y con voz enérgica afirmó: "La
LIBERTAD, la cuarta pata es la Libertad". Quizás en un sueño se dé el ambiente
apropiado para poder captar la esencia de la libertad. Así, es bueno recordar de vez en
cuando que, en última instancia, la vida y la libertad son conceptos que se refuerzan
mutuamente y que pueden llegar a confundirse y fundirse en una sola esencia: el punto
donde confluye nuestro yo creativo y responsable con la realidad social de la que
formamos parte.
Entre oleajes, aires nuevos y una mayor confraternidad, todos despertamos a la
conciencia de que nuestro mejor activo son las posibilidades infinitas que tenemos de abrir
nuevos caminos y de establecer múltiples lazos de unión con nuestros semejantes...y
encima de la mesa la Energía Cósmica, la Verdad, el AMOR,...¿qué importan los nombres
en el mundo de las Ideas? Ahora, esperando con ilusión la llegada del próximo curso, estoy
completamente seguro de que un profesor universitario debe transmitir Valores a sus
alumnos -por ejemplo, formando profesionales éticos y espíritus libres y críticos-.
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4) LA PRÁCTICA DEL MODELO THG Y LOS ANABOLIZANTES
Acaba de saltar a lo medios de comunicación la noticia de un nuevo anabolizante
que mejora el rendimiento de los deportistas, pero que da positivo en lo controles
antidoping. Casualidades de la vida, se llama THG. Efectivamente, en las aulas
universitarias surgió mucho antes el modelo THG (Trabajo + Humildad + Generosidad)
y, en esto últimos años, he intentado extender entre mis alumnos los beneficios
espirituales y materiales de llevarlo a la práctica (unión Vida-Valores).
Por ejemplo, un deportista que trabaje duro todos los días nunca tendrá la
necesidad de hacer trampas y simplemente se superará a sí mismo, entrenamiento tras
entrenamiento. Ya lo dijo la madre Teresa de Calcula, "La distracción más bella: el
Trabajo". Por supuesto, estamos hablando de un trabajo bien hecho (con el amor de los
antiguos artesanos), con el que busquemos la excelencia profesional.
Pero si a ese Trabajo le añadimos la Humildad, seremos capaces de dibujar en
nuestro propio rostro las señales de identificación de un ser sencillo, Humano. En cada
semejante veremos un hermano y en cada hermano veremos una persona genuina,
diferente, a la que, en cierta medida, nos tenemos que adaptar (Empatía). Cuando la
empatía es recíproca es cuando el modelo THG se va reforzando (círculo virtuoso) y a
través de los vasos comunicantes de la confianza aprendemos recíprocamente.
Además, de vez en cuando nos encontraremos con personas que parecen
"dopadas". Su entusiasmo, su vitalidad, en definitiva, su Carisma es tal que pueden
llegar a desconcertar a los que se mueven en su entorno. La vida es dar y recibir y ellos
lo saben perfectamente. Sin Generosidad no somos seres humanos, no sé exactamente lo
que somos, quizás un sumatorio de actos vacíos…no nos podemos instalar en la
comodidad egoísta.
Efectivamente, la práctica (porque un acto vale más que mil palabras) del
modelo THG es un buen revitalizante y regenerador ético. Es posible ser optimista y,
por tanto, es posible dejar este mundo un poco mejor de lo que estaba cuando llegamos
a él… ¡con el THG podemos finalizar cualquier maratón!
NOTA DEL 'ALQUIMISTA': hay que asimilar el modelo THG completo, no vale
tomarse media pastilla. Por ejemplo, una persona trabajadora pero que no es H ni G,
siempre albergará una sensación de que le falta algo (está vacía de H y G). Además,
para ser G previamente hay que ser T (recordemos el ejemplo de la Madre Teresa de
Calcuta). Por último, hay que recordar que los tres valores se refuerzan mutuamente,
pues están compuestos de la misma materia espiritual y entronca con nuestro yo
energético.
De vez en cuando conviviremos con "personas" que ni T, ni H, ni G (víctimas
del relativismo moral –“Todo Da Igual”), no debemos intentar cambiarlas pero
superando constantemente las tentaciones cínicas del TDI, navegaremos -con la pureza
de los primeros cristianos- con energía sobre nuestra red THG.
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5) EL VALOR DEL TRABAJO BIEN HECHO
“Cuando me llegue la inspiración, que me coja trabajando”
Pablo Picasso
Todos conocemos a personas a las que no les importa la calidad del trabajo que
realizan. Tampoco les preocupa mucho que sus clientes (pacientes, alumnos, etc.)
queden satisfechos con sus servicios. Pero también hay personas obsesionadas con
llegar a ser la mejor versión de sí mismos como trabajadores. Además, en un ejercicio
de empatía profesional, se sienten responsables del bienestar de los demás. Los primeros
no conocen la palabra excelencia; los segundos aspiran a la misma.
Pero, ¿qué es la excelencia? La excelencia se encuentra en estrecha relación con
la perfección y las características sobresalientes que ostenta un trabajador o los bienes
que produce. Por tanto estamos ante un camino de búsqueda, experimentación, estudio y
conocimiento del trabajo e innovación. Lo verdaderamente importante no es la meta
sino las mejoras graduales que se producen en el camino.
Otra pregunta, ¿se puede disfrutar en un trabajo? Se puede y se debe. Según los
economistas los trabajadores derivamos satisfacción laboral casi exclusivamente de
nuestro salario. Esta visión reduccionista es ampliada por los psicólogos: también
derivamos satisfacción laboral de recibir formación continua en el puesto de trabajo, de
la posibilidad de conciliar la vida laboral y la familiar, de un buen clima laboral, en
definitiva, de tener un “maestro” que saca lo mejor de nosotros mismos, en vez de un
jefe tradicional poco imaginativo que se basa solamente en ordenar y mandar. Por tanto
el camino de la excelencia es aprender a ser felices en nuestro trabajo y aprender a hacer
felices a los que rodean en dicho ámbito.
Así, es importante que nos guste lo que hacemos, que nos recreemos en nuestra
tarea diaria (cual panadero que nos provee con amor al trabajo bien hecho del pan
nuestro de cada día). En definitiva, tenemos que encontrar nuestro “elemento”. Como
nos demuestra el maravilloso libro (que deberían leer todos los padres y educadores) de
Ken Robinson (El Elemento), estamos en nuestro elemento cuando nos apasiona lo que
hacemos y además nos hemos preparado lo necesario para hacerlo bien. Cuando
descubrimos este estado se produce un antes y un después, tanto en nuestra vida laboral
como personal. Ahora el cansancio y el estrés irracional son sustituidos por la
creatividad.
Pero seguro que se nos viene a la cabeza otra pregunta: ¿qué ocurre si
trabajamos en un entorno laboral hostil? A este respecto me parece muy oportuna la
reflexión de Viktor Frankl (El Hombre en Busca de Sentido): muchas veces no podemos
elegir nuestras circunstancias pero sí podemos elegir, de forma plena, nuestra actitud.
Así, por ejemplo, podemos exclamar: no que “soy amable porque soy feliz en mi
trabajo”, sino que “soy feliz en mi trabajo porque soy amable”. Hay que dar importancia
al liderazgo tranquilo, quizás desde la minoría y no olvidar nunca que el cambio
empieza por uno mismo, incluso en circunstancias adversas.
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…Para un profesor (desde preescolar hasta la universidad) un trabajo bien hecho
se refleja en un alumno impregnado de sana autoestima y Valores –incluyendo el gusto
por el trabajo bien hecho-. Esta es la mejor aportación que puede hacerse a la sociedad
del futuro. En esto consiste la verdadera felicidad laboral y puede extrapolarse a las
demás profesiones. Estamos llamados a querer encontrar Sentido a nuestro trabajo.
“La excelencia es un hábito”
Aristóteles
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6) EL VALOR DE LA HUMILDAD
“Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben
lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo
hice con ustedes”
San Juan 13, 1-15
Todos conocemos a personas obsesionadas con destacar en alguna de las facetas
de la vida (o en todas); o, al menos, en aparentar que destacan. También conocemos a
personas que, aunque colmadas de valores (trabajo orientado a la excelencia,
generosidad, etc.), pasan por la vida sin querer hacer más ruido del estrictamente
necesario. Los primeros, intentan de manera angustiosa llenar continuamente su vacío
interior con logros materiales (consumo suntuoso, poder efímero,…). Los segundos,
Viven con Humildad. Pero, ¿qué es la humildad?
Respecto a dicha pregunta, podemos acudir al Diccionario de la Real Academia
Española que define la humildad como la actitud de la persona que no presume de sus
logros, reconoce sus debilidades y fracasos y actúa sin orgullo. Como deriva de humus
(tierra), podemos entender la humildad como la actitud del que vive con los pies en la
tierra (a pesar de los cantos de sirena del éxito temporal). Como diría el poeta (Juan
Ramón Jiménez): “Mis pies, ¡qué hondos en la tierra!”.
También se nos suele venir a la cabeza otra pregunta: ¿se puede vivir con
autoestima y humildad simultáneamente? Si entendemos la autoestima como el respeto
a uno mismo unido al sentimiento de que la actitud positiva y la felicidad son derechos
innatos, es evidente que las personas con autoestima caminarán por la vida con
integridad personal. Así, no hay espacio para la prepotencia o el orgullo desmedido. Por
tanto, las personas con sana autoestima son esencialmente humildes. Su porte humilde
es el reflejo de un alma que está en Paz. Por supuesto, se alegran de los éxitos del
prójimo y como nos aclaran las filosofías orientales, ¡logran pero no disputan!
Es importante aclarar que no estamos haciendo referencia a la autoestima del
“sabelotodo”. Esta insana autoestima, obsesionados con preservar nuestra identidad
rígida, nos hace ponernos a la defensiva cada vez que escuchamos información nueva y
que nos hace plantearnos la salida de nuestra zona de comodidad. A esta actitud
paralizante, se antepone la autoestima del “aprendiz”, que se basa en la humildad de
aceptar (ante nosotros mismos y ante los demás) que no sabemos, pero que estamos
dispuestos a escuchar (leer, estudiar y aprender de los demás) puntos de vista diferentes.
Esta actitud nos permite, primero, cuestionarnos a nosotros mismos y, segundo,
evolucionar como seres humanos. La felicidad está mucho más cerca del cambio y la
evolución que del inmovilismo y el victimismo.
De todo lo anterior se deduce que es muy importante educar a nuestros hijos en
el valor de la humildad. Si aceptamos la premisa de que los hijos son unos espejos de
los padres, nunca hay que olvidar que los formamos no sólo a través de nuestros
consejos y de los límites que les fijamos, sino también con nuestro ejemplo. Las
palabras enseñan, pero lo que los padres hacen y son se queda grabado a fuego en los
futuros adultos. Tenemos que pasar del “mi niño es el más listo de la clase” al “mi niño
edifica su futuro sobre los cimientos de su inteligencia emocional”. Este niño será un
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renglón derecho de Dios, y, apoyado sobre su autoestima, paciencia y empatía, pisará
hondo en la tierra. Vivirá con humildad, pero, eso sí, con sus “alas altas en el cielo”…
vivirá con propósito una Vida llena de sentido.
En definitiva, una persona humilde es una persona espiritualmente inteligente
que trata de ver aquello que le une a las otras personas (cooperación) y relativiza las
diferencias. Esta actitud es clave para llevar una buena vida familiar, laboral, social y de
hermandad, pues ayuda a superar las barreras que dificultan nuestra comunicación en
dichos contextos. El cultivo de la Humildad es decisivo para alcanzar la Comunión y la
Unidad.
…Si yo fuera humilde no habría escrito este artículo…simplemente me hubiese
dedicado a Amar en silencio.
“Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se
ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”
San Mateo 23, 1-12
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7) EL VALOR DE LA GENEROSIDAD
Todos conocemos (en persona o a través de los medios de comunicación) a
personas que son aparentemente “ricas”. Lo tienen todo: grandes casas, grandes coches,
lujos…dinero. Y, sin embargo, no regalan ni la hora. Su avaricia es digna de ser visitada
por los fantasmas del Cuento de Navidad de Charles Dickens…todo el dinero del
mundo no puede llenar nuestro vacío existencial –que no está relacionado con lo que
tenemos sino con lo que somos-. A este tipo de “persona”, que puede vivir una
conversión interior tras pasar por “la noche oscura del alma”, se contraponen los que
comparten lo poco que tienen. Y no me refiero solo a dinero y bienes materiales, sino
también a tiempo, información, compañía y escucha atenta. Son personas generosas,
pues son capaces de compartir incluso aquello que no les sobra. La generosidad no es
solo patrimonio de las personas, sino también de instituciones que, como Cáritas, están
ayudando a capear la crisis a miles de personas en nuestro entorno.
Pero, ¿qué es la generosidad? Según el Diccionario de la Real Academia
Española la generosidad es la tendencia a: 1) ayudar a los demás y 2) a dar las cosas
propias sin esperar nada a cambio. Hemos dividido la definición en dos partes.
Respecto a la primera parte de la definición, en un artículo posterior hablaremos
de los determinantes de la felicidad. Efectivamente, incluso para una persona sin fe, es
fácil darse cuenta (mejor hacerlo a tiempo) que siendo útil a los demás aumenta nuestro
bienestar vital. Todos hemos visto, en algún momento, a alguien derrumbado y si no
hemos mirado para otra parte (no nos hemos “lavado las manos como Pilatos”) y hemos
aportado nuestro granito de arena a su sanación…cuando veamos a esa persona reír y
satisfecha nos contagiará su propia felicidad, que la haremos nuestra.
La segunda parte de la definición, pone el énfasis en las expectativas de la
persona generosa. Si cuando, somos generosos, esperamos mucho a cambio de nuestro
comportamiento o nuestra actitud, es muy probable que acabemos frustrados y pasemos
a engrosar las filas del “ejército de los egoístas auto-justificados”. Ahora bien, en el
equilibrio está la virtud –como dijo un médico no hay veneno sino dosis-, pues aunque
tenemos que alejarnos de la tentación (egoísmo) tenemos que abrazar y mimar nuestra
propia sana autoestima. Las palabras de Rafael Navarrete, sacerdote jesuita y licenciado
en Filosofía y Teología, lo expresan muy claramente: “Cuando un hombre o una mujer
se sienten satisfechos, empiezan a mirar con amor a los demás; sólo una fuente que
está llena deja pasar gozosamente el agua. Ningún hombre feliz puede hacer daño a
otro. Detrás de todo hombre que llamamos ´malo´ hay un hombre insatisfecho”. Yo
añadiría profundamente insatisfecho y sus maldades nunca terminan por saciarlo pues
su fuente pierde agua constantemente (por alguna remota razón perdió la autoestima o
no la autoalimentó convenientemente).
Mucho antes Jesús –que nos donó toda su Sangre- había exclamado: “Ama al
prójimo como a ti mismo”. Viendo lo que nos rodea estoy tentado a decir que Jesús
tenía que haber sido más exigente exhortándonos a amar al prójimo más que a ti mismo
(como contrapunto a nuestra debilidad). Pero también es importante destacar que, en
una defensa indirecta de la importancia de la sana autoestima, dijo ama al prójimo
exactamente lo mismo que a ti mismo (reciprocidad). La fuente se llena cuando somos
generosos y solo una fuente llena puede ser cobijo del “sediento”. Este es el círculo
virtuoso de la generosidad.
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Ahora bien, podemos preguntarnos si se puede ser generoso en un ámbito tan
competitivo como el mundo laboral. De nuevo la inseguridad en nuestras propias
competencias nos hace aislarnos (desconfianza + envidia) y no cooperar con nuestros
compañeros de trabajo, pero como dijo John Donne: “Nadie es una isla, completo en sí
mismo; todo hombre es un trozo del continente, una parte del todo”. Así, para llevar
más lejos nuestras posibilidades individuales, necesitamos tejer una red social basada en
la generosidad, para progresar es preciso Cooperar. Además, como todos de alguna
manera somos líderes (en nuestra casa, con nuestros hijos, en nuestra comunidad de
vecinos, en la enseñanza, en cualquier trabajo, en la Hermandad, etc.) no hemos de
olvidar la idea de que no hay liderazgo sin ética (entendida como generosidad motriz
que nutre a todos los demás Valores).
En este aspecto una cuestión a la que tenemos que responder antes o después es
saber para qué vivimos o para qué trabajamos. Estamos llamados a encontrar sentido a
nuestro trabajo porque solo así dejaremos de tomar decisiones movidas por nuestro
instinto de supervivencia y comenzaremos a seguir los dictados de nuestra conciencia y
nuestro corazón. Podemos encontrar nuestra misión profesional a través de dos vías: 1)
contribuyendo a mejorar la vida de los demás (a mejorar la sociedad); 2) acompañando
–cual buenos entrenadores (coaching)- a nuestros “colaboradores” (subordinados, jefes,
compañeros de trabajo) para que lleguen a ser la mejor versión de sí mismos encarnando
la Libertad y la Generosidad.
Me gustaría terminar este artículo recordando que la generosidad (aunque sin
olvidar que es un fin en sí misma) tiene importantes efectos terapéuticos. Cura de la
incomunicación, de la falta de empatía, de la insatisfacción vital y laboral (cuando
salimos de nosotros mismos) y, sobre todo, del mayor de todos los males: el egoísmo.
Una vida vivida entre los confines de la prisión del egoísmo…es tiempo
perdido…
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8) EL VALOR DE LA AUTOESTIMA
“…Amarás a tu prójimo como a ti mismo…”
San Marcos 12, 28-34
Todos nosotros nos hemos cruzado alguna vez en la vida con personas que,
aparentemente lo tenían “todo”, y, sin embargo no eran felices. También conocemos a
personas que, aparentemente no tienen “mucho” y son plenamente felices. Los primeros
sobreviven como pueden, pues deambulan por la vida con el freno de mano echado. Los
segundos, viven con Autoestima. Pero, ¿qué es la autoestima? Voy a recurrir a la
definición que de la misma da N. Branden, autor del que posiblemente es el mejor libro
sobre el tema escrito hasta el momento (Los Seis Pilares de la Autoestima).
Para dicho autor la autoestima tiene dos componentes: 1) La confianza en uno
mismo (frente a los desafíos de la vida personal y laboral), y 2) El sentimiento de que la
alegría, la actitud positiva y la felicidad son derechos innatos (porque todos somos hijos
de Dios). Por tanto, simplificando, las personas que tienen autoestima se respetan a sí
mismas. Y la ecuación es muy sencilla: si no te respetas a ti mismo es imposible que
tengas paz interior y felicidad.
¿Cómo es posible que una persona no se quiera a sí misma? ¿Cómo podemos
querer a nuestros semejantes si no nos queremos a nosotros mismos? ¿Cuántas personas
todavía no se han dado cuenta que van por la vida con el freno de mano echado?
Podríamos remontarnos hasta el propio embarazo y al equilibrio emocional de los
padres para encontrar las razones de un lastre tan pesado como innecesario (la
autoestima se forja con el Cariño que recibimos incluso desde la cuna). Posteriormente,
en torno a los tres años de vida, una separación brusca de los padres, rechazo del niño,
malos tratos físicos o psicológicos, algún tipo de trauma infantil e incluso una
sobreprotección del niño (¡NO CREZCAS!), pueden minar todavía más nuestra
autoestima. Si nos elevamos por encima del plano individual, también podemos hablar
de la falta de autoestima de una familia, barrio, raza, pueblo, región, nación,
universidad, hermandad, etc.
Igual que cualquier momento es bueno para la Conversión, también cualquier
momento es bueno para sanar nuestro auto-rechazo. La cuestión no es baladí porque los
mayores viajes no los hacemos en avión sino en nuestro interior (por ejemplo, pasando
del auto-rechazo a querernos a nosotros mismos). Así, para planificar el viaje de nuestra
vida, podemos empezar apuntalando los siguientes cuatro pilares de la autoestima:
1) La práctica de vivir conscientemente. Por ejemplo, si sé que no estoy dando lo
mejor de mí mismo, pero prefiero mirar para otro lado, aquí aparece un claro
espacio para la mejora de la autoestima. Tenemos que tener el valor de
conocernos a nosotros mismos, limpiando constantemente el espejo de nuestra
consciencia.
2) La práctica de la responsabilidad de nosotros mismos. Por ejemplo,
seguramente que hay cosas que no nos gustan de nuestro trabajo o de nuestra
hermandad, pero no debemos olvidar que somos responsables de nuestra
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conducta diaria con nuestros hermanos: al saludar amablemente, al regalarles un
chiste o una sonrisa, al escucharlos con amor,…
3) La práctica de vivir con propósito. Efectivamente, es muy importante el que nos
fijemos metas precisas: participar en actividades de voluntariado, implicarme
más en mi hermandad, no hablar mal de nadie en ninguna circunstancia y lugar,
descubrir lo positivo que hay en las personas que me rodean (optimismo
existencial), perfeccionarnos por la caridad,…
4) La práctica de la integridad personal. Seguramente que conocemos personas
que dirigen organizaciones diversas con prepotencia y cinismo. No nos
confundamos, en ellos no hay ni el menor atisbo de sana autoestima, sólo hay
narcisismo y egocentrismo. No olvidemos que tampoco pueden ser llamados
líderes, porque el liderazgo si no es ético, no es liderazgo. El líder tiene que
generar confianza y adhesión voluntaria a lo valores que lo identifican.
De todo lo anterior se deduce que los cristianos estamos llamados a vivir con
Autoestima. Así, la exclamación más poderosa de Autoestima ha sido la de Jesús de
Nazaret: ¡Yo soy…! (San Juan 14, 1-6):
a) El Camino: como dijo San Agustín “camina siguiendo al hombre y llegarás a
Dios”. Abrázate a los valores cristianos, porque es mejor cojear a lo largo del
Camino que andar a grandes pasos fuera del camino (como esos jefecillos de
turno).
b) La Verdad: esta piedra filosofal la buscamos incesantemente hasta volvernos
científicamente rebuscados y hasta mal pensados. El Hijo del Hombre nos invita
a revestirnos de la pura inocencia de la infancia que un día enterramos por
inercia: “Dejen que los niños se acerquen a mí…, porque el Reino de Dios
pertenece a los que son como ellos” (San Marcos 10, 13-16).
c) La Vida…hace unos años mi tía Concha (que me crió desde los tres años de
edad) estuvo ingresada más de un año en el hospital. Todos los días, antes de
visitarla en su habitación, yo pasaba por la capilla del hospital, y delante de mis
peticiones, se podía leer: ¡Yo soy…! Ahora, con su recuerdo constante en mi
corazón, le doy las gracias por haberme hecho el mejor regalo posible: el
haberme enseñado a respetarme como una persona con valor y valores.
17
9) EL VALOR DE LA RESISTENCIA
Antes o después todos tenemos que enfrentarnos a las pruebas duras que nos
depara la vida. Pero no siempre reaccionamos de la misma manera y las consecuencias
de los mismos golpes son muy diferentes. Así, podemos simplificar y dividir a las
personas en dos grupos: las que desde el comienzo son demasiado débiles para
soportarlos (se sienten víctimas) y las que son suficientemente fuertes para enfrentarse a
esos mismos golpes, de modo que si lo logran, les fortalecerá y les hará mejores
personas. Este último grupo tiene el atributo de la Resiliencia, que se refiere a la
resistencia psicológica. Es un término que procede de la Física donde significa la
capacidad de un material de recobrar su forma original después de haber sido sometido
a una presión deformadora. En latín resilio significa volver de un salto, rebotar.
Las personas que poseen este valor se caracterizan por: a) arreglárselas bien ante
cambios profundos; b) recuperarse bien de los contratiempos; c) superar las
adversidades y, tras superar el bache, crecer como personas (rebotar); d) responder bien
antes las presiones de la vida personal y laboral; y e) hacer todo lo anterior sin tirarse
piedras sobre su propio tejado –recomiendo el libro de Al Siebert (2007): La
Resiliencia. Construir en la Adversidad-.
Me vienen a la mente dos casos que he conocido a lo largo de mi vida y que
resumo a continuación:
En primer lugar, traigo aquí el caso de una chica joven que acababa de terminar
la carrera. Durante sus estudios fue una alumna brillante (solía decir que ella sólo
competía consigo misma y siempre se ofrecía a sus compañeros para ayudarles). Con
los valores del trabajo, la humildad y la generosidad por bandera aterrizó en la empresa
inadecuada. Rápidamente su excelencia personal y profesional generó recelos y envidia
entre sus compañeros y, lo que es peor, entre su propio jefe (por cierto, en las antípodas
del liderazgo ético). Todo terminó en el temido acoso laboral (le mandaban trabajos
innecesarios o desmedidos, presión continua, mentiras, falsos testimonios, vacío
psicológico, etc.). Evidentemente este estrés irracional le terminó provocando ansiedad
y ésta le llevó a las puertas de una depresión.
Sin embargo, esta chica Rechazada decidió no sentirse como una víctima que se
sienta pasivamente a lamerse las heridas y que, al culpar de su situación a los demás, al
destino o a la mala suerte, queda encallada. Por el contrario tomó las riendas de su vida
y de su futuro y tras auto-despedirse elegantemente de su jefe y de sus “compañeros”,
montó su propia empresa. A partir de ese momento tuvo siempre en mente no cometer
los errores que ella había padecido en sus propias carnes y se aferró a los siguientes
valores laborales: fomentar buenas relaciones personales (frente a la estrategia
maquiavélica y miope de “divide y vencerás”), no utilizar a las personas y, en definitiva,
ofrecer empleos de calidad. La honestidad de esta mujer creó un clima tal de confianza
y autenticidad que condujo a un desarrollo impresionante de su empresa y de todos sus
colaboradores. Su actitud de servicio hacia los demás la ha hecho ser plenamente feliz.
En segundo lugar, también es muy revelador el caso de un chico joven que
aparentemente lo tenía todo: su familia lo quería mucho, tenía novia, buenos amigos, un
buen trabajo, etc. Sin embargo, de repente se vino abajo: no tenía ganas de comer, no
18
dormía y mostraba una apatía total ante las cosas cotidianas de la vida. Tras algunos
meses de angustia este joven se armó de valor para buscar un psicólogo, pasando por
alto todo aquello que podían pensar sus vecinos. Al igual que el que se rompe un brazo
se lo escayola, el que sufre un trastorno emocional hace terapia. Ahora, el joven autorechazado en origen ha superado su trastorno (falta de autoestima) y además, por el
camino, se conoce mejor a sí mismo. Desde esta atalaya ha edificado su empatía y su
capacidad de sacar lo mejor de sí mismo y de los demás. Se ha autoevaluado
Cristianamente y, por ejemplo, nunca critica a nadie. Su lema es: ¡piensa bien y vivirás
bien!
Por tanto, tenemos que ser conscientes de que todas las cosas ocurren por algún
motivo. No importa lo traumático que puede parecer en el que momento en que
acontecen. Si estamos ahí, con paciencia y voluntad, siempre hay una oportunidad a la
vuelta de la esquina. Se cierre una puerta, pero se abre otra. Sólo tenemos que buscarla
con determinación.
19
10) LA ANOREXIA DE LOS VALORES
Desafortunadamente, casi todos conocemos a alguien que de repente, y sin
motivo aparente, se desprende de la necesidad de comer y su cuerpo va adelgazando
paulatina e inexorablemente hasta llegar casi a desaparecer (menos de 40 kilos en una
muchacha de 18 años) –el suicidio lento-. Esta enfermedad es conocida como anorexia y
actualmente amarga la vida a muchas familias. Siendo muy importante, el objetivo de
este corto artículo no es adentrarnos en las raíces psicológicas y psiquiátricas de la
anorexia, sino provocar un debate, a todas luces necesario, incluso para curar la citada
enfermedad.
Efectivamente, siempre me ha llamado la atención la preocupación excesiva por
el cuerpo. Me consta que es importante llevar una vida saludable: dieta equilibrada y
ejercicio físico. Pero no me trago que la “belleza ideal” –valor relativo- se pasee
actualmente por las pasarelas de moda. Así, parece claro que esos cuerpos
escuchimizados generan un efecto distorsionador en las mentes de nuestros
adolescentes.
Sin embargo, hace tiempo que no me encuentro a nadie que me afirme: “estoy
suspenso en Valores,...desvalorizado”. Por supuesto nadie transmite por la calle la
sensación de estar “inflado” de egoísmo, por no decir otra cosa (¡es más fácil ver la paja
en el ojo ajeno que…!). En este sentido, muchas veces pienso que debería existir un
peso de Valores en el que todos pudiéramos medir el nivel de nuestra integridad y
nuestra tolerancia al mal.
Si a nivel individual la consecuencia de la falta de valores es preocupante
(alcoholismo, delincuencia, maltratos familiares, suicidio, acoso, drogadicción,...), a
nivel global el problema se multiplica: guerras, degradación del medio ambiente,
hambrunas y hambre generalizada, exclusión, racismo y xenofobia...
Me parece que aquí viene a cuento el modelo THG con el que me presento y me
despido de mis alumnos en la Facultad: 1) (T)rabajo –nunca debemos parar de abrir
rutas fecundas-; 2) (H)umildad –no es más rico el que más tiene sino el que menos
necesita (SENCILLEZ)-; 3) (G)ENEROSIDAD –no hay mayor felicidad que ser útil a
los demás (AMOR)-. Siempre y en todo lugar somos Libres de coger las riendas de
nuestra autoestima y compartir nuestra felicidad con las personas humanas
(independientemente de su aspecto físico) de nuestro entorno. Por supuesto, esta
estrategia también puede constituirse en un antídoto contra la anorexia.
20
11) EL ECLIPSE DE LOS VALORES
De vez en cuando ocurre un fenómeno astronómico que polariza la atención de
gran parte del mundo. Se trata de un eclipse solar, que cuando ocurre no sólo genera
expectación entre los astrónomos, sino que desplaza a otras noticias de la prensa, radio y
televisión, dispara la venta de unas gafas especiales para poder mirar fijamente al sol y, lo
que sí parece verdaderamente preocupante, en algunos círculos se le atribuyen
connotaciones apocalípticas.
Mi intención es este artículo no es debatir en torno a si los eclipses fueron
perfectamente predichos por Einstein en este siglo, explicados por Copérnico hace cinco
siglos, o intuidos por algunos astrónomos griegos hace veintitrés siglos. Tampoco me voy
a detener en algunos hechos anecdóticos, como la aparición de algunas lesiones de la retina
por imprudencia (mirar fijamente al sol). Simplemente, voy a transfigurar el sentido
original de la palabra "eclipse" para plantear una reflexión sobre qué tipo de siglo XXI
queremos construir y si queremos mirarlo con "gafas" o con nuestros propios ojos.
Como sabemos, un eclipse es la ocultación transitoria, total o parcial, de un astro
por interposición de otro. Por tanto, dicha palabra, aplicada a los valores, viene a significar
la ausencia, total o parcial, de los mismos. Al sentarme a escribir delante del ordenador,
estaba tentado a exagerar y afirmar que la ausencia es total, buscando captar la atención del
lector sobre el problema en cuestión, pero creo que no hace falta.
Ya he nombrado una manifestación coyuntural de dicho problema: la asociación
paranoica entre eclipse y el ¡el fin del mundo! Simplificando bastante, podemos poner
otros ejemplos no menos preocupantes: la adicción familiar a la "caja tonta" y no a la
comunicación interpersonal, la "propagación" de la falta de autoestima a nivel social:
drogas, alcoholismo, desidia y violencia callejera, entre la gente joven; la alienación de la
cultura y de la formación -no desarrollo de la capacidad crítica, la mercantilización "legal"
de la democracia, la sucesión de conflictos bélicos por motivos económicos,
geoestratégicos o por la falta de tolerancia y la no aceptación de la diversidad humana, la
práctica extendida de levantar "falsos testimonios" con garantía de impunidad total (vida
"cotilleo"-centrada y no auto-centrada), la falta de ética en las actividades económicas (el
todo vale), la falta de justicia (puede penalizarse más un robo "para comer" que un
genocidio infernal), etc. ¿Dónde están los valores?; ¿Qué astro se ha interpuesto entre
nosotros y la LUZ? Parece evidente que una vida sin valores es un sumatorio de actos
vacíos: nos levantamos, comemos, trabajamos, dormimos,....morimos. Creo que ese "astro
perturbador" es el egoísmo mal entendido, la pereza emocional, la hipocresía
extralimitada, la inercia social e individual y la creencia de que no existen puntos de
referencia válidos (escepticismo ético-religioso; ¿escepticismo humanista?).
Por tanto, no hacen falta gafas, ya que tanto los valores como el "astro perturbador"
están básicamente dentro de nosotros mismos. Pero, para que podamos mirar a nuestro
interior sin miedo a cegarnos, previamente tendríamos que elegir libremente la gratificante
tarea de hacer parte de nosotros mismos los siguientes Valores: Trabajo -abrir rutas
fecundas-, Sencillez -no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita-,
Generosidad -no hay que parar de "sembrar", sin esperar nada a cambio-, Ética económica
-por ejemplo, no destruir la capa de ozono-, Justicia -la conciencia individual debería ser
nuestro juez más implacable, a corto o a largo plazo, pero lamentablemente hay que
21
reforzarla social e institucionalmente-, Paz -si no nos tomamos en serio este valor, puede
ser que lo que quede eclipsada para siempre sea la propia tierra- y, sobre todo, AMOR
-Vivir es amar-. Entre todos estos valores subyace una relación sencilla, pero mucho más
poderosa que las propias leyes de la Física, Astronomía o Economía: Principio de Unidad
en la Humanidad (Unidad vida-valores, interacción virtuosa entre valores, etc.)
Termino este artículo con la esperanza de que el "eclipse de los valores"
simplemente sea un error de percepción mío, o algo anecdótico que morirá con este siglo.
El siglo XVIII fue el del triunfo de la filosofía; el siglo XIX, el del triunfo de la industria y
el XX podría ser catalogado como el del triunfo de la alta tecnología. Sin embargo, en el
siglo XX también han aparecido importantes "astros" de barbarie -guerras, devastación del
medio ambiente, hambrunas,...-. Todavía no hemos escrito la historia del siglo XXI; si
seguimos eclipsados podría ser el siglo de la barbarie, o bien, y esta es mi apuesta, el siglo
de la Humanidad con una tecnología al servicio de los VALORES, donde nuestros ojos
desnudos lloren libremente al contemplar la perfección absoluta de la obra de Dios: el ser
humano como parte integrante de la Armonía y Belleza de la Naturaleza.
22
12) CARTA A UN JOVEN QUE NO SE QUERÍA A SÍ MISMO
Imagínense a dos jóvenes, cada uno conduciendo un coche distinto. El primer
joven, llamado “Auto-rechazo”, tenía un Mercedes de última línea. El segundo,
llamado “Autoestima”, sólo poseía un Pandita de tercera mano. Se cuenta que una vez
estaban los dos parados en paralelo, esperando que el semáforo se pusiera en verde.
Cuando esto ocurrió, el Pandita –por otro lado un buen "Antivirus"- siguió su camino
lento pero seguro...con Autoestima. Sin embargo, el Mercedes se quedó parado en el
semáforo ante la mirada atónita e impaciente de los demás conductores. ¿Qué ocurría?;
¿se había averiado el Mercedes?; ¿se había acabado la gasolina? No, nada de eso. Autorechazo había echado el freno de mano...llevaba toda la vida con el freno de mano
echado.
¿Cómo es posible que una persona no se quiera a sí misma?; ¿cómo podemos
querer a nuestros semejantes si no nos queremos a nosotros mismos?; ¿cuántas personas
todavía no se han dado cuenta que van por la vida con el freno de mano echado?
Pero, dejándonos de divagaciones, ¿cómo un Pandita puede dejar atrás a todo un
Mercedes? Para contestar a esta pregunta no hay que olvidar que la misma está
formulada desde la perspectiva de la racionalidad –nunca debemos confundir autoestima
con egoísmo- y Auto-rechazo no es racional. Alguna hormiguita mental a puesto en su
cabeza, al menos dos mensajes vinculados: 1) Soy negativo y, por tanto, de mí sólo
pueden salir cosas negativas; 2) Me tengo que rodear de cosas positivas (Mercedes,
carreras, dinero, poder,....) para que NADIE intuya que, en el fondo, yo soy
NEGATIVO. Al principio no es fácil de entender y mucho menos de reconocer. Es algo
así como si en nuestra casa hay un grifo abierto a toda presión. Podemos recoger el agua
con la fregona, pasar de una habitación a otra, planificar el escurrido, pero hasta que no
cerremos el grifo (levantar el freno de mano) el problema persistirá. Y créanme es un
problema serio sufrir de Auto-rechazo.
Intentando no exagerar, la falta de autoestima provoca: 1) Enrarece las
relaciones sociales –timidez, manía persecutoria, ...-de Auto-rechazo; 2) Produce en él
ansiedad, estrés, depresión...; 3) Tiene riesgo de convertirse en un ser dependiente: de
los demás, del alcohol, de las drogas, del sexo indiscriminado...; 4) Puede convertirse en
un ser irascible y violento: pretensión obsesiva de tener siempre la razón, malas
relaciones laborales, malos tratos físicos y psicológicos a su pareja...; 5) Sentimiento
endógeno de culpa y de nostalgia; 6) En definitiva, Auto-rechazo es esencialmente
infeliz. En cambio, Autoestima –algunos incluso lo llaman encefalograma plano- es tan
feliz que nunca podrá entender por qué un Mercedes se queda atrás de un Pandita.
Posiblemente no le dedique ni un segundo de su vida a reflexionar sobre el tema, a no
ser que Auto-rechazo sea pariente o amigo suyo. En este sentido, es una triste realidad
que en casi todas las familias pasa “algo”, pero en muy pocas se va al psicólogo (¿qué
pensarían los demás?).
Por favor, Auto-rechazo debes comprender que si quitas el freno de mano, si te
quieres y respetas tu individualidad, si cierras el grifo de una vez para siempre, si te das
cuenta que eres POSITIVO y, por tanto, de ti sólo salen cosas positivas...Ahora ya has
descubierto la joya que eres y sigues manteniendo tus carreras (T)rabajo), tu posición, tu
Mercedes. Incluso te has dado cuenta que no es más rico el que más tiene, sino el que
23
menos necesita y has cambiado el Mercedes por un Pandita (H)umildad). Además,
como siempre has necesitado la aprobación y el cariño de los demás –cual perrito
faldero que babeaba en las rodillas ajenas-, ahora (CURADO) te has convertido en una
especie de poeta que aunque no sabe de métrica, siempre tienes una palabra de ánimo,
sonrisa, chiste, a modo de catarsis de “Conversión” de los que todavía se empeñan en
auto-rechazarse. Son poemas de amor cotidiano, notas de color en un mundo
innecesariamente gris, "locura de bolsillo" que vuelve a dar sentido a nuestra vida, halo
de luz en la oscuridad asociada a la comodidad, incluso cuando estamos instalados en el
sufrimiento...(G)enerosidad. Te felicito joven (AMIGO DE SANGRE) por pasar de
"sobrevivir" a VIVIR y ahora te regalo para siempre el modelo THG (esperanza con
autoestima). Pero nunca olvides la afirmación de Wayne W. Dyer: "La autoestima
procede de uno mismo, no de las adquisiciones y la aceptación. Adopta la decisión
personal de enamorarte de la persona más hermosa, incitante y digna… ¡TÚ!" (Tus
Zonas Erróneas y Tus Zonas Mágicas). Si tras la lectura de estos dos excelentes libros,
notas que el freno de mano sigue un poco atascado no dudes en ir a un psicólogo, seguro
que te ayudará.
24
13) EL VALOR DE LA EDUCACIÓN
“El hombre tiene hambre no sólo de pan, sino de la palabra de verdad que libera”
Jacques Maritain
Si le preguntamos a un economista por el valor de la educación, nos dirá que la
educación (para los que la reciben) tiene un valor monetario y otro no monetario. El
valor monetario se refiere a que las personas con mayor nivel educativo tardan menos
en encontrar un empleo y éste, por lo general, estará mejor remunerado. Pero el
rendimiento de la educación no se acaba en lo tangible, porque la evidencia nos dice que
las personas con más años de escolarización tienen trabajos con mayor calidad (en
términos de conciliación de la vida laboral/familiar, salud laboral –física y emocional-,
trabajo “ilusionante”, etc.).
Sin embargo, hoy en día la educación en España está en entredicho: elevadas
tasas de abandono escolar, alumnos que puntúan muy bajo en las pruebas
internacionales (Informe PISA), profesores de primaria y, sobre todo, secundaria sin
autoridad ante el alumnado y, en el peor de los casos, con ansiedad y depresión. A esto
hay que unirle una Universidad, en general, burocratizada, lejos de la excelencia y
bastante apática (lavándose las manos sobre el asunto crucial de la formación integral de
los alumnos universitarios).
En este contexto, me gustaría recordar que la educación empieza y termina (la
escuela es un tránsito) en el hogar. Los padres tenemos que sacrificarnos para transmitir
valores constantemente a nuestros hijos. Entre dichos valores destacan la capacidad de
sacrificio (voluntad) y el amor por las cosas bien hechas (incluido al aprendizaje). Por
ello, sobran expresiones del tipo: ¡Voy a darle a mi hijo todo lo que yo no tuve! Las
cosas materiales (los caprichos) cuando se acumulan, además de no ser valoradas por el
niño-adolescente, sobran –además, con esta falta de sentido común, se transmite
inconscientemente la idea de que no hay límites-. Los valores anteriores (voluntad y
excelencia) se cultivan en nuestros hijos a base de tiempo (primero jugando, después
leyéndoles y ayudándolos en la realización de las tareas escolares) y de dar ejemplo
(que nos vean leer periódicos y libros con asiduidad en lo académico, y que nos vean, a
sus padres, encarnando el amor incondicional que mejora con el paso de los años).
Hay que reconocer que esta labor educativa paterna no es fácil, pero, a su vez, es
la mejor inversión que podemos hacer los padres en nuestra vida. Y tenemos que
empezar a poner los cimientos muy pronto. Dicho cimiento es la Autoestima (=
Felicidad). Así, tenemos que vivir con nuestros hijos de manera que se sientan
tranquilamente contentos de ser quienes son. Así, le transferimos una herencia
inapreciable: la fuerza para enfrentar las tensiones a las que les someterá la vida, y el
valor necesario para llevar a ser una persona comprometida y responsable. Esta
inversión de amor nutricio (tiempo, energía, dinero) dará frutos sin fin a lo largo de los
tiempos (pues nuestros hijos sembrarán la autoestima en nuestros nietos…). Además,
este respeto por sí mismos de nuestros hijos, será el mejor antídoto para no probar
siquiera las primeras drogas (alcohol, tabaco,…), que la sociedad les pondrá en su
camino.
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Nuestros abuelos sabían otorgar mejor que nosotros el valor a la educación
(dirían: ¡el saber no ocupa lugar!), pues muchos de ellos tuvieron que empezar a
trabajar siendo niños y su paso por la escuela fue muy escaso o nulo. Pero si además de
movernos en el tiempo, nos movemos en el espacio, hoy día encontramos casos como
los de Etiopía o Malí, donde no van a la escuela primaria ni siquiera la mitad de los
niños y niñas (si hablamos de escuela secundaria el porcentaje baja a menos del 10%).
Por otro lado, según la Organización Internacional del Trabajo, cerca de 218 millones
de niños en el mundo ven vulnerados sus derechos por el trabajo infantil. Pero los niños
tienen que estar escolarizados y esta es la base para que, en el futuro, se reduzca
drásticamente los más de mil millones de personas que pasan hambre severa en el
mundo. Otro valor de la educación como bien público: el desarrollo (local, regional y
mundial).
Por otro lado, los profesores (padres) nunca deben olvidar que las expectativas
se auto-cumplen. Así, tenemos que confiar en las posibilidades de cada uno de nuestros
alumnos (hijos). Cuando el docente cree posible que el alumno puede aprender,
generalmente el alumno aprende. No hay alumnos “torpes” sino profesores que no
motivan lo suficiente, quizás víctimas del relativismo moral imperante o de una mala
organización educativa (o de padres que los deslegitiman constantemente).
Dice un proverbio africano que para vestir a un niño basta con un adulto, pero
para educarlo hace falta toda la tribu. En nuestra sociedad esta tribu incluye a padres,
educadores, psicólogos, colegios, institutos, universidades y, por supuesto, los medios
de comunicación (incluido Internet). A todos estos colectivos les recomendaría la
lectura atenta del libro de Gustavo J. Magdalena (2007), El Espíritu del Educador, PPC,
Madrid. Me emocionaron, después de disfrutar intensamente de la lectura de esta joya,
las palabras finales del libro: “Todo lo bueno para el hombre es querido por Dios: por
medio de la buena educación, Dios puede llegar al corazón del docente y de los
alumnos, aunque no lo conozcan, no lo nombren ni piensen en Él. Dios sabe colarse a
través de los educadores para plenificar la vida de las personas”.
…Si le preguntamos a un cristiano por el valor de la educación nos dirá que la
educación tiene un valor espiritual y que contribuye a que entre todos construyamos el
bien común. Con la autoestima esculpida desde antes de nuestro nacimiento por
nuestros padres, y reforzada en las aulas con la vocación de los educadores (desde la
guardería hasta la universidad), transformaremos nuestra vida en una misión que surque
nuestras vidas, que se alimente de lo que somos y que colabore con nuestro proyecto
personal. Bajo el prisma de su misión cristiana, el ser humano se proyecta por encima
de un enfoque individualista de la vida: todo lo que hace, inclusive los aspectos menos
agradables de su trabajo, adquiere un sentido…cada vez que vemos a Jesús crucificado,
recordamos que estamos llamados a ser la mejor versión de nosotros mismos…espejo,
limpiado por la caridad, la humildad y la paciencia, en el que se mirarán nuestros
jóvenes.
26
14) HACIA UNA EDUCACIÓN “POSITIVA”
Si nos preguntan como padres que respondamos en una o dos palabras, ¿qué es
lo que más deseamos para nuestros hijos? Responderemos: felicidad, seguridad en sí
mismos, autoestima, realización personal, que sean buenas personas, salud, que lleven
una vida con sentido y amor, fundamentalmente.
A esta pregunta podemos contraponer otra: ¿qué se enseña en los colegios, los
institutos y la universidad? Rendimiento, habilidades mentales, éxito, leer y escribir,
matemáticas, trabajar, hacer exámenes, disciplina, competencias técnicas específicas
(ejemplo, ser un buen médico).
Es evidente que apenas hay coincidencias entre los dos párrafos anteriores.
Desde hace varias décadas, la escolarización de los niños ha allanado el camino hacia el
trabajo adulto. No vamos a defender en este artículo que la capacitación para la
inserción laboral carezca de importancia (todo lo contrario). Sin embargo, como
argumenta brillantemente Martin Seligman –padre de la Psicología Positiva- en La Vida
que Florece (2011), también pueden enseñarse las habilidades del bienestar, cómo sentir
más emociones positivas (por ejemplo, la autoestima y el optimismo), encontrarle un
sentido a la vida, mejorar las relaciones “humanas” y conseguir logros más positivos.
Las respuestas a la segunda pregunta pivotan en torno al concepto de Coeficiente
de Inteligencia (CI). Este coeficiente no es fijo, como muchas veces se piensa. Por
ejemplo, aumenta (manejo de abstracciones mentales como números, palabras y
conceptos) si el niño está inmerso en un ambiente familiar y escolar donde recibe
reflejos positivos. Desde este punto de vista la potencialidad del sujeto pocas veces sale
completamente a la luz (¡esencias perdidas por desconocimiento o ineptitud
emocional!). Definitivamente la inteligencia no es fija y tanto los padres como los
profesores pueden colaborar en gran medida al crecimiento de la capacidad mental de
sus hijos-alumnos. En este punto su influencia sobre el deseo de aprender de los niñosjóvenes es una clave del proceso educativo (¿cuántos libros tenemos en casa?).
Las respuestas a la primera pregunta pivotan en torno al concepto de Coeficiente
de Autoestima (CA)…lamentablemente hemos visto jóvenes con diversas adicciones
(alcohol, drogas, videojuegos…) y también jóvenes apáticos que ni estudian ni trabajan.
La raíz de estos problemas es la falta de autoestima, con sus derivadas de la
autoconfianza y el auto-respeto. Además, es el cimiento de la bondad porque es
imposible querer a los demás si no hemos aprendido antes a querernos a nosotros
mismos (y no estamos hablando precisamente de narcisismo ni prepotencia, actitudes
estas que delatan la ausencia de una sana autoestima). El niño que ha sido nutrido
emocionalmente (Educación “Positiva”) está más predispuesto para el crecimiento
intelectual. Desde este punto de vista el CA y el CI interactúan y se refuerzan
mutuamente.
Pero no hay que olvidar que no podemos perder la referencia del mundo laboral
al que va encaminado el alumno. Los sociolingüistas distinguen entre un trabajo, una
carrera y una vocación. El trabajo se hace por dinero y cuando deja de dar dinero, uno
deja de trabajar. Una carrera se sigue por los ascensos, y cuando ya no se puede
ascender más, se deja o nos “despedimos interiormente” ante nuestro vacío existencial.
27
Sin embargo, una vocación se acomete por su valor intrínseco…hemos encontrado
sentido a nuestro trabajo. No es lo mismo romper piedras que ¡construir una Catedral! Y
aquí la educación hogareña y académica tiene mucho tajo por delante.
Termino este artículo con las palabras de Dorothy Corkille (El Niño Feliz,
1970), que vuelven a cobrar renovada actualidad: “Como padres que se interesan por
sus hijos, debemos apoyar activamente los movimientos que trabajan en pro de la
eliminación de las prácticas escolares restrictivas: los sistemas de calificación por
medio de los cuales se compara al niño con otros, la enseñanza uniforme, las aulas
atestadas y el predominio amplio de las actividades dirigidas por el maestro. Los niños
llevan al aula sus sentimientos, apetitos y aptitudes. Es necesario que sean cada vez
más los padres y los maestros conscientes del papel que la autoestima desempeña en
las vidas de los niños. La educación debe interesarse por las emociones y las actitudes
hacia sí mismos de los chicos, pues de lo contrario no se ocupará del niño como
totalidad. Y a no olvidarlo: toda educación se inicia en la cuna”.
Meciendo la cuna con Amor, permitiendo que en el colegio se despliegue toda la
individualidad original del niño y transmitiendo competencias emocionales y éticas a
los jóvenes, contribuiremos a un mundo mejor…más Positivo.
28
15) PREGÓN DEL AULA
Aquella tarde de 1992 yo hacía el trayecto Estepa-Sevilla y estuve a punto de
quedarme dormido para siempre. Sin embargo, tras alguna brecha y muchos dolores, a
los nueve días “resucité” para la docencia (mi auténtica pasión). Pero, ¿qué es la
resurrección? No puedo dar una respuesta a esta pregunta desde un punto de vista
conceptual, pero sí puedo exclamar lo que se siente. Me levanté de la cama y mientras
me duchaba exclamé: ¡mi ducha! Preparando la mesa cogí con mucho mimo el pan
entre mis manos y exclamé: ¡mi Pan...nuestro de cada día! Ya sentado a la mesa, antes
de dar un trago, miré fijamente al vino y exclamé: ¡mi Vino...Sangre que brota de los
Corazones orientados hacia el prójimo!
Con las fuerzas repuestas por esa gloriosa comida, paseé con un amigo por las
calles de mi pueblo, Las Cabezas de San Juan. Empecé por el Calvario...y, por supuesto,
allí estabas Tú; seguí por la calle Arroyo...y allí estabas Tú; doblé por Pozo Girón y en
un azulejo podía leerse: “San Juan Bautista: Ilumina a la Juventud de este pueblo, igual
que Él te iluminó a ti”...indudablemente allí estabas Tú. Me vine a Sevilla y entré en el
aula universitaria...aquí, aquí,...aquí estás Tú. Pero, por favor, ¿QUIÉN ERES TÚ?
Quien mejor que un alumno, por cierto ya licenciado en Valores antes de entrar
en la Facultad, para darme la respuesta en forma de poema:
“Cuan suave, cuan paciente
caminaba y cuan doliente
con la cruz al hombro echada,
el dolor sobre la frente
y el amor en la mirada”
Efectivamente, encontramos el Amor en todas las miradas de los Señores de
Sevilla. Pero tu mirada es diferente…es mirada que lastima. Tú sabes que muchas veces
no estamos preparados para recibir el impacto directo de tu Luz y, como Padre entre los
padres, agachas tus párpados y hasta nos llega a parecer que miras hacia abajo. La
Humildad es el valor central de un cristiano y en ti la Palabra se hizo carne: eres la
encarnación de ese valor…en una mirada Presentada a Sevilla. Y los que aguantan el
peso de tu mirada alcanzan la sencillez que trasciende a la belleza del Misterio: ¡No soy
digno de que me mires, pero una mirada tuya…!
Además, es una mirada que nos recuerda que cada vez que no somos coherentes
(separamos nuestra vida de los Valores: ¡Crucifícalo!) contribuimos a la muerte en cruz
de nuestro Señor. Ya no eres Presentado, ya eres Cristo de la Sangre. Tú eres la
Encarnación del Amor: a) Amor a Dios; b) Amor de madre (¡qué seguridad nos da el
Amor Incondicional de nuestra Virgen de la Encarnación!; c) Amor a uno mismo (no
hay que confundir la autoestima necesaria para el cristiano con el egoísmo depredador);
d) Amor de pareja (lo que Dios ha unido…); e) Amor fraternal (Él es amigo que nunca
falla). Es fundamentalmente eso lo que tenemos que aprender de Él, pues tenemos que ir
por la vida haciendo Amigos de Sangre.
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Precisamente, un amigo de sangre (antiguo alumno) me comentó que los Cultos
de nuestra Hermandad eran los martes y me animé a asistir. Esto empezó a despertar
inquietudes en mi conciencia (experimenté una especie de resurrección espiritual). Así,
he llegado a la certeza de que nuestros Cultos son la medicina adecuada para todo aquél
que se encuentre agobiado, desorientado, con sensación de vacío interior, cansado,
estresado, angustiado, en definitiva, triste, o bien para quien quiera evitar esos estados
del alma. Poco después me decidí a hacerme hermano y desde entonces mi vida es más
completa: estoy más alegre, me siento más útil, ha aumentado mi paz interior y mi
autoestima, y, sobre todo, he conocido una verdadera Hermandad por dentro. Porque
conocer una Hermandad consiste en conocer a sus hermanos y aquí he encontrado gente
con el coraje y la fe suficientes para ponerse al servicio de los demás, sobrándole
incluso tiempo para tomarse la vida con sentido del humor. Aquí he recibido la lección
definitiva de economía: la búsqueda de la perfección por la Caridad.
Actualmente tengo como alumno (sinónimo de Amigo de Sangre) a un costalero
de la cuadrilla del misterio de la Presentación. Por tanto, aunque creo que nada es
casualidad, he tenido como alumnos a miembros de la junta de gobierno, costaleros y,
posiblemente, nazarenos anónimos. Pero soy muy exigente con las cosas que me
emocionan y me gustaría cerrar este pregón del aula expresando dos deseos:
1) Me encantaría tener como alumno a un miembro de nuestras magníficas bandas,
para que cuando suene la primera marcha en la calle San Benito y un escalofrío suba
por todo mi interior hasta detenerse en mi mirada, compruebe que ya no me
lastimas, que eres una sonrisa hecha Hermandad y que es esta hermandad la que ha
alimentado mi sonrisa. ¡Ese, ese es mi alumno!, exclamaré con orgullo, pues la
docencia es un acto recíproco.
2) También sería un honor para mí impartir docencia a las camareras de nuestra Virgen
de la Encarnación. ¿Por qué Ella sale la última, tras su hijo presentado y crucificado,
si es la propia Encarnación del Trabajo y la Generosidad?. Los últimos serán los
primeros. Enhorabuena Hermanas, intercesoras entre Dios y la Belleza.
En un pregón se exalta…y no hay mayor llamada de atención a los docentes que la
máxima de Rousseau: "Comenzad a conocer a vuestros alumnos, porque, con toda
seguridad, no los conocéis". ¿Los conocemos?
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16) LA LÁGRIMA QUE CAYÓ EN EL ROMERO Y SE CONVIRTIÓ EN PÉTALO
DE ROSA
El año pasado tuve la suerte de vivir lo que para mí puede considerarse un
momento mágico, el traslado de Santa Ángela de la Cruz desde la Catedral a su
convento. Un día, antes de ese evento, estaba terminando la clase de Economía y se
acercó una alumna para preguntarme por qué un cuerpo puede permanecer incorrupto.
Me quedé un poco desconcertado ante mi propia ignorancia. Tras una breve reflexión,
me limité a decirle que la clave de la santidad no es la incorrupción del cuerpo, sino la
Obra en Vida.
Días después llegó el domingo esperado. Estábamos mi mujer y yo en la plaza
de San Francisco. Se había adornado el suelo por donde iba a pasar nuestra Santa con
romero y pétalos de rosa. Estuvimos más de una hora esperando, pero el momento iba a
merecer la pena. Podría decir que lo que más me impresionó fue ver entre los portadores
de la Santa a mis hermanos de San Benito, pero no fue eso. Podría decir que me indignó
ver a los políticos de turno intentando hacerse la foto oportuna, pero eso no tiene
importancia trascendental. Podría decir, sobre todo, que me sobrecogió ver de cerca el
cuerpo incorrupto de Sor Ángela, pero a mi juicio hay algo más importante.
Me emocionó ver las filas interminables de Hermanitas de la Cruz entorno a su
Madre. Sí, porque madre es quien da a Luz, y ella es la fuerza impulsora de que cientos
de mujeres atiendan a miles de necesitados. Porque ellas son el pan para el que tiene
hambre, son las piernas para el que no anda, son los ojos del que no ve, son la pluma del
que no sabe escribir, son la compañía del que está sólo…Y sus cánticos me sonaban a
gloria bendita, como ruiseñores que hacen soportables la Pobreza y la Enfermedad.
Me decía por dentro, acorralado por el recogimiento que me rodeaba, ¡no está
bien visto llorar!…y una lágrima cayó de mis ojos, la seguí con la mirada nostálgica y
alegre a la vez –humana-. Cayó en una ramita de romero, rebotó y se posó finalmente en
un pétalo de rosa. Desde entonces llevo este pétalo de rosa en mi corazón y lo muestro a
la menor oportunidad. Cuando veo alguien triste, agobiado, estresado, nostálgico, en
definitiva con baja autoestima y sufriendo…saco mi pétalo de rosa encarnado en forma
de sonrisa, chiste, consejo, información, “saber” escuchar, en definitiva, volcándome
hacia mi prójimo –Empatía-. No la conocí, pero me siento Amigo de Sangre de Santa
Ángela:
“Por la sangre se identifican los parentescos;
Por la OBRA se purifican los seres profundos;
Amistad…Hermandad…AMISTAD…Sangre
que brota de los Corazones orientados hacia el Prójimo”.
Me gustaría cerrar este breve artículo recordándole a mi alumna la frase: “…Por
sus obras los conoceréis”. Simplemente quedaría recordar a una futura Economista con
Corazón la sentencia del Maestro: "¡Se os dará el ciento por uno!”.
La gente piensa que los santos sólo están en los altares, idea que, sin darnos
cuenta, no aleja de la propia santidad. Todos, absolutamente todos, estamos llamados a
hacer el Bien en nuestras vidas. Para ello contamos con nuestra férrea voluntad y
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nuestro trabajo. Se me viene a la cabeza el ora et labora de San Benito. Efectivamente,
primero debemos juntar las manos para orar, pero simultáneamente debemos abrirlas
para Dar. Este es el juego de manos que tan bien manejan las Hermanitas (sus manos
son una prolongación de su Corazón).
A todos aquellos santos anónimos del barrio de la Calzada –que nunca mataron
el niño generoso, creativo y entusiasta que llevan dentro- con los que nos cruzamos a
diario o que ya durmieron en tu amistad (todos han alcanzado la Excelencia en el
AMOR).
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17) LOS ÁNGELES SIN ALAS TAMBIÉN VUELAN
De pequeño, cuando llegaba la Navidad, solía quedarme embobado con el ángel
que culminaba los portales de Belén. Destacaba su figura alargada, su pelo rubio y
rizado, y, por encima de todo, sus alas blancas; ¡quién pudiera volar con esas alas
celestiales! Por la misma época yo tenía un sueño recurrente en el que yo volaba de casa
en casa, de calle en calle, de pueblo en pueblo, pero siempre despertaba en mi propia
cama; ¡menos mal que no me despertaba en pleno vuelo! Ahora ha pasado algo de
tiempo y ya no busco las alas blancas de los posibles ángeles. Ahora disfruto
observando la Alegría y la Esperanza que ciertas personas difunden a su alrededor; pero,
¿cómo se puede volar sin alas? Sin la pretensión de ser exhaustivos puedo poner
algunos ejemplos:
1) Se levanta todos los días muy temprano para espabilar a sus hijos del sueño
reparador. Simplemente, hace de las relaciones familiares –entre abuelos y nietosuna balsa de aceite, con paz y armonía. Nunca deja que en su presencia se hable mal
de alguien y no conoce la palabra rencor. En el trabajo, contribuye al equilibrio
emocional de la empresa y se enfada cuando alguien se reviste de fría ambición,
pero rápidamente la alegría vuelve a su corazón y un rayo de luz corre por sus
benditas venas hasta posarse en su radiante cara. La Madre Naturaleza está cerca de
ella y es capaz de dar a LUZ...Madre...Virgen de la Encarnación…Ángel de la
Guarda.
2) Se levanta todos los días muy temprano para acariciar el sueño de sus hijos. Lleva a
todos lados la Honestidad y la Verdad por bandera, y le encanta transmitir valores:
Paz, Generosidad, Humildad y...AMOR. Lo han visto llorar ante el despido injusto
de un compañero, pero rápidamente su voluntad y optimismo le catapultan hacia la
Sonrisa contagiosa y sus vecinos saben que tienen en él un punto de apoyo
constante...Padre...Presentado a Sevilla…Ángel.
3) Son la alegría de sus trabajos, todos los quieren. Siempre tienen una sonrisa para el
prójimo, nunca anteponen lo profesional a lo personal y son plenamente conscientes
que son más importantes los “subordinados-novatos” que los “jefes”. El sueldo que
cobran por estas acciones y actitud es intangible, pero al parecer les alumbra una
fuerza interior a prueba de bombas. Se comenta que han abierto de par en par las
ventanas de la Generosidad y por ellas ha entrado la Luz revitalizadora. Ahora son
luz para su mundo...Compañeros...Ángeles.
4) También hay Abogados que defienden las causas “perdidas” de los pobres, Médicos
que no duermen para volver a dar la vida, Políticos (como Robert Schuman) que
anteponen el Bien Público y la PAZ ante todo, Economistas (como Keynes) que
hacen desaparecer las lágrimas de los parados, Poetas (como García Lorca) que nos
recuerdan que estamos Vivos, Técnicos que, por ejemplo, anteponen la seguridad de
un edificio ante todo, y, entre un sin fin de profesiones (chófer, carpintero, albañil,
electricista, fontanero, camarero, secretario, gestor, etc.), Maestros que nos hacen
volar sobre unas alas pintadas de Valores, en un viaje que pasando por la primaria,
secundaria y universidad, nos lleva hacia la alegría de ser unos trabajadores con
Corazón...Servidores incondicionales de Dios...Ángeles.
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5) Son mis Hermanos de San Benito y vuelan en un avión modelo THG: 1) (T)rabajo –
buscan la excelencia profesional y no paran de abrir rutas fecundas (caminante no
hay camino...); 2) (H)umildad –todos somos hijos de Dios y no es más rico el que
más tiene sino el que menos necesita; y 3) (G)enerosidad –Dios es Amor y no hay
mayor felicidad que ser útil a los demás. Estos valores sobrevuelan el barrio de la
Calzada...a imagen y semejanza de nuestros Titulares...Hermanos...Amigos de
Sangre (que brota del costado de nuestro Cristo de la Sangre y de los Corazones
orientados hacia el prójimo)...Ángeles.
...El otro día salía de la Iglesia y me encontré un mendigo que parecía estar pidiendo
en la puerta. Lo miré y, antes de echarme la mano al bolsillo para buscar unas
monedas con las que tranquilizar mi conciencia, exclamó en voz alta: ¡como el
mundo siga así,...esto va a acabar mal! Sin dejarme reaccionar, sentenció: ¿Si
volviera Jesús de Nazaret, qué pensaría de lo que estamos haciendo con el Planeta
Tierra (guerras, degradación del medio ambiente, pobreza generalizada, etc.)?
Termino este artículo pues tengo que ponerme a buscar una respuesta coherente para
este Hombre.
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18) EL PAJARITO QUE COGIÓ UNA UTOPÍA Y LA DEPOSITÓ EN EL NIDO
DE LA REALIDAD
Un día iba paseando hacia la Facultad de Economía y, como tantas veces, me
quedé embobado mirando el juego de los pajaritos. Bajaban del cielo y se posaban en un
árbol, y de ahí bajaban a la tierra a por unas migajitas de pan. Jugaban en parejas de dos
y de tres fundamentalmente, pero en este último caso, uno de los tres remontaba
rápidamente el vuelo y desaparecía en la lejanía de mi despiste…
Ya en mi despacho vino una alumna a hacerme unas consultas. Sin darme
tiempo a reaccionar me preguntó: "¿Usted cree que yo puedo llegar a ser una buena
economista?". Yo le contesté que sí pues superaba con creces el test THG.
Efectivamente, era una chica trabajadora (responsable), humilde (sencilla) y Generosa
(Humana y sensible a los Valores Humanos).
Sin embargo, esta contestación no la convenció pues me comentó que su madre
no se cansaba de repetirle que con lo buena persona que era nunca llegaría a ser una
buena economista. Por supuesto, sin pérdidas de generalidad, este argumento se podría
extrapolar a un sinfín de profesiones. Pues bien, me niego a aceptar esa falacia social.
Frases del tipo: ¡Si eres bueno, te comerán por sopa!, hacen mucho daño a nuestra
juventud. Llevadas al extremo son una apología del capitalismo depredador y de las
actitudes poco éticas. Estoy más de acuerdo con Rousseau: "El hombre es bueno por
naturaleza". Precisamente con frases como la anterior y con una actitud negativa ante la
vida, podemos terminar por corromperlo. Esta batalla la tiene que perder Hobbes: "El
hombre es egoísta por naturaleza".
Tras unos momentos de desconcierto un pajarito se posó en mi ventana (esto en
mi lenguaje interno es un signo de que Dios existe, porque nunca lo hemos visto pero
está en todas partes, porque es Grande -vuela- pero su apariencia es frágil, porque canta
pero su pico es pequeño…). En su pico pude ver un papelito donde podían leerse tres
letras…T…H…G. Este hecho parece que reúne todas las papeletas para ser catalogado
de utopía. ¿Puede subsistir un economista THG en el mercado de trabajo actual?…
¡Para ser un buen economista hay que ser una buena persona!..El pájaro remontó el
vuelo y fue a posarse en su nido donde cuidaba con mimo a su pequeños…si uno busca
la excelencia profesional al final la logra (con paciencia y con coraje); si uno es humilde
de corazón, los demás terminan respetando el secreto de tu sencillez; si uno es gereroso
con sus compañeros, desactiva todas las estrategias depredadoras posibles. Gracias
pajarito, me has demostrado que las utopías terminan auto-cumpliéndose
(Espiritualismo de Weber) y que no hay que buscar a Dios en ninguna parte, pues
precisamente está dentro de nosotros mismos. Ahora te regalo, no mi alma de
economista inquieto, sino mi alma de poeta enamorado de la Vida:
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"Los pajarillos volando en el cielo,
alegran con sus trinos
mi alma enamorada…
Amor no como relación, no como acto,
Amor como Actitud amorosa,
Amor a mi mismo,
Amor a mi prójimo,
Amor a las cosas,
Amor a la naturaleza
…AMOR a la Vida…
Amor a los pajaritos,
porque ellos son locuelos y enamorados,
juegan de dos en dos (Padre e Hijo)
y, de vez en cuando, se agrega un tercero.
Este último parece invisible, pero está en todas partes.
Es el pegamento que nos une los unos a los otros, y
a todos con la naturaleza. Vuela a través de los libros y
es Amigo que nunca falla (Espíritu Santo)”
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19) LA FELICIDAD DE SER PERSONA
Hoy en día los niveles de felicidad no son todo lo elevados que sería deseable.
Así, por ejemplo, si le preguntamos a distintas personas por el mismo vaso, mientras
algunas –pesimistas- lo verían medio vacío, otras –optimistas- lo verían medio lleno.
Además, si preguntáramos directamente a la gente: ¿eres feliz? la mayoría contestaría
dubitativamente. Lamentablemente pocas personas responderían que son plenamente
felices. Es como si tuviésemos miedo a la propia felicidad, no vaya a ser que al
comunicarla se nos escape de las manos. Por otro lado, todo esto es reflejo de la
insatisfacción constante de demasiadas personas.
Efectivamente, la felicidad está de moda. Psicólogos, psiquiatras, filósofos,
científicos y escritores varios están últimamente inundando el mercado editorial con
libros sobre la felicidad y sus determinantes. Incluso los economistas están escribiendo
sobre el tema, quizás porque se ha comprobado que el dinero –superado un mínimo para
“vivir”- no da la felicidad. De estos estudios se deduce que la felicidad media de un país
comparada con la de otro puede explicarse en gran parte por seis factores clave: la
proporción de gente que afirma que se puede confiar en los demás; el índice de
pertenencia a organizaciones sociales; el número de divorcios; las cifras de paro; la
calidad del gobierno y las creencias religiosas. Por desgracia, durante los últimos
cuarenta años los niveles de confianza se han reducido drásticamente en Gran Bretaña y
Estados Unidos, aunque no en la Europa continental. Esto convierte en sumamente
importantes cualquier política que fomente la confianza, por ejemplo la educación
religiosa en las escuelas y la ética en las universidades, así como el fomento de unas
familias, comunidades y ocupaciones estables.
El gran divulgador científico Eduardo Punset –director y presentador del
programa Redes- publicó un libro revelador (El viaje a la felicidad. Las nuevas claves
científicas, 2005) donde aclara los determinantes de la felicidad. Por un lado, perjudican
la felicidad: 1) La desconfianza heredada (asociaciones infundadas como la de “¡piensa
mal y acertarás!” nos hacen mucho daño, tanto individual como colectivamente –nos
alejan de la Comunión-); 2) El miedo (hasta tal punto que puede definirse la felicidad
como la ausencia de miedo). Esta emoción tan humana hay que canalizarla
positivamente para nuestro propio perfeccionamiento y, sobre todo, para profundizar en
las relaciones con nuestro prójimo. Sólo con confianza y Esperanza podemos derrotar al
miedo paralizante y deprimente.
Por otro lado, mejoran nuestra felicidad: 1) La adecuada gestión de nuestras
emociones (los cristianos estamos llamados a entrenarnos diariamente a través del
ejercicio de la empatía –ponernos en el lugar de nuestro prójimo, en la familia, en el
trabajo y en nuestra Hermandad-); 2) Nuestras relaciones personales (aquí importa tanto
la cantidad como la calidad; nunca es tarde para hacer amigos y nunca damos todo el
potencial que llevamos dentro). Por tanto, otra vez aparece la confianza (en nosotros
mismos y en los demás) como determinante clave de nuestra felicidad (¡en vos confío!).
Muchas veces estamos despistados con tener dinero, poder, aparentar…tenemos
que buscar el Tesoro en otro lugar: buscar afecto, relacionarnos con los demás y, entre
otras cosas, buscar un sentido a nuestra vida. Algunas veces aparece una adversidad en
nuestra vida (accidente, enfermedad física, depresión, etc.) y nos damos cuenta de que
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efectivamente ese es el Tesoro importante. Pero no hace falta una experiencia
traumática para darnos cuenta de que hay que ser capaz de trascender los estrechos
límites de la existencia centrada en uno mismo –egoísmo-, y creer que uno puede hacer
una importante contribución a la mejora de la vida de los demás. Así, el amor al prójimo
o incluso a una tarea (dignificación del trabajo) son los pilares sobre los que se sustenta
la esperanza y el sentido de la vida.
Para los cristianos es evidente que las personas estamos llamados a la felicidad.
Para ello tenemos que ser positivos en todo momento (fuertes, pacientes, generosos)
para ver que nuestro vaso no sólo está medio lleno, sino que está continuamente
llenándose, pues nosotros ayudamos a que los demás también llenen su propio vaso.
Éste es el camino para vivir más y mejor. Somos felices en el presente –aquí y ahora- y
porque nos comportamos como niños –ilusión y creatividad, pero con madurez y
responsabilidad- (¡dejad que los niños se acerquen a mí!).
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20) LA MIRADA OPTIMISTA DE LA VIDA (*)
(*) Dedicado a todos aquellos que, alguna vez, fueron golpeados por la vida y supieron
levantarse con su fe y confianza redobladas.
Una vez se reencontraron dos antiguos amigos del colegio, que no se veían
desde la niñez. El primero, se llamaba Pesimista y siempre lo veía todo negro. Para él el
futuro era muy oscuro y no dependía para nada de él. Lo peor es que albergaba una
visión cínica del prójimo y no se fiaba de nadie. Esto provoca el fenómeno de las
profecías que se auto-cumplen, pues cuando uno no se fía de nadie termina por no tener
ningún amigo de verdad…la crónica de una soledad anunciada.
El otro amigo, se llamaba Optimista y siempre lo veía todo bajo un prisma
positivo. Su principal punto de apoyo es que había llegado al absoluto convencimiento
de que él era el principal arquitecto de su propio destino. No creía en la “suerte” –azarpero sí en la Buena Suerte que crea las circunstancias que nos llevan hacia el éxito en la
vida. Y, sobre todo, confía –en sí mismo, en el prójimo, en los compañeros de trabajo,
en el ser humano…en Dios-. Ahora el fenómeno de las profecías que se auto-cumplen
también funciona, pero en sentido positivo: Optimista ha ido haciendo amigos por la
vida (el mayor patrimonio que una persona puede acumular).
Optimista le preguntó a Pesimista: “¿cómo te va la vida?” Ya sabes, contestó
Pesimista, voy tirando. Posiblemente no se atrevía a decir que era feliz, no vaya a ser
que la felicidad se le escapara de las manos. Por otro lado, Optimista, con los pies bien
asentados en el suelo, se mostraba abiertamente feliz y satisfecho con su vida…era
plenamente realista y, sobre todo, responsable (no sólo ante su familia y amigos, sino
también ante, por ejemplo, sus compañeros de trabajo).
Hablando de trabajo, hay ciertas profesiones donde ser optimista es
especialmente importante. Por ejemplo, los profesionales del sector sanitario (médicos,
enfermeros, psicólogos…) tienen que curar con su propia personalidad positiva y
humana. Por otro lado, los docentes tienen que trasmitir el optimismo en las aulas,
precisamente donde se fragua el futuro de la sociedad (que queremos optimizar). Las
palabras de Enrique Rojas (La Ilusión de Vivir, 2006) son reveladoras a este respecto:
“Enseñar a vivir es una tarea de maestros. En los tiempos que corren hay muchos
profesores, pero pocos maestros. El profesor se limita a enseñar una disciplina:
matemáticas, historia del arte, derecho civil, medicina interna…y se queda ahí. El
maestro va más lejos: sirve de modelo de identidad para sus alumnos; a muchos de ellos
les gustaría parecerse a él. El maestro es punto de referencia. Insinúa, tras su conducta
académica, un estilo, una forma de vida atractiva, sugerente, repleta de sentido, que
empuja a imitarlo. Esa vida intensa y coherente se pone delante de sus ojos y le
descubre otra visión de la jugada personal. El secreto está en los ojos. El optimista ha
sabido educar su mirada para descubrir lo positivo que se asoma a su alrededor. No es
que sea incapaz de percibir lo negativo, sino que se detiene más en lo bueno que en lo
malo. Su visión repasa la realidad, pero en su retina –en su corazón y en su cabeza- se
hospeda lo más valioso. Todo está en la forma de mirar”.
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Incluso la percepción de la belleza depende de nuestra mirada. Por tanto, es
importante dejar claro las ventajas de una mirada optimista de la vida: mejora nuestras
relaciones con otras personas –vemos y potenciamos lo bueno que hay en los demás-,
mejora nuestra salud y la del prójimo, nos hace más productivos y creativos en nuestro
trabajo y, sobre todo, tiene una enorme utilidad a la hora de hacer frente a las
adversidades de la vida (accidentes, enfermedades, despidos o problemas laborales,
problemas familiares…).
…los martes, al finalizar los cultos de la Hermandad de San Benito, el Señor me
presentaba a su Madre, la Virgen de la Encarnación. Ante mi madre, yo le pedía un
niñito de Dios que alegrara nuestra casa. Los meses pasaban y yo seguía pidiendo lo
mismo, sin perder la esperanza de dar vida…yo te pedí un niño pequeñito y me has
colmado con lo más grande del mundo: dos hijos como dos soles que me alumbran
desde la mañana hasta la noche…la niña se llama Inmaculada (“sin mancha”) y el niño
se llama Valentín (“fortaleza”, “salud”)…ahora no tengo excusas para llevar mi
optimismo hasta el extremo de la locura. Ahora, ¡madre mía!, no paro de repetir las
palabras mágicas: Vida, Esperanza y Dulzura.
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