ALFREDO ROBERT ODA ELEMENTAL A PABLO NERUDA. -ICuando naciste, llamaste a la luna por su nombre. Tu madre, no te cantó canciones de cuna, porque estaba muerta. A los veinte años, cuando tus ojos eran ciegos, una voz presagiaba a tu alma, un gótico destino. …Y la poesía, tu juventud buscaba. Desde una calle te llamó. Desde las ramas de la noche, la poesía te tocó las manos. Y tú, la hiciste tu novia. 1 Ella fundó en tu corazón, la rosa de un pueblo flagrante, y el beso incitante de la primavera marina. Y a esa edad… sembraste semillas de letras, y esperaste paciente, a que naciera, esparcida, en tu sangre, la palabra. Yo te celebro y te canto. Abuelo de los poetas. Arquitecto de corales. Constructor de marionetas. Vate elemental de los elementos, señor de piedras y loas. Proclamas recuerdos y cosas, hilas caracolas y conchas. Almirante de la barcarola. Panadero de harina, amasas serranías y navegas sobre odas. 2 Ballenero de las ideas, cartógrafo de firmamentos, coleccionista de cielos pardos, director de las auroras. Mensajero de marinos, comerciante de quimeras, jardinero de mentiras, médico de las mariposas. Rinoceronte de la poesía. Boticario de ironías. Adulador de lo ínfimo, ordenador de lo magnánimo. Cocinero de las viudas, esposo de damas solas, domador de alegres musas, sátiro de medusas y olas. Curador de amoríos torvos, consejero de los novios, escandalizador de beatas, restaurador de amores rotos. Cómplice de los amorosos, abogado de las flores, explorador en los placeres, defensor de amantes locos. 3 Padre de una nación entera, presidente de todas las cosas, comandante de las abejas y de las alcachofas guerreras. Tu poesía une hemisferios, saluda continentes y regula los océanos. Es cobijo en patios de asilos, y un tónico para los ancianos. Trae esperanza a los pueblos y alegría a los desheredados. Albañil de las letras. Construyes versos como casas, con ladrillos, palabras y yesos. Desde abajo vienes, rey de Reyes poetas. Desde el sur asciende tu canto, desde el polo inferior del planeta. Desde el coxis de América, como una gran araucaria, se alza y ensancha tu voz. 4 -IITu patria es vertical y oceánica. Alargada como un pan, esbelta como una espiga, metálica y recta como una espada encendida. Mástil de la Antártica, espina de los vientos, pilar del continente. Báculo del mar. Lejana codillera, nevada Araucanía. Anclas en los médanos de la melancolía. Flauta del céfiro. Solitaria llama de la Tierra del Fuego. Lápiz del poeta austral. 5 Señor de la R e p ú b l i c a V e r t i c a l. ¿Qué astros se colisionaron la fecha de tu nacimiento? A qué capitán le robaste su bajel de versos? ¿Dónde encontraste tus palabras? ¿Dónde tu voz? 6 ¿Quién te legó este abecedario de arcilla? No fueron oraciones en aymará, ni las armadas rimas de don Alonso de Ercilla. Te lo concedieron, olas antárticas y glaciares de nieves andinas. La orografía de tu escritura es arcillosa y amarilla. ¿Quién te contó los cuentos míticos de tesoros submarinos custodiados por dioses nativos? ¿Quién te leyó las leyendas de los reyes indios? ¿Qué nana te llevó al circo? ¿Dónde quedó la trapecista que se columpió en tus ojos y te hizo escribir los más tristes versos? 7 ¿Qué mujeres te endulzaron los brazos?. ¿Qué muchachas te llevaron al cine? y te extraviaron la corbata. ¿Qué niña te rasguñó con una rosa?. ¿Quién te dijo: - ¡Vive!? Y tú aceptaste vivir. ¿Qué minero escritor de coplas, te guió hasta las entrañas de la tierra? ¿En qué galería encontraste el esqueleto de tus estrofas? ¿Qué carpintero te hizo esa escalera?, ¿y esa ventana? que da a un mar sin otra orilla. ¿Qué amigo, en la tertulia, reveló el signo oculto, que iluminó tu noche, y tu cosmogonía? 8 ¿Quién te regaló ese lápiz que escribe hechizado?. ¿Qué cohete te arrojó a esa vieja constelación del cielo? ¿En qué puerto azul? tu corazón quedó estupefacto. ¿En qué mercado? detuviste tus pasos. y dijiste: - ¡Basta!. Ya no quiero peregrinar. Entonces, en el bosque… de tus zapatos salieron raíces y te convertiste en árbol, para no quejarte nunca más. 9 -IIISentado; aún, en el acantilado de la isla, pediste ser mineral, piedra ovalada de río, roca enorme de playa, lapislázuli, cuarzo, metal, o planeta vagabundo. Te concedieron: las piedras del cielo y ser, tan solo, poeta. Pescador de estrellas de mar, en un universo de espuma. Te persignas ante la Cruz del Sur, cuando un clamor de voces recorre la tierra. Vencedor de las cordilleras, adalid de los insectos, geólogo del pan y la sal. Ésta es tu residencia. Gobernador de una ínsula, ministro de los caracoles, astrónomo de minerales. Gaviero de un mar de signos. 10 Catedrático de los crustáceos. Guardafaros de Isla Negra. Conserje de los arrecifes, confesor de los cetáceos. Patriarca de caupolicanos, primo hermano de España, vencedor de los erizos, amigo de los mexicanos. Artífice ferroviario, verdugo de militares. Encantador de serpientes, comerciante de astrolabios. Psiquiatra de historiadores, capitán de los justos, denunciante de villanos, hermano de los moluscos. Faro de poetas pasajeros, Filatelista de barcos, de lunas, anclas, brújulas y recuerdos. Navegante de mil y un versos. En la bóveda de tu cráneo, Se encienden y giran, constelaciones tutelares, y las olas corroen tus sueños. 11 Tu poesía levanta faldas. Hace sonreír a los reos, bailar a los enfermos, y orar a los mineros. Entra en la sangre como una vacuna. Remueve los glóbulos, vaga en las moléculas, hilvana tejidos, y organiza células clandestinas. Anida en el páncreas, canta en el hígado, bebe en el vaso, y alquila una habitación palpitante en el corazón. Sale por los ojos y regresa nuevamente, por el tímpano y el caracol. 12 Jamás dudas Pablo Neruda. Siempre aciertas tu disparo en el blanco, de una espiral en movimiento perpetuo. La eternidad es tu aliada. Tus versos dormitan en los muelles tristes de la tarde, y en las bodegas de los buques que zarparon ayer. Y la ola que llega hasta tu ojo proclama tu existencia de viajero. 13 -IVDe niño fuiste asombro, de joven fuiste viejo. Melancólico y ausente, con porte y capa de poeta negro. Quisiste llevar a tu amada a la soledad de tu archipiélago, en vez de mimar sus juegos y silencios. Perdiste tu amor, y un rayo de dolor, sin anestesia fulminó tu corazón amarillo. 14 Te convertiste en el joven instructor de la tristeza. Paladín de pálidos muchachos despechados, que curan sus cuitas de amor con el bálsamo de tu nobleza. Entonces, para salir del marasmo de tu melancolía, Invocaste los besos celestes, y nuevas novias submarinas. Medusas ansiosas y mujeres caracolas. Las piernas que se abren, se tornaron en tus libros privados, de anhelos vehementes y vértigos jadeantes. Hiciste del amor tu filosofía. 15 Te arreglaste la dentadura para morder muslos y brazos, vientres claros y oscuros, en vez de duraznos carnosos. Sacerdote de ritos sin aurora. Campeón de juegos jugosos. Compositor de sonatas de suspiros. Doctor de ciencias sabrosas. Explorador de cavidades. Espeleólogo de ombligos. Devorador de bocas, dedos, pies, uñas y demás extremidades. Ladrón de señoras, que lames, recorres y frotas, hasta penetrar sus sueños y callados nombres. Esperando que sus desatinos, las hagan caer en las redes de tus leyes pescadoras, o en el anzuelo de tu destino. 16 Tus versos las adormecen, tus metáforas las atan, y sin pensar en los adioses, ni en futuras cicatrices …Con tu nariz de elefante las acaricias; más risas, carcajadas, hilaridades y besos. Hasta que los amantes se olvidan de Dios y de la economía. Partitura de quejidos en la nación del delirio, en el resuello de la noche, en el interior de un grito. Si tuvieras, Neruda, tus manos ocupadas, ya no pensarías en tales cosas. Poeta. Siempre viste a la naturaleza como una muchacha. 17 Te dejaron perplejos: la pasión en la penumbra, la suavidad de un seno, el amor en los muslos enlazado, Los cuerpos paralelos en el lecho. Las contracciones, las amapolas, los rasguños y rugidos. Acechaste al amor como un tigre. La misma religión de los animales, las mismas costumbres de las fieras. Lenguas que en su recorrido encuentran pelos. Dientes que rompen labios, manos que descubren lagos. Ojos que enmudecen …ante su reflejo. Los espejos rotos, y los ríos de densas esencias. 18 En las provincias de la piel, agitado agrónomo. Todo lo observas: nalgas, axilas, vientres, espaldas, pezones, culos. Como un geólogo, como un minero, como un buzo enloquecido. Reinos explorados e inexplorados por los sentidos. Exudaciones territoriales y otra vez, la sal del mar. Y otra vez, las gemas en los ojos: zafiros, turquesas, esmeraldas, pupilas y obsidianas. Las flores en las sábanas, la luna en la ventana, y la habitación que zarpa iluminada por velas inflamadas. 19 En el aire los aromas. En la cama las palabras de los dichosos náufragos, se entrecortan en suspiros: - Quiéreme, lléname, ansíame, - mi luna, mi vida, mi mar, mi aaa… Y así, para ti… Don Juan austral. Las horas fueron niñas, los muchachas días, los años señoras, la enfermedades viejas brujas. Y la vejez el recuerdo de todas ellas: Rosita y Josefina en la lejanía… Se pierden como risueñas y rizadas olas niñas. Ana, Azucena, Blanca, Selena, Piedrafina, Esmeralda, Gema, Linda, Brisa, Marina, y Pura. A veces, también te quisieron. De Aldonza, Angélica, Concepción, Dolores, Martirio, Linda, Angustias, Prudencia, Petra y Proserpina …Ni te acuerdas. 20 La ausencia de Josie, y Albertina es una llama que no se ha extinguido. Pero en cambio, Delia, María Antonieta, y Matilde, son el sentido y la razón de tu paso, por aquí. En la tierra. 21 -VTe celebramos y cantamos, abuelo de los poetas. Espíritu en la nieve de la cordillera. Vigía del Aconcagua. Herrero de recia frente. Domador de la distancia. Sastre de capas teutónicas. Peluquero de los dioses. Socio del pez espada y de costureras estoicas. Tu palabra provoca terremotos, incendia volcanes, y los libertadores la memorizan y cantan. Como una ventisca, llega a saladas costas y entra en las casas viejas, como soplo de ballena y de maderas musicales. 22 Es un plato de papas humeantes, en la mesa de los marineros. Sacerdote araucano. El eco de tu canto peregrino ha irrigado esta tierra, como río que serpentea, desde los Andes, hasta los desiertos de Sonora. Se alza tu voz, con la niebla a las alturas del Machu Picchu, despierta de su sueño a los reyes incas. Mapuches, tiahunacos, mayas, mayos, lakotas, apaches. Las tribus indias reconocen tus pasos. cuando recorres sus rutas sempiternas; Te gritan: -¡Pablo¡ y tú, los saludas con tu bufanda. 23 La maquinaria de tu poesía, se eleva como el albatros, y desde lo alto inicia un vuelo ceremonial de la nieve al río, y de los campos a la selva. Desde los campanarios, la saludan pueblos pobres y ciudades siempre inconclusas. Altiplanos, sierras, llanuras, y los afluentes del Amazonas centellantes como peces. Pasa y se queda… Le dan la bienvenida efímeros discursos y bandas musicales. Cruza las Guyanas, Maracaibo, Cartagena, El Darién y Copán. Tikal como una brújula, le señala el norte. Tus versos de sal inundan el mar de las Antillas, y como un vendaval arriban al corazón del continente. 24 Topa con migraciones de aves que huyen del norte frío. Entonces de tu poema la proa se bifurca. Divide su ruta hacia la alta California y la Florida. Y así, prosigue sobre los océanos a oriente y a occidente. La geografía de tu canto alcanza los mares de Ceilán y de China, villas y viñedos de Europa. Pasean tus coplas por jardines en la Alhambra. 25 Arriban a Paris una tarde gris. Y las cantan los enamorados nocturnos en los canales de Venecia, cuando los astros tiritan, azules, a lo lejos. Producen cosquillas en los cuellos de las vírgenes y resuellos a las divorciadas. Las celebran las uvas, las critican las lilas, y las auscultan las palomas. Las llevan entre sus patas, manadas de cuadrúpedos, y en sus picos, parvadas de plumíferos. 26 Te celebran y te cantan. Embajador de los poetas. Tu verso es un cóndor gigante que sobrevuela el mundo, vigilante. Y bajo esta combustión de estrellas, ¡Todo lo cantas tú, todo lo cantas! 27 -VISol glaciar, gallo juglar. Poesía lunar, coreógrafa de las mareas. Elefante marino, cachalote chileno, constructor de carabelas. Tapir con boina gris. Pingüino aristotélico. Patriarca de los carteros. No dejes de mirar el mundo, porque se apaga. Tu que ves la eternidad dentro de una botella. Dinos cómo se construyen esos versos de madera. ¿O acaso, se escriben solos? como niños sonámbulos que flotan solitarios, traspasados de misterios. 28 ¿Qué loro, musa o deidad te presta su voz para que cantes?. ¿La blanca yegua nocturna, te visita en sueños y te llama ? ¿Qué huracanes, visiones, volcanes, o relámpagos guían tus escribanos dedos?. ¿Quien te dicta esas odas? Cantor a todas las cosas. ¿Un ángel malo, una amada ausente? ¿una secretaria, o un demonio desertor? Dile, que a mí también, me susurre una loa al amor vencedor, o una canción desesperada. 29 Poeta joven: Si quieres ser Neruda, mira las nervaduras del firmamento. Delinea los jeroglíficos tallados en piedras iridiscentes. Lee y escucha lenguas vivas y muertas. No malgastes un tono, no olvides un signo. No pierdas pormenor, de arrecife, piedra o nación. 30 Mira con dilación cada grano de arena, cada vasija, y cada avión. Guarda en una valija la música de todos los lenguajes, para que erijas una oda magnificente a lo más insignificante. No descuides detalle de lo ínfimo. No te distraiga lo omnicircundante. Mira las estaciones pasar en el tablero de los días y de las noches. Labra un libro de barro, que retumbe en los oídos. 31 Que golpee como un tambor. Y nos haga danzar toda la noche. Como esas tribus que celebran con el fuego la grandeza de su dios. 32 Poeta joven, si quieres ser Neruda, sigue las huellas de las gaviotas en la playa. Mira en una naranja el sol, En una cebolla un planeta. En un gallo la aurora, Y corre a la tristeza de tu casa. 33 -VIIGeneral de un ejército intangible, tus huestes son frases, tus vocablos, soldados, y tus armas son de arcilla de Chillán. Tu poesía es de uranio y cobre, no la quiebra la infamia, no se enferma de tifo. No la exterminan los jueces, no la rompen los niños. No la maltratan los coches, ni la asfixian los políticos. Tu canto mineral trae alivio a las enfermeras, silencio a los engreídos, vitalidad a los inválidos, y el triunfo a los desposeídos. La cantan Los negros de Curazao de la Martinica y “el Harlem”. 34 Santificados zapateros. Físicos necios. Ingenieros petroleros. Acróbatas ciegos y albañiles legionarios, blanqueados de cal. Suaviza la garganta de los españoles, es bálsamo en el Caribe, devuelve su gloria al inca, su dignidad al maya, y la ecuanimidad a los argentinos. Aduanero de fronteras invisibles. Tu escritorio es una fábrica de versos. Tu canto, el canto general a todas las cosas: a las gemas, a los trenes, a los coleópteros, a los mamíferos a naciones mal heridas, a pueblos no nacidos, a los frutos terrestres, y a las cosmogonías de tu gente. 35 Sigue cantando con tu sonsonete. Pelícano inmortal, manatí de aguas dulces. Diplomático de playas. Deportista de tu nombre. Búfalo del sur. Indómito jabalí. Poeta cósmico, poeta cómico, poeta amargo, poeta agrario, poeta industrial, poeta sapo. Senador por las provincias del alma. Cónsul del sol, en la representación del viento. Embajador de repúblicas que nacerán al alba. 36 Arrecife de odas. Querido gordo amigo. Sonoro andador andino. Araucano, americano, universal, inprudencial. mortal y puro… como una manzana. Cantas lo que quieres decir, dices lo que quieres cantar, y callas lo que llevaremos a la muerte. 37 -VIIIEscarabajo militante Cirujano de las rosas Protector de las langostas Enemigo de las moscas. Bolchevique bailarín de cuecas y tangos Cosaco de las estepas cuyanas. Estalinista por convicción, Marxista por lo concreto. Cuando en tu buró político, dejaste acostada tu pluma... Soñaste: utopías proletarias, Gobiernos de obreros poetas, y la santidad de la máquina. Los ejércitos de la unidad, las sociedades soberanas. La igualdad de clases y razas sin castas. 38 La fundación de naciones saludadas por cosechas, que danzan y representan el progreso y el mañana. Desde la ventanilla de un avión comunista, viste, a jornaleros sin sueño, construir carreteras como ríos, y atronadoras hidroeléctricas. Ferrocarriles aderezados con banderas rojas, que silbaban operísticos antes de partir y convertirse en horizonte. Desfiles de tractores aclamados por cipreses. Arando en la tierra constelaciones de blanquísimas cebollas. 39 Escuelas sonrientes, aulas cantarinas. Hospitales donde la vida cantaba su canción a la esperanza. El triunfo proletario en marcha, que aplasta a los tiranos y devuelve la fe a las muchachas. Tu alma se inundó de un himno al devenir, mecido por la victoria y la certeza de los camaradas. No lo sabías... No lo presentiste siquiera. Los gobiernos populares, también se extraviarían. Obedientes a la condición humana indolente, que transforma el poder en infamia. Aquella realidad que cambió, resultó un cuento cruento. Un desvencijado vestigio. 40 La fraternidad de los hombres se desmoronó ante tus ojos. Se hizo humo, polvo, horror, y desesperanza en el recuerdo. En el colofón de ese melodrama, el capitalismo voraz, ganó la batalla y se adueñó del mundo. Y a ti, te tiraron todas tus estatuas. 41 -IXEn 1973, cuando moriste. Cassals viajó al cielo en el estuche de su chelo, y Picasso fue a buscar minotauros a otros laberintos. Entonces el mundo se quedó sin Pablos. Cuando tu vida se apagaba habían secuestrado tu patria. El oprobio se pavoneaba vencedor de la democracia. Llegó grande la guerra, Llegó echando fuego. Derribando muros puertas y ventanas. 42 Otra vez, como en España la sangre por las calles derramada. El deshonor de ese tiempo, tocaba tu frente con dedos quemados. Washington, el incansable exterminador de pueblos indios, esta vez, derramaba la sangre de los andinos. Chile, por ser vertical, recto, social, y justo, recibió su merecido. 43 Los tanques aplastaron sus guitarras, y los bombardeos apagaron los radios, los besos y los versos. Y tú, armadillo blindado contra la ignominia, también quisiste detenerlos, y les arrojaste una alcachofa que quería ser granada. El poeta, herido de muerte en su alma nacional, agonizaba de rabia. No te dejaron morir cantando, como un cisne. México te esperaba para curarte las heridas …pero ya no llegaste. ¿Y la libertad?, allende, allá, para otros tiempos postergada … 44 Ya no lo supiste. Nadie en tu tumba, te lo dijo. Finalmente los hijos de puta recibieron su merecido. Y tú, “Pueblo Neruda”, fuiste, juez de militares, vengador de ruines, vencedor de sanguinarios, verdugo de asesinos viles. A tu patria retornó la justicia, radiante y bella, sin oropeles. Limpia, recién bañada, y con la balanza muy bien ajustada. A Chile regresó la grandeza de siempre. Volvió el cantó, la poesía la dignidad, el trabajo. 45 y tú, poeta. Pablo, te quedaste a barrer plazas fantasmales, a perseguir el eco en los abismos. A ser… Cielo perforado. Sombra de la nada. Silencio de la nieve. Vacío en las estancias. Viento desatado, que sopla ardiente, entre tu gente. 46 -XApagado grito. Poeta yerto. Neruda muerto. Enterrado, descarnado, en espera del invierno. Ahora que tu pecho y tu garganta son cenizas inertes, déjame decirte: Tus versos crecen como niños. Tus cantos siguen rodando, como las piedras redondas que lleva el río. 47 Ascienden como savia por venas de madera, y ramifican en silencio los follajes que agita el ventisquero. Tu poesía es AÚN: una catedral ventilada por la brisa, y una nave siempre a punto de zarpar. Una casa de huéspedes, con sábanas blancas como velas, y un cuarto de planchar. Un museo donde los retratos de los héroes han resucitado. Un aeropuerto donde arriban y parten volátiles versos. 48 Un estadio donde los atletas conspiran y sueñan. Un armario todo lleno de mar. Una maleta que resguarda el secreto de una raza. Y el traje de un continente entero. El estandarte de la primavera, que proclama una eternidad. Las sílabas de tus frases se recargan una en la otra, para mantenerse unidas e inseparables. El fuego amarillo, y las espadas de la lluvia han acabado con algunos volúmenes. 49 Pero tu obra, resignada a la inmortalidad, se mantiene en pie… firme, sólida, inoxidable, insondable, incorruptible, estoica, y actual. 50 -XISi con la primavera vuelves a nacer Pablo Neruda, ven con manos inteligentes, dominadoras de un oficio. Tus manos de día, ahora fabricarán escobas y sillas. Con la destreza de un maestro, manejarás los martillos, las pinzas y los clavos. Y ya no te sentirás culpable. Nunca más. Si vuelves a nacer… apacigua tus caballos, regala tu telescopio. Quema tu cordón franciscano. No vayas a Valparaíso a medir el tiempo de su relojes. A recorrer sus calles, a olfatear sus peluquerías. Ni a escudriñar las redes filosóficas de sus pescadores. 51 Deja ya… apóstol de los objetos, de construir casas, de comprar puertas, de predecir naufragios, de llevar tu volcán a cuestas. Si naces otra vez, no escribas tu nombre en las espaldas de las mujeres. No uses seudónimo, no juegues con antónimos. Si vuelves a nacer, deja ya de importunar señoras, de devorar el mundo, de desgastarlo con la sal de tus ojos, de inundarlo de poemas. No guardes ningún rencor en tus bolsillos, no traigas tu batallón de abejas. Perdónanos a todos, y encuentra otra manera de vencer a los codiciosos. 52 No subas más, a los torreones salitrosos, a tañer el metal de sus campanas. Quédate sosiego, vete en un taxi a jugar con los niños. Que te escondan, que te lleven a la feria. Vuelve al sur con tu paraguas. Regresa a tu insula Barataria, y piensa si vas a repetir las mismas cosas. Si otra vez nacieras, no vuelvas a Italia, ni busques catedrales por callejones de Europa. Siéntate a descansar sobre el acantilado, donde allende se ven las islas, como tortugas congeladas, o delfines suspendidos en la cámara fotográfica del tiempo. 53 Húndete en el regazo de la noche, Arroja tu corazón al mar, y que te amamanten las estrellas. Sube a la cima del arrecife, y ahí toma el tranvía, que va a la bóveda del cielo. ¡Vuela poeta de sal! poeta huérfano. Confiesa que has vivido y despídete del mundo. Aquí, las manos transparentes de la eternidad te cerrarán los ojos. Vete a cambiar la geometría de los planetas. Encamina tus pasos hacia el firmamento y ahí, componle versos a las galaxias y odas a los universos. 54 -XIICruzarás: soles áuricos, agonizantes o recién nacidos. Nacarados satélites y planetas triangulares. Galaxias de diamante, asteroides cristalizados, y cometas de cuarzo congelado. Descubrirás, ágatas fugaces, fosfóricos luceros y turquesas gigantes. - “Ahí va Pablo Neruda”Dirá algún astro suave. - “Con los bolsillos de su saco repletos de piedrecillas y poemas, a llorar por las ballenas”. 55 - “Ahí va Neruda, con su boina; su nariz de papa subterránea, y sus ojitos”. Tú, como cónsul poeta, los saludarás con tu corbata. No los escuches pasajero. Tú, sigue las elípticas rutas que te señalan las esferas. Atravesarás los prismas transparentes, envinados rubíes, y esmeraldas planetarias. No temas a la vastedad de tu jornada... A lo lejos, alguien canta. 56 Si en tu travesía, cruzan ante tus ojos caprichosas diosas griegas, no quieras bailar con ellas, ni desvestirlas con la tersura de tus metáforas. Cierra bien los párpados. No mires su inmortal belleza. No revuelvas las cosas del cielo. No quieras agregar al zodiaco nuevas constelaciones: la de la Panadería, la de la Pera, la de las Tijeras, ni la de los Zapatos Rotos. Las galaxias no son caracolas. No intentes recogerlas. Este es el océano sin agua, sin fin, sin espuma, y sin música. 57 Si ves el alumbramiento de algún sol colosal. Déjalo solo, como a un dios, que viaje y gire en su existencia solitaria y monumental. Si tienes la suerte de ver la colisión de dos espirales lechosas; no implores compasión por toda esa cristalería despedazada. Son las encarnizadas batallas del cielo. Los blancos ejércitos de estrellas, estrellándose consigo mismas, para invadir de luz la noche imperecedera. Así son las leyes despiadadas y matemáticas del cosmos. En esta épica no hay perdón, ni motivo, ni gloria, ni un humilde cementerio para todas esas estrellas guerreras. 58 Es sólo, un molino industrial que pulveriza lámparas, y titánicas rocas esféricas, para surtir de arena otros océanos, y otras playas de muy remotas riberas. ¡Sigue viajero. Sigue radiante¡ Que te alumbren soles maduros como frutos amarillos. Te reconocerán constelaciones de zafiros y amatistas, lunas y topacios, como ojos del cielo o espejos del tiempo. Querrás quedarte a habitarlas, y a esperar que te concedan alguna Eva. 59 Pero la nada y la luz, son ahora, tus únicas compañeras. ¡Éste es el espacio sideral! No quieras conocer sus límites, ni imaginar su forma; de huevo, pirámide o cubo. Ni anotar en un calendario cuánto tiempo ha acontecido, desde que dejaste tu isla. Vagas por el anchuroso cosmos, como aquellos veleros que nunca alcanzaban la otra orilla. Sujétate al cordel de algún cometa. Entrégate a tu viaje, como lo hacías desterrado allá…. en la tierra. 60 No busques el resplandor de Inti, ni a Faetón, ni a los herreros del cielo. No desfallezcas. Continúa ingrávido poeta. Sigue anhelante. No has llegado todavía. Calcedonias, malaquitas, acerinas y humildes guijarros Son las puertas que buscas. Ábrelas. Y déjate llevar hacia el inconmensurable archipiélago constelado. 61 Hasta arribar al litoral de la inmensa isla. Corazón del firmamento. Ahí, te recibirán todos los que habías querido y que se habían ido. Abrazarás por fin a tu madre. Y tus amigos poetas organizarán una gran fiesta. Una velada de amor hermano, que poblará de risas y música sin fin, al cansado, viejo y solitario universo. 62